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    Los Fundamentos ticos de una

    Sociedad Libre*

    Friedrich A. Hayek**

    **Premio Nobel de Economa,1971. Profesor Distinguido de laUniversidad de Freiburg (Alema-nia). Fundador de la Sociedad

    Mont Pelerin. Doctorado en Dere-cho y Ciencias Polticas (Universi-dad de Viena); Doctor en Econorma, Escuela de Economa de Lon-dres. Doctor Honorario de las Uni-versidades de Salzburgo, Rikkyo,Santa Mara. Miembro de la Aca-demia Britnica.

    *Exposicin en el Ciclo de Conferencias sobre Fundamentos de unSistema Social Libre, organizado por el Centro de Estudios Pblicos,Santiago de Chile, abril de 1981.

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    Los fundamentos ticos de una sociedad libre

    Friedrich A. Hayek

    Seoras y seores:

    La invitacin a disertar sobre las bases ticas de una sociedadlibre lo que inevitablemente significa que deber cuestionar

    algunas ilusiones me hizo recordar que, por algn tiempo, fuecostumbre ma el responder a la pregunta en torno a cmo se debapronunciar mi apellido (que no es-ingls), diciendo que tal comola primera parte de "high explosive".* Temo que quizs debadesarrollar nuevamente algunos "explosivos de alto poder" yespero que ustedes no sufran conmociones. El asunto se refiere aciertos conflictos entre convicciones morales, y no consiste sim-plemente en preguntarse cules son buenas y cules son malas,sino que a un conflicto constante entre un grupo de sentimientos

    que vienen de una forma mucho ms temprana de la vida humana;y la visin moral, algo diferente, que ha hecho posible el desarro-llo de una sociedad en la cual podemos mantener cuatro milmillones de personas.

    Para comenzar, djenme plantear este conflicto claramente.Nuestros instintos morales, nuestros sentimientos espontneos,han evolucionado durante probablemente cerca de un milln deaos, que la raza humana dedic a la caza menor y a la recoleccinen grupo. La gente no slo se conoca cara a cara, sino que tambin

    actuaba en conjunto tras objetivos claros y comunes. Fue duranteeste largo perodo, que precedi al desarrollo de lo que llamamoscivilizacin, que el hombre adquiri sus respuestas genticas

    *"Explosivos de alto poder". Se ha conservado la expresin en inglspara respetar el juego de palabras propuesto por el autor. N. del T.

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    emocionales, sus sentimientos y, especialmente, dos actitudes

    que son necesariamente dominantes en el grupo pequeo, peroque no encajan tan bien en la sociedad extendida, dos sensacionesque an se consideran comnmente muy buenas, y que deberexplicar. Ellas son, esencialmente: el sentimiento del altruismo yel sentimiento de bsqueda conjunta tras metas comunes.

    Estos son sentimientos coherentes, sobre los cuales se basa lapequea sociedad. An existen fuertes emociones en nosotros,pero si nos hubisemos amarrado a ellas y nos hubiramos permi-tido hacer de las necesidades comunes de un grupo comn nues-

    tro nico objetivo, nunca podramos haber producido lo que yollamo una sociedad extendida. Esta es una que ya no podemosdirigir deliberadamente en servicio de nuestro propsito comn;est basada en un proceso autorregulador, segn el cual somosinducidos a dedicar la mayor parte de nuestras vidas a servir gentede cuya existencia no tenemos idea, y a usar para esto la ayuda deotros miles de personas de cuya existencia no sabemos, medianteun mecanismo impersonal que no podemos controlar.

    Ahora bien, este paso, que va desde nuestros esfuerzos en

    servicio de nuestros amigos conocidos, para lo cual actubamos encomn tras propsitos comunes con nuestros vecinos, hasta unatica que consiste en reglas abstractas de conducta y restriccionesantes que en tareas positivas, es un proceso largo y muy lento; yan se presenta en nosotros el conflicto entre las dos actitudes,que podemos llamar las de nuestros sentimientos ms innatos, y lamoral tradicional que hemos aprendido gradualmente y que nosha permitido mantener la sociedad extendida.

    Djenme llamar por los familiares nombres de altruismo ysolidaridad a los dos instintos primitivos que an sirven bien en elgrupo pequeo, pero que estamos obligados a olvidar en la mayo-ra de nuestras vidas profesionales, en la mayora de nuestrosesfuerzos por ayudar a vivir a nuestros semejantes.

