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malaideacuadernos d

e reflexión

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malaidea: cuadernos de reflexiónNúmero 1, junio 2011Quito-EcuadorISSN

Consejo editorialCarlos CeliKintia MorenoPaola SánchezSoledad Chalco

Equipo de apoyoTomás Quevedo

Lector externoMario Unda

EdiciónJeanneth CervantesJosé Ignacio López VigilMaría Fernanda Auz

Portada Oscar León/Gonzalo Sánchez

DiseñoFabrizio Moreno Salas

Los artículos presentados en esta publicaciónno representan necesariamente la visión delConsejo Editorial, sin embargo correspondena la línea editorial de malaidea. El contenido delos artículos es responsabilidad de los autores.

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Impresión: Gráficas SilvaMallorca N24-257 y Güipúzcoa, Quito

Se autoriza la reproducción total o parcial delos contenidos de esta publicación siempreque se cite expresamente la fuente.

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Alejandro Moreano es uno de losprincipales representantes delpensamiento crítico ecuatoriano.

Catedrático de la Universidad Centraldel Ecuador y de la Universidad AndinaSimón Bolívar. Su novela El devastado jar-dín del paraíso recibió en 1990 el PremioÚnico de la Primera Bienal de novela. Suensayo El Apocalipsis Perpetuo fue fina-lista en el Premio Internacional Ana-grama de Ensayo, España. Ha realizadoimportantes estudios sobre las proble-máticas sociales, políticas, culturales delEcuador y de América Latina. Sus últi-mos ensayos han aportado a la discusiónsobre las implicaciones del neolibera-lismo en el ámbito de la cultura y de lavida cotidiana.

Ciudadanía

El actual gobierno se ha posicionado

desde el uso de una categoría clave, Re-

volución-Ciudadana, ¿Qué encierra esta

definición?

Es conocido que, en los comienzos de lacampaña para la presidencia de RafaelCorrea, existió una discusión sobre cuálsería el slogan fundamental. Alguno delos partidarios –me parece que Carlos dela Torre Reyes fue uno de ellos–, planteóla propuesta de revolución democrática orevolución popular. Había que entenderque nos movíamos en el marco de un dis-curso de izquierda; y para ésta, elegir lacategoría de revolución democrática espostular no una transformación hacia elsocialismo sino cambios estructurales re-feridos a la cuestión agraria, a la soberaníanacional, etc.

Sin embargo, Rafael Correa y otros diri-gentes impusieron el slogan de revoluciónciudadana. El nuevo slogan implicó no sólouna modificación de términos sino uncambio a nivel ideológico, porque des-cartó el discurso de izquierda y sobrepusoel discurso liberal. De hecho la definiciónde revolución ciudadana ya era una cate-gorización en otro discurso que venía ge-nerándose desde antes, y que con Corealogró su aceptación, su plenitud.

1 Entrevista realizada en Quito el mes de abril de 2011, previa a la Consulta Popular del 7 de mayo.

Entrevista a Alejandro Moreano1

iudadanía¿vieja política clientelar?

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sía productiva y comercial que se con-vierta en sustento político del sistema.

La condición de ciudadanía viene a susti-tuir a la de informales, apelando a la exclu-sión política y económica del Estado quesufren los sectores populares urbanos. Poreso es que la acepción de ciudadanía está li-gada a las categorías de exclusión e inclu-sión sociales y de participación política. Elgobierno de Correa ha sido muy enfático en

definir su política socialen términos de inclusión,por eso creó un ministeriocon ese nombre.

En un tercer nivel, la cate-goría de ciudadano ex-cluye a las de pueblo,movimientos sociales ysectores populares orga-nizados. En la Revolu-ción Francesa, lainvocación a la ciudada-nía reconocía derechossociales y políticos que nohabían existido en cien-tos, miles de años de mo-narquía. En el Ecuador dehoy, se excluye la activaparticipación política que

los pueblos indios, corrientes ecologistas,movimientos de mujeres y otros sectoreshan tenido en las últimas décadas.

¿Cuáles serían las particularidades de laconstrucción de la idea de ciudadaníadel Gobierno?

En el lenguaje común se expresa un ima-ginario social muy claro: hay pueblos in-dios, sectores populares, capas medias yla burguesía. No hay una categoría englo-bante. En nuestros países es muy singular

En el discurso de Correa: ¿Qué implicala categoría de ciudadanía?

