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Capítulo VIII CRANEOMETRÍA DE LA POBLACIÓN PREHISPÁNICA DE LOS ANDES ORIENTALES DE COLOMBIA: DIVERSIDAD, ADAPTACIÓN Y ETNOGÉNESIS. IMPLICACIONES PARA EL POBLAMIENTO AMERICANO José Vicente Rodríguez C. Profesor Titular Departamento de Antropología Universidad Nacional de Colombia. 1. La problemática osteológica En el contexto americano los restos óseos y momificados constituyen -en la mayoría de ocasiones- la única fuente de información existente para recons- truir los procesos biológicos que enmarcaron sus orígenes y posterior evolu- ción. Los datos tanto genéticos como fenéticos que suministran los restos pueden dar cuenta de la variabilidad de las poblaciones a que pertenecieron, sus simi- litudes con poblaciones vecinas y por ende sus relaciones etnogenéticas, como también sobre procesos adaptativos que sufrieron en el transcurso de los varios milenios que habitaron este continente. Dentro de los últimos, la craneometría goza de gran tradición desde que se establecieron las normas para su medi- ción, y con la introducción del análisis multivariado se abrieron nuevas pers- pectivas para interpretar las afinidades. Mientras que durante ia primera mitad de este siglo los antropólogos centraron su atención en la elaboración de catá- logos de la enorme colección del National Museum of Natural History del Smithsonian Institution que cuenta con más de 30.000 especímenes (Hrdliéka, 1927, 1931, 1940, 1944) y en la elaboración de tipologías raciales (Hooton, 1930; Woo, Morant, 1934; Gusinde. 1939; Newman, 1943, 1947; Neumann, 1952; Fleury, 1953); a partir de la segunda mitad se abordaron problemas como el poblamiento regional (Lagrange, 1982; Rothhammer, 1984; Rodríguez, 1992; Neves et al., 1989; Steele, Powell, 1992; Key, 1994) y mundial (Howells, 1989); la problemática del poblamiento americano (Alexeev, 1984; Rodríguez, 1987; Steele, Powell, 1992; Lahr, 1995; Neves et al., 1995; Pucciarelli et al., 1999); y,

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Capítulo VIII CRANEOMETRÍA DE LA POBLACIÓN PREHISPÁNICA

DE LOS ANDES ORIENTALES DE COLOMBIA: DIVERSIDAD, ADAPTACIÓN Y ETNOGÉNESIS.

IMPLICACIONES PARA EL POBLAMIENTO AMERICANO

José Vicente Rodríguez C. Profesor Titular

Departamento de Antropología Universidad Nacional de Colombia.

1. La problemática osteológica

En el contexto americano los restos óseos y momificados constituyen -en la mayoría de ocasiones- la única fuente de información existente para recons­truir los procesos biológicos que enmarcaron sus orígenes y posterior evolu­ción. Los datos tanto genéticos como fenéticos que suministran los restos pueden dar cuenta de la variabilidad de las poblaciones a que pertenecieron, sus simi­litudes con poblaciones vecinas y por ende sus relaciones etnogenéticas, como también sobre procesos adaptativos que sufrieron en el transcurso de los varios milenios que habitaron este continente. Dentro de los últimos, la craneometría goza de gran tradición desde que se establecieron las normas para su medi­ción, y con la introducción del análisis multivariado se abrieron nuevas pers­pectivas para interpretar las afinidades. Mientras que durante ia primera mitad de este siglo los antropólogos centraron su atención en la elaboración de catá­logos de la enorme colección del National Museum of Natural History del Smithsonian Institution que cuenta con más de 30.000 especímenes (Hrdliéka, 1927, 1931, 1940, 1944) y en la elaboración de tipologías raciales (Hooton, 1930; Woo, Morant, 1934; Gusinde. 1939; Newman, 1943, 1947; Neumann, 1952; Fleury, 1953); a partir de la segunda mitad se abordaron problemas como el poblamiento regional (Lagrange, 1982; Rothhammer, 1984; Rodríguez, 1992; Neves et al., 1989; Steele, Powell, 1992; Key, 1994) y mundial (Howells, 1989); la problemática del poblamiento americano (Alexeev, 1984; Rodríguez, 1987; Steele, Powell, 1992; Lahr, 1995; Neves et al., 1995; Pucciarelli et al., 1999); y,

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finalmente, aspectos más puntuales como la diferenciación social (Byrd, Jantz, 1994) y las respuestas adaptativas de las poblaciones al medio ambiente (Lahr, 1995; Rodríguez, 1999).

Estos estudios han demostrado una gran variabilidad de las poblaciones amerindias, en el marco del patrón mongoloide (rostro ancho y aplanado, pó­mulos prominentes, incisivos en pala), aunque con algunas particularidades que oscilan desde rasgos mongoloides clásicos (particularmente en las regio­nes circunárticas), australomelanésicos (nariz ancha y aplanada, rostro prognato, en paleoamericanos, Sierra de Perijá) y caucasoides (rostro angosto, ortógnato, nariz pronunciada en el nordeste de Norteamérica y Mesa de los Santos, Co­lombia). Los orígenes de esta variabilidad se han interpretado en el ámbito de tres modelos evolutivos: el modelo migracionista plantea que las diferencias americanoides se deben a la presencia de varias oleadas migratorias cuya va­riabilidad fue introducida desde Asia; el modelo micro evolutivo sostiene que la variabilidad se produjo por los procesos evolutivos de diferenciación local; el modelo integracionista postula que ambos procesos, tanto la historia poblacional como la estructuración de la misma jugaron un papel importante en la configu­ración de la variabilidad americanoide. Estos modelos se enmarcan en las si­guientes hipótesis:

1. La variabilidad fue aportada por las distintas oleadas migratorias procedentes de Asia (Turner, 1984), a partir de poblaciones híbridas entre mongoloides y caucasoides (Alexeev, 1984; Alexeev, Gochman, 1984; Kozintsev et al., 1999); o por la afluencia de australoides (Verneau, 1924; Neves et al., 1989, 1995, 1999; Munford et al., 1995; Powell, Neves, 1999) o caucasoides (Begley, Murr, 1999; Dahinten et al., 1999).

2. Por cuanto las migraciones se presentaron en un momento evolutivo cuan­do aún no había surgido la morfología especializada mongoloide, y la pobla­ción ancestral era mesomorfa, protomorfa o generalizada (Roguinsky, 1937; Debetz, 1951; Rodríguez, 1987, 1992), protoasiática o mongoloide incipiente (Steele, Powell, 1992; Jantz, Owsley, 1997; Powell, 1999), autopomórfica (Lahr, 1995) o pseudoaus t r a lo ide (Hooton, 1930). Por cons igu ien te , los pa leo-a m e r i c a n o s pueden posee r en d i s t in ta p ropo rc ión rasgos m o n g o l o i d e s , a u s t r a l o m e l a n e s i o s o c a u c a s o i d e s , aunque p r e d o m i n a n d o los ca rac te res mongoloides en esquimo-aleutianos-fueguinos (100%), Na-Dene (cerca de 85%) y centro-suramericanos (cerca de 65%) (Debetz, 1968; Rodríguez, 1987).

3. Por los efectos estocásticos de los procesos evolutivos acontecidos en el Nuevo Mundo, entre ellos por la deriva genética y el efecto de fundadores (Schurr et al., 1993; Pucciarelli et al.,1999; Dahinten et al., 1999; Rodríguez, 1999); los procesos de fisión-fusión y el efecto lineal producido por líderes

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poligínicos disidentes (Neel, 1978; Rothhammer et al., 1990); por la adapta­ción a diferentes ecosistemas (Rodríguez, 1999); o por convergencia evolutiva con los asiáticos (Luis et al., 1999:20).

4. Todos los procesos anteriores pudieron haber influido, pero sus raíces se han diluido por el paso del tiempo, el flujo génico - incluida la hibridación postconquista- y el crecimiento demográfico desigual, pero es imposible ras­trear las divergencias a partir de las poblaciones originarias por la posibilidad de haber alcanzado el punto de equilibrio (Chakraborty et al . , 1991; Cann, 1994; Relethford et al., 1995; Kozintsev et al., 1999; Luis et al., 1999).

En la reciente revisión de la información craneométrica americana de cerca de 3.000 ejemplares elaborada por Powell y Neves (1999:177), se plantearon varios aspectos deducidos del análisis estadístico, y que discutiremos a la luz de los resultados del presente reporte: 1. Los paleoindios sudamericanos son más afines a los australoasiálicos que a los amerindios contemporáneos y aún de los mismos arcaicos. 2. Los datos apoyan el modelo migracionista en el que los paleoindios son morfológicamente, y, presumiblemente genéticamente, dis­tintos de todas las poblaciones tardías del Holoceno de América, por cuanto representan una población fundadora que o no sobrevivió o poco contribuyó a la morfología craneofacial de los indígenas modernos. 3. La ausencia de ras­gos típicos mongoloides en los cráneos americanos tempranos indica que pe­netraron al Nuevo Mundo antes del arribo de los ancestros mongoloides clásicos de los nativos contemporáneos del Nuevo Mundo. 4. Esta interpretación asu­me que la variación morfológica debe haberse originado en el Viejo Mundo antes de la colonización; y que las poblaciones fundadoras fueron diferentes en el Viejo Mundo 5. La estructura poblacional in situ jugó un papel limitado en la creación de la variación presente entre las poblaciones del Nuevo Mun­do. Como c o n s e c u e n c i a de lo anter ior , los au tores deducen un modelo migracionista, argumentando que la variación morfológica se originó en el Viejo Mundo antes de la colonización, pero la población fundadora fue distinta en el Viejo Mundo y permaneció así a través del tiempo en el Nuevo Mundo. Una vez en este último, todas los grupos post-fundadores crecieron rápida­mente alcanzando un tamaño poblacional efectivo igual.

A pesar de la apreciable cantidad de publicaciones fenéticas (craneométricas, no métricas, dentales) sobre esta controversia, no obstante, observan tres in­convenientes (Powell, 1993): 1. La selección de las muestras comparativas pre­sentan problemas en el tamaño; es muy reducida la representatividad del sexo femenino; no cubren una amplia distribución geográfica - n o vinculan la ma­yoría de poblaciones americanas y sus vecinas de Siberia, Australia y Oceanía, con el fin de rastrear sus posibles raíces-; muchas veces se fusionan diversos grupos (Norteamérica, Sudamérica. Paleomericanos, Amazónicos, Andinos),

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distorsionando la especificidad regional y local (Lahr, 1995). 2. Se emplean diferentes medidas de divergencia (MMD) sin estandarizar y sin verificar el grado de significancia de las diferencias, ante todo en las muestras pequeñas; además que se emplean variables lineales poco útiles para diferenciar pobla­ciones y se omiten las angulares de alto valor discriminante (Woo, Morant, 1934; Debetz, 1967; Alexeev, 1985; Rodríguez, 1987, 1992; Kozintsev et al., 1999). 3. Se usan datos fenéticos para inferir relaciones biológicas cuando la baja heredabilidad de algunos es muy baja y reflejan la influencia del medio ambiente y no se tienen en cuenta los efectos de la homoplasia y las diferencias en el tamaño poblacional (Relethford et al. , 1995); por otro lado, los dendrogramas construidos mediante técnicas de enjambres fenéticos pueden ser interpretados adecuadamente en sentido filogenético, solamente cuando las tasas de divergencia evolutiva son relativamente homogéneas a lo largo de las líneas filéticas; la ramificación no representa otra cosa que enlace por fenotipo similar, cuando las unidades taxonómicas que se comparan son poblaciones y no especies (Sword, 1981; Wiley, 1981; en Powell, 1993:805).

El presente capítulo tiene como objetivo analizar la variación de la pobla­ción prehispánica de los Andes Orientales de Colombia, en el tiempo -desde los primeros grupos de cazadores-recolectores hasta los agroalfareros- y el es­pacio —cubriendo la mayor cantidad de territorio chibcha-; en la perspectiva de sus implicaciones para analizar el poblamiento temprano de América, compa­rando un vasto grupo de poblaciones de América, Asia, Australia y Oceanía; bajo el ámbito de las medidas de proyección facial, en la perspectiva evolutiva.

2. Los Andes Orientales y su diversidad cultural

Los Andes Orientales de Colombia constituyen la región mejor estudiada desde el punto de vista arqueológico, con una secuencia temporal que se re­monta desde los 12.000 años a. P. El precerámico cuenta con diversos estudios de polen, vestigios culturales y restos humanos, permitiendo una amplia visión del clima, vegetación, patrones culturales y características físicas, paleopatológicas, paleodemográficas y de paleodieta; de cazadores-recolectores y plantadores tempranos, hasta finales del II milenio a. C. (Correal, van der Hammen, 1977; Correal, 1981; Correal, 1990; Correal, 1996). El período Herrera, que abarca el I milenio a. C. hasta la primera mitad del I milenio d. C , observa los mayores vacíos cronológicos, de contexto cultural y bioan-tropológico, aunque los recientes hallazgos en el municipio de Duitama y en el cañón de Chicamocha, han permitido avanzar en su estudio (Pérez, 1997; Be­cerra. 1999; ver síntesis en V Becerra en este volumen). El período agroalfarero tardío que se extiende desde la segunda mitad del I milenio d. C. hasta la llega­da de los españoles ha sido objeto de recientes análisis arqueológicos y

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etnohistóricos (Langebaek, 1994; Pradilla et al. , 1995; Boada, 1995; Enciso, 1996; Pérez, 1998); como también bioantropológicos (Rodríguez, 1987, 1992, 1994, 1998, 1999; Cárdenas, 1996; Quiñones, Segura, 1998; Romero, 1998; Buitrago, Rodríguez, 1998; Alvarez, 1999), permitiendo profundizar en las principales tendencias evolutivas de su desarrollo histórico y biológico.

A la llegada de los españoles en el siglo XVI d. C. los Andes Orientales estuvieron habitados por comunidades de la familia lingüística Chibcha: yukos (moti lones) al norte, en la Sierra de Perijá, en la frontera con Venezuela; chitareros, en el Departamento de Santander del Norte; laches, en la Sierra Nevada del Cocuy, al norte de Boyacá; guanes, en el Departamento de Santander del Sur; muiscas, en el altiplano Cundiboyacense.

La cordillera Oriental de los Andes Septentrionales comprende tierras que se e levan desde los 1000 msnm, cuya vegetación pr imar ia es el bosque subandino hasta los 2300/2500 m; entre los 2300/2500 m hasta los 3200/3500 m se encuentra la zona de bosque andino de enanil los, robles y otros géneros de árboles; la zona de páramo se extiende hasta los 4000/4200 m; el cinturón de superpáramo se distribuye desde los 4000 a 4200 m hacia arriba (Van der Hammen, 1992). Los pueblos chibchas cultivaron las fértiles tierras del altipla­no ubicadas por encima de los 1000 msnm, aprovechando la variedad de vege­tales de los distintos pisos térmicos, sistema conocido como micro verticalidad o archipiélago vertical (Murra, 1981), con el fin de complementar su dieta ali­menticia y obtener productos para el intercambio comercial, mediante el cual, a su vez, accedían a manufacturas y productos que no poseían. Cultivaban maíz, tubérculos (papa, arracacha, batata, yuca, cubios, ulluco, ibias), fríjol, hortalizas, verduras, frutas y posiblemente quinoa; recolectaban bayos de los bosques y cazaban venados, conejos y otros animales de monte. Criaban curí y patos y mantenían venados en vedados (Pradilla et al., 1995; Enciso, 1996; Rodríguez, 1998;). Su dieta alimenticia era abundante y balanceada en proteí­nas, carbohidratos, vitaminas y minerales. En general gozaban de buena salud, aunque poseían una expectativa de vida al nacer cercana a los 20 años de edad; una alta mortalidad infantil entre 20-40% en los primeros 10 años de vida, posiblemente por enfermedades infecto-contagiosas como la tuberculosis y por la práctica del infanticidio (Rodríguez, 1999; Alvarez, 1999).

La unidad de la organización social muisca estaba constituida por las capi­tanías o parcialidades, con tres o más capitanes, según el tamaño poblacional, pero con un solo cacique a cargo de cada pueblo (Patino, 1983:361); los gru­pos eran exógamos, matrilineales a nivel intralocal, endógamos en sentido interlocal, cuyo poder lo heredaba el sobrino, hijo de la hermana del cacique, con el fin de asegurar la conservación de la jerarquía (Simón, 1981, III: 195; ver F. Correa en este volumen). En realidad, lo que se pretendía era garantizar

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el control del poder político en el seno de determinados linajes, que se mante­nía mediante el intercambio de mujeres. Según su jerarquía y magnitud se divi­dían en capitanías menores («fa) y mayores (sybyn). Un grupo de capitanías constituía una unidad mayor denominada por los españoles pueblo o cacicazgo. Los caciques estaban igualmente jerarquizados e influidos militar y política­mente, sometiéndose a confederaciones: Bacatá (Bogotá), al sur del altiplano; Hunza (Tunja), al centro; Duitama y Sugamuxi (Sogamoso)al norte. Algunos pueblos mantenían su carácter independiente, como Moniquirá, Ráquira, Suta y Sorocotá. Por otro lado, los centros religiosos de Guatavita y Sogamoso ejer­cían un gran poder político en el mundo muisca (ver mapa del territorio chibcha a la llegada de los españoles en Rodríguez, 1999:31).

Los chitareros constituían comunidades dispersas e independientes, sin ca­ciques permanentes pero que los nombraban en tiempos de guerras; ocupaban la cuenca alta del río Zulia, en la provincia de Soto, cuyo mayor centro es actualmente Pamplona, Norte de Santander. Se extendían desde las cuencas altas de los ríos Guaca y Servitá, abarcando una amplia franja hasta el río Suratá, en las tierras del complejo minero colonial de Vetas y las Montuosas Alta y Baja. Al igual que sus vecinos chibchas, aprovechaban los distintos pisos tér­micos, desde los cálidos hasta los propios páramos (Aguado, 1956:463-466; Calle, Rodríguez, 1961; Moreno, Pabón, 1992; Pabón, 1992; Langebaek, 1992; Rodríguez, 1999; Pérez en este volumen).

Los guanes ocupaban la mesa de Gérida o Los Santos, extendiendo su terri­torio por la cuenca media y baja del río Suárez, hasta el río de Oro, por el occ iden t e ; por el nor te co l indaban con los ch i t a re ros por el cañón del Chicamocha; al oriente y sur las vertientes de la cordillera Oriental servían de límites. Habitaban las zonas altas y secas bien resguardadas con dominio estra­tégico del paisaje (Castellanos, 1997; Rodríguez, 1978; Cifuentes, 1990; Pinto et al., 1994; Martínez, 1995). Los naturales de esta provincia eran diferentes en lengua y nación de los de la provincia de Vélez, que a su vez eran del mismo trato, ritos y costumbres de los de Tunja (Patino, 1983:79).

Los laches habitaban la comarca alta y fría de la Sierra Nevada del Cocuy, Güicán o Chita, en la cuenca alta del río Chicamocha, irrigada por los ríos Chitano y Nevado, afluentes del primero. Alcanzaban por el norte el valle de Tequia; por el noroeste el río Manco; por el sur y suroeste confinaban con las tierras del Tundama. El valle de Tequia, nombre antiguo de San José de Miranda estaba ocupado por comunidades denominadas tequias, diferentes de los laches en len­gua y trajes (Aguado, 1956:333; Falchetti, Plazas, 1973:50; Moreno, Pabón, 1992:4; ver P. Pérez en este volumen). Según varios autores (Silva, 1945:379; Faust, 1990:45; Pérez, 1999:48) U'wa, Tunebo y Lache serían una misma comu­nidad. Al igual que las otras comunidades chibchas, aprovechaban el sistema

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económico de microverticalidad mediante la división del año en cuatro estacio­nes, correspondientes a cuatro zonas altitudinales de ceremonias, residencia y obtención de recursos agrícolas (Osborn, 1985, 1990, 1995).

Para la llegada de los españoles el tamaño poblacional alcanzaba, según distintos estimativos (Rodríguez, 1999), entre 150.000 a 250.000 habitantes de la provincia de Bogotá, entre 120.000 y 175.000 pobladores de la provincia de Tunja; aproximadamente 50.000 en Duitama y otros tantos en Sogamoso; cerca de 20.000-30.000 laches en los límites de la Sierra Nevada del Cocuy, Boyacá; aproximadamente 100.000-150.000 guanes en la Mesa de los Santos, Santander; y 60.000-80.000 chitareros en la provincia de Pamplona, Santander del Norte, para un total de 550.000-800.000 chibchas, en un área cercana a los 30.000 km2 (Rodríguez, 1999). Treinta años después del primer encuentro, las enfermedades, la guerra de tierra arrasada, el maltrato físico, la descomposi­ción de las estructuras familiares, políticas y religiosas redujo la población na­tiva casi en un 80% de la población. Actualmente, más de! 70% de la población posee genes caucasoides predominantes.

