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CONCEPTOS Y ESENCIA DEL LIDERAZGO Diversas definiciones pueden enriquecer la conceptualización y análisis en el camino a formarse como Líder. En primer lugar cito a Stodgil (1974) quien sugiere once perspectivas: Como una función de los procesos de grupo !Como parte de la personalidad! Como el arte de buscar consenso! Como la capacidad de influir ! Como una forma de persuadir ! Como conductas o comportamientos específicos! Como una relación de poder ! Como un instrumento para obtener objetivos! Como un efecto de la interacción! Como un papel o rol! Como el inicio de una estructura. Aquí podemos mencionar que el concepto se puede definir desde diversas perspectivas y de cada una de ellas podemos hacer una definición distinta. La complejidad del concepto nos refuerza en la idea de que el liderazgo es una situación existencial de la relación humana que no puede ser conceptualizada de una sola forma como tampoco la vida misma. A continuación doy a conocer algunas definiciones que inspiren a todo practicante y teórico sobre el tema que permita también en los alumnos ser fuente de meditación y conceptualización más que como una definición única: Según Cartwrighty Zander: 1971; nos presenta al liderazgo como la capacidad de tener el poder personal y social, la habilidad de convertir una intención en un resultado y mantenerlo con, a través y para la gente. Es decir, el liderazgo parte de la personalidad, de la capacidad individual de obtener los resultados, pero en una relación esencial con los seguidores, dentro de un contexto social

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CONCEPTOS Y ESENCIA DEL LIDERAZGO

Diversas definiciones pueden enriquecer la conceptualización y análisis en el camino a formarse como Líder. En primer lugar cito a Stodgil (1974) quien sugiere once perspectivas:

Como una función de los procesos de grupo

!Como parte de la personalidad!

Como el arte de buscar consenso!

Como la capacidad de influir !

Como una forma de persuadir !

Como conductas o comportamientos específicos!

Como una relación de poder !

Como un instrumento para obtener objetivos!

Como un efecto de la interacción!

Como un papel o rol!

Como el inicio de una estructura. Aquí podemos mencionar que el concepto se puede definir desde diversas perspectivas y de cada una de ellas podemos hacer una definición distinta.

La complejidad del concepto nos refuerza en la idea de que el liderazgo es una situación existencial de la relación humana que no puede ser conceptualizada de una sola forma como tampoco la vida misma. A continuación doy a conocer algunas definiciones que inspiren a todo practicante y teórico sobre el tema que permita también en los alumnos ser fuente de meditación y conceptualización más que como una definición única: Según Cartwrighty Zander: 1971; nos presenta al liderazgo como la capacidad de tener el poder personal y social, la habilidad de convertir una intención en un resultado y mantenerlo con, a través y para la gente. Es decir, el liderazgo parte de la personalidad, de la capacidad individual de obtener los resultados, pero en una relación esencial con los seguidores, dentro de un contexto social determinado. Por ejemplo un investigador puede tener la capacidad de obtener resultados; pero sólo en la intimidad de su laboratorio, no con otras personas. En este caso el científico no ejerce un verdadero liderazgo que entra en contacto con otras personas en las que influye.

Para John W. Gardner: Líder es aquel que concibe y expresan metas que elevan a las personas por encima de sus pequeñas preocupaciones y conflictos, y las integra en la búsqueda de metas trascendentes y dignas de sus mejores esfuerzos. En otras palabras es aquel que no sólo concibe, genera y define los objetivos, sino que los sabe expresar, los comunica, logra hacer llegar el mensaje a los miembros de su equipo, de su institución, sin la comunicación efectiva el liderazgo no existe. Según John P. Kotter: Es el proceso de mover a un grupo o grupos hacia alguna dirección

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a través de los medios no coercitivos, aquí Kotter enfatiza la naturaleza del liderazgo como un continuo, como un proceso que se puede alimentar o desgastar, como fenómeno dinámico que depende de fuerzas que lo fortalecen o debilitan.

¿Qué es un líder?

De manera similar, al hablar de liderazgo o líder la conceptualización de estos términos está determinada por la teoría o modelo de referencia que la estudia. Dentro de las diversas posturas al respecto se tiene por ejemplo, el punto de vista de la Teoría de los Rasgos y/ o el de las Teorías Conductuales .La teoría de los rasgos entiende que los líderes poseen ciertos rasgos y características de personalidad que lo hacen ser diferente a los demás. Las teorías conductuales se enfocan particularmente en la conducta del líder, tratando de entender y describir al mismo. Dichos enfoques contradictorios centran su interés en la siguiente pregunta:

¿El líder nace o se hace?

Si afirmamos que el líder nace, estaríamos entendiendo que existen “hombres únicos” con talento sorprendente y que en forma innata al nacer, son poseedores de un don que permite influir en las demás personas.

Entonces nos interesaríamos por conocer sus cualidades personales en cuanto a rasgos de personalidad y carácter. De la misma forma, podríamos afirmar que un líder debe sustituir a otro, y que si una persona no es capaz como dirigente habrá otro que lo sustituya; éste último, debe poseer características de un verdadero líder. Si nos inclinamos en la postura opuesta, se afirmaría que los líderes no nacen, que su personalidad fue moldeada por el medio social y que es importante como se conducen con las demás personas que lo rodean, para entender su liderazgo. En este sentido, se puede afirmar que una persona que no ha tenido con anterioridad gente a su cargo, puede aprender habilidades de liderazgo e influir en ellas hacia el logro de objetivos determinados.

Citado por Casares Arragoiz en “Definiciones de liderazgo” en “Liderazgo: Capacidades para Dirigir”, Págs. 23 – 25.Un líder puede ser elegido, designado o surgir en un momento dado en una situación particular.

Existen tipos de líderes que incluyen: al líder formal (o más bien dirigente formal) y al líder informal.

Líder formal.

El líder formal es aquel que se designa por una autoridad, la cual otorga al líder responsabilidad de dirigir y orientar a un grupo. El líder formal no es siempre el que ejerce el liderazgo; ya que la mayoría de las veces no cubre las necesidades de los miembros del grupo o no concuerdan los objetivos, siendo entonces cuando el grupo mismo suple esas necesidades que no son cubiertas por su líder formal y es aquí donde puede surgir el líder informal. El líder formal, se le conoce como supervisor, jefe de sección o gerente, el cual tienen derecho de castigar, como puede ser el

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caso de un despido; o recompensar a sus subordinados con el otorgamiento de un aumento salarial, etc.

Las características de un líder formal son:-Se da en los grupos formales, existentes en la organización.-La posición del líder formal dentro de una estructura, le dará más ventajas con relación a los demás miembros, ya que éste puede poner en juego su poder legítimo para hacerlo cumplir.-Sólo puede existir un líder de este tipo en un grupo (cumpliendo el principio de unidad de mando).

Líder informal

.El líder informal es aquel que el grupo designa, influye y persuade de una forma natural y ejerce el liderazgo no por autoridad o jerarquía, sino por su naturaleza de dirigir. El líder informal busca la participación voluntaria de sus seguidores, en contraposición con el líder formal que en determinado momento o situación puede obligar a sus subordinados al cumplimiento de sus responsabilidades. El líder informal puede considerarse como el líder espontáneo, que se da en los grupos informales existentes en una organización. Por otro lado, el líder es definido usualmente en términos del grupo en el que ejerce su liderazgo como la persona que lo dirige y controla, para conseguir sus propósitos.

