Los Poetas Malditos y El Psicoanálisis

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15 junio, 2015COLUMNA SEMANAL: UN ENCUENTRO DES-CONCERTADO. LOS POETAS MALDITOS Y EL PSICOANLISIS. POR HELGA FERNNDEZ*.

Tal y como la autora nos tiene acostumbrados, este artculo nos lleva a releer los fundamentos del psicoanlisis. Esta vez, recorre y re-escribe, desde y con su estilo, nociones tales como Das Ding, el prjimo, la tica y la esttica del psicoanlisis, a partir del contrapunto del discurso, que como praxis, produjo y produce la literatura.La inter-discursividad, a partir de la cual este texto est compuesto, pone en acto, hace re-surgir y, a la vez, recuerda la heterogeneidad del pblico que acuda a escuchar a Lacan durante casi treinta aos. Una heterogeneidad que fue efecto de que tanto Freud como Lacan supieron construir el discurso del psicoanlisis fundando su diferencia no sin la singularidad de tantos otros discursos, tal y como aqu podemos apreciar.Agradecemos a la autora su aporte, una vez ms.Facundo Soares, edicin.

Que ustedes estn inspirados eventualmente por alguna cosa del orden de la poesa, es bien en lo que dira es necesario girar.Jacques Lacan. Seminario 26.() los poetas y los novelistas son aliados preciosos () Son, en el conocimiento del alma, los maestros de nosotros, hombres vulgares, pues abrevan en fuentes que todava no hemos podido hacer accesibles ().Sigmund Freud, El delirio y los sueos deLa Gradivade Jensen.Apertura.Partir de una de las tantas cuestiones que Lacan ha sabido escuchar en los poetas, en este caso en los caminos desvariados de Bretn, lo que el creador del surrealismo y sucesor de losPoetas Malditosllamazar objetivooamor loco.Esteazarimplica una operacin que hace surgir cierta clase deencuentroso constelacin extraa de significantes, en el lugar dela Cosa, en tanto designa la confluencia inesperada entre lo que el sujeto desea y lo que el mundo le ofrece[1].Dar un ejemplo de esto, que pertenecer a la aventura libidinal individual de quienes lo atravesaron, pero que por lo que de l result, forma parte de la historia colectiva del psicoanlisis[2]o de las vas transitadas por las que se ha arribado a su invencin y construccin. Por otra parte y a la vez, muestra en actolas relaciones de no relacinque desde siempre han existido entre el psicoanlisis y la literatura, particularmente aquella que ha surgido como nueva sensibilidad a fines del siglo XVII, que alcanz su apogeo en el siglo XIX y declin con los Poetas Malditos. Una literatura denominada Romanticismo, que de un modo u otro, ha formado parte este proceso de construccin del discurso del psicoanlisis, por razones ms especficas y particulares que las que se apoyan en los dos epgrafes precedentes.El azar objetivo: Lautremont-Riviere-Lacan-Masotta.La A.P.A.[3], recin se funda en el ao 1942. Uno de sus fundadores fue Enrique Pichon Rivire, quien -hay que decirlo- no slo se form en esa institucin sino que adems se nutri de su participacin activa en la cultura literaria y artstica de nuestro pas de un modo independiente y paralelo a su pertenencia a dicha institucin. De modo tal que en ese otro mbito no slo propag el psicoanlisis, sino que tambin se dej influenciar por lo que aprehendiera de sus amigos, escritores y pintores, quienes sin ningn contacto conla A.P.A tradujeron los textos de Freud y dialogaron con los mismos[4].Cuando Pichon Rivire renuncia a la redaccin de los diarios para dedicarse a lo que l entenda como psicoanlisis, lo hace dando un paso que le permiti dar el siguiente: comenzar lo que dio en llamar elpsicoanlisis del Conde de Lautramont, del queresalt quesu casoimplica la ostentacin del terror y una auto curacin por la escriturayuna aplicacin del efecto del sper yo como voz de interdiccin, ideal e imperativo de un deber que no se cumplir: el duelo se hace en forma melanclica. El sentimiento de lo siniestro surge permanentemente durante la lectura de losCantos, y en algunos casos es el propio Maldoror quien experimenta claramente este angustiante estado.() Los cantos de Maldoror son la obra de un melanclico que trata de superar su situacin psquica rebelndose contra el destino (Padre), el miedo a la muerte dice Freud- que surge en la melancola, la que se explica nicamente suponiendo que el Yo se abandona a s mismo porque en lugar de sentirse amado por el supery, se siente perseguido y odiado por l. Se expone entonces pasivamente al sacrificio, a la castracin, vctima de su sentimiento de culpabilidad. De la repeticin de esta situacin surge el carcter siniestro de su destino[5].Tambin Lacan en su seminario de la tica recomend a los psicoanalistas la lectura de este poeta y como es sabido, desde que se introdujo en el discurso del psicoanlisis y la lectura de Freud, se ha vinculado con el llamado movimiento surrealista al modo de esta relacin de no relacin. Frente a lo que en algn momento ha explicado que, su acuerdo o desacuerdo con este grupo de artistas se ha debido, fundamentalmente, a que otros ya han dicho lo que ellos se atribuyen. Esos otros a los que Lacan haca referencia eran Baudelaire, Rimbaud, Mallarme y Crevel.Lacan y Pichon Rivire no slo han coincidido en el valor que para el psicoanlisis tiene la lectura de los Poetas Malditos sino que, justamente por causa de este comn denominador, tambin han coincidido a partir delcongreso de psicoanalistas de habla francesa de 1951, celebrado en Pars, en donde ambos fueron expositores. Acerca de lo que Pichon Rivire dice as:Nuestro encuentro fue un coup de foudre. () Nuestro primer encuentro fue precedido por una situacin particular que permiti un acercamiento mayor.El primer da de mi llegada a Pars sal en busca de una direccin en la que saba que un siglo atrs haba vivido el tutor de Isidore Ducasse, Conde de Lautramont M. Davasse. La direccin era 5, rue de Lille. No encontr all rastros de Lautramont ni de Davasse, pero el centro de mi inters por el conde se centraba