Con relación a los orígenes de los pueblos chibchas se han tejido varias hipótesis , que se pueden resumir en dos tendencias: 1- Migracionis ta , que interpreta los cambios en los períodos que caracterizan la variación cultural de los Andes Orientales por el arribo de distintas oleadas migratorias prove­nientes de tierras bajas del litoral Caribe (Reichel-Dolmatoff, 1986; Lange­baek, 1987; Lleras y Vargas, 1990; Lleras , 1995). 2- Microevolut iva, que sustenta una continuidad temporal muy profunda en el territorio de las comu­nidades chibchas, reflejo de una milenaria adaptación medioambiental y de una compleja organización social (Silva C , 1968, 1981; Duque G., 1965, 1967; Cárdale, 1987; Rodríguez, 1987, 1992, 1999; Pérez, 1999). Este tra­bajo pretende, igualmente, arrojar luces sobre esta controversia desde la pers­pectiva bioantropológica.

3. Mater ia les y métodos

Con el propósi to de recrear las condiciones del pasado, y dado que es imposible exper imentar con las poblaciones humanas , se aplica el método comparat ivo como una alternativa eficiente para analizar su evolución y la asociación de caracteres con la filogenia y la adaptación ecológica, teniendo en cuenta las simili tudes y diferencias en la variación craneométrica. Esta última se emplea dado que su heredabilidad (h2) es considerada alta, oscilan­do en promedio entre 0.55 y 0.69 (Rothhammer et al., 1984; Powell, Neves, 1999). La similitud se puede deber a analogía u homología, conceptos bási­cos en el análisis comparativo de poblaciones - desarrollado por el entomólogo

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alemán Willi Hennhig -. Los rasgos son análogos si cumplen funciones simi­lares pero derivan, desde el punto de vista evolutivo y del desarrollo, de dife­rentes fuentes . Un e jemplo c lás ico son las alas de los insectos y de los murciélagos. Por otro lado, los rasgos son homólogos si derivan, bajo la óp­tica de la evolución y del desarrollo, de la misma fuente. En las reconstruc­ciones de filogénesis, la homoplasia, que cobija la convergencia, la reversión y el paralelismo, puede crear similitud entre poblaciones filogenéticamente distintas, produciendo errores de interpretación sobre sus orígenes (Freeman, Herrón, 1998). Para evitar la homoplasia se recomiendan los siguientes re­quisitos para seleccionar los caracteres más informativos que denoten verda­deramente una relación filogenética (Ibid.:367.):

1. Los rasgos deben ser independientes unos de otros, con el fin de evitar la redundancia de algunos segmentos.

2. Deben ser homólogos, es decir, son informativos solamente si provienen de un ancestro común.

3. Deben minimizar la homoplasia, analizando el ritmo de cambio de los caracteres; siendo difícil detectar los de cambio rápido para inferir filogenia; por lo cual se prefieren los de cambio lento, conservativo.

4. Deben ser relativamente numerosos para evitar el azar en los cambios; si la homoplasia es relativamente grande en una serie de caracteres, entonces una amplia serie de rasgos incrementará la alerta de redundancia.

Las diferencias y similitudes de la comparación intergrupal se plasman grá­ficamente mediante un cladograma o dendrograma, árbol construido a partir de variables diferenciadoras, de carácter parsimonioso si maximiza el número de homologías y minimiza el número de sucesos evolutivos.

En craneometría se emplean dimensiones lineales y angulares tanto de la bóveda craneal como del esqueleto facial; las primeras tienen el problema de la deformación craneal (Mendonca et al., 1994) y la analogía, forma similar en material genético de origen diferente, que puede ocultar sus orígenes. Si parti­mos que los puntos craneofaciales están condicionados genéticamente por es­tar localizados en la intersección de tejidos, especialmente entre suturas, las superficies de los objetos medidos mediante puntos coordinados (triangulados) pueden ser modeladas como multifacéticas, brindando una mejor idea de las p r o p o r c i o n e s de los ob je tos , p e r m i t i e n d o una mejor d i f e renc iac ión interpoblacional (Dean, 1995). Desde el punto de vista metodológico la varia­ción de las dimensiones de proyección (coordinación) del esqueleto facial ob­tenidas con el compás de coordinación (ángulo frontomalarorbital, cigomaxilar, malar), al igual que el grado de proyección de los huesos nasales medido con

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el goniómetro (ángulo nasofacial) y el cal ibrador ya mencionado (ángulo simótico, dacrial, maxilofrontal, alpha, zygoorbital), son más indicados para diferenciar mongoloides (nariz de dimensiones medias, pómulos prominentes, rostro muy ancho y aplanado), de caucasoides (nariz prominente, rostro an­gosto, perfilado y ortógnato) y australoides (nariz muy ancha y corta, rostro prognato); y abordar la problemática de las respuestas adaptativas (Debetz, 1968), desde que fueron propuestos por Woo y Morant en 1934 (Debetz, 1951; Guinzburg, 1967; Alexeev, 1984; Howells, 1989; Rodríguez, 1992; Gilí et al., 1986).

Por esta razón en el presente reporte se hizo énfasis en las medidas de pro­yección o coordinación. Los ángulos nasomalar (NMA), cigomaxilar (SSA), nasofacial (NFA) y simótico (SIA) para las series publicadas en donde no fue­ron medidos se tomaron de Woo-Morant (1934), Debetz (1951), Alexeev (1984) y Guinzburg (1967) (Tablas No. 6, 7).

3.1 Mater ia les

Se analizaron las colecciones existentes en el Instituto Colombiano de An­tropología (ICAN), Instituto de Ciencias Naturales (ICN) y Laboratorio de Antropología Física (LAF) de la Universidad Nacional de Colombia en Bo­gotá; Museo Arqueológico de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia en Tunja (UPTC); Museo Arqueológico de Sogamoso (MAS); Casa de Bolívar de la Academia de Historia de Santander en Bucaramanga (CBB); Instituto Vailecaucano de Investigaciones Científicas (INCIVA) de Darién, Valle. Se midieron en total 147 cráneos muiscas de Bogotá; 75 muiscas de Tunja; 58 muiscas de Sogamoso; para un total de 280 muiscas; 48 de la Mesa de Los Santos (guanes), 12 del Cocuy (laches) y 11 de Silos (chitareros); para un gran total de 351 cráneos de la familia lingüística Chibcha, fechados entre los siglos II-XIV d. C . Del período Herrera (circa 2000 a. P.) se midieron 15 i n d i v i d u o s . Del p e r í o d o p r e c e r á m i c o se a n a l i z a r o n 35 e j e m p l a r e s de Aguazuque y 20 de Tequendama (Correal, Van der Hammen, 1977; Correal, 1990), Chía (Ardila, 1986), Checua (Groot, 1992) y Floresta (excavados por Eliécer Silva Celis) , para un total de 55 individuos precerámicos, fechados entre el VHI-II milenio a.C. De estos últimos se obtuvieron las medidas de proyección facial que no habían sido reportadas anteriormente. Finalmente, se agregaron 45 cráneos prehispánicos de otras regiones (valle del río Cauca, valle del río Magdalena , Caribe, Guajira, Sierra de Perijá, Nariño, Huila, Quimbaya) , y 59 mest izos contemporáneos , con fines comparat ivos . Tam­bién se compararon con muestras de América, Asia, Polinesia, Australia y Polinesia, para un total de casi 4.000 cráneos.

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260 L O S C H I C H A S

3.2 Cronología

Con el propósito de obtener un contexto cronológico de las colecciones recolectadas hace 50 años se fecharon tres muestras de hueso del Museo Ar­queológico de Sogamoso (MAS) y una del esqueleto No. 5 de Arboloco, Chita, Boyacá (Pérez, 1999:163) en el laboratorio de Beta Analytic Inc., con los si­guientes resultados:

No. Laboratorio Beta-129230

Beta-129236 Beta-129227

Beta-129238

Fecha convencional 190±40d.C.

330±40 d.C. 1080±40d.C.

1320±40d.C.

Muestra Sog.Mon.560080

Chita T5.212 Tas.7800121

Jen.5800103A

Procedencia ¡Monquirá, Sogamoso, Boyacá (MAS) Chita, Boyacá (LAF) Tasco, Boyacá (MAS) Jenesano, Boyacá (MAS)

Los restos óseos de la muestra de Monquirá, Sogamoso, representan la ma­yoría de la colección ósea del Museo Arqueológico de Sogamoso y están aso­ciados según Eliécer Silva Celis y Margarita Silva (información personal, 2000) a cerámica muisca. Si esto se llegase a confirmar, sería la fecha más antigua y señalaría que el desarrollo de la cultura Muisca se remontaría a un período más antiguo de lo que se pensaba, por lo menos para el norte de Boyacá, entre los siglos II-IV d. El yacimiento de Chita, por su parte, está asociado a cerámica Herrera. Tasco y Jenesano corresponden al período cultural Muisca.

4. Resul tados

4.1 Análisis individual

Se estimó el sexo según los parámetros de variación morfoscópica del cráneo (desarrollo de las inserciones musculares, forma de la mandíbula, tamaño de las apófisis mastoideas, tamaño dental) y esqueleto postcraneal cuando se poseía (forma dei ilion y pubis, escotadura ciática mayor, robustez de huesos largos), además de las dimensiones del cráneo y' huesos largos (Rodríguez, 1994). Hubo dificultades en la estimación del sexo en la colección de cráneos procedentes de la Mesa de los Santos, Santander (Tabla No. 6, 7), por cuanto son muy gráciles, manifiestan reducido dimorfismo sexual y no poseen ni dientes ni esqueleto postcraneal. Por tal razón se consideraron las medidas que expresan mayormen­te este dimorfismo como las anchuras cigomática, frontotemporal y cigomaxilar.

La edad se estimó teniendo en cuenta el grado de obliteración de las suturas craneales, el desgaste dental y la metamorfosis de la sínfisis púbica, superficie

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CRANEÓMETRÍA DE LA POBLACIÓN PREHISPÁNICA DE LOS A.NDES ORIENTALES DE COLOMBIA 2 6 1

auricular del ilion y de la fosita articular de la cuarta costilla, cuando existía (Buikstra et al., 1994). Se apreció que el diagnóstico de la edad apoyado sola­mente en el desgaste dental sobrestimaba la edad en unos 5 años, en virtud del acentuado desgaste dental por la dieta abrasiva de los alimentos procesados en metates y manos de moler de piedra que arroja partículas silíceas bastante abrasivas.

El análisis paleopatológico se orientó a detectar las anomalías que desvir­túan las dimensiones originales de la bóveda craneal (esplagiocefalia, hidroce­falia, osif icación incompleta , fracturas, t repanación, deformación ante y postmortem); del maxilar por desgaste dental, caries, enfermedad periodontal y pérdida de dientes que produce absorción alveolar; y de otras regiones de! cráneo como consecuencia de la atrofia de los cóndilos mandibulares y de las apófisis mastoideas (Rodríguez, 1999).

Dado que algunos grupos étnicos practicaban la deformación cefálica inten­cional, particularmente los guanes (Mesa de los Santos), laches (Cocuy), muiscas de Tunja (Cercado Grande de los Santuarios y Samacá), muiscas de Sogamoso (Sativa), muiscas de Bogotá (Pasca, Gachalá), y, especialmente, los grupos ca­ribes (panches, valles del Cauca y Magdalena), quimbayas y del Altiplano Na-riñense; se estableció una codificación (Tabla No. 1) que abarcara tanto los procesos intencionales, los no deliberados (deformación de cuna, porte de car­gas a la espalda) y los naturales (postmortem), modificando la propuesta de T. D. Stewart (1973:186-187).

Hay que acotar que si bien la práctica de deformación se ha asociado según algunos autores a estatus social (Pradilla et al., 1995; Boada, 1995; Quiñones, Segura, 1998); no obstante, el estatus podía ser heredado entre los descendien­tes de los caciques, pero también adquirido por mérito propio, como se obser­vaba entre los guechas, seleccionados por su corpulencia para salvaguardar las fronteras muiscas ante el embate de los belicosos caribes. Estos últimos al no poseer estatus heredado no sufrían la deformación cefálica al nacer, y, por con­siguiente, se les encuentra sin tal alteración en las tumbas. Tal podría ser el caso de la tumba No. 88 del cementerio de Soacha, Cundinamarca, excavado en 1987 por Alvaro Botiva (1988), y que corresponde a un individuo senil, muy robusto, enterrado en una planta de vivienda; práctica destinada a los jefes mayores.

4.2 Análisis in t ragrupa l

Para el análisis estadístico solamente se midieron los individuos adultos mayores de 20 años de edad que ya han alcanzado la madurez ósea a nivel del

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262 L O S C H I B C H A S

Tabla No. 1. Tipos de deformación cranea l

Cod

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

11

12

13

Tipo

Ninguno

Frontal oblicua

Frontal vertical

Lambdoideo

Occipital vertical

Fronto-occipital paralela (tabular oblicua)

Fronto-occipital vertical (tabular erecta)

Fronto-occipital convergente (tabular oblicua convergente) Pseudocircular

Coronal

Occipito-temporal

Fronto-occipital oblicuo-erecto

Parietal aquillado

Características

Sin deformación evidente.

Aplanamiento frontal inclinado, sin alterar el occipital por contra fuerza, al soportar cargas a la espalda sujetas con bandas en la frente desde la temprana infancia; no sería intencional.

Aplanamiento frontal erecto, sin alterar ei occipital, por presión de bandas sobre la sutura coronal. Se aprecia en muiscas de Tunja y Samacá.

Aplanamiento inclinado de la región lambdática, en la intersección del occipital y parietales, afectando hasta obelion; se observa en niños sujetados rígidamente a la cuna por la parte postero-superior de la cabeza; puede ser deliberado o accidental. Se observa en muiscas de Tunja.

Aplanamiento vertical del occipital, por presión de la parte posterior de la cabeza sobre la superficie dura de la cuna. Predomina en muiscas de Bogotá.

Deformación del frontal y occipital con inclinación posterior de ambos huesos; se relaciona con práctica deformatoria de cuna. Predomina en la Mesa de los Santos y Sativa. Aplanamiento vertical por presión simultánea de ambos huesos por tabletas curvas de arcilla sujetas lateralmente. Predomina en el valle del Cauca.

Deformación de ambos huesos pero con planos convergentes. Se observa en Tunja y Samacá, Boyacá y en Gachalá, Cundinamarca.

Deformación de los huesos frontal y occipital mediante bandas que producen una depresión circular. Se observa en Mesa de los Santos y Chiscas.

Depresión a lo largo de la sutura coíonal. Reportada en yukos de la Sierra de Perijá. Aplanamiento lateral de occipital y temporal por presión no controlada de cuna o postmortem.

Aplanamiento inclinado del frontal y vertical del occipital, por planos diferentes de las tabletas deformatorias. Se observa en Sativa, Floresta (muiscas), Duitama (Herrera), valle del Magdalena (panches), Tibacuy, Nariño.

Debido a la obliteración prematura de la sutura sagital se produce un aquillamiento de los parietales.

cráneo, aunque pueden presentar ausencia de sinostosis de las epífisis articula­res. La composición de la base de datos se extendió a 83 variables cráneo-métricas (Tabla No. 5) reportadas en los estudios de Alexeev, Gochman, 1984; Gilí et al., 1986; Howells, 1989; Neves et a l , 1995. Se estudiaron y procesa­ron por aparte los grupos de ambos sexos en virtud del dimorfismo sexual existente en la especie Homo sapiens sapiens que se puede aproximar al 4% (oscilando entre 2.9 a 5%) en la mayoría de dimensiones craneométricas para

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CRANEOMETRÍA DE LA POBLACIÓN PREHISPÁNICA DE LOS A N D E S ORIENTALES DE COLOMBIA 2 6 3

las poblaciones prehispánicas de Colombia -en cuanto a la estatura se aproxi­ma al 7%-. Esto significa que el índice promedio es de aproximadamente 1,04 para convertir medidas femeninas a masculinas.

La deformación que prevalece entre los cráneos analizados es la occipital (tipo 5 y 6), producida quizás por cuñas deformatorias utilizadas durante la permanencia de los niños en la cuna. El aplanamiento del occipital es de tal magnitud, que afecta considerablemente las dimensiones naturales de la bóve­da craneal; al colocar los cráneos sobre superficies planas éstos reposan de manera equilibrada sobre el occipital. Al analizar la correlación de Pearson entre la deformación craneal y las distintas variables craneométricas estudia­das, se encontró que la subtensa frontal (-.510**), la fracción de la subtensa frontal (.439**)* el diámetro transverso máximo (.434**), la subtensa occipital (-.407**), el diámetro antero posterior máximo (-.403**), la cuerda parietal (-.368**), la anchura frontal máxima (.296**), la anchura biauricular (.289**), la anchura biastérica (.261**), la proyección glabelar (.223**), la anchura max i loa lveo l a r ( .214**) , la anchura b i c igomá t i ca ( .213**) , la longi tud mandibular (- .212**), la anchura bicondilar ( .200**), la anchura biorbital (.201**) y zygoorbital (.201**) son las dimensiones más afectadas por esta práctica cultural arraigada en algunos pueblos indígenas. A mayor deforma­ción mayor anchura craneal, menor pronunciamiento del frontal y occipital y menor longitud de la bóveda craneal. En virtud que la deformación de la cabe­za se realizaba en los primeros años de vida aprovechando la plasticidad del neurocráneo, esta práctica afectaba su crecimiento impidiendo el desarrollo normal de un hueso aparentemente estable como el parietal, el cual era reduci­do en longitud, al igual que el frontal y el occipital, aunque con menor intensi­dad. Como consecuencia de este proceso la longitud total de la cabeza se veía afectada, reduciéndose considerablemente, especialmente en las deformacio­nes fronto-occipital tipos 7 (vertical) y 12 (frontal oblicuo y occipital erecto); como sucedía en las poblaciones caribes de los valles de los ríos Cauca y Mag­dalena, y en el altiplano Nariñense (Tabla No. 2).

Por su parte, las dimensiones de proyección (frontomalar, cigomaxilar y simótica), exceptuando el ángulo nasofacial (.174**) y los radios de Howells (.210** a .272**) no se ven afectados por la deformación craneal. Estos facto­res hay que tenerlos en cuenta en la selección de las variables para los análisis intra-intergrupales, pues pueden incidir en el establecimiento de los niveles de similitud y el significado de las diferencias (Tablas No. 6, 7).

La mayoría de variables observan similares coeficientes de correlación de Pearson a los reportados por Howells (1989), particularmente los que definen los mismos segmentos. Así, los segmentos transversos como la anchura máxi­ma del neurocráneo está s ignif icat ivamente corre lacionado con la anchura

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264 L O S C H I B C H A S

Tabla No. 2. Frecuencia de los tipos de deformación craneal

Tipo

Sexo

1

2

3

4

S

6

7

8

9

10

11

12

13

Muisca Bogotá

M

42.2

--3.6

21.7

3.6

12

3,6

-1.2

9.6

2,4

-

F

37

--6.2

39.5

1.2

3.7

1.2

--9.9

1.2

-

Muisca Tunja

M

44

--8.5

34

--8.5

---2.1

2.1

F

46.4

---35.7

--14.3

----3.6

Muisca Sogamoso

M

55.5

--2.2

26.7

15.5

-

-----

F

66.7

--13.3

20

--------

Los Santos

(Guane)

M

28.1

---12.5

43.8 •

--12.5

--3.1

-

F

36.8

--5.3

10.5

26.3

--21

----

Silos

(Chitarero)

M

77.8

---22.2

--------

F

62.5

---37.5

--------

Cocuy

(Lache)

M

12.5

---50

12.5

-25

-----

F

----66.7

33.3

-------

biauricular (.792**), frontal máxima (.764**), biastérica (.602**), bicigomática (.600**), bicondilar (.578**), frontal mínima (.453**), biorbital (.437**), fronto malar orbital (.464**), maxiloalveolar (.385**), orbitaria (.369**), bigoniaca (.357**) y grosor del cuerpo mandibular (.345**). En menor medida con los ángulos nasofacial (.161*), nasomalar (.202**), cigomaxilar (.201**) y simótico (-.105) y la anchura nasal (.180**). Los segmentos longitudinales manifiestan una tendencia similar, de manera que el diámetro antero posterior máximo se correlaciona significativamente con la cuerda parietal (.684**), cuerda frontal (.598**), longitud nasiobasion (.534**), cuerda occipital (.420**), los radios (.252 a .644**) y la altura basibregmática (.403**). En menor medida con los ángulos nasofacial (- .400), nasomalar (- .233**), c igomaxi lar (-.279**) y simótico (-.138). Finalmente, los segmentos altitudinales como la basibregmática expresan una alta correlación con los radios (.294 a .781**), altura facial total ( . 358**) , las a l tu ras de la mand íbu l a ( .270 a .453**) y con a lgunos longitudinales como la nasiobasion (.649**), cuerda parietal (.553**), cuerda frontal (.489**), basiprosthion (.412**) y malar (.402**). Existe poca correla­ción con los ángulos nasofacial (.102), nasomalar (.199**), cigomaxilar (-.103) y simótico (-.121).

