Madrecandida reportaje vocento

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04V Lunes 14.06.10 HOY :: E. REQUENA Los golpes secos en la puerta anun- cian una visita importante en una más que humilde morada salman- tina. Apenas cuatro paredes y poco más. Al entornar el viejo y chi- rriante portón de madera, la pri- mera imagen que aprecia José es la de una monja con cara de buena persona. No viene pidiendo dine- ro. Tampoco comida. «Buenas tar- des, soy la Madre Cándida María de Jesús», les saluda. La monjita sólo quiere convencer a la familia de María de que la pequeña de la casa estudie y se forme en el cole- gio que acaba de poner en pie en Salamanca. Los padres de la niña no lo ven muy claro. Corre el año 1875 y a las mujeres de entonces les vale con aprender las tareas del hogar. Y punto. Nada de leer o es- cribir. Menos aún sumar o restar. Aun así, la familia, a regañadien- tes, la deja ir al colegio con la con- dición de que no descuide los quehaceres domésticos y los pocos céntimos que gana trabajando en una casa cercana. Algo fácil de so- brellevar porque la religiosa ha puesto en marcha clases nocturnas para este tipo de niñas. Gracias a la Madre Cándida, años después, Ma- ría abrirá una tiendecita de comes- tibles y con sus ganancias logrará que sus hijos den un paso más en su formación y accedan a la uni- versidad. Todo un sueño cumplido o un milagro más que atribuir a la religiosa guipuzcoana, que el pró- ximo 17 de octubre será canoniza- da en Roma. Será la única española que entra este año en el santoral. La historia de María es una más de las miles en las que la beata de Andoain (Guipúzcoa) ha dejado huella. Gracias a la fortaleza de la Madre Cándida muchas mujeres vieron ampliados sus horizontes tras estudiar en algún centro de la Congregación de las Hijas de Jesús, institución que fundó en 1871 en Salamanca «dedicada a la salvación de las almas, por medio de la edu- cación e instrucción de la niñez y juventud». En especial su labor es- taba orientada a las mujeres, por- que en 1860 sólo el 20% de las ni- ñas sabía leer y escribir. De hecho, ella fue una total analfabeta hasta bien entrada su juventud. La pe- queña Juanitatxo (Juana Josefa) sólo hablaba algo de euskera y como mucho recitaba de carrerilla entre los humildes telares de su numerosa familia el ‘Aita gurea’ (Padrenuestro) y ‘Agur Maria’ (Avemaría). «Poco entendía ella, con su poca cultura, de lo que más tarde hemos llamado ‘feminismo’. Sencillamente, se adentró en las necesidades del momento que le tocó vivir y dio un impulso fuerte a la sociedad y a la iglesia. Se ade- lantó a su tiempo impulsando una educación integral de la persona», detalla Rosario Pulido, represen- tante de la congregación en el ma- drileño colegio María Virgen. «Al fin del mundo iría yo» De todo ello se dio cuenta al llegar a Castilla, adonde se trasladó para trabajar como sirvienta y poder ayudar con unos ingresos extra a su familia. Era la hija mayor. Tras pasar por Burgos y Valladolid, don- de finalmente aprendió a leer y es- cribir, a los 26 años fundó en Sala- manca la Congregación de las Hi- jas de Jesús, conocidas popular- mente como las Jesuitinas. De la nada puso en pie una orden que hoy en día está presente en 17 paí- ses, con más de mil religiosas y más de 70 colegios distribuidos por todo el globo terráqueo. «Al fin del mundo iría yo en busca de almas», detalló cuando las prime- ras Hijas de Jesús partieron para Brasil en 1911. Cumplió su sueño un año antes de su muerte en Sa- lamanca, en 1912. Beatificada por Juan Pablo II el 12 de mayo de 1996, ahora llega su canonización tras la curación de la también religiosa de su orden