Luis Antón, médico. Centro de Salud de Borja · y me encontré con una leucemia aguda. Tenía que...

2
La confianza de mis enfermos me reconforta y da fuerzas Luis Antón, médico. Centro de Salud de Borja Un sinfín de actividades humanas se basan en la mutua confianza: Subimos a un avión y no solemos albergar dudas sobre el estado físico y mental de la tripulación; comemos en un restaurante y no pensamos que la comida pueda estar en mal estado. Podríamos poner miles de ejemplos. Resulta chocante que muchas personas se mofan o no respetan a aquellos que tenemos fe religiosa sin darse cuenta que se están fiando y confiando continuamente en las relaciones humanas habituales. En la relación médico - paciente y familiares ocurre algo parecido: El paciente y el familiar acude a la consulta con una dolencia que le causa un sufrimiento físico, se acompaña de cierto grado de ansiedad o preocupación (hablo, claro está, de enfermedades o dolencias de cierta entidad). Muchas veces el hecho de hallarse en la consulta contando su problema le hace experimentar una mejoría real. Podemos recordar aquí al paciente al que, estando en la sala de espera del dentista, deja de dolerle la muela. Afortunadamente en Atención Primaria, la facilidad de acceso, la casi familiaridad en el trato, el conocimiento que tiene el médico de su paciente y el paciente de su médico, hacen que la confianza del paciente en su médico sea muy alta. Es frecuente que el paciente al que ha visto el ‘especialista’ venga con su informe y unas recetas a verte para ver qué te parece lo que la ha recetado el ‘especialista y te diga «hasta que Vd. no me diga que puedo tomarlo, no me lo tomo». Otros te cuentan un problema importante personal o familiar y tienes que “romper el tiempo asignado˝. A veces intervienes con una pregunta o un consejo y al final, aunque no le has dado una solución porque quizás no está en tu mano dársela, el paciente se va y te dice: «Gracias, doctor, por escucharme». Recientemente me vino una paciente por un malestar inespecífico. Solicité un análisis y me encontré con una leucemia aguda. Tenía que comunicárselo y enviarla al Hospital. Ingresada, la llamaba de vez en cuando. Estaba en un gran hospital con los mejores especialistas, pero me pidió que la llamara para decirle cómo veía las pruebas, pues los médicos tenemos acceso a los resultados de las pruebas que se le realizan en el Hospital y comentamos los resultados. Lamentablemente, mi paciente falleció a los tres meses de su diagnóstico. Tenía poco más de 40 años y dejó dos hijas. Muchas veces siento cansancio en mi ejercicio profesional, pero la confianza que me muestran mis enfermos me reconforta y me da fuerzas para seguir. El trato con los ancianos y los enfermos crónicos es para mí muy gratificante. Mira que dan trabajo con sus dolencias, pero llegas hasta ellos y generalmente te reciben con una sonrisa y te despiden con un "gracias Doctor" absolutamente sincero. No tienes mucho éxito en

Transcript of Luis Antón, médico. Centro de Salud de Borja · y me encontré con una leucemia aguda. Tenía que...

Page 1: Luis Antón, médico. Centro de Salud de Borja · y me encontré con una leucemia aguda. Tenía que comunicárselo y enviarla al Hospital. Ingresada, la llamaba de vez en cuando.

