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LOS CAMINOS DEL ÉXITO

HUELLAS EN EL CAMINO

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INDICE

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De la página 03 A LA 34 PROLOGO COMPARTIDO

” ” ” 35 A LA 77 INTRODUCCION

” ” ” 78 A LA 129 LOS CAMINOS DEL ÉXITO

” “ ” 130 A LA 151 HUELLAS EN EL CAMINO

” ” ” 152 A LA 235 LA TERCERA OPORTUNIDAD

” ” ” 236 A LA 255 CON BROCHE DE ORO

” ” ” 256 A LA 341 COMO NACE UN EMPRESARIO

” ” ” 342 A LA 354 EL GRAN ERROR DE MI VIDA

ISBN: 980-12-2209-3

Depósito Legal:

LF06120066583825

Diseño de la cubierta:

Metal arte

Reservados los Derechos de autor.

Editado por: METAL ARTE

Maracaibo, Venezuela

Primera edición: Agosto de 2006. 2.000 ejemplares

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“Cada uno de nosotros debe definir por sí mismo lo que es el triunfo y lo que representa para él, porque la felicidad es el resultado del triunfo. No es lo que tenemos, sino lo que disfrutamos, lo que realmente constituye la riqueza. Cuando hablaba de la correspondencia que he recibido de mis lectores, ésta era la felicidad del triunfo. Tengo la convicción que no pasará mucho tiempo antes de publicar otro libro, que sea el motor impulsor de algo nuevo que nacerá para enriquecer más la vida de mis semejantes y así poder volver a decir ‘soy mejor de lo que pensaba’. Uno debe sentirse importante, porque de acuerdo a como uno piensa, así es. Y siempre puede ser mejor”.

Francesco De Benedettis

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INTRODUCCIÓN

Francesco De Benedettis sigue convencido de que Venezuela es todavía un país que espera ser construido. Y se esfuerza a diario por contribuir a su crecimiento: ya cerca de los setenta años de vida, saca al mercado dos nuevos productos, levanta varios galpones para ampliar la planta; y sueña con generar, a gran escala, elementos de exportación; aumentar su plantel de empleados y lograr mayores dividendos para compartir con la comunidad que le es entorno. Y con su propio personal.

Hasta hace nada, él trabajaba en planta, como un obrero más. Se montaba el uniforme y se convertía en un maestro, induciendo su personal a la perfección que persigue y obtiene. Por los años de los años, siguió ejerciendo su oficio –el de soldador que aprendió en Italia- sin dejar de tramitar patentes, inventar nuevas producciones, crear vínculos con la gente que lo rodea física y espiritualmente; y buscar nuevos y mejores mercados.

Cuando uno hurga en la memoria de todos sus conocidos, indefectiblemente se desprende un pedazo de afecto. Hasta sus adversarios lo respetan. Y en cada palabra que testimonia su vida y obra se desdibuja un hacedor de milagros cotidianos. El mismo es un milagro.

De muchacho, lo llamaban el alemán…Quizás por estos cabellos rubio pajizo que ya va perdiendo y esta mirada azul, inteligente, que se ríe de los años permaneciendo adolescente. O por esta determinación de soldado…un paso al frente y el resto es pura marcha… como ha sido su tránsito todo. Va sembrando la ruta de rieles para abrirse paso a través de la nada. Y conquista territorios, credos, posibilidades, triunfos.

Francesco de Benedettis es un caminante. Un trotamundos que salió, como muchos, de aquel tiempo cuando Italia era un campo de guerra. Lo alcanzan sus recuerdos para cuando apenas debía tener cuatro o cinco años. Y reconoce que lo marcan definitivamente “la ausencia de su padre y aquellas visitas esporádicas que le permitía el servicio militar de cuando en cuando”.

Por los lados de Cañada Honda, en la ruta al sur de Maracaibo, realiza su última siembra, Metal-Arte, cuya cosecha obtiene a diario en forma de dividendos, interacción con la comunidad y un personal calificado y, generalmente, satisfecho.

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Aquella mañana de nuestro primer encuentro, en diagonal sobre la puerta de entrada de su fábrica pendía todavía en marzo una pancarta en la que se leía: I Encuentro Nacional de la familia Metal-Arte y la comunidad, con un lema: …”moviéndonos hacia la responsabilidad compartida. 25 y 26 de febrero de 2005”. Todo de su concepción y de su quehacer habitual.

Trabaja a puertas abiertas y recibe en su oficina, cargada de recuerdos, de papeles, de facturas, de aparatos, a todo el que lo requiera.

Los empresarios le reconocen virtudes: honestidad, capacidad de trabajo, interés por el desarrollo comunitario, actividades para la formación de las nuevas generaciones. Algunos están convencidos de que aún no ha recibido los reconocimientos que merece.

Mientras, él asumió un día este papel de apóstol, con el fin de convencer a los demás que pueden triunfar, como él mismo. Escribió entonces, en cadena, una serie de libros en los que narra –con el corazón puesto sobre el papel- sus experiencias y, a partir de ellas, inventa métodos y rutas para el éxito.

Sobresaliente es el modo personal, casi íntimo, que emplea en estos textos en los que parece querer establecer una relación directa con cada uno de sus lectores, tuteándolos. El tono es el de un amigo en plan de consejero. Hasta en el océano de sus pensamientos.

Todo, su historia completa, parece haber estado escrita al principio de la vida, página por página. Mientras su mente desdibujaba la figura del padre ausente para fraguar la imagen del abuelo –severo y amoroso-, dentro de él se estaba ensamblando el que ahora es. Este que piensa que en estos momentos “en los que tanto se habla de reconversión industrial, lo que cabe es una reconversión mental” y que siente que “mientras el venezolano no cambie su modo de pensar y actuar, es muy difícil reconvertir nuestro aparato productivo”.

Oficiante convencido de la necesidad del estímulo y la comunicación, creó un programa de radio y un premio de periodismo. En el primero, así como en sus intervenciones en eventos gremiales, generaba posiciones firmes, polémicas, en las que exponía con crudeza la realidad del país, del gremio, de la sociedad y de las causas que generaban las crisis. Y aún aquellos que adversaron estas posiciones, otorgaron sin palabras.

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Desde pequeño, él se sienta -ahora en su escritorio- para trazar, borrar, explicar. Actualmente, se asesora con una de sus hijas y pasa el boceto a los ingenieros. Pero es él quien ha concebido todos sus productos.

Siempre conoció su camino, el de triunfador. Desde que en su lejano Corato miró más allá del Océano y supo que el llamado de América era también para él. Que era el llamado de la esperanza. Y con carencias y dificultades, a los 17 años dio el primer paso y empezó a adquirir esta sorprendente sabiduría que le arrancó primero a la tierra y, después, a la vida: “Sí, he tenido fracasos; pero si uno no cae, tampoco puede levantarse…”

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Una historia en seis tiempos

UNO (Corato, el origen)

El día que salió de su casa, Corato era una pequeña aldea de aproximadamente cuarenta y cinco mil habitantes que vivía de la agricultura. Una mirada atrás le bastó para ver por última vez en muchos años los campos nuevamente poblados de olivares, almendros, viñedos y granos. Pisaba con fuerza las calles de tierra y poco iluminadas en su trayecto a la estación del tren. Y le latía, con el corazón inquieto, el presentimiento de que su vida nunca más sería igual. Fue como una despedida. Y él lo supo. Pero marchaba camino a la esperanza.

Como hoy, Corato se distinguía de otros pueblos cercanos porque tanto la plaza principal, en el centro del poblado, como la periferia amurallada, conservaban la forma redondeada de sus orígenes. Y en sus calles surge, evocador, algún monumento de ayer; y antiguos palacetes de dos pisos habitados por las familias nobles en lejanos tiempos.

Se ubica en la región de Puglia, Provincia de Bari, en Italia, a unos 43 kilómetros de la capital provincial. Está situado a unos 232 metros sobre el nivel del mar, tendido sobre la pendiente oriental de la Murgue, un territorio rocoso y semi-rocoso que ha permitido el desarrollo de la cultura tradicional de las siembras. Todo ha cambiado desde entonces: las calles son asfaltadas e iluminadas y por todos los rincones hay negocios, altos edificios, pizzerias y gran cantidad de restaurantes.

En su memoria viven los amplios espacios de este poblado que repasaba en sus diarios recorridos…hacia la Escuela Comunal o en plan de juego por el camino…la Viale IV Novembre, la Viale Fieramosca, Vía Veneto; y las plazas Marsini y Garibaldi. Al trote que, desde niño, es su deporte favorito.

Apenas tres escuelas funcionaban en esta diminuta ciudadela de la post-guerra: la Fornelli, la de la calle Giapone y la de la calle Trani. Hoy existen numerosos centros de estudio, bien equipados y con disponibilidad de transporte...

Fueron muchas las noches que se sentó bajo estas estrellas a evocar su casa, formada por dos habitaciones, una como dormitorio y la otra que servía a la vez de cocina y estar. Y aquel pequeño cuartico, con su cama, del hermano mayor. En aquella pequeña casa compartían cinco personas, “pero todo era hermoso y feliz”, con costumbres cotidianas ahítas de una gran dulzura, “porque éramos una familia

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unida”. El ambiente era bucólico, con hábitos totalmente rurales. A la final, se trataba ciertamente de una pequeña granja.

Su padre, Michelle, y su madre, Gina, eran un matrimonio de encuentros serenos y cotidianos. “Mamá lo ayudaba mucho en las tareas del campo porque esos tiempos eran duros. Pero, a pesar de ello, a nosotros no nos faltaba nada”. Y es que, de generación en generación, su familia toda era del campo. Como la mayoría en la zona.

De hecho, en Corato el trabajo del hombre le ha dado al paisaje una fisonomía única: grandes espacios abiertos en los que predomina la vegetación espontánea, intercalada con trechos de terreno cultivado que genera un rico colorido, de acuerdo con la estación: asfodeli, de flores blancas y amarillas; osiris, cardos y las amapolas, que son como un guiño rojo en los trigales coronando la vara que las sostiene. Con sus semillas, en ciertas regiones de Italia, a los niños les preparaban una infusión para dormirlos. Todas estas flores incansablemente perseguidas por los petirrojos…

Corato es la tierra del aceite extra-virgen. Se considera que produce la mejor especie de olivo en el mundo y posee cerca de dos mil hectáreas de viñedos para la producción de uva de mesa y uva de vino. Y, más allá de las leyendas sugestivas y de los relatos populares sobre el origen de esta ciudad, fuentes más acreditadas indican que en el alto medioevo, antes del año 1000, en el territorio de las antiquísimas Canusium y Rubi, estaciones de legionarios romanos, se hallaba constituido un caserío formado por pequeños asentamientos rurales y casas de campo.

Documentos históricos suponen que en el lugar donde posteriormente se levantó Corato existía una “mansio budae”. Este término relativo a Buda es totalmente oscuro: podría ser el nombre del caserío rural local o el nombre del propietario de la estación de caballos (mansio) cuya historia figura en los poemas de Horacio cuando relata su viaje entre Roma y Brindisi.

Lo cierto es que antes del 1.046 se registra la existencia de un caserío con el nombre de Coretum, que parece tener relación con la muralla levantada por Pedro, el Normando; en el sitio donde habitaba la población rural.

Por los siglos de los siglos, Corato ha gozado del influjo positivo del puerto de Trani, centro de comercio de naves procedentes de Venecia. Pero, definitivamente, en Corato se siente la influencia viva de las manifestaciones culturales del Imperio

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Bizantino.

De toda esta huella, la ciudad –como muchas ciudades europeas- conserva la memoria colectiva: una serie de monumentos, edificaciones y construcciones de diferentes épocas que representan su riqueza patrimonial. Entre ellos, destacan la Iglesia Matriz, que surge de las ruinas de un templo pagano y fue erigida en el siglo XIII; el Palacio de la Cittá, un antiguo convento franciscano que fue construido en 1506 por la Orden Menor en promesa a la milagrosa aparición del santo durante el trágica paso de la peste; el edificio de la Biblioteca Comunal, levantado en 1909; el Palacio Catalán, del siglo XVI, que posee una cornisa en bajorrelieve con escenas de caza y labores campestres; el Palacio del Señor Gioia, antiguo castillo medieval preso de una antigua leyenda; y algunos monumentos que son ejemplo de arquitectura renacentista. Entre ellos, el Arco de San Miguel, uno de los innumerables arcos que se encuentran en el Centro Histórico, así como los elegantes balcones de piedra y su vía Monte de Piedad.

DOS (El sueño)

Cuando Francisco asistía a la escuela elemental, después de terminar las tareas por la tarde, frecuentaba una herrería para aprender el oficio. Así empezó a trabajar con un mecánico en un taller donde aprendió a soldar. Desde entonces, no dejaba de ambicionar una fábrica de la que debía ser propietario.

La historia la relata él mismo. Es una historia que suele aposentarse en las tertulias familiares allá en Corato. Y es contada a las nuevas generaciones de los De Benedettis. En ese tiempo, no tenía 18 años y el sueldo que ganaba no alcanzaba ni para lavarse la braga de trabajo. Entonces, empezó a pensar en emigrar. Pero Francesco era menor de edad y la familia no tenía a nadie que lo llamara desde el exterior, como lo exigían las leyes.

Un día, ocurrió el milagro: en la Gazzeta local se publicó un artículo sobre Venezuela en el que solicitaban un soldador especializado.

Apoyado por su padre, escribió al Consulado de Venezuela, aunque sus padres no estaban muy de acuerdo con su partida. Particularmente su madre porque lo consideraba muy delicado en cuanto a la alimentación; razón por la cual pensaba que en la distancia no podría sobrevivir. Después de algunos inquietantes meses para el joven Francesco, desde el Consulado enviaron una comunicación señalando que se le había otorgado el permiso para ir a Venezuela, pero que en este país debería haber alguien que lo recibiera en el puerto cuando desembarcara.

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Un viejo ayudante de su padre en el campo, que había emigrado un año atrás, aceptó a la solicitud de Michelle De Benedettis: recibiría a su hijo en Puerto Cabello en la fecha y hora que se le indicara.

Esta es la versión de su hermana: “Así se iniciaron los preparativos de los documentos y, después de algunos meses, llegó el momento. No recuerdo bien si fue en enero o en marzo porque era muy pequeña. Lo único que recuerdo es el llanto de mi madre y la angustia de mi padre cuando regresó, destruido, después de haber visto zarpar el barco Sorrento desde el Puerto de Nápoles, a donde lo acompañó el solo en un viaje en tren. Pero fue realmente después cuando empezó la verdadera angustia, veintiún días de viaje sin una noticia. Hasta casi después de 45 días de silencio, recibimos su primera carta. La emoción fue inmensa”.

Y allí concluye su historia en Corato...

TRES (El entorno)

En aquellos tiempos, cuando los suelos de Europa todavía ardían por efecto de los recientes bombardeos, América se convirtió en la tierra prometida. Cientos de europeos, italianos, españoles, portugueses, escapaban de aquellas tierras desvastadas en busca de mejores horizontes. Las olas migratorias se derramaron, en sucesivos marullos, sobre todo el mapa Americano. Y a Venezuela, por obra y gracia de una política de apertura a las migraciones, se arrimaron cientos de peregrinos dispuestos a construir. Pero siempre con la esperanza de regresar para seguir sembrando en su propia tierra.

El tema de la post-guerra, sus penas y realidades, ocupó todos los espacios. La industria del cine fue particularmente prolija con melodramáticas historias de hechos reales y se concibieron innumerables películas de huérfanos, campesinos empobrecidos y familias que emigraban en medio de penurias y carencias...

Una de estos films se llamó Fiorile. En él, se narran las peripecias de una familia de inmigrantes procedentes de Europa, casualmente llamados los De Benedettis, de co-producción franco-ítalo-germana, realizada en 1992. Es una historia que despliega algunos parámetros: la inmigración y el trabajo duro, los sacrificios, la huella de la Segunda Guerra Mundial y, finalmente, el éxito. Prácticamente, un paradigma.

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En América, los emigrantes italianos se dirigieron especialmente a Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela. Inmigrantes con apellido De Benedettis se registran en este continente desde 1850. Pero este apellido se continúa sembrando sistemáticamente en suelo americano: en 1887, 1909 y 1910, dos de ellos provenientes de Campobasso, Italia. Y, finalmente, este registro de Francesco en 1957. Con un boleto sin regreso.

Los italianos no vienen a Venezuela en todas las épocas. De hecho, de 1.100 personas que vinieron como inmigrantes en 1842, 1.027 son provenientes de España y sólo cuatro son italianos. En la segunda mitad del siglo XIX, empiezan a llegar los italianos en mayor cantidad. Los que llegan antes de 1850, son parte de una migración política; son los revolucionarios de la "Joven Italia" de Mazzinni, quienes deben huir de la península perseguidos por los gobiernos. Entre ellos, los primeros Pittaluga. A partir de 1870, la migración es principalmente por razones económicas; son los que, abrumados por los impuestos excesivos que debió cobrar la "Destra Storica" y por la decisión gubernamental de suprimir el subsidio a la pobreza, no les queda otro remedio que buscar nuevos horizontes en tierra extraña.

Aparte de la inmigración espontánea que se sucede casi ininterrumpidamente durante las primeras tres décadas de este siglo XX, puede decirse que durante el gobierno del general Gómez no hubo particular interés por fomentar la inmigración. En verdad, había una resistencia manifiesta por parte del Jefe de Estado, que desconfiaba de los extranjeros.

Para el año 1926, hay 3.009 italianos en Venezuela. De ellos, 239 residen en Carabobo. Pasan quince años y, para 1941, no ha aumentado casi nada la presencia italiana: sólo 25 más que en 1926.

A la muerte del general Gómez, el general López Contreras, desde el mismo comienzo de su mandato, mostró un gran interés por promover el ingreso de hombres de otras tierras. Bajo su solicitud, el Congreso autoriza el fomento a la inmigración bajo ciertos requisitos: el deseo de arraigarse en el país, fundar una familia e incorporarse definitivamente a la sociedad venezolana. Además, debían ser de limpios antecedentes y buena conducta y tener el dominio de algún oficio, como agricultores, criadores, artesanos, industriales, mecánicos.

En los tiempos de Medina Angarita, el pueblo venezolano realmente se mostraba satisfecho con el arribo de la gente que venía huyendo de la Segunda Guerra Mundial y con el ánimo de trabajar por el país. La circunstancia no varía mucho con los gobiernos que siguieron al golpe de octubre del 45.

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Pérez Jiménez fue, a través de su política de concreto, dio un tremendo auge al proceso urbanístico en todo el país. Viviendas y vías de comunicación se transformaron en puntos claves de su gobierno, lo cual impulsó la inmigración espontánea y fue un factor decisivo para estimular a los constructores italianos, que vieron en este país el campo propicio para su elevación socioeconómica. En 1957, ingresaron al país más de 45.000 inmigrantes. De ese contingente, 24.022 eran italianos.

CUATRO (Las bases)

Es José Antonio Páez, en su primer gobierno, quien lleva a cabo una labor organizadora del Estado, con medidas administrativas en materia de impuestos y de inmigración.

No obstante, los principios jurídicos de la política inmigratoria venezolana en la etapa posterior a 1939 hay que buscarlos en la Constitución de 1936 y en leyes tales como la de Inmigración y Colonización (del mismo año) o la de Extranjeros (de 1937), así como en el Instituto Técnico de Inmigración y Colonización, creado en 1938.

El marco legal de estas disposiciones u organismos sufrieron un cambio de rumbo con respecto a la política anterior desarrollada bajo el régimen de Juan Vicente Gómez, que ciertamente había limitado bastante la entrada y las actividades de los inmigrantes. En cambio, el gobierno que lo sucedió recurrió a la inmigración como una medida más para potenciar el desarrollo económico del país.

Pero el estimulo a la inmigración tuvo un fuerte matiz selectivo, ya que la ley de 1936 especificaba que se aceptaban como inmigrantes a los extranjeros de buenos antecedentes y con oficio fijo: agricultores, criadores, artesanos, industriales, mecánicos.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial frenó la entrada de inmigrantes, pero en esos años se empezó a planificar una posible llegada masiva de refugiados tras la terminación del conflicto bélico, aunque la inestabilidad política de los años cuarenta era poco favorable a un desplazamiento masivo de personas hacia este país.

En 1949, se aprobó el Estatuto Agrario y se creó el Instituto Agrario Nacional, que representó un intento de reorientar la política inmigratoria y colonizadora. Existía la necesidad fundamental de cubrir, dentro de la actividad agraria, la

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producción de alimentos. Venezuela importaba por esas fechas cerca de un 75 por ciento de los alimentos que consumía. Y, al mismo tiempo, carecía de obreros especializados y buenos técnicos que colaborasen en el desarrollo del sector industrial.

El auge de las salidas de españoles a Venezuela (150.000 entre 1953 y 1958) hizo que el gobierno de España, con el fin de frenarlas, llegase a obligar de 1953 a 1955 a los que iban a Venezuela a hacer un depósito por el valor del viaje de regreso.

En 1958, fue derrocado Pérez Jiménez. Paralelamente, estalla un clima de fobia contra los extranjeros debido a una campaña que los convertía en competencia para la mano de obra local. Hecho éste que hizo restringir la inmigración, permitiendo solamente la entrada de familiares inmediatos de los ya establecidos en el país.

Para esa fecha, Francesco de Benedettis pasaba de Caracas a Maracaibo. Y, coincidencialmente, llega un 1 de mayo, apenas concluidas las protestas de los trabajadores contra la mano de obra extranjera.

En los sesenta, otra vez la necesidad de mano de obra especializada obligó al Gobierno a intentar nuevas políticas migratorias, que nuevamente encontraron una fuerte resistencia por parte de los sindicatos, empeñados en la defensa de los desempleados. Pero ya para estas fechas, la migración habría iniciado una inflexión descendente, provocando incluso un saldo positivo con los retornados en alguna fecha.

De acuerdo con los registros oficiales, desde 1948 a 1961 llegaron al país unos 800 mil inmigrantes, en su gran mayoría de Europa, quienes con una férrea disciplina para el trabajo y una gran capacidad de ahorro, no sólo fueron clave para el desarrollo local, sino que contribuyeron a darle forma y corazón a una nación siempre abierta al extranjero. Porque, a pesar de presentar diversas características culturales, estas personas tenían un denominador común: la mayoría contaba con una mínima formación práctica y disciplina para el trabajo.

Casi todos vinieron con la idea de lograr cierta estabilidad económica para regresar a sus países, pero la mayoría terminó, como De Benedettis, por echar raíces en este suelo.

De todas las migraciones, la de los españoles, italianos y portugueses fueron las más importantes. Las tres compartían razones similares para abandonar sus naciones: la huida de un régimen dictatorial, las atrocidades de la posguerra y la

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búsqueda de la tan anhelada estabilidad económica. La mayoría llegó en barco al puerto de La Guaira y famosas fueron las pensiones que sirvieron de primera morada. Muchos fueron llevados a estaciones experimentales de agricultura, como la de El Trompillo. Cada colonia fue dedicándose a una "especialidad" relacionada con las actividades que se desarrollaban en su país de origen. Fue así como los gallegos se dedicaron a producir hortalizas, los canarios al comercio de plátanos y los italianos a la venta de carne y otros alimentos.

Existieron, sin embargo, otros factores para el llamado de Venezuela sobre otros continentes. De hecho, para 1947 Venezuela necesitaba agricultores. Existía un déficit de producción, como se ha dicho, de unas 55 mil toneladas anuales de azúcar y de 50 mil toneladas de arroz, entre otros productos, y se requería cubrir la demanda con producción interna.

Pero también se iniciaba la explotación petrolera, por lo que muchos venezolanos abandonaron el campo para dedicarse a la lucrativa actividad minera, y este vacío fue aprovechado por los inmigrantes. Lo mismo ocurrió en la construcción, sector en el que también encontraron un nicho de mercado importante.

El cuento de los inmigrantes en Venezuela parece que tuviera un mismo guión y podría llevar el mismo título: De obrero a patrón, como reseña Franco Castinglone, el presidente de la organización Venezolanos del Mundo.

En su recuento, destaca que los extranjeros introdujeron, entre otros, dos importantes valores a la sociedad venezolana: el ahorro y el amor por la familia. "Las comunidades europeas tuvieron que aprender, casi a la fuerza, a economizar, por lo que traían muy internalizado el concepto del ahorro, con la idea de que el futuro se debe consolidar con el sacrificio de hoy". Por otra parte, el amor a la familia era exaltado por ellos, que tuvieron que dejar parte de sus seres queridos en sus países de origen mientras venían a trabajar para brindarles estabilidad.

Con el tiempo, las colonias de inmigrantes prosperaron, principalmente por su gran capacidad de trabajo y ahorro. Como explica Castinglone, "fueron pasando de obrero a patrón, reduciendo al máximo sus gastos y aglutinando la mayor cantidad posible de dinero". Fueron sumando capitales a sus comercios y los transformaron en grandes empresas.

Existen muestras de ello en las áreas de metalmecánica, productoras de carrocerías, abastos, casas de comercios, tiendas por departamento e, incluso,

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imprentas. Muchos son hoy las grandes cadenas de supermercado, empresas de consumo masivo, frigoríficos para el comercio de la carne, empresas de acopio agrícola y hasta emporios empresariales que se constituyeron de este modo.

Paralelamente, se han forjado nuevas generaciones, más venezolanas que europeas, que conservan los valores traídos por sus antepasados, pero que han introducido tendencias novedosas para la administración y gerencia de sus negocios, mientras desarrollan un verdadero sentido de ciudadanía. Son muchos los ejemplos del traspaso del manejo de empresas de padres a hijos y de hijos a nietos, y son muchos los casos que se han convertido en participantes activos de la economía venezolana.

Eddo Polessel, ex - Presidente de Fedecámaras, también ha analizado el tema con profundidad. Reconoce que fue entre 1946 y 1960 cuando se produce el mayor flujo de inmigrantes al país. Y explica que existieron dos razones: la primera, porque al finalizar la guerra se eliminaron los bloqueos en Europa; y la emigración en esos países constituía una válvula de escape para bajar la presión de la desocupación. La segunda es que Venezuela experimentaba un boom económico por la explotación petrolera que, si bien había empezado para satisfacer necesidades bélicas; terminado el conflicto se hizo indispensable para los países que iniciaban la fase de industrialización y de reacomodo económico.

Fue en ese período cuando, tanto por cantidad como por calidad, se produjo lo que podemos denominar la "inmigración consistente". Llegaron al país personas que crearon un fuerte impacto positivo, ya que se incorporaron a las actividades más variadas, favorecidos por un ambiente de amplia y hasta afectuosa aceptación por parte del venezolano, que entendió las ventajas que le proporcionaba la mano de obra calificada o adaptable a las actividades de la construcción, en fuerte expansión, y al naciente proceso de industrialización, y para atender diferentes servicios, desde barberos, sastres, zapateros, carpinteros, albañiles, mecánicos y profesionales en general, que componían así una economía en crecimiento.

Se estima que en esos años ingresaron no menos de 550 mil inmigrantes, la mayoría procedente de Europa, principalmente de España, Italia y Portugal, así como de Colombia. Para comprender su impacto hay que tomar en cuenta que para 1956 Venezuela tenía unos 6,5 millones de habitantes y su población económicamente activa no superaba los 2,5 millones. Los 550 mil inmigrantes constituyeron una fuerza de trabajo que contribuyó a un fuerte crecimiento económico y a modificar la estructura de la sociedad. En efecto, de cada 4 personas aptas para el trabajo, una era inmigrante.

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Y si tomamos en cuenta que en ese entonces el país presentaba condiciones favorables en su desempeño económico, que contaba con una moneda fuerte que posibilitaba el ahorro, se explica el crecimiento económico logrado y los cambios en la estructura económica y social, particularmente en la década comprendida entre el 50 y el 60.

Fue ese aporte lo que produjo un proceso de integración de carácter humano y social, cuyo valor no ha tenido precedentes ni se ha igualado en años posteriores. No cabe duda, sin desconocer la importancia de la inmigración de otras épocas, que la del período 1946-1960 fue la de mayor impacto y la más beneficiosa tanto para el país, como para los inmigrantes y sus descendientes.

Las cifras corroboran estas afirmaciones:

En 1946, entraron al país 5 mil europeos. Un año más tarde, la cifra ascendió a 11 mil; y en 1948 fueron más de 20 mil. Desde 1945, las tasas de ahorro en el país registraron un acelerado crecimiento. Ese año alcanzaron 25,4 por ciento del PTB, y en 1956 y 1957 ascendieron a 57,1 y 59,3 por ciento, respectivamente

La presencia de los italianos en Venezuela es de muy vieja data y, de tan vieja que es y por lo bien que siempre se han asentado en nuestra tierra los hijos de esa península, que aquí se da por descontado que somos la misma gente. Podemos preguntarnos: ¿Habrá un apellido más apureño que Barbarito? ¿O más guayanés que Figarella? ¿O más trujillano que Leonardi? ¿O más merideño que Consalvi? Veamos cómo ha llegado a sucederse, a través de los siglos, ese fenómeno de imbricación ítala en lo venezolano.

Así se iniciaba un especial publicado en el diario Noti-Tarde donde relataban la historia de los inmigrantes italianos en el país, empezando por Colón y Vespuccio, genovés el primero; veneciano el segundo; e incluyendo a Toscanelli con sus mapas. Figuran en este inventario Codazzi y Castelli; Tomasso Molini, el fiel secretario de Miranda; Juan Germán Roscio, el descendiente de italianos redactor del Acta de Independencia, copiada en caligrafía por otro italiano: Francisco Isnardi. Siguen Tenerari, el escultor de las estatuas de Bolívar, y Tadolini, quien fundió la estatua que está en la Plaza Bolívar de Caracas. Y se prolonga la lista en la historia y en los siglos.

. Si las imágenes del cine neorrealista constituyeron una excelente prueba de lo grave que había sido el impacto de la guerra, en 1953 los italianos podían ver en sus pantallas cinematográficas la película Pan, amor y fantasía que ofrecía una

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perspectiva mucho más amable y optimista. Pero se produjeron otras, Ladrón de Bicicletas, dirigida por Vittorio de Sica y Cinema Paradiso, que sirvieron como testimonio, así como de denuncia de ciertas circunstancias sociales de la posguerra. ...

Y es que esos inmigrantes italianos que se instalaron en los años 50 no iban a cambiar sus hábitos: buscaban recomponer su propia historia.

CINCO (Las causas)

Al terminar la Primera Guerra Mundial, Italia estaba económicamente destruida; había inflación, huelgas, desempleo y hambre. Esta guerra le costó a Italia 23 mil 500 millones de dólares.

Veinticinco años más tarde, la Segunda Guerra Mundial le produciría una inflación cuya consecuencia más inmediata fue la eliminación de los centavos. Y, en 1946, en Italia se acuñaron nuevas monedas de aluminio-magnesio con valores de 50, 100, 200, 500 y 1000 liras; y papeles moneda con valores de 1000, 2000, 5000, 10.000, 50.000, 100.000 y 500.000 liras. Pero, además, existía el fuerte temor de que se produjera un tercer conflicto que involucrara nuevamente a los países del Viejo Continente.

De manera que, al concluir esta segunda conflagración, se había iniciado en Italia un fuerte movimiento migratorio que, a diferentes ritmos, se distribuyó en otros países europeos y América.

Entre 1946 y 1951, se registraban más de 250 mil egresos por año y, a pesar de la rápida recuperación de la economía italiana, la tendencia a emigrar fue en paulatino aumento. En el período 1958-1963, un promedio de 350 mil italianos partían cada año en busca de mejores oportunidades, especialmente a otros países europeos. Sin embargo, la radicación en estos destinos, los más próximos, fue temporaria para muchos: miles de ellos, cerca del 60%, regresaron poco después, particularmente los que emigraron a Suiza desde las regiones del norte.

El desplazamiento fue también vigoroso hacia ultramar. Más del 80% de los que decidieron cruzar el océano se dirigieron a América, y de ellos sólo el 22% regresó a su país. Los países latinoamericanos acogieron el 80% de esta inmigración en los cinco años posteriores a la guerra, y alrededor de un 30% entre 1958-63.

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En este contexto, Argentina registró casi cuatro veces más ingresos que Brasil, que recibió 115 mil, y el doble que Venezuela, que acogió 242 mil italianos. La mayoría de los inmigrantes venidos a Venezuela eran jóvenes solteros en busca de mejores perspectivas futuras; mientras que a otros países, como a Argentina, viajaron grupos familiares completos.

Igualmente, se ha registrado que viajaron en mayor volumen los italianos procedentes de las provincias del sur; particularmente de Sicilia y Calabria; mientras que los emigrantes del norte de Italia eran fundamentalmente del Veneto.

La segunda guerra fue para la población italiana una situación de crisis extrema, la que una vez concluida produjo una verdadera situación de emergencia migratoria, aunque el proceso migratorio resulta fuertemente perturbador para los emigrantes. Aún en los casos en que la intención de permanencia en el nuevo destino se manifieste como temporaria, significa rupturas con un espacio de vida de origen que incluye relaciones familiares, laborales, sociales, una tradición cultural, una misma lengua, un paisaje, olores y sabores comunes.

Entre sus conversaciones y recuerdos siempre están presentes las experiencias de guerra. Algunas veces, relacionadas con situaciones de terror:

- Durante la guerra yo estaba embarcado, venía de dejar provisiones y pertrechos en Abisinia. Un bombardeo nos hundió el barco, llegué a la costa nadando, temblando de frío y de miedo. Mientras trataba de llegar me dije: si me salvo de ésta nunca más viviré otra guerra.... ¿cómo no partir?

- Cuando sonaba la sirena porque se aproximaba un bombardeo mi mamá nos llevaba a unas cuevas, unos refugios, y nos tapaba con unos trapos negros, nos hacía tirar al suelo hasta que pasaba el peligro. Yo veía cómo morían algunos cerca de mí....

- Cuando las bombas caían en el “arsenale” desde mi casa en la colina yo veía el fuego, y la puerta se abría de par en par con cada explosión. En el “arsenale” trabajaba mi esposo. Y yo le decía a mi madre “esta vez A., si que no retorna más....

- Cuando los alemanes ocuparon el pueblo, un capitán se presentó en mi casa y me dijo en su lengua apenas comprensible que desde ese momento él viviría en mi casa. No nos desalojó, pero ocupó nuestro dormitorio; mi suegra y mi esposa le lavaban la ropa (servicio que pagaba religiosamente) y yo le proveía de frutas frescas todos los días. El capitán era muy joven y espiándolo por el ojo de la cerradura varias veces lo vi llorar mirando una foto de su esposa y sus hijas. Afortunadamente, nos trató bien...

- Mi regimiento tenía base en Albania y terminamos prisioneros de los alemanes. Después nos rescataron los americanos y pude volver a Italia y allí decidí partir.

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Otras, acerca de los efectos del conflicto bélico sobre las vidas y los bienes:

- En Italia no había trabajo, iba viviendo de lo que podía, estuve como un año sin orientación, se rebuscaba uno como podía.

- Cuando bajamos del barco, en el 49, mi mamá no tenía ni cinco liras en el bolsillo.

- No había trabajo, estaba todo destruido, no había fábricas, ni agricultura, ni nada.

- En Italia por la guerra había mucha miseria... Durante la guerra, el gobierno daba la ración de comida...con el trigo recibido se hacía el pan una vez por semana, en horno a leña, porque no había gas... Algunos conseguían más cantidad, pero eso era clandestinamente...

- La guerra había traído el hambre.

- Durante la guerra debía conseguir harina para el pan, porque mi pueblo es de montaña y no se cultiva trigo. Juntaba el agua de mar y la dejaba secar para obtener sal. Cuando tenía una bolsa llena, la cargaba en un carrito junto con carne de cerdo que nosotros criábamos y caminando y tirando el carro cruzaba las montañas para llegar a la ciudad, donde cambiaba lo que llevaba por harina y por otras cosas que necesitábamos. Y de nuevo caminando y tirando el carro volvía a mi casa... Muchas veces, los zapatos no aguantaban y llegaba con los dedos al aire...

- ¿Cómo no partir cuando se hablaba de una nueva guerra? Mi madre nos impulsó. Mis dos hermanos varones habían muerto en la Primera Guerra. El 10 de enero de 1922, mi madre recibió en sus manos las actas de muerte enviadas por el Officio dello Stato Civile; las dos el mismo día:

Y también, el temor a una tercera guerra:

- Éramos sólo 2 hermanos varones y mis padres tenían mucho temor a una nueva guerra... había rumores de una tercera contienda.

- Un hermano de mi papá ya vivía acá y se hablaba de la posibilidad de otra guerra....

- Se vino la oportunidad de emigrar y me vine. Mi esposa se quedó en Italia... Le escribí diciéndole que a mí no me gustaba. Pero, ella me dijo: en Europa se habla de otra guerra.

Sólo para algunos jóvenes que acompañaron a sus padres, la guerra no fue el motivo de la migración; ni tampoco para algunos de los que vinieron después, una vez superada la depresión inmediata posterior.

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- Yo tenía 22 años y no quería venir, pero mi papá me obligó y en esa época se hacía caso a los padres por más que uno fuera grande.

- Yo no quería venir porque estaba de novia, pero mi papá era el que mandaba y los hijos obedecíamos.

- Económicamente me iba bien, teníamos chacras y olivares, pero estaba como cansado de la guerra y decidí venirme para conocer un poco el mundo, porque yo nunca había salido de Sicilia. Me vine solito...

- Tenía mi propia casa, y bosques y “piane” donde cultivaba viñas y perejil y porotos, habas, frutas, y trabajaba como picapedrero. Pero éramos cuatro hermanos y todo se dividiría pronto. Con la parte que me tocaba no hubiera podido progresar.

Sin embargo, en todos los testimonios, tanto de los que llegaron en los primeros años como de los que vinieron una vez superadas las condiciones extremas de depresión post-bélica, inmediatamente después del recuerdo de las experiencias de la guerra, o precediéndolo, aparece el otro motivo para migrar: la presencia en lejanas tierras de parientes o “paisanos”.

- Y nos vinimos aprovechando el contacto con una familia amiga del pueblo que se encontraba ya en América.

- En ese tiempo, se decía que América era la tierra de las oportunidades. Estábamos esperanzados; aquí tenía unos amigos y decidí venirme.

- Antes de nosotros había viajado mi cuñado

- Nos esperaban aquí dos hermanas y un hermano mayores que mi padre.

- Aquí tenía familiares, ellos me llamaron a Italia.

Los parientes y “paisanos”, muchos catalogados por los italianos de la segunda onda como responsables directos de la decisión de emigrar, formaron parte de su nuevo espacio de vida a través de reuniones, visitas periódicas o acontecimientos compartidos.

- Todos los viernes nos juntábamos con otros tres matrimonios italianos; hablábamos en nuestra lengua, acerca del trabajo o de las novedades de Italia; jugábamos a las cartas; cantábamos “canzonetas”.

- Siempre estuvimos en contacto con otros compatriotas; nos reuníamos periódicamente para recordar nuestro pueblo y mantener viva nuestra cultura.

- Al principio extrañábamos mucho, pero nos juntábamos con otros italianos que estaban igual que nosotros.

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Era una forma de reproducir una vida que se había abandonado por los acontecimientos derivados a partir de las dos guerras mundiales, mientras se reconstruía una nueva entre estos otros paisajes. Y así se fueron abonando las circunstancias para una nueva cosecha de individuos con dos patrias.

SEIS (Maracaibo, el destino)

A partir de 1956, en Venezuela se movían clandestinamente las fuerzas que culminaron con la caída del gobierno de Pérez Jiménez.

El acababa de llegar al país cuando se suscitó un hecho particular: la lectura en todos los púlpitos de Venezuela del manifiesto "Pastoral con motivos de la fiesta de San José Obrero" el primero de mayo de 1957, en el cual se criticaba la situación social del país.

Pero a esta avanzada de la iglesia, se sumaron otros gestos: La publicación de diversos manifiestos en contra del gobierno, firmados por hombres y mujeres representantes importantes de los diferentes sectores de la actividad económica, profesional y cultural del país. También los pronunciamientos públicos de instituciones nacionales como el Colegio de Ingenieros, la Asociación Venezolana de Periodistas, federaciones obreras y sectores empresariales que hasta ese momento no habían manifestado abiertamente su repudio a la dictadura.

El 21 de enero se produce finalmente una huelga generalizada de todos estos sectores movilizada por la Junta Patriótica (unión de los partidos políticos AD, Copei, Partido Comunista y URD), como apoyo a los oficiales alzados.

El movimiento culminó el 23 de enero de 1958 con la caída del gobierno.

Cuando Francesco De Benedettis llegó a Maracaibo este año; como en el resto del país, entre sus pobladores se movilizaban elementos para el reacomodo. Se habían abierto las puertas a la democracia. Y esto parecía traer aires de esperanza.

Para la fecha, el mundo se ocupaba de otras cosas: en el Viejo Continente se gestaba la Unión Europea, mientras que Suecia asistía al nacimiento de un genio llamado Pelé, un chaval de 17 años que comenzó como suplente y acabó levantado a hombros por sus compañeros. Y en Estados Unidos se estrenaba la película Vértigo, de Alfred Hitchcock.

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Para esta época, Maracaibo estaba comenzando una profunda transformación urbanística: el paso de aldea a ciudad. Aunque todavía el Faro seguía siendo el centinela del puerto y el guía de goletas, balandras, piraguas y bongos que usualmente atracaban, ahora celosas de los imponentes tanqueros que, desde hacía veinte años no dejaban de sorprender a sus habitantes.

Las tiendas exportadoras de café más sobresalientes eran Rincón Harris, S.A.; C.A. Beco, Tito Abbo, Jr; y José A. Hernández. Presidida por una recién estrenada bomba de gasolina, en la esquina de Mac Gregor, la Plaza Baralt permanecía como el corazón comercial de la ciudad

En sus alrededores, operaban las más famosas tiendas de la época: La Curazao, con sus novedosas escaleras eléctricas; Almacenes Nebot; R.J. Villasmil.

En las afueras, se levantaban urbanizaciones modernas con cómodas viviendas. Y cerca de ellas nacían comercios especializados y tiendas por departamento, como Sears Roebuck y el Supermercado Todos.

Hay una construcción sostenida de avenidas y edificaciones públicas y privadas, de plazas y monumentos y de vías de comunicación.

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La población entonces era de aproximadamente 300 mil habitantes, pobladores de casas inundadas de crotos, tamaibas, azucenas, madreselvas, berberías, lirios, alelíes, claveles, nardos; y aromatizada por el perfume de los azahares de la india y las albahacas. Acostumbrada a los tormentosos días de lluvia con sus inundaciones y sus calamidades.

Pero la vida transcurría apacible, creciendo hacia el sur y hacia el noroeste.

En 1958, Maracaibo no cumplió con la tradición de elegir una reina de carnaval.

En suma, cuando él llegó, Maracaibo representa el dinamismo producido por la riqueza petrolera de sus alrededores. Y este era el llamado.

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LOS CAMINOS DEL EXITO

“Cuando un hombre crea una empresa, se convierte en un sabio que procura combinar de la mejor forma sus recursos materiales y monetarios con los recursos humanos necesarios, calificados, todos con el objetivo final de generar uno o varios productos”.

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Tal empresario, tal empresa

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Y aquí está. Contenida en este edificio al que se ingresa por la planta superior. De fachada modesta, tendida sobre la ruta principal de Cañada Honda, a escasos metros del puente de Pomona. Metal-Arte actualmente es la segunda empresa más grande del país en su género. Posee agencias de comercialización en varias partes del país y está sometida a un permanente proyecto de reconversión para adaptarse a las nuevas realidades.

Esta es una de sus diferencias: es una empresa flexible que, acoplándose a las circunstancias, a las necesidades y a las demandas, vive un golpe de timón que la lleva por otros rumbos. Pero el norte es siempre la estabilidad. Muy lejos de aquel sueño de niño…“Siempre ambicioné tener una empresa, una empresa cada vez más grande”. En una jaculatoria que repitió año tras año hasta lograr el sueño. Y aún continúa esforzándose, día tras día, por mantenerlo realidad.

De las oficinas administrativas, en la planta superior, se baja a la planta; un taller de miles de metros cuadrados equipados de maquinaria de la más alta tecnología y ocupado por un personal que corta, fresa, lija, moldea el metal para construir ruedas, carretillas, zorras, andamios, dispensadores de botellones, plataformas de trabajo y puertas enrollables de los más variados estilos.

Empezó con tres empleados y tres mil bolívares de capital. Los había reunido ahorrando, tras largas jornadas, de diez horas de trabajo diario como operador de máquinas, herramientas y soldadura. Era el tiempo de Rómulo Bethancourt.

El camino, no obstante, lo había iniciado cuando dejó su primera huella en la salida de la estación del tren. Allá en Corato. O quizás antes, cuando siendo casi un niño montó un pequeño negocio con los ahorros de sus padres. O cuando se sentó en las campiñas a imaginar elementos de posible fabricación.

El caso es que desde sus viejos galpones, desde esta planta que habita hace casi cuarenta años salieron a comienzos del año pasado dos nuevos productos. Mientras, lo recorre satisfecho, lleno de orgullo. Mira hacia lejos y, en tanto se levantan nuevos galpones para nuevos productos, promete: “voy a llevar Metal-Arte hasta los bordes de la autopista….”. La autopista Número 1, que conduce al sur de Maracaibo, le hace fronteras en su límite oriental.

Metal-Arte es la empresa que compendia toda su actividad empresarial. Ella es la muestra de su éxito, de su filosofía, de su creación, de sus capacidades gerenciales, de su humanismo, de su concepto social de la producción.

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Para llegar a ella, ocurrieron experimentos sin fin: Taller Mecánico Industrial, C.A., Mercantil De Benedettis, Ferretería Néstor Cerbello, Proveeduría Industrial del Sur, Oficina Aduanal B&F, Ferro Industrial del Norte, Fábrica y Montaje de Equipos de Carga, S.R.L., Industria de Estampado Metalúrgico, S.R.L., Metal Caucho, C.a., Ferromateriales del Norte, Elastómeros del Zulia.

La experiencia obtenida en cada una de ellas y su siempre voluntad de adelantarse, de crecer, de innovarse, hacen de esta organización empresarial un modelo gerencial que compendia desde los modos de producción, pasando por técnicas de mercadeo; hasta métodos de investigación sobre hechos sociales y laborales.

Esta empresa fue fundada en 1966. Inicialmente, su producción se orientó hacia el sector metalmecánico. Actualmente, se ha ampliado y diversificado. Consta de cinco divisiones:

de ruedas y soportes industriales, sus partes y piezas en poliuretano, elastómeros y aceros de altas especificaciones, de acuerdo con los requerimientos de uso de cada cliente.

De equipos no motorizados para el transporte interno en plantas industriales, productos de línea y especialidades.

De sistemas modulares de almacenamiento de productos, RACKS.

De puertas enrollables, Santa Marías en aluminio y acero, con diferentes perfiles y automáticas o manuales.

De recubrimientos especiales de poliuretanos para rodillos, ruedas, partes y piezas industriales.

También consta de servicios de pre-venta, con asistencia y asesoría técnica para efectuar la selección adecuada; de post-venta, con asesoría para la instalación, uso y mantenimiento de los productos; y de información.

En sus continuas revisiones, la organización impuesta en aras de la modernización y de adecuación a los tiempos, estableció una amplia misión para Metal-Arte: Consolidar y liderar el mercado de ruedas, soportes y equipos de transporte, así como también el de puertas enrollables automáticas y manuales para la satisfacción del cliente nacional e internacional, contando con un personal capacitado y tecnología de punta que nos permita ofrecer productos de máxima calidad y un excelente servicio para obtener beneficios económicos para sus trabajadores, accionistas y la comunidad. Enunciado éste que preside la salita de recepción de la planta, en el primer piso de la edificación.

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Dentro de los mismos conceptos de innovación permanente, Metal-Arte fue incluida en los primeros servidores de Internet, con una página web que contiene la siguiente información:

Metal Arte, C.A.

Representante: Francisco de Benedettis / Presidente.

E-mail: presidencia@metal-arte.com

Página Web: www.metal-arte.com

Dirección: Calle 96, N°19G-159, Sector Cañada Honda, Maracaibo, Edo. Zulia.

Telfs.: (0261) 752 .17.69 / 47.95

Fax: (0261) 752.62.50

Productos: Ruedas industriales y domésticas. Equipos de transporte manual. Puertas tipo Santamaría en hierro, acero, aluminio, galvanizada, microperforada. Fabricación y montaje de estructuras metálicas. Escaleras tipo avión, escaleras tijera.

Sucursales: Punto Fijo, Barquisimeto, Valencia, Maracay, Barcelona y Puerto Ordaz. (Los clientes de aquellos estados donde no existe un distribuidor, se atienden directamente desde la sucursal principal, en Maracaibo).

En su área de producción, la empresa cuenta con 8 departamentos; bajo el mando de un ingeniero de planta, Wilson Jaimes. También consta de una Ferretería y un Salón de Exhibiciones.

El área administrativa está formada por la presidencia, la gerencia administrativa, las vicepresidencias de mercadeo y ventas, de operaciones, comercial y de relaciones públicas, gerencia general y gerencia de producción; cuyas operaciones se desarrollan en una cadena de oficinas, una tras otras, forradas de corchos, cómodas; pero exentas de lujos, salvo por la buena madera de todo alrededor.

Tanto para De Benedettis como para quienes han conocido su obra, la capacidad de transformación ha sido uno de sus secretos. Se le considera “una de las personas que, como empresario, se amolda a las circunstancias. Cuando ha podido fabricar y exportar, lo ha hecho. Y ha importado cuando, por la situación del país, era más fácil importar que producir. En esos tiempos, ha exportado fundamentalmente a Colombia”. Pero, además, las circunstancias o los cambios de situaciones no le bajan el ánimo. Siempre ha visto las oportunidades dentro de las crisis.

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En el año 89, por ejemplo, esta capacidad de la empresa ante las nuevas realidades la llevó a mantener su condición de líder en el mercado al sustituirlo insumos importados por nacionales para no alterar su nivel de producción por debajo de las necesidades del mercado.

En algún momento de su vida, llegó a tener seis mil empleados en todo el país.

Algunos conceptos básicos controlan su quehacer: Emprender: tomar riesgos, innovar, satisfacer necesidades para el consumo social…“Se me ocurre una idea, sueño con ella, no descanso pensando en ella”. Y cuando toma cuerpo de obsesión, la dibuja sobre un papel. Sólo entonces acude a los expertos: llama a los ingenieros, a su ingeniero de planta y la idea toma forma para entrar en producción.

Para ello, amén de sus propios talentos, cuenta con conocimientos de diseño estructural obtenidos en un curso de especialización realizado en Italia, en 1955. Después, no ha dejado de estudiar: técnico tornero y ajuste, en Italia; Administración por objetivos y sus resultados, en 1966; Dirección Dinámica, en 1968; Éxito Ejecutivo, en 1972; y La Dinámica del Liderazgo Personal, en 1975. En adelante, toma otros cursos que le apuntalan el liderazgo: Seguridad Industrial, Finanzas para Ejecutivos, Como Hablar en Público y Conducir Grupos, Seminario de Gerencia y Gerencia Participativa.

El 25 de abril de 1973, después de haber experimentado y consolidado varios rubros de producción, le dio forma a las Santamaría de aluminio y obtuvo la patente de modelo industrial. El invento consistió en la fabricación de tabletillas de aluminio para puertas enrollables. Y, a partir de allí, también logró fabricar persianas de aluminio. Estas puertas constituyen el producto más popular de Metal-Arte.

Cuando la empresa alcanzó los treinta años de historia, De Benedettis –que cree como nadie en la promoción- produjo una revista. En ella, se compendiaban, en cifras y productividad, los vaivenes de la industria dentro del mapa económico del país. Tal como se compendian en detalles técnicos todos sus productos en catálogos que presenta a su cliente para la selección de los mismos.

Generando etapas dictadas por los resultados de la empresa, se establece el comportamiento de la misma a lo largo de las tres décadas transcurridas. En general, la resultante es un crecimiento sostenido a lo largo de dos décadas, contadas desde los setenta.

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En efecto, los períodos comprendidos desde 1971 hasta 1979 se caracterizan por una tasa de crecimiento interanual del 70 por ciento en capital y activos. Pero, en cambio, en cuanto a personal, en los primeros cinco años se genera un crecimiento del 20 por ciento, mientras que el segundo período apenas alcanza el 10 por ciento, debido a las políticas de importación

Además, en el primer lustro de esta década se diversifican las actividades y los mercados al construir una empresa para la comercialización de productos propios, de producción nacional y de importaciones.

En este lapso, también se incrementan las actividades de investigación y desarrollo y se presentan al Ministerio de Fomento solicitud para fabricar tráileres aptos para oficinas o casas de campos, que hoy son abastecidas por el sistema de importaciones. Finalmente, es entonces cuando se diseña y patenta una puerta enrollable de aluminio o Santamaría, la cual continúa siendo hasta el presente un producto de excelente aceptación para los usuarios.

Todavía en el segundo lustro de este lapso, se siguen constituyendo empresas; entre ellas una empresa ferretera al detal para abastecer a terceros y al taller. Esta se complementa con la empresa mayorista fundada en el período anterior. Por último, se diseñan y construyen prensas hidráulicas de mediano y alto tonelaje con excelentes resultados de calidad y aceptación.

Todavía entre 1979 y 1983, el crecimiento se mantiene. Se constituye otra empresa ferretera al detal, se suspende la fabricación de prensas, debido a la falta de protección arancelaria y al cambio del bolívar que favorece la importación. Y, si bien las actividades de taller continúan, se hace mayor énfasis en la comercialización. Paralelamente, se investigan y desarrollan partes componentes de soportes de ruedas para complementar las importaciones. Porque, aunque deficitaria económicamente, esta actividad garantiza el empleo y su crecimiento como responsabilidad gerencial.

A partir de 1984, la empresa sufre las consecuencias del caos económico del país. Las obligaciones de las deudas (adquiridas con un dólar a Bs. 4,30) que en el presente se multiplican, hacen necesario que se recurra a las ventas de inventarios y activos para cumplir con los compromisos. El crecimiento se detiene y la empresa se ve obligada a apelar a todas sus reservas para mantener el empleo.

Es entonces cuando los códigos de creatividad y positivismo inculcado a través de los años en todos los estratos del personal se ponen de manifiesto. Se acelera la

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investigación y el desarrollo de los procesos metalmecánicos de las ruedas, soportes y sus partes. Se adecuan maquinarias y áreas de producción, y se despliega una labor de masiva capacitación para convertir el taller en productor de ruedas y soportes.

En los años siguientes, se emplean los recursos, el tiempo, las voluntades al inicio de programas dirigidos a lograr el cambio organizacional de la estructura de taller a la de industria; la implementación de procesos, metodologías y técnicas para analizar y evaluar procesos productivos, costos y rendimientos, instalaciones y equipos, labores de investigación y desarrollo, labores de control de calidad, ventas y mercadeo, desarrollo de adiestramiento del personal, beneficios económicos y sociales al personal y a la comunidad.

Igualmente, se desarrollan programas dirigidos a la normalización y mejoras tecnológicas en los procesos de producción, adecuación de áreas y equipos de producción para obtener rendimientos crecientes y menores costos; la investigación para desarrollar productos sustitutos de importaciones que permitan a corto plazo la exportación de los mismos; el establecimiento de sistemas de control de calidad total; la instalación de centros de difusión que cubran el total del territorio nacional; el análisis del mercado y de las necesidades de los usuarios; el apoyo técnico a la venta y al usuario; la investigación de mercados externos y consolidación de exportaciones; la educación social y técnica del personal, a través de la autogestión (recursos humanos de la empresa), o la intervención de institutos docentes o entidades que desarrollen este tipo de actividad; las mejoras sociales y económicas al personal según la creatividad o productividad; la vinculación con la comunidad cubriendo, deportes, ayudas y participación en las actividades sociales; la inscripción y participación en las asociaciones industriales y comerciales regionales y nacionales. Y, finalmente, el establecimiento de sistemas o metodologías y técnicas para incrementar la productividad y lograr la excelencia.

El 12 de mayo de 1987 el entonces Presidente de Sidor, César Mendoza, vino a Maracaibo, expresamente a visitar ésta y otra empresa.

Conoció, de parte de De Benedettis de los planes de expansión, que alcanzaban los 5 mil metros sobre los terrenos de la parte posterior de la fábrica: “íbamos a empezar a fabricar ruedas para montacargas”.

Dentro del proyecto, estaba contemplada la instalación de una planta para resinas de polímeros para revestimientos. Básicamente, es una goma sintética que sustituye el caucho natural. Para adquirir algunos compromisos necesitábamos estar seguros de nuestra materia prima. Estamos cubriendo el ochenta por ciento del mercado nacional, facturando alrededor de 20 millones.

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Sidor visitó la empresa en calidad de proveedor y pasó a ser su cliente. Como proveedor, suministra el acero; y, como cliente, adquieren ruedas que satisfacen especificaciones de los equipos.

En Venezuela, según la dice la experiencia, existe como una especie de milagro en el sector de la metalmecánica: el consumo de acero es un signo real de la recuperación económica y de la actividad en el sector industrial. Y cuando el Presidente de Sidor vino, le advirtió –visionario-que esa exigencia requería una preparación para el futuro.

Es en ese tiempo, cuando se produce un cambio de taller en fábrica. A través del proyecto de inversión 1988-1993. Con tres objetivos cercanos: Mil quinientos nuevos empleos directos, sustituir importaciones y abastecer el mercado interno. Ante las nuevas circunstancias, el proyecto se ha detenido. Se hicieron inversiones, pero con otra orientación. Se logró superar la crisis.

Con sus empleados es clase aparte. Lo reconocen Nancy y Eddie Marín, en Presidencia; Oswaldo Hernández y Néstor Cerbello, en la Ferretería; Manuel González, un obrero wayúu que fue su compañero de trabajo en el Taller La Forja, el primero de sus empleos. Que, después de treinta y seis años, se mantiene con él. En ocasiones, los dos se dedican a soldar juntos.

En Metal-Arte, se desarrollan actividades motivacionales para el personal. A sus empleados y obreros les hace conocer los planes de venta, de mercadeo, los planes de producción. Los involucra a todos…Pero, además, es un excepcional patrón que propone los beneficios laborales antes de que le sean solicitados.

De hecho, lo más sobresaliente de Francesco De Benedettis es su concepto social de la empresa. Sus empleados ocupan un lugar cercano a sus intereses. Y entonces, la gente se queda con él por muchos años. Desde siempre, se ha afincado en el bienestar de sus empleados, mediante el desarrollo e implantación de un programa de beneficios económicos y sociales, entre ellos el incremento de valores salariales y beneficios sociales. Que forma parte del proyecto de reorganización. En consecuencia, la edad laboral de la empresa; es decir, la antigüedad promedio de sus trabajadores, es de doce años.

En busca de la renovación permanente, viaja en busca de ideas, como cuando visitó la China. De Oriente, trajo muchas ideas a la Convención de Industriales Metalúrgicos de Caracas. Y ha intentado mantenerse actualizado, así como a la empresa y a su personal. De Benedettis trajo la primera computadora a Maracaibo.

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Para entonces, su gente no la sabía encender. Y, por último sabe disfrutar y ayuda a que los demás también lo hagan.

En los últimos tiempos y siempre dentro de ese esquema de permanente revisión, De Benedettis hoy reconoce sus errores para rectificar. “Si no hubiese analizado y corregido los errores cometidos no sé lo que hubiese sido de mí”.

La crisis fue el sacudón. Se dio cuenta de que su industria había permanecido sólida porque era una productora de riqueza. De 1963 a 1973, había un promedio de cincuenta hombres produciendo en la fábrica. De 1973 a 1979, los empleos en las compañías comercializadoras habían aumentado a más de ciento cincuenta; pero en la industria sólo quedaban unas diez personas produciendo. Estaba trabajando en la comercialización de productos importados, enriqueciendo así a los países de origen de dichos productos.

Es a partir del año 1991 cuando empiezan los errores. La empresa madre había generado otras empresas, en el país, distribuidoras de lo que se producía. Por ejemplo, existía una distribuidora en Caracas, con otra razón social, que vendía y distribuía todos los productos fabricados en Maracaibo. De este modo, el nombre de la distribuidora en poco más de 5 años era conocida en Venezuela y en algún país Andino, mientras que el nombre de la fabricante quedaba en un segundo plano.

Pero su mayor impacto ocurrió el 18 de febrero de 1983, conocido como el Viernes Negro; que a pesar de representar un revés para la mayoría, para su empresa devino en un camino hacia el crecimiento. Fue cuando se produjo un cambio en la organización. Y el gran taller de estructuras metálicas se había convertido en fábrica de ruedas y equipos de transporte industriales. Y, debido al control de cambios impuestos, la Importadora casi cierra sus puertas.

Se conoce con el término de Viernes Negro la fecha en la que el valor del dólar pasa de cotizarse libremente a 4,30 por bolívar a ser controlado por el Banco Central de Venezuela. El Presidente Luis Herrera Campíns dicta un decreto de suspensión de la venta de divisa extranjera durante los días lunes 21 y martes 22; esta medida fue extendida posteriormente hasta el día 25 de febrero; y el día 22, por decreto presidencial, se establece un control diferencial que permite el cambio de 4,30 bolívares por dólar sólo para los gastos corrientes, envío a estudiantes del exterior, amortización de las deuda pública interna y la privada externa y para las operaciones de la industria petrolera, del hierro y otros renglones. El resultado es que ya para 1996 la divisa norteamericana se situaba oficialmente en 290 bolívares por unidad y en el «mercado negro» rozaba los 500 bolívares, a la par del dólar Brady.

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Se ha establecido que el boom de 1973-74 fue una de las causas de la crisis, cuando se creó “el hábito absurdo del consumo estimulando la propensión a importar, el gasto de viajeros y la inversión de inmuebles en el extranjero”.

Con el Viernes Negro, a su modo de ver, “los venezolanos despertaron de un sueño y entraron, de repente, en larga pesadilla: devaluación constante del signo monetario, enredos con el pago de la deuda externa, amenazas de bajas en los precios petroleros y vigencia de Recadi como fuente de corrupción”.

Pero, “entonces empiezan los Años Dorados para las compañías fabricantes, ya que -desde esa fecha hasta el año 1989- les dieron muchos incentivos a quienes fabricaban productos de consumo nacional”

Su recién constituida fábrica se convirtió en la primera del sector. Los siguientes cinco años del control de cambio se mantuvo como la primera en Venezuela: sus productos cubrían el ochenta por ciento del mercado nacional.

Una de sus correcciones en el modo de llevar las empresas fue la incorporación de sus hijos a la actividad empresarial. Cuatro de ellos están a su lado, ocupando los principales cargos gerenciales: las vicepresidencias y gerencias que sirven de comando a los procesos de producción y de operación.

En 1994, se produce una nueva crisis política y financiera. Pero en Metal-Arte se trabaja en un proceso de mejoramiento continuo, con tendencia a bajar costos de producción y darle un cambio al sistema de comercialización mediante la constitución de sus propias agencias. Igualmente, se instala una planta de galvanizados, integrándola al proceso de producción; y otra planta de goma recuperada para fabricar tipos de ruedas de caucho más económicas, garantizándose los insumos.

Los años de bonanza, le generaron otros dividendos. El 24 de enero de 1991, la prensa recogió dos noticias: Metal-Arte presenta nueva línea de productos, bajo el nombre de “Serie Lunar” y presenta su libro Los Caminos del Éxito

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LOS CAMINOS DEL ÉXITO

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AMIGO LECTOR

Al adentrarte en el contenido de estas obras, te encontrarás que no está construida desde el punto de vista eminentemente literario. Es más, la narración de la historia escrita por su propio protagonista.

Este mensaje, en su conformación, retoma la palabra viva del luchador, del hombre que ha forjado una idea y hoy asume posición ante el ser humano, para señalarle un camino. Uno de tantos que conducen al éxito. Sólo añádele, a este mensaje, imaginación.

Sinceramente

Francesco De Benedettis

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Mi amigo(a):

Si preservaras

el triunfo estará a tu lado

no lo dejes escapar

de tus manos!

Con cariño

Francesco De Benedettis

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DEDICATORIA

Este libro lo dedico a los hombre y mujeres cuyo objetivo es el éxito, tanto en la vida personal, como profesional, empresarial, matrimonial o política. El responde a la experiencia obtenida en todos los años de mi vida y la que he podido observar en el mundo a través de lecturas de los hombres y mujeres que fracasaron y triunfaron.

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CONTENIDO

Prólogo

Capítulo I.- Oportunidad de la vida

II.- Nobleza de la mente

III.- Cómo conseguir el éxito

IV.- Debemos mirarnos en el espejo.

V.- ¡Qué fácil es tener éxito!

VI.- “Viernes Negro” ¿Por qué?

VII.- Perseverancia para triunfar.

VIII.- El miedo al riesgo

IX.- Herramientas para el triunfo

X.- Investigación de un plan.

XI.- El tiempo es valioso.

XII.- El empleado feliz

XIII.- El emperador loco.

XIV.- Mi experiencia.

Epílogo.

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CAPITULO I

En mi vida empresarial, constantemente el éxito me ha acompañado, y espero que siempre me acompañe. Invariablemente he oído hablar o decir de la suerte, que a “Fulano” le llueven los negocios, y a “Mengano” le dieron un buen empleo, y el señor “Zutano”, de no haber sido por el empuje que recibió, nunca hubiera triunfado.

Sin embargo, según mi opinión, lo que todo el mundo llama “suerte” no es más que una oportunidad que a todo ser humano se le presenta en la vida y no sólo una sola vez, sino tantas veces como lo desea. Y les digo esto porque todo ser humano se concibe igual, con la única diferencia de que los hombres pueden ser obreros, técnicos, gerentes, médicos, ingenieros, científicos, políticos o empresarios, de todos los niveles sociales; pero el nacimiento de un ser, bien sea varón o hembra, es idéntico aquí o en Pekín.

El problema consiste en que, en la cantidad de millones de seres humanos que habitan en la tierra, no existen dos iguales tanto física como mentalmente; y que la mayoría de esta población tiene un concepto de la vida muy distinto al que realmente debería tener.

