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En 1613 un barco dejaponeses llega a Coria delRío. Sus tripulantes se quedan

en el pueblo y tienendescendencia.

Los samuráis del Guadalquivirsiguen presentes más decuatro siglos depués.

Su legado se hace cada díamás fuerte.

por Agripina Gamero

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uan Manuel se levanta a las diez de lamañana como todos los días. Se tomael desayuno en el salón mientras ob-serva sus numerosas fotografías conpersonalidades. En una estrecha lamano sonriente a Felipe González.

Otra sale junto al Papa Juan Pablo II y un grupo depersonas. Al lado de ésta, hay otra imagen donde secapta la reverencia que Juan Manuel le hace a la ReinaSofía. Son los recuerdos que le quedan de su pasadavida política como Consejero de Cultura y Medio Am-biente de la Junta de Andalucía. Su casa está llena defotografías y condecoraciones, pero sobre todo de li-bros. Su despacho es un colmado de publicaciones,prácticamente un almacén de volúmenes históricos,biografías, y obras muy famosas entre las que se in-tercalan de vez en cuando fotografías de sus nietos yde japoneses con los que mantiene una estrecha amis-tad. No tiene prisa, ya es un hombre jubilado. Despuésde desayunar revisa unos documentos en su abarrotadodespacho y va a la compra con su mujer. A la una dela tarde, Juan Manuel se prepara para recoger a sunieto del colegio. Hoy el niño ha tenido que redactarun haiku, una poesía japonesa. Su abuelo se siente or-gulloso de que las nuevas generaciones sepan y apre-cien el legado y la cultura de su pueblo, Coria del Río.Por eso, esa misma tarde, acude a la Asociación Ha-sekura Tsunenaga de la que es colaborador, para cerrarlos últimos detalles del próximo acto cultural japonésen la que también participa el Ayuntamiento coriano,donde ondea desde hace varios años la bandera delpaís del Sol Naciente.Juan Manuel Suárez Japón, natural de Coria del

Río, es una de las casi seiscientas personas que tieneneste singular apellido. En el pueblo se les conoce como“Japones”. Su origen data del 1642 cuando aparece enel padrón de habitantes un tal Bartolomé Japón, el pri-mer “Japón” que se conoce de la historia de Coria del

Río. ¿Pero cómo surge el apellido de un país tan lejanoen un pueblo de Sevilla como éste? Para conocer larespuesta hay que remontarse todavía más atrás en eltiempo.En 1613, cuando aún faltan cientos de años para

que Japón deje de ser un imperio cerrado a Occidente,en Sendai, el señor feudal Date Masamune desea fer-vientemente mantener relaciones comerciales conNueva España (la actual México), al darse cuenta dela gran oportunidad de negocio que le puede suponer.Como su honor no le permite hacer tal viaje, decidecargar el peso del mando sobre los hombros de Hase-kura Tsunenaga, su samurái de confianza para que éllidere la expedición. También se percata de que nece-sitará a un traductor, ya que ninguno de sus hombressabe hablar otra lengua más que el japonés. Inmedia-tamente piensa en un franciscano, Fray Luis Sotelo,cuya compañía lleva algunos años evangelizando porsu país. Por ello lo manda llamar. Fray Luis acepta conla condición de que Date Masamune interceda paraque a los cristianos se les siga permitiendo evangelizaren Japón. Más tarde, ese mismo año, desde Ishino-maki, un pequeño pueblo de la bahía de Sendai, partela gran nave San Juan Bautista, rumbo al Galeón deManila, una ruta comercial muy rica, hasta llegar a supróximo destino, Acapulco. A bordo viajan el líder sa-murái y el fraile traductor, acompañados de comer-ciantes y marineros. A este viaje se le conoce como laEmbajada Keicho y su misión es pedir permiso al vi-rrey de Nueva España para comerciar con su país.Sin embargo al llegar a su destino se encuentran

con la peor noticia posible para ellos: esa relación co-mercial no la puede autorizar el virrey de México, sinoque es el propio rey de las Españas el que tiene quedar su consentimiento. Ante esta imposibilidad, algu-nos tripulantes de la embarcación deciden dar mediavuelta y volver a Japón, pero otros emprenden unnuevo viaje hacia Madrid. El primer suelo español quepisan es Sanlúcar de Barrameda, ciudad donde resideel duque de Medina Sidonia. Cuando le comunicanque acaban de llegar a su tierra unos emisarios que vie-nen en nombre de una especie de noble japonés muyimportante, decide tener una recepción con ellos. Alenterarse de que su misión es ver al rey de España, elduque les facilita una galera, un barco más pequeño yágil para que puedan navegar por el río Guadalquivir,

En la doble página anteior, retrato de HasekuraTsunenaga a su llegada a Roma. A la derecha detalle del azulejo del parque Carlosde Mesa que representa barco de la expedición.

