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    PIERRE BOURDIEU, EL LENGUAJE Y LA COMUNICACIN: DE LOSMERCADOS LINGSTICOS A LA DEGRADACIN MEDITICA.

    Luis Enrique Alonso

    "Poder y saber se articulan por cierto en el discurso. Y por esa misma razn, es precio concebir el

    discurso como una serie de fragmentos discontinuos cuya funcin tctica no es uniforme ni estable. Ms

    precisamente, no hay que imaginar un universo del discurso dividido entre el discurso aceptado y el

    discurso excluido o entre el discurso dominante y el discurso dominado, sino como una multiplicidad de

    elementos discursivos que pueden actuar en estrategias diferentes." Michel Foucault (1978: 122)

    Introduccin

    La enorme repercusin que en los ltimos aos han tenido los trabajos

    sociolgicos de Pierre Bourdieu ha creado una especie de espejismo en la recepcin

    concreta de su obra, de tal manera que ya sea por la va del deslumbramiento terico que lleva a utilizar las categoras de anlisis propuestas por el autor francs sin ningn

    tipo de reanlisis, adaptacin o salvaguarda terica-, ya sea por la va de la polmica

    abrupta y personal donde autores enfrentados y antiguos colaboradores separados de su

    maestro mezclan temas personales, polticos y tericos en una gelatina de temas poco

    propicios para el debate intelectual sosegado-, nos hemos encontrado ante una extraa

    situacin en la que brillan por su ausencia lecturas que evalen las aportaciones reales

    de su obra y todava estamos a la espera de aportaciones que se despeguen de la

    bourdieumana o de la bourdieufobia, para entrar en el anlisis mesurado, crtico y

    concreto de sus esquemas de anlisis1.

    En este texto -y como mejor homenaje a la figura del socilogo francs en el

    triste momento de su reciente fallecimiento- pretendemos revisar un concepto central en

    la posible sociolingstica de Pierre Bourdieu, concepto, por cierto, que da sentido al

    anlisis sociolgico de los discursos que propone, tambin muy polmicamente, el

    propio Bourdieu. Nos centraremos as en el uso y desarrollo del concepto de mercado

    lingstico, sin intentar dar ningn veredicto general o final para la sociologa de este

    autor francs, sino por el contrario, utilizando sus lneas temticas para hacer una

    reflexin detenida del particular lugar que ocupa el anlisis de los discursos en la

    prctica sociolgica.

    Adems el concepto de mercado lingstico se ha incrustado en el conjunto de

    herramientas que utiliza habitualmente la sociolingstica actual, y ya sea en las

    recientes presentaciones anglosajonas de la disciplina (Mesthrie, Swann, Deumert yLeap 2000: 316-353), ya sea en las introducciones francesas a este rea de conocimiento

    (Calvet 1998: 78-81; Boyer 1996: 25-32), nos encontramos ya indefectiblemente con un

    captulo dedicado a los mercados lingsticos en la versin de Bourdieu y su escuela,

    tomado como uno ms de los tpicos intelectuales que construyen el mainstream de la

    ltima teora sociolingstica.

    1 De la abundantsima bibliografa reciente sobre Bourdieu podemos destacar visiones claramente

    positivas como las de Bonnewitz (1998), Pinto (1998) o Mounier (2001), presentaciones radicalmente

    contrarias como la de Verds-Leroux (1998), e incluso introducciones con nimo desinhibidamente

    pedaggico como la de Accardo y Corcuff (1998). En el mbito espaol nos podemos encontrar con dos

    recientes, muy sustanciosas y muy diferentes obras sobre la figura de Pierre Bourdieu, obras que, adems,van mucho ms all de las simples presentaciones son las de Vzquez Garca (2002) y Rodrguez Lpez

    (2002).

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    La presencia del concepto de mercado lingstico no ha dejado as de aumentar

    incluso en intentos de construccin de aplicaciones metodolgicas o instrumentales

    formales (Sankoff y Leberge 1978: 239-250)- y este aspecto de la muy extensa labor

    sociolgica, tanto temtica como ya temporalmente, de Pierre Bourdieu ha seguido

    llamando la atencin acadmica. De hecho en Francia se ha reeditado recientemente el

    libro que Bourdieu monogrficamente dedic a los temas del lenguaje su ya clsicoQu significa hablar?. Economa de los intercambios lingsticos- con el ttulo y la

    presentacin de John B. Thompson que toma de su versin inglesa ahora, pues,

    Languaje et pouvioir symbolique-, as como con algn artculo ms dedicado al tema de

    lo popular, al espacio de representacin de las clases sociales y una pequea

    introduccin indita a la ltima parte del libro que toma el muy revelador subttulo de

    Pour una pragmatique sociologique.

    1 Los mercados lingsticos o la lgica de la dominacin econmica ampliada yaplicada al marco del lenguaje

    "Lo que, fundamentalmente, deseara explicitar es un modelo muy simple que podra formularse as:

    habitus lingstico + mercado lingstico = expresin lingstica, disurso". Pierre Bourdieu (2000b: 120)

    El conjunto de deteminaciones institucionales que las situaciones sociales de

    referencia proyectan sobre las interacciones lingsticas y la produccin discursiva son

    conceptualizadas por Bourdieu como un mecanismo de mercado. Los mercados de la

    interaccin que dibuja Bourdieu no son mercados de intercambio entre valores iguales y

    soberanos, son situaciones sociales desiguales que llevan emparejados procesos de

    dominacin y censura estructural de unos discursos sobre otros. Los diferentes

    productos lingsticos reciben, pues, un valor social un precio-, segn se adecuen o no

    a las leyes que rigen en ese particular mercado formado por un conjunto de normas deinteraccin que reflejan el poder social de los actores que se encuentran en l. Las leyes

    de formacin de precios en cada mercado lingstico, que son las que dictan la

    aceptabilidad de los discursos y la legitimidad del habla, se construyen en contextos

    socio-histricos concretos y en funcin de las prcticas de los sujetos implicados en la

    negociacin de los valores, cuyo poder, a su vez, est marcado por su posicin

    estratgica en el espacio social de referencia2.

    La estructura social del mercado lingstico determina as qu es lo que tiene

    ms valor en el intercambio lingstico y los discursos no son otra cosa que las jugadas

    prcticas con las que los sujetos que intervienen en un mercado lingstico, tratando de

    aumentar sus beneficios simblicos, adaptndose a las leyes de formacin de los valoresy a la vez poniendo en juego su capital lingstico, social y culturalmente codificado. El

    discurso, por tanto, lejos de cualquier cdigo formal, lleva para Bourdieu la marca

    social el poder y el valor- de la situacin en que se ha producido. La misma produccin

    del discurso se realiza anticipando sus condiciones de recepcin en el mercado

    lingstico, no tanto mediante la realizacin de un clculo estratgico individual como

    por la adhesin naturalizada a los valores dominantes estructurantes y estructurados, en

    forma de habitus, en el propio mercado.

    2 Las principales referencias sobre el tema de el lenguaje, los mercados lingsticos y la violencia

    simblica en la obra de Pierre Bourdieu son Bourdieu y Boltanski (1975: 2-35), Bourdieu (1985: 11-39 ypassim), Bourdieu y Wacquant (1994: 118-151), Bourdieu (2000a120-137) y Bourdieu (2001a: 67-157 ypassim).

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    De esta forma, Bourdieu va a extender su terminologa y enfoque general para el

    anlisis de las prcticas sociales como prcticas de distincin, enclasamiento y

    desclasamiento- a la produccin de discursos en los marcos de interaccin lingstica.

    El mercado lingstico conforma el campo de la interaccin con sus leyes particulares

    de aceptabilidad de los discursos y prcticas lingsticas, como un conjunto de

    relaciones de fuerza y dominacin lingstica; mercado donde se hacen valer capitaleslingsticos y simblicos provenientes de posiciones sociales consolidadas, a partir de

    estrategias expresivas como la hipercorreccin que ejercitan las clases medias en su

    lucha por el enclasamiento o la hipocorreccin controlada, la informalidad o la

    campechana que muestran los que estn en posiciones muy seguras de dominio social

    para hacer observar que tienen poder hasta para eludir la norma lingstica o simblica

    en su provecho- que son disposiciones y competencias comunicativas aprendidas,

    naturalizadas y cristalizadas en forma de habitus preconscientes.

    El intenso uso de la nomenclatura y el utillaje econmico de filiacin marxista,

    debidamente adaptada a los intercambios simblicos (valor de uso, valor de cambio,

    plusvala, capital, renta debidamente apellidados aqu como lingsticos) en los anlisissociolingsticos de Bourdieu est destinado a hacer visible cmo se articula y se ejerce

    el poder simblico, a travs de la produccin y la circulacin de los discursos, dentro de

    un mercado en el que el valor y el prestigio que puede traducir una formacin discursiva

    se construye en el juego de interacciones que crean las acciones y decisiones de los

    grupos de poder establecidos en un campo social. Es en este mercado donde se

    establecen las condiciones que los discursos deben presentar para ser reconocidos como

    competencias lingsticas efectivamente solventes y, por ello, como capital lingstico

    que produce beneficios en forma de autoridad y prestigio en la interaccin social.

    El valor general de los discursos est en funcin, de esta forma, de los poderes

    de aquellos grupos que tienen la capacidad de intervenir con resultados sociales

    efectivos en el mercado lingstico. El valor particular de cada enunciado depende,

    igualmente, de la habilidad que tenga cada sujeto de convencer a sus virtuales

    receptores de la legitimidad, autoridad y ajuste a las fuentes de poder de su discurso

    especfico. Por lo tanto, la performatividad de los actos de habla slo se puede explicar

    por la fuerza delegada que le otorgan a los discursos los grupos sociales que construyen

    conflictivamente las leyes del mercado lingstico, en cuanto que escalas de valores con

    las que se evala la eficacia simblica real y el poder efectivamente ejercido por los

    hablantes en los intercambios comunicativos.

