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La escritura ciberperiodística (3) Los géneros

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La escritura ciberperiodística (3)

Los géneros

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1. INTRODUCCIÓ N

Aunque aún no se ha desarrollado completamente una teoría de los géneros ciberperiodísticos como la que hizo, por ejemplo, Llorenç Gomis para los géneros periodísticos en la prensa, creemos que sí que podemos proponer un ensayo de clasificación que, sin romper con los precedentes (pero sin pro-poner tampoco una mera transposición), tenga en cuenta criterios retóricos –y por tanto, cientificos-, según sea la técnica de construcción que predomina, más que funcionales o de otro tipo. Muy brevemente:

Géneros informativos: Predomina la narración en tercera persona y la exposición de datos

La noticia y sus variantes.

Géneros interpretativos: Pluralidad de voces y de fuentes.

Reportaje y crónica

Géneros dialógicos:

Entrevista, foros...

Géneros argumentativos

Veamos ahora las características principales y los cambios producidos por el nuevo medio digital en cada uno de esos géneros.

2. LOS GÉNEROS INFORMATIVOS

Las variaciones que los géneros informativos, en especial la noticia, están experimentando merced a la popularización de Internet, y por tanto del hipertexto, se traducen sobre todo en la posibilidad de fraccionar la informa-ción que antes estaba dispuesta de manera obligatoriamente lineal, pero también la necesidad de estructurar esos nodos informativos de modo eficaz, toda vez que el lector sólo va a percibir, en un primer momento, el nodo ini-cial. Como consecuencia de ello, la mayoría de los profesores de Periodismo aseguran que la pirámide invertida, un modelo muy criticado en las últimas décadas, está recuperando su vigencia en el ciberespacio.

En primer lugar, el concepto de actualidad es ahora, también para los diarios (digitales) más bien la que siempre han tenido la radio o las agencias: la noticia ha de dar se inmediatamente, al poco de suceder. Y, a veces, sobre todo cuando se trata de un acontecimiento conocido de antemano –por ejem-plo, un partido de fútbol- es posible informar de forma prácticamente simul-tánea. En el primer caso, cuando se da una noticia urgente, a medida que se conocen nuevos datos el periodista substituye el texto principal por otro más actualizado -lo que se denomina “efecto palimpsesto”- y además puede ir ampliando la información con sucesivos nodos, y hacer así una estructura que comenzando con una linealidad de pocos niveles –muy a menudo, sólo uno- se irá convirtiendo en estructuras más abiertas y relacionadas, arbóreas o, en ocasiones, reticulares. En el segundo caso, el efecto es sobre todo acumula-tivo:

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Información en prensa: desde que sucedió el acontecimiento hasta la publicación del texto

han pasado algunas horas.

El mismo asunto puede tratarse de otra manera en la Red: en directo y de modo acumulativo, técnica que

también emplean los weblogs o bitá-coras, el dato más reciente en primer

lugar.

Después, la información hecha en directo se puede incorporar a la noticia digital más

elaborada con un enlace documental.

Como la información se puede borrar y escribir encima de ella, y como

escribimos un texto que, puesto en la Red, es accesible a todo el mundo, es preciso ir con cuidado con la datación relativa de los textos (por ejemplo “esta tarde”, “mañana”...): escribimos para lectores globales con diferentes 24 husos horarios, y que de otro lado, no siempre conocen los lugares que mencionamos como los conocían hasta ahora nuestros únicos lectores, los más próximos. También es preciso datar adecuadamente las versiones, sobre todo si se produce una sustitución. Y si la última versión rectifica un dato de la anterior, sin duda hay que destacarlo.

En los géneros informativos digitales, más que de un lead que siga to-das las famosas cinco w’s, tendríamos que hablar de un gancho o teaser. Es decir, de un texto muy breve para provocar el interés, que normalmente se extrae del primer párrafo que después se desarrolla en los nodos del próximo

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nivel más profundo, y a veces coincide con el. Se puede definir también como si fuese una combinación de título y de lead. El gancho puede ser textual o no, muchas veces las imágenes dicen más que mil palabras. Y tenemos que recordar que una imagen puede muy bien ser un vínculo. Cuando es textual, el teaser o gancho tiene más o menos 65 caracteres.

Un ejemplo de teaser o gancho con el cual se introduce la información desarrollada

hipertextualmente.

Otra característica que puede aportar el medio digital y es práctica-mente imposible en el impreso es la interactividad. Aunque hay otros géneros probablemente más proclives a ello, como por ejemplo los interpretativos, los géneros informativos también se están beneficiando de la posibilidad de ofre-cer al lector o usuario la posibilidad de tomar parte en el proceso informativo. Esto se traduce, en primer lugar, en la posibilidad ya comentada de ofrecer itinerarios diversos entre los que el lector pueda escoger el suyo o los suyos. Eso supone estructurar la noticia en modo arbóreo o paralelo (ofreciendo, por ejemplo, tras el titular y la entradilla una lista de enlaces que “abren” el abanico de posibilidades informativas), cosa que no siempre se hace.

En efecto, y debido al origen en muchos casos impreso de las noticias que se ofrecen en la versión digital del medio que se trate, hasta ahora al menos la mayor parte de las noticias que se pueden leer en Internet tiene una estructura lineal. El proceso parece ser el siguiente: se toma la noticia im-presa, y se fracciona en dos o tres piezas, que se convertirán en otros tantos nodos, que luego se enlazan. En ocasiones, la pretendida estructura abierta se consigue ofreciendo enlaces complementarios que remiten a otras noticias relacionadas –aquéllas, también, perfectamente lineales en su concepción y presentación. Asimismo, es posible que, a partir de determinados términos que aparecen en el texto que se convierten en enlaces externos, se ofrezca al lector la remisión a las fuentes originales. Es más de lo que había antes, desde luego, pero menos de los que podía esperarse.