all, en el que momentneamente quedaban varadas mis investigaciones.Al da siguiente se inici el congreso de Psicoanlisis. En esa inauguracin tanto Lacan como yo leemos nuestros relatos. Lacan se acerc, charlamos y me dice: Lo espero esta noche a comer en casa, y agreg con cierto aire de broma: tengo una sorpresa para Ud.. Cuando leo su tarjeta recibo una sorpresa que no era la preparada por Lacan: su direccin, 5, rue de Lille. Lacan viva en la misma casa que yo visitara la maana anterior siguiendo los pasos del conde.El clima de encuentros, de asociaciones, de sorprendentes coincidencias, el clima mgico, lautremoniano, se instal entre nosotros.Yo senta esa noche, mientras caminaba hacia lo de Lacan que iba hacia Lautramont. Me deca a mi mismo: a marche. Y as fue que la sorpresa programada por Lacan era la presencia de Tristn Tzara, quien me acapar esa noche. El tema no poda ser otro que el Conde de Lautramont, el punto de partida de la poesa moderna, el ms grande de los poetas, segn el surrealismo.El dolo de Bretn.He querido con este relato mostrar a J. Lacan. Un hombre sensible, sutil, refinado, generoso. l conoca mis investigaciones sobre Lautramont, poda compartir el doble inters que su obra despierta para la literatura y para el psicoanlisis, porque en ella se encuentran lo siniestro con lo maravilloso. Porque en esa obra, diablica y extraa, burlona y aullante, cruel y penosa, en la que se oyen a un mismo tiempo los gemidos del dolor y los siniestros cascabeles de la locura, como dijera Daro, se hace presente con violencia indita, el inconsciente. l, Lacan, saba lo que significaba para m conversar con Tzara, y an antes de conocerme personalmente, arregl ese encuentro en su casa de Pars, un tpico departamento parisin, con las paredes cubiertas con cuadros de Masson. El surrealismo penetraba desde all, los muebles antiguos, los libros en todas partes, tambin apilados en el suelo, me dieron un reconfortante sentimiento de familiaridad.[6]Respet el relato de lo acontecido de boca del propio Pichon Rivire porque lo dicho, ms all de su dimensin anecdtica, hoy y resignificativamente, puede ser considerado un testimonio de los hechos que contingentemente contribuyeron en las condiciones secundarias, aunque igualmente necesarias, de posibilidad de la transmisin de la enseanza de Lacan enla Argentina, porque si bien otracosapodra haber sucedido, en verdad aconteci como aconteci. Por lo quea la luz del encadenamiento de significantes que se acomodaron para caer como en el efecto domin sobre sus propias premisas, es posible establecer que esta sucesin de nombres, que no fue sin el lazo existente entre los malditos y el psicoanlisis, se eslabon as: Pichon Rivire-Lautramont-Lacan-Tzara-Masotta-Artl, y comenz a cerrar su circuito en Rivire-Masotta, terminando de concluir en Masotta-Lacan. Unencuentroque tampoco fue posible sin la intervencin de otromaldito, quiz al que podemos identificar como el nuestro, Roberto Arlt, porque en verdad Pichon Rivire y Masotta entablaron una amistad a partir del inters que ambos compartan por la obra de este escritor, pero no slo por esto.En el eplogo de losEnsayos Lacanianos, que es nada menos que su Comentario para la cole Freudianne de Paris sobre la fundacin dela Escuela Freudiana, Masotta dice que esta fundacin tuvo que ver con el breviario histrico de parte de mis hitos identificatoriosPor esto esclarece que:El freudomarxismo fenomenolgico de uno, el informacionalismo del otro, el institucionalismo de terceros, todo haba partido de Pichn. Y por otras razones, o a otros niveles, tambinla Escuela Freudiana.() Su vida era una verdadera deriva y de alguna manera siempre se tena que ver con ella.() en una poca en que mi propia deriva me acerca a la suya () De su biblioteca que no era avara ni rencorosa salen como conejos de la galera seminarios mimeografiados de Jacques Lacan, dedicados de Lacan a Pichn, a los que un mortal -quien habla- jams habra podido ni soado haber accedido algn da y de otra manera. Es l quien pone en mis manos los primeros nmeros deLa Psychanalyse, quien bondadosamente baja de los estantes de la biblioteca dela Asociacin Psicoanalticapolvorientas revistas con material lacaniano, l quien finalmente me invita a informar en su escuela sobre los resultados de mis lecturas[7]As como Pichon Rivire deja la redaccin de las revistas para dedicarse enteramente a lo que l conceba como psicoanlisis, no sin realizar ese pasaje a partir del anlisis de la obra del Conde de Lautramont, del que algunos y no sin evidentes razones han dicho que ha ocupado el lugar del doble de Rivire, Masotta escribeSexo y Traicin en la obra de Roberto Arlt. Texto que tambin puede ser considerado su propio pasaje desde la literatura al psicoanlisis. Por lo que aos despus, al ser reeditado este libro, su autor escribe un post scriptum que dio en llamar nada menos queRoberto Arlt, yo mismo. All dice:La factura del libro, su escritura, me deparara algunas sorpresas. Entre la programacin del libro y el libro como resultado, no todo estaba en Sartre.Y lo que no estaba en Sartre estaba en m.No en mi `talento (no hablo de eso): me refiero a las tensiones que viniendo de la sociedad operaban sobre m a la vez que no se diferenciaban de m, y de cuya conciencia (una cierta incompleta conciencia) extraje, creo, esa certeza que me acompaa desde hace ms de quince aos. Que efectivamente,tengo algo que decir.Este libro de Masotta es la lectura de cmo un escritor denuncia a la burguesa o a los esclavos de cuello duro, de cmo su actitud contestara indica que muchas veces los beneficios de los ideales no son ms importantes que los perjuicios que acarrea sostenerlos. All, Masotta habla del mal y la literatura, de cierto modo del sexo y la literatura y de que determinados ideales, lejos de pertenecer a una clase social, hacen a la estructura de todo sujeto. En sntesis, halla all una tica cercana a la de los Poetas Malditos, en