los arpistas - La venganza elfa

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reinos olvidados

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  • misin. Mientras observaba ese jardn se dijo que sera sencillo seducir a los elfos con tal esplendor. Y, realmente, haban sido seducidos, concluy cuando levant la mirada del jardn para ir a posarla en un lejano castillo, una maravilla de palo y mrmol creada por arte de magia. En sus ojos dorados apareci una mirada de odio y triunfo al darse cuenta de que el rastro lo haba conducido al mismo corazn del poder de los elfos grises. Ya haca demasiado tiempo que la antigua raza de los elfos dorados soportaba el yugo de sus inferiores. El elfo empez a planear su ataque con renovada determinacin.Su situacin no poda ser mejor: ningn guardia patrullaba por los jardines exteriores. Si atrapaba a su presa antes de que se acercara demasiado al palacio, podra golpear y marcharse sin que repararan en su presencia, y as regresar otro da y atacar de nuevo.Entre l y el palacio haba un enorme laberinto formado por setos de boj.Perfecto! El elfo esboz una fugaz sonrisa de maldad. La bruja gris y su mascota humana haban entrado en su propia tumba. Podan pasar das antes de que sus cuerpos fueran descubiertos en ese laberinto.El plan tambin tena sus puntos dbiles. El laberinto en s no le preocupaba, pero slo se poda entrar en l a travs de un jardn de campanillas, unas ores que se cultivaban tanto por su aroma como por su sonido. El elfo perciba su suave msica en la tranquila atmsfera de la maana. Escuch un momento y apret los dientes. No era el primer jardn de ese tipo que vea. Los macizos de ores y las estatuas estabandispuestos de manera que atraparan y canalizaran hasta la mnima rfaga de viento, por lo que las campanillas tocaban constantemente una o varias melodas. Cualquier cambio en el ujo de aire, por mnimo que fuera, modicara la meloda. El jardn era un hermoso y efectivo sistema de alarma. Pero su presa se diriga a palacio por el laberinto, por lo que tendra que arriesgarse. Salt por encima del bajo muro de piedra, pas junto a los inquisitivos pavos reales y atraves el jardn de campanillas con una economa de movimientos slo al alcance de los

    mejores exploradores. Como se tema, el tintineo cambi sutilmente a su paso. Para sus aguzados odos, la alteracin son como un sonoro toque de trompeta, y se agach detrs de una estatua, preparado para recibir a la guardia de palacio.Tras varios minutos en silencio se relaj. Una sonrisa de desdn curv sus labios al imaginarse a los guardias de palacio; demasiado zopencos para reconocer la alarma musical. Y, adems, sin el ms mnimo odo. El intruso pas por alto el hecho de que pocos elfos, ya fuesen dorados, plateados o verdes, posean su no odo para percibir la sutil mezcla de magia y msica. Despus de todo, l era un rapsoda de la espada y perteneca a la elite de los cantores de hechizos. Con una risa ahogada, el elfo se introdujo en el laberinto.No tema perderse, pues saba que ese tipo de estructuras solan seguir un patrn comn. Pero tras doblar algunos recodos, empez a sospechar que aqul era una excepcin. Jams haba visto un laberinto as. Enorme y caprichoso, sus enrevesados senderos conducan de un jardn a otro, a cual ms fantstico. Cada vez ms consternado, el elfo pas junto a rboles de frutas exticas, fuentes, prgolas, matas de bayas, diminutos estanques en los que nadaban brillantes peces y colibres que desayunaban entre jazmines rojos. Ms impresionantes eran las ilusiones mgicas, que recreaban episodios familiares de la tradicin elfa: el nacimiento de los elfos marinos, el vuelo de dragones, el aterrizaje del barco Ala de Estrella.El intruso sigui adelante y corri hacia la entrada de otro claro con jardn. Una sola mirada y se detuvo. Ante l se levantaba un pedestal de mrmol rematado por un globo de grandes dimensiones lleno de agua. No poda haber pasado por all sin darse cuenta! Se acerc para echarle un vistazo de cerca y vio que dentro de la esfera ruga una ilusin mgica: una terrible tempestad en el mar que zarandeaba diminutas embarcaciones elfas. Ante sus horrorizados ojos, la diosa marina Umberlee surgi de las olas, con su blanco cabello ondeando por efecto

    del vendaval como estallidos de luz. Por los dioses, era otra vez el nacimiento de los elfos marinos! No haba duda. Ni siquiera ese ridculo laberinto poda tener dos ilusiones mgicas iguales. Indignado consigo mismo, el elfo se mes los cabellos dorados. l, un afamado explorador, adems de reputado espadachn y cantor de hechizos, se haba movido en crculos! Antes de poder seguir fustigndose, oy un dbil chasquido no muy lejos y lo sigui hasta un gran jardn circular cercado por ores que atraan nubes de mariposas multicolores. Del jardn, dominado por un seto de rosas azul plido en forma de media luna, partan muchos senderos. En un extremo de la media luna, un anciano jardinero elfo podaba los rosales con ms vigor que pericia.El elfo intruso sonri de nuevo. Segn todos los indicios, era el centro dellaberinto y seguramente su presa haba pasado por all. El viejo jardinero le dira qu direccin haba tomado, aunque tuviera que amenazarlo con su espada.El elfo penetr lentamente en el jardn. Un enjambre de mariposas alz el vuelo, y el jardinero alz la vista. Sus ojos azul plateado se posaron en el intruso y se iluminaron, luego pregunt suavemente el motivo de la interrupcin. No obstante, se limit a hacerle seas y carraspe, como si se dispusiera a saludarlo. No, eso no! pens el intruso en un momento de pnico. Ahora no debo alertar a mi presa!Una daga vol, y en el rostro del jardinero se dibuj la sorpresa. El anciano levant una mano, buscando a tientas la hoja alojada en su pecho y entonces se desplom. La basta gorra que llevaba cay y se derram una abundante melena azul salpicada de hebras plateadas.Pelo azul! Presa de una violenta excitacin, el asesino salv a todo correr la distancia que lo separaba del jardinero. Al arrodillarse junto al cuerpo sin vida, un destello dorado le llam la atencin. De debajo de la tosca tnica de lino del anciano recogi un medalln con el emblema real. El asesino encontr el cierre y lo abri. Contena una pintura en miniatura

    de la exquisita e inconfundible faz de la reina Amlaruil, que lo miraba conuna sonrisa muy personal en los labios.Era cierto! El asesino solt el medalln y se apoy en los talones. Le invada una vertiginosa sensacin de jbilo. Gracias a un afortunado error, haba matado al rey Zaor!Un penetrante grito femenino de angustia interrumpi su celebracin privada. En un nico y veloz movimiento, el asesino se levant y gir sobre s mismo, empuando dos espadas gemelas. Tena ante s a su presa original. Estaba tan blanca e inmvil que por un momento pareci una estatua de mrmol, pero ningn escultor podra habercaptado ese rostro plido, crispado por el dolor y la culpa. Con los nudillos de una mano se apretaba la boca y con la otra mano se aferraba al brazo de un hombre alto que la anqueaba. Ah, hoy tengo la suerte de cara, se regode el asesino. Rpidamente y con seguridad, avanz hacia la pareja con las espadas prestas. Para su sorpresa, el gigantn que acompaaba a la bruja tuvo la suciente presencia de nimo para coger un pequeo arco de caza que llevaba a la espalda y disparar una echa.El asesino not primero el contundente impacto y despus un dolor lacerante cuando la echa atraves su armadura de cuero y se le clav en un costado, justo debajo del trax. Baj la vista y comprob que una buena parte del astil sobresala y que el proyectil no le haba alcanzado ningn punto vital. Haciendo acopio de toda su austera autodisciplina, hizo caso omiso del dolor y enarbol las espadas. An poda matar a labruja matarlos a los dos antes de escapar. Sera un da bien aprovechado.Por aqu! reson muy cerca una vibrante voz de contralto.El grito de la elfa haba alertado a la guardia de palacio. El asesino poda or los pasos de, al menos, una docena de soldados que se

    aproximaban. No podan capturarlo e interrogarlo! l estaba dispuesto a morir por la causa, pero los grises no le concederan la dignidad de la muerte. Usando su maldita magia, la reina gris sondeara su mente para averiguar los nombres de su maestro y de los cantores de hechizos que estaban al acecho en el mismo Siempre Unidos, esperando con proverbial paciencia dorada la seal de ataque.Tras un breve instante de vacilacin, el asesino dio media vuelta y huy hacia el claro y el portal mgico abierto.Con respiracin entrecortada y mareado por el dolor y la prdida de sangre, el elfo se lanz al crculo de humo azul que delimitaba el portal mgico. Unos brazos fuertes aunque delgados lo cogieron y lo ayudaron a posarse en el suelo.Fenian! Qu ha sucedido?!El portal conduce a Siempre Unidos dijo el elfo jadeando. El rey Zaor est muerto! Su compaero lanz un grito de triunfo que reson por las montaas y asust a una pareja de pjaros cantores.Y ella? Y el Arpista? pregunt con excitacin.An viven admiti el asesino. El esfuerzo de hablar le provoc un espasmo de agona. Hizo una mueca y agarr con ambas manos el astil de la echa. No te preocupes lo consol su amigo. Amnestria y su amante humano pronto se reunirn con Zaor. Dicho esto, apart suavemente las manos del herido y empez a sacar la echa. Te vieron? S respondi el asesino entre dientes.Las manos que aferraban la echa quedaron quietas y despus se pusieron tensas. No importa. Lo has hecho muy bien. Con un rpido movimiento, hundi la echa hacia arriba para clavrsela en el corazn. Cuando Fenian dej de respirar, el elfo extrajo el proyectil y volvi a colocarlo en el ngulo original. Entonces se levant y mir con un cierto pesar al elfo muerto. Pero no lo suciente murmur. El elfo huy rpidamente, bajando la ladera de la montaa en direccin a la ciudad humana, donde desaparecera entre la multitud. Los elfos de

    Siempre Unidos no tardaran en seguir el rastro de Fenian por el portal mgico, pero para entonces l ya estara lejos. Se perdera en Aguas Profundas y hallara la manera de aprovecharse del descubrimiento que haba realizado ese da. Una puerta a Siempre Unidos era justo loque necesitaba para alcanzar el objetivo al que haba dedicado su vida. Qu adecuado que fuese Amnestria, la antigua princesa heredera de Siempre Unidos, ahora cada en desgracia, quien lo ayudara a conseguirlo. Kymil Nimesin sonri mientras corra, ajeno a los dos pares de ojos que lo observaban. Podra ser l cavil Lloth, apartando la vista de su poza adivinatoria para jarla en su viejo aliado.Es un elfo! gru asqueado Malar, el Seor de las Bestias.Quin mejor que un elfo? replic la diosa. Los planes de esos elfos dorados son bastante ingeniosos y podran ser el aadido que necesitamos para lograr lo que tanto hemos deseado. Sea como sea, vamos a vigilarlo y, si resulta prometedor, podemos unir esfuerzos.

    EPILOGO

    El elfo emergi en un claro, un pequeo prado verde rodeado por un crculo de enormes y milenarios robles situados muy cerca unos de los otros. Su camino lo haba llevado a un lugar de extraa belleza que, a unos ojos menos avezados que los suyos, podra parecer totalmente natural. El elfo nunca haba visto un lugar tan verde. Unosrayos de sol matutinos atravesaban las hojas y enredaderas, e incluso el aire que lo rodeaba pareca espeso y vivo. A sus pies, gotas esmeralda se adheran a la hierba. Losinquisidores ojos del elfo se estrecharon mientras haca cbalas. Se arrodill y examin la hierba hasta encontrarlo: un rastro casi imperceptible donde la hierba, que llegaba hasta los tobillos, no tena roco. S, su presa haba pasado por all.

