Los años que tuvimos presidente. Comunicación política presidencial en Colombia, 2002-2010

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1 LOS AÑOS QUE TUVIMOS PRESIDENTE COMUNICACIÓN POLÍTICA PRESIDENCIAL EN COLOMBIA 2002-2010 Jorge Iván Bonilla Vélez [email protected] Departamento de Humanidades, Universidad Eafit, Colombia Texto publicado en: Rincón, Omar & Uribe, Catalina (Editores académicos) (2015), De Uribe, Santos y otras especies políticas. Comunicación de gobierno en Colombia, Argentina y Brasil, Bogotá, Universidad de los Andes, pp. 25-64 Este trabajo elabora tres escenarios de interpretación sobre la comunicación política presidencial durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010). El primero sostiene que el gobierno Uribe produjo un desplazamiento de los formatos tradicionales de la Comunicación Política (conferencias de prensa y alocuciones) hacia otras formas de enunciación (entrevistas, consejos comunales de gobierno y discursos) mediante las cuales el gobernante Uribe instauró un renovado pacto de comunicación con la nación. El segundo escenario está asociado a la “política del contacto” que el presidente Uribe estableció con amplios sectores de la población; ¿a qué públicos se dirigió, de cuáles asuntos habló, en qué lugares lo hizo?, son preguntas que este apartado intentará responder. Por último, el trabajo aborda algunos elementos de la narrativa (re)fundacional presidencial que cabalgó sobre el ‘tropos’ de una cultura nacional popular capaz de articular los temores e incertidumbres de amplios sectores del país en torno a un consenso de derechas que se extiende hasta nuestros días. El 26 de mayo de 2002, el candidato del movimiento político Primero Colombia Álvaro Uribe Vélez fue elegido presidente de la República de Colombia con el 53,04 % de la votación (5.862.655 votos). Días previos a los comicios electorales, una encuesta realizada Algunos apartes de este texto coinciden con el capítulo sobre la comunicación política presidencial en Colombia, publicado por: Bonilla, Jorge; Uribe, Catalina, y Rincón, Omar (2013), “Álvaro Uribe Vélez. Cuando comunicar es gobernar”, en Ponce, Matías, y Rincón, Omar (editores), Caudillismo, e-política y teledemocracia: Comunicación de gobierno en América Latina (Montevideo: Fin de Siglo, Universidad Católica del Uruguay), 117- 146. Así mismo, recoge algunos resultados inéditos de la investigación: Comunicación política en Colombia: narrativas, discursos y visibilidades mediáticas de la política gubernamental, 2002-2006, financiada por la Dirección de Investigación de la Universidad Eafit. Quiero agradecerle a Laura Gallego y Alicia Peñaranda, entonces estudiantes del programa de Ciencias Políticas de la Universidad Eafit por su colaboración en la recolección y sistematización de la información.

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LOS AÑOS QUE TUVIMOS PRESIDENTE

COMUNICACIÓN POLÍTICA PRESIDENCIAL EN COLOMBIA 2002-2010

Jorge Iván Bonilla Vélez

[email protected] Departamento de Humanidades, Universidad Eafit, Colombia

Texto publicado en: Rincón, Omar & Uribe, Catalina (Editores académicos) (2015), De Uribe, Santos y otras especies políticas. Comunicación de gobierno en Colombia, Argentina y Brasil, Bogotá, Universidad de los

Andes, pp. 25-64

Este trabajo elabora tres escenarios de interpretación sobre la comunicación política presidencial durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010). El primero sostiene que el gobierno Uribe produjo un desplazamiento de los formatos tradicionales de la Comunicación Política (conferencias de prensa y alocuciones) hacia otras formas de enunciación (entrevistas, consejos comunales de gobierno y discursos) mediante las cuales el gobernante Uribe instauró un renovado pacto de comunicación con la nación. El segundo escenario está asociado a la “política del contacto” que el presidente Uribe estableció con amplios sectores de la población; ¿a qué públicos se dirigió, de cuáles asuntos habló, en qué lugares lo hizo?, son preguntas que este apartado intentará responder. Por último, el trabajo aborda algunos elementos de la narrativa (re)fundacional presidencial que cabalgó sobre el ‘tropos’ de una cultura nacional popular capaz de articular los temores e incertidumbres de amplios sectores del país en torno a un consenso de derechas que se extiende hasta nuestros días.

El 26 de mayo de 2002, el candidato del movimiento político Primero Colombia Álvaro

Uribe Vélez fue elegido presidente de la República de Colombia con el 53,04 % de la

votación (5.862.655 votos). Días previos a los comicios electorales, una encuesta realizada

Algunos apartes de este texto coinciden con el capítulo sobre la comunicación política presidencial en Colombia, publicado por: Bonilla, Jorge; Uribe, Catalina, y Rincón, Omar (2013), “Álvaro Uribe Vélez. Cuando comunicar es gobernar”, en Ponce, Matías, y Rincón, Omar (editores), Caudillismo, e-política y teledemocracia: Comunicación de gobierno en América Latina (Montevideo: Fin de Siglo, Universidad Católica del Uruguay), 117-146. Así mismo, recoge algunos resultados inéditos de la investigación: Comunicación política en Colombia: narrativas, discursos y visibilidades mediáticas de la política gubernamental, 2002-2006, financiada por la Dirección de Investigación de la Universidad Eafit. Quiero agradecerle a Laura Gallego y Alicia Peñaranda, entonces estudiantes del programa de Ciencias Políticas de la Universidad Eafit por su colaboración en la recolección y sistematización de la información.

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por la firma Napoleón Franco & Cía1 mostraba que el clima de opinión en el país era

bastante negativo: el 90 % de los encuestados pensaba que las cosas marchaban por un

“mal camino”, mientras que apenas el 20 % tenía una imagen favorable del saliente

presidente Andrés Pastrana (1998-2002). Al finalizar 2002, las cifras señalaban un cambio

de opinión: el 44 % de los encuestados consideraba que las “cosas están mejorando”,

entretanto el índice de aprobación de la gestión del recién posesionado presidente

alcanzaba el 67 %. Doce meses después, en diciembre de 2003, la popularidad de Uribe

Vélez aumentaba al 78 %. Una frase pronto comenzó a hacer carrera como slogan de

gobernabilidad: “Ahora sí tenemos presidente”.

Cuatro años después, el 28 de mayo de 2006, Álvaro Uribe fue reelegido presidente de

Colombia con el 62,2 % de la votación (7.300.000 votos). Las urnas demostraron que

amplios sectores de la población no solo aprobaron el primer periodo de su mandato, sino

que respaldaron la continuación de su administración por cuatro años más. Así, durante

ocho años, este país contó con un presidente con altos niveles de aprobación ciudadana,

protagonista además de un estilo de gobernar basado en los valores de la autoridad, la

disciplina y la obsesión por el trabajo, los cuales comunicaba eficazmente mediante la

combinación de la “política del cara-a-cara” −el contacto con el líder− con una presencia

avasalladora en los medios de comunicación2.

¿De qué estuvo hecha esta comunicación política presidencial de Álvaro Uribe? ¿Qué

factores intervinieron en la alta aprobación ciudadana otorgada a este mandatario3 y, por

1 Para consultar los resultados completos de la encuesta, véase: http://www.terra.com.co/elecciones 2002/encuestas/encuesta_9/ (recuperado el 12 de marzo de 2013). 2 Hay que anotar que a diferencia de buena parte de los presidentes en la historia pasada y reciente del país, Álvaro Uribe no era un hombre cercano al periodismo ni a los medios de comunicación. No fue empresario de medios, ni tampoco dirigió ninguno. Su trayectoria política no se caracterizó por cruzar la puerta giratoria que consiste en pasar, en algún momento de la vida, de la política al periodismo y viceversa, como sí lo hicieron su predecesor, Andrés Pastrana (noticiero TV Hoy), su sucesor, Juan Manual Santos (diario El Tiempo), y tantos otros más. 3 Según los resultados bimestrales arrojados por la firma encuestadora Gallup Colombia, Álvaro Uribe inició su primer periodo presidencial, en agosto de 2002, con una opinión del 69%; En julio de 2006, a escasas semanas de finalizar su mandato, la opinión favorable era del 74%. El segundo periodo presidencial lo comenzó, en agosto de 2006, con una opinión a favor del 66%; lo concluyó, cuatro años más tarde, con una

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lo mismo, en el mantenimiento de una opinión favorable, aun a costa de escándalos

políticos que afectaron a sus más cercanos colaboradores y miembros de la coalición del

partido de gobierno, pero jamás al presidente?

En el contexto nacional, diferentes investigaciones han apuntado a responder estos

interrogantes haciendo énfasis en las variantes populistas y neopopulistas inherentes al

estilo de liderazgo político que encarnó el presidente Uribe. Algunos análisis, por ejemplo,

han buscado confirmar los rasgos de un populismo de nuevo cuño existente en la

narrativa uribista de refundación de la nación4, en la eficacia de su discurso ideológico de

movilización social contra el terrorismo −nosotros versus ellos−, dirigido a cooptar a los

medios de comunicación y a constreñir la libertad de expresión5. Otros trabajos han

problematizado la pertinencia de los conceptos populismo o neopopulismo para

comprender el patrón personalista, paternalista y autoritario de este presidente mediante

estudios centrados en el discurso político presidencial, la política asistencialista del

gobierno Uribe y su llamado a cerrar filas en torno a la unidad de la nación6.