Así las cosas, una estructura típica de la noticia en Internet com-prende tres nodos:

1) El nodo inicial, que es el que aparece en la portada del medio o de la sección correspondiente. Suele estar compuesto por un titular y un texto breve, en el que se adelanta lo más importante de la información que luego se desarrollará, y que vendría a corresponder a una entradilla que siga las pautas de la pirámide invertida. A este conjunto se le denomina en ocasiones gancho o teaser. Equivale en ocasiones a un avance informativo. Este nodo se completa con un enlace que ofrezca la posibilidad de continuar leyendo otros

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nodos que amplíen la información, o varios enlaces que indiquen al lector diversas posibilidades, a menudo una mera remisión a otras noticias relacio-nadas (por ejemplo, declaraciones, noticias de archivo, etc.).

2) El segundo nodo ofrece la noticia completa. Se repite el titular, por lo general, y a veces la entradilla, aunque puede ser sustituida por un párrafo más breve que recuerde solamente lo más importante, a modo de puente o tie-in que dé paso al texto desarrollado. Éste puede fraccionarse, a su vez, en varios nodos.

3) El tercer nivel, que puede estar compuesto por un único nodo (en cuyo caso la estructura es lineal) o varios optativos, en cuyo caso la estruc-tura comienza a ser arbórea, es el que generalmente ofrece ampliaciones de la información principal o aspectos complementarios a ésta, como haríamos, de una manera más tosca, en un medio impreso con los despieces o ventanas.

3. GÉNEROS INTERPRETATIVOS

Los géneros donde las posibilidades de convergencia de medios y de continua redifinición del mensaje periodístico por mor de las características del entorno digital mejor se manifiestan son, sin duda, los interpretativos, es decir, el reportaje y la crónica. La multimedialidad, por ejemplo, encuentra terreno abonado en un género cuidado, que precisa de espacio y libertad para alcanzar su mejores cotas, como el reportaje. En cuanto a la libertad estilís-tica, la crónica, fundamentalmente un género informativo e interpretativo, pero también argumentativo, ha hallado en Internet un instrumento más ágil para dar a conocer la expresividad periodística individual, y no de otra ma-nera podemos enjuiciar la proliferación de cuadernos de bitácora o weblogs, algunos de los cuales obtienen más audiencia y credibilidad, especialmente en determinados momentos y en lo que respecta a determinados temas –por ejemplo, en situaciones bélicas-, que las cabeceras clásicas con todo su des-pliegue de medios.

Los géneros interpretativos son tres:

1) Reportaje

2) Crónica

3) Relato infográfico

Hemos decidido incluir la infografía como género periodístico con ca-racterísticas propias porque, sobre todo en Internet, está consiguiendo eman-ciparse de los otros géneros, a los que hasta ahora servía como técnica auxi-liar, y un desarrollo de sus rasgos que nos están definiendo unas característi-cas propias de construcción del relato informativo, con estructuras hipertex-tuales y utilización de los recursos multimediales mucho más grande que la de los otros géneros predominantemente textuales.

3.1. EL REPORTAJE

Está claro que el reportaje es el género más apto para el uso del hi-pertexto mediante composiciones complejas de nodos informativos. Por su ciclo más lento de producción, permite también más riqueza multimediática: texto + fotografías + sonido + vídeos + ... Ahora bien, es preciso reconocer que muchos reportajes se hacen hoy sencillamente como si fuesen montones de informaciones aisladas. Eso puede ser una buena herramienta documental pero es un deficiente recurso informativo. Por otro lado, el reportaje es el

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género ciberperiodístico donde mejor se puede aplicar la teoría o la propuesta de las capas de Robert Darnton:

1) El texto principal, que refleja la noticia o el acontecimiento que sirve de base al reportaje y al cual se accederá, generalmente, a través del título convertido en enlace,

2) Los antecedentes, textuales, gráficos o sonoros,

3) el contexto actual,

4) las reacciones y opiniones de diferentes expertos y de los lectores,

5) análisis, valoración, propuesta de futuro,

6) siempre que la noticia o el hecho lo permitan, galería de fotos y/o un gráfico o gráficos sucesivos,

7) vídeo con sonido de ambiente, si la información lo permite,

8) enlaces externos relacionados con el tema,

9) foros, opiniones de los lectores.

http://www.abc.es/especiales/index.asp?tid=4&hid=3293&cid=3293

Un ejemplo de reportaje hipertextual: ¿Un simple añadido de cosas hechas previa-mente, o un reportaje realmente integrado?

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No obstante, la construcción hipertextual, la composición nodal del relato, debe tener en cuenta que, frente al espacio potencial, que dota de profundidad al relato, el lector se halla ante una lectura nodo a nodo, es de-cir, frente a un espacio de lectura reducido, y, como ya hemos dicho antes, con una legibilidad todavía menor que la de un medio impreso.

La diversidad de opciones, la justa valoración del elemento sorpresa, que puede contribuir a mantener la tensión del relato, sopesada a la vez que la posibilidad de desorientación, deben conducir a que, si el reportaje resulta ser un entramado muy complejo, se ofrezcan itinerarios muy claros, menús e incluso mapas conceptuales que ayuden a obtener una visión panorámica, una especie de carta de navegación que ayude al lector a adentrarse en la lectura del reportaje.

