Lo mejor de E.M. Bounds (9 libros en 1)

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  • 1. COI1PILADO PORANA MAGDALENA TRONCOSO

2. dward M. Bounds(1835-1913) es ampliamente conocido y apreciado portoda la comunidad cristiana comoel gran especialista enlaoracin. Sus libros, de los cualessehan vendido cientos de miles de ejemplaresen los principales idiomas, son lectura insuperable para lo hora quieta, la meditacin cuidadosa y profunda; verdaderos oasis en tiempos de sequa espiritual, voces vivientes de consuefev esperanza, que siguen hablando aosdespus deque su autor se hayaido de la Tierra. Estevolumen incluye la prctica totalidad de los escritos deestegran siervode Dios, compilados en dospartes. La primera agrupa lassieteobras queversan sobre eltemadelaoracin: LA REAL! DAD DE LA ORACIN, EL PROPSITO DE LA ORACIN, LAS POSIBILIDADES DE LA ORACIN, LOS FUNDAMENTOS DE LAORACIN, LA NECESIDAD DE LAORACIN, EL PREDICADOR Y LAORACiN YHOMBRES DE ORACiN. La segunda parte recoge losdos libros de Boundssobre la vida futura: LAREALIDAD DE LA RESURRECCiN Y LA GLORIA DEL CIELO. la coleccin GRANDES AUTORES DE LA FE pone al alcance de los cristianos del siglo XXI, en poco ms de 170 volmenes -uno para cada autor-, lo mejor de la herencia histrica escrita del pensamiento cristiano desde mediados del siglo I hasta mediados del siglo XX. Presenta los textos clsicos de manera innovadora para que, adems de resultar asequibles al lenguaje actual, cumplan tres funciones prcticas:.lectura rpida. Dos columnas paralelas al texto completo hacen posible que todos aquellos que no disponen d tiempo suficiente puedan, cuanto menos, conocer al autor, hacerse una idea clara de SCl lnea de pensamiento y leer un resumen de sus mejores frases en pocos minutos. Textos completos. El cuerpo central del libro incluye una versin del texto completo de cada autor, en un lenguaje actualizado, pero con absoluta fidelidad al original. Ello da acceso a la lectura seria y a la investigacin profunda. ndice de conceptos teolgicos. Un completo ndice temtico de conceptos teolgicos permite consultar con facilidad lo que cada autor opina sobre las principales cuestiones de la fe.~ISBN 8 4 -826 7- 195 -2~ ~== = ~editorial die CLA.SIFfaUESE: 263 0 GRANDES AUTORES DE LA.FE POCA MODERNA CTC 06-36-2630- 01 REF 224337 9 788482 671956 3. POCA MODERNAom~orde 4. POCA tlODERNAomejordeCOI1PILADO POR,ANA MAGDALENA TRONCOSO 5. 5NDICEPrlogo a la Coleccin Grandes Autores Prlogo a Lo mejor de E. M. Boundsde la FeINTRODUCCIN: LAS DOS REALIDADES DE EDWARDM.11 15 BOUNDS1. Biografa de Edward M. Bounds 2. Opiniones acerda de Edward M. Bounds: su persona 3. Opiniones acerca de Edward M. Bounds: sus escritos.............................................................................................. 4. Desarrollo de sus manuscritos19 19 2022 24EX LIBRIS ELTROPICAL PRIMERA PARTE: LA REALIDAD DE LA ORACINEDITORIAL CLlE Galvani, 113 08224 TERRASSA (Barcelona) E-mail: [email protected] Web: http://www.clie.esLO MEJOR DE EDWARD M. BOUNDS Compilado por: Ana Magdalena Troncoso 2001 por Editorial CUEDepsito Legal: B-47761-01 ISBN: 84-8267-195-2Impreso en los Talleres Grficos de la M.C.E. Horeb E.R. nO 2.910 SE- Polgono Industrial Can Trias ' C/Ramon Llull, 20- 08232 VILADECAVAUS ~arcelona) PrintedinSpainClasifquese: 2630 GRANDES AUTORES DE LA FE CRISTIANA- M c.tc. 06-36-2630-01 . poca adema Referencia: 22.43.3729Introduccin Primera Parte: La oracin, un privilegio sagrado31I LA REALIDAD DE LA ORACIN37 39 44 48 55La oracin colma la pobreza del hombre con la riqueza de Dios . La oracin, la esencia absoluta Dios est ntimamente ligado a la oracin El Seor Jesucristo, el divino maestro de la oracin El Seor Jesucristo, el divino maestro de la oracin (continuacin) 6 El Seor Jesucristo, un ejemplo de oracin 7 Incidentes de oracin en la vida de nuestro Seor 8 Incidentes de oracin en la vida de nuestro Seor (continuacin) 9 El modelo de oracin de nuestro Seor 10 La oracin sacerdotal de nuestro Seor 11 La oracin del Getseman 12 El Espritu Santo y la oracin 13 El Espritu Santo, nuestro ayudador en la oracin 14 Los dos consoladores y los dos abogados 15 La oracin y la dispensacin del Espritu Santo 1 2 3 4 5JIEL PROPSITO DE LA ORACIN1 Dios modela el mundo a travs de la oracin 2 La oracin y los propsitos de Dios60 67 73 77 82 85 90 96 102 108 111 117 119 122 6. 763 Ms y mejor oracin, el secreto del xito 4 Incidentes de la oracin poderosa 5 No hay sustituto de la oracin 6 La universalidad de la oracin 7 La oracin es el remedio para todos los males 8 "Pdeme " 9 Dificultades en la vida de oracin 10 La oracin puede hacer todo lo que Dios puede 11 Los avivamientos como parte del plan divino 12 La oracin y las misionesIIILAS POSIBILIDADES DE LA ORACIN1 La oracin y sus promesas .. 2 La oracin y sus promesas (continuacin) 3 El propsito definido de la oracin 4 La oracin, sus posibilidades 5 La oracin y los asuntos temporales 6 La oracin, su vasto alcance 7 La oracin, hechos e historia........ 8 La oracin intercesora 9 La oracin concertada 10 La oracin y el estudio bblico 11 Oraciones contestadas 12 La respuesta a la oracin 13 La oracin contestada 14 Los milagros de la oracin 15 Maravillas de Dios por medio de la oracinIV127 133 141 146 151 161 166 175 188 195 203 205 209 215 222 226 231 235 240 245 251 :............................. 254 258 266 269 275283 1 La oracin abarca al hombre entero 285 2 La oracin y la humildad 291 3 La oracin y la devocin 296 4 La oracin, la alabanza y la gratitud 301 5 La oracin y la tribulacin ......;...................................................................... 306 6 La oracin y la tribulacin (continuacin) 313 7 La oracin y la obra de Dios 318 8 La oracin y la consagracin 324 9 La oracin y las normas religiosas.. 330 10 La oracin nacida de la compasin 335 11 La oracin y la divina Providencia .. 340 12 La oracin y la divina Providencia (continuacin) 347 Los FUNDAMENTOS DE LA ORACINVLA NECESIDAD DE LA ORACIN353 355 360 367 373 378 384 387 395 398 403 409 416 420 426 431.1 Oracin y fe 2 Oracin y fe (continuacin) 3 Oracin y confianza 4 La oracin, la alabanza y la splica 5 Oracin y deseo 6 Oracin y fervor 7 Importunidad, una caracterstica de la verdadera oracin 8 Oracin e importunidad 9 Oracin e importunidad (continuacin) 10 Oracin, carcter y conducta 11 Oracin y obediencia 12 Oracin y obediencia (continuacin) 13 Oracin y vigilancia 14 La oracin y la Palabra de Dios 15 La oracin y la Palabra de Dios (continuacin).. . . .. . . . . .. .. . .. .. .. .VI435 .. 437 .. 441EL PREDICADOR Y LA ORACIN1 El carcter y la predicacin 2 La casa de Dios 3 La predicacin de la letra versus la predicacin crucificada 4: La clave del xito del verdadero predicador 5 La clave del xito del verdadero predicador (continuacin) 6 Hombres de oracin 7 La oracin matutina 8 El predicador devoto 9 El gran ejemplo de David Brainerd 10 La mente y el corazn del predicador 11 El arte de predicar, una uncin de Dios 12 La oracin intercesora del predicador por su iglesia 13 La oracin intercesora de la iglesia por su pastor 14 La importancia de la devocin personal 15 Visin de futuro para los predicadoresVII HOMBRES DE ORACIN 1 Cantos de oracin en el Antiguo Testamento 2 Abraham, el patriarca de la oracin.,. 445 . 449 . . . . .. . .452 456 460 462 465 469 472. 477 . 480 .. 483 .. 486 489 . 491 . 499.. 7. 98 3 Moiss, el poderoso intercesor 4 Elas, el profeta que oraba 5 Ezequas, el rey que oraba 6 Esdras, el reformador que oraba 7 Nehemas, el constructor que oraba 8 Samuel, el hijo de oracin 9 Daniel, el cautivo que oraba 10 Cantos de oracin en el Nuevo Testamento 11 Pablo, el maestro de la oracin 12 Pablo, el maestro de la oracin (continuacin). .. .. .. . . . .. . ..502 508 514 520 523 528 533 538 546 553SEGUNDA PARTE: LA REALIDAD DE LA VIDA ETERNA563Introduccin Segunda Parte: La vida eterna, nuestra garanta56511 La inmortalidad y la resurreccin 2 La muerte y la resurreccin 3 Cristo y la resurreccin 4 Cristo y la resurreccin (continuacin) 5 Pablo y la resurreccin 6 El juicio y la resurreccin 7 La teologa y la resurreccin 8 La teologa y la resurreccin (continuacin) 9 La filosoa y la resurreccin 10 Un sermn de Wesley sobre la resurreccin 11 La glorificacin y la resurreccin 12 La segunda venida de Cristo y la resurreccin569 571 574 578 582 587 592 597 600 608 613 625 632II LA GLORIA DEL CIELO 1 El Cielo, un hogar 2 El Cielo, una ciudad 3 El Cielo, una ciudad (continuacin) 4 El Cielo, un reino ~ 5 El Cielo, un paraso 6 El Cielo y la vida eterna 7 El Cielo y el Espritu Santo 8 Gracias que hacen apto para el Cielo 9 El conocimiento y el Cielo 10 La templanza y el Cielo 11 El amor y el Cielo 12 El deseo y el Cielo635 637 644 648 655 659 662 668 671 678 681 685 688LA REALIDAD DE LA RESURRECCIN13 La tribulacin, la paciencia y el Cielo 14 La esperanza Y el Cielo 15 El gozo y el Cielo.. 694 . 701 .. 706ndice de Conceptos Teolgicos ndice de Citas de Autores ndice Escritural Volmenes de la Coleccin GRANDES AUTORES DE LA FE. .. .. .:713 717 719 731 8. 11Prlogo a la Coleccin GRANDES AUTORES DE LA FE A la Iglesia del siglo XXI se le plantea un reto complejo y difcil: compaginar la inmutabilidad de su mensaje, sus races histricas y su proyeccin de futuro con las tendencias contemporneas, las nuevas tecnologas y el relativismo del pensamiento actual. El hombre postmoderno presenta unas carencias morales y espirituales concretas que a la Iglesia corresponde llenar. No es casualidad que, en los inicios del tercer milenio, uno de los mayores best-sellers a nivel mundial, escrito por el filsofo neoyorquino Lou Marinoff, tenga un ttulo tan significativo como Ms Platn y menos Prozac; esto debera decimos algo... Si queremos que nuestro mensaje cristiano impacte en el entorno social del siglo XXI, necesitamos construir un puente entre los dos milenios que la turbulenta historia del pensamiento cristiano abarca. Urge recuperar las races histricas de nuestra fe y exponerlas en el entorno actual como garanta de un futuro esperanzador. "La Iglesia cristiana -afirma el telogo Jos Grau en su prlogo al libro Historia, fe y Dios- siempre ha fomentado y protegido su herencia histrica; porque ha encontrado en ella su ms importante aliado, el apoyo cientfico a la autenticidad de su mensaje". Un solo documento del siglo II que haga referencia a los orgenes del cristianismo tiene ms valor que cien mil pginas de apologtica escritas en el siglo XXI. Un fragmento del Evangelio de Mateo garabateado sobre un pedacito de papiro da ms credibilidad a la Escritura que todos los comentarios publicados a lo largo de los ltimos cien aos. Nuestra herencia histrica es fundamental a la hora de apoyar la credibilidad de la fe que predicamos y demostrar su impacto positivo en la sociedad. Sucede, sin embargo, -y es muy de lamentar- que en algunos crculos evanglicos parece como si el valioso patrimonio que la Iglesia cristiana tiene en su historia haya quedado en el olvido o incluso sea visto con cierto rechazo. Y con este falso concepto en mente, algunos tienden a prescindir de la herencia histrica comn 9. 