Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

53
LA CUESTIÓN RACIAL ANTE LA CIE 'CIA .\IODERNA por .1 AN COMAS PlEASE RETURN T') : REFERENCE UNiT ! ':'l R .M 2022 ,---------

Transcript of Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

Page 1: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

LA CUESTIÓN RACIAL ANTE LA CIE 'CIA .\IODERNA

por

.1 AN COMAS

PlEASE RETURN T') :

REFERENCE UNiT !':'l

R .M 2022,---------

Page 2: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

ji' ! rr't' ,/:.''''''~ -1 '.:-

"

, ~

LA CUESTIÓN RACIAL ANTE LA CIENCIA MODERNA

LOS MITOSRACIALES

por

JUAN COMAS

Prolésor de Antropologíade la Escuela Nacional de Antropología de México

UNESCO PARÍS

Page 3: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

·;I

Acabose de imprimir el 29 de junio de 1952en la imprenta Georges Thone, Lieja (Bélgica), por la

Organización de las Naciones Unidas parala Educación, la Ciencia y la Cultura, París

SS.52.IJ.1S

¡'.¡,i

. '.

Page 4: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

t .

• , r"" ~ ,1> ,"t,; ,1

íNDICE

" \1. Generalidades acerca de los prejuicios y mitos

raciales

n. El mito de la sangre y de la inferioridad de losmestizos

IlI. El prejuicio del color: el mito negro

IV. El mito judío.

v. El mito de la superioridad de la «raza aria» o «nór-dica»

Origen de los arios .Doctrina del «arianismo» y «teutonismo»La antroposociología y la teoría de la selecciónsocialLa tesis «aria» del nazismo y del fascismo con­temporáneosEl supuesto «tipo anglosajón»El l/celtismo»Crítica y refutación de estas teorías

VI. Conclusión

Bibliografía

5

13

20

28

313435

38

40424345

49

52

Page 5: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

, ;

1. GENERALIDADES ACERCA DE LOS PREJUICIOS Y MITOSRACIALESl

Es una observación muy común aquella de que no todos loshombres son semejantes. En efecto, presentan éstos ciertasvariaciones en su aspecto físico que se transmiten total oparcialmente de padres a hijos, y los grupos así formados conuna relativa homogeneidad constituyen lo que vulgarmente sedenomina con el nombre de «razas». Éstas no sólo difierenentre sí, sino que se sitúan en niveles distintos, debido a queunas disponen de los recursos de una civilización avanzada,y otras, por el contrario, se hallan en un estado de mayor omenor atraso.

He ahí la base inicial de todo el proceso racista.De la superioridad real o aparente se pasa con facilidad a la

idea de que los éxitos de un pueblo son debidos a suscualidades inherentes. Las diferencias somáticas individualesson las que han motivado el error que cometen ciertos par­tidos políticos, agrupaciones nacionalistas y sistemas soCialesal fomentar y exaltar el prejuicio de la «superioridad racial»de su respectivo grupo. Ésta es la razón por la que la historiade la humanidad abunda en tantos «pueblos elegidos» que seenorgullecen de sus supuestas virtudes y sus excelsascualidades innatas, cada uno siguiendo un camino especialque le valdrá los favores del verdadero Dios.

En el Antiguo Testamento se encuentra ya la idea de quelas diferencias tanto individuales como de grupos, físicas ymentales, son congénitas, hereditarias e inalterables. En elGénesis parece aceptarse la inferioridad de unos grupos frentea otros al decir: «¡Maldito sea Canaánl ¡Será el servidor de losservidores de sus hermanos!» (Génesis, IX, 25). Se puedever también una alusión a cierta superioridad biológica en

1. Algunos de los ejemplos que ilustran las manifestaciones del prejuicioracial están tomados del excelente opúsculo de Sir Alan Burns, ColourPrejudice (Londres, 1948, George Allen and Unwin, Ud.). Esa obracontiene, en efecto, citas muy interesantes de libros o revistas que nome ha sido posible consultar. Como el estilo de este breve ensayo devulgarización excluye la multiplicación de referencias, debo reconoceraquí mi deuda para con Sir Alan Burns y darle las gracias por habermeautorizado a beneficiar del fruto de su erudición.

5

Page 6: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

,.t.,", ,

" 1,

t '••

~: . lo que relata ese libro acerca del pacto que Jehová habíaconcluído con Abraham y «su simiente». En el Nuevo Tes·tamento, por el contrario, esta tesis parece contradicha porla de la fraternidad universal entre los hombres.

Es un hecho que las religiones, en su mayoría, rechazan lasdiferencias individuales de tipo físico y consideran a todoslos hombres como hermanos e iguales ante Dios.

El monogenismo ortodoxo del cristianismo le ha conducidonaturalmente a ser antirracista por principio, aunque no sepuede afirmar esto de todos los cristianos. Según San Pablo,«ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni hombre libre,no hay varón ni hembra, porque todos vosotros no sois sinouno en Jesucristo» (Epístola a los gálatas, In, 28) y luego:«Él ha hecho nacer de la misma sangre a todo el génerohumano para que poblara la extensión de la tierra» (Actas delos apóstoles, XVII, ~XVI). Recuérdese además que, segúnla tradición bíblica, uno de los tres reyes magos era negro.El papa Pío XI condenó el racismo; y en 1938 el Vaticanoconsideraba los movimientos racistas como «una apostasíacontraria, en espíritu y en doctrina, a la fe cristiana». Porotra parte, la Iglesia ha beatificado y santificado a blancos,amarillos y negros, y los doce apóstoles eran semitas al igualque María, madre de Jesucristo.

Tampoco los mahometanos han manifestado nunca intran­sigencia ni intolerancia raciales hacia los otros pueblos, desdeel instante en que éstos adoptaban sus creencias religiosas.

Frente a estos casos deben señalarse, sin embargo, otrosque desde los más remotos tiempos revelan actitudes opuestas.La más antigua referencia a un caso de discriminación contralos negros, aunque se trata de una medida política más bienque de un prejuicio racial, se encuentra en una estela depiedra que el faraón Sésostris III (1887·1849 a. de J.C.)había hecho levantar en la segunda catarata del Nilo, con lasiguiente inscripción:

((Frontera sur. Monumento monolítico erigido en el año VIII,bajo el reinado de Sésostris III, rey del Alto y del BajoEgipto, quien vive desde siempre y para toda la eternidad.Está prohibido cruzar esta frontera por tierra o por agua, enbarca o con rebaños, a todos los negros, con la única excepciónde aquéllos que deseen franquearla para vender o comprar enalgún establecimiento comercial. Estos últimos serán tratadosde manera hospitalaria, pero en todo caso está prohibidopara siempre a todo negro navegar por el río más allá de Heh.))

Hace dos mil años, los griegos consideraban como ((bárbaros))

6

"

, - ~" ~

Page 7: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

\,' ¡.," -;-;'--,'''1'-\1"'1)'''-.

\

a quienes no pertenecían a Su. grupo. Y los persas, según Hero­doto, Se juzgaban superiores al resto de la humanidad.

Para justificar la aspiración de los griegos a la hegemoníauniversal, Aristóteles (384:-322 a. de J.C.) admitía la idea deque ciertos pueblos nacen para ser libres y otros para seresclavos. Esa tesis, como luego lo veremos, fué restablecidaen el siglo XVI para legitimar la esclavitud de los negros yde los indios de América.

En cambio, Cicerón 003-43 a. de J.C.) sostenía una opinióncontraria: «Los hombres se diferencian por el saber; mas,todos Son iguales por sus aptitudes para conseguir ese saber;no hay raza que, guiada por la razón, no llegue a alcanzar lavirtud.»

La noción de «superioridad» o de «inferioridadn aplicadaa un pueblo o a un grupo de pueblos se halla sujeta a cons­tantes revisiones. No hay sino que recordar, para convencerse,aquellos juicios formulados sobre los celtas de Gran Bretaña,igualmente por Cicerón, quien, contradiciéndose a sí mismo,los señalaba a su amigo Atico como «estúpidos e incapacesde educación».

En las primeras páginas de su famoso relato Heart 01 Darkness-que nos da, acaso, una de las visiones más impresionantesdel África misteriosa y bárbara que se abría a los europeos afines del siglo XIX- Conrad evoca el Támesis como era hace milnovecientos años, con su aspecto que debía parecer áspero yselvático a los ojos del comandante de un trirreme medite­rráneo o de un joven patricio venido de Roma. Este último,igual que el administrador colonial de nuestros días, debiósentir también «el deseo de evasión, el disgusto irreprimible,el abandono y el odio». En este mismo orden de ideas, ¿esnecesario recordar el desprecio de los nohles normandos hacialos sajones a los que habían soiuzgado~ Sin embargo, esasapreciaciones poco favorables, formuladas con respecto a losantepasados de las naciones más orgullosas de Europa, noeran estrictamente manifestaciones de «racismo». Aun losantagonismos feroces que han soliviantado a los cristianoscontra los musulmanes no tenían un carácter racial. El odioo la aversión, fundados sobre la diferencia en el nivel decultura o sobre creencias distintas, son más humanos que elprejuicio que invoca las leyes implacables de la herencia.

Con el comienzo de la colonización en África y el des­cubrimiento de América y de la ruta marítima hacia lasIndias, por el Pacifico, el prejuicio de raza y de color seincrementó considerablemente, lo que se explica por razones

7

Page 8: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

.~ " "

de orden económico, por el resurgimiento del espíritu imperia­lista colonial y por otros diversos factores.

Según el dominico escocés John Mayor (1510) estaba en elorden de la naturaleza el que ciertos hombres fuesen libres yotros serviles. Esta distinción la creía justa en el propio interés /de aquéllos que estaban destinados por su nacimiento a mandaro a obedecer.

Juan Jiménez de Sepúlveda (1550), en un esfuerzo porjustificar la institución de la esclavitud, apoyándose en la tesisaristotélica, hablaba de «la inferioridad y la perversidad naturalde los aborígenes americanos», afirmando que son «(seresirracionales» y que (dos indios son tan diferentes de losespañoles como la gente cruel lo es de la benigna o corno losmonos lo son de los hombres».

Naturalmente, fray Bartolomé de Las Casas defendió ladoctrina contraria, luchando incansablemente en favor dela idea de que todos los pueblos del mundo se hallan formadospor hombres y no por «(homúnculos» o «semihombres» pre­destinados a hacer lo que otros les mandan.

La estratigrafía social en América latina se basó, antes detodo, sobre la discriminación racial en este orden: criollos,mestizos, indios y negros. Teóricamente las leyes son contra­rias a tal discriminación, pero desde entonces hasta ahora éstashan permanecido sin cumplirse.

Con el antecedente de Montaigne (1533-1592) al decir, refi­l'iéndose a los indios del Brasil, «no hay nada de bárbaro nide salvaje en esta nación, sino que cada uno denomina har­barie a lo que está fuera de sus costumbres)), debernos señalarla actitud de algunos de los más ilustres pensadores de lossiglos XVIII y XIX. Voltaire (1694-1778), J.-J. Rousseau (1712­1778) Y Buffon (1706-1788) fueron, entre otros muchos, parti­darios decididos de la identidad fundamental de la naturalezahumana y, en consecuencia, de la igualdad entre todos loshombres. Por el contrario, D. Hume (1711-1776) afirmaba:«Estoy dispuesto a creer que los negros son inferiores pornaturaleza a los blancos.» Tampoco E. Renan (1823-1892)aceptó la supuesta ignaldad humana. Y H.-A. Taine (1828-1893)combatió también esa hipótesis, negando «(que griegos, bár­baros, hindúes, el hombre del Renacimiento y el hombre delsiglo XVIII proceden de un mismo molde)).

A pesar de la influencia de algunos pensadores, los prejuiciosraciales se volvieron una verdadera doctrina durante lossiglos XVIII y XIX. Hubo, sin embargo, un período relativamentebreve en el que se pudo creer que la difusión de los principios

8

Page 9: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

\

\'

, ,",'

de las revoluciones americana y francesa, así como los éxitosde la campaña antiesclavista en Inglaterra, vendrían a atenuary aun a hacer desaparecer los prejuicios de raza. La reacciónque se manifestó durante la Restauración y el ánimo popularsurgido como consecuencia del desenvolvimiento industrialde Europa a comienzos del siglo último, surtieron efectosdirectos y perniciosos sobre la cuestión racial. El progresoalcanzado por las hilanderías mecánicas abrió a los productoresde algodón mercados cada vez más vastos. «El algodón se con­virtió en rey», sobre todo en el Sur de los Estados Unidos deAmérica. De eso resultó una necesidad creciente de mano deobra servil. La esclavitud, que agonizaba en América y que talvez se hubiera extinguido por sí misma, volvió por ese hechoa tomar nuevo ímpetu y se transformó en una instituciónsacrosanta de la que dependía la prosperidad de la zonaalgodonera. Fué para defender esa famosa «institución parti­cular» que filósofos y sociólogos sudistas dieron cuerpo a todauna mitología pseudocientífica, destinada a justificar un estadode cosas en contradicción con su profesión de fe democrática.Había necesidad de convencerse, para apaciguar la conciencia,de que el negro era un ser no solamente inferior al blanco,sino aun mal desasido de la animalidad.

Más tarde, la teoría de la evolución, tal como fué formuladapor Darwin, ejerció una influencia marcada sobre la ideologíaracista que comenzó a definirse cada vez de manera másprecisa. Los «blancos)) acogieron con entusiasmo el darwi­nismo que, al proclamar la supervivencia del más apto, veníaa afianzar y confirmar la política de expansión y de agresiónen menoscabo de los pueblos «inferiores». Esa tesis, al sobre­venir en la época misma en que las naciones más poderosasedificaban su imperio colonial, venía a justificarlas tanto a suspropios ojos como a los del resto de la humanidad: el hechodll que grupos humanos «inferiores» fueran reducidos a laesclavitud o cayeran bajo las balas de las ametralladoras yfusiles europeos significaba simplemente el cumplimiento dela teoría de que un conjunto humano inferior está destinadoa ser reemplazado por otro superior. En el plano de la políticainternacional, el racismo disculpa la agresión, pues el agresorno se siente obligado a ninguna consideración con extranje­ros que, por pertenecer a «razas inferiores», deben ser colo­cados al nivel de las bestias, o poco menos.

La idea de que el más fuerte está biológica y científi­camente justificado para destruir al más débil encuentra suaplicación no solamente en las rivalidades entre las naciones,

9

Page 10: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

~ ¡,,

, ,

"

"

"

sino en aquéllas que surgen en el interior de un mismopaís.

