Lindsey, Johana - Un Hogar Para Navidad (Amor do

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UN HOGAR PARA NAVIDAD JOHANNA LINDSEY

No necesitan lazos ni envoltorios bonitos, slo necesitan ser entregados, una sonrisa, un abrazo, y compartirlos con alguien querido Vincent Everett estaba sentado en su carruaje al otro lado de la calle frente a aquella casa de Londres. Era una de las noches ms fras de ese invierno, pero haba dejado la ventanilla abierta para poder ver claramente lo que suceda en la puerta de la casa. No le sorprendera que la nieve comenzara a caer en cualquier momento. No estaba seguro de por qu estaba all, sometindose a s mismo al inclemente clima. No dudaba que su secretario, Horace Dudley, entregara a los inquilinos la notificacin en que les comunicaba que disponan de dos das para desocupar la casa. Pero se no era un paso ms en su decisin de arruinar a la familia Ascot, que viva all. Lo ms probable era que sencillamente estuviera aburrido, y no encontrara otra cosa mejor que hacer esa noche. Incluso la decisin de arruinar a esta familia en particular no era una decisin emocional. Vincent no haba experimentado ninguna verdadera emocin desde su infancia, no quiso conocer nunca ms dolor semejante. Era mucho ms fcil vivir con una piedra por corazn, haca que cosas simples como desahuciar a una familia durante las Navidades fuera algo habitual. No, la destruccin metdica de los Ascot no era emocional, sino personal. El hermano menor de Vincent, Albert, la haba convertido en una cuestin personal, al culpar completamente a George Ascot de su fracaso en los negocios y las finanzas. Albert haba perdido casi toda su herencia, l solo. Sin embargo, haba aprendido de sus errores. Con lo poco que le quedaba haba intentado comenzar un negocio que le permitiera mantenerse, para no seguir siendo un gasto contnuo para Vincent y para sentirse orgulloso de s mismo.

Haba comprado varios barcos mercantes y abierto una pequea oficina en Portsmouth. Pero aparentemente Ascot, un consolidado comerciante de barcos, haba temido la nueva competencia y se haba propuesto socavar los esfuerzos de Albert a cada paso para acabar con l antes de que pudiera comenzar. stos eran los detalles de los que hablaba la carta de Albert, que era todo lo que haba dejado antes de desaparecer, eso y un asombroso nmero de deudas que continuaban llegando a casa de Vincent. ste tema que Albert se hubiera marchado para suicidarse discretamente en algn sitio en el que no pudiera ser encontrado, tal como tantas veces haba amenazado hacer. Qu ms poda pensar, si la carta de Albert terminaba diciendo: sta es la nica salida que se me ocurre, para no ser ms una vergenza ni una carga para ti? La desaparicin de Albert haba dejado a Vincent sin familia, pero esto no cambiaba demasiado las cosas, ya que l en realidad nunca se haba sentido parte de ella. Sus padres haban muerto justo despus de que Vincent cumpliera la mayora de edad. Ambas muertes con una diferencia de un ao una de la otra, haban dejado solos a los dos hermanos. Puesto que no tenan ningn familiar ms, ni siquiera lejano, deberan haber estado unidos. Pero no. Probablemente Albert haba sentido cierta cercana, o para ser ms precisos, cierta dependencia, pero tambin esperaba que el mundo y todo lo que lo habitaba girara en torno a l, una idea tonta que sus padres haban promovido convirtindolo en su alegra, su regocijo, su preferido. Vincent haba sido simplemente el heredero reservado y aburrido al que nunca le prestaban atencin. Era asombroso que Vincent nunca hubiera odiado a su hermano, pero para odiar hay que experimentar alguna clase de sentimiento. Del mismo modo, tampoco haba sentido cario por el enclenque de su hermano, simplemente cierta tolerancia porque era su familia. El hecho de que l hubiese aceptado el desafo, por decirlo de alguna manera, en nombre de Albert no era ms que una antigua costumbre, as como una cuestin de orgullo. Era una deshonra para su propio nombre, el hecho de que George Ascot hubiera aplastado a un Everett con xito y sin ninguna consecuencia. Las cosas no tardaran en cambiar. Era lo ltimo que Vincent poda hacer por Albert, por lo menos pagarle a Ascot con la misma moneda.

Finalmente la nieve que haba estado esperando lleg, justo cuando se abri la puerta al otro lado de la calle despus de que Dudley la golpeara. La visin de Vincent estaba obstaculizada por los copos blancos, pero an as pudo distinguir una falda suelta, de modo que quien haba abierto la puerta era una mujer. Ascot seguramente no estara en casa. Los informes decan que se haba embarcado en uno de sus barcos la primera semana de septiembre, y ms de tres meses despus, an no haba regresado a Inglaterra. Su ausencia no haca ms que facilitar su venganza. Cuando Ascot regresara, descubrira que su saldo acreedor haba sido cancelado por muchos de sus proveedores de mercancas, y que haba perdido su casa por no haber cancelado la deuda pendiente. Vincent an no haba decidido si continuar con su plan despus de esa noche o esperar al regreso de Ascot. El desahucio sera un golpe decisivo, la culminacin de muchas semanas de trabajo, pero poco satisfactorio puesto que Ascot estaba all para verlo. En realidad, todo ese asunto de la venganza era bastante desagradable. No era algo que l hubiera querido hacer, nunca lo haba hecho antes, y era muy probable que nunca volviera a hacerlo, pero era algo que senta que tena que hacer por esta nica vez. De modo que acabara con todo aquello tan pronto como pudiera. Pero Ascot no estaba siendo de mucha ayuda en ese sentido, pues su estancia fuera del pas se estaba prolongando ms de lo esperado. Ya tendra que haber regresado a Inglaterra. Vincent haba contado con que entonces ya estara all. Esperar no era algo que se le diera demasiado bien. Y menos an esperar en su carruaje, con aquel fro, cuando en realidad no tena ninguna necesidad de estar all y ni siquiera estaba seguro de por qu estaba all. Empezaba a exasperarse, especialmente porque Dudley se estaba tomando su precioso tiempo para entregar la notificacin. Cunto tiempo poda demorarse en entregar un simple trozo de papel? Por fin la puerta se cerr al otro lado de la calle. Pero el secretario de Vincent se haba quedado de pie frente a ella, inmvil. Habra conseguido cumplir con su cometido, o le habran cerrado la puerta en la cara antes de conseguirlo? Qu demonios estaba haciendo de pie inmvil bajo la nieve? Vincent estaba a punto de bajarse del carruaje para descubrir qu estaba pasando, cuando Dudley por fin dio media vuelta y comenz a caminar hacia l. Entonces Vincent abri la puerta del carruaje, ms por su impaciencia que para que Dudley pudiera entrar. Pero al llegar all Dudley no se apresur a entrar, ni siquiera entr, estaba

otra vez simplemente de pie bajo la nieve, como si se hubiera convertido en un autntico tonto. Sin embargo, antes de que Vincent pudiera preguntarle algo acerca de ese extrao comportamiento, Dudley le anunci: -Nunca en mi vida he hecho algo tan despreciable, seor, y nunca ms lo volver a hacer. Renuncio. Vincent arque una ceja interrogativamente. -Se refiere a renunciar, de renunciar...? -Maana por la maana tendr mi dimisin formal sobre su escritorio. Vincent sabore aquel momento de asombro. No muy a menudo se senta tan completamente sorprendido. Pero luego su impaciencia regres. -Mtase en el maldito carruaje, seor Dudley. Puede explicarse mejor cuando salgamos de aqu. -No, seor -respondi Dudley severamente-. Regresar a casa solo, muchas gracias. -No sea absurdo. No encontrar ningn coche a estas horas de la noche. -Ya me apaar. Despus de decir eso, el secretario cerr la puerta del carruaje y comenz a andar por la calle con paso firme. Normalmente, Vincent se hubiera encogido de hombros y hubiera desechado al hombre de su mente, pero ese da su disposicin era bastante impaciente, que era lo ms cerca que estaba para l de alguna clase de emocin. De pronto se encontr bajando del carruaje y caminando tras Dudley para preguntarle: -Qu demonios ha ocurrido en esa casa para que pierda usted el juicio de ese modo? Horace Dudley se dio la vuelta bruscamente, tena el rostro enrojecido en lugar de estar plido por el fro. -Si sigo hablando con usted, seor, me temo que luego realmente me arrepentir. Por favor, simplemente acepte mi dimisin y olvdelo... -Por supuesto que no. Ha trabajado conmigo durante ocho aos. No puede renunciar simplemente por un pequeo asunto...

-Pequeo? exclam el hombre. Si usted hubiera visto la mirada afligida en el rostro de esa pobre muchacha, se le hubiera roto el corazn al igual que a m. Y era una muchacha tan bonita. Su rostro va a atormentarme el resto de mis das. Habiendo dicho eso y aparentemente creyndolo, Dudley se escabull bajando la calle una vez ms, negndose a seguir hablando de ello. Esta vez Vincent lo dej ir, mientras lanzaba una mirada con el ceo fruncido a la casa en cuestin. Ahora la propiedad le perteneca a l. Le haba hecho un considerable nmero de favores al propietario anterior para coaccionarlo de que ignorara su compromiso verbal con George Ascot y le vendiera en cambio a l la escritura. Ascot haba llegado a un acuerdo de caballeros con ese propietario, le haba pagado ya gran parte de la casa y haba acordado liquidar su saldo en pocos aos. Pero como que an haba una hipoteca, Ascot todava no estaba en posesin de la escritura. Vincent haba comprado la escritura y le haba enviado a Ascot una demanda exigindole que el saldo fuera liquidado Inmediatamente. Estaba bien informado y saba que Ascot no estaba en el pas para recibir la demanda ni para hacer lo necesario para pedir dinero prestado y pagarla, por lo tanto perdera la casa y todo lo que haba pagado por ella, y slo se enterara despus de su receso, cuando ya sera demasiado tarde para salvar su inversin. Haba sido un golpe muy duro para las finanzas de Ascot, y tambin para su reputacin, puesto que sus acreedores lo veran con buenos ojos el hecho de que hubiera sido desahuciado de su residencia. Sin embargo, Vincent no haba contado con que perdera a su valioso secretario por ese asunto. Una muchacha bonita, eh? Deba ser la hija. Ninguna otra mujer en esa casa se sentira tan afectada por el desahucio, pondra mirada "afligida, puesto que Ascot slo tena una mujer en su familia, una hija que haba alcanzado haca poco la edad de casarse. Su esposa haba fallecido aos atrs. Y tambin tena un hijo menor. Vincent se descubri acercndose a la puerta de la casa, simplemente por curiosidad, se dijo a s mismo. Pero despus al golpear la puerta y esperar varios largos minutos mientras la nieve segua amontonndose en los hombros de su gabn, lleg a la conclusin de que la curiosidad era siempre una tontera, y que la suya no necesitaba ser satisfecha. Dio media vuelta para irse. La puerta se abri. Bonita? La muchacha que estaba all de pie baada por

