Manual de Plantacion de Arboles Comunes de La Comunidad de Madrid

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    NDICE

    1 Presentacin..............................................................................................pg. 32 Las quercneas.......................................................................................... pg. 8

    2.1 Tcnicas de reproduccin de especies del gnero Quercus:encinas, coscojas, quejigos y robles melojos................................... pg. 10

    2.2 La coscoja (quercus coccifera)..................................................... pg. 20

    2.3 Encina (quercus ilex subsp. ballota)............................................. pg. 24

    2.4 Roble melojo (quercus pyrenaica)................................................. pg. 28

    2.5 Quejigo (quercus faginea subsp. faginea).................................. pg. 32

    3 Las cupresceas....................................................................................... pg. 36

    3.1.Tratamiento de los frutos de las cupresceas: semillado yplantacin.................................................................................................. pg. 37

    3.2 Enebro de la miera (juniperus oxycedrus subsp. badia)........ pg. 43

    3.3 Sabina albar (juniperus thurifera).............................................. pg. 47

    4 Las pinceas............................................................................................ pg. 51

    4.1 Pino pionero (pinus pinea).............................................................. pg. 52

    4.2 Pino silvestre (pinus sylvestris var. iberica)............................. pg. 58

    5 Fresno de hoja estrecha (fraxinus angustifolia)............................ pg. 66

    6 Educacin Ambiental............................................................................... pg. 74

    7 Glosario........................................................................................................ pg. 81

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    Presentacin

    LA IMPORTANCIA DE LOSBOSQUES

    Antes de la aparicin del hombresobre la faz de la tierra, un 40% desu superficie estaba poblada de

    bosques. Mucho tiempo despus deque aparecieran las primeras civiliza-ciones, cuando los romanos llegaron aHispania, Estrabn hablaba de unaindmita y enorme floresta en la cual

    una ardilla poda recorrer el trayec-to comprendido entre Cdiz y losPirineos sin apearse de un rbol.

    En aquellas pocas pretritas losbosques de encinas, robles, fresnos o

    pinos cubran la prctica totalidaddel territorio que luego se conver-tira en la Comunidad de Madrid. Sololas ms altas cumbres montaosas de

    la sierra de Guadarrama y algunosterrenos yesferos del sureste seescapaban a esta tirana arbrea.

    Sin embargo la llegada del hombrecambi para siempre la arbolada faz

    de estas tierras. Las cortas, los incen-dios y el pastoreo intensivo fueronretirando la cubierta verde que haba

    Panormica del Monte de Viuelas, donde se desarrolla monte mediterrneo de encinas, enebros yquejigos; dehesas de encinas y quejigos y bosques de rivera con predominancia de fresnos

    E.R.B.

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    persistido en los ltimos miles de aos,tras la ltima glaciacin, y han conti-nuado su desafortunada labor hasta laactualidad.

    A medida que los avances tecnolgi-cos han mejorado la vida de lahumanidad, su poder de alteracin delmedio ha ido creciendo. Su aprove-chamiento abusivo e insostenible hacausado estragos en los bosques detodo el mundo. La imparable urbani-zacin del territorio y las modernas

    vas de comunicacin han ido desgajan-do y destruyendo los pocos bosquesque an persisten en nuestra poca.

    La prdida de la cubierta forestales uno de los grandes problemas a losque la humanidad ha de enfrentarseen aos venideros.

    Es indudable que los bosques cons-tituyen uno de los pilares bsicos delplaneta, del que obtenemosnumerosos beneficios :

    Su papel como reguladores delclima es innegable. Los bosquesreciclan dixido de carbono, fre-

    nando el cambio climtico yliberndolo tras sus cortas. Crean microclimas ms benignos

    Robledal en Rascafra, al inicio de la primavera, con Pealara al fondo

    E.R.B.

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    en su seno, suavizandolas temperaturas yprovocando precipita-ciones. Luchan contra la erosin,

    contra las avenidas, con-tra fenmenos climticosextremos. Protegen el valiososuelo formado bajoellos, indispensable parasu uso agrcola yganadero, e irrecupera-ble en muchos casos

    tras la desaparicinprotectora de losrboles. Aportan numerososproductos forestales,siendo un valioso recur-so econmico directo. Sustentan la mayor

    parte de la fauna mun-dial, amn de otrosorganismos como loshongos. Su desaparicinsupone el desequilibriode numerosos ecosistemas y laprdida del modo de vida demuchas poblaciones humanas. Numerosos medicamentos y solu-ciones futuras a enfermedadesque afectan a la humanidad, hansurgido y surgirn de los bosques. Forman parte de nuestra cultura.El hombre ha evolucionado con losbosques y quizs nuestra civilizacinno pueda continuar sin ellos. En la

    Comunidad de Madrid constituyenuna va de escape para la asfixiantevida de las grandes ciudades.

    En nuestra mano est conservarlas masas forestales que nos quedanen nuestro propio beneficio, e inten-

    tar recuperar aquellas que hemosdestruido.

    LA PROBLEMTICA DE LOSBOSQUES EN LA COMUNIDAD DEMADRID

    Los bosques de la Comunidad deMadrid son hoy en da slo un reme-do de lo que fueron antiguamente. Alo largo del paso de diversas civiliza-

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    Mapa de vegetacin de la Comunidad de Madrid. Fuente:Consejera de Medio Ambiente y Ordenacin del Territorio

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    ciones, las fuertes perturbacionesque sufrieron fueron mermando suextensin en todo el territorio.Especialmente grave fue el procesodeforestador en la Edad Media,

    antes de la cual an persistanbosques de gran extensin y madurezen la sierra de Guadarrama. Tras si-glos de explotacin, son pocas lasrepresentaciones maduras y exten-sas que han llegado hasta nuestrosdas.

    Casi la mitad de la Comunidad deMadrid es hoy en da terreno fores-

    tal, pero slo una pequea parte deste est ocupado por terrenosarbolados densos, reducindose amenudo a matorrales y a diversasetapas de regeneracin forestal. Apesar de todo y, debido quizs a laquebrada orografa y a un clima mspropicio, en el norte y oeste de la

    comunidad an se conservan aprecia-bles superficies forestales, rari-ficndose mucho los bosques hacia elsur y el este de la regin.

    Sin embargo los escasos pulmonesverdes que an persisten debenenfrentarse a una complicada pro-blemtica. En tiempos recientes lacreciente poblacin de la capital deEspaa ha obligado a una crecienteurbanizacin del territorio, no siem-pre meditada y sostenible, dando altraste con numerosas formacionesforestales.

    Los incendios amenazan de manerapreocupante nuestros mejoresmontes, desgajando de forma persis-

    tente y preocupante los grandespinares de pino pionero del suroestemadrileo.

    Una gran amenaza a corto plazoser el cambio climtico, cuyo rpidoavance impedir a la vegetacin adap-tarse a tan acelerado ritmo, variandopara siempre la distribucin de nues-

    tra flora y llevando a la extincin alas especies ms sensibles.Sin embargo los nuevos tiempos

    tambin han trado cambios positivosa los medios forestales. La concien-ciacin de la sociedad acerca de losproblemas que afectan al medioambiente ha llevado a la proteccinde numerosos espacios, que alojan en

    su seno los mejores bosques de nues-tra regin. Robledales, encinares,quejigares, enebrales, sabinares,fresnedas han sido protegidos bajola figura de montes preservados.

    Los aprovechamientos de estosmontes tambin han sido regulados.El avance de la ciencia de la selvicul-

    tura, de la que tenemos loables ejem-plos en los pinares de silvestre de laSierra Carpetana, ha conllevado enun aprovechamiento sostenible de losmontes que permite sacar rentabili-dad de ellos a la vez que se asegurasu mejora y persistencia.

    El fin del carboneo (debido al usode combustibles fsiles) y el declivede la ganadera ha permitido la lentarecuperacin de la vegetacin arb-rea, que aparece hoy en dominiosperdidos hace siglos.

    Finalmente, desde la adminis-tracin y desde numerosas asocia-ciones conservacionistas se hanemprendido labores de recuperacin

    de nuestros montes, mediante diver-sas acciones entre las que destacanlas reforestaciones.

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    PRESENTACIN DEL MANUALDE PLANTACIN DE RBOLESCOMUNES DE LA COMUNIDAD DEMADRID

    La constante degradacin y laimportancia que reviste la conser-vacin de las reas forestadas nos hallevado a proponer la regeneracin denueve especies de rboles en territo-rio madrileo.

    Este manual pretende ser un apoyopara aqullos que decidan echarse alcampo para recuperar nuestro patri-

    monio forestal, bien mediante unsimple semillado en un paseo quedemos por cualquier rincn de la na-turaleza madrilea, o bien medianteplantaciones ms ambiciosas.

    Hemos elegido nueve rboles repre-sentativos de la Comunidad de Madrid,cuyas formaciones autctonas ocu-

    paran de manera natural la mayorparte de nuestro territorio. Relata-

    remos todo el proceso necesario parasu reforestacin, desde el reconoci-miento de la especie y su distribucinmadrilea, hasta la recogida de lasemilla y su posterior reforestacin,

    ya sea directa o mediante planta queobtendremos en envase en nuestrapropia casa.

    Dicho proceso no requerir degrandes esfuerzos, estando alalcance de cualquiera y reportando elplacer que siempre otorga laimplantacin de un nuevo rbol gra-cias a nuestras propias manos.

    La eleccin de estos rboles no esbice para la eleccin de otras especiesigualmente necesitadas de recuperacinen nuestra comunidad, como alcor-noques, robles albares, cornicabras,sauces, alisos, tejos, abedules, acebos,pirutanos, olmos, madroos, etc..

    Recordad que cada vez que plan-

    tis un rbol, nos estaris benefi-ciando a todos.

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    2 Las quercneas

    Encina en flor al pie de La Pedriza

    E.R

    .B.

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    Dehesa de Colmenarejo (Manzanares el Real). Composicin de ngel Febrero

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    Encinas, coscojas, quejigos y robles

    melojos cubren a grandes rasgos lamayor parte de los montes de laComunidad de Madrid y, en otoo, sufructificacin trae consigo la afamadamontanera. Es el momento en el quenos dispondremos a recolectar las be-llotas de aquella especie que queramosreproducir.

    a) pocas apropiadas para larecoleccin de bellotas

    La encina da buena cosecha debellotas todos los aos, con unamayor frecuencia cada dos o tres,desde finales de septiembre hastael mes de Enero. Es recomendableutilizar bellotas del perodo com-prendido entre el 15 de Octubre yel 15 de Diciembre, por ser staslas que guardan mayor porcentajede germinacin (en torno al 75% ).As pues cogeremos nuestra cestade mimbre en dicha poca y nosecharemos al monte.

