Los que aman odian

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    Emec Editores, S. A., Argentina, 1946

    Primera

    d i c ~ n

    en esta o l ~ c c i n : febrero de 2002

    Emec Editores, Espaa,

    2002

    P r o v e n ~ 26o, o8oo8 Barcelona (Espaa)

    Depsito Legal: B. 3-s8s-2oo2

    ISBN

    84-95908-oS-s

    Composicin: Foto Informtica,

    S.

    A.

    Impresin: A M

    Grafic,

    S. L

    Encuadernacin: Lorac Pon, S. L

    Printed in Spain -Impreso en Espaa

    Reimpresinde

    Editorial Planeta,

    S.

    A.,

    2oo2

    Crsega, 273-279,

    o8oo8

    Barcelona (Espaa)

    Este libro no podr ser reproducido,

    ni

    total

    ni

    parcialmente, sin el previo permiso escrito del editor.

    Todos

    los derechos reservados.

    j

    Se disuelven eri mi boca, inspidamente, reconfortan'

    temente, los ltimos. glbulos de-arsnico.(ar.senicum

    album .

    Amiizquierda, enla.mesa de trabajo, tengo un

    ejemplar:.

    en

    hermoso Bodoni, del

    Satyricn,

    de Cayo'

    Petronio. A mi derecha, la fragante bandeja del t, con

    sus delica-das porcelanas y sus frascosnutri tivos.Dira

    se que las pginas del libro estn.gastadas por lecturas

    i n n u m e r a b l e s ~

    el t

    es

    de China;

    las.

    tostadas son que

    bradizas y tenues; miel es de abejasque han libado

    flo-

    res de acacias, de favoritas y de-lilas. As, en este limita

    do paraso, empezaraescribirJahistoria del asesinato

    de Bosque del Mar.

    Desde

    mi

    punto

    de vista, el primer captulo trans

    curre en urr saln comedor,

    en

    el

    tren

    nocturno a Sali

    nas. Compartan

    mi

    mesa.uh matrimo'nio amigo

    -dile

    tan

    es

    en

    liter.atuta y afortunados.

    en ganadera-

    y

    una

    innominada seori ta. Estimulado por

    el

    consom-

    m, les detall. mis propsitos: en busca de una de

    leitable y fecunda soledad e s decir,

    en

    busca de rn.

    mismo- yo me diriga a ese nuevo balneario que ha

    bamos descubierto los ms refinados entusiastas de

    la vida junto ala naturaleza: Bosque del

    Mar.

    Desde

    haa

    tiemp_o acariciaba yo ese proyecto, pero las exigencias

    del-consultorio

    -pertenezco,

    debo confesarlo, a la co

    frada de

    Hipcrtes-

    postergaban mis vacaciones. El

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    Introduccin

    matrimonio asimil con inters

    mi

    franca declaracin:.

    aunque

    yo era un

    mdico respetable

    sigo invaria-

    blemente los pasos de

    Hahnemann

    escriba con va-

    riada fortuna argumentos para el cinematgrafo. Aho-

    ra la Gaucho Fi lm Inc.,

    me

    encarga la adaptacin, a la

    poca actual y a la escena argentina, del

    tumultuoso

    libro de Petronio.

    Una

    reclusin

    en

    la playa era impres-

    cindible.

    Nos retiramos a nuestros compartimientos. Un rato

    despus, .envuelto

    en las

    espesas frazadas ferrov.iarias,

    todava entonaba mi esp ri tu la grata,sensacin.de

    haber

    sido comprendido. Una sbita inquietudatemper esa

    dicha:

    no

    haba obrado

    temerariamente?

    No haba

    puesto yo

    mismo en

    manos de esa, pareja, inexperta los

    elementos necesarios para que me arrebataran mis:ideas?

    Comprend que era int il cavilar. Mi espritu, siempre

    dcil, buscun asilo

    en

    la anticipada com:emplacin de

    los rboles

    junto

    al ocano. Vano esfuerzo. Todava esta-

    ba

    en

    la vspera de esos pinares Como Betteredge. con

    Robinson Crusoe recurr a mi Petronio. Con renovada

    admiracin le el prrafo

    Creo que nuestros muchachos son tan t o t o s porque

    en las escuelas

    no

    les hablan de hechos reales sino depira-

    tas emboscados con cadenas en la ribera; de tiranos pre-

    parando edictos que condenan a los hijos a decapitar a

    sus propios padres de orculos . consultados en tiempos

    de.epidemias que ordenan

    la

    inmolacin

    de

    tres.o ms

    vrgenes

    El

    consejo es, todava hoy, oportuno. Cundo renun-

    ciaremos a la novela policial, a la novela fantstica

    y

    a

    todo ese fecundo, variadory ambicioso campo de la lite:

    ratura que se alimenta de irrealidades? Cundo volve

    Silvina campo Adolfo Bioy Casares

    remos nuestros pasos a la picaresca saludable y al ame-

    no

    cuadro de costumbres?

    Ya el aire de mar penetraba

    por

    la ventanilla. La cerr.

    Me dorm.

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    '

    '.

    Cumpliendo estiictamente mis rdenes, el camarerome

    despert a las seis.de la maana. Ejecut unas r e v e s ~

    abluciones con el resto de la media Villavicencio

    que

    haba pedido antes de acostarme,tom diez glbulos de

    arsnico, me vest y pasatcomedor. Mi.desayuno con

    sisti en una fuente de frutas y dos tazas de caf con leche

    (no hay que olvidarlo: en los trenes elt es de Cyln).

    Lament no poder explicar a la pareja que IJle.haba acom

    paado

    durante la cena de la vspera.algunos detalles

    delaJey de propiedad intelectual; -iban mucho:ms all

    de Salinas (hoy Coronel Faustino Tambussi), sin.duda

    intoxicados

    por

    los productos de la farmacopea

    alop

    ti ca, dedicaban

    al

    sueo.esas horas liminares de la maa

    na. que son , por nuestra incuria, la propiedad exclusiva

    delhombre de campo. .

    con diecinueve minutos de atraso a as siete y dos- '

    el tren lleg a Salinas. Nadie me ayud a bajar las male

    tas. El jefe de la estacin po r lo que pude apreciar la

    nica persona despierta en el pueblo estaba dema-

    siado interesado en un canje de pueriles aros de mimbre

    cop el

    maquinista

    para. socorrer a

    un

    viajero

    ~ o l i t a r i o

    apremiado

    por el.

    tiempo y losequipajes. cab por fin

    el hombre sus tratoscon el maquinista y se

    encamin

    hacia

    donde

    yo estaba.

    No

    soy rencoroso, y ya se abra

    mi boca enuna sonrisa ordial y la mano buscaba el som-

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    1 Los

    que

    omon odian

    brero, cuando el jefe se encar, como

    un

    demente,

    la

    puerta

    del furgn.

    La

    abri, se precipit adentro, y vi

    caer, amontonadas

    en

    el andn, cinco estrepitosas jau

    las de aves. Me ahog la indignacin. Para salvarlas de

    tanta violencia, de buena gana

    me

    hubiera ofrecido a car

    gar con las gallinas. Me consol

    pensando

    que

    manos

    ms piadosas haban lidiado con mis maletas.

    Velozmente

    me

    dirig al patio trasero, para averiguar

    si el automvil del hotel haba llegado. No haba llega

    do. Sin dilaciones decid interrogar

    al

    jefe. Despus de

    buscarlo

    un

    rato, lo encontr e n t a d o ~ e n l a sala de

    1

    es-

    pera.

    -

    Busca algo?

    -me

    pregunt.

    No disimul

    i:ni

    impaciencia.

    - ,

    Lo

    busco a usted. ,

    -AquLme.tie'ne, entonces.

    - -

    Estoy

    esperando el automvil del' Hotel Central,.

    de Bosque del Mar.

    .J

    -S i no

    le:molestala compafa,1e aconsejo que tome

    asiento. Aqu, .siquiera, crre aire o n s u l t s u reloj- - - -.

    Son

    s ~ s i e t e

    y catorce, y mire que hace

    calor. Le

    soy ver-:.

    dadero:

    estova

    a acabar en.una.tormenta.

    Sac del bolsillo

    un

    pequeo cortaplumas de ncar

    y

    empez

    a limpiarse las uas. Le-pregunt si .tarda

    ra mucho

    en

    llegar e}automvil del

    hoteb

    Me .respbn

    di:

    Mis pronsticos

    no

    cubren .esepunto.

    Sigui absorto

    en- su

    tarea con el cortaplumas.

    Dnde est.la oficina dexorreos? interrogu.

    Vaya

    hasta la bomba de agua, ms

    all_de

    los vago

    nes que.estn

    enl(,l.

    va muerta. Deje a

    su

    derecha el rbol,

    doble

    en

    ngulo recto, cruc frente a la casa de.Zudeida

    y

    no

    se

    detenga hasta

    llegar a la panadera.

    La

    casilla

    de chapas es el correo.

    -En

    el aire

    mi

    informante segua

    Silvina

    campo

    Adolfo Bioy Casares

    con las manos el minucioso trayecto. Despus

    agreg :

    Si

    encuentra despierto al jefe, le doy

    un

    premio.

    Le

    indiqu dnde quedaban mis equipajes, le rogu

    que no dejara partir sin m al automvil del hotel y avan

    c

    por

    s

    ddalo abierto, bajo

    un

    sol absoluto.

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    Aliviado

    podas

    instrucciones precisas que haba impar

    tido toda correspondencia a

    mi

    nombre deba remi

    tirse afhotel- ePlprend ef regreso. Me detuve

    junto

    a

    l bomba

    y,

    despus de enrgicosesfuerzos, logr enga

    a;

    la sed y mojarme la cabeza con dos o tres chorros de

    agua tibia. Con paso vacilante llegu a la estacin.

    En el patio haba

    un

    viejo Rickenbacket cargado con

    las jaulas de-las galli'nas. Hasta cundo tendra yo que

    sperar

    en

    ese infierno el automvil.del hotel?

    En

    la sala de

    espera encontr al

    jefe

    conversando

    t o n ~ u f i h o m b r e

    abrigado con

    una

    gruesa campera. ste

    me

    pregunt:

    -El

    doctor

    Humberto Huberman?

    Asent. El.jefe me. dijo:

    Ya cargamos

    su

    equipaje: _

    Es increble la felicidad que estas palabras

    me

    pro

    dujeron. Sin mayor dificultadlogr intercalarme entre

    las jtilas. Iniciamos el viaje

    hada

    Bosque del Mar.

    El camino, drante las primeras cinco leguas, con :

    sistien una sucesin de pantanos; el progreso.del meri

    torio RickenbackerJue

    lento

    y azaroso.

    Yo

    buscaba el

    mar, como-un griego del

    Anabasis

    ninguna pureza

    en

    el

    aire pareca anunciarlo. En torno

    aun

    bebedero, una maja

    da inmvil crea guarecerse

    en

    las endebles rayas de som-

    bra que proyectaba un molino. Mis compaeros de via-

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    los que aman, odian

    je se agitaban en sus jaulas. Cuando el automvil se dete

    na en las tranqueras, dirase que un polvillo de plumas,

    como un polen de flores, se propagaba en el ambiente,

    y

    una

    f ~ e r a sensacin olfativa traa a mi memoria un

    feliz episodio de la infancia, con mis padres, en los galli

    neros de mi to, en Burzaco. Confesar que durante algu

    nos minutos logr refugiarme, en medio de los sacudones

    y del calor, en la prstina visin de un huevo pasado por

    agua, en una taza de porcelana blanca?