la que dice encontrarese s mismoque lo lleva a comenzar a decir, a decir del psicoanlisis.Estos sucesos supusieron una constelacin de hechos que aunque aleatorios, presentan estructuralmente -no sin el tiempo de la resignificacin- una lgica y una coherencia, que incita a percibirlos como un mensaje con el consiguiente extraamiento de las sensaciones, llevndonos entonces a exclamar: Qu increble! No sera posible que ocurriera lo que pas si alguien o algo no lo hubieran trazado de antemano!, en la medida en que lo acontecido se sita en algn lugar en el que no es posible captar ningn esquema, ni racional ni causal, que justifique su surgimiento en lo real. Elazar objetivosupone entonces, algo irreductible a toda razn y a toda descripcin, como si fuerzas habitantes extranjeras avanzaran en procura de su derecho de ciudad, lo que -con ciertas diferencias a cmo el amor corts ubica a la dama en la dignidad dela Cosa-puede ser causa de determinada sublimacin y o invencin, de manera tal que ese prjimo o esa constelacin de significantes estaran en el lugar del no-yo del sujeto por el cual el mismo se encuentra con algo que no le pertenece pero que lo constituye, lo diferencia y especifica, gracias al encuentro mismo. Un encuentro que no busca, encuentra, des-concertado y desconcertante, en una bsqueda antipsquica. Por qu antipsquica?[8]Porque en la realidad psquica la funcin del principio de placer es utilizar la cadena de los significantes para unificar, igualar, poner en homeostasis los intercambios y volver invisible la carrera del sujeto dentro del sistema fijo del yo y de sus identificaciones, mientras que cuanto ms se ejerce la sublimacin, en mayor medida actan los trminos sexuales ms crudos por lo que el encuentro en s tiene el valor de representacin dela Cosa, convirtindose -como el objeto femenino del amor corts- en un objeto enloquecedor o en una compaa inhumana. As, una identificacin en estas condiciones, no ser sin ese carcter siniestro, lo que de un modo metafrico podra decirse comouna identificacin de no identificacincon el desemejante, el marcado el roto el solo el oscuro el otro el resto.[9]Porque en definitivaqu representa ese T, Toi,[10]ese yo mismo de s mismo, no narcisista, que en Arlt, Masotta encuentra de s?, por qu Masotta halla all ese algo que dice tener para decir, que lo llev haca el psicoanlisis? Esta serie de sucesos supuso esos encuentros cabales, fundamentales, que determinan la vida o el destino de ciertas cosas?, por qu la sombra de Lautramont cay sobre Rivire?, por qu loca razn Lautramont vivi en el mismo sitio que donde Lacan?, por qucosa,Rivire le regal esos seminarios a Masotta que Lacan le obsequi a l?, por qu Rivire ha sido uno de los hitos identificatorios de Masotta? Ser que as como para Rivire y Masotta, en sus aventuras libidinales individuales, un Poeta Maldito fue al lugar de la cara extraa, en la historia de la construccin del psicoanlisis, la literatura ha ocupado las veces ese sitio, inevitable, peculiar y entonces inquietante, a partir del cual nuestro discurso se especifica encontrando en ella de s y por lo mismo, diferencindose? Cmo podra explicarse la relacin de no relacin que han mantenido desde siempre ambos discursos? Y lo que es ms importante, qu aspectos constitutivos y fundamentales de cada uno de los mismos, la sustentan?La no-relacin entre el psicoanlisis y la literatura.Para procurar responder a las dos ltimas preguntas trabajar de un modo interdiscursivo desde el psicoanlisis con la literatura, partiendo de las coincidencias que aqu introducir para procurar arribar, luego, a las diferencias que en su irreductibilidad especifican el discurso del psicoanlisis.Tanto el psicoanlisis como la literatura suponen una praxis[11]cuyo instrumento es la palabra y una accin concertada por el hombre, por lo cual ambos hacen posible un tratamiento de lo real a travs de lo simblico. No en vano la palabra poesa viene del griego[A2](poiesis), que significa tanto accin, creacin, fabricacin como confeccin, mientras que el psicoanlisis puede ser definido como un tratamiento mediante la palabra.Sin embargo el hacer de la poesa no ser idntico al del psicoanlisis, como tampoco la relacin ante el lenguaje o el modo de entenderlo. Los analistas podemos dar testimonio de que cuando el analizante habla encontrndose en eso que dice, hace poesa por su relacin a la verdad y entonces al cuerpo, por esto es que Freud no se ha ahorrado en poner en evidencia que el gran retrico es el inconciente o que el sueo es un arte potico involuntario por lo quesu elaboracin tiene mucho en comn con el trabajo del poeta, como a su vez y a su tiempo lo han evidenciado los surrealistas.En consonancia con esta bsqueda de respuestas ante la particular relacin entre ambos discursos, no puede dejar de mencionarse el hecho de que en la historia del pensamiento,tanto el psicoanlisis como el romanticismo, forman parte del discurso del hombre moderno.En el apogeo del romanticismo del siglo XIX, la literatura llamada fantstica o extraa cobra una gran importancia y proliferacin como versinopuesta o reaccin a la realista, como si la novela hubiera creado su propio opuesto, su reflejo irreconocible, su no-yo. Esta literatura es la conciencia desosegada del positivismo o el hacer con eso que la ciencia deja por fuera o desecha. Nace como una negacin de todas las categoras que el pensamiento cientfico hace regir: im-posible; in-forme; in-visible; in-decible; des-conocido; i-rreal[13]. As mantiene una relacionalidad negativa, al modo de la negacin y lo reprimido, en tanto es posible decir a condicin de negar. Por lo que en sus textos no dejan de estar presentes, por negacin, las leyes que rigen la conciencia: se escribe lo que no puede pasar, lo que no puede existir, haciendo surgir entonces no slo lo reprimido sino tambin lo que queda expulsado del positivismo, otorgndole existencia a lo rechazado y o forcludo.Mientras quesabemos