Los santos del ecuador

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Santa Mariana de Jesús Mariana de Jesús Paredes y Flores (Rosa de Quito) nacío en 1618 en la ciudad de Quito, entonces perteneciente al Virreinato del Pero. Sus padres fallecieron cuando ella aún era una niña por lo que se creo con la familia de su hermana.

Desde niña, Mariana se caracteriza por una profunda piedad y su vida espiritual. Pasaba largas horas en oración e invitaba a sus parientes a rezar el rosario. Marianita recibí su primera comunión a la edad de siete años, posibilidad que en aquella poca era algo excepcional.

Su vida transcurrió en perfecta unión de Jesucristo. Según cuentan, Dios le concedía gracias y dones, además realiza numerosos milagros.

En 1645, sucedieron una serie de terremotos en Quito y luego una epidemia acabo con la vida de muchos habitantes. El cuarto domingo de cuaresma, Santa Mariana ofreció su vida al Señor a cambio de la paz y la salud del pueblo. Poco tiempo después los temblores cesaron y la epidemia desapareció. Santa Marianita de Jesús pronto enfermo y murió

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Narcisa de Jesús Nació en Nobol, Ecuador, a fines de 1832. Sus padres fueron don Pedro Martillo Mosquera y doña Josefina Moran, se desempeñaban como campesinos y murieron cuando Narcisa era muy joven.

La beata ecuatoriana, se traslado a Guayaquil donde vivió por más de 15 años dedicada a la oración, al trabajo manual y a la caridad apostólica. A principios de 1868 viajo a Lima y el continuo su vida virtuosa como seglar, alojada en la Casa de las Hermanas de la Orden Laical de Santo Domingo, hasta su muerte el 8 de diciembre de 1869.

Su cuerpo fue trasladado a Guayaquil en 1955 y ahora permanece en su pueblo natal.

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Santo hermano MiguelNació el 7 de noviembre de 1854 en Cuenca, Ecuador. Fue bautizado con el nombre de Francisco Febles Cordero Muñoz y se crio en el seno de una familia adinerada. De niño se caracteriza por su inteligencia excepcional, su delicada salud y su invalidez producto de una deformidad que tenia en ambos pies, invalidez que superó tras un hecho milagroso.

En 1863 llegaron a Ecuador los hermanos de la Salle y Francisco ingres a uno de sus colegios. A Francisco le atrajo el estilo de vida de los religiosos y surgió en l la idea de convertirse en hermano.

Luego de superar la oposición de su familia, Francisco ingres a la Orden, recibió el habito religioso a los 14 años y tomó el nombre de Miguel.

Nuevamente su delicada salud lo obligada permanecer en Cuenca para realizar su noviciado y no en Francia, como le correspondía. En el convento se distinguió por sus cualidades de maestro y consejero. A los 17 años escribió y público su primer libro de texto.

Dedicó toda a su vida a Dios y a transmitir el Evangelio. En 1888 viajo a Roma para asistir a la ceremonia de beatificación del fundador de su Orden, Juan Bautista de la Salle. En 1905 el hermano Miguel viajó de nuevo a Europa para traducir unos textos de francés a español.

En enero de 1910, cuando se encontraba en España cayo enfermo de neumonía. Murió el 9 de febrero del mismo año y en 1936 enviaron sus restos de regreso a Ecuador.

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María Bernarda

María Bernarda, fundadora de las Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora, nació en Suiza y murió en Cartagena de Indias (Colombia). Siendo ya religiosa franciscana en su patria, marchó a Ecuador para desarrollar su vocación misionera, y luego pasó a Colombia. Dimensiones principales de su vida fueron la intensa oración, el apostolado, el servicio a los enfermos y desamparados, y la dirección de la Congregación en que se convirtió lo que en principio iba a ser una casa filial del monasterio suizo. El 29 de octubre de 1995, Juan Pablo II la beatificó junto a otras dos hijas espirituales de San Francisco

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Mercedes de Jesús Nació en Baba, población perteneciente en esa época a la provincia de Guayaquil (hoy provincia de Los Ríos), el 24 de septiembre de 1828, hija de don Miguel Molina y Arbeláez y de doña Rosa Ayala y Aguilar.

Dos años más tarde murió su padre, por lo que con su madre se trasladó a vivir a Guayaquil, donde ingresó a estudiar en una de las escuela de la ciudad. Por esa época su madre le enseñó a rezar y a conocer la doctrina cristiana.

A los quince años de edad sufrió el gran dolor de perder a su madre; era entonces una bella jovencita que atraía poderosamente a muchos gentiles galanes que rondaban su casa con pretensiones amorosas, pero en 1849, cuando acababa de cumplir veintiún años, renunció a un brillante matrimonio, y al frente de un asilo de huérfanos se dedicó a la acción social y evangélica. Entonces repartió todos los bienes que había heredado de sus padres -destinándolos a obras para los pobres-, y colaboró con la incipiente Junta de Beneficencia de Guayaquil.