Los niños queremos vivir La Misericordia -...

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Ejercicios Espirituales para Niños 2016 Guía del Catequista Los niños queremos vivir La Misericordia

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Ejercicios Espirituales para Niños 2016Guía del Catequista

Los niños queremos vivir

La Misericordia

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Índice

Carta del coordinador 3

Presentación 4

Texto biblíco inspirador, oración inicial y canto lema 5

1. ¿Qué nos dice el Rey misericordioso? 6

2. ¿Tienes hambre y sed?

Yo te comparto de mi alimento10

3. ¿No tienes un espacio?

Yo te ofrezco un lugarcito15

4. ¿No tienes abrigo? Yo te arroparé 20

5. ¿Estás enfermo o en la cárcel? Yo te visitaré 25

Celebración del perdón y la misericordia 30

Solución de actividades texto del niño 33

Queridos catequistas:

Ponemos a su disposición este subsidio como apoyo al tiempo de Cuaresma, tiempo de intensificar en el diálogo con Dios (la oración), el ayuno y la caridad, prácticas que llevan a una profunda conversión al amor.

Deseamos sea un apoyo benéfico para este tiempo litúrgico, que abone la progresiva amistad de los niños con Dios en Jesucristo (ver DCE 12) desde el ámbito personal y eclesial (como pueblo de Dios), para que sigan orientando sus vidas al servicio de la humanidad desde los valores del Evangelio, privilegiando la práctica de la misericordia en consonancia con el presente Año Santo.

Por ello, en estos ejercicios se propone profundizar el texto bíblico (Mt 25, 34–40), el cual nos invita a comprender que la vivencia gozosa de una vida bendecida y salvada surge de abrirse a la misericordia divina y de vivirla, manifestándola a nuestros herma-nos en acciones concretas de caridad.

Recordemos que: “Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre” (MV 1) y que “como Él es misericordioso, así estamos nosotros llamados a ser misericordiosos los unos con los otros” (MV 9), descubriendo en el rostro de cada hermano al mismo Jesús que pide de su Iglesia (de cada bautizado que la conforma) ese “gesto de perdón, de soporte, de ayuda, de amor” (ver MV 25).

Les reiteramos nuestro compromiso evangelizador y les animamos a seguir adelante en este ministerio catequístico, fruto de la inmensa misericordia divina.

Sección Diocesana De Evangelización Y CatequesisArquidiócesis de Guadalajara

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En el marco del “Año de la misericordia”, promulgado por el Santo Padre Francisco, la Sección Diocesana de Evangelización y Catequesis pone a su disposición la siguiente propuesta de Ejercicios Espirituales para el tiempo de Cuaresma:

Presentación

Las obras de misericordia son acciones carita-tivas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y es-pirituales. Las obras de misericordia corpora-les consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos (CEC 2447).

Al final de la temática podrán encontrar el de-sarrollo de un acto penitencial, adaptado a la edad de nuestros destinatarios, en apoyo a la “iniciativa” del Santo Padre Francisco, dando continuidad a las “24 horas para el Señor” (ver MV 17), centrando el corazón de los niños en la fuente de la verdadera paz interior que es la Reconciliación.

Y como apoyo didáctico, para la profundiza-ción, reflexión y compromiso personal de los niños, ofrecemos el Cuaderno de Trabajo pro-puesto con sus diversas actividades.

Dios bendiga su ministerio, y que este mate-rial nos motive a todos para que volvamos a lo central del Evangelio y vivamos la misericordia.

Fraternalmente:Sección Diocesana

de Evangelización y Catequesis

Título general de los Ejercicios: LOS NIÑOS QUEREMOS VIVIR LA MISERICORDIA.

Cita inspiradora: Mt 25, 34-40.

Sentido de la temática: La importancia de vi-vir la misericordia con todos nuestros herma-nos, a través de acciones concretas, viendo en ellos al mismo Jesús que nos invita a amar.

Temas conforme a obras de misericordia corporales:

Sesión 1: ¿Qué nos dice el Rey misericordioso?

Sesión 2: ¿Tienes hambre y sed? Yo te comparto de mi alimento.

Sesión 3: ¿No tienes un espacio? Yo te ofrezco un lugarcito.

Sesión 4: ¿No tienes abrigo? Yo te arroparé.

Sesión 5: ¿Estás enfermo o en la cárcel ? Yo te visitaré.

Texto bíblico inspirador

«Entonces el Rey dirá a los de un lado: “Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y

me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era un extraño, y me hospedaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y fueron a

verme”. Entonces le responderán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos; sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo fuiste un extraño, y te

hospedamos, o estuviste desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? Y el Rey les responderá: “Les aseguro que cuando lo hicieron

con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron”». (Mt 25, 34–40)

Buen Jesús, gracias por invitarnos a vivir, contigo y entre amigos, estos Ejercicios de Cuaresma.

Muéstranos tu gran amor en estos días y enséñanos a vivir la misericordia con cada persona en la que te encuentras desprotegido, sediento, hambriento, inmigrante, enfermo o preso.

Ayúdanos a ver tu rostro en cada persona que sufre. Cambia nuestro corazón, a veces duro y agrio, por uno tierno y comprometido.Que no vivamos, nunca más, indiferentes ante las necesidades de los demás,que nos apoyemos como verdaderos hermanos, para hacer presente tu reinado de amor en la humanidad.

Oración inicialCanto “Lema” CD 5, Pista 3

“Jesús está entre nosotros”(Letra: Oscar Esaú Villafuerte López /

Música: Ismael Romo)

Aunque no te pueda ver, Jesús, te puedo sentir.¡Estás vivo, entre nosotros! Estás aquí. Estás aquí.

Cuando voy al catecismo, si la Biblia yo la leo;cuando hago mis tareas, si a mis padres obedezco.

Aunque no te pueda ver, Jesús, te puedo sentir.¡Estás vivo, entre nosotros! Estás aquí. Estás aquí.

Cuando veo al sacerdote, si recibo sacramentos;te encuentro entre los pobres, en los tristes y enfermos.

Aunque no te pueda ver, Jesús, te puedo sentir.¡Estás vivo, entre nosotros! Estás aquí. Estás aquí.

Estás aquí. Estás aquí.

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Objetivo

Notas pedagógicas

Que los niños reconozcan al Rey misericordioso y, sintiendo su amor, realicen su mandato haciendo el bien a los demás.

Catequista, esto es para ti

Carteles con imágenes de Jesucristo Rey del Universo

Cartel con la oración inicial

Cartel con el canto lema, escrito de manera visible para todos los niños, que servirá para las siguientes sesiones

Material necesario para elaborar coronas de rey con cartulina, por niño

Materialdidáctico

¿Qué nos dice el Rey misericordioso?

En el primer día de Ejercicios, y durante el trayecto de estos, ambienta tu espacio de catequesis con el cartel que contiene el tí-tulo del tema del día y algunas imágenes alusivas al mismo que ayuden a centrar la atención en el mensaje.

Da una cálida bienvenida e invita a dar co-mienzo con el canto lema y la oración ini-cial sugeridos para todos los días de los Ejercicios.

Para fomentar la integración de los niños rea-liza el juego “el rey pide”, dando órdenes que apoyen a la temática del “Rey misericordio-so” y así, esta experiencia te introduzca a la iluminación del tema. Ejemplo: El rey pide…, que todos se den un abrazo…, que todos se saluden con un gesto amable…, que todos digan algo bonito al oído de su compañero, etc.

Las coronas de rey, realizadas en cartulina, serán usadas en el momento de la celebra-ción. Cada corona tendrá escrita, por den-tro, una actitud o acción, por ejemplo: bon-dad, alegría, compartir, estudio, servicio, oración, etc., que invite a los niños a reinar con ella, siendo los primeros en vivir lo que viene escrito en su corona.

SESIÓN 1

Queremos vivir

la misericordia

¿Quién es el Rey de la Misericordia?Uno de los principales atributos de Dios es la “Misericordia”. Ser misericordioso es propio de Dios, tiene que ver con su inmensa bondad y compasión, con su perdón e infinito amor a los seres humanos. “El Señor es bondadoso y justo, nuestro Dios es compasivo” (Sal 116, 5).

