Maestro, escuela y vida cotidiana en Santafé colonial

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El seminario inclua una seccin especial denominada Noticias sueltas en la que daba cuenta a los suscriptores y al pblico en general, de aquellas curiosidades santafereas que pasaban desapercibidas o que tenan como nico medio de difusin, el comenta

Maestro, escuela y vida cotidiana en Santaf colonial

Jorge Orlando Castro VillarragaCarlos Ernesto Noguera R.Alberto Martnez Boom

El presente trabajo parti de los resultados del proyecto de investigacin Historia de la prctica pedaggica durante la Colonia, financiado por la Universidad Pedaggica Nacional y Colciencias. Este proyecto hizo a su vez parte del proyecto interuniversitario Hacia una historia de la prctica pedaggica en Colombia, integrado por los siguientes proyectos:

Historia de la prctica pedaggica durante la ColoniaAlberto Martnez Boom, Universidad Pedaggica Nacional

Los jesuitas como maestrosStella Restrepo Zea, Universidad Nacional de Colombia

Historia de la prctica pedaggica en el siglo XIXOlga Luca Zuluaga, Jess Alberto Echeverry, Universidad de Antioquia

Historia de la prctica pedaggica en el siglo XXHumberto Quiceno, Universidad del Valle

Abreviaturas

A.G.I.Archivo General de Indias de Sevilla (Espaa)

A.G.N.Archivo General de la Nacin

A.H.N.M.Archivo Histrico Nacional de Madrid

A.C.M.R.Archivo del Colegio Mayor del Rosario

A.E.P. Archivo Eclesistico de Popayn

A.C.CArchivo Central del Cauca

B.M.P.J.C.Biblioteca del Museo Pedaggico Jos de Calazans (Madrid Espaa)

B.N.C.Biblioteca Nacional de Colombia

C.P.Coleccin General de providencias tomadas por el gobierno espaol, sobre ocupacin de Temporalidades de la Compaa de Jess que existen en los Dominios de su Majestad, por lo tocante a las Indias e Islas Filipinas. A consecuencia del Real Decreto del 27 de febrero y Pragmtica Sancin del 2 de abril de este ao. De orden del Consejo en el Extraordinario. Madrid, Imprenta Real de la Gaceta, 1767. (Esta coleccin consta de tres partes, por lo cual se citar C.P. I, C.P. II o C.P. III

Curiosidades del Correo Curioso

El martes 24 de febrero de 1801 sale a la luz pblica el segundo nmero del Correo Curioso, erudito, econmico y mercantil de Santaf de Bogot El Correo Curioso era la nica publicacin peridica (semanal) de la poca. Fue fundado por el Presbtero Jos Luis de Azuola y Lozano y su primo Jorge Tadeo Lozano en 1801. El nmero 1 sali a la luz pblica el martes 17 de febrero de 1801, una vez autorizada su publicacin por el Virrey Mendinueta el 9 de febrero.. Esta publicacin, la cuarta con alguna periodicidad despus de los boletines impresos en torno al terremoto de 1785, de la Gaceta de Santaf y la edicin llevada a cabo por Manuel del Socorro Rodrguez del Papel Peridico, buscaba recoger en 4 pginas de un octavo, no slo aquellos ensayos periodsticos que desarrollaban temas propios del misticismo o disquisiciones en torno a la poltica, el patriotismo, la administracin o el movimiento cientfico que agrupaba la Expedicin Botnica, sino tambin aquellas noticias cotidianas y curiosas de la pausada y a la vez intrincada vida colonial de principios del siglo.

El seminario inclua una seccin especial denominada noticias sueltas en la que daba cuenta a los suscriptores y al pblico en general, de aquellas curiosidades santafereas que pasaban desapercibidas o que tenan como nico medio de difusin, el comentario informal en los das de mercado, en las chicheras o en los atrios de las iglesias despus del sermn diario o semanal.

Noticias sueltas gozaba de un rgimen especial que la salvaba todos los artculos que se publicaban en el peridico La legislacin espaola fue copiossima sobre el punto de la libertad de imprenta, y su lectura permite formar una idea de las limitaciones y restricciones a la circulacin del discurso. Tal vez por el carcter de noticia puntual y de anuncio, esta seccin del peridico no tena censura como si lo estaba el resto del semanario.. Eran noticias giles, cortas y precisas. Desde los anuncios sobre ventas de casas, las informaciones sobre puestos vacos en aquellos cargos vendibles y renunciables, los remates de fincas o quintas, la solicitud de algn producto en especial, hasta las comunicaciones de la burocracia virreinal a los sbditos de la corona, o la recompensa ofrecida por la captura de un esclavo en fuga, previa descripcin con pelos y seales.

Pero lejos de ser simplemente unos avisos limitados de la poca, esta seccin recoge, en una perspectiva fresca y rica, la multiplicidad de la vida colonial de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, reflejando en aquella seccin el nivel restringido del intercambio comercial entre compradores y vendedores que caracterizaba la incipiente economa del Nuevo Reino de Granada, hecho preocupante para algunos intelectuales, como lo demuestran las reflexiones publicadas en el nmero 17 del peridico.

All los editores se expresan acerca de la necesidad del dinero corriente, y de la inutilidad del dinero guardado. Para ellos, el dinero como la sangre del cuerpo, vivifica y reparte a todos y a cada uno proporcionalmente el movimiento, y robustez que necesita. Por esa poca, era costumbre de muchos potentados colocar el dinero a rdito o intereses en alguna obra pa o de beneficencia, antes que arriesgarse a realizar alguna inversin en cualquier tipo de negocio; los intereses eran considerados suficientes y el dinero estaba as seguro de los riesgos de la inversin. A este respecto, los editores decan que el que impone una cantidad de pesos a rdito o censo, se contenta con la ms estril de todas las ganancias y se preguntaban: Qu se dir pues de los que guardan el dinero? Lo uno que son amantes de la inacin, lo otro que son enemigos de su fortuna, y lo tercero intiles individuos a la sociedad. De nada sirve el dinero sino que para andando de mano en mano, se convierta en todas las cosas necesarias a la vida; y aplicables a la comodidad... Si los rboles guardasen sus semillas, como se hace con en dinero ya hubiera perecido gran parte de la naturaleza Correo Curioso: Erudito, Econmico y Mercantil de la ciudad de Santaf de Bogot. B.N.C. Sala de Investigadores, Fondo Pineda, No. 769, pg. 65..

Pero volviendo a aquellas noticias sueltas, nada mejor para darnos idea del contenido de sus pginas que una rpida lectura:

Vacantes. Con fecha 16 de marzo de 1801 se dign S.E. nombrar interinamente para oficial del Ro Hacha a D. Domingo Nieto, Oficial mayor de las Reales Caxas de esta capital; y por consiguiente quedar vacante el empleo que obtena; y que tiene dotacin de seiscientos pesos anuales.

Ventas. Quien quisiere comprar dos solares en el Barrio Santa Brbara en la Calle del Purgatorio, hable con Andrs Guerrero que tiene tienda en la Calle de la Carrera baxo la Casa del Sr. Urdaneta.

Compras. Quien quisiere vender una o dos docenas de frasquitos chicos con tapas de cristal, ocurra al despacho de este Correo, donde darn razn del sujeto, que los desea comprar.

Prdidas. Quien tuviere noticia de un mulato que se huy har el espacio de quince das, ocurra a la Calle de Las Cunitas nmero 16, donde su dueo, quien dar las correspondientes albricias. Las seas del dicho mulato son: blanco, bizco, barrign, con calzones de manta azul, ruana de jerga, sombrero de lana, y es de edad de catorce aos.

Atendiendo a la lgica singular que orientaba esta seccin del Correo descubrimos una curiosidad literaria incluida precisamente en la edicin del martes 24 de febrero de 1801:

En la patritica, calle de los Carneros nmero 5, se halla de venta la obra siguiente: Cartilla Lacnica de las cuatro reglas de Aritmtica, por D. Agustn Joseph de Torres, Maestro de Primeras Letras... su precio 2 reales Ibid, pg. 8

Este aviso nos llama la atencin por su encabezamiento. Sera esta imprenta la misma que fundara Antonio Nario, all por el ao 1793? Acaso la cartilla reseada en el aviso fue elaborada con los mismos tipos que permitieron la impresin de aquel folleto que cost en destierro y encarcelacin a Don Antonio Nario?

Situada en la Calle de los Carneros nmero 5, la Imprenta Patritica perteneca desde haca 4 aos a Don Nicols Calvo y Quijano, quien la haba comprado al Gobierno. Sin embargo, haba sido efectivamente Don Antonio Nario su comprador y fundador en el ao de 1793 Como consecuencia del proceso que se le sigui en torno a la publicacin de la traduccin de los Derechos del Hombre hacia finales de ese ao, la imprenta fue confiscada por el Gobierno y permaneci por algn tiempo en un rincn de la Biblioteca Real.. Por los tiempos del fundador, la imprenta se localiz en la plazuela de San Carlos (hoy plazuela Cuervo), ms exactamente en los bajos de la casa del prestigioso mdico francs De Rieux. Ya en 1797 inici sus publicaciones unas cuantas manzanas hacia el norte, siguiendo por la Calle Real primera (hoy carrera sptima), hasta llegar a la Calle de los Carneros (actual avenida Jimnez entre carreras 7 y 8) El nombre de los Carneros debi originarse no porque existiera esa cuadra venta alguna de dichos animales, sino porque, semejante al que metafricamente lleva el cronicn homnimo escrito por Rodrguez Freyle, provino del hoyo grande destinado en la adyacente iglesia de San Francisco para enterrar los muertos que no iban al regular panten, o al destinado al mismo en el cementerio adjunto para las osamentas sacadas ya de las sepulturas, hoyo que se llamaba Carnero, segn dice la primera edicin del diccionario de la Academia Espaola en su cuarta acepcin. Ver: Rosa, Moiss de la. Las calles de Santaf de Bogot, Bogot, Concejo de Bogot, 1938, pg. 229..

Era all donde, entre otras publicaciones, se editaba el Correo Curioso que constituye para ese entonces el ms fiel cronicn de la muy noble y muy leal ciudad de Santaf de Bogot, en cuyas lneas encontramos precisiones sobre el ambiente de la poca en que se desarrolla nuestra pesquisa sobre aquel maestro de primeras letras.

Desde una perspectiva novedosa, el Correo Curioso buscaba imprimir en sus pginas la realidad que escapaba a la pluma ilustrada de criollos y espaoles. Como un correo, permita el intercambio gil y preciso de las curiosidades que componan la vida del neogranadino comn y corriente, constituyndose en odo y portavoz de las inquietudes y necesidades de una poca, adquiriendo matices que hasta ese momento eran propios del pregonero pblico, juglar de noticias, cantor de recados, pieza fundamental dentro de las acostumbradas formas citadinas de comunicacin puntual y rpida El oficio de pregonero pblico de Santaf se constituy en una labor susceptible de reglamentacin, as fuese mnima, como se puede observar en la postulacin de Jos Mara Castaeda como pregonero pblico de Santaf en el ao de 1790. Ver A.G.N. Empleados pblicos Cundinamarca, Tomo XVIII, fols. 737 r-747v..