    Temo que los conmocionar lo que ahora debo afirmar: Laevolucin de una tradicin moral, que nos permiti construir unorden amplio de colaboracin internacional, exigi la represingradual de estos dos instintos bsicos de altruismo y solidaridad,especialmente de la bsqueda de objetivos en comn con nues-tros semejantes; y fue posible por el desarrollo de una nuevamoral que el hombre primitivo rechazara.

    Sin embargo, esto fue mucho mejor comprendido por losgrandes filsofos morales del siglo XVII. Uno de ellos, a quienadmiro en forma especial, Adam Ferguson, dijo: "el salvaje que noconoci la propiedad tuvo que vivir en un grupo pequeo". De

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    hecho, esencialmente, fue la evolucin de la propiedad, de los

    contratos, de la libertad de sentimiento con respecto a lo quepertenece a cada uno, lo que se transform en la base de lo que yollamo civilizacin. Para mis propsitos actuales, con este ltimotrmino quiero hacer referencia a nuestra capacidad de manteneren la tierra no slo los cuatro mil millones de personas que yaexistan, sino muchas veces ms que eso, alimentndolas y edu-cndolas, mediante la formacin de una sociedad extendida o unorden extendido, que no es producto de un deseo deliberado deayudar las necesidades particulares de otras personas, sino que es

    el resultado de nuestra obediencia a un tipo diferente de reglasmorales que el salvaje no conoca: esencialmente, las reglas depropiedad.

    Los ataques contra las morales de la civilizacin han estadodirigidos contra dos de sus aspectos. Desde que tenemos unahistoria de los conflictos sociales, encontramos que existe unmovimiento constante de los instintos dirigido, por una parte,contra la propiedad civil y, por otra, contra el matrimonio y lafamilia. Yo debera hablar de estas dos cosas; sin embargo, men-

    cion la segunda slo para indicar que existe un desarrollo parale-lo en todas las revoluciones contra las morales de la civilizacin:el ataque fue dirigido simultneamente contra la propiedad y lafamilia. Por el momento, debo limitarme al anlisis de la evolu-cin de la moral de la propiedad.

    Existen problemas psicolgicos de interpretacin muy inte-resantes relacionados con el desarrollo de una nueva tradicinmoral. En la mayora de los textos que podemos leer, se nos haenseado que el hombre se desarroll hacindose cada vez ms

    inteligente, y que fue capaz de disear mejores reglas de conductaen relacin a las que haba tenido antes. Ahora bien, yo afirmo quetodo esto no tiene ningn sentido. El hombre no fue nunca inteli-gente o capaz de inventar morales nuevas y ms efectivas. Lo quesucedi fue que la gente comenz a experimentar con nuevosmtodos y algunos de ellos tuvieron xito (en el sentido queestamos discutiendo), de tal forma que permitieron multiplicarsemucho ms rpidamente a los grupos que los adoptaron, que aaquellos que no lo hicieron. Lo que dio origen a la nueva tradicinmoral y determin su cambio progresivo durante los ltimos 10mil aos (ms o menos el orden de magnitud que debemos supo-ner para el desarrollo de la civilizacin), fue una especie deproceso de evolucin selectiva que, por favor, no debemos llamardarwiniano, por dos razones bsicas: a) Aunque no perfectamente,este proceso de evolucin se comprendi ms de 100 aos antes

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    que Darwin escribiera, y b) Si lo desean comparar con la evolu-

    cin biolgica, existe una diferencia de opinin elemental, ya quedepende de la herencia de caractersticas adquiridas que Darwinexcluy explcitamente; por lo tanto, si ustedes quieren hacer unparalelo con la evolucin biolgica, tendramos que decir que estoes una variante de la evolucin lamarquiana, y no de la evolucindarwiniana. Pero no creo que necesitemos de todo esto. Lo quesucedi es que surgieron y fueron conservados algunos mtodos(algunas formas de vida) que permitieron, a aquellos grupos quelos adoptaron, multiplicarse ms rpido que los otros y, gradual-

    mente, ya sea desplazarlos o, por las mejores condiciones quepodan ofrecer, atraerlos hacia s. Esto fue posible ya que al ircreciendo la extensin de la sociedad, fue imposible atraer unflujo mucho mayor de recursos naturales.

