Los Otros Cuentos 2 - Interior - 28-06-13

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  • VOLUMEN 2

  • Para contactarse y ms informacin:www.redchiapas.org

    [email protected] Facebook: Red Chiapas Buenos Aires

  • Relatos del Subcomandante Insurgente Marcos

    VOLUMEN 2

  • Los Otros Cuentos. Volumen 2 compilado por Red de Solidaridad con Chiapas.

    Buenos Aires - Argentina[et.al.] - Primera edicin: 2013.

    Buenos Aires : Red de Solidaridad con Chiapas.64 p. : il. ; 15x19 cm.

    1. Antologa Literaria

    Todas las msicas compuestas y ejecutadas por Alejandro Oliva

    Excepto el track 8 (Los Otros Que Somos) compuesto por Mariano Martos,

    quien adems toca el contrabajo en el track 8.

    Intercuentos: Marcela Kurlat y Nicols Falcoff (msica de Mbiras)

    Grabacin: Mariano MartosMezcla: Mariano Martos y Alejandro Oliva.

    Todos los cuentos editados y masterizados en el estudio de y por FM La Tribu.

    MaquetadoDiego Feld

    Ilustracion de tapa y dibujo del CDBeatriz Aurora

    Todas las fotografas fueron registradas por los y las integrantes de la Red de Solidaridad con Chiapas siendo stas autorizadas por las JBG y las

    comunidadesExcepto foto de la pgina 10, acreditada a Tim Russo / ImagenArte

    www.imagenarte.info

    Distribuido por Sura. Alvarez Thomas 637 dto 2. (011) 4 553 7963www.suramusic.com.ar

    y 2013 Editado por la Red de Solidaridad con Chiapas Buenos Aires, Argentina.Distribuido por Sura.Esta edicin se realiza bajo la licencia de uso creativo compartido o Creative Commons. Est permitida la copia, distribucin, exhibicin y utilizacin de la obra bajo las siguientes condiciones:* Atribucin Debe reconocer los crditos de la obra de la manera especificada por el autor o el licen-ciante (pero no de una manera que sugiera que tiene su apoyo o que apoyan el uso que hace de su obra).* No Comercial No puede utilizar esta obra para fines comerciales.* Compartir bajo la Misma Licencia Si altera o transforma esta obra, o genera una obra derivada, slo puede distribuir la obra generada bajo una licencia idntica a sta.

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    Las luchas y demandas zapatistas nos motivaron a concretar el sueo del proyecto llamado Los Otros Cuentos. Relatos del Subco-mandante Marcos editado por primera vez en el ao 2008.

    Hoy ya son miles los libros-disco que circulan y se comparten por todo el mundo.

    Cientos de ellos han llegado a las Juntas de Buen Gobierno de los cinco Caracoles, luego de su presentacin en el Festival de la Digna Rabia en la Ciudad de Mxico y en San Cristbal de las Casas, Chia-pas, entre diciembre de 2008 y Enero de 2009. Y desde entonces se sigue repitiendo este pequeo aporte al movimiento zapatista.

    A travs de la difusin de este libro acompaamos distintas lu-chas en ferias, centros culturales, festivales y talleres, siempre con la premisa de dar a conocer la palabra zapatista.

    Llegamos a diferentes rincones de manera directa, favoreciendo el comercio justo y construyendo lazos con las y los lectores de dis-tintas partes del mundo.

    El material de Los Otros Cuentos inspir representaciones teatra-les, obras de tteres, expresiones plsticas y audiovisuales. Motiv adems la traduccin de cuentos a otras lenguas, como francs, quechua, aymar y noruego; y hasta una edicin bilinge alemn-espaol, publicada por el colectivo Ya Basta de Alemania.

    Mientras continubamos nuestras reuniones de mates y nos di-versificbamos en otros proyectos, como el disco musical Ya Se

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    Los otros Otros Cuentos

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    Mira el Horizonte Principios y Demandas Zapatistas, comenza-mos a disfrutar colectivamente de nuevos audios del Sup en la casa compaera de la radio comunitaria FM La Tribu, los domingos puntualmente a las 18 horas. Bueno, a veces no tan puntual, dira Don Durito.

    Con nuevos y renovados corazones comenzamos a imaginar Otro sueo. Elegimos otros cuentos y pensamos en otras voces para convocar.

    Empezaron las grabaciones y la nueva semilla comenz a germi-nar.

    Se sumaron a la voz del Subcomandante Insurgente Marcos, la actriz Leonor Manso y el teatrero Norman Brisky, los periodistas-escritores (y tanto ms) Vicente Zito Lema y Osvaldo Bayer, los msicos Raly Barrionuevo desde el monte santiagueo y Silvio Ro-drguez desde la Cuba revolucionaria. La artista plstica chilena-mexicana Beatriz Aurora, que adems acompaa este proyecto con algunas de sus bellas obras. Tambin Karina la Galle Germano, incansable luchadora popular. Desde nuestros pueblos originarios Flix Daz, qarashe de la Comunidad QOM Potae Napocna Na-vogoh. Por Madres de Plaza de Mayo -Lnea Fundadora participa Mirta Baravalle. Y contamos con las voces representativas de co-lectivos y organizaciones sociales: la Asamblea de Vecinos/as Au-toconvocados/as de Esquel en Defensa de la Tierra, el equipo de Educacin Popular Pauelos en Rebelda, la radio comunitaria FM La Tribu y nuestra misma Red.

    Con Otros sonidos, como en Los Otros Cuentos - Vol. 1, se suma Alejandro Oliva, ensamblando y musicalizando las lecturas.

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    Ms tareas fueron tomando forma para la concrecin de este nuevo libro-disco: el diseo grfico que Diego Feld nos ofreci con profesionalidad rebelde, la impresin en la cooperativa Artes Grfi-cas Chilavert, apoyando otra manera de entender y hacer el trabajo, ms justa y satisfactoria, y las presentaciones en espacios en lucha.

    Como cada proyecto de la Red, la realizacin es colectiva, aut-noma y autogestiva.

    Despus de mucho caminar y a casi 30 aos del nacimiento del EZLN, cumpliendo este Otro sueo, sale al mundo: Los Otros Cuentos. Relatos del Subcomandante Insurgente Marcos. Vol. 2.

    Nuevas sensaciones y sentimientos nos inundan al escribir esta editorial, an con las imgenes de la marcha del 21 de diciembre quemando en el pecho, con la palabra zapatista que se sigue hacien-do presente, y cada vez ms cerca.

    Concretar este nuevo trabajo es una forma de poner en palabras nuestras acciones y pensamientos, compartirlos y difundirlos de diferentes modos, sabiendo que tambin el arte es una manera de luchar.

    La Red de Solidaridad con Chiapas busca seguir uniendo las puntas del paliacate por los extremos de nuestra Latinoamrica sentida, desde Chiapas a Buenos Aires. Para taparnos el rostro y descubrirnos en las montaas del sureste mexicano, y destaparnos para seguir tomando mate en las pampas del centro-este argentino, latiendo juntamente.

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    Movilizacin tod@s sobre el templete. San Cristobal de las Casas. 21-12-2012

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    Retomar la historia... Continuar la lucha

    Movilizacin tod@s sobre el templete. San Cristobal de las Casas. 21-12-2012

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    De esta manera los y las zapatistas siguen ofreciendo su pensa-miento, sus diversas maneras de luchar, algo que no han dejado de hacer desde su levantamiento en 1994. Mediante una silenciosa marcha, la ms grande de todas sus manifestaciones pblicas, en la que participaron ms de 40 mil bases de apoyo zapatistas, han de-mostrado al mundo -una vez ms- en accin lo que dice su palabra.

