Los Guadalupes

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Los Guadalupes: la guerra secreta POR: REGINA ZAMORANO N26 ilustración de una batalla entre insurgentes y realistas, circa 1812. “Señor número doce”, “Serafina Rosier”, “El de los pantalones” fueron algunos de sus seudónimos. Los Guadalupes pertenecían a clases sociales diversas y profesiones tan dispares como curandero, fraile, empleado de la Secretaría del Virreinato, boticario, militar, confitero, indio pintor, abogado, médico o comerciante. Eran criollos en su mayoría, aunque había algunos militantes indígenas. Numerosas figuras de la época, como los historiadores José María Luis Mora y Carlos María de Bustamante, el abogado Ignacio López Rayón, Andrés Quintana Roo y su esposa, Leona Vicario, fueron parte del grupo, que colaboró directamente con los militares insurgentes Mariano Matamoros y José María Morelos. Los Guadalupes mandaban dinero, medicinas, armas, provisiones e información al frente e intentaban convencer a los indecisos. Para atraer adeptos a la causa, colaboraron en periódicos opositores como El Despertador Americano, El Juguetillo o El Ilustrador Americano. También participaron en la lucha política abierta como candidatos en las elecciones convocadas por la Corona española en 1812, tras la promulgación de la Constitución de Cádiz. El nombre de la sociedad se debe a que el cura Hidalgo dio el grito de Dolores sosteniendo un estandarte con la Virgen de Guadalupe, convirtiéndola así en un símbolo de la insurgencia criolla. Además, el ícono era utilizado en contraposición a la Virgen de los Remedios, emblema religioso de los españoles. La secrecía de sus actos ha impedido saber cuántos miembros tuvo la sociedad, que estuvo activa de 1811 a 1815, hasta poco después de la muerte de Morelos.

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Información sobre la Sociedad Secreta Mexicana, Los Guadalupes durante la Independencia de México.

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Los Guadalupes: la guerra secreta

POR: REGINA ZAMORANO

N26

ilustración de una batalla entre insurgentes y realistas, circa 1812.

“Señor número doce”, “Serafina Rosier”, “El de los pantalones” fueron algunos de sus seudónimos.

Los Guadalupes pertenecían a clases sociales diversas y profesiones tan dispares como curandero, fraile, empleado de la Secretaría del Virreinato, boticario, militar, confitero, indio pintor, abogado, médico o comerciante. Eran criollos en su mayoría, aunque había algunos militantes indígenas.

Numerosas figuras de la época, como los historiadores José María Luis Mora y Carlos María de Bustamante, el abogado Ignacio López Rayón, Andrés Quintana Roo y su esposa, Leona Vicario, fueron parte del grupo, que colaboró directamente con los militares insurgentes Mariano Matamoros y José María Morelos.

Los Guadalupes mandaban dinero, medicinas, armas, provisiones e información al frente e intentaban convencer a los indecisos. Para atraer adeptos a la causa, colaboraron en periódicos opositores como El Despertador Americano, El Juguetillo o El Ilustrador Americano. También participaron en la lucha política abierta como candidatos en las elecciones convocadas por la Corona española en 1812, tras la promulgación de la Constitución de Cádiz.

El nombre de la sociedad se debe a que el cura Hidalgo dio el grito de Dolores sosteniendo un estandarte con la Virgen de Guadalupe, convirtiéndola así en un símbolo de la insurgencia criolla. Además, el ícono era utilizado en contraposición a la Virgen de los Remedios, emblema religioso de los españoles.

La secrecía de sus actos ha impedido saber cuántos miembros tuvo la sociedad, que estuvo activa de 1811 a 1815, hasta poco después de la muerte de Morelos.

SECRETO A VOCES

En 1808, tras la ocupación francesa de España y la destitución de Carlos IV, Francisco Primo de Verdad, síndico del Ayuntamiento de la Ciudad de México, propuso al virrey José de Iturrigaray convocar a todos los ayuntamientos de la Nueva España para formar un gobierno provisional, con el argumento de que a falta del monarca español, la soberanía volvía al pueblo. El virrey fue depuesto por una asonada y Primo de Verdad acusado de traición y asesinado en prisión.

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Dos años después, cuando estalló la lucha armada contra la Corona española, en la Ciudad de México aparentemente reinaba la calma. Sus habitantes no eran bien vistos por los independentistas. En diciembre de 1810 El Despertador Americano, primer periódico insurgente, refería: “Mientras que todo el Reyno experimenta la más fuerte y general fermentación (…) y advirtiéndose en todos los Americanos una actitud intrépida y belicosa; el apáthico Mexicano vegeta a su placer (…) ¿Habrá entre los habitantes de aquella Ciudad populosa, una milésima parte capaz de pronunciar con firmeza: mi Patria, mi libertad?”.

