Manuel García-Carpinteiro La filosofía analítica y nuestra contribución a ella. Respuesta a...

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    Discusiones y notas

    La losofa analtica y nuestra contribucin

    a ella. Respuesta a Guillermo HurtadoM ANUELG ARCA -C ARPINTERO Departament de Lgica, Histria i Filosoa de la CinciaUniversitat de [email protected]

    Resumen: En este comentario se ofrece una explicacin alternativa a la quedio Guillermo Hurtado en su diagnstico de la losofa analtica actual en

    general y de su ejercicio en el mundo latinoamericano, y, por consiguiente,se concluye con una muy diferente apreciacin de los mritos de la losofaanaltica.Palabras clave: losofa analtica, prctica losca, anlisis, experimentosmentales

    Abstract: This note provides an alternative explanation to the one offered by Guillermo Hurtado in his diagnostics of present-day Analytic Philosophy andits practice in the Latin-American world, and as a result offers a very differentappraisal of its merits.Key words: analytic philosophy, philosophical practice, analysis, thought ex-periments

    En su provocador artculo,1 Guillermo Hurtado ofrece un diagnsticosevero de la losofa analtica actual en general y de su ejercicio en elmundo latinoamericano (que aqu entender incluyendo la pennsulaibrica, pues lo que Hurtado dice sobre la situacin de la losofa ana-ltica en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Mxico o Per, entiendo,se aplica por igual a Espaa y Portugal). Hurtado alivia el pesimismodel diagnstico ofreciendo propuestas de mejora. Comparto hasta cier-to punto sus crticas, y hasta cierto punto aplaudo sus propuestas; enesta breve nota quiero expresar mis coincidencias y especialmente misreservas sobre unas y otras.

    Hurtado lamenta la profesionalizacin de la losofa analtica, a laque hace principal responsable de la especializacin a ultranza. Mu-chos artculos de losofa analtica son como una sosticada herra-mienta de precisin que slo sirve para ajustar un pequeo tornillo

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    Guillermo Hurtado, Qu es y qu puede ser la losofa analtica,Dinoia , vol. 57, no. 68, mayo de 2012, pp. 165173.

    Dinoia , volumen LVII, nmero 69 (noviembre 2012): pp. 151158.

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    (p. 165). Esta especializacin, sostiene, produce el abandono de objeti- vos de la losofa tal como se haba practicado hasta ahora, en especial,la aspiracin de relevancia para el resto de la cultura y de ofrecer unacosmovisin y dar una respuestapersonal a las preguntas de la existen-

    cia (p. 166). No voy a negar estos hechos, que, con las salvedades queindicar despus, me parecen datos poco cuestionables; pero s quieroofrecer una explicacin alternativa a la que de los mismos sugiere Hur-tado, y, por consiguiente una muy diferente apreciacin de los mritosde la losofa analtica.

    A mi juicio, la especializacin en la losofa analtica contemporneano es una consecuencia nica ni primaria de la sujecin a las instruc-ciones no pocas veces mezquinas y listeas de las autoridades delsistema de investigacin contemporneo consiguiente a la profesiona-lizacin (aunque tambin lo sea). Es, primera y principalmente, unaconsecuencia de la prctica de la losofa analtica con sus mtodospropios, que le coneren el potencial para hacer aportaciones diferen-ciadas a la empresa colectiva de la adquisicin de conocimiento, y lahacen as una empresa intelectual legtima.

    Para justicar esta opinin ofrecer tres ejemplos con una funcinmeramente ilustrativa. Muchos otros serviran al mismo objetivo; heescogido cuestiones en diversos mbitos de la losofa que me parecenprominentes en el debate actual: (i) pensamientosde se; (ii) internismoy externismo epistmico; (iii) futuros contingentes. Mediante el exa-men de estos ejemplos no pretendo objetar la armacin de que loslsofos analticos se ven a s mismos como los matemticos o los f-sicos y, por ello, piensan que es de esperar que los resultados de susinvestigaciones no sean comprendidos por cualquiera (p. 166), sinoms bien la sugerencia contenida en esta observacin (y en la propues-ta para un cambio de rumbo que comentar despus) de que en la razde ello hay una decisin reversible, quiz movida por la vanidad dearrogarse una autoridad que no corresponde al lsofo.