En sus pginas se colaba la vida menuda de aquella sociedad conformando un suelo comn donde se posaba desde la trivialidad, el comentario y el chisme, hasta las exhortaciones a la patria, a la ciencia y a Dios. Es esta naciente prensa una superficie donde aparecen dibujados los signos de una poca; una red donde se entrecruza y atrapa la cotidianidad.

Haciendo gala de su nombre, el Correo Curioso recurra constantemente a sus lectores para llevar a cabo algunas de sus empresas periodsticas, como tambin, para tener el gusto de satisfacer la curiosidad de aquellos. Es el caso del padrn general del virreinato que propona en el nmero 6 del martes 24 de marzo de 1801. En su tercera pgina los editores suplicaban a las personas curiosas de todas las poblaciones, y con especialidad a los S.S. curas, a quienes les es ms fcil se tomen el trabajo de formar el de sus respectivos lugares correspondiente al ao pasado de 1800, y nos lo remitan para extractarlos Correo Curioso... Op. Cit. pg. 23.. Para realizar este trabajo y como gua a los interesados, se propona como modelo el presentado durante los dos nmeros anteriores del peridico en los cuales se daba cuenta del padrn realizado en Santaf, cuyo objetivo era, como lo refiere el mismo peridico, dejar memoria de la situacin en que principi la ciudad de Santaf el siglo 19 Idem..

Segn este padrn, la ciudad se hallaba compuesta por 4.517 puertas tanto de casas como de tiendas, agrupadas en 195 manzanas por entre las cuales se deslizaban las figuras annimas de criollos y mestizos, espaoles pobres y mulatos, nobles y esclavos, frailes y monjas; una ciudad conformada por un tejido ms o menos complejo de calles y callejones, pilas y plazoletas, iglesias y parroquias, conventos y seminarios, y un sinnmero de pulperas y chicheras, adems de 30 puentes que como el de San Victorino o el de los Micos (denominado as por las maromas y mltiples piruetas que tena que hacer quien intentaba pasarlo), permitan al santafereo atravesar los caudales de los ros de San Francisco y San Agustn o de un sinnmero de riachuelos y quebradas que en esa poca cortaban en sendas tajadas la ciudad de oriente a occidente. Entonces los ros le daban un sentido a la ciudad: no es hecho casual que la Plaza Mayor se encontrara en el centro de una especie de isla. De la Santa Iglesia Catedral hacia el norte se encontraba el ro San Francisco, su iglesia y respectivo monasterio, la iglesia de la Veracruz y la de la Tercera, la parroquia de las Nieves y la iglesia de San Diego que marcaba el lmite de la ciudad por este costado. Una vez pasaba bajo el puente de San Francisco, desviaba el ro su curso hacia el sur, cercando as la parte occidental del centro de la ciudad cuya comunicacin con la parroquia de San Victorino se haca a travs de un puente construido a cuatro cuadras de la Plaza. Por el costado opuesto se deslizaban, desde las partes altas del cerro de Guadalupe, varias quebradas y riachuelos que vertan sus aguas al ro San Francisco; eran estos riachuelos la fuente que surta de agua a la ciudad, pues alrededor de ellos se haban construido las principales tomas de agua. Hacia el sur, a escasas cuatro cuadras del Colegio Mayor de San Bartolom, corra el ro San Agustn que algunas calles abajo de la Calle Real verta sus aguas al San Francisco cerrando as la isla.

Dividida en cuatro parroquias (la de San Victorino, las Nieves, Santa Brbara y la Catedral) la capital del Nuevo Reino, siempre caracterizada por un profundo misticismo, giraba en torno al pasto espiritual que ofreca a sus devotos un grueso contingente de eclesisticos agrupados en los trece conventos existentes dentro del recinto de la ciudad, ocho de religiosos y cinco de monjas, no pocas veces en disputa por alguna prebenda real o por la particin de los diezmos voluntarios recogidos en los treinta y un templos a donde recurran sus feligreses, prontos a consignar sus ddivas como contrapartida generosa al necesario respiro de sus pecados, que sin falta iban a subsanar durante matutinos ejercicios piadosos, complementados a su vez con noctmbulas oraciones, las de las seis y las de las nueve, ya en casa por aquello de la seal de queda anunciada por los serenos que rondaban la ciudad, espantando con sus faroles de cebo la espesa oscuridad para defender as las calles del comercio, pero ante todo para sorprender a los atrevidos e insensatos pecadores que aprovechando el velo de la noche se deslizaban por las calles en busca de algunas de las tantas chicheras, casas de juego o tras alguna mujer de livianas costumbres.

Para efectos administrativos, la Santaf de aquella poca se divida en ocho barrios: San Jorge, El Prncipe, Santa Brbara, Las Nieves occidental y oriental, San Victorino y el del Palacio. Su poblacin, segn el padrn, constaba de ... ocho mil ciento noventa y un hombres, y once mil ochocientas noventa mujeres, que componen el nmero de veinte mil y ochenta y un almas, a que debe aadirse setecientas diez y nueve, que residen en los conventos de monjas, cuatrocientas ochenta y nueve en los de religiosos, y ciento setenta y cinco en los dos colegios; cuyas partidas juntas suman veintiunmil cuatrocientas sesenta y cuatro que es el total de la poblacin de esta ciudad; sin incluir los transentes, que no baxan de mil almas, ni los mendigos, y vagos, que no tienen casa fija y ascendern a quinientos Idem., como tampoco los esclavos que generalmente no se contaban dentro de la poblacin.

Un breve vistazo de la Plaza Mayor nos permita identificar en el costado sur el palacio de los virreyes (arruinado durante el terremoto de 1785 y un incendio en 1786) Sera tal el impacto de este fenmeno natural en los santafereos que se constituira en el primer acontecimiento registrado a travs de una publicacin con alguna periodicidad llevada a cabo en Santaf. Aquellas hojas sueltas recibieron en ese entonces el sugestivo ttulo de Aviso del Terremoto., la crcel de la Corte y la Casa donde funcionaba la Real Audiencia. En su costado oriental la Santa Iglesia Catedral que era la metropolitana del reino, la iglesia del Sagrario y la casa Real de Aduanas; en la esquina nororiental, el cuartel de caballera y en su costado occidental la casa del Ayuntamiento y las casas de despacho y habitacin de los virreyes (sta ltima tomada en arriendo desde los tiempos del virrey Gil y Lemus). En todo el centro de la plaza se destacaba una fuente desde la cual se poda observar el colegio Mayor de San Bartolom, ubicado en la esquina suroriental que en compaa del Colegio del Rosario se sumaban a los privados que mantienen los religiosos para la enseanza de los individuos de su orden Correo Curioso... Op. Cit. pg. 19.. Por ese entonces figuraba solo una universidad, pontificia y regia al cuidado de la comunidad de Santo Domingo, conocida tambin como Universidad Tomstica.

Una ciudad en cuyo recinto se hallaba la residencia de los virreyes, la de los Reales Tribunales de la Audiencia, Cuentas y Cruzada, punto de confluencia de los poderes civil y eclesistico bajo el estatuto de la monarqua delegada pero suprema e incuestionable; una ciudad gustosa del solemne ceremonial y la estricta etiqueta, presta a engalanarse cuando las circunstancias as lo exigieran, an a costa de sus rentas y apretados caudales en cuyo auxilio hubo de acudir ms de una vez a dineros particulares; una ciudad que mirada en su detalle nos deja percibir el rostro rstico y maloliente de sus calles, puentes y desages, que al decir de las autoridades locales, brindaban el aspecto ms horroroso y desaseado [en donde] la inmundicia y basura que casi ya no [caba] en ella [causaban] unas exalaciones mefticas y destructivas de la salud de sus habitantes A.G.N. Cabildos, Tomo VIII, fol. 138., por donde a la par del gento digno de conteo, se poda advertir sin mucho esfuerzo la presencia de vagos y malentretenidos, mujeres escandalosas y de livianas costumbres, adems de un ejrcito nada exiguo de perros, recuas de mulas y bueyes, gallinas, marranos y otros representantes del reino animal, que en no pocas ocasiones ponan en apuros al transente desprevenido y en cuya notoriedad y aumento se conviva, a pesar de los muchos bandos pblicos expedidos para su pronta erradicacin en atencin al bienestar e higiene de la ciudad.

El bando pblico, una comunicacin del superior gobierno, manuscrita o impresa, se fijaba en determinadas calles para informar al pblico en general de alguna decisin de la corona, del cabildo o de algn asunto referido al ramo de polica. En torno a los problemas mencionados, fueron promulgados numerosos bandos por las autoridades locales con el fin de controlar la tenencia y dispersin de animales, la botadura indiscriminada de basuras en el vecindario o alguna otra prctica que fuese en detrimento del ornato de la ciudad, de poco arreglo por cierto. Es el caso del que se pregon en diciembre de 1788. All se adverta a la poblacin que se castigara con multa de dos pesos a los contrabentores que mantuviesen basuras al frente de su puerta, con el secuestro y posterior distribucin dentro de los sujetos pobres de las crceles a quienes habiendo pasado cuatro das [no hubiesen recogido] los zerdos que se encontracen en las plazas y las calles, o a los que entrando maderas en la ciudad no estuviesen atentos que aquellas fuesen suspendidas en la delantera cerca del yugo de los bueyes, cosa que no tocare la punta el suelo, de adonde vena el dao a los empedrados de las calles A.G.N. Miscelnea, Cabildos, Tomo XVIII, fol. 834..

Un caso especial lo constituyen aquellos bandos publicados para evitar la propagacin del mal de rabia, ya anunciado en 1794 y refrendado por el virrey Mendinueta quien cuatro aos despus y an a costa de herir los afectos y querencias caninas de los santafereos, mandaba se reitere por bando la prohibicin a toda clase de personas, sin excepcin de sexos, calidad, ni estado, de criar ni mantener perros de ninguna casta dentro de la ciudad y sus arrabales. El bando publicado en cuestin concede el preciso trmino de 24 horas para que todos los que tuvieren perros dentro de la ciudad los maten o retiren de ella, pasado el cual se matarn todos los que se encontraren dentro del distrito de la poblacin A.G.N. Miscelnea, Cabildos, Tomo XCV, fols. 686-687.. La recompensa para aquellos verdugos espontneos se precis en 4 reales que adems inclua su extraccin y enterramiento fuera del poblado.

Por esta poca se evidencia una preocupacin inusitada de la intelectualidad santaferea y neogranadina, en torno a dos viejos problemas sobre los cuales se lanza ahora una nueva mirada que los hace aparecer con caractersticas distintas y novedosas, al punto de ser considerados de vital importancia para mantener la estructura social y mantener el orden. Aunque cada uno de ellos tendr su desarrollo particular, constantemente se cruzan y articulan considerndose asuntos de polica, no en el sentido represivo que le damos hoy al trmino, sino segn una acepcin mucho ms amplia que englobaba todos los mtodos de desarrollo de la calidad de la poblacin y del poder de la nacin... Trata de que todo lo que compone el Estado sirva para la consolidacin y acrecentamiento de su poder, pero tambin para el bienestar pblico Donzelot, Jacques. La Polica de las familias, Valencia, Editorial Pretextos, 1979, pg. 10 y 11..

