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MANUALES DE LA UNESCO PARA LAS BIBLIOTECAS PUBLICAS. 5

DESARROLLO DE LAS BIBLIOTECAS PÚBLICAS E N AMÉRICA LATINA

Conferencia de SZo Paulo

La Biblioteca Pública Municipal de S3o Paulo.

DESARROLLO DE LAS

BIBLIOTECAS P ~ B L I C A S E N

AMÉRICA LATINA Conferencia de SZo Paulo

U N E S C O

Acabóse de imprimir el 17 de marzo de 1953 en la imprenta A. W. Sithoff, Leyden (Países Bajos)

por la Organización de las Nasiones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura, Pads

CUA. 52. IV. 5s

Las fotografías utilizadas en este volumen se deben a la gentileza de las siguientes personas e instituciones : Biblioteca Benjamín Franklin, México, D. F. ; Biblioteca Municipal

Infantil María Stagnero de Munar, Montevideo; Biblioteca Pública Municipal, Sáo Paulo; East Tennessee Regional Library Service ; Goran Hekton, Copenhague; J. Allan Cash, Londres; L. R. Ramos, Bogotá; National Film Board of Canada; Real-Fotografías, Sáo Paulo.

PREFACIO

N los paises donde han alcanzado cierto grado de madurez en su E desarrollo, las bibliotecas públicas desempeEan una misión indispensa- ble como centros colectivos para la información, la educación y la cultura. Proporcionan al hombre medio las publicaciones que éste necesita para prepararse a hacer frente a sus responsabilidades cívicas e individuales, y organizan grupos de debates, proyecciones cinematográjcas, conferencias y exposiciones para orientar el interés general hacia temas que requieren atención -y rejexión. Sus servicios se adaptan a las necesidades de los lugares en donde se hallan y funcionan en estrecha colaboración con p-upos, organizaciones y otras instituciones educativas, suministrándoles los recursos de biblioteca necesarios para la buena marcha de sus actividades. Las unidades móviles proveen de libros y grabaciones sonoras a campesinos y aldeanos que viven aislados y sin contacto con la mayor parte de las relaciones culturales y educativas, a los trabujadores de las fábricas, a quienes debe atenderse de una manera rápida en la hora del almuerzo, a las prisiones y hospitales. Disponen de volúmenes editados en braille para los ciegos, de libros cuyo texto puede ser proyectado en el techo para los enfermos que guardan cama y de servicios postales para las personas impedidas. No hay que olvidar, sin embargo, que el desarrollo de las bibliotecas

públicas no es igual en todo el mundo, y que muchos de los países de América Latina no disponen de esos servicios. Por esto, la Unesco, con un especial sentido de sus responsabilidades, tomó la iniciativa de organizar una corlferencia para los bibliotecagos públicos de América Latina en SZo Paulo (Brasil), en octubre de 1951, Colaboraron con nuestra secretaría para tan imfiortante proyecto la Organkmión de los Estados Americanos, el gobierno de Brasil y las autoridades del Estado y el municipio de SZo Paulo. Este volumen, el quinto de la colección «Manuales de la Unesco

para las bibliotecas públicas », contiene los resultados de aquella reunión. Los documentos de trabajo que aquí se presentan fueron preparados por expertos de América Latina y de otros países. Sugieren soluciones para algunos de los principales problemas de las bibliotecas públicas de esa

re@ón cultural y señalan el camino para el desarrollo de un uigoroso movimiento en fahr de las bibliotecas en toda América Latina. Los informes y recomendaciones de la conferencia, que resumen la esencia de diez días de ardua labor y de vivo intercambio de ideas entre renombrados bibliotecarios de diecisiete países, esbozan la acción inmediata que urge organizar. Es de esperar que este manual, como los anteriores de la misma colección,

constituya una uerdadera ayuda práctica que oriente e inspire a los biblio- tecarios, así como a los funcionarios gubernamentales, educadores y demás personas responsables del establecimiento de seruicios ejicaces de bibliotecas públicas.

fNDICE

NUESTRO AGRADECIMIENTO

Introducción: El trabajo de la conferencia . . . . 13

1.a PARTE.

Capítulo 1. Capítulo 11.

1I.a PARTE.

Capítulo 111. Capítulo IV. Capítulo V.

Capítulo VI.

111 .a PARTE.

Capítulo VII.

Capítulo VIII.

Capítulo IX.

EL MOVIMIENTO EN PRO DE LAS BIBLIOTE- CAS P~BLICAS EN AMÉRICA LATINA

Objeto y necesidad . . . . . . 21 Acción interamericana necesaria . . 28

FOMENTO DE LAS BIBLIOTECAS P~BLICAS

Legislación de las bibliotecas públicas

El sistema de libre acceso a las estante- rías de las bibliotecas . . . . . 57 Catalogación cooperativa y catalogación centralizada . . . . . . . 63

41 Campañas de publicidad . . . . 49

SERVICIOS PARA EL P~BLICO

El problema de proporcionar materiales de lectura y materiales audiovisuales adecuados . . . . . . . . 73 Servicios de biblioteca para los trabaja- dores . . . . . . . . . 83 La biblioteca ambulante del SESI . . 88

NIÑOS Y JÓVENES 1V.a PARTE.

Capítulo X.

Capítulo XI. Capítulo XII.

V.& PARTE.

Capítulo XIII. Capítulo XIV. Capítulo XV.

Capítulo XVI.

Capítulo XVII.

Servicios para los niños en la biblioteca

Los servicios de bibliotecas en las escuelas Bibliotecas de las escuelas de enseñanza secundaria . . . . . . . .

pública . . . . . . . . .

ELEVACIÓN DEL NIVEL DEL BIBLIOTECARIO

Escuelas universitarias de biblioteconomía Otras escuelas de bibliotecarios. . . Preparación profesional fuera de las escuelas . . . . . . . . Elementos de base y libros de consulta en

Situación de los bibliotecarios públicos en América Latina. . . . . . .

español y portugués . . . . .

97 105

113

127 137

146

156

169 Capítulo XVIII. Pauta para la evaluación de empleados y

candidatos a empleados de una biblioteca 175

VI .a PARTE. APÉNDICES

Apéndice A. Recomendaciones de la conferencia. . 187 Apéndice B. Miembros de la conferencia . . . 197 Apéndice C. Bibliotecas en América Latina . . . 206

ILUSTRACIONES

Enfrente de la pág.

Portada. La Biblioteca Pública Municipal de SZo Paulo. Muchas capitales poseen impresionantes bibliotecas nacionales, pero millares de aldeas se encuentran desprovistas de servicios de bibliotecas piiblicas . . . . . . . . . . . . 64 El sistema de libre acceso a las estanterías fomenta la lectura . . 65 Grupo móvil que pone los libros al alcance de los habitantes rurales alejados de toda biblioteca pública . . . . . . . . 80 Esta biblioteca ambulante sirve a obreros industriales y a sus fa- milias . . . . . . . . . . . . . . . . 80 Este hombre y su hija representan de manera típica a los millones de analfabetos que necesitan augustiosamente la ayuda del educador y del bibliotecario . . . . . . . . . . . . 81 La biblioteca escolar alienta a los jóvenes a seguir interesándose por los temas explicados durante las clases . . . . . . . 112 Las bibliotecas públicas desempeñan un papel importante en el des- arrollo de la infancia . . . . . . . . . . . 112 Las horas de narración estimulan la imaginación de los niños y su deseo de leer . . . . . . . . . . . . . 113 Libros de una biblioteca regional llegan a un centro de depósito . 128 Paciente de un hospital recibiendo los libros enviados por la biblio- teca piiblica local . . . . . . . . . . . . 129

NUESTRO AGRADECIMIENTO

EBEMOS hacer constar con gratitud la valiosa ayuda prestada D por los muchos bibliotecarios que intervinieron en la prepa- ración de este volumen, y expresamos particularmente nuestro agradecimiento a los expertos que redactaron los documentos de trabajo, a los delegados que voluntariamente prepararon artículos, y a los miembros de la conferencia que se afanaron durante diez días en la elaboración de recomendaciones e informes. Aquí se ofrece, en su forma original -salvo las correcciones

obligadas por las normas editoriales y la supresión de repeti- ciones- todo el material producido por y para la conferencia; sin embargo, por múltiples razones y para conveniencia del lector, los temas estudiados se han clasificado de manera más amplia que la establecida primitivamente por las comisiones en S5o Paulo. Igualmente expresamos nuestra gratitud a las siguientes organi-

zaciones y servicios gubernamentales que, mediante su coopera- ción, hicieron posible la celebración de la conferencia : Organiza- ción de los Estados Americanos; gobierno de Brasil; Instituto Brasileño de Educación, Ciencia y Cultura (Comisión Nacional brasileña para la Unesco); las autoridades del Estado y del municipio de S%o Paulo; Biblioteca Pública Municipal y Asocia- ción Bibliotecaria de S5o Paulo; Comité de Disposiciones Locales; Universidad de Sao Paulo y otras muchas organizaciones locales, demasiado numerosas para citarlas por separado.

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EL TRABAJO DE LA CONFERENCIA

A Conferencia sobre el Desarrollo de los Servicios de Bibliote- L cas Públicas en América Latina se celebró en la Biblioteca Pública Municipal de S5o Paulo, del 3 al 12 de octubre de 1951. La reunión fué convocada con objeto de estudiar los problemas fundamentales de las bibliotecas públicas en América Latina y de elaborar planes y recomendaciones para el desarrollo y extensión de tales servicios en esa región. Asistieron a la conferencia ciento diecinueve bibliotecarios, de los cuales sesenta y tres eran obser- vadores brasileños, en representación de diecisiete países y de seis organizaciones internacionales. Los orígenes de la conferencia han de buscarse principalmente

en el programa permanente de la Unesco. encaminado a la promoción y desarrollo de bibliotecas públicas en todo el mundo. En ejecución de ese programa, la Unesco celebró ya en el Reino Unido un seminario sobre los problemas generales de las bibliote- cas públicas, en 1948, y otro sobre las bibliotecas en la educación fundamental y de adultos, en Malmo (Suecia), en 1950. Publicó igualmente cuatro volúmenes de esta colección de manuales y emprendió un proyecto piloto en la India. Sin embargo, esta conferencia constituyó la primera reunión de la Unesco exclusi- vamente dedicada a los problemas relacionados con las bibliotecas públicas en América Latina, aunque ya algunos bibliotecarios de esa región habían participado en los dos seminarios antes mencionados, y se habían publicado en español los manuales, al mismo tiempo que en otros idiomas. La conferencia puede también considerarse como una conse-

cuencia lógica de uno de los aspectos del trabajo de la Asamblea de Bibliotecarios de las Américas, organizada en 1947 30' el Departamento de Estado de los Estados Unidos de América y por la Biblioteca del Congreso, en cooperación con la Unión Paname- ricana y otras organizaciones. Esa asamblea de 1947 estudió gran número de problemas, entre ellos el referente al desarrollo de las bibliotecas públicas. D e hecho, una de las sesiones de esta conferen-

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cia se aplazó hasta una segunda reunión de la mencionada asamblea, a fin de relacionar más estrechamente las actividades iniciadas en 1947 con la acción proyectada como resultado de la reunión de Siío Paulo. Desde sus comienzos, la conferencia de ,520 Paulo se considerb

y desarrolló como un proyecto conjunto de la Unesco y de la Organización de los Estados Americanos (O.E.A.). Su planea- miento, provisión de fondos y propaganda fueron realizados conjuntamente por ambas organizaciones, que decidieron co- laborar en las actividades educativas, científicas y culturales emprendidas por cualquiera de ellas en América Latina. A comienzos de 1951, la Unesco y la O.E.A. recibieron del

gobierno brasileño una cordial invitación a que se celebrara la conferencia en Siío Paulo. Esta invitación fué calurosamente aceptada por la Unesco y la O.E.A., ya que la Biblioteca Pública Municipal de Siío Paulo es una de las bibliotecas públicas mejor desarrolladas de América Latina y porque dispone de amplios y adecuados locales para la celebración de una conferencia de ese tipo, así como de excelentes servicios, capaces de constituir un ejemplo práctico para los delegados. Un funcionario de la Unesco que visitó los Estados Unidos de

América y diez países latinoamericanos, en los meses de febrero y marzo de 1951, concertó los acuerdos necesarios para la conferen- cia y estudió los planes provisionales de la reunión con bibliote- carios y funcionarios gubernamentales responsables, a fin de recoger sus indicaciones en cuanto a la preparación del orden del día provisional y asegurar la representación de personas bien calificadas en la reunión. Se ultimaron los detalles de la coopera- ción que podría ofrecer el Centro Regional de la Unesco en La Habana y el Centro de Cooperación Científica de Montevideo, y se llevaron a cabo los arreglos locales en Siío Paulo, donde tanto las autoridades del Estado como las municipales brindaron su apoyo total, incluso una importante ayuda financiera, para la organización de la reunión. Al término de la misión, los planes y las directrices generales fueron redactados por la Unesco y la O.E.A., a la luz de los comentarios recibidos, y se acordó que la Unesco sería responsable de la organización y administración de la reunión. En mayo se enviaron invitaciones a todos los gobiernos latino-

americanos para que participaran en la conferencia, así como a los d: los Estados Unidos de América, Haití y gobiernos que administran territorios no autónomos en la región latinoameri- cana. En el transcurso de los meses siguientes, por invitación de la Unesco, los bibliotecarios latinoamericanos y de otros países prepararon veintiún documentos de trabajo que fueron distri- buídos. Las secretarías de la Unesco y de la O.E.A. prepararon una

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bibliografía y otros varios documentos para la conferencia; reunieron materiales de exposición, publicaciones de consulta y películas, contrataron personal temporal para la interpretación, entre ellos un traductor y mecanógrafos, y se encargaron de dar amplia publicidad a la reunión. Dos miembros de la Secretaría de la Unesco llegaron a Siío Paulo diez días antes de la apertura de la conferencia para completar las medidas dispositivas en cooperación con el comité local. Las respuestas recibidas en contestación a las invitaciones para

la conferencia rebasaron todas las esperanzas. La reunión se había planeado para sesenta personas como máximo, pero, debido a las vastas distancias en América Latina y por consiguiente al elevado precio de los viajes, se dudaba que hubiera tantas personas que pudieran permitirse el viaje a Siío Paulo. Sin embargo, el interés despertado por la conferencia fué tan vivo, que se reunieron cincuenta y seis delegados. Los gastos de viaje de algunos de ellos fueron sufragados por sus gobiernos, otros delegados los costearon de su propio peculio o pidieron dinero prestado. Además, partici-• paron como observadores sesenta y tres bibliotecarios más, de varios puntos del Brasil, país en que se despertó un gran entu- siasmo por la conferencia. Sao Paulo resultó un excelente lugar para la reunión. La

Biblioteca Pública Municipal, edificio que consta de veinticuatro pisos, ofreció locales adecuados para la conferencia, con espacio suficiente para celebrar reuniones simultáneas y establecer ofici- nas, así como una amplia exposición internacional sobre los servicios de bibliotecas públicas y una biblioteczf de consulta para los asistentes. Al propio tiempo, sus instalaciones ofrecieron a los delegados un buen ejemplo de lo que es una verdadera biblioteca pública en acción. Sao Paulo cuenta también con una biblioteca infantil, una biblioteca universitaria y servicios móviles de biblio- teca, todos ellos excelentes y de gran interés para los bibliotecarios de fuera del Brasil. Los habitantes de S5o Paulo cautivaron por completo a los delegados con su gentileza y hospitalidad, y la ciudad impresionó vivamente a todos por su gran vitalidad, ya que se construye un nuevo edificio cada 50 minutos, lo que hace de Sao Paulo una de las ciudades de más rápido crecimiento de todo el mundo. De acuerdo con el programa provisional establecido por la

Unesco y la O.E.A., la sesión plenaria inaugural de la conferencia se celebró la mañana del 3 de octubre, en el auditorio de la Biblioteca, engalanado para esa ocasión con las banderas de los países participantes. El Dr. Leme, rector de la Universidad de S5o Paulo y presidente de la reunión -que habló no sólo en SU nombre sino en el del ministro de Educación de Brasil-, y el gobernador del Estado de Sao Paulo, presidente honorario de la

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conferencia, ofrecieron el apoyo total de los gobiernos federal y del Estado para el trabajo cultural que había de llevarse a cabo en colaboraci6n con la Unesco y la O.E.A. A continuación, el Dr. Paulo de Berredo Carneiro, presidente del Consejo Ejecutivo de la Unesco, habló sobre el tema «La Unesco y América Latina)). Le sucedió en el uso de la palabra el Dr. Armando de Arruda Pereira, alcalde de SZo Paulo, quien di6 la bienvenida a los miembros de la conferencia. En una sesión posterior, el Sr. Jean Thomas, director del

Departamento de Actividades Culturales de la Unesco -en el que funciona la División de Bibliotecas-, habló de las actividades de su departamento en la región y de los resultados prácticos que se esperaba obtener de esa conferencia. El Sr. Arthur Gropp, biblio- tecario de la Biblioteca Conmemorativa de Colón de la O.E.A., informó sobre el trabajo de dicha organización; y el Sr. Everett N. Petersen, jefe de la Sección de Bibliotecas Públicas de la dJnesco y secretario general de la conferencia, describió los proyectos de la Unesco encaminados a promover el desarrollo de las bibliotecas públicas en América Latina. Se eligieron los siguientes funcionarios : Dr. Sergio Milliet,

director de la Biblioteca Pública Municipal, presidente de la conferencia; Sra. María Teresa Chávez, subdirectora de la Biblioteca de México, vicepresidente; Sr. Carlos V. Penna, director de la Escuela de Bibliotecarios, Buenos Aires, relator. La Sra. Adelpha de Figueiredo, jefe de catalogación de la Biblioteca Pública Municipal de S%o Paulo, fué nombrada presidente del Comité de Disposiciones Locales. El trabajo más importante de la conferencia fué llevado a cabo

por cuatro comités que basaron sus debates en el orden del día provisional preparado por las organizaciones que convocaron la conferencia y en los documentos de trabajo, de los que se habían distribuído ejemplares de antemano. Algunos de los grupos, divididos en subcomisiones para el estudio más profundo de ciertos temas que les fueron asignados, y frecuentemente dos comisiones distintas, concertaron reuniones conjuntas para examinar temas de interés común. Los grupos prepararon informes diarios sobre sus debates, y éstos fueron traducidos, multicopiados y distribuídos para tener la seguridad de que todos los delegados estaban al corriente de la conferencia en su conjunto. Se realizaron particu- lares esfuerzos, en todas las reuniones, para que las deliberaciones transcurrieran en un plazo realista, que condujera a la acción y a resultados prácticos. Cada comisión eligió sus dignatarios, que fueron los siguientes :

comisión 1. ((Desarrollo de los servicios de bibliotecas públicas en una escala regional o nacional. )) Presidente, Germán García

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(Argentina) ; vicepresidente, Luis Málaga (Perú) ; relator, Miguel Angel Piñeiro (Uruguay).

Comisión II. ((Acción interamericana necesaria para el desarrollo de las bibliotecas públicas. >> Presidente, Luis Florén (República Dominicana) ; vicepresidente, Esther Dosil de Ramírez (Uru- gay) ; relator, Julio Fausto Fernández (El Salvador).

Comisión III. «Servicios de biblioteca para los niños en las biblio- tecas públicas y escolares. >> Presidente, Lenyra Fraccaroli (Brasil) ; vicepresidente, José Enríquez Almansar (República Dominicana) ; relator, Flora Medero (Uruguay).

Comisión IV. ((Preparación profesional para el trabajo en las bibliotecas públicas. N Presidente, Bernadette Sinay Neves (Brasil) ; vicepresidente, Carmen D. Herrera (Panamá) ; relator, Elvira Lerena Martínez (Uruguay).

Las lenguas oficiales de la conferencia fueron el español, el por- tugués y el inglés. Los documentos se tradujeron al español y al inglés. Aunque hubo intérpretes en todas las reuniones, sólo unos pocos miembros necesitaron de sus servicios, por lo cual fué posible realizar la interpretación simultánea «en voz baja». Esto permitió acelerar el procedimiento, y ahorrar a los miembros de la conferencia, que entendían la lengua del orador, el fastidio de tener que escuchar sus observaciones repetidas en otra lengua. Las instituciones organizadoras suministraron manutención y

alojamiento a los delegados y concertaron varias actividades sociales. Los miembros de la conferencia fueron alojados en un hotel situado en uno de los más modernos rascacielos de toda la ciudad y efectuaron sus comidas en común en un excelente restaurante situado cerca de la biblioteca. Entre las actividades sociales organizadas para los delegados figuraron un té de presen- tación, dos conciertos, proyecciones cinematográficas, recepciones, almuerzos y una excursión de todo un día a la playa de Santos. La conferencia tuvo una excelente publicidad. Entre las noticias

previas a la conferencia figuraron reportajes acerca de entrevistas con funcionarios de la Unesco, informaciones de tipo general para las agencias de prensa, una narración en Carta Aérea (publicada por la O.E.A.) para su distribución a novecientos periódicos, un artículo especial distribuído a mil doscientos periódicos norteamericanos y de América Latina, y una serie de emisiones radiofónicas en español, inglés y portugués por las ondas de la Voz de América. En el transcurso de la conferencia se llevaron a cabo, en cola- boración con la Universidad de Sao Paulo, unos planes publicita- rios que resultaron muy eficaces. La prensa brasileña informó diariamente sgbre la marcha de la conferencia y publicó también muchas fotografías de los delegados. D e una manera regular se enviaron comunicados de prensa a periódicos de otros países latinoamericanos, y se radiaron entrevistas radiofónicas con varios

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.

miembros de la conferencia. Se rogó a los delegados que se ocuparan de la publicidad local cuando regresaran a sus países. H a llegado hasta esta fecha numerosa información relativa a la publicación de noticias sobre la conferencia. En total se han recibido más de trescientos recortes de prensa relativos a la reunión, y es probable que se hayan publicado muchos más. En todo el transcurso de la conferencia se puso especial interés

en las realizaciones prácticas, y con ese motivo se nombró un comité para estudiar, a mediados de 1952, con los miembros de la conferencia, los trabajos realizados. El informe final de la confe- rencia fué distribuído a todos los Estados miembros de la Unesco y de la O.E.A., solicitándose su ayuda para la aplicación de las recomendaciones adecuadas. Entre las actividades subsiguientes figurará el trabajo de enlace por el bibliotecario especialista agregado al personal del Centro Regional de la Unesco en La Habana, a principios de 1952, la organización por la Unesco de un centro bibliográfico y un proyecto piloto de biblioteca pública, en colaboración con dos gobiernos latinoamericanos, así como la prosecución del-trabajo llevado a cabo por la O.E.A. Las recomendaciones de la conferencia figuran en el apén-

dice A.

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P R I M E R A P A R T E

EL MOVIMIENTO EN PRO DE LAS BIBLIOTECAS PUBLICAS

EN AMÉRICA LATINA

CAPÍTULO I

OBJETO Y NECESIDAD

Por LUIS F. M Á L A G A ~

A idea de la biblioteca pública no es nueva en la América L Latina. Fué enunciada por Mariano Moreno y José de San Martín, al establecer las bibliotecas de Buenos Aires (1810) y de Lima (1820). Luego fué puesta en práctica por Sarmiento en la República Argentina en 1870 y por Vasconcelos en México, en 1921. Finalmente ha adquirido una mayor dimensión en las realizaciones de S5o Paulo (1935) y de las bibliotecas Benjamín Franklin, de México, Artigas-Washington de Montevideo y Americana de Managua. Sin embargo, el concepto de la biblio- teca pública que se tiene en forma general está muy leja aún de los ideales de Moreno y San Martín y la condición de los servicios de biblioteca pública entre nosotros es muy diferente de la que han alcanzado algunas de las bibliotecas públicas pioneras en la gran causa de la educación popular. La censura del libro durante la época colonial, la restricción a

la ilustración popular en la misma época y el complejo económico, político, social, religioso, psicológico y cultural del régimen colonial determinaron la virtual proscripción de la biblioteca como entidad de cultura democrática. Por eso es por lo que San Martín, que representaba un movimiento de liberación, dió esencia y contenido a la biblioteca pública: libertad de lectura, democratización cultural y oportunidad de progreso educativo y social. Comprendió él, más que adivinó, el papel fundamental que la biblioteca pública debía desempe#ar en el desarrollo económico y social de -los nuevos países libres. Las bibliotecas que fundaron Moreno y San Martín se trans-

formaron luego en bibliotecas nacionales, a la manera de las grandes bibliotecas europeas. Sin pretender objetar la creación de nuestras primeras bibliotecas nacionales, creemos que el cambio efectuado en la naturaleza y nombre de las bibliotecas de Buenos Aires y Lima explica la supervivencia durante más de cien años de algunos conceptos heredados del régimen colonial y la influen- cia de una cultura exclusiva y pretendidamente erudita, con la

1. Bibliotecario Santiago de

de la Chile.

Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas,

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consiguiente postergación del ideal sanmartiniano. Como una tardía justificación de la idea original y por una necesidad latente e insatisfecha, dichas bibliotecas nacionales han tenido que reabrir parcialmente sus puertas al gran público. El siglo XIX no vi6 ningún desarrollo bibliotecario en América

Latina, exceptuando las experiencias limitadas de Argentina y Brasil. Esa época fué precisamente la que produjo el formidable movimiento de la biblioteca pública en Inglaterra, Estados Unidos de América, Suecia, Noruega y Dinamarca. El siglo xx, con las consecuencias de un tremendo desarrollo industrial, tecnológico y económico en Europa y en los Estados Unidos de América, de dos grandes guerras mundiales y de un movimiento universal de justicia, despertó a las repúblicas latinoamericanas a una nueva realidad. Habían permanecido estacionarias nuestras fuerzas económicas y sociales y era necesario apresurar nuestro desarrollo para no atrasarnos en la evolución del mundo. Entonces es cuando otra vez aparece pujante, pero contenida, la idea de la biblioteca pública. Son las últimas generaciones las que com- prenden el mensaje de la educación como un poderoso resorte en el desenvolvimiento de la América Latina. Son también las fuerzas económicas incipientes las que al aparecer requieren adecüados instrumentos de trabajo y son las fuerzas sociales, largo tiempo adormecidas, las que se dan cuenta de que les faltan los elementos que les permitan desarrollarse. El Estado no tiene suficientes medios para ,atender los servicios públicos de una sociedad civilizada; las fuentes de riqueza permanecen semi- explotadas; las masas humanas se debaten en una situación de miseria e ignorancia; no se ha llegado a establecer un orden jurídico ni se ha estructurado una verdadera democracia. Esta condición grave se agudiza por acontecimientos internacionales. También son fuerzas universales las que nos obligan y nos ayudan en la tarea recuperadora. En esta obra de regeneración tendrá un papel decisivo la educación y especialmente la educación popular. La educación de las masab en nuestros países de escaso desa-

rrollo económico y cultural es uno de los grandes propósitos de la Organización de las Naciones Unidas en su programa de paz universal, de justicia y de elevación de las condiciones de vida Y de cultura en el mundo. La biblioteca pública o popular es uno de los más eficaces instrumentos de trabajo para la realización de esta tarea suprema, como lo ha proclamado la Unesco y lo ha ratificado la Conferencia Internacional de Educación de Adultos de 1949.

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OBJETO DE LA BIBLIOTECA PÚBLICA EN AMÉRICA LATINA

La biblioteca pública ya no será un depósito de libros ni un refugio de escritores desafortunados. Superando esa etapa de infantilismo, la biblioteca pública será una agencia de educación fundamental, que colabore en la ardua tarea de salvar para la cultura a las masas ignaras. Será también una agencia de educación com- plementaria de la escuela y de formación de la futura clientela de lectores. Asimismo será una agencia social de servicio que preste información, consejo, recreación y guía al niño, al adolescente y al adulto, que escapan al radio de influencia de la educación formal, cualquiera que sea su condición social, nacionalidad, raza, credo, idioma o profesión. Por último, será una agencia de civismo, al servicio de los altos intereses colectivos y de los supremos ideales humanos, que inspire la conciencia social del individuo y del grupo, que contribuya a fomentar la actividad creadora del pueblo y que sepa encauzar las aspiraciones altruistas de los elementos más calificados de la sociedad. Si los propósitos de la biblioteca pública en América Latina son

casi los mismos que tiene en otros países, no lo son los problemas, las necesidades y los métodos a seguirse. La biblioteca pública, como la escuela, tiene que adaptarse en cada pais a las condiciones peculiares del medio físico y social si se quiere que sea un organismo vivificante, sensible a los requerimientos del hombre e identificable con su destino. Eso lo han demostrado las experiencias de la biblioteca pública en Europa, Asia o América. Y esa enseñanza tenemos que aprovecharla para asegurar el éxito que el movi- miento de desarrollo de las bibliotecas públicas debe también alcanzar entre nosotros.

PROBLEMAS DE DESARROLLO DE LA BIBLIOTECA PÚBLICA EN AMÉRICA LATINA

La biblioteca pública tiene que enfrentar en su desarrollo diversos problemas determinados por los factores que condicionan nuestra realidad. Consideremos en primer lugar el factor geográfico.' U n territorio muy extendido y con grandes obstáculos para la intercomunicación, con diversidad de climas y de riquezas natu- rales, crea regiones que nunca coinciden con la división política. La población se ha distribuído y agrupado de acuerdo con esta determinante formando grandes conglomerados humanos en las ciudades de la costa, en los centros mineros y en las zonas rurales formadas por cuencas o valles. La existencia de grandes zonas deshabitadas conduce a error la apreciación de las cifras de densidad de población. El factor social merece también un somero

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análisis. No solamente existen barreras físicas entre los grupos sociales, sino también de carácter político, económico, idiomático y psicológico. La difusión de la cultura encuentra otro gran obstáculo constituído por el alto porcentaje de analfabetismo, que solamente es sobrepasado por algunos países asiáticos. También debemos tener en cuenta que la distribución de la población analfabeta no es uniforme. El temor infundado a la ilustración del pueblo y el desenvolvimiento de las virtudes de la educación constituyen otros tantos impedimentos para el desarrollo de las bibliotecas. La escasa productividad económica consecuente a un imperfecto desarrollo económico, junto con una mala distribución de la riqueza, impedirán también en gran parte su desenvolvi- miento. El pueblo, que se halla sobrecargado de impuestos al consumo, no podrá pagar siquiera el costo del servicio de biblio- teca teniendo una renta individual media de 170 dólares al año; no hay posibilidad de comparación con la renta individual en los Estados Unidos de América (1.453 dólares), Inglaterra (773 dóla- res) o Noruega (587 dó1ares)l. Es bastante ilustrativo que las regiones más industrializadas de nuestra América han iniciado el movimiento de desarrollo de la biblioteca pública. Finalmente, debemos hacer referencia a otros obstáculos de carácter político. La inercia de los individuos y de los pequeños grupos sociales que todo lo esperan de la acción paternal del Estado y concurrente- mente la intromisión excesiva del poder político en las actividades privadas, junto con el adormecimiento del sentido cívico del pueblo, son causas que retardarán nuestro desarrollo cultural, pero que pueden ser neutralizadas por la acción de la biblioteca; aún más, la intervención estatal puede ser usada para iniciar el desarrollo. Las limitaciones de carácter técnico son las que pueden ser superadas más fácilmente por la acción de los bibliotecarios, institutos y autoridades que fomenten el estudio y la investigación de los métodos y prácticas aplicables a nuestra realidad y de acuerdo con nuestros recursos. Parecen avasalladoras e insuperables las dificultades de diversa

naturaleza que se han enumerado. Empero, son la mejor justifica- ción de la necesidad del desarrollo inmediato de la biblioteca .pública en América Latina. Es fácil darse cuenta que se requiere para ello un programa de desarrollo y un plan que lo ponga en ejecución. No podemos permitirnos el lujo de un desarrollo natural ni tampoco debemos realizar una serie de ensayos y experimentos. El éxito que pueda tener la biblioteca pública en América Latina está condicionado al acierto con que interpretemos nuestras necesidades y nuestro medio, con que formulemos un programa y a la celeridad con que actuemos.

1. Documento de las Naciones Unidas E/2041.

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El examen ligero que hemos hecho nos demuestra que los problemas fundamentales del desarrollo de la biblioteca pública en América Latina son: económico, legislativo, técnico y publici- tario. Cuantiosos gastos de instalación, material bibliográfico y servicios personales se necesitan para cumplir la fase inicial del desarrollo; en seguida se requiere asegurar una renta que permita a las bibliotecas seguir su desenvolvimiento. Una determinación de los recursos disponibles y un plan de gastos permitirán una económica distribución con el máximo de resultados. Los gobier- nos y las organizaciones internacionales que patrocinan a la biblioteca deben asignar los fondos que tienen destinados a este fin y crear, además, otras fuentes de recursos extraordinarios. Para ello se requiere una legislación apropiada, que adicional- mente establezca la condición legal de la biblioteca dentro del sistema educativo y la ampare decididamente. La formación de profesionales técnicos y la determinación de normas técnicas y métodos aplicables a nuestra biblioteca pública constituyen, en gran parte, el problema tecnológico : las organizaciones que apoyan a la biblioteca, y especialmente las que están encargadas de proporcionar asistencia técnica a los países poco desarrollados, son las que pueden ayudar a resolver este problema. Por último, se necesita una labor de convencimiento y de difusión mediante la propaganda que demuestre la necesidad de la biblioteca pública y la eficacia de sus servicios, creando un ambiente favorable en el pueblo y los gobernantes.

NECESIDADES INMEDIATAS D E UN P R O G R A M A D E DESARROLLO DE LAS BIBLIOTECAS P ~ B L I C A S

Es posible determinar las principales necesidades de un programa de desarrollo, las que son aplicables en gran parte al desenvol- vimiento de las bibliotecas existentes. Hasta ahora no se han hecho estudios ni exámenes cuidadosos

de los factores que condicionan favorable o desfavorablemente el servicio de esta clase en cada país y en cada región. Es ésta, pues, la primera necesidad inmediata de un programa de desarrollo. El estudio y análisis de la condición de la biblioteca pública y

del estado de las existentes, con determinación de sus recursos bibliográficos, presupuesto, personal, servicios, locales, métodos de trabajo, instrumentos de servicio y legislación, así como sus rela- ciones con otras bibliotecas, con el público y con las autoridades, es la segunda necesidad inmediata. Aquí se debe incluir un estudio de los intereses de la clientela y los planes de expansión y desen- volvimiento. La investigación de los recursos económicos locales que pueden

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destinarse al desarrollo de bibliotecas individuales y de sistemas regionales y nacionales, constituye la tercera necesidad inmediata de este programa. La estimación racional de los gastos indispensables para cubrir

las necesidades más urgentes del fomento de bibliotecas existentes y de la creación de nuevas bibliotecas en una escala local, regional y nacional, es la cuarta necesidad del programa. En lo que se refiere al personal que trabaja en las bibliotecas, se

debe estudiar la posibilidad de formar asociaciones profesionales, de reorganizar las existentes, de establecer escuelas de biblio- tecarios, de fomentar la realización de congresos regionales y nacionales de bibliotecarios, de proporcionar becas de estudio y perfeccionamiento y de conseguir en cada país una legislación protectora de la profesión. Es importante determinar las relaciones de trabajo entre los bibliotecarios profesionales y los bibliotecarios empíricos. El material bibliográfico tiene también necesidades propias

dentro del programa de desarrollo. Es imprescindible considerar el estudio de una política de publicaciones populares que se puedan editar en forma cooperativa para reducir su costo en favor de las bibliotecas públicas. Junto con los libros para lectores se requieren publicaciones destinadas a los bibliotecarios, como instrumentos de trabajo y revistas profesionales. Dentro de esta misma necesidad deben incluirse los materiales extrabibliográficos de uso en la biblioteca pública, como grabaciones, películas y otros. La determinación de normas técnicas y métodos aplicables a

nuestra biblioteca, aprovechando el modelo de los usados en bibliotecas avanzadas del extranjero, constituye una necesidad calificada del mismo programa como también lo es, y de modo primordial, la determinación de métodos publicitarios y de convencimiento. Esbozadas las necesidades fundamentales y más urgentes de un

programa de desarrollo de la biblioteca pública en América Latina, cabe preguntarse si es oportuna su realización inmediata. Ésta es una cuestión capital cuya respuesta corresponde a esta conferencia reunida en la Biblioteca Municipal de Sao Paulo. Examinemos algunos antecedentes y tratemos de obtener conclusiones personales. Se han puesto en ejecución algunos programas de desarrollo en nuestros países, aunque en escala reducida. Algunas naciones caracterizadas por el desarrollo de sus bibliotecas públicas han realizado una labor de difusión mediante la otorgación de becas, donación de libros y establecimiento de pequeñas bibliotecas modelo. El desarrollo de las escuelas de bibliotecarios en América Latina durante los últimos diez años es otro acontecimiento sig- nificativo. Por último, debemos citar la primera Asamblea de Bibliotecarios de las Américas en que se sugirió la posibilidad de un 26

programa de desarrollo a semejanza de los que estaban realizando en las zonas atrasadas de Estados Unidos de América. Los hechos enunciados y el más importante del apoyo e iniciativa

de la Unesco y de la Organización de los Estados Americanos nos convencen de que la hora del desarrollo de la biblioteca pública en América Latina ha llegado. La etapa de los debates, esclareci- mientos y ensayos se ha clausurado. Esta conferencia debe aprobar resoluciones de carácter práctico y crear los órganos que preparen y ejecuten un programa de acción inmediata iniciando la elabora- ción de un programa de más largo alcance. Se debe considerar la instalación de bibliotecas públicas modelo que funcionen como proyectos piloto, el establecimiento de un Instituto Latinoameri- cano de Bibliotecología y Bibliografía como centro superior de estudio e investigación, la formación de comisiones nacionales de desarrollo de bibliotecas, la celebración de acuerdos con los gobier- nos y las organizaciones internacionales para el fomento de biblio- tecas públicas y la iniciación de los estudios de las condiciones actuales de las bibliotecas en cada país entre otros acuerdos.

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CAPÍTULO 11

ACCIÓN INTERAMERICANA NECESARIA

Por ARTHUR E. GROPP~

TJALQUIER programa de acción para el desarrollo firme y C estable de las bibliotecas en América Latina exige una labor concentrada tanto por el frente cultural nacional como por el internacional. Tal programa de acción podría abarcar los siguientes puntos: normas mínimas en el campo de la educación profesional de los bibliotecarios; legislación en favor de la profesión de biblio- tecario ; asociaciones nacionales de bibliotecarios ; ayuda económica por los gobiernos nacionales, así como locales, con el fin de cubrir las necesidades básicas de la biblioteca; bibliografía nacional : la actual así como la retrospectiva, bibliotecología, bibliografía de bibliografías, índices generales de publicaciones periódicas y centros bibliográficos ; el comercio de libros ; publicación de libros, especial- mente de libros para jóvenes y niÍios; canje de publicaciones; intercambios de personal; educación universal fundamental.

EDUCACI~N PROFESIONAL

La educación profesional de los bibliotecarios se considera básica en un programa de mejoramiento de los servicios que se ofrecen por medio de la biblioteca. En los países en los cuales se ha esta- blecido una enseñanza profesional, las escuelas de bibliotecnia reflejan el valor de tal entrenamiento, particularmente por lo que respecta a transformar la conciencia del bibliotecario a un nivel profesional. La educación bibliotécnica tiene doble resultado : afecta la organización de las bibliotecas y sus servicios y promueve la creación de asociaciones de bibliotecarios profesionales, las cuales, por su parte, influyen en la opinión y pensamiento pro- fesional: La educación profesional de los bibliotecarios no se ha esta-

blecido en todos los países de América Latina. En aquéllos en los que se ofrecen estos estudios, se manifiestan diferencias en la estructura administrativa y en los requisitos de las escuelas para

1. Bibliotecario, Biblioteca Conmemorativa de Colón, Unión Panamericana.

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la admisión y para la graduación. Algunas escuelas imparten solamente un curso intensivo de un año, otras, un curso de dos años. Algunas otorgan el título al finalizar el primer año de estudios mientras que otras otorgan un segundo título por el otro año de estudios. Algunos de los gobiernos reconocen el título de bibliote- cario y lo exigen para el empleo. Otros no lo exigen. Esto último es verdad muy especialmente en aquellos países en los cuales los gobiernos no han reconocido los cursos oficialmente. En Uruguay, por ejemplo, los cargos vacantes en las bibliotecas nacionales y municipales pueden ser ocupados solamente por personas que han terminado sus estudios en la Escuela de Bibliotecnia. El reconocimiento oficial acerca de los estudios profesionales es

importante, ya que asegura el empleo de personal que al menos ha cumplido con un mínimo de entrenamiento. Este reconoci- miento además facilita la formación de un cuerpo profesional que, desde luego, tiene que asumir la obligación de fomentar la adopción de normas de organización y funcionamiento de los servicios de biblioteca. Por esta razón las asociaciones profesionales son indis- pensables para el progreso de la biblioteca en cada uno de los países, y ayudarán al progreso en el campo interamericano.

ASOCIACIONES D E BIBLIOTECARIOS

En la mayoría de los países latinoamericanos, ya se han formado asociaciones de bibliotecarios1, pero en general carecen de presti- gio. Hasta ahora no poseen las condiciones necesarias para poder influir sobre las autoridades, debido a que los requisitos mínimos para obtener el título de bibliotecario en muchos casos no son equi- valentes a los que se exigen para otras proFesiones. No han podido conseguir sueldos más altos y poder así atraer a la profesión de bibliotecario un personal mejor preparado. Su carencia de prestigio entre las asociaciones también retarda el logro de otros fines pro- fesionales, tales como la ayuda financiera para las bibliotecas en suficiente cantidad a fin de poder enriquecer las colecciones; el establecimiento y extensión de un servicio amplio a toda la comu- nidad para niños y adultos; la adopción de normas mínimas para la organización de bibliotecas y fomento y producción de literatura referente a las bibliotecas. La organización y servicios de la biblioteca permanecerán retar-

dados hasta que se establezcan asociaciones de bibliotecarios en cada uno de los países de América Latina y hasta que ellas obtengan una posición capaz de influir sobre el cuerpo político, a fin de

1. Gropp, A. E., <<Asociaciones de bibliotecarios en los paises latinoamericanosi) (Boletin de la Asocracidn de Bibliolccarios Diplomados del Uruguay, Montevideo, I.er &o, n.O 2, agosto de 1948 págs. 2-8).

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lograr que dicho cuerpo las reconozca por su contribución cultural a la nación.

SITUACIÓN ECONÓMICA

Para la adquisición de material bibliográfico, es particularmente esencial el suministrar fondos adecuados a las bibliotecas populares y escolares. En la actualidad es virtualmente imposible planear un programa para la adquisición, de acuerdo con las necesidades de los lectores. Las adquisiciones se consiguen por medio de obsequios y canje, motivo por el cual las obras resultan ser muchas veces de poco o ningún interés para el lector. Es muy importante cristalizar e inducir la forma y medios que faciliten el conseguir una ayuda económica que garantice la adquisición de libros de acuerdo con las necesidades de los lectores. Hay necesidad de iniciar campañas financieras en las comunidades, así como conseguir el apoyo de las municipalidades y los cuerpos legislativos del Estado a fin de obtener fondos para bibliotecas. Dichas campañas, ya sea que se relacionen con fuentes privadas o públicas, deben estar apoyadas en argu- mentos y hechos que demuestren los beneficios que la biblioteca aporta a la comunidad y a la nación. Un manual de información básica sobre los fines y técnica de dichas campañas sería útil a pesar de que el problema relacionado con la selección y compra de libros sea, por lo general, un asunto de orden local para cada biblioteca.

B I B L I O G R A F Í A

El bibliotecario y los lectores necesitan tener información biblio- gráfica. El bibliotecario específicamente necesita esta información para facilitar la selección de libros. Para conseguir este propósito, no le es suficiente la bibliografía nacional de su propio país. Necesita también tener acceso a la bibliografía nacional de otros países. Pero no todos los países de América Latina publican su bibliografía nacional aunque repetidas veces se ha resuelto en conferencias interamericanas que se debe fomentar la preparación de bibliografías nacionales, tanto de publicaciones corrientes como retrospectivas. Sin embargo, se ha realizado un considerable progreso especialmente a partir de la séptima Conferencia Inter- nacional de los Estados Americanos, celebrada en Montevideo en 1933. A pesar de este impulso, las actividades bibliográficas todavía no han llegado a satisfacer las necesidades de información sobre libros y publicaciones periódicas que se publican en América Latina.

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La producción actual de libros en América Latina está cubierta parcialmente por bibliografías de materia, por catálogos de libreros y por bibliografías nacionales anuales. Ninguno de estos trabajos es suficientemente extenso para asegurar una nómina completa de libros, con excepción de las bibliografías anuales; no siendo éstas publicadas en todos los países. Por otra parte, las bibliografías retrospectivas y exhaustivas se

encuentran tan remotas como siempre, con excepción de algunas recopilaciones que abarcan los períodos anteriores a la inde- pendencia, y otras que comprenden la primera parte del período que siguió a ésta inmediatamente. Se podrá tomar como modelo la bibliografía de Haití -país que será el primero en contar con una bibliografía completa- que aparecerá próximamente, recopilada por Max Baissanthe, director de la Biblioteca Nacional de Haití, y preparada para la publicación por la Scarecrow Press en Wáshington, D. C. Será de considerable ayuda preparar un suplemento y poner

al día la obra de C. K. Jones, Bibliografihy of Latin American Biblio- graphies (2." edición, 1942), publicada por la Biblioteca del Congreso. En vista de la insistente necesidad de tener trabajos biblio-

gráficos como resultado de la producción creciente de libros, y en vista del tremendo problema que esta producción está creando, será de gran utilidad la preparación de un manual sobre servicios bibliográficos nacionales, para poder coordinar las actividades bibliográficas, por conducto de una agencia internacional. En la preparación de dicho manual, y tratándose de la recopilación de bibliografías, deberán respetarse las normas ya aceptadas. El establecimiento de centros bibliográficos en cada uno de

los países ayudaría substancialmente a la organización de la biblioteca nacional. Cada centro podría servir como una agencia de información bibliográfica en su país. Tendría como fin general el de activar la compilación bibliográfica. Podría fomentar la compilación de catálogos colectivos. Podría promover la publi- cación de información bibliográfica en periódicos. Y podría facilitar el establecimiento de contactos y fomentar la cooperación bibliográfica con agencias bibliográficas en otros países, cana- lizando y coordinando así la información bibliográfica. El éxito de la actividad bibliográfica y del servicio de consulta

en las bibliotecas se encuentra impedido por la falta de índices detallados de las publicaciones periódicas latinoamericanas. Muchas bibliotecas en América Latina, así como otras fiiera de esa región, cuyas colecciones reflejan un interés en asuntos latinoamericanos, analizan el contenido de las publicaciones periódicas que podrían ser de interés para sus lectores. Tal trabajo, realizado por cada una de las bibliotecas, resulta ser una tremenda

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duplicación de esfuerzo, especialmente para los centros que analizan las mismas publicaciones. Esta carencia de coordinación constituye un problema grave que requerirá más que una acción nacional para encontrar una solución satisfactoria. Como conse- cuencia, al formular un plan para el desarrollo de los servicios bibliográficos, debe darse especial consideración a la preparación de un índice general de publicaciones periódicas de América Latina. Otro problema bibliográfico que se presenta es el que se refiere

a la carencia de información de publicaciones en español y por- tugués, en el campo bibliotécnico. La Asamblea de Bibliotecarios de las Américas reconoció la necesidad de preparar tal bibliografía de publicaciones corrientes, así como retrospectivas, relativas a América Latina. Una bibliografía de esta especialidad serviría como medio de información para todas las personas interesadas en el desenvolvimiento de las bibliotecas y en el progreso del movimiento profesional bibliotécnico de aquellos países. Además, llamaría la atención hacia la literatura más urgentemente necesi- tada y que debería ser producida en los idiomas que se hablan en América Latina, sirviendo de esta manera, también, como impulso para la escritura sobre temas en este campo de estudio.

LITERATURA B I B L I O T E C O L ~ G I C A

A pesar de que la literatura que existe sobre bibliotecnia en los idiomas español y portugués se está enriqueciendo, se siente todavía la necesidad de publicaciones relativas a edificios para bibliotecas, personal, administración y servicios públicos, en particular los servicios de consulta y de extensión. Son también necesarias contribuciones sobre la historia de las bibliotecas, individualmente y en conjunto, y sobre el movimiento de las mismas en los distintos países de América Latina. D e igual manera se registra una escasez de información acerca de servicios espe- ciales, tales como el préstamo de libros entre bibliotecas, micro- fotografía y otros medios de reproducción; trabajo con grupos especiales de la comunidad; guía al lector en sus lecturas; trabajo con escuelas; trabajo con negocios ,e industrias; y campañas de publicidad.

COMERCIO DE LIBROS

En relación con la organización y los métodos que se usan en el comercio del libro, muy especialmente cuando el comercio es de un país a otro, se presentan como obstáculos que impiden el

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mejor servicio los reglamentos de importación; éstos deberían ser simplificados y unificados entre los diferentes países. Las variantes en la práctica no están necesariamente relacionadas con los impuestos, sino que se deben más bien al retardo en el despacho de los envíos en la aduana. Los reglamentos postales, de la misma manera, presentan variantes en su aplicación de país a país, a pesar de que todos los países latinoamericanos están afiliados a la Unión Postal de las Américas y España. Este organismo inter- nacional ha tenido gran influencia en la adopción de sistemas postales uniformes. Sin embargo, el mayor obstáculo para establecer el libre inter-

cambio de libros de país a país consiste en el cambio monetario y el pago de obligaciones contratadas. Las restricciones nacionales y controles reducen la cantidad de crédito que puede ser expor- tado, especialmente en aquellos países cuyas reservas están ago- tadas o en peligro de agotarse. Estas restricciones y controles hacen disminuir el volumen de comercio aun de libros y publicaciones periódicas. Hay otras complicaciones también que se basan en el comercio

por monopolios, los cuales imponen condiciones favorables a los libreros. Pocas librerías publican catálogos y solamente algunas de las bibliografías nacionales indican precios, lo que dificulta conocer las condiciones de venta de los libros. En relación con este problema, la Asamblea de Bibliotecarios de las Américas recomendó que las cámaras de libro asumieran la responsabilidad de comunicar a las bibliotecas e instituciones en otros países la información concerniente a los libros publicados en sus propios países, indicando, señaladamente, los precios y las casas editoriales, cuando sea posible.

