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LOS Y LAS JÓVENES Y LA UTILIZACIÓN DE ESPACIOS PÚBLICOS

INFORME FINAL

JUNIO 2002

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I. ÍNDICE ÍNDICE 1 PRESENTACIÓN 4 EQUIPO CONSULTOR 4 INTRODUCCIÓN 5 PRIMERA PARTE: DESCRIPCIÓN Y ANTECEDENTES CONCEPTUALES DEL ESTUDIO

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1. DESCRIPCIÓN TÉCNICO-METODOLÓGICA DEL ESTUDIO

8

2. ANTECEDENTES CONCEPTUALES 12 2.1 Un acercamiento a la definición de Espacio Público 12

2.1.1 Presentación 12 2.1.2 El Espacio Público en la legalidad vigente 13 2.1.3 Experiencias de construcción de un concepto de Espacio Público 14 2.1.4 Definiciones Teóricas y Distinciones Prácticas del Espacio Público 17

2.2 Oferta Institucional de Espacios Públicos 22 2.2.1 El Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU). 25 2.2.2 Ministerio del Interior 26 2.2.3 Intendencia Metropolitana 26 2.2.4 Chiledeportes 27

2.3 Jóvenes 29 2.3.1 Los jóvenes como una construcción socio-histórica: 29 2.3.2 Los Jóvenes en el Chile de 2000 31 2.3.3 Jóvenes y Ciudadanía 40

3. CLAVES PARA INTERPRETAR EL ESPACIO URBANO DE SANTIAGO 44

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SEGUNDA PARTE RESULTADOS DE INVESTIGACIÓN

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4. LUGARES Y PRÁCTICAS. LOS Y LAS JÓVENES EN LOS ESPACIOS PÚBLICOS 53 4.1 Observaciones generales por comuna 53 4.2 Apuntes Comparativos 61 4.3 Tiempo y espacios públicos 67

3.3.1 Observaciones específicas 67 4.4 Revisión Sinóptica de la práctica y uso juvenil de Espacios Públicos 70

a) Esquema de Oposiciones Pertinentes: Nivel General 72 b) Esquema de Oposiciones Pertinentes: Comparación medio-popular 73 c) Esquema de Oposiciones Pertinentes: Comparación mujeres-hombres

74

5. REPRESENTACIONES SOCIALES 75 5.1 Representaciones sociales de la ciudad de Santiago en jóvenes

75

6. SIGNIFICADOS DEL USO Y LAS PRÁCTICAS 90 6.1 Orientaciones culturales juveniles 90 6.2 Una cultura de la entretención 91 6.3 El deporte-juego-espectáculo: formas de recreación y política 100 6.4 Las y los jóvenes y los espacios externos e internos 110 6.5 Las y los jóvenes en los contextos de la ciudad 115 6.6 Conclusiones

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7.SÍNTESIS ANALÍTICA DE LOS RESULTADOS: EN TORNO A LAS DEMANDAS JUVENILES. 133 7.1 Mujeres Populares 133 7.2 Mujeres Medias 136 7.3 Hombres Populares 138 7.4 Hombres Medios 140 7.5 Reflexión Final 143

TERCERA PARTE CONCLUSIONES Y PROPUESTAS 145 8. CONCLUSIONES

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9. PROPUESTAS

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 164

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II. PRESENTACIÓN El documento que se presenta a continuación constituye el Informe Final del Estudio “Los y las Jóvenes y la Utilización de los Espacios Públicos” que, por encargo del Instituto Nacional de la Juventud (INJUV) realizara Alcalá Consultores Ltda.. En él se da cuenta de todos y cada uno de los objetivos y requerimientos formulados por la institución demandante a través de los Términos de Referencia de la Licitación del mismo, a la vez que se incluye las observaciones formuladas por la contraparte técnica de la investigación, constituida por el Departamento de Estudios del INJUV, en las distintas reuniones sostenidas durante su transcurso. III. EL EQUIPO CONSULTOR Este Estudio fue realizado por un equipo de consultores dirigidos por el sociólogo Jorge Larenas S., participando en él, de manera permanente, los sociólogos Mauricio Rodríguez V. , Luis Campos M. y Gonzalo Aboitiz. Durante el desarrollo del mismo, se contó con los aportes de Julia Santander y Rolando Rodríguez, en la producción y realización de los grupos de discusión y los talleres con jóvenes, así como de Carolina Devoto en la digitalización de mapas y diseños. Especial mención requiere el trabajo desarrollado por la Escuela de Antropología Social de la Universidad Bolivariana, donde un equipo de 12 estudiantes y egresados de la carrera participaron de uno de los módulos de la investigación, bajo la dirección de los antropólogos Fresia Salinas y Bernardo Arroyo. En la fase inicial del mismo se contó con la presencia de la psicóloga y trabajadora social Ligia Galván.

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IV. INTRODUCCIÓN Este Informe Final persigue dar cuenta de los resultados y conclusiones alcanzados en el estudio “Los y las Jóvenes y la Utilización de los Espacios Públicos”, así como exponer las principales propuestas que, respecto de esta materia, el equipo consultor le formula a la institución demandante, INJUV. Todo ello en el marco de dar respuesta satisfactoria a los objetivos de investigación estipulados y los productos esperados por parte la misma. Es necesario señalar que este Informe, no obstante constituir el producto más importante del estudio, se acompaña en esta entrega final de otros dos productos: i) un catastro de espacios públicos utilizados por jóvenes y, ii) un material multimedia que expone de manera esquemática y fácilmente comunicable los principales resultados de la investigación. En el documento está estructurado en tres partes. La primera de ellas se ha denominado “Descripción y antecedentes conceptuales del estudio” y está compuesta por tres capítulos: un primero en que se describe los pasos, procedimientos y estrategia metodológica aplicada en la investigación; un segundo que entrega los antecedentes conceptuales de la misma y; un tercero que proporciona algunos elementos históricos que constituyen claves para comprender el espacio urbano de Santiago. La segunda parte es la más extensa del Informe pues presenta los principales “Resultados de Investigación” . Se encuentra dividida en cuatro capítulos a través de los que se da cuenta de la información producida a lo largo de estos meses y sus correspondientes análisis e interpretaciones. En el primero de dichos capítulos se pasa revista a los “lugares donde están” los/las jóvenes y las prácticas que en ellos efectúan; en el segundo se ahonda en las representaciones sociales de la ciudad de Santiago que poseen; mientras que el tercero, por su parte, entrega información relativa al uso y significación de los espacios públicos para los/las jóvenes, “el significado de las prácticas juveniles en lo público para los/las mismos/as jóvenes”. Cierra esta segunda parte un capítulo que gira en torno a las demandas juveniles en relación a los espacios públicos construido sobre la base de los tres anteriores.

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La tercera parte y final del documento expone, en su primer capítulo, las principales reflexiones a que ha arribado el equipo de investigación luego del trabajo desarrollado. Por ello, este capítulo tiene, de alguna forma, una función conclusiva. Mientras que el segundo capítulo, por su parte, entrega las propuestas fundamentales que, en relación con el fenómeno estudiado, el mismo equipo de investigación le formula a la institución demandante INJUV. Por último, cabe señalar que al final del documento se encuentra una referencia de las fuentes bibliográficas consultadas, así como que otros materiales e informaciones producidas a lo largo de la investigación forman parte del documento de “Anexos” que se adjunta a este Informe. Sin más, se expone a continuación el Informe Final del estudio, “Los y las jóvenes y la utilización de espacios públicos”.

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PRIMERA PARTE

DESCRIPCIÓN Y ANTECEDENTES CONCEPTUALES DEL ESTUDIO

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1. DESCRIPCIÓN TÉCNICO-METODOLÓGICA DEL ESTUDIO Como se ha mencionado con anterioridad en otros reportes, la estrategia metodológica fundamental de este estudio se ha construido sobre la base del principio de la aproximación secuencial al “objeto de estudio”. Dicha estrategia se ha traducido en la implementación práctica de una serie de tareas y aproximaciones, que se resume en las líneas siguientes y que finaliza con una ficha técnico-metodológica del estudio. Dada la escasez de definiciones operacionales del concepto de espacio público encontradas en la literatura, y de reflexiones en torno a la vinculación entre ellos y los/las jóvenes, se consideró pertinente la realización de entrevistas a expertos en la materia1. Para ello se contactó y entrevistó a las siguientes personas: Pelagia Rodríguez: Coordinadora Programa Santiago Amable Olga Segovia: Investigadora SUR Profesionales Mares Sandor: Arquitecta PUC Patricio González: Director Programa Territorios de Participación Ciudadana, DOS, Ministerio SEGEGOB Pedro Comparini: Director Oficina Municipal de Jóvenes, I. Municipalidad de Santiago Freddy Urbano Sociólogo. Universidad ARCIS Fresia Salinas Antropóloga. Docente e investigadora Universidad Bolivariana. Verónica Vergara PREVIENE Cerro Navia Mauricio López de Santa María Director Programa Jóvenes, Fundación Nacional para la Superación de la Pobreza Lisandra Muñoz INJUV 1 Dada la riqueza de la información obtenida en estas entrevistas, se continuó con su realización más allá de lo planificado inicialmente, manteniéndose hasta poco más de la mitad del tiempo de realización del estudio.

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De igual forma, específicamente para abordar la vinculación entre jóvenes y espacios públicos, se efectuó una entrevista grupal con Interventores en Terreno con Jóvenes, cuyos participantes fueron: Marcelo Flores: Oficina de Asuntos Juveniles de Cerro Navia Rodolfo Rosset: Comité de Servicio Chileno Claudia Vega: ONG La Caleta Raúl Abasolo: Fundación Nacional para la Superación de la Pobreza Patricio Farías: ONG La Caleta Paula Zabala: Fundación Rodelillo En la perspectiva de alcanzar una comprensión adecuada de la utilización de espacios públicos por parte de los y las jóvenes de Santiago, se consideró pertinente efectuar un acercamiento a la representación social que tienen de dicha ciudad los y las jóvenes. Para dar cuenta de este requerimiento se realizó cuatro grupos de discusión estructurados a partir de la consideración de dos de las variables definitorias del estudio, a saber, las distinciones medio/popular y hombre/mujer. De esta forma, los grupos de jóvenes realizados fueron:

- G1: Mujeres, estrato popular - G2: Hombres, estrato popular - G3: Mujeres, estrato medio - G4: Hombres, estrato medio

Apuntando estos grupos a la generación de información relativa a la representación social de la ciudad de Santiago de los y las jóvenes, a la significación que tienen de ella e, inevitablemente, a la experiencia individual y social de la misma, igualmente, dichos grupos entregaron antecedentes relativos a la ocupación de la ciudad por los/las jóvenes. La situación a abordar, entonces, fue la caracterización específica de dicha ocupación, tras la intención de indagar en: i) prácticas (juveniles), ii) tipos de lugares y, iii) lugares específicos (“con nombre”) donde se efectuaban tales prácticas; así como también lo que ocurría en esa ocupación (relación con otros actores, tiempos, razones, motivaciones, etc.)

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Para ello se decidió la realización de dos talleres de jóvenes, también estructurados de acuerdo a las distinciones medio/popular y hombre/mujer, pero esta vez manteniendo como criterio de separación sólo la primera. Vale decir, se planificó dos talleres de jóvenes:

- Taller 1: Mujeres y hombres estrato popular - Taller 2: Mujeres y hombres estrato medio

De manera complementaria y paralela a esta aproximación “desde arriba”, que parte desde la representación social de la ciudad y se va acercando a los lugares de “emergencia de los/las jóvenes en lo público” de la ciudad, se desarrolló una aproximación “desde abajo” a través de un proceso de “barrido” que consideró las tres comunas seleccionadas para la realización de la investigación (Cerro Navia, Santiago y San Miguel) en la totalidad de su superficie y estuvo dirigido a la detección, directa y en terreno, de los espacios donde estaban los/las jóvenes en la particularidad de cada una de ellas. Este proceso de “barrido” se efectuó mediante la organización de un grupo de investigadores -de formación disciplinar antropológica- que, subdividido en tres, recorrió cada una de las tres comunas en reiteradas ocasiones. Mediante esta aproximación fue posible identificar y realizar una primera caracterización de los diversos espacios de “emergencia de los/las jóvenes en lo público” en las comunas.

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Ficha Técnico-Metodológica del Informe

Propósito Técnica Empleada Implementación Práctica Adentrarse en las definiciones operacionales del concepto de espacio público y en la reflexión en torno a la vinculación entre ellos y los/las jóvenes

Entrevista a Expertos

Nueve Entrevistas a expertos en los temas de espacios públicos, jóvenes y/o ambas.

Abordar la vinculación entre jóvenes y espacios públicos

Entrevista a Interventores en terreno

Una Entrevista Grupal

Descripción de la Representación Social de la ciudad.

Grupo de Discusión

Cuatro grupos de discusión:

- G1: Mujeres, estrato popular - G2: Hombres, estrato popular - G3: Mujeres, estrato medio - G4: Hombres, estrato medio

Identificación y caracterización de espacios “emergencia de los/las jóvenes en lo público” en la ciudad (prácticas, tipos de lugares y lugares específicos).

Talleres Grupales, incluyendo:

- Dinámica en subgrupo - Ejercicio de visualización - Entrevista grupal

Dos talleres grupales:

- Taller 1: Mujeres y hombres estrato popular

- Taller 2: Mujeres y hombres estrato medio

Identificación y caracterización de espacios “emergencia de los/las jóvenes en lo público” en las comunas (usos, usuarios, tiempos, etc).

Observación Etnográfica

Equipo de 12 antropólogos/as, subdividido en tres grupos de 4 integrantes realizando observación etnográfica en Cerro Navia, Santiago y San Miguel.

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2. ANTECEDENTES CONCEPTUALES 2.1 Un acercamiento a la definición de Espacio Público 2.1.1 Presentación Aproximarse a una descripción y caracterización de la utilización que los y las jóvenes hacen de los espacios públicos supone, como condición previa a cualquier desarrollo posterior, adentrarse en la reflexión y discusión teórica que se ha dado (y se sigue dando) en torno a la definición de ellos. Vele decir, responder al qué se entiende por espacios públicos. Se podría suponer que, al implicarse en una investigación sobre la relación que mantienen los y las jóvenes de un territorio específico (Santiago) con los espacios públicos existentes en ese mismo territorio, los conceptos o ideas implicadas en la frase se encuentran definidos y, por tanto, la tarea encomendada constituye un trabajo de observación de un(os) territorio(s) y un objeto que se encuentran previamente establecidos. En el caso de los espacios públicos la situación no es esa. En el intento por recoger la definición de espacio público que permitiera realizar el ejercicio descrito y, de esa forma, abordar de manera inmediata el requerimiento establecido en la investigación, se ha de encontrar que quienes debieran poseer tal definición –vale decir, el derecho, la legalidad existente a través de instancias estatales especializadas- sólo manejan un rudimento de ella y, más aún, quienes se han abocado a tareas investigativas similares con anterioridad, han debido construir por sí mismos una definición de espacio público que les permitiera avanzar en su intento. En la exposición que a continuación se realiza ha sido organizada de acuerdo a un ordenamiento más o menos convencional, iniciándose con los hallazgos realizados en el ámbito de la legalidad vigente; seguido de lo cual se presenta las principales definiciones y reflexiones conceptuales recogidas en torno al tema y otros afines, en vistas a establecer una distinción operativa de espacios públicos. Sin más, se revisa a continuación los aspectos legales de la definición de espacio público.

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2.1.2 El Espacio Público en la legalidad vigente De acuerdo a la revisión desarrollada, el único cuerpo legal donde se entrega una definición de Espacio Público es en la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones, específicamente en su glosario terminológico, en la que se le considera como “bien nacional de uso público, destinado a circulación y esparcimiento entre otros”2. Dada la precariedad de esta definición y siguiendo los planteamientos de Segovia y Dascal3, resulta necesario hacer referencia a otras ideas o conceptos incluidos en la ley como son los “terrenos de utilidad pública” y los “inmuebles o zonas de conservación”, entre otros. La legislación chilena declara como “terrenos de utilidad pública” a “todos los terrenos consultados en el Plan Regulador Comunal, destinados a calles, plazas, parques u otros espacios de tránsito público, incluso sus ensanches, y aquellos destinados para el equipamiento comunitario, tales como escuelas, hospitales, jardines infantiles, retenes de Carabineros y oficinas o instalaciones fiscales y municipales”. Vale decir, el carácter público de los terrenos viene dado por su destinación al tránsito (público) o al equipamiento comunitario. Por su parte, los “inmuebles o zonas de conservación” reclaman su consideración a partir de que hacen referencia a una situación de pertenencia, reconocimiento y memoria de una determinada localidad (dichas zonas e inmuebles también quedan bajo la determinación del Plan Regulador Comunal). En la ley se hace mención de los espacios de uso público –como por ejemplo en el artículo sesenta y ocho4-, sin embargo este término no se encuentra definido, no obstante lo cual, son considerados como espacios de uso público, de acuerdo a la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones, los siguientes:

2 Según se reseña en la misma ordenanza esta definición fue agregada por Decreto Supremo 75, Diario Oficial del 25 de junio de 2001. 3 Segovia, Olga y Guillermo Dascal (Editores), Espacio público, participación y ciudadanía, Ediciones SUR, 2000. 4 Este artículo dice: “Los sitios o lotes resultantes de una subdivisión, loteo o urbanización, estén edificados o no, deberán tener acceso a un espacio de uso público y cumplir con las disposiciones de la presente ley, su Ordenanza y el Plan Regulador correspondiente.”

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“Área verde pública”: bien nacional de uso público que reúne las características de área verde. "Edificio de uso público": aquel en donde se reúne o atiende habitualmente un gran número de personas, tales como: oficinas públicas, bancos, estadios, cines, centros comerciales, supermercados y otros análogos. "Parque": espacio libre de uso público arborizado, eventualmente dotado de instalaciones para el esparcimiento, recreación, prácticas deportivas, cultura, u otros. "Plaza": espacio libre de uso público destinado, entre otros, al esparcimiento y circulación peatonal. Como puede verse, más que una definición, lo que proporciona la legalidad vigente es un breve conjunto de referencias a las cuales remitirse para que sean los investigadores quienes articulen un concepto o definición de espacio público. 2.1.3 Experiencias de construcción de un concepto de Espacio Público Utilizando como guía el excelente texto de SUR antes citado, puede verse que son varias las nociones que se manejan a la hora de hablar de espacio público:

“El Ministerio de Protección de Naturaleza y Medio Ambiente de Francia definía en 1975 el espacio abierto como el espacio “no construido”, en oposición al espacio construido. Otros autores oponen el espacio público al espacio privado. En un marco jurídico, espacio público es aquel que está sometido a una regulación específica por parte de la administración pública: esta es propietaria del suelo y con dominio sobre él, garantiza a todos el libre acceso, y norma su utilización e instalación de actividades.

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La noción moderna de espacio público se remite a la separación formal (legal) entre la propiedad privada y la propiedad pública. Supone mantener el suelo libre de construcciones (excepto equipamientos colectivos y servicios públicos), y destinarlo a usos sociales (esparcimiento, actos colectivos, transporte, actividades culturales y a veces comerciales, etc.). La legislación colombiana lo define como “el conjunto de inmuebles públicos y los elementos arquitectónicos y naturales de los inmuebles privados, destinados por su naturaleza, por su uso o afectación, a la satisfacción de necesidades urbanas colectivas que trascienden, por tanto, los límites de los intereses individuales de los habitantes”.”5

Por otra parte, haciendo referencia al espacio urbano de uso público, el autor Sergio León -en su artículo “Conceptos sobre espacio público, gestión de proyectos y lógica social: reflexiones sobre la experiencia chilena”6-, intenta una definición del mismo a partir de las que considera son sus funciones. A su juicio, “el espacio urbano de uso público (...) puede ser definido como aquel espacio de propiedad pública o privada, que es de libre, aunque no necesariamente gratuito acceso de la población de una ciudad, comuna o vecindario, para que ésta pueda desarrollar actividades sociales, culturales, educacionales, de contemplación y recreación”. Las funciones que tendría dicho espacio serían las siguientes:

- La recreación, es decir la realización de actividades deportivas formales y no formales, el juego y la participación en actividades al aire libre.

- El rol estructurador de la forma urbana. Vale decir, hitos o elementos centrales que aportan un carácter peculiar a las ciudades.

- El rol estético, embellecedor. - La contemplación

5 Segovia, Olga y Guillermo Dascal, Op. Cit., p.19 6 Sergio León, “Conceptos sobre espacio público, gestión de proyectos y lógica social: reflexiones sobre la experiencia chilena”, en Revista EURE, volumen 24 número 71, Santiago, marzo 1998, p.5-6

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- La planificación de las vistas. - El uso social y cultural. - El uso educacional. - La ecológica.

Las referencias hasta ahora entregadas llevan a destacar lo planteado por J. Osorio7 respecto de que “la noción de espacio público (...) es de carácter integral y está centrada en el uso (demanda) más que en la propiedad (oferta)”8. En este sentido, podría decirse que el espacio público se constituye en la convergencia entre una determinada materialidad y/o distribución físico-espacial de elementos establecida a partir de un diseño, y un determinado uso -o formas de uso- que remite a las relaciones sociales que se establecen entre los individuos que acoge. Al decir que los espacios públicos son lugares donde los individuos interactúan entre sí, es posible concebirlos como escenarios para la acción9. Y, en ese sentido, involucrarían las dimensiones física, social y política: “si el espacio público en su dimensión física abarca las calles, pasajes, paseos peatonales, plazas, parques, entre otros; en su dimensión social abriga la capacidad de los grupos para organizarse, soñar juntos e implementar acciones de bien común; y en su dimensión política, representa un lugar de encuentro de ideas y de transparencia”10. No obstante lo anterior, es claro –a partir de nuestra experiencia cotidiana- que la constitución de un determinado espacio como público pasa, en último término, por el uso y apropiación que hagan de él las personas; de lo que se deriva el resguardo (investigativo) de no establecer ‘definiciones normativas’ de espacio público, puesto que ello llevaría a establecer un “filtro de observación” inadecuado para el estudio que se pretende, ya que supondría asignar, a priori, una interpretación y significación de los espacios públicos y su uso por parte de los y las jóvenes.

7 Segovia, Olga y Guillermo Dascal, Op. Cit., p.14 8 Ibid. 9 Ibid., p.20 10 Ibid., p.27

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En este sentido, podría plantearse que el ejercicio regular de la interacción -entre grupos y/o individuos- en un determinado espacio lleva a que éste sea significado como público. De igual forma, la costumbre de reunirse en un determinado espacio trae consigo el mismo efecto. Vale decir, la práctica de congregarse en un espacio va grabando, por capas, el carácter público del mismo; va dejando señas que permiten el reconocimiento de quienes le ocupan. Asimismo, la disposición (interna) a darse y tomarse un tiempo posibilita el ejercicio (común, colectivo) que decanta en costumbre de estar en “lo público”. En otras palabras, no es el espacio por sí mismo el que congrega y se convierte en público, sino la intensidad de sentido depositada por el grupo lo que lo convierte en tal11. 2.1.4 Definiciones Teóricas y Distinciones Prácticas del Espacio Público De acuerdo a una definición de espacio público, podría considerarse que él “constituye un lugar de encuentro, de desarrollo de identidad y de pertenencia en todas las escalas –barrio, ciudad, región y país-, así como de expresión de diversidad cultural, generacional y social”12. En una perspectiva convergente, Carr, Francis y Rivlin –citados por Harrison y Swain- plantean que “espacio público es aquel donde la gente desarrolla las actividades funcionales y rituales que unen a una comunidad, sea en las rutinas normales de la vida diaria o en las festividades periódicas”13. Siguiendo una línea similar a la presentada al finalizar el apartado anterior, en la página web del Noveno Congreso de Antropología de la FAAEE se define espacio público como: “lugar-movimiento, en el sentido de que se estructura por las agitaciones que en él se registran, que sólo puede ser percibido, descrito y analizado

11 Jesús Martín-Barbero, texto publicado en www.innovarium.com 12 Olga Segovia y Guillermo Dascal, Op. Cit., p.13. 13 Harrison y Swain, Guía de diseño del Espacio Público, MINVU, 1999.

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teniendo en consideración no tanto su forma como la actividad perceptiva y locomotriz de sus usuarios, los lenguajes naturales que practican”14. Por otra parte, desde un punto de vista más propiamente arquitectónico, Harrison y Swain plantean que, “espacio de uso público de la ciudad sería todo el contenido de aquel espacio conformado entre los volúmenes de las edificaciones con accesibilidad abierta a la percepción del ojo, sean el suelo y los edificios de propiedad jurídica privada o pública”15. Ahora bien, desde el punto de vista de las actividades que acoge el espacio público, es posible distinguir entre actividades cotidianas, realizadas para la satisfacción de necesidades prácticas y tangibles inscritas en distintas lógicas (económica, social, política, cultural, etc.)16 y actividades cuyo significado trasciende la normalidad del día a día como la fiesta y la celebración; espacios para el reconocimiento de y con los otros. Desde la perspectiva de la planificación urbana de nuestro país es posible distinguir cuatro niveles de acción que son, de menor a mayor: el comunal, el intercomunal, el regional y el nacional. Vinculando esta separación jerárquica con lo dicho en el párrafo anterior respecto de la distinción en torno a la cotidianeidad/“no-cotidianeidad” de las actividades que acogen los espacios públicos, es posible diferenciar entre espacios públicos urbanos barriales y espacios públicos urbanos monumentales.17

14 www.ub.es/ica/congreso/sim8.htm 15 Harrison y Swain, Op. Cit.. 16 El libro de Segovia y Dascal dice: “Actividades cotidianas destinadas a satisfacer las necesidades urbanas colectivas que trascienden los límites de los intereses individuales”, Op. Cit., p.20 17 En una línea muy similar, en la Guía de diseño del Espacio Público de los autores Harrison y Swain ya citada, se plantea que es posible definir tipos y patrones de espacio público a partir de: la forma del mismo, su categoría, los elementos contenidos en él y las actividades que congrega.

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Figura 1

Cotidianeidad

“no-Cotidianeidad”

Espacios Públicos urbanos

Barriales

Espacios Públicos urbanos

Monumentales

Siguiendo la definición que proponen Segovia y Oviedo, los primeros serían aquellos que están compuestos “por el entorno de las residencias, al cual los vecinos pueden acceder a pie diariamente. Se trata de un espacio familiar, de pequeña dimensión urbana, de jerarquía intracomunal, que tiene un valor simbólico para un grupo reducido de personas –los vecinos y vecinas-; un dominio donde se reconocen las particularidades, la especificidad de los valores y normas de comportamiento de grupos sociales particulares de la ciudad. Por su dimensión, el espacio público físico de los barrios es el lugar para conocerse cara a cara, para acciones cuyo móvil es el afecto, el encuentro, la recreación cotidiana”18. Por su parte, los segundos “son lugares de gran dimensión, de jerarquía urbana, que tienen un valor simbólico para el conjunto de la sociedad –de la ciudad, e incluso del país-; que recogen la historia de la ciudad, provincia, región o país; que constituyen dominios donde se reconoce la heterogeneidad social, se aúnan los valores y normas sociales. Son lugares para manifestarse políticamente, para expresar al conjunto de la sociedad ideas, proyectos, problemas o aspiraciones que también son del conjunto de la sociedad; lugares para acciones sociales cuyo móvil son los valores trascendentes. En ellos se celebran las fechas significativas de carácter histórico, religioso, político”19. 18 Olga Segovia y Guillermo Dascal, Op. Cit. , p.71 19 Ibid.

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De acuerdo a lo dicho hasta ahora, es posible arribar a una distinción práctica que indica que lo que se debiese considerar como espacios públicos en la investigación desarrollada corresponde a20:

- plazas y parques - espacios conmemorativos - edificios públicos - instalaciones de equipamiento comunitario - calles

No obstante, la reflexión en torno al tema de los espacios públicos requiere –en procura de su rigurosidad- de la referencia a uno de los problemas principales que afecta a la ciudad de Santiago y del que no se escapan dichos espacios, cual es el de la segregación: el espacio público presenta clara diferencias en cuanto a su calidad, accesibilidad y disponibilidad entre los distintos estratos socioeconómicos. Al respecto podría decirse que la marcada separación entre pobres y ricos existente en la sociedad chilena se ve reflejada, a nivel de la ciudad, en la existencia de circuitos de tránsito diferenciados según la localización que se tenga en ella y, a nivel de los espacios públicos, en la débil heterogeneidad social que se encuentra en su uso21. Dicho estado de segregación, cuyo origen es de larga data en la ciudad de Santiago, se ve reforzado por los nuevos procesos de interconexión a escala mundial, propios de la época globalizada que se vive, que tienen como consecuencia la fragmentación de las ciudades y su tejido urbano, estableciendo –como se decía en un informe anterior- zonas integradas y conectadas a los flujos globales y zonas marginadas de los mismos, con menores posibilidades de movilidad e intercambio.

20 Esta clasificación es bastante coincidente con la presentada por Harrison y Swain, quienes consideran como espacio público a: plazas, lugares significativos, calles, parques urbanos y edificios de contexto. 21 Olga Segovia y Guillermo Dascal, Op. Cit. , p.77

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Esta breve referencia es de importancia por cuanto pone sobre aviso de la o las diferencias de cualidad que será posible identificar entre los espacios públicos utilizados por los y las jóvenes de clase media y aquellos que son utilizados por jóvenes populares: lo que son espacios públicos para uno, no necesariamente lo son para otros; lo que podría pensarse son espacios públicos de o para todos posiblemente estén excluidos de las consideraciones y posibilidades de algunos.

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2.2 Oferta Institucional de Espacios Públicos Para efectuar un acercamiento adecuado a la realidad de la Oferta Institucional de Espacios Públicos, es necesario retomar lo que ya se ha mencionado anteriormente, respecto de la necesidad de distinguir entre el carácter eminentemente físico-espacial de los espacios públicos, por un lado, y su vinculación a la idea de “lo público”, que para el caso de este estudio se encuentra asociada a la emergencia pública de los/las jóvenes. Por lo tanto, si bien el objetivo de este trabajo se vincula a la temática de espacios públicos y en un esfuerzo de describir dentro de la política pública cuáles son aquellos programas que están orientados a enfrentar está dimensión del hacer ciudad, es decir orientados a intervenir en la habilitación de nuevos espacios públicos o en el mejoramiento y/o mantenimiento del ya existente, parece pertinente indagar sobre otro tipo de acción, esta vez orientado a la promoción y legitimación de prácticas juveniles en la escena pública. Conviene, entonces, iniciar la revisión recordando que, en lo que a definiciones de espacio público se refiere, en la legalidad chilena vigente existe un importante vacío conceptual y legal, frente al que, sin embargo, en los últimos años ha surgido un discurso que promueve su recuperación. Empujado por el debate en torno a la seguridad ciudadana y la necesidad de construir ciudades bellas y amigables, este tema ha sido transformado en casi una obligación para las autoridades. Así, en la actualidad, desde diversas reparticiones públicas aparecen fondos concursables que están ligados a la dotación y/o mejoramiento de espacios públicos. Antes de revisar los distintos programas estatales que abordan el tema de la dotación de espacios públicos urbanos se precisa una breve reflexión en torno a la política urbana, la cual observa un sesgo sectorial muy fuerte y que para el caso específico de la ciudad, de la construcción de ciudad, aparece como agotado, en el sentido que la ciudad no constituye sólo un objeto físico inerte y que, por lo tanto, no puede construirse como se lo hace con un objeto, pues la ciudad, el espacio urbano, no son neutros, por el contrario contienen una carga simbólica extremadamente poderosa, pudiendo desencadenar, mantener o inhibir procesos vinculados a la esfera de lo social.

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Ahora bien, el Santiago que actualmente conocemos ofrece características que provienen de dos grandes formas de hacer ciudad, por un lado una ciudad planificada propia del Estado desarrollista, donde cada paño urbano respondía a determinadas funciones y donde la ciudad se estructuraba en torno a un plan que buscaba más la densidad que la extensión, probablemente diseñado en los gabinetes de los arquitectos, pero que respondía a claros criterios de racionalidad y estética, coherentes con un proyecto de modernización nacional. En relación a los espacios públicos, es la época de los parques y plazas estructuradoras de identidades barriales, como lugares de encuentros transversales de los habitantes. Esta es la ciudad imaginada por el urbanismo europeo que intentaba una concepción holística de la ciudad, cuya influencia en Chile estuvo fijada por la presencia del urbanista austriaco Karl Brunner, en los años treinta. Físicamente coexiste otra ciudad, imaginada y construida por otras fuerzas definidas por el mercado de suelos, donde es el juego de la oferta y la demanda el que define la dirección y el tipo de crecimiento de la ciudad. Estamos frente a una ciudad que se expande y que está determinada por el negocio inmobiliario, pues el mercado buscará siempre la plusvalía, la valorización del suelo, invirtiéndose allí donde es mejor negocio hacerlo. Para ello una tarea crucial era la minimización de las externalidades negativas entre las cuales muchas veces aparecían poblaciones pobres que estaban incrustadas en barrios acomodados. Esto marca el inicio de dos procesos simultáneos y que provocan una escisión mayor de la ciudad de Santiago. Por un lado un sector que voluntariamente se aleja del casco histórico, de la ciudad planificada, autonomizándose y que dinamiza buena parte de las grandes inversiones urbanas de las últimas dos décadas. Por otro, una fracción no despreciable de la población que, esta vez de manera obligada, es desplazada paulatinamente hacia bordes cada vez más alejados del centro de la aglomeración. Los espacios públicos aquí son concebidos diferenciadamente, pues en el caso de los nuevos barrios acomodados están concebidos casi exclusivamente para la circulación motorizada y sus entornos se diseñan para dar continuidad y coherencia al paisaje. En la nueva periferia urbana pobre los espacios públicos han sido concebidos de manera residual y rara vez se constituyen en áreas verdes permaneciendo simplemente como áreas café.

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Al respecto, para el Gran Santiago se constata22 que los espacios verdes urbanos fueron catastrados en 199223 y en ese momento existían 2.686 hectáreas de espacios verdes públicos y 2.625 hectáreas privadas, lo que representaba un 2,5% del área urbana consolidada.

Estas cifras permitirían concluir que en Santiago existen 5,7m2 de áreas verdes por habitante. Sin embargo, cerca de la mitad corresponden a áreas café, incluidos cerros isla como Cerro Blanco, Cerros de Renca y otros que casi no tienen vegetación.

Sin embargo, detrás de esta cifra promedio existe una notable desigualdad en la distribución de los espacios verdes24. Mientras comunas del sector oriente de Santiago tienen más de 20m2 de áreas verdes por habitante, comunas del sector sur, poniente o norte de la ciudad tienen menos de 1 m2/hab.

Si la ciudad se ha expandido a razón de mil hectáreas por año, sólo se han construido ocho hectáreas de áreas verdes públicas en igual período de tiempo, por lo que el déficit ha aumentado, especialmente en comunas del sur y del poniente de Santiago (Pedro Aguirre Cerda, Cerrillos, entre otras), que tienen menos de 1 m2 de área verde por habitante.

Sin duda que estos datos sólo nos hablan de la dimensión física y espacial de la ciudad, frente a la cual la política urbana y las aproximaciones programáticas aparecen absolutamente coherentes, en la medida que ante un déficit de equipamiento se desarrollan programas de intervención que acuden en la reversión de la tendencia. No obstante, desde un punto de vista de los habitantes de la ciudad, estos programas no se ajustan a la diversidad de usos posibles, diversidad dada por aspectos etáreos, de género, intra-generacionales y que habitualmente derivan en conflictos que a menudo conducen a la destrucción y/o abandono del equipamiento.

22 Información obtenida desde la página web de la CONAF, www.conaf.cl . 23 Existe otro estudio similar en ejecución 24 La Organización Mundial de la Salud recomienda 9m2 de áreas verdes públicas por habitante para los asentamientos humanos y en Santiago habría sólo 1,5m2 de áreas verdes públicas constituidas.

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Sin abandonar una tarea primordial de dotación de espacios públicos en la ciudad, cabe preguntarse sobre la manera en que esa intervención en la ciudad supera la aproximación sectorial, incorporando una mayor integralidad en la política urbana, y que pasa por reconocer la diversidad sociocultural tanto a la escala metropolitana, comunal como barrial. En el caso de los jóvenes, la cuestión no pasa por una mayor o menor dotación de espacios, sino más bien de legitimar sus prácticas, muy diversas por cierto, en la ciudad, legitimar su emergencia en el ámbito de lo público.