Sin embargo, en 1811 Los Guadalupes empezaron a operar en la capital.

En ese mismo año apoyaron a la Suprema Junta Nacional Americana, creada en agosto por López Rayón, colaborador cercano del cura Hidalgo y quien sería figura clave del grupo. La Junta buscaba dotar de una organización política, militar y legal al movimiento insurgente, para lo cual era indispensable establecer una red de información que facilitara la comunicación con los líderes rebeldes. Ésa fue la principal tarea de Los Guadalupes, quienes iniciaron una nutrida correspondencia con Morelos.

Así, por ejemplo, en una carta del 9 de abril de 1813, le informaban al jefe insurgente que Leona Vicario estaba presa en el Colegio de Belén: “el motivo de su prisión fue un correo que le cogieron de Tlalpujahua, pero ella, a pesar de su sexo, ha tenido la fortaleza de no condenar a ninguno, sin embargo del mal trato que está sufriendo y de las amenazas que continuamente le hacen”.

Los Guadalupes y sus simpatizantes se reunían en animadas tertulias en las que definían sus siguientes movimientos, recapitulaban los hechos relevantes de la lucha y debatían ideas libertarias, inspiradas en la Revolución Francesa.

Un miembro, don Anastasio Zerecero, relató en sus Memorias: “Secciones de la sociedad de Los Guadalupes se reunían unas veces en la casa del que escribe, (…) y otras en la casa de don Agustín Gallegos (…), tenía una gran huerta, y esto hacía que muchas personas (…) la frecuentasen como un lugar de recreo, sin que se hiciera notable al gobierno ni a la severa y astuta policía de esa época.”.

En 1812, desde la Ciudad de México le hicieron llegar al doctor José María Cos, miembro de la sociedad, instalado en Zitácuaro, una imprenta completa para publicar El Ilustrador Americano. Tres mujeres Guadalupes la sacaron de la ciudad, oculta en unos canastos. Carlos María de Bustamante relata el periplo: “al pasar frente a la garita, el coche fue detenido por unos oficiales realistas; pero como las valerosas señoras les dijeron con afable naturalidad que se dirigían a San Ángel para asistir á una Jamaica (día de campo), y aun los invitaron galantemente a que las acompañasen, ellos nada sospecharon , dieron las gracias y permitieron que el coche siguiera adelante sin ser registrado.”

Por su parte, los juristas e intelectuales Guadalupes asesoraban a Morelos y otros caudillos en la redacción de documentos y decretos, entre ellos la Constitución promulgada en Apatzingán en octubre de 1814.

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José María Morelos (1765-1815).

¿DEMOCRACIA ANTES QUE INDEPENDENCIA?

“Los Guadalupes tenían conexiones con los insurgentes. Aunque muchos de ellos estaban preocupados por el conflicto social, les interesaba estar presentes en todos los escenarios con un doble objetivo: cambiar el estatus de la Nueva España y lograr así un autogobierno completo. La independencia absoluta era una opción, pero no la principal”, explica en entrevista el doctor Antonio Annino, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas y experto en el tema.

En septiembre de 1812 fue promulgada en España la Constitución de Cádiz, que permitía a las colonias la elección de ayuntamientos, diputaciones provinciales y de los representantes que enviarían a las Cortes españolas.

Los Guadalupes aprovecharon la coyuntura y promovieron a sus miembros como candidatos.

Annino apunta: “No hay que olvidar que los indios, con Cádiz, entraron masivamente en el mundo de los derechos liberales. El balance fue positivo porque todos los cuerpos territoriales se emanciparon del gobierno de los representantes de la Corona. Ésta fue una ruptura que abrió el camino hacia la independencia absoluta”.

En lo que se consideran las primeras elecciones en nuestro país, en noviembre de 1812 se eligió a los electores que luego votarían por síndicos y diputados. En la Ciudad de México prácticamente todos los postulantes autonomistas resultaron ganadores. La gente celebró en las calles.

En julio de 1813, se eligieron diputados para las Cortes españolas. Los candidatos opositores a la Corona, muchos de ellos Guadalupes, también obtuvieron triunfos en la capital.

“Hemos dado segundo ataque dentro de esta capital a nuestro feroces enemigos, siendo la victoria nuestra completamente: pero verá V. E. , por adjuntos diarios que le acompañamos de las elecciones celebradas en esta capital de diputados para las Cortes de Cádiz, tomamos empeño en que recayesen las elecciones en todos americanos del mejor modo de pensar, buenas cualidades y grande amor a su patria y efectivamente lo conseguimos a toda nuestra satisfacción”, escribieron los Guadalupes a Morelos el 5 agosto de 1813.