De esta relación se deduce que los radios y sus respectivos ángulos pro­pues tos por Howel ls (1973) no t ienen mucho valor es tadís t ico por estar significativamente correlacionados con la mayoría de variables, y, por consi­guiente, se pueden obviar del listado de mediciones craneométricas, reducien-

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CRANEOMETRIA DE LA POBLACIÓN PREHISPÁNICA DE LOS A N D E S ORIENTALES DE COLOMBIA 265

do así el tiempo de análisis de los respectivos cráneos. No obstante, son útiles para la reconstrucción de los contornos craneales y establecer el grado de de­formación tanto del. frontal como del occipital (subtensa y fracción).

Por otro lado, en la matriz de estructura (Tabla No. 3) construida a partir del análisis discriminante en donde la variable de agrupación es el ecosistema y las independientes las craneométricas, usando el estadístico M de Box, matriz de correlaciones intragrupos; se aprecia que en las correlaciones intragrupo combinadas entre las variables discriminantes y las funciones discriminantes canónicas tipificadas, el ángulo cigomaxilar ocupa un lugar preferencial, al igual que las alturas facial superior y la orbitaria, para la primera función; en la segunda se ubican ia altura y anchura nasal y los ángulos nasomalar y simótico. La variación del ángulo cigomaxilar está asociada con el grado de prognatismo alveolar, más evidente en arcaicos, negroides y poblaciones de ambientes desérticos (Glanville, 1977).

En general, los ángulos malar, nasofacial, nasomalar, cigomaxilar, simótico, dacrial, alpha y zygoorbital representan un excelente potencial informativo, por estar poco correlacionados con otras variables longitudinales, altitudinales y t r ansve r sa l e s , como también por su capac idad d i fe renc iadora a nivel

Tabla No. 3. Matriz de estructura discriminante.

Variable

Ángulo cigomaxilar Altura nasoalveolar Altura orbitaria Anchura bicigomática Ángulo nasofacial Longitud nasobasilar Altura nasal Ángulo nasomalar Ángulo simótico Anchura frontal mínima Anchura nasal

Anchura orbitaria mf Diámetro antero posterior máx Longitud nasoprosthion Diámetro transverso máx Altura basibregmática

Función

1 .725* .658* .365* .300* -.197* .195* .679 .352 .226 -.015 .225 .184 .145 .052 .095 .003

2 -.689 .464 .309 .156 .191 .187

.734* -.396* -.353* .309* .302* .280* .194* .180* .168* .078*

* Mayor correlación absoluta entre cada variable y cualquier función discriminante

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266 L O S C H I B C H A S

intergrupal. Así, el ángulo cigomaxilar permite diferenciar muy bien los gru­pos negroides y australoides de los caucasoides y mongoloides; a su vez, el nasomalar, nasofacial y simótico diferencian los caucasoides de los mongoloides, las poblaciones del nordeste norteamericano de las del noroeste.

4 .2 .1 . Población precerámica

Compuesta por los grupos de Tequendama (temprano, 8000-5000 a.P.) (Ta­bla No. 6)(Correal , van der Hammen, 1974), Checua (Foto No. 1) (Groot, 1992), Chía (Ardila, 1986) y Floresta (Buitrago, Rodríguez, 1998) por un lado, y por Aguazuque (Foto No. 2, 3) y Vistahermosa (tardío) (Correal, 1990), por otro (Tablas No. 6, 7). El grupo temprano (Foto No. 1) se caracteriza por poseer una bóveda craneal alargada, angosta y alta (dolicohipsicéfala) . La frente es angosta, medianamente pronunciada en sus arcos superciliares. Las órbitas son de dimensiones medias. Los huesos nasales son poco sobresa­lientes, de anchura media, al igual que la apertura periforme. La mandíbula es de anchura media a nivel condilar pero angosta en la región goniaca; men­tón poco pronunciado; rama ascendente ancha. El rostro en genera! es de anchura, altura y proyección media en la porción frontomalar, aunque perfi­lado en el plano cigomaxilar.

El grupo de Aguazuque (tardío, 5000-2700 a.P.) (Foto No. 2) repite a gran­des rasgos las características morfométricas de Tequendama, aunque es más grácil , con arcos superciliares menos pronunciados, de rostro más angosto, más a l to , más per f i l ado , fosa canina más profunda por observar mayor prognatismo facial; la mandíbula es igualmente más grácil (Correal, 1990). De bóveda craneal alargada, muy angosta, alta. Frente angosta, medianamente pronunciada, arcos superciliares medianamente desarrollados. Órbitas de di­mensiones medias. Nariz ancha en su base, poco prominente, apertura periforme de anchura media; de corta altura. El rostro es de anchura y altura media; medianamente aplanado en la porción frontomalar, perfilado en el cigomaxilar. Mandíbula angosta a nivel bicondilar, muy angosta en ei bigoniaco, de cuerpo corto de altura, muy delgado, rama ascendente alta y de anchura media. La estatura reconstruida para varones es de 157,1 cm y de 155,4 cm para mujeres. Desde el punto de vista de sus características genéticas, en un individuo de Checua fue ubicado haplotipo mitocondrial C; en tres individuos de Aguazuque haplotipo B (Fernández, 1999).

E x c e p t u a n d o la l o n g i t u d n a s i o b a s i o n , c u e r d a p a r i e t a l , l ong i tud basibregmática, altura nasoalveolar y la anchura maxiloalveolar, el grupo mas­culino es más variable. A pesar de estar distanciados temporalmente cerca de 2000 años, las diferencias entre las poblaciones precerámicas temprana y tar-

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CRANEOMETRIA DE LA POBLACIÓN PREHISPÁNICA DE LOS ANDES ORIENTALES DE COLOMBIA 2 6 7

día son insignificantes (Gráfica No. 1), y por consiguiente, se pueden agru­par en un solo conglomerado denominado por Neves et al., (1995) PIHL (Paleoamerican Indian Highland) (Tablas No. 6, 7). Habitualmente se consi­dera que este grupo, por su aspecto mesomorfo, no especializado en direc­ción m o n g o l o i d e , m a n i f i e s t a una gran a f in idad con las p o b l a c i o n e s australo-melanesias, interpretado como producto de un origen común por al­guna de las oleadas migratorias. No obstante, las distancias euclídeas de este trabajo, tanto en masculinos como en femeninos, reflejan una gran cercanía a las poblaciones arcaicas y horticultoras de la región andina, al arcaico de México (Coahuila), Kentucky (Indian Knoll), Alabama (Shell Mound) y, es­pecialmente a la contemporánea botocudo (EGCB) del Brasil. De otras latitu­des se aproxima a las arcaicas asiáticas (Ulangom, Serov) y Ainu. Su aspecto mesomorfo encaja en la discusión sobre los or ígenes de las poblac iones paleoasiáticas, en donde se plantea ya sea mesomorfia o mestizaje para ex­plicar los rasgos no muy bien definidos entre mongoloide y caucasoide de algunas poblaciones arcaicas y contemporáneas de los Urales (Janti, Mansi, Ket) (Debetz, 195; Mamonova, 1980; Dremov, 1980; Alexeev, Gochman, 1984; Kozintsev et al., 1999). Además, tanto las distancias craneométricas (Figura No. 2) como las no métricas (Figura No. 5) señalan la continuidad fenética entre paleoamericanos y andinos; en esta última figura se aprecia una gran cercanía entre Tequendama y Aguazuque con los muiscas de Bogotá, Tunja y Sogamoso, además con Silos, Los Santos, y, en menor medida, con Cocuy y Duitama.

Por otro lado, vale la pena resaltar que el individuo de Aguazuque Az-458-16 (Foto No. 3) de estrato superior y más tardío (Correal, 1990). observa rasgos muy par t i cu la res , con un índice cefál ico de 7 7 , 1 , bóveda craneal t rapezoidal ; ángulo nasofrontal de 139,8° y c igomaxi lar de 124,8°; altura orb i ta r ia de 37 mm; su color es amar i l lo , d i ferente al gris del res to de enterramientos -quizás no fue cremado- . Es probable, entonces, que se haya presentado un proceso de t ransición entre los dol icocéfalos tempranos y braquicéfalos tardíos.

4.2.2. Población Herrera

El material óseo del período Herrera procede básicamente de la vereda San Lorenzo Bajo, municipio de Duitama, Boyacá. Corresponden a un rescate ar­queológico realizado por el arqueólogo Camilo Rodríguez durante 1999, fe­chados en 2000 años a.P. (información personal de Camilo Rodríguez). También se han incluido algunos ejemplares excavados en el Templo de Goranchacha por Gregorio Hernández de Alba (1937) y los excavados por Pablo Pérez (1999) en Chita, Boyacá. El cráneo mejor conservado de Duitama (Foto No. 4) perte-

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268 L O S C H I B C H A S

nece a un individuo de sexo masculino, 35-40 años de edad, con deformación fronto-occipital, variante 12, con el frontal inclinado y el occipital erecto. Bó­veda craneal muy ancha y muy corta, de altura reducida como consecuencia de la deformación. Frente muy angosta y muy inclinada por la misma observa­ción anterior. Órbitas altas, de anchura media. Nariz angosta, de altura media, con huesos nasales propios poco pronunciados. Rostro ancho, alto, de pómu­los pronunciados. La mandíbula es muy ancha en su porción condilar, media a nivel gonial, de rama ascendente de anchura media y poco inclinada. La bóve­da craneal es ancha y corta; la frente es angosta, inclinada; órbitas altas, de anchura media; nariz angosta, alta, poco prominente. El rostro es ancho, alto y aplanado, con pómulos prominentes. La estatura reconstruida en los pocos ejem­plares de que disponemos es de 165,5 cm para los varones y de 150 cm para las mujeres.

Por el conjunto de rasgos se asemejan a las poblaciones andinas, especial­mente de Tunja, incluido el tipo de deformación craneal. No presentan la bóve­da craneal ancha, baja e inclinada, nariz ancha y aplanada, y ante todo el prognatismo alveolar característico de los grupos venezolanos (Guajira, Cerro de Luna, La Pica), de donde algunos autores asumen provienen en oleadas tardías (Lleras, 1995). Desde el punto de vista genético los estudios en el indi­viduo D-04 señalan haplotipo mitocondrial B, que predomina entre los muiscas (Fernández, 1999).

Por su parte, los individuos No. 2 y 5 (Foto No. 5) procedentes del sitio de Arboloco, sector de Chonegal, vereda de Vichacuca, municipio de Chita (Pérez, 1999), asociados a cerámica del tipo Covarachía Inciso Impreso, fechados en­tre los siglos I-II a V d . C , correspondientes a comunidades relacionadas al período Herrera del Formativo Tardío; se caracterizan por ser de bóveda cra­neal alargada, angosta y baja, occipital redondeado, órbitas muy altas y muy anchas. La estatura reconstruida de tres individuos masculinos arrojó una cifra de 156±2,8 cm. Estas características físicas son muy diferentes tanto de los paleoamericanos - a pesar de ser dolicocéfalos- , los herreras de Duitama y Tunja como de los tardíos laches. Entretanto, el material óseo de Cocubal, Jericó como el de Chiscas, fechado el primero entre los siglos XIV-XVI d.C. podría corresponder a la etnia Lache (Pérez, 1999).

Estas anotaciones señalan que la morfología de la población Herrera es muy heterogénea y se deduce a partir de unos cuantos ejemplares; por consiguiente la muest ra no es representat iva para resolver el problema del paso de los plantadores precerámicos a los agroalfareros tempranos. Este es uno de los mayores vacíos investigativos del presente reporte y que futuras investigacio­nes deberán resolver.

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CRANEOMETRIA DE LA POBLACIÓN PREHISPÁNICA DE LOS AMDES ORIE N T A LES DE COLOMBIA 269

Foto 1. Checua 12

Foto 2. Aguazuque 458

Foto 3. Aguazuque 458-16

Foto 5. Chita T-:

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4.2.3. Muiscas

a) Población de Bogotá

El grupo de Bogotá está integrado predominantemente por ejemplares de Soacha (Foto No. 6), Bogotá (Candelaria la Nueva, Tunjuelito), y unos pocos ejemplares de Guatavita, Gachalá (Foto No. 7) y Pasca. Se caracteriza por ser de bóveda craneal corta, ancha, de altura media. La frente es de anchura media, poco prominente, de arcos superciliares desarrollados. Las órbitas son de anchu­ra y altura media. La nariz es de anchura media, corta de altura, poco pronuncia­da en su punta, de valor medio en la raíz (simótica). La región maxiloalveolar es bastante ancha. El rostro en general es ancho, corto de altura, aplanado a nivel frontomalar, perfilado en cigomaxilar; los pómulos son prominentes La mandí­bula es ancha en su porción bicondilar, de anchura media en la bigoniaca. El cuerpo mandibular es bajo, medianamente grueso; la rama ascendente es ancha, ángulo medianamente abierto. La mandíbula en su rama ascendente es de an­chura media, corta de altura, con una amplia distancia intercondilar acompañada a su vez de una anchura media en su porción bigonial.

A pesar de esta caracterización generalizada del patrón morfológico total de los muiscas de Bogotá, cabe resaltar que las mujeres (Foto No. 6) se diferen­cian del patrón masculino por presentar un rostro más ancho que encaja en el grupo de mayor anchura facial en el ámbito mundial; la nariz es igualmente más ancha y aplanada y el grado de robustez mandibular es mayor. Esta última característica podría estar relacionada con la actividad de masticación del maíz en la preparación de la chicha, bebida que se fermentaba con la saliva de las mujeres.

El grupo masculino es más variable a nivel del diámetro antero posterior, a l tura ba s ib regmá t i ca y d imens iones mand ibu la res (anchura b icondi lar , bigoniaca, longitud del cuerpo y altura mentoniana). El grupo femenino es más variable en cuanto las anchuras (diámetro transverso, anchura frontal, biastérica, cigomaxilar) y ángulo nasofacial. En cuanto a la deformación craneal se refie­re, vale la pena resaltar que predomina el aplanamiento occipital (35.9 % en masculinos y 55.6% en femeninos, variantes 4, 5 y 11). En Pasca y Gachalá (Foto No. 7) (Tabla No. 2) se aprecia deformación fronto-occipital, variantes 6, 7, 8 y 12; con un 21.6% en masculinos y solamente 7.3% en femeninos, seña­lando probablemente diferenciación social y sexual.

La estatura promedio de los varones muiscas de Soacha se aproxima a los 158,6±3,1 cm, en las mujeres a 147,4±3,6 cm. El índice braquial (proporción entre la longitud del radio con relación al húmero) es de 78,5 en varones y 75,6 en mujeres, expresando una proporción entre el antebrazo y el brazo cercano

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al promedio de los amerindios y negroides. El índice crural (relación entre la tibia/fémur) es de 81,1 y 82,0 en varones y mujeres respectivamente, expre­sando una pierna relativamente corta con relación al muslo. Por el índice intermembral (húmero/fémur) la extremidad superior es relativamente más corta que la inferior. En general, eran de estatura baja, tronco largo, pecho ancho, brazos largos y piernas cortas. En los estudios de ADN mitocondrial predomi­na el haplotipo B, aunque se encuentran también A, C y D (Fernández, 1999).

b) Población de Tunja, Boyacá

El grupo de Tunja es el más homogéneo por corresponder básicamente al material excavado en el Cercado Grande de los Santuarios (Foto No. 8), pre­dios de la UPTC; también se han incluido algunos ejemplares de Vélez, Santander. Resalta por ser de bóveda craneal corta en sentido antero posterior, anchura y altura medias. Frente angosta, muy poco prominente; arcos superciliares medianamente prominentes. Órbitas de anchura y altura media. Huesos nasales poco sobresalientes; apertura periforme de anchura media, cor­ta de altura. Rostro en general de anchura y altura media, aplanado a nivel frontomalar, perfilado en la porción cigomaxilar. Predomina el aplanamiento occipital con diferentes grados de intensidad, desde la variante vertical (5) has­ta la fronto-occipital convergente; esta última presenta una frecuencia de 8.5% y 14.3%, respectivamente para hombres y mujeres, contrariamente a lo que se observa en otros grupos de Bogotá y Sogamoso (Tabla No. 2). En varios casos se aprecia que el cráneo puede reposar de manera equilibrada sobre el occipital. Algunos ejemplares presentan rasgos guanoides por su morfología facial, es­pecialmente de la nariz. Las mandíbulas de Tunja son menos robustas y mucho más angostas; este rasgo aunado a una mayor frecuencia de caries podría seña­lar la inclusión en la dieta alimenticia de una variedad de maíz más blando y con mayor contenido de glúcidos como el Zea maiz saccharata. El grupo mas­culino manifiesta mayor variabilidad en la gran mayoría de rasgos, exceptuan­do el diámetro transverso máximo y los ángulos nasales.

La estatura promedio en varones era de 159,7±3,1 cm y para las mujeres de 152,7±3,6 cm (Alvarez, 1999). Los cronistas señalaban que eran los más serranillos y pequeños de cuerpo que los demás pobladores del Nuevo Reino de Granada (Rodríguez, 1999:53). No obstante, el individuo masculino Tun.Lab.Ez2, de 25-30 años de edad, medía aproximadamente 177 cm de altu­ra. El índice braquial (radio/húmero) es de 78,8 en varones y 75,2 en mujeres, proporción entre el antebrazo y el brazo cercana al promedio indígena. El índi­ce crural (tibia/fémur) es de 83,2 y 83,3 en varones y mujeres respectivamente, denotando una pierna relativamente corta con relación al muslo. Por el índice intermembral (húmero/fémur) los índices son, respectivamente, 70.3 y 71.1.

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Foto 6. Soacha T-lí Foto 8. Tunja la Fuente F-l

Foto 7. Gachalá 458-13 Foto 9. Sativa 4300105E

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Su cuerpo era bajito de estatura, de tronco largo, piernas cortas y porciones distales de los miembros relativamente cortas.

c) Población de Sogamoso, Boyacá

Integrada en su totalidad por la colección Eliécer Silva Celis del Museo Arqueológico de Sogamoso, proveniente mayoritariamente de las excavaciones realizadas alrededor del Templo del Sol, vereda Monquirá, Sogamoso, además de Sativa (Foto No. 9), Socotá, Belén, Departamento de Boyacá. Su bóveda craneal es corta en sentido antero posterior, ancha, de altura media. La frente es de anchura media, muy poco prominente, con arcos superciliares mediana­mente desarrollados. Las órbitas son angostas, de altura media. Los huesos nasales son poco prominentes en su punta aunque en ia raíz poseen valores medios; la apertura periforme es de anchura media, de altura reducida. El ros­tro en general es ancho, bajo, aplanado en su porción frontomalar, de perfilación media en maxilares. La mandíbula es ancha en el plano condilar, de valor me­dio en el bigoniaco. La rama ascendente es ancha, de altura media y ángulo cerrado; el cuerpo mandibular es de grosor medio.

Este grupo observa varianzas muy amplias en los rasgos relacionados con la bóveda c ranea l , e spec i a lmen te en la fracción sub tensa nas ion , fracción sublambda, diámetros antero posterior, cuerdas parietal, diámetro transverso, altura basibregmática; quizás como consecuencia del aplanamiento occipital. En la mandíbula resalta la amplia variación de la altura y el ángulo de la rama ascendente, las anchuras bicondilar, bigoniaca y la longitud del cuerpo. El gru­po femenino es más variable que el masculino en cuanto los diámetros antero posterior, anchuras frontales, biastérica, ángulos nasofacial y nasomalar y an­chura maxiloalveolar. El masculino, a su vez, en cuanto a las dimensiones mandibulares, longitud y radio al prosthion.