una tenue luz le dej sin aliento. Era a ella a quien haba desahuciado a las calles cubiertas de nieve? A esta exquisitamente hermosa y consternada criatura? Maldita sea. 2 Larissa Ascot se qued de pie con la puerta abierta mirando fijamente la gran figura que se ergua ante ella, aunque en realidad no vea nada. La nieve le caa en la cara, aunque tampoco era consciente de eso, y ni siquiera senta el fro. Era demasiado, y todo al mismo tiempo, demasiadas cosas a las que enfrentarse adems de todo lo que la haba estado abrumando durante las ltimas semanas. El carnicero, al igual que el panadero, no queran seguir dndole crdito hasta que no cancelara las deudas. Su hermano, Thomas, estaba enfermo y necesitaba atencin constante. El banquero de su padre se disculpaba, pero le explicaba pacientemente por qu no poda tener acceso a los fondos de su padre sin su permiso. Pero Larissa vea cmo los fondos destinados a los gastos del hogar, que haban sido abundantes y deban haber durado casi un ao, iban disminuyendo hasta desaparecer, pues se haba visto obligada no slo a saldar las deudas que tena con esos desagradables comerciantes, que se haban presentado a su puerta exigiendo no slo el pago inmediato de las deudas pendientes, sino tambin que pagara al contado simplemente para poner un poco de comida sobre su mesa. Haba tenido que despedir a la mayora de sus sirvientes, lo que la haba puesto literalmente enferma del estmago mientras lo haca. Muchos de esos sirvientes haban trabajado para su familia durante aos, se haban mudado con ellos de Portsmouth a Londres haca tres aos, cuando su padre decidi ampliar el negocio y lo haba trasladado hasta all. Para ellos haba sido horrible perder sus puestos de trabajo durante la poca de Navidades, pero para ella haba sido igual de traumtico tener que ser quien se lo dijera. Pero ese mes no haba podido pagarles, y como el regreso de su padre ya se haba retrasado un mes, no poda asegurarles cundo volvera a casa para ocuparse de sus sueldos. Y ahora esto..., este desahucio. Inesperado, sin ninguna clase de advertencia. Aquel hombre le dijo que se haba enviado por correo una demanda de parte del nuevo propietario, que haba habido avisos previos, pero ella no lea la correspondencia de su padre, de modo que no la haba visto. Nuevo propietario? Cmo haba podido el seor

Adams, a quien le haban comprado la casa, vendrsela a otra persona sin decirles nada? Eso era legal? Teniendo en cuenta que slo quedaban por pagar unas pocas libras para que la casa fuera totalmente suya? No entenda qu estaba pasando, por qu los comerciantes con los que haban tratado durante tantos aos ya no contaban con que la familia pagara sus cuentas al final del ao como era su costumbre, por qu haban perdido su casa. Tenan tan slo un da para irse de all. Haba que desalojar la casa al da siguiente, empaquetarlo todo y largarse. Cmo? Ya no le quedaba dinero para contratar carros que transportaban todas sus pertenencias. Y adonde iran? Haban vendido la antigua casa de Portsmouth. No tenan ningn familiar. La vieja finca de la familia cerca de Kent era simplemente una propiedad inhabitable, y adems, el doctor les haba advertido que si Thomas no se quedaba en cama protegido del fro, no se recuperara, e incluso poda empeorar. -Est usted bien, seorita? El cuerpo que estaba de pie frente a ella tom forma lentamente, un hombre alto con un gabn que engaaba la silueta; delgado, gordo, resultaba difcil asegurarlo con abrigo, aunque tampoco tena demasiada importancia. Larissa simplemente estaba intentando concentrarse en algo que pudiera sacarla del pantano en el que todava se encontraba su mente. Bastante apuesto, aunque eso realmente era difcil de discernir teniendo en cuenta que sus mejillas y su larga nariz estaban cubiertas de nieve. No era demasiado joven, tal vez cerca de los treinta... -Seorita? La pregunta? Ah, si estaba bien? Si comenzaba a rerse histricamente, seguira preguntndoselo? -No, creo que no dijo ella honestamente, aunque se dio cuenta de que acababa de abrir la puerta para seguir con una conversacin que no deseaba, de modo que agreg rpidamente: Si est usted aqu para ver a mi padre, me temo que no se encuentra en casa. -Lo s. Al ver que ella frunca el ceo, continu- Mi nombre es Vincent Everett, barn Everett de Windsmoor. -Barn de... Usted es el nuevo propietario?

Increble. Qu descaro, aparecer despus de haber asestado su golpe devastador. Entonces estaba all para regodearse? O simplemente para asegurarse de que cumpliran con el desahucio y de que no tendra que enviar al magistrado para que los desalojara a la fuerza? Aunque de todas maneras sera lo que ocurrira. Sencillamente no haba forma de que ella pudiera sacar en un da todo lo que tenan en la casa, aunque tuviera algn sitio al que mudarse. Supuso que podran guardar el mobiliario en la oficina que su padre tena en el puerto. Ella y Thomas incluso hubieran podido quedarse a dormir all temporalmente si su hermano no hubiera estado tan enfermo. Someter a Thomas al fro del Tmesis era algo impensable. Sin embargo, qu otra opcin tena? No le quedaba dinero para alquilar una habitacin, ni para comprar comida. Haba pospuesto la idea de vender sus bienes, esperando cada da que se fuera el da en que regresara su padre y pusiera otra vez las cosas en su lugar. Pero ya lo haba pospuesto demasiado. Ahora ya no les quedaba tiempo... Su reaccin ms inmediata fue cerrarle la puerta al barn en la cara. Tal vez l fuera ahora el propietario, pero ella an poda disponer de la casa por un da ms. Pero aquel hombre aun no haba dicho por qu razn estaba all. Y simplemente porque su mundo se estuviera desmoronando no significaba que tuviera que dejar de lado la cortesa habitual. Poda concederle al menos cinco segundos ms para que explicara lo que haca all, y luego le cerrara la puerta en la cara. -Por qu est usted aqu, lord Everett? -Mi secretario se qued bastante afectado. -El hombre que estuvo aqu antes que usted? -S. Y por lo que dijo, estoy empezando a pensar que pudo haber habido un... malentendido. -Un malentendido? Tengo una carta de desahucio. Y de hecho es bastante clara, y por si no lo fuera, su secretario la ley en voz alta de modo que no hay ningn... malentendido. Larissa escuch su propio resentimiento en las palabras, le result horroroso haberse comportado de esa manera ante un completo extrao, pero no haba conseguido contener un sentimiento tan abrumador. Aunque era mejor un poco de rabia que lgrimas. Las lgrimas llegaran, hubieran llegado ya si no se hubiera sentido tan aturdida por este ltimo y terrible golpe, pero con un poco de suerte podra retenerlas hasta que se quedase sola.

-No he dicho error, seorita dijo Vincent. Me refera a otra cosa, algo que no puede solucionarse antes de que regrese su padre. De modo que voy a necesitar una direccin para poder ponerme en contacto con usted a partir de maana. La lucha se apag en ella. Haba pensado realmente, aunque fuera tan slo por un segundo, que su malentendido poda significar que despus de todo no perderan la casa? -No tengo ninguna direccin para darle respondi ella casi en un susurro-. Realmente no tengo ni la menor idea de dnde vamos a estar a partir de maana. -Esa es una respuesta un tanto inaceptable dijo Vincent con cierta impaciencia en la voz. Despus meti la mano en uno de sus bolsillos y le entreg una tarjeta. Puede quedarse en esta direccin hasta que su padre solucione su problema. Enviar mi carruaje maana por la maana para que la ayude. -No podramos simplemente... quedarnos aqu... hasta que se resuelva este asunto que me ha mencionado? Hubo una imperceptible vacilacin antes de que Vincent respondiera sucinta y enfticamente: -No. Larissa haba tenido que reunir todas sus fuerzas para hacer esa ltima pregunta. Le resultaba bastante violento tener que pedir, o mejor dicho suplicar, cualquier cosa, y en especial a un extrao. Pero si l iba a ofrecerles alojamiento tal como su tarjeta indicaba, por qu no poda ofrecerles este alojamiento? Y sa era la idea desesperada que se le haba ocurrido. Pero evidentemente haba sido una idea tonta. Y despus de ese concluyente no" se march. Una sombra oscura que se desvaneca rpidamente hasta desaparecer en remolinos de nieve. Pasaron un par de momentos ms antes de que Larissa pensara en cerrar la puerta y lo hiciera. Incluso consigui subir las escaleras que llevaban a la planta superior de la casa para ver cmo se encontraba Thomas. ste dorma intermitentemente, pues la fiebre que lo visitaba todas las noches segua estando all. Mar estaba sentada junto a su cama, durmiendo en una cmoda silla. Mar Sims haba sido la niera de Thomas, y tambin la de Larissa. De hecho, haba vivido con ellos desde que Larissa tena memoria. Se haba negado a abandonarlos simplemente porque su

salario estuviera demorndose un poco, deca. Su hermana, Mary, tambin se haba negado a marcharse. Mary sola ser su ama de llaves, pero cuando se march la cocinera en Portsmouth, dijo que prefera estar en el mbito de la cocina y no le import tener una categora inferior para poder hacer lo que ms le gustaba. La altanera ama de llaves que la haba reemplazado fue la primera en renunciar justo despus de que los acreedores comenzaran a aparecer en la puerta de la casa. Era asombroso cmo la noticia de sus dificultades financieras se haba propagado con tanta rapidez por todo el vecindario. Por ahora al menos tendran un techo sobre sus cabezas... Larissa debera sentirse muy aliviada por la noticia del nuevo alojamiento, pues la mayor preocupacin ya estaba resuelta, al menos temporalmente. Pero cuando fue a su habitacin y comenz la triste tarea de empacar sus pertenencias personales, casi no pudo retener la sensacin de alivio que senta. Tampoco haba aparecido ningn sentimiento de gratitud con respecto al barn. La oferta de alojamiento que les haba hecho haba sido para su conveniencia, no para la de ellos. No era una ayuda como se entenda tradic ionalmente, era tan slo que no quera perderles la pista para su propio inters, fuera ste cual fuera. Aparentemente el malentendido no era nada grave que pudiera modificar las circunstancias. Todava estaba demasiado aturdida por todo lo que estaba sucediendo como para sentir nada. Lo cual despus de todo, era bastante bueno para ella. Por lo menos no se pasara toda la noche llorando mientras haca las maletas. Y las lgrimas realmente no llenaron sus ojos hasta la madrugada, cuando se fue a dormir con ellas cayendo por sus mejillas. 3 Vincent estaba en su habitacin de pie frente a la chimenea con una copa de brandy en la mano. Miraba fijamente y como fascinado las danzarinas llamas, pero sin embargo no estaba viendo en realidad el fuego. Lo que vea era un rostro intrigante, enmarcado por unos cabellos dorados y con unos ojos que no eran ni verdes ni azules, sino una clara