2.2.1 El Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU).

En este ministerio operan dos grandes programas que se manejan a escalas diferentes, uno de ellos asociado a las demandas de la propia comunidad y que busca la vinculación en el territorio comunal de los distintos agentes de la comuna. El otro, de una escala mayor, depende de decisiones regionales y por tanto responde a prioridades establecidas por expertos y autoridades.

a) El Programa de Mejoramiento Comunitario es un programa orientado a la construcción de equipamiento que permita el desarrollo social y la recreación de la comunidad. Dicho equipamiento incluye plazas con juegos infantiles, multicanchas, salas de uso múltiple, centros abiertos, talleres laborales, entre otros. Los proyectos que postulen no pueden significar un monto de inversión superior a 5000 U.F. Las obras se financian a través del aporte obligatorio del municipio y el financiamiento del MINVU. Puede existir además un mayor aporte de la municipalidad, por sobre el mínimo obligatorio, y/o aporte voluntario de la organización postulante. Este programa define como beneficiarios a vecinos pertenecientes a poblaciones de vivienda social carentes de equipamiento comunitario, entregadas con anterioridad al 31 de diciembre de 1994. b) El Programa de Parques Urbanos es un programa que dota a la ciudad de espacios públicos de recreación y esparcimiento conformados por una arquitectura predominantemente vegetal y está dirigido a poblaciones de escasos recursos y presentan una mayor envergadura, siendo su superficie fluctuante entre 2 y 14 hectáreas y cuyo costo bordea los setenta millones de pesos por hectárea construida. A raíz de esto último su

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financiamiento proviene de Fondos Sectoriales, participando ocasionalmente los municipios en el financiamiento de los diseños. Así mismo, para su acceso no existe postulación de organizaciones comunitarias, pues el programa lo prioriza cada Secretaría Ministerial. 2.2.2 Ministerio del Interior a) El Programa de Mejoramiento Urbano es una fuente de financiamiento del Ministerio del Interior, administrado por la Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo (SUBDERE), para programas y proyectos de inversión en infraestructura menor urbana y equipamiento comunal, creado con la idea de colaborar en la generación de empleo y el mejoramiento de la calidad de vida de la población más pobre del país. Se caracteriza, además, por ser flexible en la aplicación de las diferentes iniciativas y áreas de intervención, financiando proyectos que no estén cubiertos por otras líneas de apoyo estatal. En la actualidad el programa opera con cuatro programas, pero a nuestro juicio sólo dos de ellos tienen una ligazón directa con el tema que nos interesa, siendo ellos los siguientes subprogramas:

- Subprograma Tradicional: Los recursos de este programa están destinados a financiar proyectos de infraestructura menor urbana y equipamiento comunitario.

- Subprograma de Seguridad Vecinal: Los recursos se utilizan en proyectos de equipamiento comunitario

destinados a prevenir la ocurrencia de delitos. También se financian proyectos de infraestructura menor al interior de poblaciones.

2.2.3 Intendencia Metropolitana Por su parte, la Intendencia Metropolitana, a través de su Programa de Seguridad Ciudadana también actúa en el incentivo de la participación comunitaria en la recuperación de los espacios públicos. Durante el año

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pasado esto se constituyó en la principal prioridad del programa. La noción de la seguridad con que se opera, complementa y supera la tradicional visión de limitar el tema sólo al reforzamiento de las fuerzas policiales. De esta forma el Gobierno Regional durante el 2001 invirtió en el mejoramiento de 110 espacios públicos de la región, con una inversión de $1.955 millones, lo que permite limpiar sitios eriazos, equiparlos, iluminarlos y convertirlos en lugares seguros y útiles para la comunidad. Esta línea de trabajo se suma a la iniciada el año pasado con la creación del Fondo Concursable de Proyectos de Seguridad Ciudadana y el proyecto Mejoramiento de Espacios Deportivos y Recreativos. 2.2.4 Chiledeportes Finalmente, Chiledeportes mantiene de manera permanente y a nivel regional fondos concursables que incluyen la construcción y/o habilitación de equipamiento deportivo comunitario, fondos que se coordinan en su postulación y posterior ejecución con los municipios. En definitiva, los programas referidos confirman que el conjunto de la oferta de espacios públicos es genérica, estando dirigida a los vecinos o a los habitantes de una comunidad determinada y a múltiples escalas. Ahora bien, la oferta actual sólo dota a la ciudad de nuevos espacios, obviando la dimensión social del problema, no existen de manera explícita orientaciones respecto de la legitimación de prácticas diversas y muchas veces en conflicto en relación a la apropiación y usos del espacio público. Ahora bien, haciendo una breve referencia a aquel tipo de acción orientado a la promoción y legitimación de prácticas, en este caso específico, de prácticas juveniles en la escena pública, se evidencia que durante la pasada década se implementaron un conjunto de iniciativas que perseguían objetivos de este tipo, pero que no fueron vinculadas a la temática urbana, a la problemática del hacer ciudad, lo que se produce probablemente por un intento errado de concepción sectorial del asunto juvenil, en la medida que se buscó diseñar una oferta específica para los jóvenes en el ámbito de las políticas públicas.

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En una sociedad que estigmatiza y vigila a los jóvenes por el sólo hecho de serlo, y bajo el prisma de una reflexión entre jóvenes y ciudad, programas del tipo Casas de la Juventud, Centros de Desarrollo Juvenil o Fondos de Iniciativas Juveniles, en su concepción contribuyen directamente a los objetivos aquí planteados. Respecto, por tanto, a la configuración de una oferta pública de espacios públicos bajo el prisma juvenil, ésta no pasa necesariamente por la simple dotación y/o habilitación de espacios físicos para los jóvenes, sino más bien ella pasa por la generación de condiciones para que la lógica juvenil en el uso de los espacios públicos pueda expresarse de manera legítima.

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2.3 Jóvenes 2.3.1 Los jóvenes como una construcción socio-histórica: De acuerdo al discurso aún dominante en el sentido común, la juventud es entendida como la fase de la vida individual comprendida entre la pubertad fisiológica (condición “natural”) y el reconocimiento del status de adulto (condición “cultural”). La juventud ha sido vista como una condición universal, una fase del desarrollo humano que se encontraría en todas las sociedades y momentos históricos. Sin embargo, abordándola desde una perspectiva socio-histórica, no es posible considerar la juventud como una condición natural generalizable en su naturaleza a todas las culturas. Muy por el contrario, desde esta perspectiva, la juventud surge como una construcción cultural relativa en el tiempo y el espacio y dice relación -en definitiva- con cómo las sociedades organizan la transición entre la infancia y la vida adulta, pero sus formas y contenidos son variables. Según Carles Feixas25, para que exista juventud deben existir dos componentes: de una parte, las condiciones sociales (en términos de normas, comportamientos, instituciones que distingan a los jóvenes de otros grupos de edad); y de otra, las imágenes culturales (en cuanto valores, atributos y ritos asociados específicamente a los jóvenes), encontrándose ambos en dependencia de la estructura social en su conjunto. Es decir, de las formas de subsistencia, las instituciones políticas y las cosmovisiones ideológicas que predominan en cada tipo de sociedad. “Lo juvenil” constituye, entonces, un fenómeno sociocultural que nos habla del entramado de relaciones sociales que establecemos al interior de una sociedad y que, al referir a ello, también estamos aludiendo a los referentes simbólicos desde donde extraemos los significados que orientan la vida cotidiana. En síntesis, “es en la interacción entre la dinámica social y la cultura donde se produce el lugar de la diferencia que supone lo

25 Carles Feixas, De jóvenes, bandas y tribus. Antropología de la juventud, Barcelona, Ariel, 1998.

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juvenil”26 . “Lo que es un joven en un momento de la historia de un país corresponde a las expectativas, ilusiones, temores y proyecciones que esa misma sociedad hace respecto de su futuro”27. Muchas ocasiones se ha descrito a la Juventud como “invento” de la sociedad industrial: la adolescencia sería “descubierta” a fines del siglo XIX y sería una idea que gira en torno, fundamentalmente, a los muchachos de origen burgués. Luego, en la primera mitad del siglo XX, la nominación de adolescencia “se democratiza” y e incluye a mujeres y a muchachos de sectores rurales. Será durante la segunda mitad del siglo XX que el reconocimiento de “los jóvenes” irrumpe de modo innegable en las sociedades llamadas postindustriales, ya no como un sujeto pasivo, sino como un actor protagónico en la escena pública”28. Podría decirse que es, en ese momento, que se supera la distancia entre el grupo de edad y los jóvenes participando en la vida pública. Vale decir, la distancia entre una categoría social y un actor social, y comienza a hablarse de “la juventud” o de “los jóvenes”, de un actor con puntos de vista propios y presencia en la vida nacional de los distintos países. En Chile, esta emergencia de protagonismo de los jóvenes se observa claramente en los movimientos juveniles estudiantiles y cristianos de fines de la década de 1960, los que marcaron con fuerza el devenir político del país a principios de la década de 1970 y fueron fuertemente reprimidos al inicio y durante la dictadura militar. Dicho protagonismo juvenil será retomado y fortalecido a principios de los '80 junto a las protestas nacionales contra el régimen militar, pero adoptará otro perfil durante los '90, ya que irá mutando en su diálogo con la sociedad e ira cambiando su modo de comprometerse con los cambios sociales. De hecho, serán otros

26 INJUV, Ministerio de Planificación y Cooperación. “Jóvenes, Cultura Juvenil y Subjetividad en el Chile de los ‘90”. Estudios del Injuv, vol. No.1. Noviembre, 1999. p 9. 27 Espinoza, V. 1999, p.14 28 Feixas, 1998

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jóvenes, una nueva generación, la que venga a instalar preguntas y, de algún modo, construir caminos de respuestas. En un intento de clasificación un tanto arbitrario, podríamos decir que si los jóvenes de los ’60 fueron “los jóvenes románticos”, los de los ’70 “los jóvenes sobrevivientes”, los de los ’80 “los jóvenes de las protestas”; los de los ’90 fueron nombrados como “los jóvenes problema”29, nominación que, a principios de la primera década del tercer milenio, parece persistir. 2.3.2 Los Jóvenes en el Chile de 2000 Interrogándonos por la denominación genérica de los “jóvenes-problema” de los años ’90 -y que aparentemente se mantiene en la actualidad-, se hace posible reconocer dos vertientes del imaginario social que la refuerzan. Por una parte, una noción de la juventud pasiva y libre de responsabilidad, que tomaría forma en comportamientos tales como la despolitización, la privacidad, el escepticismo y el consumismo. Características que hacen aparecer a los y las jóvenes como actores-inactivos de la sociedad30. Por otra, marcando un polo muy relevante y posiblemente complementario de nuestro imaginario, la idea de que los jóvenes presentan una importante desintegración valórica; algo así como claras y decidoras conductas anómicas, entre las que se podría mencionar el consumo y tráfico de drogas, la violencia callejera, la violencia en los estadios, la violencia escolar, la actividad sexual precoz o fuera del matrimonio, los embarazos no deseados y/o adolescentes, entre otras.

29 Freddy Urbano, en entrevista exclusiva para este estudio, haciendo referencia al documento “Jóvenes: una conversación social por cambiar” de Cottet y Galván. ECO, 1993. 30 Arangurén (1961, en Feixas) indica que tras la segunda Guerra Mundial en Europa, se impone el modelo conformista de la juventud, como un ideal de adolescencia pasiva libre de responsabilidad.

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En síntesis, pareciera que, en gran medida, el imaginario social sobre los y las jóvenes, más allá de un ideal de futuro y esperanza, hoy en día indicaría que se encuentran en los márgenes sociales y culturales como actores-inactivos, desde donde, muchas veces, se transforman en actores-activos de conductas socialmente indeseables y, a veces, incontrolables. Aún prevaleciendo las imágenes descritas, desde la investigación social reciente es posible decir que resulta imposible referirse a “los jóvenes” como un grupo claramente identificable y homogéneo: “los jóvenes” no serían un actor social sino varios. Resulta imperioso, por tanto, acercarse a una caracterización y comprensión de la realidad actual de la juventud en nuestro país, ya que hablar del uso que hacen los y las jóvenes del espacio público supone, necesariamente, referir a las características propias de este grupo social que le hacen distinguible de otros. Supone, en efecto, dar cuenta de los rasgos fundamentales que presentan, como grupo, en el contexto socio-histórico de la sociedad chilena de inicios de la década de dos mil. Por ello, a continuación se revisa las principales descripciones y análisis entregadas por la Tercera Encuesta Nacional de Juventud, realizada por el INJUV y publicada el año 2001, la que constituye uno de los trabajos de caracterización más detallados al respecto31. De acuerdo a esta encuesta, queda en evidencia que los/las jóvenes confían en la ecuación educación-empleo como fórmula para tener éxito en la vida y alcanzar la felicidad, aun cuando se encuentren en distintas posiciones sociales y frente a sistemas de oportunidades diferenciados. En esa dirección, una de las actividades a la que más jóvenes se dedican es estudiar, complementada, por algunos/as con la realización de un trabajo. De hecho, en el año 2000 el 41.9% de los jóvenes estudiaba. De ellos, la gran mayoría sólo se dedicaba a esa actividad (35,2%) y un 6,7% realizaba ambas actividades a la vez. En la perspectiva de recoger la información necesaria para efectuar una reflexión en torno a la utilización de los espacios públicos por parte de los y las jóvenes, resulta interesante el dato entregado en la mencionada encuesta respecto de que, al evaluar la calidad de la educación los/las jóvenes tienden a calificar mejor, 31 Toda la información presentada en este documento ha sido tomada del Informe Final de la Tercera encuesta nacional de Juventud.

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aspectos referidos a lo que podría denominarse el proceso educativo formal, mientras que señalan deficiencias en las dimensiones lúdicas y de sociabilidad de la vida escolar. Vale decir, “los/las jóvenes tienden a estar menos satisfechos y más descontentos con los espacios recreativos, deportivos y sociales que les brinda la escuela”. Aspecto significativo porque proporciona una visión respecto de la valoración que hacen los jóvenes de ciertos espacios de interacción con otros/as, específicamente, los espacios formales de encuentro que proporciona la institución escolar, en la que pasan gran parte de su tiempo. Siguiendo en la dimensión trabajo-empleo, respecto de la situación laboral actual de los jóvenes, la encuesta plantea que, del universo de jóvenes trabajadores, el 64.7% son hombres y sólo un 35.3% mujeres. Asimismo, al menos el 12,8% de los jóvenes que se encuentran en edad de cursar estudios secundarios (menos de 19 años) se encuentra trabajando. En cuanto a las razones o motivaciones que esgrimen los/las jóvenes para trabajar, podría decirse que predominan las necesidades de subsistencia por sobre motivaciones de otra índole “los/las jóvenes en general trabajan principalmente para colaborar con la familia de sus padres o para mantener a su propia familia”. Vale decir, el trabajo se encuentra vinculado a aspectos referidos a las necesidades de los/las jóvenes, y no a la “dimensión aspiracional” o a sus expectativas. Intentando, nuevamente, una lectura guiada por las motivaciones y propósitos del estudio que se realiza, es posible encontrar que, en la evaluación del trabajo, “la satisfacción laboral de los/las jóvenes está dada principalmente por la oportunidad que este espacio les ofrece para establecer relaciones interpersonales cotidianas que valoran positivamente. Sin embargo, las condiciones laborales no siempre son bien evaluadas, ya que muchas veces no les permiten cumplir expectativas de remuneración y promoción”. Vale decir, la valoración del trabajo –como también lo dice la Tercera Encuesta- viene dada por elementos “relacionales” o de “clima laboral” por sobre aquellos de índole “promocional”, elementos vinculados a la sociabilidad y la interacción con el otro, más que por la capacitación, los ascensos o los sueldos.

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Respecto de lo que podría denominarse la “sociabilidad cotidiana” de los/las jóvenes, la Tercera Encuesta Nacional de Juventud plantea que la gran mayoría de ellos/ellas tiene al menos un grupo de amigos (el 50,9% tiene sólo uno, el 29,9% más de un grupo de amigos y sólo el 19,3% ninguno). Con ellos/ellas, la tendencia mayoritaria es a reunirse en el espacio privado de la casa, en desmedro de (lo que en la encuesta se denomina) lugares públicos y de otros sitios como recintos educaciones, sedes comunitarias y lugares de trabajo: “en efecto, más de la mitad de los jóvenes se reúne con sus amigos en su casa o en la de ellos (57,1%). La calle o una esquina es el lugar de reunión con los amigos en el 13,9% de los casos. Plazas, parques y otros lugares públicos en general son señalados, en su conjunto, sólo por el 12% de los jóvenes. El colegio es el lugar de reunión del 10% y las sedes comunitarias son frecuentadas por el 3,7% de los jóvenes, la Universidad por el 1,4% y el trabajo sólo por el 0,2%”. Reunirse en las casas es una tendencia que predomina tanto en ellos como en ellas, aunque es un poco más frecuente en el caso de las mujeres. A su vez, las últimas se reúnen con sus amigos o amigas en el colegio más que los hombres, mientras que estos lo hacen con más frecuencia en la calle (17,4% contra 9,7%). Un aspecto destacable en esta dimensión de la caracterización es que, “si bien la casa es el lugar preferido como lugar de reunión con los amigos en todos los tramos de edad, el colegio, la calle y las plazas o parques son espacios escogidos especialmente por los jóvenes de 15 a 19 años. Por el contrario, al aumentar la edad crece el porcentaje de jóvenes que usa la casa, al igual que sube la proporción de los que prefieren hacerlo en lugares públicos en general y en sedes comunitarias”. Lo anterior constituye un elemento interesante a considerar, pues indica una diferencia entre los “sub-tramos” de edad que componen la categoría. De la misma forma, aunque la casa es el lugar preferente para juntarse con los amigos en todos los niveles socioeconómicos, la “tendencia pierde fuerza al bajar en la escala social, pasando de un 61,4% en el nivel alto, a un 50,1% en el más bajo. También se observa una tendencia similar en la preferencia por lugares públicos en general, donde se pasa de un 8,8% en el nivel alto a un 4,9% en el bajo. Lo contrario ocurre con espacios como el colegio y la calle, donde la frecuencia de uso como lugar de reunión con los amigos se incrementa en la medida que se desciende en el nivel socioeconómico. Esta tendencia inversa es

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especialmente acentuada con relación a la calle o una esquina, donde se pasa de un 1% en el nivel alto, a un 18,8% en el nivel socioeconómico bajo”. El párrafo anterior no deja de ser interesante, pues pone sobre aviso de un fenómeno que tiene alta presencia en la reflexión en torno a la ocupación de espacios públicos en sectores populares, el que dice relación con la extensión del espacio íntimo o privado de la casa hacia el exterior de la misma y, por tanto, con la inexistencia de ese “deslinde simbólico” -muchas veces considerado obvio- entre el espacio privado de la casa y el espacio público del afuera. Al mismo tiempo, instala la pregunta por las condiciones de accesibilidad de los denominados “espacios públicos en general”. En términos de la evolución histórica del aspecto que tratamos, la comparación entre mediciones que proporciona la Tercera Encuesta establece que entre 1997 y 2000 no existen mayores diferencias en cuanto al lugar preferido para reunirse con los amigos. Lo que sí es señalado como un cambio significativo es “la brusca disminución que se da en los niveles alto y bajo respecto de las calles y plazas como lugares de interés para reunirse con los amigos”, cuestión que pareciera estar asociada, a primera vista, al desarrollo y consolidación del discurso sobre la inseguridad. Otra dimensión en la que la Tercera Encuesta Nacional de Juventud proporciona elementos sumamente útiles de considerar en la reflexión en torno a la utilización de los espacios público, se vincula al tema de la asociatividad. Al respecto, ella plantea que, si bien “la predisposición a realizar ciertas actividades en grupo es bien evaluada por los jóvenes (...) esto no se traduce en una mayoritaria participación en organizaciones sociales”. Se trataría, más bien, de la “realización grupal de tareas concretas que pueden tener un carácter coyuntural”. Considerando las asociaciones como espacios de participación, más de la mitad de los/las jóvenes manifestó no tener interés en participar en ellas, destacando el “rechazo” o desinterés por “los Centros de Madres (91,6%), los Partidos Políticos (88,7%), las Juntas de vecinos (85,7%) y los Grupos de fans de un artista (84,5%). Por otra parte, las asociaciones que presentan un porcentaje más bajo de rechazo son los Centros culturales (45,8%), los Grupos de juego o hobbie (48,1%) y los Grupos ecológicos (48,9%)”.

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De acuerdo a la información presentada, “las asociaciones, organizaciones o agrupaciones sociales donde más jóvenes participan son los clubes deportivos, los grupos religiosos y los llamados grupos de juego o hobbie”. Por su parte, el 16,4% de los/las jóvenes menciona los centros juveniles, mientras que entidades como los centros de padres, los grupos que siguen una onda cultural, los centros de alumnos, centros culturales y barras de fútbol “presentan niveles que fluctúan entre el 11% y el 14%. La asociación que presenta la más baja aceptación es la Junta de Vecinos”. La Encuesta entrega a este respecto un desglose interesante: “En este tópico existen claras diferencias por género, ya que mientras los hombres tienden a participar más en instancias deportivas y culturales, las mujeres se concentran en los centros de padres y los grupos religiosos. Los géneros sólo aparecen equiparados en el nivel de participación en centros juveniles. La mayor parte de los hombres participa en clubes deportivos, presentando en esta categoría una frecuencia mucho más alta que la de las mujeres (53,1% contra 16,8%). A su vez, el porcentaje más alto de mujeres, 38,9%, participa en grupos religiosos, superando el nivel de los hombres. En el caso de los hombres los grupos de juego o hobbie siguen a los clubes deportivos con el 28,5%, superando al porcentaje de mujeres en similar categoría (13,5%). Los hombres tienden a participar más que las mujeres en grupos que siguen ondas culturales (19,3% contra 5,7%) y menos que ellas en centros de padres y apoderados (24,1% las mujeres y 6,2% los hombres)”. Por su parte, los grupos religiosos y los clubes deportivos son la instancia de participación preferida por los jóvenes de 15 a 19 años y por los del tramo de 20 a 24. En el grupo de edad más alta sigue siendo mayoritaria la participación en clubes deportivos. Otro tópico que resulta importante relevar lo constituye la información producida en torno a la interrogante por el compromiso de los/las jóvenes. Frente a ella, la Tercera Encuesta plantea: “no es efectivo que los jóvenes carezcan de sentimientos de compromiso. La particularidad, sin embargo, es que dicho compromiso parece estar referido a dimensiones concretas y propias de su entorno inmediato, como son la familia, ellos mismos y los amigos, más que a ideas abstractas como el país, o evocaciones públicas como el barrio, la comuna o la ciudad”.

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Y aunque estas tendencias predominan se mantienen al considerar la variable género, las mujeres presentan porcentajes más altos en el nivel de compromiso con la familia y consigo mismas; mientras que entre los hombres la tendencia a sentirse comprometidos con los amigos, los aspectos colectivos o públicos y con nada es más fuerte. Ahora bien, adentrándose en una caracterización socio-cultural de los/las jóvenes chilenos de la primera década del milenio, la Tercera Encuesta Nacional de Juventud propone las características de convencionalismo, ponderación y apertura para describirles de un modo global. En términos generacionales, los/las jóvenes actuales se sienten diferentes de los adultos y de las generaciones juveniles pasadas, al tiempo que destaca el (auto)reconocimiento de la heterogeneidad generacional interna que presentan, ya que se perciben diversos en aspectos tales como el género, la posición social y la localización. Respecto de lo anterior, en lo que refiere a la distinción respecto de los adultos, cobra fuerza la apreciación crítica que mayoritariamente tienen de ellos, “a quienes una significativa cantidad de jóvenes considera incoherentes (no hacen lo que dicen) o mentirosos (no dicen la verdad)”. Percepción que, sin embargo, se atenúa en la consideración de los propios padres, lo que daría cuenta, de acuerdo a la Encuesta, del valor que asignan a la relación con éstos y a la familia32. Por otra parte, según la misma, aspectos referidos a la representación que la mayoría tiene del período juvenil, en la que señalan que esencialmente esta etapa debiera servir para prepararse de cara al futuro, y en segundo lugar para “pasarlo bien” u orientarse en función de “grandes ideales”, constituirían ejemplos indicativos de que son orientaciones pragmáticas y modernas las que predominan en las definiciones estratégicas de los/las jóvenes.

32 La encuesta además señala: “En ese marco de alta valoración de la familia, los jóvenes manifiestan que uno de los problemas que más los afecta tiene que ver con la calidad de las relaciones humanas al interior del hogar, nuevamente con énfasis en el tiempo para estar juntos”.

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De igual forma, son “motivaciones convencionales y mesocráticas” las que están a la base de apreciaciones respecto de los factores para tener éxito en la vida y de las condiciones que son necesarias para ser feliz, entre las que se cuentan, para el primer caso, “ser constante y trabajador”, y para el segundo “desarrollarse como persona”, “trabajar” y “tener una buena familia”. Elementos que, en gran medida, echan por tierra consideraciones en las que los/las jóvenes aparecen caracterizados por “situaciones anómicas” respecto de las valoraciones que predominan en el conjunto de la sociedad y la cultura de la que forman parte. Las actividades que los/las jóvenes realizan de manera preferente en su tiempo libre (con un alto consumo de imágenes audiovisuales en sus casas o en la de los amigos, un uso menor de los espacios públicos y las actividades asociadas al “carrete” ocupando una posición secundaria), sumado a lo anterior, se constituyen en elementos convergentes al considerarles en relación a la definición que la mayor parte de los/las jóvenes hace de sí mismos/as, de acuerdo a la cual “se ven de manera esencialmente positiva, con atributos tales como “trabajador”, “tranquilo” y “solidario”, en franca ruptura como las imágenes y estereotipos que sobre ellos circulan en la conversación pública y, muchas veces, en aquellos medios (los de comunicación) con los que más interactúan”. Del mismo modo, las posiciones que adoptan frente a temas tales como el divorcio, la censura, los derechos humanos, el aborto, los roles de género y otros consultados, los muestran, en general, como abiertos y ponderados a la vez, con una clara orientación al respeto de las diferencias y las opciones personales. Todo lo anterior lleva a decir, en concordancia con lo expuesto en la Encuesta, que a los/las jóvenes “les cuesta relativamente menos combinar y compatibilizar lo que a muchos podría parecer incompatible o, en otras palabras, los/las jóvenes actuales tienen la capacidad de reunificar en su visión de mundo y prácticas de vida lo que habitualmente parece disjunto”. En este sentido y respecto de las prácticas de otros actores y/o categorías generacionales, las orientaciones de los/las jóvenes presentan una suerte de innovación e interpelación cultural constante que es importante tener presente a la hora de observar las formas efectivas de uso de la ciudad y de sus espacios públicos.

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Por todo lo anterior, parece claro que la cultura de los/las jóvenes no es diferente a la cultura prevaleciente en la sociedad chilena. No representan valores alternativos, tienen modelos tradicionales de familia, están orientados hacia la integración y aceptan los medios y los fines propuestos para lograrla. Más aún, no cuentan con una experiencia diferente de integración33. Finalmente, resulta importante hacer breve referencia a uno de los principales problemas y preocupaciones que manifiestan los/las jóvenes en la Encuesta, cual es la falta de espacios para opinar o participar, respecto de la que el 65,1% de los encuestados/as está de acuerdo. El punto es importante por sí mismo y con mayor razón para una investigación sobre jóvenes y espacios públicos, por cuanto es destacada la conexión existente entre estos últimos y los “espacios de opinión y participación” (ya sea a nivel simbólico o metafórico, o a nivel material y concreto). Respecto de ella, gran parte del debate actual instala la posibilidad de realización de intercambios comunicativos significativos -a partir de los cuales se establezca, además del respeto al otro, la posibilidad de determinar el futuro y la proyección que se va a dar a lo común- como el elemento propio y característico de los espacios públicos. En esta dirección, el espacio público aparece, necesariamente, como un espacio de expresión y participación, es decir, un espacio de ciudadanía, puesto que proporciona una mediación, un espacio de mediación entre, por un lado, la experiencia individual o personal de los/las jóvenes y su experiencia como colectivo y, por otro, entre su experiencia cotidiana y la vivencia excepcional y trascendente.

33 Espinoza, V. Op. Cit. p.130

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2.3.3 Jóvenes y Ciudadanía En este sentido, los espacios públicos proporcionan un espacio ritual de construcción y o reforzamiento de la identidad, a la vez que de concretización y experimentación de la ciudadanía. En efecto, si consideramos con Augé que “el rito es un agente mediador, creador de mediaciones simbólicas e institucionales que permiten a los actores sociales identificarse con otros y distinguirse de otros, en definitiva, que permiten establecer entre unos y otros lazos de sentido (de sentido social)”34, el espacio de encuentro y relación que constituyen los espacios públicos y su juego de similitudes y diferencias “no hace otra cosa” que dar el lugar y el sentido (necesario) para reconocerse, conocerse o desconocerse. De igual forma, los espacios públicos proporcionan un espacio de concretización y experimentación de la ciudadanía, en la medida que, siguiendo lo planteado por el informe del PNUD 2000, “El espacio de la ciudadanía comprende la mediación entre la vida cotidiana y la lógica del sistema político, donde se constituyen las prácticas de sujetos investidos de derechos y deberes”35. En el mismo sentido, “La ciudadanía es algo más que la opinión que un grupo social tiene de ésta; la ciudadanía es una experiencia social de relación entre la vida cotidiana y el sistema político”36. El espacio publico proporciona un lugar (una esfera) para la mediación entre la experiencia social cotidiana de las personas y aquellas referencias y problemáticas que trascienden el ámbito de lo privado individual e involucran al colectivo y en los que, en gran medida, se juega la “inclusión social”. En esa perspectiva, uno de los mayores consensos tiene que ver con las políticas sociales destinadas a los/las jóvenes, las que pretenden superar las imágenes de marginación y de “joven-problema” y están apuntadas integrarlos a la sociedad.

34 Augé, 1997, p.29. 35 PNUD 2000, p.173 36 Espinoza, V. Op. Cit. p.5.

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Por ello, la promoción de la ciudadanía sería un elemento constitutivo y central de las políticas públicas destinadas a los y las jóvenes durante los últimos años. De hecho, el Instituto Nacional de la Juventud tiene como principal propósito el aportar al ejercicio pleno de la ciudadanía de los y las jóvenes y, en tal dirección, el Segundo Informe Nacional de Juventud, titulado “Los Jóvenes de los 90: el rostro de los nuevos ciudadanos”, insiste en destacar que “los jóvenes buscan hoy, no con menos fuerza que ayer, caminos de integración y de apertura de futuro”... donde “la evaluación de la relación de los jóvenes y el Estado no pasa solamente por la no inscripción en los registros electorales”37. No obstante, una caracterización de la relación actual “jóvenes-ciudadanía” debe, precisamente por lo dicho anteriormente, hacer referencia a los contenidos que motivan o movilizan su participación en el espacio ciudadano. Al respecto, conviene retomar los diagnósticos efectuados al respecto según los cuales los/las jóvenes viven una cierta tendencia a la “privatización” (como también lo confirma la Tercera Encuesta de Juventud) y una orientación pragmática hacia el logro de movilidad ascendente por medios individuales38. Aparecen alejados/as de la política porque en ellos/ellas opera la idea que su inserción social depende de sus recursos y capacidades individuales, más que de la expresión y ejercicio de derechos39 o de su participación en instituciones socio-políticas de mediación como lo eran, antaño, los sindicatos y los partidos. Los/las jóvenes de la actualidad se representan menos que las generaciones anteriores en el sistema político; sus imágenes de colectivo y sus representaciones pasan más por la cultura o la búsqueda de oportunidades que por la actividad política. Puede pensarse entonces que la participación de los jóvenes en espacios públicos podría estar más mediada por iniciativas vinculadas con la promoción del bien común que con la representación política de sus intereses (INJUV 1999).

37 Segundo Informe Nacional de Juventud, INJUV, Santiago. p. 4. 38 Cottet y Galván 1993. 39 Ver Espinoza, V. Op. Cit.

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Como se dijo anteriormente, el compromiso de los jóvenes parece estar referido a dimensiones concretas y propias de su entorno inmediato, más que a ideas abstractas. En lo fundamental, podría decirse que su “preocupación por temas públicos aparece a través de temas "proto-políticos" con un fuerte componente ético”40. Aunque con diferencias, lo anterior se encuentra muy vinculado a los elementos desarrollados en la reflexión acerca de la ciudadanía actual en Chile que se encuentra en el Informe sobre Desarrollo Humano del 2000, del PNUD, según la cual “en parte, el interés ciudadano tiende a desplazarse desde el sistema político hacia la trama social”. Cuestiones que antes eran consideradas como algo dado, evidente, hoy son concebidas como el fruto de una acción intencionada. Tal es el caso de los vínculos sociales cotidianos. En este sentido, se podría hablar de un desplazamiento de las “coordenadas” de la ciudadanía, de la emergencia de una nueva dimensión de lo político (PNUD 2000) donde la interacción entre los propios ciudadanos es, en gran medida, el centro. Si la vinculación entre los ciudadanos se vuelve, en cierta medida, el punto crítico de la ciudadanía, las pautas de relación entre las personas se constituyen en un objeto de atención fundamental, por cuanto, los encuentros e intercambios que efectivamente establezcan los ciudadanos, serán modeladores de la experiencia de inclusión y pertenencia a la sociedad que tengan. Por ello, la ciudad, ese soporte material y simbólico de los encuentros e intercambios entre ciudadanos, cobra importancia radical. Sobre todo para el caso de Santiago, en la consideración de sus últimos treinta años de historia: tiempo en que ha sido afectada y transformada por procesos de reordenamiento desde una perspectiva fundamentalmente económica.

40 Espinoza, V. Op. Cit. p.6

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Si reconocemos, con el PNUD, que las dinámicas económicas modifican las pautas de relación entre las personas, el caso de la ciudad de Santiago se presenta como una ejemplificación excepcional pues, como veremos, la transformación de la ciudad ha establecido, de manera radical, una estructura de probabilidades de encuentro que no sólo es posible de apreciar en el análisis o en esa segunda hermenéutica que ha de constituir la reflexión sociológica, sino que está presente en las propias interpretaciones de los usuarios-habitantes de la ciudad... Tal vez, precisamente, porque modificar o reestructurar las probabilidades de encuentro implica alterar las dimensiones más profundas de una determinada conformación social.

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3. CLAVES PARA INTERPRETAR EL ESPACIO URBANO DE SANTIAGO En nuestro país, dentro del proyecto refundacional implantado por el gobierno militar se define una política de desarrollo basada en los conceptos del neoliberalismo, cuyos ejes fueron el abandono por parte del Estado de su papel de promotor del desarrollo y la definición del mercado como principal asignador de recursos. En coherencia con tal proyecto, se define una serie de medidas que incluyen diversas modificaciones en la concepción de la política de desarrollo urbano, confluyendo en un reordenamiento del espacio urbano que lleva al límite la segregación socio-espacial de los sectores populares y le otorga un soporte jurídico. En particular, la política de desarrollo urbano que comienza a aplicarse en 1979 (Decreto Supremo 420 que modifica el Plan Intercomunal de Santiago de 196041) prescinde de toda forma de intervención pública sobre el mercado de las tierras. Además, se plantea la existencia de una forma "natural" de ocupar el espacio. Esta forma "natural" responde a la libre operación de las tendencias del mercado, que determinarían automáticamente tanto la cantidad de terreno requerido para el desarrollo de las actividades urbanas, como las direcciones dominantes de la expansión de la ciudad. La base de las nuevas normas e instrumentos consistió en desarrollar la capacidad del sector público para captar esa forma "natural" de crecimiento de la ciudad a través de las señales del mercado, de manera que la planificación urbana no interfiriera, sino que estimulara la iniciativa privada, restringiendo la acción del Estado a un papel subsidiario. Por otro lado se realizó la reestructuración comunal del Área Metropolitana de Santiago (1981) que a través de

41 Este instrumento establecía une serie de condiciones generales para el planeamiento de la ciudad, como por ejemplo la planificación de las áreas verdes y la vialidad intercomunales; la localización y las condiciones para la zonificación industrial; las condiciones de ocupación del área de expansión de la ciudad; y la definición de áreas de protección y restricción al desarrollo urbano. Estas disposiciones debían ser cumplidas por la planificación local a través de los Planos Reguladores Comunales.

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la subdivisión de las 17 comunas constituye un total de 34. El criterio de división apunta a la generación de unidades homogéneas desde el punto de vista socio-económico, ecológico y administrativo. La idea subyacente a este proceso, tiende a la homogeneización social de la población de Santiago, permitiendo estructurar una ciudad dual con comunas "ricas" y comunas "pobres". Otro aspecto esencial de la política consideraba la erradicación total de los "campamentos" (asentamientos precarios originados por tomas de terrenos anteriores a 1973). En 1979, existían 280 "campamentos" en Santiago, lo que constituía una anomalía al concepto de la forma "natural". En ese mismo año, como parte de los programas estatales de "erradicación de la extrema pobreza", se inició la regularización de la situación de los campamentos de Santiago. En algunos casos se devolvió la propiedad "usurpada" a sus antiguos dueños, en otros se los indemnizó. Los diferentes campamentos fueron calificados en dos tipos: de radicación, aquellos que permanecerían en las mismas localizaciones; de erradicación, los que serían trasladados a otros asentamientos. Esta política implicó el traslado masivo de familias desde comunas "ricas" hacia comunas "pobres"42, carentes de la infraestructura básica para acoger tal aumento de la población. Este movimiento desarrollado entre los años 1979 y 1985 incluyó el traslado de alrededor de 29.000 familias (150.000 personas). Es posible decir que la aplicación de esta política de desarrollo urbano43, basada en la concepción de una forma "natural" de ocupación del espacio, y los programas de erradicación y traslado de pobladores, han constituido y resultado una catástrofe urbana44. La segregación social del espacio ha constituido, entonces, un 42 Impactante resulta el caso de la comuna de La Pintana, ubicada en la Zona Sur de la ciudad. En 1982 albergaba una población de 79.000 habitantes, y dos años más tarde, es decir, en 1984 bordeaba las 150.000 personas. 43 No obstante hay que considerar que esta política perdió paulatinamente legitimidad y fue reemplazada en 1985 por otra que incorpora nuevamente elementos de planificación y regulación urbanas. Esta nueva política comienza a materializarse en 1995 con la aprobación del nuevo plano regulador para la aglomeración santiaguina y con el inicio de una modalidad de consulta ciudadana para la aceptación o rechazo de los planes comunales 44 Alfredo Rodríguez: Cómo gobernar las ciudades o principados que se regían por sus propias leyes. Revista Interamericana de Planificación. VolumenXVII, n°65, marzo 1983.