Igualmente, hay investigaciones que han encarado la pregunta por la aprobación de la

gestión gubernamental de la administración Uribe desde perspectivas que combinan la

opinión positiva del 75%. En julio de 2008, tras la denominada “Operación Jaque”, la opinión favorable de Uribe alcanzó el 85%. 4 Omar Rincón, Los telepresidentes: cerca del pueblo y lejos de la democracia (Bogotá: C3/FES, 2008). 5 Colectivo de Abogados José Alvear Retrepo, “Entre la censura y el fuego”, en VV.AA. Deshacer el embrujo. Alternativas a las políticas del gobierno de Álvaro Uribe Vélez (Bogotá: Plataforma Colombiana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo, 2003); Julieta Duque, “Periodismo y libertad de expresión: Colombia, una realidad camuflada”, en VV.AA. Deshacer el embrujo. Alternativas a las políticas del gobierno de Álvaro Uribe Vélez (Bogotá: Plataforma Colombiana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo, 2004); Juan Diego Restrepo, “La opinión pública: entre la seducción y la razón, en VV.AA. Deshacer el embrujo. Alternativas a las políticas del gobierno de Álvaro Uribe Vélez (Bogotá: Plataforma Colombiana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo, 2006); Omar Rincón, “Uribe y los medios de comunicación. Una democracia espectáculo y una ciudadanía contemplativa”, en VV.AA. Deshacer el embrujo. Alternativas a las políticas del gobierno de Álvaro Uribe Vélez (Bogotá: Plataforma Colombiana de Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo, 2006). 6 Luisa Fernanda Castro, “Análisis del discurso político de Álvaro Uribe Vélez en los consejos comunitarios del periodo 2002-2006, desde un marco neopopulista” (monografía de grado. Bogotá: Universidad del Rosario, 2009); Cristina de la Torre, Uribe o el neopopulismo en Colombia (Medellín: La Carreta, 2005); John Dugas, “The emergence of Neopopulism in Colombia? The case of Álvaro Uribe”, Third World Quarterly, 2003; Carolina Galindo “Neopopulismo en Colombia: el caso del gobierno de Álvaro Uribe Vélez”, Íconos n. 27, enero de 2007, 147-162. Recuperado el 24 octubre de 2011 de www.flacso.org.ec/docs/i27galindo.pdf.

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Ciencia Política con la Comunicación Política. De un lado, están los estudios que han

relacionado los altos índices de favorabilidad presidencial en las encuestas de opinión

como resultado de una cuidadosa estrategia de comunicación y de marketing de gobierno

dirigida ya sea a mantener un contacto cercano con la población y desviar la atención

ciudadana de los asuntos desfavorables al gobierno7, o bien sea para producir

acontecimientos mediáticos de controversia pública con sectores de oposición al gobierno

con el fin de desacreditarlos8. De otro lado, están los trabajos que han explicado el éxito

de la aprobación presidencial como consecuencia de un clima propicio de opinión

cimentado en la eficacia de la propaganda política y en el papel que allí jugaron las

agendas informativas, sobre todo televisivas, dedicadas a reiterar, bajo el formato

noticioso, los aspectos positivos de la política gubernamental en detrimento del ejercicio

periodístico de investigación y fiscalización del poder9, en un periodo en el que los medios

de comunicación, con contadas excepciones, se montaron en el bus del consentimiento

social generado por la política de gobierno de Álvaro Uribe10.

7 Luz María Sierra, Álvaro Uribe: un presidente de teflón. La estrategia de opinión pública que lo hizo inmune a la crisis (tesis de maestría. Bogotá: Universidad de los Andes, 2011); Ana Cristina Vélez, “Los soportes de la popularidad. Cómo los columnistas refieren el caso del presidente Álvaro Uribe Vélez”, Confines n. 12, 2010, 77-93. 8 Ernesto Cárdenas, “¿Polarización de la opinión pública en Colombia?”, en Hernando Rojas, Irma Pérez y Homero Gil (editores), Comunicación y comunidad. (Bogotá: Universidad Externado, 2010); Juan Carlos Gómez, “Del régimen de comunicación política del presidente de Colombia Álvaro Uribe Vélez”, en Palabra Clave n. 13, 2005, 63-92. 9 Miguel García y Laura Wills, “El poder de la televisión. Medios de comunicación y aprobación presidencial en Colombia”, en Angélica Rettberg y Omar Rincón (editores), Medios, democracia y poder (Bogotá: Ediciones Uniandes, 2011); Catalina Montoya, “El presidente Álvaro Uribe y la nueva dramaturgia política (el presidente construido y narrado en los noticieros de televisión)” (tesis de maestría, Medellín: Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia, 2007). Recuperado el 6 de marzo de 2013 de http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/colombia/iep/tesis/montoya/ 10 Sobre el rol de los medios de comunicación en el gobierno de Álvaro Uribe hay dos afirmaciones que se dan por descontado. La primera se refiere a que el suyo fue el gobierno con el mayor consenso mediático de la historia reciente del país, lo cual valdría la pena cotejar. Si se revisa el papel de los medios en el gobierno de César Gaviria Trujillo (1990-1994), posiblemente el consenso no solo fue mayor sino que se sostuvo durante todo el tiempo de su mandato. La diferencia entre César Gaviria y Álvaro Uribe quizá radica en que mientras con el expresidente Gaviria el consenso habitaba las páginas de opinión de los diarios, con Uribe el mainstream de los columnistas de prensa fue más crítico, sobre todo a partir de su segundo mandato. La segunda afirmación apunta a que en el gobierno de Álvaro Uribe algunos medios de comunicación como la revista Semana, el diario El Espectador o el noticiero Noticias Uno, los más críticos de su gestión, lo fueron desde siempre. Durante el primer periodo de gobierno (2002-2006), estos medios, como los demás, hicieron

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El siguiente trabajo pretende complementar algunas de las explicaciones arriba señaladas

a partir de la elaboración de tres escenarios de interpretación que indagan por las

características de la comunicación política presidencial durante el gobierno de Álvaro

Uribe (2002-2010). El primero tiene que ver con la redefinición de la enunciación política

presidencial11, esto es, con el desplazamiento que sufren los formatos canónicos y

ritualizados de la comunicación de gobierno (conferencias de prensa y alocuciones), en

favor de otras formas de enunciación política (entrevistas, consejos comunales de

gobierno y discursos), mediante las cuales Álvaro Uribe instauró su pacto de comunicación

con la nación tanto por la vía de lo lingüístico (las palabras) como de lo paralingüístico (el

cuerpo político). El segundo escenario está asociado a la “política del contacto” que el

presidente Uribe estableció con amplios sectores de la población, sobre todo regional: ¿a

qué tipo de públicos se dirigió, de cuáles temas habló, a propósito de qué motivaciones lo

hizo?, son algunas preguntas que este apartado intentará resolver al revisar un eje poco

explorado en los estudios de la comunicación política: los discursos presidenciales en

eventos públicos y privados. Por último, el trabajo aborda algunos elementos de la

narrativa (re)fundacional presidencial que se instaló a partir del 7 de agosto de 2002, que

brinda pistas para entender los modos en que la política contemporánea guarda cada vez

más una estrecha relación con los géneros y dinámicas de la cultura popular en el

propósito de hacer de la política un asunto entretenido, dramático y emotivo.

El documento combina hallazgos cuantitativos y cualitativos. Por una parte, se llevó a

cabo un seguimiento, durante ocho años, al sitio web de la Presidencia de la República de

Colombia con el fin ubicar, recopilar y sistematizar la información disponible sobre lo que

se considera fueron los tres ejes de la comunicación del gobierno de la administración

parte de un gran consenso informativo en torno a la figura presidencial; apenas si se distanciaron a partir de su segunda etapa de gobierno, a raíz de los escándalos por los seguimientos ilegales del Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, contra líderes opositores, periodistas y jueces; por los subsidios del programa Agro Ingreso Seguro; y por la intención del presidente Uribe de buscar una vez más su reelección. 11 Jean Mouchon, “La comunicación presidencial en busca de un modelo”, en Gilles Gauthier, André Gosselin y Jean Mouchon (compiladores), Comunicación y política. (Barcelona: Gedisa, 1998).

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Uribe12: i) el eje oficial (conferencias de prensa y alocuciones presidenciales); ii) el eje

mediático (entrevistas a medios de comunicación y cobertura de medios); iii) el eje del

contacto (consejos comunales de gobierno y discursos presidenciales). Por otra parte, el

texto realiza una revisión a eventos comunicativos emblemáticos y no emblemáticos del

presidente Uribe, a sus entrevistas en los medios, a los discursos que pronunció, a los

públicos que interpeló, etc., con el fin de elaborar más que un análisis lingüístico o del

discurso, una mirada interpretativa a la narrativa política de Uribe, a las estrategias de

comunicación utilizadas, en fin, a algunos elementos claves de la política de comunicación

que este puso en escena durante ocho años de gobierno.

Un preámbulo necesario: las elecciones presidenciales de 2002

¿Cómo llegó el entonces candidato de la disidencia liberal Álvaro Uribe Vélez a las

elecciones presidenciales de 2002? Si algo caracterizó la campaña electoral 2002-2006 fue

la cristalización de una agenda de opinión que encuadró la contienda presidencial

alrededor de la dicotomía “guerra” o “paz”, y en los valores “autoridad” o “debilidad”, lo

que permitió al candidato Álvaro Uribe posesionarse en la intención de voto de los

electores: del 23% de favorabilidad que registró el 1 de octubre de 2001 pasó al 49,3% el

20 de mayo de 2002, según los datos de la firma encuestadora Napoleón Franco & Cía.

(Tabla 1). ¿Qué era lo que alimentaba este repunte progresivo de Uribe en las encuestas?

Tal era la pregunta que se formularon algunos medios de comunicación. Para la revista

Semana, en su edición del 4 al 11 de febrero de 2002, la razón más importante de esta

situación era la desesperación de la gente que estaba llevando a querer acabar con la

12 Hay que anotar que durante los ocho años de gobierno (del 7 de agosto de 2002 al 6 de agosto de 2010), el portal web de la Presidencia de la República fue una fuente permanente de la comunicación presidencial. Este se constituyó no solo en un proveedor detallado de información de gobierno, sino en un sitio donde se depositaban todas las entrevistas que el presidente concedía a los medios de comunicación, todos los discursos que pronunciaba en cualquier lugar de la nación, todas las alocuciones y conferencias de prensa concedidas, todos los consejos comunales realizados. Con esta información se elaboró una base de datos dedicada a contabilizar, describir y analizar el número de conferencias de prensa, alocuciones presidenciales, entrevistas a los medios y discursos del presidente, así como los públicos, temas y lugares donde se llevaban a cabo estos discursos.