Así, la estructura básica que el profesor Guillermo López García, de la Universidad de Valencia, propone para el reportaje hipertextual (en Manual de redacción ciberperiodística) estaría compuesta de los elementos básicos, o niveles si se prefiere, siguientes:

1) Una página o nodo inicial, donde se expone, mediante un titular y una entradilla o gancho, lo fundamental del reportaje. En cierta medida, pero teniendo en cuenta que un reportaje no está tan sujeto necesariamente a la más estricta actualidad como una noticia, vale lo dicho en el apartado ante-rior para los géneros informativos. Puede asimismo incorporarse una guía del lectura en forma de menú o de gráfico.

2) Nivel extensivo donde, mediante estructuras axiales o incluso reti-culares como las examinadas antes, y en niveles cada vez más profundos y específicos, se ofrezca el desarrollo del relato, no necesariamente unilineal. Pueden, por ejemplo, proponerse estructuras paralelas, o arbóreas, con recu-rrencias a nodos y niveles anteriores o posteriores a elección del autor. Hay que tener en cuenta que todos los itinerarios posibles deben resultar coheren-tes, tal y como expone en su tesis doctoral el profesor no ruego Martin Enge-bretsen, y que conviene explicar ahora, aunque sea muy sucintamente:

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3) Contextualización primaria y secundaria:

a. En la contextualización primaria, se trata de aportar documen-tos confeccionados ex profeso para el reportaje y que se mencionan en el corpus principal del mismo, que tienen su propia coherencia, y a los que se llega mediante hipervínculos incrustados en el texto u ofrecidos en una lista aparte. Como ya decíamos al examinar los cambios que el hiper-texto introducía en la noticia, conviene establecer una convención para que el lector sepa a qué remite cada uno de esos dos tipos de enlace.

b. En la contextualización secundaria, se ofrecen documentos previos, procedentes del archivo del medio, informaciones relacionadas con el reportaje, infografías, e incluso foros de debate.

4) Materiales ajenos al medio: La lógica indica que sólo debe ofre-cerse un vínculo a este tipo de recursos en los niveles más profundos de la estructura hipertextual, porque “sacamos” al lector de la estructura más o menos compleja que nosotros le facilitamos para remitirle a otro lugar, donde a su vez pueden enviarle a otros sitios. Si este tipo de enlaces externos era muy frecuente en los primeros tiempos del ciberperiodismo, ahora es un re-curso que se dosifica extraordinariamente.

a) Una coherencia intranodal: Se trata de la coherencia propia de cada nodo o lexia, unidad mínima de significación hipertextual que debe ser coherente en sí misma. En una estructura axial, recalca Engebretsen, el tema y los itinerarios di-rigidos por un objetivo definido dotan, en principio, de coherencia a cada uno de los nodos de los diferentes itinerarios en función precisamente de estos, aunque hay que tener en cuenta que el lector no tiene por qué seguirlos completamente. En una estructura reticular, en cambio, cada nodo o lexia debe ser aún más cohe-rente por sí mismo, ya que no existe un eje tan definido ab origen que le dote de una coherencia más global.

b) Una coherencia internodal: Se refiere sobre todo al hipervínculo como unidad significativa (de hecho, George Landow llega a asegurar que el elemento más im-portante de un hipertexto es el vínculo). Los vínculos o enlaces se manifiestan, según el profesor noruego, de tres modos:

I. A través de marcas dentro del propio texto, que es lo usual en el mundo del HTML.

II. A través de marcas externas, por ejemplo una lista de palabras. Esto refuerza la calidad indexal del enlace o vínculo.

III. Mediante marcas ocultas en cada nodo, pero accesibles de forma implícita (de manera que dificulten menos la lectura lineal, pero faciliten acceso inmediato a otros itinerarios posibles).

Y, a su vez, las relaciones que proponen los hipervínculos pueden ser conectivas, sobre todo en los hipertextos axiales (llevan de un nodo a otro, que forman una secuencia semánticamente reconocible), y generalmente suponen una adición de un nodo a otro para formar esa secuencia, o asociativas, que ofrecen una libertad mayor y una menor relación causal entre los nodos vinculados. Esto, a su vez, permitiría clasificar los nodos (y componerlos según esa macroestructura que pre-viamente debemos definir y que los gobierna) en autónomos o fragmentarios, es-tos últimos cuando su sentido sólo viene dotado por su pertenencia a una o varias secuencias encadenadas en itinerarios definidos.

c) Una coherencia hiperestructural, lo que se correspondería con las macroestruc-turas que, por ejemplo, Teun A. van Dijk descubrió para las informaciones perio-dísticas textuales. Una coherencia que, en la estrategia de construcción del dis-curso hipermediático, es la primera que debe ser decidida.

En una estructura axial, Engebretsen opina que la hiperestructura es explícita (aún más si se ofrece un mapa que reproduzca el diagrama de flujos). Estas hiper-estructuras vendrán dadas, en primer lugar, por las propias características del gé-nero ciberperiodístico que se emplee. La redefi nición de los géneros periodís-ticos en el ciberespacio imponen ya una estructura previa que habremos de discernir con la mayor claridad posible, porque así lo esperará tam-bién el lector cuando decida recuperar la información que le propone-mos en ese género. Ni que decir tiene, la novedad tanto de las técnicas hipertextuales como de su aplicación al periodismo son hoy por hoy un riesgo que autores y lectores debemos asumir, máxime debido al carác-ter polimórfico del cibertexto.