O R G A N I Z A C I ~ N EDITORIAL

Un problema que indirectamente afecta al desarrollo de biblio- tecas es el de la organización editorial. Se calcula que la industria literaria latinoamericana produce unas 20.000 obras, libros y folletos que se publican por año y un número igual de publica- ciones periódicas. Con la excepción de algunas editoriales grandes en los centros principales, tales como Buenos Aires, Río de Janeiro, S5o Paulo, México, Santiago, Porto Alegre y La Habana, la publicación de libros se hace sobre bases de acuerdo entre autor e impresor, responsabilizándose el autor de su propio trabajo. Pero el autor carente de capital autoriza la impresión en ediciones limitadas y, una vez terminada la impresión, distribuye los ejem- plares él mismo o lo hace una librería, a base de comisión. Su medio de propaganda se limita tanto que, con mucha frecuencia,

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sólo aparece una nota sobre su obra en el periódico de su propio pueblo. No llega la noticia a los consumidores de otros países, excepto cuando por casualidad se incluye en la sección biblio- gráfica de una revista literaria o científica. En muchos casos, cuando el autor no encuentra salida para su

trabajo en forma de folleto o libro, encuentra más posibilidad por medio de los periódicos y revistas. Por esta razón los periódicos y revistas han asumido un papel tan importante en la producción literaria de autores latinoamericanos. Los periódicos de América Latina, en su mayor parte, publican largos artículos de fondo sobre cuestiones literarias, Científicas e históricas.

LIBROS P A R A NIÑOS

La publicación de libros para niños constituye un problema distinto. En general se ha hecho muy poco en América Latina en el campo de libros para niños. La mayor producción se ha realizado en Argentina, Brasil y México. La bibliotecaria Adelpha R. de Figueiredo, en 1939, preparó un trabajo con una bibliografía que contenía cerca de 180 títulos sobre literatura para niños en el Brasil1. Además, otras dos extensas compilaciones2 de libros en español fueron preparadas en 1948 por Juana Manrique de Lara, en México. Estas dos compilaciones, una sobre libros para niños de edad escolar y la otra para jóvenes de escuelas secundarias, contienen cada una citas bibliográficas de 1 .O00 obras. Casi todos los libros fueron publicados en los países americanos; mas algunos fueron impresos en los Estados Unidos de América y en España. Las listas mencionadas reflejan la escasez de material de lectura

para niños en español y aún más en portugués. Debe hacerse un gran esfuerzo para aumentar el número de libros buenos en este campo. Con un mayor número de libros disponibles para niños, la tarea del bibliotecario se vuelve fácil. Cuando el hábito de la lectura se fija firmemente en el niño, el problema de atraerlo a la biblioteca al ser adulto se halla resuelto en gran parte.

CANJE DE PUBLICACIONES

Los problemas relacionados con el canje de publicaciones oficiales, científicas y literarias y los relativos al desarrollo industrial 1. Figueiredo, Adelpha S. Rodriguez de, aA literatura para criancas no Brasila, Pracerdings of

ihe Secand Cmrventian of thc Inter-Ameriian Bibiiagraphical and Library Association, Washington. D.C., 1939, págs. 105-122.

2. Juana Manrique de Lara, nLista de libros para escuelas primariasu, 1948. 104, 111, 51 págs. Manuscrito inédito, microfotografiado por la Biblioteca Benjamin Frankiin. Copia en la Biblioteca Conmemorativa de Colón. Tambih, !iLLista de libros para jóvenes de escuelas de segunda enseñanzau, 1948. 122, 123, 70 págs. Manuscrito inédito, microfotografiado por la Biblioteca Benjamin Franklin. Copia en la Biblioteca Conmemorativa de Colón.

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recibieron un lugar prominente en las discusiones, tanto en la segunda Conferencia Internacional de los Estados Americanos, celebrada en 1902, como en las subsiguientes. Los diferentes Estados miembros ratificaron acuerdos y adoptaron procedimien- tos. Sin embargo, los problemas no quedaron completamente resueltos por haberse firmado los acuerdos y por el establecimiento de procedimientos para efectuar el canje. El hecho de que figuren aún en las agendas de las conferencias internacionales crea duda acerca de si se ha dado fiel cumplimiento a los acuerdos o de que hayan aparecido nuevos problemas como resultado de haberse puesto los acuerdos en vigencia. Los problemas relacionados con el cumplimiento de los acuerdos

no son tan graves, a pesar de que cada país debe constantemente revisar su política de canje, como lo son los problemas concernientes al recibo y utilización de las publicaciones provenientes de otros países. En algunos países la Biblioteca Nacional es la agencia de depósito. En otros, es una oficina del Ministerio de Relaciones Exteriores. Esta oficina, como regla general, no brinda espacio suficiente para el uso de los materiales que se reciben. Es, sin embargo, muy deseable el sistematizar el procedimiento más aún para que las bibliotecas y otras instituciones puedan saber qué publicaciones se reciben y dónde están depositadas. Sería deseable también que se preparase un manual para fomentar el canje de publicaciones entre los países americanos. En un manual de esta naturaleza debería incluirse una lista de organizaciones científicas y culturales, acompañada de información acerca de las publica- ciones de dichas organizaciones y una lista de las agencias que ofrecen servicios de fotorreproducción.

INTERCAMBIOS DE PERSONAS

Las facilidades que se han establecido para el intercambio de personas entre las Américas deben ser extendidas. La Convención de Buenos Aires (1 936) estableció un intercambio de estudiantes, dos de cada país con dos de cada uno de los otros países que ratificaron la convención.' Además, los gobiernos están enviando misiones especiales a otros países en número creciente. Varias instituciones privadas y fundaciones ofrecen facilidades para el intercambio de estudiantes. Ahora que hay escuelas de biblio- tecnia funcionando en varios países, deben extenderse las facili- dades de intercambio para permitir el envío, por medio de becas, de estudiantes de aquellos países en que no existen cursos de bibliotecnia a escuelas de otros países. Este arreglo tiene la ventaja de poder evitar las dificultades de ajuste por motivo del

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idioma y las diferencias en los requisitos de admisión existentes en países fuera del área latinoamericana. D e acuerdo con esta política, la Unión Panamericana proyecta

el establecimiento de centros de preparación de técnicos biblio- tecarios bajo el programa de asistencia técnica. Cuando el pro- yecto se inicie, durante cada uno de los dos años del proyecto podrán capacitarse veinticinco estudiantes como máximo en la técnica de bibliotecas. Los estudiantes deberán regresar a sus propios países con objeto de entrenar a otros en la misma técnica. A pesar de que el proyecto no pretende cubrir la demanda para personal entrenado, contribuirá al desarrollo de bibliotecas en América Latina. La experiencia adquirida como consecuencia del programa de

intercambio de personas constituye una contribución apreciable al proceso cultural del cual la biblioteca forma parte.

EXTENSIÓN DE SERVICIO

El éxito de la biblioteca no es resultado en su totalidad de las condiciones de personal, ni aun de una excelente organización. Debe también darse atención a un factor de más amplia significa- ción: la simpatía y receptibilidad del público en general hacia el íntegro concepto de la biblioteca. En los países donde el porcen- taje de analfabetos es elevado todavía, y en aquéllos que tienen una gran población rural así como centros industrializados, el analfabetismo no se elimina en una gran medida por el simple establecimiento y la organización de servicios de biblioteca. La solución principal descansa en la educación. Los lectores poten- ciales de esta masa de analfabetos deben primero elevarse al nivel cultural mínimo, para que puedan aprovechar los libros existentes en las bibliotecas y apreciar los beneficios de los servicios que éstas les ofrecen. En el seminario interamericano sobre analfabe- tismo y educación de adultos, realizado en Río de Janeiro en 1949, los educadores expresaron firmemente sus convicciones en el sentido de que un programa de educación fundamental para personas de mayor edad rendiría resultados más inmediatos que el proceso regular de educación. Esta opinión dió por resultado el establecimiento, durante este año, del Centro Regional de Edu- cación Fundamental para América Latina, en Pátzcuaro (Michoa- cán, México), auspiciado conjuntamente por la Unesco y la Organización de los Estados Americanos. Los países individualmente están intensificando sus esfuerzos

con el objeto de borrar el analfabetismo y la ignorancia por medio de la educación de adultos, la enseñanza vocacional, misiones culturales, cursos por radio, y otros medios, tales como la publi-

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cación de materiales de lectura atrayentes y fáciles de entender por los recién alfabetizados. Como medida complementaria en el programa de educación

fundamental, la biblioteca debe establecerse en todas las comuni- dades por medio de la extensión de sus servicios, junto con una campaña bien dirigida de publicidad que demuestre los beneficios que las bibliotecas ofrecen a los nuevos lectores.

CONCLUSIÓN

Los países de América Latina presentan un ejemplo único en el cual las áreas geográficas que se extienden más allá de los límites nacionales conducen a la ejecución de proyectos cooperativos sobre bases internacionales. El idioma es común para todos ellos, con excepción de Brasil y Haití, y en esos países la desviación del lenguaje no representa un obstáculo serio. La herencia cultural y racial es básicamente la misma, con excepción de los indígenas, que en gran parte no han sido todavía asimilados completamente dentro de la composición cultural. Finalmente, en esta área, el panamericanismo ha florecido continuamente en una forma orga- nizada, durante más de sesenta años, acumulando una tradición cooperativista que no tiene paralelo en otras regiones del mundo. Como consecuencia se anticipa que se puede llegar a una solución satisfactoria en la lucha contra los problemas que, generalmente, tienden a retardar el adelanto cultural y, específicamente, el desarrollo de los servicios de biblioteca.

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S E G U N D A P A R T E

FOMENTO D E LAS BIBLIOTECAS PUBLICAS

CAPfTULO 111

LEGISLACION DE LAS BIBLIOTECAS PUBLICAS

Por ROBERT L. HANSEN~

AS primeras disposiciones. sobre legislación de bibliotecas L públicas aparecieron en Gran Bretaña y en los Estados Unidos de América a mediados del siglo XIX. Esta reglamen- tación de bibliotecas varía considerablemente; los reglamentos ingleses autorizan a los municipios a destinar una cierta cantidad de los fondos municipales para el establecimiento y manteni- miento de una biblioteca. La ley establece únicamente las puras relaciones legales entre las autoridades municipales y las bibliotecas. Las leyes americanas más antiguas son similares, pero muchas leyes de varios Estados americanos promulgadas en el sigld xx incluyen disposiciones más detalladas sobre el objeto y organización de las bibliotecas públicas. Dichas leyes americanas han servido como modelo para las adoptadas más tarde en varios países de Europa. Ninguna de las leyes existentes comprende todos los tipos de

biblioteca que se encuentran en un país dado. Se puede argüir que estaría más de acuerdo con el moderno progreso social disponer de un cuerpo de Ieyes aplicable a toda clase de biblio- tecas públicas, a fin de que la cooperación entre éstas pudiese establecerse sobre una base legal; y que cada una tuviese un campo de acción bien definido. Sin embargo, a causa de las varias formas de desarrollo de los servicios de biblioteca en ciertos países, parece más viable que la legislación sobre bibliotecas se refiera solamente al tipo moderno de ellas, o biblioteca «popular », es decir: bibliotecas destinadas para uso del público en general, mientras que las bibliotecas de investigación y las especiales deben organizarse según ciertas normas administrativas adaptadas a su particular propósito. Por otro lado, en lo que se refiere a las bibliotecas abiertas al

público en general, debería existir un cuerpo de leyes que estipulase los deberes y privilegios de tales bibliotecas y, sobre todo, la cuantía de la subvención que habrían de otorgarles regularmente las autoridades encargadas de la asignación de fondos. Todos

1. Director de bibliotecas, Inspección de Biblioteca8 del Estado, Copenhague.

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recordamos las dificultades que tuvieron que vencer las bibliotecas americanas durante la crisis económica de 1930, simplemente porque el Estado no se había impuesto obligación ninguna respecto de las bibliotecas. Debe recordarse también la espinosa discusión que tuvo lugar en los Estados Unidos de América y en el Reino Unido sobre la conveniencia de que el Estado subvencionase las bibliotecas y llegase de este modo a ejercer control sobre ellas. Es indudable que el desarrollo de la centralización socialista que

caracteriza nuestra época traerá también consigo alguna forma de socialización de nuestras bibliotecas, convirtiéndolas ya sea en bibliotecas del Estado propiamente dichas, ya en una forma mixta de biblioteca municipal y estatal. En ambos casos las autoridades públicas poseen y manejan estas bibliotecas. Así, pues, es interesante notar las finalidades que deben perse-

guir las leyes reguladoras de las bibliotecas públicas. Trataré de indicar las más importantes de ellas.

OBLIGATORIEDAD D E LAS BIBLIOTECAS

Hasta ahora, la mayor parte de las bibliotecas creadas en los distintos países lo han sido sobre una base de indkpendencia. Afirmo que la experiencia nos ha demostrado que si un país desea crear un servicio de bibliotecas públicas, no debe hacerlo sobre dicha base de independencia, puesto que de ese modo el progreso sería demasiado lento. Una sociedad democrática moderna no puede aceptar el hecho de que ciertos distritos o ciertas ciudades no suministren a sus habitantes un servicio de biblioteca, solamente porque no se ha producido la necesaria iniciativa privada. Todos los ciudadanos de un país deben gozar, en la medida de lo posible, de iguales oportunidades para estudiar su propia literatura. Por lo tanto debería ser obligación legal de cada centro urbano (u otros distritos convenientes) mantener una biblioteca pública, del mismo modo que mantiene escuelas municipales.

L A BIBLIOTECA P ~ B L I C A ESTA DESTINADA A LA POBLA- CIÓN ENTERA

Debe también estipularse que toda biblioteca pública se halla al servicio de la población entera, poniendo a disposición de ésta el caudal de libros necesarios para mantener el nivel general de la educación pública, académica y técnica. El lector con intereses estrictamente científicos o altamente especializados debe acudir a bibliotecas científicas o especializadas.

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LAS BIBLIOTECAS DEBERÍAN PRESTAR sus LIBROS A TODOS LOS CIUDADANOS DEL PAÍS

Como todas las bibliotecas se nutren de fondos públicos, deben cooperar a fin de que tales fondos se usen del modo más racional posible en beneficio de todos los lectores del país. (No es necesario ,decir que tendrían que precisar detalladamente las reglas del servicio de préstamo de libros entre municipios.)

LOS LIBROS ADQUIRIDOS DEBERAN REPRESENTAR TODAS LAS OPINIONES

Como consecuencia de la obligatoriedad de las bibliotecas (véase más arriba), los libros adquiridos por la biblioteca han de repre- sentar todas las opiniones: no debiendo tenerse sólo en cuenta los intereses literarios y profesionales, sino también toda clase de opiniones políticas y religiosas, y procurando evitar todo prejuicio contra cualquier tendencia siempre que ésta no incite abiertamente al crimen y a la violencia, ya que en toda sociedad democrática los ciudadanos deben tener la oportunidad de escoger por sí mismos entre las opiniones más variadas. Por otra parte, es deber de la biblioteca pública adquirir los mejores libros posibles, ya que SU fin es educar y mejorar la inteligencia de los lectores. No debe permitirse que la biblioteca se convierta exclusivamente en un centro de distribución de literatura «inerte». Los libros que ofrezca la biblioteca deben poder informar a sus lectores sobre la vida y manera de pensar de los demás pueblos, en beneficio de la mutua comprensión humana.

GRATUIDAD DEL PRÉSTAMO

Para obtener un préstamo de libros, el lector no debe abonar ninguna suscripción ni realizar otra forma de pago. No debe existir obstáculo económico que impida a cualquier lector mejorar su capacidad intelectual, en beneficio de la sociedad entera. Y la exigencia de la menor suscripción puede alejar de la biblioteca al lector, lo cual es contrario al interés de la sociedad. El valor social de un ciudadano crece en razón directa de sus conocimientos tanto téoricos como prácticos; verdad ésta reconocida solemnemente en una serie de actos legislativos de los diversos Estados norte- americanos cuando dicen: ((Todas las bibliotecas y salas de lectura establecidas bajo esta ley serán en lo sucesivo libres para el USO de los habitantes de los lugares donde aquéllas se esp- blezcan.. .»

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BIBLIOTECAS NECESARIAS

Las siguientes bibliotecas son necesarias: rurales, infantiles, para enfermos, para ancianos, para marinos y soldados. Las disposiciones legislativas referentes a las bibliotecas deben

asignar diferente objeto a los distintos tipos de biblioteca a fin de asegurar la racionalización económica y la especialización en los métodos de trabajo, y un mejor servicio a las diferentes secciones de población. Desde hace ya mucho tiempo, se reconoce que la creación de

bibliotecas especiales sirve para estimular en los habitantes de las regiones rurales y poco pobladas el deseo de mantener y aumentar sus propias bibliotecas municipales. Se han establecido tales bibliotecas en los países anglosajones, donde son llamadas counp libraries (bibliotecas de condado) y en los países escandinavos en donde se las conoce por ((bibliotecas centrales». Dichas bibliotecas reciben subvenciones especiales de muy diversas maneras; la experiencia adquirida demuestra su extraordinaria utilidad. Las leyes sobre bibliotecas en un país que intenta la inauguración de nuevos servicios deben, por lo tanto, estimular desde un principio el establecimiento de dicha clase de bibliotecas, destinando fondos elevados para su mantenimiento. La estimación de los fondos podría basarse en una cantidad fija más un tanto por habitante. Asimismo la ley debe establecer la obligatoriedad de las biblio-

tecas escolares e infantiles. Cada escuela debiera poseer una biblioteca adecuada, que incluyese lecturas recreativas, para complementar la educación escolar, dado que ninguna de las bibliotecas locales pudiese asumir ese servicio. Estas bibliotecas infantiles deberían considerarse tal vez más importantes que las bibliotecas para adultos. La legislación debiera procurar también el establecimiento de

bibliotecas para personas que por una u otra razón no pueden asistir a las bibliotecas públicas. Se debiera establecer un servicio de préstamo en los hogares de la ancianidad donde haya asilados que tengan dificultad en desplazarse; así como en los hospitales, para los enfermos crónicos. Además deberían subvencionarse las bibliotecas de los sanatorios y prisiones y las de los marinos y soldados en campamentos y cuarteles alejados de las bibliotecas públicas.

R E G L A M E N T A C I ~ N DE LA F O R M A C I ~ N PROFESIONAL DE BIBLIOTECARIOS

Qta formación se obtendría en una escuela especial organizada para la formación de bibliotecarios destinados a servir la causa de

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la educación popular. Finalmente debe recordarse que el biblio- tecario a cargo de una biblioteca rural o de una pequeña ciudad debe hallarse obligado por la ley a poseer una formación pro- fesional. Para ello el Estado debe organizar cursos de instrucción para las personas que trabajan sólo parte del día como biblio- tecarios.

E L SALARIO D E LOS BIBLIOTECARIOS DEBE ESTAR DETERMINADO POR LA LEY

Durante el período en que el cargo de bibliotecario se consideró como labor de iniciadores, los bibliotecarios recibieron -y no siempre- salarios muy modestos, habiendo sido extraordinaria- mente difícil hasta estos últimos años elevar los sueldos hasta un nivel decoroso. El trabajo de bibliotecario debe equipararse al de otra actividad de educación popular en donde se haya establecido una escala de salarios. Tal actividad es, desde luego, la escuela primaria. Es justo que los bibliotecarios reciban salarios equiva- lentes a los distintos grados de maestros de escuela primaria, y que gocen de los mismos privilegios profesionales. Por consiguiente, la ley reguladora de las bibliotecas públicas debe estipular que el personal de éstas se equiparará en cuanto a sus estipendios a los maestros y al personal administrativo de primera enseñanza. (No es preciso señalar que los jefes de bibliotecas importantes deben recibir un sueldo igual al de jefes de otros departamentos importantes del distrito.) Es conveniente también estipular los sueldos de los bibliotecarios rurales, y de las pequeñas ciudades.

DEBE CREARSE EL CARGO D E INSPECTOR D E BIBLIOTECAS

L a ley debe establecer una oficina central de inspección de todas las bibliotecas públicas. Dicha oficina no debe ser una mera pieza en el engranaje de la máquina administrativa, sino una adminis- tración autónoma responsable desde luego ante el Ministerio de Educación; los funcionarios de la misma deben ser antiguos bibliotecarios que conozcan a fondo todos los problemas y tipos de trabajo en los diferentes tipos de biblioteca. No debe formar un mero organismo de control, sino que debe, además, hacer un juicio estimativo de las subvenciones que ha de conceder el Estado, y dar finalmente toda clase de informes, como en el caso de las comisiones estatales de bibliotecas en los Estados Unidos de América y las direcciones de bibliotecas en los países escandinavos. Dicha oficina central puede estar asesorada por un comité privado que represente a las autoridades que conceden las subvenciones y

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a las distintas organizaciones que trabajan para el desarrollo de la educación popular.

SUBVENCIONES ESTATALES

Todo lo que va dicho hasta aquí presupone la concesión de importantes subvenciones estatales a las bibliotecas públicas. Es bien sabido, sin embargo, que varios países no otorgan tales subvenciones, como es el caso del Reino Unido y Francia, para no citar más que dos de los países más importantes de Europa. En ellos el Estado ha confiado a las autoridades locales y a la iniciativa privada el mantenimiento y administración de las bibliotecas públicas. M e imagino que, en la actualidad, la mayor parte de los bibliotecarios están convencidos de que el problema no puede resolverse satisfactoriamente sin la asistencia del Estado, y mucho menos cuando no se trata de grandes comunidades. Se han redactado en varios países proyectos de ley encaminados a obtener subvenciones del Estado para las bibliotecas públicas (en los Estados Unidos de América se trata de subvenciones del gobierno federal). Los que se oponen a este criterio declaran que el Estado priva a las bibliotecas de su autonomía al demandar las medidas de control que serían consecuencia forzosa de la subvención. Yo no temo tales resultados en los países democráticos, y no es necesario insistir en que sólo en dichos países puede haber biblio- tecas del tipo antes mencionado. Por otra parte, me temo que si no existe un control público de la administración de las biblio- tecas públicas éstas pueden abusar de su libertad para «vegetar» y no hacer nada, situación que las autoridades municipales pueden quizás ver con buenos ojos ya que es la actitud menos costosa económicamente. El control del Estado debe servir de estímulo y apoyo a las autoridades de la biblioteca cuando éstas tengan reclamaciones que hacer contra las autoridades municipales. Como ilustración de este punto, puedo mencionar el ejemplo de los países escandinavos en donde el desarrollo de las bibliotecas públicas avanzó rápidamente sin oposición seria al control estatal desde que en dichos países fueron promulgadas las leyes referentes a las bibliotecas durante los primeros treinta años del presente siglo. El Estado se considera -y es bien recibido- como u11 organismo consultivo, más bien que como guardián o coma crítico. Se plantea ahora el problema de la proporción de los gastos -

de mantenimiento de una biblioteca pública que deben ser sufra- gados por el Estado. Opino que debiera mantenerse como principh el estímulo del esfuerzo individual: «Ayúdanos para que i m - - ayudemos»; de este modo el Estado debe conceder la máxima 46

ayuda allí donde sea más necesaria. Esto significa que los distritos rurales y los pequeños centros urbanos debieran recibir las sub- venciones más importantes, mientras que las grandes ciudades debieran necesitar poca ayuda. Pero quiero subrayar aquí el peligro de establecer una marcada distinción entre las comuni- dades grandes y pequeñas; si las grandes bibliotecas se sienten abandonadas por el Estado, terminarán por considerarse orga- nismos independientes de la organización nacional, desarrollarán puntos de vista propios y no se considerarán ligadas por un nexo común a las bibliotecas menores. Esto debilitaría el conjunto del sistema según el cual todas las bibliotecas deben trabajar con- juntamente hacia un mismo fin; ello es importante para un desarrollo uniforme, en todo el país, de los métodos sobre los préstamos mutuos entre ciudades, los sueldos y la formación profesional. Por dicha razón, todas las bibliotecas deben sentirse tratadas con justa y razonable uniformidad. Es desde luego muy difícil establecer una escala de subvenciones

convenientes para todos los países; las condiciones económicas varían ampliamente de un país a otro. H e aquí, sin embargo, la escala que ha sido usada durante muchos años en un país pequeño como Dinamarca: A las bibliotecas que reciben aportaciones locales de 15.000

coronas (unos 3.000 dólares), el Estado concede el 80% de la aportación local. Para las que reciben 10.000 coronas (2.000 dólares), el Estado concede el 40%, y para cualquier suma que exceda de la anterior, la subvención del Estado alcanza al 20%, sin límite superior. Esto significa, en la práctica, que las pequeñas blbliotecas reciben del Estado una aportación casi tan grande como la de las autoridades locales. Las bibliotecas medianas reciben algo así como la mitad del total de la subvención local, mientras que las grandes bibliotecas reciben la tercera o la cuarta parte, e incluso la quinta las mayores. La subvención media es del 36% a.proxi- madamente. Debido al bajo nivel de las aportaciones locales, en que dicho porcentaje desciende a 20, las grandes bibliotecas se resienten de la fluctuación en el valor de la moneda. Se ha propuesto una solución, que consiste en aumentar hasta 40% el porcentaje para todas las sumas aportadas localniente superiores a 25.000 coronas (unos 5.000 dólares). Tenemos el ejemplo de la capital: el municipio de Copenhague concede 2.000.000 de coronas (400.000 dólares) y recibe del Estado 400.000 coronas (80.000 dólares). Según la solución que acabamos de apuntar, la municipalidad debe recibir 800.000 coronas, siempre que mantenga la subvención presente. Es evidente que el Estado debe imponer ciertas condiciones

para otorgar esas subvenciones. Esto puede hacerse de dos maneras: el Estado puede exigir que las bibliotecas cumplan

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ciertas funciones, que se emplee un personal que cobre sueldos fijados por el Estado, que la biblioteca esté abierta durante ciertas horas del día, etc., todo lo cual supone una no insignifi- cante interferencia estatal; o el Estado puede exigir que las autoridades locales aseguren una aportación mínima (por ejemplo 1 dólar por habitante) antes de otorgar su ayuda estatal, quedando después facultadas las autoridades locales para administrar los fondos como lo juzguen oportuno, dentro de unas directivas estatales generales. Este método nos parece más interesante y merece ser probado

antes de que se establezcan reglas más detalladas. Las necesidades locales y el ejemplo de otras bibliotecas, que muestren empuje y progreso, harán lo restante. Para las bibliotecas especiales ya mencionadas -bibliotecas

rurales, de marinos, sanatorios, enfermos mentales, etc.- se precisan fondos especiales que deben fijarse según las caracterís- ticas particulares de cada categoría.

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CAPfTULO IV

CAMPARAS DE PUBLICIDAD

Por ANDY GEORGE WILKINSON~

STA descripción de los métodos empleados por los bibliote- E carios para la propaganda de sus instituciones no pretende ser un estudio completo ni señalar orientaciones definitivas. Aspira más bien a ofrecer sugestiones y a familiarizar a las per- sonas interesadas en el tema con algunas formas y medios utili- zados ya con éxito por sus colegas. El bibliotecario con espíritu de progreso y consciente de lo que es la publicidad podrá apro- vechar sin duda las sugestiones apuntadas en este escrito y aportar otras muchas derivadas de su misma formación, experiencia y medio ambiente. Cualquier estudio sobre la publicidad de bibliotecas ha de

comprender alguna definición del término. Las definiciones son ilimitadas, pero en este escrito se emplea en el sentido de informar al público sobre la finalidad, actividades, recursos y servicios de la biblioteca, mediante el empleo de diversos medios. Las razones que justifican la publicidad no necesitan señalarse

a quienes se han visto frente a problemas como la insuficiencia del apoyo financiero, la falta de espacio y de personal calificado, el hecho de que libros, revistas, periódicos, folletos y otros materiales qUe constituyen el fondo de la biblioteca estén pasados de fecha y no alcancen a dar abasto suficiente a los lectores, o la manifiesta apatía de un público letárgico. Cabría señalar algunos de los motiyos que fundamentan las campañas de publicidad: obtener un apoyo financiero, conseguir medidas de carácter legislativo en favor de la biblioteca, asegurarse la buena voluntad del público sobre una base de continuidad, anunciar el fondo de libros de que dispone la biblioteca y los servicios que ofrece, aumentar la circulación de libros y el registro de los lectores, interesar a grupos especiales en la biblioteca y en sus necesidades, fomentar la asistencia a conferencias, exposiciones y otras actividades de la biblioteca, reunir personal calificado, obtener un reconocimiento adecuado para los trabajos profesionales del personal y -lo que viene a ser probablemente uno de los motivos más importantes-

1. Agregado dtural a la embajada de los Estados Unidos de América en Buenos Aires, Argentiaa.

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lograr que el público vea en la biblioteca un centro cultural de la comunidad. La consideración de las razones que determinan la publicidad

conduce de manera natural a un análisis de los tipos de publicidad que pueden emplearse y que son tan variados e infinitos como la imaginación y el ingenio del hombre. El mejor sistema de publicidad es, seguramente, uno de los

más antiguos que se conocen: la referencia en boca de un cliente satisfecho. Este tipo de propaganda es del que dependen en gran parte doctores, abogados, dentistas y otros honíbres de profesiones liberales, y el que reporta los mejores beneficios con la menor inversión de capital. Después de la referencia verbal de un cliente satisfecho, el

contacto personal directo es el que produce, sobre la base de una amplia experiencia, los resultados más satisfactorios. Esta clase de publicidad requiere del bibliotecario y su personal una labor de conjunto para cultivar el conocimiento y la amistad de todos los ciudadanos y organizaciones influyentes de la ciudad, y para utilizar todos los medios que puedan imaginar para convencerles de la valía de la biblioteca, así como de la contribución que ésta puede aportar a su bienestar personal, a su desarrollo cultural y al mejoramiento cívico de la comunidad. El sistema del contacto personal directo requiere del bibliote-

cario y su personal un conocimiento profundo de los fines, orienta- ción, recursos y servicios de la biblioteca; un deseo sincero de que la biblioteca ocupe un lugar más iitil y preeminente en las activi- dades de la comunidad extendiendo el uso de sus servicios a una mayor proporción de la población; un sentido social y un don de gentes que les permite reunirse y conversar con individuos y organizaciones, y, finalmente, un deseo y disposición de llevar adelante un programa como el que el método del contacto personal requiere. No es ésta una manera facil de concentrar la atención sobre la biblioteca, pero le atraerá nuevos amigos, nuevos lectores y patrocinadores, en proporción directa al tiempo y al esfuerzo empleados por el personal. La estrecha colaboración con las organizaciones de la comuni-

dad reporta vastos beneficios a la biblioteca y a su personal, que ha de producir, forzosamente, oradores quienes, en esa calidad, han de estar en cualquier momento dispuestos a aceptar, con la mayor voluntad, compromisos para hablar ante las organizaciones presididas por los dirigentes locales. Tales organizaciones propor- cionan un terreno particularmente fértil para difundir información acerca de los fines de la biblioteca, su orientación, recursos, servicios y problemas. El personal de la biblioteca habría de dirigir y participar a un tiempo, activamente, en conferencias, reuniones, asambleas y programas de discusión de libros, especial- 50

mente si estas actividades tienen lugar en el edificio de la biblioteca. Estas actividades fuera de programa conducen a menudo a la

formación de círculos o asociaciones de «amigos de la biblioteca» y ofrecen al personal de ésta la oportunidad de asistir a las reu- niones, servir de informadores y hablar de vez en cuando sobre las condiciones de la biblioteca así como de los planes para el futuro. Como estos círculos se forman, teóricamente, sobre una base desinteresada y altruísta, si el personal de la biblioteca sabe realizar una buena labor de convencimiento entre ellos, podrán seguramente hacer mucho más por el mejoramiento financiero de la biblioteca que lo que puede conseguirse con el solo trabajo del bibliotecario y sus ayudantes. El cultivo de este tipo de actividades entre las organizaciones

de la comunidad da al personal de la biblioteca confianza en sí mismo y con frecuencia proporciona materia para publicación en periódicos profesionales o la promoción dentro de comités en la organización profesional. Tales tareas de los miembros del personal de la biblioteca son un material excelente de publicidad para los medios locales y dan a la biblioteca y al personal en particular gran autoridad y predicamento como contribuyentes a la vida cultural de la comunidad. En general, las bibliotecas y las escuelas se hallan bastante

vinculadas en lo que respecta a sus trabajos. Con todo, estos víwulos suelen ser susceptibles de ampliación y mejora. El biblio- tecario y sus ayudantes deberían tener mayor contacto con las escuelas y, por medio de charlas y conferencias, tratar de la forma en que la biblioteca podría ser más útil a profesores y estudiantes. Recíprocamente, los maestros y sus alumnos deberían frecuentar más la biblioteca y conocerla en todos sus rincones, oyendo de los especialistas que forman parte de su personal expli- caciones acerca de la labor, sistema y recursos de la institución. Estos intercambios conducen invariablemente a un uso más extendido de la biblioteca y, con frecuencia, a que los padres de los estudiantes asistan a ella como lectores regulares; ello hará que la apoyen como contribuyentes en el momento en que se discuta el presupuesto. Corolario y posible derivación del método de contacto personal

es la lista postal directa, técnica utilizada en todo el mundo por muchas bibliotecas y muchas firmas importantes de negocios. Para el buen éxito de este método, el bibliotecario deberá hacer primero un estudio de la comunidad en el que está situada la biblioteca, a fin de determinar los diversos tipos de público, sus intereses particulares y las instituciones y medios que ofrece la comunidad para la orientación más eficaz de la propaganda de la biblioteca. Como complemento de este estudio, el bibliotecario debe adquirir para el fondo de la biblioteca el material que el

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público venga a solicitar, y a continuación hacer una intensa y bien organizada camparia para informar al público que la biblio- teca está en condiciones de prestar un servicio inmediato y completo. Desde un punto de vista psicológico, la mejor forma de informar a los nuevos lectores acerca del material que posee la biblioteca en los campos que les interesan particularmente es la carta personal remitida bajo sobre cerrado. Como es evidente que esta forma de envío representa un gasto considerable, la biblioteca que cuenta con escasos recursos financieros tendrá forzosamente que emplear un medio menos costoso para el envío de esta infor- mación. La cooperación así iniciada no ha de limitarse a este simple

esfuerzo, sino que debe establecerse sobre una base de continuidad. Cada vez que el fondo de la biblioteca se enriquezca con nuevos ejemplares, el bibliotecario y sus colaboradores tendrán que hacérselo saber a las personas, instituciones y organizaciones para quienes pueden ser de valor o interés particular. Aquí nuevamente, la comunicación de la biblioteca puede

hacerse por carta personal o por la forma de envío postsl que resulte más barata, de acuerdo siempre con la situación finan- ciera de la biblioteca. En la lista postal directa tienen excelente salida las publica-

ciones de la biblioteca, tales como catálogos, manuales, marca- dores de libros y, sobre todo, el informe anual, todo lo cual equn anuncio para la biblioteca. La información constante sobre las nuevas adquisiciones y el envío de los contactos adquiridos a través de la lista postal de las publicaciones de la biblioteca darán pronto a ésta la reputación de una auténtica institución de servicio y le ganarán el apoyo de un sector influyente de la comunidad. El inconveniente de este método es el gasto y el tiempo y

esfuerzo que supone el recopilar y tener al día la lista. En opinión de quien esto escribe, se ha exagerado mucho la

eficacia de los informes anuales de la biblioteca como instrumentos de publicidad. No quiere esto decir que el informe anual no pueda ser ese instrumento, sino que para llegar a serlo, la mayoría de los informes anuales habrían de introducir cambios drásticos en su presentación. Para ganar algo en su aceptación, por parte de los habitantes de la comunidad, como instrumento de publicidad de la biblioteca, el informe anual no debe limitarse a decir lo que es la biblioteca, lo que hace y por qué lo hace, sino que debe tener una presentación atractiva y ser, sobre todo, legible. Además de cuadros y gráficos oportunos, que sean fáciles de entender y tengan un significado, el informe deberá incluir abundantes ilus- traciones que ayuden a la mejor comprensión de la obra realizada. Las ilustraciones pueden escogerse siguiendo un criterio humo- rístico, siempre que sean de buen gusto.

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Donde se cuente con esa publicación, deberá enviarse a todas las personas y organizaciones que figuren en la lista postal esta- blecida, y en particular a todos los miembros del consejo municipal o la entidad de que dependa el presupuesto de la biblioteca. Deberán regalarse ejemplares a todos los lectores que frecuenten la biblioteca, y hacerse reproducir en todos los periódicos de la localidad el texto del informe o, al menos, un resumen del mismo. Con el informe anual se llama la atención directa del público hacia el presupuesto de la biblioteca y sus muchas lagunas, los salarios bajos del personal, sus obligaciones y volumen de trabajo, el uso que se ha hecho de los fondos, la suma y coste de circulación de los libros por unidad y por persona, el porcentaje de la pobla- ción atendida por la biblioteca, las actividades desplegadas fuera del programa normal por la biblioteca y su personal y la medida en que la biblioteca cumple su misión cultural dentro de la comunidad. Bajo el epígrafe de métodos visuales de educación pueden

agruparse varias de la técnicas de publicidad universalmente conocidas, tales como exposiciones, carteles, fotografías, des- files, ferias de libros y funciones de cine. La biblioteca puede hacer uso de cualquiera de estos métodos, o de todos ellos, para promover actividades que redunden en un aumento del apoyo financiero. Los medios de información de masas, que incluyen periódicos,

revistas, radio, televisión y películas, son los de mayor fuerza en cualquier campaña para allegar fondos adicionales para la biblio- teca. El bibliotecario alerta a la publicidad encontrará a los directores de los periódicos bien dispuestos a cooperar y a publicar informaciones y relatos que puedan interesar al lector y que se refieran a la biblioteca, siempre que se preparen y entreguen con bastante antelación al cierre de la edición. El trato con los perio- distas y la demostración de un verdadero interés en la técnica periodística hacen más fácil la tarea del bibliotecario y acrecientan considerablemente la publicidad que la biblioteca puede tener a través de las columnas del periódico. El periódico se presta particularmente para las reseñas de libros, los consultorios biblio- gráficos (preparados por el personal de la biblioteca) y la publica- ción de fotografías que ilustren los recursos y servicios de la biblioteca y, al mismo tiempo, estimulen su utilización. Cuanto se ha dicho acerca de los periódicos como medio de

publicidad se aplica también a las revistas, pero en grado algo menor. En general, las revistas se interesan más por los relatos de contenido humano que por cualquier otra forma de comunicación publicitaria que pueda emanar de la biblioteca. La biblioteca se sirve también de la radio y la televisión para

la crítica de libros, narraciones, lecturas, conferencias, programas 53

sobre la vida local en relación con la biblioteca, programas de discusión de libros, etc. La radio, en particular, puede utilizarse en las campañas encaminadas a obtener un apoyo financiero suplementario. La gran ventaja de la radio y la televisión es que son medios que, como los libros, se disfrutan en la paz y quietud del hogar, y de esta forma dejan una impresión más profunda y duradera en el auditorio. Las películas, si se basan en un tema relacionado con la biblio-

teca, tienen posibilidades prácticamente ilimitadas para influir sobre el auditorio. En muchos casos, el bibliotecario de iniciativa induce al club de aficionados a la fotografía de la localidad a hacer una película que muestre las condiciones de aglomeración en que trabaja la biblioteca, la falta de personal en relación con los servicios que tiene que atender, la deficiencia del alumbrado y otros defectos que un presupuesto más generoso podría remediar. La proyección de estas películas ante organizaciones y grupos de particulares dotados de sentido cívico ha tenido siempre poderosa influencia en la obtención de fondos suplementarios para la biblioteca. Todas las bibliotecas tienen, por último, la posibilidad de

dirigirse directamente a las autoridades de la localidad, la junta municipal o el organismo al que corresponda la confección del presupuesto. El director de la biblioteca y sus ayudantes deberán frecuentar a los funcionarios de la oficina municipal del presu- puesto, así como a las organizaciones del tipo de las de ((amigos de la biblioteca», los grupos escolares, las asociaciones femeninas y otras instituciones e individuos con quienes la biblioteca mantiene la más estrecha colaboración, y entre los que ocupa un lugar de la mayor influencia e importancia. Las bibliotecas y las organiza- ciones de interés público debieran unir sus esfuerzos y constituir un frente común unificado y bien documentado. La biblioteca encabezaría esta empresa, preparando un proyecto de reglamento que se sometería al departamento del presupuesto, después de haberlo dado a conocer a todos los grupos cooperantes. El pro- yecto habría de incluir datos y cifras concretos resumiendo la posición y condiciones de la biblioteca, lo mismo que propuestas para la utilización de fondos suplementarios. Se constituiría un comité directivo para trabajar en colaboración con los funciona- rios del presupuesto; en este comité figurarían el director de la biblioteca y los de otras organizaciones de carácter claramente no lucrativo con quienes la biblioteca haya cooperado estrechamente y que estén absolutamente de acuerdo y vean con simpatía un aumento presupuestario para la biblioteca. Una campaña de publicidad cuidadosamente planeada en favor

de un aumento presupuestario para la biblioteca debería lanzarse en un momento propicio, con objeto de proporcionar a los ciuda-

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danos la necesaria información sobre la propuesta, dado que son ellos, en último término, quienes deben votar los fondos suplemen- tarios. En ningún momento deberá abandonarse la finalidad que se persigue, esto es: la legislación para un aumento en el pre- supuesto de la biblioteca, utilizando para ello todos los tipos de publicidad compatibles con el buen gusto que puedan idearse. El contacto personal con los miembros de la junta del presu-

puesto, antes de su reunión final, indicándoles por qué se necesitan fondos suplementarios y cómo van a invertirse, ganará a menudo para la causa de la biblioteca el número suficiente de votos para asegurar el éxito. Hemos venido hablando hasta aquí de los métodos que pueden

seguirse para obtener un apoyo gubernamental y del público para las bibliotecas, dentro del plano de la comunidad. En el plano regional o nacional, una campaña similar en apoyo de las bibliotecas públicas presenta un problema idéntico, esto es: el de hacer destacar la importancia de las bibliotecas en la vida cultural de la región o de la nación. Los comités regionales o nacionales de todas las organizaciones que están representadas en los esfuerzos de la comunidad podrían desempeñar un papel directivo en esta empresa. A la vista de los resultados acumulados por los esfuerzos publicitarios de las comunidades locales, y aprovechando de ellos sus ideas más productivas y salientes, podrían, trabajando con los medios de que disponen y con la colaboración de las bibliotecas y las demás organizaciones interesadas, llevar a cabo la campaña. Toda organización regional o nacional que trate de conseguir una ayuda financiera deberá contar con el apoyo de todas las bibliotecas y de todos los funcionarios de bibliotecas de la región o el país. Con este inestimable respaldo y el de los demás grupos simpatizantes, la fuerza de los esfuerzos combinados habrá de ser suficiente para conseguir la ayuda, aunque ello dependerá en buena medida de la situación económica de la región del país, y de la lógica, el peso y la visibilidad de los argumentos que se esgriman. Una campaña encaminada a la obtención del apoyo público y

gubernamental para el desarrollo de las bibliotecas públicas sobre una base regional o naciopal admite procedimientos totalmente distintos de los que animan una campaña puramente local. En una región determinada, las bibliotecas participantes pueden concertar sus esfiierzos y planear compras conjuntas, catálogos comunes, áreas de especialización, préstamos recíprocos, servicio de préstamos a domicilio, servicios y depósitos centralizados y otras actividades cooperativas que, al traducirse en economías, compensarán más que sobradamente la falta de apoyo financiero suplementario y redundarán en un mejoramiento del servicio. Una campaña de alcance regional o nacional requiere de los

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bibliotecarios profesionales y de las organizaciones simpatizantes un esfuerzo para inclinar a las autoridades legislativas en favor de un aumento en los presupuestos para las bibliotecas. Son de extrema importancia, en este aspecto, los telegramas, las cartas personales y las llamadas telefónicas a las autoridades legislativas, así como las peticiones firmadas por particulares y por las organi- zaciones. Los legisladores atienden a sus electores y al público para conocer sus deseos. De ahí la importancia de que el biblio- tecario exprese su opinión y persuada amistosamente a particu- lares y organizaciones a que usen también de su elocuencia, y en esa labor debe ser infatigable y emplear todos los medios legales compatibles con el buen gusto y en consonancia con los propósitos que persigue a fin de asegurar una acción favorable.

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CAPfTULO V

EL SISTEMA DE LIBRE ACCESO A LAS ESTANTERÍAS DE LAS BIBLIOTECAS

por LIONEL R. MCCOLVIN~

L sistema de libre acceso a las estanterías de las bibliotecas se E ha venido practicando desde hace muchos años en Gran Bretaña, Estados Unidos de América, Suecia, Noruega, Dinamarca y otros países. En las bibliotecas donde se emplea este sistema se permite al público acceso a las estanterías para escoger los libros que desean leer, hojearlos y familiarizarse con el material disponi- ble, El sistema se emplea tanto en las secciones de préstamo a domicilio como en las de libros de consulta, pero el presente artículo se refiere particularmente a las primeras.

VENTAJAS

Entre las muchas ventajas del sistema de libre acceso, las prin- cipales son las siguientes: 1. A menos que el lector tenga acceso a los libros, no podrá

escoger el que más le convenga, el que esté más al alcance de sus habilidades o que le proporcione el mayor beneficio y placer. En las bibliotecas en que no se emplea este sistema, los lectores tienen que depender de los catálogos y ficheros o de la ayuda del personal de la biblioteca, y en ambos casos pueden ver sus esfuerzos limitados o tropezar con dificultades y ' contratiempos. Aun los mejores catálogos no pueden dar una idea exacta acerca de si un libro en particular conviene a determinado lector. Por otra parte, aunque fuera posible disponer del número necesario de bibliotecarios calificados y con experiencia suficiente para atender a un público conside- rable, pocos lectores tendrían la misma satisfacción que les proporcionaría el escoger los libros personalmente, además de que existiría siempre el peligro de que el personal, aun sin querer, impusiera su opinión al lector.

2. Sólo en las bibliotecas que conceden libre acceso a las estante- rías pueden los lectores disfrutar de la absoluta libertad de

1. Bibliotecario de la Biblioteca Pública de Westminster, Londres.

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elección que es precisamente uno de los deberes primordiales de toda biblioteca.

3. Son pocos los lectores que, antes de adquirir cierta experiencia, tienen una idea exacta de lo que desean leer; pocos están suficientemente familiarizados con los libros en general para saber usarlos con mayor provecho. Solamente dando a los lectores acceso a las estanterías, con libertad para descubrir por sí mismos la riqueza y variedad del mundo de los libros, puede la biblioteca pública cumplir su cometido: educar al público en el uso de los libros y permitir a los lectores descubrir y aprovechar las inmensas oportunidades que representa la relación impresa de lo que los hombres han hecho, pensado, logrado y soñado. El libro constituye un factor de tal impor- tancia en la civilización del siglo xx que, a menos que puedan leer y llegar fácilmente a él, los pueblos se ven condenados a sufrir la esclavitud intelectual, material y espiritual tan ajena a las formas democráticas de vida. Toda biblioteca, incluso la que niega el libre acceso a las estanterías, es un arma contra la opresión; pero la biblioteca que niega al público esta libertad es un arma de escaso valor. Aunque esas ventajas -eficiencia desde el punto de vista

del lector, libertad, ilustración e instrucción- constituyen el argumento principal en favor del acceso a los libros, podrían mencionarse otras razones de considerable importancia y que representan una economía.

4. Las bibliotecas que no dan libre acceso a las estanterías requie- ren más empleados en relación con el número de lectores. En éstas los empleados buscan y entregan los libros, mientras que en aquellas en que existe la libertad de acceso a las estanterías el lector retira él mismo el libro. Hemos visto, además, que el público de las bibliotecas que no permiten acceso a las estante- rías requiere una ayuda considerable por parte del personal; en las de libre acceso, sólo una pequeña minoría necesita esta ayuda. Es indudable que, por ejemplo, para entregar 100.000 libros se necesitan muchos más empleados en una biblioteca ordinaria que en una que concede libre acceso.

5. Ninguna biblioteca que no emplea el sistema de libre acceso a las estanterías presta tantos libros como una de acceso libre. Como los gastos generales (alquiler, calefacción, alumbrado, limpieza, etc.) son más o menos los mismos en ambos casos, el costo real por volumen que se da en préstamo debe ser mucho menor en las bibliotecas que permiten libre acceso.

6. Además, la circulación en una biblioteca que no permite el libre acceso es mucho menor y debe existir una marcada tendencia a que los libros más conocidos por los empleados y por el público circulen más que los menos conocidos. En las

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bibliotecas que permiten el libre acceso, la demanda se distri- buye más equilibradamente entre todas las obras. Esto significa que el promedio de uso de los libros es mayor, lo que constituye una economía.

INCONVENIENTES

Los que defienden el sistema corriente hacen notar ciertos incon- venientes en el de acceso libre a las estanterías. Algunos argu- mentos (tal como el de que en estas bibliotecas no se puede «controlar» ni «dictar» la elección de los lectores) no tienen fundamento porque eso es precisamente lo último que una biblio- teca moderna debe desear o puede llevar a cabo. Sin embargo, estamos de acuerdo en que existen ciertos inconvenientes inne- gables, como por ejemplo: 1. En las bibliotecas de libre acceso a las estanterías los libros se

desordenan fácilmen1:e. Los empleados de la biblioteca tienen que volver a ponerlos en orden todos los días. Sin embargo, teniendo en cuenta que este desorden es una indicación exacta del placer que ha sido para los lectores el poder manejar los libros, debe considerarse un inconveniente de menor impor- tancia, y como los empleados tienen que dedicar unas horas al día a esta labor, ellos también aprenden mucho sobre los libros y de esta manera adquieren mayor experiencia que les permite ayudar más eficazmente a los lectores.

2. Este continuo manejo de los libros trae consigo, es verdad, el que se estropean, lo que no ocurre en las otras bibliotecas, pero puede decirse contra este argumento que aun el manejo de los libros tiene algún valor «educativo».

3. Las bibliotecas que conceden libre acceso dan grandes oportuni- dades a los ladrones de libros. Es indiscutible que se roban libros de la mayoría de ellas y que los bibliotecarios tratan de reducir estas pérdidas. Podría dividirse a los que se llevan libros sin autorización en tres grupos principales: en primer lugar, hay quien espera poder venderlos después (contra éstos lo más acertado es marcar clara e indeleblemente, mediante tinta o perforaciones, estampando las tapas, etc. que el libro pertenece a la biblioteca) ; hay otros, menos censurables, que se llevan los libros porque desean usar un número mayor del que normalmente se les permite, o porque se quieren quedar con ellos más tiempo del estipulado (si el bibliotecario está dis- puesto a hacer frente a estas necesidades concediendo mayores facilidades, la tentación de llevarse libros ilícitamente se reduce automáticamente) ; por últinio, hay el grupo de los cleptó- manos, que coleccionan libros sin motivo racional alguno

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o

(contra ellos no cabe sino la vigilancia del personal y de los otros lectores). Sin embargo, cuando se comparan las pérdidas por robos y las ventajas del sistema, las pérdidas representan un gasto corriente que puede aceptarse. El comercio en general sufre de robos, pero si un comerciante escondiera la mercancía bajo el mostrador y la sacara sólamente cuando se le solicitara, iría irremediablemente a la bancarrota.