Como era de esperarse, esos resultados inquietaron a las autoridades españolas. El militar Félix María Calleja le escribió al ministro de Gracia y Justicia de España: “La continuidad de los buenos sucesos de la guerra ha ido poniendo en mis manos documentos justificativos (…) de tal manera que han producido la constancia necesaria para rrestar (sic) al ex regidor, actual diputado electo para Cortes, don Ignacio Adalid que queda procesándose como verdadero traidor, miembro de una diabólica junta establecida en esta capital bajo el nombre de Los Guadalupes”.

Andrés Quintana Roo (1753-1851)

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“Y CORRERÁ LA SANGRE”

Al año siguiente, 1814, Fernando vii regresó a España y abolió las libertades que brindaba la Constitución de Cádiz. Calleja no tardó en declararles la guerra a los insurrectos visibles y a los ocultos.

Reforzó la vigilancia, y a quien los apoyara le esperaba la cárcel, el destierro, trabajos forzados, el fusilamiento o el garrote.

En su proclama del 22 de junio de 1814 advirtió a la población sobre las medidas que se tomarían, de persistir la insurrección: “Se incendiarán los pueblos infieles, serán obligados los ciudadanos a la más estricta policía (…), se levantarán patíbulos por todas partes y correrá la sangre donde quiera.”

Ese año, los insurgentes sufrieron numerosas derrotas, tanto militares como en sus redes de comunicación. Muchos Guadalupes fueron detenidos tras la derrota del ejército insurgente en Valladolid, pues los realistas encontraron cartas de ellos dirigidas al jefe rebelde entre las cosas de Mariano Matamoros.

Finalmente, en 1815, con el fusilamiento de Morelos y la escalada represiva, Los Guadalupes quedaron casi inmovilizados y la organización se fue extinguiendo.

Annino resume el impacto de las tribulaciones sociales de la época: “Cada guerra es socializante y la de aquellos años involucró a casi todo el país. Los dos bandos necesitaban de los pueblos. Fue una guerra de guerrillas y de antiguerrilla, que involucró a mucha más gente que a los meros combatientes”. Los Guadalupes fueron parte de esa gente.

Carlos M. de Bustamante (1774-1848).

Referencias: Genaro García, Documentos históricos mexicanos T. III, INEHRM, México, 1985; Virginia Guedea, En busca de un gobierno alterno: Los Guadalupes de México, México, unam, Instituto de Investigaciones Históricas, 1992; Ernesto de la Torre Villar, Los Guadalupes y la Independencia, con una selección de documentos inéditos, México, Editorial Porrúa, 1985 y “The Process of Mexican Independence” en www.historycooperative.org/journals/ahr/105, consultada 9/8/2010.

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SELECCIONES:

¿La Sociedad de los Guadalupes?

La lucha independentista fue apoyada por muchos grupos clandestinos. Uno de los primeros fue la Sociedad del Águila, que después se nombró de los Guadalupes y que tenía gran cantidad de adeptos entre la sociedad capitalina. Muchas señoras elaboraban vendas y ropas para los soldados, y los comerciantes contribuían con armas y víveres.

Una acción trascendental de esta Sociedad fue proporcionar lo necesario para publicar las nuevas de la liberación. Resulta que José María Cos, a falta de imprenta, había fabricado unos rústicos tipos de madera, y con ellos imprimía El ilustrador americano, que por todas partes hacía correr la voz de la emancipación. La Sociedad de los Guadalupes se percató de las dificultades de Cos, pero enviar una imprenta era casi imposible, tanto por voluminosa como porque tendría que atravesar las filas realistas para llegar a los libertadores.

No obstante, las señoras de Raz Guzmán y Del Río aceptaron el desafío: separadamente salieron en coche, una con la caja de los tipos y la otra con la prensa. Las distinguidas damas lograron atravesar la zona española, y nadie se percató de que bajo las enormes vestimentas y lujosas tapicerías viajaba el instrumento que ganaría más adeptos a la causa criolla.

¿Regias pretensiones de un linajudo petulante?

La sombra de Moctezuma persiguió durante tres siglos a la Corona española. En la conjura de Martín Cortés, en una mascarada, alguien encarnó a Moctezuma para amedrentar al gobierno Luego, en 1576, fue llamado a España Luis Diego de Moctezuma, nieto de Moctezuma II, pues Felipe II sospechaba que el hijo de Pedro Moctezuma, señor de Tula, participaba en actividades para reclamar el trono de sus antepasados.

En 1808, con la confusión ocasionada por las abdicaciones de los reyes borbones, muchos sectores de la sociedad colonial se preguntaban quién era su legítimo rey. De pronto se presentó un desconocido que clamaba ser descendiente directo de Moctezuma y alegaba que, como los borbones habían abdicado, a él le correspondía la monarquía vacante.

