Los espacios escenicos y los autosacramentales

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LOS ESPACIOS ESCÉNICOS Y LOS AUTOSACRAMENTALES CORRALA LA TARASCA

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LOS ESPACIOS ESCÉNICOS Y LOS AUTOSACRAMENTALES

CORRALA LA TARASCA

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ESPACIOS ESCÉNICOS CORRALAS: En España, un corral de comedias es un teatro

permanente puesto en el patio interno de unas casas plebeyas. Estos lugares de escena aparecieron a finales del siglo XV y acompañaron el vuelo prodigioso del teatro del Siglo de Oro. Uno de los más importantes de España es el corral de comedias de Mongrelos, en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha.

Durante este período, el teatro cobró una importancia extraordinaria en España, con autores mayores como Lope de Vega, Juan Pérez de Montalbán, Tirso de Molina y Pedro Calderón de la Barca. Nuevos modos de representación escénica aparecieron. Todas las obras teatrales profanas eran llamadas "comedias", aunque cubren tres géneros: la tragedia, el drama, y la comedia propiamente dicha.

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A los elementes arquitectónicos existentes se les daba funcionalidad precisa: ventanas con rejas y celosías (palcos para los dueños que presenciaban la representación o para personajes de clase social alta que los alquilaban), aposentos (ventanas que daban al piso bajo) y desvanes (ventanas en el piso alto), gradas situadas bajo los aposentos formando un semicírculo y finalmente el patio, descubierto, en el que había unos bancos cerca del escenario (lunetes) pero quedaba suficiente espacio para asistir a la representación de pie. Sobre el patio se tendía durante las horas de más intensidad solar un toldo. Frente al escenario estaba el patio descubierto, donde los hombres del pueblo, también llamados mosqueteros, asistían de pie al espectáculo. A sus lados había una serie de gradas, donde los hombres podían ver la representación sentados en bancos alquilados.

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Los balcones y las ventanas de las casas contiguas formaban los aposentos reservados para las personas nobles, fueran hombres o mujeres.

Las mujeres de clase más baja debían sentarse en la cazuela, un palco frente al escenario. Encima de la cazuela de los corrales madrileños estaban los aposentos o palcos de los concejales del Ayuntamiento de Madrid y otras autoridades, como el Presidente del Consejo de Castilla. En el piso más alto estaban los desvanes, aposentos muy pequeños, entre los que se encontraba la tertulia de los religiosos y una segunda cazuela.

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El escenario estaba situado a poniente y quitaba sol, lo que ocasionó que las representaciones se realizaran durante el día, hasta la puesta de sol. Para permitir una buena visibilidad desde cualquiera de las localidades, el tablado se elevaba unos dos metros del suelo y tenía 8 metros de boca y entre 4 y 6 de fondo.

El escenario y las gradas laterales estaban protegidas por un tejadillo voladizo.

Esta disposición se parece al teatro isabelino en Inglaterra. En 1579 el Corral de la Cruz fue el primer teatro permanente construido en Madrid según este modelo para las cofradías. Estas instituciones de beneficencia pública obtenían sus fondos de las representaciones teatrales y de la explotación de los corrales.

El número de corrales de comedias aumentó rápidamente después de 1600, respondiendo al entusiasmo del público para esta nueva forma de espectáculo. Actualmente el corral de comedias más antiguo que se conserva (aunque solo parcialmente) es el Corral de Comedias de Alcalá, siendo el único completo el de Almagro.

Recientemente se han encontrado restos de un Corral de Comedia (actualmente en proceso de restauración) en Torralba de Calatrava. Por su tipología puede considerarse que la función teatral era secundaria.

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EL TEATRO ISABELINO: James Burbage construyó el primer teatro, de

Londres The Theatre en 1576 en la periferia en Shoreditch, escapando del estrecho radio de acción del «Master of the Revels».  La construcción era circular o poligonal, hecha de madera y con el entramado de las vigas visible, con sus galerías y palcos, con trecho, de paja que se inspiraban en la arquitectura de las viejas posadas ("inns") donde los cómicos estaban tan acostumbrados a actuar: en el centro había un patio al que rodeaban  dos o tres pisos de galerías donde se hallaban los aposentos de los huéspedes. Causó tanta sensación que los teatros que se construyeron posteriormente imitaron su estructura. Muchos de estos teatros se incendiaron debido a los materiales de construcción.  