El Rey de Misericordia se manifiesta en la per-sona misma de Cristo, Hijo de Dios e hijo del hombre, quien vino a servir y a dar su vida para la salvación de la humanidad. En Él brilla el amor de misericordia, y como se expresa en la Biblia “pasó su vida haciendo el bien” (ver Hech 10, 38).

Etimológicamente, “misericordia” proviene de tres palabras latinas: - Miser (Pobre, miseria, necesidad). - Cor (Corazón). - ia (hacia los demás). La misericordia se puede entender, pues, como “tener un corazón solidario ante aquellos que presentan necesidad”.

¿Qué significa reinar?Para los católicos, “servir es reinar” (ver LG 36); servir particularmente a los más pobres, aban-donados y los que sufren.

En el Reino de Dios, el servicio es un indicador de la grandeza de la persona y de su dignidad, que se expresa en la disponibilidad para servir según el ejemplo de Jesús, que no ha venido a ser servido sino a servir (ver Mt 20, 28).

La vida de Jesús y su mensaje es una repetida invitación a servir a los demás, Él es el ejemplo que debe ser imitado por todos los cristianos; sirve por amor hasta dar su vida por todos, y ésta es su forma de ser el primero. Su vida es una lección de reinar en libertad, amor, misericordia, humildad, bondad, paz, alegría y justicia.

¿Qué nos dice (pide) el Rey?Jesucristo, el Rey de misericordia, nos hace una petición muy clara, que seamos misericordio-sos como nuestro Padre celestial (ver Lc 6, 36); y una manera de ser misericordiosos consiste en vivir las obras de misericordia corporales:

Visitar y cuidar a los enfermos Dar de comer al hambriento Dar de beber al sediento Dar posada al peregrino Vestir al desnudo Liberar al cautivo Enterrar a los muertos

Iniciemos la sesión de catequesis

Contemplamos desde la fe

“Entonces dirá el Rey a los de un lado: Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del reino preparado para ustedes desde la creación del mundo”. (Mt 25, 34)

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¿Qué nos dice el Rey misericordioso?1

El reino del mundoEstamos acostumbrados a ver que los reyes son los que tienen poder, fama, dinero y todo lo material que quieren poseer; en nuestra so-ciedad, es esto lo que describe a un rey o reina. Pero la realidad es que en repetidas ocasiones la vida de estos reyes está impregnada de va-cío, tristeza, soledad, incomprensiones, pleitos familiares para quedarse con la riqueza y el poder. Esto no les da la felicidad, al contrario, viven esclavos de sus riquezas y encarcelados en un mundo frívolo y solo.

También vemos en las series de televisión y en las caricaturas que para llegar a ser “rey” o ser “el primero”, muchos utilizan trampas y de forma deshonesta van logrando ganar e imponerse a los demás; incluso, someten con sus mandatos y amenazan a los que están a su alrededor. Esta manera de vivir el reinado, va en contra de lo que pide Jesús y su Evangelio; el reino de Jesús no se refiere a poder y riquezas, el reino de Jesús se refiere, más bien, a vivir el amor, la misericordia, la bondad…

Construir el Reino de DiosJesús nos invita a construir el Reino de Dios. Y ¿cómo podemos lograrlo? Siendo cada uno de nosotros reyes de amor, de misericordia, per-dón, fe, paz, justicia, servicio, comprensión, amistad, amabilidad, bondad, piedad, pruden-cia, fortaleza, esperanza, caridad; que esa sea nuestra gran riqueza, nuestro tesoro y nuestro poder. Ser los primeros en vivir estas virtudes. Pues, el Reino de Dios es justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo (ver Rom 14, 17).

Confrontamos con la realidad

¿Quiénes son los “benditos del Padre”?Todos deseamos estar bajo la bendición de Dios y es muy común escuchar a alguien decir: “Dios me ha bendecido”. Esto usual-mente lo relacionamos con el éxito, la sa-lud, las riquezas o un trabajo. Decimos y pensamos que ser bendecidos por Dios es recibir cosas buenas de Él, esto es verdad en cierta forma; pero, en este sentido, pode-mos decir que la bendición de Dios es para todos, es decir, todos recibimos de Dios muchas cosas buenas. Mateo 5, 45 dice que el Padre del cielo hace salir su sol sobre bue-nos y malos, y manda la lluvia sobre justos e injustos.

Si consideramos las bendiciones de Dios partiendo principalmente de las cosas ma-teriales, pasaremos nuestro tiempo pidién-dole a Dios por ellas; y quizás, dejaremos pasar la más grande bendición, que es “vivir en amistad con Dios”.

Ciertamente debemos estar agradecidos con las cosas materiales que Dios nos da, efectivamente son una bendición. No obs-tante, somos “benditos del Padre” cuando actuamos en nuestra vida a ejemplo de Je-sús, y somos capaces de vivir el amor, la mi-sericordia, la fraternidad, la generosidad…, entonces nuestra vida se llena de paz, ale-gría, fortaleza, gozo, esperanza.

¡Hacer el bien es estar junto a Dios, y ésta es la mayor bendición que podemos recibir!

Queremos vivir

la misericordia

Pensemos y reflexionemos: ¿El mundo vive mejor cuando reina el bien o cuando reina el mal?

Si piensas en un rey o reina que gobierne un país, ¿prefieres que sea alguien que te mande con amenazas y que no comparta las riquezas o prefieres que sea alguien cercano y amable que comparta los bienes con los demás?

¿Qué puedes poner de tu parte para que en tu casa, con tus amigos y en la escuela reine el bien, se construya el reino de Dios?

¿Qué vamos a hacer para vivir un reino de bien y servicio a los demás?

Elabora, junto con los niños, coronas de rey, y pídeles que elijan una actitud o acción y la es-criban dentro de la corona que les corresponde.

Al concluir llama a cada niño por su nombre y coloca la corona en su cabeza.

Al hacerlo expresa: “Dios te pide que reines viviendo… (menciona la actitud o acción es-crita en su corona)”.

Y pídele que piense, cómo puede vivir, en concreto, esa virtud en su familia.

Compromiso Expresamos nuestra fe

Celebración

Pide a los niños que, con las coronas puestas en sus cabezas, formen un círculo y tomados de las manos escuchen el canto final.

Y al concluir, pide a cada niño que exprese cómo va a vivir en su familia la virtud que le tocó.

Pobre entre los pobres(Letra: Oscar Esaú Villafuerte López / Música: Elsa Rodríguez)

Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre entre los pobres.Por eso, siempre se esconde, muy sencillo, entre los hombres…

Detrás de algún enfermo; detrás del desdichado; detrás del que está preso o solo, con su llanto.

Detrás del inmigrante; del discapacitado; detrás de los que sufren; del niño o del anciano.

Detrás del perseguido; del triste o amargado; de los que tienen mucho, pero no han disfrutado.

Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre entre los pobres.Por eso, si está a tu lado, nunca, nunca lo abandones… (2)

CD 5 Cantos del proceso diocesano

de catequesis infantil de la Arquidiócesis de Guadalajara Pista 17

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Objetivo

¿Tienes hambre y sed? Yo te comparto de mi alimento

Catequista, esto es para ti

Que los niños, sintiendo la misericordia de Dios en su Hijo Jesús, se comprometan a vivirla compartiendo su alimento (comida y bebida) con quienes no lo tienen, y

gocen de hacer presente el reino de amor.

Da una cálida y alegre bienvenida e inicia la sesión con una retroalimentación de lo vivi-do el día anterior con un juego de interac-ción grupal que propicie compartir la expe-riencia tenida en la realización de su tarea (compromiso).

Motiva a que estén muy atentos, y aprove-chen esta oportunidad de hacer un alto en su camino, para revisar la vida y apuntar en todo a amar a Jesús en los demás con la ac-ción concreta del día de hoy.

Las galletas o panecitos, así como cada bo-tella sellada con agua purificada, serán útiles para suscitar la realización del compromiso de vida del día de hoy: salir al encuentro del otro a obsequiarle algo de comer y algo de beber.