No es justo atribuir a Darwin -como muchos lo hanhecho- la paternidad de esa teoría odiosa e inhumana. Laverdad es que la existencia de grupos compuestos de hombres decolor, convertidos en competidores potenciales en los mer­cados de trabajo y que reclamaban las ventajas sociales quelos blancos habían considerado como su bien exclusivo, debíanecesariamente conducir a estos últimos a disimular bajoalgún pretexto el materialismo económico absoluto que leshacía rehusar a los pueblos «inferiores» toda participación enla situación privilegiada de la que disfrutaban. Ese pretextolo encontraron en parte en la tesis biológica darwiniana queacogieron con beneplácito; y, después de haberla simplificado,deformado y adaptado a sus intereses particulares, la trans­formaron en lo que se ha llamado el «darwinismo socialn, conque pretendieron justificar sus privilegios socioeconómicos,pero que no tiene nada que ver con los principios estricta­mente biológicos de Darwin. H. Spencer (1820-1903) empleóen sociología el concepto de «supervivencia del más apto)),que las clases interesadas han llegado hasta identificar con elde «superhombre)) creado por Nietzsche (1844-1900) y que- hancitado en su defensa.

De este modo los progresos de la biología se utilizaron malé­volamente para suministrar explicaciones, en apariencia cien­tíficas y sencillas, destinadas a resolver las perplejidadesanteriores relacionadas con la conducta humana. Mas, de la'ciencia al mito no hay sino un paso que se da con relativafacilidad; y es lo que ocurrió en este caso.

Es evidente que la herencia somatopsíquica influye en elaspecto y en la conducta de los seres humanos; pero esto noautoriza a admitir y defender, como hacen los «racistas)):a) que la herencia biológica es el único factor importante;b) que se puede pasar fácilmente, después de hablar de lasdotes heredadas por los individuos, a las dotes hereditarias delos grupos.

La doctrina «racista» resulta todavía más peligrosa cuandoplantea el problema ya no entre distintos grupos étnicos,sino entre diferentes clases sociales dentro del mismo grupo.Así Erich Suchsland (Archiv jür Rassen und Gesellschajts­biologie) discute y sostiene la tesis de que los individuos queno han triunfado en la vida (por ejemplo quienes carecende medios de fortuna para habitar en barrios ricos) son nece­sariamente elementos de «raza inferiof)) dentro de la población,

10

'11

Page 11: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

• ~ --;"J ,,'

. - ¡. '1, ' ~

"!1', ~ _,! .' . \

". :

mientras que, por el contrario, los ricos son de «raza supe­rior»; en consecuencia, los bombardeos de barrios pobresserían una forma de selecci6n y darían como resultado unmejoramiento racial. Ya no se trata aquí de oponer blancoscontra negros, ni n6rdicos contra no arios, sino de buscar unfalso apoyo biol6gico para la discriminaci6n en perjuicio delos grupos proletarios, por parte de la alta burguesía inter­nacional. En este como en otros casos, aun sin confesi6nexplícita, bajo la discriminaci6n racial o de clases, Se escondeun antagonismo socioecon6mico. Alexis Carrel, en L'homme,cet inconnu, sin llegar tan lejos como Suchsland, afirma sinembargo que los proletarios y los desocupados son gente«inferior» por su herencia natural misma y que son hombresque no tienen, por su constituci6n, fuerza para luchar y quehan descendido tan bajo que toda lucha se ha vuelto inútil.¡Como si un proletario no tuviera, cada hora del día, queluchar de manera mil veces más ruda que el hijo de familiaacomodada!

Es posible -dice Prenant- que el interés principal demuchos racistas no sea dar una base aparentemente objetivaal nacionalismo y a la patriotería, sino el de habituar a loslectores a la idea de que los fen6menos sociales son efecto decondiciones raciales determinadas de una vez por todas. Deeste modo la sociedad se sentiría libre de toda responsabilidadante un determinismo biol6gico fatal, imposible de modificaren el plano social. En virtud de los factores hereditarios quecada uno aportarla consigo al nacer, se hallaría predestinadoa volverse un gran hombre, un capitalista, un técnico, unproletario o un desocupado, sin que nadie pudiera intervenireficazmente para evitarlo.

No cabe duda, por tanto, que la discriminaci6n «raciah> ess610 una parte del problema más general de la discriminaci6nsocial.

La idea de «raza» hállase tan cargada de elementos emotivosdinámicos que la discusi6n objetiva de su significado frentea los problemas sociales resulta sumamente difícil. No existeninguna base científica para establecer una clasificaci6n gene­ral de las razas según su grado de superioridad o inferioridad,pero los prejuicios y mitos raciales permiten encontrar unavíctima propiciatoria, cada vez que la seguridad individualy la cohesi6n del grupo se encuentran amenazadas.

Las personas que ofrecen aspecto exterior diferente son fácilesde identificar para la agresi6n. Y la noci6n de «culpa»,psicológicamente hablando, queda desvanecida o atenuada al

11

/ '.

Page 12: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

disponer de una teoría «científica» más o menos plausibleque permita demostrar que dicho grupo es «inferior» o «per­judicial». Generalmente se lleva a cabo la «agresión» contragrupos minoritarios o contra mayorías impotentes y sojuz­gadas.

Esta breve síntesis sobre el origen, la evolución y la pre­tendida justificación de los prejuicios y mitos raciales va aservirnos de introducción al análisis un poco más detalladode algunos de los mitos más generalizados sobre los que seapoya la teoría racista; y esperamos probar lo falso y erróneode las argumentaciones pseudobiológicas con que esta teoríatrata de enmascarar sus inconfesables e injustas finalidades.

12

Page 13: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

n. EL MITO DE LA SANGRE Y DE LA INFERIORIDAD DELOS MESTIZOS

El mestizaje en el hombre ha sido y es tema de múltiplescontroversias y está condicionado por la opinión que se tengade las razas y sus diferencias. Los adversarios de la hibridaciónhumana parten del supuesto de la desigualdad racial, en tantoque sus defensores consideran que las diferencias entre losgrupos humanos no implican perjuicio ninguno para sumezcla. De ahí que para el estudio de los problemas que elmestizaje humano plantea es necesario ante todo concretarlo que se entiende por raza, y fijar un criterio para determinarsi existen o no razas puras.

El concepto de raza supone la existencia de grupos quepresentan ciertos caracteres somáticos similares que se trans­miten según las leyes de la herencia, aunque dejando margena la variación individual.

Los pueblos europeos se hallan tan mezclados que cualquierintento de clasificación a base de dos caracteres (color deojos y pelo) excluiría los dos tercios de la población en cual·quier región escogida para estudios. Si se añade un tercercarácter (forma craneal), sólo una muy reducida fracciónde la población presentaría a la vez los tres caracteres indi­cados; y si se incluye además la estatura y el índice nasal, laproporción de tipos «puros)) se vuelve infinitesimal.

No existen pues razas humanas puras. A lo sumo, se podríahablar de raza pura aludiendo a determinado carácter somático,pero nunca a todos o a la mayoría de los caracteres hereditarios.Se cree, sin embargo, como norma muy generalizada, quehubo en la antigüedad un momento en que los tipos racialeseran puros, que el mestizaje es más o menos reciente, y quenos lleva al peligro de degeneración y aniquilamiento de lahumanidad. Tal creencia carece de todo apoyo científico.La mezcla de razas se ha realizado desde los comienzos de lavida del hombre sobre la tierra, incluso en la más remotaprehistoria; aunque, evidentemente, las mejores comunica­ciones y el aumento de la población han facilitado más elmestizaje en los últimos siglos.

Las migraciones son tan antiguas como el género humano,

13

r.' '

Page 14: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

'1,

I •• 1,','

\ "'{)

y suponen implícitamente hibridación de grupos, mestizaje.Es posible que en la época paleolítica superior el hombre deltipo Cro-Magnon se cruzó con el Homo Neanderthalensis,como parecen indicarlo los descubrimientos de restos quepresentan caracteres intermedios. Además, la existencia denegroides y mongoloides en la Europa prehistórica es otraprueba de que el mestizaje no es cosa reciente, y que las másviejas poblaciones europeas son simple producto de una hibri­dación milenaria. Y, sin embargo, no hay en ellas los defectosde proporciones ni la degeneración que muchos autoresatribuyen al mestizaje humano.

La historia nos enseña que todas las regiones donde ha flore­cido una alta cultura han sido el escenario de la conquista deun pueblo indígena por otros grupos nómadas. Esas conquistasfueron seguidas por la disgregación de castas y la creación deuna nueva amalgama considerada como una nación racialmentehomogénea, aunque en realidad se tratara de un nuevo pueblo'constituído por razas diferentes.

Quienes, como Jon A. Mjoen, consideran el mestizaje peli­groso para el futuro de la humanidad, afirman que éste esfuente de debilitamiento, que produce la disminución de lainmunidad contra ciertas enfermedades, que las prostitutas ylos vagos son más frecuentes entre los tipos mestizos que entrelos puros, que se observan en aquéllos la presencia crecientede la tuberculosis y otras enfermedades, así como una disminu­ción del equilibrio mental y del vigor, y, finalmente, que elmestizaje hace aumentar la criminalidad (Harmonic and Vis­harmonic Race Crossing y Harmonic and Unharmonic Cros­sings, 1922). Estos datos no son válidos porque el autor noespecifica los tipos de individuos estudiados ni las cualidadesgenerales de las razas híbridas y deja sin probar, además, quelas familias a que se refiere y cuyo cruzamiento produjo losmestizos estudiados eran, física e intelectualmente, sanas,exentas de todo signo de degeneración o debilitamiento. Olvidatambién Mjoen, de manera absoluta, la influencia del- mediosocial sobre la conducta de los mestizos.

También S. K. Humphrey, M. Grant, 1. Stoddard y otrosmuchos sostienen la tesis de que, como consecuencia de lahibridación con elementos extranjeros, la población norte­americana perdería el carácter armónico y estable que poseeen la actualidad; y algunos han llegado a afirmar que taldesarmonía originaría toda suerte de males sociales e inmorali­dades.

Un razonamiento que anula el valor de conclusiones como

14

Page 15: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

" ",, "/""

1,,"

,,

las que comentamos es el que presenta M. Lundborg (HybridTypes oj the Human Race, 1921) al probar que el mestizaje esnuméricamente más frecuente entre las clases sociales inferioresque entre las media y superior; por tanto, los efectos observadospor Mjoen y Davenport se deben no ya a la supuesta correlaciónentre hibridismo y degeneración o debilidad, sino a la mezclade individuos pertenecientes a los sectores más depauperadosen los diferentes grupos humanos. Y esto ocurriría tanto con laendogamia como con la exogamia; es decir, que el mestizaje nojuega aquí ningún papel. En realidad, las familias humanas enlas que se ha practicado la endogamia de manera constantese caracterizan frecuentemente por un grado de degeneraciónigual y aún mayor al que se ha atribuído a los mestizos.

Endogamia y exogamia se utilizan, según los casos, en elmejoramiento de las razas animales; si una de éstas es buenaen cuanto a los caracteres que interesen al ganadero, puedecontinuar reproduciéndose durante numerosas generaciones, sincruzamiento y sin dar signos de degeneración. La endogamia sir­ve, además, para descubrir las potencialidades hereditarias de ungrupo, ya que entonces se manifiestan externamente las carac­terísticas hereditarias recesivas que permanecieron ocultas entanto sólo las poseía uno de los progenitores. Si el carácter deque se trata es perjudicial, resulta lógico y necesario proceder acruzamientos de tipo exogámico (mestizaje) que harán intervenirun factor hereditario dominante, capaz de anular el .carácterrecesivo perjudicial.

El cruzamiento o mestizaje tiene, por tanto, como inmediataconsecuencia, impedir la manifestación externa de los defectosde tipo recesivo, peculiares de una u otra de las razas que sehibridan; es decir, que la endogamia hace visibles o tangibleslas anomalías y defectos de tipo recesivo que la exogamia tiendepor el contrario a anular o, por lo menos, a contrarrestar.

Los mismos razonamientos pueden utilizarse en cuanto a lascualidades, características y aptitudes útiles de tipo hereditario.Por eso no puede generalizarse diciendo que la endogamia o laexogamia son buenas o malas en cuanto a sus efectos sobre ladescendencia, ya que todo depende, en cada caso, de las carac­terísticas genéticas de los individuos que vayan a cruzarse.

Los partidarios del mestizaje sostienen, por su parte, que laendogamia o matrimonio entre miembros del mismo grupotiende a deteriorar la raza, que las razas híbridas son másvigorosas porque la infusión de (mueva sangre)) aumenta lavitalidad del grupo, etc. Esta peligrosa generalización puederebatirse igualmente con los argumentos antes transcritos.

15

... 1

Page 16: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

Ni los partidarios ni los adversarios del mestizaje han deli­mitado algunas cuestiones que creemos deberían abordarse:a) efectos producidos por el cruzamiento no sólo entre gruposclaramente superiores a la media, sino también de modo espe­cial entre grupos francamente inferiores a la misma; b) formaque adoptan los obstáculos de orden ambiental contra los .cualestienen generalmente que luchar los mestizos.

Si la ley o la costumbre de un país relegan los tipos mestizosal rango de grupo postergado (en el plano social, económico ypolítico), es muy probable que sus contribuciones culturalesestén por debajo de sus capacidades innatas. En un régimenrígido de castas donde le fuera absolutamente imposible a unmestizo elevarse sobre el rango social inferior de uno de susprogenitores, es claro que no debería juzgarse la hibridaciónracial según el nivel alcanzado por los mestizos. En cambio,en un régimen en el que el mérito individual sirva, sin corta­pisas, de base a la categoría social, los éxitos de los mestizosserían una indicación muy clara de sus cualidades intrínsecas.

Es difícil establecer una distinción entre los efectos del mesti­zaje racial en sí, y los del cruzamiento de grupos inferiores depoblación, con independencia de su raza. Los casos de hibri­dación entre grupos superiores de la escala social han dadoorigen a una gran proporción de hombres de calidad superior;pero esos resultados no deben atribuirse de manera exclusivaa la hibridación. En el estado actual de nuestros conocimientosno hay nada que pruebe que el mestizaje provoca la degenera­ción de la descendencia; pero tampoco que dé origen a grupossuperiores.

