Lucila gamero de medina

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Lucila Gamero de Medina Lucila Gamero nació en la oriental ciudad de Danlí, en el departamento de El Paraíso, tres años antes de que iniciara la Reforma Liberal del doctor Marco Aurelio Soto. Su padre era el doctor Manuel Gamero y su madre Camila Moncada. Era una familia que, sin ser rica precisamente, pertenecía a la clase alta. “Tenían la idea de ser descendientes de españoles”, dice el escritor hondureño Juan Ramón Martínez.

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Lucila Gamero de Medina

Lucila Gamero nació en la oriental ciudad de Danlí, en el departamento de El Paraíso, tres

años antes de que iniciara la Reforma Liberal del doctor Marco Aurelio Soto. Su padre era

el doctor Manuel Gamero y su madre Camila Moncada. Era una familia que, sin ser rica

precisamente, pertenecía a la clase alta. “Tenían la idea de ser descendientes de españoles”,

dice el escritor hondureño Juan Ramón Martínez.

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Es por ello que Lucila se comporta con la dignidad y prestigio que su familia pretendía

tener. No se sabe de dónde hereda su vena literaria, pero sí que desde joven se dedica a

escribir. Su primera novela fue Amalia Montiel, 1895, que publica por capítulos en el

semanal El Pensamiento, que dirigía en Tegucigalpa, Froylan Turcios, el primer medio

literario en dar espacio a las mujeres.

Lucila mantenía correspondencia con Turcios y con una hermana de éste, Rafaela, a quien

parecía unir una gran amistad. Gamero también tiene el honor de publicar la primera novela

del país, Adriana y Margarita, 1897, de un total de siete novelas y un libro de cuentos.

No obstante a su persistencia y capacidad, en la publicación de Froylán Turcios, Gamero

aparece como una simple colaboradora y no se hace mención de sus novelas ni crítica

literaria alguna. Era una actitud mezquina en la que, sin duda, tenía que ver el hecho de que

ella fuera mujer.

Su visión feminista y avanzada la convirtieron en una mujer incomprendida, y también tuvo

que lidiar con la insatisfacción de su género. Ella quería ir a estudiar a Guatemala junto a su

hermano, pues tenía vocación de doctora, pero tuvo que conformarse con ejercer

empíricamente lo que leía en los libros.

Gamero montaba a caballo, dirigía una hacienda y era dueña de una farmacia. Fue tildada

de varonil e inmoral. En 1898 se casó con el señor Gilberto Medina, un hombre rico, pero

relativamente inculto, que había sido Juez en Danlí. Tuvo una hija y un hijo que le dieron

nietos. Se dice que cuando murió, no le dieron el responso en la iglesia, debido a sus

críticas hacia la jerarquía. Extrañamente, su tumba tampoco tiene lápida.

La novela Blanca Olmedo es una de las más conocidas en Honduras. Y quizá, al igual que

Prisión Verde, se le reconoce no por su mérito literario, sino por lo que tiene de crítica

social. Blanca Olmedo, una novela romántica escrita a principios del siglo XX, resulta ya

anacrónica para su época, porque el período cultural del romanticismo ya se consideraba

superado para ese tiempo. Al contrario de Prisión Verde, que es una novela que trata de

reflejar las vivencias de la gente humilde en los bananales de la Costa Norte, en Blanca

Olmedo los protagonistas gozan de una exquisita educación que les permite usar siempre

un lenguaje refinado. En las tertulias a las que asisten estos personajes se ejecutan piezas

musicales famosas en Europa. El lugar de la acción aparece como una ciudad

indeterminada en algún país del continente americano. Es hasta la última página del libro

que nos damos cuenta que la acción se desarrolla en la ciudad de Danlí, Honduras, de

dónde también es originaria la autora, Lucila Gamero de Medina.

Blanca Olmedo es una historia trágica, es la historia de una joven que lucha por ser feliz en

contra de una adversidad que la acecha a cada paso y que al final no logra vencer. Blanca

Olmedo es una muchacha ejemplar, bella e inteligente, cualidades que en vez de

favorecerle le atraen enemigos que no cejan en su empeño por destruirla. Las desgracias de

Blanca Olmedo comienzan cuando el personaje Elodio Verdolaga se ofrece para llevar los

asuntos legales de su Padre, don Carlos Olmedo. Verdolaga se pone de acuerdo con el

demandante para perjudicar a don Carlos, haciéndole perder sus bienes, y también pretende

aprovecharse de la desgracia económica de la familia para aprovecharse de Blanca. Don

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Carlos se da cuenta de la traición de Verdolaga y se lo comunica a su hija Blanca, que

desde ese momento empieza a despreciar a Verdolaga con todo su ser. Don Carlos muere

poco después, agobiado por la desgracia.

