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Barbier, J-M et Galatanu, O. : De quelques liens entre action, affects et transformation de soi, dans : Barbier, J-M et Galatanu, O. (éds) : Action, affects et transformation de soi. Paris : P.U.F., 1998, pp. 45-70 J.M. Barbier y O.Galatanu.(*) Algunos lazos entre acción, afectos y transformación de sí 1 - LAS INTUICIONES DEL LENGUAJE NATURAL Un simple análisis de numerosas expresiones de los lenguajes naturales que refieren a acontecimientos, a interacciones y a situaciones de la vida cotidiana muestra claramente que a menudo de hecho se realiza una conceptualización por medio de lazos “inmediatos” entre acciones, afectos y cogniciones. Pensemos por ejemplo en expresiones como “sentir una solución”, o aún “volver (llevar a alguien) hacia mejores sentimientos” comentada por los diccionarios como “cambiar o hacer cambiar a alguien de opinión” y donde la palabra “sentimientos” tiene por tanto el sentido de “juicio”. Dos fenómenos nos parecen que ilustran en especial esta conceptualización por los lenguajes naturales. El primero se refiere a la expresión familiar “eso me / lo conoce” que significa “es una cosa que le es familiar”. Esta expresión reproduce las construcciones “eso me gusta/ eso me concierne/ eso me interesa”, situadas en el campo semántico de lo afectos y que tratan al sujeto humano como un objeto sobre el cual el mundo ejercería su poder. Esta expresión que invierte el sujeto y el objeto del conocimiento, y haciendo del sujeto cognitivo, un sujeto afectivo y experiencial participan de un cuestionamiento del sujeto pensante cartesiano. [...] Con respecto a estas intuiciones del lenguaje natural, los discursos construidos de la filosofía y más aún de las ciencias sociales pueden parecer en desfasaje relativo respecto de una cuestión sin embargo esencial para las problemáticas que ellas mismas desarrollan. Es el caso –obviamente- de la tradición cartesiana, cuyo peso conocemos en la formación intelectual en el seno del espacio francófono, pero se puede reconocer en otras filiaciones intelectuales la existencia de un paradigma de Página 1 de 24

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Barbier, J-M et Galatanu, O. : De quelques liens entre action, affects et transformation de soi, dans : Barbier, J-M et Galatanu, O. (éds) : Action, affects et transformation de soi. Paris : P.U.F., 1998, pp. 45-70

J.M. Barbier y O.Galatanu.(*)

Algunos lazos entre acción, afectos y transformación de sí

1 - LAS INTUICIONES DEL LENGUAJE NATURAL

Un simple análisis de numerosas expresiones de los lenguajes naturales que refieren a acontecimientos, a interacciones y a situaciones de la vida cotidiana muestra claramente que a menudo de hecho se realiza una conceptualización por medio de lazos “inmediatos” entre acciones, afectos y cogniciones. Pensemos por ejemplo en expresiones como “sentir una solución”, o aún “volver (llevar a alguien) hacia mejores sentimientos” comentada por los diccionarios como “cambiar o hacer cambiar a alguien de opinión” y donde la palabra “sentimientos” tiene por tanto el sentido de “juicio”.

Dos fenómenos nos parecen que ilustran en especial esta conceptualización por los lenguajes naturales.

El primero se refiere a la expresión familiar “eso me / lo conoce” que significa “es una cosa que le es familiar”. Esta expresión reproduce las construcciones “eso me gusta/ eso me concierne/ eso me interesa”, situadas en el campo semántico de lo afectos y que tratan al sujeto humano como un objeto sobre el cual el mundo ejercería su poder. Esta expresión que invierte el sujeto y el objeto del conocimiento, y haciendo del sujeto cognitivo, un sujeto afectivo y experiencial participan de un cuestionamiento del sujeto pensante cartesiano. [...]

Con respecto a estas intuiciones del lenguaje natural, los discursos construidos de la filosofía y más aún de las ciencias sociales pueden parecer en desfasaje relativo respecto de una cuestión sin embargo esencial para las problemáticas que ellas mismas desarrollan. Es el caso –obviamente- de la tradición cartesiana, cuyo peso conocemos en la formación intelectual en el seno del espacio francófono, pero se puede reconocer en otras filiaciones intelectuales la existencia de un paradigma de pensamiento mucho más extenso, que distingue de manera recurrente el PENSAR, el ACTUAR y el SENTIR, paradigma fundado a la vez en una autonomización relativa de sus espacios y sobre una articulación entre ellos, concebida en términos de dominancia, de determinación privilegiada o de integración. El desarrollo moderno de las ciencias cognitivas es un buen ejemplo de ello, ya sea que se observe allí un espacio determinado por lo cognitivo (la interpretación de una situación determina el tipo de emoción), ya sea que se integre la afectividad como una parte de la cognición. Si otras corrientes, especialmente en la historia intelectual anglo-sajona, hacen valer al contrario la prevalencia de los afectos sobre la cognición, el paradigma continúa siendo el mismo, hecho de oposición y de articulaciones 1

El punto de vista adoptado en la presente contribución es sensiblemente diferente, especialmente en el plano de los modelos de causalidad en ejecución: la hipótesis será construida de una intrincación, es decir de una relación de solidaridad de

1 Muchas tipologías triádicas en la historia de la filosofía y de las ciencias sociales están probablemente sobreinvestidas por este paradigma.

