BOURDIEU Pierre Los Herederos Los Estudiantes y La Cultura Siglo XXI
Los Herederos de Bourdieu a Dubet
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“LOS HEREDEROS: DE BOURDIEU A DUBET”
NATALIA MARTÍNEZ ROBLES
UNIVERSIDAD DE SONORA MAESTRÍA EN INNOVACIÓN EDUCATIVA
LOS HEREDEROS
El siguiente trabajo refiere algunas de las aportaciones de Pierre Bourdieu y François
Dubet (sin afán de distinción por mencionar uno antes que otro) sobre el tema de los
“Herederos”. El enfoque se encuentra centrado en espacios escolares, aunque los
trabajos de Bourdieu se centralizan en instituciones de educación superior y los de Dubet
en educación secundaria, el análisis que hacen a carca de éstos actores se pueden
complementar y crear un panorama de cómo se forman y qué papel juegan dentro de la
escuela.
Se puede decir que el tema de los herederos se torna importante cuando se hacen
investigaciones a cerca de los estudiantes, y las diversas manifestaciones, expresiones y
consumos culturales relacionados con las prácticas académicas o con los hábitos de
éstos empleados al estudio y aprendizaje. Para Dubet (2004) “el Heredero aparece
entonces como el punto fijo o el referente a partir del cual se sigue orientando la mayoría
de las representaciones estudiantiles, aunque sólo sea para medir el cambio social. Y
aunque en los estudios se observa a menudo la desaparición de este personaje bajo la
ola de la masificación y la dispersión de las experiencias estudiantiles, lo cierto es que
este tipo ideal no fue sustituido por ningún otro modelo, figura tan central o tan acabada,
del estudiante (p. 4)”
Para iniciar hablando de los estudiantes se hace necesario referir un contexto específico,
en este caso será la Institución de Educación (ya sea secundaria, para el caso de Dubet,
o superior para el caso de Bourdieu), como espacio de formación y expresión de los
hábitos y prácticas de los estudiantes. Ante esto, Dubet (2007) afirma que “la institución
es definida por su capacidad de hacer advenir un orden simbólico y de formar un tipo de
sujeto ligado a este orden, de instituirlo (p. 40)”. Por lo anterior, se puede tener en cuenta
que la institución escolar es la encargada de la formación de los estudiantes y añadiendo
a esta concepción del autor se podría decir que son dos fenómenos de formación
importantes los que ocurren, uno de ellos sería el académico y el otro de socialización; ya
que para este mismo autor, en el 2007, esta concepción de la socialización descansa
sobre una paradoja: “por un lado, siendo todo social, los actores interiorizan modelos,
valores, sentimientos, marcos cognitivos colectivos, habitus que terminan por “clonar” a
los individuos (p.41)”. Pero ¿qué ocurre con la formación previa de los estudiantes?, es
decir, ¿se toman en cuenta los hábitos o formas de ser y de actuar de los estudiantes al
momento de su formación?, o quizá ¿estos hábitos ayudan, de cierta forma, al estudiante
para alcanzar los bienes simbólicos como lo es el título?
Por otra parte, teniendo en cuenta la aportación anterior de Dubet sobre la institución o el
“santuario”, como también suele referirse; Dubet menciona que éste “sólo se dirigía a los
"creyentes", a los "Herederos" y a los "becarios" particularmente dispuestos a creer
(Dubet, 2004, p.3)”.