Un niño recién nacido es un ser indefenso. Por lo tanto, se cría de acuerdo a su nivel cultural y religioso. El niño desde pequeño toma como modelo a sus padres, hasta llegar a la adolescencia, edad esta cuando empieza a pensar y a evolucionar, y, si los padres son criminales, ladrones, u hombres honrados y de bien, entonces les es más fácil asimilar, y un gran porcentaje sigue asimilando, hasta llegar a su mayoría de edad, y reaccionan igual que sus padres, en la mayoría de los casos. Si es malo, puede ser peor y si es bueno, casi siempre se supera y resulta mejor. En realidad, los culpables de estas actitudes, son los padres por infundirles en la mayoría de los casos, pensamientos negativos. Por ejemplo, un hombre que trabaja ya sea, en una fábrica o en una oficina, piensa que, mientras él con su empleo sólo puede sustentar a su familia, los que están sobre él, desde el jefe inmediato, hasta llegar al patrón, son aquellos quienes viven mejor a costa de su trabajo. Y les repito, es la gran mayoría, y cuando yo les aseguro que es así, es porque, con el pasar del tiempo y mi propia experiencia, me doy perfecta cuenta que cuando pasé por esa etapa, también pensé de igual manera. Por esto les digo y aseguro, que la mente por naturaleza, y hasta tanto no se eduque debidamente, sigue pensando igual, y reacciona mejor o peor a lo asimilado del modelo que le tocó tomar: sus padres.

También hay algo más sobre lo expresado ¿Por qué achacamos la culpa a nuestros padres?, apliquemos nuestra mente positiva y preguntémonos a nosotros

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mismos, ¿de quien lo heredaron nuestros padres? Una minoría podrá llegar a la conclusión de que, los culpables somos nosotros mismos. Usted también puede pensarlo y tanto es así, que usted lo está certificando, ¿verdad?

Nosotros los humanos somos los únicos seres vivientes, a quienes Dios, se molestó en colocar un cerebro para que lo usáramos para nuestro bien, porque si nos analizamos nosotros mismos, nos daremos cuenta que si usamos nuestro cerebro, y tanto así, que muchas veces nos ingeniamos para hacer maldad. Nos daremos cuenta que, si este mismo cerebro lo usamos por el lado positivo, nos servirá para el bien.

En tal caso, dejemos de estar echando la culpa de nuestra conducta a los padres, porque desde que empezamos a tener uso de razón, la mente tiene plena capacidad para hacer nuestra propia personalidad, y hasta el final de nuestra existencia persiste dicha capacidad, lo que hace falta, es entrenamiento para lograr un eficaz desarrollo –pero siempre por el lado positivo- y tener plena confianza en uno mismo, porque si uno no cree firmemente en la capacidad que tiene, nunca podrá hacer nada positivo.

Yo seguiré repitiendo lo mismo, el hombre o la mujer que quiere “algo”, bien sea, felicidad, bienestar, riqueza o poder, si persevera y siente ese “algo” dentro de sí, y acondiciona su mente siempre positiva para conseguir lo que quiere, sin duda alguna que lo obtendrá.

El otro punto es pensar en los demás. Por ejemplo, cuando le estás haciendo daño a otra persona, porque no detienes tu mente un momento, para pensar ¿Qué harías, si estuvieras del otro lado?

Llegarías a la conclusión, de que no te agradaría. Esto es exactamente lo que debemos hacer, pensar en el prójimo y mantener siempre nuestra mente positiva.

CAPITULO II

En este capítulo, les hablaré de lo noble y buena que es nuestra mente siempre y cuando se aplique por el lado positivo.

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Un ser humano viviente, al entrar a su madurez, se considera como un ser responsable de sus actos, por lo tanto propende a ser autosuficiente, y capaz de dominar sus impulsos, a distinguir entre lo malo y lo bueno y solo así, podrá conducirse al triunfo, o al fracaso. Estoy convencido, que si usted está dedicando su atención para leer este libro es porque quiere ser un triunfador, por lo tanto usted se lo merece. Si ha sufrido algún fracaso, no se desanime, éste le servirá de trampolín para tomar impulso y conseguir así, el camino hacia el triunfo. Lo que debe hacer es fijarse metas, y no a muy largo plazo, las metas deben ser cortas, y al finalizar una, inmediatamente fijar la otra, hasta llegar al objetivo que se quiere obtener.

Recuerde que la meta se la fija usted y lo que quiere alcanzar lo conseguirá. Se lo digo por mi propia experiencia.

Tengo muy presente también, lo que antes dije: hay que pensar en el prójimo y de forma positiva. Para obtener el éxito, tiene que darse lo mejor que se puede entregar de uno mismo y cuanto más das, tanto mayor será el triunfo logrado. Cuando yo digo dar, me refiero a entregar lo bueno que se lleva dentro y nunca el pensamiento negativo y egoísta al decir, con lo bueno me quedo yo. Tomemos un ejemplo simple, si a in desconocido que conseguimos en la calle, de pronto le damos una bofetada, ¿Qué podemos esperar como respuesta?, otra igual, o quizás dos.

Ahora bien, lo antes dicho queda entendido, prueba tu (perdón por el tuteo, pero ya me siento en confianza) con un ejemplo positivo: te consigues con un desconocido en una cafetería, te das cuenta que tiene deseos de fumar pero allí no venden cigarrillos, tú como fumas, te acercas y le ofreces a uno, el muy agradecido, te reitera las gracias y a la vez, te invita un café, desde luego, gustosamente lo aceptas y te quedas a conversar con el, al final se saludan y se alejan, cada uno por su camino, pero ahora cuentas con otro amigo.

Analiza los dos ejemplos y dime, ¿con cual de los dos recibiste más?

Quiero referirte otro ejemplo, el de un padre de familia que tiene seis hijos, y como muchos irresponsables que he conocido, para ellos procrear familia es como efectuar cualquier faena común, traer niños al mundo y luego abandonarlos con la excusa de que no quieren a su madre; la mayoría de estos hombres, son aquellos que antes referí, los que siguen culpando a sus padres de sus errores, porque ellos fueron sus modelos, y sólo usan su mente para lo negativo. Un buen trabajador responsable de sus actos, y que se quiere a sí mismo, nunca cometerá un acto tan deplorable, porque él sabe que existe un Dios, y que los hijos son la sangre innata,

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por lo tanto, ¿cómo puede un hombre no quererse a si mismo?, ¿Cómo puede abandonar algo tan suyo?, ¿cómo puede desconocer a un hijo, o negarlo cuando la sangre llama?

Por todo lo expuesto, un buen trabajador debe cuidar su empleo, y pensar siempre de forma positiva, porque tiene la responsabilidad de una familia, y antes de pensar en él, debe tener presente a los demás, así recibirá con creces los méritos por lo que ha dado y el día de su triunfo estará cada vez más cercano.

CAPITULO III

Ahora, quiero explicar un poco sobre como logré conseguir mi éxito. Desde la edad de trece años, cuando todavía estudiaba de noche para trabajar de día, decidí aprender una profesión. En el taller mecánico donde laboraba, estábamos cuatro obreros y el patrón, y desde entonces, fíjate bien, siendo un adolescente, siempre para mi interior me decía: “Llegará el día que tenga mi propio taller y más grande que éste” y, con toda la crisis de la post-guerra que sufrió mi pueblo, a los diecisiete años y con la ayuda de mi padre, obtuve mi primer taller, y aún, cuando no era tan completo, como aquel donde antes trabajaba, si era un poco más grande.

Con el taller duré un año, debido a mi experiencia y poca capacidad de financiamiento, fracasé, pero este fracaso resulto positivo, pues me hizo reflexionar y pude controlar la mente y aprender a dominar mis impulsos, así como las inquietudes que había dentro de mí, conseguí un nuevo empleo; cinco años después de mi primer fracaso logré el segundo taller. No era exactamente lo que yo quería; pero debía empezar por algo, esa era mi obsesión y así fui trazándome metas tras metas, y lo positivo de estas metas, las cuales llamaba intermedias, para mí se han convertido en una costumbre. Por eso, tan pronto logro una, inmediatamente trazo la próxima y cada vez más ambiciosa.

Cada día que pasa, sigo creyendo firmemente que voy a alcanzar lo que me he propuesto. Lo único que pido a Dios es que me ayude a consolidar un buen equipo humano. En esto si estoy definido, para lograr mis metas necesito de hombres y mujeres que crean en mi y en ellos mismos, puesto que el éxito no es sólo mío, sino que es el éxito de todos, por lo tanto debemos dar todo lo bueno que tenemos, con mente positiva y si cada uno se ha trazado su propia meta, también con el tiempo serán felices y esta felicidad será transmitida a los próximos que se atrevan a seguirnos.

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CAPITULO IV

En él capitulo anterior, egoístamente solo les hable de mi éxito. Yo sé exactamente lo que pueden estar pensando.

Para uno poder hablar de algo, ya sea bueno o malo, debe mirarse en el espejo y hablar de algo real, que es la única forma de decirse a uno mismo y a los demás, lo que haz hecho bien o mal.

También les diré, que para triunfar y tener éxito en la vida, primero, les repito, hay que dar lo bueno de uno; segundo, tener siempre su mente positiva; tercero, planificar sus metas; cuarto, trabajar incansablemente y asimilar experiencias de tus más cercanos compañeros de trabajo, y quinto, recuerda siempre que tu jefe inmediato es un amigo, si tú trabajas produce con ahínco, los laureles se los llevara él, pero, ¿dime una cosa, no has pensado nunca ocupar su puesto?. El único camino para ocupar el puesto de él, es exactamente éste, dar lo bueno que uno tiene al prójimo, Recuérdalo, el éxito es positivo, pero el fracaso es negativo.

También debes recordar, que los éxitos del triunfo de bienestar y riqueza, se consiguen a largo plazo; asimismo les recordaré, que todo en la vida no es éxito, también existe el fracaso, sólo que los fracasos, si uno lucha y nunca los acepta, son el primer paso para lograr el éxito. Lo que debemos hacer, es decirnos a nosotros mismos ¡Yo triunfare!; todas las mañanas debemos decirnos ¡me siento bien, terriblemente bien; hoy pasare un buen día y regresare bien!

Hasta este momento he hablado de casi todo menos del recurso, este también es importante, ya que complementa la mente positiva.

La disciplina es factor primordial para poder triunfar y tener éxito, es necesario ahorrar dinero, por muy poco que se pueda, tenemos que hacerlo.

Me voy a referir a un gran empresario colombiano, que cuenta actualmente con una cantidad de empresas en todo su país. En una oportunidad, coincidimos en un viaje al exterior, por pura casualidad su numero de asiento era al lado mío, como viaje duro nueve horas, nos enfrascamos en una conversación de negocios y, de nuestras vidas. Él tiene actualmente la edad de cuarenta y cinco años y cuando le pregunte ¿cómo logro amasar tanta fortuna? Me contó que en realidad, esta fortuna fue producto de los sacrificios, trabajo y ahorros de su difunto padre, que había sido un emigrante, llego al país solo con su maleta y a fuerza de ahorros,

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después de 25 años había reunido una cantidad que invirtió en un negocio de bienes raíces, empezó a construir viviendas para venderlas. Al cabo de unos años, estaba construyendo edificios y como el negocio era rentable, los beneficios le permitieron quedarse con un edificio, pero con tan mala suerte, que como frecuentemente viajaba en avión, un lamentable accidente aéreo, concluyo con su vida, a la edad de sesenta y cinco años. Continuo hablándome, y me contó todo lo que había aprendido de su padre, con la tenacidad que había trabajado y que siempre le decía: “Hijo mío, recuerda que la base del triunfo y el éxito, es el ahorro y la perseverancia en el trabajo; la forma de hacer fortuna es pensando que mañana se puede presentar una oportunidad y si no has ahorrado dinero, esta oportunidad se pierde”. Tanto fue así, que en mis treinta y cinco años de edad cuando el viejo murió, nunca supe si había tomado vacaciones, y tal vez murió feliz, porque su vida era crear, estoy seguro de eso porque creó bienestar, comodidad y riqueza para los demás, pero para el fue trabajo.

Cuando terminó el relato de su padre, me contó como aquella pequeña fortuna que había heredado, en solo diez años se convirtió en una gran fortuna y que, a pesar de dedicar diez y ocho horas diarias a sus negocios, era feliz, porque pensaba en la cantidad de hombres y mujeres que trabajan en sus empresas. Entonces, me explico como multiplicó el patrimonio heredado.

Su padre le había enseñado a ser positivo, y además era un profesional universitario, se empeño en llevar adelante la obra que inició su padre.

-Los primeros dos años – me dijo – me resultaron un poco difíciles, mi carrera es Derecho, o sea abogacía, no me gustaba la ingeniería, por lo tanto en esos dos años me enfrasqué en la lectura de libros inspirativos e historia de hombres que habían tenido éxito, fortuna y poder en sus vidas. Fue tanta mi inspiración que en mi mente se formó una obsesión: “tengo que ser rico y poderoso”, y me vino a la mente Rockefeller, y me repetía: “¿Por qué si ellos lo hicieron no lo puedo hacer yo?”. Así fue como un día se encendió una luz en mi mente. Podía conseguir dinero prestando en cualquier banco, con la garantía del edificio que me dejo mi padre y con este dinero emprender empresas.

Luego, me explicó como fue la primera operación que realizó.

Hice una hipoteca del edificio por cincuenta millones, los coloqué en el banco en una cuenta corriente y me dediqué a la búsqueda de buenos negocios, y como con el dinero en la mano se hacen los mejores negocios. Al cabo de dos meses, se me presentó una magnífica oportunidad, era un extranjero que regresaba a su tierra y vendía su empresa a mitad de precio. De los cincuenta millones que tenia en el

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banco, invertí cuarenta; y como estaba solvente y realmente valía el doble de lo que me costó, realicé la misma operación que con el edificio, la di en garantía al banco y de nuevo me prestaron los cuarenta millones que había pagado por ella.

Repitiendo este método, al transcurrir ocho años ya no sabía exactamente cuantas empresas tenía; pero en realidad tampoco le interesaba saber lo que había adquirido. Sólo le preocupaba lo que debía adquirir, porque el me decía, “Yo nunca miro atrás, sino adelante y bien alto”.

Tanto así, que ya estaba proyectando comprar empresas en el exterior, contaba con muy buenas ofertas que había recibido.

Estábamos casi al término de nuestro viaje y, al terminar su relato me volvió a recalcar una vez más: “Para tener éxito debemos perseverar, trabajar sin descanso, creer firmemente en uno mismo, pensar en el prójimo y mantenerse con mente positiva”.

Amigo lector que ha seguido capítulo a capítulo esta pequeña obra, ¿ves que fácil se consigue el éxito y la felicidad?

¿Por qué no pruebas a hacer algo que esté relacionado con lo tuyo? Tú tienes la capacidad para lograrlo. El hecho de haber leído hasta este capítulo, quiere decir que tú eres positivo, lo que te falta es experiencia, pero como te hablé anteriormente, la experiencia se adquiere. Y no de un día para otro, ya he dado varios ejemplos al respecto. Lo que tienes que hacer es aplicarlos, perseverar y no dejarte influenciar por tus amigos o amigas, aquellos (as) que dicen: “Quien nace pobre, siempre pobre será”, son estas personas pesimistas que con estos pensamientos negativos, no sólo se indisponen ellos, sino que lo hacen con los demás. Tu debes sacar el “Yo” que ocultas dentro, para repetirse a menudo, “Yo puedo obtener el éxito, yo soy feliz, terriblemente feliz y lograré triunfar”.

Toda aquella persona que piensa estar enferma siempre se sentirá enferma y todo por disponer su mente en forma negativa, esta actúa, es inerte. Actúa y reacciona, de acuerdo a sus deseos, positivo o negativo, según como tú lo quieras.

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CAPITULO V

Volveré a hablar de mí. Desde que llegue al país hace treinta años, sólo dos veces he dejado de ir al trabajo, una fue en el año 1959, cuando me opere de una hernia; la otra, en 1968, cuando sufrí un accidente automovilístico, pero nunca por un resfriado, o un dolor de cabeza, me he ausentado de mi trabajo, mi mente siempre ha sido positiva, jamás me deje vencer por lo negativo, desde que tengo razón, siempre me dije, “yo no puedo faltar al trabajo”, y cuando me levanto de la cama indispuesto, saco el “Yo” a flote y me digo, “yo no estoy enfermo; yo estoy muy bien”, y siempre me sigo repitiendo lo mismo; me digo: “yo no me enfermo”, y les diré que, a la edad que tengo (casi cumplo cincuenta años), me siento bien y siempre lo estaré porque todas las mañanas, al levantarme, me digo “hoy me siento bien y con mucho ánimo para trabajar”.

También les contaré sobre mi disposición al ahorro. Durante los primeros cinco años en el país, trabajé con tantos deseos de triunfar, que ahorraba hasta en la comida. Fíjense que, cuando compre un primer tallercito, invertí todos mis ahorros. Y todo lo que había podido ahorrar durante cinco años, fueron tres mil bolívares. Ahora bien, después de haber leído todo lo dicho, usted -estimado lector- se puede dar cuenta cual es el poder del ahorro y la mente positiva.

Dentro de nosotros hay poderes que tienen fuerzas idénticas, uno es el poder de la derrota y el otro, es el poder del éxito. Si ponemos a nuestra mente a trabajar a favor de la derrota, es lógico que ella hará todos los esfuerzos por derrotarnos bajo nuestro subconsciente. Sin embargo, al pensar en el éxito, la mente se estimula y tiende a trabajar con más éxito, dándonos bienestar y felicidad.

Asimismo, les diré que la mente humana es como las plantas, cuando se siembra una planta, se le aplican todos los conocimientos y recursos para su desarrollo. Se abona y se cuida con cariño, algunas tardan cinco años para desarrollarse, pero otras necesitan más tiempo para lograr su total crecimiento, diez, quince, veinte y más años, una vez concluido su desarrollo, dan muy buenos productos.

Exactamente lo mismo sucede con la mente humana, se debe desarrollar. Y para esto, necesita prepararse, para lo cual son necesarias las herramientas.

Si uno mira a su alrededor y analiza, como un médico, un químico, un ingeniero o un científico, estudian año tras año, y después de graduados y con todos esos conocimientos teóricos adquiridos todavía no son nada, necesitan cada quien de su

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herramienta de trabajo. Lo explicaré más práctico: ¿Qué haría un mecánico si tiene que desarmar un motor y no tiene herramientas?

Además, te diré que para triunfar y tener éxito en la vida, necesariamente uno no tiene que ser universitario. Ten presente que la mayoría de los triunfadores adquirieron sus conocimientos en la Universidad de la Vida, manteniendo la mente positiva y conservando siempre vivo el deseo del éxito.

CAPITULO VI

Me van a perdonar el lenguaje que utilizo. Como les dije en el capitulo anterior, no soy universitario ni escritor, lo único que admito ser es un hombre como cualquier otro y con una capacidad igual a la de ustedes. Si he triunfado en la vida es porque siempre he creído en mi triunfo y éste lo veo todos los días, el éxito casi me persigue, especialmente desde aquel “Viernes Negro”, el 18 de febrero de 1983 el cual, yo francamente no se por que lo llamaron “Negro” cuando este “Viernes” le hacia mucha falta a este país. Tanto fue así, que el pueblo lo asimiló muy bien, sólo que para cambiar de conducta, reconozco que no es tan fácil pero, tampoco es difícil o imposible, ya que tenemos la primera fase a nuestro favor, ¡lo asimilamos! Y el resto es obra de nuestra mente, cambiar de conducta es sólo tener fuerza de de voluntad y decirse a uno mismo: “Sí voy a cambiar”, pero que verdaderamente les salga de sus adentros y creer firmemente en uno mismo. Desde este momento, empieza el triunfo y el éxito de nuestra vida, sólo así somos felices nosotros y todos aquellos que nos rodean.

Ahora bien, refiriéndome a lo que la gran mayoría llama suerte, les diré que yo no creo en ésta, desde aquel “Viernes Negro” y ahora menos que nunca, cuando la llave del éxito está tan cerca que, si uno no la ve, es porque está ciego y no sólo de los ojos sino de la mente, ya que los ojos forman parte del cuerpo y este hace lo que la mente ordena.

Yo creo firmemente que en estos momentos cuando el país nos esta ofreciendo todas las oportunidades, sólo necesitamos tener voluntad y poner a trabajar nuestra mente, tal como se los dije en el capitulo anterior, para tener éxito hay que trabajar queriendo a los demás y siempre con entusiasmo, uno le debe sonreír a la vida. Piensa que con una sonrisa les ofreces felicidad a quienes te rodean y, a la vez, tú eres feliz. También deben recordar que, para lograr éxito, se tiene que planificar. Las escaleras se suben peldaño por peldaño y, a medida que se van subiendo, debe mantenerse mejor equilibrio. ¡Recuérdenlo!, una caída del primer peldaño no causa mucho daño, de uno intermedio, todavía no resulta mortal, pero cuando la caída es del peldaño más lato, entonces el peligro si es mortal.

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Así que si tu te planificas bien, con tu mente siempre positiva, tu éxito cada día estará más cerca de ti, no importa quien seas tú, un obrero de fábrica, un oficinista, un técnico, un universitario, un gerente, un empresario o un científico, tienes que creer firmemente en ti mismo, en lo que tú estás haciendo y mantener siempre vivos en tu mente el triunfo y el éxito.

Cuando antes dije que ahora el triunfo está más cerca que nunca, es porque, desde aquel “Viernes Negro”, tú sabes que para traer artículos importados hay que vencer muchas dificultades (es como un Vía Crucis). Además, el país no dispone de muchas divisas; pero el gobierno trata de darnos todas las posibilidades, como para obligarnos a usar nuestra mente. Para una gran cantidad de productos fueron aumentados los aranceles, para otros se prohibió la entrada al país y la mayoría de los que permiten importar, necesitan licencia. Con todo lo referido, quiero decir que, con un poquito de imaginación, sólo tienes que decidirte por cualquiera de estos artículos y atreverte a fabricarlo. Recuerda que dentro de estas variedades de productos existen varios que inclusive puedes producir en tu casa y hay otros que, con muy poca inversión, se pueden producir. Les daré un ejemplo, ¿cómo es posible que el dedal que usan las mujeres para coser, todavía se esté importando y que nadie se haya interesado por él?

Yo recuerdo que, en mis años juveniles, cuando mi tierra natal pasaba por los horrores que dejó la Segunda Guerra Mundial, el pueblo reaccionó con tanta fe que decidió agarrarse al vencedor, creer en él, trabajar para él, pagar los daños de la guerra y fijarse una meta. ¿Cuál fue esa meta? Todos estuvieron de acuerdo al pensar, “volveremos a ser lo que fuimos antes de la guerra”.

Tan fielmente cumplieron su meta, que cualquiera de nosotros sabe que hoy día Italia (mi tierra natal), está entre las siete potencias industriales del mundo. Yo creo firmemente que nosotros también lo podemos hacer y seguramente mejor que ellos porque tenemos todas las posibilidades. Dios nos premió con una patria privilegiada, tenemos tierras fértiles y nobles, contamos con todos los minerales e hidrocarburos, entonces, ¿qué nos falta? Dejar de ser pasivos, olvidarnos de decir que el gobierno es malo y todos sus integrantes son corruptos, ¿Por qué no poner la mente por el lado positivo y analizar quién es el gobierno?, ¿Por qué andamos detrás de los políticos?, ¿Para conseguir una colocación dentro del gobierno?, Repito, si lo analizas bien, te darás perfecta cuenta que el gobierno somos nosotros y los corruptos somos nosotros mismos; recuerda que detrás de un corrupto hay un corrupto. Así que no lo pensemos ni esperemos más, pongamos manos a la obra y a trabajar, trabajar, y trabajar con mente positiva. Este es el único medio para nuestro triunfo y la recompensa será nuestra felicidad y éxito.

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CAPITULO VII

De vez en cuando, les contaré algo de mi experiencia y por qué me persigue el triunfo.

En el año 1978, cuando instale una sucursal en la ciudad capital, Caracas, estábamos disfrutando en el país de una época de bonanza. Fue en aquel momento cuando trabajé con más ahínco y aprovechaba toda mi capacidad. Estaba en mi oficina todos los días a las seis y media de la mañana, al mediodía me tomaba menos de una hora y por la tarde permanecía en ella, hasta las ocho de la noche. Esta rutina era durante cuatro días de la semana, ya que, el día viernes de cada semana y, por el lapso de un año, me levantaba a las cuatro de la mañana, para agarrar el vuelo que salía para Caracas a las seis y media, regresando el mismo día en el último vuelo de las ocho de la noche, pero normalmente se atrasaba. Por cierto, en aquel año los pilotos hicieron como seis meses de huelga (operación tortuga), por lo que hubieron muchos viernes que llegaba a mi casa a las doce de la noche.

Con todo esto, “amigo lector”, te puedes dar perfecta cuenta, de cómo se consigue el triunfo y el éxito.

Cuando tú quieras triunfar, aplica estos métodos y de seguro tendrás muy buenos resultados. Aplica el pensamiento positivo y nunca mires hacia los lados. No debes pensar en lo que pasará en el futuro. Planifica, traza tu meta, actúa, ve firmemente hacia la meta como el toro cuando lo torean; pero tú no debes cerrar los ojos como el toro. Todo lo contrario, debes mantenerlos bien abiertos porque el hombre es el único animal que pude pensar. Así que tenlo por seguro, igual que el toro, encontrarás obstáculos en la vida, pero para vencerlos, debes perder el miedo al fracaso. Recuerda que, para el hombre con actitud mental positiva, no existen obstáculos y si alguno se presenta en su camino, él piensa que es normal y lo único que hace es evadirlo o, simplemente ignorarlo, para seguir la misma meta, con la seguridad de que el triunfo estará más cerca cada día.

Recuerda siempre que a ti nadie te obliga a pensar, tú eres dueño de ti mismo, la vida es tuya para disfrutarla; y ten presente que la sonrisa es felicidad para ti y para quien la recibe. También te recuerdo que, para emitir una sonrisa funcionan sólo unos cuantos músculos de tu cara; más, sin embargo, cuando tienes rostro de amargado, pones a trabajar todos sus músculos, cuando te encuentres de mal humor, trata de evitar demostrarlo, porque es un “virus” muy contagioso.

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A continuación, te daré unos cuantos consejos sobre lo que puedes hacer, para hacer buenos hábitos.

No posponer las cosas. Recuerda estas frases: “Para mañana es tarde”. “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”

Deja de generar pensamientos negativos. Ejemplo: “Yo no puedo”; “Yo no tengo suerte”, o, “No estoy preparado para esto”; “Estoy demasiado viejo o, muy joven”.

Dedica tu tiempo libre a la lectura de libros interesantes, tal como de la vida de hombres y mujeres importantes que han logrado el éxito, y verás cómo te ayudarán en el camino al triunfo.

En la noche, cuando estés en tu hogar, con tu familia, disfruta con ellos y antes de acostarte, piensa en tu trabajo para el día siguiente, tal como si fuera tu propia compañía, di a tus adentros, mañana será el mejor día de mi vida y al despertar al día siguiente, te darás cuenta que bien has pasado la noche y con que ánimo despiertas.

Todos los días debes tener una meta, conquistar nuevos amigos, llevar la mirada siempre hacia arriba. Recuerda que los refranes nunca se equivocan: “Quien a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija”.

Y por último, recuerda que escuchar significa sabiduría, el hombre que aprende a escuchar siempre aprende más y mejor que aquel, que siempre impone su criterio y normalmente nunca son correctos, precisamente por no escuchar.

Después de estas seis recomendaciones, repito una vez más: no te inventes excusas para no llevarlas a la práctica. No hagas como un amigo mío: Nos encontramos en el año 1963 y nos habíamos conocido recién llegados a Venezuela. En aquella época, le hablé de mis planes de ahorro y él me decía que, con el sueldito que teníamos, nunca se podía ahorrar. Volví a encontrarme con mi amigo el año pasado, en uno de los viajes a Caracas, nos alegramos mucho de volver a vernos y empezamos a hablar de nosotros. Por cierto, él me decía, “Tú si has tenido suerte”. Entonces, le recordé cuando recién nos conocíamos y él hablaba de ahorros, y la forma de pensar que él tenia, y aún sigue pensando igual, que todo es cuestión de suerte, porque él nunca pudo ahorrar una buena cantidad de dinero, para emprender un negocio. Pero me dijo que era gerente de una buena compañía, tenía una buena casa con piscina, un buen carro y cuatro hijos, con tan mala suerte, que estaba condenado a trabajar toda su vida. El consideraba que todo lo que tenia no era nada y como la suerte no le había acompañado, entonces tomó la determinación de que ser rico no era para él, porque todos los hombres que triunfan, es por la “buena suerte”, que siempre está a su lado.

Ahora bien, siendo una persona inteligente, analiza cuidadosamente la situación de mi amigo. Si pudo obtener, una casa con piscina, un buen automóvil y ser

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gerente de una buena empresa, ¿qué le falto? Trazarse una meta y guiar su mente positiva por el camino del triunfo, si hubiera obrado así, de seguro hoy tendría éxito. Porque, si lo tuvo en ser gerente, en la compra de su casa con piscina, en adquirir un buen carro, quiere decir que si era capaz, solo que no planifico bien su meta, hacia el éxito total.

CAPITULO VIII

Ahora bien, ¿se dan cuenta cómo un hombre se frena a sí mismo?, ¿Cómo es posible que el amigo de la casa con piscina, después de tener semejante triunfo, -porque bajo mi punto de vista es un triunfador -, pueda frenarse después de mirar tan alto? ¿Qué le pudo haber pasado?

Les voy a exponer, tres puntos que son básicos en este tipo de hombre.

Miedo!, ¿miedo de qué? Después de su triunfo y éxito alcanzado con una meta no planificada, tuvo miedo de correr el riesgo de perderlo todo y empezó a esperar la llegada de un negocio sin riesgos, pensando que él ya tenia cuarenta y cinco años, por tanto arriesgar todo lo que había obtenido con tanto trabajo y que, a la edad que tenia, no le seria recuperarse todo lo que hizo fue decirse a si mismo que no podía, y de esta forma lo único que logro fue alimentar su pensamientos negativo, volverse pasivo y quedarse como la mayoría.

Como los humanos asimilamos, de acuerdo al medio ambiente que vivimos, nunca falta “consejero”, siempre con la misma mentalidad, aquel que trabaja para vivir y no quien vive por el trabajo. Entonces con aquel tenga cuidado, el solo sabe repetir. “Mira bien, ya eres viejo, nosotros no nacimos para ser ricos”, así se convence de que, como el trabaja para vivir, ya tiene una posición y no debe arriesgarse para seguir viviendo como la gran mayoría vive.

El ser humano que piensa de esta manera, sea indistintamente hombre o mujer, es un perfecto cobarde. Cuado uno no confía en si mismo mucho menos puede confiar en los demás y te aseguro que existen muchas personas que piensan de esta forma, nunca saben lo que realmente quieren y jamás se trazan una meta planificada.

Siguiendo con el mismo tema, ahora vamos a mirar a este mismo hombre, por una mente positiva. Estoy seguro que el es un buen ejecutivo y cuando lo aseguro

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es porque, si este hombre llego a obtener su casa con piscina y todas las comodidades, quiere decir que:

Como ejecutivo sin tener ninguna empresa, debe tener un buen ingreso y para tener buenos ingresos, este hombre ha debido ser muy capaz y rentable para la compañía, por lo tanto, es un hombre éxito, por que disfrutar de una piscina en casa, son muy pocos lo que alcanzan.

Teniendo estos ingresos su medio social ha cambiado, por lo tanto ha triunfado con éxito.

También estoy seguro, que el hizo carrera en la empresa que gerenciaba y como era una de estas empresa donde cada uno tiene un tope, el llego a este tope, los accionistas influyeron sobre el y lo único que hizo fue adaptarse. Si este mismo hombre, se hubiera encontrado al lado de un “empresario- loco”, de aquellos que lo arriesgan todo y todo lo ven positivo, te aseguro que el triunfo, éxito y poder, le había sonreído.

Creo haber sido bien claro, el éxito no bien solo, para tener éxito tenemos que planificar y trazar una mete definida, creer firmemente en tus propósitos y recuérdalo bien, que el negocio más rentable, es aquel donde más se arriesga. Y si tú no te atreves a arriesgar, nunca triunfaras y cada vez estarás más lejos de tu éxito.

Cuando te hablo de “loco”, no me refiero a enfermos m4entales, sino del hombre que, una vez trazada su meta, sólo aplican los cuatro principios. Estos son:

Metas.

Trazar planes.

Planes de acción.

Voluntad y perseverancia.

En estos cuatro principios, se basa la formula del triunfo. Aquí esta otro ejemplo. Se reúnen varios hombres que desean invertir dinero y en esta reunión toman las decisiones de hacer sus inversiones en construcción de edificios, en propiedad horizontal y lo primero que hacen es buscar un arquitecto para planificar los edificios. Una vez reunidos con el arquitecto, le explican que habían acordado construir edificios de diez pisos. Esa era su meta. Ahora bien, una vez definida la meta a seguir, el arquitecto se busco un equipo de ingenieros y dibujantes, que se dedicaron a planificar lo que les habían encomendado. Cuando todo estuvo

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planificado, se lo presentaron a los inversionistas, después de haber revisado bien todo, los inversionistas decidieron empezar la construcción.

Esto significa que, debían planificar la acción, porque ya la meta estaba trazada,”edificios de diez pisos”, los planes estaban listos y muy bien definidos, ahora solo faltaba la acción, o sea, empezar por los cimientos y por ultimo, con voluntad y perseverancia, levantando piso por piso hasta llegar a la meta trazada y planificada: los diez pisos.

Capitulo IX

Tal como habrá podido observar el lector, capitulo a capitulo y ejemplo, siempre que la mente es positiva y se aplican las herramientas adecuadas, todos los caminos conducen al éxito.

Cuando tu mente es positiva, se te presentan pensamientos con imágenes, que son como soñar despierto y en estos sueños aparecerá tu triunfo, lo que te falta es, decirte a ti mismo, llego la hora de la acción, en tal caso siendo así, no lo dejes para mañana ¡recuérdalo!, “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”

Para esto, te vuelvo a recordar, antes de aplicar tu acción, debes estar seguro de ti mismo, de lo que quieres, ¿por qué lo quieres?, ¿cuánto quieres?, ¿cómo lo vas a obtener? Y ¿para que loo quieres? esta ultima es tu meta. Una vez que hayas respondido a tus preguntas, entonces puedes aplicar las cuatro reglas del triunfo: “metas, planificación, acción y perseverancia”, al final, tendrás en tus manos el éxito.

Después de haber aplicado las cuatro reglas del éxito, no olvides que para lograr el triunfo, siempre existe un riesgo, solo que la oportunidad del triunfo, tiene que ser mayor que la del fracaso. Esto depende de tu capacidad, porque tal como dije anteriormente, cuanto mas riesgos, mas grande será tu éxito o fracaso, todo depende de tu modo de pensar y actuar, ten presente que, el ser humano optimista, todo lo ve positivo, por lo tanto para esta persona nunca habrá fracaso.

No obstante, si hasta ahora he hablado casi siempre de lo mismo, y desde luego, no has cerrado el libro, quiere decir que eres un triunfador. Si tú aun no lo consideras así, estas en el camino correcto para lograrlo, sigue adelante!

Vamos a hablar de tu a tu. Tú y yo: tenemos que hacer algo por nuestra Venezuela, te repito que, si sigues leyendo, quiere decir que cuento contigo. No importa quien eres, obrero, oficinista, profesional, religioso o político, lo mas importante es que seas optimistas ya que todo hombre o mujer optimista, tarde o temprano, triunfa. En este país, te repito una vez mas, lo tenemos todo. El país solo necesita de nosotros, de nuestra dedicación y ahínco, por eso te digo que quiero contar contigo, yo se que me vas a acompañar y si arrancamos los dos, se que muy

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pronto nos vamos a multiplicar, de eso estoy tan seguro, que vamos a triunfar y saldremos victoriosos. Te voy a contar lo que me propongo y te lo digo, porque creo en ti. Cuando a los pocos años de haber llegado a este país (mi segunda patria), conocí un hombre por los diarios y después me propuse conocerlo personalmente y estrechar su mano, por ultimo decidí seguir sus pasos, por todo lo que hizo por el pueblo. Levanto un imperio, el cual no pudo llevarse con el a la horade su muerte, pero si se llevo la satisfacción por el bienestar que dejo y para lograrlo, puso su sello en todo el país. Este hombre que para mi era mi imagen, era como mi dios privado, para mi, fue el venezolano dio todo lo bello que tenia, a este país. Como antes dije, pienso seguir sus pasos, se que hasta los últimos días de su vida, los dedico al trabajo. Por lo que he referido, supongo que ya saben de quien se trata, este hombre se llama E.M- y bien, amigo mío, ya que no tengo que seguir hablando del pasado, ahora hablaremos de la tarea en la cual me acompañaras.

Al principio te dije lo que me había propuesto, ahora tratare de explicarte exactamente lo que vamos hacer. La primera meta, es lograr lo que hizo “E.M.” Y como te vengo repitiendo desde el primer capitulo, para conseguirlo tenemos que fijar las metas, por lo tanto, como la meta ya esta trazada, paso a planificar la acción, para ello cuento contigo y se bien que no me defraudaras. Si tú no conoces, ya me conocerás a través de este pequeño libro que te ha interesado leer, y el cual llegara a tus manos, exactamente con esa doble intención, darme a conocer y así poder contar contigo. Hasta ahora, cuento con un grupo muy pequeño, pero como estoy consciente de que, los grandes éxitos nunca se pueden conseguir solo. Por eso, estoy convencido de que, con hombres o mujeres, como tú, a corto plazo, podemos hacer de este país un gran país industrializado, que procese sus propias materias y le de bienestar a su pueblo.

Cuando te digo que me conocerás, es porque en el mismo instante, veras que mi riesgo es grande, pero como creo en mi y en ti, no tengo razones para pensar en fracasos, hasta hoy, no conozco el fracaso y si he tenido algunos, los califico como contratiempos que me han servido para tomar nuevos impulsos.

Así que, no te acobardes, esto es un hecho, ya esta planificado y cuento con tu acción y perseverancia.

También recuerda que, al decirte que cuento con tu acción, es porque tome tu misma decisión y tus propios riesgos, el hecho de que te diga, “me vas a acompañar”, no es no es para que yo te guié, tu y nadie mas que tu sabes lo que quieres, y si verdaderamente lo quieres y crees en ello, lo que te falta es trazar tu meta, planificar, poner en acción el plan y perseverar con toda tu voluntad. Independientemente, si eres si eres un empresario, un profesional, un político, un labrador del campo o de la ciudad, si eres empresario, recuerda que el calificativo de “empresario” involucra decir “emprendedor”, por lo tanto, te corresponde arrancar y no olvides que para planificare necesitas de profesionales, y que estos se preparen, cada quien en su especialidad. Así que tu meta tiene que ser especifica y bien definida, porque cada especialización encontraras profesionales que te ayudaran a planificar tú meta. Una ves planificada, necesitas acción y entonces te

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toca de nuevo, impulsar con tu optimismo y tu mente positiva perseverara, solo así estas en el camino rumbo al éxito.

Si tu eres labrador, bien sea del campo o de la ciudad, recuerda que el empresario o emprendedor y los profesionales, necesitan de ti, sin tu trabajo, estos grandes proyectos no se podrían realizar. Así que, tu eres la parte mas importante de todo proyecto, sin tu labor, las ideas que pueda tener el empresario y la planificación de los profesionales no se pueden llevar a cabo, por lo tanto no valen nada. En consecuencia, ya sabes que cuento contigo, tú como labrador, eres quien más puede aportar al país, y cuanto más aportes, mas recibirás. Traza tu meta y ya sabe que, para construir un edificio, primero se fabrican las bases y después, piso por piso se llega a la meta, o sea al ultimo piso. Así que, para este proyecto que arrancó el emprendedor y le ayudaron a planificar los profesionales, te corresponde echar los cimientos y de allí en adelante, depende sólo de ti. Tú eres quien puede trazar tu propia meta, porque sólo tu sabes lo quieres y porque lo quieres, si estás claro en todo esto. Traza tu plan y ponlo en acción con mente positiva, al final tú también triunfarás con éxito, junto al emprendedor equipo de profesionales.

Si tú eres político, únete a estos emprendedores, profesionales y obreros, por favor ayúdanos, todos necesitamos de apoyo para el progreso de nuestra Venezuela. Los dos poderes deben unirse, o sea, el poder productivo y el político, yo sé que tú también quieres triunfar con éxito. Igualmente te diré que, el éxito no viene solo, para culminar cualquier meta, ya sea para mejorar tu medio de vida, o bien para llegar a la Presidencia de la República, siempre se deben aplicar las cuatro palabras mágicas: “Meta, Planificación, Acción y Perseverancia”.

Si todavía no has triunfado, pon ahora tu plan en acción y adelante, el camino del éxito te espera. No pienses que eres muy viejo o demasiado joven para el éxito, no existen edades para triunfar, ten presente que actualmente en algunos países, el Presidente que los gobierna, tiene más de ochenta años de vida. Que, si ya tienes tu meta, estás conciente de lo que quieres y sabes bien porque lo quieres, no esperes más, ponle rápida acción, ya sabes, “Mañana será tarde”.

Si eres joven y ansias triunfar, pon tu mente positiva que el país espera el cambio definitivo, contigo y la generación de relevo, que asumirán los mandos del poder, en el campo donde te desenvuelves, define tu meta que las bases ya están echadas. Recuerda que ante ti tienes casi treinta años de Democracia, bien consolidados y que, tus antecesores para triunfar, tuvieron que soportar sus fracasos, pero perseveraron y al final lograron el éxito. Nunca debes olvidar que estos triunfadores sufrieron los horrores de las dictaduras que hubieron en nuestro país y que, hoy día somos libres, aun cuando nos lamentamos de nuestra situación económica, achacándole la culpa de ella a nuestros antecesores, pero ten muy presente lo que te voy a decir, pregúntate a ti mismo, ¿quiénes son mis antecesores?, también pregúntate, ¿yo colaboré para que el país llegara a esta situación económica? Si después de meditarlo bien, no encuentras respuestas, te diré que, estos son hombres y mujeres del pueblo, los cuales unos son buenos y otros malos, pero todos son elegidos por nosotros, los integrantes del pueblo, para

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regir el destino del país. Además te diré que, en toda la raza humana, existen los buenos y los malos, lo único que debemos hacer, es distinguir al bueno y seguir con él. Ahora sólo me resta decirte que, lo que tu quieres, sólo tu lo sabes y si deseas alcanzarlo, solo depende de ti, como ya tienes las bases fabricadas, sólo tienes que medir su dimensión, trazar tu meta, planificarla, poner acción a tus planes y perseverar hasta alcanzar el éxito.

Una vez más te repito, disculpa que insista tanto en lo mismo, recuerda que te he pedido unirte a nosotros porque en este país, los tiempos del facilismo se acabaron, por lo tanto debemos trabajar, y para sacar a Venezuela de esta situación, necesitamos trabajar en equipo, ya que solos, por muy capaces que seamos, no llegaremos a nada. Ten presente que, una idea buena o mala, si no se desarrolla, no vale nada.

Ahora bien, yo insisto en que, para obtener éxito en tu meta debes luchar, no olvides que los que están adelante, tienen el mismo objetivo, por lo tanto, ellos no te cederán su puesto. Piensa que, cuando antes te hablaban de un emprendedor, no se trata sólo de comenzar una empresa, cualquier cosa que uno desea en la vida, para conseguirlo debemos empezar y cuando se tiene una meta definida, solo falta emprenderla, así que, tú eres el emprendedor de tu propia meta.

No seguiré hablando de lo mismo, pero te repito, necesitamos tu ayuda y estamos conscientes de que tú, con tu juventud dinámica, si te lo propones lo vas a conseguir, de esto estoy seguro. Así como te pedimos ayuda, también te diré que puedes contar con nosotros, recuerda que los grandes imperios, fueron construidos por grandes hombres y mujeres, que creyeron firmemente en ellos mismos y en los demás. Porque, si uno no cree en los demás, te aseguro que jamás será nada.

Cuando les hablo de emprendedor y productor, me refiero a que, un hombre o una muer pueden ser porteros, en este oficio también se produce, este producto es el buen servicio que presta, por lo tanto independientemente, bien sea en una oficina, fábrica, comercio, laboratorio, quirófano, etc. Toda persona involucrada en su especialidad, es un producto en potencia, siempre y cuando sea positivo, si siempre se aplica la positividad y las reglas para el triunfo, les aseguro que estarán cada día más cerca de sus metas. Por eso no olviden nunca estas cuatro palabras: Meta, Plan Acción y Perseverancia, cualquiera que sea tu meta, necesitas planificar y todo tipo de planificación, se debe hacer por etapas. Primero, tienes que investigar, si tu plan es correcto, para ello, como antes dije, existe un especialista para cada plan específico. Segundo, de efectuada la investigación, para que ésta tenga el éxito deseado, con el menor riesgo posible, se debe evaluar dicha investigación. Por lo tanto, una vez efectuado este proceso, debes tomar una decisión, por supuesto, si tú tienes la meta definida, esta decisión está de más decirla, lo único que faltaría es revisión total del plan, poner en acción y perseverar con mente positiva. Te aseguro que, al final será un triunfo más, que se sumará a los hombres y mujeres de éxito.

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CAPITULO X

Hay algo que estaba pasando por alto, tu preguntarás, que es le investigación?

La investigación es desde querer saber quién es uno, hasta las grandes investigaciones de los astros y planetas, tu gran sabiduría la vas a demostrar, cuando te preguntes: ¿Quién? ¿En quien puedo confiar mi plan? ¿Quién puede darme lo que necesito? ¿Quién querrá involucrarse en mi plan? ¿Estoy seguro de lo que quiero?

Ahora, hazte otra pregunta, ¿qué?¿Qué experiencia necesito para llevar mi meta al éxito? ¿Qué debo aprender para realizar este plan? ¿Qué alto grado de riesgos, puede tener el camino hacia mi meta?

Continúa con las siguientes preguntas:

¿Dónde?

¿Dónde puedo adquirir la experiencia que necesito?

¿Cuándo?

¿Cuándo es el momento, para poner en acción mi plan?

¿Cómo?

¿Cómo puedo obtener lo que quiero?

¿Cómo puedo conseguir ascenso, en la compañía donde trabajo?

¿Por qué?

¿Por qué debo comenzar hoy?

¿Por qué debo confiar en mi jefe?

¿Por qué lo que estoy haciendo, no lo hicieron los otros?

¿Por qué mi proyecto, no se le ocurrió antes a nadie?

Estas y muchas preguntas más, seguramente, tendrás que contestarte, antes de formular tus planes. Con todas estas preguntas, puedes recaudar información y ésta te permitirá planificar mejor y ver con más claridad tu objetivo a seguir.

También es preciso formular otras preguntas: ¿Podré con ellos? ¿Querrán? ¿Podré hacerlo? Cuantas más preguntas te hagas acerca de tu meta, tanto o más seguro será tu éxito. Cuando busques información, no te conformes con una o dos, busca varias fuentes, que cuando más personas te informen, más oportunidades tendrás a tu alcance, para decidir cuál es la correcta. Eso si, debes estar plenamente seguro de tener la información correcta y no simples opiniones, recuerda que las informaciones que necesitas debes ser de un especialista en tu plan. Ten siempre presente que una información puede venir de un científico, pero si esta en el campo de tu meta, lo más seguro será que estés recibiendo sólo una opinión de tu plan.

Así que, como ya sabes, para lograr tu meta, el grado de riesgo que tengas, sólo depende de ti, del grado de optimismo que te acompañe y lo positivo que tú seas. Si

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crees firmemente en tu plan, te aconsejo ponerlo en acción, persevera y obtendrás tu mejor éxito.

También debes tener muy presente que, en el medio ambiente donde tú estás, la gran mayoría son seres pasivos y conformistas, por lo tanto, son envidiosos, no te dejes intimidar, ellos insistirán al decirte, “estas perdiendo tu tiempo”. Ten siempre en mente que, sólo a los triunfadores, corresponde la recompensa y los victoriosos siempre corren riesgos; debes saber que, la mayoría de los seres humanos, les aterra el riesgo, por lo mismo nunca ganan. Para poder ganar se debe apostar, todo el mundo lo sabe, pero cuando se trata de invertir tiempo, que es el más costoso ya que nunca se puede recuperar, o perder tu trabajo o afrontar la posible perdida a consecuencia de un riesgo, gran parte de las personas, corren despavoridas. Esta es la razón principal por la cual, en el mundo el porcentaje de triunfadores es mínimo.

Nunca debes temerle al riesgo, el temor es imaginario, cuando se te presenta este temor, trata de combatirlo porque éste es normal, pues uno teme cometer errores, enfrentarse a la vida, o correr un riesgo. Por esto te dije que es imaginario, lo único que tienes que hacer es descubrir, ¿por qué tienes ese temor?

Estúdialo bien, míralo de frente y dile, que tú eres más fuerte que él, entonces ponte en acción y olvídate del temor, porque las personas que sufren de temor al fracaso, siempre fracasan.

Te has dado cuenta que, todos los fracasados, se sienten molestos al hablar de trabajo.

Para estas personas, cuando les hablan de trabajo es como hablar mal de su madre. Sin embargo, para los hombres de éxito que han triunfado en la vida, el hablar de trabajo, resulta agradable y les da vida.

¿Por qué este contraste?

¿Por qué el fracasado maldice al trabajo y el triunfador lo bendice?

Porque el fracasado siempre pensó que, con su trabajo nunca alcanzaría el triunfo, que éste era cuestión de suerte, y con su mente negativa jamás alcanzará el triunfo.

Sin embargo, el triunfador siempre tuvo su mente positiva, pensando en el trabajo como su arma para triunfar, él no pensaba en la suerte, para él el trabajo era quien había levantado en Nueva York el edificio más alto del mundo. Y con el trabajo, el hombre había llegado a la luna, por todas estas razones, él con el trabajo, tenía que triunfar.

Así que el triunfador forja su meta con trabajo y perseverancia, además como es positivo, en su mente siempre está viva la imagen de su meta y como cree en él, por la ley de la vida tiene que triunfar, porque, aun cuando los seres humanos le damos varios nombres, tenemos que creer en Dios o un ser supremo, que se encarga de vigilarnos y que al final, siempre nos castiga o nos recompensa.

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CAPITULO XI

Otros aspectos. La mayoría de las personas no miden el tiempo, nosotros los humanos, no queremos reconocer al enemigo numero uno que tenemos siempre, frente a frente, este enemigo es el tiempo, y les digo que no lo reconocemos, porque es invisible, a este enemigo tenemos que combatirlo y como es un enemigo valioso es cuando se aprovecha al máximo, existen personas y cosas que nos roban el tiempo, por ejemplo, hay personas que se pasan hablando muchas horas al día, sus conversaciones son sin sentido y así malgastan el tiempo, son personas despreocupadas y dicen que no tienen otra cosa que hacer, lo peor es que así se lo creen, entonces pierden demasiado tiempo viendo televisión, haciendo cosas sin importancia o, simplemente durmiendo, y lo hacen porque les conviene. Es posible que estas personas pasen la vida perdiendo todo su valioso tiempo y al final, se quejan de que no tuvieron suerte.

Claro que debemos disfrutar de la vida, es lógico que debamos descansar y disfrutar de las cosas que poseemos, pero si usted quiere triunfar en la vida, debe tener muy en cuenta que, por cada actividad improductiva que realiza, es un tiempo perdido para su meta. Así que su tiempo también tiene que planificarlo, existe tiempo para todo, pero todo a su debido tiempo. Recuerda que son muchos los obstáculos con los que se tropiezan para triunfar, y muchas personas no tropiezan, sino que lo buscan, inventan justificaciones, porque no tienen tiempo para hacer las cosas que le harán triunfar.

Recuerda, cuando una persona se excusa, por no tener tiempo, está mintiendo, todos tiempo para hacer una cosa, si verdaderamente la queremos hacer. Te voy a dar este consejo: para mi punto de vista, nadie puede decir que tiene su tiempo libre, el tiempo es libre si tu quieres, cuando tú tienes ese tiempo que todo el mundo llama libre, aprovéchalo haciendo algo productivo, tal como pensar en tu futuro, en tu trabajo, en leer un libro o pensando en hombres y mujeres que han triunfado en la vida, sirviéndote como imagen, esto lo puedes hacer viajando en bus, descansando en tu casa, o mientras estás caminando.

Como tú puedes notar, no existe un momento en el cual no tengas nada que hacer. El trabajo mental también requiere tiempo, por lo tanto, tú debes tener una idea clara del valor del tiempo, al tiempo, cuanto más valor se le da, más ayuda te prestará para triunfar.

Existen muchas fórmulas, para ahorrar tu tiempo. Te diré algunas.

Evita tiempo improductivo.

Fíjate el límite de tiempo.

Debes ser más consciente de tu tiempo.

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Cuando hables por teléfono, se conciso, recuerda que, el teléfono es para acortar distancia y no para alargar conversaciones.

Cuando estés en tu trabajo, no cites a tus amigos. Recuerda, tú dispones de todo el tiempo que tú quieras.

También te diré que lo del tiempo es mental, nadie es prisionero de su tiempo, pero muchas personas son prisioneras de su mente y se vuelven esclavas de su actitud. Si tú éstas entre este grupo, domina la actitud de tu mente y deja cuanto antes este habito. Hazlo ahora mismo, pon tu mente positiva y veras que siempre tendrás tiempo para todo, te aseguro que el éxito será arrollador.

CAPITULO XII

Desde el primer capitulo, he venido generalizando, siempre con ejemplos y mi experiencia como base. Ahora les voy a resumir el fondo de todo lo escrito, lo he dedicado al simple trabajador, al profesional y al triunfador.

En este capitulo, los voy a dividir en tres grupos:

Empleados a sueldo.

Empleados a sueldo y comisión.

Los empresarios.

De los empleados a sueldo y comisión, y de los empresarios, tengo muy poco que decir, por lo cual les hablare después.

Pero si tengo mucho que decir de los empleados a sueldo. ¿Sabes el por qué?, porque las personas que reciben su sueldo a cambio de su trabajo están proporcionando todo su tiempo y su experiencia a la organización que les paga, aceptan de su patrón de mutuo acuerdo, la paga de lo que son, quedando satisfecho tanto el trabajador como el patrón. La mayoría de estas personas, no quieren trabajar para si mismas, quizás, carezcan de habilidad, experiencia y deseo de responsabilizarse los problemas de su propia empresa.

Muchos no disponen de un capital para invertir, pero tampoco se han preocupado por tenerlo, por que son felices y contribuyen con las empresas como empleados, están satisfecho con sus vidas y conformes con sus ingresos, pero en la mayoría de los casos, a estas personas le gusta el trabajo, pero quieren ganar más dinero; sin embargo la gran mayoría, nada hacen para que el patrón se fijen en ellos y le aumente el sueldo, se pasan el tiempo quejándose de que no ganan suficiente dinero, estos hombres y mujeres, son muy buenos trabajadores y honrados, pero por no planificarse y el miedo al fracaso, nunca desarrollan el potencial que

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tienen dentro, por esto se vuelven unos descontentos y entonces piensan que: “Todo lo que pasan es culpa de su patrón, porque lo quieren todo para él”.

Está seguro de que él no gana más dinero, porque el patrón vive y amontona fortuna a expensas de su trabajo. Pero esto que he dicho es para la mayoría, existe otra clase de empleado a sueldo, que ellos mismos reconocen que trabajan a gusto cuando son guiados y se convierten en: capataces, supervisores, gerentes, directores, administradores y hasta altos ejecutivos; también en profesionales bien remunerados.

Estas personas son aquellas que triunfan en su propia especialidad, y que han ido escalando posiciones, porque le dieron todo a la empresa que les pagaba por su trabajo, esperando la oportunidad para progresar y porque saben que el patrón algún día se fijara en ellos, esto significa que, ese día subirá otro peldaño que le permitirá ganar más dinero. Estas personas que trabajan por los demás, siempre triunfan en la vida.

Para ti es fácil asimilar y poner en práctica lo que has leído hasta aquí.

Si tu quieres progresar dentro de la compañía donde trabajas, procura sobresalir, como buen trabajador que le gusta el trabajo, se que eres una persona de valor para la compañía, demuestra todo tu potencial y sabiduría. Esta es solo una forma.

También debes saber que, para el patrón, triunfar depende de ti y de otros trabajadores como tu. Si piensas que tu patrón pudo alguna vez ocupar el puesto que tu tienes ahora, es porque supo progresar por su propio esfuerzo y merece respeto, por ello haz cuanto puedas, por quedar bien ante él, lo que tú quisieras que hicieran contigo tus subalternos, así veras que este patrón reconocerá tu apoyo y el valor que representas para su compañía.

Otro punto importante, trata con mucha cautela a tus compañeros de trabajo. Fíjate bien si son serios, y hasta que grado sirven para la empresa. Si no son serios, no sirven como es debido al patrón, lo único que podrán hacer por ti, es darte mala reputación ante los ojos de tu jefe.

No te copies de aquellos hombres y mujeres, que salen corriendo a la hora de partir cuando toca el timbre del reloj. Tampoco trates de pedir horas extras a tu jefe inmediato, cuando tu sabes que no se necesitan, si lo haces, tu jefe creerá que eres ineficiente, más, sin embargo, cuando tu jefe pida que trabajes tiempo extra, debes estar siempre dispuesto, y esperar el pago adicional, no exigirlo.

Ten presente, nunca trates de amenazar con renunciar para lograr aumento de sueldo, si tú sabes que tu patrón, en este momento no puede prescindir de tus servicios, entonces se daría cuenta de tu deslealtad, y en la primera oportunidad te liquidaría por tu imprudencia.

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Ahora bien, si tu patrón no se ha fijado en ti, es posible que no haya tenido oportunidad, si hasta no has conseguido lo que quieres, espera, que si eres un buen trabajador, no tardará en llegar el día para lograrlo.

Ten en cuenta que, por culpa de unos pocos, algunos trabajos no resultan bien, si tu sabes hacerlo mejor, aplica tu capacidad y ten la seguridad de que, si no es tu patrón, será tu jefe inmediato quien se dará cuanta de tu habilidad.

No olvides que, los hombres emprendedores triunfadores siempre buscan personas que sepan dirigir, así que, si tienes habilidad, procura demostrarla a tu jefe, pero sin ser dominante y odioso, sin lograr que otros hagan lo que tú haces gustosamente, entonces debes considerarte triunfador.

Además debes recordar que, “Escuchar es sabiduría”. Cuando tu jefe te dé instrucciones, escúchalo con cuidado y si no lo haz entendido bien, dile que te lo repita, no te avergüences, ya que de esta manera, tu jefe depositará más confianza en ti, porque se dará cuenta, que para hacer bien tu trabajo sale bien desde que se empieza.

Debes saber que la gran mayoría no hacen los trabajos con más efectividad, porque no saben escuchar. Sin embargo, para lograr progresar en tu trabajo, debes saber al máximo lo que sucede en la empresa donde laboras, quien trabaja sólo por cumplir con su trabajo, sin ningún interés por la organización, tiene muy pocas oportunidades para progresar.

Pon entusiasmo en tu trabajo, realízalo con un sentido de dedicación y verás que muy pronto se fijaran en ti. Sin embargo yo se que estos no lo podrás hacer siempre, pero tenlo presente y piensa que para lograr el peldaño superior y recibir mejor salario debes dar un superior esfuerzo. Recuerda que las metas en la vida se consiguen con trabajo y perseverancia.

Otro punto para meditar. En la compañía donde trabajas, pasas la mayor parte de tu tiempo, por lo tanto, este tiempo debes pasarlo de la forma mas agradable posible, piensa que tus compañeros de trabajo son tu familia, porque si analizamos bien, nos daremos cuenta que el tiempo que dedicamos a nuestras mujeres e hijos es mínimo, no pasa de cinco horas al día, ya que pasamos ocho horas, entre transporte y hablar con alguien en la calle, dormimos máximo siete horas, así que nos quedan exactamente cinco horas para dedicarlas a nuestra verdadera familia. Al deducir esto, nos damos cuenta que verdaderamente deberíamos considerar también a nuestros compañeros parte de la familia y no ser egoístas al tratarles tal como no lo somos con nuestros hijos.

Deja de tener celos de tus compañeros que van ingresando a ala organización y van adquiriendo posiciones, quizás mejores que la tuya. El hecho que tu eres mas antiguo no te da derecho a ser el primero, con tus celos lo que creas es malestar, el cual hasta puede frenar el desarrollo de la empresa, esta situación puede ser advertida por tu jefe inmediato y es muy posible que debido a tu actitud prefiera prescindir de ti.

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Debes de tener presente que los grandes triunfadores, siempre van en la búsqueda de grandes hombres o mujeres, profesionales y técnicos más avanzados (siempre con la mira puesta en el futuro), porque estas personas cuando empiezan a buscar su meta, lo hacen con pequeñas empresas, pero como aspiran a ser grandes triunfadores, se dedican en cuerpo y alma para lograrlo, y así sus empresas van creciendo y van adquiriendo nueva tecnología, entonces incorporan nuevos técnicos y profesionales, que se fueron preparando para avanzar con todos los adelantos de las tecnologías modernas. Y tanto tú como ellos, trabajan con un mismo fin: para vivir y triunfar. Si quieres seguir ocupando el primer ligar, pregúntate a ti mismo: ¿Estoy preparado para ser el primero en mi empresa? ¿Qué puedo o debo hacer para ser el primero? ¿Podre prepararme para serlo? ¿Estaré frenando el desarrollo de mi empresa? Aceptar y reconocer que otros están más capacitados que uno es muy difícil y son muy pocos los que lo hacen por ello, en estas personas se fijan con más atención los grandes triunfadores y cuando los detectan, los colocan a su lado como asesores.

Es importante tener en cuenta que, los celos profesionales a nivel de ejecutivos, causan serios problemas y no problemas rutinarios. Muchas veces lamentablemente, se enfrascan en discusiones por contraste de personalidad o caracteres con sus subordinados o superiores, derivándose un descontento y esto siempre lleva a consigo problemas y disgustos.

Se deben analizar estos problemas hasta lograr a una solución definitiva, si no se consigue un resultado lógico y positivo, puede ser catastrófico, porque en ese caso se deben tomar medidas drásticas.

Es bueno recordar que las empresas no tienen corazón, por lo tanto tú puedes tomar medidas fuertes que resuelvan el problema, o si el problema eres tu, no esperes que te separen de tu trabajo, presenta tu renuncia será mejor para ti y para tu compañía. Si después de haber renunciado y buscado otro trabajo, observas que sucede lo mismo, entonces el problema eres tú. Si no te ofendes, te aconsejo que consultes a un psicólogo que te pueda ayudar a descubrir y a destruir tu problema de celos.

Analicemos otro aspecto, si tu eres un alto ejecutivo o un empleado a comisión, ya sea por ventas o producción, te diré que eres un triunfador, eres tu propia empresa, solo cuentas con un “enemigo”, este puede ser el ejecutivo que tiene solo sueldo (el gerente o el profesional), por lo tanto si eres vendedor, procura mantener informado a tu patrón de todo lo concerniente a tu trabajo, porque el día que tus ingresos sean superiores a los de tu jefe inmediato superior, este se pondrá en guardia contra ti.

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Por este motivo, la comunicación con tu patrón es muy importante, ya que el te necesita y tu colaboración es amplia y satisfactoria, se podrá dedicar mas de cerca de vigilar su empresa.

Desde otro punto de vista, si tu eres un ejecutivo con buen sueldo y además, recibes comisiones por venta o producción, se inteligente, el empresario (que es un zorro duro y difícil de roer), esta reconociendo tu valor, porque aparte de tu habilidad en las ventas y producción, tu eres un buen ejecutivo, por lo tanto muéstrate discreto y deja que los tontos piensen: “este ya le cayo en gracia al patrón”. Recuerda que tu patrón, es un hombre de éxito y triunfador, y que lo mas difícil para el, es dirigir los recursos humanos que necesita y cuanto de mas alto rango son, mas complicado resulta.

Por lo tanto, espera tu ayuda, pude ser que cualquier día, el que menos pienses, te de un buen empujón y te vuelvas tu también, un buen patrón.

CAPITULO XIII

En este capitulo, les voy a hablar de los “triunfadores con éxito”, tanto en su vida personal, como en el poder financiero.

Todos los años, en Venezuela y en todo el mundo, muchas personas se convierten en ricos. La gran mayoría de estos millonarios, trabajan para ellos mismos, porque son personas ambiciosas y se vuelven ricos, tanto en Venezuela, como en la mayor parte del mundo, existe un sistema libre de empresa.

Por ello, quienes son ambiciosos, hábiles y de gran visión imaginativa, de cualquier materia prima, ya sea un pedazo de acero, aluminio, o producto derivado del petróleo, inventa, fabrica y vende cualquier objeto que produzca. Tal como sustituir el hierro por el aluminio, el aluminio por acero inoxidable, porcelana por vidrio, vidrio por plástico y plástico por cartón desechable. Con estas visiones, se pueden revolucionar muchas industrias, enriqueciendo a muchas personas, además de la propia.

Son los personajes más independientes del mundo, con la confianza, habilidad, iniciativa y agresividad, son quienes tienen oportunidad de acumular grandes patrimonios. Estos hombres o mujeres, normalmente nunca trabajan por dinero, lo hacen por que ellos mismos se lo imponen, deciden que tienen que ser jefes y casi

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nunca someten a otros, les encanta el reto y siempre tienen valor para afrontar riesgos.

La ventaja que tienen estas personas, es que saben lo que quieren, como lograrlo y están seguros de cómo alcanzar su meta.

Aun cuando la mayoría de quienes leen este libro, no están listos para tener su propia empresa, se que muchas si lo están, son personas inquietas, que no han encontrado seguridad para trabajar para otros, poseen habilidad para afrontar riesgos, pero no se atreven a independizarse.

Si tu eres este tipo de persona, antes de decidirte a sumarte a los triunfadores financieros, recuerda que este juego es muy peligroso, estos hombres o mujeres, dan toda su vida a sus empresas, “para la fianza”.

Ahora que te he dicho, más o menos, todos los tipos de personas que pueden se ricos y lo que significa, debes tener en cuenta tres principios que son valiosos para cualquier ambición:

Existe una ley, demanda y oferta.

Si eres capaz de crear algún objeto y organizar una demanda, el triunfo será inmenso y seguirá siendo pujante, depende de cuánto amplíes la demanda.

Por ejemplo: muchos emprendedores, en los últimos veinte años se enriquecieron, por producir productos de plástico, cartón y papel, sustituyendo, vidrio y porcelana por envases desechables. El éxito fue, crear una demanda, fabricando artículos de menor valor y estableciendo comodidad a las demás personas.

También puede ser tener visión, el hecho de montar un negocio donde hay otros pero están mal atendidos este puede ser el triunfo.

Otra posibilidad, si tu eres capas de “ inventar” un método que pueda reducir el costo en la producción de un articulo de consumo masivo, lo puedes patentar y vender tu derecho a quien lo necesite, esto te producirá dinero sin haber invertido un solo centavo, pero poner a trabajar tu mente, igualmente es una valiosa inversión.