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presencia y de desarrollo, y aún de una relación de consubstancialidad entre fenómenos afectivos, representacionales y “operatorios”.

Esta mirada permitirá también abordar de manera sensiblemente diferente los problemas de la transformación de sí en la acción que constituyen nuestro objeto principal y de los cuales abordaremos más adelante figuras diferentes.

2- EL CAMPO SEMÁNTICO DE LOS AFECTOS

Explorar los lazos entre acciones, afectos y transformación de sí, supone probablemente, como punto de pasaje privilegiado, una clarificación provisoria de la terminología utilizada para referirse al campo semántico de los afectos. Los empleos diferentes y la polisemia de los términos utilizados en este ámbito aparecen en efecto, como un obstáculo mayor para el estudio de estos lazos.

Distinguiremos dos espacios de significación del uso de los términos en este ámbito: un primer tipo de uso con fines de designación de experiencias, un segundo tipo de uso con fines de designación de componentes identitarios construidos.

Una zona de designación de experiencia-- abarcando los límites de esta primera zona, la noción de afecto, en sentido estricto, podría ser definido como una experiencia (éprouvé) psíquica, individual o compartida, variable en intensidad, acompañando un estado o un proceso mental o físico.2

Definidos de esta manera por convención los afectos son pues contextualizados.En el seno de esta primera zona, se puede realizar una nueva distinción entre las

designaciones que privilegian la influencia del contexto sobre el actor-soporte de la experiencia (éprouvé) y las designaciones que privilegian la influencia del actor-soporte de la experiencia (éprouvé) en el contexto.

a) Las designaciones que privilegian la influencia del contexto sobre el actor-soporte de la experiencia (éprouvé) -- A título de ejemplo, la noción de emoción podría ser definida como una experiencia (éprouvé) psíquica ligada a la singularidad de una situación para el actor, produciendo una ruptura3 del estado o del proceso en el cual está involucrado. (Al hacer esto, nosotros nos colocamos del lado de los autores que separan las emociones de la expresión de las emociones)La noción de sentimiento podría ser caracterizada como una construcción mental y

discursiva sobre una experiencia (éprouvé) psíquica. Esta construcción implica pues, por una parte una fijación, por otra un reconocimiento de esta experiencia (éprouvé) perteneciente a un conjunto de experiencias (éprouvé) conocidas y compartidas socialmente, lo cual le confiere un carácter más durable y menos singular. Como lo escribe Max Pagès4 : “Su criterio distintivo es su asociación a un discurso interior que nombra como el objeto y la naturaleza de la relación (...), el sentimiento se construye en el tiempo y une a las personas. “

b) Las designaciones que privilegian la influencia del actor-soporte de experiencia (éprouvé) en el contexto -- Estas designaciones se refieren a la vez a experiencias (éprouvés) psíquicas y a potenciales de actividad a los cuales están adjuntados.

2 J. Cosnier define el afecto como “una experiencia (éprouvé) subjetiva que califica una representación, una situación o un estado mental y/o corporal “ , Psychologie des émotions et des sentiments, Paris, Nathan - Retz, l994, p. 160.3 Para Jean - Paul Sartre, L'émotion es al comienzo y por principio un accidente, Esquisse d'une théorie des émotions, Paris, Hermann, réed. 1995, p. 11.4 Trace ou sens: le système émotionnel, Paris, Dunod, 1986, coll. “ Hommes et groupes”, ver también su contribución en este volumen.

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A modo de ejemplos: La noción de deseo puede ser definida como una experiencia (éprouvé)

psíquica asociada a un potencial de acto orientado hacia un objeto singular para el actor.

La noción de motivación puede ser definida como una experiencia (éprouvé) psíquica relacionada a un potencial de actividad (conjunto de actos) orientado hacia una clase de objetos que se inscriben en un campo de prácticas.

Con respecto a estas definiciones, la noción de móvil podría definirse como una inferencia sobre las experiencias (éprouvé) psíquicas que hayan funcionado como causa de falta algo comprobados.

Una zona de designación de componentes identitarios construidos. Esta zona comprende para nosotros designaciones que son el resultado de tres operaciones mentales:

la comprobación en un mismo actor (individual o colectivo) de actos manifestando de manera recurrente una misma coherencia de orientación;

la inferencia de la existencia de una causa común generadora de esos actos situándose en un nivel psíquico;

la atribución de manera permanente a este actor de la existencia de esta causa como un rasgo característico, apareciendo desde entonces como un componente identitario.

Estas designaciones aparecen de manera predominante en situaciones que tienen como finalidad (enjeu) la definición de relaciones recíprocas entre actores: es el caso, por ejemplo de las nociones de gusto, de interés, de disposición. Aparecen también en el marco de prácticas de socialización intencional tales como la formación, la pedagogía, la acción social cuando el objetivo de estas prácticas es precisamente cambiar de manera duradera en los actores, experiencias (éprouvés) psíquicas ligadas a potenciales de acciones: es el caso por ejemplo, de la noción de saber-ser. Aparecen también en el discurso de las ciencias sociales cuando se aboca a la inteligencia de las relaciones entre actores y prácticas. Es el caso por ejemplo de la noción de habitus heredada de la escolástica y retomada por varios sociólogos, entre ellos P. Bourdieu que la define como una “disposición generadora de prácticas”.