    Rpidamente sigui la estela entre dos robles gigantescos. El elfo apart una cortina de enredaderas, sali del claro y parpade al brillante sol de la maana. Cuando sus ojos se acomodaron a la claridad, vio un estrecho sendero de tierra que serpenteaba entre los rboles.Si su presa no saba que la segua, por qu no tomaba el camino ms directo a travs del bosque? El elfo se abri paso sigilosamente por la maleza y empez a seguir el rastro. Casi nada indicaba que otra persona haba pasado por all antes que l, pero eso al elfo no le importaba. Pese a su vergonzoso origen, los que buscaba eran dos de los mejores exploradores que hubiera conocido. Muy pocos eran capaces de caminar sobre la densa y alta hierba de ese claro resguardado sin dejar ms que un rastro de roco.El elfo se desliz silenciosamente por el camino. El corazn le latadesaforadamente al pensar en la victoria que ahora tena al alcance de la mano, y por la que tanto haba esperado. Los elfos, en especial los dorados, saban ser pacientes y tras esa misin haba aos de planicacin, dcadas de discusin y casi cuatro siglos de espera, hasta que llegara el momento oportuno y dispusiera de los medios adecuados. Por n era el momento de golpear, y aqul sera el primer golpe.El rastro mora junto al muro de piedra, y el elfo volvi a detenerse, alerta. Se agach a la sombra del muro y examin la escena que tena ante l. Al otro lado del muro se abra el jardn ms hermoso que haba visto en su vida.Los pavos reales se paseaban ufanos por un prado, algunos de ellos con las plumas de la cola extendidas en abanico, haciendo ostentacin de docenas de ojos azules y verdes irisados. En las ramas de los oridos rboles, que abrazaban el estanque y se reejaban en sus aguas, trinaban pjaros de brillantes colores. El elfo sinti cmo su innato amor por la belleza colmaba su interior y por un momento olvid su

    La venganza elfa

    La venganza elfa

    Los arpistas - volumen 1

    LosLos Arpistas de Faerun estn siendo misteriosamente asesinados. Uno a uno, los miembros de la sociedad semisecreta que defiende la causa del Bien en los Reinos, caen vctimas de un sigiloso asesino. Un agente Arpista y una hermosa asesina semielfa deben resolver el misterio. Si no lo consiguen, ellos sern las prximas vctimas. Pero en los Reinos, las cosas rara vez resultan tan sencillas.rara vez resultan tan sencillas.

    Cunningham, Elaine

    (Nueva(Nueva York-1954) Antigua profesora de historia y msica, destaca por sus libros de Reinos Olvidados centrados en los personajes y cultura lficas.

    Los arpistas - volumen 1

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  • misin. Mientras observaba ese jardn se dijo que sera sencillo seducir a los elfos con tal esplendor. Y, realmente, haban sido seducidos, concluy cuando levant la mirada del jardn para ir a posarla en un lejano castillo, una maravilla de palo y mrmol creada por arte de magia. En sus ojos dorados apareci una mirada de odio y triunfo al darse cuenta de que el rastro lo haba conducido al mismo corazn del poder de los elfos grises. Ya haca demasiado tiempo que la antigua raza de los elfos dorados soportaba el yugo de sus inferiores. El elfo empez a planear su ataque con renovada determinacin.Su situacin no poda ser mejor: ningn guardia patrullaba por los jardines exteriores. Si atrapaba a su presa antes de que se acercara demasiado al palacio, podra golpear y marcharse sin que repararan en su presencia, y as regresar otro da y atacar de nuevo.Entre l y el palacio haba un enorme laberinto formado por setos de boj.Perfecto! El elfo esboz una fugaz sonrisa de maldad. La bruja gris y su mascota humana haban entrado en su propia tumba. Podan pasar das antes de que sus cuerpos fueran descubiertos en ese laberinto.El plan tambin tena sus puntos dbiles. El laberinto en s no le preocupaba, pero slo se poda entrar en l a travs de un jardn de campanillas, unas ores que se cultivaban tanto por su aroma como por su sonido. El elfo perciba su suave msica en la tranquila atmsfera de la maana. Escuch un momento y apret los dientes. No era el primer jardn de ese tipo que vea. Los macizos de ores y las estatuas estabandispuestos de manera que atraparan y canalizaran hasta la mnima rfaga de viento, por lo que las campanillas tocaban constantemente una o varias melodas. Cualquier cambio en el ujo de aire, por mnimo que fuera, modicara la meloda. El jardn era un hermoso y efectivo sistema de alarma. Pero su presa se diriga a palacio por el laberinto, por lo que tendra que arriesgarse. Salt por encima del bajo muro de piedra, pas junto a los inquisitivos pavos reales y atraves el jardn de campanillas con una economa de movimientos slo al alcance de los

    mejores exploradores. Como se tema, el tintineo cambi sutilmente a su paso. Para sus aguzados odos, la alteracin son como un sonoro toque de trompeta, y se agach detrs de una estatua, preparado para recibir a la guardia de palacio.Tras varios minutos en silencio se relaj. Una sonrisa de desdn curv sus labios al imaginarse a los guardias de palacio; demasiado zopencos para reconocer la alarma musical. Y, adems, sin el ms mnimo odo. El intruso pas por alto el hecho de que pocos elfos, ya fuesen dorados, plateados o verdes, posean su no odo para percibir la sutil mezcla de magia y msica. Despus de todo, l era un rapsoda de la espada y perteneca a la elite de los cantores de hechizos. Con una risa ahogada, el elfo se introdujo en el laberinto.No tema perderse, pues saba que ese tipo de estructuras solan seguir un patrn comn. Pero tras doblar algunos recodos, empez a sospechar que aqul era una excepcin. Jams haba visto un laberinto as. Enorme y caprichoso, sus enrevesados senderos conducan de un jardn a otro, a cual ms fantstico. Cada vez ms consternado, el elfo pas junto a rboles de frutas exticas, fuentes, prgolas, matas de bayas, diminutos estanques en los que nadaban brillantes peces y colibres que desayunaban entre jazmines rojos. Ms impresionantes eran las ilusiones mgicas, que recreaban episodios familiares de la tradicin elfa: el nacimiento de los elfos marinos, el vuelo de dragones, el aterrizaje del barco Ala de Estrella.El intruso sigui adelante y corri hacia la entrada de otro claro con jardn. Una sola mirada y se detuvo. Ante l se levantaba un pedestal de mrmol rematado por un globo de grandes dimensiones lleno de agua. No poda haber pasado por all sin darse cuenta! Se acerc para echarle un vistazo de cerca y vio que dentro de la esfera ruga una ilusin mgica: una terrible tempestad en el mar que zarandeaba diminutas embarcaciones elfas. Ante sus horrorizados ojos, la diosa marina Umberlee surgi de las olas, con su blanco cabello ondeando por efecto

    del vendaval como estallidos de luz. Por los dioses, era otra vez el nacimiento de los elfos marinos! No haba duda. Ni siquiera ese ridculo laberinto poda tener dos ilusiones mgicas iguales. Indignado consigo mismo, el elfo se mes los cabellos dorados. l, un afamado explorador, adems de reputado espadachn y cantor de hechizos, se haba movido en crculos! Antes de poder seguir fustigndose, oy un dbil chasquido no muy lejos y lo sigui hasta un gran jardn circular cercado por ores que atraan nubes de mariposas multicolores. Del jardn, dominado por un seto de rosas azul plido en forma de media luna, partan muchos senderos. En un extremo de la media luna, un anciano jardinero elfo podaba los rosales con ms vigor que pericia.El elfo intruso sonri de nuevo. Segn todos los indicios, era el centro dellaberinto y seguramente su presa haba pasado por all. El viejo jardinero le dira qu direccin haba tomado, aunque tuviera que amenazarlo con su espada.El elfo penetr lentamente en el jardn. Un enjambre de mariposas alz el vuelo, y el jardinero alz la vista. Sus ojos azul plateado se posaron en el intruso y se iluminaron, luego pregunt suavemente el motivo de la interrupcin. No obstante, se limit a hacerle seas y carraspe, como si se dispusiera a saludarlo. No, eso no! pens el intruso en un momento de pnico. Ahora no debo alertar a mi presa!Una daga vol, y en el rostro del jardinero se dibuj la sorpresa. El anciano levant una mano, buscando a tientas la hoja alojada en su pecho y entonces se desplom. La basta gorra que llevaba cay y se derram una abundante melena azul salpicada de hebras plateadas.Pelo azul! Presa de una violenta excitacin, el asesino salv a todo correr la distancia que lo separaba del jardinero. Al arrodillarse junto al cuerpo sin vida, un destello dorado le llam la atencin. De debajo de la tosca tnica de lino del anciano recogi un medalln con el emblema real. El asesino encontr el cierre y lo abri. Contena una pintura en miniatura

    de la exquisita e inconfundible faz de la reina Amlaruil, que lo miraba conuna sonrisa muy personal en los labios.Era cierto! El asesino solt el medalln y se apoy en los talones. Le invada una vertiginosa sensacin de jbilo. Gracias a un afortunado error, haba matado al rey Zaor!Un penetrante grito femenino de angustia interrumpi su celebracin privada. En un nico y veloz movimiento, el asesino se levant y gir sobre s mismo, empuando dos espadas gemelas. Tena ante s a su presa original. Estaba tan blanca e inmvil que por un momento pareci una estatua de mrmol, pero ningn escultor podra habercaptado ese rostro plido, crispado por el dolor y la culpa. Con los nudillos de una mano se apretaba la boca y con la otra mano se aferraba al brazo de un hombre alto que la anqueaba. Ah, hoy tengo la suerte de cara, se regode el asesino. Rpidamente y con seguridad, avanz hacia la pareja con las espadas prestas. Para su sorpresa, el gigantn que acompaaba a la bruja tuvo la suciente presencia de nimo para coger un pequeo arco de caza que llevaba a la espalda y disparar una echa.El asesino not primero el contundente impacto y despus un dolor lacerante cuando la echa atraves su armadura de cuero y se le clav en un costado, justo debajo del trax. Baj la vista y comprob que una buena parte del astil sobresala y que el proyectil no le haba alcanzado ningn punto vital. Haciendo acopio de toda su austera autodisciplina, hizo caso omiso del dolor y enarbol las espadas. An poda matar a labruja matarlos a los dos antes de escapar. Sera un da bien aprovechado.Por aqu! reson muy cerca una vibrante voz de contralto.El grito de la elfa haba alertado a la guardia de palacio. El asesino poda or los pasos de, al menos, una docena de soldados que se

    aproximaban. No podan capturarlo e interrogarlo! l estaba dispuesto a morir por la causa, pero los grises no le concederan la dignidad de la muerte. Usando su maldita magia, la reina gris sondeara su mente para averiguar los nombres de su maestro y de los cantores de hechizos que estaban al acecho en el mismo Siempre Unidos, esperando con proverbial paciencia dorada la seal de ataque.Tras un breve instante de vacilacin, el asesino dio media vuelta y huy hacia el claro y el portal mgico abierto.Con respiracin entrecortada y mareado por el dolor y la prdida de sangre, el elfo se lanz al crculo de humo azul que delimitaba el portal mgico. Unos brazos fuertes aunque delgados lo cogieron y lo ayudaron a posarse en el suelo.Fenian! Qu ha sucedido?!El portal conduce a Siempre Unidos dijo el elfo jadeando. El rey Zaor est muerto! Su compaero lanz un grito de triunfo que reson por las montaas y asust a una pareja de pjaros cantores.Y ella? Y el Arpista? pregunt con excitacin.An viven admiti el asesino. El esfuerzo de hablar le provoc un espasmo de agona. Hizo una mueca y agarr con ambas manos el astil de la echa. No te preocupes lo consol su amigo. Amnestria y su amante humano pronto se reunirn con Zaor. Dicho esto, apart suavemente las manos del herido y empez a sacar la echa. Te vieron? S respondi el asesino entre dientes.Las manos que aferraban la echa quedaron quietas y despus se pusieron tensas. No importa. Lo has hecho muy bien. Con un rpido movimiento, hundi la echa hacia arriba para clavrsela en el corazn. Cuando Fenian dej de respirar, el elfo extrajo el proyectil y volvi a colocarlo en el ngulo original. Entonces se levant y mir con un cierto pesar al elfo muerto. Pero no lo suciente murmur. El elfo huy rpidamente, bajando la ladera de la montaa en direccin a la ciudad humana, donde desaparecera entre la multitud. Los elfos de