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CAPITULO XIV

En los dos capítulos anteriores, hable del empleado comisionista y empresario, en este voy a resumir los éxitos obtenidos, para que puedas observar que si tu también quieres triunfar, no necesitas ser un profesional-. Yo fui un obrero y he triunfado, te lo explicare.

Desde el principio, cuando trabaje como técnico en el taller del cual, tiempo después adquirí el cincuenta por ciento, empecé siendo, primero el técnico, después el jefe de producción y luego el patrón. Para subir estros escalones, trabaje y di todo lo bueno que tenia. Solo pensaba en mi meta, cuando llegue a jefe de producción, todo aquel que trabajaba bajo mi mando, tenia que producir porque de lo contrario lo mandaba a retirar, desde ese momento tenia un enemigo, pero con el tiempo, los que se quedaron a mi lado, se fueron dando cuenta que yo no trabajaba para mi y poco a poco, fueron convirtiéndose en mis amigos, esto por que les animaba, contándoles la forma como podría triunfar, y cuando me quede solo con el taller, ya tenia un “equipo” de hombres que creían en mi y que por cierto, una buena parte de ellos eran de origen goajiro. Es difícil creer, pero uno de estos goajiros, que fue mi ayudante desde el ocho de mayo de 1958, siguió conmigo cuando me convertí en patrón, y hoy por hoy, sigue trabajando en una de mis empresas.

En mis primeros años como patrón, fueron los años del gobierno de Rómulo Betancourt (1982-1987), con la ventaja de que, estos años han sido los más exitosos, para mi meta triunfal.

Durante la primera crisis, solo contaba con mi juventud y tenacidad, después de haber pasado en mi tierra natal (tal como lo conté en los capítulos anteriores), los horrores de la segunda guerra mundial. La segunda crisis no me toco de sorpresa, pues ya estaba preparado, tenia acumulada la experiencia adquirida durante veinticinco años de trabajo, y por eso (como anteriormente les dije), cuando llego el 18 de febrero de 1983, “el viernes negro” para mi fue blanco y transparente, y significo nuevas posibilidades de ampliar el horizonte de mi meta, por eso, hasta el momento a resultado el triunfo mas grande que he obtenido.

Como les venia contando, cuando compre mi primer taller, no era exactamente lo que quería, pero fue lo primero que se presento. Aun cuando mi profesión es la de técnico mecánico, lo que fabricaba al comenzar eran puertas, ventanas de hierro y herrería en general, pero a los pocos años, llevando adelante mis inquietudes, empecé a fabricar tráileres o casa rodantes, con estos no tuve éxito, pero no me detuve, deje la herrería y me dedique a fabricar estructuras metálicas para

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galpones, y obtuve éxito mi empresa era líder en Maracaibo. Siempre pendiente de mis inquietudes, patente un modelo de puerta de aluminio, donde también logre éxito.

Por ultimo, el “gran éxito” derivado de la peor crisis que ha sufrido nuestra linda Venezuela, ¿el motivo? Ya se lo explico: antes del control de cambio, mi producto competía con los productos importados, resultado de una lucha de “titanes”. Hasta que llego el “viernes negro”, después de este, se invirtió de tal manera el panorama y mi producto es “líder nacional”.

Solo te he contado mi éxito personal, y el final de una de las tantas metas alcanzadas, pero no creas que aquí termino, es ahora cuando empieza la mejor meta de mi vida, porque ya cuento con un grupo de personas que confían en mi, y estoy seguro de que tu va s a incorporarte a la lucha, así todos juntos, haremos de Venezuela un gran país.

Si te he contado mi vida, no es por hacer alarde, sólo quiero que comprendas que, para tener triunfo en la vida, tienes que trabajar y perseverar, debes tener ambiciones y deseos de triunfar, saber lo que quieres y por qué lo quieres. Por ultimo te diré, si decides aplicar mis métodos, te aseguro que el triunfo y el éxito están muy cerca de ti.

¡Vamos!, ¡Adelante!, ¡Prueba!, empieza de una vez, ya has tenido el primer triunfo. El haber leído este libro hasta aquí, es tu primer éxito, por lo menos, aprovechaste tu tiempo en leer la vida de un hombre y sus empresas triunfadoras. Casi siempre, las personas de éxito empiezan así, insiste, estás en el camino correcto, con estas experiencias mías, unidas a todas las que te he referido, en casi todos los capítulos. Lo que te falta es tomar tu iniciativa, trazar tu meta, planificar tu ascenso y ponerte en acción.

Recuerda mis consejos, cuando estés trabajando en una empresa progresista, si tú te involucras en su progreso, también progresarás a la par de su avance.

Ten presente lo que antes dije, las personas emprendedoras y triunfadoras, siempre van en busca de otras personas que quieran triunfar y que sepan dirigir. Porque si no tienen a su disposición, personas que deseen progresar, tampoco ellos alcanzarán sus metas.

Con gusto te prometo ayudarte, si confías en mi, cuéntame tus inquietudes y si está en mis manos la ayuda que necesitas, tenla por seguro, ya que haré todo lo que

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esté a mi alcance, y lo menos que puedo hacer contigo, es enrolarte en nuestro equipo de personas triunfadoras, así más grande será el triunfo para ambos.

En este capitulo te he hablado de un “goajiro” que tiene 29 años trabajando a mi lado, te diré además que, en el grupo de personas que laboran en mis empresas, hay una gran cantidad que han logrado hacer de mi empresa la suya, y si lo han hecho, debe ser algo, y ese algo debe ser que cree en mi, sólo que cada uno de ellos tienen su propia meta, a lo mejor habrán muchos que ya la han conseguido y otros que están trabajando para alcanzarla.

También debes recordar que, todos no podemos ser empresarios, algunos de nosotros alimentamos la obsesión de mandar y otros les gusta que se les mande, todo porque no les gusta arriesgar y por temor se quedan con la mayoría.

Estas personas son felices, porque tal vez tienen su casa, un buen automóvil, todo lo indispensable para subsistir, con una buena condición familiar, por lo tanto, viven de su trabajo y disfrutan de su vida.

Así que, estas personas respetan y aprecian el trabajo y a su patrón, se sienten satisfechas porque tuvieron oportunidad para progresar, por lo tanto, estas personas son agradecidas.

Ahora seguiré explicando cual fue mi camino hacia el éxito. Cuando en mi juventud empecé a trazarme metas, lo primero que pensaba era prepararme para lograr estas metas, nunca hasta ahora, he dejado de leer y hacer cuantos cursos estaban relacionados con mis metas. He leído libros históricos, científicos, biografías de grandes líderes mundiales y todo libro educativo que me ayudara en mi superación personal. También realicé varios cursos: técnicos, gerenciales, de ventas, de finanzas y el último que hice fue como hablar en público y conducción grupal. Este lo realicé al final del pasado año (1986), así que, de acuerdo a mi meta trazada, me sigo preparando para tal fin.

De tal manera que, si haces un repaso de los capítulos anteriores, te darás perfecta cuenta, de cual es el reto, mi próxima meta y como lo planifico, pero antes de ponerla en acción, debo estar seguro de mi y la única forma de estarlo es preparándome.

En definitiva, mi amigo, cuando te digo que hay que trabajar, no es porque quiera vivir de tu trabajo. Uno de mis hijos, un día me dijo: “Papá ¿sabes cual es la diferencia entre tu y yo?, que tu vives para el trabajo y yo trabajo para vivir”. A esto

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yo le conteste: “Hijo mío, ¿sabes cual es la verdadera diferencia entre tu y yo?, que tu quieres vivir como la mayoría y pasar inadvertido, pero yo, quiero que el día de mi muerte, quede mi sello y la imagen de mi labor bien grabados, tan seguro estoy de ello, que dejaré un imperio y mucha gente me recordara por siempre”.

Para no omitir detalles, te contare de los errores que inconscientemente pude cometer, por tanta obsesión de triunfo, sólo pensé en la familia de forma material, les di todo lo mejor que pensaba que era en aquel entonces, casi vivía solo y como tenía 5 muchachos con una diferencia de edad mínima entre uno y otro. Mi esposa vivía aturdida y después de un día de trabajo de quince a diez y ocho horas, llegaba a casa casi siempre tarde y por esta razón surgían muchas discusiones, esto siempre lo resolvía materialmente y con el pasar del tiempo nos fuimos acostumbrando a estas discusiones, pero sólo que cada año, que pasaba esto iba en aumento y con los aumento de los disgustos me iba restando capacidad de lucha, fue tanto esto, que cuando en Venezuela en el año 1979 les vino la depresión económica, con el afán de triunfo y los problemas matrimoniales que se me habían ocasionado, en los próximos 3 años mi patrimonio se estaba reduciendo; fue cuando empecé a despertar y por primera vez empecé a recopilar mi vida matrimonial, tratando de cordializar un poco más con mi esposa, para también cambiar nuestra acostumbrada vida, pero eran tantas y tan profundas las heridas que nos habíamos causado, que mientras tratábamos de mejorar lo que hacíamos era empeorar. Total que llegamos a la conclusión que nuestras vidas no podían seguir por mucho tiempo de esta manera.

Así que decidí esperar que mis primeros hijos cumplieran su mayoría de edad y tomar la decisión de separarme, cuando llegó este día sufrí mucho, el primer año fue el más crítico y fue más, porque en los años de decisión entre discusiones y reconciliaciones me nació otra hija, que con esta ya eran siete, esto apaciguó por unos años los ánimos entre mi esposa y yo, pero todo duro poco, tanto fue que después de la decisión vino el control de cambio y fue tanto la presión que ejerció en mi vida, que de verdad puse a prueba mi fuerza de voluntad, me dije: “Francisco, decide que quieres?”.

Entonces amigo lector, puede imaginar cuanto duele tomar esta decisión, en mi mente no hubo otra alternativa.

Como les dije ante el primer año fue el más duro, pero el haber dejado de discutir me había dado capacidad de pensar más, tanto que en este año con mi vida atormentada y con más tranquilidad me estaba recuperando de la perdida de patrimonio de los años anteriores al control de cambio. Estos triunfos que

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empezaban a sucederme uno tras otro y la obsesión del triunfo equilibraba los sentimientos paternales de mi separación física con mis hijos y también se debe a que la madre de mis hijos, después de nuestra separación muy inteligente supe comprender que habíamos vivido veintitrés años cometiendo errores y que ahora lamentamos y a veces como buenos amigos recordamos que hubiera podido ser distinto.

Pero, mi amigo lector, debe saber que el triunfador nunca mira para atrás, lo pasado, pasado está; siempre sigue el camino con la mira puesta hacia el futuro y seguro de su éxito.

También les puedo decir que en los últimos tres años después del control de cambio, es cuando más éxitos he tenido, mientras todo el mundo habla de crisis a mi me arrollan los éxitos.

Una vez más repetiré: Ya sabes que para triunfar se necesitan tres palabras mágicas: “Meta. Plan. Acción”, pero si quieres lograr una meta, debes perseverar.

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EPILOGO

“Tu destino esta bajo control”

Tu eres líder de tus pensamientos, libertad y acción, eres dueño de ti mismo, pero si me preguntas, cuál es la acción que debes tomar para alcanzar tu meta, te diré: Creer en tu capacidad, piensa en tú futuro y verás que pronto se volverá un presente.

Comienza ya, no esperes a mañana, pero ya sabes que las metas se deben planificar para tener éxito. Cuando vayas subiendo los escalones, ten mucho cuidado, recuerda lo que antes dije, una caída del primer peldaño no reviste mayor peligro, pero del último es mortal.

Mantén tu paso firme, con mente positiva y pronto con tu nueva forma de vida empezarás a triunfar. Con el esfuerzo de tu trabajo, puedes adquirir la experiencia en tus años de perseverancia.

“Solo tú decides tu destino”.

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HUELLAS EN EL CAMINO

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Todavía lo conmueve hasta las lágrimas aquella anécdota que lo enterneció la primera vez que regresara a Italia. En la mañana, a las nueve, al despertarse con los aires montañosos de Corato y esta sensación de héroe homenajeado, su hermano le contó: “anoche, la mamma pasó toda la noche sentada al lado de tu cama, como la noche antes de tu partida”. Y es que ella pareció saber que su marcha era definitiva, a pesar de que sólo anteayer era su niño. Ahora tenía más de treinta años y la casa, estaba de fiesta. Como él.

Junto a la gente, los viejos conocidos, los amigos convertidos ahora en unos muchachotes desconocidos que se sorprendían de sus triunfos en la medida que hablaba; y este enjambre de recuerdos que se le anudaban en el pensamiento y en la voz, salían atropelladas las palabras: Francesco contaba su aventura allende el mar después de regresar triunfal, con sus casimires y sus camisas de algodón y con muchos regalos; pero sin alardes groseros de su bienestar.

Llegó a Maracaibo el 1 de mayo de 1958 a las ocho de la noche. Era 1 de mayo y la ciudad aldeana de los cincuenta ya dormía. Se ubicó en una pensión del centro, donde se movió su vida por varios años…”siempre con una idea fija; vine en busca de fortuna y la conseguiré”, que le sirvió de columna vertebral a su entereza, a su paciencia, a su persistencia. Lo llamó la voz de la riqueza petrolera; que le llegó a otra pensión, en Caracas, donde permaneció un año tras desembarcar en el Puerto de La Guaira.

Su rostro resume que ha alcanzado una de sus más importantes metas, esa que constituye la última recomendación a los lectores de sus tres primeros libros: “Yo puedo obtener el éxito, yo soy feliz, terriblemente feliz y lograré triunfar”. El sabe que sí, el lo consiguió. Lo revelan sus gestos serenos, sus pasos apadrinados por un bastón tardío.

Su primer trabajo en esta ciudad: un taller en los alrededores del Instituto de Canalizaciones. Se llamaba Taller Omega y todos sus trabajadores eran italianos. Se trabajaba de seis y media de la mañana hasta las ocho de la noche. Luego, en la misma avenida El Milagro, recién construida en paralelo a la orilla, ingresa al plantel del Taller La Forja, fabricante de ventanas, puertas, barandas y balcones de hierro y aluminio. “Era más grande y contaba con cuarenta trabajadores”….”hasta que sentí de nuevo la inquietud de toda la vida…con aquel sueldito no llegaría nunca a nada”.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, tenía ocho años. Lo cuenta él mismo: “Era un niño que, aún cuando no entendía nada, había pasado por aquellas horribles escenas. Hasta llegué a ver muertos despedazados…Cinco años de guerra, en efecto, hacen estragos. Sobre todo porque la guerra la hacen los hombres y

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estos mismos hombres son los que cultivan la tierra…” Pero no fue la austeridad del cotidiano lo que lo llevó a emigrar. Fue la eterna convicción de que detrás del océano estaba su camino.

En aquel tiempo de la guerra, Francesco era un niño. Y más allá de los bombardeos y las carencias, jugaba a la campana y al tuplet; un juego similar al avión de nuestros patios, de cuadrados, piedras y brincos, desafiando el equilibrio y al contrincante. En su pueblo lo recuerdan como un chiquillo tranquilo y feliz. Pero ya entonces esta fábrica de su obsesión era un sueño. Era su razón y su credo.

Desde la edad de trece años, cuando todavía estudiaba de noche en el Liceo Escolástico de Corato para trabajar de día, decidió aprender una profesión. El suele rememorar estos hechos con detalle: “En el taller mecánico donde laboraba, estábamos cuatro obreros y el patrón, y desde entonces, siendo un adolescente, siempre para mi interior me decía: Llegará el día que tenga mi propio taller y más grande que éste. Y, a pesar de la crisis generada en la post-guerra, siendo todavía un adolescente montó su primer taller, que le duró un año, porque “debido a mi experiencia y poca capacidad de financiamiento, fracasé”.

Este fracaso, como todos los suyos, le resultó positivo. Porque de él extrajo experiencias que le impidieron repetir errores.

Su hermana Nunzia lo evoca como la mayoría de la gente: humanitario, “ha ayudado siempre a todos cuantos ha podido”. Y asegura que cuando joven era un hermoso muchacho, “muy parecido a su sobrino Miguel”. De hecho, se cuenta que era muy perseguido por las muchachas y él no dejaba escapar ocasión alguna. Pero se enamoró en Maracaibo, se casó. Y su familia pasó a formar el eje de su vida.

Nunca después ha pensado regresar a Italia “porque en Venezuela se unió con una dama con la que tuvo sus hijos y esto lo ha ligado definitivamente a esta tierra”. Esto refiere su hermana, quien tiene la percepción de que “ha cambiado muchísimo en todo y por todo. Y esto lo puede confirmar quien lo conoce”. Pero sigue siendo muy afectuoso con toda la familia.

Francesco De Benedettis Pisichio nació el 14 de junio de 1937, siendo sus padres Michelle De Benedettis y Gina Pisichio. Formaban ellos un hogar tranquilo, de intercambios serenos y costumbres austeras, pero sin privaciones. Cultivaban ambos la tierra hasta que estalló el conflicto y él se alistó y se convirtió en el ausente de las tertulias familiares,

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Con la incertidumbre en todas sus horas, las vivencias se le fotocopiaron en las memorias. Una de ellas parece haberle construido este modelo que sigue hoy, en cruzada permanente por la conservación de los bienes y el ahorro. Eso fue el día que, muy niño, botó el juguete que su padre le traía desde los caminos de la guerra y ante cuya desilusión se acusa todavía… “a mi padre en el año 1941, de servicio en el ejército, le habían dado diez días de permiso”. Le había traído un carrito de cuerda muy bonito. “Y fue tanta mi alegría que lo agarré y lo tiré en el pozo”. Registró en su memoria el desencanto manifiesto de su padre, que siguió jugando con él. “Pero la expresión de su rostro, después de medio siglo, sigue viva en su mente”. Desde allí en adelante, después de aquel hecho, algo pasó en su carácter, “porque nunca volví a destruir o botar un juguete, aunque fueron muy pocos los que recibí después”.

Cuando se hizo mayor, solía tomar a escondidas la moto de su padre y se iba con los amigos a comprar discos para aprender a bailar: suele ser conocido como una persona alegre, que departe al cierre de la semana con sus empleados y que bromea con ellos, con los amigos, con los hijos, con los proveedores y con los vecinos.

En Maracaibo llevó durante muchos años lo que él llama “vida de emigrante“en la que…”si uno no tiene ninguna meta, olvídense que aguanta todo lo que le pasa...” Y uno evoca aquella anécdota de Como Nace un Empresario en la que, habiendo sino intervenido de una hernia en el hospitalito, la tristeza lo arropó al percibir su soledad en una habitación con cuatro desconocidos y sus familiares, lleno de dolor y atragantado de lágrimas.

Su obsesión volvió a seducirlo. En este tiempo, se impuso la obligación de ir comprando, con lo poco que tenía, herramientas y equipos que instalaba en el cuarto donde dormía. Tenía un amigo zapatero y se le ocurrió una idea que, por cierto tiempo, siguió con interés: fabricar tacones de aluminio.

Fue en aquella época, precisamente cuando Venezuela se asomaba a la primera crisis y nadie dejaba su trabajo, cuando él decidió renunciar a La Forja para tener un talle en sociedad. Era éste un pequeño local ubicado en la calle 66 bajo el número 9B-45. Se llamaba Taller Técnico Industrial y fabricaba carrocería para camiones de refrescos. Era pequeño y su apariencia era de mala muerte. No parece haber sido muy sobresaliente su logro.

Posteriormente, suscribió varias sociedades para la formación de empresas. Pero, a partir de 1975, se independiza de toda sociedad y empieza a manejar la suya propia.

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De Benedettis registra con pasión todos los cambios importantes en su trayectoria. Uno de esos hitos es el año de 1986, cuando se inscribió en el curso “Como hablar en público y conducir grupos”. Y con esa minuciosidad que suele hacerlo, acostumbra relatar el evento: “Empezamos en el mes de octubre alrededor de treinta participantes, de los cuales la mayoría no pasaba de los treinta y cinco años. La primera lección fue la presentación por pareja, en la cual uno le contaba a su pareja el por qué y para qué había decidido hacer el curso. Debía contarle un poco de su vida, hasta donde uno quisiera, siendo lo más sincero posible y haciéndolo en el tono de una conversación muy personal, entre dos amigos. En la segunda lección, cada uno de nosotros debía contar a todo el grupo, en voz alta, toda la historia que le había contado a su pareja. Esta fue la primera prueba de como hablaba cada uno en público”.

No hay un detalle que se le pase: el tiempo, el medio ambiente, la actitud. Evita los tiempos improductivos. Y recomienda que sean evitados con frases como:

Fíjate el límite de tiempo.

Debes ser más consciente de tu tiempo.

Cuando hables por teléfono, se conciso, recuerda que el teléfono es para acortar distancia y no para alargar conversaciones.

Cuando estés en tu trabajo, no cites a tus amigos. Recuerda, tú dispones de todo el tiempo que tú quieras.

Protagonista de su propia historia, levantó un ícono para arrancar: un hombre que conoció a través de los diarios y cuyos pasos decidió seguir. No dice su nombre. Apenas susurra sus iniciales con unción, E.M. “Levantó un imperio, se fue con la satisfacción de haberlo logrado y puso su sello en todo el país”.

Un verdadero paradigma, este hombre que para él era su espejo, “era como mi dios privado, para mi, fue el venezolano dio todo lo bello que tenia, a este país”. Ya para cuando escribió su segundo libro, Como Nace un Empresario, se proponía seguir aquellos pasos porque sabía que “hasta los últimos días de su vida, los dedico al trabajo”. En sus revelaciones a sus lectores, cuando los invita a seguir su propio camino, señala: “Al principio te dije lo que me había propuesto, ahora trataré de explicarte exactamente lo que vamos hacer. La primera meta es lograr lo que hizo “E.M.”

Su vida de hoy es como una profundo y permanente reflexión. Y hace de su experiencia un eficaz instrumento de lucha. Al cabo de casi treinta y dos años como empresario y cincuenta y dos años de vida, ya la experiencia vivida le permitía

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hablar de una “ideología”. Los títulos otorgados a los Capítulos de su obra son reveladores: Mirar atrás para aprender…Mirar adelante para triunfar…Pensando en positivo…Las soluciones son fáciles….La unión de esfuerzos y capacidades vencen las dificultades…La solución: Participación…El cambio: Actitud positiva y progresista…Todo trabajo tiene frutos…Todo esfuerzo tiene premios…No engañarse, llamar las cosas por su nombre…Los obstáculos se vencen con voluntad y perseverancia…No más quejas, es hora de trabajar.

Fue la lectura de las biografías de los grandes hombres lo que le inspiró el proyecto de sus libros. Un día, tras leer una de aquellas historias, “tomé papel y lápiz y empecé a escribir sin ninguna planificación”.

Tal como lo sostiene, como un verdadero ejemplo cuenta un poco de mi historia. Y lo hace en un tono es didáctico, como para que nadie deje de entenderlo: “cuando se siembra una planta, se le aplican todos los conocimientos y recursos para su desarrollo. Se abona y se cuida con cariño, algunas tardan cinco años para desarrollarse, pero otras necesitan más tiempo para lograr su total crecimiento, diez, quince, veinte y más años, una vez concluido su desarrollo, dan muy buenos productos. Exactamente, lo mismo. Una vez más repetiré: Ya sabes que para triunfar se necesitan tres palabras mágicas: “Meta. Plan. Acción. Pero si quieres lograr una meta, debes perseverar”.

Como él mismo perseveró en Corato, su ciudad natal. Y en Caracas. Y en Maracaibo, desde una vieja pensión que le sirvió de refugio temporal y en el que, posiblemente, el protector era él…de aquella anciana que le alquiló una habitación, “muy probablemente para ayudarse”·.

Desde sus libros, su método de orientación es un llamado a los demás: ¿Por qué no pruebas hacer algo que esté relacionado con lo tuyo? Tú tienes la capacidad para lograrlo, el hecho de haber leído hasta este capitulo, quiere decir que tú eres positivo, lo que te falta es experiencia. Pero, como te hablé anteriormente, la experiencia se adquiere, y no de un día para otro. Ya he dado varios ejemplos al respecto, lo que tienes que hacer es aplicarlos, perseverar y no dejarte influenciar por tus amigos o amigas, aquellos(as) que dicen: “Quien nace pobre, siempre pobre será”, son estas personas pesimistas que con estos pensamientos negativos, no sólo se indisponen ellos, sino que lo hacen con los demás. Tu debes sacar el “Yo” que ocultas dentro, para repetirse a menudo,

Durante sus dos últimos dos años en su pueblo natal, por las mañanas asistía al colegio; por las tardes y por iniciativa propia, iba a trabajar en un taller mecánico industrial. Por la noche, hacía las tareas escolares.

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En aquella época sus padres estaban contentos porque se mantenía ocupado; pero “cuando terminé la primaria les dije que lo mío era la mecánica; por lo tanto, lo que quería era aprender mecánica y estudiar de noche. Mi padre se opuso y me dijo que sólo me quedaban dos caminos: seguir los estudios o seguir lo de él (agricultura). Y de allí en adelante empezaron las peleas, que duraron casi un año, al final del cual dejé los estudios. Mi padre me quería obligar a hacer lo que él quería; pero, poco a poco, se convenció de que perdía su tiempo. Y, un día, de mala gana me dijo que hiciera lo que quisiera.

-Este, asegura, fue mi gran día, supe que había ganado la primera batalla.

En 1986, empezó a formularse otros planteamientos. Sentía que ya no era el empresario de años atrás que sólo pensaba en el bienestar de su familia. Se planteaba un rol más completo, sus tareas con mayores amplitudes: la tarea de engrandecer, expandir y proyectar la labor empresarial.

Y es quizás este razonamiento que le nace en la conciencia misma, crecida por las experiencias y los alcances, lo que lo lleva a publicar una serie de libros a partir de sus experiencias. En, es verdad, poco usual en nuestro medio la dedicación de los empresarios a relatar métodos para el triunfo, secretos del éxito, sus experiencias y hasta fracasos en beneficio colectivo

Sencillamente, se estableció otro norte, la de escribir sus vivencias. Y creó la serie La Voz del Triunfador. Cuando alcanzó el éxito tan largamente buscado, quiso estimular a otros seres humanos a buscar su triunfo y el desarrollo de una mente positiva. Por cuanto todo en él se fundamenta en un proyecto, su última obra publicada, La Tercera Oportunidad, forma parte de un plan motivacional con el propósito de convencer acerca de que el éxito es posible. Y es que sigue permanentemente pensando que es preciso cambiar y transformar la mentalidad y la actitud del Venezolano. Este libro perseguía convertir al venezolano “en portavoz de optimismo y de trabajo, para que ame a su tierra y a su propia gente”.

Como resultado de estos libros ha vivido recibiendo un feedback que lo satisface

Uno de los casos que recuerda con particular afecto es el de aquella muchacha que trabajaba en el Banco Central, que lo buscó hasta encontrarlo, le pidió una entrevista personal. Era ese el tiempo cuando viajaba todas las semanas a Caracas para participar en la directiva de la AIMM. “Nos encontramos en un café en El Silencio. Tenía una obsesión: quería montar una boutique. Al año y medio, fui a conocer su boutique”.

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-El futuro, dice, será de quienes tomen el timón y luchen.

A este libro le anexa un comentario de un amigo, en el que destaca su vocación de servicio, su sinceridad, por la cual “está renunciando a la privacidad de su ayer, de su hoy y de su mañana, cuando compromete la veracidad de todos los hechos narrados y una singular franqueza y honestidad para decir las cosas que todo el mundo sabe, pero que nadie saca a colación”. Ejemplo: “también los empresarios y el pueblo, en general, colaboramos con el despilfarro…” Con esta misma actitud, ha asumido valerosos enfrentamientos al gremio, invalida el regionalismo improductivo que se maneja en el Zulia, denuncia la desunión empresarial y despliega un profundo sentimiento nacionalista: “nuestra patria nos necesita y, en cualquier posición que nos encontremos, podemos hacer algo por ella”.

Durante casi toda su vida desarrolló una vida social muy activa: respondía a todas las invitaciones con su presencia, tanto en los actos oficiales e institucionales como en las fiestas privadas. Hasta los años 90 cuando debido a problemas de salud

En su cotidiano, analiza de manera crítica el empresariado venezolano de hoy.

-Una gran mayoría de ellos, asegura, todavía sigue pensando en los tiempo de bonanza, cuando existían todas las facilidades del mundo y el Estado siempre con su eterno paternalismo y con las arcas llenas de dinero repartía a manos llenas, sin pensar que esto algún día tendría que acabarse. “El empresario debe volver a la base, encerrarse menos en su oficina y volver a la planta o al almacén y cordializar con sus obreros y empleados. Debe dejar de hacerlo a través de un intermediario, que muchas veces distorsiona todo en contra de los intereses comunes. Igual creo deben actuar nuestros políticos.

A pesar de haberse construido venezolano de corazón y de convicción (ahora me llamo Francisco y no Francesco), la nostalgia por las raíces ha sido manifiesta en muchas oportunidades. En ocasión de realizar su primer viaje de regreso a Italia, narra: “En el segundo día de mi llegada, recorrí la ciudad pasando por la casa donde nací y crecí con mis padres, hablando con los vecinos, de los cuales, por suerte todavía algunos viven, muy viejitos; y con sus hijos, que crecieron conmigo. Vinieron a mi mente muchos recuerdos de mi niñez…”

También disecciona la realidad del país en todos estos años de democracia, que han corrido paralelos a su desarrollo en Venezuela. Y cuestiona el despilfarro, pero reconoce grandes e importantes obras de infraestructura, la apertura de mercados internacionales y la demanda de un comprador exigente que obliga a la fabricación de productos de calidad, la existencia de las leyes más avanzadas del mundo

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civilizado; reconociendo que en estos años pacientemente se ha ido creando una excelente legislación.

Está totalmente convencido de que uno de los errores que ha venido cometiendo el empresariado en todos éstos años de Democracia ha sido la apatía hacia la política “y lo peor de todo es que nos hemos aprovechado de ella”. Un empresariado sólo interesado en participar de la riqueza hasta el punto de propiciar la corrupción, hizo que, poco a poco nuestra economía no pudiera soportar la carga que se le imponía y cayó en la depresión que actualmente estamos viviendo. Pero también lo acompaña la convicción de que “nuestro sistema es bueno y que también lo son nuestros políticos. Los malos administradores somos nosotros que, durante estos treinta años de nuestra Democracia, no fuimos capaces de ayudar a los políticos a administrar nuestras riquezas. Su abundancia nos cegó y nos empujo al despilfarro y a la corrupción, hasta llevarnos a la situación en la que nos encontramos hoy.”

No obstante, él ha tenido sus logros, a pesar de las contingencias: en este momento no sólo se está autoabasteciendo de muchos productos, sino que está exportando importantes excedentes.

Habla a los empresarios como sus hermanos y a sus lectores, como hijos

Mi amigo (a):

Si perseveras

el triunfo estará a tu alcance

no lo dejes escapar

de tus manos

tu jefe inmediato es un amigo

empleados, necesito de hombres y mujeres que crean en mi y en ellos mismos, puesto que el éxito no es sólo mío, sino que es el éxito de todos

Su visión de la realidad es así: Hasta esa fecha, nosotros los venezolanos, a todos los niveles sociales, sólo aceptábamos los productos importados. Cuando se hablaba de productos hechos en Venezuela lo primero que hacíamos era despreciarlos. Mas, cuando se nos cierran todas las posibilidades de continuar con el despilfarro y nos damos cuenta de que nos hemos empobrecido, una mayoría se niega a creer y se acobarda esperando pasivamente que algo pase, como un acto de magia. Sólo una minoría actúa con positivismo y se pone a producir, trabajando con ahínco. Como es lógico, el triunfo los sorprende. La culpa es nuestra, de los venezolanos y más que todo de sus dirigentes. Cuando hablamos de dirigentes no nos confundamos, no

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estamos hablando solamente de los políticos. Dirigente es todo aquel que conduce, lidera un grupo humano.

Una de sus más difíciles situaciones como empresario, la vivió a comienzos de la noventa cuando se profundiza la crisis económica del país. Así lo narra: “pasadas las elecciones presidenciales, en febrero de 1990 el nuevo gobierno “destapa la olla” y nos damos cuenta que hemos vivido en un mundo de fantasía y engaño. El país esta en quiebra. En mi mente pasa lo mismo que a la mayoría de los ciudadanos les sucedió. Hay un cambio de actitud, me siento engañado, pierdo el positivismo que siempre me ha caracterizado y, como es lógico, esto lo transmito a mis empresas. Como en los últimos meses del año no me había dedicado a mis empresas y los últimos dos años el crecimiento había sido descontrolado, en el mes de marzo se me desata un problema laboral. Posteriormente, hubo algún abuso de confianza que aumentó mi estado de depresión, que transmití directamente a mis empresas y afecté su economía. Otras cosas, que son del dominio público como el caso Recadi, me hacen caer en cuenta del grado de corrupción que ha alcanzado nuestro país. Esto me va afectando de tal forma que empiezo a pensar en la quiebra de las empresas que con tanto trabajo y sacrificio había levantado en treinta años. Iban pasando los meses y, cada día, la economía iba de mal en peor. Me sentía culpable. Después de haber ido pregonando por todo el país los éxitos alcanzados y transmitiendo positivismo, se estaba desmoronando mi imperio”.

Para muchos de sus conocidos, De Benedettis es un gran soñador que sirve de ejemplo. Lucha por transmitir esa especie de motor que lo impulsa. Ha sido un fanático de las capacidades del hombre.

Pero, además, toda la vida lo ha movido una profunda Fe, así con mayúscula…,”el hombre o la mujer que quiere “algo”, bien sea, felicidad, bienestar, riqueza o poder, si persevera y siente ese “algo” dentro de sí, y acondiciona su mente siempre positiva para conseguir lo que quiere, sin duda alguna que lo obtendrá”.

Y, armado de esta fe, emprendió en estos tiempos del caos económico venezolano un proyecto de crecimiento continuo de dos años a corto plazo, cinco años a mediano y diez años a largo plazo. Este proyecto tuvo por fin devolver a Metal Arte el impulso de los años ochenta, cuando la nómina sólo en Maracaibo llegaba casi a trescientos puestos de trabajo directo y con un proyecto a diez años en generar mil quinientos empleos directos con la formación de un mini-parque Industrial de los terrenos adyacentes de su propiedad.

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Al respecto, se siente feliz de que por lo menos después de la crisis logró recuperar la empresa y “de aquí en adelante, con la participación de cuatro de mis hijos, estoy seguro que el futuro será próspero para la compañía y todos sus colaboradores”.

El 18 de mayo de 1989 había recibido una carta de un industrial llamado Claudio Medina:

“Con gran regocijo he leído en Panorama del 17 de marzo de 1989 la noticia referente a la exportación de llantas macizas. Entiendo que es un claro mensaje de aliento para todos los industriales”.

En esos años, también era frecuente que le solicitaran entrevistas personales en busca de orientación y que lo incluyeran en proyectos comunitarios o de beneficio colectivo, como la Fundación de Cooperativas para la promoción y el desarrollo del pequeño y mediano empresario (Fundacopyme) que lo nombró Miembro Permanente Honorario y Miembro Honorario del Consejo Consultivo.

Su Escuela, también con mayúscula, han sido las vivencias. Pero las experiencias de los demás le son enseñanza: como aquel caso de un empresario colombiano, propietario de una cantidad de empresas en todo su país.

Cuenta que, en una oportunidad, coincidieron en un largo viaje al exterior, en asientos continuos. Durante las nueve horas del trayecto aéreo, sostuvieron una conversación en la que compartieron remembranzas de sus vidas y negocios. “Me contó que, en realidad, su fortuna fue producto de los sacrificios, trabajo y ahorros de su difunto padre, que había sido un emigrante que llegó al país solo con su maleta y, a fuerza de ahorros, después de veinticinco años había reunido una cantidad que invirtió en un negocio de bienes raíces y se dedicó a construir viviendas para venderlas. Al cabo de unos años, estaba construyendo edificios.

De este viajero, de la historia de su padre, le quedó una doctrina: la base del triunfo y el éxito, es el ahorro y la perseverancia en el trabajo; la forma de hacer fortuna es pensando que mañana se puede presentar una oportunidad y si no has ahorrado dinero, esta oportunidad se pierde”.

A esta filosofía, De Benedettis le agregó unos elementos: para tener éxito debemos perseverar, trabajar sin descanso, creer firmemente en uno mismo, pensar en el prójimo y mantenerse con mente positiva. Y ahorrar”.

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Quizás por su origen europeo, él también posee una natural disposición al ahorro: “Durante los primeros cinco años en el país, trabajé con tantos deseos de triunfar que ahorraba hasta en la comida. De manera que cuando adquirió su primer tallercito, invirtió todos sus ahorros de cinco años y apenas sumaban tres mil bolívares. Esta actitud es también resultado de las experiencias de la post-guerra: según infinitos testimonios de inmigrantes, en Italia, en toda Europa, por la guerra había mucha miseria... Durante la guerra el gobierno daba la ración de comida...con el trigo recibido se hacía el pan una vez por semana, en horno a leña, porque no había gas... Algunos conseguían más cantidad, pero eso era clandestinamente...la guerra había traído el hambre.

Al mismo ritmo de su crecimiento personal y empresarial, él avanza en sus criterios, se moderniza. No sólo aplica las nuevas tecnologías a sus áreas de producción, operación y comercialización, sino que vincula su actividad al entorno: “El crecimiento tiene que ser de la compañía, los trabajadores, los vecinos y la comunidad. Y, por supuesto, dirigido por una generación de relevo bajo la convicción de que esta es la única forma que todos nos beneficiamos”.

Humilde, reconoce sus errores y trata de enmendarlos, como es el caso de sus hijos: hace veinte años cuando los mayores ya tenían la mayoría de edad, siempre me reclamaban que a ellos no los tomaba en cuenta; pero como en aquel tiempo eran tiempos de Oro y de éxitos, los que me rodeaban, no fueron los mejores asesores, tal vez no les convenía que mis hijos entraran de lleno en el negocio, y yo ciego por los éxitos y la ambición de poder me olvidaba de ellos, hasta que recapacité de todos los errores cometidos, y a final de los años noventa, cuando yo me iba recuperando de la caída brutal que sufría mi compañía motriz, aunque un poco tarde comencé a preparar a mis hijos para la dirección y a delegarle cargos, confiar en ellos lo que había confiado a extraños”. También confiesa haberse equivocado en los negocios. Cuando empezó la crisis, mi inexperiencia en la parte comercial me había llevado a tener una deuda interna y externa sumamente alta.

Y desde siempre, creyó en la formación como sistema ineludible para el crecimiento personal e industrial: A comienzos de los ochenta se involucró en la lucha por la creación del Ince Metalmecánico para su personal y el de toda la industria metalmecánica de occidente.

El mismo ha permanecido siguiendo cursos de mejoramiento y especialización: “lo primero que pensaba era prepararme para lograr estas metas, nunca hasta ahora, he dejado de leer y hacer cuantos cursos estaban relacionados con mis metas. He leído libros históricos, científicos, biografías de grandes líderes mundiales

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y todo libro educativo que me ayudara en mi superación personal. También realicé varios cursos: técnicos, gerenciales, de ventas, de finanzas y el último que hice fue como hablar en público y conducción grupal”.

Otra de sus sobresalientes actitudes es su vocación de servicio: “Con gusto te prometo ayudarte, si confías en mi, cuéntame tus inquietudes y si está en mis manos la ayuda que necesitas, tenla por seguro, ya que haré todo lo que esté a mi alcance, y lo menos que puedo hacer contigo, es enrolarte en nuestro equipo de personas triunfadoras, así más grande será el triunfo para ambos”.

Y su actitud de consejero: “Si tu quieres progresar dentro de la compañía donde trabajas, procura sobresalir, como buen trabajador que le gusta el trabajo, se que eres una persona de valor para la compañía, demuestra todo tu potencial y sabiduría. Esta es sólo una forma”. También debes saber que el triunfo del patrón depende de ti y de otros trabajadores como tu. Si piensas que tu patrón pudo alguna vez ocupar el puesto que tú tienes ahora, es porque supo progresar por su propio esfuerzo y merece respeto. Por ello, haz cuanto puedas por quedar bien ante él, lo que tú quisieras que hicieran contigo tus subalternos. Así veras que este patrón reconocerá tu apoyo y el valor que representas para su compañía.

Otro punto importante, dice en tono de confidencia, trata con mucha cautela a tus compañeros de trabajo. Fíjate bien si son serios y hasta que grado sirven para la empresa. Si no son serios, no sirven como es debido al patrón, lo único que podrán hacer por ti, es darte mala reputación ante los ojos de tu jefe. No te copies de aquellos hombres y mujeres que salen corriendo a la hora de partir cuando toca el timbre del reloj. Tampoco trates de pedir horas extras a tu jefe inmediato, cuando tú sabes que no se necesitan. Si lo haces, tu jefe creerá que eres ineficiente. Más, sin embargo, cuando tu jefe pida que trabajes tiempo extra, debes estar siempre dispuesto y esperar el pago adicional, no exigirlo.

Ten presente lo siguiente: nunca trates de amenazar con renunciar para lograr aumento de sueldo, si tú sabes que tu patrón en este momento no puede prescindir de tus servicios, entonces se daría cuenta de tu deslealtad. Y, en la primera oportunidad, te liquidaría por tu imprudencia.

Ahora bien, si tu patrón no se ha fijado en ti, es posible que no haya tenido oportunidad. Si hasta no has conseguido lo que quieres, espera; que, si eres un buen trabajador, no tardará en llegar

Cuando escribe su tercer libro que, curiosamente, se titula La Tercera Oportunidad explica que lo hace “buscando que no se encareciera mucho para que pudiese llegar a las manos de quienes, a mi juicio, lo necesitaban”.

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Decidió promoverlo personalmente y durante un año recorrió de punta a cabo a Venezuela. Visitó emisoras de radio, periódicos y revistas, plantas televisoras, gremios y colocando los libros en casI mil librerías, con la ayuda de uno de mis hijos.

Cuenta que los comentarios no se hicieron esperar. Y, cada vez que regresaba a Maracaibo, encontraba correspondencia de lectores que le pedían consejo, querían conocerlo o estimularlo a continuar esta tarea que lo hace sentir útil y que le hace ver que sí valió la pena el esfuerzo y los sacrificios. Esta anécdota y copia de dos de las correspondencias recibidas lo demuestran claramente:

Para esta experiencia del curso del 86 usa resaltadotes. Cuando lo tomó, literalmente se enfebreció, grababa, copiaba, repetía, hablaba consigo frente a un espejo. Y con la misma pasión de todas sus acciones, puso la vida en esas cuarenta horas destinadas a hablar en público y relacionarse con propiedad.

En una oportunidad, desde el estrado de la Cámara de Industriales hizo un llamado: Mientras en el Zulia y en Venezuela no cambiemos nuestra decisión para fomentar empresas que fabriquen productos y bienes de capital y que, a la vez, sean generadoras de empleo, nunca el Estado nos tomará en cuenta. No se ha cansado de decir que en Venezuela, y especialmente en el Zulia, nos falta liderazgo para hacer estos cambios. Necesitamos de hombres dispuestos al sacrificio, al trabajo y al riesgo. Porque un país o una empresa son lo que sean los hombres que las dirigen y, para que triunfen, necesitan de líderes dispuestos a darlo todo sin egoísmo ni mezquindad.

Y analiza las causas: Primero, aunque nos molesta cuando alguien nos lo dice de frente, nosotros los venezolanos, con tanto paternalismo estatal que siempre tuvimos y mucho más en los últimos treinta años, nos volvimos los menos productivos de todo el mundo. Y no porque no podamos, sino porque no queremos.

Francisco De Benedettis guarda todo, archiva todo: conserva los boletines de notas de sus hijos cuando estudiaban en el Rosmini; tarjetas, libretas de pago, partidas de nacimiento, historias; “las cartas y notas que me escribían de los libros…” Y una memoria que parece un banco de datos digitalizado a la hora de ubicar cualquier documento.

En La Tercera Oportunidad, la historia toma nuevamente forma: “En el año 1975, cuando empezaba la bonanza en nuestro país, tenía una buena industria metalmecánica ligada a la industria de la construcción, muy conocida en la región y con una buena clientela. Un par de años antes, se me había venido a la cabeza la

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idea de meterme en una empresa comercial y, como eran tiempos fáciles, me fue bastante bien. Fue entonces cuando empezó la bonanza y me enloqueció el comercio. Empecé a descuidar mi industria hasta el punto de casi abandonarla, después de haber sido líder en la región de los productos que fabricaba. Mi nueva empresa empezó a importar productos para el mercado y, viendo que los beneficios eran muchos más que los que la empresa industrial, poco a poco me fui volviendo un gran importador y distribuidor de productos importados, abandonando la industria que desde el año 1963 tantas satisfacciones me había dado y que, con tanto trabajo y perseverancia, había levantado sobre bases sólidas.

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Cuando llegó el año 1979 la bonanza en nuestro país iba acabando y empezaron las restricciones. Sufrí entonces la experiencia más desagradable de mi vida, aún cuando todavía no sé si fue para mi bien. Desde ese año, hasta 1983, de no haber sido por el reconocimiento de los errores cometidos y el haberlos rectificado a tiempo, creo que no hubiese podido escribir éste mi tercer libro. Cuando empezó la crisis, mi inexperiencia en la parte comercial me había llevado a tener una deuda interna y externa sumamente alta. En estos años de angustia pude cambiar nuevamente de ideas y poner otra vez a producir mi industria. Fue mi oportunidad de salvación.

Lleva por todos sus caminos la bandera de la fe y levanta a diario un credo que reza “por cualquier cosa que valga la pena conquistar, vale la pena trabajar”. Llegó para quedarse. Quemó, como Cortés, los barcos.

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LA TERCERA OPORTUNIDAD

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DEDICATORIA

Dedico de manera especial este libro a mis queridos hijos, a quienes en estos últimos años no les he podido brindar todo el tiempo y la dedicación que ellos merecen. Esa importante fase la he invertido a tiempo completo es mi labor de engrandecer, expandir y proyectar la labor empresarial, sembrando en ellos optimismo y haciéndoles ver que con trabajo y dedicación el éxito es factible y palpable.

He tomado como norte, escribir mis experiencia y, en ese afán de plasmarlas, es que se las quiero hacer llegar a ellos de manera especial. Para que las lean, les sean útiles y les sirva de ejemplo las vuelco aquí con mi mayor sinceridad y vocación. Ellos representan el futuro, son la generación de relevo y ésta será su guía y su motivación en el camino a seguir de una obra que comencé hace más de treinta años.

Sea propicia la oportunidad para testimoniar mi agradecimiento a la periodista Licenciada Zenda Arévalo, quien puso su toque profesional en este manuscrito y al Ingeniero Héctor Jaramillo, quien dedicó su valioso tiempo en la corrección del mismo, haciendo posible que este tercer libro presente menos detalles y sea más ágil en su lectura que los anteriores. A mis hijos que, conocedores de mis principios, aportaron con amor igualmente su granito de arena.

Este libro, LA TERCERA OPORTUNIDAD, en un complemento del plan motivacional del primero, LOS CAMINOS DEL ÉXITO; y del segundo, COMO NACE UN EMPRESARIO.

El primero lo enfoque a la motivación, el segundo a la acción y deseo de éste, LA TERCERA OPORTUNIDAD, sea el mejor marco referencial que cambie y transforme la mentalidad y la actitud del Venezolano. Que lo convierta en portavoz del optimismo y de trabajo, que ame a su tierra y a su gente. La nueva Venezuela va a requerir de muchas cosas importantes, pero será el factor humano el eje motor que la pondrá en marcha. El futuro será de quienes tomen el timón y luchen.

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COMENTARIO DE UN AMIGO

Tres son los aspectos que más me han llamado la atención en los libros que, hasta esta fecha, ha escrito Francisco de Benedetis.

El primero es su vocación de servicio. En otros continentes, existe amplia bibliografía de obras motivadoras o instructivas escritas por hombres que alcanzaron el éxito comercial o industrial. En nuestro medio es muy rara, por no decir ninguna, la actividad de nuestros más destacados hombres de negocios en expandir a la comunidad los principios que han hecho posible sus éxitos.

Independientemente de que sus libros logren o no los objetivos didácticos que se propone el autor, merece nuestro agradecimiento su interés por extender los beneficios de sus experiencias a toda la comunidad. Ojalá este ejemplo sirva para hacer que otros, con más deberes y obligaciones para con sus semejantes y con su país, se motiven a compartir la sabiduría y la experiencia que han acumulado.

El segundo, es la sinceridad. Los libros orientados al desarrollo de la personalidad son muy numerosos; pero, en la inmensa mayoría de ellos, la figura ejemplar es la del autor. Pasajes de la vida de grandes guerreros, estadistas, inventores o artistas son las figuras motivacionales que, con más frecuencia, se utilizan.

Al acudir al recurso de su biografía, Francisco De Benedettis está renunciando a la privacidad de su ayer, de su hoy y de su mañana. No sólo se compromete en la veracidad de todos los hechos narrados, si no que adquiere la obligación de continuar teniendo una vida capaz de representar un modelo a seguir por otros.

El tercero es la franqueza. Una singular franqueza y honestidad para decir las cosas que todo el mundo sabe, pero que nadie saca a colación. Ha asumido un papel dirigente en respuesta a las esperanzas de los ciudadanos y a las cargas sociales y políticas cada vez más onerosas que pesan sobre el país.

A sus observaciones para fijar la responsabilidad de la actual situación económica, social y política que vive Venezuela no escapa ninguno de los responsables, incluyendo él mismo. Es este ejercicio de fijar responsabilidades con absoluta franqueza la demostración de un interés genuino hacia los problemas del individuo y la comunidad.

H. Jaramillo

Maracaibo, ---------

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CONTENIDO

Índice

Capítulo I.- Mirar atrás para aprender

Mirar adelante para triunfar.

II.- Pensando en positivo

Las soluciones son fáciles.

III.- La unión de esfuerzos y capacidades

Vencen las dificultades.

IV.- La solución

Participación.

V.- El cambio:

Actitud positiva y progresista.

VI.- Dar para recibir

VII.- Mente positiva

Trabajo y perseverancia.

VIII.- Todo trabajo tiene frutos

Todo esfuerzo tiene premios.

IX.- No engañarse

Llamar a las cosas por su nombre.

X.- Los obstáculos se vencen

Con voluntad y perseverancia.

XI.- Np más quejas:

Es hora de trabajar.

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CAPITULO I

Mirar atrás para aprender, mirar adelante para triunfar

Al cabo de casi treinta y dos años como empresario y cincuenta y dos años de vida, la experiencia vivida me permite hablar de “mi ideología”.

En el año 1986, me surgió la idea de escribir un libro para estimular a otros seres humanos a buscar su triunfo y el desarrollo de una mente positiva. Mis inquietudes me decían que ya no era el empresario de años atrás, que sólo pensaba en el bienestar de su familia. Escribiendo una serie, que se tituló La Voz del Triunfador, capítulo tras capítulo me iba convenciendo cada vez más que a nuestro país le faltaba algo y que ese algo era lo que llamo “Positivismo Empresarial”.

Nuestros empresarios cada vez más repiten la frase de “mal Gobierno”. Yo les pregunto que están haciendo ellos por ayudar a corregir esos malos gobiernos que tanto pregonan.

Estos malos gobiernos han demostrado que tienen líderes ¡y buenos! En una democracia joven, como la nuestra, en pocos años se ganaron las bases de nuestro pueblo y nos dirigen tal y como ellos quieren. Nosotros los seguimos, tratando de conseguir un carnet de afiliación partidista. ¿Por qué no pensamos si la culpa de los malos gobiernos es de los políticos o es nuestra…?

Tenemos una democracia muy sólida y somos un modelo en nuestra América Latina. Nuestros empresarios deben mirar atrás para encontrar donde hemos fallado y poder así corregir nuestro pensamiento y dirigir nuestra mente hacia el positivismo y el trabajo por nuestra patria.

También quisiera preguntar quién es el Gobierno. En cada familia venezolana, directa o indirectamente, hay un miembro que es funcionario público, desde un ascensorista, hasta un congresante. Mi auto-respuesta es que el Gobierno lo conformamos nosotros mismos. En el Gobierno tenemos unos líderes políticos creadores de un sistema que, en otros países, funciona. Nosotros nos encargamos de tergiversarlo y corromperlo para, después, echarles la culpa.

Como les dije en mi primera obra, los políticos son seres humanos iguales al resto del mundo. No olvidemos que en el mundo hay hombres y mujeres buenos y malos. Así que, por favor, dejen el negativismo y piensen que nuestra patria nos

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necesita y que, en cualquier posición que nos encontremos, podemos hacer algo por ella.

Cuando les hablé del empresario buhonero no lo hacía con menosprecio. Un buhonero es un pequeño empresario. Una empresa empieza cuando un ser humano se independiza, arriesga y emprende nuevos caminos. Ustedes saben, por ejemplo, que en Venezuela hay una migración árabe, cuya mayoría cuando llegó formó un grupo de pequeños vendedores ambulantes. Hoy en día, muchos de ellos son grandes empresarios y tienen grandes almacenes.

Para conseguir esto, primero tenemos que ser honestos con nosotros mismos, ser optimistas, creer en el sistema en que vivimos y trabajar con perseverancia. Estoy convencido que nuestro sistema es bueno y que también lo son nuestros políticos.

Los malos administradores somos nosotros que, durante estos treinta años de nuestra Democracia, no fuimos capaces de ayudar a los políticos a administrar nuestras riquezas. Su abundancia nos cegó y nos empujo al despilfarro y a la corrupción, hasta llevarnos a la situación en que nos encontramos actualmente.

Una gran mayoría del empresario venezolano de hoy en día todavía sigue pensando en los tiempo de bonanza, cuando existían todas las facilidades del mundo y el Estado, siempre con su eterno paternalismo y con las arcas llenas de dinero, repartía a manos llenas, sin pensar que esto algún día tendría que acabarse.

Como si fuera una desgracia para la gran mayoría y una fortuna para una minoría, cuando llegó aquel 18 de febrero de 1983, que quedó como fecha histórica, obligatoriamente el Estado ya no pudo seguir siendo el gran padre que malcrió a sus hijos. La mayoría de éstos se negaron a aceptar la situación de la cual todos eran culpables y en la que no había otra alternativa que la de ponerse a trabajar y producir.

Hasta esa fecha, nosotros los venezolanos, a todos los niveles sociales, sólo aceptábamos los productos importados. Cuando se hablaba de productos hechos en Venezuela lo primero que hacíamos era despreciarlos. Más cuando se nos cierran todas las posibilidades de continuar con el despilfarro y nos damos cuenta que nos hemos empobrecido, una mayoría se niega a creer y se acobarda esperando pasivamente que algo pase. Una minoría ante tal situación actual con positivismo y se pone a producir, trabajando con ahínco. Como es lógico, el triunfo los sorprende.

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Lo más notable es que han pasado cinco años y todavía hay empresarios que siguen esperando un “milagro” distinto al producto del trabajo. Todavía siguen hablando de los “malos Gobiernos”. Yo me pregunto a veces por qué nosotros, los empresarios que tanto hablamos de “mal gobierno” y de “malos políticos”, no nos detenemos un poco a analizar nuestros gremios.

En nuestro país, entre colegios profesionales, cámaras y asociaciones deben existir alrededor de 800 gremios. Entre profesionales y empresarios, en las Juntas Directivas de todas esas asociaciones hay unos cuantos miles de personas. Todas dicen estar trabajando por un gremio fuerte. Si lo comparamos con el trabajo que hicieron nuestros políticos, nos encontramos que tenemos Cámaras en Venezuela que son más viejas que los partidos; y, sin embargo, son ellos los que dominan todas las Cámaras del país.

Haciendo un buen análisis, concluiremos que la culpa de que nuestro país todavía no se recupere del trauma de lo que fue el ajuste económico de aquella fecha histórica, no es del Estado. La culpa es nuestra, de los venezolanos y más que todo de sus dirigentes. Cuando hablamos de dirigentes no nos confundamos, no estamos hablando solamente de los políticos. Dirigente es todo aquel que conduce, lidera un grupo humano.

El facilismo nos distorsionó y nos enseñó a buscar el camino más fácil. Quien hizo que nuestros partidos fueran más fuertes fuimos nosotros; y, hoy en día, nos pasamos el tiempo lamentándonos. Reconozcamos, de una buena vez, los errores que cometimos, que aún estamos en el momento oportuno de corregirlos. Nuestro pueblo es notable y, tal como supo vivir la bonanza, así mismo sabrá superar la crisis. Hoy necesita de dirigentes que le hablen claro y le digan la verdad. El pueblo necesita de buenos dirigentes. Nosotros todavía somos el país con mejor Democracia, estabilidad política y con más recursos económicos de Sur América.

Es mi punto de vista tanto político, como empresarial, que tenemos que revertir el sistema. El empresario debe volver a la base, encerrarse menos en su oficina y volver a la planta o al almacén y cordializar con sus obreros y empleados. Debe dejar de hacerlo a través de un intermediario, que muchas veces todo lo distorsiona en contra de los intereses comunes. Del mismo modo creo deben actuar nuestros políticos, que se levantaron con el pueblo y una vez en el poder también se encerraron en sus despachos y se olvidaron del pueblo que los llevó al poder.

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CAPITULO II

Pensando en positivo las soluciones son fáciles

Hemos hecho cosas en éstos 30 años de Democracia que fueron muy buenas y cuyo resultado lo tenemos a la vista. En cuatro años, Venezuela pasó de ser un país que todo lo importaba, a lo que es en este momento, cuando no sólo se está autoabasteciendo de muchos productos, sino que están exportando importantes excedentes. Si no fuera por nuestra conducta, muchas más cosas pudieran haber hecho, tanto los políticos como los empresarios.

A pesar del despilfarro, nuestros gobiernos de turno hicieron muchas grandes e importantes obras de infraestructura. Con una moneda sobrevaluada, los comerciantes trajeron productos terminados de primera calidad y de marcas privilegiadas y los industriales maquinarias de la más alta tecnología.

Fue así como nuestro pueblo conoció lo mejor y más actualizado que ofreciera el mercado mundial, creando un hábito por los productos buenos y de buena calidad que nos privilegia ante cualquier pueblo de América Latina y ante muchos otros del mundo. La suma de consumidores exigentes, más un aporte industrial con la más actualizada tecnología, permite que muchos productos elaborados actualmente en nuestro país puedan competir con otros de países tradicionalmente exportadores. Esta es una de las razones por la cual después del 18 de febrero de 1983 hemos podido empezar a “voltear la torta”.

En referencia a los políticos, es mi opinión muy personal que, si bien cometieron errores, es mucho lo que debemos agradecerles. En nuestro país, aparte de una buena Democracia, nuestra Constitución tiene las leyes más avanzadas del mundo civilizado. Ellos, pacientemente han ido creando una excelente legislación. Si no funciona ¿de quién es la culpa? …Más nuestra que de ellos.

También realizaron enormes obras de infraestructura en todos los aspectos, desde la alfabetización hasta las llamadas empresas básicas del Estado que, hoy por hoy, son el futuro de nuestro país. En estos años hicieron obras que, si no se hubiesen hecho antes del 18 de febrero histórico, ni podríamos soñar con ellas. Se despilfarró mucho, es verdad; pero también los empresarios y el pueblo en general colaboramos con el despilfarro. Debemos admirar sobremanera el acto de nacionalismo de la industria petrolera; que, después de unos cuantos años, se ha convertido en una empresa modelo, tanto por su tecnología, como por su

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administración. Con esto, hemos demostrado los venezolanos que cuando queremos, sí podemos hacer las cosas bien.

La riqueza del petróleo fue lo que nos enloqueció. Pero digo y repito que nuestro país tiene tanta riqueza natural que, si nosotros hiciéramos un mínimo esfuerzo colectivo, en poco tiempo estaríamos en condiciones de poder dar una respuesta sobre la deuda externa a los siete países que más nos están presionando; e, incluso, al FMI.

CAPITULO III

La unión de esfuerzos y capacidades vencen las dificultades

He sido un empresario al que nunca le gustó inmiscuirse en la política, ya que en realidad nunca me atrajo. Me dediqué al trabajo y a la dirección de empresas, cometiendo el mismo gran error de la mayoría del empresariado venezolano, que desconoció que su buena labor no sólo se basaba en dirigir empresas.

Los directores de empresas son factores muy importantes dentro de la sociedad de un país, porque ellos son los líderes de los grupos humanos que trabajan con ellos y que creen en ellos como sus conductores. Son como padres de una gran familia. Si los empresarios queremos ser dignos de la confianza que ha depositado esa gran familia que nos acompaña, tenemos que aceptar y rectificar el error que hemos cometido hasta ahora, no siendo indiferentes ante la política nacional e internacional.

La política de un país la definen sus ciudadanos. El político es el hombre que nos representa y dirige. Su profesión es la ciencia política y no podemos pretender que sepa de administración, economía y todo un conjunto de profesiones y técnicas que se necesitan para dirigir un país. Como líderes, el empresario se destaca como generador de riqueza y el político por su carisma y poder de convencimiento, que busca -por medio de leyes- participar en la riqueza que genera el primero.

Uno de los errores que hemos venido cometiendo los empresarios en todos estos años de Democracia ha sido la apatía hacia la política; y lo peor de todo es que nos hemos aprovechado de ella. El político, que por su naturaleza busca el poder, supo aprovechar los años que siguieron a la dictadura. Con un pueblo que creyó fielmente en ellos y con toda la inmensa riqueza del país, al pasar de los años fueron

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adquiriendo cada vez más poder. Con un empresario apático políticamente y sólo interesado en participar de la riqueza hasta el punto de propiciar la corrupción, poco a poco nuestra economía no pudo soportar la carga que le estábamos imponiendo y cayó en la depresión que actualmente estamos viviendo.

Es necesario que el empresario empiece a entender que nuestro país lo necesita. El pueblo venezolano es noble y, así como cree en los políticos, así también cree en el empresario. Creo que hemos madurado lo suficiente como para ver, entender y corregir la triste situación que estamos pasando. El país nos necesita como empresarios y como administradores. Y cuando digo el país, me refiero al país político. Cuando gozábamos de la bonanza, no se nos tomaba en cuenta, mas cuando la situación económica se presenta crítica, se nos llama aunar esfuerzos y concertar voluntades. El Estado es una gran empresa que necesita de unos y de otros.

CAPITULO IV

La solución, participación

Ignoro de que me tildarán mis colegas empresarios cuando prácticamente los estoy acusando del desastre del país. Yo también soy uno de los empresarios que empezó como industrial.

Cuando digo que tenemos que cambiar es porque tenemos que analizar y rectificar los errores cometidos. “Reconocer y corregir los errores cometidos es de sabios”, es un dicho muy cierto.

En el año 1975, cuando empezaba la bonanza en nuestro país, tenía una buena industria metalmecánica ligada a la industria de la construcción, muy conocida en la región y con una buena clientela. Un par de años antes, se me había venido a la cabeza la idea de meterme en una empresa comercial y, como eran tiempos fáciles, me fue bastante bien. Fue entonces cuando empezó la bonanza y me enloqueció el comercio. Empecé a descuidar mi industria hasta el punto de casi abandonarla, después de haber sido líder en la región de los productos que fabricaba. Mi nueva empresa empezó a importar productos para el mercado y, al ver que los beneficios eran muchos más que los que la empresa industrial, poco a poco me fui convirtiendo en un gran importador y distribuidor de productos importados, abandonando la industria que, desde el año 1963, tantas satisfacciones me había dado y que con tanto trabajo y perseverancia había levantado sobre bases sólidas.

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Cuando llegó el año 1979, la bonanza en nuestro país iba acabando y empezaron las restricciones. Sufrí entonces la experiencia más desagradable de mi vida, aún cuando todavía no sé si fue para mi bien. Desde ese año, hasta 1983, de no haber sido por el reconocimiento de los errores cometidos y el haberlos rectificado a tiempo, creo que no hubiese podido escribir éste mi tercer libro. Cuando empezó la crisis, mi inexperiencia en la parte comercial me había llevado a tener una deuda interna y externa sumamente alta. En estos años de angustia pude cambiar nuevamente de ideas y poner otra vez a producir mi industria. Fue mi oportunidad de salvación.

Si no hubiese analizado y corregido los errores cometidos, no sé lo que hubiese sido de mí. Me di cuenta que mi industria había sido sólida porque era una productora de riqueza. De 1963 a 1973, había un promedio de cincuenta hombres produciendo en la fábrica. De 1973 a 1979, los empleos en mis compañías comercializadoras habían aumentado a más de ciento cincuenta, pero en la industria sólo quedaban unas diez personas produciendo. Estaba trabajando en la comercialización de productos importados, enriqueciendo así a los países de origen de dichos productos.

Este error también lo cometió nuestro pueblo que, por pertenecer a un país rico y privilegiado, nunca se preocupó de que si la riqueza no se sabe administrar, algún día se acaba; y si la despilfarramos, mucho más rápido todavía. Sólo se preocupó por invertir nuestra riqueza en traer todo del exterior. Se compraron bienes de capital muy tecnificados para instalarlos y simular grandes fábricas, cuando se continuaban importando los mismos productos que con estas maquinarias hubieran podido fabricarse en el país. Se importaron bienes de capital muy desarrollados cuando ni siquiera teníamos técnicos para operarlos y, muchas veces, ni siquiera un estudio previo del proyecto. Nos dimos el lujo de traer de importación casi todos los productos de la dieta diaria teniendo una tierra tan noble. Hoy, después de cinco años de aquella fecha de febrero, nuestro país no sólo está produciendo casi todos estos mismos productos, sino que está exportando excedentes cada vez más importantes. Hace cinco años, sólo enriquecíamos más a los grandes países industrializados.

Tenemos una tierra muy noble y nosotros seguimos siendo innobles. Mientras unos pocos se esfuerzan en tratar de superar todas las trabas que se interponen a los hombres que trabajan con afán y que se han impuesto una meta y un reto en la superación para participar en la transición de nuestra economía, la gran mayoría no quiere entenderlo y se sigue oponiendo a este cambio. Y cuando digo cambio, me refiero a la concientización. Nuestros funcionarios públicos y privados siguen siendo iguales o, mejor dicho, peores que hace cinco años. El tráfico de influencias aumenta a todos los niveles y, parece mentira, pero cuando más altas, peor.

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En cuanto a nuestros políticos, como dije en el capítulo anterior, “el pueblo se da el gobierno que quiere”. Tenemos una Democracia muy buena y joven y no la podemos dejar en manos de nuestros políticos para que la dirijan a su antojo. Si estamos en esta condición, es por nuestra culpa. A nosotros nos gusta echarnos la culpa unos a otros, ésta es nuestra idiosincrasia latina. Si nos concientizamos y somos más participativos, todo cambiará. Analizando todos los últimos procesos electorales, uno se da cuenta que éste es el cambio de actitud que el país necesita, aún cuando el pueblo todavía no ha asimilado la actual condición económica que vive. Hemos visto partidos y candidatos en campañas electorales demagogas, ofreciéndole al país lo que ni remotamente pudieran cumplir y que ni ellos mismos se lo creen. El pueblo los ha seguido apoyando, pero siempre en una forma pasiva, siguiendo la corriente y sin ser participativo. Así como tenemos políticos muy buenos, también los hay muy malos. Si nosotros somos más participativos, cambiamos nuestra actitud y somos más positivos, podremos identificar al malo del bueno y así unirnos a éste en la realización de las soluciones para sacar a nuestra querida Venezuela del proceso económico y la herencia que nos dejó la era petrolera.