    El primer ejemplo reere a los artculos originales de Castaeda,Perry y Lewis de los aos sesenta y setenta del pasado siglo, en quemediante experimentos mentales sugerentes (el soldado amnsico enla biblioteca de Castaeda, el comprador que ensucia el supermercadode Perry, los dioses en las montaas de Lewis) y distinciones precisasse muestra el carctersui generis de nuestros pensamientos sobre noso-tros mismos en primera persona. Adems de los tres citados, otroslsofos analticos han continuado realizando contribuciones a la com-

    prensin de estas cuestiones: Sosa, Stalnaker, Richard, Recanati, Krip-ke, Higginbotham, etctera.

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    El segundo ejemplo remite, en primer lugar, al clsico artculo detres pginas de Edmund Gettier enAnalysis , 1963 (un paradigma delosofa analtica), donde se cuestiona con ejemplos igualmente con- vincentes el anlisis internista de conocimiento comocreencia verdadera

    justicada , la propuesta de alternativas externistasabilistas formuladapor Dretske, Goldman y otros, y los debates consiguientes, que incluyenpropuestas recientes hasta cierto punto sincrticas de contextualistascomo DeRose, wittgensteinianos como von Wright, o dogmticos moo-reanos como Jim Pryor.

    El tercer ejemplo concierne a la controversia sobre si los enunciadossobre el futuro contingente (maana habr una batalla naval) son verdaderos o falsos, abordado con perspicuidad en la losofa analti-ca prcticamente desde sus comienzos por ukasiewicz, Prior, Belnapy otros, y que contina en discusiones recientes sobre las propuestasrelativistas de MacFarlane y otros.

    A propsito de estos ejemplos quiero hacer cuatro observaciones queno estoy en posicin de justicar de otro modo que como tales, es decir,conando en que cualquiera con la capacidad adecuada de observa-cin quemire en la direccin apuntada, las aceptar conmigo. No seme oculta que, desde una perspectiva como la de Hurtado, la miradasolicitada puede no revelar otra cosa que ese ya aludido autoindulgenteregodeo en un vanidoso prurito paracientco.

    (1) Sin duda, muchos de los artculos que se han escrito sobre estos te-mas, y que se continuarn escribiendo, responden a la peyorativadescripcin de Hurtado: se trata de ejercicios sosticados de uso deuna herramienta de precisin a lo sumo destinados a ajustar unpequeo tornillo, justicables tan slo por la exigencia acadmicade publicar o perecer, que como mucho incrementan nuestro cono-cimiento de la herramienta en cuestin, en s misma muchas vecesuna mera opcin entre otras igualmente adecuadas. Sin embargo,para cada uno de esos temas cabe hacer una recopilacin de diez o veinte artculos cuyo estudio llevara a cualquiera con la formacininicial necesaria para comprenderlos desde un estado inicial deconfusin y perplejidad (como el que posiblemente muchos lecto-res recuerdan en ellos mismos cuando les plantearon inicialmenteproblemticas loscas genuinas, incluidas las tpicamente ana-lticas, como quiz la cuestin de la sustituibilidad de Hspero y Fsforo) a uno de comprensin precisa y articulable de cules son

    los problemas, de algunas opciones para abordarlos, y de nuevosproblemas que estas opciones suscitan. Esta transicin resulta en la

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    adquisicin de conocimiento, aunque no concluya con la adopcinde una solucin aceptada por la mayora de los investigadorescontemporneos. La existencia de un camino ms o menos lar-go, pero bien denido, que lleva de la ignorancia al conocimiento

    distingue las disciplinas intelectuales genuinas de pseudoempre-sas como la mariologa o la teora literaria postestructuralista.2 Laprdida de los materiales que posibilitan tal adquisicin de cono-cimiento sera un quebranto cultural lamentable.