Hay tres niveles de significación. El pri-mero es el clásico del pensamiento libe-ral: los individuos, portadores deintereses privados en la sociedad, devie-nen en ciudadanos a través del ejerciciode los derechos políticos –en particular eldel sufragio–, mediante los cuales se re-lacionan con el Estado, expresión del in-terés general.

En un segundo nivel, lacategoría de ciudadanía:en las condiciones con-cretas de la vida políticade América Latina y deEcuador, ésta viene a seruna especie de versiónpolítica posneoliberal dela categoría de margina-dos e informales que lavieja Democracia Cris-tiana de los 60 y 70 uti-lizó para designar a lossectores populares urba-nos. ¿Qué quería decirmarginados? Los queestán relegados del des-arrollo económico y delos servicios del Estado. Tal calidad ape-laba a un discurso político que postulaba,por un lado, el desarrollo económico in-dustrial; y por el otro la ampliación de losservicios del Estado a toda la sociedad.

En el neoliberalismo, esta categoría quedóa un lado y fue sustituida por la de infor-males, por la de microempresarios, quealude a una política distinta por la que elEstado da créditos a ciertos sectores po-pulares para formar una pequeña burgue-

“La condición deciudadanía vienea sustituir a la de

informales,apelando a la

exclusión políticay económica del

Estado que sufrenlos sectorespopularesurbanos.”

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de Correa postula una relación directa delos ciudadanos como realidad global y elpoder representado en el Presidente. En eldiscurso del Gobierno, los partidos no tie-nen mucha validez, aunque formal y jurí-dicamente se admita su existencia, en lapráctica es evidente que no se trabaja porun régimen de partidos, tal como ocurriócon la Constitución de 1978.

Ahora bien, la descomposición de la “par-tidocracia” viene casi desde que se ins-tauró el régimen de partidos en laConstitución de 1978. La década de los 90fue la de su vertiginoso derrumbe. Y enesa misma década, los llamados movi-mientos sociales, en especial los pueblosindios, tomaron de alguna manera el re-levo de los partidos en la función de me-diación política entre el pueblo y elEstado. De la misma manera, las organi-zaciones empresariales y los grandes me-dios de comunicación política ocuparon ellugar que fueron dejando vacante los Par-tidos de derecha. Una suerte de anarcosin-dicalismo general de todas las clases

Tal es la base del “corporativismo” quecensuran ciertos medios académicos y Co-rrea. Uno de los objetivos cardinales delactual gobierno es la desaparición del rolprotagónico que han jugado los movi-mientos sociales en el Ecuador. Lo que lla-man “descorporativización”.

¿Existe el proyecto de ciudadanizar a lospueblos indígenas como parte de esteproceso de descorporativización?

La política del Gobierno se halla enfiladaen contra de la CONAIE, las organizacio-nes ecologistas, incluso en contra de la FE-NOCIN que forma parte del partido

que pueblo no sea una categoría universal.Por ejemplo: si dices pueblo francés te re-fieres a toda la sociedad francesa. Contra-rio, en el Ecuador la categoría de puebloes restringida, se limita principalmente alos sectores populares urbanos.

Ciudadanía pretende ser la categoría queabarque a toda la población, pero a la parse funda en la exclusión y rechazo de todoslos conjuntos sociales vivos y actuantes. Seles reconoce su validez en el terreno reivin-dicativo, pero no se les reconoce legitimi-dad política y se acusa permanentementea las organizaciones sociales de defenderintereses particulares sacrificando el interésgeneral. Precisamente en eso radica la tesisdel corporativismo, anatemizada por cier-tos sociólogos y por el Gobierno. Ésta esuna tesis muy endeble, falaz; pero funcionaen los medios académicos, en los mediospolíticos y Correa se vale de ella para legi-timarse.

Insistimos: el discurso liberal de Correaplantea que el Estado y su expresión polí-tica, en este caso el presidente de la repú-blica, encarna los intereses generales de lasociedad y de todos los ciudadanos. Estarelación poder-ciudadanía, según Correa,va en contra de los intereses corporativos,de los intereses particulares.

En su primera fase, la acepción de Correase dirigió contra la “partidocracia”. Los par-tidos en el Ecuador, lejos de ser los media-dores entre los intereses ciudadanos y elinterés general, según el esquema liberal,devinieron en trincas de intereses particu-lares, desprestigiándose ante la sociedad.

