Los problemas epistemológicos de las ciencias humanas op

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i 1 r 1 ¡r· .. , -. . l 1 ' . ! .. , - l. ·LOS PROBLEMAS e DE LAS CIENCIAS HUMANAS ,. . El tema central de estas lecciones tiene su origen en epistemológico que actualmen- te las ciencias humanas:-- ---- ·-·-, . _ La aparición de una toma de cpnciepcia histórlc& es verdaderamente la revolucidn más importante de las que hemos experimeñtado tras la llegada de la época moderna. Su contenido espiritu:al soqrepasa probable- mente aquel que reconocema.s en _las realizaciones de las ciencias naturales, realizacione.s que tan vi_ sible- mente han..transformado la superficie de nuestro pla- neta. La conciencia histórica que caracteriza al ho· m., bre· có"ntemporáneo es un privilegio, quizá incluso w1a carga que, como no ha sido impuesta ninguna o a e as generaciones· antenores. -== La que tenemos actualmente de la. histo- ria es fundamentalmente diferente pe la manera en que otras veces el pasado aparecía .. a·un pueblo o a una época. _Fntendemos por conciencia hist_ó.rka...elprivil.e: go del homhrs tpoggng de tener plenamente_c.oncteJl:: -s1a Qe la historicidad de todQ presente_y de la relativi-: dad de todas las..opiniones:. Está claro que esta toma de ".CZ conciencia histórica no permanece sin efecto sobre el actuar espiritual de nuestros contemporáneos, y basta· para ello pensar en los inmensos cambios espirituales de época. Así, ·por ejemplo, la invasión del

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l. · LOS PROBLEMAS eDE LAS CIENCIAS HUMANAS

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El tema central de estas lecciones tiene su origen en ~. problema epistemológico que E.~~ª-~ta!l actualmen-te las ciencias humanas:-- - ---·-·-, . _

La aparición de una toma de cpnciepcia histórlc& es verdaderamente la revolucidn más importante de las que hemos experimeñtado tras la llegada de la época moderna. Su contenido espiritu:al soqrepasa probable-mente aquel que reconocema.s en _las realizaciones de las ciencias naturales, realizacione.s que tan vi_sible-mente han..transformado la superficie de nuestro pla-neta. La conciencia histórica que caracteriza al ho·m., bre· có"ntemporáneo es un privilegio, quizá incluso w1a carga que, como ta~_, no ha sido impuesta a· ninguna o a e as generaciones· antenores.

-== La concienc~a que tenemos actualmente de la. histo-ria es fundamentalmente diferente pe la manera en que otras veces el pasado aparecía .. a ·un pueblo o a una época. _Fntendemos por conciencia hist_ó.rka...elprivil.e: go del homhrs tpoggng de tener plenamente_c.oncteJl:: -s1a Qe la historicidad de todQ presente_y de la relativi-: dad de todas las..opiniones:. Está claro que esta toma de ".CZ

conciencia histórica no permanece sin efecto sobre el actuar espiritual de nuestros contemporáneos, y basta· para ello pensar en los inmensos cambios espirituales de nue~tra época. Así, ·por ejemplo, la invasión del

mauricio
Tachado
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Gadamer, H.G., (1993) “Los problemas epistemológicos de las ciencias humanas”, en: El problema de la conciencia histórica, Tecnos, Madrid.
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•.

-~ . .

:-l' 'Xf>p, pensamiento filosófico o político por las ideas que en. ~~~ alemán designamos p_o: las palabr~s «cosmovisíóm> y

_,, «conflicto de cosmovtswnes» es sm duda a la vez una ~ \. consecuencia y un síntoma de la conciencia histórica. ,.¿,¡~~Se manifiesta todavía por la manera en la cual las ,.,t>,~ diferentes cosmovisiones expresan actualmente sus

ijJ "'o d. · E tl t 1· . . ~., tvergenctas . . Al e ecto, porgue as ·partes en ttlgw, desde sus mmtos qe vista_r~nectiyos,. llegan_.a_.uo ... acuerdo -y esto ha sucedido más de una yez- ~Qbre el hecho· a e ~~- us o · io s o sta orman un t9~<1~s1 ~ spb!1ren.tt ( conces~ón que presu-pone manifiestamente/que de una y otra parte no se rechaza reflexionar sobre la relatividad de su propia posición). Es necesario ue cada una de las artes sea

í ~.;~ J?Ienamente consciente sl,el carácter_particu/ar e su :-~~..:,..¿ ers ecfy . Nadie podría actualmente sustraerse a

. "' 4 · est e exivt a que carácteriza al espíritu moderno.