    Siempre Unidos no tardaran en seguir el rastro de Fenian por el portal mgico, pero para entonces l ya estara lejos. Se perdera en Aguas Profundas y hallara la manera de aprovecharse del descubrimiento que haba realizado ese da. Una puerta a Siempre Unidos era justo loque necesitaba para alcanzar el objetivo al que haba dedicado su vida. Qu adecuado que fuese Amnestria, la antigua princesa heredera de Siempre Unidos, ahora cada en desgracia, quien lo ayudara a conseguirlo. Kymil Nimesin sonri mientras corra, ajeno a los dos pares de ojos que lo observaban. Podra ser l cavil Lloth, apartando la vista de su poza adivinatoria para jarla en su viejo aliado.Es un elfo! gru asqueado Malar, el Seor de las Bestias.Quin mejor que un elfo? replic la diosa. Los planes de esos elfos dorados son bastante ingeniosos y podran ser el aadido que necesitamos para lograr lo que tanto hemos deseado. Sea como sea, vamos a vigilarlo y, si resulta prometedor, podemos unir esfuerzos.

    EPILOGO

    El elfo emergi en un claro, un pequeo prado verde rodeado por un crculo de enormes y milenarios robles situados muy cerca unos de los otros. Su camino lo haba llevado a un lugar de extraa belleza que, a unos ojos menos avezados que los suyos, podra parecer totalmente natural. El elfo nunca haba visto un lugar tan verde. Unosrayos de sol matutinos atravesaban las hojas y enredaderas, e incluso el aire que lo rodeaba pareca espeso y vivo. A sus pies, gotas esmeralda se adheran a la hierba. Losinquisidores ojos del elfo se estrecharon mientras haca cbalas. Se arrodill y examin la hierba hasta encontrarlo: un rastro casi imperceptible donde la hierba, que llegaba hasta los tobillos, no tena roco. S, su presa haba pasado por all.

    Rpidamente sigui la estela entre dos robles gigantescos. El elfo apart una cortina de enredaderas, sali del claro y parpade al brillante sol de la maana. Cuando sus ojos se acomodaron a la claridad, vio un estrecho sendero de tierra que serpenteaba entre los rboles.Si su presa no saba que la segua, por qu no tomaba el camino ms directo a travs del bosque? El elfo se abri paso sigilosamente por la maleza y empez a seguir el rastro. Casi nada indicaba que otra persona haba pasado por all antes que l, pero eso al elfo no le importaba. Pese a su vergonzoso origen, los que buscaba eran dos de los mejores exploradores que hubiera conocido. Muy pocos eran capaces de caminar sobre la densa y alta hierba de ese claro resguardado sin dejar ms que un rastro de roco.El elfo se desliz silenciosamente por el camino. El corazn le latadesaforadamente al pensar en la victoria que ahora tena al alcance de la mano, y por la que tanto haba esperado. Los elfos, en especial los dorados, saban ser pacientes y tras esa misin haba aos de planicacin, dcadas de discusin y casi cuatro siglos de espera, hasta que llegara el momento oportuno y dispusiera de los medios adecuados. Por n era el momento de golpear, y aqul sera el primer golpe.El rastro mora junto al muro de piedra, y el elfo volvi a detenerse, alerta. Se agach a la sombra del muro y examin la escena que tena ante l. Al otro lado del muro se abra el jardn ms hermoso que haba visto en su vida.Los pavos reales se paseaban ufanos por un prado, algunos de ellos con las plumas de la cola extendidas en abanico, haciendo ostentacin de docenas de ojos azules y verdes irisados. En las ramas de los oridos rboles, que abrazaban el estanque y se reejaban en sus aguas, trinaban pjaros de brillantes colores. El elfo sinti cmo su innato amor por la belleza colmaba su interior y por un momento olvid su

  • misin. Mientras observaba ese jardn se dijo que sera sencillo seducir a los elfos con tal esplendor. Y, realmente, haban sido seducidos, concluy cuando levant la mirada del jardn para ir a posarla en un lejano castillo, una maravilla de palo y mrmol creada por arte de magia. En sus ojos dorados apareci una mirada de odio y triunfo al darse cuenta de que el rastro lo haba conducido al mismo corazn del poder de los elfos grises. Ya haca demasiado tiempo que la antigua raza de los elfos dorados soportaba el yugo de sus inferiores. El elfo empez a planear su ataque con renovada determinacin.Su situacin no poda ser mejor: ningn guardia patrullaba por los jardines exteriores. Si atrapaba a su presa antes de que se acercara demasiado al palacio, podra golpear y marcharse sin que repararan en su presencia, y as regresar otro da y atacar de nuevo.Entre l y el palacio haba un enorme laberinto formado por setos de boj.Perfecto! El elfo esboz una fugaz sonrisa de maldad. La bruja gris y su mascota humana haban entrado en su propia tumba. Podan pasar das antes de que sus cuerpos fueran descubiertos en ese laberinto.El plan tambin tena sus puntos dbiles. El laberinto en s no le preocupaba, pero slo se poda entrar en l a travs de un jardn de campanillas, unas ores que se cultivaban tanto por su aroma como por su sonido. El elfo perciba su suave msica en la tranquila atmsfera de la maana. Escuch un momento y apret los dientes. No era el primer jardn de ese tipo que vea. Los macizos de ores y las estatuas estabandispuestos de manera que atraparan y canalizaran hasta la mnima rfaga de viento, por lo que las campanillas tocaban constantemente una o varias melodas. Cualquier cambio en el ujo de aire, por mnimo que fuera, modicara la meloda. El jardn era un hermoso y efectivo sistema de alarma. Pero su presa se diriga a palacio por el laberinto, por lo que tendra que arriesgarse. Salt por encima del bajo muro de piedra, pas junto a los inquisitivos pavos reales y atraves el jardn de campanillas con una economa de movimientos slo al alcance de los

    mejores exploradores. Como se tema, el tintineo cambi sutilmente a su paso. Para sus aguzados odos, la alteracin son como un sonoro toque de trompeta, y se agach detrs de una estatua, preparado para recibir a la guardia de palacio.Tras varios minutos en silencio se relaj. Una sonrisa de desdn curv sus labios al imaginarse a los guardias de palacio; demasiado zopencos para reconocer la alarma musical. Y, adems, sin el ms mnimo odo. El intruso pas por alto el hecho de que pocos elfos, ya fuesen dorados, plateados o verdes, posean su no odo para percibir la sutil mezcla de magia y msica. Despus de todo, l era un rapsoda de la espada y perteneca a la elite de los cantores de hechizos. Con una risa ahogada, el elfo se introdujo en el laberinto.No tema perderse, pues saba que ese tipo de estructuras solan seguir un patrn comn. Pero tras doblar algunos recodos, empez a sospechar que aqul era una excepcin. Jams haba visto un laberinto as. Enorme y caprichoso, sus enrevesados senderos conducan de un jardn a otro, a cual ms fantstico. Cada vez ms consternado, el elfo pas junto a rboles de frutas exticas, fuentes, prgolas, matas de bayas, diminutos estanques en los que nadaban brillantes peces y colibres que desayunaban entre jazmines rojos. Ms impresionantes eran las ilusiones mgicas, que recreaban episodios familiares de la tradicin elfa: el nacimiento de los elfos marinos, el vuelo de dragones, el aterrizaje del barco Ala de Estrella.El intruso sigui adelante y corri hacia la entrada de otro claro con jardn. Una sola mirada y se detuvo. Ante l se levantaba un pedestal de mrmol rematado por un globo de grandes dimensiones lleno de agua. No poda haber pasado por all sin darse cuenta! Se acerc para echarle un vistazo de cerca y vio que dentro de la esfera ruga una ilusin mgica: una terrible tempestad en el mar que zarandeaba diminutas embarcaciones elfas. Ante sus horrorizados ojos, la diosa marina Umberlee surgi de las olas, con su blanco cabello ondeando por efecto

    del vendaval como estallidos de luz. Por los dioses, era otra vez el nacimiento de los elfos marinos! No haba duda. Ni siquiera ese ridculo laberinto poda tener dos ilusiones mgicas iguales. Indignado consigo mismo, el elfo se mes los cabellos dorados. l, un afamado explorador, adems de reputado espadachn y cantor de hechizos, se haba movido en crculos! Antes de poder seguir fustigndose, oy un dbil chasquido no muy lejos y lo sigui hasta un gran jardn circular cercado por ores que atraan nubes de mariposas multicolores. Del jardn, dominado por un seto de rosas azul plido en forma de media luna, partan muchos senderos. En un extremo de la media luna, un anciano jardinero elfo podaba los rosales con ms vigor que pericia.El elfo intruso sonri de nuevo. Segn todos los indicios, era el centro dellaberinto y seguramente su presa haba pasado por all. El viejo jardinero le dira qu direccin haba tomado, aunque tuviera que amenazarlo con su espada.El elfo penetr lentamente en el jardn. Un enjambre de mariposas alz el vuelo, y el jardinero alz la vista. Sus ojos azul plateado se posaron en el intruso y se iluminaron, luego pregunt suavemente el motivo de la interrupcin. No obstante, se limit a hacerle seas y carraspe, como si se dispusiera a saludarlo. No, eso no! pens el intruso en un momento de pnico. Ahora no debo alertar a mi presa!Una daga vol, y en el rostro del jardinero se dibuj la sorpresa. El anciano levant una mano, buscando a tientas la hoja alojada en su pecho y entonces se desplom. La basta gorra que llevaba cay y se derram una abundante melena azul salpicada de hebras plateadas.Pelo azul! Presa de una violenta excitacin, el asesino salv a todo correr la distancia que lo separaba del jardinero. Al arrodillarse junto al cuerpo sin vida, un destello dorado le llam la atencin. De debajo de la tosca tnica de lino del anciano recogi un medalln con el emblema real. El asesino encontr el cierre y lo abri. Contena una pintura en miniatura