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3.2. LA CRÓ NICA

La crónica es un género que mezcla la información y la interpretación que da el periodista desplazado a cubrir una información especial –deportiva, de guerra, etc.- a un lugar determinado, y la opinión o al menos un estilo más personal que se espera de él, a menudo hecha como si fuese una serie y que cuenta con la complicidad autor-lector –una información ‘de autor’, podría-mos decir, compuesta en torno a la notoriedad y la auctoritas-, se trata de un género con nuevas características en Internet. Es ahora una información que se puede renovar, completar, sustituir, mejorar, corregir. Puede combinar varios soportes, sonido, imagen, texto. Puede ser un género de escritura si-multánea; cuando se escriben crónicas simultáneas puede ser útil el modelo de las bitácoras o weblogs. Esta técnica se ha empleado, por ejemplo, cuando los diarios digitales ofrecen información de los resultados electorales. El peri-odista desplazado a la sede de un partido político puede transmitir sus impre-siones personales, como si fuese un weblog, mientras que salen los represen-tantes políticos. Así el público, el lector se siente más cercano a la informa-ción y al periodista.

La crónica es, por definición (en la propia etimología del término está el tiempo griego, cronos), un género periodístico mucho más ligado a la ac-tualidad que un reportaje, hasta el punto de que, gracias a la técnica, puede ser dar resultado a un texto que se redacta –y se lee- al propio tiempo que sucede el acontecimiento narrado. Esto hace que, ya de origen, sea un género que, en su adaptación a un medio global como Internet, que rompe en buena medida las barreras del espacio y del tiempo, esté redefiniéndose de forma muy clara. Como ya hemos indicado en el caso de la noticia, resulta necesario hacer una mención más exacta al tiempo en que ocurren los hechos narrados, por una parte, ya que no sirve el “ayer”, “hoy” local, sino que un texto que puede ser leido desde cientos de miles de kilómetros de distancia, con husos horarios bien diferentes, debe indicar la hora local en que sucedió, o está sucediendo. Y, por otra parte, también debe indicar el momento en que la crónica se actualiza, dato importante que se conoce en medios como la radio o la televisión, pero que es imposible de hacer de forma continua en los me-dios impresos, necesariamente periódicos. La ruptura de la periodicidad y la posibilidad de actualización continua, sin sujeción a unas horas determinadas –aunque haya medios que prefieran esta modalidad- son características del medio digital que se acentúan en la crónica, hasta tal punto que, como en la crónica radiofónica o televisiva –pensemos en el caso de un evento deportivo transmitido en directo- ahora la crónica escrita puede beneficiarse de la ins-tantaneidad.

Cróniques electorals

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Otro factor propio de la crónica se ha acentuado de algún modo en In-ternet: la importancia de la autoría. El prestigio personal de quien concibe la crónica es a veces mayor que la del medio (lo que no ocurre, por ejemplo, en la noticia, a menudo sin firma de autor conocido y que se da como producto del medio, “aséptico” e “imparcial”, lo que no es sino un rasgo estilístico más que busca una característica en el fondo tan retórica como la verosimilitud), lo que, como ya decíamos antes, ha llevado a la proliferación de weblogs o diarios (otros prefieren llamarlos bitácoras) personales. El caso de la guerra de Iraq, en 2003, es prueba de ello: proliferaron los medios creados para la ocasión, algunos de los cuales se nutrían de los mensajes de correo electró-nico enviados por los soldados desplazados hasta el frente bélico. La credibili-dad que se otorgue a estas fuentes de información –que ya se han usado en otras ocasiones, como en la I Guerra Mundial, aunque la tecnología de enton-ces hacía que las cartas de los militares llegasen más escasa y lentamente- es, por supuesto, relativa, pero lo que nos interesa aquí destacar es que en buena medida depende de que se trata de aportaciones muy personales, hasta el punto de que hay quienes, como el profesor Guillermo López, hablan de un verdadero “grado cero” o máxima importancia de la autoría del cronista, donde el autor ‘es’ el medio.

Este género se ha ensayado, al menos en Espanya, en diarios y radios. El lector podía dirigirse directamente al periodista para preguntarle, como si fuese un foro, lo que le interese. Los medios pueden aprovechar mejor con estas técnicas la capacidad y el tiempo de sus corresponsales.

Weblogs-cróniques de guerra de La Voz de Galicia

(http://www.lavozdegalicia.es/especiales/guerra_irak) y de la Ser

Otras veces, en cambio, ocurre lo contrario. Es el caso de los confi-denciales, donde el rumor (por supuesto, rara vez firmado) se eleva a la cate-goría de información. Este tipo de medios ha proliferado en Internet en los últimos tiempos. Existía, por supuesto, el precedente impreso, pero la difu-sión que han conocido en la Red no tiene parangón.

Otra característica que se ha acentuado con el advenimiento de Inter-net es la creciente especialización de las crónicas. Al abaratarse los costes de edición, es posible ahora dar a la luz medios altamente especializados, bien por temática, lengua, público al que se dirige, etc., independientemente de que el número de lectores sea reducido o esté disperso geográficamente. La crónica, género por excelencia de estos medios, se ha beneficiado de ello.

Por otra parte, la posibilidad de insertar en un mismo discurso infor-mativo –o, en este caso, mejor dicho interpretativo e incluso argumentativo- recursos multimedia (sonidos, imágenes fijas o en movimiento) hace que pueda decantarse el elemento informativo en estos elementos, mientras que se reserva para el texto la interpretación y la opinión. Esto no quiere, por

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supuesto, decir que la información visual o sonora sea per se más o menos objetiva, o que el texto lo sea en mayor o menor medida –repetimos: todo se reduce a una serie de valores retóricos, a una convención entre el emisor y el destinatario que ambos aceptan sino que las posibilidades de construcción del discurso son ahora mayores. No es tan necesario describir un gol en una cró-nica deportiva cuando puede ofrecerse una imagen nítida del mismo, o cuando la interpretación de la jugada puede explicarse mediante una infogra-fía interactiva. El grado de compleción de la crónica ciberperiodística es, por tanto, mucho mayor que la de su precedente impreso.