. ,¡p 1 De ahora en adelante sería absurdo recluirse en la ingenuidad y los límites tranquilizadores de una tradi-

. t~ción exclusiva, mientras que la conciencia moderna ~j t,UV'está llamada a com~render las ;osibilidades de una

r~· r~ ( \rñ@ipljcidad de pn tos de vist relativ2i También estamos habituados a responder a los argumentos que

~ se nos oponen por una reflexión que se coloca delibe--~ .¡ fadamente en la perspectiva del otro. ·

f{~VD~ Las ciencias históricas modernas, o ciencias del ~ espíritu -traducimos el término por «ciencias huma-

nas», aunque para nosotros esta traducción expresa sobre todo una convención-, se caracterizan por este

' ' '!

. . ! 1 f t

modelo de reflexión del que os acabo de hablar, y del que hacen un uso metódico. ¿Qué es sino aquello que comúnmente se entiende por <<t~ner un sentido históri-co»? Podemos definir el «sentido his.tó.rico» por la dis-Qgnibilidad ~.Ltal~n!9 del_Eistoriador para compren-~-~r el~é!Q.Q, q_~!?.ª ÍJ!~lysp .. exP.lli~_ar_~!fAe[c~: t_~~JQ..P.r..opio d.e~Y-d.<md~i1 se encuentra. Tener un --... - -.. -42

. sentido histórico es vencer de una manera consecuente esta ingenuidad natural que nos haría juzgar el pasado según los parámetros considera~os evidentes e~ n~es-­

.J tra vida cotidiana, en la perspectiva de nuestras mstltu-!{' ciones de nuestros valores y de nuestras verdades ~

1

adquiridas. Tener un sentido h~stórico .siJfl~fica esto: pensar expresa_~~~te -~-~J hon~o~t_e_ ht~fQ.9_l!~.~­~-oextensivo c~~_}a __ vi~~ . q~~-..Y!YJ.!!l<?.§_y_q:u~ __ h_~qJ_os vivido . .... Ei método de las ciencias humanas se remonta en cuanto a sus motivos espirituales a Herder y al Ro-manticismo alemán, pero se ha esparcido ~n P?~o por

, ; todo y ejerce su influencia y su progres,o Cientlfico. en .Y:' otros países. Obes;le_ei~PdO a este metodo. la ~ l moderna ·enza a evitar in enuamente .una tra t-I') ción .o Ün- éon}unto de .verdades . . . _ . e /, a -m1t1 as. a conctencia moderna toma -justamente .

omo. <«~ónciencia histórica»- una posición reflexiva tpl\u-fJ · en la consideración de todo aquello que es entregado V"")

por la tradición. L conciencia histórica. no o e m s ' . J: bellamente la voz ue le viene del asado, sino ue óf}" reflexionando sobre ella la reem laza en el contexto sJonde ha enraizado, para ver en elJa el sigm 1cad~ y e!; valor relativ.o que le conviene. Este comportamiento~ reflexivo cara a ca~a de la tradición se llama interpre-~ tación. Y si algo puede caracterizar la dimensión ver- . -"" daderamente universal de este aéontecimiento es sobre '~ todo el papel que el término «interpretación» ha ~ omenzado a desempeñar en las modernas ciencias '<oe umanas. Esta palabra ha tenido, como pocas, la for- 1>

una de expresar de forma simbólica la actitud de toda ~ nuestra época. · . - -~

Hablamos de interpretación cuando el significado f' de un texto no se comprende en un primer momento. d-& Una interpretación es entonces necesaria; en otros tér- Ql minos, es preciso una !_eflexión explícita sobre las