Notas pedagógicas

Cartel con el título de la sesión

Cartulina por equipos

Revistas propias para la actividad

Crayolas, colores, plumones…

Tijeras y pegamento en barra

Una caja con galletas o panecitos

Botella con agua purificada de medio

litro, sellada (una por niño)

Reproductor de audio

CD con los cantos sugeridos

Material didáctico

SESIÓN 2

Queremos vivir

la misericordia

“…tomen posesión del reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me dieron de comer;

tuve sed, y me dieron de beber”. (Mt 25, 34-35)

Iniciemos la sesión de catequesis

Jesús quiere que poseamos el reino ¿Qué dice el texto bíblico? ¿A quién lo dice? Tal vez nos surge la pregunta ¿qué es tomar posesión del Reino de Dios? ¿Cómo podemos hacerlo? ¿Qué entendemos con eso? Antiguamente los pueblos debían conquistar la tierra que habitarían, poseerla y distribuírsela en herencia entre ellos. Jesús quiere que seamos parte de su reino, de su raza, de su patria, los de su nación, los suyos. ¿Qué debemos hacer? Amar, mostrando misericordia en situaciones cotidianas y/o extraordinarias, apo-yando a los demás en su necesidad (Mt 25, 35-36) con ternura y amor, viendo en ellos al mismo Jesús.

Se trata de conquistar nuestra decisión de amar como Jesús, venciendo nuestros egoísmos, miedos, desconfianzas, frenos para amar, compartien-do lo que tenemos, con alegría, a los más necesitados.

Compartir el alimento¿Y de qué acciones concretas nos habla el tex-to? ¿A qué nos invita? Nos invita a dar de co-mer a quien tiene hambre y a dar de beber a quien tiene sed. Es el mismo Jesús quien nos habla en esas personas y nos pregunta: “¿Tie-nen algo de comer?” (Lc 24, 41), o nos pide di-rectamente “dame de beber” (Jn 4, 7)… “tengo sed” (Jn 19, 28).

La indiferencia ante el prójimo, sobre todo ante los que tienen más necesidad, es lo que mata el amor y la esperanza, y no nos permite “poseer el reino”, el gozo y la alegría de vivir en comu-nión de hermanos con Jesús.

Contemplamos desde la fe

Desprendernos de un poco de nuestro alimen-to para compartirlo con quien lo necesita y ofrecerle de beber con un gesto de alegría y amistad sacia nuestro espíritu que anhela amar y, a la vez sacia, más que a un estómago vacío o un organismo sediento, a un corazón que ne-cesita amor. Jesús, que siente nuestro amor y cariño en esta acción concreta, nos bendice y nos agradece, diciendo: “¿…tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber?”.

El Papa Francisco nos invita a dar “con un gesto amable y cercanía”. O sea, que se trata no sólo de dar, sino de dar con una actitud de amor. Eso es lo que hace la diferencia y nos hace al-canzar el verdadero gozo del que san Pablo nos habla “hay más alegría en dar que en recibir”.

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¿Tienes hambre y sed?...2

Muchos tienen hambre y sedEn el mundo hay muchos niños que pasan sed y hambre. Hoy vemos en las noticias a tantos que salen de sus países en guerra con sus fa-milias en busca de salvación y paz, y llegan a refugios donde la comida y el agua son insu-ficientes para tantos y tienen que racionarla o hasta esperar días para volver a beber o comer. Y nosotros que tenemos suficiente comida y agua en casa ¿Qué hacemos? ¿La valoramos y aprovechamos o en momentos nos damos el lujo de despreciarla y tirarla?

Pensemos en tantos otros niños que viven muy cerca de nosotros (incluso van en nuestra es-cuela o salón de clase) y no van desayunados ni comidos; o en aquellos que vemos por las calles y que pasan hambre, porque sus familiares no están al tanto de ellos o muchas veces no tienen lo suficiente para alimentarlos; también pense-mos en esas personas que vagan por las calles, buscando en los basureros algo que comer o pi-diendo una caridad ¿Qué podríamos hacer ante estas realidades? ¿Podemos identificarlas?

Confrontamos con la realidad

A veces nuestra actitud es de crítica y juicio, y de muy poca caridad. Tal vez has escuchado de-cir frases hacia ellos como: “¿Quieren comer? que trabajen, para eso tienen pies y manos”. Y la actitud que tomamos es de indiferencia y re-chazo, alejándonos lo más posible de ellos, para que no nos den molestias ni nos causen algún daño.

Jesús hambriento y sediento de tu amor Actualmente, en las grandes ciudades, por tan-tas malas experiencias (de abuso, de mentira, incluso de violencia…), las personas difícilmen-te regalan un vaso con agua a alguien necesita-do y menos aún dan de comer gratis a otro; la desconfianza reina y surge la pregunta: ¿real-mente hago bien en darle de comer y beber a esa persona?, ¿no estaré colaborando a que se acomode, se haga más holgazán, esperando a que siempre le den? Esto es muy diferente en los pueblos, pues la gente aún conserva la ale-gría y confianza de dar.

Pidámosle a Jesús, cuantas veces sea necesario, nos ayude a recono-cerle en las personas, y solicitémosle su ayuda para poder compartir con ellas nuestros alimentos, tomando así “posesión del reino”, pues al compartir nuestra comida y bebida, ayudamos a nuestro prójimo a seguir viviendo, pero también creamos vínculos de amistad y concor-dia con él; al sentarlo a la mesa, le hacemos sentir que es una persona amada; nuestra atención y apoyo sacian su espíritu tan necesitado de amor. Recordemos que lo más importante nos es lo que damos de comer o beber, sino la manera en que lo hacemos, pues ello suscita amor y comunión. Podemos sentirlo, pues cuando estamos solos no sabe igual la bebida ni se disfruta de la misma manera la comida (aun-que está sea lo más suculenta) que cuando estamos acompañados de personas que nos aman.

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¿Qué vamos a hacer para poner en práctica las obras de misericordia corporal “dar de comer y beber al hambriento y sediento”?

Busca, junto con los niños, acciones concretas en las que puedan practicar estas obras de mi-sericordia en comunidad, e invítalos a exponer sus conclusiones por equipos, creativamente, en periódicos murales, eligiendo un título (fra-se de amor que invite a dar, ayudar… viendo en

CompromisoExpresamos nuestra fe

Si nos pasa como a los primeros, es importante elevar nuestra oración a Jesús en esos momen-tos y reconocer que es Él quien primeramente nos ha dado todo lo que tenemos; es su “Pro-videncia divina” quien nos ha dado de comer y ha saciado nuestra hambre y sed física, y a la vez, es Él mismo quien nos puede dar la sabidu-ría para actuar siempre con misericordia hacia los demás, pues ya lo dice el texto bíblico: “El Señor les dará a beber el agua de la sabiduría; se apoyarán en Él y no vacilarán” (Sir 15, 3-4).

Saber compartir¿Conoces niños o personas en tu colonia que tienen hambre? ¿Qué no pueden comer diaria-mente los alimentos y bebidas que tú si pue-des? ¿Qué anhelan poder comer tres veces al día? ¿Conoces personas que desearían beber agua cada que les viene la sed como lo haces tú? ¿Qué sientes ante eso? ¿Nada? ¿Qué po-drías hacer para valorar lo que tú si tienes e incluso compartirlo con esos niños o personas necesitadas que tienes tan cerca de ti? ¿Qué te dice Jesús, el Rey de misericordia?

Estemos vigilantes (atentos) a vivir y manifes-tar su amor misericordioso a todos nuestros hermanos.

Primero… lo primeroEn este día hemos profundizado cómo Jesús se hace presente en cada persona necesitada de comida y agua, y el gozo de compartir los alimentos, no de cualquier manera. Pensemos un poco:

¿Tú has sentido hambre y sed alguna vez, sin encontrar nada que comer ni beber?

¿Has conocido a alguien en ese momento que te ha ayudado, dándote comida o bebi-da? ¿Qué has sentido?

¿Conoces a personas que necesitan de tu ayuda y de tu amor, con las que puedes compartir tus alimentos?

Piensa, también, en aquellas personas que beben aguas contaminadas, con el riesgo de enfermarse y morir, o en aquellas otras a las que no les llega el agua potable hasta sus hogares y tienen que caminar largos trayec-tos para poder llevarla a sus casas.

