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    AURELIO PRETEL MARN

    MANUEL FERNNDEZ DE SEVILLA MARTNEZ

    MAQUIS Y RESISTENCIAEN LA SIERRA DE ALCARAZY EL CAMPO DE MONTIEL

    (1946-47)

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    AURELIO PRETEL MARN

    MANUEL FERNNDEZ DE SEVILLA MARTNEZ

    MAQUIS Y RESISTENCIA

    EN LA SIERRA DE ALCARAZY EL CAMPO DE MONTIEL

    (1946-47)

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    D.L.: AB-117/2014.ISBN: 84-616-9443-0 978-84-616-9443-3Los autores.Edita Asociacin Cultural Alcaraz Siglo XXI

    Maquetacin e impresin: Grcas Cano. Ctra. de Valencia, n 10. Telf. y Fax 967 246 266. 02006 ALBACETE e-mail: [email protected] - www.gracascano.es

    Foto de la portada:Prisioneros polticos por auxilio a los maquis, con sus hijos.Prisin Provincial de Albacete, 24 de diciembre de 1947.

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    A Francisca Castillo y Constanza Martnez, casi nias en-tonces, y a tantas como ellas, vctimas inocentes de unos tiem-

    pos violentos y un rgimen inicuo impuesto por las armas, quesupieron ser eles a su idea y su gente a pesar de los palos yde las vejaciones. Y a Lumi Rodrguez Cabezuelo, un pedazode pan, que ni siquiera sabe de dnde vino el rayo que la dejsin padre y conden a su madre a una vida de crcel y miseria.Nuestro agradecimiento por dar sus testimonios y nuestra admi-racin por todo lo dems.

    A Nino y sus compinches en la heroica utopa de crear en

    su pueblo un Partido Socialista y una organizacin de Resis-tencia para colaborar con la guerrilla a extirpar el Franquis-mo. Y a tantos como ellos, que aguantaron las cargas y lospalos, jugndose la vida, para que otros, despus, vivieran dis-frutando los cargos y las pelas.

    A todos los que fueron a la tumba o la crcel por buscarlibertad, aun sabiendo que esta, como deca Azaa, no hace alhombre feliz, pero lo hace hombre.

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    NDICE

    INTRODUCCIN......................................................................................... 9

    CAPTULO 1. LA 5 AGRUPACIN Y EL DESPLIEGUE INICIAL...... 17

    CAPTULO 2. LAS PARTIDAS DE ATILA Y PACO EL VALENCIANO.............................................. 45

    CAPTULO 3. EL PRINCIPIO DEL FIN: CACERA EN LOS MARINES.......................................................................... 81

    CAPTULO 4. EL REPLIEGUE FALLIDO AL CAMPO DE MONTIEL........................................................................ 101

    CAPTULO 5. LA HECATOMBE FINAL: SANGRE, TERROR YLGRIMAS..................................................................... 121

    CAPTULO 6. EL FINAL DE LA 5 AGRUPACIN: CAZADORES YBUITRES......................................................................... 141

    BIBLIOGRAFA........................................................................................ 157

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    INTRODUCCIN

    Las acciones armadas de los maquis vocablo derivado del francsmaquisards: la gente que luchaba oculta en el maquis, garriga o monte bajo-en los pueblos del Campo de Montiel y Sierra de Alcaraz resultan conocidas,con mayor o menor profundidad, a travs, sobre todo, de las obras de Fran-cisco Moreno y del grupo formado por Francisco Alczar, Javier HernndezPrez y Toms Escobar, sin contar las memorias de algn protagonista comoEsteban Garv o Picazo Villena (por no hablar del trabajo del general Agua-do, que engaa ms que ilustra). Por eso, en este libro no incidiremos mu-cho en los hechos de armas (tiroteos, sabotajes y recuperaciones o atracos

    a personas, empresas y organismos), salvo para poner de maniesto ciertascontradicciones entre los testimonios que nos ha sido dado recabar y la ver-dad ocial, que suele ser mentira. Nos interesa ms bucear en las causas queecharon a la sierra a prendre le maquis, que diran en Francia- a aquellosguerrilleros, las distintas ideas que se dan entre ellos y quienes les apoyan, ytodava ms en las repercusiones que sus actividades tuvieron en las redes decolaboradores y enlaces que apoyaron su accin y la hicieron posible.

    De momento podemos avanzar un par de conclusiones: la primera, queaun cuando en esta zona la lucha antifranquista no tuviera el alcance y laextensin que en otras, s fue ms importante, sobre todo a nivel de respaldosocial y popular, de lo que muchos piensan y de lo que los mapas relativosal Maquis en Espaa, que suelen ignorarla, parecen indicar. La segunda, quedebe matizarse la repetida idea de que el protagonismo corresponde al Parti-do Comunista casi exclusivamente: aunque nadie le niega su papel impulsor,ni el hecho de haber sido prcticamente el nico que estaba organizado, almenos en la sierra de Alcaraz hubo varias guerrillas, no todas comunistas, eincluso guerrilleros de otras ideologas en las que s lo eran, y no hubieran

    surgido si no se hubiera dado un ambiente de colaboracin. Desde luego,no hubieran funcionado sin la ecaz ayuda de innitas personas de distintastendencias (cratas, socialistas, demcratas burgueses, incluso algn catlico,aunque no conocemos ningn cura), y de clases sociales totalmente dispares(jornaleros, peones camineros, obreros, artesanos, barberos, pequeos y me-dianos dueos de explotaciones ganaderas y agrcolas, comerciantes, maes-tros, practicantes, abogados y mdicos, sin excluir tampoco algn acomodadopropietario como era Arcngel lamo, o un antiguo cacique comarcal comoRamn de Llano); gentes con su trabajo, su familia, sus padres o sus hijos,

    que sirvieron de enlaces y les dieron asistencia logstica y humana, comida,alojamiento, ropas y medicinas, noticias de la radio algn da habr que es-

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    tudiar el papel de este medio durante aquellos aos- e informes sobre el pasoy las actividades de la Guardia Civil y el Somatn. Es decir, sin la gente que el

    franquismo englobaba, sin entrar en detalles, bajo el nombre de rojos, quenosotros debemos matizar.Ellos fueron los otros guerrilleros, como los denomina Secundino Se-

    rrano; guerrilleros del llano, en el vocabulario de la propia guerrilla, tantoms meritorios cuanto ms indefensos, y tan imprescindibles en la comnempresa como los de la sierra. Es ms: constataremos que del llano a lasierra solamente hay un paso, que se da casi siempre de forma involuntaria,y que muchos no dieron porque les fue imposible, aunque algunos tuvieranprevisto echarse al monte en el caso de verse descubierta su actuacin clan-

    destina, como ocurre en el caso de Jos Juan Rozaln, en El Jardn, o IsidoroMatamoros, de Almedina (s lo hicieron, en cambio, el Modisto, Palrusia,Cantinas y otros responsables de la organizacin en diferentes pueblos).Personas que, adems, en su gran mayora no luchaban por una dictadura, nidel proletariado ni de ninguna clase, sino por la Repblica y por la Democra-cia, con todos los matices que queramos poner a estas dos palabras. Por esotitulamos este libroMaquis y Resistencia,porque, aunque son dos caras dela misma moneda, las guerrillas el maquis- solo son la parte ms visible dealgo mucho mayor y no menos complejo; porque bajo la pica que adorna alguerrillero y el fragor de los tiros hay muchas ms personas que luchan en lasombra, sin empuar las armas, lo cual es ms heroico, porque ni tan siquierase pueden defender.

    Aun sabiendo que algunos rechazan la expresin por creerla infamante,usamos la de maquisporque es nuestro propsito reivindicar un trmino queen s mismo no es peyorativo: para nosotros es sinnimo especco degue-rrillade signo antifascista en Francia y en Espaa. Si en el 47 prohiba la au-toridad franquista usar este vocablo, obligando a emplear la expresin ban-

    doleros, el comandante Prieto, hablando de la sierra de Alcaraz, se reereigualmente a bandoleros mal llamados maquis, lo que demuestra que erasu nombre popular, y que era tan molesto quiz ms, pues recuerda la luchavictoriosa contra los alemanes y su aliado Ptain- como los de insurgentes,guerrilleros, partisanos, resistentes, soldados, que tambin se les niegan.Por la misma razn, por el paralelismo con el caso francs, y porque es em-pleado por la gente que apoya a la guerrilla en estas mismas sierras, elegimosel trminoResistencia, que alude a la organizacin clandestina que sostienee informa a los del monte, compuesta por mujeres y hombres de todas clases,

    edades, intereses, ideas y trabajos, que arriesgaban sus vidas igualmente y aveces terminaban unindose con ellos.

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    La guerrilla y la gente que la apoya no son tan monolticas como creeHernndez Prez. En esta zona, al menos, hubo antes de la Guerra muchos

    ms libertarios, socialistas y demcratas sin liacin concreta, que gente delPCE; y cuando se organice la resistencia armada se integrarn en ella, con di-ferentes grados de voluntariedad y colaboracin, algunos elementos de estasideologas, y muy en especial antiguos cenetistas, como Arruza o Fernan-do (Eugenio Snchez Diguez, que fue de CNT, y no de JSU, como sueledecirse, en la Guerra Civil), o Guzmn Girn Nieto y Francisco Gomar elValenciano, o Dionisio Castillo, el de Almedina. Incluso sospechamos queen muchos de los casos la incorporacin se deba mucho menos a las ideolo-gas que al temor y al azar. De hecho, puede decirse que la Guardia Civil echms gente al monte, con su brutalidad, que Monzn y Carrillo, del PCE, oRgulo Martnez, Sigfrido Catal, Gmez Egido y otros republicanos, liber-tarios, y miembros del PSOE que impulsaron la ANFD (Alianza Nacional deFuerzas Democrticas), pues aunque muchos de ellos tuvieran sus ideas y yacolaboraran desde la Resistencia antes de dar el paso, pocos nuevos reclutaspensaban acabar con un arma en la mano y dejando en el pueblo su familia,trabajo y propiedades. Su entrada en la guerrilla fue muchas veces fruto delmiedo a la tortura o a los malos tratos de las fuerzas del orden, por suerte

    bien distintas a las que hoy conocemos, que eran habituales por cualquiernimiedad, cuanto ms por delitos de auxilio a bandoleros, o de antiguasresponsabilidades comunes o polticas.

    Como es natural, la variedad de ideas se aprecia mucho ms entre lapoblacin que no tom las armas, pero s se jug igualmente la piel en pos deuna esperanza que hoy nos parece utpica,pero entonces tena algunos visos de hacer-se realidad, pues haba precedentes comolas resistencias francesa o yugoslava, quehaban conseguido derrotar al totalitarismohitleriano con el apoyo aliado. Si la de Es-paa fue un primer anticipo de la GuerraMundial, para muchos, el maquis no deja-ba de ser su necesario eplogo, que habrade contar con las mismas ayudas contra sudictador, que est en la cuerda oja en laportada de la revista Time de18 de marzo.

