Lírica trovadoresca o poesía provenzal

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Lírica trovadoresca o poesía provenzal

La lírica trovadoresca podría considerarse como una de las manifestaciones artísticas

más relevantes de los siglos XII y XIII. Además, dicha poesía es importante dado que es

un antecedente del “Dolce Still Novo”.

Surge en la zona de la Provenza (sur de Francia) como una forma de concebir la vida y

el amor. Es llevada a cabo por de los trovadores, éstos se encargaban de componer

canciones para que luego sean difundidas por medio del canto. En muchas ocasiones no

son ellos quienes cantan sus composiciones sino los juglares (más adelante trataremos

acerca de ellos). Por lo tanto, deducimos que estas poesías no son elaboradas para ser

leídas, sino que para ser escuchadas. Es una poesía culta y noble, se destaca por utilizar

un lenguaje diferente, distinguido: es poesía de elite. Estaba dirigida al público de la

corte. Componen sus obras en lengua provenzal u occitano (Oc), la cual se

caracterizaba por ser homogénea permitiendo la comunicación entre los trovadores de

distintas regiones del sur de Francia; influye también, el hecho de los estos artistas se

trasladaban por diversas ciudades de corte en corte, por lo tanto era necesaria una

lengua unificada.

En lo que refiere a su condición social suelen ser señores feudales o burgueses

(comerciantes), perteneces a clases sociales altas. A su vez, muchos de estos poetas de

origen humilde que poseían las cualidades necesarias para ejercer de trovadores se

desenvolvían en el ámbito de la corte y lograron acceder a esta categoría. Como

consecuencia, dichos compositores realizaron protestas buscando que se les asignara el

nombre de trovadores a los que realmente lo eran, es decir, quienes componían.

Retomando la figura del juglar, este era quien se encargaba de de interpretar las

creaciones de los trovadores. Ellos estaban en contacto con las clases bajas, en las que la

mayoría de la población era analfabeta y se encargaban de recitar y cantar a modo de

entretenimiento. Eran netamente rechazados por la Iglesia, como señala Alvar: “(…) las

jerarquías eclesiásticas consideran a los juglares, en general, <<como arrendajos

atolondrados que se divierten entre burlas, sin darse cuenta de que un halcón los

acecha y planea sobre sus cabezas>>”. (Alvar, 1999: 21). A pesar de ello, muchos

juglares recorrían las cortes: algunos buscaban entretener a través de sus dotes no

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limitándose solamente al canto mientras que otros que habían recibido una minima

educación (a pesar de provenir a las clases populares) sabían comportarse ante los

nobles y reproducían las canciones de trovadores (vemos que no hay una gran

diferencia entre ambas categorías y que muchas veces trovadores y juglares establecían

relaciones). Es fundamental el rol que cumplen dichos personajes dado que como señala

De Riquer: “(…) podríamos afirmar que hasta que un juglar no había cantado en

público una composición ésta no había sido <<publicada>>” (De Riquer, 1975: 30).

Vemos que es un aliado sumamente necesario para el trovador, sin él las composiciones

que realizaban serian en vano. En algunas ocasiones llevaban el nombre que hacía

alusión al compositor que dependía. Entre estas dos figuras se dan situaciones inversas

muchos de los trovadores profesionales comenzaron siendo juglares, mientras que otros

padecieron la situación contraria.

En lo que refiere al estilo, esta muy claro que el trovador no llega a componer canciones

de manera casual sino que son conscientes del oficio que ejercían. Al ser autores de

música y letra sus composiciones poseen una alta complejidad, hay una preocupación

por la forma. Es probable que no hubiera lugar para la improvisación. Para poder ejercer

el oficio era necesario prepararse, estudiar, especializarse y educarse para ello.

La técnica formal que emplean es rigurosa sus letras y canciones están sujetas a

determinada métrica y rima. Para aprender a componer la música debían asistir a las

escuelas para formarse. Además necesitaban lecciones de retórica para elaborar sus

letras dado que necesitaban conocimientos acerca de los recursos de estilo y de

gramática.