combinacin de ambos colores creando un matiz turquesa nico, algo que nunca antes haba visto. Nunca tendra que haber ido a ver a Larissa Ascot. Nunca tendra que haberse acercado a ella. Tendra que haber sido para l una muchacha sin rostro, simplemente la hija de Ascot", una vctima indirecta de su pequea guerra. Pero al verla, la decisin de seducirla haba sido la ms fcil de todas las que haba tenido que tomar en su campaa contra los Ascot. Arruinarle cualquier posibilidad de matrimonio sera otro golpe contra el buen nombre de la familia. Eso era lo que haba pensado al entregarle su tarjeta. Sin embargo, pensndolo bien, saba que en realidad era simplemente una excusa, y una excusa bastante miserable. Haba pasado mucho tiempo desde la ltima vez que deseara algo, que realmente deseara algo para l. Y a ella la deseaba. La idea de la venganza le daba todo lo que necesitaba para tenerla, incluso limpiara su conciencia, si es que tenia conciencia. No estaba seguro de si la tena o no, pues la falta de sentimientos en su vida inclua el de culpa, de modo que era difcil saberlo. Al da siguiente estaba en el vestbulo de su casa para recibirla apenas llegara. La sorpresa de ella fue evidente. -Cre que la direccin que me haba dado sera de otra propiedad suya en la que ya no viva, una que estuviera actualmente desocupada. Si hubiera sabido que estaba ofrecindonos la hospitalidad de su propia casa, hubiera... -Rehusado la oferta? pregunt Vincent con inters despus de que ella no consiguiera terminar la frase. De verdad? insisti. Ella se ruboriz profusamente. -Me hubiera gustado poder hacerlo le respondi ella. -Ah. Vincent sonri. -Pero no siempre podemos hacer lo que deseamos. Desde luego que no, de lo contrario la hubiera llevado directamente a su cama. Era an ms hermosa de lo que l recordaba, o quiz fuera simplemente la clara luz del da en el vestbulo lo que revelaba mejor su perfeccin. Era pequea, de cintura estrecha, iba elegantemente vestida con un abrigo adornado con piel sobre una falda de terciopelo color malva. Tena una nariz pequea y recta. Las cejas eran de un dorado oscuro, ms una lnea

que un arco. Su cutis era impecable excepto por un pequeo lunar en la curva de la barbilla. Tena los lbulos de las orejas muy pequeos y llevaba unos pendientes con perlas en forma de lgrima. Era lo que se dice toda una dama, solamente faltaba un ttulo que lo afirmara. Los Ascot no eran pobres, y probablemente an tuvieran bastante dinero, pues pertenecan a la alta burguesa. Incluso haba un conde en alguna parte de su ascendencia. Eran bastante bien aceptados socialmente, aunque George se dedicara a los negocios, lo que ya no estaba tan mal visto como antes. Albert haba intentado hacer lo mismo... La nica razn por la que a Vincent le haba resultado tan fcil arruinar la reputacin financiera de Ascot era que en ese momento no se encontraba en el pas para poner fin a los rumores que se haban propagado acerca del serio aprieto en el que se encontraba su familia. Su prolongada ausencia haba llenado de pnico a sus acreedores. Larissa lleg con su squito, dos mujeres de unos sesenta aos que parecan casi idnticas, y una pila de mantas que el cochero de Vincent haba cargado hasta la casa. Nosotros tambin tenemos ropa de cama", pens Vincent. Larissa segua ruborizndose por el solo hecho de estar all. Su rubor se despej un poco mientras le explicaba: -ste es mi hermano, Thomas. Tiene un resfriado espantoso. Quera caminar, pero la enfermedad le ha quitado todas las fuerzas. Las mantas se movieron. El hijo estaba enfermo? Por qu ninguno de los informes que tena de la familia lo mencionaba? Vincent sinti que su esquiva conciencia lo presionaba, pero slo por un momento. Le hizo un gesto con la cabeza a su ama de llaves, a quien ya haba informado de la llegada de los invitados. Ella a su vez le hizo un gesto con la cabeza al cochero indicndote que la siguiera. Las dos sirvientas mayores hicieron lo mismo. Vincent y Larissa se quedaron solos un momento en el gran vestbulo. El no estaba seguro de cmo proceder. Estaba acostumbrado a tratar a las mujeres de una manera bastante directa. Su ttulo y su riqueza siempre le haban conseguido ms sis que nos, y esos nos simplemente no valan el esfuerzo. As que de hecho nunca antes haba recurrido a un plan de seduccin. Y los pocos que algunas mujeres para seducirlo a l parecan incluir siempre una comida en la agenda por alguna razn que no alcanzaba a

comprender, como si las mujeres asumieran naturalmente que un hombre sin esposa deba estar murindose de hambre, cuando cualquier hombre de su posicin tendra un cocinero muy bueno entre sus empleados como era su caso. Sin embargo, el hecho de pensar en comida le record... -Llegis justo para la hora del almuerzo. -No, gracias, lord Everett, de ninguna manera podra entrometerme respondi ella. -Entrometerse en qu? -En su familia. -Yo no tengo familia. Vivo aqu solo. Era simplemente una realidad, no tena intenciones de despertar en ella un sentimiento de compasin. Pero sin embargo pudo percibir un breve indicio de esa compasin en el rostro de Larissa antes de recordar que la muchacha estaba en el bando enemigo. La actitud de Larissa era comprensible. No era precisamente gratitud lo que senta por la ayuda que le haba ofrecido el barn, sino todo lo contrario. Su dureza, su reticencia, evidenciaban ese sentimiento de modo inconfundible. No caba duda de que lo vea como a su enemigo, fuera o no consciente de ello. El la haba echado de su casa. Seguramente esto haca que ella le tuviera cierta antipata, tal vez hasta odio. Y sa era la razn por la que la demostracin de compasin le resultaba a Vincent tan interesante. Deba tener una naturaleza totalmente compasiva para sentir conmiseracin, aunque slo fuera por un momento, por alguien que mereca todo su desprecio. La excusa que ella haba dado para negarse a comer con l no haba servido de mucho y no iba a darle otra oportunidad para que rechazara una simple comida, especialmente siendo sa una ocasin perfecta para conocerse mejor. La cogi del brazo y la llev hasta el comedor, esper a que se sentara y se alej de ella para que se sintiera cmoda. Vincent haba notado su nerviosismo tanto como su timidez, o ms bien su renuencia a mirarlo directamente, y a juzgar por su experiencia, haba una sola razn para eso... Era bastante evidente que a pesar de cualquier resentimiento que sintiera se senta atrada por l. No era algo inesperado. Muchas mujeres de todas las edades se sentan atradas no slo por su belleza, sino por el desafo que representaba. Queran romper su

caparazn. No comprendan que romperlo no les servira de nada, puesto que no haba nada dentro que l pudiera ofrecerles. En cuanto a Larissa, tendra que aprovecharse completamente de la atraccin que senta por l, para liberarse as de su desprecio. Y quiz podra utilizar a su favor tambin la compasin que ella senta por l. De hecho, decidi que en esta seduccin todo estara permitido. Seria absolutamente despiadado si tena que serlo. Por una vez, carecer de sentimientos y de conciencia iba a ser algo bastante beneficioso. Se sent frente a ella e hizo un gesto con la cabeza para que los sirvientes comenzaran a servir la comida. No fue sino hasta despus de terminar de comer el primer plato que ella not que l la miraba de manera sensual. Al notarlo inmediatamente se ruboriz. Pero Vincent no dej de mirarla. Le haban dicho en numerosas ocasiones, y de muchas maneras diferentes, que sus ojos revelaban sus emociones, cosa que le resultaba bastante divertida porque a pesar de que estas ocasiones se daban generalmente en los momentos ms ntimos, sus pasiones eran tibias, en el mejor de los casos. El color de sus ojos expresaba ms deseo del que en realidad senta. Joyas de mbar, oro fundido, diablicamente traviesos, sexys, lo haba escuchado todo y lo haba descartado todo. Sus ojos tenan simplemente un tono muy claro de marrn con algunas motas doradas, nada extraordinario, en su opinin. Claro que vivir con ellos durante veintinueve aos los converta en algo a lo que uno se acostumbraba. Pero si Larissa imaginaba un deseo ardiente en ellos cuando l simplemente estaba admirando mejor su belleza mientras coman, era algo interesante para l. Preferira no tener que intentar seducirla, si Larissa no era capaz de darse cuenta de que l la estaba seduciendo. Y no era que ella pudiera huir y esconderse, puesto que no tena ningn lugar adonde ir. nicamente necesitaba asegurarle que la eleccin sera de ella, y eso lo hara en el momento apropiado. Cuando an no haba pasado una hora de su llegada era evidentemente demasiado pronto. An as no dej de mirarla fijamente. Saba que no deba hacerlo. Pero sencillamente no poda dejar de mirarla. Le pareca increble que Ascot hubiera conseguido ocultar esa hija tan exquisita a los crculos sociales, que la hubiera mantenido en secreto, por decirlo de alguna manera. Ese era el tercer ao que pasaban en Londres. Era probable que alguien

importante la hubiera descubierto para entonces, especialmente teniendo en cuenta que la familia haba vivido en una de las zonas ms codiciadas en la que muchos de sus residentes podan presumir de ttulos. Sin embargo, la muchacha no estaba comprometida ni siendo cortejada, y su nombre nunca haba llegado a incluirse en los cotillees. Aquel ao debera haber sido su temporada de presentacin en sociedad si su padre hubiera estado en casa para sacarla. Vincent decidi preguntarle: -Cul es la razn por la que es una desconocida para la sociedad de Londres? -Tal vez sea porque no he hecho ningn esfuerzo por darme a conocer respondi Larissa con un ligero encogimiento de hombros. -Y por qu no? -Yo no quera mudarme a Londres. Crec en Portsmouth, era muy feliz all. Odi a mi padre por traernos a Londres. Y durante el primer ao que pasamos aqu, me comport como la nia estpida que era e intent de todas las maneras que pude hacer que mi padre se arrepintiera de haber venido a Londres. Era una malcriada. Me pas el siguiente ao intentando recompensarlo por todo lo que le haba hecho pasar, y haciendo que nuestra casa aqu fuera un verdadero hogar para todos nosotros. Conocer a mis vecinos no formaba parte de ninguno de esos dos cometidos... Dios mo, por qu le he contado ahora todo esto? Vincent se ech a rer, preguntndose exactamente lo mismo. Y pareca tan sorprendida con ella misma. Eso fue lo que le result ms divertido, haberla perturbado tanto que se haba olvidado del protocolo habitual. -Fruto del nerviosismo, me imagino le respondi l atentamente, y an sonriendo. -No estoy nerviosa neg ella, pero mientras lo deca mir hacia abajo, evitando las profundas miradas que l no tena ninguna intencin de abandonar. -Es normal que se encuentre nerviosa. An no nos conocemos mucho, Conocerse mucho implicaba muchas cosas, y aparentemente Larissa se opona a todas ellas. -Ni nos conoceremos nunca replic ella severamente, y luego agreg: Yo s por qu estoy aqu. -Lo sabe? pregunt l con inters.

-Desde luego. Es la nica manera que tiene de asegurarse otra reunin con mi padre cuando regrese, para resolver ese misterioso malentendido suyo, el cual se niega a explicarme. Un intencionado recordatorio de que no estaba siendo muy sincero con ella, cosa que l por su lado ignor deliberadamente, puesto que no tena intencin de revelar sus verdaderos motivos. Despus de todo, la venganza funcionaba mejor cuando caa de sorpresa. Pero s quera saber hasta dnde poda llegar en ese momento su control sobre ella, ya que ahora la muchacha se haba convertido en una pieza fundamental del plan. Haba hecho algunas suposiciones cuando ella haba confesado no saber adonde se mudara su familia. Se la haba imaginado en la miseria y viviendo en las calles. Pero los pendientes que llevaba decan otra cosa. Sin embargo quera que no tuviera otra opcin ms que quedarse donde estaba. Lo ltimo que deseaba era que fuera capaz de levantarse y marcharse de su casa una vez que se diera cuenta de que l hara todo lo posible por meterla en su cama. Eso marcaba la diferencia entre una campaa rpida y directa, y otra larga y tediosa durante la cual tendra que cuidar cada palabra que le dijera. Y el tiempo era esencial, ya que su padre poda regresar en cualquier momento y rescatarla de la ruina. Sin embargo, no sera demasiado difcil asegurarse de que quedara en la miseria, o por lo menos hacerle pensar eso, y con ese propsito le dijo: -Si tiene alguna joya valiosa, puede guardarla en mi caja de caudales mientras se hospeda aqu. Mis sirvientes son de confianza, o al menos la gran mayora de ellos, aunque tenemos un par de criadas nuevas que todava no han demostrado sus cualidades. -De hecho tengo algunas piezas muy bonitas, que eran de mi madre. Las vendera slo como ltimo recurso. Sin embargo, hay unos cuadros que ya debera haber vendido. Ya he puesto demasiadas excusas durante mucho tiempo, pensando que mi padre regresara ms pronto. Me encargar de ello maana. -Tonteras. Ahora no tiene ninguna necesidad de vender sus pertenencias. Puede esperar aqu a su padre. l lo arreglar todo en cuanto llegue, estoy seguro. -Yo tambin estoy segura de eso, pero no me gusta estar sin nada de dinero, y realmente gast lo ltimo que nos quedaba comprando la medicina de Thomas. Tambin necesitar ms...