3- LOS LAZOS ENTRE FENÓMENOS AFECTIVOS, REPRESENTACIONALES Y OPERATORIOS EN EL DESARROLLO DE LA ACCIÓN

Como se ha remarcado, cierto número de definiciones convencionales que acabamos de proponer en el ámbito de los afectos traen aparejadas referencias a otros fenómenos, de naturaleza representacional y/o operatoria.

Nuestro enfoque se fundamenta en la existencia de un triple lazo entre estos fenómenos:

lazo de concomitancia o de solidaridad de presencia; lazo de codependencia en el desarrollo de la acción, es decir transformaciones

mutuas reiterativas; finalmente, lazo de consubstancialidad parcial, es decir, presencia recíproca de

elementos, los unos en los otros.

Este enfoque se aleja del cuerpo teórico freudiano clásico que disocia afecto y representación y hace de ellos dos representantes independientes de las pulsiones,

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pero, contrariamente, se aproxima a otras hipótesis de investigación más recientes como las de D. Widlöcher5 quien afirma que “no existe afecto sin representación, pues en todos los casos está demostrado que el afecto está ligado a una representación inconsciente” y cuya tesis es “que el afecto no es una propiedad de la representación sino de la acción”, o aquellas hipótesis de M. Pinol Douriez6 para quien “las actividades de representación y las mociones afectivas son estrechamente intricadas y codependientes en su emergencia, su desarrollo y su función”. Se acerca también a los pasos de la semántica cognitiva. De esta manera, Dirk Geeraerts, trabajando en “la importancia de lo vivido” muestra que para la semántica cognitiva, el lenguaje, lejos de ser independiente, “forma parte integrante de la vida intelectual, emocional y social de los seres humanos, un hecho que se refleja en la naturaleza de las categorías lexicales”.7 El cita un autor como Lackoff para quien “se ha tornado más interesante preguntarse qué parte de la estructura del lenguaje está determinada por el hecho de que los hombres tienen un cuerpo con sentidos para la percepción, una memoria, unas capacidades de registrar y también limitaciones, por el hecho que los hombres deben tratar de dar un sentido al mundo con recursos limitados y por el hecho que los hombres viven en grupos sociales y deben tratar de comunicarse entre ellos”.8

- Los lazos de concomitancia o de solidaridad de presencia en la acción.a) Aparecen explícitamente en fenómenos como:

La indexación afectiva de las representaciones. Se extrae por ejemplo el fenómeno de la memoria afectiva analizado en principio por H.Bergson e ilustrado por el célebre ejemplo de la “magdalena de Proust”.

La polisemia de las palabras que permiten extraer numerosas palabras o expresiones que se refieren a los tres registros: la palabra “confusión” por ejemplo (o la palabra necesidades) pueden denominar una estado afectivo, un estado cognitivo o también una situación o un proceso sociales, lo cual además permite al discurso, jugar con las ambigüedades y/o proponer a la vez una triple lectura.

La expresión psíquica de las emociones a propósito de la cual J. Cosnier9

anota que “toda experiencia (éprouvé) subjetiva se basa ciertamente en un concomitante fisiológico. Pero la observación naturalista nos muestra que numerosas experiencias (éprouvés) están asociadas a manifestaciones fisiológicas subliminales, o sea a manifestaciones imperceptibles para el sujeto mismo; no hay manifestaciones abiertas, y sin embargo hay afectos, emociones o sentimientos”b) Pueden evidenciarse en fenómenos tales como:

El rechazo que puede ser analizado, como lo hace la tradición freudiana, como el mecanismo por el cual un individuo prohíbe el acceso de representación a la conciencia para protegerse de afectos o de experiencias penosas.

Los afectos conversacionales, o sea los afectos que aparecen en el marco de interacciones cotidianas. “Si, como escribe J Cosnier10 los afectos fásicos son en ciertos momentos micro-emociones de base (por ejemplo, el sujeto siente que se encoleriza, es sorprendido o invadido por la tristeza), la mayor parte del tiempo, sin embargo, él no puede poner en palabras la experiencia (éprouvé) en cuestión (...)

5 De l'émotion primaire à l'affect différencié, in Mazet. Lebovici (dir), Émotions et affects chez le bébé et ses partenaires, Paris, ESHEL, 1992, p. 49-50.6 Constructions d'affects et genèse des représentations mentales, in Mazet – Lebovici (dir.) , op. cit., p. 157.7 La grammaire cognitive et l'histoire de la sémantique lexicale, in Communications, nº 53, Sémantique cognitive, Seuil, 1991, p. 30.8 G. Lakoff (1982), Experimental Factor in Linguistics in Language, Mind and Brain, W. Thomas , Simon et Robert J. Scholes (eds), Mills Dale (NG), Erlbaum, p. 145- 156, 158.9 Psychologie des émotions et des sentiments, Paris, Nathan, Retz, 1994, op. cit., p 15.10 Psychologie des émotions et des sentiments, op. cit., p 81.