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c~>n~i~iones gue .ha~n que el te¡to Jeng~jªl o cual stgmftcado.. El pruner presupuesto . '1· ·--cepto d · t . que tmp Ica el con-

e In erpretactón es el carácter «extraño» de aquello que debería ser comprendido ~ c. llo. . di . ~n electo a~e-

• 1' qu~eun!!le ~ata..mente eviqente, aq~eilo- q~e nos convence por la Simnle nresenr¡,·ao::: - 1 . tf,.p .-- .,--. -: ~~---~,~.na

V' \ ~t~~reta~.!!: St U?agmásemos por un instante el arte e os an~tguos, de Interpretar texto, tal como fue a Ii­

c~do en fllologta y en teología, señalaríamos que t:nía r J. stempre un carácter ocasional. No se hacía uso d '1 ,¡ ~ . más_ qu~ allí <!ogd~ ~1 !ex_!o tra~smijido comiQ.ci::ª

/¡ ~sp~tos o.s;ur..Q_s. Sin embargo, hoy, el éon~epto de

r mterpre~c10n se ha convertido en un concepto univer-Qíf sal Y ~were engl~bar la tradición en su conjunto. .

La Interpretación, tal y como nosotros la entende-\ i .mos hoy,. se aplica no sólo a los textos y a la tradición 'J verbal, s~no a. todo ,aquello que nos ha sido entregado

Ó. por la htst?,na; as1 hablaremos, por ejemplo, de la

~nterpretac.t?n de un a.contecimiento histórico, o de la J -\ l mt~rpretac10n. ~e expresiones espirituales, mímicas, de ~ ·~· 1~ mterpretac10n de u~ comportamiento, etc. Lo que (lj stempre queremos decir con ello es que el sentido de ~" bt lo da?o qu~ se of:ec.e, a nuestra interpretación no se

despliega sm medtacwo y_gy_~ec~at:ktmirar má_s , owrl., ,.... allá del seoti~o ~n~e.diata._para poder descubrir el

íonl, ~J-.. «verdadero» stgmftcado ocuJ~o! Esta generalización NI (ttt,;.;,.de la noción de interpretación remonta a una concep-h.-J~ . ción nietzscheana. Según Nietzsche, todos los enun-~·~': ciad?s que rec~?struyen la razón .son susceptibles de )(f\C.~~ una mterpretac10n, ya que su sentido verdadero o real Y s<U.OI " no nos llega más que asimilado y deformado por las tv. lJ'l. ideologíasJ ..

De hecho, la metodología moderna de nuestras ciencias filológicas e históricas corresponde exacta-mente a esta concepción nietzscheana. En efecto, pre-supone que el material sobre el cual trabajan estas

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ciei)cias (fuentes, vestigios 'de épocas pasadas) sea: tal que reclame una interpretación crítica. Este presu- ' _ puesto desempeña un papel deci.sivo .Y ~.ndamen~al para Ias.ciencias modernas de 1~ vtda htstonca y social en general. El diálogo que mantenemos co~ el pasado nos coloca en una situación frontalmente diferente de la nuestra -situación «extraña», diríamos- Y nos exige consecuentemente una limitación interpretativa. Las ciencias humanas~ taUJ.bié.n. s~ ~ir:ven .de_ul) IJ1ét.o­~o~d~I_!lte!P;et~c!ºñ. Éste las coloca en nuestro. círculo de interés. Nos hemos preguntado por el sentido y la predisposición d~ la conciencia histórica en el plano de los conocimientos científicos . .Todavía vamos a colocar el mismo probleiña-preguñtáñdonos por la idea de una teoría de las ciencias humanas. Debemos \ precisar, sin embargo, que ta teoría de las ciencias humanas no es simplemente la metodología de un cierto grupo determinado de ciencias, y vamos a ver enseguida que es filosofía propiamente dicha en un sentido más radical que lo es, por ejemplo, la metodo-logía de las ciencias naturales.

