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Cuadernos de Historia Contemporánea 155N: 0214-400-X 2000, número 22: 21-52 Los nacionalismos y el Estado español: el siglo XX’ JUAN PABLO Fusi AIZPÚRUA Departamento de Historia Contemporánea (UCM) RESUMEN Los movimientos nacionalistas que aparecieron a finales del siglo XIX y prin- cipios del XX en Cataluña y el País Vasco (y en parte también en Galicia) termi- narían por obligar a modificar la estructura territorial del Estado español, basado desde 1833 en las provincias. Aunque hubiera precedentes (proyectos regionales del XIX, Mancomunidad de Cataluña de 1914), fue la II República (1931-36) el primer régimen que abordó la transformación del Estado mediante la concesión de autonomía a las regiones: la aportación de la República fue el Estado integral, que contemplaba el establecimiento gradual de autonomías regionales (y de hecho sólo Cataluña tuvo autonomía antes de la guerra civil, y Euskadi sólo desde octubre de 1936). En 1975, la democracia española heredaría de la dictadura de Franco un agravado problema regional, especialmente en el País Vasco; la Constitución de 1978 optaría por la tesis de la generalización de la autonomía; crearía así un Esta- do abierto y federalizable. ABSTRACT The ernergence of nationalist movernents in Catalonia, the Basque Country and, to a lesser extent, in Galicia led to a profound change in the territorial struc- ture of the modern spanish siate, since 1833 divided in provinces. Although there were sorne precedents (XIXth century regional projects, the Mancomunidad of Catalonia in 1914), it was not until the II Republie (1931-36) that the idea of auto- Este articulo integra parte de los capítulos y y VI de mi libro España. La evolución de la identidad nacional. Madrid, Temas de Hoy, 2000, al que remito a efectos de citas y referencias bibliográficas. 21

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CuadernosdeHistoria Contemporánea 155N: 0214-400-X

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Losnacionalismosy el Estadoespañol:el sigloXX’

JUAN PABLO Fusi AIZPÚRUADepartamentode HistoriaContemporánea(UCM)

RESUMEN

Los movimientosnacionalistasqueaparecierona finales del siglo XIX y prin-cipios del XX en Cataluñay elPaís Vasco(y en partetambiénen Galicia)termi-naríanpor obligara modificar la estructuraterritorial del Estadoespañol,basadodesde 1833 en las provincias.Aunquehubieraprecedentes(proyectosregionalesdel XIX, Mancomunidadde Cataluñade 1914), fue la II República(1931-36)elprimerrégimen queabordóla transformacióndel Estadomediantelaconcesióndeautonomíaa las regiones:la aportaciónde laRepúblicafue el Estadointegral,quecontemplabael establecimientogradualde autonomíasregionales(y de hecho sóloCataluña tuvo autonomía antes de la guerra civil, y Euskadi sólo desde octubre de1936). En 1975, la democraciaespañolaheredaríade la dictadurade Francounagravadoproblemaregional, especialmenteen el País Vasco; la Constituciónde1978 optaríapor la tesisde la generalizaciónde laautonomía;crearíaasí un Esta-do abiertoy federalizable.

ABSTRACT

The ernergenceof nationalist movernentsin Catalonia,the BasqueCountryand,to a lesserextent,in Galicia led to aprofound changein the territorial struc-ture of the modern spanish siate, since 1833 divided in provinces.Althoughtherewere sorne precedents (XIXth century regional projects, the Mancomunidad ofCataloniain 1914), it was not until theII Republie(1931-36)thatthe idea of auto-

Estearticulo integra parte de los capítulosy y VI demi libro España.La evoluciónde la identidad nacional. Madrid, Temasde Hoy, 2000, al que remito a efectos de citas yreferenciasbibliográficas.

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nomy for the rcgions began to be contemplated. The Republic followed a cautíousline of gradually given political autonomy to a limited nuinberof regions:asamat-ter of fact only Catalonia had beengrantedautonomybeforethe civil war(the Bas-queCountry only becameanautonomousregion in October1936,that is, whenthewar hadalreadystarted).In 1975,democracyinherited from Franco’sdictatorshipan aggravated regional problem. The 1978 Constitution opened the way to a semi-federal, open State, based on 1? autonomousregions,aB of them with their owngovernmentsand parliaments.

La división de 1833 estableciólas provincias, la unidadadministrativabásicadel Estadonacionalespañol.En el siglo XIX se contemplótambién,en más de una ocasión, la creación de regiones. El proyecto de Constituciónde 1873 de la 1 Repúblicareconocíahastaun total de diecisieteEstados.Muchos observadores (escritores españoles, viajeros extranjeros) vieron quelocalismo y regionalismo —nola nación— constituían los ámbitos reales dela vida social española: en fecha tan tardía como 1931, Ortega y Gasset sos-tenía (en su libro La redenciónde lasprovincias, publicado ese año aunqueescrito en 1927-28) que España era todavía pura provincia. Pero la estructu-ra territorial del Estado no se modificó. El Estado nacional español se fun-damentó en una concepción unitaria de España como nación. Fue la apariciónde los nacionalismos catalán y vasco —y, más tarde, del nacionalismo galle-go—lo que acabaríapor cambiar,en pocosaños,la naturalezade la políticaespañola; a la larga, obligaría, además, a un repianteamiento en profundidadde la organización territorial del Estado: primero, con la creación de la Man-comunidad catalana el 6 de abril de 1914; luego, ya en los años de la IIRepública (193 1-1936), con el reconocimiento del derecho a la autonomía delas regiones, y su concesión a Cataluña, en 1932, y al País Vasco, en octubrede 1936.

1. LA APARICIÓNDE LOS NACIONALISMOS

La apariciónde los nacionalismoscatalány vasco,y en general,la apari-ción de los distintos nacionalismosde las regionesespañolas,respondióarazonesextraordinariamentecomplejas.En síntesis,esosnacionalismosfue-ron resultadode largos procesoshistóricos de consolidaciónde la propiaidentidadparticular; resultado,por ello, de procesosigualmentelargos deintegracióny vertebraciónregionales.Ello requirió lacreaciónde economíasregionales más o menos integradas,el dinamismounificador de las ciudades,la apariciónde una opiniónpública local articulada,unaeducaciónregional

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más o menos común y homogénea, medios modernos de comunicación demasas: la cristalización, en suma, de una conciencia colectiva que interpreta-ra la personalidad regional como constitutiva de una nacionalidad propia ydistinta. El fundamentoúltimo de los nacionalismos fue, como resulta evi-dente, la existenciaen ciertasregionesde elementoslingilísticos, históricos,culturales, etnográficos e institucionales particulares: en Cataluña, la lengua,el derecho y la historia; en el País Vasco, la lengua y los Fueros; en Galicia,la lengua igualmente,la historia, las peculiaridadesde su mundo rural, laespecial influencia eclesiástica y religiosa. En esas regiones, las más caracte-rizadamentenacionalistas,existíaya en el siglo XIX unamáso menosacu-sadaconcienciade diferenciación,precedentede, pero distinta a, la ideamoderna de nacionalidad.

Prat de la Riba, el principal exponente del nacionalismo catalán, llevabarazón cuando en La nacionalidadcatalana, el libro que escribió en 1906,decía que la verdadera génesis del catalanismo partió del movimiento román-tico de recuperación de la lengua, historia y derechocivil, en razón, precisa-mente, del sentimientocatalánque lo inspiró. La Renaixen~racatalana,elrenacimiento lingiiístico, literario y cultural de Cataluña, cristalizó y maduróen la década de 1850 (Juegos Floorales, labor músico-vocal de Clavé, teatroy prensa catalanes...). Al tiempo aparecieron, en la misma década, los prime-ros escritos políticos propiamenteregionalistas(obrasde LIlas i Vidal, Durán

Bas, Mañé i Flaquer, Joan Cortada...), esto es, escritos que, superando el«provincialismo» o mero amor por la provincia propia veían a Cataluña comouna región, y no como una mera suma de provincias. Cataluña era entendidatodavía como parte esencial e inseparable de España, pues, como diría Prat,tanto a aquel incipiente regionalismocataláncomo a las concepcionesfede-ralistasquealgunoshombresde izquierda,y señaladamenteValentínAlmiralí(1841-1904),propondríanpoco después,en la décadade 1860, les faltó laconciencia de Cataluña como una patria distinta. Más todavía, la Cataluña delsiglo XIX participabadel sentimientonacionalespañol.Pero en todasaque-lías manifestaciones regionalistas parecía perfilarse ya un primer horizontecatalanista, esto es, la aspiración a que aquella renacida personalidad lingijís-tica, histórica y cultural de Cataluña tuviera su reconocimiento en el entra-mado político español: la fuerza que el republicanismofederal tendría enCataluñaen los añosdel Sexeniorevolucionario(1868-1874)vino a corrobo-rarlo.

En el casovasco,la revalorizaciónde la lengua, iniciada ya en el sigloXVIII, tuvo, primero, manifestaciones ingenuamente apologéticas, limitadasa exaltarla antiguedaddel euskera(y susexcelencias)como lenguaprimiti-va de la humanidad.Siguió luego los caucesseriosy rigurososde la erudi-ción especializada,como revelaría,por citar un solo caso, la obradel prínci-

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pe Lucien Bonaparte(1831-1891),que fijó las variedadesdialectalesde lalengua.El mismo romanticismo,aunquemenor y muchomáspobre queenCataluña,produjo algunospoetas,sobretodo vasco-franceses,a Iparaguirre,el cantorerrante,quecompusoel Gernikakoarbora, himno fuerista, en 1853,y favoreció,además,la fijación deun estereotipode losvascos—latente,porejemplo, en muchosde los libros de viajerosinglesesy francesesquevisita-ron la región durantela guerra carlista de 1833-1840— como un pueblonoble, rudo y antiquísimo(ahí estabael arcaísmode su lengua),asentadodesiempreen sus montañas,orgullosode sus costumbresancestrales,indoma-ble y valeroso,y tenazdefensorde sus libertadesy derechos,estoes,de susFueros, mito sistematizado y elaborado por el escritor vasco-francés JoséAgustín Chaho(1810-1854),y plasmado,por ejemplo, en la literatura«fue-rista»de los años 1860-1880(con obrasde inmensapopularidadcomo Lasleyendasvascongadas,de JoséM.~ de Goizueta;las Tradicionesvasco-cán-tabras,deJuanV Araquistain;Amayao los vascosen elsiglo VIII, de Nava-rro Villoslada, o Leyendasda Euskeria,de Vicente de Arana). El fuerismo—lateoría que, en razón de su pasadoforal, demandabapara las provinciasvascas y Navarra un tratamiento constitucional distinto— apareció como tal,comoun planteamientopolítico nítidamentearticulado,al hilo de la primeraguerracarlista(aunquetuvierael antecedenteinmediatode las polémicassur-gidaspor la ofensivade Godoycontralos Fuerosa principios del siglo XIX);significativamente,en muchasde las tesisfueristas,comola Defensahistóri-ca del Señoríode Vizcaya y provincias de Alava y Guipázcoa (1851), dePedroNovia de Salcedo,latíaya unainterpretaciónque identificabaFuerosy religión católica, que propiciaría —sobre todo después de la revolución de1868— un gradualdeslizamientodel fuerismo vascohaciaun foral-catolicis-mo reaccionarioy antiliberal, en el cual aquelladoble dimensióncatólicayfueristaaparecíacomola esenciade la identidadvasca(en detrimentode lastesis fueristasliberalesqueveían los Fueroscomo institucionesdemocráticasde gobiernolocal).

El galleguismo,finalmente,entendidoinicialmentecomosimple «provin-cialismo»,por la concepciónde Galicia como «provincia»unitaria, nació amediadosde la décadade 1840 (el primer periódicogalleguista,El Clamorde Galicia, impulsadopor Vicetto aparecióen 1854), con unadoble dimen-sión, historiográfica(con Murguía como exponeneteprincipal) y literaria,orientadacomoen el casocatalán a la revalorizacióndel gallego comolen-gua literaria (Murguía, por ejemplo, escribía en castellano), y culminó en elRex¡wdímieato.rnovi.miento.iniciado..enlos -años cincuentw y que se concre-tó en la obra de tres grandespoetas:Rosalíade Castro(1837-1885),autorade Cantaresgallegos(1863),primer granlibro del Rexurdimientopleno,y deFollas novas(1880) (y de En las orillas del Sar 1884, en castellano);Eduar-

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do Pondal (1835-1917),autor de Queixumesdos pinos (1886); y ManuelCurros Enríquez(1851-1908),autorde Aires da miña terra (1880) y O divi-no sainete(1888).