EL CAMBIO D E UN SISTEMA AL OTRO

1. La biblioteca ideal de libre acceso a las estanterías debe estar bien alumbrada, decorada en forma agradable con los ana- queles ni muy altos, ni muy bajos para mayor comodidad del público. Debe proveerse suficiente espacio entre los estantes para que los lectores puedan circular fácilmente entre los libros, y deben disponerse mesas y sillas convenientemente distribuídas para que se puedan examinar con calma las obras antes de sacarlas, y un escritorio para el empleado de servicio que debe ayudar a los lectores a encontrar lo que buscan. Para lograr esto, es necesario un local espacioso. Muchos bibliotecarios no han podido hacer que las biblio-

tecas a su cargo pasaran del antiguo al nuevo sistema debido a falta de espacio, o a la dificultad de hacerlas lo suficientemente agradables, o a la falta de fondos necesarios, y temen que el cambio resulte demasiado costoso. Hay que convencer a estos bibliotecarios de que es posible una labor mucho más útil con el espacio disponible, cuando la biblioteca permite el acceso libre, aunque no sea una biblioteca ideal, y que la adopción del nuevo sistema no tiene necesariamente que ser costosa o difícil.

2. Por lo general, el primer paso consiste en reducir el número de libros. La mayoría de las bibliotecas -incluso muchas que aplican el sistema de libre acceso- tienen demasiados volú- menes. En una biblioteca que no emplea el sistema de libre acceso existen muchos volúmenes que, aunque útiles de vez en cuando, no es probable que sean solicitados con suficiente fi-ecuencia para justificar su presencia en bibliotecas de libre acceso. Deben eliminarse los libros inútiles y el resto debe almacenarse cerca de la biblioteca o en cualquier otro lugar. Para las bihliotecas de libre acceso debe seleccionarse un número suficiente de las obras más útiles para llenar los anaqueles que puedan instalarse sin aglomeración, más una reserva pequeña, equivalente al número de libros que se nece- sitarán para llenar los estantes de nuevo, una vez que la biblio- teca haya atraído a su nuevo público. Debe recordarse que en

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una biblioteca activa hay siempre un número considerable de libros en manos de los lectores. Las obras están continuamente en circulación y no se necesita espacio para ellas. Sólo están en la biblioteca por un período limitado.

3. Recuérdese, en segundo lugar, que mientras en las bibliotecas corrientes existen, por lo general, grandes mesas auxiliares y espacio para el personal, esto no es necesario en las de libre acceso. Un pequeño escritorio puede ser suficiente, y si se le coloca en un pasillo o en una habitación contigua a la sala, tanto mejor.

4. No deben colocarse demasiados estantes en las nuevas biblio- tecas y debe tenerse muy presente que en estas bibliotecas todos los libros deben ser de fácil acceso, por cuya razón será conveniente adquirir nuevos estantes de poco más de dos metros de altura, o reducir los antiguos.

5. Los libros en una biblioteca de libre acceso deben clasificarse, aunque no es necesaria una clasificación demasiado complicada o detallada.

6. Es posible tomar ciertas medidas para el cambio deseado mientras la biblioteca sigue funcionando de acuerdo con el sistema antiguo. Por ejemplo: a) Se puede proyectar la nueva ordenación de los libros y

descubrir así el espacio disponible en los anaqueles. b) Se puede decidir qué libros han de ponerse en los estantes Y

cuáles deben ser almacenados o descartados. Se pueden separar los grupos. Si los libros que han de almacenarse pueden transportarse inmediatamente, podrían vaciarse así algunos estantes para hacerlos reducir al tamaño indicado.

c) Se pueden clasificar las obras que se han de poner en circulación, fijándoles etiquetas, etc., y preparándolas para el préstamo (se recomienda el sistema ((Browm), y poner las marcas de clasificación en los lomos de los libros.

d) Es posible preparar las guías de estantes y filas. g) Se pueden preparar las nuevas tarjetas de préstamo que

serán necesarias. f) Es conveniente hacer imprimir una corta explicación del

nuevo sistema para información de los lectores. g) Si se hacen todos estos preparativos, será necesario cerrar la

biblioteca solamente el tiempo preciso para decorar el local, arreglar el alumbrado, instalar nuevos estantes, etc.

7. Debe instruirse al personal de la biblioteca en el nuevo sistema. A ser posible, conviene enviar lo antes posible a uno de los antiguos empleados a trabajar en una buena biblioteca de libre acceso. D e esta manera aprenderá mucho, 10 que hará posible el ahorro de tiempo y dinero y asegurará el funcionamiento fácil y efectivo del nuevo sistema.

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8. Por último, conviene tener presente que el libre acceso a las estanterías será cosa nueva para la mayoría de los lectores. Al principio, por falta de costumbre, muchos se sentirán desorientados. Deben darse instrucciones al personal para que en estos casos presten la mayor ayuda posible. No es fácil acostumbrarse a la libertad, pero cuando se lleguen a apreciar sus ventajas, el placer y el valor de usar la biblioteca serán incomparablemente mayores para todos.

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CAPÍTULO VI

C AT AL O GA C 1 ÓN C O O P E RA T 1 VA Y CATALOGACION CENTRALIZADA

Por LYDIA DE QUEIROZ SAMBAQUY~

L número de libros, folletos y periódicos que deben catalogarse E en las bibliotecas crece prodigiosamente de día en día. Y no se trata sólo de los libros nuevos, recientemente publicados. A partir del momento de su incorporación al fondo de una biblioteca, todas las obras producidas en cualquier tiempo y lugar deben catalogarse con objeto de que se puedan localizar y utilizar. Y para evitar que cada libro, entre millones, sea analizado,

estudiado, clasificado y catalogado tantas veces como sea el número de bibliotecas que lo posean, en una innecesaria repeti- ción que representa una pérdida incalculzble de tiempo y dinero, se va desarrollando en diferentes países la catalogación centralizada o la catalogación cooperativa. Catalogación centralizada quiere decir catalogación destinada a

diferentes bibliotecas y realizada solamente por una de ellas, o por un servicio especial de catalogación. Este sistema exige, hasta cierto punto, que la adquisición de libros sea también centralizada. Conviene especialmente a sistemas de bibliotecas como los consti- tuídos por las bibliotecas públicas centrales con sus sucursales, o por las bibliotecas centrales de universidades y las bibliotecas especializadas de las diversas facultades universitarias. La expresión de catalogación cooperativa se ha empleado

últimamente, en sentido más restringido, para denominar el trabajo de catalogación realizado en conjunto por varias bihlio- tecas, en la cual, de manera expresa o tácita, corresponden a cada biblioteca obligaciones y ventajas, es decir, participación activa en la confección de las fichas y derecho a parte del producto, que se distribuye equitativamente entre todas. Los catálogos colectivos, producidos por la cooperación de

varias bibliotecas, son ejemplo también de trabajo realizado por medio de la catalogación cooperativa.

1. Bibliotecaria del Servicio de Intercambio de Catalogación, Fundación Getulio Vargas, Río de Jaseiro.

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LA C A T A L O O A C I ~ N COOPERATIVA Y CENTRALIZADA EN ' LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA

Hace ya un siglo, en 1851, Charles C. Jewett, en un informe presentado por la Smithsonian Institution al Congreso, decía que consideraba que «un libro ya incluído en un catálogo no tendría que catalogarse otra vez, y lo que se había gastado en el primer catálogo de una biblioteca no tendría que gastarse nuevamente, ni por esta biblioteca ni por otra». Y proponía un «proyecto que ofrece a todas las bibliotecas en expansión los medios de publicar, con gasto relativamente pequeño, catálogos anuales o bienales completos de sus riquezas; este proyecto permite a un organismo central [. . .] publicar a intervalos convenidos catálogos generales de todas las bibliotecas del país». Además de las ventajas de orden económico, Jewett pone

también de relieve, con gran acierto, las ventajas de orden cultural y técnico que ofrece la catalogación cooperativa. La catalogación cooperativa y la catalogación centralizada

perfeccionan los sistemas de catalogación, favorecen la unificación de sus procesos y facilitan sobremanera la organización de catá- logos centrales y de catálogos colectivos. Contribuyen, así, al mejoramiento de las comisiones de la investigación bibliográfica, facilitando el conocimiento de las colecciones de todas las biblio- tecas, y esto hace posible la localización de un libro dondequiera que esté. Enriquecen las bibliotecas, las cuales, por medio de los catálogos colectivos, suman a los suyos los libros de otras biblio- tecas, ampliando su propia capacidad de servicio. «Todo cuanto facilite la investigacidn estimula el progreso de la

ciencia», afirmaba Jewett, y esto es una verdad que nadiepuede desconocer. En los Estados Unidos de América los trabajos de la Asociación

de Bibliotecarios Norteamericanos, encaminados al desarrollo de la catalogación cooperativa, datan de 1876, año en que la asocia- ción celebró su primera conferencia en Filadelfia. En 1898, la Biblioteca del Congreso comenzó a imprimir fichas,

y poco después las permutaba con dos o tres de las principales bibliotecas, que, ya en aquella época, duplicaban también mecá- nicamente el producto de su catalogación. En 1901, este trabajo había progresado en tal forma que la Biblioteca del Congreso estaba en situación de extender la distribución de fichas a gran número de bibliotecas. Naturalmente, se trataba entonces más bien de un trabajo de catalogación centralizada que de un trabajo de catalogación cooperativa. En 1902, la Biblioteca del Departamento de Agricultura trans-

firió la impresión de sus fichas al Government Printing Office que funciona en la Biblioteca del Congreso. Al cabo de poco 64

Muchas capitales poseen impresionantes bibliotecas nacionales, pero millares de aldeas se encuentran desprovistas de servicios de bibliotecas públicas.

El sistema de libre acceso a las estanterías fomenta la lectura.

tiempo, otras bibliotecas gubernamentales decidieron someter sus fichas a la Biblioteca del Congreso para su revisión e impresión. Al instalarse, en 1932, el comité de catalogación cooperativa de

la Asociación de Bibliotecarios Norteamericanos en el edificio de la Biblioteca del Congreso, se creó el Servicio de Catalogación y Clasificación Cooperativas, en 1934, como una sección de la biblioteca. Más adelante, en enero de 1941, este servicio dejó de existir como sección aparte, y sus atribuciones se distribuyeron entre la sección de catalogación descriptiva, la sección de cataloga- ción por materias y la sección de fichas. En 1944, el Cooperative Cataloguin,y Manual, publicado por la

Biblioteca del Congreso, incluía en una lista los nombres de 365 bibliotecas que cooperaban remitiendo fichas a la Biblioteca del Congreso para que se imprimiesen y se pusiesen a la disposición de todas las bibliotecas que pudieran necesitarlas. En los Estados Unidos de América son ya antiguos y están bien

desarrollados los numerosos y ricos catálogos colectivos organiza- dos en cooperación por muchas bibliotecas. La obra Union Catalogs in the United States, dirigida por Robert B. Downs, y publicada en 1942 por la Asociación de Bibliotecarios Norteamericanos, enu- mera 117 catálogos colectivos que se elaboran en ese país, entre los cuales podemos destacar el de la Biblioteca del Congreso, en Wáshington, que incluye también fichas de bibliotecas europeas, los Union Library Catalogs of the Philadelphia Metropolitan Area, y el del Centro Bibliográfico de Investigación de Denver, Colorado.

LA C A T A L O G A C I ~ N COOPERATIVA Y CENTRALIZADA EN EUROPA

En Europa podemos apreciar empresas interesantes y eficaces en el campo de la catalogación cooperativa o centralizada. Basta mencionar el trabajo efectuado por la Staatsbibliothek de

Alemania, las espléndidas realizaciones del Folkebibliotekernes Bibliografiske Kontor de Dinamarca, el sistema de catalogación centralizada de la Cámara Central del Libro de Moscú y los sistemas de catálogos colectivos regionales del Reino Unido. La Staatsbibliothek venía realizando desde hace años, en

conexión con la publicación Berliner Titeldrucke, un considerable trabajo de catalogación cooperativa que incluía fichas de biblio- tecas cooperantes alemanas y austríacas. En rigor, éste es el único’verdadero ejemplo mayor de cataloga-

ción cooperativa en Europa. Las bibliotecas de muchos otros países han reunido sus esfuerzos para constituir catálogos colecti- vos. Así se han organizado catálogos colectivos sobre cuestiones especializadas, o sobre determinados tipos de materias: catálogos

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colectivos de colecciones existentes en ciudades, regiones, naciones, grupos de naciones, etc. Uno de los más importantes es el Gesamt- katalog der Prewsi-schen Bibliotheken de la Staatsbibliothek, iniciado en 1902. Otro trabajo de catalogación colectiva europea es el Gesumt-

katalog de7 Wiegendrucke, que constituye también un ejemplo de realización cooperativa internacional, pues diversas bibliotecas de Europa y de los Estados Unidos de América remitían a una oficina central, establecida en Berlín, fichas para la formación de este catálogo. En el seminario sobre la función de las bibliotecas en la educa-

ción fundamental y de adultos, celebrado en Malmo (Suecia), del 24 de julio al 19 de agosto de 1950, la Sra. Bodil Normann, bibliotecaria Jefe del Folkebibliotekernes Bibliografiske Kontor de Copenhague, preparó un trabajo sobre «servicios centralizados», en el que dió cuenta de los valiosos trabajos que desde hace once &os realiza el servicio que ella dirige. El primer problema resuelto por ese centro bibliográfico de bibliotecas públicas había sido la centralización de la catalogación, haciéndose los siguientes comen- tarios: los catalogadores de las diversas bibliotecas perdían cada uno por su lado un tiempo largo y valioso en la catalogación de los mismos libros y en la composición de las mismas fichas desti- nadas a los mismos lectores. El resultado era que a veces existían grandes diferencias en la catalogación y clasificación de una sola obra. Con la catalogación centralizada, efectuada por el Folke- bibliotekernes Bibliografiske Kontor, se consiguió una perfecta uniformidad, y las fichas elaboradas representaron muy pronto el producto de un excelente trabajo; después, pudo crearse fácil- mente un grupo de expertos en catalogación que disponía de una colección completa de referencia. También se pudo compilar, simultáneamente, una bibliografía nacional general. El Folke- bibliotekernes Bibliografiske Kontor recibe diariamente de los editores datos relativos a sus nuevas publicaciones. Sobre la base de estos datos, el centro pide a los editores que le consigan ejemplares de los ‘libros que considera de interés para las biblio- tecas públicas. La colaboración que el centro recibe de los editores es casi total. Una vez recibidos, los libros se catalogan inmedia- tamente y las fichas se preparan y se ponen a la disposición de cuantos las necesitan en un plazo de cuatro semanas. Este centro danés de catalogación cooperativa realiza muchos

otros servicios de gran utilidad para las bibliotecas públicas. H e aquí algunos: impresión de los formularios utilizados en todos los servicios de bibliotecas; publicación de catálogos unificados sobre diversas cuestiones y con diferentes finalidades, como, por ejemplo, catálogos de los libros para niños, jóvenes, pequeñas bibliotecas, catálogos de publicaciones periódicas, de obras de

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consulta, etc.; publicación de obras necesarias a los servicios de bibliotecas, como manuales de biblioteconomía, lista de títulos por materias, etc. Funciona, también, como centro de informaciones para bibliotecas. Organiza ((bibliotecas núcleo», esto es: colec- ciones perfectamente seleccionadas y preparadas técnicamente que las bibliotecas en formación puedan utilizar inmediatamente. El centro mantiene, asimismo, un servicio centralizado de encua- dernación. En la Unión Soviética funciona uno de los mayores servicios

de catalogación centralizada, llevado a cabo por la Cámara Central del Libro, que cataloga todas las publicaciones rusas. Las fichas son parecidas a las que imprime la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos de América, y en ellas se adopta la clasificación decimal de Bruselas. En 1937, según afirma John Richmond Russell en su trabajo Cooperative Cataloguing in Europe, cerca de 200 bibliotecas recibían ya por suscripción una copia de todas las fichas impresas, y 1.000 bibliotecas estaban suscritas a fichas de materias especiales. Noruega tiene un servicio centralizado de catalogación, com-

binado con un servicio de adquisición centralizada, para las bibliotecas públicas. La Asociación de Bibliotecarios de Suecia practica también

un sistema de catalogación centralizada destinado a las biblio- tecas públicas. En el Reino Unido, la Biblioteca Central Nacional ha desarro-

llado un sistema de catálogos regionales que representa un gran trabajo cooperativo. En casi todos los países de Europa las bibliotecas unen sus

esfuerzos con objeto de aprovechar en común los servicios técnicos, para mayor utilidad de los lectores.

LA CATALOGACIÓN COOPERATIVA EN BRASIL

En 1942 se organizó en Río de Janeiro, con la participación de tres instituciones -el Departamento Administrativo de Servicios públicos, el Departamento de Prensa Nacional y la Fundación Getulio Vargas- el Servicio de Intercambios de Catalogación (s.I.c.) a fin de resolver el problema que planteaban los trabajos de catalogación y clasificación en la gran mayoría de las biblio- tecas brasileñas; reducir el costo y perfeccionar el trabajo de catalogación; fomentar la cooperación entre las bibliotecas; contribuir a la formación de catálogos colectivos y facilitar, además, la investigación bibliográfica en todos sus niveles. Al principio, el S.I.C. encontró las mayores dificultades, sobre

todo por la falta de catalogadores y revisores debidamente capa-

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citados, la incomprensión de las bibliotecas y servicios de docu- mentación, y, principalmente, el retraso en la impresión de las fichas. Era menester un esfuerzo extraordinario, verdadero trabajo de exploración, para crear el ambiente favorable a la existencia de ese servicio. Ahora ya parecen superadas, finalmente, esas dificultades.

Existen fichas de 69 bibliotecas, 57 situadas en la misma ciudad donde funciona el servicio, y 12 en otras ciudades del país. El S.I.C. funciona como un sistema de catalogación cooperativa,

que solamente se encarga de revisar y uniformar las fichas ya catalogadas que las bibliotecas cooperantes le transmiten para la impresión. Cada biblioteca cooperante tiene derecho a cierto número de

fichas gratuitas de los libros que cataloga, 7 se compromete, tácitamente, a adquirir las fichas correspondientes a los libros que posee y que han catalogado ya otras bibliotecas. Hay mucha bibliotecas que no cooperan, pero que sin embargo

están suscritas a una colección completa de todas las fichas impresas, o a las fichas correspondientes a determinadas materias. La Fundación Getulio Vargas, de Río de Janeiro, está orga-

nizando, en conexión con el s.I.c., un catálogo colectivo nacional constituído por ejemplares de cada ficha impresa por el S.I.C. y por las fichas correspondientes a todo el fondo de varias biblio- tecas del distrito federal.

PROYECTO DE C A T A L O G A C I ~ N COOPERATIVA EN AMÉRICA DEL SUR

Los últimos quince años han sido muy importantes para el progreso de las bibliotecas de América del Sur. Pero en su mayoría nuestras bibliotecas están todavía en una fase de organiaación, o reorganización, y presentan, casi todas, colecciones catalogadas de modo inadecuado, o todavía sin catalogar. Si es preciso llevar a cabo una nueva catalogación casi total

de las bibliotecas latinoamericanas, ;por qué no realizar en conjunto este trabajo, de manera uniforme, con una economía mucho mayor y con la posibilidad de fomentar al propio tiempo el desarrollo de las bibliografías locales, regionales, estatales y nacionales? Los países que ahora inician la organización de servicios de

bibliotecas públicas tienen, sobre los países donde estas actividades ya se hallan muy desarrolladas, el privilegio de poder sacar el mejor provecho posible de las experiencias ya realizadas, evitando así los errores conocidos. Casi todas las bibliotecas latinoamericanas -nacionales,

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municipales, universitarias, escolares, etc.- pertenecen a los gobiernos de los diversos países, Estados, municipios, provincias, etc. Esto dará más facilidades en cuanto a la unificación de los trabajos, y la economía que podrá realizarse gracias a la labor de cooperación será muy útil al erario público, y al mismo tiempo se obtendrá a menor precio una producción de calidad superior. Los sistemas de catalogación cooperativa y centralizada ofrecen

indiscutiblemente ventajas técnicas y bibliográficas. Técnicas, porque hacen la catalogación más rápida, barata y perfecta; bibliográficas, porque suman los fondos de las bibliotecas y así amplían el servicio que pueden prestar a los lectores, facilitan la investigación, permiten la compilación de catálogos colectivos y de bibliografías completas regionales y nacionales. Así, pues, en América Latina, donde las bibliotecas públicas se están desa- rrollando ahora, deben organizarse cuanto antes, de acuerdo con las posibilidades y conveniencias locales, servicios de catalogación centralizada para las bibliotecas públicas. Estos servicios, por conducto de otros centros superiores de catalogación cooperativa, se encargarán de promover rápidamente la nueva catalogación de los libros ya existentes y la catalogación de los libros nuevos que reciban las bibliotecas de todos los países sudamericanos. En Brasil, por ejemplo, el Instituto Nacional del Libro, que

adquiere todos los años millares de libros en varios ejemplares para ofrecerlos gratuitamente a las bibliotecas públicas brasileñas, podría completar esta labor repartiendo, debidamente catalo- gadas y preparadas ya para su utilización, esas colecciones. Realizaría de ese modo un valioso trabajo de catalogación cen- tralizada. El Servicio de Intercambios de Catalogacih podría encargarse de imprimir las fichas elaboradas por el instituto, y de promover asimismo, en un plazo mínimo, la impresión de todas las fichas reunidas por otros servicios centrales de cata- logación, e incluso por las bibliotecas particulares. Otras actividades cooperativas cada día más urgentes son la

compilación de bibliografías generales nacionales latinoamericanas y la composición de catálogos colectivos. Estas dos tareas, tan importantes desde el punto de vista de

la eficacia de las bibliotecas, se verían facilitadas en gran modo por la creación de centros regionales de adquisición y catalogación centralizada que quisieran colaborar entre sí. No es necesario trazar, para estos centros de catalogación

cooperativa y centralizada, las líneas de una organización uni- forme y rígida. Deberían organizarse de acuerdo con las posi- bilidades y recursos de cada país, Estado, municipio o ciudad. Lo que importa es que las bibliotecas comprendan que, para ser útiles, no basta conocer los libros que poseen, sino también el lugar donde se halla el libro o la información que se busca.

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Es importante que sepan estimar la economía de personal técnico, hoy todavía tan escaso; que aprecien la economía de tiempo y material que trae el hecho de no repetir un trabajo llevado a cabo por otras bibliotecas; y que deseen facilitar a las demás bibliotecas el trabajo que realizan. Es necesario que los biblio- tecarios, o los organizadores de bibliotecas, no olviden que éstas po pueden vivir aisladas, y que la cooperación que presten a las demás se les devolverá multiplicada y con elevado interés.

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T E R C E R A P A R T E

SERVICIOS PARA EL PÚBLICO

CAPÍTULO VII

EL PROBLEMA DE PROPORCIONAR MATERIALES DE LECTURA Y MATERIALES

AUDIOVISUALES ADECUADOS

por GUI L LE RM O N A N N E T T 11

BIBLIOTECAS POPULARES

N varias naciones latinoamericanas se han desarrollado E plausibles esfuerzos para publicar series de libros y folletos al consumo popular. Muchas de estas series, desafortunadamente, han tenido una vida breve. Otras descansan en los anaqueles de las bibliotecas, sin haber logrado una positiva movilización de ideas. Algunas han rendido considerables frutos. Pero, en términos generales, cabe preguntar si el número y el nivel cultural de estas series les imprimen carácter auténticamente popular. Las colec- ciones más afortunadas editan 25.000 o 30.000 ejemplares. iY qué significa este reducido número de libros ante la masa de potenciales9ectores de una nación? Podemos afirmar lo mismo de las bibliotecas como institu-

ciones. En general, en América Latina, salvo felices excepciones, las bibliotecas populares y, singularmente, las de las zonas rurales no han arraigado en suelo fértil2. La Conferencia debe analizar las causas profundas de esta situación.

EL LECTOR LATINOAMERICANO

Cuando planteamos el tema de las bibliotecas populares, debemos considerar, ante todo, las condiciones de nuestros futuros lectores. Esto significa que ante el tema de la biblioteca popular surge, forzosamente, el del lector latinoamericano. El tema del lector latinoamericano abarca dos grandes aspectos:

la capacidad de leer y comprender; las necesidades e intereses específicos. Respecto de la capacidad de leer y comprender, tenemos que

fundarnos en los datos que nos ofrecen las estadísticas disponibles y que permiten llegar a grandes generalizaciones.

1. Jefe de la División de Educación, Unión Panamericana. 2. Véase el apéndice C.

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Los censos de las Américas dividen la población en una zona de sombra y una zona de luz: población analfabeta y población que sabe leer. Las estadísticas nos presentan los contornos de la sombra: 70 millones de adultos analfabetos. Pero iacaso hemos analizado los claroscuros? :Acaso hemos investigado cuál es el nivel de lectura de los escogidos a quienes los censos colocan en la zona luminosa? D e los millones de adultos considerados por los censos como

capaces de leer, más de 50 millones pueden clasificarse en un grado de instrucción correspondiente a dos o tres años de escuela primaria. Esta afirmación se funda en las estadísticas de asistencia escolar media en América Latina, Canadá y Estados Unidos de América. Se ofrece en estos dos últimos países, a una altísima proporción

de su población, una escuela primaria que mantiene la asistencia de los escolares, con análoga intensidad, durante los ocho años del período escolar, En la escuela primaria latinoamericana, la asistencia decae dramáticamente en los grados segundo y tercero y es casi insignificante, cuando no inexistente, del cuarto grado en adelante. Obsérvese que esta precaria escolaridad es el único beneficio que se ofrece a una parte mínima de la población escolar, en tanto que el resto carece de toda oportunidad educativa. Claro está que el adulto que recibió ese somero bautismo

civilizador en la escuela primaria pasó más tarde a le escuela de la vida y desarrolló su personalidad según sus capacidades indivi- duales y la interacción con el ambiente cultural. Claro está que si lo consideramos en la actualidad como un lector potencial, debemos aceptar que es un individuo rico en experiencias por las lecciones de la vida y del trabajo. Pero, planteado el tema del adulto como lector, debemos preguntarnos si la acción del medio ha sido favorable al desarrollo de los hábitos de lectura y de la consiguiente comprensión del material leído. Carecemos de investigaciones a fondo, salvo escasas excep-

ciones, sobre niveles de cultura y grados de comprensión en las zonas populares latinoamericanas. La Unesco y la Unión Pan- americana, con la cooperación de universidades y escuelas nor- males, deberían emprender una serie de investigaciones sobre el particular en diferentes países. Las investigaciones requieren un material básico que ya se está produciendo en condiciones satis- factorias. Nos encontramos, pues, en un círculo vicioso: no hay material

de lectura, porque no hay lectores, y no hay lectores, porque no hay material de lectura. Medítese sobre el estancamiento cultural de las poblaciones rurales que, dentro de los niveles de cultura a que aludimos, no reciben, con excepción de uno que otro perió- dico, ningún material ni ayuda que las incite a leer. 74

Partiendo de la base de la escasa preparación que ofrece la escuela primaria, inferimos que el niño egresado de tal escuela, sometido a la influencia de una comunidad analfabeta o de escaso nivel cultural, y privado de materiales de lectura inte- resantes y apropiados, se desliza paulatinamente hacia el analfa- betismo integral. Existen en América Latina, en proporciones abrumadoras, los llamados «analfabetos por desuso)), esto es: aquéllos que aprendieron a leer en la escuela primaria y olvidaron lo aprendido por falta de uso. Las consideraciones precedentes nos permiten colegir que el público de las zonas rurales latino- americanas, salvo regiones afortunadas o individuos excepcionales, o es analfabeto o no pasa de un nivel de comprensión superior al que dan tres años de escuela. En los medios urbanos y obreros, puede pensarse en un nivel superior de comprensión, sin que haya bases para ninguna generalización al respecto.

LOS MATERIALES DE LECTURA

Los seminarios interamericanos (Caracas, Río de Janeiro y Mon- tevideo) han manifestado, repetidamente, que educar no es tan sólo enseñar a leer sino enseñar a vivir con dignidad. Pudiéramos agregar: enseñamos a leer para vivir con dignidad.

Esto significa que la lectura debe ser un instrumento para dignifi- car y enriquecer la vida. Por lo tanto, no basta obtener el dominio mecánico de la lectura. El fracaso de muchas campañas de alfabetización en América Latina y en otras partes del mundo se debe a que tratamos de enseñar a leer, sin ofrecer un material complementario de lectura que afirme y desarrolle el hábito. No ha llegado a nuestro conocimiento un tipo de material de lectura en español que tenga las condiciones de simplicidad, interés y continuidad indispensables para consolidar una campaña de alfabetización que abra horizontes vitales a los lectores rudimen- tarios. Si pretendemos enseñar a leer a los adultos, necesitamos demos-

trarles la utilidad de la lectura. Si pretendemos atraer hacia las bibliotecas populares a los

semianalfabetos, debemos demostrarles que el libro puede dar respuestas a muchas dificultades y problemas de la vida diaria. Esto implica toda una tesis sobre lo que debe ser la biblioteca

popular como institución, sobre lo que debe ser el bibliotecario popular como movilizador de ideas y cooperador del progreso individual y social, y, en nuestro caso, sobre lo que deben ser los materiales de lectura para los adultos de escasa preparación escolar. En consecuencia: si aspiramos a que la lectura resulte atractiva

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para personas que no han adquirido la aptitud, la técnica y el hábito de leer y si deseamos responder a problemas diarios de la vida, es preciso que tengamos en cuenta, al preparar el material de lectura, los intereses y necesidades vitales de nuestros presuntos lectores. Quien prepara libros y materiales audiovisuales debe expresar en ellos lo que su futuro lector pueda pedir o necesitar. En otras palabras, es preciso escribir para un determinado lector. En nuestro caso, para el gran público de América Latina. Esto nos lleva a considerar dos problemas: a) el contenido;

b) la forma.

El contenido.

El material de lectura debe servir, en el caso que estudiamos, a los fines esenciales de la educación fundamental para adultos. El seminario interamericano de Río de Janeiro, celebrado en

1949, señaló los siguientes objetivos para una campaña de educa- ción fundamental para adultos en América Latina: salud; conoci- mientos básicos (consúltese el plan de educación primaria fun- damental de Montevideo, 1950) ; educación moral, cívica y familiar; mejoramiento del trabajo; aprovechamiento de las horas libres; conservación de los recursos naturales. U n plan de producción de materiales de lectura y audiovisuales

para América Latina debería considerar los grandes objetivos a que se refiere la precedente enumeración. Claro está que cada uno de ellos ha de adaptarse a los aspectos particulares que se contemplan en cada región o comunidad. Cuando se trata de material fundamental, es preciso partir de

ciertas generalizaciones que nos permitan presentar los temas esenciales en forma que pueda ser aprovechable por la población de áreas relativamente extensas. Cuando nos referimos a las necesidades más premiosas en materia de salud, por ejemplo, debemos acudir a las investigaciones hechas por instituciones que, como la Oficina Sanitaria Panamericana y el Instituto de Asuntos Interamericanos, han trabajado por décadas en la lucha contra las endemias dominantes en América. Lo mismo pudiéramos afirmar en lo tocante a los problemas de la agricultura, el trabajo o la conservación de los recursos naturales. Esta primera aproxima- ción al problema tiene la ventaja de que, con ella, incorporaremos a la campaña de fomento de la lectura a legiones de médicos, enfermeras, visitadores sociales, agentes de extensión agrícola, de cooperativas, etc., los cuales necesitan la ayuda del material de lectura y audiovisual para el desarrollo de sus tareas. Así tendre- mos una mutua ayuda de educadores y técnicos que vitalizará la obra de las bibliotecas populares y cumplirá con la finalidad de enseñar a leer para dignificar la vida.

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Pero, si bien es cierto que este planteamiento es conveniente para lo fundamental -verbigracia, para una campaña contra la tuberculosis o contra la viruela o para la conservación de los suelos-, es necesario asimismo buscar la forma de auscultar las necesidades o los intereses de las regiones o de las comunidades, a fin de orientar la producción de materiales en armonía con las condiciones de cada localidad. Finalmente, es preciso encontrar vías para conocer las necesi-

dades y los intereses del lector, individualmente. Sólo así sera dable ofrecerle, dentro del acervo disponible, los materiales más apropiados para los problemas de su propia vida. Ésta es función que corresponde al bibliotecario popular, que tiene la misión de consejero y orientador de sus lectores y que puede contribuir, en forma positiva, a la investigación de las necesidades individuales o comunales y a la efectividad del material de lectura, a fin de orientar las campañas de producción de materiales.

La forma.

Si hemos investigado los intereses y las necesidades que puedan atraer a los presuntos lectores, debemos además buscar las mejores vías para llegar hasta ellos. Necesitamos adaptar nuestro material no solamente a la capacidad de comprensión sino también a la falta de hábito de leer de nuestro público. Esto nos lleva a analizar las condiciones del material de lectura bajo cuatro aspectos: vocabulario; redacción; auxiliares audiovisuales; presentación.

Vocabulario.

Dieciocho naciones de este hemisferio, con un total de 100 millones de habitantes, hablan el idioma español. Es ésta una circunstancia afortunada que debe aprove-charse en las campañas de produc- ción de materiales, pues nos permite trabajar sobre un piso común de lenguaje básico, referente a los temas esenciales de la educación fundamental. No se han realizado en América Latina investigaciones a fondo

sobre el español básico hablado por nuestros pueblos. La Unión Panamericana y la Unesco editarán este año los estudios efectua- dos por la Universidad de Puerto Rico sobre vocabulario básico escrito en español, los cuales constituirán una valiosa fuente de referencia para la producción de los materiales de lectura popular. Al propio tiempo, la Unión Panamericana prepara una investi- gación sobre castellano básico hablado, teniendo en cuenta como áreas de estudio los grandes temas vitales a que se refiere la educación fundamental para adultos. Los materiales complementarios de lectura popular para Amé-

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rica Latina deben prepararse partiendo de un vocabulario gra- duado para una escolaridad media de dos o tres años de primaria. Sin embargo, aunque el adulto tenga una inmediata capacidad de lectura mecánica que no pase de ese nivel, su vocabulario básico, o de comprensión, es generalmente más extenso. Por esto, para públicos semianalfabetos puede emplearse el

sistema ideovisual dentro del nivel arriba indicado, pero acom- pañado de ejercicios e incentivos de lectura mucho más amplios en los que se trate de aprovechar el capital de vocabulario pasivo que el adulto posee. Está muy bien, asimismo, que se aplique el método estadístico y se utilicen las listas de palabras actualmente disponibles, como las de Buchanan, Keniston y Cartwright, o el estudio hecho por la Universidad de Puerto Rico, próximo a publicarse. El método estadístico es útil, por cuanto sugiere el empleo de términos comprensibles en vastas áreas, para generalizar ideas de carácter universal. No obstante, debe aplicarse como ayuda provechosa, pero no como pauta inmodificable. Si se trata de generalizar ideas, hay que divulgar los términos que las expre- san. Si las palabras «democracia», «libertad», etc. no tuvieran frecuencia satisfactoria, según los datos del método estadístico, no por eso debemos dejar de emplearlas, si aspiramos a generalizar los conceptos correspondientes. Aunque la palabra «ahorro», por ejemplo, tenga una baja frecuencia (8,2 Buchanan), debemos emplearla cuando aspiramos a estimular inteligentes hábitos de economía. Las palabras clave sobre las cuales descansan las ideas centrales

de los materiales de lectura deben repetirse suficientemente en los textos respectivos. Para procurar el mejor acierto en cuanto se refiere a vocabula-

rio, y lo mismo podemos afirmar respecto del interés y las ilustra- ciones de los materiales de lectura, es preciso llevar a cabo una vasta campaña de investigación en las zonas populares latino- americanas. La Unión Panamericana y la Unesco, por medio de la Editorial Panamericana de Educación Fundamental de Wásliing- ton, del Centro Regional de Educación Fundamental para Amé- rica Latina de Pátzcuaro, de las escuelas normales rurales inter- americanas y de los centros, institutos y educadores de varias naciones, pueden llevar a efecto tal campaña de investigación. Por esto, es aconsejable producir los materiales en ediciones

provisionales y someterlos a verificación en diferentes lugares. La campaña de educación de adultos del Brasil y el proyecto

piloto del valle de Marbial, en Haití, podrán llenar esta misión para los latinoamericanos de habla francesa y portuguesa, y en la zona hispanoamericana es preciso trabajar sobre los valores universales del español y abrir amplias facilidades a las adapta- ciones o aplicaciones locales.

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Redacción.

El seminario de Río de Janeiro señaló algunas condiciones aconse- jables respecto de la redacción de materiales de lectura para adultos. Para el nivel que consideramos en el presente estudio, es aconsejable dar valor escénico y humanizar lo más que sea posible los textos, sin sacrificar la claridad de la expresión. «La mejor enseñanza que se ha dado fué hecha por medio de

parábolas», dice el doctor Edgar Dale, en su admirable opúsculo sobre la preparación de materiales de saludl. Podemos sintetizar, pues, las siguientes normas aconsejables en

la elaboración de los materiales complementarios de lectura: simplicidad; brevedad en el texto, dividido en párrafos y oraciones adecuados; exactitud; atracción literaria. Para el escritor de este tipo de materiales, el doctor Dale

expone los siguientes consejos: precisar las características de los futuros lectores; determinar el propósito con que se escribe; verificar si el tema y la ilación lógica están claros; dividir el material en sesiones, fácilmente asimilables; emplear un vocabula- rio familiar; sintetizar y repetir lo esencial, en sitios apropiados, a través del texto; relacionar, en lo posible, el tema con la vida del lector.

Auxiliares audiovisuales.

El libro no es el único vehículo de las ideas en el mundo moderno. La difusión de las ideas sobre la base de la imagen o el sonido, o de una combinación de ambos, es de especial importancia cuando se trata de una población que no sabe o que no tiene el hábito de leer. Existe toda una gama de auxiliares audiovisuales utilizables

por el maestro o por el bibliotecario popular: el cine, la radio- difusión, el teatro, el teatro de títeres, la exposición, el museo, la conferencia, las diapositivas fijas, las proyecciones de ilustra- ciones opacas, los mapas, revistas o periódicos murales, los cuadros, láminas fotográficas, gráficas, diagramas, etc. Todos estos elementos auxiliares requieren una inteligente.

utilización por parte del educador. Aquí nos referimos a ellos, simplemente como ayuda para el mejor aprovechamiento del material de la lectura popular. En las campañas de alfabetización y en las de iniciación cul-

tural, es conveniente llamar la atención de los presuntos lectores sobre temas que se refiere'n a sus intereses colectivos y que tengan inmediata incidencia en la vida individual. Por ello es aconsejable

1. Dale, Edgar y Hager, Hilda, Somc suggcslionr fw wriring healih malerials, National Tuberculosis Association, Nueva York, 1950, pág. 23.

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producir unidades de lectura y audiovisuales coordinadas para un propósito común. Dentro de la realidad latinoamericana, consideramos como

unidad mínima para acompañar a un texto de lectura conve- nientemente elaborado, la que comprendiera los siguientes materiales: carteles o láminas alusivas al tema; un mapa mural preparado como centro de interés para la discusión de grupos; ilustraciones para proyección opaca y, si es posible, diapositivas fijas; programas de radio para divulgación general y discos explicativos del material de proyección. Las proyecciones son importantes porque estimulan la formación

de los grupos, que, como veremos más adelante, son un instru- mento poderoso para la divulgación del hábito de leer. Los elementos audiovisuales esenciales son los antes mencio-

nados, que, naturalmente, pueden ir acompañados por otros más costosos.

Presentación.

Deben considerarse los siguientes aspectos en la producción de materiales de lectura: formato; ilustración; tipo de letra: cubierta.

Formato. Es conveniente un formato de bolsillo, pero no tan reducido que dificulte la reproducción de las ilustraciones y la composición con un tipo de letra adecuado. Creemos que lo más aconsejable es el formato 1/16. Este tipo de formato tiene grandes ventajas porque permite la más económica utilización del papel y ofrece un tipo de libro muy manejable. Presenta algunas com- plicaciones si se aspira a utilizar las mismas ilustraciones y dibujos para la preparación de las diapositivas que deberán tener, forzo- samente, una proporción de 3 x 4. Existen, en todo caso, solu- ciones que permiten conciliar las dos finalidades.

Ilustracioncs. La ilustración debe interpretar el concepto esencial y evitar detalles supérfluos. Si se adopta el sistema ideovisual, la ilustración debe colocarse sobre el texto (palabra o frase que interpreta). Es aconsejable, en este caso, que en material para adultos se desarrolle en la contrapágina, con mayor amplitud, el texto escrito sobre el mismo concepto como incentivo para la lectura y como medio para aprovechar el vocabulario pasivo del adulto. También son aconsejables los métodos que mezclan texto y dibujo, incitando así las asociaciones del lector. Es obvio que debe haber exactitud en los accidentes de lugar, tiempo, costum- bres, trajes, etc. Es necesario efectuar trabajos de investigación y verificar, con grupos de adultos, el grado de comprensión de

Grupo móvil que pone los libros al alcance de los habitantes rurales alejados de toda biblioteca pública.

Esta biblioteca ambulante sirve a obreros industriales y a sus familias.

Este hombre y su hija representan de manera típica a los millones de analfabetos que necesitan augustiosamente la ayuda del educador y del bibliotecario.

las ilustraciones, a fin de orientar acertadamente las publicaciones populares latinoamericanas. Debe recomendarse siempre naturalidad, sencillez y alta calidad

artística.

Tipo y composición. El tipo de letra debe ser claramente legible. En el material complementario para las campañas de alfabe- tización debe ser grande, de 12 a 18 puntos. Si se emplea el método ideovisual, el texto de la contrapágina puede componerse en carácter de cuerpo más pequeño, preferiblemente del mismo tipo. En textos elementales, cuando resulte necesario dividir una

oración, por ser ésta muy larga para una línea de composición, debe tenerse la precaución de dividirla en frases coherentes.

Cubierta. Debe ser sencilla, durable y atractiva. El título, níti- damente legible, debe expresar el tema. Es aconsejable que pre- sente una ilustración que ponga de relieve el tema principal. Si se trata de series periódicas, debe procurarse continuidad en ciertos aspectos de la cubierta y variación en los que individua- lizan el tema. Los temas pueden identificarse mediante ciertos distintivos o colores especiales, destinados v.g. al material referente a salud, o agriculrura, ciudadanía, etc.

GRUPOS DE D I S C U S I ~ N

No podemos terminar este trabajo sin mencionar los grupos de discusión. La expresión grupo de discusión traduce cabalmente la de ((discussion group» empleada en Inglaterra y en los Estados Unidos de América. En el uso común, la palabra discusión se torna generalmente en su segunda acepción o sea como sinónimo de altercado. Sin embargo, la principal acepción de esta palabra implica ((examinar y ventilar atenta y particularmente una materia haciendo investigaciones sobre sus U n grupo de discusión es una reunión de personas (no más

de quince) que analizan un problema de interés común. El grupo desarrolla lo que pudiéramos llamar una ((conversación orga- nizada» sobre el tema de que se trata. En esta forma pueden ventilarse los temas urgentes de la salud,

como por ejemplo las campañas contra el paludismo, la tuber- culosis; o de la agricultura, v.gr. la mejor producción de leche o la lucha contra la erosión del suelo; o de la cívica, etc. El trabajo de grupo es un estímulo para la lectura individual.

1. Diccionario de la Real Academia Española.

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Al analizar un problema con personas poco habituadas a leer, se le entregará a cada una de ellas un ejemplar del mismo libro o cartilla y se trabajará sobre su contenido con la ayuda de los recursos audiovisuales. El grupo puede leer en conjunto el libro. Puede pedirse a cada uno de los presentes que lea una parte del libro en voz alta, para someter el punto al análisis y discusión de los demás. El modo como cada individuo exprese sus ideas respecto del tema, permitirá verificar hasta donde alcanza su capacidad de comprensión del material leído. El día en que hayamos logrado formar en América Latina el

habito de considerar, por medio de grupos de discusión, los temas que afectan a la vida común, habremos dado raíces permanentes a la cultura y al progreso. E n las campañas de alfabetización, el trabajo de los grupos es esencial. Es preciso que el bibliotecario popular sea capaz de organizar y dirigir grupos de discusión en que se utilicen los materiales de lectura y audiovisuales. Pero más importante que esto es la capacidad del bibliotecario de preparar conductores de grupos, dentro de los mismos lectores, y para diseminar las técnicas de la organización y dirección de grupos entre los educadores de adultos, especialistas en salud, agentes de extensión agrícola, visitadores sociales, etc.

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CAPfTULO VI11

SERVICIOS DE BIBLIOTECA PARA LOS TRABAJADORES

Por CARLOS G U I L L É N ~

A educación del trabajador desempeña un papel especial L como medio de mejoramiento económico y como una de las primeras medidas de bienestar social que parece conveniente aplicar en la mayoría de las comunidades latinoamericanas. «La educación del trabajador -se ha dicho con razón- es

un proceso de formación integral, que se ocupa en particular de los problemas económicosociales, a fin de capacitar al trabajador, preferentemente mediante sus organismos sindicales y con la colaboración de otras instituciones, para la defensa y conquista de sus derechos y para el cumplimiento de sus deberes como trabajador y como miembro de la comunidad nacional e inter- nacional.» (Tercer Seminario Regional de Asuntos Sociales, Porto Alegre, Brasil, 195 1).

/ a,

PRINCIPIOS GENERALES D E LOS PROGRAMAS D E E D U C A C I ~ N DEL TRABAJADOR

D e acuerdo con los principios de este tipo de educación, sus programas deben basarse en las necesidades e intereses de los trabajadores. Siguiendo este principio, el grupo obrero que participó en las discusiones del tercer Seminario Regional de Asuntos Sociales de Porto Alegre, Brasil, sugirió seis puntos como necesidades vitales, sobre los cuales considera que deben elaborarse los programas educativos. Estos puntos son: alimentación, vestido, habitación, higiene, recreación, educación. En conformidad, estas materias concuerdan muy bien con las

finalidades de tal educación así como está claramente establecido en la definición y alcance de esta educación antes transcrita. El hecho de dar aquí esta explicación obedece al propósito de

informar a los bibliotecarios de América Latina de las finalidades de la educación del trabajador, lo cual es de primordial impor- tancia para la orientación de la clase de servicio de extensión

1. Jefe interino de la Sección Trabajo y Migración, Unión Panamericana.

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bibliotecaria que se vaya a poner en práctica y para la selección de la literatura a que se debe dar preferencia en este caso. Pero hay otra cosa que se debe tener presente, y es que si en

términos generales, estas indicaciones se pueden observar, con- viene en cada caso atender primeramente a las demandas que para la prestación de estos servicios formulen las organizaciones obreras, ya que sus condiciones económicas, sociales y educativas varían notablemente de un país a otro y aún dentro de un mismo

Sin embargo, cualesquiera que sean las condiciones locales, el criterio de la biblioteca en coordinación con el del sindicato, decidirá el tipo de servicios más apropiado a las necesidades del grupo.

país.

TIPOS DE SERVICIOS QUE PUEDEN PRESTARSE

Tarea bastante difícil es la de enumerar o definir la clase de servicios de biblioteca más deseables. Pero a manera de ejemplo pueden resumirse algunos: 1. Facilitar literatura que trate sobre las materias de estudio de

la educación del trabajador y de la educación de adultos, de la cual forma parte la primera;

2. Dar facilidades, en cuanto sea posible, para complementar tal educación por medio de conferencias, charlas, discusiones en grupo y demás técnicas aplicadas en la educación de adultos, pero adaptadas a la mentalidad de los diversos grupos obreros;

3. Mantener en los propios sindicatos colecciones de libros, folletos, revistas y periódicos;

4. Organizar periódicamente, en la biblioteca y en los mismos sindicatos, exhibiciones de pintura, fotografía u otras mani- festaciones del arte1;

5. Prestar servicios de información al sindicato en materias rela- cionadas con los contratos colectivos de trabajo, tales como estadísticas sobre desempleo, costos de vida, de producción, salarios, etc.;

6. Suministrar informaciones sobre la legislación del trabajo, nacional o extranjera. A este respecto cabe, en cuanto sea posible, divulgar entre los trabajadores las convenciones internacionales firmadas por las Conferencias Internacionales del Trabajo. (Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra, Suiza);

1. Recomendación de la primera Asamblea Interamericana de Bibliotecarios de las América% Wáshington, D.C., 1947.

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7. Aprovechar la celebración de congresos de trabajadores para verificar, dentro del mismo local en que funcione el congreso, si así lo permite éste, exhibiciones de libros y de obras de arte. Aprovechar asimismo estas reuniones para divulgar los servicios de biblioteca. Para algunos obreros estos servicios pueden ser familiares, pero para otros no, lo cual puede influír para que ellos procuren el establecimiento de tales servicios en sus comunidades;

8. Divulgar los servicios de la biblioteca por medio de la publica- ción de hojas volantes, escritas clara y objetivamente, las cuales pueden contener una breve lista de libros de actualidad, las últimas adquisiciones de la biblioteca, o reseñar las actividades especiales de ésta durante la semana o el mes. También pueden darse breves notas sobre asuntos de interés para los trabajadores, como la reunión de un congreso obrero, la promulgación de alguna medida legal de protección al trabajo, la celebración de un congreso de educadores, econo- mistas o de especialistas en asuntos sociales, de cooperativas, etcétera;

9. Fomentar la organización de bibliotecas circulantes y de bibliotecas ambulantes para los barrios obreros;

10. Exhibir películas y diapositivas y demás materiales de educa- ción audiovisual;

11. Procurar en cuanto sea posible el cumplimiento de las reco- mendaciones del Congreso Interamericano de Servicios de Bibliotecas Públicas, en cuanto a la creación de bibliotecas obreras, bibliotecas infantiles para los hijos de los obreros, llevar las actividades de la «semana nacional del libro», un «día nacional del libro», «mes nacional del libro» que celebran en algunos países, hasta los sindicatos, y de modo particular la siguiente: «las bibliotecas latinoamericanas deben prestar especial atención al adelanto y mejoramiento de las colec- ciones de arte manual, higiene, agricultura, artes domésticas, etcétera, para beneficio de los trabajadores industriales y agrícolas»;

12. En desarrollo también de esas recomendaciones, fundar en los sindicatos organizaciones de «amigos del libro» y «amigos de la biblioteca).