    Llegamos, porfi a una cadena-de mdanos.Divis

    a la distancia

    uha

    franja cristalina.

    ~ a l u d

    almar:-

    Tha

    lassa Thalassa ... Se trataba de un s p e j i s m ~ . Cuaren

    ta i n u ~ o s despus divis -una

    mancha

    violeta. Grit

    para misadentros:.Epi

    oinopapontQn

    Me

    dirg al

    cha_uj

    feur.

    ' .

    r

    -Esta vez no me quivoco, Ah est el mar.

    Es flor o r a d a ~ o n t s t el hombre.

    Al rato sentque los1baches a b a n ~ e s a q o .

    El

    chauf-

    f ur

    me

    dijo:. - ,

    .

    Tenemos que andadigero. La marea sube dentro

    de unas horas. - . .

    Mir a mi

    l r e d e d o r ~

    Avanzbamos e n t a m ~ n t e por

    unos tablones, en medio de una .extensin

    ele

    arena. Entre

    los mdanos de la derecha apareca, lejano, el mar: Pre-

    gunt .

    -_._Entonces, por u ~ a n d a tan despacio? -- '

    S i

    una

    rueda se._desva-de los

    t a b l o n e ~ n o . s l e n t ~ -

    rramos

    en

    la arena.

    No quise

    pensar

    enJo que pasara si

    nos

    ~ n ~ o ~ t r

    . bamos con otro automvil. Estaba demasiado cansado

    -para

    preocuparme. Ni siquiera

    a_dvert

    la frescura mar

    tima. Logr-articular la pregunta:

    -Falta mucho?

    -No

    -contest-.

    Ocho e g u ~ s .

    V

    Me despert enlap.enumbra. No sabadnde estabani

    siquiera

    qu_

    hor\ era. Hice

    un

    esfuerzo,

    o ~ o q u i e n

    tra

    ta de orientarse. Record: estaba

    en

    mi cuarto;en el Hotl

    Central. Enton.ces o l roar. .

    Encend la luz. Vi

    en mi

    crongrafo "'-que yaca

    jun

    to a los o l m e p ~ s ele Chirh, deXent, de Jahr, de Allen

    y de Hering, sobre la mesita de pino:... .- que eran las cin

    co de la tarde. Pesadamente empec a vestirme:Qu

    des_canso verme libre de la-rigurosa indumentaria que

    nos importen los convencionalismos de la vida urbana

    Como un evadido.ae la ropa,.me enfund en mi camisa

    escocesa, en.mi pantaln de franela, en mi saco de brin:

    crudo, -en el plegadizo panan;t,

    en

    los viejos zapatones

    amarillos y en el bastn con empuadura en cabeza de

    perro. Agach l\ c a b e ~ a con no d i s i r i u i ~ a d . satisfac..,

    cin examin en el espejo mi abultada frente de pensa

    dor, y c;>tra

    vez

    convine con tanto

    observador impar

    cial: la simili tud entre mis facciones y las de Goetbe es

    autntica. Por lo dems, no soy

    un

    hombrea:lto; para

    decirlo

    con

    uq vocablo sugestivo, soy menudo mis

    humores, mis reacciones y mis pensamientos no se ex

    tenan

    nise embotan a lo largo de

    una

    dilatada geogra"

    fa-.

    Me precio de tener una cabellera agradable a la

    vista y al tacto, de poseer unas. manos pequeas y her

    mosas de ser breve .en las muecas, en los tobillos, en

    . - . -

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    1

    1 6

    Los que aman odian

    la cintura. Mis pies, frvolos viajeros,

    ni

    cuando duer

    mo

    descansan. L_a piel es blanca y rosada; el apetito, per

    fecto.

    Me apresur. Quera aprovechar el primer da de

    playa.

    Como

    esos

    recuerdos

    de-viaje

    que

    se

    borran

    de la

    memori y que luego encont;;ramos en el lbum de foto

    grafas, en el

    momento

    de aflojar las correas de mi male

    ta vi

    -por

    primera vez?-las escenas de

    mi

    llegada al

    hotel. E},edifido, blanco y moderno, me pareci pinto

    rescamente enclavado en la arena: como un buque en

    mar, o un oasis en el desierto. La falta de rboles esta

    ba

    compensada

    por unas

    manchas

    verdes

    capricho

    $ 1JP.ente

    distribuida ---=dientes de len, que parecan

    avanzar como un.rept il mltiple, yrumorosas'estacas

    de tamarisco-. Hacia el fondo del paisaje l}aba dos Q

    tres casasy l g u n ~ choza.

    Ya ]l_oestaba cansado. Sent como un xtasis de j bi

    lo. Yo, el doctot Humber to Huberman, haba descubierto

    el paratso del hombre de letras. En dos meses de traba

    jo en-esta soledad terminarla

    mi

    d a p t a ~ i n de Petronio.

    Yentonces

    ..

    n

    nuevo corazn un hombre nuevo. Ha

    qpa,

    por fin, sonado la hora de buscar otros autores, de

    renovar el espritu .

    Furtivamente avanc

    por

    oscuros pasadizos. Quera

    evitarun posible dilogo con los dueos del hotel-leja

    nos parientes

    mos-que

    hubiera demorado

    mi

    encuen

    trocon el mar. La Uerte, favorable,

    me

    permit i salir sin

    ser visto e jniciar mi paseo por la arena. ste fue .unadura

    peregrinacin.

    La

    vida en la ciudad

    nos

    debilita y .nos

    enervade tal modoque, en el

    shock

    del primer momen

    to,

    -los

    sencillos placere del campo nos abru:tnan como

    torturas.

    La

    naturaleza no tard en persuadirme de lo

    inadecuada que era mi indumentaria. Con una mano yo

    Silvina campo A:dolfo Bioy Casares

    17

    me hu.nda

    el

    sqmbro en la cabeza para que no .me lo

    arrebatara el viento, y con la otra hunda en la arena el

    bastn, buscandO.intilmente l apoyo de

    unos

    tablo

    nes que afloraban

    de

    trecho en trecho, jalonando el cami

    no. Los z ~ p a t o r t e s rellenos de arena, eran otras tantas

    rmoras

    en mi

    marcha.

    Fi_nalmertte entr ert una zona de arena ms firme.

    A unos ochenta metros,.hada la derecha,

    un

    velero gris

    yaca vqlcado en la playa; vi queuna escalera.de cuer

    das penda de la cubierta y me dije que en uno dmis

    prximos paseosJa escalara y visitara el barcn.

    Ya

    cei :

    ca del mar, junto a un grupo

    de

    tamariscos, tremolaban

    dos

    sombrillas

    anaranjadas.

    Contra un.fondo

    de res"'"

    plandores inverosmiles, hecho de mary cielo. surgie

    ron, ntidas como

    a travs de

    un

    lente,

    las figuras:de

    dos muchachas en traje.de bao y de un hombre de-azul

    con gorra de capitn y pantalones remangados.

    No haba otro sitio_donde resggardarse del viento,

    Decid atercarme, por detrs deJas sombrillas,

    a

    los tama

    riscos.

    Me saqu los zapatones, las medias y

    me

    arroj en-la

    arena. 'La s e n ~ d n de placer fue perfecta. Casi:perfec.,

    ta: la moderaba la previsininevitable del regreso

    al

    hotel.

    Para evitar cualquier intromisin de losvecinos.-ade

    msde los mencionados haba un hombre oculto pot

    una

    sombrilla..,...,. apel a mi Petronio.yfing engolfarme

    en la lectura. Pero mi nica lectura en esos momentos

    de-irremisible abandono fue, como la de los augures, el

    blanco vuelo de unas gaviotas contra el cielo plomizo.

    Lo

    que

    yo no haba

    previsto cuando

    me acerqu a

    las sombrillas era que sus ocupantes hablaran. Hablaban

    sin ninguna consideracin hacia

    la

    belleza de

    la

    tarde

    ni

    hacia el fatigado vecino que procuraba

    en

    vano abstraer

    se en la lectura. Las

    vocE;s,

    que hasta entontes se

    tonfun-

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    ~ ~ ~ ~

    ....................

    ...

    8

    Los qul

    aman

    odian

    dan con el coro .del

    mar

    y el grito de las gaviotas, se pre

    cisaron con, desagradable_ energa. Me pareci. reconocer

    por

    lo menos-a

    una

    de las voces femeninas.

    Movido

    por una naturalcuriosidad .me

    volv hacia

    el

    grupo_. N

    o

    v i ~ e r t

    seguida a la muchacha cuya voz cre

    reconocer; la tapaba

    una

    sombrilla. Suc_ompaera esta

    ba.d pie; era

    l ~ a ,

    rubia,

    me

    atrever

    a

    decirlo?,

    muy

    hermosa, con

    una

    piel de impres ionante blancura, con

    manchas rosadas (color

    de

    salmnxrudo, segn dic

    taminara.

    despus

    el

    doctor

    Manning). Su

    cuerpo

    era

    demasiado atltiCo para

    mi gusto

    yen ella se adverta,

    tomo una tcita_

    presencia,

    una

    animalidad que

    atrae_

    a

    ciertos hombres sobre cuyas_aficiones prefiero

    no

    opinar.

    Despus

    d,e

    escuchar unos minutos

    la c o n v e r s a c i n ~

    reun

    los siguientes datos: la muchacha rubia,

    una peli:-

    grosa e l m a n a , ~ s e 1lamaba Emilia.

    La

    otra, Mary, tra

    duca o correga. novelas o l i c i a l e ~ para una.editorial de

    prestigio.

    Las.

    c o m p ~ a b a n dos hombres. Uno

    de.

    ellos

    - e l de gorra azul - era

    un

    do.ctbr Cornejo;

    me

    impre

    sion por sus

    rasgos bondadosos y

    por su ntimo

    co

    nocimiento del mar. y de la meteorologa. Tendra unos

    cincuenta aos;

    su

    cabello gris y sus _ojos pensadores le

    conferan

    una

    expresin romntica,

    1;10

    desprovi_sta de

    vigor.

    El

    otro era

    un

    hombre ms joven,. amulatado. A des

    pecho de cierta:vulgaridad en el-hablar y de

    una

    aparien

    cia que recorqaba los cartelones del tango

    en Pars

    =-pelo

    negro, < ~ d o , ojos vivos, nariz.aguilea- fue pareci que

    ejerca sobre sus c_ompaeros_-nda brillantes,

    por

    lo

    dems-

    alguna superioridad intelectual. Descubr qu

    se llamaba Enrique Atuel

    y

    que era el novio de.Emilia.

    -

    Mary, ya es tarde para que se bae

    -d i jo

    Atuel;

    con

    una

    voz cadehc_iosa-. Adems, el

    mar

    est bravo

    y

    usted no

    descuella

    en

    la

    resistencia.

    Alegremente reson la v_oz que

    me

    era.familiar:;

    Silvina Ocampo

    Adolfo

    Bioy Casares

    9

    -Yo

    $OY

    lJna

    nia

    qt e

    a e:nttar

    en

    elftgua_

    -Sos una

    malcriada

    r ~ p l i c

    Emilia, afectuosamen""

    te - .

    Quers $Uicidarte o quers rnatar:uos de mied.o?

    El novio de -Emilia insis_ti:

    - C o ~ esa corriente

    no

    se bae, MJ'Y Serfu.Yn dis

    parate.

    Cornejo consult

    su

    reloj[dej::mlsera.

    --La. marea s t . s u b i e n d o s e n t e n c i ~ . N o hay nin"'

    gnpeligro. Si promete

    no

    aleHrse;tiene i _ c ; : Q Q s e n t i

    miento.