De hecho, el primer mestizo que llegó a virrey en la Nueva España fue José Sarmiento y Valladares, Conde de Moctezuma y de Tula, quien gobernó de 1696 a 1701. Sarmiento obtuvo los títulos nobiliarios al casarse, en España, con María Andrea Jerónima Moctezuma, tercera condesa de

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Moctezuma. Como virreina, esta tataranieta de Moctezuma II fue la primera ?y única? dama de la dinastía de Axayácatl que volvió a gobernar en lo que había sido la antigua Tenochtitlán.

En el siglo XIX se estableció un ilusorio Imperio Azteca en Francia, casi simultáneo a la consumación de la Independencia. El protagonista fue don Alonso de Marcilla de Teruel, decimosegundo conde de Motecuzoma, de Tula y de Tultengo, octavo marqués de Tenebrón, vizconde de Ilucan y Grande de España. Este curioso personaje procedía también de la rama de Pedro, el hijo de Moctezuma II. Más de tres siglos después, era obvio que ya no corría sangre azteca por las venas del Marqués de Tenebrón.

LOS GUADALUPES

LOS GUADALUPES

Historia Querétaro

TEXTO DE CARLOS EDUARDO DÍAZ

El movimiento independentista, que oficialmente nació en 1810, y que finalizó con la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México en 1821, tuvo una serie de nombres y rostros de sobra conocidos. Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, José María Morelos y Vicente Guerrero fueron algunos de los hombres que se enfrentaron abiertamente al imperio español.

Sin embargo, existe otro lado de la historia que se ha mantenido en la oscuridad a causa de su propia naturaleza. Se trata de hombres y mujeres que militaron en una sociedad secreta que surgió con la idea principal de apoyar la lucha de los conspiradores, y lo logró.

Prácticamente con cada intento independentista brotaron grupos clandestinos que se dedicaron al espionaje, pero el más destacado de todos ellos fue uno que, en su mismo nombre, honró a la Virgen del Tepeyac: Los Guadalupes.

Bandera

Aprovechando la fuerte identificación del pueblo indígena y mestizo con esta advocación mariana, pero también su “rivalidad” con la Virgen de los Remedios, patrona española, un grupo de inconformes se agrupó para intercambiar correspondencia, revelar secretos españoles, lanzar alertas y mover información confidencial que ayudara al movimiento. Aunque se desconoce con exactitud la cantidad y la identidad de sus integrantes, solían firmar sus documentos como “Los Doce”, “Número 12”, “Señor número doce”, “El de los pantalones”, “Serafine Rose” y, más comúnmente, “Los Guadalupes”.

Sus antecedentes se remontan a 1808, cuando los vientos de libertad comenzaron a soplar con más fuerza en la Nueva España. Las conspiraciones tomaban impulso no sólo en la gran capital,

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sino en sitios como la vieja Valladolid y la ciudad de Querétaro. Fue entonces cuando nació un grupo denominado “El Águila”. Sus integrantes se reunían a discutir ideas prohibidas, motivadas por las corrientes de pensamiento europeo y por la emancipación de los Estados Unidos, pero también para alentar la lucha armada por medio de provisiones y financiamiento.

Tras la derrota y muerte de Hidalgo, gran cantidad de sus integrantes fueron capturados y, acogiéndose a la amnistía, desaparecieron del escenario público. No obstante, su esencia y sus propósitos sobrevivieron. Cuando Ignacio López Rayón tomó la rienda de la insurgencia, se dio a la tarea de poner orden en el movimiento. De este modo, creó la Suprema Junta Gubernativa de América o Junta de Zitácuaro, la cual se dividió en diversas áreas muy bien definidas, como la militar, la administrativa y, sí, la de espionaje.

Virgen de los Remedios y Sello que usaron los caudillos de la independenciaVIRGEN DE LOS REMEDIOS Y SELLO QUE USARON LOS CAUDILLOS DE LA INDEPENDENCIA

Quienes fungían como espías eran personas cercanas al poder virreinal. Siempre en la oscuridad, siempre en el anonimato, se encargaban de difundir información valiosa, de interceptar correos y comunicaciones, pero también de hacerles llegar a los combatientes medicamentos, vendas confeccionadas por las mujeres, alimentos, armamento, papel e imprentas para que pudieran publicar algunos de los periódicos insurgentes y, algo muy importante, dinero.

Una de las obligaciones de sus integrantes era simple: en cuanto entregaban una carta o documento, y el destinatario lo leía, el propio mensajero se encargaba de destruirlo. No permitían que quedara constancia de sus acciones. Las misivas iban casi siempre firmadas por “Los Guadalupes”.