    Por lo tanto, los discursos slo cobran su valor y su sentido- en relacin con un

    mercado, construido por un conjunto de leyes concretas de formacin de precios. El

    valor real del discurso slo depende de la relacin de fuerzas que se estableceefectivamente entre las competencias lingsticas de los locutores entendidos no slo

    como capacidad de produccin, sino tambin como capacidad de apropiacin de los

    capitales simblicos que circunscriben el campo en el que se realiza la interaccin

    comunicativa. De esta forma el poder del discurso como poder lingstico, como poder

    simblico- se muestra en la capacidad que tiene los diferentes agentes que actan en el

    intercambio para imponer los criterios de validacin ms favorables para sus productos

    lingsticos.

    Bourdieu, de esta forma, considera que la base, unidad y coherencia formal de

    ese desigual y fragmentado espacio conformado por un conjunto de mercados

    lingsticos lo establece la autoridad institucional de la lengua oficial. Por ello, el autorfrancs considera que la lengua estndar crece con el Estado en su gnesis y en sus usos

    sociales legitimados. El mismo proceso de formacin del Estado es el que crea las

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    condiciones para la constitucin de un mercado lingstico unificado, esencialmente

    normalizado y dominado por la lengua oficial. Institucin poltica e institucin

    lingstica son as indisolubles ya sea en los mercados genricos de la lengua oficial o

    en los mercados lingsticos internos de los diferentes campos (profesionales,

    acadmicos, laborales, artsticos, etc.) donde se producen intercambios simblicos sobre

    un espacio de poder concreto- y, en un ltimo nivel, la lengua del Estado transmitida atravs de las instituciones (escuela, administraciones pblicas, normas de aceptacin

    ciudadana) se convierte en la norma terica con la que se miden objetivamente todas las

    prcticas lingsticas. En suma, la lengua estndar es producto de la dominacin poltica

    constantemente reproducida a travs de las instituciones, a la vez, que es un instrumento

    simblico de poder que regula las prcticas lingsticas.

    2. La propuesta sociolingstica de Pierre Bourdieu

    La homologa de posiciones y la orquestacin ms o menos perfecta del habitus favorece unreconocimiento prctico de los intereses, de los cuales el locutor es el portavoz , y de la forma particular

    de la censura que prohibe su expresin directa: y este reconocimiento en el doble sentido da

    directamente acceso, fuera de toda operacin consciente de desciframiento, a lo que el discurso quiere

    decir. Pierre Bourdieu (1991: 98)

    Bourdieu trata de superar el carcter fenomenolgico y microsituacional de la

    etnometodologa y la sociolingstica norteamericanas integrando su visin del lenguaje

    en su teora del habitus y del sentido prctico (Bourdieu 1991). Por otra parte, la teora

    lingstica derivada del inconsciente epistemolgico del estructuralismo parte de la

    posicin del observador externo; a partir de lo cual se tratan a los discursos como textos

    a decodificar en un proceso en que los textos aparecen para ser descifrados, hallando suestructura subyacente y su lgica de composicin interna. Este enfoque olvida, segn

    Bourdieu, radicalmente lo fundamental: que la prctica discursiva es una prctica que

    funciona en un contexto de posiciones sociales prefiguradas y que tiene igualmente su

    sentido en la bsqueda de efectos sociales. El fetichismo de la lengua y de la lingstica

    privilegia la visin de un intelectual que puede diseccionar, disecar, analizar y clasificar

    textos y partculas obviando o despreciando los poderes a la vez histricos e

    inmediatos- que se ponen en juego en lo que parece un puro acto de enunciacin verbal.

    Las habilidades lingsticas, al igual que todas las competencias sociales, se

    adquieren en la prctica, a travs de un proceso de aprendizaje y socializacin en las

    normas discursivas del grupo en el que el sujeto es producido. Los discursos reproducenlos esquemas fundamentales de la divisin del mundo social, los sujetos adquieren las

    competencias sociales incluidas las lingsticas- que las construyen y las constituyen

    no como individuos abstractos una especie de homo lingisticus- sino como un grupo

    social. Del mismo modo la produccin de enunciados se realiza en situaciones sociales

    y para adaptarse estratgicamente a esas situaciones sociales, el sentido de los discursos

    es el sentido de estas situaciones sociales y de la manera de adecuarse a ellas; es un

    sentido prctico que de manera inconsciente o preconsciente aunque no por ello

    reprimida o alienada- utiliza el mundo del lenguaje para construir el mundo de lo social,

    por lo tanto, el lenguaje no se entiende ni se construye en su fuerza real desde si mismo

    en su lgica, en su gramtica, en su esttica-, sino desde su sentido prctico en el

    campo social.

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    Los procesos de interpretacin y anlisis de la significacin de los discursos

    deben de hacerse pues siguiendo este sentido prctico; sentido que al ser tambin la

    composicin y la interaccin de diferentes habitus acaba componindose,

    naturalizndose y aceptndose como un sentido comn que iguala y legitima lo que es

    una construccin de poderes lingsticos desiguales y arbitrarios. El anlisis del

    discurso tal como lo propone Bourdieu es una conquista contra el sentido comn de laenunciacin la doxa-, una ruptura epistemolgica contra todo lo que parece fuera de

    los dominios de lo social y que, sin embargo, hay que colocarlo en lo social ms

    inmediato, como un oficio de autntica heterodoxia, para poder comprender el acto de

    hablar mismo. Lo esencial de su conclusin es que las diferencias entre posiciones

    sociales, ms que las posiciones mismas, son lo que est en juego en el mundo del

    lenguaje (y del consumo, y del derecho y del arte, etc.) y el orden simblico del decir

    queda definido no por una lgica significante, sino por un conjunto de diferencias de

    situacin (estructuras estructuradas) y de posicin (estructuras estructurantes) en

    sistemtica expansin conflictiva. Las diferencias de posicin no tienen fin, se renuevan

    permanentemente no estn limitadas ni por recursos escasos ni por los niveles de

    riqueza disponibles- en la dinmica social misma; el juego del lenguaje se produce en larivalidad de las posiciones sociales y en esta rivalidad se producen siempre diferencias

    nuevas y se acumulan capitales simblicos que estimulan a producir nuevos discursos y

    jugadas simblicas. De ah que la institucin que por analoga Bourdieu elige para

    representar los intercambios lingsticos sea el mercado.

    Los mercados lingsticos se definen as, a travs de prcticas simblicas

    relacionales, de clase, econmicas en un sentido total, de fuerza de sentidos y

    significados. El anlisis del discurso se convierte por ello en un anlisis estructural de

    las relaciones de clase, lo que implica tener en cuenta no slo determinaciones

    econmicas, sino tambin prcticas culturales y cadenas simblicas que constantemente

    reproducen las formas de subjetivacin del sistema de posiciones sociales y las formasde exteriorizacin de la subjetividad como jugadas de posicionamiento y

    reposicionamiento en la red de relaciones sociales. La dicotoma del marxismo ortodoxo

    entre lo ideolgico y lo econmico, es sobrepasada en el planteamiento de Bourdieu

    construyendo una economa general de las prcticas en las que los sistemas simblicos

    el arte, la religin, la lengua tienen una funcin estructuradora y totalizadora,

    inseparables del mundo objetivo.

    La idea de mercado lingstico trata de representar el lenguaje a partir del

    conjunto de elementos de estructuracin del espacio social y la profundidad de sus

    consecuencias. El enclasamiento y la distincin de clase son las fuerzas que ordenan,

    organizan y reconstruyen el campo lingstico como un espacio social que se presentafragmentado por un conjunto de relaciones que definen las diferentes partes en

    conflicto. La hiptesis general de la distribucin de los agentes sociales en un espacio

    de clases que tiene efectos en todos los dominios de la prctica se expresa en el lenguaje

    y los intercambios simblicos de los agentes. La lucha de clases se expande, as, a todos

    los mbitos econmico, poltico, cultural, lingstico- y el ejercicio del poder se

    demuestra a travs del poder simblico que enmascara la dominacin presentndola

    como realidad legtima cuando en realidad se basa en la ocultacin de su base, eso es, la

    posesin y el acaparamiento de diferentes tipos de capital3. La violencia simblica

    3Sobre la idea de diferentes tipos de capital que funcionan de manera parcialmente autnoma, pero con

    homologas y conexiones evidentes, as como de sus efectos en forma de poder y violencia simblica ver:Bourdieu (1997: 23-40), Boudieu (1999 65-75), Boudieu (2000b: 131-175). El socilogo norteamericanoJeffrey Alexnder (2000) ha criticado el reduccionismo crtico de Pierre Bourdieu al construir la cultura

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    responde a la desigual distribucin del capital lingstico y cultural estableciendo un

    sistema de censuras que reproduce la dominacin en el campo simblico, traduciendo la

    lucha de clases en un sistema de intercambios comunicativos. El lenguaje como

    institucin renueva la estructura dominante de distribucin desigual del capital cultural,

    legitima la desigualdad, naturaliza la exclusin y participa en la reproduccin del orden

    social, imponiendo la violencia simblica, induciendo cdigos, pero otorgando, a la vezla fantasa de la libertad, la creacin y el mrito individual; estamos, en suma, en una

    prctica de distincin que mantiene las distancias de las posiciones sociales.

    El anlisis del discurso por Bourdieu es as un anlisis de la produccin

    lingstica como un conjunto indivisible de los productos y de los agentes productores y

    en tanto que estos estn situados en un sistema relativamente autnomo de posiciones

    el mercado lingstico- y poderes en competicin por la conquista del prestigio y de la

    autoridad. No existe una exacta coincidencia entre la dominacin econmica y las

    diferentes formas de dominacin simblica, lo que existe en una composicin de estas

    diferentes formas y una homologa entre los campos. La dominacin final es una

    sumatoria lgica de los diferentes campos y el estudio de la lengua slo puede realizarseen ese conjunto de fuerzas que enmarcan el sistema de dominacin; los discursos se

    generan, se aceptan y se valoran en l y slo en l pueden ser interpretados4.