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efecto mayor de la política urbana. Como se ha observado, las políticas económicas y aquellas de tipo macroeconómico jamás son neutras desde el punto de vista de su impacto sobre el desarrollo regional y urbano. Tampoco lo es el ordenamiento jurídico institucional y su forma de gobierno interior y administración del Estado. Chile ha experimentado nuevas y radicales políticas económicas desde 1973 y un arreglo institucional enmarcado en la Constitución de 1980 que han orientado y le han otorgado un nítido perfil a la política urbana. Un efecto innegable de ésta ha sido una radicalización de la segregación socioespacial. Si bien éste es un fenómeno bien conocido en el espacio urbano y regional de los países en desarrollo, la diferencia entre las distintas situaciones, reside en la mayor o menor fuerza que muestra la segregación social en los diferentes casos. La división funcional del espacio urbano entre usos residenciales, de esparcimiento, para la producción, para el comercio, es un resultado de la división del trabajo y del progreso tecnológico. Por su parte, la división social del espacio es un producto de la desigual división del ingreso, con lo que el acceso a los bienes y servicios urbanos se hace igualmente dispar45. La distribución desigual del ingreso y la concentración del mismo, tiene una clara expresión espacial en Santiago. Tanto los datos relativos a distribución del ingreso, como a la calidad del equipamiento, calidad de vida y estándares habitacionales se han distribuido crecientemente desiguales en las distintas zonas de la ciudad. Claramente las políticas de empleo, laborales y salariales junto al mecanismo de asignación y distribución de recursos que experimentó Chile, tuvo una paulatina expresión en el espacio urbano santiaguino, transformándola en una ciudad notablemente dual y desintegrada, al extremo que encontramos no sólo 45 Carlos Fuenzalida Claro: "Santiago 2000: Futuro del Area Metropolitana". En Augusto Bolívar, René Coulomb, Carmen Muñoz (Coordinadores): "Metrópoli, Globalidad y Modernización". Libros del Cotidiano, Universidad Autónoma Metropolitana, México. 1993

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diferentes grupos sociales con niveles de ingreso dispares sino que además diferentes culturas, desfasadas completamente en sus niveles de vida y de progreso46 Coexisten de hecho dos ciudades que tienden a excluirse y a ignorarse mutuamente. La inmensa mayoría de sus habitantes reduce su espacio urbano de suficiencia y satisfacción, en el sector más próximo47. El espacio urbano conformado por las leyes de un mercado excluyente, limita el desplazamiento de las personas. La ciudad se va conformando como un conjunto de áreas separadas en las que los distintos sectores sociales conviven sin mezclarse. El mercado, mediante mecanismos económicos, refuerza y duplica un orden urbano claro en donde todas las personas son ubicables y en donde a su vez, la ubicación espacial les señala su ubicación dentro de la estructura social. (posición, experiencia de posición, puntos de vista, etc.) Retomando la mirada histórica, y siguiendo a Rodríguez48, vemos que las políticas urbanas de los años sesenta y setenta son muy distintas a las actuales. En esa década, cuando los conflictos urbanos comenzaban a incorporarse a la lucha política, las políticas urbanas traslucían una actitud de temor por parte de las clases dominantes con respecto a los nuevos actores sociales que emergían en el escenario urbano. Consistían en un conjunto de concesiones que trataban, por una parte, de aminorar las diferencias entre "los que tienen" y "los que no tienen; y a la vez, intentaban incorporar estos nuevos sectores urbanos a los sistemas políticos vigentes en la época. El discurso de las políticas urbanas estaba enmarcado dentro de un espíritu de progreso, de promesa, de mejoramiento paulatino de las condiciones de vida. A comienzos de los ochenta ocurren cambios que señalan una tendencia radicalmente diferente. Las políticas urbanas ya no expresaban esa sensación de temor frente a los pobladores, por el contrario eran el discurso del poder. Ya no existían las políticas de concesiones, era el discurso del orden, de la disciplina, de la erradicación.

46 Ibid 47 Ibid. 48 Alfredo Rodríguez, op.cit.

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El discurso, altamente pragmático, aceptaba el deterioro de las condiciones de vida de un amplio sector de la población urbana como una situación estable y normal (el costo social del progreso) frente a lo cual sólo cabía respuestas que permitieran mantener la vida en condiciones mínimas. En los noventa se habla de la consolidación de una ciudad planificadamente segregada. Así, el primer diagnóstico que se hace de ciudades como Santiago, señala que son caóticas, desordenadas, anárquicas. Pero lejos de eso, aquellas ciudades tienen un bien logrado orden: la segregación social49. Las nuevas políticas urbanas han creado (y continúan creando) una ciudad que segrega a la población, que la separa. Sin embargo, un orden urbano que sólo segrega es inestable, ya que concentra, une y reúne a la vez, individuos con problemas similares. Una ciudad segregada no basta para mantener el orden: se requiere que sus habitantes estén atomizados, dispersos, individualizados. La disciplina y el mercado segregan y disgregan a la población y se presentan bajo un discurso que califica como "natural" este ordenamiento de la ciudad50. Esta situación de segregación social es un tipo de orden que es crecientemente estimulado por el omnipresente proceso de globalización. Ahora bien, bajo una mirada más comprensiva esto corresponde a un valor antiurbano, ya que un principio esencial de la ciudad es el encuentro con los otros, la copresencia y la diversidad social51. Los problemas socio-urbanos que afectan a la ciudad de Santiago no dejan de tener un lugar de expresión y reflejo en sus espacios públicos. La integración social, esa que se lee tras las reflexiones en torno a la ciudad moderna, la interacción entre gentes diferentes y el encuentro con el otro, se constituye en un elemento crítico a la hora de pensar en las formas de uso y apropiación que desarrollan distintos grupos sociales. Más aún en el caso de los jóvenes y en nuestro tiempo.

49 Francisco Sabatini: "Ciudad chilena: encrucijadas y posibles salidas".Cuadernos Periféricos. Serie: la ciudad del presente. N°46. Hábitat y Desarrollo (Universidad Católica de Lovaina,Bélgica), Corporación JUNDEP. Santiago de Chile, 1995. 50 Alfredo Rodríguez. Op. cit. 51 Francisco Sabatini. Op. cit.

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Ahora bien, los jóvenes del Santiago de hoy nacieron y/o han crecido en este contexto descrito más arriba, por tanto las preguntas que deben orientar el análisis de los distintos datos producidos deben tener muy presente estos elementos. ¿Hay culturas tan marcadas por la segregación socioespacial de la ciudad?, ¿las prácticas juveniles, los espacios de la ciudad que los jóvenes ocupan están tan fuertemente marcados por esta política urbana?

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SEGUNDA PARTE

RESULTADOS DE INVESTIGACIÓN

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Esta especie de mapa conceptual y socio-histórico que se ha esbozado constituye, el prisma particular a través del cual se ha efectuado la indagación en torno a la pregunta por el uso de los espacios públicos por parte de los y las jóvenes de Santiago. La información producida a lo largo del proceso de investigación ha sido interpretada desde tres perspectivas complementarias, en las que se ha puesto en juego este “andamiaje” conceptual de modo de generar una especie de triangulación que, además de ordenar y dar coherencia a la exposición, permita desarrollar una comprensión completa y acabada del fenómeno en estudio. Dichas perspectivas de observación pueden ser nombradas, de manera sintética, como, i) la de los lugares y prácticas; ii) la de las representaciones sociales y; la de los usos y significados. La primera de ellas, la de los lugares y prácticas, responde a la pregunta por dónde están los/las jóvenes en las tres comunas estudiadas y qué hacen en esos lugares, desprendiéndose de ello una reflexión en torno a la vinculación práctica que establecen con los espacios públicos. La perspectiva de las representaciones que le sigue tiene como elemento articulador la pregunta por cuáles son aquellas formulaciones de sentido, producidas por los/las jóvenes que, elaboradas y compartidas socialmente, les permiten interpretar y simbolizar la realidad y su experiencia social, a la vez que construirla. Se trata, en lo fundamental, de aquellas representaciones sociales referidas a la ciudad de Santiago en el entendido, varias veces mencionado de que no es posible tener una comprensión del uso de los espacios públicos sin saber de qué ciudad se trata. Ellas se han abordado de manera de identificar sus consecuencias e implicancias prácticas en relación al uso de los espacios públicos. Finalmente, la tercera aproximación desarrollada indaga directamente en el uso y significado que los/las jóvenes tienen de los espacios públicos, sobre la base de entender que ambas dimensiones se encuentran completamente imbricadas. De este modo, las preguntas relacionadas con ella –aunque enunciadas de manera un tanto esquemática y, por tanto, estática- son cuáles usos y el por/para qué de ellos, qué significados, entre otras.

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A estas tres aproximaciones de interpretación y análisis se agrega un cuarto apartado, que recoge los elementos específicos relativos a las necesidades, expectativas y aspiraciones juveniles en relación a los espacios públicos, cuyo contenido específico surge de una lectura particular de los tres anteriores. Estos cuatro apartados dan forma a la segunda parte de este Informe Final, denominada “Resultados de investigación” que se pasa a revisar en seguida.

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4. LUGARES Y PRÁCTICAS. LOS Y LAS JÓVENES EN LOS ESPACIOS PÚBLICOS 4.1 Observaciones generales por comuna Como se ha dicho, las preguntas por el uso de los espacios públicos por parte de los y las jóvenes y por la vinculación que ellos/as establecen con dichos espacios requiere, como una de las aproximaciones necesarias para la elaboración de una respuesta satisfactoria, la identificación y caracterización de los lugares en que, efectivamente, se desarrolla la actividad juvenil. Luego de la construcción de un concepto operacional de espacio público, de acuerdo al que se entendió por tal: las plazas y parques; los espacios conmemorativos; los edificios públicos; las instalaciones de equipamiento comunitario y; las calles, se procedió a realizar un trabajo de “barrido” en el que se abarcó la totalidad del territorio de las tres comunas seleccionadas. Esta operación de “barrido” proporcionó una identificación de los distintos espacios de emergencia de los/las jóvenes en los espacios públicos, en base a la cual se construyó una matriz de caracterización de los espacios utilizados por ellos/as52 para cada una de las tres comunas. De acuerdo a esa información, puede decirse que los espacios de emergencia de los/las jóvenes en lo público son, fundamentalmente, plazas, parques, calles y esquinas, seguidos de lejos y de manera específica según cada comuna, por pubs y centros de diversión nocturna, (y de manera aún más reducida por) sitios eriazos, equipamientos comunitarios o municipales, centros comerciales e iglesias, entre otros.

52 Estas matrices y la información que contienen se encuentran en los anexos del estudio.

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Tabla sintética de lugares mencionados:

1. Plaza 2. Plazoleta 3. Parque 4. Calle 5. Avenida 6. Pasaje 7. Vereda 8. Esquina 9. Cuneta 10. Paseo 11. Escaleras del Metro 12. Pub 13. Discoteca 14. Multicancha 15. Cancha 16. Rampla

17. Iglesia 18. Iglesia Mormona 19. Gimnasio Municipal 20. Centro Cultural Juvenil 21. Sede comunitaria 22. Sitio eriazo 23. Muro 24. Postes 25. Kioscos 26. Escalera del UNIMARC 27. Esquina Telepizza 28. Bandejón central 29. Escalera de Biblioteca

Nacional 30. Galpón 31. Portales de casas.

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En el caso específico de la comuna de San Miguel puede decirse que:

- Predominan los lugares como plazas, seguidas de lugares de esparcimiento nocturno como pubs y discotecas.

- El o los horarios de uso de estos lugares es bastante variado, pues salvo en el caso de los del tipo pubs y discotecas, cuyo uso es de fin de semana y, evidentemente, en la noche, en el resto de los casos se produce el uso en los horarios de la mañana, la tarde y la noche.

- En la utilización por parte de jóvenes se percibe una gradiente que va en aumento con el pasar de las horas, es decir de la mañana a la tarde, tarde-noche.

- Los lugares observados son usados indistintamente por hombres y mujeres. - Además, en su mayoría son espacios utilizados fundamentalmente por jóvenes, o bien con

temporalidades de uso diferenciadas para quienes concurren a ellos, es decir, por ejemplo, en la mañana son empleados por niños, mientras que en la tarde los ocupan los/las jóvenes.

- Respecto de la “identificación de grupo” de los usuarios del lugar resulta muy sugerente constatar que en la mayoría de los casos se trata de grupos “sin identificación aparente”, cuestión que ha de ser interpretada, no como que quienes utilizan el lugar no sean caracterizables, sino como que no presentan ningún atributo distintivo (“signos” como vestimenta, modo de reunión, música, etc) a través del cual se les puede identificar con particularidad o como grupo especialmente diferente.

- Por otra parte, todos los lugares presentan algún tipo de equipamiento o infraestructura (en el caso de los pubs y discotecas esto es obvio).

- Finalmente, el principal tipo de uso de los espacios públicos es el recreativo.

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Podría decirse entonces que el uso típico53 o de mayor recurrencia de espacios públicos por parte de los/las jóvenes en esta comuna sería el de: Plazas / en horario tarde-noche / día de semana / recreativo Mientras que el uso que se destaca en tanto distintivo sería el de: Pubs / noche / fin de semana / recreativo

53 Debe aclararse, en este punto, que por uso típico se entenderá aquel que fue más recurrentemente encontrado y reconocido en el trabajo de “barrido” efectuado en cada una de las comunas; por su parte, uso distintivo será entendido como aquel que presenta los rasgos particulares y específicos encontrados en una comuna que sin ser los más recurrentes establecen diferencias sustantivas respecto de lo encontrado en las otras dos comunas, ya que es “privativo” de ella.

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El caso de la comuna de Cerro Navia presenta las siguientes características:

- El caso de esta comuna presenta la particularidad de que, aun cuando se mantiene en lo general la propuesta respecto de que los espacios de emergencia de los/las jóvenes en lo público, son fundamentalmente, plazas, parques, calles y esquinas, la mayor presencia de las plazas en relación con las calles –visualizada en la comuna de San Miguel- se ve disminuida, ya que estas cobran mayor presencia. Vale decir, la calle es un espacio utilizado por los/las jóvenes.

- Asimismo, aparece la utilización de sitios eriazos y de equipamientos comunitarios o municipales que no se da en las otras comunas; mientras que sólo aparece un pub.

- No obstante, quizá el dato más sobresaliente es lo que se ha denominado un uso complejo del espacio público que hace necesario, en la identificación del lugar, de la reseña a más elementos -como muros, kioscos y otros-, para hacerse una idea de los mismos, debido fundamentalmente a que el uso se acompaña, más claramente que en los otros casos, de señas inequívocas de apropiación, como rayados, graffitis, etc.

- Respecto del horario de uso, es destacable el “predominio” del horario nocturno, junto con la calificación de “impreciso” que denota una alta espontaneidad e “impredictibilidad” en la utilización.

- De igual forma, llama también la atención que, considerando de manera conjunta a calles y sitios eriazos, se obtenga un importante número de espacios utilizados por jóvenes que no han sido diseñados para acoger la interacción y el encuentro entre las personas.

- En cuanto a los usuarios de los espacios públicos considerados, resulta significativo que sean usados por grupos relativamente numerosos, lo que le diferencia de lo que ocurre en sectores de clase media (al respecto, resulta muy sugerente el que los/las jóvenes hablen, recurrentemente, de “piño”).

- Respecto del tipo de lugares resulta significativo la inscripción del calificativo espontáneo, aun tratándose de lugares que corresponden a plazas y que, por tanto, debieran ser clasificados como formales. Esta situación se debe a que, en general, las condiciones físico-espaciales del lugar distan mucho de la idea más o menos preconcebida que la mayoría de la gente maneja de una plaza a nivel del sentido común. Vale decir, hay una distancia entre lo real y lo formal que amerita ser resaltada. De ahí que se emplee la palabra espontáneo entre comillas.

- En la misma línea, destaca el hecho de que la mayoría de ellos corresponde a espacios de tipo “espontáneo”, elemento indicativo de las condiciones de equipamiento de la comuna, así como

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también de las condiciones en que se produce el uso del espacio público. Esto en la línea mencionada con anterioridad con respecto a que las configuraciones materiales y físico espaciales de los lugares constituyen escenarios para la acción de sus usuarios.

- Llama la atención que el usuario de los espacios públicos sea siempre masculino y femenino o sólo masculino, pero nunca exclusivamente femenino. Al respecto, la información recolectada apunta a señalar que la mujer es, en la mayoría de los casos, una acompañante.

- En cuanto a la identificación del grupo, llama la atención la alta especificidad de la clasificación54, la que da cuenta de atributos distintivos de fácil percepción en los sujetos observados.

Podría decirse entonces que el uso típico o de mayor recurrencia de espacios públicos por parte de los/las jóvenes en esta comuna sería el de: Plazas / en horarios variables predominando la noche / día de semana / recreativo Mientras que el uso que se destaca en tanto distintivo sería el de: Calles / noche / día de semana / simbólico (demarcación-apropiación)

54 Vale decir, la clasificación efectuada en la observación en terreno, está alejada de incertidumbres y ambivalencias y describe con seguridad la participación o pertenencia de los/las jóvenes a un colectivo determinado, como sería por ejemplo “breakers; hiphoperos; ect.”

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El caso de la comuna de Santiago queda caracterizado como sigue:

- Se repite la mayor importancia de plazas y calles dentro de los espacios utilizados por jóvenes, no obstante hay una importante variedad de tipos de espacios que incluye, además, centros comerciales, iglesias, pubs y otros.

- Lo anterior se corresponde con un uso más diferenciado de los distintos espacios públicos existentes, cuestión que pone de relieve una cierta correspondencia entre, por un lado, oferta y condiciones de uso y, por otro, el uso efectivo.

- Respecto del sector o barrio, es destacable el uso del sustantivo “barrio”, inexistente en la caracterización de las otras comunas, cuestión que denota un cierto “referente de vanguardia”55 en un tipo de apropiación-demarcación simbólica de la realidad, en la medida que dicha idea es bastante “subjetiva” e imprecisa en sus referentes objetivos, por contraste a la de población o villa.

- De igual manera, destaca también la utilización de lugares con nombre propio en el caso de los centros nocturnos de diversión y la aparición de los “paseos”, como espacios donde se encuentra a los/las jóvenes.

- En cuanto al tipo de lugar, se da un cierto equilibrio entre lugares de tipo formal y aquellos clasificados como espontáneos.

- Respecto de la identificación, si bien es interesante la especificidad de la clasificación que denota una variedad de grupos en los espacios públicos, resulta al menos igualmente sugerente la situación de aquellos lugares que presentan horarios diferenciados de uso (como el paseo Ahumada, el parque San Borja y la Plaza Brasil), en cuanto al importante cambio que se produce en el tipo de usuario que los emplea.

- De igual forma, resulta interesante considerar la variedad encontrada en cuanto a la cantidad de personas utilizando los distintos lugares, la que se presenta tanto entre lugares (lugares de más de 100 y

55 Se emplea la expresión para denotar el uso de ciertas formas de nominación que no se dan o lo hacen con menor fuerza en otras comunas pero que, de alguna forma, ejercen un efecto referencial en ellas: la noción de barrio empleada en la comuna de Santiago para referirse a “Brasil” o “Yungay” se presenta poco en otras comunas (como podría ser el caso de Bellavista), pero intuitivamente podría decirse que en esa dirección se avanza, debido a los réditos simbólicos que ella implicaría.

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otros de 5 personas), como dentro de los mismos lugares, rasgo que lleva a decir que esa cantidad es “variable”.

- Nuevamente, ahora respecto de la actividad que se desarrolla en los espacios públicos relevados, destaca la diversidad de prácticas juveniles registradas, que van desde el más “típico” conversar, al novedoso “semaforear” y el más controvertido “comercio sexual” que, aunque no se trata de una práctica neta o propiamente juvenil, sí es practicada por algunos/as de ellos/as y, por tanto, merece ser mencionada.

Podría decirse entonces que el uso típico o de mayor recurrencia de espacios públicos por parte de los/las jóvenes en esta comuna sería el de: Plazas, parques, calles y esquinas / en distintos horarios / día de semana y fin de semana / recreativo, carrete y comercial Correspondiéndose con el uso que destaca en tanto distintivo: Plazas, parques, calles y esquinas / en distintos horarios / día de semana y fin de semana / recreativo, carrete y comercial

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4.2 Apuntes Comparativos Se tiene, en síntesis, una diversidad de realidades objetivas y de ocupación y uso de los espacios públicos por parte de los/las jóvenes en las tres comunas estudiadas, respecto de las cuales es posible identificar similitudes pero, a la vez, se las puede diferenciar con bastante claridad. La comuna de Santiago se ubica con claridad en el polo de la diversidad: a todas luces, su oferta de espacios públicos es la más variada. Sus “condiciones objetivas” pueden ser en cierta medida descritas como de alta concentración de actividades distintas, lo que plantea una correspondencia entre tal heterogeneidad en lo objetivo y la diversidad encontrada en los usos. Cerro Navia, por su parte, se encuentra en el otro extremo, en la medida que se presenta como una comuna con una baja estructuración (diferenciación) del territorio comunal, por lo que las actividades que acoge son más bien homogéneas. A este respecto, la comuna de San Miguel se encuentra a medio camino entre las dos anteriores, ya que su diferenciación interna puede considerarse mayor que la de Cerro Navia, pero bastante menor que la de Santiago. Esto, además, es claramente indicado por el límite –nuevamente- material y simbólico que constituye la Gran Avenida, frontera que separa dos formas distintas de uso y ocupación de los espacios públicos. Específicamente en cuanto a la utilización puede decirse que, si bien existe un grado nada despreciable de similitud entre los usos del espacio público encontrados en las diversas comunas, que se ha tratado de señalar a través de los usos más recurrentes o “típicos” encontrados -relacionados en gran medida con las características de la estructuración del tiempo cotidiano de los/las jóvenes que veremos más adelante-, se presentan importantes diferencias en la utilización y ocupación del espacio público, que también se ha querido señalar a través de la idea de uso distintivo.

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Vale decir, no obstante existir similitudes en la estructuración del tiempo cotidiano de los/las jóvenes y, por tanto, en el uso -la representación social y el significado asignado a ese uso-, las características específicas de ese uso se diferencian en relación a aspectos tales como el para qué de la utilización, las actividades en ellos desarrolladas y el tipo de “sociabilidad” para el que se ocupan, en el sentido de buscar la intimidad o la expresividad-“expansividad” . Las similitudes registradas dicen relación, por ejemplo, con que una de las características de la dinámica de ocupación-utilización de espacios públicos por parte de los/las jóvenes, es que ella pareciera ser que es exclusiva de ellos/as, a la vez excluyente de otros actores: los/las jóvenes buscan espacios para ellos/as que puedan utilizar con independencia y sin tener que “vérselas” con otros actores (sea para actividades intimistas o expansivas). Al mismo tiempo, las prácticas y usos juveniles de los espacios públicos muchas veces generan la salida y/o el repliegue hacia otros espacios, fundamentalmente privados, de otros actores que antes los utilizaban56. Situación que resulta indicativa de la baja legitimidad de los/las jóvenes en tanto sujetos sociales. Más aún, señala la baja legitimidad que tienen en la práctica los/las jóvenes, por oposición a la legitimidad que tienen sus prácticas en el discurso de otros actores. Es decir, observando la legitimidad que tienen los/las jóvenes en sus prácticas en lo público, es posible observar una distancia entre el discurso que tienen otros actores sobre ellos/as y las prácticas que desarrollan con o hacia ellos/as (cuestión que se asocia a la reflexión en torno a la aceptación de la diversidad que desarrolla el PNUD en su último Informe sobre Desarrollo Humano en Chile)57. Por otra parte, resulta muy significativo que en la caracterización de los espacios públicos, en relación a la variable género, no se encuentre ningún espacio utilizado únicamente por mujeres, mientras que, salvo en el caso de aquellos en que su usuario son homosexuales o travestis (que, además, son excepcionales), en todos

56 Situación respecto de la que es “clásico” el ejemplo de la plaza de barrio que antes era ocupada por adultos y niños y que, debido a la aparición y permanencia de jóvenes con “malos hábitos”, ahora se evita usar; argumentando, fundamentalmente, la inconveniencia de exponer a niños/as a “malos ejemplos”. 57 A riesgo de caer en esquematismos (o caricaturas), se podría decir que mientras el o los discursos son más bien de tolerancia y aceptación, las prácticas llevadas a cabo son más bien evitativas y discriminadoras.

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haya presencia masculina. Esto sin duda implica que lo dicho respecto de la comuna de Cerro Navia se replique para los otros casos: las mujeres son, en general, acompañantes en el uso de los espacios públicos. La interpretación y/o ponderación que hacen de este dato los/las propios/as jóvenes consultados va en una doble dirección58: indica una diferencia discriminatoria, en la medida que responde a una exclusión histórica de las mujeres de la participación de lo que se considera público; a la vez que una presencia que, aunque es hoy “disminuida”, antes era inexistente o casi-inexistente y, por tanto, se encuentra en proceso de reversión. Finalmente, en lo referido a lo distintivo (o diferenciador) del uso de los espacios públicos, resultan destacables las diferencias encontradas en relación a las prácticas que se efectúan en ellos en cuanto a que, mientras en San Miguel estas corresponden a lo que podría llamarse, desde el lenguaje habitual, “convencionales”, es decir, no necesariamente distintivas de los/las jóvenes con respecto a otros actores; en el caso de Cerro Navia ellas son claramente lo que podría denominarse como “propias de la expresividad juvenil actual”, incluyendo manifestaciones altamente distintivas como el hip-hop, el breakdance, las barras bravas, los graffitis y murales (“chapas” incluidas), el “copete”, etc. El caso de la comuna de Santiago, a este respecto, constituye un punto intermedio o más bien, una comuna en la que se dan las distintas variedades de prácticas, cubriendo el espectro completo. La reflexión hasta aquí desarrollada posibilita la presentación tentativa de una síntesis de contenidos articulada al modo de una tipología. De acuerdo a ella se podría establecer, en primer lugar, un Listado de variables (dimensiones) considerables en una Tipología Teórica de Espacios Públicos “desde la objetividad”:

1. Nivel de formalidad: formal/informal 2. Tipo de surgimiento: planificado /espontáneo59

58 La referencia a la que se hace mención aquí la constituye la información producida tanto en los grupos de discusión, como en los talleres con jóvenes. 59 Esta dimensión es otra manera de enunciar el punto 1.

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3. Tipo de acceso: liberado/no-liberado 4. Tipo de relación que permite con los otros: expresión/introspección 5. Tipo de barrio en el que se emplaza (función): residencial/comercial-industrial 6. Tipo de barrio en el que se emplaza (grado de asentamiento): antiguo/medio/reciente; medio-antiguo

/medio-reciente 7. Relación escala urbana-cotidianeidad: barriales/monumentales

A partir de la selección de las tres más propias de (o más claramente identificables como propias de) esa objetividad, se articularía una tipología de ocho categorías. Tipología desde la objetividad según variables consideradas:

1. Formal / residencial / medio-antiguo 2. Formal / residencial / medio-nuevo 3. Formal / industrial-comercial / medio-antiguo 4. Formal / industrial-comercial / medio-nuevo 5. Informal / residencial / medio-antiguo 6. Informal / residencial / medio-nuevo 7. Informal / industrial-comercial / medio-antiguo 8. Informal / industrial-comercial / medio-nuevo

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Esquema:

Nivel de formalidad

formal

informal

Residencial

Medio-antiguo

medio-reciente

medio-antiguo

medio-reciente

Tipo de barrio en el que se emplaza (función)

comercial-industrial

Medio-antiguo

medio-reciente

medio-antiguo

medio-reciente

De igual forma, en segundo lugar, se podría establecer un Listado de variables (dimensiones) considerables en una Tipología Teórica de Espacios Públicos “desde el uso”:

1. Horario de uso: mañana/tarde/noche 2. Tipo (predominancia) de usuarios según sexo: hombres/mujeres/mixto 3. Usuarios tipificables por su identificación aparente: sí/no 4. Cantidad de usuarios: íntimo/expansivo 5. Actividad desarrollada: recreacional/otra 6. Actividad recreacional desarrollada: deporte/cultura y expresividad/otra

Seleccionando las tres variables más claramente identificables como propias del uso de los espacios públicos, obtendríamos una tipología de 15 categorías.

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Tipología desde el uso:

1. Deportivo/hombres 2. Deportivo/mujeres 3. Deportivo/mixto 4. Cultural/hombres/íntimo 5. Cultural/hombres/expansivo 6. Cultural/mujeres/íntimo 7. Cultural/mujeres/expansivo 8. Cultural/mixto/íntimo 9. Cultural/mixto/expansivo

10. Otro/hombres/íntimo 11. Otro/hombres/expansivo 12. Otro/mujeres/íntimo 13. Otro/mujeres/expansivo 14. Otro/mixto/íntimo 15. Otro/mixto/expansivo

Esquema:

Tipo de usuarios según sexo Hombres Mujeres

Mixto

Deporte

Expansivo

Expansivo

Expansivo

Cultura y expresividad

Íntimo

Expansivo

Íntimo

Expansivo

Íntimo

Expansivo

Actividad recreacional desarrollada

Otra

Íntimo

Expansivo

Íntimo

Expansivo

Íntimo

Expansivo

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4.3 Tiempo y espacios públicos En el marco de dos talleres con jóvenes se encontró una serie de referencias en torno a prácticas, espacios y lugares específicos de la ciudad de Santiago donde transcurre su cotidianeidad. A continuación se pasa a revisar las principales de ellas en vistas a establecer un acercamiento más profundo a la “emergencia de los/las jóvenes en lo público”, en especial, a su experiencia y apreciaciones respecto de dicha emergencia y los espacios públicos de la ciudad. 4.3.1 Observaciones específicas Grupos de Jóvenes Populares Los tiempos del día presentan ciertas diferencias. Mientras lo propio de la mañana es el estudio o el trabajo, en la tarde tiene lugar un aflorar de la sociabilidad, de la interacción con otros vinculada, fundamentalmente, al retorno a casa y al encuentro con los/as conocidos/as. La noche, por su parte, es el momento de la intimidad, de la vida en casa, del hogar. Situación que pone de manifiesto que es un tiempo cuya significación cambia entre los días de semana y los fines de semana, aunque con el matiz de que la diferencia se produce para quienes están incorporados al sistema educacional o al mercado del trabajo, variable respecto de la cual se reconoce un menor poder estructurante en el caso de las mujeres (aunque en disminución). De lunes a viernes no hay un lugar específico donde se vaya. El uso que se hace de los distintos espacios está determinado por las actividades que obligatoriamente deben desarrollar los jóvenes. Incluso, resulta complicado establecer distinciones en lo que se hace durante estos días producto de que los días de semana son vistos como un tiempo rutinario en que, aún cuando no hay necesariamente monotonía, resulta difícil identificar alguna actividad que se destaque. Todas quedan más bien en la obviedad de lo que “se tiene que hacer”.

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Situación distinta ocurre el fin de semana, respecto del cual, un tanto por la energía que se despliega al hablar de él, como por los tópicos mismo que son abordados, puede decirse que presenta un carácter totalmente diferente. Sin embargo, como resulta bastante lógico pensar, el fin de semana no comprende sólo el sábado y el domingo, sino que empieza el viernes. En este sentido, podría decirse que la noche del viernes o el fin de la jornada laboral o estudiantil del viernes constituye el límite simbólico que marca el fin de un tiempo y el inicio de otro. Lo que se hace durante el fin de semana, muchas veces, cobra nombre y apellido. Es el tiempo en que se va a lugares con nombre propio o cuyo nombre, siendo un sustantivo común, pasa a adquirir propiedad: se va al Santa Lucía, al Bella, al “Mall”. Pero quizá el elemento distintivo (o más diferenciador) y definitorio del fin de semana es que es el tiempo del carrete, el tiempo en que se hace lo que se quiere y no lo que se está obligado a hacer, que es, fundamentalmente, carretear. Por ello el día domingo adopta un carácter “transicional”: se convierte en tiempo de descanso y de preparación para el tiempo de las obligaciones y las responsabilidades que está por iniciarse. Y de nuevo comienza el ciclo, cuya única ruptura se produce con el tiempo de las vacaciones, que es el tiempo de la excepción, el tiempo donde la vivencia diaria se traslada (o puede trasladarse) a otros espacios, pero siempre se presenta bajo otro régimen temporal (precisamente de excepción), con continuidad entre el día y la noche, con la emergencia de una disposición distendida, con la instalación de una nueva ficción. Grupos Jóvenes de clase media: Lo ocurrido durante los días de semana es una “completa rutina”, que no requiere siquiera diferenciación entre los diferentes días, pues en todos ellos se reproduce el mismo patrón. Más aún, observando la propia

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rutina no hay nada que amerite ser rescatado, destacado 60, siendo innecesaria la descripción de los días: los escenarios en que transcurre la cotidianeidad están claros: la casa, la universidad y, en un caso, el trabajo. El único “hito” que, para las mujeres, con su aparición establece una diferencia y que se rescata como interrupción de lo rutinario, son los cumpleaños de amigas. Los tiempos del año se ven claramente establecidos o determinados por la participación del mundo estudiantil y/o del trabajo, ya que durante todo él se hace lo mismo, salvo en los tiempos de vacaciones que también aparecen en julio61, lo que tal vez constituya la única diferencia con la estructura de utilización del tiempo anual de los adultos. Estos/as jóvenes se mantienen durante todo el año haciendo lo mismo: estudiando y/o trabajando, en Santiago salvo en el tiempo de vacaciones de verano, pero especialmente en febrero, y en las vacaciones de invierno. A juicio de ellas, respecto de aquellos tiempos que no están marcados por la obligación y en los que se puede mover más libremente, hay movimiento por “toda la ciudad” y no un quedarse en lugares específicos, ya que se va a distintas comunas. Sin embargo esas comunas son “todas aquellas en que viven las amigas”, que no son muchas y son corrientemente visitadas. Quizá si el único dato interesante –por lo inusitado, pero completamente explicable- sea la aparición del gimnasio como un lugar al que se acude en los meses de noviembre y diciembre, es decir, previo a las vacaciones de verano, preparando el cuerpo para estar en condiciones apropiadas (establecidas de acuerdo a los patrones convencionales de belleza) para el momento en que se produce su mayor exposición. 60 Aunque claro, esto favorecido por adoptar la perspectiva de “ayudar” a los investigadores y, por tanto, no llenarles con datos irrelevantes. 61 Vale decir, el año sigue manteniendo ese movimiento entre el tiempo ocupado y el tiempo libre, relevándose como tiempos destacables (interrupciones del primero) los de las vacaciones de invierno (y, en menor medida, el 18 de septiembre), aunque, a diferencia de las vacaciones de verano, no suponen un cambio de escenario de movimiento.

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4.4 Revisión Sinóptica de la práctica y uso juvenil de Espacios Públicos En síntesis, podría plantearse que la experiencia de los espacios públicos por parte de los/las jóvenes remite, a la experiencia y vivencia cotidiana del tiempo. Vale decir, la experiencia que tienen de los espacios públicos, su percepción y apreciación, pasa por los ritmos, secuencias y regularidades que les va entregando su vida de todos los días. Más aún, podría plantearse que la experiencia que poseen de la ciudad de Santiago y, específicamente, de sus espacios públicos, se estructura en torno a las díadas tiempo ocupado-tiempo libre; deber-distensión; obligación-disponibilidad. Esto significa que no hay (gran) diferencia en cuanto a los principios que distribuyen y ordenan la experimentación de los espacios públicos entre jóvenes y adultos. Más aún, si hay algo que los separa, ello corresponde a los “contenidos” o lo que específicamente se realiza en los tiempos de la vida diaria. En efecto, estas díadas, que se constituyen en los principios estructurantes de la experiencia de los espacios públicos, son idénticas a las que operan para el caso de los adultos, cuyo tiempo está distribuido entre la semana y el fin de semana, la jornada laboral y el tiempo libre, etc. Donde se encuentra la diferencia es en que, en el caso de los/las jóvenes, el primer término de esas distinciones (el primer polo) está más fuertemente cruzado por la experiencia del estudio –más que por el trabajo-, mientras que el segundo término (o polo) presenta como contenido específico, de manera casi rotunda, al “carrete” como su actividad distintiva. De igual forma, tomando como objeto de observación el tiempo del año, donde la distinción se produce entre los meses de trabajo y las vacaciones, la diferencia entre adultos y jóvenes no se produce en ese orden y distribución, sino en la duración específica de cada tiempo y en la presencia de un segundo tiempo de vacaciones durante el invierno y las fiesta patrias para el caso de los/las jóvenes –aunque con algún matiz

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entre jóvenes medios y populares, pues en el caso de estos últimos, la posibilidad de “vacacionar” se da de manera más restringida para otros meses que no sean los de verano62. Adoptando ahora la perspectiva de la diferencia entre hombres y mujeres, ocurre lo mismo, no encontrándose diferencias significativas entre lo que hacen unos y otras: la forma de estructuración del tiempo se mantiene; las temporalidades definitorias del uso de los espacios (públicos y privados) persisten. Lo anterior lleva a pensar que se estaría en presencia de un ciclo bastante “convencional”; estructurado de la misma forma que para el caso de los adultos, lo que refuerza las ideas respecto de la adscripción de los/las jóvenes a las valoraciones y principios de la sociedad chilena actual, incluso a nivel de la “estructura profunda” que constituye la organización práctica del tiempo, como lo plantea la Tercera Encuesta Nacional de Juventud y el estudio de Espinoza63 anteriormente citado, entre otros. A continuación un esquema de oposiciones en la configuración de la temporalidad descrita, seguido de otro homólogo para describir la distinción en el uso de espacios públicos entre jòvenes medios y populares y un último para la distinción en el uso de espacios públicos entre hombres y mujeres.