    de la exquisita e inconfundible faz de la reina Amlaruil, que lo miraba conuna sonrisa muy personal en los labios.Era cierto! El asesino solt el medalln y se apoy en los talones. Le invada una vertiginosa sensacin de jbilo. Gracias a un afortunado error, haba matado al rey Zaor!Un penetrante grito femenino de angustia interrumpi su celebracin privada. En un nico y veloz movimiento, el asesino se levant y gir sobre s mismo, empuando dos espadas gemelas. Tena ante s a su presa original. Estaba tan blanca e inmvil que por un momento pareci una estatua de mrmol, pero ningn escultor podra habercaptado ese rostro plido, crispado por el dolor y la culpa. Con los nudillos de una mano se apretaba la boca y con la otra mano se aferraba al brazo de un hombre alto que la anqueaba. Ah, hoy tengo la suerte de cara, se regode el asesino. Rpidamente y con seguridad, avanz hacia la pareja con las espadas prestas. Para su sorpresa, el gigantn que acompaaba a la bruja tuvo la suciente presencia de nimo para coger un pequeo arco de caza que llevaba a la espalda y disparar una echa.El asesino not primero el contundente impacto y despus un dolor lacerante cuando la echa atraves su armadura de cuero y se le clav en un costado, justo debajo del trax. Baj la vista y comprob que una buena parte del astil sobresala y que el proyectil no le haba alcanzado ningn punto vital. Haciendo acopio de toda su austera autodisciplina, hizo caso omiso del dolor y enarbol las espadas. An poda matar a labruja matarlos a los dos antes de escapar. Sera un da bien aprovechado.Por aqu! reson muy cerca una vibrante voz de contralto.El grito de la elfa haba alertado a la guardia de palacio. El asesino poda or los pasos de, al menos, una docena de soldados que se

    aproximaban. No podan capturarlo e interrogarlo! l estaba dispuesto a morir por la causa, pero los grises no le concederan la dignidad de la muerte. Usando su maldita magia, la reina gris sondeara su mente para averiguar los nombres de su maestro y de los cantores de hechizos que estaban al acecho en el mismo Siempre Unidos, esperando con proverbial paciencia dorada la seal de ataque.Tras un breve instante de vacilacin, el asesino dio media vuelta y huy hacia el claro y el portal mgico abierto.Con respiracin entrecortada y mareado por el dolor y la prdida de sangre, el elfo se lanz al crculo de humo azul que delimitaba el portal mgico. Unos brazos fuertes aunque delgados lo cogieron y lo ayudaron a posarse en el suelo.Fenian! Qu ha sucedido?!El portal conduce a Siempre Unidos dijo el elfo jadeando. El rey Zaor est muerto! Su compaero lanz un grito de triunfo que reson por las montaas y asust a una pareja de pjaros cantores.Y ella? Y el Arpista? pregunt con excitacin.An viven admiti el asesino. El esfuerzo de hablar le provoc un espasmo de agona. Hizo una mueca y agarr con ambas manos el astil de la echa. No te preocupes lo consol su amigo. Amnestria y su amante humano pronto se reunirn con Zaor. Dicho esto, apart suavemente las manos del herido y empez a sacar la echa. Te vieron? S respondi el asesino entre dientes.Las manos que aferraban la echa quedaron quietas y despus se pusieron tensas. No importa. Lo has hecho muy bien. Con un rpido movimiento, hundi la echa hacia arriba para clavrsela en el corazn. Cuando Fenian dej de respirar, el elfo extrajo el proyectil y volvi a colocarlo en el ngulo original. Entonces se levant y mir con un cierto pesar al elfo muerto. Pero no lo suciente murmur. El elfo huy rpidamente, bajando la ladera de la montaa en direccin a la ciudad humana, donde desaparecera entre la multitud. Los elfos de

    Siempre Unidos no tardaran en seguir el rastro de Fenian por el portal mgico, pero para entonces l ya estara lejos. Se perdera en Aguas Profundas y hallara la manera de aprovecharse del descubrimiento que haba realizado ese da. Una puerta a Siempre Unidos era justo loque necesitaba para alcanzar el objetivo al que haba dedicado su vida. Qu adecuado que fuese Amnestria, la antigua princesa heredera de Siempre Unidos, ahora cada en desgracia, quien lo ayudara a conseguirlo. Kymil Nimesin sonri mientras corra, ajeno a los dos pares de ojos que lo observaban. Podra ser l cavil Lloth, apartando la vista de su poza adivinatoria para jarla en su viejo aliado.Es un elfo! gru asqueado Malar, el Seor de las Bestias.Quin mejor que un elfo? replic la diosa. Los planes de esos elfos dorados son bastante ingeniosos y podran ser el aadido que necesitamos para lograr lo que tanto hemos deseado. Sea como sea, vamos a vigilarlo y, si resulta prometedor, podemos unir esfuerzos.

    EPILOGO

    El elfo emergi en un claro, un pequeo prado verde rodeado por un crculo de enormes y milenarios robles situados muy cerca unos de los otros. Su camino lo haba llevado a un lugar de extraa belleza que, a unos ojos menos avezados que los suyos, podra parecer totalmente natural. El elfo nunca haba visto un lugar tan verde. Unosrayos de sol matutinos atravesaban las hojas y enredaderas, e incluso el aire que lo rodeaba pareca espeso y vivo. A sus pies, gotas esmeralda se adheran a la hierba. Losinquisidores ojos del elfo se estrecharon mientras haca cbalas. Se arrodill y examin la hierba hasta encontrarlo: un rastro casi imperceptible donde la hierba, que llegaba hasta los tobillos, no tena roco. S, su presa haba pasado por all.

    Rpidamente sigui la estela entre dos robles gigantescos. El elfo apart una cortina de enredaderas, sali del claro y parpade al brillante sol de la maana. Cuando sus ojos se acomodaron a la claridad, vio un estrecho sendero de tierra que serpenteaba entre los rboles.Si su presa no saba que la segua, por qu no tomaba el camino ms directo a travs del bosque? El elfo se abri paso sigilosamente por la maleza y empez a seguir el rastro. Casi nada indicaba que otra persona haba pasado por all antes que l, pero eso al elfo no le importaba. Pese a su vergonzoso origen, los que buscaba eran dos de los mejores exploradores que hubiera conocido. Muy pocos eran capaces de caminar sobre la densa y alta hierba de ese claro resguardado sin dejar ms que un rastro de roco.El elfo se desliz silenciosamente por el camino. El corazn le latadesaforadamente al pensar en la victoria que ahora tena al alcance de la mano, y por la que tanto haba esperado. Los elfos, en especial los dorados, saban ser pacientes y tras esa misin haba aos de planicacin, dcadas de discusin y casi cuatro siglos de espera, hasta que llegara el momento oportuno y dispusiera de los medios adecuados. Por n era el momento de golpear, y aqul sera el primer golpe.El rastro mora junto al muro de piedra, y el elfo volvi a detenerse, alerta. Se agach a la sombra del muro y examin la escena que tena ante l. Al otro lado del muro se abra el jardn ms hermoso que haba visto en su vida.Los pavos reales se paseaban ufanos por un prado, algunos de ellos con las plumas de la cola extendidas en abanico, haciendo ostentacin de docenas de ojos azules y verdes irisados. En las ramas de los oridos rboles, que abrazaban el estanque y se reejaban en sus aguas, trinaban pjaros de brillantes colores. El elfo sinti cmo su innato amor por la belleza colmaba su interior y por un momento olvid su

    REINOS OLVIDADOS

    LOS ARPISTAS VOLUMEN 1

    LA VENGANZA ELFA

    Elaine Cunningham

    TIMUN MAS

  • misin. Mientras observaba ese jardn se dijo que sera sencillo seducir a los elfos con tal esplendor. Y, realmente, haban sido seducidos, concluy cuando levant la mirada del jardn para ir a posarla en un lejano castillo, una maravilla de palo y mrmol creada por arte de magia. En sus ojos dorados apareci una mirada de odio y triunfo al darse cuenta de que el rastro lo haba conducido al mismo corazn del poder de los elfos grises. Ya haca demasiado tiempo que la antigua raza de los elfos dorados soportaba el yugo de sus inferiores. El elfo empez a planear su ataque con renovada determinacin.Su situacin no poda ser mejor: ningn guardia patrullaba por los jardines exteriores. Si atrapaba a su presa antes de que se acercara demasiado al palacio, podra golpear y marcharse sin que repararan en su presencia, y as regresar otro da y atacar de nuevo.Entre l y el palacio haba un enorme laberinto formado por setos de boj.Perfecto! El elfo esboz una fugaz sonrisa de maldad. La bruja gris y su mascota humana haban entrado en su propia tumba. Podan pasar das antes de que sus cuerpos fueran descubiertos en ese laberinto.El plan tambin tena sus puntos dbiles. El laberinto en s no le preocupaba, pero slo se poda entrar en l a travs de un jardn de campanillas, unas ores que se cultivaban tanto por su aroma como por su sonido. El elfo perciba su suave msica en la tranquila atmsfera de la maana. Escuch un momento y apret los dientes. No era el primer jardn de ese tipo que vea. Los macizos de ores y las estatuas estabandispuestos de manera que atraparan y canalizaran hasta la mnima rfaga de viento, por lo que las campanillas tocaban constantemente una o varias melodas. Cualquier cambio en el ujo de aire, por mnimo que fuera, modicara la meloda. El jardn era un hermoso y efectivo sistema de alarma. Pero su presa se diriga a palacio por el laberinto, por lo que tendra que arriesgarse. Salt por encima del bajo muro de piedra, pas junto a los inquisitivos pavos reales y atraves el jardn de campanillas con una economa de movimientos slo al alcance de los

    mejores exploradores. Como se tema, el tintineo cambi sutilmente a su paso. Para sus aguzados odos, la alteracin son como un sonoro toque de trompeta, y se agach detrs de una estatua, preparado para recibir a la guardia de palacio.Tras varios minutos en silencio se relaj. Una sonrisa de desdn curv sus labios al imaginarse a los guardias de palacio; demasiado zopencos para reconocer la alarma musical. Y, adems, sin el ms mnimo odo. El intruso pas por alto el hecho de que pocos elfos, ya fuesen dorados, plateados o verdes, posean su no odo para percibir la sutil mezcla de magia y msica. Despus de todo, l era un rapsoda de la espada y perteneca a la elite de los cantores de hechizos. Con una risa ahogada, el elfo se introdujo en el laberinto.No tema perderse, pues saba que ese tipo de estructuras solan seguir un patrn comn. Pero tras doblar algunos recodos, empez a sospechar que aqul era una excepcin. Jams haba visto un laberinto as. Enorme y caprichoso, sus enrevesados senderos conducan de un jardn a otro, a cual ms fantstico. Cada vez ms consternado, el elfo pas junto a rboles de frutas exticas, fuentes, prgolas, matas de bayas, diminutos estanques en los que nadaban brillantes peces y colibres que desayunaban entre jazmines rojos. Ms impresionantes eran las ilusiones mgicas, que recreaban episodios familiares de la tradicin elfa: el nacimiento de los elfos marinos, el vuelo de dragones, el aterrizaje del barco Ala de Estrella.El intruso sigui adelante y corri hacia la entrada de otro claro con jardn. Una sola mirada y se detuvo. Ante l se levantaba un pedestal de mrmol rematado por un globo de grandes dimensiones lleno de agua. No poda haber pasado por all sin darse cuenta! Se acerc para echarle un vistazo de cerca y vio que dentro de la esfera ruga una ilusin mgica: una terrible tempestad en el mar que zarandeaba diminutas embarcaciones elfas. Ante sus horrorizados ojos, la diosa marina Umberlee surgi de las olas, con su blanco cabello ondeando por efecto