En condiciones de descrédito y derrumbede la llamada “partidocracia”, el modelo

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Socialista que apoya al Gobierno. En unaentrevista en Venezuela con Telesur, elpresidente Correa dijo que el enemigo desu gobierno ya no es la derecha que, ensus palabras, está muy debilitada. ¿Dedónde viene el peligro? “De nosotros mis-mos –insistió–, de nuestras contradiccio-nes internas”. El peligro central es “elecologismo infantil, el indigenismo infan-til, el izquierdismo infantil”. Al hacer esadeclaración, Correa estaba señalando alenfrentamiento con los pueblos indios ylos trabajadores como la dinámica políticacentral.

La criminalización de la lucha social hasido uno de los mecanismos heredadosdel periodo de Bush. El rechazo a la con-sulta previa, la persistencia en los progra-mas de minería, entre otros. Y en laperspectiva del debilitamiento de la CO-NAIE y las direcciones campesinas, la re-lación directa con las bases campesinas esel método cardinal.

Esa relación directa ¿Sería la “ciudadani-zación” de los pueblos indios que Uds.preguntan? Lo dudo. Sin duda ese es elproyecto del Gobierno. Pero ¿Cuál es sudinámica real?

Ciudadanía y descorporativización

Frente a esta característica de la construc-ción de ciudadanía ¿Cuáles crees que sonlas implicaciones políticas de la descor-porativización del Estado para las organi-zaciones y los movimientos sociales?

Convienen ciertas aclaraciones. En Amé-rica Latina hay una situación peculiar:una realidad donde imperan las formas

de explotación basadas en la plusvalía ab-soluta o en la sobrexplotación del trabajo,con poco desarrollo tecnológico produc-tivo, lo que no permite la estabilización deun régimen democrático burgués clásico.

En tales condiciones, en América Latinalas luchas sociales no tienden a expresarsea través de estructuras partidistas, las re-basan y se vuelven directamente luchaspolíticas. Quizá el Cono Sur puede ser laexcepción ya que en ellos –en Chile y Uru-guay en especial– los partidos de iz-quierda han conducido la lucha políticade masas. El origen de esa excepción debeencontrarse en su desarrollo capitalistamás avanzado y en la mayor gravitaciónde su clase obrera.

En el caso del resto de América Latina, y delEcuador, esa especie de anarcosindicalismogeneral de toda la sociedad lleva a situacio-nes de formación de embriones de poderpopular. La historia de América Latina estállena de órganos de poder popular, embrio-narios soviets. En la historia boliviana lacreación de órganos de poder popular, esuna constante desde la revolución de 1952.En el Chile de Allende se crearon los Cor-dones Industriales y los Comandos Comu-nales. En el Brasil anterior al golpe militar,amén de los trabajadores y de las LigasCampesina dirigidas por Francisco Juliaohubo rebeliones de marinos y sargentosque crearon sus propias organizaciones. EnMéxico, Adolf Gilly ha mostrado la existen-cia de comunas zapatistas en la revoluciónde las primeras décadas del siglo XX y queel EZLN ha intentado resucitar.

Para que funcione un régimen de parti-dos se requiere, digámoslo a grosso

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modo, de un sistema capitalista basadoen la plusvalía relativa, una situación queno se va a dar nunca en nuestros países.La tendencia a que las fuerzas socialesasuman acciones políticas es permanentey ningún proyecto de ciudadanía va a li-quidar eso.

Tal fenoménica liquida además la tesis dela “corporativización” de la lucha social queconfunde las huelgas gremiales por sala-rios, con la formación deórganos de poder popu-lar que intentan hacersecargo de la conducción dela sociedad.

En nuestro país, la pre-tensión de crear un régimen de partidos ala europea, a partir de la Constitución del78, fracaso estruendosamente y fue susti-tuido por la acción de la CONAIE y otrosmovimientos sociales que siempre postu-laron programas generales para toda lasociedad.

En el caso de los indios, el problema aúnes más grave pues los pueblos indiostienen a la comunidad y no a los indivi-duos como su fuente organizativa.Aquí cabe una pregunta: ¿El Gobiernode Correa promovería lo que Duran Ba-llén no pudo, esto es la libre venta detierras de las comunidades para preci-pitar su descomposición? Lo que obten-dría no sería individuos ciudadanossino miles de migrantes empobrecidosque agudizarían la miseria y la explosi-vidad urbana y miles de campesinos sintierra que entrarían inexorablemente enuna lucha al modo de los “sin tierra” delBrasil y Paraguay.

Bajo el ropaje de la tesis de la ciudadaníalo que se propone es la vieja política clien-telar, que sin duda le ha dado réditos alGobierno gracias a una mejoría de las po-líticas sociales, subsidios, construcción devías, programas de educación, de salud.Correa no va a las comunidades y trata in-dividualmente a los individuos-ciudada-nos, va y trata con las comunidades, y supopularidad viene de ahí, no de una polí-tica ciudadana.