    Atuel se-dirigi a la muchacha:

    -Si_ no puede

    volver, de poco levaldr

    su

    consenti-

    miento. Hgame caso y

    no

    se

    pae .

    - Al

    g u ~ a . t

    -grit

    Mary,

    o y i ~ l m e n t ~

    Saltaba, se ajustaba la gorra de boy repetia:

    -Soy una j p _ ~

    c;oJ;l

    ~ l a s

    Soy

    una nia

    con alas

    --Entonces estoy de ms

    -di jo Atuel-:

    Me retiro,

    -No

    seas e ~ i 9 - le dijo EmUia.

    Atuel se alejaba sin escucharla. Pero antes de irse des-'

    cubri mi presenc ia y lile

    mir

    c;:o:o severidcl

    Pm: mi

    parte, confieso que la grcil figura:de Mary reclamaba.mi

    atencin. En

    verdad era

    urta

    nia con las_, Al encuep

    tro de

    . a d a

    ola agitaba los-brazos en.alto como jugando

    con el cielo. ,

    M ~ r y ? La

    seorita Mara Gutirrez?,

    me

    pregunt.

    Es

    tan

    difcil reconocer las personas en raje de bao ..

    La

    muchacha que

    me

    visit este ao

    en

    el

    c o n ~ u l t o r i o

    y a quien le recomend. vacaciones

    en

    Bosque del Mar?

    S, estaba seguro. La muchacha delicadamente pe:rdid l

    en

    el

    .p:rigo

    de pie,les.

    Ah e_staban

    los ojos t:enegridos,

    ora pcaros, ora soadores.

    Ah

    estaba el

    ccrochecoeur

    sobre la frente. Record

    qQe

    yo b9.ba cUcho, honda

    doso: Somos almas hermanas. Era, como yo,

    un

    caso

    de arsnico. Ah estaba, saltando

    junto

    al mar, la eifer-

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    10/67

    1 -

    ;

    1

    'rl

    1

    1 1

    1

    20

    os que aman odian

    ma que este inVierno

    yada

    inerte en los cmodos sillo'

    nes de

    mi

    consultorio. Otra-cura maravillosa del doc

    tor Huberrrian

    Unas inquietas exclamaciones

    me despertaron

    de

    esteensueo. En efectO, Ia eximia nadadora se haba ale

    jado con prodigiosa facilidad.

    Se

    ha alejado nadando en gffi-estilo -protestaba,

    tranquilizador,Cornej----'". No corre peligro. Volver.

    Se

    alej porque la llev la comente

    -declar

    Emilia.

    Unos gritos

    me

    hicieron mirar hacia otro lado.

    - No puede volver -

    Era Atuel, que llegaba: gesticulando. Se encar con el

    doctor Cornejo y le arrostr:

    >

    -Consigui

    lo que quera? No-puede volver.

    Juzgu que haba llegado la hora de intervenir. Se pre

    sentaba, en efecto, una ocasin favorable para practicar

    las enseanzas. de cr wl stroke

    y

    saltfatnt

    t an

    sus

    ceptibles de olvido-que elprofesor Chimmara de Obras

    Sanitarias

    me

    haba inculcado.

    . Seores -dije resueltamente-,si alguien me-pres

    ta un

    traje de bao la rescatar.-

    Es un honor

    quetn

    reservo -declar Cornejo-.

    Pero tal vez podriamos inditarl a esta nia que avance

    en

    sesgo, en direccin noreste-suroeste

    Atuello

    interrumpi:

    - Qu sesgo

    ni

    qu pavadas

    La

    muchacha se-est

    ahogando.

    Un

    movimiento instintivo, o el deSe de

    no

    presen

    ciar a disputa,

    me

    desvila mirada

    en

    direccin al bar

    co. Vi a un nio que bajaba

    por

    la escalera de cuerdas,

    que corra hacia rtoSoto$.

    Atuel se desvesta. Cornejo y yo nos disputbamos

    un pantaln de bao.

    El nio gritaba:

    Silvina campo Adolfo Bioy Casares

    2

    -Emilia Emilia

    Ante nuestros ojos atnitos, Emilia corrapor la pla

    ya, nadaba hacia Mary, regresaba con Mary.

    Rodeamos, jubilosos, a las nadadoras. Ligeramente

    plida, Mary

    me

    pareci ms bella an. Dijo con forza

    da naturalidad:

    Son unos

    alarmistas. Es lo

    que

    son: unos alar-

    mistas.

    El doctor Cornejo inten t persuadida:

    -Us ted debi evitar que el agua levantada por el

    viento le golpeara en

    h cara.

    El nio segua llorando. Mary, para consolarlo, lo

    estrech entre sus hermosos brazos mojados.

    Le

    deca

    tiernamente:

    -(:reste que

    me

    ahogaba, Miguel? Yo soy la nia

    del mar y tengo un secreto con las olas.

    Mary demostraba, como siempre, su gracia exquisi

    ta, pero demostraba tambin esa oscura vanidad y esa fatal

    ingratitud de los nadadores, que nunca reconocen haber

    estado

    en

    peligro y que

    re:t}iegan

    de quienes los salvan

    Entre los personajes de ese episodio

    hubo uno

    que

    me

    impresion i v . m ~ n t e . Fue el.nio, un hijo de

    una

    hermana

    de Andrea, la

    duea

    del

    hoteL

    Pareca

    tener

    once o doce aos. Su expresin era

    tan

    noble; las lneas

    de su rostro eran regular_es

    y

    definidas; sin embargo, haba

    en

    l u,pa

    I J l ~ z c l a

    de madurez y de inocencia que

    me

    disgust;

    El dQctor Huberman -exclam, sorprendida,

    Mary. Me haba reconocido.

    Conversando amistosamente.emprendimos nuestro

    regreso. Mir hacia el hotel. Era un pequeo cubo blan

    co, contra

    un

    cielo de nubes grises, desgarradas

    y

    retor

    c i d a ~ . R e c o r . < J ~

    una

    estampa del catecismo de mi.niez,

    titulada La ira divina.

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    11/67

    Con.qu admirable docilidad-reacciona un organismo

    no

    violado

    pot

    la medicina aloptica n simple vas9

    de

    cacao fro disip nii cansancio. Me' sent reconfort -

    do,

    dispuesto

    a hacer frente a todas. las vicisitudes que

    p u s i t ~ t

    en:

    mi

    camino

    l

    vida. Tuve

    urrmomento

    de vaci

    lacin. No convenda tomar de aliada a la rutina y mpe"

    zar, ah'mismo, m.is.tareas literarias? O poda consagrar

    ntegr mente esa primer t rde de c c i o n e s ~ l ocio

    reparador? Mis manosrespetuosas acariciaron

    unos

    ins

    t n es

    el \ibro

    de

    .Petrohio;

    lo mir con

    nostalgia. y lo

    deposit en la fuesa de.luz. - - 1

    Antes de salir quise

    1

    abrir.la ventana para que .entrara

    a raudales, en

    mi

    cuarto,

    el

    airede latarde. Empu resuel

    t mente

    el picaporte, lo hice,girary

    di

    el

    tirn

    necesa

    rio

    ..

    Me fuj contra la ventana. Abrirla era imposible,

    Este gracioso incidente evoc_en

    mi

    memoria las con

    sabidas excentricidades de

    mi

    ta Carlota. Ella.

    t mbin

    ten un

    propied d al borde del mar, en Necochea, y

    tem t nto

    el efecto del aire r i r l o ~ s o b r e los.metales,

    que haba

    hecho construir

    la casa

    con

    ventanas falsas y-

    cu ndo no

    haba huspedes,

    todo

    lo envolva en.espi

    rales depapel, desde la manija del fongrafo hasta la.cade

    n

    del

    w ter

    closet Por lo

    visto

    se trataba de

    un

    maJ:la

    deJamil ia, que se haba extendido hasta-las ramas

    ms

    lejanas y desacreditadas, Pero yo estaba resuelto a que

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    12/67

    24

    os

    que aman, odian

    abrieran la ventana

    con

    tiles de carpintera, si era

    indispensable-

    y a que se renovara ese aire viciado.Ya

    senta un principio de cefalalgia.

    Tena que hablar con los

    dueos

    del hotel. Avanc a

    tientas por la oscuridad de los corredores,

    donde

    el aire

    era

    tan

    denso como

    en mi

    habitacin, y llegu a

    una

    esca

    lera de cemento gris. Dud entre bajar o subir. Segu

    mi primer impulso: baj. El aire se hizo an ms irres

    pirable. Me encontr en

    un

    stano asombroso: haba una

    especie dehall con

    un

    mostrador y un.fichero para. lla

    ves; haba, .ms all de una puerta: vidriera, una sala en

    la que

    se acumulaban

    comestibles, botell as de vino. y

    enseres de limpieza; en una de las paredes,

    un

    enorme

    fresco representaba una escena misteriosamente pat

    tica:

    en

    una

    habitacin decorada con palmas, frente a

    un

    ancho ventanal, abierto de par

    en

    par, por-donde el sol

    derramaba torrentes de esplendor,un nio,.que ~ r e c

    un pequeo

    paje, se inclinaba levemente sbre

    un

    lecho

    donde yaca una nia muerta. Me pregunt

    quin

    sera

    el pintor annimo:

    en

    el rostro.de la nia resplandeca

    una belleza angelicalry

    en

    el del nio, convocados

    por

    facultades que parecan j e n ~ s al arte. plstica, .haba

    mucha inteligencia

    y

    mucho dolor Pero tal vez

    me

    equi

    vaque; no soy

    un

    crtico.de

    pintura

    aunque

    todo

    lo

    cultural, cuando no sofocala vida, es demi incumbencia).

    Quise abrir la

    puerta

    vidriera; estaba cerrada con lla

    ve .. En ese

    momento

    o

    unos

    gritos. :M e pareci. que

    venan.del ot ro piso. Movido po r una incontrolable curio

    sidad, sub corriendo. Me detuve; anhelante,.en el des

    canso de la escalera; volv aoi los gritos,.hacia la izquier.,

    da:,hacia el fondo del corredor.Me deslic cautelmamente.

    Algo amorfo y veloz sali a

    mi

    encuentro y

    me

    roz

    un

    brazo. Temblando (tena la impresin de haber sidoem

    bestido.

    por un

    gato fantasmagrico), segu con los ojos

    Silvina

    campo

    Adolfo Bioy Casares

    25

    la sombra que se alejaba; la incierta luz del vano de la

    escalera

    me

    reservabauna revelacin: el pequeo curio

    so era Miguel, el nio que haba conocido a la tarde en

    la playa En la primera oportunidad lo reprendera. Me

    encamin hacia mi habitacin en el extremo opues

    to del

    corredor-,

    pero ya era imposible

    no

    or las voces.

    Involuntariamente

    me

    esforc en reconocerlas. Eran las

    voces de la playa. Emilia y Mary se insul taban con

    una

    violencia que me anonad O apenas. Me alej con

    un

    profundo desagrado en el alma.

    Volv ami cuarto (todava

    e r r ~ d o ,

    abr

    mi

    botiqun,

    resplandeciente de etiquetas blancas y.de tubos pardos

    y de tubos verdes,

    puse

    en un pulcra hoja de papel los

    diez glbulos de arsnico y los

    dej

    caer sobre la len

    gua. Falt:aba exactamente,

    un

    cuarto de hora para la cena.

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    13/67

    V

    Mi apetito era plenamente satisfactorio.