CAPITULO V

El cambio: Actitud positiva y progresiva

En nuestro país desde muchos años atrás se formaron Cámaras, como las de comercio, de la industria y de los servicios. Fueron creadas por hombres de la época, mas que todo del comercio y los servicios, sirviendo de instrumento de poder a unas pocas familias pudientes, muchas de ellas de origen extranjero, que se fueron agrupando para compartir el poder. El legislativo por parte del Estado; y el económico a través de las cámaras.

Lógicamente, estas Cámaras por muchos años no fueron muy accesibles a la clase media. Con el correr del tiempo, los llamados pudientes se fueron dando cuenta que necesitaban de ella e hicieron un poco más accesibles sus gremios; pero manteniendo el dominio para controlar la economía. Más tarde, se fueron formando las Cámaras de industriales, integradas en su mayoría por los mismos de las Cámaras de comercio. Nacieron a mediados del siglo XX, cuando en nuestro país empezaba la era petrolera y se formaban pequeñas y medianas industrias de producción para abastecer la industria petrolera, la agroindustria y los servicios. Las cámaras de industriales fueron más accesibles a la clase media, más liberales; pero

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siempre estuvieron controladas por los mismos que las crearon y más para su servicio que para el de la comunidad.

La situación anterior empieza a cambiar al caer la última dictadura, cuando en nuestro país se establece la democracia que actualmente disfrutamos. Con la primera crisis, que le sorprende a mediados del siglo XX, al poder económico no le quedó otra alternativa que suavizar la actitud conservadora que siempre le había caracterizado y dar acceso en las cámaras de industriales al sector productivo de clase media y media baja, como la única forma de salir adelante en aquellos años; pero siempre en un proceso selectivo y restringido. Así pasaron más de diez años para que el país se recuperara y llegaran los primeros vientos de la bonanza petrolera.

Cuando nos viene de lleno el buen petróleo y nuestro pueblo enloquece con la riqueza petrolera, se les resta fuerza a las cámaras de industriales con el desprecio por lo poco que se fabricaba en el país y la preferencia por lo importado. Los líderes de las cámaras de comercio y de las cámaras de industriales fueron perdiendo la credibilidad del pueblo que los vio como usurpadores que se enriquecían a su costa, llegando a ponerse en contra de todo hombre que por su trabajo y esfuerzo propio se volvía un empresario progresivo. Con esta actitud, nuestros políticos que, como dije antes, los hay muy buenos; se fueron ganando la confianza de nuestro noble pueblo que vio en ellos su salvación y les dio pleno apoyo. Los partidos se fueron haciendo cada vez más fuertes; y nuestros políticos cada día fueron teniendo mas poder para controlar y dirigir los destinos del país. Muy inteligentemente, y poco a poco, le fueron restando fuerzas al poder económico aprovechando estas actitudes y su indiferencia ante el poder legislativo. Con su poder sindical se fueron infiltrando en las fábricas y los comercios, controlando prácticamente toda la economía nacional. Fuimos nosotros, comerciantes e industriales, quienes propiciamos la situación que hoy deploramos.

No es hora de lamentaciones. Debemos cambiar y reconocer nuestros errores. Hoy en día, hasta los políticos están cambiando. Si nosotros miramos hasta las últimas contiendas electorales y recordamos lo que pasó en los últimos diez años, nos daremos cuenta de que ha habido un cambio. Su actitud ha cambiado, aunque los partidos sigan siendo los mismos. Estos son iguales a cualquier empresa o cámara: triunfan de acuerdo a la conducción de sus líderes.

Famoso viernes 18 de febrero. Se derrumba el poder económico. Nos encontramos un país endeudado pública y privadamente. Cae el precio de nuestro buen petróleo y se establece un control de cambios.

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Me acuerdo como si fuera hoy el día lunes 21: en los Bancos no hubo ventas de divisas. Todo el mundo comentaba lo que se veía venir y muchos de los “comentaristas” fueron aquellos mismos que habían provocado esta situación. En aquel año, como era electoral, el Estado no tomo buenas medidas y el país siguió descapitalizándose, con una salida de divisas sin control. Era tanta la desconfianza, que todo que todo aquel que tenia dinero en los bancos lo convertía en divisas y lo sacaba del país. En realidad, parecía que nunca habíamos querido a nuestra patria.

Ahora, con la carga de la deuda externa pública y privada que nos está haciendo peso, nos quejamos de la situación económica. Los periódicos pregonan crisis y desempleo, el empresario sigue con el mismo llanto de siempre, los trabajadores se quejan de sus salarios y lo caro de la vida. Cuando se cumplen las fechas de nuestro sistema de pagos, los viernes y los quince y treinta de cada mes, se sigue viendo la misma locura que pasaba en los años de bonanza y hasta diría que más. Con la excusa de que la situación esta mal, nuestra gente se sigue endeudando cada vez más. Cuando llegan las fechas de cobros de salarios, pagan parte de lo que deben y continúan endeudándose.

En cuanto a los colegios profesionales, en ellos se pregona la democracia cuando -en realidad- se parecen mucho a los partidos políticos. Y no sólo se parecen. Se politizaron tanto que, prácticamente, estos colegios profesionales son parte de los partidos políticos. Cuando cambian sus directivas, las planchas siempre son apoyadas por los partidos, identificándose con sus colores y no con los principios profesionales que son la ética que siempre debió mantenerse.

Bajo mi punto de vista, en estos colegios -como en nuestros partidos políticos, que dicen ser democráticos- existe más dictadura que la que antecedió a nuestra democracia. Uno y otro, siempre sus destinos los decide inconsultamente su presidente o. como popularmente lo llamamos. “el cogollito”. Se quejan estos colegios de la permisología y la burocracia del Estado, de su proteccionismo y excesiva intervención. Exigen libertad económica y vigencia plena de los derechos constitucionales. Sin embargo, hacen todo lo contrario y el modelo de sus reglamentos ha sido el del Estado que tanto critican.

Y ¡vaya un ejemplo! Si en nuestro país un padre de la familia, buen trabajador y honesto con sus esfuerzos y sacrificios, quiere construirse una vivienda; para cumplir con todas las leyes y reglamentos profesionales tendría que olvidarse de su honestidad y del cumplimiento de las leyes. No es razonable que si un ciudadano quiere construir una vivienda, por muy económica que esta sea, o cualquier tipo de construcción, ya sea un garaje o un galponcito para cualquier taller o un simple conuco, se le exijan planos de construcción que deben pasar por las manos de cinco

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profesionales de la ingeniería y cancelar sumas de dinero que muchos no pueden pagar; además de todas las reglamentaciones de la municipalidad con sus respectivos pagos. Prácticamente al ciudadano lo obligan a construir sin ninguna planificación ni permisología.

La suma de todos nuestros problemas somos nosotros mismos. Debemos reflexionar y preguntarnos si lo estamos haciendo bien. Tenemos que cambiar de actitud para el bien nuestro, de nuestra familia y de nuestra patria. Con otra actitud más positiva y progresiva, veremos cambiar rápidamente las situaciones que nos aquejan.

CAPITULO VI

Dar para recibir

El cambio que ha sufrido nuestro país nos ha afectado a todos, incluyéndome a mí.

Como un verdadero ejemplo cuento un poco de mi historia.

Desde el año de 1988 no había escrito ni una palabra y hasta fallé a la promesa que me había hecho de que todos los años mi regalo de cumpleaños debía ser un libro escrito por mi. La misma situación económica del país no me permitía sentarme serenamente a hacerlo. En unos de mis viajes, por falta de cupo, tuve que demorar mi regreso hasta el día siguiente y pasé toda la mañana solo en la habitación del hotel. Fue una buena oportunidad de reflexionar.

Después de la edición de mi segundo libro, titulado COMO NACE UN EMPRESARIO, dediqué los últimos meses del año 1988 a viajar por todas las regiones del país haciendo contacto con todos los medios de comunicación social, dictando conferencias, tratando de transmitir positivismo y promoviendo mis dos libros. Buscaba poder compartir las experiencias de mis treinta años como empresario y mis cincuenta y un años de vida. No me movían intereses comerciales en estas labores y buscaba, especialmente, dirigirme a nuestra juventud que, desorientaba en los últimos diez años, ha perdido toda la credibilidad en el sistema. Como empresario y ciudadano, me sentía -y aún me siento- en la obligación de aportar mis conocimientos y mis experiencias a nuestra generación de relevo, para que crean en nuestro sistema democrático, luchen por el sistema y no acepten pasivamente sus imperfecciones. La esperanza de que nuestro país siga siendo

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democrático depende exclusivamente de nuestra juventud. Sentí que mi mensaje era escuchado por donde pasaba y ello por supuesto me motivaba a seguir aportando siempre más. Esto fue hasta diciembre de 1988.

Pasadas las elecciones presidenciales, en febrero de 1990 el nuevo gobierno “destapa la olla” y nos damos cuenta que hemos vivido en un mundo de fantasía y engaño. El país esta en quiebra. En mi mente pasa lo mismo que a la mayoría de los ciudadanos les sucedió. Hay un cambio de actitud, me siento engañado, pierdo el positivismo que siempre me ha caracterizado y, como es lógico, esto lo transmito a mis empresas. Como en los últimos meses del año no me había dedicado a mis empresas y los últimos dos años el crecimiento había sido descontrolado, en el mes de marzo se me desata un problema laboral. Posteriormente, hubo algún abuso de confianza que aumentó mi estado de depresión, que transmití directamente a mis empresas y afecté su economía. Otras cosas, que son del dominio público como el caso Recadi, me hacen caer en cuenta sobre el grado de corrupción que ha alcanzado nuestro país. Esto me va afectando de tal forma que empiezo a pensar en la quiebra de las empresas que con tanto trabajo y sacrificio había levantado en treinta años. Iban pasando los meses y, cada día, la economía iba de mal en peor. Me sentía culpable. Después de haber ido pregonando por todo el país los éxitos alcanzados y transmitiendo positivismo, se estaba desmoronando mi imperio.

Hasta que llegó aquel día que no pude regresar a Maracaibo y me quedé toda una mañana en la habitación del hotel, solo, preguntándome con toda tranquilidad y serenidad a mí mismo qué era lo que estaba pasando. Me puse a leer mi primer libro y al llegar al octavo capítulo me pregunte, por qué este pesimismo y miedo a perderlo todo, si ha habido tiempos peores que estos y para mí han sido otra oportunidad.... ¿Por qué todo lo veo negro?... Solo, toda la mañana con mis pensamientos, pude reflexionar hasta llegar al punto de decirme: Francisco, despierta y cambia; que este no eres tú. Abre los ojos. ¿Cómo va a ser posible que tú mismo te mientas y te engañes? Tus empresas no han quebrado y quien quiere que quiebren eres tú. Al contrario, tus empresas se están estabilizando y adaptándose a la nueva realidad que vive el país, después de haber vivido de fantasías y engaños. ¿Cómo es posible que tú estés imaginando quiebras, si todo aquel que te conoce a ti y a tus empresas te ve como el hombre emprendedor que en este momento necesita nuestra Venezuela? Aquella mala suerte de haber perdido el vuelo y haberme quedado solo, fue una de las grandes oportunidades que he tenido.

Al levantarme de la cama me di cuenta, por la forma en que lo hice, que desde aquel momento había cambiado y hasta me tildé de loco cuando me paré frente al espejo y empecé a hablar con mi imagen, riéndome y diciéndome: Francisco, desde este momento vas a ser aquel visionario que escribió LOS CAMINOS DEL EXITO y al

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que todos ven triunfante. Tu positivismo se vuelve como un virus contagioso que se va transmitiendo a todos y que estimula a aquellos que te rodean.

En el taxi que me llevaba al aeropuerto, el taxista -un joven de veinticinco años- me miraba con mucha insistencia por el espejo retrovisor, hasta el punto que me vi obligado a preguntarle porque lo hacía. Me contestó que el me había conocido, pero que no se acordaba donde, ni cuando. Que no sabía si yo trabajaba en la televisión, en un periódico o si tenía algún negocio en la zona; pero de que me conocía, no tenia duda. La respuesta y una amena conversación duró todo el trayecto al aeropuerto. Cortésmente, cosa muy rara en nuestros taxistas, al llegar se bajó a abrirme la puerta del carro y me pidió acompañarme hasta que saliera el avión. Carlos, ese es su nombre, me contó su historia, que se confunde en muchas partes con la mía.

“Me perdona lo necio que he sido”, dijo, “pero yo lo conozco más de lo que usted cree. Yo trabajaba de chofer en una compañía y un amigo mío me recomendó leer sus libros. Los compré en una librería del centro hace como seis meses y, cuando los terminé de leer, me entusiasmé tanto que un día me dirigí a mi patrón y le conté lo que había leído de usted. Y le comuniqué que iba a renunciar a mi trabajo porque iba a empezar algo por mi cuenta. Me dijo que éste no era el momento más oportuno y que ¿cómo era posible que lo fuera a dejar después de diez años en los cuales el había sido un buen patrón? Le insistí en que iba a tomar el ejemplo del señor del libro y que estaba seguro de que lo yo aspiraba, lo iba a lograr. Mi patrón me volvió a repetir lo que antes me había dicho; pero ya mi decisión estaba tomada. Convinimos un tiempo para buscar y entrenar mi sustituto, ofreciéndome tener sus puertas siempre abiertas para mí. Al cabo de un mes, salía de la empresa donde había trabajado exactamente diez años, tres meses y cinco días. Cuando llegó el momento de despedirme de mis compañeros, casi me arrepiento. Recordé lo que había leído, las metas que me había trazado y, con todo coraje, volvieron los pensamientos de triunfo”.

Con el dinero de la liquidación y unos ahorros que tenía, compré un carro con un cupo en una línea de taxis y le di un nuevo rumbo a mi vida. Cuando trabajaba de empleado guiando una camioneta o un camión, haciendo entrega de muebles de la fábrica, siempre pensé en tener algún día una compañía de transportes, pero en los últimos diez años no se me había presentado ninguna oportunidad o no tenía la motivación para buscarla. Fue la lectura de LA VOZ DEL TRIUNFADOR y COMO NACE UN EMPRESARIO lo que sacó a flote capacidades que yo desconocí tener. Me ayudó a desarrollar una mente positiva y me impulsó a buscar superarme”.

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En ese preciso momento, los parlantes anunciaban la salida del vuelo e invitaban a los pasajeros a embarcarse en el avión. Carlos me pedía que le diera consejos y esto fue, palabra más, palabra menos lo que dije: “aunque hoy no estés haciendo lo que tu más deseas, ya diste el primer paso para lograrlo. No olvides que lo que uno desea, hay que quererlo; y, si se quiere y se persevera, con toda seguridad siempre se consigue. Las oportunidades las haces tú y les puedes dar el tamaño y color que desees. El triunfo en estas oportunidades se consigue a base de trabajo y sacrificio. No creas cuando te hablen de tener suerte y menos que algún día te tocara. Eres tú quien escoge la suerte y el día en que te llega. Con éste primer intento que tú has hecho, te has demostrado que sí eres capaz de valerte por ti mismo. Ya no dependes de ti. Tú serás y lograrás lo que quieras. Si perseveras, vencerás.

Nos despedimos como si fuéramos un par de viejos amigos. Antes de entrar al avión, me di vuelta y alcé el brazo para dar el último saludo a Carlos, a quien me parecía conocer de toda la vida.

Barcelona me brindó una oportunidad más, cuando el escepticismo y la desconfianza me derrotaban. Lo más importante, me brindó la oportunidad de servir a un nuevo amigo.

CAPITULO VII

Mente positiva, trabajo y perseverancia

Todos tenemos problemas. Quien más y quien menos. Si no tenemos una mente positiva, nunca saldremos de ellos y mucho menos si le echamos la culpa a los demás. Nuestros problemas sólo los podemos resolver nosotros mismos, sumando a la mente positiva el trabajo y la perseverancia. Estos son los tres elementos indispensables para el triunfo.

Mi vida cambió mucho a partir del año 86, cuando me inscribí en el curso “Como hablar en público y conducir grupos”. Empezamos en el mes de octubre alrededor de treinta participantes, de los cuales la mayoría no pasaba de los treinta y cinco años. La primera lección fue la presentación por pareja, en la cual uno le contaba a su pareja el por qué y para qué había decidido hacer el curso. Debía contarle un poco de su vida, hasta donde uno quisiera, siendo lo más sincero posible y haciéndolo en el tono de una conversación muy personal, entre dos amigos. En la segunda lección, cada uno de nosotros debía contar a todo el grupo, en voz alta,

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toda la historia que le había contado a su pareja. Esta fue la primera prueba de como hablaba cada uno en público.

Mi pareja fue una dama llamada Dulce R, a quien le conté hasta lo más mínimo de mi pasado, mis aspiraciones y mi desconocimiento sobre el fin que perseguía al tomar el curso. No sabía yo que ésta conversación privada y franca con quien me había tocado como pareja, iba a ser del conocimiento de todos los participantes del curso en la segunda lección.

Las intervenciones empezaron por orden alfabético. A mi pareja, cuyo apellido empezaba por la letra A, fue a la primera que llamaron para que contara en voz alta lo que yo le había dicho. Cuando empezó a hablar, mi cara cambió de color. Y no fue hasta que terminó, cuando pude levantar la vista. Cuando llegó mi turno, a medias pude decir lo que me había contado mi pareja, excusándome y pidiendo al profesor que mi intervención fuera pasada al último turno del grupo. “No se preocupe. Esta era la prueba de admisión al curso y la ha aprobado”. De momento lo dudé; pero, al terminar aquella prueba, me di cuenta de que unos cuantos no pudieron hablar. Y hasta hubo algunos que se salieron del salón. Entonces me dije, Francisco, tú sí puedes.

El curso duró cuarenta horas, distribuidas en quince días. Puse todo mi empeño, entusiasmo y aplicación. Hacía ejercicios frente al espejo hablándome a mí mismo. Grababa todo lo que hablaba y después lo escuchaba, hasta el punto de que mi mujer, en broma, decía que me estaba volviendo loco. Los ejercicios me servían de estímulo y me esforzaba cada vez más. Fui dándome cuenta de que nacía en mí algo nuevo que me hacía sentir otro hombre. Fue una experiencia tan bella, que cambió mi vida por completo.

Pasaron tan rápido las cuarenta horas que deseé que el curso no fuera tan corto. El último día me tocó decir un discurso preparado por mí, recibiendo al final los aplausos de todos y la aprobación del instructor. Mi felicidad no tenía límites.

No terminó allí mi experiencia. Durante el curso, los instructores nos iban recomendando la lectura de biografías de grandes oradores y hombres de negocios. Al final, tenía en mi agenda alrededor de 50 títulos. Lo primero que me vino a la mente fue que yo también debía estar en aquellos cincuenta títulos. Fue así como -muchas veces lo he comentado en público y por los medios de Comunicación Social- que poco después tomé papel y lápiz y empecé a escribir sin ninguna planificación.

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En menos de dos meses, había terminado el manuscrito de un pequeño libro. Después de revisarlo varias veces, me di cuenta de que necesitaba la opinión de algún profesional sobre lo que había escrito. Acudí entonces a uno de mis compañeros del curso a quien conté lo que estaba haciendo; y le pedí el favor de recomendarme un profesor de letras o castellano para que lo corrigiera y me diera su opinión. Tomó mi amigo el borrador, lo leyó como por unos quince minutos; y, de pronto, me dijo: Francisco, lo veo y no lo creo. Esto no requiere ninguna corrección de literatura. Este es un mensaje al que sólo le falta corregir su mal castellano, escrito por un italiano. No debes cambiar ni el estilo ni la forma como tú transmites tus mensajes. Con sinceridad, te felicito y te voy a pedir el favor de que sea yo quien te lo corrija. El resto de esta historia la conté en el segundo tomo, COMO NACE UN EMPRESARIO.

CAPITULO VIII

Todo trabajo tiene frutos, todo esfuerzo tiene premios

Desde joven, me gustó la lectura, pasando mis preferencias por muy distintas etapas. Recuerdo que, desde el año 1958 hasta 1971, me envicié en la lectura de novelitas de Corín Tellado, hasta el punto de que, a veces, los fines de semana me compraba cuatro o cinco y me encerraba en casa a leerlas. Volvía a salir el lunes en la mañana. Después leí todos los libros de la Segunda Guerra Mundial y la biografía de sus protagonistas. Luego fueron todas las revistas de negocios que para la época se publicaban, hasta el año de 1964, cuando me dedico a tomar cursos de preparación profesional y de superación; ya que tenía un par de años trabajando por mi cuenta y mi aspiración era ambiciosa. De allí en adelante, me dediqué al trabajo teniendo muy poco tiempo para la lectura, a menos que ésta no entrara en el quehacer diario.

Cuando estaba escribiendo mi primer libro, a diario visitaba las librerías buscando y comprando los títulos que había anotado durante el curso “Como hablar en grupo y dirigir grupos”. Los hojeaba y los guardaba para leerlos después que terminara de escribir mi libro. Cuando lo terminé, empecé de nuevo a leer y fue mi primera lectura Como ganar amigos e influir sobre las personas, del autor Dale-Carniege. Esta fue la chispa que encendió de nuevo el fuego. A finales de 1987, entre la mañana y la tarde, dedicaba de cinco a seis horas diarias a la lectura. Sentía la necesidad de saber cada día más y mi único esparcimiento era un libro. Los compromisos y obligaciones que he adquirido en estos últimos años me han hecho reducir el tiempo dedicado a la lectura. Sin embargo, me obligo a leer por lo menos una hora diaria. Libros y revistas son compañeros obligados en mis viajes. Pienso

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que el hombre debe aprovechas su tiempo libre en capacitarse y adquirir cultura. El camino para lograrlo es la lectura.

Cuando salio la primera edición de mi primer libro -mil ejemplares- su título inicial fue LA VOZ DEL TRIUNFADOR. No pasó mucho tiempo antes de que se me agotara, obsequiada toda a mis amigos, quienes después de leer el libro me felicitaban por el mensaje de optimismo que transmitía y me recomendaban hacer contacto con alguna editorial, para que otros muchos también lo pudieran recibir y les fuera útil. Había lanzado un mensaje de positivismo, como un arma que ponía en las manos de todo aquel que quisiera hacer un cambio en su vida. Sin embargo, sentía que al mensaje le faltaba algo más.

Después de pasar muchas veces bajo mis ojos las sesenta y cinco páginas de mi primer libro; pensando en la juventud que nos debe relevar, en su desorientación a causa del sistema que funciona en nuestro país, donde todo gira alrededor de la política y en la credibilidad que ésta ha ido perdiendo, decido escribir un nuevo libro que contenga una historia real. Es entonces cuando empiezo a narrar mi biografía como la mejor demostración de mi sinceridad. Sabía y sé que esto me causaría muchos problemas, pero bien vale la pena correr los riesgos si puedo participar en cambiar la actitud de la juventud para que crea en el país y en el sistema; que, sin ser perfecto, nos permite vivir en democracia y sentirnos orgullosos de ser una nación ejemplo en América Latina.

Mi segundo libro cuenta mi vida paso a paso. Desde cuando, a la edad de 19 años, llegué a éste noble país; cómo empecé mi primera empresa a los tres años de haber llegado, con tres mil bolívares fruto de los ahorros en mi trabajo; hasta llegar a los cincuenta y un años siendo ya un próspero y exitoso empresario. LA VOZ DEL TRIUNFADOR fue el título de la primera edición de mi primer libro; pero, al terminar de escribir el segundo, decido que este título lo emplearé para identificar la serie de todo cuanto yo escriba, como el más apropiado para el fin que persigo. Recordando todas las trillas que he caminado en la vida y que me han llevado a ser hoy un hombre de éxito, cambio su título por el de LOS CAMINOS DEL ÉXITO; y, al segundo, lo titulo COMO NACE UN EMPRESARIO.

Entre el final de 1987 y el principio 88 lo escribo, lo envío a la imprenta; y, tal como lo había prometido a mi mismo, fue mi regalo de cumpleaños. El acto de bendición, igual que el del primero, lo hizo El Arzobispo de la Arquidiócesis de Maracaibo Monseñor Domingo Roa Pérez, en un acto muy sencillo con mis hijos y algunos amigos.

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En el año que había pasado desde la publicación del primer tomo, entre los que había obsequiado y los que había colocado en las librerías de Maracaibo, habían salido dos ediciones más, una de mil y otra de tres mil ejemplares, todos los cuales se habían agotado. Había tenido éxito la primera edición del segundo tomo. Antes de la edición de COMO NACE UN EMPRESARIO, ya tenía planificado hacer una promoción a nivel nacional de los dos, tratando de transmitir el mensaje a todos los venezolanos que necesitan el cambio para poder ver al país en toma positiva y ser participativos en los cambios estructurales y morales; para devolver -todos unidos- la confianza en nuestra Venezuela.

Buscando que no se encareciera mucho para que pudiese llegar a las manos de quienes, a mi juicio, lo necesitaban; tomé la decisión de hacer la promoción yo mismo, como una forma de no aumentar costos al de la impresión; y, así, aportar mi granito de arena a las soluciones del país que tanto y tan noblemente me ha dado todo hasta ahora. En el segundo semestre del año, me dediqué a viajar por todas las regiones del país. En las ciudades más importantes, me reuní con los medios de comunicación social impresos, radiales y televisivos, transmitiendo mi mensaje y colocando los dos tomos en casi mil librerías, con la ayuda de uno de mis hijos. Los comentarios no se hicieron esperar. Cada vez que regresaba a Maracaibo, encontraba correspondencia de lectores que me pedían consejo, querían conocerme o me estimulaban a continuar la tarea que me he impuesto. Me siento útil y veo que sí valió la pena el esfuerzo y los sacrificios. Esta anécdota y copia de dos de las correspondencias recibidas lo demuestran claramente:

La anécdota – Una pareja me dijo que yo había salvado su matrimonio. Por casualidad, cuando me entrevistaron por la emisora La Voz de Carabobo, uno de ellos oyó la entrevista y aquel mismo día compró mis libros. Los leyó y se los pasó a su pareja. Su lectura los llevo a la reflexión de que el divorcio los iba a destruir y se reconciliaron.

Correspondencia – He leído con gran entusiasmo su libro LOS CAMINOS DEL EXITO, lo cual me ha sido sumamente gratificante. Le felicito por su iniciativa y por dar a conocer los principios que le han convertido en un triunfador, lo cual es un gesto verdaderamente pedagógico para los venezolanos y sobre todo para su juventud.

Amigablemente

M.M.

Correspondencia. – Por medio de la presente quiero manifestarle cuán profundo ha sido para mi leer sus dos libros. Desde que usted fue entrevistado en la prensa local, los esperaba con ansiedad para poder disipar con mayor precisión mi opinión.

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Voy a describir algunos aspectos de mi vida: actualmente, tengo veintinueve años y estoy a tres meses de cumplir los treinta años. Desde temprana edad, me llenaba de emoción al pensar en poseer mi propio negocio. Era algo así como un sueño oculto. A la edad de veintiún años, egresé como Técnico Superior en Comercio Exterior; y, como en nuestro país era tan fácil importar y como no se conocía la palabra exportar, mi profesión no pasó de ahí. Por eso, seguí trabajando en lo que venía haciendo: control de inventario y programación de inventario de producción. Sin embargo, el sueño oculto de independizarme me lleva a los veinticuatro años a renunciar a mi trabajo. Inicié con una pequeña constructora; pero la inexperiencia, la falta de constancia y orientación me llevó a un estrepitoso fracaso, el cual se hace máximo cuando en el año 1985 me abandona mi esposa.

Para ese entonces, estudiaba administración de empresas, la cual por mi estado anímico no pude concluir. De ahí en adelante, se generó una cadena de desventuras, origen de mis crisis. Hice un y mil trabajos para pagar una endemoniada deuda. Sin embargo, mi fe en Dios y en mí me ayudó a levantarme.

Un buen día, tenía la decisión de probar nuevos caminos y decidí irme de la ciudad en busca de un mejor empleo y mejores condiciones. Regresé a la Universidad privada, pero esta vez pensé estudiar Contaduría Pública, buscando precisamente la profesión que me ayude a independizarme. Actualmente, curso quinto semestre y estoy orgulloso de mi nueva profesión.

En relación con el trabajo, en estos dos años y medio en otra ciudad he recorrido dos empresas, laborando en compras nacionales e internacionales. Empecé en una con cuatro mil bolívares y ya tengo un empleo de doce mil. Por la experiencia acumulada en planificación, programación y compras y porque necesito reunir más dinero para independizarme, he enfilado mis baterías mentales a la búsqueda de una gerencia en esta área y estoy seguro de que lo conseguiré. Estimado Sr. Benedetis, disculpe si le impacienta leer mi relato, pero pienso que es la manera de expresarle como influyo su lectura en mí. Desde hace algún tiempo, leo toda obra que consigo; especialmente, las de nombres notables. Y la suya ha sido una de las destacadas. Reconfirmo sus postulados, ya que el positivismo es lo que he practicado en estos últimos años.

De mis deseos de independizarme puedo decirle que ahora son más fuertes y concretos. Y la madurez adquirida y el deseo de hacer algo, me inducen. Como primera inversión, estoy negociando una pequeña finca en el estado Cojedes para ponerla a producir. Con ella, obtendré buenos frutos y ayudaré a mis padres que tanto lo necesitan. Permítame aclararle que soy hijo único de una familia pobre: mi padre es un hombre bueno; pero conformista y pesimista. Y yo no quiero ser como él en ese aspecto. Como segunda versión, para mediados del mes de abril -como producto de la venta de una vivienda de mis padres- obtendré un pequeño capital y

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pienso instalar un negocio en esta ciudad. Y digo esta ciudad porque ella ha sido noble a mi causa y porque aún faltan dos años para graduarme. Por esta razón, deseo que una persona como usted, emprendedora, me dé una orientación. Esta vez, quiero pisar la tierra y estoy dispuesto a abandonar mi empleo; pero cuando todo esté debidamente planificado. Los errores del pasado sólo vuelven a mí como lección aprendida, pero por más nada. Todos los días siento el regocijo interno de que me voy a independizar económicamente. Del amor, le digo que no me he vuelto a enamorar. Pienso que debo formar mi base económica, por lo menos en estos tres años, para después pensar en ello.

Sr. Benedetis, para mí será de incalculable valor su orientación y más grande será el momento en que Dios permita que pueda conocerlo.

Saludo sinceramente

M.V.

Como éstas, son muchas las cartas recibidas. En una se me felicita y estimula; y en otras, se me cuentan historias muy personales. Estoy seguro, tal como lo está M.V.; que, con trabajo y perseverancia, se consigue todo lo que desea de la vida. Los fracasos son el trampolín para el éxito. M.V. tiene una obsesión que no lo dejará vivir sin el riesgo de independizarse. Los fracasos no lo dejarán caer en el pesimismo; y, muy al contrario, lo impulsarán a realizar lo que él llama su “sueño oculto”. Aplicará la confianza en sí mismo y la experiencia adquirida de los fracasos le servirán para obtener el éxito y realizar su sueño, que estoy seguro no tardará en disfrutar.

CAPITULO IX

No engañarse. Llamar las cosas por su nombre

En el segundo semestre del año 88, entró de lleno la campaña electoral presidencial; donde los dos partidos del status, como en años anteriores, empezaron quien más y quien menos a hacer promesas que nunca hubieran podido cumplir. Gana el actual presidente, recibiendo el apoyo de los sectores populares y económicos; pero su partido pierde la mayoría en el Congreso. Durante la campaña electoral, la oposición tildaba al Gobierno de corrupto y el actual presidente se defendía proponiendo soluciones fruto de la experiencia de sus anteriores cinco años de gobierno. El caso Recadi estaba bien tapado; y hasta creo que él no tenía conocimiento de la verdad. La gran mayoría creyó en él y ganó las elecciones, formó el equipo con el que iba a gobernar; y, en febrero del 89, toma posesión. Desde el 4 de diciembre hasta el 12 de febrero, con su equipo, preparó el plan de gobierno.

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Pocos días después estalla la bomba de Recadi y empezamos a darnos cuenta de la corrupción y el endeudamiento en que se encontraba el país. Conocemos el aparato que los políticos habían montado para poder saquear al país y dejarlo en un estado de empobrecimiento. Comprometidos en ello están desde algunos empresarios infiltrados en la política, hasta altos funcionarios de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, siendo éste el último poder en que el ciudadano común confiaba.

Al mismo tiempo que el escándalo sale a la luz pública, el Gobierno empieza a aplicar medidas económicas ya anunciadas anteriormente en la Carta de Intención firmada con el Fondo Monetario Internacional. Se aumentan los precios de bienes y servicios. El aumento de salarios, para compensar en algo los crecientes costos de la vida, se empieza a discutir por parte del gobierno, los trabajadores y los empresarios. Como siempre ha sucedido en nuestro país, las discusiones se vuelven interminables por la intransigencia de las partes; y el pueblo, pacientemente, espera alguna medida a su favor. Hasta que llega el aumento decretado de la gasolina y estalla la ira popular en aquella fecha histórica del 27 de febrero, durante la cual pasamos el peligro de perder nuestra democracia. El aumento salarial se da por la vía del decreto ante la imposibilidad de concretar los intereses de las partes. La calma regresa al país.

Bien sabían lo que estaban haciendo quienes nos dirigieron en los últimos 5 años. El control de las divisas fue el arma para el enriquecimiento, tanto de los funcionarios como de algunos empresarios; y de todo el aparato montado por ambos.

El gobierno aplica el plan económico en todo su rigor, golpeando fuertemente la economía, particularmente en perjuicio de las clases baja y media. Posteriormente, le da otro golpe mortal a la clase media y también a la alta con el no reconocimiento de las cartas de crédito. Aquí es donde vuelvo a repetir lo mismo: ¿qué hizo el empresario frente a un gobierno que en la campaña electoral le había prometido lealtad y que, al no reconocer las cartas de crédito, estaba faltando a los derechos ciudadanos que nos da la Constitución Nacional? ¿Será que los políticos pueden hacer todo lo que ellos quieran?.... ¿O será que hay un grupo comprometido con los políticos corruptos y cuando se impone alguno de ellos, como tienen el “rabo de paja”, no reclaman?... ¿O será que estas medidas favorecen a estos grupos y entonces los apoyan?... ¿O será que estoy equivocado y nadie es capaz de decírmelo?

Para que el lector se forme una opinión, transcribiré el discurso que pronuncié el día 4 de marzo de 1988 durante el Foro “Plan de Acción Zulia 88”, realizado en el auditorio de la Asociación de Comerciantes e Industriales del Estado Zulia.

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Señores:

Me siento complacido en intervenir ante este auditorio tan selecto que hoy está deliberando en busca de soluciones, para presentar al gobierno nacional lo que el Zulia, con sus recursos, pueden hacer; siempre y cuando el gobierno le tienda la mano.

Señores, tomen en cuenta esto que les voy a decir. Para poder recibir, hay que dar. Y cuanto más das, más recibirás. Recuerden que el Zulia fue y es todavía el estado que más ha aportado al Erario Público con sus inagotables recursos naturales y sus fuentes de riqueza. Sin embargo, los zulianos no fuimos capaces de aprovechar esas fuentes en los años de bonanza, quedándonos pasivos ante la actitud del centralismo; que, poco a poco, se fue apoderando de ellas y nosotros apoyándolo y colaborando siempre más con él, tanto a nivel público como privado. A éste paso, nunca llegaremos a nada.

Hoy se ha pronunciado una cantidad de discursos, pero ¿cuáles son los hechos que se están presentando?.... Sólo se han presentado propuestas.

Señores, no hay que presentar propuestas. Hay que presentar hechos tangibles. El Estado Venezolano tiene que dejar este paternalismo. Nosotros sólo le damos ideas y soluciones, pero ¿qué arriesgamos?.... ¿Ustedes se han puesto a pensar que aquí en el Zulia tenemos suficientes recursos financieros? Los zulianos no los quieren arriesgar en empresas generadoras de empleo para distribuir la riqueza.

Estos recursos del Zulia se invierten por todo el país en activos financieros y en empresas con muy poco ó ningún riesgo y con buenos dividendos, con muy poca generación de empleo y muy poco aporte para la sociedad.

Quiero hacer un llamado a los empresarios aquí presentes, especialmente a los industriales. Mientras en el Zulia y en Venezuela no cambiemos nuestra decisión para fomentar empresas que fabriquen productos y bienes de capital y que, a la vez, sean generadoras de empleo, nunca el Estado nos tomará en cuenta.

Además, tenemos que unirnos. En el país tenemos -entre cámaras, asociaciones y colegios profesionales- alrededor de cuatrocientos gremios. Si calculamos que cada uno de ellos tiene de seis a ocho directivos, todos ellos empresarios y profesionales, nos encontramos que hay unas tres mil personas que dicen ser líderes. Quisiera preguntar qué es lo que están haciendo. El mal nuestro es que estamos divididos y, además, tenemos intereses creados. Debemos reconocer que, a nivel empresarial, tanto en el Zulia como en Venezuela nos falta liderazgo y unión. Mientras la Confederación de Trabajadores de Venezuela tiene una sede importante

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y una buena representación en el Congreso, nosotros los empresarios no tenemos representación que defienda nuestros intereses comunes. Nos enorgullecemos de que Venezuela es el único país que tiene tres cámaras, “Alta, Baja y Fedecámaras”; y, aún así, no tenemos una representación en el Congreso.

Cuando hablo de falta de liderazgo, es que el empresario venezolano lo fue perdiendo en su propia empresa, porque su objetivo fue producir dinero a cualquier costo, con poca preocupación por el costo social. Fue creciendo y, poco a poco, se fue distanciando de sus trabajadores; sirviéndose de un intermediario que muchas veces, a su propia conveniencia, distorsionaba la comunicación. El trabajador fue viendo a su patrón como el “usurpador”, aquel que se enriquecía a costas de su trabajo y le fue perdiendo confianza. Fue entonces cuando entró el político en su propia fábrica o comercio y empezó a hacer promesas, consiguiendo algún beneficio; y el trabajador se sintió protegido por él.

Sin embargo, al pasar los años de nuestra democracia, poco a poco estas promesas se fueron evaporando. Hoy no le creen a nadie, ni al empresario, ni al político. Por lo tanto, al empresario le queda una sola vía y es bajar a la base y liderar en su empresa. Ir ganándose la confianza de sus trabajadores, comunicándoles y demostrándoles el papel que representa ante la sociedad. Pero con hechos. Tenemos que cambiar; ya que nos encontramos en una situación comprometida por no haberlo hecho a tiempo. Ahora, no nos queda otro cambio que hacerlo en éste momento y en forma sistemática hacia el futuro.

Bien, señores, les repito que en Venezuela, y especialmente en el Zulia, nos falta liderazgo para hacer estos cambios. Necesitamos de hombres dispuestos al sacrificio, al trabajo y al riesgo. Porque un país o una empresa son lo que sean los hombres que las dirigen y, para que triunfen, necesitan de líderes dispuestos a darlo todo sin egoísmo ni mezquindad.

Cuando hablamos de países desarrollados, nos equivocamos. Debemos decir pueblos desarrollados. Hablando del Zulia, si miramos el resto de los estados venezolanos nos daremos cuenta que nos hemos encerrado en un regionalismo loco, cada vez aislándonos más, hasta el punto de ni siquiera defender nuestro Puente sobre el Lago, esperando su destrucción. Digo esto, basado en que hace algunos meses -conversando con un empresario de la región sobre la situación deprimente del Zulia- dentro de la solución que él asomaba, estaba la desaparición del puente sobre el lago. Me decía que esto nos había perjudicado, ya que con la facilidad de tránsito nos habían invadido de todas partes del país y les habíamos facilitado llevarse todo lo que producíamos en el Zulia.

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Si los empresarios zulianos queremos verdaderamente al Zulia, no podemos seguir pensando en regionalismo hacia dentro. Este debe ser hacia fuera y dejar de lamentarnos. Tenemos que perder el miedo y valernos de los recursos naturales, financieros, humanos y técnicos que nosotros tenemos, generando empleo y riqueza con positivismo, trabajo y perseverancia.

El Estado y el pueblo son como un ente financiero. Mientras un empresario no demuestra que su empresa es productiva y que tiene ganancias, nunca podrá conseguir un crédito. Así que, si nosotros nos la pasamos siempre demostrando y divulgando que estamos mal y nos volvemos pedigüeños, el Estado y el pueblo nunca creerán en nosotros. Sin embargo, si demostramos lo contrario, ustedes verán que el gobierno de turno, independientemente del color partidista que tenga, reconocerá a través de este esfuerzo lo justo de nuestro reclamo.

Dispensen ustedes si mi exposición ha sido clara y, posiblemente en un tono crítico, pero estoy convencido -como la mayoría de ustedes- que ha llegado el momento de más acción y menos palabras.

Gracias y Buenas Tardes.

Recuerdo que el organizador del foro, un gran amigo, era quien me había invitado a participar solicitándome preparar mi discurso y enviarlo anticipadamente al Comité Organizador. Como sabía que si lo presentaba unos días antes no pasaba la censura y con cualquier excusa me lo eliminaban, lo presenté el mismo día del foro; y, tal como lo tenía previsto, no pasó la censura. Mi intervención estaba prevista para las diez de la mañana y eran las doce y media y todavía no me anunciaban. Entonces, empecé a preguntar que pasaba con mi intervención y, de tanto insistir, al fin accedieron y me anunciaron.

Cuando se hizo silencio en el auditorio, me paré y lentamente me fui al podium. Como era la primera vez que me dirigía al público para criticarlo, sentí un estremecimiento en todo el cuerpo y tenía las palmas de las manos sudadas por el nerviosismo. Decididamente, empecé el discurso titubeando un poco al principio; pero, al rato, me tranquilicé.

Mientras lo leía, de vez en cuando levantaban la vista. Me di cuenta que había caras muy serias que me observaron y otras que, en aquellos momentos, no me eran conocidas, a las que se les notaba la admiración a simple vista. Al terminar, todos me aplaudieron y hasta hubo un grupo que repitió sus aplausos. Como fui el último orador de la mañana y era casi la una de la tarde, en poco tiempo el

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auditorio quedó vacío. Cuando me retiraba hacia el ascensor, había un grupo de periodistas que comentaban que todos los discursos de la mañana no tenían contenido, excepto el mío. Decían que, al fin, alguien se había atrevido a decir la verdad y había tocado las “vacas sagradas”. Esto me puso a pensar en como reaccionarían mis colegas empresarios; pero, pensándolo bien, lo que había dicho no era inventado, era la verdad. Si había alguna represalia, me defendería e insistiría sobre lo dicho. Era de esperar alguna reacción, porque cuando se golpea sobre una herida, siempre duele.

Mi discurso había causado molestias y era noticia para los periodistas. Uno de ellos pidió mis opiniones sobre el foro cuando abordábamos el ascensor de la Cámara de Industriales para retirarnos; y, al día siguiente, con grandes titulares salió en los periódicos locales y en uno de la capital un encabezado que decía lo siguiente: “Plan de Acción Zulia 88”, no hay unidad empresarial. Para lograr las soluciones, el Sr. Francisco De Benedetis afirma que es urgente armonizar criterios gremiales. El gran problema del Zulia es que no existe unión. En opinión de uno de los industriales más conocidos en Maracaibo, el Sr. Francisco De Benedetis, presidente de Metal-Arte C.A. y quien lleva más de treinta años “haciéndole frente con optimismo, según sus propias palabras, a todos los inconvenientes que se presentan dentro del ramo industrial; no existe unión ni en el empresario, ni en las instituciones, ni en los gremios”.

Jamás, según él, ha podido constituirse un bloque de verdaderos zulianos que luchen por su terruño. Lo único que hacen es dividirse y cada cual tira por el lado que más le conviene. Un ejemplo de ésta situación, según dijo, son las declaraciones del Dr..... para quien, de acuerdo con su sentir, estos foros que están organizando ahora no tienen razón de ser y debían posponerse hasta el año venidero; ya que no tenemos definido quien va a ser el próximo presidente. Opinó que el concepto anterior es político y no encaja dentro de esta lucha que quiere librar el empresario por la reactivación de la economía regional.

Los empresarios tenemos que ser positivos. Tenemos que perder el miedo y decir la verdad de lo que está pasando en el estado Zulia, porque Venezuela lo tiene todo y el Zulia esta pidiendo a gritos que reaccionemos y ayudemos a poner en marcha este gran país. Como empresario, no tengo motivos de queja, porque en mi empresa todo marcha perfectamente. Hemos luchado en forma constante y hemos aprovechado las nuevas tecnologías. Desgraciadamente, muchos empresarios creen que la forma como están actuando es la mejor. Que están pensando y trabajando por la región; pero, en la mayoría de los casos, están actuando de manera aislada y muy regionalista. De esta forma, están ayudando al centralismo para que todos los días se acentúe más en contra de los intereses socio-económicos de la región zuliana.

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Al día siguiente, cuando salió mi declaración en la prensa, sentí que había valido la pena hablar clara y francamente. Este era un triunfo y el principio de lo que siempre había pensado hacer. El primer paso ya lo había dado y, de aquí en adelante, todo iba a ser más fácil. Un día, en un vuelo Maiquetía – Maracaibo, coincidí con un directivo de la Cámara de Industriales del Estado Zulia y me dijo: Benedetis, ahora no me vas a decir que no. Yo te incluí en la plancha de la nueva directiva que presentaremos en estos días y, por lo tanto, quiero que aceptes.

Acepté y me convertí en un nuevo miembro de la Junta Directiva de la Cámara de Industriales del estado Zulia. Unos días más tarde, me juramentaba como Vicepresidente del Capítulo Zuliano de la Asociación de Industriales Metalúrgicos y de Minería de Venezuela (AIMM), empezando mi carrera de gremialista, con vocación de servicio.

Para extender mi mensaje, en los dos años anteriores me había valido de mi mismo. Siendo ya mi nombre conocido en el Zulia y en casi todo el país, tanto por mis empresas como por mi primer libro, de allí en adelante siendo un representante de dos gremios tan importantes como la Cámara de Industriales y el sector metalmecánico, podía luchar más fácilmente por mis principios y mis deseos de hacer labor de patria.

El ser nombrado miembro de la Junta Directiva de la Cámara de Industriales y Vice-presidente de la AIMM en el Zulia, no fue el resultado fortuito de mis discursos. Años atrás, antes de frecuentar la AIMM, había frecuentado la Cámara de Industriales queriendo pertenecer a ella, ya que mi empresa era miembro activo de muchos años. Siendo un amigo su Director Ejecutivo, le había hecho la confidencia de querer participar en la Junta Directiva, ya que la Cámara debía ser más liberal en cuanto a afiliaciones. Recuerdo que cuando solicité el ingreso de mi empresa, para ser aprobada, pasaron dos años. Siendo una Cámara importante para el estado Zulia, y con casi treinta años de fundada, en aquel tiempo contaba con poco más de cien miembros. En realidad, el número de industrias no creo que llegara al cincuenta por ciento, cuando -de acuerdo al censo realizado por Conzuplán en este mismo año- Maracaibo contaba con más de quinientas industrias entre pequeñas y medianas.

Creía y creo que la Cámara debe abrirse y dar ingreso a todo aquel que lo quiera, si se quiere tener una verdadera Cámara Industrial y un gremio que defienda los verdaderos intereses comunes de sus afiliados.

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CAPITULO X

Los obstáculos se vencen con voluntad y perseverancia

Estas verdades casi nadie se atrevía a decirlas, ya que la burguesía -no sólo en Maracaibo, sino en Venezuela y en toda América Latina- se imponía. Aquel que se atrevía a contrariarla, algún día lo pagaba. Desde la fecha en que le hice la confidencia a mi amigo, pasaron casi dos años esperando una respuesta. Como me imaginaba lo que pasaba, pacientemente esperé; hasta que, un día, por medio de otra persona supe que la proposición la presentaron en directiva y un grupito se había opuesto; porque no podían permitir que, cualquier día, las directivas cayeran en manos de hombres que les harían perder sus dominios. Así funcionaban los gremios en Venezuela hasta hace unos años.

Antes de ser miembro de la Cámara de Industriales, mi industria fue admitida como miembro de la Cámara de Comercio. Ella agrupaba la mayoría del comercio de Maracaibo y tenía muchas actividades para sus miembros, a las cuales yo siempre acudía, con el deseo de que algún día se fijaran en mí y me dieran la oportunidad de participar en las decisiones que se tomaban. Pero pasaban los años y no lo conseguía. En la década del setenta, mi primera empresa comercial fue aceptada como miembro activo con derecho al voto. Empecé a asistir a las asambleas todos los años y mis derechos se limitaban a esperar que, unos días después de realizadas, el mensajero me trajera el libro de actas para firmarlo y así confirmar las decisiones que se habían tomado. Esto duró muchos años. Por mi insistencia en asistir a todas las reuniones, a veces tuve que soportar las miradas y los señalamientos con el dedo índice. Si no hubiera sido por la obsesión de que algún día todo cambiaría, no creo que hubiera aguantado tanto desprecio.

La voluntad y la perseverancia siempre vencen todos los obstáculos. La vida no es fácil, es un sacrificio. Si uno quiere triunfar, debe pasar por los malos sabores de la vida manteniendo siempre una mente positiva. Debe saber lo que uno quiere. No se puede ir como un barco sin rumbo. Se deben tener objetivos y metas posibles de ser cumplidas.

Los humanos pretendemos tener dinero y bienestar, pero muy pocos lo logramos.

La diferencia está en que unos lo buscan y otros esperan que un día les llegue. Creen que todo es cuestión de suerte y que ésta le llega a todo el mundo, porque los días buenos existen para todos. Hay un dicho que es común entre nosotros y

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que invocamos en cualquier circunstancia: “Si Dios quiere”. No es Dios quien tiene que querer. Si uno quiere y no esta haciendo mal a nadie y lo está haciendo con trabajo y honestidad, las puertas siempre se abren. Cuando uno quiere, Dios lo ayuda.

Esta es mi tercera oportunidad; y no será la última, en mi opinión. Opinión de un hombre de cincuenta y dos años que todo lo que ha anhelado. Me refiero a todo lo que me propuse hacer o conseguir. Lo que me propuse... pasado remoto. Dije en el primer tomo, en el segundo; y lo repito en éste: el triunfo es como un hombre drogadicto que no puede vivir si no se droga y, cuanto más tiempo pasa, más placer siente. Cuento más alto es el nivel del triunfo, más grande es el deseo de triunfar. Es una droga benéfica que mientras más se consume, más se necesita. Esta dependencia insaciable nos desarrolla constantemente como personas y nos empuja a retos cada vez mayores.

En este tomo hablé del curso que tome de “Como hablar en público” y de las inquietudes que despertó en mí, diferentes a las que había tenido hasta entonces. Después, me viene la inquietud de escribir porque me lo pedía mi “yo”, hasta entonces desconocido. El primero, el segundo y éste tercer libro son tres oportunidades para mí de repetir el mismo mensaje. Las oportunidades de la vida son personales.

Cada uno de nosotros debe definir por sí mismo lo que es el triunfo y lo que representa para él, porque la felicidad es el resultado del triunfo. No es lo que tenemos, sino lo que disfrutamos, lo que realmente constituye la riqueza. Cuando en el capítulo octavo hablaba de la correspondencia que he recibido de mis lectores, ésta era la felicidad del triunfo. Tengo la convicción que no pasará mucho tiempo antes de publicar otro libro, que sea el motor impulsor de algo nuevo que nacerá para enriquecer más la vida de mis semejantes y así poder volver a decir, soy mejor de lo que pensaba. Uno debe sentirse importante, porque de acuerdo a como uno piensa, así es y siempre puede ser mejor.

Decía que el triunfo y las oportunidades son personales. Mi primera oportunidad llego el 18 de febrero de 1983, aunque para la mayoría sólo fue el viernes negro. La segunda, llegó a principios de 1989, con la unificación cambiaria. La tercera, empezó con el cambio del modelo económico del país. Necesitamos un cambio de actitud. Debemos entender que tenemos que trabajar más. Ya el Estado no tiene aquel chorro de dinero que entraba por la renta petrolera en la década del setenta. Por despilfarradores, mucho de aquel dinero se perdió y sólo unos pocos aprovecharon la oportunidad. Tenemos una deuda que nunca podremos pagar si no hay un cambio en nosotros. Esta es la razón de la tercera oportunidad: debemos

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adaptarnos al cambio de modelo económico y a la realidad que viviremos de aquí en adelante.

La segunda oportunidad nos llegó a todos con la unificación cambiaria. Fue la primera sinceración que el gobierno nacional nos presentó para poder apreciar el verdadero valor de nuestra moneda. Oportunidad también por los cambios en la política comercial, abriendo las fronteras al comercio internacional; y poniéndonos a competir con él, para hacer de Venezuela un país de libre comercio. En la década 1978-1988, los gobiernos -basados en una crisis que se veía venir y de común acuerdo con los empresarios- se habían encargado de aplicar medidas que le hicieron mucho daño al país. Aunque también es cierto que, gracias a ellas, hoy tenemos todas las ventajas de que disfrutamos; ya que, con las fronteras abiertas, podemos competir con los países industrializados.

Se aplicó con criterio Venezolanista un decreto que estaba vigente desde muchos años atrás, el famoso “Compre Venezolano”; que llevó a la industria a ser muy ineficiente. Con gobiernos muy complacientes, protegiéndola con aranceles que hacían prohibitivo traer al país productos y bienes que aquí se fabricaban, se propició el que nuestras industrias ofrecieran la calidad y los precios que más les convenía. El ciudadano se acostumbró y permaneció en silencio, porque también para él los gobiernos eran muy complacientes.

Venezuela se permitió el lujo de premiar al trabajador que peor se desempeñara en su trabajo. En la década del setenta, se promulgo una ley de despidos injustificados. Ni siquiera RECADI le ha hecho tanto daño al país, como el que le ha causado este decreto. RECADI fue un aparato administrativo que aprovecharon unos pocos para sus beneficios particulares. La Ley de Despidos Injustificados le dio el falso derecho al ciudadano de competir con el empresario, en un país que no tenía competencia externa y con unos gobiernos muy complacientes que apoyan al trabajador y al empresario. Así, inconscientemente, se hizo al país un gran daño. Esta ley ha sido el premio a la vagabundería y a la improductividad.

Desde el mismo momento de su promulgación, empezó la rotación del personal y la escalada de los costos que, automáticamente, aumentan los precios finales. Así empezó una carrera donde se aumentaban precios y salarios, siendo éstos siempre más bajos que los primeros. Los sindicatos se hicieron tan fuertes que, prácticamente, controlan los dos grandes partidos políticos. Y ha llegado a ser tan grande su poder, que cuando el gobierno intenta hacer cualquier cambio que beneficie al país; como, por ejemplo, privatizar la CANTV, el INOS ó cualquier empresa básica del Estado, siempre están en contra y casi siempre se imponen, consiguiendo que las cosas nunca cambien. Estas fueron políticas malas.

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Pero también hubo en la década del setenta políticas buenas. Venezuela pasa de ser un país petrolero y minero, controlado por compañías trasnacionales, a operar y administrar sus industrias básicas del petróleo y minerales ferrosos con su propio recurso humano. Con la nacionalización de la industria petrolera, el país empieza a controlar sus ingresos, de los cuales dependemos ahora y por muchos años más. Estas industrias eran administradas por consorcios privados, la mayoría de ellos norteamericanos, con sistemas y culturas distintas a la nuestra. Operaban utilizando criterios de empresas privadas, en constante renovación tecnológica y con controles incorruptibles. En la industria petrolera, gracias a Dios, se mantienen estos criterios. Y es la única que, hasta ahora, no se ha politizado. Así debemos conservarla.

Muchos años van a pasar para que se pueda formar conciencia. Debemos convencernos de que ya no somos aquellos que, cuando salíamos de nuestras fronteras, no sentíamos los amos del mundo. Vivíamos de engaños. Ahora no se trata de si queremos cambiar; tenemos que cambiar porque es la única salida que nos queda. Cambiamos o nos hundimos.

Estoy convencido de que nuestros dirigentes también cambiarán. El país no puede soportar por mucho tiempo la mentalidad de esta clase dirigente. Y lo mejor es que hay, todavía, entre esta dirigencia un buen porcentaje de buenos representantes, pero -como es minoría- la otra parte siempre gana. A esta minoría le pido que no deje de luchar. El pueblo está cansado de tanto engaño y traición. Cada día, muchos se cambian para este bando; y, cualquier día, esta minoría se volverá mayoría y el cambio vendrá solo.

Con los ingresos petroleros y las grandes reservas que tenemos, si nosotros quisiéramos, con un poco de voluntad podríamos -en pocos años- pagar nuestra deuda externa y librarnos de este cáncer. Bajo mi punto de vista, con criterio privado y muy personal, nosotros podemos pagar la deuda rápidamente. Los ingresos petroleros, en estos momentos, están alrededor de los diez mil millones de dólares y se estiman aumentos. Las reservas en petróleo y gas están calculadas para los próximos cincuenta años, en miles de billones de barriles. Esto pensando sólo en los hidrocarburos y sin nombrar todas las riquezas en minerales. Si las cuantificáramos se perderían las cifras. Con criterio privado, si yo tuviera una deuda de cuarenta mil millones y tuviera un patrimonio de quinientos mil, yo, no siendo un especialista en economía, lo primero que haría sería ofrecer parte de mis bienes en pago. Si no aceptan los acreedores buscaría a quien venderlos, ya que siempre hay compradores que buscan oportunidades, que lo son no sólo para el comprador, sino también para el vendedor. Esto me libraría de mi deuda y aunque el comprador hubiera sido el más favorecido, el más beneficiado habría sido yo; porque me quitaría un peso de encima, quedándome todavía una reserva de cuatrocientos setenta mil millones. Este mismo punto de vista también lo han tenido otros. En

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ocasiones, se ha hablado de venta de petróleo y oro a futuro. ¿Por qué no se hizo? … Allí es donde está el secreto político. El negocio está en prestar y no en pagar.

Ejemplos que prueban lo que digo. El Estado controla todas las industrias básicas. En realidad, no sabemos qué se quiere decir con “industrias básicas”. Si miramos bien, tendríamos que aceptar que en este término cubrían todas las industrias del país; ya que el Estado controla desde los hoteles, pasando por la banca, hasta la agroindustria. Con todas estas industrias en sus manos y unos ingresos petroleros fabulosos, en los últimos quince años el país no sólo cayó en un abandono total, sino que amasó la deuda más grande de su historia. En cambio, el sector privado -siendo menos fuerte que el Estado- es quien menos deuda tiene. Las consecuencias de esta situación tan poco lógica las sufren los sectores privados y laborales. El sector político se encarga de mantenerlos siempre enfrentados. Al primero, luchando por lo que tantos trabajos y sacrificios le ha costado su patrimonio. Al segundo, luchando por su subsistencia.

Otro ejemplo. En 1983, el Estado establece el Control de Cambios. Durante los cinco años siguientes, amparada por las leyes de la República, la Administración Pública otorgó miles de millones de dólares preferenciales al sector privado, que aún cuando tenía que pagar peaje para obtenerlos, ofrecían ventajas: aprovechamos la doble oportunidad de obtener divisas controladas y operar con una protección sobre la producción nacional. Era una oportunidad para no despreciarla, máximo cuando al establecerse el Control de Cambios muchos empresarios tenían deudas en el exterior, que no les fueron reconocidos al valor del cambio en que las adquirieron. El empresario venezolano siempre había cumplido y se le consideraba un buen pagador. Tenía buenos créditos y muchas negociaciones se hacían verbales. Para aquellos a quienes se les reconoció la deuda, que -en realidad- no fueron muchos, fue la oportunidad de poder pagar los intereses financieros.

Cuando, a principios de 1989, se hace cargo de la administración pública el nuevo gobierno, bajo la dirección del hombre que estará en nuestra historia como el primer presidente que repite su mandato, una vez más el sector político se burla del sector privado, olvidando las muchas promesas de la campaña electoral, ignorando el apoyo recibido e irrespetando los derechos que le da la Constitución.

Primero, con el Control de Cambio: de un plumazo se anuló todo lo que legalmente se había negociado; incluyendo la deuda externa adquirida antes del 18 de febrero de 1983. Y posteriormente, ignorando acuerdos y convenios internacionales con el desconocimiento de las cartas de crédito emitidas y confirmadas por el Banco Central de Venezuela. El sector político,

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automáticamente, transmite los efectos de sus errores al sector laboral, que somos todos.

Muchos empresarios desaparecieron; y, la mayoría, tuvo que hacer muchos sacrificios para poder subsistir. El sector laboral no le dio mucha importancia a estas medidas. Empiezan a subir los precios y, posteriormente, cuando se aumentan los valores de los servicios y del combustible, explota la paciencia del pueblo y se sucede el tristemente célebre 27 de febrero. Los políticos empiezan a darse cuenta, entonces, que no pueden seguir engañando al pueblo, porque éste también se cansa.

Para calmar los ánimos y sin medir las consecuencias, como siempre se ha hecho, se aumentan por decreto los sueldos y salarios. Esta decisión política apresurada aumentó los costos del sector productivo; lo que, sumado a los aumentos de la gasolina y los servicios, desencadenaron un descontrol sobre los precios, provocando una espiral inflacionaria que -en corto tiempo- anuló el aumento salarial decretado compulsivamente. Nuevamente, el sector laboral culpó a los empresarios, como siempre lo ha hecho, de aprovecharse de la situación para aumentar los precios. Así empezó otra vez, cosa de nunca acabar, el enfrentamiento por culpa y para beneficio del sector político.

Una acelerada inflación en el segundo semestre, cuando el poder adquisitivo -con todo y el aumento- se redujo tanto que el salario no alcanza ni siquiera a satisfacer las necesidades alimentarias, llevó al sector laboral a solicitar nuevos aumentos en los sueldos y los salarios.

El paquete de medidas impuesto por el gobierno empezó a surtir sus efectos y se inició un proceso de reuniones entre los tres sectores, en las que el sector laboral -ignorando las cargas impositivas y la disminución del empleo- insistió en demandar nuevos aumentos y el sector empresarial trató de convencer, tanto al sector laboral como al político, de que -si se continuaba con ésta política de aumentos de salarios y de precios- en poco tiempo acabaríamos con las empresas privadas. Les recordó que muchas empresas no habían podido soportar la carga y habían tenido que cerrar sus puertas; y otras, con todo y los decretos de inamovilidad, se habían visto obligadas a reducir su personal. Propuso una fórmula de aumentos salariales y beneficios sociales de libre aceptación o no por los trabajadores y que, en el transcurso del tiempo, excedía en mucho lo solicitado. Por el malestar que se vivía y la indisposición e intransigencia del sector laboral, en estas reuniones nunca se concretó nada.

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En los últimos días del año, presionando con amenazas de paro, el sector sindical se sale otra vez con la suya, obligando al gobierno a decretar otro aumento salarial con cargo a las prestaciones sociales y efectivo a partir del 1 de enero de 1990. Otro golpe mortal para muchas empresas privadas, que dejan de existir; y para otras muchas que por -sus altos costos- se volverán incompetitivas y, con el tiempo, también desaparecerán.

Algunos lectores no se explicarán por qué el empresario se empeña en refutar siempre los aumentos salariales. Daré algunos ejemplos.

Primero, aunque nos molesta cuando alguien nos lo dice de frente, nosotros los venezolanos, con tanto paternalismo estatal que siempre tuvimos y mucho más en los últimos treinta años, nos volvimos los menos productivos de todo el mundo. Y no porque no podamos, sino porque no queremos.

Siendo un país rico en recursos, durante la Colonia nos saquearon. Posteriormente, de nuestros pueblos fueron naciendo unos héroes que nos dieron la independencia que tantas vidas le costo al país. Y llegamos hasta el punto de que al hombre que nos liberó de los colonizadores no lo supimos recibir con honores. Ni siquiera dejamos que se muriera en la tierra que lo vio nacer. Desde el siglo XIX, se suceden dictadores hasta el día 23 de enero de 1958, cuando cae el último y entramos en un proceso democrático dirigido por hombres que sufrieron los rigores de la dictadura en las cárceles o en el exilio.

Estos hombres, con sus ideologías, formaron grupos políticos y -aún cuando en los primeros años les fue difícil mantenerse en el poder- poco a poco fueron consolidando la democracia que hoy en día tenemos y por la que el pueblo tan ciegamente ha luchado. De aquellos grupos políticos salen los actuales partidos o mejor dicho “las maquinarias políticas” actuales que, por la infiltración de los politiqueros y la lucha por el poder para obtener el pedazo más grande de la torta por repartir, abandonan las ideologías de los líderes que los formaron e hicieron posible la democracia.

Como el país disponía de tanta riqueza, los políticos -para mantener al pueblo contento- falsamente le hicieron creer que no tenía necesidad de trabajar, porque era suficientemente rico para comprar en el exterior todo lo que necesitaba. Lo enseñaron a criticar al extranjero que, con el esfuerzo de su trabajo y de su ahorro, hacía mejor vida y adquiría mejor posición social. Le sembraron la falsa creencia de que se había enriquecido como un usurpador de riqueza a costa del trabajo de los venezolanos. Como el sector privado de la economía nacional se encuentra en su mayoría en manos de ciudadanos extranjeros o de sus descendientes, que creyeron en el país renunciando a su ciudadanía de nacimiento; los primeros y los segundos,

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que siguieron los pasos de sus antepasados, el venezolano inconscientemente empezó ésta falsa lucha que nos ha llevado a la situación en que actualmente nos encontramos.

Segunda. Después de la última dictadura, los primeros tres mandatos constitucionales consolidaron el “proceso democrático”; y los siguientes tres, el “proceso de dictadura democrática”. En estos últimos, con el intervencionismo, la estatización, las llamadas empresas básicas y los fabulosos ingresos petroleros, el Estado venezolano se volvió todopoderoso y manejó toda la economía nacional a su antojo y acomodo. Así se fue formando un país de oportunismo político, en el que -siendo el Estado el gran empleador- todo el mundo buscaba una afiliación política. Para conseguir empleo, no era necesario saber un oficio, bastaba un carnet del partido de turno en el poder para estar cinco años recibiendo un salario y tener la oportunidad de aprovecharse de su cargo para poder vivir el resto de su vida sin preocupaciones.