Entre 1811 y 1814, sus actividades fueron constantes y efectivas: revelaban secretos y estrategias, compartían ideas y suministraban ayuda. A pesar del sigilo con el que intentaban actuar, el gobierno sabía de su existencia, incluso reportaba sus actividades a España. También, logró identificar a algunos de sus integrantes, a quienes juzgó y desterró.

Esto se debió a que Los Guadalupes cometieron un error muy grande. Olvidaron uno de sus preceptos más importantes: destruir de inmediato su correspondencia.

Tras la derrota en Tenango, por ejemplo, le fue decomisada a Morelos una caja con cartas firmadas por ellos, lo que derivó en la aprehensión de varios de sus integrantes. Igualmente, tras una batalla perdida, la correspondencia de Ignacio López Rayón cayó en manos del ejército realista. Esta información condujo al encarcelamiento de seis abogados residentes en la Ciudad de México, todos ellos, miembros de Los Guadalupes, quienes fueron juzgados por espionaje.

Ignacio López Rayón & Leonora VicarioIGNACIO LÓPEZ RAYÓN & LEONORA VICARIO

Sobre este grupo clandestino se sabe poco en realidad. Los rumores de entonces aseguraban que habían intentado convencer a Félix María Calleja de utilizar al ejército virreinal para crear un reino independiente de España, o que su actuar estaba influenciado por las logias masónicas que tanto peso tenían en Estados Unidos, o bien, que fueron ellos los encargados de convencer a Agustín de Iturbide de abrazar la causa independentista. Se pensaba incluso que en sus filas se encontraban

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personas de todos los estratos sociales, desde humildes jornaleros hasta altos funcionarios de gobierno y nobles que deseaban un futuro propio para la nación mexicana.

Más allá de los rumores, sin embargo, lo cierto es que la identidad de la mayoría de sus integrantes, así como los alcances reales de sus acciones, serán siempre un misterio.

Con el tiempo, ciertos historiadores lograron conocer los nombres y profesiones de un puñado de ellos. Según algunos documentos que han sobrevivido a los siglos, se sabe que el grupo se nutría con abogados, comerciantes, escribanos, eclesiásticos, hacendados, caciques y burócratas, todos ellos, hombres adinerados, influyentes y cercanos a los círculos del poder.

Además, se reveló la identidad de una famosa dama que ha pasado a la historia como la primera periodista mexicana, y quien, con su fortuna personal, financió las actividades de los insurgentes. Ni más ni menos que Leona Vicario, una de las integrantes más entusiastas de esta sociedad secreta que luchó desde las sombras por un México libre.

Los guadalupes y la independencia

12.12.09 | 06:31. Archivado en Análisis y Opinión

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Pbro. José Ignacio González Molina. Semanario Koinonía / Arquidiócesis de Puebla. 13 de diciembre.- ...los señores Guadalupes merecen el honor de la patria mexicana que contribuyeron a forjar. Pese a las menciones continuas de listas y de nombres sueltos, no ha sido posible hasta el día de hoy reconstituir la nómina de los señores Guadalupes. Muchos fueron, unos en una forma, otros en otra, y todos contribuyeron a hacer realidad la Independencia de México...

Así se intitula el libro que publicó el historiador poblano Ernesto de la Torre Villar (Editorial Porrúa , S.A., México 1985) con una selección de textos inéditos. Se trata de la organización secreta de la época de la Independencia, extendida como una red por varias ciudades de la Nueva España, principalmente en las de México y Puebla. Esta sociedad críptica tuvo su origen después de la creación de la Suprema Junta Nacional Americana por don Ignacio López Rayón y que nació por la necesidad imperiosa de los insurgentes que buscaban una organización semejante, secreta y activa, que uniera a los simpatizadores de la causa, conectándolos con los jefes; que prestara auxilio material y moral para transmitir cualquier información útil de inteligencia y espionaje. Los integrantes de la sociedad estaban informados de cuanta medida tomaban las autoridades de la Nueva España para combatir a los insurgentes; estaban integrados a la propia administración virreinal, ocupando puestos clave. Los informes que transmitían eran firmados con nombres en clave o con seudónimos; pero más generalmente usaban en sus escritos la designación de “los Guadalupes”.