    Y esa breve ilusin permitira, en el 46, launin, en otra suerte de Frente Popular,

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    de los que se sentan derrotados en la Guerra Civil; personas que sin duda noeran tan ingenuas como para pensar que iban a derrocar ellas solas a Franco,

    pero s cooperando con una intervencin exterior como aquellas. Interven-cin que pronto demostr ser tan falsa como el Comit de No Intervencinque diez aos atrs conden a la Repblica a enfrentarse con Franco, Hitler yMussolini, sin la menor ayuda.

    Hasta los comunistas, conscientes de su escasa implantacin y del rece-lo que an inspiraban entre la poblacin (y todava ms en los anglosajones,hipotticamente mucho ms predispuestos a favor de la ANFD que de losbolcheviques), fomentaron los nuevos comits de esta organizacin, en laque cooperaban ya desde mucho antes republicanos, socialistas y cratas, enespera de una inminente invasin. Y fue esta perspectiva la que moviliz amiles de personas que hasta entonces estaban resignadas a aceptar su de-rrota, no por conformidad, sino por entender que cualquier resistencia eraimposible; pero ahora apoyaron sin reservas las acciones armadas, olvidandosus miedos y recelos, y crearon una especie de Frente Antifranquista. Juntosconformarn la oposicin ms seria al rgimen de Franco, como sealaPreston, que por s misma nunca hubiera derrocado al mencionado rgimen,que era innitamente ms fuerte y sanguinario, pero hubiera tenido tanto xi-

    to, al menos, como la Rsistance Intrieure Franaise, de haber tenido elmismo apoyo desde fuera. Tras haber admitido su participacin con el cargode vicepresidente en el nuevo Partido Socialista que no es el PSOE, sinoel nombre adoptado por la organizacin- creado en El Salobre (Albacete) enseptiembre u octubre de 1946, Florentino Pretel declara que este tiene comoobjeto informar, proteger y ayudar a las guerrillas, a las cuales ha dado cuantoapoyo ha podido, puesto que constituyen la vanguardia del llamado Frentede Resistencia en contra del Franquismo, y el dicente est identicando con

    los mismos por vnculos de sentimientos e ideologa de tipo poltico; tanto

    aquellos como el que narra se proponan el mismo n: extirpar el Franquis-

    mo.No es algo excepcional, pues semejantes prrafos aparecen tambin en

    las declaraciones de otros detenidos; pero deja muy clara la predisposicin delos no comunistas a apoyar a cualquiera que pudiera acabar con una dictaduraimpuesta por las armas. Las ideas y el vocabulario parecen inspirados en elclebre maniesto de julio de la ANFD o en los Estatutos de la AgrupacinGuerrillera de Levante, que en su artculo 1 expresan textualmente: El Ejr-

    cito guerrillero forjado de las entraas del pueblo constituye la vanguardiaarmada de este en la lucha por la destruccin del rgimen franquista y la

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    reconquista de la Repblica, y en el 2, 3 y 4 se reeren a su vinculacinno partidista, o multipartidista, a la organizacin comn de Resistencia y al

    pueblo al que deende. Y en El Salobre, al menos, y creemos que en otrosde los de los alrededores, elementos de izquierdas no comunistas ni cratastuvieron, adems, un papel importante en la coordinacin y colaboracin deguerrillas dirigidas por mandos de ambas ideologas: las de Lster y Ati-la, y las que al parecer organizan, entre otros, Girn y Paco el Valenciano.Sin embargo, las viejas rencillas ideolgicas entre estalinistas y anarquistas,en gran parte culpables de la comn derrota de ellos y de otros- en la GuerraCivil, y el recelo de estos hacia las intenciones del PCE, termin por notarsetambin en las guerrillas. Diferencias que, junto a la evidente desproporcinde fuerzas y de procedimientos entre los guerrilleros y el rgimen franquista,malograron el sueo de quienes esperaban ver el triunfo de un frente comnde resistencia; sueo que en esta zona no ser or de un da, pero s de pocoms de un ao, o poco ms de un mes en el caso de algunas partidas en con -creto, que apenas dejan rastro, entre otros motivos, por lo poco que duran.

    Conviene destacar, aunque la sociedad y la mentalidad patriarcal de lapoca no les haga justicia, el papel esencial de las mujeres, que apenas apare-cen, porque estn en la sombra de la sombra, obedeciendo a padres, hermanos

    y maridos, arreglando la ropa, tejiendo calcetines y otras prendas de abrigo,cuidando a los enfermos o bordando banderas tricolores para los guerrilleros,como hizo Constanza, la hija de la Pastora. Dedicamos el libro a esta y aFrancisca, la hija de Dionisio Castillo, el de Almedina, porque eran casi nias,aunque ya se enteraban, y se enteraron bien, y porque tienen mucho que vercon esta historia, que nos han ilustrado con sus explicaciones y recuerdos; ya Lumi, tan marcada por aquella experiencia, que an sigue negando, contratoda evidencia, que su padre ayudara a la guerrilla. Pero la relacin sera in-terminable, y aunque muchas de ellas no han dejado sus nombres, podramoshablar de La Pepa, de Sole, de Sagrario, de Mara Cruz, de Aurelia y detantas como ellas, que sirvieron de enlaces y llevaron a cabo numerosas tareasque los hombres no podran hacer, y despus soportaron, con ms valor quemuchos, torturas inhumanas y fueron a crcel en lugar de los suyos, o por nodelatarlos, como podremos ver.

    La metodologa del presente trabajo se basa en el cotejo entre los docu-mentos, sobre todo las actas de interrogatorios de la Guardia Civil, con todoslos problemas que esta fuente plantea, y los procedimientos sumarsimos que

    se han conservado en el Archivo Histrico General de Defensa (en especiallas causas Valencia 215-V-47 y 646-V-47, y Madrid 220, 222, 660, 2432,

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    2896, con las acumuladas e imbricadas con ellas), y algunos expedien-tes de la antigua Prisin Provincial y de la Polica de Albacete, ms lo que

    nos aportan diferentes testigos directos o indirectos, a los que agradecemossu colaboracin, as como tambin a todas las personas que han servido deenlaces para entablar contacto o nos han dado indicios o datos de inters.La documentacin del Archivo General de Defensa, que es la principal, la haaportado Manuel Fernndez de Sevilla; la de la Polica y la Prisin Provincialde Albacete, con la organizacin del material, contraste bibliogrco, enfo-que y redaccin, es de Aurelio Pretel. Ambos han conseguido valiosos testi-monios en las dos respectivas provincias en que viven y los han comentado ycontrastado a travs de telfono y correo electrnico. Y como es complicadocitar todas las fuentes que, adems, advertimos, no hemos agotado- aplica-mos de nuevo el sistema de prueba retroactiva que hace cuatro o cinco aosya experimentamos en el pequeo artculo El Salobre y los maquis, del quenadie hasta ahora nos ha dicho de cambiar una coma, aunque nosotros s he-mos modicado alguna que otra idea. Detrs de cada dato existe un testimo-nio o un papel de un archivo, de manera que puede haber errores, pero nuncamentiras. Si alguien los encontrara, rogamos nos lo indique para recticar oaclarar lo que sea preciso.

    Aunque la equidistancia entre los victimarios y las vctimas nos pareceindecente, y por tanto no vamos a decir que seamos imparciales, esta no esuna historia de buenos y de malos. Ni los guardias civiles, mal pagados y aveces convencidos de que estaban luchando por el bien de su patria, eran to-dos salvajes e inhumanos (aunque muchos lo fueron, al amparo de las leyesfranquistas, y todos defendieron a un rgimen inicuo e ilegal impuesto por lasarmas), ni los maquis un coro angelical, pues tambin hubo entre ellos unospocos ladrones y asesinos que solo merecan un juicio y la prisin, aunqueno la tortura ni un tiro por la espalda, y menos de quien era ms criminal queellos. Entre los anarquistas hubo gente muy buena y algunos criminales sin lamenor disculpa; y el PCE, que encabeza la lucha guerrillera, abocando a sugente habitualmente heroica- a una guerra perdida, no era en aquellos tiem-pos mejor ni ms demcrata que el rgimen franquista contra el que combata(recordemos que estaba al servicio de Stalin, peor, si cabe, que Franco). Porlo tanto no goza de nuestras simpatas, porque probablemente su hipottico einverosmil triunfo hubiera derivado en otra tirana; y aun cuando las sinti-ramos, creemos con Germaine Tillion, la herona resistente contra los alema-

    nes que escap de milagro de acabar en Mauthausen, cuyos restos van a sertrasladados muy pronto al Panten, que la verdad y la justicia son mucho

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    ms importantes que cualquier inters poltico, y que la nica patria yla nica idea- digna de ser amada es la que no nos pide sacricar por ella

    la verdad. Adems, es injusto decir que la guerrilla y todava menos lagente que la apoya- fuera unnimemente estalinista, como Moreno Gmez hasealado ya en su monumental y magnca obra, o que el terror y el crimenfueran su ideologa; y aqu estamos hablando de personas que son vctimasdel totalitarismo, aunque en otros lugares sus correligionarios puedan ser losverdugos; incluso de personas que en su mayora no eran comunistas a vecesno eran nada y otras eran incluso muy anticomunistas- y que se maniestanen sus declaraciones simplemente enemigos del franquismo (aunque algu-nos conesan trabajar para instaurar un rgimen comunista en Espaa). Depersonas que, en Francia, por ejemplo, son tratadas como hroes y tienenmonumentos por haberse enfrentado a Hitler y Ptain, los amigos de Franco;personas que en Espaa han de tener tambin porque se lo debemos desdehace demasiado- un reconocimiento, empezando por el conocimiento, de unpas amnsico, el segundo del mundo, tras Camboya, en nmero total de des-aparecidos, como ha dicho Jueces Para la Democracia.

    Como ya sealbamos en el citado artculo, este libro no quiere reabrirninguna herida; al contrario, cerrarlas, pero no sobre el pus que generaron

    la mentira y el odio, porque mal curar lo que se cierra en falso. No es unaapologa, ni pretende siquiera reivindicar a aquellos que perdieron la vida sa-biendo, o sin saber, a lo que se arriesgaban, ni pedir para ellos monumentos nihonores (los del bando contrario ya lo coparon todos); aunque en nuestra opi-nin no estara de ms colocar en sus tumbas, que siguen siendo annimas ensu gran mayora, su nombre en una lpida. Solamente queremos comprendery explicar, dentro de lo posible, unos hechos histricos que nos han sorpren -dido, no tanto por s mismos como por lo callados que han estado hasta ahora,pues los protagonistas sobre todo la gente que ayud a la guerrilla y padecipor ello la tortura y la crcel- no los ha comentado demasiado, ni siquiera enfamilia, por lo que ahora es bastante ms difcil acercarse a los mismos, y loshijos y nietos los ignoran o tienden a negarlos. Sin duda es algo tarde debi-ramos haber empezado este trabajo hace dos o tres dcadas- pero an hemospodido rescatar testimonios que, con los documentos, nos permiten trazar almenos un bosquejo de lo que sucedi y sacudir algunos tpicos al respecto.An estamos a tiempo de contar, por lo menos, parte de la verdad; de rees-cribir la Historia de aquellos tristes aos, antes de que fallezcan los ltimos

    testigos, que es lo que esperan otros para dar como nicas fuentes dignas decrdito los escritos del bando vencedor.