    En el caso del quejigo, ya a media-dos del mes de septiembre, y enoctubre, encontraremos bellotastapizando el suelo de los quejigares.Entre las quercneas es la primeraespecie en diseminar, lo cual la con-vierte en una estimable fuente dealimento para la fauna. Aquellos

    montes en los que est presente yse mezcla con encinas, robles yalcornoques, son muy estimados por

    la fauna por su largusima monta-

    nera, que se inicia con la cosechadel rbol que nos ocupa. Acudiremosa recoger las bellotas tras lasprimeras lluvias, que refrescan loscastigados montes de la comunidaddespus del esto. Si el otoo entratarde ser mejor esperar a octubrepues, si acudimos antes es posible

    que muchas estn secas por lasfuertes temperaturas y, adems, elsuelo no tendr la suficientehumedad para acometer posiblessemillados. En cuanto a la coscoja, la pocaadecuada para su recogida es elfinal del verano y, sobretodo,octubre, mes en el que disemina conmayor profusin y en el que nosdispondremos a recolectarla. Esespecie vecera y no todos los aosdar la misma cantidad de bellota.Debemos tenerlo en cuenta porqueciertos aos ser difcil llenar lacesta. Si tras unos minutos en uncoscojar no encontramos fruto,

    desistiremos. Ser mejor buscarotro bosque para recogerlas oesperar a otro ao de cosecha msgenerosa que buscarlas intilmente.Finalmente, es nuestro roble melo-

    jo muy rcano con su cosecha debellotas, corta en el tiempo yescasa en cuanto a cantidad.

    Adems es una especie vecera queno todos los aos suministra lamisma cantidad de fruto y no pro-

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    2.1 Tcnicas de reproduccin de especies del gnero

    Quercus: encinas, coscojas, quejigos y robles melojos

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    duce prcticamente ninguno enciertos aos, que se repiten cclica-mente y en los que nos ser difcilencontrar bellotas. stas han deser recogidas en Octubre y recha-

    zaremos siempre las primeras cose-chas, que suelen ser muy malas(avellanadas, atacadas intensa-mente por curculinidos y, portanto, con bajos porcentajes degerminacin). La produccin de be-llota se inicia ya en septiembre,agotndose a primeros de noviem-bre an en los mejores aos.

    b) Criterios para la seleccin derboles madre

    En poca apropiada, y dispuestos ala recogida de las bellotas para su pos-terior semillado o plantacin, elegire-mos el lugar y los rboles madre que

    utilizaremos para el acopio de las mis-mas. En la eleccin, aparte de nuestraspropias posibilidades para acceder aun bosque determinado, deberemostener en cuenta lo siguiente:

    La gran variedad existente en losbosques de estas especies dentrode la Comunidad hace aconsejableseleccionar adecuadamente laprocedencia de la semilla. Pocotienen que ver los centenarios piesde encina que sobreviven entre losriscos de La Pedriza sobre granitosa 1500 mts (cuya disposicin alemerger de las rocas permite andartranquilamente por encima de su

    tronco) que vegetan con precipita-ciones superiores a los 800 mm, conlas pequeas chaparras que salpican

    los medios calizos del MedioJarama y persisten con cantidadesapenas superiores a los 400mm. Lasclaras diferencias entre las esta-ciones ocupadas por las quercneas

    en nuestra comunidad aconsejan lautilizacin como reas madre deaquellos bosques cercanos a la zonaa regenerar, con el fin de que sunuevo emplazamiento goce de unascondiciones muy similares que per-mitan la rpida adaptacin de losplantones al medio. Debemos elegir los rboles en los

    que vamos a recolectar. Buscaremoslos rboles mejor conformados, deun solo tronco (monte alto), buentamao, buen estado fitosanitario...A ser posible recolectaremos be-llota de rboles singulares o piesseleccionados en dehesas a travsdel saber popular, que ha potencia-

    do genticamente los mejoresrboles a lo largo de los siglos. En elcaso de la encina escogeremosrboles con cosecha abundante ocastizos, como a menudo se lesdenomina, y descartaremos las queaportan poca bellota y lucen abun-dante flor masculina, llamados enci-nas macho. Los bosques de cotas bajas sonms fructferos que los de las altas. En cuanto a la edad seleccionare-mos los rboles ya maduros pero noviejos. La poca de mayor fructifi-cacin en estas especies es la com-prendida entre los 50-120 aos. Ciertos quejigares y robledales

    jvenes, rebrotados tras incendioso tras el carboneo al que se lessometa hasta principios de siglo, no

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    atesoran an el vigor suficientepara otorgar una cantidadrespetable de bellota. Adems, enestos bosques predominan losrboles procedentes de tocones o

    cepas, que tienden a regenerarsede manera vegetativa y a dar pocofruto. Para obtener bellotas deroble melojo es importante que acu-damos a un bosque en el que subsis-tan robles de ciertas dimensiones,que nos asegurarn cosechasestimables. Recogeremos bellotas de varios

    rboles para asegurar la variabili-dad gentica.

    c) Criterios para la seleccin debellotas

    Una vez elegido el bosque y local-izados los rboles podemos disponer-

    nos a la recogida de la bellota. stadebe cumplir los siguientes requisitos:

    Desecharemos aqullas que sufrandaos, estn pisoteadas, abiertas,etc... Retiraremos restos talescomo las cpulas (si al retirarlas elfruto queda daado, sabremos queste an no est maduro), ramillas,hojas, excrecencias, tierra ycualquier otro material adherido.sta operacin ser necesaria siqueremos optimizar el espacio ocu-pado por las bellotas recogidas. Deberemos elegir las bellotas msgrandes, ya que los plantones se ali-mentan de las sustancias de reser-

    va que se encuentran en los cotile-dones de la bellota y gozan de ma-

    yores crecimientos y tasa de super-

    vivencia en los primeros aos. Nuncaelegiremos las de menos de 2 gr., ys aqullas por encima de los 4. Lasmejores sobrepasarn los 6 gr. depeso. Con buenos tamaos en un kg

    obtendremos 200-220 bellotas. La bellota ha de estar sana, dura ylibre de plagas. Descartaremosaqullas agujereadas, que fre-cuentemente se encuentran al piedel rbol. El responsable suele serla larva del escarabajo curculio ele-phans, que se alimenta de los cotile-dones y puede llegar a seccionar el

    embrin impidiendo la germinacin.En casos menos extremos, se ali-menta de las reservas del futuroplantn y, aunque ste consigaestablecerse, su tasa de super-vivencia ser inferior al de otrosobtenidos de bellota sana. Los hon-gos tambin son frecuentes y moti-

    vo para que desechemos los frutosafectados. No recogeremos bellotas avella-nadas, secas total o parcialmente,que hayan perdido el color pardo-castao que las caracteriza por lle-var mucho tiempo a la intemperie.Tampoco recolectaremos las exce-sivamente verdes, que no hayanmadurado todava, al igual que lasque han comenzado a germinar,reconocibles por la larga radculaque emerge por el extremo supe-rior, ya que quedaran daadas confacilidad. En el quejigo son especialmentefrecuentes las agallas, protuberan-

    cias redondeadas creadas por lapicadura de ciertas avispas queencierran dentro sus huevos para

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    Bellotas en mal estado: germinadas, avellanadas, rodas

    Bellotas tal y como deben recogerse

    R.B.G.

    R.

    B.G.

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    que sus larvas completen refugiadasen ellas su ciclo y que, a menudo, sonconfundidas con el fruto.Al recogerlas debemos tener en

    cuenta cuntas vamos a semillar o plan-

    tar, y nunca deberemos coger ms semi-llas de las que necesitamos. Muchos ani-males dependen de ellas para nutrirse y,adems, si cometemos extraccionesabusivas, podemos perjudicar la rege-neracin del monte en el que las recoge-mos. En apenas diez minutos podemoshacernos hasta con varios centenares,as que no ser necesario mucho tiempo

    si la cosecha es buena. Cantidadessuperiores sern difciles de mane-

    jar, y siempre es mejor hacersecon un lote que vayamos a utilizaren un tiempo razonable, paravolver a por ms cuandoacabemos con la primeracosecha.

    Recogeremos labellota a mano y connuestras cestas demimbre bajo elpermetro de lacopa, ya que estasespecies diseminanpor gravedad. Aun-que las encontra-remos a uno o dosmetros de la copadel rbol, la mayorase apilarn bajo la proyec-cin de la misma (a menos quelirones, ardillas o arrendajos las hayantransportado hasta sus despensas..).

    Finalmente tendremos nuestro lote

    de bellotas, que tendrn un bonitocolor castao, buen tamao y care-cern de golpes y/o agujeros.

    d) Semillado y plantacin en lasespecies del gnero quercus: encina,coscoja, quejigo y roble melojo

    Una vez recogida la bellota debe-

    mos decantarnos por su siembra direc-ta en el campo o por la obtencin deplanta en envase para su posteriorplantacin en campo. El alto porcenta-

    je de germinacin de las bellotas nosasegurar buenos resultados utilizan-do cualquiera de los dos mtodos.

    d.1) Semillado

    El semillado es el mtodo ms

    cmodo para la propagacin de lasquercneas. Para llevarlo a cabo solodeberemos acudir al lugar elegido y

    Cestapara

    recogerbellotas

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    semillar las bellotas siguiendo unosfciles consejos:

    Semillaremos despus de larecogida, transcurrido el menor

    tiempo posible. Ser complicadoalmacenar las bellotas ms de 10das en casa sin que se desequen,perdiendo en gran medida sucapacidad para germinar una vezsemilladas en el campo. La poca apropiada ser el otoo,aunque en el caso de la encina laabundancia de bellota nos permitir

    realizar semillados a principios deinvierno.Deberemos plantarlas en un da sinheladas y debe haber tempero,suelo hmedo y esponjoso que nospermita enterrar la bellota con unsimple empujn con el dedo. Mal sn-toma si nos cuesta abrir el terreno.

    Adems, a las quercneas les con-vienen especialmente los suelossueltos, en los que profundiza suraz pivotante.

    A la hora de elegir el lugar pararealizar nuestros semillados debere-mos tener en cuenta las siguientesrecomendaciones:

    La zona en la que vamos a sembrardebe ser acorde a las necesidadesde la especie que estamos semillan-do. Seleccionaremos lugares en losque existieron o existan anbosques de dicha especie (ver dis-tribucin). Las orientaciones Norte y enmenor medida Este y Oeste son msfrescas y permitirn una mayor

    supervivencia de nuestras plntulas,excepto en la zona de la Sierra. Ensta las coscojas estn ausentes ydeberemos buscar las solanas paraencinas y quejigos, y las umbras

    preferentemente para los melojos. Colocaremos las plantas preferi-blemente en zonas protegidas bajoarbustos, junto a rocas o en losclaros de los bosques (por ejemplo,en claros de pinares alctonos ata-cados por la procesionaria). Enzonas desnudas de vegetacin sucontinuidad ser complicada.