    (2) Las tres cuestiones conciernen a problemas centrales de la losofa,planteados ya en sus comienzos en la obra de Platn y Aristteles:la naturaleza de la subjetividad, la del conocimiento y la determi-nacin de la verdad. Tanto por talante (preferencias o intereses de

    investigacin) como por entrenamiento, es dudoso que la mismapersona con la capacidad de hacer una contribucin importantea nuestra comprensin de las cuestiones indicadas sea igualmentecapaz de utilizarla para interpretar adecuadamente la contribucinde lsofos del pasado. (Aunque hay notables excepciones; Kit Fi-ne o Michael Loux vienen aqu a las mientes.) Mas colectivamentes se produce esa imbricacin entre las aportaciones loscas ana-lticas contemporneas sobre problemas loscos tradicionales y la comprensin del pasado losco. Sin ir ms lejos, los artculos

    de la Stanford Encyclopedia que abordan de manera introductorialos problemas mencionados o bien mencionan expresamente lasdiscusiones anlogas en la historia de la losofa, o bien remitena otros que lo hacen, con ulteriores referencias bibliogrcas. Entanto que empresa colectiva, es falso que la analtica sea una lo-sofa que carece de sentido de la historicidad (p. 167).

    (3) El camino de la ignorancia al conocimiento que he mencionadotransita en parte en los tres casos por la adquisicin de herramien-

    tas tcnicas (lgico-semnticas) complejas, de un bagaje de nocio-nes con un uso tcnico preciso (proposicin, mundo posible. . . ),y de una capacidad rigurosa de argumentar y evaluar argumen-tos, todos ellos elementos esenciales de la iluminacin que puedanproporcionar los diez o veinte artculos en cada una de las recopi-laciones imaginadas. El que la losofa analtica sigue teniendo

    2 Estoy consciente de que los adeptos a estas prcticas aduciran observacionescomo la ma para establecer sus virtudes cognoscitivas. Una justicacin adecuada

    de la atribucin de carcter espurio en stos u otros casos requerira un examenepistmico menos dogmtico.

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    un registro limitado de recursos estilsticos, dialcticos y retricos[. . .] que [. . .] no dice nada a la gente comn (p. 167) no esgratuita vanidad paracientca. Aunque pueda emplearse muchas veces meramente para ajustar pequeos tornillos, el uso del ins-

    trumental tcnico de los lsofos analticos, que sin duda ahuyentaa la gente comn como lo hace el propio de cualquier discipli-na cientca contempornea (economa, fsica, biomedicina), noes arbitrario, antes bien es un recurso necesario para que la dis-ciplina pueda ofrecer el conocimiento que certica su legitimidadintelectual.

    (4) Algunos de los mejores lsofos que han hecho las pequeas perodecisivas contribuciones en los tres casos mencionados que reco-geran esos diez o veinte artculos no son en absoluto ajenos alproyecto de ofrecer unacosmovisin y dar una respuestapersonala las preguntas de la existencia; David Lewis quiz sea el casoms brillante de un lsofo analtico contemporneo con un siste-ma cuasi-omniabarcante, pero otros sin duda comparten el obje-tivo y se aproximan a alcanzarlo. Igualmente, es preciso matizarla denuncia de irrelevancia; sin duda, el trabajo del mencionadoDavid Lewis sobre convenciones o los de Searle sobre institucionessociales no son en absoluto irrelevantes para la sociologa o la eco-

    noma contemporneas, sino bien tenidos en cuenta en ellas, comolo son los trabajos de Dennett o Fodor en la neurociencia cognitivacontempornea (y como en su da lo fueron los de Frege para lasciencias de la computacin y la lingstica contempornea).

    Como ya he admitido, estas observaciones a propsito de los ejemplosno pretenden rebatir en lo sustancial los datos aducidos por Hurtado;antes bien, los corroboran. Lo que nos separa es fundamentalmente la valoracin que hacemos de ellos. A diferencia de lo que he sostenido,Hurtado sugiere que los rasgos puestos de relieve son gratuitos y porende prescindibles; sugiere as, creo, una valoracin como la que yohe supuesto de empresas intelectuales como la mariologa o la crticaliteraria postestructuralista: sin duda muchos Casaubon han invertidohonestamente su inteligencia en las complejas construcciones concep-tuales ofrecidas por ambas disciplinas; mas, si se perdieran los materia-les que posibilitan la formacin de nuevos expertos en ellas, desde miperspectiva no se habra perdido algo del valor primario que atribuyoal genuino conocimiento.