1312y, dando un salto acrobtico, se obstinan en querer demostrar un vnculo directo entre su grupo, iglesia o denominacin y la Iglesia de los apstoles... Como si la actividad de Dios en este mundo, la obra del Espritu Santo, se hubiera paralizado tras la muerte del ltimo apstol, hubiera permanecido inactiva durante casi dos mil aos y regresara ahora con su grupo! Al contrario, el Espritu de Dios, que obr poderosamente en el nacimiento de la Iglesia, ha continuado hacindolo desde entonces, ininterrumpidamente, a travs de grandes hombres de fe que mantuvieron siempre en alto, encendida y activa, la antorcha de la Luz verdadera. Quienes deliberadamente hacen caso omiso a todo lo acaecido en la comunidad cristiana a lo largo de casi veinte siglos pasan por alto un hecho lgico y de sentido comn: que si la Iglesia parte de Jesucristo como personaje histrico, ha de ser forzosamente, en s misma, un organismo histrico. Iglesia e Historia van, pues, juntas y son inseparables por su propio carcter. En definitiva, cualquier grupo religioso que se aferra a la idea de que entronca directamente con la Iglesia apostlica y no forma parte de la historia de la Iglesia, en vez de favorecer la imagen de su iglesia en particular ante la sociedad secular, y la imagen de la verdadera Iglesia en general, lo que hace es perjudicarla, pues toda colectividad que pierde sus races est en trance de perder su identidad y de ser considerada como una secta. Nuestro deber como cristianos es, por tanto, asumir nuestra identidad histrica consciente y responsablemente. .Slo en la medida en que seamos capaces de asumir y establecer nuestra identidad histrica comn, seremos capaces de progresar en el camino de una mayor unidad y cooperacin entre las distintas iglesias, denominaciones y grupos de creyentes. Es preciso evitar la mutua descalificacin de unos para con otros que tanto perjudica a la cohesin del Cuerpo de Cristo y el testimonio del Evangelio ante el mundo. Para ello, necesitamos conocer y valorar lo que fueron, hicieron y escribieron nuestros antepasados en la fe; descubrir la riqueza de nuestras fuentes comunes y beber en ellas, tanto en lo que respecta a doctrina cristiana como en el seguimiento prctico de Cristo. La coleccin GRANDES AUTORES DE LA FE nace como un intento para suplir esta necesidad. Pone al alcance de los cristianos del siglo XXI, en poco ms de 170 volmenes -uno para cada autor-,lo mejor de la herencia histrica escrita del pensamiento cristiano desde mediados del siglo 1 hasta mediados del siglo XX. La tarea no ha sido sencilla. Una de las dificultades que hemos enfrentado al poner en marcha el proyecto es que la mayor parte de las obras escritas por los grandes autores cristianos son obras extensas y densas, poco digeribles en el entorno actual del hombre postmodemo, corto de tiempo, poco dado a la reflexin filosfica y acostumbrado a la asimilacin de conocimientos con un mnimo esfuerzo. Conscientes de esta realidad, hemos dispuesto los textos de manera innovadora para que, adems de resultar asequibles, cumplan tres funciones prcticas: 1. Lectura rpida. Dos columnas paralelas al texto completo hacen posible que todos aquellos que no disponen de tiempo suficiente puedan, cuanto menos, conocer al autor, hacerse una idea clara de su lnea de pensamiento y leer un resumen de sus mejores frases en pocos minutos.2. Textos completos. El cuerpo 'central del libro incluye una versin del texto completo de cada autor, en un lenguaje actualizado, pero con absoluta fidelidad al original. Ello da acceso a la lectura seria y a la investigacin profunda. 3. ndice de conceptos teolgicos. Un completo ndice temtico de conceptos teolgicos permite consultar con facilidad lo que cada autor opinaba sobre las principales cuestiones de la fe. Nuestra oracin es que el arduo esfuerzo realizado en la recopilacin y publicacin de estos tesoros de nuestra herencia histrica, teolgica y espiritual se transforme, por la accin del Espritu Santo, en un alimento slido que contribuya a la madurez del discpulo de Cristo; que la coleccin GRANDES AUTORES DE LA FE constituya un instrumento til para la formacin teolgica, la pastoral y el crecimiento de la Iglesia. Editorial CLlEELISEO VILAPresidente 10. 15PRLOGO A LO MEJOR DE E. M. BOUNDS En este volumen, que recoge las mejores obras de Edward M. Bounds, es inevitable que algunas lneas de pensamiento se crucen unas con otras y que los mismos pasajes de la Escritura o ciertos incidentes sean mencionados ms de una vez, simplemente porque un solo pasaje puede ensear ms de una verdad. ste es, precisamente, el caso cuando hablamos del vasto alcance de la oracin. As, M. Bounds dedic casi una decena de libros para hablarnos de un mismo tema, que son pozos inagotables para toda una vida de regado espiritual y en los cuales no se limita a dar exhortaciones en pro de la oracin, sino que presenta las bases y condiciones de la oracin que prevalece con Dios, desde un punto de vista prctico y apoyado por innumerables citas bblicas y de grandes hombres de oracin en la historia de la Iglesia de Cristo, tales como Martn Lutero, Charles Haddson Spurgeon, David Brainerd, [ohn Wesley ... Todas ellas de tal significado que, con razn, merecen el lema ilustrativo de cada uno de sus pensamientos. Nosotros hemos recopilado siete de sus libros en la Primera Parte de este volumen, a la que hemos titulado La realidad de la oracin. Igualmente hemos hecho con sus dos obras acerca de la resurreccin y el Cielo, recopilarlas en la Segunda Parte de este volumen, con el encabezado de La realidad de la vida eterna -no nos extraemos, acaso, pues esta "sed de inmortalidad", como la llam Miguel de Unamuno, es uno de los sentimientos que con mayor fuerza invade al hombre desde sus mismos orgenes, restndole paz y sosiego y enfrentndole a un futuro incierto-; y es que sta es, sin duda, la otra gran constante, la otra gran realidad defendida por este hombre de Dios. De nuevo, aqu tambin, M. Bounds no parte de suposiciones o especulaciones, sino de la Roca firme de la Palabra de Dios. Una poderosa razn avala nuestra decisin de unificar dos temas, la oracin y la vida eterna, aparentemente distintos, en una sola obra. A saber, el hecho de que los grandes incentivos para la oracin se encuentran en las Sagradas Escrituras y de que el Seor cierra sus enseanzas acerca de la oracin con la seguridad y la promesa del Cielo. Esto es, la presencia de nuestro Seor Jesucristo en los Cielos, los preparativos que est haciendo all para sus santos y la seguridad de que l volver para llevarles Consigo constituyen una poderosa ayuda para una vida de 11. 1716oracin. Ms an, estas cosas son la estrella de la maana de toda oracin y el suave perfume de los Cielos que disipa la amargura de nuestros clamores. Realmente, el espritu de alguien que se siente peregrino facilita grandemente la oracin; mientras que un espritu atado a la Tierra y satisfecho con este mundo no puede orar, pues en su corazn la llama de los deseos espirituales se ha desvanecido o est a punto de extinguirse. Slo aquellos que esperan de rodillas en el Seor renuevan sus fuerzas, toman alas como de guilas y vuelan sin fatigarse ni desmayar hacia las nubes ... He aqu el lazo intrnseco que une la oracin con la certeza de una resurreccin literal y completa y de un hogar en el Cielo para vida eterna: lo uno no puede existir sin lo otro...YBounds lo saba muy bien; su propia vida atestigua de ello, como vemos en una de sus ltimas cartas, escrita en su ancianidad y avanzada convalecen- cia y dirigida a su amigo Homer W. Hodge: Washington, 1 de julio de 1912: Estoy pensando ms en el Cielo que en Nueva York. Es mucho mejor. Pero, si es la voluntad de Dios, tendr el placer de estar con usted. Dios parece haber abierto el camino. Tendr que esperar en Dios, sea para ir a Nue-va York o al Cielo, pues estoy muy dbil. Con amor y oracin M. Bounds S, sus sabios consejos sobre la oracin y la esperanza de la vida eterna nacieron y fueron forjados en el poderoso yunque de su propia experiencia. sta es la razn por la que, a pesar de haber sido pronunciados hace ms de un siglo, conservan toda su fuerza y brillo, aventajando incluso a cualquiera que posteriormente se haya atrevido con el profundo estudio de la oracin. Porque los pensamientos de M. Bounds tienen una fragancia mstica y una enseanza espiritual innovadora, presentando matices inigualables en cada uno de sus escritos y de sumo inters para el lector vido de alimentarse con este sustancioso alimento del alma. Y para que el lector pueda todava extraer mayor valor nutritivo de su lectura, hemos creado un apartado de ndices al final del volumen: de Conceptos teol6gicos, para que el lector pueda indagar lo que Bounds dijo acerca de algunos de los temas pilares de la Teologa, de Citas de autores, escogidas por el propio Bounds para encabezar cada uno de los captulos, y un ndice escritural, til para la consulta de los versculos bblicos que apoyan los temas defendidos por el autor. De este modo, ellibro que tendr en sus manos, adems de ser una obra de edificacin cristiana, se convertir en una potencial herramienta para preparar estudios bblicos, reuniones de oracin y sermones. Que Dios bendiga esta obra, homenaje a todo un clsico de la literatura cristiana del siglo XIX y uno de los ms grandes hombres de la historia de la Iglesia y, sobre todas las cosas, hecha para honra y gloria de Jesucristo, Seor nuestro. Que as sea; amn. LA EDITORIAL 12. Biografa de Edward M. Bounds19INTRODUCCiN lAs DOS REAUDADES DE EDWARD M. BOUNDS Biografa de Edward M. Bounds La Biblia de la familia Bounds muestra que el padre del reverendo Edward M. Bounds, Thomas [efferson Bounds, naci en Maryland, el 5 de septiembre de 1801. Su madre, Hester Ann Purnell, naci en Maryland. Los dos se casaron el 12 de noviembre de 1823. Llegaron a Kentucky, vivieron all unos aos y luego se mudaron a County Marion, en Missouri. Tuvieron ocho hijos y tres hijas. Edward M. Bounds naci en Shelbyville, Missouri, el 15 de abril de 1835, y falleci el 24 de agosto de 1913, en Washington, Georgia. l y su hermano Charles fueron a California en 1849, atrados por el descubrimiento del oro. Bounds tena entonces slo 14 aos. Se dice que l y su hermano fueron los dos nicos muchachos que cruzaron las praderas y llevaron su religin con ellos. Edward recibi una educacin escolar comn en Shelbyville y fue admitido en el colegio de abogados y, posteriormente, se instal en Hannibal, Missouri; pero sinti tan imperiosamente el impulso de predicar que abandon la profesin de la ley a la edad de 24 aos. Su primer pastorado fue en Monticello, Missouri. Mientras estaba sirviendo al Seor como pastor en la ciudad de Brunswick, se declar la guerra y el joven ministro fue hecho prisionero de guerra por no prestar juramento a la movilizacin del Gobierno Federal. As, fue enviado a Sto Louis y ms tarde transferido a Memphis, Tennessee. Finalmente le soltaron, y viaj cerca de cien millas a pie para alistarse en el Ejrcito Confederado (o sea, el ejrcito del Sur), con el batalln del general Pierce en Mississippi, en calidad de capelln castrense del Quinto Regimiento de Missouri, posicin que mantuvo casi hasta el final de laEdward M. Bounds naci en Shelbyville, Missouri, el 15 de abril de 1835, y falleci el 24 de agosto de 1913, en Washington, Georgia. Recibi una educacin escolar comn en Shelbyville y fue admitido en el colegio de abogados, pero sinti tan imperiosamente el impulso de predicar que abandon la profesin de la ley a la edad de 24 aos. 13. 