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guerrilla. “Y Uribe Vélez es quien la gente cree que tiene el carácter, la convicción y el

respaldo para hacerlo”. Por eso, pronosticaba la revista:

No es exagerado decir que, por primera vez, la elección presidencial se va a hacer por cuenta de la guerrilla (…) el país quiere escuchar mensajes de firmeza contra los violentos, sobre todo después de tres años y medio de un proceso de paz que no avanza y que se ha convertido en una 'mamadera de gallo’ para millones de colombianos13.

Esta sobreexposición del conflicto armado en las agendas informativas ganó consenso

entre los periodistas y analistas políticos del proceso electoral. O como lo dijo el propio

Antonio Caballero en su columna de opinión de la revista Semana: “Por lo visto, la gente

se ilusiona con lo que Uribe promete: orden”. Sin embargo, para Caballero el meollo del

fenómeno Uribe no estaba precisamente en que prometiera orden, “sino en los verbos:

ilusionarse y prometer”. Según el columnista:

Esa es la circunstancia, en la cual se parecen el Uribe de hoy y el Pastrana de entonces. La psicología de su electorado es la misma: quieren ilusionarse con una solución mágica al conflicto social y armado de Colombia, que anule sus efectos sin tocar sus causas. La solución de la paz pactada hace cuatro años, o la solución de la guerra total hoy. Ambos, Pastrana hace cuatro años y Uribe ahora, cabalgan en la esperanza14.

La ruptura de las negociaciones de paz entre el gobierno Pastrana y las Farc ocurrida el 20

de febrero de 2002, así como la posterior reconquista de las Fuerzas Armadas de la

denominada zona de despeje en el sur del país, confirmó en periodistas, analistas y

sectores de opinión el protagonismo del conflicto armado para determinar el rumbo del

proceso electoral: “estamos en guerra”15. Por eso, cuando el 20 de mayo de 2002 se

publicó la última encuesta de preferencia electoral, una vez más los medios confirmaron

la concentración de su agenda periodística, en la que el conflicto armado apareció como el

“gran barón” electoral. Este puso los votos, llevó al país a la polarización y eligió a Álvaro

Uribe Vélez presidente de la nación. 13 Redacción, “¿Súper Álvaro?”, revista Semana, febrero de 2002, 20. 14 Antonio Caballero, “Ah país tan de malas...”, revista Semana, febrero de 2002, 64. 15 Redacción, “Estamos en guerra”, revista Semana, marzo de 2002, 40.

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De ahí la fuerza de la afirmación con que Hernando Gómez Buendía, entonces columnista

de la revista Semana, concluyera su columna de opinión en la edición del 20 al 27 de

mayo: “Este domingo, los colombianos van a votar en masa contra las Farc: eso es Uribe, y

lo demás es música de fondo. Uribe −hay que decirlo− fue el único que se mantuvo firme, el

referente que no cambió de posición: por eso, todas las otras fuerzas tuvieron que ubicarse

con relación a él […] Yo hubiera preferido a Noemí […] Pero las Farc descarrilaron a

Colombia16”. El 26 de mayo de 2002, Álvaro Uribe Vélez fue elegido Presidente de

Colombia, en la primera vuelta electoral, con el 53,04 % de la votación, cuatro puntos

porcentuales arriba de lo que vaticinaban los resultados de la última encuesta publicada

una semana antes por la firma Napoleón Franco & Cía.

Tabla 1. Evolución de la preferencia electoral según las encuestas de opinión, 2001-2002

Firmas

encuestadoras

Fecha de

publicación

Álvaro

Uribe

Horaci

Serpa

Noemí

Sanín

Luis E.

Garzón

Votaría

en blanco

NS/NR

Napoleón Franco

& Cía.

20 de mayo

de 2002

49,3% 23% 6% 7,8% 6,7% 4,6%

Centro Nacional de

Consultoría

29 de abril

de 2002

47,7% 27,4% 6,5% 7,1% ___ ___

Invamer-Gallup,

Centro Nacional de

Consultoría

4 de marzo

de 2002

59% 24% 5% 1% 2% 4,5%

Napoleón Franco

& Cía.

4 de febrero

de 2002

39% 30% 17% 1% 4% 6%

Napoleón Franco

& Cía.

3 de diciembre

de 2001

22% 37% 25% 2% ___ 5%

Napoleón Franco

& Cía.

8 de octubre

de 2001

21% 40% 21% 1% 3% 2%

Napoleón Franco

& Cía.

1 de octubre

de 2001

23% 41% 16% 1% 4% 2%

Fuente: resumen a partir de encuestas publicadas entre 2001-2002

16 Hernando Gómez Buendía, “El revolcón”, revista Semana, mayo de 2002, 13.

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De los formatos canónicos a otros rituales de enunciación: giros en la comunicación

política de Álvaro Uribe

Desde el primer día de gobierno, una de las características del discurso político de Álvaro

Uribe fue promover una nueva lectura de la reciente historia política de la nación

mediante un relato fundacional −una narrativa del año cero− que permanentemente

marcaba la distinción entre un “antes” (del 7 de agosto de 2002) y un “después” (del 7 de

agosto de 2002), en un intento por reconstruir los referentes de interpretación del pasado

reciente del país, dibujado en su consigna de campaña: mano firme (con los violentos),

corazón grande (con el pueblo). Por eso no es gratuito que a partir de agosto de 2002

comenzaran a circular una serie de narrativas −en boca de muchos colombianos, no solo

del presidente− dirigidas a ocupar el lugar vacío dejado por el miedo, la incertidumbre y la

impotencia originada por el escalamiento de la confrontación armada y el fracaso del

proceso de paz, cuya mejor descripción apareció en el resumen informativo de final de

año, efectuado por la revista Semana: “el año en que volvió la esperanza17”. Esta narrativa

del año cero es precisamente la que se puede apreciar en la entrevista concedida por el

presidente Uribe a la emisora La W Radio, el 4 de diciembre de 2006:

Cuando nosotros llegamos al gobierno, encontramos el poder del Estado colombiano totalmente debilitado, el país en manos de guerrilla y en manos de los paramilitares, ambos financiados por el narcotráfico. Creo que el desmonte de esta capacidad criminal del paramilitarismo, que se ha dado en este gobierno, es el único en la historia reciente de Colombia, no tiene precedentes. Y creo que finalmente es la causa de que el país haya regresado por los fueros institucionales, de administración de justicia, etcétera18.

Y si con Álvaro Uribe se inauguró el tiempo de las esperanzas crecientes, esto es, el de la

credibilidad en un líder que durante ocho años de gobierno puso en marcha un sistema de

adhesiones, pasiones y sentimientos en el reencantamiento de la opinión pública, con él

17 Para consultar el texto completo del informe, véase http://www.semana.com/nacion/ano-volvio-esperanza/71873-3.aspx (recuperado el 24 de abril de 2013). 18 Entrevista a Álvaro Uribe, lunes 4 de diciembre de 2006, La W Radio. Disponible en: http://www.semana.com/on-line/texto-completo-entrevista-del-presidente-uribe-radio/98758-3.aspx (recuperado el 24 de abril de 2013).

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se cristalizó también una renovada época de asumir la comunicación presidencial. Una

comunicación que fluctuó a medio camino entre las modernas estrategias de gestión y

movilización de la opinión19, y las viejas técnicas de la propaganda política20, cuya eficacia

no es posible de entender si no se tiene en cuenta que ambas −marketing y propaganda−

hicieron parte de una interface más compleja aún: aquella en donde la comunicación

presidencial se combinó con las “condiciones de verdad” mediáticas impuestas en la

producción, circulación y recepción del discurso político −mediatización de la política21−, y

con las demandas, tradiciones y dramas propios de la cultura popular. De allí que la

contundencia y eficacia de la comunicación política de Uribe apuntara a un objetivo

central: ser el emisor de su propia comunicación, pero a costa de incursionar en géneros y

formatos de enunciación política que respondieran a una preocupación ya sostenida por

otros jefes de gobierno: cómo encontrar formas originales de intervención comunicativa22

partiendo del principio según el cual el presidente no debía “inscribirse” en un tipo de

programas ya existentes.

19 Véase al respecto el texto Álvaro Uribe: presidente teflón, elaborado por Luz María Sierra en este mismo libro. 20 Para analizar este punto sería muy útil volver sobre las cinco reglas de la propaganda política expuestas por Jean Marie Domenach: i) regla de la simplificación y del enemigo único; ii) regla de la exageración y desfiguración; iii) regla de la orquestación; iv) regla de la transfusión; v) regla de la unanimidad y el contagio, pues en el discurso político de Uribe se pueden ver estas reglas. Véase Domenach, 1963. 21 Nos referimos a ese proceso mediante el cual los medios de comunicación y las tecnologías audiovisuales se constituyen en actores, escenarios y dispositivos fundamentales de la producción, circulación y recepción de palabra política (Edelman, 1991; Quevedo, 1997; Verón, 1998), pero no solo en términos de su “amplificación” (que es como tradicionalmente se entiende el lugar que ocupan los medios en la política: ampliar/difundir la palabra de los políticos), sino como nuevos circuitos de almacenamiento y flujo informativos que intervienen con sus lenguajes y estéticas en la producción de sentido político (Landi, 1991; Verón, 1992). Proceso, por lo demás, asociado a una forma de acción política que descansa en la fabricación mercadotécnica de características otrora periféricas de la política como el estilo personal, la eficiencia y los valores morales relacionados con la honestidad y el carácter, entre otros, que se asumen como criterios de distinción y diferenciación política, según las coyunturas que haya que enfrentar (Muraro, 1991; Maarek, 2009). 22 A esto se refiere Jean Mouchon cuando afirma que la enunciación política presidencial tiende cada vez menos a imitar formas canónicas de presentaciones ritualizadas, tales como las conferencias de prensa y las alocuciones presidenciales, confinadas hoy a situaciones de crisis y a anuncios de decisiones importantes. Véase Mouchon, 1998, pp. 203-219.