Nos pasamos treinta años viviendo en un espejismo y consumiendo las riquezas que el país extraía. Estos dirigentes políticos construyeron e instalaron un aparato de poder que cada día se hace más difícil de manejar. Nos han llevado a caer en un abandono total y muchos años pasarán para que podamos ser un país desarrollado.

Tercera. Desde aquel 27 de febrero de 1989, empezamos a vivir otra vida por nosotros desconocida. En años anteriores, cuando llegaban emigrantes de otros países y especialmente de nuestros vecinos, los despreciábamos porque -tanto hombres como mujeres- venían en busca de trabajo. Dejaban su patria y su familia buscando nuevos horizontes y un mejor vivir. Hacían una vida sacrificada para poder enviar un poco de dinero para el sustento de la familia que habían dejado en su patria. Los despreciábamos porque querían trabajar y crear riquezas.

Hoy es cuando nos empezamos a dar cuenta de lo que fuimos y todavía nos resistimos a creerlo. Si hacemos un análisis y un repaso de todos los acontecimientos pasados desde el 27 de febrero del 89, llegaremos a la conclusión de que prácticamente no queremos aceptar la realidad que hoy vivimos. A veces, me pregunto de qué sirvió al pueblo aquel facilismo de los tiempos de bonanza.

Si pensamos en países hermanos, como lo son los suramericanos; y, sin ir muy lejos, en nuestros vecinos; que una buena parte de nosotros conoce; ya que, en nuestros buenos tiempos, por la facilidad fronteriza y por nuestro poder adquisitivo, era un lugar de nuestra preferencia vacacional, llegaríamos a la conclusión que los malos somos nosotros.

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Analizando los sistemas políticos de los dos países, encontramos que son muy parecidos. En ambos, hay dos partidos políticos que se suceden en el poder, con principios distintos, pero con un final muy parecido. Ambos pueblos ya no creen en sus líderes. La gran diferencia está en que nuestro país recibió, con todas las riquezas naturales, la bendición de Dios; y el otro, por no tenerlas, tuvo que enfrentarse a la miseria. Con una tierra generosa igual a la nuestra, la buena dirección de algunos políticos y el trabajo de todo su pueblo, supieron aprovecharla para autoabastecerse de la dieta diaria y convertirse, al mismo tiempo, en uno de los países exportadores de Sur América con buenas políticas, bien definidas y claras. Al decir esto, no dejo de reconocer que, con el estado desmoralizado en el que vive su sistema político, están acabando con la confianza del pueblo que tanto creyó en su país y en su identidad. Teniendo el doble de nuestra población y sin grandes riquezas naturales, es el país que menos deuda externa tiene. Cabe preguntarnos, ¿será que son más inteligentes o mejores administradores o mejores políticos o más trabajadores? …… Lo único que puedo responder es que en nuestro país hay una colonia muy grande de ellos y en estos momentos, cuando se habla de un alto porcentaje de desempleados, de ellos son muy pocos los que lo están.

Nos gusta criticar la mano de obra extranjera y hasta la amenazamos por quitarnos el empleo. No sabemos o no queremos saber el por que son preferidos por los empleadores. Y hasta utilizamos nuestras leyes proteccionistas en su contra. Hasta hace poco tiempo, a un empleador se le permitía hasta un veinticinco por ciento de mano de obra extranjera y se está pensando en rebajar este porcentaje para poder seguir protegidos. Si hacemos un recorrido por nuestras regiones fronterizas, nos daremos cuenta de que, sin la mano de obra extranjera, nuestros campos estarían abandonados no sólo por falta de empleados, sino también de empleadores.

No me cansaré nunca de repetir lo mismo: el cambio es una necesidad y es cuestión de subsistencia. No podemos seguir con un sistema de protección y necesitamos movernos en un mundo libre donde todos tengamos los mismos derechos y deberes. Hemos caído en la mendicidad y no podemos seguir pidiendo. Tenemos que ponernos a trabajar. Vivimos en un mundo de corrupción a todos los niveles, tanto privados como públicos. Nuestro sistema anda mal; pero, a pesar de sus males, sabemos que es mejor.

Algunos de los que me conocen por medio de mis libros en mis actuaciones públicas o empresariales, me dicen que soy muy optimista. Yo me pregunto si hay alguna otra forma de luchar contra lo desconocido, distinta de tener un objeto y una meta definida para el triunfo. Si la hay, yo la desconozco. Nunca he oído hablar de ella.

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Desde el principio de 1989, nos fuimos adaptando a una crisis que, día a día, se fue adueñando de nuestras mentes. Caímos en un pesimismo total en el que solamente veíamos las cosas malas. Las buenas pasaban inadvertidas. ¿Cuántas oportunidades buenas dejamos pasar?... Francamente, ni yo mismo lo sé, porque también pasé por la crisis del pesimismo. Al finalizar el año, hice un análisis de cuanto me había sucedido y me di cuenta de que, para mí, con todos sus males, había sido un buen año. Y no fue mejor, porque no supe aprovechar todas las oportunidades que se me presentaron.

Desde muchos años atrás, era mi inquietud el poder tener al alcance un medio de comunicación para poder transmitir mis experiencias y las de otros hombres con más méritos que yo, a un pueblo que sigue pensando que el empresario es un delincuente de cuello blanco que sólo busca su beneficio. Desde el 4 de abril, empezó a transmitirse un programa radial, llamado Opinión Empresarial. El éxito no fue el programa, sino sus resultados. Una vez más, me di cuenta de que para dar no hay que pedir nada a cambio, porque son los resultados los que a uno le van a dar lo que se propone recibir. Esta es una anécdota de mi experiencia y pienso que todo el mundo lo puede tener. Se puede pensar que este programa es otro de mis negocios y no es así. Por su causa, cada día me queda menos tiempo para mis actividades empresariales y gremiales. Pero, además, esto ha tenido y tiene un costo al que han ayudado algunos de mis amigos con el patrocinio del programa.

No ha sido fácil, pero ésta es la labor que quiero transmitir por medio de mis libros, los medios de comunicación y mis actuaciones públicas y privadas. Considero que éste es mi mejor aporte a nuestra generación de relevo para que sepa y se convenza de que la vida no es fácil y que, por cualquier cosa que valga la pena conquistar, vale la pena trabajar. Que sepa que hay hombres que se preocuparon y se preocupan por nuestro país.

Basta de esperar. Nuestro país necesita de acción. Los tiempos han cambiado y ahora tenemos que trabajar y hacer un gran esfuerzo, perseverando en la acción. Aunque nuestros gobernantes no cambien rápida y fácilmente sus actitudes, nosotros mismos sí podemos hacerlo. La economía de nuestro país está paralizada y somos nosotros quienes estamos sufriendo las consecuencias. Actuando con positivismo y mucha voluntad, muy pronto nos daremos cuenta que la oportunidad es nuestra.

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CAPITULO XI

No más quejas. Es hora de trabajar

El 1 de enero de 1990, entra en vigencia el decreto de los aumentos salariales y empieza de nuevo las escaladas de los precios. Como sucede siempre, éstos crecen más rápidamente que los salarios. El poder sindical se salió otra vez con la suya, en perjuicio de los más necesitados.

Esta nueva carga a la empresa privada provoca más desempleo y, lejos de producir beneficios para los que tenían empleo, el aumento se les volvió sal y agua. Con el aumento, el desempleo se incrementa y cada día que pasa la crisis se profundiza. Al no tener recursos el Estado, no le queda más alternativa que aumentar los servicios públicos y disminuir así el paternalismo estatal de los subsidios, iniciando un cambio que la población no quiere aceptar.

No queremos aceptar que el país ha cambiado y que, por lo tanto, todos tenemos que cambiar. Seguimos en la espera de que se suceda un milagro, que francamente no sé cual será. Ante los problemas, los sectores laborales, políticos y empresariales no hacemos otra cosa que echarnos las culpas unos a otros, entrando así en un círculo vicioso en el que ninguno toma iniciativas. Conocemos, y esto sí lo sabemos con absoluta certeza, que no tenemos más alternativa que seguir profundizando el cambio. Pero ninguno quiere dar su brazo a torcer. Todos hablamos de la deuda externa, de repatriación de capitales y de confianza en el país.

El partido de gobierno y sus dirigentes no quieren entender que el gobierno, para gobernar, necesita de su partido. El mayor partido de oposición tampoco quiere entender que no se puede estar en una lucha y oposición constante. Los demás partidos de oposición también están dedicados a sus luchas internas y contra el gobierno. El tiempo transcurre hablando de la corrupción y acusando, sin señalar a nadie. El sector político no quiere entender que el país nos necesita a todos.

En este momento, trabajadores, empresarios y políticos debemos trabajar conjuntamente sin egoísmos; hacer esfuerzos y sacrificios para salvar a Venezuela. En los años de la bonanza, quien más y quien menos, todos tuvimos una parte de de ella; y quien no la tuvo fue porque esperaba que le cayera del cielo. Hoy tenemos nuevas oportunidades, porque en los tiempos de crisis es cuando más oportunidades hay para los hombres que trabajan y luchan. Estas las pintamos del color y del tamaño que queramos, pero no vienen solas. Nada se pierde en probar

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cualquier oportunidad que se presente; ya que, por poco que sea el éxito, la recompensa será el haber dado el primer paso en el camino del triunfo.

El empresario debe hacer los sacrificios necesarios; que, por grandes que sean, siempre valdrán la pena. Las empresas que, a estas alturas, todavía sobreviven no tienen otra alternativa. Tienen que luchar o morir. Y la lucha tiene que empezar por tener confianza en el país, actuando con una actitud mental positiva y una gran dosis de optimismo.

Tenemos que aprender a mirar las cosas con sentido común. Un ejemplo: ¿cómo es posible que nos pasemos el tiempo diciendo que la situación todos los días es peor, cuando se anuncian inversiones multimillonarias y ya hay proyectos en ejecución que, si los cuantificáramos, nos daríamos cuenta de que nunca el país tuvo tantas oportunidades de poder alinearse con los países industrializados?

Aquí en el Zulia, por ejemplo, bastaría sólo con nombrar la expansión de la petroquímica, la explotación carbonífera y los proyectos de seguir aumentando la explotación del petróleo a casi el 50% en los próximos años. Con un poco de sentido común, nos daremos cuenta de que nuestro futuro es muy provisor y que ni siquiera estamos preparados para recibir tan cuantiosas inversiones.

En este momento, el país depende de sus ciudadanos; y especialmente de los empresarios. Tenemos que convertir nuestro esfuerzo industrial en lo que nunca fue: una industria transformadora de materias primas, especialmente en lo que se refiere al petróleo, al acero y al aluminio. Estos tres se complementan unos con otros.

Un ejemplo: para industrializar el petróleo necesitamos productos y bienes metalmecánicos; y, a su vez, los productos derivados de la industrialización del petróleo para su uso también necesitan de los bienes metalmecánicos. ¡Qué fácil es la oportunidad que tenemos!

Otro ejemplo. Con más de cincuenta años de explotación petrolera y miles de profesionales que han egresado de nuestras universidades, nosotros en esta época, la última década del siglo veinte, todavía estamos comprando ingeniería en el exterior. Una empresa o un país con ingeniería propia tiene la primera opción de ejecutar sus proyectos. La ingeniería de otros países se hace con el criterio y para las costumbres y climas de su lugar de origen, adoptando todos los recursos que existen, hasta los humanos. Cuando tenemos que comprarla, nos damos cuenta de que la ejecución del proyecto está en manos de profesionales extranjeros y, aunque

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haya tecnología nacional, ellos se encargan de demostrarnos que no es compatible con el proyecto. Y no sólo esto, sino que hasta algunos de nuestros profesionales colaboran para que no se use la tecnología nuestra.

Nos pasamos el tiempo criticando al Estado que negocia proyectos llave en mano con empresas extranjeras. ¿Cuánta ingeniería propia hemos desarrollado? Por eso, en estos momentos en los que tanto se habla de reconversión industrial, lo que cabe es una reconversión mental. Mientras el venezolano no cambie su modo de pensar y actuar, es muy difícil reconvertir nuestro aparato productivo.

Otro de los múltiples ejemplos: Mientras se habla de una alta tasa de desempleo, en todos los periódicos del país abundan las solicitudes de empleo y los industriales andan desesperados buscando mano de obra especializada. Es preocupante el poco porcentaje de horas académicas que tiene nuestra fuerza laboral. Y lo peor del caso es que opone resistencia a prepararse, por las costumbres paternalistas que siempre ha tenido.

Debemos entender que ya somos un Estado de fronteras abiertas que tiene que competir con países altamente industrializados y de culturas muy diferentes a la nuestra. De nada nos vale tener la última y más avanzada tecnología, si no tenemos los recursos humanos capacitados para operarla. ¿Cómo vamos a poder competir con países como Japón, Estados Unidos o Europa que, además de tener un alto grado de industrialización y automatización, cuentan con un recurso humano técnicamente preparado y con cultura muy diferente a la nuestra?

No es posible que durante el año 89 y lo que va del 90, cuando el país necesita más que nunca del aporte de todos, hayamos tenido la mayor cantidad de horas de trabajo perdidas, en toda nuestra historia, por huelgas.

Nos quejamos de la mala situación, del gobierno, de los precios, de los políticos y de los empresarios. Y ¿qué hacemos nosotros?... Quejarnos, quejarnos y quejarnos.

Esta es la situación actual, amigo mío. Nosotros seremos lo que queramos ser, porque el destino no existe. El destino lo forjamos nosotros mismos.

Si eres un anciano (a), no pienses que ya tú diste lo que debías dar. Todavía te queda vida útil para aportar toda tu sabiduría y esperanza. Nunca es tarde para empezar y dar todo lo bueno que tú tienes.

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Si eres padre o madre de la generación de relevo, piensa en tus hijos que son el futuro de nuestro país. Tus hijos te necesitan como su modelo; y la mejor herencia que les puedes dejar será tu actitud hacia la vida y hacia ellos.

Si eres joven, recuerda que tienes responsabilidades con tu país. El hacerlo más fuerte, más poderoso y mejor es un reto que tienes que cumplir. No te dejes influenciar por la desesperanza o la apatía de tus amigos, vecinos o familiares. Esta es tu oportunidad de cumplir contigo y con tu patria. Toma y sigue los ejemplos de los hombres de éxito, que lo son porque siempre se propusieron alcanzar una meta tras otra sin parar nunca de luchar por sus sueños. No olvides que los éxitos no buscan a los pesimistas y a los fracasados, siempre persiguen a los triunfadores.

Sólo con una actitud positiva y un trabajo constante podremos aprovechar las inmensas oportunidades que nos depara nuestro destino.

PLAN MOTIVACIONAL LA VOZ DEL TRIUNFADOR

Este es el texto de la grabación que se encuentra en el casette, anexo al libro, cuyo fin es motivarte a utilizar el máximo de tu potencial.

He pasado incontables horas pensando y analizando los hábitos de los hombres de éxito, porque estoy convencido que si uno quiere ser “ganador” debe hacer lo mismo que hacen los campeones. En mi obsesión por sobresalir, no sólo sobre mis amigos, sino por encima de otros hombres que triunfan, descubrí que éste no es tanto el producto de habilidades o talentos especiales, como el resultado del mejor uso de las habilidades normales a través de la motivación personal. El hombre que está motivado es quien más utiliza el potencial que todos poseemos y alcanza sus metas porque forma en sí mismo las actitudes y los hábitos del éxito.

Esta TU TERCERA OPORTUNIDAD. La escribí haciendo un recuento de lo que es nuestro país y lo que somos nosotros, para complementar los dos primeros tomos. Para que puedas darte cuenta de que hay que cambiar, sólo basta leer todas las mañanas los titulares de los diarios: atracos, robos, funcionarios corruptos, conductores irresponsables, crímenes que se cometen muchas veces sólo por resistirse a un atracador.

Tienes que darte cuenta de que el país no puede seguir por este rumbo. No podemos esperar que el gobierno arregle esto. La labor tiene que ser de todos, que debemos trabajar unidos como un gran equipo. Fíjate, en nuestro país todo el mundo habla de corruptos, pero nadie se atreve a mencionarlos y ¿sabes por qué?

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… Porque allí caemos todos, somos capaces de corromper desde un fiscal de tránsito hasta un juez; y esto se debe a que la mayoría de los venezolanos pensamos igual, que a este país no lo arregla nadie y que lo mejor es seguir la corriente, que los políticos son malos y los empresarios son peores. Nunca pensamos que si aquellos son malos y otros son peores, ¿qué es lo que estamos haciendo o podemos hacer nosotros para mejorar la situación…?

Aquí tienes mi plan de motivación para ti. La razón por la cual se encuentra aquí al final del tercer libro, es con el propósito de que, una vez que hayas leído los tres, Los Caminos del Éxito, Como Nace un Empresario y La Tercera Oportunidad, te motive para repetir la lectura de ellos doce veces, para hacer de éste un plan y seguir mis pasos.

El escuchar la grabación mientras lees este texto te servirá para obtener los beneficios extra de la impresión multisensorial. Cuando empieces esta lectura, ten un lápiz en la mano, subraya todo lo que te llame la atención, pues cualquier ejemplo o idea puedes hacerla tuya. Toma en cuenta que, si tú sigues mis pasos y los conviertas en tuyos, verás que tus ideas estarán más ligadas a ti y, antes de que te des cuenta, estarás trabajando con ellas como un instrumento de tu propio desarrollo personal y de tu éxito.

Ten presente que mi primer libro, Los Caminos del Éxito, lo escribí como una inspiración. Cuando lo terminé y me di cuenta de motivador que era lo que había escrito; planifiqué, para complementarlo, con los dos siguientes tomos: Como Nace un Empresario y La Tercera Oportunidad.

Si cometes el error de empezar por el segundo libro, puedes sentir la misma frustración de cuando quieres ver una buena película y -cuando enciendes el televisor- ésta va por la mitad. Después de escribir Los Caminos del Éxito, haberlo leído varias veces y haber repartido unos pocos ejemplares, sus resultados de automotivador me hicieron caer en cuenta de que esta inspiración era la inquietud que tuve desde temprana edad y que era un instrumento valioso que podía poner en las manos de nuestra juventud para motivarla y hacer que comprendiera que el país la necesitaba para el relevo.

Planifiqué entonces escribir Como Nace un Empresario, en base a mi biografía, para que después de haber motivado pudiera transmitir como había sido la realización de una idea por un triunfador, cuyo éxito consistió en la realización progresiva de sus metas. Este instrumento lo pongo en tus manos para que lo utilices y quedes convencido que el éxito es un camino y no el punto de destino. Que conseguirlo es el resultado de las actitudes y los hábitos. La formación de

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hábitos es una manera constructiva de enfrentarse a los retos que presenta la vida. Los hábitos son reacciones que nos recuerdan la experiencia vivida.

El éxito es el producto de las habilidades que se dan a través de la motivación personal de creer en sí mismo, con la seguridad de que la idea se hará realidad. El hombre o la mujer que está motivado utiliza más su potencial y es el que alcanza sus metas, porque forma las actitudes y los hábitos del éxito.

El paso esencial hacia el triunfo es el desarrollo de una decisión de seguir adelante que ejecuta una persona comprometida en alcanzar el éxito sin tomar en cuenta circunstancias, críticas o predicciones de fracaso. No está interesado en lo que los otros piensan y su única preocupación es llevar su plan a un feliz término.

Por esta razón, debes imponer tu voluntad para repetir doce veces la lectura de los tres tomos del plan, aprovechando los beneficios multisensoriales de la grabación que acompaña a esta serie. La clave para obtener los beneficios máximos es crearse un hábito. El horario lo escoges a tu comodidad y conveniencia, libre de otros pensamientos para poder aprovechar media hora de tu tiempo en escuchar la grabación siguiendo la lectura de este texto.

Al terminar de escuchar la grabación, toma el primer libro Los Caminos del Éxito, empezando por la página 13. Dedica tu tiempo disponible a leer diariamente hasta llegar a ésta Tu Tercera Oportunidad. Lee con mucha atención y verás que algunas de las ideas que subrayaste anteriormente, te parecerán distintas y cada vez más se van haciendo una realidad. Empéñate en tomar en serio estas recomendaciones. Sé que repetir una lectura muchas veces es aburrido, pero allí es donde está el secreto del triunfador. Uno debe empeñarse en las cosas más difíciles de hacer, las fáciles las hace todo el mundo.

Recuerda que la diferencia entre los que triunfan y los que fracasan es ésta: las vidas de los que triunfan se alimentan por los recuerdos de sus mejores momentos, de sus optimismos y de sus mayores triunfos. El fracasado guía su vida por el recuerdo de su derrota y su mala suerte. La esencia este plan de lectura con grabación se encuentra aquí.

Este es un plan tangible, práctico y factible. Te proporciona medios que te permiten conseguir resultados, tal como yo los fui consiguiendo y que paso a paso te los he ido desarrollando desde la pagina 13 del primer tomo, hasta esta Tu Tercera Oportunidad. El plan te lleva de la teoría a la práctica, convierte los conocimientos en habilidades y las ideas en acción. Tu éxito dependerá de tus

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metas personales, tus proyectos y las fechas que te fijes para realizarlos. No te olvides nunca de que las metas deben ser a corto plazo. El logro de las metas a corto plazo te servirá de automotivación para el logro de tus objetivos.

Hay que practicar las metas cortas para que no te pase como al cazador que al encontrar un tigre, se le acercó, apuntó la escopeta y falló. Por su buena suerte, el tigre al lanzarse hacia el cazador y atacarlo también falló en su salto. Este día, el cazador tuvo suerte; pero, al regresar al campamento, de inmediato se puso a practicar el tiro a corta distancia, pensando que una situación igual a la que había pasado le podía haber costado la vida. Al día siguiente, cuando se internó en la selva en busca de animales, lo primero que vio fue al mismo tigre practicando saltos cortos. Así nos sucede a nosotros con nuestras metas a largo plazo, las alcanzamos únicamente si primero alcanzamos nuestros objetivos a corto plazo.

Lo primero que debes conocer y aprender son los principios que rigen la motivación y la fijación de metas. Después de haber leído doce veces el plan desde la pagina 13 hasta ésta Tu Tercera Oportunidad, haber escuchado la grabación antes de leer cada capitulo y haber analizado, una por una, las ideas que subrayaste, deberás analizarte y ser capaz de definir tu meta. El plan te enseñará como definirla, como decidir sus prioridades, como determinar cuales valen la pena y como trabajar para alcanzarla. Aprenderás a definir tus necesidades básicas y a saber de que manera cambiar tu conducta. El plan te ayudará a ser capaz de convertir las necesidades en metas y a descubrir las barreras motivacionales que te impiden crear.

No olvides leer y escuchar la grabación. Subraya las ideas que más te llamen la atención a medida que vas leyendo. Día a día, pasa las ideas a la página de control de lectura, hasta terminar el tercer libro. Analiza las ideas que has anotado y las pasas a la página siguiente, eliminando algunas que tú descubrirás que son un sueño; añadiendo otras nuevas y dándole prioridad a aquella que tu mente ve más realizable. Repite este ejercicio doce veces y verás, cada vez que llegues al final de ésta Tu Tercera Oportunidad, que algunas de tus ideas se están desarrollando y que este plan es el tuyo.

No olvides tampoco que las ideas se conciben en cualquier momento; pero el decisivo es aquel en el que tú te dices a ti mismo “Puedo hacerla realidad” o “No creo que pueda hacerla realidad”. En este preciso momento, has tomado la decisión de triunfar o fracasar.

Igualmente, es necesario que sepas donde te encuentras y que es lo que quieres. Muchas veces estamos en una carretera con un mapa en las manos y no

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sabemos donde ir. La razón es que no conocemos el punto en que nos encontramos.

Otro factor que contribuirá a tu éxito es la voluntad que tú demuestres en tomar este plan como tu propio plan personal. En ninguna circunstancia lo identifiques con mi plan, porque si no te identificas con tu plan, los beneficios estarán lejos de tu alcance y no podrás utilizarlos para tu desarrollo personal. En el momento en que reconozcas este plan como tuyo, serás capaz de salir de aquellos momentos difíciles que hasta este momento no habías podido salvar y establecer un camino más sólido hacia el triunfo. Estarás mejor orientado para el logro de tus metas y motivado para sus realizaciones. No necesitas ningún diploma. Sólo necesitas desarrollar el precio que tienes que pagar para alcanzar una meta. Si consideras que el precio es muy alto, bajas tus metas y el costo será inferior. Es decir, tú te preparas para lo que quieres ser.

Primero. Reconocer y creer en tu propia capacidad.

Segundo. Entender y desarrollar una buena opinión de ti mismo y

Tercero. Aprender a generar una amplia motivación con una actitud mental positiva.

No hagas como el que dice que es un buen perdedor. Se es un buen perdedor cuando se ha practicado mucho. Todo aquel que se ampara en decir “Yo soy un buen perdedor”, tiene a su familia pagando por este honor, sin disfrutar de las cosas que otros disfrutan, viviendo en una pequeña casa, manejando un cacharro viejo y viviendo en un continuo pesimismo. Y se jacta como jefe de familia en decir “Soy un buen perdedor”. Yo te diré que los buenos perdedores son personas muy conformistas a las que no les interesa el triunfo, ni tienen voluntad de luchar. El que quiere triunfar sufre derrotas de vez en cuando; pero odia perder. Y, por ello, muy pocas veces pierde. Es un verdadero campeón.

Otro paso hacia los Caminos del Éxito: cuando te enfrentes con la adversidad, tú decides automáticamente lo que harás, (1) Huir (2) Luchar (3) Pasar por alto y (4) Enfrentarla. Fíjate que las primeras tres conducen al fracaso y la cuarta te abre los caminos del triunfo. El primer paso es afrontar los hechos. No confundas la humildad con la timidez. Enfréntate cara a cara con tu problema, sale a su encuentro, domínalo, enfréntalo y el triunfo será tuyo.

También quiero preguntarte que es lo que quieres tener. Amor, Salud, Éxito, Amigos, Dinero, Casa, Carro, Reconocimiento, Felicidad o quieres que aquí todos vivamos mejor. Tú debes saber que eres importante. Tu familia, la ciudad, el país y el mundo esperan mucho de ti. Detente y piensa acerca de ti mismo. No hay en el mundo otra persona igual a ti y tampoco habrá otra. Tú eres el producto de los

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tuyos, de su herencia y del ambiente donde te criaste y viviste. Tú tienes todos los poderes para usar, controlar y dirigir tus pensamientos, para decidir tu destino hacia el triunfo o el fracaso.

Una última pregunta, que sé no te va a gustar: ¿Cuánto vales tú? Por ejemplo, el costo de la pintura usada para pintar una casa define el precio final donde puede ser multiplicado por dos o tres. Sin embargo, el valor de la pintura usada en una obra de arte, no tiene relación alguna con la casa. Otro ejemplo, un kilo de hierro cuesta aproximadamente 15 bolívares. Si éste se transforma en tornillos, su valor puede llegar hasta 50, si lo forjamos y hacemos de él una lámpara antigua, el valor puede aumentar hasta 10 mil y si el mismo hierro es usado para hacer ejes de acero para relojes, su valor sería aproximadamente de 500 mil.

El mismo principio se aplica al uso que haces de tus talentos y habilidades. Su valor reside en el uso que tú les des y siempre que apliques una aptitud mental positiva su valor será mayor, pasando de las trillas a los grandes caminos del éxito.

Se hará realidad lo que tú has soñado si pones tu voluntad y decisión en seguir los ejemplos de este plan, para convertirte en una persona con disciplina que se respeta a sí mismo y que puede decir cuanto vale.

Aplica el plan y acompáñame en hacer de éste un mundo mejor.

¡Gracias por permitir hablarte de los Caminos del Éxito, que sé los harás tuyos!!!! …

Al terminar esta grabación, deja correr la cinta hasta el final. No hace falta devolverla, con sólo darle vuelta al cassette se repite de nuevo lo mismo que acabas de escuchar.

CONTROL DEL PLAN

El objetivo de este control es ayudarte a establecer metas en tu camino al éxito y mantener vivo en ti el deseo de superación necesario para alcanzarlo.

Siguiendo el plan de lectura diaria, deberás terminar los tres tomos cada quince días y el plan completo te llevará ciento sesenta y cinco días. Cinco meses y medio dedicando media hora diaria, es un esfuerzo de voluntad y perseverancia muy pequeño en relación con los beneficios que recibirás.

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En tu control del plan para el día debes escribir todas las ideas y metas que tú tienes, aún cuando te parezca que son sólo un sueño. Anótalas sin perjuicios, no seas juez de ti mismo. Llena la página. Y si no te alcanza ésta, añade las que necesites.

Después de quince días, cuando de nuevo llegues aquí, léelas de nuevo y subraya las que siguen teniendo tu preferencia. Transcríbelas a la hoja de control de tu plan para el día 15, añadiendo las que durante la lectura fueron más importantes para ti. Concéntrate en las ideas y metas más fáciles de realizar.

Cada quince días debes repetir el mismo ejercicio. Cuando llegues a tu control del plan a los 90 días, tus ideas se habrán reducido a dos o tres y, muy seguramente, ya estarás trabajando en hacerlas realidad.

No trates de adelantar el plan. Este consiste en repetir doce veces la lectura de los tres libros y anotar al final de cada lectura las ideas que más te llamen la atención. Como en todo este tiempo las más fáciles las habrás realizado, ellas te servirán de motivación para hacer realidad lo que para ti no ha sido más que un sueño y, al llegar a la página OO, sólo escribirás. He triunfado, soy un campeón.

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ESCRIBE AQUÍ LA FECHA EN QUE INICIAS TU PLAN

MI PLAN A LOS 15 DÍAS

Escribe en esta hoja todas las ideas y metas que siempre has tenido y que nunca has realizado. Anótalas en el orden lógico en que tú creas que puedes hacerlas realidad.

Ponte un reto. Si el autor de estos libros lo hizo, yo también puede hacerlo.

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Sigue el plan. Cada vez que llegues al final, llena la página que corresponde. No olvides practicar el “Salto Corto”

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MI PLAN A LOS 30 DIAS

Transcribe aquí todas las ideas y metas que anotaste al iniciar el plan, menos aquellas que tú ves más lejanas de conseguir o que han dejado de ser de tu interés. Añade las que hayan ido surgiendo durante la lectura.

No olvides dos cosas: establecer prioridades empezando por las más fáciles de realizar y practicar “el salto corto”.

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MI PLAN A LOS 45 DÍAS

Repite el mismo ejercicio de transcribir aquí las ideas y metas que anotaste a los 30 días de tu plan, menos aquellas que ya no te interesan. Anota y subraya las que ya realizaste por ser más fáciles. Esto te servirá de automotivación para poder lograr las más difíciles. Recuerda, prioridades y saltos cortos.

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MI PLAN A LOS 60 DIAS

Empieza anotando en mayúsculas lo que hasta ahora has realizado. Quizás te parezca que no es mucho; pero la verdadera importancia es que se ha ido formando en ti un buen hábito. Considera detenidamente las prioridades para que se añadan a los “saltos cortos”.

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MI PLAN A LOS 75 DIAS

¿Verdad que sientes que estás cambiando?... Ya están más definidas tus metas y tus prioridades. Es mejor tener pocas realizables que muchas imposibles. Sigue tu plan de prioridades anotadas en la página cuatro.

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MI PLAN A LOS 90 DÍAS

Ya estarás más claro en tus ideas y metas. De todas las que anotaste en las primeras paginas de este control, seguramente sólo 5 ó 6 permanecen para esta fecha.

Anótalas en el orden de prioridad, empezando por las que son a más corto plazo, subrayándolas con color rojo. Las que van a necesitar más tiempo para realizarlas, las subrayas con color amarillo.

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MI PLAN A LOS 105 DÍAS

Anota las ideas y metas que ya pusiste en marcha, descubriendo la forma como lo has hecho y los pasos que seguirás para cumplir con tu objetivo. Establece para cada una el porcentaje de avance que has logrado.

Esto te motivará y hará que cada día te sientas más seguro de ti mismo.

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MI PLAN A LOS 120 DÍAS

Transcribe todas las ideas y metas que anteriormente subrayaste con color rojo. Describe, con cada una de ellas, los avances que has logrado y especialmente las dificultades que venciste. Establece el plan de acción a seguir en los próximos treinta días.

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MI PLAN A LOS 135 DIAS

Se ha ido formando en ti un hábito que debe acompañarte toda tu vida. El establecer ideas y metas, hacer un plan de acción para realizarlas y evaluar periódicamente sus avances es una actividad que debe ser permanente.

Analiza de nuevo los resultados de los últimos quince días y anótalos en esta página.

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MI PLAN A LOS 150 DIAS

Una mirada al principio. Volviendo a leer el control del plan en cada fecha, te darás cuenta de que las cosas son para ti hoy mucho más fáciles que antes. Estas en el “Camino del éxito”.

Anota todos tus avances. Recuerda que todo lo que escribes es un compromiso que tú tienes que cumplir.

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MI PLAN A LOS 165 DIAS

Estas son las ideas y metas realizadas desde que inicié mi plan

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Este es el plan que desarrollaré de aquí en adelante

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LA TERCERA OPORTUNIDAD

Escribir sueños, ideas y metas e irlas transcribiendo de hoja en hoja con sus respectivas prioridades, es un ejercicio esencial para ponerse en el “camino del éxito”.

Sin un dominio y una comprensión amplia de las técnicas de automotivación, este plan no te dará los beneficios que realmente te puede proporcionar. Repitiendo tres o cuatro veces la lectura y anotando las ideas en el control del plan, seguramente se consigue alcanzar algunas metas, pero si deseas

Conseguir los máximos beneficios, desarrollando todo tu potencial para el triunfo, es necesario que sigas las instrucciones hasta el final.

Ideas tenemos todos los días. Mientras no las desarrollemos, no pasan de ser sólo ideas o buenos propósitos. Para volverlas realidad, es necesario fijarse metas y hacer evaluaciones periódicas. Este no es un ejercicio de un día, es la práctica de todos los días de la semana y de todas las semanas del año, hasta formar un hábito que te dará una respuesta automática, ayudándote a lograr el éxito.

Atrévete a practicarlo y el triunfo te alcanzará en poco tiempo. Los tuyos y tu patria te lo agradecerán.

He aprendido ser __________________________________________________

Tengo los hábitos de ________________________________________________

Soy un hombre más _________________________________________________

Soy capaz de _______________________________________________________

Aprendí a _________________________________________________________

Al fin soy un _______________________________________________________

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Con broche de oro

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Francesco de Benedettis cree en la unidad empresarial. Y aún la promueve. Fue su llamado de siempre, fue su convocatoria desde todos los estrados: “además, tenemos que unirnos”.

Para entonces, calculaba que en el país existían alrededor de cuatrocientos gremios, contabilizando las cámaras, asociaciones y colegios profesionales. Y ponía de relieve por sobre todos los problemas el de la desunión, sentada sobre la realidad de que existían intereses individuales. Y una notable falta de liderazgo.

Todos los que lo recuerdan, hacen memoria de cuando iba a todos los encuentros de Fedecámaras. Y destacan que ha sido “de los pocos presidentes de Cámaras que pasa una semana en un taller para analizar la situación económica del país”. Como ocurrió por muchos años con los Talleres del IESA, a los que nunca faltó.

La mayoría de sus relaciones tiene que ver con la vida gremial empresarial, con los encuentros periódicos en las distintas organizaciones a las que ha pertenecido y en las que ha actuado como directivo. En casos, como Presidente.

Desde sus primeros tiempos de propietario y productor de industrias, desde sus iniciales creaciones de mediana fábrica, buscó acercarse a la Asociación Zuliana de Ejecutivos, las Cámara de Industriales y de Comercio, Capmi-Zulia, la Asociación de Pequeños Comerciantes, la Asociación de Exportadores, la Cámara Ferretera Nacional. Y, finalmente, a la Asociación de Industriales Mineros y Metalmecánicos (A.I.M.M.), cuyo apéndice zuliano creó y comandó por largos años. No obstante, su pertenencia a los distintos gremios representó una lucha de años. Cuando se propuso inscribir su empresa en la Cámara de Industriales, por ejemplo, esperó dos años para lograrlo.

Hoy, los empresarios demuestran por él un gran respeto. Y no olvidan sus bien fundamentados y honestos discursos en los que fijó posición franca aún a costas de realizar verdaderos mea culpa, en nombre propio y en el del gremio que representaba. Ni sus permanentes denuncias sobre políticas mal fundadas que afectaran los intereses del sector. Ni sus iniciativas para establecer elementos de productividad y enriquecimiento en cada uno de los sectores de la producción; incluyendo la formación del personal y la apertura de foros de discusión e información para los sectores productivos en Venezuela.

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Su verbo solía poner el dedo “justo donde duele”- Y trataba de entregarse con total honestidad a los hechos. Era un intento por hacer un llamado a las conciencias y lograr una rectificación de conductas.

Es quizás ésta la razón por la que, en una oportunidad al inscribir su ponencia en un Congreso de Fedecámaras se le retrasó su derecho de palabra.

No obstante, estaba convencido de que “el ser nombrado miembro de la Junta Directiva de la Cámara de Industriales y Vice-presidente de la AIMM en el Zulia, no fue el resultado fortuito de mis discursos”.

Años atrás, antes de la A.I.M.M., había realizado innumerables intentos, sin lograrlo, por alcanzar un puesto en la directiva de la Cámara de Industriales, queriendo pertenecer a ella. Por entonces, ya tenía la intención de desarrollar en el trabajo gremial su filosofía acerca de la situación del país, la actuación empresarial y las relaciones obrero-patronales.

Aquel discurso en el Congreso de la Federación que agrupa todos los empresarios del país, iba a dar sus frutos. Y él los celebró: “·….cuando salió mi declaración en la prensa, sentí que había valido la pena hablar clara y francamente. Este era un triunfo y el principio de lo que siempre había pensado hacer. El primer paso ya lo había dado y, de aquí en adelante, todo iba a ser más fácil”.

Y fue más fácil: bastó que en una ocasión coincidiera con un directivo de la Cámara de Industriales del Zulia y éste le anunciara que iba a formar parte de “la plancha de la nueva directiva que presentaremos en estos días y, por lo tanto, quiero que aceptes”.

Ya directivo de la Cámara de Industriales, se juramentaría como Vicepresidente del Capítulo Zuliano de la Asociación de Industriales Metalúrgicos y de Minería de Venezuela (AIMM), “empezando mi carrera de gremialista, con vocación de servicio”.

Desde entonces, tomaba la palabra con más autoridad. Y hacía reclamos: ¿Será que los políticos pueden hacer todo lo que ellos quieran?.... ¿O será que hay un grupo comprometido con los políticos corruptos y cuando se impone alguno de ellos, como tienen el “rabo de paja”, no reclaman?... ¿O será que estas medidas a estos grupos los favorecen y entonces los apoyan?... ¿O será que estoy equivocado y nadie es capaz de decírmelo?

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Pero el discurso que hizo historia fue el del 4 de marzo de 1988 durante el Foro “Plan de Acción Zulia 88”, realizado en el auditorio de la Asociación de Comerciantes e Industriales del Estado Zulia. Se trataba de formular planteamientos al Gobierno Nacional desde el Zulia para la estructuración de un proyecto real de desarrollo.

Señores, empezaba su disertación con un llamado: tomen en cuenta esto que les voy a decir. Para poder recibir, hay que dar. Y cuanto más das, más recibirás. Recuerden que el Zulia fue y es todavía el estado que más ha aportado al Erario Público con sus inagotables recursos naturales y sus fuentes de riqueza. Sin embargo, los zulianos no fuimos capaces de aprovechar esas fuentes en los años de bonanza, quedándonos pasivos ante la actitud del centralismo; que, poco a poco, se fue apoderando de ellas y nosotros apoyándolo y colaborando siempre más con él, tanto a nivel público como privado.

A este paso, denunciaba, nunca llegaremos a nada: estos recursos del Zulia se invierten por todo el país en activos financieros y en empresas con muy poco ó ningún riesgo y con buenos dividendos, con muy poca generación de empleo y muy poco aporte para la sociedad.

En él, De Benedettis hace un verdadero inventario de fallas, en su nombre y en el del gremio: Acusa al empresariado zuliano de timorato, “incapaz de presentar proyectos en los que se corrieran riesgos”; los acusa de no intentar fomentar empresas que fabriquen productos y bienes de capital mientras fomentan la generación de empleos. Los acusa de haber perdido el liderazgo aún dentro de sus propias empresas “porque su único objetivo por años fue el de producir dinero a costas aún del bienestar social”, porque perdió los lazos con sus trabajadores abriendo campo a los politiqueros en la confianza de su personal.

A su juicio, al empresario sólo le restaba el camino de transformar su conducta, sus metas, su forma de ver el trabajo y la relación laboral. “Necesitamos de hombres dispuestos al sacrificio, al trabajo y al riesgo. Porque un país o una empresa, son lo que sean los hombres que las dirigen y, para que triunfen, necesitan de lideres dispuestos a darlo todo sin egoísmo ni mezquindad”.

Igualmente, cuestionaba con verbo apasionado este regionalismo inútil “que nos hace encerrarnos hacia adentro”. Este, a su modo de ver, debe ser hacia fuera y dejar de lamentarnos. “Tenemos que perder el miedo y valernos de los recursos que esta tierra nos da con generosidad extrema”.

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Aunque su participación en la actividad empresarial fue muy amplia, es la Asociación de Industriales Metalúrgicos y de Minería de Venezuela, actualmente presidida en la actualidad por Alfredo Gibbs, su atalaya para la lucha gremial. A nivel regional, por ejemplo, crea el Capítulo Zuliano, que parece haberse cerrado con su ausencia.

Este podium desde donde lideró verdaderos esfuerzos por transformar el modo de industrializar el estado, es una asociación civil sin fines de lucro, con personalidad jurídica, que agrupa a empresas industriales del sector metalúrgico, metalmecánico y minero, así como instituciones gremiales conexas. Tiene por domicilio la ciudad de Caracas y competencia en toda la república venezolana, y su duración es indefinida.

Oficialmente, su misión es ser una asociación gremial segura, confiable y eficiente de apoyo y soporte a sus afiliados en la tarea de competir en una economía global de mercado mediante el logro de estándares internacionales en materia de calidad, servicio oportuno a sus clientes, tiempos de entrega, organización, gerencia, penetración de mercados, sistemas modernos de información e interconexión electrónica, estrategia tecnológica adecuada, calificación de los recursos humanos y capacidad de negociación comercial en el ámbito nacional e internacional..

Los servicios que presta la AIMM están en consonancia con su misión, destacándose la relación constante con los organismos oficiales y privados, el acceso a publicaciones institucionales, la realización de un boletín informativo diario que presenta las noticias más importantes del sector, de un boletín quincenal donde se refleja las actividades realizadas por la Junta Directiva, los Capítulos Sectoriales de la Asociación, Reseña y promoción de eventos de interés, licitaciones; la producción de la Revista Venezuela Metalúrgica y Minera; la confección del Directorio Metalúrgico y Minero; y la divulgación del Reporte Económico, un boletín mensual donde se analiza temas económicos de interés para los afiliados.

Igualmente, maneja las estadísticas del sector a través de fuentes oficiales, base de datos de la propia Asociación y ofertas explotables del sector; se presta para la canalización y búsqueda de solución de problemas planteados por los afiliados ante los organismos del Estado, ofrece información sobre Licitaciones Nacionales e Internacionales y se pronuncia por la promoción, difusión y defensa de la fabricación nacional

Dentro del Directorio de afiliados de A.I.M.M., Metal-Arte aparece en la categoría de estructuras metálicas.

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Uno siente que en estos postulados podría cifrarse la doctrina empresarial de De Benedettis. Y sus logros como empresario. De hecho, desde su ejercicio como directivo de la A.I.M.M. tramitó algunas de sus propuestas más sobresalientes, como la creación del Ince Metalminero en Maracaibo.

Por lo mucho que le importan, también se ha dedicado a analizar los procesos de formación de las organizaciones gremiales empresariales. “En nuestro país desde muchos años atrás se formaron Cámaras, como las de comercio, de la industria y de los servicios. Fueron creadas por hombres de la época, más que todo del comercio y los servicios, sirviendo de instrumento a unas pocas familias pudientes, muchas de ellas de origen extranjero, que se fueron agrupando para compartir el poder. El legislativo por parte del Estado; y el económico a través de estas Cámaras”.

Por deducción, llega a la conclusión de que estas Cámaras por muchos años no fueron muy accesibles a la clase media.

Quienes detentaban el poder económico sintieron que para fortalecerse como organización requerían una participación más amplia. Y entonces, flexibilizaron sus mecanismos de ingreso sin dejar de tener la sartén agarrada por el mango.

Las primeras Cámaras fueron las de Comercio, primero la de Caracas y, en segundo lugar, la de Maracaibo. Hecho este de profunda lógica si se toma en cuenta que, desde la colonización, en Venezuela se afincó la vocación comercial de su economía, plantada sobre dos pies en una docena de importantes puertos que ejercían actividades mercantiles con los grandes centros mercantiles europeos.

De ellas parecen haber nacido, como especies de apéndices integradas por la misma membresía, las Cámaras de Industriales. “Nacieron a mediados del siglo XX, cuando en nuestro país empezaba la era petrolera y se formaban pequeñas y medianas industrias de producción para abastecer la industria petrolera, la agroindustria y los servicios”.

Estas Cámaras de industriales democratizaron sus conceptos y se hicieron más accesibles a la clase media. Resultaron más liberales; pero sus creadores mantuvieron eternamente el control, básicamente para su propio beneficio, En esos tiempos, y dentro de esos ambientes, no se pensaba mucho en ese prójimo llamado comunidad.

La siguiente narración merece capítulo aparte: “Antes de ser miembro de la Cámara de Industriales, mi industria fue admitida como miembro de la Cámara de Comercio. Ella agrupaba la mayoría del comercio de Maracaibo y tenía muchas

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actividades para sus miembros, a las cuales yo siempre acudía, con el deseo de que algún día se fijaran en mí y me dieran la oportunidad de participar en las decisiones que se tomaban. Pero pasaban los años y no lo conseguía”.

Fue en la década del setenta cuando su primera empresa comercial fue aceptada como miembro activo con derecho al voto.

Empezó a asistir a las asambleas todos los años y “mis derechos se limitaban a esperar que, unos días después de realizadas, el mensajero me trajera el libro de actas para firmarlo y así confirmar las decisiones que se habían tomado”. Esto duró muchos años.

Por su insistencia en asistir a todas las reuniones, “a veces tuve que soportar las miradas y los señalamientos con el dedo índice. Y si no hubiera sido por la obsesión de que algún día todo cambiaría, no creo que hubiera aguantado tanto desprecio.”

Finalmente, salió de las directivas de los gremios por la puerta grande. Y el reconocimiento que le hacen sus colegas, como Giovanni Petrella: De Benedettis desarrolló un inmenso trabajo en el campo gremial, luchando por la defensa de los intereses de los productores en el área metalmecánica, como parte integrante de las entonces llamadas fuerzas vivas del estado; y aún a nivel nacional.

O como Fernando Sánchez, de la generación intermedia entre su padre y De Benedettis, que se confiesa testigo de sus iniciativas de tipo gremial, algunas de las cuales logró por su permanencia en directorios de diversas agrupaciones gremiales por algunos años. Y recuerda que una de sus iniciativas, como zuliano, es que patrocinó la creación del capítulo zuliano de la A.I.M.M., la que motorizó por muchos años. De hecho, fue él quien le dio presencia aquí.

O como Miguel Zambrano, convencido de que “el Ince Metalminero, que tramitó desde su lugar de Presidente del Capítulo Zuliano de la A.I.M.M., funcionó porque Francisco le metió el pecho”. Y reseña que en este centro de capacitación se lograba “una formación de altísima calidad, muy buena”.

Francisco de Benedettis recibió el Mérito Industrial que da la Cámara de Industriales. Y fue nombrado el mejor empresario del año como industrial y como generador de empleos. Definitivamente, cerró este capítulo con broche de oro.

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A juzgar por sus obras

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Cuando hablamos de países desarrollados, dice con voz de confidente, nos equivocamos. Debemos decir pueblos desarrollados.

Y para fundamentar su tesis, echa mano de un ejemplo que, según él, basta. “Mientras se habla de una alta tasa de desempleo, en todos los periódicos del país abundan las solicitudes de empleo y los industriales andan desesperados buscando mano de obra especializada”.

Es preocupante, a su modo de ver, el poco porcentaje de horas académicas que tiene nuestra fuerza laboral. Y lo peor del caso es que los propios trabajadores oponen resistencia a la formación.

Ya hace unos meses, la periodista Zenda Arévalo, que lo ha asesorado por muchos años en materia comunicacional, sostenía que De Benedettis cree fundamentalmente en el adiestramiento, en el desarrollo de las personas por medio del aprendizaje, Por eso, ofreció su ayuda y promovió ante el sector empresarial representado en Cezimar (Cámara de Empresarios de la Zona Industrial de Maracaibo) el proyecto de creación del Ince-Metalmecánico en Maracaibo. Logro que, por cierto, le pertenece.

De acuerdo a las versiones de varios empresarios, la constitución de un centro de capacitación perteneciente al Ince que se dedicara a la formación de mano de obra especializada en el sector metalmecánico y minero constituye la obra más importante de Francesco de Benedettis para la Sociedad Zuliana.

En efecto, logra el primer curso que dicta el Ince Metalmecánico en diciembre de 1991. La gran mayoría de los participantes forman parte del personal de De Benedettis. Y la fábrica se convierte en una especie de Monitor Industrial con la finalidad de dotar a aquellos que saben su oficio, de herramientas didácticas para convertirlos en elementos multiplicadores.

Su personal respeta y acoge con alegría este proceso porque De Benedettis como patrón respeta las relaciones de “a mayor conocimiento, mayor paga”. De hecho, establece las condiciones de superación y reconoce los méritos a la gente.

No es, sin embargo, un interés personal el que motiva su dedicación a promover la especialización del personal industrial. “Debemos entender, ha señalado, que ya somos un Estado de fronteras abiertas, que debe competir con países altamente industrializados y de culturas muy diferentes a la nuestra. De nada nos vale tener la última y más avanzada tecnología, si no tenemos los recursos humanos capacitados

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para operarla. ¿Cómo vamos a poder competir con países como Japón, Estados Unidos o Europa que, además de tener un alto grado de industrialización y automatización, cuentan con un recurso humano técnicamente preparado y con cultura muy diferente a la nuestra? Y esta frase resume su preocupación más sobresaliente.

El INCE Metalminero nace en el Zulia debido a la crónica carencia de mano de obra especializada en el sector Industrial metalmecánico y minero, así como la creciente demanda de personal especializado en los procesos especializados de este sector industrial. Ante su permanente diligencia, el Consejo Nacional Administrativo del Instituto nacional de Cooperación educativa (INCE) decide superar tal situación constituyendo oficialmente, el 19 de diciembre de 1990, el Instituto Sectorial Ince metalminero, en Maracaibo.

Entre los objetivos que se perciben se encuentran:

Promover la formación profesional y el perfeccionamiento de los trabajadores del sector metalmecánico, metalúrgico y minero del país.

Desarrollar el aprendizaje de los nuevos trabajadores del sector, implementando programas al respecto, en sus centros de formación o a través de cursos especiales, dictados dentro de las instalaciones de las empresas.

Asesorar y colaborar con la empresa del sector en los programas de adiestramiento y capacitación de sus trabajadores, además prestarle la asistencia técnica necesaria, en materia de formación profesional, cuando éstas la requieran.

El programa de adiestramiento incluía nueve aulas Teóricas, un aula de dibujo, un taller de herrería, un taller de soldadura, una mecánica de mantenimiento, una de máquinas y herramientas, un laboratorio de electricidad, un laboratorio de tratamiento térmico, un laboratorio de metalografía, un laboratorio de neumática, un laboratorio de oleohidráulica, un laboratorio de CNC, un laboratorio de SIAC, un laboratorio de CAD-CAM, un laboratorio de química, un laboratorio de arena, y un laboratorio de ensayos mecánicos.

Las especialidades obtenidas eran las de Mecánica General y Metalurgia; y se ofrecían cursos de Máquinas, Herramientas, Mecánica de Mantenimiento, Soldadura Universal, Calderería, Herrería, Carpintería Metálica, Electricidad de Mantenimiento, Electrónica de Mantenimiento Industrial, Instrumentación Industrial, Refrigeración y Aire Acondicionado.

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Hay quien dice que este esfuerzo se perdió cuando, por razones de salud, De Benedettis se retiró de la lucha gremial. Hay quien dice que sólo por esta obra merece muchos reconocimientos.

Quizás porque cree en la justicia como uno de los valores fundamentales, también se ha dedicado a honrar a quien méritos merece. Y en una oportunidad creó un premio de periodismo que, bajo el nombre de El Forjador (un tanto evocador de La Forja, el primer taller donde trabajó en Maracaibo), y en forma de estatuilla de bronce entregó durante unos tres años a comunicadores sobresalientes en la divulgación de los temas industriales regionales.

El Forjador era entregado en el mes de enero, en acto especial, tras evaluar el desenvolvimiento de los periodistas locales durante el año inmediatamente anterior.

La primera versión de este premio se entregó en el Hotel del Lago. En el acto, recibió el Forjador Industrial al Mérito Informativo el Diario Panorama en sus 75 años de vida. A los periodistas Zenda Arévalo y Luis Guillermo Cristalino, se les entregaron placas. Y al diario La Columna, placa de bronce.

Y dentro del ámbito comunicacional se convierte también en pionero con un programa radial dedicado a defender los intereses del sector empresarial en general; pero, de manera particular, al sector industrial

Muchos empresarios recuerdan con restos de afecto y evidencias de respeto aquel espacio que él financiaba y dirigía; y que un grupo de periodistas de la región coordinaba y producía.

Cuando habla de eso, se regodea en el recuerdo: “Desde muchos años atrás, era mi inquietud el poder tener al alcance un medio de comunicación para poder transmitir mis experiencias y las de otros hombres con más méritos que yo, a un pueblo que sigue pensando que el empresario es un delincuente de cuello blanco que sólo busca su beneficio”.

El 4 de abril de 1990 empezó a transmitirse el programa radial con el nombre de Opinión Empresarial. Y durante los escasos años que se mantuvo semanalmente en el aire, sirvió de foro a la discusión de los problemas económicos, financieros, empresariales y laborales de todo el país. Todos los congresos, reuniones y encuentros de las Cámaras, de las Asociaciones, de las organizaciones industriales, comerciales, productivas del país eran reseñados en él. De hecho, las Asambleas

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Anuales de Fedecámaras eran transmitidas en vivo y directo desde cualquier parte de Venezuela donde tuvieran lugar.

Fueron particularmente afectos a estas iniciativas los jóvenes industriales recién salidos a la palestra de la producción porque tenían un espacio para sus análisis y sus planteamientos. Dos de ellos, lo han hecho manifiesto, Fernando Sánchez y Fernando Criollo.

En sus tiempos, De Benedettis hizo balances: “El éxito no fue el programa, sino sus resultados. Una vez más, me di cuenta de que para dar no hay que pedir nada a cambio, porque son los resultados los que a uno le van a dar lo que se propone recibir. Esta es un trozo de mi experiencia y pienso que todo el mundo lo puede tener. Se puede pensar que este programa es otro de mis negocios y no es así. Por su causa, cada día me queda menos tiempo para mis actividades empresariales y gremiales. Además, esto ha tenido y tiene un costo al que han ayudado algunos de mis amigos con el patrocinio del programa”.

Opinión Empresarial estaba bajo su dirección personal y se transmitía todos los martes por la emisora La Voz de la Fe, en horario de cuatro a cinco de la tarde. Actuaban como moderadores los periodistas Olly Timmer, Zenda Arévalo, Omer Añez Ramírez, Tomás Aquino Font y Enrique García.

De Benedettis llevaba los invitados, conseguía pautas para colaborar con el patrocino del mismo y servía de enlace. Desde su empresa se transmitía el programa regular. Pero si era necesario se usaba el microondas y se hacían transmisiones directas. Como es el caso de los Congresos Anuales de Fedecámaras. Una vez, recuerda Arévalo, se realizó una exposición industrial en El Poliedro de Caracas. Entonces, él hizo colocar una línea muerta con La Voz de la Fe para transmitir todos los acontecimientos desde allí.

Aunque el deporte que ha amado y practicado toda su vida ha sido el trote, Francesco De Benedetis considera la práctica deportiva como una de las vías para lograr individuos sanos. Y un día le llamó la atención de manera particular un deporte, las competencias de los carritos YMCA. Y le llamó la atención por dos razones; una, el problema de las ruedas de los carros, que eran importadas y no se adaptaban a las condiciones climáticas de Maracaibo. Y segundo, el hecho de que este deporte es practicado de manera conjunta por parejas de padres e hijos.

Siendo un especialista en la fabricación de ruedas, Francesco De Benedettis se lo propuso y lo logró: Fabricó las ruedas de los carritos adaptadas al calor zuliano.

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“Tropicalizó el material de las mismas”. De manera que no hubo más necesidad de importarlas. Y éstas tenían una mayor durabilidad.

Pronto se convirtió en fanático de este deporte que hermana padres e hijos en una competencia. Y se convirtió en Patrocinador de las carreras. Como tal, logró un buen puesto internacional.

El suele hablar del tema: “Cuando no habían importaciones, yo fabriqué las ruedas y las doné. Me involucré en las carreras de Ymca: Meatal-Arte patrocinó unos carros para las carreras Ymca. Ganó la competencia regional, la nacional y logró enviar los corredores a la Internacional en Ohio”.

Todo esto para el beneficio de la generación de relevo “quien puede y va a cambiar el destino de nuestro país”.

Con la misma intención, a medida que fue creciendo como empresario y como persona, Francesco de Benedettis asumió mayores responsabilidades con la sociedad a la que se ha sentido eternamente comprometida.

Un día, cavilando su propia historia, entendió su éxito, su calidad de triunfador. Y de su huella comenzó a extraer los pasos que lo condujeron a ese camino de vencedor. Se propuso entonces divulgar su secreto, ofrecerlo a cuanta persona sintiera la misma fiebre de ser. Como una manera de entregar las armas que por años le fueron útiles en su carrera por llegar a la meta de ser empresario. Y serlo de manera provechosa para sí, para los demás y para la sociedad.

Se dedicó, entonces, a escribir libros contentivos de anécdotas, recomendaciones, métodos de planificación, fracasos personales, proyectos, su filosofía personal, credos, dudas, reflexiones. Y los lanzó al mercado, uno tras otro.

Se vendieron en Cúcuta y en Cabimas. Fueron reseñados en numerosos periódicos y en febrero de 1988 fueron tema de un reportaje en las revistas Bohemia y Fascinación, de la Cadena Capriles.

Un año de peregrinaje por toda Venezuela le cobró la promoción de su primera obra que, como una redundancia, fue un éxito total. Cientos de cartas, llamadas, solicitudes de entrevistas personales fueron el resultado de aquel llamado primario de su primaria producción: “tú puedes, igual que yo pude…” Todos los soñadores del país, y aún más allá de sus límites, se acercaron a él para devolverle el sueño y recibir su energía.

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Su primer libro se tituló Los Caminos del Éxito. Después, surgieron los otros dos: Como Nace un Empresario y La Tercera Oportunidad; en un conjunto que convirtió en serie, bajo el distintivo de La Voz del Triunfador.

En el segundo de ellos, disecciona toda la ruta transitada desde sus comienzos hasta sus logros, con sus penurias, decepciones, engaños, dudas, esfuerzos y pequeños éxitos que lo fueron transformando en un triunfador.

Y en el tercero, ya sobre terreno firme, regala a sus lectores un método para la concepción y constitución de cualquier proyecto de empresa, con planificación, desarrollo de destrezas y pasos a seguir para su alcance y desarrollo.

De Benedettis conserva muchos de los mensajes recibidos después de la publicación de sus libros. Pero es particularmente conmovedor el de una estudiante de Cabimas, llamada Marisela Rodríguez: “Su libro (Los Caminos del Éxito) me ha hecho reflexionar. Le aseguro que sus consejos los tendré siempre presentes, sobre todo a la hora de desenvolverme en el campo laboral…”

Otras cartas de agradecimiento dan cuenta de sus actividades en otros campos. Solía, por ejemplo, ofrecer charlas a grupos que lo solicitaran. Y así fue como desarrolló varias de estas exposiciones a los alumnos de la Universidad de la Tercera Edad.

Algunos de los empresarios entrevistados, mencionaron su capacidad de entrega social. Y se refirieron a los donativos que suele entregar a obras de beneficio colectivo.

Una correspondencia del 30 de marzo de 1988, suscrita por el director del Hogar Clínica San Rafael, hermano Andrés García Rojas, lo confirma.

Estimado amigo y bienhechor:

Mi agradecimiento sincero a nombre de todas las personas necesitadas que diariamente se atienden en el Hogar Clínica San Rafael, asimismo de todos los que hacen posible esta obra.

…que cada día Dios le permita crecer en todos los niveles y seguir realizando muchas obras de bien.

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COMO NACE UN EMPRESARIO

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Las Cinco Generaciones

Francisco De Benedettis

(+), nacido el 3 de enero de 1.880

Michele De Benedettis

(+), nacido el 8 de junio de 1.880

Michele De Benedettis, nacido el 22

de julio de 1.963

Francesca De Benedettis, nacida el 2

de noviembre de 1.987

Francesco De Benedettis, nacido el

14 de junio de 1.937

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Pasaporte de los Sres. De Benedettis

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CAPITULO I

En mi primera obra hablé de todas las oportunidades que nos da la vida; lo noble de la mente y que tan fácil es conseguir el éxito cuando tenemos nuestra mente en positivo. Nuevamente repito que los triunfos en la vida no sólo son materiales, que el verdadero triunfo se concibe al combinarlo con el espíritu, involucrándose uno mismo y los demás. También hablé de que debemos preguntarnos a nosotros mismos si lo estamos haciendo bien; pero siempre con la sinceridad y la verdad por delante, porque si nos engañamos nosotros mismos, ¿cómo pretender que nos crean los demás? Recuerden que muchas veces uno se cae a mentiras que no se las cree ni siquiera uno mismo. Por lo tanto, debemos imponer la sinceridad ante todo.

También en mi primer libro hablé del viernes negro y la bendición que nos envió Dios aquel día. No sé si ustedes comparten conmigo esta idea; pero habrán observado el cambio que hemos tenido. De todas formas, los cambios son como uno los quiere ver y aceptar: si eres positivo tendrás éxito; pero si, en cambio, eres negativo, siempre serás un fracasado. Persisto en repetir las mismas palabras, las cuales nunca fallan: triunfo y éxito sólo se consiguen con mente positiva, trabajo y perseverancia. En el Capítulo VIII de mi primera obra hablé del miedo. Recuerden que éste es el monstruo que todo humano lleva dentro de sí y que este fantasma se despierta dependiendo de uno mismo. Los peligros se pasan con decisión. Si no te enfrentas a ellos, el monstruo del miedo te vencerá y serás derrotado. También me referí a las herramientas a utilizar para el triunfo: sólo un plan y tiempo para triunfar. Cualquier humano dentro de su profesión siempre necesita herramientas, éstas le sirven para planificar y debe recordar en todo momento que el tiempo no es recuperable; cada minuto, hora, día, mes y año que se pierda, perdido está. Y, por último, hablé de la experiencia; recuérdese que ésta no se compra. Cuando uno es joven posee todo cuanto la madre naturaleza le ha dado; pero, al pasar el tiempo, sólo va obteniendo lo que de esta misma has podido sacar: esta es la experiencia.

CAPITULO II

Esta emoción que hoy siento, quisiera que el lector la compartiese conmigo. Siento una gran sensación: es como si volviera a nacer. A los cincuenta años de mi vida, volví a mi tierra natal después de dos años (cuando viajé por la muerte de mi padre, por cuya enfermedad durante aquel año realicé tres viajes, ya que padecía de cáncer y antes de morir sufrió dos recaídas hasta sufrir su última, donde Dios se lo llevó). Desde el año mil novecientos cincuenta y siete fecha en que salí de Italia para Venezuela, después de tantos años y creyendo que las emociones pasadas

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desde mi infancia hasta hoy habían sido las más significativas, me doy cuenta de haber cumplido, a los 50 años, con el último mandato de la vida de un hombre: escribir un libro. Al pisar nuevamente mi tierra, después de innumerables viajes hechos desde el año 62, siento algo nuevo para mi, desconocido hasta ahora. Será la emoción de poder empezar a escribir la segunda parte de mi primera obra y saber que ahora es cuando podré recordar desde mi infancia los pasajes de mi vida; y contar como empieza. Al pisar tierra de mi pueblo natal, desde donde puedo recordar, seguro estoy de que me ayudará mucho el estar en la tierra que me vio nacer. En el segundo día de mi llegada, recorrí la ciudad pasando por la casa donde nací y crecí con mis padres, hablando con los vecinos que -por suerte- todavía algunos viven muy viejitos; y sus hijos, que crecieron conmigo, algunos también emigraron. Los otros ya tienen su propia familia y viven su vida, tanto en la ciudad como en otras partes del país y el exterior.

Al entablar conversación con los ancianitos, vinieron a mi mente muchos recuerdos de mi niñez. Pude recordar mi primera travesura a los cuatro años de edad, cuando mi padre en el año 1941, estando sirviendo en el ejército, le habían dado diez días de permiso y, como yo era el primogénito, todos sus pensamientos eran para mi. Me había traído un carrito de cuerda muy bonito y fue tanta mi alegría, que lo agarré y lo tiré en el pozo. Mi padre sufrió tal desencanto que aun recuerdo la cara que puso; pero ni siquiera me regañó. Al contrario, se repuso del disgusto de inmediato y siguió jugando conmigo; pero, después de cuarenta y cinco años la expresión de su rostro todavía esta viva en mi mente. De allí en adelante, después de aquel hecho, algo pasó en mi carácter, porque nunca volví a destruir o botar un juguete, aunque fueron muy pocos los que recibí después.