    Encinas, coscojas, quejigos y roblesson especies de media luz que acep-tan una ligera cubierta los primerosaos, que reducir sus mortandadesen el esto. Un simple jaral limita aun 35% la radiacin solar, y un pinara un 20%. Experiencias piloto enSierra Nevada demuestran ya los

    beneficios que acarrea la plantacinde encinas bajo matorral, frente asu establecimiento en reasdesprovistas de vegetacin. Aunas, la sombra solo debe ser parcial,

    ya que si fuera excesiva nuestrosbrinzales creceran ahilados,dbiles, y seran atacados por pla-gas y eliminados fcilmente por elviento o la nieve.A la hora de elegir el lugar hay quepensar en el futuro rbol y en sucorrecto establecimiento. No debe-mos olvidar que de nuestra humildebellota surgir un rbol que puedealcanzar 20 metros de altura. Tendremos en cuenta la carga

    ganadera de la zona, evitando aque-llas reas ms pastoreadas.Semillar bajo espinos (zarzas, ro-

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    sales, majuelos, etc..) es una buenadefensa contra la accin de los her-bvoros. Cuanto mejor sea el suelo (suelto,profundo) mayor arraigo y menores

    mortandades obtendremos. Zonasde suelos profundos y poca veg-etacin, como ciertas reas agrco-las abandonadas son, asimismo,estaciones apropiadas. Las cer-canas de los arroyos tambinpueden ser consideradas lugaresptimos para nuestros semillados. Cuanto ms aumenten la pendiente

    y la pedregosidad mayor ser elestrs hdrico a afrontar por nues-tras plantas. Evitaremos zonas sumamenteencharcadizas, frecuentes en elpiedemonte serrano, as como sue-los calizos en el caso del melojo.

    Elegido el lugar, comenzamos elsemillado:

    Deberemos enterrar las bellotasde costado, a una profundidad de1,5 - 2 veces su dimetro. Podremoshacerlo con un simple empujn conel dedo, con cuidado de no daar lapunta o epicotilo, o realizandopequeos agujeros con algn uten-silio. Al finalizar compactaremos elsuelo un poco con la azada o con elpie, asegurndonos de que la bellotano se ve tras la operacin. Nunca colocaremos ms de unabellota por agujero y las sem-braremos lo suficientemente ale-

    jadas unas de otras, para que unavez surgidas las plntulas no existacompetencia entre ellas.

    Animales silvestres, como micro-mamferos, jabales o tejones devo-ran gran cantidad de bellota y fcil-mente pueden dar al traste connuestros semillados. Por ello es

    aconsejable semillar pequeosgolpes de muchas bellotas o espar-cirlas por los alrededores para con-tentar a estos pequeos ladrones yasegurar nuestro xito, que sertambin el suyo... Podremos usar repelentes contraanimales y bellotas micorrizadas.Ambas opciones son recomendables

    si entran dentro de nuestras posi-bilidades, pero no son de ningunamanera imprescindibles.

    En los meses de mayo-junio germi-narn nuestras bellotas, que se habrnconvertido en pequeos plantones deunos centmetros de alto, recompen-

    sando nuestros esfuerzos.d.2) Plantacin

    La plantacin es otro mtodo vlidopara la reproduccin de las quercneas,especies que lograremos reproducirsin mayores problemas.

    Para ello slo necesitamos recogerlas bellotas, un envase (macetas,bricks o, preferiblemente, bandejasforestales que evitan que la raz seenrolle) y tierra para el mismo.Sembraremos las bellotas, las colo-caremos a plena luz, aportaremosriego y, en abril-mayo, ya tendremosplanta lista para utilizar en nuestras

    reforestaciones.Si nuestros plantones no tienen la

    raz enrollada, gozan de buen estado

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    fitosanitario y un solo tallo, tendrnopciones de sobrevivir una vez planta-dos. Se dice que deben tener unaaltura mnima de 15-20 cms pero, aveces, pueden ser ms pequeitos.

    En la mayor parte de nuestraComunidad, en zonas bajas y clidas, lamejor poca para plantar es octubre-noviembre, tras lluvias relativamenteprolongadas y en suelos suficiente-mente sueltos y hmedos. En las cer-canas de la Sierra, las heladas prolon-gadas y las mayores precipitacionespermitiran hacerlo tambin en marzo-abril, retrasando ms la fecha cuantoms fro sea el lugar elegido.

    A la hora de emplazar los plantonesen el monte debemos seguir las mismaspautas comentadas en el apartado delsemillado, teniendo en cuenta, adems,los siguientes consejos:

    No plantar en das de vientosfuertes, que pueden desarraigarnuestra planta. Asegurarnos de elegir una zona enla que las plantas no corran el ries-go de ser arrancadas, recolectadaso pisoteadas, como por desgraciaocurre a menudo.

    Debe tenerse en cuenta que la pro-fusin de herbceas es perjudicial,por competir con nuestras plntulas.

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    Bandejasforestales

    paraplantacin

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    La ejecucin de un buen alcorquepuede frenar su competencia.

    Intentaremos que el transporte delos brinzales sea lo ms breve y menostraumtico posible, sin daar el cepe-lln. Utilizando una azada los plantare-mos en un hoyo que se recomienda se

    acerque a unas medidas de 60x60x60cms en el caso de las quercneas, si-guiendo las pautas ya comentadas parala plantacin.

    Ya solo nos quedar volver de vez encuando a ver cmo ha resultado nues-tra reforestacin. Si aportamos algnriego en verano podemos obtener muybuenos resultados ya que, durante su

    periodo de aclimatacin, la plntulatendr que enfrentarse a los largos ysecos veranos de la Comunidad de

    Madrid. Las mortandades dependen dela climatologa del ao, minimizndoseen aos de veranos frescos y hmedos,que dan lugar a los llamados pulsos deregeneracin. Pueden alcanzar por-centajes, en el peor de los casos, dehasta el 99%, 50% y 35% en los tresprimeros aos. Estos porcentajes

    sern mnimos si aportamos algo deriego los tres primeros aos.Una vez establecidas, las plntulas

    de encina y coscoja se desarrollarnlentamente. Mayores tasas alcanzarnquejigos y melojos. Siempre se hacredo que los robles son especies decrecimiento lento y se argumentaba suexclusin de las reforestaciones en

    base a esta circunstancia. Sin embar-go, se ha comprobado que las mayorestasas de crecimiento que registran las

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    Plantones de alcornoque y melojo tras un semillado

    R.B.G.

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    conferas se deben, en gran medida, alas labores previas de preparacin delterreno que se dan en las reforesta-ciones, cuya aplicacin en melojares oquejigares dara resultados igual-

    mente satisfactorios De hecho, enapenas 40 aos un roble melojo puedealcanzar una talla nada despreciablede 10 metros de altura.

    Con un poco de fortuna y el paso delos aos, quizs podremos pasear a lasombra de los rboles que un da plan-tamos para regocijo de todos.

    19

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    2.2Lacoscoja(quer usco ifer

    DENOMINACIONES

    Coscoja, chaparro, maraa, carrasca.

    DESCRIPCIN

    Arbusto o arbolillo de pequeo porte,formador de matas densas e impenetra-bles. Es la quercnea de menor porteexistente en la comunidad, asemejn-dose a una pequea chaparra de colorverde intenso. Corteza lisa y griscea.Hojas simples, ovadas y armadas de

    dientes espinosos, de un bonito colorverde que resalta a distancia. Bellota

    con caperuza espinosa en la base.

    DISTRIBUCIN

    Aun tras pavorosos incendios y cor-tas repetidas, en los ms yermos ce-rros calizos donde la vida de losrboles no se imagina, la naturalezanos regala la presencia de un arbolillocapaz de soportar estoicamente tanduras condiciones: la coscoja.

    Detalle de bellota y hojas de coscoja

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    Frecuente en el este de la regin,esta frondosa aparece en toda lacomunidad, salvo en las zonas altas dela sierra, sustituyendo a encinares yquejigares degradados o integrando

    sus propias formaciones.Es especie de luz, resistente a losfuertes calores y fuertes sequas delclima mediterrneo, adaptada a laspeores estaciones y a los fuegos

    recurrentes, que parecen beneficiarlaen detrimento de otras cupulferascomo la encina. Pervive con precipita-ciones inferiores a los 400 mm, en te-rrenos donde la sequa persiste

    durante ms de cuatro meses y sesuperan los 40 grados en lo peor de lacancula. Medra all donde el resto delos rboles ya no pueden soportar tanduras condiciones. Es sin duda una de

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    las especies ms tenaces de nuestraflora.

    All donde no se la maltrata, ydonde el clima es ms suave, la arbus-tiva coscoja madrilea (que alcanza los

    3 metros de altura entre los 20-40aos) es capaz de convertirse en belloarbolillo que supera los 10 metros,como ocurre en la Sierra da Arrbidade Portugal.

    En la Comunidad de Madrid aparecesobretodo en la porcin caliza, enzonas bajas por debajo de los 800metros de altitud (no gusta de largos

    periodos de heladas), con especial pro-

    fusin en el sureste (como en el parqueregional homnimo). Pueden obser-varse buenos coscojares en Gzquezde Arriba o en Arganda del Rey.Coloniza tambin los depsitos calizos

    de la rampa serrana como ocurre en lascascadas del Hervidero en SanAgustn de Guadalix, y aparece disper-sa por el oeste siliceo madrileo,aunque sin excesiva impronta en elpaisaje.

    Los coscojares de la Comunidadestn bastante castigados, y medrancomo ltimo recuerdo de los bosques

    que vamos eliminando.

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    Coscojas creciendo sobre un talud en la Dehesa de Moncalvillo (S. Agustn de Guadalix)

    E.R.B.

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    Encina creciendo en canchal. Composicin de ngel Febrero

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    2 3Encina(quercusilex subsp b llot )

    DENOMINACIONES

    Encina, encina de bellotas dulces,carrasca, chaparra, sardn.

    DESCRIPCIN

    Especie harto conocida, cuyasformaciones suponen el bosque mscaracterstico de Espaa, en el cualalcanzan su mayor extensin a nivelmundial. La encina queda reducida amenudo a mata pequea y espinosapero, si se le deja medrar, se con-vierte en un rbol de buen porte de

    10-15 metros, de gran copa redon-deada. Sus hojas son anchas y

    espinosas, verde-oscuras por el hazy blanquecinas por el envs. El tron-co es pardo-negruzco, desprendin-dose en pequeas placas, recto ycilndrico. El fruto es la afamadabellota, que en el caso de la encinapuede ser dulce.

    DISTRIBUCIN

    Es la indiscutible reina de losbosques de la comunidad, ocupandopretritamente el 75% de su superfi-

    Un gran ejemplar de encina en el Monte de Viuelas (Madrid)

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    cie, y la poseedora del mayor potencialbiolgico de la regin.