JReportaje / Los samuráis del Guadalquivir

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A BORDO DEL SAN JUAN BAUTISTA VIAJABAN EL LÍDERSAMURÁI, EL FRAILE TRADUCTOR Y OTROS JAPONESES

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y comunica a la ciudad de Sevilla que se dirigen haciaallí. Y así en una mañana de 1613, los corianos, acos-tumbrados a ver llegar, cargar y descargar barcos conmercancías de las Indias, quedan sorprendidos y ex-trañados al observar cómo una embarcación con la in-signia de la casa de Medina Sidonia llega a puerto, yque desembarcan unos hombres con ropajes extraños,ojos rasgados y una lengua totalmente ininteligible.“Al principio, la llegada de los japoneses no tuvo

mucho impacto para la vida del municipio. Aun así,hoy sabemos que tuvo una consecuencia fundamentaly es que en Coria hay alrededor de seiscientas perso-nas con el apellido ‘Japón’ y que éste se ha difundidodesde el pueblo al resto de España y del mundo”, des-taca Juan Manuel. Durante algún tiempo este grupo de japoneses se

aloja en Coria y los alrededores mientras Sevillapiensa qué hacer con estos lejanos extranjeros quequerían llegar a Madrid para ver al rey. Uno de estosalojamientos es una finca llamada Mexina, ubicada enEspartinas de la que el hermano de Fray Luis Soteloera propietario. Además su hermano es un CaballeroVeinticuatro de Sevilla (antiguo nombre con el que seconocían a los concejales de la ciudad debido a que elgobierno lo componían veinticuatro miembros), lo quesin duda agiliza la resolución de la situación. Finalmente parten hacia Madrid donde el rey espa-

ñol los recibe pero les niega el derecho a comerciar.Por ello, deciden ir a Roma para que el Papa autoricea los franciscanos a seguir evangelizando. Sin em-bargo, debido a que durante el viaje de la expediciónha comenzado la persecución de los cristianos enJapón, el Papa también se niega a autorizarlo, con locual, en 1614 vuelven a Coria con sus dos únicos ob-jetivos (comercializar con México y permitir la evan-gelización en Japón) sin cumplir. Durante tres años losjaponeses permanecen en el pueblo antes de que pue-dan marcharse, y además tuvieron descendencia.Prueba de ello es Bartolomé Japón, cuya partida debautismo se encuentra en la iglesia de San Juan Bau-

Barcas de pescadores corianosen el río Guadalquivir.

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tista. Según el gestor cultural del Ayuntamiento deCoria, Antonio Bizcocho, esta iglesia estaba vinculadaal franciscanismo, por lo que Fray Luis Sotelo tuvo fa-cilidad para alojar a algunos de los japoneses llegados.Por eso, esta iglesia más conocida como la parroquiade “El Cerro Alto” (ubicada en lo alto de un cerro),constituye uno de los lugares que muestra este guía enlas visitas a los grupos de turistas. “La ruta turísticaque hacemos tanto para el público español como parael japonés se llama ‘La aventura del samurái’. A losjaponeses les interesa mucho conocer lo que les une aCoria, por eso ‘El Cerro Alto’ es uno de los sitios quese les enseña en el itinerario”, apunta Bizcocho.Aun así, al contrario de lo que la mayoría de los

que conocen esta singular historia creen, los japonesesno se quedan a vivir en el pueblo, sino que en 1617vuelven a Japón. “No sabemos si se fueron todos o no,porque no sabemos cuántos partieron desde Acapulcoante la imposibilidad de hacer relaciones comerciales.Permanecieron Hasekura Tsunenaga y Fray Luis So-telo y un grupo que no conocemos cuántos eran. Poreso no sabemos si se fueron todos o si se quedaron al-gunos. Sí que es cierto que la Corona Española, desdeSevilla y desde el Consulado de Indias, tuvieronmucho cuidado en que por lo menos Hasekura Tsune-naga y las personas más relevantes que le acompaña-ban volviesen”, asegura Juan Manuel Suarez Japón.Pero como sabríamos más tarde, los hijos de estos ja-poneses se criaron y son naturales de Coria, y son losque ahora se les conoce como “Japones” debido a lodifícil que les resultaba a las personas de la época es-cribir o pronunciar el apellido de estos extranjeros.Sin embargo, este sobrenombre es incluso más an-

tiguo que esta anécdota, y aunque parezca extraño,algo más común de lo que se pueda pensar. En su libroHidalgos y samuráis: España y Japón en los siglos