Haciendo un resumen, estos servicios de biblioteca pueden divi- dirse en dos: a) poner al alcance de las organizaciones obreras y de los sectores obreros, barrios, fábricas y otros lugares, las actividades educativas y de información de la biblioteca, y b) servir de centro de discusión, estudio y análisis de problemas obreros y de otros que interesen a la clase trabajadora.

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COMITÉS MIXTOS PARA LA O R G A N I Z A C I ~ N DE SERVICIOS DE BIBLIOTECA P A R A LOS OBREROS

Los prQpiamente llamados a definir, organizar y establecer servi- cios de biblioteca para los obreros son los mismos sindicatos y las bibliotecas públicas. La creación de comités o comisiones com- puestos de dirigentes obreros y bibliotecarios vendría a facilitar y acelerar el establecimiento adecuado, libre de fracasos ocasio- nados por la ligera improvisación de tales servicios. A manera de ejemplo, pueden mencionarse aquí algunas acti-

vidades que en este sentido se adelantan en los Estados Unidos de América. Este es un problema que todavía preocupa allí a muchas personas. D e ahí que con frecuencia se discutan los procedimientos más aconsejables para interesar a los sindicatos y a los trabajadores para que hagan uso de los servicios de biblioteca.

LA LABOR DE LA A S O C I A C I ~ N AMERICANA DE BIB LI OTE C ARI OS

La Asociación Americana de Bibliotecarios (A.L.A.) creó en 1946 el Comité Mixto de Servicios de Biblioteca para los Grupos de Trabajo1, el cual está integrado por representantes de la asocia- ción y de los organismos nacionales de los trabajadores, la Federa- ción Americana del Trabajo, y el Congreso de Organizaciones Industriales (c.I.o.). Sus funciones consisten en lo siguiente: a) estimular las bibliotecas para el mejoramiento constante de sus servicios y para su ampliación, y b) levantar el interés entre los trabajadores para que hagan uso de tales servicios y que soliciten su establecimiento en aquellos lugares en donde no existan. El comité publica regularmente un boletín policopiado2 para

informar a los trabajadores y a los bibliotecarios sobre el adelanto de los servicios de biblioteca en el país. Además, estimula el envío de bibliotecarios a las reuniones obreras, a los cursos de educación obrera, y a otras actividades educativas de los sindicatos, como la organización y participación en los llamados institutos de 1. El comité está compuesto asf: Dorothy Bendix (Joint Committee on Library Service to Labor

Groups, 5 Washington Street, Newark 1, N.J.). Representantes de A.L.A.: William W. Bryan, Sarah E. Large. Representante de la Federación Americana del Trabajo (A.F.L.): John D. Connors (Oficina de Educación Obrera, 724, 9th Street, Wáshington 1, D.C.), y Representante del Congreso de Organizaciones Industriales c.I.o.: George T. Guernsey (subdirector del Departamento de Educación, 718 Jackson Plaie, N.W., Washington 6, D.C.). De este comité también forman parte Ida Goshkm, de la Biblioteca de Akron, la cual mantiene uno de los mejores servicios de biblioteca para los obreros del país, y el profesor Anthony Liichek, jefe del Servicio de Educación Obrera de la Universidad de Pennsylvania (Pennsylvania State College).

2. American Library Association. Librarp Servicc 60 Labor Newsleifer. 5 Washington Street, Newark 1, New Jersey, Estados Unidos de América.

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trabajo1, para difundir los propósitos de la biblioteca y llamar la atención acerca de los servicios que presta. Por otra parte los bibliotecarios han prestado una gran contribución al desarrollo de los servicios de extensión de las universidades, lo cual les ha servido a éstas como ejemplo para darles un carácter similar a los servicios que se prestan en la biblioteca2. En los Estados Unidos de América estos servicios han tenido

éxito, gracias a la idea de llevar la biblioteca a los obreros en lugar de esperar a que ellos concurran a la biblioteca.

1. Mama! #ara el establecimiento de institutos de trabajo. uSerie sobre educación obrera0 n.0 3, septiembre

2. Machinisfs. January 1950, pp. 6-8. uUnions and Librariesa, by Dorothy Bendix. de 1950, Unión Panamericana, Wáshington, 6, D.C.

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CAPfTULO IX

LA BIBLIOTECA AMBULANTE DEL SERVICIO SOCIAL DE LA INDUSTRIA

por NAIR MIRANDA PIRAJA~

L Servicio Social de la Industria (SESI) fué creado y organizado E por la Confederación Nacional de las Industrias, órganis- m o sindical de los industriales del Brasil, y está bajo su dirección. Al crearse el SESI por iniciativa de las clases industriales, apoyadas

por el gobierno, se le dió como objeto proporcionar a los trabaja- dores los medios materiales necesarios para el mejoramiento de las condiciones sociales de su vida. Los trabajadores constituyen una de las columnas del progreso de la nación, y es justo que se benefi- cien de los resultados y de las conquistas de ese progreso. Con tal objeto se publicó el Decreto-Ley 9,403, de 25 de junio

de 1946, que establece un impuesto de 2% sobre las planillas (impuesto que sólo deben satisfacer los patronos) e instituye el SESI en todo el Brasil. El mismo decreto-ley determinó que el SESI quedara bajo la

vigilancia de un consejo nacional, constituído por representantes del gobierno, de los industriales y de las clases armadas, y el cual, a su vez, crearía consejos regionales en todos los Estados de la Federación. . Una vez instalado el Consejo Nacional, se dispuso, entre otras

medidas y con miras a la realización de la empresa, que los consejos regionales consagrasen el 75 yo de sus recaudaciones a los servicios de alcance local, y que remitiesen el 25% restante al Consejo Nacional que lo destinaría a las regiones en ‘que la recaudación fuese insuficiente. Gracias a esta disposición, los beneficios del SESI se harán extensivos a todos los trabajadores del país, incluso a los que viven en regiones de menor densidad demográfica y de menores posibilidades económicas. La Federación de Industrias del Estado de SZo Paulo tuvo

una participación destacada y decisiva en esta empresa, formu- lando, gracias a un conocimiento y experiencia más profundos del asunto, sugerencias al gobierno federal, y cooperando también con las autoridades del Ministerio del Trabajo en el estudio y elaboración de las leyes y reglamentos que rigen el SESI.

1. Jefe de la Biblioteca Ambulante del SESI Si30 Paulo, Brasil.

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Estos hechos son testimonio de una política nueva, inteligente y eficaz de ayuda a los trabajadores, con la cual los industriales, por propia iniciativa, se ponen al frente de las reivindicaciones obreras más inmediatas y justas que así pueden satisfacerse sin choques y sin luchas, como conviene a los intereses superiores de la nación. Lo único que el SESI pide a los trabajadores es sinceridad,

confianza y comprensión. No persigue ningún fin político. No exige ningún compromiso de carácter económico, religioso o racial. El SESI pretende solamente que el trabajador brasileño no pierda su condición de ciudadano brasileño, que sea buen jefe de familia, consciente de sus deberes y de sus responsabilidades, que tenga mayor capacidad técnica y productiva, aumente sus posibilidades intelectuales y las de sus hijos, y encuentre, cerca de su domicilio, los medios indispensables para la satisfacción de sus necesidades más urgentes. El SESI propugna también, como uno de los puntos fundamen-

tales de su programa, el establecimiento de un clima de paz y concordia entre las clases, en contraposición con las doctrinas encaminadas a separarlas y a sembrar la discordia entre ellas, poniendo en peligro la civilización bajo cuya égida vive y prospera desde hace siglos el Brasil. En el sector de la educación de adultos, el SESI sostiene, además

de cursos de alfabetización y clases complementarias, una biblio- teca ambulante que se inició en enero de 1948. Tiene ésta por objeto proporcionar a los trabajadores de la industria los libros que puedan ayudarlos en su perfeccionamiento intelectual, ofre- ciéndoles al mismo tiempo entretenimiento sano para sus horas de ocio. La biblioteca ambulante funciona por medio de «cajas-estante»

que contienen aproximadamente sesenta libros, los que se envían como lectura a las fábricas, asociaciones y otros centros de reunión habitual de trabajadores. Al cabo de tres meses, estas cajas se substituyen por otras que contienen colecciones diferentes. Cada caja-estante se designa por un número y mide treinta centímetros de ancho por sesenta de alto y cincuenta de profundidad; está dividida en el medio por un tabique, puede abrirse por los dos lados y se halla enteramente fabricada de acero. En cada local de lectura, las cajas se entregan a un trabajador,

generalmente elegido por sus compañeros, quien se encarga gratuitamente del préstamo de libros. Estos elementos, cuya contribución espontánea es indispensable para el funcionamiento de la biblioteca ambulante, han resultado excelentes colabora- dores. Además de ser el lazo de unión entre la biblioteca y la comunidad a que pertenecen, a ellos se debe primordialmente el éxito de la biblioteca entre los trabajadores.

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El plazo del préstamo de libros para lectura a domicilio es de quince días, y cada lector tiene además derecho de llevar a su casa un libro infantil. Las revistas que acompañan las cajas- estante se regalan a los lectores. La selección de libros para la instalación de la biblioteca

ambulante se hizo de acuerdo con la experiencia adquirida entre los lectores de la Biblioteca Ambulante del Soldado, sirviendo de base la observación del resultado de la lectura y también el examen de los datos obtenidos en una encuesta que se hizo entre la tropa. Había en el Ejército, durante la guerra, jóvenes que provenían de todas las capas sociales y que ejercían en la vida civil las más diversas profesiones, de manera que nos pareció necesario adoptar un criterio bastante elástico en la selección de libros. Cuando se nos devolvieron las primeras cajas-estantes, al observar el resultado de la lectura, pudimos orientar mejor nuestra selección de acuerdo con las preferencias de los trabaja- dores. Prosiguiendo en nuestra tarea educativa, hemos procurado elevar el nivel cultural de los lectores. Asistiéndoles de manera constante y discreta, les ofrecemos menos obras de ficción y mayor número de libros que puedan servir para mejorar su cultura. Después de tres años de funcionamiento, podemos ya recoger

datos concretos acerca de las lecturas de los trabajadores. Así nos es posible observar que de los 2 1.278 préstamos realizados en tres años 16.114 se refieren a obras de ficción. Esta preferencia es universal y puede observarse en cualquier biblioteca pública, y los trabajadores de Sao Paulo no son excepción de esta regla. Vienen en segundo lugar las biografías, seguidas de las ciencias aplicadas y de la poesía. En quinto y sexto lugar tenemos las obras filosóficas y sociológicas. En séptimo, las ciencias puras; en octavo, la geografía y los viajes; en noveno lugar la historia, y en décimo, las bellas artes. Merecen atención especial en la biblioteca ambulante del SESI

las lecturas para niños y para jóvenes, habiéndose prestado 4.850 libros a menores de edad. Los resultados de lectura registra- dos son, en realidad, aproximadamente tres veces inferiores a los resultados reales, puesto que, según hemos podido comprobar, cada lector presta el libro, por término medio, a otras dos personas de su familia o de sus relaciones. Pero no hemos logrado aún que estos lectores anónimos se inscriban en nuestros locales de lectura. Hemos hecho una encuesta sobre los autores preferidos y hemos

obtenido el siguiente resultado: 1 .O Vigil, Constancio C.; 2." Bronte, Emily; 3." Cronin, A.J.; 4." Monteiro Lobato, José Bento; 5." Delly, M.; 6." Alencar, José de; 7.' Veríssimo, Erico; 8." Del Picchia, Menotti; 9." Magali; 10." Bush, W. Observemos que los tres autores citados en primer lugar son,

respectivamente, un argentino y dos ingleses cuyas obras prin-

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cipales se han traducido a nuestra lengua. El que ocupa el cuarto lugar es un autor brasileño, famoso por sus obras infantiles. En quinto lugar está Delly, seudónimo de una escritora francesa, autora de obras destinadas a las jovencitas. En sexto, séptimo y octavo lugar están autores brasileños. Una encuesta llevada a cabo entre grupos de lectores ya habi-

tuados a frecuentar la biblioteca ambulante del SESI nos propor- cionó otras observaciones importantes. Para llevar a cabo esta encuesta, elegimos los centros más diversos, a saber: asociaciones de trabajadores, fábricas de sombreros, de juguetes, de ropa, de botones y materias plásticas y, además, vidrierías y estableci- mientos frigoríficos, laboratorios, centros textiles, tipografías, etc. Los hombres, tienen preferencia por la novela de aventuras y,

en segundo lugar, por la novela policiaca. Las mujeres prefieren la novela sentimental y luego la de aventuras. Ambos sexos piden, por igual, publicaciones periódicas. Los hombres tienen mayor interés que las mujeres por: educación sexual, historia universal, ciencia, filosofía, sociología, lecturas técnicas. Las mujeres pre- fieren: higiene, religión y poesía. Una agencia especializada en recortes de periódicos nos envía

diariamente colecciones de artículos publicados en la prensa de Sao Paulo y de Río de Janeiro referentes al movimiento biblio- gráfico y editorial, así como bibliografías y críticas literarias. Esos recortes nos permiten estar perfectamente al corriente de todo lo que sucede en el dominio de los libros y nos facilitan la confección de las listas de las nuevas publicaciones que queramos adquirir. Una vez establecidas estas listas se someten, antes de adquirir

los libros, al Consejo de Bibliotecas del SESI, o sea al COBI, Órgano puramente consultivo que las estudia antes de aprobarlas. El COBI está compuesto de trece miembros: tres trabajadores presidentes de sindicato, representantes de nuestras dos universidades, de la Escuela de Sociología y Política, de la Academia de Letras de SFio Paulo, y dirigentes del SESI. Una vez adquirido, el libro se sella, registra, clasifica y cataloga.

La clasificación adoptada es la decimal de Dewey, y las reglas de catalogación son las de la A.L.A. En cada libro, antes de entregarse al lector, se pone un sobre con una tarjeta para registrar los préstamos. Para los libros comprados en rústica, utilizamos una encuadernación uniforme de cartón, con lomo de piel. Tenemos carteles de propaganda que se distribuyen entre los locales de lectura y ponemos en el interior de cada libro una hoja suelta, impresa en colores, en que se pide al lector el cuidado necesario para la buena conservación de nuestros volúmenes. Todos los libros de la biblioteca ambulante del SESI se hallan

registrados en un índice de autores que tiene relación directa con

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el catálogo topográfico en el cual agrupamos las informaciones siguientes: número de cajas-estantes en servicio, locales donde se encuentran, salida y regreso de cada caja, fichas de autor de los libros contenidos en cada caja. En tres minutos exactos se puede dar cualquier informe sobre cualquier libro de la biblioteca ambulante. Utilizamos, además, los siguientes catálogos: locales de lectura,

inspecciones efectuadas, extravíos, lectores inscritos en la sede, lectores inscritos en los locales de lectura. Cuando se enwegan las cajas-estantes a las fábricas, un funcio-

nario del SESI especializado en ((orientación social», es decir el ((educador social», reúne a los lectores de la biblioteca ambulante y les dice una palabras acerca de los libros. Hacemos igualmente visitas periódicas a los mismos locales, distribuímos fichas de encuesta entre los trabajadores, proponemos y recogemos sugeren- cias y hablamos personalmente con los lectores. Los encargados de las cajas-estantes son objeto de atención especial, puesto que, como ya hemos dicho, constituyen el lazo de unión entre la biblioteca ambulante y los trabajadores. Por Navidad, se les invita a una reunión en nuestra sede, y en esta ocasión se les distribuyen libros. Organizamos para los encargados un «curso de nociones de biblioteconomb a fin de satisfacer la curiosidad que muchos manifiestan por nuestros procedimientos técnicos. La biblioteca ambulante es, a nuestro parecer, el medio más

fácil de acercar los libros a las masas. Para su instalación exige cajas-estantes de acero o madera, de fácil construcción. LOS procedimientos técnicos, muy simplificados, permiten un buen rendimiento del servicio. En la biblioteca ambulante de SESI, somos únicamente cuatro los bibliotecarios encargados de organi- zar la lectura de veinte mil volúmenes distribuídos con doscientas diecinueve cajas-estantes. Es éste el medio más adecuado de fomentar la cultura del

trabajador fabril y rural, como hemos podido observar durante tres años y medio de experiencia en una comunidad obrera. La caja-estante, colocada en el propio local de trabajo -portería, vestuario, cantina- pone el libro en manos del trabajador. El encargado de la caja-estante, trabajador también, elegido por sus compañeros, es uno de los factores que contribuyen al éxito del préstamo de libros y al desarrollo de la lectura. Creemos que dentro de poco tiempo los trabajadores consi-

derarán la biblioteca ambulante como cosa propia. Acuden a nosotros para sugerir la selección de libros destinados a ellos, se impacientan cuando hay demora en el cambio de las cajas- estantes, nos piden informaciones de carácter técnico y cuidan los libros con mucho esmero. Se pierden muy pocos, y aún éstos son espontáneamente reembolsados.

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Creemos que en América Latina el funcionamiento de las bibliotecas ambulantes por medio de cajas-estantes es preferible al sistema del bibliobús. Las cajas-estantes son baratas y su transporte, fácil. Debemos considerar, además, el problema de la conserva- ción de las carreteras, no siempre en buen estado en muchas regiones del Brasil y de otros países de América del Sur, lo cual dificulta el funcionamiento de1 bibliobús, o sea del ómnibus- biblioteca.

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C U A R T A P A R T E

NIROS Y JÓVENES

CAPÍTULO x SERVICIOS PARA LOS NIÑOS EN LA

BIBLIOTECA PUBLICA

por BLANCA ADRIANZÉN TRECE~

XISTEN dos momentos fundamentales en la vida del niño: E uno que transcurre dentro de las clases, cuyo sabor a encierro pintó magistralmente Mark Twain; y otro, que sucede fuera del plantel. La técnica actual concede a las actividades extraescolares de los futuros ciudadanos toda la importancia que merecen y, para desarrollarlas lejos de las aulas, instituye las bibliotecas infantiles. La biblioteca infantil tiene como principal objeto formar las

bases de la futura clientela de las bibliotecas públicas. Estimulando la curiosidad del niño, tratando de encaminar su imaginación, le facilita libros que despiertan su atención (con ilustraciones en colores vivos, tipo de letra grande, etc.) y consigue realizar una doble finalidad: da vida a la conciencia del niño y comienza a estructurar su cultura. La biblioteca infantil es, por lo general, una sección ligada a

la biblioteca pública que está destinada a servir a todos los niños, indistintamente, al margen de cualquier programa educativo. Preside su organización un apotegma: «El niño aprende jugando». D e ahí que sus actividades tengan aspecto eminentemente recrea- tivo: sólo proporciona a sus pequeños lectores obras amenas y estimulantes; de preferencia, aquellas producciones del humano ingenio de indiscutible valor educativo, que por su saludable influencia en la formación del carácter de los niños, han llegado a ser piezas representativas de la literatura infantil. Aunque depende burocráticamente de la administración

central, la biblioteca infantil se organiza de manera peculiar. En realidad, al implantarse este servicio, se persigue el ideal de establecer un segundo hogar para todos los niños, dentro del edificio ocupado por la biblioteca pública. Según el grado de vinculación física que guarden con la biblio-

teca pública, pueden distinguirse dos tipos de bibliotecas infan- tiles: uno, constituye el denominado departamento infantil, o de niños; y otro, representa la realización de la biblioteca infantil 1. Hállase actualmente realizando estgdios en la Universidad de North Carolina; anteriormente

formó parte del personal de la Biblioteca Nacional del Perii.

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autónoma. Ocupa ésta un edificio separado íntegramente y cumple las funciones y servicios propios de una biblioteca independiente. No suelen ser numerosas estas bibliotecas y poseen estricta auto- nomía administrativa, aunque su equipo es esencialmente análogo al que se incluye en cualquier departamento de niños. La ventaja mayor de este tipo de biblioteca infantil radica en la mejor influencia que puede tener sobre la pequeña clientela; y la des- ventaja inmediata estriba en el hecho de su elevado costo y en la excesiva especialización de sus colecciones. La arquitectura y el mobiliario de la biblioteca infantil deben

encontrarse en función de los siguientes factores, predominantes en su clientela básica: estatura limitada, exceso de actividades físicas, tendencia a la sociabilidad, llamamiento a la curiosidad infantil y, por último, creación del ambiente propicio a los fines perseguidos. En consecuencia, la estantería, repisas de libros y demás

muebles deben guardar proporción con la escasa altura de los lectores y facilitarles, en todo lo posible, el manejo de la biblioteca. La abundancia de espacio libre, favorable a la animada acción de los pequeños, se equilibra con los materiales absorbentes del sonido empleados en los pisos de las salas y con el peso adecuado de mesas y sillas. Es indiscutible la influencia que el medio ambiente ejerce sobre

los caracteres en formación. De ahi el valor imponderable que un arreglo exacto y UM decoración perfecta tienen para el naci- miento y desarrollo de la conciencia infantil en lo que ésta se rela- ciona con e1,imperativo de la biblioteca. Hoy no es posible dudar que un salón correctamente iluminado y ventilado, provisto de muebles cuyas líneas reúnan las virtudes de sencillez en el trazo y belleza en el color, dotado de suficientes lavabos, fuentes, relojes, bancos, etc. y acertadamente subdividido en secciones, determinará el placer por la lectura en la subconciencia de los niños que lo frecuentan. Proceder con criterio absurdamente simplista sería reunir en

las bibliotecas infantiles solamente aquellas obras que, a manera de salvoconducto, llevasen el membrete indicativo de haber sido escritas para niños. El problema de estas bibliotecas consiste en seleccionar cuanto de sincero y bueno ha producido la imagina- ción humana, y examinar tanto el fondo como la forma de cada obra que se escoja. Fácil es enumerar las cualidades que el libro infantil debe

reunir, pero muy difícil encontrarlas todas en determinado volumen. En general, pueden señalarse como requisitos indis- pensables: trama interesante, edición íntegra, distinción en el estilo y veracidad. A grandes rasgos, cabe decirse que una colección conveniente

debe reunir cuentos de hadas, cuentos folklóricos, leyendas, fábulas, clásicos literarios (incluyendo mitología), la Biblia, poesía, biografías, historia, viajes, ciencias, técnica, artes, revistas y libros con ilustraciones. Desde luego, las bibliotecas de este género comprenden todos

los servicios propios de una biblioteca pública, inclusive el de extensión. Y así, suelen mantener el de circulación; el de lectura de libros y periódicos dentro del local; el de lectura y préstamo de libros ilustrados para los niños más pequeños; el de exhibi- ciones, exposiciones de libros ilustrados, etc., en conexión con cursos de lectura; el de narración o lectura de cuentos a grupos seleccionados y el de instrucción de los niños en el uso de la biblioteca. . Entre las formas y métodos que la biblioteca emplea para atraer a los niños a la lectura, podemos mencionar: conferencias y charlas sobre libros; clubs de lectura; dramatización y teatro de títeres; proyecciones cinematográficas; programas radia.les; periódicos murales, concursos y competencias. Las finalidades del departamento infantil en todas las biblio-

tecas, son similares; pero los planes de organización suelen variar, según las distintas condiciones locales. Sin embargo, como regla común puede manifestarse que el

director de la biblioteca delega en el bibliotecario infantil la autoridad suficiente para que éste pueda organizar y sostener el trabajo con los niños. Si la amplitud del servicio lo permite, se realiza cierta diferenciación en subdepartamentos a cargo de jefes, a fin de distrihuír el peso de las labores generales con miras a simplificar la administración. Nada es forzado ni severo en la biblioteca infantil. A sus salas

de lectura acuden los niños porque les agrada concurrir; pero lo, cierto es que ahí encuentran el más amplio campo para el desa- rrollo de sus facultades personales. Libremente, seleccionarán una y otra vez el libro que les interesa; y sólo cuando hayan dejado entrever su verdadera vocación, se les aproximará el bibliotecario, quien, amistosamente, les sugerirá la conveniencia de trabar conocimiento con determinado autor u obra. El biblio- tecario infantil es un consejero del lector, un activo organizador y un director comprensivo que derrocha en su función iniciativa, energía, imaginación y tacto y, todo ello sumado a grandeq dosis de paciencia, cortesía y sentido del humor. Sobre todas las cosas, debe ser sencillo, afable y cariñoso con su menuda clientela, pues sólo siendo leal con los niños podrá obtener que ellos, en retribución, le entreguen su franca amistad. Según las más elementales reglas de la ciencia contemporánea,

todos los impulsos e iniciativas infantiles deben ser encauzados y no combatidos. Por consiguiente, en la labor de guiar al

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niño es preciso que coordinen sus esfuerzos el bibliotecario y el maestro. Aisladamente, ni uno ni otro pueden cumplir su elevada misión. Es posible que el maestro tenga contacto más íntimo con los

alumnos; pero el bibliotecario posee la ventaja de actuar en un campo más libre. Lo que aquél inicia, éste lo lleva a su culmina- ción; y si ambos cooperan eficientemente, lograrán realizar la más perfecta guía y alcanzarán para el niño el más adecuado progreso. La pequeña clientela será siempre auxiliada por el bibliotecario

infantil con orientaciones y consejos oportunos; pero no estará sometida jamás a la más leve imposición. Los niños suelen ser de condición física alerta y un trabajador lento entre ellos resulta, a menudo, una desventaja. El bibliotecario infantil sabe que no hay caracteres iguales;

que cada niño tiene gustos diferentes; y que no sólo se guían por intereses naturales sino por estímulos cultivados. Él dedica todo su esfuerzo a satisfacer las necesidades espirituales e intelectuales de los asistentes al departamento. Constituye para mí singular satisfacción, citar a mi patria como

prueb-de ejemplo de la inquietud que ahora siente América Latina por estructurar la cultura de sus niños. Aparte de las numerosas bibliotecas escolares que vienen

funcionando en diversos establecimientos de enseñanza, tanto estatales como particulares, se inauguró el año de 1947 el Depar- tamento de Niños en la Biblioteca Nacional del Perú, no ha mucho reconstruída en la moderna avenida Abancay, una de las más céntricas y amplias arterias de la noble y hermosa ciudad de Lima. Cuanto la biblioteconomía aconseja, ha sido realizado en esta

sección de la Biblioteca Nacional del Perú, eficientemente orga- nizada para satisfacer las necesidades intelectuales de los 15.000 niños de ambos sexos que, en número aproximado, figuran inscritos en su registro de lectores. Antes de ingresar a la sala de lectura, armoniosamente amue-

blada, el lector, cuya edad fluctúa entre los seis y los dieciseis años, acude a los lavabos convenientemente dispuestos. Luego, selecciona por sí mismo la obra que leerá, pues cuenta con guficiente instrucción en el manejo del catálogo.

Entre los servicios que proporciona el departamento, cabe mencionar el de préstamo de libros a domicilio, para niños mayores de nueve años.. Este servicio hace circular anualmente cerca de 6.000 volúmenes, con un promedio de pérdidas inferior al lo/,,o. En su propio teatro-auditorium con 161 butacas, se efectúa semanalmente «La hora del cuento)) y se realizan funciones de cine educativo y teatro infantil, con escenografía original de

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los mismos niños. Para un futuro próximo, se proyecta establecer un teatro de títeres, a cargo de la menuda clientela del depar- tamento, la que actualmente edita El pequeño lector, periódico mural con seis secciones fijas, incluyendo una de editorial y otra de reportajes. Los cursos que debe seguir el aspirante a bibliotecario infantil,

serán ofrecidos dentro de la Escuela de Bibliotecarios, si existe tal institución. En caso contrario, deberá considerarse la creación de un departamento especializado en la Universidad. En consideración a la obligada brevedad de este trabajo, m e

limito a enumerar las asignaturas que comprende el curriculum: Procesos te'cnicos. La técnica especializada contemporánea se

encuentra acorde en subordinar la máxima eficiencia del servicio de biblioteca infantil, a la más adecuada realización de cuatro momentos preparatorios: a) selección de materiales; b) adquisi- ción y registro de ingreso; c) catalogación; d) clasificación.

Organización y administración. Incluirá los siguientes puntos: a) factores técnicos, económicos y sociales en la organización de la biblioteca; b) el edificio, el mobiliario y el equipo; c), el per- sonal; d) servicios que debe ofrecer la biblioteca infantil; e) preparación de las colecciones.

Bibliografía infantil. Tendrá por objeto proporcionar las normas que regirán la selección de la colección de libros, poniendo especial énfasis en la bibliografía infantil de cada país.

Interesesy guía en la lectura. Se fundamenta en el hecho de que para dar al niño el tipo de lectura que precisa, es indispensable conjugar tres circunstancias: a) reconocimiento de las diferencias individuales; b) motivación; c) punto de vista del lector.

Relato de cuentos. Necesarísimo, porque la narración constituye un verdadero arte. La preparación del relato supone la realización sucesiva de las siguientes etapas: selección del cuento; adaptación a los propósitos perseguidos; ordenamiento de la exposición y presentación.

Teatro infantil. Incluso teatro de títeres o de marionetas y dramatizaciones en las cuales son autores y actores los mismos niños. Complementando el curso, se insertarían algunas lecciones sobre proyecciones cinematográficas, programas radiales y materiales relacionados. (Grabaciones fonográficas, films, etc.)

personales de los pequeños lectores. Dedicará especial interés a la organización de los clubs de lectura y periódico mural.

Psicologia infantil. Por experiencia propia, afirmo que para llegar a ser mejor bibliotecaria infantil, es indispensable dominar este curso. Para los cursos técnicos (catalogación, clasificación, organi-

zación y administración, etc.) es indispensable contar con 10s

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Periodismo infantil. Cuya finalidad es desarrollar las facultades '

servicios de un profesional de biblioteca. En cambio, los cursos educativos y recreativos, requieren especialistas, que bien pueden ser maestros o psicólogos infantiles. Siguiendo las modernas tendencias, se complementará la teoría

con la práctica: a cada hora de clase, seguirá otra de laboratorio. Los estudiantes realizarán sus prácticas en las bibliotecas infan- tiles que se encuentran en proceso de organización o que adolecen de deficiencia de personal. Sólo ingresarán en la Escuela, quienes hayan concluído sus

estudios secundarios. Una entrevista previa, permitirá juzgar la seriedad de los propósitos del aspirante. Como algunas obras de indispensable consulta no han sido aún traducidas al español, es preciso que el postulante posea cierto dominio del idioma inglés. Aparte de esta condición, un examen de cultura general y otro de mecanografía, serán las únicas pruebas de capacidad a cuyo éxito quede librado el ingreso. Los estudios se prolongarán por dos o tres años, según la distintas realidades de cada país, efectuándose las clases prácticas y teóricas simultáneamente. Durante el primer año de aprendizaje, se seguirán los cursos generales y obligatorios (organización y administración de biblio- tecas infantiles, procesos técnicos, etc.) ; los siguientes períodos se dedicarán a los cursos especiales y electivos (relato de cuentos, teatro, infantil, etc.). La escuela expedirá tres clases de grados o títulos, según la

naturaleza de los cursos que haya seguido el estudiante. A los maestros que recibieron instrucción técnica solamente, en calidad de alumnos especiales, se les otorgará un certificado que acredite tal hecho. En cambio, los estudiantes regulares podrán aspirar a dos títulos: auxiliar técnico y bibliotecario infantil. El primero patentiza una capacitación semiprofesional; el segundo, que requerirá la sustentación de una tesis, es un grado profesional. Se concederá preferencia a los bibliotecarios infantiles diplo-

mados, para dirigir las bibliotecas estatales. En las promociones se seguirá un estricto orden de mérito, basado en las condiciones demostradas por el graduando y ratificadas por las calificaciones que haya obtenido en sus cursos teóricos y prácticos. En el caso de bibliotecarios empíricos, cuya eficiencia sea análoga a la de los bibliotecarios diplomados, cada biblioteca seguirá la política que mejor convenga a sus propios intereses. Si-bien el certificado de quinto año de instrucción secundaria

es el único requisito indispensable para ingresar a la escuela, resulta ventajoso para el aspirante a bibliotecario infantil poseer ciertos conocimientos y experiencia previos. La selección de libros para niños es tarea sumamente delicada; por consiguiente el acervo cultural necesario para formar las colecciones infantiles, ampliado y perfeccionado al cabo de dos años de estudios en la 102

Escuela de Bibliotecarios, debe complementarse con algunas calidades personales, que constituyen una suerte de vocación. Es preciso que quien aspira a ser bibliotecario infantil, haya mantenido y siga manteniendo fresco su contacto con las obras que invariablemente gustan a los niños; que posea un ponderado sentido de los valores literarios, suficiente conocimiento de los hábitos infantiles y, sobre todo, mucho amor por los niños y más cariño aún por la buena lectura. Toda biblioteca infantil, modernamente organizada, realiza tres

clases de funciones: la administrativa, la técnica y la educativa. El bibliotecario infantil trabaja en colaboración con el director de la biblioteca y demás empleados, desarrollando la primera fun- ción. En el cumplimiento de la segunda, cuenta con la ayuda de diverso personal, reteniendo la función directriz. Y la realización de la tercera es responsabilidad exclusiva del bibliotecario. El éxito con que la biblioteca infantil sirve a las necesidades de

la comunidad, depende en gran parte del bibliotecario. El buen bibliotecario infantil, debe poseer una sincera simpatía hacia los lectores y debe hallar placer en trabajar con ellos. Su responsa- bilidad frente a la comunidad en que realiza su trabajo es inmensa, pues !'u esfuerzo formador se dirige a los niños, futuros adultos concurrentes a las bibliotecas públicas. Redundancia significa repetir ahora que el bibliotecario infantil

necesita poseer una verdadera vocación. Y es que sólo con mucho afecto por las criaturas y mucha sinceridad, puede prestar eficiente servicio. La realización del concepto de bibliotecario o bibliote- caria infantil, no sólo supone eficiencia profesional, sino el con- curso de innumerables valores morales, tales como simpatía, delicadeza exquisita, paciencia sin límite y muchas otras cualidades personales que constituyen indispensabIe complemento de SUS conocimientos técnicos. La creación del bibliotecario infantil en América Latina es

reciente. Aunque en algunos países las bibliotecas nacionales cuentan con excelentes servicios para niños y en otros se atiende a los pequeños en las bibliotecas populares y escolares, falta recorrer mucho camino todavía para que tales instituciones lleguen a la etapa de perfección o completo desenvolvimiento. Y ello no podrá realizarse, mientras no contemos con la calidad y cantidad necesaria de bibliotecarios infantiles, que han de tener- las a su cargo. D e lo expuesto, podemos concluír:

Considerando que la profesión de bibliotecario o bibliotecaria es demasiado reciente en América Latina y que no es fácil hallar personal capacitado para la más eficiente atención de las bibliotecas infantiles, es necesario que las bibliotecas nacionales coadyuven a la más adecuada orientación técnica de las mismas.

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Considerando que la organización de las bibliotecas infantiles demanda el concurso de conocimientos especializados, es necesario preparar el personal técnico que requerirá la expan- sión que América Latina precisa.

Considerando que la biblioteca infantil tiene fines concretos que llenar, labores determinadas que cumplir y funciones específicas que realizar, dentro de una organización peculiar, es necesario que los directores de las bibliotecas deleguen en los bibliotecarios infantiles la autoridad suficiente para que éstos ejerzan estricta autonomía administrativa y técnica, sin que ello importe desconocer su dependencia burocrática de la dirección central de la biblioteca pública.

Considerando que el principal trabajo de la biblioteca infantil es su trato directo con el niño, resulta de todo punto necesario la inclusión de un cursillo de psicología infantil y de la adolescen- cia, dentro del plan de estudios de la escuela.

Como única sugerencia, expreso mi convicción de que el éxito del servicio que la biblioteca pública pueda dispensar al lector adulto, está siempre en función directa de la ayuda que tal lector recibió cuando acudió por primera vez a la biblioteca infantil. H e ahí la trascendental importancia de Pyudar al lector niño y la necesidad de dotar a las bibliotecas infantiles de profesionales técnicamente preparados.

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CAPÍTULO XI

LOS SERVICIOS DE BIBLIOTECAS EN LAS ESCUELAS

flor MERCEDES MENESES RODRÍGWEZ~

os instrumentos más valiosos con que cuenta una nación L para la formación de sus ciudadanos son, sin duda alguna, la escuela y la biblioteca. Ninguna escuela moderna puede, sin una biblioteca perfecta-

mente organizada en función del lector, lograr el tipo de ciudadano que apetece la sociedad actual. La biblioteca ha de ser el centro o el eje alrededor del cual ha

de girar la vida escolar. Cada escuela de América, cualquiera que sea su nivel escolar, primario, primario superior, secundario O especial debe ya plantearse el problema de cómo llegar a tener una biblioteca a su servicio para poder realizar la obra de la educación. ;Cómo podrían los sistemas escolares de América Latina, llegar

a disponer de bibliotecas a su servicio? Cada país tiene sus características propias y su legislación

particular, pero generalizando podríamos señalar dos caminos para el logro del propósito: a) estableciendo redes de bibliotecas públicas, que ofrezcan servicios especiales para las escuelas, en secciones dedicadas a niños y adolescentes; b) creando la biblioteca escolar propia. N o siempre los recursos de la escuela permiten esta última solución ideal y tal vez ambos sistemas se comple- menten para extender lo más posible los beneficios de los servicios que la biblioteca pública debe ofrecer en cada país. Cualquiera de los caminos a seguir plantea un nuevo problema

vital: iCon qué personal profesional especializado contarlos en cada país de América para la implantación de estos servicios? Los problemas planteados nos llevan a señalar los puntos

básicos que deberán ser tratados a fin de darles la mejor solución posible: 1. Estudiar los planes de las escuelas para bibliotecarios existentes

haciendo que se incluyan las materias especializadas a fin de capacitar bibliotecarios escolares y se impartan cursos especí- ficos sobre organización de bibliotecas infantiles y juveniles;

1. Profesora de bibliotecas infantiles y juveniles en la Escuela Cubana de Bibliotecarios, La Habana.

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2. Fomentar y desarrollar el establecimiento de departamentos infantiles y juveniles en las bibliotecas ya existentes haciendo que estos departamentos, mediante planes claramente definidos, presten su cooperación a las escuelas;

3. Impartir cursos especializados al. personal que trabaja actual- mente en bibliotecas juveniles públicas y privadas;

4. Divulgar, intensivamente, por todos los medios de publicidad posibles, el servicio que la biblioteca puede ofrecer a la comuni- dad, intensificando esta propaganda en los núcleos formadores de maestros: escuelas normales, de educación, escuelas especia- lizadas, etc.;

5. Incluir en los cursos de estudios (curm’cubm escolar), programas, unidades, proyectos y planes de clases, así como también tareas de investigación en la biblioteca, por los alumnos;

6. Lograr que cada país incluya en sus presupuestos nacionales las cantidades necesarias para el sostenimiento de las biblio- tecas escolares, en capítulos especiales dedicados a ellas;

7. Incluir en la legislación la obligatoriedad del establecimiento del préstamo de libros a domicilio en las bibliotecas de las escuelas;

8. Legislar la protección al bibliotecario para que sea respetado en su cargo;

9. Legislar para el establecimiento del sueldo mínimo que el bibliotecario deberá percibir.

Concebimos la biblioteca escolar, incorporada ya al programa educativo de cada Nación. La organización de la biblioteca en la escuela lleva implícita una transformación radical de nuestros sistemas educativos. Sus servicios han de ir dirigidos al grupo social escolar que se compone de cuatro núcleos principales: profesores, alumnos, empleados y agregados de la escuela. Estos núcleos han de ser los puntos básicos en que la biblioteca se apoyará para el planeamiento de su programa de trabajo. Hay que considerar asimismo la escasez de personal con que la biblio- teca cuenta para prestar sus servicios. Analizando el problema de las bibliotecas en América Latina,

es aconsejable el empleo de las técnicas simplificadas (catalogación, clasificación, etc.). En la generalidad de las bibliotecas en que se cuenta con personal tecnico recae casi siempre la totalidad de la labor sobre una persona, que aún simplificando el trabajo se ve abrumada por las exigencias del mismo, si la biblioteca ofrece realmente servicios al público. El servicio circulante por sí solo reclama su personal y mucho tiempo. La simplificación del trabajo técnico favorece las posibilidades de un mejor servicio por la economía de tiempo e instrumentos de trabajo que la biblioteca necesita. El primer servicio que la biblioteca escolar debe ofrecer, y tal

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vez el más efectivo, será el préstamo de libros a domicilio. Aunque la biblioteca escolar, como toda biblioteca bien organizada, ha de tener su colección de referencia siempre permanente en su local deberá ofrecer la circulación de libros que, además de ofrecer el servicio, dé la mejor oportunidad para entrenar a los lectores en el uso y manejo de las bibliotecas y los libros. Dejamos sentado pues, que el servicio circulante, o prestarno de libros a domicilio por la biblioteca escolar, será el primer servicio ofrecido por la biblioteca a su comunidad. El bibliotecario escolar ha de participar activamente en la

búsqueda y selección bibliográfica a fin de Iograr una colección capaz de llenar las necesidades de los contenidos, fines y propó- sitos de la educación. Esta selección bibliográfica ha de realizarse en la más estrecha colaboración con el profesorado. Con razón se ha dicho que «el bibliotecario es el intérprete entre el libro y el lector». El bibliotecario escolar tiene que ser más aún, tiene que ser un intérprete de los propósitos del curriculum escolar. Es profun- damente necesario dejar sentado el principio de que solamente con el trabajo complementario de los bibliotecarios y maestros se hace posible, actualmente, la obra de la educación. En la etapa escolar, el bibliotecario es un maestro, o más bien

dicho un maestro bibliotecario. Veamos ahora, como se comple- mentan en la obra de la educación, el maestro y el bibliotecario. Mientras el profesor se preocupa de la enseñanza mecánica,

diagnostica sus dificultades, ofrece los textos, disciplina el trabajo, guía los debates de clase y ayuda a interpretar, la función del bibliotecario será reportar las dificultades mecánicas, proveer libros adecuados, ayudar a los alumnos en la selección de sus lecturas, despertar el interés por la lectura con libros atractivos. Mientras el proiesor motiva, crea el deseo de informarse a

través de Ias discusiones, proyectos y trabajos de clase, el biblio- tecario provee las actividades motivadas en la clase. Crea la atmósfera para la lectura inteligente, en su contacto directo con el lector. Al planear las lecciones, el profesor organiza las materias de

las unidades de trabajo, decide los métodos y la apreciación de los resultados. El maestro bibliotecario ayuda al profesor en la selección bibliográfica, le hace listas de libros y le prepara el material didáctico ofreciéndole además el servicio de referencia. El profesor construye el curriculum. El bibliotecario interpreta los fines del cum’culurn para buscar los materiales en libros y medios auxiliares del aprendizaje. El profesor determina en la materia de instrucción el contenido;

el bibliotecario enseña, individual y colectivamente, a usar los instrumentos de trabajo que la biblioteca ofrece a sus lectores. Mientras el profesor atiende cuidadosamente los hábitos de

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estudio, los progresos en el trabajo asignado, el progreso creciente de las habilidades y destrezas adquiridas y el dominio del conoci- miento, el bibliotecario supervisa el trabajo indiyidual y colectivo en la biblioteca, mantiene un clima de simpatía hacia la tarea propuesta o hacia el propósito del trabajo planteado y ayuda como profesional comprometido en el éxito del proceso de aprendizaje, a salvar las dificultades del alumno. En la selección de libros el profesor recomienda las obras que

llenan las necesidades del curriculum y las lecturas que deben reali- zarse de la materia explicada. El bibliotecario ofrece lectura en general y material de estudio,

pero provée al alumno, cuando duplica un contenido de lectura, le aclara lo que incluyen y excluyen las diversas ediciones de un libro, la calidad de los editores, las diferencias que ofrecen las ediciones, etc. En las actividades extracurriculares, tanto el maestro, como el

maestro bibliotecario, tienen igual responsabilidad. Ningún acontecimiento, bien sea local, nacional o mundial, ninguna posible actividad en torno a ellos, debe pasarles inadvertidos. Ambos estarán alerta en cada momento para ofrecer orientación bibliográfica de actualidad, exhibiciones, libros nuevos y todo el material educativo que sea posible ofrecer. La colección de la biblioteca no se limitará a libros. Sabemos el

valor científico de los medios visuales y auditivos en la educación. La biblioteca debe proveerse de éstos materiales para aumentar el valor de sus colecciones y ampliar sus servicios. Las colecciones de láminas adquieren en la vida escolar un

valor sin límites. Ellas suplen, complementan y aumentan el valor de los libros, cuando están debidamente organizadas y en relación con éstos, y deben de estar como aquéllos incluidos en el material circulante, al servicio del lector. Los libros infantiles y juveniles en América Latina, y especial-

mente los libros de contenido científico son todavía escasos y mal ilustrados. Otros medios visuales como las colecciones de láminas y películas nos ayudan a suplir estas deficiencias y, aiíin contando con libros ilustrados, nos enriquecen a poco costo. La filmoteca y la discoteca han de formar también parte de la

colección complementando todos los materiales de que la biblio- teca disponga, por una cuidadosa selección de las unidades de estudio. Todos estos materiales que constituyen parte de la biblio- teca se seleccionarán, al igual que los libros, atendiendo a las necesidades del curriculum, pero con un sentido amplio, se aten- derán tambien los intereses recreativos de los niños y adolescentes. Toda biblioteca escolar si ha de llenar cabalmente su obra de

servicio debe organizar una sección de referencia acorde con los fines y funciones de la escuela. Este trabajo, íntimamente ligado a 108

la selección bibliográfica se completará con un criterio ecléctico que se aplicará según el tipo de lector que solicite la información y según veamos el tipo de ayuda necesaria en cada caso para aplicar sobre la necesidad del lector, la técnica conservadora, la técnica liberal o la intermedia, según se ajuste a la necesidad del lector para la solución de su problema. El servicio de referencia en la biblioteca escolar no se limitará

a la información infantil o juvenil, bien se trate de una biblioteca para niños o para adolescentes, sino que se planteará con un sentido amplio en la selección bibliográfica a fin de resolver las consultas de los profesores o profesionales de índoles diversas relacionadas con niños y adolescentes, o instituciones encargadas de su cuidado. Además de todas aquellas actividades encaminadas a servir los

fines del curriculum escolar, la biblioteca puede planear tipos de actividades de interés variados que han de abrir nuevos horizontes y estímulos para lecturas fuera del curriculum. En la biblioteca escolar hay diversas actividades que deben cultivarse pero tal vez las fundamentales sean: a) usos y manejos de las bibliotecas y los libros mediante la ayuda planeada a los lectores y b) las narra- ciones de cuentos para los niños y las charlas de libros para los adolescentes. Estas actividades serán las que de manera más constante y mejor deban realizarse en una biblioteca escolar, porque dependen sus posibilidades de realización de la capacidad organizativa del bibliotecario, y se completan generalmente con las exhibiciones de libros en ocasiones especiales. La radio y la televisión son dos grandes fuerzas de la educación

popular y deben tenerse en cuenta dentro de las medidas de publicidad para dar a conocer a los miembros de la comunidad cuántas bibliotecas tiene a su alcance, cómo se llega a ellas, qu.15 servicios puede ofrecerle cada biblioteca y cómo deben de solici- tarse esos servicios. Algunos estímulos de lectura ampliando el contenido de los programas radiales y de la televisión harían llegar de modo rápido y efectivo informaciones y esrímulos para atraer a los lectores, especialmente juveniles, y la propaganda encaminada a interesar a los profesores en las ventajas del estudio dirigido en las bibliotecas escolares como fuente indispensable de la educación complementarían la labor de divulgación que es necesario dar a conocer al pueblo. Mantenemos en este documento el criterio de que el lector se

forma por hábito adquirido en el uso de las bibliotecas a través de toda la vida. Ello nos lleva a la necesidad de fomentar biblio- tecas escolares que no podremos lograr sin disponer, en cada país, del personal apto para la realización de este servicio. Si queremos que nuestros pueblos lleguen a tener la ansiada red de bibliotecas públicas bien organizadas de que son ejemplo admira-

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ble los Estados Unidos de América, creemos que el modo más rápido y eficaz será la implantación de las bibliotecas en las escuelas y el establecimiento de las secciones infantiles y juveniles en las bibliotecas piliblicas. En la escuela, por la fuerza que ejerce como institución sistemática de enseñanza, y en la biblioteca pública, como factor integrante y vital de las necesidades de cada comunidad. Con la sola excepción de Cuba, en que se ha iniciado ya, con

carácter permanente, en la Escuela Cubana de Bibliotecarios, todavía en América Latina no se incluye aún, en cursos regulares o permanentes, esta materia indispensable para disponer del material humano necesario y organizar las bibliotecas infantiles y juveniles escolares. Por la vital importancia que tiene este problema en el desa-

rrollo de las bibliotecas y en la formación de los lectores de cada país, es deseable que todas las escuelas para bibliotecarios de América Latina estudien cuidadosamente la posibilidad de capa- citar el personal necesario incluyendo los países que aún no tienen establecida regularmente la carrera de bibliotecario e incorporen personal para dotarlo de becas con destino a los países que puedan impartir este aprendizaje. La gran organización norteamericana de bibliotecas surgió por

la iniciativa privada. Ejemplos muy hermosos de este tjpo pueden citarse a través de América Latina, pero la madurez intelectual a que ha llegado la sociedad actual ha demostrado cómo el resultado mejor se encuentra en el esfuerzo unido de todos por un ideal común: el mejoramiento humano. Debemos de obtener no sola- mente interesar a los Estados respectivos, sino lograr la inclusión en la legislación de cada país de la organización de bibliotecas escolares dentro de cada sistema educativo nacional, sin perjuicio para las delegaciones encargadas de estudiar los problemas de las bibliotecas públicas a ellas encomendadas. El panorama de las bibliotecas escolares en Cuba ofrece dos

modalidades diferentes para su posible desarrollo, diferenciadas por niveles escolares. Las escuelas primarias elementales y las escuelas primarias superiores están peor instaladas que las escuelas secundarias (salvo contadísimas escuelas de ensayo), especialmente en la capital de la república, donde los locales son más pequeños y difíciles de conseguir. En el interior de la isla, la estructura colonial de su arquitectura, ofrece otra amplitud que permitiría en gran número de casos poder destinar un local a bibliotecas en: las escuelas. La legislación escolar establece para las escuelas primarias elementales las bibliotecas circulantes en las escuelas pero el planeamiento de la organización es incorrecto ya que determina que «el director de la escuela, será el director de la biblioteca». La propia legislación destina un capítulo a las biblio-

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tecas circulantes para maestros ubicándolas en las provincias en la superintendencia provincial de escuelas, con excepción de La Habana que radicará en la Biblioteca del Ministerio de Educa- ción. Aclara que estas bibliotecas serán para uso exclusivo de los funcionarios del departamento, inspectores y maestros públicos. Reglamenta las secciones de material que deberá comprender la selección de libros, con gran deficiencia por el sentido limitado en que lo hace y traza en igual forma su organización y reglamen- tación. Determina en artículo especial la inclusión anual en el anteproyecto del presupuesto del Ministerio de Educación de las cantidades necesarias para el sostenimiento y adquisición de libros. En las bibliotecas escolares da amplitud para mejorar las biblio- tecas por iniciativa de la escuela y la comunidad permitiendo la búsqueda de fondos. Sin embargo, esto en Cuba no es una realidad salvo excepciones surgidas casi siempre por la iniciativa del maestro. No hay locales destinados a bibliotecas en las escuelas primarias del Estado y en las privadas también son excepciones. Creemos que cursos elementales de esta especialidad deben in- cluirse en las escuelas normales para maestros a fin de resolver el problema del convencimiento del magisterio de esta necesidad primordial de la escuela con el personal idóneo al trabajo, pero no contamos aún con todo el personal necesario para poder impartir este aprendizaje en toda la república. En las escuelas secundarias y especiales el panorama cambia: las escuelas secun- darias en Cuba están mejor instaladas que las escuelas primarias y una mayoría cuenta con locales destinados a bibliotecas, locales desde luego deficientes que no han sido planeados por especia- listas y han sido hechos con la precipitación con que suelen cons- truirse los edificios públicos para ser inaugurados en determinada fecha. En la mayoría de las escuelas secundarias existe el cargo de bibliotecario y hay la persona nombrada para desempeñarlo, en gran número de casos, aunque en su mayoría sin preparación profesional. Sin embargo, las autoridades educacionales del país han demostrado su preocupación en el problema y en el verano de 1950 ofrecieron a los bibliotecarios de los centros secundarios, un cursillo de tres semanas con alojamiento en el propio local de la escuela donde se impartió el cursillo. Algunas de las bibliotecas de los centros secundarios de La Habana cuentan con personal apto, otras no. Algunas tienen establecido el sistema de circula- ción con éxito considerable. La legislación en este nivel escolar varía según el tipo de escuela, ofreciendo diferencias, es decir que no hay unidad legislativa para su organización y funcionamiento. Sin embargo, el panorama de Cuba para el año entrante cam- biará su perspectiva por haberse establecido ya en 1950 dos escuelas regulares de bibliotecología: una por la iniciativa del Estado en la Universidad Nacional, adscrita a la Facultad de

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Filosofía y Letras, y otra por la iniciativa privada en la Sociedad Económica de Amigos del País con la colaboración de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos de América. En cuanto a bibliotecas juveniles de carácter público sólo

contamos actualmente con dos, por la iniciativa privada: la Biblioteca Juvenil del Lyceum y la Biblioteca Juvenil de la Sociedad Económica de Amigos del País, ambas con sistema de circulación. En las dos bibliotecas se ha empleado en sus nombres el término «juvenil» atendiendo a una característica del pueblo cubano. En Cuba, todos los muchachos a los diez años se sienten hombres y tendrían reservas para acudir a una biblioteca llamada «infantil», pero en ambas se atiende a niños y adolescentes que insensiblemente pasan a las bibliotecas para adultos que tienen en el mismo local. En los últimos años este trabajo ha creado en el ambiente una

actividad favorable al desarrollo de las bibliotecas y al reconoci- miento de la necesidad de una preparación específica para el trabajo con niños y adolescentes. La Biblioteca Juvenil de la Sociedad Económica de Amigos del País pone especial cuidado en crear esta conciencia a través de los servicios que presta a los maestros en formación en la Escuela Normal para Maestros de La Habana y en la Facultad de Educación de la Universidad Nacional.