    Presente en toda la comunidad deMadrid, desde las secas planicies delsureste hasta las lluviosas laderas de

    la sierra, desde los 400 hasta los 1200metros de altitud ( aunque pies sueltossuperan los 1800 en la Peota,Cercedilla), constituyendo el eslabnbsico en los bosques de tan ampliasuperficie. No obstante, el escudo delOso y el Madroo era en principio el deuna encina y el plantgrado.

    Indiferente edfica, habita medios

    cidos y bsicos, soportando todo tipode suelos a excepcin de los yesosos,salinos o frecuentemente encharcados(lo que desaconseja su utilizacin enreforestaciones en los cortados

    yesferos del Sureste de la Comunidadde Madrid y en las navas que con tantafrecuencia se forman en el piedemontede la sierra de Guadarrama).. Subsisteen secarrales con apenas 400 mm de

    precipitacin y 14 de temperaturamedia y en lluviosas estaciones serra-nas que rondan los 1000 mm y soportanunos pauprrimos 8. Es especie frugal

    y de luz, que tan pronto alterna concoscojares o pinares de pino pionerocomo lo hace con melojares y pinaresde silvestre, dada la heterogeneidadde condiciones que soporta.

    Los encinares son especialmente fre-cuentes y estn bien conservados en lamitad oeste de la regin (cuencas delAlberche y Cofio) y en la orla que bor-dea el Sistema Central. Masas de menor

    Bosque de encinas con matorral de jaras, labiadas y torvisco. Al fondo asoma el Cerro de San Pedro

    E.

    R.B.

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    extensin subsisten salpicadas en eleste de la Comunidad, en su porcin ca-liza, como el encinar de Brea de Tajo yel carrascal de Arganda. De manera na-tural solo se rarificara en las laderas

    del Alto Lozoya, donde an vegeta en lassolanas de algunas gargantas.Los encinares ms renombrados y

    mejor conservados quizs sean los de ElPardo, Viuelas, Boadilla y cuenca del roPerales. En la Casa de Campo de Madridse conservan encinas colosales, y enAmbite se eleva un enorme pie, consider-

    ado uno de los mas viejos de la Pennsulaque, al parecer, procede de una bellotaregada por las lgrimas de una princesa.

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    Fuente: Consejera de Medio Ambiente y Ordenacindel Territorio

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    2 4Roblemelojo(quer uspyren i )

    DENOMINACIONES

    Roble melojo (por el color miel queadquieren sus hojas secas), roblenegro, roble cepillo, marojo, robleestolonfero, roble dulce, rebollo,roble tozal, tocorno.

    DESCRIPCIN

    Frondosa de mediano porte, amenudo reducido al de pequeo arboli-llo, que puede alcanzar los 20 metros.Tronco grisceo y agrietado. Hojasverde-cenicientas, rosadas al brotar y

    de color marrn caramelo al secarse,mantenindose en el rbol gran parte

    del invierno (marcescencia). Grandes,de 7-16 cms de largo, fuertementelobuladas y muy pilosas por el envs.Copa amplia y tronco nudoso en losgrandes melojos.

    DISTRIBUCIN

    El melojo o rebollo es el roble masfrecuente en tierras madrileas.Ocupa los relieves serranos, ya sea ensimpatra con el fresno en los navazosque se extienden al pie de las mon-

    Un enorme melojo en Miraflores de la Sierra

    E

    .R.B.

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    taas a 900-1200 metros de altitud, obien disputando a los pinares de sil-vestre los terrenos que antes fueransuyos, apropindose de manera naturalde las laderas hasta alturas cercanas a

    los 1700 metros. En algunos lugaressus formaciones superan incluso esacota, como puede observarse en elrobledal de la loma del Tercio deLozoya, o en los rebollos sueltos quealcanzan los 2000 metros en laMaliciosa escondidos entre los colosa-les roquedos granticos de esta mon-taa. En el hmedo occidente

    madrileo, cerca de Gredos, llega amezclarse con madroos, castaos opinos pioneros, y frecuenta cotas msbajas a las refrendadas para el restode la comunidad, descendiendo a

    menos de 700 metros en los montes deSan Martn de Valdeiglesias.

    Es el melojo una especie tpica desuelos cidos (calcfuga), desarrolla-dos (cambisoles), que tolera bien cier-

    ta sombra, prosperando por ejemplobajo pinares, para los cuales es imposi-ble lograr tal hazaa a la inversa. Amenudo subsiste a travs de brotes deraz. Necesita cierta humedad ambien-tal y precipitaciones generosas, con almenos 150 mm durante el verano, yms de 600 mm totales, quedando re-legado por ello al norte y extremo

    oeste de nuestra comunidad, donde sedan las condiciones necesarias paraesta exigente especie.

    Aunque muy castigado por el carbo-neo, las cortas y las reforestaciones

    La regeneracin del melojar se produce de forma desordenada. Los troncos, que a menudoproceden de la misma raz, crecen excesivamente juntos y endebles

    E.

    R.B.

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    de conferas, an medran algunosbuenos melojares en la provincia: losde Navahondilla en el Gredosmadrileo; el de la Herrera (muy be-llotero, especialmente los pies cer-

    canos a la casa del Infante delEscorial) o el robledal de la Raya enMiraflores de la Sierra, todos ellos enla cara sur del Guadarrama, son magn-ficos ejemplos.

    Sin embargo merecen mencinespecial los robledos del maravilloso

    valle del Lozoya, como la mata deHorcajuelos; los melojares salpicadosde pequeos acebales del arroyo Sacaen Alameda del Valle o los del Valle delParaso en Villavieja de Lozoya; y los

    de Somosierra-Aylln, los cualesalternan con formaciones de roblealbar (Quercus petraea) como ocurreen la Dehesa Bonita de Somosierra,quizs el bosque ms bello de laComunidad de Madrid, en las laderascercanas a la localidad de la Hiruela o

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    en los bosques de Puebla de laSierra, donde encontramos unmelojo singular de 8 metros depermetro en la base.

    Ante la escasez de hayedos,

    abedulares u otras formacionescaducifolias en la comunidad, elmelojo se erige en el principalexponente de los bosques hme-dos en nuestra regin, y en pro-tector de la exclusiva fauna aso-ciada a dichos medios.

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    Panormica del monte de utilidad pblica n 13, La Sierra, La Raya, Las Dehesas y otros, enMiraflores de la Sierra

    E.R.B.

    Fuente: Consejera de Medio Ambiente y Ordenacindel Territorio

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    2 5Quejigo(quercus faginea subsp faginea)

    DENOMINACIONES

    Quejigo, rebollo, roble enciniego,quejiga, roble carrasqueo, cajiga,carrascalejo.

    DESCRIPCIN

    Frondosa de mediano porte, pudiendoalcanzar los 20 metros en las mejoresestaciones. Tronco recto y nomuy grueso, de cortezagriscea y rugosa. Hojas elp-ticas o aovadas, simples yalternas, de borde lobulado.Ligeramente espinosas. Espe-cie marcescente, en la que lahoja se mantiene seca durante

    todo el invierno en el rbol,siendo este comportamientoadaptacin frente a lasheladas y frente a la compe-tencia con otras plantas.

    DISTRIBUCIN

    El quejigo o robleenciniego, nuestro roble msmediterrneo, mantiene dossubespecies en la Comunidadde Madrid. El quejigo lusi-tano (Quercus faginea subsp.broteroi), con hojas demayor tamao, preferencia

    por terrenos silceos y fre-cuente en el oeste de laPennsula Ibrica, apenas

    aparece en algunas localidades occi-dentales de nuestra regin (como

    Cadalso de los Vidrios y zonasaledaas) insinundose pies dispersospor el resto de nuestra geografa (porejemplo en el monte Valdelatas, en lascercanas de la Universidad Autnomade Madrid ).

    En la gran mayora de los casos es elquejigo (Quercus faginea subsp.faginea) el poblador de nuestros

    Detalle de un gran pie de quejigo. Por su forma, se adivinaque, tiempo atrs, fue desmochado

    E.R.B.

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    montes y ser ste el rbol queintentaremos expandir.

    Los bosques de esta especiepoblaron antiguamente el este calizode la regin, desde las cuestas de

    Patones hasta las colinas del sureste.La presencia de suelos bsicos es fun-damental para que se imponga a otrasfagceas siliccolas que no puedencompetir en igualdad de condiciones enestos medios. Buenos quejigares encalizas se dan en Arganda del rey,Camporreal, Olmeda de las Fuentes...En Villamanrique de Tajo se conservan

    quejigos varias veces centenarios.Igualmente los depsitos calizos

    presentes al pie de la sierra deGuadarrama permiten la aparicin depequeas formaciones de quejigo,

    desde Valdemorillo hasta las fajas decalizas que rodean el Cerro de SanPedro (Soto del Real, Guadalix de laSierra, Dehesa de Moncalvillo, Soto deViuelas) en el valle del Lozoya (el

    Paular) y en la zona de Reduea-Torrelaguna-Patones.En el oeste de la regin los suelos

    cidos limitan la presencia de laespecie que, sin embargo, no desa-parece, erigindose en especie acceso-ria de diversas formaciones fores-tales. Aparece en encinares, melojares(tanto l como, a decir de Rivas

    Martnez, su hbrido con el rebollo) yhasta en pinares de silvestre de laSierra de Guadarrama (alcanza los1700 mts de altitud en el valle de laFuenfria). La mayor oceanidad del

    Quejigal en Prado Herrero (Manzanares el Real)

    E.

    R.B.

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    suroeste madrileo permite una mayorexpansin de la especie en dicha zona,donde el fomento de los antao minori-tarios pinares autctonos de pinoresinero y pionero le han restado el

    protagonismo que tuviera en estospaisajes (San Martn de Valdeiglesias,

    Robledo de Chavela...). Un pequeoquegijar bastante castizo (dador debellota) se localiza en la dehesa delSotillo, en Villaviciosa de Odn.

    Seleccionaremos bellotas de las

    masas ms cercanas y de la subespeciepresente en la zona a reforestar.

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    Fuente: Consejera de Medio Ambiente y Ordenacindel Territorio

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    3 Las cupresceas

    Enebro en Colmenar Viejo

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    3 Tratamientodelosfrutosdelascupresceas: semilladoy plantacin

    No nos ser fcil la propagacin de

    enebros y sabinas. Sus semillas presen-tan una serie de caractersticas lla-madas letargos, que provocan que stasno germinen si las semillamos directa-mente, o lo hagan en muy pequeonmero, obligndonos a tratarlas paraobtener buenos resultados.