Desde el punto de vista estilístico se busca un camino, una forma de expresión. Como

consecuencia, se plantea una clasificación dependiendo de la complejidad de las

composiciones, por un lado esta el trobar leu y por el otro el trobar clus. Los trovadores

conocían dicha distinción y se posicionaban desde alguna de estas dos posturas.

El trobar leu se define como una forma de componer sencilla, llana, ligera, fácil. De

Riquer lo caracteriza por su: “llaneza en la expresión, facilidad de compresión por parte

del auditorio, ausencia de recursos estilísticos complicados, de palabras de doble

sentido o de uso poco corriente, pensamiento diáfano discretamente ornamentado.” (De

Riquer, 1975: 74). El auditorio cuenta con la ventaja de que no va a tener dificultades

para comprender las composiciones; mientras que el artista debe valerse de sus

cualidades para no caer en la vulgaridad al transmitirlas.

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En oposición se encuentra el trobar clus cuya traducción es <<versificar cerrado>>, es

una poesía más hermética, compleja, dificultosa, refinada y rebuscada. Dentro de este

bando se distinguen diversos métodos de versificar como puede ser por ejemplo el

trobar ric. Los trovadores que se posicionan desde esta perspectiva utilizan imágenes y

simbologías complicadas y oscuras que deben ser desentrañadas por el auditorio, por lo

tanto este último debe poseer determinados conocimientos para poder entender.

Es necesario realizar una distinción, algunos trovadores profesionales ejercen el oficio

por necesidad, es decir, viven de ello; mientras que otros solamente componen por

placer. Los primeros se sustentan de lo que reciben en la corte, y es pertinente aclarar

que en muchas ocasiones su prestigio lo lograban en función del tipo de público que

tuvieran: gozaban de buena reputación aquellos que componían para la gente bien y

estaban mal vistos los que conseguían poca paga deambulando por calles y plazas.

Acerca de su educación Carlos Alvar plantea lo siguiente:

Debemos admitir que clérigos-trovadores tenían una cultura y una preparación

más amplia que los nobles, y los nobles la tenían más extensa que los humildes. Del

mismo modo, los trovadores del siglo XIII pudieron disfrutar de las enseñanzas más

ricas que sus colegas del siglo XII, pues el renacimiento que se operó en este siglo

comienza a dar frutos a mediados de la centuria a comienzos del siglo XIII: como

consecuencia la cultura halla una mayor difusión. (Alvar: 1999: 32)

Nosotros hemos podido acceder a la poesía de los trovadores a través de los

Cancioneros, los cuales eran antologías poéticas recogidas entre los siglos XIV y XV.

Se pueden apreciar diferencias notorias entre ellos por: el material, la elaboración, los

distintos copistas, etc.; además no todos poseen la notación musical correspondiente de

cada composición.

Dentro de estos Cancioneros, junto a las composiciones se encuentran las Vidas y los

Razós; que nos posibilitan información acerca de estos compositores, aunque no son

totalmente fiables y algunos poseen errores. Respecto a las Vidas son textos en prosa,

que varían en su extensión y en ellos se narra la biografía del trovador en cuestión. Por

lo general nos informa sobre: el lugar de nacimiento del trovador, su condición familiar,

sus estudios, los viajes que realizó, las cortes a las que acudió, señores y damas a los

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que señaló en sus poesías y en algunas ocasiones se emite un breve opinión acerca del

valor de sus composiciones y del recibimiento de las mismas. Es decir, con mayor o

menor precisión nos permiten situar al autor en un lugar concreto, en determinada época

y poseer información biográfica.

Las Razós se encargan de precisar los motivos que llevaron al autor a componer su

poesía, su finalidad y también explica sucesos históricos y personajes a los que se hace

alusión en la obra.