20Introduccin. Las dos realidades de Edward M. BoundsDespus de guerra, cuando fue detenido de nuevo y enviado como servir en prisionero a Nashville, Tennessee. varias Tras la guerra, el reverendo Edward M. Bounds fue iglesias pastor de algunas iglesias en Tennessee y Alabama. En importantes 1875, fue asignado a la Iglesia Metodista San Pablo de San en Sto Louis y Luis, y all sirvi durante cuatro aos. En 1876,se cas con otros puntos Emmie Bamette, en Eufaula, Alabama, quien muri diez en el sur, aos despus y con la que tuvo dos nias. En 1887,se cas pas a ser con Hattie Bamette, quien le sobrevivi y con la que tuvo redactor jefe cinco hijos: dos varones y tres mujeres. del Sto Louis Despus de servir en varias iglesias importantes en Sto Christian Louis y otros puntos en el sur, pas a ser redactor jefe delAdvocate.Sto Louis Christian Advocate, durante cinco aos, y luegoEra un redactor del The Nashville Christian Advocate, durante cuaescritor tro aos. Pero su obra principal la realiz en su casa, en brillante, Washington, Georgia, levantndose cada da a las 4 de la un profundo madrugada y orando hasta las 7 de la maana. Era un pensador escritor brillante, profundo pensador y un infatigable yun estudioso de la Biblia. La mayor parte de su tiempo la infatigable ocupaba en leer, escribir y orar. estudioso de Durante sus 18 aos en esta localidad, sirvi adems la Biblia. en varias ocasiones como evangelista, segn se le llamaba La mayor para predicar. Y sus escritos eran ledos por miles de perparte de su . sonas y eran solicitados por las congregaciones de varias tiempo la denominaciones evanglicas. Edward M. Bounds ense ocupaba la doctrina de la santificacin completa como una bien en leer, definida segunda obra de Gracia. escribir y orar. Opiniones acerca de Edward M. Bounds:unsu persona "Un amigo me regal este librito. Recib otro ejemplar para las navidades de parte de otro amigo. Bueno... -pens-debe haber algo qerealmente valga lapena en este librito, pues de otro modo dos amigos mos no hubieran elegido este regalo. De manera que le la primera pgina, hasta que llegu a las'palabras: El hombre anda buscando mtodos mejores; Diosesta buscando hombres mejores: el hombre es elmtodo de Dios. Es~ fue suficiente, y mis ansias crecieron a medida que lo fui leyendo, hasta llegar a un final que me llen de gozo celestial" (reverendo A.c, Dixon, 1909).Opiniones acerca de Edward M. Bounds: su persona21"El primer contacto que tuvimos con este gran santo "Para E.M. fue a finales de la Guerra Civil, cuando vino a nuestra Bounds, aldea, en Tennessee, con su uniforme militar. Recuerdo la oracin cmo mi mente infantil se entusiasm con su chaqueta era una gris, abrochada con muchos botones brillantes de latn. realidad tan All se hizo cargo de una pequea iglesia Metodista. Con palpable qu fervor y emocin nos lea aquellos himnos clsicos, como lo es como La Majestad divina sentada en su trono, Cun dulce el para nosotros nombre de Jess, Cristo est hablando esta noche aqu, y la muchos otros! A veces, cuando mis pies infantiles se acerrespiracin. caban a la puerta de la iglesia pensaba en que quizs nos l tom el leera otra vez aquellos maravillosos himnos que nos mandamiento haba ledo antes. Siempre nos emocionbamos cuando en orad sin su manera angelical nos lea el himno de principio de cesar de culto, antes del sermn. Y el sermn, cmo describirlo? forma tan Simple, directo, lleno de alma, que pareca tocar invarialiteral casi blemente el corazn del oyente. como la La figura de este santo diminuto, con su cara llena criatura animada de una sonrisa celeste, mientras cantaba y proclamaba toma la ley alabanzas al Seor, en la humilde reunin de oracin de del sistema la aldea, es un cuadro dulce y familiar entre los recuerdos de mi niez. Su talento natural era notable, y grande nervioso que controla la tambin su penetracin espiritual, maravillosa la forma respiracin" en que lea el Evangelio o los himnos, grande en su (Claudio L. pluma y ms an en su oracin poderosa a su Dios y Chilton). Padre; grande como amigo, consejero, esposo y padre, grande en su fe simple, intrpido en su adherencia a la Verdad de Dios; grande en su humildad, en su sumisin sin quejas, en su intercesin... A pesar de todo ello, el doctor Bounds vivi sin que muchos se dieran cuenta de que era todas estas cosas. Pero sus obras le seguirn, y creemos que su fama ir creciendo con los aos; y an despus de muerto continuar hablando en trminos ms altos y potentes que durante su vida" (doctor B.F. Haynes, deNashuille, Tennessee, quien seconvirti bajo el ministerio de Edward M. Bounds). "Para E. M. Bounds, la oracin era una realidad tan palpable como lo es para nosotros la respiracin. l tom el mandamiento orad sin cesar de forma tan literal casi como la criatura animada toma la ley del sistema nervioso que controla la respiracin" (Claudia L. Chilton, por muchosaos ministro de una iglesia Metodista Episcopal y compositor 14. 22Introduccin. Las dos realidades de E. M. Boundsnotable de msica religiosa, adems de un ardiente admirador "Sus libros de Edward M. Bounds). son verdaderos "Edward McKendree Bounds no slo oraba bien de oasis en estos forma que pudiera escribir bien acerca de la oracin; oratiempos de sequa ba porque tena sobre sus espaldas las necesidades del munespiritual. do. Or por largos aos sobre asuntos tan sencillos que Esconden muchos cristianos apenas hubieran dedicado un pensaverdaderos miento, y por cosas que la fe de los hombres hubiera contesoros, siderado imposibles. De sus vigilias solitarias, de ao tras surgidos del ao, se han levantado enseanzas muy raramente igualasufrimiento, das por los hombres de la historia cristiana moderna. Pudo esfuerzo y escribir en forma trascendental sobre la oracin, porque l experiencia mismo fue trascendental en su prctica" (dem). personal, confirmados "Mientras yo estaba en Atlanta como pastor, en 1905, por la se me inform de un varn de Dios, un verdadero apstol aprobacin en la oracin que viva en Georgia y que poda ayudamos divina. en la iglesia, para alcanzar grandes beneficios espirituales. Son voces Le escrib a Mr. Bounds para que viniera a hablamos a una vivientes convencin, durante diez das. Cuando lleg, conoc a uno que siguen de los mayores santos que han aparecido en los ltimos hablando, cien aos, un hombre de poca presencia fsica, bajito, pero a pesar de un verdadero gigante en el Seor. Habl la primera noche que su autor sobre la oracin; a nadie le pareci que fuera algo excepse ha ido de cional. Pero al da siguiente, a las 4 de la madrugada, nos esta Tierra" quedamos asombrados al orle en una oracin maravillo(Claudio L. sa; nunca habamos odo cosa semejante: pareca abarcar Chilton), .el Cielo y la Tierra. Todos sus sermones fueron sobre la oracin y el Cielo" (pastor Homer W. Hodge, primer editor de las obras de Edward M. Bounds, en 1920).Opiniones acerca de Edward M. Bounds: sus escritos "Sus libros son verdaderos oasis en estos tiempos de sequa espiritual. Esconden verdaderos tesoros, surgidos del sufrimiento, esfuerzo y experiencia personal, confirmados por la aprobacin divina. Son voces vivientes que siguen hablando, a pesar de que su autor se ha ido de esta Tierra" (Claudia 1. Chlton, por muchos aos ministro de una iglesia Metodista Episcopal y compositor notable de msica religiosa, adems de un ardiente admirador deEdward M. Bounds).Opiniones acerca de Edward M. Bounds: sus escritos23"Bounds "He ledo recientemente dos libros del reverendo era un Edward M. Bounds. Las citas clsicas que encabezan los especialista captulos valen ya en s lo que cuesta el libro. Bounds dice que la resurreccin de Jesucristo fue completa, literal, en la oracin y sus obras entera y absoluta; que la resurreccin de los cuerpos de los son para la muertos, cualquiera que sea la forma en que se disponga de ellos, enterrados en el mar, o reducidos a cenizas, ser hora quieta, meditacin precisamente anloga a la resurreccin del cuerpo de Jecuidadosa y sucristo" (Obispo W. F. Mallalieu, 1908). profunda,"Estoy contento de saber que ha aparecido otro libro y para todos los que sobre la oracin del doctor Bounds. Cada da estoy ms buscan y contento de que Dios nos hiciera ver que tenemos que escudrian publicar estos libros maravillosos, evitando as que el los tesoros mundo cristiano se pierda la rica herencia de estos libros. de Dios" Les felicito por haber sido el instrumento de Dios para llevar a cabo esta alta misin. No he dudado nunca, desde (The Sunday School el da en que muri Bounds, que Dios pondra en el coTimes). razn de alguien la decisin de publicar estos libros. No cre que Dios permitiera que sus santos se vieran defraudados de esta herencia rica y necesaria. Que el Seor bendiga cada uno de los libros publicados y a cada lector de cada libro del inmortal Bounds" (doctor B. F. Haynes, de Nashville, Tennessee, quien se convirti bajo el ministerio de Edward M. Bounds). "Bounds era un especialista en la oracin y sus obras son para la hora quieta, meditacin cuidadosa y profunda, y para todos los que buscan y escudrian los tesoros de Dios" (The Sunday School Times). "Tuve el gran privilegio de conocer bien al autor (Edward M. Bounds), y tambin de saber que su intencin, en todo lo que escriba era para la salvacin de sus lectores" (pastor Homer W. Hodge, primer editor de las obras de Edward M. Bounds, en 1920)."Bounds fue un hombre que vivi envuelto en una atmsfera de oracin. l andaba y hablaba con su Dios. La oracin era el arma predilecta de su arsenal y su camino hacia el Trono de la Gracia. Cualquiera que lea sus escritos podr darse cuenta de que Edward McKendree Bounds 15. 24Introduccin. Las dos realidades de Edward M. BoundsEste hombre de Dios sufri pobreza, oscuridad, prdida de prestigio, y su victoria total no fue conocida sino hasta despus de su muerte...hablaba con Dios como un hombre habla con su amigo" (dem). "Despus de aos de estudio a fondo de los escritos que quedan de este gran cristiano, junto con la obra de otros msticos, estoy plenamente persuadido de que a pocos hombres ha sido concedido tanto poder espiritual como a Edward McKendree Bounds. Era, en verdad, una antorcha ardiente de radiante luz" (dem).Desarrollo de sus manuscritos Como fruto de la perseverante e intensa experiencia espiritual de Edward McKendree Bounds y de su cotidiano ejercicio en la oracin, surgieron maravillosos libros, verdaderos libros de texto. Mientras, este hombre de Dios sufri pobreza, oscuridad, prdida de prestigio, y su victoria total no fue conocida sino hasta despus de su muerte... En 1907, salie.ron a la luz sus dos primeras obras: El Predicador y la oracin y Lagloria de la Resurreccin. Una de ellas circul por toda Gran Bretaa. Al fin Dios hizo que se le concediera un prstamo bastante grande para publicar estas dos pequeas ediciones! Los dos libros fueron escritos, prcticamente, con su sangre y saturados de lgrimas. El hermano Bounds se llev la edicin de La gloria de la Resurreccin consigo a su casa, en Washington, Georgia; y all permaneci guardada durante 12 aos. El 21 de diciembre de 1911, tena todos estos libros en su buhardilla guardados, y no tena manera de venderlos. En su correspondencia personal se encuentran infinidad de pedidos al pastor Homer W. Hodge -quien conoci6 a Bounds personalmente en 1905, en Atlanta, cuando Bounds tena 70 aos de edad, y estuvo en contacto con l durante los ltimos ocho aos de su vida: personalmente, sirviendo mano a mano al Seor en el ministerio de la predicacin en reuniones callejeras por Brooklyn y, posteriormente, por correspondencia postal y oracn-, para que publicara este producto de su tan privilegiada pluma. As lo explic6 el mismo Homer W. Hodge:Desarrollo de sus manuscritos25Su alma "Cuando estaba en Brooklyn, Nueva York, en 1911, anhelante recib muchas de sus cartas, dicindome: Ore por m para que el Seor me renueve la visin y los saba cul es la gran nervios y pueda terminar los manuscritos satisfactoriamente. esperanza del cristiano El 15 de diciembre de 1911, recib estas palabras: y estaba Estos libros que le envo como un obsequio son mis libros sobre la resurreccin y el Cielo. Son las grandes Verdades del intercediendo Seor y le servirn a usted y a cualquiera que los lea como ante el Seor recordatorio de esta Verdad vital r...