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En el gobierno Uribe, los rituales más canónicos de la comunicación política, es decir,

aquellos destinados a transmitir las decisiones más importantes del Estado y mantener el

vínculo comunicativo con la nación −conferencias de prensa y alocuciones−, no solo

tuvieron un protagonismo menor con respecto a otras formas de enunciación política

(discursos, consejos comunales de gobierno, entrevistas a medios de comunicación), sino

que estuvieron dirigidos a enfrentar situaciones de crisis. Esto es precisamente lo que se

puede observar en las 30 conferencias de prensa y las 38 alocuciones presidenciales

realizadas por el presidente Uribe en sus ocho años de gobierno. Según el Gráfico 1, la

mayoría de ellas están ubicadas en 2008, un año caracterizado por la crisis diplomática

con Venezuela y Ecuador a raíz del bombardeo al campamento del miembro del

Secretariado de las Farc alias ‘Raúl Reyes’, ocurrido el 1 de marzo de 2008 en territorio

ecuatoriano, que desató un estado de hostilidad política entre las tres naciones y que

debió ser enfrentado por el gobierno acudiendo a estas formas de enunciación

presidencial que, por lo demás, suelen activar las buenas maneras de comunicar, esto es,

la prudencia y la información precisa, poniéndole freno a la locuacidad excesiva.

Gráfico 1. Conferencias de prensa y alocuciones del presidente Álvaro Uribe, 2002-2010

Fuente: Elaboración propia con información recolectada del portal web de la Presidencia de la República de Colombia

Así, una claves del desplazamiento de la comunicación presidencial consistió en pasar del

eje de comunicación “oficial”, ceremonioso y estático de las conferencias de prensa y las

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alocuciones presidenciales, a un eje de comunicación caracterizado por el contacto y el

movimiento del cuerpo político hacia los públicos, sobre todo regionales de la nación: 276

consejos comunales de gobierno realizados en 125 municipios del país, entre ciudades

capitales, intermedias y pequeñas poblaciones, 296 entrevistas concedidas a los medios

de comunicación y 1982 discursos pronunciados por el presidente Uribe en los distintos

lugares de “la patria” revelan este cambio (Tabla 2). Situación que, por cierto, hay que

leerla como parte de un proceso global que apunta a un declive de la solemnidad de los

rituales de enunciación política en favor del movimiento; lo que palabras de Eduardo

Rinese, tiene que ver con “la gran cantidad de papeles diferentes que se les solicita a los

políticos representar, en un tiempo en que los movimientos permanente de escenarios,

reglas y géneros discursivos son la regla de los intercambios políticos”23.

Tabla 2. La comunicación política de Álvaro Uribe, 2002-2010

Tipo de comunicación Año

2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 Total

Conferencias de prensa 1 1 1 3 10 9 5 30

Alocuciones 6 5 2 2 4 11 4 4 38

Consejos comunales24 15 38 31 37 26 37 30 32 30 276

Entrevistas 2 18 18 26 30 54 22 19 107 296

Discursos 69 234 298 253 229 205 212 296 186 1982

Fuente: Elaboración propia con información recolectada del portal web de la Presidencia de la República de Colombia

En este descentramiento de la comunicación “oficial”, los consejos comunales de

gobierno25 –y como veremos más adelante, los discursos del presidente− jugaron un papel

23 Eduardo Rinessi, “Carisma, discurso y política en la época de la imagen”, en Carlos Mangone y Jorge Warley (editores), El discurso político. Del foro a la televisión. (Buenos Aires: Eudeba, 1994), 172. 24 En los balances del gobierno Uribe, esta cifra alcanzó los 305 consejos comunales. La diferencia radica en que mientras los datos del gobierno incluían una variación de éstos, denominada ‘consejos comunales sectoriales’, este trabajo no incorporó a estos últimos, pues había una leve modificación en el formato, los públicos que allí asistían e, incluso, en el día de realización. 25 Los consejos comunales eran un programa de gobierno que buscaba “generar espacios de interacción y diálogo permanente entre los ciudadanos, las autoridades del orden territorial y el Gobierno Nacional, con el propósito de trabajar concertadamente en la solución de los problemas, necesidades e inquietudes de los ciudadanos, a la vez que se estimula la transparencia en la gestión pública, la democracia participativa y

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relevante en el despliegue del cuerpo político presidencial. En estas reuniones de cuerpo

presente con la comunidad, transmitidas en vivo, los días sábado, por la televisión pública-

institucional de cobertura nacional para los públicos remotos, Uribe no solo hablaba, sino

que desplegaba una corporeidad creíble mediante los gestos de sus manos, la expresión

de su rostro, el tono de su voz, la vestimenta que utilizaba según el clima, el folclor

popular y la región, y por supuesto, su presencia permanente en las jornadas de ocho

horas de trabajo que duraba cada consejo comunal, que apenas sí interrumpía para ir al

baño26. Se trataba de una meta-comunicación que hacía del cuerpo presidencial una capa

metonímica de producción de sentido, un vínculo de complicidad con el destinatario, que

iba más allá de lo lingüístico27. De ahí su capacidad para desplazarse, sin moverse, de la

institucionalidad que representaba a la piel de la comunidad, pues era en estos

encuentros donde Uribe acostumbraba ocupar cuerpos ajenos: ya no el del jefe del

gobierno, sino el del “ciudadano” común que le exigía cuentas a los funcionarios del

gobierno. Algo de esto se puede apreciar en el siguiente diálogo en el marco de un

consejo comunal de gobierno en Paipa, Boyacá28:

Comunidad: Señor presidente, señor presidente, gracias… Cesar Augusto López, diputado a

la Asamblea Departamental de Boyacá. Yo le solicito con mi acostumbrado respeto que

posterguemos el proceso de venta y democraticemos la venta de las acciones de la empresa.

Ese tema ya lo conversamos en Cartagena (…) y a usted le llamó la atención (…).

Presidente Uribe: Muy bien, déjeme diputado analizar eso. A mí me parece muy bien que

haya democratización accionaria en el público boyacense, pero garantizando quién va a

operar (…)

fortalece la confianza institucional”. Así lo definía el portal web de la Presidencia de la República. Véase: http://www.regiones.gov.co/Es/Regiones/Paginas/ConsejosCG.aspx (recuperado el 3 de febrero de 2014). 26 Al hacer un cálculo promedio de ocho horas de duración por cada uno de los 276 consejos comunales de gobierno, se deduce que el presidente Uribe le dedicó 2,208 horas a gobernar visitando a la población. 27 Para esta explicación han sido muy útiles los aportes de Eliseo Verón en: “Interfaces, sobre la democracia audiovisual avanzada”, en Ferry, Jean-Marc, y Wolton, Dominique (compiladores), El nuevo espacio público, (Barcelona: Gedisa, 1992). 28 La secuencia completa de esta conversación en el consejo comunal de gobierno en Paipa, se puede ver en: http://www.youtube.com/watch?v=Mc6lRoROFP8 (recuperado el 3 de febrero de 2014).

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Comunidad: Gracias, señor presidente…

Presidente Uribe: Ahora, le pido a los alcaldes que comprendan la razón de ser de tener en

cuenta un operador idóneo.

Comunidad: Pero entonces, ¿esto obligaría, de una manera concomitante, y con su

disposición de gobierno nacional, a que se postergue el proceso de venta y haya una mesa

de concertación accionaria?

Presidente Uribe: Yo le pido ahora mismo al ministerio que lo postergue.

Pero los consejos comunales eran también los lugares para poner en escena los múltiples

rostros del presidente: moderador, animador, entrevistador, interrogador, profesor,

experto, político, ciudadano y gobernante. Rostros que eran usados no solo para

convencer, sino para enseñar, para mostrar, para hacer pedagogía de gobierno, acudiendo

al poder de las cifras, a las ejecutorias, los balances, los ejemplos, los testimonios, el

cariño. ¿Qué de televisivo había en estas transmisiones? La pregunta es útil porque

permite señalar que en los consejos comunales, la televisión cumplía la función de

amplificar la palabra y el cuerpo del presidente con el fin de que llegara a los colombianos

no presentes. Esto era lo menos televisivo en la medida en que era lo político (los tiempos

largos) colonizando lo audiovisual (los tiempos cortos): allí lo importante era la fusión de

Uribe con la comunidad, en una epifanía de lo político sobre lo audiovisual. Siguiendo a

Eliseo Verón, esto permite comprender que la fuerza de la televisión no está únicamente

en la imagen, sino en el tiempo real, el contacto y, en parte, en la comunicación no

verbal29: el cuerpo del presidente se tornaba altamente significante porque se podía ver,

oír y hasta tocar30. Esta escena en un consejo comunal de gobierno ayuda a comprender lo

dicho31:

29 Eliseo Verón “Interfaces, sobre la democracia audiovisual avanzada”, en Jean-Marc Ferry y Dominique Wolton (compiladores), El nuevo espacio público, (Barcelona: Gedisa, 1992). 124-139. 30 Un análisis en esta perspectiva se puede encontrar en Omar Rincón, “Uribe tevé: cuando gobernar es una

emoción televisiva” en Revista Número n. 46, (septiembre, 2005). Recuperado el 23 de abril de 2013 de http://www.revistanumero.com/46/uribe.htm 31 Para una colección de escenas que muestran la cercanía del cuerpo del presidente con los colombianos véase: http://www.youtube.com/watch?v=Mc6lRoROFP8 (recuperado el 3 de febrero de 2014).