' Si las ciencias humanas están en una relación deter-mínada con la hlosQiia~n * mcamente en razón de un ese arectmtento puramente epistemológico. Ellas · no son sólo un problema para la filosofía, ellas repre-· sentan por el contrario un roblema de la filosofi eíec , o o que se podría decir de su estatuto lógi-co o epistemológico, de su independencia epistemoló-gica frente a las ciencias naturales, es muy poco para medir la esencia de las ciencias humanas y su signifi-

1, cado propiamente filosófico. El papel filosófico que \\>"\~.>-desempeñan las ciencias humanas sigue la ley del todo ~~~, o nada. Ellas n.o tendrían ningún papel si las tomáse- ·

t.:~ mos como realizaciones imperfectas de la idea de una \ «'ciencia rigurosa>~ Esto entrañaría sobre todo que la

filosofía llamada «científica» toma forzosamente ella

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también por norma científica la idea de las ciencias naturales matematizadas: esto significaría, sabemos, que la filosofia no seria más que un tipo de organon de las ciencias . .§_i..,por eLcontrariJi ss. r~conoce en las ciencias humanas un modo de saber autónomo, si se acuerda la imo2.§ibilida,g de ser reducidas al ideal del éonocimieñt;de las Cíe . urales lo 'iie im lica que se califi ue de áb idad resentar ara ellas e i ea e una similitud tan perfecta como posible con lós métodos y el 2rada de certeza válido~ en la~ cien-.

(. c1as naturales), entonce~ ~la filusofla misma la que ~ es puesta en cuestión, en la totalida_d de sus pretensio-/ ~ talJlbÁén es iinítil, en estas-condiciones, limitar~

esclarec1m~en~o <ie .la naturaleza de las ciencias huma-nas a_u~a pura..cl!§tión de métodg; no se trata sólo de

){ def1mr s1m lemente u étod es e 1 · · ,_,_ recon . ~ .

((.(verdad ~!!an.d_o l9 ftlQSQfia sea .9men retome estas lvf, ~x.!. -~~~s, ten_d~~ ~~~~ p~~t.e~Flo~i~ _distii_11as de ÍaS · ~ IJlOtlv~d~s QO! ~~ c~nE_eptQ ge~ y_~r<:Ja~ 9e..las ci.eQcias r J]a!l!r~Ies . Es por una necesidad intrínseca de las cosas

por lo que asegurar un verdadero fundamento a las ciencias humanas, tal como lo propuso recientemente Dilthey, es asegurar un fundamento a la filosofia, es decir, pensar el fundamento de la naturaleza y de la historia, y la verdad posible de la una y de la otra.

* * *

Notemos también que, confirmados o no por las tendencias filosóficas de Dilthey, los cuadros elabora-dos por el idealismo de Hegel se adaptaron con soltura a esta empresa filosófica . ..lJil:a.lqgi~a d.e J.as~ie.!!_c~~ sfel ~2Jritu -podemos decir-~ sieiJlnre.!ln~ fjJo~g­fja .flelEs_pí[i tu~

Sin embargo, esto que acaba de ser sugerido hacien-

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o os los dominios de su a licaci ? ¿Por qué en eJ -omm10 de las ciencias humanas la idea cartesiana del

método no se denuncia como inade ? ¿Por qué no sena, so re todo, el antiguo concepto de los griegos el que tendría derecho de citarse?

Expli uémonos · t idea e un método unitario e a ser ec1d1do antes mismo de penetrar la cosa, es una falsa abstracción; e el Qb¡eto '!1-i~m_o _el . tJe. 9~be determin _ , 1 n e ecto, resulta cUfloso; si echamos un vistazo sobre las inves-tigaciones efectivas de las ciencias humanas a lo largo ?el último siglo, parece que aquello que concierne a

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los procedimientos efectivos de las ciencias humanas (hablo de los procedimientos que realizan la evidencia y el c.~nocimiento de nuevas verdades, y no de la r~fl.exiOn sobre. estos procedimientos) es mucho más va}tdo caractenzarlo por el concepto aristotélico de metodo que por el concepto seudocartesiano de méto-