Polica era entonces sinnimo de civilidad y en arreglo a ella se concentraba la atencin del Estado para enfrentar dos problemas que de ahora en adelante ocuparn un lugar destacado en el terreno de lo pblico: la pobreza y la enseanza. Ellos adquieren entonces realidad y valor de problema y solucin en el seno de una cultura que ahora lo reconoce como tales.

Vagan por las callesmalendose de mil maneras

En 1791 ocurre en Santaf un alegato ciertamente particular: la disputa por las sobras o migajas de comida que repartan diariamente las comunidades religiosas dentro del crecido nmero de pobres que rondaban la ciudad. Este caso plante la necesidad de diferenciar el acto de caridad, pues desde entonces, habra que discernir entre aquel realmente miserable o pobre verdadero, y el ocioso o vago. En estos trminos, el Sndico Procurador, Don Toms Tenorio, eleva un memorial al superior gobierno en el que se sugiere a la comunidad capuchina otro destino para las sobras de sus refectorios [las cuales] se reparten diariamente en las porteras... a todos a los que all ocurren con capa de pobres A.G.N. Real Audiencia, Cundinamarca, Tomo III, fols. 298r-308v..

Si bien la peticin busca ganar para los miserables encarcelados las sobras que diariamente se reparten, teniendo presente que los pobres verdaderos podan obtenerlas en otras caritativas puertas y que en breve habran de ser recogidos en los Hospicios, el Sndico General plantea que una obra de cuerpos tan religiosos no deba ser un acto indiscriminado, pues dentro de los que ocurren a dichas porteras hay muchos que pueden buscar el sustento por sus propias manos y que por su holgazanera perjudican a los verdaderamente necesitados Idem..

La polmica en torno a la necesidad de discriminar el acto caritativo descubre, por esta poca, el velo que se haba tendido sobre la figura de aquel viejo espectro que en las ltimas dcadas del siglo XVIII se haba multiplicado por toda la superficie de Santaf y el Nuevo Reino, recorriendo sus calles, aglomerndose en los atrios de sus templos, merodeando sus plazas, descansando bajo sus puentes, siempre al acecho. Y aunque eran asombrosas las magnitudes que haba alcanzado el fenmeno de la miseria por esa poca, no hay que olvidar que la pobreza, la mendicidad y la ociosidad, eran ya fenmenos evidentes en el Nuevo Reino desde el siglo XVI. Lo que sucedi, entonces, fue una mutacin en la percepcin de la miseria Unos siglos atrs, los pobres estaban investidos de una cierta experiencia religiosa que los santificaba. Inscrita en la concepcin de la pobreza que tradicionalmente haba sostenido la Iglesia, el miserable posea una especie de dignidad asociada a la presencia de Dios. Lo que estaba en vigor era la idea tradicional que presentaba al pobre como intercesor privilegiado entre el creador y sus criaturas, como el que abre las puertas al reino divino. De all que el cristiano, para salvarse, tuviese que pasar por el ejercicio de la caridad. Bennasar, Bartolom. La Espaa del Siglo de Oro, Barcelona, Editorial Grijalbo, 1983, pg. 217.. Aquel fenmeno, durante mucho tiempo ignorado como mal social, comenz a ser reconocido como producto de la desorganizacin social, atentatorio del orden poltico y sobre todo como un gran peligro que conspira contra el buen gobierno de la Repblica. Se inici as, un proceso de desacralizacin de la pobreza que la despoj de su halo mtico y la coloc en el terreno de los intereses pblicos, en el terreno de la polica. Surge entonces, una nueva mirada sobre la miseria, cambia el plano de percepcin: de objeto de la caridad al servicio de la salvacin de almas, pas a constituirse en malestar social y, por tanto, en peligro para la salud de la Repblica y amenaza constante a la estructura social y al orden.

La irrupcin de la pobreza en el mbito pblico fue, sin lugar a dudas, un hecho fundamental en el Nuevo Reino de Granada. Hecho que suscit una serie de posturas cuya pretensin fue asegurar el alejamiento, la erradicacin o el constreimiento del desorden impuesto por la miseria. Por esa poca, aparece un conjunto de intentos por limitar el nmero de pobres y discriminar claramente entre pobres y pcaros, entre mendigos impedidos y limosneros capaces. Adems de las medidas de orden prctico como los censos de mendigos y enfermos, su reclusin en hospitales, la fundacin de casas de miseria, casas de nios expsitos, la expedicin de licencias para mendigar o las penas de flagelacin y expulsin para ociosos y mendigos disfrazados, aparecen tambin propuestas y planes de solucin para el pauperismo.

El contraste que planteaba la abundancia de riquezas naturales y el evidente pauperismo de los habitantes del Nuevo Reino, oblig a la Corona, de una parte, a afinarla eficacia del proceso de extraccin, administracin y transporte de aquellas, y de otra, al fortalecimiento del ramo de polica entendido como principio de civilidad y estrategia frente a la decadencia de las poblaciones.

El superior gobierno centr su mirada en los pobladores, no precisamente con la intencin de brindarles mejores condiciones de vida, sino ante todo para determinar el grado de perjuicio que ocasionaban, en lo poltico y en lo moral, su miseria y ociosidad. Para la primera estableci y consolid espacios de recogimiento y encierro subvencionados con las rentas de propios y donaciones particulares, y para la segunda, estableci una jerarquizacin, segn la cual, se determinara su encierro en presidios, su distribucin entre los maestros de artes y oficios o simplemente su alejamiento de la ciudad.

Enmarcada dentro de esta estrategia encontramos la Instruccin para el gobierno de los alcaldes del barrio de esta ciudad de Santaf A.G.N. Real Audiencia, Cundinamarca, Tomo III, fols. 304r-308v., expedida el 16 de noviembre de 1774 por el virrey Guirior, quien cumpliendo con el precepto real de dividir la poblacin en cuarteles y barrios, segn la orden contenida en la Real Cdula del 12 de febrero del mismo ao, dio curso a un primer intento para enfrentar la confusin que resultara del desorden social vigente, agravado entre otros aspectos, segn el decir de algunos miembros de Cabildo de la ciudad, por el crecido nmero de chicheras Ms de ochocientas, segn los censos realizados entre 1717, 1739 y 1740. en donde se abrigaban multitud de forasteros y gente vaga, que sin ocupacin ni ejercicio, es perjudicial al gobierno interior de la Repblica. La instruccin buscaba establecer un estricto rgimen de control de la poblacin santaferea, dividida ahora en ocho barrios y cuatro cuarteles. Cada barrio contaba con su propio alcalde quien deba utilizar como distintivo un bastn de bara y media de alto con puo de plata para ser de todos reconocido y as poder realizar la matrcula de vecinos y de los que entran y salen en un libro que a su vez hara parte del Libro-maestro de la ciudad. Era este el instrumento que dotaba al gobierno, mediante la persona del alcalde de barrio de una herramienta poderosa para lograr el conocimiento perfecto de todos los habitantes de su barrio, sus clases y oficio. Pero ante todo y como consecuencia de esta pesquisa civil, lo que se precisaba era el descubrimiento de

los que se hallaren sin destino, los vagos y mal entretenidos, los hurfanos y muchachos abandonados por sus padres o parientes; tambin los pobres mendigos de ambos sexos... para que valindose de esta informacin a los ltimos los trasladen sin dilacin al Hospicio o Casas de Recogidas con una voleta circunstanciada, para que se asiente y firme en el libro de entrada: a los que por las diligencias y noticias de que ellos se tomasen, resultaren ser vagos y sin destinos, se les pondr en la crcel [...] entregndose los muchachos abandonados al cuidado de Maestros, que les enseen oficio, poniendo particular vigilancia, en que ni los mancebos y aprendices, ni los criados de las casas anden ociosos por las esquinas, sin atender a su trabajo, y muy particularmente, que no se entreguen a los juegos, ni en los trucos, que visitarn a todas horas los Alcaldes, para no permitir esta diversin, sino a aquellas personas en quien no hai motivo para impedirla, por los aos que resultan que algunos artesanos e hijos de familia se vicien y pierdan el tiempo en ella... A.G.N. Real Audiencia, Cundinamarca, Tomo III, fols. 306-307.

El mal no se poda atacar simplemente con censos o con el fortalecimiento del poder local creando la figura del alcalde de barrio. Era necesario incorporar, dentro de la potestad estatal, un conjunto de actividades productivas regadas socialmente, que existan sin ms reglamentacin que la pertinente para asegurar su coexistencia, pero siempre al margen de un estatuto poltico que permitiera articularlas a una estrategia ms global. Dentro de esta perspectiva se inicia un proceso de reglamentacin de los oficios artesanales en aplicacin de estas gentes reducidas al Estado de insensiblez por su abandono y universal desidia La cita en mencin hace parte de la comunicacin con la que el virrey Flrez da su concepto favorable a las Reglas generales para el mejor mtodo de los gremios que deben observarse por los Padres, Tutores, Maestros y encargados de la Jubentud, Governadores, Corregidores, sus tenientes y dems Justicias y Ayuntamientos. A.G.N. Miscelnea, Cabildos, Tomo III, fols. 287r-313v.. Se trataba ahora de poner las artes en el mejor estado posible para lo cual se haca necesario, en palabras de Francisco Robledo, asesor general para el arreglo de los gremios del virrey Florez, formar una instruccin que [sirviese] de regla y mtodo para ensearlas y aprehenderlas Ibid., fol. 288r..

A falta de escuelas de artes en el Nuevo reino era indispensable ceirse por ahora al estado presente, contemporizando con su decadencia Ibid., fol. 287v. y pensar ms bien en mejorar la polica de los oficios con que los artesanos [adquieran] una educacin superior a la actual, consolidndose estimacin entre s y con el resto de las dems gentes Idem.. De all que durante todo el reglamento se llame la atencin sobre la necesidad de desterrar el error con que las gentes de otra jerarqua, o empleados de carreras de Armas y Letras, desprecian los artesanos, tenindolos en concepto de hombres de bajas esferas, como tambin de las interminables pugnas surgidas entre los mismos artesanos de creerse unos ms que otros, abuso reprensible, en tanto que no habiendo oficios superiores a otros, todos deban considerarse apreciables en s mismos, pues todos concurren a la prosperidad pblica Idem..

Se trataba de reconocerle a ese gran conglomerado que era as mismo la casi totalidad de la plebe, un espacio pblico totalmente controlado por el superior gobierno. El principio de la reglamentacin general de los gremios planteaba como precepto, que no habiendo ningn oficio peor o de ms baja condicin que otro, ya que sera un error poltico creerlo as, lo nico, igase bien, lo nico que debiera tener impresa la nota de la deshonra y merecer todo el repudio de la sociedad, la religin y el Estado, era la ociosidad.

Implicado dentro del reordenamiento del trabajo y la vida del artesano, el Reglamento General de 1777 no pudo, al parecer, llevarse a efecto. Pero las alternativas, propuestas y planes de solucin al problema del pauperismo, continuarn apareciendo como tambin la persistente denuncia de sujetos que vagan por las calles malendose de mil maneras, y paralela a ella, la advertencia sobre la gravedad de tal problema.