que el sujeto del psicoanlisis es el que la ciencia forcluye y que el mismo puede captarse escuchando su aparicin fugaz en los restos que, hasta Freud, no eran considerados por no contar con las reglas acordes a los parmetros positivistas.Hablo de los hechos de discurso, de las equivocaciones verbales, de los sueos, de los chistes y tambin del sntoma, en el que algo de la angustia que interpela al sujeto se hace presente, indicando con la certeza que suscita, un yo que no es moi, un yo que no sabe que sabe.La Cosa del psicoanlisis y su tica.Tanto esta literatura como el psicoanlisis, surgen en el momento en que el universo a descubrir ya no es el del espacio exterior sino el de la subjetividad, en el que lo real -como lo que siempre vuelve al mismo lugar- deja de coincidir con el orden astral incorruptible.De esta ltima palabra se desprende una relacin a la moral en tanto es sinnimo de virtuoso, honrado, recto. Adjetivos, que ya sin estrellas que lo orienten, le son exigidos al hombre, por lo que de all en ms hubo que asegurarse que ste no elija motivado por sus pasiones, intereses o egosmos. Para lo que la moral kantiana vino a indicarle: Acta de manera tal que la mxima de tu voluntad pueda valer siempre como principio de una legislacin que sea para todos[14]. Mientras que un tiempo despus el divino Marqus afirm su exacto revs: El derecho a aplicar esta mxima me permite hacer de cualquier otro el instrumento de mi goce[15], el que ha sido discursivamente necesario para que la tica que introdujo Freud a partir del Proyecto[16], pudiera ser construida y, a la vez, para que los Poetas Malditos tambin introdujeran su esttica y su particular relacin al mal[17]. Por esto es que tanto los Poetas Malditos como Lacan han nombrado al Marqus[18]como uno de sus antecedentes discursivos, porque sin esta apoteosis del mal, del que Sade hizo el Bien Supremo, no se hubiera podido arribar a una tica ms all de la aristotlica y la utilitarista.La tica freudiana no excluye el deseo, lo que s pretende la moral kantiana tanto como la sadeana, que aunque aparente introducirlo, rechaza al sujeto en tanto le exige que goce. Y como en verdad el deseo no deja de tener una particular relacin en ese objeto perdido, que nunca se tuvo, porque orienta todo andar del sujeto por las huellas de su satisfaccin, es que su tica y su esttica se encuentran constituidas a partir del campo de das Ding. Campo que por suceder al de la fsica, porta sus propios trminos, tambin su topografa tanto como sus fuerzas. Por lo que el esquema del peine puede imaginarizarse de un modo tridimensional, dondela Cosaocupa el lugar central a partir de cuyas fuerzas gravitan las representaciones a su alrededor, como una verdadera cosmogona de la subjetividad. Esta Cosa[19]surge por causa de la divisin original de la realidad a travs del Complejo del Semejante, de la que caen dos mitades que por lo mismo nunca estuvieron unidas: el yo y el no-yo, el Lust-Ich y el Real-Ich, a partir de una afirmacin de la afirmacin y de una afirmacin de la negacin o de la bejahunj y la ausstossung; lo que posibilita por su efecto la intrincacin pulsional: Eros y Tnatos, el primer interior y el primer exterior que por su proyeccin invertida de un interior, mejor sera llamarlo, xtimo. Esta esquicia, que no es la de la divisin del sujeto sino su condicin necesaria, es aquello que justamente posibilita la funcin diferenciadora de das Ding, como lo que orienta a condicin de permanecer distante. As, este objeto supone la distancia de una presencia, o lo que falta a la representacin, a partir de cuyo campo las representaciones inconcientes gravitan, se distancian o caen, de acuerdo a la posibilidad o no de quela Cosase encuentre en funcin. Por lo que cuando en la prctica analtica se hace presente el fracaso de la negacin, la reaccin teraputica negativa, las compulsiones, el negativismo o testarudismo -el que en nombre de un mal menor en relacin con un mal mayor que preferira evitarse, lleva al sujeto a su propia destruccin, lo atrae y abisma- es posible afirmar que estamos frente a una falla de dicha funcin. Mientras que en el discurso cotidiano y su psicopatologa entender qu se entiende por das Ding, puede resolverse de un modo inicial si se hace coincidir ste trmino conlo innombrableo con aquello que sucede cuando la palabra adecuada, correcta o apropiada no acude a nuestra evocacin, por lo que no hay ms que indicar:cmo es que se llama esa cosa?, Alcnzame el coso eseo tal vez,Me da cosa. As la presencia de esacosaen nuestra boca, es el ms claro signo de lo inarticulable.La Cosa del Romanticismo y su tica.Si consideramos la historia, no como una sucesin de hechos sino como el discurso de la estructura, estas coincidenciasno concertadasentre el psicoanlisis y la literatura romntica no se restringen a la simultaneidad epocal sino a que el psicoanlisis a partir del Proyectoyde Ms All del Principio del Placer ha relevado una tica, al menos consonante con la de la literatura del romanticismo y principalmente con la de sus finales. Pero entonces y a partir de dicha coincidencia dnde y cmo es posible encontrar la Cosadel Romanticismo, y cul es el estatuto particular de este objeto en sus letras?En los fantasy[20]de mitad del siglo XIX hay una percepcin de algo innombrable: el El, el Eso, la Cosa, el Algo, que no puede articularse adecuadamente por la imposibilidad de ser nombrado, por lo que slo se registra en el texto como sombra, ausencia o mutismo, siempre en funcin de la palabra o de la palabra que calla, que no puede ya decir.En Los Montes dela Locura,cuyo ttulo nos indica el territorio del campo de das Ding, Lovecraft ronda en crculos por esta zona oscura en un intento de llegar a otra cosa ms all del lenguaje desde el mismo, aunque el empeo por ver y decir lo que no se ve y no se dice, fracasa siempre, a menos que se lea precisamente esta dificultad de expresin. Lo que adems en este autor siempre es coincidente con lo que el hombre tendra que evitarse por horroroso, pero a su vez tambin guarda los trminos de una cosmogona, as en su alrededor la narracin se tensa: Las palabras que llegan al lector no podrn nunca sugerir el horror de la mirada misma () lo que vimos, no por haberlo visto, era la mxima encarnacin objetiva de la cosa que no debera ser () una cosa terrible, indescriptible.