62 Destacar que la palabra empleada para hacer la diferencia en esta descripción es “matiz”, resulta necesario por cuanto, como lo afirma la convergencia de los datos generados por este estudio y los de la Tercera Encuesta Nacional de Juventud, la presencia de la educación tanto en la práctica como en las aspiraciones de los/las jóvenes es casi una constante y no un elemento que distinga entre diversos estratos de jóvenes. 63 Espinoza, op.cit., 1999.

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a) Esquema de Oposiciones Pertinentes: Nivel General Tiempo Ocupado (“del control”) Deber Obligación El Año Días de semana Trabajo-Estudio El Día

La Noche

Carrete Fin de semana Las Vacaciones Disponibilidad Distensión Tiempo Libre (“de la libertad”)

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b) Esquema de Oposiciones Pertinentes: Comparación medio-popular Jóvenes Populares Rutina en espacios variados Se celebra “lo diverso” Uso “complejo” del espacio Más referencias discursivas Menos referencias discursivas Uso “formateado” del espacio Se busca la “homogeneidad” Rutina en espacios restringidos Jóvenes Medios

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c) Esquema de Oposiciones Pertinentes: Comparación mujeres-hombres Hombres Protagonistas Uso “regulador” Permanencia en lo público Aparición reciente en lo público Uso “regulado” Acompañantes Mujeres

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5. REPRESENTACIONES SOCIALES 5.1 Representaciones sociales de la ciudad de Santiago en jóvenes Antes de entrar en la descripción y análisis de los antecedentes recopilados en los grupos de discusión en torno a la visión que los/las jóvenes santiaguinos establecen respecto de su ciudad, parece pertinente aclarar de manera breve ciertas ideas en torno a la noción de representación social. Siguiendo a Jodelet64, se constata que se trata de una forma de conocimiento, socialmente elaborada y compartida, teniendo un alcance práctico y concurriendo a la construcción de una realidad común (la ciudad de Santiago) a un determinado conglomerado social (los/las jóvenes). Por otro lado, ellas comprometen en su contenido la pertenencia social de los individuos hablantes, incluyendo en ellas las implicaciones afectivas y normativas, las interiorizaciones de experiencias, de prácticas, de modelos de conducta y de pensamiento, socialmente incorporadas o bien transmitidas por la comunicación social que allí se encuentran vinculadas. Así, indagar a través de este antifaz teórico-metodológico la ciudad que viven y experimentan los/las jóvenes santiaguinos/as, permite construir de manera sintética una aproximación a la ciudad real, siendo ésta una combinación compleja entre las condiciones materiales de la ciudad y la experiencia subjetiva de sus habitantes. A continuación se presentan aquellas ideas constituyentes del habla juvenil respecto de la ciudad, específicamente de la ciudad de Santiago. Casi como un reflejo, la idea que genera en los/las jóvenes consultados/as la pregunta por la ciudad de Santiago, se sitúa en el nivel de la comparación con el resto del país. Santiago es, antes que todo, “distinto de las regiones”.

64 Denise Jodelet, “Représentations sociales: un domaine en expansion”, in Dense Jodelet (bajo la dirección de) Les Représentations Sociales, Presse Universitaires de France, Paris, 1994. pp.36-37

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Hay algo que hace que Santiago no sea lo mismo que el resto del país; que no sea lo mismo, incluso, que la Región Metropolitana. El elemento distintivo es, a todas luces, la provisión de servicios de la ciudad, pues en el Gran Santiago se concentra la totalidad de la “oferta pensable”, la totalidad de aquellos elementos a los que se considera valioso e importante acceder. Santiago, en este sentido, es “centralización”. Pero la imagen supera las referencias que aluden a la administración y los servicios públicos, pues se trata de una característica que incluso derrota a la geografía de Chile para constituirle en el centro de un país alargado. Se cataloga a Santiago como el centro del país, el lugar donde se concentra la oferta de espacios para los jóvenes, donde es posible acceder de manera recurrente no sólo al carrete, sino también a actividades culturales. Pero, se señala también a Santiago como la ciudad que acumula la mayor cantidad de dificultades en términos de la calidad de vida, lo que plantea una cierta duda respecto a la posibilidad real que existe de disfrutar, efectivamente, de la oferta existente. Las distancias, la falta de tiempo, la contaminación acústica y del aire se presentan como un serio handicap de la ciudad, que les afecta en su capacidad de acceder a ella. “Santiago es una ciudad centralizada”, “Santiago tiene todo, concentra todo”, son algunas de las referencias para aludir a que en la ciudad capital se encuentra la mayor provisión de servicios, se concentra la mayoría de las oportunidades. Incluso se llega a decir que “Santiago es el centro del micro-universo que es Chile”. Esta situación genera, como consecuencia, que la ciudad se constituya en un polo de atracción para el resto del país, lo que en cierta medida hace que la situación se haga algo más difícil para sus habitantes, porque, por decirlo de algún modo, reduce la cantidad de oportunidades per cápita existentes. Esta situación lleva a decir que “Santiago es Chile... lamentablemente”.

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“Santiago, acá está Chile; Santiago es Chile... lamentablemente” La afirmación hace referencia, en pocas palabras, a que en Santiago está todo, se concentra la oferta de todo tipo. Sin embargo, la competencia para acceder a esa oferta es también la más grande. Y cuando la competencia es así, el elemento determinante en el acceso que se tenga a ella son los recursos de los que se dispone, los “pitutos”, con toda la connotación que ellos tienen. Por lo anterior, es posible decir que la apreciación respecto de la concentración de la oferta es relativizada desde dos planos. Por una parte, a partir de las condiciones objetivas de la ciudad que afectan la calidad de vida de todos sus habitantes (no se plantea que ese efecto, a su vez, también es diferenciado), por la otra, a partir de las diferencias en cuanto a “contactos y amistades” que se requiere para aprovechar la oferta de manera satisfactoria. En este sentido, es posible plantear que, desde un comienzo, aparece una fuerte tensión en el discurso que intenta describir la urbe en la cual los/las jóvenes se mueven, referida a la distancia entre “lo deseado” y “lo posible”. Un aspecto específico que destacan los/las jóvenes en relación con la mencionada oferta, viene dado por la consideración que se hace de ella como ciudad que posee un “amplio espacio cultural”; como ciudad donde la oferta cultural es la más amplia y variada del país y, además, constituye una especie de circuito que posee una alta dinámica interna en pleno desarrollo. Es una ciudad que, desde la década recién pasada, ha avanzado culturalmente y en ello es de gran importancia lo realizado por los/las jóvenes, pues se reconoce que ellos/as están trabajando por la cultura. Desde esta perspectiva, se rescatan fundamentalmente aquellas manifestaciones informales y emergentes que, de alguna forma, han modificado el paisaje habitual de la ciudad, como son los artistas callejeros (malabaristas, estatuas, clowns), en su gran mayoría, jóvenes.

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En este sentido, puede plantearse que se reconoce una aceptable diversidad que, de algún modo, es construida por los propios sujetos, es decir, en este plano más que una diversidad en la oferta, se reconoce y valora una cierta diversidad cultural surgida de las propias prácticas, que permite configurar múltiples grupos de interés. No obstante, así como específico es el punto, específica es la forma en que se lo relativiza. En efecto, para los jóvenes de clase media, Santiago es considerada de manera recurrente como una ciudad plana, cuya oferta para el tiempo libre es escasa y poco diversa. Se plantea entonces una cierta tensión, ya que Santiago concentra todo o casi todo, pero lo que concentra es “mediocre”. Además, y esto se vincula al tema de las libertades individuales, las posibilidades de introducir nuevas prácticas en los espacios públicos son reprimidas, es decir, la posibilidad de innovar en el ámbito de lo público no es todo lo amplia que se quisiera, sino más bien precaria. Resulta importante destacar, en este punto, que ambas apreciaciones no resultan contradictorias, puesto que el relevamiento de la actividad cultural de la ciudad como algo importante puede ser explicado –y los indicios registrados apuntan en ese sentido-, precisamente por darse en un medio un tanto adverso, un entorno que no es precisamente proclive al desarrollo y cultivo de la expresividad. Ocurre, entonces, que esa respuesta “casi refleja” e inmediata que asocia, en términos genéricos, a la ciudad de Santiago con la oferta que posee es en seguida caracterizada y relativizada por los/las jóvenes (cuestión que se presenta en todos los grupos casi como “comportamiento común”), en los términos antes dichos, pero no sólo eso. El “paso” siguiente es problematizar la oferta a partir de los diferenciales de acceso que a ella se tiene. De manera que resulta difícil, sino imposible, hablar de Santiago como singular o hacer generalizaciones sobre ella, ya que presenta una gran heterogeneidad, una gran diversidad de realidades originadas, fundamentalmente, en las diferencias socioeconómicas existentes entre sus habitantes. Los participantes de los grupos de discusión dirán: Las Condes no es lo mismo que Cerro Navia, ni que La Pintana. Si bien Santiago presenta la mayor oferta de servicios de todo tipo en relación al resto del país, dicha oferta no está igualmente distribuida para toda su población: basándose principalmente en los ámbitos de salud y

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educación, Santiago proyecta la imagen de una ciudad que no es vivida de igual manera por quienes tienen dinero y quienes no lo tienen. Las Condes es Santiago, Cerro Navia es Santiago, ¿Qué Santiago te gusta más? Estos jóvenes no están muy lejos de poder decir que las desigualdades (e injusticias, porque hay un juicio de valor al respecto) de diverso tipo que afectan a la sociedad chilena, tienen su expresión material en los distintos espacios de la ciudad de Santiago. La utilización del adjetivo “neutral” es indicativa al respecto: “Que no es ni de uno ni de otro; que, entre dos partes que contienden, permanece sin inclinarse a ninguna de ellas. Dícese de personas y cosas”65. Con ello se está diciendo que en el resto de la ciudad, es decir en la mayoría de los espacios, se percibe su pertenencia o inclinación hacia la pertenencia a alguien, a algún grupo. Por eso es que desde estos hablantes –jóvenes y populares- se rescata los “espacios de neutralidad”, como el paseo Ahumada, donde todos se igualan y, de alguna manera, desaparecen las inequidades y aquellas diferencias que, o bien cuestionan la realidad de nuestra democracia o, al menos, expresan con fuerza sus déficit66. Las Condes es Santiago, Cerro Navia es Santiago, ¿Qué Santiago te gusta más? No de hecho me gusta el Santiago neutral... ¿Cuál es el Santiago neutral? El paseo Ahumada es Santiago neutral, porque caminan miles de hueones ahí... porque caminan miles de hueones y tú pasai por al lado de un hueón que es gerente de la CTC y el hueón caminando por ahí, es igual que vos po, es el mismo hueón. Ese es el Santiago ecuánime, igual, cachai; porque a tí si te van a cogotear en la otra esquina y el hueón viene más atrás, al hueón también puede que lo cogoteen.

65 RAE, 2000. 66 “...aquí se dice que hay democracia, pero más que democracia es burocracia...” (...) “Lamentablemente en Chile esta mal distribuido, porque Santiago, lamentablemente está todo aquí, todo aquí. Hablan de una democracia, de igualdad para todos, pero no hay igualdad para todos” . Grupo de Discusión de jóvenes hombres de estrato popular.

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Podría decirse que, para ellos, Santiago sería una ciudad escindida incluso culturalmente, por cuanto existe una distribución desigual y localizable espacialmente, por ejemplo, del capital lingüístico que poseen sus habitantes. (...) si te encontrai con el sapo de la micro hueón, que andai perdío y te dice: ‘no flaquito, tiene que tomar esta micro’. ‘Mire compadrito, Ud. Tiene que tomar esta hueá y te...’, así te va a decirte. Pero yo vivo en Las Condes y los sapos tienen otro vocabulario. Las múltiples diferencias existentes en la ciudad, sin embargo, no se quedan en eso. Existen varios ejes en torno a los cuales se construyen las diferencias, entre los que se cuenta el machismo y la discriminación por género. Pero un aspecto que llama la atención es la que se presenta como la forma más elemental y quizá más generalizada de discriminación: por belleza/fealdad... Partamos distinguiendo entre la mujer y la mina, porque la mujer en si, no son todas ricas, entonces no van a tener todas la misma oportunidad... (...) Pero pa la mina guatona y pa la mina rica, no es el mismo Santiago... Eso si... E: ¿Y porqué no? Porque los huevones en Santiago son pesados, porque si ven pasar a una mina rica, le dicen guachita rica y si ven pasar a una guatona, guatona culiá, ¿o no? E: Deciai que no es lo mismo pa la mina rica que pa la guatona, ¿y pa los hombres es igual?

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Es que el guatón del curso es bueno pa la talla y la gordita es siempre como retraída... Por lo menos el feo es buena onda. Vale decir, la ciudad de Santiago no es igual para los hombres que para las mujeres, producto de una discriminación de género que establece expectativas de conducta diferenciadas entre unos y otras, así como diferenciaciones de espacios, usos y tiempos de la ciudad que, de alguna forma, configuran tipificaciones excluyentes de prácticas, lugares, usos y tiempos. Tampoco es igual para “feos/as y bonitos/as”, pues en una sociedad guiada por la imagen, que “exhibe lo que exige”, el aspecto y la apariencia constituyen coordenadas evaluativas del otro/a y de las formas de conducirse frente a él o ella. Porque estamos viviendo en una sociedad que exhibe lo que exige67 Profundizando un poco: la cercanía o distancia del cuerpo a la definición social de un “cuerpo bello” establece, en muchas ocasiones, que la interacción entre individuos se dé de acuerdo a pautas de relación y estándares evaluativos, construidos sobre unas reglas de rentabilidad simbólica y de relación con otros, según las cuales la “cercanía” enaltece y otorga una posición superior, y la “distancia” rebaja y determina una posición subordinada, en el marco de una interacción específica. Esta distinción específica conduce, por un “redoblamiento” de ella o por la asimilación de ciertos rasgos corporales específicos a uno de sus términos (feo/bonito), de nuevo, a la constitución de tipificaciones

67 Entre otras cosas, esta frase expresa, en cierta medida, el modo en que opera la dominación en las sociedades contemporáneas: ésta ya no se ejerce a través de mandatos explícitos, o de llamados al orden evidentes (o no solamente a través de ellos); más bien opera por seducción, por instalar patrones o modelos de conducta, modelos de prácticas, discursos y cuerpos, a la vez que el deseo por ellos, a través de la imagen. Al mismo tiempo, en el reconocimiento de la operatoria (oculta) de la dominación sin modificarla, es decir, en el reconocimiento negado o desconocimiento de ella, se instala un nuevo mandato: el de la imagen.

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excluyentes de prácticas, lugares, usos y tiempos fundadas, no sobre una razón, sino puramente por ese arbitrio. Con lo anterior puede afirmarse que, dado el “influjo normativo” de la imagen en esta sociedad, el cuerpo se constituye en un capital que se pone en juego, no sólo en el caso –más difundido en los medios- de las estrellas de televisión que obtienen ganancias simbólicas y materiales producto de la explotación medial de su cuerpo, sino también en la interacción cotidiana de los/las distintos/as habitantes de la ciudad, en el marco de lo que es considerado habitual. Retomando ahora el tema de la segregación socioespacial del que se hablaba anteriormente y la discriminación que trae aparejada, puede decirse que ella se manifiesta de manera explícita en el discurso de algunos jóvenes (hombres de clase media) pues, más allá de reconocer que se circula por una porción estrecha de la ciudad, aparece con fuerza: i) la distinción de realidades diversas y lejanas, expresada en el saber que existen otros jóvenes en la ciudad, pero que son extraños y cuyas prácticas distan de las propias y, ii) que es posible reconocer a los pares. Ambas situaciones son posibles por la simple localización espacial en la ciudad: el lugar de procedencia, la comuna de origen, se constituye en un filtro poderoso al momento de establecer relaciones de no importa cual tipo. En una línea similar, la ciudad, en el caso de los jóvenes de clase media, aparece como un lugar que se conoce muy poco y que se recorre de manera monótona. No existe la exploración como una práctica habitual, lo que está influido por un sentimiento de desconfianza frente a los extraños, a reconocerse parte de una ciudad diversa. En este sentido, podría recogerse lo planteado por Federico Medina respecto al uso de la calle en las ciudades contemporáneas: En la megalópolis de fines del siglo XX se pierde el uso confiado de la calle: al flanneur ocioso que circulaba por la ciudad se tomaba las calles para recorrerlas atravesado por la curiosidad (merodeando, deteniéndose, deambulando sin prisa y afano por llegar) le sucede "la víctima en potencia" que se mueve en la ciudad "como

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en una cárcel, divide sus rutas de conocimiento en visiones rápidas y medrosas, y hace de la desconfianza su vislumbre sistemático y del recelo su bitácora"68. Resulta interesante, entonces, constatar que los mencionados jóvenes (de clase media) adoptan una posición para hablar de la ciudad que no necesariamente coincide con aquella que se adopta para vivirla puesto que, no obstante anhelar una ciudad pluralista y tolerante, hay una tendencia clara de no desenvolverse en la diversidad, sino más bien a buscar refugio y protección en los lugares conocidos, es decir se buscan espacios que sean frecuentados por los pares, por los iguales: la homogeneidad social se constituye en una condición buscada en los lugares. De esta forma, el diagnóstico planteado por el Informe de Desarrollo Humano del PNUD 1998, respecto del “miedo al otro” resulta pertinente para comprender la visión y vivencia de ciudad de estos jóvenes y, en la misma línea, resulta interesante la reflexión que efectúa Reguillo en torno a la construcción social del miedo en la ciudad: “La ciudad es exceso, perdición, pero esencialmente “peligro”. El transeúnte, el automovilista, el vecino, no ofrecen garantías. El peligro disminuye cuando el territorio es conocido, esto se traduce en una organización territorial entre lo conocido=seguro y lo desconocido=inseguro (...) Se construye así una geografía simbólica que prescribe los usos de la ciudad. El miedo se convierte en operador simbólico que a partir de ciertas creencias modifica el uso de la ciudad. Se trata de interpretaciones que dan origen a un horizonte posible de acción”69. La ciudad es vista como un espacio peligroso, el cual es preciso respetar, respetar sus ritmos, sus horarios, sus fronteras. Existen lugares prohibidos o de acceso restringido y que de algún modo se conocen (ya sea a partir de experiencias previas, de las referencias simbólicas a las que se encuentran asociados en la conversación

68 Federico Medina Cano, “Del Barrio Al Feudo”, en www.eca.usp.br/associa/alaic/gt2.htm 69 Reguillo Rossana “Imaginarios globales, miedos locales. La construcción social del miedo en la ciudad”, en www.eca.usp.br/associa/alaic/gt2.htm

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cotidiana, la “estereotipización” efectuada en los medios de comunicación, etc.), no obstante, las apreciaciones que se tienen corresponden, más bien, a una mirada estereotipada de la ciudad que está más allá de las fronteras de los circuitos frecuentados. En este sentido, se podría plantear que la ciudad, para los y las jóvenes de clase media, escapa a su control y deja pocos espacios para explorarla; la ciudad es vivida de manera esquemática y monótona. Ahora bien, el horizonte de acción posible del que habla Reguillo, no se traduce solamente en una restricción y/o contracción de las prácticas a través de las cuales se construye sociabilidad y se adquiere un aprendizaje práctico para el ejercicio de la ciudadanía, sino que también implican una dimensión política (en el sentido amplio del término) en el sentido de que la manera de enfrentar y combatir una ciudad peligrosa que se presenta de forma cuasi-evidente, no es la instalación de dispositivos de seguridad orientados por un principio o principios de integración que propendan a la eliminación de las desigualdades o al diálogo, sino a través de una segmentación de los usos de la ciudad a partir del principio de la disponibilidad de recursos económicos y a partir de actos individuales de prevención que, en el límite, contribuyen a restringir los espacios frecuentados, a delimitar aun más las fronteras de la “ciudad segura”. Además, en la perspectiva de estos/as jóvenes, el bajo conocimiento de la ciudad y la dificultad de generalización que en ella se produce, son en cierta medida explicados o justificados a través de la idea de que Santiago es, de alguna forma, una ciudad ‘interminable’: Santiago es una ciudad que no se termina nunca de conocer. Lo relevante de esta imagen, además de su convergencia con importantes reflexiones que abordan la ciudad actual, refiere a que se origina tanto en la percepción de la extensión de la ciudad (cuestión casi obvia y que se repite para el caso de muchas ciudades latinoamericanas), como en la idea menos evidente, de que la ciudad se está (auto)produciendo permanentemente. Vale decir, está generando o incorporando nuevos espacios a su ya enorme territorio (nuevas urbanizaciones, por ejemplo); como también, dentro de los espacios que ya ocupaba, está generando nuevos procesos (interacciones, expresiones, intercambios, etc.) desconocidos con anterioridad, que le imprimen una nueva dinámica.

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Esta ciudad que no logran vislumbrar en su totalidad, les resulta además una ciudad difícil de vivir pues los engulle en ritmos desenfrenados, lo cual imprime una polaridad fuerte entre el tiempo de las obligaciones y el del ocio, respondiendo este último a un tipo de válvula de escape que se traduce en el carrete como única opción. No obstante, expresan como un anhelo la necesidad de descubrir formas alternativas de ocupar el tiempo libre. En el marco de lo que podría denominarse la experimentación subjetiva e individual de la “diferenciación objetiva” de la ciudad que plantean los/las jóvenes, es posible encontrar la apreciación respecto de que Santiago es una ciudad que “exige”. Una ciudad que exige aparentar, que exige comportarse de ciertas maneras, desenvolverse de formas diferentes en sus diversos escenarios. Los distintos lugares de la ciudad obligan, de manera soterrada, inconsciente, a adoptar (pre)disposiciones diferentes, cuestión que, además de suponer un alto dominio práctico de los elementos indicativos de la necesidad de un patrón de conducta diferente según el espacio, no genera, una sensación de armonía. Por el contrario -aunque sin ninguna exageración en el discurso de los jóvenes-, genera algún nivel de estrés, pues hay un cierto temor a aceptarse tal como se es. Hay cierto nivel de “disociación”, pues se ama o se reconoce el valor de algo que no se hace aun cuando se considera que podría y debiera hacerse (por “salud”)70. En esta perspectiva (de los propios jóvenes), Santiago es una apariencia... y eso le vuelve “grotesco”, le vuelve arribista, pues intenta “emular a Nueva York” sin siquiera acercársele. Vale decir, la apariencia no sólo a nivel de los individuos, sino también a nivel de lo que quiere ser la ciudad o de la imagen que quiere proyectar (o “vender”) a sus habitantes. Por lo anterior, no resulta exagerado plantear que Santiago es una ciudad que tiene consecuencias en la individualidad de sus habitantes. Y esto en dos direcciones:

70 Esto refiere a la valoración de la autenticidad y del comportarse tal como se es expresada por parte de los jóvenes consultados.

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En primer lugar, la rutina diaria, las obligaciones y trabajos que ella establece, influye en que la gente se vaya centrando o cerrando sobre sí misma y deje de involucrarse en el “medio social” o, se podría decir, en “lo público”, “lo común”, aquello que obliga a vincularse al resto. En segundo lugar, Santiago es una ciudad donde la rapidez, la premura, la velocidad, no dejan mucho tiempo para la individualidad, para el cultivo de ella, para el cultivo de sí mismo. Ambas orientaciones son, no obstante su “apariencia”, convergentes. Ambas tienen como consecuencia problemas a nivel de la individuación. En efecto, estos son tiempos de individuación, de potenciación y desarrollo de la individualidad, mas se supone que la individuación se basa en la reflexividad; ella es construcción reflexiva de la individualidad que requiere tanto del cultivo de sí mismo como del interactuar con otros/as para desplegarse, cuestiones que no ocurren, fundamentalmente porque la ciudad o no deja tiempo y, luego, porque no deja ganas. Incluso se plantea la idea del vértigo como una condición de la ciudad y de sus habitantes que, agobiados por la urgencia del tiempo ven inhibida, casi estructuralmente, cualquier posibilidad de provocar rupturas en la continuidad de su vida cotidiana. Poder interferir en el ritmo vertiginoso e inercial de la ciudad es complejo, por tanto los encuentros casuales desencadenadores de una vida social urbana más rica escasean dramáticamente . El punto es significativo ya que, cuando ocurre que se predica la importancia y preponderancia del individuo y se establece las exigencias ciudadanas y productivas en términos individuales, pero no se deja espacio o no queda espacio para pensar en sí mismo se podría decir que la individuación que se está produciendo es, al menos, extraña o, derechamente, “coja”. Vale decir, se produce al menos una disonancia o -claramente-, una contradicción, que erosiona aquellas motivaciones individuales que son fundamentales para la constitución de una sociedad moderna y para el desarrollo democrático. En efecto, esta reflexión es coincidente con los planteamientos del Informe de Desarrollo Humano en Chile del PNUD 2002, donde se dice que la falta de tiempo es una queja recurrente en las conversaciones de los chilenos cuya orientación fundamental es a dar cuenta de “la carencia de un sentido personal o colectivo

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que permita relativizar las exigencias contradictorias impuestas a los proyectos de vida.”71 Para poder efectuar esa “relativización”, es necesario tomar cierta distancia y adoptar un punto de vista desde el cual observar el significado de las exigencias que se le formulan a los proyectos de vida72. La falta de tiempo puede ser entendida, entonces, como una debilidad de sentido social y como el “producto” de una percepción negativa acerca de las propias capacidades de acción: “Una imagen de tiempo y una imagen positiva sobre las propias capacidades de acción van de la mano. El futuro existe cuando el cambio es percibido como algo posible, y esto supone creer que la acción de las personas puede producirlos. Mientras más débil es la visión de la propia capacidad de acción, más inmediata y restringida es la imagen del futuro, y viceversa. Sin un mañana la vida se hace puro presente y todas las exigencias parecen igualmente importantes e inmediatas.”73 Muy relacionado con esta escasez de tiempo se encuentra la consideración respecto de que la ciudad dualiza el tiempo de vida entre las obligaciones y el ocio, y que las obligaciones determinadas por el ritmo de la ciudad generan una gran presión en cada uno/a pasando, gran parte de los momentos destinados al ocio, a transformarse en un acto de “producirse” para lo público, de generar una “pose”74. Vale decir, un tiempo determinado por el decir de los otros (y no por la autenticidad), en el que se prepara la apariencia con la que se les va a enfrentar en unos encuentros que no están asociados necesariamente al “pasarlo bien”, sino más bien a “reventarse” en el carrete. Esto estaría asociado a la fuerte represión que existe aun en la ciudad, la falta de libertad y la falta de relajo. 71 PNUD 2002, p.197 72 Estas exigencias tienen origen en tres ámbitos principales: aquellas “que provienen de la inserción en los sistemas de la sociedad, las que provienen de los otros, y aquellas que las personas se hacen a sí mismas.” 73 PNUD 2002, p.197 74 El ejemplo más fácil e inmediato al respecto es el que remite al mencionado acto de “producirse”; práctica que podría ser asimilada al tradicional “arreglarse para ir a un lugar”, pero que va más allá y puede ser considerado, en cierta medida, un proveerse de los signos más rentables simbólicamente para acudir a un determinado lugar y/o a efectuar una determinada práctica.

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Convergente con el punto tratado es la idea de que, si las realidades de Santiago no son generalizables ya que nos encontramos con experiencias de vida muy disímiles en sus distintos espacios, algo similar ocurre con los tiempos de la ciudad: Santiago es una ciudad que tampoco puede generalizarse en sus tiempos. El Santiago del mediodía no es igual al Santiago de la mañana, y este tampoco lo es respecto del Santiago de la noche. Santiago tiene... a mí me agrada ese Santiago de las seis de la tarde, ese Santiago así... El de las 12 de la noche ¿te gusta?... En cierto modo no... me gusta ese Santiago de las 6 de la tarde, cuando todos salen de la pega, te encontrai con tu compañero de trabajo y le decis: “puta vamos a tomarnos un chop y te vai” Habría –nuevamente- una (especie de) coincidencia entre la “realidad objetiva” de la ciudad, con un Santiago de tiempos que no son generalizables, y la “experimentación subjetiva” de ella, en cuanto a la dualización de los tiempos de vida de sus habitantes, cuestión que remarca la interconexión de los planteamientos hasta aquí abordados, destacando lo complejo y “omniabarcador” de la representación de ciudad de los/las jóvenes. Siguiendo los planteamientos del PNUD 2002 puede señalarse, para finalizar, que la ciudad de Santiago (o en este caso el “Santiago” de los/las jóvenes) constituye una representación que combina -y de alguna forma ofrece una síntesis- de los tres grupos de demandas o exigencias a la identidad que se identifican en dicho Informe, ya que, i) la falta de tiempo planteada por ellos/ellas es asimilable a los planteamientos en torno a “la máquina” (los sistemas de la sociedad) y su imposición de un ritmo que deja poco tiempo para otras cosa; ii) el producirse para otros y la pose son sin duda expresión de las exigencias de los otros y la necesidad de distinguirse, mientras que, iii) la enunciación referida a que la ciudad “exige” puede ser considerada como un espacio de interconexión entre las dos exigencias anteriores y los planteamientos en torno a la autenticidad desarrollados por los/las jóvenes.

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De esta forma, la representación social de la ciudad de Santiago que tienen los/las jóvenes, constituye un espacio de observación y análisis a través del cual se explicitan las coordenadas simbólicas y prácticas en las que se desarrolla la experimentación o experiencia cotidiana que tienen de los espacios públicos.

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6. SIGNIFICADOS DEL USO Y LAS PRÁCTICAS Este capítulo aborda el problema desde una perspectiva distinta que el precedente, y esto fundamentalmente está dado por la aproximación metodológica implementada así como también por los abordajes conceptuales particulares puestos en juego en cada uno de los ejercicios. En este caso, se programó un trabajo de observación etnográfica en tres comunas del Gran Santiago, a saber Cerro Navia, San Miguel y Santiago. Los datos recogidos provienen de observaciones no participantes realizadas a modo de un barrido exhaustivo en los territorios correspondientes a cada una de estas comunas, y el habla de los jóvenes que aquí se constata fue registrada in situ, es decir, en los espacios públicos de las comunas que convocaban a los/las jóvenes. A partir de allí, las reflexiones desarrolladas provienen de la interacción estrecha establecida entre jóvenes y espacios públicos, a partir de los usos y las prácticas juveniles en los mismos, que para este caso se corresponden con la escala barrial. Una pequeña aclaración para el lector: en la redacción de este capítulo se ha optado por incluir las citas (apreciaciones hechas por una serie de actores consultados: vecinos, almaceneros, trabajadores de las nuevas formas de seguridad ciudadana y los/las propios/as jóvenes) sin separación de párrafos como se había hecho hasta ahora. Ello, tras la intención de dejar hablar a los actores por sí mismos, para así dar cuenta de las interpretaciones de lo observado que “circulan en la realidad”. A continuación se presenta una síntesis descriptivo-analítica de esta observación etnográfica. 6.1 Orientaciones culturales juveniles Aparentemente, la distinción categorial etárea adquiere la fuerza de una realidad aparte: los/las jóvenes tendrían características distintivas, propias y peculiares, que les distinguen del resto de la sociedad. En este caso, como comúnmente se plantea, la mirada ajena y distante de adultos y medios de comunicación en general, hace de los/las jóvenes objeto de sospecha; para ciertas autoridades, son potencialmente peligrosos/as, por lo que más vale vigilarles de cerca, imponerles un cierto control (lo que implica, por supuesto, que se está ante la posibilidad de des-controles).

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Las "orientaciones culturales" de los/las jóvenes de las comunas de Santiago, San Miguel y Cerro Navia, pues, no serán extrañas a las de la sociedad en general. Reflejan permanencias y cambios, respecto de orientaciones más amplias de la sociedad chilena y mundial. Desde allí, puede ser más fácil visualizarlas. 6.2 Una cultura de la entretención Los/las jóvenes que se encuentran en calles y plazas, en portales y bandejones, en escaleras de edificios y de estaciones del metro de Santiago, es decir, los/las que ocupan espacios públicos, autorizados o no, suelen tener como motivación de sus prácticas la entretención. El evento que aparece como relevante en este sentido, y que ha pasado a ser parte de su vida diaria, es el carrete. No hay una definición clara del uso de la palabra 'carrete', pero supone supone una instancia de conversación, interacción entre dos o más personas; una práctica recreativa donde la mayoría de las veces se consume alcohol y otras drogas como la marihuana. Las implicancias de esta actividad son múltiples. Requiere, idealmente, ser llevada a cabo en un lugar “piola”, donde no ser molestados ni - ojalá - molestar. Ese lugar debe ser lo suficientemente oculto como para que el carrete se desarrolle sin interferencias: "los cabros se fueron para la otra población, allá en la plaza..., como está entre bloques está como más escondida"; "se ganan a este lado porque es más oscuro"; "nos contaron la historia de sus opciones por esa plaza, simplemente más piola, un lugar más oscuro y escondido..., sin rollos con nadie, sin problemas de ruido". En general, el carrete exige un espacio no doméstico; no obstante, hay quien ocupa la casa de familia: un joven de 18 años dice que "prefiere carretear en el departamento de su hermana, entre familiares y amigos, así puede tomar tranquilo sin necesidad de trasladarse 'con la caña' en la madrugada en bus de una zona a otra". "Los jóvenes viven en la comuna como a cinco cuadras del punto de encuentro y se juntan ahí para

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pedir plata 75 y carretear con sus amigos, a veces en la plaza... y otras en sus casas". Para otros jóvenes, "su lugar de encuentros y de carrete es por excelencia su placita, por cuestión económica, ya que salir al Bella saldría mucho más caro que quedarse ahí con los amigos, y por otra parte el tema de la seguridad, pues ahí todos se conocen 'y si alguien se cura los amigos lo van a dejar a la casa', por el contrario, afuera 'nadie te conoce' y el riesgo es mayor". La carencia de dinero impide que la recreación se desarrolle en locales donde hay que pagar entrada y/o consumo. "De repente van a carretear al barrio Bellavista [el Bella], a los pubs de Departamental, o a los de la Gran Avenida..., eso sí, cuando hay plata". "El gasto pa'fuera es más caro, aquí se gasta poco y se pasa mejor, es seguro". "Es que nosotros tomábamos en un bar que está en Lo Vial y entonces como es medio cara la cuestión y nos compramos un vino y nos vinimos para acá". "En la Plaza Brasil, se observa movimiento especialmente en los bares que rodean la plaza. Al interior de los locales los jóvenes se reúnen a tomar cerveza, a conversar y escuchar música... Alrededor de las 2:00 a.m.... en los locales cercanos a Plaza Italia continúa habiendo movimiento". "A lo largo de la calle o paseo existe una gran variedad de locales donde comprar y comer [y que] frecuentan los estudiantes a lo largo del año". Para los jóvenes entrevistados, el Bella, y los locales que quedan a una distancia relativamente cercana de la casa y/o de la universidad, son los lugares preferidos para carretear por las noches, "eso sí, cuando hay plata". El carrete es percibido de distintas maneras por la gente que rodea a los jóvenes. Algunos jóvenes "han tenido problemas con los vecinos del sector, quienes alegan[...] desórdenes por carrete... ". Un guardia de caseta de seguridad municipal dice: "Yo estoy aquí hace dos años, y si los cabros se juntan en los pasajes que están más allá de la plaza, la gente nos llama y nosotros llamamos a los carabineros... si llegan a la plaza y me parece algo sospechoso yo llamo a carabineros". Un almacenero: "Yo los he visto tomar cerveza y vino, ¡y para qué le digo el olor que sale a marihuana!". "Los vecinos a veces reclaman, por el ruido del básquetbol a tan elevadas horas y por las juntas de los jóvenes a tomar y fumarse unos pitos". Una joven madre: “El alcalde debería hacer una cuestión para sacar a estos pintamonos... esos locos deberían ser marginados de este lugar”. Ella percibe 75 Esta práctica de pedir plata en la calle a los transeúntes, macheteo o machetear, tiene alguna importancia como estrategia de recolección de dinero para pagar gastos de carrete y de entrada de eventos como partidos del fútbol profesional.