Obras principales

Lucila Gamero de Medina escribió, entre otras, las siguientes novelas:

Páginas del corazón Adriana y Margarita Aída, novela regional Betina La secretaria Blanca Olmedo Amor exótico

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Monumento nacional cementerio donde

descansa Lucila Gamero de Medina

DANLÍ, El Paraíso. La alcaldía municipal de Danlí declaró monumento nacional el

cementerio El Calvario, donde descansan los restos de la escritora hondureña Lucila

Gamero de Medina.

El camposanto en la actualidad es rodeado de improvisadas casetas comerciales y usado

como basurero por vecinos y extraños.

El cementerio en Danlí, donde descansa Lucila Gamero, se encuentra rodeado de

vendedores ambulantes.

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La Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) declaró el año académico 2014

en honor a la novelista y ciudadana danlidense Lucila Gamero de Medina, con el objetivo

de mantener vivo en la mente de la juventud la vida y obra de la novelista en el aniversario

de su fallecimiento.

La señora Margarita Flores, bisnieta de la escritora Lucila Gamero, dijo que “es un orgullo

para nosotros que Danlí y toda Honduras reconozca su talento y la forma cómo ella vivió

adelantada a su tiempo defendiendo los derechos de las mujeres, trabajando como médico

además de escritora una señora hacendada y trabajadora, sobre todo capaz y honrada”.

Amplió que me gustaría aprovechar para pedirle a alguna organización ayuda para poder

formar un museo de Lucila Gamero de Medina, que no pueden estar sacándose al publico

así nada más, hay documentos muy antiguos y delicados que están como en alas de

cucaracha que se van dañando con el tiempo, tengo ya el lugar para el museo, un sitio

indicado.

“El cementerio nuestro, El Calvario, fue entregado a perpetuidad a la familia Gamero en

1880 hace 134 años y la gente fue construyendo más cerca hasta casi desaparecerlo. En

estos momentos está en agonía la nieta de Lucila Gamero de Medina, quien es mi madre

Telma Sevilla Gamero y se negaron a que la sepultáramos en el predio privado, tampoco

fue posible en su hacienda pues señalan que es zona protegida, por tal razón nos cedieron

un espacio en el cementerio general de Danlí.

Ayer en corporación municipal declararon El Calvario como monumento histórico y

esperamos que se haga su parque, se acondicione como debe ser y dejen los vecinos de

usarlo como basurero”, amplió.

Esta es la tumba de Lucila Gamero de Medina.

Las nuevas leyes a favor del medio ambiente y salud pública han rechazado el deseo de la

señora Telma Sevilla Gamero de descansar junto a su madre y abuela, Lucila Gamero de

Medina. La corporación municipal de Danlí ha cedido un predio especial en el cementerio

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general de Danlí y ratificado el cementerio El Calvario de la familia Gamero como

monumento nacional, donde descansan ilustres ciudadanos como el maestro musicólogo y

compositor Manuel de Adalid y Gamero.

Según los datos del historiador danlidense, el maestro Darío González, las familias

pudientes a nivel nacional lograron predios para construir cementerios privados como la

familia Gamero Moncada, entregado en 1880 a perpetuidad. “Ahí están sepultados el doctor

Cornelio Moncada, diputado constituyente; el doctor Manuel Gamero Idiáquez, presidente

de la Asamblea Constituyente en 1880 y sepultado en 1903; también está sepultado Carlos

Gamero, músico; Manuel de Adalid y Gamero, Lucila Gamero de Medina junto a sus hijos

Gilberto Gustavo Medina y Aída Cora Medina Gamero en 1992”.

La perpetuidad del cementerio ha pasado a segundo plano y ha sido olvidado al paso de las

autoridades, que han permitido que este monumento nacional donde descansan los restos de

la escritora pionera en Centroamérica del género narrativo, haya sido sepultado por basura

y casetas improvisadas con madera y plástico. Entre gritos de comerciantes, el fuerte

impacto de los martillos que luchan por sostener las viejas tablas y láminas de los

comerciantes ya no se ve al pasar el histórico mausoleo de la mujer más famosa de

Honduras, escritora de la primer novela en este país “Adriana y Margarita” en 1897, el

último tomo que se conoce se encuentra en la biblioteca del Congreso de Estados Unidos.

Cual fue su huella?

AÑO ACADÉMICO 2014 LUCILA GAMERO DE MEDINA: MÁS ALLÁ DE

BLANCA OLMEDO

Gamero fue una mujer polifacética, escritora, madre de familia.