() En ese momento pareci que todos los ocultos terrores y monstruosidades de la tierra se hubieran articulado en un esfuerzo por aplastar la raza humana Haba llegado al abismo atisb por el borde de esa sima que ninguna luz hubiera podido sondear. () algn poder del cielo, que vino en mi ayuda, arras con las visiones y los sonidos en un estrpito de tal magnitud, como el de dos universos que chocan en el espacio () Ni siquiera estoy seguro de cmo comunico este mensaje. Mientras estoy seguro de que estoy hablando, tengo la vaga sensacin de que va a ser necesaria alguna extraa y tal terrible mediacin para llevar lo que digo al punto donde quiero que sea escuchado[21]En este mismo tiempo de apogeo de la literatura romntica, es clara la operacin de hacer coincidir el mal con lo radicalmente diferente, y lo que en virtud de esa diferencia parece constituir una amenaza, por lo que se tiende a identificar a lo otro como una fuerza no humana: Satn, el diablo, el demonio, que siempre est afuera y encarnado en una criatura sobrenatural.Esta operacin de identificacin dela Cosacon alguna entidad, que por opuesta no deja de ser religiosa, ha sufrido mutaciones semnticas del trmino a lo largo del tiempo tanto como reubicaciones topolgicas. Progresivamente, esa fuerza dej de irrumpir desde el exterior y pas a habitar ese adentro invertido de lo xtimo, correlativamente a que lo demonaco ya no fue un asunto sobrenatural sino subjetivo o producto de la proyeccin de una parte del yo y de la que el mismo en ocasiones, pretende sustraerse.A causa de esta progresiva modificacin topolgica de lo que estaba afuera hacia lo xtimo, perdi efectividad la sencilla polarizacin entre el bien y el mal, donde las personas funcionaban en el drama como meros agentes de esta batalla metafsica; convirtindose esa cosa, a largo de un tiempo, en algo ms perturbador y menos definible.Goethe escribe en su autobiografa lo que entendiendo como un testimonio de este pasaje que muestra que a la vez que comienza a ubicarse en la subjetividad, deja de ser bueno o malo y entonces surge en sus contradicciones: pens que poda detectar () algo que slo se manifestase a s mismo en las contradicciones y, que, en consecuencia no poda comprenderse bajo idea alguna, mucho menos bajo una palabra. No era divino ya que pareca irracional, tampoco humano, ya que careca de entendimiento; ni tampoco diablico porque era benfico; ni angelical, ya que a menudo dejaba traslucir un maligno placer. Pareca producido del azar, ya que no implicaba consecuencias; era comola Providencia, porque insinuaba conexiones. Todo lo que nos limita pareca penetrar, pareca divertirse a gusto con los elementos necesarios de nuestra existencia; contrara el tiempo y expande el espacio. A este principiole d el nombre Demonaco.Hasta que de este objeto innombrable llega a decir su existencia es previa a toda nominacindebueno o malo () es la negacin de ese algo sin lo cual los hombres nunca podran fundar ciudades, establecer leyes, vincularse entre s, embellecerse, exaltar los elementos de este mundo.Lo que no puede dejar de evocar la interdiccin del incesto como el principio de la ley primordial, sin la cual no sera posible la cultura, pero que a la vez y de un modo que no deja de ser una paradoja, esta interdiccin es la causa del deseo, o en todo caso a das Ding en tanto funcin operacional, o bien con el incesto, lo materno, o bien con lalangue, la verdad, etc.Los poetas llamados malditos.Los escritores de los finales del romanticismo o del decadentismo tanto como Freud, finalmente han localizado el mal, ni en la bveda celeste ni en los rojos subterfugios, tampoco en las entraas de hombres abominables, a los que entonces habra que evitar, rechazar y hasta eliminar, sino en todos y en cado uno, habitndonos inexorablemente. Esta re-ubicacin nos convoca a responsabilizarnos de la parte maldita de ese demonio de la perversidad que nos posee[22]. Por lo que esa, esta, extraeza que en todos habita, lejos de hacernos enemigos nos convierte en prjimos, porque as como somos iguales en la diferencia, somos prjimos en la extraeza. T conoces, lector, este monstruo delicado/ Hipcrita lector, -mi prjimo- mi hermano![23]Estos escritores fueron los llamados Poetas Malditos, esos hombres que padecieron los efectos de la segregacin hasta el corazn de sus letras. Y si bien es cierto que poetas malditos han existido siempre, y que en todo poeta hay algo de maldito, esta existencia es solidaria al hecho de que Verlaine en los aos 1884 y 1888, convirtindose en el padre del nombre, nomin algo que con esa partida de nacimiento comenz a existir antes o despus de su acto, pero no sin l. Por lo que desde que dijo: He aqu los Malditos, se oye la voz de los mal-decidores, desde todos los tiempos. Aunque, como todo hecho simblico tiene su antecedencia, ellos mismos han reconocido a sus antecesores directos en Sade y Poe, y al cero de la serie en Baudelaire con susFlores del Mal. La palabra maldito surge como una interpretacin posible, extrada del primer poema de dicho texto que lleva como ttulo,Bendiciones y queinicia una serie cuyo tema central gira en torno a la relacin del poeta con aquello que hace o le est dado hacer,es decir con su tica.Histricamente devienen de los romnticos, con los que mantienen una filiacin aunque tambin se han diferenciado de ellos. Freud, no por nada considerado el hijo legtimo del romanticismo, ha tomado para construir el psicoanlisis, mucho de este espritu, como la obra de Goethe; mientras que Lacan, preferentemente ha