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a estos grupos como una amenaza para los niños/as, ya que cree que son un mal ejemplo para ellos. Las opiniones que estas y otras personas sustentan sobre estos jóvenes y sus actividades de recreación son bastante negativas, por los desórdenes que implican, por el ejemplo que dan, ante lo cual se reacciona con un discurso recriminatorio y/o apelando a la autoridad policial. No todo es negativo, sin embargo. "El consumo de droga es bastante amplio entre jóvenes, asimismo el copete, pero así y todo violencia, peleas, riñas, admite que no son comunes, que por lo general los jóvenes que se juntan en la plaza... consumen tranquilos sin hacer mayor escándalo", expresa una dirigente vecinal. Una vecina: "Los jóvenes del sector 'sólo toman y harto, pero nada más'... son 'cabros buenos'". Otra: "Hay de todo, hay gente tranquila, marihuaneros que andan fumando, pero nunca he tenido problemas... entre 9 y 10 llegan hartos marihuaneros... los vecinos no tienen ningún tipo de problemas con los jóvenes". Un vecino: "A todos estos cabros los conozco desde que nacieron... son tranquilos,... fuman marihuana pero... no molestan al resto de los vecinos. Ahora los volaos están más civilizados". Y para un joven guardia: "La gente siempre va a alegar por algo, lo que pasa es que a la gente no le gustan los jóvenes, y después se quejan de que los jóvenes son delincuentes y se meten en la droga". Orden y desorden, tranquilidad y mal ejemplo, son valores aplicados a las mismas actividades de los/las jóvenes. Por un lado, las opiniones positivas dependen del conocimiento personal que se tenga de los/las jóvenes carreteros; por otro, aparentemente el alcohol y la marihuana no son considerados en sí mismos como negativos. Pero para los/las mismos jóvenes, las cosas no son tan sencillas. Existe, entre ellos/as, también la percepción de que el consumo de esas substancias es penalizado, o mal visto. Dos jóvenes de Cerro Navia expresan: "en la tarde se juntan puros volaos y queda la media embarradita aquí cuando oscurece.... ellos no más usan esto". "Un furgón de carabineros... allana a un grupo de cinco jóvenes, vestidos con poleras de grupos metaleros, pantalones negros, zapatillas, largos pelos, lentes oscuros y dos botellas de jugo en sus manos siendo alzadas para la inspección... uno de ellos [dice]: '¡Este lugar es de nosotros, es público!, no podemos salir arrancando porque vienen los pacos, yo les digo a éstos que no arranquen porque significa que estai haciendo algo malo, y uno no está haciendo nada malo". Para estos jóvenes, que luego señalan "que ellos no molestan a nadie, que se comienzan a juntar alrededor de las 20:30 a 21 hrs., y pueden estar ahí la noche entera, que ellos son

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'puro rock', que se fuman sus 'pitos' y se toman sus 'copetes' tranquilos", estas prácticas de consumo son aceptadas en tanto se realizan con tranquilidad, sin molestar a nadie. No obstante, todos saben que son ilegales, y que, de probarse, son penalizadas. Las experiencias que relatan así lo indican: "en más de una ocasión los han llevado presos por una sola cerveza"; "cuentan que en esa plaza confluyen jóvenes del sector a tomarse una cerveza, a fumar un cigarro o un pito de marihuana, por lo mismo es que 'los pacos siempre vigilan las plazas de por acá'". "Consideran que viven en un lugar tranquilo y que sienten como propio... Excepto porque los pacos a veces llegan en mala y se los llevan por nada, o por hacer cosas malas... esas cosas malas eran fumar pitos, a veces, y dijeron que se iban a otro lugar". "En esta cuadra... siempre hay carrete a pesar de que pasan seguido por ahí los pacos, ... hay que estar atento para que no los pillen". En un diálogo con los investigadores: "Hay camionetas de seguridad en la tarde, viendo que la gente, no sé, no fume marihuana, no chupe. - Pero con ustedes no, no les piden que se vayan. - No, nunca, es que saben que hacemos deporte, nunca hemos tenido problemas con ningún guardia ni con carabineros, porque te ven y saben que tú estás en otra onda, estás haciendo deporte y no estás en otra cosa, o sea no nos van a venir a revisar si estamos fumando marihuana o si estamos tomando cerveza porque no estamos haciendo eso". Para un grupo de jóvenes sanmiguelinos, el asunto tiene aspectos diferentes: "Si te vas en la profunda y onda carrete yo quiero un bar, pero este espacio público está bueno", dice uno. "Es que el espacio público está bueno porque tienes que pensar que el espacio público no es sólo para ti... mucha gente que viene a pasearse con sus cabros chicos y necesita, nada que ver que haya alguien tomando si vienen [con] guagua, o sea, igual tiene su contraste". Un tercero hace notar: "Por ejemplo, igual aquí vienen los pacos y nos llevan por estar tomando o mear, igual no nos han llevado pero hemos estado a punto". "Nosotros de repente nos íbamos para la 12 [de Octubre], la que está más arribita, entonces igual está paqueá, entonces nos vinimos...". Además de los carabineros, las otras autoridades ante quienes se hace necesario ocultar ciertas prácticas son los padres: "¿Hasta qué hora se quedan aquí? - En el verano hasta que oscurece y se acaba el alcohol, igual a la casa hay que llegar parados, nunca llegar borrachos donde tus papás. - Igual eso de virar a las diez no es mi caso, porque yo espero hasta que se acabe el alcohol y de ahí viro y llego curado a la casa y me hago el

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leso, saludo y a la pieza". O: "¿Por qué no se juntan en la casa? - Porque están los papás. - Pero que estén los papás, ¿significa que no puedes usar el lugar? - Es que no nos dejarían hacer cosas, tomar cerveza". En un sector de nivel socioeconómico medio de San Miguel, un grupo de estudiantes de preuniversitario entrevistados, "tomaban vino y cerveza, y fueron los primeros en mencionar el carrete como eje de su vida no escolar". A partir de esta orientación carretera evidenciada en los jóvenes que se encuentran en los llamados espacios públicos santiaguinos consideramos la existencia de una cultura del entretenimiento, de la diversión, de la recreación, concretizada o reflejada en la práctica de estar con amigos en conversación amenizada o mediada por consumo de alcohol (vino, cerveza) y/o marihuana. El mucho carretear, sin embargo, no excluye necesariamente intereses de otra naturaleza, como el deporte, la música, la solidaridad. Muy importante para las y los jóvenes - pero más para ellos, de acuerdo a los datos - es la amistad, que se va generando por vecindad, por estudiar en el mismo colegio y/o curso, por el compartir un espacio. "Comienzan a darse cita tácitamente en el lugar [un] grupo de amigos que se vienen juntando desde cuando tenían alrededor de 10 años, hasta ahora [que tienen 25]. Muchos se han casado, mas ello no ha sido impedimento para ... verse". "Comienzan a contar sus vidas de niños en el lugar, todos crecieron juntos". Unas jovencitas escolares: "Venimos todos los días a la plaza, estamos acostumbrás". "Es que ellos venían por diferentes motivos que nosotros, como teníamos que pasar por acá, que se instalaba acá, entonces ahí vas conociendo amigos, de repente gente que viene por el día no más, viene a cachar y de repente te haces amigo y al loco le queda gustando y empieza a venir y ahí se empiezan a juntar los grupos y todos amigos, somos todos como amigos". La amistad de los pares tiene diversos sentidos. Por ejemplo, entre ellos, dicen, se aprende: "...porque aquí igual se conversa caleta, aquí igual algunos trabajan, van al colegio, algunos van a la universidad, algunos, es bacán po, uno aprende caleta conversando...” Varios de estos jóvenes han dejado y retomado los estudios de enseñanza media, por repitencia o retiro voluntario. Pese a considerar necesaria la educación formal ("igual es bueno sacar cuarto medio y estudiar más, porque con segundo medio no hacís na, po. Cuesta caleta, po. Porque hay que verla pa' cuando uno sea más grande, cuando tenga una familia"), no parecen disfrutar de ella en lo más mínimo. En parte, porque la ausencia al sistema escolar les hacen perder a los amigos; en parte, por falta de interés: "Igual me aburro así en el liceo; la pulenta, igual me aburro caleta".

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Para un grupo de raperos, el aprendizaje del idioma es muy importante, puesto que de ello depende su música: "aprendís a hablar bacán, aprendís a hacer un buen vocabulario, y si te gusta te podís perfeccionar, hacer tu rap terrible bueno, después que ya podís rapear tres o cuatro años... - Según estos jóvenes, es gracias a la práctica, al ejercicio de rapear, que se realiza con y entre pares, entre amigos, que han ido aprendiendo a hablar y payar de manera adecuada. "¿Qué los une?", se les pregunta a un grupo de escolares del mismo colegio que se encuentran en una plaza de San Miguel. ""El copete, la amistad", es la respuesta. En la misma comuna, otro grupo de jóvenes responde a la misma pregunta: "La amistad y la lealtad entre nosotros, igual hay lealtad po, caleta". En este segundo caso, existe un interés común que los convoca: "en la música, con eso igual encuentro a mi' amigo', por eso..., a través de la música... si pa' donde yo voy escucho pura música, si es poco lo que conversamos". Y en diversas ocasiones se evidencian lazos de amistad que se mantienen pese a la distancia: "Vienen jóvenes de todos lados... De hecho, uno de los muchachos dice que viene de Valdivia, y que hace un tiempo que no veía a sus amigos y que desde allá extrañaba esta plaza". "Uno de ellos es de Santiago Centro, y decide venir para acá porque aquí están sus amigos... Así, entre la amistad y el colegio pasan su vida". Junto con la amistad, es la libertad76 que los jóvenes sienten en el espacio público un elemento valorado importante como motivación de su uso. Pese a la presión de la autoridad policial - hay variadas estrategias para escapar de las posibles sanciones -, lo que el espacio público ofrece no suele encontrarse en otro lugar. "A la casa no se pueden llevar a treinta amigos todos los días, en cambio acá es abierto, y se puede estar tranquilo. Si querís estai con el piño, y si querís te vai lejos, tenís la libertad de hacer lo que querai sin que nadie te moleste... Es cierto que uno se fuma sus cuetes, pero también cuidamos y mantenemos limpio, no dejamos que se rompa el único lugar de libertad que tenemos". "Allí va el que quiere ir". "¿Por qué vienen para acá? - No sé po, pa' estar un rato y relajarse. - Pa' compartir con los amigos... Es un espacio libre... ". "Es, ¿cómo decirte que la plaza...? Es cuando no tenimos casi nada, es como tu momento de ser libre, es como cuando terminai tus obligaciones: a la plaza, a compartir". 76 Se ocupa esta palabra por ser la empleada por los/las mismos/as jóvenes para referir a su propia experiencia.

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Además de la presión de autoridades y vecinos, que no siempre son buena onda, que los acusan cuando hacen desórdenes y son demasiado bulliciosos, está la presión de los padres. Aunque de los datos recogidos en entrevistas el papel de los padres no parece ser en exceso determinante, los/las jóvenes suelen expresar una cierta incomodidad ante la posibilidad de actuar ante ellos como lo hacen entre amigos. Entonces, el espacio público queda como aquél donde se puede hacer - casi - cualquier cosa (el carrete), donde no se dan las múltiples presiones de la familia, el colegio o el trabajo. Y si no se puede en un lugar (porque está paqueado, porque pusieron caseta de seguridad, porque es peligroso), basta con movilizarse con el piño, con los pares, hacia otro, más piola, con mejor infraestructura, más adecuada a las necesidades de consumo o de deporte... Una plaza, entonces, pasa a ser algo así "como una casa". Hasta el sentimiento de propiedad por uso prolongado puede relacionarse con ese espacio-casa: "lo primero que hago es [venir a] este rincón con el arbolito, porque ya lo cacho. Entonces es como ameno, familiar". La casa, la residencia familiar que estos/as jóvenes comparten con los miembros de su familia nuclear, o extendida, o con otras familias, suele quedar aquí en un segundo plano. Una joven expresa: "el otro problema es que cuando la casa no es de uno, las reglas son las de los papás, y para qué uno va a estar peleando con los viejos si puede estar tranquila en el parque". Unos jóvenes en el parque: "¿No los dejan tomar en la casa? - Igual podría tomar en la casa de mi 'papá', pero no es lo mismo. - ¿Cuál es la diferencia? - No me sentiría cómodo. - ¿Por qué? - No es lo mismo, no me divertiría, acá sí po, conversamos. - ¿Y de qué conversan con los amigos? - De todo, anécdotas, echamos la talla, nos volamos". Una joven de 17 años, parte del grupo anterior: "¿Y te dejan venir al cerro con estos cabros? - Sí, sí... Es que igual los papás no saben a lo que viene al cerro, po. - ¿No cachan? - No, de saber, saben, pero es una güeá, es que se hacen los tontos". Un joven dirigente de club deportivo relata que "en la esquina de su casa se juntan con el grupo de amigos a cualquier hora, donde todos llegan por hábito y reconociéndolo como pertenencia. Estos lugares [la calle, la esquina] son una extensión de su casa, que cuenta con asientos para ser usados, una vereda amplia muy barrida, un árbol que da la sombra para guarecerse del sol".

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No obstante, como se ha visto, hay también otros aspectos involucrados. La necesidad de libertad, de hacer lo que se quiere, la comodidad de compartir con los amigos fuera de la posible mirada paterna, que restringe, son factores que los/las mismos/as jóvenes destacan. En una plaza de la comuna de Santiago, escolares de alrededor de 15 años y que conforman un pequeño grupo de amigos relatan que, viviendo todos cerca, se juntan allí: "Es que de repente como no hay nada que hacer en la casa, mejor estar con los amigos que encerrado en tu casa, o si no estás recibiendo amigos de tu vieja, de tu hermano. - O rapeamos con los chiquillos. - Sí, es mejor acá porque uno puede estar tranquilo, puedes andar en skate, jugar básquetbol, todo eso, pasa gente que uno no conoce y conoce nuevas personas". Dado que estos jóvenes no parecen tener problemas de hacinamiento, sus motivaciones para salir de casa son, más bien, las ganas de entretención, de música y deporte, de compartir con los pares y hacer nuevas amistades. Para algunos, la ocasión de estar en casa puede ser - obligadamente - cuando no hay más que hacer y en la estación lluviosa: "Igual ahora cuando no hay carrete me quedo en mi casa, me asumago, me quedo durmiendo, me da lata salir si no hay nada; cuando llueve tampoco [salgo]". Pero otros acuden de todas maneras a su lugar de reunión habitual. En San Miguel: "Está lloviendo y nos ponemos con unos paraguas... Es que esta plaza tiene como un imán... ". Lo mismo ocurre con un grupo de jóvenes escolares en una plaza de Santiago: "En invierno va a llover acá, ¿dónde se juntan? - Igual venimos. - Nos juntamos debajo de un árbol. - Con parca, con paraguas, con lo que sea pero venimos igual, y si está muy feo no salimos, pero apenas para la lluvia salimos". O en Cerro Navia: "¿Qué es lo que más les gusta del cerro? - La Copa. - ¿Y por qué la Copa? - Porque en el invierno nos vamos a tomar p’allá, ¿sí o no? - ¿Pero, ¿adentro de la Copa? - No, no, no, abajo, quedamos protegidos de la lluvia". La libertad, y la tranquilidad asociada, parecen valores relevantes en el contexto de la vida juvenil en la ciudad donde, al control interno de la familia en casa y al externo de la policía en el espacio público, se suma el control del colegio (y el del trabajo, cuando corresponde). Para un grupo de escolares de San Miguel, "el viernes o sábado es para carretear. - Todo tu stress de días de semana se concentra y los liberas el fin de semana. - Yo lo libero el viernes, los sábados no salgo". Para ellos, incluso la polola puede ser fuente de tensión: "¿Y las pololas? - No, yo las reemplazo por los amigos, es como club de Toby. - De repente tenemos amigos

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que les cuesta diferenciar las minas de los amigos, igual es comprensible porque si estás teniendo relaciones a esta edad, lo importante es puro eso, pero no sé si iría con mi mina a un carrete de mis amigos. - Yo no iría con mina a un carrete. - Yo tampoco. Es que depende de la mina, porque si la mina es carretera, pero si no le gusta y por último si güevea con tus amigos, igual. - Es que una mina te obliga a estar en un lugar y tienes que estar con ella, pendiente de ella, o sea estás con tu mina y ves a tus amigos tomando y pasándola bien. - Es como que prefiero estar con los amigos porque es terrible de bacán, es más fácil". Así, para los jóvenes, mayoritarios ocupantes de los espacios públicos urbanos, la libertad, tranquilidad y comodidad - como falta de stress - que éstos les brindan parece ser un factor muy importante para la decisión de acudir a ellos y mantenerse en el tiempo.

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6.3 El deporte-juego-espectáculo: formas de recreación y política Así como se encuentra en los espacios públicos santiaguinos a grupos de jóvenes ocupados/as en conversar, tirar la talla, amenizando con alcohol, tabaco y marihuana, también los/las encontramos realizando actividades de otra índole. Si, al parecer, los carreteros suelen ubicarse cerca de la casa - por carencia de dinero, por seguridad, por conocimiento de los lugares más propicios - y asisten a carretes en casas de amigos77 o, más esporádicamente, en locales pagados, para los jóvenes deportistas las necesidades de infraestructura suelen llevarlos a espacios más alejados. Entre las actividades o prácticas que ayudan a pasar el tiempo de los/las jóvenes en plazas y parques, se mencionan los juegos de cartas o naipes, una entretención sedentaria, tranquila, que no implica movimiento. Asimismo, jugar a la pelota se entiende como una entretención acostumbrada entre niños y jóvenes. Sobre todo en San Miguel, el fútbol parece ocupar una parte importante del tiempo juvenil, evidenciado esto en la existencia de muchos clubes, de competencias inter e intracomunales, y de la autodenominación de futboleros que sus cultores se dan. Más allá de eso, y ahora en la comuna de Cerro Navia, el fútbol se transforma en una pasión por un equipo. Los clubes deportivos de Colo-Colo y Universidad de Chile concitan el mayor interés, constituyéndose en emblemas de identidad y lucha territorial de jóvenes, en sus calles y barrios. "La calle ... nos recibe con murales de la U, banderas flameantes en el techo de una casa, y sobre postes de electricidad, así como el distintivo más claro tal vez de la territorialización entre barras,... los postes de luz con los colores distintivos de cada club deportivo... claros territorios en disputa, donde se pueden ver murales y rayados unos sobre otros". En la comuna de Santiago, en plazas y canchas se observa el juego-deporte, todavía el más popular de Chile. Esto se repite a través de toda la ciudad, donde los niños y los jóvenes, haciendo el quite a los autos en las calles, a los transeúntes, ciclistas y demás en las plazas, se mueven por canchas virtuales detrás de la pelota.

77 En este caso, el carrete podría equipararse a las fiestas de años anteriores.

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Entre los deportes tradicionales, además del fútbol se cuenta el básquetbol - que parece estar ganando cada vez más adeptos - y el tenis (en Cerro Navia se juega de todo). Pero aquí se precisa dar breve cuenta de las otras actividades deportivas que están siendo llevadas a cabo por los jóvenes santiaguinos: bikers, skaters, breakdancers, malabaristas, despliegan cada vez más sus pericias, junto con los cultores de capoeira y de batucada. A ellos se agregan - alejándose del “polo” más deportivo - raperos y hiphoperos. Afanes de hacer deporte, de mostrar y mostrarse, crítica social y salvación de la droga, entre otros, resultan ser motivaciones para la práctica de estas diferentes formas de deporte-música-juego-espectáculo, puestos así, porque suelen combinar, en una mixtura inseparable, todas esas dimensiones o aspectos. Como es evidente en sus denominaciones, en estos deportes 78 las influencias foráneas son relevantes (como es demás sabido, el fútbol, deporte nacional, fue football, inglés de origen). Difundidos principalmente a través de la televisión, abierta y por cable, y en forma directa por jóvenes extranjeros o que los han conocido fuera de Chile, hasta los antiguos ciclistas han pasado a llamarse bikers, marcándose la diferencia entre el antiguo ciclismo y el actual. En Cerro Navia, la bicicleta es un medio universal de transporte, al igual que en otros sectores de la urbe: "uso masivo tiene la bicicleta", se constata al recorrer las calles de la comuna. En Santiago, es posible ubicar en diversos espacios públicos a los bikers: "hombres entre 15 y 20 años que en esos momentos tomaban cerveza, sin embargo, por las bicicletas que portaban era posible imaginar que practicaban 'acrobacia' en bicicleta, práctica que es frecuente observar en este parque [San Borja]". O: "El skate y las bicicletas son las típicas que hay en las plazas", según señala una guardia de seguridad instalada en la Plaza Brasil. La carencia o escasez de espacios públicos bien acondicionados, apropiados para las prácticas deportivas implica el traslado de los/las jóvenes a lugares bastante alejados de sus sectores de residencia y/o en la competencia por ganar nichos dentro de los mismos espacios. Un grupo de ciclistas lo hace notar: "Igual faltan lugares de uso público pero no todo tipo de público; de repente nosotros aquí andamos en bicicleta en un parque que de repente está todo tipo de gente, juegan niños chicos, vienen los papás a descansar, gente

78 Se utiliza este rótulo general como abreviación.

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alegre, y de repente no es lo más conveniente para nosotros, se nos cruzan los niños chicos". Hay aquí una nítida aspiración a una segmentación de públicos, a un paso de “lo público” a “los públicos”. El skating, deporte-juego que se iniciara con la llegada, hace años atrás, de los primeros skates o patinetas que, por su precio, sólo podían ser adquiridos por gente con recursos económicos y que, en consecuencia, se veían en los sectores altos de la ciudad, se ha popularizado en todas las comunas. Lo mismo que con la bicicleta, en Santiago, en San Miguel y Cerro Navia es posible observar a los niños y jóvenes por calles, plazas y parques, movilizándose sobre sus skates, mostrando su pericia en cada rincón donde sea posible: en los lomos de toro, en las cunetas, en escalones y barandales, en cualquier elevación del terreno que se tenga a la mano. Las pocas rampas existentes en los espacios públicos no dan abasto para las necesidades de los deportistas infantiles y juveniles. Aun cuando se han construido desperdigadas por la ciudad, son consideradas muy insuficientes, generándose debido a ello disputas para ganar el acceso. En la Plaza Brasil, se reúne "mucha gente, [entre ellos] jóvenes que realizan distintas actividades": básquetbol, malabarismo, ciclismo, parejas pololeando y/o conversando, estudiantes, un grupo de skaters. La mayoría de éstos vive cerca: "Todos los días se juntan en esta plaza; la razón principal es que aquí está la rampa, y es la única que queda cerca... Esta rampa la construyeron hace más o menos un año, por lo que antes se veían obligados a juntarse en la calle para practicar... En el día no pueden ir al centro, porque la gente 'alega' y los pacos los echan porque rompen los asientos... Con quienes sí han tenido problemas es con los vecinos del sector, quienes alegando desórdenes por carrete querían que la rampa fuera trasladada a la Plaza Yungay". Una joven cuidadora municipal, que fue instalada allí cuando se construyó la rampa, narra las incidencias ocurridas y la solución que ha implementado: "¿Éstas son las únicas rampas que hay en la comuna de Santiago o hay más? - Sí, las otras están en el Estadio Nacional. - Tengo jóvenes que practican el skate, otros andan en bicicleta y otros andan en patines y los niños chicos... cuando hay muchos los enumero del uno al diez, pero generalmente son los papás, que por qué los bajaste de arriba, entonces ahí llaman móviles. Pero el otro día me decían varios niños: 'Tía, esto no es refalín', y en parte tienen razón, porque no lo es... [Los jóvenes alegan] que la rampa generalmente tienen que arreglarla, alegan contra la gente que anda en bicicleta, que por qué se suben a la rampa. - Todos esos niñitos que están jugando básquetbol, hace poquito que los pillé haciendo [un graffiti]... pusieron que era zona de skate y no bicicleta".

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Una de las plazas de Cerro Navia, ubicada en un sector considerado "tranquilo", recibe a jóvenes con diversas aficiones: "Se juntan entre pura gente conocida del sector, y [que] son calmados”. “Ésta es la parte más tranquila” señala uno, “acá no se trafica”. “El lugar les gusta porque está cerca de sus casas, a veces se juntan a jugar fútbol..., a la cancha llegan personas a jugar básquetbol por las noches... Personas que vienen desde poblaciones cercanas. Los vecinos a veces reclaman, por el ruido del básquetbol a tan elevadas horas, y por las juntas de los jóvenes a tomar y fumarse unos pitos... Muchos skaters, de edades hasta 16 ó 17 años se reúnen en la plaza". Entre los diversos ocupantes de este espacio, por tanto, parecen darse relaciones de buena vecindad, justamente porque son todos conocidos, del barrio (no es así cuando llegan personas de otros lugares). En el centro de una villa de Cerro Navia, "en su plaza y en su cancha, [es] donde se congregan múltiples grupos de jóvenes". Algunos de ellos narran a los investigadores lo acontecido con una rampa para skate: dicen que quedó tirá (refiriéndose a que no se terminó su construcción) y que están acostumbrados a que las cosas no las terminen. El malabarismo, arte que conocemos como circense de origen ha ido ganando cada vez más espacios en la ciudad. Definido como "Arte de juegos de destreza y agilidad"79, se ha hecho conocido especialmente por su expresión en el Parque Forestal. "Llegué con mis colchonetas. Hace ya más de siete años que voy al Parque a 'malabarear'", relata uno de los investigadores que, a la vez, es malabarista del Forestal. El malabarismo, así como varias otras de las prácticas juveniles en espacios públicos urbanos, dista de ser sólo una manera de pasar el tiempo, una mera distracción de momentos de ocio. Ésta, como las demás, puede tomarse muy en serio. Un largo período de aprendizaje, donde los maestros - de nuevo - son los pares con más experiencia, implementos como colchonetas 80 y equipo de juegos, ciertas capacidades físicas, son parte de los requisitos para ganarse el título de malabarista.

79 RAE 2000 80 A falta de las cuales se utilizan suéteres y ropas para no hacer contacto con el duro piso.

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El Forestal como instancia de malabarismo nace hace siete años, un domingo 11 de noviembre de 1994 donde once jóvenes de la compañía del Teatro del Silencio de Mauricio Celedón que habían viajado a Francia con la obra Taca Taca mon Amour conocen el malabarismo en una plaza de París y deciden recrear la idea en una plaza de Chile. Se elige la Plaza Bach por lo céntrico del lugar. Para él y para ellos, el ganarse los espacios para ésta y las demás actividades que se han venido desarrollando en este lugar no ha sido fácil. Una larga batalla con vecinos y autoridades policiales y municipales, ha tenido como resultado acuerdos pactados que, no obstante, no han significado poner término a los problemas. Una y otra vez (especialmente con el cambio de la administración comunal) han debido volver a luchar: "un espacio 'ganado' sigue en disputa, es decir, nunca se gana, nunca se le identifica como propio". En fin, en la apatía política, impulsada por el desencanto por la misma, los/las jóvenes buscan dentro del sistema un espacio marginal, marginal pero consciente, contestatario, como el hiphop, el rap y el malabarismo. Como se puede apreciar, estos juegos-espectáculos pueden alcanzar un nivel de sentido mucho más profundo que el de tipos de diversión originados en el extranjero y difundidos a Chile por la televisión u otros medios, individuales o masivos. En este tiempo, en que la participación ciudadana juvenil (o adulta) deja de encauzarse por la vía política tradicional, bien puede concebirse en términos de música, baile, deporte y juego. En estas prácticas, que atraviesan las comunas de Santiago, es posible leer intentos de rehabilitación, crítica social, resistencia. Más todavía, una actividad como el malabarismo puede constituirse en actividad económica que permite la sobrevivencia. Hoy, el malabarismo se encuentra en muchas esquinas de Santiago, constituyendo una práctica típica de quienes "semaforean" o "hacen semáforo". "Hay muchos jóvenes que hacen semáforo hoy en día en Santiago. Se consiguen una esquina de semáforo, y en los 40 segundos que duran hacen un par de proezas... Acto seguido, piden dinero”. No sólo el Parque Forestal, o en las esquinas con semáforo se encuentra a los malabaristas. En la Plaza Brasil, de Santiago, entre todos los basquetbolistas, ciclistas, skaters, también hay malabaristas. En Cerro Navia, se ha presenciado igualmente la práctica de este arte-juego. En el interior de San Miguel también se ha observado esta actividad, particularmente en algunos cruces de la Gran Avenida, en las horas en que los automovilistas vuelven a sus casas.

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Además de las actividades antes mencionadas, y que corresponden a influencias principalmente de la cultura de habla inglesa, se han desparramado por la ciudad otras de diferente origen: la batucada y el capoeira, ambas de origen brasileño. Así como las anteriores, ese origen, sin embargo, tiende a perderse en las modificaciones o adaptaciones locales. La batucada, forma de expresión musical relacionada con las escuelas de samba y los desfiles del carnaval brasileño, se inspira sobre todo en ritmos de origen africano (el batuque) llegados a América con los esclavos, que se mezclan con aportes portugueses e indios. En Chile, la batucada reúne música y baile en una actividad hoy bastante extendida y que despierta mucho entusiasmo. El sonar rítmico de los instrumentos de percusión se hace sentir incluso en pequeños pueblos alejados de la capital, en prácticas que pueden durar horas, y que no sólo alegra a algunos sino molesta a otros, vecinos que sienten pasado a llevar su derecho a la tranquilidad por el penetrante y excesivo bullicio. No habiendo carnaval, aquí se utiliza para animación callejera. De nuevo, es el Parque Forestal el espacio donde se hace presente esta forma de arte, como un espectáculo más entre los que allí se practican y a los cuales se asiste los fines de semana. Los batuqueros, jóvenes de diversas comunas de Santiago, se reúnen a tocar en el Parque hasta ciertas horas, acordadas informalmente con vecinos y autoridades. En Cerro Navia, una dirigente vecinal menciona los "talleres que incluían actividades como capoeira, batucadas, hiphop y zanquistas. Estos talleres, abiertos a público en general, eran visitados en su gran mayoría por jóvenes, el grupo con más entusiasmo y disponibilidad". La Población Sara Gajardo y el parque del cerro Navia son espacios en donde es posible constatar la presencia batuquera. Instalado el capoeira en el amplio - aunque no siempre acogedor - espacio del Parque Forestal, se ha ido difundiendo por la comuna (en parques como el San Borja o la Quinta Normal, y en diferentes calles), encontrándose ahora también tanto en San Miguel como en Cerro Navia. En esta última, se menciona el capoeira entre las actividades juveniles llevadas a cabo en el complejo recreativo municipal. Como una especie de juego-lucha y siempre espectáculo, el capoeira llegó de la mano de inmigrantes brasileños y parece haberse quedado en el país como una práctica juvenil más, ya institucionalizada por

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cuanto se dan talleres en distintas organizaciones, pero al parecer menos masiva (o, quizás, menos evidente) que la batucada y otras actividades. Estas actividades –sobre todo, quizá, las batucadas- conectan con la música. Como se señaló anteriormente, entre las actividades juveniles importantes están también el hiphop y el rap, a los que se añade el breakdance: formas de expresión musical - pero no solamente eso - importadas que han logrado introducirse en los espacios urbanos de las comunas donde se desarrolló la investigación. El hiphop era, en su origen, un movimiento contracultural que hizo su aparición hacia la década de 1980 en Estados Unidos, y que comprendía la música denominada rap, el baile llamado break y el graffiti, expresiones que se dan con fuerza también en Chile. En plazas y parques, en puntos de encuentro y comercio (como el Eurocentro), en salas de eventos (para las tocatas), en pubs y discotecas, los hiphoperos se reúnen convocados por la música y el baile, mientras la huella dejada en las murallas puede observarse en todas las comunas de Santiago, más en unas, menos en otras, marcando territorios y siendo concebido como una forma de arte por quienes lo practican. El rap, según se desprende del trabajo en terreno, parece tener una especial importancia en la comuna de San Miguel. Es allí donde se establece una diferenciación entre los/las jóvenes de sectores geográficos marcados por prácticas distintivas: si por un lado están los futboleros, por otro están los raperos, denominados también los hiphop. En una plaza centro de reunión de jóvenes existe un grupo de rap, donde combinan el funk y letras con contenido social. Quienes realizaron la observación comentaban “con rimas y sonidos emitidos vía oral, o bit vox, nosotros escuchábamos atentamente, al igual como ocurrió cuando los conocimos, donde al terminar la conversación, nos regalaron parte de una canción que se llama 'Siendo gobernados', y que habla de la desazón dejada por el poder político que nos inunda por estos días... Se nota que no cantan ni expresan cualquier cosa. Están preocupados por la realidad que les tocó vivir, y eso lo expresan en estas rimas estilo hiphop". Los jóvenes del grupo señalan lo que, según ellos, constituye la diferencia entre ser hiphop y ser rapero. Sucintamente, los raperos cantan, rapean, es decir expresan sus ideas a través del rap, intentando transmitir un mensaje de crítica al sistema. Los hiphop, por el contrario, sólo se dedican a escuchar música.

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"Estos jóvenes viven a pocas cuadras de la plaza y han hecho de ella un espacio de encuentro diario, en el cual interactúan con otros grupos, amigos y vecinos, todos del barrio, todos de la comuna... Es en ese espacio donde estos jóvenes cantan su música, crean parte de las letras de sus canciones, las cuales tienen un alto contenido de crítica social frente al sistema en el cual nos encontramos inmersos / as. 'No se trata de cantar cualquier güeá', expresa" uno. Preguntados sobre qué modificarían del lugar, manifiestan que su único deseo sería "tener en su población... un espacio donde juntarse con otros grupos y que sea para eso, o sea, para hacer rap. Nada más, lo demás está bien". El breakdance arma sus espacios - precarios - en resquicios del centro de Santiago, en calles, plazas y parques de las demás comunas. El break "es un baile, en que uno se mezcla, por ejemplo, usted baila una, después baila él, y después baila el otro. Éste es un break, porque usted baila abajo, y después baila arriba, bailar arriba es rap, abajo es break, es bailar con tortuga, bailar con molino... ése es break, se mezcla con todo". En Cerro Navia, un joven dirigente vecinal cuenta que los jóvenes "además de hacer música, bailan breakdance, para lo que necesitan una infraestructura adecuada, es decir, suelo plano y liso. En el día acuden a [las sedes municipales: gimnasio, centro juvenil, canchas], pero en la noche no pueden, no cuentan con las llaves de ningún lugar y la sede comunitaria está llena de materiales de construcción. Lo que hacen, entonces, es conseguir planchas de cholguán que ubican de estratégica manera en el patio de alguien, o a veces en alguna plaza del sector y allí se reúnen a bailar". Este baile, surgido en las inner cities de Estados Unidos, ha llegado a Chile para instalarse, también, en las poblaciones. Cuentan unos jóvenes de Cerro Navia que "en una ocasión, se llevaron a uno de ellos por estar bailando en la calle, [porque] eso era desorden en la vía pública y... tuvo que ir la alcaldesa a sacarlo. Por eso ahora se hacen muchos problemas para encontrar un lugar donde juntarse a bailar, ya que la calle no se presta... la idea sería tener un lugar propio... A veces pueden juntarse en el gimnasio municipal, pero eso es en el día y se superpone a sus actividades laborales, domésticas o estudiantiles... En realidad, lo mejor es conseguirse un patio de alguien, un lugar privado, cerrado, donde poder adaptar para sus bailes y que nadie los moleste".

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“Los jóvenes de 14, 15 años, piden algo recreativo, algo cultural. Puede ser tocar guitarra, flauta o hacer deporte, porque Cerro Navia necesita eso, algo cultural para los jóvenes, para que se pueda recrear, porque aquí donde vivimos nosotros no hay, no existe recreación para los jóvenes, no existe una casa cultural, por ejemplo...” Para ilustrar lo anterior conviene reproducir una conversación sostenida por los investigadores en la mencionada comuna: ¿Y qué decidí? Bueno, me puse de acuerdo con ellos, y entre tres... comprar el linóleo y hacer algo, el baile hiphop, así se llama, y practicar, y aprender ese baile. - Bueno, yo lo sabía de antes, años atrás, yo tenía un poco de conocimiento sobre el break, y yo les estoy enseñando. Por ejemplo, la hélice, cómo se hace, ellos me preguntan y yo les explico cómo se hace. E ¿Ustedes se cambian de lugar o siempre usan ése donde los vimos en La Estrella? Estamos de un lugar a otro, no estamos siempre fijo. E ¿Qué determina que ustedes se cambien de un lugar a otro? Que no tenimos un lugar estable, po, no porque los carabineros nos echen de algún lugar... es que necesitamos un lugar preciso pa' practicar. Si a nosotros nos facilitaran una sede, nosotros estaríamos fijamente en ese lugar... - Si están practicando, ¿les da ánimo para ponerse a cantar y todo eso? - Claro, po, uno mismo canta, o se acuerda de alguna música y se tiene que dar el ánimo pa' practicar po, ¿entiende'? Y ahí en el linóleo, uno tiene que darse el ánimo pa' practicar po, demostrar lo mejor, imaginarse que estai desafiando a otra persona, y tú tienes que demostrar lo mejor, p' que la otra persona también muestre lo mejor, porque es un desafío de uno al otro, no a golpes sino es con baile, de eso es lo que se trata. En un rincón del centro de Santiago, es posible observar cultores del break, que presentan al público callejero su acrobático arte. Escondidos, sin permisos, sólo podemos asistir al espectáculo break; no sabemos, más allá de la obtención de algún dinero como recompensa de los transeúntes, sus motivaciones. En el Parque Forestal, los fines de semana, también aparecen los breakdancers, como unos entre todos los artistas-jugadores que ese espacio, emblemático, congrega desde hace varios años.

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Candombes, zanquistas, metaleros, reggae, hardcore y otras expresiones juveniles81 completan el paisaje de las comunas. Punkies, thrashers y graffiteros, artesanos, folkloristas y muralistas, jugadores de rayuela, jugadores de pool, son algunos de las tipos de jóvenes que se instalan y movilizan por los espacios públicos de la ciudad. Una actividad que ha surgido recientemente es el sound, forma musical que ha alcanzado gran difusión. Esta práctica de música-baile se encuentra hoy en las diversas comunas, y recibe ciertos reparos de jóvenes que prefieren formas más críticas de arte82. Considerada superficial, esta forma de música-baile también puede ser utilizada con fines distintos a la sola entretención: en una cancha de baby-fútbol de San Miguel, "se estaba desarrollando una actividad con bailes, luces y música... Dicha actividad se desarrolló en el marco de la 'resucitación' del Club Deportivo K-8, el cual se encontraba en quiebra, por platas que no se pagan y deudas al más puro estilo colocolino, claro está, de manera micro". Otra de las prácticas recientes es la del baile electrónico, que consiste en una máquina que, al mismo ritmo de la música que emite, va señalando los pasos del baile con una serie de flechas que es necesario atender con ojos y pies. Es un baile para dos personas, que exige mucha habilidad de coordinación y un buen estado físico, un espectáculo aun novedoso que despierta interés. Ya existen grupos que compiten con otros "que se generan alrededor de este juego [y que] mantiene contacto por Internet". Varias de estas máquinas se encuentran en la ciudad. En términos del contexto inmediato - conformado por los vecinos -, muchas de las actividades mencionadas son objeto tanto de aceptación como también de rechazo. Asimismo, podemos entenderlas como opciones disponibles para el despliegue de energía, de habilidades físicas y artísticas, y para la expresión de ideas sobre el mundo inmediato, de crítica social, de emociones que los comprometen (política, culturalmente) con el entorno en que les ha tocado vivir. Incluso, como se ha visto, se las ocupa con propósitos terapéuticos o de

81 Entre ellas, se han mencionado el straight edge, que "es de unos locos que no toman, no comen carne, no fuman, no hacen nada, onda religiosa... Comen puras verduras, son cuáticos, nada de los animales, onda no hay que matar a los animales, son tus amigos"; a católicos, a pentecostales y a satánicos. 82 Últimamente ha aparecido, además, la moda del axe (de origen brasileño), principalmente difundido por televisión.