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    Debemos terminar agradeciendo a Paco Cano y a Miguel Picazo, deArtes Grcas Cano, el inters que han puesto en hacer este libro; a Jose y

    Mon de Llano, de la Asociacin Cultural Alcaraz Siglo XXI, y a la de Desa-rrollo Rural Sierra de Alcaraz y Campo de Montiel (SACAM) y a FranciscoJavier Algaba Montas, su presidente, que de alguna manera nos encargel trabajo, su inestimable apoyo en todas las etapas de su realizacin, desdelas entrevistas a la publicacin, que se ha nanciado con sus fondos. En otrotiempo, eso lo haca el IEA, una institucin que generosamente -sin percibirun cntimo- creamos cuatro locos, pronto har cuarenta aos, para facilitarprecisamente la investigacin y edicin de las obras de mbito provincial, ycumpli su misin durante ms de treinta conquistando un prestigio editorialen gran parte perdido; pero ni tan siquiera nos hemos planteado solicitar suayuda. Por desgracia, es notorio que su actual direccin preere dedicar apropaganda y sueldos un alto porcentaje de lo que antes iba a publicaciones;y sabemos de sobra que nos faltan los mritos espinazo exible y lenguadelicada- que seran necesarios para lograr tiradas superiores a 50 ejemplaresen papel, que son los que se hicieron de nuestro ltimo libro, inapelablementecondenado a no ser manejado por nadie y a no gurar en el catlogo de lasinstituciones y bibliotecas pblicas (a otros, mejor vistos, les hacen muchos

    ms, pero no es nuestro caso). Por fortuna, an existen otras alternativas y losalbacetenses que no tengan acceso a medios digitales por supuesto, tambinquienes lo tengan, pues el PDF es gratis, aunque algunos lo vendan como elmgico pao del Conde Lucanor- podrn leer en papel este nuevo retazo desu Historia reciente.

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    CAPTULO 1. LA 5 AGRUPACIN Y EL DESPLIEGUE INICIAL

    La breve y fulgurante guerrilla de la Sierra de Alcaraz y el Campo deMontiel es, en buena medida, consecuencia de una coyuntura excepcional yefmera en lo internacional, nacional y local: de las expectativas irrespon-sablemente creadas por la ONU y las hipcritas potencias democrticas,vencedoras de Hitler pero no interesadas en dar bazas a Stalin haciendo caera Franco (entre Postdam y Fulton nace la Guerra Fra), y de la subsiguienterespuesta del PCE, al disolver Unin Nacional Espaola, de la que se pensa-ba que haba sido un simple instrumento para l, y adherirse de forma mso menos sincera a Alianza Nacional de Fuerzas Democrticas para facilitarla intervencin aliada, en enero de 1946. A nivel regional, lo es tambin delcambio que viva el Comit Provincial de Albacete, casi desmantelado aque-lla primavera junto con buena parte de la organizacin, pero reconstruido yreorientado a partir del verano por Juan Moya Navarro, su nuevo SecretarioGeneral, secundado por jvenes como Esteban, Picazo y los Madrona, al en-cuentro con fuerzas que pudieran prestarle el apoyo social que le faltaba. Aescala ms cercana, de la necesidad de ampliar y trasladar el mbito de ac -tuacin de la 6 Agrupacin de Guerrilleros de Extremadura y Centro, desde

    Villarrobledo, Socullamos, El Provencio y Belmonte, por donde se movahasta ese momento, a las sierras del sur donde Ciudad Real, y Albacete limi -tan con Jan.

    Hasta entonces, en esta ltima comarca no se haba conocido la resis-tencia armada, salvo algn hecho aislado como el robo e incendio del cortijode Fontes (Villahermosa) por parte de soldados de la Repblica a mediadosde julio de 1941. Ni siquiera existi, salvo casos concretos y bastante distin-tos de lo usual, esa fase de huidos tpica del comienzo de estos movimien-tos. Ezequiel San Jos se ha referido a los de Rafael Arenas en Povedilla y deJos Vicente Len Palacios en Reolid, que eludieron un tiempo a la GuardiaCivil con ayuda de amigos y parientes (este ltimo, al menos, conrmado porsu hija); pero aparte de ellos solamente podemos mencionar algunos que semueven por los alrededores de este territorio: un tal Diego Garca, evadidodel castillo de Yeste y abatido en el 41 en Fbricas de Ripar; la partida delChucha, que corra de Alhambra, La Solana y Membrilla a Tomelloso y des-apareci en ese mismo ao; Carromato y el Rojo de Terrinches muertosen el 42 y el 43 (el ltimo fue expuesto a modo de trofeo en Montizn, Jan);

    un tal Abdn Atienza y otros capturados en Munera en el 43, Juan JimnezHervs en Elche de la Sierra en ese mismo ao Y algunas incursiones de

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    guerrillas forneas como la de el Granano, capturada tambin en Elche dela Sierra y Yeste en el 44, y El Gafas o Francisco Expsito, miembro de la

    2 Agrupacin, que actuaba ms bien entre Sierra Morena y Puertollano, perotuvo una base en el Cerro de la Osa (Cortijo de Macayo) y se movi tambinhacia Villamanrique. En este ltimo trmino, en la noche del 11 de diciembredel 45, fracasar por cierto en un fallido atraco al cortijo de Las Granzonas ode Villa Joaquina, pues el dueo escap por la puerta de atrs, y uno de susmiembros muri al caerle encima la esquina de la casa al querer escalarla, locual hizo que el guarda, Eduardo Campos, fuera muerto tambin, al intentarsalir, y motiv en el grupo discusiones internas, puesto que el fallecido eraconsiderado comunista y amigo.

    Tras el triunfo de Franco, y tras las represalias de rigor, con los fusila-mientos y las penas de crcel a los que cometieron desmanes en la Guerra ofueron militares, milicianos o cargos del Frente Popular o de los sindicatos,en gran parte indultados en el 45, en la zona del Campo de Montiel y Sierrade Alcaraz reinaba ya la paz, aunque fuera la paz del cementerio, pues estosno eran pueblos demasiado izquierdistas (en algunos, los mismos milicianosy las autoridades del Frente Popular haban protegido a los curas y a gentesde derechas, acosadas por los ms extremistas) ni tenan un vivero de rebeldes

    comparable al de Villarrobledo y Socullamos. Aunque hubiera marxistas yanarquistas dispuestos a luchar por sus revoluciones respectivas, y personasque haban pasado por la crcel y tenan parientes fusilados o agravios quevengar, tampoco eran tantos, porque la re represin no fue tan sanguinariacomo en aquellos pueblos, de forma que la tnica y norma general fue la re -signacin, pues hasta que cayeron Hitler y Mussolini derribar el franquismoera un sueo imposible. Mucha gente de izquierdas ms o menos de izquier-das, porque tampoco haba gran conciencia poltica-asumi la derrota como algo inevitable y se adapt alos tiempos u opt por el silencio y el apartamiento decualquier tentacin de oposicin al rgimen para huirdel peligro de la exclusin social, que las autoridadesdel franquismo usaron como un arma contra los per-dedores, como seala Arstegui.

    Hasta el mismo Francisco Gomar, el Valencia-no, un anarquista de amplio historial delictivo, pa-rece haber llegado al pueblo de su esposa, El Salobre

    (Albacete), tras pasar varios aos en diferentes cr-celes, dispuesto a retirarse de la circulacin e iniciarFrancisco Gomar,el Valenciano

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    una vida lo ms normal posible trabajando las tierras de su suegro, JulianilloMartnez. Con 19 aos, en abril de 1933, ya le haban detenido en Madrid con

    su hermano Vicente y otros extremistas de la CNT/FAI que haban atracadodiferentes empresas y una sucursal del Banco de Vizcaya; despus ser ele-mento muy destacado de la CNT valenciana, como dice un juzgado militaren su requisitoria, y en la Guerra Civil parece formar parte de uno de losGrupos de Salud y de los Aguiluchos de la FAI, que cometen bastantesfechoras en aquella regin, vinindose despus a colectivizar y extender suorganizacin por la zona de Helln y Minateda, con extensin a Yeste, dondeprotagonizan numerosos abusos e incluso asesinatos, entre ellos el de un curacerca de Cancarix y un guardia civil al que mataron en el Puente del Palomary echaron pantano de La Fuensanta (Yeste). Sin embargo, aun teniendo variasrdenes de busca y captura, se qued en El Salobre, donde pronto cont conmuchas amistades era un hombre jovial y muy inteligente- hasta ser dete-nido, segn declara l mismo, el 10 de julio de 1945 (quiz el ao anterior,segn varios testigos), y conducido hasta Villapalacios, de cuyo calabozo seescap al cabo de dos das, viniendo a refugiarse muy cerca de su casa, enun hueco en las zarzas del ro del Ojuelo, al que Pepa Martnez, su mujer, lellevaba comida simulando que iba a lavar, y luego en domicilios de parientes

    y amigos, o en el suyo propio, hasta septiembre de 1946, en que, como vere-mos, se unir a la guerrilla.Mientras tanto, la 6 Agrupacin, mandada por Vicente (Alfonso Or-

    tiz Calero, tambin llamado Magro), con un breve interregno de dos mesesen que la dirigi el organizador Pedro Rodrguez (Carlos), vena atravesan-do una profunda crisis. Se haba conformado a partir de unos cuantos comu-nistas histricos, casi todos roblenses, como el propio Vicente, Tarzn(Lucio Jos Sahuquillo Rueda, cuyo hermano Danielfue fusilado en el 41) y Francisco Castillo (Mara-villas), a los cuales se unieron Chichango Poca-rropa o Regalo, Jacinto o Maroto, Ciqueloy otros tantos, huidos de la bien conocida represinejercida en la zona tras la Guerra Civil. Aunque al-gunos actuaban dispersos por el campo, era una gue-rrilla prcticamente urbana y en parte familiar (mu-chos eran hermanos, parientes o cuados), y aunquela ideologa y el rencor tuvieran su papel, creemos

    que bastantes se hicieron guerrilleros porque ya notenan gran cosa que perder ni posibilidad de una vidaAlfonso Ortiz Calero,

    el jefe de la 6 Agrupacin

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    normal mientras la dictadura de Franco perdurara. Alfonso Ortiz Calero hacalo posible por mantener unido un grupo heterogneo, en el que no faltaban

    actos de indisciplina e incluso deserciones de viejos militantes muy ligadosal ncleo original, como los cuarentones Tarzn y Maravillas, que habansido antes dirigentes del PCE comarcal y claros partidarios de extender unaUNE ms abierta a otras fuerzas polticas. Estos dos guerrilleros terminaronpor crear una partida propia que anduvo por la zona de Casas de Juan Nezy el Jcar de Albacete, y con ellos se fueron los hermanos Manuel y JosAntonio Lpez Duro (Chilaba y Yerno de Caracol), antiguos milicianosugetistas de Pozohondo, condenados con otros dos hermanos por cometerdesmanes en La Nava de Arriba, y fugados de un campo de trabajo ya con 45y 40 aos de edad, y tal vez algn otro, como un tal Caldern que sabemosestaba en Valdeganga, aunque no es de creer que, con su edad, recorrieran lostrminos de Helln, Litor, Caudete, Almansa y sierra de Chinchilla, como lapolica les achaca.