{j) do histórico-c~·ítico. Es preciso preguntarse si un m~to­do ,que autonza a separarse del campo investigado (~etodo bastante fecundo en el caso de la matematiza-Clon que con~ce~os en las ciencias naturales) no con-duce en las Ciencias humanas al desconocimiento del ~odo de se~ ;specífico de este campo de investiga-CIÓn. Cuestwn que nos conducirá de nuevo en la vecindad de un Hegel para el que, como sabemos, todo método es un método ligado al objeto mismo •.

tí) Para una lógica de las ciencias humanas, ¿habrá en lY ello algo que aprender de la dialéctica hegeliana? . _ Sin duda, al mirar las conclusiones metodológicas

que se han sacado en la prolongación del desarrollo efectivo de las ciencias humanas a lo largo del siglo XIX, esta segunda alusión a Hegel puede parecer de nuevo absurda; es evidente que son exclusiv~mente las cien-cias naturales las que sirven de modelo a estas conclu-siones. Esto se descubre por la palabra Ciencias del espíritu: admitiendo que es la supervivencia del idea-lismo en las conciencias lo que incitaba al traductor

- alemán de la lógica inductiva de J. St. Mili a tomar «moral sciences» por «Ciencias del espíritu» 2, es pre-ciso rechazar en Mili la intención de haber querido atribuir a las «moral sciences» una lógica propia. É) fi!l d~ ~ill ~ra P._?r ~l_coQ_tr3!Ío_ m~t~ar_ qt!e el ~ét9~o inductivo qué se encuentra en la base de _toe!? _c]e~c_:a

... _- --- -- .... -----1 Hegel, Wissenschafl der Logik, Ed. Lasson, vol. II, p. 486. J J . St. Mili, System der deduktiven und induktiven Logik, trad~­

cido en alemán por Schiel, 1863, 2.• ed.; 6.0 libro, <Non de Log1k der Geisteswissenschaften oder moralischen, Wissenschaftem>.

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. , . 1'1 P. • .. 'J , ~ · ... ,., 1 ) r ~ "~r<J.·:_, o.. _,.HJ, o e).. ,. ~-¡_....¡:. •

empírica és también c:_l ~I}ico_qu~ s~~~i~do v_álido. en-eLcampo delnvestig_acióf d.eJas..cJnlCJ.aS .m~.r_ales. Én esto su doctrina no es mas que la confinn~~Ión ~e una tradición inglesa secular cuya forn:~lac10n mas poderosa la encontramos en la Introducc10n del. Tra~a-do de la naturaleza humana de Hume. Las ~tenctas morales no constituyen una excepción -proptam:nte dicha- cuando buscamos uniformidades, regulanda-des y leyes, en orden a la previsión de hechos. Y ac?~t;­cimientos particulares. Por otro lado, la predtspost~ton a las leyes con la que concluimos [una mve_stlgación] en las ciencias naturales no es siempre la mtsma, 12-er..o t:StQ n~ le_ im_p!9e~ 1ª-m~t~q_rologí~ pQ~_ejeiJ!pl~, n:a~a-jªr ~a~ta.!!le!lt~ so~re !a ga~e-de .los~ mlsrnos_ppnqpms q_ut!_l_a fisica; y la única diferencia que las separa es que en meteorología el sistema de ~os datos comporta rela-tivamente más lagunas que en física. Pero esto no afec-ta más que al grado de certeza de las hipótesis res-pectivas, y no constituye más que una diferenci~ meto-.dológica. Así, se dirá, sucede igual en el c~mpo de f'.. .

investigación de los fenómenos mor,ales y_soctal~s, no l. sólo en las ciencias naturales; el metodo mductlvo es · independiente de todo presupuesto metafisico. Es per-fectamente indiferenfe saber lo que se piensa, por ejemplo, sobre la posi?ilida~ de u~ fenómeno c?mo la '~ libertad humana: el metodo mductlvo no se dedtca a la · búsqueda de las causas ocultas, observa únicamente las regularidades. Así, es posible creer en la voluntad libre ~--. al mismo tiempo que en la validez 'de las previsiones ~ en el dominio de la vida social. Sacar las consecuen- ~ cías a partir de las regularidades no implica ninguna hipótesis sobre la estructura metafisica de las relacio-nes en cuestión, sirve únicamente para la previsión de regularidades. La entrada en acción de las decisiones libres es uno de los momentos del universal obtenido por inducción. Se ve así en qué consiste la adopción

p.A) ~. ? P~--A,...,~~49 U) ( O):.o- tvj fl · · r>,';f•

1 .,..tu .. ~.~ ~ r ¡n. 1 .~J.