La Renaixencacatalanaalcanzósuplenitud en las últimas décadasdelsiglo XIX, en los grandespoemasde Verdaguer,en los dramasde Guime-ra y en las novelasde Oller. Luego, entre 1890 y 1910, el modernismo,movimiento integral que abarcó no sólo la arquitectura,la pintura o laliteratura, sino también,y destacadamente,las artesdecorativasy las artesindustriales(el mueble,la vidriera, la cerámica,la joyería, la forja, el car-telismo) y hastael gustomusical,renovó de raíz la vida cultural catalana,éxito social que revelabaque la Cataluñade fines del siglo XIX y princi-pios del XX habíageneradouna verdaderacultura creadora,que era, ade-más, unacultura privativa y propia (y que no era un fenómenopasajero,porqueel Noucentisme,tendenciay proyectocultural que desde1910 des-plazó al modernismoy que tuvo en Eugeni D’Ors su principal teorizador,se fundabatambién en unavisión particularistade Cataluña,identificadaahoraconel clasicismoy la luminosidaddelMediterráneo).En el PaísVas-co, la aboliciónde los Fuerosen 1876 provocóuna intensa,aunqueminori-taria, reacción escrita en defensade las institucionessuprimidasy, porextensión,de la lenguay de la culturavascas,reacción——-a la que se sumó,desdeCataluña,JuanMañé i Flaquer—que se concretóen la aparicióndenumerososfolletos y periódicosfueristas,en la creaciónde organizacionespolítico-culturalesvasquistasy en el resurgirde la culturaeuskaldún(Fies-tas Eúskaras,apariciónde la revista Euskal-Herria, notabledesarrollodelos estudiosde filología, antropologíay prehistoriavascas...),al hilo de locual nacieronalgunasideasque luegoharíansuyas, interpretándolasdesdeotra perspectiva,los inspiradoresdel nacionalismo:la idea de unir política-mentea los vascosen un partidocentradoenla defensade los interesesvas-congados;la noción de la unidadde las cuatroprovinciasvascas;la identi-ficación de la personalidadvascacon el euskeray los Fueros.En Galicia,finalmente, también culminó entonces—décadasde 1880 y 1890— elRexurdimiento: entoncesaparecieron,como hemosvisto, las principalesobras históricas de Murguía y los mejorespoemasde Rosalía, Pondal yCurros,y además,libros explícitamenteregionalistas(de Alfredo Brañasydel propio Murguía), y entoncesse crearon la Asociación RegionalistaGallega(1890-1894),que publicó en 1891-1892La Patria Gallega, y laLiga Gallegade Coruña,que actuóentre 1897 y 1906.

En suma,en Cataluña,un particularismocatalánde amplia raigambrepopularexistíaantesde queaparecieseel catalanismopolítico; másaún, loscatalanesaparecíaninstaladosen una cultura modernamayoritariamentecatalana.En el PaísVasco, la persistenciay extensiónde la concienciafue-

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rista —aun abolidos los Fuerosen 1876— revelaba la existenciade unhechovascoantestambiénde quesurgieseel nacionalismo(aunquelos vas-cos, por lo menospor lo que se referíaa Bilbao, SanSebastián,Vitoria ygranparte de Álava, estuviesenen cambio, instaladosmayoritariamenteenunacultura o españolao vasco-española).En Galicia, el regionalismocul-tural —sin traducciónpolítica— tenía,ya desde1885, perfilesbien defini-dos.

2. LOS NACIONALISMOS CATALÁN Y VASCO

Los movimientospolíticos nacionalistasaparecieronen Cataluñay PaísVasco en las últimas decadas del siglo XIX, y en Galicia, ya en los primerosañosdd siglo XX. La ideade nacionalidadcatalanaprobablementeestabayaimplícita en algunos(o bastantes)de los libros, revistasy escritosde distintotipo publicadosen Cataluñadespuésde 1876,y en los planteamientosde lasnumerosasorganizacionescatalanistasqueporentoncessecrearon.PeroPratdc la Ribaentendería,conrazón,quelacreaciónen 1887 dela Lliga de Cata-lunya por un grupo escisionistadel Centre Catalá,apoyadopor el CentreEscolarCatalanista—unaasociaciónde estudiantesa la quepertenecíanPratde la Riba, Domenechi Montaner,Verdagueri Callis y otros—, fue el hechodecisivo. Porquefue al hilo de la campañade mítines que el CentreEscolary la Lliga promovieronen 1889 en defensadel derechocivil catalán—quetuvo a Narcis Verdaguer como principal animador—cuandoJa idea denacionalidadcatalanaquedódefinida.El propioPrat de la Ribahabló en elCentre Escolaren 1890, y lo hizo sobre la «patriacatalana»como únicapatria de los catalanes,y sobrela lenguay el derechoen tanto queexpresiónde la nacionalidadcatalana.En 1891, por iniciativa del CentreEscolary dela Lliga de Catalunya,se creó la Unió Catalanista,queaglutinabaa centroscatalanistasde todaCataluña—y no sólo de Barcelona—,que en marzode1892 celebróen Manresasu primera Asamblea,en la que se aprobaronlasBasesper la Constitucié Regional Catalana; un texto cargadode ideasy con-notacionestradicionalistas,corporativistasy confesionales,con la idea de larestauraciónde las institucioneshistóricasdel Principado,comolas Cortesyel Tribunal Superiorde Cataluña,el uso del catalán como única lenguaofi-cial en la región y la asunciónpor Cataluñade ampliospoderesfinancieros,tributarios y ejecutivos.

El nacionalismo,en definitiva, iba adquiriendocrecienteascendencia.Varios periódicos,por ejemplo, pasarona autotitularsenacionalistas.En1895, Pratde la Riba y PereMutanyolapublicaronunaespeciede catecismopatriótico, el Compendide doctrina catalanista, del que se tiraron cien mil

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ejemplares—y quefue denunciadoy secuestradopor las autoridades—,cuyatesiscentralerala definición de Cataluñacomopatria o naciónpropiay dis-tinta. Cuando,en 1897, Prat de la Ribapronuncióen el Ateneobarcelonésuna conferenciasobre «El hecho de la nacionalidadcatalana»,basede sulibro, de 1906, La nacionalitat catalana, las tesisnacionalistasestabanyaclaramenteconsagradas.Los nacionalistascopabanya algunasinstitucionesculturalesde influenciaindudableen la vidacatalana,comoel mismoAteneode Barcelonao la Academiade Jurisprudenciay Legislaciónde esa ciudad.Únicamentequedabala irrupción en la política, a la que se inclinaba, sinembargo,sólo unapartede los miembrosde la Unió Catalanista.Esesector,integradopor hombresdel CentreEscolar,formó el CentreNacionalCatalá,en el que figuraron,junto a Prat, Verdagueri Callis, Cambó,Puig i Cada-falch, Domenechi Montanery otros; de la fusión entredicho Centrey laUnió Regionalista,otrade las distintasorganizacionescatalanistasexistentes,nació, ya en 1901,poco antesde las eleccionesgeneralesde ese año,la Lli-ga Regionalistade Catalunya,queiba a seren adelanteel partidodel catala-nismo conservador.

El nacionalismocatalánvino a sercomoel desenlacecasi natural de unlargo procesode cristalizaciónde la concienciade diferenciacióncatalana.Tuvo muchomás de continuidadque de ruptura con los que veníansiendoelementosnuclearesde la cultura política catalana.Un cierto componentecatalanistalatió siemprelo mismo en el provincialismode los años1840-50,que en el federalismodel sexeniorevolucionario,que en el tradicionalismorural catalán,queen el regionalismoconservadorde las décadasde 1870-80.La aparicióndel nacionalismosupuso,ciertamente,un punto de inflexión enaquellacultura política, y un saltocualitativo evidenteen el modo cómo loscatalanesentendíansupropiapersonalidadcultural e histórica;pero no vio-lentó la concienciapolíticade la comunidadcatalana,porquelos argumentoshistóricosy lingúísticosen quese apoyabano deformaban,al contrario,ni lahistoria ni la realidadlingilistica de Cataluña,y porqueCataluñaformabaunaunidad económicay cultural ampliamentevertebradabajo el liderazgodelpoderintegradorde unacapital plenade dinamismoy modernidadcomoeraBarcelona.Aunque hubieramuy diversasformasde entenderel nacionalis-mo, aunquela concienciacatalanano fuese la misma en todo el territoriocatalány aunquesubsistieranimportantesenclavespolíticos y culturalesnonacionalistas,el nacionalismofue un elementode integraciónpolítica de lasociedad catalana.

El caso vasco fue muy distinto. El nacionalismotuvo inicialmente unalcancemuy minoritario y un carácterextraordinariamentepolémico.Al acto,un banquete,en que SabinoArana (1865-1903),el fundadordel nacionalis-mo vasco,expusoporprimeravez susideas—aunquepocoanteshabíapubli-

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cadoel primerode sustextos esenciales:Bizcayapor su independencia.Cua-tro glorias patrias (1892)—, acto quetuvo lugar el 3 dejunio de 1893 en elcaseríode Larrazábal,en los alrededoresdeBilbao, asistieronsólo dieciochopersonas,que,además,polemizaronacaloradamenteal escucharlas palabrasdel protagonistade la reunión(luego publicadascomo folleto). En la discu-sión, Aranay suhermanoLuis —a cuyainfluenciaatribuiríasiempresucon-versión al nacionalismoallá por el año 1882— intentarondemostrar,segúntestimoniodel propioArana, quesu teoríaeraprecisamente«completamenteopuesta»a la tesisde la sociedadEuskalerria,el bastióndel fuerismo,a laque habíanpertenecidola totalidad de los asistentes,a la que calificó de«liberal y españolista»;luego, en 1897, Arana polemizaríaigualmente—ycon la misma radicalidad—con el carlismo,primero en una hoja de cuatropáginas,Elpartido carlistay losFueros Vasko-Nabarros,y luegoen un folle-to del mismo titulo en que respondíaa las críticasque se le hicieron y queprovocaríanuevaspolémicasy escritosque se prolongaríanmás allá de lamuertede Arana.

El hechoes significativo. Porque,por másque un vago protonacionalis-mo alentarade algunaforma en todo el fuerismo vasco,por másque, comose dijo, el nacionalismohiciera suyasalgunasde las ideasquehabíanemer-gido en los añosposterioresa la aboliciónforal de 1876,el nacionalismovas-co suponíauna rupturaesencialcon la tradición política vasca. La teoríanacionalistade los Fueros,expuestapor Aranaen 1897 en su folleto El par-tido carlista y los fueros Vaskonabarros,identificabaFueros con códigosnacionalesde soberanía;provinciasvascongadas,con Estadosvascos;e inte-graciónforal —mediantela derogaciónde la ley de 25 de octubrede 1839,que,paraArana,habíasupuestola destrucciónde la independenciavasca—,con soberaníade dichos «Estados».Tal teoría alterabasustancialmentelanaturalezadel problemavasco,circunscritopreviamenteal dilema aboli-ción/reintegraciónforal; la tesis nacionalistahacíamuy difícil la acomoda-ción entre Fuerosvascosy Constituciónespañola,desdeel momentoen quedefiníaa aquélloscomounosderechoshistóricosderivadosde unasoberaníadistinta y anterior a la soberaníaespañola.La teoría nacionalistano dejabaotra vía de acomodaciónque la vía de un pactode soberaníaentrelos Esta-dos vascosy el Estadoespañol.Tal teoríaiba muchomáslejos de los plante-amientosdel fuerismo,inclusodel fuerismo «intransigente»,y, por supuesto,de los planteamientosdel carlismo,en los quelos Fueros,lejosde constituirprincipio algunode soberaníaseparada,aparecíancomo uno de los funda-mentosde la Monarquíatradicional española.La interpretaciónhistóricadelnacionalismovasco,queenfatizabala ideade unasecularindependenciavas-ca destruidaen 1839, pugnaba,además,con una realidadhistóricaqueevi-denciabala basculaciónde losterritorios vascoshacia Castilladesdeel siglo

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XII y la integraciónde Navarraen la Monarquíahispánicadesdeprincipiosdel siglo XVI. El nacionalismohacíadel euskera,lenguaconocidapor sólounaparteminoritariade la poblaciónvascay perdidaen gran partede Álavay enBilbao, la lenguanacional,y ambicionabareuskaldunizaraunasociedadprofundamentecastellanizada;másaún, idealizabael mundorural y prein-dustrial vasco,en un momentoenque Vizcaya y Guipúzcoase industrializa-banaceleradamente.Aunquetuvieraimportanteapoyaturasocial—que,ade-más, iría engrosandoprogresivamente—,el nacionalismofue, desdeelprincipio, un elementode división —de verdaderaescisiónde la concienciacolectiva—,no de integraciónde la sociedadvasca.