Car- men del Val. Totalmente desahu- ciada a finales del año 2000, su co- munidad organizó una novena a la fundadora... que dio sus frutos. Por eso, a sus 87 años, Carmen del Val se sumará al más del millar de per- sonas que desde España se despla- cen a la ceremonia que tendrá lu- gar en el Vaticano. En la plaza del pequeño estado católico volverá a recordarse una de las frases más co- nocidas de Madre Cándida: «De los cuarenta años de mi vida religiosa, no recuerdo un solo momento que no haya sido para Dios». Ahora es- tará junto a Él, como santa, con su alegría, sencillez, compromiso, va- lentía... y sobre todo con su forta- leza, como la define Raquel Ami- got, consejera provincial en Espa- ña de la Congregación. Desde allí proclamará a los cuatro vientos eso de «donde no hay sitio para los po- bres, no hay sitio para mí». de bajarse devotos para rezar las correspondientes tres avemarías jun- to al sepulcro, en los bajos de la iglesia de la Divina Pastora. ¿Y por qué tres avemarías? La devoción de Fray Leopoldo por la Virgen era infinita, muy difícil de explicar. Su for- ma de invocarla eran sus tres avemarías. «Las rezaba con un sello personalísimo. No es fá- cil describirlo. Caían de sus labios pausa- das, hondas... como las campanadas del án- gelus al atardecer. Sobrecogía el ánimo de cuantos le escuchaban en el rezo, daba esca- lofríos oírselas. Llevaban enfermos a la por- tería para que escucharan sus avemarías», re- cuerdan quienes le conocieron. «¡Y es que aquellas tres avemarías tenían fama de tau- matúrgicas!». Siempre que puede, Jerónima Sánchez se pierde entre las vitrinas de los recuerdos del fraile y la reconstrucción exacta de su celda –«el santuario de la altísima pobreza», como la denominan algunos–. Su relación con Fray Leopoldo va más allá de una fe que ha ma- mado desde que nació. «Casi no sé lo que me toca por familia», comenta entre risas la nie- ta de la sobrina del religioso. A sus 48 años también atesora las llaves de la casa natal del capuchino y que la familia aspira a convertir en museo. Junto a la chimenea aún hay una piedra de majar esparto que le servía al por entonces Frasquito para dormir y para hacer algunas alpargatas que iba regalando –antes de ser capuchino– cuando viajaba a Jerez a sacarse unos duros en la siega. «Siempre ter- minaba repartiendo el dinero y hasta dando sus zapatos a los pobres con los que se en- contraba. Su hermano se enfadaba muchísi- mo». La historia la cuenta de carrerilla Ana Barragán (90 años). Se la escuchó mil veces a sus padres, ya que ella era una jovencita cuan- do conoció a Fray Leopoldo en 1942. De su en- cuentro conserva un rosario y un escapulario. A los 35 años Frasquito hizo el petate, dejó a su novia y se transformó en Fray Leopoldo. «Era el evangelio viviente», enfatiza Fray Ale- jandro de Málaga, que lo cuidó los últimos años. Como recuerdo permanente de su «amor servicial», la orden levantó una funda- ción benéfico-asistencial con su nombre y que pronto tendrá un segundo centro. Quizás en unos años haya que cambiar sus nombres por el de San Leopoldo de Alpandeire. «El pueblo ya lo ha canonizado. Pero será difícil dejar de llamarle Fray Leopoldo». Familiares de Madre Cándida, en Andoain (Guipúzcoa), localidad natal de la religiosa. :: LUIS MICHELENA 300.000 personas acudirán a la beatificación el 12 de septiembre en la base militar de Armilla, en Granada > La santa que se adelantó a su tiempo Madre Cándida. La fundadora de las Hijas de Jesús, la única canonización española de este año, apostó por la educación de la mujer en el siglo XIX. Las Jesuitinas tienen hoy más de setenta colegios en 17 países EL FRAILE MENDIGO