    Por ello, en el caso de enebros ysabinas es recomendable recurrir a laplantacin, tras el tratamiento de lassemillas y la obtencin de plntulas ennuestra propia casa. Aunque el proce-dimiento no es excesivamente costoso,los resultados que obtendremos sernmuy modestos y requerirn un esfuer-zo adicional respecto a otras especies,

    por las que quiz debamos inclinarnos si

    no queremos excesivas complicaciones.Si decidimos no tratar las semillas yrecurrimos a la siembra directa, solo unnmero muy reducido germinar a lasiguiente primavera, hacindolo escalo-nadamente en el segundo y tercer ao,con un bajo porcentaje de germinacin.

    As pues, podremos decantarnospor semillado o plantacin, siguiendolos pasos del esquema de esta pgina.

    En cualquier caso, tras la recogidalo primero que deberemos hacer esseparar las semillas de la partecarnosa del fruto. Recogiendopequeas cantidades, lo ms fcil serintroducirlas en agua para ablandarlas

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    durante un da entero para, posterior-mente, macerarlas machacndolas enun simple mortero o similar, utilizandoalgn pequeo utensilio o nuestraspropias manos. Golpearemos los frutos

    hasta que nos sea sencilla la extrac-cin de las semillas, sin llegar nunca adaarlas. Tambin es sencillo separarlas semillas del glbulo usando nues-tras manos, con el nico inconvenientede quen nos las ensuciaremos.

    Tras extraer las semillas nos asegu-raremos de que no contienen an tro-citos de glbulo u otras excrecencias y

    dejaremos que se sequen. Una vezsecas ya estarn preparadas para elsemillado o la plantacin.

    Si optamos por el semillado directoslo nos restar acudir al lugar quequeremos reforestar. Tambinpodemos almacenar la semilla pararealizar siembras de primavera,

    aunque es preferible no esperar ysemillar directamente.Si, por el contrario, preferimos

    obtener plantas en envase para despusplantarlas en su medio natural, debere-mos tratar previamente las semillas,debido a sus fuertes letargos.

    Estos letargos, que pueden ser devariado tipo, permiten a ciertasespecies una germinacin escalonadaen el tiempo de sus semillas, de talmanera que en el suelo siempre haya unbanco de ellas listo para aprovechar unao de buenas condiciones. De lo con-trario podran surgir problemas deregeneracin debidos a un mal ao, quecoincidiera con una buena cosecha.

    En la naturaleza el sistema digesti-vo de los animales (de la cabra doms-tica, por ejemplo) elimina estos letar-

    gos tras ingerir el glbulo y expulsarlas semillas, dejndolas listas paragerminar. El declive del ganado cabroes una de las causas de los problemasde regeneracin que presenta el ene-

    bro en ciertas zonas.Para evitar estos letargos tratare-mos las semillas mediante el mtododel estratificado en fro. En algunosviveros forestales tambin se tratanlas semillas previamente mediante elestratificado en clido, pero para ellonecesitaramos hornos que, normal-mente, estarn fuera de nuestro

    alcance.El estratificado en fro consiste en

    rellenar hasta la mitad una botella o unvaso de plstico con arena, colocandoencima las semillas sin que staslleguen a tocar los extremos delenvase (fig.1). Regaremos ligeramente

    y cubriremos con un volumen similar de

    arena las semillas (fig. 2). Volveremosa regar ligeramente e introduciremosel envase en la parte baja del frigor-fico, donde lo mantendremos un mni-mo de tres meses (fig. 3).

    Tras este perodo ya podremossacar el envase, y extraer las semillas.Para ello eliminaremos la arena me-diante una criba o, simplemente, laesparciremos sobre una tabla, mesa osimilar. Buscaremos y recogeremos lassemillas, ya listas para su plantacin enenvase.

    Para ello nos haremos con envasestales como tetra-briks, bolsas de pls-tico o bandejas forestales. Los relle-naremos de sustrato e introduciremos

    dos o tres semillas a una profundidadde 1 - 1,5 veces su dimetro. Tapa-remos bien las semillas (pudiendo uti-

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    Figura 1 Figura 2

    Figura 3Figura 4

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    40/83

    lizar sustratos ms nutritivos comoperlita y vermiculita) y las manten-dremos al aire libre, listas para germi-nar en las siguientes primaveras, yaque slo un pequeo porcentaje lo har

    ese mismo ao. Slo tendremos queregar y esperar a su nascencia.Una vez germinadas, las plantas

    deben alcanzar un tamao mnimo quenos permita manejarlas con cuidado,estar endurecidas, y han de formar unslido cepelln, que asegure mnimosdaos en el sistema radical cuandoextraigamos la planta tirando del cue-

    llo de la raz. Podemos tenerlas uno omas aos en casa, dependiendo deltamao que logren. Si ste es el ade-cuado no debemos tardar en llevarlas asu nueva y definitiva ubicacin.

    Ya podemos proceder a suplantacin.

    Las plantas germinarn y endure-

    cern a lo largo de la primavera y elverano y, en otoo, ya podremosrealizar las primeras plantaciones. Enel caso de la sabina es preferibleesperar al final del invierno-principiosde la primavera para realizar lasreforestaciones.

    Elegiremos un lugar acorde con losrequerimientos de estas especiespara su semillado o plantacin. Esimportante seguir las siguientesrecomendaciones:

    Asegurarles la luz, dados sustemperamentos robustos. Es unapena ver cmo enebros centenariosmueren ahogados frente a inade-

    cuadas reforestaciones de con-feras, como sucede en ciertaszonas de La Pedriza.

    Evitar los terrenos excesivamentehmedos, que se encharquen confacilidad.Su adaptacin a climas extremos ysu resistencia al ramoneo les con-

    vierten en un buen candidato paraterrenos pobres, degradados ydeforestados.

    En el caso del enebro :

    En zonas bajas es preferible plan-tarlos en orientaciones hmedas, N

    y E. En la sierra es mejor buscar las

    solanas. A ser posible, evitaremos aquellaszonas en las que la accin delmurdago del enebro sea fuerte.

    En el caso de la sabina :

    Es preferible seleccionar un lugar

    con una altura entre los 1200-1400metros y con orientacin suroeste,en suelos ms bien pedregosos y debaja calidad. Si reforestramos en lugaresespecialmente favorables para lavegetacin o en bosques de fron-dosas, la competencia acabara porahogar a las nuevas sabinas. Debemos pensar en la larga vidaque les espera, que puedesobrepasar el milenio, y plantarlasall donde vayan a tener tiempo dealcanzar cierta altura para librarsede la 'malfica' sombra de lascupulferas. Suelen alcanzar sumxima altura hacia los 50 aos y, a

    partir de entonces, crecen engrosor de tronco y de copa pero noen altura (incluso decrecen).

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    A ser posible evitaremos zonas dealta carga ganadera. Sin embargo,cierta carga ganadera puede frenarla regeneracin de las frondosas ybeneficiar a nuestras sabinas.

    Obtenido el plantn de enebro osabina y elegido el lugar, ya solo debe-mos proceder a su definitivaplantacin, siguiendo todos los pasos yabriendo un hoyo de 40x40x40 cms.

    Colocada la planta podemos dar porconcluida la plantacin.

    Tras la plantacin, es recomen-

    dable aportar agua en los tresprimeros aos a lo largo de julio,agosto y septiembre, para minimizarlos rboles perdidos por la sequa. Sile visitamos y sufre algn tipo dedescalce a manos de la fauna o de losdesaprensivos, volveremos a calzarlo.

    Corzos, ciervos y cabras montesasrestriegan a menudo sus cuernas ycuernos contra el tronco de los ene-bros, acabando con algunos rboles.Fuertes vientos y fros extremos

    tambin pueden afectar a nuestrosbrinzales, aunque la sabina poseefuertes races que la defienden efi-cazmente de los vendavales y unaproverbial resistencia al fro, sobre-viviendo a heladas de hasta -30C.

    Si prevemos dificultades en eldesarrollo de la yema apical, puede serconveniente colocar protectores y

    tutorar el plantn. No necesitar nadams, pues ambas especies son bas-tante tolerantes al ramoneo y a lascondiciones climticas adversas.

    En 15-20 aos podremos disfrutarde pequeos arbolillos surgidos denuestra mano.

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    Sabina Albar de los Canalizos (Lozoya del Valle). Declaradarbol Singular

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    DENOMINACIONES

    Enebro de la miera, oxicedro, cada,enebro espaol.

    DESCRIPCIN

    Arbolillo o arbusto de diversas y

    caprichosas formas, cuya altura nosuele superar la decena de metros.Tronco grueso, pardo-grisceo ycorteza que se desprende en largastiras. Hojas aciculares cortas y estre-chas, recorridas por dos caractersti-cas rayas blancas. Sus falsos frutos

    son glbulos de color rojo cuero almadurar.

    DISTRIBUCIN

    Actor secundario y olvidado en nues-tras arboledas, el enebro de la miera ocada, es en nuestra comunidad un tpico

    acompaante de los encinares relativa-mente hmedos que colonizan la rampay la sierra madrilea, formando sus pro-pios bosques al extraerse la chaparratras cortas selectivas. Se constituye enel ltimo eslabn arbreo de este tipode formaciones forestales tras las

    3.2Enebrodelamiera

    juniperusoxye rus subsp.badia

    Enebros en el Paraje de las Vias (Manzanares el Real)

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    fuertes degradaciones a las que amenudo se ven sometidas.

    Es el enebro rbol adaptado a durascondiciones. Se desarrolla sobre sus-tratos cidos, en todo tipo de orienta-

    ciones, soportando suelos pobres ypedregosos. Aparece desde los 600-700 metros de altitud, siendo fre-cuente hasta los 1100-1200 y alcan-zando en las solanas ms trmicas los1500. Sus necesidades hdricas sonmoderadas, soportando bien fros ycalores. Es una especie de luz que nosoporta bien ser dominado por otros

    rboles, que acabaran por ahogarlo.En el norte de la Comunidad de

    Madrid el enebro se convierte en unelemento significativo del paisaje, y suabundancia es sin duda uno de los ras-gos botnicos ms representativos de

    la sierra de Guadarrama, aspecto steque a menudo pasa desapercibido enfavor de otras formaciones vegetalesconsideradas ms "bellas", comopinares y robledales. En el oeste de la

    comunidad tambin es frecuente yvegeta entre pinos pioneros, pinosresineros y encinares.

    No ser difcil encontrar enebralesa lo largo de nuestra geografa. Porcitar algunos destacan los del puertode la Cruz Verde, Hoyo de Manzanareso la magnifica fronda de las Hoces delAulencia. Viejos cadas (de tres metros

    de permetro y muchos siglos grabadosen sus anillas de crecimiento) vegetanan en La Pedriza o en el sabinar deLozoya. Bien conocida es la cita delfrancs Clusius en el siglo XIX acercade la existencia en las montaas del

    Enebro de Los Canalizos (Lozoya del Valle), declarado rbol Singular

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    Guadarrama de altos enebros quealcanzaban los 22 metros, que por des-gracia ya son slo recuerdos...