    El modelo de anlisis del lenguaje en Bourdieu es, pues, la evaluacin de todas

    las consecuencias de las estructuras sociales y de las estructuras simblicas. El ajuste

    del sistema de posiciones y relaciones sociales es condicin necesaria para el anlisis de

    las producciones lingsticas. Siguiendo las cadenas de prcticas es como se pueden

    observar los efectos reales del habla y los comportamientos lingsticos individuales

    tienen su eficacia simblica en cuanto que son valorados al producir distincin,

    reconocimiento y diferenciacin social. Los actos particulares de habla, por lo tanto, no

    se producen como actos racionalizados, individualizados y calculadores, sino como

    exteriorizacin prctica de un habitus que aqu es un habitus lingstico, definido por un

    conjunto relacionado de disposiciones adquiridas, esquemas de percepcin y de

    apreciacin de la realidad, as como de actuacin en ella, inculcados en un contexto

    social y una situacin histrica determinada. El habitus es simultneamente productor

    de prcticas sociales simblicas e ideolgicas construyendo una gramtica generadora

    de prcticas, mediadora entre las relaciones socialmente objetivas y los

    comportamientos individuales, producto, a su vez tambin, de la interiorizacin de las

    condiciones objetivas y de las estrategias de adaptacin de los actores a un campo.

    La interiorizacin o aprehensin perceptiva sensible y/o imaginaria- se

    completa con la exteriorizacin de los esquemas inconscientes del pensamiento por los

    que se valoran las prcticas que los agentes realizan a travs de la ilusin bien

    como un simple capital cultural, o sea, un elemento de dominacin social y no como un regulador general

    de la vida social misma, tal como l mismo propone en su propio programa de investigacin -de clara

    filiacin parsoniana- conocido ya como nueva sociologa cultural, as la sociologa de la cultura de

    Bourdieu -que no sociologa cultural de Bourdieu, segn Alexander no sera nada ms que un pretexto

    para la crtica del poder, pero no un anlisis real de las funciones de la cultura en la constitucin del

    vnculo social.4El socilogo argelino Lahourai Addi (2002) nos muestra con solvencia como el centro de la sociologa y

    la antropologa de Bourdieu es una sociologa de la dominacin colonial inscrita en une especie de

    "paradigma kabyle" que surge de los primeros trabajos empricos de Bourdieu en Argelia y que luego se

    disemina por toda su obra tomando una consistencia y una coherencia feroz. Como en tantas otras cosas

    este enfoque arrastrado desde sus primeras obras -sugerimos desde estas lneas- puede ser un valorintrnseco en la obra de Bourdieu, pero tambin un desenfoque sistemtico al generar por analoga

    argumentos demasiado cerrados cuando se aplican a situaciones y sociedades ms fluidas y abiertas.

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    establecida de la espontaneidad y la libertad radical de los actos lingsticos. Sin

    embargo, segn Bourdieu todos los pensamientos, percepciones y acciones estn de

    acuerdo con las regularidades objetivas de las relaciones de clase. Los habitus de clase

    son tal cual, porque producen que los agentes se comporten de una manera que perpeta

    las relaciones de clase reproducindolas y renovndolas. Los habitus lingsticos son en

    el campo del lenguaje los elementos de anclaje de la reproduccin cultural y losdiscursos las estrategias de los actores para moverse en ese campo sacando el mayor

    beneficio simblico posible, por ello, al ser este campo estructuralmente desigual y

    jerarquizado bajo la apariencia de intercambios iguales y creativos lo que existe es la

    imposicin de los capitales simblicos de las clases dominantes. La fuerza de la lengua

    no viene pues de su estructura formal sino de su actividad relacional en forma de

    mercado, donde todos acuden a intercambiar para obtener beneficios, pero unos son

    capaces de obtener plusvalas y otros, sin embargo, son expropiados de sus exiguas

    riquezas, aunque en la presentacin liberal del lenguaje y (la economa), todos seamos

    sujetos soberanos y el intercambio cree riquezas para todos.

    En toda situacin social vamos a hallar tanto modelos socioculturales deaceptabilidad y censura de los discursos generados en contextos determinados, como

    individuos con determinados habitus esquemas interiorizados (hasta su incorporacin

    corporal) que compatibilizan la competencia comunicativa con el sentido como valor y

    produccin social- as como con diferentes niveles de capital simblico y lingstico,

    segn los cuales existirn mayores o menores posibilidades de poder definir la situacin

    y modificar la estructura de lo decible. Es en la interseccin de este complejo conjunto

    de relaciones donde se va a producir el discurso y donde debe analizarse e interpretarse.

    El proyecto sociolingstico de Bourdieu se tie as de una rara originalidad, no

    es el primero que habla de mercados lingsticos, de hecho, la primera bsqueda

    sistemtica para encontrar una homologa estable entre el anlisis econmico de origen

    marxista- y el anlisis semitico lo hizo el autor italiano Ferrucio Rossi-Landi en su

    muy conocido texto El lenguaje como trabajo y mercado donde se consideraban las

    mercancas como mensajes y los mensajes como mercancas y donde se elaboraba toda

    una semitica ampliada del orden social completo como proceso de produccin sgnica,

    con todos los corolarios lgicos y esperables de un punto de parida como este

    (equivalentes generales, explotacin, ideologa). Pero desde todo punto de vista y

    aunque existan evidentes semejanzas terminolgicas la intencin terica de Bourdieu es

    muy distinta, si en Ross-Landi (1970; 1976) haba un programa de saturar con una

    teora marxista del valor ampliada (donde se reconoce el conflicto y la explotacin en el

    mbito de los sistemas comunicativos) la habitual teora de raz saussuriana de los

    valores lingsticos particulares, ordenados y sistematizados lgicamente en sudiferencia semiolgica; por el contrario Bourdieu se centra en los efectos sociales del

    discurso, no preocupndose como Rossi-Landi por hacer una nueva lingstica marxista,

    sino estudiando las estrategias del habla de los diferentes grupos sociales que son

    estrategias de dominacin, de adaptacin, de resistencia o de enclasamiento en el mbito

    del lenguaje.

    De esta forma la sociolingstica de Bourdieu se va diferenciando de las lneas

    habituales por las que han avanzado los diferentes proyectos de encuentro entre lengua

    y sociedad en los ltimos cien aos. Es evidente que la diferencia con respecto al

    estructuralismo de origen lingstico es radical criticndole la confusin sistemtica

    entre estructura social y estructura simblica, la consideracin de la lengua como un

    sistema preconstruido y cerrado y la idea de que la naturaleza social de la lengua, que esuna de sus caractersticas inalienables, queda expulsada y sustituida por una descripcin

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    de la arquitectura interna, formal y combinatoria, a la que se entrega la lingstica

    profesional dejando fuera a la principal norma de formacin del lenguaje: la relacin de

    dominacin social. Pero si la representacin puramente objetivista y estructuralista del

    sistema lingstico no permite comprender ni su funcionamiento ni su fuerza cotidiana,

    la representacin puramente fenomenolgica de los rituales lingsticos aunque permite

    una descripcin viva tampoco es capaz de analizar las relaciones entre las produccionessubjetivas de los agentes en los intercambios lingsticos y las estructuras sociales de

    dominacin y reproduccin del poder.

    De ah que viene reclamar ese habitus lingstico como la aprehensin y la

    expresin subjetiva de la lgica objetiva de la organizacin social, en un proceso de

    interiorizacin de lo exterior regulada por factores genticos-adaptativos adquiridos en

    el mismo proceso de socializacin del individuo como modo de percepcin y relacin

    conductual con otros individuos. Bourdieu se posiciona, por tanto, contra cualquier

    ilusin de las competencias comunicativas como creadoras de un individuo libre no

    sometido a las acciones y reacciones de fuerza de los campos sociales en los que se

    mueve, as como de la exaltacin de la creatividad y plasticidad de los gruposlingsticos populares, dominados o marginados.

    Por ello nos encontramos en la obra de Bourdieu serias correcciones al idealismo

    comunicativo de Habermas, puesto que la comunicacin no slo puede ser entendida en

    trminos de la comunicacin misma, o a la pragmtica analtica de Austin, por ser

    incapaz de explicar de donde viene la fuerza performativa de las palabras, sin olvidar a

    la etnolingstica y la sociolingstica norteamericana, por ejemplo de Lakoff o de

    Labov, donde se empieza por la observacin supuestamente neutral pero fascinada de

    las variaciones de estilo, sobre todo de las versiones populares del idioma, y se acaba

    reclamando implcita o explcitamente una inversin de valores sobre lo

    tradicionalmente establecido (lo culto y lo popular) sin estudiar las funciones del

    lenguaje en el entramado de fuerzas sociales que modela la produccin lingstica.

    De todo esto se deduce adems una crtica a la simple validacin del estudio del

    lenguaje por el carcter popular o natural de las expresiones lingsticas que se

    describen, por ello, y en sentido contrario, en Bourdieu existe un proyecto de

    generalizar y dotar a la filosofa analtica del lenguaje de la base sociolgica de que

    carece y de proporcionarle un anlisis total de las condiciones sociales que posibilitan el

    proceso de generar efectos que describe. Para eso se utiliza la homologa econmica y

    las reglas del mercado lingstico como formas de produccin y reproduccin de la

    lengua legtima en procesos de atribucin de precios y previsin de beneficios5. El

    crculo se cierra, pues, disolviendo el lenguaje en la sociedad y la sociedad se muestra

    como economa general (material y simblica) de prcticas y contraprcticas declasificacin y dominacin.

    3. De la sociologa del lenguaje al sociologismo sin lenguaje o los lmites del modelointerpretativo de Bourdieu

    5Diferentes versiones , a modo de balance, sobre le proyecto sociolingstico de Bourdieu se pueden ver

    los trabajos de Muoz Dard (1987: 41-57) y Calvet (2002: 58-61), tambin es muy clarificador eldilogo que mantiene Bourdieu con el crtico literario ingls Terry Eagleton en Bourdieu y Eagleton(2000: 219-232) .