Las características del líder informal son:

-Se presenta en grupos formales como informales en un momento dado de necesidad específica.-El grupo informal puede tener más de dos líderes a la vez.-Cobra mucha importancia cuando existe gran cohesión en el grupo.

DIVERSOS ÁMBITOS DEL LIDERAZGO

Liderazgo Político.

El ser humano es un ser que vive en sociedad, y como tal una de sus principales responsabilidades es la de formar una comunidad. El arte de la política es la habilidad de concertar diversos intereses hacia el bien común, respetando los derechos individuales y exigiendo que se cumplan las obligaciones. La política es fundamentalmente una de las funciones primordiales en las que se requiere del liderazgo. La negociación y concertación de intereses se da en el nivel más alto de los países, en las ciudades, en los municipios, en los pueblos, en las agrupación es religiosas, en la familia, en cada empresa, en las escuelas; se da la acción política de concertar, negociar y crear las condiciones de convivencia y desarrollo social. Uno de los ámbitos naturales del liderazgo es de la política aunque sea uno delos medios más desprestigiados por la corrupción y la ineficiencia que ha caracterizado a la administración pública, sin embargo es un medio donde requiere mayores esfuerzos para formar y promover verdaderos líderes.

Liderazgo Empresarial

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. El liderazgo empresarial significa la actividad directiva en las agrupaciones industriales, cámaras u organismos representativos ante el sector gobierno y otros organismos. La función es ejercida por dirigentes que tienen interés de influir, no solo en las empresas ,sino en el desarrollo y crecimiento social, político y de negocios.

Liderazgo Emprendedor

. Se entiende por liderazgo emprendedor la actividad de las personas al iniciar un negocio, empresa u organización sea con fines lucrativos o no. El empresario es aquel que se caracteriza por iniciar y/o desarrollar un proyecto organizacional como son fábricas, clubes y otros.

Liderazgo Ejecutivo

. Según (Drucker, 1988), las Ciencias Administrativas insisten cada vez más en la importancia de que los directivos, gerentes y funcionarios públicos posean características semejantes a las de los líderes empresariales en cuanto a iniciativa, capacidad de cambio, orientación hacia los resultados y en su caso, a la productividad, efectividad y rentabilidad.

Según Osborne, 1992) se ha introducido el término gerente para hacer énfasisen la responsabilidad sobre los resultados y el desarrollo de sus respectivasdependencias.El verdadero líder ejecutivo es aquel que toma estas responsabilidades como primordiales y al mismo tiempo entiende que su reto es lograr esas metas através de la gente; de motivar, de dirigir, de evaluar el desempeño, de formar equipo y hacer crecer a sus colaboradores.

Liderazgo del Educador

. La educación también tiene el reto de cambiar en este nuevo orden y competencia mundial. Los directores escolares y administradores de escuelas pueden ser verdaderos líderes y no solo administradores si no ejecutivos emprendedores que deben estar orientados hacia resultados con un espíritu de cambio y crecimiento permanente de la calidad de sus servicios y de la administración escolar. Asimismo, los maestros son líderes en cuanto que ejercen un papel primordial como inspiradores de los alumnos, como emprender el trabajo en equipo la influencia de valores, en la motivación para el logro de sus alumnos en ser mejores personas en lo individual y social.

Características comunes en el liderazgo

Configuran las cualidades personales, las prácticas para dirigir, las capacidades que hacen que una persona tenga ascendencia y poder de influencia en el pensamiento, en los sentimientos y en las conductas de otros. Cabe señalar que estas son las habilidades y capacidades personales y conductuales con las que dirige, orienta, motiva y desarrolla los esfuerzos humanos de su organización. Los líderes estarán identificados o se adaptarán a las diversas circunstancias de nacionalidades, niveles, regiones, especialidades, grados de educación, etc. Sin embargo, lo esencial son esas habilidades y capacidades que poseen los líderes para saber llegar al corazón y a las motivaciones más profundas de los seguidores.

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Que es liderazgo: liderazgo es el conjunto de habilidades gerenciales o directivas que un individuo tiene para influir en la forma de ser de las personas o en un grupo de personas determinado, haciendo que este equipo trabaje con entusiasmo, en el logró de metas y objetivos.

La palabra liderazgo define a una influencia que se ejerce sobre las personas y que permite incentivarlas para que trabajen en forma entusiasta por un objetivo común. Quien ejerce el liderazgo se conoce como líder.

El liderazgo es la función que ocupa una persona que se distingue del resto y es capaz de tomar decisiones acertadas para el grupo, equipo u organización que preceda, inspirando al resto de los que participan de ese grupo a alcanzar una meta común. Por esta razón, se dice que el liderazgo implica a más de una persona, quien dirige (el líder) y aquellos que lo apoyen (los subordinados) y permitan que desarrolle su posición de forma eficiente.

La labor del líder consiste en establecer una meta y conseguir que la mayor parte de las personas deseen y trabajen por alcanzarla. Es un elemento fundamental en los gestores del mundo empresarial, para sacar adelante una empresa u organización, pero también lo es en otros ámbitos, como los deportes (saber dirigir un equipo a la victoria), la educación (profesores que consiguen que sus alumnos se identifiquen con su forma de pensar) y hasta en la familia (padres o hermanos mayores que son tenidos como absoluto ejemplo por parte de sus hijos, por ejemplo).

Existen distintas clasificaciones de los líderes, que se establecen a partir de diversos criterios. Cuando un líder es escogido por una organización, se habla de un líder formal. Los líderes informales, en cambio, emergen de manera natural o espontánea dentro un grupo.

De todas formas, la clasificación más difundida es aquella que refiere al vínculo entre el líder y los sujetos a los cuales influencia (es decir, sus seguidores). En este caso, existen liderazgos democráticos, autoritarios y liberales (laissez faire).

El líder democrático es aquel que, en primer lugar, fomenta el debate y la discusión dentro del grupo. Después toma en cuenta las opiniones de sus seguidores y recién entonces, a partir de criterios y normas de evaluación que resultan explícitas, toma una decisión.

El líder autoritario, en cambio, es aquel que decide por su propia cuenta, sin consultar y sin justificarse ante sus seguidores. Esta clase de líder apela a la comunicación unidireccional (no hay diálogo) con el subordinado.

En cuanto al líder liberal, suele adoptar un papel pasivo y entregar el poder a su grupo. Por eso no realiza un juicio sobre aquello que aportan los integrantes, a quienes concede la más amplia libertad para su accionar.

Si el liderazgo es ejercido a partir de cambios en los valores, los comportamientos y los pensamientos de los miembros del grupo, recibe la denominación de transformacional.

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Las bases para ser un buen líder son: mantenerse al tanto de lo último en el campo en el que se desarrolla el trabajo, observar la labor de otros líderes y modificar la forma de trabajo siempre que sea necesario. Por otro lado, las cualidades que debe tener alguien que ejerce el liderazgo son: conocimiento, confianza, integridad,y, por su puesto, carisma para inspirar a sus subordinados.