Invertid con usuravuestros caudales

...Y siendo que es constante y notorio para una buena Repblica, que su dicha y felicidad dependen del orden y buena disposicin de sus havitantes, especialmente en los pobres, artesanos y gentes de trabajo [en tanto que] de este modo se evitan los desrdenes y vicios, se exterminan los vagos y delinquentes, y a mas de lograr todos estos su necesaria subsistencia se logra el dichoso fin de su salvacin A.G.N. Polica, Tomo III, fol. 553r., el 26 de julio de 1789, a peticin del virrey Espeleta, Don Manuel Daz de Hoyos presenta su reglamento de gremios como un instrumento fundamental para atajar el pernicioso dao que causa el desorden y la holgazanera, remedio eficaz para la miseria y vicios inherentes a la plebe contenida en la ciudad y todo el reino. El Reglamento para la buena administracin de los oficios artesanos sera, en palabras del autor, el mecanismo que garantizara tener sujetos y en til ejercicio a tanta gente, como es toda la pleve, destinada en los gremios, bagamunda y olgazana, como se halla en esta ciudad, con precisa necesidad de sujecin Ibid., fol. 553v..

Y aunque de una forma todava difusa, la prctica de enseanza converge en la solucin de un problema tan notorio. La asociacin en gremios, articulada en torno a la figura del maestro, se involucra dentro de la estrategia de la polica de la ciudad, y dentro de ellos, la enseanza de un arte u oficio, se abre paso como instrumento poltico de ordenamiento social, en tanto que asegura la sujecin de tanta plebe bagamunda y olgazana. Con las diferencias propias de las distintas perspectivas desde donde se miraba el progresivo relajamiento de las costumbres, la holgazanera y la miseria comienzan, desde entonces, a considerase como malestar social. Los anlisis en torno a la crisis parecen converger en un mismo punto: ociosos, mendigos, vagabundos, locos e insensatos, mujeres de livianas costumbres, todos son calificados como elementos improductivos, muchedumbre indiferenciada dedicada a la ociosidad y unida por una caracterstica comn que la identificaba: el estigma de la ignorancia. As, pronto se estableci una triple relacin: el ocio se encontraba articulado con la miseria; era aquel la causa originaria de sta. Pero en la base del ocio se hallaba la ignorancia como causa ltima y origen fundamental del desorden social.

En una de las pginas de su semanario, Francisco Jos de Caldas liga en el discurso miseria e ignorancia:

En las tristes meditaciones que devoraban mi nimo al contemplar el exceso de pobres que adverta en las calles y plazas de Santaf y aun de lo dems del reino, recorra la cadena que liga a los hombres que viven en sociedad, por si encontraba en sus eslabones la causa que motivaba aquella tan notable desproporcin, y deca: si la mucha pobreza de esta ciudad no tiene su origen en aquella virtud que desprecia lo terreno para correr ms libre a la perfeccin, sin duda proviene la de tantos infelices de la inaccin perezosa, del fastidio al trabajo, de una insensibilidad extravagante por las comodidades de la vida; en una palabra, de la ignorancia criminal de aquella ley divina que conden al hombre a mantenerse de su trabajo y a costa del sudor de su rostro (...) De estos antecedentes deduca yo las consecuencias precisas: luego esta multitud de pueblos que veo entregada a la holgazanera y envuelta en los horrores de la ignorancia no tiene ni ha tenido educacin ni pblica ni privada; luego es forzoso que faltndole esta carezca de costumbres; luego es preciso que sea perjudicial al Estado y a s misma por sus vicios y malos ejemplos Caldas, Francisco Jos de. Discurso sobre la educacin, en, Semanario del Nuevo Reino de Granada, Bogot, Ed. Minerva, 1943, pg. 71. El subrayado es nuestro..

De all que la enseanza fuese propuesta como la nica alternativa posible para detener y erradicar definitivamente el mal,

ella es el ms principal ramo de la polica, el objeto ms interesante de las sociedades polticas, y el que ha merecido toda la atencin de los legisladores. Sin educacin no pueden felicitarse los pueblos; el vicio cundira por todas las partes, las leyes, la religin, la pblica seguridad y la privada seran violadas si no se procurase desde el principio inspirar a la juventud las sanas ideas y obligaciones propias del cristiano y del vasallo A.G.N. Fondo Instruccin Pblica, Anexo, Tomo IV, fol. 354r..

Pero la efectividad de la alternativa salvadora necesitaba mucho ms que palabras y alabanzas. Era preciso construir o adecuar edificaciones donde se impartiera la tan proclamada enseanza, que no se circunscriba a las primeras letras, la aritmtica o la doctrina cristiana, sino que involucraba adems la enseanza de artes y oficios para exercitar un gran nmero de hombres, que no teniendo de que subsistir se abandonaran al latrocinio y dems vicios que ocasiona la ociosidad Rodrguez, Manuel del Socorro. Papel Peridico de Santaf de Bogot, Viernes 27 de enero de 1792, No. 50. B.N.C. Sala de Investigadores. Comienzan entonces algunos intelectuales a incitar a poderosos y ricos para que aporten parte de sus caudales para la construccin de edificaciones de este tipo. En su Papel Peridico del 27 de enero de 1792, Manuel del Socorro Rodrguez hace la relacin del Estado en que se halla la Obra del Real Hospicio de Pobres de esta Capital, a que se dio principio el da 1 de abril de 1790 Idem., destaca la colaboracin de varias personalidades criollas y espaolas en la construccin del edificio, y seala los beneficios que esta obra traera a la ciudad:

Esos miserables, que en el seno de su misma Patria andaban forasteros y errantes sin asilo alguno, de una en otra parte; ya podrn vivir tranquilamente disfrutando de la comodidad proporcionada a su estado invlido y calamitoso. Del mismo modo se puede esperar una gran reforma de las costumbres pues por este medio se harn vecinos tiles los que baxo el fingido hbito de pobres eran verdaderos holgazanes, y polillas destructoras de la Repblica Idem. El subrayado es nuestro.. He ah el poder redentor de la enseanza.

Por otro lado, refirindose a la utilidad de la construccin de escuelas pblicas, Francisco Jos de Caldas dice: Ah teneis, poderosos y ricos de Santaf, en qu emplear con usura vuestros caudales y vuestro patriotismo en bien de esa porcin desdichada que son sin embargo vuestros hermanos Caldas, Francisco Jos de. Op. Cit., pg. 69.. De la mirada misericordiosa y caritativa de aos anteriores, se pasa ahora a mirar la pblica utilidad que representara el recogimiento, limitacin y erradicacin de la miseria. Aquellos caudales donados para adelantar la construccin de hospicios, casas de misericordia, escuelas, etc., no son ya nicamente para asegurar un lugar en el reino divino, ms bien pretenden ahora asegurar la estabilidad y permanencia del lugar ocupado aqu en el mundo terrenal. La limosna como acto de caridad se transforma en inversin.

Son pues estos dos problemas el eje en torno del cual gir la vida poltica del Nuevo Reino de Granada a fines del siglo XVIII, y es precisamente en este paisaje social en donde concentraremos la bsqueda del autor de aquella curiosidad literaria reseada en el Correo Curioso. Esas mismas calles, por donde deambulaban mendigos y ociosos, vagabundos y mujeres escandalosas, debieron registrar tambin las huellas de Don Agustn Joseph de Torres; pero otras pistas nos ayudaran a resolver algunos de nuestros interrogantes: Quin podra ser aquel maestro? Acaso alguno de los intelectuales o ilustrados criollos? Maestro de qu escuela? Era religioso o secular? Qu clase de incentivos le report esta publicacin? Y paralelas a estas preguntas nos planteamos otras ms generales: Cules eran las particularidades que definan y diferenciaban el oficio de maestro de escuela a finales del siglo XVIII y principios del XIX? Cul era la relacin entre este oficio pblico y la enseanza que imparta la iglesia?

Tras la Huella

Unos sujetosPblicos

Recorramos entonces los archivos coloniales en busca de posibles respuestas a los anteriores interrogantes. Las primeras pistas nos ubican en la segunda mitad del siglo XVIII. En los folios de los archivos histricos emerge un personaje cuya presencia concita entre curas y burcratas coloniales un profundo rechazo. Son stos unos sujetos que andan por las estancias pregonando ensear a leer, escribir y contar. Rodrguez, Simn Narciso. Estado actual de la Escuela y nuevo establecimiento de ella (1794), en, Boletn de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, Tomo XXIX, No. 115, julio-septiembre de 1946.

Bien pronto, pueblos y ciudades vieron surgir y expandirse unos ciertos mercaderes de la enseanza que vendan o cambiaban su saber por un real, una vela y un pan semanal, constituyndose as en un acontecimiento novedoso que irrumpi dentro del panorama de villas y ciudades de todos los puntos del virreinato. Sin embargo, no bien empezaba a delinearse este nuevo personaje y ya era objeto de miradas censurantes que denunciaban su presencia como peligrosa y que clamaban por su control y vigilancia. Su pronta expansin por la geografa del virreinato caus una alerta comparable slo a la producida por la viruela u otras epidemias de aos anteriores. Francisco Antonio Moreno y Escandn, Fiscal de la Real Audiencia, observa en un documento de 1774 sobre la reforma de los estudios generales:

que con dolor se experimenta que cualquier hombre, que no tiene para comer tome el arbitrio de abrir en su casa, o en una tienda una escuela donde recoge algunos muchachos, a quienes por su sola autoridad, ensea lo que sabe, o tal vez aparenta ensearles para sacar alguna gratificacin con qu alimentarse, sin que proceda licencia, examen ni noticia de sus superiores Mtodo Provincional e interino de los estudios que han de observar los Colegios de Santaf, por ahora, y hasta tanto que se erige Universidad Pblica o su Majestad dispone otra cosa, Santaf, 1774. A.G.N. Instruccin Pblica, Tomo II, fol. 219 y s.s..

Aos ms tarde, en un plan para creacin de escuela, Fray Antonio Miranda, cura de Ubat, sienta su preocupacin y pide que por

...ningn color, pretexto, ni motivo se permita que alguno ande por las estancias, o en el pueblo, pretextando ensear a leer o escribir a nios, para solapar su vagabundera y tener que comer con ttulo de maestro, pues por lo general ninguno de ellos sabe leer, ni escribir y as no lo puede ensear A.G.N. Fondo Colegios, Tomo III, fol. 821v. El subrayado es nuestro..

Pero en algunas regiones, la situacin oblig a tomar medidas diferentes a la denuncia. Es el caso de los partidos de Sogamoso y Duitama, en donde por disposicin del Juzgado de Justicia Mayor, se le orden a los respectivos alcaldes que si estos sujetos, una vez advertidos, experimentaban reincidencia, les arrestar a prisin y les exigir la multa de diez pesos... por convenir as el bien pblico y a la buena administracin de justicia A.G.N. Fondo Colegios, Tomo IV, fol. 310v.. En fin, estos sujetos eran considerados como hombres perdidos, sin instruccin ni probidad A.G.N. Instruccin Pblica, Anexo, Tomo IV, fol. 377., que recurran al oficio de ensear para asegurar su subsistencia. Nos asaltan aqu varias dudas en torno a estos novedosos personajes. Qu condiciones rodean la aparicin de estos sujetos que producen actitudes tan contrarias en aquella sociedad: por un lado, aceptacin en la poblacin y al mismo tiempo rechazo y persecucin de las autoridades? A qu se debe su expansin por el virreinato? Qu tienen que ver estos mercaderes del saber con los maestros de escuela como Don Agustn?