Para Dubet (2004) el Heredero era la representación del estudiante de origen social
burgués los cuales provenía de padres ejecutivos y tenían 80 veces más oportunidades
de entrar que los hijos de campesinos. Para este autor, el origen social era el factor
esencial para explicar y analizar los comportamientos estudiantiles. Este “tipo” de
estudiante “afirma o finge su desinterés en los valores y las técnicas de trabajo escolares,
rutinarias e “interesadas”, que dominan los ejercicios del liceo, y la labor de los alumnos
que no nacieron con las ventajas de la gran cultura. El Heredero se separa de la infancia y
de los rituales escolares. Se reconoce en el don, en la vocación, en el eclecticismo de los
gustos y, sobre todo, en la gratuidad de los estudios, una gratuidad tanto más “sincera”
cuanto que los estudios aún son rentables en una universidad cerrada a la competencia
masiva de la clase media y del “pueblo”. El Heredero es sensible a las ideas que están de
moda y a sus debates; en los años sesenta, se apasiona por el existencialismo, el
marxismo o el personalismo... En este universo de ideas, “liquida la experiencia
burguesa”, rechazando el conformismo de los valores burgueses, deslindándose del modo
de vida de esta burguesía de la que procede y a la que volverá a incorporarse. En este
sentido, el Heredero es plenamente “joven”, está completamente situado en un limbo
donde se empeña en no tener ni pasado ni porvenir. Cultiva su experiencia en la medida
en que se deslinda de la cultura universitaria (Dubet (2004, p.5)”.
Siguiendo a Dubet, el Heredero se interesa por lo que no le interesa a la universidad,
reconociendo al mismo tiempo y de manera confusa que la universidad acabará por
reconocer sus méritos. Este estudiante no hace lo mismo que los demás, cuando todos
duermen, él trabaja, a él le gustan las cosas que a los demás no, además rechaza
distinguir el ocio del trabajo. La vida del Heredero no es como la de los demás, “las
visitas a los cafés le permite mezclar los géneros, las conversaciones y el trabajo; las
lecturas serias y las otras. El Heredero se desvincula de las pocas obligaciones
universitarias y se siente como estudiante en “el tiempo flotante” de un estilo de vida que
se opone al de los “matados”. En efecto, este estudiante no está integrado a una
universidad que además no tiene las capacidades ni el deseo de integrarlo, y que fomenta
ella misma un estilo intelectual aristocrático y desinteresado, puesto que las clases son
escasas y los ejercicios lo son aún más (Dubet, 2005, p. 4)”
La descripción que realiza Dubet a cerca del Heredero pudiera interpretarse de forma
grotesca, y que éste se aprovecha de su status para ascender y diferenciarse de los
demás para lograr sus objetivos. Esta descripción hace ver al estudiante burgués falto de
espíritu de equipo y las relaciones de sociabilidad no se forman en las bancas de las
aulas sino a partir de los gustos y los compromisos externos, esta movido por un
“proyecto de ser”, por el rechazo a las necesidades y a las determinaciones; su condición
de estudiante no se construye tanto con base en afirmaciones y pertenencias sino en el
rechazo a reconocerse en la condición del estudiante común. “El estudiante “burgués” de
letras cumple el mito de la autoeducación; no le debe nada a la universidad y afirma su
gusto por la discusión y por los pleitos con sus iguales, lo que le permite confundir el
ejercicio escolar con una aventura intelectual. Esta ilusión constituirá lo esencial de su
formación (Dubet, 2005, p.6)”.
Sin embargo, Dubet plantea que la existencia del Heredero se encuentra en extinción o
por lo menos la masificación escolar se ha encargado de ocultar o disminuir la presencia
de los estudiantes burgueses, “porque si bien casi todos los muchachos de la burguesía
van a la universidad, no constituyen la estructura o el centro del mundo estudiantil, que se
ha diversificado mucho. El Heredero ya no es el arquetipo del estudiante (Dubet, 2005,
p.2)”.
Otra aportación importante de Dubet a cerca de la desaparición de los herederos es que
“la diversidad de los públicos estudiantiles y la diversidad de las ofertas de formación
están muy lejos de coincidir exactamente, salvo en el caso de algunas carreras al margen
de la universidad de masas. Si definimos a los estudiantes como cierta manera de ser
joven y cierta relación que se tiene con los estudios, comprenderemos que, a raíz de esta
doble transformación, aparece una dispersión y una atomización casi infinita que
imposibilita construir cualquier tipo nodal (Dubet, 2005, p.7)”.