De esta población resalta la muestra de Sativa por su deformación fronto-occipital paralela (Foto No. 9) (15.5%), que afecta solamente a los individuos masculinos, reflejando posiblemente una diferenciación social y sexual, o sim­plemente está relacionado con problemas de muestreo. Por otra parte, el estu­dio de ADN mitocondria l de una momia de Socotá demostró haplot ipo B (Fernández, 1999).

d) Población de la Mesa de los Santos, San tander

Procedente primordialmente de la Mesa de los Santos (Cueva de los Indios, la Purnia), incluye algunos ejemplares de Zapatoca, Santander, de posible filia­ción Guane. En general, la bóveda craneal es muy corta en sentido antero pos-

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terior, ancha y muy baja, encajando en la categoría de las más bajas en el ámbito mundial. El frontal es angosto, muy inclinado, con arcos superciliares muy poco prominentes. Lo mismo se observa en las apófisis mastoides. Las órbitas son angostas pero altas. Los huesos nasales se pronuncian mediana­mente y son angostos en su raíz; la apertura periforme es angosta, de altura media. El rostro es de anchura, altura y perfilación media a nivel frontomalar; perfilado en el plano cigomaxilar. La mandíbula es pequeña y grácil. Este gru­po es g l o b a l m e n t e g rác i l , man i f e s t ando poco d imor f i smo sexual tan to morfológica como métricamente. En los estudios de ADN mitocondrial se ha localizado haplotipo B (Fernández, 1999).

P r e d o m i n a la de fo rmac ión f ron to-occ ip i t a l pa ra le l a , pa r t i cu l a rmen te mascul ina (43 .8% contra 2 6 . 3 % en femeninos) y la pseudocircular (Tabla No. 2), especialmente en individuos femeninos ( 2 1 % contra 12.5%). Mien­tras que los ejemplares encontrados en los osarios 1 y 2 de la vereda La Purnia (Foto No. 10), municipio de Los Santos no presentan deformación cefálica, las momias de la Cueva de los Indios (Foto No. 11) y otros crá­n e o s e x p u e s t o s en la Casa de Bo l íva r de la A c a d e m i a de H i s to r i a de San tande r y en el Museo H o r a c i o Rodr íguez P l a t a de Socorro , resal tan por su deformación f ronto-occip i ta l ob l icua y pseudoc i rcu la r producida quizá por bandas deformator ias . La es ta tura recons t ru ida señala 163 cm para los hombres y 151 cm para las mujeres . Por lo vis to eran los más a l tos y de piel más c lara entre los ch ibchas , tal como lo señalaron los c ron i s tas (Rodr íguez , 1999:53) .

e) Población del Cocuy, Boyacá

Compuesta por ejemplares procedentes básicamente de Cocubal , Jericó, Boyacá (Foto No. 12), excavados por el arqueólogo Pablo Pérez (1997); y Chiscas, excavados en los años 40 por Eliécer Silva C. (1944, 1945), y de posible filiación Lache. Su bóveda craneal es de longitud, anchura y altura media. Frente de anchura media, poco prominente, arcos superciliares poco desarrollados. Las órbitas son de anchura media, de corta altura. La nariz es muy poco prominente, de anchura media, muy corta de altura. El rostro es ancho, bajo, aplanado a nivel frontomalar, de valor medio en el cigomaxilar. La mandíbula es de anchura media en la porción bicondilar, angosta a nivel goniaco. El cuerpo mandibular es muy bajo y muy delgado; la rama es baja, muy ancha, de ángulo cerrado. La deformación craneal que predomina es la occipital vertical, con prevalencia en individuos femeninos (37.5%) en compa­ración con los masculinos (22.2%). Exceptuando la altura basibregmática, el ángulo s imót ico , la al tura nasoa lveolar y las d imens iones de la apófisis mastoides, el grupo femenino es más variable.

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Foto 10. La Purnia 014 Foto 11. Los Santos HG-13

Foto 12. Jericó J-31 Foto 13. Agua de Dios 09

La mayoría de cráneos son robustos, masivos y pesados. Arcos superciliares desarrollados y en general de fuertes inserciones musculares (Foto No. 12). El análisis genético de una muestra de Jericó, Boyacá evidenció haplotipo mitocondrial C; de una momia proveniente del Llano del Tabaco, Chiscas, haplotipo D; de otra momia de cercanías de los llanos haplotipo B (Fernández, 1999).

f) Población de Silos, Norte de Santander

Integrado por ejemplares procedentes exclusivamente de Silos, Norte de Santander, excavados en los años 40 por Eliécer Silva C. De bóveda craneal corta, anchura y altura medias. Frente de anchura media, muy poco prominen-

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te, con arcos superciliares desarrollados. Las órbitas son de altura y anchura medias. La nariz es prominente, angosta y baja. El rostro es ancho, de altura media, aplanado en la región frontomalar, perfilado en el cigomaxilar. El grupo masculino es más variable que el femenino, aunque hay que tener en cuenta que este último se compone solamente de tres individuos. Predomina el apla­namiento occipital vertical en mujeres (66.7% contra 50% en masculinos); la deformación fronto-occipital convergente está presente solamente en masculi­nos (25%). También se presenta la variante fronto-occipital paralela. Este gru­po es el menos representado en el registro óseo, aunque existe un material excavado en Mutiscua y Bucaramanga excavado por el arqueólogo Leonardo Moreno para un próximo estudio.

4.3 Análisis in te rgrupa l

Comparando todos los grupos chibchas, a grandes rasgos el grupo de Bogo­tá es el más mongoloide, con mayor anchura bicigomática y mayor aplana­miento frontomalar y anchura transversa; además es el más heterogéneo como se refleja en los coeficientes de variación. Quizás esto obedezca al hecho de que la extensión territorial de los muiscas de Bogotá cubría vastas regiones ocupadas por grupos muy heterogéneos por los diversos contactos étnicos, como Pasca y Tibacuy al sur y Guatavita al oriente. Su morfología es muy similar a la de los muiscas de Sogamoso y al grupo de Silos, Santander, con los cuales se integran en todos los conglomerados jerárquicos. De sus vecinos del occidente del Departamento de Cundinamarca, los panches, se diferencian ampliamente por cuanto estos últimos poseen frente y rostro más anchos, nariz más promi­nente, y ante todo, por el tipo de deformación craneal y su gran robustez (Foto No. 13).

Llama la atención el hecho que la población prehispánica del Valle del Cauca (Foto No. 14), a pesar de su distanciamiento y la existencia de barreras geográ­ficas que impedían el intercambio genético, observan un patrón morfométrico muy similar al de los muiscas de Bogotá y Sogamoso y al de Silos. Esta conver­gencia fenética no se puede explicar por similitud adaptativa pues el ambiente andino es diferente al del valle interandino del río Cauca, sino por compartir algún tronco ancestral común.

Las diferencias con la población prehispánica de la Guajira -que según al­gunos autores podría ser la región ancestral de los chibchas de los Andes Orien­tales-, son mayores, hasta el punto que no comparten rasgos similares. El grupo de la Guajira resalta por su mayor prognatismo, nariz más ancha y deprimida, dientes más grandes, rostro más angosto y. ante todo, por poseer la bóveda craneal inclinada, ancha y corta (Foto No. 15).

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La serie de Tunja posee el rostro y frente más angosta; bóveda craneal más alta, mayor incidencia de deformación fronto-occipital convergente. Comparte varios rasgos comunes con las poblaciones de la Sierra Nevada del Cocuy (Lache), y también con la de la Mesa de los Santos (Guane). Presenta varios rasgos faciales s imi la res a la poblac ión cos tera de Perú (Chicama) , el precerámico de Cuba (Siboney) y el paleoamericano de Brasil (PILL).

El grupo Guane es el más caucasoide, con nariz más angosta y prominente, rostro más perfilado, órbitas más altas, rostro más angosto y alto, bóveda craneal muy baja. Por estos últimos rasgos se asemeja a la población andina tipo altiplano Nariñense (Foto No. 16). Su patrón morfológico es muy similar al altiplánido del Perú (Paucarcancha, San Damián) y arcaico andino de Chile (ARHL).

Globalmente, comparados con los paleoamericanos, los grupos chibchas de los Andes Orientales manifiestan un marcado proceso de braquicefalización, redondeamiento de la cabeza, acompañado de un ensanchamiento de la frente, rostro, porción maxiloalveolar y mandibular, y a su vez, de un ligero aplana-

foto 14. Guabas 06 Foto 16. Tajumbina, Nariño

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miento facial - por asociación de los segmentos transversos-. Por otro lado, se aprecia un proceso de maturización del neurocráneo, a juzgar por las dimen­siones de la proyección glabelar, occipital y apófisis mastoides. Paralelamente se evidencia un proceso de gracilización de la mandíbula, reflejado en la re­ducción de la anchura mínima de la rama ascendente. Finalmente, en lo refe­rente a la estatura, se puede señalar que hubo un ligero incremento en la población masculina, especialmente guane, que es un poco más alta que la paleoamericana, pero las mujeres muiscas son más bajas, aunque hay que aco­tar que la muestra precerámica es muy reducida.

La braquicefalización se ha relacionado con diferentes fenómenos, tales como el pedomorfismo, la hibridación poblacional, el balance del neurocráneo, la encefalización, el incremento de la estatura, la heterosis, la deprivación ali­menticia, las incursiones nómadas, el abandono de la cuna y factores climáti­cos, la reducción de la presión de los músculos masticatorios -especialmente del temporal- como consecuencia del mejoramiento en el procesamiento de los alimentos (Beals et al., 1983; Hanihara, 1994). No se pueden aducir factores climáticos por cuanto los pobladores de los valles interandinos como de las t ierras altas andinas sufrieron igualmente un incremento de los segmentos t r a n s v e r s o s . Tampoco la es ta tu ra pues los grupos femeninos que no incrementaron la estatura también se vieron afectados por la braquicefalización. Se descarta el pedomorfismo porque se aprecia maturización en algunos ras­gos craneales. La hibridación poblacional no parece ser un factor importante por cuanto la población guane que destaca por ser la más aislada, es braquicéfala al igual que los más variables muiscas de Bogotá. Desde el punto de vista nutricional en todas las poblaciones se aprecia un cambio en los hábitos ali­menticios hacia el I milenio a . C , expresado en un incremento en el consumo de vegetales, y a su vez, mayor índice de caries, y un mejoramiento en las técnicas de procesamiento de los productos -menor índice de desgaste den­tal-, propiciando la gracilización mandibular. Es probable, entonces, que los cambios dietéticos generados por el desarrollo agrícola y de procesamiento de los alimentos hubiesen propiciado la selección de las mutaciones causantes de la gracilización del aparato masticatorio, y, por ende, de la braquicefalización (Hanihara, 1994; Lahr, 1995).

4.3.1. Análisis de conglomerados jerárquico

Con el propósito de reconstruir los orígenes de las poblaciones prehispánicas de los Andes Orientales, los grupos precerámicos y chibchas se compararon con poblaciones vecinas de América, Asia y Oceanía (Fig. No. 1, 2, 3, 4, 5). Dado que los orígenes de la población prehispánica de Colombia está íntima-

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mente relacionado con la problemática del poblamiento temprano de América y su procedencia a partir del noreste de Asia, se compararon diferentes series de Siberia -donde posiblemente se encuentran sus raíces-, Polinesia, Melanesia y Australia. Estas últimas se traen a colación con el propósito de verificar la hipótesis de una cuarta oleada migratoria temprana de origen australoide, a juzgar por el supuesto parecido con los paleoamericanos suramericanos (PIHL y PILL) (Neves et a l , 1995).

Siguiendo la propuesta de Turner (1984) para el análisis dental, se ubicó una muestra antigua que representara la raíz, es decir el ancestro de todas las poblaciones vecinas del nordeste asiático, Australia, Polinesia y América; a partir de la cual se produciría el proceso de divergencia. Esta corresponde a los ejemplares 01 , 02 y 03 de la Cueva Superior de Zhoukoudian, China, ubi­cados cronológicamente en el Paleolítico Superior (circa 24-29.000 años). Tam­bién se incluyeron muestras antiguas del Neolítico y Bronce siberiano para contrastar las tendencias evolutivas de las poblaciones de esa región, cuya ubicac ión e tnogené t i ca se d i scu te entre la ex i s t enc ia de una poblac ión protomongoloide o la hibridación con poblaciones caucasoides (Mamonova, 1980a,b; Dremov, 1980; Rykushina, 1980). Los grupos de Siberia Occidental (Janti Ket, Beltir), que se caracterizan por su morfología caucasoide no muy especializada, se incluyeron por cuanto sus orígenes han desatado, igualmen­te, una interesante controversia entre los partidarios de su mestizaje entre mongoloide y caucasoide y los de la hipótesis protomorfa, al igual que para la problemática americana (Alexeev, Gochman, 1984; Kozintsev, 1999).

Otros criterios de inclusión vincularon el tamaño de las muestras, la existen­cia de varios rasgos craneométricos, entre ellos los representantes del grado de aplanamiento facial y nasal; además de la cercanía geográfica con el fin de cubrir una vasta área desde Siberia hasta Tierra de Fuego en Sudamérica. De las muestras comparativas que no poseían información para algunas variables se incluyó el promedio interpoblacional por sexos; allí donde se presentaba la anchura orbital desde el punto dakryon, se convirtió al punto maxillofrontal mediante el respectivo coeficiente; lo mismo se aplicó a la conversión de la altura facial superior de prosthion a alveolare, siguiendo la técnica alemana de R. Martin.

El estudio intergrupal se llevó a cabo mediante el análisis de conglomerados jerárquico, clasificando los grupos en un conjunto de datos, basándose en el principio de que los miembros de un grupo han de ser más similares entre sí que los no miembros; la similitud intragrupal es mayor que la intergrupal y los conglomerados suelen mostrar cohesión interna y aislamiento externo (Shennan, 1992). La distancia aplicada fue la euclídea al cuadrado (dij), definida como la

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distancia entre dos puntos i y j , medidos en cantidades p de variables: dij = [(xi - xj)2 + (yi - yj)2]. La matriz de distancias se construyó mediante el método de Ward, en donde los conglomerados han de ser lo más homogéneos posible, y las desviaciones no son más que las distancias de todos los puntos a las medias de los conglomerados a los que pertenecen (Shennan, op. cit.:220). Para evitar los riesgos de las diferencias de las escalas de los ejes, se estandarizaron las escalas de las medidas mediante puntuaciones estándar, con lo que todas las variables tendrán igual importancia. Las comparaciones se efectuaron por sexos, masculino y femenino por separado. Las variables que se seleccionaron fue­ron: GOL, XCB, BNL, BBH, MFB, BPL, ZYB, NAH, OMF, OBH, NLB, NLH, NFA, SSA, NMA y SIA (Tablas No, 6, 7), que dan cuenta de la variación de la bóveda craneal, esqueleto facial, órbitas, apertura periforme y aplanamiento facial y nasal, respectivamente, además por cuanto figuran en las publicacio­nes craneométricas de donde provienen las muestras comparativas siberianas y de Norteamérica (perfilación facial y nasal). Dado que la deformación craneal afecta significativamente las dimensiones del neurocráneo, se efectuó una se­gunda comparación sin las variables GOL, XCB y BBH. Las operaciones se procesaron mediante el programa estadístico SPSS versión 7.5.

La comparación de los grupos sudamericanos con otras poblaciones de Amé­rica, Asia, Polinesia y Australo-Melanesia evidencia la conformación de dos grandes conglomerados con 8 enjambres (Fig. 2).

I. Conglomerado Austra lo-Melanesia-Nordeste-Centro-Sudamérica . Es el más variable y el que incluye las poblaciones más antiguas de América con 5 enjambres.

1. Australo-Melanesia, cercano a los arcaicos y poblaciones de bosque seco tropical . 2. Arcaico, que incluye las muestras antiguas de México (Coahuila), Estados Unidos (Indian Knoll, Shell Mound), Colombia (PIHL), Chile y Brasil (ARLL, HOHL, HOLL) y la contemporánea EGCB (Botocudo). A juzgar por la morfología craneal y facial de los botocudos similar a la de los arcaicos y paleoamericanos, y por las condiciones de las zonas selváticas del Brasil en que habitan, estos grupos pueden constituir relictos aislados de las primeras migraciones.

3. Bosque seco (Orinoco), en realidad comprende las poblaciones de las sabanas semidesérticas venezolanas (Cerro de Luna, La Pica, Guajira), serra­nía de Perijá (Motilón), las desérticas de Chile (Atacama), sudoeste norteame­ricano (Oíd Zuñi, Pueblo) y las caribeñas (Taino, Surinam, Agua de Dios).

4, Bosque montano (Andes), incluye los chibchas colombianos de la cordi­llera Oriental (Muiscas de Bogotá, Sogamoso, Silos, Cocuy, Los Santos, Herrera),

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Nariño, Valle del Cauca y Alto Magdalena (Huila), Perú (Paucarcancha, San Damián, Chicama). Llama la atención la inclusión de Valle y Huila en el con­glomerado andino pues se discute si sus orígenes son amazónicos o de valles interandinos. Aunque las muestras son pequeñas señalan una posible filiación andina, o que comparten un tronco ancestral común con los andinos septen­trionales.

5. Bosque templado (Nordeste de América) , que vincula las poblaciones n o r t e a m e r i c a n a s de Ar ika ra , C h e y e n n e , S ioux , Cañave ra l . Son los más caucasoides de todos los indígenas del Nuevo Mundo.

II. Conglomerado Estepa-Taiga-Tundra (Siberia, Gran Costa Noroeste Pací­fica, Patagonia). Grupo único que vincula las poblaciones de Siberia Occiden­tal (Janti, Ket, Beltir) , Oriental (Chukchi, Esquimal, Ulchi, Bunat , Yakut), Neolítico del Baikal (Serov, Baikal), Gran Costa Noroeste Pacífica (Aleut, Haida, Tlingit, Atapasco) y Patagonia (Fueguino, Paraná). Por su gran afinidad y cer­canía geográfica se puede colegir que pertenecen a la última corriente migratoria.

Par t iendo de la gran diversidad del pr imer conglomerado - q u e quizás puede estar influenciada por el hecho de poseer la mayor cantidad de mues­tras-, por contener los grupos más antiguos de Norte-Centro-Sudamérica, y por incluir algunos posibles relictos aislados de las poblaciones ancestrales (botocudos o EGCB de la Amazonia) se le puede considerar el más antiguo de América. Por consiguiente, correspondería a la primera oleada migratoria que se originó en un momento muy antiguo, anterior a la formación del pa­trón mongoloide (Zhoukoudian está fechado en circa 24-29.000 años), y com­p a r t i r í a un t r o n c o ances t r a l común con p o b l a c i o n e s o c e á n i c a s (australo-melanesios, polinesios).

Como se puede apreciar, la distribución de la variación craneométrica ame­ricana obedece básicamente a factores espaciales, temporales y procesos bio­lógicos, en donde la afinidad adaptativa y la proximidad temporal explicaría la cercanía estadística en los dendrogramas de correlaciones jerárquicas. En pri­mer lugar, resalta un conjunto de poblaciones por su aspecto australoide, que sería el más antiguo y se encuentra en los grupos arcaicos, las comunidades adaptadas al bosque seco tropical como las sabanas del Orinoco, y en botocudos de la Amazonia brasileña. En segundo lugar, están las poblaciones de marcado aspecto mongoloide, afines a sus vecinos asiáticos, y que serían los más tar­díos. En tercer lugar, existen poblaciones de aspecto caucasoide como las del nordeste americano y Mesa de Los Santos (Colombia), cuyo origen puede de­berse a hibridación mongoloide-caucasoide, a un ancestro con morfología ge­ne ra l i zada , a sucesos es tocás t i cos en pob lac iones pequeñas a i s ladas en ambientes geográficos definidos, o a todos los anteriores.

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4.3 .1 .1 . Espacio

Como espacio nos referimos no solamente a la proximidad geográfica sino también al aspecto ambiental y a los procesos adaptativos que sufrieron las poblaciones al ocupar distintos ecosistemas. Por ejemplo, la diferenciación morfológica entre negritos y aborígenes australianos del este asiático, se ha interpretado como respuesta a factores climáticos, subrayándose el papel de la a d a p t a c i ó n ambien ta l local en la d i f e renc iac ión de las d i m e n s i o n e s craneométricas (Guglielmino-Matessi et al., 1979; Howells, 1989; Hanihara, 1993, 1994, 1996). Así, la morfología de los negritos de Filipinas corresponde­ría a la adaptación al bosque húmedo tropical, reteniendo algunos rasgos arcai­cos mediante un proceso microevolutivo y no de hibridación.

Del presente análisis craneométrico se establecen conglomerados que se agrupan por ambientes similares, sin importar su procedencia geográfica. Po­blaciones de ambientes desérticos de Estados Unidos (Oíd Zuñi, Santa Cruz) y Venezuela (Guajira, Cerro de Luna, La Pica) se enlazan en un enjambre con sureñas de Chile (Atacama). Igualmente, la similitud de fueguinos y poblacio­nes del noroeste norteamericano se explicaría por su adaptación a ambientes circunárticos y no por migraciones aisladas.