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del ideal de las ciencias naturales sobre el plano de los fenómenos sociales. . ·1·. ,·· ~ ., ; . · -'

Sin duda; ciertas investigaciones que han sido reali-zadas en este sentido, por ejemplo en psicología de las

.¡' masas, han culminado con un éxito incontestable. Sin

.tí embargo, con la simple constatación del descubri-r~miento de regularidades no se realiza un progreso

.,Y, efectivo en las ciencias humanas, no se llega más que ~ a enmascarar el verdadero problema que presentan ~ estas ciencias. La adopción de este modelo humano no

permite circunscribir la experiencia de un mundo so-cial e histórico; ;al contrario, se desconoce totalmente la esencia de esta experiencia cuando se la plantea únicamente en medio de procesos inductivos. Así

rj ues, lo ue se entienda or ciencia no se obtiene as re u aridades, ni por su a licación al ac

meno hist' · enderá el elemento es ecífi-1 co delsgD.Q_Cjmie~tulíístórico. ,_ Se puede admitir gue todo conocimiento histórico

comporta una aplicación de re~ulari~~~~~~!~cas _ generales en .lo..s-prohlem·éHi-eeneretQS~Jos...qu.e...se.. deaica; por tanto.JJa intenció.n..Y,.erdadera_delcono,ci-miento' Iiístór!f.Q_ll_ocr~Uª~ de explicar uníe.nómeno ..