    En el estado salvaje de la humanidad, slo unos pocos lugareseran habitables, ya que el grupo pequeo tena que encontrar todolo que necesitaba dentro de los lmites posibles de su bsqueda.Sin embargo, gradualmente, a medida que el intercambio y elcomercio se hicieron posibles, se desarroll un orden mucho

    mayor, no porque alguien lo haya planificado, no porque alguienentendiera que los nuevos mtodos eran ms favorables, sinoporque aquellos que los adoptaron se extendieron, al ser capacesde ocupar partes del mundo que antes eran prcticamente inhabi-tables, y al ser capaces de sostener un nmero cada vez mayor depoblacin.

    Ahora bien, esta extensin de la sociedad que fue posible porlo que yo llamo los sentimientos tradicionales antes que por losms innatos, consisti principalmente en (o se desarroll en basea) restricciones sobre los antiguos sentimientos morales. El al-truismo exiga que cada miembro del grupo entregara todo lo quetuviese a los amigos que conociera. Ciertamente, los primeroscomerciantes que llevaron fuera del grupo algunas de las posesio-nes para negociarlas con miembros de otras tribus, infringieron yofendieron gravemente las morales tradicionales.

    Yo creo que todos ellos rechazaban y odiaban al mercado y laeconoma que nosotros observamos y tenemos hasta nuestros das.Gradualmente, esto fue superado por la sociedad primitiva, quehaba considerado exclusivamente como bueno el deber de losindividuos para buscar los mismos objetivos que todos sus cama-radas y la obligacin de compartir las actividades del grupo.

    Todos los nuevos desarrollos se deben a la difusin de lo quepodemos llamar "individualismo" o "escape" de algunos indivi-duos a esta obligacin de compartir los mtodos tradicionales.

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    Gradualmente, se fue reconociendo como materia de derecho el

    que cada individuo tena sus dominios privados que poda usarpara alcanzar sus propios propsitos.Se necesitara, por supuesto, un gran libro para escribir un

    registro de estos desarrollos, y yo no puedo intentar hacerlo enuna sola charla. Slo quiero atraer vuestra atencin a una coinci-dencia que era necesaria para que se pudieran difundir estasnuevas prcticas o hbitos, estos principios de conducta quehicieron posible cuidar de un nmero mayor de gente, sin que lagente comprendiera que ellos eran mejores: Se deba elegir a

    estas reglas como mejores que sus alternativas, pero ellas no setransmitan debido a que se comprendiera que eran mejores.Hasta nuestros das, la gente que vive en el mundo no sabe o notiene idea qu es lo que realmente esperamos de las moralesactuales, o cmo obtener un filsofo capaz de entregar una justifi-cacin racional de por qu estas morales son mejores.

    Me temo que todas las corrientes tradicionales, que van des-de el utilitarismo, segn la cual el hombre escoge lo que le es mstil, hasta las ltimas concepciones positivistas que plantean que

    en vez de lo que llaman moral manifiesta o revelada, an nodefinida intelectualmente, estamos en posicin de construir mo-rales mejores, sobreestiman inmensamente los poderes intelec-tuales de la mente.

    El hombre no desarroll repentinamente la inteligencia, nifue capaz de implementar mejores reglas morales. En vez de ello,yo dira, aunque no puedo profundizar este tema, que el desarro-llo moral lleg primero, antes que la inteligencia humana tuviesela capacidad de explicar, incluso, lo que era el bien. El desarrollo

    de la nueva moral fue un "crecimiento" de la microsociedad ehizo posible la sociedad extendida. Luego, esa sociedad extendi-da entreg el material para el crecimiento de la razn. An msque eso. De hecho, la mayora de las exigencias que la nuevamoral hizo al hombre fueron nuevas restricciones que ste des-preci. Me siento inclinado a afirmar que el hombre fue civilizadocontra sus deseos, y se le impuso un tipo de restriccin moralsobre lo que poda y no poda hacer, producto del hecho queaquellos que adoptaron tales prcticas comenzaron a expandirse ya tomar el lugar de aquellos que no lo hicieron.