La idea de dividir a la humanidad en compartimientos ra­ciales totalmente separados es arbitraria. Se basa en premisaserróneas, en especial en la teoría «sanguínea)) de la herencia,que es tan falsa como la vieja teoría racista. La «comunidad desangre)) es una expresión sin sentido, ya que los genes o factoreshereditarios no tienen la menor relación con la sangre, sonindependientes entre sí, no se mezclan, y aun se segregan. Laherencia no es flúido transmitido «por la sangre)), y tampoco escierto que las «sangres)) de los progenitores se mezclan y fusio­nan en su descendencia.

Aún en la actualidad persiste ese mito de la «sangre)) comocriterio decisivo en cuanto al valor del mestizaje, y se siguehablando de la «sangre)) como del vehículo de la herencia. Asíse dice: «de mi propia sangre)), «la voz de la sangre), «sangremezclada)), <(llueva sangre)), «media sangre)), etc. Los términos«sangre azul» y «sangre plebeya)) han adquirido carta de natu-

16

Page 17: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

',-,,""'1 '''1 " \ :'f,,O,,;,

, .'

raleza en el lenguaje corriente para designar los supuestos des­cendientes de familias aristocráticas y «del pueblo)), usándoseesta última palabra en tono despectivo. Y se utiliza también elconcepto «sangre)) en el sentido' de nacionalidad: «sangte ger­mana», «sangre española», «sangre judía)), etc. En fin, seme­jante criterio llega a su expresión errónea en los Estados Unidosde América, donde se ha llegado a clasificar como «negros» ocomo «indios» a individuos que tienen un dieciseisavo de«sangre india)) o «sangre negra)), es decir aquéllos de quienesfué negro o indio uno de sus dieciséis antepasados directos otatarabuelos.

Las personas que siguen pensando así se encuentran imposi­bilitadas de comprender la naturaleza especial de los fenómenoshereditarios, y también de los fenómenos sociales en que laherencia toma parte. ¿Cómo explicar por «herencia de sangre»que los'hijos de los mismos padres heredan caracteres distintos,siendo de la misma sangre? ¿Cómo explicar en ciertos sujetosla presencia de caracteres que poseían sus abuelos y que noposeen ya sus padres?,y es que muchos ignoran el hecho no sólo de que la sangre

es totalmente ajena al proceso genético, sino que inclusive se hademostrado que la madre no proporciona sangre al feto, sinoque es éste quien desde un principio elabora la suya propia(F. M. Ashley Montagu, The Myth o/ Blood, 1943). Esto explicaademás por qué el hijo puede tener distinto grupo sanguíneoque la madre.

En fin, la posibilidad de transfusión sanguínea con plenoéxito entre individuos de distintas (razas»), siempre que sustipos serológicoslo permitan, es nueva y evidente prueba de queel (mito de la sangre)) no tiene la menor base biológica.

Todas las grandes razas son, incontestablemente, de origenhíbrido. En el curso de los milenios que han transcurrido desdeque el tronco humano común se subdividió, los cruzamientosse han sucedido sin cesar.

Dixon señala el hecho de que los alpinos braquicéfalos, des·preciados por M. Grant y otros, constituyeron un elementoimportante en la creación de la cultura babilónica; que la inmi.gración de los dorios alpinos a Grecia precedió al auge culturalde la edad helénica; que Roma no alcanzó su esplendor sinodespués de la conquista, por los alpinos, de la población medite·rráneo-caspiana del Latium; que la cultura china siguió a la abosorción de los elementos caspianos por los tipos alpinos y que elmaravilloso desenvolvimiento de la civilización europea modernase ha operado en la zona donde la mezcla de alpinos, medite-

17

Page 18: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

", /" '~ ',' "'.:,

rráneos y caspianos ha sido más completa que en ninguna otraregión del mundo. Otras grandes civilizaciones, como las deEgipto, Mesopotamia e India, surgieron también en lugaresdonde convergieron pueblos diferentes.

Un racista como Gobineau, para quien el mestizaje tienecaracteres fatales, llega al absurdo de decir que de las diez civi­lizaciones más brillantes, seis se deben a los «arios», rama«superior» de la raza blanca (hindú, egipcia, asiria, griega,romana y germana); y las otras cuatro altas culturas (china,mexicana, peruana y maya) son producto de la raza blanca«mezclada» ya con razas inferiores. Concluye afirmando quetales cruzamientos producen si8Dos de degeneración como lasideas igualitarias, los movimientos democráticos, etc., y queel mestizaje crea seres mediocres a los que compara a rebaños«abrumados e,or una fatal somnolencia» y que viven entorpe­cidos en su nulidad «como los búfalos rumiando en los charcosestancados de los pantanos Pontinos». No creemos necesariorefutar de nuevo tan absurdas afirmaciones, que no se asientansino en criterios racistas de tipo político-filosófico y en argu­mentos pseudocientificos de carácter biológico que ya se handiscutido y rechazado oportunamente.

He aquí algunos ejemplos de mestizaje referentes a las quellamamos naciones civilizadas: Inglaterra, desde los tiemposmás primitivos, fué ocupada por grupos humanos de tipo Cro­Magnon, nórdicos, mediterráneos, alpinos, y, más tarde, lainvadieron los sajones, noruegos, daneses y normandos.¿Puede hablarse hoy de una raza inglesa pura? Inglaterra es,por el contrario , un magnífico ejemplo de mosaico racial.

Francia ha sido ocupada desde el paleolítico por pueblos dis­tintos: Neanderthal, Cro.Magnon, Chancelado, Grimaldi. En elneolitico, varias ramas de la raza mediterránea y primitivosalpinos vinieron del este; y en el siglo VII a. de J.C., los inva·sores celtas dominaron a los primeros colonizadores. Hacia elsiglo 1 de nuestra era, sufrió el comienzo de la invasión bár­bara, contenida momentáneamente por la dominación romana;y dos siglos más tarde los vándalos conquistaron la Galia y losvisigodos establecieron un reino, en el sur de Francia, que sub­sistió hasta el siglo VII. Estas breves indicaciones dan una idea delgrado de heterogeneidad de la raza francesa y hacen resaltar laimportancia y valor de la hibridación. La Francia septentrionales quizá más teutona que el sudoeste de Alemania, mientras queésta es, en numerosas regiones orientales, más eslava queRusia.

Hechos similares se repiten en los demás continentes. Si nos

18

Page 19: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

parece que en la América postcolombina la mezcla de razas hallegado al extremo, se debe sencillamente a que el fenómeno delmestizaje se desarrolla ante nuestra vista, sin necesidad derecurrir a la historia. Y es necesario recordar además que lapoblación americana precolombina fué también desde un prin­cipio de carácter heterogéneo.

Todas las regiones poseedoras de una alta cultura han sidozonas donde ha tenido lugar la conquista de unos pueblos porotros. La pretendida idea de que los mestizos degeneran secontradice con el hecho real de que los híbridos pueblan todo elmundo y cada día en mayor número.

Los grupos humanos aislados no han intervenido --o lo hanhecho en mínima proporción- en el progreso cultural de lahumanidad; por el contrario, las circunstancias que permiten aun grupo desempeñar papel importante en la civilización seven favorecidas por el cruzamiento con otras razas.

eAcaso no fué la influencia de los inmigrantes caspio-medi­terráneos en el norte de Italia uno de los factores del gran augedel Renacimiento en dicha zona? ¿Es sólo coincidencia que lacultura europea, después del período bárbaro, diera comienzoen el momento en que se había realizado la fusión de nuevospueblos? ¿No son los Estados Unidos de América, donde el crucede razas ha llegado al máximo, uno de los focos de la civilizacióncontemporánea?

Diremos para resumir:l. El mestizaje ha existido desde los albores de la humanidad.2. El mestizaje fomenta una ampliación en el campo de varia­

bilidad somática y psíquica, y permite la aparición denuevas y numerosas combinaciones de factores genéticos quehacen más flexibles las cualidades hereditarias entre la nuevapoblación.

3. Desde el punto de vista biológico, el mestizaje no es buenoni malo y depende en todo caso de las características indi­viduales de quienes sean sujetos de hibridación. Como engeneral el mestizaje se realiza más frecuentemente entreindividuos de capas sociales inferiores, con una situaciónsocioeconómica deficiente, es a ésta y no al mestizaje pro­piamente dicho a la que hay que atribuir las causas de ciertasanomalías que han podido observarse.

4. Son excepciones los casos de grupos de «raza pura» o gruposhumanos aislados que hayan desarrollado, por su propiainiciativa, una alta cultura.

6. Por el contrario, las regiones de gran civilización están habi­tadas por grupos humanos claramente mestizados.

19

Page 20: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

" .¡,J'''·'I,I .• ,

"", :

;, 4

\ ' .. :í.,\" "

111. EL PREJUICIO DEL COLOR: EL MITO NEGRO

Ninguno de los rasgos físicos utilizados para clasificar las razashumanas parece tener el menor valor funcional para el indi­viduo que los posee. Nuestra civilización atribuye particularísimaimportancia al color de la piel. Una pigmentación más o menososcura constituye para numerosos grupos humanos un signodistintivo que los condena al desprecio, al ostracismo y a unacondición social miserable. El agudo sentimiento de las dife­rencias de color provoca, en ciertas personas, fobias casi pato­lógicas, que no son innatas, pero que reflejan, en formaextrema, los prejuicios de su medio ambiente. Decir que ,J!!lhombre es inferior por Ser negro es tan absurdo c(>Jñopretend.er­tjüe 'uÍÍ caballo blanco es más. rápido que un caºªJ!o. !!~Q,,-Porinfundado que sea el prejuicio del color no deja, sin embargo,de corresponder, en muchos países, a un conjunto de senti­mientos y de actitudes.

La explotación por los blancos de la agricultura y minería enlas tierras descubiertas a partir del siglo XIV los condujo a prac­ticar la esclavitud, especialmente de negros e indios america­nos. Ese hecho contribuyó a aumentar el orgullo del blanco ysu complejo de superioridad ante los hombres de color, senti­mientos reforzados aún más por la idea de que él era cristiano,mientras que los negros y los indios de América eran paganos.Mas, en realidad, las causas de su agresión eran básicamenteeconómicas: los blancos se apoderaron de las tierras más ricasocupadas por los grupos de color y redujeron a éstos a la escla­vitud para asegurarse una mano de obra fácil que multiplicarael valor de sus recientes adquisiciones.

y si bien es cierto, repetimos, que hubo un fray Bartoloméde Las Casas, defensor acérrimo de la abolición de la esclavitudno sólo entre los indios, sino también entre los negros, «porquela misma razón es dellos que de los indios)), más numerososfueron quienes en el deseo de mantener la situación quisieronjustificarla proclamando que el negro era «inferior» al blanco.Así, el Rev. Thomas Thompson publ!có en 1772 su opúsculoCómo el comercio de esclavos negros en la costa de África seatiene a los principios de humanidad y a las leyes de la religión

20

Page 21: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

revelada; en 1852 el Rev. Josiah Priest editó A Bible Delence 01Slavery; y C. Carrol, en su obra The Negro as a Beast or in theImage 01 God (1900), consagra a las «pruebas biblicas y cien­tificas de que el negro no pertenece a la familia humana)) uncapitulo donde afirma que «todas las investigaciones cientificasmuestran la evidencia de su constitución propiamentesimiesca)).

En el último tercio del siglo XIX los blancos se adjudicarondefinitivamente la explotación y dominio de los imperios colo­niales, de modo oficial, en la conferencia que tuvo lugar enBerlin, en 1885, para la repartición del continente africanoentre las distintas potencias europeas. Entonces quedó eviden­ciada la total indiferencia' de éstas ante el problema juddico ymoral que representaba el hecho de que ninguna de ellas teniael menor derecho a disponer de las regiones de África y menostodavía de la vida, bienes y trabajo de sus habitantes.

Pese a la igualdad de derechos humanos proclamados en laDeclaración de Independencia de los Estados Unidos de Américay en la enmienda 15 de su Constitución, que especifica «que nopodrán ser negados ni limitados los derechos de la persona, enninguno de los Estados de la Unión, basándose en un motivode raza, de color o de anterior condición de servidumbre)); pesetambién a que iguales principios se establecen en las cartasconstitucionales de la mayoda de los paises y han sido recono­cidos solemnemente en el articulo 2 de la Declaración Universalde los Derechos del Hombre, suscrita por las Naciones Unidasel 10 de diciembre de 1948, la realidad muestra que la dis­criminación social, económica y política en contra de los negrosy en general de los hombres de color existe muy difundida enel mundo, basada principalmente en falsos conceptos raciales.

Unó de los mayores absurdos del prejuicio del color en losEstados Unidos de América es el de que cualquiera que admitetener un antepasado africano es considerado «negro)), sin teneren cuenta su aspecto externo. El «negro)) es pues en este caso noun ente biológico sino un simple miembro de un grupo cultu­ral, económico y social. Algunos de estos <megros)) no se dis­tinguen de los blancos, y simulan pertenecer a este último grupopara evitar la discriminación antinegra. La falta de lógica enesta actitud se evidencia aún más si pensamos que del mismomodo que a una persona con minima proporción de «sangrenegra)) se le aplica el calificativo de «negro)), igualmente razo­nable y justo seria llamar «blanco)) a cualquiera que tuviera unaminima proporción de «sangre blanca)).

Se ha estimado que los pueblos de color representan, aproxi-

21

,\,r, \

Page 22: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

madamente, las tres quintas partes de la población total delmundo. No se prodría considerar esta gran porción del génerohumano como cantitad despreciable ni relegada a un planosecundario y subordinado. El respeto mutuo se impone. Hayque aprender a convivir sin odio, temor, ni desprecio, sinexagerar las diferencias a expensas de las semejanzas, esforzán­donos en comprender su alcance y valor verdaderos. De nohacerlo así, posiblemente se cumpla lo que Dubois augurabaen 1920 al decir que la guerra de 1914-1918 «no fué nada encomparación con la lucha por la libertad que negros, morenosy amarillos deberán emprender hasta terminar con las humi·Ilaciones y desprecios que les inflige el mundo blanco... Lasumisión del mundo negro a su estado actual no durará másque lo estrictamente necesario.)) Marcus Gravey, otro dirigentenegro, afirma que ula más sangrienta de las guerras se desen·cadenará cuando Europa luche contra Asia y llegue el momentoen que los negros luchen también por la redención de África)).