Para aclarar esta situación se ubicaron los grupos de acuerdo a su pertenen­cia ambiental: 1. Vegetación desértica, 2. Bosque seco tropical, 3. Bosque hú­medo tropical, 4. Bosque montano, 5. Bosque templado, 6. Estepa, 7. Taiga, 8. Tundra. Se aplicó un análisis discriminante (Tabla No. 18) y se construyó un mapa territorial (Figura No. 6) con las dos funciones de discriminante canóni­co. Las variables ángulo cigomaxilar (.725*), altura nasoalveolar (.658*), altu­ra orbitaria (.365*), anchura bicigomática (.300*), ángulo nasofacial (-.197*), para la primera función que da cuenta del 85.8% de la varianza; altura nasal (.734*), ángulo nasomalar (-.396*), ángulo simótico (-.353*), para la segunda función, son las que observan mayor correlación absoluta entre cada variable y cualquier función discriminante (Tabla No. 3). Las poblaciones de ambiente desértico se aproximan más a las de bosque montano y bosque seco tropical; las de bosque húmedo a las de las estepas; las de la tundra a las de las estepas, en el primer paso; en el cuarto paso se aproximan las de la taiga, estepa y tundra (Figura No. 6). Es decir, que la variación craneométrica es útil para explicar adaptaciones medioambientales, ya que algunas generalidades en la distribución de los enjambres podrían dar cuenta de estos fenómenos.

En fenética (morfología) la existencia de rasgos similares puede correspon­der a analogía, es decir, a respuestas adaptativas similares, convergentes, apro­vechando la plast icidad fenotípica del organismo humano. La mayoría de organismos son ectotérmicos, es decir, que la temperatura corporal está deter-

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minada por la temperatura de su ambiente. Las variaciones en este último pro­ducen a su vez reajustes en la curva térmica óptima del organismo, favorecien­do la adaptación fisiológica (Freeman, Herrón, 1998:270, 306). En algunas especies, individuos genéticamente idénticos que habitan ambientes diferentes pueden tener distinto fenotipo, fenómeno conocido como plasticidad fenotípica. Por otro lado, dos poblaciones separadas geográficamente pueden desarrollar características análogas si habitan ecosistemas similares, y si los ocupan el tiem­po suficiente para generar aclimatación.

De esta manera, el ambiente circunártico pudo haber generado un rostro bastante aplanado, pliegue parpebral y epicántico; además de un esqueleto postcraneal masivo, mineralizado, con amplio canal medular y tejido compac­to delgado; además de tronco largo y extremidades cortas (Alexeeva, Kovalenko, 1980), como se manif iesta en las poblaciones s iberianas, de la región de Beringia, de la Gran Costa Noroeste Pacífica y de la Tierra del Fuego. Con estas características pueden soportar la deficiencia de oxígeno en el cuerpo y proteger su rostro de las ventiscas de nieve. El ambiente andino configuró un rostro de parámetros medios, con nariz pronunciada, tronco ancho y alto, pier­nas cortas, adaptado a la hipoxia de altura (Vellard, 1977). El ambiente desér­tico produjo una nariz más ancha y aplanada, pl iegue parpebral superior, bóveda craneal baja y p rogna t i smo facial (Glanvi l le , 1977). El carácter adaptativo de las poblaciones de aspecto caucasoide de las praderas norteame­ricanas y de la mesa de los Santos aún no tiene explicación.

La persistencia desde el Arcaico (circa 3000 a.C.) de morfología adaptada al ambiente andino, podría señalar que una vez conocido el entorno de plan­tas y animales locales que servían de base para la alimentación de las comu­nidades de cazadoras recolectoras , mediante un proceso de domesticación dieron origen a los primeros agroalfareros, y, posteriormente, a las socieda­des más desarrolladas de Sudamérica. Como se sabe, los Andes Centrales y Septentrionales son considerados centros primarios de domesticación de plan­tas (raíces, tubérculos, rizomas, cereales, leguminosas, frutas) y animales (lla­ma, alpaca, curí).

En lo concerniente a los Andes Orientales de Colombia podemos establecer que la variación morfológica configura dos grandes conjuntos, uno distribuido en sentido noroeste (Los Santos, Tunja) y otro sureste (Sogamoso, Bogotá), divididos a grandes trazos por las cuencas hidrográficas de los ríos Sogamoso-Chicamocha y el río Bogotá. Esta dicotomía podría señalar que la región fue poblada por varias oleadas de cazadores recolectores que se remontaron desde el valle del río Magdalena por el Sogamoso al norte y el Bogotá al sur. Estos grupos se habrían integrado posteriormente desde el Arcaico, a juzgar por la af in idad de rasgos mor fo lóg icos en t re A g u a z u q u e , y en menor medida

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Tequendama con los chibchas (Figura No. 5), adaptándose al entorno andino y dando lugar a las poblaciones agroalfareras mediante un proceso de reestruc­turación endógeno, domesticando plantas y animales locales (Rodríguez, 1999) sin afluencia tardía de grupos arawak o caribes como han planteado algunos au tores , pues estos úl t imos están muy dis tanciados en los dendrogramas (Langebaek, 1987; Lleras, 1995).

4.3.1.2. Tiempo

En el ámbito temporal, la similitud entre las poblaciones antiguas (paleoa-siáticas, paleoamericanos, arcaicos, horticultores) podría señalar la continui­dad durante varios miles de años de la morfología ancestral , que participó igualmente en la definición de la estructura facial de sus descendientes agroalfa­reros; inclusive se pudieron retener en poblaciones aisladas como las de Cuba (Siboney) y los botocudos del Brasil. Mientras que los rasgos faciales son más conservadores, los del neurocráneo se modifican con ritmo más dinámico por los procesos de braquicefalización y gracilización.

4.3.1.3. Procesos biológicos

El efecto inicial del cuello de botella originado por la reducción de la pobla­ción que traspasó la región de Beringia, y el subsecuente efecto de fundadores redujo a su vez la variabilidad de las poblaciones antiguas, en este caso los centro sudamericanos; conduciendo a la fijación de rasgos predominantes, ta­les como el haplogrupo mitocondrial B, el grupo sanguíneo 0 + , los incisivos en pala, la baja estatura (aproximadamente 159 cm para hombres, 148 cm para mujeres), el color oscuro de la piel, el cabello lacio, la ausencia de calvicie y canicie, entre otros.

Algunas poblaciones de tamaño reducido, aisladas en entornos geográficos particulares como la selva húmeda tropical (botocudos del Brasil, motilones de la serranía de Perijá de Colombia y Venezuela) retuvieron rasgos arcaicos, al igual que se señala para los negritos del sureste asiático (Hanihara, 1993, 1994, 1996). Otros como los guanes de la Mesa de Los Santos desarrollaron rasgos caucasoides convergentes con los del NE de Norteamérica, evidente en la com­paración de los grupos femeninos (Figura No. 4).

En este sentido tanto la analogía desarrollada por la convergencia adaptati­va como la homología, producto de la conjunción de ancestros comunes, pue­den dar cuenta de la similitud fenética encontrada en la variación craneométrica. A juzgar por esta última podríamos aproximarnos a la problemática de los orí­genes de la variabilidad americana.

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En primer lugar, cabe pensar que el poblamiento americano es muy antiguo, con un tiempo suficiente para generar variadas respuestas adaptativas según el entorno ocupado (circunártico, montañas, desierto). En segundo lugar, a juz­gar por la morfología facial paleoamericana, no especializada y similar a la población paleoasiática cercana al lago Baikal (Pribaikal en la terminología rusa) y al grupo Ainu, cuya caracterización morfológica ha oscilado entre el mestizaje (mongoloide y caucasoide) y la mesomorfia, la discusión se aplicaría también a la caracterización paleoamericana. Alexeev y Gochman (1984:33) apoyan la primera hipótesis sustentada en tres aspectos: 1. La distribución geo­gráfica del componente caucasoide, pues disminuye al occidente y el sur de la región Pribaikal; 2. La correlación de los rasgos morfológicos es similar con la de los grupos mestizos de los Urales; 3. La diferencia entre los grupos por los rasgos que diferencian a mongoloides y caucasoides supera a los de una pobla­ción homogénea. En general, el componente mongoloide en los pueblos actua­les de Siberia se debilita al occidente y parcialmente al sur de esa región. Por su lado, Kozintsev y colaboradores (1999:202) sostienen a partir de la evidencia craneal, que tanto los pueblos neolíticos de Okunev y Sopka, al igual que los amerindios absorbieron una considerable mezcla caucasoide; el análisis de la heterogeneidad intragrupal de la población de Okunev (II milenio a.C.) apoya la idea de una incipiente hibridación.

Si la morfología de la población ancestral proviniese de la hibridación entre mongoloides y caucasoides, debería poseer un sistema dental atípico como se espera en grupos mestizos, entre ellos baja frecuencia de incisivos en pala. No obstante, la principal característica del sistema dental americanoide es, preci­samente, su elevada frecuencia de la forma lingual en pala (Turner, 1984), a no ser que se hubiera fijado por efectos de deriva genética en los fundadores paleoamericanos. Por otro lado, la morfología facial debería ser más caucasoide, con menor aplanamiento nasomalar y mayor proyección nasal, rasgos que no se observan en los paleoamericanos, a no ser que el componente caucasoide fuese muy incipiente. Al contrario, se caracterizan por cierta morfología pseudoaustraloide -en términos de Hooton- incipiente tipo Ainu dei norte del Japón o tipo botocudo del Brasil. Finalmente, el uso de la variación craneométrica para medir el grado de heterogeneidad y las tendencias de la misma en muestras tan pequeñas que no sobrepasan los 20 individuos no brin­da resultados confiables.

Por su parte, la tesis protomorfa se apoya en el aspecto mesomorfo de los paleoamericanos, con predominancia de rasgos mongoloides en el sistema den­tal (su alta frecuencia de incisivos en pala) y facial (aplanamiento facial y na­sal), y una relativa homogeneidad intragrupal (ver tablas No. 6, 7). Una posición similar se ha asumido para la interpretación de la morfología de la población

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del sureste asiático, considerada protosundadonte para los aborígenes austra­lianos, protomalaya o protoasiática para los del sureste (Hanihara, 1993). La región Bribaikal sería la cuna de la población mesomorfa que dio origen a los paleoamericanos, cuyo desplazamiento hacia el nordeste asiático daría lugar a la morfología adaptada a ambientes circunárticos. El grupo Serov procedente del alto río Lena es el más parecido, mostrando quizás la ruta de los primeros pobladores que pudieron aprovechar el curso del río para adentrarse a Siberia Oriental hasta alcanzar las costas nororientales de Asia (Kamchatka y Beringia) en el Paleolítico Superior.

En tercer lugar, a juzgar por los conglomerados jerárquicos, la variación amerindia surgió inicialmente desde el nordeste asiático a partir de varias olea­das migratorias, en donde la más antigua pobló la región centro-suramericana y la más reciente la norteamericana. La primera compartiría unos ancestros con los australo-melanesios, pero, especialmente, con la población neolítica del Pribaikal. La radiación adaptativa y el proceso de adaptación produjo, en el transcurso de varios milenios, la fijación de rasgos adecuados a la superviven­cia de los grupos. En algunos fueron de aspecto mongoloide, en otros australoide y caucasoide

La comparación de los grupos femeninos es menos informativa por cuanto no todas las publicaciones las incluyen, o en caso positivo son muy reducidas. Ade­más, los resultados de su comparación son más difíciles de interpretar, pues no manifiestan tendencias muy claras. No obstante, se observan algunas regularida­des. Por ejemplo, los grupos andinos de Colombia (Muisca, Cocuy, Silos) se aproxi­man a los paleoamericanos, arcaicos, horticultores y andinos de Sudamérica.

5. Discusión

A la luz de los datos presentados en este reporte, contrariamente a lo suge­rido por Powell y Neves (1999) se plantea que los paleoamericanos sí son ancestros de los centro sudamericanos, presentan continuidad en los arcaicos y grupos horticultores, e inclusive sus rasgos se han retenido en algunas pobla­ciones aisladas de las selvas húmedas tropicales del Brasil. La afinidad con australomelanesios es significativa pero es aún mayor con el grupo neolítico Serov de la región Baikal. La estructuración poblacional en el Nuevo Mundo sí jugó un papel trascendental en el modelado de la variación amerindia, pues la adaptación a diferentes ecosistemas desarrolló rasgos útiles para su supervi­vencia, fijándose durante generaciones hasta el momento actual. En lo que sí coincide este reporte es que los rasgos típicos mongoloides son más tardíos, ya sea por adaptación, migración o ambos fenómenos como sería el caso de los pobladores del noroeste norteamericano y Patagonia.

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Con el propósito de contrastar la información craneométrica con la obtenida en los estudios genéticos, traeremos a colación la síntesis de investigaciones recientes. Las propiedades genéticas del DNA mitocondrial (se hereda por lí­nea materna, posee una alta tasa de mutación) han sido, igualmente, útiles en la controversia para interpretar esta problemática. Los estudios adelantados en varias comunidades contemporáneas y antiguas señalan la existencia de cuatro haplogrupos predominantes: A, B, C, D. Su frecuencia varía ampliamente. Así, los haplogrupos A, C, D están presentes en el noroeste de Norteamérica (Na-Dene), al igual que en el nordeste de Asia (Chukchi, Esquimal). La frecuencia del haplogrupo A decrece de norte a sur y predomina en el nordeste. C y D se aprecian en Tierra del Fuego y Patagonia y se incrementa progresivamente de norte a sur. El haplogrupo D predomina en las poblaciones amazónicas. El B está ausente por encima del paralelo 55° N, tanto en América como en Asia, pero es frecuente en Centro-Sudamérica (Torroni et al. , 1992, 1993; Balliet et al. , 1994; Lorenz y Smith, 1996; Hammer, Zegura, 1996).

Estudios poster iores han complicado este cuadro, pues Bailliet et al. (1994) han señalado la existencia de más de cuatro, entre ellos el E, de muy baja frecuencia, resultante posiblemente de hibridación postconquista con e u r o p e o s , a u n q u e t a m b i é n se le ha e n c o n t r a d o en As ia , en m o m i a s prehispánicas e indígenas no mezclados. En esqueletos amazónicos del Bra­sil el 397c de los haplotipos encontrados no corresponde a los cuatro predomi­nantes en América (Ribeiro Dos Santos et al., 1996). Esta situación evidenciaría una gran heterogeneidad amerindia de origen no muy claro (Cann, 1994). Para Starikovskaya et al (1998) y Lalueza (1996) la heterogeneidad sería el producto de varias migraciones, en donde una colonización habría aportado los haplogrupos A, C, D; otra introduciría el B. La primera habría penetrado, a juzgar por la tasa de divergencia genética, hace aproximadamente 34.000 años y la segunda entre 16.000-13.000 años a.P. Se argumenta que la menor variabilidad en Sudamérica y la ausencia de haplogrupo B en el norte y ex­tremo sur, evidencian que esta línea habría penetrado posteriormente. No obs­tante, el hallazgo de este haplotipo en un individuo de Baño Nuevo, Chile, fechado en 8.000 años, y confirmado por la secuencia de la región D-loop, controvierte esa posición (Moraga et al . , 1999:66). Por lo visto, todas las líneas penetraron con los primeros pobladores y dieron origen a una amplia variabilidad amerindia.

Una vez penetraron al Nuevo Mundo sufrieron el "dramático efecto funda­dor" por el reducido número de líneas maternas, algunas de las cuales introduje­ron tipos raros de mtDNA asiático. El descubrimiento de nuevas formas de mtDNA advierte sobre nuevas mutaciones fijadas después de la separación de los ances­tros asiáticos (Wallace et al, 1985). Otros estudios indican que el flujo intertribal

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de líneas maternas no estuvo limitado durante ia evolución de los amerindios en el Nuevo Mundo (Valencia y Ward, 1990). Sin embargo, para Chakraborty y colaboradores (1991) los estudios anteriores no tienen en cuenta que actualmen­te el patrón de variación del mtDNA entre las poblaciones indígenas refleja un estado de equilibrio en el balance de la correlación mutación-deriva genética. Es probable, entonces, que el poblamiento temprano de América haya acontecido en un tiempo tan remoto, lo suficiente para diluir el efecto de fundadores, tenien­do en cuenta la alta tasa de sustitución nucleótida en el genoma del mtDNA (7xl0/sit io / año), compartida con el genoma nuclear. Estas conclusiones seña­lan que probablemente el efecto de botella y el de fundadores se ha disipado y, por tanto, la población indígena contemporánea se encuentra en estado de equi­librio con relación a la mutación-deriva genética.

Una hipótesis alternativa sobre la aparente reducción de la diversidad del mtDNA amerindio es que refleja el efecto de cuello de botella, no por el impac­to de la colonización inicial de los primeros cazadores-recolectores, sino como consecuencia del colapso demográfico producido por las enfermedades traídas por los colonizadores europeos, que aniquiló casi el 95% de la población abo­rigen (Stone, Stoneking, 1993; Ribeiro Dos Santos et al., 1996).

La distribución viral señala a Mongolia o Manchuria en el extremo sudeste de Siberia, como la posible tierra ancestral de los primeros pobladores ameri­canos (Neel et al., 1994). También se ha planteado una migración inversa, des­de Nor teamér ica hacia Asia de grupos mascul inos (cromosoma Y), con el consecuente flujo genético en esta última región (Karafet et al., 1997). Por su lado, los estudios de cromosoma Y (Torroni et al., 1994; Underhill et al., 1996; Santos et a\., 1996) indican que el haplotipo 18 observa las mayores frecuen­cias entre los nativos americanos (45,2%) y un gran efecto de fundadores, indi­cando que los amerindios del Norte y Sudamérica se originaron de una sola migración de asiáticos del Pleistoceno, quizás hace cerca de 30.000 años a juzgar por la tasa de mutación del alelo DYSI99-T.

Finalmente, algunos estudios han hecho énfasis en el análisis de la relación entre las distancias genéticas y las geográficas y lingüísticas, aunque con re­sultados contradictorios, pues las relaciones entre ellas varía en diferentes áreas geográf icas , s iendo más heterogéneas en Suramérica (Salzano, Cal legar i -Jacques, 1990; Barrantes, 1990; Salzano et al., 1991; O'Rourke et al., 1992, Layrisse et al., 1995). Los dendrogramas de correlaciones deducidos de pobla­ciones indígenas colombianas muestran una mayor afinidad entre el compo­nente genético y geográfico que entre el lingüístico y el genético (Matta, 1995).

Como se había señalado anteriormente, los estudios de ADN mitocondrial en Colombia establecen la presencia del haplotipo C en un individuo de Checua

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(8000-5000 años a.P.); de haplotipo B en cuatro individuos de Aguazuque (5000-2700 años a.P), uno de Chucua, Duitama (circa 2000 años a.P.) y uno de Los Santos (guane); haplotipos A, C, D y B predominante, en los muiscas tardíos; C en Jericó (posiblemente lache) y en La Peña (de aspecto muiscoide pero proveniente de zona Colima) (Fernández, 1999). Aunque las muestras son muy pequeñas para llegar a conclusiones fehacientes, se puede señalar que existen todos los haplogrupos mitocondriales en las poblaciones agroalfareras, pero el B predomina por lo menos desde la época de los plantadores tempranos (Aguazuque), y se continúa en los agroalfareros.

Resumiendo el acápite de las investigaciones genéticas, podríamos señalar que se acepta una gran variabilidad biológica entre las poblaciones america­nas, particularmente en Centro-Sudamérica, cuyo origen igualmente se discute en el marco de migrac iones - a n t i g u a s o t a rd ías - o de la es t ruc turac ión poblacional. Los cálculos de divergencia apuntan a fechas muy antiguas, ubi­cándose entre 40.000-15.000 años para los primeros americanos, cuya proce­dencia podría ser Asia Central según la distribución viral. Se plantean varias migraciones, dos a cuatro, y se discute sobre la antigüedad del haplogrupo mitocondrial B que según algunos autores sería más reciente que los haplogrupos A, C, D (Starikovskaya et al., 1994:1487), en contradicción con recientes ha­llazgos en la Patagonia (Moraga et al., 1999:66) y Colombia (Fernández, 1999). Se evidencia una gran afinidad entre los grupos del noroeste norteamericano (Na-Dene, Aleut, Eskimo) con los Chukchi de Siberia, producto de un ancestro común y de una diferenciación genética sustancial en el ámbito de refugios glaciares. Se señala que el efecto de deriva genética aunque impactó a los pri­meros co lon izadores , no obs tan te , por la ant igüedad del pob lamien to se estabilizó generando equilibrio.