CONCLUSIONES

1. El fomento y desarrollo de las bibliotecas escolares serán la fuente impulsora para el desarrollo de las bibliotecas populares y la formación de los lectores de América Latina, ya que el lector se forma por el hábito adquirido en el uso de las biblio- tecas a través de toda la vida y en especial de la vida escolar que tanto influye en la formación de la personalidad.

2. Sólo se puede lograr el establecimiento de bibliotecas escolares obteniendo la legislación necesaria para la estabilidad de la biblioteca como institución permanente de educación de los pueblos, dentro del sistema educativo de cada país.

3. La solidaridad internacional llevará a la realidad la capacita- ción del personal necesario a cada país de América Latina para el establecimiento de sus bibliotecas escolares.

4. La traducción en español de instrumentos de trabajo biblio- tecológico, y la redacción y adaptación de obras específicas a las necesidades de las bibliotecas escolares de América Latina, incluyendo los manuales para el magisterio de cada país, acelerarán el desarrollo de las bibliotecas escolares en América Latina.

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La biblioteca escolar alienta a los jóvenes a seguir interesándose po los temas explicados durante las clases.

Las bibliotecas públicas desempeñan un papel importante en el desarrollo de la infancia.

Las horas de narración e\timulari la imaginación de los niños y SLI deseo clr Irer.

CAPÍTULO XII

BIBLIOTECAS DE LAS ESCUELAS DE ENSERANZA SECUNDARIA

por MIGUEL ANGEL PIÑEIRO~

L estudio de los fundamentos de una biblioteca que podría- E mos llamar «liceal»2 no puede realizarse como si ella fuera una unidad separada. Su propia existencia depende de sus rela- ciones esenciales con el plan de estudios, con las actividades de los alumnos, con su función de guía y consejera y con la propia administración de la escuela. El éxito de su gestión no sólo depende de la completa identifica-

ción con los fines del instituto que ella sirve, sino también de la feliz adaptación a las condiciones sociales y económicas del medio en que actúa. La biblioteca es una parte fundamental del programa educa-

cional. Su posición es la de un centro coordinador de las diferentes actividades del colegio. La sala de lectura se convierte así en un verdadero taller y laboratorio donde profesores y alumnos trabajan en presencia de los libros. La biblioteca es una agencia para el enriquecimiento del plan

de estudios. Su colección de materiales ha desplazado al ((texto único» y constituye un campo de investigación individual. Como centro educativo la biblioteca tiene otro método que la

escuela: su ambiente es más libre; el estudiante se convierte en su propio maestro. «La mejor parte de la educación de un hombre es la que él mismo se da» y la biblioteca ha de proporcionarle los medios de hacerlo. El problema de la cultura es un problema de método. ((Dadme

un punto de apoyo y moveré la tierra», decía Arquímedes. Si la biblioteca puede dar ese método para moverse en el mundo del conocimiento habrá sentado las bases de un sistema de educación para toda la vida.

1. Director de la Biblioteca Central y Publicaciones, Montevideo. 2. En este trabajo usaremos la palabra liceo como denominador común pap los institutos de

enseñanza media (liceos, propiamente dichos) y preparatoria (colegios).

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EL ESTUDIANTE

D e todos los problemas que debe afrontar el bibliotecario el que ofrece más dificultades, el que exige una delicadeza y un tacto especiales es el de su público estudiantil. Alrededor de su despacho se agruparán adolescentes que van a realizar su primer contacto con una biblioteca y de esa inicial experiencia dependerá, en gran parte, la futura integración de los libros en su cultura. Casi idénticos son los resultados de los estudios que al efecto

se han realizado: la gran mayoría de los estudiantes de liceo no han visto una biblioteca hasta que pisan el umbral del mismo. En las manos expertas de los bibliotecarios y en la fineza de su percepción radicará el éxito de esa primera visita a la fuente más segura de conocimiento. Si él logra justificar su acción ante los ojos de los alumnos y si consigue que ellos lo vean como un guía y permanente colaborador, inspirándoles esa seguridad que trae «el sentirse como en casa», habrá fundado las bases de una rela- ción que el instituto educacional no debe omitir. La dificultad mayor no está en la formación de un programa

que prevea esta relación sino en el campo humano en que tiene que moverse el bibliotecario. D e los doce a los dieciocho años se producen en el joven un proceso biológico y una transición sociocultural. Mientras que su organismo crece y madura y se mueve hacia la

talla y capacidad funcional de los adultos, el individuo pasa del estado y conducta de un niño a las responsabilidades del adulto. El armonioso ajuste de esos procesos, uno al otro, y la correcta dirección de su desarrollo son los factores más importantes que sustentan la política educacional. Y en esos escasos años preparare- mos su cuerpo y su mente para una feliz integración con la sociedad de nuestros tiempos, pues cada generación aprende de sus prede- cesores las actitudes, ideas e instrumentos que llamamos cultura. El orden social será en última instancia el resultado de lo que

enseñamos a los niños y adolescentes, de las exigencias y prohibi- ciones con que limitemos su acción, de los privilegios que acorde- mos y del tiempo en que lo hagamos. Los jóvenes tienen el permanente deseo de obtener un «status»

de adulto y llevar el peso de la responsabilidad en sus asuntos personales. Toda ocasión debe aprovecharse para ejercitar esas cualidades tan importantes en nuestra forma democrática de vida. Muchos maestros son escépticos en lo que se refiere a dar partici- pación a los alumnos en la administración o hasta en la dirección de su casa de estudios. Sin embargo toda vez que los jóvenes se enfrentan con una responsabilidad y se les permite una verdadera contribución en una causa elevada, su reacción es poderosamente positiva. Es característico de su psicología el brincar de una

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faena a otra y cuando saben que una de ellas no es obligatoria su labor se produce con verdadera alegría. Así como reaccionan con aspereza cada vez que se les quiere forzar a hacer algo que ellos entienden fuera de su mundo. El bibliotecario, además de la acción de llevar libros hasta sus

manos, puede ejercitar diariamente aptitudes de orden y solidari- dad con el medio estudiantil y crear la idea de servicihsocial o comunal, tan precaria en los países hispanoamericanos. M u y poco afortunada ha sido nuestra escuela en desarrollar ese sentido social de servicio sin el cual el mundo en que vivimos no es más que el agregado de individualidades muchas veces agresivas. La contribución de los jóvenes en las bibliotecas los vinculará

con la marcha del instituto y los hará vivir en una atmósfera de libros, mientras que el bibliotecario se aliviará de rutinas pu- diendo dedicar más tiempo a su función docente. Pueden formarse pequeños grupos, por períodos de pocos

meses, y alternarse en las tareas de préstamo de libros, duplicación de fichas, inventario, colocación en los estantes, reparación de libros, etc. Puede permitírseles el dibujo de avisos y las distintas fases de la propaganda, la selección de algunas obras y la confec- ción de bibliografías especiales. En muchas de esas actividades se puede coordinar el aspecto de

contribución a una obra colectiva con el estudio o deber de una clase del programa: hacer una bibliografía de literatura española o encuadernar los libros de la institución en la clase de trabajos manuales. Y no podemos dejar de mencionar otro pequeño detalle: la

contribución de los estudiantes ha permitido un descenso apre- ciable en el presupuesto asigpdo a la biblioteca.

EL BIBLIOTECARIO

En los centros de enseñanza media, donde viven adolescentes, el bibliotecario es más educador que bibliotecario. Las normas técnicas que trae de sus años en la escuela profesional se limitan y simplifican. Su oficio es evidentemente el de educar con una colección de materiales diversos, entre los que hay libros. Si circunscribe su acción a prestarlos o a organizarlos habrá cerrado los mil caminos de exploración que su cargo le depara. Cuando se pasa revista a algunas posibilidades de su acción es

innegable que antes que nada el bibliotecario de liceo debe estar dotado de una genuina vocación docente, imaginación para explotar situaciones que le permitan ampliar el programa de los cursos, conocimiento de la idiosincracia de alumnos y profesores,

.

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y esa natural simpatía que los jóvenes intuyen sólo en aquéllos que poseen una generosa disposición de servir. En tal sentido durante las últimas décadas las organizaciones de

maestros y de bibliotecarios han coincidido en aconsejar que, en la provisión de esos cargos, se utilicen maestros con preparación en el ramo de biblioteca, reconociendo que la esencia de su funciónsexige un sólido respaldo docente a la vez que ciertos conocimientos de bibliotecología. Por otra parte su calidad de miembro del personal de instrucción le da autoridad frente a los alumnos y profesores, a la vez que le ofrece una carrera de futuro. El rango y el sueldo de maestro para los bibliotecarios de liceo es la garantía de una acción profunda en el orden cultural. En la esfera de acción del encargado de la biblioteca residen

importantes investigaciones que éste debe llevar a cabo, como las siguientes: qué libros son leídos, preferencias según la edad y sexo, reacciones frente a obras fundamentales, etc. Su presencia en las reuniones del personal docente agregará un aporce de valor por su conocimiento de la masa estudiantil, de sus reacciones e intereses. Las observaciones y recomendacibnes de la Asociación de

niaestros de enseñanza media de New Jersey es definitiva al respecto. Parece evidente que el bibliotecario de liceo no es un bibliotecario colocado en una escuela. Es el maestro de una actividad especial, un director de empresas muy particulares. Por lo tanto el problema de preparar al bibliotecario escolar debe ser considerado cuidadosamente. Por ejemplo, la relativa proporción de conocimientos en educación y en ciencia referente a los biblio- tecarios, ofrece un interesante problema. De importancia creciente es la preparación del bibliotecario para que pueda entender y aplicar los principios y técnicas de una disciplina socializada y los nuevos conceptos sobre organizaciones educativas y democráticas.

LA LECTURA Y LA C O L E C C I ~ N

En recientes congresos de educadores, muchos de ellos expresaron su alarma ante la deficiencia de los jóvenes en los ejercicios de lectura. A pesar de que se acepta como una de las actividades importantes del proceso educacional poco se ha hecho en la enseñanza media, abandonando a la escuela primaria la entera responsabilidad. La fotografía ultrarrápida ha permitido realizar experiencias

importantes sobre la habilidad en ciertos ejercicios de lectura. Se han obtenido conclusiones sobre la rapidez y capacidad de aprehensión que permiten apreciar la magnitud del problema. Mientras que un buen lector llega a un promedio de cinco o seis

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palabras por segundo, la gran mayoría de los alumnos de liceo no pasan de dos o tres. Sometidos a procedimientos especiales y estimulando la lectura personal, en un solo semestre, se ha llegado a obtener un beneficio que oscila entre los 90% y 100%. Muchos de aquellos alumnos perdidos para la educación se habían encon- trado con una falla fundamenta1:'no sabían leer. Por supuesto que el bibliotecario no tiene que enseñar la

mecánica de la lectura; otros lo harán mejor que él, pero puede estimularla y controlar sus resultados. Si su colección es atractiva y reúne a los clásicos con los amables

espíritus de todos los tiempos, tendrá más oportunidades de ejercitar esa aptitud. Esto no significa ofrecer una clase de litera- tura que rebaje el gusto, sino aquélla que por el camino de los intereses cambiantes de los jóvenes los mantenga en permanente contacto con la obra literaria. No debe insistir con aquellos libros que en algunos momentos encuentran resistencias. Ya llegará el turno y la revancha cuando la madurez permita acercarse a esas fuentes. Algunos autores no llegan nunca a los muchachos pues de ellos sólo se les da lo más difícil o lo menos atractivo. El que ha leído Platero yyo en su juventud habrá subido varios escalones para la apreciación futura de Juan Ramón Jiménez. Un bibliotecario experimentado sabe que, en su evolución

psíquica, los jóvenes demuestran intereses distintos según su sexo y edad. Estudios pacientes coinciden en escalas de lectura que resumiremos libremente: Doce años: El interés por la lectura llega al climax. Los jóvenes

sienten una veneración especial por los héroes, que toman como ejemplo. Su personalidad todavía imita servilmente los modelos que le ofrece el libro, el cine y la vida. Los libros biográficos constituyen el centro de su curiosidad. Los cuentos y novelas de peligro y audacia, los libros sensacionales y de misterio comparten un lugar en su biblioteca. En algunos jóvenes, en especial los varones, se mantiene o

despierta un verdadero interés por ciertos géneros literarios: Dumas, Dickens, D'Amicis. Las niñas entran en el camino de la novela sentimental. Muchas

de ellas ya son adolescentes. Trece años: Muy pocos son los intereses nuevos que aparecen

en este año. Se intensifican viejos gustos literarios. La ciencia empieza a despertar interés: física y química práctica y experi- mental (edad en que se instalan pequeños laboratorios) : ciencias naturales. La poesía va a aparecer, especialmente en el mundo de las

niñas que siguen ahondando en sus sentimientos a través de Bécquer, etc. Catorce años: Las niñas han madurado en Ia poesía y en la

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novela sentimental. Los jóvenes se han aventurado en los caminos de la mecánica, de los viajes de exploración (Stanley, Livingstone, Scort) y de las inevitables novelas policiacas. Quince años: La vida social se hace más rica y los libros sufren

la competencia de los deportes, reuniones, clubs, etc. Época en que la lectura puede ser desplazada por una exuberancia de actividades deportivas y sociales. Dieciséis años: Los intereses de la lectura se acercan a los de los

mayores y dependen en gran parte de las cualidades personales. El mundo de los libros se amplía de tal forma que resulta difícil limitarlo con nombres. No se necesita un esfuerzo de imaginación para apreciar las

dificultades que ha de tener un bibliotecario en la formación de su acervo. Mientras que los profesores le exigen textos, obras de ampliación y hasta libros profesionales, los jóvenes buscan a Mark Twain, Marañón (tan popular hace quince años) y Conan Doyle. Y si su labor ha de realizarse con hondura de todo ello ha de proveerlos. Su colección puede ser infinita si se apoya en la Biblioteca

Pública y no sólo acrecentará sus fondos con lo que ella le propor- cione sino que a la vez cumplirá con su deber de acercar a los jóvenes al centro de libros más importante. Es fundamental obligación del bibliotecario de liceo enviar a sus estudiantes, con motivos div'ersos, a la Biblioteca Pública. Los directores de ésta siempre se lamentan de la falta de preparación de su público en el manejo de catálogos, obras de referencia y en el escaso conoci- miento de sus colecciones. El club de lectura, la discusión de obras recientes y hasta el

estímulo de la creación literaria o crítica ofrecen al bibliotecario oportunidades de fundar las bases de un amor permanente por la lectura. En algunos países ha surgido una práctica realmente negativa

durante los últimos años: el apunte de clase. La versión taquigrá- fica de las palabras del profesor, muchas veces no revisada por él, sin las correcciones y pulimento necesarios, ha ido desplazando al libro escrito con gracia y responsabilidad. «Mamotretos anóni- mos» era la castiza expresión con que denominaba a esas versiones el Dr. José Pedro Segundo, enemigo irreductible de esa costumbre. El estudiante encuentra en ellos un resumen, un mínimo que muchas veces le permite pasar sus exámenes, y la vía más corta para no pensar. La lectura (diríamos mejor la deglución) de esas pocas páginas, no sólo produce apatía sino que lesiona seriamente el gusto. Si bien no está en las posibilidades del bibliotecario prohibir su

lectura (y el apunte producido bajo la responsabilidad del profesor, sin la pretensión de desplazar al libro, es posiblemente

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,

eficaz en ciertos temas) puede en cambio rodear a los alumnos de un mundo de libros valiosos y atractivos. Su acción puede influir en las regiones marginales de su mente, mejorando su apreciación y gusto por los buenos libros. La instalación de pequeñas bibliotecas en las aulas amplía su

radio de acción: libros de arte y láminas en el salón de dibujo; diccionarios, trozos escogidos de literatura en las clases de idiomas, etcétera. En su misma sala de lectura puede dedicar un rincón donde

ofrezca libros vivos, llamativos, sin relación con los trabajos del curso, pero de franca acción ((fermentain, empleando el término de Vaz Ferreira. Los americanos llaman browsing corner a ese lugar de la biblioteca

donde se vive en una atmósfera de más libertad. Pintoresca y hermosa expresión que define bien el espíritu de la colección y de los lectores.

LOS SERVICIOS

D e lo expuesto surge con claridad el contenido y la forma de los servicios que el bibliotecario presta a su liceo. En el orden técnico simplificará sus rutinas sin lesionar la

eficiencia de las mismas: clasificación decimal de Dewey hasta la tercera cifra, con las ampliaciones necesarias en los países hispano- americanos; catálogo diccionario, utilizando las normas de simpli- ficación que lo hagan accesible al público, sin omitir los datos fundamentales del cuerpo descriptivo (sus encabezamientos de materia se adaptarán al vocabulario del estudiante y de la propia escuela). Los consejos de educación realizarían importantes economías

en sus presupuestos si centralizaran las bibliotecas de su depen- dencia en un solo organismo, con las ramificaciones necesarias. U n sistema central de bibliotecas permite un servicio más eficiente, unidad de criterios y notable economía en los procesos. En el campo de los servicios de extensión es donde la imaginación

del bibliotecario no tiene límites. No nos detendremos a exponer un programa de extensión de bibliotecas ya que existe una abun- dante y conocida bibliografía al respecto. Pero debemos mencionar algunos aspectos de su función. Toda biblioteca de liceo tiene una misión específica: servir a

SUS estudiantes. Desgraciadamente en nuestros países un porcentaje muy grande abandona a los dos o tres años de estudios los centros de enseñanza media. Problemas económicos obligan a los padres a retirar a sus hijos de las clases e iniciarlos en la lucha por el sustento. Otras veces la razón es el fracaso de los jóvenes por

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adaptarse al ámbito escolar y encontrar en él un eco para sus intereses. Y, al fin, otras muchas veces los estudiantes abandonan los centros de enseñanza por nuestra incomprensión de sus proble- mas y de sus apetencias. El bibliotecario debe reconocer otro público: el de los que

abandonaron, el de los que no supimos atraer y, lo que es más doloroso, la legión de los que nos esperan pues la escuela todavía no ha llegado hasta ellos: aquéllos que viven al margen de nuestros centros poblados, los millones de niños de América que el liceo todavía no ha podido abrazar. Creemos que es misión implícita en sus postulados que el

instituto docente llegue en alguna forma hasta ellos. Y el biblio- tecario puede hacerse cargo de esa responsabilidad: el club juvenil, la banda de música, el paseo primaveral deben incluír a todos los niños, no sólo a los que tienen el privilegio de una butaca en el aula. Si la institución posee una biblioteca móvil su acción será

mayor desde el punto de vista geográfico permitiéndole abarcar los hogares más alejados. Podrá dejar en la cama de los niños enfermos el pequeño cajón con libros y, láminas: «los enfermos tienen tiempo de sobra para leen>. O podrá preparar pequeñas colecciones que los jóvenes se llevan en sus vacaciones. Su colec- ción que incluirá libros, discos, láminas, calcos, films, placas diapositivas, etc., le permite desplazarse hasta el propio centro del hogar familiar. Sus reproducciones de arte, con hermosos marcos hechos y pintados por los estudiantes, serán obtenidas en préstamo en las mismas condiciones que los libros, adornando sus casas con la presencia inspiradora de las grandes obras. En algunos liceos los estudiantes crearon con sus propios fondos

una colección de juguetes que prestaban a los niños sin recursos de la localidad. ;Es o no una forma creadora de sentido social? Sin la atroz humillación de la caridad organizada por señoras de la sociedad elegante. Durante la última guerra y para solucionar el problema de la

escasez de bibliotecarios, los alumnos de varios liceos cumplieron tareas en las bibliotecas públicas ayudando en sus rutinas, sirvien- do en el préstamo de obras, etc. ;Por qué debemos esperar circuns- tancias extremas para utilizar todo ese formidable empuje de los jóvenes por servir a la comunidad?

Paralelamente a esa gestión de apoyo a las bibliotecas púbiicas de parte del centro educador, aquéllas deben proporcionar un salón y libros para los jóvenes en sus edificios, antesala obligada de los futuros clientes. El bibliotec’ario de liceo actuando como coordinador entre los

profesores da unidad a muchos aspectos del plan de estudios. Un ejemplo entre mil: En momentos diversos del desarrollo de un 120

curso los profesores de historia, de literatura, de cultura musical se enfrentan con un fenómeno cultural lleno de posibilidades: el r2manticismo. Cada uno se va a asomar al mundo romántico y lo va a reconstruir sólo en sus partes: Hugo y Hernani, en literatura; renacimiento gótico, Delacroix y Corot en la plástica; Chopin y Schumann en el mundo de la música. Pero esa íntima trabazón que tiene todo el proceso romántico con sus raíces nacionalistas e industriales, esa forma de escape sentimental de una sociedad esclavizada en el taller o factoría, sólo puede apre- ciarse en su unidad y esencia si hay simultaneidad en la enseñanza de sus facetas. Pues allí está el bibliotecario de liceo coordinando la acción de los profesores, organizando «la semana romántica», en la que los alumnos pueden vivir, en su integridad creadora, uno de los instantes más sugestivos de la evolución humana. No sólo está en sus manos acercar los libros de Byron o de Becquer sino que su colaboración se extiende hasta ofrecer la música de Schumann por el Manfredo o la exposición en el salón de dibujo de La balsa de la Medusa de Géricault. Su salón de lectura debe ser silencioso para las reposadas labores de estudio, pero nada impide que sea además una ventana abierta e inquieta frente al mundo que vivimos. El gusto del arte y de la música no se desarrolla atiborrando de

datos las cabezas juveniles, sino con el permanente contacto con sus obras.

I N S T R U C C I ~ N EN EL uso DE LIBROS Y BIBLIOTECAS

La llegada del primer contingente de niños a un liceo constituye una experiencia de vital importancia. Coincide además, en lo que respecta a nuestra profesión, con el primer contacto con una biblioteca. Se hace necesario pues, arbitrar medios para que esa relación

niño-libro sea permanente y saludable. La instrucción sobre el uso de libros y bibliotecas es, desde

hace muchos años, parte de los programas de las escuelas norte- americanas. Entre nosotros es prácticamente desconocida. Su finalidad no es sólo vincular al estudiante con los medios de

información, con las herramientas que ha de usar en su vida de liceo, sino también dirigirlos en su apreciación de los libros. En general se coincide en dedicar doce horas de clase, durante las primeras semanas de los cursos, para esta enseñanza. Será reponsabilidad del bibliotecario planear y dictar ese

cursillo, con la colaboración de otros profesores que aprovecharán la oportunidad para enviar sus alumnos a investigaciones biblio- gráficas que afirmen esos conocimientos.

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Podríamos sugerir el esquema de programa para ese curso: 1. Sentido social de la biblioteca. Su acción en la vida democrá-

tica. La biblioteca como parte del plan educativo. 2. El libro. Su valoración. La lectura. Cuidado del libro. Nocio-

nes elementales de reparación. Las características mecánicas del libro: portada, prefacio, índices, bibliografías, notas.

3. La organización técnica y administrativa de la biblioteca. Catálogos, clasificación, colocación, inventario, etc.

4. La colección: u) Libros de referencia (diccionarios, enciclopedias, guías,

b) Libros de texto; c) Obras de ampliación; d) Obras de lectura recreativa; e) Otros materiales (mapas, films, placas, láminas, revistas,

etcétera) ;

etcétera). 5. La preparación de bibliografías. 6. El arte de sacar notas y apuntes. La confección de un pequeño manual ayuda considerablemente en la labor instructora suministrando una guía permanente para moverse en la biblioteca.

RECOMENDACIONES

Los bibliotecarios americanos sugieren a los consejos de enseñanza secundaria basar los programas de sus bibliotecas en los siguientes postulados : 1. La biblioteca del liceo es una empresa dinámica, basada en un proyecto de actividades, de instrucción, cooperación, servicio, investigación, asistencia. Literalmente ella entra en las clases, departamentos, oficinas.

2. Los salones de la biblioteca deberán ser el centro de actividad del instituto docente. Deberán ofrecer un ambiente acogedor, tanto para las reposadas labores de estudio como para las inquietudes de un taller de trabajo.

3. Las colecciones tratarán de enriquecer los programas de los

4. La biblioteca del liceo proveerá además, lectura recreativa y «fermentah.

5. La colección incluirá obras de técnica docente para los profesores.

6. La creación de colecciones especiales destacadas en los salones de clase, laboratorios, museos, etc., ampliará su radio de acción.

cursos.

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7. La biblioteca estimulará la adquisición y formación de colec- ciones personales, ofreciendo libros a bajo costo y otorgando obras valiosas en calidad de premios.

8. La estructuración de un departamento central de bibliotecas y publicaciones permitirá la formación de fondos básicos similares, economía y unidad en los procesos y comprobación eficazl.

9. La biblioteca de liceo no es una miniatura de la biblioteca pública colocada en una escuela. Ambas pueden cooperar en el servicio educativo pues sus funciones son complemen- tarias y no idénticas.

10. La biblioteca escolar debe preocuparse de colaborar con las bibliotecas públicas, evitando duplicación de esfuerzos y gastos.

11. El liceo dispondrá de doce horas de clase, en las primeras semanas de los cursos regulares, para instruir a los alumnos en el manejo de libros y en el uso de bibliotecas.

12. Los institutos de enseñanza para profesores deben incluir cursillos sobre la orientación y posibilidades de las bibliotecas de liceo.

13. Los procesos técnicos deben simplificarse, aconsejándose la adopción del Sistema Decimal de Dewey para la clasificación y un catálogo diccionario para uso público.

14. El bibliotecario no sólo se preocupará de reunir cifras sobre la circulación de libros, sino que debe realizar estudios sobre la lectura en las diferentes edades y sexos, calidad de las obras consultadas y reacción de los jóvenes ante determinada literatura.

15. La cooperación de los estudiantes en la organización y rutinas de la biblioteca es francamente recomendable.

16. Las comisiones de estudiantes, integradas además con el bibliotecario y profesores, tienen un alto valor educativo al vincularlos a su casa de estudios.

17. El bibliotecario de liceo debe buscar caminos para relacionar su tarea con las necesidades de la comunidad en los terrenos social, cívico y cultural.

1. El Congreso de Directores de Liceos e Institutoa de Ensefíanza Secundaria, realizado en septiembre de 1951, hizo suya esta recomendación.

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Q U I N T A P A R T E

ELEVACION DEL NIVEL DEL BIBLIOTECARIO

CAPÍTULO XIII

ESCUELAS UNIVERSITARIAS DE BIBLIOTECONOM~A

Por ELVIRA A. LERENA MARTÍNEZ~

A profesión de bibliotecario tiene en América Latina pocos L lustros de existencia. Desde 1912 en que Ezequiel A. Chávez inició en México sus cursos para funcionarios de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas hasta la actualidad en que trece de los países de América Latina cuentan con escuelas de bibliotecarios, el progreso de los estudios profesionales, sin em- bargo, ha sido constante. Los cursos de los comienzos sufren un desarrollo orgánico y se

transforman en escuelas; éstas amplían sus programas -de la capacitación de funcionarios se pasa a la formación profesional más amplia- y contribuyen de manera sustancial por intermedio de sus alumnos que han terminado los estudios y por la virtud de su prédica al mejoramiento de los servicios de biblioteca y al despertar de una conciencia bibliotecológica. Asimismo son significativos la consideración cada vez mayor que despierta la profesión y el reconocimiento, por vía legal en varios casos, de la esfera de actividad profesional. Considerada la contribución fundamental que prestan las

escuelas de biblioteconomía para el encauzamiento y progreso del servicio de bibliotecas en cada país y admitida la necesidad de la formación académica para una profesión de contenido cada vez más complejo y diversificado, sería de desear que la Conferencia sobre el Desarrollo de los Servicios de Bibliotecas Públicas en América Latina recomiende muy especialmente: 1. A los países de América Latina que no tienen escuela de

biblioteconomía, que estudien la posibilidad de crearla a la brevedad.

2. A los países que por razones geográficas u otras necesiten más de una escuela para cubrir las necesidades de preparación de bibliotecarios, que estudien la manera de llevar los medios de capacitación profesional a esas regiones, ya sea mediante actividades de extensión, becas para estudiantes de otras regiones, etc., o mediante otros procedimientos.

1. Directora de la Escuela de Bibliotecnia, Universidad de la República, Montevideo.

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FUNCIONAMIENTO DE LAS ESCUELAS

D e vejnticinco escuelas o cursos ¿le biblioteconomía que funcionan en América Latina, quince forman parte de universidades y las restantes de otros institutos, algunos de ellos de enseñanza como escuelas de servicio social y otros tipos, de los ministerios de educación y de las bibliotecas nacionales. Esta diversidad, con- secuencia lógica de la pluralidad de orígenes y situaciones, muestra, sin embargo, una definida tendencia hacia la incorpora- ción de las escuelas a universidades u otros institutos de enseñanza, notándose asimismo que el desarrollo de las escuelas existentes marca esa tendencia a la incorporación a institutos de enseñanza superior. Este desarrollo debe considerarse beneficioso si se admite que la

enseñanza académica debe ser impartida, de preferencia, por los organismos especialmente destinados a ese fin. Establecida la conveniencia de la incorporación de las escuelas

a la universidad, interesa asegurar por todos los medios que éstas alcancen el nivel académico de los demás institutos en cuanto a métodos, certificaciones y títulos y, fundamentalmente, que los requisitos de admisión sean equivalentes a los exigidos para el ingreso a las otras carreras, circunstancia esta última que no en todos los casos se cumple. D e las quince escuelas de América Latina que funcionan actual-

mente en las universidades, seis dependen de la Facultad de Humanidades y Cirncias, cinco funcionan como escuelas inde- pendientes y cuatro forman parte de otros institutos: Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, Escuela de Sociología y Política, etc. Es significativa la diversidad de relación de las escuelas con las universidades que las contienen; diversidad que muestra a nuestro juicio la influencia de las consideraciones de índole teórica acerca de las disciplinas que se han entendido como fundamento de la profesión, según haya primado la consideración de su contenido humanístico, de sus características insiitucionales o de sus valores educativos. Se ofrece como ejemplo el caso de la Escuela de Bibliotecnia

de Uruguay, dependiente actualmente de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración. Se ha apuntado la inconve- niencia de su incorporación a esta facultad por ser un organismo de enseñanza «que no se vincula con la especialidad profesional ni académica» de la misma. Como consecuencia se estudia en estos momentos su estructuración como instituto independiente, con la supervisión directa del Consejo Central de la Universidad.

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Libros de una biblioteca regional llegan a un centro de depósito.

Paciente de un hospital recibirndo os libro.; enviados por la biblioteca pública local.

Recomendaciones.

Considerando que el desarrollo de las escuelas de biblioteconomía se beneficiaría con la vinculación de las mismas a institutos de enseñanza y, fundamentalmente, a las universidades y otros institutos de enseñanza superior, y sin que esto suponga el desco- nocer el valioso aporte ofrecido a la formación profesional del bibliotecario por las bibliotecas y otros institutos, se recomienda: 1. Que se reconozca la conveniencia de que las escuelas de biblio-

teconomía formen parte de una organización pedagógica adecuada, fundamentalmente de una universidad u otro insti- tuto de enseñanza superior.

2. Que cualquiera que sea su grado de dependencia, ya estén incorporadas a una facultad o funcionen como escuelas inde- pendientes con la supervisión directa de las autoridades centrales de la Universidad, se asegure que la oríentación técnicopedagógica se realice por organismos competentes y especializados el las disciplinas propias de la profesión.

3. Que, con el objeto de asegurar un nivel mínimo de antece- dentes culturales en los aspirantes a bibliotecarios, se exija en cada país para el ingreso a las escuelas de biblioteconomía igual título o estudios equivalentes a los que se exigen para el ingreso a la Universidad o el título de maestro normalista.

4. Que se exija de los aspirantes conocimientos suficientes para leer inglés, ya que la mayoría de los textos están escritos en este idioma. Asimismo deberán acreditar conocimientos de otro idioma moderno.

PLAN D E ESTUDlOS

Cualquiera que sea el grado de desarrollo del servicio bibliote- cario en un país dado, las escuelas deben preparar profesionales aptos no sólo para mantener los seivicios en el plano en que se han desenvuelto hasta el presente sino para impulsar su desa- rrollo y la ampliación de estos servicios a sectores aún no alcanza- dos. En estados de organización incipiente es aún más necesario el estudio riguroso de las necesidades y las 'medidas de ordena- miento que crean servicios coordinados asegurando de esa manera la posibilidad de un desarrollo orgánico y económico. Se advierte asimismo que el desarrollo profesional tiende a la

necesidad de especializaciones que capaciten para el ejercicio no sólo de las funciones múltiples del trabajo de biblioteca sino también para la orientación de los distintos tipos de biblioteca. El plan de estudios de una escuela de biblioteconomía, en con- secuencia, debe tender a la capacitación de bibliotecarios de

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sólida base profesional general al mismo tiempo que proveer los medios necesarios para una capacitación para los tipos de biblio- teca más generalizados. Estas finalidades no parece que puedan ser alcanzadas en un

plazo menor de dos años académicos, si se desea que los estu- diantes obtengan durante su pasaje por las aulas no solamente nociones básicas fundamentales sino también una capacidad madura y crítica que permita esperar, además de un ejercicio profesional eficiente, contribuciones al adelanto de la profesión. Examinados los programas de las escuelas de América Latina

se advierte la presencia de ciertas asignaturas de manera más o menos constante, las que ofrecemos aquí por su orden de fre- cuencia: 1. Catalogación y clasificación, formando ambas una unidad a los efectos reglamentarios o por separado, aparece en los pro- gramas de todas las escuelas con la excepción de una que no ha informado la inclusión de la catalogación como materia por sepaado, haciéndolo en cambio con qa clasificación.

2. Organización y administración de bibliotecas, aparece incluída en los programas de todas, menos cuatro, como asignatura por separado.

3. Referencia y bibliografía, aparece como asignatura por separado en todos los planes menos cinco. Dos incluyen bibliografía sin incluir referencia. En una de las escuelas, selección de libros y referencia forman una unidad. Merece destacarse. que tres escuelas ofrecen cursos de bibliografía nacional.

4. Historia del libro, trece escuelas incluyen esta asignatura. En algunos casos comprende además la historia de la imprenta y de las bibliotecas.

Estas cuatro asignaturas pueden considerarse como formando parte de un programa básico ya que aparecen asimismo en la casi totalidad de las escuelas de biblioteconomía en otras partes del mundo. Interesa destacar especialmente Ia inclusión en los pro- gramas de varias escuelas de materias de contenido cultural y no profesional tales como literatura universal y nacional, historia universal y nacional, filosofía, latín, griego, historia de la cultura, historia de las ciensias e historiografía universal, historia general del arte, humanidades, ciencias o ciencias sociales (en forma de cursos electivos), introducción a la cultura peruana, metodología de la investigación y técnicas estadísticas. Esto constituye un índice de la preocupación de dotar al bibliotecario de una cultura general que vaya más allá de un profesionalismo estrecho. Se advierte además la presencia de materiales tales como paleografía, archi- vología, etc. que responden a la necesidad de preparar personas capaces para la organización de manuscritos y documentos muy numerosos en determinados países.

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Recomendaciones.

1. Que se incluyan las siguientes asignaturas como plan básico mínimo en las escuelas de biblioteconomía: catalogación y clasificación; organización y administración de bibliotecas; referencia y bibliografía e historia del libro, sin perjuicio de las materias cuya inclusión aconsejen las necesidades locales.

2. Que los cursos se extiendan a dos años académicos, como mínimo, de estudios teóricos y prácticos, al término de los cuales se otorgará el título máximo expedido por las escuelas, sin perjuicio de que se otorguen certificados de capacitación para el ejercicio de tareas auxiliares al término del primer año.

3. Que se provean cursos para la especialización por funciones y por tipos de biblioteca. Estos cursos podrán dictarse en el segundo año, como cursos electivos, o en forma de cursos especiales para postgraduados.

MÉTODOS DE ENSEÑANZA

En lo que respecta a América Latina, el reciente desarrollo de la enseñanza referente a la biblioteca permite disponer de escasos antecedentes de docencia bibliotecológica y, en consecuencia, de doctrina. Si se considera la necesidad de que la enseñanza impar- tida tienda no solamente a la capacitación para el ejercicio profesional sino también al desarrollo de capacidades de investiga- ción, se advertirá la necesidad de una apreciación objetiva de los distintos métodos desde el doble punto de vista de la formación técnica-profesional y de la preparación para la investigación respectiva. Si bien se reconoce la conveniencia del intercambio de opi-

niones entre los especialistas y el conocimiento de los métodos ensayados en otros países, se advierte asimismo la necesidad de adecuar los programas y métodos al sistema de enseñanza de cada país. Se llama la atención sobre la necesidad de que los métodos de

enseñanza no se reduzcan a procedimientos de adiestramiento para la transmisión de procedimientos generalizados -sin des- conocer sin embargo la necesidad de familiarizar al estudiante con esas prácticas-. Por el contrario, y especialmente en los cursos superiores, la enseñanza debe tender a hacerse ((menos dogmá- tica)) a fin de despertar el sentido crítico y experimental.

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Recomendaciones.

Reconociendo la urgente necesidad de una doctrina metodológica de la enseñanza de la bibliotecología, proponemos las siguientes recomendaciones. 1. Que las escuelas de América Latina exhorten a los profesores

y les ofrezcan las facilidades necesarias para dedicarse a la investigación, con el fin de contribuir al desarrollo de los métodos didácticos y de investigación aplicados a la bibliote- cología.

2. Que la Unesco, de conformidad con la Asociación Latino- americana de Escuelas y Profesores de Bibliotecología, patro- cine la realización de un seminario de profesores de biblio- teconomía para el estudio de los problemas metodológicos planteados por la enseñanza de las disciplinas propias de la profesión. El objeto de este seminario será el de estudiar y apreciar en forma objetiva los métodos de enseñanza generaliza- dos y su aplicación a las asignaturas de la carrera.

3. Que la conferencia exprese su complacencia por el esfuerzo realizado por la Unesco para la publicación de sus manuales para las bibliotecas públicas y especialmente, en lo que al punto que nos ocupa se refiere, del excelente trabajo de J. P. Danton, La formación profesional del bibliotecario.

CUERPO DE PROFESORES

El cuerpo de profesores de las escuelas, además de los conoci- mientos especializados en las asignaturas propias de la carrera, debe estar capacitado pedagógicamente para la transmisión de esos conocimientos. A falta de una organización pedagógica adecuada para la preparación de los profesores, se puede intentar la capacitación de los mismos mediante la práctica supervisada docente, complementada con la presentación de una tesis u otros medios de comprobación de la preocupación del aspirante por los problemas de la profesión. En todos los casos es necesario que las personas elegidas reúnan además las mejores calificaciones pro- fesionales para la institución. A efectos de estimular la dedicación a las tareas docentes de los bibliotecarios mejor calificados, las escuelas deberían estar en condiciones de ofrecer retribuciones dignas equivalentes a las percibidas por otros profesores de la universidad.

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Recomendaciones.

1. Que se facilite la preparación docente de los profesores de las escuelas de biblioteconomía mediante uno de los dos métodos siguientes de instrucción: a) Escuelas de profesores; b) Práctica docente supervisada (profesores agregados).

2. Que se estudie por las escuelas de América Latina la posibilidad de establecer por medio de acuerdos el intercambio de pro- fesores o el otorgamiento de becas a los efectos de facilitar la capacitación docente de los profesores.

3. Asimismo se recomienda a la consideración de la Unesco la inclusión de 10s profesores de bibliotecología en su programa de intercambio de personas.

TEXTOS Y MANUALES

Repetidas veces se ha reconocido la escasez de la literatura técnica profesional en español y portugués, lo que dificulta las tareas docentes. En tal sentido, se hace notar espEcialmente la falta de textos fundamentales, de manuales y repertorios tales como listas de encabezamientos de materia, versiones en español y en portu- gués de los sistemas de clasificación de aplicación más generalizada, etcétera. Si bien se reconoce la utilidad de la traducción de los textos y

elementos fundamentales, se advierte, especialmente en algunas materias, la necesidad de elementos escritos originariamente en estos idiomas; el caso puede ser ilustrado con las listas de encabeza- mientos de materia. En otros aspectos se advierte la necesidad impostergable de

disponer de traducciones, especialmente en el caso de los sistemas de clasificación más usados, fundamentalmente en el caso del sistema decimal de Dewey. En este aspecto la contribución de las escuelas puede ser fun-

damental, por intermedio de los profesores y egresados interesados en tareas de investigación.

Recomendaciones.

1. Que las escuelas faciliten las actividades de los profesores y profesionales tendentes al adelanto de la literatura profesional y que, en la medida de lo posible, se hagan cargo de la publica- ción de estas contribuciones.

2. Que la conferencia reitere ante la Oficina Editorial del Siste- m a Decimal Dewey la conveniencia de publicar una edición oficial en castellano de tal clasificación.

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RECURSOS

Provengan éstos o no de los fondos públicos, las escuelas necesitan asegurar sus recursos financieros para cubrir holgadamente por lo menos las siguientes necesidades: local, material de enseñanza (particularmente la colección de la biblioteca especializada y la colección de práctica) y los sueldos del personal docente, del bibliotecario y de los funcionarios administrativos. Es deseable además que las escuelas dispongan de un rubro especial para publicaciones que les permita informar a la profesión sobre los progresos realizados en las tareas de investigación y, accidental- mente, la publicación de textos básicos así como de los trabajos presentados a los institutos, conferencias, etc. Asimismo conviene asegurar, siempre que sea posible, la provisión de un rubro especial para fomento del perfeccionamiento profesional mediante becas, etc.

Recomendaciones.

Que se provea a las-escuelas con los recursos económicos sufi- cientes para cubrir las siguientes necesidades fundamentales: número suficiente de profesores e instructores, local apropiado, material de enseñanza (especialmente la colección de la biblio- teca) , actividad editorial y fomento del perfeccionamiento pro- fesional.

CURSOS ESPECIALES Y ACTIVIDADES DE E X T E N S I ~ N

Las instituciones de enseñanza no pueden desinteresarse del perfeccionamiento profesional de sus alumnos que han terminado sus estudios. Las escuelas de biblioteconomía, por su mismo carácter, están llamadas a conservar la rectoría en todos los aspectos relacionados con el desarrollo de la capacitación pro- fesional así como a difundir el adelanto de la ciencia. Esta capaci- tación puede realizarse mediante cursos breves de perfecciona- miento, seminarios o institutos para el estudio de temas especiales, realizados de preferencia en meses de verano. En este sentido merecen destacarse especialmente los cursos de

verano de las universidades de Chile y de La Habana, generosa- mente abiertos a todos los bibliotecarios extranjeros interesados. Asimismo las escuelas, en colaboración con otros organismos

interesados en el progreso bibliotecológico tales como las asocia- ciones de bibliotecarios, pueden hacer un considerable aporte, mediante actividades de extensión tales como conferencias, exposiciones, etc.

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Recomehdaciones.

1. Que las escuelas de biblioteconomía, con el propósito de promover el adelanto profesional, ofrezcan programas espe- ciales para postgraduados en forma de cursos breves, semina- rios e institutos.

2. Que se estudie la posibilidad de realizar en forma rotativa en las escuelas de biblioteconomía de América Latina cursos de verano anuales, en un nivel profesional, como contribución a la difusión de la teoría profesional más avanzada y al inter- cambio profesional entre estos países.

3. Que las escuelas de biblioteconomía, en colaboración con las asociaciones profesionales, se empeñen en la difusión de los principios de un buen servicio de bibliotecas mediante activi- dades de extensión tales como conferencias, exposiciones, etc.

LAS ESCUELAS Y EL DESARROLLO DEL SERVICIO D E BIBLIOTECAS

Cada vez se generaliza más la opinión de que la enseñanza no debe desvincularse de las circunstancias y necesidades concretas; por el contrario, las instituciones de enseñanza deben consti- tuirse en «laboratorios de experiencias beneficiosas para la socie- dad)). Estas actividades tienen que realizarse naturalmente con el rigor del método científico y en beneficio del mejoramiento para la profesión.

Recomendaciones.

1. Que las escuelas de biblioteconomía, en beneficio de la exten- sión racional de los servicios de biblioteca, colaboren siempre que sea posible en la formulación de planes para el desarrollo de esos servicios, en el estudio de situaciones profesionales concretas y otros aspectos que requieran un estudio riguroso.

2. Que las escuelas, siempre que las circunstancias lo permitan, creen institutos de investigación anexos cuyo objeto principal será las tareas de investigación en adelanto de la ciencia bibliotecológica y, principalmente, el estudio de nuevas situa- ciones y principios en función de la realidad nacional.

J E R A R Q U I Z A C I ~ N DE LA P R O F E S I ~ N

El progreso de todas las profesiones está condicionado al reconoci- miento que la sociedad haga de las mismas, jerarquizando sus

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funciones. Interesa a las escuelas, como organismos encargados de la preparación de bibliotecarios y directamente interesados en el progreso bibliotecológico, el reconocimiento de la actividad pro- fesional, así como la defensa de los intereses profesionales. El primer paso hacia ese reconocimiento ha sido en varios de los países de América Latina el reconocimiento por vía legal de la obligato- riedad de poseer el título de bibliotecario para ocupar cargos en bibliotecas oficiales. Interesa destacar que en uno de los países de América Latina dicha disposición se incorporó a la ley que creó la escuela, dando reconocimiento así, desde el momento en que nació la especialización académica, a la actividad profesional en la esfera oficial.

Recomendaciones.

1. Que las escuelas de biblioteconomía, en colaboración con las asociaciones de bibliotecarios, se empeñen en una campaña de difusión acerca del alcance de la actividad profesional y de la misión social de la biblioteca.

2. Que las escuelas promuevan ante los poderes públicos la necesidad de la reglamentación por vía legal del ejercicio de la profesión que consagre claramente la esfera de actividad profesional.

3. Que se consagren retribuciones dignas para el trabajo de bibliotecas, reconocimiento necesario de la alta función social que cumplen estas instituciones.

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CAPÍTULO XIV

OTRAS ESCUELAS DE BIBLIOTECARIOS

por BERTA BECERRA BONET~

UESTRA América es ciertamente muy extensa: desde Río N Grande hasta la Tierra del Fuego encierra veinte naciones que, si bien guardan en un acervo común tradiciones gloriosas que son el orgullo de todos, tienen características diferenciadoras originadas en su superficie, su población, su situación geográfica, riqueza, interés material, estado de desarrollo de sus posibilidades de todas clases, influencias exteriores, etc., que hacen de cada una de nuestras naciones un campo de experiencia diferente. Pero todas ellas en medio de tales diversidades ofrecen, en la materia que nos ocupa, un rasgo común: la de bibliotecario, como pro- fesión, no está consagrada urbi et orbi, y por lo tanto su prepara- ción profesional está generalmente descuidada. Es un vastísimo continente ocupado por 275 millones de habitantes, sólo hay según documento recientemente publicado' veinticinco escuelas o cur- sos de bibliotecarios, más o menos incompletos, y cuya estabilidad, primordial condición de su influencia, no está asegurada en muchos casos. En algunos de nuestros países hay que organizar la enseñanza

de Ia profesión de bibliotecario, que no existe; en otros, más afortunados, que ya cuentan con escuelas o cursos, hay que am- pliar y perfeccionar éstos, crear más escuelas, asegurarles los medios de vida, e imponerlas a la conciencia nacional. Porque en todos nuestros países existe la biblioteca, pero en todos ellos también hay que crear numerosas bibliotecas de todas clases, especialmente las escolares y las rurales. En nuestros países la biblioteca está encomendada a un per-

sonal sin preparación profesional metódica, en la mayoría de los casos, pero que viene sirviendo sus cargos con dignidad siempre, y con relativa eficiencia; no obstante, es urgente reclutar más personas para encomendarlas al servicio de las nuevas bibliotecas que hay que instalar por todas partes. A esta finalidad, pues, deben dedicarse las nuevas escuelas, reconociendo así el hecho doble

1. Directora de la Escuela Cubana de Bibliotecarios, La Habana. 2. Pana, C. V.: Quién es quién en la zaw?%mza ói6liolecoldgicn l~iino~meric~n~. Edición preliminar.