Los mejor líderes son aquellos que son visionarios, que son capaces de comprender las situaciones productivas para la empresa antes de que estas se presenten, son innovadores y están a favor del cambio. Podemos poner como ejemplo a Bill Gates, un frustrado estudiante de Harvard, que gracias a sus cualidades de líder fue capaz de fundar una de las empresas más importantes en el sector tecnológico, Microsoft y, gracias a las decisiones que supo tomar y a que consiguió que empresas influyentes confiaran en él, se convirtió en la persona más rico del mundo. Él fue capaz de comprender que los ordenadores un día se convertirían en una parte indispensable de los hogares, y trabajó desarrollando los productos que lo permitieran, supongo que es el mejor ejemplo de un líder visionario.

Pero tener una buena idea no basta para convertirse en líder, es necesario saber llevarla a cabo y convencer a los que te rodean de que dicha idea es el mejor invento en el que se haya pensado jamás y que tiene como objetivo resolver nuestros problemas más importantes. Si conseguimos cautivar al público con nuestra idea, posiblemente nos convirtamos en un líder visionario y valorado por el entorno.

Otras definiciones

Otra clasificación de los liderazgos está determinada por la influencia del líder en sus subordinados. Cuando el líder es reconocido como autoridad dentro del grupo y los integrantes creen que aporta recursos importantes, el liderazgo es transaccional.

Otra definición del término es la que se encuentra en el Diccionario de Ciencias de la Conducta que define el liderazgo como las cualidades de capacidad y personalidad que permiten que alguien se convierta en guía de un grupo, controlando a todos los individuos que de él forman parte.

Por su parte, Rallph M. Stogdill, afirma que existen tantas definiciones de liderazgo como personas hayan pensado en dicho concepto, sin embargo la más exacta sería que se trata del proceso de conducir las actividades de un grupo e influir sobre las conductas que estos desarrollen.

Para ser líder es fundamental, por otra parte tener la capacidad de comunicación. No sólo saber expresar claramente las ideas y mandatos, sino también saber escuchar y tener presente lo que piensa cada individuo que forma parte del grupo que se representa. Además, como lo definen Salovey y Mayer, es fundamental contar con inteligencia emocional. Es decir, con la habilidad de conducir los sentimientos y emociones de uno mismo y de los demás y utilizar la información para conseguir el objetivo fundamental del grupo.

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http://definicion.de/liderazgo/#ixzz2qzFNTEEX

La esencia del liderazgo siempre es personal y siempre es interna.

El liderazgo esencial no es excluyente. Pretende diferenciar lo central de lo periférico. Lo básico de lo accesorio. Lo primordial de lo secundario. El adjetivo “esencial” se refiere a lo realmente decisivo y sustancial del liderazgo.

Liderar es el proceso por el cual las personas dan dirección e influyen en otros seres humanos, para que aporten lo mejor de sus capacidades en la búsqueda del objetivo marcado.

La capacidad para tomar decisiones, la visión estratégica, la habilidad para motivar equipos, la maestría para distribuir tareas y delegar funciones, la brillantez hablando en público, el arte para persuadir y convencer a otros, el conocimiento de las técnicas de negociación, el dominio de otras lenguas… Nada de esto es la esencia del liderazgo. Todos ellos son atributos que acompañan a los líderes normalmente, son procesos que los líderes dominan, herramientas de dirección que deben conocer y practicar hasta generar hábitos. Son instrumentos de dirección disponibles en la caja de herramientas de quienes dirigen. En general, son habilidades fáciles de aprender si se le dedica el

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tiempo y la intención suficientes. No digo que sea fácil dominarlas, pero sí que es relativamente sencillo mejorar significativamente en ellas con el entrenamiento adecuado.

Todas esas cualidades son atributos externos del líder. La parte más visible en su puesta en escena cotidiana. Es la parte del iceberg que flota fuera del agua.

La esencia del liderazgo es más sutil, menos visible y probablemente más difícil de desarrollar. El liderazgo esencial reside en nuestro carácter, en la estructura ética de la persona, en nuestra vocación por dar ejemplo, por mantener un comportamiento coherente con los valores que hemos elegido.

El perfil esencial de quien dirige su vida, o influye poderosamente en la vida de otros, nos refiere a actitudes como la responsabilidad, la excelencia, la firmeza, el compromiso, el respeto, la integridad, la tenacidad, la equidad.

Goleman Boyatzis y Mckee[1], y yo con ellos, opinan que la conciencia de uno mismo constituye el fundamento esencial del liderazgo emocionalmente inteligente.

Son atributos del liderazgo esencial la capacidad para sobreponerse a la adversidad, el compromiso para crear espacios donde el amor y la felicidad sean posibles. También lo son la gestión del miedo y la incertidumbre, la actitud de búsqueda para darle un sentido a la vida, la vocación de sumar en la consecución del bien mayor y la colaboración, la generosidad y la gratitud. Asimismo, la capacidad para recuperarse de la adversidad; lo que llamamos resiliencia.

La esencia del liderazgo se apoya en una autoestima sólida. El liderazgo esencial nos habla de serenidad personal, de energía en la acción, de inconformismo ante la mediocridad, de respeto a la diversidad, de convicción y flexibilidad. Esas cualidades nos permiten liderar desde el ejemplo, desde la elección consciente de nuestras actitudes más efectivas en cada momento.

Un mejor conocimiento de nosotros mismos, de nuestros procesos internos, aumenta nuestra capacidad para reconocer los errores. Nos abre a aceptar la valoración de otros sobre nuestra acción y nos aporta la flexibilidad interna necesaria para cambiar el rumbo cuando obtenemos nueva información que nos advierte de nuestro error.

El liderazgo siempre es primero interno. Desde ahí se proyecta fuera de mil maneras distintas. Una cosa es el liderazgo y otra cosa es su expresión.

Hay un liderazgo externo y uno interno. Las personas que apoyan su liderazgo en símbolos de poder externo suelen tener los pies de barro. Solo hay que ver cómo evoluciona la capacidad de influencia de algunas personas que han acumulado mucho poder cuando se ven desposeídos de él.

Es cierto que no deberíamos dejar dirigir equipos a personas que no sean excepcionales. Las personas excepcionales no lo son por lo bien que hablan en público o por su capacidad para tomar decisiones rápidamente. Lo son por su liderazgo esencial.

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La base sobre la que se sujeta el andamiaje del liderazgo esencial se adquiere mucho antes de llegar a la universidad y muchísimo antes de llegar a las escuelas de negocios. La educación de nuestros hijos, el papel de los padres primero y de los profesores después, junto con todo el entorno del niño, es esencial para crear bases sólidas en este sentido.

Cuando nos hacemos adultos, el liderazgo se completa y se desarrolla, de una forma más consciente, a través de la reflexión y la vocación por seguir creciendo como personas. Nunca es demasiado tarde para seguir aprendiendo y creciendo.