    Recogida del glbulo. El cada da unglbulo semejante a una baya carnosade color rojizo, que caracteriza susformaciones en poca de fructifi-cacin, y que constituye un alimentomuy importante para la fauna de lacomunidad, siendo adems uno de lospocos alimentos disponibles en laspenurias del invierno.

    El glbulo tarda dos aos en madu-rar y pasa de un color verdoso al rojo

    cuero que le caracteriza en lamadurez. Suele tener tres semillas ensu interior (polispermo) y no debemosconfundirlo con el glbulo azulado deotras especies de enebros madrileos

    (juniperus communis y juniperusalpina) o de sabinas, de hoja imbricada(juniperus thurifera o juniperusphoenicea en Perales de Tajua).

    Podemos recogerlo ya a principiosde otoo, en septiembre-octubre, ytodos los aos tendremos fruto sufi-ciente, siendo especie cadaeja y decosecha larga, que se prolonga hasta

    bien entrado el invierno, lo que nospermitir alargar la temporada derecogida a nuestro gusto.

    Asi pues, en esta poca nos acer-caremos al enebral de la comunidadque mejor nos convenga, siendo

    preferibles aquellos ms cercanos ala zona en la que llevaremos a cabo

    la reforestacin, siempre y cuan-do no medren en el interior defincas privadas.

    A la hora de elegir el pua-do de rboles del que nosabasteceremos, debemostener en cuenta : El enebro es un rboldioico, con sexos separa-dos en los diferentespies. Decada seis ene-bros cinco suelen serpies femeninos ("ene-

    bras"), que sern losque nos proporcionen el

    glbulo que buscamos. Elegiremos los enebros

    de mejor porte y estadoptimo. Aquellos enebros

    cuya copa se levanta sobre el

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    suelo, dejando ver claramente eltronco, son preferibles a aquellos

    jvenes cuyo follaje impide ver eltronco, protegindoles del intensoramoneo.

    Debemos fijarnos bien en susramas, pues muchos enebrosmadrileos estn afectados por elArceuthobium oxycedri, el murda-go del enebro. De color amarillento,este parsito va acabando lentapero inexorablemente con el rbolal que parasita. Desecharemos losrboles afectados.

    La poca altura alcanzada por nues-tro rbol nos facilitar la recoleccin.Cosecharemos los glbulos madurosdel mismo rbol o de sus alrededores,

    ya que disemina por gravedad, aunque

    la fauna (muy querenciosa de sus fru-tos) s transporta sus frutos a ciertasdistancias.

    Debemos elegir las semillas mejorconformadas, sin aparentes daos y de

    mayor tamao. Deben estar completa-mente maduras, con su caractersticocolor rojo-cuero.

    Otra opcin para esta especie, quetantos problemas nos dar para germi-nar, es buscar posaderos de aves odeyecciones de animales tales comocabras domsticas, zorros o garduas.En ellas encontraremos las semillas del

    enebro que, tras pasar por el sistemadigestivo de sus consumidores legti-mos, ya estarn preparadas para elsemillado. Claro, que este procedimientosiempre tiene el inconveniente de no sermuy higinico

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    Enebros mezclados con encinas en El Chaparral (Manzanares el Real)

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    3.3Sabinaalbar(junip rusthurif r

    DENOMINACIONES

    Sabina albar, trabina, sabina blan-ca, cedro de Espaa ysabina albarra.A esta especie tambin se la denominaenebro en Castilla y Len, como ocurreen la cara norte de la Sierra deGuadarrama en el Segoviano Sabinarde Prdena, o en las afamadas hocessorianas del Can del ro Lobos.

    DESCRIPCIN

    rbol perenne de copa verde oscu-ra, cuya altura no suele pasar de los

    10 metros. La corteza es pardo-griscea, tortuosa y agrietada. Las

    hojas, punzantes en el extremo, sonimbricadas y pueden ser aciculares enlas ramillas jvenes. Frutos carnosos(arcstidas) de color azul-negruzcoen la madurez.

    PROTECCIN

    Especie declarada en la Comunidadde Madrid Sensible a la Alteracin desu hbitat por el Decreto 18/92, quecrea el Catlogo Regional de EspeciesAmenazadas.

    Sabina en el monte de utilidad pblica n 87, El Chaparral y La Umbra (Lozoya del Valle)

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    DISTRIBUCIN

    rbol que alcanz gran profusin enpocas mas fras que las actuales, re-legada hoy a pequeas manifestaciones

    en la sierra de Guadarrama y susaledaos. La competencia de las fron-dosas y los avatares climatolgicos lahan relegado a pequeos rodales que, asu vez, han ido desapareciendo amanos del hombre.

    Especie austera, capaz de soportargrandes fros y largos calores y necesi-tada de ambas condiciones extremas,caractersticas del clima continental.

    Prefiere terrenos calizos pero, en nues-tra comunidad, habita sobre suelos ci-dos (lo cual es una importante particu-

    laridad), entre granitos y gneises (LaPedriza, Sabinar del Chaparral).Necesita crecer a plena luz; sin embar-go, su lentsimo crecimiento (en unaespecie que puede superar el milenio de

    vida) propicia que otros vegetales lacubran con su sombra y acaben con ella.En Madrid frecuenta las solanas

    (orientaciones predominantes sur yoeste), con precipitaciones en torno alos 600-800 mm y temperaturas entre

    los 8 y 12C de media, en suelos pobresy rocosos, en el lmite entre encinaresy robledales, con alturas comprendidasnormalmente entre los 1100 y los 1600

    metros (aunque algn pie aparece en larampa de la sierra, como la sabina sin-gular de Boadilla del Monte).

    El sabinar de Lozoya del Valle

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    Sus representaciones en el SistemaCentral se circunscriben a los sistemasde Aylln y Guadarrama, alcanzandogran profusin en las parameras cali-zas del centro-este ibricos (Soria,

    Guadalajara, Segovia...). En Perales deTajua se conocen unos pocos pies enun ambiente similar, compartiendoespacio con la sabina negral (juniperusphoenicea), en terrenos en principiomuy adversos para esta especie.

    Rodales de entidad pueden encon-trarse en Robledo de Chavela (25pies), Becerril de la Sierra (al pie de la

    Maliciosa, mas de 600 pies) y Lozoya(el ms extenso, con 6 hectreas). Piesdispersos por toda la montaamadrilea, como en el Alto Man-zanares (Hoyo de Manza-nares, el Boalo, La Pedrizadel Manzanares, Soto delReal), Bustarviejo (Ba-

    dn y Cabeza Cristiana), la Cabrera,Torrelaguna, y Valle del Lozoya(Garganta del Purgatorio en Rascafria,Alameda del Valle, Lozoya en el sabi-nar y en los Reajos, Barranco del

    Buitraguillo y alrededores enGascones, etc...).Hay dos sabinas singulares en la

    Sierra de Guadarrama, en Lozoya yBoadilla y, al menos, otras tres mere-cedoras de ello en Becerril, La Pedriza

    y Hoyo de Manzanares. Esta ltima esrealmente espectacular, derribada porel viento y an viva en el collado de la

    Silla del Diablo.Si juntsemos todas las sabinas que

    subsisten en Madrid, nopodramos crear un

    bosque que tuvierala mitad de exten-sin del parque delRetiro.

    Recogida de laarcstida. El falsofruto de la sabinaalbar es una arcs-tida globosa, deescamas carnosas,similar a una peque-a bolita que po-dremos abrir paraencontrar en suinterior de 2 a 6semillas.

    Durante los dosprimeros aos el

    color de la arcstidapasa del verde al rojo. Al

    llegar a su madurezadquiere un color azulado

    oscuro. Aunque es posible encon-

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    trarla desde noviembre hasta marzo,la mayora de las arcstidas madura endiciembre y enero. Es nuestra oportu-nidad para intentar expandir nuestrosmaltrechos sabinares.

    Dada la escasa extensin de estasformaciones en la CAM, es preferibleno dilatar demasiado la recogida, pueslas aves y otros animales puedenacabar con toda la cosecha.

    La sabina es un rbol dioico consexos separados. Asi pues, de ciertassabinas ser imposible conseguir semi-lla, pues solo la otorgan las hembras.

    En trminos generales, en las especiesde rboles con sexos separados, porcada cinco pies femeninos suele haberuno masculino, as que la mayora de lospies diseminarn arcstidas.

    Buscaremos algn pie de sabina,eligiendo los ms cercanos a la zona arepoblar. En esta especie, debido a lo

    aislado de sus representaciones, serecomienda encarecidamente observaresta precaucin para conservar deesta manera la variabilidad genticade los pocos pies que sobreviven entierras madrileas.

    Si podemos elegir, cosa que nosiempre ocurre con rboles tan esca-sos como ste, nos decantaremos porlos pies ms grandes y saludables, no

    afectados por las plagas. Este rbol amenudo presenta portes tortuosos,castigados por los elementos, que nodeben ser bice para elegirles comorboles madre que nos pueden otorgar

    semilla inmejorable. Debemos tener encuenta que las cosechas no sern de lamisma entidad todos los aos.

    Cogeremos las arcstidas del sueloo del rbol, que no suele ser muy alto yno nos plantear problemas en larecogida. No daaremos el ramaje, yaque las heridas producidas podran serun vector de enfermedades.

    Las arcstidas deben estarmaduras (color azul-negruzco) yseleccionaremos las ms desarro-lladas. Debemos tener en cuenta quecada una aloja de 2 a 6 semillas, y quesu reproduccin va a ser complicada,por lo cual cogeremos las pocas quenos hagan falta, para dejar una buena

    cuota para sus consumidores legti-mos: aves y pequeos carnvoros, acuya accin debemos numerosos plan-tones de sabina.

    Muchas de las semillas estarnvanas, no habrn desarrollado suembrin, y deberemos desecharlasposteriormente. No olvidis estasfuturas prdidas para calcular eltamao de vuestra cosecha particular.

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    4 Las pinceas

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    Pinos pioneros

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    4 1Pinopionero(pinuspine

    DENOMINACIONES

    Pino pionero, pino de Roma, pinodoncel, pino pinero, pino real, pinobueno, pino manso, pino de tierra, pinode nuez, pino albar.

    DESCRIPCIN

    Pino robusto de hasta 30 metros,de caracterstica copa redondeada,aparasolada, con forma de seta.Tronco recto y macizo, con gruesasplacas pardo-rojizas. Acculas verdesagrupadas de dos en dos mediante unapequea vaina, de hasta 20 cms, no

    punzantes. Pias de gran tamao, glo-bosas y pardo-rojizas, que tardan tres

    aos en madurar.