Los pueblos indios seguirán desarro-llando luchas que se transformen en lu-chas políticas y el discurso de Correa nova a modificar las estructuras; lograráconsolidar una cierta popularidad pero noconseguirá cambiar radicalmente el pro-ceso o eliminar las formas organizativasde los distintos conjuntos sociales. Creoque ésta es una pelea coyuntural que nova a trascender.

Ahora a nivel de discurso mediático, nose puede negar que este discurso ha cap-tado esferas de la población que no sola-mente son clases medias, sino las clasespopulares. ¿En esa medida este discursosi bien es descorporativizador, pretendegenerar algún tipo de tejido social?

La “ciudadanía” tiene otra cara que meparece importante; en Telesur siempreaparece una imagen de Bolivia donde losindios dicen: ahora si somos algo, nos sen-timos parte del país, ahora decidimos. En

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“Bajo el ropaje de la tesis de laciudadanía lo que se propone es la

vieja política clientelar...”

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ese sentido Correa ha logrado que am-plios sectores de la sociedad se sientan in-corporados a la vida política, se sientanreconocidos como interlocutores del go-bierno, lo vean como una expresión suya.Ese sería, sin duda alguna, un compo-nente de esta “ciudadanización”–ideoló-gica que no real– que el gobierno consiguepor medio de una serie de mecanismoscomo los gabinetes itinerantes.

Partamos de un marco general: el neolibe-ralismo en Ecuador fue uno de los másduros en ciertos niveles; los gastos socialesen educación y salud bajaron drástica-mente. La política de Correa, como la detodos los gobiernos actuales en AméricaLatina, de volver a la época del desarro-llismo de los 70 y restablecer el poder, lacapacidad y la inversión social del Estadotuvo para buen rato.

El neoliberalismo fue tan brutal que sola-mente recuperar lo que había en la épocade Roldós le da a Correa popularidad. Eldesarrollismo con una nueva política so-cial significa cambios en la vida de lagente, sentir que hay programas paraellos, esa es la explicación del apoyo quetiene Correa.

El retorno al desarrollismo fue parte de lafase de reformas realizadas de una u otramanera por todos los gobiernos de iz-quierda o rosados –como se los llama enla actualidad– pero ahora vienen defini-ciones más fuertes que tienen que ver conel tipo de propiedad, con el proyecto eco-nómico político. Ahí empiezan los proble-mas, los límites de este tipo de gobierno.Estamos pasando de una etapa progre-sista, a la etapa de estabilización y nego-

ciación en la cual el nuevo régimen paraasentarse negocia con las fuerzas depoder. Una vez que desarrolla las refor-mas que afectan a ciertos sectores delpoder, negocia con ellos. En esta etapa nosencontramos ahora. Con esto, es evidenteque si bien, hay un respaldo al gobiernodesde distintas capas sociales, no se ha ge-nerado un nuevo tejido social ni el go-bierno ha intentado organizarlo.

Clases medias y progresismo

¿Crees que el gobierno tiene una compo-sición de clases medias?

Algunas precisiones iniciales. En general,y más en nuestros países, el discurso de laciudadanía siempre apela a las clases me-dias, porque estas son la más aptas paraese discurso; no tienen formas organizati-vas, formas sociales, son las que más handesarrollado su situación individual en lasociedad. En el caso del Ecuador, las capasmedias son producto de la Revolución Li-beral, esta las desarrolló, las consolidó. Sise hace un análisis político del país, se en-cuentra que las capas medias han sido lasque más han presionado por un modelopolítico con un peso importante del Par-lamento y de la Corte Suprema, y con per-manentes mecanismos de vigilancia alEjecutivo. Los celebres conflictos con Ve-lasco Ibarra han partido de esa seculari-dad, llamémosla “democrática”, de lasclases medias, interesadas en mecanismosde control al Presidente. Por ejemplo elConsejo de Estado y toda una serie de or-ganismos que han defendido la autono-mía de los otros poderes.