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rehabilitación. La entretención, pues, llega a traslaparse con el arte y con la política, haciéndose cada vez más seria. 6.4 Las y los jóvenes y los espacios externos e internos Bastante se ha dicho ya sobre las razones por las cuales las y los jóvenes salen del espacio doméstico y del comunal, para ocupar espacios públicos barriales, comunales y extra comunales. A continuación, se dará cuenta de una síntesis de aquello. Uno de los primeros factores que es necesario destacar en este punto se refiere a la distinción de género. Son, mayoritariamente, los jóvenes quienes se encuentran en los espacios públicos, hasta el extremo de que algunos han hablado de verdaderos "clubes de Toby" donde ellos se reúnen para relajarse en el carrete (casi) exclusivamente masculino, o para hacer deporte y música. De vez en cuando, en las rampas de skate aparece alguna joven cultora del deporte-juego; la mayoría queda en el papel de espectadoras y acompañantes de ellos. Las jóvenes se encuentran sobre todo como partners en parejas de pololos, en lugares que suelen tener características de tranquilidad y poca concurrencia de público, como las "plazas del amor". Así por ejemplo, en "el Parque Almagro..., en el tramo donde están las diferentes facultades de la Universidad Central, encontramos principalmente parejas heterosexuales jóvenes que pololeaban sentados en las bancas o tendidos en el pasto, situación que se observa comúnmente en ésta y en otras comunas de Chile". En placitas o plazoletas como escondidas en distintos sectores de las comunas donde se trabajó, es frecuente divisar a parejas de pololos, dedicados a sí mismos: en San Miguel, en una plaza poco iluminada y con escasos escaños de madera, una pareja señala que esa es una plaza más bien de pololos, y por eso es reconocida como un lugar tranquilo. El invierno, con las lluvias estacionales, mantiene a los/las jóvenes en las casas, aunque siempre hay quienes desafían al clima ante la necesidad y el gusto de juntarse con los amigos. El colegio y el trabajo, imponen horarios a la ocupación de los espacios, dejando disponibles las tardes y las noches para los encuentros. Igual se las arreglan para reunirse en los espacios acostumbrados, aunque sea por unos momentos: "siempre el

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tiempo falta", dicen unos escolares, "entonces determinas los tiempos para hacer las cosas que te gustan, o sea nunca vas a estar un viernes aprendiendo computación, prefieres estar como nos pillaste, conversando con los amigos... Difícil juntarse un martes después del colegio, pero un viernes o un sábado no es difícil... - El cigarrito, ¿dónde se lo fuman? - El típico antes del colegio y después del colegio. En la mañana nos juntamos como cinco para las ocho, nos fumamos un cigarro y entramos a clase; después, a la salida otro cigarro y a la casa". O: "si salimos del colegio temprano, venimos para acá [a la plaza de costumbre]. - Onda a las once nos venimos a tomar nuestro copete". Un joven de otro sector, también escolar, resume su día: "La típica, llegas, vas a la casa, comes, te vienes para acá [a la plaza]de nuevo, te tomas once, te vienes para acá de nuevo, ya voy a la casa a hacer acto de presencia y sales de nuevo. Si esta cuestión te llama, te llama". El espacio que más llama, al que se acude con mayor frecuencia, es el que se ubica cerca de la casa de la o el joven. Razones de costumbre, amistad, seguridad y presupuesto favorecen esta ocupación: "Me gusta porque vivo aquí, y aquí está todo el carrete, en otro lado me puede pasar algo'... además, 'el gasto pa' fuera es más caro, aquí se gasta poco y se pasa mejor, es seguro, todos te conocen, en cambio, en otro lado te puede pasar cualquier cosa'". En San Miguel y Santiago, locales como pubs, discotecas y bares son espacios congregantes cuando las y los jóvenes disponen de dinero para pagar entradas y consumos. Asimismo, las casas de las y los amigos en ocasión de fiestas de cumpleaños y otras celebraciones permitidas por las familias. Es posible que se dé una tendencia femenina en el interés por las "disco" y las fiestas en casas, pero no ha sido verificada cuantitativamente. En Cerro Navia, claramente la preferencia se inclina hacia el parque del cerro que da su nombre a la comuna. Obviamente, los vecinos de este sector, ubicado en el límite comunal con Quinta Normal, son los principales ocupantes, ya sean niños, jóvenes o adultos, familias, parejas de pololos, grupos de todo tipo, a todas horas y en prácticamente todas las estaciones. La salida de la comuna de residencia, por otra parte, no siempre se concibe como tal. En otras palabras, los límites comunales - que son fronteras establecidas más o menos arbitrariamente por la autoridad administrativa - pueden no ser considerados en absoluto, o considerarse sin importancia. La imposición de una división

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comunal en épocas recientes suele, todavía, carecer de sentido para antiguos residentes, que recuerdan las antiguas grandes comunas hoy desmembradas. Los jóvenes, además, suelen reconocer las delimitaciones contemporáneas del mapa urbano, especialmente si se trata de algún beneficio municipal al que se puede optar; esto es sobre todo así si se trata de dirigentes. Esto quiere decir que una lógica extramuros comunales bien puede reflejar un interés ajeno a los/las jóvenes mismos, i.e. no ser significativa desde una mirada interna. No obstante, de acuerdo a la información recogida acerca de actividades y desplazamientos juveniles, es posible trazar algunas líneas. Uno de los movimientos más frecuentes entre comunas se debe a la asistencia a establecimientos educacionales, ya sea de enseñanza media como técnicos y universitarios. A los liceos de la comuna de Santiago, muchos de ellos antiguos y de prestigio, acuden estudiantes de toda la ciudad. Estas y estos jóvenes deben, pues, trasladarse por las comunas y, en muchas ocasiones, aprovechan horas libres para dar vueltas por el centro, "en las inmediaciones de los centros comerciales... Estos grupos se desplazan de un lugar a otro sin destino fijo, ocupando las bancas y las escaleras de los edificios y bancos del sector [Paseo Ahumada]. Pululan también entre [las calles] perpendiculares... Los centros de comida chatarra se constituyen en lugares de reunión y pitanza para los jóvenes escolares que salen temprano del colegio o que se van de cimarra". Durante los días de semana, entonces, las y los escolares llenan las calles, especialmente en los alrededores de los establecimientos. Lo mismo ocurre con las y los universitarios que ocupan locales y veredas, plazas y parques cercanos a los centros de estudio, ubicados fuera de sus comunas de residencia. 83 El carrete con ciertos recursos económicos disponibles permite el desplazamiento juvenil a locales más allá del barrio y/o la comuna. Para las y los jóvenes pertenecientes a estratos medios y medio-bajos de la población, el barrio Bellavista parece seguir siendo preferido; los alrededores de la Plaza Ñuñoa parecen seguir acogiendo a artistas, "alternativos" y jóvenes de un nivel medio.

83 Naturalmente, esto no cuenta en el caso de estudiantes de otras ciudades que residen en pensiones, residenciales, hogares universitarios o de familiares cercanos a las sedes universitarias. Algunas universidades santiaguinas, por otro lado, están instalando sus sedes en diversos puntos de la ciudad, especialmente en comunas de alta densidad poblacional.

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El cambio de residencia, que implica un cambio de barrio y de comuna, no tiene como consecuencia necesaria - al menos en los primeros tiempos - la pérdida de lazos de amistad, debidos a la pertenencia a un mismo colegio, o a la vecindad de larga data. En consecuencia, los jóvenes se movilizan entre comunas para continuar con la interacción con los amigos, cuestión que puede implicar visitas mutuas a las casas e, incluso, el establecimiento de nuevas redes relacionales entre amigos antiguos y recientes. La carencia de infraestructura adecuada para la realización de ciertas actividades es otro factor relevante para los desplazamientos juveniles por la ciudad. Por ejemplo, las pocas rampas de skate obligan a los skaters a buscar espacios relativamente más aptos donde quiera que sea, a través de Santiago, y/o a acudir a aquellos donde esas rampas están ubicadas. Lo mismo ocurre con los bikers. Unos jóvenes ciclistas encontrados en un parque de la comuna de Santiago, donde practican su deporte haciéndole el quite a los niños, hacen notar la falta de espacios apropiados para la práctica de su afición: "Igual yo practico en el Plaza Vespucio. Tampoco es un lugar adecuado para andar en bicicleta, es un estacionamiento y puedes andar de las diez de la noche hasta las doce; no es apto para entrenar, hacer deporte a esa hora, hay que entrenar cuando está el sol. Ante la pregunta sobre las características requeridas por los espacios demandados, el mismo ciclista responde: O sea, la modalidad que practicamos nosotros se llama free style, estilo libre, y la modalidad se llama flat, o sea piso plano. Sólo necesitamos un lugar grande de piso plano y una buena calidad de superficie, puede ser asfalto o esta misma baldosa pero limpia, esto está todo cochino, y que no ande nadie más que nosotros en bicicleta. O sea, si viene alguien a andar en bicicleta, bienvenido, pero que no anden niños chicos jugando a la pelota o chicos en skate, o sea, deben haber lugares para los que andan en skate, para los que andan en bicicleta... Si tú ves a estos cabros que están andando ahora, son de Rancagua, vienen a andar para acá, y ene talentos nuevos, ene cabros andando en bicicleta que van a necesitar lugares, y si no hay, no van a surgir deportivamente... Si no hay infra para deportes, no pasa nada. Para esos ciclistas, el problema deportivo está claramente "ligado al espacio público". Insisten: "No es puro fabricar canchas de baby, multicanchas; nadie juega básquetbol, nadie juega baby, es cosa que te vayas a meter a una población, ves cuatro, diez canchas y peladas todo el día... los cabros están haciendo otros deportes, hay deportes nuevos, hay que darle espacio a todos los deportes". Pese a que los bikers consideran, erróneamente, que el fútbol ya no interesa a los jóvenes, sí tienen razón en su diagnóstico sobre la emergencia de nuevos deportes. Y como hemos hecho notar, es justamente la falta de espacios intracomunales

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convenientes para esas otras actividades una de las razones por las cuales los jóvenes deciden movilizarse intercomunalmente. Eventos deportivos para los futboleros, eventos musicales para los hiphoperos y aficionados al sound y otras formas de expresión musical son, por último, factores de movilización juvenil. Entre los acontecimientos relacionados con la música, las "tocatas" son las más mencionadas por los jóvenes entrevistados. En algunos casos, habría que tener en cuenta que los movimientos de las y los jóvenes fuera de los límites del espacio conocido y vivido cotidianamente - ya sea la comuna, el barrio, la población o la calle - resulta en la ocupación de espacios públicos que son considerados propios de otras/os jóvenes. Esto ocurre cuando los desplazamientos son grupales, y pueden concluir en reyertas territoriales de diversa magnitud.

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6.5 Las y los jóvenes en los contextos de la ciudad De las interrogantes formuladas para esta sección, quedaría por intentar una respuesta para aquellas relacionadas con la/s historia/s de la ciudad, de las comunas y de los barrios. En lo que sigue, se presentan algunos alcances. Uno de los fenómenos de contexto que parecen tener influencia en las prácticas juveniles es la concepción de delincuencia del país y la ciudad. Esta "concepción" relaciona a los jóvenes, especialmente de sectores "populares", con una serie de delitos de carácter más o menos violento. La prensa ha tenido un papel destacado en esta manera de percibir a la población juvenil (ver, por ejemplo, documentos de investigación sobre pandillas juveniles para INJUV). Aunque hace algún tiempo se derogó la llamada detención por sospecha, que afectaba sobre todo a los jóvenes, según la información disponible la impresión es que la autoridad encargada habría continuado con ese tipo de práctica. Ya se ha destacado la visión juvenil sobre la acción policial, la que dice que éstos ejercen un control excesivo sobre quienes ocupan espacios públicos. Vigilar y controlar (donde el castigar no queda ausente), parecen ser las formas actuales de trato con los/las jóvenes. Desde una perspectiva objetiva, esto es, teniendo a la vista las cifras de delincuencia y de participación juvenil en ella (cifras que se desglosan por comunas), el aumento de ambas cantidades podría estar avalando la conducta represiva de la policía nacional. Junto con ello, según señala uno de los miembros del equipo de investigación, en la comuna de Santiago se intentaría aplicar un plan tipo "Tolerancia Cero": "el que los pacos estuvieran tan brutos... era consecuencia del aumento de los índices de delincuencia en el mandato de Lavín... Los pacos estaban por ingresar a un plan denominado 'tolerancia cero' tipo Nueva York, y según el funcionario [municipal] desaparecerían los permisos incluso de los artistas mimos y estatuas del Paseo Ahumada". Los diversos programas aplicados por las autoridades para la seguridad de los habitantes de la urbe capitalina, en una batalla contra esa creciente delincuencia (al menos, en la percepción subjetiva de la gente, esto es así), se concretizan en los "allanamientos" de jóvenes que se instalan y desplazan por los espacios públicos, en las detenciones y además, para la comuna de Santiago, en la presencia de una serie de

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guardias municipales en esos mismos espacios. Casetas rojas, personal vestido de rojo deambulando en bicicleta, vehículos de seguridad, no suelen ser bienvenidos por las y los jóvenes, entre quienes se desata una conducta de evitación y alejamiento. Instalarse en otro espacio, esconderse (y esconder las evidencias del delito - consumo de alcohol y substancias prohibidas en lugares públicos) y resistir la detención son consecuencia de esa vigilancia y control que parecen estar aumentando. Para los/las jóvenes, la sensación es de tensión; como se dijo más arriba, "hay que estar atento para que no los pillen" en el carrete. En Cerro Navia, un joven expresa que "a él no le gusta ir al cerro de noche, porque dice que es muy peligroso... ahí lo pueden tomar detenido a esa hora por sólo estar ahí, que aunque quede abierto, prefiere no entrar para que no se lo lleven detenido... Ante lo cual alega sobre el criterio aplicado por carabineros para resguardar el orden público (el que es su rol), donde unos tienen supremacía sobre otros sólo por una cuestión de edad sin considerar la importancia de la actividad que se realiza". La noción de peligro en/de los espacios públicos, como se puede ver, no sólo es relacionada con la presencia de jóvenes parados en las esquinas, o deambulando por la ciudad - en el centro, en el transporte colectivo, en ciertos barrios o poblaciones, en determinadas calles - , sino que, al revés, se hace sentir en la presencia de los efectivos de la autoridad policial, que también deambulan vigilando el comportamiento juvenil. Por otra parte, se plantea que "la autoridad no está acostumbrada a que el ciudadano ejerza su libertad de usar espacios públicos". A modo de ilustración, esto queda en evidencia en situaciones como la ocurrida y presenciada en el centro de Santiago: "El domingo de la fiesta de conmemoración del segundo año del presidente Ricardo Lagos... los artistas llamaban a 'tomarse los espacios públicos'. Por ahí a las siete de la tarde, los artistas llamaban a irse tranquilos a las casas...". Esto ocurre junto con el que las y los jóvenes salen cada vez más tarde, y los carretes comienzan de madrugada en la ciudad en general. Además, en una sociedad bombardeada por propaganda de consumo, con micro tráfico de drogas en aumento, donde al menos la marihuana se ha transformado en un producto de uso casi tan corriente como el tabaco y las y los jóvenes inician la ingesta alcohólica cada vez más temprano, algunas de sus prácticas en espacios públicos no deberían parecernos extrañas, sino normales. A esto debemos agregar que ellas y ellos consideran sufrir tensiones en la casa, y/o no tienen cabida (y menos el grupo de amigos) en hogares demasiado estrechos y sobrepoblados. Cabría añadir a esta lista de factores otro que no se ha expuesto antes en estos documentos, relacionado también con la vida familiar.

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Consideremos el siguiente caso: en San Miguel, un vecino entrevistado expresó: "Vengo mejor a la plaza porque en la casa me retan porque no estoy trabajando"; él está cesante desde hace un año. La casa, las cuatro paredes que resguardan de las inclemencias del medio, el castillo de cada cual, no es siempre un hogar. La calidad de la vida familiar se ve amenazada por múltiples situaciones, incluso para los adultos "jefes - y jefas - de hogar". Tal como para este hombre sin trabajo, para muchos/as jóvenes la plaza del barrio o de la población, el parque cercano, se transforman en el refugio. Al descampado, bajo los árboles, al aire libre, sobre el pastito, se encuentra la acogida que no se recibe en casa. Las y los amigos se constituyen en familias adoptivas, incluso en escuelas informales. Para las y los jóvenes, el estar en casa puede ser incómodo, ingrato. Las familias pecan de autoritarismo; si se suma a eso el trato autoritario de escuelas y funcionarios, municipales, policiales, gubernamentales. Una joven reclama que los programas municipales se vuelcan a ancianos y niños; poca preocupación existiría por este amplio sector etáreo que son las y los jóvenes chilenos. El lado positivo del autoritarismo es la protección (para algunos, paternalismo); en el caso de jóvenes que ocupan espacios públicos, la "seguridad ciudadana" pareciera no tener el sentido de protección para ellas y ellos, sino de represión. Hemos visto a la comuna de Santiago ocupada permanente y transitoriamente por gran cantidad de jóvenes residentes y en tránsito, por cuestiones de educación, trabajo y recreación. El cambio de administración parece haber tenido ciertas repercusiones, que se reflejan en opiniones juveniles: "Se ha sentido la diferencia con Lavín y Ravinet. - Sí, Lavín borra todos los graffitis. - No le gusta la cultura, no le gusta ver arte en las calles. - Cacha que les borró un graffiti a unos locos que vinieron de Brasil y de otros locos que venían de otras partes, y vinieron y se los borraron, son unos gemelos que vinieron de Brasil a hacerlo, rallan entero bacán y duró caleta, ni Ravinet lo sacó y lo sacó Lavín..." "Al Almagro no van. - ése sí que es funao ahora, si ahora al frente está 'Patrullando su Barrio'". "Falta un muro para que lo rayemos", dicen algunos jóvenes, "Sí, más recreación, falta que pavimenten. - Falta una casa club. - Sí, que hubieran más tocatas...". Orden y limpieza, seguridad en las calles, valores sociales que se destacan desde las autoridades y los adultos, no son percibidos necesariamente igual por las y los jóvenes; lo que interesa a unos no necesariamente interesa a los otros. De este modo, el arte de la calle, el arte juvenil popular, valioso y legítimo para unos, es desorden y desaseo para otros. A percepciones contrapuestas, corresponden acciones contrapuestas,

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aunque quizás haya que considerar que desde ambos extremos se entienda, también, la inscripción contemporánea en las murallas - el graffiti, el flop, el tag, así como el mural - como un mensaje cultural y político. Más allá de la contingencia, la historia de Santiago - en términos de diferencias y discriminaciones -todavía se hace notar en la comuna. Antigua rivalidad, marcada por ocupantes diferentes y por concentrar población de nivel socioeconómico más elevado una y menos la otra, las plazas Brasil y Yungay, en el lado poniente de la comuna, siguen presenciando las rivalidades juveniles, hoy expresadas de modo algo distinto. "Con un grupo con el que sí tienen 'rivalidad'... es con los de Yungay, porque los consideran 'flaites'". Para los adultos vecinos de la plaza Brasil, con quienes las y los jóvenes skaters han tenido problemas, debido a que éstos harían desórdenes, la rampa de la plaza - como ya se anotó - debería ser trasladada a la Plaza Yungay. Es decir, habría que cambiar de lugar las actividades que molestan, hacia un sector que, tradicionalmente ya, ha sido mirado socialmente como inferior. Hace cincuenta años y más, las riñas entre yungaínos y cadetes que acudían a la Plaza Brasil fueron famosas en la ciudad; ésta era considerada un espacio de encuentro para personas pertenecientes a un estrato social superior. "Una niña que vivía para el lado de Yungay me comentaba que a veces tenían peleas en la noche entre un grupo y otro. - En la noche sí, vienen las patotas... Son patotas que vienen de otros lados y empiezan a molestar a los de aquí, y los de aquí aforran". En conversación con tres jovencitos de Brasil: "¿Ustedes no se juntan con los cabros de Yungay? - No. - No, yo de repente iba para allá, pero son más pesados los güeones. Pero me viré porque me querían pegar por cincuenta pesos, me pidieron plata y no tenía". La opinión de estos jóvenes es refrendada, de alguna manera, por una joven residente de Yungay. Esta estudiante, de las pocas skaters encontradas, señala: "Yo vivo en Yungay y me junto con mis amigas... nos juntamos en la plaza a copuchar... me quedo en la plaza hasta las doce y media, una a veces conversando... - ¿Y con la gente de Yungay? - Yo no me junto con ellos, no sé, no me gusta". La misma joven hace notar que su lugar favorito es "el Parque Bustamante, ahí van hartos de distintos lados y hay más mujeres, hay como diez, doce, catorce", pero ellas "me caen mal, son muy creídas". Siendo este último parque un espacio preferido para jóvenes de distintas comunas de nivel social medio, igualmente se aprecian las diferencias, pese a que

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las actividades son compartidas. Algo similar ha ocurrido durante décadas en el interior de la comuna de Santiago, entre los habitués de las dos plazas mencionadas, distantes entre sí por pocas cuadras. Esporádicamente, acuden a la Plaza Brasil otros jóvenes skaters, "de Maipú, La Legua y Pudahuel. A veces con estos 'otros' jóvenes skaters tienen problemas, porque no respetan su espacio, como señala una joven de 15 años: “si ésta es nuestra plaza... los flaites que vienen a esta plaza, algunos quieren hacerse los bacanes”. Perece que lo que más les molesta es que venga alguien ajeno al grupo con aires de grandeza y sin respetarlos; como dice otro joven: “no son de este lado y se juran master”. Las rivalidades no quedan restringidas a los skaters. Reclamando contra la acción excesivamente represiva de carabineros, unos jóvenes comentan que éstos "deberían venir siempre los sábados en la tarde, queda la cagá, mochas van y vienen. Como es Plaza para la recreación, vienen güeones que creen que la plaza es de ellos, después pintan monos y peleas. - ¿Peleas entre grupos? - Entre ellos, porque nosotros no peleamos, o sea, de repente peleamos pero leseando. - Los que se pelean, ¿son gente de la plaza contra quién? - De repente algunos se tienen mala, de repente andan volaos, copetiaos. - De repente se hacen la desconocida entre ellos". Las y los jóvenes establecen diferencias sutiles entre personas y espacios, que reflejan la complejidad de la vida social. Jóvenes hiphop aficionados a los graffiti - tema del cual parecen conocer bastante, hacen una nueva distinción: "¿Y a ustedes no les dan ganas de inscribirse en Balmaceda 84, a esos talleres que hay? - Son muy flaites. - ¿Por qué encuentras flaite eso? - Balmaceda está cerca del Parque de los Reyes, ¿cierto?, porque los Reyes son como las pelotas, sobre todo la Plaza Panamá". Menos categórico, otro de los jóvenes expresa: "es que estamos acostumbrados aquí, yo no me movería de acá". En otro sector de la comuna, tres jóvenes - miembros de un grupo de alrededor de cuarenta -aficionados a la música que se juntan en Santiago para carretear, nos dan cuenta de otra diferenciación, bastante notoria este último tiempo. "¿A ustedes les gustaría que hubiera algo, una plaza donde pudieran estar, o un escenario? - No, en la plaza podemos estar cuando queramos. - Como una sede, una cancha de fútbol, pero 84 La entrevistadora se refiere a "Balmaceda 1215", centro cultural juvenil de la Municipalidad de Santiago.

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que nosotros podamos entrar, porque llegan los peruanos y yo les ofrezco combos. A mí me cargan los peruanos, y son picaos a choro, andan picando a flaite, se creen vivos, son cavernícolas, si viven aquí a la vuelta. - Una vez les rompí toda la casa. - ¿Con ellos pelean el espacio? - Sí, salimos con machete". La xenofobia, en este caso, traspasa los límites del discurso y llega a la acción violenta. El relato de estas opiniones sobre y conductas hacia los peruanos "flaites" constituye el extremo de un continuum de distinciones discriminatorias que las y los jóvenes citadinos hacen respecto de los otros de su misma categoría etárea. Como hemos podido apreciar, si las y los jóvenes perciben la discriminación que hacia ellos tienen adultos vecinos, autoridades e incluso familiares, ellas y ellos mismos la ejercen, a su vez, sobre otras/os jóvenes, a quienes distinguen por actividades e intereses, actitudes, espacios propios y ajenos, y orígenes. El adjetivo "flaite" aparece como un calificativo peyorativo de uso generalizado, en Santiago y, como veremos, en las demás comunas, donde las diferenciaciones son igualmente evidentes. En la comuna de San Miguel, por su parte, entre la diversidad de jóvenes y sectores que es posible apreciar, se encuentran algunos elementos comunes. El fútbol, relevante en la vida de una parte de la comuna, parece estar siendo desplazado por otros tipos de actividades en las demás. La música pareciera ser uno de los aspectos comunes. "Los Prisioneros", la banda cuyo prestigio todavía vigente se ha demostrado con la actual reunificación, es/era de San Miguel. Los "Lucybell" son sanmiguelinos. "Aquí hay una tradición musical". Grupos de orientación religiosa, scouts, también hacen sentir su presencia en esta comuna. En general, considerada la comuna como un sector bastante tranquilo, los espacios públicos de San Miguel parecen ser amenazados, de vez en cuando, por la llegada de jóvenes de otros lugares, de poblaciones más "bravas" que están a sus alrededores. Por ejemplo, dicen unos jóvenes: "A veces... vienen personas de la Pudahuel y 'dejan colas', refiriéndose a ciertos problemas que provocan personas que llegan desde otros lugares a juntares a ese espacio". Parte de la conversación mantenida con un grupo de raperos muestra este problema: "¿Por qué vienen a esta plaza y no otra? - Porque aquí encontramos el ambiente nosotros, y la que más significativa pa nosotros. - Porque siempre estamos aquí, po. - Éste es el sector de nosotros. - ¿Ustedes viven por aquí? - Claro... - ¿Y ustedes son de la Brasil? - Población Brasilia, exactamente". Estos jóvenes, entonces, son residentes de la

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población donde se ubica la plaza, espacio que perciben como propio. "¿Les ha tocado de repente que vengan grupos de otros lados, o de otras poblaciones, o de la misma Brasilia, con los que han tenido atao? - Sí, igual hemos tenido altercados de esa mano, porque vinieron una vez unos locos de la Caro y na' que ver nosotros po, y nosotros ahí conversando, rapeando. De repente - Y llegan y tiran un tiro al aire, y nosotros ¡oh, oh! - Llegaron tirando balazos. - Y nosotros ahí, y ¿por qué lo tiraron, po?, si acaso tienen problemas con alguien, acaso eso los va a hacer más hombre tirando, creen que a lo mejor no, po... - ¿Y cómo saben que son de la Caro? - Ellos vinieron gracias a niñas de aquí, cabras de 14 y 15 años, que yo cacho que han vivido mucho más rápido que como hemos vivido nosotros, porque yo igual cacho que se han involucrado con personas de esa índole, los traen hacia acá, y... como pueden ver, aquí nosotros no somos así... - ¿A ustedes les tocó tener atao con esos locos directamente? - Sí, con un amigo... - Pero nosotros no, po". Aunque estos jóvenes raperos expresan que no eran parte en el conflicto, su relación de amistad y co-pertenencia grupal con el presunto causante les habría incitado a actuar. A la vez, el joven del grupo enemigo actuó como lo hizo en representación de un amigo: "Nosotros no, pero si igual le hubieran hecho algo a nuestro amigo hubiéramos saltao, pero el loco lo salió persiguiendo con una pistola porque, supuestamente, el amigo de él andaba con esa cabra. Entonces, como por respeto como amigo, en el ambiente 'chorizo' como dicen ellos, tiene que pegarle a la otra persona que es como 'patas negras', supuestamente, y por eso fue el atao, y el loco no tenía nada que ver con ella, más encima". Estos jóvenes comentan el hecho como un evento realmente extraordinario, que los ha sorprendido, especialmente porque las involucradas "las conocimos, siempre han vivido aquí". Los miembros de este grupo expresan que son bien considerados por los vecinos del lugar ("porque nos ven siempre participando en eventos a beneficio"). Además de esta plaza, van "igual de repente, donde hay un evento igual en otro lado, preferimos ir a otro lado a vacilar... Una fiesta o un evento en cualquier lado, en Bellavista o en cualquier parte, o que toque alguien bueno y vamos p’allá". Participan en fiestas en casa de amigas/os, y "la pasamos ultra bien". Las diferencias que reconocen con otros jóvenes no se quedan en aquella con los de la Caro, los "chorizos", sino que abarcan otro tipo de grupos. Conversando sobre una reciente modificación arquitectónica de la plaza ("Esta cuestión parece coliseo. - Sí, se cree como la güeá romana"), que efectuara la municipalidad para realizar eventos, opinan respecto de uno de tales eventos: "Tocatas, po, musical. - Nosotros tocamos una, fue de pura grupos así, que parecían rock algunos, y lo

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alternativo. Nosotros representando aquí, donde vivimos, y hacimos hiphop, nosotros igual cantamos, po, mínimo si estamos aquí mismo. Igual no nos quisieron dar la mano, cuando unas personas de la municipalidad le dieron color con nosotros, y pusieron a un grupo sound po' loco, terrible de charcha, y más encima se creían la muerte loco, así. Con decirte que los locos de pelo tenía hasta acá, así unos zapatos, terrible ridículo, así que na' que ver, no es como pa' representar a toda la comuna. - ¿Y qué es representar toda la comuna? - Las canciones... - Imagínate, como ejemplo, si el loco sound es de acá, y ustedes tocan un tema, ellos van a decir que ustedes no representan a la comuna. - No, po, porque es diferente lo que cantan. Mira, nosotros cantamos algo muy diferente a ellos, por algo te digo que dejamos bien a la comuna nosotros, ¿cachai o no?, porque a través de nuestras letras, y ellos cantan puras güeás charchas. - Ellos cantan puros temas de otros grupos. - Ellos cantan 'mueve la colitaaa', no dejan ni un mensaje, po. - ¿Y ustedes sienten que donde vayan a cantar representan la comuna? - ¡A todo ritmo, po! Bien alto en San Miguel, ¡un, dos, tres!... ". Así, el tipo de música y su intención son aspectos importantes en la distinción entre estos jóvenes y los sound, que sólo sirven para entretener sin ninguna trascendencia. Para los hiphop, el mensaje es fundamental. Además, una experiencia cercana les hace resentir a los sound: teniendo necesidad de conseguir instrumental para grabar su música, se enteraron de alguien que podía facilitarles el equipo. Pero "el loco se involucró con gente que le gusta la música sound y, no sé, le hicieron tira la máquina, y cagó... Me llega a dar rabia acordarme". Con el grupo se conversó extensamente el tema de las rivalidades juveniles. Reconocen que "siempre van a haber ataos" sin embargo, declaran: "estamos aburríos de las peleas, y todo eso, ya pasamos toa esa güeá". Cuando peleaban, "era para ganar el territorio", pero "ya no andan en la volá. Ahora los que pelean son los puros chorizo, ¿no veí que eso está bueno pa' ello'?, los flaites y todos esos. - Los flaites, ¿son patos malos? - Sí, igual, también". Además de estos flaites y/o chorizos, los jóvenes reconocen otra diferencia. Preguntados respecto de otros sectores de la comuna, establecen: "Entre Gran Avenida y la Panamericana, del 9 hasta el 17 más o menos, igual es más cuico p’allá. - Igual pal sector de allá no se ve gente. - Sí, po, p’allá hay más cuico, aquí tú podí ver personas, así, que andan pa' toos laos. P’allá no, po. - El sector El Llano, ponte tú. - Claro, po, del Llano Subercaseaux, pa' ese lao, p’allá".

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Si los "cuicos" de San Miguel se encuentran al otro lado de la Gran Avenida, las diferenciaciones no se limitan a eso. "Justo en la esquina hay unos blocks, ahí los locos, ¿sabís lo que hacen? - ¿Pal lao de La Victoria? - Antes de La Victoria. - Ahí no hay locos que hacen hiphop, allá puro juegan a la pelota... - ¿Para el lado de Franklin hay algunos grupos? - Sí, igual, Leguayork, pero son terrible fome, hay como un hiphop más callejero, más callejero, el de La Legua, al máximo. Nosotros no nos creímos tan así". Su espacio, pues, desde el punto de vista de estos jóvenes entrevistados, estaría en un nivel social medio, entre los cuicos y los de La Victoria y La Legua. Preguntados por características del sector, enfatizan: "Es tranquilo, es tranquilísimo. Pa otros laos, ¡chí! Aquí podí estar tranquilo sentao como podimos estar sentao ahora. En otros lugares no, po, no podí estar con esa cámara así, o con un reloj, no, po. En otro lao al tiro, si igual quedai sonao. Aquí mismo en La Legua, más allá, la Plaza Mozart, igual, diferente el ambiente. Aquí la adolescencia no está en esa volá. - Sí, po, depende de cómo se crían. - Sí, po, ya están sentenciao". Impresiona el modo en que estos jóvenes relacionan la pertenencia a un lugar determinado con un comportamiento dado, relación en la cual involucran crianza y medioambiente con una cierta imagen / idea de destino o futuro que pareciera imposible modificar. Un grupo de jóvenes, instalados en otra plaza de la comuna, expresan que "aquí nunca se han armado peleas. - Cuando vienen de fuera sí, po. Cuando viene de afuera a pintarnos el mono ponemos fianza. - ¿Pero de qué lugares viene la gente? - Es que tú cachai que aquí son puras poblaciones. Allá está La Legua y aquí está La Victoria. - Igual vienen locos de La Legua..., pero los locos son piola. De repente llegan, pintan los monos y ahí su pelea. - ¿Y los 'pacos'? - Los pacos nos conocen, ellos pasan no más... - Los pacos nos conocen, saludan. - Sí, porque ya somos terrible de piola acá, no molestamos a nadie, nadie se pone a gritar, ni nada, no hay distorsión ni desorden... - En esta plaza, ¿les interesaría que hubiera alguna actividad como regular, que hicieran eventos? - Tocatas, sí. - Sí, sería entretenido, se llenaría. - ¿Se daría la onda para eso? - Sí, se daría, aquí hay cualquier estilo. - Pero aquí yo creo que por lo mismo no hacen, por los vecinos, en ese sentido no le gusta. - Son medios pitucos, y que hay mucha bulla. - Ahí alegan, los de los departamentos son los que más alegan. - Sí, cacha que alegaron por el Condorito de ahí que le da un aspecto de picardía al barrio y querían sacarlo de aquí".