Ambos muestran una fuerte uniformidad (en cuanto a la lengua, estilo, fórmulas y

expresiones) que nos puede llevar a pensar que fueron compuestos por el mismo autor o

que son producto de una especie de escuela; De Riquer plantea que tienen gran mérito

porque: “(…) las Vidas y las Razós constituyen la más bella muestra de prosa

provenzal.” (De Riquer, 1975: 29).

Como se mencionó anteriormente, la complejidad predomina en la lírica trovadoresca.

Por lo tanto fue necesaria la creación de tratados (a imitación de los latinos) que

establecieran reglas de tipo gramatical, estilístico y de versificación para aquellos que

quisieran componer.

A su vez, dicha complejidad conlleva a que se distingan varios géneros dentro de esta

poesía. Los podemos distinguir a partir de sus contenidos; en primer lugar tenemos a la

cansó, género sumamente importante dado que a través de ellas se divulgaron los

conceptos amorosos de los trovadores, como es el de amor cortés que es uno de sus

principales descubrimientos. Estas canciones necesariamente debían poseer música, y se

caracteriza porque en ellas los temas a tratar deben desarrollarse ordenadamente y poco

a poco, realizando algún tipo de desviación solamente si es pertinente.

Martín de Riquer, realiza la siguiente distinción: “Aunque los preceptistas no la

cataloguen parece evidente que existió la modalidad llamada mala cansó, poesía en la

que se renegaba del amor o se hablaba mal de una dama”. (De Riquer, 1975: 53)

En segundo lugar, distinguimos el género denominado sirventés, que (siguiendo las

ideas de De Riquer) es el vehículo a través del que el trovador encuentra su medio de

expresión, a través de éstas se realizan polémicas literarias, discursos moralizantes,

expresan su ira, su disconformidad, atacan a aquello y aquellos con los que no están

conformes, etc. El sirventés, le concede menos importancia a la canción, utiliza la

melodía de las cansó ya existentes; el trovador aprovecha su métrica y su rima para

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poder expresarse. Dado que éste es un género sobre todo individual, político y de

actualidad, no es necesario componerle música propia dado que para el artista sería un

trabajo arduo y lento, además al ser divulgado por medio de una melodía ya conocida

por el auditorio puede llegar a adquirir mayor difusión. Como señala De Riquer:

“Alguna vez serán los mismos imitadores los que declararán que toman melodía y

estrofismo de otro trovador.” (De Riquer, 1975: 54).

Los sirventés se pueden clasificar en cuatro grandes grupos en función de su contenido.

En primer lugar, podemos distinguir el sirventés moral el cual se encarga de denunciar y

criticar aquellas malas costumbres y abusos, o también puede dar mandatos a seguir. El

trovador posee una actitud ética y moral, dado que busca luchar contra lo que no

comparte, uno de los temas más reiterados en estos sirventés era la decadencia de las

costumbres caballerescas.

En segundo lugar, encontramos el sirventés personal, en el cual el trovador ataca

directamente a través de la ironía, la sátira y el sarcasmo a aquellas personas que le son

odiadas. El dilema de este género reside en que muchas veces los ataques van dirigidos

hacia personas de las que no se poseen datos biográficos ni información de ningún tipo,

lo que conlleva a que su sentido no se pueda comprender en su totalidad. A su vez, son

de gran valor porque ilustran algunos aspectos de la vida medieval a través de los

conflictos y burlas que se plantean.

En tercer lugar, haremos alusión al sirventés político. Es una modalidad fundamental

dado que a través de éstos muchos investigadores obtienen datos históricos y deducen

otros a partir de las críticas realizadas por los poetas en los siglos XII y XIII. Aquí como

establece De Riquer: “El trovador se hace vocero de un país, de un gran señor o de una

postura política y la defiende, al paso que no deja de atacar lo que representa el bando

adverso.” (De Riquer, 1975: 56). Esto explica el motivo por el cual muchos grandes

señores buscaban rodearse de trovadores para que se encargaran de divulgar su política,

agredir a la de sus enemigos y salvaguardar su postura.