3.3. LA INFOGRAFÍA

Sin entrar aquí en la discusión de si se trata de un nuevo género pe-riodístico (el relato infográfico) o de un lenguaje periodístico visual, sí que-remos dejar constancia del desarrollo que la infografía está adquiriendo en el ciberperiodismo, debido por una parte al desarrollo de las herramientas –so-bre el todo el programa Flash- que permiten concebir un relato de este tipo con relativa facilidad y al lector descargarlo con eficacia y prontitud, pero también al empuje que en los últimos tiempos estaba recibiendo la infografía en los medios impresos y que ha encontrado todo su potencial de expansión como lenguaje en Internet, así como la preferencia del lector en pantalla, cada vez más joven, nuevas generaciones acostumbradas a recuperar la in-formación al igual que de niño lo hacía en la pantalla de su videojuego, por obtener la información que demanda mediante medios muy interactivos, al-tamente susceptibles de visualizarse como un juego donde uno puede pregun-tar y obtener respuesta –y por tanto compensación- y con querencia por lo visual más que por lo textual (y de hecho, una imagen es más clara y fácil de ser visualizada en una pantalla, sobre todo si es de reducidas dimensiones, ha de contemplarse en posición fija u oscila, como las cada vez menos habituales de tubos catódicos, que un texto).

Además de la interactividad, la infografía incorpora el movimiento, en una simbiosis entre lo impreso y lo audiovisual que ha dado lugar a lo que llamamos multimedia, no una mera yuxtaposición de elementos y lenguajes informativos sino una integración de lo mismo en una unidad discursiva nueva. Reúne además la posibilidad del enlace multimedia, con la consecuente rup-tura de la linealidad única y preestablecida, otorgando mayor libertad al lec-tor y unas posibilidades discursivas más ricas y flexibles. Finalmente, incor-pora el diseño como una parte esencial, y no meramente accesoria o auxiliar, de la información periodística.

Informaciones sobre catástrofes, accidentes, guerras, eventos depor-tivos, ciencia, descubrimientos, elecciones, toda aquella que contenga refe-rencias geográficas que precisen ser aclaradas son algunos ejemplos de casos donde la infografía digital se convierte en fundamental.

Pueden ser (seguimos la clasificación del profesor Valero en el Manual de redacción ciberperiodística):

1) Individuales: Compuestas por una única infografía o nodo. Dispo-nen, por lo tanto, de una entrada única.

2) Colectivas: Cuando se disponen varias infografías organizadas a modo de tabla sumarial (un nodo inicial) con enlaces a cada una de ellas, a modo por tanto de estructura arbórea. A su vez, cada una de estas infografías (un nodo o lexia) da enlace al nodo inicial o también a la siguiente infografía (nodo), de manera que disponemos de una estructura igualmente lineal. Si el menú que procuramos en el nodo inicial se reproduce en cada uno de los otros nodos, desde cada infografía podemos acceder a cualquiera de las otras, de forma que tenemos prácticamente una estructura reticular.

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Como vemos, y en esto la existencia no sólo de menús, sino también de botones ayuda considerablemente, podemos disponer de varias estructuras superpuestas pero no confusas para el usuario.

4. GÉNEROS DIALÓ GICOS

El otro gran grupo de géneros periodísticos que está experimentando un enorme auge merced a las características del medio digital es el com-puesto por los géneros diálogicos, hoy en Internet mucho más que meras en-trevistas. La interactividad –es posible involucrar a los lectores en el papel de interlocutores- y la posibilidad de una comunicación síncrona, y no asíncrona como es obligado en los medios impresos, están cambiando de forma rotunda la tipología de estos géneros basados en el diálogo –instantáneo o diferido, mediato o inmediato- entre dos o más personas.

Los géneros periodísticos, no hace falta decirlo, son más mixtos que los impresos. El hipertexto hace posible mezclar recursos y lenguajes diferen-tes, integrando en los mismos discursos relatos informativos, documentados, y también interactividad –proponiendo un diálogo con los lectores- y argumen-tación. Los géneros no son ahora un producto acabado, inmutable, sino más bien una propuesta para comenzar a construir un diálogo con el usuario. El régimen autorial de los géneros dialógicos, e incluso de los más “literarios” de todos, los argumentativos, está ahora cambiando. Los géneros de la Red son ahora unitades poliédricas y se construyen sobre una coherencia múltiple, empleando todo tipo de recursos retóricos.

El emisor pierde ahora la importancia omnipresente de antes, y por tanto sus funciones han de redefinirse. Hasta el momento el periodista era un elemento necesario para establecer el diálogo con un personaje interesante, de manera que trasladaba las preguntas que se suponía le quería hacer el público, que no podia parlar por sí mismo. El periodista es todavía el filtro –ha de serlo para guiar la conversación, para darle orden y sentido–, pero ahora ya no es el único interlocutor con el entrevistado. El diálego se establece con más participantes. El periodista pasa de ser el gatekeeper o portero a ser el moderador, y no es poco. El públic recupera su protagonismo. El periodista también puede ser protagonista, y en no pocos medios ha adoptado la función de entrevistado, estableciendo a menudo una relación periódica –generalment semanal– y de confianza con sus lectores.

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Ejemplo de entrevista periódica con los lectores: cada lunes el redactor en jefe de la

sección de deportes de El País “habla” con ellos.