-Sus muebles estn siendo almacenados mientras hablamos. Y le repito, no hay necesidad de que se deshaga de ellos. Mi mdico personal tambin estar disponible esta semana para examinar a mi plantilla de empleados, algo que intento hacer cada ao en esta poca, de modo que sintase libre de utilizar sus servicios para su hermano mientras est aqu. Pero cmo es posible que no tenga nada de dinero? Acaso George Ascot es tan desconsiderado que... -Por supuesto que no! le interrumpi Larissa llena de indignacin. Pero nuestros acreedores escucharon un ridculo rumor de que no regresara y exigieron que yo liquidara sus cuentas. Y no solamente uno, sino todos ellos se presentaron en nuestra casa. No queran creerme cuando les deca que mi padre pronto regresara. Me vi obligada a reducir los fondos para los gastos de la casa para pagarles. Y luego Thomas cogi ese espantoso resfriado que empeor y empeor hasta que tem... Dej de hablar, abrumada por la emocin. Aunque parezca extrao, Vincent descubri que deseaba abrazarla y consolarla. Por Dios, qu pensamiento ms absurdo para alguien como l. Desech semejante idea. Estaba progresando, estaba hacindola hablar. Iba a fastidiarlo todo con el tonto impulso de resolver sus problemas, cuando desde el principio lo nico que quera era verla en la miseria. -Y luego yo me convert en otro de sus males dijo l. Consigui fingir un suspiro convincente. Larissa asinti con la cabeza, estaba totalmente de acuerdo. Tambin haba vuelto a dejar de mirarlo. No importaba. Haba progresado. Ella se haba abierto, y con facilidad. Pero tambin era cierto que pareca tener una amplia variedad de emociones a flor de piel, y no era nada difcil manipular las emociones si uno saba qu cuerdas tocar. Ahora estaba empezando a conocer las de ella. -Todava no entiendo por qu compr usted nuestra casa, o para el caso cmo la compr, puesto que ya nos la haban vendido a nosotros coment Larissa. -Es simplemente una cuestin de negocios, seorita Ascot. Adquir la escritura directamente de manos del propietario. Es lo que hago, comprar y vender, invertir, suministrar lo que es solicitado en el momento oportuno para obtener enormes beneficios. Ya sea un cierto estilo de arquitectura, una obra de arte, o cualquier otra cosa, cuando

escucho que alguien est buscando algo en particular, hago un esfuerzo para poder suministrrselo, siempre y cuando est dentro de mis posibilidades y preferencias hacerlo. -Est diciendo que ya tiene un comprador para nuestra casa, que sa es la razn por la que la compr a nuestras espaldas? -Mi querida muchacha, su padre tuvo la oportunidad de pagar lo que quedaba de su deuda para completar su propia compra. De haberlo hecho, la escritura hubiera sido suya. -Pero entonces usted no hubiera hecho ningn negocio, no hubiera sacado ningn beneficio. -Es cierto, pero se es un riesgo que corro en lo que hago. O bien obtengo beneficios excesivos, o salgo sin prdidas ni beneficios. De vez en cuando incluso sufro alguna prdida, pero no lo suficiente como para impedir que me haga rico con mis negocios. -Eso implica que usted se ha forjado su propia fortuna-concluy ella. -Ciertamente. -Entonces no hered una gran fortuna con su ttulo?-pregunt Larissa. Era fcil ver que estaba intentando molestarlo, y tal vez descubrir una mentira. Sin embargo, no era muy experta en volver las tornas. El estaba muy entretenido observando sus esfuerzos. Ni siquiera le importaba compartir algunos detalles de su vida con ella. De hecho, supuso que era un candidato excelente para su excesiva compasin, s se tenan en cuenta todos los aspectos de su vida. No era que fuera a revelar nunca todos esos aspectos, pero si utilizaba algunos para aumentar esa compasin no le perjudicara. -Mi ttulo formaba parte de la herencia familiar en Lincolnshire, lugar sobre el que me niego a poner mis pies nunca ms, puesto que no contiene ms que malos recuerdos para m. El resto de la riqueza familiar, mediocre como era, qued para mi hermano menor, ahora fallecido. Lo dijo sin inflexin en la voz, pero sin embargo las lneas del ceo aparecieron inmediatamente en la frente de Larissa. Realmente era demasiado compasiva y sa iba a ser su ruina. Larissa, algo inquieta, dijo: -Lo siento, no era mi intencin entrometerme. -Por supuesto que s- Entrometerse es propio de la naturaleza del ser humano.

-Pero es ms corts abstenerse de hacerlo -insisti ella, decidida a echarse la culpa en ese momento. -Deja de reprenderte, Larissa- No necesitas ese tipo de cortesa aqu. -Todo lo contraro, la cortesa es obligatoria en todas las circunstancias -respondi ella. Vincent sonri. -se es un recordatorio para t misma, o realmente lo crees as? Y antes de que me respondas, ten presente que acabo de desechar las formalidades entre nosotros utilizando tu nombre de pila. Te invito a que hagas lo mismo. Recuerda tambin que la gente se permite sus momentos de descortesa, cuando se los merece, especialmente en sus relaciones ms ntimas El rubor invadi otra vez las mejillas de Larissa- Y su severo tono de voz regres tambin cuando se puso de pie para decir: -Nosotros apenas nos conocemos, y yo no estar aqu el tiempo suficiente como para que eso cambie. De hecho har todo lo que pueda para ser lo menos entrometida posible mientras me hospede en su casa. Ahora si me disculpa, lord Everett, tengo que ir a ver cmo se encuentra m hermano. l se cruz de brazos con una copa de vino en la mano, que hizo girar una vez antes de acabrsela. Ella quera formalidad entre ellos, acababa de recalcarlo. Vincent se pregunt cmo hara para mantener su formalidad, y para el caso su cortesa, cuando su cuerpo desnudo estuviera acurrucado junto a l en la cama. Esperaba que no le resultara demasiado fcil mantenerlas. 4 Thomas ya estaba instalado en una cama y dejaba que Mar le diera la comida con una cuchara. No le gustaba que lo trataran como a un nio. Realmente lo odiaba. Pero durante el perodo ms lgido de fiebre, cuando haba insistido en comer l solo, nunca haba terminado sus comidas simplemente porque se senta demasiado dbil. Cuando Larissa descubri que era mentira que no tena hambre, sino simplemente que estaba demasiado cansado para terminar el plato solo, ya no le dio ms la opcin. Le daran

de comer o le daran de comer, y sas eran las dos nicas opciones que tendra hasta que estuviera completamente recuperado. La habitacin en la que haba sido colocado era mucho ms grande que la que tena en su casa. Al igual que la cama. Se vea demasiado pequeo en ella. Pero tambin es cierto que era bastante pequeo para su edad, ms delgado y ms bajo que otros nios de diez aos. Su padre, quien s era un hombre alto, le haba asegurado que no tardara mucho en alcanzarlos, que l haba pegado el estirn a los doce aos. Era probable que Thomas fuera ms bajo que otros nios de su edad, pero era mucho ms inteligente. Si no fuera porque a veces era tan terco y propenso a las rabietas de vez en cuando, Larissa jurara que haba un hombre completamente adulto dentro de aquel pequeo cuerpo. Sus agudos comentarios eran a menudo demasiado adultos. Pero su ilimitada energa, cuando no estaba enfermo, segua recordando claramente que an era un nio. Esa energa, o la actual falta de ella, contribua a que fuera un paciente realmente difcil. Lleno de quejas. No le gustaba quedarse en la cama, y odiaba la debilidad que lo haba invadido desde que comenzara a tener fiebre. Cuando Larissa se acerc a la cama, Thomas no levant la vista para mirarla, segua haciendo pucheros por lo de la mudanza, como si hubiera existido alguna posibilidad de que ella pudiera impedirla. Dese poder darse el lujo tambin de hacer pucheros, pero todo lo que haba podido hacer era llorar. Sin embargo, intent parecer alegre, cuando le pregunt: -Ests bien despus del fro viaje hasta aqu? -Fro? Me tenas tan enterrado en esas mantas, Lari, cre que me ahogaba. -Bueno, eso est bien con tal de que no hayas empeorado con el fro. Mar intent ocultar una sonrisa, pero no tuvo xito. Thomas las mir con furia a tas dos. Larissa lo reprendi con la mirada. Thomas la llamaba Lari nicamente cuando estaba enfadado con ella, porque esperaba que eso la hiciera enfadar a ella tambin, ya que sonaba como un nombre de hombre. Cuando estaba contento la llamaba Rissa, como lo haca su padre.

-Por qu hemos tenido que venir aqu? Thomas expres su queja abiertamente, una vez ms. -Esta habitacin es como la habitacin de un hotel. -Y cmo sabes t cmo es una habitacin de hotel? -pregunt Larissa. -Fui una vez a una con pap, a una reunin con ese comerciante de vinos francs en su hotel. -Oh, bueno, s, esta casa es mucho ms grande que la nuestra, y es cierto que parece muy... impersonal, por lo que he visto de ella hasta ahora, realmente parece un hotel. Aunque el barn Windsmoor no tiene familia, supongo que sa es la razn. -No tendremos que quedarnos aqu durante mucho tiempo, no es cierto? -No, para nada le asegur ella, y comenz a decir-: En cuanto llegue pap... -Ya hace varias semanas que dices eso. Cundo va a regresar? Era difcil conservar la alegra cuando Thomas estaba preguntando exactamente las mismas cosas que ella se haba estado preguntando a s misma, y para las que no tena respuesta. Se supona que estara fuera solamente dos meses, lo cual le dara una semana, como mucho dos, para llevar a cabo sus negociaciones. Haba prometido estar de regreso en casa a principios de noviembre. Pero haba pasado ya un mes desde esa fecha. Era probable que el mal tiempo provocara cierto retraso, pero cuatro semanas? No, ya no poda seguir negando el hecho de que algo terrible poda haber sucedido durante la travesa. Todo el tiempo haba barcos que se perdan en el mar, sin que nadie supiera realmente qu era lo que haba ocurrido. Incluso haba rumores que decan que an quedaban piratas vagando precisamente por las aguas sobre las que haba tenido que navegar su padre, piratas preparados para abalanzarse sobre un comerciante bien cargado. Haba tenido mucho tiempo para imaginarse lo peor, un naufragio, el barco encallado en una isla desierta, su padre mundose de hambre... Su preocupacin se haba vuelto tan intensa que ahora pareca formar parte de ella. Quera desesperadamente compartirla con alguien, necesitaba un hombro sobre el que llorar, pero tena que arreglrselas sin ninguna de las dos cosas. Tena que ser fuerte por Thomas, tena que seguir asegurndole que todo saldra bien, cuando ella ya no crea que as fuera. Con ese propsito dijo:

-Los mejores planes no siempre se cumplen sin ninguna dificultad, Tommy. Pap esperaba obtener un nuevo mercado en New Providence, pero y si all no hubiera ninguno? Entonces habr tenido que navegar hasta la prxima isla, no es cierto? Y si all tampoco haba nada? -Pero por qu tuvo que irse tan lejos si podra haber encontrado un nuevo mercado cerca de casa? Larissa mir a su hermano con severidad. -Acaso no hemos hablado ya de esto, y varias veces? No me estabas escuchando la ltima vez? -Siempre te escucho -se quej Thomas. Simplemente sucede que lo que dices no siempre tiene sentido. Larissa no lo rega por eso, saba muy bien que estaba a la defensiva porque su enfermedad haca que se olvidara de las cosas. O durante muchas de las ltimas conversaciones que haban tenido estaba medio dormido, o haba tenido mucha fiebre, de modo que no era de extraar que no pudiera recordarlas todas. -Bueno, pues veamos si podemos darle sentido entre los dos a lo que pasa, porque yo tampoco lo entiendo dijo Larissa, esperando que eso lo hiciera sentirse mejor. -Muchas empresas en la misma lnea de negocio disfrutan de una competencia amistosa o no tan amistosa. sa es la naturaleza de los negocios, ests de acuerdo? Esper un momento. Thomas asinti con la cabeza. Ella continu. -Pero cuando hay algo que lo estropea todo... -Puedes ser ms concreta por favor? le pidi l. Larissa lo reprendi con la mirada, pero tambin intent serlo. -Esa nueva compaa naviera que abri el verano pasado, Los Vientos, creo que se llamaba, fue una incorporacin bien acogida en un mercado en pleno crecimiento, hasta que sus dueos demostraron ser muy poco limpios. En lugar de buscar sus propios mercados, se pusieron a robar los que ya estaban en otras manos. -En manos de pap? -No solamente de pap, aunque parecieron escogerlo principalmente a l. Nunca me habl de esto. Seguramente no quera preocuparme. Lo que s, lo o por casualidad cuando sus capitanes o sus empleados venan a la casa. Aparentemente Los Vientos estaba

intentando llevarlo a la quiebra, y casi lo logra. Nunca lo haba visto tan furioso como esas ltimas semanas antes de partir, despus de que todos sus barcos, excepto uno, regresaran a puerto sin los cargamentos previstos, porque los capitanes de Los Vientos haban seguido a los de pap y haban pagado un precio ms alto en cada puerto. -Incluso ese seor francs de los vinos tan simpti...? -S le interrumpi ella, intentando evitar que su hermano hablara tanto, puesto que eso tambin pareca agotarlo. Incluso ignor el contrato que pap tena con l y le vendi la mercanca al capitn de Los Vientos. -Pero de qu sirve un contrato si puede romperse con tanta facilidad? -Por lo que he escuchado, no fueron exactamente rotos, simplemente se dieron algunas excusas poco slidas explicando por qu las mercancas no estaran disponibles. Esa es la naturaleza de los negocios, supongo dijo Larissa encogindose de hombros aunque realmente no lo sintiera as. Y luego agreg-: Es difcil criticar a los comerciantes cuando han tenido la oportunidad de cosechar inmensas e inesperadas ganancias. -A m no me resulta para nada difcil criticarlos -la contradijo Thomas. -Los contratos se hacen por una buena razn, para que el mercado sea fiable. Larissa deba haberse imaginado que no poda hablar a la ligera, teniendo en cuenta que Thomas estaba siendo preparado, incluso a su temprana edad, para asumir el poder de la empresa de su padre algn da. -Sea como sea, esto sucede en toda Europa. Los barcos de Los Vientos aparecieron en todos los puertos en los que se presentaron nuestros barcos. Resulta bastante fcil llegar a la conclusin de que ha sido deliberado, de que estaban siguiendo especialmente a nuestra compaa naviera para obtener nuestros cargamentos. Y sa es la razn por la que pap ha viajado tan lejos de casa. No poda competir con Los Vientos, quien estaba pagando precios inauditos, o de lo contrario no hubiera ganado nada con esos cargamentos. Thomas frunci el ceo. -Creo que esto es lo que no entiendo. Cmo obtiene beneficios esta otra empresa naviera si est pagando precios tan altos por sus cargamentos? -No van a ganar dinero. Aparentemente tienen dinero para perder en esta tctica. Primero se aseguraran el mercado, y ms tarde se preocuparan por bajar los precios a niveles razonables. Es simplemente una estrategia, y funcion. Pap no poda arriesgarse a

enviar sus barcos otra vez a los mismos comerciantes, slo para que ocurriera lo mismo, de modo que en eso gan la compaa naviera Los Vientos; ahora son ellos quienes se han quedado con esos mercados. -Entonces t crees que pap ha podido encontrar nuevos mercados? pregunt Thomas. -Por supuesto respondi Larissa, intentando parecer segura-. Y ha planeado expandirse a las Antillas en un futuro. As que puede que al final sta resulte ser una muy buena jugada. -Aunque lo obligaron a ella antes de que estuviera preparado. Muy a menudo deseaba que Thomas no fuera tan listo y aceptara simplemente cualquier explicacin que se le diera como lo hacan casi todos los nios de su edad, en lugar de cuestionar y sealar todas las imperfecciones de su lgica. -Quieres que te diga lo que pienso? dijo Larissa. -Tengo alguna otra opcin? respondi l. Ella sonri. -No, no la tienes- Pienso que al final todo va a salir muy bien. Dudo de que la compaa naviera Los Vientos sobreviva mucho tiempo ms, y cuando se hundan, pap podr recuperar sus viejos contactos, y con los que haga ahora en este viaje, pues, probablemente tenga que comprar nuevos barcos para poder mantener todos los contactos. -Y yo pienso que t simplemente esperas que Los Vientos se hunda, lo que no es muy probable que suceda, si disponen de tamo dinero, como para conseguir todo lo que han conseguido. -Oh, no estoy hablando de sus finanzas. Estoy hablando de la mala intencin que han propagado, entrando en el negocio de una manera tan poco tica. Piensa que los comerciantes que han tratado con ellos les han vendido a ellos logrando grandes beneficios porque saben perfectamente lo que esta gente estaba tramando, y nadie puede confiar en alguien tan poco limpio. Pero muchos de los productos con los que se trabaja son perecederos, necesitan un determinado tiempo de entrega y capitanes dignos de confianza que lleguen a tiempo. Si la compaa naviera Los Vientos llega tarde en el futuro, la carga podra echarse a perder antes de ser siquiera recogida, y por supuesto entonces nadie la querr. Entiendes lo que intento decir?

-De modo que ests pensando que los antiguos contactos de pap querrn volver a trabajar con l, porque su compaa est bien consolidada y, por supuesto, porque es digno de confianza? -Creo que preferirn eso, s... y mira lo que hemos hecho. Hemos conseguido que Mar se quede dormida con esta charla de negocios, algo muy poco interesante para ella. Pero no me extraa, es hora de que t tambin duermas tu siesta. -Yo no estoy cansado -se quej Thomas. -Pero si se te estn cerrando los ojos. -No es cierto -refunfu l. -S que es cierto. Y adems, necesitas descansar, duermas o no. Cuando no tengas fiebre, entonces podremos negociar el fin de estas siestas. Thomas se rindi. Le encantaba negociar, y sa era la razn por la que ella lo haba mencionado. Larissa se dirigi hacia la puerta. Pero l la detuvo con una ltima pregunta para la que ella realmente no estaba preparada. -Dnde vamos a poner el rbol de Navidad este ao, Rissa? No fue la pregunta, sino el temblor que escuch en su pequea voz cuando la formulaba. Fue su perdicin. Ni siquiera haba pensado en pasar las Navidades sin su padre. No haba pensado con tanta antelacin, no poda hacerlo, porque haba demasiados problemas aguardndola en el camino. -Es demasiado pronto para pensar en el rbol, slo es principios de mes. Pero tendremos uno, Tommy, aunque tengamos que compartirlo con el barn... -Yo no quiero compartir un rbol, quiero poner los adornos que hemos hecho nosotros. Los has trado, verdad? No, no los haba trado. Estaban guardados en el tico y haban ido a parar con los otros muebles dondequiera que los hubiera hecho llevar lord Everett. -Estarn aqu cuando llegue el momento -fue la mejor respuesta que pudo ofrecerle. -As que por favor no te preocupes por eso. T slo ponte mejor, para poder colocar t tambin algunos de los adornos.

Tena que salir de all. Las lgrimas ya estaban cayendo por sus mejillas, y no quera que l las viera. No iban a tener unas Navidades muy normales este ao. Tena miedo, tanto miedo de que tuvieran que pasarlas sin su padre... 5 Larissa no estaba segura de qu pensaba de la habitacin que le haban asignado, teniendo en cuenta que apenas poda ver a travs de sus lgrimas, y nadie haba contestado a ninguna de las puertas que ella haba golpeado entre su habitacin y la de Thomas, de modo que haba tenido que mirar a hurtadillas en cada habitacin. Pero finalmente vio sus bales apilados a los pies de la cama en una de las dos habitaciones que estaban al final del pasillo, y que estaba a una distancia mucho mayor de su hermano de la que le hubiera gustado. Haba pensado que la habitacin de Thomas era inmensa comparada con la de su casa? La que le haban asignado a ella era an ms grande. Tena hasta un vestidor adjunto a la habitacin, con un gran cuarto de bao junto a l, y otra puerta de conexin que daba a otra habitacin ms. Para su sorpresa, descubri que se trataba de la habitacin del barn. La haban colocado en una parte de su dormitorio, en la suite del dueo de la casa. Dios mo, por qu? Seguramente en una casa de ese tamao habra otras habitaciones para invitados, acaso no haba visto por lo menos una docena de habitaciones en ese mismo pasillo? De ninguna manera aceptara aquello, tena que ser un error, y tendra que hablar con el ama de llaves en cuanto consiguiera dejar de llorar. Para lograrlo, se sent en el borde de la cama y cedi ante todas las emociones que se agolpaban en su interior. Aunque parezca mentira, algunas de esas emociones eran nuevas y se apoderaron de ella. Haba dejado que Thomas la distrajera, a propsito, porque saba que l poda hacerlo. Esa era la razn por la que sali corriendo de la habitacin del muchacho. Pero ahora estaba sola, sus pensamientos slo eran perturbados una vez ms por ese extrao almuerzo que haba compartido con el barn. No saba qu opinar de l, era consciente de que nunca antes se haba sentido tan aturdida. No era simplemente que su belleza la hubiera dejado sin aliento por un instante, al