Otro campo que ha brindado importantes datos en la controversia ameri­cana es el de la antropología dental. Su objeto de estudio, la morfología y dimensiones de los dientes, se caracterizan por ser conservadores, estables en el t iempo; aunque presentan una gran desventaja al ser afectados por el desgaste, impidiendo la adecuada observación de algunas variantes como los incisivos en pala. El análisis de 28 rasgos dentales en más de 6000 ejempla­res de América y más de 1100 del nordeste de Asia adelantado por C. G. Turner (1984), planteó la diferenciación de las poblaciones mongoloides en dos complejos dentales; Sinodonte, caracterizado por alta frecuencia de inci­sivos en pala, doble pala, tubérculo dental, cresta distal accesoria en el cani­no, parastilo, cúspide 6 (entoconúlido), cúspide 7 (metaconúlido), protostílido, primer molar inferior trirradicular; el Sundadonte, se caracteriza por la reten­ción o simplificación, entre ellas cúspide 4 en el M2, pérdida o reducción de M3, menor incidencia de pala. Los sundadontes no tuvieron incidencia en el

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poblamiento de América, pues los Paleo-Indian son morfológicamente cerca­nos a Ket (MMD = .062), nor te - sudamer icanos y alejados de los australo-melanesios (MMD=,504) , aunque la muestra es muy pequeña para obtener conclusiones más precisas -hay que subrayar que la muestra Paleo-Indian es muy reducida con apenas 2-12 dientes, de procedencia básicamente norte­americana y algunas de sus muestras son consideradas hoy día tardías como Tepexpan-. La variación americana se subdivide en tres grandes grupos, co­rrespondientes a tres migraciones; Paleo-Indian y sus descendientes Macro-Indian , originarios de Asia Central al este del lago Baikal , hace cerca de 20.000-14.000 años, que se remontaron por la cuenca del río Lena hacia Alaska y no se d e s p l a z a r o n h a c i a el oes t e pues a l l í ya se a s e n t a b a n g rupos caucasoides; Aleut-Eskimo de origen costero, continuó la ruta Pri-Okhotsk hacia Alaska entre 15.000-5.000 años; Na-Dene, de origen cercano a la gen­te de la cultura Diuktai en la cuenca del Lena, siguió una ruta forestal, y presenta un t iempo de divergencia con los asiáticos de cerca de 8800 años. No obstante, si analizamos la figura No. 8 (Turner, Op. cit.:41), observamos que se conforman cuatro enjambres separados significativamente: Paleoindian, Centro-Sudamérica, Norteamérica (NW, NE) y Aleutiano-Esquimal.

J. F. Powell (1993) revisó el material de Turner mediante el análisis UPGM para evitar los sesgos de las MMD, llegando a la misma clasificación tripartita (Aleut-Eskimo, Greater Northwest Coast, Macro-Indian), pero resaltando que los Macro-Indian son muy distintos de los Aleut-Eskimo; estos últimos se aproxi­man a la población del nordeste de Siberia, al igual que GNWC. La posición de los Paleo-Indian es muy divergente del resto de amerindios, por lo cual el autor sugiere que "son b io lógicamente diferentes de sus descendientes ta rd íos" (Powell, Op. cit.:814). Concluye que las migraciones sería una de las tantas fuentes de origen de la variación morfológica de las poblaciones prehistóricas y contemporáneas, y, por lo tanto, hay que incluir la posibilidad de la influen­cia de otros factores como la selección natural, la deriva genética y los factores ambientales .

Este cuadro dental se ha complicado con los hallazgos en México (Cholula, Cuicuilco, Monte Albán, Tlatilco), que evidencian mayor consistencia con el patrón sundadonte del sureste asiático que con el sinodonte, pues poseen bajas frecuencias de incisivos en pala (35.5-68.2%). De aquí la autora deduce que los Paleoindians son diferentes de las poblaciones del noreste asiático, por lo cual "es posible que las primeras poblaciones que entraron al continente, estu­vieran más cerca de los asiáticos surorientales que de los septentrionales en cuanto a la morfología dental, y que tales rasgos se han manifestado en los mesoamericanos prehispánicos" (Haydenblit, 1996:243). No obstante, hay que tener en cuenta que la observación de los incisivos en pala en modelos denta-

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CRANEOMETRIA Dh LA POBLACIÓN PREHISPÁNICA DE LOS A N D E S ORIENTALES DE COLOMBIA 293

Tabla No. 4. Datos referentes a la procedencia, número de cráneos, datación y referencia bibliográfi­ca de las series utilizadas.

No. 1

2 3

4

5 6 7 8

9

10

11 12 13 14 15 16 17

18

19 2(T^ 21 22 23 24 25 26 27 28 29

30

31

32

33 34

35

36

37 ^ 8

Muestra Muisca Bogotá

Muisca Tunja Muisca Sogamoso Los Santos

Cocuy Silos Duitama Aguazuque

Tequendama

Agua de Dios

Quindío Valle Huila Nariño Caribe Mestizo Guajira

Perijá

Cerro de Luna La Pica Aruba Suriname Siboney Taino Chicama Paucarc ancha San Damián Atacama Puna

EGCB

HOLL

HOHL

ARLL ARHL

PILL

PIHL

Paraná Fueguinos

Procedencia, grupo étnico 1 Tamaño Soacha, Candelaria, Delicias, 1 C/marca Tunja, Colombia Sogamoso, Colombia

Mesa de los Santos, Santander (Guane) Cocuy, Boyacá (Lache) Silos. Santander (Chitarero) Duitama. Boyacá (Herrera) Aguazuque. Vistahermosa, C/marca (Precerámico) Tequendama, Chía, Checua, C/marca: Floresta. Boyacá (Precerámico)

Agua de Dios. Guaduas, Guataquí, C/marca (Panche) Quindío (Quimbava) Buga, Cuacan, Palmira. Valle Isnos. san Agustín. Huila Tajumbina. Nariño El Salado. Atlántico Mestizos, Colombia Península de la Guajira. Venezuela y Colombia Serranía de Perijá, Venezuela (Motilón) Cerro de Luna. Venezuela (Guajibo) Aragua, Venezuela Aruba Paramaribo. Suriname Cuba Cuba Valle Costa None. Perú Urubamba. Sierra del Perü Huarochirí, Sierra del Perú San Pedro, Chile Puna Jujuy, Argentina

Ethnographic Groups of Central Brasil (Botocudos) Lowlands Horticulturalists. Enseada. Laranjeiras 11, Forte Marechal Luz, Brasil Highlands Horticulturalists. Quitor6. Chile Lowlands Archaics. Brasil Highlands Archaics. Camarones 14, Chile Lowlands Paleoindians, Cerca Gi"ande. Sumidouro, Confins, Caetano, Amoreira. Lapa D'Agua. Lapa Vermelha, Brasil Highlands Paleoindians, Aguazuque, Tequendama. Colombia Argentina Ona. Yamana, Alacaluf, Tierra del Fuego

74M.73F

47M.28F 45M, 13F

29M.19F

7M.5F 8M. 3F 4M. 8F 22M, I3F

I0M, 10F

12M, 1F

3M, OF 10M.2F 4M. 1F 4M.0F 1M.3F 48M. 11F I8M, 12F

11M, 7F

50M. 31F 39M, 21F 10M, 2F 14M, 3F 23M, 15F 22M. 13F 65M. 58F I17M.74F 67M. 61F 17M, 9F 21M. 27F

23 M, 9F

41M, 30F

6M.4F

115M. 86F 4M, 6F

16M, 17F

32M.21F

44M. 20F 53M.24F

Cronología ss VlII-x d.C.

ss X-XII1 d.C. ssII-XIVd.C.

ss XI-XIII d.C.

Tardío Tardío ssl-lVd.C. 3000-700 a.C.

6000-3000 a.C.

Tardío

Tardío Ss III-XIII d.C. Tardío Tardío ss IX-XII d.C, Contemporáneo Tardío

Tardío

Tardío Tardío Tardío Contemporáneo Precerámico Tardío Mochiea Tardío Tardío Tardío Tiahuanaco? Tardío

Siglo XIX

S IX d.C.

S IX d.C.

3000-1000 a.C. 5400 a.C.

9700-7700 a.C.

6000-700 a.C.

Tardío

Autor Rodríguez, 2001

Rodríguez. 2001 Rodríguez, 2001

Rodríguez. 2001

Rodríguez. 2001 Rodríguez. 2001 Rodríguez. 2001 Correal. 1990; Rodríguez. 2001 Correal. van der Hammen. 1974; Ardila. 1986; Rodríguez, 2001 Rodríguez, 2001

Rodríguez, 2001 Rodríguez. 2001 Rodríguez, 2001 Rodríguez. 2001 Rodríguez. 2001 Rodríguez, 2001 Fleury, 1953; Rodríguez. 2001 Fleury. 1952

Lagrange. 1982 Lagrange. 1982 Tacoma. 1965 Tacoma. 1963 Guinzburg, 1967 Guinzburg, 1967 Newman. 1943 Newman. 1943 Newman, 1943 Le Paige, 1961 Mendonca et al.. 1994 Neves el al., 1995

Neves etal.. 1995

Neves etal.. 1995

Neves et al . 1995 Neves etal.. 1995

Neves et al.. 1995

Correal, 1990; Rodríguez. 2001 Debetz, 1958

Reciente I Gusinde, 1939

i

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294 L O S C H I B C H A S

Continuación Tabla No. 4. Datos referentes a la procedencia, número de cráneos, datación y referencia bibliográfica de las series utilizadas.

39 40 41 42 43 44 45

46

47 48 49 50 51 52

53

54

55

56

57

58

59

60

61

62

63

64 65 66 67 68 69 70

Coahuila Santa Cruz Oíd Zuñi Cañaveral Arikara Indian Knoll Shell Mound

Cheyenne

Sioux Atapasco Haida Tlingit Aleut Esquimal

Chukchi

Yakut

Ulchi

Evenk

Buriat

Beltir

Ket

Janti

Okunev

Serov

Baikal

Zhoukoudian Ulangom Ainu Moriori ~ Guam Tolai Australia

México California, USA Pueblo. New México, USA Florida. USA South Dakola. USA Ohio County. Kentucky. USA Pickwick Basin, Alabama

USA

Algonquin. USA Yukon River. USA Southwest Alaska. USA Southwest. USA Islas Aleutianas Chaplin, Siberia

Lejano Oriente, Siberia

Medio río Lena, Siberia

Río Amur, Manchuria, Siberia

Alto río Lena. Siberia

Lago Baikal, Siberia

Siberia meridional

Siberia occidental

Siberia occidental

Siberia meridional

Río Angara, Siberia

Lago Baikal, Siberia

China Mongolia Hokkaido. Japón Chatman Island. Polinesia Honolulú. USA Ralüm. Melanesia Murray. South Australia

51M.51F 35M.51F 52M, 39F 4227F 263M. 222F 55M.49F

14M.4F

56M. 42F 32M.27F 18M. 10F 27M. 9F 27M.13F 89M.56F

29M, 30F

39M, 27F

31M, 25F

28M. 28F

45 M, 40F

45M, 36F

11M, 14F

116M.98F

25M, 24F

19M. 8F

15M. 10F

1M, 2F 46M, 28F 48M. 38F 57M.51F 30M. 27F 56M. 54F 52M, 49F

Arcaico Late Canaliflo Tardío Tardío 1600-1750 d.C. Arcaico Arcaico

Tardío

Tardío Tardío Tardío Tardío Tardío Contemporáneo

Contemporáneo

Contemporáneo

Contemporáneo

Contemporáneo

Contemporáneo

Contemporáneo

Contemporáneo

Contemporáneo

Bronce

Neolítico

Neolítico

Paleolítico Superior Escita Reciente Reciente Reciente Reciente Reciente

Hooton. 1930 Howells. 1989 HrdliTka. 1931 HrdliTka. 1940 Howells. 1989 Snow. 1948 Newman, Snow. 1942 HrdliTka, 1927; Alexeev. 1982 Alexeev, 1982 Debetz. 1958 Alexeev. 1982 Alexeev. 1982 Debetz. 1958 Alexeev. Gochman, 1984 Alexeev. Gochman. 1984 Alexeev, Gochman, 1984 Alexeev, Gochman, 1984 Alexeev. Gochman, 1984 Alexeev, Gochman, 1984 Alexeev, Gochman, 1984 Alexeev. Gochman, 1984 Alexeev, Gochman, 1984 Alexeev. Gochman. 1984 Alexeev, Gochman, 1984 Alexeev. Gochman, 1984 Alexeev, 1978 Mamonova, 1980 Howells. 1989 Howells. 1989 Howells. 1989 Howells, 1989 Howells. 1989

les de yeso, puede reflejar las dificultades inherentes al desgaste de la superfi­cie lingual de los dientes anteriores, que difícilmente se aprecian en los vacia­dos en yeso.

Los estudios antropométricos sobre la base de los datos obtenidos por F. Boas (Jantz et al., 1992) de 12 medidas de cerca de 15.000 individuos, permi­ten dividir a las poblaciones norteamericanas en varios grupos: Artic. Subartic,

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CRANEOMETRIA DE I A POBLACIÓN PREHISPÁNICA DE LOS A N D E S ORIENTALES DE COLOMBIA 295

Tabla No. 5. Variables craneométricas y su equivalencia internacional.

No.

1 i

3 4 5 6 7 8 9 10 1! 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56 57 58 59

Nombre

Diámetro anteroposterior máximo Diámetro transverso máximo Longitud nasiobasion Altura basibregmática Anchura frontal mínima Anchura frontal máxima Anchura biauricular (BAU) Anchura biauricular (Howells) Anchura biastérica Cuerda frontal Subtensa frontal Fracción subtensa nasion Proyección glabeiar Proyección supraorbitai Cuerda parietal Cuerda occipital Subtensa occipital Fracción subtensa lambda Longitud foramen magno Anchura foramen magno (FOB) Longitud basiprosthion Anchura bicigomática Altura nasioalveolare (NAH) Altura nasioprosthion Altura facial total (NGH) Anchura frontomalar temporal Anchura frontomalar orbital Subtensa frontomalar orbital (FOS) Anchura frontomalar anterior Subtensa frontomalar anterior Anchura cigomaxilar anterior Subtensa cigomaxilar anterior Longitud malar (XML) Subtensa malar (MLS) Altura malar Longitud maxiloalveolar (MAL) Anchura maxiloalveolar (MAB) Anchura orbitaria (d) Anchura orbitaria (mf) (OMF) Altura orbitaria Anchura nasal Altura nasal Ángulo nasofacial (NFA) Anchura biorbital (ec) Anchura interorbitaria (mf) Subtensa maxilofrontal (MFS) Anchura dacriai Subtensa dacriai Anchura simótica Subtensa simótica Profundidad fosa canina (FCD) Cuerda alpha (ALC) Subtensa alpha (ALS) Cuerda zygoorbital (ZOC) Subtensa zygoorbital (ZOS) Altura mastoidea Anchura mastoidea Radio al basion Radio al vértice

Martin-Saller, 1957; Alexeev, Debetz, 1967

1 8 5 17 9 10 11

12 29 FS

30 31 OS

7 16 40 45 48

47 43

43.1 NS

ZM ZM' ML MS

60 61 51a 51 52 54 55

75.1 44 50

DC DS SC SS FC

Howells, 1989

GOL XCB BNL BBH MFB XFB

AUB ASB FRC FRS FRF GLS SOS PAC OCC OCS OCF FOL

BPL ZYB

NPH

FTB

FMB ÑAS ZMB SSS

WMH

OBB

OBH NLB NLH

EKB IOB

DKB NDS WNB SIS

MDH MDB BAR VRR

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296 L O S C H I B C H A S

C o n t i n u a c i ó n Tabla No. 5. Variables craneométricas y su equivalencia internacional.

60 61 62 63 64 65 66 67 68 69 70 71 72 73 74 75 76 77 78 79 80 81 82 83

Radio al bregma Radio al nasion Radio al rhinion (EKR) Radio al subspinale Radio al prosthion Radio al dacrion Radio al zygoorbitale Radio al ectoconchion Radio al zygomaxilare Anchura bicondilar (BCB) Anchura bigoniaca (BGB) Longitud mandibular (MAL) Altura mentoniana (MEH) Altura cuerpo mandibular (MCH) Grosor cuerpo mandibular (MCI) Anchura mínima rama ascendente (RMB) Altura rama ascendente (RAH) Altura proyección rama ascendente (RPH) Ángulo rama ascendente (RAA) Ángulo id-pg-gn (MEA) Altura po-b(POH) Ángulo cigomaxilar anterior Ángulo nasomalar (NMA) Ángulo simótico

65 66 68 69

69,1 69.3 71" 70 70a

79

20 i m ¡fino 'fe

ZOR NAR

SSR PRR DKR ZOR EKR ZMR

ZMA

S1A

Northwest Coast, afines entre sí; California, Great Basin, Southeast, Southwest, en otro grupo muy variable; Plateau, Plains y Northeast en otro grupo. Mien­tras que la lengua da cuenta del 38% de la variabilidad intertribal, el área cultu­ral es responsable del 53%. De esta manera los autores concluyen; 1. Existe un fuerte patrón geográfico en la variación antropométrica; 2. No hay evidencias para diferenciar los Na-Dene hablantes y los esquimales de otras familias lingüísticas; 2. La gran similitud entre Na-Dene y Eskimo-Aleut, más que con los Macro-Algonquian, puede sustentar la idea de un origen común reciente de las primeras poblaciones.

Desde la perspectiva evolutiva, si bien el origen de la diversidad humana se ha interpretado bajo las premisas de la cladogénesis (un ancestro común), difusionismo (teoría de la ola) y etnogénesis (múltiples orígenes) (Moore, 1995), los estudios fenéticos y genéticos sobre los orígenes de la variabilidad amerindia apoyan el modelo etnogenético, según el cual todo grupo étnico, en vez de un ascendente único, posee orígenes múltiples, generando comunidades mixtas que se estabilizan con el tiempo, pero que pueden sufrir recomposiciones radi­cales que les permiten reestructurar totalmente sus instituciones económicas, polí t icas, sociales y su propia lengua. El mapa genético de las poblaciones humanas, por consiguiente, mantendrá vínculos bastante laxos con la difusión lingüística y cultural. No obstante, en la dilucidación de los orígenes de la

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CRANEOMETRIA DE LA POBLACIÓN PREHISPÁNICA DE LOS ANDES ORIENTALES DE COLOMBIA 2 9 7

Figura No. 1. Dendrograma de distancias euclídeas Ward de rasgos craneométricos. Masculinos.

ESCALA 0 5 10 15 20 25 GRUPO + + + + + + EVENK - + - + KET -+ +-+ ULCHI + + + JANTI -+-+ I I ALEUT -+ +-+ I SEROV -+ I I BELTIR -+-+ I BAIKAL -+ + + CHUKCHI -+-+ I I ESQUIMAL -+ + + I I BURIAT - + -+ I I I YAKUT -+ I I I HAIDA -+ + + I TLINGIT -+ I + + FUEGUINO - + -+ I I I PARANÁ -+ I I I I AINU + + I I MORIORI + I I GUAM + I I ZHOUKOUDIAN + I TAINO -+-+ I SURINAME -+ I I AGUA DIOS + + I QUINDÍO + I I SAN DAMIÁN -+-+ I I ARHL -+ + + + + I LOS SANTOS -+-+ I I I I NARIÑO -+ I I I I I ARUBA + + + I I MUISCA BOGOTÁ MUISCA SOGAMOSO -+ I I I SILOS -+-+ I I I DUITAMA -+ + + I I VALLE + I I HUILA OKUNEV ULANGOM ARIKARA CHEYENNE SIOUX CAÑAVERAL MESTIZO AUSTRALIA TOLAI ATACAMA PUNA ATAPASCO HOLL ARLL CERRO LUNA LA PICA GUAJIRA SANTA CRUZ OLD ZUÑÍ PERIJÁ HOHL INDIAN KNOLL SHELL MOUND COAHUILA EGCB PIHL MUISCA TUNJA PAUCARCANCHA CHICAMA COCUY SIBONEY PILL

+

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- + I +

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298 L O S C H I B C H A S

Figura No. 2. Dendrograma de distancias euclídeas Ward de rasgos craneométricos faciales masculinos.