En cuanto a la escenificación de los géneros dialógicos, pueden adop-tar la forma de una técnica síncrona (un chat, por ejemplo, o una entrevista en directo con los lectores) o asíncrona (por ejemplo, los foros; las interven-ciones se almacenan y los otros lectores pueden responder cuando quieran), y también mixtos: una entrevista que admite tanto preguntas “en diferido” (normalmente para contar con una batería de cuestiones en el momento de comenzar la entrevista en directo) como preguntas que se responden a me-dida que se formulan.

El perfil, parte importante de toda entrevista, debe en los medios di-gitales, al menos como norma general, publicarse de antemano, a la vez que se anuncia, generalmente con unos días de antelación, la celebración de esa entrevista colectiva síncrona o chat. Esto permite dos cosas: un mejor cono-cimiento del personaje en cuestión y centrar los temas que se abordarán, ligándolos generalmente a la actualidad. Aunque no es una costumbre que se practique habitualmente, la lógica no descarta que haya otro periodista que resuma cada poco tiempo, mientras se está celebrando la entrevista, me-diante sumarios o breves párrafos, lo que hasta entonces se va diciendo. Una vez más, en aras de esa coherencia discursiva que, en nuestra opinión, debe presidir también estos nuevos géneros.

Los géneros dialógicos pueden ser también textuales o de otra natu-raleza. Normalmente predomina el texto, pero se pueden utilizar el so y la imagen si el ancho de banda lo hace recomendable. Las normas del juego han de ser explícitas de antemano: si el medio será el moderador, qué tipo de preguntas se admitirán y cuáles no, la duración, etc. Una cuestión importante es la fiabilidad del entrevistado (y de la entrevista): el lector debe tener la seguridad de que quien está detrás de la pantalla es quien dice ser.

Un par de conceptos importantes, que diferencian los géneros dialógi-cos digitales de los impresos: la temporalidad y la tempestividad. La tempo-ralidad es cuándo se escoge el momento conveniente para establecer el diá-logo. Eso no es diferente de lo que sucede en los medios tradicionales. La tempestividad es el tiempo de permanencia del producto dialógico en la Red, el período durante el cual puede continuar estando disponible en la sección del medio digital sin perder el interés y la actualidad. Ligado a la pertinencia de continuidad de los diálogos se encuentra el concepto de edición –que muy pocas veces se hace– y de archivo. El archivo no quiere decir sin más dejar colagdo el diálogo –la entrevista o el foro– tal cual tuvo lugar cuando se hizo;

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haría falta que un periodista hiciese una labor de ordenación de las preguntas y respuestas según los temas, por ejemplo, que hiciese una reescritura de algunas partes oscuras, una selección de eso que el entrevistado dijo. Haría falta también introducir sumarios y un perfil del personaje entrevistad –y una foto al menes-, es decir, todos los elementos periodísticos que sirven de guía al lector.

Entrevistas con periodistas y personajes de actualidad y permanencia en el archivo.

La encuesta periodística es otro género que se ha adaptado muy bien al entorno digital –no se ha de confundir con la encuesta sociológica o cientí-fica, que a veces, per ejemplo en períodos electorales, sirve de base y fuente a informaciones periodísticas–, y que tiene un éxito considerable en los ciber-diarios. No tiene carácter científico, claro, ni lo pretende tampoco. Pero es un recurso estupendo y sencillo para provocar la participación del lector. Además, es anónimo, y parece que eso le agrada mucho al usuario. Hay que escoger muy bien la pregunta, que ha de ser clara, directa y sencilla, y las posibilidades. No se recomiendan más de dos. Inmediatament, el lector puede saber cuál es el porcentaje de respuestas con gráfics de generación automá-tica.

Dos ejemplos de encuestas. La segunda propone más de dos respuestas, y además hay dos “no” y un solo “si”.

Además de producir de forma rápida gráficos muy visuales, a partir de la encuesta puede comenzar el diálogo (por ejemplo, un foro). Los resultados de la encuesta se pueden utilizar como datos para un reportaje, impreso o digital.

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Una encuesta, presentación de los resultados como un gráfico y un foro propuesto a partir de los datos.

5. GÉNEROS ARGUMENTATIVOS

Preferimos la denominación de ‘géneros argumentativos’ frente a la más clásica de ‘géneros de opinión’ porque la primera se refiere más a la pre-dominancia de la argumentación como objetivo retórico y, por tanto, se aproxima más a la exactitud que toda tipología de los géneros periodísticos debe guardar cuando, como en nuestro caso, se pretende hacerla desde el punto de vista de la redacción. En cualquier caso, nos referimos a esos géne-ros que pretenden la persuasión del lector mediante la exposición de ideas y argumentos, más que mediante la narración de hechos y declaraciones, como los géneros informativos e interpretativos. También en esta categoría gené-rica está introduciendo el nuevo medio digital novedades que se irán desarro-llando en el futuro más próximo.

Estos géneros son los menos adaptados, hasta ahora, al entorno digi-tal. A menudo, lo único que los medios hacen, sobre todo aquellos que son la versión digital de un diario impreso, es volcar o traspasar los contenidos, en este caso los artículos, críticas, editoriales, etc. a la Red. Los textos, pensa-dos para el entorno de un periódico impreso, alrededor de otros textos en una sección, largos y densos, no funcionan bien cuando aparecen en la pantalla. La excepción son algunas viñetes gráficas. La legibilidad es mucho menor, tienen que verse aislados de los otros textos de la sección, no tienen enlaces –por tanto, se produce una pérdida de contexto– y no aprovechan las posibili-dades ni del hipertexto ni de la multimedialidad.