}Le envo veinticinco ejem- para que su libro tan plares. Tienen quecircular para serpredicados. Escoja laocasin precioso y las personas; reglelos en el Nombre de Dios. Me gustara que Nueva York estuviera llena de ellos. pudiera tenerEstaba dispuesto a enviarme ms y ms si poda distribuirlos. Su alma anhelante saba cul es la gran esperanza del cristiano y estaba intercediendo ante el Seor para que su libro tan precioso pudiera tener lectores para la gloria de Dios. Un ao despus, el 13 de diciembre de 1912, recib la siguiente correspondencia: Ore mucho. Confo en usted y en Chilton. Uno de los dos tendrn que ayudarme en los manuscritos que quiero terminar y publicar. Puedo ir a verle y as podra ayudarme en los ratos libres conlaoracin y el trabajo. Podramos estarjuntosen tanto queDios mepermita seguiren su gran obra y terminar los libros conjuntamente; y usted podra guardarlos, aunque yo muera, hasta que Dios diga que ha llegado el momento de publicarlos. E16 de enero de 1913, me escribi6 tambin: Querido hermano en la fe, paso buenos ratos orando por usted; sea temprano o tarde. Que su mente viva en el espritu deoracin. La idea del Cielo es dulce. Me sientomuy dbil, pero me esforzar hasta que llegue el momento en que Dios diga que es la hora del Cielo. Iba debilitndose y ya estaba cerca de la otra orilla, cuando escribi esta carta, con fecha 21 de abril de 1913: Dios seencarga delo nuestro si nosotros tenemos en cuenta lo suyo. Estoy procurando poner en orden mis manuscritos. Estoy muy dbil. Quiero vivir para Dios y luego partir y estar con Cristo. Es imposible describir mi deseo de ver, gozar y estar all. Dios le bendiga.lectores para la gloria de Dios. 16. 26Introduccin. Las dos realidades de Edward M. BoundsLos aos que siguieron hasta su muerte, en 1913, estuvieron llenos de constante labor, y Bounds parti hacia el Hogar Celestial dejando una vasta coleccin de manuscri tos. Siete aos ms tarde, empezaron a aparecer los libros del doctor Bounds.Las cartas siguientes son ya mensajes de un moribundo a una persona a quien amaba. He aqu unas lneas escritas el 10 de mayo de 1913: Con amor, anhelo y oracin; Dios le bendiga y le guarde para lavidaeterna. Entretribulaciones y lgrimas sigo adelante. Estoy dbil, pero durmiendo durante elda puedo segur. Cuando l disponga yo estoy dispuesto para estar con Cristo. Unos das despus, el 22 de mayo, volvi a escribirme en estos trminos: Lleg su carta. He estado orando temprano y durante el da siempre quehepodido. Dios lebendiga hasta lavidaeterna. Vaya por los caminos y por las veredas y furcelos a entrar. Lleve a todos en oracin a las puertas del Cielo. Estoy poniendo el libro a punto para enviarlo a Inglaterra. Ore a Dios para que le abra camino para su gloria; en amor y oracin ferviente. Finalmente, recib una postal con fecha del 26 de junio de 1913: En simpata y amor; mantngase firme en la Verdad. Luego, solamente recib informacin a travs de su esposa: perda ya la memoria ... Un da lleg un telegrama de ella, comunicndome la llegada de su esposo al Hogar Celestial: Washington, Georgia, 24 de agosto de 1913 Mi esposo parti esta tarde; entierro maana tarde. Hattie Bounds Los aos que siguieron hasta su muerte, en 1913, estuvieron llenos de constante labor, y Bounds parti hacia el Hogar Celestial dejando una vasta coleccin de manuscritos. Siete aos ms tarde, empezaron a aparecer los libros del doctor Bounds, La respuesta a sus oraciones para que los manuscritos se conservaran hasta que llegara el momento de su publicacin result milagrosa y providencial, gracias a la buena preservacin en que fueron hallados". . S, Dios contest las oraciones de Edward M. Bounds, aunque varios aos ms tarde, de la mano del pastorDesarrollo de sus manuscritos27Homer W. Hodge. quien, con esfuerzo y amor, prepar Dios contest laboriosamente los manuscritos para la imprenta y los las oraciones de Edward public en 1920, dentro de la coleccin Obras sobre la Vida M. Bounds Espiritual, de Edward M. Bounds. de la mano Por su parte, Clie fue la primera en traducir y editar del pastor en espaol las obras de Edward M. Bounds, durante los Homer W. aos 1978 y 1982. Hodge, Ahora, inauguramos el 2000 con una nueva edicin quien, revisada de todas sus obras, en otro formato y en un solo con esfuerzo volumen. La ms gloriosa de todas las escrituras espirituay amor, les abierta y presentada de modo escritural a los lectores prepar que deseen leer todo lo que Edward M. Bounds escribi. laboriosamente Pues el mundo necesita conocer los pensamientos de todo los un Clsico dentro de la literatura evanglica; pero, sobre manuscritos para la todo, de un gran hombre de Dios que practic en su vida imprenta y lo que tan ardientemente crea y predicaba. los public en 1920. Clie fue la primera en traducir y editar en espaol las obras de Edward M. Bounds, durante los aos 1978 y 1982. 17. PRIMERA PARTELAREALIDAD DE LA ORACiN 18. 31Introduccin Primera Parte La oracin, un privilegio sagrado Sobre todas las cosas, tengo el ferviente deseo de aprender a orar. Deseamos encontrar la verdad en cuanto a lafalta de oracin de nuestros das y despertar a aquellos guerreros cristianos. Por qu hoy se dedica tan poco tiempo a la oracin cuando el Seor Jesucristo dedic gran parte de su vida a la intercesin? Atendamos a las palabras de la Escritura: "Por lo cual, puede tambin salvar perpetuamente a los que por l se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos" (He. 7:25). Pensamos que el deseo est en el corazn, pero la voluntad es indisciplinada; el motivo est presente, pero los afectos no se han fundido bajo horas de meditacin celestial. El intelecto est vivo, vehemente, pero no tanto como para consumirlo buscando al Seor. y es que el intelecto y las emociones nunca han sido ligados por el bendito sellamiento del Espritu Santo para morir por la gloria de Dios en los lugares secretos, donde se cierran las puertas y las concupiscencias de la carne quedan crucificadas. HOMER W. HODGE La palabra "oracin" expresa el ms amplio y comprensivo acercamiento a Dios. Da prominencia al elemento de la devocin; es una estrecha relacin y autntica comunin con l, disfrutar de Dios y tener acceso a l. Por su parte, la "splica" es una forma ms estricta e intensa de oracin, acompaada por un sentido de necesidad personal, limitada a buscar de una manera urgente una respuesta para la necesidad apremiante; la misma alma de la oracin que ruega por alguna cosa muy necesaria que pesa sobre el corazn. y la "intercesin" es una ampliacin en la oracin, un extenderse de s mismo hacia los dems. Se basa en la confianza e influencia del alma que se acerca a Dios, ili-La palabra "oracin" expresa el ms amplio y comprensivo acercamiento a Dios. Da prominencia al elemento de la devocin; es una estrecha relacin y autntica comunin con l, disfrutar de Dios y tener acceso a l. 19. 32Introduccin Primera ParteLo que est claro es que la oracin es siempre un acercamiento a Dios, el Padre. En la oracin universal, modelo de todas las otras oraciones, las primeras palabras son: "Padre nuestro, que ests en los Cielos".mitada en su acceso y sus peticiones. Y esta confianza e influencia ha de ser usada en favor de los dems. Lo ~ue est ~laro es que la oracin es siempre un acercamIento a DIOS, el Padre. En la oracin universal modelo de todas las otras oraciones, las primeras palabras son: "Padre nuestro, que ests en los Cielos" (M. 6:9; Le. 11:2). Junto a la tumba de Lzaro, el Seor Jess levant sus ojos y dijo: "Padre" ano 11:41). En su oracin sacerdotal Jess "levant tambin sus ojos al Cielo y llam al Padre'; ano Porque la oracin de nuestro Seor era personal, ~har y Eatemal. Adems, era definida, fuerte y Eoder~a. Leed estas palabras del aut~Hebreos: , "~ Cristo, en los das de su carne, ofreciendo ruegos Xsuph~s con gran clamor y lgrimas al que le poda librar de la mu_erte, fue odo a causa de su temor reverente" (He 5:7).r .:::1).. As, "pedir" y "recibir" para el Seor implicaba una mmediata conexin con Dios. Esto es oracin! "Y si alguno de vosotros tiene falta de sabidura pdal~ a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le ser dada" (Stg. 1:5). En 1 Juan 5:14 y 15 tenemos la siguiente declaracin acerca de la oracin: .. "Y esta es la confianza que tenemos ante l, que si ~ ~Imos alguna cosa conforme a su voluntad, l nos oye. Y SI sabemos que l nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las p.~ticiones que le hayamos~'. Y en Filipenses 4:6 encontrarnos estas palabras con respecto a la oracin: "Por nada estis afanosos, sino sean conocidas vuestras P!ticio~s.delante de Dios enh;da oracin y ,!.llego, con accin de graci~s". '. . Cul es, pues, la voluntad de Dios en cuanto a la 'J oracin? Primeramente, es su voluntad que nosotros, sus(I? ~Cmo pu:de decirse fue odo, sino fue librado de la cruz?, dice el esceptIco. Fue odo porque Dios Padre dioa su Hijo, queen aquellos momentos se hallaba autolimitado por la Kenosis (vase Fil. 2:6-8) y, por eso, era llamado Hijo del Hombre, fortaleza suficiente para decir sea hecha tu voluntad. Y no es as acaso que somos odos algunas veces nosotros?La oracin, un privilegio sagrado33hijos, oremos. El Seor Jesucristo dijo que los hombres Cmo s yo deban "orar siempre y no desmayar" (Lc. 18:1). que estoy Asimismo, Pablo escribi al joven TImoteo acerca de orando segn las primeras cosas que el pueblo de Dios haba de hacer, la voluntad y en primer trmino coloc la oracin: de Dios? "Exhorto, ante todo, a que se hagan ro Cada actitud nes, ~ticion~s y acciones de gracias, por verdadera de 6f's" (1 Ti. 2:1). oracin es en En conexin con estas palabras, el mismo apstol respuesta a declar que 1,'1 voluntad de Dios y la redencin y media- Vla voluntad cin del Seor"'Jesucristo para la salvacin de todos los de Dios. hombres estn involucradas de forma vital en la oracin. No es un y es que la oracin es un complemento que coopera asunto trivial con la voluntad de Dios, cuya soberana corre paralela en y sin 'Xtensiny poder con la expiacin del Seor Jesucristo. l importancia; a travs del Espritu Eterno, y por la gracia de Dios, "gusto no involucra la muerte por todos" (He. 2:9). Igualmente nosotros, a los intereses travs del Espritu Eterno, y por la gracia de Dios, debemezquinos mas orar por todos los hombres. de una Pero, cmo s yo Q.ue estoy orando seg.n la vohmtqp persona, sino de Dios? Cada actitud verdadera de oracin es en respuesque la ~ voluntad de Dios. Puede ser enseada por maestr~s oracin humanos, pero es aceptable ante Dios porque se hace en verdadera obediencia a su voluntad. A saber, si obedezco la gua del que surge de ...... Espritu Santo, que me ordena orar, los detalles y las pela voluntad ticiones de esa oracin estarn en armona con la voluntad de Dios '!.e Aquel que desea que yo ore. observa todos los Vemos, pues, cmo la oracin no es un asunto trivial y sin importancia; no involucra los intereses mezguinos de intereses, una persona, sino que la oracin verdadera qJle surge de todo el la voluntad de Dios observa todos los intereses, todo ~l bienestar b~nestar del hombre y lo mejor para la gloria de Dios. del hombre y el Padre est tan interesado en que los hombres y lo mejor oren que l mismo ha prometido respondemos de forma para la gloria definida. de Dios. La oracin, as como la ense el Seor Jess, penetra en todos los mbitos de la vida. Para el judo el a~ el smbolo yellugar de la oracin; tena devocin por el altar donde adoraba a Dios. Pero el Seor Jesucristo consagr el altar de la oracin, para que todo su pueblo le pueda adorar, y lo puso aparte de la esfera del mundo y de un mero hbito, para ensalzar el espritu de la oracin que acta en favor de todos los hombres. El espacio ocu--.V-- 20. 