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Los informes de la sociedad eran con frecuencia redactados por varios de los miembros, y daban así noticias muy diversas, procedentes de diferentes lugares. Cuando Morelos llegó a ser la primera figura de la lucha insurgente, los Guadalupes le dirigieron una carta ofreciéndoles sus servicios. La sociedad utilizaba, para hacer llegar su correspondencia, mensajeros y correos de reconocida lealtad, auxiliados por una cadena de simpatizantes, y llevaban las cartas ocultas en las suelas de los zapatos; a veces también tenían que hacer llegar periódicos como el Diario de México, las Gacetas, el Pensador Mexicano, El Juguetillo, El Español de Londres, Diarios de las Cortes de España, etc. Cuando tenían que enviar tipos de imprenta y hasta la imprenta misma, se valían de distintos subterfugios, ocultando las piezas en los arneses de los carruajes, en cargas de carbón y otros modos inteligentes para despistar al enemigo realista. Entre el envío de de periódicos destaca un Diario elaborado por los mismos Guadalupes, con todas las noticias políticas, militares y económicas más sobresalientes del país. También remitieron, como consta en sus cartas, varias obras de fray Servando Teresa de Mier, una impresa en Londres; la Constitución de Cádiz de 1812; impresos de Alvarez de Toledo de “tierra adentro” y de Texas; impresos del jesuita Juan Pablo Vizcardo y Guzmán (iniciador desde 1791 de la independencia total de Perú y de América Latina, con su Carta a los Españoles Americanos).

Los Guadalupes se ocuparon también de los informes sobre la fidelidad de los nuevos partidarios y sobre la red de espías del gobierno virreinal; de sostener a las familias de los patriotas que estaban en el campo de la guerra insurgente; de proveer de salvoconductos o pasaportes a los recién incorporados a la causa o a otras personas fieles a la lucha. Fueron también los Guadalupes órgano consultor de los jefes insurgentes. Por ejemplo, Morelos les dio a conocer los proyectos de Constitución elaborados por Rayón, él mismo y Bustamante.

Las derrotas sufridas por los insurgentes a partir de 1814, dieron oportunidad al virrey Calleja para perseguir implacablemente a los Guadalupes, “diabólica junta”, como los llamaba. Al ser fusilado Morelos en diciembre 22 de 1815, en San Cristóbal Ecatepec, la insurgencia quedó sin cabeza, acéfala, y la actividad de la sociedad disminuyó considerablemente; pero en 1817, con la entrada al país del navarro Francisco Javier Mina en la reactivación de la lucha insurgente, volvió a incrementarse el poder de los Guadalupes con la vigorización de la masonería (traída a nuestro país con Cabarrús, capitán de los dragones reales, casi 40 años antes).

Don Ernesto de la Torre Villar termina en su Estudio Preliminar con el siguiente párrafo: “Por ello, los señores Guadalupes merecen el honor de la patria mexicana que contribuyeron a forjar. Pese a las menciones continuas de listas y de nombres sueltos, no ha sido posible hasta el día de hoy reconstituir la nómina de los señores Guadalupes. Muchos fueron, unos en una forma, otros en otra, y todos contribuyeron a hacer realidad la Independencia de México”.

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¡Alabado sea Jesucristo, quien nos enseña que Tonantzin, “Nuestra Madrecita”, es la Patrona de la auténtica independencia material y espiritual de todos sus hijos, no sólo de unos cuantos privilegiados!

LOS GUADALUPES

Los Grandes Olvidados del Bicentenario

Josué BeutelspacherHuízar

Al atento lector le chocará de inmediato el titular de este artículo, pues el grupo paramasónico conocido como Los Guadalupes, es asaz desconocido y misterioso y se trata nada más ni nada menos de quienes hicieron posible la Independencia de México de la corona e imperio español de principios del siglo XIX.

Una ficha casi perdida en la “Enciclopedia de México” de escasas líneas, da cuenta de esta aseveración y en los presentes festejos del Bicentenario del inicio de la Guerra de Independencia, son los grandes olvidados, pero su huella ha permanecido vigente en las últimas 20 décadas y de cuando en cuando, algún documento, algún historiador, van hilando esta apasionante y oculta historia.

La existencia de Los Guadalupes es por principio de cuentas, innegable. En los documentos mexicanos de la independencia solo se les menciona someramente y en el Archivo de Indias y en los documentos españoles de la época, se ofrecen citas veladas y testimonios de su existencia y acción, ocultos en las miles de fojas que la corona española, los virreyes y la iglesia católica, (ojo, querido amigo Francisco Martín Moreno) recopilaron y luego olvidaron al consumarse la separación de la Nueva España y su conversión primero en el efímero imperio de Agustín de Iturbide y luego, la incipiente República Mexicana, cuyo primer presidente fue precisamente un Guadalupe: José Adaucto Fernández Félix, que se cambió el nombre, desde que era uno de los insurgentes y segundo de José María Morelos y Pavón, para convertirse en Guadalupe Victoria, el duranguense que ocupó la primera magistratura y creó muchas de las instituciones que hasta la fecha persisten, hasta el informe presidencial del 1 de Septiembre, fue implantado por Guadalupe Victoria.