¿Qué puedes hacer para agradecer el agua potable que tú si tienes? ¿Cómo y con quiénes puedes compartir del agua que tú si tienes?

cada persona a Jesús), y a pegar recortes acor-de a su conclusión, o dibujando, iluminando, adornando, etc.

Nota: Infórmate sobre algunos movimientos o asociaciones que realizan estas obras de mise-ricordia: Cáritas, comedores parroquiales, etc. Y propón una visita con los niños a este lugar para dar de comer al hambriento y de beber al sediento.

Queremos vivir

la misericordia

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¿Tienes hambre y sed?...2

Deja un tiempo apropiado para que los niños contesten su Cuaderno de Trabajo. Luego, para concluir este segundo día de ejercicios espirituales, suscita un momento entrañable con Jesús, si es posible, ante el Santísimo Sacramento del altar. Y al finalizar invita a elevar juntos la siguiente oración:

"Me gusta estar contigo Jesús. Y descubrir tu presencia en este trocito de pan, y más aún en las personas que necesitan algo para comer y beber.

Enséñame a amarlos, dándoles de lo que tengo con alegría. Cambia mi corazón, a veces egoísta, que no quiere dar con generosidad a los demás. Ayúdame a ser cada día mejor niño, mejor persona. Aliméntame, refréscame y dame la gracia

de amarte en los demás. Gracias Jesús, rey de amor y misericordia".

Celebración

¡Quiero amar!(Letra y música: Marco Antonio García) El amor es un regalo muy valioso,si lo buscas, de seguro lo encontrarás.Está en el consejo de tu catequista,que te alienta y acompaña en tu caminar. El amor es el regalo más hermoso,lo más bello que en el mundo tú puedes pedir.Y si a tu familia besas y abrazas,lo encenderás y él se dejará sentir. ¡Gracias, oh Dios, porque me amas! Igual que tú, yo quiero amar también.Haz que mi actuar y mis palabrashablen de ti, para crecer en fe. (2)

—Dios nos hizo para amar, y tú también puedes dar amor. El que sabe amar presta sus cosas, comparte lo que tiene y lo que come, invita a jugar, perdona, dialoga y arregla sus problemas sin pelearse. El que sabe amar obedece a sus papás y escucha sus consejos. El que sabe amar hace lo que le agrada a Papá Dios. ¡Gracias, oh Dios, porque me amas! Igual que tú, yo quiero amar también.Haz que mi actuar y mis palabras

Nota final: Al salir, obsequia galletas a los niños, y provéeles de sus botellas de agua selladas, indicando que no ingieran esta comida ni esta bebida, sino que los compartan en su regreso a casa con aquellas personas necesitadas que Dios ponga en su camino, practicando el dar “no de cualquier manera” ni por “obligación”.

CD 2 Cantos del proceso diocesano de catequesis infantil de la Arquidiócesis de Guadalajara Pista 6

Queremos vivir

la misericordia

ObjetivoCatequista, esto es para ti

Qué los niños comprendan que toda persona merece ser acogida, ser tratada con respeto, ser escuchada y tener un lugar entre ellos, para llevarlo a la práctica,

reconociendo en los otros al mismo Jesús.

Al inicio de la sesión, después del canto lema y la oración inicial, resume, creativamente, lo visto el día de ayer y suscita (con un juego o dinámica) el compartir de los niños sobre las experiencias tenidas al realizar su com-promiso de camino a casa.

Introduce a los niños a la presente sesión, re-memorando situaciones cotidianas en casa, en la calle, en el salón de clase, donde se per-cibe la falta de un lugar para alguien y cómo se le ha ayudado a suplir su necesidad al ofrecer-

¿No tienes un espacio? Yo te ofrezco un lugarcito

SESIÓN 3

le un lugar en ese espacio; a la vez, rememo-ra estas situaciones en momentos especiales y/o fervorosos de nosotros los creyentes: ro-merías, peregrinaciones, en la misa… cuando se cede el lugar a otra persona.

Profundiza, en la acción de “acoger” al otro, es decir “bien recibirlo”, pues esta obra de misericordia “dar acogida al forastero” no se centra sólo en la acción de hospedar a alguien en casa (esta acción no depende de los niños, pues son los papás o tutores quie-nes pueden decidir realizarla), más toma en cuenta que los niños, ciertamente, pueden motivar y animar a sus mayores a vivir esta obra de misericordia corporal.

Notas pedagógicas

Cartel con el título de la sesión e imágenes alusivas a dar un lugar

Una cartulina por pareja Revistas propias para la actividad Crayolas, plumones de colores… Tijeras, pegamento en barra Cinta adhesiva (pedacitos adheridos en plumas o lápices, uno por pareja)

Reproductor de audio CD con los cantos sugeridos

Material didáctico

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“Vengan, benditos de mi Padre, reciban la herencia del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque… era forastero, y me acogieron”. (Mt 25, 34 - 35)

Iniciemos la sesión de catequesis

Acogida El verbo “acoger” del griego “ὑποδέχομαι, ὑποδεσδέκομαι” tiene una connotación de aceptar, admitir, hospedar, recibir en casa; esta última, incluye hospitalidad hacia una o varias personas, ya sea como huéspedes o adoptándo-las permanentemente en la familia.

En los tiempos de Jesús, el pueblo de Israel tenía la consigna de “acoger” en sus casas a los foras-teros y peregrinos, esto era casi un mandamien-to: “Recuerda que tú también fuiste forastero en la tierra de Egipto, y que el Señor te sacó de allí con mano poderosa y con brazo fuerte” (Dt 5, 15).

A la vez, José y María, tuvieron necesidad de pedir hospedaje en la ciudad de Belén a la hora del na-cimiento de Jesús, y padecer el no ser recibidos en un “lugarcito” de ninguna casa, porque “no había sitio para ellos” (Lc 2, 7), teniendo que instalarse en un pequeño establo en el que Jesús nació.

Desde su infancia, Jesús supo lo que era ser un extranjero en tierra extraña, un “inmigrante”, pues vivió algún tiempo en Egipto, país al que se dirigieron sus padres, para protegerlo del rey Herodes quien quería acabar con Él. Pregunté-monos: ¿Cómo sería tratado al ser un extranje-ro en ese país?, los niños ¿se burlarían de él por tener otras costumbres, otra forma de hablar, formas distintas de ver las cosas…? ¿Alguien le ofrecería un lugar cerca de él o lo rechazaría por ser diferente, hablar diferente…?

Ya en su edad adulta, el estilo de vida de Jesús era propicio para solicitar constantemente hos-pedaje (un lugar donde pasar la noche) y acogi-da de parte de los demás, pues su misma misión

Contemplamos desde la fe

(ir y predicar a todos la Buena nueva del Reino) le requería ser un hombre itinerante, sin techo fijo: “El hijo del hombre no tiene dónde reclinar su cabeza” (Mt 8, 20). Sus discípulos siguieron sus pasos, y Él les pidió: “Cuando entren en una casa digan: Paz en esta casa... Quédense en esa casa y coman y beban de lo que les ofrezcan, porque el trabajador merece su salario” (Lc 10, 5-7). Al mis-mo tiempo, a través de sus parábolas, como la del buen samaritano (Lc 10, 25-37), enseñó lo importante que es ver por los más necesitados, y cubrir sus carencias dándoles un lugar digno para pasar la noche.

Tal vez nosotros tenemos un lugar adecuado y limpio dónde vivir, dónde dormir, pero no todas las personas cuentan con esta realidad. Frecuen-temente llegan, hasta nuestros pueblos o ciuda-des, hombres y mujeres, de todas las edades, que emigran buscando mejores oportunidades para vivir… Muchos de ellos no tienen un lugar a donde llegar, un lugar digno para pasar la noche y descansar.

Actualmente es difícil “dar posada al peregrino” o “acoger al forastero”, cuando se trata de una persona desconocida, pues sentimos inseguri-dad y temor por los abusos que en ocasiones se han cometido cuando se da esta ayuda. Necesi-tamos ser prudentes y saber, también, a dónde derivar esta necesidad o buscar la manera de ofrecer la ayuda en comunidad o en familia.

Ahora bien, la esencia de la misericordia es “la acogida”, y Jesús nos invita a vivirla en todo mo-mento y en todo lugar, “bien recibiéndolo” en los demás a través de diferentes maneras o hechos.