El hechoque señalóla irrupción irreversiblede los nacionalismosen lapolítica españolafue el éxito de la Lliga Regionalistaen las eleccionesde1901 en Barcelona.La Lliga, creada,comose mencionó,poco antesde esaseleccionescomopartido del catalanismoconservador—quepocodespués,en 1906, definiría ideológicamentePrat de la Ribaen su libro La naciona-litat catalana,y prontolideradoen el Congresoespañolpor FrancesgCam-bó—, obtuvocuatrodelos sieteescañospor Barcelona-capital,si bienfavo-recido porla altísimaabstención,y dos de los treceescañosde la provincia.Mantuvo esosresultadosen las eleccionesgeneralesde 1903 y 1905, y en1907,SolidaridadCatalana,unacoalición lideradapor la Lliga e integradapor nacionalistas,republicanosfederalesy carlistas,obtuvo 41 de los 44escañosde Cataluña(y de aquéllos, 16 eran escañosnacionalistas).Auncon oscilacionesy retrocesoselectorales—como en 1910, en que en lacapital, Barcelona,quedó en tercer lugar, por detrás de republicanosynacionalistasde izquierda—,la Lliga se convirtió en la fuerzacentralde lapolítica catalanahasta1923, sobretodo desdeque, en 1914, conquistaralamayoríaen el Ayuntamientode Barcelonay en la reciéncreadaMancomu-nidad catalana.

También en el PaísVasco los años en torno al cambio de siglo frierondecisivos.En 1898, Arana,el creadordel nacionalismo,fue elegidodiputadoprovincial por Vizcaya (si bien conmuchosde susmás de 4.000votospres-tadospor la derechacatólicano nacionalista).Al año siguiente,los naciona-listas llegaban al Ayuntamientode Bilbao y, en 1907, lograbanpor vez pri-merala alcaldía de la capital de Vizcaya, en la personade GregoriodeIbarreche.El PN~ cuya fundaciónlos propios nacionalistasfechabanel 14de julio de 1894,día en que se inauguróen Bilbao el primer círculo o «bat-zoki» del partido, el EuskeldunBatzokija, no se presentóa eleccionesnacionaleshasta 1918, puesto que hacerlo hubierasupuestoreconocerlasoberaníade las Cortesespañolas;peroen marzode 1917 logró la mayoríaen la Diputaciónde Vizcaya, y en las eleccionesgeneralesde 1918 logró 6de los 7 escañosde esaprovinciay 1 de los 5 de Guipúzcoa.

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3. LOS LÍMITES DEL NACIONALISMO

Con todo, no era ésa la única realidad. Que la concienciaregional era«añeja»en muchasregionesespañolas,y queun sentimientoregional(políti-co o no) impregnabala formacomomuchosespañolespercibíansucondiciónnacional, eracierto. En Valencia,por ejemplo, se creó en 1878,por iniciati-va de ConstantíLlombart, la sociedadLo RatPena4 instrumentode unatími-darenaixen~avalencianaque, a principiosde siglo, dio lugar a brotes—Ji-meros,mínimos—de valencianismopolítico (Valencia Nova, la AssembleaRegionalistaValencianade 1907, JoventutValencianista...).Desde 1894 seorganizaronJuegosFloralesen Zaragoza;El HeraldodeAragón, diario crea-do en 1895,asumióla banderadel aragonesismo;entre 1900y 1904, un gru-po de académicosde la Universidadde Zaragozay de intelectualespublica-ronRevistadeAragón. En Andalucía,gruposfederalistascelebraronen 1883,en Antequera,unaAsambleaFederal,que elaboró unaConstituciónparaAndalucía; a partir de 1908, se crearonCentrosandalucesen distintos luga-res y en 1913 aparecióla revista regionalistaBética; en 1915, Blas Infantepublicó el Ideal Andaluz,el libro que teorizabael andalucismopolítico; enenerode 1918 se celebróen Rondael 1 CongresoAndaluz,queadoptóya unabanderay un himno andalucescomo expresiónde una identidadregionaldiferenciada.

Sin embargo, cualquiera que fuese la intensidad de los sentimientosregionales —sólo excepcionalmente,convienepuntualizar,percibidoscomodistintosde o contrariosal sentimientode españolidad—la proyecciónpolí-tica de los movimientosregionalistas,cuandola tuvieron, fue en la granmayoríade los casos,débil. En un artículotitulado, bien significativamente,«La cuestiónesencial»,publicadoen El solel 4 de noviembrede 1918,Orte-ga y Gassetdistinguía sólo seis regionesdotadasde lo que definió como«concienciacolectiva diferencial»: Aragón, Cataluña,PaísVasco, Navarra,Asturiasy Galicia.Considerabaqueotras dos,Valenciay Murcia, estabanentransición,y se aventurabaa anticiparque quizásuna tal concienciano lle-gasea aparecerni en Extremadura,ni en las dos Castillas,ni en Andalucía(punto esteúltimo que Ortegarepetiríaen su controvertidaTeoría de Anda-lucía, 1927,dondeafirmabaque Andalucíaerala únicaregión queno habíatenido«ni pujosni petulanciade particularismos»).

El mismonacionalismocatalánfue sobretodo un hechode la Cataluñavieja, de Barcelonay Girona.El porcentajede escañosocupadosentre 1901y 1923 por los regionalistascatalanesfue del 39 por 100 en Barcelona(monárquicos:38, 4 por lOO; republicanos:16, 7 por 100) y dcl 26 por 100enGirona(monárquicos:38 por 100; republicanos:26, 1 por 100),perosólodel 18 y 5, 6 por 100 respectivamenteen Lleida y Tarragona.La Lliga no

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consiguióla mayoríaelectoralen Barcelonacapitalhasta1914; y la mayoríamunicipal, hasta 1920. El nacionalismovasco fue hastalos añosde la IIRepública(1931-1936)un movimientobásicamentevizcaíno,y luego, hasta1936, vizcaíno y guipuzcoano.El «vitorianismo»fue muchomásdefinidorde la identidadde los habitantesde la capital alavesaque su identidadvas-ca;constituyó,por lo menos,el fundamentodel consensoelectoralqueper-mitió al político monárquicoconservadorEduardoDato hacersecon el dis-trito de Vitoria entre 1914 y 1921. Buenapartede la intelectualidadvascade los años 1900-1936(escritorescomoUnamuno,Baroja, Maeztu, Salave-rna, Grandmontagney Ramónde Basterra;pintorescomoZuloagay Arte-ta; arquitectos como Secundino Zuazo, PedroMuguruzao JoséManuel deAirpúrua; músicos como Usandizagay Guridi) fue vasco-españolista,nonacionalista.

El nacionalismofracasópolíticamenteen Galicia. SolidaridadGallega,un amplio movimiento político que surgió en 1907, integradopor carlistas,eclesiásticos, sociedades agraristasy un pequeñonúcleo de intelectualesnacionalistascoruñesesaglutinadosen torno a lavieja figura de Murguía—

con un programaesencialmenteagrarista:redenciónde foros, solución a laemigración...—, se disolvió hacia 1912. Los Irmandadesde Fala, movi-miento nacionalistasurgido en 1916 (1 Asamblea,en Lugo, en 1918), cuyofundamentoideológicovino a serel folleto Nacionalismogallego de AntónVillar Ponte—que definía a Galicia como nación, desdeuna perspectivarepublicanay federal—, fueron sobretodo un movimiento de intelectuales.Las pocas aventuraselectoralesque intentaronfracasaron:sólo lograron unconcejal,en A Coruña,en 1920. Aunqueen 1920 aparecióla expresiónmáscoherentey sistemáticadel galleguismohecho hastaentonces,Teoría denacionalismogalego, de Vicente Risco —inspiradorademásde la revistaNos, (1920-1936), la revista más influyente en la renovaciónde la culturagallegacontemporánea—,no hubo en realidadnacionalismopolítico gallegohastala creaciónen diciembrede 1931, proclamadaya la II República,delPartidoGalleguistade Alfonso R. Castelao(queademásse dividiría en 1935,por la escisiónde la Dereita Galeguista).El carácteragrario de la región, lafalta de ciudadesmodernasy de opinión pública articulada,las dificultadescasi insuperablesde las comunicacionesinternasregionales,reducidashastabienentradoel siglo XX a caminosde herradura;el fuertelocalismode aldeaque impregnabaa la sociedadgallega, todo ello debió contribuir decisiva-mentea imposibilitar la cristalizacióndel nacionalismo.El divorcio entreelgalleguismoy elmundorural, divorcio atribuibleenúltima instanciaalcarác-ter intelectual y culturalistadel nacionalismogallego (intelectualismoquecabe encarnaren Risco,profesor de la EscuelaNormal de Orense,tímido,mal oradorpúblico, intelectualapasionadoy culto, inadaptadoy descontento,

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seducidoporlo exótico, lo esotéricoy lo mágico,nietzscheano,elitista e irra-cionalista)marginóal galleguismopolítico.

En Andalucía,el andalucismofue hasta1936,entérminospolíticos,prác-ticamenteinexistente.Ganivetledecíaen 1898a Unamunoenunade suscar-tas,queAndalucíapolíticamenteno eranada(y quede crearseregionesdebíahaberdos Andalucías).Al discutirseen el Congresola ley de Mancomunida-desen 1912,El Liberal de Sevilla se lamentabade queel sentimientoregio-nal andaluzeraalgo «esfumado»,«atenuado»,«muy débil». Peseal esfuerzodeInfante y los andalucistas,la prensalocal concedió incluso en los añosde la II República—muy escasaatencióna los temasandalucistas:en Sevi-lla, por ejemplo, preocupóen esosañosmuchomásla crisis (paro,conflicti-vidad social)en la que laciudadse vio tras la ExposiciónUniversalde 1929.Fueotra teoríade Andalucía,no la andalucista,la que interesópolíticamenteen España(ademásde que se perpetuasela visión románticade la región,ahora con manifestacionesestéticasestilizadas,no españoladas,como Elamor_brujo, 1915_deFalta,y el Romancerogitano, 1 92~,y Poemadel cantehondo, 1931, de Lorca): la teoría de Andalucíacomoel gran problemaagra-rio de España,elaborado,primero,por los estudiosrealizadosen 1903 porelInstituto de ReformasSociales,luego por libros como la Andalucía trágica(1905) de Azorin, La Bodega(1905)de BlascoIbáñez,Deldrama de Anda-lucía (1923)de Eloy Vaquero,Bandolerismoy delincuenciasubversivaen labaja Andalucía (1913), de ConstancioBernaldode Quirós, Historia de lasagitacionescampesinasandaluzas.Córdoba (1929), de JuanDíazdel Moralo Los latVundiosen España(1932), de Pascual Carrión.

