Maiz Trangenico Cientifico

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ROBERTO FELIPE SALAMANCA GIRÓN Cod. 261878 DIEGO ALEXANDER VELANDIA CÁRDENAS Cod. 261765 LUIS FELIPE PULIDO GUTIERREZ Cod. 423787 MAÍZ TRANSGÉNICO EN MÉXICO El artículo de Quist y Chapela de la universidad de Berkeley en 2001, asegura la presencia de ADN transgénico sobre cultivos de maíz en los montes de Oaxaca, a partir de la toma y el análisis de muestras de granos diferentes de la región mexicana. Las muestras “criollas” provenientes de sitios remotos en el municipio de Ixtlán, pretendían ser comparadas con el maíz comercial americano que, se sabía abiertamente era modificado genéticamente. Para sorpresa del mundo, las especies nativas e indígenas habían sido contaminadas con maíz genéticamente modificado. [4] [5] [6] “Un científico no sólo tiene la obligación de investigar, sino que también tiene la responsabilidad ética sobre las consecuencias de aquello que produce su ingenio.” Peter Ustinov Puntos de evaluación contra-científicos: La evidencia experimental del paper de Quist y Chapela está basada solamente en PCR (Reacción en cadena de la polimerasa: Las hebras de ADN polimerasa replican constantemente hebras de ADN, que en un proceso sucesivo amplifica una copia de un fragmento original [2]) e IPCR (Reacción inversa de polimerasa: Replicación de fibras a partir de ARN, transcripción inversa [3]), lo que origina duda sobre la validez de sus resultados, puesto que, cualquiera que haya trabajado con estas técnicas conoce la alta probabilidad de sufrir interferencias provenientes de otros artefactos, por lo que hay que tener mucho cuidado a la hora de diseñar experimentos y modelos a partir de estas técnicas. [1] A pesar de las múltiples pruebas de PCR para diferentes cadenas, sólo hay una que fue analizada por PCR e IPCR (CaMV35S), para detectar así una modificación genética recurrente. No haberlo hecho para todas las fibras, y valerse de este argumento para una comprobación científica es, sin duda, un riesgo muy grande puesto que la contaminación genética puede ser proveniente de otra fuente diferente a la planteada.[1] No se hace necesaria la utilización de técnicas de PCR, puesto que, la aseveración de Quist y Chapela se basa en polinización en una muestra de maíz criollo que tiene entre 150 y 400 granos, la cual, dado el gran nivel de contaminación, en una muestra tan pequeña de semillas, sería evidente. [1] Una marca consistente de nitrocelulosa que contuviera puntos de ADN para la identificación molecular de un componente específico de la secuencia, hubiera sido mejor aceptado y hubiera constituido una prueba fehaciente de las afirmaciones científicas. [4] La progenie (descendencia) de los maíces criollos contaminados, hubieran tenido un cambio notorio en su fenotipo en el corto plazo.[1] Los autores no hicieron ningún procedimiento previo para eliminar cualquier fuente externa contaminante diferente a la propuesta, además 40 ciclos de PCR hubieran sido suficientes para amplificar cualquier secuencia. [1]

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ROBERTO FELIPE SALAMANCA GIRÓN Cod. 261878

DIEGO ALEXANDER VELANDIA CÁRDENAS Cod. 261765

LUIS FELIPE PULIDO GUTIERREZ Cod. 423787

MAÍZ TRANSGÉNICO EN MÉXICO

El artículo de Quist y Chapela de la universidad de Berkeley en 2001, asegura la presencia de ADN

transgénico sobre cultivos de maíz en los montes de Oaxaca, a partir de la toma y el análisis de muestras

de granos diferentes de la región mexicana. Las muestras “criollas” provenientes de sitios remotos en el

municipio de Ixtlán, pretendían ser comparadas con el maíz comercial americano que, se sabía

abiertamente era modificado genéticamente. Para sorpresa del mundo, las especies nativas e indígenas

habían sido contaminadas con maíz genéticamente modificado. [4] [5] [6]

“Un científico no sólo tiene la obligación de investigar, sino que también tiene la responsabilidad ética

sobre las consecuencias de aquello que produce su ingenio.” Peter Ustinov

Puntos de evaluación contra-científicos:

La evidencia experimental del paper de Quist y Chapela está basada solamente en PCR

(Reacción en cadena de la polimerasa: Las hebras de ADN polimerasa replican constantemente

hebras de ADN, que en un proceso sucesivo amplifica una copia de un fragmento original [2]) e

IPCR (Reacción inversa de polimerasa: Replicación de fibras a partir de ARN, transcripción

inversa [3]), lo que origina duda sobre la validez de sus resultados, puesto que, cualquiera que

haya trabajado con estas técnicas conoce la alta probabilidad de sufrir interferencias

provenientes de otros artefactos, por lo que hay que tener mucho cuidado a la hora de diseñar

experimentos y modelos a partir de estas técnicas. [1]

A pesar de las múltiples pruebas de PCR para diferentes cadenas, sólo hay una que fue analizada

por PCR e IPCR (CaMV35S), para detectar así una modificación genética recurrente. No haberlo

hecho para todas las fibras, y valerse de este argumento para una comprobación científica es,

sin duda, un riesgo muy grande puesto que la contaminación genética puede ser proveniente de

otra fuente diferente a la planteada.[1]

No se hace necesaria la utilización de técnicas de PCR, puesto que, la aseveración de Quist y

Chapela se basa en polinización en una muestra de maíz criollo que tiene entre 150 y 400

granos, la cual, dado el gran nivel de contaminación, en una muestra tan pequeña de semillas,

sería evidente. [1]

Una marca consistente de nitrocelulosa que contuviera puntos de ADN para la identificación

molecular de un componente específico de la secuencia, hubiera sido mejor aceptado y hubiera

constituido una prueba fehaciente de las afirmaciones científicas. [4]

La progenie (descendencia) de los maíces criollos contaminados, hubieran tenido un cambio

notorio en su fenotipo en el corto plazo.[1]

Los autores no hicieron ningún procedimiento previo para eliminar cualquier fuente externa

contaminante diferente a la propuesta, además 40 ciclos de PCR hubieran sido suficientes para

amplificar cualquier secuencia. [1]

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Los autores debieron haber cultivado la muestra para estar seguros de que había habido un

cruce genético y de que sus resultados correspondían a la realidad, puesto que las condiciones

del suelo también hubieran podido ser las causantes de las modificaciones, además, por medio

del genotipo hubiera sido sencillo ver las reacciones positivas o negativas a la kanamycina o al

glifosfato (ej. Determinación separada de E. Coli ) [1]

Los segmentos desconocidos, provenientes de las pruebas de IPCR, fueron interpretados

aleatoriamente por los autores como la reorganización de secuencias durante la transformación

o la recombinación. Dentro de estos no se encuentra el CaMV, de dónde proviene?

Seguramente de otra muestra o de algún artefacto contaminado. La recombinación no es una

explicación satisfactoria para los hechos, puesto que, distintos cruces de todas las

combinaciones se han demostrado estables y definibles.[1]

El terminador NOS, para secuencias indefinibles, hacen dudar de la funcionalidad completa de

las muestras de CaMV que resultaron positivas. No tiene ningún sentido pensar que los

cassettes se encuentran incompletos para una introgresión. Además no hay presencia de EcoRV,

sustancia esperada después de la re-ligación. [4]

Las pruebas socializadas por las multinacionales no suelen tener en cuenta el impacto de los factores

recombinantes del maíz transgénico en el organismo a largo plazo. Las proporciones y cantidades de

proteínas producidas por una planta transgénica en comparación con su isolínea no transgénica se

pueden ver trastornadas, llevando a la planta a producir más de cierto tipo de proteínas que de otras.

[8]

La ciencia se caracteriza por estar en continuo debate sobre cualquier tema. No existen las verdades

absolutas y lo que enriquece el proceso científico es la variedad de miradas, de estudios y de posturas

que van construyendo lentamente el conocimiento. Es claro que existen reglas en las cuales se deben

soportar las investigaciones científicas y un modo claro de validar o refutar cualquier tipo de

experimento. Sin embargo, existe también otro tema problemático y es la existencia de independencia

en las investigaciones, de tal modo que los resultados no se vean afectados por elementos externos a la

cientificidad misma y beneficien intereses particulares.