34La oracin, un privilegio sagrado 35Introduccin Primera ParteLa falta de oracin significa rebelin, discordia y anarqua. Porque la oracin, dentro del gobierno moral, es tan fuerte como la ley de la gravedad en el mundo material, y tan necesaria comosta para sostener las cosas en su propia esfera de vida.pado por la oracin en el Sermn del Monte demuestra cunta importancia daba Cristo a este santo ejercicio: el sermn contiene ciento once versculos, de los cuales dieciocho tratan directamente de la oracin, y muchos otros en forma indirecta. Sin embargo, la Escritura nos dice que antes de acercarnos al Seor en oracin, los cristianos debemos, de ser posible, estar en paz con todos los hombres, y mayormente con los hermanos, ya que la reconciliacin con los hombres es recursora de la recondliacin con Dios: "Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y all te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja all tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda" (M. 5:23y 24).La oracin es, por consiguiente, uno de los principios cardinales de la piedad en cada dispensacin y para cada hijo de Dios. Y el propsito del Seor es reforzar, recuperar y espiritualizar aquellos deberes que son cardinales e indispensables dentro de la conducta y actitud de cada uno de sus hijos. De ah que la falta de oracin signifique rebelin, discordia y anarqua. Porque la oracin, dentro del gobierno morai, es tan fuerte como la ley de la gravedad en el mundo material, y t~ necesaria como sta para sostener las cosas en su propia esfera de vida. Las enseanzas bblicas en cuanto a la oracin nos alientan a aumentar nuestra fe y a asegurarnos de los favores de Dios. Ms an, todo el Canon de la enseanza bblica ilustra la gran Verdad de que Q!.os oye y contesta le.-0racin. En efecto, uno de los grandes propsitos de Dios en su Santo Libro es imprimir en nuestras mentes, en forma indeleble, la gran importancia, valor y absoluta ~d de acudir a l por aquellas cosas que necesitamos e iempo y eternidad. Entonces. l nos muestra a su ro- B'o Hijo, Quien desea nuestro mximo bien, y que no n- s a que Dio$ es nuestro Padre, completamente capaz de hacer todo por nosotros y darnos lo que necesitamos mucho ms generosamente que nuestros padres terrenales. Debemos, por lo tanto, dedicarnos a la oracin; no hacerlo sera abrirle la puerta a Satans, quien ha sao tan perjudicado a causa de la oracin, que est dispuesto aLa oracin tender toda clase de trampas y estorbos para impedirla. Slo siendo cuidadosos y diligentes hasta en los ms peennoblece queos detalles podremos protegernos sabiamente contra el carcter el Maligno. del hombre El Seor dice que los hombres deben orar siempre. y hace que sta es la condicin eterna q.ue hace ayanzar su causa. Su su razn fc;rt'iJeza, belleza y poder est basada en las oraciones de resplandezca, SUS hijos, de las cuales surgirn las bendiciones para el otorgndole Cuerpo de Cristo, aqu en la Tierra, y para todo el mundo. abundante Finalmente, ms que un deber o una obligacin imsabidura; perativa para todo creyente, l~ oracin es un privilegioV"'es la misma sagrado. En otras palabras, no orar constituye perder el escuela de la goce detan alto privilegio. sabidura y La oracin ennoblece el carcter del hombre y hace de la piedad. que su razn resplandezca, otorgndole abundante sabiTodos estos dura; es la misma escuela de la sabidura y de la piedad. beneficios, Su inspiracin y meloda provienen del Cielo, pues perque nos tenece al Espritu, Quien hace surgir en nosotros prop- llegan por el sitos santos y elevados. Espritu Santo, El ministerio de la oracin ha sido, adems, la distin- se originan y cin peculiar de todos los santos de Dios. De hecho, ste resultan de ha sido el secreto de su poder, la energa y el alma de su la oracin. obra: el aposento de oracin. No tendra que haber arreglos especiales en la vida o en el espritu para la hora quieta. El espritu de la hora de oracin debera ser la regla y regir en toda ocasin y momento. Nuestras actividades y trabajo deberan ser ejecutadas en el mismo espritu que origina nuestra devocin y que hace nuestra hora quieta sagrada. Esto va ms all de "perseverar". La oraCin ha de ser incesante, sin interrupcin, asidua, sin cese en el deseo o la accin, con lavicia siempre en actitud devocional -incluso cuandOias rdillas no estn siempre dobladas o los labios no puedan estar repitiendo palabras en voz alta-, pues el espritu est siempre dispuesto. Todos estos beneficios, que nos llegan por el Espritu Santo, se originan y resultan de la oracin. No cuando sta es un proceso esmirriado o la mera ejecucin de un deber, ~ino cuando se convierte en un privilegio ardiente como un mcendio y tiene un deseo insaciable, un sentido de necesidad que no puede ser aetenido, una decisin que no suelta y-$~,e no desmaya hasta que alcanza el sumo bien y la bend~on permanente que Dios tiene preparada para nosotros. ~ 21. I.JBROLAIREAUDAD DE LA ORACiN 22. La oracin colma la pobreza del hombre con la riqueza de Dios391 La oracin colma la pobreza del hombre con la riqueza de Dios Durante dos horas estuve luchando, abandonado de Dios y de los hombres en una fra tarde. Cuando por ltimo record las palabras de David -"Lvame, y ser ms blanco que la nieue'-, me di cuenta de que estaba con Dios, o, mejor dicho, de que Dios estaba conmigo. y me fui andando a mi casa con el corazn inflamado de amor. ALEXANDER WHITE, 0.0.Tenemos mucho dicho y escrito acerca de los beneficios subjetivos de la oracin y de la manera en que se reciben sus resultados. Tales maestros nos ensean que debe haber un entrenamiento en la oracin, en el cual se aprenden la paciencia, la calma y la dependencia a Dios. El contenido bblico nos asegura que la oracin ha de ser una relacin establecida entre Padre e hijo. As, el Padre nos da las cosas que nosotros, sus hijos, necesitamos y pedimos. La mejor oracin es, por tanto, aquella que consigue respuesta. Las posibilidades y la necesidad de la oracin estn grabadas en los fundamentos eternos del Evangelio. La relacin que se establece entre Padre e hijo y el pacto decretado entre ambos tiene en la oracin la base de su existencia. La oracin es la condicin por la cual el Evangelio avanza victorioso y todos los enemigos son vencidos de manera que sea posible tomar posesin de la herencia legtima de los hijos de Dios. Estas son verdades axiomticas, aunque puedan parecer muy familiares y conocidas. Pero precisamente estos son los tiempos cuando los axiomas de la Biblia necesitan ser enfatizados y reiterados. La misma atmsfera de nuestro siglo est contaminada con prcticas y teoras fundadas en la falsedad, y las ms evidentes verdades y axiomas se estn hundiendo por el efecto de ataques invisibles. Ms an, la tendencia de estos tiempos es la de hacer ostentacin en cosas visibles, lo cual debilita la vida y di-La oracin es una relacin establecida entre Padre e hijo. 23. 40La realidad de la oracinLa oracin que proviene del corazn no es un hbito, sino un servicio solemne de adoracin a Dios.spa el espritu de la oracin. Puede haber mucha apariencia de oracin y muchas cabezas bajas dentro de las iglesias, pero aun as hay una ausencia total de oracin autntica. La oracin es un trabajo real y vital. Podr existir una exhibicin y pompa de aparente oracin, pero el contenido es hueco y vaco. Tambin pueden exhibirse actitudes, gesticulaciones y verborrea, no oracin verdadera. Quin puede acercarse a la presencia de Dios en oracin? Quin puede venir ante el gran Dios Hacedor de todo el universo y Padre de nuestro Seor Jesucristo? Quin mantiene en sus manos todo el bien y es poderoso para hacer todas las cosas? Qu pureza de corazn, que limpieza de manos y qu sinceridad se requieren del hombre que desee allegarse a l! Es mucho ms importante y urgente que los hombres oren a que sean entrenados en la homiltica y didctica de la oracin. La oracin es algo del corazn, no de colegios o seminarios. Es ms que sentimientos y palabras: es la mejor escuela donde aprender a orar y el mejor diccionario para definir el arte y la naturaleza de s misma. Otra vez reiterarnos: la oracin no es un mero hbito, refrescado por medio de la costumbre y la memoria. No es solamente un deber que debe realizarse para desligarse de una obligacin y aquietar la conciencia. Tampoco es un mero privilegio, una indulgencia sagrada de la cual sacar ventaja. Es un solemne servicio a Dios, una adoracin, un acerc.amiento al Padre para alguna splica, la presentacin de algn deseo, la expresin de alguna necesidad ante Aquel que suple en abundancia y quien, corno nuestro Padre, halla su gran placer y regocijo en conceder las peticiones de sus hijos. La oracin es el extenderse de los brazos del hijo hacia la ayuda poderosa del Padre, el clamor que llega a sus odos y a su corazn, buscando su capacidad y habilidad para contestar y resolver cualquier clase de asunto. Es, asimismo, la bsqueda de los beneficios de Dios, los cuales nos llegan canalizados nicamente a travs de la oracin. Orar es elevar un ardiente clamor a Dios por alguna cosa especfica, juntamente con la cual vendrn muchos otros dones y gracias. Corno portadores de ellos llegarn a nuestra vida la fortaleza, la paz, la quietud y la fe. Cuando afirmarnos que Dios contesta la oracin no hacemosms que asimilar el sencillo contenido y esprituLa oracin colma la pobreza del hombre con la riqueza de Dios41La oracin de la Biblia. Dios nos da las mismas cosas que desearnos; nace del cuando sus hijos piden pan, l les da pan. Cielo y no La revelacin bblica no trata con sutilezas filosficas, puede sino que declara principios y esfuerza deberes. Lo que ha definirse sido tan bien hecho por los profetas y patriarcas no necesicon palabras ta volver a los diccionarios. Cristo