Escrito por Gonzalo Martínez de Miguel. Autor del libro “Liderazgo Esencial”

LIDERAZGO POLÍTICO

I. Hacia una definición genérica del liderazgo

La concepción de liderazgo ha sido ampliamente debatida desde una óptica psicológica, sociológica y política. En realidad, se debe decir que no existe una acepción única de liderazgo, sino que la misma puede ser definida en relación con referentes, geográficos, históricos y con la diversidad de objetivos y propósitos de los grupos u organizaciones de que se trate. En los últimos años han tendido a predominar nociones provenientes del mundo de la administración de negocios, preocupadas en lo esencial por la eficacia del liderazgo, entre las que podemos citar:

• “…es el conjunto de las actividades, y sobre todo de las comunicaciones interpersonales, por las que un superior en jerarquía influye en el comportamiento de sus subalternos, en el sentido de una realización voluntariamente eficaz de los objetivos de la organización y del grupo”1;

• es el proceso de influencia entre un líder y sus seguidores para alcanzar objetivos organizacionales;

• es la capacidad de proporcionar las funciones directivas asociadas con las posiciones de nivel superior 2.

A estas se le pueden agregar otras acepciones de carácter más general, que hablan de tener una visión y lograr que la gente la haga realidad, o de la capacidad para influir sobre los otros, en particular por medios no coactivos3.

No obstante que estas definiciones resultan poco funcionales a los fines de este trabajo, permiten extraer cinco elementos que son constitutivos de cualquier definición moderna de liderazgo: influencia, voluntad, comunicación interpersonal, capacidad de ayudar al grupo a definir y alcanzar objetivos, y superación y esfuerzo suplementario.

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Sobre esta base, se puede definir el liderazgo como el conjunto de actividades y de relaciones y comunicaciones interpersonales, que permiten a una persona ejercer diversos niveles de influencia sobre el comportamiento de los miembros de un grupo determinado, consiguiendo que este grupo defina y alcance de manera voluntaria y eficaz sus objetivos.

Es un proceso de aprendizaje colectivo de las organizaciones, grupos o comunidades, en términos de construir una visión de conjunto sobre sí mismos, sobre sus intereses y fines, y sobre los medios para alcanzarlos de manera eficaz. Subyace la visión de que el ser humano es un ente con capacidad para definir sus objetivos, comunicarlos, identificar medios para conseguirlos y poner esfuerzo para lograrlos.

Esta concepción va en contradicción con las tendencias predominantes en el conocimiento y práctica del liderazgo, en las que subyace la idea de que el mismo está sustentado en las condiciones de personalidad de los líderes y por tanto tiene relación directa con la existencia o no de carisma. Según Peter Senge “…los líderes … son héroes, grandes hombres (y en ocasiones mujeres) que avanzan a primer plano en tiempos de crisis”4. A lo que él contrapone: “Mientras prevalezcan estos mitos, reforzarán el énfasis en los hechos de corto plazo y los héroes carismáticos y no en las fuerzas sistémicas y el aprendizaje colectivo. La visión tradicional del liderazgo se basa en supuestos sobre la impotencia de la gente, su falta de visión personal y su ineptitud para dominar las fuerzas del cambio, deficiencias que sólo algunos grandes líderes pueden remediar”5.

Al mismo tenor, Peter Drucker indica que el liderazgo“… es algo muy distinto de lo que hoy se nos presenta bajo este rótulo. Tiene poco que ver con las cualidades del líder y mucho menos con carisma. Es una cosa ordinaria, prosaica y aburridora. Su esencia es el desempeño”6. En este sentido, “ya no basta con tener una persona que aprenda para la organización… Ya no es posible otear el panorama y ordenar a los demás que se sigan las órdenes del gran estratega. Las organizaciones que cobrarán relevancia en el futuro serán las que descubran cómo aprovechar el entusiasmo y la capacidad de aprendizaje de la gente en todos los niveles de la organización”7.

Como se puede ver, está noción rompe claramente con la visión personalista y carismática, para centrarse en la idea de que el liderazgo tiene que ser adecuado y funcional con el tipo de organización de que se trate –sea esta un grupo religioso, una comunidad rural, un partido político o una sociedad determinada– y con la capacidad para que ese liderazgo produzca los efectos deseados, a saber, la consecución de los objetivos de la organización.

II. Liderazgo político

A. El enfoque clásico sobre liderazgo político

Si se asume que el liderazgo no es bueno ni malo en sí mismo, sino que es un medio cuya bondad o maldad está dada por sus objetivos, se tiene también que asumir que el fin del liderazgo político es la cuestión crucial para determinar si favorece o no la comunidad o el grupo al que el líder pertenece.

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De la discusión sobre el liderazgo político se extraen también múltiples definiciones. José Luis Vega Carballo, por ejemplo, lo define como “… la particular relación que se establece dentro de una coyuntura concreta y dinámica, entre una personalidad y una situación de grupo en el cual el objetivo central es la conquista y el control del Estado o de los instrumentos para influirlo, por parte de ese grupo.”8

La definición de Vega Carballo se inscribe dentro de una tradición teórica que visualiza el liderazgo político dentro de los límites del Estado como aparato y de aquellos instrumentos que permiten el acceso o toma de poder del mismo, en especial los partidos políticos. Si bien esta es una pauta fuera de discusión –el escenario de acción del liderazgo político, por excelencia, lo son el Estado y los partidos políticos–, pareciera que requiere de una ampliación importante, en tanto en la realidad contemporánea no toda acción política pasa por el Estado como aparato o por los partidos como instrumentos de acceso al poder público, dándose –por tanto– que no todo liderazgo político tiene necesariamente que limitarse a la conquista del mismo. Pero sobre este punto se retornará más adelante.

En general, el análisis del liderazgo político parte de la comprensión de las formas de dominación; Max Weber señala básicamente tres tipos de dominación legítima, a saber la dominación legal, la dominación tradicional y la dominación carismática, siendo la primera y la tercera las más representativas en la realidad latinoamericana contemporánea.

La dominación legal se da en virtud de la existencia de un estatuto, que establece que la obediencia de los seguidores no es hacia el líder o persona que detenta formalmente el poder, sino hacia la regla estatuida. Más aún, es la misma regla la que establece a quién y en qué medida se debe obedecer, obligando al líder a obedecer el imperio de esa ley o estatuto. Este tipo, dentro del cual su expresión técnicamente más pura es la burocracia, es sin duda alguna la forma de dominación que mejor responde a la idea que se tiene de la estructura moderna del Estado y de la democracia. Como parte de este tipo de dominación, la asociación dominante es elegida o nombrada, de acuerdo con procedimientos o mecanismos establecidos por la ley o estatuto. En este sentido, hay que afirmar que ninguna dominación legal es estrictamente burocrática, dado que ninguna es ejercida únicamente por funcionarios contratados, sino que los cargos más altos son usualmente designados por la tradición o electos por instituciones tales como el parlamento o el pueblo en general.9

La dominación tradicional nace en virtud de la creencia en la santidad de los ordenamientos y poderes señoriales existentes desde siempre. Su tipo más puro es el dominio patriarcal, como tal poco frecuente en la historia actual de la región, dándose una relación entre señor –dominador– y súbditos –dominados–. La obediencia se da en virtud de la dignidad propia de la tradición, respondiendo a la idea de que el súbdito debe serle fiel al señor. Los únicos límites del ejercicio de este tipo de dominación lo son las normas de la tradición y/o el sentido de equidad que tenga el señor.