    Aunque tambin hay altas de nuevos efectivos, y algunos consideranque la guerrilla vive un momento de auge, golpes mal programados, comoel de La Vizcana en el 45, y errores estratgicos como el de la partida man -dada por Chichango, que dio muerte a tres guardias en la Casa de Alite

    en febrero de 1946, haban provocado, sin embargo, la movilizacin de lasfuerzas del orden, con empleo de tcticas propias de guerra sucia, y la cadaen cascada de algunos guerrilleros aunque Chichango pudo escapar demilagro- y numerosas bases y colaboradores tanto en Villarrobledo como enLas Pedroeras, Las Mesas y El Provencio. Y encima pudo haber algunas dis-crepancias tcticas e ideolgicas: Chichango estuvo a punto de que le fusi-laran por incumplir la orden de evitar los encuentros con la Guardia Civil, y elexcenetista Eugenio Snchez Diguez (Arruza o Fernando) declara quese fue por esas mismas fechas, poco tiempo despus de haberse incorporado,segn dice, a buscar nuevas bases, aunque probablemente lo hiciera sin per-miso, si bien se reintegr ms tarde a la guerrilla. El miedo a represalias de lasfuerzas del rgimen aument la insurgencia todava con la incorporacin delos hermanos Fernando y Fabin Buedo Pacheco (Cavavegas y Joaqun),cuando fue detenido su cuado, Juan Haro, en Pedroeras; pero las escisio-nes, la prdida de apoyos y la necesidad de extender el Partido, aunque fueraapoyndose en la ANFD (o viceversa), hacan necesaria la remodelacin.

    El 14 de mayo de 1946 llegara a Socullamos Pepe o Timochenko

    (Cecilio Martn Borja), comunista ferviente y convencido de que la luchaarmada poda suponer el nal del franquismo. Era el comisionado de Ma-

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    drid para reorganizar la insurgencia en la zona sustituyendo a Carlos- ysin duda frenar las deserciones abriendo la guerrilla a otras ideologas e im-

    pulsando el proyecto de la ANFD, como ha visto Moreno, pero sin que elPartido perdiera su control. Segn Enrique el Viejo, que vena con l desdeMadrid, aunque es bastante simple y no se entera mucho, Pepe se titulaba,ya antes de llegar,Jefe supremo de todos los guerrilleros de Extremadura,Cuenca y Albacete, y al menos es verdad que vena a hacerse cargo de laorganizacin en una nueva etapa. El 23 de mayo se reuna en la nca de LaMdica con la gran mayora de los miembros de la 6 Agrupacin: los deVillarrobledo, Alfonso Ortiz Calero, hasta entonces el jefe, Fabin Buedo Pa-checo (Joaqun), Sebastin Moya Moya (el Chichango), Manuel Pastor(Maroto, Jacinto o Cagaferias), Jos Mara Lozano Collado (Veinti-cinco o Ciquelo, al que Magro, en su declaracin, llamar Juan Miguel)y Evaristo Rubio (Regalito o Regalo), junto a los de Socullamos: Fran-cisco Gallardo Aguado (Enrique), Eugenio Palacios (Panizares), EugenioSnchez Diguez (Fernando, Trompiquillas o Arruza), Juan ManuelMateo (Malasangre), Manuel Romero (Pleitista), algunos reclutados anales del ao anterior, como Juan Criado Acosta (Antonio el Andaluz, na-tural de Lopera, en Jan) y otros dos, ms expertos en cuestiones de armas

    y explosivos -haban combatido en el maquisfrancs- que el partido enviabade refuerzo: Jos Daz, el Piti, y Antonio Moreno Manzano, conocido porLster. En el pleno ser destituido Alfonso Ortiz Calero, que ser en el futu-ro un guerrillero raso, y proclamado Pepe, que tena el respaldo del Partidoy el mando para ser nuevo lder. Un papel semejante, aunque ms claro, al quehabra asumido Palomo, socialista, cuando se reorganiza en Ciudad Real laII Agrupacin, que incorpora elementos comunistas, socialistas y cratas, sibien es su segundo, el comunista Ramn GuerreiroGmez (Julio), el autntico jefe.

    La reunin de La Mdica termin abrupta-mente, pues un camin de guardias se present depronto, detuvo a Malasangre y Ciquelo (cono-cido tambin por Veinticinco o Juez), mientrasque Pepe, Lster, Vicente, Chichango, Plei-tista, Cagaferias y los hermanos Buedo se veanobligados a esconderse en un campo de centeno,pues en las tierras llanas no era fcil hallar guaridas

    ms seguras. Antonio Esteban dice, en su autobio-grafa,La lucha por la libertad, que Pepe le contCecilio Martn Borja,Pepe o Timochenko, el

    jefe de la 5 Agrupacin

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    que l se subi al granero, se ocult detrs de una gavilla, y de prontoqued frente a frente con uno de los guardias, que tuvo la prudencia de vol-

    verse y no decir palabra cuando vio que le estaba apuntando con su arma.Secomprende, por tanto, que Pepe decidiera acelerar el cambio de aires de laguerrilla y eliminar el nombre de 6 Agrupacincambindolo por 5Agrupa-cin del Ejrcito Guerrillero del Centro, quiz no solamente porque los viejossellos haban cado en manos de la Guardia Civil, como suele decirse, sinopara marcar una etapa distinta, pues el Partido haba renunciado a la UNE yformaba ya parte de la ANFD, hasta entonces un feudo anarco-socialista, ysin duda haba rdenes de actuar junto a ella en un proyecto abierto y menossospechoso, para atraerse todos los apoyos posibles.

    La guerrilla qued distribuida, de momento, en tres grupos: Jacintoo Cagaferias, Enrique y Chichango se quedaron entre Villarrobledo ySocullamos; otros se dirigieron por un tiempo a los Montes de Toledo conPepe, Lster y Panizares, y el resto a los refugios que haban conseguidoen Villaescusa de Haro sus alrededores, donde les ayudaba muy signica-tivo- el mdico Salgueiro, de la ANFD. Sin embargo, los pobres resultadosconseguidos aqu, y el recrudecimiento de la persecucin a raz del atraco alagente de banca Pedro Roses, donde perdi la vida un falangista armado que

    intent detener a Fernando y Chichango, as como el peligro que corrie-ron en junio de caer en una trampa tras una delacin, y quizs instruccionesrecibidas por Pepe del mando guerrillero o del propio Partido, aconsejaronpronto buscar nuevos caminos en comarcas algo ms montaosas y menosrastrilladas por la Guardia Civil, y establecer contacto con personas anes,cuyos nombres quiz fueran facilitados no solo por Juan Moya y el PCE deAlbacete, sino probablemente por algunas personas de la CNT o de Izquierday Unin Republicana, que daran noticias sobre otros durmientes que pu-dieran servir al mismo n.

    El primer objetivo ser hallar nuevas bases, nombrando en cada puebloun delegado a cargo de crear o ampliar la infraestructura del Partido y la Alian-za con vistas a extender la accin de las guerrillas y tomar el poder municipalcuando se produjera el previsto derrumbe del franquismo. Un derrumbe quePepe y otros muchos sin excluir bastantes partidarios del rgimen- creaninminente; sobre todo a raz de la condena del franquismo en la ONU el 9 defebrero (que en realidad no fue sino un brindis al sol), el cierre de fronteras yla nueva condena tripartita en abril, y el llamamiento en junio de 1946 en pro

    de la ruptura general con Espaa. Estas esperanzadas perspectivas, junto a larelativa carencia de escondites, la total dependencia de la gente del llano y la

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    extrema dureza de la vida en la sierra, harn que esta guerrilla, como ha vistomuy bien Moreno Gmez, no sea tanto de monte y campamento como de

    caseros y viviendas urbanas, aunque hay que matizar dicha opinin diciendoque las mejores bases suelen estar en cuevas de difcil acceso, pero no muylejanas de las vas de comunicacin y de casas de campo o cortijos amigos.

    A nales de junio o comienzos de julio de 1946, coincidiendo en eltiempo con la celebracin de la Asamblea de la ANFD y su controvertidomaniesto, Pepe enviar a Vicente (Alfonso Ortiz Calero), Lster (An-tonio Moreno Manzano) y Francisco Gallardo (Enrique el Viejo) a los de-nominados Picos de Guadalmena (vulgarmente, Gualmena), a buscar nue-vas bases y establecer contacto con gente que pudiera servir de aglutinantede grupos guerrilleros de ideologas varias, en la lnea de aquella. Uno deellos no el nico, como suele decirse- sera Antonio Hidalgo, ms conocidoan en su localidad natal de Bienservida por el mote de Aliaga o el hijode Julin el de Aliaga (que sera, por tanto, el de su abuelo), aunque luegolo es ms por el de Atila: un muchacho alto y fuerte, pagado de s mismo,comunista y polticamente muy bregado en la Guerra haba sido comisariode una compaa- aunque poco ilustrado y bastante imprudente, segn dicede l su camarada Ezequiel San Jos. Tras pasar unos aos en sendos bata-

    llones de penados de Lrida (Cervera) y Cdiz (Algeciras) y salir de la crcelde Albacete en el 43, sin cumplir totalmente su condena de 14 aos, 8 mesesy 1 da, entr en el Comit Provincial del PCE, hasta que, habiendo cado lamayor parte de l con Andrs Alcal, decidi que sera ms til en la sierra.

    Aunque sus compaeros lo desaconseja-ron y el mismo San Jos se neg a secundarletras una larga y spera discusin en el Parque,en el ao siguiente Antonio Hidalgo ya andabacomo huido por los alrededores de su pueblo,en el que entr a menudo a pasar una tarde detertulia y jugando a las cartas o a dormir enalgunas ocasiones como dice Candelario Rode-nas- en casa de Consuelo Moreno, una joven deizquierdas de quien era ya novio aos atrs. Demomento, iba solo, y quiz no tuviera siquieraque robar, pues reciba ayuda de algunos conve-cinos, y muy en especial de don Vicente Yage,

    inuyente abogado y propietario, que le aconse-jara marcharse o entregarse y hasta le ofreceraAntonio Hidalgo (Atila), en unafoto enviada a Consuelo en el 42,

    desde Algeciras (Cdiz)

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    dra Martn del Guadalmena, entre las cortijadas de El Palomar y Cardos, quetiene dos entradas (una por una especie de callejn abierto entre las mismas

    rocas, y otra por las cornisas situadas sobre ella), una abertura en alto que dis-persa los humos y los hace invisibles, y un rbol en la entrada, que ocultabala boca sin impedir la vista de un amplio panorama. Pero tambin hay otrade mayor amplitud, cerca de Cueva Negra, cuyo acceso se esconde tras unapiedra grande, segn dice la gente que conoce la zona, y no faltan abrigos yencinares espesos que se utilizaran para los mismos nes.

    Otro punto seguro, que usaran durante mucho tiempo, est en el mis-mo lmite entre las dos provincias, en las ruinas del Castillo de los Baos delCristo o de La Torrecilla, muy cerca de las cuales tenan en arriendo un corti-jo, visitado ya en julio por Lster y Fernando, los hermanos Jess y FelipeFresneda, que eran de Villanueva de la Fuente y que sin duda fueron contac-tados primero a travs de su hermana Crescencia. Esta viva en Socullamoscon cierto Antonio Rubio, casero del cortijo llamado Puente Rasca (otra baseimportante), e iba con frecuencia a la tintorera que tena una tal ManuelaCuevas, la mujer de el Sereno (o sea, Pedro Morales, conocido despuscomo Cantinas), que era el responsable de la organizacin de ayuda a laguerrilla y serva de gua entre Socullamos, Albacete y el Campo de Montiel.