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    "La crtica de Bourdieu a la lingstica formal no es de hecho ninguna novedosa, pues no es ms que un

    altropo de su teora general y especficamente, de sus teoras de la reproduccin y la violencia

    simblica [] Ms concretamente, a pesar de su nfasis inicial sobre la variacin lingstica dentro de

    un mercado, la posicin final de Bourdieu sugiere una visin del lenguaje (y del pensamiento) que es ms

    homogneo y conformista -como resultado de la censura, ya sea autocensura, sobrecensura institucional

    o la censura oculta de la doxa- que cualquier otra cosa. Las palabras tienen poder en el mundo de

    Bourdieu, pero ese poder parece que slo fluye en una direccin". Richard Jenkins (2002: 156-157)

    Es evidente que la aportacin de Pierre Bourdieu al acercamiento entre la

    sociologa y la lingstica ha sido enorme, adems como desde muchos puntos de vista

    se ha argumentado la disciplina tradicional de la sociolingstica como marchamo

    acadmico regularizado se haba venido dedicando ms a problemas estrictamente

    lingsticos (cambio o variacin lingstica, ideolectos y sociolectos, nacionalismo y

    lenguaje, hipercorreccin, habla comn, cualquier otro tema de la influencia de lo social

    sobre el lenguaje) que a temas de corte realmente sociolgico. En este sentido el trabajo

    de Bourdieu por romper los principios de inmanencia lingstica que se arrastran desde

    Saussure y que ha lanzado al estudio del lenguaje por una especie de lingstica delcerebro (realizada sobre sistemas de oposicin y de transformacin lgica) ha sido

    contundente y hasta fascinante, sobrepasando con mucho las posiciones ms avanzadas

    de la etnolingstica y la sociolingstica norteamericanas, fuertemente influenciada por

    el interaccionismo simblico y, por lo tanto, mucho ms centradas en los procesos de

    construccin lingstica de la microsituacin social que en demostrar como pretende

    Bourdieu- que los cdigos lingsticos son parte de un capital simblico que, a su vez,

    valoriza, produce y reproduce lo social genrico.

    Bourdieu explica, pues, el habla por el contexto social y su nocin de contexto

    no aparece como situacin particular, tal como se presenta en todas las versiones del

    pragmatismo micro o del interaccionismo, sino que Bourdieu lo lleva hasta un espaciosocial y concreto, pero no concreto por la limitacin o la supresin de las

    determinaciones generales como hacen los pragmatistas, sino, precisamente por todo lo

    contrario, por hacer entrar en liza todas las sobredeterminaciones sociales posibles

    Pero quizs, como tantas veces, la gran aportacin de Bourdieu se vuelve contra

    si misma y su contribucin a la sociolingstica no puede ocultar una deriva no tanto

    sociolgica, como sociologista, en una de las versiones ms estrictas de lo que

    entendemos por sociologismo (Rancire y ortos 1994), esto es, la pretensin de explicar

    sociolgicamente todos y cada uno de los aspectos de la realidad humana, lo que en

    ltima instancia no es ms que un determinismo o un reduccionismo sociolgico que

    tiende a explicar los fenmenos de la civilizacin, la mente y la cultura exclusivamente

    mediante formas de organizacin y estructura socia (Searle 2001: l03-123), sin abordarlos aspectos de organizacin cognitiva que el propio lenguaje interpone en la

    construccin de la realidad social misma.

    Si los juegos del lenguaje son infinitamente abiertos y libres en el pragmatismo

    analtico, los juegos del lenguaje en Bourdieu son eternamente cerrados y reproductivos,

    los sujetos existen por y para realizar su habitus. En este punto la matriz durkheimiana

    de la sociologa del lenguaje de Bourdieu es evidente y donde en el clsico autor francs

    se dibujaba una solidaridad orgnica y una consciencia colectiva funcional, en nuestro

    socilogo contemporneo hay un modo de dominacin orgnica con un sistema de

    habitus no menos funcional en su diferencia y valor de distincin. De la misma forma su

    filiacin al denostado estructuralismo lingstico sigue siendo inocultable y lo que enSaussure era un comunismo lingstico la expresin es del propio Bourdieu (por

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    ejemplo, Bourdieu y Wacquant 1994: 123-126)- con diferencias y valores ordenadas en

    el sistema de la lengua, aqu no deja de ser un capitalismo lingstico (no hay otra cosa

    detrs de la nocin de mercado lingstico) con diferencias y valores ordenados y

    reproducidos por el sistema de dominacin social.

    El hecho social durkheimiano -objetivo que se impone sobre los sujetos- y que

    tanta importancia ha tenido en la propia formacin del paradigma estructuralista en la

    lingstica, vuelve a reaparecer en la concepcin que presenta Bourdieu del lenguaje,

    pero esta vez, cargado del funcionalismo de la dominacin con escasas por no decir

    nulas- aperturas a la praxis o al dialogismo. La inteligente maniobra de Bourdieu,

    muchas veces ms terminolgica que real, de atribuir al habitus y fundamentalmente al

    habitus lingstico el carcter, no slo de estructura estructurada, sino el de estructura

    estructurante (es decir formadora de prcticas), no deja de seguir otorgando un carcter

    excesivamente reproductivista al plan de anlisis social propuesto por Bourdieu6.

    Centrar como hace nuestro autor el anlisis del discurso casi exclusivamente en

    la violencia simblica, planteado como una reconstruccin necesitante, frente a la

    comprensin participante de, por ejemplo, la hermenutica contempornea nos llevapeligrosamente hacia el monologismo, un monologismo crtico y denunciador de la

    dominacin, pero monologismo al fin y al cabo7. En la idea de la reconstruccin

    necesitante (Bourdieu 1995: 442-443) hay una pretensin de objetivismo y descripcin

    (denuncia) del campo de fuerzas que ha producido las expresiones lingsticas los

    discursos son necesarios en un campo conflictivo- que deja fuera las capacidades de

    interpretacin de los factores -empezando como pretende Gadamer (1998: 11-27) a

    interpretarse a s mismo en dilogo con el enunciado o la obra- o las posibilidades de

    accin comunicativa del lenguaje de los sujetos sociales, donde no slo se pone en

    juego un inters instrumental, sino tambin un inters hermenutico o incluso un inters

    emancipatorio. Abrir el mundo del lenguaje al dialogismo, es, sin obviar el marco de la

    dominacin social, apreciar tambin las capacidades de autoorganizacin y

    autoreflexin de los sujetos, de construccin y atribucin del sentido por parte de los

    propios actores y no slo la descripcin de cmo los sentidos de los poderosos se

    imponen a los dominados (Habermas 1991).

    Y es que, aunque se halla pretendido lo contrario -ver por ejemplo Burkitt

    (1998)-, es este bloqueo de Bourdieu para pensar lo dialgico en todas sus versiones, es

    el que genera la imposibilidad estructural de nuestro autor para acercarse, desde sus

    planteamientos epistemolgicos y metodolgicos, a conceptos imprescindibles en el

    anlisis sociolgico de los discursos como es el de la polifona o el mundo de la vida

    cotidiana (Alonso 1998; Alonso y Callejo 1999). As consecuentemente con estos

    6 Sobre la importancia del concepto de hecho social tal como se plantea en la obra del clsico autor

    francs en la formacin del concepto de lengua en la obra de Saussure, puede verse el trabajo de Beltrn(1991). Por otra parte el reproductivsimo heredado tanto de la matriz Durkheim, como de la matriz

    Saussure- ha sido una de las crticas ms habituales al pensamiento de Bourdieu , demasiado centrado en

    los procesos de continuacin y poco abierto a estudiar los procesos de resistencia, vanse as, por

    ejemplo, los trabajos de Garca Canclini (1990), Giroux (1992) y Lane (2000).7Esta es una crtica habitual que se despliega desde diferentes crculos de orientacin hermenutica, as

    nos encontramos con la tpica argumentacin heideggeriana y liberal de Luc Ferry y Alain Renaut (1988:

    34) donde afirman que se corre el riesgo de caer en una caricatura como la que incit a Bourdieu hace

    algunos aos a reducir, sin otra forma de proceso, el sentido de toda diferencia comunicativa, filosfica y

    existencial a la expresin de una voluntad social de distincin. Pero es evidente que el desafo

    hermenutico en las ciencias sociales esta planteado y como dice Zygmunt Bauman (2002b: 226) "laverdad de la sociologa debe ser negociada, de igual manera que o es el consenso corriente; y las ms delas veces no son los socilogos quienes establecen las reglas de la negociacin".

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    planteamientos, que se arrastran en la obra de Bourdieu desde la poca de libros como

    El oficio del socilogo8en el que se plantea el conocimiento como una conquista contra

    el sentido comn, una doxa con la que hay que cortar y separase en la crtica (Boudieu,

    Chamboredon, Passeron 1996), todo lenguaje "popular" es considerado como una

    ausencia de poder, algo que se entiende por el poder que no tiene, porque en la

    homologa con la economa que aqu se despliega, tienen escaso capital simblico olingstico. Todo lo contrario al planteamiento de Mijail Bajtin donde todo acto

    lingstico es un acto que necesita al otro, como otro concreto, que implica ideologa,

    pero por eso mismo implica accin, creacin y reaccin, praxis social que se produce

    desde todos los espacios de la estructura social9.

    De esta manera muchos autores han subrayado la dimensin creativa del acto

    lingstico, inseparable de la estructura social, pero no por ello puramente reproductivo

    de ella. Si Zygmunt Bauman (2002a: 245 y 289) defiende el carcter de praxis de toda

    cultura, ms all del funcionamiento de cultura como concepto o como estructura,

    Cornelius Castronadis (1997), nos define las propiedades del lenguaje no slo en su

    dimensin instituida, sino tambin en su dimensin instituyente, y, en suma, se nosavisa de que el lenguaje no es slo sistema, ni sistema lgico inmanente como propone

    el estructuralismo lingstico antropolgico un sistema de dominacin social como

    pretende Bourdieu-, sino tambin una praxis conflictiva que se produce en el mundo de

    la vida cotidiana. La versin ms abierta de este enfoque la realiza Michel de Certeau

    (1990) cuando habla de la invencin de lo cotidiano para recobrar el carcter

    intersubjetivo y creativo del lenguaje, puesto que una de las funciones especficas del

    lenguaje consiste en construir sentido, en crear significados intersubjetivos ms all de

    la simple denominacin o descripcin unilateral. Siempre hay relaciones ambiguas por

    abiertas- entre los productos culturales (y lingsticos) y las prcticas culturales (y

    lingsticas), el consumidor cultural es tambin productor, produce sentido cotidiano al