Fue en aquella época cuando Italia se unió a Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Después de este viaje de mi padre, a los pocos meses, nació una hermanita, la cual vivió poco más de un año. La muerte de mi hermanita salvó la vida de mi padre, porque él estaba prestando servicio en África, en una colonia italiana. Esto era por el año 1943. Cuando recibió el telegrama que le envió mi madre fue enviado en el primer barco que venia hacia Italia. Pero el barco todavía no había tocado puerto italiano cuando un escuadrón de aviones bombardeó el campamento donde él estaba, matando a todo el regimiento. En aquellos momentos, los aliados estaban ganando la guerra y mi tierra natal pasaba por todos los horrores que ésta produce. Y se graban los recuerdos que a uno le deja, aun siendo niño. Fíjense, a la edad de seis años recuerdo cuando, en plena guerra, muchas veces de noche, el enemigo lanzaba unas luces en el cielo para alumbrar la ciudad. Después, pasaban los aviones y -si había militares- bombardeaban. Para uno, niño al fin, todo aquello resultaba emocionante. Mientras la guerra hacia estragos, mis padres sólo se veían a escapaditas. Por eso, en plena guerra nació mi hermano Arturo, que también le salvó la vida a mi padre; porque fue la última oportunidad que tuvo para regresar a nuestra casa y no volver al frente. Con la

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presencia de mi padre en casa, vivíamos un poco mejor; pero, de todas formas, hubo de pasar dos años más para que finalizara la guerra definitivamente. Y para Italia, que la había perdido, empezaba el trabajo de la reconstrucción, que costó mucho esfuerzo y sacrificio de todo el pueblo. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, yo tenía ocho años. Era un niño que, aún cuando no entendía nada, había pasado por aquellas horribles escenas. Hasta llegué a ver muertos despedazados y, aún cuando mis padres antes de la guerra eran de clase media, después de ésta quedaron muy mal parados, ya que toda mi familia era terrateniente y vivía de la agricultura. Pero cinco años de guerra hacen estragos, más teniendo en cuenta que la guerra la hacen los hombres y estos mismos hombres son los que cultivan la tierra; así que, en estos años, la tierra atendida por mujeres y ancianos, dejó de producir. Además, el país estaba casi destruido.

A esta edad, estudiaba y ayudaba a mi papá cuanto podía; era un niño inquieto y muy rebelde, nunca me gusto perder, recuerdo una travesura que vale la pena contarla. Hasta este momento, no había hablado de mi abuelo paterno, quien -aparte de ser terrateniente- era un industrial del vino y era un viejo que -en aquellos tiempos- cuando el transporte era animal, se daba el lujo de tener una carreta con mulas para transportar el material y la cosecha: una carreta de dos puestos, con un caballo para paseo y, aunque después de la guerra no había quedado bien, todavía se podía dar este lujo.

Una mañana de verano, el abuelo -como vivía muy cerca de mis padres (era época de vacaciones)- vino a mi casa y le dijo a mis padres que nos dejara ir con él a la finca para cosechar higos en nuestra compañía. Mi madre nos despertó. Mi hermano sólo tenía tres años y nos fuimos muy contentos con el abuelo al establo, felices de montarnos en la carreta con el caballo de paseo que él tenia. La noche anterior no sé qué le había pasado al abuelo, porque no guardó la carreta en el establo y, al llegar, lo primero que vimos fue al abuelo muy disgustado, rabioso y de mal gesto. Nos dijo que no podíamos ir a la finca, porque la noche anterior seguramente algunos muchachos le habían quitado las copillas retenedoras de las ruedas de la carreta. Por lo tanto, no podría usarla esa mañana hasta tanto el herrero la pudiera arreglar. Con rabia, el viejo nos dijo que regresáramos a casa, que por la tarde volvería a buscarnos. Todavía no amanecía, estaba oscuro y, dispuesto a irme a casa con mi hermano, regrese al establo, agarré un a cesta de paja, tomé a mi hermano por la mano y, antes de que amaneciera, me recorrí una buena parte de la ciudad y cuanta carreta encontraba al paso le sacaba las copillas, hasta que llene la cesta. Regresé de nuevo a casa del abuelo cantando por lo que había hecho. Mi sorpresa fue que recibí una pela y, después, tuve que regresar por donde había pasado y poner todas las copillas en su lugar. Y, además, pidiendo perdón y excusándose el abuelo con sus dueños. Cuando llegamos a casa, el abuelo me agarró por la barbilla, me levantó y me dijo: “Hijo mío, un hombre nunca debe pensar lo malo. Debe ser honesto consigo mismo, respetando a los demás. Si así lo

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haces, Dios hará que todo te sea devuelto con creces”. Un año después, a mi abuelo le dio pulmonía, se agravó y murió. Es otro recuerdo que todavía me queda, porque como dije antes, yo era el primogénito y también su primer nieto. Por eso, me pusieron su nombre, ya que ésta era y sigue siendo una costumbre en Italia y en la región donde nací. Tratándose del primer nieto, el lector sabrá apreciar lo que esto significa y, como en los años de guerra él era quien cuidaba de mi madre y de mí, cuando murió me hizo mucha falta, porque desde pequeñito me decía que la cantina, o sea la industria del vino que él tenía, después de su muerte debía seguir con el mismo nombre, que debía heredarla y él sabía de seguro que yo no lo defraudaría. En aquel entonces sólo contaba con diez años. Por lo tanto, de aquello sólo me quedó el recuerdo.

CAPITULO III

Después de estos episodios, en mi mente quedaban inquietudes y recuerdos. Sentía algo que iba naciendo dentro de mi, que siendo todavía un niño no lograba comprender lo que era; pero hoy día sí se que dentro de mi se estaba fraguando el yo que ahora soy. Bien, contaré algo sobre mis estudios, aunque no fueron muchos, pero sí muy significativos. En los años de primaria, fui un estudiante de poco rendimiento, pero en matemáticas siempre salía eximido y en los problemas obtenía la máxima puntuación. Saqué el quinto grado, que en Italia es el último de la primaria y, durante los últimos dos años, de mañana asistía al colegio y, por las tardes, por iniciativa propia iba a trabajar en un taller mecánico industrial. Por la noche, hacía mis tareas escolares. Por aquella época, mis padres se mostraban contentos porque me mantenía ocupado; pero, cuando terminé la primaria, les dije que lo mío era la mecánica; que lo que quería era aprender mecánica y estudiar de noche. Entonces, mi padre se opuso y me dijo que sólo me quedaban dos caminos: seguir los estudios o seguir lo de él (agricultura). De allí en adelante empezaron las peleas, que duraron casi un año; y dejé los estudios. Mi padre me quería obligar a hacer lo que él quería, pero poco a poco se convenció que perdía su tiempo y, un día, de mala gana me dijo que hiciera lo que quisiera. Este fue mi gran día: supe que había ganado la primera batalla.

Empecé a trabajar de aprendiz en uno y otro taller mecánico; pero, en aquellos tiempos, a los aprendices no les pagaban nada. Así que los primeros tres años en mi casa se burlaban de mí porque llegaba sucio y ni siquiera podía comprar el jabón para lavar la ropa. Además, no era sólo eso: a mi padre toda la familia lo criticaba porque, siendo yo el primer hijo, era quien debía seguirlo. Y le decían que estaba levantando un hijo para que los demás lo aprovecharan. De todas formas, yo seguía firme en mi propósito: tan pronto empecé de aprendiz, paralelamente comencé a estudiar por las noches. Pero sólo hice el segundo año porque mi amor por la

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mecánica me absorbía todo el tiempo. Tanto lo aproveché que, a los quince años, ya era todo un profesional. Desde el principio me interesó aprender de todo, no me importaba especializarme. Siempre me venía a la mente el pensamiento de que, para dirigir, era necesario saber de todo un poco. Sin embargo, si me especializaba, tendría que estar fijo en una máquina. De este mi modo de pensar saqué mucho provecho. Tanto, que fui uno de los primeros aprendices de aquellos tiempos que empezó a ganar dinero y para ello, hube de cambiar varios trabajos en diferentes talleres y patrones. Hasta que logré lo que quería: aprender un poco de cada uno de mis maestros, ya que cada cambio de trabajo era una experiencia más. Así fue como, en el año de 1953, a la edad de diez y seis años, dirigía -como maestro- un taller que tenía seis trabajadores y todos mayores que yo. Pero, antes de llegar a esto, había aprendido desde hacer y montar la herradura de un caballo, hasta desarmar y armar un motor de automóvil. De cada taller donde fui de aprendiz no puedo decir que era el mejor o el más trabajador; pero, al poco tiempo, era yo quien dirigía. Mientras, la gran batalla que ganaba era ganarme la confianza de mi padre, hasta el punto de que ya se sentía orgulloso de mi y siempre venia a visitarme donde trabajaba. Muchas veces tenia que desplazarse de una ciudad a otra para poder verme.

Contaré acerca de algunos de esos viajes que hacía mi padre: el primer año de aprendiz sólo tenía trece años y el taller donde trabajaba hacía herraduras para caballos. Aparte de esta actividad, el patrón era propietario de maquinarias para sacar el trigo de las espigas y, a la vez, moler la paja para darle a los animales en invierno. Esta maquinaria constaba de cinco piezas: dos tractores que hacían dos funciones; una, era trasladar de una ciudad a otra las demás piezas; y la otra, acoplarse a las maquinas de desconchar el trigo y moler la paja, y a una maquinaria que se pegaba al lado para recoger lo que la primera trituraba y, con un cedazo y movimientos rotativos, separaba el trigo de la paja. Y la última era la que recogía la paja y la empacaba, convirtiéndola en bultos amarrados con alambre. Así que los dos tractores, instalados uno al principio y el otro al final, por medio de poleas y correas, ponían en movimiento el primero, la maquina trituradora y separadora; y el otro, la empacadora de paja.

El patrón alquilaba esta maquinaria todos los años en tiempos de cosecha a los productores de trigo, tanto pequeños como grandes. El tiempo de cosecha duraba de treinta a sesenta días y el sitio de trabajo se cambiaba de ciudad en ciudad y de finca en finca. Todo el tiempo de cosecha cerraban el taller y se iban con toda la maquinaria, como los gitanos, de pueblo en pueblo. Y como la cosecha de trigo se hace en verano, cuanto más fuerte es la temperatura, mejor y más limpio sale el trigo.

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El desplazamiento de las maquinas, cuando la carretera era asfaltada, se hacía de noche, ya que tanto los tractores como la maquinaria eran muy pesados y, además, las ruedas eran de acero macizo, sin gomas. Si el desplazamiento se hacia de día, se hundían en el asfalto. Por lo tanto, a veces se trabajaba durante el día en un sitio, y por la noche se desplazaban a otro para trabajar al siguiente día. Los aprendices éramos quienes atendíamos los tractores y las maquinas de día y durante el traslado por las noches. Por eso, varias veces mi papá se desplazó unos cuantos kilómetros para poder verme. Primero, como buen padre que siempre estaba pendiente de sus hijos y, demás está decirlo, por el orgullo que empezaba a sentir por mí al ver que, a temprana edad, me iba destacando y al tener que reconocer que al principio le costó aceptar mi vocación. Así, por cada día que pasaba y por el estímulo que recibía de mi padre con su actitud, se fue forjando en mí la vocación por lo que más tarde, a los diez y siete años, me lancé a mi primera aventura con un taller propio.

Repetiré algo que escribí en mi primer libro sobre este comienzo, que fue algo resumido. Cuando tuve el primer año dirigiendo el primer taller en aquellos años de 1954, ya en el mercado se empezaban a ver algunas maquinarias que industrializaban la agricultura, como arados para cultivar la tierra arrastrados por pequeños tractores. En mi tiempo libre, como antes comenté que mi padre era agricultor, hablaba de mis inquietudes de fabricar un motor para el arado que podría sustituir el uso de animales para los pequeños productores. Este sería una gran ventaja ya que multiplicaría su rendimiento como por cuatro o cinco veces más; sólo se usarían las carretas a tracción de animales para el traslado del moto-arado a su puesto de trabajo. Y de tanto hablar y hablar con mi padre, lo convencí y al fin me ayudó, tal como dije antes en mi primera aventura.

Cerca de mi casa había un taller cerrado, pero equipado con lo indispensable que yo necesitaba. El motivo por el cual estaba cerrado era que el dueño se había enfermado y, como no tenía hijos varones y se trataba de un taller artesanal, cuando el dueño no trabajaba el taller automáticamente había de cerrarse. Así fue como conseguí una oportunidad que aproveché. Al principio, el dueño no quería alquilarlo; pero cuando le conté cuál era mi proyecto, pude convencerlo e incluso me dijo que, si lo cuidaba bien, no me cobraría nada al principio y así me retiré del trabajo que tenía y la emprendí con el taller. Mi padre puso todos sus ahorros a mi disposición y empecé a fabricar el moto-arado. Al término de cuatro meses, ya estaba haciendo pruebas; pero me hizo falta la experiencia, esa experiencia a la cual hice referencia en mi primer libro. Diré que me sucedió lo mismo que a aquel norteamericano que invirtió toda una fortuna en excavaciones de una mina de oro, pero cuando llego a medio metro del hallazgo, abandonó el trabajo. Al poco tiempo, hubo otro que realizó un estudio y verificó que verdaderamente en aquello sitio había oro; continuó las perforaciones y consiguió el oro a sólo medio metro de profundidad. Exactamente esto me ocurrió a mí por mi inexperiencia. Cometí el

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mismo error que el norteamericano: el moto-arado estaba casi concluido. En la prueba, la falla que tenia era que cuando araba se iba de lado. Por más que insistí no pude corregir la falla. Y ¿saben por qué? Porque no atiné a buscar un técnico o un ingeniero que me prestara ayuda y, por falta de experiencia, lo abandoné: así que esta primera aventura sólo duró cinco meses. Me quedó el remordimiento de que mi papá había gastado todos sus ahorros y, además, había quedado mal; pero algún día le daría la recompensa.

Los 19 años del Sr. Francesco De Benedettis

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Sr. Francesco De Benedettis con los Hermanos

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Certificado de Comunión

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Página escolar y Certificado de notas

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Entregué el taller y volví a ser dependiente. Enseguida, empecé a trabajar; pero llevaba grabada en mi mente la imagen de mi taller. Era como una obsesión y en todo momento pensaba en el moto-arado y lamentaba no haber podido seguir adelante. Hasta que, al pasar un par de años, salieron al mercado unos moto-arados parecidos al que yo había intentado fabricar y fueron un éxito; tanto que, todavía, a pesar de todas las nuevas tecnologías que se han desarrollado, siguen en el mercado.

Después de toda esta experiencia, cumpliendo casi los diez y nueve años, seguía con mis inquietudes, siempre cambiando de taller en taller y en pequeñas fábricas. Fue entonces cuando en los periódicos nacionales apareció la noticia de que solicitaban mano de obra especializada del exterior, de Alemania, Francia y Venezuela. Empecé a pensar en emigrar porque, en aquellos tiempos de posguerra, en Italia la situación económica estaba muy mal y para los jóvenes era peor.

Les comuniqué a mis padres mis pensamientos; pero ellos siempre trataban de disuadirme. Me decían que tenía toda una vida por delante y que aún era menor de edad; pero, para mis adentros, yo seguía con la idea fija de salir al exterior, sólo que todavía no me decidía a que país. Así que continuaba buscando noticias en los periódicos, hasta que en el mes de octubre de 1956 salió de nuevo en la prensa que Venezuela estaba necesitada de mano de obra especializada. Tan pronto como pude hice una solicitud al Consulado de Nápoles; la envié y al cabo de dos meses, mi solicitud fue aprobada; me invitaban a presentarme personalmente para formalizar mi solicitud y fijar fecha de salida. Hasta entonces todo iba bien, ahora faltaba la aprobación de mis padres; primero, porque era menor de edad y para conseguir el pasaporte, necesitaba la firma de mi padre y, segundo, que mis padres no aprobaban la salida del país; ellos se negaban rotundamente; pero, como yo en aquellos momentos en Italia veía muy pocas posibilidades de volver a tener otro taller, empecé a maquinar como salir hacia Venezuela. Como la noticias de italianos que iban a ese país, estaban un par de años y regresaban con dinero, pensé igualmente irme por unos años, regresar y realizar el sueño de mi vida (tener mi propio taller). En vista de la negación de mis padres, no insistí, pero me fui a una agencia, les expliqué el caso y como para ellos era un negocio más, me explicaron la forma de hacerlo y que a última hora mi padre aceptaría.

Entonces tuve que arriesgarme, con los ahorros que tenía adelanté parte del pasaje, me prepararon toda la documentación, me fijaron fecha de salida y el día veinticuatro de marzo me dijeron que si este día mi padre no firmaba el pasaporte no podía salir; como ya todo estaba formalizado, si no salía en la fecha establecida perdería la oportunidad de viajar a Venezuela. Así que debía enfrentar a mi padre. Cuando llegué al mediodía a casa, mi papá aún no había regresado de la finca, entonces empecé con mi madre y de inmediato comenzó la lloradera y la negación, hasta que llegó mi padre. No tuve necesidad de decirlo, mi madre se encargó de

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hacerlo; pero eran las tres de la tarde, llegaron las seis y todavía estábamos discutiendo. Tanta fue la oposición, que para que aceptaran tuve que amenazarlos con irme de la casa, que de igual manera me perderían y que al cumplir los veintiún años siempre me marcharía de Italia.

Fue así como logre ganar otra batalla, mi padre se cambio de ropa y se vino conmigo a la agencia y, finalmente, firmó el pasaporte. Y también tuvo que firmar unos giros para complementar el pago del valor del pasaje. La fecha de salida, el 27 de marzo de 1957; después de haber firmado todo rigurosamente, regresamos a casa. Los tres días que faltaban para la salida fueron los días más terribles que pasé, pude ver el sufrimiento que los padres experimentan por los hijos, más cuando se trata del primogénito. Si el lector tiene hijos, sabe lo que se siente por el primero y lo que se sufre cuando después de haberlo criado hasta la edad de diecinueve años, se va de la casa, como en mi caso, a otro continente; más, después de haber sufrido los horrores de la guerra y muchos de los hombres que salieron al exterior no regresaron.

Para mis padres verme partir al exterior les recordaba el pasado. Así, entre llantos y recomendaciones pasaron dos días. Como la salida era de Nápoles, la noche del 26 de marzo en mi casa se reunió toda la familia para despedirse de mi; aquello parecía un velorio, como si fuera para la guerra sin esperanzas de regresar; pero todos se portaron muy bien, hasta me regalaron dinero, que mucha falta me hacía.

De todas formas, con toda esa tristeza que embargaba a mis padres, yo siempre mantenía una sonrisa a flor de labios y el optimismo que siempre he tenido. Era ya tarde en la noche cuando se fueron nuestras familias, tíos, primos, hasta que nos quedamos solos mis padres y hermanos; ni siquiera cenamos y nos fuimos a dormir hasta la mañana siguiente muy temprano, cuando mi padre me acompañaría a Nápoles. Aquella noche me dormí y no me di cuenta de que mi madre estuvo toda la noche sentada al lado de mi cama hasta en la mañana, cuando me desperté con el calor de su cara pegada a la mía. ¡Que cosa tan grande siento cuando recuerdo aquel momento! Al fin, salimos mi padre y yo para la estación del tren que nos conduciría a Nápoles, donde abordaría el trasatlántico que me conduciría a Venezuela; llegó la hora de despedirse de mi madre y dejar mi ciudad natal, de la cual referiré que está situada a treinta y cinco kilómetros de la ciudad de Bari, capital del Estado, situada en el talón de la Bota, la cual el lector podrá identificar en el mapa anexo. Se llama Corato, con una población de cuarenta mil habitantes, su población vive exclusivamente de la agricultura, especialmente plantaciones de vid de uva y oliva; además de toda clase de frutas y verduras naturales de la región. La ciudad es redonda, tiene un paseo en forma circular de un kilómetro de circunferencia; que, en aquel tiempo, cuando yo salí para Venezuela, delimitaba la

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ciudad del campo. Se encuentra a una altura de doscientos treinta y ocho metros al nivel del mar y a una distancia de doce kilómetros de la costa Adriática. Donde, en época de verano, todos se van a las playas.

En los tiempos de mi niñez, los automóviles de la ciudad se podían contar con los dedos de las manos y quienes los tenían eran los ricos descendientes de familias nobles; todo el transporte y movimiento era a tracción animal, hasta después de la segunda guerra mundial, cuando empezó la era industrial y la mecanización. De allí en adelante, fue dando un cambio tal, que hoy 22 de septiembre de 1987, me encuentro aquí en mi ciudad natal, tengo varios días y no he podido ver lo que fue hace treinta años. Me encuentro que sigue siendo una ciudad agrícola, pero industrializada; en cada casa donde antes había una carreta con un caballo o mulo, ahora hay un automóvil o un camioncito y cualquier tipo de maquinaria agrícola; un ciudadano en pleno progreso y en bonanza.

En este momento, me detengo a pensar en mi patria adoptiva y razono, ¿por qué Italia, sin tener recursos naturales,,en tan pocos años ha podido pasar a ser, de un país endeudado y destruido, a un país reconstruido, floreciente de progreso y bonanzas?; y ¿ por que nosotros los Venezolanos, teniéndolo todo, no podemos ser iguales?

Volviendo a mi salida y a la despedida de mi madre, fue tan dolorosa que tuve que correr y alejarme de ella, mi padre y yo tomamos un bus y nos dirigimos a la estación del ferrocarril, que dista unos diez kilómetros de mi ciudad. Nos montamos en el tren y en cuatro horas estábamos en Nápoles, en el puerto, en el cual a las doce y media del día 27, subí la escalerilla del trasatlántico de nombre Surriendo.

La despedida de mi padre aparentaba ser menos dramática, pero al subir al barco baje a acomodar mi maleta en el camarote, después subí de nuevo y, apoyado a la baranda, distanciado del puerto donde atracaba el barco, por primera vez vi a mi padre llorar como un niño y, cuando quitaron las anclas y la orquesta tocaba la pieza napolitana, titulada Torma a Sorrento, no pude más y, tal como conté en mi primer libro, estuve en mi camarote dos días, apenas comí algo en estos días, hasta que el barco hizo su segunda parada en Barcelona de España. Fue cuando empecé a pasar aquel drama sentimental que había vivido con mi padre, el cual creo que fue más fuerte que la tragedia de mi madre; quizás por el ambiente, o por que en mi subconsciente me estaba dando cuenta como me alejaba de los míos. En esta segunda parada, la cual era precedida de la de Génova, el barco permaneció siete horas y todo pasajero que quisiera hacerlo podía bajar del barco y permanecer en tierra por cuatro horas; así que mis compañeros de camarote, que eran cuatro, me ayudaron emocionalmente y bajé con ellos. Al pasar estas horas y por primera

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vez en mi vida pisar tierra extranjera, volví a mi estado de ánimo natural. Como ellos eran mayores que yo - incluso dos ya habían estado en Venezuela – me fueron de mucha ayuda para mi aventura.

Cuando uno es joven no piensa lo que hace. Como referí anteriormente, mis familiares me regalaron algún dinero, más lo que mi padre me dio. Así, logré reunir una buena tajada, pero nunca pensé que debía hacer mucha falta cuando llegara a Venezuela, ya que en aquellos tiempos no abundaba tanto el dinero. En la primera parada, me gaste una parte, como si fuera de vacaciones. Y, después, como de Barcelona en adelante hubo siete paradas más, cuando llegué al Puerto de la Guaira me había gastado la mitad de los reales que traía. Bien recuerdo que cuando los cambié, lo que me dieron sólo me duraría para sobrevivir un mes.

Volviendo al viaje, después de Barcelona, el barco atracó en la Isla de Tenerife, lo que llaman las Islas Canarias; allí permaneció casi un día, más bien parecía un viaje de placer; después, fue Lisboa en Portugal, donde estuvo casi el mismo tiempo que en las Islas Canarias y así atracó en una serie de Islas, hasta entrar al Océano. Total, que el viaje desde Nápoles a La Guaira duró diez y nueve días; salió el día 27 de marzo y llego al Puerto de La Guaira el día 15 de abril. Era de mañana y aún estaba oscuro; de la proa del barco se observaban los cerros de la ciudad, como un pesebre. Ya todo el mundo tenía su maleta preparada, nos habían anunciado que para las nueve se empezaría el desembarque; de la proa de aquel recordado trasatlántico, el cual nunca jamás volví a ver, ni mucho menos a embarcar, empecé a disfrutar del amanecer; pero, a medida que aclaraba, me fui dando cuenta que el paisaje que antes había visto no era otra cosa que ranchos y pequeñas casitas de material, sembradas en los cerros que circundan el puerto. La impresión que me llevé fue como para no desembarcar y volver otra vez a casa; pero ya esto era imposible, por lo tanto no quedaba otra cosa que hacer más que esperar la hora del desembarque.

Así que, entre comentarios y despedidas de los amigos de viaje, los cuales nunca más volví a ver, poco a poco empezamos a desembarcar, recibidos a bordo por las autoridades venezolanas, hasta que llegó mi turno: me sellaron el pasaporte y con mi maleta me apresuraba a bajar la escalera que me llevaría a pisar por primera vez tierra venezolana. ¡Cuál sería mi sorpresa, que no había bajado todavía el último peldaño, cuando me sentí llamar por mi nombre y la voz me era conocida¡ Levanté la vista, mirando e la dirección de donde venía la voz, pero había mucha gente y quien me llamaba era un poco bajito, no pude verlo de momento hasta que volvió a pronunciar mi nombre, yo iba acercándome con aquella ansiedad que se siente cuando uno se encuentra solo. De pronto, vi a alguien conocido; al fin, en medio de aquella muchedumbre, pude visualizar el rostro del hombre que pronunciaba mi nombre, era un amigo y trabajador que le ayudaba a mi padre en los quehaceres del

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campo; fuimos acortando la distancia, hasta que estuvimos frente a frente y el me abrazó como si fuera un hijo suyo: con el abrazo recobré aquel sentimiento de incertidumbre y también aquella inquietud interior, que me hizo viajar a un país tan lejano de mi tierra natal. Como ya el momento de la sorpresa había pasado, le empecé a preguntar, como se encontraba allí y como sabía que yo venía a Venezuela.

Entonces empecé a recordar el pasado, desde cuando tenia uso de razón, que él y mi padre estuvieron juntos en tiempo de guerra, que igual a mi padre, entre el tiempo regular que tenían que servir y los años de guerra, se pasaron casi siete años sirviendo a la patria; que, por suerte, habían regresado a sus casas al finalizar la guerra. Después de la guerra, regresaron al campo, que como antes referí, estaba atendido por las mujeres y ancianos; el amigo en referencia, siempre le había trabajado a mi abuelo y a la muerte de éste, mi padre que venia de una familia terrateniente, se hizo cargo de lo de el y de lo del abuelo; el amigo seguía trabajando con el todo el tiempo, pero como tenia cinco hijos y en periodo de posguerra todo era más difícil, mi papá lo ayudó en lo que pudo, hasta que después supe que su amigo había decidido emigrar, recomendándole que cuidara de sus hijos, por lo tanto aquella amistad se convirtió en una hermandad y este era el resultado.

Volviendo hacia atrás, el amigo después de abrazo, contestó a mis preguntas, me contó que recibió una carta de mi padre en la cual le pedía este favor; y, aún cuando le había resultado un poco pesado, el se sentía obligado con mi padre; él vivía en Valencia, había viajado en autobús hasta Caracas el día anterior y en la mañana hasta La Guaira. Ya me había conseguido alojamiento en Caracas porque al siguiente día el tenía que estar en Valencia, pues allí tenía un negocio, que por irme a buscar había tenido que cerrar por dos días y yo tenía que presentarme a la Identificación y Extranjería para legalizar mi entrada al país.

Así, después de esta conversación, me hice acompañar hasta la taquilla donde podía cambiar el dinero que cagaba y, una vez hecha la operación, tomé mi maleta y nos dirigimos al terminal para abordar el bus que nos llevaría a Caracas.

En el transcurso del viaje, él me iba explicando más o menos lo que había pasado, que no le había pasado, que no le había sido tan fácil sobrevivir los primeros tiempos y, sobre todo, me recomendó que anduviera con mucho cuidado, porque era muy joven. Me enseñó a reconocer todas las monedas y billetes, explicándome el valor de cada uno y lo que podía comprar con ellas. Así fue pasando el tiempo rápidamente, hasta que empecé a ver otra vez, igual que hoy día, los famosos ranchos en la entrada de las ciudades. Entonces, casi decepcionado, le pregunté si Caracas era toda así. Me tranquilizó cuando me dijo que no, que más adelante cambiaría y, en realidad, al rato comencé a ver edificios. Es más, al

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acercarnos al Terminal de Pasajeros, pude ver la Torres del Silencio, las cuales había visto unos meses antes en una postal en mi tierra y que tanto me habían llamado la atención.

Una vez en la parada del terminal, el amigo me invitó a tomar mi maleta, porque teníamos que caminar hasta la parada de los buses que hacían el recorrido desde El Silencio a El Valle y que estaba al pie de las torres, frente a la Iglesia de Santa Teresa. Hasta la fecha, creo que todavía sigue estando allí. Como joven que era, me daba pena cargar una maleta en pleno centro de la ciudad, pero como no conocía a nadie y mi acompañante era como mi padre, no quise contrariarlo; más bien agachaba la cabeza para que los transeúntes no me vieran la cara; llegamos a la parada y nos montamos en el bus que nos llevaría a la Calle 15 de El Valle, que era una casa donde vivía un matrimonio de mi misma ciudad, el cual yo no conocía, pero ellos si conocían a mi familia. Este matrimonio era joven, con dos hijas que tenían aproximadamente diez y doce años de edad y los cuatro trabajaban en su casa.

Cuando llegamos, me presentó y estuvimos un buen rato conversando. Y eran casi las tres de la tarde, el amigo me recomendó con el dueño de la casa, me hizo unas cuantas recomendaciones más y se marchó a Valencia. Tan pronto se fue, sentí una sensación de libertad, al fin podía moverme solo, sin sentir esa protección que lo hace sentir a uno incapaz; esto no lo digo por desagradecimiento, sino por el instinto de juventud y rebeldía que uno siente a esa edad.

Quedé solo con los dueños de la casa, de pronto me enseñaron un cuarto donde había una camita, luego me dijeron que si era por unos días me podían ayudar; de lo contrario, me lo arrendarían por treinta bolívares mensuales y que la limpieza corría por cuenta mía. Pero, como antes decía, tenía que agradecer el favor. Les contesté que buscaría una habitación en una pensión tan pronto consiguiera trabajo y procuraría que fuera cerca del mismo. Como aquel día de mi llegada al país era Domingo de Ramos, antes de Semana Santa, me tocó, tal como lo referí en mi primera obra, utilizar los tres días hábiles que quedaban de la semana para legalizar mi residencia en el país y ayudar, en lo que podía, a la familia de la casa donde vivía.

El lunes 22 me levanté muy temprano. Como me habían dicho que todos los días en los diarios salían avisos de solicitud de trabajo, fui al sitio donde vendían los periódicos, regresé a la casa y le pedí al dueño que, por favor, me ayudara a leer el periódico, porque yo no sabia nada de español. En cuanto me mostró la cantidad de solicitudes que había, me fui poniendo contento, empecé a buscar yo mismo y palabra que no entendía le preguntaba a él. De pronto, apareció ante mi vista una solicitud de soldadores y el nombre de la empresa solicitante era Taller Bari. Enseguida, le pregunté al dueño de la casa donde era la dirección y que bus debía tomar para llegar. Una vez que me explicó, como era tan fácil por la dirección que

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me dio, salí en seguida, le saludé para despedirme y caminé hasta la esquina; tomé el bus y sólo a quince minutos, me estaba bajando frente al Cine Arauca, en la avenida Nueva Granada; caminé una cuadra bajando siempre por la avenida hasta la esquina de la Calle Rosales que comunica la avenida Nueva Granada con la Prado de María y, al cruzar en la primera esquina, conseguí la referencia que me había dado el dueño de la casa, la panadería Roma y al lado estaba el Taller Bari.

Llegué y fui directo a la oficina. Al mirar a quien iba a atenderme, me di cuenta no sólo que era italiano, sino que era de un pueblo vecino al mío. Como estaba muy urgido, me preguntó si podía hacer la prueba al momento; así fue como a la media hora, ya tenia la buena nueva, el trabajo era mío. Me ofrecieron doce bolívares y los acepté; me preguntó si podía empezar enseguida, por lo tanto trabajé todo el día hasta las seis de la tarde. Me sentía contento, ya contaba con un trabajo, por lo tanto podía ir a la casa y decirle al dueño que me iría al día siguiente. Porque no sólo había encontrado trabajo, sino también donde vivir al lado del taller, que había una quintica donde vivía gente de mi pueblo. Así, la suerte estaba de mi parte, cuando salía del trabajo, el dueño del taller me dijo que al lado vivían unos paisanos míos; asomándome a la puerta pregunté quien era paisano mío. Salió uno y pregunto quien era yo y, por poco, resulta que éramos de la misma familia. Entonces, al contarle que había conseguido trabajo al lado, me ofreció si quería vivir allí. El tenía una habitación que podía compartir conmigo, ya que para él era demasiado pagar cincuenta bolívares mensuales. Así que acepté y, al día siguiente en la mañana, agarré mi maleta y le di las gracias al dueño de la casa donde vivía. Tal como les he contado, encontré al mismo tiempo trabajo y vivienda

Tal como conté en mi primer libro, empecé igual que en mi pueblo, cambiando de un taller a otro, pero esta vez no era para aprender, sino para superar el salario, hasta que conseguí trabajo en el Taller La Salle, que estaba situado en el callejón de la esquina del Cine Rosales, siempre en la Nueva Granada y a tres cuadras de donde vivía. Este taller fabricaba maquinas para reencauchar los cauchos de automóviles y camiones, con sus respectivos moldes de aluminio, que son los que forman los dibujos a los cauchos. En este taller hice de todo, desde tornero y ajustador hasta soldador, pero como de soldador se ganaba más, me quedé soldando en este taller; me fui superando y a los pocos meses estaba ganando veintidós bolívares; así que todo me iba bien, sólo que por mala suerte o quizás por lo contrario, cayó la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, por cuya causa la economía del país se fue desmejorando y tenía tres meses sin recibir un bolívar de aumento.

Era el mes de abril de 1958. Desde unos meses atrás, entre compañeros de trabajo y amigos, hablábamos de Maracaibo, la tierra del petróleo, donde había mucho dinero, pero que hacia mucho calor. En aquellos tiempos, todos los emigrantes que llegaban a Venezuela, en su gran mayoría se quedaban en Caracas y

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el resto se iba a ciudades no muy lejos de la capital, donde el clima no era muy fuerte. Así fue que, como con este sueldo estaba estancado y, además, el panorama no se veía muy bien, empecé a pensar seriamente, diciéndome para adentros, que Maracaibo era caliente e iban menos emigrantes, seguro que debería haber mejores sueldos. Así que no tuve que pensarlo dos veces, el 28 renuncie a mi trabajo, el día 30 me fui al terminal con mi maleta, compré un pasaje y a las diez de la noche me monté en una camioneta, de las llamadas Julietas, de Expresos de Occidente y la cual me conduciría a la ciudad de Maracaibo.

CAPITULO IV

Aquí comienza la gran aventura. Nunca me pasó por mi mente que, para llegar a Maracaibo, se necesitaban diez y nueve horas. El recorrido fue por todos los pueblos de la ciudades que se encontraban del centro hasta el occidente del país y, nuevamente, pasó por mi mente el regresar a mi pueblo. Cada vez que entrábamos en una ciudad y se repetía el espectáculo de los ranchos; cuanto mas nos alejábamos de la capital, peor era todavía el panorama.

En el trayecto del viaje, muchos pensamientos me asediaron, era como un remolino, pero sin ninguna definición. Al fin, eran casi las siete de la noche del día 1 de mayo, cuando llegamos al atracadero del ferry en Punta Iguana (Palmarejo). Desde allí, la camioneta subió al ferry y, en cuarenta minutos, estábamos al otro extremo del lago; en el atracadero de la ciudad de Maracaibo (en La Ensenada, donde están actualmente los bomberos) , sitio este donde hoy día se ubican, para la descarga, los grandes buques graneros en el Puerto de Maracaibo.

Desde Palmarejo, como ya estaba anocheciendo, empezaron a encenderse las luces y comencé a ver algo que en todo el viaje no había visto, lo grande y extensa que se observaba la ciudad de Maracaibo. A medida que la vista iba abarcando la extensión de la ciudad, la confusión de pensamientos que traía durante el viaje desde Caracas fue desapareciendo como por arte de magia. Cuando, poco a poco en la cola, la camioneta se iba acercando al ferry hasta montarse en él; al fin, ver como se distanciaba de la orilla y al final el viaje a la otra orilla para después pisar tierra firme.

Durante el trayecto, disfruté bastante en medio del lago, viendo aquel panorama que se presentaba ante mis ojos y que me era desconocido; pero que tan pronto tocara tierra, empezaría para mi tan deseada aventura. El trayecto se me hizo largo, pero al fin el ferry soltó su pitazo al aire, haciendo un estruendo, lo cual

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era la señal de llegada al atracadero. Como el Terminal de Transporte de Occidente, o sea las oficinas, estaban en la avenida El Milagro, al lado del Hospital Central, al bajar del ferry apenas tuve que rodar dos cuadras, allí pude bajar y comencé a buscar la dirección de un compadre, la cual me habían enviado mis padres de Italia.

Tome mi maleta y contraté un taxi, le di la dirección y emprendí el viaje. No recuerdo muy bien la dirección, se que era detrás de la Iglesia de la Chiquinquirá, como a tres cuadras y a una cuadra del Cine Principal. Lo que si recuerdo bien es que el trayecto duro como diez minutos. Eran pasadas las ocho cuando llegue a la dirección. El compadre no estaba, pero como era un abasto, estaba abierto. Al bajarme, despedí el taxi y, al saludar al hombre que estaba al frente del negocio, me presenté y a la vez el hizo lo mismo, diciéndome que era el cuñado de mi compadre, que pasara y dejara la maleta, que el no demoraría. Así que, como era tarde y estaba solo, empezamos a intercambiar palabras e ideas. Al poco tiempo, cerró las puertas del negocio y al fin terminamos conociéndonos. Sólo que, como el tenia quince años mas que yo, no habíamos tenido oportunidad de relacionarnos en nuestra tierra natal. No pasó mucho tiempo cuando llegó el compadre. El se sorprendió porque, como yo no le había escrito a mis padres diciendo la fecha de mi salida, él no sabía que llegaba, porque mi madre le había dicho que yo pensaba viajar a Maracaibo, pero ni siquiera era definitivo; así que me dio un abrazo de bienvenida, advirtiéndome que la situación no estaba bien y que el pesaba que en Caracas me sentiría mejor.

Con todo y la bienvenida que me dio, yo no me desanimé y seguí hablando, le llevaba la corriente en su conversación, pero siempre con una idea fija: “Vengo en busca de fortuna y la conseguiré”.

Entre charla y charla, se hizo tarde y como ellos se preparaban la comida, yo les ayudé; cuando terminaron, como yo estaba cansado por el viaje, les pedí un rincón donde dormir, y descansar, así que me lo indicaron y también me enseñaron una esterilla que podía usar, hasta la mañana siguiente que pudiera comprar una cama.

A la mañana siguiente me desperté muy temprano, por ser la primera vez que había dormido en el piso y por el pensamiento de buscar trabajo; por lo tanto, de nuevo repetí lo que hice al llegar a Venezuela, compré el periódico y salí en busca de trabajo. Con una diferencia, ahora ya sabía hablar un poco el español y así se repitió la historia; conseguí trabajo el mismo día, sólo que por lo que me sucedió, no pude comprar ni siquiera un colchón. Por el hecho de haber salido temprano de la casa y haber caminado todo el día, hasta las cuatro de la tarde cuando regresé a casa, llevaba el cuello lleno de vejigas, la cara y los brazos de igual forma, por el sol que inclemente ardía; estaba cansado como un buey. Ese día, caminé desde la

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dirección que antes mencioné, cerca del Cine Principal, hasta la avenida de El Milagro, por donde hoy día esta el Instituto de Canalizaciones; en ese dirección estaba ubicada una empresa que se llamaba Taller Omega y fue allí donde conseguí trabajo para el día siguiente.

Me levanté muy temprano al siguiente día y me fui al trabajo; eso sí, caminé por la calle Ciencias hasta El Milagro y allí tomé un carro por puesto hacia donde estaba el taller. En esta empresa, trabajé sólo una semana porque el patrón cuando me empleó, me preguntó cuanto quería de salario y yo le respondí que cuando me viera trabajar el mismo podría decidir el valor de mi trabajo. En esta semana me enteré por los otros trabajadores, los cuales todos eran italianos, que el patrón era de aquellos que todo lo quería para él; imagínense que había hombres que se desempeñaban bien en su oficio y ganaban apenas veinte bolívares diarios; así que como había dado mi palabra, tuve que esperar hasta el sábado cuando me pagaría. No fue una sorpresa cuando el patrón me salió con diez y ocho bolívares diarios. Al pagarme, preguntó si estaba de acuerdo, a lo que le respondí que si para el lo que merecía era eso, yo no era quien le podía hacer cambiar de idea; por lo tanto, como yo no estaba de acuerdo y sabía que no me pagaría lo que aspiraba, le dije que no contará conmigo el lunes, porque lo que me estaba pagando era una miseria. Con esta respuesta, el se alteró y no me quedó más remedio que dejarlo e irme.

Después de haber dormido una semana en el piso, sólo con la esterilla que me prestaron donde vivía y, por el hecho de que en el taller donde trabajaba aparte de lo poco que pagaban, que todavía no se aplicaba la Ley del Trabajo, se empezaba a las siete de la mañana hasta las doce y de la una hasta las seis; por eso, la cama la pude comprar el sábado. Después de todo lo que he contado, falta algo más que me sucedió donde vivía: el compadre tenía casi la misma edad de mi padre y el cuñado era pocos años menor que él, así que yo era el menor, estaba por cumplir veinte años. Bien, desde la noche de mi llegada de Caracas, me habían invitado a cenar con ellos y aún cuando yo de preparar comida no sabía nada, y además no estaba acostumbrado a esto porque en el año que viví en Caracas siempre había comido en restaurantes; por no hacerles una descortesía, les acepté. En aquella semana cuando regresaba del trabajo, como era el ultimo en llegar, el compadre por ser mayor se sentía con derechos sobre mi y, aparte de ayudar a hacer la comida, quería que todas las noches le lavara los platos. Así, el sábado, cuando llegue a la una y como él trabajaba hasta la tarde, le dije al cuñado que me iba, me pregunto la razón, pero no le dije nada; como ya había conseguido donde ir, llamé un taxi y me marché.

Como había conocido un pariente lejano, éste me ayudó a conseguir una habitación donde vivir, que estaba al lado del Hospital de Niños, ese mismo sábado me instalé. Era en la casa de una anciana que vivía sola. La señora me tomo cariño

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desde el primer día, tanto así que me ofreció prepararme la comida y, como me la había recomendado mi pariente, también acepté, porque me di cuenta que ella era pobre y con esto se iba a ayudar.

CAPITULO V

Así, amigo lector, como podrá deducir de mi relato, la vida de emigrante no es tan agradable; si uno no tiene ninguna meta, olvídense que aguanta todo lo que le pase. De todas formas, mi propósito era que si había viajado de tan lejos no podía regresar con las manos vacías; por lo tanto tenía que seguir adelante. Pasó el fin de semana y el día lunes repetí la misma odisea de la semana anterior; esta vez conseguí trabajo el día martes y el miércoles empecé a trabajar era en el Taller La Forja, ubicado siempre en la avenida El Milagro, frente al Instituto de Canalizaciones, un taller mucho más grande que el primero, donde habían más de cuarenta trabajadores. El patrón era un español de nombre Bórraz y el jefe, un italiano de nombre Américo; por suerte les caí bien a los dos y en la prueba a la cual sometieron, me dieron un sueldo inicial de veintidós bolívares, pero me prometieron un aumento al mes, así que acepté y al mes ellos cumplieron con el aumento, aunque no fue muy satisfactorio, pero cumplieron. Lo mejor que me paso allí fue que, como ya dije antes, yo sabia hacer de todo y como el taller era fabricante de ventanas, puertas, barandas y balcones de hierro y aluminio y tenía buena maquinaria, el español me olfateó y me encargó del mantenimiento. Como era un zorro viejo que conocía bien su oficio, a su lado aprendí mucho.

En los diez meses que trabajé con el español, comprendí que aparte de los tres aumentos que recibí, los cuales habían elevado mi salario a veintiocho bolívares, había conseguido sacarle experiencia al español, ya que aparte de ser herrero conocía a fondo la mecánica industrial y era un forjador artístico; tanto que cuando se retiró por su edad, se dedicó a fabricar lámparas forjadas, en un tallercito que él solo manejaba y lo hacía por hobby.

Repito que, en los diez meses que trabaje en el taller La Forja, al cuarto mes me sucedió lo que a cualquiera le puede pasar: un día con una mala pisada me salio una hernia y tuve que operarme; cuando fui al seguro social a reconocerme, el médico me diagnosticó y me dijo, que no era peligrosa y que no había urgencia para la operación; pero yo, asustado, quería operarme cuanto antes, así que le pedí me diera la orden de hospitalización; cumplió con mi petición y me la dio para el Hospital Chiquinquirá. Aquella noche cuando llegué a casa le conté a la viejecita que a la mañana siguiente me hospitalizaba, porque ella era la única persona que me había tomado cariño en Maracaibo. Además, no contaba con amigos verdaderos.

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Como a la edad de diez y seis años había tenido otra operación y había sufrido mucho, aquella noche no dormí y, a la mañana siguiente, me levanté muy temprano. La vieja me alentó sentimentalmente como una madre y me fui calmando, hasta las ocho cuando tomé una bolsa, puse mi pijama y me marché al hospital. Me dieron entrada, pero como no había cama disponible no podían operarme; así pasé cinco días en cama prestada, hasta que se desocupara una para mí y al sexto día me operaron. Hasta aquel día, nunca había pasado una tarde tan triste, porque me operaron en la mañana y, ya en mi cama, la cual estaba en una habitación de cuatro, a las tres de la tarde empecé a sentir los dolores, cuando me iba pasando la anestesia y, a las seis de la tarde, cuando entraba la visita, los dolores de la operación se unían a la tristeza al ver que los enfermos de las otras camas tenían visitas de familiares y amigos y yo estaba solo. Les digo que, verdaderamente, cuando uno esta en un hospital es cuando se siente la ausencia de los seres queridos y es entonces cuando notamos el peso de la soledad. Por lo tanto, en esos momentos hace mucha falta la familia y los amigos. De todas maneras, el segundo día lo sentí menos y el tercero, como me dieron de alta, me fui a casa. Después de esta operación, me di cuenta que estaba solo, los amigos solo se ven cuando uno está bien, lo que cuenta es la familia; hasta la vieja de la casa, que me había mostrado cariño, ni siquiera me había ido a ver. De todas formas, estos pasajes de la vida son los que dan temple y endurecen a uno y así vamos adquiriendo la madurez que ayuda a conocerse a uno mismo y de lo que es capaz. Al salir del hospital y llegar a casa, en la noche me vino a visitar un amigo que había conocido a los pocos días de haber llegado a Maracaibo, de nombre Rocco, que por cierto fue uno de los pocos amigos que verdaderamente tuve; éste fue dependiente de mi taller y, como trabajaba para mí, la amistad continuó como por diez y siete años, hasta el año 1979, cuando por un disgusto a causa de un bono de fin de año, se alejó de mí y montó su propio taller. Esto fue para mi una desilusión, porque cuando tuve mi primer taller, él tenía un tío que estaba sin trabajo, al cual ayudaba a sostener; entonces me pidió que le diera una mano y le di trabajo; después le di trabajo a él; más tarde cuando trajo el padre a Venezuela, también al padre le di trabajo; y, por ultimo, trasladó a Venezuela a la familia de su hermana, formada por su marido, dos hijos varones y una hembra; también al cuñado tuve que darle trabajo y a los dos hijos. Lo peor de todo esto fue que, al separarse, estuvo hablando mal de mí. Estimado lector, esto es el empresario.

Parece que he alargado un poco más de la cuenta lo referente al amigo Rocco. Aquella noche, con su compañía, me había sentido mejor; pero como no podía caminar, los otros pocos días de reposo que siguieron me sentía aburrido, tuve que ir al médico para que me reintegrara al trabajo porque, para mí, el trabajo era lo más importante en la vida. Así que después del reintegro fueron pasando los meses, hasta que volví a sentir la inquietud que toda la vida había tenido. Con aquel sueldito no llegaría nunca a nada; por lo tanto, debía buscar algo más. Con este pensamiento, tomé una decisión. Como ya tenía diez meses en el mismo lugar sin

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haber buscado otro empleo, un día llegue al trabajo, me fui directo a la oficina y le dije al español que renunciaba porque aspiraba a ganar un sueldo mejor y que, además, mis aspiraciones eran tener algo propio; entonces el viejo me hizo algunas proposiciones, como para retenerme, pero, como no m ofreció lo que yo esperaba, se convenció que no podía retenerme; así que mandó a preparar mi liquidación y, como él pensaba que volvería, me trató bien en el pago de mis prestaciones, porque la oferta que me hizo fue de treinta bolívares, que para aquel entonces, cuando en Venezuela se asomaba la primera crisis, no era mal sueldo y, además, nadie dejaba su trabajo.

CAPITULO VI

Después del retiro del taller La Forja, pasé unos días sin trabajo, pero siempre buscando y no a la aventura por el periódico, sino por medio de conocidos y amigos, hasta que después de cuatro días, en la noche, reunido con unas amigos en el Paseo Bella Vista, frente a la estación de servicio American Bar, un amigo me recomendó un trabajo en un taller de unos españoles que estaban fabricando unas carrocerías para camiones repartidores de refrescos y que estaban necesitando profesionales en este tipo de fabricación. Aún cuando no era mi especialidad, al día siguiente me presenté a dicho taller, el cual estaba situado en la calle 66, número 9B-45 y me recibió uno de los dueños. En la entrevista que me hizo, me di cuenta que no era del oficio; en cuanto al taller, este era pequeño y su apariencia era de mala muerte; pero como me interesó el sueldo, acepté y al día siguiente empecé a trabajar, con un salario de treinta y cinco bolívares diarios. Habían pocos trabajadores y, entre ellos, había un italiano que trabajaba las carrocerías, las cuales hacia por contrato; así que me tocó hacer otro trabajo y, como ya referí, uno de los dueños, el que había conocido, sabía muy poco del oficio y el otro no sabía absolutamente nada de lo que hacían. Fue entonces cuando me di cuenta que allí podía hacer algo. Lo que más llamó mi atención fue la denominación comercial; ésta no se asociaba en nada con sus dueños y hasta les quedaba demasiado grande, le llamaban Taller Técnico Industrial; pero, en realidad, ninguno de los trabajos que de él salían, le hacia honor a ese nombre. Como anteriormente referí, estos señores (los dueños) uno de ellos era sastre de profesión (de los malos); el otro era en su tierra profesor universitario, pero ninguno de los dos, en lo que llevaban de vida, habían ejercido su oficio. Como uno de ellos era sobrino de una religiosa y ésta ocupaba el cargo de directora en un colegio muy importante, esto servía de trampolín y por ello llovían los trabajos en el taller, todos por influencia; por lo tanto, él se encargaba de las relaciones públicas y cobranza; de hecho nunca estaban en el taller. Aparecía los viernes cuando traía el dinero para pagar a los obreros y, a veces, hasta el próximo viernes no se le volvía a ver.

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Estaba pasando por alto algo muy importante, esta fue la fecha que empecé a trabajar, era el 8 de marzo de 1959. A propósito de fechas, no sé que me pasó, pero en mi obra anterior omití el año 58 y, analizándolo bien, me he percatado que desde hace varios años, vengo repitiendo el mismo error.

Voy a retroceder para seguir contando algo de mi amigo Rocco: después que salí del hospital, nos hicimos buenos amigos y al poco tiempo conocí a unos paisanos de su mismo pueblo y, entre ellos había un barbero; este fue el que me hizo el corte de pelo por muchos años. Como también nos hicimos muy amigos, me ofreció un puesto para dormir en la habitación donde él dormía, en la parte posterior del local de su barbería y, como el cambio me favorecía, decidí mudarme. Fue en la calle Ciencias, al lado del Hotel Florida y a dos cuadras del hotel Granada, los cuales desaparecieron con la construcción del Paseo Ciencias. Cuando dije que me favorecía el cambio, era pensando que para ir al trabajo en la avenida de El Milagro, al Taller La Forja, desde donde vivía, cerca del Hospital de Niños, tenia que caminar más en la mañana para tomar el carro por puesto, ya que la parada estaba donde hoy esta el correo. Al cambiarme de casa, con el barbero, al poco tiempo tenía muchos amigos y la mayoría eran del pueblo de Rocco; pero como la pieza era muy pequeña, duré poco y uno de los amigos me ofreció una habitación en una casa que él tenía alquilada en la calle de El Milagro, a solo dos casas del Santuario donde apareció nuestra Patrona de Maracaibo, la Virgen de Chiquinquirá (llamada La Chinita). Para entonces, ya no trabajaba en el taller La Forja. Tenía un año y varios meses en Maracaibo. Entre mis amigos había uno que era músico, tocaba el acordeón, pero trabajaba en una carpintería y, como ganaba tan poco no podía comprar el instrumento. Como era un buen muchacho y se había hecho un buen amigo, le dije que yo compraría el acordeón y se los prestaría por las noches, con la condición de que me enseñara a tocarlo. Eran los años de juventud, sin pensarlo dos veces, como había ahorrado algún dinero, compré el instrumento. Era usado y me costó ochocientos bolívares. Así comenzó una aventura, yo le prestaba el acordeón a mi amigo y el me enseñaba a tocarlo; pero al pasar un par de meses tuve que acompañarlo de noche a donde iba a tocar, porque como le gustaba tomar, empecé a notar que no cuidaba el acordeón. Esta vida no la podía continuar, porque a veces tocaba toda la noche y había dejado de trabajar en la carpintería; otras veces, regresaba a las tres de la mañana y no podía seguir cuidando el acordeón, le ofrecí vendérselo; pero como él no tenía dinero, para no perderlo tuve que salir de él. Así que hice un cambalache con un carro, mi primer carro marca Chevrolet modelo 48. Entregué el acordeón y trescientos bolívares por él.

Tenía veintidós años, la vida empezaba a sonreírme; en la casa de la calle El Milagro duré sólo seis meses, la dueña era una vieja y a mí, en aquellos tiempos, me vino a la mente una idea y, como no contaba con capital, la quería realizar como fuera. Empecé a comprar, con lo poco que tenía, herramientas y equipos que instalaba en el cuarto donde dormía. Cuando la señora empezó a sentir martillazos y

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veía salir humo, le pidió al amigo mío, quien era el que tenia el contrato, que le sacara eso de la casa o la desocupara. Así fue como por falta de capital y madurez, no pude realizar lo que hubiera sido una oportunidad; la idea en referencia era la siguiente: en aquel año estaba de moda, para los zapatos de mujer, el tacón muy alto y, como el amigo de la casa era zapatero, le dije de mi proyecto para fabricar el tacón de aluminio. De esta manera, de un tacón de madera, hice el molde para el vaciado de aluminio fundido; compre un crisol, una bombona de gas y fabriqué yo mismo el quemador para calentar el crisol y así poder fundir el aluminio. Esto me ocupó más o menos por cuatro meses; así, que al principio eran ruidos de limas y martillos, pero cuando empecé la fundición que era ya el final, fue cuando la dueña de la casa nos mando a desocupar; de modo que paralicé todo y perdí lo que había invertido. Seguí viviendo allí unos meses más; pero la vieja insistía en que debía sacar todos los corotos.

Como diagonal a la casa vivían unos paisanos, les pregunte si había cupo para mí y como me respondieron que sí, me mudé; pero ya la idea del tacón me había pasado y, además, como ya tenía carro, empecé a pensar en una casa que no fuera en el centro y que tuviera garaje; en esta forma alquilé una casita en la avenida Los Haticos. Allí me fui por primera vez a vivir solo y allí permanecí hasta que me casé.

CAPITULO VII

A los pocos meses de trabajar en el Taller Técnico Industrial, hubo cambio de personal, el trabajo de las carrocerías de camiones refresqueros se lo habían cancelado; por lo tanto, sólo se quedaron con tres ayudantes. Por mi parte, poco a poco, me había ganado la confianza de los dueños. Como antes dije, ya en el año 60 se empezaban a sentir los efectos de la primera crisis que sufrió Venezuela. En la forma como venían trabajando, ya no podían continuar, porque aunque tenían muchas influencias, como los trabajos eran escasos, empezaba la competencia y si no se trabajaba bien, por mucha influencia que se tuviera, el trabajo podía faltar. De tal manera que, poco a poco me, fui encargando de la producción y el taller empezaba a mejorar su economía; porque como yo referí, los dueños no sólo no conocían el oficio, sino que lo peor que tenían era que no sabían tomar una medida y, como lo que se producía eran trabajos de herrería para la construcción, aún cuando se trabajaba con planos, también se tenían que controlar las medidas en la obra; pero, como quien tomaba las medidas hasta entonces era el mal sastre, cuando se entregaban los trabajos casi todos estaban fuera de medida; por ello casi siempre eran devueltos y tenían que ensancharlos o recortarlos, según el error, en vista de que me iban solicitando, les fui pidiendo que me dejaran controlar las medidas, porque si el lector es un profesional, sabrá el disgusto que uno siente cuando ha terminado un trabajo y se lo devuelven por no cuadrar con las medidas;

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aun cuando se pueda arreglar, nunca queda bien y aunque uno no es el dueño del taller, siente, como profesional que el trabajo ha quedado mal

Lo lamentable es que quien carga con todas las críticas es siempre el trabajador. Bien, como antes dije, me fui ganando la confianza, tanto fue así, que el sastre empezó a ver que el negocio estaba produciendo dinero y, como él era el administrador, le comenzó a jugar al otro socio y al cabo de un año, yo controlaba todo, desde el presupuesto hasta la entrega de los trabajos y él solamente se encargaba de cobrar y administrar; pero como sabia que yo me daba cuenta de cómo administraba, él trataba cada vez más de ganarme dándome su confianza y yo le seguía su juego.

Por el año 71, las relaciones entre los dos socios ya no iban bien, el profesor se había dado cuenta de cómo administraba el socio; pero como del taller los últimos dos años él apenas había recibido un pequeño sueldo, lo que hizo fue conseguir un empleo en el colegio donde estaba trabajando su tía religiosa y prácticamente abandono el taller, lo que el sastre aprovechó para administrar a su antojo.

En el año 62, cuando por primera vez en Venezuela se hacia sentir la crisis, cada día había menos construcciones y los trabajos escaseaban; habíamos quedado tres trabajadores. En realidad, lo poco que daba el taller era para pagarnos a nosotros, fue entonces cuando el español me dijo que el me ayudaría si yo estaba interesado en comprarle la mitad del taller al otro socio; le conteste que no tenia dinero y me dijo que eso no era problema, ya que él se encargaría de hablarle al socio, que le podía pagar de acuerdo a lo que pudiera y que al negociar, el me liquidaría los tres años y, con algo más de dinero, podría hacer el negocio.

Pensé que ésta era la oportunidad; aunque la situación estaba mal, casi no había trabajo, porque estábamos en plena crisis, le pregunté a cuanto ascendía mi liquidación y saqué cuenta de que, entre la liquidación y los ahorritos que tenía, apenas llegaban a tres mil bolívares; cuando le mencione la cantidad me dijo que al día siguiente hablaría con el socio y estaba seguro que haría negocio.

Pasaron dos días, cuando llegó a la mañana del tercer día, me refirió que vendría el socio y que él ya le había adelantado algo, sólo faltaba que yo le hiciera la oferta y llegar a un acuerdo. Así que, a media mañana llego el socio, después de hablar entre ellos, se enfrascaron en una discusión acalorada; poco a poco me fui acercando y, a medida que me acercaba, se iban calmando, hasta que entré en la oficina e intervine en la discusión. Como el profesor no quería saber nada más del taller, solo tuve que asomar el deseo de comprar y, como en aquel tiempo, con aquella crisis nadie compraba, me respondió en seco que le hiciera una proposición; pero yo me

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dije para mis adentros ¿con que dinero? Para no comprometerme le contesté que, como él era el vendedor y dueño, era quien debía saber el valor de su negocio, por lo tanto, si el tenía interés en vender y yo en comprar podíamos llegar a un acuerdo favorable para los dos. Le hice ver la situación de país y que lo poco que tenía lo iba a invertir arriesgándome. Por lo tanto, esperaba me diera un precio razonable, así que tuve que insistir mucho, al fin me dijo que por la cantidad de veinticinco mil me vendía su parte, que este precio era muy bueno, que él vendía porque en realidad no le interesaba más estar de socio. Entonces, le pregunté que si en dos años había ganado esa cantidad. Como yo sabia que me diría que no, aproveché el momento y le hice una oferta de veinte mil, que le daría tres mil en el momento de formalizar y el resto en un año.

El aceptó la oferta, pero refutó el plazo. Sin embargo, poco a poco llegamos a un acuerdo de veintiún mil bolívares, tres mil de inicial y diez y ocho mil pagaderos en seis meses. No pasaron diez días, cuando notaríamos el acta compra-venta provisional, hasta tanto se registrara. El día 12 de marzo de aquel mismo año, empezó para mí un nuevo reto. El lector dirá que esto es muy barato, pero cuando explique lo que compré, se dará cuenta de que lo único que compraba era algún buen cliente que todavía le quedaba. De resto, lo que había era una camioneta De Soto, modelo 1952, que en la condición en que estaba no valía más de cuatro mil; dos maquinas de soldar, cuyo valor de ambas, podía estar alrededor de dos mil; un taladro de columna que podía valer unos quinientos bolívares y, entre una dobladora de mano, el yunque y herramientas de mano había unos tres mil más. Así que ese era el valor de todo lo que había en el taller, que si se divide entre dos, podrá darse cuenta de lo que pagué no fue barato. De todas maneras, el negocio estaba hecho, ahora sólo quedaba conseguir trabajo y trabajar para poder cumplir con el compromiso.

Desgraciadamente, la situación del país iba de mal en peor, la crisis se hacia sentir cada día más, por lo tanto había que moverse. En el mes de marzo retiré dos trabajadores y sólo quedamos el socio, un ayudante y yo. El poco trabajo que conseguíamos era para sobrevivir; pero, de todas formas, empecé a moverme dentro del ambiente y a hacer relaciones entre los constructores, los cuales la mayoría eran italianos y lentamente fui contratando nuevos trabajos, siempre con el optimismo que me ha caracterizado y, al mismo tiempo, le dije al socio que hiciera cosa igual, que no se preocupara de la producción, que de ella me encargaba yo.

El mes de abril fue mejor, tuve que contratar dos trabajadores, en total había tres y todos eran guajiros. Uno de ellos era Manuel González, de quien hablé en mi primera obra y comenté que había comenzado a trabajar con nosotros dos meses

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Máquinas de Trigo

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Hermana del Sr. Francesco De Benedettis en el Taller

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después de mi ingreso; o sea, en el mes de mayo de 1959, que todavía trabaja en mi organización y que a la presente fecha tiene veintiocho años trabajando conmigo.

Con esta mejora en el mes de abril y en la forma como me fui desenvolviendo, trabajando como dicen los campesinos, de sol a sol y parte de la noche, contaba con los guajiros que me acompañaban. Cuando, al final de abril, hicimos un balance, me di cuenta de que si valía la pena trabajar, porque daba su fruto. Para mi, desde aquel momento, ya no hubo más crisis, aunque todo el mundo hablaba de ésta, seguí con mi optimismo y trabajando hasta que el cuerpo aguantaba.

En el mes de mayo, la situación siguió mejorando y así sucesivamente hasta el mes de agosto, cuando terminé de pagar la última cuota de mi compromiso; entonces le dije al socio que hiciéramos un corte de cuentas, porque yo necesitaba dinero para enviarle a mis padres, pues a esta fecha todavía no les había mandado la cantidad con la cual me completaron el pasaje para venirme a esta tierra. El socio no se opuso a repartirnos el dividendo de aquellos seis meses. Al cuadrar las cuentas, pude darme cuenta de lo que yo podía hacer. Cuando me embarqué para venir a Venezuela me había trazado una meta, me prometí a mi mismo que no regresaría en barco, en aquel momento me dije, que el próximo año viajaría a Italia a ver a mis viejos y familiares.

CAPITULO VIII

Para cumplir esta nueva meta, iba a necesitar algo de dinero, como a final de año me había casado y el 4 de agosto me nació una niña, ya tenía la responsabilidad de una familia, por lo tanto tendría que producir más. Los meses de septiembre y octubre fueron los mejores del año, tanto que por los contratos que habíamos hechos tuvimos que comprar más maquinaria y, lo mejor que me paso fue que de todas las relaciones que había frecuentado, conocí un americano que me presento un cliente, era un tipo comisionista que se encargaba de conseguir trabajos y su comisión era un diez por ciento; pero sólo se dedicaba a las petroleras. Así que el mes de noviembre me ofreció un negocio, para el cual tenía ya tres ofertas y un ganador; pero él me podía conseguir el trabajo sólo con una condición: de subirle la comisión al doce por ciento, le contesté que si me daba los planos y una semana de tiempo para analizarlos bien, es posible que pudiera hacerlo.

El trabajo consistía en juegos de portones para garajes y peatones, los cuales requería una de las compañías petroleras, porque planificaban cercar todas las

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casas de los campos petroleros que existían en la Costa Oriental del Lago, como también las nuevas que iban a construir. El monto en bolívares por cada juego eran casi mil y se estimaba una cantidad aproximada de cinco mil juegos en los próximos tres años, pero, lo bueno de esto era que las órdenes salían por cantidades máximas de cien por cada pedido y el pago era a presentación de la factura.

Después de analizar bien los costos, con el precio que debíamos facturar y descontando el doce por ciento de la comisión, sólo nos quedaba de ganancia doscientos bolívares por juego, pero en material se gastaban casi cuatrocientos. Después de haberlo discutido con el socio, quien no estaba de acuerdo, casi nos peleamos, pero al final aceptó con la condición de que si perdía dinero, yo era el responsable. Entonces yo también puse mi condición, le dije que si ganaba más de lo estimado, las tres cuartas partes me tocarían a mí. Como el estaba convencido de que no podría ganar más, aceptó la condición. Al día siguiente, llamé al gringo y le dije que aceptaba la proposición; no tuve que firmar ni siquiera contrato, así que en enero me llevó la primera orden de pedido por 84 juegos de portones. Era un reto para mí. Como era el primero, tuve que buscar materiales y buscar los modelos; a mi socio le dije que no interviniera en la fabricación de los portones ya que toda la dirección de este trabajo la tendría yo. Como él era mayor, por respeto, me costaba tomar ciertas decisiones, pero siempre me salía con la mía.

Este primer pedido lo entregue en veinticinco días, lo habíamos hecho entre Manuel González, un hermano mayor de él y yo, trabajamos todos los días desde las seis y media de la mañana hasta las ocho de la noche; al mediodía, apenas nos tomábamos el tiempo de almorzar.