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La dominación carismática se da en razón de la devoción que sienten los seguidores en relación con el líder, dadas sus características personales, casi siempre extraordinarias. Así, desde las facultades mágicas y revelaciones de los profetas del pasado, hasta habilidades más políticas vinculadas al heroísmo, el poder intelectual o la capacidad oratoria, las cualidades personales se convierten en el factor que genera adhesión efectiva. En este sentido, la obediencia –condición inmanente a la dominación– se da sólo en relación con el caudillo, y esa obediencia durará mientras existan las cualidades personales del caudillo que son objeto de reconocimiento por parte de sus seguidores. Precisamente esa sujeción a la persona del caudillo hace que este tipo de dominación sea extremadamente inestable, al carecer de procedimientos ordenados para el nombramiento o sustitución del líder, al punto de que las instituciones políticas no existen sino es en relación con la vigencia del caudillo y su carisma. Al desaparecer el caudillo o perder su carisma, las instituciones se quiebran o desaparecen, dando paso a un nuevo orden, sea basado en un nuevo caudillismo o en otra forma de dominación.

Con relación a su ejercicio, “el carisma conoce sólo determinaciones internas y límites propios. El portador del carisma abraza el cometido que le ha sido asignado y exige obediencia y adhesión en virtud de su misión”10. Precisamente por ello, no obstante su fuerza, incluso de carácter revolucionaria, la autoridad carismática, “… en su forma absolutamente pura, es por completo autoritaria y dominadora”11.

Los tres tipos de dominación expresan en sí mismos formas de ejercer el liderazgo; no obstante resulta poco frecuente encontrar casos reales que expresen literalmente el ejercicio de alguno de estos tipos, siendo lo más usual la combinación de características de uno u otro modelo. Así, por ejemplo, la autoridad o liderazgo carismático tiende a –en el lenguaje de Weber– rutinizarse, es decir, a romper con su carácter inestable o efímero y a asumir ropajes distintos a su naturaleza, ya sea de carácter racional –de dominación legal burocrática– o tradicional12.

De una u otra manera, en la experiencia histórica lo que se ha dado es una tendencia marcada a ponerle límites a cualquiera de las formas de dominación, límites básicamente asociados al establecimiento de cauces institucionales. En teoría, la expresión por excelencia de esos límites al ejercicio de la dominación, es precisamente la división de poderes que es inherente a la concepción moderna de Estado y al modelo democrático como sistema político.

Ese instrumento clásico de contención del ejercicio de las formas de autoridad, se ve hoy ampliado por la renovada participación del ciudadano como sujeto político. Si bien en América Latina esas expresiones participativas son todavía incipientes, nuevos instrumentos le imponen límites al liderazgo político, tales como los mecanismos de rendición de cuentas, las consultas populares sobre temas específicos o el control ciudadano –a través de los medios de comunicación o de organizaciones no gubernamentales– sobre la gestión pública.

Así, si bien, en una sociedad democrática es normal y lógico que los líderes políticos encabecen esfuerzos para tomar el control del gobierno como instrumento de vital importancia para la transformación de la realidad, también es evidente que cada vez más procesos y fenómenos se

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dan en los márgenes externos de la política tradicional y de los Estados como aparatos institucionales, cada vez más se presencia la irrupción de nuevas formas de organización y de liderazgo que sin pasar por los causes tradicionales de la política, ejercen influencia política determinante por cuanto contribuyen a la transformación efectiva de la realidad social en la que existen.

B. Liderazgo, poder, autoridad: condiciones que brindan legitimidad al liderazgo

Todos los estudios sobre liderazgo establecen relaciones básicas entre éste y las nociones de poder y autoridad. Ambas nociones, muchas veces confundidas en el saber común sobre el tema, muestran algunas diferencias importantes, especialmente cuando se habla de liderazgo político.

Como bien recupera José Luis Vega Carballo13, citando a Max Weber, el poder se refiere a la relación social en la cual se produce la probabilidad de que un actor social imponga su voluntad, incluso a pesar de cualquier resistencia, sobre otro actor. Este concepto es central en el ejercicio del liderazgo, dado que el uso de una determinada cuota de poder es condición básica para que la influencia del líder sea efectiva. Así, todo líder requiere poder para ejercer su liderazgo, con lo cual se establece que la búsqueda del poder es una condición natural al ejercicio del liderazgo.

Por su parte, la autoridad hace referencia a la capacidad de influir sobre las otras personas con base en un mandato dado por esas personas. Dado ello, toda autoridad implica el uso de una cuota determinada de poder, pero no toda persona que encarna un cargo de autoridad tiene poder efectivo. La autoridad, si es legítima, es decir, si ha sido otorgada por el grupo como resultado de esa suerte de contrato social o por el pueblo a través de instituciones como las elecciones, tiene la ventaja de que permite el uso de la fuerza por parte de quien detenta esa autoridad, para asegurar la consecución de los objetivos que sustentan el liderazgo.

Este enfoque tipifica al poder con un carácter más bien fáctico, dado por la fuerza o capacidad de influencia que tiene quien lo detenta, mientras que la autoridad se identifica con la entrega de un mandato, implícito –en un grupo social x–, o explícito –en una institución política–, el cual está dado y durará mientras el líder represente los intereses de aquellos que le otorgaron la autoridad formal.

Esta relación entre poder y autoridad es esencial para la comprensión del liderazgo político. Muchas veces el liderazgo ha sido visto como una consecuencia de la autoridad, en tanto se entiende que el líder es aquel que detenta la autoridad en el grupo, organización o comunidad de que se trate. En nuestra visión, el liderazgo está dado no sólo por la autoridad conferida sino por el poder efectivo que el líder pueda ejercer. En este sentido el poder es una condición inmanente al liderazgo, quedando al carácter o integridad del líder y a las normas del grupo y organización, el que ese poder sea usado para los objetivos establecidos.

Esta idea es central cuando se habla de liderazgo político en democracia, dado que el poder en la democracia debe ser encauzado institucionalmente, preferiblemente a través de una autoridad legítima, de modo que el líder responda a los intereses de la sociedad y esté sujeto a límites

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precisos. La existencia de instituciones tiene una doble condición: permite que el líder político pueda gobernar –es decir, favorece la eficacia del liderazgo– al otorgarle legitimidad en el uso del poder y la autoridad; pero también permite, en caso de que ese líder no represente de manera efectiva los intereses de la sociedad, contar con mecanismos que permiten su relevo por vías pacíficas y también legítimas.

C. Hacia una noción prescriptiva de liderazgo político

Derivado de la noción genérica que postula este trabajo y de la revisión del enfoque clásico sobre el liderazgo político, este puede ser definido como el conjunto de actividades, relaciones y comunicaciones interpersonales, que permiten a un ciudadano movilizar personas de una organización, comunidad o sociedad específica, de manera voluntaria y consciente, para que logren objetivos socialmente útiles.

Para ello, ese liderazgo busca hacerse con el poder y la autoridad que confiere el aparato del Estado –en su sentido weberiano de asociación política o, en caso de que no pueda detentar su administración, de aquellos mecanismos que le permitan influir sobre el rumbo y objetivos de ese estado y de la sociedad en general.