    Muy cerca, en los llamados Baos del Relumbrar crearon otra base es-condida en un bosque de encinas, y en el casero haba una persona que po -da contactar con los Fresneda, o con Albaladejo, donde ser su enlace JustoGarca Castillo. Puede que estas fueran las primeras guaridas, pero en la zonahay ms, como la del cortijo de Chacn o Las Mesas, ya en Villapalacios(Albacete), aunque cerca tambin de Villanueva, en donde Gil Piqueras y suhija Francisca les darn acogida con alguna frecuencia. Y desde el Relumbrary el Guadalmena se internarn muy pronto hacia los pueblos del norte deJan, los del sur del Campo de Montiel (Torre de Juan Abad, Almedina y LaPuebla, desde donde despus se extendern al resto), y en direccin opuesta,hacia Villapalacios, Bienservida, Reolid y El Salobre, en el sur de la Sierra deAlcaraz. De momento, partiendo de una base que tenan previamente en Torrede Juan Abad (la Huerta de Porrina?), el 11 de agosto de 1946, Fernando yLster dan un atraco ngido en la casa del mdico y alcalde de la Puebladel Prncipe, don Enrique Lecanda, suponemos que afecto a la ANFD, queles ayudar entregndoles plvora y unos detonadores, adems de dinero. Aleste, intentarn contactar con Atila, aunque eso llevara todava su tiempo.

    El 18 de agosto ya estn en la provincia de Albacete, por la zona delcortijo de Cardos, donde el ro Guadalmena se une al de El Salobre, guia-

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    la guerrilla, porque Gila declara que a l le preguntaron si estaba dispuestoa entrar en la organizacin por simpatizante de izquierdas, y Fresneda y

    Czar haban sido antes concejales del PSOE, que no del PCE, aunque Chue-ca s era comunista. En cualquier caso, todos se comprometeran a albergarguerrilleros y llevar las noticias de inters que supieran a Agustn, que actua-ra como enlace. Por ms que Villanueva no era un pueblo extremista (en laGuerra Civil no hubo ningn muerto, y hasta los milicianos salvaron a los cu-ras y gentes de derechas, como ha sealado Juan ngel Amador), s quedabanpersonas bastante concienciadas, por lo que no es extrao que pronto funcio-nara una organizacin de apoyo a la guerrilla donde probablemente fueran loslibertarios, como Juan Pedro Ortiz el de Moreca o Toms Ortiz Ramos, yalgunos comunistas, como los dos hermanos Fresneda Alarcn aunque JessFresneda haba sido del PSOE- y Jess Chueca, los que ms se implicaron enla ayuda directa; pero tambin veremos gente ms moderada, como AgustnFresneda y Juan Snchez Lorenzo, su sobrino, que acogan guerrilleros en suscasas, o Po y Jorge Villar, hijos del practicante, que acudan al cortijo de LasMesas para verse con ellos.

    En esa misma zona del Campo de Montiel, Fernando y Lster to-man igualmente contacto con personas afectas, no necesariamente comunis-

    tas ni activas, que les ayudarn al establecimiento de escondrijos seguros.Muchos de ellos se haban conocido en la crcel o en los batallones de castigoa los que destinaban a la gente de izquierdas, lo cual facilit la organizacin.Entre ellos destacamos a Dionisio Castillo, un viejo libertario que sali deprisin un par de aos antes y sigui manteniendo contactos discontinuoscon algunos huidos, y con los Poblador Patn de Villahermosa, para facilitarla salida de aquellos fugitivos desde Navalcaballo y otros puntos limtrofescon tierras de Jan, y aunque no se ech al monte, de momento, se entregsin reservas a la causa comn antifranquista y fue muy ecaz emprendiendocontactos y abriendo nuevas bases.

    En La Puebla del Prncipe Fernando consigui establecer otra base enla casa de Luis Arias y otra en la de Luciano Garca, comerciante de vinos yvinagre, y su mujer, Sagrario, sorda como una tapia, pero siempre dispuesta aacoger guerrilleros y lavarles la ropa o darles de comer. Luisa, la hija de Luis,asistenta del mdico Lecanda (ella fue la que abri a Lster y Fernandola noche del atraco), dice haber conocido a Fernando en casa de Sagrarioantes del mes de agosto y trabado amistad a lo largo de este (desde el primer

    momento servir de estafeta, recibiendo a su nombre cartas de Aurelia G-mez, su novia de Reolid, en las que a veces iban otras menos romnticas).

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    La casa de los Arias no tena muy buenas condiciones, por lo que todos ellossobre todo, las hijas- pasarn mucho tiempo en la de los Garca, en la que

    en ocasiones veremos convidados; pero Luis servir de buscador de basesy gua por la zona. No muy lejos de all, en Villamanrique, el antiguo anar-quista Eugenio Selas se neg en un principio, pero al n acab colaborandoy guiando a Fernando a quien tambin haba conocido en la crcel- hastaNavalcaballo, a donde le llev comida varias veces.

    A Castillo le vemos todava en diciem-bre creando alguna base cerca de Villahermosa,donde un tal Juanete, casero de la nca de losmarqueses de Valdeguerrero, servir en el futurocomo gua y contacto para hallar otras nuevas.Y seguir ofreciendo su propio domicilio de laCalle Mayor de Almedina, donde pudiera estar,si es que Moreno Gmez no tiene algn error, labase de Macario otro de los apodos de Dio-nisio Castillo- en la que aquel autor dice quese refugiarn mucho tiempo despus Lister,Fernando, Luis y Palrusia despus de su

    entrevista con Tarzn y su grupo en Reolido El Cubillo y de haber recogido de camino aPorrones. Desde luego, sabemos que en esacasa entran con bastante frecuencia guerrillerospor la puerta trasera, hasta el corral, y de este ala vivienda, e incluso les visita el mdico Lecanda.

    Pero lo interesante es que estas mismas bases se multiplicarn, generan-do metstasis en otras poblaciones. Parece que Castillo contactar igualmentecon Ramn Matamoros Castellanos, cuya casa en Santa Cruz de los Camos(aunque menos usada que la de su pariente Quiterio Castellanos), ser unbuen escondite en enero y febrero, y este a su vez lo har, llevando guerrille-ros a Montiel, a una cita con Pedro Fernndez Amador y Vicente Gallego, queluego ofrecern las suyas y sern impulsores del Partido en esta poblacin.Por su parte, Gallego que sabemos aloja por los menos a Pepe, Luis yLster- mandara despus a Ramn Moya a introducir a Lster y a otroguerrillero en Villahermosa y presentarles a ambos al hijo de Juan Golpes,que era Arcngel lamo, propietario y catlico de ideas izquierdistas dice

    estar vinculado al Partido Socialista, aunque no est muy claro que se tratedel PSOE- y dueo de una nca que ser utilizada tambin en el futuro. Cuan-

    Dionisio Castillo, un antiguoanarquista de Almedina, que ayud

    a establecer bases de la guerrillaen el Campo de Montiel

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    do, en marzo y abril, se produzca la primera visita de Juan Moya, miembrodel Comit Provincial de Albacete, para organizar la ANFD, encontrar una

    trama bastante consistente de miembros del PCE no ya solo en Montiel y enla cabecera de partido, Villanueva de los Infantes, sino en Villahermosa endonde los hermanos Amores Castell e Ignacio Rubio Rubio montarn en fe-brero, en colaboracin con Manuel Prez Montes, a quien Manuel Amoreshaba conocido antes en la prisin, y a peticin de Lster, un buen dispo-sitivo de acogida y apoyo a la guerrilla- y en la Puebla del Prncipe y otraslocalidades, donde tambin veremos que funciona despus la misma Alianza.

    Segn cuenta ms tarde el famoso Chichango, pronto se incorporarona Lster y Fernando en la sierra del ro Guadalmena l mismo, Enriqueel Viejo y Maroto (o Jacinto), que estuvieron con ellos un mes por esazona, en el cortijo del Piojo, el Pizorro y los Baos del Rumblar (Relum-brar). Desde all se adentraron en Jan, usando como enlace a un tal Herreri-to, tratante de ganados, que resida en Gnave y que les present al maestrode este pueblo, aliado al Partido Socialista, y a cierto empleado del mismoAyuntamiento, que antes fue capitn del ejrcito rojo, a quienes encargaronque buscaran a Atila. Este vino, en efecto, en cuatro o cinco das, y fueprovidencial pues trajo a la guerrilla, que deba de estar muy agotada, una

    buena merienda, alpargatas y 500 pesetas, y la llev con l a un cortijo quehaba en Cerro Vico (cerca de Bienservida) y de este al de Cardos, donde elro del Salobre se une al Guadalmena. En esta propiedad familiar de los Lla-nos (Ramn y Mara Luisa de Llano, y sus medio-hermanos, Luis, Ramny Vicenta), recibieron comida y asistencia de doa Mara Luisa, una personaculta, religiosa y muy caritativa, esposa de un poltico republicano huido, conquien frecuentemente charlarn de poltica y de la situacin de la misma gue-rrilla. En adelante, ella que vena de Madrid de vez en cuando para hacer lamatanza y ver a la familia o pasar el verano- y su hermanastro Luis, que solavivir en el cortijo, no solo les siguieron ofreciendo su hospitalidad, sino quemandarn a sus pastores Bosn y Malastripas, salobreos los dos, a llevara la sierra el suministro que ellos necesitaban.

    Lo curioso del caso es que los Llanos sobre todo Ramn de LlanoRuiz, un pequeo cacique comarcal hasta la Dictadura de Primo de Rivera-eran terratenientes, incluso con algunas nfulas de nobleza (si bien venida amenos, la familia segua presumiendo de sus antepasados, caballeros cu-biertos ante el rey), aunque con muchas ms simpatas y apoyo popular del

    que solan tener otros terratenientes, sobre todo en su pueblo de El Salobre,Vianos (donde viva, puesto que Aurelia Cdiz, su esposa, era de all) y, en

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    menor medida, tambin Vi-llapalacios, donde viva otro

    hermano, Ramn de Llano,el Rojo (por el color delpelo, que no de las ideas). Alcaer Alfonso XIII, el patriarcaRamn se haba convertido alrepublicanismo de derechas,saltando del Partido Radicalde Lerroux a Accin Republi-cana cuando Martnez Barriose deslig de aquel, y llegan-do a gestor o diputado provin-cial por la misma. Como estaformacin se unira despus al Frente Popular, l, que siempre haba sidopoco amigo del movimiento obrero, se encontr defendiendo junto a este unalegalidad conculcada por un ejrcito golpista. Desde entonces, quiz, pas aser un autntico demcrata, lo que le hizo sufrir cierta persecucin al terminarla Guerra, aunque se demostr que haba intercedido en favor de muchos

    elementos destacados del antimarxismo, a veces con valenta y exposicin desu favorable situacin(en efecto, lleg a pisar la prisin por unos das enfebrero de 1939). Esto no impedira que en el 43, residiendo ya en Vianos, pa-sara brevemente otra vez por la crcel por haber celebrado en una nca suyareuniones de elementos de signicacin marxista-a saber qu entendanpor marxismo!- y se le prohibiera estar en El Salobre, donde siempre vivi yhaba sido alcalde y mucho ms que eso. Paradjicamente, se iba a convertiren el mejor ejemplo de que la Resistencia y el apoyo a los maquis no eransolamente cosa de jornaleros y gente sin recursos.