La Habana, 1951.

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que acabamos de registrar. La mayor parte del personal que presta servicios en nuestras bibliotecas actualmente está en con- diciones de adquirir una preparación profesional, de mejorar la que ya poseen, no sólo para conservar sus puestos sirviéndolos con capacidad, sino para ascender de los cargos que ocupan ahora a otras posiciones mejores o para encargarse de la organización de las nuevas bibliotecas y de los nuevos servicios que se establezcan en las ya existentes. Debemos, pues, organizar escuelas de bibliotecarios para este

doble tipo de profesionales: uno, que ya está sirviendo y que por mil razones reclama respeto y consideración, del que además no podría prescindirse sin comprometer seriamente los resultados que perseguimos, pero al cual hay que imbuirle la idea de la necesidad de profesionalizarse; y el .otro el personal nuevo, que al llamárselo a ejercer la función ha de formarse ad hoc, a quien ha de exigírsele que esté en condiciones de idoneidad probada para su desempeño. Esas escuelas de bibliotecarios deben ser organizadas preferente-

mente por el Estado, ya que en los tiempos que corremos todo se le pide al Estado, y en nuestros países ésa es la tradición política. Allí donde, como en los Estados Unidos de América, todas las escuelas son de iniciativa privada, su crédito dependerá de ellas mismas; en donde sólo haya cursos establecidos por el gobierno, tendrán el valor que tiene todo lo que es oficial; pero en donde concurren establecimientos de una y otra clase, si entienden bien su misión unos y otros, se emularán recíprocamente, con beneficio público indiscutible. Estas escuelas deben establecerse con los recursos económicos

suficientes para dotar la enseñanza con todos los elementos que la docencia que están llamadas a impartir reclama para su mejor calidad y su eficacia. Esos recursos pueden ser aportados por el Estado, o por corporaciones de él emanadas o por fundaciones privadas; pero han de ser suficientes, repetimos, para dotar decorosamente al profesorado, y proporcionar todos los medios materiales que una enseñanza eminentemente práctica requiere. ;Cuándo deben establecerse estas escuelas? Inmediatamente, en

donde no las haya todavía; su demora es altamente perjudicial al avance de la civilización en nuestro continente y al bienestar de nuestros pueblos. ;Y cómo? Con esta pregunta llegamos al punto cardinal de la

cuestión, y ahora nos concretaremos sobre él.

NATURALEZA DE LA ENSEÑANZA

Lo primero que debe tenerse en cuenta es la naturaleza de la enseñanza que se va a dar.

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Hay una tendencia favorecida con la opinión de muy distin- guidos tratadistas que considera que la preparación profesional del bibliotecario moderno ha de ser una preparación universi- taria, como la del médico, el abogado, o el ingeniero, Creemos que esta opinión está influída principalmente por el ejemplo de los Estados Unidos de América, donde las escuelas de bibliotecarios se han organizado dentro de instituciones de enseñanza de ese tipo casi siempre, sin que en algunos casos dejemos de advertir cierto afán megalomaníaco en algunos propugnadores de este concepto. No somos adversarios de esa tendencia, dondequiera que pueda ser implantada; ni tampoco nos negamos a considerarla como una aspiración final, dignísima, a la que deban tender todos los esfuerzos que, por crear en todas partes y dar prestigio a nuestra profesión, se hagan. Pero nos asaltan hondas preocupaciones para recomendarla como característica del paso inicial que supone en muchos de nuestros países el establecimiento de una escuela de bibliotecarios. La escuela de bibliotecarios universitaria se ha defendido con dos

argumentos principales: uno, que las universidades cuentan con buena biblioteca donde abundan las obras de referencia y demás necesarias para el aprendizaje del oficio de bibliotecario. Esto en nuestros países no es cierto en muchos y lamentables casos. Además el cuerpo de profesores de las otras facultades ayuda mucho las tareas bibliográficas. El otro argumento es que el titulo que expide una universidad tiene un cierto crédito a veces y -es el caso más general en América Latina- lleva aparejado monopolio. Entendemos que el argumento es contraproducente para el servicio, especialmente en este último caso aludido; la universidad que no tiene concurrencia habilitará a todo el que lo solicite siempre que satisfaga requisitos administrativos, dejando en un plano subordinado la importancia de lo docente, para lo cual sin embargo existe únicamente. Las escuelas universitarias de bibliotecarios tienen en la parte

docente dos ramos de materias: uno, el que forman las asigna- turas de nuestra especialidad, que con tal o cual nombre, con más o menos extensión, o desdoblamiento, se reducen a seis u ocho; otro grupo, el que constituyen las materias complementarias cuyo objeto principal es, según declaran los escritores, de informa- ción para que el bibliotecario tenga la ilustración o cultura necesa- ria para vestir dignamente su cargo. Por una influencia inconfesada, D tal vez inconsciente, del anti-

guo bibliotecario erudito, a quien tanto se detesta hoy, este segundo grupo de asignaturas lo forman casi exclusivamente materias de erudición al extremo de que en muchos casos esas enseñanzas se confunden con las clásicas facultades de filosofía y

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letras. Y en ello encontramos la principal razón en contra del sistema. En la época en que esas facultades contenían todo el saber

(in philosophia omnia continentur), y respondían a las necesidades de la vida colectiva (en lo que de colectivo tenía la organización social de aquellas centurias) un erudito (y erudito lo era por antonomasia el perito en esas disciplinas), llenaba a maravillas la función del bibliotecario, y así lo fueron Naudé, de Bure, Riva, Peignot, para citar los más conocidos; esto no lo consideramos suficiente, ni siquiera lógico, en tiempos como los que corren en que la erudición no goza de la misma preeminencia, y otros estudios como los antropológicos en toda su extensión enorme, los económicos, políticos, sociológicos (incluyendo aquí los llamados específicamente sociales) y los pedagógicos absorben la atención de la humanidad en una medida fuera de toda proporción. Cier- tamente que un profesional muy ilustrado que declame Hornero en su lengua original, si a tanto llegare, acatado universalmente por su saber en las disciplinas filológicas o históricas, no será quien esté en mejores condiciones para servir a una clientela de lectores como la que ha de acudir a las bibliotecas de nuestros países; ni su mentalidad, salvo raros casos, responderá a la men- talidad de su clientela, resintiéndose el servicio. Por otro lado, la tendencia que el desarrollo de los conoci-

mientos humanos impone es la especialización para poder saber eso que para el servicio de la comunidad se le exige al bibliote- cario en los pueblos más adelantados; y de ahí el auge de las bibliotecas especializadas. Para responder a esta necesidad de la biblioteca, sería necesario que el grupo de asignaturas de nuestra especialidad se incorporara a la de cada una de las facultades mayores; para poder preparar a los bibliotecarios en las respec- tivas asignaturas de estudio. Por eso meditando mucho sobre esa cuestión hemos considerado

que la formación profesional del bibliotecario en los países de América Latina debe tener ahora dos etapas bien diferenciadas. En la primera, considerándola una enseiianza de tipo medio, como

pasa por ejemplo con el magisterio, que es su más afín, se forma- rían profesionales ciertamente con toda la cultura necesaria para servir la biblioteca popular, .que es lo más urgente. En la segunda etapa, considerándola como una enseñanza superior

de tipo facultativo, se atendería primordialmente a la especializa- ción para servir las grandes bibliotecas especializadas, o de investigación, etc. Se crearía un bibliotecario profesional apto para servir la

biblioteca popular con la preparación en sus técnicas y en sus peculiaridades y la complementaria de cultura general, equivalente en todo a la del bachiller o a la del maestro normalista. 140

Este bibliotecario así formado tendrá la mentalidad necesaria a la función que va a desempeñar; no se considerará un sabio, no tendrá inconveniente en ganar un sueldo decoroso, pero modesto; podrá vivir sin sacrificio, en medios sociales secundarios; concor- dará perfectamente con su clientela; sentirá sus necesidades; compartirá sus aficiones; .y podrá influir sobre ella de modo eficacísimo, desde la selección de libros que sean buenos para su público hasta su ayuda al mismo en todos los problemas locales. Por otro lado, una enseñanza de tipo medio como ésta que

concebimos se completa en menos tiempo y con menos costo, ya corra éste a cargo del propio interesado, ya lo esté a cargo de la nación. Y así se aprovecha un tesoro de actividad juvenil incal- culable y, como el esfuerzo ha sido menor, una menor recompensa puede ser satisfactoria. En nuestros países, donde el bibliotecario, salvadas pocas excepciones que confirman la afirmación, dis- frutan muy corta retribución, no podrá confiarse en que se atraiga lo mejor de la juventud a una carrera larga y costosa, como la más larga y costosa de las otras, que no ofrece perspectivas de éxito económico ni de preponderancia social o política; y hay que atraerla con la ventaja del lucro inmediato, que habilitará, además, para continuar otros estudios que lo lleven a la conquista de las más envidiables posiciones dentro de su carrera. Es decir, que el aspirante adquiera pronto una posición modesta, pero propia. El bibliotecario profesional de tipo superior a que m e he

referido no puede ser seducido, en nuestro medio, por la posición de bibliotecario, ya que cualquiera de las otras profesiones es tan larga y costosa como aquélla, ya lo hemos dicho, pero mucho más lucrativa y proclive a grandes medros. Tampoco un profesional bibliotecario de tipo superior se pres-

taría a trabajar en medios sociales inferiores. Y pasaría con ellok lo que pasa en todas partes con otras profesiones, el médico por ejemplo, que afluye a los grandes centros urbanos y abandona el resto del país dando lugar a la aparición del curandero contra el cual se vocifera mucho, pero que es producto en gran parte de un proceso de formación profesional inadecuado. Del mismo modo, el bibliotecario de formación universitaria

abandonaría las bibliotecas de los centros de menos importancia y surgiría fatalmente el curandero en nuestra profesión, irrespon- sable, perseguido, menospreciado, ineficaz, vilipendiado en una palabra, con grave daño del servicio.

ASIGNATURAS

Esta enseñanza profesional de tipo medio debería comprender las asignaturas del bachillerato común en que se cimenta la cultura

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general indispensable al bibliotecario, y en un año adicional, o en dos, según las condiciones locales, se completaría la enseñanza con las materias privativas de esta profesión. Las materias privativas a que acabo de aludir son:

1. Historia del libro y de las bibliotecas; bien con este nombre o con otro que comprenda el asunto en toda su extensión, para dar un conocimiento cabal al bibliotecario del material que va a administrar.

2. Organización y administración de bibliotecas. 3. Selección de libros. 4. Catalogación y clasificación. 5. Bibliografía general y bibliografía nacional. 6. Información y referencia. 7. Bibliotecas escolares. Cotejado este elenco con la recomendación que como mínima estableció el Congreso Regional de Bibliotecarios de Montevideo, se advierte su perfecta equivalencia; sin otra cosa digna de notarse que el énfasis que nosotros damos a la biblioteca escolar cuyas Características intrínsecas y extrínsecas justifica, a nuestro juicio, esta preferencia para elevarle a curso autónomo. Creemos que ha de dársele en nuestros países la mayor enti-

dad a una materia que está poco atendida, y a la cual se ha de dedicar preferente atención sin demora, que tiene un público propio, y que ha de funcionar en conexión íntima con la escuela primaria; todo lo cual exige una preparación sistemática. Cuando tuvimos la oportunidad de organizar la Escuela Cubana de Bibliotecarios la establecimos, y nos cabe la satisfacción de haber precedido en esto a países muy adelantados y a escuelas muy acreditadas. El resultado obtenido en el único curso que hasta ahora lleva funcionando es muy alentador; y ya hemos sido seguidos de cerca por alguna otra institución. La extensión de los programas no es de este momento, en

nuestra opinión; y en relación con los mismos sólo puede decirse las generalidades que la ciencia de la enseñanza aconseja para estudios como los nuestros: que en ellos ha de concederse a la práctica la importancia decisiva que tiene.

ENSEÑANZA DE IDIOMAS

El problema de la enseñanza de las lenguas en la escuela de bibliotecarios es muy importante. Es innegable que cuantas más lenguas se puedan traducir -y si se hablan, mejor- colocarán en mejores condiciones al bibliotecario para servir con más eficiencia. Descontando el español, el portugués y el francés, que tienen como lengua propia varios de nuestros países, y que por

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sus afinidades lingükticas nos son fácilmente accesibles a unos y a otros, la lengua moderna de más utilidad en nuestra profesiiin y en nuestro continente es la inglesa, y debe enseñarse indefectible- mente. El alemán y el italiano entre las lenguas vivas, y el latín entre las lenguas sabias, serían muy útiles, pero no puede pensarse en ellas como obligatorias. Las mismas lenguas eslavas y orien- tales que hoy tienen valor práctico grande, sólo podrían intro- ducirse como excepciones en algunas comunidades especialmente interesadas. Pero en algunos países americanos hay lenguas indígenas

habladas por poblaciones numerosas, que han de contarse en un movimiento integral en favor de la extensión de la biblioteca y de sus servicios, y por lo tanto en esos países y para las bibliotecas de esas regiones hay que preparar al bibliotecario que ha de servirlas. La literatura en esas lenguas ha de entrar por parte muy principal en esas bibliotecas locales. Desde luego, no olvidamos que en alguna de esas lenguas no

hay literatura apreciable, y que los indios rehusan obstinadamente aprender la lengua castellana, como medio de defensa que les dicta su instinto: pero no puede demorarse mucho la acción de los gobiernos preocupados en favor de esas poblaciones para hacer las traducciones de los textos adecuados, y estimular la producción en ellas de obras originales necesarias a llevar a su seno las luces de la cultura. Es éste un caso que guarda cierta semejanza con la situación de

la biblioteca en Africa del Sur, donde las dos poblaciones de europeos y de afrikanders tienen sus necesidades surgidas de la diferencia de lenguas. Su experiencia ha de tenerse en cuenta.

P R E P A R A C I ~ N DEL PERSONAL

En cuanto a los profesores que han de formar el cuerpo docente de estas escuelas deben considerarse dos grupos: el primero es el referente a los organizadores; el segundo a los que llamaremos profesores permanentes o definitivos. En nuestros países no abunda el personal idóneo en el que se

pueda seleccionar y, además, todo aquél que está preparado, está ya empleado. iDónde reclutar, pues, el nuevo personal? Escollo principal, por las peculiares condiciones que han de adornar a las personas a quienes se confíe una misión semejante. e Lo más recomendable es traer personas abonadas del extranjero

que presten ese importante servicio, cardinal en toda nueva organización que se quiera ver arraigar. El caso de la nueva escuela de Tokio es típico. Esta persona se asesorará con elementos competentes del país, que lo conozcan bien, y que puedan cooperar

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con el técnico. Si estos elementos locales pudieran ser preparados previamente con cursos y experiencia en el extranjero también, en país de elevado nivel en lo que se refiere a conocimientos de biblioteca, la fórmula sería ideal y el resultado favorable podría considerarse descontado. Si no se cuenta con estos elementos, confiar la organización de la escuela a personal sin experiencia o con la miopía que, por la falta de haber contemplado otros horizontes, caracteriza generalmente a los elementos locales limitados a sus propias y reducidas visiones, el resultado sería desastroso, y lo más recomendable es que no se acometa en esas condiciones. Entonces se debía comenzar por el sistema de dotar becas que adjudicadas con tino, a los más aptos, formen con tiempo y con calma ese personal de que no se dispone ahora. El profesorado permanente o definitivo ha de reclutarse entre

las personas que tengan conocimientos profesionales, no de biblio- tecarios solamente, que no bastan, sino de la enseñanza de la biblioteconomía, es decir, entre las personas que se hayan especia- lizado en la enseñanza de esta ciencia, preparándola al efecto de manera adecuada, según entiendan los organizadores en el país o en el extranjero. No queremos dejar pasar la ocasión de consignar que a nuestro

juicio no basta ser un buen bibliotecario para ser buen profesor de nuestra ciencia.

BECAS

La escuela disfrutará de un plan de becas para enviar perió- dicamente al extranjero o a la escuela universitaria, donde exista, a sus más distinguidos alumnos, dentro de un sistema, aunque no rígido, de especialización, para que al volver constituya un cuerpo de bibliotecarios capacitados para organizar y servir todos los departamentos de sus bibliotecas, y que serán también los futuros profesores cuando hayan completado su preparación estudiando también la organización de nuestra enseñanza en los países que visiten. Este sistema de becas, favorecido hoy por todos los gobiernos que han establecido en múltiples acuerdos compromisos solemnes para concederlas, es en nuestra actual etapa de organización absolutamente necesario, y de resultados incalculables.

TIPOS DE ESCUELAS DE BIBLIOTECARIOS EN A M É R I C A LATINA

No nos detendremos a considerar la organización de escuelas de bibliotecarios de tipo superior o universitario porque entendemos

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que no responden a la necesidad inmediata de nuestros países, y debe esperarse que sobrevengan a su tiempo, como consecuencia de esta primera etapa, preparadas y hechas posibles por el desa- rrollo de estas escuelas medias. Su aparición constituirá la carac- terística de la segunda etapa del desarrollo de la biblioteca y de la preparación profesional del bibliotecario en nuestro continente. En América Latina se han creado sólo tres escuelas universita-

rias en los últimos años. Dos se han acoplado a las facultades de Filosofía y Letras (Buenos Aires y La Habana) ; y una, a Ia Facultad de Estudios Políticos y Comerciales (Montevideo)l. Los cursos que se dieron durante dos o tres años en Panamá

han sido suspendidos, aunque tengo la magnífica noticia de que serán reanudados. En cuanto a la de S5o Paulo, que no es propiamente universi-

taria pues forma parte de la Escola Livre de Sociología e Política de Sao Paulo, que es una institución complementaria de la universidad de dicha ciudad, por sus fines y sus programas con- cuerdan bastante con nuestros puntos de vista. Pudiera presen- tarse como modelo a seguir, con las necesarias adaptaciones, en las futuras escuelas del tipo que recomendamos. Los cursos de Buenos Aires tienen marcado carácter erudito, y

dan preferencia a la enseñanza y manejo de los clásicos; aban- donando el campo de la preparación profesional del bibliotecario a la benemérita Escuela de Servicio Social del Museo Social Argentino, justificando nuestra tesis. La Escuela de Montevideo ha dado un gran paso al emanci-

parse de la preparación erudita y dirigirla hacia las materias de estudio que caracterizan nuestro tiempo. Está llamada a un gran éxito y servirá de modelo a creaciones futuras. Y todo esto corrobora lo que venimos diciendo en relación con

el estado de la biblioteca en nuestros países: que el concepto que de ella se tiene no ha madurado bastante.

1. Después de terminado este trabajo, he visto citada la de la Universidad de Guatemala; no tengo antecedentes sobre ella.

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CAPfTULO X V

PREPARACION PROFESIONAL FUERA DE LAS ESCUELAS

por BERNADETTE SINAY NEVES~

A preparación profesional por medio de escuelas de bibliote- L conomía se.está reconociendo ya, en América Latina, como el método mejor y más seguro para la formación de bibliotecarios.

Para perfeccionar y consolidar los conocimientos obtenidos en estas escuelas, y como estímulo al estudio y al trabajo y posibilidad de adaptarse a los nuevos métodos e iniciativas, son sumamente útiles los demás métodos de formación profesional, al margen de las escuelas de biblioteconomía.

Por otra parte, si queremos ser realistas, tenemos que reconocer que, debido, sobre todo, a dificultades financieras, a la localiza- ción de bibliotecas en ciudades pequeñas, lejos de los centros en que existen escuelas de biblioteconomía, a la falta de cultura general en algunos bibliotecarios, que los incapacitan para fre- cuentar dichas escuelasZ gran número de bibliotecarios encon- trarán en los métodos de preparación fuera de las escuelas de biblioteconomía la única posibilidad de adquirir conocimientos en esta materia que los capaciten para hacer un trabajo de mejor calidad.

L a preparación profesional fuera de las escuelas de bibliotecono- mía debe estar, evidentemente, al cuidado de profesionales com- petentes. La iniciativa puede partir, según las circunstancias, de un esfuerzo, aislado o combinado, de las escuelas de biblio- teconomía, asociaciones de bibliotecarios u otras entidades que se ocupan del desarrollo de las bibliotecas (por ejemplo: el Instituto Nacional del Libro, en Brasil, ha promovidq. cursos intensivos de biblioteconomía destinados a bibliotecarios de ciudades peque- ñas; en la Argentina, la Asociación Protectora de Bibliotecas Populares piensa en organizar cursos semejantes, por correspok- , dencia), así como de los ministerios y secretarías de Educación. U n o de los problemas planteados en este sentido es el de los

diplomas y certificados. Especialmente en América Latina, la

1. Directora de la Escuela de Biblioteconomia de Bahía, Brasil. 2. Tal es el caso no sólo de los bibliotecarios de ciudades pequeñas, sino también, muchas veces,

de los de las capitales, donde, debido a ciertas razones, trabajan en bibliotecas, a pesar de no haber asistido a escuelas de biblioteconornk.

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exteriencia demuestra que existe el peligro de atribuir a estos documentos un valor equivalente al de los diplomas de cursos regulares de las escuelas de biblioteconomía, facilitando indebida- mente a sus titulares la admisión a empleos en bibliotecas, en casos en que debería exigirse el diploma de bibliotecario.

CURSILLOS DE PERFECCIONAMIENTO

En el sentido moderno de la expresión, estos cursillos consisten en una instrucción organizada que se imparte en el ejercicio del cargo, con la finalidad principal de aumentar la eficiencia del individuo, en bien de la institución en que trabaja. Importantes para la integración del nuevo empleado en el servicio son igual- mente valiosos para los veteranos, pues estimulan su interés, los libran de la rutina y les dan oportunidades de perfeccionamiento contimo. Pueden hacerse de diversos modos, separados o combinados:

dentro o fuera de las horas de servicio; individual o colectiva- mente; por medio de clases, grupos de discusión, lectura orientada, reuniones de personal, estudio de manuales de servicio, etc. Como hace ver Francis R. St. John, «la única distinción entre cualquier otro proceso ,de educación y los cursillos de perfec- cionamiento es que estos últimos se organizan para alcanzar un fin determinado por el interés de la institución en que se hacen DI. En la industria es donde tienen su mejor aplicación los cursillos

de perfeccionamiento, lo cual se comprende, ya que en este campo está cuidadosamente establecida la diferencia entre resultado y costo, que es lo que determina la continuación o suspensión de cualquier método de trabajo. La introducción de los métodos modernos de cursillos de perfec-

cionamiento en las bibliotecas se ha hecho lentamente. Ni siquiera en los Estados Unidos de América se puede decir que dos haya aceptado de modo general la profesión de los bibliotecarios ... Es evidente que existe entre los bibliotecarios un creciente interés por los cursillos de perfeccionamiento, pero apenas se han hecho algunas tentativas y aún no se ha llegado a una conclusión general sobre la forma que se debe adoptar2.» En América Latipa, en realidad, este método sigue práctica-

mente ignorado de las bibliotecas, a pesar de que es sumamente necesario. Es muy difícil, en el momento actual, sugerir un plan 1. Francis R. St. John, dn-service Traininga, Persone! AdminUlrufion in Librairies, papers presented

before the Library Institute at the University of Chicago, August 27-September 1, 1945, Chicago University of Chicago Press, 1946, pág. 131. (Publicado bajo la dirección de L. A. Martin.)

2. Ibfd., pág. 134.

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de cursillos de perfeccionamiento para nuestras bibliotecas, so'6re todo las públicas, debido principalmente a la gran variedad de situaciones que presentan.

CURSOS PARA PRINCIPIANTES

Cuando a un bibliotecario latinoamericano, titulado en una escuela de biblioteconomía y a veces con especialización en el extranjero, se le encarga reorganizar una biblioteca, una de las mayores dificultades que encuentra es el sorprendente número de funcionarios efectivos (a quienes sin embargo no se puede despedir, y que son difícilmente transferibles) cuya preparación general es insuficiente para su admisión en escuelas de biblioteconomía. En algunos casos, se ha procurado resolver el problema entrando en arreglos con escuelas de biblioteconomía y logrando que éstas acepten a aquellos funcionarios como alumnos, por lo menos oyentes, a pesar de no tener certificado de escuela secundaria. El resultado era que bajaba el nivel de los cursos en las escuelas, o bien esos funcionarios no podían sacar sino poco provecho de los cursos, por falta de cultura general. En otros casos, se han creado cursos para principiantes (combinación de clases con trabajo en la biblioteca) destinados especialmente a dichos funcionarios. En ciertos lugares, estos cursos se han desarrollado y han dado origen, más tarde, a escuelas de biblioteconomía. Se trata evidentemente de cursos de emergencia para casos especiales, pero no son reco- mendables como medio regular de ingreso a la profesión.

TRABAJOS PRACTICOS

Los trabajos prácticos se distinguen en cierto modo de los cursillos generales de perfeccionamiento por un carácter especial en cuanto a su propósito. Su finalidad primera es, no el bien de la institución en que se desarrollan, sino el perfeccionamiento personal de los individuos que en ellos participan, y por consiguiente el de la profesión en general. La presencia de los practicantes trae a su vez ventajas para la biblioteca, la cual suele verse estimulada por sus preguntas y por la crítica contenida en sus informes. Una práctica bien hecha constituye upa preparación que

difícilmente se conseguiría en un empleo regular. Su eficacia depende de diversos factores, entre ellos la existencia de un plan definido y al mismo tiempo flexible de trabajo, así como la super- visión encomendada a un profesional competente. La elaboración de este plan debe atender no sólo a las características de la biblio- teca, sino también a los intereses del practicante. No tiene que ser 148

rígido, sino que debe modificarse conforme al progreso diario. La economía de esta práctica así como la orientación y dirección de los que la realizan exigen mucho tiempo del funcionario o de los funcionarios encargados. Por desgracia, no es fácil encontrar personas que sean al mismo tiempo profesionales competentes y orientadores eficaces. Los bibliotecarios de América Latina están reconociendo ya la

necesidad e importancia de los trabajos prácticos. Muchos biblio- tecas reciben a menudo solicitudes para la realización de dichos trabajos y a su vez ciertas escuelas de biblioteconomía los aconse- jan en bibliotecas como el mejor medio de llenar la laguna que hay entre la enseñanza teórica y la práctica de la profesión. Creo que entre los puntos que hay que considerar en el estable-

cimiento de los trabajos prácticos en las bibliotecas de América Latina están los siguientes: 1. Ciertas bibliotecas latinoamericanas encuentran dificultad para permitir la realización de estos trabajos, debido a leyes o regla- mentos que prohiben el trabajo gratuito en las instituciones públicasl. En estos casos, se hace necesaria una modificación de la legislación misma, o bien una explicación mejor del concepto de trabajo práctico.

2. Quizá la mayor dificultad consista en la falta de bibliotecas ya organizadas, sobre todo públicas, que estén en condiciones de ofrecer una estadía provechosa. Es indispensable que las escuelas de biblioteconomía, en combinación tal vez con asociaciones de bibliotecarios, organicen listas de bibliotecas en que puedan ser ventajosos estos trabajos.

3. H a habido discusiones en cuanto a la época en que es más aconsejable esta práctica. :Deberá hacerse durante el curso de las escuelas de biblioteconom’a, o después de Se han hecho algunas tentativas para que los alumnos tengan la práctica en los Últimos meses del curso. Raras veces es posible esto, debido a que la mayoría de los alumnos que siguen el curso no tienen tiempo para asistir simultáneamente a la práctica. Por otra parte (principalmente cuando el curso dura sólo un año), si se atiende a la circunstancia de que no han terminado aún el curso, no están en condiciones de sacar todo el provecho debido. Después de terminado el curso, el trabajo práctico es más provechoso. Pasa a ser realmente una oportunidad de aplicación a la práctica de la preparación teórica adquirida en las escuelas. Algunas escuelas de biblioteconomía de Amé- rica Latina están estudiando la posibilidad de exigir un certifi- cado de práctica hecha después de la conclusión del curso, como

1. Las bibliotecas públicas de los paises de América Latina suelen ser instituciones oficiales,

2. No tomamm aquí en consideración k práctica que precede al curso, la cual no es propiamente lo cual les acarrea innumerables desventajas.

práctica, pues ésta supone cierta suma de conocimientos teóricos.

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requisito para la entrega del certificado de la escuela, lo cual sería quizá la mejor solución.

4. No son aconsejables las prácticas excesivamente breves1, puesto que, en realidad, no dan tiempo para que sus com- ponentes adquieran la suficiente destreza. No es posible reco- mendar como más aconsejable un tiempo determinado para su duración; tendrá que variar forzosamente de acuerdo con ciertos factores, entre ellos las dimensiones y la naturaleza de la biblioteca, y. la preparación y personalidad de los practi- cantes. Pero difícilmente podrá ser de menos de 300 horas una buena práctica, Es preferible que los practicantes concedan todo su tiempo a ese trabajo, como los funcionarios de la biblioteca. Si esto no es posible, la experiencia demuestra que, en el cómputo de las horas de práctica, no deben registrarse períodos de menos de dos horas y media consecutivas; los practicantes podrán pasar períodos más breves en la biblioteca, si así lo prefieren, pero este tiempo no deberá registrarse en el cómputo de las horas de práctica.

5. Especialmente en el caso de la práctica como requisito previo para la obtención del certificado de una escuela de bibliote- conomía, es indispensable que medie un arreglo entre la escuela y la biblioteca en que haya de hacerse, en cuanto al plan que convenga seguir. Éste, evidentemente, depende de muchos factores y no se puede recomendar ningún plan modelo. Pero, de modo general, la práctica hecha en una biblioteca comienza con una visita orientada a toda la biblioteca, y continúa con entrevistas de cada practicante con cada jefe de sección y el trabajo en cada una de esas secciones. Los practi- cantes deberán presentar periódicamente un’ informe de sus trabajos y observaciones, y debe dárseles entera libertad de hacer preguntas y criticar lo que observan en la biblioteca. Debe haber un funcionario de la biblioteca, algunas veces el propio bibliotecario jefe, encargado de orientar sus trabajos, y con el cual deben ponerse éstos en frecuente contacto. Los practicantes reciben también orientación familiarizándose con la literatura profesional y participando en las reuniones del personal. Tanto en la organización como en la dirección de la práctica, su finalidad no es conseguir trabajo gratuito o mal pagado para la biblioteca, ni una forma de librar a sus funciona- rios de trabajo rutinario y de una multitud de pequeñas tareas cuya ejecución no es provechosa para los practicantes.

1. H e tenido ocasi6n de observar prácticas de 60 horas. No pueden en realidad llamarse tales; permiten únicamente observar el trabajo, pero de ninguna manera trabajar.

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CURSOS POR CORRESPONDENCIA

Los cursos por correspondencia comenzaron a practicarse hace unos sesenta años en Inglaterra, siendo adoptados posteriormente en gran número de países en todos los continentes. Durante la guerra fué un método muy usado, y con éxito, por las fuerzas armadas de diversos países. La gran importancia de los cursos por correspondencia consiste

evidentemente en la ventaja de llegar a individuos que no pueden tener contacto directo con los instructores. La mayor dificultad está exactamente en la imposibilidad de discusión e intercambio de ideas, que sólo pueden hacerse de manera perfecta cuando alumnos y profesores están en presencia unos de otros. El curso por correspondencia debe ser «un tipo flexible de

instrucción individualizada.. . Requiere un proceso continuo de intercambio entre estudiante e instructor. Este intercambio se basa en un cuestionario y también en una serie flexible de mate- riales suplementarios (préstamos de libros, hojas multicopiadas, resúmenes, ejercicios, correcciones, consejos y sugestiones) sumi- nistrados por el instructor según lo exijan las necesidades del alumnol. Los cursos por correspondencia podrán ejercer un papel impor-

tante en la formación de los profesionales que viven lejos de los centros en que hay escuelas de biblioteconomía. La experiencia demuestra que después de los cursos intensivos, salas de trabajo, etcétera llego siempre gran número de cartas de los participantes, en que exponen dudas, piden sugestiones, etc. Esta sería la ocasión oportuna para un curso por correspondencia que no sólo sirviese de complemento al curso intensivo o sala de trabajo, sino que además estimulase y avivase el interés de los participantes en su trabajo y en su estudio. La falta de manuales de biblioteconomía en portugués y en

español constituye evidentemente una dificultad más para los cursos por correspondencia, lo cual obliga a un trabajo sin duda penoso en la compilación de un cuestionario forzosamente extenso. Otro punto que hay que considerar es la irregularidad del

correo, que ocasiona no sólo tardanzas, sino también extravíos. En algunos lugares es posible resolver el problema con la colabora- ción de ciertos medios de transporte utilizados, por ejemplo, para los servicios de salubridad.

1. Walter S. Monroe, Encyclopcdia of EducacimtOl Rsscarch, Nueva York, The Macmillan Co., 1950, pág. 420.

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BECAS DE ESTUDIO

Las becas para bibliotecarios se han utilizado no sólo para hacer posible el estudio en las escuelas de biblioteconomía, sino también la preparación profesional fuera de las mismas. Los bibliotecarios de América Latina se interesan principal-

mente en las becas para los Estados Unidos de América, debido sobre todo al excelente campo que este país ofrece por el gran número de bibliotecas bien organizadas, variedad de cursos ofrecidos por las escuelas de biblioteconomía y la relativa facilidad de conseguir becas. También otros países, como el Canadá y Dinamarca, pueden ofrecer un campo de observación bastante interesante para los bibliotecarios latinoamericanos. Es sumamente deseable que se intensifique la concesión de becas

a los bibliotecarios latinoamericanos. La experiencia demuestra que, para conseguir un mejor rendi-

miento de esas becas, es preciso considerar cuidadosamente ciertos puntos. Entre ellos citamos los siguientes: 1. El becario debe tener conocimiento seguro de la lengua del

país adonde va a estudiar. Por muy evidente que parezca este requisito, no siempre se ha tenido debidamente en cuenta. Muchos bibliotecarios de América Latina llegan a los Estados Unidos de América con un conocimiento insuficiente del inglés, de lo cual resulta que en los primeros meses su aprove- chamiento profesional es poco o nulo.

2. El bibliotecario latinoamericano, antes de estudiar en el extranjero, deberá haber agotado las posibilidades de estudio y observación de las bibliotecas de su propio país. En otras palabras, debe tener certificado de una escuela de biblio- teconomía, siempre que ésta exista en su país1, y conocer, en la medida de lo posible, por la observación directa las condi-

3. ciones de las bibfiotecas del país en que trabaja. En el caso de un becario que tenga su título de una escuela'de biblioteconomía, no es aconsejable que asista a cursos regulares de esas escuelas en los Estados Unidos de América, donde en general repetiría cursos semejantes a los ya hechos en su país (ya que en las escuelas de biblioteconomía de América Latina2 se preconizan métodos semejantes a los que se siguen en las bibliotecas de los Estados Unidos de América, ni que estudie problemas que interesan principalmente a este último país. Mucho más provechoso será que el bibliotecario latinoameri-

1. La resoluciónn." 8, adoptada en la Asamblea de Bibliotecarios de las Américas que se reunió en Wáshington en 1947, recomienda uque los bibliotecarios que viajan por el extranjero con becas concedidas para su preparación profesional hayan terminado satisfactoriamente sus estudios en una escuela de biblioteconomía (en los países en que haya estas escuelas)>.

2. Evidentemente, sólo nos referimos a las mejores escuelas de biblioteconomía de América Latina.

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cano emplee su beca (cuando ésta lo permita) en trabajos prácticos y observación de bibliotecas, participación en salas de trabajo, institutos, conferencias, etc. Naturalmente, este tipo de preparación exige de parte del becario una gran dosis de madurez, iniciativa, flexibilidad de espíritu y facultad de observación, pues sin estas cualidades el aprovechamiento de la beca será bastante dudoso.

4. El becario destinará su tiempo preferentemente al estudio y observación de bibliotecas en cierto modo semejantes a las que se encuentran en su país. No son las grandes bibliotecas norte- americanas las que merecen el estudio minucioso del bibliote- cario latinoamericano. Por el contrario, son las bibliotecas de ciudades medianas, y aun pequeñas, así como los sistemas de bibliotecas municipales (seguimos teniendo en cuenta sobre todo la formación de bibliotecarios para bibliotecas públicas) las que ofrecen un campo de estudio sumamente ventajoso, porque son las que mejor pueden compararse con las dimen- siones o con el sistema de las bibliotecas en que el becario podrá trabajar en su país.

5. Es indispensable que haya posibilidad de que el becario ponga en práctica los conocimientos adquiridos gracias a su beca al volver al trabajo. Es, por ejemplo, una pérdida lamentable de dinero conceder una beca (como ya ha sucedido) a bibliote- carios latinoamericanos que, después de observar el sistema de bibliotecas públicas de los Estados Unidos de América, regresan a sus países y siguen trabajando exclusivamente, digamos, como catalogadores de una biblioteca especializada. Este pro- blema tiene que tomarse especialmente en consideración al conceder las becas de estudio. Por otra parte, las escuelas de biblioteconomía, así como las asociaciones de bibliotecarios, pueden, por lo menos hasta cierto punto, ayudar facilitando al becario la aplicación de los conocimientos obtenidos mediante la beca al regresar a su trabajo.

6. En cuanto a la consecución de las becas, recordamos que algunas escuelas de biblioteconomía de América Latina están en situación de ofrecerlasl. En Estudios en el extranjero, publicado por la Unesco, se encuentra una excelente fuente de informa- ción sobre la consecución de becas en el extranjero.

INTERCAMBIOS DE BIBLIOTECARIOS

A pesar de las grandes ventajas que ofrecen los intercambios de bibliotecarios, nada se ha conseguido aún, debido principalmente a ciertos problemas, entre los cuales está la diferencia de sueldos. 1. La Asociación Latinoamericana de Escuelas y Profesores de Bibliotecología puede suministrar

una lista de las escuelas de biblioteconomla de América Latina.

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C O N F E R E N C 1 AS, SE M 1 N A R 1 OS, <W O R K S H O P SD, E T C.

Estos tipos de reuniones pueden constituir un excelente medio de estudio y desarrollo de asuntos de biblioteconomía, y una solu- ción de problemas de interés profesional. El buen éxito de estas reuniones depende principalmente del

plan que se siga, de la contribución prestada por los encargados de discusiones, trabajos escritos, orientación de grupos, etc., así como de la elección de los participantes.

Conferencias y seminarios sobre diversos asuntos son ya bastante conocidos en América Latina.

Workshopm.

Los workshops se han empleado con frecuencia y buen resultado, en los últimos quince años, para el estudio intensivo de problemas de educación. También en el terreno de la biblioteconomía se está aplicando este método de preparación con excelentes resultados. M u y familiar para los bibliotecarios de los Estados Unidos de América, se está introduciendo ya en algunos países de América Latina. Aunque en muchos aspectos son distintos de los cursos, es

interesante observar que estos últimos están adoptando, algunas veces, los métodos de aquéllos.

Hay diversos tipos de workshops, pero los caracteriza siempre su informalidad y su flexibilidad. No hay en ellos discursos ni clases. Funcionan por medio de discusiones enteramente infor- males, reuniones y actividades de grupo, así como por el estudio individual. Todas las actividades deben admitir libertad de acción, relaciones informales, cooperación estrecha entre los partici- pantes y los dirigentes. Al funcionamiento del workshop debe preceder la elaboración

cuidadosa de un plan, en el cual hay que tener en cuenta sus finalidades, así como las necesidades e intereses de los partici- pantes. Este plan admite, sin embargo, bastante flexibilidad; no establece programa ni horarios rígidos, sino que se hace más bien a base de sugestiones y previsión de posibilidades. El propio workshop suele comprender una comisión, constituída no sólo de dirigentes, sino también de participantes, encargada de resumir y evaluar el trabajo diario, y de planear asimismo día tras día el programa, de acuerdo con los resultados que se vayan consiguiendo.

E n los países de América Latina, el workshop ofrece grandes posibilidades, principalmente para la preparación de «profesores bibliotecarios>> o bibliotecarios de ciudades pequeñas. E n casi la totalidad de los casos, estos bibliotecarios difícilmente tendrán la

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posibilidad de frecuentar los cursos regulares de las escuelas de biblioteconomía. En cambio, podrán participar con mayor facili- dad en un workshop. Esta participación es quizá el mejor medio de hacerles adquirir un mínimum de conocimientos técnicos. Por otra parte, el contacto directo con otros colegas que trabzijan con dificultades parecidas les dá una perspectiva mejor para su trabajo; la orientación segura de los dirigentes del workshop es fuente de estimulo y entusiasmo. U n ejemplo típico de éstos para la preparación de profesores

bibliotecarios nos lo dá el resumen que hace Dantonl de un informe de Grace Hightower2. «Un grupo de treinta maestros dotados de amplia experiencia,

que se preparaban para el servicio de bibliotecas en escuelas, se reunió bajo la dirección de personal experto para estudiar el vasto problema de la reorganización de los servicios de biblioteca escolar. El grupo procedió a crear una biblioteca en una escuela primaria; comenzando con el estudio de la comunidad y de los antecedentes educacionales de la escuela, llevó su estudio hasta la aprobación de normas mínimas para el edificio, el equipo, la selección, adquisición, catalogación, clasificación y retiro de libros, publicaciones periódicas y materiales audiovisuales, normas de cooperación, estadísticas e informes, publicidad e instrucción en el uso de las bibliotecas. Para realizar cada aspecto de este trabajo se hizo un estudio previo de las necesidades, se examinó toda la literatura del tema, se pidió la opinión de personas de experiencia y se discutieron las decisiones, proyectándose lo que debía hacerse y cómo llevar a cabo los planes. Los principios y las conclusiones prácticas a que se llegó fueron estudiados a la luz de la situación de las comunidades a que pertenecían los integrantes del grupo.» Evidentemente el workshop se presta no sólo para iniciar a

individuos en la profesión de bibliotecario, sino también para per- feccionar y estimular a los veteranos en la profesión. Las revistas norteamericanas de biblioteconomía suelen traer

noticias pormenorizadas de workshops que pueden sugerir ideas para organización de los mismos en América Latina, con las debidas adaptaciones.

1. J. Periam Danton, La formación profisional del bibliotecario, París, Unesco, 1950, .pág. 78. 2. Grace Highto&r, cGeorgia’s 1947 Workshop Provided a Library Complete with F’upilsa,

en Librury Journal, vol. LXXIII, 1948, págs. 457-458.

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CAPÍTULO XVI

ELEMENTOS DE BASE Y LIBROS DE CONSULTA EN ESPAROL Y PORTUGUÉS

Por CARLOS Vf CTOR PENNA'

L presente trabajo está destinado a reseñar las publicaciones E escritas en español y portugués de utilidad para el bibliote- cario en el cumplimiento de su actividad específica. No tiene, en consecuencia, las características de una compilación exhaustiva; por el contrario, en la indicación de las fuentes ha primado un criterio selectivo, dejando de lado las contribuciones que no constituyen elementos de trabajo o que carecen de valor como obras orientadoras para la realización de las diversas tareas propias de la actividad o la enseñanza de la profesión de bibliotecario. Si bien es cierto que no existen bibliografías completas que registren lo impreso en las lenguas antes mencionadas, pueden consultarse, en su reemplazo, las contribuciones de Buonocore, Elementos de bibliotecologia [ ll2, y Villalón, Organización y administración de bibliotecas [2], que suministran informaciones sobre fuentes, que este trabajo no cita. Por otra parte, la Asamblea de Bibliotecarios de las Améri-

cas [3] nombró un comité para la compilación de una bibliografía bibliotecológica latinoamericana, y uno de sus miembros, el Sr. Peraza, ha dado a conocer lo publicado en Cuba en 1949 141; cuando el comité cumpla con su cometido, será posible entonces conocer lo editado en América Latina en relación con la bibio- tecología, que no es poco ni despreciable, aunque disparejo en su orientación y contenido. En consecuencia, y de acuerdo con el plan de este trabajo, se

reseñan de inmediato, siguiendo las grandes divisiones de la bibliotecología y desde el punto de vista de las necesidades de las bibliotecas populares, las obras disponibles, las que se encuentran en pretaración y las que debieran redactarse o traducirse de otras lenguas. Para mejor proveer consideramos que los trabajos que pudieran traducirse han de ser hechos con un claro sentido de adaptación a las necesidades de las bibliotecas latinoamericanas y de ninguna manera en interpretación literal de su lengua original; tanto para las traducciones como para la implantación de métodos, el pro- blema consiste en adaptar y no en transcribir. 1. Especialista bibliotecario, Centro Regional de La Habana, Unesco. 2. Los números entre corchetes remiten a la bibliografía que figura al ñnal del presente capítulo.

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TRABAJOS DE CARACTER GENERAL

N o se cuenta en lengua española o portuguesa con un buen trabajo de carácter doctrinario, pese a la excelente, aunque anticuada, obra de Nelson Las bibliotecas en los Estados Unidos [5]. 'Tampoco se tienen noticias de su probable publicación. Creemos que una obra que establezca con claridad las finalidades de las bibliotecas populares y siente las bases de sus fundamentos es de necesidad urgente e imprescindible. Estas obras deberían comple- mentarse con otras relativas a servicios especiales y extensión de bibliotecas; los resultados del seminario de Malmo [6] constituyen una valiosa base para la elaboración de tales publicaciones. Como trabajos parcíales, útiles por su tono de divulgación más que por la profundidad con que se abordan los temas, pueden citarse dos obras de la Unesco: por L. R. McColvin El servicio de txtensidn bibliotecaria en la biblioteca pública [7] y L a biblioteca pública y la educación de los adultos [8] por C. Thomsen, E. Sidney y M. D. Tompkins. Existen en cambio obras de carácter general en las que se

presentan algunos de los problemas bibliotecológicos sin dar soluciones totales y adecuadas a las distintas cuestiones que en ellos se plantean. Este tipo de obra ha dejado de aparecer en los últimos años para ceder su lugar a trabajos de carácter más específico. Las contribuciones de Selva, [9] Manrique de Lara [lo] y Buonocore [ 111 son exponentes de este tipo de libro. En los últimos meses se ha publicado, Lomo primer volumen

de la serie «Contribuciones bibliotecológicas», el Manual de bibliotecologia jara bibliotecas populares [ 121 escrito por diversos especialistas; este manuaI es el primero de las obras generales que aborda la totalidad de los problemas que deben afrontar las bibliotecas populares. Es de hacer notar la falta de un vocabulario que dé jerarquía, no

sólo nacional sino también internacional, a los vocablos utilizados en los diversos medios relacionados con las bibliotecas. Puede suplirse esta falta con la lista que ofrece Manrique de Lara en su Manual del bibliotecario [lo] y aquélla aparecida en el Cotejo de normas de catalogación publicada por el Instituto Bibliotecológico de la Universidad de Buenos Aires en una traducción no muy elaborada de un glosario de términos bibliotecológicos de la American Library Association [ 131. Sin que sus méritos lo justifiquen, señalamos como antecedente

el vocabulario de Rubio [14]. Otro trabajo digno de mencionarse y con la ventaja de dar el significado de los vocablos en cinco idiomas es el de Pinto [15]. Por su parte se anuncia la publicación del Glosarium bibliothcarii que se prepara bajo la dirección de A. Thomsen, a iniciativa de la Unesco;. las primeras entregas saldrán en alemán, francés e inglés, y probablemente en español

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y en ruso. Esta obra será editada por la Association of Special Libraries and Information Bureaux, de Londres. Se sabe que J. Mayol, de la Escuela Cubana de Bibliotecarios,

trabaja en la compilación de un vocabulario, pero se ignora cuando ha de ser puesto en circulación.

Resumen.

Existen: Buonocore [l], Villalón [2], Peraza [4], Nelson [5], Selva [9] , Manrique de Lara [ 1 O] , Manual de bibliotecologia para bibliotecas flopulares [ 121, Argentina, Universidad de Buenos Aires, Instituto bibliotecológico [ 131, Rubio [ 141, Pinto [ 151.

Faltan: Un tratado sobre doctrina del bibliotecario. U n libro sobre servicios especiales. Extensión de, bibliotecas. Un diccio- nario sobre términos utilizados en bibliotecología.

CATALOGACIÓN Y CLASIFICACIÓN

Obras generales.

Son dos las obras fundamentales que tratan de esta materia: la de Aguayo, Manual práctico de catalogación y clasificm'ón de bibliotecas [16], y la de Penna, Catalogación y claszjícación de libros [17]. La obra de Aguayo acaba de ser publicada en segunda edición aumentada y corregida. Se considera que estas obras cubren bien el campo catalográfico, en lo referente a su teoría. En el Manual de bibliotecologia para bibliotecas populares [ 121 existe

un capítulo sobre catalogación y clasificación simplificadas, de utilidad para este tipo de bibliotecas. La Agencia Acme anuncia, en su serie «Bibliotecologíaa», una

versión de Mann, Introduction to the cataloguing and the class$cation of books [ 181 ; pese al tiempo transcurrido, no se conoce la fecha en que aparecerá editada. Por su parte, las Contribuciones bibliotecoló- gicas incluyen en su plan de publicaciones un tratado de cataloga- ción que, bajo la dirección de Carlos Víctor Penna y con el auxilio de diversos especialistas, verá la luz a fines de 1953.

Cddigos de catalogación.