    Esta discrepante valoracin resulta en mi cabal rechazo de la pri-mera recomendacin de Hurtado. Manifestando la valoracin que he

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    glosado hasta aqu, Hurtado sostiene que los lsofos latinoamericanos[n]o tenemos por qu adoptar los modos en que la losofa analtica sepractica en la metrpoli y podramos reorientar nuestra labor a partirde otros valores y nes (p. 168), y recomienda: Rompan la relacin

    de dependencia o subordinacin con la losofa analtica de la metrpo-li; atrvanse a pensar por su cuenta, en su idioma, recuperando a losautores y los temas de su tradicin intelectual (p. 169). No tengo nadaque objetar a la recomendacin de que los lsofos latinoamericanosescribamos tambin en cataln, espaol o portugus, especialmente enrelacin con las restantes propuestas de Hurtado, que, como indicar enseguida, elogio y abrazo sin reservas. Mas, supuesto que las observacio-nes precedentes sean correctas, y el artculo cientco breve, accesibleslo al especialista, sea un gnero enteramente adecuado para que la

    losofa realice su potencial generador de conocimiento, no veo ningu-na razn a favor de que los lsofos latinoamericanos nos neguemosa contribuir a esa empresa utilizando para ello la que hoy (por razo-nes irrelevantes para la cuestin) es la lengua franca de comunicacincientca, el ingls, y s serias razones en contra de ello.

    Hurtado dice (utilizando un recurso retrico censurable, bien diag-nosticado en la losofa analtica, la presuposicin de proposiciones dis-cutibles):

    Como sabemos [ sic], la analtica latinoamericana tiene escasa repercusina nivel global [. . .], seguimos siendo muy pocos en trminos globales,nuestros recursos materiales son escasos y aunque los contactos con lametrpoli son cada vez ms frecuentes, nuestra posicin sigue siendo mar-ginal. (p. 168)

    En primer lugar, la posicin es sin duda menos marginal de lo que loera en la poca en que surgi la losofa analtica latinoamericana, queHurtado encomia con toda justicia. Hay diversos grupos que de hecho

    se relacionan con los investigadores actuales ms prominentes en con-diciones equiparables a las de la gran mayora de los centros anlogosen la metrpoli (alguno de ellos en la institucin que acoge a Hurta-do). En segundo lugar, y mucho ms importante, bajo el supuesto deque mis observaciones anteriores sean correctas, la aspiracin de los j- venes investigadores en formacin a hacer contribuciones importantesal mbito de conocimiento que mis ejemplos han buscado dibujar es en-teramente legtima (tanto como las aspiraciones anlogas de jvenes enformacin en economa, fsica o biomedicina). Desde esta perspectiva,el siguiente texto en particular me parece muy desacertado:

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    el argumento en favor del ingls recoge el viejo prejuicio de que la loso-fa es algo que se realiza de manera cabal nicamente fuera de nuestrasfronteras. Desde esta visin de las cosas, toca al lsofo latinoamericanoaprender lo que se hace en las metrpolis y divulgarlo entre sus compa-triotas. En el mejor de los casos, los maestros extranjeros reconocen enel lsofo latinoamericano uno de sus interlocutores, pero el dilogo conellos se hace siempre en su idioma y sobre los temas planteados por ellos.Desde esta perspectiva, lo que ms le conviene al lsofo de nuestros pa-ses es emigrar a una universidad de la metrpoli para que, una vez all,sea aceptado como parte del selecto grupo que dicta las tendencias de lalosofa mundial. (p. 170)

    No, el argumento a favor del ingls presupone que la losofa se puede

    practicar por igual dentro de nuestras fronteras, sobre temas que, conla perspicacia adecuada, se pueden plantear por primera vez dentro deellas, sin que sea en absoluto necesario emigrar a la metrpoli. Ms bienson las recomendaciones de Hurtado las que llevan necesariamente alaislamiento y a la irrelevancia.