    En efecto, despus de haberse entrevistado con Fernando en Reolid,en casa de Palrusia, probablemente ya en agosto de 1946, y siguiendo sinduda las consignas de la ANFD (continuaba en contacto con los republicanosde Albacete y Madrid, y no nicamente con los del exiliado presidente DiegoMartnez Barrio, sino con los antiguos seguidores de Azaa, incluido su cua-do), Ramn de Llano Ruiz, que no era un marxista, pero s un adversario deltotalitarismo, ayud en lo que pudo a la guerrilla, y con l su familia. Su me-dio-hermano Luis, que resida en Cardos, y su hijo Germn, como veremos,

    sern buenas ayudas para los guerrilleros, a los que abastecan, albergaban yofrecan consejos y noticias. As lo reconocen con posterioridad, entre otros,

    Dos vidas divergentes: en un acto de apoyo a Primo deRivera, Ramn de Llano Ruiz, que 10 aos despus serrepublicano y luego antifranquista, y el capitn Martnez,

    muerto en el 36 por apoyar el golpe

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    Chichango, Enrique el Viejo y Fernando, que arma haber tenido conel mismo Ramn y sus parientes estrechas relaciones, aunque este dir ms

    tarde en su descargo que si haban ofrecido de comer a estos maquis, as comoa Cantinas, Lster, y otros compinches, y no los denunciaron a la Guar-dia Civil, fue por haber tenido amenazas de muerte. Ms seora a la anti-gua, su hermana Mara Luisa dir que ella lo hizo porque era costumbre desus antepasadossocorrer a cualquier necesitado que llamara a su puerta, yque no denunci dado que sus principios religiosos y morales le impedanhacer ninguna delacin.

    Desde Reolid, tal vez, o quiz desde Cardos, nada menos que Pepe yLster, responsables de este nuevo despliegue comunista, y Guzmn Girn

    Nieto, un antiguo anarquista de El Robledo, que tal vez servira de contacto,llegaron a El Salobre, un pueblo muy tranquilo, a nales de agosto, y habla-ron en su casa con Francisco Gomar el Valenciano, un viejo libertario, su -puestamente huido (aunque no se esconda demasiado, como ya sealamos),de quien probablemente ya traan las seas, para solicitar su incorporacin ala nueva guerrilla. Aunque l dir despus que fue un tanto forzado, lo ciertoes que acept colaborar con ellos, con ms o menos gusto, y que les ayud apreparar un golpe al pagador de la empresa ABC, la contratista de la va fe-rroviaria de Baeza-Utiel. Aguado Snchez dice que el Valenciano fue quienproporcion la informacin precisa para el citado asalto, aunque es de pensarque ms bien fuera, con su larga experiencia, el planicador, acaso asesoradopor su amigo Porrones y Girn, pues ambos trabajaban en el ferrocarril.Pero el informador fundamental ser Anselmo Rodrguez Alczar, encargadode obras de la empresa, que era de Puertollano, pero viva en Reolid. En susdeclaraciones posteriores Anselmo reconoce que tena a su pariente RafaelCaadas Torres metido en la guerrilla, y que entre los dos sugirieron a Pepey a Gomar, entre otros, con los que se reunieron en muchas ocasiones en casa

    de Palrusia, de Prudencio Romero y de Domingo Gmez, la manera de dartan importante golpe.Como ya hemos dicho, el Valenciano llevara por entonces, desde que

    se fug en Villapalacios, algo ms de dos aos de uno, segn l- ausentede El Salobre, aunque no era difcil encontrarle. Tomaba precauciones (sumujer le llamaba Rasca, o Rascay, a n de que a los nios no se les esca-para que vean al padre) y dorma algunas noches en casa de un amigo, comoBuenaventura o Ventura Marn, antiguo miliciano cenetista condenado a 12aos e indultado poco antes, o Porrones (Eduardo Martnez Carmona, que

    iba siempre con l); pero todos saban que no andaba muy lejos, y algunos levean con cierta asiduidad, sin salir de su propio domicilio, que ser el de su

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    suegrodurante mucho tiempo, hasta que alquile otro para tener ms sitio parasus invitados. La verdad es que resulta un tipo novelesco y un tanto miste-

    rioso; tanto, que todava no sabemos qu hizo en esos dos aos ni si ya estabaentonces dispuesto a echarse al monte y crear otra guerrilla. En su declaracinexculpatoria dir, mucho despus, que su incorporacin a la de Pepe fueforzada por este y por Lster que le ofreci ser jefe, segn dice tambin,aunque l no acept- mediante la amenaza de hacer algn atraco en el mismoSalobre para que le culparan; pero probablemente lo que hubo fue un acuerdoen la lnea de la ANFD: la colaboracin en una accin concreta, la del ferroca-rril, a manera de prueba de buen entendimiento, y la constitucin de diversospartidos, no solo el comunista, que habran de formar una organizacin de

    resistencia, en la que el Valenciano llev la voz cantante, al menos en lazona de El Salobre y su entorno. Tal vez ya se acordara crear nuevas guerri-llas al captar a un enlace, dicen que deber llevar a las partidas, en plural,las noticias que tenga- y quizs un reparto de zonas de inuencia: para Gomarla sierra de este pueblo hacia el norte, y para Antonio Hidalgo, al que prontoveremos actuar con su grupo entre el Guadalimar y el Guadalmena, desde allhacia el sur, aunque tambin podremos hallarle en El Salobre.

    Prcticamente todos los autores coinciden en decir que Gomar deserthacia el mes de noviembre, y no sera raro, porque otros libertarios o de ideassocialistas lo hicieron por entonces en Levante o en Galicia y Len, comohan apuntado Romeu y Marco, para no soportar el sectarismo del mando co-munista (aunque a nuestro entender es difcil saber quin era ms sectario).Ms cerca, el conocido Manco de la Pesquera, Basiliso Serrano, propusoa algn compinche crear un grupo propio con otros anarquistas de su mismacomarca, como ha sealado Salvador F. Cava, mientras que socialistas comoel Clavel y el Yamba, y cratas como el Joven y Lavija, miembrosde la Segunda Agrupacin, huyen a Barcelona y Madrid desde el Valle de

    Alcudia (Ciudad Real). Pero creemos que Paco el Valenciano no desert dePepe ni se fue de manera desairada, y menos en noviembre: probablementesolo se limit a cumplir su compromiso previo en la preparacin y ejecucinde un golpe, y en la organizacin junto al citado Atila- de una trama localde resistencia, a la espera, tal vez, de levantar una nueva guerrilla. Mientrastanto, aun teniendo su propia clientela, y aunque su relacin personal conAtila distara de ser buena (segn dice su hijo, no se podan ver), seguircooperando con otros, como Lster, a quien alguna vez veremos en su casa,y en especial, Chichango tambin llamado Luis- que pas algunos me-

    ses en la misma, al cuidado de Pepa, su mujer, se hizo amigo suyo y hastale acompa en sus correras, como podremos ver (de hecho, su hijo Vicente

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    Probablemente, ms que una sola guerrilla, como deca Tllez, fueranvarias menores, y acaso coordinadas, en vez de comandadas, por Paco el

    Valenciano, o bien organizadas de manera exible y descentralizada (igualque los llamados grupos de anidad, tpicos de la FAI, compuestos por ami-gos que deciden su accin de forma no jerrquica, pudiendo unirse a otros deigual naturaleza). Pudieron operar, aunque tardamente y por muy poco tiem-po, en El Salobre, Vianos y Alcaraz, Povedilla, El Robledo y el ro del Jardn,compartiendo con Lster y Atila por lo menos algunas de sus bases aun-que estos parecen tenerlas sobre todo entre el Guadalimar y el Guadalmena- eincluso ayudndoles en asuntos concretos.

    Pero no adelantemos los acontecimientos, porque eso fue ms tarde: de

    momento, Gomar y sus amigos -entre ellos, Porrones, que seguir estandocon l en El Salobre, su cuartel general- colaboran lealmente, desde el mesde septiembre a enero, por lo menos, en la preparacin de una organizacinde resistencia en la que se amalgaman marxistas, libertarios y personas deotras ideologas; y eso que tropezaron con serias reticencias en algn comu-nista, como Jess Garrido, antiguo miliciano de El Salobre, indultado de unaanterior condena de ms de catorce aos, que en noviembre rehus colaborarcomo recaudador (dice que por tal causa se encarg a otras personas, queseran Olivares y Chinche) e incluso destruy la propaganda que le ha-ba entregado el Valenciano, acaso porque fuera de signo libertario, comoFragua Social,que Anastasio Vzquez distribua en Vianos. O Francisco Ga-rrido, de este ltimo pueblo, que al principio no quiso formar parte de la or-ganizacin por tener compromisos anteriores con el jefe de otra suponemosque Atila- mientras este vivi, aunque el mismo Anastasio, responsable dedicho colectivo le deca que ambas militancias no eran incompatibles, puestoque se trataba de una organizacin conjunta que exista en todos los pue-blos y tena por misin la ayuda a los bandoleros (es decir, guerrilleros). Y

    es que todos estaban en la ANFD, pero sin duda haba algunas discrepanciassobre los objetivos y el protagonismo, tanto en la accin armada como en laResistencia.

    Tambin Guzmn Girn (a menudo citado errneamente como GermnGirn), antiguo molinero anarquista de 36 aos, al que ya hemos visto juntoa Lster y Pepe captando en El Salobre a Francisco Gomar, haba comen-zado por esas mismas fechas la instalacin de bases entre el ro del Jardn yAlcaraz: en su pueblo (El Robledo), El Cubillo, Los Chospes, Solanilla y Vi-veros, puntos donde le vemos en ese cometido. En sus declaraciones posterio-

    res a la Guardia Civil, Alfredo Fras, natural de El Robledo y dueo del cortijode la Venta del Muerto (en realidad, la Fuente del Vallejo del Muerto, que

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    se encuentran junto a l, muy cerca de Los Chospes), conesa que hacia elmes de septiembre u octubre de 1946 un tal ngel Soriano (ngel Maestre

    Soriano), vecino de El Cubillo, le pidi que alojara en su casa a Girn, a locual accedi de buen grado, facilitndole albergue y comida hasta tanto quefue adquiriendo amistades con partidas de bandoleros, a los que igualmente

    ayud, facilitndoles cuanto estaba a su alcance y ofrecindose voluntaria-

    mente a que su casa del citado cortijo fuera una base de reposo para los

    bandoleros, en donde permanecan a veces por espacio de cinco o seis das.Desde entonces, Girn, cuyo hermano, Melchor, resida en Viveros, parecehaber tenido un papel esencial en la organizacin de la red de contactos entoda esta comarca, lo que luego, tal vez, le hara pretender cierto protagonis-

    mo (cuando no disidencia respecto a las consignas del mando comunista) y letraer problemas, de los que ya hablaremos. Y el cortijo de Alfredo, conocidoentre los guerrilleros por Ladridos sin duda, por los perros de las casasvecinas, que a nosotros tambin nos dieron un concierto cuando fuimos averlo- ser probablemente la base principal de esta aldea de Los Chospes, alestar apartado, pero cerca, de ella y de las vas de comunicacin que unanAlbacete, el Campo de Montiel, Villanueva, Alcaraz, Peascosa y los ros deLa Mesta y de Villapalacios.