citado a poetas como Mallarm, Rimbaud y quienes los prosiguieron en esa cadena filiatoria, como Bretn y otros surrealistas. Esta correspondencia entre Freud con los Romnticos y de Lacan[24]con los Malditos, estuvo facilitada porque el primer par comparta la lengua alemana mientras el segundo, la francesa, pero tambin porque como todos, ambos han sido hijos de su poca y de aquello que ha influido en su cultura, hasta el extremo de que si bien se han valido de los clsicos, la lectura que le han dado a los mismos est teida con los colores del romanticismo. Por esto me autorizo a decir quela Antgonade Lacan podra llevar por ttulo, Antgona Maldita, ya que es posible afirmar tanto de ella como de los Poetas Malditos, que sus mitos culminan con la muerte -real o metafrica, accidental o voluntaria- como gesto extremo ante la imposibilidad de conjugar la exigencia de absoluto que le atribuyen a la tarea orientada por su deseo; o que el Edipo de Freud, no el de su estructura sino el de su lectura de la tragedia de Sfocles, es un Edipo que puede encontrar puntos en comn con las caractersticas de la cima de la literatura romntica por lo que sin ella, Freud no hubiera podido leer lo que all ley.As, la poesa de estos poetas fue a la sociedad de su poca y a la comunidad de poetas vigente, tan inconveniente como lo fue el psicoanlisis a la sociedad victoriana de su contemporaneidad y a la comunidad cientfica en pleno apogeo positivista. Unos vinieron a traer un mensaje maldito y los otros a esparcir la peste. Vinculacin que tampoco se restringe a tales efectos de escndalo, de marginacin, de identificacin con un discurso del mal, y hasta de clera que unos y el otro han suscitado por denunciar la hipocresa y poner en evidencia lo irrealizable de los ideales, sino que la proximidad es an mayor, en tanto el psicoanlisis introduce la posibilidad de pensar una tica que no exista con anterioridad, tica que entiendo es la que, a su vez y a su tiempo, introduce en el mundo aquello que se desprende de los escritos de los poetas malditos. Esta tica ya no hace coincidir el bien con el placer y con lo bello sino que sostiene sin ms que en el hombre, el placer y el deseo pueden coincidir con su aniquilacin y destruccin, al decir del psicoanlisis, o que lo bello no siempre coincide con lo lindo y el bien, al decir de los malditos.Sern Baudelaire, Nerval, Rimbaud, Lautremont, Artaud y otros, los que osaran desgarrar escandalosamente el velo de la belleza, sentndola sobre sus rodillas, encontrndola amarga e injurindolapara poner en evidencia lo rechazado, lo feo, denigrado, abyecto, lo maldito (mal-dicho); sern Freud y Lacan quienes osaran desgarrar escandalosamente el velo de la felicidad a la que tendera el hombre desde una visin aristotlica, para poner en evidencia que en el dolor se puede encontrar placer, que el placer puede coincidir con la autodestruccin, que el mal puede serle un bien al sujeto y que si la muerte llega es por tener un aliado interno. As, ambos han exclamado a travs de la pluma de Baudelaire cargada con la tinta de lo hasta all forcluido: El dolor que fascina y el placer que mata!Todorov[27]divide a la literatura romntica de acuerdo a si sus contenidos se encuentran en relacin al yo o al no-yo, lo que no deja de ser interesante si se pone en relacin con el Lust-Ich y Real-Ich, no sin cierto forzamiento y esquematismo de los trminos porque por supuesto, el yo y el no-yo a los que se refiere este autor no comparten el estatuto al que se refiere el psicoanlisis.Dentro del primer grupo se ubica, por ejemplo, la obra de Hoffmann por lo que en ella es donde ese no sin objeto de lo siniestro puede irrumpir, tornando a lo real irreal o a lo irreal real. Aqu la cuestin central suele girar en torno a las relaciones del yo con la realidad, una realidad por la que al tambalear en su dimensin imaginaria invade por sus desgarraduras lo que necesariamente tendra que quedar oculto, sostenindola.Por lo que establece una vacilacin absoluta, tanto en el protagonista como en el lector, quienes no pueden aceptar los inslitos sucesos que se describen, ni desecharlos como fenmenos sobrenaturales. Es esta vacilacin la que define lo fantstico. As es que los contenidos suelen referirse a trastornos de percepcin y dificultades en el orden del conocimiento, lo que se expresan a partir de la visin y el control del yo/ojo del sujeto. Forman parte de este grupo, textos en los que si bien puede leerse a das Ding, ms bien ste siempre se encuentra tensando lo mismo que se escribe, como un objeto que puede inferirseapreocupdel argumento y que gira en torno a ese vaco central. Por lo que entonces se escribe desde la posibilidad de escribir una ficcin, dentro de la que esa escritura construye con su artificio un objeto que se encuentra en funcin o presente en su distancia por lo que la negacin claramente se encuentra articulada. O, si se quiere, por el proceso de escritura, una palabra significante es elevada a la dignidad dela Cosa. Estaes la literatura que encuentra su mxima expresin en el apogeo del romanticismo y es aquella de la que es posible afirmar que Freud es su heredero legtimo, por lo que a travs de la misma ejemplific, paradigmticamente,lo siniestro.Dentro del segundo grupo, el que se estructura en torno al tema del no-yo, es factible localizar predominantemente a los Poetas Malditos. Aqu lo que busca decirse o se dice, va ms all de las perturbaciones de lo imaginario y las apariciones del objetoa;se dice ahora algo acerca de la dificultad u obstculo del funcionamiento de das Ding. Por lo que los temas que en general suelen tratarse son relativos a la crueldad, la violencia, la muerte, las maldiciones, destinos fatales, sadismo, incesto, necrofilia, asesinatos, etc. En sus textos surgen las fallas en el lenguaje as como en el grupo del tema delyo,surgen las alteraciones de lo imaginario. Es a partir de aqu y por lo mismo que se vio modificado el