    DISTRIBUCIN

    Especie sumamente representativadel suroeste madrileo y de la prolon-gacin de esta comarca en las provin-cias de Toledo y vila. En torno a laspantanos de San Juan y Picadas, desdeValdemaqueda en el norte aCenicientos en el extremo SO, seextiende un enorme manto forestalaraado aqu y all por los recurrentes

    Recientes estudios han demostrado que el pino pionero forma parte de nuestra flora desdeel Plioceno

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    incendios que se vienen dando en lazona, monopolizado por el pinopionero y la encina, creyndosedurante mucho tiempo que slo a losromanos debamos la presencia de tan

    bella especie.

    Sin embargo y como ha ocurrido conotras coniferas, los estudios polnicosdemuestran que este pino estaba pre-

    sente en nuestra flora desde elPlioceno, y que su presencia en estascomarcas es totalmente natural, si

    bien la extensin ocupada (previa-mente ceida a las laderas escarpadas

    y pedregosas que son tan frecuentesen esta zona de cerros granticos) hasido ampliada por la mano del hombre.

    Aunque existe en el resto de lacomunidad, su presenciano parece natural, y soloen algunos casos seplantea que pudiera serautctona (Boadilla delMonte). Su adaptacin alclima mediterrneo y labelleza de su porte

    aparasolado le han otor-gado una amplia repre-sentacin en las refo-restaciones llevadas acabo en el ltimo siglo.

    Uno de los pinares msrepresentativos de laespecie en la comunidad,

    donde se dan visos deespontaneidad, es el de lasCabreras de San Martnde Valdeiglesias, dondevegeta un pie de ms de200 aos entre encinas,alcornoques, madroos,labirnagos conformandoun bosque realmente origi-nal dentro de la naturalezamadrilea.

    Es el pino pioneroespecie que frecuentasuelos cidos, estando

    especialmente adaptado a suelosarenosos, incluso a dunas mviles comosucede en los famosos corrales de

    Doana. Requiere una buena ilumi-nacin, y prefiere altitudes mode-radas, alcanzando los 1000 metros de

    Un robusto pino pionero, en el monte de Valdelatas

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    altitud. Huye de las heladas fuertes yfrecuenta medios mediterrneos deveranos clidos y escasas precipita-ciones que, en nuestra comunidad, sesitan entre los 450 y los 600

    mm/anuales.Hoy en da nuestros pinares depionero albergan la fauna ms ame-nazada de la CAM: guilas imperiales,cigeas negras, buitres negros o elortptero Saga Pedo. Un motivo mspara perpetuarlos.

    RECOGIDA DEL PIN

    Para reproducir a esta especienecesitamos hacernos con sus codicia-dos piones, que sin duda habremosdegustado alguna vez, y que se utilizanen confiteras, guisos y embutidos.

    Cada pia madura (de color pardo)

    tiene ms de medio centenar de esca-mas (brcteas), y en cada una de ellasse alojan dos ricos piones.

    Al contrario de otras especies depino, el pionero disemina sus pionesen otoo (septiembre-noviembre),poca en la que debemos acercarnos aestas arboledas. Tambin es posibleencontrar el pin en primavera-vera-no dentro de la pia, pero podemosesperar a que el rbol nos ofrezca suspiones si no queremos complicaciones.

    Elegiremos buenos pies pararecolectar las pias, teniendo en cuen-ta que este pino empieza a fructificara los 30 aos y que la mayora de lospies tienen su etapa ms productiva

    entre los 40-80 aos, edades en lasque puede alcanzar los 15 metros. Enbosques naturales no tendremos pro-

    blemas para localizar pies maduros quese adecen a lo que estamos buscando.Siempre obtendremos las pias destos, garantizando de esta manera lapureza gentica de nuestra flora.

    Incluso hay algunos pinos singulares,como el llamado Carretero en las cer-canas de la Pea de Cadalso, de loscuales se viene seleccionando pinpara lograr buena planta.

    Recogeremos las pias al pie o delpropio rbol, varendolo, como se hacetradicionalmente con el gorguz, unalarga vara an usada en el suroeste

    madrileo. stas son de gran tamao ypardo-rojizas. No debemos con-fundirlas con las enormes y punzantespias del pino resinero (pinuspinaster), especie tambin frecuenteen los montes madrileos, que nosobsequia con piones mucho menores ydotados de una larga ala para ser di-

    seminados por el viento.Abriremos las escamas manual-mente, aunque si recogemos la pia enotro momento o tenemos problemascon ella siempre podremos secarla apleno sol, abrindose sola con el pasodel tiempo.

    Mantenindolas en casa e inducien-do su abertura, colocadas a pleno sol,tendremos que esperar entre 2-10semanas para que se abran.

    Obtendramos el mismo resultadocon la accin del fuego, debido a laadaptacin de la especie a los incen-dios recurrentes del clima mediterr-neo. A veces se usan hornos, a 45-50C, para abrir las pias y obtener el

    pin.Extrados los piones deberemos

    tener en cuenta:

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    Los piones tienen un remedo de alaque debe retirarse, quedando adheri-

    da una parte a la base. Esa parte nodebe quitarse porque si lo hiciramospodramos daar la semilla. Los piones elegidos deben ser loms grande posibles, en torno a los15-20 mm. Cuantas ms reservastengan ms se desarrollar nuestrobrinzal en los primeros aos.

    Que no sufran daos mecnicos,frecuentes si recogemos la pia ylos piones en pistas y senderos.

    No deben presen-tar el ataque dehongos. El pin debeestar maduro. En

    principio son pardo-rojizos pero en lamadurez se tornannegruzcos, despren-diendo un polvomarrn. El pin debe serviable. Algunos es-tn vacos por ata-

    ques fngicos, yhabr que dese-charlos. No hace faltapelar el pin. En lacercana provinciade vila se encuen-tra la subespecie

    Fragilis, que se ca-racteriza por pre-sentar una cscaramuy blanda que seretira fcilmentecon el dedo.

    Obtenidos los piones, nosaprestaremos a su semillado oplantacin.

    SEMILLADO

    El semillado es una operacin senci-lla que solo requerir el pin y algnutensilio para hacer pequeos agujeros

    en los que introducir las semillas,sirvindonos para este menester unsimple palo. Deberemos elegir correc-

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    tamente la poca de nuestro semilladoy el lugar en el que queremos actuar.

    El clima de nuestra comunidad invitaa realizar las siembras en otoo, trasrecoger el pin. Es posible incluso

    semillar in situ en el lugar de recogi-da. Si semillamos en otras pocas esrecomendable hacerlo dentro del perio-do de reposo vegetativo, que seextiende hasta finales de invierno.

    Semillaremos el pin despus de larecogida, si el suelo ya tiene el sufi-ciente tempero para recibirlo. De noser as esperaremos a que las lluvias

    aporten la humedad necesaria. No espreciso abrirlo con anterioridad.

    Elegiremos una zona adecuada en laque el pino tenga visos de serautctono. De nada servir propagar laespecie si no lo hacemos en el lugarpropicio. Los emplazamientos afecta-dos por desafortunados incendios en

    el suroeste madrileo pueden ser unexcelente campo de trabajo.Es importante que la zona elegida

    no sufra fuertes ataques de proce-sionaria u otras plagas forestales que,en condiciones naturales, se autorre-gulan y conviven con su planta nutricia,pero que en ciertos casos produce ele-vadas mortandades.

    Debemos ser previsores y pensar enel gran tamao que esta especie puedealcanzar antes de elegir el emplaza-miento (de hecho se dice que es el ras-cacielos del monte mediterrneo, delque dan buena cuenta las numerosasrapaces que lo eligen para crar).

    Desecharemos zonas de fuerte

    regeneracin del encinar, ya que lapujanza de esta especie podra desalo-

    jar rpidamente a nuestros pinos.

    Semillaremos en zonas de altitudmoderada y sustrato arenoso. Siemprea plena luz, pues esta confera es pio-nera en la dinmica forestal y solocrece en condiciones de plena lumi-

    nosidad. Rechazaremos lugares exce-sivamente hmedos o encharcadizos.Los terrenos rocosos o de mal suelocomplicarn el arraigo de la planta,pero no debemos desecharlos, quizses precisamente en ellos donde debe-mos perseverar. Sin embargo esinnegable que cuanto mejor sea elsuelo mayores probabilidades de

    arraigo tendrn los futuros pimpollos.Listos ya para semillar, haremos

    pequeos agujeros con algn utensilioo empujaremos simplemente con eldedo. Depositaremos los piones deuno en uno en posicin horizontal y auna profundidad de 1-1'5 veces eldimetro del pin. Taparemos y com-

    pactaremos el terreno ligeramente. Esposible hacer un mini-alcorque, dejan-do la tierra compactada ligeramentehundida respecto al terreno, facilitan-do as el agua disponible para la futuraplntula.

    A finales de primavera del ao si-guiente, los pimpollos que rompern elsuelo cerrarn el ciclo y darn por ter-minada nuestra tarea.

    PLANTACIN

    Recogidos los piones, podemosoptar por su plantacin para obtenerdirectamente la planta y reforestarla

    a nuestro gusto al ao siguiente.Elegiremos un envase de 15-20 cms

    de profundidad, que impida el posible

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    enrollamiento de la raz. Suelen usarsetetra-briks o bandejas forestales dealveolos, a la venta en algunos viveros.

    El envase debe estar al aire libre ypreferiblemente a pleno sol, con orien-

    taciones Sur y Oeste, aunque puedeaceptar otras. Si la insolacin no essuficiente la planta se ahilar quedan-do dbil e inservible para su uso enreforestaciones.

    Rellenaremos con sustrato hasta elextremo superior. La tierra debeestar suelta y el PH debe ser neutro ocido (la mayora de los que se venden

    son de PH neutro). Colocaremos 1-2piones a 1cm de profundidad.

    Regaremos frecuentemente sin lle-gar a encharcar jams los envases.

    En primavera germinarn los pim-pollos, levantando el pin con suscotiledones. Poco a poco cogerntamao y se endurecern. En mayo-

    junio ya tendremos planta con buencepelln y lista para ser transplantadaal campo, con un tamao que debe ron-dar entre los 10-20 cms.

    Es preferible realizar la plantacinen otoo. Las clidas estaciones queelige esta pincea en nuestra comu-nidad aconsejan realizar las planta-ciones en esta poca, permitiendo alplantn desarrollarse ms tiempoantes de la severa y rigurosa sequaestival.

    As pues, la planta pasar el veranoen el envase, poca en la que intensifi-caremos los riegos, sin llegar a ser

    excesivos. Es bueno que nuestras plan-tas comiencen a adaptarse a loscalores y sequas que luego tendrnque superar a lo largo de siglos deexistencia.

    Ya en el campo elegimos el lugar ynos disponemos a realizar la plan-tacin, con la ayuda de una azada osimilar. Seguiremos los pasos estipula-dos abriendo un hoyo de 40x40x40cms. A la hora de cubrir el suelo delalcorque podemos utilizar las abun-dantes pias cadas en este tipo debosques.