    Pero, como estaba comenzando a decir antes que yo me inte-rrumpiera, para este proceso tenan que colaborar dos elementos:Por una parte, se probaron y transmitieron nuevas prcticas. Ahorabien, la transmisin es ms que un problema necesario. Para quela gente aprenda cosas que son contrarias a sus instintos hereda-

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    dos se necesitan sanciones y, esencialmente, tales sanciones pro-

    vinieron de la moral y la religin. Fue slo gracias a la magia y lareligin que ciertas prcticas peculiares de los grupos resultaronpreferidas y transferidas o transmitidas. Pero, por supuesto, lamagia sancionar diferentes prcticas en diferentes grupos, y sola-mente una vez que se establecan tradiciones, toma lugar unproceso de seleccin, sobre el cual, precisamente, hemos estadohablando. De hecho, y por favor no se ofendan, es muy probableque la evolucin haya seleccionado aquellas religiones que re-chazan prcticas morales que no son beneficiosas para el creci-

    miento del hombre. Creo que puedo entregar algunos elementoshistricos o evidencia de esto. Creo que, desde la antigedad,deben haber existido muchos intentos de fundar religiones ene-migas de la propiedad privada y la familia, tal como ahora lointentan hacer los socialistas modernos. Sin embargo, jams hasobrevivido alguna religin que no haya santificado el matrimo-nio y la propiedad. Aquellas religiones que han sobrevivido, y nopienso solamente en todas las religiones moralistas de Oriente,tienen una cosa en comn con nuestras religiones occidentales:

    desde el comienzo han aceptado la propiedad privada y la familia.La adopcin gradual de las reglas de propiedad privada y

    contrato llevaron a una expansin de la poblacin que las habaadoptado. Ahora, preprense nuevamente para sufrir una peque-a conmocin. En esencia, probablemente sea perfectamentecierto que el capitalismo cre al proletariado. La economa demercado hizo posible que la gente sobreviviera; de otra forma, esagente no hubiese sobrevivido. Fueron precisamente estos aumen-tos en la poblacin, que nosotros observamos con indignacin,

    como el surgimiento del proletariado, los que de hecho dieronsuperioridad a los grupos que fueron capaces de alimentar a estapoblacin adicional. La diferencia entre esta explicacin y lasocialista es que, en esta ltima, el proletariado surge al quitarles aalgunos propiedad que antes tenan. El hecho es que, inclusodesde la antigedad clsica, el proletariado creci donde existanposibilidades de ser alimentados y mantenidos vivos por la nuevaeconoma de mercado, a travs de la especializacin del trabajo.

    Temo que nuevamente tendr que usar una frase tan generalcomo la que ya he usado. La llave para la comprensin del creci-miento de la civilizacin est en la sentencia, ya mencionada, queel hombre fue civilizado contra sus deseos, no haciendo lo quequera hacer, no siguiendo sus instintos innatos, sino que obede-ciendo a una nueva disciplina que le exiga desistir de una seriede premisas instintivas. Pero la disciplina sobre la que se basa la

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    formacin de un orden, y que se extiende mucho ms all de lo

    que podra haber sido creado por organizacin deliberada, impli-ca una adaptacin de hechos, que no puede ser conocida por nadieen su integridad.

    Esta me parece la segunda razn principal del por qu lasociedad extendida, que crece ms all de nuestra visin, ms alldel rango de lo que es visible, fue hecha posible solamente por elsistema que provee el mercado. Este sistema, sin que nosotrosconocisemos el resto del orden, sin que conocisemos cmo seutilizan y se generan nuestras contribuciones, se desarroll como

    una estructura autorreguladora que exceda ampliamente el cono-cimiento de cualquier individuo. Segn l, la observacin dereglas abstractas, y no la bsqueda de propsitos comunes deter-minados, nos permiti crear un orden que excede significativa-mente nuestra visin, utilizando infinitivamente ms recursos delos que cualquier otra persona o autoridad podra conocer y entre-gando el alimento a poblaciones cada vez mayores.