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Presidente Uribe: ¿Me quiere dar un abracito? ¡Venga deme un abracito!

Mujer: Buenas noches, señor presidente…

Presidente Uribe: ¿Por ahí hay un fotógrafo? ¿Por ahí hay un fotógrafo? Hombre, tómeme

una foto con esta mujer, con esta compatriota que muy generosamente dijo que me quería

dar un abracito…

Mujer: Sí, señor presidente…

Presidente Uribe: Si ella me quiere dar un abracito, yo le quiero dar diez…

En cuanto a su inserción en medios de comunicación se pudo observar que la radio se

convirtió en el medio predilecto para acercarse a la nación en tiempo real, a través de la

mediación de la entrevista periodística, pero a diferencia de la tradición presidencial, las

suyas no eran entrevistas solicitadas por los periodistas con antelación a los asesores del

gobierno, sino que eran propiciadas por la propia Casa de Nariño32. En televisión, su fuerza

discursiva descansaba, no solo en las entrevistas concedidas a programas de opinión (35

entrevistas dio en ocho años), o en la presencia en las emisiones centrales de los

noticieros dedicadas a los temas “serios” del país (hard news), sino en sus apariciones

permanentes en las secciones noticiosas del espectáculo (soft news), cuyas narrativas

apuntaban a reforzar la faceta humana del presidente, sus salidas de madre, sus ternuritas

y anécdotas33. También en televisión, su política comunicativa se basó en la creación del

formato llamado consejos comunales de gobierno, como se expuso más arriba34. Por su

parte, a los principales medios escritos del país los atendía a cuentagotas (de las 23

32 Luz María Sierra, “Álvaro Uribe: un presidente de teflón. La estrategia de opinión pública que lo hizo inmune a la crisis” (tesis de maestría, Bogotá, Universidad de los Andes, 2011). 33 Este no es un dato menor en la comunicación política que estamos analizando, pues si algo caracterizó la narrativa de Uribe fue la constante apelación al testimonio de vida −la anécdota y el relato− como vías de ejemplo para transmitir su carácter insistente, trabajador y pendenciero, y como una estrategia pedagógica para comunicar sus políticas de gobierno, lo cual calzaba muy bien con los géneros suaves de las secciones de farándula y espectáculo de los noticieros, pues allí Uribe aparecía un presidente entretenido, aunque saliera bravo. Para un desarrollo de este comentario, véase Alejandro Grimson y Amparo Rocha, “Algunas tendencias del discurso político en la televisión. Notas para una investigación”, en Carlos Mangone y Jorge Warley (editores), El discurso político. Del foro a la televisión. (Buenos Aires: Eudeba, 1994), 181-197. También los trabajos de Omar Rincón señalados en la bibliografía de este informe. 34 Véase también a Omar Rincón (editor), Los telepresidentes: cerca del pueblo y lejos de la democracia (Bogotá: C3/FES, 2008), 149-171.

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entrevistas que concedió a medios escritos, solo nueve fueron para la “gran prensa” y dos

para revistas de actualidad noticiosa).

Tabla 3. Entrevistas concedidas por Álvaro Uribe a medios de comunicación, 2002-2010

Tipo de medio Número de entrevistas concedidas por año

2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 Total

Diarios 1 2 4 1 3 6 4 1 1 23

Revistas de actualidad 0 1 0 0 1 0 0 0 0 2

Radio 0 10 13 16 20 41 17 14 99 230

Televisión 1 5 1 8 6 4 1 2 7 35

Agencia de prensa 0 0 0 0 0 1 0 1 0 2

Portales web 0 0 0 1 0 2 0 1 0 4

Total 2 18 18 26 30 54 22 19 107 296

Fuente: Elaboración propia con información recolectada del portal web de la Presidencia de la República de Colombia

Álvaro Uribe hablaba demasiado. De las 296 entrevistas que concedió a los medios de

comunicación, el 77,7 % (230) fueron para la radio (Gráfico 2), principalmente para las

cadenas y emisoras de alcance nacional que lo entrevistaron en 138 ocasiones35, mientras

que las emisoras de cobertura local o regional lo hicieron en 81 oportunidades; la radio

internacional, por su parte, lo entrevistó seis veces. Y si bien la radio local y la regional

fueron importantes para la enunciación política del entonces presidente Uribe, el grueso

de sus entrevistas de cara a la nación se concentró en los espacios radiales matutinos de

más sintonía y mayor cobertura a lo largo y ancho del país, liderados por periodistas como

Juan Gossaín, Darío Arizmendi, Vicky Dávila y Julio Sánchez Cristo, es decir, por los equipos

periodísticos del AM y el FM de las dos principales cadenas de radio del país: RCN y

Caracol Radio.

35 Las cinco cadenas radiales que más entrevistaron a Uribe fueron en su orden: RCN Cadena Básica, que lo entrevistó en 35 ocasiones; Caracol Cadena Básica lo hizo en 34 oportunidades; la FM lo entrevistó 17 veces, mientras que La W Radio lo hizo 14; Radio Súper, 11, y Radio Santafé, 7. Si hacemos un cálculo bien conservador de 25 minutos la duración promedio de cada una de estas 230 entrevistas, Uribe habló para la radio durante 96 horas (cuatro días con sus noches).

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Grafico 2. Entrevistas concedidas por Álvaro Uribe a la radio Vs. los demás medios, 2002-2010

Fuente: Elaboración propia con información recolectada del portal web de la Presidencia de la República de Colombia

¿Por qué la radio? dos razones explican la fascinación de Uribe por la radio. En primer

lugar, por las características inherentes al medio: en la radio, el mensaje presidencial tenía

la fuerza del directo; las franjas horarias que escogía para ser entrevistado, generalmente

matutinas, le permitían explayarse en sus mensajes, mostrar sus fortalezas retóricas,

modular sus tonos discursivos, hacer pedagogía de gobierno; allí los periodistas no

editaban sus respuestas, como sí lo hacían en prensa o televisión. La radio le permitía,

además, replicar y convertirse, él mismo, en entrevistador, conductor, moderador. Esta

entrevista del 5 de marzo de 2010 sostenida con La W Radio es el botón de una muestra

mayor:

Félix de Bedout: Presidente, sin duda el tema de la salud es un tema complejo, complicado, pero volviendo al tema de los decretos de Emergencia Social, aquí quedó la sensación de una tremenda improvisación, pues arrancaron con unos decretos que se han ido desmoronando al paso de los días (…) y obviamente todo eso en medio de un intenso debate político como el que se vive en el país, y en donde muchos creen que el tema de la Emergencia Social le puede costar muchos votos a los movimientos uribistas, y que por eso, en medio de ese debate, se ha ido desmoronando lo que se conoció en un momento a lo que va ahora.

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Presidente Uribe: A ver Félix, yo le hago una pregunta: ¿por qué dice usted que hubo improvisación?

Félix de Bedout: Porque se empezaron a caer los decretos, lo mismo que usted me está diciendo.

Presidente Uribe: ¿Cuántos se han caído?

Félix de Bedout: Unos fundamentales. El tema de los médicos fue un tema fundamental desde el principio.

Presidente Uribe: ¿Por qué? ¿Se ha caído algo de los médicos?

Félix de Bedout: Se cayó, usted lo acaba de decir, presidente36.

La otra razón apunta a que en Colombia la radio ha cumplido una importante función en la

integración nacional y la cohesión social, no solo por la definición de agenda noticiosa que

provee, sino porque la radio es el medio más cercano a la cultura popular de la nación37

cuya sintonía opera desde el hogar, el automóvil o el bus, el campo, el pueblo o la ciudad.

Así, la experiencia cotidiana de vivir noticiosamente el país pasa también por el vínculo

que la programación radial, sus periodistas, locutores y oyentes, establece con la vida

íntima-doméstica de la casa y la vida pública de la calle, las instituciones y el gobierno38.

Espacios y lugares que Uribe buscó colonizar con sus discursos y gestualidad. Más que un

telepresidente, Uribe era entonces un radiopresidente, esto es, un hombre que en la radio

desplegaba toda su capacidad de persuasión política por la vía de la retórica y la oratoria.

Desde allí, Uribe creó la representación teatral de un colombiano cercano-local-regional:

trabajador, madrugador y creyente. Un ciudadano hijo de la oralidad de la radio, de la

oralidad de la nación39.

36 Disponible en http://web.presidencia.gov.co/sp/2010/marzo/05/18052010.html, (recuperado el 24 de abril de 2013). 37 Para una relación más completa entre radio, cultura y nación, véase Jesús Martín Barbero, De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía (Bogotá, Convenio Andrés Bello, 1998). 38 Para esta ampliar relación de la radio con los mundos de lo público y lo privado, y para un estudio de la radio como objeto antropológico, véase el trabajo de Rosalía Winocur, Culturas mediáticas. La construcción de lo público en la radio (México, D.F.: Gedisa, 2002). 39 Esto arroja una pista interesante para trabajos que pretendan abordar los modos en que nuestros países se asume la mediatización de la política, a la cual no solo se llega por la visualidad de la televisión sino

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La fuerza de la enunciación política de Uribe hay que buscarla, por tanto, en la

cristalización de una comunicabilidad política que sabía mudar de piel, esto es, combinar

las modalidades de la política tradicional, basada en los tiempos largos de la patria,

expresados en los consejos comunales de gobierno, en sus intervenciones de arenga y

plaza pública, en la simbología popular del poncho, el sombrero y el caballo, con aquellos

otros discursos fabricados en los tiempos cortos de videoclip y publicidad política. El suyo

era un performance que sabía cuándo mirar a las cámaras de televisión, pero también

cuándo hablar cara a cara con la gente; que mezclaba la oratoria del político de antaño

que recitaba de memoria los versos del “poeta de la raza”, Jorge Robledo Ortiz (“Siquiera

se murieron los abuelos...”), con la del estadista-pedagogo en asuntos de política

económica, fiscal, cultural y educativa; que le explicaba mediante la retórica popular del

ejemplo y el lenguaje especializado del experto cómo eran las cosas de la patria a

aquellos que no lo sabían; que visitaba las emisoras de radio La Vallenata y Radio Uno y

los programas de variedades Muy buenos días y Yo, José Gabriel para referirse a la

política, pero también para hablar de “otra cosa”: del yoga, su música preferida, los

caballos, sus hijos40.