Por otra parte, de acuerdo a la postura de Bourdieu, un poco más explicativa y analítica,
la cual no esta en busca de establecer soluciones empíricas al surgimiento de los
estudiantes Herederos; se puede considerar que el habito o las acciones del Heredero
constituyen un papel fundamental para la adquisición de cierto tipo de capital o valor, en
este caso el de la cultura, el cual se puede adquirir valor semejante al económico; tal
como lo dice Bourdieu (1997): “el capital cultural, es un principio de diferenciación casi tan
poderoso como el capital económico”.
Para este autor la herencia adquirida de estos estudiantes proviene de los tipos de
capitales o valores otorgados por los padres, a los cuales se refiere como el trabajo
acumulado, bien en forma de materia, bien en forma interiorizada o incorporada. Según
este autor, el capital puede presentarse en tres maneras fundamentales. Haciendo
énfasis en el capital cultural, Bourdieu (1987) refiere que puede existir en tres formas o
estados: en estado interiorizado o incorporado, esto es, en forma de disposiciones
duraderas del organismo; estado objetivado, en forma de bienes culturales como cuadros,
libros, diccionarios, instrumentos o máquinas, que son resultado y muestra de disputas
intelectuales, de teorías y de sus críticas; y, finalmente, en estado institucionalizado, una
forma de objetivación que debe considerarse aparte porque confiere propiedades
enteramente originales al capital cultural que debe organizarse, esto es el caso de los
títulos académicos. Así, el hijo de padres con elevado capital económico, tendrá mayor
posibilidad de acceder a otros tipos de capitales como el cultural. Por ello, para Bourdieu
Passeron: “de todos los factores de diferenciación, el origen social es sin duda el que
ejerce mayor influencia sobre el medio estudiantil, mayor en todo caso que el sexo y la
edad y sobre todo más que tal o cual factor claramente percibido, la filiación religiosa, por
ejemplo (2008, p. 23)”.
Para estos autores las posibilidades de acceder a la universidad según la profesión del
padre hace aparecer que van desde menos de una posibilidad entre cien para los hijos de
asalariados agrícolas a cerca de setenta para los hijos de industriales y a más de ochenta
para quienes provienen de familias donde se ejercen profesiones liberales. “Esta
estadística hace evidente que el sistema educativo pone objetivamente en funcionamiento
una eliminación de las clases más favorecidas bastante más total de lo que se cree
(Bourdieu y Passeron, 2008, p.13)”. Además, afirman que “como regla general, la
restricción de las elecciones se impone a la clase baja más que a las clases privilegiadas
(Bourdieu y Passeron, 2008, p. 20)”.
Para este autor los estudiantes más favorecidos económicamente no deben sólo a su
medio de origen hábitos, entrenamientos y actitudes que les utilizan directamente en sus
tareas académicas; heredan también saberes y un saber hacer, gustos y un “buen gusto”
(Bourdieu y Passeron, 2008, p. 32). Con base en lo anterior, resulta evidente la marca
diferencia entre clases, haciendo que sean los Herederos los mayormente provistos de
facilidades para adentrarse a un mundo de conocimientos, cultura y valores agregados
que les permitirá avanzar dentro de los sistemas sociales de clases.
Al definir posibilidades, condiciones de vida o de trabajo completamente diferentes, el
origen social es para Bourdieu Passeron, el único determinante que extiende su
influencia a todos los dominios y a todos los niveles de la experiencia de los estudiantes, y
en primer lugar a sus condiciones de existencia. Así, “el hábitat y el tipo de vida cotidiano
que le está asociado, el aumento de recursos y su reparto entre las diferentes partidas
presupuestarias, la intensidad y la modalidad del sentimiento de dependencia, variable
según el origen de los recursos así como según la naturaleza de la experiencia y los
valores asociados a su adquisición, dependen directa y fuertemente del origen social al
mismo tiempo que refuerzan su eficacia (Bourdieu y Passeron, 2008, p. 26)”.