ESCALA 0 5 10 15 20 25 GRUPO + + + + + + EVENK -+-+ KET -+ I ULCHI + + SEROV -+ I I BELTIR _+-+ I BAIKAL -+ I JANTI -+ + + FUEGUINO - + I I HAIDA -+-+ I I ATAPASCO -+ I I I TLINGIT -+ I I I PARANÁ -+ + + + + ALEUT -+ I I I CHUKCHI -+-+ I I ESQUIMAL -+ I I I BURIAT -+-+ I I YAKUT -+ I I ZHOUKOUDIAN + I NARIÑO -+ I PAUCARCANCHA -+ I LOS SANTOS - + + I SAN DAMIÁN -+ +-+ I ARHL -+ I I I QUINDÍO + -+ I I ARUBA + I I MUISCA BOGOTÁ -+ + + I MUISCA SOGAMOSO -+ I I I MUISCA TUNJA -+-+ I I I SILOS -+ + + I I VALLE -+ I I I I DUITAMA -+-+ I I I HUILA -+ I I I COCUY _+-+ I I I CHICAMA -+ + + I I SIBONEY + I I PILL ARIKARA CHEYENNE SIOUX CAÑAVERAL OKUNEV ULANGOM AINU MESTIZO AUSTRALIA TOLA I COAHUILA EGCB INDIAN KNOLL PIHL ARLL PUNA SHELL MOUND HOHL HOLL SANTA CRUZ ATACAMA MORIORI GUAM CERRO LUNA LA PICA GUAJIRA PERIJÁ OLD ZUÑÍ TAINO SURINAME AGUA DIOS

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1

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CRANEOMETRIA DE LA POBLACIÓN PREHISPÁNICA DE LOS A N D E S ORIENTALES DE COLOMBIA 299

Figura No. 3. Dendrograma de distancias euclídeas Vv'ard de rasgos craneométricos femeninos.

ESCALA GRUPO

ARIKARA SIOUX CAÑAVERAL ARLL ATAPASC0 HAIDA TLINGIT PUNA OLD ZUÑÍ CERRO LUNA JANTI GUAJIRA PERIJÁ LA PICA CARIBE CHEYENNE LOS SANTOS MESTIZO AGUA DIOS VALLE HUILA KET COCUY MUISCA BOGOTÁ MUISCA SOGAMOSO BELT1R

DUITAMA

AUSTRALIA

TOLAI

INDIAN KNOLL

EGCB

PIHL

HOLL ULANGOM

SHELL MOUND CH1CAMA MUISCA TUNJA HOHL TAINO SILOS SIBONEY SAN DAMIÁN PAUCARCANCHA SANTA CRUZ ARHL PILL EVENK ULCHI CHUKCHI

ESQUIMAL

BURIAT

YAKUT

BAIKAL

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+ i +-+ i

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I I I I I I H h

I I I

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300 L O S C H I B C H A S

Figura No. 4. Dendrograma de distancias euclídeas Ward de rasgos craneométricos faciales femeninos.

ESCALA GRUPO

- + I - + I - + I _+ +

- + I - + +-- + I - + I - + I - + + - + -+ - + - + _ + + —

- + I - + - + - + - + - + - + - + - + + — — +

- +

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I I + -

I I I

-+

I

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— + I I I I I 4-

I I I I 1

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I I I

' + •

I I I

ARIKARA SIOUX CAÑAVERAL DUITAMA LA PICA ARLL ATAPASCO HAIDA TLINGIT PARANÁ SEROV FUEGUINO OKUNEV OLD ZUÑÍ CERRO LUNA GUAJIRA AINU GUAM JANTI KET BELTIR AUSTRALIA IOLAI MORIOR1 + I I I ZHOUKOUDIAN + I I EVENK -+ + I I ULCHI -+ + + 1 CHUKCHI -+ I I ESQUIMAL -+ + I BUR1AT -+ 1 YAKUT -+ I BAIKAL -+ I MUISCA BOGOTÁ -+ I MUISCA SOGAMOSO -+ I VALLE - + + I COCUY -+ I I SIBONEY - + + + I SAN DAMIÁN -+ I I I HOLL -+ I I 1 EGCB -+ I I I ULANGOM - + -+ I I I HUILA -+ I I I I SANTA CRUZ -+ + + I I SILOS -+-+ I 1 ARHL -+ 1 I I PAUCARCANCHA -+-+ I I PILL -+ I I 1 PIHL -+ I + + INDIAN KNOLL -+ I I TAINO -+ I I CHICAMA - + -+ I HOHL -+ I SHELL MOUND -+ I PERIJÁ -+ I MUISCA TUNJA -+ I LOS SANTOS -+-+ I PUNA -+ + + I CARIBE - + -+ + + I CHEYENNE -+ I + + MESTIZO + I AGUA DIOS +

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CRANEOMETRIA DE LA POBLACIÓN PREHISPÁNICA DE LOS ANDES ORIENTALES DE COLOMBIA 3 0 1

Figura No. 5. Dendrograma de distancias euclfdeas intragrupales de rasgos no métricos. Masculinos y femeninos.

ESCALA 0 5 10 15 20 25 GRUPO + + + + + +

KARASUK -+-+ TACAR -+ + + AFANASIEV + +-+ TLATILCO + + + ANDRONOV + + + AGUA DIOS + + + OKLAHOMA + I LITNORPR + + I ITACOARA + I I LITCENSC + + + + I ENSEADA + I I I I ARMACAO + + + + I I BASEAEREA + + + I I I LITSULPR + I I + + I TAPERA + + + + I I I LARANJEIRAS + + + I I I I LITNORSC + + + I I I LITSULSC + I I I CABECUDAS + I I COCUY + + I I DUITAMA + I I I BRITISH COL + + I + + PERÚ + I I I M. BOGOTA + + I + + I M. SOGAMOSO + +-+ + + I I I M. TUNJA + +-+ I I I I I AGUAZUQUE + + + I I I I I TEQUENDAMA + + I I + + + + I SILOS + I + + I I I I LOS SANTOS + I I I I I VALLE + I I + + CARIBE + I I TAINO + I SIBONEY

diversidad de las poblaciones humanas los investigadores se enfrentan al pro­blema de la distinción de los efectos de los procesos de cambio rápido de aque­llos otros que derivan de procesos lentos, pues al cabo de varias generaciones las lenguas nativas o mixtas pueden presentar rasgos parecidos a las lenguas de evolución lenta. A su vez, en genética es difícil diferenciar si un gen debe su presencia en una determinada población, a una súbita migración o a un flujo genético de un amplio período de evolución (Moore, 1995).

Si partimos del hecho que los primeros asentamientos humanos de los An­des Orientales de Colombia se remontan a cerca de 12.000 años, hasta donde señalan las evidencias reportadas por las investigaciones de G. Correal (1979, 1981, 1990), o cercanas a los 19-21.000 años según las investigaciones ade­lantadas en Tocogua, Duitama, Boyacá -información personal de Tito M. Be­cerra; podemos suponer, entonces, que las poblaciones andinas septentrionales

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302 L O S C H I B C H A S

Figura No. 6. Mapa territorial asumiendo que todas las funciones excepto las dos primeras son = 0. Discriminante canónico.

Función 2 -6.0 -4.0 -2.0 .0 2.0 4.0 6.0

+ 1 + 1 + + y 6.0 + 2 5 +

I 25 I I 25 I I 25 51 I 25 5571 122 25 577 I

4.0 +4422 + + 25 + + + 557 + I 4422 25 5577 I I 4422 25 577 I I 4422 25 557 I I 442 25 5577 I I 422 25 577 I

2.0 + +4422 + 25 + + 557 + + I 4422 25 5577 1 I 4422 25 577 I I 4422 235 557 I I 4422 2335 * 5587 I I 4422 ***115 555887 I

.0 + + + 4422231+ 155888 87 + + I * 4421 18 *8* I I 41 18 888*6777 I I 411 188666 666777 I I 441666 666777 I I 46 666777 I

-2.0 + + + +46 + 666777 + I 46 666777 I I 46 6667771 I 46 6661 I 46 I I 46 I

-4.0+ + + 46 + + + I 46 I I 46 I I 46 I I 46 I I 46 I

-6.0 + 46 + + + + + 1- + y

-6.0 -4.0 -2.0 .0 2.0 4.0 6.0 Función de discriminante canónico 1

y del sur tuvieron tiempo suficiente para desarrollar respuestas adaptativas a la hipoxia de altura, más evidentes en la región de Tunja y Cocuy, Boyacá, en el altiplano nariñense y en la sierra peruana. Esta respuesta convergente explica­ría su afinidad morfológica. Pero, por otro lado, su enlace en los enjambres con las poblaciones de Venezuela y las Antillas no se puede explicar sino por el hecho de compartir un ancestro común no muy remoto, del cual se escindirían los grupos andinos chibcha hablantes de los antillanos arawak hablantes y los amazónidos.

Page 53: Los chibchas: adaptación y diversidad en los Andes ... · grado de significancia de las diferencias, ante todo en las muestras pequeñas; ... Los Andes Orientales y su diversidad

CRANEOMETRIA DE LA POBLACIÓN" PREHISPÁNICA DE LOS A.NDES ORIENTALES DE COLOMBIA 3 0 3

Tabla No. 6. Promedios de variables craneométricas de poblaciones masculinas de Asia. Oceanía y América

Grupo

Zhoukoudian

Serov

Baikal

Okunev

Jantis

Buriat

Yakul

Chukchi

Evenk

Ulchi

Ket

Beltir

Mestizo

Australia

Tolai

Moriori

Ainu

Guam

Esquimal

Aleut

Halda

Tlingit

Atapasco

Oíd Zuñi

Sioux

Arikara

Cañaveral

Cheyenne

Indian Knoll

Santa Cruz

Coahuila

Siboney

Taino

Panche

Valle

Quimbaya

Aruba

Suriname

Guajira

GOL

204

185.5

188.1

188.8

181.1

181.9

185.8

184.4

179.4

183.3

179.4

176.2

178.1

190.3

183.5

188.4

190

185.6

181.8

179.7

183.6

183.1

181.5

175.8

184.2

179.5

180.6

183.7

178.8

179.8

182.5

172.5

169.4

161.5

161.9

171.3

171.4

164.3

181.3

XCB

143

142.9

145.1

155.1

143.7

154.6

148.6

142.1

145.5

142.3

145.5

146

140.5

131.9

130,5

142.8

143

140.8

140.7

149.8

143.8

149.7

140.4

133.4

142.6

141.5

147.7

143.1

135.4

139.9

135.1

134.8

155.6

163.1

162.8

157

143.3

148.9

142.5

BNL

109

102.5

101.6

103

100.8

102.7

104.6

104

99.4

103.3

99.4

99.1

102.2

102

101.5

105.6

106.6

105

102.1

102.9

104.2

102.1

101

99.2

103.5

102.8

101

101

102.5

97.3

103.4

99

97

98

94.6

89

93.6

98

98.3

BBH

136

132.4

131,2

133.6

127.2

131,9

136.8

136,9

127.5

134.4

127.5

130.9

138.4

129.6

134.9

136

138.6

143,7

135

127.8

137

136

135.9

133.5

129.5

133.5

143.8

133.7

139.9

129

135.7

134

125.1

121.1

135.1

126.7

132.4

123.4

130.4

MFB

107

93.6

91

98.5

95.9

95.6

94.2

94.8

94.6

92.5

94.6

92

95.2

94.2

94.2

94

95

94

94.9

94

95

94

94

99.5

94.7

95.9

94

94

91.6

94

92.5

93

97.8

99.3

98

95.3

95.5

96.5

95.2

BPL

106

102.4

99.8

100

101.6

99.2

103.7

104.2

99.5

102.5

99.5

95.8

97.2

105.5

107

103.1

104.6

101.5

102.6

103

103.2

101.1

100.6

98

102.2

98.6

100

100

97.1

98,9

98.3

93.3

98.4

102.6

96.9

98

90.5

95.9

98

ZYB

143

139.6

143.1

143.8

139.4

143.5

146.4

140.8

137.8

139.9

137.8

139.3

128.9

136.8

136

139.8

138.9

142.5

137.5

144

140.6

145.1

137.8

134.5

142.3

140.9

147.7

142.8

136

136.9

137.4

131.3

142.3

145.2

140.7

137.7

138.2

139.2

134.3

NAH

79

72.2

74.2

73

73.9

77.2

82.2

78.9

72.1

77.6

72.1

73.2

69

68.3

69

74.2

71.4

76

77.5

75.3

75.1

76.1

75.4

73.3

75.3

75.4

76.2

72.7

70

71.2

72.6

64.6

74.4

69.6

69.8

68

65.7

71

71,7

OMF

48.5

42.2

42.4

45.3

43.7

42.2

44.3

43.6

42.6

43.4

42.6

42.9

39.7

43.6

42

43.6

43.4

43

43.4

42.5

41.6

42

41.4

41.8

40.6

42.2

41.1

41.5

42.7

41.8

41.2

38.5

43.2

42.9

42.6

42.3

41.6

42

42.8

OBH

31.5

33.3

34.4

33.6

35.4

36.2

35.2

36.9

34.2

35.7

34.2

34.1

32.8

33.5

32.3

36.7

34.1

35.5

35.9

35.5

35.9

36.6

35.7

35.1

36.3

35

35.1

35.3

33.3

35.1

33.8

33.1

36.7

35.6

33.8

37.3

36.6

37.9

35.4

NLB

32

25.5

26.2

25.9

25.9

27.3

26.9

24.9

25.2

26.7

25.2

25.1

23.9

28.1

27.8

27.1

27.7

27.8

24.4

24.5

26.2

25.6

24.8

25.2

26.9

27.1

24.9

26.6

24.4

24.8

25.7

23

26.1

26.6

25.7

26

24

26.1

25.7

NLH

58

51.2

52.6

52

53.8

56.1

57.8

56.1

53.1

55.4

53.1

52.7

50.9

49.2

48.5

56

51

54.3

54.6

51.9

52

53.4

52.9

51

55

54.5

52.7

53.8

51

50.7

52.3

49.6

54.7

51.4

49.9

52.7

51.3

51.9

53.3

NFA

22

21.9

21.8

29.3

20.7

21.2

21.5

21.1

18.5

17

18.5

22.2

26.4

10.3

12

20

23.7

16

23

25.8

24

23.1

24

20.8

28.4

27.6

25

29.2

25

24.9

23

18

21.2

21.5

22.3

20

22

22

24.3

SSA

129

137.3

142.4

131.8

132,6

140.9

138

138.9

133.8

137.5

133.8

134.6

120.3

127.7

122.9

120.7

131

132

135.6

133.9

131.4

135.4

132.7

128.7

129.6

125.9

126.5

129.2

130

127.1

130

128.4

127

126.7

128.5

122.5

130

130

127.8

NMA

139

144.5

149.3

142.4

143,9

145.5

147.4

146.8

146.6

146.2

146.6

144.9

127.6

139.3

142

141.4

144.2

139.6

146.2

146.6

143.2

143.2

144.9

143.1

138.7

140

138.2

139.7

141.6

141.8

143

144.1

143

144.3

146.2

139.1

143

143

143

SIA

78

101.4

110.2

97.9

103,5

104.9

104.1

106.6

118.9

127.7

118.9

99.1

90.4

104.2

102.6

98,5

101.4

111.1

98.6

110.4

100

97

101

108.8

95

91

98.3

91

105

95.5

105

112.5

110.9

101.2

99.2

97

105

105

107.6

Page 54: Los chibchas: adaptación y diversidad en los Andes ... · grado de significancia de las diferencias, ante todo en las muestras pequeñas; ... Los Andes Orientales y su diversidad

304 L O S C H I B C H A S

Continuación Tabla No. 6. Promedios de variables craneométricas de poblaciones masculinas de Asia, Oceanía y América

Cerro de Luna

Motilón

Chitarero

Lache

Guane

Herrera

Muisca Bogotá

Muisca Tunja

Muisca Sogamoso

Huila

Chicama

Paucarcancha

San Damián

Atacama

PILL

PIHL

ARLL

ARHL

HOHL

HOLL

EGCB

Paraná

Fueguino

Ulangom

La Pica

Puna

Shell Mound

178.1

179.3

173.5

179.6

170.3

176.3

172.1

176.9

176.6

170

176

179.4

177.6

172.1

186.1

189.6

183

182

168.5

180.9

184.4

186.2

189.9

185.4

177.8

173.9

183.4

141.5

136.2

143,5

141.1

146.7

148.6

147

139.2

142

150

139.6

135.4

139.7

141.1

130.3

132.6

142.7

140

136.7

137.7

135.3

142.7

143.9

142.7

145.6

141.5

134.2

97.8

101

98.1

98.2

94.1

98.5

99.2

99.4

99

96

98.5

98.5

94.8

97.2

102.1

103.1

101

97.7

101

100.4

102.6

104

104,1

102.8

100.1

97.9

103.3

127.6

133.8

135.4

131.5

125.3

135

134.9

136.5

136.1

129.7

135.3

137.1

132.2

135.7

132.6

137.6

132.2

129.4

134

138.6

134

146.9

137

134

127.4

134.3

140.4

97.1

95.3

96.9

94.1

92.8

95.6

94,9

92.8

94.5

94.3

92.1

92.3

90.7

94.5

92

90.6

92

93

94

93

92

95

95.6

96,9

96.4

91

93.4

100

99.8

98

97.8

95.4

98

99.4

98.5

98.6

95

97

96.1

92

96.8

101

102.3

101

93.8

100

100

102

102

102.9

99.6

99.8

97

97.4

134.1

136.7

139.3

138.8

136.3

141

140.5

136

139.2

135.7

135.3

133.9

135.7

137.1

127

133.3

140.1

131.3

133

133.9

135.5

144.6

144,2

136.3

136

138.1

140.8

71

69.3

69.3

66

68.7

70

68

68.5

68.1

67.5

67.4

67.8

72

71.3

66

71.6

75

73.3

74

75.4

72

76.7

74.6

70.7

72.5

74.9

71

41

42.6

42.4

41.5

41

43.3

42.4

41,3

40.7

43.3

41

41

41.2

39.9

41.7

41.5

41.7

41.1

41.3

40.8

41.4

42,2

44.3

42.6

41.9

39.9

42.3

34.2

34.9

34

33.2

35.7

34

34.2

34.2

34

33.7

33.6

34.9

34.2

36.1

33

34.3

35.6

34

35.2

35,2

32.6

36,4

35.8

32.7

35

36.1

35.4

25.6

25.7

24.2

25.7

23.4

25.3

25.8

25

24.9

27

24,6

24.2

24

25

24,2

25.8

25.6

24.3

24.2

24

24.9

26.1

25.3

25.1

25.7

25.1

25.5

51.8

51.4

48.3

46.7

50.3

50.3

48.3

48.2

48.3

49.8

48.7

49

50.3

51.3

48.8

51.1

53.2

49.5

49.7

52.5

52.2

55.8

53.7

50.6

53.2

52.3

50.2

22

20

27.5

15

23.4

21

23.5

21

21.6

19.3

22

24.2

24

22

20

19.7

22

22

22

22

22

23.7

24.9

31

22

22

22

128

126.9

129.3

134,1

128.7

126

129.9

128.3

130.3

125.8

134.1

126.3

130

130

128

126.2

128

128

130

130

130

130.8

130.8

131.4

130

130

130

143

142.6

142.3

143.7

139.6

147.7

145.1

144.8

145.1

143.5

140.6

143

142

143

142

141.8

142

142

143

143

143

144.5

143.1

140.7

143

143

141.4

105

105

98.6

109.7

100.2

101

101.3

110,7

96.5

104.1

105

105

92,2

105

117

111.6

105

105

105

105

105

105

105

87.4

105

105

105

6. Conclusiones

En síntesis, los datos craneométricos, dentales, genéticos, antropométricos y de la teoría evolutiva permiten plantear lo siguiente:

1. Existe una amplia variación genética y fenética entre las poblaciones amerindias que se puede explicar por su etnogénesis (múltiples orígenes), ya sea por el efecto de varias migraciones o/y por los procesos evolutivos aconte­cidos una vez instalados en el Nuevo Mundo.

Page 55: Los chibchas: adaptación y diversidad en los Andes ... · grado de significancia de las diferencias, ante todo en las muestras pequeñas; ... Los Andes Orientales y su diversidad

CRANEOMETRIA DE LA POBLACIÓN PREHISPÁNICA DE LOS A N D E S ORIENTALES DE COLOMBIA 305

Tabla No. 7. Promedios craneométricos de poblaciones femeninas de Asia, Oceanía y América.