criterio esttico, introduciendo modificaciones en la tcnica de la escritura, no aceptadas hasta el momento[28].De manera tal que esta literatura ha hecho lo que dijo, mostrando entonces la coherencia entre su tica y su esttica en tanto es en este momento discursivo donde comienza a surgir, no slo como un artificio constructor de ficcin, sino tambin como la escritura de la imposibilidad de escribir ficcin o una escritura en la experiencia de sus propios lmites, por lo que en algunas ocasiones evidencia con desgarro, la necesidad de significantizacin que le es inherente.He entrado en la literatura escribiendo libros para decir que no poda escribir absolutamente nada; cuando tena algo que decir o escribir, mi pensamiento era lo que ms se negaba. Nunca tena ideas, y dos o tres pequeos libros () giran en torno a esta ausencia profunda, inveterana, endmica, de toda idea.,nos dice Artaud, mostrando que sus letras, lejos de detentar la capacidad de instrumentar el lenguaje, fueron arrancadas desde y con la dificultad de hacerlo. Por lo tanto, la fundacin de esta poesa conlleva, por primera vez en la historia, la revelacin de su propio fracaso, de su propia imposibilidad tanto como de su necesidad. Como alguna vez alguien ha podido decirme falta la palabrautilizando palabras, ms tarde otros, han testimoniado acerca de laimposibilidad de escribir,escribiendo[29].Es en este momento de la literatura, por la misma causa, el lenguaje comienza a dejar de ser visto como medio para expresar la bondad, la limpieza de la ley y de la conciencia humana. El autor no es ya aquel bueno por naturaleza que tiene que escribir apegado al deber ser. Pero tampoco importa si es un monstruo, un ser desgraciado o vil. Deja de afectar la biografa de quien escribe, enbeneficio del texto en s y la palabra escritor deja de coincidir con aquel que escribe con las reglas de labuenaescritura para comenzar a decirse como tal, tambin aquel que escriba acerca de su monstruosidad.La literatura deja de proponerse como objetivo ltimo ensear valores o actitudes al lector, por lo que se aleja del principio Aristotlico de unir lo agradable a lo til[30]para propugnar una escritura que no subestima la capacidad interpretativa del lector.Los poetas malditos y el psicoanlisis: tica y esttica.Es factible concluir entonces, que por esta cercana de los Poetas Malditos con su Cosa y a la vez, por la cercana entre el particular estatuto de esta Cosa de la literatura del Romanticismo y lo que se entiende por das Ding en el discurso del psicoanlisis, que dichos poetas muestran -tanto en el qu y en el cmo de su escritura- una tica que indica que el sujeto puede no querer su bien, tal y como nos lo ha advertido Freud desde elProyecto. As la poesa de los Poetas Malditos fue a la sociedad de su poca y a la comunidad de poetas vigente, tan escandalosa como lo fue el psicoanlisis a la sociedad victoriana de su contemporaneidad y a la comunidad cientfica en pleno apogeo positivista. Vinculacin que no se restringe a tales efectos escandalosos, de marginacin y hasta de clera que unos y el otro han suscitado por denunciar la hipocresa y poner en evidencia lo irrealizable de los ideales, sino que la proximidad es mayor an, en tanto el psicoanlisis introduce la posibilidad de pensar una tica que no exista con anterioridad en el mundo de la ciencia ni en el de la filosofa. tica que entiendo es la que, a su vez, a su modo y a su tiempo, introduce en el mundo aquello que se desprende de los escritos de los Poetas Malditos. tica que ya no hace coincidir el bien con el placer y con lo bello sino que sostiene sin ms que en el hombre, el placer y el deseo pueden coincidir con su aniquilacin y destruccin, al decir del psicoanlisis, o que lo bello no siempre coincide con lo lindo y el bien, al decir de los Malditos.Fueron Baudelaire, Nerval, Rimbaud, Lautramont, Artaud y otros, los que osaron desgarrar escandalosamente el velo de la belleza,sentndola sobre sus rodillas, encontrndola amarga e injurindola[31]para poner en evidencia lo rechazado, lo feo, denigrado, abyectado, lo maldito (mal-dicho); fueron Freud y Lacan quienes osaron desgarrar escandalosamente el velo de la felicidad a la que tendera el hombre para poner en evidencia que en el dolor se puede encontrar placer, que el placer puede coincidir con la autodestruccin, que el mal perfectamente puede serle un bien al sujeto y que si la muerte llega es porque siempre tendr un aliado interno. As, ambos discursos exclamaron: El dolor que fascina y el placer que mata![32].Esta afinidad o proximidad vecinal de la que part al comienzo del artculo, entre el psicoanlisis y esta literatura, es lo que clarifica discursivamente y ms all de cualquier gusto, por qu Freud, Lacan y tambin Masotta, han trabajado con alguno de estos textos, no slo para ilustrar o dar a ver aquello que han querido hacer escuchar, sino que a partir de una lectura de los mismos han tomado: o bien, algo del orden de la verdad en su estructura de ficcin, en tanto los artistas nos llevan la delantera acerca del saber del inconsciente; o bien, algo del orden del fracaso en la negacin en tanto la escritura como suplencia tambin nos lleva la delantera en el saber-hacer con aquello que no hay o falla en su funcin. Porque as como los poetas y los psicoanalistas trabajamos con el material del inconsciente aunque con distinto mtodo, en algunas ocasiones compartimos tambin un campo que se encuentrams alldel principio de placer o ms all de la represin propiamente dicha, aunque la praxis o el modo de hacer all sea tambin diverso para unos y otros, tanto como las razones por las que acampamos en su inhspito territorio. Por lo que quiz, de la escritura como experiencia, nos sea posible extraer o aprehender un hacer posible con el fracaso de la negacin que nos aporte a su vez un saber-hacer con esas fuerzas indmitas, que en nuestro trabajo como analistas surgen como pulsin de destruccin[33].