Lo que más humilla al negro son las restricciones sociales ylos insultos personales: la exclusión de viajeros negros en ciertostrenes y autobuses, el acondicionamiento de vehículos de tipoexclusivo, salas de espera ad hoc, escuelas especiales, restau­rantes y hoteles prohibidos, etc., todas las cosas que resultandenigrantes y. ridículas. En África del Sur, donde tan intenso esel prejuicio de color, se dió el caso en 1944 de varios funciona·rios que perdieron su puesto por negarse a cumplir las ins- 'trucciones del gobierno para que en los documentos oficialesdirigidos a las personas de color usaran las mismas formas decortesía que con los blancos.

Parece que quienes con más insistencia recuerdan y hacenprevalecer el criterio de discriminación hacia los negros son losblancos de condición modesta. Son ellos los primeros en temerla competencia negra en el terreno económico, y no disponiendode otro argumento para justificar su orgullo ante ellos, recurrenal color de la piel, dando así una desmesurada importancia a lapigmentación.

El prejuicio del color no sólo ha servido para estableceren nuestra sociedad un régimen de casta, sino que ha sidoutilizado asimismo como un arma por los sindicatos obrerospara luchar contra la concurrencia de un proletariadonegro o amarillo. Esas «barreras' de colon) levantadas porlas federaciones o los sindicatos americanos o sudafricanos,que se inspiran en ideales socialistas y se presentancomo defensores de la clase obrera, proyectan cruda luzsobre las rivalidades económicas que se disimulan bajo los

22

Page 23: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

antagonismos raciales y bajo los mitos elaborados parajustificarlos.

En tratados de apariencia científica se ha llegado hastapretender que las capacidades intelectuales de los mulatos sondirectamente proporcionales a la cantidad de «sangre blanca))que circulase por sus venas. El éxito o el fracaso estarían enrelación con ese porcentaje. A quienes sefialan los obstáculosde toda clase que se alzan contra los mulatos, los racistascontestan que aquéllos habrían logrado triunfar, pese a lahostilidad del medio ambiente, de haber estado suficiente­mente dotados. Una de las opiniones más falsas, aunque de lasmás extendidas, es la de que el negro abandonado a sí mismoes un perfecto salvaje y que no ha progresado sino allí dondelos blancos le han impuesto sus ideas y modificado su sangre.

Pretender vincular al color de la piel ciertas característicaspsicológicas y sociales no sólo es totalmente absurdo, sinoque es una idea falsa que varía según las circunstancias delmomento. Examinemos, por ejemplo, los cambios respecto alos japoneses: En 1935, los norteamericanos, en su mayoría,los llamaban «progresivos», «inteligentes)) e «industriosOS));en 1942 estos adjetivos eran reemplazados por los de «astutos»y «traicioneros)). Cuando en California hacían falta trabaja­dores chinos se les consideraba ufrugales)), «sobrios» y «res­petuosos de las leyes)); pero en el momento en que la compe­tencia se hizo dura y hubo que excluirlos se les calificaba de«(sucios)), «repugnantes)), (einasimilables» y aún (epeligrosos».La misma falta de criterio objetivo se observa con relación ala India: mientras los soldados norteamericanos decían quelos nativos eran «sucios» e «incivilizados)), las clases intelec­tuales hindúes calificaban a los norteamericanos de «rústi­cos», «materialistas)), «POcO intelectuales) y también (<incivi­lizados)).

En cuanto a los caracteres somatopsíquicos del negro,supuestamente inferiores a los del blanco, hay quienes admitencon Hankins que el volumen cerebral del negro es máspequefio y de este hecho deducen que sus capacidades menotales son menores. Igualmente, K. L. Gordon (1933) refirién·dose a los negros de Kenia les atribuye una deficiencia cere­bral congénita, también como resultado de su menor volumencraneal y diferencias de forma.

El olor peculiar del negro y su acentuado prognatismo hansido en muchas ocasiones considerados como caracteresdemostrativos de su inferioridad biológica.

Mas, es sobre todo en el campo psicológico donde con

23

Page 24: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

'1'

mayor insistencia se ha querido probar la superioridad delblanco frente al negro. Desde luego es cierto que bajo ,ningúnaspecto (físico, intelectual o emotivo) son iguales el negro yel blanco; sin que por esto pueda afirmarse que tales, dife­rencias implican superioridad de éste sobre aquél.

Las investigaciones de Leakey en África y de Steggerda entrelos negros de Jamaica han demostrado que la capacidad cra­neal no es inferior en ellos, e incluso que, a veces, es superiora la del blanco. Los trabajos de J. Huxley y A. Keith coincidentambién en este punto, que confirman los estudios deJ. H. F. Kohlbrugge (1935) sobre constitución cerebral,apoyados en otros similares, realizados por eminentes antro­pólogos y médicos como Retzius, Weinberg, Sergi y Kappers,que llegan a estas importantes conclusiones:1. El peso del lóbulo frontal, considerado como sede de la

inteligencia, representa un 44% del peso total del cerebro,tanto en varones como en hembras, en blancos como ennegros.

2. No existen diferencias raciales en cuanto al peso del cere­bro; son en cambio evidentes las variaciones individualesdentro de cada grupo o ((raza» humana.

3. El cerebro de los hombres de inteligencia excepcional noes superior en peso ni en volumen al de los otroshombres.

4. La comparación de cisuras y circunvoluciones cerebralestampoco permite establecer diferencias constantes paracada raza: todas las variaciones se encuentran en todaslas «razas». Si se pusieran juntos diversos cerebros, no sedistinguirían los procedentes de australianos de los deeuropeos, del mismo modo que no pueden distinguirse losde personas de gran inteligencia de los de hombres detipo medio.

Los resultados de los estudios de Sergi sobre los negros y deKappers sobre los chinos destruyen las gratuitas afirmacionesde que los grupos de color poseen un cerebro de menor volu­men y de menor complicación estructural que el de losblancos.

Es cierto que el prognatismo, frecuente en los negros, esun signo físico de evolución menos avanzada; pero en cambiola carencia de vello corporal, el espesor de los labios, lacontextura del cabello, etc. implican una etapa evolutiva supe­perior en el negro que en el blanco. Puede decirse con RuthBenneaict y H. V. Vallois que «ninguna raza tiene el mono­polio de haber llegado a la etapa terminal de la evolución

24

Page 25: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

I 1 t ,.

'r

'."

humana; ningún argumento permite afirmar que ciertosrasgos seleccionados hablen en favor de la raza blanca».

«Bueno» o «malo», «superior» o «inferior», son expresionessubjetivas, y por lo tanto carentes de un sentido invariable yuniversal. En cada caso debería especificarse, por ejemplo: «lamayoría de negros es superior a la mayoría de blancos por suresistencia al paludismo», o «la mayor parte de blancos essuperior a la mayor parte de negros en su resistencia a latuberculosis», etc. y así se vería que las «superioridades» e(<inferioridades» se combinan en cada grupo humano.

Al comparar los pueblos blancos y negros, en la actualidad,cualquiera estaría tentado a admitir la (<inferioridad» de éstos,por el hecho de que su desarrollo económico, político y cul­tural es muy inferior al de aquéllos. Sin embargo, no se tratade una «inferioridad racial innata», sino accidental y debidaa las condiciones de explotación en que actualmente vivencasi todos los negros por razón de la colonización y por unaesclavitud de hecho, si no de derecho.

Muy frecuentemente, el negro se halla todavía en una semi­esclavitud económica, apresado en una red de restriccionesunas veces legales y otras extralegales. La pobreza, el desprecioy la enfermedad han hecho de él lo que es hoy.

La supuesta pereza del negro (y ello se puede generalizaral indio americano) es probable que sea más bien debida a lacarencia de estímulos. Como Burus lo ha notado justamente,la enorme produoción de las colonias del Oeste africano,donde el negro es todavía propietario de algunas tierras, de­muestra que no son perezosos por naturaleza. Si un trabajoles interesa y lo comprenden, los negros derrochan energía sinescatimarla, pero quieren escoger por sí mismos sus horas detrabajo, sin sentirse prisioneros de un empleo con tiempointransgresible. De igual modo, el indio de América que logracultivar su propia tierra y aprovechar íntegramente el frutode su esfuerzo, indudablemente trabaja con una energía,entusiasmo y eficacia que no manifiesta cuando sabe que esel «amo» quien recogerá los beneficios de su aotividad. SegúnBooker T. Washington, el mayor daño que se hizo al negrocon la esclavitud fué privarle del sentido de autonomía per­sonal, método y espíritu de iniciativa.

Nada impide que blancos y negros puedan ser buenos con­ciudadanos de un país y del mundo y que se profesen reci­proca consideración y respeto, sin que ninguno de ambosgrupos tenga que sacrificar nada de su personalidad, delmismo modo que católicos y protestantes, en muchos países,

25

Page 26: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

1,

pueden mantener las mejores relaciones de convivencia sinabdicar su confesión religiosa.

Lo que hiere a los negros, muy justamente, es que por razónde su color, se les excluya sistemáticamente,de ciertos mediossociales en los cuales se admite sin embargo a blancos decultura y educación muy discutibles. Es la actitud general delos blancos hacia ellos, su falta de consideración, su despreciointencional o no, lo que hace que cada día los negros «deseencon más ahinco liberarse de ese perpetuo ostracismo y de esadegradación que los marca como si pertenecieran a otraespecie, como si fueran subhumanos» (Mathews, citado porBurns).

Hay negros que con su complejo de inferioridad, muy pomoprensible, imputan a hostilidad hacia su raza, y a un deseo demantenerlos en un plan de postergación, cualquier decisiónpenosa o por lo menos desagradable, aunque este acto sea detipo individual y ajeno a todo prejuicio de color. El rencor yel odio acumulados como consecuencia de ofensas pasadas, laactitud de desconfianza ante los avances de los blancos, el odioamargo y en ocasiones explícitamente confesado hacia lo que leses peculiar, todo ello es necesario que los negros puedan domi·narlo, vencerlo y olvidarlo, si realmente se quiere establecerentre ambos grupos humanos un espíritu de verdadera comoprensión.

En ciertos momentos de la historia, a las guerras de religiónha sucedido la tolerancia religiosa. Igualmente creemos en laposibilidad de prevenir las guerras raciales si los blancos detodo el mundo cesan de injuriar a los negros, si dejan de serinjustos con ellos y adoptan hacia la gente de color una actitudde civilidad y decencia, de tolerancia y de convivencia amistosa.Que no escuchemos repetir la observación que un hawaianohizo a un misionero: «Cuando llegaron los blancos, vosotrosteníais la Biblia y nosotros poseíamos la tierra; ahora nosotrostenemos la Biblia y vosotros la tierra.»

Lo que la raza negra como tal y lo que los negros individual·mente hayan podido aportar hasta hoy a los diversos camposde la civilización mundial no basta para prejuzgar lo que estegrupo humano sea capaz de realizar en el futuro de acuerdo consus aptitudes en un medio adecuado y en circunstancias socialesy económicas favorables. No hay que olvidar, entre otrosantecedentes, que en el siglo XII la Universidad negra de Tum·buctú podía compararse ventajosamente con las universidadeseuropeas de su tiempo. Igual cosa puede decirse del nivelgeneral de la civilización en los tres grandes reinos negros de la

26

Page 27: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

..-~~~'~ ..'"" ,

época; y posiblemente el trabajo del hierro, uno de los adelantosmás importantes en la técnica actual, sea una creación negra.

En resumen, todas las pruebas biológicas, antropológicas,evolutivas y genéticas demuestran que la discriminación racialpor el color es un mito, sin la menor seriedad científica, y enconsecuencia que es falsa la supuesta «inferioridad racial de loshombres de colorll. Son exclusivamente circunstancias deambiente y factores políticos y socioeconómicos desfavorableslos que mantienen a tales grupos humanos en su estado actual.

27

Page 28: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

.,

IV. EL MITO JUDío

El grupo humano que forman los judíos ha suscitado un odioprofundo en casi todos los países y en casi todos los tiempos.

El antisemitismo como actitud social y política adoptada pOJO

ciertos Estados y por amplios sectores de población en otros-actitud más o menos justificada por razones de índole reli.giosa y económica- es un viejo antagonismo cuyos antece­dentes son remotos. Como muestra de su intransigencia, essuficiente recordar la expulsión en masa de los judíos de Españaen el siglo xv, el aislamiento de los judíos en la Europa cristianadurante la edad media, el proceso Dreyfus en Francia, los famo­sos «pogroms» de judíos en ciertas épocas y regiones de Europaoriental y central y, finalmente, la propaganda mundial entorno a los falsos protocolos de los sabios de Sión con los cualesquería exacerbarse el espíritu antisemita de las masas populares.

Pero, en la actualidad, el antisemitismo ha recurrido al mitode la raza judia para tratar de justificar y de cubrir sus apetitospolíticos y económicos con argumentos pseudocientíficos. Eltipo considerado como característico del «judío» es en realidadmuy frecuente en los pueblos levantinos y del Próximo Oriente,que sin embargo no son judíos ni lo han sido nunca por sureligión ni por ningún aspecto de su cultura.

El hecho de que algunos judíos puedan identificarse a simplevista se debe menos a los rasgos físicos heredados que a lasreacciones y disposiciones sentimentales y de otra índole quetraducen ciertas expresiones del rostro, determinadas actitudescorporales, amaneramientos distintivos, tonos de la voz yciertas tendencias temperamentales y de carácter, cuyo origenhay que buscarlo en las costumbres judías y en el tratamientoinflingido a los judíos por los no judíos.

Si los nazis hubieran dispuesto de verdaderos caracteresfísicos para diferenciar a los «judíos», ¿por qué les hubieranobligado a ostentar en su ropa la estrella de David a fin de quelos «arios» pudieran jdentificarlos~

Por su parte, Mussolini, después de declarar en 1932 que «nohay razas puras y que el antisemitismo no existe en Italia»,y que «judíos italianos siempre se han conducido bien como

28

Page 29: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

T ~ " ¡

. ;t

ciudadanos y han peleado valientemente como soldados», inicióen 1936 su campaña antijudía, obligado por la alianza germano­italiana; su actitud racista fué, sin embargo, diferente de laalemana en virtud de la más clara heterogeneidad histórica delpueblo italiano. El manifiesto fascista del 14 de julio de 1938afirmaba: «Existe una raza italiana pura. La cuestión del racis­mo en Italia debe ser tratada desde un punto de vista pura­mente biológico, sin consideraciones de orden filosófico oreligioso. El concepto de la raza en ltalia debe ser esencial­mente italiano y en el sentido ario-nórdico)) ... «Los judíos nopertenecen a la raza italiana. De todos los semitas que se hanestablecido en el curso de los siglos sobre el sagrado suelo denuestra patria, ningun() en general se ha quedado en él. Lamisma ocupación árabe de Sicilia no ha dejado huella alguna,fuera del recuerdo de algunos nombres.»