4. LA AFIRMACIÓN ESPAÑOLA

La extensiónde los sentimientosnacionalistasy regionalistasfue, enotras palabras,lenta y desigual.Tal vez, muchosespañolespensarancomoGanivet(segúnescribióa Unamuno):quese sentíaregionalista,pero quenocreía en la creaciónde organismospolíticos paralas regiones.Además,fueen el primer tercio del siglo XX cuandodefinitivamentecristalizó la plena«nacionalización»de la vida política y social española,esto es,cuandolanación, y no la regióno la localidad,se impuso ya comoámbitode la preo-cupaciónsocial y política (incluso aunqueaún Ortegapensaraque Españaerapura provincia).Fue entoncescuandose completóla homogeneizacióncultural de España,la nacionalizaciónde la cultura popular, si se quiere,sobrela basede toros y zarzuela(la décadade 1910-1920, con JoselitoyBelmonte,fue la «edadde oro» del toreo;zarzuelascomoLa cortede Fara-on. de 1910, o Doña Francisquita,de 1923, fueron popularísimas),canción

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española,cuplés,revistasmusicales (Las corsarias, de 1917; Las leandras,de 1931, ambasdel maestroAlonso) y ya desdela décadade 1920,depor-tes,queenseguidaproduciríanlos nuevosmitos del españolismopopular: la«furia española»en fútbol (1920), el vuelo transoceánicodel hidroaviónPlus Ultra (1926), los éxitos boxisticosdel fortísimo boxeadorvascoPauli-no Uzcudun.

Desdefinales del siglo XIX, la mayor integraciónnacional, fruto de laintensificaciónde las comunicacionesde todo tipo, del aumentode la circu-lación de la prensade masas,dc la mayor movilidad territorial de la pobla-ción, de la extensiónde la educaciónprimaria y secundaria,del mismo cre-cimiento de la maquinariadel Estadoy de su acciónen las provincias (delcrecimientodel propio Madrid, mediomillón de habitantesen 1900 y prácti-camenteun millón en 1930, y unaciudad ya comercialy bancariacuyo cen-tro aparecíaahorajalonadopor una vigorosay modernaarquitectura),todoello habíahecho de Españauna colectividadconsolidada(aunque la ideanacional fuesenegadapor los nacionalismoscatalány vasco).

La derrotade 1898 ante los EstadosUnidos, en la queEspañaperdió losúltimos restosde su imperio colonial (Cuba,Puerto Rico, Filipinas),no pro-dujo una reacciónnacionalista,como la que se produjo en Franciaen 1871tras la derrotade Sedánante Prusia,o en Italia, tras la derrotade 1896 enAdua (Etiopía).En la Españaanterior a 1923, no hubo ni partidosni movi-mientospolíticos nacionalistas(españoles)de masas.Tampocohubo unnacionalismo «integral», antiliberal, reaccionario, como el que cristalizó enFranciaa partir de 1899 en torno a laAcciónfrancesade Maurrasy Barrés.El intelectualcatalánEugenioD’Ors quisoredefinirel nacionalismocatalány posiblementeel español,desdelas ideasde Maurrasy del nacional-sindi-calismo de Sorel,perofracasó:en Cataluñay en Madrid. La opiniónespaño-la fue, porejemplo, contrariaa laguerra de Marruecos,quese extendióentre1907 y 1926. Marruecosno generómanifestacionespatriótricascomolas quese produjeronen 1860 (campañade África de O’Donnell), 1885 (conflicto delas Carolinas)y 1898.Marruecosprovocó,en todo caso, la SemanaTrágicade Barcelona(1909), una revueltageneralizadaen la capital catalanacontrael envíode tropasde la reservaa aquellaguerra.El 30 de agostodc 1923,envísperasdel golpemilitar del generalPrimo de Rivera,JoséMY Salaverría,elescritor guipuzcoano—maurrasianoy españolista—escribió en ABC queEspañaera«unade las nacionesmásliberalesde Europa»,lo quea él le pare-cíaanacrónicoy anticuado,y añadíaquemientrasen Franciase habíanentro-nizado cl nacionalismoy el militarismo, y en Italia, el fascismo,Españaseguíaestancadaen el sentimentalismoliberal.

Pero la crisis del 98 habíaprovocado,cuandomenos,una profundacri-sis de la conciencianacional,anticipadaen las añosanteriorespor Ganivet

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y Unamuno,que hizo que la reflexión sobreEspaña,una especiede preo-cupaciónmetafisicapor definir la esenciade Españacomo nación, viniesea ser la cuestiónpalpitantey aún obsesivade la vida intelectualespañola.El pesimismocrítico de la generacióndel 98 (Unamuno,Ganivet,Azorin,Baroja, Valle Inclán, Zuloaga,Maeztu, etcétera)produjo la idea de Españacomoproblemay el mito de Castillacomoesenciade la nacionalidadespa-ñola. El regeneracionismo(Oligarqula y caciquismo,de JoaquínCosta;ElproblemanacionaLde RicardoMacíasPicavea;La moral de la derrota, deLuis Morote...), la reacciónintelectualque se produjo tras el 98 y que tuvomuchode empachodeclamatorioy de retóricamoralizante,planteóla exi-genciade una reforma, de una regeneraciónprofunda del país, vía obrashidraúlicas,inversionesen educación,erradicacióndel caciquismoy admi-nistracióneficaz, exigenciade la quede algunaforma se hicieron eco entre1900 y 1914 los gobiernosde Silvela, Maura y Canalejas:la sesiónen laque el Congresode los Diputadosaprobó,en 1908, la Ley de Reconstruc-ción de la Escuadradel gobiernoMaura fue calificadacomo una «sesiónpatriótica».Maura mismo dijo que de lo que se tratabaera de «reconstruirla nacionalidad».

No hubo nacionalismo.Perohubo lo que JoséMaria Salaverríallamaríaen un libro de 1917 La afirmaciónespañola(el libro se subtitulabaEstudiossobreelpesimismoespañoly losnuevostiempos,y eraunacrítica ferozdes-de la derechadel pesimismonoventayochista).Con múltiples manifestacio-nes: la literaturaespañolistade un RicardoLeón (Cartade hidalgos,Loscen-tauros...) y de un Eduardo Marquina (En Flandesse ha puestoel sol, Loshúosdel Cid); lapintura luminosade Sorolla,antítesisde la EspañanegradeZuloaga; la conmemoraciónen 1908 del centenariode la guerrade Indepen-dencia(tampocofue casualqueJuderíaspublicarasu libro sobrela Leyendanegra en 1914); la misma guerra de Marruecos,que parael Ejército fue laoportunidadderestaurarel prestigioperdidoen 1898; elnuevohispano-ame-ricanismo; hastala misma visión evocadoray nostálgicade la Españadelsiglo de oro queproyectaríaa partir de 1905 el desengañadoAzorín en librosde prosairrepetible (La ruta deDon Quúote, 1905; España,1909; Castilla,1912; Lecturasespañolas,1912; Clásicosy modernos,1913; El paisajedeEspañavistopor los españoles,1917; Una hora deEspaña.1924).Mástoda-vía, elementos,principios, ideas,de un nuevosentimientonacionalistaespa-ñol —devociónferviente a un conceptoabstractoe idealizadode la patriaespañola;afirmaciónde la unidadnacional frenteal ascensode los naciona-lismoscatalány vasco—afloraronen los discursosy escritosdehombresdeltradicionalismode la derechacomoVázquezde Mella y Víctor Praderay engeneral,en partedel pensamientocatólico; en el lenguajede las JuventudesMauristas, la organizaciónde jóvenesconservadoresque surgió en 1913 en

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torno a lacarismáticafigura de Maura(vivero de políticosqueen sudía mili-taronen la derechamonárquicaautoritaria:Goicoechea,Lequerica,JoséCal-vo Sotelo...); en editorialesy artículosde periódicosconservadorescomoABC (Salaverríacolaboróregularmenteen el periódicodesde1910 a 1940)yEl Debate, el diario católico creadoen 1911; en el Ejército,particularmenteen los jóvenesoficiales del ejército de Marruecosde la llamadageneraciónde 1915 —la de Franco,Mola, Goded,etcétera——,queacabaríaporver en losnacionalismossu enemigointerior incompatible con la idea de unidadnacionalencarnadapor la institución militar; en los movimientosmonárqui-cosque en el PaísVasco y Cataluñase crearonparacombatirlos «separatis-mos»respectivos:enenerode 1919,los monárquicosde Vizcaya crearonconesepropósitola Liga de Acción Monárquicay el diario de Bilbao El PuebloVasco integróen sus páginascolaboracionesde muchos de los intelectuales(Maeztu,Calvo Sotelo,Víctor Pradera,SalvadorAunós, Salaverría,SánchezMazas...)que,desdeellas,y tambiéndesdeDiario deNavarra, dirigido porRaimundoGarcía«Garcilaso»,fueron formulando unaconcepciónultrana-cionalistade Españaen la queestaríanya ideasqueluegoinspiraríanlas dic-tadurasde Primo de Riveray Franco.

5. LA CUESTIÓNREGIONAL

Esecontexto(apariciónde nacionalismoscatalány vascoy de sentimien-tosregionalesen otros puntos,pero de desarrollolento y desigual;afirmaciónespañola,aunqueno nacionalismoespañol)explicaríala respuestaquedesdeel Estadose daría a la cuestiónnacionalista.Ciertamente,la irrupción delnacionalismocatalán—Lliga Regionalistaen 1901; SolidaridadCatalana,1907— cambió, de algunaforma, la política española;se reabrióincluso Jacuestión,queya plantearaSilvela en 1891, de la reformade la Administra-ción local y provincial del país:perono llegó a acometerseen serio la refor-ma de la organizaciónterritorial del Estadosobre la basede su divisiónregional,estoes,de procedera algún tipo de descentralizaciónpolítica paralas regiones.

Esa idea estabaimplícita, por ejemplo, en el proyecto de reformade laAdministraciónlocalque,primeroen 1903 y luegoen 1907, presentóel líderconservadory jefe del gobiernoen 1903-1904y 1907-1909,Antonio Maura(1853-1925),un proyecto—en su forma final: dos libros, 409 artículos,numerosasdisposicionestransitorias—que modificaba sustancialmentelosregímenesmunicipal y provincial(creaciónde mancomunidadesprovinciales,cambiosen el funcionamientode las Diputacionesprovincialesy en las elec-cionesprovinciales),y quecasi equivalía,bajosuaparienciaadministrativa,a

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unareformade laConstitución.El intensisimodebatequesuscitó——127 diasde debate,2.950discursos,1.387 enmiendas:Maura cayó en 1909 antes deque el proyectofueseaprobado—,debatequereveló la extraordinariaperso-nalidadpolítica y parlamentariade Cambó,el líder de la Lliga catalana,queliteralmente«catalanizó»el proyectoy la discusióndel mismo, pusode relie-ve, precisamente,por lo menosdos cosas:1. queCataluñaeraya el granpro-blemade España;y 2. queel problemacatalánno erasino la manifestaciónde algo másprofundo;queel fracasode la administraciónlocal y provincialespañolaeralacausaúltima del fracasodel Estadonacionalespañol,queevi-denciabanla derrotadel 98, la persistenciadel caciquismo,la crisis del par-lamentarismo,cl malestarde los intelectuales,las exigenciasde regeneracióny los problemasagrariosdel país(la Andalucíatrágica,el hambrey la mise-ria de Extremadura,el minifundismogallego...).

Pero el proyectode Maurano fue aprobado.Quedó,únicamente,la ideade las mancomunidades,estoes, la posibilidadde crearorganismosde coor-dinaciónentrelas provinciasde unamismaregión,asuntoresucitadoen 1911por las Diputacionescatalanasy que,trasdistintasvicisitudesparlamentarias,permitiría laconstituciónde la Mancomunidadcatalana—quesuponíala cre-ación de unaJuntageneralde diputadosde las cuatroprovinciasy la forma-ción de un consejopermanentede gobiernopara ellas,másla asuncióndeamplias competenciasen materiasadministrativa,educativa,cultural y derégimeninterior— a partir del 6 de abril de 1914.