Así, si bien el liderazgo político –en el sentido aquí postulado– comporta la administración del Estado-aparato como una condición y expresión natural de su ejercicio, no se reduce a ella, reconociendo que en las sociedades contemporáneas se constituyen espacios crecientemente autónomos del poder y autoridad del Estado-aparato, que también coadyuvan a la consecución de objetivos socialmente útiles.

Esta definición asume el liderazgo político con una clara dimensión normativa, en tanto la gente piensa y actúa bajo la visión de ese líder con las imágenes implícitas de un contrato social. Es decir, se firma una suerte de contrato entre el líder y sus seguidores o su grupo, en el sentido de que el líder político recibe un mandato legítimo de parte de su comunidad o pueblo, a cambio de que aporte su capacidad y su visión para que la citada comunidad alcance sus objetivos más importantes. Aquí aplica la idea de que el buen líder político no es el que genera influencia para que las personas asuman su visión y le permitan conseguir sus propios objetivos, sino aquel que encauza las energías y capacidades de esa comunidad para hacer viables los objetivos de la misma.

Ahora bien, si el horizonte del liderazgo político son los fines de la comunidad o sociedad a la que pretende conducir, resulta importante establecer criterios para determinar qué son objetivos socialmente útiles. En este sentido, lo socialmente útil está dado por la capacidad de proponer una visión de sociedad, que sea integradora de intereses y perspectivas diversas, que brinde coherencia y sentido a la acción del líder y que facilite la incorporación de todos –o al menos de la mayoría– en los diversos esfuerzos por alcanzar las metas establecidas. Por ello el liderazgo político se define en términos de autoridad legítima, basándose esta legitimidad en un conjunto de procedimientos mediante los cuales muchos otorgan poder a unos pocos.

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En el ejercicio del liderazgo político, como en cualquier otro, confluyen dos dimensiones claramente definidas, aunque complementarias: una subjetiva y otra objetiva. La subjetiva tiene que ver con las capacidades del individuo y sin lugar a dudas con el carisma; la objetiva hace referencia a la realidad que le rodea, con sus específicos y diversos problemas y necesidades. Desde esta perspectiva, la consistencia entre las capacidades del líder y las condiciones históricas en las cuales actúa es determinante. Dicho de otro modo, en el liderazgo político contemporáneo confluyen los valores sociales imperantes y las capacidades o aptitudes personales para encarnarlo. De la habilidad que tenga el líder para poner sus condiciones naturales y sus capacidades aprendidas al servicio de los fines de la sociedad de que se trate, dependerá que ese liderazgo sea legítimo y eficaz.

De igual modo, se extraen dos visiones claramente diferenciadas: una, aquella que indica que el liderazgo es la capacidad de influir sobre la comunidad para que siga a un líder, en donde la característica esencial es la influencia del líder como condición que permite que la gente acepte su visión y la haga suya; esta visión es extremadamente frecuente en la historia política, dado que favorece la existencia de liderazgos carismáticos, de tinte autoritario, paternalista o pseudo-democrático. Otra, la que ve el liderazgo como la capacidad de influir sobre la comunidad para que enfrente sus problemas y consiga sus objetivos; aquí, la característica esencial del liderazgo es el progreso en la solución de problemas y en la consecución de los objetivos de la comunidad. Es evidente que esta segunda visión favorece el liderazgo de tipo participativo y democrático, y por tanto, coadyuva a la creación de esquemas institucionales que permitan la subsistencia del contrato social establecido entre el líder y su comunidad.

En este sentido, el liderazgo político es necesariamente un proceso de doble flujo entre el líder y sus seguidores; aunque siempre prevalezca una relación asimétrica entre el que gobierna y el que es gobernado, ambos se reconocen como actores válidos e influyentes en la construcción de los objetivos socialmente útiles.

D. Tendencias recurrentes en el ejercicio del liderazgo político

A partir de toda esta visión del liderazgo, se puede realizar un rápido repaso de las modalidades de liderazgo político presentes en la historia latinoamericana. Entre las principales encontramos las siguientes:

D.1. Tendencia al uso de la autoridad

Parte de la visión de que las personas no saben lo que quieren y además que son naturalmente perezosas para luchar por la consecución de sus intereses u objetivos. Esta deficiencia natural sólo puede ser remediada por un gran líder, que asuma la tarea de proponerle a la gente una visión a la cual adherirse y de conducirlos hacia la meta marcándoles el paso de manera estricta y precisa. Dentro de esta visión se tipifican, por supuesto, los líderes de corte autoritario y paternalista, caracterizados por la idea de dar órdenes para la consecución de los objetivos o de conducir o incluso sustituir a las de

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más personas en el cumplimiento de sus papeles grupales o sociales.

Este enfoque del liderazgo ha estado largamente presente en la política latinoamericana. Bajo la idea de que los pueblos no están en capacidad de resolver sus problemas surgieron tres variantes importantes de liderazgo social y político: los líderes autoritarios, los líderes caudillistas o carismáticos y los líderes paternalistas. Aunque cada uno de estos puede ser tipificado autónomamente, en la historia del subcontinente ha sido frecuente la combinación de rasgos de uno y otro.

Bajo la figura del liderazgo autoritario y sobre la base de que los pueblos requerían conducción fuerte y protección ante amenazas externas o internas, se configuraron múltiples regímenes militares o pseudo-militares, que restringieron los ámbitos personales y sociales de libertad y pretendieron rectorar la vida social desde su autoridad, dada esencialmente por las armas y asentada en el temor. Estos liderazgos sustituyeron o absorbieron las instituciones, induciendo un alto grado de arbitrariedad en la conducción política de los países y propiciando la exclusión de importantes sectores de población, con las nefastas consecuencias por todos conocidas sobre la configuración de los sistemas políticos.

La figura del caudillo, basada en el carisma de la persona, como salvador de los pueblos, arrasa nuestra historia de ejemplos; de Bolívar al Ché Guevara, de Fidel Castro a Juan Domingo Perón y así muchos más, se sustenta en la misma visión antropológica anteriormente descrita: la incapacidad de los pueblos para obtener lo que quieren o, peor aún, para obtener lo que los caudillos consideran que deben obtener. Así, la lógica del caudillo no radica en conducir a sus pueblos hacia la construcción de una visión común, sino en convencer a estos que su visión –la del líder– es la que deben adoptar y seguir. No son pocos los ejemplos de estos liderazgos caudillistas, cuyas consecuencias políticas concretas, en la mayor parte de los casos, han sido una institucionalización endeble de los sistemas políticos o una ruptura de los regímenes políticos implantados por ellos, al darse la desaparición física o la remoción política de los mismos.

El líder paternalista ha estado marcado por la convicción de que hay que darle a la gente todo lo que necesite, en el entendido de que esa gente no está en capacidad de producir y conseguir objetivos que le beneficien. Esta visión da origen a una dependencia extremada de los seguidores o grupos en relación con el líder, dependencia que tiene consecuencias destructivas, por cuanto limita la capacidad de aprendizaje individual y colectivo de sus seguidores, eliminado la principal fuente de poder de las organizaciones y sociedades.