    8Lejeune (2001) contrapone con eficacia El oficio del socilogo de Bourdieu, Passeron y Chamboredon

    con los Estudios en Etnometodologia de Garfinkel (1984) como obras, publicadas ambas a finales de los

    aos sesenta, y convertidas en manifiestos de dos de los cabezas de fila de la renovacin radical dos

    programas de investigacin -en el sentido ms restrictivo del concepto- histricos en la sociologa, hoyms complementarios que sustitutivos, as si en Bourdieu se sigue, refina y multidimensionaliza la idea

    durkheimiana de los hechos sociales como cosas, en Garfinkel se radicaliza la visin fenomenolgica y

    etnogrfica de accin social como fenmeno permanentemente creado y creador de sentidos realizada

    sobre y por sujetos sociales concretos. En esta misma lnea es muy curioso que en uno de los ltimos

    textos firmados en su vida por Pierre Bourdieu , un prlogo sobre la obra de otro grande de la sociologa

    de orientacin etnometodolgica y fenomenolgica -pasada por la revolucin cognitivista- AaronCicuorel; Bourdieu y Winkin (2002: 9-19) se dedican a ponderar ms las actitudes de investigador dentro

    del campo sociolgico de Cicourel: su heterodoxia, rigor, ascetismo, su prctica cientfica, pero apenas

    dicen nada de lo importante de sus contribuciones e incluso de lo difcil que supone casar la orientacinde la sociologa cognitiva de Cicourel (1979) con el proyecto sociolgico e Bourdieu, dando la impresin

    de observar los productos de la sociologa ms por la actitud esforzada del socilogo que la realiza que

    por la enorme riqueza de sus contribuciones intelectuales. Finalmente uno de los discpulos ms brillantesy activos de Pierre Bourdieu, Philippe Corcuff (2002: 175-195) desde sus experiencias de compromiso

    con los movimientos sociales, habla ya de romper ese marco epistemolgico tan enconsertado que separa

    el conocimiento cientfico y el conocimiento ordinario y, no pos casualidad apuesta por dialectizar y

    complejizar sus relaciones acudiendo a diferentes tradiciones crticas de la sociologa incluyendo a las

    escuelas que abordan el tema del conocimiento ordinario.9La idea de cultura popular ha estado presente en el centro de obra de Bajtin (1987) y adems ha servido

    para presentar una de las ms fundadas crticas a Bourdieu por parte de Grignon y Passeron cuando

    acusan a Bourdieu de malentender y despreciar todo aquello que no comporte el valor de distincin de la

    cultura oficial y de las clases medias (Grignon y Passeron 1992). Las contrapropuestas un tanto

    despreciativas de Bourdieu se encuentra en Bourdieu (2001a: 132-155). Para una introduccin de la obrade Bajtin desde el mbito de la sociolongistica y el anlisis del discurso en el que se hace referenciatambin al trabajo de Bourdieu , ver Peytard (1995).

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    consumir, los sujetos son capaces de modificar la intencin predeterminada en losproductos lingsticos y cambiar su sentido. Esta capacidad reflexiva del lenguaje es laque hace que la ideologa no slo tenga un carcter reproductivo ocultador ydeformante, sino tambin creativo, inventivo y resistente.

    Ya frontalmente contra Bourdieu, Michel de Certeau10 se pronuncia contra laimagen de radical pasividad para la creacin de sentido que tiene el concepto de prcticaen Bourdieu, prisionero del habitus y reducido a usos lingsticos planteados comosupuestas estrategias para ganar poder, que por variados que se presenten soneternamente reproductivos, calculadores, estratgicos. Pero Certeau y otros autores11-nos recuerdan tambin el carcter gratuito y de don que tienen muchos de nuestros actosculturales y lingsticos, la comunicacin es estrategia, pero tambin es cooperacin ydonacin; es reproduccin, pero tambin es reconstruccin, reelaboracin e inclusoinvencin a partir de materiales preexistentes. En la condicin de sujeto est lacondicin de productor de narraciones, narracin que unifica sustancialmente aprcticas culturales, lingsticas, sociales, etc., cada produccin, dira de Certeau es una

    reelaboracin, una redefinicin desde la experiencia, que implica no slo aceptacinsumisa, sino resistencia creativa. Bourdieu, por tanto, haba planteado muy bien ladimensin dominacin simblica del lenguaje, pero se despreocupara de la dimensindonacin y cooperacin o de incluso de la dimensin reconstruccin y resistencia, algoque no se puede dejar fuera en los juegos pragmticos que toda prctica comunicativacomporta. Michel de Certeau indica, adems, que estas operaciones de utilizacin oreutilizacin simblica corresponden al antiguo arte del "hacer", son usos, designandocon ello acciones que tienen sus propias lgicas y sentidos y que organizan callada ycotidianamente el trabajo del consumo de produccin cultural. Los consumidores de

    10Frente a la gran rigidez y su fijacin en la reproduccin del campo que se percibe en el concepto de

    prctica que se deriva de Bourdieu es muy conocido que para Michel de Certeau (1990: 82-97), lospblicos son productores activos y manipuladores de significados y por tanto los sujetos sociales sonconcebidos como lectores que se apropian de los discursos populares y los recrean en procesos depermanente resignificacin y resimbolizacin de un modo que les sirve para diferentes intereses. Laexperiencia de toda comunicacin, desde la ms horizontal a la ms jerrquica en su emisin setransforma en la base de una rica y compleja cultura en la que la hibridacin ente los sentidos comunes(como creados por la comunidad) y los poderes se hace permanente. Desde esta perspectiva los sujetossociales se convierten en una especie de cazadores e hibridadores de textos y discursos, en una progresivalucha por la reposesin del texto y el control de sus significados. Toda lectura establecidainstitucionalmente como nica y verdadera, la experta, la del especialista que domina y establece un nicosignificado, la del mayor capital simblico y cultural, la de los valores del poder es fagocitada por lacultura popular y el sentido concreto de la comunidad a travs del cual los hablantes/lectores fragmentanlos textos y los recombinan de acuerdo con sus propios proyectos, extrayendo aquellas piezas del material

    precisas para crear sentido de su propia experiencia social. Los espectadores, como cazadores nmadas,mezclan lo institucional, lo masivo y lo popular y mantienen frente a la industria de los medios deproduccin un grado de autonoma y de irona parcela de significacin concreta que se resiste a todafijacin, medicin o control. En este proceso, los pblicos dejan de ser simplemente una audiencia y enlos textos populares y jugando con la hegemona de los poderes se convierten en participantes activos enla construccin y circulacin de significados. ltimamente hemos recibido una muy buena bibliografasobre la magna obra de Michel de Certeau, literatura que resalta y analiza sus diferencias directas conBourdieu, ver as la impresionante obre de Dosse (2002, esp. 486-504) y los trabajos recogidos enDelacroix, Dosse, Garca y Trebitsch (2002).11 Sobre el carcter de don sin inters y por o tanto tambin regulado por una relacin cooperativa-consustancial como dimensin fundamental a todo lenguaje y directamente contra Bourdieu, ver Caill(1994) desde otro ngulo Rancire (1997) nos recuerda como el esfuerzo por conocer la cultura y laidealizacin de la misma ha sido uno de los factores fundamentales del progreso y de las luchas de las

    clases populares que han encontrado en ese esfuerzo por adquirir cultura no slo un motor de promocinindividual, sino tambin y, sobre todo, un factor de construccin de movimientos sociales y del cambiosocial.

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    signos trazan trayectorias parcialmente indeterminadas, usando como material el

    vocabulario de los idiomas recibidos y de los cdigos heredados, enmarcados por

    sintaxis significantes constreidoras, pero sobre las que se pueden dibujar juegos de

    intereses y acciones estratgicas diferentes. Lo que los estudios formales muestran son

    los materiales utilizados (sea el lenguaje, los objetos o los gastos), pero no los modos de

    utilizarlos y el sentido de su uso. El anlisis sociolgico del lenguaje y la comunicacinslo se puede realizar en ese encaje de sentidos y poderes, no slo mostrando las

    relaciones que se mantienen con un sistema o un orden, sino delimitando las relaciones

    de fuerza que definen y delimitan las circunstancias de las que este orden puede

    reconstruirse.

    En todo proceso comunicativo se produce, pues, un contrato implcito de

    enunciacin y recepcin y para Michel de Certeau tanto en el mbito de la lengua, como

    en el de las investigaciones sobre las prcticas cotidianas se puede encontrar una comn

    lgica de la enunciacin. La enunciacin supone siempre la reproduccin necesaria de

    un sistema lingstico, un decir que actualiza sus posibilidades y que slo se convierte

    en real en el acto de hablar, pero que es, a la vez, la apropiacin de la lengua por ellocutor que habla, que supone el reconocimiento de un interlocutor real o ficticio y, por

    tanto, la constitucin de un contrato relacional que crea formas especficas de alocucin

    o recepcin por las que se habla a alguien o se recibe por alguien concreto con intereses

    concretos que modifican la enunciacin y la recepcin. Siempre existe la instauracin

    de un presente por el acto del sujeto que habla, y conjuntamente, dado que el presente es

    propiamente una definicin del tiempo, la organizacin de una temporalidad supone un

    punto de narracin que crea un antes y un despus desde el orden de una existencia que

    es presencia de los actores en el (su) mundo. De Certeau amplia su modelo de

    enunciacin a muchas de las narraciones no lingsticas, como las prcticas de

    consumo, los hbitos de vida y reconocimiento en la ciudad, las formas alimentarias y

    las tradiciones culinarias, la cultura popular o los comportamientos de los trabajadoresen su lugar de trabajo, la mayora en directa polmica con Bourdieu, y as al analizar los

    hbitos de consumo como maneras de hacer, como esquemas de operacin, como

    estrategias o formas de escribir y leer.

    Michel de Certeau nos insiste siempre en las "artes" cotidianas para apropiarse

    todos los modos de comunicacin desde los ms naturales a los ms instituidos. Puesto

    que el uso, debe ser analizado por s mismo, no como esquema de reproduccin de un

    poder general, sino como formas de estrategia y en algunos caso de microfsicas de la

    resistencia. Cada sujeto acta, en un haz de dinmicas concretas, segn una cierta

    manera, un estilo que le es propio, los poderes existentes son evidentes, pero los

    comportamientos resultantes tambin se realizan en funcin contextos socialesparticulares. La cuestin que se plantea es saber qu es lo que produce el consumidor

    con esas sobras y retazos de los cdigos impuestos y los mensajes emitidos con esa

    especie de sentido comn resultante en el entrecruce de experiencias sagradas y

    profanas-, cuando realmente acta y no slo reproduce la sociedad, empleando los

    productos culturales y lingsticos- propuestos por un orden econmico y social

    dominante, pero mediado y moldeado por el orden ms particular de los usos cotidianos

    constantemente reinventados. Los productos culturales pueden ser considerados, as, no

    slo como signos estticos, sino como un repertorio de prcticas significantes con el que

    los usuarios proceden a operaciones de trasformacin desde sus poderes concretos.