¿No tienesun espacio?...

16

3

Hechos distintos que van de la manoEl ser humano tiende a sentirse feliz cuando es bien recibido y “se da lugar” a su participación en alguna reunión, clase, asamblea… Cuando entra en un espacio (el camión urbano, el salón de catequesis, la sala o comedor de una casa…) donde pareciera no hay sitio para él, y descu-bre que alguien le ofrece “un lugar”, le produce, por lo general, una experiencia de alegría, des-canso y paz (se siente aceptado, bien recibido, acogido, amado). Cuando siente un trato res-petuoso, que “se le da su lugar”, puede actuar y dirigirse a los demás tratándolos también como seres humanos con dignidad.

Hemos mencionado que en el mundo muchos no tienen un lugar donde estar, donde pasar la noche, y que también, muchos otros viven el rechazo, no son bien recibidos (acogidos), ni tampoco tomados en cuenta (no se da lugar a su participación), son como extraños, tratados como personas no valiosas. ¿Cómo crees que se sentirán?

Jesús solicita lugar en nuestro corazónAl dar lugar a la participación del otro, sin bur-larnos, tratándolo con respeto, ofreciéndole un lugar cerca de nosotros, damos lugar a Jesús en nuestro corazón. Pero necesitamos escuchar su voz y atender a su petición, ya que en cada hermano, nos dice: “Estoy de pie junto a la puer-ta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa…” (Ap 3, 20).

Confrontamos con la realidad

Jesús, en cada hermano, solicita alojamiento, espacio, atención, amor. ¿Qué necesitamos para dárselo? Necesitamos vencer la indiferencia y dejar de estar “centrados en nosotros mismos” (en nuestros gustos e intereses), ello nos impide escuchar o ver a Jesús en los otros y atender su necesidad. Necesitamos también, vencer la co-modidad que nos aparta de amar, y optar por dar, incluso, a veces, cediendo nuestro espacio con tal de que el otro tenga un lugar.

Permitir al hermano entrar en nuestro espacioEl versículo bíblico de hoy, dice “era forastero, y me acogieron”, en otras traducciones de la Biblia dice “era extraño”. En ambos casos la re-ferencia se hace a una persona poco conocida o “desconocida”, pero en nuestro caso, la ac-ción de dar “acogida” no aplica sólo con aque-llas personas que no conocemos sino, incluso, con las que vivimos en casa, con las de nuestra escuela, salón de clase, catequesis…, o sea, con quienes sí conocemos pero rechazamos algu-nas veces.

La palabra “acogida”, tiene muchos significados que concluyen en admitir a alguien, recibirla en nuestro espacio, casa, darle el regalo de nues-tro apoyo y compañía. Jesús nos invita a ello, a abrirle el corazón aceptando a las personas, recibiéndolas con detalles y gestos muy con-cretos como: cederle mi asiento en el camión; recibirla en casa y permitirle juegue en mis es-pacios preferidos; hacerle un espacio junto a mí, en la catequesis, para que se sienta parte del grupo, sobre todo a los niños con los que nadie quiere jugar, o son nuevos… ¿De qué otras formas crees que puedes “ofrecer un lu-gar” al otro, acogerlo, aceptarlo, recibirlo?

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Queremos vivir

la misericordia

Pensemos un poco:

¿Conoces a alguien que no tiene un lugar adecuado para dormir?

¿Qué podrían hacer por él (ella) en tu grupo de catequesis?

¿Alguna vez te han dado hospedaje a ti en otra casa sin conocerte mucho?

¿Te han ofrecido un lugarcito, siendo tú nuevo en el grupo? ¿Cómo te has sentido?

Describe a una persona que no sea acogedora.

¿Ves que tu grupo de catequesis es acogedor? ¿En qué lo notas?

Si la respuesta es no, ¿qué necesitan practicar como grupo para serlo?

¿Has tenido oportunidad de ceder tu lugar a otro niño o persona adulta? ¿Qué te ha movido a hacerlo? ¿Cómo te has sentido al hacerlo?

¿Qué te dice a ti Jesús el Rey de misericordia?

Compromiso Expresamos nuestra fe

¿Qué vamos a hacer para poner en práctica esta obra de misericordia corporal “darle un lugar al hermano”?

Busca, con los niños, situaciones a su alcance en las que pueden vivir esta acción misericor-diosa personalmente y/o como grupo de ca-tequesis y en familia. Pide que por parejas o equipos realicen pancartas con un “emblema”, junto con alguna imagen o símbolo, que invi-te a amar desde esta acción concreta: dar un lugar al otro. Provee de cinta adhesiva a cada equipo o pareja.

Muéstrales que, como comunidad de creyen-tes, pueden ayudar a las personas que salen de su tierra buscando mejores oportunidades para vivir y llegan a lugares desconocidos sin tener un lugar donde pasar la noche (como lo vivió la Sagrada Familia), conociendo el trabajo de algunos ministerios o asociaciones que dan albergue y hospedaje, derivándolos a ellos, o siguiendo su ejemplo.

Nota: Un “emblema” es una composición ar-tística que transmite un pensamiento, una en-señanza, mediante una combinación de ima-gen y texto que se enriquecen mutuamente.

¿No tienesun espacio?...

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3

Deja un tiempo apropiado para que los niños contesten su Cuaderno de Trabajo y concluye este tercer día de ejercicios espirituales, delante del Santísimo, motivando a elevar juntos la siguiente oración:

Celebración

Siento alegre el corazón (Letra y música: Margarita Mariscal)

Recuerdo aquella vez que tú me compartisteeso, que tú tenías y yo no podía comprar,y le doy gracias a Papá Dios por tu generosidad. Por eso si yo tengo algo por compartir,lo hago con mucho gusto para hacer a alguien feliz,y le doy gracias a Papá Dios porque puedo servir. Al compartir lo que tengo y lo que soy,soy muy feliz, siento alegre el corazón;y si mi ayuda a alguien le sirvió,soy muy feliz, siento alegre el corazón. (2)

Nota final: Al salir, invítales a pegar sus emblemas en lugares estratégicos de camino a casa (pre-vio permiso, cuando sea necesario): en los camiones, alrededor del templo o del lugar de la cate-quesis, en las tiendas… para motivar, a todo aquél que los vea, a dar lugar en su corazón a Jesús, a través de “la acogida” a los demás.

Para el siguiente día, solicita que todos traigan una prenda de ropa que puedan compartir (ropa en buen estado).

Por los niños de la calleJesús, mi buen amigo, te quiero pedir hoy por todos los niños que viven en la calle. Que están solos, abandonados, desprotegidos, sin un papá o una mamá

que los cuide y los quiera. Ayúdame a descubrir tu rostro en cada niño que sufre y enséñame a ser solidario, porque puedo y quiero ayudar. Que no viva indiferente.

Dame fuerzas para vivir un amor grande como el tuyo. Que no me quede en palabras, como le pasa a tantos adultos. Enséñame a amar de verdad. Amén.

(Marcelo A. Murúa)

Como signo representativo de esta jornada se presentarán “los emblemas” llevados por los niños. Mientras se depositan a los pies del Santísimo se puede escuchar el siguiente canto.

CD 3 Cantos del proceso diocesano

de catequesis infantil de la Arquidiócesis de Guadalajara

Pista 18

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Queremos vivir

la misericordia

Objetivo

¿No tienes abrigo? Yo te arroparé

Catequista, esto es para ti

Qué los niños identifiquen las formas posibles de practicar la misericordia dando abrigo físico y moral a las personas,

especialmente a las más necesitadas, en quienes vive Jesús.

Recolecta, al inicio de la sesión, las prendas de ropa que llevó cada niño, para evitar su distracción, e invita a orar y a cantar el lema de estos ejercicios espirituales.

Suscita (con un juego o dinámica) la expre-sión de las experiencias vividas el día ante-rior, al realizar la actividad (compromiso) de camino a casa, y motiva a seguir viviendo las obras de misericordia.

Para introducirlos al tema coloca, en medio de los niños, las prendas de ropa e invítales a tomar una diferente a la que llevaron, y a reflexionar: ¿Qué puede sentir un niño(a), o una persona a la que le hace falta esta pren-da? Profundiza en la necesidad de abrigo físico, así como en la necesidad de abrigo moral (de ser apoyados, escuchados, conso-lados…) que todos tenemos.