Sería risible, si no fuera trágica, la actitud del fascismo,reivindicando para Italia una «pureza racialn de tipo «ario­nórdico». Mas aquí nos proponemos tan sólo demostrar que laactitud antisemita del fascismo italiano, burda imitación delnazismo, se basa como éste en falsas afirmaciones biológicas.

rl Cuáles pueden ser esas supuestas características antropoló­gicas que permitirían identificar a la «raza judía»?

Los judíos constituían una nación hasta la toma de Jeru­salén por Tito en el año 70 d. de J.C. En los comienzos de laera cristiana, y tal vez con anterioridad, los judíos de Palestinaemigraron hacia distintos países de los cuales en muchos casosfueron expulsados más tarde, lo que dió lugar a nuevas migra­ciones y desplazamientos que se podrían calificar de secun­darios. Sería interesante conocer las características morfoló­gicas y raciales de esos antiguos hebreos, probables antepasadosde los judíos actuales; mas, las ignoramos hasta la fecha ytenemos que orientar forzosamente nuestras investigaciones enotro sentido.

Muy pronto los semitas se mezclaron con los pueblos vecinosdel Asia Occidental: cananeos, filisteos, árabes, hititas, etc.;por lo que, aun suponiendo que el hebreo representara en suorigen una raza pura, ya en tiempos antiguos sufrió distintos yprofundos mestizajes.

Existen en Asia grandes colonias judías, sin hablar del nuevoEstado de Israel, que pueden localizarse en Transcaucasia,Siria, Mesopotamia, Yemen (Arabia), Samarkanda, Buckara(Turquestán), Persia y Herat (Afganistán).

El establecimiento de los judíos en el norte de África (Ma­rruecos y Argelia) se inició en el siglo x a. de J.C., aunque

29

Page 30: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

hubo nuevas inmigraciones con posterioridad. De acuerdo consu origen, se observan en esa zona tres tipos de judíos: a) losantiguos. poco numerosos, que presentan con frecuencia elclásico tipo hebraico de color blanco, cabellos y ojos negros,nariz convexa, ganchuda y gruesa; b) los judíos en los cualespredomina el elemento español; e) los judíos de tipo árabe­bereber, que son los más frecuentes, y se distinguen poco dela población indígena entre la cual viven. Así, pues, mientrasciertos grupos judíos de África se asemejan entre sí por suscaracteres somáticos, otros en cambio se parecen mucho a lospueblos asiáticos.

En España se estableció una importante colonia judía desdecomienzos de la era cristiana. Expulsados de allí en 1492, losjudíos se dispersaron por el norte de África, Balkanes y Rusia.Los judíos de origen español tienen la cabeza alargada,mientras que los judíos rusos tienen la cabeza redonda, dife­rencia que se explica si se observa que la forma craneal deambos grupos se asemeja a la de los pueblos español y rusocon quienes respectivamente conviven. Análoga observacióngeneral puede hacerse respecto a los judíos de Polonia, Alema­nia y Austria. En lo que se refiere a los judíos de Inglaterra,28,3% son dolicocéfalos, 24,3% mesaticéfalos y 47,4% braqui­céfalos. En cuanto a los judíos del Daghestan (Cáucaso) ,5% son dolicocéfalos, 10% mesaticéfalos y 85% braquicéfalos.

Con respecto a la forma craneal se puede decir, en resumen,que los judíos de Asia son sobre todo braquicéfalos, aunque nodeja de haber algunos grupos dolicocéfalos; que los de Áfricason dolicocéfalos en mayoría absoluta; y que en Europa seencuentran dolicocéfalos (especialmente los procedentes deEspaña), mesaticéfalos y braquicéfalos.

No es posible entrar en detalles numéricos para probar lavariabilidad de todas las demás características somáticas en lamal llamada «raza judía». Indiquemos solamente que 49% delos judíos polacos tienen pelo rubio y 51% pelo obscuro; que32<'10 de los judíos alemanes son rubios y que 30% de los judíosvieneses poseen ojos claros. En ciertos grupos, el perfil nasalconvexo, aparentemente tan característico del judío, se encuen­tra únicamente en 44% de los casos, el perfil recto en 40%, elsinuoso en 9% y el cóncavo en 7%.

Todo esto prueba que el pueblo judío presenta variaciones yestá desprovisto de unidad morfológica.

Como lo hace notar el famoso antropólogo americano F. Boas,«la asimilación de los judíos, en los pueblos en medio de loscuales se hallan establecidos, es mucho más profunda de lo qne

30

Page 31: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

parece. En la estatura, la forma de la cabeza y otros rasgos,existe un paralelismo impresionante entre el aspecto físico delos judíos y el de los otros pueblos en donde éstos viven.» Y,en confirmación de este hecho, R. N. Salaman escribe: «Lapureza de la raza judía es imaginaria; la más amplia variedadde tipos étnicos se encuentra entre los judíos en lo que serefiere sólo a confirmación craneana, desde los braquicefálicoshasta los hiperdolicocefálicos. Más particularmente, en Alema­nia y Rusia hay judíos que no tienen la menor característicasemítica. ))

El porcentaje de judíos rubios con ojos claros y su irregularrepartición en los distintos centros judíos, la extrema variabi­lidad del índice cefálico, que iguala -por lo menos- a la quepuede observarse en los pueblos más diversos de Europa, laexistencia de judíos cuyo tipo es negroide, mongoloide o teu­tónico, la variabilidad de la estatura, etc. son otras tantaspruebas de la inexistencia de una unidad racial semita pre­servada desde los tiempos bíblicos. La pretensión que tienenlos judíos de ser de origen puro es así tan vana y mal fundadacomo son falsos los argumentos en los cuales se basa el anti­semitismo para establecer una diferencia radical con la llamadaraza aria (Fishberg).

Los judíos que abandonaron su patria de origen en diversasépocas, eran mestizos en proporción distinta según la fechade su emigración. Al llegar al nuevo país de destino muchosde ellos se unieron entre sí, con lo cual perpetuaron el mesti·zaje originario; pero más frecuentemente aún fué el cruza­miento con los aborígenes. Esto no es mera suposición, pueslos siguientes hechos lo comprueban, a pesar de la creenciageneral de que los judíos se mantienen aislados:1. Desde los primeros siglos de la era cristiana se promulgaron

numerosas leyes prohibiendo a los ortodoxos casarse conjudíos: Código de Teodosio JI, en el siglo VI; Concilio deOrleáns, en 538; leyes promulgadas por las autoridadeseclesiásticas de Toledo en 589, por las de Roma en 143,por el rey Ladislao II de Hungría en 1092, etc. El hechode que tuvieran que adoptarse tales medidas prohibitivasindica que los matrimonios entre judíos y cristianos eranfrecuentes. Spielmann cita el caso de numerosos casamien·tos celebrados entre germanos y judíos deportados por losreyes merovingios a distintas ciudades de la cuenca delRin.

2. Desde 1921 a 1925, se calcula que en Alemania 42% de losmatrimonios judíos eran mixtos; y concretamente en Berlín

31

Page 32: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

en 1926 se celebraron 861 matrimonios judíos y 554 mixtos.Las cifras por sí mismas son elocuentes, pero adquierenmayor relieve si se piensa en la elevada proporción de cón­yuges cristianos que pasan a engrosar las filas del judaísmo,aunque racialmente no tienen nada de común con lossemitas.

3. Es evidente que los grupos judíos se hallan muy mezclados,cualquiera que sea el país de residencia. Si bien en deter­minadas épocas se les ha tenido aislados, nunca tales medi­das pudieron cumplirse estrictamente, ni mantenerse'· pormucho tiempo. Esto es verdad hasta tal punto que el análisisy clasificación general de los judíos, atendiendo a su origen,señala: a) descendientes de los antepasados emigrados de .Palestina (proporción muy reducida); b) descendientes delos matrimonios entre judíos (mestizaje de grupos asiáti­cas) , o entre judíos y otros grupos (en cierta manera,mestizos de mestizos); c) judíos por su religión pero que,desde el punto de vista antropológico, no tienen la menorrelación con los judíos de Palestina -es decir, individuospertenecientes a otros tipos humanos convertidos a la reli­gión hebraica-o Como ejemplo típico de estos últimos, sepuede citar el caso de Boulán, rey de los khazars, quien enel año 740 se convirtió al judaísmo con gran parte de sunobleza y pueblo; sus descendientes se encuentran actual­mente entre los judíos de Polonia y Rusia meridional.

Así pues, el pueblo judío, pese a la opinión corriente, es variodesde el punto de vista racial; sus constantes migraciones, susrelaciones -voluntarias o no- con las naciones y pueblos másdiversos, le han sometido a tal mestizaje que en el llamadopueblo de Israel se encuentran rasgos de todos los demáspueblos. Basta comparar el judío de Rotterdam de cara colo­rada, sólido y pesado, con su correligionario de Salónica -porejemplo- de ojos relucientes en un rostro enfermizo y cuerpoendeble y nervioso. En el estado actual de nuestros conoci­mientos podemos afirmar que los judíos presentan entre síuna variedad morfológica tan grande como la que pudieranpresentar dos o más razas distintas.

Si desde un punto de vista científico se acepta fácilmente lademostración de la heterogeneidad del pueblo judío, y la noexistencia de tal raza, ¿cómo se explica el hecho de que a laprimera ojeada sea posible reconocer en la actualidad -y demanera casi infalible- cierto número de judíosP Se trata pro­bablemente de los que han conservado algunos de los carac­teres ancestrales: nariz aquilina, cutis claro, cabello y ojos

32

Page 33: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

"

negros. Mas, escapan a nuestro examen e identificación in­contables judíos -acaso en mayor número que los anteriores­que pasan desapercibidos por haber tomado los caracteres delpueblo con el cual conviven.

Otra razón fundamental que explica este hecho es que losindividuos que profesan la misma religión poseen una afinidadhecha de gestos, hábitos, indumentaria, etc. que permitendiferenciarlos. Y en los judíos, cuyos ritos y costumbres sonmuy dogmáticos, esa semejanza externa -producto de afini­dades etnográficas, lingüísticas y religiosas- es muy acentuadaa pesar de la variedad de tipos morfológicos que componendicho pueblo.

De este modo, la pretendida existencia de una raza judíacarece de fundamento, y ninguna actitud antisemita puedeapoyarse sobre este mito biológico.

33

Page 34: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

" ,

f¡ ,J.•• ," /~'.J

i'

, ,

V. EL MITO DE LA SUPERIORIDAD DE LA «RAZA ARIA»O «NÓRDICA»

El racismo no se satisfizo con decretar la «superioridad» delblanco sobre los grupos humanos de color, ni con ejercer ladiscriminación contra los judíos, ni con rechazar el mestizajeafirmando a priori que conduciría a la «degeneración racialn;sino que creyó además necesario establecer jerarquías bioló­gicas y psíquicas dentro de la misma raza blanca, tratando dejustificar así nuevas prerrogativas de conquista, dominio yexplotación en beneficio de, una casta aún más exclusiva.

Así surge el «arianismo» o <mordismo» como doctrinabásica de superioridad racial. El mito ario ha sido la fuentecomún de otros mitos secundarios: teutonismo, anglosajonismoy celtismo, fomentados paralelamente en Alemania, Ingla­terra, Estados Unidos de América y Francia.

Veamos antes de todo el origen, difusión y característicasesenciales de ese «tipo ario superior», para finalmente demos­trar su inexistencia.

ORIGEN DE 1,0S ARIOS.

Las similitudes filológicas observadas por W. Jones (1788)entre sánscrito, griego, latín, alemán y celta motivaron queThomas Young (1813) utilizara el término «indoeuropeo»para designar ese origen común de ciertos idiomas. J. G. Rhode(1820) localizó en Asia central el lugar de procedencia ,de los«indoeuropeos», ya considerados como un pueblo. Más tardeJ. von Kalproth propuso sustituir dicha palabra por <<indo­germano», denominación muy popularizada gracias a los tra­bajos de Prichard (1831) y F. Bopp (1833). En 1840 F. A. Pottsituó al primitivo pueblo ario en los valles de Oxus y Iaxartey sobre las laderas del Hindu-Kuch. Aunque careciendo defundamento, esta localización fué aceptada hasta fines delsiglo XIX.

F. Max MüIler (1861) difundió ampliamente la creencia enel origen asiático de los arios y reiteró la conveniencia de sus­tituir los términos «indogermano» e «indoeuropeQ» por el de

34

Page 35: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

';(,aI:.ío», basándose en que el pueblo que invadió la India yhablaba sánscrito se denominaba arya. Para MüIler la lengua

-ariana original implicaba también una «raza aria», de la quedescendían hindúes, persas, griegos, romanos, eslavos, celtasy germanos. Más tarde, sin embargo, reaccionó este autorcontra el concepto «racial» del término ario y, como veremosmás adelante, se redujo exclusivamente a su sentidolingüístico.

J.-J. d'Omafius d'Halloy (1848-1864), R. T. Latham (1862),Bulwer Lytton (1842), Adolphe Pictet (1859-1864) y otrosaún negaron el supuesto origen asiático de los indoeuropeos.Para Benfey (1868) los arios proceden del norte del marNegro, entre el Danubio y el Caspio. Louis Leiger (1870) lossitúa en el sur del Báltico. J. G. Cunok (1871) los localiza enla zona comprendida entre el mar del Norte y los Urales.D. G. Brinton (1890) cree que la cuna de los arios es Áfricaseptentrional. Para K. F. Johanson, a principios del siglo xx,la inmigración de los arios se origina en el Báltico. PeterGiles (1922) los supone procedentes de las llanuras de Hun­gría. V. Gonion Childe (1892) fija su origen en Rusia meri-

. dionaI. G. Kossina (1921) cree que vienen del norte de Europa./, También ha habido escritores como R. Hartmann (1876),,I G. de Mortillet (1886) y Houzé (1906), que han sostenido que

. los arios eran simplemente fruto de la imaginación de ciertosautores, una pura «invención de gabinete de trabajo».