    Existe un problema muy interesante que slo puedo tocarbrevemente. Creo que en gran parte de este tpico hemos sidomal influidos por la primitiva teora malthusiana de la poblacin,hacia la cual hemos sido llevados los economistas y la mayor partede las personas. Esta teora rechaza implcitamente el hecho queel crecimiento de la poblacin pueda ser, en s mismo, un mtodoque nos permita producir mucho ms que antes. Adam Smithadvirti esto cuando dijo una vez, brevemente, en una frase muyprofunda: "la divisin del trabajo depende de la extensin delmercado". La extensin del mercado, el grado de especializacin,

    el grado de utilizacin de recursos muy diseminados, se refuerza,en vez de restringirse, por un aumento en la poblacin. As, elproceso inicial de seleccin de aquellas poblaciones que hanadoptado la moderna tcnica del intercambio, llev a una expan-sin progresiva y acelerada de tales grupos. El aumento en lapoblacin es tanto el proceso de seleccin que nos dice culesgrupos deben crecer como un sistema, ciertamente, para el creci-miento posterior de esos grupos.

    Ahora bien, creo que ustedes podran escribir la historia eco-

    nmica de los ltimos 2.000 a 5.000 aos del mundo, en trminosde la expansin gradual de lo que yo llamo, sucintamente, la"moral comercial". La moral que cree en el comercio, en la pro-piedad privada y en todos los refinamienos que gradualmente elmercado ha trado consigo. En el siglo XVIII, ella fue tan popularo universal, que se usaba el trmino economa como forma dealabar y demostrar la sabidura divina, representada en lo bien

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    que haba sido organizado el mundo, y como base de las nuevas

    posibilidades a las que se enfrentaba la humanidad. El gran cam-bio lleg en el ltimo siglo. Hasta ese entonces, para prcticamen-te todos en el mundo occidental, la economa de mercado no sloera familiar, sino que se consideraba a la moral comercial unasunto absolutamente obvio. Esa honestidad el respeto por loscontratos y la propiedad fue la base de las morales del mundocivilizado no era cuestionada, pues todos, con escasas excep-ciones, aprendan que su esfuerzo diario, ya sea que fueran artesa-nos, agricultores o simplemente siervos, no tendra sentido si no

    se interrelacionaba diariamente en el mercado, cuyas prcticasconstituan los principios dirigentes del intercambio humano or-dinario.

    Lo que sucedi en el siglo XIX fueron dos cosas: Por un lado,una parte siempre creciente de la poblacin se desarroll comoparticipante activo del mercado. Sin embargo, como miembros deorganizaciones, empresas y gobiernos siempre crecientes, ellosfueron completamente extranjeros a la moral del mercado, queestimaron era la visin particular de un grupo particular. No exis-ti reconocimiento automtico de los principios bsicos que re-presentaban la moral de la honestidad, respeto por los contratos yla propiedad de otros. Esto sucedi al mismo tiempo que unanueva filosofa ayudaba a apoyar estas actitudes. En la medida quese supona que esas morales eran verdades supernaturales o evi-dentes en las que todos crean, nadie preguntaba por qu ellasparecan ser las nicas morales posibles. Sin embargo, un nuevofilsofo le dijo a la gente que no creyeran o aceptaran nada que nose les demostrase. As, las personas comenzaron a exigir teorassobre el mundo, y a hacer la revolucionaria pregunta de si sepodan demostrar mediante argumentos racionales aquellas tradi-ciones morales que existan, con pocas excepciones, a lo ancho delmundo.

    Sbitamente, en el siglo XIX se cuestion todo el concepto detradicin moral, que era tanto vlido como imposible de justificary explicar dada nuestra capacidad. Desde Descartes, el fundadordel racionalismo moderno, Jeremy Bentham y August Comte,este

    concepto fue considerado "tonto", al conformarse con simplestradiciones que nadie poda explicar ni justificar. Menciono espe-cialmente estas instancias de revolucin filosfica, pues tengo laimpresin que los dos extremos principales a los que he hechoreferencia, el utilitarismo "benthamita" y el positivismo "comtia-no", tuvieron una influencia particular en Amrica Latina, y, dehecho, muchas de vuestras tradiciones revolucionarias pueden

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    provenir de tales aparentes liberales, que cuestionaron todas las

    tradiciones morales que nadie puede explicar y destruyeronsus bases mismas.