La aparicin de estos personajes estuvo inscrita dentro de una serie de acontecimientos que hacia la segunda mitad del siglo XVIII marcaron nuevos rumbos, principalmente a la enseanza, y entre los cuales se destacan dos hechos fundamentales; la expulsin de la Compaa de Jess en 1767, y la puesta en marcha de un discurso en torno a la educacin, propiciado desde el Estado, que coloc a sta como centro de inters y como objeto de pblica utilidad.

Con la salida de los jesuitas se dejaba a aquel sector que tena acceso a la educacin (gentes principales y benemritas) en un alto grado de desproteccin, si tenemos en cuenta que esta orden religiosa ejerca un control casi absoluto de la educacin el Nuevo Reino de Granada hasta aquel ao. Un ao despus de la salida de los padres jesuitas, se comienza a sentir esta desproteccin. El gobernador de la Provincia de Antioquia se quejaba entonces de la carencia de maestro de abecedario, por lo cual quedan muchos hijos de los vecinos principales sin saber leer, ni escribir A.G.N. Fondo Colegios, Tomo IV, fol. 87v. ...pues en ninguna ciudad, villa o lugar de ella (Provincia de Antioquia) ha quedado escuela alguna despus de que salieron dichos padres Ibid., fol. 86v.. Pero an muchos aos despus, se seguan escuchando las quejas sobre la carencia de algn tipo de enseanza. En 1792, en la Villa de Santaf de Antioquia, el vecindario solicita que se apruebe el nombramiento de un maestro de primeras letras, anotando como justificacin, que la ciudad se halla destituida de sujetos que con propiedad ilustren la juventud instruyndola en las primeras letras, cuya inopia se lamenta de ms de veinte aos a esta parte Ibid., fol. 98r..

Paralelamente a estos clamores por tan notable falta de ctedras, se puso en marcha un discurso en torno a la educacin por parte del Estado cuyo objetivo fue tomar el control de la educacin que, antes de 1767, haba permanecido principalmente en manos de los jesuitas. En la Real Provisin del 5 de octubre de 1767, se expresa claramente la nueva posicin asumida por el Estado cuando se habla all del estancamiento en que los jesuitas tuvieron los estudios de gramtica, retrica y primeras letras, ya que ellos miraban como transitoria esta ocupacin, que no a la pblica utilidad C. P. I., pg. 137.. A partir de entonces la educacin se constituy en un elemento conveniente al Estado. La legislacin declaraba que la enseanza no podra seguir perteneciendo a la familia y a la Iglesia como patrimonio autnomo e impenetrable y expresaba taxativamente que la enseanza pblica debe estar baxo la proteccin del prncipe Real Cdula del 14 de agosto de 1768 (C.P. II, pg. 66) y que slo a l, como esencia del Estado es a quien incumbe el cuidado y superintendencia de la educacin de la juventud Idem..

Este conjunto de acontecimientos propici un auge de la educacin, colocndola como centro de inters de varios sectores sociales entre los cuales se incluyen algunos para los que hasta entonces ella era un impensado. Y es precisamente en este contexto en donde emergieron aquellos sujetos que andaban por las estancias, con unas caractersticas muy particulares que los diferencian claramente de los que hasta entonces se dedicaban a la enseanza. No eran religiosos de orden de los que enseaban en los Colegios o Seminarios, ni curas de parroquia que instruan a nios en la casa cural, ni ayos o preceptores particulares que servan en las casas de potentados, ni maestros artesanos que enseaban su oficio a nios aprendices. Eran sujetos seculares que realizaban su enseanza pblicamente, cobrando algn estipendio para su sustento.

Este nuevo enseante se constituy en la primera forma de emergencia del maestro de escuela, y fue precisamente a partir de los hechos que precedieron su actividad que se inici el proceso de consolidacin y delimitacin de este nuevo oficio. Su nmero y su rpida expansin por villas y ciudades, al igual que la acogida que tuvieron entre la poblacin, se debi, entre otros factores, a que representaban una alternativa, hasta entonces impensada para algunos sectores tradicionalmente excluidos de la instruccin, conllevando a su reconocimiento casi obligatorio por parte de las autoridades virreinales. Por otro lado, las cinco escuelas que existan en todo el virreinato, anexas a los Colegios Mayores de Santaf, Tunja, Popayn, Pamplona y Cartagena, no constituan suficiente base material para respaldar todo el andamiaje discursivo puesto en marcha por el Estado con el que se argument la instruccin pblica. Se inici, de esta manera, un proceso de reconocimiento de estos personajes novedosos, personajes que anuncian la aparicin de lo que en el curso de los aos se conocer como maestro de escuela.

Control de un ejercicio,mendicidad de un estipendio

Siguiendo las reiteradas denuncias y sealamientos a estos personajes, continuamos nuestra pesquisa por entre folios y legajos, percibiendo ahora un murmullo creciente de aquellos que con sus propias voces, reclamaban una justa retribucin de su oficio. Las connotaciones que alcanzan estas peticiones, como veremos, desbordan los lmites de aquel pasado en donde han quedado registradas, para confundirse con el presente de un oficio, que hoy por hoy, bordea los dos siglos de existencia. Sigamos entonces con atencin algunas de estas peticiones.

El maestro Manuel Ramrez, nombrado en la escuela del Colegio Seminario de Popayn en agosto de 1790, dirige una representacin a las autoridades locales el 13 de diciembre de 1792 en donde habla sobre su salario aludiendo que no hay razn ni motivo para que se me retenga por ser legtimamente ganado con mi sudor y trabajo al socorro de mis urgencias y asistencia de mi familia A.E.P. Libro C3, Documento No. 18.. Hay en esta representacin dos elementos relevantes para el anlisis que nos ocupa: el reclamo del salario, y la autorizacin virreinal para el ejercicio de la enseanza pblica. El primero de ellos nos presenta con gran claridad una caracterstica que, sin lugar a dudas, constituye uno de los primeros elementos que le fijan un estatuto propio a este sujeto de finales del siglo XVIII, y que an identifica al maestro del siglo XX: el reclamo de su salario, la solicitud de aumento, o la peticin de pago del estipendio atrasado.

Es esta la paradoja de lo pblico. Despus de emerger a la luz del da, de enfrentar el resplandor de pblicas concurrencias como dira Quintiliano, de lograr el reconocimiento social que como sujeto pblico le vena asignado desde el discurso al considerar su ejercicio de la mayor importancia para el progreso de la repblica, el maestro de escuela ha sido, a la vez, mendigo de su salario. Sin duda alguna, ese personaje que vean pasar los vecinos de ciudades y villas cruzando la Plaza Mayor con destino a la sede del Ayuntamiento o Cabildo, con un pergamino bajo el brazo, tiene que ver mucho con el que hoy vemos con alguna periodicidad marchando por las calles o protestando por su salario, parodiando, tal vez sin saberlo, a su colega de hace 200 aos al insistir una y otra vez que no hay razn ni motivo para que se le retenga el salario por ser legtimamente ganado con su sudor y trabajo.... Definitivamente es esta una continuidad que espanta. La continuidad de la miseria, de la tragedia, del desarraigo. Azarosa continuidad que a su vez muestra las profundas diferencias: el uno, inserto en un proceso de constitucin del maestro; el otro, el de hoy, abarcado por un proceso de sustitucin, de extincin, en donde el problema no es slo el de la represin sino el de la productividad dirigida y la autonoma perdida Comentarios al pre-texto con pretexto de un comentario del Profesor Alberto Echeverry..

El segundo elemento que llama la atencin en los documentos de la poca se refiere a la autorizacin virreinal para el ejercicio de la enseanza pblica por medio del nombramiento como maestro de primeras letras. Esta fue la primera forma de reconocimiento de su pblico ejercicio. El ttulo se constituy, entonces, en el mecanismo que utiliz el poder estatal para sujetar, para controlar, para vigilar a estos personajes dedicados a la enseanza. Por medio de l comenzaron las autoridades virreinales a poner lmites a aquella actividad que hasta entonces se ejerca libremente; se inici as, el proceso que atrap en la norma una actividad y al sujeto que la realizaba.

El perodo que va desde 1770 hasta 1800 est lleno de expedientes en los cuales se solicita la expedicin de ttulo de maestro. Estas solicitudes antes que pretender alguna clase de privilegio social, constituyen la nica forma para muchos de asegurar y garantizar su propio sustento. Sin embargo, no todas eran aprobadas. Para merecer el ttulo eran necesarios, adems de la habilidad para leer, escribir y contar, algunos requisitos igualmente importantes como los de ser hombre blanco y decente, arreglado de buen procedimiento y sin vicio alguno A.G.N. Instruccin Pblica, Anexo, Tomo I, fol. 409v.. En una primera parte, que se extiende hasta 1790 aproximadamente, la preocupacin central no es el saber del maestro, sus conocimientos, su competencia pedaggica; el ttulo certifica la virtuosidad y buenas costumbres de un sujeto, pero sobre todo expresa el reconocimiento legal por parte del poder para desempear un oficio. Un ejercicio que desde entonces fue susceptible de control y vigilancia por parte de las autoridades virreinales, pero que en ningn momento represent erogacin alguna para las arcas reales. De esta manera se entenda, hacia finales del siglo XVIII, lo pblico.

Para la muestra un botn: Juan Antonio Vargas, maestro de escuela de San Miguel de Oyba, jurisdiccin de la Villa del Socorro, enva una representacin al alcalde de dicha parroquia explicando que con el corto nmero de nios que se hallan en mi escuela no podr subsistir en la enseanza... y s subsistiera si se me asignara anualmente de los propios de la Villa del Socorro alguna cosa que se considere regular A.G.N. Fondo de Colegios, Tomo IV, fol. 344v.. Estos reclamos en torno al salario no se hacan como consecuencia de la demora en los giros o porque no llegaran las reales rdenes para hacerlos efectivos. Por esta poca, no se obtena dinero para pago de maestro o sostenimiento de la escuela, distinto de aquellos que provenan de los principales que haban sido expropiados a los Jesuitas en el llamado Fondo de Temporalidades.

Slo aos ms tarde, y como consecuencia de las continuas solicitudes de los vecinos, se autorizara pagar el sueldo de maestro con los fondos recaudados por el Cabildo, provenientes de aquellos impuestos llamados propios que se impugnaban a las casas de juego y chicheras. La posibilidad de recibir su estipendio dependa, como hoy, del recaudo oficial producto de las ventas a parroquianos y forasteros, que compartiendo penas y glorias, nostalgias y esperanzas, se confundan en la embriaguez y el azar. As lo expresara el virrey Espeleta cuando en su relacin de instruccin pblica informaba al Rey ...que en los lugares de afuera y de alguna poblacin, se han establecido muchas (escuelas pblicas) costeadas por las rentas de propios que en esta tendran una digna inversin Posada, Eduardo; Ibez, Pedro Mara. Relaciones de Mando. Memorias presentadas por los gobernantes del Nuevo Reino de Granada, Bogot, Imprenta Nacional, 1910.