es en s mismo la mejor humanas. ilustracin y definicin de la oracin. l or corno ningn hombre jams lo ha hecho. l coloc la oracin sobre una base elevada, con los resultados ms grandiosos que se han conocido. l ense a Pablo cmo orar por medio de la revelacin de s mismo, lo cual constituye el primer llamado y la primera leccin en cuanto a la oracin. El trmino oracin describe el acto de orar; al deber, el espritu y el servicio al cual llamarnos oracin. Es la declaracin condensada de la adoracin. La adoracin celestial no tiene el elemento de la oracin en una forma tan conspicua. La oracin es la esencia y el ingrediente ms importante de la adoracin, mientras que la alabanza es el elemento inspirador de la adoracin celestial; ya que, al igual que el amor, la oracin es demasiado etrea y celestial para ser encerrada en una simple definicin. Pertenece a los Cielos y al corazn y no solamente a ideas y palabras. No es invencin del hombre ni un remedio imaginario para enfermedades imaginarias. Es el acto por el cual el alma torna contacto con Dios. En la oracin Dios se dispone a bendecir y ayudar al hombre en cada cosa que ste pueda necesitar. S, la oracin llena el vaco del hombre con la plenitud de Dios. Suple la debilidad humana con la fortaleza de Dios, hace desvanecer la pequeez del hombre con la grandeza del Todopoderoso. La oracin es, en definitiva, el plan de Dios para suplir la ms grande y continua necesidad del creyente. Pero, qu es esta oracin a la cual los hombres son llamados? No es una mera frmula ni un juego de nios. Es un trabajo serio y difcil; la labor ms importante que los hombres pueden realizar. Pues los eleva fuera de este mundo terreno y los transporta hacia las esferas celestiales. Nunca podremos estar ms cerca del Cielo, de Dios y en ms profunda simpata y comunin verdadera con el Seor Jesucristo que cuando oramos. Pueden considerarse, entonces, verdaderamente salvos aquellos hombres que no oran? No es acaso el don, 24. 42La realidad de la oracinLa verdadera oracin, como deca Pablo, es aquella que combina distintos tipos de oraciones. Orar es en s mismo un estado de vigilancia constante para que no caigamos en el peligro de la rutina espiritual.la inclinacin y el hbito de la oracin, uno de los elementos o caractersticas de la salvacin? Es posible estar en afinidad con el Seor Jesucristo y no ser un hombre o una mujer de oracin? Ser posible tener el Espritu Santo y no tener el espritu de oracin? Podr alguien tener el nuevo nacimiento y no ser nacido para orar? No estn acaso coordinadas la vida del Espritu y la vida de oracin? Es ms, puede alguien tener amor por sus hermanos si su corazn no est verdaderamente entrenado en la escuela de la oracin? Tenemos dos clases de oracin que se mencionan en el Nuevo Testamento: la oracin y la splica. La oracin es ms general, mientras que la splica es una forma ms intensa y especial de oracin. Estas dos, oracin y splica, han de ser combinadas en la vida del creyente, de manera que podamos tener devocin en su sentido ms amplio y sublime. En las instrucciones de Pablo a Timoteo acerca de la oracin tenemos una descripcin verbal de la oracin en sus diferentes partes o diversas manifestaciones: "Exhorto, ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres" (1 Ti. 2:1). Esto es, splicas, oraciones e intercesiones. Las mismas declaran una amplia diversidad y la necesidad de ir ms all de la simplicidad formal de una sola oracin, aadiendo oracin tras oracin, splica tras splica e intercesin sobre intercesin, hasta que la fuerza combinada de las oraciones en su modo ms superlativo unan su fuerza acumulativa. Pablo, en el captulo seis de su epstola a los efesios, nos ensea a permanecer en oracin, puesto que estamos expuestos de continuo a una gran batalla. Y hemos de buscar al Espritu por medio de nuestras oraciones y splicas, las cuales a su vez sern cargadas de vitalidad con su energa y fuerza. Velar de continuo nos preparar para esta intensa lucha en oracin. Tambin la perseverancia es un elemento esencial para la oracin victoriosa. Pero, sobre todo, slo aquellos que poseen una visin profunda y verdadera pueden hacer buena administracin de la oracin. Estos seres vivientes se describen en Apocalipsis 4:6 como llenos de ojos por delante y por detrs. Los ojos sirven para ver. La claridad, intensidad y perfeccin de la vista radica en ellos. As sucede en elLa oracin colma la pobreza del hombre con la riqueza de Dios43Dios quiere rea de lo espiritual: la visin y la vigilancia abren la facultad del conocimiento. Es por medio de la oracin que nuestras oraciones que los ojos de nuestro corazn son abiertos. Los misterios profundos de la gracia son revelados por medio de sean la oracin. Estos seres vivientes estaban "llenos de ojos inteligentes; por delante y por detrs". La forma ms elevada de vida esto es, es inteligente, mientras que la ignorancia es degradante, nacidas tanto en el reino de lo espiritual como en otras reas de de un la vida. Y la oracin nos da ojos para poder ver a Dios; conocimiento es decir, la vida de oracin otorga conocimiento externo interno e interno, pues no puede haber oracin inteligente sin de lo que conocimiento interior: nuestra condicin y necesidades l es. interiores han de ser conocidas. S, es necesario llevar la ms elevada norma de vida y de oracin, puesto que sta es la ms elevada, eficaz, inteligente y gozosa de todas las vocaciones; una vida radiante que lleva en s la eternidad. Dejmonos de hbitos fros y ridos en la oracin! Ya no ms rutinas ni comportamientos protocolarios! Dispongmonos para una tarea seria, para la principal actividad de los hijos de Dios. Seamos tan devotos y ardientes en la oracin, que los Cielos y la Tierra puedan estar perfumados con su bendito aroma, y las naciones en la oscuridad puedan ser bendecidas e iluminadas por nuestras oraciones. As habr mayor gozo en los Cielos, la Tierra estar mejor preparada para esperar la llegada del Seor y el infierno se ver despojado de muchas de sus vctimas. No slo hay un triste y ruinoso abandono en la oracin, sino que adems hay una enorme prdida de tiempo y esfuerzo en el simulacro de oracin que se hace, como la oracin oficial, la oracin protocolar y la que se hace por hbito o costumbre, sin ni siquiera prestarle atencin. Los hombres estn manifestando una forma exterior mientras que su mente y su corazn estn en otra parte. La declaracin de Ana ante la amonestacin de EHy su defensa contra el cargo de hipocresa fue: " '" he derramado mi alma delante de Jehov" (1 S. 1:15). Y Dios haba prometido a su pueblo que "le hallaran cuando le buscaren de todo corazn" (jer, 29:13).Hagamos tambin que toda la oracin de nuestros das sea medida por estas normas; a saber, derramar el alma ante Dios y buscarle con todo el corazn... 25. 44La realidad de la oracin2 La oracin, la esencia absoluta Dios es nuestro Padre y esto es lo que debemos ensear a nuestros hijos, a encontrar a su Padre Dios.Ninguna evidencia puede ser competente o relevante a menos que sea espiritual. Solamente aquello que est por encima de la lgica merece ser odo. El centro de toda respuesta y fuente de sabidura es la existencia y personalidad de un Dios espiritual y sobrenatural. Slo el Espritu mismo da testimonio a nuestro espritu. Esto se lleva a cabo en una forma espiritual y sobrenatural, pues no habra otra manera posible de realizarlo. CLAUDIO L. CHILTONLa ley juda y los profetas conocan algo de Dios como Padre. Aunque no tan completa como la poseemos ahora, ellos tenan una visin de la gran verdad en cuanto a la paternidad de Dios. Y Cristo puso el fundamento de la oracin precisamente basndose en este principio capital. La ley de la oracin y el derecho a orar descansa sobre esta relacin de hijo a Padre. La expresin Padre nuestro nos trae a una cercana relacin con Dios; a saber, la oracin es el derecho, la splica y el acercamiento por parte del hijo. Es la ley de la oracin que mira hacia arriba y eleva nuestros ojos hacia nuestro Padre que est en los Cielos. As, la oracin es un llamado desde el vaco, la bajeza y la necesidad que hay en la Tierra hacia las alturas, la plenitud y la suficiencia de los Cielos. Vuelve los ojos y el corazn hacia el trono de Dios con la confianza yexpectativa de los hijos, que somos nosotros. Mencionar su Nombre, alabarle y hablarle ntimamente son hechos y actitudes que tambin pertenecen a la oracin... En conexin con esto, puede decirse que es necesario ensear a los nios desde pequeos la necesidad de la oracin para su propia salvacin. Lamentablemente muchos padres piensan que es suficiente decirles que hay un Cielo y un infierno; y que deben de tratar de evitar este ltimo para ir al primero. Pero aun as, acaban sin conocer la manera ms fcil para llegar a la salvacin. La nica forma de llegar al Cielo, que es por la ruta de la oracin, aquella salida del coraznLa oracin, la esencia absoluta45Algunos ue no es fruto del estudio ni de la imaginacin, sino de milagros ~na sencilla fe y confianza de parte del hombre hacia Dios. de Jess En la verdadera oracin est involucrada la pobreza muestran de espritu: cmo, "Bienaventurados los pobres en espritu, porque de a veces, ellos es el Reino de los Cielos" (Mt. 5:3). las Los "pobres" son los mendigos, aquellos que viven respuestas rogando y pidiendo, tal y como el pueblo de Dios vivi de Dios a pidiendo a su Padre. La oracin es, pues, la respiracin del nuestras cristiano. oraciones Con su propio ejemplo, el Seor Jesucristo ilustra no son tambin la naturaleza y necesidad de la oracin. En varias instantneas, porciones de la Escritura, l declara que aquel que est sino comisionado por Dios en este mundo debe orar y mucho. l es, adems, el mejor ejemplo de la devocin al Padre progresivas. en la oracin. Ya Pedro declar que Jess nos dej ejemplo para que "sigamos sus pisadas" (1 P. 2:21). Por tanto, un hombre verdaderamente lleno del Espritu Santo tendr una vida llena de oracin. Y a su vez, cuanto ms ore, ms recibir del Padre, del Hijo y del Espritu. Vemos, por ejemplo, cmo los grandes acontecimientos de la vida del Seor Jesucristo fueron coronados por la oracin: en el comienzo de su ministerio, en su bautismo, cuando el Espritu descendi sobre l, momentos antes de la transfiguracin y en el jardn del Getsemani. Hay un principio importante de la oracin que se halla en algunos de los milagros de Cristo, y es la naturaleza progresiva de la respuesta a la oracin... Dios no siempre contesta la oracin en forma instantnea, sino que a veces lo hace progresivamente, paso a paso. La Biblia describe algunos casos que ilustran esta importante verdad, tan a menudo tenida en poco. As, tenemos tres curaciones de ceguera en el ministerio de nuestro Seor, las cuales ilustran la naturaleza de la obra de Dios al contestar las oraciones y muestran la amplsima variedad y omnipotencia en su manera de obrar. En el primer caso, Cristo se acerc incidentalmente a un hombre ciego en Jerusaln, el cual no pidi ser curado. Hizo lodo, humedecindolo con su propia saliva, y lo unt en los ojos del ciego, mandndole luego a que fu~ra y se lavara en el estanque de Silo, Los resultados se VIeron al fin de esta accin, en el lavado de aquellos ojos. De haber desobedecido y no haberse lavado como el Seor le haba 26. 