    Siguiendo su propio calendario poltico lanzan este grito silen-cioso. El mismo da en que comienza un cambio de era para la cos-movisin Maya, un nuevo Baktun, el nmero 13.

    Y tambin...

    a 4 aos del Festival de la Digna Rabia a 6 aos del inicio de la Otra Campaa y la suspensin del re-

    corrido de la caravana debido al conflicto en San Salvador Atenco a 7 aos de la Sexta Declaracin de la Selva Lacandona a 9 aos de la creacin de los Caracoles y sus Juntas de Buen

    Gobierno a 11 aos de realizada la marcha del Color de la Tierra con la

    llegada de la Comandancia del EZLN al Zcalo de DF a 13 aos de la Quinta Declaracin de la Selva Lacandona a 15 aos de la Masacre de Acteal a 16 aos de rubricada la firma entre el EZLN y el gobierno

    federal para los Acuerdos de San Andrs, incumplidos sistemtica-mente por los distintos gobiernos estatales

    a 16 aos de la Cuarta Declaracin de la Selva Lacandona a 17 aos de la Tercera Declaracin de la Selva Lacandona a 18 aos de la Segunda Declaracin de la Selva Lacandona

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    a 19 aos de darse a conocer a la sociedad mundial, tomando San Cristbal de las Casas y otras 6 cabeceras municipales de Chia-pas; tapndose los rostros para mostrar su lucha

    a 19 aos de la Primera Declaracin de la Selva Lacandona a 29 aos de la formacin del Ejercito Zapatista de Liberacin

    Nacional a 93 aos del asesinato de Emiliano Zapata a 102 aos de iniciada la Revolucin Mexicana a 520 aos del ltimo ao en libertad de los pueblos origina-

    rios en Amrica, el comienzo de la colonizacin a 5128 aos de iniciado el primer Baktun del calendario

    Maya.

    El pasado 21 de diciembre del 2012, en horas de la madrugada, decenas de miles de indgenas zapatistas se movilizaron y tomaron, pacficamente y en silencio, 5 cabeceras municipales en el surorien-tal estado mexicano de Chiapas, con un nuevo mensaje de lucha y resistencia, para recordar que nunca se fueron, que nunca calla-ron, que cuando los calumniaron y silenciaron existan, y que ac estn, existiendo. Para recordar que han fortalecido y mejorado sig-nificativamente sus condiciones de vida, ejerciendo el derecho a la vivienda, a la tierra, al alimento, al trabajo, a la educacin, a la salud, a la cultura, a la informacin, a la comunicacin, a la democracia, a la justicia, a la independencia, a la libertad, con la gua siempre de Servir y no Servirse, Representar y no Suplantar, Construir y no Destruir, Obedecer y no Mandar, Proponer y no Imponer, Conven-cer y no Vencer, Bajar y no Subir.

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    Nuestro andar, como ha quedado demostrado, no depende del im-pacto meditico, sino de la comprensin del mundo y de sus partes, de la sabidura indgena que rige nuestros pasos, de la decisin inquebranta-ble que da la dignidad de abajo y a la izquierda.

    Somos los mismos de hace 500 aos, de hace 44 aos, de hace 30 aos, de hace 20 aos, de hace apenas unos das.

    Somos los zapatistas, los ms pequeos, los que viven, luchan y mue-ren en el ltimo rincn de la patria, los que no claudican, los que no se venden, los que no se rinden.

    (EZLN. Comunicado del 30 de diciembre de 2012)Con estas palabras las hermanas y los hermanos zapatistas dan

    por terminada una etapa y dan otro paso en su caminar, que desde

    Detalle de mural en el Caracol Roberto Barrios

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    ahora ser simplemente La Sexta. La Sexta convoca a ese no re-belde, hereje, grosero, irreverente, molesto, incmodo, que afirma no tiene por qu ser as y se pregunta podra ser de otra mane-ra?. La diferencia, la heterogeneidad, la autonoma de los modos de caminar, son la riqueza de la Sexta, son su fuerza. A la Sexta un@ se adhiere sin ms requisito que el no que convoca y el compromi-so de construir los s necesarios.

    A la expansin de la lucha, la resistencia y la construccin de l@s compaer@s de La Sexta, de l@s de abajo, est dedicado este libro-disco.

    Red de Solidaridad con Chiapasde Buenos Aires (Abril 2013)

    P.D. QUE DESEA: que esta introduccin sea un motivador para conocer ms a fondo la historia de este rico y complejo movimiento que ya es mundial. Mucho queda por contar.Continuar...

    Detalle de mural en el Caracol Roberto Barrios

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    Detalle de mural en el Caracol de Oventic

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    En el hombro de la noche apareci la luna, pero apenas por un mo-mento. Las nubes se apartaron, como descorriendo una cortina, y entonces el cuerpo nocturno luci su huella de luz. S, como la marca que deja un diente en el hombro cuando, en el vuelo del deseo, uno no sabe si cae o se eleva.

    Hace 20 aos, despus de subir trabajosamente la primera loma para entrar a las montaas del Sureste mexicano, me sent en un re-codo del camino. La hora? No la recuerdo exactamente, pero era sa en que la noche dice que ya-estuvo-bueno-de-grillos-mejor-me-voy-a-dormir, y al sol ni quin lo levante. O sea que era la madrugada.

    Mientras trataba de serenar la respiracin y los latidos del corazn, pensaba yo en la conveniencia de optar mejor por una profesin ms reposada. Despus de todo, estas montaas se la haban pasado muy bien sin m hasta mi llegada, y no me echaran de menos.

    Debo decir que no encend la pipa. Es ms, ni siquiera me mov. Y no por disciplina militar, sino porque me dola todo mi entonces- hermoso cuerpo. Iniciando una costumbre que mantengo (con una frrea autodisciplina) hasta ahora, empec a maldecir mi habilidad para meterme en problemas.

    En esas estaba, o sea en el deporte de la queja-queja-queja, cuando vi pasar, loma arriba, a un seor con un costal de maz a la espal-da. Se vea pesado el bulto, y el hombre caminaba encorvado. A m me haban quitado la carga a media loma para no retrasar la marcha,

    Inter pretado por Mirta Israel | Equipo de Educacin Popular Pauelos en Rebelda El tercer hombro

    Detalle de mural en el Caracol de Oventic

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    pero me pesaba la vida, no la mochila. En fin, no s cunto estuve ah sentado, pero al rato pas de nuevo el seor, ahora loma abajo y ya sin carga. Pero el hombre segua caminando encorvado. Chin!, pens (que era lo nico que poda hacer sin que me doliera todo), as me voy a poner con el tiempo, mi porte varonil se va a arruinar y mi futuro como smbolo sexual ser como las elecciones, o sea, un fraude.

    Y en efecto, a los pocos meses caminaba ya como signo de interro-gacin. Pero no por el peso de la mochila, sino para no enganchar la nariz en las ramas y bejucos (1).

    Como un ao despus encontr al Viejo Antonio. Una madrugada llegu hasta su champa (2) para recoger tostadas (3) y pinole (4). En ese entonces no nos mostrbamos a los pueblos y slo unos cuntos indgenas saban de nosotros. El Viejo Antonio se ofreci a acompa-arme hasta el campamento, as que reparti la carga en dos costales y le puso el mecapal (5) al suyo. Yo met el costal en la mochila por-que lo del mecapal no se me daba. Con focador (6) hicimos la cami-nata hasta llegar a la orilla del potrero donde empezaban los rboles. Paramos frente a un arroyo, esperando ya a que amaneciera.

    No recuerdo bien a cuento de qu vino la pltica, pero el Viejo Antonio me explic que los indgenas caminan siempre como en-corvados, aunque no traigan cargando nada, porque llevan sobre los hombros el bien del otro.