Hasta aqu, nuestra pesquisa ha arrojado una serie de elementos que nos han permitido caracterizar el surgimiento de ese personaje que marca la segunda mitad del siglo XVIII. Esta bsqueda, sin embargo, tiene un objeto preciso: encontrar alguna referencia que nos permita seguir el rastro de Don Agustn Joseph de Torres, el autor de la cartilla Lacnica que viramos reseada en el aviso del Correo Curioso. Bastante larga haba sido la bsqueda hasta este momento y todava seguamos percibiendo aquellas voces reclamando salarios desde diferentes lugares del territorio del Nuevo Reino de Granada. Entre todas ellas, nos ha llamado la atencin una certificacin fechada el 7 de noviembre de 1796 que bien podra ser una sugestiva sntesis de las condiciones de ejercicio del oficio de maestro, en donde se expresa que a pesar de que Juan de la Cruz Gastelbondo ha cumplido y est cumpliendo hasta la fecha con su obligacin de enseanza de nios de primeras letras sin falta incesante al exercicio diario... no se le da cuenta de renta ninguna, pues aunque est declarado y nombrado de ciento cinquenta pesos por ao, no se ha verificado A.G.N. Fondo Colegios, Tomo IV, fol. 344v.. El caso de Gastelbondo, es el caso de un maestro que habiendo sido nombrado para la escuela de Sogamoso desde el primero de abril de 1782, llevaba ya 14 aos trabajando sin recibir sueldo alguno, a pesar de tener reconocida la muy corta dotacin de 150 pesos anuales.

Pero sera slo hasta nuestra lectura del alegato que surgi en torno al nombramiento de Don Miguel Bonel como maestro de primeras letras de la escuela de San Carlos de Santaf, en donde encontraramos la pista definitiva que nos condujo a Don Agustn Joseph de Torres. El caso de Don Miguel Bonel se halla incluido en un extenso expediente que daba cuenta del acontecer, no slo de la escuela en que haba sido nombrado, sino, ante todo, de las urgencias y las necesidades de los diferentes maestros que haban ejercido el cargo en dicha escuela, entre los cuales figuraba Don Agustn.

Se abre el expediente

Los jesuitas expulsos

Por la importancia de este expediente y la posibilidad que nos ofrece para esclarecer algunos de los puntos e interrogantes que haban quedado en suspenso anteriormente, y otros que con las nuevas informaciones se podrn desarrollar, iniciaremos su lectura destacando algunos elementos que nos permitan, a su vez, articular de una manera ms precisa y clara los acontecimientos que conformaron la estrategia de la instruccin pblica en la segunda mitad del siglo XVIII La nocin estrategia de la instruccin pblica hace parte de los resultados del trabajo de investigacin que Alberto Martnez Boom adelant en torno al surgimiento de la escuela, el maestro y el saber pedaggico en el Nuevo Reino de Granada. Para profundizar este y otros temas sugerimos leer sus publicaciones: La Aparicin Histrica del Maestro y la Instruccin Pblica en Colombia, en, Revista Proyeccin Educativa. Bogot, M.E.N., No. 1, 1982; El Maestro y la Instruccin Pblica en el Nuevo Reino de Granada: 1767-1809, Bogot, CIUP, 1981; Escuela, Maestro y Mtodos en Colombia: 1750-1820, Bogot, UPN-CIUP, 1986.

Este expediente, ms que construir la historia de los avatares y las penurias, las desdichas y las esperanzas de una tal Agustn Joseph de Torres, cuarto maestro de la escuela pblica de San Carlos, nos permitir a su vez refrendar, desde otra perspectiva, la aparicin de este nuevo personaje llamado maestro de primeras letras: personaje que si bien es cierto se nos presenta con un estatuto todava difuso y no completamente diferenciado, lo encontraremos de ahora en adelante en el dominio de un espacio y un tiempo llamado escuela pblica de primeras letras, al frente de una junta de nios con un oficio especfico: ensearles a leer, escribir, algo de contar y doctrina cristiana. La historia de Agustn Joseph de Torres, unida a las referencias sobre sus antecesores en la escuela de San Carlos, es pues, la historia de aquellos sujetos reclamando su presencia pblica que no era otra cosa que su dignidad y estabilidad salarial como maestros.

Seran pues, las particularidades de este expediente, traducidas en un sinnmero de autos, oficios, informes, testimonios, Reales Cdulas, Reales Ordenes, cruzadas entre las diferentes instancias de la burocracia virreinal, las que nos permitiran escuchar los ecos de las splicas de Don Agustn por un corto socorro que le ayudara a afrontar la escasez y la pobreza que sufra l y su familia, unidas al sello retrico de sus repetidas solicitudes a las ms altas dignidades de estas tierras de ultramar para mantenerse, como dira el maestro Miguel Bonel, de vestido y dems alimentos del cuerpo y as continuar, a pesar de todo, en el cargo para el que haba sido nombrado. Iniciaremos aqu otro captulo del cronicn de las rbricas que tieran la solicitud de un maestro de primeras letras por un estipendio mnimo para subvenir a sus necesidades. En este proceso, haremos un breve recuento de la constitucin de la escuela San Carlos como escuela pblica de primeras letras, unida a los acontecimientos que se vivieron durante y despus de la expulsin de los jesuitas, puesto que esta escuela funcionaba anexa al Colegio Mayor de San Bartolom y fue por tanto testigo de aquellos acontecimientos.

El 27 de febrero de 1767, el rey Carlos III de Espaa firmaba un Real Decreto en donde ordenaba ...se extraen de todos mis dominios de Espaa, e Indias, Islas Filipinas y dems adyacentes, a los Religiosos de la Compaa... y que se ocupen de todas las temporalidades de la compaa en mis dominios... C. P. I., pg. 1.. El 5 de abril son enviadas a los reinos de Indias las reales instrucciones para que se cumpla y observe el decreto de expulsin con toda aquella prudencia, sigilo, madurez y precauciones, advirtiendo que tales instrucciones deban permanecer cerradas y secretas hasta la vspera del da asignado para su cumplimiento. Tres meses despus el Virrey Pedro Messa de la Cerda las recibe para ponerlas en ejecucin hasta el 31 de julio, da de la festividad de San Ignacio de Loyola.

Llegado el da, el templo de San Carlos (hoy iglesia de San Ignacio) se vio colmado de pblico como era costumbre. Las diferentes comunidades religiosas, los miembros de la Real Audiencia, el Virrey y dems autoridades locales, y un sinnmero de devotos, concurrieron a la celebracin de la fiesta del santo patrono de los jesuitas. Pero esta celebracin, segn nos lo relata el cronista Jos Mara Vergara y Vergara, se convirti en una despedida de los hijos de Loyola de los pueblos del virreinato... El estupor del auditorio no tena lmites. Para dnde se despedan los jesuitas? Por qu abandonaban la ciudad donde estaban tan bien colocados, donde vivan haca ciento sesenta aos? El Virrey que escuchaba atentamente s saba para donde iban; pero su estupor era mayor que el auditorio, por diferentes razones. Cmo haban sabido los jesuitas el secreto de Estado tan admirablemente guardado? Vergara y Vergara, Jos Mara. Historia de la Literatura en Nueva Granada, 2.Edicin, Bogot, Librera Americana, 1905, pg. 218..

Al da siguiente, Juan Francisco Pey y Ruiz, Alcalde de Corte y Oidor de la Real Audiencia, acompaado del Provisor y Vicario General del Arzobispado y de un escribano, se dirigi hacia el Colegio Mayor de San Bartolom. Una vez all, insinu al Padre Yarza, rector del claustro que convocase a los dems padres que en l residen, para intimarles un real decreto de Su Majestad. Citado por: Hernndez de Alba, Guillermo. Documentos para la Historia de la Educacin en Colombia, Tomo III, Bogot: Editorial Kelly, 1976, pg. 301 Cuando estuvieron todos reunidos, les [intim] en presencia del presente escribano y testigos el expresado real decreto, leyndoselo de verbo ad verbum y inteligenciados de l y exhortados a la resignacin y obediencia, dijeron: que lo obedecan como fieles y leales vasallos de su Majestad". Idem.

Aquel mismo da, el Oidor y Alcalde Pey y Ruiz recibi del padre Yarza las llaves del Colegio Mayor y desde entonces quedaron suspendidas las actividades acadmicas que se venan realizando. La escuela anexa al Colegio funcionaba en el llamado patio de las Aulas en uno de los tres corredores de la planta baja donde se encontraban adems la carpintera y el aula de menores. Era una pieza con cuatro ventanas, y de uno y de otro lado sus asientos de madera y bancos para escribir... Ibid., pg. 331.. Cuando los dos jueces comisionados para realizar el inventario del Colegio entraron en esta pieza que serva de escuela, encontraron all:

...una alacena con su llave para guardar libros, catones y cartillas: en la testera donde tiene su lugar el maestro se halla una mesa, con su cajn, y llave, una silla y dos cuadros con algunas figuras pintadas en ellos. Y en la parte principal tiene un retablo de madera dorada, en medio del cual se halla colocado un lienzo de San Casiano, que tendr vara y cuarto de alto, y una de ancho, con su velo de raso carmes, a los dos lados en sus nichos, estn San Justo y San Pastor, de media vara de alto, con sus vestiditos de seda y en el remate est otro lienzo pintado, un atril, cuatro candeleros y unas palmetarias de madera para el servicio de dicho altar. Idem

Como se puede ver, el espacio dedicado a la enseanza no se diferenciaba mucho de aquel dedicado a la oracin. Antes que elementos pedaggicos, el aula estaba rodeada de imgenes y utensilios religiosos. Sin embargo, hay en esta distribucin, adems de los asientos y los bancos para escribir, otro elemento que si bien no tiene relacin directa con las labores escolares, por lo menos evoca la actividad de enseanza que se realizaba all diariamente. No es casual entonces, que la imagen de San Casiano ocupase el centro de la habitacin, pues este santo era el patrono del primer gremio de maestros de escuela de ensear el arte de leer, escribir y contar, constituido en Madrid el 26 de diciembre de 1643 bajo el nombre de Congregacin y Hermandad del glorioso mrtir San Casiano. Prudencio (muerto hacia 405) en la Pasin de San Casiano de Forum Cronelli, nos describe la muerte de un maestro a manos de sus alumnos, ante la mirada complaciente de las autoridades. Todo sucede cuando Casiano se indispuso con las autoridades por negarse desdeosamente a prosternarse ante los altares y aquellas deciden entregarlo a sus discpulos para que le castigaren, primero desnudndole y atndole para luego herirle y traspasar ...su cuerpo con los estiletes que utilizaban para trazar sobre las tablillas de cera los surcos de la escritura. Una tortura con estocadas profundas haciendo evidente el violento desahogo que les procuraba el ataque que condujo a su agotamiento y a la muerte del maestro. Astucia del poder manifiesta en la atinada manera de elegir el justo verdugo para consumar el castigo ejemplar. (Mause, Lloyd de. Historia de la Infancia, Madrid, Alianza Editorial, 1982, pgs. 115-116.