verlo con toda claridad por primera vez en el vestbulo tan bien iluminado. Al menos no era slo eso. Alto y de hombros anchos, Vincent Everett tena uno de esos cuerpos de tipo atltico que parecan embutidos dentro de los trajes de moda si el hombre no tena un sastre meticuloso. Sin embargo, el sastre del barn era evidentemente uno de los meticulosos, puesto que en cambio haba logrado destacar una figura gallarda, a pesar de sus extremidades sumamente musculosas. Tan meticuloso deba ser su sastre, que la nieve y su gabn se lo haban ocultado la noche anterior. Cabellos negros, no slo negros, sino del ms oscuro de los azabaches, mejillas angulosas, una barbilla fuerte y decidida, una nariz estrecha, rasgos que se combinaban tan perfectamente juntos, que asombraba lo apuesto que era. Aun as, sa era slo una pequea parte de lo que tanto la haba desconcertado. Lo que ms la haba inquietado eran esos ojos dorados que parecan hablarle. Desafortunadamente, todo lo que decan era atrevido. Realmente la haba inquietado ms all de todo sentido comn y sin embargo sus ojos parecan estar expresando cosas que no eran las adecuadas. Sin duda era simplemente un truco de la luz. Desde luego no haba sido intencionado- Probablemente l ni siquiera fuera consciente del efecto que causaba su mirada. Y fueran sus intensificadas emociones lo que le hicieran imaginar ms de lo que realmente haba. Lo que para l haba sido simplemente una sencilla transaccin de negocios, era una calamidad para ella por haber perdido su hogar. No poda evitar la antipata que senta por Vincent a causa de eso. Pero ese poderoso sentimiento era probablemente la razn por la que todo lo dems que l le hacia sentir fuera mucho ms exagerado. Mientras estaban comiendo, le haba costado mucho tragar cada bocado. Tena el estmago tan revuelto, que tema devolver la poca comida que haba tragado. Y l no haba parado de mirarla fijamente. Algo de lo ms grosero, de lo ms crispante. Sin embargo, puesto que lo haba hecho durante casi todo el tiempo que permanecieron juntos, tuvo que llegar a la conclusin de que no era deliberado, de que no lo haca con la intencin de perturbarla, probablemente fuera slo una costumbre normal, aunque grosera. Quizs hasta fuera una tctica que empleaba en sus negocios y que utilizaba inconscientemente en todos los aspectos de su vida.

Haba visto a un comerciante intentando utilizar esa tctica con su padre una vez, mirndolo fijamente y haciendo un esfuerzo para provocar el temor de que el precio que estaban negociando pudiera ser elevado antes de que se llegara a un compromiso verbal. Con su padre no haba funcionado, pero fue muy divertido observar aquella escena. Se necesitaron varios golpes en la puerta antes de que el sonido se abriera paso a travs de los agitados pensamientos de Larissa y ella se pusiera de pie para abrir la puerta. Vincent Everett estaba all. Haba estado deseando poder evitar ms encuentros con l mientras estuviera en su casa, y sin embargo all estaba. Y tan cerca que poda oler su perfume de almizcle, poda sentir el calor que irradiaba, o era el calor de su propia vergenza? Pens en dar un paso hacia atrs, hubiera corrido hasta el otro extremo de la habitacin si eso no le hubiera indicado a l tan claramente lo mucho que la perturbaba. Sin embargo, el pequeo espacio que gan no cambi nada, porque Vincent estaba hacindolo otra vez, la estaba mirando fijamente. Y haba tanto calor en esos ojos de mbar! Larissa senta que Vincent la desnudaba completamente con su mirada. Y la vergenza era la misma que hubiera sentido de haber estado realmente all de pie desnuda frente a l. -Tus joyas. Ella se pregunt por un instante si acababa de decirlo, o si se lo estaba imaginando. No le hubiera sorprendido para nada. -Disculpe? -Tem que pudieras olvidarte. Y aquella mirada le demostr que tena razn, tena la cabeza entre las nubes. -Pero no quiero ser indirectamente responsable de causarte ms angustia, que sera lo que sucedera si tus joyas desaparecieran. Eso le refresc la memoria. -Oh, s, las nuevas criadas que todava no han demostrado sus cualidades. Aguarde un momento. Se acerc rpidamente a sus tres grandes bales, que haban sido apilados hbilmente formando una pirmide a los pies de la cama. Hurg en el que estaba arriba de todo pero no logr encontrar su caja de joyas, desafortunadamente, se era el ms pesado de sus bales, pues era donde guardaba sus libros personales. Eso no hubiera sido un problema de haber

tenido tiempo para vaciarlo primero. Pero con el barn esperando en la puerta, era necesario quitarlo de en medio para poder revisar los otros dos bales que haba debajo de se. Larissa saba muy bien que no poda levantarlo ella sola, pero s poda arrastrarlo muy lentamente con un poco de esfuerzo hasta que cayera, y comenz a hacerlo. Pero de repente los brazos del barn estaban a ambos lados de su cuerpo, cogiendo las asas en los extremos del bal para moverlo. Debi haber dicho que lo hara. Debi haber dejado que ella se apartara primero. El corazn de Larissa le golpeaba el pecho. Estaba atrapada entre l y los bales, poda sentir el pecho del barn contra su espalda, el aliento de l contra su cuello. Iba a desmayarse, lo saba, lo saba, iba a caer redonda en el acto. -Lo siento dijo l despus de un momento que a Larissa se le hizo insoportablemente largo, y movi un brazo para permitir que ella saliera de su trampa. Una vez ms su instinto fue salir disparada hacia el otro extremo de la habitacin, lejos, muy lejos de l. Quera hacerlo desesperadamente, pero se negaba a demostrarle que le tena miedo, y sa sera seguramente la conclusin a la que l llegara. Despus de todo, era el enemigo. Y ella no tena miedo, en realidad no. Lo que senta era mucho ms inquietante que miedo. Vincent dej de lado el pesado bal, probablemente lo podra haber hecho con una sola mano, pues pareca hacerlo todo sin ningn esfuerzo. No regres a la puerta de la habitacin, que hubiera sido lo correcto. Despus de todo, estaban solos, completamente solos, nada menos que en una maldita habitacin, cosa que era mucho ms que impropia y entraba en el campo de lo comprometedor. De modo que meti la mano en el siguiente bal en cuanto estuvo despejado, como para que l se fuera de all lo antes posible, y gracias a Dios esta vez s la sac con una estrecha caja de madera. -Slo tengo estas piezas que eran de mi madre, y a su vez de su madre -dijo mientras le daba la caja con un movimiento brusco-. Son valiosas, pero el valor es ms que nada sentimental para m... Ahog un grito en lugar de terminar la frase. El haba posado una mano sobre la de ella en la caja para cogerla, probablemente porque no le haba quitado los ojos de encima lo suficiente como para lanzar una mirada hacia abajo y ver lo que estaba cogiendo. El

corazn de Larissa dio un vuelco, y Vincent la miraba fijamente a los ojos mientras la clida palma de su mano se deslizaba por el dorso de la suya, lentamente, demasiado lentamente, antes de que por fin cogiera la caja. Haba quedado otra vez anulada por completo, la sangre corra por sus venas a tanta velocidad que esta vez realmente pens que se desmayara. Ese contacto que acababan de establecer, que haba destrozado completamente la poca calma que le quedaba, no significaba absolutamente nada para l. Ech un vistazo mientras abra la caja y vio all dentro la extensa hebra de perlas y el broche de rub con forma de mariposa. -Entiendo dijo Vincent sin expresin en la voz antes de volver a mirarla con unos ojos dorados que parecan an ms ardientes, aunque era probable que una vez ms fuera simplemente la luz la que les diera ese aspecto. -Y stos? Antes de que ella se diera cuenta de a qu se refera, o qu iba a hacer, Vincent golpe con el dedo uno de los pendientes que ella llevaba. Sus otros dedos le rozaron el cuello mientras lo haca, seguramente un accidente, pero ella sinti un escalofro que le baj hasta los dedos de los pies. Sus rodillas comenzaron a doblarse, y estuvo a punto de caerse. Se olvid de cmo respirar. En un esfuerzo desesperado por recuperar el control de su juicio, cerr los ojos y escuch un gemido. De l? Seguramente no. Se concentr en lo que haca, o en lo que crea que haca. Tard un buen raro en sacarlo a la luz. El golpe violento de la tapa de la caja al cerrarse la ayud, pues la asust lo suficiente como para hacer que volviera tambin a abrir los ojos. -Los pendientes siempre estn conmigo, puestos o bien descansando junto a mi cama cuando duermo. -No voy a arriesgarme contigo. Dmelos. Era una orden severa, o pareca serlo, puesto que su voz haba salido bastante spera y estridente. Se refera a tos pendientes? No estaba segura. Otra vez no poda pensar con claridad. Pero por si acaso, se los quit de un tirn y estir la mano bruscamente para alcanzrselos, luego con nerviosismo los dej caer antes de que la mano de l estuviera lo suficiente cerca, demasiado temerosa de poder acabar tocndolo otra vez. Sin embargo, lo

hizo demasiado pronto, y l no fue lo bastante rpido como para cogerlos antes de que cayeran al suelo. Avergonzada de que sus nervios fueran tan evidentes, se apoy precipitadamente sobre una rodilla para recoger los pendientes, sin considerar que lo ms probable es que l hiciera lo mismo. Se golpearon las cabezas al bajar. Ella perdi el equilibrio y termin sentada en el suelo. Antes de que pudiera recuperarse, l ya la estaba ayudando. sa realmente fue su perdicin. Se qued boquiabierta por el vuelco que dio su corazn. En lugar de ofrecerle su mano, que ella por supuesto no hubiera aceptado -y l deba saberlo- la levant, cogindola por las axilas, como quien coge a un nio muy pequeo. Debera haber sido imposible, al menos desde el suelo. Pero Vincent utiliz su propio pecho como fuerza de apalanque. Y en esos breves segundos Larissa sinti tas palmas de las manos de l cerca de tos lados de sus senos, sinti esos senos presionados firmemente contra el pecho de l antes de que la soltara. Fueron unos pocos segundos y sin embargo la impresin le durara una eternidad. Todava no haban recogido las perlas. El lo hizo entonces, y tambin recuper la caja de joyas que haba dejado antes a un lado para ayudarla. Guard los pendientes en su mano en lugar de meterlos en la caja. Por una vez, pareca estar tan perturbado como ella, pero era slo una breve demostracin, que desapareci tan rpidamente que Larissa pens que se lo haba imaginado. Entonces Vincent se dirigi hacia la puerta, ya haba cumplido con su cometido y deseaba irse de all. Larissa no lo hubiera detenido. Era crucial que se fuera antes de que acabara de desmoronarse. Pero su mente sencillamente no estaba funcionando de una manera lgica, y mirando an sus bales, se acord... -Oh! Iba a buscar a su ama de llaves..., creo que me han puesto en la habitacin equivocada. Debera estar ms cerca de mi hermano... Estaba a punto de decir algo ms, pero l la interrumpi. -Te han puesto en la habitacin correcta. Normalmente tengo invitados para las fiestas, y estos invitados en particular no pueden pensar que se les est dando un trato especial, entiendes?, puesto que son mis socios en los negocios. Y en lugar de mudarte, si todava ests aqu para entonces, era mucho ms fcil ponerte aqu directamente. Hay algn problema con la habitacin?