    Pregunt cmo mero era eso, y el Viejo Antonio me cont que los dioses primeros, los que nacieron el mundo, hicieron a los hombres y mujeres de maz de modo que siempre se caminaran en colectivo. Y me cont que caminar en colectivo quiere decir pensar tambin en

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    el otro, en el compaero.-Por eso los indgenas caminan encorvados- dijo el Viejo Antonio-,

    porque cargan sobre los hombros su corazn y el corazn de todos.Yo pens entonces que para ese peso no bastaban dos hombros.Pas el tiempo y, con l, pas lo que pas. Nos preparamos para

    combatir y nuestra primera derrota fue frente a estos indgenas. Ellos y nosotros caminbamos encorvados, pero nosotros por el peso de la soberbia, y ellos porque tambin nos cargaban a nosotros (aunque nosotros ni en cuenta). Entonces nos hicimos ellos, y ellos se hicie-ron nosotros.

    Empezamos a caminar juntos, encorvados pero sabiendo todos que no bastaban dos hombros para ese peso. As que nos alzamos en armas un da primero de enero del ao de 1994... para buscar otro hombro que nos ayudara a caminar, es decir, a ser.

    1 Bejuco: caa o junco.2 Champa: Rancho. 3 Tostadas: tortillas de maz fritas y crocantes.4 Pinole: dulce de harina de maz tostado azucarado. 5 Mecapal: banda de algodn o de fibra, se apoya sobre la frente, sujeta por sus extremos a dos cuerdas que sirven para sostener la carga.6 Focador: Linterna.

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    Detalle de Mural Secundaria Autnoma 1 de Enero

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    Segn nuestra tradicin cultural, el mundo fue creado por varios dioses. Unos dioses muy bailadores, muy reventadores tambin decimos, que no lo hicieron cabal. Dejaron cosas pendientes, o cosas que se hicieron mal.

    Una de ellas fue que no hicieron a los hombres y mujeres cabales, todos, es decir, de buen corazn. Sino que se les sali por ah algn gobernador, o al-gn presidente del pas que sali con el alma mala y con el corazn chueco.

    Cuando se dieron cuenta los dioses de esta injusticia, de que haba hombres y mujeres que estaban viviendo a costa de los dems, qui-sieron ayudar algo a los hombres y mujeres de maz. A los pueblos indios de este pas.

    Y para ayudarlos les quitaron una palabra: les quitaron el yo. En los pueblos indgenas, en los de races mayas y en muchos pueblos de este pas, la palabra yo no existe. En su lugar se usa el nosotros.

    En nuestras lenguas mayas es el tic. Esa terminacin de tic, que menciona al colectivo o a la colectividad, se repite una y otra vez. Y no aparece por ningn lado el yo.

    Nosotros no tememos morir luchando, decimos nosotros. Nunca hablamos en singular.

    El tic que se repite una y otra vez en nuestras lenguas, viene a ser como el tic-tac de ese reloj que nosotros queremos llegar, para ser parte de este pas, sin ser una vergenza para l, una afrenta o un motivo de burla o de limosna.

    Inter pretado por Flix Daz | Qarashe de la Comunidad QOM Potae Napocna Navogoh El yo y el nosotros2

    Detalle de Mural Secundaria Autnoma 1 de Enero

  • EST EN BAJA

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    Cuentan nuestras gentes ms ancianas, nuestros jefes, que los dio-ses hicieron al mundo, hicieron a los hombres y a las mujeres de maz primero. Y que les pusieron precisamente el corazn de maz.

    Pero que el maz se acab y que algunos hombres y mujeres no alcanzaron corazn.

    Pero tambin se acab el color de la tierra, y empezaron a buscar otros colores y entonces les toc corazn de maz a gente que es blan-ca, roja o amarilla.

    Por eso hay aqu gente que no tiene el color moreno de los indge-nas, pero tienen el corazn de maz, y por eso estn con nosotros.

    Dicen nuestros ms antiguos que la gente que no agarr corazn luego lo ocup, ocup el espacio vaco con el dinero, y que esa gente no importa qu color tenga, tiene el corazn de color verde dlar.

    Y dicen nuestros antiguos que, cada tanto, la tierra busca proteger a sus hijos, a los hombres y mujeres de maz. Y que llega un momen-to- que es cuando la noche es ms difcil- donde la tierra se cansa y necesita que esos hombres y mujeres le ayuden a vivir.

    Inter pretado por Subcomandante Insurgente Marcos | EZLN La historia de los hombres y mujeres de maz3

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    Caracol de la Garruchua, Encuentro de las Mujeres Zapatistas con las Mujeres del Mundo

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    En el Comit estuvimos discutiendo toda la tarde. Buscamos la palabra en lengua para decir rendir y no la encontramos. No tiene traduccin en tzotzil ni en tzeltal, nadie recuerda que esa palabra exista en tojolabal o en chol (1).

    Llevan horas buscando equivalentes. Afuera llueve y una nube compaera viene a recostarse con nosotros. El Viejo Antonio espe-ra a que todos se vayan quedando callados y slo quede el mltiple tambor de la lluvia sobre el techo de lmina.

    En silencio se me acerca el Viejo Antonio, tosiendo la tuberculosis, y me dice al odo:

    -Esa palabra no existe en lengua verdadera, por eso los nuestros nunca se rinden y mejor se mueren, porque nuestros muertos mandan que las palabras que no andan no se vivan.

    Despus se va hacia el fogn para espantar el miedo y el fro. Se lo cuento a Ana Mara, ella me mira con ternura y me recuerda que el Viejo Antonio ya est muerto

    La incertidumbre de las ltimas horas de diciembre pasado se re-pite. Hace fro, las guardias se relevan con una contrasea que es un murmullo. Lluvia y lodo apagan todo, los humanos murmuran y el agua grita. Alguien pide un cigarrillo y el fsforo encendido ilumina

    Interpretado por una voz de la Asamblea de vecinos/as autoconvocados/as de EsquelLa palabra rendirse no existe en lengua verdadera4.

    Caracol de la Garruchua, Encuentro de las Mujeres Zapatistas con las Mujeres del Mundo

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    la cara de la combatiente que est en la posta un instante solamen-te pero se alcanza a ver que sonre

    Llega alguien, con la gorra y el fusil chorreando agua. Hay caf, informa. El Comit, como es costumbre en estas tierras, hace una votacin para ver si toman caf o siguen buscando el equivalente de rendirse en lengua verdadera.

    Por unanimidad gana el caf. Nadie se rindeNos quedaremos solos?

    *Tzotzil, tzeltal, tojolabal, chol: lenguas mayas

    EST EN BAJA

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    La Comandanta Ramona era muy alegre y muy burlona. Deca de broma cuando le tocaba guiarnos a nosotros -porque ella era la nica que conoca el camino- que nuestra lucha era buena, porque era lo primero en lo que la mujer iba adelante. Y bromeaba y deca: cuando ganemos tal vez nos van a alcanzar ustedes, los hombres que todava van detrs de nosotras y, entonces, en el nuevo mundo que queremos construir vamos a caminar uno al lado de otro!. Y lo deca con burla porque la costumbre hasta entonces en las comunidades es que el hombre iba adelante y la mujer atrs, siguindolo.

    Yo me iba tropezando a cada rato y ella se adelant. Aunque era muy chaparrita (1) y chiquita pues caminaba como pirinola, o sea como que le daban cuerda y chale los jales, porque no la alcanzaba. Por supuesto, me perd. Por el peso yo iba mirando abajo y aprend a seguir su huella. Iba dejando la huella -ella caminaba descalza, yo con botas-, iba dejando su huella

    Bueno, si se adelanta mucho yo voy siguiendo su huella Lleg un momento en que el suelo estaba duro, como aqu. Yo no me haba dado cuenta y segua viendo sus huellas y siguindola. Entonces, me par a descansar, porque entre los pulmones y la pipa pues no, tam-poco aguanto mucho. Y entonces me di cuenta, por qu era que es-taba dejando huella el pie de Ramona si el piso estaba duro. No s si era un problema geolgico, o algo as, pero volte a ver y no estaban mis huellas a pesar de que yo usaba botas y era del doble de estatura

    Inter pretado por Vicente Zito Lema | Escritor y Periodista La huella de la Comandanta Ramona5.