La conformacin a este tipo de agremiaciones fue muy comn por toda Europa hacia finales de la Edad Media, cuando las ciudades resurgieron y se convirtieron nuevamente en los centros de la vida social a partir del auge del comercio y de las manufacturas en general. Fue precisamente la proliferacin de artesanos la que dio origen a estas agremiaciones que tenan como objetivo principal controlar el ejercicio de determinados oficios mediante la expedicin de licencias para abrir talleres o tiendas, previo examen o previa instruccin en escuelas creadas para el efecto. Estas escuelas eran generalmente un taller a donde concurran los muchachos que queran iniciarse en el oficio o arte respectivo (herrera, carpintera, construccin, etc.). Quien enseaba el oficio era llamado maestro y para realizar esta actividad deba poseer una autorizacin previa por parte del mismo gremio o de las autoridades locales. Los iniciados eran llamados aprendices y despus de varios aos de trabajar a ordenes del maestro en su taller y aprobar el examen respectivo, obtenan licencia para abrir su propio taller o tienda con lo cual ascendan a oficiales. Sin embargo, no podan dedicarse a la enseanza, para ello necesitaban comprobada experiencia y calidad en el trabajo.

En este contexto se ubican las agremiaciones de Maestros del Arte de ensear a leer, escribir y contar que buscaban, de una parte, vigilar el ejercicio del magisterio, como es el caso del Gremio de Maestros de la Nobilsima Arte de Primeras Letras creado en 1601 en la ciudad de Mxico con el objetivo de limitar el ejercicio de dicho arte, en vista del crecido nmero de sujetos que enseaban sin preocupacin adecuada; de otra parte, buscaban brindar una proteccin a los asociados frente a cualquier imprevisto que les impidiera el normal ejercicio de su oficio, tal como se halla referido en las Ordenanzas de la Congregacin de San Casiano, en donde adems de establecer reuniones peridicas para nombrar Hermanos Mayores y exmenes para los aspirantes, incluso contemplaban un sistema de cuotas mensuales que buscaban servir de auxilio ...a qualquiera de nuestros hermanos, que se hallare enfermo, de enfermedad que sea... por la cantidad de ...8 reales cada da por trmino de 20 das.... Biblioteca del Museo Pedaggico Jos de Calasanz de Madrid. R/20774, fol. 7.

En lo que respecta al Nuevo Reino, el ejercicio de los oficios presenta grandes diferencias en relacin con la metrpoli y an con los otros virreinatos. Mientras en Nueva Espaa se conocieron los primeros gremios desde el siglo XVI (los herreros se organizaron en 1523, los arquitectos y albailes en 1599 y los maestros del arte de escribir y leer en 1601) Ver: Estrada, Dorothy Tank de; et. al. Historia de las profesiones en Mxico, Mxico, Colegio de Mxico, 1982, pgs. 49-60; Estrada, Dorothy Tank de. La educacin ilustrada: 1785-1836, Mxico, Colegio de Mxico, 1987, pgs. 87-109. en el territorio del Nuevo Reino de Granada no se conoci durante la colonia ninguna solicitud por parte de los maestros de artes y oficios a las autoridades locales para que, por medio de un reglamento u ordenanza, protegiera el ejercicio de su respectivo oficio. Muy por el contrario, y slo hacia finales del siglo XVIII, el superior gobierno en vista del descuido de las artes y el desarreglo de los oficios y dentro de la estrategia para enfrentar la decadencia de las poblaciones, propondr dos instrucciones generales para moralizar los gremios de la plebe una en 1777 y otra en 1879. Fueron esas instrucciones generales para el arreglo de las artes, elaboradas en los albores del siglo XIX, instrumento de la polica de los oficios, forma prctica de celar el trabajo y la vida de la plebe, herramientas para el control de la poblacin antes que estatuto de identidad y principio de autonoma.

Para el caso de la enseanza de las primeras letras, y a pesar de los fueros adicionales y privilegios otorgados por los reyes a los maestros de la nobilsima arte de ensear a leer, escribir y contar En relacin con este aspecto ver los trabajos de Dorothy Tanck de Estrada, citados anteriormente., los maestros de escuela del Nuevo Reino tampoco constituyeron ningn gremio. Quiz el hecho de que muchos maestros eran curas que enseaban en las parroquias o en escuelas anexas a los colegios seminarios, o al carcter acentuado de privilegio que tena la educacin colonial, o en general, a la forma dispersa e irregular en que fueron apareciendo aquellos sujetos que andaban por las estancias, incidi en la ausencia de algn tipo de agremiacin de estos maestros.

Nace un oficio

Ahora bien, aunque aquella pieza que nos describieran los jueces comisionados para realizar el inventario del Colegio Mayor, seguira sirviendo de espacio para la nueva escuela de San Carlos y su distribucin interior seguramente sera la misma, a partir de su reapertura inicia un proceso de transformacin que pronto la convirti en un espacio radicalmente diferente de lo que hasta entonces haba sido. Cuando se reabre la escuela el 16 de septiembre de 1767, no slo era un lugar distinto, sino que acogera, adems, a unos nuevos sujetos: el maestro era un personaje de otro orden, y el primero en representar este papel fue Don Miguel Bonel.

Unos meses despus de tomar posesin de la escuela, Bonel eleva una representacin al Virrey en la cual declara que habiendo sido nombrado por el muy venerable Dean y Cabildo de esta Santa Iglesia como maestro de la escuela San Carlos desde el 13 de septiembre del 67, era necesario, para continuar en su oficio que el Superior Gobierno se dignara ...mandar para el socorro del presente tiempo se me supla con lo que fuese del agrado de Vuestra Excelencia... A.H.N.M. Seccin Jesuitas, Legajo 92, Doc. No. 17 (Sin foliacin).. Sin embargo, esta solicitud de reconocimiento de sueldo pondra a Bonel entre dos fuegos, producto de la pugna entre el poder civil y le poder eclesistico en torno a la potestad y competencia para llevar a cabo nombramiento de Maestros.

Una vez conocida por el Fiscal esta representacin, sera utilizada como piedra de escndalo: en una comunicacin dirigida al Virrey expresaba su inconformidad con dicho nombramiento, poniendo de presente que ...no se alcanza con que facultad ha procedido el Cabildo Eclesistico a este nombramiento que por ningn ttulo le compete, por ser privativo y reservado nicamente a Vuestra Excelencia Idem., y aunque a continuacin suaviza sus trminos anotando su confianza en la buena fe con que se hizo dicho nombramiento y teniendo en cuneta que el pblico ha disfrutado en este tiempo del beneficio de la instruccin de los nios... Idem. aprueba el que se le asigne salario (que ser de 200 pesos anuales), al solicitante, pero aclarando que dicho maestro deber tener entendido, que su nombramiento, pende de Vuestra Excelencia como el apartarlo siempre que lo tenga por conveniente... Idem. (eso que hoy con lenguaje del Servicio Civil llamamos funcionario de libre nombramiento y remocin). De esta manera, sienta el Fiscal la nueva posicin que en adelante asumira el Superior Gobierno frente a lo que empiezaba a considerar como exclusivo de su potestad.

Fue ste uno de los muchos acontecimientos que en aquel perodo impulsaron toda una recomposicin de las relaciones interinstitucionales entre el poder civil y el poder eclesistico y que para el caso de la educacin, delimitaron un espacio distinto para la enseanza y un sujeto diferente de los que hasta entonces se haban dedicado a aquel oficio. Y fue Bonel, precisamente, uno de estos nuevos sujetos.

Miguel Bonel inici su ejercicio como primer maestro de la escuela pblica de San Carlos, el 16 de septiembre de 1767 (tres meses despus de notificada la expulsin de los jesuitas) con un grupo conformado por 60 nios. Pero ese maestro que vieron los nios ya no era un religioso de orden, ni ningn sacerdote. Era un sujeto secular. Una real disposicin expedida algunas semanas despus da razn de este nuevo hecho. El 5 de octubre, los Seores del Consejo en el Extraordinario expiden una Real Pragmtica en donde plantean la necesidad de sustituir a los maestros regulares por seculares en la enseanza de Primeras Letras, gramtica y retrica que tuvieron como estancados los citados regulares de la Compaa, de que naci la decadencia de las letras humanas A.C.M.R. Vol. VII.. Se pona entonces en cuestin la enseanza impartida por cualquier orden religiosa que jams puede competir con los maestros y preceptores seglares, que por oficio e instituto se dedican a la enseanza y procuran acreditarse para atraer a los discpulos Idem.. Lo que el poder civil planteaba aqu era una definicin de competencias frente al poder religioso, y en ningn momento una postura atea o anticlerical. Como veremos ms adelante, los requisitos exigidos al maestro implicaban una conducta religiosa regida por los principios de la moral cristiana. Ahora bien, si estos sujetos que aparecen al frente de la escuela pblica no eran religiosos de orden Cul era entonces su procedencia?.

Fue el mismo expediente en cuestin quien nos dio respuesta a estas preguntas. Bonel comentaba en la representacin aludida anteriormente, que antes de entrar a servir en la escuela se encontraba ocupado por el exercicio de la pluma para mantenerme de vestido, y dems alimentos para el cuerpo... A.H.N.M. Seccin Jesuitas, Legajo 92, Doc. No. 17(Sin foliacin).. Segn parece, Francisco de Mendieta, sucesor de Bonel, tena la misma ocupacin de su antecesor. Pero aquel no realizaba su oficio en Santaf sino en Maracaibo, desde donde viaj a la capital del virreinato para cumplir con el encargo de la escuela de San Carlos. Este un hecho curioso se origina cuando el Virrey enva una solicitud al Gobernador y Comandante General de la provincia de Maracaibo para que escoja dos sujetos solteros que pudieran desplazarse hasta Santaf y encargarse de la escuela. El Gobernador, en carta al Virrey con fecha 10 de abril de 1768, informa que mandar a Mendieta y agrega que adems se ha presentado un joven bien nacido... instruido en crianza, que continuamente asiste con los escribanos parecindome de buen juicio... Idem. y pide que se le remita orden sobre lo que debe hacer. Aqu el Gobernador de Maracaibo nos ensea claramente los primeros requisitos que apuntan hacia un estatuto de ese personaje que empieza a estructurarse. Antes que por su saber, al maestro era definido desde la virtud.

No hay pues, por esta poca, un estatuto preciso que configure claramente el oficio del maestro. Sin embargo, podemos diferenciar dos elementos a partir de los cuales se determinaba si un sujeto era apto para el ejercicio del magisterio. Por una parte, se exiga al maestro ...conocida probidad y buena conducta, vida pura e irreprensible A.G.N. Fondo Colegios, Tomo II, fol. 950.. Slo seran tenidos en cuenta para el magisterio aquellos honrados, de buena vida y costumbres, cristianos viejos, sin mezcla de mala sangre Novsima Recopilacin de las Leyes de Espaa, mandada a formar por el Seor Carlos IV, Libro Octavo. De las Artes y Oficios Pars, Vicente Salv, 1846., pg. 467. . De otro lado, se hacia una segunda exigencia a este sujeto: saber leer con sentido, escribir correctamente y contar con expedicin A.G.N. Fondo Colegios, Tomo II, fol. 951.. Podramos decir que el estatuto de estos primeros maestros de escuela estaba dado por su carcter de hombres virtuosos sin ms exigencias de saber que el de las primeras letras y las cuatro operaciones aritmticas.