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    14/67

    28

    os que aman odian

    Andrea era joven, sana, de ojos movedizos y

    faccio.,.

    nes regulares, pero

    no

    agraciada. Tena

    un

    intermina

    ble resentimiento que se manifestaba en una laboriosa

    y agresiva amabilidad.

    Esteban dijo:

    Cuando

    nosotros llegamos no haba nada; una casi

    lla de chapas, el mar y la arena. Ahora est nuestro ho

    tel, el Hotel Nuevo Ostende, la farmacia. Las estacas de

    tamarisco han

    prendido

    por fin. Reconozco que esta

    temporada.es pobre, pero el ao pasado todos los cuar

    tos estaban ocupados. El lugar progresa. --

    . :Talvez no me he expresado claramente

    dije

    con

    Iroma . Lo que yo quiero es

    q"ue_abran mi

    ventana.

    Imposib le- espondi Andrea con irritante tran,.

    quilidad

    . Pregntale a Esteban. CuLes el progreso?

    Hace dos

    aos_

    tenamos la recepcin.en la planta baja;

    ahora tenemos all

    el

    stano.

    La

    arena sube todo

    el

    tiem

    po. Si abriramos

    tu

    ventana

    se

    nos:inundara la casa de

    arena.

    -

    El asunto de la ventana estabaperdi

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    15/67

    30

    Los

    que aman odian

    aparato de radio nosaturda- pregunt a Mary qu libros

    interesantes haba ledo en este ltimo tiempo.

    -Ay r ~ s p o n d i

    . Los nicos libros que leoson

    los que traduzco Le prevengo que forman

    una

    biblio

    teca respetable.

    -NoJa

    crea

    tan

    trabajadora.-coment.

    " --,-Sino

    me

    cree, vaya a

    mi

    cuarto

    -dijo

    en un tono

    sarcstico- Ah-tengo todoslos.libros que

    he

    r d u ~ -

    do. Por qu ser que:no puedo separarme de miscosas?.

    Las quiero tanto ... Guardo tambin los manuscritos

    deJas traducciones ylos borradores de los manuscritos

    Ya estbamos comiendo el segundo plato

    -Ulas

    aves

    un

    poo tiernas. para mi gusto.- cuando lleg Emilia.

    Teria los.ojos brillantes y enrojecidos, comosi acabara

    de llorar. Tena ese frgil y solemne aislamiento

    .de

    las

    personas que han llorado H1,1bo un malestar general, no

    disminuido por los esfuerzos que haca cadauno de noso

    tros para disimularlo.

    Mary nos interrog:.

    - No los molesto si apago la radio?

    Se

    o

    agradeceremos -dije, cortsmente.

    El silencio fueun alivio, pero.noun alivio duradero.

    Callada la msica, ya

    no

    tenamos donde ocultarnos y

    cada

    uno

    era un impdico testigo de la incomodidad de

    los dems y de la tragedia de Emilia.

    Qu

    secreta ene.,.

    mistad arda en.el corazn de esta muchacha? Hay toda

    va un tratado por escribir sobre el llanto de las mujeres;

    lo que

    uno

    cree

    una

    expresin deternuraes aveces.una

    expresin de odio, y las ms sinceras lgrimas suelen ser

    derramadas por mujeres que slo se conmueven ante

    s mismas.

    Con excelente nimo, el doctor Cornejo trat de rea

    nimar la conversacin. Ayudndose con diagramas que

    trazaba con el tenedor en el mantel, nos explic el sis-

    Silvina campo Adolfo Bioy Casares

    3

    tema completo. de las mareas en 1la costa sudatlntica.

    Luego, ante la creciente alarma de mis primos, procedi

    a proyectar dos improbables spigones:para nuestra pla

    ya. A continuacin habl de los cangrejales ycon todo

    realismo-adopt las

    posturas que los circunstantes de

    ban ensayar

    en

    caso de caer

    en un

    cangreja .

    Empezbamos,por fin, a olvidarnosde Emilia Mary

    intervino:

    -Ay, yo tengoJas preocupaciones-de Santa.Luca

    La-arena le ha puesto a Emilia

    lo.s

    ojos como si 4ubiera

    llorado.-Se dirigi a

    su

    hermana-: Pasa luego pormi

    cuarto y te prestar unas gotas.

    Era admirable la delicadeza con que Mary quera di

    simular el llanto de

    su

    hermana.

    sta

    ni

    siquiera con

    test.

    Pero Mary pensaba en todo.

    A diferencia demedia humanidad,.record.que rece

    tar ante

    un

    mdico

    aun

    recetar unas gotas. de

    qua

    fontis- era ofensivo. Exclam con su gracia.habitual:

    -Qu

    torpeza la ma, coh un doctor adelante Por

    qu

    no

    la atiende un poco.a mi hertnana,.que.buena fal

    ta le hace?

    Me puse las gafas

    y

    mir a Emilia fijamente.

    Le

    pre-

    gunt con deferencia:

    ~ D e s p u s de leer, tiene dolores de cabeza? Sien

    te que sus,bellos.ojitos le queman, cmo dos globos de

    fuego? Ve moscas que no existen? Ve en torno a la luz,

    de noche, un halo verde? Expuesto al aire, sulagrimal

    se dilata?

    Interpret el silencio de Emilia como

    una

    respuesta

    afirmativa. Dictamin

    en

    el acto:

    -Rutafoetida

    mil. Diez. glbulos al despertarse.

    Tengo en mi botiqun algunos frasquitos. Le dar uno,

    si

    me

    permite.

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    16/67

    32

    os que

    amah odiar]

    -Gracias doctor. No

    me

    hace fa.lta r e ~ p o p d i

    Emilia.

    Pareca no advertir mi atencin. Cont:in11:

    N o es la arena lo que me hizo llorar.

    Estas palabras no contr ibuyeron a consolidar laani..,

    macin

    de los circunstantes.

    Ese esforzado voluntar io, el

    do

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    17/67

    34

    los que

    aman, odian

    Tal vez con el propsito borrar la mala

    impresin

    causada, Emilia acometi con lcido entusiasmo los cris

    talinos acordes del als

    melanclico.

    Pero slo la ancia

    na dactilgrafa la escuchaba. Nosotros preferamos seguir

    las deliciosas ancdotas de

    niez

    que

    venturosamente

    la m'sica inspiraba

    en

    Mary, Puedo jurar

    que

    las dos

    pequeas

    ;biografas orales que Mary

    nos

    deline

    l a

    suya, consentida y adorable; la de Emilia, ms irnica,

    pero igualmente

    cariosa-

    eran obras de arte compa

    rables, en

    su

    gnero, a las

    deliszt.

    Emiliaacab de tocar:

    Maryle grit: ..

    -Les hablaba a estos seores de la predieccin que

    siempre mostraba.por ti nuest ra madr Cuando llegaba

    alguno de

    tus

    novios le peda a la profesora que tocara

    el pial).o; despus les haca creer que eras

    t

    la que haba

    tocado. Hoy, para el

    Vals olvidado

    te hubiera conveni

    do la estratagema.

    -Tens.razn-contest Emilia-:

    pero

    no

    te olvi

    des que yo no quera tocarlo. Adems, no s por qu ests

    tan agresiva conmigo.

    Mary grit patticamente:

    Mala Eso.

    es lo que eres: una mala

    -Ech

    a llorar.

    Atuel se dirigi a Emilia:

    E s

    cierto. No tens corazn

    l e

    dijo.

    Todos rodeamos a Mary (salvo el doctor Mamling,

    que segua, montono y preocupado, perdiendo .sol-

    tarios

    }.

    Mary lloraba como una nia, como una prince

    sita. (segn observ Cornejo). Verla tan apenada y tan

    hermosa me sirvi l o digo con

    egosmo-.

    para com

    probar que yo s tena corazn. Estbamos muy ocupa

    dos con Mary; nadie advirti que Emilia se retiraba, o tal.

    vez

    1lo

    advirtiera

    el

    pequeo Miguel, que nos miraba

    sub.,.

    yugada, como si representramos una escena de

    gran

    guiol.

    Silvina :dmpo Adolfo

    Bioy

    Casares

    35

    El doctor Cornejo,ep quien'empec a notar una'mar'"

    cada inclinacin a entrometerse en asuntos ajenos, pro

    pUso qtie algtino de :Q.osotros fuera en:busca de Emilia.

    N o -dijo Atuel con inslito buen

    e n t i d o ~

    A las

    mujeres histricas hay que dejarlas solas. N o es verdad,

    doctor?

    Le

    conced

    mi

    aprobacin.

    Afuera aullaban alternadamente

    los

    perros La anda

    na que haca las veces de dactilgrafa se lcerc

    l-una

    ven

    tana. Sonriendo inexpresivamente exclam:

    - Qu

    noche

    Qu

    pettos Ladraba_n as

    cuando

    falleci abuelito

    .

    Estbamos como ahora en.un herma,..

    so,balneario. "

    Segua moviendo la cabeza,

    como

    si todava oyera

    msica.

    De pronto,

    el

    ullido

    de los

    perros

    se.

    perdi

    en

    un

    aullido inmenso; era

    tomo

    s

    un

    perro gigantesco y

    o b t ~ -

    natural gimiera por las desiertas playas todo el dolor de

    la tierra. El viento se haba levantado,

    Una tormenta de viento. Hay que cerrar las puer

    tas y las ventanas

    -declar.

    mi

    primo.

    Un

    golpeteo como de lluvia azotaoa las-paredes.

    Aqu

    las 'lluvias son

    de

    arena -observ--mi

    pri=

    ma.

    Despus

    agreg:,._,:

    CotHal

    que

    .no

    quedemos

    en-

    t e r r a d o s ~

    :"gilmente

    l

    obesa dactilgrafa tetra

    ha

    las ventanas.

    N

    os

    miraba Sonriendo y repeta:

    :

    Esta noche-va

    ocuuir

    algo Esta noche :Va:a cti

    rri r algo

    Sin duda estaspalabras'nconsultasconmovieron el

    alm:a

    impresionable de Mary.

    -Dnde

    estar Emilia?

    -dijo

    olvidando todo resen

    timiento-. Exijo que.alguien vaya a buscarla:

    -=Paso por alto la-exigencia, para que no digan que

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    18/67

    36 os

    que

    qman odia_n

    soy delicado -concedi Atuel-. Tal vez el doctor Cor

    nejo quiera acompaarme ..

    Haba un contraste entre el urgente ulular del vien

    to, fuera, y el aire inmvily escaso de ese interior don

    de nos sofocbamos en torno de una lmpara impvida.

    La

    espera p.os pareci interminable.

    Finalmente, los hombres regresaron.

    La

    hemos

    bus

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    19/67

    V l

    A la

    maana

    siguiente Mary estaba muerta. oco antest

    de fas cho

    me

    habande"spertado unqs ruidos.desapa

    cibles: era n d r e a q u e nie .llamaba,

    pidiendo

    alixi.lio.

    Encend la hlz;.tp idamentesalt de la cama,:con pulso

    firme deposit los diez glbulos dearsnico sobre el papel

    y d ah los pas a mi' engua, :me envolv en mi r obe

    de

    ch mbre morada, abr lapuerta Andrea

    me mir con

    ojos de llanto;como disponindose a echarse

    en

    mis bra

    zos:Resueltamente dej las n o ~

    en

    los bolsills.

    Muy

    pronto

    supe

    lo ocurrido Mientras la segua

    por los cQrredors del hotel; mi prirp.a

    me

    dijo

    que

    E

    mi-

    lia acababa de encontrar

    muerta

    a su hermana. D

    una

    espesa trama de sollozos y gemidos entresaqu la infor

    macin.