En este desplazamiento de los géneros y formatos canónicos de la comunicación política

hacia rituales de contacto con la población que se hacían de cuerpo presente y en tiempo

real, Uribe combinó entonces diversos repertorios de enunciación. Por una parte, siguió

también por la oralidad de la radio. Esto porque la mediatización de la política no es únicamente televisiva. Hay que pensarla desde sus conexiones con las culturas orales y populares de las mayorías nacionales. 40 En esta interface entre el discurso político y los géneros periodísticos y del entretenimiento es donde se instalan importantes estudios sobre la mediatización de la política en América Latina desde la década de los noventa del siglo XX. Véase, por ejemplo, los trabajos de Lins Da Silva (1990) sobre Fernando Color de Melo en Brasil; Heriberto Muraro (1997), Óscar Landi (1991 y 1992), Luis Alberto Quevedo (1997) sobre Carlos Menem en Argentina; Beatriz Sarlo (1991) y Javier Protzel (1991) sobre Alberto Fujimori en Perú, y más recientemente una serie de trabajos publicados como Los telepresidentes: cerca del pueblo y lejos de la democracia (Rincón, 2008); Medios, democracia y poder (2011); Caudillismo, e-política y teledemocracia: Comunicación de gobierno en América Latina (2013).

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las recomendaciones de los estrategas de la persuasión y el marketing político41, que

recomiendan mostrar liderazgo, movilizar confianza, generar credibilidad, dar la cara a los

problemas, producir resultados, medir la opinión pública de manera constante y

mantenerse en campaña permanente42, por citar algunas. Por la otra, acudió a las “viejas”

reglas de la propaganda política43, que proponen simplificar el mensaje, crear un enemigo

que genere consensos, desdeñar al adversario, apoyarse en una propaganda basada en

los hechos44, disponer favorablemente al destinatario, explotar las pasiones del auditorio,

repetir hasta el cansancio y producir relatos atractivos y emotivos que, entre otras cosas,

son elementos que están a la base de la historia de la persuasión política y, por supuesto,

de las estrechas relaciones de ésta con una cultura popular sumamente eficaz en la

generación de símbolos compartidos.

En la siguiente explicación del éxito de la política comunicativa de Uribe ofrecida por

Jaime Bermudez, su consejero de comunicaciones durante el primer periodo de gobierno

(2002-2006), y luego su Ministro de Relaciones Exteriores (2008-2010), se pueden resumir

estas relaciones entre estrategia, propaganda y cultura arriba mencionadas45:

41 Si se revisan algunos conceptos básicos de la persuasión política, que hoy han sido colonizados por el llamado marketing político, se puede encontrar que muchos de ellos desembocan en cuatro asuntos primordiales de lo que debe comunicar un gobernante: competencia, credibilidad, liderazgo y empatía. Véase, por ejemplo, los trabajos de Carl Hovland, Irving Janis y Harold Kelley, Communication and Persuasion. Psychological Studies of Opinion Change. (New Haven: Yale University Press, 1953); David Gergen, Eyewitness to Power (New York: Touchstone, 2000); 42 Esa idea de mantenerse en campaña permanente que los asesores de Uribe destacaban positivamente en el presidente por su capacidad de golpear primero, ponerle agenda a los medios y adelantarse a los hechos, es desarrollada por Dick Morris, The New Prince (New York: St. Martin’s Press, 1999). 43 Jean Domenach, La propaganda política (Buenos Aires: Eudeba, 1963).

44 Esta idea de la propaganda basada en los hechos que en Uribe se puede resumir con una afirmación de su autoría: “no lo digo yo, ahí están las cifras”, ya había sido definida por Robert Merton en el marco de la II Guerra Mundial. Según Merton, “la propaganda por los hechos no procura decir tanto a la gente a dónde debe ir, sino que más bien le muestra el camino que debe tomar para ir allá […] Las películas que muestran escenas de batallas o bombardeos resultan eficaces si se enfocan sobre los detalles de las operaciones y no subrayan el “mensaje” de propaganda directa para el auditorio. Hablan los hechos, no el propagandista”. Robert Merton, “Estudios sobre la propaganda por radio y cinematógrafo”, en Robert Merton, Teoría y estructura social. (México: F.C.E, 1992 [1949]). 612-613. 45 Este resumen de la buena imagen de Uribe lo hace Jaime Bermúdez en una entrevista para un canal de televisión argentino. La entrevista completa en http://www.youtube.com/watch?v=oqgiqyJv-3E

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1. [Uribe] Tiene visión, es decir, tiene claro a dónde quiere llevar el país y lo ha

comunicado bien.

2. [Uribe] Tiene un gobierno orientado a resultados, a mostrar resultados concretos, y ha

llevado a que haya victorias tempranas, que es fundamental para que la gente vea que

hay transformaciones inmediatas, no a largo plazo.

3. La manera como [Uribe] se relaciona con la gente, vía consejos comunales, que son

reuniones que hace todos los fines de semana por todo el país, abierto, con toda la

comunidad: las fuerzas vivas, los gobernadores, los alcaldes. Con una agenda, pero sin

veto a ninguna palabra. Primero, el gobierno nacional presenta algunos temas

fundamentales; después, los gobiernos locales hacen sus presentaciones, la

comunidad participa, le pregunta al presidente, y el presidente hace comentarios… o

da instrucciones… lo que él pueda ir resolviendo en el camino.

4. Cuando hay crisis, pone la cara, enfrenta la crisis. No deja que sean otros lo que hablen

de eso. Se va dónde está la crisis.

Uribe, o la política del contacto

Si bien Uribe tenía una gran habilidad para producir titulares y definir la situación

informativamente a su favor,46 esto iba acompañado de una paradoja: aunque aparecía

diariamente en “pantalla” y “mojaba” todos los días prensa, tenía a la postre un gran

desdén por la función periodística de la mediación, la que buscaba sustituir hablándole

directamente a la nación. Esto es precisamente lo que se puede observar en sus

respuestas a la entrevista que el corresponsal de la cadena británica BBC Mundo47 le hizo

en mayo de 2009. En ella, Uribe no solo utilizó su famosa frase “otra pregunta amigo”,

(recuperado el 24 de abril de 2013). 46 Luz María Sierra, Álvaro Uribe: un presidente de teflón. La estrategia de opinión pública que lo hizo inmune a la crisis (tesis de maestría, Bogotá, Universidad de los Andes, 2011); Miguel García y Laura Wills, “El poder de la televisión. Medios de comunicación y aprobación presidencial en Colombia”, en Angélica Rettberg y Omar Rincón (editores), Medios, democracia y poder (Bogotá: Ediciones Uniandes, 2011), 135-158. 47 La versión completa de la entrevista en: http://www.bbc.co.uk/mundo/america_latina/2009/05/0905041210_uribe_entrevista_jm.shtml (recuperado el 24 de marzo de 2013).

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para mostrar su malestar con las preguntas que el periodista le formuló, sino que acudió a

su fórmula de éxito: entenderse “directamente” con la opinión pública:

Periodista: Hay una pregunta sobre la situación política de Colombia… hay una pregunta que no puedo evitar hacerle, ¿usted quiere ser presidente de Colombia cuatro años más?

Presidente Uribe: otra pegunta… ¿usted dónde nació?

Periodista: Yo soy argentino.

Presidente Uribe: Estudie la historia de su país… deje la democracia colombiana tranquilita. Otra pregunta amigo.

Periodista: Creo que es una pregunta válida…

Presidente Uribe: Otra… otra pregunta.

Periodista: Hay todo un proceso…

Presidente Uribe: Otra pregunta.

Periodista: Si me permite realizarle la pregunta…. luego usted verá si la responde.

Presidente Uribe: Claro.

Periodista: Hay todo un proceso en marcha en Colombia por convocar un referendo para permitir que usted sea reelecto… ¿usted cuándo planea pronunciarse sobre el tema, tiene decidido presentarse o no?

Presidente Uribe: Me da la oportunidad de decir lo siguiente. Por eso científicos de la política recomiendan que en la política es mejor entenderse directamente con la opinión pública que hacerlo con quienes pretenden ser los voceros de la opinión, porque muchas veces quienes pretenden ser voceros de la opinión no la interpretan…

Periodista: Pero es que la opinión pública…

Presidente Uribe: Déjeme, yo le dejé hacer la pregunta… sino que simplemente se dejan llevar por los sesgos. Entonces usted me da la oportunidad de hacer la campaña que quiero hacer y que pienso es conveniente para Colombia. Pertenezco a una generación que no ha vivido un día completo en paz, por eso mi campaña es una: Colombia necesita prolongar en el tiempo la seguridad democrática, después de que vivimos 60 años de violencia; la confianza inversionista después de que por décadas vimos que crecía enormemente la población y se estancaba la inversión, y la cohesión social, después de que durante muchas campañas políticas asistimos a propuestas de mejoramiento social que no se traducían en hechos…

Periodista: Usted me habla de ideas y de un proyecto de país que usted tiene, y me dice que a usted le gusta relacionarse directamente con la opinión pública evitando los voceros…

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Presidente Uribe: Así es…

Periodista: La opinión pública en Colombia también se está preguntando si usted quiere ser presidente de nuevo…

Presidente Uribe: Deje… deje a los colombianos… ¿cuánto hace que usted no va a Colombia?

Periodista: No tengo el placer de conocer Colombia.