El caso del tercer maestro de la escuela de San Carlos, ratifica una vez ms el estatuto todava difuso, para esta poca, del oficio de maestro. Don Joseph Molano, portero del Cabildo de la Ciudad, presenta su solicitud para el cargo que haba quedado vacante en dicha escuela, y una vez aprobada, se le fija una asignacin anual de 300 pesos que disfrutar durante los seis aos que permaneci en el puesto, hasta la llegada de su sucesor, Don Agustn Joseph de Torres.

De la escuela pa a la escuela pblica:La escuela de San Carlos

Entre los papeles que conforman este amplio expediente hemos encontrado tambin el Acta de Fundacin de San Carlos que data del siglo XVII, en donde se le defina como escuela pa y no como escuela pblica, designacin con que se conoce hacia finales del siglo XVIII. Sobre este aspecto es necesario tener algn nivel de claridad para comprender, de una mejor forma, no slo el expediente, sino el proceso en el cual est inscrito. Por lo tanto, creemos conveniente profundizar un poco ms en las diferencias que existan entre estas dos modalidades de escuela, y a la vez, diferenciar, de una forma ms precisa, las particularidades de la enseanza entre los siglos XVII y finales del XVIII. Por el momento, los detalles en torno a la historia de Don Agustn quedarn en suspenso.

El 8 de febrero de 1687 el Capitn Antonio Gonzlez Casariego entregaba al padre Mercado, rector en ese entonces del Colegio Mayor de San Bartolom, la cantidad de ocho mil pesos de a ocho reales en dos mil doblones de oro de a dos escudos para que dicho padre Rector lo situase y cargase sobre los bienes y rentas de este colegio, y fundase una escuela de Nios en que se ensease a leer, escribir y contar, por un religioso de la Compaa... A.H.N.M. Seccin Jesuitas, Legajo 92, Doc. No. 17 (Sin foliacin).. Con esta donacin consignada en el testamento de dicho Capitn, se iniciaba la vida de una escuela que un siglo despus, y por varios aos, sera la nica escuela pblica de Santaf de Bogot. Qu caractersticas presentaba la escuela fundada en 1687? En qu se diferenciaba de la constituida despus del extraamiento de la Compaa de Jess en el ao de 1767?.

La fundacin de la escuela anexa al Colegio Mayor de San Bartolom, se encuentra articulada al mecanismo de las donaciones que dieron paso, en el Nuevo Reino de Granada y durante el perodo comprendido entre finales del siglo XVII y mediados del siglo XVIII, a la fundacin de otras cuatro escuelas que, de igual forma, eran regentadas por los Jesuitas y funcionaban anexas a los Colegios Seminarios de Tunja, Popayn, Pamplona y Cartagena. Estos establecimientos, llamados escuelas pas, tenan el carcter de hospicios y eran puestas en manos de rdenes religiosas, quienes disfrutaban de los intereses o rditos que producan anualmente los capitales que haban servido para su fundacin y con las cuales se sostena un clrigo, para que haciendo las veces de preceptor, ensease a los nios a leer, escribir y latinidad.

Antes de irrumpir la escuela pa como fenmeno educativo en el panorama colonial de finales del siglo XVII, la enseanza se restringa a la existencia de tres modalidades de instruccin. La primera de ellas la constituan los estudios generales por medio de los cuales se preparaban las gentes principales y benemritas para el ejercicio de la jurisprudencia o para el sacerdocio. Esta modalidad educativa se llevaba a cabo en los Colegios Mayores o Seminarios que funcionaban en las principales ciudades del virreinato. Un segundo tipo de instruccin era realizada por preceptores particulares y dirigida exclusivamente a los hijos de comerciantes, mineros y funcionarios de la alta burocracia virreinal, conocida con el nombre de enseanza hogarea. Los ayos o bachilleres de pupilos, como se les llamaba a estos preceptores particulares, eran sostenidos en las casas de aquellos potentados y sin dejar de formar parte de la servidumbre, estaban encargados de ensear a los nios a leer, escribir y contar. Una ltima modalidad de enseanza era realizada por curas prrocos que en la casa cural recogan a nios y jvenes de buenas capacidades y probada virtud a quien la familia deseaba hacerle eclesistico y les enseaba un poco de latn, amen un tanto de los dems conocimientos esenciales para el sacerdote (...) hasta dejarlos en estado de aspirara a los rdenes sagradas Otero, Jess Mara. La Escuela de Primeras Letras y la Cultura Popular Espaola en Popayn, Popayn, 1963, pg. 23.. La educacin constitua entonces un privilegio de un sector de la sociedad. Perteneca como derecho nico a aquella capa donde se encontraban las gentes principales y benemritas.

La escuela pa, aunque manteniendo el carcter excluyente para la mayora de la poblacin, vinculaba a un grupo no contemplado hasta ese entonces: el de los espaoles pobres. En este sentido, la escritura de la fundacin de Gonzlez Casariego expresaba que se podan recibir hasta el nmero de cien pobres; y con particularidad los nios varones expsitos que se crian en la casa de Divorciados de esta ciudad, y despus los hijos de regidores y otros inferiores (...) exceptundose para no ser recibidos indios, negros, mulatos ni sambos, por ser el nimo y voluntad expresa de dicho fundador, el que slo se reciban espaoles pobres que no sean de los prohibidos... A.H.N.M. Seccin Jesuitas, Legajo 92, Doc. No. 17 (Sin foliacin).. Sin embargo, eran estos prohibidos la mayora de la poblacin Segn Jaramillo Uribe, hacia 1778 la poblacin mestiza superaba casi en 100.000 almas a la poblacin blanca, y si sumamos a aquella la poblacin negra e indgena, tendremos que estos prohibidos conformaban ms del 70% de la poblacin total del Nuevo Reino.. Prohibidos para la escuela, para el colegio Mayor, para el Seminario, para los puestos pblicos. La nica posibilidad para estos sujetos libres, como se les llamaba en el lenguaje de la poca y en la cual no tenan ninguna restriccin, era la mendicidad.

Son entonces dos las caractersticas que definen y diferencian esta modalidad de las dems formas de instruccin de finales del siglo XVII (formas que sin embargo se mantendrn durante la primera mitad del siglo XVIII). La primera, su carcter de obra pa, es decir, obra realizada como producto de donaciones para efectos piadosos. La segunda, la posibilidad, todava restringida, de la instruccin para un grupo diferente de las lites coloniales (aunque sin dejar de ser, por esto mismo, un fenmeno de carcter excluyente).

Unida a estas dos caractersticas fundamentales de la enseanza agrupada en las escuelas pas, encontramos en los registros de la poca una referencia un tanto paradjica si se mira desde nuestro tiempo, pero de la ms comn incidencia en la poca colonial. Se trata de la procedencia de los dineros con que en la mayora de los casos se realizaba la fundacin de una obra pa. En una escritura de fundacin de una escuela en Popayn, encontramos que para poder llevar a cabo la donacin de 6.000 pesos, Don Manuel Daz de Vivar orden la venta de 40 piezas de esclavos A.C.C. Signatura 10200 (col. III 13 SU).. Eso que la sociedad de hoy mimetiza en un complejo e intrincado proceso de mediacin entre el trabajo obrero y el sostn del Estado, se dibuja con claridad absoluta en la poca colonial cuando es la venta de la pieza de esclavo la que permite sostener una escuela. Pero se muestra adems, esa articulacin entre el mundo de los intereses materiales y la fe religiosa como constantes que atraviesan la sociedad colonial.

Ahora bien, casi un siglo despus, la escuela anexa al Colegio Mayor de San Bartolom asumi unas caractersticas bien diferentes a las que tuviera en la poca de su fundacin. Estas diferencias empiezan con el extraamiento de la Compaa que siempre la haba tenido bajo su tutela. Una vez ratificada la expulsin, en cumplimiento del Real Decreto del 27 de febrero de 1767, quedaron suspendidas todas las escuelas que funcionaban anexas a los Colegios Seminarios. Pero al igual que la de Santaf, una vez abrieron sus puertas algunos meses despus, ofrecan unas caractersticas marcadamente diferentes a las que hasta ese entonces haban presentado.

Aqu lo que aparece es la escuela pblica como lugar separado y delimitado por su propia espacialidad, con el horario como su tiempo, con sus actividades propias que encierran la prctica pedaggica. Es decir, estos sern los elementos que van a definir la identidad, forma y unidad de la escuela, los que atraviesan y definen su esencia misma como mbito institucional en una relacin de interioridad.

La escuela surge entonces como institucin para la enseanza, impartida por un sujeto cuyo estatuto principal es definido ms por una prctica de enseanza que por una prctica religiosa; estatuto que no lo recibe de la Iglesia sino del Estado. En el contexto de la instruccin pblica aparece la escuela como la primera institucin estatal que se funda por fuera de las corporaciones religiosas que por mucho tiempo haban sido, adems, las nicas instituciones del saber. No es un acontecimiento de orden religioso, as tenga en sus inicios una acentuada coloracin eclesistica, es sobre todo un fenmeno que se localiza en el orden estatal.

Este es el origen de la escuela en Colombia. Escuela que no existi siempre y que fue producto de una convergencia mltiple y compleja de diversos elementos y condiciones Martnez Boom, Alberto. Escuela, Maestro y Mtodos: 1750-1820, Bogot, CIUP, 1986, pg. 27.

Tal vez es el caso de la escuela de Popayn fundada por Manuel Daz de Vivar. Cerrada por motivo de la expulsin de los jesuitas, reinici sus labores en 1768 como escuela pblica para la enseanza de todo gnero de nios que concurriesen a aprender A.E.P. Libro D-4, Documento 5., los que el maestro nombrado deber admitir sin excepcin de ninguno, para que desde hoy en adelante les ensee a leer, escribir y contar. Idem.

Aunque las nuevas disposiciones exigan que se abrieran las puertas de la escuela a sectores sociales que estaban marginados de sus pblicos beneficios, estos acontecimientos, enmarcados dentro de las reformas borbnicas, ms que proponer una democratizacin de la escuela, buscaban un reordenamiento institucional que rescatara, para el poder de la Corona, su soberana en diferentes dominios que como el de la educacin se hallaban hasta el momento bajo la potestad y control de las rdenes religiosas.

Se inici as un largo proceso de recomposicin de aquella institucin anteriormente llamada escuela pa y que desde entonces, tuvo el carcter de escuela pblica de primeras letras, redefiniendo el rumbo de la enseanza, delimitando un nuevo espacio y marcando el surgimiento de un sujeto diferente al eclesistico que la haba regentado desde su fundacin 80 aos atrs.

Retomemos aqu nuevamente el hilo del expediente y dejemos que nos describa los avatares del cuarto maestro de la escuela de San Carlos, Don Agustn Joseph de Torres. Acontecimientos inscritos en un perodo caracterizado, de una parte, por el reordenamiento institucional entre el poder civil y eclesistico, y de otra, por la pugna entre la competencia y autonoma que reclamaban las colonias, y el progresivo recorte a que fue sometido el poder virreinal por la Corona en lo tocante al manejo, administr