    Creo que fue esta coincidencia de los desarrollos morales, porun lado, la mayor parte de la poblacin que aprendi la moral delmercado y, por otro, las enseanzas de una nueva escuela defilsofos que les decan que todas esas morales no tenan sentido,que nadie las poda explicar, que nadie las haba diseado racio-nalmente, y que hicieran su propia moral, lo que ha dado lugar atodas las morales revolucionarias. Particularmente, surge una cla-

    se peculiar de sociedad moderna, que a veces se define comoaquella de los intelectuales, que se caracteriza, esencialmente,por un desprecio a todo lo que es simplemente tradicional, y unconvencimiento de que una razn recin desarrollada es capaz depermitirles construir un mejor sistema de sociedad.

    Pienso que esto nos enfrenta con un problema extremada-mente difcil. Hemos producido, o hemos hecho posible que viva,una poblacin mundial que es quizs mil veces mayor que aquellaque exista al comienzo de la civilizacin. Esto se debe al desarro-llo de un mercado que estaba basado en ciertas tradiciones dereglas morales que nadie puede justificar, nadie puede explicar,pero en las cuales la gente simplemente crea por el hecho de sertradicin. Ahora nos enfrentamos a una audiencia que rehusaaceptar cualquier moral que no se pueda demostrar. Sin embargo,nadie es capaz de justificarlas en su totalidad. Y la tarea es muchomayor que sa. Se debe tratar que la gente las comprenda, lasacepte, ya sea por respeto a un poder divino mayor o slo porque

    son tradicin, en un tiempo cuando todos los dirigentes, todosaquellos "comerciantes de ideas de segunda mano", como losllam una vez, que las ensean en las escuelas y escriben en laprensa, les estn diciendo que tales proposiciones no tienen sen-tido. Debemos hacerlos capaces de aceptar deliberada y racional-mente algo cuyos beneficios ellos no pueden comprender, algoque durante toda nuestra historia ha sido considerado como unarestriccin molesta y contraria a nuestros instintos naturales. Qui-zs sta sea una tarea que no seamos capaces de resolver.

    Enfrentamos una situacin en la cual el mundo ha perdido lascreencias morales; en la cual el orden descansa (y demanda) enuna justificacin racional que probablemente no se puede dar. Sinembargo, y a pesar de esto ltimo, ciertas personas le dicen a lagran masa: les podemos dar un sistema mucho mejor que losllevar a una posicin mucho mejor, y que los liberar de todasesas restricciones molestas.

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    Si tengo tiempo, podra encontrar esta actitud en las diversas

    disciplinas que ahora se ensean en las escuelas y universidades,desde los departamentos de sicologa hasta los de educacin,donde se les dice a los jvenes que las restricciones han sidoeliminadas por nuestro conocimiento, y que ahora estamos vivien-do en un mundo de permisividad que, justamente, es el productode lo anterior, en forma tal que podemos olvidarnos de todas lasrestricciones morales. Restricciones morales que no son tradicio-nales en un mundo de sociologa que ha sido creado por uno delos principales exponentes de la tradicin racionalista, AugustComte, quien especficamente dice que nuestra tarea es reempla-zar las morales reveladas por las morales construidas, imaginn-dose que l puede hacer eso. Finalmente, la mente modernatampoco cree ya ms que el producto de dos o tres mil aos deevolucin occidental del Derecho pueda contener o incorporarexperiencias en adaptacin a circunstancias de las cuales ningnhombre tiene conciencia. An no se ha legitimizado la idea de quealgo debe ser vlido simplemente porque es una tradicin moral.Mediante actos formales o legislacin, se est intentando destruirla moral, sobre cuya base legal est basada no simplemente nues-tra comodidad, nuestra vida fcil, sino, tambin, lo que es muchoms importante, nuestra capacidad para alimentar a la poblacinactual del mundo.

    Ir ms all de lo que hasta ahora he dicho, y esto es lo quequera explicarles en detalle. Uno de los principales sentimientosque gobiernan ahora las actividades de la mayora de las personascon buenos sentimientos y deseos llevar a destruir nuestra capa-

    cidad para mantener la actual posicin del mundo. A lo que estoyhaciendo alusin es a un concepto nuevo, de slo cien aos: lajusticia social. Esta ordena, como deber moral, la tarea de distri-buir libremente la riqueza existente en lo que se llama "una formams equitativa". Djenme primero dar mi respuesta en forma muybreve y, luego, ilustrar con algo ms de detalle cmo esta idealleg a ocupar una posicin dominante. Mi respuesta es sta:somos capaces de mantener la posicin actual del mundo sloporque lo que hay est distribuido desigualmente. Paradjica-

    mente, si tratamos de distribuirlo en forma ms igualitaria, ten-dramos mucho menos para distribuir, ya que descansamos en elmercado y en las diferentes remuneraciones para organizar nues-tras actividades. La ilusin de que tenemos un producto social,que est a nuestra disposicin para distribuirlo como queramos, es

    justamente eso: pura ilusin. Tenemos este producto social sloporque los precios de los diferentes servicios le dicen a la gente