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De nuevo aquí se resaltan las diferencias, aunque los "locos de La Legua" pueden ser "piola", esto es, aceptables, mientras no entren en peleas. Igualmente, se reconoce la calidad de "pitucos" de los vecinos, cuestión que impide un carrete que pase de ciertos límites. En el mapa comunal se destaca un barrio con historia, el Llano Subercaseaux, cuyos espacios abiertos al público, sin embargo, parecen ser ocupados en menor medida. Entre El Llano y las escaleras del metro cercano, éstas tendrían preferencia, al menos para algunas/os jóvenes en tránsito. Las y los escolares, de diversos establecimientos de la comuna, conforman grupos tanto localizados como en tránsito. Las diferencias entre los colegios y sus alumnas/os también se hacen notar. Para un grupo de estudiantes de enseñanza media, que concurren a dos plazas en sus horas libres, las distinciones son, por ejemplo: "Hace como dos años, era terrible de punk, con mohicano y la parafernalia, y la patraña de punk cuma que toma en las plazas, pero con los años vas evolucionando. - ¿Qué edad tienes? - Diecisiete, y sigo siendo punk pero de corazón, ya cambié la vestimenta y todo, también escucho ska. - ¿Qué es ser alternativo? - Escuchar música que no todo el mundo las cacha. - Por ejemplo, mira, siempre está el trash, el metal y el punk, lo alternativo es como Smashing Pumpkins, pero es lo más conocido... hay cosas más alternativas. - Hay que escuchar Temple of the Dog. - Yo era brit, después me puse lana y después me puse alternativa. - Yo siempre escucho punk rock, siempre es como un pensamiento distinto a los demás... ". Las diferencias, en este caso como en otros en que las o los jóvenes se expresan de manera similar, parecieran estar marcadas sobre todo por modas musicales, excepto, quizás, en lo que dice relación con el punk, puesto que el joven dice serlo "de corazón", más allá de la ropa. Estas/os jóvenes compañeras/os de colegio, residen en diversas comunas de la ciudad y, además de reunirse en las plazas, se juntan en sus casas, en pubs y discotecas, e incluso han ido a veranear en grupo, con otros amigos más. Como actividades extra escolares, señalan: "Preuniversitario. - Antes de cuarto que es el Pre, yo hago hockey. - Yo hacía skate. - Hockey. - Yo hago cine. - Guitarra y hockey. - En el verano estudié trompeta, pero no tengo plata para pagar y tengo muy poco tiempo. - En todo caso, si me preguntas por el colegio, tiene caleta de talleres: artesanía, música, teatro, cine, matemática, inglés... ". No ha sido necesario, en este caso, que los mismos jóvenes expliciten sus diferencias con otros: se les puede reconocer como pertenecientes

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a un nivel social medio pero, en el contexto de los otros grupos de la comuna, como bastante más acomodados. El colegio al que asisten ha sido considerado como uno de los mejores de San Miguel. Por último, la comuna de Cerro Navia ha aparecido en la observación como la más ocupada en cuanto a sus espacios públicos. Esquinas, calles, plazas, parques y sitios eriazos reciben la visita de los habitantes, de diferentes edades y géneros (aunque sigue siendo mayoritaria la ocupación masculina). La comuna tiene algunas marcas distintivas; entre ellas, una historia de lucha y de organización poblacional, de gestión autónoma, que implica ciertas prácticas específicas. Para algunos jóvenes de la zona nororiente de Cerro Navia, esa parte de la comuna tiene una historia relevante. "Cuentan de un pasado de lugar 'sangriento', en donde era común que se peleara a cuchilladas, que aparte de haberla hecho ellos, 'la vimos desde chicos', era peligrosa, que sus padres contaban historias de horror que ocurrieron en el lugar, sobre todo muertes por asaltos y riñas, que 'pura juventud' hizo la plaza... ". "Nos narran cómo ellos vivieron la represión, de cómo allanaban las poblaciones... 'esta población es terrible funá'... aquí hay cualquier cabro con conciencia social". Además, "aquí hay cualquier músico, todos saben tocar charango, quena, zampoña". Entre ellos, "existe una tremenda identificación con la comuna, una suerte de orgullo por el rol de resistencia que cumplió la población ante la dictadura. Ello significó construir una experiencia común muy fuerte... Es a partir de esos hechos que dan sentido a su espacio". Un aire a los '80 parece hacerse sentir, en un lugar donde todavía se habla de muralistas, de folkloristas, entre los jóvenes. Enumerando los espacios públicos que las y los jóvenes utilizan, un funcionario municipal expresa que, en general, son escasos los problemas de pandillas en tales espacios: "el sector en que más hay pandillas es en Las Viñitas y la Población Sara Gajardo 85. Son sectores por el lado del parque, pero los problemas están por dentro... - ¿Quiénes frecuentan estos lugares [públicos]? - Hay de todo, pololos, grupos, familias. - ¿Sabes si se distribuyen por estilos? - Son más mezclas, los hiphop, son algunas canchas específicas, que tienen estructuras de metal, que ellos las usan para hacer skate. Punk quizás hay, pero no se ven. Pero ellos no son tan marcados 85 O Villa Carrascal Poniente.

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en general, no hay rollos con la gente que sigue estilos musicales como punk, thrash y eso. Aquí hemos hecho recitales donde se ha mezclado de todo, coexisten. No se ven peleas porque uno tiene un estilo y otro no". Para otro funcionario, que vivió gran parte de su infancia en Cerro Navia y actualmente reside en la misma comuna, las cosas son algo más complejas. Él recuerda: "la crisis de los '80, ... las protestas, cómo la juventud se organizaba, la juventud un poco mayor que yo, que se organizaba para crear frentes de acción de lucha..., procesos que son importantes con respecto al tema juvenil". Hoy día, opina, "hay un sistema represivo que amedrenta mucho a los jóvenes y genera división. Por ejemplo, hay jóvenes que estudian, son mucho más caseros, se vuelven como una parte elitista, salen hacia el centro, ¿cachai? Y los que están trabajando, salen a tomar a una esquina porque necesitan compartir con más personas. Y los que tienen ya deserción escolar, que se crean como vándalos, delincuentes. - ¿Se dan esas estratificaciones? - Sí, hay muchos segmentos, y hay sobre todo con respecto a diferentes tendencias. Por ejemplo, están los hippies, los hiphop, los hiphop sound, la gente que trabaja normal, que son jóvenes, los rockeros. Entonces hay como varios segmentos en el tema. - Entre ellos, ¿cómo se llevan? - Es que es relativo. Se pelean más los hiphop sound, que se visten como los hiphop pero escuchan música sound, entonces ellos tienen como más rivalidades, son como más pandilleros, porque hemos hecho encuentros aquí con hiphop..., no tienen ningún rollo, se juntan, conversan, son como un club grande, ¿cachai?, entonces lo único que su entretención es el baile. Otros son sanos también, no toman, no beben, no fuman, es otra cosa. En sí los más problemáticos son los hiphop sound. Ellos son los más problemáticos, de andar con mochas, pandillas, con revólveres, con pistolas hechizas. - ¿Y hay cabros y cabras, o no? - Sí, las mujeres son parejas de los líderes de las bandas.. si estai con el más fuerte, soi como más importante... Y las mujeres también son violentas, ¿cachai? Por ejemplo, yo como joven comparto con mis amigos en el parque y veo como las chiquillas se agreden, son más violentas...". Pareciera establecerse una diferencia entre parques y pasajes: "Por ejemplo, una plaza que sea amplia, la ocupan los cabros, y las ocupan de forma mucho más relajada, y otros que se juntan para compartir un copetín. Y los drogos, que son los pastabaseros, que están metidos en los sectores de adentro, en calles, pasajes, por el mismo hecho de que se les hace más factible salir corriendo, arrancar a una casa, por eso buscan los lugares más encerrados, más fáciles de escabullirse. - ¿Establecen ellos sus límites, se reúnen en un pasaje más oscuro, más cerrado, y ahí a lo mejor no se meten con otros jóvenes? - Es que están como destinados, si tú vai ahí, te juntai con ellos y fumai pasta base... entonces hay como lugares como bien

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acreditados por los jóvenes acá que dónde tú te juntí, por ejemplo, si vas para la calle de los pastabaseros, tú soi de ahí y fumai pasta base. Por eso te digo, la relación parque versus pasaje. En el parque está la gente como más relajá, más buena onda. Es como una zona franca, hay grupos diferentes, en diferentes bancas, pero conversan en su mundo, cada uno en su mundo". De cierto modo, en esta parte del discurso del joven funcionario podría apreciarse una percepción semejante a la que se encontró en algunos jóvenes de San Miguel, que establecían una relación entre lugares específicos y actividades. Aunque en la opinión del funcionario el estar "destinado" hace mención - creo - a una asignación de actividad y actitud (fumar pasta base versus estar más relajado, ser buena onda), resulta interesante esta noción que ata un (tipo de) espacio con una actividad determinada. Y, en fin, el funcionario vuelve a mencionar a "otros que han desertado de todo tipo de sistema escolar, de trabajo, y no tienen otras perspectivas, se juntan más cotidianamente, en los árboles, en un lugar de sombra, que no los queme mucho en este período de sol. Ya más en invierno sacan sus paraguas, están más en la esquina". Un concejal de la comuna plantea otra distinción importante. Reconoce la existencia de "una gran cantidad de clubes deportivos, y también de organizaciones culturales. Un movimiento cultural como el hiphop es súper fuerte en Cerro Navia, y ocupan en buena forma los espacios, pero eso no significa que no tengan crisis o dificultades con otras instituciones o con grupos que son de adultos, como las juntas de vecinos, o centros de madres; ahí igual hay crisis. - ¿En qué consisten esas crisis? - Principalmente, en cómo ellos ocupan esos espacios. O sea, más allá de jugar fútbol o hacer campeonatos, eso termina a muy altas horas de la noche, con consumo de alcohol, o en el caso de la gente que hace hiphop, con la música muy fuerte, con graffitis... donde muchas veces la solución es carabineros... Y hay una gran cantidad de jóvenes que no tiene espacio, nada, y ahí también se producen crisis familiares, o con estas organizaciones de adultos... Éste es un problema grave de espacio... y que yo creo es la representación máxima de la situación catastrófica que vivimos. Lo otro también es que aunque los jóvenes utilicen el espacio, tienen grandes dificultades con las otras organizaciones de adultos... Lo que ellos hacen no tiene relación con lo que hace un centro de madres, o con un grupo de adulto mayor, porque, por ejemplo, va a haber ingesta de alcohol, y eso es súper mal visto por los adultos, y eso también genera conflicto, porque muchos de esos espacios son administrados por estas

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organizaciones. No se los prestan a los jóvenes... porque son desordenados, desde la visión de los adultos... Esto también tiene que ver con el hacinamiento... aumentó la densidad poblacional..., y eso se traduce en que los jóvenes tengan una pelea continua con los adultos. Antes no se notaba, porque había espacios más grandes, los jóvenes tenían sus canchas de fútbol, ahora los viejos pelean con los jóvenes por la cancha... Hay una incomprensión total por parte del mundo de los adultos hacia los jóvenes". La percepción de estos entrevistados evidencia, pues, la cantidad de problemas que existirían en esta comuna respecto del tema de los espacios públicos y la ocupación juvenil de ellos. No sólo encontramos, en sus palabras, las diferenciaciones de lugares como parques y pasajes en términos de tipos de actividades y tipos de jóvenes, sino, además, distinciones debidas a ocupaciones como el estudio, el trabajo, el ocio / la desocupación y la cesantía, que estarían marcando la formación incipiente de estratificaciones donde la élite estaría conformada por los estudiantes. Por otro lado, la discriminación de los adultos hacia los/las jóvenes, por conductas e intereses divergentes, ocasiona crisis que los separan todavía más. Se han destacado aún otras diferencias en Cerro Navia, entre sectores dentro de la comuna. Un joven del sector nororiente relata que "participó en un campeonato de baby-fútbol en la Población Intendente Saavedra, donde el equipo del que él participa salió ganador... mas ello no le gustó a la concurrencia local, por lo cual sacaron una escopeta y les dispararon... 'fueron locos de aquí mismo que son picao a choro, y al tiro se fueron a atacar a los locos de afuera". Según él, sin embargo, "son unos pocos, la mayoría no es así". Entonces, los choros se vuelven a distinguir de los demás jóvenes, entre cuyas costumbres no estaría el uso de las armas como método de resolución de conflictos. Ése y otros jóvenes amigos, residentes de la zona nororiente - un sector antiguo de la comuna -, dicen respecto de sectores más nuevos, por ejemplo: "Cuando veo Las Viñitas 86, me imagino las favelas de Brasil, allá es otro mundo. Igual que en la Colo 87, es loca esa población, yo de repente me he cagado de miedo ahí. Le dicen la Legua Chica; los pacos no se meten para allá, cuando se meten, se tienen que meter varios furgones". Estos

86 Población ubicada hacia el sur poniente de la comuna. 87 Se trata de la recién mencionada Población Intendente Saavedra, denominada la Colo por los lugareños por la conocida afición de muchos de sus pobladores al club deportivo Colo-Colo.

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jóvenes, a quienes se abordó mientras andaban en bicicleta, han contado que "en general andaban por todos lados, pero manteniendo el casco antiguo de la comuna; para los sectores 'más nuevos' (sector que comprende desde Huelén hacia la costa) no van". Nótese, a propósito, la disparidad de opinión de los jóvenes con el primer funcionario municipal citado, para quien tanto Las Viñitas como la Sara Gajardo son sectores donde se destaca el problema de pandillas. Desde su rol, él incluye a ambos lugares de Cerro Navia en una misma categoría; en cambio, desde la mirada interna la apreciación es harto diferente. Como en las otras comunas, los espacios públicos de Cerro Navia suelen ser ocupados por jóvenes que viven en los alrededores. Así, el Parque Mapocho es ocupado sobre todo por jóvenes de la Villa Carrascal 88. Según un joven guardia del lugar, una labor "que él debe cumplir es velar porque no se realicen destrozos en el parque, lo cual no le resulta difícil con los ocupantes cotidianos, pero sí con los que vienen de paso... de la comuna de Renca, que queda en la dirección norte cruzando el río". De nuevo en este caso, quizás debería recordarse la centenaria costumbre santiaguina de peleas entre niños y jóvenes habitantes de las dos riberas del río Mapocho, en una rivalidad que podría considerarse antecedente de la actual en este sector urbano. No obstante las percepciones más arriba mencionadas sobre lo que ocurre con las y los jóvenes de Cerro Navia y los espacios públicos, también hay que destacar que la situación no es puramente negativa. Han reconocido, junto con las y los jóvenes entrevistados, espacios de recreación y deporte que son "tranquilos", y cuyas características parecieran ser similares a los de las otras dos comunas: sentimientos de pertenencia; seguridad, puesto que "todos te conocen"; gestión y organización juveniles en pro de la consecución de ciertas mejoras; reclamos de los vecinos por bullicio hasta muy tarde; llegada - esporádica - de personas de otros sectores con quienes se producen algunos problemas.

88 Se hace notar un detalle de denominación que suele ser importante para los santiaguinos: la "población" se considera como de un nivel social inferior que la "villa", lo que a veces se concretiza en que las personas destacan expresamente su residencia en una villa y no en una población.

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Por último, y volviendo al discurso funcionario, los encargados de un centro juvenil de Cerro Navia expresan: "Acá se ve como los cabros no tienen ningún incentivo, o sea, solamente pararse en una esquina y ver lo que ofertan por la televisión, o sea: el copete, la cerveza, el trago, el pisco. Entonces, no les queda otra alternativa, más todo lo negativo que expresa de ellos la televisión: jóvenes detenidos no sé por qué cosa... Entonces, siempre hay un tema de negatividad... Los medios han generado divisiones; por ejemplo, hay gente que está en la dura, que quiere cambiar esto, pero hay otros que están en el sistema, les conviene tener las zapatillas Nike, les gusta tener buenas ropas, porque el sistema lo ha impuesto". Lo que estos funcionarios hacen notar es aplicable a jóvenes que viven en la ciudad, no sólo de Cerro Navia. Su desencanto, su visión negativa de las cosas, de la influencia de los medios de comunicación, del consumismo, son parte de la realidad de vida de las y los habitantes de Santiago. Pero, como se ha podido apreciar en el transcurso de este estudio, la diversidad juvenil implica que, además de aquello - desesperanzador - "hay gente que está en la dura, que quiere cambiar".

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6.6 Conclusiones En el complejo entramado de la vida juvenil, para algunas/os jóvenes de las comunas de Santiago, San Miguel y Cerro Navia una parte importante es constituida por actividades outdoors. Parques, plazas, calles, veredas, sitios eriazos, portales, escaleras, lugares autorizados y no autorizados, reciben a estas/os jóvenes. De preferencia ubicados a una distancia relativamente próxima del lugar de residencia, estos espacios en general no están ni construidos ni abiertos a la ocupación puramente juvenil. En especial es esto notorio en el control que se ejerce sobre las prácticas y los/las jóvenes desde el mundo adulto, representado mayormente por vecinas/os y autoridades policiales (o similares). Desde la perspectiva de la ocupación de tales espacios, las y los jóvenes pueden ser divididos entre quienes sí los utilizan frecuentemente y quienes son caseras (las más) y caseros, que esporádica o raramente acuden a ellos. La frecuencia dependerá de diversos factores: ocupaciones principales, situación familiar, práctica de deportes, pololeo. La práctica que parece atraer mayor cantidad de jóvenes a estos espacios es el carrete, suma de actividades recreacionales a las que puede sumarse, en ciertos casos, una intención de aprendizaje entre pares. Si se dispone de dinero, se podrá salir a carretear a locales pagados, discos y pubs relativamente cercanos o alejados (el barrio Bellavista sigue siendo el lugar más nombrado). Después, habría que contar la práctica de deportes-juegos-música-baile, que suelen influir en los desplazamientos juveniles por la ciudad. La escasez de infraestructura apropiada para la realización de deportes como el ciclismo/biking 89 y el skating hace necesaria esa movilidad. El fútbol, deporte tradicional, se practica en todas partes, pero incide en el traslado en el caso de los campeonatos entre comunas y de partidos de los clubes preferidos. Asimismo, el interés por asistir a y tocar en recitales y tocatas de las expresiones musicales favoritas lleva al movimiento por la urbe. En estos casos, se hace notoria la influencia de la difusión contemporánea de elementos culturales extranjeros. La globalización, que llega principalmente vía medios de comunicación masiva - televisión, más que nada -, pero también por experiencia personal directa (como el contacto con jóvenes de otras partes del mundo o 89 Nótese que un biker es, en el idioma original, un miembro de una pandilla motociclista.

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residencia en otras partes), se refleja en conocimientos y gustos musicales, en la orientación hacia movimientos como el punk y el hiphop, y en el uso de términos ingleses que, hasta cierta medida, han venido a reemplazar a los españoles. Algunas prácticas de origen brasileño, además, completan estas expresiones locales. Pero también parecen subsistir en las actuales prácticas juveniles algunos resabios de la historia de la ciudad, como por ejemplo, en la distancia entre las y los jóvenes ocupantes de las plazas Brasil y Yungay, del centro de Santiago, que se ha manifestado, antes y ahora, en rivalidades que llegan a ciertos grados de violencia. Igualmente, vestigios de la historia más reciente de luchas políticas en algunos sectores de Cerro Navia parecen permanecer en percepciones de identidad y pertenencia. Siendo la comuna de Santiago un lugar de mucho tránsito, la identidad comunal parece desglosarse en múltiples identidades barriales; en cambio, en San Miguel y Cerro Navia parece existir - junto con aquella identidad más localizada - una adscripción de pertenencia comunal. Por otra parte, las y los jóvenes que encontramos haciendo uso de los así denominados espacios públicos establecen una cantidad de distinciones, que emplean para diferenciarse del resto y para ubicarse en una compleja jerarquía social. Estas discriminaciones se basan en la práctica de ciertas actividades, en la pertenencia a ciertos grupos, en el origen nacional e incluso en el lugar de residencia, y se expresan con términos como: "cuicos" y "pitucos" - para los que son considerados hacia arriba en la escala social (o para quienes creen estar más arriba) - y "flaites" para los que son considerados más abajo. El término "choro", o "chorizo", suele aplicarse a personas y/o grupos que tienen ciertas prácticas específicas como robo, porte y uso de armas. Dentro de la población juvenil, por otra parte, parece haber una percepción de los espacios públicos como espacios de libertad y tranquilidad. Pese a la vigilancia y control de que son objeto, pese a las críticas de vecinas y vecinos 90, estos espacios que ocupan son sentidos como adecuados para desprenderse de las múltiples tensiones que la vida les impone. Más que conductas de resistencia, quizás habría que pensar en muchas de las prácticas juveniles como parte de la adaptación a la vida citadina, en una etapa particular de la existencia. 90 Y a pesar del temor que algunos dicen experimentar en algunos lugares y a propósito de algunas categorías y personas.

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7. SÍNTESIS ANALÍTICA DE LOS RESULTADOS: EN TORNO A LAS DEMANDAS JUVENILES. Respecto de los resultados, se ha transitado por la descripción y análisis de aquellos lugares y prácticas que marcan una cierta especificidad juvenil, se ha ahondado en la comprensión de las representaciones sociales que guían la experiencia juvenil en la ciudad y se ha abordado con detalle los usos y prácticas juveniles y los significados allí asociados. A partir de tales elementos parece útil ensayar una síntesis que observe el material recopilado desde un punto que aun no ha sido tratado cabalmente, y que se refiere a las demandas juveniles respecto de la ciudad y sus espacios públicos. En seguida se presentan aquellos aspectos más relevantes que han sido identificados en esta segunda lectura. Éstos han sido ordenados de acuerdo a la distinción que ha organizado este estudio, vale decir, cruzando la procedencia socioeconómica y el sexo de los individuos contactados, de esta manera, se distinguirá la palabra de las jóvenes populares/medias y de los jóvenes populares/medios. Al final del capítulo se incluye además, una reflexión que busca integrar las distintas visiones planteadas por estos/as jóvenes. 7.1 Mujeres Populares La principal necesidad que plantean las jóvenes populares es la necesidad de tiempo: La gente corre, el día pasa rápido, no tienes tiempo para pensar en ti... pensai en tus labores y se te va la vida en eso. en cambio en otros lados tenís tiempo para ir y sabí que tenís que caminar, tomai micro. Esta necesidad es importante porque se traduce, en una baja calidad de las relaciones interpersonales, ya que sin el tiempo suficiente, es imposible brindar a otro/a aquellos elementos que hacen saludable una relación. ...porque al final las relaciones personales que uno va estableciendo con la gente no son muy buenas...

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En este sentido, se puede decir que la necesidad de tiempo es una necesidad por estar con otro/a y generar las condiciones para que ello pueda efectuarse, si no de manera óptima, al menos aceptable. El tiempo es rescatado aquí entonces, en tanto recurso para la sociabilidad. En segundo lugar, para estas hablantes Santiago es una ciudad que puede proporcionar todos aquellos recursos o servicios requeridos para la satisfacción de las necesidades de sus habitantes. Todos menos aquellos que proporcionan tranquilidad. Yo creo que el mayor beneficio que tiene [la ciudad de Santiago] es que se puede obtener de todo lo que se necesite pero quizá menos tranquilidad Este punto está muy conectado con el anterior, pues como lo recuerda la propia palabra “tranquilidad” (derivada de tranquilo, que a su vez significa “persona que se toma las cosas con tiempo, sin nerviosismos ni agobios, y que no se preocupa por quedar bien o mal ante la opinión de los demás”91), se trata de otra perspectiva para abordar el tema del tiempo y su especificidad radica más bien en que se trata del tiempo puesto en relación con el sí mismo; tiempo para uno/a lejos de las exigencias del resto. No resulta entonces forzado decir que la demanda juvenil (en relación a los espacios públicos) es por satisfacer su necesidad de tiempo para los otros y tiempo para sí mismos. En tercer lugar, y ahora desde un punto de vista que observa más claramente a la ciudad en su totalidad, se plantea la necesidad de acceso a la educación, pero entendiendo que esa accesibilidad no viene dada por la ubicación espacial que se tenga en la ciudad, sino que por una disposición o voluntad de la autoridad, pues el acceso cae en su ámbito de competencia. Esta necesidad podría ser incluida en un marco más amplio relacionado con la aspiración juvenil a más cultura; más cultura tanto en lo referido a la cantidad y las oportunidades para acceder a ella, como en los contenidos, que se busca sean de calidad creciente.

91 RAE, 2000.

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La educación se vuelve importante, porque existe una especie de clima generalizado en el cual la aspiración fundamental es a “ser más” y dentro de ella, la dimensión cultural es central, pues no se aspira a ser más “materialmente” (lo que en realidad correspondería a tener más), sino al cultivo propio, a la necesidad de sentirse orgulloso/a de sí: ...porque es como un orgullo tener conocimiento sobre cosas, pero eso no existe en los niveles bajos... Porque sin educación uno no es nada Nuevamente, se trata de una necesidad que tiene que ver con la realización del sí mismo. De todas formas y como se ha planteado en otras partes de este informe, la expectativa de ingresar a la educación superior, a la universidad específicamente, se encontraría completamente generalizada entre los/las jóvenes: Ahora, a pesar de que es difícil pagar la universidad, igual ya los cabros que salen del liceo tienen expectativas de ingresar a la universidad independiente de que tengan plata o no En la misma línea, se esperaría que Santiago ofreciera mayores oportunidades de capacitación (es decir, “educación útil”), pero no se tiene mucha confianza en ello. Dicho de otra forma, la educación es vista como una posibilidad, pero no como una promesa, vale decir, se le relativiza en cuanto oportunidad de movilidad social. Esta última es sólo posible con ciertos niveles de equidad, pues de otra forma la expectativa de educación generalizada entre los/las jóvenes no es posible de realizarse: el tema de la equidad es fundamental en las aspiraciones de las jóvenes populares. En este sentido, el “juego de las expectativas”, describible como la tensión entre lo que socialmente se establece como “deseable”, como “objetivos” a conseguir, y las oportunidades y recursos que proporciona y distribuye la sociedad para ello, se traduciría en una tensión entre las “condiciones objetivas” que presenta la

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ciudad de Santiago (en realidad, la sociedad chilena) y su “inercia” o tendencia a la reproducción, y la “disposición subjetiva” o voluntad y su orientación al cambio y la transformación. En cuarto lugar, de manera un tanto residual en la conversación de las jóvenes, se plantea que Santiago, en tanto ciudad, necesita de mayor libertad, libertad para expresar, libertad para hacer cosas distintas a las que tradicionalmente se ha hecho; aspecto que en su explicitación resulta específico, pero que se encuentra en completa relación con los anteriormente planteados en relación al tiempo para sí y el tiempo para otros: la posibilidad de innovar (forma en que puede ser traducida en este contexto la idea de libertad), refiere a la posibilidad de innovar en las formas de exposición del sí-mismo-frente-a-los-otros y en las formas y contenidos del hacer con-otros. Ahora bien, entre las condiciones de posibilidad para que lo anterior se cumpla no está ausente la necesidad de enfrentar la delincuencia. Finalmente, resulta interesante constatar que la conversación se termina con una visión pesimista del futuro, con una desconfianza respecto de la satisfacción de sus demandas. 7.2 Mujeres Medias En directa relación con el tema de los espacios públicos, en la conversación de las jóvenes de clase media aparece una idea que gira en torno a la cualificación específica de dichos espacios en la ciudad de Santiago: Yo lo que echo de menos es todavía como más actividad en espacios públicos tipo teatro al aire libre, cosas como las que se hacen los domingos detrás del Forestal, del Bellas Artes pero que se hicieran... que la gente se tomara más los espacios y que no hubiera que pedir permiso para eso y que no llegaran los pacos y te echaran porque no está permitido, porque hacen bulla, que si los grupos de música quisieran tocar... que tocaran en la calle, que eso estuviera permitido, que no sé... Yo encuentro... también siento que está muy policíaco Santiago, está muy lleno... todo el tema de la delincuencia y la seguridad ciudadana y hay demasiado paco

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Esta apreciación, que sin duda tiene múltiples dimensiones, es posible de ser analizada en relación a cuatro temas específicos en torno a los cuales gira la conversación. En primer lugar y en el espacio un tanto ambiguo que hay entre la necesidad y la aspiración, se presenta la falta de actividad en los espacios públicos como un aspecto que es necesario modificar en el panorama habitual de la ciudad de Santiago. En segundo lugar, la disposición de la gente a apropiarse de esos espacios es un cambio que a nivel conductual debiera producirse. En tercer lugar, la postura de la autoridad frente al tema es algo que también debiera transformarse, ya que se trata de un factor decisivo para el funcionamiento práctico de cualquier otro, cuya manifestación actual –y aquí radica el cuarto punto-, es el control; la definición de las posibilidades de uso se efectúa de acuerdo a los criterios evaluativos de la policía. No obstante estos aspectos tener importante presencia en la conversación de estas jóvenes y encontrarse vinculados de manera explícita a la temática de espacios públicos, es preciso mencionar que el tópico fundamental en torno al cual se construye la demanda juvenil por espacios públicos, en este caso, tiene que ver con una modificación a nivel de la subjetividad de sus habitantes: A mí me gustaría eso, me gustaría un Santiago más pluralista en eso, más abierto, más cariñoso... Yo le pediría a Santiago, no sé, más que tolerancia, más que respeto, aceptación que es una cuestión mucho más personal como de cada tipo que se encuentra en el minuto de aceptar a las personas y no solamente de tolerar que es muy distinto, como ya así “cruza la calle” y ya cruzo la calle sino que como de ponerse en el lugar del otro Se trata, no de la modificación de las características específicas de la ciudad o de los principios de los que ellas emanan, sino que de las disposiciones individuales existentes hacia ella y hacia los otros que se dan en su marco. La ciudad es vista aquí como el conjunto de relaciones que se da entre sus habitantes, en su dimensión de civitas.

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...Santiago no te llama a la diversidad, a la pluralidad, al compartir, o sea, es como igual pesimista la invitación que te puede hacer Santiago... Para las jóvenes de clase media consultadas, la necesidad fundamental es que la ciudad de Santiago cambie, se modifique, ya que las condiciones de vida que en ella existen en la actualidad son perjudiciales; podría decirse que hasta casi autodestructivas... de otra forma, lo que queda es marcharse. 7.3 Hombres Populares Quizá si la primera demanda detectada por estos jóvenes corresponde a aquella referida a que los jóvenes se tomen la palabra y se hagan cargo de sus expectativas, superando una especie de “oportunismo” que condiciona o hace que se opte, la mayoría de las veces, por lo que se encuentra más a mano, limitando anticipadamente los espacios de acción y decisión autónomos: Yo pienso que los jóvenes en este momento no toman decisiones, la oportunidad que se les presenta la toman solamente, no tienen como la personalidad como para decir “yo quiero esto”, cachai, lo que se les viene lo toman, por eso creo que no tenemos personalidad, creo que eso nos falta. A muchos les falta personalidad para elegir lo que uno quiere, siempre nos dejamos incentivar por las cosas fáciles, nunca tomamos algo en serio... Dicho “oportunismo” condiciona la acción cotidiana de manera que esta queda reducida a un puro presente, desligándole de su dimensión proyectiva y de futuro. El punto no deja de ser interesante puesto que está en sintonía con aquellas caracterizaciones que describen el accionar de individuos de estrato popular o del mundo popular como cruzado por una lógica de supervivencia, de acuerdo a la cual deben desarrollar estrategias para enfrentar una actualidad siempre contingente, desde la escasez de recursos. Este oportunismo sería una disposición incorporada no como un aprendizaje específico para abordar determinado tipo de situaciones, sino como un marco general para conducirse en lo cotidiano.

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En esta dirección, recogiendo una nomenclatura actual en la teoría social, podría plantearse que una aspiración fundamental para estos jóvenes es a individualizarse o, en sus propias palabras, personalizarse: Por eso más que nada, hay que atreverse, personalizarse, ¿me entedís? Cada uno es diferente y tiene cosas diferentes, entonces más opciones, más carreras, más colegios, más opciones de todo. Vale decir, incorporar una dimensión “proyectual” (y, por tanto, de realización personal) al accionar espontáneo; cuestión que es posible a partir de una reevaluación que entrega resultados optimistas acerca de los recursos de que se dispone. Sin embargo, y tal vez como un requisito previo para lo anterior, se señala la necesidad de igualdad; necesidad de igualdad que, desde otro registro, podría llamarse necesidad de democratización social, ya que se trata de igualar las oportunidades de acceso a bienes y servicios existentes, como un “indicador” de democracia verdadera. Hablan de una democracia, de igualdad para todos, pero no hay igualdad para todos, aunque se quiera... En este sentido, cabe destacar el certero diagnóstico de la realidad que se efectúa: la individuación (“personalización”) requiere de ciertos recursos (materiales y culturales, por ejemplo) que se encuentran desigualmente distribuidos en la sociedad, por lo que su redistribución de forma más equitativa, es casi una pre-condición. Finalmente, y desde un plano de observación más restringido, se plantea la aspiración de estos jóvenes a que no desaparezcan expresiones de diversidad e identidad tales como vendedoras de sopaipillas o mote con huesillo: ...a eso es a lo que voy yo, a que hay que rescatar los valores y Santiago sería más bonito, aunque suene estúpido (...) porque de aquí a 10 años más vamos a echar de menos los sánguches de potito, porque se los va a comer el Mc donald, vai a echar de menos a la viejita que vende sopaipillas afuera de tu colegio, porque se la va a comer el Burger Inn, cachai... y lo vai a echar de menos.

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7.4 Hombres Medios El primer aspecto destacable en cuanto a la o las demandas de estos jóvenes relacionadas con los espacios públicos es que, dada la irrupción en los espacios de aquella gente “que le gusta ir gratis a todas partes”92, plantean la necesidad de regularizar el acceso a ellos. ...yo personalmente, no iría porque el ambiente no es como para disfrutar con la familia y aparte de como es gratis se llena de gente que le gusta ir gratis a todas partes... ese es un problema y no hay regularización de las personas que entran, que ese es un problema... La ciudad y sus espacios públicos, dada su heterogeneidad amenazante, deben ser regulados por la autoridad, de manera que se minimice el potencial de riesgo que puede aparecer en cualquier parte, en cualquier momento. En segundo lugar, estos jóvenes destacan el carácter centralizado de la ciudad que determina que los desplazamientos en ella sean bastante largos, lo que genera la necesidad de acortarlos, de disminuir la demora en los desplazamientos. Yo creo que el problema grave que hay es que uno se demora mucho de una parte a otra (...) No sé, quizás la ciudad es muy amplia. Yo sé de ciudades que son más chicas, que tienen menos problemas de tráfico o es mejor la locomoción pública... no sé, pero creo que eso es un gran problema. El problema, aun teniendo gran parte de su peso puesto en la pérdida de tiempo que generan los desplazamientos, también remite (y quizá en mayor medida) al gasto o desgaste que a nivel personal significa: genera cansancio, agobio, etc. Algo parecido sucede con las exigencias que reportan los estudios, respecto de las que cuesta “liberarse” (en las vacaciones) y que también generan cansancio y dan preocupaciones. 92 Eufemismo para referirse a lo que en la jerga juvenil se denomina “flaites” y, en otras jergas un poco anteriores, “cumas”.

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Era una cuestión impresionante porque, pucha, decía ‘me dieron tres meses de vacaciones, me quedan veinte días y todavía no me siento descansado’... Para hacer frente a una ciudad donde los desplazamientos resultan bastante agotadores, donde por ejemplo hay altas exigencias en los estudios, se presenta claramente la necesidad de relajo y tranquilidad, de descanso. En tercer lugar, de importancia menor pero ilustrativo en cuanto a lo estereotipado del discurso de los hablantes, se menciona la escasez del “verde”, la escasez de espacios naturales y la lejanía a la naturaleza que hay en la ciudad. Ahora bien, retomando la idea planteada en el capítulo referido a representaciones sociales, conviene decir que en relación a la demanda de alternativas de entretención y tiempo libre, se encuentra una apreciación según la cual lo que se necesita para satisfacerla no es necesariamente algo que no tenga “oferta objetiva”, sino que puede haber (y los hay) problemas de los propios individuos para acceder a ella, como por ejemplo, falta de motivación, escaso interés por la exploración. Uno no los busca. Si uno se da una vuelta, de repente, por el centro hay... no sé... Cafés... Hay museos, café... hay un montón de cosas, hay alternativas, hay cosas que uno puede hacer para pasarlo bien pero uno no las aprovecha; está el cerro... no sé po’. Se podría decir en síntesis, entonces, que las necesidades, expectativas y aspiraciones de los jóvenes de clase media están situadas en el ámbito de lo práctico, de lo útil, de la experiencia cotidiana de distancias, inseguridades, agobios y riesgos, y no de cuestiones de orden simbólico o de sentido, como podrían ser las necesidades de libertad y de libertad de expresión que también mencionan, pero que en definitiva se reducen a tener la posibilidad de pasarlo bien y hacer lo que se quiera.

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Tal vez si un ámbito que escapa a este “pragmatismo” es el de la vinculación con la autoridad, el que aparece en el discurso de estos jóvenes y donde el diagnóstico efectuado corresponde a un problema de comunicación entre jóvenes y autoridades que es completamente necesario para el mejoramiento de las condiciones de vida (descanso, áreas verdes, entretenimiento, entre otros), cuya responsabilidad recae en ambas partes, puesto que a lo tantas veces dicho sobre los políticos en cuanto a que están distanciados de la gente, ellos añaden el problema de la motivación y compromiso de los jóvenes en/para la generación de esos cambios. E: Ustedes dirían que aparte de que falta espacio para que los jóvenes se den a conocer todo lo que quieren, según tú, a los jóvenes también les falta iniciativa. Motivación. E: Motivación. ¿Qué opinan los otros? ¿creen que es verdad eso? Puede ser. No se comprometen. Pueden hacer esto y esto otro, pero no... nunca. Muy vagas las ideas. ¿? Mucho tratando. Es que uno va con la mentalidad que le van a decir que no.

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7.5 Reflexión Final Podría decirse que siempre –en todos los grupos- está presente la voz, que en algunos casos es disonante (medios) o en otros mayoritaria (populares) de que la ciudad no es independiente de lo que cada uno haga, es decir, no se le considera un espacio inmodificable. Está claro, se trata de una realidad estructurada de acuerdo a ciertos principios (segregación, aceleración, “anonimización” o despersonalización, etc.), pero esa estructuración se reproduce (y en cierta manera “se eterniza”), como efecto de la acción de quienes viven en la ciudad, por lo que siempre queda la posibilidad de transformarlas. Eso sí: esa capacidad de transformación está limitada o se corresponde con los recursos y potencialidades que posee cada uno. El problema es que las condiciones en que se han ido configurando como individuos cada uno de sus habitantes contribuyen a que su(s) disposición(es) sean más afines a mantenerse (o mantener la estructura) en la inercia, que a ejercer actos transformadores: Entonces, yo no veo Santiago independiente de mi acción, ¿cachai? En ese sentido, una de las principales necesidades que se vislumbra –en el marco de la transformación de la ciudad- no es la modificación de sus características específicas o de los principios de los que ellas emanan, sino que de las disposiciones individuales existentes hacia ella; de aquellas posturas de las que, en definitiva, depende su modificación: “No sé. Santiago te hace la invitación hacia la individualidad y yo creo que... como que yo esa individualidad estoy aprovechando y por algo les he dicho todo lo que he dicho, o sea, aunque... no te queda otra, o sea, Santiago no te llama a la diversidad, a la pluralidad, al compartir, o sea, es como igual pesimista la invitación que te puede hacer Santiago pero por lo mismo yo creo que como esa individualidad hay que rescatarla y en la medida que uno pueda, uno puede cambiar esto, o sea, las instancias se dan, o sea, a nosotros se nos dio la posibilidad de estar haciendo esto y, no sé po’, o sea, es uno el que tiene que cambiar la actitud, o sea, claro, uno siempre aspira como a cumplir todo en grandes masas pero todas las revoluciones han partido de diez personas o menos, entonces como que yo siempre utópicamente creo en eso, o sea, por una cuestión de sanidad, como mental, espiritual, o sea, como todo si no, caí en una cuestión deprimente, de pena, como de cuestiones... la gente ya no comparte, la gente no habla, la gente anda asustada, la gente se queda en su casa por temor a ser asaltada... no sé po’. Yo quiero insistir en eso, de construir a lo mejor, por lo menos, con los que se rodean ustedes, o sea, para hacer esto más grato y nada más que eso.”