Motiva a los niños a animar a sus padres o tutores a vivir esta obra de misericordia, compartiendo su ropa con quien no la tiene.

Notas pedagógicas

SESIÓN 4

Cartel con el título de la sesión e imáge-nes alusivas a dar abrigo físico y moral

Una prenda, por niño, en buen estado, para regalar (blusa, pantalón, calcetines, etc.)

Cartulina por equipo

Revistas propias para la actividad

Plumones

Tijeras y pegamento en barra

Cinta adhesiva (para cada equipo)

Reproductor de audio

CD con los cantos sugeridos

Material didáctico

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Queremos vivir

la misericordia

“Vengan, benditos de mi Padre, reciban la herencia del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo.

Porque… estaba desnudo, y me vistieron”. (ver Mt 25, 34-36)

Iniciemos la sesión de catequesis

“¡Vengan! y ¡Reciban!” Poner en práctica las obras de misericordia corporales nos hace estar cerca de Jesús, quien nos llama, no sólo para que le demos algo (en nuestros hermanos), sino para recibir, también de Él, “la herencia” del Reino, el “tesoro” que ni la polilla puede arruinar ni el ladrón puede robar (ver Mt 6, 20).

Nos llama a recibir dando… “¡Reciban!”, por-que “estaba desnudo y me vistieron” (Mt 25, 36). Y es que, quien da a manos llenas, a manos llenas recibe (ver Prov 11, 24-25). La persona que vive la generosidad, jamás se ve empobre-cida sino enriquecida con la amistad, apoyo y cariño de todos aquellos a quienes de manera gratuita ha ayudado con obras de misericordia: vistiendo al desnudo, arropando al que ne-cesita abrigo... Y además se enriquece con la bendición de Papá Dios, pues Él habla bien de ella (ya que bendecir, es bien decir del otro), porque además de ser hija suya, se empieza a parecer a Él, al realizar sus mismos gestos de misericordia.

Arropando“Arropar” significa, por un lado, cubrir, abrigar con ropa; es la acción física de vestir a alguien o darle lo necesario para que se abrigue y/o se vista. También, significa: proteger, amparar, cu-brir; ya lo dice el salmista: “tú que vives al am-

Contemplamos desde la fe

paro del Altísimo… di al Señor: Refugio mío… en ti confío” (ver Sal 91, 1-2). Nosotros esta-mos llamados a “arropar” al dar vestido al otro, pues estos dos gestos, en uno solo, conllevan la manifestación del amor misericordioso de Dios en nosotros.

Da una capa si tienes dosMuchas personas, a lo largo de los años, han dado ejemplo de amor a Dios al ayudar con esta obra de misericordia corporal a los herma-nos. San Juan Bautista lo tenía claro, él que era una persona muy austera y no tenía de ropa más que “un cambio” (era un vestido de pelo de camello y una correa de cuero a su cintu-ra. Ver Mt 3, 4), no invitó a la gente a vestir igual que él o a tener sólo un cambio de ropa, pero si pidió que compartieran lo que tenían, así, cuando invitó a las personas a dar frutos de conversión (ver Lc 3, 8) y ellas le pregunta-ron ¿qué debían hacer?, contestó: “El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene, y el que tenga comida compártala con el que no la tie-ne” (Lc 3, 11).

Muchos años más tarde, un soldado romano, ahora venerado como santo: san Martín de Tours, rasgó su capa a la mitad y quedándo-se con una parte, le dio la otra a un hombre muy pobre que estaba congelándose por el frío en pleno invierno, en las calles de su ciudad.

21

22

Tomemos en cuenta que: Al dar con alegría y sencillez, suscitamos que la persona se sienta digna de recibir y no “un objeto de caridad”, pues la revestimos de respeto, amor y protección.

Esta obra de misericordia corporal refleja también el estado en que se encuentra nues-tra fe y amor a Jesús, pues si a una persona le falta el abrigo y le decimos: vete en paz y abrígate, sin darle ropa necesaria para que lo haga, ¿de qué sirve? nuestra fe en Jesús no ha movido nuestra vida a amarle en esa persona y en realidad nuestra fe está sin vida (ver St 2, 15-17).

Confrontamos con la realidad

Pensemos un poco: ¿A quiénes, cerca de tu casa, colonia o pa-rroquia has visto usar ropa muy ligera en temporada de invierno porque no tiene más, o vestir y calzar, ropa y zapatos, ya muy usa-dos; ropa en mal estado (descocida, sucia, con roturas, agujeros…)?

¿Qué ropa y/o calzado propio o de tu fami-lia, en buen estado, puedes donarles?

¿Qué otra forma de arropar puedes em-plear? Recordando que no es sólo el hecho de dar ropa a alguien que lo necesita, sino de manifestarle tú apoyo y amistad.

Recordemos también que en las situaciones de desastres naturales (inundaciones, terremotos, huracanes…) que afectan a mucha gente, es-tamos llamados a apoyar, dando ropa, calceti-nes, pantalones, camisas, toallas, abrigos…, y aunque no veamos a las personas directamen-te, tengamos la certeza que nuestro apoyo y oración son camino para que ellas descubran el amor misericordioso de Papá Dios.

Cuentan que, a la noche siguiente, nuestro Se-ñor Jesús se le apareció vestido con la media capa puesta, para agradecerle su gesto. Este hecho nos recuerda que cuanto hacemos a uno de nuestros hermanos, lo hacemos al mismo Jesús.

¿Y qué podemos compartir con el necesitado? No sólo lo que no nos gusta, lo que ya no nos queda o no nos sirve. También podemos des-prendernos de algo que si utilizamos, que nos gusta mucho, movidos por la “compasión” y “misericordia al ver la necesidad del otro, quien necesita de nuestra ayuda y abrigo.

¿No tienes abrigo?...4

Queremos vivir

la misericordia

Celebración

¿Qué vamos a hacer para poner en práctica esta obra de misericordia corporal “arropar al que no tiene abrigo”?

Catequista, busca junto con los niños, accio-nes concretas en las que puedan practicar esta obra de misericordia en comunidad. Invítales a que, por equipos, dibujen sobre lo ancho de la cartulina, la forma de una prenda de ropa y la rellenen, usando la técnica del collage, con imágenes que muestren su conclusión y com-promiso.

Pide que escriban en su cartulina, una de las si-guientes frases (u otra que decidan como equi-po) con la que abran conciencia a los demás, invitándolos a practicar la misericordia desde esta obra concreta.

Compromiso Expresamos nuestra fe

Frases:

Lo que tú no usas a mí me sirve

Si tienes, compártelo

Rico es aquél que da

Tu generosidad te recompensará

Amas cuando das con alegría

Hay mayor alegría en el dar que en recibir

Nota: Infórmate sobre movimientos o asocia-ciones que cumplen ya con esta obra de mi-sericordia, que recogen ropa en buen estado para repartirla entre los más necesitados y elije una, para entregarle la ropa recolectada por los niños.

Deja un tiempo apropiado para que los niños contesten su Cuaderno de Trabajo. Concluye este cuarto día de ejercicios espirituales, delante del Santísimo. Eleva a Dios, junto con ellos, la siguiente oración:

Enséñanos a compartirQuerido amigo Jesús, tú pasaste por el mundo haciendo el bien entre

todos los hombres, y nos enseñaste a compartir con todos, lo que somos, lo que tenemos, lo que soñamos, lo que esperamos, lo que nos duele y lo que nos alegra. Abre nuestros corazones para que siempre tendamos

la mano al que sufre. Ayúdanos a ver en cada hermano tu rostro que nos llama y nos pide vivir con generosidad, amor y entrega a los demás.

¡Que así sea, Señor! Amén.

(Marcelo A. Murúa)

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Anuncia a Jesús(Letra y música: Elsa Rodríguez)

A través de ti, Jesús quiere ser anunciado.Con tus obras, su ejemplo puedes dar.En todo momento, en todo lugar,a Jesús tú puedes imitar.