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Los Guadalupes fueron la base social del intenso movimiento insurgente que incendió a toda la América, en ese entonces sojuzgada por España; su creación es producto de la geopolítica ya que las otras dos grandes potencias del mundo en aquella época, Inglaterra y Francia, conspiraron contra España y patrocinaron de mil maneras a los criollos y las llamas de la independencia pronto abarcaron a todo el continente, desde la Florida hasta la Patagonia. Varias Naciones, Colombia, Chile, Argentina, etc, celebran en Septiembre 15, 16 y 17 sus fiestas nacionales.

En los misterios de sus orígenes, en México, los Guadalupes comenzaron a formar grupos por todo el territorio nacional, en las principales ciudades, y por medio de la masonería, “iniciaban” a su membrecía para guardar su secreto, de modo que en un principio multitud de sacerdotes y militares, asi como simples ciudadanos y CIUDADANAS, a quienes les chocaba la ostentación y presunción de los peninsulares, de que todo lo que proviene de Castilla es mejor, comenzaron a reunirse en supuestas tertulias literarias y piadosas, donde sentaron las bases de la rebelión armada en contra de los europeos.

Cuando fueron descubiertos, había muchos preparados para encabezar la insurgencia, y Miguel Hidalgo y Costilla, con sus lugartenientes Allende, Aldama y Abasolo, pero apoyados por muchísimos otros mas, como Doña Josefa Ortiz de Domínguez y muchas otras, simplemente tomó la oportunidad y desató los perros de la guerra, no sin pagar después con algunos de sus antiguos aliados, el precio de convertirse en Padre de la Patria, que fue su propia vida.

En pleno festejo del bicentenario, libros, conferencias, telenovelas, películas y hasta conversaciones con historiadores, todo mundo parece olvidar que el apoyo de los Guadalupes de la Ciudad de México fue de primordial importancia en los inicios de la conflagración, y que este fue el principal argumento del cura Hidalgo para no entrar a la capital ahorrando vidas y años de guerra, pues no hubiera podido contener a las desatadas huestes que hubieran saqueado y arrasado a la clase media pudiente criolla que apoyaba, como Guadalupes, a este movimiento.

Camila Leona Vicario es un luminoso ejemplo de qué clase de personas integraban Los Guadalupes: dejó su vida y fortuna, su juventud, a la causa; parió a sus hijos en cuevas y en una ocasión, fingió un almuerzo familiar en Tlalpan, antes San Agustín de las Cuevas, donde todos los paseantes pasaron ante los retenes militares de Calleja, con sus canastas llenas de viandas que iban a degustar entre risas y alegría de familia. En dichas canastas iba toda una imprenta desarmada y en pedazos en la que Andrés Quintana Roo, marido de Leona Vicario, imprimiría muchos ejemplares del Despertador Americano y otros impresos que mantuvieron viva la llama de la insurgencia los once años que duró la guerra.

Gertrudis Bocanegra, el insurgente Pedro Moreno, el Amo Torres, Mariana del Toro de Lazarín, Andrés Delgado “El Giro” y una pléyade de verdaderos héroes desconocidos pero con muchos

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otros anónimos ciudadanos, hicieron las bases firmes que cimentaron la independencia de España para crear una Nación nueva y un proyecto alternativo de gobierno.

Los documentos son muy escasos y la investigación está suspendida, pero aquí puede encontrarse la razón del encono de los masones liberales contra el clero, sobre todo contra el alto clero, que aún ahora no pueden justificar la excomunión en que murieron fusilados Hidalgo, Morelos y Matamoros, que eran sacerdotes ordenados.

El tema es muy extenso, solamente queremos dejar memoria en este bicentenario para que se mantenga viva una flama de admiración y respeto a estos casi anónimos héroes de la independencia, Los Guadalupes, cuyos restos no descansan en columna alguna: están dispersos en cementerios de algunos pueblos y ciudades antiguas, o se han integrado ya, polvo de polvo, a esta tierra que tanto amaron.

LOS GUADALUPES

Los Guadalupes.

-Con la creación de la Suprema Junta Nacional Americana surge la necesidad de mantener un número mayor de conexiones con partidarios a favor de la insurgencia. La guerra insurgente había dejado de ser una lucha multitudinaria para convertirse en una batalla organizada en la cual las ideas contaban tanto como las armas.

-surge la necesidad de crear un servicio de inteligencia y enlace que permaneciera oculto con los partidarios de la independencia para que sirviera de medio para unir a los simpatizantes dispersos de la independencia.

- La formación de este grupo se debió a la existencia de diversos núcleos comprometidos con el movimiento que se origino en 1810, en particular con las conspiraciones de 1808 y con la sociedad de amigos del país.