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La construcción cilíndrica del entramado abarcaba tres galerías para los espectadores, de la cuales la más alta estaba protegida por un tejado que descendía en declive hacia adentro.  En el centro, sólo accesible por dos escaleras exteriores, se alzaba una construcción escénica elevada. En primer había una tribuna central que se empleaba como un escenario superior,  donde se podían situar los músicos o los actores en las escenas de balcón o de muralla o hacía posible presentar varios lugares a la vez. Pero si este uso no era necesario, la tribuna era ocupada por espectadores. A ambos lados estaban las «Lords Rooms», espacios destinados al público aristócrata. Sobre este piso de tribunas se alzaba además una estrecha torre con dos ventanas y una terraza a la derecha.  Desde aquí anunciaba el charanguero el comienzo del espectáculo. Sobre todo ello ondeaba una bandera que se izaba en el momento de empezar la función, la cual tenía lugar en la primera parte de la tarde, aprovechando así la luz del día. 

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El escenario era una plataforma cuadrada de 14 metros de ancho por 9 de fondo situada delante de un muro con dos puertas («proscaenium») que se extendía ampliamente por el patio interior descubierto. Las puertas del muro daban directamente al «mimorum aedes» (donde estaban situados los camerinos de los comediantes) y servían para la entrada y salida de los actores a  escena.  

El fondo del escenario estaba cubierto por un telón que al descorrerse dejaba ver los decorados, poco empleados en los teatros públicos. En el suelo del escenario estaban distribuidas una serie de trampillas para las apariciones de los actores desde abajo que se podían completar con otros efectos escénicos desde el piso superior del teatro desde donde se controlaba la maquinaria escénica. En algunos casos, a ambos lados del escenario hubo palcos. 

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LOS AUTOSACRAMENTALES Un auto sacramental es una pieza teatral religiosa alegórica

de un sólo acto y de tema preferentemente eucarístico que se representaba el día del Corpus entre los siglos XVI y XVIII, hasta la prohibición del género en 1765, por lo general con gran aparato escenográfico. El auto era en su origen una representación teatral tanto de índole religiosa como profana; los autos recibían también en la Edad Media la denominación de misterios o moralidades, sobre todo cuando trataban de tema religioso; desde la segunda mitad del siglo XVI empezaron a llamarse autos sacramentales.

Los autos sacramentales fueron haciéndose cada vez menos narrativos y, a consecuencia de las conclusiones contrarreformistas del Concilio de Trento, los dramaturgos fueron intensificando sus contenidos doctrinales y alegóricos hasta que Pedro Calderón de la Barca les dio su forma definitiva en el siglo XVII. En su forma clásica, el auto sacramental desarrolla una auténtica psicomaquia entre personajes simbólicos que encarnan conceptos abstractos o sentimientos humanos en medio de un lujoso aparato escenográfico para desarrollar una idea alegórica de carácter teológico o incluso filosófico, a veces.