Habla a todos de Jesús. ¡Anúncialo!Sigue su ejemplo en cada acción.Presenta a todos a Jesús. ¡Anúncialo!Habla siempre de su gran amor.

A través de ti, Jesús quiere ser conocido.Con tus palabras, su mensaje puedes enseñar.En todo momento, en todo lugar,de Jesús tú puedes hablar.

Habla a todos de Jesús. ¡Anúncialo!Sigue su ejemplo en cada acción.Presenta a todos a Jesús. ¡Anúncialo!Habla siempre de su gran amor.

CD 5. Cantos del proceso diocesano de catequesis infantil de la Arquidiócesis de Guadalajara. Pista 4.

Nota final: Al salir, junto con los niños, reúne las prendas de ropa. Solicita, con anterioridad, a algún papá o mamá de familia que las haga llegar, en su vehículo, al movimiento o asociación, elegido, que beneficie con ellas a los más des-protegidos.

Para el siguiente día, pide que cada niño traiga la foto o el nombre escrito de algún familiar o amigo que está enfermo o en la cárcel.

¿No tienes abrigo?...4

Catequista, esto es para ti

Objetivo

Que los niños comprendan la importancia de cuidar y agradecer su salud y valoren su libertad; así mismo que, viviendo la misericordia, se comprometan a compartirla con

aquellos que están enfermos o encarcelados.

SESIÓN 5

Inicia haciendo una reseña de lo visto el día de ayer e invitando a los niños a entonar el canto lema.

Esta sesión se profundizará en las obras de misericordia: visitar a los enfermos y a los encarcelados. En la medida de lo posible, motiva a los niños a que emprendan obras concretas para hacerlas vida.

Como en los días anteriores, pon un cartel con el título del tema, o ambienta con imá-genes alusivas a la salud y la libertad.

Es el último día de nuestros Ejercicios, por lo tanto te sugerimos hacer un cierre que provoque un compromiso adecuado a nues-tros interlocutores. Además, de ser posible, terminar con una convivencia, en la que se compartan algunos alimentos.

Notas pedagógicas

Carteles con imágenes de visitas a enfermos y encarcelados Cartel con la oración inicial Hojas tamaño carta y de colores Plumones, crayolas, colores Tijeras Canto “Estuve enfermo y me visitaste”

Descargarlo en: https://goo.gl/bYIHWU

Materialdidáctico

¿Estás enfermo o en la cárcel? Yo te visitaré

25

Queremos vivir

la misericordia

¿Estás enfermo oen la cárcel?...

“Vengan, benditos de mi Padre, tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo (...) Porque estuve enfermo,

y me visitaron; en la cárcel, y fueron a verme…” (Mt 25, 34-36)

Iniciemos la sesión de catequesis

A lo largo de todos estos temas hemos ido re-flexionando en las obras de misericordia cor-porales. El Papa Francisco, al convocar este año santo, expresaba su deseo: «En este Año Jubilar la Iglesia se convierta en el eco de la Palabra de Dios que resuena fuerte y decidida como pala-bra y gesto de perdón, de soporte, de ayuda, de amor. Nunca se canse de ofrecer misericordia y sea siempre paciente en el confortar y per-donar. La Iglesia se haga voz de cada hombre y mujer y repita con confianza y sin descanso: “Acuérdate, Señor, de tu misericordia y de tu amor, que son eternos”» (MV 25).

Con este deseo, terminemos nuestros Ejerci-cios.

Misericordia al enfermo y encarceladoAnte la enfermedad será siempre positivo orar por la curación del enfermo. No dudamos que Dios obra milagros al igual que los hizo cuando Jesús estuvo en la tierra. Hemos visto paralíti-cos ponerse a andar, a sordos oír, a ciegos ver.

Contemplamos desde la fe

Pero hoy no hablaremos de los signos con que el Señor prometió acompañar la predicación de la Buena Nueva. Nos interesa, sobre todo, analizar nuestra actitud de amor anclada siem-pre en el corazón de Dios.

Lo más práctico para nosotros es dar algo ma-terial a un pobre enfermo y no poner atención en la persona, o sólo pedir por los que están privados de libertad desde nuestro lugar segu-ro. Jesús desea que miremos y veamos con sus ojos a cada ser humano. Eso precisa de tiempo de escucha y de oración, de cercanía y com-prensión. El enfermo y el encarcelado necesi-tan ser visitados, para que con nuestra cercanía les llevemos consuelo y esperanza.

Sabemos que siendo niños no tenemos la edad para visitar una cárcel, pero es importante que hagamos conciencia que en una edad adulta podremos vivir una acción caritativa al visitar a algún preso.

Este día concluimos nuestra experiencia de Ejercicios de Cuaresma.

26

5

Los enfermos en la BibliaPara el pueblo de Israel, la enfermedad era considerada una maldición de Dios, una conse-cuencia de las culpas cometidas por la persona que la sufría o incluso por las que cometieron sus antepasados (ver Jn 9, 2).

Pero la experiencia de todos los días puede, con gran facilidad, cuestionar esta afirmación, pues los hombres buenos también padecen en-fermedades (ver Job), muchas veces sólo son producto del mal uso de la libertad humana…

Jesús y la enfermedadCuando el Hijo de Dios vino a este mundo, lo hizo en la fragilidad de nuestra carne (ver Heb 4, 15). Y así, al haber asimilado nuestra condi-ción humana, comprende nuestras carencias y debilidades.

Jesús se apiadaba de las multitudes, sanaba a los enfermos y les devolvía su dignidad (Mt 8, 16; Mc 1, 32-34). A veces Él iba a visitarlos, a veces se los presentaban… pero siempre actuó con gran bondad y misericordia, atendiendo a sus necesidades.

Jesús se mostró siempre piadoso y compasivo, y manifestó su voluntad de curar a quien se acercaba a Él con fe (Mt 8, 2).

Un apóstol que supo de las cárcelesEn el libro de los Hechos de los Apóstoles lee-mos cómo San Pablo estuvo preso, y no por ha-ber cometido algún crimen, sino por haber pre-dicado en nombre de Jesucristo (Hch 16, 16ss). Pero incluso desde allí, tras cuatro paredes y atado con cadenas, él aprovechaba la ocasión para seguir evangelizando por el único medio que tenía a su alcance: las cartas (Ef 3, 1).

San Pablo, como cualquier preso, también ex-presó el deseo que tenía de poder ver a sus amigos (2 Tim 1, 4), y es que en las cárceles también están seres humanos que piensan, que sienten, y que no siempre son culpables de los crímenes de los que se les acusa…

Todos nosotros tenemos la experiencia de lo que implica vivir una enfermedad. Tal vez no-sotros nos hemos enfermado o hemos cono-cido a familiares o amigos que las han sufrido. Sabemos lo difícil que es y de cómo se esfu-man con facilidad los ánimos y los deseos de seguir viviendo. Tal vez también conocemos a alguien que está preso, o algún familiar o ami-go que está privado de su libertad aquí o en el extranjero…

Confrontamos con la realidad

Pensemos un poco:

¿Le das gracias a Dios por tu salud?

¿Eres agradecido por la libertad de la que disfrutas?

¿Conoces a alguien que vive enfermo o preso?

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Queremos vivir

la misericordia

¿Estás enfermo oen la cárcel?...

Piensa en aquellas personas que pasan no sólo días, sino meses o incluso años, dentro de los hospitales y las cárceles. Piensa en aquellas personas que han sido expulsadas de su tierra por el simple hecho de ser cristianas…

¿Qué vas a hacer para poner en práctica estas obras de misericordia?

Catequista, busca, junto con los niños, acciones concretas con las que puedan vivir la misericor-dia en comunidad. Las conclusiones se pueden exponer creativamente a través de volantes o panfletos para repartir en la comunidad.

Celebración

Compromiso

Expresamos nuestra fe

Nota: Existen algunos movimientos o asocia-ciones que cumplen ya con esta obra de miseri-cordia. Por ejemplo: Hay personas que pertene-cen a la pastoral social, y visitan a los enfermos de los hospitales; también existe la pastoral penitenciaria, que ayuda a los que están pre-sos, llevándoles cartas, provisiones, compañía y consuelo espiritual.

Se pueden encontrar algunas otras acciones conjuntas, involucrando a los niños, y así poner en práctica este mandato del Señor.