D.2. La tendencia al liderazgo pragmático

Dentro de esta tendencia se ubican aquellos líderes que se adaptan a cada coyuntura en el entendido de que sus actuaciones son expresiones de los deseos de la gente; es decir, asumiendo una visión distorsionada de lo que en la teoría se conoce como liderazgo situacional, los líderes adaptan su actuación y comportamientos a las cambiantes condiciones de la realidad y de las voluntades políticas que les rodean. El norte de esos líderes son las encuestas. Con este enfoque, el líder renuncia a una de las características fundamentales del liderazgo político: la

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responsabilidad de proponerle a la organización o sociedad una visión integradora, con lo cual abdica del esfuerzo por conseguir objetivos que vayan más allá de los vaivenes de las coyunturas políticas.

No obstante las limitaciones reales de este enfoque, aporta un elemento significativo para que el líder político sea eficiente y eficaz: la necesidad de que conozca el contexto organizacional y social en el que actúa, como condición para que incorpore destrezas que favorezcan la obtención de los objetivos comunes. Este factor implica que cada contexto y cada problema posiblemente demande destrezas y capacidades diferentes, lo cual tiende a ratificar que para la consecución de los objetivos organizacionales y sociales se requiere sumar los esfuerzos de todos los miembros de esa organización o sociedad.

D.3. La tendencia al liderazgo político

Esta es la menos frecuente de las tendencias, a pesar de la paulatina democratización de los entornos institucionales de la región. El líder democrático es aquel que reúne los elementos típicos de la visión prescriptiva de liderazgo político: capacidad de influencia, capacidad de producir la movilización voluntaria de sus seguidores, capacidad de proponer una visión integradora y capacidad de conducir a sus seguidores a la consecución de objetivos socialmente útiles.

Por tanto, este tipo de liderazgo se da en el contexto de esquemas institucionales democráticos, que favorecen la creación de consensos y que coadyuvan a la integración de todos los sectores. Es un liderazgo basado en la negociación y concertación como condición para la inclusión de las mayorías en el sistema político. En este sentido, cuando se habla de liderazgo democrático, estamos haciendo referencia a un perfil de líder que cumple con al menos las siguientes características:

• Actúa basado en el diálogo y convencimiento, no en la imposición.

• Plantea un liderazgo basado en el conocimiento de la organización y en la claridad sobre la misión y visión de la misma.

• Articula la diversidad que caracteriza toda organización humana, más aún, permite la diversidad de enfoques y metodologías como un factor de crecimiento y aprendizaje.

• Respeta el liderazgo de los demás.

• Expresa valores concretos: no es democrático sólo por lo que dice o por la metodología que aplica; lo es porque expresa en sus relaciones humanas y en su comportamiento valores profundamente democráticos, como la tolerancia, el pluralismo, etc.

• Es interdependiente: en este sentido, reconoce que los demás son importantes para la consecución de los objetivos de la organización14.

En razón de esto, el ejercicio del liderazgo democrático conlleva el desarrollo equilibrado y efectivo de las instituciones políticas. Esta afirmación adquiere mayor relevancia cuando se

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reconocen los efectos que han tenido sobre el desarrollo democrático de América Latina, los estilos de liderazgo predominantes. Así, por ejemplo, si el líder es débil para el manejo de las instituciones, estas tienden a perder eficiencia, eficacia y a volverse anárquicas; pero si el peso del liderazgo es mayor que el perfil de la institución, está tiende a desdibujarse bajo el manto del autoritarismo.

El autoritarismo tiene una suerte de relación de causa y efecto con el excesivo personalismo de la política latinoamericana. Prevenir el retorno de las tentaciones autoritarias o caudillistas pasa necesariamente por la creación de instituciones políticas fuertes, estables y sustentables. Como bien dice Joan Prats, “no hay reforma institucional verdadera sin líderes ni emprendedores. La teoría del cambio institucional indica que este se producirá cuando un número suficiente de actores perciban que una nueva institucionalidad puede sustituir a la precedente gozando de mayor apoyo y legitimidad”15. Y agrega, “en lugar de buscar salvadores, deberíamos pedir un liderazgo que nos desafíe a enfrentar los problemas que no tienen soluciones simples e indoloras, los problemas que exigen que aprendamos nuevos métodos… Para enfrentar estos desafíos nos hace falta una idea diferente de liderazgo y un nuevo contrato social que promueva nuestra capacidad de adaptación”16.

E. Los límites del liderazgo en sociedades democráticas

Como dice James Payme “siempre habrá políticos. Es cierto que recelamos de ellos, que examinamos con cuidado sus acciones y que las criticamos, pero estamos conscientes de que su existencia en la organización social es un hecho indiscutible”17. En línea con esto hay que decir que siempre habrán líderes políticos, con capacidades personales y con referentes éticos distintos. Esta verdad viene acompañada de viejas y nuevas demandas de parte de los ciudadanos en relación con el comportamiento de los líderes. Así, desde la demanda de brindar ejemplo –Peter Drucker dice que la gente tiene la expectativa de que los líderes no deben comportarse como se comportan todos, sino que se espera que procedan como entienden que deberían proceder ellos mismos18– se va hasta la creciente demanda de transparencia, responsabilidad y rendición de cuentas.

Esto no desconoce las múltiples razones y motivaciones que encauzan la voluntad de un ciudadano para aspirar a convertirse en líder político19, sino que le plantean nuevos referentes de actuación. Durante muchos años, los líderes políticos recibían no un mandato sino que una delegación de poder, actuando con amplios niveles de autonomía. Hoy, la ciudadanía no desea líderes políticos autoreferenciales, sino activos representantes de sus intereses y necesidades.

En razón de ello, al ejercicio del liderazgo político se le imponen nuevos límites, básicamente asociados a la idea de que el mandato que reciben no les exime de rendir cuentas a sus concuidadanos e, incluso, en caso de que esa rendición de cuentas no satisfaga a los mismos, ser removidos de sus cargos. Si bien esto en las democracias contemporáneas es todavía una idea joven y una práctica incipiente, no existe duda que las tendencias marcan la ruta hacia ese escenario, como condición que haga viable la existencia de esas democracias en el tiempo.

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Así, los líderes políticos de las democracias del nuevo siglo estarán determinados por una doble condición: por un lado, los límites que la sociedad le imponga como resultado del desarrollo de sus instituciones y de las capacidades autónomas de los ciudadanos para controlar sus acciones; y, por el otro, los referentes éticos que –de manera inherente– desarrollen como resultado de su evolución personal en la práctica de vivir en democracia.

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Eduardo NÚÑEZ VARGAS

a palabra liderazgo (Sevilla, 2002) define la cualidad que posee una persona para influir sobre otras personas y que es capaz de tomar decisiones. Esencialmente ésta característica es la que le hace sobresalir y jugar un papel importante en cualquier organización, es decir, el líder destaca tanto en el trabajo, como en su vida personal, en su formación académica entre otros aspectos. Cabe señalar que la cualidad de líder recae especialmente sobre el carácter y la forma de pensar de la persona.

El liderazgo como tal es una cualidad que se desarrolla en diferentes ámbitos de la vida pública, por la sencilla razón de que las personas se desenvuelven o desarrollan en muchos lugares principalmente de forma organizada. Sin embargo, es identificable más un líder en el ámbito político (un diputado, un líder sindical o un secretario de estado), económico (un empresario, un banquero o un inversionista) o social (un jefe de manzana o un miembro de un comité ciudadano) que en el ámbito jurídico (un magistrado, un consejero o un juez). En verdad el líder puede escapar a la anterior tipología, lo principal es que cuente con las capacidades que se requieren

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como: excelente comunicación, una buena dicción, capacidad de decisión, capacidad de incentivar, responsabilidad, apertura, argumentación y persuasión (L. Daft, 2000).