No se ha publicado un código de catalogación latinoamericano, pero existe una edición española [19], y otra portuguesa [20], de las Jvorme per il catalogo degli stampati [21] de la Biblioteca Apostólica Vaticana. La edición portuguesa fué publicada bajo la dirección de Lydia de Queiros Sambaquy y la española, por la propia Biblioteca Vaticana. La Escuela Cubana de Bibliotecarios 158

ha publicado para uso de sus alumnos una traducción realizada por F. Peraza de Rules for descripive cataloguing de la Biblioteca del Congreso [22]. Como trabajo particular de un país debe citarse el Código de

catalogación de la Asociación Paulista de Bibliotecarios [23]. El Cotejo de normas de catalogación del Instituto Bibliotecológico

de la Universidad de Buenos Aires [13] reúne, traducidas al español, pero sin la correspondiente ejemplificación, las reglas de la American Library Association, Prusianas, Vaticano, Biblio- teca Nacional de Buenos Aires y las del Cuerpo Facultativo de Archiveros y Bibliotecarios Españoles; es ésta una edición útil para fines comparativos. Las Instrucciones ... españolas [24] merecen tenerse en cuenta como elemento de consulta. No se tienen noticias de la traducción de las reglas de la Ameri-

can Library Association, y a nuestro juicio ello no es urgente por cuanto se dispone de las del Vaticano [19, 201 de idéntico valor y semejante contenido. Por el contrario, se estima que deberían apoyarse las tareas del Comité Latinoamericano de Cataloga- ción [25] para la terminación de un código de reglas catalográ- ficas de valor para las bibliotecas latinoamericanas.

Encabezamiento de materia.

Existen diversas listas, entre las que se destacan las publicadas por Manrique de Lara [26], Laso de la Vega [27], W. Ferraz [28], Sears [29] en traducción española, Velázquez [30] y Kidder [31]. Se estima que ninguna de ellas es perfecta, ya que no han sufrido modificaciones desde su edición, y, en su mayoría, han sido tra- ducidas o compiladas con insuficiente experiencia sobre el parti- cular. Del conjunto se considera que la de Sears [29] y la de W. Ferraz [28] constituyen excelentes bases para un futuro mejoramiento de tales tablas. Carmen Rovira, de la Universidad de La Habana, trabaja en la compilación de otra lista, pero no se sabe cuando ha de ser dada a publicidad.

Sistemas de clasijicación.

El más difundido es el de Dewey [32], y le sigue en orden de méritos el del Instituto Internacional de Bruselas [33]. D e estas últimas tablas hay traducciones y compendios, aunque todos de valor dispar. La traducción más difundida es la de Lasso de la Vega [34], que ha merecido una segunda edición muy ampliada y mejorada. La revista Raciodizm'ón informa que el Instituto Nacional de

Racionalización del Trabajo (España) ha ingresado en la F.I.D. La F.I.D. ha autorizado al instituto a publicar en español la

159

clasificación decimal universal; se harán dos ediciones, una abre- viada y otra completa. Para informes sobre este particular y para las distintas ediciones de la clasificación decimal universal con- súltese el artículo de la revista mencionada [35]. No existe una edición completa en español o portugués de la

clasificación de Dewey [32]. Circula entre los bibliotecarios una nota solicitando adhesiones para presentar al editor de tal clasifi- cación e interesarlo en la publicación de una edición española. D e llevarse a la práctica tal traducción, deberían adaptarse muy especialmente las tablas de derecho, historia, literatura y geo- grafía. Aparte del trabajo de Doris de Queiroz Calvalho [36], deberán tenerse presente las recomendaciones formuladas por la Asamblea de Bibliotecarios de las Américas [3]. Dos brasileños, A. G. Días y L. Cosme, han publicado un compendio de la clasi- ficación de Dewey de valor para los clasificadores [37]. Como elemento de orientación para las tareas de clasificación

merece citarse la traducción «Código para clasificadores)) de Merrill, realizada por H. Heiliger [38], en la Universidad de Chile.

Tablas de signaturas librísticas.

El trabajo más importante es el de Málaga, publicado en la revista Fénix [39] y útil para las bibliotecas populares. Actual- mente se utiliza en gran escala la obra de Cutter Three-jgure alphabetic order table [40]. Deben considerarse también las tablas que ofrece Lasso de la Vega, en su Clasijicación decimal [34] y el muy meritorio trabajo de Lentino Número de chamada [41].

Normas para la ordenación.

Tanto Aguayo [16] como Penna [17] dan en sus textos reglas para la ordenación de catálogos. A pesar de tales reglas y las que incluye la Biblioteca Apostólica Vaticana en sus Normas para la catalogación de impresos [19], se nota la ausencia de un conjunto que solucione todos los problemas de esta parte de la cataloga- ción. El Instituto Bibliotecológico de la Universidad de Buenos Aires publicó Cotejo de normas para la ordenación [42] que incluye, entre otras, traducciones de las reglas de la American Library Association [71], y de las bibliotecas de Cleveland [73], Pitts- burgh [74] y Cincinnati [72]. Heiliger tradujo y publicó en la Universidad de Chile las reglas

de ordenación de la American Library Association [70], que circularon en forma mimeografiada.

160

Resumen.

Obras generales. Existe: Manual de bibliotecología para bibliotecas populares [ 121. Agua-

Por publicar: Mann [18] y Penna: Tratado de catalogación y clmi- yo [16], Penna [17].

cación.

Códigos de catalogación. Existen: Biblioteca Apostólica Vaticana [ 19, 201, Asociación Pau- lista de Bibliotecarios [23], Argentina, Universidad de Buenos Aires, Instituto Bibliotecológico [ 131.

Falta: Código latinoamericano de catalogación.

Encabezamiento de materia. Existen: Manrique de Lara [26], Sears [29], W. Ferraz [28], Kidder [31], Velázquez [30], Lasso de la Vega [27].

Por publicar: U n trabajo en preparación por C. Rovira, de la Escuela de Bibliotecarios de la Universidad de La Habana.

Falta: Traducción de Dewey [32].

Sistemas de clasificación. Existen: Dewey [32], Lasso de la Vega [34], Instituto Interna- cional de Bibliografía [33], A. G. Díaz y L. Cosme [37], Merrill [38].

Falta: Traducción de Dewey [32].

Tablas de signaturas librísticas. Existen: Lasso de la Vega [34], Málaga [39], Cutter [40], Len-

Faltan: Tablas de signaturas librísticas de valor para las biblio- tino [41].

tecas populares latinoamericanas.

Normas para la ordenación. Existen: Aguayo [ 161, Penna [ 1 71, Vaticano [ 191, Argentina,

Faltan: Normas para la ordenación de validez para las bibliotecas Buenos Aires, Instituto Bibliotecológico [42].

populares.

ADMINISTRACIÓN

Los elementos disponibles para los problemas de administración no responden, como generalmente sucede en algunos otros aspec- tos bibliotecológicos, a una determinada escuela. Por otra parte, no existe una obra exclusivamente dedicada al tema, y los pro- blemas de orden administrativo están incluídos en capítulos de

161

obras generales, como sucede con los trabajos de Buonocore, Elementos de bibliotecologia [ 11 , Selva, Tratado de bibliotecnia [9] , Ferraz, A biblioteca [43], Brasil, Departamento Administrativo de Serviso [44,45, 46, 471 y Brasil, Instituto Nacional do Livro [48]. Sin embargo, pueden anotarse dos trabajos de cierta importancia: el primero, los apuntes de clases dictadas por Braceras [49] en la Escuela de Bibliotecarios de Uruguay; el segundo, los capítulos destinados a administración incluídos en el Manual de bibliote- cologia para bibliotecas populares [12]. Lasso de la Vega ha enriquecido esta bibliografía con sus

trabajos: L a biblioteca como edijicio funcional [50], L a propaganda y el servicio público de las bibliotecas en los Estados Unidos [51] y La selección de libros [52]. Por su parte, Penna publicó ((Necesidad de una conciencia bibliotecaria» [53] y, en colaboración con Cor- tazar, Organizmión de la biblioteca municipal Mariscal Andrés de Santa Cruz [54]. Es evidente la falta de buenos textos y material ilustrativo

sobre el particular y creemos necesaria la traducción y adaptación de obras como las de Randall y Goodrich, Principles of college library adminisiration [55] , o de McDiarmid, The administration of th American public libra9 [56]. Además, la Agencia Acme ha anunciado la publicación de la obra de Drury Book selection [57] en la serie «Bibliotecologia», pero no se sabe cuando ha de aparecer.

Resumen. .

Existen: Buonocore [ 11, Selva [9], Manual de bibliotecología para bibliotecas populares [ 121, Ferraz [43], Brasil, Departamento Administrativo de Serviso [44, 45, 46, 471, Brasil, Instituto Nacional do Livro [48], Braceras [49], Lasso de la Vega [50, 51, 521, Penna [53], Cortazar y Penna [54].

Por publicar: Drury [57]. Falta: U n buen texto sobre administración, Podrían traducirse, adaptadas, las obras de Randall [55] o de McDiarmid [56].

BIBLIOLOGfA

Para el conocimiento de la historia del libro y de las técnicas empleadas en su preparación, existe la obra de Finó, Elementos de bibZiologia [58]. El mismo autor ha escrito la parte correspon- diente a esta materia aparecida en el Manual de bibliotecologia para bibliotecas populares [ 121. Otros autores tratan también el tema, y entre ellos mencionaremos a Selva [9] y a Buonocore [l]. Sobre este particular se anuncia una obra más exhaustiva, que

integrará la serie Contribuciones bibliotecológicar, a cargo de Finó y

162

Hourcade. Se calcula que este trabajo aparecerá en los primeros meses de 1952. En cuanto al estudio de la imprenta en la América Latina se

puede citar el trabajo de Torre Revello El libro, la imprenta y el periodismo en América durante la dominación española [59] y la de Furlong Origen del arte tipográfio en América [60]. Si bien es cierto que el campo de la bibliología está cubierto

con las obras mencionadas y otras que tratan del mismo tema, se considera de interés traducir uno de los siguientes trabajos: Histoire du livre de l’antiquité 6 nos jours [61], por Dahl, The book [62] , por McMurtrie.

Resumen.

Existen: Finó [58], Selva [9], Buonocore [1], Manual de bibliote- cologia para bibliotecas populares [ 121 , Torre Revello [59], Fur- long [60].

Por publicar: Finó y Hourcade. Falta: Traducción de Dahl [61] o McMurtrie [62].

B I B L I O G R A F ~ A Y REFERENCIA

Obras de texto.

Casi no existe material en relación con tal tema, quizá por ser éste una de las manifestaciones bibliotecológicas más recientes puestas en conocimiento de los bibliotecarios latinoamericanos. Pueden anotarse, sin embargo, los trabajos de Kilgour [63] y Sabor [64] aparecidos en Fénix y en la Revista de la Universidad de Buenos Aires. El Centro de Estudios Bibliotecológicos (Buenos Aires) publicó en su Circular mensual informativa una traducción de la parte introductiva de la obra de Mudge [66]. Sabor, por su parte, ofrece una primera contribución de valor en el capítulo «El servicio de referencia» que forma parte del Manual de biblio- tecologia para bibliotecas populares [ 121. Esta misma autora anuncia un tratado que aparecerá en la serie ((Contribuciones bibliotecoló- gicas» a mediados de 1952 y será la primera obra escrita en español o portugués sobre esta materia. Las obras que se ocupan de la metodología del trabajo intelec-

tual suelen incluir capítulos que se relacionan más o menos con bibliografía y referencia. Entre las obras escritas en lengua española, Cómo se hace una tesis doctoral [68], por Lasso de la Vega, es el más digno de notarse. Este trabajo puede ser de utilidad para las bibliotecas populares. Fácil es advertir que esta materia es la que reclama con urgencia

serias contribuciones, por la importancia que ella tiene en la

163

prestación de servicios vitales en las bibliotecas, como son el atender y orientar a los lectores. Una traducción y adaptación remozada de la obra de Wyer [67] sería de resultados muy ventajosos para la profesión y un excelente elemento para la teoría de la referencia.

Obras de referencia.

Las obras de referencia, publicadas en español y portugués, parecen ser pocas y de valor muy disparejo. Pero es indudable que faltan fuentes informativas que señalen las obras útiles para tales tareas. No es intención de este trabajo reseñarlas, pero se indica como útil la consulta del capítulo titulado «Obras de referencia» escrito por Sabor [12] y aparecido en el Manual de bibliotecología para bibliotecas populares. Si se considera que los repertorios bibliográficos caen dentro

de este grupo, fácil es advertir la falta de tales elementos infor- mativos que sufre el bibliotecario latinoamericano para infor- marse acerca de lo publicado en su propia lengua. Con excepción de algunos países que publican sus propios anuarios bibliográ- ficos, el resto no dispone de estas herramientas vitales, y el conoci- miento de las obras sólo puede lograrse a través de penosas y no siempre fructíferas búsquedas. Es innegable que adecuados ser- vicios bibliográficos son de ineludible necesidad, y ello es tan cierto que la misma Unesco organizó una asamblea para su estudio y discusión [69]. Los resultados de tal asamblea y los informes de los grupos nacionales nos excusan de extendernos sobre este particular. Sin embargo, es de interés dejar establecida la necesidad de

redactar una obra que en forma de manual de bibliografía retina lo publicado y lo presente con adecuados comentarios y juicios que permitan aprovechar con mayor intensidad los recursos de que en materia de bibliografía dispone América Latina.

Resumen.

Obras de texto. Existentes: Kilgour [63], Sabor [64, 651, Mudge [66], Sabor [12]. Por publicar: Referencia y bibliografía, por J. E. Sabor (en «Contribu-

Falta: Traducir y adaptar Wyer [67].

Obras de referencia. Existente: Como panorama general: Unesco [69]. Falta: un manual de bibliografía que reúna lo publicado y lo

164

ciones bib1iotecológica.m) .

presente con adecuados comentarios.

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168

CAPÍTULO XVII

SITUACIÓN DE LOS BIBLIOTECARIOS PÚBLICOS EN AMÉRICA LATINA

flor MARGARITA SUMMERS P A G É s1

N los países de América Latina existen muy pocas bibliotecas E denominades «públicas» y las bibliotecas nacionales, popu- lares y municipales deben desempeñar funciones similares, en parte, a aquellas de las bibliotecas públicas; razón por la cual al emplear el término ((bibliotecario público» se comprenderá en él a las personas que prestan servicios en bibliotecas públicas, nacionales, populares y municipales. Nos ocuparemos del ((bibliotecario público» desde el punto de

vista profesional y económico que ocupa dentro de la comunidad, ya que él viene a ser, se puede decir, el motor que pone en movi- miento a las bibliotecas.

S I T U A C I ~ N ACTUAL DEL BIBLIOTECARIO P ~ ~ B L I C O

«Hacer del bibliotecario un profesional» es una de las necesidades más imperiosas en los países latinoamericanos. Para considerar al ((bibliotecario público» debemos preguntarnos: iquiénes son los que tienen a su cargo las bibliotecas públicas, nacionales, popu- lares y similares? Me voy a permitir hacer una pequeña reseña sobre los diferentes

tipos de bibliotecarios en funciones en los países latinoamericanos: 1. Por lo general es una muy buena persona, seria, honrada a quien «le gusta leer», pero que de técnicas, adelantos y métodos bibliotecarios no tiene la menor noción y que trabaja en la biblioteca por ser un lugar tranquilo (demasiado tranquilo) y apacible en el cual no hace nada o casi nada; algunos son eruditos, poetas, escritores, que consideran la biblioteca, a la cual sirven, su biblioteca particular y dedican todo su tiempo a sus intereses personaes siendo para ellos el servicio al público muy secundario. Este tipo de bibliotecario es probable que nunca se interese por mayores conocimientos profesionales y se resigne a percibir un bajísimo salario.

1 División de Bibliotecas, Unesoo.

169

2. Esta vez encontramos una señora o señorita, también muy buena personala que por circunstancias varias se ha visto en la urgencia de trabajar para ganarse el sustento diario y «como no estaba suficientemente preparada) para desempeñar otro cargo, mediante recomendaciones y amistades consi- guió el puesto que desempeña. El trabajo que ejecuta se limita por lo general a guardar celosamente la colección, no concibe adelantos modernos y el servicio que presta al público es muy limitado dada su poca preparación. No es extraño encontrar que esta clase de personas, al tener conocimiento que existe un campo más amplio, al saber que la bibliotecono- d a es una ciencia, se interesen por aprender, pero allí tropeza- mos con las barreras de su poca preparación y con que la mayoría de las veces son personas que ya han pasado su primera juventud. Este tipo percibe generalmente salarios ridículos e inadecuados para su sostenimiento, y aquí viene una interrogación: 2 merecen estas personas, por las funciones que prestan, mayores remuneraciones?

3. Otro tipo es aquél de un personaje dentro de la colectividad, inteligente, culto, de grandes aspiraciones, gran amante de los libros, en suma, «persona visible)). La mayoría de las veces este tipo no es profesional; algunas veces está asistido por profe- sionales, otras no, y no es probable que se interese por asuntos de la profesión en sí. Este bibliotecario viene a ser un personaje decorativo y por lo general la biblioteca se siente orgullosa de contar a dicho hombre de ciencias o letras entre su personal. Ahora bien, este personaje tiene necesidades y debe vivir como cualquier otro ser humano y, salvo contadas excepciones, el sueldo asignado no le es suficiente. Pese al interés que pueda tener esta persona por dedicar todo su tiempo a la biblioteca y sus problemas, está imposibilitado de hacerlo, pues debe buscar fuera de su recinto en otras ocupaciones el. equilibrio de su presupuesto.

4. Llegamos por último al bibliotecario «profesional», aquél egresado de escuelas nacionales o extranjeras y que dedica SU tiempo por entero a la biblioteca en la cual presta sus servicios. Dentro de este tipo podemos hacer dos agrupaciones: u) Aquéllos que siguieron los estudios por ser ésta una carrera

corta y agradable y, al hacerse ca:go de sus puestos en las bibliotecas se dan cuenta, con un triste desengaño, de que sus esfuerzos no son debidamente reconocidos; esta situa- ción crea en ellos sentimientos de desilusión que limitan en parte sus actividades profesionales, pues les hace perder interés ya que no encuentran estímulos para mejorar. Se encuentran, aunque no con mucha frecuencia, profesionales

170

de este tipo que no trabajan en su ramo por razones de índole económica.

6) Aquéllos para quienes la profesión es más que un medio de vida, los amantes de la biblioteconomía; aquéllos que hacen un apostolado de su profesión y que una vez en funciones se preocupan por seguir adquiriendo conocimientos y ponerlos en práctica. Salvo raras excepciones, éstos también se encuentran mal remunerados, debiendo sufrir por ello privaciones de toda índole.

Esta breve reseña sobre el ((bibliotecario público» en funciones actualmente en países latinoamericanos, nos permitirá tener una idea de su posición económica y profesional. Es necesario introducir modificaciones en la adjudicación de las

plazas disponibles. Al producirse una vacante, los interesados en adjudicarla generalmente se encuentran desorientados hacia quién dirigirse para solicitar un bibliotecario; a veces se realiza esto mediante las escuelas o asociaciones, pero por lo general tienen gran influencia las amistades, relaciones familiares o algún conocimiento particular de la actuación del presunto candidato. Las remuneraciones son también asignadas sin criterio fundado, pues no existen legislaciones para esta profesión. Una de las razones por la cual la profesión y las mismas bibliotecas no tienen suficiente apoyo económico es que los encargados, en los organis- mos o instituciones, de hacer las reglamentaciones y distribuir los fondos provienen en su mayor parte de pequeñas ciudades. D e ahí que tengan un pobre y erróneo concepto sobre las bibliotecas y sus bibliotecarios, pues el recuerdo que tienen de la biblioteca es el de aquel cuarto oscuro, con olor a humedad, inhóspito, con un bibliotecario casi siempre hosco y poco amable al cual en su niñez se atrevieron algunas veces a pedir algún libro. Volvemos sobre al tema del bibliotecario no profesional, sobre

aquél cuya actividad se limita a guardar y a veces cuidar la colección para que no caiga en manos del lector. Personalmente he visitado bibliotecas municipales y populares en que es un acontecimiento inusitado el que sean visitadas y más inusitado aún que se tenga la osadía de preguntar por el catálogo, índices o bibliografías sobre tal o cual materia. Muchas de estas llamadas bibliotecas tienen de bibliotecas sólo el nombre y permanecen en ese estado debido a la apatía de los mismos bibliotecarios; es cierto que están muy mal remunerados, pero ellos, por su parte, no contribuyen en nada para salir de ese estado. Ahora bien, si las bibliotecas están en manos de personas que

no son profesionales, pero en cambio poseen la experiencia de los años de trabajo, cabe preguntar: a estos bibliotecarios, muchos de ellos retrógrados, que se contentan con vegetar y a quienes les atemoriza el solo pensamiento de introducir nuevos métodos y que

171

por consiguiente están mal pagados, ;qué categoría debe asignár- seles en cuanto a haberes? y ;que se puede hacer para mejorar la situación, tanto de las bibliotecas como de los bibliotecarios? El bibliotecario que debe distribuir su tiempo entre múltiples

ocupaciones para poder subvenir a sus necesidades, pero que no es un profesional, y para quien todo lo relativo a la profe- sión es de gran interés, idebe estar en el mismo nivel en la escala de sueldos que el profesional dedicado por entero a su profesión y que realiza sus labores teniendo como mira la extensión y mejora- miento de los servicios de biblioteca? Otro punto digno de tenerse en cuenta es sobre si los pro-

fesionales que han hecho estudios en el extranjero deben ser considerados en la escala de sueldos en una categoría especial, más elevada. Actualmente es una realidad que todo aquél que pueda contar entre sus actividades pasadas con un viaje al extranjero, tiene muchas probabilidades de obtener las mejores plazas sin previos exámenes ni concursos. Las becas o facilidades para estudiar en el extranjero dadas por

intermedio de los gobiernos e instituciones privadas son general- mente al mérito, otras veces tiene gran papel la suerte. Suponiendo que existan dos profesionales egresados de la misma escuela en un país determinado; uno de ellos consigue la única beca disponible debido a un golpe de suerte, siendo el desairado el más competente de los dos. Además de haber tenido la oportunidad de poder ensanchar sus conocimientos en un medio por lo general más adelantado y por el solo hecho de haber viajado por el extranjero, idebe pasar por encima de aquel otro que aún sin salir de su país tiene gran visión e inquietud por todo lo que se refiere a su profesión? En otras partes del mundo las bibliotecas están adquiriendo un

gran desarrollo, pero esto no se logra tan sólo mediante el pro- greso en la educación, sino mediante el personal debidamente capacitado que lleva a cabo los programas confecciohados, siendo la labor del bibliotecario altamente reconocida. Al decir biblio- tecario se piensa en una persona dotada de muchas cualidades, aparte de sus conocimientos técnicos; en una persona que se interesa por conocer a sus conciudadanos a los cuales ha de servir y guiar. Con esta alta misión de cultura, están considerados entre los profesionales que trabajan en bien de la humanidad.

iQUÉ SE PUEDE HACER PARA MEJORAR SU SITUACIÓN A c T U A L?

Para llegar a conclusiones sobre lo que se puede hacer, primero debemos dignificar la profesión mediante la aspiración del biblio- 172

tecario a superarse continuamente. Tomando el problema por ese lado, iestán preparados los países latinoamericanos para regla- mentar la remuneración del bibliotecario? <existen asociaciones, bibliotecarios profesionales y escuelas en suficiente número en los diferentes países?

Del estado actual de indigencia, en que se encuentran las bibliotecas y los bibliotecarios, están enterados los interesados y, es cierto, los directamente responsables de esa situación, pero de una manera individual, aislada; no existen organismos que los representen, y, si existen, éstos o no se han preocupado lo suficiente o no han tenido suficiente fuerza o no han estado constituídos de manera de poder hacer efectivas sus necesidades. El organismo indicado para representar a la profesión es la

«Asociación de Bibliotecarios», ya que su función es laborar por el fomento y desarrollo de la profesión y procurar el mejoramiento intelectual, moral y material de los bibliotecarios. Ahora bien, entre lo que se puede hacer para mejorar la situación del biblio- tecario está el formar asociaciones o reorganizar las existentes a fin de que sean organismos vivos. Estas asociaciones oficialmente reconocidas deberán proponerse levantar el nivel profesional, cooperando con las escuelas, agrupando a los bibliotecarios pre- viamente sometidos a exámenes para establecer categorías, estu- diando las posibilidades de procurar mayores conocimientos y ayuda a los no profesionales, llevando un registro de títulos y antecedentes de sus miembros, ofreciendo garantías a quienes los emplean, para así tener derecho a representar a la profesión y abogar en su favor para que sea reconocida como tal; sólo ad tendrá una asociación bases y perspectivas de ser atendida en sus solicitudes. Para citar un solo ejemplo de los muchos que existen, citaré la

Asociación de Bibliotecarios de Inglaterra, fundada en 1878, la cual somete a sus miembros a tres exámenes: admisión, registro y finales; el objeto es llevar un registro de los bibliotecarios según sus méritos, tanto para proteger a sus miembros profesionales como para proteger a aquéllos que los emplean, siendo muy difícil para las personas que no figuran en este registro obtener cargos de responsabilidad. Así como se exige a los médicos, abogados, dentistas, inge-

nieros, tener títulos o diplomas debidamente acreditados para poder ejercer sus profesiones, así también debían existir legisla- ciones mediante las cuales sólo los profesionales pudieran de- sempeñar cargos de responsabilidad en bibliotecas públicas, nacio- nales, populares y municipales. Estas legislaciones podían ser nacionales, estatales o departamentales, según las necesidades de cada país. Es necesario que estas legislaciones den al bibliote- cario la jerarquía de su profesión, que fijen deberes, atribuciones y

173

condiciones para ejercer una actividad de responsabilidad social y que provean los recursos necesarios. Siguiendo el ejemplo de países como Inglaterra, Estados Unidos de América y otros, estos recursos podrán obtenerse mediante impuestos especiales, ya sea sobre libros, diarios, propiedad inmueble, etc. Luego, comisiones de bibliotecas o consejos de bibliotecas velarían porque estas legislaciones fueran respetadas y porque el producto recaudado a nombre de las bibliotecas se destinara íntegramente para ese fin; conservando así su independencia las bibliotecas, pues tendrían fondos propios. Es cierto que en muchos casos lo recaudado no alcanzaría a cubrir los gastos y se necesitaría para ello donativos especiales y ayuda económica extra de la misma colectividad. Si se exigen esfuerzos para dignificar la profesión, si existen

escuelas debidamente acreditadas y si la aspiración del bibliote- cario es superarse, es solamente humano considerar al bibliote- cario en su derecho a vivir según su categoría dentro de la colec- tividad a la cual pertenece y a la cual sirve. Los salarios deberían ser tales que dieran prestigio a las funciones y estuvieran a tono con la educación y calificaciones personales requeridas en los cargos a desempeñar. Como punto de comparación, los salarios asignados deberían ser como aquéllos percibidos en los campos de la educación, administración y enseñanza. Es muy cierto que no se pueden introducir cambios radicales

y esperar resultados satisfactorios inmediatos, pero también es muy cierto que si no se dan los pasos necesarios, tampoco se verán realizados esos nobles propósitos. a Es de esperar, que se cree una conciencia en nuestros países que impulse hacia adelante nuestra profesión, para que las insti- tuciones, agencias gubernativas y todos en general reconozcan al bibliotecario y su labor como parte integral en los campos educa- tivos y como tal consideren sus necesidades y derechos. Así se evitará que el dedicarse al mejoramiento de los servicios de biblioteca sea la causa de inquietudes y desvelos en cuanto a la solución del problema del vivir cotidiano. Es preciso que exista unión entre los bibliotecarios para que

formen un cuerpo unido mediante su inteligencia, méritos y esfuerzos; así, teniendo mejores bibliotecarios, tendremos mejores bibliotecas.

1 74

CAPÍTULO XVIII

PAUTA PARA LP; EVALUACIÓN DE EMPLEADOS Y CANDIDATOS A EMPLEADOS

DE UNA BIBLIOTECA

A solución del problema del nombramiento de personal L técnico y directivo de una biblioteca requiere dos medidas estrechamente ligadas entre sí. La primera de estas medidas es la elaboración de una reglamen-

tación adecuada, en cada país, para que en el futuro no pueda nombrarse ningún funcionario técnico o directivo de una biblio- teca si la persona carece de estudios especiales sobre la materia hechos en una escuela auspiciada por el gobierno, por la Biblio- teca Nacional, por alguna universidad estatal o por otra entidad que la misma reglamentación señale. La segunda de estas medidas es la aprobación de una pauta para

la evaluación de empleados y candidatos a empleados de una biblioteca. En este trabajo sólo queremos abordar la segunda de estas

medidas. Nada más lejos de nuestro ánimo que pretender haber encontrado soluciones definitivas. Pretendemos, en cambio, ini- ciar discusión sobre el tema, aportando un anteproyecto de palita para que personas con mayor preparación, más experiencia, o mejores ideas contribuyan a mejorarlas. Será sólo a través del esfuerzo colectivo de muchos expertos y entusiastas como conse- guiremos la confección de una pauta adecuada para la solución del problema que abordamos. Esta pauta expresa en números, en forma casi automática, la

idoneidad de una persona para trabajar en una biblioteca. Toma en consideración la instrucción formal; dactilografía, taqui- grafía, contabilidad; idiomas; experiencia; viajes al extranjero; responsabilidad del puesto; evaluación hecha por el director. Además, y como nunca ensayos de esta índole son perfectos, permite al director hacer 'una compensación por si sucediese el caso de que los puntos acumulados por el empleado no reflejasen su verdadera capacidad, especialmente en relación con el resto del personal. Consideramos esta pauta de la mayor importancia. Evita

1. Director técnico de la Biblioteca Centrai, Escuela de Medicina, Universidad de Chile, Santiago.

175

arbitrariedades, elimina favoritismos, permite una selección científica del personal -tan necyaria en países donde se vive a base de recomendaciones-, determina automáticamente la proporción que debe existir entre los sueldos.

PAUTA

Instrucción formal.

Escuela secundaria. 1. Por cada año rendido, 2 puntos; si cursado completo, pero

no rendido, 1 punto. 2. Bachillerato, 5 puntos. 3. Otro título, entre 3 y 6 puntos.

Estudios superiores no referentes a bibliotecario. 4. Por cada año rendido, 8 puntos. 5. Por cada año cursado, pero no rendido, hasta 6 puntos. 6. Títulos profesionales: tantos puntos como el número de años

establecidos para la carrera.

Estudios de bibliotecario en escuelas de segunda clase. 7. Por cada curso o ramo rendido, hasta 4 puntos. 8. Por cada curso o ramo cursado, pero no rendido, hasta 3

9: Títulos profesionales: cada uno igual al doble del número puntos.

de años establecidos para la carrera.

Estudios de bibliotecario en escuelas de primera clase. 10. Por cada curso o ramo rendido, hasta 9 puntos. 11. Por cada curso o ramo cursado, pero no rendido, hasta 7

12. Títulos profesionales: cada uno igual al doble más la mitad puntos.

del número de años establecidos para la carrera.

(Otros estudios. 13. Hasta 5 puntos por cada año o curso, dentro de un máximo

de 15 puntos.

Dactilografla, taquigrafia, contabilidad.

14. Dactilografía, 3 puntos; si al tacto, 5 puntos. 15. Taquigrafía en idioma nativo: si menos de 85 palabras por

minuto, 5 puntos; si más, hasta 8 puntos.

176

16. Taquigrafía en idiomas extranjeros: si menos de 85 palabras por minuto, por cada idioma, 7 puntos; si más, por cada idioma, hasta 10 puntos. Máximo: 20.

17. Contabilidad, 7 puntos; si contador registrado, 10 puntos.

Idiomas.

18. Por cada idioma extranjero, hasta 15 puntos. Máximo: 45.

Experiencia.

19. Experiencia en biblioteca pública: primer año, 12 puntos; segundo año, 9 puntos; tercer año, 6 puntos. Experiencia en otro tipo de biblioteca: primer año, 9 puntos; segundo año, 6 puntos; tercer año, 3 puntos. Experiencia no referente a la biblioteca: primer año, 4 pun- tos; segundo año, 3 puntos; tercer año, 2, puntos.

Viajes al extranjero.

20. No relacionados con la profesión de bibliotecario, total entre

2 1. Relacionados con la profesión de bibliotecario, total entre 12 4 y 8 puntos.

y 18 puntos.

Responsabilidad del puesto.

22. Director, entre 18 y 25 puntos; subdirector, entre 13 y 19 puntos; jefe de sección, entre 10 y 15 puntos; subjefe de sección, entre 8 y 12 puntos; resto, máximo 10 puntos. Si el funcionario debe rendir fianza, 10 puntos más.

Evaluación hecha por el director.

23. Inteligencia en el trabajo, hasta 5 puntos; interés por la profesión, hasta 5 puntos; espíritu de cooperación y disciplina, hasta 5 puntos; personalidad, hasta 5 puntos; apariencia externa, hasta 5 puntos.

Compensación hecha por el director.

24. Hasta 25 puntos.

177

I N T E R P R E T A C I ~ N DE LA PAUTA

Se ha procurado contemplar todos los elementos que contribuyen a formar un empleado ideal, sin distinción del puesto específico que pueda ocupar dentro de la biblioteca. Una pauta así con- cebida comprende, relativamente, todas las situaciones, y evita las dificultades de tener varias pautas, cada una ajustada a una situación determinada. Con este criterio se ha incluído, como elementos determinantes de la idoneidad de un empleado: ins- trucción formal; conocimientos de dactilografía, taquigrafía, y contabilidad; habilidad para trabajar con idiomas extranjeros; experiencia (sólo hasta 3 años) ; viajes al extranjero; responsabili- dad del puesto; evaluación hecha por el director; y -por las razones indicadas más arriba- compensación hecha por el director. Es posible que algunos de estos elementos tengan poca importancia o ninguna en relación con determinados puestos, como podría ser el caso de los estudios de biblioteca para un cargo de secretaría, o el caso de la taquigrafía para un catalogador; pero, en general, todos los elementos considerados tienen mayor o menor importancia en un terreno abstracto y como base para la confección de una pauta general que pueda ser adaptada a situaciones particulares. Esta pauta -con las variaciones propias de una biblioteca

especializada- ha sido ensayada, a manera de experimento, en una biblioteca médica. Se ha evaluado a dieciocho empleados y en todos los casos el total de puntos ha correspondido perfecta- mente al rendimiento,de cada uno y a la opinión que sobre la capacidad de cada uno permite formarse una larga experiencia. La más importante revelación de este experimento fué el com- probar la falta de proporción entre los sueldos, como se verá más adelante con ejemplos reales. Llegamos así a uno de los dos valores fundamentales de esta

pauta: la determinación automática de una escala ideal de salarios, en la cual cada empleado reciba una remuneración adecuada a su preparación. El otro valor fundamental de la pauta es la selección científica del personal. Nosotros confiamos en que una pauta que siga estos principios

y se mejore con la opinión de expertos, con las enseñanzas de la experiencia, y con las variaciones propias de situaciones deter- minadas, pueda ser elemento importante en el mejoramiento del servicio de bibliotecas en América Latina. Y esto cabe afirmarse porque el uso generalizado de estos principios permitirá la selec- ción del personal conforme a la preparación de cada uno como, asimismo, la determinación de los salarios correspondientes. La pauta responde así, indirectamente, a otro problema candente de nuestra realidad. Llevamos largo tiempo envueltos en un círculo

178

vicioso alrededor de dos problemas: el de que los bibliotecarios están muy mal pagados en América Latina, y, por ello, no existe interés en personas preparadas para ingresar en la profesión; y el de que careciendo los bibliotecarios actuales de preparación téc- nica adecuada no son acreedores a mejores remuneraciones. Si la pauta fuese puesta en práctica, y si se tuviese el tino de no arrasar con situaciones de hecho que son resultado de una realidad de muchos años, la sincronización paulatina entre sueldos y preparación producirá, tarde o temprano, el ajuste ideal y la solución del círculo vicioso a que nos hemos referido. Para dar una idea concreta sobre el funcionamiento de la

pauta, daremos dos ejemplos reales. Ejemplo 1. Empleado: S.A.

puntos

1. 6 años de liceo (humanidades, escuela secundaria) . . . 12 2. Bachillerato . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 4. 5 años de estudios superiores (Instituto Pedagógico, Univer-

sidad de Chile) . . . . . . . . . . . . . . . 40 7. 5 cursos rendidos en la Escuela de Bibliotecarios de la Uni-

versidad de Chile1 . . . . . . . . . . . . . . 20 14. Dactilografía . . . . . . . . . . . . . . . . 3 18. Idiomas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40 19. Experiencia (2 años y medio en biblioteca médica; 6 meses

Experiencia en biblioteca médica: primer año, 12; segundo

Experiencia en biblioteca no médica, 14 (6 meseq) 20. Viaje de estudios del Instituo Pedagógico, enero-marzo 1946,

en biblioteca no médica)Z

año, 9; tercer año, 3 (6 meaes)3

. . . . . . . . . . . . . . Total experiencia 254

a Argentina, Uruguay y Brasil . . . . . . . . . . 6 22. Responsabilidad del puesto: jefe de sección . . . . . . 23. Evaluación hecha por el director . . . . . . . . . 25

15

TOTAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . 191& 1. Se considera escuela de bibliotecarios de segunda clase, aquélla que sólo exige licemcia secun-

daria -liceo- para la admisión. Se considera escuela de bibliotecarios de primera clase, aquélla que exige cuatro aiíos de universidad -el coilegc americano- para la admisión.

2. Véase las adaptaciones de la pauta a una biblioteca médica, pag. 183. 3. La pauta permite la evaluación de periodos interiores a un año.

Eiemplo 11. Empleado: A.M.

1. 4 años de liceo. . . . . . . . . . . . . . . . 7. 3 cursos -2 de 1 mes, 1 de 6 meses- en la Universidad de

Chile, antes de la creación de la Escuela de Bibliotecarios 9. Diploma de Bibliotecario . . . . . . . . . . . .

17. Contabilidad . . . . . . . . . . . . . . . . 18. Idiomas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19. Experiencia: 3 años en biblioteca médica . . . . . . 22. Responsabilidad del puesto: jefe de sección, con Jmza . 23. Evaluación hecha por el director . . . . . . . . .

TOTAL . . . . . . . . . . . . . . . . . .

14. Dactilografía . . . . . . . . . . . . . . . .

. -

8

8 1 3 7

25 27 25 24 128 __

179

Los sueldos totales de estos dos empleados suman 12.895 pesos chilenos mensuales, distribuídos así: para S.A., que vale 1914 puntos, 4.250 pesos chilenos; para A.M., que vale 128 puntos, 8.645 pesos chilenos. Sin embargo, es importante aclarar que en este sueldo total de A.M. están incluídas las asignaciones por antigüedad y por cargas de familia establecidas en la ley chilena. Llegamos así a la diferenciación entre sueldos bases y sueldos totalesl. S.A. tiene 4 años y 3 meses de servicios en la administración

pública, y cero cargas de familia; y como la ley chilena, para su caso, considera la antigüedad por quinquenios, tiene cero quin- quenio: por lo tanto, su sueldo base y sueldo total son iguales. En cambio, A.M. tiene 12 años y 6 meses de servicios en la admi- nistración pública, y 2 cargas de familia (mujer, y 1 hijo); es decir, tiene 2 quinquenios, que significan un aumento de 50% sobre el sueldo base, y 2 asignaciones por cargas de familia, a 415 pesos cada una. En síntesis, A.M. tiene 5.210 pesos de sueldo base, 2.605 pesos por quinquenios, y 830 pesos por cargas fami- 1’ iares. En el hecho, repetimos, los sueldos totales de estos dos empleados

son: S.A., que vale 1914 puntos, 4.250 pesos; A.M., que vale 128 puntos, 8.645 pesos. Sin embargo, los sueldos base son de 4.250 pesos para S.A., y de 5.210 pesos para A.M. La diferencia mayor es consecuencia de los beneficios que la ley otorga a A.M. por antigüedad y cargas de familia. No nos corresponde pronun- ciarnos en este trabajo sobre la justicia del principio, o sobre lo adecuado del monto. La pauta tampoco puede pretender alterar lo que está decidido por el legislador, y por ello, sólo puede determinar sueldos base. Reduciremos, entonces, el análisis a los sueldos base. Nosotros creemos posible combinar la idea de salario vital con

la pauta. Creemos, además, que debe establecerse un mínimo de puntos para el personal técnico y directivo de una biblioteca. Nos parece que ese mínimo debe ser de 100 puntos, ya que una persona con un total de puntos inferior es de escasa utilidad para cualquier trabajo técnico o directivo. Si conjugamos las dos ideas, resulta que en Santiago de Chile, el empleado con preparación mínima -100 puntos- debe tener el salario mínimo -4.670 pesos para 1951- con sueldo base mensual. Resulta así un coeficiente de 46.70 pesos (alrededor de 0.49

dólares norteamericanos) por punto, coeficiente que fija salarios base bastantes adecuados a la realidad de Santiago de Chile en 1951. Si aplicamos este coeficiente a nuestros dos empleados, S.A. debería ganar 8.943.05 pesos y A.M. 5.977.60 pesos como 1. Véase en este trabajo las explicaciones referentes a abonos por antigiiedad, asignaciones por

cargas de familia y sueldos vitales.

180

sueldos base. El sueldo total de S.A. sería el mismo; el de A.M. sería de 9.796.40 pesos, descompuesto así: base 5.977.60 pesos; quinquenios, 2.988.80 pesos; asignaciones familiares, 830 pesos. La pauta demuestra así que mientras A.M. recibe un sueldo

bastante ajustado a su preparación, antigüedad, cargas de familia y costo de la vida en Santiago de Chile, S.A. recibe menos de la mitad de lo que debería ganar tomando en consideración los mismos elementos. Finalmente, hay que aclarar que en el trabajo diario S.A. ha

hecho honor a sus 1914 puntos, y que A.M. ha comprobado ser un funcionario de 128 puntos.

OTROS FACTORES QUE CONSIDERAR

En países como Chile, donde la antigüedad y las cargas de familia tienen compensaciones establecidas por ley, la pauta no considera estos elementos; pero en países donde la ley no esta- blezca tales compensaciones, la pauta debe fijar puntos por antigüedad y por cargas.de familia. Sobre el valor en puntos de estos elementos, es imposible sentar

cátedra. Cada realidad, en cada momento histórico, reclama una solución diferente. Por ello y sólo a manera de ejemplo, analizaremos brevemente la situación chilena, aclarando que sólo consideraremos situaciones generales y que frente a cada afirma- ción que hacemos hay excepciones que, dada la índole de este trabajo, no mencionaremos.

Facior geográjco.

En Chile, siguiendo la regla general, no existe status único para el asalariado. Los tres grupos más importantes en número son 10s empleados públicos, los empleados particulares, y loseempleados semifiscales. El bibliotecario puede tener cualquiera de estas tres calidades, dependiendo del tipo de biblioteca en que trabaje. El factor geográfico ha sido considerado en la ley chilena

principalmente en dos formas: mediante gratificaciones de zona, y mediante salarios vitales que varían de provincia en provincia. En el presupuesto de la nación para 1952 se establecen gratifica-

ciones de zona para los empleados públicos, gratificaciones que fluctúan entre el 15% (provincia de Coquimbo) y el 150% (territorio Antártico).

Factor tiempo.

Los sueldos vitales de los empleados particulares se ajustan, en Chile, anualmente. Comisiones mixtas de sueldos, con representa-

181

ción de los empleadores de los empleados, y del gobierno, fijan estas remuneraciones, tomando en consideración las variaciones del costo de vida en cada zona. Para la provincia de Santiago, con excepciones para los asala-

riados de las industrias minera y agrícola, los sueldos vitales han sido:

1938: 420 1942: 815 1946: 1.470 1950: 3.800 1939: 445 1943: 1.050 1947: 1.995 1951: 4.670 1940: 460 1944: 1.185 1948: 2.400 1941: 600 1945: 1.320 1949: 3.040 Para los empleados semifiscales y fiscales, cuyos sueldos no gozan de reajustes anuales, y para quienes no existe el beneficio del salario vital, la ley contempla, en general, trienios para los prime- ros, y quinquenios para los segundos.

La regla general para los empleados públicos es que, después de cinco años de permanencia en el grado, empiezan a recibir el sueldo del grado inmediatamente superior. U n a importante excepción son los profesores, quienes reciben aumentos de 30% al cumplir 5 años de servicios, 20% más (total 50%) al cumplir 10 años de servicios, 20% más (total 70%) al cumplir 15 años de servicios, 20% más (total 90%) al cumplir 20 años de servicios), y 30% más (total 120%) al cumplir 25 años de servicios.

Factor familia.

El empleado chileno goza de una asignación especial por cada uno de los familiares que viven a sus expensas, con ciertas excep- ciones. La asignación para empleados públicos es de cargo del Fisco, asciende a 4 15 pesos en 195 1, y ha experimentado sólo tres variaciones en un lapso más o menos largo. E n cambio, la asigna- ción familiar para empleados semifiscales se paga con un aporte del propio empleado y de la institución empleadora, varía de institución en institución, y se fija anualmente. Igualmente, la asignación familiar para empleados particulares se paga con un aporte del propio empleado y del empleador, y se fija anualmente, pero es uniforme para todo Chile: 669.70 pesos para 1951.

A P L I C A C I ~ N DE T.A PAUTA A BIBLIOTECAS ESPECIALI- ZADAS

Esta pauta para la evaluación de empleados y candidatos a empleados de una biblioteca general es fácilmente adaptable a una biblioteca especializada. E n el hecho, con las adiciones que analizamos a continuación, ha sido aplicada con éxito a una

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biblioteca médica y, en la misma forma, puede ser aplicada en una biblioteca de derecho, de ingeniería, de agricultura, de arte, etc. Veamos, primero, las adiciones que habría que hacer a la

pauta para una biblioteca médica.

Biblioteca general Biblioteca médica - 2. Bachillerato, 5 puntos

3. Otro título, entre 3 y 6 ptintos

4. Por cada año rendido, 8 puntos

5. Por cada año cursado, pero no rendido, hasta 6 puntos

6. Títulos profesionales : tantos puntos como el niimiro de años establecidos para la carrera

7. Por cada curso o ramo rendido, hasta 4 puntos

8. Por cada curso o ramo cursado, pero no rendido, hasta 3 puntos

10. Por cada curso o ramo rendido hasta 9 puntos

11. Por cada curso o ramo cursado pero no rendido: hasta 7 puntos

19. Experiencia en biblioteca general

l.er año: 12 puntos 2.0 año: 9 puntos 3.er año: 6 puntos

1.er año: 9 puntos 2.0 año: 6 puntos 3.er año: 3 puntos

l.er año: 4 puntos 2.0 año: 3 puntos 3.er año: 2 puntos

Experiencia en otro tipo de biblioteca

Experiencia no referente a bi- blioteca

20. Viajes al extranjero no rela- cionados con la profesión de bibliotecario, total entre 4 y 8

21. Viajes relacionados con la .pro- fesión de bibliotecario, total entre 12 y 18

(si en biología y ciencias médicas) 7 puntos (si en biología y ciencias médicas) entre 4 y 8 puntos (si en biología y ciencias médicas) 10 puntos (si en biología y ciencias médicas) hasta 9 puntos (si en biología y ciencias médicas) el doble de puntos

(si en biología y ciencias médicas) hasta 6 puntos (si en biología y ciencias médicas) hasta 5 puntos (si en biología y ciencias médicas) hasta 12 puntos (si en biología y ciencias médicas) hasta 10 puntos Experiencia médica o en biblio- teca médica

l.er año: 12 puntos 2.0 año: 9 puntos 3.- año: 6 puntos

1.e~ año: 9 puntos 2.0 año: 6 puntos 3.er año: 3 puntos

Experiencia no médica o no referente a biblioteca

l.er año: 4 puntos 2.0 año: 3 puntos 3.er año: 2 puntos

Viajes no relacionados con las profesiones de bibliotecario O médico, tota2 entre 4 y 8 Viajes relacionados con las pro- fesiones de bibliotecario o mé- dico, total entre 12 y 18

Experiencia en biblioteca no médica

Como se puede apreciar a primera vista, es sencillo aplicar la pauta a cualquier especialidad. Para ello, basta reemplazar la especialidad abiologí y ciencias médicas)), por derecho, inge- niería, agricultura, arte, etc.

183

RESUMEN

1. Pretendemos, solamente, iniciar discusión sobre el tema, y no haber encontrado soluciones definitivas, lo repetimos;

2. Sugerimos, como complemento indispensable de esta pauta, la reglamentación adecuada, en cada país, para que en el futuro no pueda nombrarse ningún funcionario técnico o directivo de una biblioteca, si la persona carece de estudios profesionales referentes a biblioteca, que hubieren sido cursados en una escuela auspiciada por el gobierna, por la biblioteca nacional, por alguna universidad estatal, o por otra entidad que la misma reglamentación señale;

3. Esta pauta expresa en números, en forma casi automática, la idoneidad de una persona para trabajar en una biblioteca general o especializada;

4. Evita arbitrariedades, elimina favoritismos, permite una selección científica del personal, determina automáticamente la proporción que debe existir entre los sueldos base;

5. Sugerimos: u) establecer un minimo de 100 puntos para el personal técnico o directivo de una biblioteca; 6) establecer salarios base sobre el principio de que por cada punto se pague una suma igual a la centésima parte del salario vital que rija en la ciudad donde funcione la biblioteca; y que estos salarios se reajusten cada vez que se modifique el salario vital.

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S E X T A P A R T E

APÉNDICES

APÉNDICE A

RECOMENDACIONES DE LA CONFERENCIA

CONSIDERACIONES PRELIMINARES

DEFINICI~N, FINALIDADES Y NECESIDADES DE LA BIBLIO- TECA P ~ B L I C A

L a biblioteca pública, producto de la moderna democracia, y SU mejor agente para la educación integral de los pueblos, es la institución que preserva y organiza los conocimientos humanos para ponerlos, sin distinción de profesiones, creencias, clases O razas, al servicio de la comunidad.

Serán sus finalidades: 1. Ofrecer al público información, libros, materiales diversos y

facilidades que sirvan mejor sus intereses y necesidades inte- lectuales;

2. Estimular la libertad de expresión y una actitud crítica cons- tructiva en la solución de los problemas sociales;

3. Educar a los hombres para que participen de manera creadora en la vida en común, promoviendo el mejor entendimiento entre individuos, grupos y naciones;

4. Extender las actividades de los centros de enseñanza ofre- ciendo nuevas posibilidades de edacación al público.

Para cumplir estos propósitos la biblioteca pública debe gozar de absoluta libertad en su tarea de difundir la cultura y de amplia autonomía de funcionamiento.