Para Bourdieu, el Heredero tiene acceso a una cultura “libre”, la cual está desigualmente
repartida entre los estudiantes provenientes de medios diferentes, sin que la desigualdad
de ingresos pueda alcanzar para explicar las diferencias. El privilegio cultural del
estudiante Heredero se vuelve evidente cuando se trata de diferenciar la familiaridad con
las obras que sólo puede dar contacto regular del teatro, de los museos o conciertos,
siendo “más evidente aun en los casos de las obras generalmente más modernas, que
son las menos académicas (Bourdieu y Passeron, 2008, p. 33)” y también “en cualquier
terreno cultural que se los mida, los estudiantes tienen conocimientos mucho más ricos y
más extendidos cuando su origen es más alto (Bourdieu y Passeron, 2008, p. 33).
Hasta este punto las aportaciones tanto de Dubet como las de Bourdieu no difieren en
que los Herederos provienen de un nivel social burgués o más alto que el promedio de
una escuela, pero el énfasis que cada uno aporta es diferente. Mientras Bourdieu hace
sus explicaciones para dar cuenta de las formas de relaciones sociales dentro y fuera de
la escuela, Dubet busca una solución a las diferencias establecidas por las prácticas de
los Herederos; o por lo menos esa es la visión que se puede tener al revisar sus
aportaciones, ya que, de hecho, propone reflexiones a cerca del reformar el sistema
escolar1, siendo que Bourdieu se queda en una mera explicación del fenómeno.
A pesar de estas diferencias, los dos autores se acercan a una visión similar a la escuela
o institución. Como ya se mencionó anteriormente, para Dubet ésta funge como
formadora de individuos, de la misma forma, para Bourdieu y Passeron: “entre otras
funciones, el sistema educativo debe producir sujetos seleccionados y jerarquizados de
una vez para siempre y para toda la vida. Dentro de esta lógica, querer tomar en cuenta
1 Dubet publicó un artículo llamado ¿Por qué parece imposible reformar el sistema escolar
francés?, en la cual hace una propuesta para disminuir las diferencias dentro de los sistemas
escolares.
los privilegios o las desventajas sociales y pretender jerarquizar a los sujetos según su
merito real, es decir según cuáles hayan sido los obstáculos superados, sería
condenarse, si se lleva al final esta lógica, es decir hasta el absurdo, a la competencia por
categorías o, como para la evaluación de méritos en la ética kantiana, a la evaluación de
diferencias algebraicas entre el punto de partida, es decir las aptitudes socialmente
condicionadas, y el resultado, es decir la medición del éxito educativo (Bourdieu y
Passeron, 2008, p. 104).
Además de lo anterior, se encuentra similitud el que se considera que la escuela otorga
un poder simbólico, un título, lo cual es para Bourdieu “el trabajo de disimulación y de
transfiguración (en una palabra, de eufemización) que asegura una verdadera
transubstanciación de las relaciones de fuerza haciendo desconocer-reconocer la
violencia que ellas encierran objetivamente, y transformándolas así en poder simbólico,
capaz de producir efectos reales sin gasto aparente de energía (Bourdieu, 2000, p. 5)”.