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Todo lleva a pensar que los afectos fásicos, son la mayor parte del tiempo “subliminales”, es decir, no percibidos reflexivamente y no memorizados por el sujeto.”

- Los lazos de codependencia en el desarrollo de la acción.a) Estos lazos se manifiestan en la existencia de transiciones continuas entre

fenómenos afectivos, representacionales y operatorios. De esta manera: el estudio de las emociones realizado por los psicólogos, muestra que éstas a

menudo están precedidas (o seguidas) por evaluaciones cognitivas cuya incidencia es tan fuerte que puede cambiar el contenido del afecto. De esta forma, según el análisis causal efectuado en torno a un acontecimiento, podrán nacer, según los casos, sentimientos de orgullo o de culpabilidad, de indiferencia o de pecado. Inversamente, las emociones tienen una incidencia sobre las evaluaciones cognitivas y sobre la activación de sistemas comportamentales;

el estudio de las acciones hace aparecer en los actores que se comprometen en ello, un trabajo de transformación de representaciones (operaciones que contribuyen por ejemplo, en la definición de los objetivos, de los proyectos, de las evaluaciones) las que se refieren, ya sea a la situación o a la acción en curso (imagen de lo “real”) y que pueden ser analizadas como un “modo de presencia” de lo operatorio en el campo de las representaciones, ya sea que se refieran a elementos provenientes de lo deseable (imagen de lo deseable) y que pueden ser analizadas como un “modo de presencia” de los afectos en el campo de las representaciones. Unas y otras están en continua iteración e interacción en la conducta de las acciones. Objetivos, proyectos y evaluación tienen ellos mismos una incidencia tanto en el plano afectivo (movilización), representacional (nuevos contenidos de conciencia) como en el operatorio (modificación de la acción)11;

el estudio de los actos de lenguaje tal como ha sido propuesto por O. Galatanu12 los hace aparecer acompañados por una configuración variable de representaciones, de afectos que le confiere su especificidad interaccional de orden, de petición, de adhesión a la opinión sostenida por el interlocutor, de rechazo..., etc.;

el estudio de las representaciones del mundo o de los sistemas de valores hace aparecer también, configuraciones representacionales que manifiestan una cierta variabilidad en relación con los compromisos (engagements) en las acciones y los afectos que lo acompañan. Cuando esas configuraciones son objeto de un discurso sobre sí mismo en el actuar, pueden ser analizadas como culturas de acción.b) Esas transiciones pueden, en el análisis, resultar afirmadas por un cierto número

de mecanismos aproximados bajo diferentes designaciones por los psicólogos, los neurólogos y/o los lingüistas.

El mecanismo de la atención, examinado por A. Damasio13 como una “intensificación probable de la actividad neural correspondiente a una imagen, mientras que aquéllas que corresponden a su entorno están disminuidas”, lo que se traduce en las lenguas naturales por parejas de verbos tales como ver/mirar, oír/escuchar. Se habla también de imágenes “perceptivas”. Se puede establecer la hipótesis que la selección que se opera de esta manera está probablemente en relación con una experiencia (éprouvé) psíquica y/o a un compromiso en una acción

11 J.M Barbier. Élaboration de projet et planification, Paris, PUF, “ Pédagogie d´ aujourd´hui “ , 1992 espe-cialmente p. 94 a 107.12 En un esbozo de teoría de las modalidades ilocucionarias: O. Galatanu, Actes de langage et didactique des langues étrangères, Presses Universitaires de Bucarest, 1984.13 L´erreur de Descartes. La raison des émotions, Paris, O. Jacob, 1995, P. 253.

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y/o configuración representacional más amplia. En algunos casos se podría hablar de “saillance”14 relativa de las informaciones, “saillance” que depende especialmente de la historia del sujeto y de su vivencia emocional.

El mecanismo del recuerdo o de la activación de representaciones que aseguran su pasaje de la “memoria larga” a la “memoria de trabajo”. Se puede hablar también de actualización o de evocación. La hipótesis se puede hacer, ya que ahí también la selección de las representaciones activadas se realiza en función de configuraciones afectivas, representacionales y operatorias.

El mecanismo de la movilización, que puede ser definido como una activación de sistemas de operaciones (“rutinas”, “montajes”, “estructuras de una conducta operatoria”, “esquemas”, “scripts”) integrados por el individuo en el curso de su historia.. Mecanismo selectivo, esta movilización se efectúa allí también en función de datos afectivos y representacionales. Ella contribuye de manera determinante para definir la competencia.c) Tales mecanismos pueden explicar fenómenos de equilibración observables en

la dinámica de las acciones.Por ejemplo, una discordancia entre el compromiso en un tipo de acción y las

configuraciones representacionales de un individuo, pueden conducir a una transformación progresiva de sus configuraciones representacionales tal como lo han demostrado los autores que se inscriben en la corriente teórica llamada del compromiso (engagement)15. Ella puede conducir también a una transformación de las operaciones y de los afectos. De manera general, conviene recordar que las configuraciones, tanto sean representacionales como afectivas u operatorias, están marcadas por la variabilidad y que precisamente, fenómenos de defasaje entre estas configuraciones pueden precisamente acarrear procesos de equilibración constatables en la dinámica de las acciones.16