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El otro aspecto, que a veces se lo confundecon el que acabamos de mencionar, es queen las sociedades capitalistas las clases me-dias son las administradoras del Estado.Hubo una época –la del Estado Oligár-quico en el caso del Ecuador– de la monar-quía absoluta en Europa, en que laestructura del Estado estaba dominadapor las formas aristocráticas. La aristocra-cia proveía a los oficiales, la tropa proveníade las capas medias; las cúpulas de la ad-ministración procedían de la aristocracia,los empleados de las clases medias. Peroconforme se desarrolla el capitalismo se vacreando una capa de funcionarios, de bu-rocracia, que tienen la tarea de administrarel poder y que provienen de las clases me-dias o se convierten en sus elementos cen-trales. El problema es que esas clases nodefinen a los gobiernos, el poder germinaen otro lado. En nuestros países puede quetengan una mayor gravitación que en Eu-ropa pero no son las que gestan el poder:hay que insistir en ello.

Por otra parte, los cambios de régimen po-lítico –no de gobierno– siempre se expre-san en un cambio de la estructura de laburocracia, en particular de sus cúpulas, yque se corresponde con la llamada circu-lación de las élites. De alguna manera esaestructura mantiene la unidad del poderfrente a las vicisitudes de los gobiernos.Así, el Gobierno de Galo Plaza marcó un

cambio de régimen político que se expresóen la modernización de la economía y delos aparatos del Estado que incluyeron,con asesoramiento de una Misión Nortea-mericana presidida por el Sr. Stacy Maycon el cual Plaza escribió un libro laudato-rio de la United Fruit, la creación de laJunta de Planificación, la organización delos Censos y otros instrumentos de políticaeconómica. Pues bien, el nuevo régimencontó con un equipo de política económicapresidido por el Ec. Corsino Cardenas quese mantuvo hasta fines de los 70, presenteen casi todos los gobiernos de la época. Apartir del Gobierno de Roldós que marcóel inicio de un nuevo régimen político vinootro grupo que fue el presidido por el Eco-nomista Abelardo Pachano que se man-tuvo hasta Gutiérrez.

La persistencia de esos equipos es deci-siva y sintomática. Con Rodrigo Borja ibaa surgir un nuevo grupo integrado porCornelio Merchán, Eduardo Santos, Jaime

Moncayo, entre otros,pero los EE.UU, llama-ron y le dijeron que no.Borja aceptó la presión ymantuvo el poder de Pa-chano. Con Gutiérrez semantuvo el mismo

equipo, a través de los dos Ministros deFinanzas, los famosos Mauricios.

Se hubiera entendido que Correa cons-truya un nuevo equipo conformado por fi-guras como Alberto Acosta, Diego Borja,Pedro Páez; pero luego de un intento ini-cial, la propuesta naufragó. El equipo eco-nómico del Gobierno ha sido provisional ycarente de relevancia. Esto expresa que el

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“El problema es que esas clases nodefinen a los gobiernos, el poder

germina en otro lado”

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sociedad civil internacional, los represen-tantes de las estructuras sociales para dia-logar con los gobierno. Tal fue la dinámicamundial, que se congregaba junto a lasAsambleas Generales de los Gobiernos alas ONG, como los casos de las Cumbresde la Mujer o de la Tierra.

Las ONG han ido más allá incluso, sehan convertido en uno de los vectores dela formación de los nuevos cuadros delaparato del Estado como parte de una re-novación política general. Su presenciaen la maquinaria estatal del Gobierno deCorrea es alta. De hecho lo que hay queentender, es que una vieja forma de con-trol de la sociedad, de represión, de ex-clusión, ha muerto y entramos en unanueva que comprende la inclusión social,la ciudadanía general, la germinación deformas estatales que representen a mayo-res capas de la sociedad.

Respecto al contenido central de tu pre-gunta: la inserción de la lógica privada enla lógica burocrática dado que los nuevos

funcionarios vienen en sumayoría del sector pri-vado, creo que convieneprecisar el problema.

En primer lugar, tal hasido una constante. Conel neoliberalismo ese fe-nómeno devino en glo-bal. De hecho, en losgobiernos neoliberales,anteriores a Correa, lapresencia de funcionariosde organismos interna-cionales y de la empresaprivada era muy grande.

gobierno de Correa no define un proyectoeconómico distinto, por lo que hasta aquíse sigue moviendo en el terreno clásico.

En el 78, cuya Constitución cristalizó en uncambio de régimen, la circulación de las éli-tes se dio también en la esfera política conel cambio de figuras políticas que reempla-zaron a los viejos líderes como Velasco,Ponce, Plaza o Bucaram. Así surgieron Rol-dós, Hurtado, Borja, Febres Cordero.

Los cambios de régimen que marcan uncambio de élites, establecen nuevos –o losmismos– mecanismos de formación y pro-moción de los equipos dirigentes. Porejemplo, en el periodo neoliberal, las cúpu-las de la tecno-burocracia fueron integra-das por personeros de los organismosinternacionales –recordemos el caso deleconomista Augusto de la Torre que exigióun sueldo similar al que ganaba en el FMIpara asumir la gerencia del Banco Central–, de la banca y de la empresa privada.

