Los Cañones Del Español Monasterio

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Los cañones del español Monasterio Secreta Buenos Aires.Lo recuerda una calle en Patricios. Se unió las fuerzas patriotas y dirigió la fundición de los primeros morteros. El coronel, en la fundición: el cuadro de Fortuny muestra al militar entre cañones y morteros de lo que fue la primera fábrica patria de armas para la guerra de la Independencia. TAGS Cañones, Español, Monasterio, Parise, Secreta Buenos Aires

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Los cañones del español Monasterio

Secreta Buenos Aires.Lo recuerda una calle en Patricios. Se unió las fuerzas patriotas y dirigió la fundición de los primeros morteros.

El coronel, en la fundición: el cuadro de Fortuny muestra al militar entre cañones y morteros de lo que fue la primera fábrica patria de armas para la guerra de la Independencia.

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Eduardo Parise

En el barrio de Parque Patricios hay una calle llamada Monasterio. Tiene apenas seis cuadras, desde la avenida Caseros hasta la zona de la estación Buenos Aires, del Ferrocarril Belgrano Sur. Algún despistado podría pensar que el nombre de la calle es para evocar al malvado capitán Monasterio que perseguía al justiciero Zorro y sospechaba de don Diego De la Vega. Otros podrán creer que es una especie de homenaje al algún lejano monasterio tibetano donde recoletos monjes reflexionan sobre la vida. Nada más desacertado. Es cierto que el nombre tiene que ver con un homenaje, pero involucra a una figura que se destacó como parte de la lucha por nuestra independencia: el coronel Angel Monasterio.

Su nombre completo era Angel Augusto de Monasterio e Ibáñez. Nació el 28 de febrero de 1777 en Santo Domingo de la Calzada, en Castilla La Vieja. Su padre era un hidalgo y reconocido escultor del Reino de España. Eso influyó para que el joven Angel siguiera en esa línea, estudiara en Madrid y hasta ganara premios por sus trabajos. Pero en 1803 empezó a estudiar ingeniería y en 1808 se recibió. Designado para trabajar en el Virreinato del Río de la Plata, Angel Monasterio encaró hacia Buenos Aires a instancias de su primo Martín de Monasterio, entonces un rico comerciante y vinculado con Manuel de Sarratea, quien luego sería cuñado de Angel, ya que, en 1813, el ingeniero se casó con Juana Nepomucena María de los Dolores de Sarratea y Altolaguirre, con quien tendría cinco hijos.

Pero su llegada a la Ciudad tuvo algunas dificultades. Cuando Monasterio estaba en la Banda Oriental (actual Uruguay) comenzó un bloqueo y fue detenido por sus vinculaciones con el gobierno revolucionario de Buenos Aires. Y justo cuando estaba por ser deportado a España, hubo un acuerdo y lo liberaron. Ya entre los porteños, se sumó al movimiento patriótico como parte del Estado Mayor y lo incorporaron al ejército como capitán. En mayo de 1812 y ya ascendido a teniente coronel, el Triunvirato le encargó el montaje de una fábrica de cañones. La necesidad de esos elementos resultaba fundamental para los ejércitos patriotas, en plena Guerra de la Independencia.

La instalación de la fábrica de cañones se hizo en dos desmanteladas naves de la Iglesia de la Residencia, en la zona de las actuales Humberto Primo y Defensa. Allí se fabricaron los primeros morteros identificados como Túpac Amaru y Mangoré, que se usaron en el Segundo Sitio de Montevideo. La tercera pieza fundida allí llevaba el nombre de su creador: mortero Monasterio. Ya en 1814 en ese lugar también se fabricaban cañones livianos para el Ejército Auxiliar del Norte que había comandado Manuel Belgrano y que tras las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma quedó a cargo