    Tuve

    un

    presen timiento Jlelanlico. Record mis

    prometidas vacaciones, latarea literaria. Musit: Adis,

    Petronio)), y pene tr

    en

    el aposento de

    .la

    tragedia.

    La primera impresin

    qu

    tuve

    fue de .dulzura.

    La

    lmpara.iluminaba la cabeza de Emilia contra

    una

    fila de

    libros. Emilia lloraba silenciosamente, y

    me

    pareci des

    cubrir

    en

    la her.mosura de su rostro

    una

    placidez que

    antes

    no

    haba advertido. Sobre la mesa vi un alto de

    manuscr itos y de pruebas de imprenta;

    un

    tibio impul

    so de simpata palpit en

    mi

    pecho.

    La

    muerta estaba

    en la

    cama: y

    a primera vista, pareca tranquila y dormi-

  • 7/21/2019 Los que aman odian

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    1

    1

    1

    1

    1

    :

    40

    Los

    que aman odian

    da.

    La

    mir con alguna detencin: presentaba los sig

    nos de envenenamiento por estricnina.

    Con una voz en que pareca sollozar la esperanza ,

    Emilia pregunt:

    -No ser un ataque de epilepsia?

    Hubiera querido contestar afirmativamente. Dej

    que el silencio contestara porm.

    -Un

    sncope?

    -interrog

    Andrea.

    Atuel entr

    en la

    habitacin.

    Los

    dems

    -desdemi

    primo Esteban-hasta la dactilgrafa, incluidos.Manning

    yCornejo-.

    se agolpaban junto a la puerta.

    Juzgu.que. el d,eceso ,haba ocurr ido dentro de las

    ltimas dos horas. Contest a la

    r e g u n t ? ~ d e

    An drea:

    -Muri envenenada. .

    -Yo me _fijo

    en

    la comid,a que 1es doy -replfcq

    Andrea, ofendida-.

    Si

    Juera

    por_

    algn alimento, esta

    ramos todos

    -No digo que haya ingerido

    un

    alimento en mal esta-

    do. Ingiri veneno.

    El-doctor Cornejo .entr

    enla

    habitacin, abri los

    brazos y me dijo impetuosamente:.

    -Pero seor doctor, qu insina? Cmo se a n : e ~

    ve, delante de la seorita Emilia ?

    Me

    ajust los anteojos

    y

    mir

    al

    doctor Cornejo con

    impasible desdn. Su afectada_ cortesa, que er slo un

    pretexto para entrometerse, empezaba a impacientar

    me. Adems, con su exaltacin y sus ademanes, respi

    raba como

    un

    gimnasta. Faltaba aire

    en el

    cuarto.

    Respond secamente:

    --El dilema es claro: suicidio oasesinato.

    La impresin que produjerii mis palabras fue pro

    funda.

    Continu:

    -Pero en definitiva,no soy yo el mdico que exten-

    Silvina Ocampo Adolfo Bioy Casares

    41

    d e r ~ la partida de defuncin

    Es

    a otro a quien debern

    convencer de que se trata de un suicidio.

    Probablemente yo me hubiera dejado convencer

    muy

    pronto. Pero mis palabras eran hijas de la pasin: me di

    verta molestara Cornejo. Adems, con ese plural-

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    21/67

    1

    V

    La tormenta haba-amainado. Mandamos el Rickenbac:

    ker a Salinas.

    urante

    la m ~ n

    Emilia y A

    tu

    el acompaaron a

    la muerta. Los dems pensionistas nos turnbamos, con

    discrecin,

    en

    ese diste deber. Andrea.casi no apareci

    por

    el cuarto.

    Que una

    persona hubiera fallecido

    en

    el

    hotel la contrariaba; recibir ahora la polica, y afi ontar

    una investigacin, era. algo. que excda,su c o m p r e n . ~

    siny su tolerancia:. En eLtrato con:.Atuel y con.Emilia

    se

    permit a desatenciones. Cuap.dohablaba de la muer

    ta

    no

    disimulaba

    su

    rencor,

    A las once

    en punto

    me allegu a la cocina y le ped

    a Andrea-que me preparara-mi inveterado caldo con:tos

    tads. Tuve

    una

    desagradable imprsin:Andrea estaba

    plida

    y

    .un temblor en la mandbula anunciaba la inrrii

    nncia deF llanto. ominando apenas mi impaciencia,

    consider que

    una

    demora

    en

    la llegada del caldo era casi

    inevitable, Me pareci.pr.udente no hablar.hasta que lo

    sirvieran.

    Estoy dispuesto a reconocermuchos defectos-en mi

    prima,,peroafirmo.que.esuna excelentecocinera. El cal

    do que

    me

    trajo era superior, talvez, al que

    me

    prepa-

    ran

    eh

    el consultorio

    mis

    dos

    n n o s

    correntinos.

    Sentado a horcajadas

    en el

    banquito de carpintero, con

    la

    bandeja delante,

    me

    resign a escuchar.a Andrea.

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    22/67

    44

    los

    que aman, odian

    -Estoy preocupada conMiguel-me asegur

    en

    tono que pareca monopolizar para nosotros dos elbuen

    sentido y la

    ecuanimidad-.

    Esas mujeres no recuer

    dan que es

    un

    chico y no se esconden para pelearse

    ni

    para estar con el novio.

    La

    anciana dactilgrafa pas gilmente con

    un

    mata

    moscas

    en

    la mano. Retrospectivamente o los mon

    tonos

    golpes que la cazadora vena descargando contra

    las paredes y los muebles. Como la

    tormenta

    impeda

    abrir.las ventanas, .el hotel staba lleno de moscas.

    El

    ambiente estaba pesado.

    -Te

    olvidas que

    na

    de esas mujeres ha muerto

    -dijo prosiguiendo la conversacin con.Andrea.

    N o solamente el caldo mereca elogios:

    Las

    tostadas

    eran eximias.

    Con esnacabaron de enloquecerlo. Estoy preocu

    pada,. Humbertd.

    Miguel

    ha ~ n i d o una

    infancia triste.

    Es anmico, estmaldesarrollado.

    Es

    muychico:para su

    edad. Cavila todo el tiempo.:Mi hermano crea que el mar

    poda fortalecerlo .. Est en

    su

    cuartoUorando._Me gus:

    tara qtie:lo vieras

    .La crueldad de mi prima con la muertano deba ofus

    carme; lo que haba dieho sobre

    el

    nio

    era atinado.

    -Las

    primeras impresiones dejan en el alma un eo que rese.,

    na

    a lo-largo de la vida. Incumbe a la responsabilidad de.

    todos los hombres que ese eco

    no

    sea ominoso.

    No.

    deba

    olvidar, sin embargo, la feaactitud de Miguel, escuchando

    las ntimas discusiones de Emilia y de Mary.

    Segu a Andrea hasta las p r o f u n d i d d ~ s de la casa,

    hasta el cuarto de bales, donde le ~ b n puesto.la cama

    a Miguel. Mientras vanamente palpaba las paredes

    en

    busca de la llave

    .de

    la luz, Andrea-encendi

    un

    fsforo.

    Despus prendi un resto de vela

    en un

    candelero celes

    te, sobre ur bal.

    Silvino Ocompo Adolf

    8

    . e

    o

    1 y

    osares

    45

    El

    nio no estaba.

    Clavada en la pared h

    b

    , .

    , . . a Ia una pagma recortada de

    ~ Grfi;ob

    el

    q u t ~ o ~

    primera divisin de Ferrocarril

    este. o re

    un

    diano

    extendido

    como

    un

    s b b , 1 , a carpeta

    o re

    un

    au habla

    un

    frasco de gomina

    vac o

    .

    ne d , un pei-

    1 uLn cept o e dientes y un atado de cigarrillos Barri-

    ete. a cama estaba revuelta.

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    23/67

    X

    Andrea pretenda que la ayudara en la busca de Miguel;

    consegu libra rme de ella. l;:ntr en_ el cuarto de Mary a

    tiempo

    para evitar

    que

    la dactilgrafa

    esa

    atareada

    encarnacin de Muscarius, el dios que alejaba las mos-

    . cas de los

    altares-

    cometiera

    un

    error.

    r r e p ~ r a b l e

    En

    efecto, ya haba arreglado los papeles que haba so.bre la

    mesa; ahora se. dispona a ordenar la mesa de luz.

    . No toque nada =:;-grit-.

    Va

    a confundi r las im

    presiones digitales.

    Mir severamente

    a

    Cornejo

    y_a

    Atuel. Me pareci

    que este ltimo

    o l \ r e ~ a c o n

    veladamalida _ _

    Mis palabras no pertu rbaron a la dactilgrafa. Empu

    elmatamoscas;un brillo alegre y sibilino apareci

    en

    su

    mirada; exclam:

    Ya

    les deca que Iba a ocurr ir

    algo>>;

    y dando golpesen las paredes se alej-velozmente,

    Cuand son el

    on

    del almuerzo, Emilia.dijo que

    no

    iba a subir. Con ms impertinenda que galantera,

    (;ornejo se empe en reemplazarla.

    -Simpatizo con usted, Emilia. Pero crame, noso

    tros tambin

    nos

    sentimos responsables ante una tra

    gedia-tan horrible ...Susnendos estn destrozados. Debe

    alimentarse. Aqu todos formmos

    una

    pequea

    fami. .

    lia.

    Yo

    soy el

    ms

    viejo, reclamo. el

    honor

    de acompa

    ar a su hermana.

    Ejemplo tpico de falsa cortesa:

    importunar

    a todas

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    24/67

    1

    1

    :11 1

    11111

    48

    os

    que

    aman,

    odi n

    las personas para ser amable

    con

    una. A

    m me

    haba

    consultado? Sin embargo,

    me

    pona

    en

    el trance de ofre

    cerme de plaidera y quedar sin almuerzo. Adems, l

    mismo

    haba sugerido que Emilia deba sentirse res

    ponsable de la

    muerte

    de

    su

    hermana. Era natural que

    quisiera pasar

    un

    rato a solas con ella antes de que lle

    garan los funcionarios y la polica.

    Atuel se acerc a Emilia y le habl paternalmente:

    Vos

    hars lo que quieras, Emilia

    le

    acarici

    un

    brazo:- -.,Si vas a almorzar, .me quedar yo, natqralmen

    te,.

    Sit10,

    decime siquers.que te acompae o si,quers

    quedarte sola. Hac

    lo

    que yos quieras.

    >, pens.,El.estilo delAlma

    que

    c nt

    empezaba a exasperarme.

    Emilia.insisti

    en

    quedarse. U. mir con

    una

    mezcla

    de admiracin y de gratitud que sel\timos los hombres

    hijos

    de,mujeres, al

    f in

    ante los ms altos ejemplos

    del alma femenina.

    Cuando me

    retiraba advert-,

    sin

    ,embargo, qu e Emilia haba encontrado,

    en

    medi de

    su

    dolor, nimo. para mudarse de ropa-y aderezar

    su

    coque

    tera.

    Durante el-almuerzo, el ruido de los cubiertos

    y.el

    zum-

    bido de los moscardones

    predominaban

    extraamen

    te. Apenas hablbamos,

    a n n i ~ g

    casi pareci locuaz ..

    Es horrible decirlo, pero

    la

    pequea familia se,mira-

    b

    Con

    desconfianza.

    Nadie se acord de Miguel. Salvo Andrea. Cuando

    nos

    levantamos,

    me

    llev aparte.