Los portones tenía que entregarlos pintados con una mano de anticorrosivo y una mano de aluminio. Como tenía que gastar lo menos posible y tenía que hacer el transporte, planifiqué que este pedido lo podía entregar en la camioneta que teníamos, pero en tres viajes; por lo tanto tenía que planificar la producción de manera que el primer viaje se haría a los quince días de haberlo empezado y los otros dos se harían en fechas consecutivas, por lo tanto en esta forma tenía que ganar dinero. Como el taller era pequeño, no podía almacenar muchos portones, por ello había planificado que de lunes a viernes fabricaba los portones, el sábado los pintaba y el domingo los cargaba en la camioneta; el lunes en la mañana salía temprano con uno de los guajiros como ayudante, para estar a las siete en el campo de la compañía, según a donde fuera y a más tardar a las nueve estar de regreso en Maracaibo, para producir los otros. Este primer pedido se cumplió de acuerdo a lo planificado, sólo que el último viaje resulto una aventura. Como ya comenté, la camioneta no valía gran cosa, imagínense que no tenia vidrios en las puertas, ni limpiaparabrisas, el ultimo viaje fue el que más carga llevaba, la camioneta tenia en todo lo largo arriba, unos tubos y toda la carga estaba allí, era más de una tonelada

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y media, pero la camioneta era de tres cuartos de capacidad y, además, la carretera vieja que se extendía desde Palmarejo hasta Mene Grande, aparte de ser estrecha, era de lomo redondo en el centro, así que con la carga arriba, si no iba con cuidado podía volcar.

Entonces, como el último despacho era Bachaquero, salimos de Maracaibo a las tres de la mañana; apenas habíamos pasado por Cabimas cuando empezó a llover, como no tenia limpia-parabrisas, sacaba la cabeza para poder ver el camino, pero cada vez aumentaba más la lluvia, hasta pasar por Lagunillas, cuando apareció un temporal con viento y me detuve a media carretera, pero el temporal y el viento eran tan fuertes que el agua entraba por una puerta y salía por la otra. Lo único que me preocupaba era cuidar la factura. Cuando entramos a Bachaquero el guajiro y yo estábamos empapados, pero la factura estaba seca y las personas que nos recibieron no lograban comprender cómo habíamos llegado con esa carga y con semejante aguacero. Cuando me entregaron la factura firmada y sellada, al tenerla en la mano me dije para mis adentros:

“Francisco, misión cumplida”.

CAPITULO IX

En realidad todavía no había terminado la misión, porque aún faltaba cobrarla; pero diré que para mí en aquel momento el cobrar no era lo más importante, lo que si importaba era que había planificado y realizado con éxito mi reto. Me sentía feliz, tanta era mi felicidad, que ni siquiera sentía la ropa mojada en el cuerpo.

De regreso a Maracaibo, todos mis pensamientos giraban alrededor del futuro que veía ante mí, porque mi mente trabajaba como una computadora. A tal punto que, cuando llegamos al taller, ya sabía a cuanto ascendía la ganancia, después de deducir lo que había pagado en mano de obra a los guajiros –que no llegaba a dos mil bolívares- y el costo de materiales que giró alrededor de los treinta mil bolívares. Así que en tan poco tiempo, con el trabajo me había ganado casi treinta y cinco mil. Total, que hasta el mes de junio habíamos recibido unas tres órdenes de pedido, casi iguales a la primera y, aparte del trabajo de los portones, se habían realizado muchos trabajos más. En ese mes fue cuando decidí que en julio viajaría para mi tierra. Le dije a mi socio que cuadráramos las cuentas y nos repartimos el dividendo en dinero: casi doscientos mil bolívares. Tal como me lo había prometido cuando salí de Italia, que no regresaría en barco, la primera quincena de julio salí del aeropuerto, primero de Grano de Oro y después de Maiquetía, en un DC8 de Alitalia, rumbo a Roma y de Roma hacia el aeropuerto de Bari, que dista unos treinta y cinco kilómetros de Corato, mi pueblo natal.

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Como en toda mi vida siempre me han gustado las sorpresas, cuando planifiqué el viaje no anuncie nada a mis padres; al llegar a Bari contraté un taxi, vi a mi madre que venia en dirección a la casa, traté de esconderme, pero al ver que de la sorpresa casi se desvanecía, corrí a encontrarla y nos abrazamos tan fuerte y emocionadamente, que no observamos que mi padre, hermana y vecinos se acercaban y cuando nos percatamos, estábamos rodeados por todos, que nos miraban llorando de felicidad.

Eran las seis de la tarde, y como en julio es pleno verano y los días son tan largos que todavía a las nueve de la noche está claro, a esa hora en mi casa parecía que hubiera fiesta, casi toda la familia reunida en casa y fue como a las doce, cuando al fin me dejaron solo; como había viajado toda la noche caí rendido, cuando desperté al día siguiente a las nueve de la mañana, me contó mi hermano que mi madre, igual que cuando me fui a Venezuela, había pasado toda la noche al lado de mi cama.

Apenas había abierto los ojos cuando vi a mi madre que me traía el desayuno y trataba de distraerme lo más posible para que no me levantara y así amorosamente tenerme siempre cerca de ella. Esta vida duro unos días, hasta que mis pensamientos me llevaron a Maracaibo, donde había dejado a mi mujer en estado de gravidez y en el mes del alumbramiento; mis padres no sabían nada y yo estaba buscando la forma de decírselos. Lo había intentado, pero como todo lo mío siempre ha sido sorpresa y continúa siéndolo, pasaron los primeros quince días y todavía no encontraba forma de informarles. Así fueron pasando los días, hasta que recibí una carta de mi socio, apenas habían pasado veinte días y me pedía que regresara, por la razón de que su hijo de quince años (él único que tenía), había sufrido un ligero infarto cuando hacía ejercicios físicos en el colegio y quería viajar con él lo más pronto posible a Estados Unidos para hacerle un chequeo.

Al terminar de leer la carta, la expliqué a mi madre y, como madre al fin, en vez de retenerme, me ayudó a dejar todos los pensamientos que venían a mi mente de mi matrimonio y que a lo mejor ya tenía dos hijos, y me decía que sería mejor que regresara a Maracaibo. Entonces olvidándome de todo lo que tenía en Venezuela, pensé que en otra oportunidad les daría otra sorpresa.

En este viaje me había llevado un cheque en dólares y, a los pocos días de haber llegado, lo llevé al banco, pero como para hacerlo efectivo se tardaba quince días, para la fecha todavía no lo había cobrado y antes de pensar en la fecha de regreso, debía tener el dinero. Como la casa era en planta baja y papá estaba construyendo un apartamento arriba, también quería darle la sorpresa al entregarle una buena cantidad de dinero y, además, hacerle un buen regalo a mi madre, el cual ya había

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decidido, pero como todavía no había recibido el efectivo del cheque no había podido hacerlo.

Así pasaron dos días más. Recibí el dinero del cheque y lo entregué todo a mi mamá, diciéndole que se lo dejaría todo, que sólo necesitaba una pequeña cantidad y así les di otra agradable sorpresa, porque lo que tenían casi les alcanzaba para pagar los gastos de la construcción.

Mi hermano estaba prestando servicio militar y pensé, que como mi hermana estaba sola, también a ella debía hacerle un regalo. Por ello, al día siguiente a mi madre le compré una nevera y a mi hermana la invite a conocer El Vaticano y, a la vez, el avión. Al siguiente día viajamos en tren hasta Roma, conocimos El Vaticano y, como teníamos unos tíos en Milán, viajamos en avión de Roma a Milán, visitamos a nuestros tíos y regresamos en tren. El viaje duró una semana y tan pronto llegamos a Corato, fijé fecha de salida para Venezuela. No pude ver a mi hermano, pero le había dicho a mis padres que yo los quería ver en Venezuela.

En la primera quincena de agosto estaba de nuevo en Maracaibo y, como lo mío era pura sorpresa, ésta fue mas impresionante cuando llegué a la casa: mi mujer había dado a luz y, mirando en la cuna, vi dos niños varones; así que en lapso de once meses, había tenido tres hijos, la primera que nació el 4 de agosto del año 62 y estos gemelos el 22 de julio del año 1963, de tal forma que ahora me tocaba producir más dinero.

Cuando me presenté la empresa, el socio a los tres días se marcho para Estado Unidos, no dándome ni siquiera tiempo para enterarme de todo lo que había pasado durante mi ausencia, pero lo que si tuve que agradecerle fue la ayuda que, durante mi ausencia, su mujer prestó a la mía, sobre todo en los momentos del parto; en esos días, hizo por ella lo que sólo los padres pueden hacer por uno. Por todos esos gestos, les estaré agradecido toda la vida. Mucho lamento que él no tuvo la misma suerte que yo, pues el pobre no pudo disfrutar la felicidad que dan los hijos, porque como antes dije, sólo tenia un hijo y cuando lo llevo a Estados Unidos lo operaron del corazón, le implantaron una válvula artificial y todos los años tenía que irse a hacer un chequeo. El muchacho se levantó con mucho cuidado y cuando llegó a la edad de veintitrés años se casó, pero con tan mala suerte que al poco tiempo se le murió el padre y. tres meses después, murió también la madre. Como poco faltaba por contar, sólo diré que el hijo sobrevivió tres años después del matrimonio.

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CAPITULO X

Cuando entré en acción a mi regreso de Italia, no sé si fue el mes de descanso o la responsabilidad de una familia que iba aumentando, o que me salía y crecía el anhelo que siempre ambicioné de tener una empresa cada vez más grande. Así, la situación económica del país poco a poco iba mejorando, la industria de la construcción se estaba reactivando, por lo tanto como ésta era la única industria que movía la economía del país, mi empresa marchaba cada día mejor. Mi socio estuvo ausente casi dos meses y cuando regresó, con la angustia del hijo, había perdido hasta la voluntad de trabajar. Y como tenía unas propiedades con una renta mensual, poco se preocupaba por la empresa.

Pasé el año 63 y el 64 prácticamente lo mismo, pero se me estaba pasando aquella ambición y voluntad de crecimiento debido a que éramos dos, pero el único que trabajaba era yo, el socio sólo cobraba mensualmente y a fin de año se repartían los dividendos.

Así fue que, después de haberlo pensado mucho, me dije a mi mismo, que aún cuando mi socio me ayudó al principio, en los últimos tres años que habían pasado le había retribuido con creces toda su ayuda; además con un socio pasivo jamás llegaría a culminar mi meta anhelada. Así que tomé una decisión en diciembre de este último año: cuando cortamos cuentas le participé a mi socio lo que pensaba y le dije que estaba dispuesto a venderle mi parte, a lo que me contestó que no era de su interés. Entonces le dije que si él estaba dispuesto a vender, yo le compraba; pero también contestó con una negativa. Sin embargo, teniendo en cuenta que cuando yo tomo una decisión es en firme, le propuse que entonces dividiéramos la maquinaria y herramientas, porque quien se iría era yo, por lo tanto se podía quedar con el local. Le pedí que comprendiera que no lo hacía por egoísmo, simplemente que entre los dos había un abismo: yo era joven y tenia una familia que estaba formando; pero él, aparte de ser mayor, económicamente estaba bien y solamente tenía un hijo que, por mala suerte estaba enfermo, y yo consideraba que no era justo que me arrastrara con el.

Después de hablar casi tres horas del mismo tema, me contestó que lo pensaría y que, a más tardar después de las fiestas de fin de año, volveríamos a hablar del caso.

En los primeros días de enero del año 65, hablamos al respecto y, como empezó a poner trabas, diciendo que la que la maquinaria no se podía repartir, entonces le pedí me diera lo que había pagado por mi parte y sin problemas le dejaba la empresa. A esto él me contesto que el taller ahora valía más y no por la maquinaria,

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sino por la clientela; entonces agarrándome por el lado que me estaba llevando la conversación, le contesté que a mi no me interesaban los clientes, por lo tanto se podía quedar con ellos, y, además, si él creía que los clientes tenían valor, yo estaba dispuesto si me vendía su parte, a pagarle su valor. No se lo tuve que repetir la segunda vez, poco a poco fue enfocando la conversación por el lado que le convenía. Yo le seguía la corriente y, al fin, después de unas horas de conversación, lo llevé a donde yo quería; de pronto me dijo que él me comprendía, por lo tanto me vendería su parte con la condición de que me hiciera cargo de todas las deudas y acreencias, además debía buscarme un fiador. No dejé de reconocer que todos los créditos que teníamos estaban avaluados por su firma personal, por lo tanto al quedarme solo debía arreglármelas yo mismo. Ese mismo día llegamos a un acuerdo por el valor de su parte, era de sesenta mil bolívares, más unos doscientos mil que entre el Debe y Haber tenía a su favor.

Como él ya conocía mi situación económica, de acuerdo a los dividendos, me puso de condición que la venta fuera de estricto contado y, por más que traté de persuadirlo para que me aceptara algún giro, no pude convencerlo, por lo tanto acepté la condición y le fijé un mes de plazo, para concretar la negociación. Así que, como lo que tenia en mi cuenta personal no llegaba a ciento cincuenta mil, no sabía como hacer en un mes para conseguir el resto. Pero de una cosa estaba seguro, que lo iba a encontrar.

El mes de enero normalmente no es un buen mes, pero yo necesitaba que fuera mejor y debía serlo, lo que me hacia falta era un buen contrato y con aguantar un poco el pago de los acreedores, estaba seguro que podía llegar a feliz término el negocio, pero el socio pensaba todo lo contrario, que por su actitud y la forma como me había exigido el pago, estaba convencido de que el negocio no lo iba a poder hacer.

Sin embargo, como cuando uno es optimista y tiene fe en si mismo todo le sale bien, no había pasado una semana cuando me reuní con un constructor italiano que estaba bien económicamente y quien siempre nos había dado buenos contratos, pero tenía algunos meses que no nos llamaba. Cuando le hable del compromiso que había adquirido y de que necesitaba ayuda, se interesó y quiso que le contara todos los pormenores. Así, lo hice y cuando termine mi relato, todo lo que hizo fue reírse de mi a carcajadas, como burlándose y, como me vio la cara seria, de pronto me dijo: “Chico hay un refrán que dice, que a los locos y a los muchachos Dios les ayuda, así que tienes a Dios de tu parte; fíjate que llegaste aquí, como si Dios te estuviera guiando, yo estaba por llamarte, porque el próximo mes vamos a entregar las casas de la urbanización en Puerto Miranda y los gringos quieren que le pongamos protecciones a las ventanas y puertas; por lo tanto, necesito que me

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cotices y, a más tardar, a final de marzo debes entregarlas, así que si tu me resuelves mi problema, yo te resuelvo el tuyo”.

En ese momento de verdad sentí que Dios estaba de mi parte. Fue tanta mi alegría que salté de la silla y le día un abrazo al constructor.

Como éste me habló de resolverle el problema, aproveché aquel momento y le dije que por qué no me resolvía el mío, sirviéndome ante mi socio de fiador? Mi buen Dios siguió ayudándome, imagínense que a la semana, la empresa era sólo mía y que otra meta estaba cumplida.

CAPITULO XI

No quiero pormenorizar todos los detalles, pero sí quiero decir que las protecciones de Puerto Miranda las terminé antes de la fecha prevista; cumplí con todos los compromisos y, a los pocos meses, me había liberado de todas mis acreencias y trazaba nueva meta.

En estos meses, como ya referí antes, que cuando viajé a Italia en el 63, les dije a mis padres que quería a mi hermano en Venezuela y, al mismo tiempo, como me estaba separando de mi socio, pensaba en esto y en la forma de traerlo. Como las inmigraciones estaban cerradas, lo único que permitían era traer la familia, o sea, que como mis hermanos eran solteros, la posibilidad que tenía para traer a mi hermano varón a mi lado, era que vinieran todos a Venezuela y, un año después, podían regresar y dejarnos a los dos juntos, a mi hermano y a mí.

Así que la decisión estaba tomada, otra meta para cumplir. Todo se desenvolvió como lo había previsto, una agencia se había encargado de todos los trámites y para el mes de mayo habían fijado la fecha de salida de los míos hacia Venezuela. Justo en este mes, exactamente el 8, me nació el cuarto hijo, de lo cual mis padres no tenían ni la menor idea.

La suerte estaba de mi parte, mi progreso era constante y, como decía antes, trabajando cuando menos catorce horas diarias. Para esta fecha había alquilado una casa detrás del taller, que era del mismo dueño del terreno donde estaba situado y sólo la separaba una cerca, así no perdía tiempo trasladándome.

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Cuando se acercaba la fecha de llegada de mis padres a Venezuela, fui preparando la forma cómo sorprenderlos, tanto por mi situación económica como por la familiar, porque no sabía como reaccionarían al encontrarse de pronto con cuatro nietos y más cuando me habían transmitido en algunas cartas que en el pueblo ya tenían varias candidatas para presentármelas y que alguna de ellas podía ser mi futura compañera. Como venían en barco y llegaban al puerto de La Guaira, yo los iba a buscar con mi carro. En el camino hacia Maracaibo tendría la oportunidad de decírselos, por lo tanto no pensé más en el asunto y seguí con mis planes.

No recuerdo exactamente la fecha, pero fue en la segunda quincena de junio cuando llegaron al puerto de La Guaira. Como tenían unos primos en Valencia, aquellos también fueron a recibir a mis padres. Tuvimos suerte al lograr sacar el mismo día las maletas de la aduana y, como no podía llevarlas todas en mi carro, despaché algunas con un transporte y, a las cuatro de la tarde, arrancamos hacia Maracaibo. Pero como era muy tarde, pasamos la noche en Caracas, en la casa de aquel amigo de mi papá que me recibió cuando llegue a Venezuela, al que en estos años también le había sonreído la suerte y se había traído a toda la familia. Que, por cierto, era bastante numerosa; y se había instalado en Caracas. La dirección la traía mi padre y como tenía teléfono, le llamé de La Guaira y, por suerte, como era mediodía estaba en casa, pero como le dije que mi papá ya había llegado me respondió que en una hora estaría con nosotros, ya que eran buenos amigos. Por lo tanto, también él me prestó ayuda en La Guaira. Llegamos a Caracas y fuimos recibidos como buenos amigos. Aún cuando el apartamento no era muy grande, pasamos la noche en su casa y, por cierto, casi no dormimos, por lo mucho que teníamos que contarnos.

A la mañana siguiente, después de desayunar, salimos rumbo a Maracaibo. De paso llegamos a la casa de mis primos en Valencia, era casi mediodía y tanto insistieron que tuvimos que quedarnos a almorzar allí, por lo cual volvimos a tomar carretera a las tres de la tarde. Mi carro era marca Plimouth, de los que sacó la Chrysler en el año 58 que tenían mucha carrocería y poco motor. Así que como el carro iba pesado, corría muy poco. Y como la autopista centro-occidental todavía no estaba construida y la carretera Barquisimeto-Carora era muy peligrosa, desde Valencia había puesto nueve horas. Cuando llegamos a la cabecera del puente, eran las doce de la noche.

En todo el viaje no tuve oportunidad de contarles nada mío, pero al pasar el Puente mi corazón palpitaba de emoción y, a medida que me acercaba a mi casa, más me palpitaba. No se me ocurría la forma, ni las palabras como decirles lo de mi familia. Así que no fue hasta que llegamos a casa cuando abrí el portón del garaje y, como mi mujer estaba pendiente, apenas sintió el rumor, salió ella con tres niños

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que ya caminaban y, como muchachos al fin, salieron corriendo, llamándome papá. Los míos se quedaron petrificados por la sorpresa, no podían hablar ni salir del carro, tanto que fue necesario sacarlos a ambos, hasta que les paso la impresión. Mientras, yo había reaccionado y, enseguida, le presenté a mi mujer y les había llevado a los niños en los brazos. Todos se parecían a nosotros. Los viejos, entre la sorpresa y la felicidad, lloraban. Pero todavía faltaba una sorpresa más: el negrito que tenía un mes de nacido fue con quien más se encariñaron, tanto que, al año, cuando regresaron a Italia se lo llevaron y lo tuvieron con ellos casi dos años.

Aquella fue otra noche en la que casi no dormimos, a pesar del trasnocho de la noche anterior, estuvimos hasta las cuatro de la mañana hablando y tuve que contarles toda la historia de mi matrimonio, hasta que uno por uno nos fuimos durmiendo. Eran las ocho de la mañana cuando mi mujer me despertó, porque como ella no hablaba nada en italiano y mis padres se habían levantado, estaba en apuros. Así que tuve que pararme y reunirme con mis padres para contestar todas sus preguntas, pero como era un día de trabajo y tenia dos días sin atender la empresa, la cual había dejado bajo el cuidado de uno de mis trabajadores, tuve que abandonar la casa y, como antes dije, que para ir a la empresa sólo tenía que pasar por una cerca que dividía la casa, le dije a mi padre que me acompañara y, una vez en ella, llamé a los trabajadores y se los presenté.

Empecé con mi faena. Como tenía varios mensajes, de inmediato tuve que salir y cuando regresé ya era mediodía. Mis hermanos se habían levantado y pasaron a conocer la empresa y, como era hora de comer, cuando llegué la mesa estaba preparada. En pocos momentos, estábamos comiendo; y, como las sorpresas habían pasado, ya todo era felicidad. Mis padres, cada uno, estaban sentados a la mesa con un muchacho en las piernas; con la particularidad de que, como nosotros los naturales de Italia, más que todo los del Sur, tenemos la costumbre de ponerle al primer varón el nombre de nuestro padre y uno de los gemelos tenia por nombre Miguel. Mi padre se llamaba igual, y como éste había recibido su nombre y además se parecía mucho a él, no hablaba nada más sino de su muchacho. Terminamos de comer, mi hermana y los viejos se quedaron en la casa y mi hermano se fue conmigo a la empresa. Esa misma tarde empecé a instruirle y juntos empezamos a trazar planes para el futuro.

CAPITULO XII

En este capítulo hablaré de mi hermano, quien de aquí en adelante iba a ser mi socio.

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Arturo de pequeño, al igual que yo, nunca pensó en seguir a nuestro padre al campo, con la única diferencia de que, como los viejos eran tan caprichosos, mi padre cuando yo no quise seguir estudiando, me quería obligar diciendo que el quería un profesional universitario. En cambio a mi hermano, cuando termino la primaria y quiso seguir estudiando, él se opuso y trató de hacer lo mismo que conmigo. Pero Arturo me siguió los pasos. Primero, empezó como ayudante de electricidad, después se cambió a la mecánica industrial, pasando por algún taller donde había trabajado yo; hasta la edad de diez y seis años. Y también empezó a pensar en salir de nuestra ciudad natal. Aprovechando que tenía unos tíos en Milán, que habían emigrado unos cuantos años atrás y les estaba yendo bien, les escribió y, como tenían hijos de la misma edad que se habían criado juntos y que estaban trabajando, ellos contestaron que no se preocupara, que allí había trabajo. Y así, a la siguiente semana, tomó el tren y se fue para Milán.

Permaneció en Milán alrededor de cuatro o cinco años. También le iba bien, trabajaba incansablemente y se especializó en calderería y carpintería metálica, hasta llegar a su mayoría de edad, cuando tuvo que pagar servicio militar y, al salir de baja, fue cuando empecé a pensar en hacerlo venir a Venezuela, lo cual como antes dije, se me ocurrió durante mi primer viaje a Italia y justo en aquella época, él prestaba servicio militar.

En capítulos anteriores comenté que él me había acompañado hasta el año 72, por razones familiares. Pero, como es un emprendedor nato y en los años de su regreso a Italia la economía estaba mejorando a toda carrera, aprovechó todas las oportunidades que se le presentaron y, en el lapso de quince años, ha amasado un gran patrimonio, que tal vez aquí nunca hubiera soñado.

Cuando fui a la inauguración de la nueva planta que tiene hoy día, en el año 81, me quedé asombrado y, como eran los años anteriores al control de cambio, en aquellos años yo había tenido una mala racha y estaba sufriendo una situación económica muy mala, mis pensamientos volaban, pero a la vez sentía alegría por mi hermano que había prosperado tanto y de ver tanto las instalaciones, como lo que producía, que era la última tecnología, tanto que ya concurría a licitaciones internacionales.

La producción de su empresa es admirable. Tiene instalaciones completas para la industria del vino y del aceite, todo en acero inoxidable. Desde la máquina para romper y exprimir, hasta grandes tanques de almacenamiento y la máquina embotelladora. Como antes dije, mi hermano es un emprendedor nato. Lo último que ha fabricado son plantas de tratamiento de aguas negras y, para reflejar la idea de la magnitud que tiene la planta, en este último viaje que hice, cuando se caso mi hijo Miguel, me enteré que había contratado unas instalaciones que, haciendo el cambio de liras a bolívares, alcanzaba un monto de ochocientos millones.

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Continuando con mi viaje a Italia para asistir a la inauguración de la nueva planta de Arturo, el cual hice en compañía de mi única hermana, Tina, aproveché para pasar por Inglaterra, donde tenia una deuda con una compañía que me financiaba todas mis importaciones, ya que en los años de bonanza, yo había sido uno de los grandes importadores y mayoristas en Venezuela y cuando empezó la crisis me sorprendió con una deuda externa e interna considerable. Permanecimos dos días en Londres, conversé con mis acreedores y les di mi palabra, comprometiéndome a cancelar hasta el último centavo, tanto de capital como de intereses. Regresé a Italia convencido de que todo iría bien.

Por todo lo dicho, cuando vi lo que había hecho mi hermano, no sé exactamente lo que sentí por dentro, pero hoy día lo sé y debo ser sincero conmigo mismo. Desde aquel momento empezó la competencia y, aunque a lo mejor Arturo no lo admite, cuando lea esta parte de mi libro se dará cuenta que esto que sentí en la inauguración de su planta, él lo sintió antes, cuando vino a Venezuela y se dio cuenta que en aquella oportunidad yo iba adelante. Y, en los actuales momentos, estoy seguro que seguimos en competencia.

CAPITULO XIII

Con este pequeño resumen del capitulo anterior, el lector podrá darse cuenta de la clase de socio que iba a tener. Antes de seguir con lo mío, les quiero hablar de mi hermana, quien también se encuentra hoy día residenciada en Corato.

En el año que llegaron a Venezuela, Arturo tenía un amigo de la infancia que vivía aquí. Cuando se encontraron, empezaron a visitarse. Este, en pocos meses se enamoro de mi hermana; pero mis padres, por ser única hija, le pusieron la condición de que si quería casarse, debía hacerlo en Italia. El aceptó y se comprometieron. Después de casi tres años, se casaron. Por cierto que si asistí a su matrimonio y, al poco tiempo, los tres hermanos residíamos en Venezuela. Arturo y yo, en Maracaibo; y Tina, en Cabimas.

La familia del marido de mi hermana también se componía de tres hijos, dos varones y una hembra. Igual que nosotros, los dos hermanos -que son carpinteros- habían comprado una carpintería y eran socios. Mi hermana había hecho un buen matrimonio. Primero, por asuntos familiares con sus suegros y, luego, por razones propias de ellos, en el año 1985 se marcharon por segunda vez y creo que será definitivamente, porque en los tiempos de bonanza, mientras yo pensaba en hacer un patrimonio de Venezuela, ellos pensaban en tener algo en Italia.

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Durante la crisis que antecedió al control de cambio, siguieron pensándolo cada vez más y lograron transferir una buena parte de lo que aquí tenían en dinero a Italia. Como después del control de cambio la crisis se fue acentuando y como lo que tenían era una fábrica de muebles, les afectó tanto que tomaron la determinación de regresar a Italia definitivamente. Como los bienes inmuebles no los pudieron vender, por la misma situación, los dejaron bajo mi custodia. Considero que al hacerlo, cometieron un error porque, en realidad, el verdadero patrimonio de la familia era el inmueble, ya que este fue adquirido cuando nuestro signo monetario era fuerte y en Italia era débil. Además, todos los sacrificios que habían hecho están, en gran parte, en los inmuebles; pero ahora, con el cambio la inversa, el día que los puedan vender, todos sus sacrificios se volverán nada.

De todas formas, también a ellos les esta yendo bien, lo pude comprobar en el último viaje que recientemente hice a Italia. Me di cuenta que también mi cuñado está siguiendo el camino de mi hermano y como en los actuales momentos en Italia gozan de una buena economía, especialmente en el sur, donde el estado esta inyectando para propiciar industrias y, en realidad, el pueblo italiano ha llegado a un estándar de vida envidiable. Cada día quieren trabajar menos, a pesar de que en estos momentos todo hombre emprendedor y trabajador tiene todas las oportunidades a su favor. Tanto es así que a los nuevos proyectos el Estado les financia en casi al cien por ciento y no sólo eso, el cincuenta por ciento lo dan a fondo perdido y el resto lo financian a quince o veinte años. Así que mi hermana me decía que lo más acertado que habían hecho era regresar; porque aún cuando la propiedad que tienen aquí cada día tiene menos valor, como allá les confíe la prosperidad, les recompensa; y, a lo mejor, les sirvan los alquileres que reciben por allá para viajar por lo menos cada dos años y disfrutar unas vacaciones. Así recibirán un merecido premio por los años de sacrificio.

De todas formas, a mí no me ha ido mal; además, creo firmemente que me irá mejor y no sólo eso, sino que dejaré mi huella.

CAPITULO XIV

En los capítulos anteriores, hablé de asuntos familiares, desviándome de mis propósitos; ya que, con la compañía de mi hermano, se empezaba a forjar una nueva meta.

Como él es cinco años menor que yo e incansable, tanto o más que yo, y a los pocos meses con mi ayuda ya se defendía con el idioma, formamos una buena

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pareja: él llevaba la parte operativa y yo la administrativa. Como tenía y sigue teniendo un carácter muy violento, con frecuencia me tocaba intervenir para apaciguar los ánimos; así que este fue nuestro éxito, mientras él con su carácter, a veces se disgustaba con algún cliente o trabajador, mi trabajo era lograr la reconciliación y, en esta forma, el negocio marchaba bien.

Iban pasando los meses y mis padres querían regresar a Italia, particularmente mi padre quería a los seis meses regresar por aburrimiento, porque un hombre que ha pasado toda su vida en el campo ya no soportaba estar encerrado en la casa y en la empresa. Para tenerlo el resto del año, tuve que alquilar un pedazo de terreno que estaba al lado de la empresa, para que sembrara algo, y así le serviría de esparcimiento. Pero no sólo fue el alquilar el terreno, sino que como sembró tomates y habichuelas y era una zona residencial, cuando las plantas empezaban a florecer, que es el principio de la cosecha, los pájaros se las comían, de manera que la primera cosecha no se pudo lograr. Y para evitar el ataque de los pájaros, tuve que cubrir todo el terreno con malla de gallinero, en forma de techado y gasté un poco de dinero. Por lo menos eso distraía a mi papá, pues se pasaba casi todo el día en le terreno y así logre que se quedará un poco más del año. Tanto fue el tiempo que dedico a su siembra que, al recoger la cosecha, recuperamos todo lo que había gastado. Por ello pienso que nuestra tierra es muy noble. Figúrense que el lugar que tomé alquilado solo media 12 por 15 metros y, por el lapso de seis meses, no compramos ni un kilo de tomates y habichuelas, ya no conseguíamos formas para comerlas y creo que los tomates hasta en jugo los consumimos.

Así fue pasando el tiempo, llegó la hora del regreso de mis padres a Italia y, como antes dije, se llevaron el menor de mis hijos, quien se convirtió para ellos en el juguete preferido, hasta que se casó mi hermana, fecha en la cual me lo traje para Venezuela.

Al regresar mis padres se fue también mi hermana y, como se llevaron a mi hijo, habíamos quedado igual; ellos se llevaron un hijo mío y dejaron uno de ellos, sólo que nuestra familia había aumentado.

En los primeros tres años tuvimos mucho éxito, tanto que en el año 68 compramos una parte de donde está ubicada ahora mi empresa matriz, Metal Arte, ya que para esta fecha había ejecutado trabajos de gran envergadura. Nuestra meta era superar siempre a las empresas mayores, que competían con la nuestra. En estos años, fue cuando empezamos con las puertas enrollables, Como en Maracaibo sólo había una empresa que las fabricaba e instalaba, decidimos competir con ella en el mercado, comprando los materiales, de ser posible a ellos mismos, pero el intento fue en vano.

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Hablé con uno de los propietarios y le expliqué que nosotros habíamos decidido montar puertas y, si no se vendían los materiales, mantendríamos los precios y de cualquier forma, aunque las montáramos nosotros, para ellos sería igual porque los materiales serían de su fabricación; pero pusieron tantos obstáculos y excusas que pasaron unos cuantos meses y no nos daban una respuesta, Al final, con tanta insistencia, y como ni siquiera les pasó por la cabeza que seríamos una fuerte competencia, nos pasaron unos precios que, si comprábamos a ellos los materiales el precio unitario de la puerta armada, sin montarla, era más alto que lo que ellos cobraban a sus clientes por la puerta instalada.

Así que, descaradamente, estos señores aparte de ser malos negociantes nos habían tratado como si fuéramos unos estúpidos que no sabían lo que estaban haciendo. Con esta ofensa de quien seria nuestro competidor, la decisión se hizo firme y ya no era sólo el caso de las puertas, sino nuestro orgullo personal que nos había tocado.

A los pocos días, hicimos contacto con otros fabricantes de Caracas y Barquisimeto y no pasó mucho tiempo cuando empezamos con la fabricación de puertas. Nuestra gran sorpresa fue, cuando sacamos los costos de los materiales, mano de obra y calculamos la futura ganancia que debíamos tener, pues nos percatamos de que, con los materiales comprados en Barquisimeto, nosotros podíamos vender a buen precio, con un cincuenta por ciento menos que nuestro competidor, el que nos había tratado de estúpidos. Así que nuestra meta estaba trazada: sacar una propaganda por la prensa, con oferta de precios, servicios y garantía.

A los seis meses, habíamos ganado una buena parte del mercado de puertas en Maracaibo. Pero siempre con la obsesión de vencer a la competencia, una noche soñé con una de nuestras puertas, pintadas de color aluminio y que con una espátula en la mano trataba de quitarle la pintura, pero ésta no se quitaba y fue tanta la rabia que sentí que di un sobresalto y desperté. En aquel momento, me vino la idea de una puerta en aluminio, no había que inventar nada, sólo tomar un perfil de hierro y hacerlo de aluminio.

A la mañana siguiente, tan pronto vi a mi hermano, le comenté el sueño y la idea; me la aprobó y juntos pensamos que debíamos proteger la idea, así que decidimos patentarla y no hacer nada, hasta tanto saliera la patente.

Tal como lo habíamos acordado, buscamos un agente de propiedad industrial especializado, quien nos asesoró tan bien que no pudieron copiarnos, ni tampoco imitarnos, porque la patente nos salió por la forma y el uso del perfil; de tal manera

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que cualquiera que cambiara la forma, no podía darle el uso especifico, del cual era objeto la patente.

Transcurrió un año y, mientras los tramites de la patente avanzaban, nosotros habíamos hecho contacto con una compañía que procesaba aluminio; habíamos ordenado los troqueles para sacar los moldes de los perfiles a Estado Unidos y éstos ya los teníamos en Maracaibo; habíamos hecho las pruebas, las cuales todas resultaron bien y, además, teníamos ya en la empresa materiales. Así que tan pronto nos saliera el boletín empezaríamos con la producción.

Nos habíamos cuidado bien de una futura competencia, pero lo único en que no pensamos fue en si tendría aceptación en el mercado, porque se entiende que las puertas se instalan por seguridad y que, por lógica, el hierro es más fuerte que el aluminio, por lo tanto, la colocación en el mercado nos iba a costar.

Tal como lo temíamos, al principio fue duro, aunque contábamos con las de hierro, pero teníamos que introducir las de aluminio como fuera. Las primeras que se instalaron, las vendimos al costo, hasta que pasaron unos cuatro años, que fue cuando el público empezó a aceptar el aluminio. En realidad, la falla había sido nuestra, por no pensar en la publicidad de introducción y buscar un especialista. No fue hasta cuando lo hicimos nosotros mismos, explicándole al futuro comprador que, si bien es cierto que el hierro es más resistente que el aluminio, también es cierto que el perfil del aluminio tiene el doble de espesor; además, teniendo en cuenta que las puertas enrollables llamadas “Santa María”, dan seguridad por el ruido que hacen al abrirlas y no por su misma protección. Tanto es así que los ladrones, antes de romper una de esas puertas, prefieren abrir un boquete en la pared.

En esta forma, las puertas de aluminio empezaron a entrar en el mercado, siempre con el refuerzo de las de hierro. La competencia empezaba a sentir la presión, a tal punto que cometió el error de imitar la puerta nuestra; digo imitar, porque los perfiles de las puertas de hierro se conforman con una perfiladora, o sea que se introduce en fleje de hierro y unos rodillos con presión lo van pasando longitudinalmente conformando su modelo, para poderla ensamblar una con la otra. Cuando digo que cometieron el error, me refiero a que el aluminio como es un metal más blando, haciendo el mismo proceso que la de hierro, salía de la perfiladora toda marcada; sin embargo, el perfil nuestro está fabricado por estructuración y, por ello, la diferencia se notaba a leguas y, además, nos pudimos dar la satisfacción de amonestarlo con nuestro representante legal, por haber intentado copiar lo que estaba patentado por nosotros.

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Este caso lo voy a cerrar diciendo que el competidor estaba vencido y en cuanto a la puerta de aluminio, hoy día en Maracaibo el mercado está cubierto en un ochenta por ciento con nuestras puertas; a pesar de que en los actuales momentos el costo del aluminio es cinco veces mayor que el del hierro.

CAPITULO XV

A medida que se fueron introduciendo las puertas se me ocurrió otra idea, era la de los tráiler pequeños, del tipo que puede ser remolcado por un automóvil y que era una pequeña casa. Esta idea también se realizó, sólo que no tuvo éxito, porque por inexperiencia nos pasó lo mismo que con las puertas. Un estudio de mercado nos demostró que para la fabricación de los tráileres requeríamos de mucho capital. Por ello, cuando presentamos el proyecto al Ministerio de Fomento, nos fue rechazado y con mucha lógica, porque en aquellos momentos existían guerrillas en nuestro país y no podía haber mercado, por la inseguridad en el campo. Por lo tanto, al no ser aprobado el proyecto, también se perdían las posibilidades de financiamiento; así que después de haber fabricado los prototipos y hasta haber hecho la presentación en público, tuvimos que prescindir del proyecto, habiendo invertido tiempo y dinero.

Bueno, como siempre si uno no tienes sus fracasos, tampoco tiene éxitos. De todas formas, la empresa era cada día más conocida localmente y en alguna otra región del país. En el año 78 fue cuando dejamos de estar inventando, porque con estos inventos era posible sí que nos beneficiáramos, pero a largo plazo. Nosotros con nuestra juventud y la ansiedad de triunfar, no nos conformábamos con el triunfo a largo plazo, tendría que ser ya, a corto plazo.

Así que, como desde cuando empezamos con la empresa los dos, alguna vez habíamos hecho estructuras metálicas para garajes y pequeños galpones y habíamos visto que daban buenos dividendos, nos lanzamos en busca de licitaciones para galpones más grandes. Como nosotros éramos conocidos, la única forma de ganar licitaciones y lograr que nos las otorgaran era por mejores precios y debía ser por una buena diferencia, porque como las estructuras metálicas requieren responsabilidad, técnica, seguridad y respaldo económico, nosotros de estos últimos no teníamos casi nada y, por eso, la única forma de ganar licitaciones era por precios más bajos y muy considerables, para poner a pensar a quien contrataba, que muchas veces era un constructor.

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Como el valor de la estructura es un buen porcentaje en una obra, en muchos casos los constructores se arriesgaron y así, poco a poco, nos fueron conociendo y cuantos más techos montábamos, más confianza íbamos generando. No fue sino hasta un par de años después, cunado contratamos un buen ingeniero; era joven pero como había sido el mejor de su promoción y tenia unos cuantos años de graduado, era muy conocido en Maracaibo, no sólo por su trayectoria sino porque su profesor también era conocido. Y éste había tenido varios piques con él, todo porque no quería reconocer que el alumno lo había superado. Así, aumentó la confianza en nosotros.

Nuestra competencia fabricaba un tipo de estructura que, al calcular su peso por metro cuadrado, resultaba como un cuarenta por ciento menos al que nosotros fabricábamos; por ello en muchos casos cuando se trataba de estructuras con luces muy grandes, no podíamos competir porque se nos duplicaba el peso y, como la mayor parte del valor de las estructuras metálicas es el del acero, nos ganaban, porque lo que ellos fabricaban decían que era patentado.

Para nuestra seguridad, se nos ocurrió la idea de verificar si era cierto que existía una patente, así que contratamos al mismo agente que nos había patentado el perfil de las puertas; no tardó ni un mes para traernos el feliz resultado de la investigación: nunca había existido tal patente y esto fue certificado por el mismo Instituto Gubernamental.

En esta forma, mi hermano y yo nos trazamos una meta, eliminar la competencia. Cuando empezamos a copiar la estructura de nuestra competencia, como las primeras que hicimos fueron techos pequeños, no le dieron mucha importancia, pero luego le ganamos una licitación de cinco mil metros cuadrados de techo, a cuenta de buenas amistades y una considerable diferencia de precios; era de luces grandes para una fabrica de lanchas muy conocida en Maracaibo y ellos cometieron un error. Cuando casi terminábamos el trabajo, se presentaron ante los propietarios y se atrevieron a amenazarlos, diciéndoles que esa estructura estaba patentada y, por lo tanto, su departamento legal demandaría a la empresa que la había fabricado y, en consecuencia, sería derrumbada.

Cuando antes dije que cometieron un error, me refería a que ellos no sabían en el lío que se podían meter. Por eso, cuando nos llamó del varadero uno de nuestros empleados, que era el montador de techos y años antes había trabajado con la competencia; al hablarme, explicó lo que había presenciado. Nos preocupamos por la única razón de que podrían atrasarnos el pago; pero de inmediato llamamos a nuestro representante legal y, como todo sucedió en el curso de la mañana, por la tarde ya estaba en conversaciones con la competencia. Fue tanta la imprudencia de

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ellos que, por salvarse de una demanda, nos entregaron una correspondencia excusándose y explicando en la misma carta que no existía tal patente y que nosotros estábamos fabricando algo de libre comercio y fabricación.

Esta carta se convirtió desde aquel día en el cuchillo para su garganta; tanto fue así que de allí en adelante hasta el año 80, fuimos el primer fabricante de estructuras metálicas. Presupuestamos, por intermedio de un constructor, para Comdima, la construcción de la primera parte de la Zona Industrial de Maracaibo, pues más de un sesenta por ciento de los galpones edificados hasta el año 80, los había fabricado mi empresa. Además, todos los techos de los Supermercados Victoria de Maracaibo, la fábrica de neveras Norge, el techo del modelo hidráulico del Lago de la Universidad del Zulia, el Almacén de Ensacado de Urea en la Petroquímica de El Tablazo, el techo del Centro Comercial Costa Verde y muchas más, tantas que necesitaría muchas páginas de este libro para describirlas.

CAPITULO XVI

En este capitulo hablaré de la adquisición del lugar donde actualmente se encuentra la empresa. Anteriormente, allí funcionaba una empresa llamada Taller Piove, el propietario era un italiano que en un accidente de transito perdió la vida, dejando a su mujer con dos hijos y sin dinero, Como la señora estaba sola en Venezuela, para poder sobrevivir empezó por vender las máquinas; pero como eran años difíciles le resultaba casi imposible venderlas, hasta que por referencias de un amigo, nos propuso la venta de todo el taller.

Aunque no estábamos en condiciones de comprar inmuebles, le hicimos una oferta como para que nos dijera que no, pero para sorpresa nuestra la aceptó. Como no teníamos dinero en el momento, no pudimos concretar nada y le pedimos una semana de tiempo, pero no teníamos ni idea de cómo conseguir dicho dinero. Al siguiente día, con mi hermano, empezamos a inventar como, o que podíamos hacer para comprar aquel taller, ya que era la mejor oportunidad que se nos presentaba y no podíamos perderla. Pero, aunque era una buena oportunidad, la suma de dinero que se necesitaba era difícil de conseguir y, repito, como los tiempos eran difíciles, los bancos no prestaban dinero a menos que fuera a un buen cliente y que, además, tuviera buen respaldo económico.

Así que habían pasado cuatro días y todavía no conseguíamos nada; el banco con el cual trabajábamos nos lo negó rotundamente, de manera que estábamos perdiendo toda esperanza, Pero me vino a la mente el año 64, cuando compre el

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resto de mi primera empresa, con un buen contrato que me había caído como mandado del cielo. Entonces recordando tuve la ida de recurrir al viejo Curto, así se llamaba y le decía viejo por cariño; pensé que quizás, de pronto, me ayudaba.

Decidido como siempre, al día siguiente (recuerdo como si fuera hoy) me presenté en su oficina y, con una cara sonriente, le dije que él era mi salvación y que estaba seguro que me diría que sí; sin decirle el por qué. Como le hablé con tanto entusiasmo y tanta seguridad, me quedé asombrado cuando no tuve que insistir mucho y, con una llamada telefónica al gerente del banco con el cual trabajaba mi empresa, me consiguió el dinero, respaldado con su aval. De esta manera, en el lapso de quince días, el Taller Piove era nuestro.

Esto sucedió en el año 68; el viejo Curto, por el respaldo de su aval nos había hecho firmar unos giros a dos años, que era el plazo que nos había conseguido para cancelar el préstamo. Una vez más, como en la compra anterior que se me presentó el trabajo de las protecciones de Puerto Miranda, esta vez también vino el de los Puertos de Altagracia. No habían pasado seis meses cuando conseguimos un buen contrato que no tenía monto definido, pero a la larga era el que iba a pagar la obligación que teníamos. Cuando construyeron el Polideportivo de Maracaibo, conocíamos al ingeniero residente de la obra, quien estaba pasando por un aprieto, que le urgía terminar las obras para los primeros Juegos Bolivarianos, los cuales se efectuarían en Maracaibo, y nosotros le resolvimos el problema, trabajando día y noche.

En este año, la misma compañía había contratado con una financista española, la primera etapa de las obras de Nitrovén en El Tablazo y, como ingeniero residente, había encargado el mismo del Polideportivo. Este, por suerte (para llamarle de alguna manera), vino personalmente a buscarnos, como para recompensarnos por lo que habíamos hecho el año anterior nos dio el contrato de todos los pernos de anclaje de la planta Nitrovén. Cuando digo suerte, es porque ésta es la palabra que la mayoría usa para justificar algo, pero en nuestro caso no fue así, porque cuando el ingeniero nos vino a buscar, tenía problemas igual que la vez anterior y, como nosotros entonces le habíamos sacado del apuro, él sabía que podía contar con nuestra ayuda cuando la necesitara. Además, como el monto en bolívares era insignificante, para darnos el contrato no necesitó de los tres presupuestos reglamentarios.

Así que como no teníamos máquina para hacer roscas, tuvimos que comprar una de inmediato; porque el día anterior al que nos firmara el contrato tuvimos que suministrarles casi una tonelada de pernos; ahora comprenderán por qué nos buscaba.

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Estos mínimos detalles, aún cuando se que aburren un poco, es necesario contarlos, porque son los principios de cualquier empresa. Aunque los precios cuentan, el servicio es muy importante y más en nuestro país donde todas las obras del Estado o financiadas por él deben proyectarse y ejecutarse, en su mayoría, dentro el quinquenio y, generalmente, la ejecución se decide en los últimos años del gobierno de turno; por ello, de principio a fin, es un corre que corre y los contratistas, en este caso, siempre buscan su-contratistas con quienes puedan contar. Así que con el contratico de los pernos que habíamos obtenido, estábamos asegurando la cancelación del préstamo del banco para quedar bien con el viejo Curto.

Bueno, este fue el principio de otra etapa en nuestras metas; de allí en adelante con la deuda que habíamos adquirido, aun cuando sabíamos que con nuestro trabajo la podíamos pagar, siempre nos esforzábamos por producir más, por buscar nuevos trabajos y, repito, como éramos una buena combinación, no sé si por suerte o como se le quiere llamar, los contratos cada día iban en aumento, por el cumplimiento y rapidez con que ejecutábamos los trabajos.

Nos fuimos ganando la confianza cada vez más, no sólo del ingeniero (nuestro ángel de la Guarda), sino de otros sub-contratistas que trabajaban en el área de El Tablazo; tanto, que tuvimos que rechazar trabajos y sólo realizábamos que más nos convenían.

En el lapso de tres años, el personal empleado por nosotros se había cuadruplicado. Habíamos comprado nuevos equipos y maquinarias; por lo tanto, ya no era aquel tallercito con el cual empezamos; teníamos instalaciones como para catalogarnos cada uno de los talleres buenos de Maracaibo, que inspiraba respeto y, como la economía del país mejoraba día a día, la nuestra iba a la par y aún mejor.

En consecuencia, tal como expliqué en capítulos anteriores, en el año 1972 mi hermano regreso a Italia dejándome solo. Como todas nuestras ganancias estaban reinvertidas en la empresa, cuando llegó el momento de su partida, cuadramos todas las cuentas y dio como resultado una buena suma. Ahora bien, como la cantidad que le tocaba a él debía ser convertida en dinero efectivo, reuní una buena parte de lo que teníamos como capital de trabajo y le dije: “Esto es todo lo que puedo entregarte, el resto te lo giraré tan pronto disponga de dinero”. Pero como él se iba por fuerza mayor y, además, éramos hermanos, todo quedó bien entre nosotros, y tanto él como yo sabíamos que ninguno de los dos quedaríamos mal. La prueba es evidente, pues como Dios nos separó, independientemente nos dio la oportunidad de ser lo que hoy día somos.

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CAPITULO XVII

Con este capítulo empieza un nuevo despertar, el que hasta entonces no conocía. Al quedar solo, lo primero que hice fue buscar una persona que en parte sustituyera a mi hermano, en la parte operativa y técnica, que era la que el manejaba y, como por arte de magia, a los pocos meses mi empresa estaba en superación constante, hasta que en menos de un año le había pagado todo a mi hermano y mi economía estaba tan buena que decidí ampliar el taller, transformándolo en una fabrica, lo cual siempre había sido mi anhelo.

De tal manera que, prácticamente, lo que la fábrica es actualmente en 1987, fue lo que proyecté en el año 72, cuando por primera vez me endeudé con un crédito hipotecario para veinte años. Había comprado parcelas a un lado y otro de lo que fue el Taller Piove, cuya superficie actual representaba el cincuenta por ciento, así que decidí hacer un pequeño edificio en el frente y la parte posterior, donde había un galpón; pensé que en las parcelas adquiridas podía hacer dos más y convertirla en una fábrica de cualquier línea que pudiera producir.

El edificio fue proyectado de tres plantas, o sea, dos pisos más planta baja, pero por el momento sólo iba a construir un piso, que sería donde funcionarían las oficinas de la empresa; y la planta baja la convertiría en locales comerciales que, posteriormente, alquilaría. Al final del año 72, empecé la obra con un presupuesto aprobado de cuatrocientos cincuenta mil bolívares. Para el edificio, adquirí los servicios de una constructora y me reservé toda la obra metálica, ya que era mi oficio; los pisos de concreto y la electricidad. Total, que cuando terminé la obra, me habían quedado -después de cancelar el préstamo- cincuenta mil bolívares, que más adelante explicaré lo que hice con ellos.

Cuando se terminó la obra, mi compañía por su presentación, tenía aspecto de toda una fábrica, así que de nuevo me vino la idea de remover la fabricación de tráileres; pero como la economía seguía mejorando y la industria de la construcción era la que movía la economía del país, después de la petrolera, la idea fue la de fabricar tráileres para viviendas u oficinas, con tamaño de doce metros de largo por dos metros cuarenta centímetros de ancho; dividirlo en tres partes e incorporarle una sala sanitaria; de esta forma, si se usaba como vivienda, la pieza central serviría de cocina-comedor, con su sala sanitaria y las laterales, una para el dormitorio y la otra para la sala; y si fuera para oficina, se podían preparar tres ambientes diferentes.

Así que la idea dio su resultado, de estos traileres fabriqué cuarenta y tres unidades, algunas de las cuales fueron para oficinas rodantes en las obras de

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envergadura que se hicieron en Venezuela, tales como el Puente sobre el Río Limón; en el área de El Tablazo, segunda etapa: en la Represa del Gurí; en el Museo de Cera Rodante; y en la reconstrucción del Puente sobre el Lago de Maracaibo, cuando por accidente lo derrumbaron. Algunos de estos tráileres se equiparon hasta con aire acondicionado central.

Un punto que quisiera aclarar, para que el lector reflexione, es que en lo referente a la fabricación de tráileres no hubo personal de ingeniería, todo fue producto de una idea que se realizó y cristalizó. El soñador de siempre, quien escribe, fue el creador y responsable de la producción.

Siguiendo con mis ideas, un día pensando siempre en nuevas alternativas, al enterarme por los medios de comunicación lo que se hablaba del Pacto Andino y, siguiendo con interés el tema, pude ver una noticia sobre prensas hidráulicas y, sin pensarlo dos veces, de inmediato me puse a producir prensas; pero los resultados ya los saben; se las otorgaron al Ecuador en negociaciones bilaterales y, como en aquellos tiempos, Venezuela estaba en bonanza, le otorgaron las prensas hidráulicas. Pero me quedaron los modelos prototipos, que fueron: una de treinta, una de cincuenta y otra de ciento cincuenta toneladas de capacidad en presión; las dos primeras, con combas manuales y la tercera electrohidráulica; la más pequeña logré venderla y las otras dos forman parte de la maquinaria que actualmente tiene la fábrica. Era el año 1974 y empezaban entonces los años de bonanza. El Presidente de la Republica era Carlos Andrés Pérez. Como en aquel tiempo había empezado con otra empresa, me quise dedicar a ella, por lo tanto dejé que Metal Arte se dedicara a la fabricación de estructuras metálicas y sus puertas enrollables de aluminio; nombré gerente al hombre que había sustituido a mi hermano y me dediqué de lleno a la otra empresa, que para mí era una meta más.

CAPITULO XVIII

En este capítulo voy a hablar de la nueva empresa, la cual me dio otra satisfacción, de las muchas que he tenido.

Ahora voy a explicar lo que hice con el dinero que me quedó del préstamo, para la construcción de Metal-Arte (bolívares cincuenta mil). Esto fue en el año 1973. La planta baja del edificio, que había proyectado para seis locales comerciales, no la había dividido pensando que se pudiera presentar alguien que lo quisiera alquilar completo. Eso sí, le hice todos sus servicios, le puse sus puertas. Yo estaba ocupado vigilando el final de la obra, en finiquitos y todos los requisitos legales para liquidar

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las últimas valuaciones por parte del Banco Hipotecario y no tenía tiempo ni para pensar. Pero cuando el banco me liquidó, pagué todo y me quedaron los cincuenta mil, la idea no se hizo esperar. De inmediato pensé que tenía unos locales comerciales y que cualquier negocio que iniciara me saldría bien. Porque durante la construcción había una muchacha que venía a buscar trabajo en el negocio que iba a fundar allí; y cada vez que regresaba por el empleo, le repetía siempre lo mismo: que aún yo no sabía que clase de negocio se iniciaría allí porque eran locales para alquilar. Y aquella muchacha siguió preguntando durante todo el tiempo que duró la construcción. Aún recuerdo, como si fuera hoy día, que un día cuando ya la obra estaba terminada, me llegó y me dijo ¿por qué no pone usted un negocio? En aquel momento, no le di importancia a lo que me dijo, pues cuando liquidaron el crédito, por primera vez en mi vida tenía cincuenta mil bolívares sin compromiso de pago. Como hasta ahora, nunca me he permitido el lujo de tener dinero sin saber donde invertirlo y como también, por aquel tiempo, algún amigo me había sugerido la idea de montar un negocio, además de aquella muchacha, me vino a la mente que mi compañía compraba muchos artículos de ferretería, así que uno de los negocios que podría montar podría ser exactamente ese, ya que algo conocía de los productos que vendería.

De tal forma que, como siempre lo hacía, no tuve que pensarlo mucho. Me asesoré con mi contador y, aunque él no aprobó mi idea, yo seguí pensando en la ferretería. Hasta que se me presentó un muchacho que me sirvió para empezar. Entonces, como era mi segunda empresa, pensé que mi apellido debía quedar sellado en una firma comercial; o, por lo menos, hasta el fin de mi existencia, Por lo tanto, mi segunda empresa la bauticé con el nombre de Mercantil De Benedettis S.A. (Medesa). Y creo que esta firma, mis hijos –aunque sea por respeto a su padre. Deberán inmortalizarla, al igual que Metal-Arte.

Había tomado la decisión. Ya tenía la firma registrada y los reales para comenzar. Así que en el mes de mayo del 73, abrí las puertas de la ferretería; y, a las dos semanas, la famosa muchacha que había vaticinado mi negocio estaba trabajando como empleada en mi segunda empresa.

Como estaba empezando y tenía de gerente en Metal-Arte a un hombre que se desempeñaba muy bien, pude dedicar todo mi tiempo a mi nueva empresa. Como tenía muy buenas relaciones, me dediqué a buscar líneas para distribuir y en la búsqueda me tropecé con un amigo que me ofreció una distribución exclusiva, la cual era nueva y, por lo tanto, tenía que introducirla. Después de analizarlo, me decidí aceptarla y, como para mí, era un reto; tratándose de un producto metálico, me impuse una meta.

El primer año me costó hacer la introducción, pero aproveché mi experiencia y del mismo producto, usando a Metal-Arte, me puse a fabricar artículos para la

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construcción y el hogar. De esta forma, para el segundo año ya estaba dándome dividendos; y en los años siguientes, fue el caballito de batalla (el producto que más dividendos me dio). Pero allí no se detuvo la empresa. En el año 1974, ingresó un hombre con mucha experiencia en herramientas industriales, quien había trabajado diecinueve años en una empresa proveedora de ellas y con mucho prestigio en Maracaibo.

En pocos meses, supe sacar mucho provecho de su experiencia. Porque, aparte de ser un hombre muy conocido, por su capacidad era solicitado por los compradores de las grandes compañías. También conocía a los representantes de firmas extranjeras, que vendían herramientas y maquinarias, las cuales él había vendido anteriormente. Además, eran los tiempos cuando en Venezuela se daban todas las facilidades para importar, con el comienzo de la bonanza.

Mi ferretería en poco tiempo se convirtió en importadora y mayorista. A tal punto, que en el año 1976 se hizo indispensable la construcción de la segunda planta del edificio, por el crecimiento acelerado que había sufrido.

Además, para aquellos tiempos Medesa tenía un tren de empleados de alrededor de cuarenta que, unidos a los del Metal-Arte, superaban los cien. Así que como de industrial me había pasado a comerciante, al ser importador mayorista me iba dando cuenta de que si los productos que importaba los vendía al detal, obtendría más dividendos. Así que había decidido poner más ferreterías en puntos estratégicos de la ciudad de Maracaibo. Este mismo año, registré otra firma con el nombre de Proveedores del Sur, C.A. (Provinsur), compré un local en el Centro Comercial Fadesa, en la parte sur de la ciudad; y al poco tiempo, adquiriría otra ferretería en la avenida La Limpia, que se encontraba casi en quiebra, y al poco tiempo la puse a valer.

Todo marchaba muy bien y el progreso avanzaba como si fuera enviado por Dios. En el año 78, registré otra empresa con el nombre de Ferro Industriales del Norte C.A. (Ferrino), también distribuidor industrial de todos los productos que seguía importando. Para este también adquirí un local en un centro comercial, ubicado en la Circunvalación Dos, frente a la Energía Eléctrica de Amparo. Así, con mis cuatro ferreterías estratégicamente situadas, cubría la ciudad de Maracaibo. Pero el crecimiento que tuve fue demasiado acelerado. Igual como le sucedía a nuestro país, no tuve tiempo o no supe controlar la situación y por ello, cuando hubo un cambio de gobierno en el año 79, perdí el control y, debido a las restricciones las ventas, en vez de aumentar, cada día eran menos. Y se me empezaron a presentar ciertos problemas de pago. Entonces, como tenía un inventario muy alto y las ventas se reducían, se me ocurrió la idea de fundar una

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distribuidora en la capital para la cual necesitaba una persona que pudiera acompañarme en esta idea.

Como unos años atrás, Medesa era una distribuidora nacional de productos importados que una compañía traía y otra parte era fabricada en el país, todos los meses el gerente de ventas de la misma me visitaba. En una de sus visitas, le conté mis ideas o pretensiones y, a los dos meses, él mismo era quien gerenciala la sucursal de Medesa en Caracas. La historia de esta sucursal la voy a pormenorizar para que el lector pueda darse cuenta de lo que es un empresario.

Desde el año 78, como antes dije, representaba productos importados de otras empresas: se trataba de ruedas y carretillas manuales, de las que usan las compañías refresqueras en sus camiones de reparto. En un principio, yo compraba las ruedas y carretillas con ruedas macizas y neumáticas; pero como yo tenía a Metal-Ate, que se dedicaba a las construcciones metálicas, al poco tiempo les estaba comprando sólo las ruedas porque las armaduras de las carretillas las fabricaba yo y les ensamblaba las ruedas de ellos. De esta forma, bajaba el costo. Con esta operación, pude competir con la misma compañía, vendiendo las carretillas al mayor por todo el país. Ellos al principio pensaron, como cualquier empresario, que de todas maneras me seguirían vendiendo las ruedas,

Pero cuando me fui dando cuenta del negocio de las ruedas, reflexioné y me dije ¿por qué no? Si Medesa es importadora, bien podría traer las ruedas macizas para carretillas y también podría traer de importación las neumáticas. Y en Metal-Arte, fabricar los rines. Así, llevando a la práctica mis pensamientos, empezó la importación de ruedas macizas y neumáticas. En la fábrica, se incorporaban los rines y se montaban a las carretillas. Así competimos con los productos completos.

Iniciar la importación de estos productos no resultó tan difícil, ya que en aquellos tiempos sólo se necesitaba tener dinero para abrir una carta de crédito y, a los cuatro meses con mis carretillas tenía el mercado nacional controlado. La competencia iba, cada día, perdiendo mercado; pero como, todavía, me vendían ruedas de las llamadas industriales, que era la línea más productiva que representaban, y para la venta de estas Medesa era un buen cliente, mientras yo era su competidor con las carretillas y la otra línea la producían ellos, esto no les preocupaba.

Cuando su gerente de ventas negoció conmigo y me explicó todo lo concerniente con el negocio de las ruedas, me puse a pensar seriamente. Y, al final, tuve que ampliar el proyecto, desde los rines para las neumáticas, hasta las ruedas industriales. Así que, como la comercialización de productos de ferretería estaba

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afectada por una crisis que se aproximaba; y la línea de carretillas, que era de fabricación propia, era más rentable, me estimuló la fabricación de ruedas industriales. Sin embargo, no era fácil. Todavía nuestra moneda era fuerte y, por ello, la pelea resultaba una lucha a muerte. Hasta que el gerente de Caracas, en uno de los viajes de los famosos viernes, aquellos de los cuales hablé en la obra anterior, me habló de una fábrica de ruedas que había tratado de hacer contacto con sus patrones anteriores. Esta fábrica representaba a otra fábrica inglesa de superior calidad y por eso no le habían prestado atención, porque era de Colombia. Pero yo sí se la presté. Y como yo había visitado una fábrica italiana así como la inglesa que representaba la competencia, sin obtener resultados positivos; pensé que con la de Colombia iba a obtenerlos. De tal manera que, como el gerente era de esa nacionalidad, me fue fácil contactarla porque él me acompañó en mi primer viaje que hice a Colombia.

Después de este contacto, el resto fue tan fácil que vino solito. Como ellos querían vender a Venezuela a como diera lugar y yo en aquellos momentos tenía unas excelentes relaciones comerciales, con el incentivo que el gobierno colombiano tenía para los industriales, aparte de conseguir las ruedas que yo necesitaba para mi proyecto, también conseguí un crédito rotativo de un millón de dólares que, si hubiese tenido la oportunidad de usarlo antes del control de cambio no sabría decir en este momento, en lo que a mi empresa se refiere, las condiciones en que estaría hoy en día.

Ahora bien, con este cambio en las ventas de Medesa, estaba regresando al principio, dedicando más tiempo a la industria. Y como desde el año 1979 hasta 1983, debido a la situación económica que vivía el país y a la mía, que era peor todavía; había dejado de importar. Primero, porque estaba muy endeudado, tanto interna como externamente; y, segundo, porque tenía un fuerte inventario.

Con las ventas tan restringidas, la solución fue vender a precios muy bajos, hasta el mínimo del costo, para salir de la deuda contraída. Esta decisión que había tomado me salvó del fracaso que hubiera tenido de no haber podido pagar la deuda externa antes del control de cambios. La única que me había quedado era la de Metal-Arte con Colombia. Pero como era un año de plazo, a esa fecha apenas empezaron los vencimientos del pago. Por lo tanto, como este era del gobierno me fue muy favorable. Y, a los tres años exactos del control de cambio, me fue reconocida y logré pagarla al dólar a 4,30, tal y como la había contraído.

Hasta este momento, he venido hablando un poco de todo, hasta del fracaso que sufrí después de la bonanza; pero esto mismo me impulsó para el alcance de las muchas metas que he podido lograr.

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CAPITULO XIX

En este capítulo hablaré de los errores que cometemos los humanos, cuando los reconocemos a tiempo y como nos sirven de ayuda para vencer los obstáculos que se nos presentan. Ahora bien, cuando digo que cometí errores, lo pongo en duda. Porque nunca pude saber si eran verdaderamente errores, o fue Dios que quiso ponerme a prueba. Pero les diré que en el quinquenio 79-83, mi patrimonio se había reducido casi en un cincuenta por ciento. Esta pérdida fue como si hubiera recibido un gran impulso. Porque el año 84 no sólo recuperé lo perdido, sino que lo superé. Y, de allí en adelante, los mismos hechos que les contaré por sí solos se explicarán.

Cuando hablé de las carretillas y de las ruedas, lo hice en forma general. En el año 79, cuando registré la sucursal de Caracas, fue con dos finalidades: primero, vender el inventario de herramientas para pagar las deudas que tenía; y, segundo, para distribuir mis carretillas a nivel nacional. Tanto así, que ya contaba con el hombre apropiado para ello. Pero, como disponía de poco dinero para esta aventura, con la ayuda del hombre de Caracas, que tenía un dinerito ahorrado, iniciamos la sucursal. Yo aporté el producto y él, el dinero en efectivo, participando con un veinte por ciento.

Así como disponíamos de suficientes productos y él era un hombre muy capaz en el arte del mercadeo, aunque la oficina y el depósito eran dos habitaciones de una quinta, las ventas crecían día tras día. Hasta nosotros estábamos asombrados de cómo podíamos operar en aquel agujerito, con tanto volumen de productos que, por el año 80, despachaban desde Maracaibo en un camión 600 cargados de carretillas todas las semanas. Pero más asombroso era verificar donde iban a parar tantas carretillas que se vendían. En aquellos tiempos, trabajaba incansablemente. En Maracaibo, dirigía las cuatro ferreterías, la fábrica y también una compañía aduanal, que se encargaba de todas las importaciones; y la sucursal de Caracas. Durante el primer año y hasta que quedó registrada, tuve que viajar todos los viernes y regresar el mismo día; por una parte, para firmar todo lo relativo a nóminas y pagos en general. Y, por la otra, para vigilar el coroto.