XVI Y XVII, el profesor de historia medieval, Juan Gilcuenta que los primeros “Japones” datan de la décadade 1590 (varios años antes de que partiera la EmbajadaKeicho), cuando en México aparecen de repente japo-neses que habían llegado como polizones en los barcosde la ruta del Galeón de Manila. De entre todos, Gil

se refiere concretamente a uno que se llamaba XavierJapón. También el jesuita Jesús García Gutiérrez, queha trabajado como profesor en Japón durante treintaaños y se ha convertido en un gran experto en historiadel arte japonés, en su libro sobre la compañía deJesús en Japón, habla de una carta que manda SanFrancisco Javier durante su estancia en Filipinas, enla que cuenta que ha recibido a un portugués que sehalla con él en las islas, que está pensando en ir a lastierras de Japón y que éste viene acompañado de un“Japón” que habla su lengua. “Era lógico que en Coriael primer japonés que engendrara, a su hijo se le lla-mase ‘Japón’. También era común que si un castellanose encontraba con algún japonés, dijera que se habíaencontrado con un ‘Japón’. El hecho especial de quela primera expedición que los japoneses hacen a Oc-cidente deje la secuela de un apellido es un hecho sin-gularísimo. Por eso cuando se enteraron se pusieroneufóricos”, explica Suárez Japón.Las consecuencias de la llegada de la Embajada

Keicho a Coria del Río no fueron prácticamente nin-guna en aquella época, pero hoy en día sí que se puedeapreciar la huella de estos japoneses en el pueblo. Lamás significativa es el hecho de que aproximadamenteseiscientas personas se apellidan “Japón” y “tambiénes curioso porque cuando te encuentras a ‘Japones’fuera de Coria, si indagas un poco acabarás remitién-dote a un origen que tiene que ver con este pueblo ocon el entorno más inmediato. Por eso, desde el puntode vista histórico no hay duda” apunta Suárez Japón. Para confirmar este legado o coincidencia genética,

el profesor de la Universidad japonesa de Nagoya,Toshimichi Yamamoto, realiza en 2013 una prueba deADN mediante un análisis de sangre a noventa perso-nas que tienen el apellido. Suárez Japón fue el primero

ANTES DE REGRESAR A SU PAÍS, LOS JAPONESES SE QUEDANDURANTE TRES AÑOS EN EL PUEBLO Y TIENEN HIJOS

Doble página anterior estatua de Haskura y sudescendiente, Fotografía de El universal

En la página siguiente El r@astro del samurái .donde se muestran imágenes de más de 600 ‘Japones’.

Fotografías de Eldiario.es y Photomercado.

Reportaje / Los samuráis del Gudalquivir

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en hacérselo. Al profesor japonés le acompañaba un médico fo-

rense, el profesor Ángel Carracedo de la Universidadde Santiago de Compostela, una de las primeras figu-ras europeas en esa materia. Éste último llega a co-mentar que puede ser que las pruebas no den positivodebido a que hace 400 años desde que se quedaron losjaponeses en Coria y que han habido muchas mezclas.Desgraciadamente, en marzo de este año, Yamamotocomunica a los corianos el resultado que Carracedosospechaba: entre las 101 personas que participaronen el estudio no se encuentra el genoma japonés, efec-tivamente a causa del tiempo trascurrido desde que lle-garon los japoneses al municipio. “La ciencia es fríaa veces. Si no hubiese venido a Coria del Río de vezen cuando, solo habría analizado el ADN y luego co-municado el resultado a una revista científica. La in-vestigación duró cuatros años. En muchas ocasionespensé en dejarlo pero el ánimo, la amistad y amabili-dad de los corianos me daba fuerzas para seguir. Des-graciadamente no he podido demostrar la coincidenciagenética, pero algún día con nuevas tecnologías podréanalizarlo con más detalle. Doy las gracias a todo elpueblo por su cariño y sentimiento hacia Japón que setransmite de generación en generación, y pido discul-pas a los corianos por no haber podido verificar queson descendientes de los japoneses de la EmbajadaKeicho. Pero estoy seguro de que lo son”, explica Ya-mamoto con amargo llanto tras comunicar a los habi-tantes las conclusiones de su estudio. Según el profesor japonés, es muy probable que el

gen se perdiera en la segunda generación. Su traductoren esta conferencia, y gran amigo del pueblo, el señorKabay, también está seguro de que en Coria del Ríohay sangre japonesa aunque la tecnología actual no

permita demostrarlo.No obstante, lo importante es que la familia impe-

rial japonesa, la máxima autoridad del pueblo japonés,ha reconocido que la Embajada Keicho pasó por Coriay que el grupo de japoneses vivieron en la localidaddurante cuatros años. De hecho, tal ha sido ese reco-nocimiento que el príncipe Naruhito visita Coria enel año 2013 para conmemorar los cuatrocientos añosde la partida de la expedición, aunque ya en el año1992, al poco tiempo de conocerse esta historia, unadelegación japonesa visita el pueblo, donde se hicierondesfiles de samuráis, ceremonias del té, etc.Sebastián Cordero, de 89 años, recuerda aquel año