Perono se hizo nadamás.Cuandoen diciembrede 1918, los diputadoscatalanespidieron la plenaautonomíaparasu región, recogieronel rechazoprácticamentetotal de las Cortes.Tampocose atendióla petición de reinte-graciónforal planteadadesdeel veranode 1917 por las Diputacionesprovin-ciales de las tres provinciasvascas(pesea estardos de ellas presididasporpolíticosmonárquicosy pesea quela reintegraciónforal no contemplabaenmodo alguno la formación de una región vascaautónoma).El régimen de1876, comotodo el Estadoespañoldel siglo XIX (con la excepciónde la efi-meraexperienciade la 1 Repúblicade 1873), se fundamentó,comoha que-dado dicho al principio, en una idea unitaria de Españacomo nación. A suvez, la izquierdaespañola—la tradición liberal, el republicanismo——mostrómuy escasas simpatías por los nacionalismos regionales cuando éstos apare-cieron. Con la excepción del federalismo, el republicanismoespañolcreyóque lo que había fracasado en España en determinadas circunstancias críticas—por ejemplo, en 1898— habíasido la forma del Estado,la Monarquía,nosu organización territorial. Desde su perspectiva, el problema de España esta-ba en la sustitución de una Monarquía vieja y oligárquica, por una Repúblicademocráticay moderna:la cuestióncentralismo/autonomíasresultabasecun-daria.El anti-catalanismosería,así,uno de los rasgosdefinidoresdel Parti-

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do RadicalqueAlejandroLerroux, el políticojoven mássignificadodel repu-blicanismode izquierdade principios de siglo, creó en 1907. Republicanosmoderadoscomo MelquiadesÁlvarez y liberalesmonárquicoscomo Monte-ro Ríosse opusierontanto al proyectode reformade laAdministraciónlocalde 1907 como a la formación en 1914 de la Mancomunidadcatalana.Elsocialismoespañolno fue másfavorable.No teníainfluenciaalgunaenCata-luña, era extremadamentehostil al nacionalismoen el PaísVasco —uno delos baluartes del partido— y veía en un Estadocentralfuerteel instrumentode la reforma y del cambio social.

El cambio se inició en los añosde la 1 GuerraMundial, tal vez por dosrazones:por el reconocimientointernacionalque entonces(1918) tuvo elderecho a la autodeterminación de las nacionalidades oprimidas, y por lacreciente importancia que en Cataluña fueron tomando, también en aquellosaños, grupos catalanistas republicanos y de izquierda.En cualquiercaso,fue significativo que la revista España, órganode la intelligentsiademo-cráticaentre 1916 y 1923,dirigida sucesivamentepor Ortegay Gasset,LuisAraquistainy Manuel Azaña,publicaraun alto númerode artículosfavora-bles a la autonomíacatalana(aunquetambién en sus páginasaparecieroncolaboracioneshostilesal catalanismo,como, por ejemplo, las de Unamu-no). El Partido Socialista Obrero Español reconocióen su Congresode1918 el derechode las «nacionalidadesibéricas»a su autogobierno,en una«confederaciónrepublicana».Ya en abril de ese año, un discursoen lasCortesdel líder de los socialistasvizcaínos,IndalecioPrieto, habíaindica-do que el PartidoSocialistapodríaadoptarunaactitud receptivarespectoalas aspiraciones vascas si es que éstas se formulaban desde perspectivasfueristas y liberales. Luego, diputadossocialistas—Julián Besteiro,con-cretamente—defenderíanla autonomíade Cataluña.El PartidoReformistade MelquiadesÁlvarezasumiótambiénla posibilidaddetal solución y aúnbuscó, en los años 19 18-1920,alguna forma de aproximaciónal naciona-lismo de la Lliga y Cambó.Fue,finalmente,durantela dictadurade Primode Rivera (1923-1930)cuandoel cambio —esto es, esa apertura de laizquierda hacia los nacionalismosy la idea de autonomíaterritorial—— secompletó:cuandocl nacionalismocatalánde izquierdaluchójunto a repu-blicanosy socialistasen favor del establecimientode una Repúblicademo-crática. Democraciase identificó con Repúblicay con autonomíaparalasregiones«nacionalistas».

La idea, por ejemplo, que Ortegaexpondríaen La redenciónde laspro-vincias, el ensayoya citado anteriormente,escrito en 1927 y publicadoen1931, era la organizaciónde Españaen diez «grandescomarcas»,términoque acuñó para camuflar el de región, entonces, 1927, no autorizado, todasellasautónomasy dotadasde unaampliacapacidadde autogobiernoy de ms-

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tituciones democráticaspropias (Gobierno regional,asamblealegislativa).Era haceruna Españanueva y era proyectarunagran política nacional,hechas, una y otra, —comoél decía— para las provincias y desde las pro-vincias.

La «gran reforma» que Ortega proponía era lo que pronto iba a llamar-se Estado regional. Pero con matizaciones importantes. A Ortega no le pre-ocupabanias regionespor suespecificidadétnica,cultural o histórica:en sulibro no hablabani de nacionalidades,ni de lenguaspropias,ni de derechoshistóricos(de las regiones).Es más,inclusoeludíael problemade los movi-mientosnacionalistas.Ortegavolvía a la provinciay a la regiónpor consi-derarque en ellas se encarnabay cristalizabala realidadde España,porqueentendíaque provincia y región constituíanel horizonte social y vital delespañolmedio. Ortegano creía que el Estadoespañolcontemporáneo—oel régimende la Restauración——habíanfracasadopor sucentralismo:creíaque habíafracasadopor ser un sistemay un régimenabstractosy artificia-les,un sistemay un régimenque—como dijo en Vieja y nuevapolítica, en1913— representabanla Españaoficial, pero desconocíanla Españareal.Ortega, en suma, se ocupabade España.Creía que la «gran reforma»nacional——término querecordabaal de «regeneración»de los años1899 y1900— teníaquecomenzarpor su realidadmásauténtica,que era, en suopinión, lasprovincias.Ortegaqueríaque las provinciasasumiesensures-ponsabilidaden el quehacernacionaly entendíaqueesosuponíadotarlasdepersonalidadpolítica propia y darlesamplias atribuciones:pero lo que lepreocupabaerael renacerde España,construirdesdeel fuerte localismoderegionesy provincias la concienciay la voluntadnacionalesde queel paísaún carecía.

La actitud de Ortegaera, hastacierto punto,paradigmática.Su genera-ción, la de 1914,queen 1931 iba aasumir las responsabilidadesdel poder,empezabaa comprenderlas razonesde la autonomíaregional; pero el hiloconductory central de todassus preocupacionespolíticas sería, ante todo,España y su vertebración como nación: «hablo de nación y de nacional —

diría Azañaen octubrede 1933—,porqueestoyhablandode política». La IIRepública,proclamadaen 1931, fue, en efecto,el primer régimenpolíticoespañolque intentó dar respuestay soluciónal problemade los nacionalis-mosregionales.Fue, sinembargo,extremadamenteprudentey responsableala hora de hacerlo. De hecho,en los cinco añosque transcurrieronhastaelestallido de la guerracivil, sólo se habíaconcedidoautonomíaa Cataluñaen 1932. En el Parlamentosólo se habíallegadoa discutir otro Estatutodeautonomia,el vasco,queentraríaen vigor iniciadaya la guerra,el 1 de octu-bre de 1936. Los restantesno pasarondeanteproyectos.El Estatutogallegollegó a serplebiscitadoel 28 de junio de 1936, votandoa favor de la auto-

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nomíaun total de 993.351 de los 1.343.135electores.Peroentróen las Cor-tes el 15 dejulio, tresdíasantesdel levantamientomilitar, y no llegaríaa seraprobado.

6. EL ESTADO INTEGRAL REPUBLICANO

La principal aportaciónde la II Repúblicafue la ideadel Estado«inte-gral», recogidaen el artículo 12 de la Constituciónde 1931.Queríaser, des-de la perspectivade los constituyentesrepublicanos,unaalternativatanto alEstadounitario como al Estadofederal. Frente al primero, la Repúblicaadmitía las autonomíasregionales,aunqueestablecíaun procedimientoexi-gentey laboriosoparala aprobaciónde los estatutosautonómicos.FrentealEstadofederal, la Repúblicacreabaun Estadodescentralizadono uniforme,y no admitía la federaciónde regionesautónomas(artículo 13 de la Consti-tución). El Estadointegral republicanono era un Estadounitario con otronombre. Pero,detrásde la ideade Estadointegral, habíaun claro conceptode España,queveíaa éstacomouna unidadhistórica,lingúistica, cultural yestatalen la que se reconocíala existenciade varias culturasparticulares—

Cataluña,PaísVascoy Galicia—y sentimientosmáso menosafirmadosdeidentidadregional. El Estadointegral de 1931 tendió a configurarseen laprácticacomo un Estadoregional: el retrasoen la aprobaciónincluso deautonomíasindiscutidascomola vascay la gallegarevelabaquelos hombresde 1931 admitíandiversosgradosde autonomíay que éstase concederíapreferentementesólo a regiones con una acusadapersonalidadpolítico-administrativa.

Como se ha dicho, el procedimientode elaboracióny aprobaciónde laautonomíaregional era laborioso:exigía la propuestapor la mayoríade losayuntamientosde la región,su aprobaciónen plebiscitopor las dos terceraspartesde los electoresde la misma—conimposibilidadde replantearla pro-puestaen cinco años—y la aprobaciónfinal de las Cortes,como instituciónsoberanadel Estado.Además,la Constituciónde 1931 distinguíameridiana-menteentrecompetenciasexclusivasdel Estado,competenciascuya legisla-ción correspondíaal Estadoy su ejecución,sí asíse acordase,a las regionesautónomas,y competenciasde legislacióny ejecuciónde estasúltimas. Mástodavía: la Constituciónatribuía las competenciasresidualesal Estado(artí-culo 18), y hacíaprevalecerel derechodel Estadoespañolsobreel de lasregionesautónomasen todo lo que no estuvieseatribuido a la competenciaexclusivade aquéllas(artículo21).

La II República,por tanto,aun conscientede la necesidaddereorganizarel Estado,optó por una política gradualistade descentralización,por una

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política que satisficiesea las regionesnacionalistasy, antesque aninguna,aCataluña,peroque dejaseintactaslas potencialidadesdel Estado:éste seguíasiendoa los ojos de los responsablesde aquelrégimenel instrumentoesen-cial parala regeneraciónnacionalque queríanemprender.Azaña mismo, elhombreque másque ningún otro fue la encarnaciónde la República,tuvosiempreun profundo sentimientode españolidad;desconociódurantemuchotiempoelproblemaregional;«descubrió»Cataluñay el catalanismotarde,enmarzode 1930, cuandovisitó aquellaregión en compañíade un numerosogrupo de intelectualescastellanos;asumió,contodo, sin reservasy con sin-ceridad,y hastacon apasionamiento,la idea de la autonomíade Cataluña,ylo hizo conparticular intensidadentre1932 y 1934; apenassi le interesaronen cambio, el PaísVasco y Galicia; y, finalmente,Cataluñale decepcionóamargamente(y aúnguardaríaparaella algunosde sus másagriosy despee-tivos comentarios).

Azaña teníaunavisión idealizadamenteregeneracionistade la República.Creíaen ella, antetodo, como instrumentoesencialparala restauracióndeEspañacomonación. La concebíacomoun régimenesencialmentenacional,comola encarnación—segúndiría en másde unaocasión—del sernacional,como el sistemaque, al devolver las libertadesa los españoles,devolveríaaéstossupropia dignidadnacional. Siemprecreyó en Españacomo unauni-dadcultural. Antes de 1930, hizo algunaalusiónvaga y ocasionalo al loca-lismo o a la individualidadde los distintos pueblosde España:pero su idea—como la del liberalismohistóricoespañol—era la de vigorizar las entida-des locales (no, las regionales),hacerdel municipio escuelade soberanía,recuperarla vieja tradición castellana—comunera—de las libertadesmuni-cipales.Despuésdc 1930, y siemprepensandoprincipalmenteen Cataluña,Azañaadmitió la necesidadde reestructurarel Estadoy de otorgara los pue-bios del mismo que manifestasenuna concienciahistórica diferenciadalaautonomíaque demandasela voluntadpopularPero contressalvedades:queAzaña creía con españolismo«profundo,puro y ardiente»—son sus pala-bras—en la solidaridadmoral de los puebloshispánicos;que entendíaquelas libertadesde esospuebloseranconsecuenciade las libertadesde España;y queveía en Españay en la culturaespañola,la síntesissuperioren la quese reconciliabanla concienciay las culturasdiferenciadasde las regionesypueblos españoles.