    Como cuidados posteriores, aunqueesta especie soporta bien la cancula,podemos aportar riegos en verano, quesiempre son beneficiosos. Tambinhabr que recalzar si la planta sufredaos por efecto de la fauna. En estaespecie es especialmente recomen-dable el tutorado, sujetando la planta a

    dos varas o tutores, ya que de esta ma-nera se le protege frente a los vientosbregos de nuestra comunidad, respon-sables del fracaso en el crecimiento demuchas de nuestras plantas.

    Si finalmente prosperan, nuestrospimpollos crecern con rapidez. Enbuenas condiciones pueden alcanzartamaos nada desdeables, con 20 cmde dimetro y 6 metros de altura en25 aos. No obstante en condicionesnormales alcanza unos 9 metros con 60aos. Todo un acicate para recuperarel ms mediterrneo de nuestrospinares.

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    4.2Pinosilvestre

    pnus

    sylv str s

    var.iberica

    DENOMINACIONES

    Pino silvestre, por ser descrito porel sueco Linneo y ser el nico pinoautctono en Suecia; pino albar, pinode Valsan, por su gran desarrollo en elmagnfico bosque segoviano del mismonombre; pino rojo, aznallo, pino berme-

    jo, pino royo, pino de Flandes, pinoblanquillo, pino serrano, en la cercanasierra de Gredos, y pino cortezuelo.

    DESCRIPCIN

    Pino de fuste cilndrico, capaz dealcanzar alturas de 30-40 metros.Tronco asalmonado, de un bonito color

    anaranjado en las partes superiores.La corteza se desprende en lminaspardo-rojizas. Las acculas son espe-cialmente cortas, entre 3 y 7 cms, y leotorgan al rbol un color azulado/glau-co. Florece a finales de primavera,creando su polen las conocidas lluviasde azufre. Pias pequeas y cnicas.

    DISTRIBUCIN

    Algunos rboles estn indisoluble-mente ligados a un paisaje. Cuando losmadrileos, vidos de aire libre, sepierden por los bellos senderos deCercedilla, de los puertos deNavacerrada y Cotos, o del segovianobosque de Valsan, su principal com-

    paero no es otro que el pino silvestre,

    que mantiene en la sierra deGuadarrama algunas de sus mejoresmasas peninsulares, erigindose en suprincipal estandarte arbreo.

    Sin embargo, esta confera no siem-pre tuvo buena prensa. Expandida yapor los romanos, las inadecuadasreforestaciones que a principio delsiglo XX se realizaron con ella hanaumentado considerablemente lasuperficie de estos pinares, en detri-mento de robledales y dems forma-ciones autctonas, dueas por derechode aquellos parajes de los que fuerondesalojadas.

    Este aumento artificial llev a pen-sar que el pino silvestre no creca de

    manera natural en nuestras montaas.Estudios de plenes fsiles en lasturberas del Guadarrama handemostrado el carcter natural de laespecie, que deba extenderse de ma-nera ininterrumpida por las altas ver-tientes montaosas desde el puerto dela Cruz Verde hasta, al menos, los de

    Navafria y Morcuera. Algunos pinosincluso conservan ciertos caractereshbridos con el Pinus uncinata, especieque desapareci hace miles de aos delSistema Central.

    Los pinares naturales debieron si-tuarse por encima de los 1600-1700metros, alcanzando los 2100 en elmacizo de Siete Picos (o los 2380 mtsen pies sueltos en la cumbre mas altade la comunidad, Pealara), soportando

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    temperaturas que, en lo ms crudo delinvierno, pueden bajar de -10C. Hoyaparecen magnificas masas por encimade los 1200-1300 metros, normal-

    mente en terrenos araados al ro-bledal. Se diferencian claramente delos monocultivos (por desgracia, fre-cuentes), en los que los rboles tienenla misma edad, se distribuyen enhileras y sufren frecuentemente losperniciosos efectos de la procesio-naria y otras plagas forestales.

    El pino silvestre alcanza fabulososportes de hasta 40 metros en zonasbajas de buenos suelos, situndose suptimo a los 1500 mts. En las zonas

    altas que le corresponden, de peorescondiciones, su porte es tortuoso, cas-tigado por vientos y celliscas.

    Es especie de luz, que gusta de cli-mas fros de veranos frescos. Es fre-cuente integrante de los bosques deconferas de la taiga europea. Alcanza

    mayor desarrollo en las umbras, peroaparece en todas las exposiciones.Necesita generosas precipitacionesque, en nuestra comunidad, son delorden de 800-1000 mm. En cuanto alos suelos, medra sobre los raquticosrnker de la alta montaa carpetana, yadquieren mayor desarrollo los pinaresque vegetan sobre granitos frente alos que lo hacen sobre gneises.

    Los mejores montes de la especieson los situados entre Cercedilla y

    Rascafra (dando cobijo a la una de lasdos colonias de buitre negro presentesen el Sistema Central), y los del Puerto

    En la cara sur de la Cuerda Larga y en La Pedriza se encuentran grandes ejemplares moldeadospor el viento

    E.R

    .B.

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    de Navafra. Los pies mas viejos, dehasta 500 aos de edad, subsisten enSiete Picos, solanas de Cuerda Larga yLa Pedriza. En este ltimo paraje seencuentran ms de un centenar de pies

    centenarios de hasta cuatro metros depermetro, retorcidos por el viento osurgiendo entre las rocas sin apenassuelo al que aferrarse. El pino msfamoso es el de la Cadena, en el vallede Navalmedio. Ante la muerte de unfamiliar que frecuentaba la compaade tan bello rbol, una persona compreste pino y le coloc una cadena en

    memoria del fallecido, a la cual se levan cambiando los eslabones a medidaque el crecimiento del rbol lorequiere.

    RECOGIDA DEL PIN

    En las pequeas pias pardo-amari-llentas o pardo-rojizas de estaconfera, que tardan dos aos enmadurar, se esconden los piones quedebemos recoger para perpetuar estaespecie.

    Entre Diciembre y Marzo, en plenapoca invernal, disemina sus piones ala-dos el pino silvestre, aunque tambin esposible encontrarlos en otoo dentro delas pias. Es en los das soleados y anti-ciclnicos que se dan tras las grandesnevadas tan propias de estas fechas enlas montaas de la Comunidad, cuando esms cuantiosa la cosecha de nuestraconfera. Otra opcin sera recoger lapia en otoo y extraer la semilla por

    secado o flotacin. Para secarla podra-mos ponerla a pleno sol y esperar a suapertura con el paso de varias semanas.

    Especie vecera, no nos ofrecer lamisma cantidad de semilla todos losaos. De cada siete aos, slo dos sue-len ser buenos y en algunos apenasencontraremos piones. Al parecer, en

    los pinares que nos ocupan suele haberuna cosecha abundante cada tres aosque, sin duda, debemos aprovechar.

    A la hora de elegir un pinar paraaprovisionarnos de piones, debemostener en cuenta la proximidad de stecon la zona que queremos repoblar,aunque la relativa homogeneidad deestas masas nos permitir pasearnos

    por aquel pinar guadarrmico que msnos atraiga, siempre y cuando se tratede una masa madura y autctona. En elcaso de pinares en los que se con-

    juguen reforestaciones y pinosautctonos (como sucede en la Jarosa,la solana de la Cuerda Larga o en LaPedriza, donde adems los pinos cen-

    tenarios supervivientes tienen unritidoma rojizo caracterstico) debe-remos elegir siempre la simiente deestos ltimos, ya que en algunas refor-estaciones se lleg a utilizar pinoalemn, que se aleja del genuinamentemadrileo Pinus sylvestrisvar. iberica.

    Comienzan a producir pin a partirde los 15 aos, pero es a partir de los40 cuando empieza su mejor poca. Sereputan como los ms fructferosaqullos que conservan mayor porcinde tronco con ese color anaranjadoque les caracteriza. En cualquier pistaque surque los pinares deNavacerrada, Cercedilla, Navafria yCotos, en un ao normal, no ser difcil

    encontrar multitud de pionestapizando la nieve. En aras de la mejo-ra gentica de nuestros montes selec-

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    cionaremos la simiente de aquellos piesms sanos y mejor conformados y,preferiblemente, de los que pertenecena la supuesta raza noble del Guada-rrama, los cuales exhiben una flor mas-

    culina prpura, no amarilla. La eleccinde rboles catalogados singulares es unabuena posibilidad al respecto.

    Escogidos los pinos de los que nosvamos a aprovisionar, nos disponemos arecoger el pin.. Recolectamos a manolos piones del mismo suelo. Existe laalternativa de colocar una lona o simi-lar debajo del rbol padre durante

    unas horas, para recoger el pin dise-minado en dicho lapso de tiempo.

    El abrupto medio que ocupa estapincea y las duras fechas en las quese recolecta su pin deben llevarnos ala prudencia, ya que un bello paisajenevado puede ocultar peligros como elhielo o la niebla, que pueden aguarnos

    una bella jornada en el campo.Evitaremos los das ventosos o degrandes nevadas.

    El pequeo pin pardo oscuro, queporta una larga ala, debe cumplir unaserie de requisitos:

    Un mnimo de 4 gramos de peso.Elegiremos los piones de mayortamao. Debe ser viable (al apretarlodebemos notar que la semilla estadentro). Algunos estudios hablan deun porcentaje en torno al 25% desemillas no viables, pero este datoest sujeto a muchas variaciones. Preferentemente, llevar poco

    tiempo en el suelo y no presentardaos mecnicos por accin de losanimales o por pisoteo.

    Buen estado fitosanitario, esdecir, que no est afectado porhongos.No recogeremos ms piones de losque necesitamos. Aves tan carac-

    tersticas como piquituertos ylganos dependen de estas cose-chas para sobrevivir en el invierno.

    Una vez recogidos debemos retirarel ala que portan, y prepararnos parasemillarlos o plantarlos.

    SEMILLADO

    Mtodo rpido, cmodo y eficaz dereforestar los montes madrileos contan bella especie.

    La poca ms apropiada para elsemillado del pino silvestre es la com-prendida entre octubre y marzo. En las

    altas vertientes montaosas en las quevegetan estos pinos es ms aconse-

    jable la siembra a finales del inviernoy principios de la primavera, tras larecogida del pin, ya que las heladasson muy severas y persistentes, y elverano tarda mucho en manifestarse,dndole tiempo a los nuevos pimpollos adesarrollarse.

    Sembraremos los piones en una zonailuminada en la que las futuras plntulasapenas reciban una ligera cubierta Sonreas apropiadas las altas laderas delGuadarrama inmersas en el pisooromediterraneo, por encima de los 1700metros de altitud, y con baja coberturade otras especies que puedan ahogar

    nuestras futuras plntulas con su som-bra. Elegiremos preferentemente luga-res en