- Los lazos de “consubstancialidad” parcial en las experiencias de acción de los sujetos, que hemos definido por la presencia recíproca de un tipo de elemento en otro.

a) Afectos elaborados como los sentimientos, los deseos..., etc., conllevan, lo hemos visto, en su estructura misma una experiencia (éprouvé) psíquica y una representación y /o un potencial de acción.

b) Las acciones conllevan en su estructura misma, no solo lo operatorio, sino también experiencias (éprouvés) psíquicas y formas diversas de intencionalidad17 que le confieren a priori o a posteriori una finalización. La noción de investimento lo ilustra particularmente, la cual designa a la vez, medios, una anticipación del futuro y una experiencia (éprouvé) psíquica.

c) Entre las representaciones, el fenómeno de la intuición, ilustra de manera particularmente pertinente, la existencia de estructuras complejas y heterogéneas que reúnen elementos cognitivos y afectivos. La intuición en efecto, puede ser definida como la aparición de una representación de lo existente o de lo virtual y la experiencia (éprouvé) psíquica unida a esta aparición. De cierta manera, las nociones de objetivo y de evaluación designan también una representación y una experiencia (éprouvé) psíquica individuales o colectivas.18

14 Apprentisage et formation des adultes, Paris, PUF; « L´Éducateur » , 1996, 222 p.15 Ver por ejemplo J.L. Beauvois y R.V. Joule, Soumission er idéologie, PUF, 1981.16 Ver especialmente E. Bourgois, J. Nizet, op. cit., p 36 y sq.

17 Utilizaremos la noción de “intencionalidad” en un sentido muy próximo al definido por J. Searle en su obra L´intentionnalité. Essai de philosophie des états mentaux, 1983, versión inglesa 1985 en Éditions de Minuit para la traducción francesa.18 Hemos hablado de “representación finalizante” y, en el caso de los objetivos, de “deseo mentalizado” ,cf. J. M. Brbier, op. cit, supra.

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4- DESARROLLO DE LA ACCIÓN Y DESARROLLO DE LAS IDENTIDADES

El estudio que propusimos, de los lazos entre fenómenos afectivos, representacionales y operatorios, desemboca (como ya hemos visto), en el problema de las experiencias de los actores.

Esto nos conduce a abordar la cuestión de la indisociabilidad de los fenómenos representacionales y afectivos abarcando, por una parte la acción y por otra, los actores y sus identidades.

Abordaremos esta cuestión en tres tiempos: la interiorización de las experiencias por los actores; los complejos cognitivos-afectivos construidos a partir de esta interiorización de

las experiencias: las imágenes identitarias; los fenómenos de concordancia y discordancia entre estos complejos afectivos-

cognitivos y las dinámicas identitarias.La interiorización de las experiencias por los actores.- El fenómeno ha sido descrito

abundantemente bajo términos diversos. En el constructivismo piagetiano es abordado a través del doble mecanismo de la asimilación y de la acomodación. En la tradición psicoanalítica, M.Klein19 utiliza notoriamente el término introyección que define de manera sugestiva como el mecanismo por el cual “el mundo exterior, el shock que produce, las situaciones por las que pasa el niño y los objetos que él encuentra, no son experimentados solo como exteriores, sino que son incorporados al sí (soi) y se tornan parte de su vida interior. La vida interior no puede ser apreciada en el adulto sin tomar en cuenta estas adiciones a la personalidad que resultan de una continua introyección”.

Definido como una simple interiorización de las experiencias, este término nos parece el más adecuado para expresar nuestro punto de vista.

En relación con nuestro objeto, podemos hacer tres observaciones sobre este fenómeno:

a) La interiorización, es a la vez interiorización de elementos operatorios, afectivos y representacionales. Los primeros han sido descritos bajo forma de “scripts”, de rutinas, de montajes, de guiones operativos: la noción de “esquema” de acción propuesta por J. Piaget y desarrollada por G. Vergnaud es evidentemente más amplia. Es probable que en lo que nosotros llamamos la activación, exista un lazo entre estos diferentes componentes en “programas de activación latentes” que A. Damasio20 llama representación potencial.

b) La interiorización conlleva configuraciones de elementos que conciernen, tanto experiencias vividas como experiencias virtuales vividas en representación: por ejemplo, la interiorización de modelos de acción a los que se vinculan valores afectivos, es a menudo localizable en los procesos de socialización.

c) Esta interiorización, que es un proceso continuo, concierne todos los campos de experiencia, lo que explica por ejemplo, la importancia acordada en las prácticas de socialización intencional a la exploración de los diferentes componentes de la historia de los individuos que componen los “públicos-objetivo”

Los complejos cognitivos-afectivos construidos a partir de esta interiorización de las experiencias: las imágenes identitarias . - Abordaremos en este caso, un tema, evidentemente delicado. Planteamos la hipótesis que el proceso de interiorización se acompaña de varios mecanismos de producción de representaciones y de afectos, no

19 Les racines infantiles du monde adulte, Human Relation, 12, 1959.20 L’erreur de Descartes. La raison des émotions, op. cit. , especialmente p. 141 y ss.