Al igual que con muchos otros temas, existe una fuerte división en la comunidad científica con respecto

a los cultivos transgénicos en general y fuertemente al caso del maíz en el caso mexicano. Acá se debe

tener en cuenta que no solo se puede tener como punto de partida o como única visión la comunidad de

las ciencias “duras”, biología, medicina y similares ya que es un tema que toca todos los elementos

sociales y por tanto existe una gran cantidad de investigaciones a la luz de las ciencias sociales que

problematizan y complejizan aún más la discusión. A pesar de esto, nos centraremos en la visión médica

y biológica ya que por extensión es imposible tocar todas las demás miradas y esta, consideramos,

resulta más pertinente para el curso.

Dentro del tema del maíz transgénico encontramos que existe una gran cantidad de permisos a distintas

especies y otorgados a distintas empresas en México. Uno de estos maíces es una especie muy

controvertida debido a una investigación particular. El maíz transgénico conocido por el nombre de maíz

NK603 permiso otorgado a la empresa Monsanto y que se caracteriza por la “tolerancia al herbicida

glifosato se origina por inserción de dos copias en tándem del gen de la enzima 3-enolpiruvil-

shiquimato-5-fosfato sintasa (EPSPS), proveniente de la cepa CP4 de la bacteria del suelo Agrobacterium

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tumefaciens. La enzima EPSPS producida en esta cepa es tolerante a glifosato. Por eso, la aplicación del

herbicida en plantas que llevan este gen no afecta la síntesis de aminoácidos aromáticos y por lo tanto

tampoco el crecimiento de la planta (Consejo Argentino para la Información y el Desarrollo de la

Biotecnología).”

Con respecto a esta variedad específica de maíz se publicó en la revista especializada Food and Chemical

Toxicology publicó un estudio presidido por Séralini Affair en el cual asegura que se encontraron graves

riesgos para la salud con el consumo de transgénicos (Seralini et al, 2012), el artículo fue publicado en el

2012 en dicha revista y en su momento se consolidó como la primera evidencia científica de que los

cultivos transgénicos generan un efecto dañino en la salud debido a su consumo. Sin embargo y como se

ha venido diciendo desde el principio no tardaron las críticas a tal estudio, uno de tantos artículos que le

critican aseguran que la relevancia estadística que demuestra el estudio no tiene significancia (Panchin

2012) por lo cual no se puede afirmar a partir de él que esta variedad de maíz transgénico realmente

represente un riesgo para la salud humana.

Referencias

[1] Christou, Paul. No Credible Scientific Evidence is Presented to Support Claims that Transgenic DNA

was Introgressed into Traditional Maize Landraces in Oaxaca, Mexico. Editorial. Transgenic Research. 11:

iii–v, 2002.

[2] Reacción en cadena de la polimerasa. Wikipedia, la enciclopedia libre. Disponible en:

http://es.wikipedia.org/wiki/Reacci%C3%B3n_en_cadena_de_la_polimerasa. 4/2/2014

[3] IPCR. Wikipedia, la encyclopedia libre. Disponible en: http://fr.wikipedia.org/wiki/IPCR. 4/2/2014

[4] Rowell, Andrew. Immoral Maize - definitive account of Chapela affair. Don't Worry, It's Safe to Eat.

GM Watch. 2002.

[5] Wirz, Johannes. The Case of Mexican Maize. The nature Institute. In Context #9 (Spring, 2003, pp. 3-

5.

[6] Monbiot, George. The fake persuaders. The Guardian. UK. 14 May 2002

[7] Quist D and Chapela IH (2001) Transgenic DNA introgressed into traditional maize landraces in

Oaxaca, Mexico. Nature 414: 541–543.

[8] Ortega, R. Maíz transgénico: riesgos y beneficios. Revista Universidad de Sonora p41-43. Disponible

en: http://www.revistauniversidad.uson.mx/revistas/22-22articulo%209.pdf

[9] Seralini, G.E., Clair, E., Mesnage, R., Gress, S., Defarge, N., Malatesta, M., Hennequin, D., de

Vendomois, J.S., 2012. Long term toxicity of a Roundup herbicide and a Roundup-tolerant genetically

modified maize. Food Chem. Toxicol. Volume 50, Issue 11, November 2012, Pages 4221–4231