Los carreteros de Mecerreyes. Recuerdos de mi pasado próximo.

Dícese “carretero” al fabricante de carros y carretas. También se aplica al hombre que guía las caballerías o los bueyes que tiran de tales vehículos. (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).

Desde que el mundo es mundo, el invento más importante en la vida del hombre ha sido el descubrimiento de la rueda en Mesopotamia, presumiblemente por un alfarero, en los albores del V milenio antes de Cristo, y que fue el invento que más progreso ha aportado a la humanidad desde aquellos tiempos. En el IV milenio, se encuentran restos de carros con ruedas tirados por animales para el transporte.

Mecerreyes es el pueblo que me vio nacer. En él pasé mi infancia y una pequeña parte de mi juventud, ya que desde hace 33 años estoy viviendo la juventud plena en Barcelona.

En este pueblo, agrícola y ganadero por excelencia, hacer carros era un oficio muy reconocido y para el que se necesitaban competencias y habilidades específicas.

Como ya explicaba en el apartado de “las carboneras”, Mecerreyes fue un pueblo con muchos artesanos: cacharreros, tejeros, guarnicioneros, chacineros, herreros, albañiles, tejedores, y algunos más, y entre ellos también, los carreteros.

Mi padre, Lorenzo, fue carretero. Hijo de carretero y hermano de carretero. Pero con él acabó este oficio en la familia Vicario, pues a mediados de los años 60 (del siglo pasado, ¡qué barbaridad!) la mecanización y el progreso llegó al campo castellano, y con ello los tractores y resto de maquinaria. Esto supuso el fin de una época artesanal para la agricultura.

Estos artesanos tenían muchas competencias y habilidades profesionales, eran pequeños empresarios, que llevaban su propia contabilidad, sus relaciones comerciales con los clientes, su posicionamiento en el mercado, su marketing (aunque en aquellos momentos no se conocía con esta palabra todo lo que hacían para posicionar su trabajo); además también tenían que ser herreros, carpinteros, pintores (y no de brocha gorda, que también, sino que tenían que

ser artistas, ya que cada artesano tenía su propio elenco de dibujos. Sus dibujos identificaban los carros que hacía cada artesano). La rutina no era precisamente una de las características de este oficio.

Julián Vicario y su hijo Lorenzo. 1942

Realizaban diferentes tipos de carro, en función del uso que tendrían, así como del número de animales que tiraría de ellos; hacían carros de varas o de yugo, y dentro de esta división, podía haber carros con caja, o sin ella. Por ejemplo, los carros que se hacían para los clientes de la Sierra de la Demanda, eran carros sin caja, porque los utilizaban, básicamente para el transporte de troncos de madera. Así pues, cada carro era único, por su adaptación a las necesidades del cliente.

Los carreteros de Mecerreyes eran famosos en la provincia y hasta ellos llegaban agricultores y clientes de diferentes y lejanos pueblos para hacer su encargo. Recuerdo que los “clientes” eran tratados exquisitamente ya que una buena atención estaba en la base de futuras recomendaciones a otros clientes potenciales; se les invitaba a comer y si era necesario, se les ofrecía cama para pernoctar, ya que la competencia era muy grande, y había que tener contento y satisfecho al cliente. Al final se convertían en amigos.

Estos artesanos tuvieron un tránsito muy efímero entre el carro con ruedas de llantas de hierro y la llegada de los tractores. Apenas les dio tiempo de mentalizarse para el cambio…, y tuvieron que cambiar de oficio, para ello aprovecharon esas competencias y habilidades profesionales que antes comentaba. Así, mi padre se dedicó a la carpintería. Para estos artesanos no hubo ni planes de viabilidad, ni acompañamiento para el cambio de profesión… eran los tiempos del “apáñate como puedas”! y les ayudó en este cambio de actividad, sus competencias, habilidades, pero sobre todo, tener la mente abierta, (exactamente como en la actualidad, tienen mayores posibilidades de adaptación al cambio las personas que tienen la mente abierta y son capaces de poner sus habilidades y competencias al servicio de los nuevos tiempos.)

Pero volviendo al tema. El último carro que yo vi construir en el taller de mi padre, fue hace muchos, muchos años; en este momento no sabría precisar, pero creo que fue a principios de los años 70, y se hizo para un agricultor nostálgico que se negaba a la mecanización, y que pidió que el carro fuera hecho por el método tradicional, con sus ruedas con aros de hierro.…

Qué tiempos tan lejanos y tan próximos a la vez!