Presidente Uribe: Vaya…

Periodista: Pero seguimos de cerca… mi trabajo es seguir las relaciones internacionales…

Presidente Uribe: Demórese un poquito en Colombia.

De ahí que una parte esencial −otra más− de la estrategia comunicativa de Álvaro Uribe

eran sus discursos pronunciados a lo largo y ancho del país, sin enfrentar preguntas

molestas. Este eje, que por lo general no ha sido tenido en cuenta en los habituales

análisis de la comunicación política de su gobierno, consistía en pronunciar discursos en la

inauguración de obras de infraestructura física, en el lanzamiento de programas de

gobierno o en la instalación o clausura de eventos empresariales, gremiales, religiosos,

sociales, deportivos y culturales para desde allí generar noticia y mostrarse cercano a los

diversos sectores sociales que componen el país.

Uribe gobernó 2920 días durante los cuales pronunció 1982 discursos, es decir, en

promedio un discurso cada 16 horas. De un total de 1102 municipios que tenía Colombia a

agosto de 2010, el presidente Uribe estuvo en 128 de ellos pronunciando sus discursos48,

esto es, en el 11,6 % de los municipios del territorio nacional, entre pueblos, ciudades

intermedios y ciudades capitales. Con esto constituyó una geografía discursiva (Gráfico 3)

en la que a pesar de la temática específica del evento, el discurso presidencial

habitualmente giraba en torno a un mismo eje, sobre todo a partir de su segundo periodo

48 Estos datos se pueden cotejar con los 125 de municipios que fueron epicentro de los consejos comunales de gobierno, pues si bien la mayoría de los municipios eran al mismo tiempo foco de los consejos comunales y de los discursos presidenciales, hubo ciudades capitales de departamento como Leticia y Mitú, por ejemplo, donde se celebraron consejos comunales, pero no hubo discursos del presidente Uribe. Lo mismo puede decirse de otros municipios del país.

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presidencial: la seguridad democrática, que se traducía en la lucha contra el terrorismo,

era el camino para generar la confianza de los inversionistas, lo que a su vez traería paz,

prosperidad y cohesión social para los colombianos.

Gráfico 3. La geografía de los discursos del presidente Uribe, 2002-2010

Fuente: Elaboración propia a partir de la frecuencia de los 1.982 discursos presidenciales

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¿Cuáles eran los motivos de esos discursos, quiénes eran sus públicos más frecuentes y de

qué temas hablaba el presidente Uribe? En cuanto a las motivaciones a propósito de las

cuales el mandatario pronunciaba sus discursos (Grafico 4), se puede constatar dos

hallazgos. El primero plantea que la fuerza narrativa de Uribe no descansaba únicamente

en la mediación tecnológica de los medios, sino en la combinación de lo mediático con lo

presencial: allí donde había una visita que hacer, una celebración que conmemorar, un

homenaje que efectuar, un evento que inaugurar o clausurar, un diploma de grado que

otorgar… allí estaba el presidente Uribe y, por supuesto, las cámaras de televisión, con lo

que se aseguraba no solo hablarle al “gran público” remoto, sino a públicos co-

presenciales en tiempo real, que más tarde compartirían con sus amigos y familiares la

novedad de haber visto al presidente en persona49.

El segundo hallazgo surge de plantear que la instalación o clausura de eventos (21,9 %) +

las visitas y reuniones (20,7 %) + las conmemoraciones y celebraciones (13,3 %) + los

homenajes, premios y condecoraciones (11,6 %) pueden ser interpretados como

certámenes que apuntaban a reforzar los rituales cívicos de la nación50, allí donde la

colectividad se desplazaba de la política a la cultura y viceversa en el propósito de celebrar

una tradición, condecorar a un colombiano ejemplar, rendir un homenaje a un territorio,

un personaje o un acontecimiento de la patria. En el caso de Uribe, estas, además de ser

las motivaciones más frecuentes para la enunciación de sus discursos, fueron las que más

posibilitaron la existencia de la narrativa uribista del “año cero” y de la refundación

49 Esta pista es interesante para dialogar, por ejemplo, con los estudios sobre el denominado “flujo de dos

pasos” de la comunicación, esto es, el papel de la influencia interpersonal y de los líderes de opinión en las comunidades en tanto agentes mediadores entre el entorno sociocultural, los medios de comunicación y las redes sociales primarias (Lazarsfeld y Katz, 1955). No es una pista menor por cuanto ayuda a entender la cantidad y la calidad de la recepción del discurso político de Uribe en contextos sociales cuyos pobladores, habitantes y públicos destinatarios vieron y escucharon al presidente en persona, y compartieron esta experiencia con otros como ellos. 50 Daniel Dayan y Elihu Katz, La historia en directo. La retransmisión televisiva de los acontecimientos (Barcelona: Gustavo Gili, 1995).

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ideológica y cultural de la nación, puesto que le permitían al presidente narrativizar la

política mediante las historias que escogía y los relatos que ofrecía51.

Gráfico 4. Motivos de los discursos presidenciales de Álvaro Uribe, 2002-2010

Fuente: Elaboración propia a partir del registro de los 1982 discursos presidenciales pronunciados por Álvaro Uribe entre 2002-2010

Si bien los discursos de Uribe interpelaban a públicos diferenciados, priorizaban en todo

caso a los ciudadanos de la nación, bien fuera como organizaciones de la sociedad

(categoría que agrupó a los gremios de la producción, empresarios, asociaciones

profesionales, centros de educación básica, secundaria y superior, medios de

comunicación, comunidades culturales, entre otras), o como sujetos sociales-colombianos

en general (categoría que agrupó habitantes de municipios; víctimas de violencias y

tragedias; ciudadanos destacados; públicos del arte, el entretenimiento, el deporte, la

51 Un ejemplo de lo dicho en el siguiente video que muestra el homenaje que rinde el presidente Uribe a las esposas y los hijos de los militares en Colombia. Véase http://www.youtube.com/watch?v=cb0pGE7b4S8 (recuperado el 4 de febrero de 2014).

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educación y cultura). Por tanto, era la triada empresarios + asociaciones + colombianos en

general los destinatarios privilegiados de la narrativa presidencial (Gráfico 5).

Dar cuenta de los públicos destinatarios de los discursos presidenciales es útil porque

permite preguntar en dónde encontrar el sentido dominante de la producción discursiva

del presidente, ¿en las intencionalidades del emisor (Uribe), en el direccionamiento

impuesto por los códigos del discurso (el mensaje), o en los marcos interpretativos de los

públicos que se exponían y consumían sus discursos? Si bien hasta allá no llegó este

trabajo, el hecho de que el discurso uribista haya calado en amplios sectores de opinión

dependía también de que éste hubiera encontrado un auditorio local, regional y nacional

que compartía sus códigos de lectura y sus marcos de interpretación de la realidad. Esto,

por supuesto, obliga a desvictimizar a sus audiencias; en otras palabras, invita ir más allá

de la idea de que los suyos eran públicos embrujados, pues éstos no solo fueron creados

por Uribe, sino creadores de Uribe52, en un proceso más complejo que lleva a cuestionar

la visión estrecha del modelo “arriba-abajo” como única explicación para analizar cómo se

forma la opinión pública en un contexto histórico y social determinado.

52 La idea de que el discurso determina por sí solo su “efecto” de sentido en el público que se expone a él, es muy atractiva en los estudios que tienen por objeto estudiar la propaganda política. Para aquellos que piensan que lo importante es estudiar el discurso político, y no su recepción, ni sus procesos de apropiación y reapropiación, sería de mucha ayuda leer a David Morley, Televisión, audiencias y estudios culturales, (Buenos Aires: Amorrortu, 1998).

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Gráfico 5. Los públicos de los discursos presidenciales de Álvaro Uribe, 2002-2010

Fuente: Elaboración propia a partir del registro de los 1982 discursos presidenciales pronunciados por Álvaro Uribe entre 2002-2010

Ahora bien, ¿a qué asuntos se referían esos discursos presidenciales? A la triada seguridad

democrática + confianza inversionista + cohesión social, desde una perspectiva en la que

se abordaban la economía y la infraestructura (inversión nacional y extranjera, obras,

competitividad y crecimiento económico, entre otros temas); la administración pública

(acciones de gobierno, destinación de recursos y transferencias, gasto público y reformas

tributarias); escenarios propicios para generar la confianza inversionista; asuntos de la

seguridad democrática (a través de acciones y resultados contra el crimen organizado, el

terrorismo y el narcotráfico), pero también a las temáticas referidas a la nación como una

comunidad vinculada por la tradición, la cultura y los valores, por una parte, y la política

social, por otra (cohesión social).

En los discursos de Uribe, el asunto de economía e infraestructura afloró en el 60,2 %; el

de la administración pública se mencionó en el 57,0 %, seguido de cultura y valores (36,4

%) y la seguridad democrática (35,7 %). (Gráfico 6). En contraposición, los temas asociados

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con las libertades y derechos, la política agraria y la política de reinserción y paz tuvieron

una presencia marginal durante sus ocho años de gobierno. ¿Por qué la fuerza de unos

temas y la debilidad de otros en la política discursiva de Uribe? Dayan y Katz ofrecen

algunas pistas sobre esto. En su trabajo sobre el papel que juegan las ceremonias

mediáticas en la cohesión social, estos autores acuden el concepto de “política

ceremonial”53 para referirse al modo en que se celebra la integración en las sociedades

modernas mediante la realización de rituales cívicos que se caracterizan porque adoptan

un tono narrativo, son retransmitidos de manera solemne por la televisión y tienen una

alta carga simbólica y dramática. Leer los discursos de Uribe desde esta perspectiva

permite afirmar que dónde comunicativamente mejor se sentía el presidente, porque

podía desplegar su fuerza narrativa, congregar nuevas audiencias y desarrollar un lenguaje

cargado de símbolos y gestos, era en aquellos eventos y sobre aquellos asuntos en los que

podía “comulgar” con los públicos de la nación.