    del vendaval como estallidos de luz. Por los dioses, era otra vez el nacimiento de los elfos marinos! No haba duda. Ni siquiera ese ridculo laberinto poda tener dos ilusiones mgicas iguales. Indignado consigo mismo, el elfo se mes los cabellos dorados. l, un afamado explorador, adems de reputado espadachn y cantor de hechizos, se haba movido en crculos! Antes de poder seguir fustigndose, oy un dbil chasquido no muy lejos y lo sigui hasta un gran jardn circular cercado por ores que atraan nubes de mariposas multicolores. Del jardn, dominado por un seto de rosas azul plido en forma de media luna, partan muchos senderos. En un extremo de la media luna, un anciano jardinero elfo podaba los rosales con ms vigor que pericia.El elfo intruso sonri de nuevo. Segn todos los indicios, era el centro dellaberinto y seguramente su presa haba pasado por all. El viejo jardinero le dira qu direccin haba tomado, aunque tuviera que amenazarlo con su espada.El elfo penetr lentamente en el jardn. Un enjambre de mariposas alz el vuelo, y el jardinero alz la vista. Sus ojos azul plateado se posaron en el intruso y se iluminaron, luego pregunt suavemente el motivo de la interrupcin. No obstante, se limit a hacerle seas y carraspe, como si se dispusiera a saludarlo. No, eso no! pens el intruso en un momento de pnico. Ahora no debo alertar a mi presa!Una daga vol, y en el rostro del jardinero se dibuj la sorpresa. El anciano levant una mano, buscando a tientas la hoja alojada en su pecho y entonces se desplom. La basta gorra que llevaba cay y se derram una abundante melena azul salpicada de hebras plateadas.Pelo azul! Presa de una violenta excitacin, el asesino salv a todo correr la distancia que lo separaba del jardinero. Al arrodillarse junto al cuerpo sin vida, un destello dorado le llam la atencin. De debajo de la tosca tnica de lino del anciano recogi un medalln con el emblema real. El asesino encontr el cierre y lo abri. Contena una pintura en miniatura

    2

    de la exquisita e inconfundible faz de la reina Amlaruil, que lo miraba conuna sonrisa muy personal en los labios.Era cierto! El asesino solt el medalln y se apoy en los talones. Le invada una vertiginosa sensacin de jbilo. Gracias a un afortunado error, haba matado al rey Zaor!Un penetrante grito femenino de angustia interrumpi su celebracin privada. En un nico y veloz movimiento, el asesino se levant y gir sobre s mismo, empuando dos espadas gemelas. Tena ante s a su presa original. Estaba tan blanca e inmvil que por un momento pareci una estatua de mrmol, pero ningn escultor podra habercaptado ese rostro plido, crispado por el dolor y la culpa. Con los nudillos de una mano se apretaba la boca y con la otra mano se aferraba al brazo de un hombre alto que la anqueaba. Ah, hoy tengo la suerte de cara, se regode el asesino. Rpidamente y con seguridad, avanz hacia la pareja con las espadas prestas. Para su sorpresa, el gigantn que acompaaba a la bruja tuvo la suciente presencia de nimo para coger un pequeo arco de caza que llevaba a la espalda y disparar una echa.El asesino not primero el contundente impacto y despus un dolor lacerante cuando la echa atraves su armadura de cuero y se le clav en un costado, justo debajo del trax. Baj la vista y comprob que una buena parte del astil sobresala y que el proyectil no le haba alcanzado ningn punto vital. Haciendo acopio de toda su austera autodisciplina, hizo caso omiso del dolor y enarbol las espadas. An poda matar a labruja matarlos a los dos antes de escapar. Sera un da bien aprovechado.Por aqu! reson muy cerca una vibrante voz de contralto.El grito de la elfa haba alertado a la guardia de palacio. El asesino poda or los pasos de, al menos, una docena de soldados que se

    aproximaban. No podan capturarlo e interrogarlo! l estaba dispuesto a morir por la causa, pero los grises no le concederan la dignidad de la muerte. Usando su maldita magia, la reina gris sondeara su mente para averiguar los nombres de su maestro y de los cantores de hechizos que estaban al acecho en el mismo Siempre Unidos, esperando con proverbial paciencia dorada la seal de ataque.Tras un breve instante de vacilacin, el asesino dio media vuelta y huy hacia el claro y el portal mgico abierto.Con respiracin entrecortada y mareado por el dolor y la prdida de sangre, el elfo se lanz al crculo de humo azul que delimitaba el portal mgico. Unos brazos fuertes aunque delgados lo cogieron y lo ayudaron a posarse en el suelo.Fenian! Qu ha sucedido?!El portal conduce a Siempre Unidos dijo el elfo jadeando. El rey Zaor est muerto! Su compaero lanz un grito de triunfo que reson por las montaas y asust a una pareja de pjaros cantores.Y ella? Y el Arpista? pregunt con excitacin.An viven admiti el asesino. El esfuerzo de hablar le provoc un espasmo de agona. Hizo una mueca y agarr con ambas manos el astil de la echa. No te preocupes lo consol su amigo. Amnestria y su amante humano pronto se reunirn con Zaor. Dicho esto, apart suavemente las manos del herido y empez a sacar la echa. Te vieron? S respondi el asesino entre dientes.Las manos que aferraban la echa quedaron quietas y despus se pusieron tensas. No importa. Lo has hecho muy bien. Con un rpido movimiento, hundi la echa hacia arriba para clavrsela en el corazn. Cuando Fenian dej de respirar, el elfo extrajo el proyectil y volvi a colocarlo en el ngulo original. Entonces se levant y mir con un cierto pesar al elfo muerto. Pero no lo suciente murmur. El elfo huy rpidamente, bajando la ladera de la montaa en direccin a la ciudad humana, donde desaparecera entre la multitud. Los elfos de

    Siempre Unidos no tardaran en seguir el rastro de Fenian por el portal mgico, pero para entonces l ya estara lejos. Se perdera en Aguas Profundas y hallara la manera de aprovecharse del descubrimiento que haba realizado ese da. Una puerta a Siempre Unidos era justo loque necesitaba para alcanzar el objetivo al que haba dedicado su vida. Qu adecuado que fuese Amnestria, la antigua princesa heredera de Siempre Unidos, ahora cada en desgracia, quien lo ayudara a conseguirlo. Kymil Nimesin sonri mientras corra, ajeno a los dos pares de ojos que lo observaban. Podra ser l cavil Lloth, apartando la vista de su poza adivinatoria para jarla en su viejo aliado.Es un elfo! gru asqueado Malar, el Seor de las Bestias.Quin mejor que un elfo? replic la diosa. Los planes de esos elfos dorados son bastante ingeniosos y podran ser el aadido que necesitamos para lograr lo que tanto hemos deseado. Sea como sea, vamos a vigilarlo y, si resulta prometedor, podemos unir esfuerzos.

    EPILOGO

    El elfo emergi en un claro, un pequeo prado verde rodeado por un crculo de enormes y milenarios robles situados muy cerca unos de los otros. Su camino lo haba llevado a un lugar de extraa belleza que, a unos ojos menos avezados que los suyos, podra parecer totalmente natural. El elfo nunca haba visto un lugar tan verde. Unosrayos de sol matutinos atravesaban las hojas y enredaderas, e incluso el aire que lo rodeaba pareca espeso y vivo. A sus pies, gotas esmeralda se adheran a la hierba. Losinquisidores ojos del elfo se estrecharon mientras haca cbalas. Se arrodill y examin la hierba hasta encontrarlo: un rastro casi imperceptible donde la hierba, que llegaba hasta los tobillos, no tena roco. S, su presa haba pasado por all.

    Rpidamente sigui la estela entre dos robles gigantescos. El elfo apart una cortina de enredaderas, sali del claro y parpade al brillante sol de la maana. Cuando sus ojos se acomodaron a la claridad, vio un estrecho sendero de tierra que serpenteaba entre los rboles.Si su presa no saba que la segua, por qu no tomaba el camino ms directo a travs del bosque? El elfo se abri paso sigilosamente por la maleza y empez a seguir el rastro. Casi nada indicaba que otra persona haba pasado por all antes que l, pero eso al elfo no le importaba. Pese a su vergonzoso origen, los que buscaba eran dos de los mejores exploradores que hubiera conocido. Muy pocos eran capaces de caminar sobre la densa y alta hierba de ese claro resguardado sin dejar ms que un rastro de roco.El elfo se desliz silenciosamente por el camino. El corazn le latadesaforadamente al pensar en la victoria que ahora tena al alcance de la mano, y por la que tanto haba esperado. Los elfos, en especial los dorados, saban ser pacientes y tras esa misin haba aos de planicacin, dcadas de discusin y casi cuatro siglos de espera, hasta que llegara el momento oportuno y dispusiera de los medios adecuados. Por n era el momento de golpear, y aqul sera el primer golpe.El rastro mora junto al muro de piedra, y el elfo volvi a detenerse, alerta. Se agach a la sombra del muro y examin la escena que tena ante l. Al otro lado del muro se abra el jardn ms hermoso que haba visto en su vida.Los pavos reales se paseaban ufanos por un prado, algunos de ellos con las plumas de la cola extendidas en abanico, haciendo ostentacin de docenas de ojos azules y verdes irisados. En las ramas de los oridos rboles, que abrazaban el estanque y se reejaban en sus aguas, trinaban pjaros de brillantes colores. El elfo sinti cmo su innato amor por la belleza colmaba su interior y por un momento olvid su

    Ilustracin de cubierta: Carlos MolinaTtulo original: Elfshadow, Songs & Swords, book 1Traduccin: Joana Claverol 2000 Wizards of the Coast. Inc.Derechos exclusivos de la edicin en lengua castellana:Grupo Editorial Camp, S.A., 2001Timun Mas es marca registrada por Grupo Editorial Ceac, S.A.ISBN: 84-480-3728-6 (Obra completa)ISBN: 84-480-3726-X (Volumen 1)Depsito legal: B. 1.627-2001Hurope, S.L.Impreso en Colombia - Printed in ColombiaGrupo Editorial Camp, S. A. Colombia, 164 - 08020 BarrranquillaInternet: http://issuu.com/maokerui