Desdeantesde proclamarsela República,desdesu visita a Barcelonade27 de marzode 1930,Azaña, comoya ha quedadodicho, asumióla defensade la autonomíade Cataluña.En estaocasióndijo inclusosentir«la emocióndel catalanismo».Luego,en 1932, llevó el Estatutocatalánal Congreso,y sugobierno lo promulgó el 15 de septiembrede ese año: Azaña tenía la firmeconvicción de que la Repúblicafracasaríasi no resolvíael problemacatalán

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—en el queveíael «primerproblemaespañol»—y estabaconvencidode quehabíaque reconocerla realidaddel sentimientonacionalistacatalán,y obraren consecuencia«aunquenos duela nuestrocorazónde españoles»,segúndijo en las Cortesel 25 de junio de 1934. Azaña,con todo, poníacondicio-nes y límitesasupolíticaautonomista.En concreto,tres: a) derivaciónde laautonomíadel marcoconstitucionalespañol,lo queexcluíaadmitir principioalguno de soberaníade las regiones; b) autonomíacomo expresiónde lavoluntadde las regioneso, lo queera lo mismo, rechazoa unageneralizaciónde autonomíasregionales(Azañadecíaque las autonomíasde regionessinconcienciahistóricani tradición regionalistaserían«floresde estufa»;no cre-ía en la Repúblicafederal); e) estructuraciónde la autonomíaregional sobreprincipios democráticosy republicanos,lo queapuntabaa impedir quedeter-minadasregionesautónomaspudieranconstituirseenbastionesde la reaccióny de la derecha,comopodíaocurrir, en 1931-1936,en el casodel PaísVas-co. Sobretodo, dos principioseranparaAzaña por definición irrenunciables:la unidadde Españay la preeminenciadel Estado.

‘7. DE LA DICTADURA A LA DEMOCRACIA

La solución constitucionaladoptadaen 1931 parecía,pues,razonableymesurada.Sin embargo,era inadmisibleparael nacionalismoespañol,cuyaideologíaunitariay españolistaestabadetrásdel levantamientomilitar del 18dejulio de 1936, e inspiraríaloscuarentaañosde dictaduradel generalFran-co (1936-1975).Comoha quedadoindicado,esenacionalismoespañolno diolugara un movimientode masaslideradoporun solo partido,al estilodel fas-cismo italiano o del nacionalsocialismoalemán:los fascismosespañolesdelos añostreinta,incluida la Falangede JoséAntonio Primo de Rivera, fueronpolítica y electoralmentepartidos marginales.En cambio, el carácteranti-catalanistay antivasquistadc aquelnacionalismoapelóa importantessecto-res del ejército español.Desdeprincipios de siglo y al hilo sobretodo de laguerra de Marruecos(1909-1927),se forjó unanuevamentalidadmilitar quegradualmentefue identificandopartidosy parlamentarismocon decadencianacional, y que veía en los nacionalismosregionalesun enemigointerno yunaamenazaa la unidadnacional.

Militarismo y antiseparatismo fueron dos de los componentes principalesdel nacionalismoespañoldel siglo XX: junto a ellos, una exaltaciónentu-siastadc la ideade España,unafe casi místicaen susdestinosy la glorifica-ción de su pasadoreligiosoy militar. El nacionalismoespañoldesarrollóunateoría nacional-militarquehacíadel Ejércitocl símbolo y la columnaverte-bral de la unidadnacional;del catolicismo, la esenciade la nacionalidad;y

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de un Estadoautoritario,fuerte, centralistay unitario, la clavede la salvaciónnacional.Tales ideasinspiraronlos principios del régimenmilitar y del Esta-do que se establecierontras el triunfo de la sublevaciónmilitar en la guerracivil de 1936-1939.Los Estatutosde autonomíade Cataluñay del PaísVas-Co fueronfulminantementederogados;Vizcaya y Guipúzcoafueron conside-radascomoprovincias«traidoras»y no conservaronni siquierael régimen deConciertosEconómicosdc 1878, que subsistióen cambio enAlava y Nava-rra, provinciasque secundaronel levantamiento.Los movimientosnaciona-listas fueron duramentereprimidos,y muchos de susdirigentesy militantesfueron fusilados(el líder andalucistaBlas Infante,y el que fuerapresidentede CataluñaLuis Con-ipanys,entreellos). Lasmanifestacionesmásacusada-mente representativasde las identidadesparticularesde las regiones—len-gua, literatura,folelore,banderas,himnos—fueron,igualmente,prohibidasyperseguidas.Los nacionalismoscatalán,vascoy gallego no tuvieron otraalternativaqueel exilio o la cárcel. Los cuarentaañosdel régimen de Francose definicron-por la- enérgicay sistemática-aplicaciónde políticas culturalesunitariasy asimilistas,por unatotal centralizaciónadministrativay por unacompletauniformizaciónlegislativa en materiade Administraciónterritorial(aunquedesdela décadade los añossesentapudo apreciarseciertatoleranciarespectoa las culturascatalana,vascay gallega).

Sin embargo,el problemaregional no iba a desaparecer.En Cataluña,pesea la represión,la concienciacatalanase mantuvoviva trasla guerracivilmercedal vigor de la lenguay la cultura catalanas.Escritores,intelectuales,artistas,historiadores,filólogos, gruposfolklóricos, la Iglesia—sobretodo,la Abadía de Montserrat—, estudiantes, y hasta una entidad deportiva comoel Club de fútbol Barcelona,actuaronbajo el franquismocomodepositariosdel fuerte sentimientode identidaddiferenciadode la región. Cataluñanoconociógravesconflictos de carácternacionalistabajo aquel régimen.Aúnasí,sucesoscomo el procesodel joven nacionalistaJordí Pujol en 1960 o laexpulsiónen 1965 del abadde MontserratAureli Escarrétuvieron gran sig-nificación. Los años 60 vieron un considerableresurgimientode la culturacatalanaen todoslos ámbitos:en 1959, aparecióla primeragranrevistacata-lanade la posguerra,Serrad’Or; entre1961 y 1974, la llamadaNova CanQócatalanaalcanzógranpopularidad;aparecieronpor entoncesnuevaseditoria-les en lenguacatalana.El pintor Tapiés,el escritorSalvadorEspriú(Cemen-tiri deSinera, 1946; Llibre deSinera, 1963), la escritoraMercé Rododera(Laplaca del Diamant, 1962), el teatro de Ricard Salvat, del propio Espriú yMar aAurélia Capmanvla historiografía(Jordí Nadal,-Fontana~Termes,Giralt; casi todosellosdiscípuloso colaboradoresde Vicens Vives, muertoen1960): todo, revelabalapujanzaculturalde Cataluña.En 1967, respondiendoa un libro de Julián Marías titulado Consideraciónde Cataluña, el escritor

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Mauriel Serrahimapublicó Realidadde Cataluña,un ensayoen que reafir-mabala realidadde Cataluña—de los paísescatalanes—comonación. Losactosde desafiointelectualy político al franquismose hicieron cadavez másfrecuentes.En noviembrede 1971, se formó en la clandestinidad,por inicia-tiva del PartidoSocialistaUnificadode Cataluña,el partido comunistacata-lán, con la participacióndeunos300 representantesde todaslas fuerzasclan-destinascatalanas,una Asambleade Cataluña,que acordóun programacomúnque incluía, de forma preferente,el restablecimientodel estatutodeAutonomíade 1932.

En el PaísVasco—dondecomoen Cataluñalos sentimientosde identi-dad no habíandesaparecido,dondela cultura euskaldún,no obstanteel for-midablecrecimientoindustrialy urbano(e inmigraciónforánea)quela regiónexperimentóentre 1939 y 1979, habíasobrevividoatravésde la labor de lospoetasorales,filólogos, antropólogosy sacerdotes,y a travésde los vigoro-sosy popularesdeportesruralesy marineros(pelota,traineras)—, enel PaísVasco,la protestaregional adquirióparticularviolencia. Ello pudo deberseenpartea queel vasquisinofue siempremenosextensoperomásradical queelcatalanismo,probablementepor apoyarseen unalenguay unaculturaminori-tariasy amenazadas.Pero se debió sobretodo a la apariciónen 1959 de laorganizaciónETA (Bus/cadila AZkatasuna,Euskadiy libertad), que ensegui-da se autodefinió como «movimiento vascode liberaciónnacional»y quedesde 1968 optó por la violencia y el terrorismocomo vía hacia la «libera-ción» de Euskadi. Entre 1968 y 1975, murieron, víctimas de accionesdeETA, 47 personas,entreellas,en 1973, el presidentedel gobiernode la dic-tadura,CarreroBlanco(murierontambién27 etarrasen choquescon la poli-cíao la guardiacivil). El franquismodesencadenóen aquellosañosunadurí-sima represiónen el PaísVasco: fue un revulsivo de la concienciavasca,como pudo verseen la amplísimamovilizaciónque se produjoen 1970 con-tra el juicio en Burgoscontravarios dirigentesde ETA paralos que se pedí-an varías penasde muerte.Cuando Francomurió en 1975, habíaunos400presosvascosy cercade 500 exiliadosen el sur de Francia. En Galicia, laactividadfue menory preferentementecultural (creaciónde la editorial Gala-xia en 1950 por RamónPiñeiro; aparicióndel libro Longa noite depedra deCelsoEmilio Ferreiro, 1962; nacimientode la Nova cacióngalega; creaciónen la clandestinidaden 1964 de Unióndo PoboGalego,partidogalleguistaymarxista...);perorevelabaigualmentelapersistenciade la autoconcienciadediferenciaciónde la región.

En cualquiercaso,la reacciónregional,quea pesarde la represiónpudoapreciarseapartir de 1960,pusode manifiestoel fracasodel modelode Esta-do unitario y ultranacionalista(«Españauna, grandey libre») impuestodes-de 1939 por el régimen de Franco. En 1975, democraciaaparecíade nuevo,

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al igual que en 1931, como sinónimode autonomíapara las regiones,talcomoreflejabandeclaraciones,manifiestosy programasde laprácticatotali-dad de los numerosospartidos,gruposy grupúsculospolíticos que reemer-gieronen la vida pública españolaa partir de la muertede Franco,cl 20 denoviembre de 1925. Tras la muertede Franco,el históricoPartidoNaciona-lista Vasco reapareceríacomoel principal partido vasco,tal como indicaríantodoslos resultadoselectoralesdesde1977. ETA —englobandobajo tal a lasdos ramas, ETA político-militar y ETA militar, en que la organizaciónsehabíadividido en 1974 y a algunapequeñaescisiónposterior—mató a otras300 personasentre1975 y 1980.A partir delas eleccionesgeneralesde 1979,J-ferri Batasuna,unacoaliciónpróxima a ETA militar, emergiócomouno delosprincipalespartidosde la región.En Cataluña,el sentimientoregionalerainequívoco:cercade un millón de personasse manifestaronen Barcelonael11 deseptiembrede 1977 endemandade autonomía.Trasun primer momen-to (1977-1979)de predominio de la izquierda,cl nacionalismomoderado,representadopor Convergenciai Unió, coalición lideradapor Jordi Pujol, seconfiguró ya comoprimera fuerzapolítica de la región en las primeraselec-cionescatalanas,celebradasen marzode 1980.

En suma,cuarentaaños de dictaduracentralistay autoritaria no habíanlogrado, al contrario, que desaparecieseel viejo pleito histórico de losnacionalismosvascoy catalánen demandade autogobiernoparasus respec-tivos territorios. Más aún,el problemaregional no se limitaba ya, comoen1931, a las provinciascatalanasy vascasya Galicia (dondeapartirde 1975y hastala apariciónen 1982 del BloqueNacionalistaGalego, se repetiríaloque ya sucedieraen 1931 y aún antes:debilidadpolítica del nacionalismo,pero abundanciade manifestacionesde identidadpropia y separada,comolengua, tradiciones culturales, historia, estructura territorial, formas de la vidasocial).Ahora, antesy despuésde las eleccionesde junio de 1977 —las pri-merasde la democraciaposfranquista—,las manifestacionesen demandadeautonomíaregionalo, por lo menos,las expresionesde afirmacióndela exis-tencia de una concienciade identidadregional, se multiplicaron en Andalu-cía, Valencia,Canarias,Asturias,Cantabria,Aragón,Extremaduray aún, enlas dosCastillas.Desde 1976,se generalizó,por ejemplo, la prácticade con-memorarmediantealgúntipo de gran concentraciónpopularel «Día» de laregión;haciéndolocoincidí; conalgunafechahistóricalocalmentesignifica-tiva, mezclade actopolítico, de reivindicaciónde orgullo regional,simboli-zado por la exhibición verdaderamenteinundatoria de banderasregionales,algunasmuy antiguas,otrasde invenciónreciente,y de demostraciónfolkló-rica y cultural: la celebracióndel primer Día de la región —años 1976, 1977o 1978,segúnlos casos—iba a quedarindeleblementegrabadaen la historiade muchasregiones(Andalucía,Valencia,Aragón, Asturias, Cantabria).