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Se trata, en definitiva, de romper de alguna forma la complicidad estructural e histórica existente entre las “condiciones objetivas” de la ciudad y las “disposiciones subjetivas” de sus habitantes; una especie de círculo vicioso cuyas consecuencias afectan la vida cotidiana de sus habitantes y que debiera romperse en su eslabón más débil, o en aquel espacio en que se perciben, de manera práctica y experiencial, mayores probabilidades de éxito: la acción de los individuos. De ahí su importancia.

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TERCERA PARTE

CONCLUSIONES Y PROPUESTAS

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La información hasta aquí expuesta muy probablemente deja en claro que el uso de los espacios públicos por parte de los y las jóvenes y la vinculación que ellos/as establecen con los mismos, constituye un fenómeno complejo y multireferencial: Los lugares identificados son muchos, de variado tipo y con diferentes características; las prácticas identificadas son complejas, involucran variadas referencias y orientaciones. El espacio urbano de la ciudad de Santiago es diverso y altamente complejo y en él se generan múltiples dinámicas y experiencias que, aunque diferenciadas y con facultades estructurantes también diferenciales, contribuyen a dar forma a la realidad material y simbólica que es la ciudad y sus espacios públicos. Las representaciones, vivencias, usos y significados que hacen de/con ellos los y las jóvenes de Santiago están cruzados por un importante componente experiencial y se articulan en torno a un conjunto de dimensiones, vivencias, imágenes e historias que forman parte y dan forma a la relación jóvenes-espacios públicos. Intentar identificar y establecer un conjunto de aprendizajes consideraciones prácticas en las que se integre el análisis hasta aquí efectuado, es el propósito de la última parte de este Informe Final. Para ello se la ha dividido en dos capítulos. En la primera de ellas, se expone un conjunto de reflexiones que, presentadas a modo de conclusión, pretenden proporcionar una síntesis analítica de las diversas vías por las que ha transitado la investigación, explicitando aquellos puntos que resultan imprescindibles de tener presentes a la hora de comprender el fenómeno de la vinculación entre jóvenes y espacios públicos. En la segunda se presenta un conjunto de propuestas relativas al tema, construidas sobre la base de los hallazgos fundamentales del estudio, de manera de facilitar una traducción práctica de la información producida que pudiera orientar el diseño e implementación de políticas públicas al respecto.

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8. CONCLUSIONES Las grandes ciudades latinoamericanas presentan, como uno de sus principales rasgos, una enorme extensión. Son ciudades cuyas dimensiones las hacen cuasi-inabarcables con la vista, los recorridos y hasta con la imaginación. Esto, sumado a que la circulación y el flujo se han constituido en los principios ordenadores de la ciudad actual, ha provocado una “reducción progresiva de la ciudad que es realmente usada por los ciudadanos”93, determinando (o tienen como efecto) que sus habitantes (o los ciudadanos), “deban” especializar sus recorridos, trayectos e itinerarios; “deban” desarrollar estrategias de movilización, circulación y vida que estén acorde a esta nueva materialidad-inmaterialidad, a estas nuevas condiciones urbanas de existencia. Estrategias que, por estar configuradas para dar respuestas prácticas a situaciones prácticas, tienden a reproducir la centralidad o primera importancia de los flujos, del circular y no la reflexión y/o “vuelta atrás” que suponen los “lugares” (en el sentido de Augé). Podría decirse entonces que, de manera “subterránea” a la vez que progresiva, los usos de la ciudad se especializan y, por tanto, los recorridos se “estrechan”; los espacios de reconocimiento disminuyen; los (re)encuentros se hacen más improbables. Santiago no está lejana a ello. Se trata de una ciudad que presenta alta diferenciación espacial; sus lugares presentan una configuración –ordenamiento, diseño y materialidad- espacial que los hace claramente distinguibles unos de otros y que, a la vez, permite articular “tipos” de acuerdo, obviamente, a sus similitudes y diferencias. Tal diferenciación entre espacios se ve “reforzada” además, por las transformaciones y/o continuidades que ha sufrido cada uno de ellos a lo largo del tiempo. La ciudad, de esta manera, presenta una “objetividad”, una cierta “constitución objetiva” que establece (determina) en gran medida el margen de uso o el rango de posibilidades de uso de un determinado espacio. 93 Jesús Martín-Barbero, artículo publicado en www.innovarium.com

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No obstante, esta “objetividad” de la ciudad encuentra su “complemento” en la apreciación que de ella hacen los sujetos, quienes en y por la experiencia y el conocimiento práctico que tienen de esos espacios y su historia, los significan de determinadas maneras, “convirtiéndolos” en “espacios escenografiados” en los que, por lo mismo, no puede efectuarse cualquier representación, sino sólo aquellas que están, de alguna forma, permitidas por el espacio. La forma en que opera este “reconocimiento” es de tipo práctico, vale decir, no pasa necesariamente por un trabajo de concentración intelectual que permita descifrar qué es posible de hacer en el espacio y que no, sino que, más bien se produce una interpretación en acto de ciertos elementos indicativos de la necesidad o rentabilidad simbólica de emplear un cierto patrón de conducta, de adoptar una cierta predisposición. Se podría plantear, en una reflexión que vinculara espacios públicos y ciudadanía, que el máximo desarrollo ciudadano se obtiene cuando el o los individuos son capaces de gestionar y regular de manera autónoma la privacidad de las interacciones en las que participan, sin necesidad de poner esa gestión-regulación en otro, fundamentalmente en la autoridad. Privacidad es entendida aquí en una doble dimensión: i) como capacidad de regular el grado de exposición en que se quiere quedar frente a otros y el grado de acceso a sí mismos que se quiere proporcionar a otros y; ii) como apropiación del entorno en que la interacción se desarrolla. Dicha capacidad de regulación, por lo mencionado, constituye una capacidad más o menos flexible y adaptable a las condiciones cambiantes del entorno en que se desenvuelven los individuos, pero no es una capacidad igualmente distribuida entre ellos/as, ni tampoco inmodificable. Por el contrario, los sentimientos de inseguridad y amenaza constituyen, un factor que erosiona (merma, deteriora) dicha capacidad. Pero, así como su posesión es diferenciada, también lo es la posibilidad de deterioro. Esto quiere decir que la capacidad de gestionar y regular la privacidad no es igualmente modificable por otros factores para los distintos individuos.

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Dicha capacidad constituye un recurso acumulado históricamente durante la biografía, cuya calidad específica puede ser “evaluada” en relación a tres dimensiones fundamentales, a saber: el nivel o desarrollo global en que se presenta; su estructuración específica (que podría ser entendida como la heterogeneidad de los diferentes tipos de entorno en que esta capacidad resulta operativa) y; tal vez la más importante de todas, la trayectoria específica que en relación a ella presenta el individuo94, puesto que como toda capacidad relacional se genera y desarrolla en/con el uso95. En esta dirección se puede plantear que, en la generación y desarrollo de esta capacidad, juega un papel fundamental la interacción de los individuos en lo que se ha denominado “territorios secundarios”, distintos de los “territorios privados” y los “territorios públicos”, y que corresponden, en algunos casos, a espacios de transición entre unos y otros (son, entonces, territorios semiprivados, semipúblicos), “como un ascensor, la portería de un edificio, etc.” O, en otros casos, a “espacios generalmente considerados como públicos pero que, por su frecuencia de uso o debido a ciertos hábitos de comportamiento asociados a él pueden ser, para alguna persona o grupo, considerados más restringidos o más propios. En este caso se encuentran la mesa del bar donde se reúne habitualmente un grupo de amigos, el banco público donde cada día conversan un grupo de jubilados, un aula universitaria (...), etc.”96 Podría decirse por tanto, que se trata de espacios de encuentro de una diversidad no completamente heterogénea o de una diversidad relativa. Es decir -avanzando un paso más allá de la conceptualización ofrecida por Valera-, espacios que posibilitan el encuentro de otros diversos en entornos interaccionales cuyos itinerarios de acción posible son limitados (son escenarios escenografiados), fundamentalmente porque presentan algún nivel de habitualidad.

94 Un primer paso en la “operacionalización” del concepto correspondería a la siguiente: el nivel o desarrollo de la capacidad, sería entendido como el grado de éxito en conseguir el nivel de exposición y acceso a la privacidad deseado en diversos entornos, la estructuración sería entendida a heterogeneidad de entornos en que se logra la gestión-regulación deseada, y la trayectoria, como la evolución de dicha capacidad a lo largo de la biografía. 95 En este punto se ve la cercanía del concepto, en tanto concepto relacional, a otros como el de capital social. 96 Valera, 1999

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La centralidad de estos espacios viene dada, de alguna forma porque, más “cercanos” a los espacios privados, en ellos se plantea con fuerza la necesidad de generar significados y estrategias de acción que, realizadas en un contexto específico, se encontrarán con las estrategias y significados del resto de los interactuantes, todas encaminadas a hacer mas propio lo público y regular los niveles de exposición y acceso a los/las otros/as, en una dinámica que involucra a sí mismo, al lugar y al resto, de manera que se genera la necesidad de desarrollar estrategias prácticas de negociación con gentes diversas en situaciones contingentes. La presencia en las trayectorias individuales de la interacción en estos espacios se constituye, de esta forma, en una variable crítica de la generación y desarrollo del aprendizaje necesario para gestionar y regular la privacidad en las interacciones en que se participa y, de esta forma, hacerse cargo en propiedad de los encuentros con otros/as y sus consecuencias, sin necesidad de tener presente a un otro que haga las veces de arbitro. ¿Qué pasa entonces en el caso de quienes han efectuado el proceso de acumulación de recursos personales (capitales, habilidades sociales, habitus), y en especial de la capacidad mencionada, en el marco de un entorno social inmediato casi completamente protegido como el familiar, pero no solamente ese? Esta pregunta requiere, de alguna forma, de una explicitación anterior. Se podría plantear, a modo de hipótesis, que el proceso histórico de modernización-transformación de la ciudad de Santiago y de la sociedad chilena en general (informes PNUD) habría traído como consecuencia, a nivel psicológico (o de la subjetividad individual) una disminución (o retracción, o reducción) del umbral a partir del cual los espacios que presentan un mayor potencial de interacción en el marco de la habitualidad (territorios secundarios), son evaluados como “excesivos” (con los efectos de “crear desorientación, [generar] sentimientos de desbordamiento o amenaza con la consiguiente necesidad de un mayor control y reclusión personal o social”97).

97 Ibid.

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Se trata de una experiencia subjetiva que se corresponde con el proceso objetivo que vivió la ciudad de Santiago, el cual puede ser interpretado como un proceso de progresiva segmentación por criterios de homogeneidad de la ciudad y, con/por ello, de disminución de los espacios de encuentro de la diversidad relativa. Como se decía páginas atrás: el criterio de división de la ciudad de Santiago de 1981 apunta a la generación de unidades homogéneas desde el punto de vista socio-económico, ecológico y administrativo, con la idea subyacente de generar una homogeneización social de la población de la misma, estructurando una ciudad dual con comunas "ricas" y comunas "pobres". Esta descripción es especialmente pertinente para el caso de la clase media emergente, que renuncia a sus referencias históricas y biográficas –que le integraban socialmente- y pone todos sus recursos, empeños y deseos en un “surgir” definido principalmente por una modificación en el estándar de vida producto de adquisiciones materiales. Este pareciera ser el caso de la experiencia de los/las jóvenes de clase media –la que se ha llamado clase media emergente-, cuyas trayectorias individuales podrían caracterizarse, desde cierta perspectiva, por su (¿progresivo?) alejamiento de los “territorios secundarios” -aquellos espacios intersticiales o intermedios en los que el intercambio simbólico y el encuentro con otros diversos es más rico- y su instalación y permanencia en espacios privados en el transcurso de sus vidas; viéndose, de esta manera, desprovistos/as de la experiencia vital fundamental en la configuración de la habilidad (social) de gestionar y regular la privacidad, cual es la interacción en aquellos espacios98. Esta correspondencia entre las condiciones objetivas de la ciudad de Santiago y la experiencia subjetiva del “exceso” y la amenaza, hace que ambas se potencien mutuamente en una especie de “causalidad circular” (que además lleva consigo la externalidad de una nueva demanda a la autoridad), de acuerdo a la cual, la segmentación de la ciudad impide el encuentro y aprendizaje de formas de gestión y regulación de la privacidad junto/frente a otros/as y de negociación en la interacción con otros/as diferentes, buscándose por tanto, un mayor control y reclusión que, en su propia dinámica y por la exigencia a la autoridad de efectuar y 98 Por el contrario, la tendencia a “relacionarnos cada vez más con aquellos que son más semejantes a nosotros y a distanciarnos de aquellos que percibimos como más diferentes”, se ve acentuada. Ver Valera 1999.

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reforzar ese control, deriva en una mayor segmentación y delimitación de la ciudad posible y los encuentros probables, reproduciendo las condiciones objetivas existentes e impidiendo el desarrollo del recurso o habilidad social antes mencionado99. Corolario de lo anterior es que, para quienes tienen un menor control selectivo del grado óptimo de acceso a su yo por parte de los otros, en las distintas situaciones, los espacios o “escenarios” en que se mueven tienen una mayor influencia, ejercen una mayor determinación de las formas que adoptará su comportamiento. Vale decir, presentan una menor autonomía con respecto a las fluctuaciones del entorno y por tanto presentan una menor probabilidad objetiva de desarrollar comportamientos de autogestión en este sentido y de prescindir de la vigilancia paternalista de la autoridad. Se genera entonces un proceso de “acotación de espacios o actividades sociales (donde la dicotomía privado-público trata de resolverse de la manera más explícita posible”100), de acuerdo al cual deja de construirse “lo público” y se pasa a generar “públicos” en forma similar a la descrita por el PNUD 2002. En este sentido, podría platearse que el ideal de espacio público para los/las jóvenes (sobre todo para los de clase media) es uno “ni tan público”, uno en el que se mantenga lo más posible el control del acceso y exposición en relación a los/las otros/as. Mejor, en el que se mantenga lo más posible el control de la segunda (la exposición). De ahí la importancia de la ‘pose’, del ante por sobre el con pero en un sentido distinto al propuesto por Gianinni. Para este autor, lo propio del habitar, no es sólo estar con otros, sino “estar expuesto a la interpelación de otros por cada cosa que uno hace o deja de hacer”101, es decir, ser ante otros; eso sería lo propio de la espacialidad pública. En el caso de los/las jóvenes no se trata de responder frente a los otros, de sentirse

99 Reforzando esta tendencia se encuentra el que, en las comunas de clase media, el proceso de anonimización (“higienización”, preocupación mayor por el qué dirán) ha sido y es mayor (y también el de “no-interacción” y “vida protegida”), los que en ningún caso ofrecen tales recursos. 100 Valera 1999 101 Gianinni 1987

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interpelado a responder sobre la validez de los actos, sino de un estar ante otros puramente dramatúrgico en que el otro es espectador. Para el caso de los/las jóvenes, sobre todo los/las jóvenes de clase media, podría decirse que se ha instalado un (nuevo) modo de relación con los otros y con el mundo de acuerdo al cual el otro se queda reducido a testigo102... testigo de la pose, del espectáculo, de la “indiferencia”. Esta idea (y su origen) tiene asidero, no necesariamente en algún tipo de información empírica, pero sí en ese conocimiento decantado y altamente perceptivo que es la publicidad. Podría decirse, por ejemplo, de la publicidad de Walkman de Sony: ‘Enciendo mi walkman y entro en una burbuja. Te paso un audífono y entras en mi burbuja. Corremos juntos pero en diferentes burbujas al escuchar cada uno su walkman. Nos quedamos sordos de lo que ocurre en la calle, la micro, el parque. Sólo tenemos oídos para nosotros mismos: no quiero ni puedo escuchar a quien no esté dentro de mi burbuja’. El asunto es complejo, porque privado de la posibilidad de escuchar al resto (al otro) sólo queda guiarse por la vista, por la vista propia, por las imágenes que se maneja, los estereotipos, y quedándose preso –por necesidad- de prejuicios. De lo contrario sería ir al choque. Sólo queda evitar, evadir. Y es en este punto que la reflexión no parece desconectada de la realidad, puesto que una de las informaciones más significativas que reportaron los grupos de discusión es que los/las jóvenes de clase media –principalmente-, se mueven por la ciudad y establecen sus interacciones en ella a partir del estereotipo y el prejuicio: entre ellos/as está bien asentada la idea de que la ciudad es grande; también lo está aquella que dice relación con que no se mueven por toda ella; pero no sucede lo mismo con la idea o conciencia de que, al moverse en radios o circuitos pequeños, el conocimiento que se puede tener de la ciudad es, necesariamente, reducido, precario. Los movimientos se convierten, entonces, en movimientos por prejuicio103.

102 Oponiendo aquí “testigo” a “interlocutor”. 103 En este punto es fundamental el impacto de los medios de comunicación, especialmente la televisión, en la idea y experiencia de ciudad que se están forjando sus habitantes. Como dice Jesús Martín-Barbero, la TV constituye “la única experiencia-simulacro de la ciudad global (...) de una ciudad diseminada...”

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El modo de relación que instala este aparato –el walkman- es muy similar al principio de acción o de movimiento que orienta a estos jóvenes: el de la evasión. Evito lo que no me gusta, evito lo que no me parece, evito las imágenes que no me parecen apetitosas (interesantes), evito lo que “no me tinca”. En la misma dirección, y derivada de la observación en terreno del uso que los y las jóvenes hacen de los espacios públicos, podría concluirse que, dado que el modo de interacción que predominantemente establecen ellos/as con otros actores en dichos espacios -como pueden ser los adultos, pero también otros grupos de jóvenes-, corresponde a lo que podría denominarse un “encuentro indiferente” y que, como se desprende de lo anterior, la vinculación establecida es dentro de un grupo de pares, que se caracteriza no sólo por constituir un grupo de edad, sino que además por tener un alto nivel de afinidad y, por tanto, similitud de apreciaciones, valoraciones y conductas, por lo que la posibilidad de constituir un espacio de intercambio comunicativo entre actores diferentes se ve mermada, disminuida. La evasión no posibilita el surgimiento de espacios de negociación y aprendizaje para estar con otros/as, para gestionar la interacción con ellos/as, el encuentro y el diálogo en la diversidad imprescindible para la ciudadanía. Podría decirse, entonces, que el problema se produce cuando los espacios públicos pierden el carácter esencial que tienen en el imaginario de la modernidad, vale decir, constituir espacios de encuentro y convivencia en/de la diversidad para transformarse en espacios donde predominan los vínculos con aquellos/as con que se tiene un alto nivel de afinidad y, por tanto, similitud de apreciaciones, valoraciones y conductas; y cuando los territorios secundarios desaparecen de la experiencia de los sujetos. De esa manera se produce “lo que Sennet denomina la perversión de la fraternidad. [Pues] Una personalidad pública no puede emerger de pequeños círculos sociales homogéneos, porque esta identidad requiere de una exposición a la diversidad”104. Ahora bien, en cuanto a la relación con otros actores en losespacios públicos, en primer lugar, podría decirse que, en lo que a la constitución-utilización de espacios públicos se refiere, los/las jóvenes poseen ideas o, más bien, concepciones prefiguradas que propenden a generar dinámicas que incrementan la actividad 104 Espinoza, V. Op. Cit. p.28

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perceptiva y la movilidad y circulación dentro de ellos. Ideas que tienden a aumentar o potenciar los estímulos perceptuales (formas, colores, sonidos, olores), así como las posibilidades de circulación y desplazamiento, favoreciendo –generalmente de manera tácita e inconsciente- la transitoriedad e imprevisibilidad en las vinculaciones e intercambios entre actores. Asumiendo que las prácticas desarrolladas por un actor específico tienden a reproducir en la realidad las concepciones prefiguradas e inconscientes que han ido configurando su forma de ver el mundo, podría decirse que, en lo relativo a los espacios públicos, se produce una tensión entre los/las jóvenes y otros actores que participan de un mismo territorio, respecto de lo que este último debe ser y la forma de las interacciones que en él deben darse. Ella estaría basada, principalmente en que, para los/las jóvenes, la forma de y lo que ocurra en los espacios públicos debe ser coherente con “el principio” de la alta adaptabilidad orientada a la obtención del mayor beneficio posible en medio de situaciones cambiantes, “principio” que no se traduce en normas y que, por tanto, se opone a la visión de otros actores (de generaciones diferentes, la autoridad), cuyas concepciones operan de acuerdo a principios altamente normativos que se constituyen en reglas -al modo de las disposiciones legales- y que, por tanto, definen pautas de conducta cuya trasgresión implica sanciones por parte del resto. En segundo lugar, por mucho que se quiera asimilar a la o las generaciones jóvenes de la actualidad a una especie de “generación virtual” o de la virtualidad, las prácticas de los/las jóvenes en los espacios públicos dejan ver que su vinculación con el mundo y con los/las otros/as no está desprovista de referencias históricas, aunque cada vez más ligadas con la microhistoria que con la macrohistoria. Lo que ocurre es que esas referencias no pueden ser observadas a simple vista, en realidad, no puede ‘observarse’, pues no se trata de una huella o una seña -las que siempre tienen una materialidad que las soporta-, sino que se trata de un registro mental, una memoria y -quizá más importante todavía- una conversación entre jóvenes en la que se significa y actualiza un significado históricamente constituido. De la misma forma –y en tercer lugar-, en lo que se refiere al tema del reconocimiento varias veces mencionado en nuestra exposición, podría decirse que la posibilidad de que éste se produzca sólo puede darse por la existencia de una memoria individual que permita la apreciación del espacio como un espacio en el que se refleja la biografía o las preferencias del mismo individuo y, por lo tanto –conectándose con lo

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anterior-, por una historia, por un pasado, una trayectoria. Cuestión que invita a pensar que el carácter público de un determinado espacio no está disociado de lo que ocurra a nivel individual. Muy por el contrario, la emergencia del reconocimiento depende de la intensidad (psicológica, subjetiva) de los vínculos afectivos que active, de la tensión que a nivel de la individualidad se produzca, de las huellas que con el tiempo se hayan grabado en la memoria. Desde otro punto de vista, los resultados de esta investigación permiten pensar en una suerte de “plano de la participación juvenil” en el espacio público, donde la ciudadanía no aparece articulada en función de la metáfora urbano-física (ciudad) asociada a la idea convencional, sino que en torno a las motivaciones y las prácticas que determinan o definen el modo cívico de estar en la polis. Así podemos distinguir un eje de las motivaciones asociadas “al ser y el hacer ciudadano”, donde los polos están dados por las ideas de “lo global abstracto” y “lo concreto vivido” , y un eje de las prácticas, donde los polos son “lo colectivo” y “ lo individual”.

Lo global abstracto

Lo concreto vivido

Individual

Colectivo

Motivacional

Motivacional

Práctica Práctica

Inclusión social a través de la participación

en los Subsistemas funcionales

Participación sociala través de

asociaciones locales,

solidariasy expresivas

Transformación sociala través de las organizaciones

políticas y socialestradicionales

Teleparticipación social

a través de NTIC

MATRIZ TIPOLÓGICA PARTICIPACIÓN JUVENIL

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El cruce de dichos ejes determina cuatro espacios o cuadrantes de participación pública, a saber: el de la “participación colectiva”, el de la “participación asociativa”, el de la “participación individual” y el de la “participación virtual”. En el primero de ellos encontramos formas de articulación ciudadana vinculadas a los movimientos sociales tradicionales, donde lo central es la idea de trasformación social estructural. En el segundo, otras tantas referidas a los llamados nuevos movimientos sociales, más vinculados al cambio de los modos cotidianos de vida y convivencia. En el tercero figuran las orientaciones individuales a la inclusión mediante los subsistemas funcionales de integración social, que refieren al cambio circunscrito al proyecto de vida personal. Por último, en el cuarto se revelan las formas virtualizadas de la construcción de comunidades desterritorializadas, donde la noción de cambio está configurada en torno al “medio” (v.g.r.: Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, NTIC) mismo más que a la finalidad de la comunicación. Si bien todos estos tipos tienen referentes empíricos que coexisten en la actualidad, es posible sostener que en el esquema propuesto se revelan como emergentes los modos de ciudadanía propios de los cuadrantes de “lo individual” y “lo virtual”. Las ideas vinculadas a esta conclusión se representan en los diagramas adjuntos.

Lo global abstracto

Lo concreto vivido

Individual

Colectivo

Motivacional

Motivacional

Práctica Práctica

(3)INDIVIDUAL

(2)ASOCIATIVO

(1)COLECTIVO

(4)VIRTUAL

MATRIZ TIPOLÓGICA PARTICIPACIÓN JUVENIL

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9. PROPUESTAS Ya mencionado en el informe precedente, enfrentar el problema aquí abordado no pasa por dotar a priori de una especificidad juvenil los espacios públicos. Estando el conflicto en la no aceptación de las lógicas juveniles en el uso y apropiación de lo público por parte del mundo adulto (vecinos, autoridades, fuerza pública), marcada ésta por el prejuicio y en ocasiones por el estigma, una tarea primordial es producir las condiciones para que las prácticas juveniles puedan emerger con legitimidad en la esfera pública, generando espacios, instancias, momentos que permitan a las distintas formas de expresión colectivas de los/las jóvenes operar con legalidad y legitimidad. Se plantea esto, pues los/las jóvenes no se quejan por la no existencia de espacios físicos, pues los hay, la cuestión pasa más bien por el acceso a ellos. Acceso restringido por razones financieras (en Santiago todo se paga), de localización (Santiago es muy grande y existen muchos lugares que no conoces) y principalmente represivas (estás en un parque, tranquilo, y llegan los pacos). No obstante, las razones financieras y de localización, y en menor medida también las represivas, pueden ser obviadas en la medida que siempre será posible para los/las jóvenes el autogenerarse nuevos espacios para satisfacer sus necesidades de recreación, algunos (jóvenes de clase media) desplazándose progresivamente hacia el ámbito de lo privado, otros (jóvenes populares) prospectando continuamente nuevos espacios en la medida que los disponibles se van agotando (reclamos de vecinos /aparición de la fuerza pública; pérdida de control sobre el espacio por la llegada de otros usuarios). Por otro lado, debe reconocerse la diversidad de usos y usuarios que coexisten en los espacios públicos. Es decir, los espacios no son neutros, por lo tanto los distintos usos van a generar apropiaciones diferenciadas y muchas veces en conflicto (inter e intrageneracionales) unas con otras. Además, dichos usos y apropiaciones jamás tendrán el carácter de asépticos, es decir siempre aparecerán intervenciones, marcas, huellas, sobre todo si de jóvenes se trata, pues forma parte de su lógica de uso y apropiación de lo público.

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Aquí, las alternativas son, por un lado, la atomización de lo público a partir del tipo de actividad realizada o por el tipo de usuario involucrado y, por otro, la promoción de espacios públicos que convoquen actividades y usuarios diversos. Optar por la atomización de lo público resulta coherente con la ciudad que en la actualidad constituye el cuadro de la experiencia real y simbólica de los/las jóvenes santiaguinos (de todos/as los/las habitantes, en rigor), tal como lo refleja el apartado de las representaciones sociales, puesto que ofertar espacios de acuerdo a una demanda específica tenderá a consolidar la existencia de espacios homogéneos y eludirá la responsabilidad de reconocer y promover la diversidad propia de una ciudad que se descubre a sí misma, y sólo de tiempo en tiempo, a través de la televisión. Reconocer las particularidades de los bikers, skaters, hiphoperos, raperos, malabaristas y de los/las jóvenes “a secas”, constituye un acto obligatorio para la sociedad, sin embargo el desafío mayor pasa por evitar la lógica de compartimentos estancos y desarrollar estrategias de acción hacia los/las jóvenes en lo público que contemplen la comprensión de la diversidad juvenil y su relación compleja tanto con sus pares generacionales como con la diversidad social de la ciudad en su conjunto. En fin de cuentas, se trata de construir una ciudad diversa para ciudadanos diversos y no una ciudad atomizada para ciudadanos atomizados. Ya se vive en una ciudad parcelada, segregada socio-espacialmente, promover la construcción de nuevas parcelas, ¿generacionales y/o subculturales esta vez?, ¿donde desplazarse se asemeje a recorrer un gran laberinto, es decir, dónde sólo existe la senda por donde se guía nuestra marcha, profundizando más aún el ensimismamiento ciudadano? . Inclinarse por una ciudad diversa, por el contrario, implica imaginar una ciudad transparente, donde la diversidad se constata visualmente, dónde se reconoce al otro, donde se acepta al otro. A esta altura, el abordaje del problema supera largamente la esfera juvenil, poniendo a ésta en confrontación consigo misma (con su propia diversidad) y con el resto de la sociedad. Ahora, teniendo en cuenta la relación dialéctica existente entre espacio y sociedad, donde cada uno respecto del otro es estructurante y estructurado, es posible imaginar que interviniendo por ambos polos se concurrirá a constituir ciertas condiciones permitiendo resolver problemas de convivencia muy propios de las ciudades contemporáneas y palpables nítidamente en la ciudad de Santiago, y que se relacionan con el miedo a lo(s) desconocido(s), una demanda casi morbosa por seguridad, una promoción peligrosa de la des-

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confianza en los otros y un estrechamiento de las relaciones cercanas como principal solución. En definitiva, una retracción de lo público porque se estigmatiza como peligroso y una valorización de lo privado /homogéneo/ protegido como estrategia de vida. Para hacer frente a esta ciudad temerosa de sí misma, se precisa trabajar simultáneamente en la escala local tanto como en la metropolitana (o nacional incluso, al menos para las grandes ciudades), actuando también de manera simultánea sobre el espacio y sobre la vida social. La intervención en la escala local quizás permita, y de manera fluida, abordar ambas dimensiones –espacial y social- en un acto o gesto único, pues por situarse en una relación directa con el espacio y la comunidad la posibilidad de retroalimentación es más evidente y por lo tanto los esfuerzos por resignificar los espacios públicos en estrecho vínculo con las aspiraciones y expectativas comunitarias (considerando su diversidad intrínseca) pueden desarrollarse en un proceso que si es bien conducido puede abordar múltiples aristas del hacer ciudad y del vivir la ciudad, trastocando la tendencia del miedo y recuperando lo público para el ejercicio de la ciudadanía. Así, intervenir en el espacio local implica reconocer la diversidad existente, aglutinando esa diversidad105 en aspiraciones y expectativas comunes, es decir nos reconocemos diferentes pero establezcamos ciertos acuerdos de colaboración y convivencia que nos permitan coexistir en el espacio y permanecer en el tiempo. El espacio debe reconocer en su diseño la diversidad de sus potenciales usuarios, y para ello no hay otro camino que elaborar estrategias de diseño participativo que involucren a la comunidad. Respecto del diseño participativo, hay que hacer referencia a dos niveles de participación. En un primer nivel, de mayor generalidad y a nivel de condición previa y necesaria, la experiencia señala como exigencia o requisito para asegurar una mínima cuota de éxito al intervenir en los espacios públicos la necesaria participación de más de un actor, pero involucrando siempre a la comunidad concernida, pudiendo

105 La diversidad no significa hacer lo que nos de la gana a cada uno porque somos diferentes, sino más bien lograr coexistir en el tiempo y en el espacio reconociendo las diferencias pero estableciendo un escenario de cooperación y debate permanente en donde las libertades individuales y colectivas de ninguno de los involucrados se vean afectadas.

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establecerse combinaciones pares o múltiples entre ésta y otros actores tales como la administración pública (central y local), el sector privado, organismos no gubernamentales, instituciones académicas. En un segundo nivel, y esta vez más próximo a la operatoria, aparece un acumulado rico e interesante en el ámbito de la arquitectura y del trabajo social (como quehacer, no como disciplina) que en Chile se construyó principalmente en el mundo no gubernamental durante la segunda mitad de la década de los ochenta y fundamentalmente ligado a la reconstrucción de viviendas tras el terremoto de 1985, este acumulado corresponde estrechamente a lo que aquí denominamos diseño participativo y que busca romper con un modo de intervenir verticalmente en las soluciones, modo en que predomina el saber-hacer del experto trabajando en gabinete, más influido por la “iluminación” que por las necesidades y requerimientos comunitarios. En el caso del diseño participativo, el producto a lograr se va construyendo en todas sus etapas en un diálogo permanente entre la comunidad , los agentes financieros y políticos, junto a los expertos que abordan de manera simultánea la dimensión social y la dimensión espacial. Aquí es preciso elaborar un proyecto comunitario de espacio público. Para ello, es preciso aproximarse a la comunidad (o a los usuarios si dicha comunidad no existe o es difusa), reconocer su diversidad e indagar en esa diversidad respecto de la relación particular con los espacios públicos existentes (en términos de agrado/desagrado); enumerar todas las deficiencias del espacio en cuestión; imaginar los distintos espacios públicos ideales. Con esto, será posible identificar los problemas y deseos latentes en los distintos grupos de la comunidad y sus respectivas prioridades a ser resueltas, lo que constituiría el programa de la obra, es decir constituirían los antecedentes a disposición de los equipos de arquitectos para elaborar un conjunto de propuestas a ser discutidas por los habitantes, hasta decidir de manera abierta y democrática por el proyecto que mejor responda a las necesidades y requerimientos de los distintos grupos de la comunidad. Todo este proceso va acompañado de un diálogo permanente con los agentes financieros y políticos que actuarán como vínculos certeros respecto de la factibilidad financiera y de gestión. Se decía que a escala local es posible con cierta facilidad hacer coincidir las dos entradas, aquella que interviene en el espacio y aquella que interviene socialmente. Sin embargo, en un esfuerzo de modificar esta relación conflictiva entre espacio y vida social que existe en la ciudad de Santiago, cabe desarrollar estrategias multidimensionales que promuevan el retorno de los ciudadanos a los espacios públicos,

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promoviendo la confianza y la responsabilidad ciudadana en los temas de seguridad y no el simple traspaso de ésta a los aparatos represivos. Dada la centralidad del problema de seguridad ciudadana, para el cual se ha demostrado que se requiere al menos complementar las estrategias policíacas con estrategias de participación comunitaria, el espacio público constituye el lugar privilegiado para el encuentro de las comunidades y, por tanto, para la emergencia de acuerdos y la decisión de cursos de acción posibles que favorezcan la producción colectiva-comunitaria de la seguridad. De igual forma y muy relacionado con ello, la sociedad chilena requiere con cierta urgencia de un acercamiento entre sus “postulados discursivos” respecto de la diversidad y sus “prácticas concretas y cotidianas” en relación a ella 106. Vale decir, requiere que esa amplia aceptación de la diversidad a nivel del discurso se traduzca en prácticas concretas que la vivan y la acepten como parte de la cotidianeidad, con toda la cercanía que ello implica. Los espacios públicos constituyen, si no el único, al menos uno de los más importantes espacios para ejercitar esa práctica; pero no se trata de cualquier espacio público: se requiere de un nivel de publicidad intermedia que aleje a los/las usuarios de dinámicas privatistas e intimistas, tanto como de aquél en que el estar en lo público constituya un puro espectáculo, el escenario para ejercitar una pose. En esta dirección, nuevamente el nivel local cobra importancia estratégica, ya que desarrollando encuentros en los espacios públicos que convoquen a las comunidades locales se aumenta la probabilidad de interacción entre gentes, que sin ser “iguales”, tienen un mayor nivel de habitualidad con el espacio y sus dinámicas. Al mismo tiempo, se facilita que el diseño de tales encuentros sea hecho de forma participativa y se reconozca, desde un principio, la diversidad existente. Sin duda una campaña publicitaria a favor del uso de los espacios públicos sería un aporte al respecto. Pero no del tipo ‘cuidemos los espacios públicos, porque son de todos y es nuestra responsabilidad’, sino que una

106 Este es, en lo grueso, uno de los diagnósticos más importantes del Informe sobre Desarrollo Humano en Chile 2002 del PNUD.

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que juegue con la tensión diversión / aceptación que pareciera estar en mayor sintonía con el uso efectivos que los/las jóvenes hacen de los espacios públicos. Finalmente, a la luz de los hallazgos obtenidos en el desarrollo de esta investigación, aparece con nitidez la necesidad de generar mayor información sobre el tema en cuestión, complementando el abordaje cualitativo efectuado en este estudio, con otro de carácter cuantitativo que permita identificar y caracterizar la distribución de ciertas formas de uso de los espacios públicos por parte de los/las jóvenes, incluyendo necesidades, expectativas, y aspiraciones que respecto de aquellos los y las jóvenes construyen, así como las asociaciones o correlaciones que se establecen con otros tópicos aquí abordados. A este respecto, la Cuarta Encuesta Nacional de Juventud ofrece, sin lugar a dudas, un dispositivo de observación que, además de posibilitar lo anterior, permitiría relacionar el tema de la utilización de los espacios públicos con otros fenómenos que ahí son abordados y que, tratados en conjunto y cotejados con las anteriores mediciones, darían pie a una detallada caracterización de la situación global actual de los y las jóvenes y la incluirían en la visión diacrónica que esta serie de encuestas posibilita. No sería inadecuado, por tanto y dada la relevancia del tema, diseñar e incluir en la mencionada encuesta, un módulo específico referido a la utilización que los y las jóvenes hacen de los espacios públicos.

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