La confianza de mis enfermos me reconforta y da fuerzas Luis Antón, médico. Centro de Salud de Borja Un sinfín de actividades humanas se basan en la mutua confianza: Subimos a un avión y no solemos albergar dudas sobre el estado físico y mental de la tripulación; comemos en un restaurante y no pensamos que la comida pueda estar en mal estado. Podríamos poner miles de ejemplos. Resulta chocante que muchas personas se mofan o no respetan a aquellos que tenemos fe religiosa sin darse cuenta que se están fiando y confiando continuamente en las relaciones humanas habituales. En la relación médico - paciente y familiares ocurre algo parecido: El paciente y el familiar acude a la consulta con una dolencia que le causa un sufrimiento físico, se acompaña de cierto grado de ansiedad o preocupación (hablo, claro está, de enfermedades o dolencias de cierta entidad). Muchas veces el hecho de hallarse en la consulta contando su problema le hace experimentar una mejoría real. Podemos recordar aquí al paciente al que, estando en la sala de espera del dentista, deja de dolerle la muela. Afortunadamente en Atención Primaria, la facilidad de acceso, la casi familiaridad en el trato, el conocimiento que tiene el médico de su paciente y el paciente de su médico, hacen que la confianza del paciente en su médico sea muy alta. Es frecuente que el paciente al que ha visto el ‘especialista’ venga con su informe y unas recetas a verte para ver qué te parece lo que la ha recetado el ‘especialista y te diga «hasta que Vd. no me diga que puedo tomarlo, no me lo tomo». Otros te cuentan un problema importante personal o familiar y tienes que “romper el tiempo asignado˝. A veces intervienes con una pregunta o un consejo y al final, aunque no le has dado una solución porque quizás no está en tu mano dársela, el paciente se va y te dice: «Gracias, doctor, por escucharme». Recientemente me vino una paciente por un malestar inespecífico. Solicité un análisis y me encontré con una leucemia aguda. Tenía que comunicárselo y enviarla al Hospital. Ingresada, la llamaba de vez en cuando. Estaba en un gran hospital con los mejores especialistas, pero me pidió que la llamara para decirle cómo veía las pruebas, pues los médicos tenemos acceso a los resultados de las pruebas que se le realizan en el Hospital y comentamos los resultados. Lamentablemente, mi paciente falleció a los tres meses de su diagnóstico. Tenía poco más de 40 años y dejó dos hijas. Muchas veces siento cansancio en mi ejercicio profesional, pero la confianza que me muestran mis enfermos me reconforta y me da fuerzas para seguir. El trato con los ancianos y los enfermos crónicos es para mí muy gratificante. Mira que dan trabajo con sus dolencias, pero llegas hasta ellos y generalmente te reciben con una sonrisa y te despiden con un "gracias Doctor" absolutamente sincero. No tienes mucho éxito en

Page 2: Luis Antón, médico. Centro de Salud de Borja · y me encontré con una leucemia aguda. Tenía que comunicárselo y enviarla al Hospital. Ingresada, la llamaba de vez en cuando.

términos de resultados, pero puedes aliviar siempre. En este grupo de enfermos es donde más se manifiesta la confianza en Dios. Se dan cuenta de que tú no puedes "curar" su dolencia y suelen manifestar un "hasta que Dios quiera" o "lo que Dios quiera". "Haga lo que pueda, Doctor, pero no me mande al Hospital". No están contra el Hospital, ni mucho menos, pero les cuesta salir de casa y les aterra la idea de morir fuera de su casa y de los suyos. He visto morir a muchas personas, pero recuerdo un caso que se me quedó grabado. Un paciente ya mayor, alrededor de los 80 años, con una enfermedad grave incurable. Estaba de guardia y la familia me llamó porque lo veían muy mal. El paciente entró en coma y falleció en unos minutos tranquilamente. Alrededor de su cama sus tres hijos y sus cónyuges, el sacerdote y el médico. Rezamos todos juntos por él y recuerdo que el sacerdote, buen amigo, nos dijo: «Qué momento tan precioso, una muere tranquila rodeado de sus seres queridos». Desde la fe me resulta más fácil reconocer al paciente que tengo delante como persona única, con toda la dignidad de un hijo de Dios, que sufre, que tiene un problema y que pide ayuda. Además, me veo como el medio que Dios utiliza para devolver la salud o aliviar el sufrimiento si la curación completa no es posible. Esto es me da fuerzas para seguir e intentar hacerlo cada día mejor.