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    que Ramona. No entenda por qu su paso dejaba huella y el mo no. Ms adelante la alcanc por fin y le pregunt: ya viste que tu paso s deja huella y el mo no? As es de por s, dijo y se sigui.

    No entend entonces. Tiempo despus, en la niebla Ramona gus-taba jugar que haba que caminar la nube, deca, porque llegaba un momento en que la niebla se acostaba completamente sobre las montaas y pareca que estbamos realmente caminando sobre las nubes. Volv otra vez a la parte de la selva y encontr al Viejo Antonio y le cont la ancdota de Ramona -ellos se haban conocido en una de nuestras reuniones-, y se sonri y me dijo:

    -Te voy a contar una historia que cuentan nuestros ms antiguos. Los nadie sabedores de nuestros pueblos indios, contaban que en los prime-ros das les haban escogido a hombres y mujeres grandes, y los hicieron grandes porque grande era su tarea; gigantes, diran ustedes, ellos usa-ban la palabra grandes. Y que a esos hombres y mujeres les tocaba, por su estatura, ir marcando el camino para que cuando se fueran muy lejos, la gente que iba atrs los viera de lejos, muy por encima de los rboles. Y que al principio as fue, pero lleg un momento en que esto despert la envidia y el coraje de otros: de los chiquitos o de los pequeos, y se hizo el gran problema.

    Se reunieron entonces los dioses primeros, los que nacieron el mundo y dijeron: bueno, aqu ya hicimos un problema -ellos s reco-nocan cuando hacan mal las cosas, no como los gobiernos de aho-ra- y entonces, ahora, cmo le hacemos. Dijeron: vamos a tener que esconder la grandeza de estos hombres y mujeres de alguna forma y de-cidieron hacerlos chiquitos, pero eran gigantes, nada ms que de corta estatura. Pero entre que se estaban peleando y se ponan a bailar con la

    Detalle mural clnica de Oventic

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    marimba y todo eso -porque eran dioses muy alegres, muy bailadores- se les olvida un detalle y s les modifican la estatura, pero no el peso. Entonces resulta que estos hombres y mujeres que eran gigantes, eran chiquitos, pero pesaban como gigantes e iban dejando huella.

    Deca el Viejo Antonio que para aprender el modo de los indge-nas mayas, haba que aprender a mirar hacia abajo. Deca que los caxlanes (2), los tzules (3), los conquistadores, que tenan diferen-

    Detalle mural clnica de Oventic

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    tes colores, diferentes nombres y diferentes nacionalidades, incluso mexicanos, que nos iban a ir oprimiendo a lo largo de todos estos aos interpretaban que los indgenas bajbamos la cabeza como un signo de humillacin y obediencia.

    Dice el Viejo Antonio: -No, lo que estamos haciendo siempre es bus-cando la huella que es profunda; aprende a mirar abajo y atrs de que

    Detalle de mural en el Caracol de Oventic

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    vayas de alguien y sigue la marca, sguelo, no lo pierdas, porque arriba no lo vas a encontrar!

    -Y entonces, qu pasa despus?- le pregunt al Viejo Antonio. -Cuando esos gigantes mueren por fin, los dioses dejaron arreglado el

    problema que todos estn pensando: cuando ya estn finados, juntos, no va a haber tumba en la que quepan, porque aunque son pequeos de cuerpo, son grandes de estatura. -Y entonces me dijo- para eso es que est la ceiba, estos hombres y mujeres no pueden yacer tendidos; viven y mueren de pie y tienen que estar descansando despus de dejarnos, de pie. Estas personas, estos hombres y mujeres, cuando mueren forman parte de la gran ceiba madre, que es la que los arropa.

    Aos despus y todava, sigo mirando mis pasos y no hay huella, pero sigo recordando el paso de Ramona y de otros compaeros que son los que nos dirigen y sigo viendo que aunque el suelo est duro, sea rido, aunque haya cemento cuando han salido a la ciudad, si-guen dejando una huella muy honda, y siempre me preocupo de ver para abajo para no perderla. Es con esa huella, la de nuestros compa-eros, que son los que nos dirigen, como llegamos aqu.

    1 Chaparrita: menuda, de baja estatura.2 Caxlan: extranjero, mestizo.3 Tzul: perro trado por los conquistadores.

    Detalle de mural en el Caracol de Oventic

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    Detalle de Mural en el Caracol de Oventic

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    Hubo un tiempo en el que no haba tiempo. Era el tiempo del ini-cio. Era como la madrugada. No era noche ni era da. Se estaba el tiempo as noms, sin ir a ningn lado y sin venir de ninguna parte. No haba luz pero tampoco haba oscuridad. Era el tiempo en el que vivan los ms grandes dioses, los que nacieron el mundo, los ms primeros. Dicen los ms viejos de nuestros viejos que esos primeros dioses eran siete y que cada uno era dos. Dicen los ms ancianos de nuestros ancianos que siete es como los ms antiguos numeran a los todos, y que el uno siempre es dos para poder caminarse. Por eso cuentan que los ms primeros dioses eran dos cada uno y eran siete veces. Y estos ms grandes dioses no se nacieron sabedores y gran-des. Pequeos eran y no mucho saban. Pero eso s, mucho hablaban y se hablaban. Puro palabrero eran estos primeros dioses. Mucho se hablaban todos al mismo tiempo y nada se entendan unos a los otros.

    Aunque mucho hablaban estos dioses, poco saban. Pero, a saber cmo o por qu, hubo un momento en que todos se quedaron calla-dos al mismo tiempo. Habl entonces uno de ellos y dijo y se dijo que era bueno que cuando uno hablara los otros no hablaran, y as el uno que hablaba poda escucharse y los otros que no hablaban po-dan escucharlo y que lo que haba que hacer es hablar por turnos. Los siete que son dos en uno estuvieron de acuerdo. Y dicen los ms

    Inter pretado por una voz de FM La Tribu Historia del uno y los todos6.

    Detalle de Mural en el Caracol de Oventic

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    viejos de nuestros viejos que ese fue el primer acuerdo de la historia, el de no slo hablar sino tambin escuchar.

    Miraron los dioses los rincones de esa madrugada en que todava no haba ni da ni noche ni mundo ni hombres ni mujeres ni anima-les ni cosas. Miraron y se dieron cuenta de que todos los pedacitos de esa madrugada hablaban verdades y que uno solo no poda escuchar todos los rincones, as que se dividieron el trabajo de escuchar a la madrugada y as pudieron aprender todo lo que el mundo de enton-ces, que no era mundo todava, tena para ensearles.

    Y as vieron los ms primeros dioses que el uno es necesario, que es necesario para aprender y para trabajar y para vivir y para amar. Pero vieron tambin que el uno no es suficiente. Vieron que se ne-cesitan los todos y slo los todos son suficientes para echar a andar al mundo. Y as fue como se hicieron buenos sabedores los primeros dioses, los ms grandes, los que nacieron el mundo. Se supieron ha-blar y escuchar los dioses estos. Y sabedores eran. No porque supie-ran muchas cosas o porque supieran mucho de una cosa, sino porque se entendieron que el uno y los todos son necesarios y suficientes.