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refiriéndose solo a las experiencias, sino también a los actores soportes de estas experiencias y que serán constitutivos de las imágenes identitarias.

Construcción, a partir de la serie de imágenes nacidas directamente de las experiencias de una imagen recurrente, identificada como una permanencia en el cambio, que nosotros llamamos imagen de sí por sí, que corresponde a lo que D. Laing llama “la identidad para sí” o a lo que a menudo se designa con el término de “self-concept”

Construcción a partir de las interacciones con otro de una pareja de imágenes: imagen de la representación de sí por otro y representación de sí propuesta a otro. En el primer caso, se podrá hablar también de “representación de la identidad reconocida” y en el segundo de “cara positiva” o de “imagen pública” en el sentido de E. Goffman.21

Construcción de las experiencias de modelos propuestos u observados de una imagen de sí ideal, indexada de un valor afectivo positivo. Es el sentido más habitual de los procesos de identificación, es decir, de construcción de una imagen de sí asimilable a una imagen identitaria de referencia.

a) La construcción de la imagen de sí por sí.Se efectúa, como lo hemos dicho, a partir de las experiencias22; por medio de

consecuencia, la diferenciación de los campos y ámbitos de experiencia puede producir una diferenciación de las imágenes identitarias correspondientes: distinción por ejemplo de un Yo social, de un Yo familiar, de un Yo profesional o de un Yo en formación, y aún en el interior de cada campo, distinciones surgidas de los diferentes ámbitos de actividad. De allí la utilización ya señalada de aspectos biográficos en la formación como en varias prácticas de socialización intencional.

Esta construcción de imágenes diversificadas se acompaña, sin embargo, de la construcción de una imagen identitaria única, soporte de todas estas experiencias, designada a menudo en términos de personalidad. La personalidad como imagen identitaria global une, al igual que las imágenes identitarias que la componen, representaciones del “ser” orgánico, psíquico y social, accional.

Esta construcción es un proceso continuo, lo que explica que las imágenes sufran cambios en lazo con la evolución de las situaciones y de las experiencias. Estas imágenes, conducen además, a menudo a una reorganización de las experiencias y a una reconstrucción de lo que es leído como un acontecimiento en esas experiencias. Esto induce a la definición de las personalidades como procesos y no como estados. Una permanencia identificatoria está sin embargo, asegurada, salvo en situaciones de ruptura, precisamente descritas como las que caracterizan patologías de la personalidad.

Recordemos finalmente que esta construcción se realiza tanto en el plano cognitivo como en el afectivo. Las representaciones pueden ser subliminales o presentar diversos grados de conciencia, pueden ser activadas por las identidades reconocidas o por la reflexión sobre las experiencias: es el caso, sobre todo, de las imágenes del ser accional, imágenes de capacidades o de competencias específicas; esas representaciones son obligatoriamente evaluativas y por eso mismo, investidas de afectos.

b) La construcción de la imagen de la representación de sí por otro y de la representación de sí propuesta al otro.

21 E. Goffman, Rites d' interaction, Paris, Minuit, 1974, Replies and responses, in Language and Society, 1976-5, p. 257-313, ver también Les valeurs illocutionnaires de l´ “acte” se taire, Revue roumaine de lin-guistique, t. XXXI, juillet- août 1996, p. 317 a 322.22 Estamos próximos del actuar instrumental de J. Habermas y del actuar teleológico o instrumental de He-gel.

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La mayoría de las experiencias humanas se efectúan en presencia y en interacciones con otro, especialmente a través del lenguaje23. La imagen de sí para sí y por sí está pues en las interacciones, especialmente verbales, “amenazada” por elaboraciones cognitivas y discursivas de otro sobre sí mismo y que pueden poner en juejola determinación de posiciones sociales. Estas construcciones discursivas pueden ser explícitas o tener diferentes niveles de implicitación teniendo en cuenta normas de la interacción social (la toma de poder por el orden se realiza raramente de manera directa y utiliza significativamente una expresión que remite a un acto menos amenazador como el ruego). Se puede entonces decir, que la imagen que un actor tiene de la representación que un tercero se hace de él es una coconstrucción.

Este fenómeno de coconstrucción permite a la vez: estrategias de respuesta de este actor de confirmación /infirmación, de

restauración/reparación..., etc., que llegan hasta la proposición de una imagen de sí a la vez recurrente en las interacciones y diversificadas según las situaciones;

y estrategias de recusación, de atenuación o de reafirmación por parte de otros.Este juego de estrategias, subsume el mecanismo de negociación del

reconocimiento recíproco dado que, como lo muestra E. Benveniste24, la situación de comunicación verbal permite al ego afirmarse como “yo” y plantear al mismo tiempo, la existencia del “tú” en una relación que no es simétrica, ni igualitaria, sino simplemente recíproca, fundadora desde nuestro punto de vista de una relación de poder. Aquí estamos muy cerca de las elaboraciones propuestas por E. Goffman y de los desarrollos teóricos en torno a las interacciones verbales. No estamos lejos tampoco, de lo concerniente al reconocimiento recíproco en la reflexión de Hegel. Es probable también, que sea en el espacio de esas interacciones que se desarrollen buena parte de los mecanismos psíquicos de placer y sufrimiento identitarios, evidenciados especialmente por C. Dejours.