Los ejemplos transcritos prueban que las opiniones se hallanhdivididas hasta el punto de ser en muchos casos totalmentecontradictorias y opuestas. Esto nos lleva al convencimientode que la existencia de ese «pueblo ario» o «raza aria» primi­tiva es solo un mito, pues en su localización encontramosúnicamente criterios subjetivos sin la menor base real y'Científica.

DOCTRINA DEL «ARIANISMO» Y «TEUTONISMOll.

El conde Henri de Boulainvilliers (1658-1722) fué el primeroen exponer la teoría de una aristocracia de «sangre germá­nica»; pero es Arthur de Gobineau quien dió toda su amplituda la doctrina del «arianismo» (Essai sur l'inégalité des raceshumaines, 1853) proclamando la superioridad de la «razaaria» sobre los otros grupos blancos. Sus concepcionesinfluyeron grandemente en la orientación filosófica y políticade Europa. Gobineau fué desde un principio bien conocido en

35

¡, '

Page 36: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

/ ' , ~, \

Alemania, donde estableció contacto con Richard Wagner,quien hizo gran propaganda de sus ideas, las que no adqui­rieron repercusión ni difusión en Francia, sino años mástarde.

Descendiente de una familia burguesa del siglo XVII, Gobi­neau trató de establecer su origen nobiliario; su obra es frutoante todo de una investigación para demostrar la «superio­ridad» de su propia casta. De ahí que su racismo no seanacionalista, sino clasista, es decir el racismo de un aristó­crata defensor de su posición frente a un proletariado bastardo.Su «(raza aria» era una casta «superior», pura, minoritaria,selecta y privilegiada, destinada en todos los países a gobernary dirigir los destinos de las masas mestizadas e (cinferiores».Gobineau, que no era ni francófilo ni germanófilo, ha afirmadosimplemente la «(pureza y superioridad racial aria de la aris­tocracia», donde ésta se encontrare.

Las rivalidades de clase y los conflictos de minoría vandesapareciendo en Europa a partir del último tercio delsiglo XIX, cuando surge amenazador el conflicto de naciona­lidades. Y es después de la guerra franco-alemana de 1870cuando el «(arianismo» como doctrina que declara la innatasuperioridad de una clase social, se convierte en dogma de«(superioridad de las naciones»,

Si es erróneo --como lo veremos luego- sostener la purezabiológica de una clase social, más absurdo resulta afirmar lapureza racial de una nación. Y sin embargo, entre los fran­ceses, los alemanes y los anglosajones se encuentran literatos,políticos y pseudocientíficos consagrados a demostrar que lostriunfos de la civilización se debían exclusivamente a «suraza». Los «arianistas» exaltaron el elemento «nórdico» comoorigen de las civilizaciones superiores y de los grandes hechosde la humanidad, en cualquier tiempo y lugar. Para Gobi·neau, por ejemplo, la civilización china fué posible gracias ala infiltración de ((sangre aria».

Gobineau no describe con gran exactitud las característicaso rasgos de los «ariOS»: unas veces éstos poseen cabeza redonday otras alargada; sus ojos son generalmente claros, pero aveces también oscuros y aún negros (recuérdese que él erafrancés y tenía ojos oscuros). Son sus discípulos quienes con­ceden con exclusividad al tipo «ario» alta estatura, ojos azules,cabello rubio y cabeza alargada, añadiéndole las siguientescualidades pSíquicas: vigor viril, nobleza nativa, agresividadnatural, objetividad imperturbable, horror a las palabrasinútiles y a la vana retórica, odio a la masa amorfa, inteli-

36

Page 37: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

,'1

gencia precisa, sentimiento de independencia, dureza paraconsIgo mismo y para con los demás, sentido de responsa­bilidad, gran previsión, perseverancia voluntaria. Los arios,para esos autores racistas, pertenecen a una raza de jefes yson hombres de empresas de largo alcance en forma de planessabiamente combinados.

Es sobre todo Houston S. Chamberlain (1899), inglés ger­manizado, yerno de Richard Wagner, quien apoyó con mayorentusiasmo la teoría racista del «nórdico rubio dolicocéfalo»,utilizando la denominación de «raza teutona» y «sangre teu­tona», y dando así franco matiz nacionalista a la tesis «cla­sista» de Gobineau. Si el ((alemán rubio» tiene una misiónprovidencial que realizar, y si «los teutones constituyen laaristocracia de la humanidad», mientras que «los latinos per­tenecen a una población degenerada», se desprende que lacivilización europea, aun en los países considerados comoesclavos y latinos, es obra de la «raza teutona»: esto lo aplicaa Grecia, Roma, el Papado, el Renacimiento, la Revoluciónfrancesa y el Imperio napoleónico. Y afirma que ((allí dondeel elemento germánico no ha penetrado, no hay civilización anuestra manera», que «son las razas germánicas las que hantransformado en el siglo v el espíritu occidenta!ll, etc.

He aquí algunos ejemplos de esa fantástica teoría.Los «griegos arios» descollaban en arte, pero carecían de

espíritu de organización en el terreno político, debido almestizaje de su raza con la semítica que, a su vez, conteníacierta proporción de sangre negra. Ya fuera de su órbita esaimaginación desbordada, nos muestra que Julio César, Ale­jandro Magno, Leonardo de Vinci, Galileo, Voltaire, MarcoPolo, Roger Bacón, Giotto, Galvani, Lavoisier, Watt, Kant,Goethe y muchos más fueron «teutones». Aun Napoleón esconsiderado como problable descendiente de los vándalos.

Otras grandes figuras de la humanidad nos son presentadascomo resultado de la mezcla de «sangre teutona» con la «razamorena meridionaln. En esa categoría se encuentran, porejemplo, Dante, Rafael, Miguel Ángel y Shakespeare, loscuales son «hombres de genio no debido a su mestizaje, sino apesar del mestizaje», y cuyas dotes naturales representan la«herencia recibida de la raza teutona». Hablando del apóstolSan Pablo y deseando incluirle en el grupo «ario», se llega adecir que un hombre tan grande no podía ser judío de «purasangre», y entonces, junto a un padre judío se le descubreuna madre griega. Refiriéndose a Jesucristo afirma Wolt­mann: «No hay la menor prueba de que sus padres fueran de

37

Page 38: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

,.'

descendencia judía; los galileos sin duda tenían algo de sangrearia y además el arianismo de Jesucristo se revela en sumensaje»; «por otra parte, sea o no galileo, José no era supadre, porque Jesucristo no tenía padre.» Sin embargo,cuando el nazismo hitIeriano se enfrentó con la Iglesia, nin­guno de los «racistas» teóricos se atrevió ya a aludir al origen«ariOl) de San Pablo y de Jesucristo.

La exaltación racial teutónica llega con Woltmann alabsurdo de afirmar el origen germánico de otras grandes figu­ras del Renacimiento, apoyándose en imaginarias homologíasfilológicas de los apellidos. Así, por ejemplo, Giotto se llamabaen su origen Jothe; Alighieri, Aigler; Vinci, Wincke; Tasso,Dasse; Buonarotti, Bohurodt; Velázquez, Velahise; Murillo,Moer!; Diderot, Tietroh, etc.

LA ANTROPOSOCIOLOGÍA y LA TEORÍA DE LA SELECCIÓN SOCIAL.

Esta tendencia, iniciada en Francia por G. Vacher de Lapouge(1896) y en Alemania por Qtto Ammon (1898) es una formapeculiar del «determinismo raciahl, apoyada en investigacionesestadísticas de positivo interés, pero cuyos resultados han sidointerpretados por ellos de acuerdo con sus ideas preconce­bidas sobre «la superioridad del tipo rubio dolicocéfalo».

Después de haber estudiado en Montpellier cráneos de lossiglos XVII y XVIII, Lapouge creyó poder probar que loshombres pertenecientes a clases sociales elevadas tenían uníndice cefálico menor que el de los hombres de la clase popu­lar; es decir, que el cráneo de estos últimos era más redon­deado o braquicéfalo.

Algunas de sus conclusiones pueden resumirse así:1. En los países de razas mestizas la riqueza varía en razón

inversa al índice cefálico; o sea que los individuos de índicemás bajo (dolicocéfalos) son los más ricos.

2. En las ciudades habitan los grupos más dolicocéfalos,mientras que en las zonas rurales dominan los braqui­céfalos.

3. La vida urbana ejerce una influencia selectiva desfavorablea los elementos braquicéfalos.

4. Las clases sociales superiores son más dolicocéfalas quelas inferiores; la competencia para obtener las más altassituaciones sociales tiende a eliminar las cabezas redondas,las cuales son más frecuentes entre los obreros.

ó. Desde los tiempos prehistóricos el índice cefálico ·aumenta

38

Page 39: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

constantemente en Europa. Lapouge preveía así la extin­ci6n del {(rubio dolicocéfalo)), seguida de un período de{(tinieblas)) en el mundo.

Estos puntos son simple consecuencia de la llamada Ley deAmmon, que afirma la concentración urbana de los dolico­céfalos y su {(superioridad social» sobre los braquicéfalos.

Los trabajos de Livi (1896) en Italia, 0l6riz (1844) enEspaña, Beddol (1905) en Inglaterra y Houzé (1906) en Bél­gica, demostraron lo err6neo no sólo de la Ley de A.mmon,sino también de las precipitadas deducciones que de la mismahicieron sus partidarios. Es cierto que en las estadísticas deAlemania e Italia septentrional los estudiantes (como repre­sentación de las clases sociales superiores) eran más dolico­céfalos; pero se observa lo contrario en Italia meridional.Además los propios «antroposociólogos» estimaban que el tipomediterráneo dolicocéfalo era (cinferiof» al tipo alpino braqui­céfalo, cuando para ser fieles a su propia tesis debieronadmitir que los negros, que representan el tipo más dolico­céfalo del mundo, estaban incluídos entre los pueblos «supe­riores», Por otra parte, Ammon señala entre los individuosintelectuales cabezas alargadas y piel morena, y para justifi­carlo dice: «Una ligera mezcla de sangre braquicéfala es ven­tajosa, porque tiende a atemperar el excesivo ardor de losarios y les añade el espíritu de perseverancia y de reflexiónque los hace más aptos para los estudios científicos.)) Luegoafirma que «se encuentran hombres de tipo germánico autén­tico por lo que se refiere al color de la piel, ojos y pelo, entanto que tienen la cabeza redonda y son, en consecuencia, detipo psíquico braquicéfalo». Mas, según el mismo Ammon,(es la forma cefálica lo que interesa, porque determina la formadel cerebro y en consecuencia el tipo psíquico». Vacher deLapouge llegó a afirmar que «un cráneo braquicéfalo evidenciaen los individuos que lo poseen una incapacidad de elevarsesobre la barbarie)).

En contra de esas afirmaciones, las estadísticas, inclusolas mismas de Lapouge y Ammon, han demostrado que losindividuos intelectuales, tienen frecuentemente cabeza anchay redondeada, y que los tipos morenos predominan en las lla­madas clases superiores. Así incurriendo en otro sofisma,Lapouge califica al tipo intelectual de «falso braquicéfalo»,expresión que carece de todo significado antropológico.

En realidad, el estudio somático de los hombres relevantesentre la intelectualidad de los distintos países, Plostraría unavariadísima combinación de rasgos antropológicos corres-

39

Page 40: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

., ,J \":," ;'

pondientes a diversas de las llamadas r~zas fundamen·tales.

Como vemos, las teorías y datos aportados por los antropo­sociólogos son manifiestamente contradictorios y no pruebannada en cuanto a la pretendida ((superioridad intelectual deldolicocéfalo». Tampoco ha podido confirmarse que la súpuestaacción selectiva de las grandes urbes sobre los inmigrados sebase en la forma craneal, y menos aún que las ((cIases supe­riores» contengan una mayoría de dolicocéfalos.

La antroposociología creía en la superioridad de los rubiosdolicocéfalos y sostuvo esa tesis; mas lo único que consiguiófué reforzar considerablemente la arrogancia racial de los quese autonombraban (carios» y aumentar la agresividad del chau­vinisme teutón y pangermanista, permitiéndoles enmascararsu intolérancia bajo una pretendida rectitud moral, más peli­grosa cuanto más falsa.

LA TESIS ((ARIA» DEL NAZISMO Y DEL FASCISMO CONTEMPORÁNEOS.

La orientación nacionalista del ((racismo ario» tuvo en H. S.Chamberlain, W oltmann, Theodor Pesche y Carl Penka suspartidarios decididos, quienes, con Richard Wagner, contri·buyeron poderosamente a que arraigara en Alemania la tesisde la supremacía de la ((raza aria» o (teutona». En 1894 lacreencia en la superioridad germánica por la gracia de Dios setransformó en un verdadero culto religioso, y se creó en Fri·burgo, bajo la presidencia de L. Schemann, la ((Gobineau Verei­nigung». Las doctrinas de la ((pureza y superioridad de raza»tuvieron una importancia política mucho más considerableen este país que en cualquier otro, hasta convertirse en artículosde fe que -por lo menos en parte- provocaron, con la pri­mera guerra mundial, una peligrosa situación: mientras losdirigentes alemanes excitaban frenéticamente a Su pueblo parala defensa de la cultura teutónica y su propagación entre lasotras razas (cmenos civilizadas de Europa», éstas a su vez repli­caban que los ((rubios» alemanes no eran europeos sino deorigen asiático, descendientes de los ((hunos», desprovistos detodos los elementos de la verdadera cultura, sin la menornoción del concepto de libertad y democracia, y que deberíanser exterminados hasta el último hombre.

La inexistencia del ((tipo ario» o (<nórdico» fué demostradapor un precedente histórico digno de recordarse: Antes de 1914Guillermo II quiso formar el mapa racial de Alemania para

40

Page 41: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

hacer resaltar el elemento «ario»; los datos recogidos nopudieron publicarse por motivo de que la heterogeneidad eratan grande que en regiones enteras, como el ducado de Baden,no se encontraba un solo individuo del «tipo nórdico» puro.

La postguerra (1919-1939) no mejoró las relaciones entrelos pueblos, y el «mito racista ario» sirvió de nuevo a losfines políticos de nazis y fascistas. J. L. Reimer (Ein panger­manisches Deutschland) tuvo la audacia de proponer elestablecimiento de un sistema de castas basado en las diversasproporciones de «sangre germana»: a) la casta superior, dealemanes de «pura sangre», de «teutones ideales», que gozaríande todos los privilegios políticos y sociales; b) la casta inter­media, con sangre «más o menos germana», que disfrutaríasólo de privilegios restringidos; y e) los individuos no alemanesque serían privados de todo derecho político y deberían seresterilizados para la salvación del Estado y el porvenir de lacivilización.