¿Este recambio de las élites implica la in-serción de la lógica privada en la lógicaburocrática y pública,dado que los nuevosfuncionarios vienen ensu mayoría del sectorprivado: universidades,empresas u ONG?

En la perspectiva del ne-oliberalismo, las ONGpretendían ser una espe-cie de contrapartida delaparato del Estado -la so-ciedad política en el es-quema de Gramsci- en elterrero ideológico-cultu-ral; debían conformar la

“La perspectivapolítica de Correaes construir una

maquinariaestatal

impersonal,técnica, que

funcione por símisma...”

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dana cuando la misma se gesta de otra ma-nera. La representación política se define enla lucha social, en el seno de las organiza-ciones sociales. Claro que el personalismode Correa continuamente rompe sus pro-pias reglas, tal que si la amistad con el Pre-sidente fuera un merito académico y/oprofesional.

En relación a las preferencias, para losaltos cargos, a funcionarios de institu-ciones privadas, Correa no ha hechosino continuar la política de las últimasdécadas correspondiendo a su visión deque dichos funcionarios son más eficien-tes y, sobre todo, más funcionales,menos críticos.

La concepción tecnocrática del Estadoque tiene e impulsa Correa es otro ele-mento de confrontación con la tesis delEstado Plurinacional, que tiende másbien a romper con la legitimidad tecno-crática y construyendo, una legitimidadpolítico-étnico-social. Por eso es que enla perspectiva de Correa la Plurinaciona-lidad es imposible .

¿Cuál sería la relación entre los dos pro-yectos que están plasmados en la consti-tución, la del Estado Plurinacional y lade ciudadanía?

Este es un problema extremadamentecomplejo, porque en rigor un Estado Plu-rinacional implica un cambio radical, yno se ve viabilidad efectiva. Un EstadoPlurinacional significa que, las estructu-ras indígenas forman parte del Estado,por lo que la CONAIE y otras direccionesde los pueblos indios no serían única-mente interlocutores, sino parte interna,y por ende, participarían en las decisio-

En el caso Correa, el problema tiene otrosandariveles.

La perspectiva política de Correa es con-tribuir a construir una maquinaria estatalimpersonal, técnica, que funcione por símisma, más allá de las particularidadesindividuales de sus miembros. Muchasde las singularidades que se advierten enel gobierno expresan esa pretensión detecnificar la maquinaria del Estado, deracionalizarla.

Por supuesto, este es el modelo ideal delaparato estatal capitalista: una maquina-ria profesional y absolutamente técnica,que traduzca con eficacia los intereses delcapital, que es el que realmente dirige elEstado, y los convierta en políticas con-cretas. La maquinaria performativa, fun-dada en un continuum input –larecolección de la información sobre losintereses del capital y de la sociedad ca-pitalista–, el procesamiento de la infor-mación, y output, esto es, su traducciónen políticas concretas. Tal es la utopía dela tecnocracia moderna.

La obsesión de Correa por todos los meca-nismos de la tecnocracia –programaciónpor resultados a partir de los FODA (Forta-lezas, Oportunidades, Destrezas, Amena-zas), los Programas por Competencias yotros– va en el intento de crear esta maqui-naria impersonal, que se ha convertido enuna cierta ideología del régimen y se ex-presa en la llamada “meritocracia”, es decira la maquinaria del Estado tienen que ir losmejores, los que tienen los meritos suficien-tes, académicamente, por títulos, por exá-menes. Hoy se tiende a hacer exámenes atodo, incluso para la representación ciuda-

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Lo que ocurre es que en la primera fase, lalucha contra la “partidocracia” y el pro-ceso de reconstrucción del poder de lamaquinaria estatal, medidas antineolibe-rales ambas, concitaron el fervor popularque se expresó en el apoyo mayoritario ala Asamblea Constituyente. Pero hasta allíllegó el reformismo de Correa. En ade-lante, desarrollará una línea de estabilidaddentro del capitalismo.