    .No lo

    hemos

    encontrado

    m e anunci .

    Estar

    llorando

    en

    el barco. O arena. O

    en

    los cangrejales.

    Seguiremos la busca. Cuando. tenga

    noptias te

    avisar.

    Por qu

    me

    avisara a m? Me i,rritaba que

    -me

    toma,..

    ra de cmplice

    en

    esas preocupaciones seudomaternales.

    X

    Sent

    lifi

    ines-prado bienestar

    en

    la compaa de Emf'

    lia, y

    me

    aventuro a creer que

    mi

    presencia,

    no

    le desa

    gtadaba.

    Estbamos

    en

    ese casern.cerrado

    con,::to en

    un

    bar

    c en. el fondo del

    a r ~ O ;

    ms exactamente: como

    en

    -un

    submarino que se

    ha

    ido a pique.

    Yo

    tena la impre

    sin de que el aire disminua angustiosamente. En todas

    partes

    me

    encontraba incmodo y no:lo estara ms

    en

    el cuarto de la muerta.:Acompaar a Emilia era

    un

    acto

    de piedad.

    En esa: casa

    hasta

    la conducta del

    tiempo

    era an-

    mala. Haoahor-sfugacs

    y

    horas1entas, y cuando mir

    el reloj, poco antes de entrar

    en

    el cuarto de Mary, eran

    las dos de la tarde; y haba imaginado .que seran las

    cinco.

    Estbamos solos

    en

    el

    cuarto. Emiliamepregunt

    si yo conoca-mucho a

    su

    hermana.

    No

    _,:e

    dije .

    Enmicalidad de mdico solamente.

    Estuvo dos o tres veces

    en

    el consultorio. Aad una

    mentira

    benvola :

    Creo que

    en

    alguna

    ocasin me

    habl de usted.

    Nos

    queramos mucho

    coment Emilia .

    Mary

    me

    trataba con tanta dulzura

    ..

    Cuando muri

    mi

    madre

    tom su

    lugar

    en

    la casa. Ahora

    me

    dej

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    25/67

    50

    Los que aman

    odian

    A pesar mo vi la escena de la noche anterior, vi a Mary

    besndolo.

    E l pobre la sentir casi tanto como yo

    d e ~ a r

    Emilia, y

    un

    fulgor de nobleza ilumin su rostro-. Era

    mos

    muy compaeros los tres.

    Me

    invadi

    una

    profunda desazn.

    -Pero se

    van

    a casar pronto? -pregunt por mera

    curiosidad.

    -Creo

    que

    s. Pero esto ha sido tan inesperado

    ..

    Por ahra quiero solamente_pensar eh Ma.ry, r e f u g i a r m ~

    con ella en los recuerdos de la infancia, en Tre.s Arroyos.

    La x p e r i e n c ~ a me ha enseado que personas sin nin

    guna cultura

    y

    normalmente incapaces de o n ~ t u i r una

    frase, urgidas

    por

    el dolor dicen frases ptticas.

    ~

    pre

    gunt cmose desempeara Huinberto Hubermn-,

    toda su erudic:in, en i r c u n s t a n c i a ~ anlogas.

    Emilia continu: .

    Y ahor; viene la polica. Lo peQr es que no qy.ieto

    saber la verdad.

    -Las

    lgrimas le corran por

    a

    car.a- - -.

    Despus de lo ocurrido slo tengo

    una

    profunda, ternura

    hada Mary

    .

    N o puedo resignlrme. a que martiricer:t

    con la autopsia.; .

    1

    _Esto

    no

    me pared

    razonable. Se lo dije

    contqd

    franqueza.

    . arde o temprano hara lo mismo el proceso de la

    disolucin. Pero la verdad nos-inter.esa.a todos, Emilia.

    Adems, ahora Mary vive en su--recuerdo. De ah no se

    la

    podrn sacar.

    La dactilgrafa

    -ent:;

    con un ramo de vieja:; marga-

    ritas de gnero. Lo deposit a los pies d la a m ~ -

    -Son todas las flores que haba en el hotel-.dijo.

    La

    vimos

    irse-.

    Emilia tal vez

    murmur gracial). Ya

    no

    podamos hablar,

    Para rmper el si lencio _pregunt:

    Silvina

    Ocampo

    Adolfo Bioy Casares

    5

    -Dnde

    estuvo anoche, cuando sali?

    -Muy cerca -respondi con nerviosidad. Precipi-

    tadamente

    continu-: Recostada contra

    una

    de las

    paredes de la casa. El viento no

    me

    dejaba alejarme. Vol

    v muy pronto. Me abri Andrea. Ustedes haban salido.

    Las sillas c rujan al menor movimiento. stos eran

    indispensables y continuos. Nuestra fisiologa adquira

    una

    sbita preponderancia. Suspirbamos, estornud

    bamos, tosamos.

    Por primera vez

    en

    su biografa, Andrea fue opor

    tuna. Apareci en el marco de la

    puerta

    y me llam.

    Miguel haba regresado.

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    26/67

    X

    En la vacilante

    luz

    de la, vela el cutis ceroso; la mirada

    intensa.y la cara de:laucha de Miguel

    me impresionaron.

    Vertiginosamente

    registr una

    sensacin inslita

    en

    mi experiencia y por dms desagradable: yo perdael

    aplomo. En efecto, agazapado en la penumbra del cuar.,.

    to de bales, Miguel pareca.resuelto

    a

    defender.su mis

    terio. Mi e r v i o ~ a imaginacin evoc imgenes de peque

    os y feroces animales acorralados.

    El nio me mirabaen los ojos Espontneamente elu

    d esa obstinada expresin-y, con ostensible tranquili-.

    dad, me dediqu a mirar los bales, la mesa de u z ~ el des. .

    vencijado catre, las paredes. Reparenla fotografa.del

    equipo de

    football

    Tuve

    una

    inspiracin genial.

    -Veo

    mi

    amiguito, que usted tambin es

    un

    entu,

    siasta de Ferrocarril Oeste.

    Ninguna luz de simpatailumin el rostro:de Miguel.

    -Ha estado

    en

    el Club Atltico de Quilmes?

    -aa

    d .

    Vio el trozo de valla rota

    por un

    pelotazo de Eli-

    seo.Brown?

    Ahora Miguel sonrea. Pero mis.conocimientos de

    los histpriales del

    ootball

    hban llegado a su trmi

    no. Mi prxima intervencin en el dilogo combinara.

    a s t u t a i n ~ ~ t e l o s

    caracteres

    de

    la retirada y del ataque.

    -Dnde

    pas

    la

    tarde?

    -pregunt

    con

    un

    tono;dis-,

    trado-. A usted no le asusta

    la

    tormenta.

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    27/67

    1

    54

    os

    que aman odian

    Record el velero

    abandonado

    cre

    que

    a b l a r a ~

    mos de temas navales, consult mis recuerdos de Con

    rad. Bruscamente Miguel contest:

    Fui a casa de Paulino Rocha.

    -Quin

    es Paulino Rocha?

    Miguel estaba sorprendido.

    E l boticario

    -explic.

    Yo

    haba recuperado el aplomo. Continu el interro-

    gatorio.

    Yq'ij.hacas en casa del boticario?

    Fui a pedirle queme enseara a conservar las algas.

    Sac de abajo delcatre'una lata de nafta, con losbor

    des mal recortados; la inclin; flotaban en el agua, unas.

    tiras rojasy verdes.

    Vi claramente

    en

    el alma de

    mi

    pequeo

    interlou:

    tor. Son los nios un.haz

    de.

    v:a:;jadas posibilidades.

    Miguel participaba delpescador, del filatlico, def

    na

    u

    ralista.

    De

    una trama de circunstanias dependa- ta l

    vez de m dependa- que siguiera Jos feiles.mandros

    del coleccionista o delsportsm no que se aventurara por

    lasdesafpradasavenidas dela ciencia.

    Pero no deba permitirme esas consideraciones, por

    fecundas y oportUnas

    que

    fueran; deba proseguir;

    in

    can

    sable, mi actividad policial.

    -La.querasmuchoa la:seorita Mary?

    Comprend' en seguida que

    al

    formular

    esa

    pregunta

    haba cometido un error. Miguel miraba intensamente

    la lata de nafta, el agua oscura, las algas. Estaba denue,

    vo defendiendo su misterio.

    Ernarde para:retroceder. Trat de averiguar qu saba

    el chico de las relaciones deladifunta, deAtuety qe Emi

    lia. En ese sentido, nada lograron mis.investigadones.

    Tampoco su contribucin a mi con-ocimiento .d Este

    ban

    y de Andrea fue generosa.

    Silvina

    Ocampo

    Adolfo Bioy Casares

    55

    Baj los ojos.

    De pronto me

    qued

    mirando unas

    manchas de sangre en el suelo. Apar t

    un

    poco dos ba

    les. Reson un grito ahogado. Sent un vivo dolor en el

    rostro l a s uas de ese chico deban de estar envene

    nadas; todava llevo las

    marcas-.

    Me qued solo. En el

    suelo, entre los dos bales, haba

    un

    enorme pjaro blan

    co, ensangrentado.

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    28/67

    X

    Yo abrigaba.seric;>s temores Mir hacia afuera a travs

    de la ventana del hall

    La

    tormenta haba recrudecido.

    Mis planes eran precisos: tomar el t; visitar a Emi.,.

    lia antes de la llegada de la polica; recibir a la polica. La

    intil demora de mi priiiJa en preparar receta

    en

    mano

    unos

    scones que aspiraban

    a.

    remedar los justamente

    famosos delata Carlota significara taLvez eLderrum ..

    bede ese razonable proyecto Mir de

    n' J.evo

    por laven

    tana. Me sent reconfortado. Como oleadas de agua negra

    azotapah.Jos vidrios;

    -era

    la arena. Despus en relm

    pagos de claridad poda entreverse

    un

    paisaje infernal;

    el suelo en disgregado y raudo movimiento levantn.

    dose en r m o l i n o s iracundos en trorhbas.l

    Por fin

    teso ).

    el

    gong

    La

    dactilgrafa

    lo

    golpeaba

    acompanndose con blandos vivenes de cabeza. Todos

    salvo Emilia nos congregamos en

    ekomedor

    entorno.

    a la bandeja del t Mientras saboreaba un scone juicio-.

    samente

    dorado consider que los

    hechos

    -cardinales

    los nacimientos las despedidas las conspiraciones

    los diplomas las bodas las muertes-

    nos

    convocan

    alrededor del lino planchado y de la vajilla inmemorial;

    record tambin que para los persas un paisaje hermo

    so era

    un

    estmulo para el apetito

    y,

    ampliando la.idea

    juzgu que para un hombre perfecto todos losacciden

    tes de la vida deban servirde estmulo.

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    29/67

    58

    los que aman o dian

    Desde los profundos veneros de la

    meditacin;

    :el

    dilogo de los dems se confunda

    en mi

    odo con

    el

    zum

    bar de las moscas. No me hubiera asombrado n o me

    hubiera

    contrariado-

    or de

    pronto

    el golpe seco de la

    pantalla de la dactilgrafa

    ..

    (nuestro amigo Muscarius

    .

    Como quien reconstruye, fragmento

    por

    fragmento,

    un

    rompecabezas, juntando esos fragmentos de conversa

    cin

    descubr

    un

    grupo de personas temerosas, disi

    mulando

    su

    temor, secretamente arrepentidas de haber

    llamado a la.p.olica, confesadamente esperanzadas

    nla

    muralla de arena que la

    tormenta

    levantaba en:tornodel

    hotel.