en el que el pueblo se inundó de turistas de ojos ras-gados: “Vinieron un grupo de personas vestidas comosamuráis e hicieron exhibiciones de lucha y desfilaronpor las calles. La gente se agolpaba en las vallas por-que nosotros no habíamos visto nunca una cosa igual.También a mi mujer y a mí nos invitaron a una comidaporque ella se apellidaba ‘Japón’. Cuando llegamos alconvite había una mesa enorme dividida en dos partes:una con comida española y otra con comida japonesa.Yo intenté probar un poco de sushi, de pescado crudo,pero aquello no me gustó nada y el jamón y tortilla depatatas tenían muy buena pinta”.Desde aquel año Coria se fue volviendo poco a

poco más “japonesa”. Por ejemplo, se erigió en el par-que Carlos de Mesa una estatua en conmemoración alsamurái jefe de la expedición Hasekura Tsunenaga.Esta estatua es muy representativa porque es una delas cinco estatuas en todo el mundo. En el año 2013 el pueblo se vuelve a llenar de tu-

ristas. Como comenta Antonio Bizcocho, la localidadse inunda más que de españoles, de japoneses, debidoa que en muy pocas ocasiones el pueblo japonés puedever de tan cerca a un miembro de la familia imperialcomo es el príncipe Naruhito; rara vez esta familia sedeja ver en público en su país. Por eso, muchos japo-neses deciden recorrer quince mil kilómetros paraaprovechar la oportunidad porque puede que sea laúnica vez en sus vidas que vean al príncipe. De hechoy como es habitual en estos eventos, los (por aquel en-

En la página anterior placa que le de nombre alpaseo fluvial de Coria del Río.

LA FAMILIA REAL JAPONESA, RECONOCE QUE LAEMBAJADA KEICHO PERMANECIÓ EN CORIA DEL RÍO

Reportaje / Los samuráis del Gudalquivir

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tonces) príncipes de Asturias dieron la bienvenida enSevilla a Naruhito después de su visita a Coria del Río,donde sus compatriotas se agolpaban para estar lo máscerca posible de ese hombre tan extraño y tan inalcan-zable tanto para ellos pero no tanto para los corianos.

El propio Suárez Japón fue uno de los pocosprivilegiados que tuvieron la oportunidad de saludarpersonalmente a Naruhito y de posteriormente acudira una recepción en el hotel Alfonso XIII junto conotros “Japones”. “Cuando le doy la mano le digo unaspalabras a través de su traductor, claro. Y cuando elpríncipe me responde me quedo sorprendido porquees una persona de baja estatura pero tiene una voz po-tente, muy grave, que parece como si le saliese de losmás profundo de la garganta”, apunta Suárez Japón.De entre las anécdotas de esta conmemoración del

año dual 2013-2014 (en referencia a los años por losque los japoneses pasaron por Coria, 1613-1614) elpríncipe planta cerezos en el parque Carlos de Mesadonde también visita la estatua de Hasekura Tsune-naga, y contempla la exposición El r@stro del Samu-

rái del fotógrafo Alejandro Sosa donde se muestranlas imágenes de aproximadamente cuatrocientas per-sonas que se apellidan “Japón” y en cuyos rostros sevislumbran algunos rasgos asiáticos. Además visita lacasa museo Sendai, llamada así en recuerdo a la capi-tal de donde partió este grupo de japoneses. Hoy en la Sala Sendai, su gerente Sebastián Cor-

dero Salas guarda como un tesoro las fotografías deaquel día en el que el príncipe del país del Sol Na-ciente visitó Coria. Entre la colección de carteles dela feria del pueblo se mezclan las imágenes de aquelevento junto con una pintura de Haskuera Tsunenaga,y varias fotografías de algunos de sus familiares, comosu abuela Agripina Japón, cuyos rasgos no dejan duda

de la procedencia de su apellido. Al lado del retrato dela abuela, hay un mosaico que Sebastián manda hacer,donde se representa el viaje que hizo la expedición. Lamezcla entre los carteles de la feria de Coria y las fo-tografías de algunos “Japones”, con el mosaico y lasimágenes japonesas, convierten a la Sala Sendai enuna gran metáfora del legado japonés, además de serun gran referente cultural en el pueblo. Tanto es así,que se ha convertido en una parada obligatoria durantelas visitas turísticas, y lugar de numerosas conferen-cias relacionadas con el tema.Pero no solo Naruhito visita el pueblo aquel recor-

dado 2013, sino que los corianos tuvieron la oportu-nidad de conocer al descendiente del líder samurái dela embajada, que convocó en una reunión a todos los“Japones” y también a los no “Japones”.Entre mantelitos de ganchillo, imágenes de vírge-