Por otra parte, Dubet proporciona una visión actual de la situación del estudiante
Heredero, el cual, como ya se menciono anteriormente, se encuentra desapareciendo, o
se podría decir que es menos diferenciado del resto de los estudiantes. Para este autor
“la legitimidad de la cultura escolar ya no se impone con la misma fuerza en las
sociedades donde la cultura de masas, se la juzgue como se la juzgue, debilita el
monopolio cultural de la escuela (Dubet, 2004, p.5)”. También, Dubet señala que hace
más de cincuenta años la cultura escolar fungía como único medio que permitía a los
estudiantes tener acceso a otro tipo de educación que ampliara los horizontes para
liberarlos del encierro de la clase social, pero “hoy en día, estos niños escapan
directamente de los límites de su propio mundo social gracias a los medios masivos de
comunicación. Por supuesto que siempre se podrá condenar la vulgaridad y las tonterías
de los medios, pero esto no impide reconocer que ofrecen una verdadera alternativa
cultural a la escuela en la medida en que también ofrecen un modo de entrada en un
mundo ampliado. La escuela se encuentra entonces en competencia con culturas cuyas
capacidades de seducción sobre los niños y adolescentes no son despreciables y desde
hacen treinta años los docentes se preguntan cómo domesticar esta cultura que se basa
en la rapidez, el zapping y la seducción, principios que contradicen el rigor de los
ejercicios escolares (Dubet, 2004, p.5)”.
Con base en lo anterior, cabe señalar que si bien las diferencias entre clases sociales aún
existen en la actualidad, y quizá con la misma potencia que hace años atrás, el acceso a
otras formas de conocimiento y cultura no son exclusivas de los Herederos, concebidos
éstos como poseedores de bienes económicos que marcan la diferencia en acceso y
adquisición de bienes. Si bien las nuevas tecnologías permiten que estudiantes de niveles
económicos medios y bajos puedan entrar en contacto y conocer las obras de arte
situadas a miles de kilómetros de sus hogares, o asistir a teatros, comprar y escuchar
música considerada de clase “alta”, además haciéndolo a un bajo costo, se hace difícil
afirmar que este cambio asegurará la transición y el olvido de los Herederos, ya que éstos
no sólo heredaban los capitales o las formas de acceso a cierto tipo de educación,
también se heredaban los gustos y las disposiciones a ciertas prácticas culturales y
académicas, lo cual podría no reemplazarse con el sólo hecho de tener contacto con los
bienes culturales. Frente a lo anterior, se podría decir que lo que heredaban los herederos
era una forma de ser, un hábito formado por los propios hábitos familiares, lo cual no
quiere decir que una persona que sus padres no tengan esos hábitos jamás podrán
adquirir prácticas mayores. Además, aunque se propongan reformas de acceso a la
escuela para todos los estudiantes, esto tampoco garantiza nivelarse a los hábitos y que
haceres de los casi extintos Herederos, ya que el asistir y pertenecer al campo académico
es también cuestión de hábitos; por lo que lo más adecuado, de acuerdo a este trabajo,
es una intervención para la modificación de los hábitos y no querer saturar a los
estudiantes con conocimientos, sino llevar una formación que combine las dos
actividades.
Referencias
Bourdieu, Pierre., (1987). Poder, derecho y clases sociales. Sociológica. Sociologiac.net Bourdieu, P., (1997).capital cultural, escuela y espacio social. México, D.F. Ed. Siglo XXI. Bourdieu, Pierre, (2000). Texto extraído de: “Sobre el poder simbólico”, en Intelectuales, política y poder, traducción de Alicia Gutiérrez, Buenos Aires, UBA/ Eudeba. Bourdieu, P. y Passeron, J., (2008). Los herederos: los estudiantes y la cultura. Traducción de Marcos Mayer. México, siglo XXI. Dubet, F. (2004). ¿Mutaciones institucionales y/o neoliberalismo? Texto de la conferencia inaugural del Seminario Internacional sobre "Gobernabilidad de los sistemas educativos en América Latina" organizado por el IIPE/UNESCO en Buenos Aires, 24 y 25 de Noviembre de 2004. Traducido por Emilio Tenti Fanfani. Dubet, F. (2005, julio-diciembre). Los estudiantes. CPU-e, Revista de Investigación Educativa, 1. Recuperado el 16 de octubre de 2009, de http://www.uv.mx/cpue/num1/inves/estudiantes.htm# Dubet, F., (2007) El declive y las mutaciones de la institución. Revista de Antropología social. 2007, 16, 39-66.