    Tambin habr otras bases en el hoy despoblado Villaverde: en casa delos Yage, donde el guarda ayudaba a la guerrilla, en la de Enrique Cbila,y Rafael Pajares, que ms tarde se fue a vivir a El Cubillo; en la casilla depeones camineros de Vicente Garca, un antiguo ugetista que les facilitabaalimentos, y en la de Jos Vicente Jimnez, que antes fue de UGT y ahoradio alojamiento a las partidas y hasta les indic que atracaran a Pedro Galle-tero, un convecino suyo, al que quitaron su escopeta y dinero. En El Jardnsabemos que hallaran albergue alguna vez en la casilla de peones caminerosde Eleuterio Muoz (Km. 45 de la carretera de Crdoba a Valencia), y que

    tenan bases en las casas de Jos Juan Rozaln, Juan Ramn Lpez, el elec-tricista, y Ramn Calderera, el panadero. Jos Juan Rozaln al que tambinveremos contactar en Reolid con Paco el Valenciano- quedara encargadode crear otras nuevas: una de las mejores, la de la Cacharrera (Josena, ladel Cacharrero) en San Pedro, que sirvi mucho tiempo de guarida; o la dela casilla de peones camineros del km. 15 de la carretera de Albacete a Jan,que fue un punto de escala valiossimo para los que viajaban a esta capital.Tan entusiasta era, que propuso a los maquis la eliminacin de un tal PedroValero, herrero de la va, que viva tambin en El Jardn, cosa que ellos no

    hicieron porque este asesinato no tena alcance para la causa. Luego lespropondr irse al monte con ellos, pero no le quisieron, porque era ms til

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    organizando bases, recibiendo en su casa propaganda que despus repartasu vecino Juan Antonio Lpez Garca, el de las telas, con la cesta en que

    siempre llevaba su muestrario- y reclutando amigos en el mismo Jardn y enlos pueblos cercanos. Sin duda, Juan Antonio es el mismo vendedor ambu-lante de tejidos cuya casa sirvi despus de escala a Paco el Valencianocuando iba a Albacete con cuatro de los suyos a recoger a un buen grupo deguerrilleros, segn cuenta su esposa, y el que llev ms tarde un rie a estaciudad, a casa de Juan Ramos, como podremos ver. Pero, adems, nos dicenvecinos del lugar que en la aldea de Arteseros haba algunas cuevas, y enlo alto del cerro de El Jardn refugios construidos a manera de majanos depiedra, con varias aberturas enlando los distintos caminos, que los maquis

    usaron muchas ocasiones.Igualmente contaban las guerrillas con amigos y bases en El Robledo,

    en casa del que haba sido alcalde en la Repblica, y en la del molinero Ca-yetano Girn, antiguo comunista que fue carabinero y viva en el molino deLas Torronteras; en la aldea de El Cubillo (las de Rafa el Pajares y ngelMaestre Soriano, otro enlace importante que sabemos ayuda a Guzmn GirnNieto, aunque tambin le vemos auxiliando a Tarzn y su partida algntiempo despus), y en distintos cortijos cercanos a Los Chospes, como el deAlfredo Fras, del que hemos hablado. Un tal Jos Jan, el del Batn, pro-mova, adems, reuniones en su casa y en el Ventorrillo de Los Chospes entrelos ya citados y otros simpatizantes de esta misma aldea y de los caseros delcontorno, (Desiderio Redondo el Nene, Pilar Redondo, Isidro, MarcelianoCuartero, Runo Fras el Jaque y Juan Dionisio Soto, exsecretario del Fren-te Popular en Los Chospes), algunos de los cuales, haban sido en tiemposmilicianos armados que se haban movido por los pueblos vecinos, a tenor dela Causa General de El Robledo y Bienservida, aunque de otros no consta ac-tividad anterior. En cualquier caso, todos, como declara luego Desiderio Re-

    dondo, componan una Organizacin o Junta con el nombre de Socialista,que no era otra cosa que organizar la Resistencia y ayuda a los bandoleros[] para en un da no muy lejano apoderarse del poder.

    Adems de unos pocos vecinos de Alcaraz, acuda con frecuencia alventorrillo y al cortijo de Alfredo un personaje muy signicativo. Se llamabaToms Mrquez Barriopedro, tena 50 aos y era natural de San Pedro, aun-que era vecino de Albacete y resida tanto en El Ballestero como en la propie-dad de su esposa en El Vnculo, muy cerca de Los Chospes. Era un hombrebastante moderado y muy inteligente, que a los 14 aos an era analfabeto y

    trabajaba de mozo de molino, pero a los 25 no slo era maestro de los quese llevaba a comer en su casa a los nios ms pobres- sino un abogado de

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    prestigio, que llegara a ser decano del Ilustre Colegio de Albacete. Fundadory primer secretario en Alcaraz de Izquierda Republicana, y aliado a UGT,

    fue elegido primero concejal durante la Repblica salvo el Bienio Negro, enel que fue cesado- y alcalde con el triunfo del Frente Popular, oponindose algolpe del 18 de julio: se incaut de 18 cajas de dinamita de la obra de la vaBaeza-Utiel, desarm a la Falange y a la Guardia Civil y arm a los milicia -nos, avisando al ministro de la Gobernacin de la sublevacin de Albacete,pronunciando un discurso desde el Ayuntamiento y animando a la gente a re-sistir, (el da 25 salieron, adems, con Hilario Piqueras, su teniente de alcalde,un camin y dos coches llenos de voluntarios, a rendir a los guardias rebeldesdel cuartel de Albacete y ponerse al servicio de la legalidad republicana).

    Algunos falangistas de Alcaraz le acusarn ms tarde de haberles perseguido,incluso de querer asesinarles cuando fue a detenerles con varios milicianos,pero por los informes policiales franquistas sabemos que lo que hizo fue de-fender a algunas personas de derechas ante los tribunales populares e inclusoesconderlas, evitando desmanes, y nos dice su nieta que puso a buen recaudoa la Virgen de Cortes, acciones que quiz le costaran no solamente el cargoaunque hay otras versiones sobre este incidente- sino dos detenciones enagosto y noviembre y una multa a propuesta del Frente Popular.

    Al acabar la guerra, don Toms, como se le conoce entre los conter-tulios, se escondi en Albacete como topodurante siete meses, mientras suhermano Enrique falleca en un campo de trabajo en Bilbao y el otro, Serafn,dirigente del Partido Comunista en su pueblo, acababa en la crcel. Pero lapolica, siguiendo las denuncias de vecinos del mismo Ballestero, le buscabaen las casas de los Gotor y de otras personasde derechas, que quiz le ayudaran pese a sumaniesto antifranquismo, de manera quepronto sera detenido. Sali de la prisin en

    el 43, pero probablemente ms radicalizado:en el 46 sera el idelogo de la organizacinde resistencia en toda la comarca; a menudotraa propaganda y consignas, y ofreca a losmaquis, con los que se reuna sobre todo enla base de Alfredo, pero tambin en otras, yen su casa de El Vnculo alguna que otra vez,consejos y noticias sobre la situacin del go-bierno Giral en el exilio reticente a la idea

    de la ANFD y con bastante apoyo por par-te del PCE- o lo que los aliados y la ONU

    Toms Mrquez, idelogo del grupode Los Chospes

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    tritico-etlicas reuniones que acababan alguna que otra vez disparando a lostechos y paredes), result ms difcil establecer contactos, pero tambin los

    hubo; sobre todo entre antiguos cargos de la Repblica y maestros depurados,como Antonio Jos Garca Piqueras y su hermano Hilario (el primero habasido fundador de UGT en Lezuza, donde tuvo su escuela; el segundo pasde concejal y teniente de alcalde de Izquierda Republicana con Mrquez Ba-rriopedro, a radicalizarse a raz del golpe militar y acudir a Albacete el 25 dejulio con otros milicianos, y despusfue vocal del Frente Popular y secreta-rio de la CNT/FAI, responsable de lasincautaciones de la central elctrica y

    otras propiedades). El viajante Pique-ras, por su parte, declarar ms tardeque en uno de sus viajes, aproximada-mente en septiembre de 1946, conocien Alcaraz a un maestro cesante (esdecir, expulsado), Manuel Garca Na-varro, que viva en Valencia y traaElSocialistayAvance, de tirada mensualpor lo tanto, est clara su orientacinpoltica, ni comunista ni crata- y con-cert con l aprovechar sus viajes parair repartiendo por los pueblos y en elmismo Albacete estos y otros impre-sos, aunque no pudo hacerlo porqueno le llegaron.

    Otro que reciba propaganda era Mariano Rico, msico acionado, au-tor, al parecer, del himno de Alcaraz, que era carpintero y sola guardarla en

    un cajn de falso o doble fondo. Y sabemos tambin que en la vivienda deInocente Martnez, en la Calle de las Torres, donde este ugetista haba dadoalbergue en el pasado a la Casa del Pueblo, se reunan marxistas subversi-vos; en la peluquera de Eleazar de la Rosa se vean los domingos, a comentarnoticias de radios extranjeras, con Hilario Garca Piqueras, Luis Pinar (quefue del comit del Frente Popular) y Flix de la Noguera, mientras JosGarca Piqueras, un tal Serna el del Banco y Juan Lpez (que tambin for-m parte de dicho comit) lo hacan en el casino, donde iban a fundar unaorganizacin, seguramente otro Partido Socialista en la lnea de ANFD,

    sin que conste que esta llegara a ver la luz ni que tales reuniones tuvierantrascendencia.

    Ejemplar del diario El Socialista

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    Constanza, de El Salobre, nos ha hablado tambin de otra mujer queviva en Alcaraz, muy cerca del cuartel de la Guardia Civil, que iba por los

    pueblos vendiendo mercera y de paso traa noticias y correo para los guerri-lleros; y otros, del Manquillo, Jos Snchez Galletero (puede que Carrete-ro), comerciante de tejidos y ropa, que adems les surta de este y otros art-culos. Y en los alrededores de la misma ciudad sabemos por Fernando quesolan acogerles en la nca de Mnico Navarro (cuyo hijo, Camilo, tambinles ayudaba), en otro cortijillo llamado del Toscar y en el de Cantarranas, deInocente Martnez, donde despus veremos que curar a Porrones el barbe-ro Eleazar de la Rosa. En Viveros sabemos de un tal Cristbal Cuenca (ade-ms del hermano de Girn), y de un tal Mieles de El Horcajo, y en cuanto

    a las aldeas del entorno, en La Hoz se ocultaron alguna que otra vez en casade Julin Romero, el pedneo (aunque este no parece ser muy simpatizante);en la de Solanilla en la de Eugenio Martnez Bustos, el peluquero (que fue deCNT y estuvo condenado a 12 aos de crcel), y en la de Canaleja en la deAlfredo Jord (condenado tambin a 6 aos y un da por haber militado endicho sindicato, y quiz en UGT). Desde luego parece que no ser infrecuentela presencia de maquis en la zona: algn tiempo despus, al juzgar a Jord,el juez dice que estos tenan aterrorizados a los habitantes del cortijo delinformado y de sus alrededores.