El proceso de fabricación del carro era muy cuidado y cuidadoso desde el inicio. La madera que se utilizaba tenía que estar completamente seca, para que no la afectara los cambios de tiempo y fuese estable; una madera verde o semiseca, corría el riesgo de que al secarse se combara (combar: torcer, encorvar). Eso les requería tener madera almacenada para garantizar la calidad del producto.Cada

fase del proceso de construcción tenía sus particularidades, y algunas comportaban una ruptura en la rutina de la familia. Recuerdo cuando se “metían los aros”, este proceso era casi una fiesta para los más pequeños de la familia. Una vez que el hierro del aro se había doblado y se había conseguido que fuera más o menos redondo, había que colocarlo en la rueda.

Para ello, se tenía que modelar, y esto se conseguía mediante un proceso de calor que hacía que el hierro se pusiera en estado incandescente. Así pues, en el suelo de un espacio abierto, se hacía un círculo con madera y se ponía el aro dentro, tapado con más madera. A continuación se encendía el fuego y se dejaba calentar el aro hasta que estaba al rojo vivo; entonces los expertos, mi padre ayudado por algún otro señor, procedían a sacarlo del fuego, y a justarlo a la rueda de madera totalmente, haciendo que se adaptara correctamente a base de golpes de martillo. Una vez que estaba adaptado a la rueda, se procedía a su enfriamiento, primero en el suelo, y esto era el principio de la fiesta para los más pequeños, porque contribuíamos a su enfriamiento remojándola con una barrila, llamada también botijo…

Después, los hombres la levantaban en vuelo y la hacían girar sobre una pila con agua para acabar de enfriarla.

Pero la fiesta no venía por el propio proceso en sí mismo, sino porque se aprovechaban las ascuas que dejaba el fuego para asar unas chuletas u otro tipo de carne, y así hacer un almuerzo especial, que rompía la rutina diaria…

También recuerdo con gran cariño y admiración a mi padre haciendo los dibujos que decoraban la caja del carro, porque tenía su arte y su paciencia hacerlo: el proceso se llamaba “fileteado”. El “fileteado”1 consistía en poner en una paleta (normalmente un trozo de cristal) los diferentes colores, y con un pincel con pocos pelos, pero muy largos, se procedía a hacer dibujos geométricos fileteando.

1 El fileteo es un estilo artístico de pintar y dibujar, que se caracteriza por líneas que se convierten en espirales, normalmente de colores fuertes, y un uso recurrente de la simetría. Su repertorio decorativo incluye principalmente estilizaciones de hojas, animales, cornucopias…

Metiendo los aros

Detalle del fileteado en un carro con caja

Cada artesano tenía su propia forma de decorar los carros, imponiéndoles su impronta que servía para su reconocimiento. Todos los carros iban “censados” y matriculados y todos llevaban una chapa con la identificación del carretero que lo había hecho.

Hasta aquí, mi pequeño homenaje dedicado especialmente a mi padre, por supuesto, pero también dedicado a todos los carreteros de Mecerreyes, por su esfuerzo, por su dedicación al oficio, porque a pesar de los años que han transcurrido desde su desaparición como oficio, a pesar de no haber visto siquiera su ocupación reflejada en el Código nacional de ocupaciones –CNO-, básicamente porque fue publicado muchos años después, su forma de hacer sigue siendo muy actual: asunción de riesgos, cuidado del cliente y desarrollo de un amplio abanico de competencias profesionales(herrero, carpintero, pintor) y, además ser empresario….

A finales del siglo pasado, se dice pronto esto! Una productora de vídeo realizó diferentes filmaciones sobre oficios perdidos en España, y el de los carros se rodó en Mecerreyes, en aquel momento quedaban algunos artesanos ya jubilados, que con ilusión renovada contribuyeron a la elaboración de un carro, con todos y cada uno de sus pasos. La foto del carro que hay en este artículo es el resultado de este trabajo. Desafortunadamente, alguno de sus creadores ya no se encuentra entre nosotros, vaya pues este pequeño homenaje a todos ellos y a todos los que propiciaron que este oficio tan antiguo como la propia humanidad perdure en el recuerdo de todos a través del documental “Los carros de Mecerreyes”