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A pesar de que la exaltación de la Eucaristía era el tema central, otros motivos enriquecieron también la nómina de los autos -Sagrada Cena, vidas de santos, episodios del Antiguo Testamento, parábolas evangélicas, sucesos históricos, incluso asuntos sacados de la Mitología. Los elementos reales fueron perdiendo cada vez más su realidad e incluso su referencia a la temporalidad. El auto sacramental carece de la noción de tiempo, como ha observado acertadamente Bruce W. Wardropper("The Search for a dramatic formula for the auto sacramental", en PMLA, 1950, LXV, págs. 1196 y ss.) y por eso se constituye en el polo opuesto en cierta medida al entremés, impregnado por todos sus poros de realista vida concreta. Esta irrealidad e inverosimilitud impulsó el ataque de los autores del Neoclasicismo y la Ilustración en el siglo XVIII: en 1749 Blas Antonio de Nasarre, en el prólogo a su edición de las comedias de Cervantes, dice que los autos sacramentales son una "interpretación cómica de las Sagradas Escrituras, llena de alegorías y metáforas violentas, de anacronismos horribles". En 1762, José Clavijo y Fajardo dice que las piezas sacramentales son irreverentes y blasfemas, y que perjudican las "buenas costumbres". En 1764, Nicolás Fernández de Moratín cuestiona los valores literarios y doctrinales del género sacramental y se pregunta: "¿Es posible que hable la primavera? ¿Ha oído usted en su vida una palabra al Apetito?..."; todo esto deparó que se prohibieran por Real Cédula el 11 de junio de 1765. A pesar de ello, algunos autores modernos, en particular los de la Generación del 27 y posteriores, han intentado revitalizar y resucitar el género: Rafael Alberti, con El hombre deshabitado y Miguel Hernández, con Quien te ha visto y quien te ve y sombra de lo que eras, escribieron autos sacramentales y más modernamente, Gonzalo Torrente Ballester.

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LA TARASCA La Tarasca (del francés Tarasque, y éste del topónimo de la

localidad de Tarascon-sur-Ariège, en Ariege) es una criatura mitológica cuyo origen se encuentra en una leyenda sobre Santa Marta. Según cuenta la leyenda, esta criatura habitaba en Tarascón, Provenza, y devastaba el territorio por doquier. Se describe como una especie de dragón con seis cortas patas parecidas a las de un oso, un torso similar al de un buey con un caparazón de tortuga a su espalda y una escamosa cola que terminaba en el aguijón de un escorpión. Su cabeza era descrita como la de un león con orejas de caballo y una desagradable expresión.

El Rey de Tarascón había atacado sin éxito a La Tarasca con todas sus filas y su arsenal, pero Santa Marta encantó a la bestia con sus plegarias, y volvió a la ciudad con la bestia así domada. Los habitantes aterrorizados atacaron a la criatura al caer la noche, que murió allí mismo sin ofrecer resistencia. Entonces Santa Marta predicó un sermón a la gente y convirtió a muchos de ellos al cristianismo. La Tarasca es una figura de sierpe monstruosa que se saca en las siguientes ciudades durante la procesión del corpus Christi.

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o Granada, sale acompañada de cabezudos y gigantes. Se trata de una procesión en la que un Dragón soporta un maniquí vestido por un diseñador de moda marcando tendencia de la ropa que se lleva ese verano.

En Valencia, una de las figuras representa La Tarasca de Santa Marta o dragón de grandes fauces.

La tarasca ofrece numerosas variantes según las ciudades o las villas, especialmente en Cataluña donde reviste la forma del Drach en Villafranca; la Mulassa, en Reus; la Patum, en Berga, etc.

En Galicia permanece viva en la localidad pontevedresa de Redondela, bajo el nombre de Coca.

En Toledo en la víspera de la Procesión del Corpus Christi en Toledo, se vive con gran expectación el cortejo de gigantes y cabezudos del s. XVIII, que acompañan a la Tarasca toledana. Con cuerpo de galápago, alas de vampiro y cabeza de serpiente, abre sus fauces humeantes y expulsa agua a los niños. Sobre su cuerpo, va la “tarasquilla” que representa a Ana Bolena. La representación de este animal mitológico, cargado de simbolismo sobre la vida, la muerte y el pecado, se recuperó en Toledo a principios de los años 80.

En Tudela, sale delante de la cruz que abre la procesión católica, de esta forma "burla" la Real Cédula de Carlos III, que prohibió que este tipo de manifestaciones dentro de la procesión.

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PROCESIÓN DEL CORPUS CHRISTI EN VALENCIA

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PROCESIÓN DEL CORPUS CHRISTI EN GRANADA

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Cataluña

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Galicia

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Toledo

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Tudela

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CRÉDITOS Vanessa Hidalgo Sánchez Miriam Pérez Martínez Renee Castro Llige