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En Canarias, por ejemplo, región donde el nacionalismo canario habíasido (siglos XIX y XX) prácticamente inexistente, llegó a temerse que elMPAIAC (Movimiento por la Autodeterminación y la Independencia delArchipiélago Canario), un movimiento indigenista y africanista creado en1964 en Argel por Antonio Cubillo, pudieraconvertirseal hilo de la transi-cion en otra ETA, o que la idea de autodeterminación,alentadapor elMPAIAC y otros gruposnacionalistasde izquierdaradical,prendieraentrelaopinión de las islas. En Andalucía,donde,comoquedódicho, las propuestasregionalistastampocohabían tenido antes de 1936 traducciónpolítica deimportancia,el regionalismo(un nuevoregionalismoandaluz,fundamentadoante todo en los problemaseconómicosy socialesde la región) se convirtiódesde1975-1976en la cuestióncentralde la vida política.

8. LA CONSTITUCIÓNDE 1978:EL ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS

El legadode Francoa la nuevademocraciaespañolafue, por tanto, unagravado problema regional. Como en 1931, el régimen democrático laMonarquíade JuanCarlos 1, cuyo jefe de gobiernoentre 1976 y 1981 fueAdolfo Suárez—,debíacomenzarpor reconstruirla estructuraterritorial delEstadoe integraren el nuevoentramadoconstitucionallas demandasde auto-gobiernode las regiones.Pero hubo notablesdiferenciasentreambosproce-sos. Básicamente,en 1931 se quiso ante todo hacer frente a un problemaurgentee inaplazable:Cataluña.En 1978, se quisocombinarla necesidaddeatendera los problemasvascoy catalán(y si se quiere,gallego)con la idea—inicialmenteconfusa,vagay mal perfilada—de abordaren profundidadlatotal transformaciónde laorganizaciónterritorial del Estado,mediantela cre-ación de un sistemauniformede autonomías.

Dc forma inmediata,el gobiernoSuárez,formadoenjulio de 1976,hubode atendera los casosvascoy catalány antetodo, al casovasco,caracteriza-do además de por las demandas de autogobierno, por el terrorismo de ETA ypor una amplia movilización popular en demanda de amnistía, legalización dela bandera y restablecimiento de los viejos órganos forales, movilización quea lo largo de 1976 provocaría distintos y graves conflictos de orden público.En el caso catalán, fue posible llegar pronto a una solución (provisional) sinduda inteligente y desde luego operativa, en gran parte gracias a la intuicióny oportunismo políticos del anciano presidente de la Generalitaten el exilioJosep Tarradellas, que negoció con el presidente Suárez —previa mediacióndel propio Rey Juan Carlos— el restablecimiento formal de la Generalitat(loque se hizo por decreto de 29 de septiembre de 1977). Tarradellas pudo así

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retornar (23 de octubre) triunfalmente a Barcelona, tras cuarenta años de exi-lio: la pre-autonomía catalana enlazaba, a través de su Presidente, con el Esta-tuto de 1932, el texto que había devuelto a Cataluña el autogobierno que per-dió a principios del siglo XVIII, y que Franco había derogado manumilitandurante la guerra civil.

En el caso vasco no fue posible una solución similar El gobierno Suá-rez legalizó la bandera vasca (enero de 1977), concedió dos amnistías par-ciales y expatrió a los más conflictivos presos de ETA. Pero ni esas medidasni la concesión de una nueva amnistía (que hizo que el 9 de diciembre de1977, tras la salida del último detenido, las cárceles quedaran vacías de pre-sos vascos), lograron la normalizacióny la pacificaciónde la región. Elgobierno vasco en el exilio, que presidía desde 1960 el «peneuvista» JesúsM.3 de Leizaola, entendió que las negociaciones con el gobierno centralsobre la pre-autonomia debían encabezarías los parlamentarios vascos elegi-dos en junio de 1977. ETA militar y su entorno —asociado desde agosto de1976 en una KoordinadoraAbertzaleSozialista,KAS—desbordaron desde

el mismo verano dc 1977 el proceso, promoviendo una desafiante «marchapor la libertad» por las provincias vasco-navarras en demanda de amnistíatotal. Peor aún, a partir de octubre, ETA (m) desencadenó la que iba a ser lamayor ofensiva terrorista de su historia: en 1978 niató a 65 personas; en1979 a 78; en 1980 a 96. Surgió, además, el problema de Navarra: los par-lamentarios navarros rechazaron la incorporación de su provincia al futuroConsejo General Vasco (el futuro órgano preautonómico,incorporaciónaceptadapor todoslos parlamentariosvascosy por tres —dossocialistasyuno del PNV— de los parlamentariosnavarroselegidosen las eleccionesdejunio de 1977). La crecientepresióndel navarrismohizo quegobiernoespa-ñol, delegadosvascosy diputadosnavarrosnegociaranque el futuro deNavarra—o incorporaciónal PaísVasco o vía foral propia— fuesedecidi-do por el órganoforal navarroque habríade constituirsetras la celebraciónde las eleccioneslocalesprevistasparadespuésde la Constitución,y ratifi-cadoluegopor los navarrosen referéndum(fórmula que se incorporaríaa laConstitución, disposición adicional cuarta). La pre-autonomía vasca, sancio-nada finalmente por decreto dc 30 de diciembre de 1977 que creó el men-cionado Consejo General Vasco, llegó, pues, cuestionada y en condicionesprecarias; la misma elección del socialista RamónRubial, un hombreínte-gro y honesto,como Presidente,decepcionóal mundo nacionalista,quehabíaesperadoque fuesenel PNV y su líder JuanAjuriaguerraquienesasu-miesenla direccióndel nuevoorganismo.

Con todo, Cataluñay PaísVasco teníanya a principios de 1978 regíme-nespre-autonómicos.Entre abril y octubrede 1978,se crearonpor decreto-ley un conjuntode entes(es la palabraque sc usó) pre-autonómicosparael

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gobiernode Galicia, Asturias, Castilla-León,Aragón, Castilla-LaMancha,PaísValenciano,Extremadura,Andalucía,Murcia(sin Albacete),BalearesyCanarias.Parecióuna fórmulaútil y hastanecesariaparagarantizarla vidaregional y local duranteel periodoconstituyente.Perorespondiaa una idea—la generalizacióndel principio de autonomíaregional—que no era nece-sariamentela ideadominantesobrela reestructuraciónterritorial del Estado.No satisfacíani a nacionalistasvascosy catalanes,queveíanen la ideaunamaniobrapara«diluir» las autonomíascatalanay vasca,ni a algunossecto-res del propio partido del gobierno,la Unión de CentroDemocrático,incli-nados, como catalanesy vascos,a limitar el procesoautonómicoa las«nacionalidadeshistóricas».Decepcionabalos planteamientosfederalistasde la izquierda;excluíaotrasformasposiblesde descentralización(como las«mancomunidades»de provincias,fórmulaquegustabaen cambioa la dere-cha, reorganizadaen Alianza Popular)y desoíalos planteamientosque enalgunasprovincias(Santander,Logroño) veníanhaciéndoseen favor de unaautonomíauniprovincial paraellas.La opción generalistasería,pesea ello,decisiva: prefiguró el futuro constitucionalde la estructuraterritorial deEspaña.

La Constitución de 1978 consagró, en efecto, un nuevo tipo de Estadoque, en razón del amplio reconocimientoque daba a la autonomía regional,pronto vino a denominarseEstadode las Autonomías,como, en efecto, lofue, unavez que entre 1979 y 1983 se constituyeronun total de 17 comuni-dadesautónomas,todasellas reguladaspor susestatutosde autonomíay regi-daspor sus respectivosgobiernosy parlamentosautonómicos.La Constitu-ción estableció,pues,un Estado«federalizable»(segúnexpresiónde Garcíade Enterría) y liquidabaasí no sólo el estricto centralismode la dictaduradeFranco, sino el modelo de Estadoinstituido en Españadesdeprincipios delsiglo XIX (y que sólo la II Repúblicase habíaatrevido, y muy cautelosa-mente,comohemostenido ocasiónde ver, a rectificar). De ahí que precisa-menteel artículo 2.” de la Constitución—que consagrabala «unidadde lanaciónespañola»como«patriacomúne indivisible»de los españolesal tiem-po quereconocíay garantizabael «derechoa la autonomíade las nacionali-dadesy regiones»—y su Título VIII (trescapítulos,22 artículos),queperfi-laba la organizaciónterritorial del Estado,fueran especialmentediscutidosycontrovertidos,y quesu elaboraciónamenazaraen másde unaocasiónelpro-pio consensoconstitucional.

La Constitucióntrazabaen principio —comodiría Solé Tura,uno de losredactoresdel texto— un modelo de Estado«dual», que superponíaesque-mas centralistas(como los gobernadoresciviles, por citar un sólo ejemplo)y esquemasautonomistas.Trató, de hecho,de integrartresrealidades:Espa-ña, las «nacionalidades»(que,aunquela Constituciónno las mencionara,se

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suponíaeran,por su historia, sus hechosculturalesy lingúisticosy la natu-ralezade suautoconcienciacolectiva, Cataluña,PaísVasco y Galicia) y las«regiones»,tampocoenumeradaso prefijadas,pero, en todocaso,entidadessupra-provincialesquese entendíase asimilaríanconmáso menosexactituda los viejos reinoshistóricos (Castilla y León, Aragón,Navarra, Valencia,Murcia, Asturias), a las provinciasinsulares(Baleares,Canarias)y a territo-nos de identidadregional caracterizada(Andalucia,Extremadura).Incluso,para intentar dar satisfacciónespecialal malestarvasco y de enraizar laautonomíavasca (y la navarra) en supasadoforal, la Constituciónincluyódisposicionesque derogabanlas leyesque en su día (25 de octubrede 1839y 21 de julio de 1876) habíaabolido los Fuerosvascos,y que (disposiciónadicional primera) amparabany garantizabanlos «derechoshistóricos» delos «territoriosforales»,estoes,Alava, Guipúzcoa,Vizcaya y Navarra,pro-vincia a la que, además,la disposiciónadicionalcuartapermitía,comoque-dó dicho, optar o por integrarseen el País Vasco o por seguirsu vía foralpropia.

9. LA INSTITUCIONALIZACIÓN AUTONÓMICA

El esfuerzode losconstituyentesfue, por todo lo dicho, extraordinario.Elproblemaestuvoen que el texto constitucional,al consagrarel principio degeneralizaciónde la autonomíaregional sin definir las regiones,creabaunEstado«abierto»y por extensión,inestable.El desarrolloautonómicoiba aresultarextraordinariamentecomplejo.Primero,el PNV se abstuvoenel refe-réndumconstitucionalde diciembrede 1978, lo queequivalióa unano acep-tación de hecho de la nuevaConstituciónespañola;segundo,ETA culminóahora(1979, 1980) suofensivaterrorista.

El problema del PNV tuvo dos causas inmediatas: su marginación delprocesoconstituyente(pues al no disponer de minoría parlamentariasufi-cienteno se le reservópuestopropio en la ponenciaconstitucional);y la fal-ta de acuerdosobrelo que se llamó «enmiendaforal», esto es, las variasdis-posicionesforales (y desde luego, pro-vascas)que, como hemos visto, seincorporaríana la Constitución.El PNV aspirababásicamentea quela Cons-titución se limitasea restablecerlos «derechoshistóricos»vascosabolidosen1839 y 1876, lo que, desdela perspectivapeneuvista,habríasignificado larestauraciónde la «soberanía»histórica de los vascos;el gobiernoargumen-tó que los derechosvascossólo podían serreconocidosen el marco de laConstitución.Peroel problematuvo unacausamásprofunda:el PNV no que-ría aceptaruna Constituciónqueno reconocíaotra fuentede soberaníaquelasoberaníaespañola.En cualquiercaso,no hubo acuerdo,y, a pesarde que la

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Constituciónconteníalas disposicionesforales y adicionalesya citadas, laConstituciónfue aprobadaenel PaísVascocon sólo el 30,8por 100 de votosafirmativos (abstención:55,3 por 100; votosnegativos: 10,5 por 100).