46La realidad de la oracinA menudo, Dios emplea mtodos diferentes para responder nuestras oraciones, pero los resultados, es decir, sus respuestas, siempre son seguras.ordenado, los resultados podran haber sido fatales para su curacin (vase [n. 9:1-41). En el segundo caso, los que traan al hombre ciego le solicitaron a Cristo que simplemente le tocara. Pero el Seor tom al hombre de su mano y lo llev fuera del pueblo y aparte de la gente. All solos y en secreto se iba a producir el milagro: "Llegan a Betsaida. Y le traen un ciego, suplicndole que lo toque. Tomando de la mano al ciego, lo sac fuera de la aldea; y despus de escupirle en los ojos y de poner las manos sobre l, le pregunt: Ves algo? El alz los ojos y dijo: Veo a los hombres, pero los veo como rboles que estn andando. Entonces le puso otra vez las manos sobre los ojos; l mir fijamente y qued restablecido, y comenz a ver todas las cosas con claridad" (Mr. 8:22-25). Como a aquel ciego, muchas veces Cristo tiene que tomarnos y llevarnos aparte del ruido de este mundo, donde pueda tenernos completamente para l, y all hablar y tratar con nosotros. La sumisin y fe de aquel hombre al entregarse a la voluntad del Seor y permitir ser llevado aparte fueron factores prominentes en la cura, as como tambin la recepcin gradual de la vista y la necesidad de un segundo toque para culminar la obra perfecta. El tercer caso fue el del ciego Bartimeo (Mr. 10:46-52). El factor principal fue la urgencia de aquella fe que se expresaba en desesperados llamados, reprendida por aquellos que seguan a Cristo, y a su vez intensificada y alentada por esta misma oposicin. Pero en este caso particular, la cura no fue llevada a cabo con la interposicin de ningn agente. No se produjo por medio de un toque, ni por aplicacin de lodo, ni por enjuagarse con agua; slo bast la palabra del Maestro, y Bartimeo recobr totalmente l vista. Ahora supongamos que estos tres ciegos se hubieran encontrado, y el primero de ellos narrara las peculiaridades del proceso de su curacin -escupr, el barro, el bao en el estanque de Silo-, como las nicas credenciales de una obra divina. Cun lejos de la verdad hubieran estado! Ciertamente, hubiera sido un concepto muy estrecho en cuanto al poder y la manifestacin del Seor Jesucristo. No los mtodos, sino los resultados son la prueba autntica . de la obra divina.La oracin, la esencia absoluta Cada uno de ellos podra decir: "Una cosa s, que yo era ciego, y ahora veo" (In. 9:25). Los resultados fueron resultados conscientes; ellos saban que era Cristo quien haba efectuado la obra, y que la fe fue el instrumento. Pero su fe fue diferente en cada uno; como tambin lo fue el mtodo usado por Cristo y los varios pasos que les trajeron a esos asombrosos resultados. Cules son, pues, las limitaciones de la oracin? Cul es el alcance de sus beneficios y posibilidades? Qu parte o rea de los tratos de Dios con el hombre y con su mundo no podrn ser afectados por la oracin? Las posibilidades de la oracin llegan a cubrir todo el bien temporal y espiritual? Las respuestas a estas preguntas son de una importancia trascendental y estn completamente cubiertas por las palabras que el Espritu Santo nos dej a travs de su siervo, el apstol Pablo, en Filipenses 4:6: "Por nada os inquietis, sino que sean presentadas vuestras peticiones delante de Dios mediante oracin y ruego, con accin de gracias".47Tambin la fe de cada uno es diferente, pero Dios la usa igualmente como instrumento para llegar a un mismo fin. 27. 48La realidad de la oracinDios est ntimamente ligado a la oracin3Dios est ntimamente ligado a la oracin Las promesas de Dios aguardan su cumplimiento por medio de nuestras oraciones.Cristo es nuestro Todo: en l estamos completos. l es la respuesta a cada necesidad, el perfecto Salvador. No necesita de ningn ornato para ensalzar su belleza ni de ningn ensalzamiento humano para resaltar su estabilidad o perfeccionar su fuerza. Quin podr refinar el oro ya refinado, blanquear la nieve, perfumar una rosa o acentuar los colores de una puesta de sol? No se trata de Cristo ms filosofa, o de Cristo ms dinero, civilizacin, diplomacia, ciencia u organizacin. Es Cristo solamente. l es quien trae salvacin. l es completamente autosuficiente. Es el consuelo, la fortaleza, la sabidura, la justicia y la santificacin de todos los hombres.CLAUDIO 1. CHILTONLos hombres que pertenecen a Dios estn obligados a orar. No tienen la obligacin de hacerse ricos, ni de tener xito en los negocios, pues estas cosas son incidentales y ocasionales. Los xitos materiales son inmateriales para Dios. Tampoco los hombres son mejores o peores con o sin estas cosas. Las mismas no son fuentes de reputacin ni elementos de carcter ante las normas y estimacin celestiales. Pero orar, orar verdaderamente es la fuente de toda renovacin, las bases para una buena reputacin y el elemento de carcter ante la estimacin de Dios. Los hombres estn obligados a orar, pues la oracin es lealtad a Dios. No orar es rechazar a Cristo y abandonar los Cielos. Una vida de oracin es la nica vida que cuenta en los Cielos... y Dios est preocupado en que los hombres oren, ya que stos, as como todo el mundo, son grandemente beneficiados por medio de la oracin. De hecho, Dios lleva a cabo su mejor obra en favor del mundo en su totalidad a travs de la oracin. Es ms, las promesas de Dios estn esperando para ser apropiadas por los hombres y vivificadas por medio de la oracin eficaz. Una promesa es como una semilla sin sembrar: tiene el germen de la vida en su interior, pero elterreno de preparacin de la oracin es necesario para poder hacer germinar y crecer esa semilla. Los propsitos de Dios se mueven a lo largo de la senda trazada por la oracin para sus gloriosos designios. El aliento de la oracin en el hombre procede de Dios. Para aquel que ora, la hora de la oracin es sagrada, porque en ella el alma se acerca a la bsqueda del Todo. poderoso. En efecto, la oracin mide el acercamiento a Dios. Con lo cual, el que no ora no conoce a Dios, porque la morada de Dios est en lo secreto, all en la cmara ntima de la oracin: "El que habita al abrigo del Altsimo y mora bajo la sombra del Omnipotente, dice a Jehov: Esperanza ma, y castillo mo" (Sal. 91:1 y 2). El que no tiene su intelecto fortalecido, clarificado y elevado por medio de la oracin no puede decir que ha estudiado verdaderamente la doctrina de Dios. El Dios Todopoderoso nos ordena orar, espera en la oracin para ordenar sus caminos, y se deleita en ella. Esto es, para el Seor la oracin es lo que era el incienso dentro del Templo judo: todo lo impregna, envuelve y perfuma. Las posibilidades de la oracin cubren todos los propsitos de Dios a travs de Cristo. Dios condiciona todos los dones en todas las dispensaciones a su Hijo en oracin. "Pdeme -dice Dios el Padre a su Hijo, mientras iba hacia la meta de su plan salvador- '" y te dar por herencia las naciones y, como posesin tuya, los confines de la Tierra" (Sal. 2:8). La respuesta a la oracin est asegurada no solamente por las promesas de Dios, sino tambin por medio de nuestra relacin con l como nuestro Padre: "Pero t, cuando ores, entra en tu aposento y, a puerta cerrada, ora a tu Padre que est en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensar en pblico" (Mt. 6:6). Prestemos tambin atencin a las preciosas palabras: "Pues si vosotros, aun siendo malos, sabis dar buenas ddivas a vuestros hijos, cunto ms vuestro Padre que est en los Cielos dar cosas buenas a los que le pidan?" (Mt. 7:11). Dios nos alienta a orar no slo por medio de la seguridad de la respuesta, sino adems por la generosidad de la promesa y la abundancia del Dador. Qu promesa tan49Las respuestas de Dios son seguras y sus promesas generosas. 28. 50La realidad de la oracinIgualmente, los propsitos de Dios para nosotros son elevados.preciosa, que cubre todas las cosas sin calificacin, excepcin o lmite! El desafo de Dios para nosotros es: "Clama a m, y Yo te responder y te ensear cosas grandes y ocultas que t no conoces" (jer, 33:3). Esto incluye, como la respuesta a la oracin de Salomn, aquello que fue pedido en forma especfica; pero a su vez abarca mucho ms ... No obstante, para ello, el Dios Omnipotente desea que pidamos sin mezquindad. l declara que es "Poderoso para hacer todas las cosas mucho ms abundantemente de lo que pedimos o pensamos" (Ef. 3:20). S, Dios nos asombra dndonos "carta blanca": "Preguntadme de las cosas por venir, mandadme acerca de mis hijos, y acerca de la obra de mis manos" (Is. 45:11). En Romanos 8:32, el Espritu nos dice claramente: "El que no eximi ni a su propio Hijo, sino que lo entreg por todos nosotros, cmo no nos dar tambin con l todas las cosas?". En definitiva, Dios nos ha dado todas las cosas en oracin por medio de su promesa porque ya nos ha dado todo en su Hijo. Asombroso don, su propio Hijo! Los recursos de la oracin son tan ilimitados como lo es su propio Hijo bendito! No hay nada en el Cielo o en la Tierra, en tiempo y eternidad, que el Hijo de Dios no pueda aseguramos. Por medio de la oracin, Dios nos da la vasta y rica herencia, la cual nos pertenece por virtud de su Hijo, y nos invita a "acercamos confiadamente al trono de la gracia" (He. 4:16). Aquello que es cierto en cuanto a las promesas de Dios es tambin verdadero en cuanto a sus propsitos. Podramos decir que Dios no obra sin la oracin. Sus ms elevados propsitos estn condicionados por la oracin. Sus maravillosas promesas de Ezequiel 36 estn sujetas a esta calificacin y condicin: "An ser solicitado por la casa de Israel" (Ez. 36:37). En el salmo 2 los propsitos de Dios para su Hijo entronado son decretados sobre la oracin, como est citado previamente. Aquel decreto, en el cual le promete por herencia las naciones, radica en la oracin para obtener su total cumplimiento: "Pdeme" (Sal. 2:8). Para que surjan resultados gloriosos es necesario el poderosoDios est ntimamente ligado a la oracin51decreto de Dios y la poderosa oracin por parte del Pero nuestras oraciones no hombre. han de Asimismo, en el salmo 72, tenemos una visin dentro basarse en de las poderosas fuerzas de la oracin: las promesas "Vivir, y se le dar el oro de Saba, y se orar por l yen los continuamente; todo el da se le bendecir" (Sal. 72:15). propsitos En esta declaracin los movimientos de Cristo son de Dios, sino puestos en manos de la oracin. en la y cuando Cristo, con un corazn triste y comprensirelacin de vo, mir los campos maduros de la humanidad y vio la gran necesidad de obreros, pronunci las siguientes hijo a Padre que palabras: mantenemos "Rogad, pues, al Seor de la mies que enve obreros con l. a su mies" (Mt. 9:38). Tambin, en Efesios 3, Pablo recuerda a los creyentes los propsitos eternos de Dios y la manera como l estaba doblando sus rodillas para que esos propsitos pudieran llegar a un cumplimiento y para que ellos mismos pudieran ser "llenados hasta toda la plenitud de Dios" (Ef. 3:19). Del mismo modo, en el libro de Job vemos cmo Dios condicion sus propsitos para los tres amigos de Job segn la oracin de ste, y cmo tales propsitos de Dios para con Job fueron llevados a cabo por los mismos medios. Finalmente, en Apocalipsis 8, la relacin y la necesidad de las oraciones para el resultado de los planes y operaciones de Dios en cuanto a la salvacin de los hombres se presenta en un rico y expresivo smbolo, donde los ngeles tienen que ver con las oraciones de los santos: los representantes de la Iglesia y de toda la creacin ante el Trono de Dios en los Cielos tenan, cada uno, "una ctara y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos" (Ap. 5:8). S, la oracin da eficiencia y utilidad a las promesas. No obstante, hemos dicho anteriormente, y volvemos a repetirlo, que la oracin no est basada sola y simplemente sobre una promesa, sino en una relacin... El pecador penitente ora sobre una promesa, pero el hijo de Dios ora basndose en su relacin de hijo. A saber, el hijo pide y el Padre otorga. La relacin existente es la de pedir y responder, de dar y recibir. En otras palabras, el hijo depende del Padre, debe mirarle a l, pedirle a l y recibir de l. 29. 