c) La construcción de la imagen de sí ideal.Las experiencias humanas, vividas u observadas, están acompañadas para el actor

o el observador, por actividades cognitivas evaluativas generadoras de modelos25 o de antimodelos que dan lugar eventualmente a la interiorización. Estamos entonces, en presencia de un proceso de identificación, definido por Mead26 como “el proceso que lleva a un individuo a identificarse tan fuertemente a otra personalidad - persona conocida, imaginada o héroe de novela- que termina por apropiarse de las elecciones, las actitudes de su modelo”. Para nosotros, ese proceso de identificación puede dejar lugar a un proceso de discriminación por interiorización de un antimodelo que podríamos definir como la construcción de una imagen de sí ideal por oposición con el antimodelo interiorizado. En los dos casos, nos encontramos más a menudo en presencia de una matriz de aptitudes y de comportamientos, surgida del modelo o del antimodelo, que en presencia de una integración pura y simple de un comportamiento ( “ser el mismo” - “hacer lo mismo” – “hacer como si”)27.

Este proceso de identificación/discriminación puede tener como punto de partida un actor individual o colectivo: grupo social, grupo familiar, grupo profesional, grupo de especialistas. En el segundo caso, nos inclinamos a hablar de grupo de referencia.

23 Estamos próximos esta vez del actuar comunicacional de Habermas o del actuar comunicacional o dra-matúrgico de Hegel.24 E. Benveniste, De la subjectivité dans la langue. Problèmes de linguistique générale, 1996, Paris, Galli -mard. 25 Finalmente estamos próximos del actuar regulado por las normas de Hegel.26 Une éducation en Nouvelle-Guinée, Payot, 1973, p. 186-187-27 Psychologie des émotions et des sentiments, op. cit., p. 88.

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La identificación - discriminación puede conocer grados de intensidad diferente y variables en el tiempo, en función de los afectos que la acompañan.

En la historia de un individuo, varios procesos de identificación/ discriminación pueden aún suceder o aparecer simultáneamente, lo que puede provocar conflictos afectivo-cognitivos en el nivel de la producción de actos en referencia a ideales contradictorios.

Fenómenos de concordancia/ discordancia entre estos complejos afectivo-cognitivos, y dinámicas identitarias. - Las distinciones que acabamos de realizar, entre imágenes identitarias muestran su mayor relevancia en el estudio de las relaciones que mantienen entre ellas. Vimos anteriormente que el juego de las concordancias/ discordancias de los complejos afectivos-cognitivos acompaña la acción; los mismos fenómenos, se producen, por un lado, en el nivel de las construcción de esas imágenes identitarias, por otro, en el nivel de la construcción y del desarrollo global de la personalidad. La personalidad “global” surge de esta forma como un “equilibrio inestable”, para retomar el lenguaje de las ciencias físicas, en la intersección, por una parte, de las tensiones provocadas por las discordancias entre ciertas imágenes identitarias, por otra, de las congruencias surgidas de concordancias entre otras imágenes identitarias. La forma, por la cual un individuo, maneja durante cierto tiempo, este equilibrio inestable, dibuja dinámicas identitarias que tienen una gran incidencia en los proyectos/proyecciones de sí y los proyectos de acción, en los comportamientos de compromiso con/ retrait des/ prácticas sociales y en la afirmación de sistemas de valores. Vamos a estudiar a modo de ejemplo algunas de esas dinámicas.

5- ALGUNAS DINÁMICAS DE TRANSFORMACIÓN DE SÍ.Nuestro objetivo no es, en este caso realizar una descripción exhaustiva de los

modos de gestión de este “equilibrio inestable” para los individuos, sino de proponer matrices que permitan el análisis de comportamientos individuales o colectivos en situaciones dadas, definidas tanto por sus dimensiones espacio-temporal y social como por las interacciones de actores que allí se desarrollan. El propósito de este trabajo es de hecho, además de esclarecer las relaciones entre acción, afectos y transformación de sí, permitir el análisis de prácticas que enfocan explícitamente la transformación de sí y más extensamente, prácticas que tengan por efecto esta transformación. En una colección dedicada a trabajos de investigación en pedagogía, subrayamos las incidencias de esta reflexión en el análisis de las prácticas de formación y de enseñanza. Los cuadros que aparecen más adelante están construidos en dos partes: por un lado, identificación (localización) de las configuraciones de relaciones entre las diferentes imágenes identitarias específicas de cada dinámica presentada y afectos correspondientes, por otro, evocación de algunas de esas dinámicas en la proyección de sí, el compromiso no compromiso con las prácticas, y en los sistemas de valores afirmados.

Un análisis de conjunto de esos resultados hace surgir la posibilidad de establecer, al menos dos grandes clases de dinámicas: una clase que se caracteriza por fenómenos de concordancia entre la imagen de sí por sí y la imagen de sí ideal, y la otra, caracterizada al contrario, por fenómenos de discordancia. Esta distinción está cerca de tipologías fundadas en la localización (identificación) de continuidades y de rupturas28.

Las dinámicas descritas son las siguientes:

28 Cf. Dubar, La socialisation. Construction des identités sociales et professionnelles, Paris, A. Colin, coll. “U”, 1991; L Fond. Harmand, Approche biographique et retour aux études, Éducation permanente, nº 125, 1995, P. 7-26.