    Tengo, por otro lado, poco que objetar a la segunda recomendacinde Hurtado, que suscribo sin reservas: ocpense de los asuntosp-blicos, de la agenda de la discusin democrtica, y, en particular, tratende incidir en la orientacin de laeducacin pblica (mencionando aqu en particular la educacin secundaria, p. 171). Modestamente, el grupoLOGOSha venido contribuyendo en los ltimos aos a un programa des-tinado a promover los contenidos y el estilo analticos entre profesoresde enseanza media (http://usuaris.tinet.cat/adb/) con cierto xito; sinduda, hay mucho ms que hacer en este mbito en nuestros pases y ennuestras lenguas.

    Hay que decir que, tambin aqu en contra de lo que puede sugerirel texto de Hurtado, la aspiracin pedaggica no es ajena a la mejorlosofa analtica (si bien, como dije antes a propsito de la objecin defalta de historicidad, y repetir despus a propsito de la cuestin de laimplicacin prctica, hayamos de aceptar que est restringida por im-portantes y comprensibles limitaciones de talante, capacidad o inters). Y tambin aqu el mundo anglosajn nos ofrece excelentes modelos.He mencionado antes laStanford Encyclopedia of Philosophy (http://plato.stanford.edu/), un a todas luces encomiable empeo en ese m-bito, por ms que est dirigido ms a los lsofos en formacin queal pblico interesado en general; pero cabe mencionar tambin otras

    iniciativas dirigidas a una auditorio ms amplio, comoAskPhilosophers(http://www.askphilosophers.org/). Estas actividades, y otras simila-

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    res, pueden servir de modelo para proyectos con aspiraciones anlogasen nuestras lenguas.

    Hurtado recomienda nalmente cierto activismo poltico, dejaratrs algunos prejuicios; uno de ellos es que los lsofos analticos

    tienen que estar enclaustrados en sus universidades, sin poder parti-cipar de manera directa en los asuntos pblicos (p. 171), para el ques juzga que la losofa analtica capacita adecuadamente.3 Tengo quedecir que, de nuevo en contra de lo que su texto pueda sugerir, algunoslsofos y lsofas analticos anglosajones contemporneos no son enabsoluto ajenos a las convicciones de Hurtado. Diversos participantesanglosajones en las reuniones peridicas de la red de losofa aplicadaNOMOS(http://www.ub.edu/nomos/) han expresado (en ingls, natu-ralmente, y en muchas ocasiones en el curso de contribuciones no aje-

    nas a los tecnicismos que lamenta Hurtado) la misma opinin de que,por s solos, sin una militancia ms all de la academia, los debatessobre gneros o razas como los que all se llevan a cabo no pueden pro-ducir los cambios sociales a los que razonablemente aspiran. Sea comofuere, comparto la desazn de Hurtado ante la irrelevancia pblica demucha de la losofa que practicamos, y aliento su objetivo de modi-car esta situacin si bien con la matizacin ya sealada de, que es sinduda justicable la actitud de quien, por talante, inters o capacidad,preere limitar su actividad pblica a la bsqueda del conocimientoque, segn he pretendido ilustrar, la losofa analtica est en posicinde ofrecer, y a la formacin en el mbito universitario de profesionalescapaces de ampliarlo.

    Hay otros muchos aspectos de este estimulante artculo que merecenser destacados y comentados, pero concluir con esta observacin micontribucin crtica.4

    Recibido el 24 de agosto de 2012; aceptado el 18 de octubre de 2012.

    3 No puedo dejar de notar que aqu Hurtado vuelve a incurrir en la censurableprctica retrica de presuponer lo discutible, cuando dice que es evidente [ sic]que el modelo de la democracia representativa liberal est agotado y eso lo ven contoda claridad los millones de jvenes que expresan su indignacin en las principalesciudades de Europa y Amrica, pero no puedo aqu abordar esta cuestin.

    4

    Agradezco a Josep Corb y a Teresa Marques sus comentarios y sugerenciassobre una versin anterior de este escrito.

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