52La realidad de la oracinPadre, Hijo Y Espritu Santo, las tres Personas intervienen activamente en la oracin.Sabemos cmo funciona esta relacin con respecto a los padres terrenales, y cmo en el mismo acto de pedir y recibir la relacin paternal es asentada y enriquecida. El padre halla satisfaccin y placer en dar algo a un hijo obediente, y el hijo encuentra su bienestar en el amor y las continuas ddivas del padre. Del mismo modo, la voluntad y propsitos de Dios estn sujetos a variaciones cuando intervienen las poderosas fuerzas de la oracin. Si el Seor Jesucristo hubiera orado para que Dios el Padre le mandara las doce legiones de ngeles que destruyeran a sus enemigos, el plan de salvacin hubiera quedado frustrado o bloqueado. As tambin, las oraciones y ayunos de los ninivitas cambiaron los propsitos de Dios en destruir aquella ciudad malvada, incluso despus de que [ons profetizara que "de ah a cuarenta das, Nnive sera destruida" (Jan. 3:4).El Dios Todopoderoso se preocupa por nuestras oraciones. l es quien las ordena y las inspira. Ms an, el Seor Jesucristo en los Cielos est orando siempre. La oracin es su ley y su vida. Por su parte, el Espritu Santo nos ensea cmo orar. l ora por nosotros "con gemidos indecibles" (Ro. 8:26). Todo esto nos muestra la tremenda preocupacin e inters de Dios en la oracin. La oracin forma el mismo centro de la voluntad de Dios concerniente a los hombres: "Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque sta es la voluntad de Dios para con vosotros, en Cristo Jess" (1 Ts. 5:16-18). La oracin es la estrella polar alrededor de la cual giran el gozo y la accin de gracias. El Nombre de Dios es glorificado por medio de la oracin y su Reino es establecido con un poder y fuerza conquistadora. Es tambin por medio de la oracin que rogamos al Padre que sea hecha su voluntad y que Satans sea derrotado. Es por eso que la oracin interesa tanto a Dios como al hombre, porque sus beneficios abarcan un rea amplia e insospechada. y es que los recursos de la oracin son ilimitados... Tomemos como ejemplo el registro de la actitud del Cielo contra Saulo de Tarso. Aquella actitud fue cambiada cuando se anunciaron las siguientes palabras: "He aqu, l ora".Dios est ntimamente ligado a la oracin53Otro ejemplo lo tenemos en [ons, el cual fue devuel- No hay nada que se to vivo en tierra seca despus de que hubiera orado fervientemente: resista a una "Entonces or [ons a Jehov su Dios desde el vientre oracin del pez, y dijo: Invoqu en mi angustia a Jehov, y l meoy; hecha en desde el seno del Seol clam, y oste mi voz. Me echaste a lo el Nombre profundo, en medio de los mares, y me rode la corriente; todas de Cristo. tus ondas y tus olas pasaron sobre m. Entonces dije: Soy re-chazado de delante detus ojos; mas todava mirar hacia tu santo templo. Las aguas merodearon hasta elalma, rodeme elabismo; las algas se enredaron a mi cabeza. Descend a los cimientos de los montes; la tierra ech suscerrojos sobre m para siempre; mas t sacaste mi vida de la sepultura, ohJehov, Dios mo. Cuando mialma desfalleca en m,meacord deJehov, y mioracin lleg hasta ti en tu santo templo. Los que siguen vanidades ilusorias abandonan su misericordia. Mas yo te ofrecer sacrificios con vozde alabanza, pagar loque promet. La salvacin es de Jehov. y dio orden Jehov al pez, y vomit a Jons en tierra" (Jan.2:1-10). La oracin encierra en s toda la fuerza y potencia de Dios. Puede obtener cualquier cosa de Dios, pues eleva su voz en el Nombre de Cristo, y no hay nada demasiado bueno ni demasiado grande para que Dios no pueda otorgar en ese Nombre. Los hijos de Dios que oran descansan en l para todas las cosas. La fe del hijo depositada en el Padre se hace evidente por medio de su peticin. Es la respuesta a las oraciones la que convence a los hombres no solamente de que hay un Dios, sino de que es un Dios que se preocupa por los hombres y por los asuntos de este mundo. La oracin contestada es la credencial de nuestra relacin como sus representantes aqu. Las posibilidades de la oracin se encuentran en las promesas ilimitadas, en la voluntad y el poder de Dios para responder y suplir cualquier necesidad de sus hijos. Ningn ser est tan necesitado como el hombre, y nadie como Dios es tan poderoso y amoroso como para llenar esta pobreza y necesidad con su riqueza sin lmite. La oracin es tambin importantsima para la salvacin de los impos, pues "Dios no quiere que ninguno perezca" (2 P. 3:9). l ha declarado esta verdad en la muerte de su Hijo, y todo lo que se haga en la TIerra para que los hombres conozcan esa salvacin tan grande le complace. La santa y 30. 54La realidad de la oracinYes que Jesucristo es el Mediador entre Dios y los hombres; tambin en nuestras oraciones, para que lleguen al Padre.sublime inspiracin de agradar a Dios debera movemos, pues, an ms para orar por todos los hombres. Esta es la prueba de nuestra devocin y lealtad hacia la voluntad del Creador y Redentor. El Seor Jesucristo es el Mediador entre Dios y el hombre. Este Hombre Divino muri por todos los hombres. Su vida misma es una intercesin por todos los seres humanos. Tanto en la Tierra como en el Cielo, el Seor Jesucristo intercedi y sigue intercediendo continuamente por los seres humanos. Cuando estuvo en la Tierra vivi, or y muri por la humanidad; su vida, su muerte y su exaltacin en los Cielos claman, s, por la salvacin de los hombres. Habr alguna tarea ms elevada para el discpulo que sta que consum su Maestro? Habr algn negocio o empleo ms honorable, ms divino, que el de dedicar tiempo para orar por todos los hombres? No hay nada ms glorioso que llevar ante su trono los pecados, ataduras y peligros que rodean a la raza humana para que sea liberada de ellos y as todos pasen a la inmortalidad y a la vida eterna.El Seor Jesucristo, el divino maestro de la oracin554 El Seor Jesucristo, el divino maestro de la oracin Estte seguro de ser cuidadoso con tus deberes secretos; sea lo que sea que hagas, mantenlos siempre activos. El alma que es descuidada en lo que a ello se refiere no podr ser prosperada. La apostasa casi siempre comienza cuando la oracin es descuidada y olvidada. Dedica bastante tiempoa la comunin secreta con Dios. Ese es el secreto que enriquece al cristiano. Ora solo. Permite que la oracin sea la llave que abra tu da por la maana y el cerrojo que cierre por la noche. La mejormanera de luchar contrael pecado es lucharsobre nuestras rodillas. PHILIP HENRYEl Seor Jesucristo fue el divino Maestro de la oracin: "Quin de vosotros que tenga un amigo, va a l a medianoche y le dice: Amigo, prstame tres panes, porque un amigo mo ha venido a m de viaje, y no tengo qu ponerle delante. Y aquel, respondiendo desde adentro, le dice: Nome molestes; la puerta ya est cerrada, y mis nios estn conmigo en cama; no puedo levantarme, y drtelos? Os digo que aunque no se levante a drselos por ser su amigo, sin embargo, por su importunidad se levantar y le dar todo lo que necesite. Y Yo os digo: Pedid, y se os dar; buscad, y hallaris; llamad, y se os abrir" (Le. 11:5-9). Su poder y naturaleza han sido ilustrados por muchos santos y profetas en los tiempos antiguos, pero lamentablemente los maestros modernos de la oracin han perdido su inspiracin y su vida. Religiosamente muertos, los maestros y lderes espirituales han olvidado lo que significa orar. Hacen mucha oracin ostentosa y protocolar en pblico, pero no saben orar de verdad. Para ellos la oracin es casi una prctica perdida. En la multiplicidad de recitar oraciones han perdido el arte de orar. La historia de los discpulos durante la vida y ministerio terrenal de nuestro Seor no estuvo marcada por su mucha devocin. Ellos estaban encantados por sus palabras, entusiasmados con sus milagros y entretenidos yMuchos olvidan que el verdadero deber de todo cristiano es hacer lo que hizo Cristo: orar con devocin. 31. 56La realidad de la oracinTambin los discpulos, a pesar de estar alIado del Seor, olvidaban su deber de orar, por lo cual se privaban de grandes bendiciones.preocupados por las esperanzas que un inters egosta levantaba en tomo a la Persona y la misin del Maestro. El abandono de sus deberes ms obligatorios era un rasgo notable en sus conductas. Tan evidentes y singulares eran sus formas de conducirse que en ms de una ocasin fueron motivo de reprimendas y quejas entre ellos. "Y los discpulos de Juan y los de los fariseos estaban ayunando; y vinieron y le dijeron: Por qu ayunan los discpulos de Juan y los de los fariseos, pero tus discpulos no ayunan? Jess les dijo: Acaso pueden ayunar los invitados a la boda mientras estconellos el novio? Durantetodo el tiempo que tiene con ellos al novio, no pueden ayunar. Pero vendrn das cuando el novio les ser quitado, y entonces ayunarn en aquel da" (Mr. 2:18-20). En el ejemplo y las enseanzas del Seor Jesucristo, la oracin asume su relacin normal con la persona del Padre y el Hijo. El Seor Jesucristo fue esencialmente el maestro de las oraciones por precepto y ejemplo. En la Escritura tenemos muestras de sus oraciones, las cuales, como indicios, nos dicen cun llena de devocin estaba su vida... "En los das de su carne -dice laEscritura- ... habiendo ofrecido ruegos y splicas con gran clamor y lgrimas al que le poda librar de la muerte, fue odo a causa de su piedad" (He. 5:7). Sin embargo, lo ms significativo y que nunca debemos olvidar es que Dios puso las fuerzas expansivas de la causa de Cristo en manos de la oracin: "Pdeme, y te dar por herencia las naciones, y como posesin tuya los confines de la Tierra" (Sal. 2:8). sta fue la frase que dio cuerpo a la proclamacin real y a la condicin universal cuando el Hijo de Dios fue entronado como el Mediador del mundo y cuando fue enviado en su misin de recibir gracia y poder. Qu sentido ns amplio da nuestro Seor a la oracin! No tiene limitaciones ni en extensin ni en calificaciones. Las promesas a la oracin son como Dios en su magnificencia, amplias y universales. Y en su naturaleza, estas promesas tienen ntima relacin con Dios, en su inspiracin, creacin y resultados. Quin sino Dios podra decir "Y todo lo que pidis en oracin, creyendo, lo recibiris"? (Mt. 21:22). Quin puede ordenar y dirigir a todas las cosas, sino Dios? Ni el hombre, ni las circunstancias, ni la ley de los resultados tienen en s mismas fuer-El Seor Jesucristo, el.divino maestro de la oracinzas tan poderosas que puedan dirigir y mover todas las cosas ... El Seor Jesucristo