Notas:[1]Bretn, Nadja,Barcelona, Editorial Seix Barral, 1985.[2]particularmente de la entrada de la enseanza de Lacan en nuestro pas-[3]ver Homenaje a Oscar Masotta, Escuela Freudiana dela Argentina, Renovacin del pacto. Ed. Paradiso, pg. 7.[4]Esta vanguardia artstica estaba constituida por dos grupos: el deBoedoentre los cuales se cuenta a Roberto Arlt[4]- aunque oscil entre uno y otro y quien fue un escritor importante en elencuentrode Rivire con Masotta-, y el deFlorida[4].Ms tarde Rivire, se relacionar con los surrealistas, Enrique Molina y Aldo Pellegrini y ya en la dcada del cincuenta al setenta, principalmente con Oscar Masotta, quien como sabemos, formaba parte del movimiento cultural del Di Tella principalmente del centro de artes visuales, era escritor y crtico literario, se interesaba por la filosofa sartreana y la literatura dibujada, reflexionaba sobre la plstica, estudiaba la lingstica saussuriana, la antropologa de Levi-Strauss y algunas veces cometi un happening.[5]Pichn,Rivire Enrique, Psicoanlisis Del Conde De Lautramont.Editorial: Editorial Argonauta. Ao de Edicin: 1992[6]Extractado dela Revista ActualidadPsicolgica (n12 diciembre de 1975). El artculo, en forma de entrevista, fue escrito por Pichon Rivire en base a un cuestionario previo.[7]En la biblioteca de Masotta se encontr un libro con la siguiente dedicacin: A mon chere ami Pichn Rivire, 5/5/1959, que quiz haya sido uno de esos seminarios mimeografiados que le regal Lacan a Pichn Rivire y Rivire a Masotta.[8]Ver Seminario VII. Ediciones Paidos, pg. 157.[9]Poema deAmelia Biagioni[10]Ver Seminario 7: Clase 4, Das Ding, 9 de Diciembre de 1959. Versin Indita.[11]Lacan dijera: La poesa tambin, eso hace algo Quizs preguntrselo (qu hace y a quin) sera una forma de introduccin a lo que hay de acto en la poesa. El psicoanlisis hace algo, pero ciertamente, no en el sentido de la poesa.[13]Literatura y Subversin, Rosmary Jackson.[14]Kant, Fundamentacin de la metafsica de las costumbres pp. 139-140[15] Marquis de Sade,La philosophie dans le boudoir[16]Sigmund Freud,Proyecto de una Psicologa para neurlogos.1895 [1950].[17]Relacin que entiendo, ya no exalta al mal como un bien sino como algo necesario a ser reconocido en su existencia para hacer algo con l; de manera tal que estos poetas parecen decirnos, cada uno con su particular estilo, que hay la necesidad del mal para negar y afirmar el bien, y lo que es ms importante: que el bien y el mal son dos elementos irreconciliables que en su ltima exasperacin, se indiferencian.[18]Si Freud pudo enunciar su principio del placer sin tener siquiera que sealar lo que lo distinguede su funcin en la tica tradicional, sin correr ya el riesgo de que fuese entendido, haciendoeco al prejuicio introvertido de dos milenios, para recordar la atraccin que pre-ordena a lacriatura para su bien con la psicologa que se inscribe en diversos mitos de benevolencia, nopodemos por menos de rendir por ello homenaje a la subida insinuante a travs del siglo XIXdel tema de la felicidad en eI mal.Lacan, Kant con Sade[19]Anabel Salafia, El Fracaso de la negacin. Editorial Fundacin Ross, 2008.[20]Rosemary, Jackson, Fantasy;literatura y subversin.[22]Como parece llamarlo Edgar Alan Poe.[23]Charles Baudelaire, Las Flores del Mal, Al lector. Aqu en este poema con el que el poeta inicia su texto, apelando para esto a ese radicalmente otro que todos llevamos, es clara la operacin que hace de ese monstruo los que por esa misma distancia irremediable e irreductible que portamos, nos aproximamos.[24]Por lo que de acuerdo a la misma lgica podra nombrarse como el hijo legitimo de los malditos.Injuriar, mal-decir, en latn: maledicere, lo que quiere decir, ultrajar, denigrar.[27]Tzvetan Todorov, Introduccin a la literatura fantstica, Ed. Buenos Aires, 1982, or. 1970[28]Como, silencios identificados por los espacios libres, la no aparicin de las rimas, la materialidad de la palabra ms all de lo que sta diga, etc.All, el significante tiene una cierta autonoma en relacin con el significado, lo que se evidencia en los poemas donde el componente fonolgico adquiere importancia sin remitir directamente a un determinado significado. En algunos casos, los poetas crean nuevos significantes: altazor, trilce, por ejemplo, cuestionando una racionalidad utilitarista que reduce el lenguaje a un mero instrumento.[29]Tema que desarrollar en el siguiente nmero.[30]Los poetas quieren ser tiles o deleitar o decir a la vez cosas agradables y adecuadas a la vida. Cualquier precepto que se d, que sea breve, para que los espritus dciles capten las cosas dichas de una forma concisa y las retengan con facilidad. Aristteles [y] Horacio.Artes poticas. Madrid, Taurus[31]Rimbaud.[32]Charles Baudelaire, A une passante.Resta para el siguiente nmero especificar cules son las diferencias entre la praxis de los poetas y la del psicoanlisis. porque a pesar de que ambos exclamen que el sujeto puede desear su mal, ponindolo as en evidencia: el psicoanlisis propone un tratamiento por la palabra, no slo para quienes tengan los dotes, el saber-hacer y o la vocacin de la escritura, lo que queda restringido a la poesa, sino a todo aquel que hable.[33]Acerca de esto continuar trabajando en el prximo nmero, en tanto lacosano deja de no escribirse

* Acerca de la autora: Helga Fernndez, es analista, miembro de laEscuela Freudiana de la Argentina, parte del directorio de la misma desde el 2011 al 2014. Dicta clases en seminarios, es responsable del grupo de trabajoEl lugar del tercero en la transferencia Qu y a quin se transfiere?,en la misma Escuela.Supervisa en hospitales de la Provincia de Bs. As. y de C.A.B.A. Escribi varios artculos que forman parte de revistas o de publicaciones impresas conjuntas. Tambin es editora para Bs. As. de esta revista y en los meses de Julio y Agosto dictar una serie de encuentros presenciales titulados:Lacan y el surrealismo, invitada por esta revista. Contacto: [email protected]

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