En cuarto y último lugar distinguimos el sirventés literario; en éstos se ataca el arte de

otro trovador o jugar, en composiciones que se podrían denominar <<manifiestos>>.

Son de gran utilidad dado que les conceden a los historiadores datos para situar a

algunos trovadores en determinada época y contexto concreto.

Algunos autores, realizan además otra diferenciación en la que sitúan los sirventés

juglaresc (poesías dedicadas a juglares para burlarse de ellos o para aconsejarlos), los

sirventés-ensenhamen (aquí el trovador se dirige al juglar y lo orienta acerca del

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repertorio literario que debe tener) y el sirventés cansó (composiciones en las que hay

contenido amoroso y moral).

Un género netamente ligado con el sirventés y cultivado es el planh (<<planto>>). Éste

es un lamento de tipo fúnebre por algún protector o señor, por un amigo o por una

dama. El planto deriva del planctus latino medieval, genero muy cultivado. En lo que

refiere a su forma, el planh posee una estructura limitada: invitación al lamento, linaje

del difunto, enumeración de tierras o de personas afligidas por su muerte, alabanza a las

virtudes del difunto (es el momento principal), la oración o rezo para exhortar la

salvación del alma del difunto y el dolor que ha provocado su muerte. En algunos casos

se añade una dedicatoria o elogio al sucesor, a través del cual el trovador busca

conservar o seguir recibiendo beneficios dentro de la corte que se encuentra. En esta

modalidad, es pertinente valorar el grado de imaginación, talento y creatividad del

trovador; que a pesar de atenerse a la estructura debe componer con naturalidad.

Por el contrario, un género que se vincula con la cansó es el alba. Aquí se describe el

enojo de los enamorados que luego de pasar la noche juntos deben separarse, por ende

aborda una temática amorosa que debemos situarlo dentro del amor cortés. La amada

debe ser casada, por lo tanto el amado debe retirarse antes del alba para no correr el

riesgo que el marido o los delatores los vean. Los amantes, disponen de un amigo el

cual es cómplice y se encarga de encubrirlos, al amanecer él les avisa tocando la gaita y

los enamorados se lamentan porque la noche ha sido tan corta y desean que el día no

llegue nunca. Existen a su vez, diferentes tratamientos por parte de los poetas acerca de

la temática del alba; en lo que respecta al alba de la literatura provenzal hay que precisar

que alguno de sus elementos son de origen litúrgico, mientras que en Ovidio es

frecuente el tema de que los enamorados maldigan la fugacidad de la noche.

El verbo "trobar" significa encontrar la forma para componer la poesía y la música;

como estuvimos viendo la lírica trovadoresca se caracteriza principalmente por la

perfección en cuanto a la forma y por la reducida cantidad de temáticas que posee. Esto

generó que haya sido una poesía que no tuvo mucha duración en el tiempo ni una gran

extensión, a pesar de los intentos de los burgueses en el siglo XIV. Como plantea Alvar:

“(…) a lo largo de los dos siglos que se pueden considerar clásicos, por lo que a la

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lírica provenzal se refiere, so muy pocas las innovaciones que se pueden observar (…)”.

(Alvar, 1999: 25)

Amor Cortés (fine amour)

Una de las innovaciones de la lírica trovadoresca es el tratamiento que se le da a la

temática del amor. El núcleo temático de las cansó generalmente es el amor, de hombre

a mujer, con determinadas restricciones, expresadas con determinado lenguaje. Estos

compositores le asignaran a la dama determinadas cualidades y características que la

elevan. Frente al desprecio que se mostraba para con la mujer, ellos la consideraran

como algo superior. Dicha concepción de la mujer está marcada por la relación vasallo-

señor feudal; es decir la amada pasa a ocupar el lugar del señor feudal. En lo que refiere

a dicha relación, entre vasallo y señor existe un contrato de vasallaje en el que se

exponían tanto los derechos y deberes para ambas partes, era una relación marcada

principalmente por la fidelidad y la obediencia. Se realizaba una serie de actos para la

iniciación de dicho contrato. Alvar lo describe de la siguiente manera:

El primero de los actos es el homenaje, que consta de dos partes: la immixtio

manuum (el señor toma entre sus manos al vasallo) y el volo (declaración verbal del

deseo). A continuación se pronunciaba un juramento de fidelidad. En tercer lugar, era

muy frecuente que los dos actos anteriores se acompañaran con el osculum

(<<beso>>). (Alvar, 1999: 44).