En los institutos de educación media es un requisito para los jóvenes alumnos leer la novela

hondureña «Blanca Olmedo», escrita por Lucila Gamero de Medina. Como la adolescencia

es una etapa renuente a las obligaciones y la lectura no es algo que se puede imponer, los

imberbes lectores en la mayoría de los casos la leen a regañadientes. Por otro lado, los

maestros no se preocupan más allá del control de lectura, salvo excepciones, son pocos los

que interiorizan en su obra y biografía. En resumen, unos cumplen leyendo la novela y los

otros haciendo un examen de «memoria». Pero más allá de este requerimiento, la obra de la

literata danlidense va más allá de «Blanca Olmedo», y su legado es digno de analizar y

documentar.

Por ello, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) dispuso designar el año

académico 2014 en su honor. Este homenaje, el que será liderado por la UNAH-TEC Danlí,

se otorga por considerar a Lucila Gamero como una destacada escritora de la prosa

hondureña, una vanguardista de la literatura, referente de la cultura nacional y creadora de

una obra que simboliza un estudio histórico de la vida social de la época de finales del siglo

XIX y principios del XX.

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Este valioso reconocimiento también lo ha recibido póstumamente la poeta Clementina

Suárez en el 2012, y el año en curso la designación recayó en uno de los principales poetas

del siglo XX en Honduras, Roberto Sosa.

Primera escritora hondureña

Para la docente de la Carrera de Letras de la UNAH, Lety Elvir, la obra de Gamero «se

encuentra estilísticamente dentro del romanticismo, en una corriente social y sensible, ya

que sus obras logran un equilibrio. Una armonía que se refleja en sus novelas a través de

una sutil crítica a la política de ese tiempo, pero que sabe incluir sentimientos de tristeza,

enojo y amor».

Lucila Gamero Medina es considerada una de las escritoras más importantes en la

historiografía literaria de Honduras y Centroamérica de finales del siglo XIX, siendo la

primera mujer hondureña que publicó un libro.

Gamero fue una mujer polifacética, escritora, madre de familia y además, con mucho

esfuerzo logró ejercer empíricamente como médico y doctora en farmacia gracias a la

instrucción de su padre.

Su bisnieta, Aída Margarita Walter, la recuerda como una persona seria, pero también

bromista, llena de ideales y defensora proactiva por la igualdad de género.

La autora nació en Danlí en 1873, años antes que iniciara la Reforma Liberal impulsada por

el entonces presidente Marco Aurelio Soto, por lo que posteriormente en su obra se observa

una profunda crítica a la vida social de la época, reflejando entre otros fenómenos, el

control de la Iglesia sobre el Estado.

«Madre» de las escritoras hondureñas

Lucila Gamero murió a los 91 años por causas naturales, pero no partió sin dejar un legado

que hasta la fecha se debe analizar con mayor especialización. Es considerada la «madre»

de las escritoras hondureñas, ya que fue ella quien abrió el campo de la literatura hondureña

para las mujeres, una función que en sus tiempos era reservada exclusivamente para los

hombres.

La primera novela publicada por Lucila, fue «Amalia Montiel» en 1895, socializada por

capítulos en el semanal «El Pensamiento», dirigido por el escritor Froylán Turcios, siendo

aquel el primer medio que ofreció espacio literario a las mujeres. Sin embargo, Gamero

aparece como una simple colaboradora y no se hace mención de sus novelas.

«En esa época se escribía en los periódicos por partes, es decir, por capítulos, era la

costumbre que cada día a la semana la gente esperaba la continuación de la novela, casi

como las telenovelas de hoy. Con la presentación de cada historia en el periódico, Gamero

logró conformar novelas», explicó Elvir.

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A pesar de no haber sido considerada como una escritora «seria» por los círculos

dominantes de las letras hondureñas de su época, nadie logró desilusionar a Gamero, quien

continuó publicando sus novelas en los diarios. «Y es que hablar de la escritora, es recordar

el romanticismo, la pasión y los amores frustrados de una manera sublime», expresó la

docente.

Postura valiente

Su novela «Dama Gallarda», también influenciada por el género del romanticismo, es

probablemente el trabajo más exploratorio de Gamero, reflejando una postura valiente de la

mujer, así como el empoderamiento y la lucha por la igualdad de género.

Aunque su obras más reconocidas son «Blanca Olmedo» y «Betina», una novela

conformada por historias de abandono y amores frustrados, para los conocedores en la

materia, estos libros presentan un retrato histórico de la época, donde se refleja el papel

dominante y omnipresente de la institucionalidad religiosa en un país que apenas construía

las bases políticas de su Estado. De ahí que en 1930 su obra «Blanca Olmedo» no haya

querido ser editada en España, por el hecho de mencionar en ficción, injurias de miembros

de la Iglesia Católica.

El 2014 no será un año cualquiera para el legado de Lucila Gamero de Medina. La UNAH

tiene la responsabilidad de elevar su obra a la reflexión e interpretación. Más allá de

«Blanca Olmedo» se redescubrirá el trabajo de una escritora que rompió con los moldes de

su tiempo.