-Bueno, no, pero... -Bien, entonces olvdalo. Sali por la puerta antes de que ella pudiera seguir argumentando. En el mismo momento en que se cerr la puerta, se desplom sobre la cama. Estaba temblando. Tena los nervios tan alterados que senta ganas de gritar. Su corazn segua latiendo irregularmente. Dios mo, qu le haba hecho ese hombre

6 Vincent se encerr en su estudio, en donde estaba seguro no sera molestado. Sus empleados estaban bien preparados, saban que no deban irle con imprevistos cuando su puerta estaba cerrada, slo su secretario era la nica excepcin. Su habitacin le hubiera garantizado que no lo interrumpieran, pero estaba demasiado cerca de ella. Nunca antes se haba emborrachado por la tarde. Quizs hoy hara una excepcin. Y no porque el brandy que se haba servido estuviera ayudando. Haba esperado que lo calmara, o al menos que hiciera que su mente se alejara de Larissa Ascot durante el tiempo suficiente como para que su cuerpo se tranquilizase. Pero no estaba ayudando en ninguna de las dos cosas. Igual que no deba haber ido hasta su puerta la noche anterior, tampoco deba haberla buscado en su habitacin ese da. Las joyas haban sido slo excusa. Sencillamente haba querido gozar de su presencia otra vez, se haba sentido tan estimulado por Larissa durante el almuerzo que se negaba a mantenerse alejado de ella mientras la tuviera cerca. Pero eso haba sido un error. Verla cerca de una cama haba trado a su mente el tema de la seduccin. Despus de todo, era el escenario perfecto para comenzarla. Y pens que podra controlarlo, incluso estaba progresando, hasta que l mismo se vio atrapado en ella. Era la primera vez que senta ese tipo de deseo, tan completamente fuera de su control. An le asombraba la fuerza de esos deseos, y el abrumador impulso que haba sentido de arrojarla sobre la cama y embelesarla en completo e incontrolable desenfreno. No era que supiera mucho de embelesamientos, ni de hacer las cosas sin control, pero saba que era demasiado pronto para hacer cualquier cosa de ese tipo con ella.

Larissa se haba excitado, s -Dios mo, con qu facilidad-, y probablemente hubiera ofrecido tan slo una simblica protesta antes de ceder a esa excitacin. Pero eso no era lo que l quera. La quera completamente entregada, la quera rogndole todo lo que l planeaba darle. Ella misma iba a ser responsable de su ruina, l tan slo la ayudara. Su maldita conciencia, que pareca estar apareciendo inoportunamente en ese momento de su vida, no iba a remorderle cuando acabara con Larissa. Ahora por fin haba descartado cualquier otra opcin para ella, dejndola sin otra eleccin que la de aceptar su hospitalidad. Ya haba hecho los arreglos necesarios para que sus muebles fueran robados, y sa era la historia que le contara si volva a mencionar la necesidad de venderlos. Puesto que haba llevado todas las cosas de valor a un local diferente, si era necesario incluso poda llevarla hasta el almacn en el que haban sido guardadas, para demostrarle que lo que quedaba no vala la pena ser robado, de modo que tampoco vala la pena venderlo. Y sus joyas seran inaccesibles para ella, la llave de su caja de caudales desafortunadamente se extraviara de momento. Sin embargo, todava no las haba guardado, y ahora tena uno de los pendientes en su mano y lo frotaba inconscientemente a lo largo de su mejilla. Los haba visto balancearse en su nerviosismo y golpear suavemente contra su cuello. An estaban clidos cuando los recogi del suelo, el calor de ella albergado en ellos, y l haba atrapado ese calor en su puo mientras caminaba hasta la puerta, y no estaba dispuesto a dejarlo ir, cuando acababa de obligarse a s mismo para dejarla sola. Esta seduccin era un plan tan sencillo. Por qu demonios pareca de repente tan complicado? Pero Vincent saba muy bien por qu. No haba contado con el efecto que ella ejerca sobre l, no haba planeado quedarse encantado con sus rubores, hechizado por su belleza, fascinado con sus innumerables emociones, ni excitado por un roce inocente y envuelto en llamas por el deseo de ella. Quien haba sido seducido haba sido l, y completamente. Y no estaba seguro de si poda someterse a eso otra vez, sin llevarlo a un desenlace natural. Tena que distanciarse, con prudencia, al menos hasta que pudiera controlar estas reacciones inesperadas suyas. Evitarla completamente durante uno o dos das. Pero no quedaba tiempo para eso. Entonces, no ms roces. Los roces haban sido provocados por l.

Seguramente podra llevar a cabo este plan de seduccin sin contacto fsico. En cambio se concentrara en la compasin que ella senta por l. Incluso poda cortejarla ms clsicamente. Seducir primero su mente, luego su cuerpo. Satisfecho con el nuevo plan, Vincent se termin el brandy y no volvi a llenar su copa. Estaba contento con el plan que haba urdido cuando alguien llam a su puerta. Puesto que nicamente poda ser su secretario, no le sorprendi ver entrar a Horace Dudley. Sin embargo, Vincent haba olvidado que deba estar buscando un nuevo secretario. Un pensamiento de veras irritante. Horace llevaba en la mano la carta de renuncia prometida, estaba exactamente igual de rgido de lo que lo haba estado la noche anterior mientras bajaba esa calle nevada con paso firme. Vincent no le dio ni siquiera la posibilidad de entregarla. -Guarde eso, seor Dudley. Ya he rectificado lo que usted encontr tan censurable, como para abandonar su puesto de trabajo aqu. -Rectificado? Ha permitido que los Ascot se quedaran con su casa? Vincent frunci el ceo ante tan absurda conclusin. -Despus de todo el esfuerzo y todos los favores que he hecho para adquirirla? No. Pero la dama se quedar aqu hasta que su padre regrese, de modo que no estar tirada en ninguna esquina, envuelta en una manta, medio enterrada en la nieve. Horace se aclar la garganta. -No me haba imaginado una situacin tan extrema, seor, pero aparentemente usted s. Vincent frunci el ceo. -Para nada, y adems no viene al caso dijo con soltura y eficacia. Sin embargo, estar de acuerdo con que ya no tiene ninguna razn para buscar un nuevo trabajo, no es cierto? Despus de la severa reprimenda que haba recibido la noche anterior de parte de su esposa por sus elevados principios, que no le traeran el pan a su mesa, Horace estuvo feliz de poder decir: -Desde luego, y gracias, seor. -Entonces a trabajar. Ahora puede concentrarse en esas dos inversiones de las que hablamos la semana pasada. Ah, y llame a mi mdico y dgale que venga.

-Se siente mal, seor? -No, pero hgales saber a todos los empleados que vendr aqu para ocuparse de cualquier enfermedad o malestar que puedan tener. -Debera saber que no se presentarn, seor. Los mdicos son demasiado caros para... -Yo me encargar de los costes. Horace parpade. -Eso es muy... generoso de su parte. Est seguro de que no se siente mal? El ceo fruncido se intensific definitivamente. -No estoy tonto, hombre, y siempre tengo motivos. Simplemente asegrese de que si la seorita Ascot le pregunta algo al mdico, ste le diga que revisa a la plantilla de empleados de esta casa cada ao en esta poca. Y haga que se ocupe de su hermano mientras est aqu. Aparentemente hace bastante tiempo que el nio est enfermo. -Ah ahora entiendo. No quiere que ella se sienta en deuda con usted. Vincent casi se ri ante semejante idea. Estara bien que Larissa se sintiera en deuda con l, pero tendra que buscar otra cosa para inspirar ese sentimiento en ella. Ahora su nica preocupacin era evitar que Larissa intentara pagarle al mdico. Sin embargo, Horace no necesitaba saber eso, de modo que Vincent simplemente asinti con la cabeza, dejando que pensara lo que quisiera. 7 Vincent consigui distraerse durante el resto de la tarde. Se acercaba la hora de la cena y tena tantas expectativas de ver a su hermosa invitada otra vez que saba muy bien que no se atreva. Todava no poda enfrentarse a ella. No cuando la sola idea de ver a Larissa entrando en el saln haca que su sangre corriera por sus venas a toda velocidad. Esto no funcionara. Exista la posibilidad de que ella no bajara a compartir la cena con l. Pero por si acaso ella creyera que la cortesa habitual as lo exiga, l abandon la casa. Haba una sola cura para su actual dilema, y haba varias residencias en las que poda encontrarla. Se decidi por la de lady Catherine. Una viuda de hacia varios aos en cuya casa siempre era bien recibido. Y puesto que le gustaba la soledad, raras veces la encontraba con

invitados cuando iba, que era lo que suceda con las otras mujeres con las que se vea. No tena una amante, nunca haba sentido necesidad de tener una puesto que reciba tantas invitaciones de parte de las mujeres que conoca que ni siquiera poda atenderlas todas. Las pocas que visitaba regularmente eran las menos complicadas, las que disfrutaban de la independencia que les daba la viudez, y no queran de l ms de lo que l estaba dispuesto a darles, o al menos se esforzaban por dar esa impresin. Catherine era una bella mujer unos aos mayor que Vincent. Estaba en deuda con l. Vincent haba hecho todo lo necesario para que ella pudiera adquirir la casa de sus sueos, la casa de la que se haba enamorado de nia y que haba deseado desde entonces. A pesar de haberse convertido en una viuda rica, haba sido incapaz de convencer al propietario de que se la vendiera. As la haba conocido Vincent, al enterarse de lo que ella buscaba. No le haba mentido a Larissa cuando le haba dicho cmo haba forjado su fortuna. Catherine le haba pagado unos desmesurados honorarios por descubrir lo que se necesitaba para hacer que el propietario de la casa la vendiera, en ese caso en particular, un establo con caballos de carreras en Kent, que el hombre nunca haba pensado en adquirir, a pesar de que era un vido jinete, y una invitacin para visitar a la reina, ambas cosas fcilmente asequibles. Catherine estaba en deuda con Vincent, o al menos eso crea. Realmente amaba su casa. Vincent se preguntaba a menudo si sa era la razn por la que siempre haba grandes cantidades de comida cuando l apareca inesperadamente, a pesar de que de lo contrario Catherine hubiera comido sola. Disfrut como siempre de la suntuosa cena, pues ella tena un cocinero excepcional. Incluso disfrutaba de su compaa, su magnfico ingenio lograba divertirlo de vez en cuando, y eso era mucho teniendo en cuenta que era un hombre que no sola divertirse demasiado. Ella esperaba que se quedara a pasar la noche all. Y eso era lo que l haba planeado hacer. Era la razn por la que estaba all. Pero por mucho que durante el da el deseo lo hubiera asfixiado, en aquel momento no senta absolutamente ninguno. No era culpa de Catherine. Ella estaba tan encantadora y complaciente como siempre. Era a causa de Larissa. Se negaba a alejarla de sus pensamientos, incluso durante las horas que pasaba con otra mujer.