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    Cuentan los ms mayores de nuestros abuelos que los dioses pri-meros, los que nacieron el mundo con su palabra, eran muy descui-dados y donde quiera dejaban tiradas sus cosas. Cuentan que en los primeros das y noches del mundo, los hombres y mujeres de maz, los originarios de estas tierras, los hechos de maz y palabra, donde quiera se tropezaban con las cosas que los dioses dejaban en su tira-dero.

    Cuentan que en veces se topaban con una chancla, o con un aza-dn, o con una coa- que es una vara o un palo que usamos para sem-brar, con ella hacemos un hoyo en el suelo y ah ponemos la semilla del maz-, y, entonces, preguntaban de quin es esta chancla que est tirada en medio del camino (de por s as hacen las mams no? Que dicen: de quin es esta chancla?, no?, quin dej tirado el calzn?).

    Y entonces preguntaban de quin es esta chancla que est tirada ah en medio del camino y se ponan as no? -as se ponen cuando se enojan, no?, de quin es esta chancla?, verdad?, lo conocemos bien-. De quin es esta chancla?. Y rpido se vea que no era de na-die, de nadie de los hombres y mujeres de maz porque apenas eran unos cuantos. O sea que no haba mucha gente en el mundo, porque ya habra despus muchas madrugadas para que los hombres y mu-jeres se sembraran uno en el otro, para cansarse con contento y se mojaran los vientres con la vida por venir.

    Inter pretado por Norman Brisky | Actor La historia de las piedras y los sueos7.

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    Entonces, como no era de nadie la chancla perdida, pues rpido saban que seguro algn dios andaba como cojo, porque le faltaba una chancla. Y saban quin la perdi porque el dios, en lugar de buscarla su chancla, se pona a cantar esa que dice y la chancla que yo tiro no la vuelvo a le-vantar. Y entonces ah se quedaba botada la chancla. Pero no slo se les caan las chanclas a los dioses, tambin se le caan los sueos.

    Y es que los dioses primeros, los que nacieron el mundo, dorman en hamaca. Porque resulta que eran muy caminadores estos prime-ros dioses hacedores del mundo, y siempre llevaban una su morrale-ta -o sea que es como una bolsa para el mandado, pero ms pequea-, y ah llevaban su pozol, su tortilla y su hamaca. Y ah noms donde les daba hambre, se paraban y se sentaban a orillas de un arroyo y lo batan su pozol con agua y lo tomaban junto con sus tortillas y tam-bin, cuando les entraban las ganas de dormir, noms buscaban dos rboles y con bejucos tendan su hamaca, y se echaban a dormir sin pena y se ponan a soar cosas buenas.

    Pero luego no se acomodaban bien, y estaban a la vuelta y vuelta, como si no hallaran de qu lado dormir. Y entonces se les caan los sueos. Y como la hamaca era tejida, pues el sueo se iba hasta el sue-lo. Y cuando el dios se despertaba -que no era rpido, porque mucho dorman estos dioses primeros-, noms recoga su hamaca, la meta en su morraleta y anda vete!, a seguir caminando.

    Bueno, pues esos sueos no eran todos iguales, sino que unos eran sueos de colores diferentes, y otros eran de distintas formas. Y otros se rompan al caer y quedaban partidos en muchas partes. Y entonces la tierra -que sea el mundo- se llenaba de colores y for-mas diferentes. Y los primeros hombres y mujeres llamaron piedras a esos sueos de formas y colores distintos. Y con piedras -o sea con

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    sueos- adornaban sus champita -o sea sus casitas- y era bien alegre, porque en la noche parecan como lucecitas esos sueos de los dioses que se llamaban piedras.

    Y haba piedrotas, piedras y piedrecitas. Y los nios agarraban las piedrecitas y jugaban con ellas a la matatena, y al avin, y al bebe-leche. Y hacan caminitos que brillaban en la noche. Y esos sueos que eran piedras tambin cantaban, y sus canciones cantaban cosas buenas y decan vida, alegra, paz. Y haba unas piedrecitas, las ms

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    pequeitas, que amor no decan, sino que lo murmuraban, como si una cancin cantaran al odo moreno de la tierra.

    Y entonces, llegaron los poderosos -que sea los ricos y sus malos gobiernos- a hacerle mucho mal a los hombres y mujeres del maz, a los originarios de estas tierras. Y entonces, esta gente buena, para que los ricos no se robaran los sueos hechos piedras de los dioses, los agarraron y los aventaron para arriba con mucha fuerza para que llegaran bien lejos. Y las piedras pegaban en el techo del mundo -que sea en el cielo- y lo dejaban hoyeado -que sea con agujeros-. Por eso es que en la noche, cuando el sol se va a dormir y se tapa con la cobija de la noche, en nuestras montaas se ven las estrellas, porque bien

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    llena de agujeros qued la noche -que sea, la cobija con la que se tapa el sol para dormirse.

    Pero no todos los sueos cados de los dioses primeros, los sueos he-chos piedra, se aventaron para arriba para esconderlos en el cielo, muchos quedaron en el suelo, tirados por donde quiera. Y pas mucho tiempo y el polvo los fue cubriendo y quedaron como grises, como negros, como amarillos, como rojos, como azules, pero sin brillo por el polvo.

    Y los hombres y mujeres de maz, los originarios de estos suelos, les contaron esta historia a sus hijos e hijas. Y estos y estas a sus hijos e hijas, y as por muchos calendarios.

    Por eso es que nuestra gente, los pueblos indios, caminan mirando al suelo. Es que van buscando esos sueos hechos piedras. Y adivi-nan si tienen el brillo escondido. Y reconocen si es un sueo roto. Y entonces recogen la piedrecita y siguen buscando ms pedacitos de ese sueo incompleto, como si fueran armando un rompecabezas con pedacitos regados por los caminos del mundo. Y ya que lo com-pletan el sueo que estaba roto e incompleto, escuchan su palabra hecha canto y se alegra su corazn.

    Por eso es tambin que nuestra gente no batalla para saber escu-char a otros y a otras. Como saben escuchar a las piedras, entonces bien que saben escuchar los silencios, que no son sino palabras que se rompen antes de salir, y hay que saberlos armar en el corazn co-lectivo que somos los pueblos indios.

    30 de abril 2006. Magdalena Contreras, DFReunin con nios

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    La historia, o la leyenda, se tejen de madrugada. Habr, es cierto, quien cuestione su veracidad y pretenda clasificar una u otra en el endeble criterio de verdadero o falso. Para lo que concierne a lo que ahora cuento, no importa ni lo uno ni lo otro.

    Las palabras que nombran lo que est por hacerse no salen de pronto ni en cualquier parte, sino que van buscando un lugar dnde nacerse y esperan el tiempo propicio para surgir.

    Hay un lugar en el que la oscuridad y la luz se encuentran y se to-can apenas un instante. Despus se va cada una a su camino, a su es-pera. As van la sombra y la luz, siguindose y evitndose, hasta que se olvidan de lo que son y se hacen de nuevo en lo otro, rehaciendo una y otra vez el oxmoron (1) de su deseo. Ese lugar tiene tambin su tiempo, y en l la muerte y la vida se postergan. Es el amor, dicen, quien entonces ah reina.

    Es en la madrugada, en ese espacio y tiempo, donde hay quien est ya y quien llega apenas. Dicen que es la sombra quien espera, ace-chando con la mirada de quien lleva como maldicin la duermevela, a que la luz desnude sus ropas y sus miedos, que recueste el cuerpo y ponga de pie el deseo. Ah, la madrugada! Hay ah, esperando siem-pre (es decir, no estando), una piel compleja hecha de dos tibiezas, que la arroparan del fro y soplaran lejos la soledad.

    En ese delgado lmite, donde no hay muro ni abismo, la palabra recorre todos los calendarios y asume una forma que es hablada en

    Inter pretado por Karina la Galle Germano | Luchadora popular L@s otr@s... que somos8.