  • misin. Mientras observaba ese jardn se dijo que sera sencillo seducir a los elfos con tal esplendor. Y, realmente, haban sido seducidos, concluy cuando levant la mirada del jardn para ir a posarla en un lejano castillo, una maravilla de palo y mrmol creada por arte de magia. En sus ojos dorados apareci una mirada de odio y triunfo al darse cuenta de que el rastro lo haba conducido al mismo corazn del poder de los elfos grises. Ya haca demasiado tiempo que la antigua raza de los elfos dorados soportaba el yugo de sus inferiores. El elfo empez a planear su ataque con renovada determinacin.Su situacin no poda ser mejor: ningn guardia patrullaba por los jardines exteriores. Si atrapaba a su presa antes de que se acercara demasiado al palacio, podra golpear y marcharse sin que repararan en su presencia, y as regresar otro da y atacar de nuevo.Entre l y el palacio haba un enorme laberinto formado por setos de boj.Perfecto! El elfo esboz una fugaz sonrisa de maldad. La bruja gris y su mascota humana haban entrado en su propia tumba. Podan pasar das antes de que sus cuerpos fueran descubiertos en ese laberinto.El plan tambin tena sus puntos dbiles. El laberinto en s no le preocupaba, pero slo se poda entrar en l a travs de un jardn de campanillas, unas ores que se cultivaban tanto por su aroma como por su sonido. El elfo perciba su suave msica en la tranquila atmsfera de la maana. Escuch un momento y apret los dientes. No era el primer jardn de ese tipo que vea. Los macizos de ores y las estatuas estabandispuestos de manera que atraparan y canalizaran hasta la mnima rfaga de viento, por lo que las campanillas tocaban constantemente una o varias melodas. Cualquier cambio en el ujo de aire, por mnimo que fuera, modicara la meloda. El jardn era un hermoso y efectivo sistema de alarma. Pero su presa se diriga a palacio por el laberinto, por lo que tendra que arriesgarse. Salt por encima del bajo muro de piedra, pas junto a los inquisitivos pavos reales y atraves el jardn de campanillas con una economa de movimientos slo al alcance de los

    mejores exploradores. Como se tema, el tintineo cambi sutilmente a su paso. Para sus aguzados odos, la alteracin son como un sonoro toque de trompeta, y se agach detrs de una estatua, preparado para recibir a la guardia de palacio.Tras varios minutos en silencio se relaj. Una sonrisa de desdn curv sus labios al imaginarse a los guardias de palacio; demasiado zopencos para reconocer la alarma musical. Y, adems, sin el ms mnimo odo. El intruso pas por alto el hecho de que pocos elfos, ya fuesen dorados, plateados o verdes, posean su no odo para percibir la sutil mezcla de magia y msica. Despus de todo, l era un rapsoda de la espada y perteneca a la elite de los cantores de hechizos. Con una risa ahogada, el elfo se introdujo en el laberinto.No tema perderse, pues saba que ese tipo de estructuras solan seguir un patrn comn. Pero tras doblar algunos recodos, empez a sospechar que aqul era una excepcin. Jams haba visto un laberinto as. Enorme y caprichoso, sus enrevesados senderos conducan de un jardn a otro, a cual ms fantstico. Cada vez ms consternado, el elfo pas junto a rboles de frutas exticas, fuentes, prgolas, matas de bayas, diminutos estanques en los que nadaban brillantes peces y colibres que desayunaban entre jazmines rojos. Ms impresionantes eran las ilusiones mgicas, que recreaban episodios familiares de la tradicin elfa: el nacimiento de los elfos marinos, el vuelo de dragones, el aterrizaje del barco Ala de Estrella.El intruso sigui adelante y corri hacia la entrada de otro claro con jardn. Una sola mirada y se detuvo. Ante l se levantaba un pedestal de mrmol rematado por un globo de grandes dimensiones lleno de agua. No poda haber pasado por all sin darse cuenta! Se acerc para echarle un vistazo de cerca y vio que dentro de la esfera ruga una ilusin mgica: una terrible tempestad en el mar que zarandeaba diminutas embarcaciones elfas. Ante sus horrorizados ojos, la diosa marina Umberlee surgi de las olas, con su blanco cabello ondeando por efecto

    del vendaval como estallidos de luz. Por los dioses, era otra vez el nacimiento de los elfos marinos! No haba duda. Ni siquiera ese ridculo laberinto poda tener dos ilusiones mgicas iguales. Indignado consigo mismo, el elfo se mes los cabellos dorados. l, un afamado explorador, adems de reputado espadachn y cantor de hechizos, se haba movido en crculos! Antes de poder seguir fustigndose, oy un dbil chasquido no muy lejos y lo sigui hasta un gran jardn circular cercado por ores que atraan nubes de mariposas multicolores. Del jardn, dominado por un seto de rosas azul plido en forma de media luna, partan muchos senderos. En un extremo de la media luna, un anciano jardinero elfo podaba los rosales con ms vigor que pericia.El elfo intruso sonri de nuevo. Segn todos los indicios, era el centro dellaberinto y seguramente su presa haba pasado por all. El viejo jardinero le dira qu direccin haba tomado, aunque tuviera que amenazarlo con su espada.El elfo penetr lentamente en el jardn. Un enjambre de mariposas alz el vuelo, y el jardinero alz la vista. Sus ojos azul plateado se posaron en el intruso y se iluminaron, luego pregunt suavemente el motivo de la interrupcin. No obstante, se limit a hacerle seas y carraspe, como si se dispusiera a saludarlo. No, eso no! pens el intruso en un momento de pnico. Ahora no debo alertar a mi presa!Una daga vol, y en el rostro del jardinero se dibuj la sorpresa. El anciano levant una mano, buscando a tientas la hoja alojada en su pecho y entonces se desplom. La basta gorra que llevaba cay y se derram una abundante melena azul salpicada de hebras plateadas.Pelo azul! Presa de una violenta excitacin, el asesino salv a todo correr la distancia que lo separaba del jardinero. Al arrodillarse junto al cuerpo sin vida, un destello dorado le llam la atencin. De debajo de la tosca tnica de lino del anciano recogi un medalln con el emblema real. El asesino encontr el cierre y lo abri. Contena una pintura en miniatura

    3

    de la exquisita e inconfundible faz de la reina Amlaruil, que lo miraba conuna sonrisa muy personal en los labios.Era cierto! El asesino solt el medalln y se apoy en los talones. Le invada una vertiginosa sensacin de jbilo. Gracias a un afortunado error, haba matado al rey Zaor!Un penetrante grito femenino de angustia interrumpi su celebracin privada. En un nico y veloz movimiento, el asesino se levant y gir sobre s mismo, empuando dos espadas gemelas. Tena ante s a su presa original. Estaba tan blanca e inmvil que por un momento pareci una estatua de mrmol, pero ningn escultor podra habercaptado ese rostro plido, crispado por el dolor y la culpa. Con los nudillos de una mano se apretaba la boca y con la otra mano se aferraba al brazo de un hombre alto que la anqueaba. Ah, hoy tengo la suerte de cara, se regode el asesino. Rpidamente y con seguridad, avanz hacia la pareja con las espadas prestas. Para su sorpresa, el gigantn que acompaaba a la bruja tuvo la suciente presencia de nimo para coger un pequeo arco de caza que llevaba a la espalda y disparar una echa.El asesino not primero el contundente impacto y despus un dolor lacerante cuando la echa atraves su armadura de cuero y se le clav en un costado, justo debajo del trax. Baj la vista y comprob que una buena parte del astil sobresala y que el proyectil no le haba alcanzado ningn punto vital. Haciendo acopio de toda su austera autodisciplina, hizo caso omiso del dolor y enarbol las espadas. An poda matar a labruja matarlos a los dos antes de escapar. Sera un da bien aprovechado.Por aqu! reson muy cerca una vibrante voz de contralto.El grito de la elfa haba alertado a la guardia de palacio. El asesino poda or los pasos de, al menos, una docena de soldados que se

    aproximaban. No podan capturarlo e interrogarlo! l estaba dispuesto a morir por la causa, pero los grises no le concederan la dignidad de la muerte. Usando su maldita magia, la reina gris sondeara su mente para averiguar los nombres de su maestro y de los cantores de hechizos que estaban al acecho en el mismo Siempre Unidos, esperando con proverbial paciencia dorada la seal de ataque.Tras un breve instante de vacilacin, el asesino dio media vuelta y huy hacia el claro y el portal mgico abierto.Con respiracin entrecortada y mareado por el dolor y la prdida de sangre, el elfo se lanz al crculo de humo azul que delimitaba el portal mgico. Unos brazos fuertes aunque delgados lo cogieron y lo ayudaron a posarse en el suelo.Fenian! Qu ha sucedido?!El portal conduce a Siempre Unidos dijo el elfo jadeando. El rey Zaor est muerto! Su compaero lanz un grito de triunfo que reson por las montaas y asust a una pareja de pjaros cantores.Y ella? Y el Arpista? pregunt con excitacin.An viven admiti el asesino. El esfuerzo de hablar le provoc un espasmo de agona. Hizo una mueca y agarr con ambas manos el astil de la echa. No te preocupes lo consol su amigo. Amnestria y su amante humano pronto se reunirn con Zaor. Dicho esto, apart suavemente las manos del herido y empez a sacar la echa. Te vieron? S respondi el asesino entre dientes.Las manos que aferraban la echa quedaron quietas y despus se pusieron tensas. No importa. Lo has hecho muy bien. Con un rpido movimiento, hundi la echa hacia arriba para clavrsela en el corazn. Cuando Fenian dej de respirar, el elfo extrajo el proyectil y volvi a colocarlo en el ngulo original. Entonces se levant y mir con un cierto pesar al elfo muerto. Pero no lo suciente murmur. El elfo huy rpidamente, bajando la ladera de la montaa en direccin a la ciudad humana, donde desaparecera entre la multitud. Los elfos de

    Siempre Unidos no tardaran en seguir el rastro de Fenian por el portal mgico, pero para entonces l ya estara lejos. Se perdera en Aguas Profundas y hallara la manera de aprovecharse del descubrimiento que haba realizado ese da. Una puerta a Siempre Unidos era justo loque necesitaba para alcanzar el objetivo al que haba dedicado su vida. Qu adecuado que fuese Amnestria, la antigua princesa heredera de Siempre Unidos, ahora cada en desgracia, quien lo ayudara a conseguirlo. Kymil Nimesin sonri mientras corra, ajeno a los dos pares de ojos que lo observaban. Podra ser l cavil Lloth, apartando la vista de su poza adivinatoria para jarla en su viejo aliado.Es un elfo! gru asqueado Malar, el Seor de las Bestias.Quin mejor que un elfo? replic la diosa. Los planes de esos elfos dorados son bastante ingeniosos y podran ser el aadido que necesitamos para lograr lo que tanto hemos deseado. Sea como sea, vamos a vigilarlo y, si resulta prometedor, podemos unir esfuerzos.

    EPILOGO

    El elfo emergi en un claro, un pequeo prado verde rodeado por un crculo de enormes y milenarios robles situados muy cerca unos de los otros. Su camino lo haba llevado a un lugar de extraa belleza que, a unos ojos menos avezados que los suyos, podra parecer totalmente natural. El elfo nunca haba visto un lugar tan verde. Unosrayos de sol matutinos atravesaban las hojas y enredaderas, e incluso el aire que lo rodeaba pareca espeso y vivo. A sus pies, gotas esmeralda se adheran a la hierba. Losinquisidores ojos del elfo se estrecharon mientras haca cbalas. Se arrodill y examin la hierba hasta encontrarlo: un rastro casi imperceptible donde la hierba, que llegaba hasta los tobillos, no tena roco. S, su presa haba pasado por all.

    Rpidamente sigui la estela entre dos robles gigantescos. El elfo apart una cortina de enredaderas, sali del claro y parpade al brillante sol de la maana. Cuando sus ojos se acomodaron a la claridad, vio un estrecho sendero de tierra que serpenteaba entre los rboles.Si su presa no saba que la segua, por qu no tomaba el camino ms directo a travs del bosque? El elfo se abri paso sigilosamente por la maleza y empez a seguir el rastro. Casi nada indicaba que otra persona haba pasado por all antes que l, pero eso al elfo no le importaba. Pese a su vergonzoso origen, los que buscaba eran dos de los mejores exploradores que hubiera conocido. Muy pocos eran capaces de caminar sobre la densa y alta hierba de ese claro resguardado sin dejar ms que un rastro de roco.El elfo se desliz silenciosamente por el camino. El corazn le latadesaforadamente al pensar en la victoria que ahora tena al alcance de la mano, y por la que tanto haba esperado. Los elfos, en especial los dorados, saban ser pacientes y tras esa misin haba aos de planicacin, dcadas de discusin y casi cuatro siglos de espera, hasta que llegara el momento oportuno y dispusiera de los medios adecuados. Por n era el momento de golpear, y aqul sera el primer golpe.El rastro mora junto al muro de piedra, y el elfo volvi a detenerse, alerta. Se agach a la sombra del muro y examin la escena que tena ante l. Al otro lado del muro se abra el jardn ms hermoso que haba visto en su vida.Los pavos reales se paseaban ufanos por un prado, algunos de ellos con las plumas de la cola extendidas en abanico, haciendo ostentacin de docenas de ojos azules y verdes irisados. En las ramas de los oridos rboles, que abrazaban el estanque y se reejaban en sus aguas, trinaban pjaros de brillantes colores. El elfo sinti cmo su innato amor por la belleza colmaba su interior y por un momento olvid su

    Para Andrew, mi primognito y mi amigo

    Agradecimientos

    Me gustara dar las gracias a Bette Suska por ensearme que laspalabras pueden ser juguetes y objetos preciosos; a MarilynKooiman por sugerir que un bicho raro como yo debera escribirfantasa; y a Jim Lowder por su consejo, buen humor yasombrosa paciencia.