    Cuando nos acercamos al Bourdieu de la televisin nos damos cuenta de sus diferencias

    con estas propuestas.

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    4. Bourdieu y los medios de comunicacin: crnica de un desencuentro anunciado.

    "NO PENSAMIENTO. No se puede traducir esto por ausencia de pensamiento. La ausencia de

    pensamiento designa una no-realidad, la huida de una realidad. No se puede decir que una ausencia esagresiva o que avanza. Por el contrario el no pensamiento designa una realidad, una fuerza; por eso

    puedo decir: el no pensamiento que invade; el no pensamiento de los tpicos; el no pensamiento de los

    medios de comunicacin". Milan Kundera (2000: 158)

    Dada la evolucin de las lneas temticas de la obra de Pierre Bourdieu era

    previsible que, tarde o temprano, se encontrara con los medios de comunicacin de

    masas como problema sociolgico: sus incursiones y fundamentaciones en el mbito de

    las prcticas culturales, del lenguaje, el anlisis del consumo o el campo literario, haca

    prever una propuesta intelectual de primer orden sobre este aspecto, lo que resultaba

    ms difcil de imaginar era la repercusin pblica y el revuelo meditico organizado con

    una pequea, pero enjundiosa, obrita que tom por nombre Sobre la televisin

    (Bourdieu 1997b). Para cualquier lector medianamente atento de Bourdieu las tesis de

    este libro no resultaban especialmente nuevas, al fin y al cabo no haca otra cosa que

    reactualizar las tesis que ms de veinte aos antes haba expresado en un artculo mtico

    como fue La opinin pblica no existe ( Bourdieu 2000b: 220-233) y que luego tanto

    el mismo Bourdieu como la ms brillante ltima generacin de socilogos franceses

    formados con nuestro autor Alain Accardo, Patrick Champagne, etc12

    .- se han

    dedicado a aplicar y desarrollar en abundantes libros, informes y nmeros monogrficos

    de revistas del tipo, Actores de la recherche en sciences sociales donde el esquema

    bsico de la arquitectura intelectual inspirada en Bourdieu se ha aplicado al tema de los

    sondeos de opinin, el campo periodstico, el estudio (supuesto) de las audiencias y unlargo etctera de aspectos concentrados en esta realidad comunicacional.

    De esta forma el hilo conductor de estos anlisis se iniciaba como hemos dicho-

    con una afirmacin, la opinin pblica, como la juventud, el lenguaje, o cualquier otra

    categora sociolgica que se invoca por naturaleza o en abstracto, sin atender a la

    diversidad y desigualdad de las posiciones sociales que la conforman, no existe y su uso

    es siempre un uso interesado que permite la dominacin (estructural e invisible) de los

    que tienen el poder para utilizar estas categoras (supuestamente universales, pero

    12

    Slo como muestra de la importantsima produccin de investigaciones sobre la opinin pblica y el

    periodismo realizadas a partir de las categoras analticas de la sociologa de Bourdieu pueden verse lostrabajos de Champagne (1990) y Accardo (1998) as como los varios y muy interesantes nmeros

    monogrficos de Actes. Sin embargo desde una defensa -tradicional, pero consistente - de la tica del

    periodista Schneidermann (1999) enfatiza el carcter maniqueo, dicotmico y simplificador del anlisisdel campo periodstico francs (los buenos la minora superintelectual y acadmica y los malos una

    inmensa mayora corrupta trabajando en los grandes medios). De la relevancia de los trabajos sobre este

    tema en la ltima singladura vital de Bourdieu es un buen indicador que ya se empieza a incluir como una

    da los aportaciones generales de su sociologa y , por ejemplo, Mounier (2001: 242-250), ya le dedica una

    capitulo en su gua bsica a Bourdieu por otra parte en Alonso (2002a) se recogen las reacciones a lamuerte de Bourdieu de los medios y periodistas de referencia en el panorama cultural francs en el

    momento de su muerte . Por fin, merece la pena comparar las posiciones sobre el periodismo de Bourdieu

    con las complementarias del periodista crtico de origen polaco Ryszard Kapuscinki, formado en la

    escuela historiogrfica de los Annales, y que apuesta por un periodismo de acercamiento a los pblicos

    desde abajo, con empata y comprensin in situ de las acciones de sujetos en su propio contexto, casi unprograma de hermenutica periodstica, radicalmente tica, que sin ignorar la manipulacin de los mediosdentro de su competencia mercantil apuesta por una comprensin histrica del hecho periodstico.

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    realmente creadas con una intencin en el campo de luchas sociales) en beneficio

    propio. Por ello, el mito mximo del imaginario social burgus, "la opinin pblica", en

    teora estudiada cientficamente por las encuestas sociolgicas y, no menos en teora,

    expresada, difundida y ampliada por los medios de comunicacin, desde la tradicional

    prensa escrita hasta el ms moderno de los artilugios tecnolgicos que se busque, para

    Bourdieu no es ms que un endeble y voltil constructo realizado por un colectivoprofesional (el de politlogos, los socilogos o los periodistas) que desde las

    determinaciones particulares de su campo (sean externas o internas, relativamente

    autnomas o dependientes, generales o particulares, econmicas o corporativas) se

    atribuyen la capacidad de agregar, seleccionar, inquirir o atribuir opiniones y valores,

    para conseguir que algo no es ms que una visin interesada (y estratgica para su

    campo) de la realidad, se convierta en "la" opinin pblica. Lo que son, pues, posiciones

    sociales, trayectorias, luchas en un campo, expresiones desiguales de capitales

    desiguales, sentidos diferentes para acciones diferentes, se armonizan artificialmente y

    combinan en categoras aparentemente naturales pero en su abstraccin vacas, como

    comunicacin, lenguaje, opinin pblica, donde los que las usan en su falsa e imposible

    (desde esta lgica de construccin) aceptacin universal estn realmente encubriendoalgn tipo de dominacin.

    En Sobre la televisin estas tesis se concentran especficamente en el mbito de

    los medios de comunicacin de masas, pero en realidad se aplican al campo periodstico

    como objeto de conocimiento social, a la vez que como constructor de las realidades

    comunicacionales legtimas. El libro es en realidad la compilacin de dos conferencias

    ofrecidas en el Collge de France emitidas por una cadena cultural en el marco de

    colaboracin con la divisin audiovisual del potente CNRS al que a las ediciones

    internacionales, incluida la espaola, se le han aadido algn artculo ya clsico de

    Bourdieu sobre el tema en Actes, as como un pequeo eplogo que sirve de respuestas

    (estructurales y sociolgicas) a sus crticos (parece que directos y muy personalizados).En principio el libro, en la revisin de sus tesis ms superficiales, poco aporta de

    original a las versiones ms apocalpticas (para utilizar la ya clsica caracterizacin de

    Umberto Eco) de los medios: banalizacin, irreflexividad, apresuramiento, dictadura de

    las audiencias, comercialismo extremo, competencia a la baja intelectual de los

    contenidos, servilismo del poder (o mejor de todos los poderes) monopolio del sentido y

    de la capacidad de comunicacin, y as un largo etctera que sirve de diagnstico

    lgubre que, por cierto, no se le escapa a cualquier pblico con una simple sensibilidad

    cultural que se enfrente a la desalentadora y descorazonadora realidad meditica actual.

    Pero donde Bourdieu realiza una autentica leccin de magisterio sociolgico aqu en su

    modalidad de ensayo sociolgico- es en un anlisis especialmente perspicaz, aunque no

    sin ciertas dosis de desenfoque, de las transformaciones (en forma de censura yviolencia simblica) que el nuevo mbito competitivo de la produccin meditica

    induce en el campo periodstico y las presiones negativas- que este campo induce, a su

    vez, en lo mbitos genricos de la produccin cultural y cientfica.

    En la teorizacin de Bourdieu, la televisin actual refuerza todos los vicios y

    minimiza todas las virtudes estructurales del campo periodstico. La construccin de la

    realidad meditica se hace a partir de una separacin sistemtica y una censura activa

    sobre la realidad social: la competencia de los medios entre s, y la convivencia y

    connivencia de estos medios con todos los poderes establecidos, empezando por los

    econmicos, pero inmediatamente seguido de los polticos, hacen que la seleccin de la

    realidad presentada no sea ms que una imagen interesada, compuesta literalmente porlos medios segn sus estrategias concretas en el campo mediante una simple interlectura

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    de medios (una informacin que informa circularmente sobre el campo periodstico

    mismo pues tanto las fuentes como los objetivos reales en forma de exclusivas,

    primicias, etc. no son capaces de salir de la realidad del universo meditico). El relato

    meditico general, por tanto, es una presentacin sistemticamente desordenada y

    catica de la realidad social mostrando y montando interesadamente las apariencias y

    censurando estructuralmetne todos los aspectos histricos y sociales de peso quecomponen las dinmicas desiguales- de fuerzas que conforman esa realidad .