De esta manera, el enamorado se mantendría fiel a una única dama, ella sería su objeto

de deseo; es decir, a lo que aspira, lo que quiere conseguir. Así destaca la virtud de la

castidad Andrés del Capellán:

Hay todavía algo más en el amor que se ha de alabar y no con pocas palabras.

Porque el amor adorna al hombre con la virtud de la castidad, ya que el resplandece

con el rayo de un solo amor difícilmente podría pensar en los abrazos de otra mujer

hermosa. Mientras se fija exclusivamente en su amor, la imagen de cualquier otra

mujer es a su juicio ruda y desaliñada. (Del Capellán, 2006: 35)

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Otra característica del amor cortés es el uso de términos feudales en las relaciones entre

la dama y su enamorado. A modo de ejemplo, a la dama es una domina, una señora (ya

no posee una condición indiscriminada), se utiliza servir como sinónimo de amar,

cuando los trovadores quieren decir que la dama se ha apoderado de su corazón plantean

que lo tienen en balia, término que proviene de baiulia que significa <<tutela,

protección, amparo, administración de bienes>>, otro termino frecuentemente utilizado

para designar a los obstáculos que se le presentan al enamorado para llegar a la dama es

encombre que quiere decir <<obstáculo o impedimento para el ejercicio de un

derecho>>. De Riquer señala otros conceptos utilizados de la siguiente forma:

Los conceptos de fidelidad, traición y delito, tan puntualizados y previstos en el

derecho feudal, son perfectamente aplicables a las relaciones amorosas, hasta el punto

de que hoy todavía tienen vigencia cuando se habla de un <<marido fiel>> o de una

<<esposa que traiciona a su marido>>. (De Riquer, 1975: 82).

Vemos una actitud de sumisión y respecto por parte del vasallo a la domina, que

coincide con los postulados esenciales del feudalismo.

Para estos poetas, que están inmersos en un mundo feudal la palabra amor adquiere un

sentido de tipo jurídico, significando <<gracia, pavor, pacto, alianza>>. El amor es la

veta de la vida noble, dado que estas composiciones iban dirigidas a un círculo

restringido de gente.

Los trovadores se enamoran de mujeres reales, son hombres sensibles. Dentro del amor

cortes, amor y matrimonio son incompatibles. La dama es siempre casada, muchas

veces, estos poetas se enamoraban de las esposas de los señores de la corte. Por ende,

ella resulta poco accesible pero el trovador siente un sufrimiento grato por no poder

alcanzarla. Lo señalado anteriormente, conlleva a que el amor entre la dama y el

enamorado deba ser lo más secreto posible, en términos actuales podríamos calificarlos

de “amantes” con la connotación de infidelidad que posee la palabra.

El enamorado utilizara todas sus herramientas y destrezas, utilizando los valores de la

cortesía y la virtud, para alcanzar la perfección moral y social con el fin de obtener el

premio que le otorga la dama, y sólo ella decide si es merecedor del mismo o no.

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Dentro del amor cortés, se utilizan una serie de términos que aluden a una serie de

estados de ánimo, de virtudes y de comportamiento social, adquiriendo una determinada

significación propia de la poesía trovadoresca. Encontramos la palabra joven, que

literalmente quiere decir <<juventud>> y no debemos limitar dicho concepto a

determinada edad sino que se aplica en función de que los jóvenes reúnen una serie de

virtudes que lo caracterizan como tal, por ende pueden existir personas jóvenes a

quienes no se les asigne ese termino y personas viejas a las que sí. Ellos era vasallos aun

solteros que componían el séquito permanente del señor feudal.