ETA (pm) pareciódispuestaa aceptarla pre-autonomíavasca,peroman-tuvo suestrategiaterrorista—queno abandonóhasta1981— comomediodepresiónen favor deunaautonomíaplena,amnistíatotal, integraciónde Nava-rra en el PaísVascoy legislaciónlaboralfavorablea los trabajadoresvascos:en los veranosde 1979 y 1980 colocó bombasen zonasturísticasespañolas;en octubre-noviembrede 1980, asesinóa algunosdirigentesde la UCD vas-ca. ETA (m), por su parte,escaló,como ha quedadodicho, suofensiva,cen-tradaen miembroso de las fuerzasde ordenpúbicoo del ejército, en los sím-bolos, por tanto, del Estadoespañol.La estrategiaperseguíados objetivosfundamentales:1) hacerfracasarun procesoconstitucionaly autonómicoqueamenazabasusplanteamientosindependentistas(dc ahí, que la ofensiva,si serecuerdanlas cifras, culminaraen 1979 y 1980, los añosen que se aprobóelEstatutode autonomía,se constituyóel primer GobiernoVasco y se acorda-ron los ConciertosEconómicosy lacreacióndela PolicíaAutónoma);2) for-zar una negociacióndirectaETA-gobiernoespañol,en los términos dictadospor la propia organizaciónvasca(que concretóen la «alternativaKAS» quehizo públicaen febrerode 1978: amnistía,lcgalizacióndetodoslos partidospolíticos, retiradade las fuerzasde orden público,mejorade las condicionesde vida de los trabajadores,autonomíavascaconNavarray derechoa la auto-determinación).

Pesea todo, vascosy catalanesprocedierona la elaboraciónde sus res-pectivos (y nuevos)estatutosde autonomía.Tras duras y agotadorasnego-ciaciones,el 17 de julio de 1979 se llegó finalmentea un acuerdoentrelosrepresentantesvascosy el Gobiernode Madrid sobreel Estatutode Autono-mía vasco,elaboradodesdenoviembre de 1978 por la Asambleade Parla-mentariosVascosy aprobadopor ésta,en Gernika, el 29 de diciembre de1978. Se establecía,así, unacomunidadautónomavasca,Euskadi, conGobiernoy Parlamentopropios, co-oficialidad de castellanoy euskera,amplia autonomíafiscal (basadaen el Concierto Económico,en virtud delcual el PaísVasco quedabafueradcl sistemafiscal del Estado,y pagaríaalgobiernocentralun cupo anualacordadopor ambasadministraciones),poli-cía autónomay competenciasexclusivasen materiascomoeducación,cultu-ra, obraspúblicas,justiciay seguridadsocial. El Estatutoadmitíael derechode Navarraa formar partede la Comunidaddel PaísVasco, pero aceptabaparasu hipotéticaincorporaciónel procedimientoprevistoen la Constitución,lo quesignificó que,unavezconstituidostras las eleccionesde abril de 1979,los nuevos órganosforales navarros(la Diputación Foral y el ParlamentoForal), Navarraoptó por seguirsu propia vía como comunidadforal separa-

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da, opción sancionadafinalmente—tambiéntraslargasy complicadasnego-ciacionescon los representantesdel Estadocentral—por la Ley de Amejo-raxwiento de Fuero de la Comunidad Foral de Navarra, de 10 de agosto de1982.

En el mismo verano de 1979, Gobierno, Generalitat y parlamentarioscatalanesgestionaron(en agosto,concretamente)el Estatutode Autonomíade Cataluña,que,como el vasco,reconocíacompetenciasexclusivasa Cata-luñaen materiade lengua,enseñanza,culturay mediosde comunicaciónperoque era más restrictivo en materiade autonomíafinanciera.Los Estatutosvascoy catalánfueron sometidosa referéndumel 25 de octubrede 1979,aprobados por amplia mayoría —90, 28 por 100 en el caso vasco; 88, 15 por100 en Cataluña, si bien, con indices de abstención muy altos, próximos al 40por 100 en ambos casos— y ratificados por el Parlamento español y final-mentepor el Rey (Ley Orgánicade 18 de diciembrede 1979,de EstatutodeAutonomía parael PaísVasco;Ley Orgánicade 19 dc diciembrede 1979, deEstatutode Autonomíade Cataluña).El gobiernovascoen el exilio seauto-disolvió en diciembre.PaísVasco y Cataluñahabíanrecobradolaautonomíapolítica queya habíanalcanzadoen la décadade 1930. Los Parlamentosvas-co y catalán fueron elegidosen la primaverade 1980. Los gobiernosvasco,quepresidiríaCarlos Garaicoetxea,y catalán,que encabezaríaJordí Pujol,quedaron formados en abril.

La apariciónde las restantesautonomíasfue muchomás lenta. El hechoera—algoya se dijo al hablarde laConstitución—queel Estadode las auto-nomíaseraun proyectomal definido. El mismo Solé Turadiría queel TituloVIII de la Constitución,el título queperfilabael Estadoautonómico,resultó«desordenado»,«deficiente»y no muy rigurosojurídicamente.Los riesgospotencialesquede ahí se derivabanparecíanevidentes:reiteraciónde nivelesadministrativos, carrera autonómica para las transferenciasde recursosycompetencias,multiplicación de conflictos bilaterales entre administracióncentral y autonomías,potencialidadlegisladorade las comunidades,desarti-culaciónde la función vertebradoradel Estado,insolidaridadentreautonomí-as,costeelevadisimodel complejoautonómicoy aúnotras. En abril de 1979,unamayoríade ayuntamientosde Cantabriase habíanpronunciado,a inicia-tiva del de Cabezónde la Sal,por separarsede Castilla-Leóne iniciar lostrá-mitesparaconstituirseen autonomíauniprovincial; los municipiosde La Rio-ja, lideradospor Logroño, hicieron lo mismo en octubre.Nadie sabíamuybien el tipo de Estadoque resultaríauna vez concluido un procesoautonó-mico que nacíaindefinido y abierto: la posibilidadde una «balcanización»del país,una expresiónque se utilizó por entonces,era,pues,real.

Fue esaperspectivalo queprovocó el cambio sustancialque pudo apre-cíarse desde el otoño de 1979, cambio que afectó, primero, a Galicia, y ense-

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guida a Andalucía,y que supusoo el recorte de sus futuras competenciasautonómicas(Galicia) o el estancamientodel proceso(Andalucía). Con elnombramiento(septiembrede 1980)comoministro de AdministraciónTerri-torial de Rodolfo Martín Villa, el gobiernoprocedióa «encauzar»el proce-soautonómico.Dos ideas—queel ministroexpusoreiteradamentey de for-ma más extensaen una conferenciaque pronunció en Madrid titulada«autonomíasposibles»—iban a ser claves: homogeneidady solidaridad.Ninguna región recibiría tratamiento privilegiado.Todaslas autonomíasten-drían, una vez completadoslos procesosde transferencias,exactamentelasmismascompetencias.Martín Villa entendíaque ello suponíaelaborar,enprimer lugar, la legislación básicadel Estadoquepermitiesecrearel mareoprevio en el quese desarrollasenlas autonomías(incluyendo,si fuesepreci-so, leyes de armonización)y que regulase,por tanto, las basesde régimenlocal (provincias, ayuntamientos)y las relacionesentrela administracióncentral del Estadoy las administracionesautonómicas(funcionarios,régi-men jurídico de unay otras); que exigía, en segundolugar, ordenaren eltiempo el accesoa la autonomíade las comunidadesno constituidasy lastransferenciasde servicos a las ya constituidas,y evitar la proliferacióndeconsultaselectoralesautonómicas;que requería,finalmente,constituir elFondode CompensaciónInterterritorial previsto por la Constitucióny ela-borar las basespara la coordinaciónde la actividad económicaentre lasautonomías.

La gestión de Martín Villa en los dieciséismeses(hasta diciembrede1981) en quepermanecióal frente de aquelministerio—primero, con Suá-rez; luego, con Calvo Sotelo— fue muy discutida, y en especial, la quepodría calificarsecomo su obraprincipal, la Ley Orgánicaparala Armoni-zacióndel ProcesoAutonómico (LOAPA). Pero lo cierto fue queel procesoautonómicoquedóencauzadoy ordenado.En diciembrede 1980 se fijó elConcierto Económico vascoy se pusoen marchala creaciónde la policíaautónomadel País Vasco, cuestionesque habíanprovocadoun gravísimoenfrentamiento entreel gobiernocentraly el gobiernovascoen la segundamitad de aquel año. Se completóel procesogallego,con la celebración(20de octubrede 1981) de las eleccionesautonómicas.Se resolvióel impasseandaluz,convocándose,tras ser modificadala ley orgánicade referéndum,un nuevoplebiscito(también,el 20 de octubrede 1981) en el queel electo-radoandaluzaprobóel Estatutode Autonomíaporunamayoríaaplastantedevotos afirmativos en las ocho provincias(votó el 53, 6 por 100 del censo;votos afirmativos: 89, 4 por 100). Quedaronlistos —ya por el artículo 143de la Constitución,la vía lenta haciala autonomía—los Estatutosde Auto-nomía de Asturiasy Cantabria,aprobados,con el de Andalucía,el 30 dediciembrede 1981.

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El intento de golpe de Estadode 23 de febrerode 1981 precipitó quegobierno,presididodesdeaquelmesde febreropor Leopoldo Calvo Sotelo,y PSOE,lideradopor Felipe González,firmaranel 21 dejulio de 1981 unos«pactos autonómicos» —idea que Martín Villa ya habíapropuestomesesantes— que permitieron precisamente que la LOAPA(cuyo texto se ajustó enbuena medida a los planteamientos de una comisión de expertos presidida porGarcía de Enterría, formada por iniciativa del gobierno) fuera llevada por ésteal Parlamento en octubre de 1981 y aprobada finalmente en julio de 1982.Rechazada por los nacionalismos vasco y catalán, que se movilizaron en sucontra; recurrida por inconstitucional ante el Tribunal Constitucional, que, enefecto,en 1983, sancionóla inconstitucionalidadde varios de sus artículos,la LOAPA sirvió, sin embargo,paraestabilizarel procesoautonómicoy dejarsentado,definitivamente,el principio de que cl sistemaautonómicose basa-ba en la idea de «homogeneizaciónfinal» entrelas distintascomunidadesautónomas.La sentenciadel Tribunal Constitucional sobre la LOAPA(76/1983) definió conclaridady precisiónqueConstitucióny Estatutoscons-tituían los únicosfundamentosdel sistemay queno cabíaalterarlomedianteel recursoa leyes estatalesespeciales.

Paralelamente,se habíanido aprobandoen 1982 los Estatutosde Auto-nomiade La Rioja y Murcia (ambos,el 9 dejunio), dc la ComunidadValen-ciana (1 dejulio), de Aragón,Castilla-LaManchay Canarias(10 de agosto,fechaen quese aprobótambiénla Ley de Amejoramientodel Fuerode Nava-rra). Los socialistas,en el poderdesdeoctubrede 1982, completaronel pro-cesoen 1983 con la aprobaciónel 25 de febrerode los Estatutosde Extre-madura, Baleares,Madrid y Castilla-León (los recursosque contra suinclusión en esta última presentaronlas provincias de Segoviay León noprosperaron).En esa fecha,por tanto,quedócerradoel procesoconstituyen-te de las ComunidadesAutónomas.Como se ha visto, no exagerabael granadministrativistaGarcíade Enterríacuandodefinió la creacióndel sistemaautonómico como «hazaña histórica»: las autonomías aparecieron, en efecto,en 1975 como una necesidad, y su institucionalización —complicada, dificil,controvertida— resultó obligada y hasta inevitable.

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