    La televisin al estar cada vez ms dirigida por la pura competencia econmica,

    degrada y desubstancialiaza el campo periodstico al inducir su dinmica de

    apresuramiento, de falta de exigencia intelectual, de presentacin de lo social como un

    campo de batalla personal y sin matices, de legitimacin a partir de ndices de audiencia

    o de ventas, del sensacionalismo, de la amnesia de causas y estructurales sociales, etc.,

    etc. Si la acartonada televisin moralizante, pedaggica, cultural y educativa formaba

    parte del imaginario social del capitalismo regulado keynesiano (dependiente

    fundamentalmente del Estado), la televisin sensacionalista, amarilla y descerebrada

    responde a la (i)lgica competitiva del neocapitalismo globalizado (de dependenciaestricta al mercado). Si la televisin resultaba tremendamente acomplejada y

    dependiente en sus pocas de formacin histrica del prestigio y el capital simblico de

    la creacin artstica y cientfica, ahora es al contrario es la banalidad de la televisin la

    que otorga capital simblico. Y este anlisis toma cuerpo social, y de ah lo original y lo

    polmico en la obra de Bourdieu, cuando aparecen los sujetos efectivos que efectan

    esta desestructuracin activa de la informacin y la comunicacin: los periodistas y

    los intelectuales periodistas que componen un micro campo distorsionado y

    distorsionador en el sentido que la sociologa de Bourdieu. La mirada clnica (de

    diagnstico y anlisis) que los periodistas e intelectuales deban de realizar sobre la

    realidad social se hace ahora mirada cnica (de consagracin fatalista y acomodaticia),

    producto de su pura reproduccin de todos los poderes en el campo, otorgndose,adems la legitimidad de la informacin.

    El campo periodstico en su fragilidad es as especialmente dependiente

    (especialmente del mercado y los poderes polticos), pero adems crecientemente

    influyente, hasta lo agobiante, sobre todos los dems mbitos de la produccin cultural

    como el arte, la literatura, el trabajo acadmico o cientfico o la planificacin de los

    recursos pblicos o cvicos. De esta manera el campo periodstico, que como todos los

    campos sociales es relativamente autnomo y estructuralmente conflictivo, da acceso a

    lo que se considera legtimamente comunicable, a lo que puede ser dicho y visto, lo que

    en su propia lgica, es en ltima instancia, lo que existe. Pero esta composicin slo

    responde a la necesidad de los periodistas de ser reconocidos en el campo, ya sea enforma de retribuciones monetarias conseguidas en funcin de las audiencias que es

    capaz de presentar, ya sea por la propia circulacin de su figura simblica en el campo

    por su cercana a los polticos o a los seores a las corporaciones.

    Por todo ello el periodismo, y mucho ms en la era de la televisin que es su

    gua y su referencia profesional paradigmtica, como campo especialmente endeble y

    efmero en sus producciones intelectuales, sin apenas controles de rigurosidad,

    cientificidad o plausibilidad en sus productos se abalanza sobre campos prximos como

    el filosfico, el literario o el sociolgico para vampirizarlos y servirse de sus

    planteamientos intelectuales universalistas, as como, sobre todo, para alimentar su

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    elemental lgica de la competencia mercantil13

    . En esta maniobra aparecen unos

    intelectuales colaboracionistas en el sentido ms duro del trmino- que aceptando las

    imposibles y demenciales reglas de juego del medio televisivo profesionalizan sus

    colaboraciones opinando sin documentacin, reflexin o distincin sobre todo lo que el

    maestro de ceremonias meditico les hace hablar, son los fast thinkers, "todlogos" que

    dictaminan sobre cualquier cosa utilizando su brillo desgastado del mundo acadmicopara entrar en debates o falsos debates que no tienen ms objeto que el de ser coartada

    del recorte que de la realidad social hacen los periodistas siguiendo el dictamen de sus

    propias luchas mediticas y de sus patrones econmicos. Para Bourdieu, adems, los

    acadmicos que entran en este juego de opiniones apresuradas y a medida de sus

    patronos mediticos, son aquellos que no tienen suficiente capital simblico en su

    campo intelectual de origen, los que tienen que servirse de la ampliacin grotesca de su

    figura por los medios para compensar su escasa consagracin en un campo acadmico o

    intelectual de cierto peso.

    En el esquema de Bourdieu, tanto la comunicacin, como la llamada opinin

    pblica no son otra cosa que fetiches de las preconstrucciones y los presupuestos dellenguaje corriente, que los periodistas manejan sin construir como objeto sociolgico

    serio para servirse en sus afanes de hegemonizar el campo, recurriendo a sus xitos de

    audiencia o de rapidez en el descubrimiento de noticias (como si estas fueran

    acontecimientos aislados y caticos independientes de las estructuras sociohistricas

    que las originan). Por decirlo de una manera breve, no hay comunicacin, ni opinin

    pblica, sin los sujetos sociales y profesionales, que las construyen y las dominan, lejos

    por tanto cualquier fantasa democrtica en estos dos conceptos, pues slo

    contribuyen a propagar la violencia simblica de las que utilizan el engaoso sentido

    comn para ocultar la dominacin estructural y la violencia simblica de lo social, y en

    nombre de lo universal imponen todos los intereses de las posiciones particulares

    desde los que se utilizan cada vez ms en vano.

    Pero quizs el nudo gordiano de este opsculo de Bourdieu es su esquema de la

    relacin entre campos, donde el campo periodstico colonizado por lo econmico (o

    mejor por lo simplemente comercial) coloniza, a su vez, los campos genuinamente

    artsticos o genuinamente cientficos, distorsionndolos e introduciendo su ausencia de

    valores, su futilidad, su falta de rigor, su aceleracin, sus precriterios de lo que es

    aceptable por pblicos tomados como idiotas culturales, sus listas de best-sellers, y as

    este largusimo y conocido etctera. Los fast thinkersslo son uno de los aspectos ms

    espectaculares de esta corrupcin de los campos acadmicos (desde su parte ms

    endeble) por el campo meditico, el establecimiento de criterios de publicacin, de

    seleccin de temas, de creacin de la agencia cultural y cientfica, de financiacindirecta o inducida, de distorsin de los polticas pblicas, de desvaloracion del trabajo

    reposado y a largo plazo, son algunas de las muchas turbulencias (es decir censuras) que

    los medios han creado en estos otros campos tradicionalmente mucho ms autnomos y

    13Aseguran Alberto Abruzzese y Andrea Miconi (2002: 76), que lo que trasluce detrs de la crtica de

    Bourdieu a la televisin es la idea de que "contestando el carcter de la televisin , Bourdieu no hace otra

    cosa que reivindicar la superioridad de la sociologa respecto a las disciplinas comunicacionistas.[] Enefecto, negar la legitimidad de la televisin significa tambin cuestionar el estatus de las ciencias de la

    comunicacin". Lgicamente alguien como Patrick Champagne (2002: 116) tiene que dar otra versin,

    seguramente complementaria del mismo asunto indicando que porque Bourdieu "conoca el papel

    indispensable que juegan los media en el proceso democrtico quera , gracias a la sociologa -ya que

    crea en la virtud liberadora de la sociologa y, ms generalmente, de la ciencia-, ayudar a los periodistas aconquistar ms autonoma y libertad en relacin con las condiciones que pesan sobre el funcionamientode ese campo de produccin"

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    autosuficientes (como el artstico o el cientfico), entre otras cosas porque, segn

    Bourdieu (1999: 111-119), han sabido crearse histricamente su independencia

    acudiendo a capitales simblicos y culturales propios .

    La televisin y, en general, todo los medios de comunicacin de masas no han

    hecho nada por difundir las producciones artsticas o cientficas, lo que han tratado de

    hacer estas es ponerlas bajo su arbitrio economicista y cnico. El llamamiento de

    Bourdieu es a preservar el derecho de entrada, de autonoma y produccin de los

    campos culturales no mediticos, evitando la vulgarizacin, la todologa o la alodoxia

    por la cual las productoras de opiniones manipulan conscientemente los habitus de clase

    mediante comunicaciones que tienden a privilegiar el aspecto ms visible del mundo

    social (los individuos y sus actos, sobre todo malos) en detrimento de las estructuras y

    los mecanismos causales complejos. Facilitar as el acceso a las producciones culturales,

    a su salida de sus campos estrictos, universalizarlos es todo lo contrario a someterlos a

    la degradacin del campo periodstico, es permitir una, construir una poltica de acceso

    al conocimiento de lo social. Paradjicamente en el campo periodstico la contribucin a

    esta universalizacin se realiza de manera contraria a la posicin de poder interior en elcampo, cuanta ms popularidad, competencia, fama o notoriedad se adquiere y por ello

    ms legitimidad para transmitir informacin- menos compromiso con la realidad social.

    Una especie de ley de Gresham funciona as en el campo periodstico, cuanto mejor

    trabajo realiza una publicacin, programa o profesional ms escondido estar, cuanto

    peor, ms comercial, apresurado y sensacionalista ms circular y ms contribuir a dar

    una imagen de la realidad social como si fuera un conjunto de catstrofes, sucesos y

    personajes sin estructuras, clases actores o fuerzas histricas y sociales.

    De esta manera resulta cuando menor sorprendente que para una autor que ha

    sido fundamental en el estudio de las formas diferenciales de consumo y los estilos de

    vida, as como en las condiciones concretas de uso y de atribucin de sentido social a

    los bienes simblicos, slo sea capaz de encontrar el mismo en la televisin cuanto

    tantos estudios ha ayudado su teora a orientar y encauzar metodolgicamente sobre

    ella14

    - un instrumento degradador y depredador de los campos acadmicos

    especialmente consolidados y, sobre todo, universitarios. Es evidente que en este

    epgrafe estamos comentando un ensayo (o ensayos) y no una monografa de

    investigacin como cualquiera de las muchas que Bourdieu ha dado a la imprenta

    dedicadas a temas como la educacin, el arte, los cuerpos de altos funcionarios, las

    prcticas culturales y que la han consagrado como un socilogo fundamental de nuestra

    poca, pero el problema en realidad proviene del enfoque ms que de la extensividad o

    la intensividad del tema tratado, es el problema de una cierta reduccin epistemologista

    que acaba explicando un hecho social por la situacin de un campo intelectual (elcampo periodstico en este caso). Por eso la televisin de Bourdieu slo es prescriptiva,

    su epistemocentrismo no le permite observar los efectos de construccin de una esfera

    comunicativa en el que existen mltiples ambivalencias y efectos contradictorios, as

    como elementos de creacin de la realidad que no coinciden con la simple deformacin

    informativa, as ni la ficcin, ni los diferentes gneros (y la mezcla de ellos), ni el

    entretenimiento, ni los relatos, ni las proyecciones imaginarias de los grupos sociales

    sobre los mitos se consideran y sin embargo son fundamentales en los efectos14

    Spittle (20002), realiza una aproximacin al estudio del consumo de televisin directamente

    relacionada con la teora del habitus y los estilos de vida de Bourdieu (1988). Por otra parte alguien tan

    prximo a Bourdieu como John B. Thompson tiene un magnfico libro dedicado al lugar social de los

    medios cuya deuda terica con Bourdieu es evidente, aunque Thompson (1998: 30 y 273) critica en lexcesivo nfasis en el carcter inconsciente del habitus y el determinismo explcito de la teora del campo,

    obviando lo que de creativo y constructivo tienen las prcticas de los sujetos sociales.