  • misin. Mientras observaba ese jardn se dijo que sera sencillo seducir a los elfos con tal esplendor. Y, realmente, haban sido seducidos, concluy cuando levant la mirada del jardn para ir a posarla en un lejano castillo, una maravilla de palo y mrmol creada por arte de magia. En sus ojos dorados apareci una mirada de odio y triunfo al darse cuenta de que el rastro lo haba conducido al mismo corazn del poder de los elfos grises. Ya haca demasiado tiempo que la antigua raza de los elfos dorados soportaba el yugo de sus inferiores. El elfo empez a planear su ataque con renovada determinacin.Su situacin no poda ser mejor: ningn guardia patrullaba por los jardines exteriores. Si atrapaba a su presa antes de que se acercara demasiado al palacio, podra golpear y marcharse sin que repararan en su presencia, y as regresar otro da y atacar de nuevo.Entre l y el palacio haba un enorme laberinto formado por setos de boj.Perfecto! El elfo esboz una fugaz sonrisa de maldad. La bruja gris y su mascota humana haban entrado en su propia tumba. Podan pasar das antes de que sus cuerpos fueran descubiertos en ese laberinto.El plan tambin tena sus puntos dbiles. El laberinto en s no le preocupaba, pero slo se poda entrar en l a travs de un jardn de campanillas, unas ores que se cultivaban tanto por su aroma como por su sonido. El elfo perciba su suave msica en la tranquila atmsfera de la maana. Escuch un momento y apret los dientes. No era el primer jardn de ese tipo que vea. Los macizos de ores y las estatuas estabandispuestos de manera que atraparan y canalizaran hasta la mnima rfaga de viento, por lo que las campanillas tocaban constantemente una o varias melodas. Cualquier cambio en el ujo de aire, por mnimo que fuera, modicara la meloda. El jardn era un hermoso y efectivo sistema de alarma. Pero su presa se diriga a palacio por el laberinto, por lo que tendra que arriesgarse. Salt por encima del bajo muro de piedra, pas junto a los inquisitivos pavos reales y atraves el jardn de campanillas con una economa de movimientos slo al alcance de los

    mejores exploradores. Como se tema, el tintineo cambi sutilmente a su paso. Para sus aguzados odos, la alteracin son como un sonoro toque de trompeta, y se agach detrs de una estatua, preparado para recibir a la guardia de palacio.Tras varios minutos en silencio se relaj. Una sonrisa de desdn curv sus labios al imaginarse a los guardias de palacio; demasiado zopencos para reconocer la alarma musical. Y, adems, sin el ms mnimo odo. El intruso pas por alto el hecho de que pocos elfos, ya fuesen dorados, plateados o verdes, posean su no odo para percibir la sutil mezcla de magia y msica. Despus de todo, l era un rapsoda de la espada y perteneca a la elite de los cantores de hechizos. Con una risa ahogada, el elfo se introdujo en el laberinto.No tema perderse, pues saba que ese tipo de estructuras solan seguir un patrn comn. Pero tras doblar algunos recodos, empez a sospechar que aqul era una excepcin. Jams haba visto un laberinto as. Enorme y caprichoso, sus enrevesados senderos conducan de un jardn a otro, a cual ms fantstico. Cada vez ms consternado, el elfo pas junto a rboles de frutas exticas, fuentes, prgolas, matas de bayas, diminutos estanques en los que nadaban brillantes peces y colibres que desayunaban entre jazmines rojos. Ms impresionantes eran las ilusiones mgicas, que recreaban episodios familiares de la tradicin elfa: el nacimiento de los elfos marinos, el vuelo de dragones, el aterrizaje del barco Ala de Estrella.El intruso sigui adelante y corri hacia la entrada de otro claro con jardn. Una sola mirada y se detuvo. Ante l se levantaba un pedestal de mrmol rematado por un globo de grandes dimensiones lleno de agua. No poda haber pasado por all sin darse cuenta! Se acerc para echarle un vistazo de cerca y vio que dentro de la esfera ruga una ilusin mgica: una terrible tempestad en el mar que zarandeaba diminutas embarcaciones elfas. Ante sus horrorizados ojos, la diosa marina Umberlee surgi de las olas, con su blanco cabello ondeando por efecto

    del vendaval como estallidos de luz. Por los dioses, era otra vez el nacimiento de los elfos marinos! No haba duda. Ni siquiera ese ridculo laberinto poda tener dos ilusiones mgicas iguales. Indignado consigo mismo, el elfo se mes los cabellos dorados. l, un afamado explorador, adems de reputado espadachn y cantor de hechizos, se haba movido en crculos! Antes de poder seguir fustigndose, oy un dbil chasquido no muy lejos y lo sigui hasta un gran jardn circular cercado por ores que atraan nubes de mariposas multicolores. Del jardn, dominado por un seto de rosas azul plido en forma de media luna, partan muchos senderos. En un extremo de la media luna, un anciano jardinero elfo podaba los rosales con ms vigor que pericia.El elfo intruso sonri de nuevo. Segn todos los indicios, era el centro dellaberinto y seguramente su presa haba pasado por all. El viejo jardinero le dira qu direccin haba tomado, aunque tuviera que amenazarlo con su espada.El elfo penetr lentamente en el jardn. Un enjambre de mariposas alz el vuelo, y el jardinero alz la vista. Sus ojos azul plateado se posaron en el intruso y se iluminaron, luego pregunt suavemente el motivo de la interrupcin. No obstante, se limit a hacerle seas y carraspe, como si se dispusiera a saludarlo. No, eso no! pens el intruso en un momento de pnico. Ahora no debo alertar a mi presa!Una daga vol, y en el rostro del jardinero se dibuj la sorpresa. El anciano levant una mano, buscando a tientas la hoja alojada en su pecho y entonces se desplom. La basta gorra que llevaba cay y se derram una abundante melena azul salpicada de hebras plateadas.Pelo azul! Presa de una violenta excitacin, el asesino salv a todo correr la distancia que lo separaba del jardinero. Al arrodillarse junto al cuerpo sin vida, un destello dorado le llam la atencin. De debajo de la tosca tnica de lino del anciano recogi un medalln con el emblema real. El asesino encontr el cierre y lo abri. Contena una pintura en miniatura

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    de la exquisita e inconfundible faz de la reina Amlaruil, que lo miraba conuna sonrisa muy personal en los labios.Era cierto! El asesino solt el medalln y se apoy en los talones. Le invada una vertiginosa sensacin de jbilo. Gracias a un afortunado error, haba matado al rey Zaor!Un penetrante grito femenino de angustia interrumpi su celebracin privada. En un nico y veloz movimiento, el asesino se levant y gir sobre s mismo, empuando dos espadas gemelas. Tena ante s a su presa original. Estaba tan blanca e inmvil que por un momento pareci una estatua de mrmol, pero ningn escultor podra habercaptado ese rostro plido, crispado por el dolor y la culpa. Con los nudillos de una mano se apretaba la boca y con la otra mano se aferraba al brazo de un hombre alto que la anqueaba. Ah, hoy tengo la suerte de cara, se regode el asesino. Rpidamente y con seguridad, avanz hacia la pareja con las espadas prestas. Para su sorpresa, el gigantn que acompaaba a la bruja tuvo la suciente presencia de nimo para coger un pequeo arco de caza que llevaba a la espalda y disparar una echa.El asesino not primero el contundente impacto y despus un dolor lacerante cuando la echa atraves su armadura de cuero y se le clav en un costado, justo debajo del trax. Baj la vista y comprob que una buena parte del astil sobresala y que el proyectil no le haba alcanzado ningn punto vital. Haciendo acopio de toda su austera autodisciplina, hizo caso omiso del dolor y enarbol las espadas. An poda matar a labruja matarlos a los dos antes de escapar. Sera un da bien aprovechado.Por aqu! reson muy cerca una vibrante voz de contralto.El grito de la elfa haba alertado a la guardia de palacio. El asesino poda or los pasos de, al menos, una docena de soldados que se

    aproximaban. No podan capturarlo e interrogarlo! l estaba dispuesto a morir por la causa, pero los grises no le concederan la dignidad de la muerte. Usando su maldita magia, la reina gris sondeara su mente para averiguar los nombres de su maestro y de los cantores de hechizos que estaban al acecho en el mismo Siempre Unidos, esperando con proverbial paciencia dorada la seal de ataque.Tras un breve instante de vacilacin, el asesino dio media vuelta y huy hacia el claro y el portal mgico abierto.Con respiracin entrecortada y mareado por el dolor y la prdida de sangre, el elfo se lanz al crculo de humo azul que delimitaba el portal mgico. Unos brazos fuertes aunque delgados lo cogieron y lo ayudaron a posarse en el suelo.Fenian! Qu ha sucedido?!El portal conduce a Siempre Unidos dijo el elfo jadeando. El rey Zaor est muerto! Su compaero lanz un grito de triunfo que reson por las montaas y asust a una pareja de pjaros cantores.Y ella? Y el Arpista? pregunt con excitacin.An viven admiti el asesino. El esfuerzo de hablar le provoc un espasmo de agona. Hizo una mueca y agarr con ambas manos el astil de la echa. No te preocupes lo consol su amigo. Amnestria y su amante humano pronto se reunirn con Zaor. Dicho esto, apart suavemente las manos del herido y empez a sacar la echa. Te vieron? S respondi el asesino entre dientes.Las manos que aferraban la echa quedaron quietas y despus se pusieron tensas. No importa. Lo has hecho muy bien. Con un rpido movimiento, hundi la echa hacia arriba para clavrsela en el corazn. Cuando Fenian dej de respirar, el elfo extrajo el proyectil y volvi a colocarlo en el ngulo original. Entonces se levant y mir con un cierto pesar al elfo muerto. Pero no lo suciente murmur. El elfo huy rpidamente, bajando la ladera de la montaa en direccin a la ciudad humana, donde desaparecera entre la multitud. Los elfos de

    Siempre Unidos no tardaran en seguir el rastro de Fenian por el portal mgico, pero para entonces l ya estara lejos. Se perdera en Aguas Profundas y hallara la manera de aprovecharse del descubrimiento que haba realizado ese da. Una puerta a Siempre Unidos era justo loque necesitaba para alcanzar el objetivo al que haba dedicado su vida. Qu adecuado que fuese Amnestria, la antigua princesa heredera de Siempre Unidos, ahora cada en desgracia, quien lo ayudara a conseguirlo. Kymil Nimesin sonri mientras corra, ajeno a los dos pares de ojos que lo observaban. Podra ser l cavil Lloth, apartando la vista de su poza adivinatoria para jarla en su viejo aliado.Es un elfo! gru asqueado Malar, el Seor de las Bestias.Quin mejor que un elfo? replic la diosa. Los planes de esos elfos dorados son bastante ingeniosos y podran ser el aadido que necesitamos para lograr lo que tanto hemos deseado. Sea como sea, vamos a vigilarlo y, si resulta prometedor, podemos unir esfuerzos.