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    muchas lenguas. Digo ahora lo que esa palabra me cuenta en ese quiebre del tiempo, con la niebla de la duermevela (2), y en la lengua de la montaa:

    Hay en cada hombre, en cada mujer, un otro y una otra diferentes.Escondido est lo otro, como guardado est. Esperando espera.

    Estando est.A veces es un rasguo, imperceptible afuera y definitivo dentro;

    otras es un terremoto que rompe la fastidiosa cotidianeidad; y a veces es una piel, caricia o spero roce, que rasga con tierna furia la piel de afuera y revela y rebela la otra piel, la del otro, la de la otra que somos.

    Pero es siempre un dolor lo que obliga a salir eso otro que somos sin serlo todava.

    Las ms de las veces somos lo otro con un NO que es un desafo a la docilidad impuesta.

    Y no nos vemos.No si solos somos lo otro que somos.Entre la desbocada competencia por la corrupcin y el crimen

    que son el combustible del slvese quien pueda, hay una, uno, otro, otra, alguien que dice NO.

    Hay, por ejemplo, una joven mujer que aparta su paso del confor-mismo de ser lo que el varn quiere que sea y pone en un rincn sus miedos para vestirse y desnudarse con el traje siempre nuevo de la rebelda...

    1 Oxmoron: figura literaria, dos conceptos de significado opuesto en una sola expresin, (por ejemplo, un instante eterno)2 Duermevela: sueo ligero, interrumpido

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    Cuentan que los ms primeros dioses, los que nacieron el mundo, tenan muy mala memoria y rpido se olvidaban de lo que hacan o decan. Unos dicen que era porque los ms grandes dioses no te-nan por qu acordarse de nada, porque ellos ya eran desde cuando el tiempo no tena tiempo, o sea que no hubo nada antes de ellos y si no hubo nada antes entonces no haba de qu tener memoria. Quin sabe, pero el caso era que todo lo olvidaban. Este mal lo heredaron a todos los gobernantes que en el mundo son y han sido.

    Pero los dioses ms grandes, los ms primeros, supieron que la me-moria era la llave del futuro y que haba que cuidarla como se cuida la tierra, la casa y la historia. As que, como antdoto para su amnesia, los ms primeros dioses, los que nacieron el mundo, hicieron una copia de todo lo que haban hecho y de todo lo que saban. Esa copia la escondieron bajo el suelo de modo que no se confundiera con lo que haba sobre la superficie. As que debajo del suelo del mundo hay otro mundo idntico al de ac arriba, con una historia paralela a la de la superficie. El mundo primero est bajo la tierra.

    Le pregunt al Viejo Antonio si es que el mundo subterrneo era una copia idntica a la del mundo que conocemos.

    -Fue -me respondi el Viejo Antonio-, ya no. Y es que -explic- el mundo de afuera se fue desordenando y desacomodando al paso del tiem-po. Cuando los ms primeros dioses se fueron, nadie de los gobiernos se acord de mirar abajo para ir arreglando lo que se iba desacomodando.

    Inter pretado por Raly Barrionuevo | MsicoLa historia de la llave enterrada9.

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    As que cada nueva generacin de jefes pens que el mundo que le tocaba as era de por s y que no era posible otro mundo. As que lo que est abajo de la tierra es igual a lo que est arriba, pero es en forma distinta.

    Dijo el Viejo Antonio que por eso es costumbre de los hombres y mujeres verdaderos el enterrar el ombligo del recin nacido. Lo hacen para que el nuevo ser humano eche un vistazo a la historia verdadera del mundo y sepa luchar para acomodarlo de nuevo como debe ser.

    As que all abajo no slo est el mundo, sino que est la posibili-dad de un mundo mejor.

    -Y estamos tambin los dos? - pregunta La Mar somnolienta.-S, y juntos -le respondo.-No te creo -dice La Mar, pero con discrecin gira sobre su costado

    y se asoma por un huequito que una piedrita dej en el suelo.- De veras -le insisto-, si tuviramos un periscopio podramos asoma-

    mos.-Un periscopio? -murmura.-S -le digo-, un periscopio, un periscopio invertido... finalmente me parece que el Viejo Antonio tiene razn cuando

    dice que hay debajo de nosotros un mundo mejor que el que pade-cemos, que la memoria es la llave del futuro, y que (agrego yo) la Historia no es ms que un periscopio invertido...

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    Segn nuestros ms anteriores, al cielo hay que sostenerlo para que no se caiga. O sea que el cielo no mero est firme, sino que cada tanto se pone dbil y como que se desmaya y se deja caer as noms como se caen las hojas de los rboles y entonces puras calamidades que pasan porque llega el mal a la milpa (1) y la lluvia lo rompe todo y el sol castiga al suelo y es la guerra quien manda y es la mentira quien vence y es la muerte quien camina y es el dolor quien piensa.

    Dijeron nuestros ms anteriores que as pasa porque los dioses que hicieron el mundo, los ms primeros, tanto empeo pusieron en ha-cer el mundo que, despus de terminarlo, ya no muy tenan fuerza para hacer el cielo o sea el techo de nuestra casa y le pusieron ah no-ms lo que se les ocurri y entonces el cielo est puesto sobre la tierra noms como un techo de esos de plstico. Entonces el cielo no est mero firme, sino que a veces como que se afloja. Y has de saber que cuando esto pasa, se desarreglan los vientos y las aguas, el fuego se inquieta y la tierra da en levantarse y caminarse sin encontrar donde estarse sosiega.

    Por eso dijeron los que antes de nosotros se llegaron, que, pinta-dos de colores diferentes, cuatro dioses se regresaron al mundo y, hacindose gigantes, se pusieron en las cuatro esquinas del mundo para agarrarlo al cielo para que no se cayera y se estuviera quieto y bien planito, para que sin pena lo caminaran el sol y la luna y las es-trellas y los sueos.

    Inter pretado por Leonor Manso | ActrizLa historia del sostenedor del cielo10.

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    Pero, tambin cuentan aquellos del paso primero en estas tierras, que a veces a uno o a ms de los bacabes (2), los sostenedores del cie-lo, como que le entra su sueo y como que se duerme o se distrae con alguna nube y entonces no lo tensa bien su lado del techo del mundo o sea del cielo, y entonces el cielo o sea el techo del mundo como que se afloja y como que se quiere caer sobre la tierra, y el sol y luna ya no tienen plano su camino y las estrellas igual.

    As pas desde el principio, por eso los dioses primeros, los que nacieron el mundo dejaron encargado a uno de los sostenedores del cielo y l debe estarse pendiente para leer el cielo y ver cuando em-pieza a aflojarse y entonces este sostenedor debe hablarle a los otros sostenedores para que despierten y vuelvan a tensar su lado y las co-sas se acomoden de nuevo.

    Y este sostenedor nunca duerme, siempre debe estar alerta y pen-diente para despertar a los dems cuando el mal se cae sobre la tierra. Y dicen los ms antiguos en el paso y la palabra que este sostenedor del cielo lleva en el pecho colgado un caracol y con l escucha los rui-dos y silencios del mundo para ver si todo est cabal, y con el caracol los llama a los otros sostenedores para que no se duerman o para que se despierten.

    Y dicen aquellos que ms primero fueron que, para no dormirse, este sostenedor del cielo va y viene dentro y fuera de su propio cora-zn, por los caminos que lleva en el pecho, y dicen aquellos ensea-dores antiguos que este sostenedor ense a los hombres y mujeres la palabra y su escritura porque, dicen, mientras la palabra camine el mundo es posible que el mal se aquiete y est el mundo cabal, as dicen.