Por otra parte, coherente con su tesis derevolución ciudadana, el gobierno de Co-rrea, a diferencia de los gobiernos deHugo Chávez o Evo Morales, siempreimpidió todo intento de organización yde movilización social. En ese periodo, elgobierno adolecía de una suerte de me-sianismo tecnocrático: Correa era el granmesías que tiene la capacidad de resolverlos problemas. Por ejemplo, alguna vezDoris Solís, cuando estaba en la Secreta-ría de los Pueblos, planteó una negocia-ción con la CONAIE. Todos nospreguntábamos qué va a negociar, qué vaa conceder. Sin embargo para ellos, elprograma del gobierno estaba hecho, laSeñora Solís sólo iba a informar de lasventajas que los sectores sociales ten-drían con la implementación de dichoprograma. Correa jamás ha puesto endiscusión su autoridad sobre la línea deGobierno.

En la fase actual, se definen las nuevas po-líticas que tienen que ver con el modeloeconómico que pretende impulsar el go-bierno, que ya ni siquiera es consecuentecon el desarrollismo, el nacionalismo delos primeros meses y la integración latino-americana y su pertenencia al ALBA. Co-rrea se orienta hacia la minería del cobre

nes y en la organización de toda la polí-tica. La máxima medida que se ha plan-teado es el consentimiento previo, peroes mínima, muy limitada frente al con-junto de cambios que supone el EstadoPlurinacional. Ni esa pequeña medida hasido posible implementarla. ¿Cuál seríala nueva institucionalidad: gabinetes plu-rinacionales, una Cámara legislativa Plu-rinacional? Lo evidente, además, es quecon el actual Gobierno, las cosas van porotro camino.

En este recambio de la estructura del Es-tado muchos de los sectores progresistasque se quedaron en el Gobierno no hanlogrado radicalizar la propuesta de Co-rrea: ¿Por qué? ¿Es el discurso de ciuda-danía o es una incapacidad de generarorganización, una base social que man-tenga lo que se supone es el proyecto?

La respuesta tiene varios aspectos y cau-sas. En una reciente Mesa Redonda con al-gunos Asambleístas disidentes de AlianzaPaís, señalé mi desacuerdo con su pesi-mismo sobre la situación actual bajo el ar-gumento de que la política de Gobierno seorienta cada vez más a la derecha. Ese pe-simismo revela la decepción de una anti-gua esperanza, insistí. Mi convicción esdistinta: el gobierno es lo que es y su polí-tica responde a su base social, a su concep-ción política y a su proyecto histórico.

El término Revolución ciudadana lo de-fine. Nada de reformas estructurales ni decambios profundos: desarrollismo paragarantizar la inclusión mediante la recu-peración de las políticas sociales y unalínea agresiva de subsidios para garanti-zar el respaldo electoral.

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quierda puso los dere-chos sociales. Ahora bien,el discurso de los dere-chos sociales es liberal,no es un discurso radicalde izquierda revolucio-naria ni mucho menos; esel discurso de contrapesofrente al poder, porque laderecha también debetener un discurso hacia lasociedad, no puede sersólo un discurso para las

empresas. Y eso ha pegado a tal punto quesigue dominando, se sigue reclamandodesde los derechos reproductivos, dere-chossindicales, lo que sea; esto es, segui-mos dentro del discurso liberal.

A esto se añade que la izquierda, en laépoca de su derrota pos Muro de Berlín, seacostumbró a resignificar el discurso delotro, así como en los 60 y 70 era la derechala que resignificaba las categorías de iz-quierda. Por eso, seguimos empleando eldiscurso liberal de los derechos y de la ciu-dadanía, e incluso, horror de los horrores,el discurso de la libertad de expresión delos grandes mass media. En la consulta deMayo 7, hemos ido a remolque del dis-curso de la derecha sobre las libertades ci-viles. Sólo el rechazo a la minería y a lacriminalización de la lucha social conformaen la actualidad un discurso de izquierda.

Es evidente, que vivimos una etapa muycompleja en el sentido de la definición delos discursos: hay una resurrección parcialdel marxismo, hay un neoliberalismo enagonía, un discurso ambientalista pode-roso, un discurso indigenista. Vivimos en

que comprende no sóloun riesgo ambiental sinoel fin de cualquier pro-yecto de integración la-tino o sudamericana, enla medida en que el mer-cado mundial reforzaríasu condición de eje de laeconomía. Es ese pro-yecto el que le lleva a en-frentar a la CONAIE, alos sectores campesinosy a los ecologistas.

La propia izquierda, que no está dentrodel gobierno, está apelando al discursode ciudadanía. ¿Podríamos decir quehemos llegado a un punto de comodidadque seguimos apelando a la clasemedia –que está desorganizada, desmo-vilizada, sin conciencia de clase–?