    Baj a confortar a Emilia.

    La-encontr con el hermoso y apacible:rostro -recor .,.

    daba, talvez al de la Proserpina de Dante Gabriel Ro.s

    setti-reclinado

    sobre una

    mano

    que sostena

    n

    paue

    lo lila; la misma postura en que. yo la habadejado.horas

    antes. Nuestra conversadn noJue sustancial..Me decla

    r, eso s, que el doctor Cornejo haba.insistido en:pasar

    un rato a solas conJa.muerta. m i l i ~ no haba cbnsen

    tido.

    Volv al

    hall

    Cornejo; rgidamente sentado en una.

    silla moderna , estudiaba, con anteojos, papel y lpiz,

    un

    copioso volumen:Cuando enuentro aalguien leyendo,.

    mi primer-impulso es arrebatarle el libro de las mans;

    Propongo

    .al

    curioso

    el

    examen

    de .este

    sentimiento:

    atraccinporlos libros o impaciencia de verme despla

    zado del focode la:atencinT Me resign a-preguntarle

    qu lea

    Un

    ibro de verdad --'Con e s t ~ Una gua de

    frro-,

    carriles. Llevo estructurado

    en

    la

    mente

    unplano delpas

    (limitado a la

    red

    ferroviaria,

    por

    supuesto) que aspira

    a englobar las localidades ms. insignificantes, con sus

    distancias respectivas y las horas deviaje

    ..

    Silvina campo Adolfo Bioy Casares

    59

    A

    usted le interesa la cuarta dimensin.

    El

    espa-

    cio-tiempo

    -declar.

    Manning observ enigmticamente:

    La literatura de evasin, dira yo.

    A uel miraba por la ventana. N os llam. Entre un lvi

    do cicln de arena vimos llegar al Rickenbacker. Por pri

    mera vez en el da me re.

    Lo

    confieso: la comicidad de

    la escena que se desarroll con cinematogrfica diligen

    cia era apremiante. Del automvil bajaron una, dos, tres,

    cuatro, hasta seis personas. Se agolparon contra una de

    las

    portezuelas traseras. Laboriosamente extrajeron un

    objeto largo y oscuro. Luchando y zarandendose

    en

    el

    viento, deformes,

    por

    efecto del vidrio sobre nuestras

    miradas oblicuas, a tientas,

    como

    en la rioche,

    t r a p e ~

    zando

    en

    la

    arena, los vi

    -empaados

    los ojos por elllan

    to de la

    r isa- a c e r c ~ r s e

    al hotel. Traan el atad.

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    30/67

    X

    Con un

    bitter

    bocadillos de queso y aceitunas,

    dimos

    la bi.enyenida

    al

    comisario

    Raimunqo Aubryy

    al doc

    tor;Cecilio Montes, mdico de la polica. Mientras.

    tan

    to, Esteban, el

    chauffeur

    dos gendarmes y

    un hombre

    de traje claro y hrazal negro-.

    eJ,qu_eo

    de las p9ropasn,

    segn

    me explicaron-bajaban.el

    atad ll stano.

    Muy pronto iba a arrepenti rme de esa copa de

    b itter

    que yo

    mismo

    haba servjdo al

    o ~ t o r

    Mont.es.

    Yo no

    haba descubierto an-queuna

    cop

    d.e ms nunca podra

    alterar el esJado de wi o v e r u : o l e g ~ . El doctor estaba ebrio;

    .haba. llegado ebr_io..

    Cedlio Montes era :de

    estatura

    mediana frgil.de

    cuerpo Tena

    l c ; ~ b e l l o

    oscuro y bnchdado, los ojos

    gra_n-

    des,

    su.

    te..zera.muy blanca, :rouy plida,.el.rostro fino y

    la nariz recta, Vest

    un

    traje de ca:z;ador,

    bien

    cortado,

    en un

    chetJiot verdoso

    que h ~ b

    sido

    de nil y

    buena

    calidad.

    La

    camisa,

    e - ~ e d a

    estaba sucia. Los signos ge

    nerales-de

    su

    aspecto e ran el

    clesq,seo,

    la negligencia, la

    rujna-una

    ruina que dejab.aentrever esplendor.es pre

    tritos-. Me pregunt cmo este personaje,. escapado

    de

    una

    novela rusa, aparecaen nuestra campaa; encon

    tr inesperadas analogas entre. el campo-argentino y el

    ruso, entre as almas de su gente; imagin la llegada del

    joven

    facultativo a Salinas,

    su fe enJas

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    31/67

    62

    los

    que aman, odian

    quindad y la penur ia esenciales de la vida del pueblp.

    f v is

    calais

    mon

    Oblomov Lo

    mir con toda simpata.

    En cambio, l pareca carecer hasta de aquella sim

    pata,

    rudimentaria

    y

    mnima

    que

    en

    la soledad

    in

    venciblemente nos rene a quienes pertenecemos a

    un

    mismo gremio o a

    una

    misma profesin. Apenas con

    testaba a mis palabras, y si las contestaba lo haca con

    indiferencia o con agresividad. Record, con xito, que

    Montes estaba borracho y que, en ocasiones anterio

    res, cuand-o esa misma-espontnea simpata

    me

    haba

    ace'rcado a mis colegas, slo en

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    32/67

    :

    X V

    Contrariando sus ms ntimas esperanzas, el doctor Mon

    tes debi coincidir conmigo en

    el

    diagnstico. Mary haba

    muerto

    por_

    envenenamiento de estricnina.

    R e p o s < ~ d o y autoritario, el comisario orden a

    los

    gendarmes que lo siguieran.

    Con

    su

    permiso

    ,_nos dijo--

    , vamos a proceder

    al

    registro de las habitaciones de

    todos

    1 s t e d ~ s .

    Aprob la medida

    El

    coinisario.se dirigi

    hada

    m:

    -Empezaremos

    por

    la suya, doctor. A

    menos

    que

    alguno de los presentes declare la

    posesin

    de la,estric-

    nina.

    Nadie respondi. Ni siquiera yo.mismo.

    Las

    palabras

    del comisario

    me haban_

    anonadado. Jams imagin que

    mi

    habitacin sera registrada.

    _

    No

    me-compliquen en_esto

    -articul

    por

    fin-.

    Soy,un mdieo Exijo que.se

    me

    respete.

    -Lo

    siento

    r e s p o n i

    el -comisario-

    Pata todos

    la misma vara.

    Cre que su intencin eFa sugerir que

    esa vara no

    era metafrica.

    A pesr mo los conduje, o mejor dicho, los segu has

    ta mi

    cuarto. All

    me

    esperaba un calvario, y tambin la

    satisfaccin d comprobar el dominio perfecto que

    ten

    go sobre mis nervios. mpotente , como si

    me

    hubieran

    inyectado curare

    en

    el organismo, deb tolera r que esas

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    33/67

    66

    os

    que omon, odion

    manos groseras profanaran los interiores de mi valija

    y

    lo que es inaudit, que abrieran uno por uno los tubos

    del botiqun, sensibles y delicados como vrgenes.

    -Cuidado seores -exclam

    sin poder

    conte

    nerme-. Se trata de dosis infinitesimales; entienden?

    Cuidado Todo olor, todo contacto

    puede

    malograr las

    virtudes de estos medicamentos.

    Logr lo que me propona.

    Con

    saa renovada, los

    hombres se dedicaron al botiqun. Me deslic entre los

    profanadores y la mesa deluz La-mimo derecha,.casual.,.

    mente apoyada en el mrmol , rescat:el tubo de arsni:.

    co. Yo estaba dispuesto a padecer todo vejamen; no a que

    me

    estropearan

    esos glbulos que

    eran

    el pilar de mi

    salud.

    Cuando los policas acabaron, finalmente,.la ins-

    peccin del botiqun, dej caer entre los otros tubos el

    de arsnico. Me crea salvado, pero el destino me reser

    vaba nuevas zozobras. Con fro.en_el alma, o esta afir

    macin

    _del

    comisario:

    -Procederemos

    despus al anlisis de las pldoras.

    Penetr sus palabras igna,ras: se refera a m i s ~ g f b u -

    los. Supuse, como era_ natural, que los requisara

    en

    el

    acto. Pero el comisario Aubry,

    col .

    una

    falta-de lgica slo

    comparable a suJalta de cortesa, pas a.la.habitacin

    de Cornejo, dejndome.plenalibertad de tomar las

    cauciones-que la prudencia me recomendaba.

    1

    r

    XV

    No vacilo en afirmar que las habitaciones

    de

    los dems

    pensionistas no merecieron del comisario A.ubry la pro

    longada minuciosidad

    que.

    dedic a las del doctor Hum

    berta Hube:rman.

    Mientras la comitiva policial continuaba

    la.

    inspec

    cindel

    hotel, yo

    no

    estaba inactivo. Despus de

    poner

    en orden

    mi

    cuarto inici, por

    mi

    cuenta,

    la

    investiga-'

    cin

    ..

    Sala] corredor Cul nq sera mi sorpresa al des

    cubrir que ningn gendarme vigilaba el lugar del crimen

    Me apost

    en

    la sombra

    en

    el

    mismo

    sitio en que, la

    tarde anterior, Miguethaba.escuchadolas disputas de

    Emilia y de Mary. Inmediatamente record cmo yo haba

    sorprendido a Miguel

    y,

    con sbito pavor, pens que a

    m tambin podan sorprenderme.

    Me dispona a huir, cuando unos pasos me contu

    vieron. Eran los de la dactilgrafa. Yo empezaba a reco

    nocer, urlo uno, los elementos de esa tasa hermtica

    de ese.mundo limitado (como el presidiario reconoce

    ratas de la crcel y el enfermo los diseos del empape

    lado o las molduras del cielo raso). Blandiendo su pan

    talla, la cazadora apareci en la penumbra. Rond peli

    grosamente, siguiendo el vuelo de las moscas. Luego se

    perdi

    en

    la oscuridad de los

    o t r e d o r e s ~

    Esper ufi poco ms. No era grave que me sorpren

    diera l dactilgrafa; convena, sin embargo, que nadie

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    34/67

    1

    1

    111

    1

    l

    68

    Los

    que

    o_mgn

    odi n

    supiera que yo haba estad9 escondido en las inmedia:..

    c i o n e ~

    del cuarto de Mary. Esper demasiado. Atu.elbaja

    ba lentamente la escalera. Avanzaba con una mezcla de

    cautela y de firmeza que me paraliz, como la bru ?ca

    revelacin de

    un

    o ~ ~ r

    qiminal en un

    hombre que has

    ta entonces yo haba mirado con indiferencia,

    Ent:;r >

    en

    el cuarto de Mary. Sac ~ n a valija que haba debajo de

    la cama; la abri, hurg un-rato en ella. Revis, de$pus,

    los papeles que hab.a sQbre la mesa. Pareca buscar algo.

    Su.extraordinaria compostura no era natural; recQrd a

    los buenos actores, q q ~ saben que tienen pblico y lo

    desdean .

    :Un

    sudor fro me perlaba la frente. Atuel dej

    los papeles; tom del estante

    un

    libro rojo (lo reconoC:

    era una novela en ingls, con un emblema en latap, con

    mscaras y pistolas superpuestas); guard el libro

    en

    el

    bolsillo; camin hasta la puerta; l.Jli:r hacia

    uno

    y otro

    lado; dio unos pasos largos y silenciosos; de nuevo se

    detuvo; lo vi subir los escalones, de cuatro en cuatro.

    Sal por fin.