Se fue inmediatamente despus de la cena, Catherine estaba decepcionada y le costaba mucho ocultarlo, aunque lo intent. l nunca haba hecho eso antes. Pero s se hubiera quedado, probablemente los hubiera puesto a ambos en un aprieto. Sin embargo, regres a casa con miedo, sabiendo que iba a tener problemas con la proximidad de Larissa esa noche. Qu locura, ponerla justamente en esa habitacin, sin cerradura en la puerta que conectaba con su alcoba. No se esperaban invitados para las fiestas. Haba querido tenerla a su alcance. Haba estado pensando, tontamente, en despus de la seduccin, cuando esperaba seguir compartiendo su cama con ella, al menos hasta que regresara su padre, y por eso haba hecho lo necesario para tener un fcil acceso a ella. No haba contado con sentirse tentado ms all de lo razonable antes de tenerla. Y no se haba equivocado. No poda dormir. Tampoco se haba equivocado cuando pens que no podra resistir la tentacin de entrar en su habitacin esa noche. Tena una excusa preparada, por si ella se despertaba. Pero no se despert. Dorma muy profundamente. l ni siquiera intent ser silencioso, pues quera que se despertara. Pero ella no lo hizo. Lo estaba volviendo loco. De alguna manera, y nunca sabra de dnde haba sacado ese deseo, se las haba arreglado para salir de all sin despertarla. Incluso consigui dormirse, probablemente porque ya casi estaba amaneciendo. De hecho haba pasado casi toda la noche en la habitacin de ella en un estado de intensa expectacin que finalmente lo haba agotado hasta dejarlo exhausto. Y so que Larissa apareca a los pies de su cama, y lo miraba mientras dorma, tal como l haba hecho con ella... No era un sueo. Larissa tambin haba sido incapaz de dormir, aunque en su caso, no saba qu era lo que la estaba perturbando tanto que lo nico que poda hacer era dar vueltas en la cama y golpear su almohada cada diez minutos, pensando que el sueo la estaba evitando. Haba escuchado a Vincent atravesar el pasillo, y haba sabido que era l, porque sus puertas eran las nicas al final del pasillo. Despus de eso haba escuchado algunos sonidos imprecisos, nada discernible, hasta que la puerta interior de su habitacin se abri y ella se qued tan inmvil, que casi se olvida de respirar. Era l, y todos esos sentimientos que haba provocado en ella esa tarde regresaron con slo saber que l estaba all. No poda imaginar qu era lo que quera, y no iba a preguntrselo.

Cuando se dio cuenta de que no iba a despertarla para decrselo, no hubo nada que la hiciera abrir los ojos. Fingi dormir. No quera saberlo, realmente no quera. Su corazn palpitaba con tanta fuerza que estaba segura que Vincent tena que escucharlo, y sin embargo no la despertaba. Hizo el suficiente ruido como para que ella se hubiera despertado fcilmente, si no hubiera estado fingiendo que dorma. Luego todo se qued en silencio, tanto, que ya no poda estar segura de si l segua all. Y sin embargo no poda relajarse, y tampoco quera abrir los ojos para descubrirlo. Una sabia eleccin, porque cuando al fin Vincent se fue varias horas despus, ella lo escuch claramente, y tambin escuch su suspiro. Se relaj al escuchar el golpe de la puerta al cerrarse. No era consciente de que haba estado tan tensa todo el tiempo, y estaba segura de que por la maana tendra agujetas. Pero en lugar de darse la vuelta y ponerse finalmente a dormir, se sorprendi a s misma siguiendo los pasos del barn. No inmediatamente. No quera enfrentarse a l despus de tan angustiosa experiencia. Pero sin embargo atraves el vestidor lentamente y entr en el cuarto de bao, luego se qued de pie frente a la puerta que conectaba las dos habitaciones, con la oreja apoyada contra ella. Pasaron diez minutos, veinte. Comenzaba a dolerle la oreja. La habitacin estaba fra, demasiado alejada de la chimenea que haba en la otra habitacin como para disfrutar de algo de su calor, el brasero porttil que estaba en el rincn no estaba encendido. Numerosos escalofros le recorran su espina dorsal. Y entonces hizo lo que seguramente era la cosa ms estpida que jams haba hecho antes o hara en un futuro. Abri la puerta. Se dijo a s misma que solamente quera asegurarse de que l se hubiera metido en la cama, de que no regresara. Pero sin embargo cuando lo vio acostado all en su enorme cama, se sinti atrada hacia l y se acerc a pesar de que su sentido comn le adverta que no lo hiciera. Estaba fascinada. La luz proveniente del fuego que l haba avivado era suficiente para verlo con claridad. Su habitacin s estaba clida, y sa fue la razn por la que no se fue de all inmediatamente. Al menos sa fue la excusa que se dio a s misma por quedarse a los pies de su cama, mirndolo fijamente. El hecho de que su pecho estuviera desnudo, incluso sin ninguna manta, no tena nada que ver. Era un pecho tan amplio. Ligeramente salpicado con vello, aunque como el vello era tan negro como el de su

cabellera, pareca una mata mucho ms espesa. Realmente tena el cuerpo de un hombre que practicaba bastante a menudo actividades fsicas. Las partes superiores de sus brazos eran tan gruesas como pequeas ramas de rboles; incluso su cuello era muy ancho. Su mandbula estaba salpicada por una oscura barba incipiente. Seguramente tena que afeitarse ms de una vez al da. El vello facial de su padre tambin era as, creca tan deprisa que, como muchos hombres, prefera llevar una barba limpia y arreglada. Se preguntaba por qu el barn no, se preguntaba tantas cosas acerca de l. Se senta solo sin familia? Con quin hablaba cuando necesitaba un amigo? Tena a alguna dama en mente para comenzar a formar una familia? Alguien a quien ya estuviera cortejando? Querra tener una familia algn da? Seguramente que s. Tena un ttulo que legar. Acaso los caballeros con ttulo no se tomaban muy en serio ese tipo de cosas? No es que tuviera intencin de hacerle esas preguntas. Ni que en realidad te importara, simplemente senta un poco de curiosidad. Al fin y al cabo, era natural preguntarse cosas acerca del hombre que la haba desahuciado de su casa, y luego le haba ofrecido alojamiento temporal en su propia casa y le haba provocado tantos sentimientos nuevos. Vincent se movi. A Larissa le pareci incluso que sus ojos podan haberse abierto, aunque era difcil asegurarlo. Pero de repente su corazn estaba otra vez palpitando en su pecho con todas sus fuerzas. Se escondi detrs de la cama y se qued all agachada durante un tiempo que le pareci una eternidad. Aun as, sali de la habitacin casi andando a gatas, para que l no pudiera verla si abra los ojos. Tena las mejillas encendidas. Haba recuperado el juicio. Saba que haba hecho una cosa totalmente estpida, y no iba a arriesgarse ms. 8 Fue un ruido sordo, que atraves las dos puertas cerradas y despert a Larissa. Sin embargo, no descubri qu haba sido ese ruido, hasta que entr en el cuarto de bao a tientas, con la mirada nublada, y encontr a uno de los lacayos de la casa arrodillado en el suelo frente a la puerta que daba a la habitacin del barn. La presencia del hombre la asust tanto que se despert de golpe. Ahora con los ojos bien abiertos, simplemente consigui soltar un chillido de sorpresa.

Con una mirada exhaustiva descubri las herramientas con las que haba estado instalando cerraduras en las puertas. Fue el pomo de la puerta en la que estaba trabajando que, al caerse accidentalmente sobre el suelo de mrmol, haba producido el ruido que la despert. El hombre se disculp por ello mientras explicaba lleno de vergenza que se supona que tena que terminar con su trabajo antes de que ella se despertara, para no molestarla. Entrar y ver a un hombre en su cuarto de bao era desde luego perturbador, aunque no tanto como s el hombre hubiera sido el barn. El ama de llaves tambin estaba all, supervisando, aunque al otro lado de la puerta, en la habitacin del barn. Hizo notar su presencia sacando a rastras de all al lacayo. Su comentario de despedida aclar cualquier confusin que pudiera quedar, o al menos sa era su intencin. -Terminar, seorita, cuando usted baje a almorzar. El barn no era consciente de que estas puertas no tenan cerradura. Yo tampoco lo pens. Por supuesto, no habra ningn problema si quien estuviera instalada fuera su esposa, pero con una invitada, bueno, usted comprende... Larissa comprenda perfectamente, la necesidad de una cerradura en cada una de las dos puertas del cuarto de bao. Lo que no comprenda era por qu estaban siendo instaladas ahora, despus de los hechos, por decirlo de alguna manera. Y evidentemente a peticin del barn. Para empezar, la falta de cerraduras era muy probablemente la razn por la que ella haba sido incapaz de dormirse la noche anterior. Ahora se daba cuenta. Haba intentado cerrar las puertas tan pronto como se haba retirado a su habitacin. El no haber podido hacerlo seguramente haba acrecentado su malestar por encontrarse en una casa extraa, y result ser que tena razones para sentirse de ese modo. Pero ahora que el barn haba hecho instalar las cerraduras, tena que preguntarse qu haba pasado realmente la noche anterior. Haba asumido que era l quien haba entrado en la habitacin, pero no haba abierto los ojos ni una sola vez para asegurarse. Y entonces se le ocurri quin ms poda haber sido. Una de esas criadas nuevas que no haban demostrado an sus cualidades. El barn haba estado lo suficientemente preocupado como para hacer que ella guardara sus joyas

bajo llave. Era muy probable que una de las sirvientas hubiera intentado robarle la noche anterior, pero no haba tenido tiempo de irse antes de que Larissa regresara a la habitacin para meterse en la cama. La criada ladrona poda haberse ocultado en el vestidor hasta que ella se quedara dormida, y luego poda haber intentado salir a escondidas. El miedo podra haber paralizado a la ladrona o quiz se haba dado cuenta de que Larissa no estaba dormida. Despus de todo, ella no se haba movido ni una sola vez en su simulacin. La criada pudo haber esperado angustiosamente aterrorizada que Larissa hiciera algn sonido en su sueo para asegurarse de que no estaba despierta, pero sin embargo nunca lo hizo. Y abrir la puerta exterior que daba al pasillo hubiera hecho que entrara un poco de luz en la habitacin. De haber estado despierta, seguramente hubiera empezado a gritar, o al menos eso es lo que podra haber pensado la ladrona. Era una explicacin perfectamente lgica, mucho ms realista, en realidad, que la idea de que el barn hubiera estado all de pie junto a su cama, mirndola dormir como ella haba pensado. Y la ladrona finalmente se dio por vencida con ese suspiro que ella haba escuchado y haba regresado al vestidor para esconderse all el resto de la noche, porque Larissa no se haba movido lo suficiente como para hacerle pensar que poda escapar sin que ella lo notara. Pero sin embargo, haba facilitado la fuga de la ladrona al entrar, poco despus de eso, en el cuarto de bao para escuchar detrs de la puerta del barn. En ese momento, la criada pudo haberse metido rpidamente en la habitacin con facilidad. Larissa no la hubiera escuchado. Estaba atenta a los sonidos que venan del otro lado de la puerta, no de detrs de ella. Dios mo, seguramente el barn la haba visto en su habitacin la noche anterior, y sa era la razn por la que esa maana se estaban instalando cerraduras en las puertas. l en cambio haba estado todo el rato en su habitacin. Ella haba sido la que se haba inmiscuido, sin razn alguna, al menos desde la perspectiva del barn. Larissa gimi y enterr el rostro en sus manos. Nunca saldra de esa habitacin. No, no poda quedarse all, no era en realidad su habitacin. Pero nunca ms iba a enfrentarse al barn. No poda hacerlo. Nunca le haba sucedido nada tan vergonzoso. Se ira de la casa del barn. Tena que hacerlo. l ya era bastante bueno como para no pedirle que lo hiciera, en lugar de eso haba ordenado poner cerraduras en las puertas.

Pero sencillamente ella no poda quedarse all ahora y arriesgarse a verlo otra vez. Lo que deba estar pensando el barn era terriblemente humillante para ella. Y luego volvi a gemir. Para irse, tena que verlo. l tena sus joyas en su caja de caudales. Tambin tena la direccin a la que haban llevado el resto de sus bienes. No poda conseguir ninguna de las dos cosas sin hablar con l. Y si tena que hablar con l, iba a tener que explicarle lo que haba ocurrido la noche anterior. Alguna vez haba temido tanto hacer algo? Crea que no. Pero para empezar el hecho de andarse con evasivas la haba metido en este lo. Si hubiera vendido