G R U P O

Zhoukoudian

Serov

Baikal

Okunev

Janti

Buriat

Yakut

Chukchi

Evenk

Ulchi

Ket

Beltir

Mestizo

Valle

Caribe

Guajira

Perijá

Chicama

Paucarcancha

Taino

Arikara

Santa Cruz

Cheyenne

Australia

Tolai

Moriorí

Ainu

Guam

PILL

ARHL

HOLL

HOHL

ARLL

Muisca Bogotá

Muisca de Tunja

Muisca de Sogamoso

PIHL

Fueguino

Los Santos

G O L

190

182.1

176.5

179.1

172.6

171.7

177.2

175.1

185.5

183.3

173

171.4

168.4

157.5

170.3

174.4

168.5

167.3

169.5

168

173.8

172.8

171

181.1

174.6

178.1

178.7

175.3

178.8

169.7

175.3

160

174.6

164.8

169.3

168.7

178.6

180.9

165.4

XCB

133.5

141.6

141

147.3

137.7

147.5

143.6

135.9

145.7

142.3

143

141.1

137.7

158

137.6

139.9

139

136.2

130.4

139

136.4

135.1

138

127.5

127.9

137.7

137.1

136.4

129.2

130.7

134.7

138.5

137.4

143.9

136.2

139.8

128.1

136.6

142.2

BNL

1 II

98.3

97.9

98.6

95.6

96.6

98.6

97.4

101

103

96.6

95.1

95.7

95

87

92.2

93.4

94.1

93.5

93

97.5

92.8

93

96.2

95.6

101

99.9

100

96.5

88.5

95.9

96

95.8

95.2

95.1

96.1

96.9

99

89.7

BBH

146.5

124.2

127.4

128.4

122.7

124.9

129.7

130.2

126.3

134.4

127.3

128

130.5

124

120

122.9

120.1

129.3

128.5

122

128.4

125.1

126.3

123.5

127.2

131.6

132.5

136.9

125.2

120.2

135.9

128

125.3

130

131.6

132.6

131

133.2

119.2

M F B

102

92,5

87,7

95.8

91,4

93.1

91.8

91.1

90.6

92.5

93.3

91.2

91.4

96.5

90

91.8

90.5

88.8

87.3

90

91

91

91

91

91

91

91

92

90

90

90

90

90

91.2

90.7

91.3

86.7

92.2

89.9

BPL

110

97.7

97

99.7

96.5

94.9

97.8

99.7

102

103

95.1

90.7

87.4

93

93

95

94.6

94.1

92.3

94

95.1

95.2

95

100

102

98.7

97.4

96.4

96

96

96

96

96

95

95.1

92.8

96.3

98.7

88.5

ZYB

134

135.4

130.7

134.1

129.2

134.1

135.4

129.7

141.6

139.9

131

1.31

119.6

135.5

124.3

129.3

130

126.8

123

123.7

130.5

126.7

127

125.8

126.2

130.8

128.2

132

123

125

128.8

123.8

131.1

133

128.7

132.7

124

134.2

130.3

NAH

70.5

69.8

71.1

68.5

69.4

71.3

75.3

73

75.4

77.6

65.6

70.2

65.2

66

66.3

68.5

63.5

65.2

63.1

63.4

69.6

66.1

68

62.9

64

69.5

65.9

68.6

60.5

68

70.6

66.2

72.2

62.4

65

63

65.5

70

64.6

O M F

42.7

42.7

41.9

42.1

41.5

40.6

42.3

41.5

43

43,4

41.7

41.7

37.6

41

38.3

40.8

41.4

41.7

39.5

40

40.8

39.8

39.5

41.6

41

41.5

^41.5

41.3

39.3

38.8

39.3

40.6

40.7

40.7

40

40.3

39.3

42.5

40.3

OBH

30.1

34

34.2

33.2

34.8

35.3

34.8

35.2

35

35,7

34.3

34.1

34

33

35.3

34.9

35

33.8

34.2

33.2

35.6

34

34.5

33.1

32.2

35.8

34.2

34.7

33.2

34

33.9

34.8

35.7

33.5

33.8

34.2

33.3

35

35.5

NLB

26

24.7

25.6

25

24.6

26.2

25.6

24.4

27.1

26.7

24.7

24.7

22.8

24

25

24.3

24.1

2.3.7

23,4

22.4

25,3

22.9

25

26,2

26.7

25.6

26.5

26.5

25

21.5

23.5

23.5

24.9

25.1

23.8

24.5

23.9

24.2

23

NLH

49

50.5

51.1

48.4

50.3

52.4

53.8

51.7

55.3

55.4

48.7

50.5

47.9

46

48

52.7

47.7

47

45.7

49

51.8

46.5

49.3

46.5

46.6

52.6

48.2

51

43.3

46

48.8

46.8

50.3

45.2

46.1

45.5

47.9

50.7

49.2

NFA

21

T J

20.4

24.7

18.4

17.2

18,1

16

18.7

17

16,5

19.1

25.4

21

21.5

15,5

19

19

20

17.5

23

18

27

10.4

15

12

18

18

19

19

19

19

19

23.1

17.5

16.1

19.4

22.8

24.7

SSA

128.5

135.7

136.8

132.2

132.4

140.3

139.4

136.9

141.6

137.5

135.6

134.2

120.7

130

128.6

129

129

129

129.1

127

126.9

125.8

130.3

126.1

122.9

121.5

130.2

133

128

132

130

130

130

132.6

127.3

134.6

126.1

130

131.4

NMA

140

145.5

149.8

141.4

143.8

147.5

148,6

148.1

149.1

146.2

144.6

144.9

13 1.5

147.1

134.7

141

141

143.1

142.2

141.5

139.3

139.4

140.2

138.3

141.2

141.2

140.8

141.7

141

141

142

142

143

145.4

143.8

145.2

141.1

143

141.4

SIA

107.4

112

117.7

103,1

118.8

116.1

113.3

108

126.7

127.7

123.1

111.7

95

105

105

113

113

108.3

98.5

113.8

103.6

102.5

95

112

113

111.3

111.8

117.2

105

105

105

105

105

105.2

114.3

105

108.3

113.1

105.7

Page 56: Los chibchas: adaptación y diversidad en los Andes ... · grado de significancia de las diferencias, ante todo en las muestras pequeñas; ... Los Andes Orientales y su diversidad

306 L O S C H I C H A S

Continuación Tabla No. 7. Promedios craneométricos de poblaciones femeninas de Asia. Oceanía y América.

G R U P O

Agua de Dios

Huila

Esquimal

Atapasco

Haida

Sioux

Oíd Zuñi

Cocuy

Cerro de Luna

Tlingit

Cañaveral

Indian Knol!

Siboney

San Damián

Chitarero

EGCB

Duitama

Paraná

Ulangom

La Pica

Puna

Shell Mound

GOL

162

166

175.2

172.7

171.6

177.2

163.9

173

171

173.7

171.5

172.1

166.5

169.6

161.3

175

166.8

178.1

175.2

170.9

170.1

176.4

XCB

144

147

136.6

134.5

142

138.1

131.3

139.2

133.5

142.8

BNL

83

99

97.7

96.4

98

96

94.5

98.1

92.9

96.7

142.91 96

131.5

131

134.8

140.3

131.4

139.8

135.1

136.5

141.3

139.1

131

98

92.5

89.6

94.3

97.3

92.8

97

97.9

94.8

90.3

99.4

BBH

109

124

130.1

129.2

132.4

123.8

127.6

129.5

122.6

128.8

136.4

132.8

128.9

124.6

130.5

130

134

139.3

128.7

121.6

134.1

135.4

M F B

77

89

90.7

90

91

91

91

93.9

94.2

90

90

88.2

88.5

87

93.1

90

91

92

92.8

93.7

85.7

89.5

BPL

96

99

98.6

95.2

98.1

96

93.9

95.3

94.4

97.5

96

95.6

89.3

88.5

94

97

91.2

96

95.5

94.4

91.1

96.7

ZYB NAH

133

131

130.9

127.9

133.4

131.8

127

131.8

125.1

133

138.3

127.4

121.8

124.9

133

127.3

129.8

132.2

127.5

127.6

130

127.9

63

68

72.7

72,2

71,5

70.2

68

63.7

68.8

69.3

71.7

65.4

63.6

65.2

66

68.5

68.3

70.8

65.4

68.8

70.3

66

O M F O B H | N L B

40

41

42.1

39.3

39.9

40.2

39.5

40

40

40.3

40

40.4

37.1

38.5

39.5

39.5

40.5

40.2

40.2

41

38.7

42

36

32

35.5

35.4

35.1

35.7

34.5

31.8

33.8

36

35.1

32.8

33.3

33

33

32.3

35

35.4

33.1

36

36.9

34.3

26

24

24

24.1

24.3

25.5

25.3

24,3

25.6

22.5

24.7

23.8

22.6

23.1

23

24.4

25

25.4

24.1

24.6

24.3

24.4

NLH NFA SSA

48

48

51.7

50.9

48.6

52.2

47.9

45.3

48.2

49.5

51.3

47,6

46.9

46.5

46

48.6

48

53

48.3

48.3

50.6

47.7

15

18

20.1

20

21

25.3

14.7

19

19

20

24

20

17.3

20

20

19

21

23.7

22.2

20

20

20

130

131.4

136.3

130

131,4

127.1

129.5

132.6

129

130

129

129

127.4

127.1

123.8

130

129.8

130

131.4

129

130

130

NMA

143.3

149

145.8

144

145.2

137.6

143.9

144.7

141

144

139.2

143.5

143.4

143.4

141.7

142

147

146.3

143.9

143.4

143.4

142

SIA

105

100.3

105.7

110

108

105

119,6

119.4

113

110

106

110.5

115.3

115.3

106.8

105

104.9

115

104.1

105

105

105

2. La variación es más apreciable en Centro-Sudamérica, incluido el nor­deste y sur de Estados Unidos, producto de un poblamiento más temprano y por su diversidad ambiental.

3. El origen de los primeros americanos se ubica en Asia Central, cerca al lago Baikal (Pribaikal), quizás al noroeste de esa región, en el alto Lena.

4. El fenotipo facial de los primeros americanos es mesomorfo o generali­zado (por mestizaje u origen protomorfo), modificado por posteriores eventos adaptativos (gracilización, braquicefalización), siendo difícil rastrear su línea evolutiva.

5. El poblamiento inicial es tan antiguo, que por un lado facilitó la homeostasis somática en los nuevos ambientes habitados, y, por otro, el equilibrio en la rela­ción mutación-deriva genética. A juzgar por las fechas de Zhoukoudian, China

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CRANEOMETRIA DE LA POBLACIÓN PREHISPÁNICA DE LOS A.NDES ORIENTALES DE COLOMBIA 307

Tabla No. 8. Comparaciones de grupos ambientales por pares

Paso

1

2

3

Ecosistema

Vegetación desértica

Bosque seco tropical

Bosque húmedo tropical

Bosque montano

Bosque templado

Estepa

Taiga

Tundra

Vegetación desértica

Bosque seco tropical

Bosque húmedo tropical

Bosque montano

Bosque templado

Estepa

Taiga

Tundra

Vegetación desértica

Bosque seco tropical

Bosque húmedo tropical

Bosque montano

F

Sig.

F

Sig.

F

Sig.

F

Sig.

F

Sig.

F

Sig.

F

Sig.

F

Sig.

F

Sig.

F

Sig.

F

Sig.

F

Sig.

F

Sis.

F

Sig.

F

Sis.

F

Sig.

F

Sig,

F

Sig,

F

Sis.

F

VDES

0.14

0.709

1.782

0.187

0.051

0.822

7.647

0.008

3.674

0.06

2.113

0.152

5.372

0.024

0.129

0.879

0.959

0.39

2.302

0.109

4.096

0.022

1.945

0.153

1.52

0.228

2.823

0.068

0,055

0.815

0.001

0.971

4.051

BSEC

0.14

0.709

1.747

0.192

0.07

0.792

14.87

3E-04

5.663

0.021

2.683

0.107

9.403

0.003

0.129

0.879

0.88

0.42

5.413

0.007

8.964

4E-04

3.566

0.035

3.021

0.057

5.634

0.006

0.055

0.815

0.023

0.88

10.62

B J H U M

1.782

0.187

1.747

0.192

2.059

0.157

0.683

0.412

0.028

0.868

0.035

0.852

0.225

0.637

0.959

0.39

0,88

0.42 •

1.849

0.167

1,028

0.364

0.432

0.651

0.865

0.426

0.598

0.554

0.001

0.971

0.023

0.88

2.7

BMON

0.051

0.822

0.07

0.792

2.059

0.157

15.96

2E-04

6.42

0.014

3.218

0.078

10.34

0.002

2.302

0.109

5,413

0.007

1.849

0.167

17,47

1E-06

9.587

3E-04

9.664

2E-04

12.63

3E-05

4.051

0.049

10.62

0.002

2.7

0.106

BTEM

7.647

3.008

14.87

3E-04

0.683

0.412

15.96

2E-04

0.916

0.343

2.022

0.16

0.278

0.6

4.096

0.022

8.964

4E-04

1.028

0.364

17.47

1E-06

0.508

0.605

1.032

0.363

0.173

0.842

2.388

0.128

7.882

0.007

1.866

0.177

28.52

ESTE

3.674

0.06

5.663

0.021

0.028

0.868

6.42

0.014

0.916

0.343

. 0.235

0.629

0.192

0.663

1.945

0.153

3.566

0.035

0.432

0.651

9.587

3E-04

0.508

0.605

0.276

0.76

0.098

0.907

1.061

0.307

3.448

0.069

0.872

0.354

17.36

TAIGA

2.113

3.152

2.683

1107

3.035

1852

3.2IS

3.078

2.022

3.16

0.235

3.629

0.844

0.362

1.52

0.228

3.021

0.057

0.865

0.426

9.664

2E-04

1.032

0.363

0.276

0.76

0.544

0.583

1.81

0.184

4.991

0.029

1.476

0.229

19.27

TUNDR

5.372

3.024

9.403

0.003

0.225

0.637

10.34

0.002

0.278

0.6

0.192

0.663

0.844

0,362

2.823

0.068

5.634

0.006

0,598

0.554

12.63

3E-05

0,173

0.842

0.098

0.907

0.544

0.583

1.473

0.23

4.882

0.031

1.181

0.282

21.55

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L O S C H I B C H A S

Continuación Tabla No. 8. Comparaciones de grupos ambientales por pares

4

Bosque templado

Estepa

Taiga

Tundra

Vegetación desértica

Bosque seco tropical

Bosque húmedo tropical

Bosque montano

Bosque templado

Estepa

Taiga

Tundra

Sig.

F

Sig.

F

Sig.

F

Sig.

F

Sig.

F

Sig.

F

Sig.

F

Sig.

F

Sig.

F

Sig.

F

Sig.

F

Sig.

F

Sig.

0.049

2.388

0.128

1.061

0.307

1.81

0.184

1.473

0.23

0.137

0.872

0.009

0.991

2.076

0.135

1.281

0.286

4.352

0.018

4.257

0.019

3.388

0.041

0.002

7.882

0.007

3.448

0.069

4.991

0.029

4.882

0.031

0.137

0.872

0.039

0.961

5.219

0.008

4.894

0.011

13,08

2E-05

11.82

5E-05

11.36

7E-05

0.106

1.866

0.177

0.872

0.354

1.476

0.229

1.181

0.282

0.009

0.991

0.039

0.961

1.345

0.269

1.065

0.352

3.65

0.032

3.614

0.033

2.851

0.066

28.52

2E-06

17.36

1E-04

19.27

5E-05

21.55

2E-05

2.076

0.135

5.219

0.008

1.345

0.269

L14.9

6E-06

19.27

4E-07

18.32

8E-07

18.96

5E-07

2E-06

0.346

0.559

0.012

0.912

0.163

0.688

1.281

0.286

4.894

0.011

1.065

0.352

14,9

6E-06

4.791

0.012

3.847

0.027

3.128

0.052

1E-04

0.346

0.559

0.176

0.676

0.038

0.845

4.352

0.018

13.08

2E-05

3.65

0.032

19.27

4E-07

4.791

0.012

0.092

0.913

0.233

0.793

5E-05

0.012

0.912

0.176

0.676

0.062

0.805

4.257

0.019

11.82

5E-05

3.614

0.033

18.32

8E-07

3.847

0.027

0.092

0.913

0.163

0.85

2E-05

0.163

0.688

0.038

0.845

0.062

0.805

3.388

0.041

11.36

7E-05

2.851

0.066

18.96

5E-07

3.128

0.052

0.233

0.793

0.163

0.85

a 1. 57 grados de libertad para el paso 1.

b 2. 56 grados de libertad para el paso 2.

c 1. 57 grados de libertad para el paso 3.

d 2. 56 grados de libertad para el paso 4.

(24-29.000 años) y los cálculos genéticos y dentales estaría cerca de los 30.000 años.

6, La segunda oleada provendría del nordeste de Asia y poblaría el noroeste (Great Northwest Coast, Na-Dene).

7. La afinidad entre las poblaciones circunárticas y árticas de Asia (Chukchi), Norteamérica (Great Northwest Coast) y Sudamérica (Tierra del Fuego, Patagonia) demostraría su origen común en los primeros, y la milenaria adap­tación ambiental de los últimos.

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CRANEOMETRIA DE LA POBLACIÓN PREHISPÁNICA DE LOS A.NDES ORIENTALES DE COLOMBIA 3 0 9

8. Las poblaciones sudamericanas conforman varios enjambres definidos por su afinidad fenética, proximidad geográfica y lingüística, distinguiéndose los caribeños (antillanos, orinocos), andinos, amazónidos y patagónidos.

9. Caribeños y andinos, por un lado, y amazónidos por otro, comparten un ancestro común; mientras que los patagónidos divergen por sus características específicas en ambiente circunártico.

10. Para el caso de los Andes Orientales se puede considerar que las pobla­ciones andinas comparten un ancestro común con las caribeñas; algunos ras­gos característicos de estas últimas se retuvieron con mayor énfasis en los guanes de la Mesa de Los Santos. Varios grupos de cazadores recolectores de tipo paleoamericano se remontaron tanto por el norte (posiblemente por los ríos Sogamoso, Chicamocha, Suárez) como por el sur (quizás por el río Bogotá), mediante un proceso etnogenético, dando lugar a la dicotomía craneométrica noroeste (Tunja, Los Santos, Cocuy), sureste (Sogamoso, Bogotá). Mientras que los grupos masculinos de Los Santos y Herrera son de tipo andino, los femeninos son más de tipo caribeño y caucasoide, heterogeneidad que habría que estudiar más ampliamente en el marco de las relaciones sociales que se establecen mediante el intercambio de mujeres y la selección sexual.

1 1. La comparación de rasgos no métricos, considerados de alta incidencia genética, y los caracteres faciales, evidencian una continuidad fenética entre los paleoamericanos y agroalfareros de la cordillera Oriental. Los muiscas de Bogotá, Tunja, Sogamoso se aglomeran con Silos, Los Santos, conjuntamente con Tequendama y Aguazuque, y, paradójicamente con el Valle del Cauca (Fi­gura No. 5). La muestra Herrera aunque es muy pequeña, demuestra una ma­yor proximidad con sus vecinos andinos, más que con las caribeñas, a excepción de la comparación femenina que apunta a una similitud inexplicable con po­blaciones norteamericanas y la venezolana de La Pica (Figuras 3, 4). Si nos apoyamos en la historia de la diversificación de la familia o estirpe lingüística Chibcha (Constela, 1995), tendríamos que concluir que la población del For­mativo (Herrera) de los Andes Orientales se comunicaba en una lengua de esa familia, y, por consiguiente, serían chibchas como los muiscas, guanes, laches y chitareros.

12. Algunos grupos como el Valle del Cauca y Huila (San Agustín), también muy pequeños, denotan cierta influencia andina. Llama la atención la gran afinidad entre las muestras vallunas y andinas tanto en las comparaciones de variables craneométricas faciales y rasgos no métricos, sin que se tenga una explicación plausible. Entretanto, los grupos del valle del Magdalena (Agua de Dios) y Quindío de la cordillera Central se aproximan más a los caribeños.

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310 L O S C H I B C H A S

13. Finalmente, desde el punto de vista metodológico se destaca el valor informativo de los rasgos craneométricos de coordinación o perfilación nasal y f ac i a l , e x c e p t u a n d o los radios que son poco in fo rma t ivos por es tar significativamente correlacionados con la mayoría de rasgos lineales. Igual­mente resalta la importancia de los análisis con escalas regionales y temporales más reducidos, pues brindan una visión más global, holística e integral de los fenómenos biológicos de las poblaciones humanas. En este aspecto el valle del Cauca se perfila como la siguiente región a analizar en virtud de la acumula­ción de gran cantidad de material óseo humano, procedente de varias regiones y distintas épocas. Desde la perspectiva temporal se perfila muy interesante el estudio del Formativo (Herrera en los Andes, Ilama-Malagana-Coronado-Cerrito en el valle del Cauca).