Llamamiento a Los Sacerdotes

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Llamamiento a los Sacerdotes ¡Oh! Vosotros, mis escogidos, sed los primeros en responder a mi llamamiento; vosotros que sois los privilegiados entre todos, y depositarios de la sana doctrina de la verdadcomenzad por vivir de ella íntimamentedespués, enseñadSerá más grande en mi Reino, aquel que hubiere hecho y después enseñado. Yo soy glorificado por vuestras obras, pero sobre todo, glorificado por vuestra santidadNo seáis, pues, como postes indicadores, bronces que tañen y címbalos que resuenanacordaos de lo que dije a mis Apóstoles que no será a aquellos que dicen: ¡Señor! ¡Señor!...ni tampoco a aquellos que hayan profetizado o lanzado demonios en mi nombre o hecho otras maravillas, a quienes miraré Yo como míos, sino a aquellos que hayan hecho la voluntad de mi Padre y enseñado a otros a practicarla. Vivid desde luego vuestra vida de cristianostan grande y tan profundatened, más que todos los demás, conciencia de lo que sois y de lo que debéis serde los talentos que se os han confiado y de los que tendréis que responder, por vosotros y por los demás porque vosotros sois mis dispensadores, dispensadores de mis gracias para la humanidadSois el campo que debe reportarme el frutoy en el cual tenéis la misión de sembrarNo podéis saber hasta qué punto es grande vuestra influenciaVuestra mirada, vuestro trato, vuestras palabras, vuestros modales, todo importay debe producir su frutoLa Iglesia espera mucho de vosotros, porque por vosotros es por donde ella quiere llegar a las almas. ¡Vosotros sois los ministros del Altísimo! ¡Cuán puros deben ser los labios de aquel que hace descender a su Dios sobre el altarcuán puras las manos que tocan al Dios Santos, y ofrecen a Cristoel Hijo muy amado de su Padrey le dan en Comunión! ¡Cuán bueno debe ser el Sacerdote, que participa cada mañana del divino Sacrificio del Cordero, y que después de ofrecido, se le incorpora para vivir más plenamente de su viday hablar a todos en su Nombre, otorgando el perdón al pecador!

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Mensaje del Amor Misericordioso (P. M. Sulamitis)

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Page 1: Llamamiento a Los Sacerdotes

Llamamiento a los Sacerdotes

¡Oh! Vosotros, mis escogidos, sed los primeros en responder a mi

llamamiento; vosotros que sois los privilegiados entre todos, y depositarios de

la sana doctrina de la verdad… comenzad por vivir de ella íntimamente…

después, enseñad… Será más grande en mi Reino, aquel que hubiere hecho y

después enseñado.

Yo soy glorificado por vuestras obras, pero sobre todo, glorificado por

vuestra santidad… No seáis, pues, como postes indicadores, bronces que tañen

y címbalos que resuenan… acordaos de lo que dije a mis Apóstoles… que no

será a aquellos que dicen: “¡Señor! ¡Señor!...” ni tampoco a aquellos que

hayan profetizado o lanzado demonios en mi nombre o hecho otras maravillas,

a quienes miraré Yo como míos, sino a aquellos que hayan hecho la voluntad

de mi Padre y enseñado a otros a practicarla.

Vivid desde luego vuestra vida de cristianos… tan grande y tan

profunda… tened, más que todos los demás, conciencia de lo que sois y de lo

que debéis ser… de los talentos que se os han confiado y de los que tendréis

que responder, por vosotros y por los demás… porque vosotros sois mis

dispensadores, dispensadores de mis gracias para la humanidad… Sois el

campo que debe reportarme el fruto… y en el cual tenéis la misión de

sembrar…

No podéis saber hasta qué punto es grande vuestra influencia… Vuestra

mirada, vuestro trato, vuestras palabras, vuestros modales, todo importa… y

debe producir su fruto… La Iglesia espera mucho de vosotros, porque por

vosotros es por donde ella quiere llegar a las almas. ¡Vosotros sois los

ministros del Altísimo!

¡Cuán puros deben ser los labios de aquel que hace descender a su Dios

sobre el altar… cuán puras las manos que tocan al Dios Santos, y ofrecen a

Cristo… el Hijo muy amado de su Padre… y le dan en Comunión…!

¡Cuán bueno debe ser el Sacerdote, que participa cada mañana del

divino Sacrificio del Cordero, y que después de ofrecido, se le incorpora para

vivir más plenamente de su vida… y hablar a todos en su Nombre, otorgando

el perdón al pecador!

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La gran misión del Sacerdote… es la de ofrecer el Sacrificio augusto del

Calvario… renovado cada mañana…

Esta es la continuación de mi misión sobre la tierra… de la misión que

Yo he recibido del Padre y que Yo les transmití antes de separarme de ellos…

“Todo poder me ha sido dado en el cielo y sobre la tierra…” y en

virtud de esta Omnipotencia divina: “Id, por tanto, y enseñad a todas las

gentes, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo…

enseñándoles a cumplir todo esto que Yo os he encomendado… Id por todo el

mundo y predicad el Evangelio a toda criatura…. El que creyere y fuere

bautizado, será salvo; el que no creyere será condenado”.

¡Oh Sacerdotes! He ahí vuestra misión… Ha salido de mi Corazón,

porque la boca habla de la abundancia del Corazón… y de mis labios sagrados

ha sido recogida la Palabra divina…

Todo lo demás, son medios… ese es el fondo… grabadlo en vuestras

almas… Vosotros sois Sacerdotes… como Yo, para ser salvadores del mundo,

y dar la vida al mundo… haciendo que se beneficien las almas con mi Pasión,

y participen de las gracias de la Redención… por la fe y la recepción de los

Sacramentos.

Ofrecimiento de Jesucristo Amor Misericordioso

Padre Santo, por el Corazón Inmaculado de María, os ofrezco a Jesús,

vuestro amado Hijo y me ofrezco a mí mismo en Él –con Él, por Él– a todas

sus intenciones y en nombre de todas las criaturas1, para gloria y gozo de

vuestro Amor Misericordioso, y para pedir vuestro reinado de Amor y

Caridad. Pater, Ave y Gloria Patri.

(Del “Mensaje del Amor Misericordioso” A los Sacerdotes, recibido por P. M. Sulamitis.

Texto presentado por Monseñor Zacarías Martínez Núñez, Obispo de Vitoria-Gasteiz y Arzobispo

preconizado de Santiago de Compostela. Editorial FIDES, Salamanca, España, 1928).

1 300 días de indulgencia cada vez y una plenaria al mes (Pío XI, 10 de Junio de 1923).