    EPILOGO

    El elfo emergi en un claro, un pequeo prado verde rodeado por un crculo de enormes y milenarios robles situados muy cerca unos de los otros. Su camino lo haba llevado a un lugar de extraa belleza que, a unos ojos menos avezados que los suyos, podra parecer totalmente natural. El elfo nunca haba visto un lugar tan verde. Unosrayos de sol matutinos atravesaban las hojas y enredaderas, e incluso el aire que lo rodeaba pareca espeso y vivo. A sus pies, gotas esmeralda se adheran a la hierba. Losinquisidores ojos del elfo se estrecharon mientras haca cbalas. Se arrodill y examin la hierba hasta encontrarlo: un rastro casi imperceptible donde la hierba, que llegaba hasta los tobillos, no tena roco. S, su presa haba pasado por all.

    Rpidamente sigui la estela entre dos robles gigantescos. El elfo apart una cortina de enredaderas, sali del claro y parpade al brillante sol de la maana. Cuando sus ojos se acomodaron a la claridad, vio un estrecho sendero de tierra que serpenteaba entre los rboles.Si su presa no saba que la segua, por qu no tomaba el camino ms directo a travs del bosque? El elfo se abri paso sigilosamente por la maleza y empez a seguir el rastro. Casi nada indicaba que otra persona haba pasado por all antes que l, pero eso al elfo no le importaba. Pese a su vergonzoso origen, los que buscaba eran dos de los mejores exploradores que hubiera conocido. Muy pocos eran capaces de caminar sobre la densa y alta hierba de ese claro resguardado sin dejar ms que un rastro de roco.El elfo se desliz silenciosamente por el camino. El corazn le latadesaforadamente al pensar en la victoria que ahora tena al alcance de la mano, y por la que tanto haba esperado. Los elfos, en especial los dorados, saban ser pacientes y tras esa misin haba aos de planicacin, dcadas de discusin y casi cuatro siglos de espera, hasta que llegara el momento oportuno y dispusiera de los medios adecuados. Por n era el momento de golpear, y aqul sera el primer golpe.El rastro mora junto al muro de piedra, y el elfo volvi a detenerse, alerta. Se agach a la sombra del muro y examin la escena que tena ante l. Al otro lado del muro se abra el jardn ms hermoso que haba visto en su vida.Los pavos reales se paseaban ufanos por un prado, algunos de ellos con las plumas de la cola extendidas en abanico, haciendo ostentacin de docenas de ojos azules y verdes irisados. En las ramas de los oridos rboles, que abrazaban el estanque y se reejaban en sus aguas, trinaban pjaros de brillantes colores. El elfo sinti cmo su innato amor por la belleza colmaba su interior y por un momento olvid su

  • misin. Mientras observaba ese jardn se dijo que sera sencillo seducir a los elfos con tal esplendor. Y, realmente, haban sido seducidos, concluy cuando levant la mirada del jardn para ir a posarla en un lejano castillo, una maravilla de palo y mrmol creada por arte de magia. En sus ojos dorados apareci una mirada de odio y triunfo al darse cuenta de que el rastro lo haba conducido al mismo corazn del poder de los elfos grises. Ya haca demasiado tiempo que la antigua raza de los elfos dorados soportaba el yugo de sus inferiores. El elfo empez a planear su ataque con renovada determinacin.Su situacin no poda ser mejor: ningn guardia patrullaba por los jardines exteriores. Si atrapaba a su presa antes de que se acercara demasiado al palacio, podra golpear y marcharse sin que repararan en su presencia, y as regresar otro da y atacar de nuevo.Entre l y el palacio haba un enorme laberinto formado por setos de boj.Perfecto! El elfo esboz una fugaz sonrisa de maldad. La bruja gris y su mascota humana haban entrado en su propia tumba. Podan pasar das antes de que sus cuerpos fueran descubiertos en ese laberinto.El plan tambin tena sus puntos dbiles. El laberinto en s no le preocupaba, pero slo se poda entrar en l a travs de un jardn de campanillas, unas ores que se cultivaban tanto por su aroma como por su sonido. El elfo perciba su suave msica en la tranquila atmsfera de la maana. Escuch un momento y apret los dientes. No era el primer jardn de ese tipo que vea. Los macizos de ores y las estatuas estabandispuestos de manera que atraparan y canalizaran hasta la mnima rfaga de viento, por lo que las campanillas tocaban constantemente una o varias melodas. Cualquier cambio en el ujo de aire, por mnimo que fuera, modicara la meloda. El jardn era un hermoso y efectivo sistema de alarma. Pero su presa se diriga a palacio por el laberinto, por lo que tendra que arriesgarse. Salt por encima del bajo muro de piedra, pas junto a los inquisitivos pavos reales y atraves el jardn de campanillas con una economa de movimientos slo al alcance de los

    mejores exploradores. Como se tema, el tintineo cambi sutilmente a su paso. Para sus aguzados odos, la alteracin son como un sonoro toque de trompeta, y se agach detrs de una estatua, preparado para recibir a la guardia de palacio.Tras varios minutos en silencio se relaj. Una sonrisa de desdn curv sus labios al imaginarse a los guardias de palacio; demasiado zopencos para reconocer la alarma musical. Y, adems, sin el ms mnimo odo. El intruso pas por alto el hecho de que pocos elfos, ya fuesen dorados, plateados o verdes, posean su no odo para percibir la sutil mezcla de magia y msica. Despus de todo, l era un rapsoda de la espada y perteneca a la elite de los cantores de hechizos. Con una risa ahogada, el elfo se introdujo en el laberinto.No tema perderse, pues saba que ese tipo de estructuras solan seguir un patrn comn. Pero tras doblar algunos recodos, empez a sospechar que aqul era una excepcin. Jams haba visto un laberinto as. Enorme y caprichoso, sus enrevesados senderos conducan de un jardn a otro, a cual ms fantstico. Cada vez ms consternado, el elfo pas junto a rboles de frutas exticas, fuentes, prgolas, matas de bayas, diminutos estanques en los que nadaban brillantes peces y colibres que desayunaban entre jazmines rojos. Ms impresionantes eran las ilusiones mgicas, que recreaban episodios familiares de la tradicin elfa: el nacimiento de los elfos marinos, el vuelo de dragones, el aterrizaje del barco Ala de Estrella.El intruso sigui adelante y corri hacia la entrada de otro claro con jardn. Una sola mirada y se detuvo. Ante l se levantaba un pedestal de mrmol rematado por un globo de grandes dimensiones lleno de agua. No poda haber pasado por all sin darse cuenta! Se acerc para echarle un vistazo de cerca y vio que dentro de la esfera ruga una ilusin mgica: una terrible tempestad en el mar que zarandeaba diminutas embarcaciones elfas. Ante sus horrorizados ojos, la diosa marina Umberlee surgi de las olas, con su blanco cabello ondeando por efecto

    del vendaval como estallidos de luz. Por los dioses, era otra vez el nacimiento de los elfos marinos! No haba duda. Ni siquiera ese ridculo laberinto poda tener dos ilusiones mgicas iguales. Indignado consigo mismo, el elfo se mes los cabellos dorados. l, un afamado explorador, adems de reputado espadachn y cantor de hechizos, se haba movido en crculos! Antes de poder seguir fustigndose, oy un dbil chasquido no muy lejos y lo sigui hasta un gran jardn circular cercado por ores que atraan nubes de mariposas multicolores. Del jardn, dominado por un seto de rosas azul plido en forma de media luna, partan muchos senderos. En un extremo de la media luna, un anciano jardinero elfo podaba los rosales con ms vigor que pericia.El elfo intruso sonri de nuevo. Segn todos los indicios, era el centro dellaberinto y seguramente su presa haba pasado por all. El viejo jardinero le dira qu direccin haba tomado, aunque tuviera que amenazarlo con su espada.El elfo penetr lentamente en el jardn. Un enjambre de mariposas alz el vuelo, y el jardinero alz la vista. Sus ojos azul plateado se posaron en el intruso y se iluminaron, luego pregunt suavemente el motivo de la interrupcin. No obstante, se limit a hacerle seas y carraspe, como si se dispusiera a saludarlo. No, eso no! pens el intruso en un momento de pnico. Ahora no debo alertar a mi presa!Una daga vol, y en el rostro del jardinero se dibuj la sorpresa. El anciano levant una mano, buscando a tientas la hoja alojada en su pecho y entonces se desplom. La basta gorra que llevaba cay y se derram una abundante melena azul salpicada de hebras plateadas.Pelo azul! Presa de una violenta excitacin, el asesino salv a todo correr la distancia que lo separaba del jardinero. Al arrodillarse junto al cuerpo sin vida, un destello dorado le llam la atencin. De debajo de la tosca tnica de lino del anciano recogi un medalln con el emblema real. El asesino encontr el cierre y lo abri. Contena una pintura en miniatura

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    de la exquisita e inconfundible faz de la reina Amlaruil, que lo miraba conuna sonrisa muy personal en los labios.Era cierto! El asesino solt el medalln y se apoy en los talones. Le invada una vertiginosa sensacin de jbilo. Gracias a un afortunado error, haba matado al rey Zaor!Un penetrante grito femenino de angustia interrumpi su celebracin privada. En un nico y veloz movimiento, el asesino se levant y gir sobre s mismo, empuando dos espadas gemelas. Tena ante s a su presa original. Estaba tan blanca e inmvil que por un momento pareci una estatua de mrmol, pero ningn escultor podra habercaptado ese rostro plido, crispado por el dolor y la culpa. Con los nudillos de una mano se apretaba la boca y con la otra mano se aferraba al brazo de un hombre alto que la anqueaba. Ah, hoy tengo la suerte de cara, se regode el asesino. Rpidamente y con seguridad, avanz hacia la pareja con las espadas prestas. Para su sorpresa, el gigantn que acompaaba a la bruja tuvo la suciente presencia de nimo para coger un pequeo arco de caza que llevaba a la espalda y disparar una echa.El asesino not primero el contundente impacto y despus un dolor lacerante cuando la echa atraves su armadura de cuero y se le clav en un costado, justo debajo del trax. Baj la vista y comprob que una buena parte del astil sobresala y que el proyectil no le haba alcanzado ningn punto vital. Haciendo acopio de toda su austera autodisciplina, hizo caso omiso del dolor y enarbol las espadas. An poda matar a labruja matarlos a los dos antes de escapar. Sera un da bien aprovechado.Por aqu! reson muy cerca una vibrante voz de contralto.El grito de la elfa haba alertado a la guardia de palacio. El asesino poda or los pasos de, al menos, una docena de soldados que se

    aproximaban. No podan capturarlo e interrogarlo! l estaba dispuesto a morir por la causa, pero los grises no le concederan la dignidad de la muerte. Usando su maldita magia, la reina gris sondeara su mente para averiguar los nombres de su maestro y de los cantores de hechizos que estaban al acecho en el mismo Siempre Unidos, esperando con proverbial paciencia dorada la seal de ataque.Tras un breve instante de vacilacin, el asesino dio media vuelta y huy hacia el claro y el portal mgico abierto.Con respiracin entrecortada y mareado por el dolor y la prdida de sangre, el elfo se lanz al crculo de humo azul que delimitaba el portal mgico. Unos brazos fuertes aunque delgados lo cogieron y lo ayudaron a posarse en el sue