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    Por eso la palabra del que no duerme, del que est pendiente del mal y sus maldades, no camina directo de uno a otro lado, sino que anda hacia s misma, siguiendo las lneas del corazn, y hacia fuera, siguiendo las lneas de la razn, y dicen los sabedores de antes que el corazn de los hombres y mujeres tiene la forma de un caracol y quienes tienen buen corazn y pensamiento se andan de uno a otro lado, despertando a los dioses y a los hombres para que se estn pen-dientes de que el mundo se est cabal.

    Por eso, quien vela cuando los dems duermen usa un su caracol, y lo usa para muchas cosas, pero sobre todo para no olvidar.

    1 Milpa: maizal 2 Bacabes: dioses

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    Deca el Viejo Antonio que son muchos los ingredientes para que el pan que muchos llaman maana se cocine.

    -Uno de ellos es el dolor- agrega ahora el Viejo Antonio, mientras acomoda el tercio de lea junto al fogn. Salimos a la tarde, abrillan-tada despus de una de esas lluvias con las que julio pinta de verde a la tierra, y la Doa Juanita se queda preparando el pan de maz y az-car que ac llaman marquesote y que, a la hora de servirlo, tendr la forma de la lata de sardinas que le sirvi de molde.

    No s desde cundo son pareja el Viejo Antonio y la Doa Jua-nita, y nunca se los pregunt. Hoy, en esta tarde de la selva, el Viejo Antonio habla del dolor como ingrediente de la esperanza y la Doa Juanita le cocina un pan como argumento.

    Tiene noches que una enfermedad aqueja el sueo de la Doa Juanita, y el desvelo del Viejo Antonio la alivia con historias y jue-gos. Esta madrugada el Viejo Antonio le ha montado un grandioso espectculo: jugando con sus manos y la luz que viene del fogn, le dibuja con sombras una multitud de animales de la selva. La Doa Juanita re del noctmbulo tepezcuintle (1), del inquieto venado cola blanca, del ronco saragayo (2), del vanidoso faisn y de la es-candalosa cjola (3) que pintan, sobre el lienzo de las paredes de su champa (4), las manos y la garganta del Viejo Antonio. -No me cur, pero mucho re- me cuenta la Doa Juanita- No saba que tambin las sombras son alegres.

    Inter pretado por Silvio Rodrguez | MsicoEl dolor si se duele juntos11.

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    Esta tarde la Doa Juanita le cocina un marquesote al Viejo Antonio, no para agradecerle la intil medicina de la noche de las sombras alegres. Tampoco para l y su contento... Es para dejar tes-timonio de que el dolor, si se duele juntos, es alivio y sombra que se alegra. Para eso cocina la Doa Juanita el pan que sus manos y la lea del Viejo Antonio nacen dentro de una vieja lata de sardinas.

    Y, para que no se perdiera nunca, con caf caliente nos comimos el testimonio del dolor conjunto de la Doa Juanita y el Viejo Antonio, ese dolor que se hizo alivio y pan compartido...

    Esto que les contamos pas hace muchos aos, es decir, hoy. Vale, salud y que nada falte en el horno de la memoria.

    1 Tepezcuintle: roedor, conejillo de indias2 Saragayo: mono aullador3 Cjola: ave4 Champa: rancho

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    Parte de una carta a Eduardo Galeano, 2 de mayo de 1995Lo que yo quera era contarle un cuento para que usted lo cuente:Me ense el Viejo Antonio que uno es tan grande como el enemi-

    go que escoge para luchar, y que uno es tan pequeo como grande el miedo que se tenga.

    Elige un enemigo grande y esto te obligar a crecer para poder enfren-tarlo. Achica tu miedo porque, si l crece, t te hars pequeo, me dijo el Viejo Antonio una tarde de mayo y lluvia, en esa hora en que reinan el tabaco y la palabra.

    El gobierno le teme al pueblo de Mxico, por eso tiene tantos sol-dados y policas. Tiene un miedo muy grande. En consecuencia, es muy pequeo. Nosotros le tenemos miedo al olvido, al que hemos ido achicando a fuerza de dolor y sangre. Somos, por tanto, grandes.

    Cuntelo usted en algn escrito. Ponga que se lo cont el Viejo Antonio. Todos hemos tenido, alguna vez, un Viejo Antonio. Pero si usted no lo tuvo, yo le presto el mo por esta vez.

    Cuente usted que los indgenas del sureste mexicano achican su miedo para hacerse grandes, y escogen enemigos descomunales para obligarse a crecer y ser mejores...

    Esa es la idea, estoy seguro que usted encontrar mejores palabras para contarlo. Escoja usted una noche de lluvia, relmpagos y viento. Ver cmo el cuento sale as noms, como un dibujito que se pone a bailar y a dar calor a los corazones que para eso son los bailes y los corazones.

    Inter pretado por Beatriz Aurora | Artista PlsticaUno es tan grande como el enemigo que escoge para luchar12.

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    Reserva de Huitepec

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    A La Sociedad Civil Nacional e Internacional, donde quiera que se encuentre:

    Disculpad, seora Sociedad Civil, que os distraiga de vuestras mltiples ocupaciones y reiteradas angustias. Slo os escribo para deciros que aqu estamos, que seguimos siendo nosotros, que la re-sistencia es todava nuestra bandera y que todava creemos en usted. Pase lo que pase, seguiremos creyendo. Porque la esperanza, seora de rostro difuso y nombre gigante, es ya en nosotros una adiccin.

    Vuesa excelencia sabr ya que el horizonte se encapota de un gris que va para negro con la misma celeridad que marcha la venta de nuestra historia. Sin embargo, sabed que la libertad sigue estando ah adelante, que sigue siendo necesario luchar y que la historia to-dava espera quien le complete las planas. As las cosas, y temiendo que no os veamos de nuevo, aceptad estas tres definiciones que vie-nen muy a pelo para das tan aciagos como los que nos esperan:

    Libertad. Dice Durito que la libertad es como la maana. Hay quienes esperan dormidos a que llegue, pero hay quienes desvelan y caminan la noche para alcanzarla. Yo digo que los zapatistas somos los adictos al insomnio que la historia desespera.

    Lucha. Deca el Viejo Antonio que la lucha es como un crculo. Se puede empezar en cualquier punto, pero nunca termina.

    Historia. La historia no es ms que garabatos que escriben los hombres y mujeres en el suelo del tiempo. El Poder escribe su gara-

    Inter pretado por una voz de la Red de Solidaridad con Chiapas Buenos AiresTres definiciones para das tan aciagos13.

    Reserva de Huitepec

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    bato, lo alaba como escritura sublime y lo adora como verdad nica. El mediocre se limita a leer los garabatos. El luchador se la pasa em-borronando cuartillas. Los excluidos no saben escribir... todava.

    Aceptad, seora, estas tres flores. Las otras cuatro llegarn luego... si es que llegan.

    Vale. Salud y recordad que la sabidura consiste en el arte de des-cubrir, por detrs del dolor, la esperanza.

    Detalle de Mural en la Escuela Secundaria Rebelde Autnoma Zapatista de Oventic

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    Hay una historia segn nuestros antiguos, nuestra creencia es que en la naturaleza, en la tierra, en los rboles, en los manantiales est la historia de los hombres y mujeres, no slo la historia que pas antes sino tambin la que va a pasar despus.

    Y cuentan nuestros ms viejos que cuando los dioses hicieron el mundo, pues eran un relajo, as como cuando echan relajo ustedes, y todos estaban haciendo bulla y no quedaron las cosas completas cabales, no quedaron el mundo como deba haber quedado.

    Pero ms o menos ah se iba. Los hombres y mujeres trabajaban, vivan parejos. No haba quien mandara ni quien obedeciera, y todo lo sacaban por acuerdo.

    Y luego lo que pas es que dijeron que iba a llegar un momento en que iba a llegar otro de fuera, iba a querer conquistar las tierras, iba a querer destruirlas.