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las dinámicas de promoción que podemos identificar por ejemplo, en el caso de individuos y/o de grupos en proceso de movilidad social, profesional y/o de formación y que manifiestan estrategias de prosecución de este proceso;

las dinámicas de preservación identificables por ejemplo, en el caso de individuos y/o de grupos que organizan su estrategia en torno a una disciplina, a una especialidad o a un oficio;

las dinámicas de reservación identificables por ejemplo, en el caso de individuos y/o de grupos que hayan conocido una diversidad de experiencias, fuente potencial de la coexistencia de varias estrategias;

las dinámicas de restauración identificables por ejemplo, en individuos o grupos que hayan conocido un proceso de involución social, profesional u otro, y que manifiesten estrategias de recuperación de una identidad pasada;

las dinámicas de individuación identificables por ejemplo, en individuos y/o grupos que hayan conocido un proceso de singularización progresiva y que manifiesten estrategias de prosecución de este proceso de singularización.En los cuadros que siguen, el signo (ρ) significa “se acompaña”; dicho de otra

manera, tales relaciones entre imágenes identitarias se acompañan de tales afectos; el signo ( ) significa “de lo cual se puede concluir”.

El tipo de dinámica identitaria (columna 6) debe leerse como la resultante -por una parte, de las imágenes identitarias descritas (columnas 2 a 5) y de las relaciones entre esas imágenes identitarias así como afectos que implican (columna 1)- por otra parte, de las inferencias que podemos hacer a partir de los comportamientos, prácticas y discursos descritos (columnas 1 a 7)

Los cuadros muestran la emergencia de afectos positivos (placer-alegría), negativos (sufrimiento-tristeza), teniendo grados diferentes de intensidad, de una parte con la concordancia - discordancia de las imágenes de sí por sí y las imágenes de sí ideales, que podemos llamar endógenas (causalidad interna), y por otra parte, en relación con la concordancia - discordancia de las relaciones precedentes y la imagen que uno se hace de la representación que los otros tienen de sí, que podemos llamar afectos exógenos (causalidad externa). Podemos plantear la hipótesis que por una parte, el juego homogeneidad /heterogeneidad de lo vivido afectivo y por otra parte, el grado de intensidad de ese vivido afectivo positivo o negativo, se encuentran en la base de potenciales de acción que explican el investissement en las prácticas, la proyección de sí y los sentimientos que los acompañan.

6- LA ACCIÓN SOBRE LA TRANSFORMACIÓN DE SÍ

No es posible, en el marco de una contribución que debe permanecer limitada, abordar el conjunto de los lazos susceptibles de ser tomados como referentes entre acciones, afectos y transformaciones de sí.

Otro capítulo, en particular, debería abrirse dedicado a las acciones que se orientan explícitamente a la transformación de las identidades individuales y/o colectivas, implicando o no, la intervención de un agente externo, mediador o socializador: en el primer caso, pensaremos en la formación, en el trabajo terapéutico o analítico..., etc., en el segundo, en las prácticas culturales o de vida espiritual por ejemplo.

Además, por supuesto, el vasto ámbito de las relaciones entre actores comprometidos en los procesos de transformación de sí y actores que intervienen en él, en sus componentes identitarios y afectivos (reconocimiento/desconocimiento recíproco, empatía/ distancia..., etc.), es particularmente interesante detenerse en el caso de las acciones que tienen por objetivo, modificar un componente identitario construido, identificado de manera privilegiada en el registro de los afectos (saber-ser, disposición, actitudes..., etc.). La mayoría comprende en efecto, y de manera juzgada

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como determinante para su eficacia, operaciones que consisten en un trabajo de producción y de transformación de representaciones en las experiencias presentes o pasadas de los actores involucrados: exploración del pasado, análisis de prácticas, verbalización..., etc. Es -parece- un punto común de un gran número de prácticas contemporáneas que tienen como intención, transformar los “saber-ser”, ya sea que se apoyen o no en un cuerpo teórico legitimado o no. Este trabajo tiene de hecho por objeto transformar componentes “representacionales” con la finalidad de transformar de manera más o menos durable “componentes afectivos”.

Como explica J. Cosnier a propósito del psicoanálisis, “la cura se realizará por verbalización de la representación reprimida y recalificación afectiva de esta representación”29. Recíprocamente, las acciones que tienen como objetivo, modificar los componentes identitarios en términos de “saber” o de “saber hacer” suponen, se sabe, ya sea la existencia de pre-requisitos con fuerte componente afectivo (por ejemplo, las significaciones atribuidas a los saberes), o suponen, un trabajo sobre este aspecto.

Así como es en un mismo movimiento que probablemente deben ser concebidos procesos de transformación de sí y las acciones de transformación intencional de las identidades, es también en un mismo movimiento, como hemos tratado de mostrarlo, y no a través de lecturas heterogéneas, que deben ser concebidos los afectos, las representaciones y las acciones. ¿No habría un cierto placer cognitivo en comprometerse en ello?

(*) - Setiembre l997.

29 J. Cosnier, Psychologie des émotions et des sentiments, op.cit., p. 22.

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