nes, figuritas decorativas y muchos retratos de fami-liares, Isabel Salas Japón, una anciana de 86 añosconserva la fotografía de ese descendiente de Hase-kura, que fue a visitarla a su casa ya que por motivosde salud no podía llegar hasta donde estaba la reunión.Mientras se toma un café en la mecedora de su pe-queño y acogedor saloncito, recuerda aquel día en quesus hijos llevaron al samurái para que la conociera.“Cuando lo veo entrar me quedo extrañada porque eraun hombre muy pequeño, con los ojos ‘achinados’ yvestido con una especie de vestimenta gris. Claro, yole dije que era ‘Japón’, pero menos mal que iba con élun muchacho que era periodista y que era su traductorporque si no, no me entiende, ni yo a él tampoco”, diceIsabel mientras sostiene la foto junto a aquel hombre.No obstante el sentimiento de hermanamiento entre

Coria y Japón no es de 2013, sino que se remonta alaño 1992 como se ha mencionado antes, cuando seerige la estatua de Hasekura, y se empiezan a vislum-brar las primeras “señales” de que en Coria del Ríohay un legado japonés que con el paso de los años seha hecho más común y evidente. Al pasear por el centro del pueblo, entre el bullicio

de las pequeñas tiendas se aprecian las rotulacionesen japonés de los comercios. También es común ver

El la página siguiente, el príncipe Naruhito obserco laexposición El r@astro del samurái, en su visita a Coriadel Río. Fotografía de Sevilladirecto.

EN 2011, TRAS LA TRAGEDIA DEL TSUNAMI EN JAPÓN, ELPUEBLO Y LA CIUDAD DE SENDAI SE HERMANAN

Reportaje / Los samuráis del Gudalquivir

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“EL SENTIMIENTO Y EL CARIÑO HACIA JAPÓN ES TANTODE LOS QUE SON ‘JAPONES’ COMO DE LOS QUE NO”

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en las tardes de primavera en el parque a los niños ju-gando con grullas de papel, típicas de Japón que hanhecho en el colegio, mientras sus madres se toman uncafé rodeadas de azulejos y pinturas que conmemoranla famosa historia. En las calles se distinguen algunos rasgos físicos

que recuerdan a las personas asiáticas, que recobranmás valor si se conoce la anécdota de los japoneses enCoria. Son estas mismas personas las que cuando sepresentan, lo primero que dejan claro es que son“Japón” o que su familia lo es porque para ellos es suseña de identidad.Misako Fullan, una japonesa natural de Hiroshima,

al igual que muchos japoneses, se queda totalmentesorprendida al ver estos rasgos físicos tan significati-vos de los corianos, pero se sorprende más aún cuandoescucha la frase más repetida del pueblo: “Yo soy‘Japón’ ”. A Misako, no solo le agrada conocer a loscorianos con el apellido de su país, sino que curiosa-mente le llaman la atención apodos como “Muchimu-chi” o “Taito”, por los que son conocidas algunas deestas personas. A ella, estos sobrenombres le suenanenormemente a Japón. Por eso, Misako no duda; esotra señal de que sus compatriotas dejaron una granmarca, una huella que literalmente todavía sigue viva. Sentadas en un banco al lado del río que un día vio

llegar a una galera cargada de japoneses, ManuelaPérez Japón charla con sus amigas. “Más de una vezse me han acercado periodistas, sobre todo cuandovino Naruhito, para preguntarme si mis nietos tienenla mancha mongólica (una marca parecida a un carde-nal que aparece en el trasero al nacer, propia de laspersonas asiáticas, y que se suele quitar a los tresaños). Cuando les digo que sí, que casi todos mis nie-tos la tienen, algunos tienen el atrevimiento de pe-dirme fotografías de sus manchas. Pero por supuestoque no se las doy”, comenta Manuela con cierta indig-nación.Pero el legado o la seña japonesa no solo son estas

pequeñas anécdotas de las gentes del pueblo o coinci-

Barcaza que cruza a ambas orillas del ríopara el transporte de vehículos y personas.

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dencias físicas, sino que va más allá. Es aquel que cadadía se está promoviendo y se hace más visible en losjóvenes. A través del Ayuntamiento y la AsociaciónHasekura Tsunenaga, creada por Virginio CarvajalJapón, se fomenta este sentimiento y la cultura delpueblo en los colegios. Es muy habitual, en ciertasépocas del año, ver salir de la escuela a muchos niñoscon banderitas de Japón que han coloreado en sus cla-ses de plástica. También se hacen concursos de haikus,se promueven charlas, se cuentan cuentos típicos ja-poneses, etc. Todas estas pequeñas actividades, días adía hacen que el sentimiento cale hondo en las nuevasgeneraciones corianas.A nivel municipal, cada octubre el Ayuntamiento