    Entonces, que era necesario que estos pueblos originarios de estas tierras, antes de que existieran todos los dems pases, tuvieran una memoria y entonces los dioses les regalaron un rbol.

    El rbol sagrado para nosotros los mayas es la ceiba, la que sos-tiene el mundo sobre su cabeza y que hace que la tierra no se caiga con sus races. Ese era el rbol, decan estos dioses, era el rbol de la memoria.

    Cuando llegan los conquistadores, los conquistadores espaoles se dan cuenta de que no pueden vencer a los pueblos indios que es-

    Inter pretado por Subcomandante Insurgente Marcos | EZLN La historia de la Ceiba14.

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    tn defendindose en todo el territorio que despus sera Mxico, y que las fuerzas las estaban obteniendo de ese rbol, de esa ceiba, del rbol de la memoria, y quisieron destruirlo y quisieron quemarlo y le prendieron fuego. Y entonces la lluvia apag el fuego y no pudieron destruirlo. Entonces vieron que para destruirlo tenan que cortarlo, trajeron sus hachas, sus lanzas, sus espadas y empezaron a cortar el rbol de la ceiba hasta que lo tiraron al suelo y luego lo empezaron a hacer astillas, a partir por completo para que no quedara nada. En-tonces vino un viento muy fuerte, levant todas esas ramas, hojas y astillas del rbol y las reparti por todo el pueblo, por todo el territo-rio mexicano.

    Y dicen nuestros antiguos que de ah, de esas astillas que llegaron otra vez a la tierra volvieron a germinar, que son esos pueblos indios casi 60, ms de 60 pueblos indios. Y dicen nuestros antiguos que el trabajo de esos pueblos indios es guardar la memoria para que este pas recuerde lo que fueron sus races.

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    Dice Durito que todos los polticos (que conste que no estoy diciendo que sean malos o buenos, aclara Durito) predican que la historia no es ms que la bsqueda de una habitacin donde estar contentos. Los enemigos (que quede claro que no digo que sean malos o buenos, vuelve a interrumpir Durito) estn encerrados en esa habitacin y no dejan entrar a los dems. El objetivo de la historia es entrar a esa habitacin, desalojar a los que estn ah y ocupar su lugar. El poltico llama enton-ces a luchar por la posesin de la llave de la puerta.

    Pero, dice Durito, la lucha poltica no es ya por entrar a esa habita-cin, sino slo por la llave de la puerta, es decir, por quitar la llave a quienes la tienen y ocupar su lugar de porteros. Se ha avanzado mu-cho en la democracia, dice Durito que dicen los polticos, ahora ya se puede cambiar de portero. Tener el Poder es tener la llave de la puerta de la historia, no importa que los dueos de la habitacin sean siempre los mismos.

    Dice Durito que los zapatistas son el hazmerrer de todos los pol-ticos modernos, sean de izquierda o de derecha. Dice Durito que es porque los zapatistas cargan a sus espaldas una pesada llave para la que no hay puerta, ni cerradura, ni habitacin.

    Miren a esos tontos, dice Durito que dicen los polticos modernos, esa llave, adems de que es muy pesada, no sirve para abrir la puerta del Poder y entrar a la culminacin de los tiempos. Dice Durito que los zapatistas slo sonren y siguen caminando con la pesada llave en sus

    Inter pretado por Osvaldo Bayer | Escritor y PeriodistaDurito y una de llaves y puertas15.

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    espaldas y que no se apenan porque no hay puerta ni cerradura que se abra con la llave que cargan.

    Dice Durito que, ocupados todos en rerse de ellos, nadie repara que la llave que cargan los zapatistas se parece demasiado a un mazo, de sos que sirven para derribar puertas y paredes. Dice Durito que, mientras los polticos se aglomeran y pelean por la llave frente a la puerta del Poder, los zapatistas pasan de largo, se paran frente a una de las paredes del laberinto que, adems, no tiene nada que ver con la habitacin del poder y, con un plumn negro, marcan una X.

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    Los zapatistas marcan as una incgnita, pero tambin el punto donde hay que golpear para resolverla. Porque los zapatistas no quieren entrar a la habitacin del poder, desalojar a los que estn ah y ocupar su lugar, sino romper las paredes del laberinto de la historia, salir de l y, con to-dos, hacer otro mundo sin habitaciones reservadas ni exclusivas y sin, ergo, puertas y llaves, dice Durito mientras me pregunta dnde diablos dej el plumn negro con el que me da clases de teora poltica.

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    Cuentan los viejos ms viejos de los nuestros, que los ms prime-ros dioses, los que nacieron el mundo, repartieron la memoria entre los hombres y mujeres que caminaban el mundo. Buena es la memo-ria -dijeron y se dijeron los ms grandes dioses- porque ella es el espejo que ayuda a entender el presente y que promete el futuro.

    Con una jcara (1) hicieron los ms primeros dioses la medida para repartir la memoria y fueron pasando todos los hombres y mujeres a recibir su medida de memoria. Pero resulta que unos hombres y mujeres eran ms grandes que otros y entonces la medida de me-moria no se vea igual en todos. Los ms pequeos la brillaban ms plena y en los ms grandes se opacaba. Por eso dicen que dicen que la memoria es ms grande y fuerte en los pequeos y es ms difcil de encontrar en los poderosos.

    Por eso dicen tambin que los hombres y mujeres se van haciendo cada vez ms pequeos cuando envejecen. Dicen que es para que ms brille la memoria. Dicen que ese es el trabajo de los ms viejos de los viejos: hacer grande la memoria.

    Y dicen tambin que la dignidad no es ms que la memoria que vive. Dicen.Vale. Salud y que la memoria cumpla su cometido, es decir, haga

    justicia.

    Inter pretado por Mirta Baravalle | Madres de Plaza de Mayo Lnea FundadoraLa historia de la medida de la memoria16.

    1 Jcara: pequea vasija

  • Mural en aula del Centro de Espaol y Lenguas Mayas, Oventik

  • Relatos del Subcomandante Insurgente Marcos

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    El tercer hombroInterpretado por Mirta Israel | Equipo de Educacin Popular Pauelos en Rebelda El Yo y el Nosotros Interpretado por Flix Daz | Qarashe de la Comunidad QOM Potae Napocna Navogoh

    La historia de los hombres y mujeres de mazInterpretado por Subcomandante insurgente Marcos | EZLN La palabra rendirse...Interpretado por Asamblea de vecinos/as autoconvocados/as de Esquel La huella de la Comandanta RamonaInterpretado por Vicente Zito Lema | Escritor y Periodista Historia del uno y los todosInterpretado por una voz por FM La Tribu La historia de las piedras y los sueosInterpretado por Norman Brisky | Actor

    Los otros... que somosInterpretado por Karina Germano La galle | Luchadora Popular La historia de la llave enterradaInterpretado por Raly Barrionuevo | Msico

    La historia del sostenedor del cieloInterpretado por Leonor Manso | Actriz

    El dolor si se duele juntosInterpretado por Silvio Rodrguez | Msico

    Uno es tan grande... Interpretado por Beatriz Aurora | Artista plstica Tres definiciones Interpretado por una voz por Red de Solidaridad con Chiapas Buenos Aires

    La historia de la Ceiba Interpretado por Subcomandante insurgente Marcos | EZLN Durito y una de llaves y puertas Interpretado por Osvaldo Bayer | Escritor y Periodista

    La historia de la medida de la memoria Interpretado por Mirta Baravalle | Madres de Plaza de Mayo Lnea Fundadora

  • Esta tirada se imprimi en Artes Grficas Chilavert, empresa recuperada

    y autogestionada por sus trabajador@s.

    Glifo de la escritura maya.Signo de la Flor de la Palabra.