Liturgia fundamental tema_18

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  • TEMA 18: LA PALABRA DE DIOS EN LA LITURGIA (II).

    Vamos a partir ahora del Catecismo de la Iglesia refirindose a la importancia de la Liturgia de la Palabra

    La liturgia de la Palabra es parte integrante de las celebraciones sacramentales. Para nutrir la fe de los fieles, los signos de la Palabra de Dios deben ser puestos de relieve: el libro de la Palabra (leccionario o evangeliario), su veneracin (procesin, incienso, luz), el lugar de su anuncio (ambn), su lectura audible e inteligible, la homila del ministro, la cual prolonga su proclamacin, y las respuestas de la asamblea (aclamaciones, salmos de meditacin, letanas, confesin de fe...).

    La palabra y la accin litrgica, indisolubles en cuanto signos y enseanza, lo son tambin en cuanto que realizan lo que significan. El Espritu Santo, al suscitar la fe, no solamente procura una inteligencia de la Palabra de Dios suscitando la fe, sino que tambin mediante los sacramentos realiza las maravillas de Dios que son anunciadas por la misma Palabra: hace presente y comunica la obra del Padre realizada por el Hijo amado (1154 y 1155).

    Podemos hacer aqu una breve reflexin teolgica sobre lo que supone la liturgia de la Palabra en el contexto de la celebracin. Se puede decir que normalmente el acontecimiento eucarstico exige la Palabra de Dios transmitida por las Escrituras. Nos referimos a la Eucarista pero vale para todos los sacramentos. La Palabra no es un aadido, es una exigencia que se enraza en la naturaleza misma de la experiencia de la Salvacin, en la que el sacramento desemboca.

    No se trata de algo exterior, menos an de una pura preparacin pedaggica a la recepcin de los ritos, sino de una smosis del sacramento y de la Palabra, exigida por aquello que Dios quiere realizar en el creyente. Palabra y sacramento van necesariamente de la mano. No puede haber ninguna celebracin cristiana sin Palabra de Dios.

    Las palabras de la Escritura son entonces, tanto como los ritos y en unin con ellos, los medios de los que se sirve el Espritu para la obra de la Salvacin aqu y ahora, en la celebracin. El punto de unin del sacramento y de la liturgia de la Palabra, ha de buscarse en el conjunto del plan de salvacin del Padre: exige que el don gratuito y primero de Dios no se ejerza ms que en alianza con el hombre, tenindolo en cuenta en su respuesta de accin de gracias y de decisin por la acogida de la fe.

  • Podemos decir que la comunidad eucarstica posee, en el poder del Espritu, la actualizacin sacramental del Acontecimiento Pascual. Y por el poder del mismo Espritu, la Palabras explicita el contenido y las exigencias que este Acontecimiento revela (J. M. ROVIRA BELLOSO, Palabra y sacramento como signos de la Iglesia, en Cuad. Phase, n. 33)

    El ministerio de la Palabra y la Homila

    La proclamacin de la Palabra exige el servicio a esa Palabra. Aqu tenemos la Homila. Todo lo que el sacerdote diga en la celebracin ser para el bien de los fieles y apoyndose en la Palabra de Dios. La predicacin litrgica u homila, expone, durante el ao litrgico, a partir de los textos sagrados, los misterios de la fe y las normas de la vida cristiana (SC 52). Por tanto, la homila no cumple nicamente la funcin de anunciar a Cristo, tarea propia de la evangelizacin, o de explicar las Escrituras e instruir a los fieles, tarea que pertenece a la catequesis, sino que debe explicar algn aspecto de la liturgia del da, basndose en algn tema de las lecturas bblicas, o de otro texto del propio de la misa, o, incluso, del ordinario, teniendo en cuenta el misterio que se celebra y las necesidades de los oyentes (Instr. Inter Oecum. 54).

    Sin duda, la homila es tambin elemento de conexin entre la Palabra que es proclamada y el rito que cumple lo que ha sido anunciado. As lo saben los sacerdotes al predicar la homila luego la realidad, a veces, habla de la dificultad de llevar esto a cabo.

    La homila as entendida es parte de la misma liturgia. No es un elemento accidental del que se pueda prescindir alegremente o que se pueda realizar de cualquier forma.

    La homila es un acto reservado al ministerio ordenado, cuya funcin es presidir al Pueblo de Dios y alimentarlo con la Palabra de Dios y el Cuerpo del Seor.

    El Espritu habilita la Palabra

    Los profetas, el mismo Cristo... fueron investidos por la fuerza del Espritu. Tambin los Apstoles. Por eso, su vida y palabras penetran eficazmente en el corazn de los oyentes.

    Del mismo modo, hoy, la actuacin del Espritu llevar a la asamblea celebrante a vivir el cumplimiento de la Palabra en los sacramentos. Porque este Espritu, que acta en la Iglesia entera, lo hace tambin en el ministro de la Palabra y en el corazn de los oyentes. Por eso hay que esforzarse por crear el mbito adecuado para que la Palabra llegue lo mejor posible a nosotros (proclamacin, silencio, canto).