    Tambin en Povedilla haba varias bases. Dice Manuel Martnez Mar-tnez, el Francs, que una noche llam su vecino y sobrino poltico Ma-nuel Maldonado, conocido por Rosa, pidiendo que acogiera a un par deguerrilleros, pertrechados de rie y escopeta, de los que conoci solamente aGirn. Pasaran all unos doce das, en los cuales mandaron llamar al maestrodepurado Joaqun Lpez Arenas, con el que conversaron sobre el cambio dergimen, poltica exterior y el modo de sembrar el terroren la zona. Enrealidad, las casas del Francs y de Rosa que, adems recogan dinero

    y provisiones- albergaron con cierta frecuencia guerrilleros, y en la de PedroRamos, casado con Mara, ta de Joaqun Lpez, y an ms implicado (su-ponemos que era dirigente del partido clandestino de ayuda a bandolerosque se cita despus en el sumario), llegaran a pasar varios das seguidos.Ya en diciembre o enero (creemos que en este ltimo) toda una guerrilla, alparecer bastante numerosa, pues necesitara las casas de Martnez, Ramos yMaldonado (y quiz alguna ms, puesto que el molinero Antonio Rozalntambin es acusado, aunque l no lo admite), se acogi en Povedilla durantevarios das y mantuvo reuniones con el maestro Arenas, el Cojo Zapatero

    no sabemos si el mismo de Albacete que llevaba este apodo- y Jos Pedregal(tal vez hijo o hermano del que haba sido alcalde, Bienvenido, fusilado en el

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    ao 39) para tratar de asuntos polticos reaccionarios al rgimen y planes te-rroristas para el futuro prximo. Por lo tanto, el papel de los enlaces no era

    solo ayudar, sino dar opinin y marcar objetivos, y a su vez se valan de otroscomo guas y contactos, como Rafael Arenas el mismo que ya antes anduvoun tiempo huido- que acompa a Benito Len, el de Reolid (hermano de elMoreno y de Jos Vicente, al que quizs Arenas conociera en la crcel), acasa de su primo, el maestro Joaqun Lpez, para que este, a su vez, lo llevaraa encontrarse en la de Pedro Ramos con unos guerrilleros a los que deberaacompaar a Reolid y El Salobre, donde parece estar el cuartel general.

    Joaqun Lpez Arenas, el maestro depurado, mantena, por su parte re-lacin con Mrquez Barriopedro, del que hemos hablado, y con Juan Pedro

    Ortiz (Juan Pedro el de Moreca), antiguo dirigente cenetista, encargado dela organizacin de resistencia y ayuda a la guerrilla no solo en Villanuevade la Fuente, su pueblo, sino en los vecinos de Montiel y Santa Cruz de losCamos, que al n se ir al monte al verse descubierto, como podremos ver.Igualmente los tuvo con don David Martnez, maestro nacional expulsadotambin, que viva en Viveros, donde daba a entender que haba guerrilleros,a pesar de lo cual no era optimista sobre las esperanzas de cambios en Espaa,despus de las noticias que escuchaba en la radio; y con Germn de Llano, elhijo de Ramn, quien le haba comentado que solan recibir a la guerrilla enlos cortijos de Cardos y Las Mesas, entre otras condencias. Como se puedever, haba intelectuales y gentes procedentes de los antiguos cuadros delFrente Popular, con su gran variedad, que solan hablar entre ellos de poltica,y con los guerrilleros de sus posibles planes. Pero tambin haba ayudas mshumildes en los alrededores: Toms Marn Martnez, en su autobiografaMe-moria antifranquista, publicada en la web, recuerda que de joven trabajabacerca de Povedilla en la nca de cierto coronel auditor -Fortunato Navarro,pariente de los Yage?- y venan los maquis, los ocultbamos, les dbamos

    comida e incluso en ocasiones guardbamos sus armas, con el riesgo que ellosupona

    En Vianos, la base principal sera la de un sastre apodado el Francs,Anastasio Isidro Vzquez, que ser el dirigente de una organizacin local deresistencia y ayuda a la guerrilla, cuyo nombre no consta, pero que es de pen-sar fuera el de socialista, como la que funciona en Reolid y El Salobre. Enella se integraron con ciertas reticencias iniciales, pues parece que era comu-nista- Francisco Garrido Mozo, y Runo Castedo, socialista, que haca de en-lace y guiaba guerrilleros entre estas poblaciones; Jos Antonio Roldn, sastre

    tambin, otro apodado Ambocho (que es Francisco Banegas, o Quico el deAmbocho, detenido despus bajo la acusacin de robo en cuadrilla, asunto

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    sepamos, algunas provisiones y 300 pesetas a la Pepa, que ejerca tambincomo recaudadora), pudieron enturbiar aquella relacin, por lo menos con

    este; pero no lo sabemos con certeza, entre otras razones porque Cardos es-taba en la zona de actuacin preferente de Atila, que no de el Valencianoy porque estas acciones son bastante tardas. En cualquier caso, es claro queestas exigencias, que podan derivar en mero bandidaje, aunque se ejercitarancontra los ms pudientes, restaban simpatas entre la poblacin, por lo que nosabemos si se prodigaran demasiado.

    Constatamos de nuevo, en todo caso, que el despliegue inicial en estazona est ms vinculado a antiguos libertarios, socialistas y gente no aliada,incluso liberales y algn terrateniente, que a los comunistas (que tambinlos haba, por supuesto, pero apenas guran de momento, a excepcin de loscuadros dirigentes de la propia guerrilla, quiz porque eran pocos y tampocotenan muchos medios que poner al servicio de la causa). Esto no impedirque la gran mayora ayudara a los maquis de esta ideologa con el mismo en-tusiasmo que los de su partido, pues todos eran parte del Ejrcito NacionalGuerrillero y, como en las reuniones de Los Chospes sola repetir don TomsMrquez, abogado y antiguo alcalde de Alcaraz, y repiten de forma semejanteotros muchos: los combatientes eran la vanguardia de la libertad y la re-

    dencin de la clase trabajadora, y el nico instrumento entonces disponiblepara recuperar la democracia.Constatamos tambin que casi siempre la captacin de enlaces se reali-

    za a travs de un hombre de conanza el delegado- que tomaba contactocon antiguos alcaldes, militares, y gentes que fueron a la crcel tras el n dela Guerra y, segn sus ideas, les propona crear comits del PCE o de ANFD,o de otros partidos u organizaciones semejantes, que pudieron tener distin-tos nombres, pero que perseguan igual nalidad. En cuanto a los cortijos yescondrijos urbanos, se hablaba con el dueo y, si este aceptaba, se creabauna base, que a su vez servira de semilla de otras, lo que permitira teneralternativas en momentos difciles o cuando las acciones requirieran contarcon mucha gente. En estas dos misiones, como pudimos ver, haban resultadoespecialmente activos, antes de organizarse la guerrilla del comunista Ati-la, tres viejos anarquistas y un par de socialistas: Fernando en la comarcadel Campo de Montiel, desde Villamanrique y La Puebla del Prncipe hastaAlhambra y La Ossa de Montiel; Girn en la del Ro del Jardn, Canaleja yViveros, y Palrusia y Paco el Valenciano en Reolid, El Salobre, Vianos y

    Peascosa, donde no tardar en destacar tambin Jos Bueno Marqueo.

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    AURELIOPRETELMARN- MANUELFERNNDEZDESEVILLAMARTNEZ

    por un hecho fortuito: le gustaba la caza furtiva con hurn, y estando un daen ella, parece que al amparo de Silverio Len (hermano de Benito y de Jos

    Vicente, el comunista), guarda municipal y amigo suyo, ambos fueron caza-dos por la Guardia Civil, que los condujo hasta Villapalacios. Por temor a losmalos tratos habituales, o a que se descubrieran otras actividades, decidieronfugarse y vinieron a dar en El Salobre, donde hallaron refugio en cierto co-bertizo del camino del huerto de la Cuesta del Molino, propiedad de Pepe elHerrero (Jos Julin Pretel), cuya hija mayor, Carmen Pretel, les llev de co-mer dos o tres das, temblando nos cont- porque vio al sargento que venabuscndoles en casa de un vecino, a 100 metros de all. Despus contactarancon Atila y su gente y se fueron con ellos a una base llamada Los Mari -nes (o, tambin, Los Cortijos), situada a un kilmetro del pueblo, dondelos guerrilleros solan recibir tanto a Jess Garrido, responsable del Parti-do Comunista local, como a otros enlaces. Allse detuvieron durante varios das, en los que lescontaron con todos los detalles el asalto recienteal pagador de la concesionaria ABC y sus planesfuturos, antes de incorporarles a sus operaciones.Desde luego, sabemos que los das 24 y 25 de

    este mismo noviembre Palrusia y otros tres que seran Atila, Palacios y ngel Flores- yaestaban en Reolid, casa de Isabelino Muoz (elFati); y es de creer que El Moreno estuvieraen su propio domicilio. Otros dos combatientesimprevistos, casados y con hijos, que sin dudajams pensaron verse con un arma en la mano.

    Tiempo despus, Palrusia dir que se apart de la guerrilla al cabode unos das, ngindose reumtico, y se escondi en su casa, a la que dice- fueron Lster y Atila a convencerle para que regresara, pero al nle dejaron permanecer all, con serias advertencias de que si no era cierto lode su enfermedad lo pasara mal. No parece imposible que, en efecto, hubieradesertado, tal vez, ms que por miedo, por disconformidad con las consignaso el mando de la misma, pues parece que no era comunista y lleg a esta par-tida de forma accidental. En enero le vemos buscando refugiarse en la huertade Juan Snchez Lorenzo, cerca de Villanueva de la Fuente, no sabemos sihaciendo todava funciones de correo o intentando ocultarse de unos y de

    otros, y ya no le encontramos en los golpes de Atila, aunque segn declaraCandelario Rodenas, tras el ltimo de ellos, en Cotillas, la partida acab cele-

    Santiago Rozaln, Palrusia

  • 8/9/2019 Maquis y Resistencia...

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    MAQUISYRESISTENCIAENLASIERRADEALCARAZYELCAMPODEMONTIEL(1946-47)

    brando una junta en su casa de Reolid, de donde se deduce que no estaba deltodo desligado de ella. En cualquier caso, ya por el mes de noviembre, y en

    parte gracias a l, la partida tena muchas bases seguras desde Villapalaciosy Reolid a Villanueva y el ro Guadalmena, con bastantes cortijos en todosestos trminos, de manera que no poda preocuparle alguna desercin, salvoque conllevara riesgo de delacin, cosa que no parece ocurriera en el caso deSantiago, de cuyo compromiso no se puede dudar.

    La ausencia de Palrusia sera compensada con la incorporacin deEmiliano Lpez Torres, conocido por Poto o el de Poto (apodo de supadre, contraccin infantil de su nombre de Hiplito, que l habra de here-dar). Natural de El Salobre, aunque desvinculado de esta pobla