Otro termino es el de mezura que supone para De Riquer “un sentido de la justicia, de

lo razonable y sensato, que implica a la par dominio de uno mismo y cierta humildad”

(De Riquer, 1975: 89); además la largueza que es la <<generosidad>> en oposición a la

avaricia y a la mezquindad; el ensenhamen que es la <<buena educación>> en

oposición a la ignorancia; deport que significa <<diversión>> asociado al termino

solatz que tiene varias acepciones como simple <<placer>> o como <<consuelo,

conversación agradable, trato afectuoso>>.

Como señalamos anteriormente, la relación debe mantenerse en secreto, por lo que el

mismo trovador recurre a un pseudónimo que se denomina senhal. Al ser una relación

fundada en el secreto, este era el nombre bajo el cual se escondía la verdadera identidad

de la dama, es decir, de su enamorada. Lo más común era que la misma dama

mantuviese el mismo senhal. Del Capellán señala lo siguiente: “Quien quiera mantener

ileso su amor ha de cuidar sobre todo el no divulgarlo y de ocultarlo a todos. Un amor

que empieza a ser conocido de muchos deja de crecer con naturalidad al instante y

conoce su declive”. (Del Capellán, 2006: 183)

Los mismos poetas, en sus composiciones van haciendo alusión en los avances que han

vivido en su proceso de acercamiento amoroso. Podemos delimitar cuatro etapas: la

primera se denomina fenhedor (<<tímido>>) es cuado el enamorado todavía no se ha

animado a acercarse a la dama, luego la segunda etapa recibe el nombre de pregador

(<<suplicante>>) aquí ya le ha expresado a la amada su amor, la tercera etapa que

alcanza es el de entendedor (<<enamorado tolerado>>) en la que la dama lo acoge con

buena cara y lo premia con su sonrisa y otros objetos, y la cuarta y ultima etapa es la

denominada drutz (<<amante>>) en la que la dama lo acoge en su lecho, ya se ha

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alcanzado la unión carnal. Señala lo siguiente Carlos Alvar (siguiendo los aportes de

Martín De Riquer):

En definitiva, estos cuatro grados corresponden a los cinco estados que señalan los

tratadistas latinomedievales al hablar del amor, pues –según indican- la pasión

amorosa evoluciona siempre siguiendo unas pautas definidas, que comienzan con el

visus (<<contemplación>>), alloquium (<<conversación>>), contactus

(<<caricias>>), basia (<<besos>>), factum (en provenzal, fach, <<acto>>); por

ultimo, se ha señalado que en algunos casos el fach no llega a realizarse y se limita a

ser un assai o assag (<<ensayo, prueba>>), relación incompleta que se halla

documentada en abundantísimos testimonios literarios. (Alvar, 1999: 45)

Podríamos plantear el amor cortés, como un juego amoroso el cual posee determinados

actores que desempeñan cada uno un rol fundamental.

El enamorado (caballero, trovador) que es joven, soltero y generalmente presta sus

servicios en el castillo por lo tanto es protegido o vasallo de algún señor.

La dama, casada habitualmente con el señor que protege al enamorado, por ende es la

señora del castillo y se encuentra posicionada socialmente por encima del joven.