    La interpretacin de la Palabra de Dios en la liturgia

    La accin del Espritu da, por tanto, a la Iglesia la inteligencia de la Palabra de Dios para comprender las Escrituras, de acuerdo con la promesa de Cristo y el don que hizo a los discpulos (Lc. 24,45).

  • La Iglesia, en el modo de seleccionar y leer la escritura en la liturgia, est siempre penetrando en el sentido cristolgico, personal y vital de la Palabra proclamada. Esto hay que descubrirlo para poder interpretar correctamente la Escritura. Los principios de interpretacin litrgica de la Palabra de Dios son:

    1 Ley de la unidad en Cristo de toda la historia de la salvacin

    La liturgia lee la Escritura a la luz del principio supremo de la unidad del Misterio de Cristo, y por lo mismo de los Testamentos y de toda la historia sagrada, unidad orgnico-progresiva bajo la primaca del Nuevo Testamento sobre el Antiguo... (C. VAGAGGINI).

    2 Ley de la fidelidad al Espritu con que ha sido escrita toda la Escritura

    La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo Espritu con que fue escrita: por tanto, para descubrir el verdadero sentido del Texto sagrado, hay que tener en cuenta con no menor cuidado el contenido y la unidad de toda la Escritura, la tradicin viva de la Iglesia y la analoga de la fe (DV 12).

    3 Ley de la introduccin en el misterio que se celebra

    La Palabra de Dios ilumina cuando se va a realizar en la accin litrgica, ayuda a descubrir el sentido profundo de salvacin de las acciones sacramentales. Este dinamismo iluminador del misterio que se celebra (mistagoga) se produce, sobre todo, en la celebracin de la Eucarista. Todo esto quiere decir que toda lectura de la Escritura tiene un sentido litrgico-sacramental desde el momento en que se proclama en el contexto de una celebracin.

    4 Ley de la continuidad y de la sntesis

    Ningn hecho o palabra contenido en la Escritura es evocado o celebrado de forma aislada o unilateral sino en conexin con los pasajes que le preceden o que le siguen, es decir, en dependencia de la visin de la totalidad de la Biblia que se produce a partir de las primeras leyes que hemos presentado y que consiste en la unidad en torno a Cristo de toda la revelacin, de toda la historia salvfica. No se trata, por tanto, del ayer histrico o proftico sino tambin del aqu-ahora para nosotros e incluso el futuro escatolgico.

    EXIGENCIAS PASTORALES

    Son muchos los aspectos que se podran citar en este campo pero nos remitimos a esta reflexin.

    Ninguna celebracin de la Eucarista sin verdadera celebracin de la Palabra. La palabra proclamada en la misa es el fundamento de la eucarista. La comunidad que se contenta con leer simplemente los textos de la Palabra no ha hecho ms que comenzar.

    Es preciso que la asamblea celebrante acoja la Palabra con su fe como una palabra de alianza; que se comprometa a seguirla como una respuesta de amor; que est dispuesta a responder con la comunidad del Sina: Cumpliremos cuanto ha dicho el Seor. Slo entonces el sacerdote podr tomar el cliz de la bendicin y decir como Moiss: sta es la sangre de la alianza que el Seor ha hecho con nosotros mediante todas estas palabras.

  • Antes se lleg a pensar incluso que las lecturas eran una preparacin -a modo de entrems- antes del banquete eucarstico. La barrera que separaba a la antemisa de la misa se colocaba antes del ofertorio. El que en domingo se reuna con la asamblea antes de suprimir esa barrera, aunque faltase a todas las lecturas, comprendida la del evangelio, se estimaba que haba asistido a la Misa y haba cumplido el precepto dominical. Pero no es as. El que falta a la lectura de la Palabra de Dios est faltando a la integridad de la celebracin, rompe la unidad de la celebracin, ya que segn ha dicho el Concilio Vat. II, la liturgia de la Palabra y la liturgia Eucarstica constituyen un nico acto de culto. Es Presencia en la palabra y el Sacramento.

    Por otro lado, de todo lo dicho se sigue que slo puede utilizarse Palabra de Dios en las lecturas de la celebracin:

    la lectura de la Escritura no puede reemplazarse con la lectura de otros textos, an cuando stos poseyeran un valor religioso y moral innegable. En cambio, esos textos podrn utilizarse con gran provecho en las homilas... (Dominicae Cenae 10; Inaestimabile donum 1). As, pues, cualquier palabra humana, si es noble y digna, puede ilustrar la palabra de Dios pero no puede reemplazarla.

    Otro aspecto, prctico, es la duracin. Una celebracin reposada y gozosa de la Palabra debera hacernos olvidar esa imagen en la que se vislumbran ciertas prisas en nuestras celebraciones. El silencio, la proclamacin reposada y clara, una homila no desmedida ayudan a ser verdaderos oyentes de la Palabra.