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04V Lunes 14.06.10HOY

:: E. REQUENALos golpes secos en la puerta anun-cian una visita importante en unamás que humilde morada salman-tina. Apenas cuatro paredes y pocomás. Al entornar el viejo y chi-rriante portón de madera, la pri-mera imagen que aprecia José es lade una monja con cara de buenapersona. No viene pidiendo dine-ro. Tampoco comida. «Buenas tar-des, soy la Madre Cándida Maríade Jesús», les saluda. La monjitasólo quiere convencer a la familiade María de que la pequeña de lacasa estudie y se forme en el cole-gio que acaba de poner en pie enSalamanca. Los padres de la niñano lo ven muy claro. Corre el año1875 y a las mujeres de entoncesles vale con aprender las tareas delhogar. Y punto. Nada de leer o es-cribir. Menos aún sumar o restar.Aun así, la familia, a regañadien-tes, la deja ir al colegio con la con-dición de que no descuide losquehaceres domésticos y los pocoscéntimos que gana trabajando enuna casa cercana. Algo fácil de so-brellevar porque la religiosa hapuesto en marcha clases nocturnaspara este tipo de niñas. Gracias a laMadre Cándida, años después, Ma-ría abrirá una tiendecita de comes-tibles y con sus ganancias lograráque sus hijos den un paso más ensu formación y accedan a la uni-versidad. Todo un sueño cumplidoo un milagro más que atribuir a lareligiosa guipuzcoana, que el pró-ximo 17 de octubre será canoniza-da en Roma. Será la única española

que entra este año en el santoral.La historia de María es una más

de las miles en las que la beata deAndoain (Guipúzcoa) ha dejadohuella. Gracias a la fortaleza de laMadre Cándida muchas mujeresvieron ampliados sus horizontes

tras estudiar en algún centro de laCongregación de las Hijas de Jesús,institución que fundó en 1871 enSalamanca «dedicada a la salvaciónde las almas, por medio de la edu-cación e instrucción de la niñez yjuventud». En especial su labor es-

taba orientada a las mujeres, por-que en 1860 sólo el 20% de las ni-ñas sabía leer y escribir. De hecho,ella fue una total analfabeta hastabien entrada su juventud. La pe-queña Juanitatxo (Juana Josefa)sólo hablaba algo de euskera y

como mucho recitaba de carrerillaentre los humildes telares de sunumerosa familia el ‘Aita gurea’(Padrenuestro) y ‘Agur Maria’(Avemaría). «Poco entendía ella,con su poca cultura, de lo que mástarde hemos llamado ‘feminismo’.Sencillamente, se adentró en lasnecesidades del momento que letocó vivir y dio un impulso fuertea la sociedad y a la iglesia. Se ade-lantó a su tiempo impulsando unaeducación integral de la persona»,detalla Rosario Pulido, represen-tante de la congregación en el ma-drileño colegio María Virgen.

«Al fin del mundo iría yo»De todo ello se dio cuenta al llegara Castilla, adonde se trasladó paratrabajar como sirvienta y poderayudar con unos ingresos extra asu familia. Era la hija mayor. Traspasar por Burgos y Valladolid, don-de finalmente aprendió a leer y es-cribir, a los 26 años fundó en Sala-manca la Congregación de las Hi-jas de Jesús, conocidas popular-mente como las Jesuitinas. De lanada puso en pie una orden quehoy en día está presente en 17 paí-ses, con más de mil religiosas ymás de 70 colegios distribuidospor todo el globo terráqueo. «Alfin del mundo iría yo en busca dealmas», detalló cuando las prime-ras Hijas de Jesús partieron paraBrasil en 1911. Cumplió su sueñoun año antes de su muerte en Sa-lamanca, en 1912.