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    comunicativo de los medios actuales; la televisin en Bourdieu, por tanto, es un seco

    instrumento de la reproduccin social y no un elemento de construccin de una nueva

    esfera pblica comunicativa distorsionada, pero operante y por ello con una eficacia

    simblica diversa que debe ser estudiada, comprendida e interpretada, no slo

    condenada.

    Es por esto que presentar cualquier hecho comunicativo como un problema de

    conocimiento social (y el hecho televisin como la degradacin del conocimiento social

    cientfico por parte de los saberes vulgares, ahora ms acelerados, banalizados y

    espectacularizados) acaba por denegar las prcticas de los sujetos sociales concretos que

    no estn dictaminada por la dominacin o la resistencia (imposible) a la dominacin en

    los diversos campos, productos a su vez de la puesta en valor de un capital simblico.

    En este sentido estos escritos sobre la televisin muestran mejor que ningn otro, la

    separacin con cualquier hermenutica de los sujetos concretos, al estudiar los campos

    como realidades estructurales el eterno retorno a la dominacin rompe cualquier

    sentido, uso o razn prctica que no sea la de la reproduccin externa o interna del

    propio campo casi petrificado.Esa tendencia de Bourdieu a convertir lo social en conjuntos de conocimientos

    cautivados por los campos socialmente sacralizados deja sin espacio a cualquier

    conocimiento, prctica cultural o lingstica profana, con sus posibilidades plsticas y

    pragmticas de traspasar, formar, codificar o decodificar los mensajes desde sentidos

    que no son propiamente los de la lgica de la dominacin. Someter toda doxa a una

    episteme -como si slo desde la episteme se pudiera pensar lo social- y atribuir al

    lenguaje corriente, los medios de comunicacin o el campo periodstico las

    caractersticas del sentido comn deformante, es dejar por decirlo en palabras de

    Norbert Elias(1990: 120 y ss)- sin canales de comunicacin niveles de configuracin del

    conocimiento social que va componindose como un mapa de regiones diversas.

    Realizar un mapa como pretende Bourdieu sin considerar una cierta regin, la del

    conocimiento ordinario, con su cierta autonoma y su capacidad de creacin de

    realidades comunicacionales o intersubjetivas propias y con efectos sociales globales, es

    necesaria y gratuitamente empobrecedor. Como dice el mismo Norbert Elias no es tarea

    fcil determinar la estructura de no saber de las personas utilizando slo las palabras de

    los que saben.

    Llama la atencin tambin la falta de referencias a los no ya cientos, sino miles

    de trabajos sociolgicos internacionales que tienen por objeto la televisin o los efectos

    sociales de los medios15

    y que un libro sobre la televisin venga a degradar hasta la

    saciedad el campo periodstico y a defender los valores consolidadas en el campo

    acadmico, as como a clamar por la pureza y el sacrificio que se conserva en el ncleoduro y prestigioso de la investigacin universitaria. Pero esto es coherente con el orden

    de prioridades de la sociologa de Bourdieu, ms predispuesta a establecer campos y

    jerarquas desde los capitales culturales consolidados a explorar las capacidades

    constructivas de los actores concretos. As en el tema particular de la televisin no es de

    extraar que Bourdieu deje fuera de su anlisis elementos hoy fundamentales en el

    hecho social comunicativo, como son las condiciones de recepcin, uso y

    decodificacin de los mensajes en los contextos concretos y los mundos de la vida de

    15

    Una revisin del conjunto de teoras y programas de investigacin sobre los efectos sociales de los

    medios (hipodrmicas, espirales del silencio, recepcin activa, agendas, marcos, pertinencia cognitiva,

    etc., etc.) se encuentra bien realizada en Wolf (1994), y especficamente para la televisin vase Casetti ydi Chio (1999) para los instrumentos de investigacin y Vidal Beneyto (2002) para el debate actual -y lacrtica poltica- de la transformacin de la televisin en la "era de la globalizacin".

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    cotidiana de los sujetos tomados como bases para la construccin del sentido y la

    significacin16

    , que, por ello no son pura reproduccin del sentido impuesto por el

    emisor, tenga este emisor el grado de institucionalizacin que se quiera. Siempre hay

    espacio para cierta negociacin y reajuste del sentido entre emisor, texto y receptor en

    todos y cada uno de los pasos comunicativos

    Evidentemente Bourdieu no realiza las estriles maniobras postmodernas de

    Baudrillard y por ello dista mucho de las nihilistas apreciaciones sobre el crimen

    perfecto contra la realidad por parte de los medios o la captura de lo social por parte de

    una pantalla total que convierte en simulacros virtuales todo lo que acontece en

    cualquier esfera comunicativa (Baudrillard 1996 y 2000). Pero la rigidez de su

    planteamiento es evidente y evitando caer en la fetichizacin liberal burguesa

    tradicional de la opinin pblica, el lenguaje y la comunicacin como independientes,

    autnomos, iguales y expresiones directas de la libertad del hombre (en abstracto) o en

    el deslumbramiento actual neoliberal- de reducir lo comunicacional a la competencia,

    las luchas por la audiencia o el espectculo meditico, deja sin voz y sin papel a la

    recepcin, a la lectura, a las elaboraciones secundarias de la informacin, a lasinterpretaciones y a los interpretadores, a las comunicaciones horizontales y a la

    capacidad dialgica de reversin de los sentidos. La prevencin contra cualquier

    desviacin populista observada por Bourdieu le hace alejarse de una anlisis etnogrfico

    de la cotidianidad comunicativa contempornea, de estudio del contexto o de recepcin

    en los pblicos reales, as como de la comprensin y reutilizacin de los mensajes en los

    mbitos de las nuevas culturales populares, mbitos donde tambin existe posibilidades

    heterodoxas de leer y componer lo social sin ser realizados desde posiciones

    epistemolgicas acadmicas. Son evidentes pues los efectos devastadores

    intelectuales- de los medios tal como lo presenta en su polo ms formal Bourdieu, pero

    tambin debemos de pensar desde un aspecto ms cognitivo, en el carcter activo de las

    audiencias concretas17

    , en el mestizaje de culturas mediticas con culturas locales, en laslecturas irnicas y distanciadas de los diferentes pblicos sobre los mensajes de los

    medios, en la sociodiversidad creciente de los grupos de audiencia, en la construccin

    de una esfera pblica evidentemente modificada por los medios, pero nunca absorbida

    totalmente por ellos, etc.. Un largo etctera, por cierto del que tanto se han ocupado, con

    mayor o menor fortuna, las llamados estudios culturales18

    , a los Bourdieu, se refiere

    muy de pasada en su libro, slo para mostrar su distanciamiento.

    En este sentido el discurso de Pierre Bourdieu como el de su discpulo Serge

    Halimi19

    - sobre el periodismo y los medios de comunicacin en la poca del

    16Evidentemente la recepcin se ha convertido proceso hermenutico en uno de los Bouilloud (1997) en

    la sociologa, Jauss (1978) en la teora esttica y literaria Esquenazi (2002), es ya mtico Eco y Fabbri

    perjudica el pblico a los medios y la obra dilatada y fascinante por momentos en general de UmbertoEco.17

    Este aspecto del carcter concreto, constructor y socialmente complejo que otorgan "las maneras de

    ver" que realizan las audiencias reales, as como del carcter mediador, regulador y enmarcador de los

    medios -ms que de simples manipuladores o impositores-; estn especialmente trabajado en las

    excelentes aportaciones de Calllejo (1995 y 2000).18Como revisin y evaluacin madura de los llamados estudios culturales de origen britnico dedicados a

    los media vase Currran, Morley y Walkerdine (1998).19

    Esta es la lnea que ha seguido una publicacin tan cercana al mundo de Bourdieu en sus ltimos aos

    de vida como ha sido Le Monde Diplomatique y sus tesis sobre los "periodistas de mercado", luego

    desarrolladas en el polmico libro de uno de los ms fieles seguidores en este campo como es SergeHalimi (1997), cuya obra, editada en una coleccin de libros apadrinada y dirigida por Bourdieu produjouna fuerte polmica en Francia. Estos mismos argumentos son generalizados para el resto de los pases y

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    fundamentalismo ultraliberal", es cvicamente imprescindible y dado los tiempos que

    corren en nuestras pantallas es explicable su agria y cruda descripcin del pliegue de los

    periodistas "estrella" o los intelectuales negativos o rpidos a los dictados de las ideas

    uniformes y del pensamiento nico del mercado, imponindose sobre todo lo social.

    Pero tanto el enfoque terico, como sus alternativas prcticas, quedan un tanto

    desdibujadas, puesto que en el primer tema en la teora- es insuficiente pensar lainformacin (y menos la comunicacin) slo desde la oferta, le emisin o la

    codificacin directa y hay que estudiar todos los efectos concretos de la comunicacin

    en los pblicos con todo lo que supone de lectura contextualizada, irnica o pardica,

    distante o cruzada por las diferentes fuentes (intereses) de emisin y recepcin; en el

    segundo tema en la prctica polticosocial- es difcil llamar a un movimiento social

    general cuando tanto se sospecha del sentido comn, las simplificaciones y las

    preconcepciones de lo popular, y ya en Bourdieu en grado supremo, cuando se espera

    del corte epistemolgico de la sociologa llegar a las estructuras realmente operantes

    en el campo de la accin poltica.

    Evidentemente la comunicacin social no est cerrada por los medios, ni por elcampo periodstico, por mucho que ese periodismo se haya convertido en periodismo

    de mercado al servicio de los grupos empresariales y su "pensamiento nico". La

    comunicacin es un producto de (desiguales) fuerzas y de actores que se desenvuelven

    en el mundo de la vida y los sistemas de reproduccin de poder, en el mbito de la vida