celebra la semana cultural japonesa, donde todo el quequiera puede acudir gratuitamente a diversos talleres,como por ejemplo caligrafía japonesa, pintura, ike-bana, ceremonias del té, exhibiciones de danzas japo-nesas, etc. Esta primavera se celebra por tercer añoconsecutivo una fiesta típicamente japonesa, el Ha-nami, que en japonés quiere decir “ver flores” y con-siste en observar la belleza las flores. Másconcretamente se asocia a ese período de tiempo en elque los japoneses acuden a los parques con familiareso amigos para ver los cerezos en flor. El Hanami co-riano se celebra en el parque Carlos de Mesa, cuandolas flores de los árboles están en su esplendor, y juntoa la estatua del samurái. Encarna Pineda muestra orgullosa todos los haikus,

y los diplomas de concursos de redacción sobre Japónque su nieta más pequeña ha ganado. Su nieto mayor,Adrián, está aprendiendo japonés; ya sabe formular al-gunas frases sencillas. Para cuando sea mayor, su grandeseo es trabajar dibujando cómics manga. “Cada vezque en la clase de la pequeña hacen poemas japoneses,al recogerla del colegio me lee los que haya escrito, yel mayor dice que quiere casarse con una japonesa eirse a vivir a Tokio, aunque no creo ni que sepa lo lejosque está”, dice entre risas Encarna.En 2011, tras el tsunami y el desastre de la central

nuclear de Fukushima, la relación entre Coria del Ríoy Japón se hace oficial; el pueblo se hermana con la

ciudad de Sendai. A raíz de esto, cada once de marzotiene lugar uno de los actos más importantes que re-fuerza esa alianza coriana-japonesa: frente a la estatuade Hasekura, el eterno anfitrión de todos los eventos,se rememoran tanto a las víctimas de Japón como alos fallecidos por el atentado terrorista en Madrid, quetuvo lugar ese mismo día algunos años atrás.El acto de este año tiene lugar en un sábado soleado

y de temperatura calurosa impropia para la época delaño. Todos los asistentes se reúnen bajo el samurái, ellugar habitual. A sus pies, hay dos ramos de flores, unode la Asociación Hasekura Tsunenaga. Mientras el al-calde pronuncia un discurso, una niña se aleja un pocodel grupo y deposita una flor bajo la estatua. Son estospequeños gestos los que hacen percatarse de lo hondoque ha calado el sentimiento japonés, que pervive y sehace más visible día a día en los niños, y que comodice el alcalde Modesto González, “este sentimientoes tanto de los que se apellidan ‘Japón’, como de losque no”. A su lado hay una pintura que representa aun cerezo, que florece con los deseos y las condolen-cias que los asistentes pegan al llegar. Tras su discurso, el alcalde es el primero que se di-

rige hacia una plataforma que está sobre el río, y arrojaflores en memoria de las víctimas. Todas las demáspersonas le siguen y tiran las suyas al río, el mismoGuadalquivir por donde llegaron hace cuatro siglos susantepasados.En la calle Cervantes, una ancha vía peatonal sal-

picada de grandes macetones, se halla el Ayuntamientode Coria del Río, un gran edificio pintado de amarilloy blanco (los colores de la bandera del pueblo). Alpasar por su lado parece inevitable pararse y levantarla vista, para descubrir que el cabildo del pueblo tienealgo especial, algo muy singular que sin duda consti-

CADA PRIMAVERA SE CELEBRA EN CORIA EL HANAMI, UNAFIESTA TÍPICA JAPONESA. ESTE AÑO SERÁ EL TERCERO

Momentos de la ceremonia enmemoria de las víctimas del tsunami y

Fukushima.

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tuye otro símbolo de que Japón pervive en Coria y quecada día se hace más fuerte. Se trata de la bandera delpaís nipón, que desde 2011 (año del hermanamientocon Sendai) soporta el calor sevillano junto con la ban-dera de Europa, Andalucía y Coria. “Cuando los japo-neses recorren quince mil kilómetros para ver unacultura y un pueblo totalmente distintos al suyo y nadamás llegar se encuentran en el Ayuntamiento la ban-dera de su país, se quedan asombrados. Además colo-car una bandera que no era española en un edificiomunicipal, público, no fue fácil. Se tuvo que pedir per-miso al gobierno civil”, recuerda Suárez Japón. Sinduda es otra de las características que hacen especiala este pueblo. Este contacto o relación con Japón es no es solo

puramente sentimental o intangible, sino que algunoscorianos han sabido ver una gran oportunidad de ne-gocio relacionado con el turismo. Uno de ellos es elgestor cultural Antonio Bizcocho que además es pro-pietario de una empresa turística en Coria: “El proceso que estamos viviendo con Sendai su-