Hans F. K. Gunther (1920-1937), teórico del racismo hitle­rista, caracterizó psicológicamente al hombre de tipo alpinocomo «particularmente indicado para llegar a ser el propie­tario deslumbrado de una casita rodeada de un jardincillo»;y a la mujer alpina como (lUna mujer marchita, que envejeceen el mundo estrecho y ruin». Según él, todos los alpinosson «criminales mezquinos, tramposos en pequeño, ladronesy pervertidos sexualmente», mientras que los nórdicos son«capaces de más hermosos crímenes». Pero hay ra.cistasfanáticos aún menos serios que Gunther. Para Gauch (NeueGrundlagen der Rassenforschung, 1933) la diferencia deestructura anatómica e histológica (en pelo, huesos, dientes ytegumentos) entre el hombre y los animales es menor que laexistente entre el nórdico y las otras razas humanas; además,únicamente los nórdicos poseen el lenguaje articulado perfectoy mantienen la posición bípeda correcta. Sugiere, en fin, quese proceda a una separación radical entre el hombre «nórdico»y la animalidad toda, comprendiendo dentro de ésta a lahumanidad no nórdica.

y el propio Hitler (Mein Kampf, 1920) afirmaba lasuperioridad germana diciendo: «La historia establece conevidencia espantosa que cuando el ario ha mezclado su sangrecon la de los pueblos inferiores, el resultado de este mestizajeha sido siempre la ruina del pueblo civilizador. Los EstadosUnidos de América, cuya población está compuesta en suenorme mayoría por elementos germánicos que solamente enmuy reducida escala se han mezclado con pueblos inferiores

Page 42: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

/,

que pertenecen a razas de color, presentan una humanidady una civilización diferentes de las de América central y del Sur,en las cuales los inmigrados se han mezclado en su granmayoría con los autóctonos... »; «el germano que ha seguidopuro y sin mezcla se ha convertido en el amo del continenteamericano y seguirá siéndolo mientras no se sacrifique a Suvez con una contaminación peligrosa.» O sea que el latino­americano -según los racistas alemanes- está destinado auna degeneración biológica irremediable y por tanto a vivirbajo el dominio de la raza pura «aria o germana».

Huelgan los comentarios. Tan sólo recordemos, como lodijimos en el capítulo anterior, que el fascismo italiano nosólo proclamó su antisemitismo, sino también su «racismonórdico» para realizar su unidad nacional y su alianza políticay económica con el nazismo.

América tampoco está libre de esta orientación. Ciertosautores norteamericanos genuinamente racistas como MadisonGrant (Passing 01 the Great Hace, 1916), Clinton B. Stoddard(America's Hace Heritage, 1922), Lothrop Stoddard (TheHevolt against Civilization; the Menace 01 the UnderMan, 1922), mantienen y difunden su criterio de ((superioridaddel nórdico». Así, afirman que la proporción de sangre nórdicaen cada nación da la medida justa de su fuerza. en la guerra ysu lugar en la civilización. Ven en la «decadencia» de Franciaun signo de disminución de ese precioso líquido y creen que«la superstición y falta de inteligencia del español de ahora»se deben a que el elemento nórdico ha sido sustituído porlas estirpes alpina y mediterránea.

EL SUPUESTO (TIPO ANGLOSAJÓN».

También la pretendida uniformidad somática del anglosajónse presta a una crítica negativa. Si los norteamericanos fuerandescep.dientes directos de los inmigrantes del Mayflower, ysi Inglaterra en esa época pudiera considerarse como paísnetamente anglosajón, la tesis de la «pureza» de este tipoacaso podría tener cierto fundamento. Se ha dicho en efecto«que los invasores teutones exterminaron a todos los habi:tantes originarios de Inglaterra, en una gloriosa matanzagenera!»; pero la realidad es que los conquistadores teutonesno constituyeron más que un nuevo elemento en el mosaicoracial de las islas Británicas y que ellos mismos estaban muylejos de presentar una homogeneidad morfológica.

42

" ~"

Page 43: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

Para reforzar la tesis de la «superioridad anglosajona»,ciertos autores han llegado a afirmar que el pueblo inglés,o por lo menos parte del mismo, estaba constituído por losdescendientes directos de las diez tribus perdidas de Israel,el pueblo elegido, «predestinado por la Providencia a lamisión de civilizar al resto de la humanidad». De este modose justificaban los intentos imperialistas de una nación y eluso de la fuerza para llevarlos a la práctica. Por lo que serefiere a los' Estados Unidos de América, está comprobado quelos primitivos habitantes de Nueva Inglaterra procedían dedistintas capas de la sociedad inglesa, y en consecuencia pre­sentaban entre sí grandes diferencias somáticas. En el puebloinglés la estatura como el índice cefálico muestran conside­rable variabilidad. Parson (1920) ha probado estadísticamenteque menos del 25% de los ingleses presentan la combinaciónde ojos oscuros y cabellos castaños o negros; que la combi­nación de ojos claros y pelo rubio no se encuentra en más deun 20% de los casos y que es más frecuente que coincidan ojosclaros y pelo oscuro, pero que también se encuentran indi­viduos con ojos oscuros y pelo rubio. Nada en las islasBritánicas, y naturalmente, aún menos en los Estados Unidosde América, justifica esa pretendida identificación entre lanación y la raza anglosajonas.

EL ((CELTISMO».

El «celtismo» es otra de las variantes del «arianismo», fruto dela fuerte tendencia nacionalista desarrollada en Francia despuésde la guerra de 1870. Esta teoría afirma que el tipo celta esel que habita Francia y le asigna características somato­psíquicas peculiares que le hacen «superior» al resto de losblancos.

Mientras Gobineau, Lapouge, Ammon, Chamberlain, Wolt­mann y otros atribuyen al elemento «ario»» y «teutón» elgenio creador de Francia, el «celtismo» ofrece razonamientosde igual valor para proclamar la «superioridad racial delcelta».

A. de Quatrefages (La race prussienne, 1872) considera alos prusianos como de ascendencia racial enteramente opuestaa la de los franceses, hasta el punto de afirmar que ((los pru­sianos no son arios de ninguna manera» y que pueden sermás bien mongoles. Broca, en 1871, declaró que Francia erauna nación de galos (alpinos) de cráneos redondeados y exaltó

43

,

,"

Page 44: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

su manifiesta «superioridad» sobre el «nórdico» germano decráneo alargado. A su vez Isaac Tylor (The Origin 01 theAryans, 1890) consideraba que los celtas, raza de hombres degran estatura y de cabeza redonda, eran los únicos arios.

Mas, la confusión de nombres y de caracterización somá­tica aumenta cuando se pretende describir al celta y al galo.Joseph Widney (1907) habla de dos tipos celtas: uno grande,rubio, dolicocéfalo (como el escocés de las montañas y loshabitantes del norte de Irlanda), y otro pequeño, moreno,braquicéfalo (como el irlandés del sur). Al primero solamentelo considera verdadero celta en tanto que cree que el segundo,procedente de una raza más antigua, subyugada, no hizo másque adoptar la «lengua celta». Hay que añadir que el celta noha guardado nunca la sangre pura por su fatal propensiónal mestizaje. Widney afirma que el celta dolicocéfalo rubioes el elemento predominante en Francia. Sin embargo en esepaís, se identifica generalmente al celta más bien con el alpinobraquicéfalo de complexión y talla medianas.

Francia se considera unas veces poblada por celtas y otraspor galos, sin que exista acuerdo entre 'sus propios sabios parasaber quiénes eran unos y otros, o si se trata de la misma raza.Desde luego ciertos investigadores reconocen que «celta» esuna denominación histórica poco delimitada científicamentey con la cual se designan pueblos que hablan distintas lenguasy presentan toda la variedad morfológica, desde el dolicocéfalobajo y moreno hasta el dolicocéfalo alto y rubio, pasando porlos braquicéfalos moderadamente rubios y de estatura bastanteelevada. Pero estas justas observaciones no han cambiado ennada la creencia popular imbuída de «racismo)).

De hecho, y cualquiera que sea el «tipo celta)), ocurre queentre el año 2.000 a. de J.C. (fines del neolítico en Francia) ylas migraciones teutonas del siglo v de nuestra era, se conocemuy poco de lo ocurrido en Europa occidental; aunque parecenprobadas las infiltraciones sucesivas del tipo braquicéfaloalpino, o al menos de una población en la que éste predomi­naba, Francia, lo mismo que Alemania e Italia septentrional,ha sido el punto de cruce en donde se han encontrado, sincontar los grupos paleolíticos sobrevivientes, las tres principalesrazas de Europa: a) los mediterráneos, que eran el elementoindígena del sur de Francia, donde predominan actualmente;b) los alpinos, que penetraron hasta el noroeste, constituyendohoy la mayor parte de la población de Savoya, Auvernia y Bre­taña; e) los nórdicos o bálticos (normandos, teutones, sajones,francos y burgondos), todos ellos mestizos en alto grado, que

44

Page 45: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

atravesaron Francia de norte a sur, y uno de cuyos grupos diónombre al país. Los elementos germánicos predominan aúnen la actualidad en amplias zonas del norte, sur y oeste deFrancia.

En resumen, si tenemos en cuenta la forma craneal, laestatura, el color de los ojos, de los cabellos y de la piel, esevidente que el pueblo francés ha sido y es de una asombrosaheterogeneidad morfológica.

CRíTICA y REFUTACIÓN DE ESTAS TEORíAS.

El error básico del «arianismo» o <<llordismo» en cualquiera desus varias manifestaciones está en una confusión de conceptos,muy generalizada pero a todas luces anticientífica: se hablaindistintamente de raza como sinónimo de idioma y de nación.

La raza tiene un exclusivo sentido biológico. A pesar de elloes frecuente oír las expresiones «raza latina», «raza eslava»,«raza germana» y, naturalmente, «raza aria». Se cae así en elengaño de considerar antropológicamente uniformes a gruposhumanos que en realidad sólo son homogéneos en el aspectolingüístico. F. M. MüIler, uno de los primeros en utilizar eltérmino Haza aria» (1861), reaccionó contra la interpretaciónbiológica dada a su expresión y, reiterando el criterio lingüís­tico, declaró: «En mi opinión el etnólogo que hable de "razaaria", de "sangre aria", de "ojos o cabellos arios", se haceculpable de un pecado tan grande como cometería el lingüistaque hablara de un "diccionario dolicocéfalo" o de una "gra­mática braquiCéfala"». Mas, ya el concepto «raza aria)) se habíadifundido tanto, que la valiente retractación de Müller no tuvoninguna repercusión práctica.

Existe, en efecto, un grupo de lenguas emparentadas que sedenomina «familia indoeuropea» o «aria»; pero el idioma sedifunde y transmite de un pueblo a otro por medio de migra­ciones, conquistas y aún intercambios comerciales, sin que seadado presuponer que quienes hablan idiomas similares perte­nezcan en su aspecto biológico al mismo grupo humano.

El ejemplo más característico nos lo dan los Estados Unidosde América. El ciudadano norteamericano es un nuevo tipoformado por la fusión de numerosas razas venidas de todos 10&

puntos del globo hasta constituir esa actual masa de 150 mi­llones de habitantes. Unos son rubios, de cráneo alargado ygran estatura (tipo nórdico); otros son también rubios, sub­braquicéfalos y de pequeña estatura (tipo oriental europeo);

45

Page 46: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

., ~' . ,-,.,

un tercer grupo es moreno, de cráneo alargado y gran talla(tipo atlantomediterráneo). Esos tres grupos constituyen la baseprincipal del pueblo norteamericano y todos hablan inglés.Hay de esta manera varios grupos somáticamente distintos yun solo idioma; sin contar los indios americanos, los negros ylos chinos que, en proporciones considerables, son ciudadanosnorteamericanos y hablan igualmente inglés.

Una nación puede así integrarse con varias razas; y viceversadistintas naciones estar constituídas por grupos biológicamentesemejantes. Los habitantes de Alemania del Norte se parecenmás a los de Dinamarca y Suecia que a los de Alemania delSur; mientras que éstos se comparan mejor físicamente conciertos grupos franceses, checos y yugoeslavos. eCómo esposible hablar entonces de «raza alemana», «aria» o «anglo­sajona»P

Cuanto se ha dicho en forma sintética sobre «la raza aria ysu superioridad» se basa en argumentos carentes de todo valorobjetivo, por ser erróneos, contradictorios y anticientíficos.

Ya señalamos ejemplos respecto a la localización geográficaoriginal del «pueblo ario», y no parece necesario insistir acercade la ambigüedad de ese punto esencial, cuando los propios«racistas nórdicos» lo ubican en lugares tan diferentes. Tam­bién hemos anotado la confusión, involuntaria o premeditada,que se establece entre los conceptos lingüístico y biológicorespecto a los «arios». Y hemos mencionado, por fin, algunosde los casos más salientes de obsesión al referirnos a las abosurdas opiniones de quienes consideran pertenecientes a la«raza aria» a pueblos, civilizaciones e individuos extremada­mente diversos y tan alejados entre sí en el plano somático,como en el tiempo y en el espacio. Todos los racistas no tienensino el exclusivo objeto de confirmar su tesis general de quesolamente los «arios» fueron y son capaces de crear altas cul­turas y ciclos de civilización superior.

Mas, es en el terreno estrictamente morfológico donde lasincongruencias son mayores. Las investigaciones acerca de laforma craneal y demás características de los individuos o gruposconsiderados como «auténticos arios», «teutones», «anglosa­jones» y «celtas» muestran una variación considerable, tantoen el curso de la historia como en el presente. Está demostradala existencia en Europa, desde los períodos más antiguos, decabezas redondas y cabezas alargadas. Los trabajos de VonHolder, Lissauer y Virchow (1870-1880) evidenciaron ya quelas primitivas poblaciones del Báltico eran morfológicamenteheterogéneas y que en ellas existía un gran porcentaje de bra-

46

, ' ,"

Page 47: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

:~:~ :-, ;

{

,"

quicéfalos. En 1889, Virchow afirmó que ((el ario típico pos­tulado por la teoría no ha sido nunca descubierto», y aún &epronunció en favor de la superioridad del braquicéfalo sobreel dolicocéfalo. Nada ha podido sin embargo contrarrestar lacreencia en la superioridad de los «dolicocéfalos rubios», arrai­gada ya fuertemente en la imaginación popular.