    Si

    me quedo unos minutos ms, me sor

    prende la polica. Le ordep_ a

    mi prima

    que me. prepa

    rara un candial.

    XV

    El comisario

    nos

    reuni en el comedor.

    Seores --exclamcon"estentrea r a v e d ~ d - es

    pero que estn dispues tos a declarar Me instalar

    en

    el

    despacho del patrrryustedespasarn en turno, como

    ovejas

    por

    el baadero.

    Le

    falta el sentido del humor? Por qu

    n9

    serie?

    me

    pregunt Montes.

    Me dispona a replicar debidamente, pero las vaha

    radas alcohlicas me hicieron retroceder.

    Empez el interrogatorio. Fui llamado entre los pri

    meros. Aunque no

    me

    presionaron, dije cuanto saba,

    sin

    omitir ningn rayo de luz que

    pudiera

    orientar la.

    investigacin. Comoun benvolo novelista policial,

    me

    limit a distribuirlos nfasis. Confiaba que bajomi fru

    la

    aun

    la modesta menta lidad de

    Aubry

    llegara a des-

    cl,lbrir

    eF

    misterio.

    Al salir del escritorio advert que un olvido esencial

    malograba

    mi

    exposicin. Quise volver. No me admi-

    tieron. Deb esperar que los otros testigos depusieran

    sus prolijos balbuceos. El

    purgatorio nunca es breve.

    No ser ocioso, tal vez, registrar en esta crnica

    un

    detalle

    que Aubry

    me comunic

    en

    conversaciones

    ulteriores

    de la declaracin de Andrea. Parece

    que

    esa noche mi prima, como de costumbre, haba puesto

    una taza de chocolate en la mesa de luz de Mary. Ahora

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    35/67

    1

    70

    Los

    que

    aman odian

    faltaba la taza. Andrea afirmaba no haber

    d v ~ r t i d o

    inme'

    diatamente esa falta

    y

    aduca, a manera de explicacin,

    el estado de sus nervios.

    Lleg,

    p o ~ .fin,

    el candial que yo haba pedido. Mi espi

    ritu

    se reanim.

    Cuando ;me llamaron, no me levant como quien obe

    dece una orden, sino como quien pers,tg Ue un desquite.

    Al entrar en el escritorio murmur la tradicional esttofa:

    Un pjaro alfin cruz.

    De entre la nieblasali.

    Lo salud

    con la

    mano

    como sifuera u cristiano.

    Mir

    en

    silencio al comisario. Despus anunci dra

    mticamente:

    En

    el cuarto. de upnio,

    en

    el stano de esta casa,

    escondido entre:bales, hay un pjaro muerto. Un alba..,

    tros. Lo encontr hoy a la tarde, con el pecho abierto, sin

    vsceras.

    Hice una

    pausa.

    Continu :

    Quizs

    unas

    horas despus, cuando el doctor Montes examinaba el

    cadver de-la muchacha, en el stano unas manos soli

    tarias embalsaii}.aban.eLalbatros. Qu pensar de estas

    situaciones simtricas? El veneno que mata a la mucha-:

    cha, en el pjaro conserva el simulacro de la vid'a.

    XV

    - T

    Esamisma noche mi revelacin dio sus primeros fru

    tos. Sin encontrar resistencia, con la silenciosa natura

    lidad de lo necesario, pas del grupo de los sospecho

    sos

    al

    grupo de los investigadores. En efecto,

    en un

    aparte

    con'fidencial,

    prolongamos

    con el col)lisario Aubry y

    con el

    doctor

    Montes

    unas

    tazas decaf y

    unos guin-

    dados, hasta que la madrugada clare entre los are

    n a l ~ s

    Mi colega quera hablar de mujeres; el comisario gra

    tifi

  • 7/21/2019 Los que aman odian

    36/67

    72

    os que aman odian

    tura oportuna en

    nuestras

    circunstancias y de l

    no tenamos en el hotel ni un solo ejemplar.

    Me escuch on reverencia y avidez. Pareca que sus

    ojos celestes se clavaban-en palabras. Quiz los cla

    vaba en su memoria. Mis labios todava pronunciaban

    Thomas Mann, cuando l dijo laboriosamente, como

    quien se afana por la oscura regin del olvido en bus-

    ca de uno-s versos:

    -Hardquanonne dice: existe una probidad en el in-

    fierho.>>

    Frases como sta revelan al gran receptor; des

    tacan, -entre los talentos, algenio.

    Todami vida es un encontrarme con estsamigos

    frustrados: q1ientraspiensan abstractamente nos enten

    demos;

    dan

    un ejemplo y surge la incompatibilidad. Con

    un

    clido impulso. de simpata, cuya autenticidad

    noexa::

    minbamos, seguimos hablando de litera tura hasta.que

    el doctor Montes interrumpi su hosco silencio para pre-

    guntar.

    A qu conclusiones ha llegado en la investiga-

    cin?

    Sus ojos, curvos y atentos, se :fijaron primero en Mon-

    tes, despus

    en

    m; su boca, movindose como la de un

    . umiante, palade el guindado.

    Ya

    dispuesto a repro

    charme deficiencias de cordialidad,

    me

    pregunt hasta

    dnde haba progresado en la confianza del hombre No

    tena una

    fe

    ilimitada en laexplicacin del misterio .que

    d a r a . A u b r y ~ Quera' orla.

    -Desde principio cowprend quin . r < l culpable-afir

    m el comisariq, inclinando m f i d e n c i a l m ~ p t e e l bus

    toy escud1indonos qmo si

    s t u v i ~ r a m o s en

    el.hori

    ZOI}te-.

    La

    ulterjqr n v e s t i g a ~ ( > p . . y los

    ~ t e r r o g a ~ o r i o s

    c.onfirmar l ~ m e n t e Aub1:y

    tendra cierta

    e x p e r ~ e n c i a e lla m.teria. En las novelas (para volver a

    la literatura) los funcionarios pqliciales personas infa

    l i b l e m ~ : n ~ e e q u i v o c a g ~ s . E]). la realic\ad. son algo il).ucho

    peor, pero

    u ~ l e p .

    no fracasar, porque el

    d e l j ~ p

    como

    la

    locura, es un-fruto de la s.implificacip_ y pe la deficienda

    -Seores

    -articul

    confqsamente el qoctor Mon-.

    tes-,

    n i ~

    permiten

    urt brindis?

    -En

    honor de qu? -pregunt el comisario.

    De

    las verdades a r ~ v i l l o s a s que vamos a or.

    S ~ c ; r e t a m e n t e

    me

    alegr la respuesta. Qu poda

    esperarse. de

    u :p.

    _investigado; que-escuchal;>a los desati

    nos de U:Q borracho?

    El c,omisario prosigui:

    -Empecemos _por l9s motivos. A lo que sabemQs,

    hay dos personas con motivos _per;rnanentes para come

    ter el crimen.

  • 7/21/2019 Los que aman odian

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    os que aman, odian

    74

    S i dice a lo que sabemos -interrumpi elbp_r:ra-

    cho, con menos oportunidad que lgica- reconoce que

    hay

    algo que

    no

    sabe y

    toda

    la solucin se derrumba.

    En cuanto a los motivos, repito, hay dos personas

    que merecen nuestra atencin-continu el comisario,

    como si no hubiera odo la impertinencia de Montes-;

    la seorita hermana de la vctima y el seor Atuel.

    Me sent consternado. Desde ese instante, lo confie

    so, deb esforzarme para seguir las

    ~ l i c a c i o n e s

    de Aubry.

    Miimaginacinsedesviabahacia

    una

    suete de espec

    tculo cinematogrfico; las escenas ocurran

    en

    orden

    inverso-primero,'mis ltimas conversaciones ton Emi

    lia; finalmente, el episodio,de la

    playa-y

    la interpre-

    tacin

    tambin

    haba cambiado; ahora, al reVisar las dis

    putas entre las hermanas, la muchacha buena era

    m ~ l i a

    Pens

    en

    Mary y

    me

    tlije que la conducta de

    loshomres

    tiene un curso, con fluctuaciones ycambios, ms all de

    la muerte. Pens

    en

    Emilia y

    me

    pregunt si no

    empe.::.

    zaba a quererla.

    Hubo en

    la explicacin11 de Aubry algn alarde tc-

    nico; tratar de repetirla con sus mismas palabras.

    .

    -Clasifiquemos

    losmotivos

    en

    permanentes y oca

    sionales

    dijo

    ton

    x p r e s ~ n

    adusta-

    En el presente

    caso, los primeros

    sn

    de orden econmico y de orden

    pasional. Esta muerte beneficia a la seorita Emilia Guti

    rrez y

    a1

    seor Atuel. La seorita Emilia heredar a

    su

    hermana.

    Recibir unas alhajas que

    no treo

    exagerado

    alificar de valiosas, Y, a estar eii mis informes, los novios

    postergaban el matrimonio

    en

    razn de dificultades eco

    nmicas. En cuanto al seor Atuel, por ese matrimonio

    llega a beneficiarse con la muerte . Los o t i v o ~ pasiona

    les apuntan a las mismas personas. Parece

    un

    hecho com

    probado-que la

    difunta

    andaba

    eh

    amores con el novid

    de la seorita Emilia. As tenemos los celos, el cataliza-

    Silvina .Ocampo Adolfo Bioy Casares

    75

    dor de

    la

    tragedia. Este factor es .netamente femenino

    malo

    para

    Emilia Pero el

    enredo entre

    el

    novio

    y la

    v c t : i i n ~

    debe consider(\rse como un ferme'ntario de pasio

    n e s v i o l ~ n t a s

    que seala tambin al primero de los nom

    brados. Pasemos, ahora, a los motivos ocasionales. Las

    ltimas.peleas

    ocurren

    entre las.seoritas, con la exclu

    sin

    parcial del novio. Mal asun to para la seorita Emi

    lia -F.inalmente. pasemos delos motivos a a ocasin. Al

    llegar a esta frase, Atuel queda descartado:;cuando ocu

    ri la

    defuncin no estaba

    en

    la casa. Viv.e en el Hotel

    Nuevo

    Ostende.las

    dos

    hermanas

    se alojan

    en

    cuartos

    contiguos. Como ustedes recordarn,

    n

    la noche ae la

    tragedia' a seori ta Emiliarbaja sola a

    su

    cuarto. besp'us

    echa b estricnina en el chocolate; espeta que el veneno

    obre; hace desa,l'arecer la taza (tal vez arrojndola

    pr

    una v'ehtana; cuandopase

    latormentahabr

    que remo

    ver la arena). Conclusin: si el d,iablo:nola ayuda, dn

    de encontrar salida la seorita?

    Sospech. que en la trama lgica

    de

    estos argumen

    tos haba.imperfecciones, peroestaba demasiado eon

    fuso y demasiado apesadumbrado para descubrirlas Ati '

    n a protestar:

    -Su. explicacin-es

    psicolgiaamente

    imposible.

    Usted me recuerda a esos-novelistas que se concentran

    ,en la aecin ydescuidan los personajes. No olvide que

    ,sin el factor humano. no hay obra duradera. Ha pensa

    do en Emilia? Me niego a aceptar que una muchacha

    tan sana-un.poco pelirroja, concedo- haya. cometi

    do este crimen.

    Yo

    pretenda demasiado:

    que una mera

    improvisa

    cin emotiva reemplazara a

    una

    crtica lgica. El coini

    sariodijo:

    -Victor Hugo

    le

    responder: La ansiedad con

    vierte.en'tenazas los dedos de una. mujer;

    una

    nia que

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