Para ejercer su acción necesita: 1. Estudiar la comunidad en todos los aspectos relacionados con

la actividad de las bibliotecas, para orientar su labor en la dirección precisa y aprovechar todas sus posibilidades;

2. Recursos económicos que le permitan cumplir un plan orgá- nico de trabajo;

3. Bibliotecarios profesionales capaces de organizar servicios en beneficio de la colectividad;

4. Material cuidadosamente seleccionado y organizado de acuerdo con las necesidades locales;

5. Métodos de difusión que lleven al pueblo el conocimiento Y la comprensión de sus actividades.

187

C O L A B O R A C I ~ N CON LOS CENTROS DE E D U C A C I ~ N FUN- DAMENTAL

La Conferencia sobre el Desarrollo de los Servicios de Bibliotecas Públicas en América Latina hace notar la importancia de la labor de las mismas en la elevación cultural de las comunidades y recomienda la decidida cooperación de las bibliotecas con las instituciones que auspician la educación fundamental o de base, tales como las direcciones nacionales de alfabetización y el Centro Regional de Educación Fundamental para América Latina.

F U N C I ~ N DEL BIBLIOTECARIO

El bibliotecario es el agente de la sociedad encargado de la pre- servación, organización, distribución y estímulo del conocimiento. Su acción es eminentemente docente no sólo en cuanto a

preservar la educación fundamental o de base, sino también extendiéndola y ampliándola. Es su responsabilidad crear el interés y el hábito por la lectura,

estimulando el desarrollo de las actividades intelectuales de los individuos en beneficio del grupo social. La consideración que el bibliotecario merece de la sociedad

sólo será lograda si posee sólidos conocimientos administrativos y técnicos y una base cultural no inferior a la de las otras profe- siones universitarias. La situación económica del bibliotecario debe estar en con-

sonancia con la importancia de su preparación, responsabilidad y funciones profesionales, debiendo las autoridades tomar pro- videncias para que sus p5esupuestos lo consideren cabalmente.

Recomendamos :

Legislación y $nun<us (Rec.coM.I.1).

A los efectos de la mejor organización y coordinación técnica de las bibliotecas públicas y para que sus servicios alcancen a toda la comunidad, se sugiere la promulgación de una ley nacional que comprenda los siguientes puntos: 1. Que las bibliotecas públicas en general sean sostenidas O subvencionadas por el gobierno central, el estatal o el muni- cipal, los que establecerán para este fin un impuesto directo, indirecto O una asignación fija de sus presupuestos, según las características del país o de la región;

2. Que este producto sea distribuído por el gobierno a cada biblioteca de acuerdo con sus posibilidades y necesidades;

188

3. Que estos recursos no se inviertan en la construcción de edifi- cios, sino que para estos fines se hagan previsiones en los presupuestos o planes & obras públicas;

4. Que las bibliotecas tengan la facultad de recibir donativos, de disponer del producto de la venta de sus publicaciones y de administrarlos como mejor convenga a sus intereses;

5. Que a fin de servir a toda la comunidad se establezcan biblio- tecas circulantes;

6. Que se otorgue franquicia postal y telegráfica a las bibliotecas públicas;

7. Que en cada país se cree y sostenga por lo menos una escuela de bibliotecarios, cuyas condiciones de admisión y títulos que otorgue sean similares a los de otras profesiones universitarias;

8. Que los cargos vacantes en las bibliotecas públicas sean ocu- pados por bibliotecarios titulados, mediante concurso de oposición.

Propaganda (Rec.co~.I.2).

La mejor publicidad es una buena y bien organizada colección de libros y el eficiente servicio de los bibliotecarios, los que deben estar en estrecho contacto con los miembros de su comunidad. Una propaganda bien organizada se orientará hacia dos

fines principales: 1. Aumentar los ingresos para mejorar los servicios; 2. Hacer conocer la importancia de su función al grupo social

Son medios efectivos para llegar a estos resultados: 1. La prensa, la radio, la televisión, el cine y los carteles ilustra-

dos; 2. Conferencias, concursos, exposiciones, la Semana del Libro,

etcétera; 3. La formación de sociedades de amigos de la biblioteca pública,

la participación en ferias industriales, agrícolas, etc., y la cooperación con las asociaciones científicas, culturales y sociales.

al cual pertenece.

Educación del trabajador (Rec.co~.I.S).

La Conferencia sobre el Desarrollo de los Servicios de Bibliotecas Públicas de América Latina aconseja a las bibliotecas populares la extensión de sus servicios a los trabajadores, mediante el establecimiento de bibliotecas sucursales o ambulantes, la forma- ción de depósitos de libros en fábricas y sindicatos; la existencia de adecuado material cultural y de información sobre la legisla- ción obrera, la exhibición de películas educativas, etc. Para

189

orientarse en esta tarea, las bibliotecas pueden consultar la resolución del tercer seminario regional de asuntos sociales, realizado en Porto Alegre, Brasil, qiji, dice: «La educación del trabajador es un proceso de formación

integral, que se ocupa en particular de los problemas económico- sociales, a fin de capacitar al trabajador, preferentemente me- diante sus organismos sindicales y con la colaboración de otras instituciones, para la defensa y conquista de sus derechos y para el cumplimiento de sus deberes como trabajador y como miembro de la comunidad nacional e internacional.» La conferencia recomienda a O.E.A. y a la Unesco la publica-

ción de un manual sobre los servicios de la biblioteca pública en la educación del trabajador.

Formas de coordinar las actividades de las bibliotecas (Rec.coM.II.1).

1. Que los gobiernos encomienden esta función al organismo que tiene a su cargo los servicios generales de bibliotecas públicas (dirección o departamento de bibliotecas, institutos del libro, etcétera) ;

2. Que, en los países donde no existan tales organismos, los gobiernos encarguen, provisionalmente, a su Biblioteca Nacio- nal tal función coordinadora, sin dejar de aspirar a la creación de dichos organismos específicos;

3. Que las asociaciones de bibliotecarios incluyan en sus estatutos, como cometido específico, un artículo por el cual se obliguen a promover, apoyar y auxiliar técnicamente a las autoridades encargadas de dicha coordinación;

4. Que se invite a los organismos culturales, tales como asocia- ciones de maestros, clubs de rotarios, etc., a que colaboren, ya sea economicamente o con el esfuerzo particular que cada uno de ellos pueda aportar, en las labores encaminadas a dicha coordinación;

5. Que los centros coordinadores a cargo del establecimiento den normas para el funcionamiento de bibliotecas públicas, dicten disposiciones que, hasta donde sea posible, faciliten la cooperación de las bibliotecas del país entre sí y de este país con los otros. Estas normas deben alcanzar: a) Al personal del cual se debe exigir ciertos requisitos mínimos

de preparación y una cultura general amplia; b) A los procedimientos técnicos y de organización, los cuales

deben ser de uso universal aún cuando ajustados a las necesidades de cada país;

c) A los servicios, que deben ser tan liberales como fuere posible destinados a la comunidad en todas sus escalas: niños, adultos, escolares, profesionales, etc.

190

Preparación y publicación de elementos bibliotecol6gicos bdcicos (Rec.coM. 11.2).

1. Q u e el organismo encargado de coordinar las bibliotecas públicas en cada país actúe como centro editorial de publica- ciones y traducciones especializadas en biblioteconomía, como son los compendios, tablas de clasificación, reglas de cataloga- ción, etc., tal como lo hace en la actualidad el Instituto do Livro en el Brasil;

2. Q u e se formule un voto de estímulo al Comité Latinoamericano de Catalogación y exprese su esperanza de que dicho comité termine cuanto antes el Código Latinoamericano de Cataloga- ción, en cuya redacción trabaja;

3. Q u e la O.E.A. y el Centro Regional de la Unesco en L a Habana, gestionen ante la casa editora correspondiente, la traducción al castellano de la décimoquinta edición de Dewey, y otros libros esenciales, asesorados por técnicos bibliotecarios latino- americanos a fin de adaptar la traducción a las necesidades de las bibliotecas latinoamericanas;

4. Qu e la Asociación Latinoamericana de Escuelas y Profesores de Bibliotecología en colaboración con la Unesco y (U) O.E.A. estudie las necesidades específicas en el campo de la literatura bibliotecológica, tomando como base el documento de trabajo «Elementos de base y libros de consulta en español y portugués» de Carlos Víctor Penna.

Centros bibliográjcos (Rec.coM. 11 3) .

1. Q u e todos los p?íses de América Latina creen centros biblio- gráficos nacionales, y regionales en aquéllos que por SU exten- sión lo requieren. Dichos centros deberán desempeñar las siguientes funciones: a) Preparar bibliografías nacionales y regionales anuales; b) Recopilar una bibliografía retrospectiva y nacional; C) Fomentar y preparar bibliografías especiales: d) Preparar un catálogo colectivo de los recursos bibliográficos

e) Compilar guías de las fuentes de información; f) Cooperar internacionalmente en el campo de la biblio-

grafía; g) Recopilar una bibliografía de bibliografías y hacer publica-

ciones que actualicen la Bibliography of Latin American Bibliograp hies;

h) Realizar catalogación analítica de las publicaciones periódi- cas y editar los índices correspondientes.

191

del país;

2. Que la O.E.A. y la Unesco publiquen un manual de servicios que sirva de guía para la formación y coordinación del trabajo indicado.

3. Que al poner en práctica la creación del centro bibliográfico piloto que la Unesco tiene en estudio, considere que los dele- gados del Brasil y Uruguay han manifestado que sus respec- tivos países verían con agrado ser elegidos para la realización

' del proyecto.

&talogan'Ón cooperativa y centralizada (Rec.coM.II.4).

1. Que las bibliotecas públicas desenvuelvan, en ámbito regional, sistemas de catalogación centralizada, los cuales deberán incluir la catalogación de todas las colecciones que posean;

2. Que los centros bibliográficos regionales y nacionales pongan en práctica sistemas de catalogación cooperativa;

3. Que las bibliotecas públicas de todas las ciudades colaboren, en la medida de lo posible, con los centros bibliográficos regionales y nacionales.

Centro para intercambio de publicaciones (Rec.co~.II.5).

1. Que la O.E.A. oficialice la labor de intercambio de publica- ciones entre las bibliotecas del continente, y que la Unesco extienda el servicio de su Centro de Intercambio de Publica- ciones a la América Latina editando asimismo en castellano su Bulletin a l'intention des bibliothlques;

2. Que los países que no han ratificado los acuerdos internacio- nales sobre el intercambio de publicaciones lo hagan a la mayor brevedad;

3. Que los bibliotecarios en general y las asociaciones de biblio- tecarios en particular impulsen por todos los medios a su alcance el intercambio interamericano de publicaciones;

4. Que las asociaciones de bibliotecarios realicen ante sus gobier- nos las gestiones necesarias a fin de que todas las bibliotecas públicas, sin excepción, gocen del beneficio de franquicia postal para el intercambio de publicaciones.

Estímulo a la producción y dijiusión de material adecuado para las primeras etapas de alfabetización (Rec.coM.II.6).

1. Que las experiencias y los materiales producidos por el Centro Regional de Educación Fundamental para la América Latina, que funciona en Pátzcuaro, México, destinados a la educación de los recientemente alfabetizados, sean difundidos entre todos los centros para la educación de adultos de América Latina, por medio de las bibliotecas públicas;

192

2. Que los gobiernos, bibliotecas públicas y centros de alfabe- tización de toda América Latina envíen al centro de Pátzcuaro, toda la literatura destinada a los recientemente alfabetizados publicada en sus respectivos países, con miras a fundar un centro de información sobre la educación fundamental para toda América;

3. Que las bibliotecas públicas incluyan en su programa de adquisiciones la compra de obras de lectura adecuadas a las necesidades de los recién alfabetizados;

4. Que las bibliotecas públicas colaboren y complementen las campañas nacionales de alfabetización, mediante el estímulo a la publicación del material adecuado de lectura como asimismo facilitando local y personal para las labores de alfabetización. En este sentido, sería deseable que en cada biblioteca pública funcionara un centro alfabetizador;

5. Que los gobiernos latinoamericanos estimulen a los autores de obras de lectura especialmente dedicadas a los recién alfabeti- zados, mediante el sistema de concursos, y que la Unesco y (u) O.E.A. hagan otro tanto en escala internacional.

Asociaciones de bibliotecarios (Rec.co~JI.7).

Que los bibliotecarios de aquellos países en que aún no existen asociaciones nacionales de bibliotecarios, las creen cuanto antes.

Voto de estímulo a la Asamblea de Bibliotecarios de las Américas (Rec. co~JI.8).

La conferencia formula un voto de estímulo a la Asamblea de Bibliotecarios de América a fin de que continúe su labor e inten- sifique sus actividades, hasta convertirse en un sólido y estable vínculo de unión entre todos los bibliotecarios de América.

Proyecto piloto de biblioteca pública de la Unesco (Rec.coM.II.9).

Que la creación de la biblioteca piloto que tiene proyectada la Unesco, sea llevada al terreno de la práctica a la mayor brevedad posible, teniendo en cuenta que algunos países como Brasil (Estado de Paraná) y Guatemala se han manifestado favorables para sede de dicha biblioteca piloto, y, habiéndose mencionado también los nombres de Cuba y Colombia como interesados en el mismo proyecto.

Normas bibliográjcas (Rec.coM.II.10).

Que la Asamblea de Bibliotecarios de América, por intermedio de su Comité de Bibliografía se constituya en rectora de las

193

normas para la compilación de bibliografías latinoamericanas, y la O.E.A. sea la depositaria del material bibliográfico respectivo, poniéndolo a disposición de dicha Asamblea cuando ésta lo requiera, y publique los resultados alcanzados.

Recomendaciones a los gobiernos (Rec.coM.III.1).

1. Q ue fomenten las bibliotecas para niños y adolescentes; 2. Que en la legislación educacional de cada país, se incluyan las

bibliotecas infantiles y juveniles, destinándose los fondos necesarios y que los mismos sean utilizados únicamente para este servicio;

3. Que dentro de las campañas de alfabetización, se consideren a las bibliotecas en el mismo plano de importancia que la escuela;

4. Que cooperen con las bibliotecas en la publicación de revistas infantiles para ser distribuídas gratuitamente, o a costo redu- cido;

5. Que formen comités regionales o nacionales, con el fin de centralizar los servicios de las bibliotecas escolares, infantiles y juveniles, cuando dependan de un mismo organismo; y qye se establezca entre los mismos, una cooperativa interbiblio- tecaria.

Recomendaciones a los bibliotecarios de bibliotecas infantiles y juveniles (Rec.co~.III.2).

1. Que cooperen con profesores e instituciones públicas y priva- das, en los problemas relativos a la infancia y adolescencia;

2. Que para el fomento y difusión de las bibliotecas infantiles y juveniles recurran a todos los medios que se estimen conve- nientes para tal fin, tales como concursos, exposiciones, jorna- das periódicas sobre bibliotecas infantiles y juveniles, etc.;

3. Que organicen bibliotecas circulantes; 4. Que traten de incrementar y mejorar la producción de libros

y revistas destinados a niños y jóvenes, mediante la colabora- ción de escritores, bibliotecarios, maestros, editores, ilustra- dores, cámaras del libro, etc.

Recomendaciones a la Asamblea de Bibliotecarios de América (Rec. COM.I 11.3).

1. Que representantes de bibliotecas escolares, infantiles y juveni- les integren el Comité Latinoamericano de Catalogación y Clasificación;

194

2. Que los comités nacionales que formen parte de dicho orga- nismo, estudien la simplificación de los procesos catalográficos con el fin de redactar un código para bibliotecas infantiles y juveniles;

3. Que se organice un comité interamericano de bibliotecas infantiles y juveniles, como parte integrante de la Asamblea de Bibliotecarios de América y que dicho comité se interese en los siguientes asuntos: a) Fomentar la compilación de una bibliografía infantil y

juvenil en cada país, con la colaboración de la Unesco, O.E.A. o cualquier otro organismo;

b) Formar una colección modelo con los mejores libros infan- tiles publicados en América; tratar de enviarla a todas las escuelas normales y escuelas de bibliotecología de la América Latina;

c) Preparar una bibliografía bibliotecológica de carácter in- fantil y juvenil y asegurar su mayor difusión entre los bibliotecarios latinoamericanos;

d) Procurar la publicación de libros en español y portugués sobre los siguientes temas: i) un manual sobre organización de bibliotecas infantiles y juveniles; ii) un libro sobre el arte de narrar cuentos; iii) una obra sobre literatura infantil, útil para la selección de libros.

Recomendaciones a la Unión Panamericana (Rec.co~.III.4).

Que publique la lista de los libros expuestos en el seminario de educación primaria realizado en Montevideo en el año 1950.

Recomendaciones a la municipalidad de SZo Paulo (ReC.COM.III.5).

Que publique y distribuya un informe sobre los trabajos realizados en las bibliotecas infantiles de Sao Paulo.

Creación de escuelas de bibliotecarios (Rec.coM.IV. 1).

Que los países que no posean escuelas de bibliotecología las establezcan a la brevedad posible, siempre que estén en condi- ciones de dar a las mismas una organización científicopedagógica adecuada y se disponga de recursos suficientes para su desarrollo.

Centros para la $refiaración técnica de bibliotecarios (Rec.co~.IV.2).

Que con la ayuda de la Unesco y (u) O.E.A., se establezcan dos centros para la preparación técnica de bibliotecarios, uno en América Central y otro en América del Sur. Para sede de estos

195

centros se preferirá a países que no posean escuelas de bibliote- cología o que poseyéndolas, estén dispuestos a incorporar una más para los fines aquí indicados. El objeto primordial de estos centros será impartir enseñanza profesional a funcionarios de bibliotecas de los países que no posean escuelas, pudiendo asimismo ofrecer cursos de un nivel superior para bibliotecarios ya titulados.

Seminario de profesores para el estudio de la metodología de la ensefianza bibliotecológica (Rec.co~.IV.3).

Que la Unesco y (u) O.E.A. propicien la realización en un país IatinoameriCano, de un seminario de profesores para el estudio de la metodología de la enseñanza bibliotecológica.

Voto de apoyo a la Asociación Latinoamericana de Escuelas y Profesores de Bibliotecología (Rec.co~.IV.4).

La conferencia da un voto de apoyo a la Asociación Latino- americana de Escuelas y Profesores de Bibliotecología por su labor de estímulo y orientación en la enseñanza profesional y recomienda que las escuelas y los profesores cooperen moral y económicamente y que la asociación solicite el apoyo de los organismos internacionales.

196

APÉNDICE B

MIEMBROS D E LA CONFERENCIA

PRESIDENTE HONORARIO

Excmo. Sr. Dr. Lucas Garcez, governador do Estado de Sáo Paulo.

PRESIDENTE

Dr. Sergio Milliet, director, Biblioteca Piiblica Municipal. Sao Paulo (Brasi!).

VICE-PRESIDENTE

María Teresa Chávez, subdirectora de la Biblioteca de México (México).

RELATOR

Carlos Víctor Penna, director, Escuela de Bibliotecarios, Buenos Aires (Argentina).

COMITÉ LOCAL DE ARREGLOS PREPARATORIOS

Adelpha de Figueiredo, Chairman, chefe de Catalogacao, Biblioteca Pública Municipal de Sáo Paulo.

Francisco José de Azevedo, chefe da Biblioteca Circulante, Biblioteca Piiblica Municipal de Sáo Paulo.

María Luisa Monteiro da Cunha, bibliotecaria chefe da Biblioteca Central, Universidad de Sáo Paulo; Professora de Catalogacao, Escola de Biblioteconomia de Sáo Paulo, Rua Helvetia 55, Sáo Paulo.

Nair Miranda Pirajá, chefe da Biblioteca Ambulante do Sesi, Rua Martins Fontes 213, ap. 44, Sáo Paulo.

Lenyra C. Fraccarolli, chefe da Divisáo de Bibliotecas Infanto Juvenk da Prefeitura, Slo Paulo.

ARGENTINA

Borgonovo, Anselmo, cónsul general de Argentina en Sáo Paulo. De Tomás, Juan Oscar, delegado de la Agrupación de Bibliotecas Popu-

Días Pena, Abel Joaquín, bibliotecario de la Asociación Sarmiento, La

197

lares de La Plata. Calle 38, n.' 640, La Plata.

Plata.

García, Germán, director bibliotecario, Asociación Bernardino Riva- davia, Biblioteca Popular. Av. Colón 31, Bahía Blanca.

García BOSCO, Argimiro, jefe del Departamento de Bibliotecas Populares, Dirección General de Bibliotecas de la Provincia de Buenos Aires. Calle 71, La Plata.

Penna, Carlos Víctor, director Escuela de Bibliotecarios. Corrientes 1723, Buenos Aires. Ahora especialista bibliotecario, Centro Regional de La Habana, Unesco.

Poggio Calvi, Raymundo Ramón, presidente de la Asociación Sarmiento. Calle Plazza Alsina, 186, La Plata.

Quiroga, Facundo Napoleón, presidente de la Agrupación de Bibliotecas Populares de La Plata. Calle 40, n.' 1004, La Plata.

Observadores Valente, Lidia Falina, Asociación Forestal Argentina, José Juan Biedma

1052, Buenos Aires.

BOLIVIA

Luna Quijarro, Pacífico, director de Bibliografía Boliviana, Dirección de Biblioteca, Ministerio de Relaciones Exteriores. Casilla 765, La Paz.

Observador Frías Baldivia, Elena, Secretaría Municipal «Mariscal Santa Cruzm. Riobamba 228, La Paz.

BRASIL

Costa, José Cesio Regueira, diretor, Diretoria de Documentacáo e Cultura. Av. Guararapes 13 1, 9" andar, Recife, Pernambuco.

Días, Antonio Caetano, diretor dos Cursos da Biblioteca Nacional. Rua Pompeu Loureiro 85 C. 1 (Copacabana) Río de Janeiro.

Jmbassahy da Silva, Oswaldo. Diretor da Biblioteca Pública da Bahía. Rua Marqués de Caravelas 50, ap. 6. Bahía.

Machado, Hélio Gomes, chefe da Seqiio das Bibliotecas e do Serviqo de Asistencia Técnica Regional do Instituto Nacional do Livro. Av. Rio Branco 219, 4', Río de Janeiro.

Neves, Bernadette Sinay, diretora Escola de Biblioteconomia, bibliote- caria Escola Politécnica. 4, Rockefeller, Bahía.

Sambaquy, Lydia de Queiroz, chefe do Serviso de Intercambio de Catalogacáo da Fundacáo Getulio Vargas, Río de Janeiro.

Observadores Albuquerque, Heloisa Arruda de, Fundacáo Getulio Vargas, Rua Senador Vergueiro 200, Río de Janeiro.

Almeida, María Luiza, bibliotecaria do Centro de Estudos da Sociedade Brasileira de Estatístih. Rue Francisco Leitáo 327, Sáo Paulo.

Assumpcáo Araujo, María Leonora, Biblioteca de Exército, Ministério da Guerra, Rua Visconde de Pirajá 233, Río de Janeiro.

Azevedo e Mello, Helena, Instituto de Selecáo e Orientacáo Profissional da Fundacáo Getulio Vargas. Rua Almirante Alexandrino 324, Río de Janeiro.

198

Baptista, María Elisa Pimenta, chefe do Servico de Documentacáo do Departamento Nacional de Obras contra as Secas. Av. Nilo Pecanha 155, Río de Janeiro.

Bifone, &da, Servico de Informacáo Agrícola do Ministério da Agri- cultura. Rua Conde de Irajá 55, ap. 101, Río de Janeiro.

Brandao, Lygia, Biblioteca Infantil. Rua Curitiba 2260, Belo Horizonte, Minas Gerais.

Brodbeck, Sully, chefe da Biblioteca do Instituto Tecnológico do Estado do Río Grande do Sul, Porto Alegre.

Camalier, Mary Succi, bibliotecaria do Conselho Nacional de Geografia. Rua 19 de Fevereiro 56, casa 16, Río de Janeiro.

Camargo, Olinda Hempel, bibliotecaria-chefe do Instituto Adolfo Lutz. Caixa Postal 7027, Sáo Paulo.

Capistrano, Francisco Martins, diretor do Departamento de Educacáo Complementar da Prefeitura do Distrito Federal, Río de Janeiro.

Drandáo, María Helena, Biblioteca do Sesi. Rua Alves Guimaráes 754, ap. 1, Sáo Paulo.

Carvalho, María Bentes de, Rua Prudente Morais 163, Río de Janeiro. Centeno, Ilda, Chefe da Seccáo de Catálogos da Biblioteca Nacional.

Cerdeira, Ernani de Paula, Discoteca P~blica Municipal, Recife, Per-

Coaracy, Ada María, bibliotecaria da Cámara de Deputados, Río de

Correa Pira, Marlena, Rua Barata Ri beiro 7 16, ap. 402, Río de Janeiro. Costa e Souza, María Alexandrina, chefe da Biblioteca do Servip de Documenta$io do Ministério do Trabalho, Río de Janeiro.

Dabague, Neily, bibliotecaria Servico Social do Estado. Rua das Rosas, 209, Sao Paulo.

Doria, Irene Menezes, diretora Servico Documentacáo do Ministério de Trabalho, Río de Janeiro.

Ferraz, Wanda, bibliotecaria da Prefeitura de Distrito Federal. Av. Joáo Luiz Alves 76, ap. 4, Río de Janeiro.

Fonseca, Luiza, chefe do ServiGo de Documentacáo e Biblioteca da Secretaria da Saúde Pública e Asistencia Social. Rua Cesario Mota 302, ap. 22, Sáo Paulo.

Fonseca, María José Lessa, bibliotecaria do Instituto Brasileiro de Educacao, Ciencia e Cultura, Seccáo de Sáo Paulo. Rua Sorocaba 48, Sáo Paulo.

Franco, Guiomar de Carvalho, chefe da Biblioteca do Departamento de Producáo Animal, Secretaria da Agricultura. Caka Postal 8215. Sáo Paulo.

Guimaraes Alves, Dalena, Rua S. Clemente 120, Bloco 2. ap. 705. Río de Janeiro.

Horta, María Helena, Biblioteca da Escola Normal, Prap Mogí-Guap, 120, Casa Branca, Sáo Paulo.

Klausz, Alice Editha, chefe da Biblioteca do SESI e DAER, Secretaria da Viacáo, PGrto Alegre, Río Grande do Sul.

Kolody, Rosa. Rua da Gloria, 78, Río de Janeiro. Kubinszky, Luiz, chefe da Biblioteca da Pontificia Universidade Católica

199

Av. Río Branco 219, Río de Janeiro.

nambuco.

Janeiro.

de Sáo Paulo, rua Monte Alegre, 584. Sáo Paulo.

Lahmeyer Monteiro, María Teresa, bibliotecaria da Cámara dos Depu- tados, Palácio Tiradentes, Río de Janeiro.

Latorre, Marietta, bibliotecaria da Fundacáo Getulio Vargas, Río de Janeiro.

Lima, Catarina Aires, bibliotecaria Auxiliar do Conselho Nacional de Geografia, Avenida Pres. Antonio Carlos, 5 1, ap. 1004, Río de Janeiro.

Lima, Etelvina, diretora do Curso de Biblioteconomia do Instituto Nacional do Livro e m Belo Horizonte. Rua Aimorés, 1577, Belo Horizonte, Minas Gerais.

Magalhaes, María José Calmon de Britto. Av. Nossa Senhora de Copa- cabana, 455, ap. 301. Río de Janeiro.

Maia, Jorge de Andrade,- bibliotecario chefe da Faculdade de Medicina da Universidade de Sáo Paulo, Av. Dr. Arnaldo. Sáo Paulo.

Maia de Figueiredo, Laura, bibliotecaria auxiliar da Fundacáo Getulio Vargas. Río de Janeiro.

Mello, Milton Ferreira de, chefe de bibliotecas da Diretoria de Docu- mentacáo e Cultura da Prefeitura de Recife. Av. Guararapes, 131, 9" Recife, Pernambuco.

Minelli, María Carolina Motta, bibliotecaria da Consultoria Geral da República. Rua Nascimento Silva, 66, ap. 303, Río de Janeiro.

Moura, María da Penha, bibliotecaria auxiliar do Conselho Nacional de Geografia. Rua Joáo Alfredo 45, ap. 204, Río de Janeiro.

Nasser, Alice, bibliotecaria do Servico de Intercambio de catalogacáo. Rua Oliveira da Silva, 40, ap. 2, Río de Janeiro.

Oliveira, María da Conceicáo, bibliotecaria da Escola Superior da Universidade Rural do Estado de Minas Gerais, Belo Horizonte.

Oliveira e Silva, María Laura, chefe da Biblioteca do DASP. Rua 19 de Feveriero 67, ap. 201, Río de Janeiro.

Penido, Luzia, bibliotecaria da Facultade de Odontologia e Farmácia da Universidade de Minas Gerais, Belo Horizonte.

Penna, Odette Senna de Oliveira. Biblioteca Central da Universidade do Brasil, chefe da Secáo de Circulacáo. Rua Marqués de Sáo Vicente 194, ap. 404. Río de Janeiro.

Pereira, Elsy Guimaráes Ferreira, chefe de Catalogacáo da Biblioteca Central da Universidade do Brasil. Rua Carvalho Alvim 200, Río de Janeiro.

Ponzio, Nair, bibliotecaria do Instituto Agronomico de Belo Horizonte, Minas Gerais.

Prado, Heloisa de Almeida, bibliotecaria-chefe da Biblioteca do Instituto Mackenzie. Rua Maria Antonia 409, Sao Paulo.

Proenca, Aíranio, bibliotecario da Faculdade de Filosofia da Universidade de Minas Gerais, Belo Horizonte, Minas Gerais.

Ramos, Ruth, biblioticaria do Serviw Nacional de Tuberculose. Rua do Rezende 128, Río de Janeiro.

Rego Barros, Herminia, bibliotecaria do Conselho Nacional de Geo- grafia. Rua da Gloria 68, Río de Janeiro.

Rocha Jr., Rodolpho, Biblioteca Pública Municipal de Sáo Paulo. Salomáo, Rosa Sellitto, bibliotecaria da Biblioteca Central da Univer- sidade de Sáo Paulo. Rua dos Andradas 247, ap. 14, Sáo Paulo.

200

Soriano Moussatche, Cadem, bibliotecaria do Servico de Intercambio

Souza, Alcide, biblioteca de S.D. do UVOP. Praca 15 de Novembro,

Souza, Amanda Fiorentini, bibliotecaria do Departamento da Produ@o

Tavares, María de Lourdes, Rua da Glória 78, Río de Janeiro. Teles de Aquino, Irene, Av. Maracaná 427, Río de Janeiro. Tiomny, Rebeka, bibliotecaria da Fundacáo Getulio Vargas. Rua General Rocca 400, Casa 12, Río de Janeiro.

Torres, Pura, bibliotecaria da Escola Paulista de Medicina. Rua Vergueiro 1342, Sáo Paulo.

Valle, Maria Regina, chefe da Biblioteca da Facultade Nacional de Filosofia da Universidade do Brasil. Rua General Polidoro 195B, Río de Janeiro.

Vasconcelos, Decio Pereira de, bibliotecario da Escola de Arquitectura da Universidade de Minas Gerais, Belo Horizonte.

Villela, Ruth, bibliotecaria do Instituto de Educacao. Rua Dona Mariana 203, €&o de Janeiro.

Zink, Ernesto Manoel, bibliotecario do Instituto Agronómico de Cam- pinas, Estado de Sáo Paulo.

de Catalogacáo. Av. Ruy Barbosa 80, ap. 202, Río de Janeiro.

Río de Janeiro.

Animal. Belo Horizonte, Minas Gerais.

CHILE

Arce, Luisa, jefe de catalogación y clasificación, Biblioteca Central,

Cruz Ocampo, Luis D., asesor juridíco, exdirector, Biblioteca del Minis-

Petit de Vargas, Enriqueta, jefe, Biblioteca (Sanatorio El Peral)) Benefi-

Sanz, María Teresa, jefe-bibliotecaria del Instituto Chileno-Británico

Universidad de Chile, Santiago de Chile.

terio de Relaciones Exteriores, Santiago de Chile.

cencia. Los Tolomiros 137, Santiago de Chile.

de Santiago, Santiago de Chile.

COLOMBIA

Villegas, Gonzalo, cónsul general de Colombia, SZio Paulo.

REP~BLICA DOMINICANA

Floren, Luis, profesor de ciencia bibliotécnica, Universidad de Santo

Henríquez-Almanzar, José, ministro consejero, embajada dominicana Domingo, Ciudad Trujillo.

en Río de Janeiro.

ECUADOR

De Viver, María Luisa, presidente del Comité de Biblioteca de la Legión Femenina, rectora de un colegio particular, Liceo Juan Montalvo. Bocayá 1010, Casilla 43, Quito.

EL SALVADOR

Fernández, Julio Fausto, cónsul general de El Salvador, Sáo Paulo.

201

ESTADOS UNIDOS DE AaaÉruCA

Gosnell, Charles Francis, assistant commissioner of education, State Librarian, Albany, N.Y.; Consultant to the Librarian of Congress, Wáshington, D.C.

Haii, Viva Drew, bibliotecaria, Instituto de Intercambio Cultural Argentino-Norteamericano, Caseros 5 1, Córdoba, Argentina.

Wilkison, Andy George, director of Library Services, Biblioteca Lincoln, Servicio Cultural e Informativo de los Estados Unidos de América, American Embassy, Buenos Aires.

Woodward, Rupert C., librarian, Instituto Brasil-Estados Unidos de América. Caixa postal 1389, Río de Janeiro.

GUATEMALA

Dardón Córdova, Gonzalo, director general de Bibliotecas Nacionales y de la Biblioteca Nacional. 39 Av. N. 110-A, Guatemala.

HONDURAS

Ortega, Andrés, cónsul de Honduras en SZo Paulo.

MÉXICO

Chávez, María Teresa, subdirectora de la Biblioteca de México. Plaza de la Ciudadela 6, México, D.F.

NICARAGUA

Sansón Balladares, Justino, ministro plenipotenciario en Brasil. Río de Janeiro.

PANAMh

Herrera, Carmen D. de, directora de la Biblioteca de la Universidad de

Patino, Galileo, director, Biblioteca Nacional. Apartado 1633, Panamá. Panamá, Apartado 3277, Panamá.

PER~J

De Losada y Puga, Cristóbal, director de la Biblioteca Nacional del Perú,

Valdivia, Bertha, jefe de la Biblioteca Municipal de Lima, Cornelia Lima.

Borda 157, Lima.

REINO UNIDO

Cole, Margaret Anne, librarian, Central Library, Conselho Britanico.

202 Av. Churchil 127, Río de Janeiro.

URUGUAY

Gutiérrez Bidegain, Haydée, jefe de la Biblioteca Municipal Infantil ((María Stagnero de Munaron. Acevedo Díaz 1514, Montevideo.

Lerena Martínez, Elvira A., directora de la Escuela de Bibliotecnia. F. Llambi 1435, Montevideo.

Medero, Flora, bibliotecaria del Ministerio de Instrucción Pública y Previsión Social. P1. Barreiro 3177, Montevideo.

Piñeiro, Miguel Angel, director de la Biblioteca Central y Publicaciones (Consejo Nacional de Enseñanza Secundaria).

Ramírez, Esther Dosil de, bibliotecaria de la Facultad de Humanidades y Ciencias. Cerrito 196, ap. 1, Montevideo.

Rouco Vieytes, Esther, Biblioteca ((Instituto José Battle y Ordoñezr, Durazno 1027, ap. 30, Montevideo.

Trillo Pays, Dionisio, director de la Biblioteca Nacional, Montevideo.

Observadores

Botta, Lucy, jefe de sección de la Biblioteca de la Facultad de Medicina

D'Elia, Efraín, jefe de la Biblioteca de la Facultad de Arquitectura, de Montevideo.

Montevideo.

ORGANIZACIONES INTERNACIONALES

Comisión del Caribe Easton, David K., librarian, Central Secretariat, Caribbean Commis- sion, Kent House, Port of Spain, Trinidad (B.W.I.).

Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas Samper, Armando, jefe, Servicio de Intercambio Científico, Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas, Turrialba, Costa Rica.

Federación Internm'onal de Sindicatos Libres Romualdi, Serafino, assistant secretary, Inter-American Organization of Workers, A.F. of L. Building, Washington, D.C.

Nm'ones Unidas, Comisión Económica para Am'rica Latina (E.C.L.A.) Málaga, Luis F., bibliotecario, Comisión Económica para América Latina, Naciones Unidas. Av. Providencia 871, 7" piso, Santiago de Chile.

Unesco Thomas, Jean, director, Departamento de Actividades Culturales. Petersen, E. N., jefe, Sección de Bibliotecas Públicas. Secretaría. Basset, S., División de Bibliotecas. Giannetto, Guillermina, bibliotecaria del Centro de Cooperación Cien-

203 tífica para América Latina, Unesco, Montevideo (Uruguay).

Organización de los Estados Americanos O.E.A. Gropp, Arthur E., bibliotecario, Biblioteca Commemorativa de Colón, Organización de los Estados Americanos, Unión Panamericana, Wáshington 6, D.C.

Daniels, Marietta, subdirectora de la Biblioteca Commemorativa de Colón, Organización de los Estados Americanos, Unión Panamericana, Wáshington, D.C.

UMSCO- O. E. A. Rapp, María, directora de la Biblioteca Centro Regional de Educación Fundamental para la América Latina, Pátzcuaro, Michoacán, México.

Intérpretes

Daer, Bárbara, Hotel Geneve, Mexico D.F., México. Ezban, Selym, 552, Riverside Drive, New York 27, N.Y. Estados Unidos

Morayta, Italia, Donato Guerra 21, México D.F., México.

Traductor

Iñigo y Sarmiento, Enrique, Coahuila 193-19, México D.F., México.

Bibliotecaria de la conferencia

Brandáo, Idaty, Biblioteca Pública Municipal, Sáo Paulo, Brasil.

Publicidad

Onaga, Hideo, Redator das Folhas, Sáo Paulo, Brasil.

Ojcina de la conferencia Ferraz, María Antonieta, jefe bibliotecaria e profesora de OrganizaQáo e Adm., Inst. «Sedes Sapientiae)), Caixa Post. 343, Sáo Paulo.

Kemnitz, Maja, bibliotecaria, Biblioteca Pública Municipal de SZo Paulo.

Carneiro, Regina, bibliotecaria, Biblioteca Pública Municipal de Sáo Paulo.

Chieffi, María Helena, bibliotecaria, Biblioteca Pública Municipal de Sáo Paulo.

Rohrmens, Perseu. Biblioteca Pública Municipal de Siio Paulo. Squarza, Herculano R., Chanceler do Consulado uruguayo e m Sao

de América.

Paulo.

204

APÉNDICE c N O T A S DEL CUADRO DE LA PAGINA 206

1. Datos tomados de la Memoria del Departamento de Instrucción Pública, año 1943, tomo 11. N o se ha podido obtener datos sobre el resto de las bibliotecas existentes por no disponerse

. de las estadisticas correspondientes. 2. Según Armario estadistico del Brasil, año X, 1949. 3. Según Preliminary LUt of Libraries in Ihe Other Amm'can Republics, por Rodolfo O. Rivera, G o v m -

ment Printing Office, Wáshington, D.C. 1942. La publicación Education in Bolivia de la U.S. Office of Education, Bulletin 1949, indica que prácticamente no exigen bibliotecas en las escuelas secundarias. También que las bibliotecas municipales son consultadas en cierto volumen por los alumnos de secundaria. Según dicha publicación parece que la Biblioteca General de la Universidad Mayor de San Andres en La Paz es la más importante, contando con cerca de 10.000 volúmenes, cuyo material es de valor dudoso.

4. Según Preliminary List of Libraries in the Other American Republics, ob. cit. 5. La información referente a la Biblioteca Nacional y las municipales obtenida del Anuario

municipal de estadística 1949. Departamento de Estadistica e Investigación Social, Bogotá, Colombia.

6. Según Preliminarp Lisi of Libra& in the Other American Republics, ob cit. De las indicadas en dicha lista sólo dos bibliotecas figuraban en tal fecha con más de 10.000 volúmenes, tres con cantidades entre 5.000 a 10.000 y el resto con cantidades menores de 5.000.

7. Según Preliminayy List of Libraries in the Other Amrican Republics, ob. cit. Conforme esta lista en esa fecha existían ya 15 bibliotecas con más de 10.000 volúmenes.

8. Revistu de la Biblioteca Nacional. Mayo 1950. 9. Según Preliminary List of Libraries in the Other Amrican Republics, Rodolfo O. Rivera

10. Tomado de Ecuador en cifras, 1938-42, Dirección Nacional de Estadística, Quito, Ecuador. 11. El boletín de estadistíca municipal Quito cn Cifias del Dept. de Estad. Municipal de Quito

da las siguientes cifras sobre la Biblioteca Nacional por el periodo tercer trimestre de 1949: Obras consultadas; 32,155 lectores: hombres 28.639, mujeres 3.414; total 32.053.

12. Según Preliminary Lis1 of Librarics in the 0th Arnnicun Rcpuólics, ob. cit. La mayoría de ellas son de menos de 4.000 volúmenes.

13. Memoria del Poder Ejecutivo sobre bbw realizada en los ramos de cultura y m'stmia social, 1946, El Salvador.

14. Preliminarp List of Libraries in the 0th Amrican Republics, ob. cit. Por la clasificación establecida en esta lista se nota que sólo dos bibliotecas tienen más de 10.000 volúmenes, tres con 5.000 a 10.000 volúmenes y el resto con menos de 5.000.

15. Preliminary Lisl of Libraries in the Other American Republics, ob. cit. 16. Boletín de la Biblioteca y Archivos Nacionales, octubre de 1945. Lo referente a la Biblioteca

Nacional obtenido del Informe del Secretario de Esiado en el Despacho de Educación Pública al Con- greso Nacional. A% económico 1946-47.

Washington, D.C., Govemment, Printing Office, 1942.

17. Compcndo estadístico 1947, México. 18. Boletín de la Biblioteca Nacional de México, 2.a época. Enero-marzo de 1950. 19. Preliminary List of Libraries in the Other Amrican Republics, ob. cit. Anuario estadístico de la

20. Esladislica cuulhrrd no 5. Año escolar 1947-1948. Se incluyen salones de lectura. 21. Según Preliminary List of Libraries in the Other American Republiw, ob. cit. De las bibliotecas

indicadas en dicha lista s5io la Biblioteca Nacional figuraba en esa fecha con más de 10,000 volúmenes.

22. Anuario estadístico del Perú, Dirección Nacional de Estadística, 1947. Las cifras dadas para el Departamento de Lima incluyen a la ciudad de Lima, capital de la República.

23. Anuario rstadistico $e la República Dominicana, 1944-45. 24. Preliminary List of Libraries in the Other Ammican Republics, ob. cit. Los datos referentes a las

bibliotecas municipal- obtenidos del Bofeiín de censo y esdfstica, noviembre-diuembre de 1949 de la Intendencia Municipal de Montevideo; las cifras indicadas son aproximadas. El boletín de la Biblioteca Nacional de mayo 1945 indicaba que en tal fecha existían 150.000 volúmenes en las bibliotecas públicas y 200.000 volúmenes en la Biblioteca' Nacional.

25. Anuario Estadtstico de V m w l a , 1948. El anuario mostraba al distrito federal con 5 bibliotecas y 115.439 lectores y entre los Estados al Estado de Lara con 19 bibliotecas y 168.375 lectores..

26. M m o r i a del Ministerio de Educación Nacional, 1948. * Las informaciones marcadas con un asterisco han sido obtenidas de los cuestionarios enviados por la Biblioteca de la Unión Panamericana que servirán para la preparación de una guía de bibliotecas latinoamericanas. t Sin datos. Nota: No hemos podido obtener una información coordinada sobre las bibliotecas en América Latina que permita presentar un cuadro completo. La Biblioteca de la Unión Panamericana recoge actualmente la información necesaria para elaborar una guía de las bibliotecas latino- americanas. (Estas estadísticas han sido proporcionadas por Guillermo Nannetti, jefe, Dirección de Educación, Unión Panamericana).

Repúbiica de Nicaragua, 1946.

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P U B L I C A C I O N E S DE LA U N E S C O : A G E N T E S G E N E R A L E S DE V E N T A

ALEMANIA : Unesco Vertrieb für Deutschland, R. Oldenbourg, Munich; A R G E N T I N A : Editorial Sudamericana, S. A., Alsina 500, Buenos Aires; A U S T R A L I A : Oxford University Press, 346 Little Collins Street, Melburna; A U S T R I A : Wilhelm Frick-Verlag. 27 Graben, Viena 1; BARBADA : S.P.C.K. Bookshop, Broad Street, Bridgetown; BELGICA : Librairie Encyclopédique, 7, m e du Luxembourg, Bruselas IV; BOLIVIA : Librería Selecciones, Avenida 16 de Julio 216, La Paz; BRASIL: Livraria Agir Editora, rua México 98-B, Cak postal 3291, Río de Janeiro; CANADA : University of Toronto Press, Toronto; Periodica, Inc., Centre de publications internationales, 4234, rue de la Roche, Montreal 34; CEILAN : The Lake House Bookshop, The Associated Newspapers of Ceylou, Ltd., Colombo 1 ; COLOM- BIA : Emilio Royo Martin, Carrera 9a, 1791, Bogotá; C O S T A RICA : Trejos Hermanos, Apartado 1313, San José; CUBA : Unesco, Centro Regional en el Hemisferio Occidental, Calle 5, n.’ 306, Vedado, Apartado 1350, La Habana; C H E C O E S L O V A Q U I A : Orbis, Nhrodni 37, Praga 1 ; CHILE : Libreria Lope de Vega, Moneda 924, Santiago; CHIPRE : M. E. Constantinides, P.O. Box 473, Nicosia; D I N A M A R C A : Ejnar Munksgaard Ltd., 6 Nmregade, Copenhague K ; ECUADOR : Casa de la Cultura Ecuatoriana, Av. 6 de Diciemp 332, Quito; EGIPTO : La Renaissance d’Égypte, 9, rue Adly-Pacha, El Cairo; ESPANA : Aguilar, S.A. de Ediciones, Juan Bravo 38, Madrid ; ESTADOS ASOCIADOS DE CAMBODIA. LAOS Y V I E T N A M : Librairie Nouvelle AIbert Portail, B.P. 283, Saigón ; Subdepósito ; K. Chantarith, C.C.R., 28, rue Van-Vollenhoven, Phnom-Penh; E S T A D O S U N I D O S DE A M É R I C A : Columbia University Press, 2960 Broadway, Nueva York 27 ; FILIPINAS : Philippine Education Co., Inc., 1104 Castillejos, Quiapo, Manila; FINLANDIA : Akateeminen Kirjakauppa, 2 Keskuskatu, Helsinki ; FORMOSA : Tbe Work Book Co., Ltd., 99 Chung King South Road, Taipeh; F R A N C I A : Librairie Universitaire, 26, rue Soufflot, Parls ; GRECIA : Elefthéroudakk, Librairie Internationale Atenas; GUAYANA HOLANDESA : Radhakishun & Co., Ltd. (Book Departmenfi: Watermolenstraat 36, Paramaribo; HAITf : Librairie a A la Caravelle n, 36, rue Roux, B.P. 111-B, Puerto Príncipe ; HUNGRlA : Kultura, P.O. Box 149, Budapest 62 ; INDIA : Orient Longmans Ltd., Indian Mercantile Chamber, Nicol Road, Bombay; 17 Chittaranjan Ave., Calcuta; 36-A Mount Road, Madrás; Subdepón’fos : Oxford Book & Stationery Co., Scindia HousZ~FJueva Delhi; Rlajkamal~ PÜbXcatiGri, -~L¿d., -Himalaya House, Hornby -ROadFBiC bay 1; I N D O N E S I A : G. C. T. van Dorp Co., Djalan Nusantara 22, Djakarta; I R A K : McKenzie’s Bookshop, Bagdad ; I S R A E L : Blumstein’s Bookstores, Ltd., 35 Allenby Road, Te1 Aviv; ITALIA : G. C. Sansoni, Via G m o Capponi 26, Casella postale 552, Florencia; J A M A I C A : Sangster’s Book Room, 99 Harbour. Street, Kingston ; J A P Ó N : M a m e n Co., Inc., 6 Tori-Nichome, Nihonbashi, Tokio; LIBANO : Librairie Universelle, Avenue des Francak, Beirut; LUXEMBURGO : Librairie Paul Bruck, 50, GrandeRue, Luxem- burgo; MALAYA Y S I N G A P U R : Peter Chong & Co., P.O. Box 135, Singapur; MALTA : Sapienza’s Library, 26 Kingsway, La Valette; M E X I C O : Difusora de las Publicaciones de la Unesco, Avenida Ejido 127, Esc. 401, México, D. F.; NIGERIA : C.M.S. Bookshop, P.O. Box 174, Lagos; NORUEGA : A/S Bokhjmnet, Stortingsplass 7, Oslo; NUEVA ZELAN- DIA : South’s Book Depot, 8 Willis Street, Wéllington; PAISES B A J O S : N.V. Martinus Nijhoff, Lange Voorhout 9, La Haya: PAKISTAN : Ferozsons Ltd., 60 The Mall, Lahore; M c L w d Road, Karachi; 35 The Mall, Peshawar; PANAMA : Agencia Internacional de Publicaciones, Apartado 2052, Plaza de Arango, n.’ 3, Panamá, R. P.; PERO : Librería Internacional del Perú, S.A., Girón de la Unión, Lima; PORTUGAL : Publicafies Europa- &érica, Ltda., Rua da Barroca 4, Lisboa ; PUERTO RICO : Panamerican Book Co., San Juan 12; REINO U N I D O : H.M. Stationery Office, P.O. Box 569, Londres S.E. 1 ; SIRIA : Librairie Universelle, Damasco; SUECIA : A/B C.E. Fntzes, Klumgl. Hovbokhandel, Fr& gatan 2, Estocolmo; SUIZA : Cunfones de lengua alemana: Europa Verlag, Ramistrasse, Zurich; Cantones de lengua fruncesu : Librairie de i’université, Case postale 72, Friburgo ; TAILANDIA : Suksapan Panit, Arkarn 9, Raj-Damnern Avenue, Bangkok; T h I G E R : Centre International, 54, rue du Statut ; TDNEZ : Agence Aghlébite, 20, Grande-Rue, B. P. 2. Kairuán ; TUR- QUfA : Librairie Hachette, 469 Istiklal Caddesi, Beyoglu, Estambul; UNIÓN B I R M A N A : Burma Educational Bookshop, 551-3 Merchant Street, P.O. Box 222, Ranpún; U N I Ó N SUD- A F R I C A N A : Van Schaik‘s Bookstore, P.O. Box 724, Pretoria; URUGUAY : Centro de Cooperación Cientifica para Améxica Latina, Bulevar Artigas 1320, Montevideo ; YUGOE- SLAVIA : Yugoslavenska Knjiga, Marsala Tita 23/11, Belgrado.

BONOS DE LIBROS DE LA UNESCO

Los bonos de libros de la Unesco permiten adquirir revistas y obras de carácter educativo, cientiíico o culturai. Pídanse informaciones complementarias a :

B O N O S DE LIBROS DE LA UNESCO, 19, avenue Kléber, Parh 16