- Las primeras cartas dirigidas a Rayón debieron de iniciarse en el año de 1811 y aumentaron su importancia cada vez más. Las enviadas a Morelos datan de 1812 y llegan hasta 1815. La mayor parte de estas cartas se encuentran firmadas con seudónimos por lo cual era imposible conocer a sus auténticos remitentes.

- Los Guadalupes empleaban para hacer llegar su correspondencia muy variados medios. Mensajeros y correos cuya lealtad era muy evidente y recorrían el país, disfrazados en ocasiones. Estos mensajeros tuvieron que llevar no solo pliegos ocultos en las suelas de los zapatos sino ejemplares de periódicos, libros, tipos de imprenta y la imprenta misma.

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- La aparición del Despertador Americano realizado por Francisco Severo Maldonado respondió a la necesidad de difusión del ideario revolucionario.

- Los Guadalupes se dedicaron a proveer a los insurgentes de imprenta y de impresores las cuales fueron remitidas ocultamente en los arneses de los carruajes, en las cargas de carbón y las provisiones de supuestos arrieros destinadas a las zonas ocupadas por los insurgentes.

- Se les mantenía informados a los insurgentes de la existencia de una red de espías del gobierno o por lo menos de personas favorables a él. En el mes de julio de 1813 se le avisa a Morelos que hay varias personas en diversas provincias que transmiten informes al arzobispo Bergoza y al gobierno para su detención.

- Al llegar el año de 1812 y con ella la constitución gaditana y las órdenes de jurarla, las disposiciones en ella contenidas tuvieron que ponerse en vigor y la libertad de imprenta se hizo realidad en México. De esta garantía usaron ampliamente los partidarios de la insurgencia, los cuales comenzaron a propagar en sus escritos ideas pro-insurgentes, pero a partir del 5 de diciembre de 1812 se suspendió esa libertad, los insurgentes se vieron obligados a publicar sus propios escritos como El Ilustrador, El Correo Americano del Sur y otras más.

-Las derrotas que a partir del año de 1814 empezaron a sufrir los insurgentes provocaron que José María Calleja se creciera, de ahí trato a toda costa de acabar con ese grupo que auxiliaba a los guerrilleros.

-La derrota de Valladolid primero y finalmente la aprehensión de Morelos en Temalaca, su proceso y su muerte el 22 de diciembre de 1815 en San Cristóbal Ecatepec, marcaron la declinación rápida de la etapa más importante de la guerra insurgente.

- A partir de 1816 no se tiene carta alguna de la sociedad de los Guadalupes, aunque no cesaron en sus actividades y debieron mantener correspondencia con algún caudillo. En ese mismo año José María Calleja entregaba el poder en manos de don Juan Ruiz de con la llegada del virrey Apodaca la situación de los Guadalupes y de los insurgentes no mejoro ya que la falta de fortuna y unidad provocó que durante los años de 1816 y 1817 la guerra de insurgente no hubiera podido resurgir.

-Los postulados de la masonería, sus métodos y formas de actuación penetran en México con mayor vigor, y ellos van a servir para que la sociedad de los Guadalupes, cuya actividad había disminuido se reinicie, pero ya en otro sentido. Contaron con una organización mas basta, poderosa e internacional, que apoya los movimientos autonomistas, pasaron poco a poco a servirse de la masonería. El ciclo de la vida de la sociedad de los Guadalupes llegaba a su término a partir de la expedición de Mina, muchos de ellos seguirían actuando y participando en la política mexicana antes y después de la consumación de la independencia.

Otras labores de los Guadalupes:

Los guadalupes todo lo sabían: estaban por todas partes y no podían ser identificados, escuchaban y leían las órdenes más ocultas sin ser sorprendidos; mas no sólo informaban de cuanto conocían, sino que tenían un poder de mando y de decisión extraordinario, actuando cerca de los jefes de armas que rodeaban la ciudad de México, de cuya actividad estaban muy pendientes.

Page 14: Los Guadalupes

Constituido el grupo secreto por personas de muy diversa procedencia, entre otras figuras muy destacadas dentro de la judicatura y del clero, enteradas de los modernos sistemas políticos y constitucionales en boga, y además en posesión de fuentes de información muy preciadas que los militares en el campo de batalla no tenían, era natural que este grupo actuase como órgano consultor de los jefes. De ahí deriva el interés de Morelos porque los proyectos de constitución elaborados por los grupos de Rayón, el suyo propio y el de Bustamante fueran conocidos por los señores Guadalupes.

Los Guadalupes actuaban en todos los ámbitos, representaban el más valioso a los jefes insurgentes y su labor y presencia fue decisiva en la lucha. En ocasiones su actividad fue intensa y casi visible, en otras difícil y completamente oscura. Sus integrantes fueron numerosos.

Cristián Esteban

Patricia Alejandra