Por cierto, aunque lo conté en mi primera obra, lo voy a repetir: durante aquel año, mis viajes a Caracas con retorno el mismo día, se prolongaron por casi seis meses. Todos los viernes tenía que levantarme a las cuatro y media de la mañana para salir en el primer vuelo de las seis y media y regresar en el vuelo de las ocho de la noche en Maracaibo. Para colmo, los pilotos en aquel tiempo tenían una operación “morrocoy” en solicitud de reivindicaciones salariales y quien pagaba el “pato” era el pasajero. De tal manera que, como esta huelga duró varios meses y

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coincidió con mis viajes, muchos viernes me tocó levantarme a las cuatro y media de la mañana para regresar a las doce de la noche.

Ahora bien, volviendo atrás, tampoco pude saber si cometí un error cuando en el año 73 me dediqué al comercio estando Metal-Arte en pleno progreso. Con el agravante de que, para aquella fecha, dicho progreso había sido continuo y acelerado. Que con los años de la bonanza y el auge de la industria de la construcción, tal vez me hubiera ido mejor.

Pero hoy día no puedo estar perdiendo el tiempo recordando los errores del pasado, ya que nada puedo hacer para remediarlos. En realidad, lo que ahora cuenta es el presente y el futuro; lo que pasó, pasado está. De todo esto, la conclusión que siempre saco es que si cometí errores no fueron para el fracaso. Todo lo contrario, ellos me ayudaron a progresar. Y lo más importante fue que nunca perdí la confianza en mi mismo y la obsesión de que alcanzaría mis metas. Lo más interesante es que todas mis metas las alcanzaba, siempre antes del tiempo previsto, a tal punto que alguna vez me pregunté para mis adentros ¿cuándo dejaré de ponerme metas? ¿Cuándo me tomaré unas buenas vacaciones para descansar? Y, desde que empecé, me estoy diciendo lo mismo: “algún día, voy a descansar”.

En realidad, yo no sé cual es el descanso para mí. Porque cuando estoy una semana fuera de mi oficina y de mi rutina diaria, me siento cansado y de mal humor. Además, hay otra cosa: cuando empecé, pensaba mucho en el dinero para disfrutarlo. Sin embargo, ahora el trabajo me absorbe tanto que ni siquiera tengo tiempo para gastarlo. Esto da lugar a que todo se reinvierta y, así, cada día voy perdiendo un poco más la noción del dinero y he llegado a la conclusión de que mi ideal es trabajar, trabajar y trabajar.

En el segundo de ellos, disecciona toda la ruta transitada desde sus comienzos hasta sus logros, con sus penurias, decepciones, engaños, dudas, esfuerzos y pequeños éxitos que lo fueron transformando en un triunfador.

Y en el tercero, ya sobre terreno firme, regala a sus lectores un método para la concepción y constitución de cualquier proyecto de empresa, con planificación, desarrollo de destrezas y pasos a seguir para su alcance y desarrollo.

De Benedettis conserva muchos de los mensajes recibidos después de la publicación de sus libros. Pero es particularmente conmovedor el de una estudiante de Cabimas, llamada Marisela Rodríguez: “Su libro (Los Caminos del Éxito) me ha hecho reflexionar. Le aseguro que sus consejos los tendré siempre presentes, sobre todo a la hora de desenvolverme en el campo laboral…”

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Otras cartas de agradecimiento dan cuenta de sus actividades en otros campos. Solía, por ejemplo, ofrecer charlas a grupos que lo solicitaran. Y así fue como desarrolló varias de estas exposiciones a los alumnos de la Universidad de la Tercera Edad.

Algunos de los empresarios entrevistados, mencionaron su capacidad de entrega social. Y se refirieron a los donativos que suele entregar a obras de beneficio colectivo.

Una correspondencia del 30 de marzo de 1988, suscrita por el director del Hogar Clínica San Rafael, hermano Andrés García Rojas, lo confirma.

Estimado amigo y bienhechor:

Mi agradecimiento sincero a nombre de todas las personas necesitadas que diariamente se atienden en el Hogar Clínica San Rafael, asimismo de todos los que hacen posible esta obra.

…que cada día Dios le permita crecer en todos los niveles y seguir realizando muchas obras de bien.

Para entonces, ya había madurez en sus gestos, en sus obras, en sus acciones. Todo ello como producto de la experiencia, de sus vivencias de largos años, que relata en minucioso detalle en su obra Como Nace un Empresario.

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Testigos Presenciales

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Giovanni Petrella:

Un ciudadano per bene

Cerca de cuarenta años han transcurrido desde el primer encuentro entre estos dos hombres nacidos en La Puglia italiana, con sueños de crecimiento personal y éxito, que ambos lograron.

Giovanni Petrella recuerda que conoció a Francesco en circunstancias especiales: básicamente porque coincidían, llevados por sus intereses comunes, en el mismo ambiente gremial y social.

Ambos frecuentaron por años organizaciones como Fedecámaras y la Asociación de Industriales Metalmecánicos y Metalúrgicos (A.I.M.M.).

Reseña que De Benedettis desarrolló un inmenso trabajo en el campo gremial, luchando por la defensa de los intereses de los productores en el área metalmecánica, como parte integrante de las entonces llamadas fuerzas vivas del estado; y aún a nivel nacional.

En estos tiempos, se dieron la mano para fundar la Asociación de la Puglia. Y se empeñaron en la consolidación de esta organización, Puglieses del estado Zulia, de la cual Francesco sigue siendo miembro natural. Y en cuyo objetivo se fusionan las dos culturas. Particularmente, porque muchos italianos, entre ellos Francesco, crearon hogares mixtos, casándose con una venezolana y construyendo un hogar rico, con hijos de ambas raíces. Por cierto, según Petrella, hay que reconocer en él un gran padre, dedicado a sus hijos, a formarlos, a sembrar en ellos la huella de su trabajo, de su esfuerzo, de su voluntad.

La Asociación Pugliese en el Zulia consolida sus objetivos en 1987, a raíz de la visita al Zulia de una comisión, integrada por más de veinte personas y presidida por el doctor Aldo Sciscioli, alcalde de la ciudad de Corato, de donde es originario Francesco, cuya presencia permitió lograr convenios entre la gobernación, la alcaldía y otros entes gubernamentales para estrechar lazos entre las dos regiones, el Zulia y la Puglia.

Pero a De Benedettis, “hay que mirarlo desde otros ángulos”:

-Para empezar, es un trabajador excepcional y ciudadano preocupado por la sociedad, especialmente por la gente con menos recursos. Igualmente interesado en todos los acontecimientos de la nación, de una patria que ha hecho suya y siente suya; ha sabido interpretar el verdadero sentimiento bolivariano, mediante el

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trabajo y trabajo y más trabajo, con constancia y más constancia. De hecho, una de las virtudes que se le ha reconocido con numerosos premios y distinciones ha sido esta perseverancia.

Petrella sigue recordando: Hubo épocas en las que nos encontrábamos en reuniones de las diferentes cámaras. Muchas veces durante tantos años. No se puede calcular el tiempo de los encuentros. Nos tenemos mutuo respeto.

Y enumera algunas de sus más sobresalientes virtudes: Siempre ha sido muy afable. Ha sabido interpretar la función de un hombre en una sociedad. Tiene un profundo espíritu de luchador y un sentido positivo. Nunca se le ha visto angustiado o temeroso.

También conoce de su origen: Corato, el pueblo donde nació es una ciudadela de unas cien mil personas. En ella, se consiguen vestigios del imperio romano, como la Vía Appia. Y pasa a analizar sus grandes decisiones: “Los movimientos migratorios no son nada nuevo. Ha habido dos migraciones gruesas: entre 1915 y 1918 y entre 1939 y 1945. Estas migraciones fueron obligadas por la derrota existente en Europa. América entonces es como la tierra prometida, el sueño americano. Pero, de hecho, a partir de 1890 se producen muchas corrientes migratorias”.

Entre 1950 y 1960, durante el período de Marcos Pérez Jiménez existió, de hecho, una migración selectiva, ebanistas, albañiles, en la que se enrolaron ambos. “Antes de pisar estas tierras, ya teníamos cédula”. Es la naturaleza del hombre esta de ir, buscar y regresar. Pero en el caso de Venezuela, los primeros años se verifican algunos cambios en el comportamiento humano: el hombre se pega a la tierra y la tierra se pega al hombre. Sin embargo, no es que queda atrapado. En el caso de Francesco, se enamora y, de una vez, queda más ligado. Una vez ocurrido este hecho, aspira a quedarse y a convertirse en venezolano.

Ciertamente, estas migraciones generan un nuevo modelo de venezolano a partir de la mezcla de sangres.

Desde el punto de vista político, destaca que De Benedettis sólo ha participado en una fundación de carácter político llamada Somos Todos, una fundación ad hoc que se sumó a la discusión en el ámbito político venezolano para que la Constitución tuviese un articulado concerniente a la aspiración de los venezolanos por naturalización de administrar los bienes del país. “Si somos capaces de apegarnos a la tierra, de ligarnos afectivamente, de generar riquezas, también somos capaces de administrar ese dinero”. Se logró lo que buscaban.

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El es rico, define. Posee una riqueza de valores, una forma de pensar, una filosofía enriquecedora: “Venezuela es un país para hacerlo. La edad de un hombre no alcanza para hacer un país”.

Piensa que a Francesco le faltan reconocimientos. Porque forma parte de una cultura que muchos quisieran tener y muy pocos entienden porque les falta perseverancia.

En el ámbito familiar, estima que hoy son privilegiadas las personas, como los hijos de De Benedettis, que ostentan unos padres preocupados por los hijos, padres con buenos modales, obedientes a las leyes, que aman la patria, defienden la familia, trabajan para la subsistencia y escriben una historia positiva a través de su vida.

Como corolario, piensa que su deporte favorito en la realización de obras filantrópicas.

Y bromea: “El ha puesto sobre ruedas todas las panaderías de Maracaibo. Y, con las Santamaría, cada vez que se oiga un ruido de metales cayendo es Francesco”.

Finalmente, concluye: “El pueblo de Venezuela le abrió los brazos. Y el mejor patrimonio que deja a sus hijos es su comportamiento ajustado a la vida, la conducta de un ciudadano per bene”.

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Rodolfo Auvert:

Es de los constructores del país

Rodolfo Auvert conoció a Francisco como miembro de la directiva de la Cámara de Industriales hace muchos años. Entre ellos, existe la distancia de una generación completa. Y, no obstante, se confiesa testigo de sus iniciativas de tipo gremial, algunas de las cuales logró por su permanencia en directorios de diversas agrupaciones gremiales por algunos años. Recuerda que una de sus iniciativas, como zuliano, es que patrocinó la creación del capítulo zuliano de la A.I.M.M., la que motorizó por muchos años. De hecho, fue él quien le dio presencia aquí. Y ese esfuerzo no se pudo mantener cuando salió, “se perdió ese esfuerzo”. Aparte, siempre fue una persona muy activa. Siempre dispuesto a ayudar en diversos programas que la Cámara emprendía.

Entre sus virtudes, lo reconoce como un gran amigo, un empresario que mantiene el contacto con los empleados y un padre que ahora lo hace con sus hijos… Después, destaca su capacidad emprendedora: es un auténtico promotor que ganó esas empresas y las ha hecho crecer a fuerza de trabajo y de buenas ideas.

Francesco de Benedettis, según recuerda, ha creado muchas empresas: Primero, en el sector metalúrgico, en el que logró buenas exportaciones para sus productos. Particularmente, en los países del Pacto Andino y del área del Caribe. Y lo hizo con éxito. Y es que ha sido un permanente luchador por la mayoría de sus empresas, por su avance, por su crecimiento.

“El empezó con las ruedas y desarrolló una variedad grandísima de modelos”. Pero, aparte de sus capacidades innovadoras, es un comerciante nato: hacía sentir la presencia de ruedas de Metal-Arte, sus catálogos, sus mostrarios, que demuestran un gran esfuerzo de mercadeo.

Aparte de las ruedas, descubrió el negocio de las puertas. Popularizó el concepto. En principio, eran importadas y, al desarrollar su fabricación a nivel local, las hizo populares. Desarrolló una puerta articulada a una seguridad más estricta. La introdujo en todas las variantes, incluso una perforada que permitía ver a través de ella. Y estableció variantes en los mecanismos.

Rodolfo Auvert está convencido de que, en los diseños de sus productos, las ideas básicas deben venir de él.

Siendo un hombre optimista y de acción, se ocupó en alma y cuerpo a la creación de un programa local de capacitación del INCE. Trabajó especialmente en

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áreas de metalurgia y metalmecánica. Muchas empresas se beneficiaron de los programas logrados: la formación de habilidades industriales. Su iniciativa relegitimó esas capacidades. Muchos programas de formación de operador de maquinarias y herramientas se desarrollaron con el apoyo del Ince. Pero casi todo se vino abajo después que él no continuó. Y dejó de hacerlo por decisión de la propia asociación.

De Benedettis pertenece a una generación intermedia entre su padre y él. No son contemporáneos, pero lo conoció bien.

Aparte de esas características generales, lo reconoce como una persona encantadora, jovial y alegre; dispuesto a cualquier tarea por difícil que esta fuera. “Y ese mismo espíritu lo imprimió en la crianza de sus hijos porque siempre quiso crecer con su empresa y su familia”. Nelly, por ejemplo, tiene muchas de las características de su padre.

Durante años, acompañó eternamente las actividades gremiales. Y si ha distanciado su vida social ha sido principalmente por problemas de salud. En los últimos tiempos, rebajó de peso. Y usa bermudas para obligarse a no asistir a ninguna actividad social. De todas maneras, tiene un permanente contacto con los amigos.

El es digno representante de la generación de inmigrantes (en este caso, de italianos) que realmente construyó mucho en este país. Venezuela no tenía base industrial. Antes, era un país esencialmente agrícola. Todos estos inmigrantes han tenido que ver con el crecimiento industrial del país. Si se toma un listado de las asociaciones de industriales de Venezuela, hay una proporción altísima de extranjeros. Toda esa generación, perteneciente a la migración de la post-guerra, permitió que Venezuela tuviera un avance, lo que es hoy día el sector industrial, de la construcción y aún agrícola.

Después, analiza el programa radial Opinión empresarial, que sirvió de soporte a la actividad industrial regional. Y es que Francisco “se esforzó toda su vida por divulgar las ventajas de la iniciativa propia, que es fundamental para cualquier sociedad porque es realmente lo que la potencia”. Igualmente, cree que a la gente hay que estimularla para que de su mística en cualquier campo.

Su fe en la fortaleza de De Benedettis se mantiene: “Tengo entendido que ha seguido exportando. No sé en la situación actual del control de cambio, no sé cómo

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ha evolucionado. Si no lo está haciendo, lo hará; porque ellos tienen los mecanismos de exportación y los productos competitivos en el exterior”.

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Miguel Zambrano:

Un apasionado creador

Miguel Zambrano se mueve en el campo industrial zuliano. Y en sus quehaceres se topó un día con Francisco de Benedettis.

Su impresión la descifra en una sola frase: “El Ince Metalminero funcionó porque Francisco le metió el pecho”. Y reseña que en este centro de capacitación se lograba “una formación de altísima calidad, muy buena”.

Este centro lo había gestionado a través de la A.I.M.M., cuando presidió el capítulo zuliano de la Asociación. Tramitó el desarrollo de la formación en el área metalmecánica. Y si quedó algo de esta iniciativa es porque, con Cezimar, se formó un Centro de Capacitación que aún existe en la Zona Industrial de Maracaibo.

Una de sus emociones en este tránsito de la fabricación de productos se produjo cuando creó los cauchitos especiales para las competencias YMCA. Diseñó uno y se adaptó mejor al trópico que aquellos usados hasta entonces, que eran importados. Y debido a esta adaptación “no había necesidad de cambiarlos en el trayecto”.

A partir de allí, se apasionó con este deporte. Fue presidente del Comité Organizador de las competencias en 1995. Y, definitivamente, logró que sus cauchitos se impusieran a los americanos. Porque, además, fueron creados bajo un concepto ecológico con el fin de cumplir las especificaciones del YMCA.

Las competencias se realizaban una anual en el estado y, luego, una nacional. Su empresa patrocinó una y llevó a toda su familia y los ejecutivos de la misma.

Francisco de Benedettis recibió el Mérito Industrial que da la Cámara de Industriales. Y fue nombrado el mejor empresario del año como industrial y como generador de empleos.

Muchos de sus trabajadores son muy capacitados y pueden desarrollar varias actividades. Siempre está pendiente de que su gente se supere.

En cuanto al diseño de productos, coincide con Auvert: “El, describe, se sienta en su escritorio, traza, borra, le explica a una de sus hijas, trabaja con ingenieros; pero el diseño lo concibe él”.

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Fernando Criollo:

Un verdadero empresario

Entre sus recuerdos más sobresalientes de la Cámara de Industriales entre 1985-1986…”cuando papá entregó la presidencia de la Cámara y pasé a ocupar el puesto que él tenía en el directorio”, está Francesco De Benedettis, una persona muy sincera y clara porque conoce de lo que habla. Y así piensa Fernando Criollo que lo va a recordar todo el mundo. Y es que “él tiene conocimiento de cada rincón de la empresa. Eso hace que tenga mucha propiedad cuando habla de su industria y del sector industrial en general”.

También recuerda que hace apenas unos dos años se retiró de la actividad gremial. “Y, si no me equivoco, por más de veinte años que estuvo, figuró en la directiva de la Cámara”.

Luego, analiza: “¿Cuál es la razón de ser directivo de una institución como esa? La Cámara se crea para defender ideales e intereses. Si alguien puso la vista en los ideales es él porque es lo que ha hecho todo el tiempo. Se ganó el respeto de generaciones de directivos que han pasado por allí. Nunca he visto a Francisco aprovecharse de ningún puesto en el directorio para ganar beneficios personales. Siempre aportando ideas y trabajo por el bien común de todo el sector”.

No obstante, algo muy importante de su proceder en el gremio: ha volcado a su familia en las mismas actividades gremiales, lo que habla de la calidad de ser humano que es y de la razón por la que ha tenido éxito.

También recuerda el programa radial Opinión Empresarial que desarrolló por el año 85-86. En el mismo, se Incluyó una parte dedicada a los jóvenes empresarios. “Los primeros invitados fuimos Walter Saponaro y yo. Lo hizo seguramente porque ésta era una manera de trascender más hacia la población, que no entiende el sentido de los empresarios y los gremios empresariales y cuál es su papel en la sociedad. Fue iniciativa de él. Hoy por hoy ¿cuántos tienen un programa? Fue un adelantado en el tiempo”.

Está convencido de que “su fin fue el de hacerle ver a la población cual era la importancia de las empresas en función de la gente misma, por qué era importante fortalecer el sector empresarial”. Y de que lo hacía “con una visión más amplia porque viene de un país industrializado”.

Su aporte más importante, no obstante, es que su empresa no sólo ofrece productos al público sino que, en la mayoría de los casos, le ofrece productos a

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otras empresas. Pero, además, ha sobrevivido y sabido sobrevivir de gobierno en gobierno.

Respecto al Ince Metal-Mecánico, Criollo estima que “Francisco ha estado siempre de acuerdo en sacrificarse para tener mano de obra calificada. Implantaba estos criterios en la Cámara. Hasta entonces, el Ince no tenía programas específicos para el sector. El fue el pionero de esa idea.

Porque parte del criterio de que la mano de obra es una inversión y es que el empresario de vocación no regatea los sueldos”.

Respecto a sus virtudes personales, también lo considera una persona de extrema sinceridad. “Pero, además, tiene el don de la jovialidad que le abre puertas. Siempre anda riendo, siempre contento. Es un gran amigo. Yo no recuerdo a nadie que no trató con afecto. Y a él se le ha tratado con consideración y respeto”. Y deja colar que “sus chistecitos también cuenta”.

Lo recuerda como eterno colaborador del gremio: en los directorios, en las cenas empresariales, en actividades con otras cámaras. Hace años, tuvo una figuración como directivo regional de Fedecámaras.

Otra de sus virtudes más reconocidas es su mucha iniciativa, “es muy creador.: al comienzo, Metal-Arte era una empresa mediana, desde el punto de vista de la creación de empleos, como creador de riquezas para la región. Era un solo galpón en Cañada Honda. Ahora, genera una inmensa cantidad de productos. En los quince años más difíciles del país ha generado mayor empleo y mayor riqueza. Hay que creer en el país y en lo que uno hace para desarrollar cosas en tiempos contrarios. Es un empresario verdadero. Hace 15 años, el sesenta por ciento del parque industrial venezolano estaba en el suelo. El ha contribuido a engrandecer el gentilicio con su gente. Y buena parte de las relaciones con las nuevas generaciones se deben a personas como él, que inducen a trabajar, a enseñar a trabajar y a crear riquezas”.

A Francisco nunca se le ha visto en yates, ni en avión, ni dándole la vuelta al mundo. El que no conoce el sector industrial no sabe lo agradecido que debe estar a la colonia italiana, particularmente a gente como él.

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Giovanni Tulli:

Venezuela debe sentirse orgullosa de él

Giovanni Tulli llegó a Venezuela en 1956. Y tres años después tiene lugar su encuentro con Francesco. Inicialmente, lo conoció como artesano, como técnico especializado; pero, cierto tiempo después, lo conoció también en el aspecto social.

-Este hombre, dice es sumamente bondadoso y permanentemente ocupa parte de su tiempo para el bienestar social. Se ha manifestado como un gran colaborador para ayudar a los necesitados y amigos.

Tiene conocimiento de que “vino preparado de Italia: tenía su profesión como artesano”. Y también sabe que, como industrial, ha permanecido creando fuentes de trabajo de las que se ha beneficiado no sólo el Zulia sino otros estados de Venezuela, donde él ha levantado empresas.

Venezuela debe sentirse orgullosa de recibir emigrantes al estilo de Francisco Benedettis.

Para Tulli, “Venezuela debe sentirse orgullosa de recibir emigrantes al estilo de Francisco Benedettis”. Y es que está convencido de que hay que darle méritos a quien los merece y él es una de esas personas que tiene méritos para cualquier reconocimiento.

En materia laboral, destaca el hecho de que, prácticamente, es el inventor de las puertas Santamaría. Lo define como un trabajador a tiempo completo, un trabajador que no duerme. Aparte de que a todos los problemas los ha enfrentado con una sonrisa y les ha encontrado una solución. Pero, además, “este hombre ha programado varias industrias…aún a costas del sacrificio de la propia vida. No es tan fácil lograr que la industria se consolide”.

Recuerda que se desarrolló en pequeños talleres hasta que se formó con Metal-Arte. Y del mismo modo, ha construido su familia.

Desde siempre, Francesco estuvo muy metido en el gremio. Entre otros cargos, fue presidente de la Cámara de Industriales.

Pero lo más importante es que siempre ha pensado en el bienestar de los demás. Y sin defraudar a Italia ni olvidarla, se ha residenciado en Venezuela y se ha

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comportado como un perfecto venezolano. Por eso, participa en la creación de la Casa de Italia.

Tulli menciona también los premios que obtuvo por su honradez, su dedicación al trabajo y su conducta. Y lo define como una persona de formación muy católica. Inclusive mantenía una amistad muy cercana con Monseñor Domingo Roa Pérez, Arzobispo de Maracaibo, con el que compartía muchos momentos y al que apoyaba en todas sus obras. Particularmente, las escuelas arquidiocesanas. Y es que si algún credo ha sostenido a lo largo de su vida es aquel de “enseñar a trabajar a la gente joven para un futuro mejor”.

El ha seguido el aquel proverbio que reza: no regales pescado, enseña a pescar.

Francesco ha recibido, entre muchas otras cosechas, una bendición de Dios: su familia, sus hijos, que continúan la industria. Y el mérito que más ha resaltado en su vida es el de la perseverancia.

Finalmente, como si hablara de un equipo, señala: “Nosotros, los que nos quedamos aquí, nos hemos quedado para ayudar y resolver el problema que Venezuela entera está atravesando. Y estamos convencidos de que el país se construye con trabajo. Y con trabajo honesto”.

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Elio Miccio:

La vida me dio el honor de encontrarlo en el camino

Francisco ha tenido muchas inquietudes en su vida. Ha sido polifacético, dice Elio Miccio de su coterráneo. He tenido el honor, la vida me dio el honor, de encontrarlo en el camino en muchas oportunidades.

“Hemos compartido inquietudes desde el punto de vista generacional como directivos de la Cámara de Industriales del Zulia y como empresarios de la Zona Industrial de Maracaibo”.

Miccio fue presidente fundador del Comité Empresarial de la Zona Industrial de Maracaibo (Cezimar) en el año 80. Y actuó Presidente de la Cámara de Industriales en dos oportunidades, que abarcan los años 98, 99 y 2002.

Prácticamente, hicieron un trabajo conjunto cuando De Benedettis formaba parte de la directiva de la A.I.M.M. A través de estas dos organizaciones, Francisco tenía mucho interés por el desarrollo de un centro de capacitación especializado del Ince, “para que los jóvenes, que son el futuro de Venezuela, pudieran tener una buena educación fabril en el campo metalúrgico”. Estuvo involucrado directamente en la creación del Ince Metalmecánica en Maracaibo. Fue a varios foros, seminarios, formó parte activa en el campo de la educación para formar las futuras generaciones. Hombre muy activo en este aspecto, dio un gran impulso al sector.

Para mí, sostiene, Francesco De Benedettis es un hombre que se ha tornado factor principal en la vida zuliana, desde el punto de vista social, económico, industrial; porque tiene una gran visión hacia el futuro de lo que tiene que ser la industria en el trabajo que domina y que ha creado.

Prácticamente, no sólo ha desarrollado la industria de las ruedas en todos sus aspectos, sino que en materia de seguridad y protección de industrias, ha modernizado las puertas enrollables.

Es un hombre de muchas cualidades humanas y tiene interés en el bienestar general de la comunidad. Además, expresa a viva voz todo el sentimiento y preocupación no sólo por el campo económico de la región, sino por el campo social.

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Creó un programa radial de opinión, al que tuve el honor de ser invitado en varias oportunidades para analizar la problemática del sector industrial, sindical, político de la región.

En el campo del trabajo es donde mejor lo conoce. “Nosotros hemos sido amigos por las relaciones laborales. Se ve que ha sido siempre un hombre con un gran sentimiento hacia la gente que necesita su apoyo. Con sus trabajadores, mantiene unas buenas relaciones laborales. Nunca se ha visto involucrado en un problema laboral”.

Lo admira también por la marcha ascendente de sus empresas, particularmente cuando se toma en cuenta que tiene a su lado la colaboración de obreros, empleados y gente que realmente lo acompaña. Ciertamente, ha desarrollado una gran labor en el campo de la metalmecánica.

Respecto al centro de Capacitación, recuerda que en la Zona Industrial se cotizó una donación para la construcción de un galpón para la formación en una tarea que involucró tres instituciones: Cezimar…Ince…A.I.M.M. “Se logró un buen trabajo. En la Zona Industrial donde estaba NASA, detrás del Banco Federal, se constituyó el Instituto de Formación Industrial.

También desde la Cámara Metal-minera, realizó una buena labor como director.

Ha abarcado todos los aspectos de la vida zuliana. Se ha dedicado con el alma y mucha honradez al trabajo. Y, en muchas ocasiones, ha actuado con la única finalidad de formar hombres útiles a la Patria y a la sociedad.

Piensa que siempre habrá frente a él un futuro más brillante, sustentado en su permanente buena estrella.

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Fernando Sánchez:

Es un ejemplo

En su mente está perfectamente claro el momento en el que lo encontró por primera vez: “Lo conocí por primera vez, asegura, en un evento de la Cámara de Industriales”.

También inserto en otra generación posterior, Fernando Sánchez dice: Para mí, siempre fue un icono empresarial. Por Metal-Arte, por la empresa. Pero, además, fue uno de los empresarios que empezaron a concebir la idea del Ince Metalmecánico. Y es que siempre ha sido muy innovador y esforzado en ideas que son la base para el éxito. El Ince no había abierto espacios como este.

-Lo conozco en el rol de miembro de la Cámara de Industriales en la oportunidad en que dictó una conferencia para jóvenes empresarios. Buscamos ejemplos de empresarios. Y el fue un ejemplo. Un ejemplo surgido de la perseverancia y una extraordinaria visión. A pesar de no contar con recursos para sus logros, levantó una empresa estable y realizó un trabajo gremial sólido.

Más tarde, compartió con él en el directorio de la Cámara de Industriales.

-Conozco su empresa. Veo lo que ha logrado. Era una persona que hablaba, era una persona que hacía y que lograba. Tenía una doctrina gremial y empresarial, esos dos grandes espacios donde se mueve el empresario. Mis encuentros con él fueron siempre muy positivos. Porque, además, tenía una justa valoración de la juventud, mediante el estímulo y el reconocimiento.

Sánchez era el directivo más joven y, sin ser hijo de ninguno de los directivos, tenía un espacio en un gremio tan difícil. El fue, entonces, uno de sus aliados.

“Lo recuerdo como una persona firme, muy confiado en sí mismo, determinado, jovial y muy astuto para relacionarse, un estupendo conector”. Donde quiera que me encontrara tenía el saludo fácil, siempre. Desde un autolavado, hasta una sesión especial o un acto social.

Su logro más sobresaliente es tener la empresa con los antecedentes que él tiene (su condición de inmigrante, el establecerse en un lugar diferente a su patria, los desafíos que involucraba). Eso es remarcable. Pero, igualmente, se destacan el haber concebido y logrado el Ince Metalmecánico; haber desarrollado una actividad

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gremial importante y haber inspirado a muchos jóvenes de la pequeña y mediana industria.

Y todos estos logros derivan de un trabajo dedicado, disciplinado y de altísimo valor agregado. Y de una actitud asertiva: generaba posiciones firmes, polémicas; pero que agregaban valor a las decisiones que tenían que tomarse.

Otro aporte social fue el programa de radio Opinión Empresarial y los libros que escribía a partir de la divulgación de su propia experiencia, de su ejemplo; en la necesidad de ser mejor empresario a través de su esfuerzo particular. Más allá del trabajo normal. Este hecho lo mostraba como una persona comprometida como ser social; que usaba en sus metas colectivas hasta el dinero que había obtenido con su trabajo.

“Lo conocí como una persona de una enorme fortaleza. Y la última vez que lo vi, lo percibí como una persona de mayor inteligencia emocional y actitudinal. Muy jovial, sonriente, echando bromas. Recordé cuando me entrevistó en el programa. Llegué a una recepción en su empresa, pasé a su oficina y me invitó a su planta. Definitivamente, el es una persona hecha a partir de la pasión por la innovación, por el mejoramiento, por la calidad.

Francesco De Benedettis es una persona altamente polifacética. Es un técnico, conocedor, el mejor técnico de su empresa.

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Zenda Arévalo:

Sus proyectos son como una escalera sin fin

Zenda Arévalo es una periodista que ha acompañado a Francesco de Benedettis en buena parte de su trayectoria: como directivo de la Cámara de Industriales, como empresario, como comerciante. Formó parte del equipo que coordinó el programa Opinión Empresarial creado por el empresario. Y con todo este conocimiento, emite un juicio: “Sus proyectos son una escalera sin fin: nunca tienen techo”

Sus empleados suelen quedarse en sus empresas por largos años, a veces toda la vida. Y es que él es un estupendo empleador: Por ejemplo, su personal trabajaba ocasionalmente un sábado. Y a todos les reconocía un bono.

Entre sus costumbres está la de leer la prensa a diario, los periódicos locales, nacionales, los noticieros. Y otra es la de llegar antes que todo su personal a su empresa.

Arévalo considera que esta empresa tiene la virtud de que es una de las pocas que se amolda a las circunstancias. “Cuando pudo fabricar y exportar, lo hizo. Tenía seis mil empleados en todo el país. Exportaba a Colombia.” Y él posee una fortaleza más: “las malas situaciones no le bajan el ánimo. Ve la oportunidad detrás de las crisis”. Y, finalmente, señala otra excepcional conducta: “Nunca habla mal ni hace críticas personales de nadie.

De Benedettis viaja en busca de ideas, como cuando visitó la China. Trajo muchas ideas a la Convención de Industriales Metalúrgicos de Caracas.

Y, con el espíritu y el cerebro siempre jóvenes, se ha mantenido actualizado, al ritmo de los vaivenes y el crecimiento de la tecnología: trajo la primera computadora que llegó al sector industrial en Maracaibo. “Uno no la sabía ni encender”.

-Admiro, dice por último, su fortaleza, su empuje para seguir adelante. Los obstáculos le sirven de acicate.

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Nancy Josefina González:

El ilumina todo esto

Está por cumplir once años trabajando con él. Y actualmente funge como su asistente. Ocupa un escritorio justo ante la puerta de Presidencia, que nunca se cierra, formando una especie de rosarios de oficina, que encadena todas las divisiones de la empresa.

Nancy González la define como una empresa “dedicada al ramo metalmecánica, que fabrica equipos de transporte manual. Y que es la pionera en puertas Santamaría”.

Actualmente, según recuenta, posee 108 empleados y obreros, “la mayor parte de ellos en la planta”. En el área administrativa, que se asienta en la parte superior del edificio, sólo trabajan treinta de ellos.

Nancy trae largas experiencias de otra empresa, Upaca, donde permaneció por 24 años como secretaria de su presidente, Charles Hernández. Un día, renunció. Y, después de un año en la casa, vio un aviso de prensa: “Se solicita secretaria ejecutiva a nivel de Presidencia y con más de 10 años de experiencia”.

Acudió al llamado y fue entrevistada de inmediato. “Me mandó a subir”. Y por la tarde, la estaba llamando. Era el 6 de septiembre de 1995.

Cuando entró, le había dicho: “Me gusta su currículo. Una persona que trabaja 24 años en una empresa no puede ser mala trabajadora”. Tras un mes de prueba, “el puesto era mío”. Primero, como secretaria y, a los dos años, fue nombrada asistente a la presidencia.

La relación entre ellos es bastante favorable, bien cómoda. “Me siento bien con lo que hago y a él le gusta como manejo sus cosas”.

En el área que básicamente se desempeña es el de las importaciones: materia prima para las puertas Santamaría, motores, cauchos, tripas…de la China, de Italia, de los Estados Unidos…Y para las ruedas, se importa un químico que no existe aquí.

Retoma el tema de Francesco De Benedettis: Como empresario es excelente: tiene chispa, es inteligente en el manejo de la empresa. Con todo el personal es una persona sumamente humanitaria. Uno ve los obreros con problemas que vienen y él les tiende su mano. Tiene una gran calidad humana. Es altruista y colaborador.

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Otra de sus características es que ha querido involucrar a los vecinos en sus quehaceres, en su desarrollo, en su progreso: atiende a todo el sector, da regalos a los niños, les celebra la Navidad llevándolos a los caballitos…

Suele realizar eventos para estrechar vínculos entre la comunidad y la empresa. Este año realizó un Encuentro, el primero de ellos que….”fue un taller con asistencia de gran parte del vecindario de la parroquia Cecilio Acosta. Se desarrolló una convivencia. Y en ella, cada uno podía decir lo que esperaba de la empresa, lo que pediría para la empresa y para su personal. Asistieron empleados de las filiales en Puerto Ordaz, Barquisimeto, Valencia y Maracay. Lo dirigió él personalmente, con sus hijos, especialmente Jenny, que fue la coordinadora. E incluyó hasta un paseo para que la gente conociera Maracaibo.

Su jovialidad es permanente. Pero los viernes, “a partir de las cinco de la tarde, no trabajamos”. Es muy atento con el personal. Manda a buscar un refrigerio y se quedan con él hasta las ocho de la noche. Antes, solía brindarles cenas en restaurantes y, a pesar de su actual enfermedad que le impide estas cosas, no deja de brindarles atenciones…

Como en una especie de oración, Nancy González dice: Le pido a Dios que lo cuide y le de muchos años de vida. Aquí hay muchos gerentes, pero él ilumina todo esto. Cuando él no está, la empresa está triste.

Finalmente, refiere como al inventar un producto, le da curso, no se queda ahí. Inmediatamente, tramita los permisos para salir al mercado. “El inventa todo. Lo último que sacó fue las escaleras de cuatro, cinco y diez peldaños”. Es el motor de la empresa.

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Oswaldo Hernández:

No es el jefe que se sienta por allá lejos

Oswaldo Hernández forma parte del departamento de comercialización con Néstor Cervello y Soledis Molina. Y ya celebra sus 25 años en la empresa.

A su juicio, Metal-Arte es invencible porque cuenta con la mística de todo el personal. Y refiere que “ni con el paro esta empresa se paró. Nosotros veníamos. Nosotros no faltamos para que la empresa no se fuera a pique”.

Luego, deja sentado que muchos empleados y obreros han cumplido o tienen treinta y más años con él.

También destaca el hecho de que, bajo las riendas de De Benedettis, la empresa ha participado tradicionalmente en eventos, como las actividades en Expozulia. Y reseña la reciente participación de la industria en Expo Carabobo.

Aplaude las decisiones que favorecen la comercialización de los productos como la nueva Sala de Exposición y Venta, recientemente inaugurada, en la fachada de la planta baja del edificio. El espacio es una verdadera vitrina de muestra de todos los productos que se ofrecen, tanto de producción propia como nacional o importada de otras industrias.

Siempre juzgándolo como empresario, sus trabajadores hablan con evidente complacencia de las fiestas de los 1 de mayo, cuando “se vota” con la celebración que suele organizar en granjas. “Y él no es el jefe que se sienta por allá. El se sienta con nosotros”. Además es “brindón” como nadie. Y generoso: “Cualquier empleado con un percance, como enfermedades, cuenta con él”. Los 1 de mayo realiza actos especiales. Entrega placas y botones a empleados y obreros. Además, solicita condecoraciones para sus empleados.”Este año, me sorprendió con la Orden Mérito al Trabajo en su Primera Clase”.

Ellos, a cambio, comparten con él su vida familiar: “El fue invitado al matrimonio de mi hijo. Baila muy bien. Ese día tocó La Única. Y estuvo, como siempre, muy alegre…”

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Néstor Cerbello:

Es alguien especial

Siempre en Ventas, actualmente en el área de ferretería, Néstor Cerbello ha ocupado dos anchas fajas de tiempo, ambas de 12 años, en Metal-Arte.

-El, dice sobre De Benedettis, es algo especial. En mis relaciones con él nunca he tenido problemas.

Reconoce que cualquier necesidad que ha tenido de urgencia, se la ha solucionado, bien se trate de problemas de salud o dificultades familiares. “Mi señora, por ejemplo, ha estado hospitalizada dos veces. Y él ha estado allí para apoyarme en todo sentido”.

El departamento de ventas era reducido. Y en el patio había sólo dos galpones pequeños. Francisco empezó produciendo galpones, casas rodantes. Después, empezó a fabricar las puertas enrollables, ahora produce también ruedas y carretillas y, últimamente, escaleras.

Los motor-homes, según recuerda, eran de aluminio. En ese tiempo, había una gran demanda de ellos. Las petroleras requerían casas rodantes, que venían equipadas con todos los servicios: un sanitario, una salita, un cuarto.

Las puertas también han tenido mucho demanda, no sólo localmente sino a nivel nacional. Pero aún más, se venden muchas puertas en el exterior. Por ejemplo, en Colombia. Se elaboran contra pedidos. Los contratos de puertas se entregan en dos semanas aproximadamente. Y sus precios son muy competitivos. Pero, “además, periódicamente, sacamos ofertas”.

Desde 1973, fecha en la que se realizó su primer ingreso, se ha multiplicado la mercancía, las ventas se han superado, el personal ha crecido.

Y muy probablemente seguirá creciendo porque “él es un trabajador a tiempo completo y un amigo que provoca acompañarlo en su lucha”.

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Edys Marín:

El es zuliano

Lo conoció cuando coincidieron en las oficinas gremiales. Era el año 1972. Ella tenía 21 años y fue su secretaria en una de estas organizaciones por cuatro o cinco años. Actualmente, es su administradora. Y acaba de cumplir siete años de ejercicio a su lado, en la actividad privada.

De él, admira particularmente la calidad humana. “Yo no lo quiero como jefe. Lo quiero como padre. El ha sido para mí así como eso. Nos hemos tratado muchos años. Ha compartido conmigo muchas cosas. Siempre que lo he requerido, me ha respondido”.

Cuando ella lo encontró por primera vez, en Metal-Arte se hacían casas rodantes, se hacían galpones. Después se dedicó a las ruedas “en cuerpo y alma”.

Edys también estuvo cerca cuando hizo sus libros. Y su relación con él ha sido cercana: “A mí me ha hablado de su familia, conozco a su hermana y a su hermano. Su papá murió estando yo aquí”.

Piensa que de él lo más sobresaliente es que él siempre vive tranquilo….

Y está convencida de que él es zuliano porque ha entregado su vida al Zulia. Por ejemplo, el Ince Metalminero cuando era presidente del Capítulo Zuliano del AIMM. Su lucha fue traerlo de Caracas para acá. En Caracas, propuso el Ince Metalminero. Inicialmente se instaló en Maracay.

En sus ratos libres, los viernes por la tarde, por ejemplo, ellos hablan acerca “de la compañía, de algo que tiene en mente por hacer”.

Según ella, De Benedettis es un empresario a carta cabal: “Cuando el cliente lo merece, él lo visita personalmente. Antes, más. Antes, viajaba mucho”. A Italia, viajó hace como dos años. Siempre viaja también a ver a la familia.

Tradicionalmente, la empresa patrocina y participa en las competencias de los carros Ymca. Los manda a repotenciar. Y es que, en general, a Francisco le gustan los deportes. Pero sus favoritos son caminar y trotar.

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-Lo admiro…, asegura, nunca está cansado. Le gusta luchar por lo que quiere. Llega antes que los empleados y es el último que sale. Es un empresario dedicado a su empresa…hasta los sábados, los viernes, los días de fiesta. Nunca está cansado.

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Adolfina Faría:

Un padre excepcional

El, que guarda todo, conserva una carta del Colegio Santa Ángela, fechada el 28 de junio de 1988 en la que le notifican que había sido nombrado padrino del periódico escolar que, bajo el nombre de Expresión, iba a ser bautizado durante la Semana Escolar debido al vigesimoprimer aniversario de la escuela.

Su actual directora, Adolfina Faría, lo recuerda como un padre excepcional y un representante preocupado por sus hijos y por la institución, con la que colaboraba frecuentemente,

-Lo conocí, dice, porque sus hijos se graduaron aquí.

Adolfina Faría estima que De Benedettis es una persona bellísima. Con la particularidad de que, a la hora que se le trate responde siempre del mismo modo.

Una de las actividades que solía organizar con el Colegio Santa Ángela era la visita de sus estudiantes a su empresa. “Y los atendía con esa eterna afabilidad que lo distingue”. Siempre con su jovialidad y su sonrisa.

Pone de relieve el hecho de que es vecino de la cuadra que ocupa el Santa Ángela. Lo que permitía que visitara muchísimo el colegio, como representante y amigo. Pero, además, estuvo permanentemente pendiente de sus hijos, a pesar de lo ocupado que era. De hecho, “estaba presente en todos los actos culturales”. .

-En una oportunidad, reseña, me dijo que me iba a contratar para las fiestas de sus eventos porque era muy buena anfitriona.

Lo aprecié y lo aprecio muchísimo. Creo que es un excelente padre y un hombre de valía social.

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El Gran Error de Mi Vida

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Hoy, después de haber pensado mucho y transcurrido 14 años, me decidí a seguir escribiendo, contando los pasajes de mi vida, pensando siempre en la generación de relevo.

A aquellos jóvenes o viejos que despierten un día cualquiera con ganas de querer emprender una Empresa y no seguir siendo uno más del montón, esto que les voy a contar no es fácil decirlo: nosotros los seres humanos no somos capaces de aceptar nuestros propios errores, y cuando los aceptamos, siempre les echamos la culpa a los demás, que fue por fulano o sutano que nos pasó aquello.

La verdad siempre duele, y si el error es de uno mismo más duele y más difícil es reconocerlo. Como les dije al principio, han pasado 14 años desde que terminé los últimos capítulos de los que llamé “La Tercera Oportunidad” que fue al final de los años ochenta. Para mi, desde el principio de esta década hasta 1988 fueron años dorados, durante los cuales todo lo que me proponía, lo lograba, los sueños se realizaban unos tras otros. Hasta 1989, cuando en nuestro país se desbordó una crisis que todavía no la he podido superar. Al contrario, desde el 89 hasta hoy, a mediados del 2005, cada año se ha ido profundizando. Por lo tanto, la economía del país ha ido empeorando años tras años. En los capítulos de los que escribí en el año de 1987, al 89 de los Títulos: “Los Caminos del Éxito”, “Como Nace un Empresario” y “La Tercera Oportunidad” todo era éxito, todo era optimismo, por esto los llamo los Años Dorados; pero cuando entran los años noventa es cuando empiezan los errores.

Es bueno decirlo. A nosotros, los Empresarios, el poder nos enferma. No puedo decir de otros poderes por que los desconozco; pero he llegado a la conclusión de que es una realidad, al ser humano el poder lo enferma. Y de esta enfermedad, nace el sabelotodo, a quien –además- no le faltan los aduladores que estimulan al enfermo, y es allí donde se empiezan a cometer los errores, unos tras otros, hasta el fracaso total. O, si logra reponerse y despertar su yo, es posible detener el fracaso, y aprender de estos fracasos y volver a los éxitos del pasado.

Pero antes de llegar a esto, hay que ver una cosa, nosotros los seres humanos siempre apostamos al ganador. Cuando uno tiene éxito en la vida y emprende negocios, los colaboradores le sobran; pero cuando tiene un fracaso, todos se alejan; y, peor todavía, ayudan a que el fracaso sea más rápido. Si no fuera que para un emprendedor un fracaso es otra oportunidad, el mundo no existiría.

Esto es lo que le quiero transmitir a la generación de relevo, a quienes les toca conducir nuestro país, y a los futuros emprendedores, sean jóvenes o viejos. Y digo viejos porque, lamentablemente, nosotros los venezolanos a los cincuenta años nos

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creemos viejos, nos escondemos detrás de estos años, diciéndonos a nosotros mismos que ya el tiempo nuestro se nos pasó, siempre buscamos una excusa, así es que esta es la excusa del tiempo; pero no nos damos cuenta que la mejor edad del ser humano es cuando han pasado más de treinta años de trabajo, de experiencia y sabiduría. Lo fácil que es lograr éxitos en empresas con su experiencia lo facilita a dirigir y comunicarse con otras personas, siempre y cuando tenga un sueño y piense no sólo en beneficio de él, también en los empleos que va a generar y la felicidad que va a obtener en su entorno.

Ahora bien, después de mi introducción, quiero empezar a contar El Gran Error de mi Vida. Después de la crisis del ochenta y nueve, después de 30 años de éxitos, mi dirección sufre un cambio y, después de diez años reconocí el error de mi vida. Tan grande que si en el 89 no hubiese tenido una empresa sólida y un Francisco que, a los diez años después hubiera reconocido su error, hoy a lo mejor no lo estaría contando.

Como les conté antes de los éxitos, a partir del año 1991 empiezan los errores. Mi empresa madre, hasta entonces, había creado unas pocas de empresa a nivel nacional, que eran las distribuidoras de lo que producía una industria bien diversificada, Metalmecánica, Metalúrgica y Química, ubicada en Maracaibo, en el Occidente del país. Y con una distribuidora en Caracas, con otra razón social, con la cual le vendía y distribuía todos los productos fabricados en Maracaibo, por lo cual el nombre de la distribuidora, en poco más de cinco años, era conocida en Venezuela y en algún país Andino; mientras que el nombre de la fabricante quedaba en un segundo plano.

Esta empresa la formé con uno de los mejores ejecutivos que tenía y lo había nombrado Vice-presidente Ejecutivo de mi empresa matriz. ”Primer error mío”. Formé esta compañía con igualdad de Capital y nombré a mi socio Gerente General, con el cuarenta y cinco por ciento de participación, el cincuenta por ciento mío y el cinco por ciento a un Gerente de Ventas que trabajaba en la compañía distribuidora y que era sobrino del Gerente General.

Antes de seguir con “El Error de mi Vida”, les voy a contar el inicio positivo cuando al que había nombrado Presidente Ejecutivo, que lo voy a llamar de aquí en adelante Paco.

Fue en el año de 1978, cuando Paco me visitó en mi oficina por primera vez. Era un vendedor por excelencia. En aquel tiempo, una firma comercial de mi propiedad era líder en el mercado, en comercializar productos importados y nacionales y líder en importadora, tanto que tenía mi propia Oficina Aduanal para legalizar todo lo

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que llegaba de importación. Paco tenía tiempo hablando con mi Gerente de Ventas y sus vendedores, ofreciendo un producto de fabricación nacional y de una fábrica multinacional, ofreciendo una exclusividad en el centro occidente del país. Así es que después que Paco convenció a todo mi equipo de ventas por más de un mes, dándoles charlas de la bondad de los productos, el último paso era convencerme a mi y sí analizamos la forma como él entra en mi compañía, nos daremos cuenta que no fue todo negativo. Paco logró convencerme y me vendió un lote de los productos promocionados por él, con un monto bien elevado que representaba la venta total de un mes de mi compañía, con la obligación que por tres meses él debía ser quien con su representada me publicitaba los productos y acompañara a mis vendedores a vender los productos.

Pasaron meses y pasó el año y los productos apenas se habían vendido el cinco por ciento de la compra inicial, y Paco insistía en que los productos eran buenos. Decidí hacerle una proposición para que entrara a ser parte de mi nómina, dirigiendo la Dirección de Ventas. Al poco tiempo él aceptó, puso sus condiciones donde yo la acepté, y en 1979 Paco era el Gerente de Ventas de mi compañía, y una de las condiciones que le puse fue que lo primero que tenía que vender era el lote de productos que hacía un año el mismo me había vendido. Cumplió con su compromiso, al mes ya había vendido el lote completo. Pienso que a quien que se los vendió todavía a esta fecha le quedan rastros. Este fue el principio de Paco en mi organización. En aquella fecha, mi organización la conformaban dos Empresas, un Taller grande donde fabricaban estructuras metálicas para techos de Galpones Industriales, Puertas Santa María y todo tipo de construcción metalúrgica, y una compañía importadora que vendía al mayor y al detal productos importados y de fabricación nacional. Así es que Paco, aunque entró accidentalmente, comenzó con buen pie, fue un hombre muy capaz, positivo y con muchas ambiciones personales y de superación, a mi lado comenzó a hacer carrera, era de una familia humilde, muy honrada y muy familiar.

El se había criado sin padre y era el mayor de los varones de una familia de seis hermanos, cuatro varones y dos hembras. Paco me inspiró mucha confianza y me tomo mucho cariño, él me respetaba y a veces mi miraba como al padre que tenía a su lado, tanto que a los tres años sus hermanos, su mama y toda su familia eran mi familia. Así es que Paco se consideraba mi hijo mayor, aunque diecisiete años menor que yo.

Así pasaron estos años hasta el Viernes Negro de 1983, cuando hubo un cambio en mi organización, que el gran Taller de Estructuras Metálicas se había convertido en fábrica de Ruedas y Equipos de Transporte Industriales, y la Importadora debido al Control de Cambio casi cierra sus puertas, motivado a que lo mas fuerte eran los productos importados en sus comercializaciones.

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Entonces empiezan los Años Dorados, para la compañía fabricante, donde a partir del 18 de Febrero llamado Viernes Negro, hasta el año 1989 les dieron muchos incentivos a quienes fabricaban productos de consumo nacional. Así que todo fue muy acelerado. Mi recién fábrica en poco tiempo se convirtió en la primera en el sector donde se ubicaba, y como le dije al principio que todos nos pegamos al ganador. Los siguientes cinco años del control de cambio fuimos los primeros en Venezuela, tanto que nuestros productos cubrirían el ochenta por ciento del mercado nacional.

Fue en estos años cuando formamos la comercializadora de Caracas que por cuestión de estrategia nos instalamos en los Altos Mirandinos a treinta minutos del centro de Caracas. Paco, en ese tiempo, ya había formado su residencia cerca de la comercializadora y, como era nativo de esa zona, se desenvolvía con más facilidad.

Empezamos a frecuentar los gremios y nos afiliamos como fabricantes al gremio Metalúrgico y Directivo a nivel Nacional. Paco llegó a la Tesorería y yo llegué a la Presidencia del Capítulo Zulia, y Director en la Junta Nacional de Caracas. Paco era un hombre, como les dije, con muchas ambiciones y junto a las mías nos habíamos proyectado para que Paco fuera el Presidente de la Asociación.

Con pasos agigantados y con el respaldo de mi fábrica, ya para el año 1992 estaba a un paso de la Presidencia; pero Paco ya en el año 90 había tenido un cambio en su actitud que yo no entendía. Empezó con ciertas malacrianzas hasta el punto de que cuando estaba en el momento de lanzarse a la Presidencia de la Asociación, renunció.

En ese momento comenzó el disgusto entre nosotros, que considero como el principio del fracaso del proyecto que entre los dos nos habíamos diseñado y ejecutado llegando a la cúspide del poder y, después de renunciar él, todavía no he logrado comprender que le pasó a Paco. Francamente, tenía una vida muy cómoda, su futuro era prominente; pero tuvo un cambio radical Me llegó a odiar y no se el por qué. Pero era tanto el cariño que le tenía, que no quería creer lo que él me estaba demostrando y me lo decía frente a frente, tanto que toda su familia no estaba de acuerdo con su actitud.

Nuestra relación personal, comercial y familiar cada día estaba peor, debido a la inestabilidad emocional. La economía de la Compañía también estaba mal. Y con el desacuerdo con Paco y la comercialización de los productos que mi compañía madre fabricaba en sus manos pensé que mi economía se venía abajo.

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Todo lo que me pasaba con Paco influía sobre todo el resto de los Ejecutivos. Y como Paco había sido el Ejecutivo preferido, por la envidia de los otros en estos momentos se me culpaba a mi por todo lo que pasaba. Además, nuestra costumbre es apostar al ganador. En esos momentos, los otros Ejecutivos, que no eran pocos, se lavaban las manos porque nunca se les había hecho caso. Hasta razón tendrán, ¿quién sabe? Por eso les repito que difícil es reconocer los propios errores y por eso lo dicen los sabios.

Antes de terminar el caso Paco, quiero contarles lo egoísta que era; posiblemente todavía lo es. Como les dije que fue Presidente Ejecutivo de mi casa motriz, Gerente de Ventas de mi Compañía comercializadora e importadora en Maracaibo, fue Gerente de Ventas del Grupo, Gerente Comercial y Socio de la Comercializadora de los productos fabricados por el Grupo. Pero su egoísmo era lo peor que influyó negativamente en su dirección. El no aceptaba que sus discípulos fuesen superior a él; y por nada del mundo en la compañía que estaba bajo su dirección si un vendedor tenía más ingreso que él, al superar sus ingresos automáticamente lo separaba de su cargo, a sabiendas que esto lo perjudicaba en sus beneficios y que estaba retirando a un hombre productivo, en una compañía donde él tenía una participación del cuarenta y cinco por ciento.

Este es Paco. Y, debido a todo esto y el error número uno que cometí con la comercializadora al entregar el cuarenta y cinco por ciento a Paco, y el cinco a su pariente, empieza un nuevo proyecto y a formar una compañía paralela a la distribuidora dirigida por Paco, pensando que con este proyecto iba a solucionar lo que me estaba pasando con él.

Ahora bien esto si es verdad, dos o tres de los altos ejecutivos que trabajaban en la casa matriz me advirtieron que no parecía muy viable; pero yo como por culpa de Paco había perdido la confianza hasta de mi mismo; seguí con la misma idea, poner en cada estado distribuidores de productos de la casa matriz y tal fue el error que casi me lleva a la quiebra total: El de no escuchar, pensar y estar tan seguro que un buen vendedor podía ser un buen gerente.

Estaba tan seguro de esto que, en los casi diez años pasados por mi compañía habían pasado muchos vendedores y unos cuantos estaban fuera, por la dirección de Paco.

Empecé la formación de esta nueva comercializadora paralela a la que dirigía Paco y, en cada una de las agencias, nombraba a un Gerente y le daba acciones en la compañía con un documento privado que me debía el monto de participación del Capital. Y no sólo esto: le abría una Cuenta Bancaria a nombre de la compañía

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donde, con su sola firma y a veces con la de una secretaria, movilizara todo el dinero de la distribuidora. Por eso digo que este fue “El Gran Error de mi Vida”.

A veces, converso en voz alta conmigo mismo y me pregunto en que cabeza cabe lo que yo hice. Piensen un poco. En cualquier ciudad alquilaba un local, lo acondicionaba, lo amoblaba, y lo llenaba de productos. Nombraba al Gerente y le daba facultades de movilizar Cuenta Corriente, con un Depósito Bancario hecho por mí. Le buscaba uno o dos empleados como fuera la necesidad, le asignaba un vehículo de carga para Despacho, le suministraba todo lo que vendía y después que la administración dirigida por el vendedor-Gerente cubría los gastos con mi cuenta Bancaria, me pagaba los productos que de la planta le suministraba.

Yo todavía no llego a comprender como cometí tan garrafal error. Y no faltaban aduladores. Yo no quiero ni recordarlo. En el lapso de tres años formé siete comercializadoras; o sea, siete puntos de posible quiebra del Grupo que había formado.

Mientras esto pasaba, las relaciones con Paco iban de mal en peor. Llegamos al punto de casi irnos a las manos. Nuestras familias sufrían las consecuencias de lo que nos pasaba. Un día, fueron tanto las desavenencias que decidimos terminar con la sociedad para evitar lo peor. Yo estaba dispuesto a disolver la compañía; Pero Paco, con sus acciones y la de su pariente que formaba el cincuenta por ciento, me propusieron comprarme y yo accedí. Cual fue mi sorpresa cuando me enteré que estaban negociando con una compañía extranjera que estaba interesada en el mercado de Venezuela y que era mi competencia. Pero como había tomado la decisión, no di marcha atrás. Pensé que valía más mi vida que lo que estaba perdiendo. Así que Paco se salió con la suya, demostrándome que si era verdad el odio que se empeñó hacia mi.

Pero también quiero contarles que la amistad con sus hermanos y hermanas ha seguido tipo familiar, y como siempre traté de acercarme para lograr saber que fue lo que le pasó a Paco y nunca pude saberlo. Y cuanto he sufrido yo la distancia de Paco, incluso el único hijo varón que tiene se crió junto a mi hija menor, y hace ya algunos años tuvo un accidente que casi pierde la vida, donde considero que para él fue un gran dolor. Lo que más me siente es de que un buen amigo con quien compartimos quince años como familia, hoy su condición económica no es muy buena, donde si hubiese seguido el camino que nos trazamos sus condiciones hoy en día fueran distintas.

También quiero contarles otro error, el que cometí con mis hijos. Hace veinte años, cuando los mayores ya tenían la mayoría de edad, siempre me reclamaban que a ellos no los tomaba en cuenta; pero como en aquel tiempo eran tiempos de

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Oro y de éxitos, los que me rodeaban, no fueron los mejores asesores, tal vez no les convenía que mis hijos entraran de lleno en el negocio. Y yo, ciego por los éxitos y la ambición de poder, me olvidaba de ellos. Hasta que recapacité de todos los errores cometidos y, a final de los años noventa, cuando yo me iba recuperando de la caída brutal que sufría mi compañía matriz, aunque un poco tarde comencé a preparar a mis hijos para la dirección y a delegarle cargos, confiar en ellos lo que había confiado a extraños. Así que fueron diez años que mi empresa madre luchó conmigo para que no pasara lo que a otros grupos les pasó: desaparecieron del mercado. Lograr el punto de equilibrio para de nuevo poder ser lo que fueron los años 70 y 80. Hoy, con mucho orgullo puedo decir que lo he logrado; por lo menos el equilibrio.

Me quiero devolver a la última década del siglo veinte, cuando a Francisco, el que está escribiendo esta historia que aportará a los futuros empresarios, le vino la idea que era la que tenía que haber tenido en los años 80, cuando tenía un proyecto de expansión a nivel nacional.

Empezando por la primera comercializadora de Caracas, que ha debido empezar por la expansión de la empresa matriz, tal como lo habían hecho la Industria Refresquera y la Cervecera, Por allí es donde debía haber comenzado. La empresa matriz era y sigue siendo METAL ARTE. Si en los años 80 hubiera tomado esta idea, pero no tuve asesores que me dijeran lo contrario, hoy otro gallo cantaría. Sin embargo, como dice el refrán: mejor tarde que nunca. Cuando los últimos años de la década del noventa empiezan con el cambio de comercializadora a agencia de la casa matriz, el cambio se empezó a notar. Ya la agencia tenía un encargado que fungía como Gerente de Ventas, con una muchacha que fungía de Administradora, cuya única función era la de colocar los productos, cobrarlos y depositar el dinero en las cuentas de la casa matriz. La nómina dependía de Maracaibo, y como todo lo que vendían se le enviaba de Maracaibo, no había problemas de compras y sus controles. De allí hasta la fecha lo que he podido hacer son cuatro Agencias, y con éstas y la de Maracaibo, a partir del 2004, logramos el equilibrio y un proyecto de crecimiento continuo de dos años a corto plazo, cinco años a mediano y diez años a largo plazo.

La nueva meta es devolver a METAL ARTE el arranque de los años 80 cuando la nómina sólo en Maracaibo llegaba casi a trescientos puestos de trabajo directo y con un proyecto a diez años en generar mil quinientos empleos directos con la formación de un mini-parque Industrial de los terrenos adyacentes, propiedad del grupo. Así es que por lo menos después de la crisis que por suerte la estoy contando, logre recuperar la empresa y de aquí en adelante con la participación de cuatro de mis hijos, estoy seguro que el futuro será próspero para la compañía y todos sus colaboradores.

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Con estos nuevos proyectos, en el final del 2004, de lograr llevar la compañía a lo que fue en los años 80, había que dar un cambio de rumbo. Los tiempos no eran los mismos. Y los políticos del nuevo Gobierno tampoco eran los mismos. Como mi relación laboral con todos mis colaboradores, desde el barredor de la fábrica, hasta mi alta Gerencia siempre ha sido muy buena, en este nuevo proyecto de crecimiento continuo están todos involucrados. El crecimiento tiene que ser de la compañía, los trabajadores, los vecinos y la comunidad; y, por supuesto, dirigida por una generación de relevo convencida que esta es la única forma que todos nos beneficiamos. Así que les repito, a esta fecha mediados del 2005, los avances son significativos en las áreas de trabajo, comercialización y ventas. Tanto en Maracaibo como a nivel nacional, se respira positivismo. En cierto modo, yo como fundador del Grupo con mis aciertos y mis errores estoy convencido de que mis sueños se van a realizar, y como pienso seguir escribiendo, quiero terminar este párrafo repitiendo la misma palabra que la repito y la repetiré hasta el fin de mi existencia: “El Ser humano todo lo que se propone siempre lo logra”. Así que a ti, que lograste llegar al final de este Libro, no te queda otra alternativa que dar un cambio en tu vida y seguir los pasos que te llevaron a los Caminos del Éxito y la Felicidad.

Gracias, amigo, por tu reflexión.

Francisco De Benedettis

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CUENTO DE UNA NIÑA

EL FORJADOR NEGADO A ABANDONAR SU LEGADO

“Los sueños son el mayor tesoro que poseemos, tenemos que luchar con mucha fuerza y perseverar hasta alcanzarlos”.

Erase una vez un soñador con muchas ganas de surgir, de crecer, emigró de su natal país Italia y comenzó a trabajar desde muy joven, lo hacía para cumplir su sueño: Tener su propio Taller.

Trabajaba de noche, comía poco para ahorrar, hasta que un buen día logró reunir lo suficiente para comprar un tallercito. Comenzó con pocas herramientas y uno que otro colaborador, fabricaba estructuras pequeñas, todo en hierro, luego fue desarrollando proyectos y llegó a la fabricación de techos y galpones, así fue creciendo hasta llegar a convertirse en jefecito, porque con el tallercito comenzaron a venir sus trabajadores, sus empleados.

Y Así transcurrió el tiempo hasta que se convirtió en todo un señor de los negocios, consolidándose en el mercado como el mayor fabricante de Ruedas para Transporte Manual y Puertas Enrollables.

Aquí en este país Venezuela, no solo obtuvo su logro profesional, sino también personal, obteniendo una gran familia.

En el día a día transcurría el tiempo y el forjador no faltaba y era el primero que llegaba y el último en irse; pero el tiempo y la vida nos va cambiando como aquel retrato que nos muestra otra cara, su fuerza, aunque se negaba a aceptarlo, ya no era la misma, sus quebrantos de salud se fueron agudizando como los de una persona que olvida que es de carne y hueso. Llegó el momento en que necesitó de una Intervención Quirúrgica, situación que lo llevó a ausentarse por espacio de tres meses fuera de su trabajo, y entonces esos días le parecían interminables; pero al fin llegó el día en que pudo volver “Oh Dios Gracias” y continúa con la rutina pero a paso más lento, soltando poco a poco su legado; pero siempre como el niño que tiene un juguete muy ansiado y nunca quiere separarse de él. Como cualquiera que acostumbra su vida a las cosas que ama, él no abandona su trabajo, porque cuando consigues algo lejos de tu verdadero hogar te vuelves “Grande” y sin darte cuenta el tiempo pasa rápido, los hijos crecen, los nietos nacen, tu cabello se cae y a pesar del tiempo los sueños se vuelven cada día más grandes.

Hoy viendo que aquel Tallercito se ha vuelto una gran empresa y aquel sueño una realidad, se puede decir con mucha verdad, que todo en la vida se puede lograr.

Nadia Guerere García. 13 Años

En honor a Francesco De Benedettis

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Este no es un libro, Es la obra de un Fundador de

Empresa que narra sus éxitos y Sus fracasos, sin máscaras

Y sin perjuicios para La generación de relevo.

Francesco De Benedettis sabe cómo tener éxito en las Empresas, Durante sus largos caminos en más de cuarenta años al frente de METAL ARTE, desde su fundación en los años sesenta, ha conducido su Empresa, con sus productos continuamente en innovación. Haber tenido el reconocimiento nacional como Empresa Líder en todos los mercados nacionales e internacionales pese a la feroz competencia. Su estilo, su honradez y su positivismo se han constituido en un modelo que la nueva generación puede aplicar, y seguir en el mundo empresarial exitoso, tal como él lo demuestra paso a paso en esta Obra.

Sus recomendaciones son: Trabajo, trabajo y más trabajo y tendrás resultados.