Pero, llegó un momento en que los mismos creadores del«mito racial ario» se iban poco a poco dando cuenta delo místico e irreal del tipo físico propugnado como ((superior»;y lo mismo en cuanto al del «inferior» no ario. El propioAmmon confesó que nunca había encontrado un alpino bra­quicéfalo puro: «Estos braquicéfalos eran unas veces rubios,otras veces de gran estatura, en ocasiones tenían la nariz del­gada o presentaban algún otro carácter que no deberían haberposeído.»

Las contradicciones a ese respecto culminan cuando Cham­berlain, que había descrito el tipo «teutón rubio», concluyepor negar todo valor a la antropometría, porque no puedecaracterizar ninguna superioridad. Admite que los «teutonesde la antigüedad no eran todos gigantes dolicocéfalos», peroañade: «Examinándolos detenidamente veríamos que todosellos presentan tanto interior como exteriormente las carac­terísticas específicas del pueblo germánico.» Y afirma que estaapreciación subjetiva «enseña más de cuanto puede aprenderseen un congreso de antropología». En un momento dado sepregunta: «En suma, équé especie de hombre era el ario?», yaclara que la filosofía, la antropología y la etnología no pue­den dar una exacta y precisa representación del pueblo ario,añadiendo una frase realmente profética: «éQuién sabe lo quese enseñará en 1950 sobre los arios?» Mas, asegura sin vacilarque «el noble rostro del Dante evidencia su origen incontesta­blemente teutónico» (a pesar de que Woltmann --comovimos-- lo creía producto del «mestizaje»). Lutero también esconsiderado de tipo teutónico, aunque sus rasgos no coincidencon los del Dante (pues el primero poseía cabeza alargada entanto que el segundo la tenía redondeada); lo que no impidea nuestro autor decir: «Dante y Lutero se encuentran en los dosextremos de la magnífica escala fisionómica de los grandeshombres de la raza germánica». Y concluye con esta frase lapi­daria: «Quien se revela como alemán por sus actos es alemán,cualquiera que sea su árbol genealógico.»

Ante la heterogeneidad somática del supuesto «nórdico» o«ario» (del que sería buen ejemplo un hombre que fuera «tanalto como Goebbels, tan rubio como Ititler y tan delgado como

47

'~ l'',¡,'.~

''!t;~~

Page 48: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

Goering») el nazismo renunció a justificar por medio de. consideraciones de orden biológico su doctrina imperialista y

de sojuzgamiento económico de otros pueblos, y llegó a laconclusión de que «un alma nórdica puede estar ligada a uncuerpo no nórdico»; y que se reconoce «al hombre nórdico porsus a~tos, no por la longitud de su nariz, ni por el color de susojOS» (Nationalsozialistische Korrespondenz, junio de 1936).

Esto equivale a un reconocimiento de que el aspecto somá·tico es en el racismo sólo un disfraz que se desecha por inútilcuando así lo exigen circunstancias del momento; y cuandoesto sucede se dice: «La distinción de las razas humanas no esun dato de la ciencia; la percepción inmediata nos permitereconocer por el sentimiento las diferencias que llamamosraciales.») Para el Dr. Gross (1934), eela política no puedeesperar a que la teoría de las razas háya sido elaborada por laciencia; la política debe saltar por encima de la ciencia, conla verdad fundamental intuitiva de la diversidad sanguíneade los pueblos y con su consecuencia lógica que es el principiode la dirección por los más hábiles».

El racismo no surge, pues, de la ciencia, sino de la política.Los enemigos recurren a él para justificar la lucha queemprenden, el uno contra el otro, aunque sean de análogaconstitución racial; y los aliados lo invocan para descubriruna «fraternidad racial» aun siendo morfológicamente dis­tintos. Por ejemplo, para los «arios» el pueblo japonés deberíaser, por principio, en virtud del color de la piel, cdnferior»,compuesto de infrahombres; mas los pactos políticos los obli·garon a contemporizar, y entonces se vi6 surgir la explicaciónde que los ainos blancos del Japón se mestizaron mucho conla raza amarilla de esas islas, razón por la cual los actualesjaponeses, aunque conservando su aspecto amarillo «poseensin embargo todas las calidades morales e intelectuales de unpueblo ario, y hasta nórdico». Esta peregrina teoría permitióa Alfred Rosenberg (1935) declarar oficialmente que los«líderes japoneses ofrecen las mismas garantías biológicas quelos líderes alemanes». '

Está en lo justo Ruth Benedict cuando dice: «Ninguna des­figuración de los hechos antropom6rficos es demasiado abosurda para que la utilice la propaganda, si a ésta la respaldanla fuerza de las armas y los campos de concentración.))

48

,t- ", I

Page 49: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

>1~:~~~'~--,\" - -r, ,

VI. CONCLUSIÓN

Existen indudablemente las diferencias somatopsíquicas indi­viduales: en toda raza, nación, clase o comunidad se observansujetos mejor y peor dotados. Este hecho biológico no tieneexcepción. Pero tales variaciones son por completo indepen­dientes de la pretendida superioridad o inferioridad de ciertosgrupos humanos.

Es una vieja creencia de los hombres considerar a su fami­lia o a su raza mejores que las demás; lo relativamente nuevoes querer dar una justificación científica a esta pretendida«superioridad», basándose en la presencia de característicasbiológicas innatas.

El creciente descontento de los pueblos de la India, el des't­rrollo del sentimiento racial entre los negros de África, laconfianza en sí mismo que manifiestan los pueblos japonés,chino e indonesio, son otras tantas pruebas de que las razashasta la fecha menospreciadas por su supuesta inferioridadestán menos dispuestas cada día a aceptar el criterio que cier­tos sectores blancos expresan acerca de sus cualidades.

La democracia reconoce las diferencias que existen entrelos hombres, pero considera que todos poseen los mismosderechos inalienables y trata de proporcionar a todos igualesposibilidades políticas, sociales y ~conómicas.

El totalitarismo, por su parte, acepta también como inevi­tables las diferencias entre los hombres y los pueblos, perolas subordina al principio de obediencia a la voluntad de una«raza superior», a través de un «hombre superior». Trata deesclavizar a todos aquéllos que se resisten a convertirse ensimples unidades en un mundo totalitario.

El racismo actual ha tenido que revestir una aparienciacientífica, debido a que en nuestra época de grandes descu­brimientos y progresos técnicos, la masa popular, o por lomenos una gran parte de ella, ya no cree en los mitos purosy sencillos. Los mitos racistas del siglo xx tienen que fingirque se apoyan en la ciencia, aunque sea, como dice Prenant,Hal precio de las más desvergonzadas falsificaciones y contra­dicciones». El racismo ha querido apoderarse de la antropo-

49

Page 50: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

" ,~

1 , ~,¡, ,''{

"

logía. la fisiología de la sangre. las leyes de la herencia. etc.•y utilizarlas para sus fines. Mas. todo ha sido en vano.

Los aliadós, victoriosos en 1918, rehusaron aceptar la pro­posición de la delegación japonesa en la Conferencia deParís. en 1919, para que se incluyera en la Carta de la Ligade Naciones una declaración proclamando la igualdad de lasrazas. A pesar de todo, desde 1945 vemos colaborar en laOrganización de las Naciones Unidas y en sus institucionesespecializadas a dolicocéfalos rubios y altos. dolicocéfalosbajos y morenos, braquicéfalos. amarillos, negros, mestizos yrepresentantes de naciones que engloban centenares de pueblosdiferentes por su cultura y su morfología. En diciembre de1948 todos ellos unánimemente elaboraron y aprobaron laDeclaración Universal de los Derechos del Hombre. en cuyoartículo 2 se reconoce que «toda persona tiene todos los de­rechos y libertades proclamados en esta Declaración. sin dis­tinción alguna de raza. color, sexo, idioma, religión•... naci­miento...»

La inaudita afirmación de Burgess (1890), al tratar dejustificar la política colonial de los alemanes, de que «éstospueden con toda justicia... aniquilar el territorio de los recal­citrantes (se refiere a los pueblos indígenas) y convertirlo enmorada del hombre civilizado», es un ejemplo revelador decómo la «(superioridad» del racista acepta sin preocupacionesde índole moral ni jurídica el criterio de la fuerza como crea­dora del derecho, fr.ente a los pueblos (!inferiores».

¿Hasta qué punto pueden ser diferentes los individuos quetienen herencias semejantes y que viven en ambientes distin·tosP ¿Cuáles son las diferencias entre individuos con heren­cias distintas y que viven en el mismo ambiente P He aquí dosproblemas que, una vez resueltos, arrojarán mucha luz paradesterrar los mitos raciales.

Las diferencias humanas deben verse como hechos querequieren comprensión e interpretación; no como cualidadesque merecen condenación o elogio. Dice el major Moton (1920):«Gran parte de las fricciones entre razas, lo mismo que entrenaciones o individuos. se deben a la incomprensión; si lospueblos quisieran dedicar algo de su tiempo a comprender lospuntos de vista de unos y otros, se darían cuenta con frecuen­cia de que las cosas no van tan mal como se imaginan.»

El prejuicio racial puede deberse, a motivos económicos ypolíticos, al complejo de superioridad de tal raza o al com­plejo de inferioridad de tal otra, a diferencias biológicas, alinstinto hereditario. o a varias de estas causas juntas. Ese

50

, ,l'

~I <

, ., ,1

'1

Page 51: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

,~ .". tI' ¡; "1 r '/,'

, ' '/I

prejuicio es siempre agravado en gran medida por' la ten­dencia a admitir teorías e hipótesis sin la menor compro­bación.

Las doctrinas de superioridad racial han desempeñado unpapel sin precedente en la alta política de los Estados que hantratado de justificar así su crueldad e inhumanidad. Han ser­vido para predicar la expansión colonial de Europa y el desa­rrollo del moderno imperialismo. Han atizado el odio de razas,exaltado anormalmente el patriotismo y avivado las guerras.

No se lograría nada promulgando nuevas leyes u obligandoa cumplir las existentes, ya que su eficacia está en razón directade la convicción que abriguen los ciudadanos respecto a sunecesidad y bondad. Puede hacerse más en contra de los pre­juicios y mitos raciales tratando de modificar las condicionesque los motivan.

El temor es la causa primordial: temor a la guerra, a lainseguridad económica, a perder el prestigio individual y degrupo, etc. El prejuicio racial, en una u otra forma, persistiráen el mundo mientras no exista una mayor sensación de segu-ridad personal. •

Es necesario hacer comprender a los pueblos que es absurdoconsiderar a grupos humanos en bloque como «completa­mente buenos) o «completamente malos)). La ciencia, la fedemocrática y el sentimiento humanitario coinciden en noaceptar la condenación de un hombre por su raza, color oestado de servidumbre en que pudiera encontrarse.

El racismo es distinto de la simple comprobación o delestudio, científico y objetivo, del hecho racial y del hecho dela desigualdad actual de los grupos humanos. El- racismoimplica la afirmación de que esta desigualdad es absoluta eincondicionada, o sea que una raza es superior o inferior aoiras por su constitución misma, por su naturaleza, y demanera independiente en absoluto de las condiciones físicasdel medio y de las circunstancias sociales.

El último medio siglo ha visto desarrollarse un naciona­lismo exagerado que los horrores de la guerra y las inquietudesde la paz armada contribuyen grandemente a mantener. Laeliminación, por convencimiento individual y colectivo, delos mitos raciales, puede con toda seguridad ejercer poderosainfluencia en la comprensión y mejoramiento de las relacioneshumanas.

México, octubre de 1950.

51

Page 52: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

"'/

BIBLIOGRAFfA

BENEDICT, Ruth, Raza, Ciencia y Política, México, 1941,209 págs.

BURNs, Alan, Colour Prejudice, Londres, 1948, 171 págs.COMAS, Juan, ¿Existe una raza judía?, México, 1941, 29 págs.

El mestizaje y su importancia social, México, 1944, 12 págs.La discriminación racial en América, México, 1945, 27 págs.

COUNT, Earl W., This. is Race. An Anthology Selected from thelnternational Literature on the Races 01 Man, Nueva York,1950, 747 págs.

DUNN, L. C. y DOBZHANSKY, Th., Herencia, Raza y Sociedad.México, 1949, 165 págs.

RANKINS, Frank R., La race dans la civilisation, París, 1935,332 págs.

HUXLEY, Julian, «Race» in Europe. Oxford Pamphlets, 1939,32 págs.

KLUCKHORN, Clyde, Mirror lor Man, Nueva York, 1949,313 págs. Edición castellana con el título de Antropología,México, 1950, 375 págs.

MAC-LEAN ESTENos, Roberto. Racismo, México, 1945, 48 págs.MONTAGU, M. F. Ashley, Man's Most Dangerous Myth. The

Fallacy 01 Race, Nueva York, 1942, 304 págs.ORTfz, Fernando, El engaño de las razas, La Habana, 1946,

428 págs.PARKES, James, An Enemy 01 the People: Antisemitism,

Nueva York, 1946, 151 págs.PRENANT, Marcel, Raza y Racismo, México, 1939, 172 págs.

52

,'.

Page 53: Los Mitos raciales; La Cuestión racial ante la ciencia moderna; 1952

Si Vd. se interesa por noticias verdadera­mente internacionales

es sensible a las grandes corrientesde la historia contemporánea

se preocupa por la difusión de lacultura y del saber

Lea

EL CORREODE LA UNESCOpara estar informado

e informar a los demás

EL GoRREO DE LA UNESCO es una publicaciónmensual ilustrada, consagrada a los progresosde la ciencia, de las artes y de la educación enel plano internacional. Contiene una selecciónde fotografías, artículos y noticias redactados enun estilo muy sencillo que le dará una ínforma­ción síempre exacta y vívída.

Abonándose al GoRREO DE LA UNElICO y abonandoa sus amigos, participa Vd. de una maneraactiva en la realización de una de las tareas másimportantes de la Organización: el desarrollo dela comprensión internacional. Haga Vd. circularEL GoRREO entre sus amistades, utilice susartículos en sus círculos de estudios y conferen­cias, y así ayudará a la Unesco.

Se envía a quien lo solicite un ejemplar gratuito.

Puede Vd. suscribirse al CoRREO DE LA UNESCO en la moneda de su país,dirig-iéndose a uno de nuestros agentes de venta (véase la lista) Oescribiendo directamente a la UNESCO, 19, avenue Kléber, París 16.

Suscripción anual: ~2; 10[6; 500 frs. Número suelto: ~ .20; 1/-; 50 frs.