53 Daniel Dayan y Elihu Katz, La historia en directo. La retransmisión televisiva de los acontecimientos (Barcelona: Gustavo Gili, 1995).

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Gráfico 6. Los asuntos de los discursos presidenciales de Álvaro Uribe, 2002-201054

Fuente: Elaboración propia a partir del registro de los 1982 discursos presidenciales pronunciados por Álvaro Uribe entre 2002-2010

Pero además, la reiteración permanente de su discurso en distintos escenarios mediáticos

y no mediáticos del país, permitió a Uribe un efecto de agenda setting basado en la

redundancia de un mensaje tantas veces repetido (seguridad democrática + confianza

inversionista + cohesión social) que, como un libreto con variaciones mínimas, comenzaba

en un sitio (en una entrevista en la radio; en un discurso en la instalación de un evento;

en la inauguración de una obra de infraestructura; en la entrega de algún subsidio

gubernamental), luego seguía a otro sitio (otra entrevista en otra emisora de radio; otro

discurso en otro evento, en otra inauguración, en otra ciudad del país) para rebotar,

54 Para este gráfico no se realizó una medición de la frecuencia de cada asunto con respecto a los demás (lo que sumaría un 100 %), sino de la frecuencia de aparición de un asunto en el conjunto de discursos de Álvaro Uribe, lo cual explica por qué la suma general desborda el 100 %. Por tanto, la lectura de cada porcentaje fue así: el asunto de economía e infraestructura apareció en el 60,2 % de los discursos de Uribe; esto es diferente a decir que el 60,2 % de sus discursos trata sobre economía e infraestructura.

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finalmente, en los demás medios que terminaban hablando de lo mismo, con lo cual el

presidente –y su equipo de gobierno– aseguraban una gran penetración de su mensaje.

Apuntes finales: las batallas por el sentido común

La comunicación política de Álvaro Uribe se caracterizó por el quiebre de la figura del

presidente distante, del gobernante lejano, a la que desde siempre nos han tenido tan

acostumbrados las élites políticas en Colombia. A diferencia de las prácticas políticas de la

élite tradicional bogotana (o hecha a la medida bogotana), a Uribe le gustaba untarse de

pueblo, vestirse como el pueblo y hablar en su lenguaje coloquial. El suyo no era un

discurso de lejanía con los sujetos sociales, a quienes, incluso, interpelaba anteponiendo

el afecto y la emoción. Para esto apelaba discursivamente al “efecto de intimidad”

resultado de su protagonismo mediático a mañana, tarde y noche, pero también derivado

de decirle el nombre de pila a su interlocutor, darle su número telefónico, preguntarle por

la familia, mediante una vivencia personal de la política con la que demostraba además su

lazo de conocimiento de las localidades y las historias de donde las personas eran

oriundas. La suya era una relación parasocial, íntima con el “compatriota”, lo cual permitía

que, por un lado, el ciudadano pasara del anonimato al hacerse visible ante el presidente,

y, por otro, que el presidente construyera la imagen del “presidente amigo” que, a

diferencia de los anteriores presidentes del país, sí se podía tocar.

Sin embargo, aquí yace la paradoja, porque el de Uribe era un acercamiento a medias. A

modo de hipótesis, era la gente, no el pueblo, el sujeto construido por Uribe; era la patria,

no el pueblo, el sujeto interpelado. En Uribe había más patria que pueblo. Su discurso

tenía como destinatario al pueblo como actor primordial, pero en el plano de lo

ideológico, puesto que habría que cotejar qué tanto le interesó al proyecto uribista

integrar a los sectores más marginados y pobres del país a formas universales de

ciudadanía, de seguridad social y de leyes laborales, por ejemplo. Su gobierno no rompió

con la élite política colombiana, ni destruyó el viejo orden de las exclusiones y

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desigualdades de diverso tipo. El suyo seguía siendo el viejo orden, pero esta vez apoyado

en una renovada “política del contacto” que lo acercó a las personas, lo volvió más íntimo,

más humano, pero a la vez lo alejó de las grandes transformaciones del país. El pueblo

producido por la retórica asistencialista de Uribe no pasó del nivel de ser receptor-

beneficiario de programas.

La fuerza de Uribe estribó entonces en hacer de lo ideológico la vía principal para obtener

el consentimiento social de la nación, esto es, ganar la batalla por el “sentido común” en

torno a un consenso de derechas que supo articular los temores, las incertidumbres y las

expectativas de amplios sectores del país bajo el paraguas que interrogaba ¿sabe usted de

qué lado está? La suya fue, por tanto, una narrativa que cabalgó sobre los tropos de una

cultura popular eficaz en la producción colectiva de una oferta nacional de símbolos y

gestos: “Al que madruga Dios le ayuda”; “a la gente hay que decirle las cosas en la cara”;

“que mande bien o mal, pero que mande”, sobre los cuales construyó un discurso a medio

camino entre lo político y lo pedagógico –la política como pedagogía–, en una simbiosis en

la que el objetivo no era la participación activa de interlocutores políticos con puntos de

vista diferentes, sino producir sujetos sociales que antes de disentir, debían aprender.

En esta narrativa (re)fundacional de la historia reciente de la nación, Uribe explotó

además el relato de un hombre de provincia y trabajador. Para este hombre disciplinado y

católico, los símbolos patrios eran la vía para conectarse con la nación mediante una

narrativa política que se supo ubicar en la intersección entre un sistema de creencias

ideológicas y un sistema de pasiones políticas como la ruta más apropiada para generar un

consenso favorable en la opinión pública nacional55. Su fuerza discursiva radicó en su

capacidad para producir un efecto de sentido reconocido como verdadero por amplios

55 Jorge Iván Bonilla, “El consenso por otras vías. Medios de comunicación, opinión pública y conflicto armado en Colombia”, en Luis A. Restrepo (coordinador), Síntesis Colombia, 2002-2003 (Bogotá: Iepri, Fescol, Nueva Sociedad, 2004). 9-30.

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sectores de la población colombiana56, no porque evidentemente lo fuera, sino porque

era capaz de movilizar un capital simbólico de afectos, emociones y creencias que se

vivían desde el código adherente del sentido común. Uribe efectivamente vino a “ofrecer

su corazón” a los colombianos, también sus carnitas y sus huesitos.

El investigador Carlos Mario Perea proporciona algunas pistas para comprender el

radicalismo discursivo de Uribe, cuando habla del “gesto de enfrentamiento”, término

utilizado para estudiar el “pacto” de destrucción verbal mediante el cual los partidos

liberal y conservador justificaron la eliminación sistemática del otro durante la mitad del

siglo XX en Colombia. Para Perea, lo que explicaba el enfrentamiento entre liberales y

conservadores no era la búsqueda de proyectos políticos antagónicos, ya que ambos

partidos tenían más convergencias que diferencias en cuanto al campo social, la cuestión

religiosa y la política económica. El “gesto del enfrentamiento”, como una dimensión que

conectaba lo simbólico con lo político, obedecía más a una fundamentación trascendental

de lo político que operaba sobre la base de un sistema compartido de significaciones

desde el cual se establecían –y se apelaba a– estados de ánimo, motivaciones, creencias y

sentimientos en las poblaciones adherentes a uno u otro sistema de sentido57.

Guardadas las proporciones, el núcleo de sentido para entender la cruzada narrativa de

Uribe por definir un antes y un después de la patria y por demarcarle al ciudadano común

cuál posición política e ideológica debía adoptar en la experiencia de vivir cotidianamente

la nación (¿”Sabe usted de qué lado está”?) radicó justamente en esta fundamentación

trascendental de lo político. Ahí estaba su fuerza. La “idea uribista” no admitía incrédulos:

para saber, había primero que creer. La suya era, por lo tanto, una narrativa de naturaleza

religiosa: una idea, un sentimiento, una moral, un mesías, un espíritu, un ciudadano-

56 Esto, por supuesto, obliga a considerar que la opinión pública no es solo el ámbito del uso público de la

razón, sino también el campo de las creencias, las experiencias personales y compartidas, las adhesiones, los rechazos, las memorias, los amores y los odios que se expresan a través de discursos y relatos que no necesariamente llevan el sello de la ‘irracionalidad’. Es justamente allí donde era fuerte la narrativa presidencial. Un texto clave para este tipo de análisis en Escudero, 2002. 57 Carlos Mario Perea, Porque la sangre es espíritu. Imaginario y discurso político en las élites capitalinas, 1942-1949 (Bogotá: IEPRI-Aguilar, 1996), 17-51.

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creyente. Así, la narrativa de Uribe pretendió encausar una fundamentación trascendental

de lo político que incluía a las Farc como el enemigo central de los colombianos, pero no

se reducía solo al grupo armado, sino a todos aquellos que no compartían la idea de hacer

de la política un asunto sagrado: estás conmigo, o estás contra mí.

Como sostiene Luis Alberto Quevedo, en estas luchas por el sentido, el entramado

discursivo y simbólico de lo político siempre está “en un campo de competencias donde

trata de apoderarse del código del otro y donde los otros intentarán vaciarlo no de

“contenidos”, sino de las posibilidades de ser “escuchado”58. Esto para decir que las

“batallas” por la significación del presidente Uribe no solo fueron para que la opinión

pública lo escuchara a él, sino para que la opinión no escuchara las palabras de otros; no

solo fue para ganarse él mismo la escucha, sino para impedir la escucha de otras voces,

en una fusión ideal entre un emisor persuasivo y persistente (él) y un receptor cautivo (los

colombianos), de la que quedaba por fuera el decodificador equivocado, aquel que por

vivir presa de sus sesgos no entendía el código común de la promesa uribista: exigirle a la

democracia, además de obediencia, amor y fe.

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58 Luis Alberto Quevedo, “Videopolítica y cultura en la Argentina de los noventa”, en Rosalía Winocur (compiladora), Culturas políticas a fin de siglo (México, D. F.: Flacso). 61.

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