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    qu es lo que deben hacer para producir lo mximo de que son

    capaces. Si eliminamos esto, muy pronto no tendramos productoque distribuir. Salvo que ustedes piensen que estoy exagerando,esto es lo que oculta o disfraza el concepto de justicia social, segnel cual nuestro nuevo deber moral es distribuir justamente elproducto.

    Djenme entregarles, tan brevemente como pueda, un ejem-plo de la inclusin de estos conceptos en el pensamiento moder-no. Probablemente ustedes se sorprendern con lo que les dir.

    John Stuart Mill, simultneamente con Karl Marx, enseando loque puede sonar muy inocente, persuadi a todos sus estudiantesque la situacin era tal, o tena tales caractersticas, que si enrealidad fuese as, sera un deber moral de todos nosotros el velarpara que el producto disponible est justamente distribuido. Ensu famoso libro Principios de Economa Poltica, publicado en1848, y que an era usado como texto principal en muchas partesdel mundo 100 aos despus, comienza considerando la teora dela produccin como un asunto de pura tecnologa. Enseguida,

    abre el captulo siguiente sobre teora del valor con la siguientefrase, que debo leerles para validar mi punto: "No existe nadaopcional o arbitrario en ello [la produccin de riqueza]; todo loque la humanidad produce debe ser producido en la forma y bajolas condiciones impuestas por la constitucin de las cosas exter-nas, por las propiedades inherentes de sus fuerzas fsicas y menta-les". En otras palabras, ustedes diran: "los mtodos de produc-cin son determinantes". Luego, l sigue: "...no siempre la distri-bucin de la riqueza es un asunto exclusivo de las instituciones

    humanas, pero una vez que las cosas estn ah, la humanidad,colectivamente o en forma individual, puede hacer con ellas loque guste. Puede ponerlas a disposicin de quien se desee y enlos trminos que se quiera". Pues bien, si fuese cierto que una vezque "las cosas estn ah" la humanidad pudiese hacer con ellas loque quisiera, por supuesto que sera nuestro deber moral hacerque todas las cosas fueran a la gente que ms las necesita. El hechoes que las cosas pueden estar una vez, pero si lo estn, ya nuncaestarn de nuevo, ya que han sido producidas no siguiendo reglas

    tecnolgicas estrictas, sino que mediante un proceso de descubri-miento, a travs de los precios de mercado que nos dicen cmousar nuestros recursos. Pero, por supuesto, una vez que se haenseado lo anterior, y sabiendo que sa es la fuente sobre la cualse ha desarrollado todo el socialismo ingls, uno est obligado adecir, como hombre moderno: "Eso es un problema tecnolgicoque no comprendo! Somos capaces de producir tanto y tanto ms.

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    Sigamos as! Una vez que el producto est ah, es claramente

    nuestro deber moral el distribu irlo de acuerdo a reglas morales".Este es John StuartMill; sin embargo, el hombre se transfor-

    m en hroe del libera lismo europeo. En los hechos, l realmentelo mat. Ello fue inevitable; y en lugar de lo que sola ser unatradicin britnica de instituciones polticas libres, surgi unatradicin totalmente nueva, absolutamente no britnica, que go-bierna Inglaterra hasta nuestros das.

    Temo que con esto voy a concluir. Hasta aproximadamente100 aos atrs, habamos tenido un xito razonable en domesticaral salvaje mediante ciertas reglas bsicas que lo llevaron a formarun orden abstracto que no poda comprender. Desde entonces hasurgido un nuevo salvaje que debemos domesticar. Comenzamosdomesticando al salvaje; debemos terminar, aunque an no he-mos comenzado, domesticando al Estado.

    Muchas gracias.