Deja un tiempo apropiado para que los niños contesten su Cuaderno de Trabajo. Luego inví-tales a presentar, ante el Santísimo, la foto o el papel con el nombre de su familiar o amigo que esté enfermo o en la cárcel (puede ir pasando de uno en uno, y al depositar la foto, decir: “Je-sús, te pido por… (decir el nombre) que está… (preso o enfermo). Una vez que pasaron todos los niños, invítales a hacer la siguiente oración, por los enfermos y presos, especialmente por quienes han puesto ante Jesús. Concluir escu-chando el canto.

Por los enfermosSeñor, acuérdate de todas las personas

que sufren enfermedades. Acompáñalos y ayúdales a superar el dolor. Enséñales a descubrir tu rostro siempre presente en

los momentos difíciles. Dales fuerza para continuar sus tratamientos y mejorar su salud. Danos un corazón grande y compasivo, capaz

de amar y trabajar por los enfermos, ayúdanos a aliviar sus dolores y ofrecer lo mejor que tenemos para su alegría. Enséñanos, Señor, a verte en el enfermo y a dar una mano con

cariño. Que así sea, buen Señor Jesús.

(Marcelo A. Murúa)

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Estuve enfermo(Letra y Música: Jésed)

Estuve enfermo y me visitaste,sentí dolor y me aliviaste, estuve triste y me consolaste,estuve solo y me acompañaste.

CORO:Dime cuando hice todo eso Jesús,yo no te recuerdo ni triste ni solo,si estuviste enfermo yo no lorecuerdo, dime cuando te visité.

Fue con cada enfermoy con cada pobre, fue con cada hermano en necesidad,cuando los cuidaste, cuando los amaste, conmigo lo hicistey me consolaste. (bis)¡Entra en el Reino!¡Entra en mi casa!¡Que ya en el cielo, tienes un hogar!

Por los presosSeñor Jesús, tú siempre te mostraste amigo de los pequeños, de los pobres y de los excluidos, hasta el punto de querer pasar por la experiencia del preso: fuiste denunciado, detenido y apresado en la oscuridad de la noche y conducido a la cárcel como mu-

chos a lo largo de la historia y también hoy.

Tu amor te llevó a identificarte con ellos y a permanecer presen-te en ellos: “estuve en la cárcel y viniste a verme”.Por eso hoy te pedimos por los presos, para que:

No renuncien a su dignidad de personas e hijos de DiosNo pierdan nunca su libertad interior

No renuncien a esforzarse contra todo tipo de opresión, represión e injusticia

Luchen por cambiar su conducta y rehacer sus vidasNo abandonen a sus familias y amigos,

ni sean abandonados por ellosSu situación los acerque más a ti.

Te lo pedimos por María nuestra Madre. Amén.

29

Queremos vivir

la misericordia

30

Monición inicial

Celebración delperdón y la misericordia

Este año de la Misericordia en que su santidad, el Papa Francisco, nos invita a la reconciliación y a buscar el sacramento de la confesión, suge-rimos una Celebración Penitencial para niños, que además es muy propicia para este tiempo de Cuaresma.

Es muy conveniente que se invite, cordialmen-te, al sacerdote para este momento celebrativo; consideramos importante se pueda dar un espa-cio para confesiones personales; en caso de no ser así, invita a los niños a acudir al sacramento de la Confesión en la primera oportunidad que tengan.

Queridos niños, hoy vamos a celebrar el in-menso amor que Dios nos tiene a cada uno de nosotros. Pues no se cansa de amarnos, de perdonarnos y de reconciliarnos con Él. Hoy, nuestro amigo Jesús, quiere que nos dejemos abrazar por su amor, a través del sacramento de la Penitencia, sacramento que nos otorga el perdón y la misericordia de Dios. ¡Dejemos que Dios nos abrace, nos perdone y nos llene de su amor!

Si la alegría toca tu corazón

Si la alegría toca a tu corazóny te pide "déjame entrar", (bis)dile sí, sí, sí, Cristo vive en mí y aquí hay lugar para ti.

Si la duda toca a tu corazóny te pide "déjame entrar", (bis)dile no, no, no, Cristo vive en mí y aquí no hay lugar para ti.

Si el rencor toca a tu corazóny te pide "déjame entrar", (bis)dile no, no, no, Cristo vive en mí y aquí no hay lugar para ti.

Si la mentira toca a tu corazóny te pide "déjame entrar", (bis)dile no, no, no, Cristo vive en mí y aquí no hay lugar para ti.

Si el amor toca a tu corazóny te pide "déjame entrar", (bis)dile sí, sí, sí, Cristo vive en mí y aquí hay lugar para ti.

Canto de entrada

Dibuja ovejitas con caras tristes y repár-telas a los niños para que, en el momento de pedir perdón, escriban su petición so-bre ella.

Lleva una lámina con la imagen de Jesús.

Notas pedagógicas

Escuchemos la Palabra de Dios

Celebrante: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos: Amén.

Celebrante: Estamos aquí porque Dios nos quiere, y nos llama a la conversión. Somos im-portantes para Él, a pesar de nuestros pecados. Él nos ha traído aquí; su amor, su ternura, su misericordia nos llama a ser felices, a vivir bien.

Escuchemos con atención la Palabra de Dios que nos dice que Jesucristo irá en busca de cada uno de nosotros si nos desviamos de su camino.

Lectura del Evangelio de San Lucas: Lc 15, 1- 7

«Entre tanto, todos los que recaudaban impues-tos para Roma y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle. Los fariseos y los maestros de la ley murmuraban: —Este anda con pecadores y come con ellos.Entonces Jesús les dijo esta parábola:—¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja las noventa y nue-ve en el desierto y va a b,uscar a la descarriada hasta que la encuentra, la carga sobre sus hom-bros lleno de alegría, y al llegar a casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: “¡Alégrense con-migo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido!”. Pues les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».

Veamos con atención el video de la lectura que acabamos de escuchar, en siguiente link:https://goo.gl/c41dKK

Breve reflexión (a modo de homilía)

Petición de perdónDeja un momento de silencio y pide a los ni-ños que escriban en la ovejita, que entregaste a cada uno, un pecado del que quieran pedir perdón.

CelebranteDios y Padre nuestro, queremos regresar a ti y ser tus amigos. Te pedimos perdón porque:

A veces no hemos actuado como hijos tuyos.Todos: Tú nos buscas, nos perdonas y nos llenas de tu amor.

Hemos desobedecido a nuestros padres y a nuestros maestros.

Todos: Tú nos buscas, nos perdonas y nos llenas de tu amor.

Hemos peleado entre nosotros y hemos hablado mal.

Todos: Tú nos buscas, nos perdonas y nos llenas de tu amor.

Hemos mentido.Todos: Tú nos buscas, nos perdonas y nos llenas de tu amor.

Hemos negado la ayuda a alguien y no hemos compartido lo que tenemos.

Todos: Tú nos buscas, nos perdonas y nos llenas de tu amor.

Hemos dejado de hacer el bien a algún enfermo, anciano o abandonado

Todos: Tú nos buscas, nos perdonas y nos llenas de tu amor.

Invita a los niños a expresen su petición de per-dón y a pasar y pegar su ovejita sobre la ima-gen de Jesús, como un gesto de que quieren regresar a su rebaño, a su amistad.

31

Queremos vivir

la misericordia

ConfesionesEn este momento se pueden realizar las confesiones personales con el sacerdote.

CelebranteAhora, llenos de agradecimiento por el gran amor que Papá Dios nos tiene,

digámosle con mucha alegría, tomados de las manos:

Padre nuestroPadre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre,venga a nosotros tu Reino;

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; Danos hoy nuestro pan de cada día;

Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden;no nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal. Amén.

Oración final

Gracias, Jesús, porque nunca te cansas de nosotros. Siempre nos amas, incluso cuando

nos alejamos de ti por nuestro pecado. Gracias por el perdón que acabas de darnos.

Ayúdanos a ser siempre buenos amigos tuyos y a seguir el camino que tú nos propones.

Queremos esforzarnos para amar al Padre del cielo y a los hermanos como los amas tú.

Amén.

Celebración delperdón y la misericordia

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