Beatificada por Juan Pablo II el12 de mayo de 1996, ahora llega sucanonización tras la curación de latambién religiosa de su orden Car-men del Val. Totalmente desahu-ciada a finales del año 2000, su co-munidad organizó una novena a lafundadora... que dio sus frutos. Poreso, a sus 87 años, Carmen del Valse sumará al más del millar de per-sonas que desde España se despla-cen a la ceremonia que tendrá lu-gar en el Vaticano. En la plaza delpequeño estado católico volverá arecordarse una de las frases más co-nocidas de Madre Cándida: «De loscuarenta años de mi vida religiosa,no recuerdo un solo momento queno haya sido para Dios». Ahora es-tará junto a Él, como santa, con sualegría, sencillez, compromiso, va-lentía... y sobre todo con su forta-leza, como la define Raquel Ami-got, consejera provincial en Espa-ña de la Congregación. Desde allíproclamará a los cuatro vientos esode «donde no hay sitio para los po-bres, no hay sitio para mí».

de bajarse devotos para rezar lascorrespondientes tres avemarías jun-

to al sepulcro, en los bajos de la iglesia dela Divina Pastora. ¿Y por qué tres avemarías?La devoción de Fray Leopoldo por la Virgenera infinita, muy difícil de explicar. Su for-ma de invocarla eran sus tres avemarías. «Lasrezaba con un sello personalísimo. No es fá-cil describirlo. Caían de sus labios pausa-das, hondas... como las campanadas del án-gelus al atardecer. Sobrecogía el ánimo decuantos le escuchaban en el rezo, daba esca-lofríos oírselas. Llevaban enfermos a la por-tería para que escucharan sus avemarías», re-cuerdan quienes le conocieron. «¡Y es queaquellas tres avemarías tenían fama de tau-matúrgicas!».

Siempre que puede, Jerónima Sánchez se

pierde entre las vitrinas de los recuerdos delfraile y la reconstrucción exacta de su celda–«el santuario de la altísima pobreza», comola denominan algunos–. Su relación con FrayLeopoldo va más allá de una fe que ha ma-mado desde que nació. «Casi no sé lo que metoca por familia», comenta entre risas la nie-ta de la sobrina del religioso. A sus 48 añostambién atesora las llaves de la casa natal delcapuchino y que la familia aspira a convertiren museo. Junto a la chimenea aún hay unapiedra de majar esparto que le servía al porentonces Frasquito para dormir y para haceralgunas alpargatas que iba regalando –antesde ser capuchino– cuando viajaba a Jerez asacarse unos duros en la siega. «Siempre ter-minaba repartiendo el dinero y hasta dandosus zapatos a los pobres con los que se en-

contraba. Su hermano se enfadaba muchísi-mo». La historia la cuenta de carrerilla AnaBarragán (90 años). Se la escuchó mil veces asus padres, ya que ella era una jovencita cuan-do conoció a Fray Leopoldo en 1942. De su en-cuentro conserva un rosario y un escapulario.A los 35 años Frasquito hizo el petate, dejó asu novia y se transformó en Fray Leopoldo.«Era el evangelio viviente», enfatiza Fray Ale-jandro de Málaga, que lo cuidó los últimosaños. Como recuerdo permanente de su«amor servicial», la orden levantó una funda-ción benéfico-asistencial con su nombre yque pronto tendrá un segundo centro. Quizásen unos años haya que cambiar sus nombrespor el de San Leopoldo de Alpandeire. «Elpueblo ya lo ha canonizado. Pero será difícildejar de llamarle Fray Leopoldo».

Familiares de Madre Cándida, en Andoain (Guipúzcoa), localidad natal de la religiosa. :: LUIS MICHELENA

300.000 personasacudirán a la beatificaciónel 12 de septiembre en la

base militar de Armilla,en Granada

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La santa que seadelantó a su tiempoMadre Cándida. La fundadora de las Hijasde Jesús, la única canonización españolade este año, apostó por la educaciónde la mujer en el siglo XIX. Las Jesuitinastienen hoy más de setenta colegios en 17 países

EL FRAILE MENDIGO