Ese es mi segundo punto. La izquierda –lade adentro pero también la de afuera– haperdido orientación programática. Notiene un programa respecto a los grandesmedios de comunicación, la política econó-mica, el régimen de los agronegocios y dela soberanía alimentaria las relaciones in-ternacionales. En las discusiones que sehan dado sobre esos temas, la izquierda noha puesto su programa sobre el tapete, y seha movido por el debate entre el Gobiernoy la Derecha.

No tiene una actitud crítica frente al pro-blema de los derechos y la ciudadanía,ambas ideologías social demócratas y libe-rales. En la elaboración de la Constitucióndel 98 fue clarísimo como la derecha pusoel discurso económico, la propiedad pri-vada, la propiedad del Estado, etc., y la iz-

“...el discurso delos derechos

sociales es liberal,no es un discurso

radical deizquierda

revolucionaria nimucho menos...”

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revolucionario, por vía electoral. La re-volución concentra todo el poder en lagestión del Estado. La democracia libe-ral, en cambio, reproduce lo dado, nocambia nada; deja al aparato de estadosin poder, salvo el represivo. El ideal delos gringos para nuestros países, que seaplica en regiones de su influencia comoIrak, Afganistán o Somalia es la de “go-biernos sin Estado con fuerzas armadasextranjeras”.

Para finalizar: ¿Se está intentandoconstruir una ciudadanía nacional osigue fragmentada de forma regional yhegemonizada por Quito, Guayaquil yCuenca?

En la historia del Ecuador moderno hasido el desarrollo del aparato de Estado elque ha contrarrestado el regionalismo,desde el famoso ferrocarril de Alfaro. Ladebilidad de los gobiernos, en cambio loha favorecido. Con el neoliberalismo quepretendió reducir la intervención del Es-tado a casi cero, el regionalismo cobrófuerza. Más aún, mientras el Gobiernocentral perdía autoridad, crecía la de losMunicipios. El atrincheramiento de Fe-bres Cordero en el de Guayaquil, amena-zaba la unidad nacional. En las eleccionesde los 90, la diferencia regional se volviómuy marcada y se expresó en los líderes:Nebot o Bucaram, costeños; Borja, Hur-

una época muy compleja para formularun nuevo discurso.

Dentro de un proyecto de economía so-cialmente planificada es necesario con-trolar los medios de producción, elsistema judicial, la producción de cono-cimiento desde la universidad, etc., loque nos permita construir el procesohacia una sociedad comunista. ¿En esamedida Rafael Correa está construyendoun proyecto que se puede radicalizar?

Una de las cosas más ab-surdas que ha hecho la iz-quierda es que ha sidoganada por el discursoneoliberal, confunde ladirección de clase de ungobierno con las estructu-ras institucionales. De hecho, la derecha halogrado introducir una imagen de Correaque ha ganado a las capas medias y dirigela crítica a su Gobierno: la de un personajeautoritario que concentra el poder.

A la izquierda le conviene la concentra-ción de competencias en el Ejecutivo; siAllende pudo avanzar es porque era unsistema presidencialista. La recuperaciónpara el aparato de Estado de una serie decompetencias –el Banco Central, por ejem-plo– y presupuestos que hizo Correa esuna medida anti neoliberal. Otra cosa esal servicio de quien se coloca la acción gu-bernamental. Lo que hay que exigir es unademocratización de las instancias de ges-tión, distinguiéndola de la estructura delaparato de Estado.

Concentrar las competencias y la capa-cidad de gestión en el aparato del Es-tado es la condición para un proceso

“...el cambio de la fuerza electoral deCorrea de la Sierra a la Costa es otro

signo de su derechización.”

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gida en la sierra y en la costa. Se advierteque socialmente se quiere superar el re-gionalismo y provocar una integraciónnacional. Eso está, pero no tanto por deci-sión o política del gobierno, sino por unapresión social que quiere romper con losregionalismos tan peligrosos. De todasmaneras, el electorado de la Sierra tiendea la centroizquierda y el de la Costa a laderecha: el cambio de la fuerza electoralde Correa de la Sierra a la Costa es otrosigno de su derechización.

tado o Mahuad, serranos. Roldós, en cam-bio, la última figura del desarrollismo, fueuna imagen nacional: guayaquileño quecaía bien en la Sierra.

Tengo la impresión de que el pueblo ecua-toriano hizo un gran esfuerzo de supera-ción del regionalismo, que se expresó, porejemplo, en las figuras electorales que pre-firió: Correa y León Roldós, a la manerade Jaime Roldós, son costeños atractivosen la sierra. Gutiérrez es otro ejemplo, ori-ginario de la región amazónica tiene aco-