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La vinyeta, malgrat que no va ser feta per a veure’s a la Red, es pot llegir molt bé, el format

és semblant al de la pantalla, les línies son clares; el text és massa llarg, cal moure’s usant la

barra de desplaçament, el titular no funciona aïllat, no hi ha cap vincle extern o intern que

ens pugui donar un poc de documentació y de contextualització...

Aunque la mayoría de los textos argumentativos de la prensa tradicio-nal, sobre todo aquellos de autoría institucional, más ‘monolíticos’ han pa-sado tal cual a Internet, también el discurso periodístico argumentativo co-mienza a adoptar las posibilidades de la ruptura de la linealidad, en este caso argumentativa. Por ejemplo, los argumentos que precisan de una remisión a informaciones precedentes, a documentos externos o a otro tipo de discursos mencionados explícita o implícitamente en el propio, es decir, toda esa in-formación contextual, puede suministrarse directamente mediante enlaces incrustados en el texto, del mismo modo que hemos visto en los géneros in-formativos, o como una lista al final del texto. La interactividad puede asi-mismo reforzarse mediante la posibilidad de que los lectores envíen sus opi-niones al autor –o al medio, si se trata de un editorial, por ejemplo- mediante el correo electrónico. De hecho, algunos periodistas hacen constar su direc-ción de correo electrónico incluso al pie de sus textos impresos.

Por otra parte, y dadas las posibilidades técnicas que abre Internet y que ya hemos mencionado en el epígrafe anterior, nada impide que, a partir de ese texto seminal de opinión, se abra un espacio de debate explícito, pues se supone que no otro es el cometido fundamental de los géneros argumenta-tivos periodísticos. Así, el foro o debate se convierte en una herramienta fun-damental y en una aportación que los medios impresos –algo más, aunque limitados por la estricta temporalidad, los audiovisuales- no pueden ofrecer, salvo ese pequeño espacio, igualmente limitado por el espacio impreso dispo-nible, que son las cartas al director. Se potencia así una de las características más definitorias de Internet: la interactividad.

Esto ha hecho que la argumentación haya dejado más bien paso al diálogo: foros, debates, encuestas son, desde un punto de vista de técnica retórica, géneros dialógicos. Aunque en ellos se viertan opiniones, claro está. Pero también es la consecuencia de una ruptura en la secuencia que hasta ahora se daba como inmutable de emisor único y receptor masivo: ahora todo el mundo puede ser, al menos en potencia, emisor, y en la masa ideal en que los medios convierten al conjunto de sus lectores se recortan personas muy diversas con inquietudes, necesidades e ideas muy diversas, y con otras mu-chas, por supuesto, comunes.

Se advierte también un paso claro del género puramente de autor al género participativo. Si antes un texto de opinión era de su autor, y el debate se le escapaba o no le llegaba de él sino los ecos, ahora es sobre todo el co-mienzo de un debate, del punto de partida para un foro en el que otros coau-

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tores pondrán en común sus pareceres, generando –al contrario de lo que su-cede en los medios audiovisuales- un producto susceptible de ser guardado, revisado y releido. Esto resulta enriquecedor también para el medio, que co-noce de primera mano el perfil y las ideas de quienes consumen su producto.

Siguiendo al profesor Joan Francesc Cànovas –cuya exposición com-pleta puede encontrarse en su capítulo del ya citado Manual de redacción ciberperiodística-, las novedades que Internet va introduciendo en los géneros argumentativos pueden resumirse en las siguientes:

1) Los textos argumentativos en Internet se van convirtiendo en intro-ducciones para generar debate, son por tanto más cortos, concisos y dirigidos a conseguir su objetivo.

2) El texto argumentativo no puede darse por cerrado desde el co-mienzo, al menos hasta que no concluya el debate a que da lugar. Es cierto que los medios mantienen grandes temas de discusión a lo largo de mucho tiempo, pero también que es muy habitual que abran foros de discusión du-rante el periodo durante el que el tema en cuestión está en candelero. Al final de ese plazo, resulta lógico que, de alguna manera, se cierre el proceso con un compendio o unas conclusiones a partir de esa experiencia comunita-ria.

3) Debido a su condición participativa o dialógica, los géneros argu-mentativos en Internet exigen del periodista un papel no sólo de autor, sino también de moderador. Aunque este cometido puede ser desempeñado por otro profesional, lo más lógico es que sea el autor del texto introductorio, aquel que detenta no sólo la autoría sino también la autoridad suficiente para iniciar un debate quien lo guíe e intervenga en este sentido en el posterior foro.

4) De igual modo, y cuando interese al medio, la participación de éste o de sus firmas puede permanecer mucho más en retaguardia, cediendo el protagonismo explícito – el implícito es otra cosa, al fin y al cabo el debate siempre se controla desde una de las partes- al público participante.

5) La posibilidad de anonimato por parte del lector que quiere emitir sus opiniones contribuye a la libertad de expresión de éstas. Eso no quiere decir que haya que permitir todo tipo de opiniones ni cualquier tono en su expresión.

6) Existe una doble tendencia que se irá resolviendo a medida que los medios digitales se vayan emancipando de los impresos. Por un lado, los me-dios en Internet tienden a reproducir, por prestigio y facilidad, los artículos de opinión que se han publicado en la versión en papel. Por otra parte, la legibilidad en pantalla y las propias costumbres lectoras, que se van adap-tando a esos condicionantes técnicos pero también a los nuevos usos que per-mite el hipertexto, demandan textos más breves y estructurados de otro modo.

7) La influencia del juego, debida a la juventud de los lectores, a su formación previa –más ligada al uso de videojuegos que a la lectura- y la pro-pia ubicación de los equipos desde los que se accede a Internet impulsa la emisión de opiniones más breves, ligeras y a vuelapluma, con menos re-flexión. El medio y el periodista deben compensar esta tendencia a la superfi-cialidad y a la dispersión.