Ambos son los protagonistas de dicho juego. Como señala Andrés del Capellán: “Es

pues ese amor una pasión que sólo es vivida por uno de los amantes y que puede

definirse como amor singular” (Del Capellán, 2006: 30)

Como actores secundarios, el marido de la dama que es un hombre poderoso que no

tolera la actitud del trovador para con la dama entonces se hace gilos (<<celoso>>) y

estará dispuesto para condenar a la dama, separarla de su amante y si es necesario echar

a este último del castillo o del feudo. Al lado del marido, se sitúan los lausengiers

(<<aduladores, envidiosos>>) que se encargan de espiar y descubrir la infidelidad de la

dama para luego contárselo a su esposo y de este modo ganar la simpatía de él. Es por

este motivo, que el trovador se dirige a la dama bajo el senhal que nombramos

anteriormente, debe hacer todo lo que este a su alcance para mantener en secreto la

historia amorosa. Como aliado posee el secretario, es el amigo fiel del enamorado que

conoce su relación y guarda su secretos, en ocasiones cuida a la amada cuando el

enamorado esta ausente o encubre sus encuentros clandestinos. Citamos nuevamente a

modo de ejemplo a Del Capellán plantea lo siguiente acerca de la influencia de los

lausengiers y del amor en sí:

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Es fácil ver que el amor es una pasión, pues antes de que haya llegado a un

equilibrio por ambas partes no hay angustia mayor, ya que el amante teme siempre

que su amor no llegue a alcanzar el fruto deseado y que prodigue en vano sus intentos.

Teme asimismo las habladurías del vulgo y lo que de alguna manera pueda dañarle,

pues cualquier pequeño contratiempo puede hacer naufragar las cosas que todavía no

hay llegado a buen puerto. (Del Capellán, 2006: 29)

EL hallazgo de los trovadores radica en a nueva mirada que dan al amor, es una visión

poética en la que se fusiona el cuerpo y el espíritu, proponen a la mujer como el

vehiculo que conduce al placer. Junta elementos totalmente distintos, provenientes de

diferentes ámbitos (concepción eclesiástica, instituciones feudales, principios

metafísicos de su tiempo, etc.) concluyendo que el amor es cortés: su visión del mundo

se presenta como una realidad espiritual formadora de la vida.

Ejemplos.

Así, si un tonto abre la mano

la pájara ha de alzar vuelo:

tal es el premio del que ama,

vanas son promesas y besos,

en amor no hay fidelidades.

Trátese de aves, armas, perros,

o del amor ¿quién no lo sabe?

por un placer, mil sufrimientos.

(François Villon)

Traducción de Ruben Abel Reches

En este fragmento vemos ejemplificadas ideas antes trabajadas en el amor cortés como

la del sufrimiento grato que conlleva al proceso de acercamiento hacia la amada. Se ven

en el último verso claramente las ideas de placer y de sufrimiento estrechamente

ligadas.

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Falsa beldad que me costáis tan caro,

Ruda en verdad, hipócrita dulzura,

Amor muy duro de roer y avaro,

Nombraros puedo, muerte ya es segura,

Cobarde flor que pincha con delicia,

Orgullo loco que se afirma ahorcando

Y ojos helados. ¿No podrá Justicia

a un pobre socorrer que están matando?

Mejor que yo buscara hubiese sido

Algún jardín de amor en otro lado,

Rival no hubiera esa mujer tenido;

Tengo que huir ahora, y humillado.

¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Que me ayude alguna!

Si hay que morir, he de morir peleando.

Quiera Piedad, que me faltó en la cuna,

a un pobre socorrer que están matando.

(François Villon)

Traducción de Ruben Abel Reches.

En este fragmento de su poesía, el autor se la dirige a su dama, a su amada. Podemos

apreciar las diversas imágenes que nos plantea la composición, nos cuenta lo que

experimenta por su amada a través de ella. Apreciamos la visión poética que dan los

trovadores del amor.

Ítem, a mi adorada Rosa

ni mi corazón ni mi panza

dejo. A ella más le gustaría

otra cosa, aunque no le falta.

¿Qué? Una bolsa grande de seda

llena de escudos, honda y ancha,

mas que me cuelguen de una soga

si en ella pongo escudos o lanza.

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(François Villon)

Traducción de Ruben Abel Reches.

En esta composición se ve de manera explicita el senhal “Rosa” a través del cual el

trovador se dirige a su amada. No menciona su nombre ya que debe mantener la

discreción y el silencio.