> concr~to como un caso particular de una_regl~.$(f!W[é!la..-

~~~~~~~n;~fc¡~;d~~a::~~:~!~:f~·~~-:~PS~t~ <J)¡ ve-rdadero -=-al.Ul.utiliz.ando..los__con.o<;imientos ene -

les- es sobre to o e e.-~c,Omprender-un .fenómeno · hlstórico en su sin !!.illri.~~~~n su u~iqad. Lo ue

.,....,.,..,.. o¡ ,

mteresa a conocimiento Jstonco no es e sa er como los hombres, los ueblos, los Estados se de arrollan en general, sino, por el con rano, como este hombre, este

1 . pueOJo, este EstadQJía llegado a se.r lo que es; cómo : esto ha podido pasar y llegar a suceder.alli

--= -- * * *

Pero ¿de qué especie de conocimiento hablamos en el presente, y qué es preciso entender aquí por ciencia?, Acabamos de ver un tipo de ciencia manifestando un · carácter y un fin radicalmente diferentes de los de las-ciencias naturales. Tal y como hemos caracterizado este tipo de ciencia; ¿no deviene una determinación puramente privativa? ¿Es preciso, pues, hablar en su favor de una «ciencia inexacta»? Será en la perspectiva de esta cuestión donde conviene examinar las reflexio-nes de H. Helmholtz en 1862, buscando una solución a los problemas que aquí nos preocupan 3• Aunque in~ista en la im ortancia ignifi.cado..humano,_de.las..cten-:._ Cías el espíritu, es todavía el ideal metodológico de las ciencias naturales e~ 9\!~~jnspira..c._uando..inte.nL delimitár~sucafácier lógico.-Helm__!1.,2.!!~.§!iniDJ.e-entre _ do·s tipo s dtriii{JuéciO~;_j2g[ t}n~ ~r.t.~~ inducción Ióe:ica - "' Y:-P"oc o ralñduCcíó . . . . (\ la indpcción, po,r así t

Q .cir, art tea. slo, sefrn1élm>sTó~ bien~- es_ ~naaisün-.. ~ cron-psiCológicayiloS6Io'iogicilara Hc.J.mh.Ql.tz,Jas ... ~ aos ciencias se sirven del razonamiento ind ' J

- c¡_uc;-en··ague o-guecoñcierne a as. dericíaKhuiñanas.- ~ el razonamiento inductivo se practica implícitamente. ~ inconscientemente, y se encuentra, por consfgÜtente:- 0 detidor·cle· aguelló·gue en alemfm llamamos «1aktge.:.... ~

rfühl» (tacto, deÜc;deza discreción un 'ii. o-de tacto:- ~ ~ , ns1 1 1 ·a sim-pática. Esta sensibtlídaei ·se apoy~-

aun en · · les .com · -plo, la riqu~za de mem · " 1 utorida - ceera .or-contra, el. ra~onamiento explícito del na tu-..

· ralis~~ re;osa e~!;:~=~t.~_ sahje_il!)s,.c¡:([i'~na únicg .... funcwn. Ja. 9tL~Q~e.R4ymento. -. · ·

Se admitirá voluntariamente que este gran saber

3 H. Helmholtz, Vortroge und Reden, 4.• ed., vol. 1, «Über das Verhiiltnis der Naturwissenscbaften zur Gesamtbeit dcr Wissens-chaften», pp. 167 ss.

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haya resistido a la tentación de tomar su propia.autori-dad científica para medir, pero para caracterizar los procedimientos de las ciencias humana's no disponía en última instancia más que de una única categoría lógica, que había tomado de Mili: la inducción. Para él, también el modelo que daba la mecánica al conjun-to de las ciencias del XVIII permanecía válido. Pero que esta mecánica sea un fenómeno histórico, que'ella pueda consiguientemente estar sometida a una interro-gación histórica (igual que hizo P. Duhem más tarde de una manera fructífera 4), le era totalmente extraño.

Por tanto, en la misma época ya, el problema apare-cía de una forma mucho más ácuciante. Pensemos úni-camente en las investigaciones tan florecientes de la

·, escuela histórica. ¿No hubiera sido preciso que se elevase al nivel de

una toma de conciencia lógica? Ya en 1843, el autor que primero llama la atención sobre la historia del helenismo, escribía: «No hay ciertamente un dominio científico que esté -hablando teóricamente- tan poco justificado como tan poco circunscrito y tan poco articulado como la Historia.» Y apelaba a un nuevo Kant para desarrollar el sendero vivo de la his-toria en un imperativo categórico «de donde brotaría -por emp!ear sus propias palabras- la vida histórica de la humanidad». Que Droysen recurra a Kant indica que no concibe en absoluto .la epistemología de la his-toria como· un organon lógico, sino como una tarea verdaderamente filosófica. Se atiene a aquello de que <<Una concepción profunda de la historia hace posible un nuevo progreso de las ciencias humanas y se con-vierte en el centro de gravedad allí donde sus propias oscilaciones se establecen» 5•

4 P. H. Duhen, Études sur Léonard de Vinci, 3 vols., 1907 ss., Y Le systeme du monde, obra póstuma, 1 O vols., 1913 ss.

'J. G. Droysen, Historik, reedición de 1925, p. 97.

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;¡ ., ... 1 .. De hasta qué punto es todavía el modelo de las

ciencias de la naturaleza el que aquí se plante~, no ~ay mejor prueba que el pl~ral.empleado para ~ecrr «Cten-cias del espíritu» o «Ctenctas huma?as».:... ~n .. ~m~arg.~z... este ~«mod~Q..~igt!i[tc(l.!l~c~.~ªP-ªtJ:teQt~ un~ tdentt-"dad epistomológica: or el cQntrau.Q,~le.Il~S~~ na ura eza constttuy_,~n un. mo~lo_par~e.n.c1as_

ñüffiañas en la medida en que se someten al td~al de 'ún valor cien.!JÜf.Q__autó.nomo y fundado .. L~ I.ógtca ~e - a hiSiOfiade Droysen, que él llama <~htstonca>~, fue la primera investigación de una eptstemologta de este tipo.

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