8) Cada vez hay más espacios en Internet dedicados a la argumenta-ción exclusivamente, que no comparten recursos con la información. Esto es una novedad que el periodismo generalista no puede ofrecer y que la amplitud de Internet permite, al ahondar en la especialización de los medios y los men-sajes.

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9) El elemento gráfico, así como otros elementos multimediales, en-cuentran en Internet un campo mucho más abonado para su desarrollo que los medios convencionales. Además de reproducir las tiras de las ediciones impre-sas, por ejemplo, el lenguaje Flash, por ejemplo, proporciona herramientas mucho más flexibles que no sólo pueden ser empleadas en los géneros infor-mativos o interpretativos.

10) Finalmente, a la hora de adaptar el texto impreso al medio digi-tal, la redacción y estructuración del mismo debe sufrir alguna modificacio-nes:

a. Los títulos deben tener comprensibilidad en sí mismos.

b. Es importante confeccionar un recurso, un teaser o gancho de fácil lectura, que puede constituir junto con el titular un nodo inicial. Un texto de opinión digital no tiene por qué ser un nodo único, como a menudo ocurre al volcar meramente el texto impreso en Internet. Eso facilita, además la lec-tura debido al diferente grado de legibilidad existente entre el papel y la pantalla.

c. El texto debe enriquecerse con hipervínculos, bien internos, resul-tantes de fragmentar en sus diversas partes el texto original, bien externos a artículos, informaciones y documentos relacionados. La inclusión de hipervín-culos no debe hacerse de forma gratuita y en todo momento debe tratar de respetarse la unidad y la coherencia en la argumentación, por lo que más bien serán complementos contextuales al texto o discurso principal.

d. Debe contener apelaciones directas al lector, incluso mediante vín-culos que le conduzcan a poder expresar su opinión directamente en un foro o privadamente al autor, potenciando así la interactividad.

Ya hemos hablado de las posibilidades de las técnicas del weblog o bi-tácora: cronológica –o mejor, diacrónica–, acumulativa, breve, fresca y ágil. A menudo las bitácores no sólo dan la opinión del autor, sino que además ofre-cen la posibilidad al lector de dialogar enviando sus comentarios.

La técnica de la bitácora como género argumentativo. Los medios establecidos se convierten en seccio-nes con entidad propia.

Finalmente, mencionaremos algunos rasgos que creemos que se están produciendo dentro de los géneros argumentativos ciberperiodísticos:

Es preciso proponer nuevas fórmulas de presentación de la argumen-tación: textos más breves y concisos, y más articulados, empleando las estruc-tures hipertextuales que hemos descrito, sobre todo las abiertas, más plura-

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les. Haría que dotar también de enlacesa otros artículos o informaciones rela-cionadas, y a la documentación que se menciona dentro del texto principal, de manera que el lector pueda encontrar de un golpe de vista (i de clic) todo lo que necesita para poder hacerse su propia opinión.

El artículo no acaba con la intervención del autor, al contrario, sólo es una propuesta de comienzo de un diálogo, donde el autor del artículo tendría que proporcionar las líneas maestras, los pros y contras, los aspectos diversos del tema.

Es preciso insistir en la dimensión participativa. En general, a la hora de enfocar la redacción de un artículo argumentativo digital, hipertextual, la idea principal sería que son más importantes las ideas que el autor.

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RESUMEN

Insistimos: las páginas precedentes sólo pueden ser un acercamiento a los cambios, a las mutaciones que en los géneros periodísticos está produ-ciendo el nuevo medio digital. No hemos pretendido ser prescriptivos, ni ofre-cer un repertorio de consejos –a la manera de tantos manuales clásicos- de cuya aplicación resulte la fórmula perfecta. Antes bien, lo que queremos es explorar un terreno aún por desbrozar totalmente, dejar constancia de algu-nas tendencias que advertimos y, en todo caso, proponer o plantear algunas cuestiones que puedan resultar útiles.

En todo caso, creemos que los cambios fundamentales en todos los géneros periodísticos se producen por la incorporación de las novedades y adelantos de la tecnología informática, pero también y sobre todo por las modificaciones que ésta introduce en la manera que hasta ahora hemos tenido de contar, explicar o argumentar las cosas. Porque el discurso ya no es sólo ni predominantemente textual –algo que sólo ha resultado impuesto desde el triunfo de la imprenta-, sino que ahora es también, y cada vez más, icónico, sonoro, infográfico... Es el multimedia, que ha venido para quedarse. No es sólo una yuxtaposición de medios, es una integración de lenguajes en uno solo, hasta dar lugar al hipermedia. Porque, y he aquí otra novedad que las costumbres y usos lectores irán paulatinamente incorporando, el discurso ya no es necesaria y obligatoriamente lineal, o al menos, no consta de una única línea: es multilineal, y además puede elegirse el itinerario. El autor propone y el lector dispone, pues quiere poder preguntar y obtener respuestas (y no otra cosa es la interactividad). Cuestiones como la coherencia, la verosimilitud, la credibilidad, la unidad, la autoría o la autoridad (ambas provenientes, no lo olvidemos, de la auctoritas de la clásica retórica grecolatina) ya no son los valores inmutables a que estábamos acostumbrados. Toda la enseñanza de la redacción periodística (mejor: de la construcción del discurso periodístico) debe ser revisada a la luz de la teoría del hipertexto, aún en desarrollo. So-mos testigos y protagonistas de un momento histórico para el periodismo, un tiempo en que todo el lenguaje de la información está en plena renovación.