pone un gran potencial como imagen porque Japón esuna potencia de primer orden mundial. Por lo tanto, elinterés no solo en el hermanamiento sino en las posi-bles repercusiones o relaciones empresariales quepueda tener con España, Andalucía o con Coria delRío son siempre bienvenidas y son vistas muy positi-vamente. Es decir, si Coria tiene buenas relaciones conciudades del norte o del sur de Japón, o con el país en-tero, dará una imagen importante al municipio ademásde poder repercutir beneficiosamente sobre su tejidoempresarial”.Sin embargo, aunque las relaciones llevan un buen

ritmo e “irán a buen puerto”, actualmente las repercu-siones que tienen en el desarrollo económico y empre-

sarial del pueblo están todavía en un nivel incipiente.Las relaciones empresariales no se han consolidadodel todo.No obstante este guía turístico defiende que aunque

es cierto que el municipio no tiene una gran tradiciónempresarial, sí que tiene algunos bienes que les puedeinteresar a los japoneses, como por ejemplo el río ysus recursos fluviales como la pesca. También pro-ductos de la zona, como los “Pestiños” o las “Orejitasde haba” típicas del pueblo y que recientemente hansido patentadas por una coriana. Sin duda la gran baza o la oportunidad empresarial

más potente que el pueblo puede aprovechar es la tu-rística, aunque como afirma Antonio Bizcocho, “másque de japoneses, de los españoles, de los andaluces”,ya que curiosamente no es el turismo nipón el queabunda en el pueblo, sino el nacional.El turismo japonés tuvo un gran despunte durante

el año dual (2013-2014) pero más tarde se fue desin-flando (aún hay pero en menor medida), al contrarioque el turismo español que fue en aumento. “Tenemosuna excelente relación con la embajada y el consuladode Japón, pero la que tenemos con los turoperadoresjaponeses es mejorable; no es mala pero Coria todavíano está en el circuito que los japoneses hacen por Es-paña o Andalucía”. Por eso Bizcocho apuesta por po-tenciar la historia y la cultura para crear una seña deidentidad, una imagen más “japonesa” del pueblo, yasí repercutir positivamente en las empresas localesque ya empiezan a ver esta “nueva imagen” como unaoportunidad. Prueba de ello son los menús japonesesque algunos restaurantes ofrecen, o rotulaciones en suscartas en ambos idiomas haciendo un guiño a esa iden-tidad. Como en todo cuento japonés, esta historia tiene

un guardián que se encarga de que ese legado que dejóla Embajada Keicho no muera. En este caso, el guar-dián de los “Japones” se encuentra en la misma calleque el Ayuntamiento, como si ambos velasen por loscorianos: uno por la infraestructura del pueblo y el otropor su alma. Se trata de la “Asociación Hispano-Japo-nesa Hasekura Tsunenaga”, cuyo fundador Juan Fran-

“CUANDO LOS JAPONESES VEN LA BANDERA DE SU PAÍSEN EL AYUNTAMIENTO SE QUEDAN ASOMBRADOS”

Tienda de mebutidos con nomblecaturas enespañol y japonés.

Reportaje / Los samuráis del Gudalquivir

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cisco Japón Carvajal la creó en honor de su tío Virgi-nio Carvajal Japón. Virginio, propietario de una tienda de repuestos de

bicicletas, fue un hombre muy representativo ya quefue el primero que se percató que de que tendría quehaber una gran historia, una gran anécdota tras esteapellido tan coriano. Comenzó entonces a investigarhasta descubrir el origen de la frase más repetida enCoria: “Yo soy ‘Japón’ ”.Él fue la motivación para que Suárez Japón escri-

biese su primer libro tras su muerte en 2005. “Era unhombre muy culto, que le encantaba estudiar. Sin élnada de esto hubiera sido posible”. Así recuerda JuanManuel a su primo Virginio. Su segundo libro también tiene un origen muy cu-

rioso: “Son incontables las veces que he tenido quecontar esta historia o bien en privado o en conferen-cias. Y la conté una vez más en noviembre de 2012,cuando me invitan a clausurar el foro España-Japón,un encuentro de economistas de científicos de altonivel que se reúne una vez cada dos años una vez aquíy otra vez en Japón. Ese año la reunión tuvo lugar enSevilla, en el Archivo de Indias, y me pidieron que re-latara la historia de los “Japones” en Coria. Al terminarel acto, el antiguo Ministro de Asuntos Exteriores deAznar, Josep Piqué, se me acerca y me pregunta si estahistoria estaba escrita en algún sitio. Al darme cuentade que no estaba escrita, le dije que no lo estaba, perolo que iba a dejar de estar. Esa misma Navidad del2012 empecé a redactarla porque me di cuenta de quecon la muerte de Virginio, si yo no la escribía, no losabría contar nadie porque yo había estado al lado demi primo desde el principio. Entonces, de ser así, que-daría en el olvido. Por eso me puse a escribir y en laprimavera del 2014, dentro del año dual, presentamos

el libro en Sevilla”.Así nace De Sendai a Coria del Río. Historia de

Japoneses y Japones, el primer y único libro que re-coge al completo y cada detalle de la aventura en laque se embarcaron Hasekura Tsunenaga y Fray LuisSotelo acompañados de marineros y comerciantes conla misión de llegar primero a México y luego a Ma-drid. Pero el afán de Juan Manuel por escribir acercade Japón no queda ahí; este año ha coordinado unnuevo libro “Tohoku Crossing” donde se narra crónicade la carrera solidaria del atleta coriano Eduardo Fer-nández-Agüera a través de las áreas afectadas por eltsunami de 2011, deteniéndose en los puntos más im-portantes para transmitir el apoyo de los corianos y detoda Andalucía a las víctimas del desastre.Aun así, como en todas las historias, no todo es de

color de rosa y si de algo se lamenta este ex político yprofesor es de la poca colaboración o entusiasmo porparte de la Junta de Andalucía. “En la visita de Naru-hito creo que estuvieron porque no tuvieron más re-medio ya que era una visita oficial, de Estado y estabala Delegada de Gobierno y el Consejero de Justiciaque vino por parte del Gobierno andaluz. Sin embargo,en general en los últimos 30 años que llevamos ac-tuando, no hemos tenido ni presencia ni mucho menosapoyo material ni de las autoridades provinciales, esdecir Diputación, ni del Gobierno de la Junta de An-dalucía”, se queja Suárez Japón. “Al día de hoy La Junta no subvenciona ningún

proyecto cultural relacionado con el tema. Quizás seaculpa de ambas partes; puede ser que no hayamos sidocapaces de presentar un proyecto que les resulte real-mente atractivo. Pero la sensación que tengo es que nose han dado cuenta de la gran proyección y valor quetiene este tema desde el punto de vista del turismo deAndalucía, no de Coria. Un ejemplo de esta poca pocacolaboración ha sido la publicación de este últimolibro, que ha sido posible gracias al convenio quehemos firmado la Fundación Cajasol y al Real BetisBalompié que nos pagó los billetes a Japón”.Pero todo esfuerzo tiene sus frutos. En el caso de

Juan Manuel su empeño y constancia para que se co-

Suárez Japón en su despacho sostiene unafotografía del descendiente de HaskuraTsunenaga.

A J. M. SUÁREZ JAPÓN EL GOBIERNO DE JAPÓN LE OTROGALA CONDECORACIÓN DE LA ORDEN DEL SOL NACIENTE

Reportaje / Los samuráis del Guadalquivir

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“ NO RECIBIMOS APOYO DE LA JUNTA. NO SE HAN DADOCUENTA DEL GRAN POTENCIAL DE ESTE TEMA”

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nozca la historia de su pueblo y promover la culturajaponesa en él, ha sido reconocido por el gobiernonipón, que el año pasado le otorgó la máxima distin-ción que concede a las personalidades extranjeras: “LaOrden del Sol Naciente” con la que Japón condecoraa aquellos que promueven o trabajan a favor de su paísy su cultura. Esta condecoración le fue entregada tam-bién a su primo Virginio Carvajal Japón a título pós-tumo.Sin duda, algo que no se puede negar es que cuando

se camina por las calles del pueblo se respira por todaspartes Japón. Se vaya a donde se vaya, y se mire ydonde se mire, siempre hay un poco, una gotita, unamuesca, en algunos sitios más y en otros menos, perosiempre hay una seña del país del Sol Naciente ya seaen comercios y restaurantes, en las banderas, o en losojos de aquel hombre que mira al otro lado de la calle. Sin embargo todos estos detalles no tendrían valor sino se estuviese inculcando este sentimiento a los másjóvenes. Eso es lo importante; no de querer ser osentirse japoneses, sino de saberse diferentes al restode su país, conocer que la mayoría descienden deextraños y lejanos extranjeros de ojos rasgados que nise podrían imaginar las repercusiones que su estanciaen el pueblo han dejado actualmente. Al igual queBartolomé Japón, mientras recoge como todos los díaslas redes del río tras la jornada de pesca pensando enla recaudación de la mañana, no puede ni imaginarsela importancia que tendrá cuatrocientos años despuésque su nombre apareciese escrito en un antiquísimopadrón de habitantes del pueblo.Las familias corianas han dimensionado el valor de

este apellido. Esto no quiere decir que el apellidarse“Japón” haga a alguien superior a otro, sino quellevarlo tiene ese plus de saberse pertenecientes a ungrupo que tiene algo diferente, ni mejor ni peor, perosí especial. Como explica Suárez Japón: “Gracias alconocimiento de este hecho, cuando dices que eres deCoria del Río, ya no te preguntan si ese es el pueblode los futbolistas, sino que ahora te dicen que si estees el pueblo de los japoneses”.

Restaurante con decoración oriental.