Para el caso del líder jurídico, así como cualquier otro líder éste debe contar con las anteriores características, pero además con algunas más que exige el lugar donde se encuentran, con base en esto el líder jurídico debería conocer su ámbito (marcos jurídicos afines), los procesos y los procedimientos, con ello cubriría lo elemental, pero como se menciona también deberá poseer otras habilidades como dirigir sentencias, es decir, asesorar en casos difíciles a sus compañeros, llevar temas determinantes a discutir con sus colegas principalmente temas trascendentales, manejar con prudencia su influencia en algún tema entre otras. El objetivo del líder jurídico debe recaer en saber guiar o dirigir temas especiales para que obtengan una mejor resolución y que dicha resolución sea lo más justa posible.

Como cualquier tipo de liderazgo, el líder jurídico debe destacar por su presencia, pero también a la vez jurídicamente por los resultados que obtienen los temas que apoya, debido a que como cualquier líder su actuación es importante, pero también, para el caso jurídico los resultados a los problemas que propuso o apoyo.

En términos sintéticos la función del líder jurídico como la de los demás tipos de liderazgos es conseguir metas en equipo, ya sea por cooperación o por competencia.

De esta forma el liderazgo en el ámbito jurídico se construye con base en las acciones que muestra y lleva a cabo, es decir, con las decisiones que toma, los temas que apoya, los resultados que obtiene y sobre todo la forma en cómo lleva a cabo todo lo anterior, es decir, lo tiene que hacer con base en las anteriores características básicas más las que su ámbito le requiera.

Como se muestra, día a día el ejercicio del liderazgo construye sólo si se ejerce de forma adecuada día tras día (Maxwell, 1998), para el caso del Derecho el ejercicio de la decisión, la capacidad, la actitud y las relaciones personales es determinante en la definición y/o construcción de un liderazgo en el terreno jurídico.

Algo que cabe señalar, como se evidencia con regularidad, lo que se dice y lo que se lleva a cabo muy pocas veces concuerda del todo, por ello es importante aclarar que dependerá en su mayoría de las personas y sus acciones, si el liderazgo tendrá efectividad (Maxwell, 1998) o no.

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Específicamente para el caso jurídico el liderazgo estará sujeto tanto a la persona individualmente como a los temas que se aborden o discutan en un juicio o en cualquier otro procedimiento relacionado con el poder judicial.

Un elemento importante pero a la vez dependiendo el caso problemático son los mismos marcos normativos, materia prima para el caso del liderazgo jurídico, ello porque así como la ley puede ayudar a un liderazgo a esclarecer errores y dicha persona corregirlos, también puede alentar el trabajo o las acciones del mismo.

El liderazgo en el ámbito del Derecho tiene como tal, características especiales para el líder como persona y para el liderazgo como lo que desarrolla ésta en su espacio.

En términos generales la medida para saber la efectividad de cualquier liderazgo es la influencia Maxwell (1998) el liderazgo es una relación social en la que la influencia de un líder conduce a los miembros de una organización temporal o permanentemente hacia el logro de un objetivo que se ejerce. En este sentido la importancia de las acciones que ejerza el líder en el ámbito jurídico deben tener un impacto (influencia) en el escenario o en los temas abordados. De este modo la influencia como tal se traduce como la capacidad de llevar la situación a otro estrato, sea cual sea el objetivo, ello debido a que dicha influencia combinada con el efecto que en éste caso el líder jurídico ejerza y el escenario que se cree debido a los factores externos, en la mayoría de los casos el resultado es impredecible.

Otro factor a tomar en cuenta refiere que “Tradicionalmente asociamos el liderazgo con lo masculino, esto ha cambiado y cada vez se reconoce e impulsa más el liderazgo femenino” (Maxwell, 1998). Sin duda este fenómeno controversial es una característica del mundo moderno, pues temas como la equidad de género al parecer han tenido un gran impacto que ha redefinido al sexo femenino en muchas áreas y el liderazgo no es la excepción. Este cambio tan importante también empezó a tener peso en el Poder Judicial y gracias a ello y los resultados satisfactorios que va teniendo, el liderazgo en el rubro jurídico es todo un hecho.

Como se mencionó anteriormente el desarrollo del liderazgo en cualquier ámbito obtiene matices distintos, pero mucho depende también del tipo de liderazgo que se ejerza. Pues de ello depende en verdad su influencia.

El rezago del tema liderazgo en el ámbito jurídico, quizá se deba a dos factores uno es que como se mencionó por costumbre el liderazgo no se ubica claramente en este rubro, y el segundo factor

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se refiere a el déficit de sustentos teóricos destinados a este rubro, ya que como es fácil observar, el tema teóricamente tiene una gran producción en el sector político o económico.

Si se hace una revisión general las principales teorías sobre liderazgo se enfocan netamente en el “éxito del hombre”, pero siempre con un carácter incluso más económico, sino es que se relaciona estrechamente con el tema de superación personal.

Bibliografía

Sevilla, Joel, (2002) Liderazgo, el balance entre poder y sabiduría, México, Editorial.

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Maxwell John (2002) Liderazgo 101: Lo que todo líder necesita saber, Tennessee, Estados Unidos de América.

Cualquier aprendizaje supone una ordenación de los datos y una coherencia entre ellos. La visión del mundo del aprendiz se ensancha con cada nuevo aprendizaje, desde la lectura, la escritura, la geometría o una segunda lengua. Cada nuevo aprendizaje opera una especie de cambio de paradigma. Hay aprendizajes que podemos denominar como mera instrucción, que son un conjunto de habilidades teóricas y técnicas que dotan al individuo de las herramientas básicas para desempeñarse en la vida competitiva, y otros aprendizajes que podemos denominar cultura, que hacen crecer la conciencia y esculpir integralmente al ser humano.

El líder/lidereza pedagógico/a, en sentido estricto, no puede "enseñar" a otros –sobre todo a formarse culturalmente - como se le podría enseñar a alguien a rellenar un formulario. Con un simple discurso o sermón, rara vez convence a alguien para que cambie sus paradigmas. La destreza de este tipo de líder pedagógico, reside en la capacidad de convencer a las y los educandos a que realicen la experiencia por sí mismos, convirtiéndose en ejemplo viviente de libertad y energía, de compromiso y responsabilidad, de guía y modelo para elevarse por encima de niveles rastreros hasta grandes alturas mentales y espirituales. En una sociedad cada vez más cambiante, la educación tiene la imperiosa necesidad de encontrar sus raíces espirituales, el

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sentido de su destino y la dirección verdaderamente humana. Por eso resulta imprescindible un cambio de paradigma donde exista un liderazgo educativo que busque el apoyo y la camaradería de quienes piensan de igual forma, en la esperanza de que cuando un grupo o una colectividad se juntan en una búsqueda y un objetivo común, la eficacia es mayor. Especialmente cuando cada persona encuentra su puesto a partir de sus propios recursos. Esto quiere decir que el verdadero líder educativo incentiva el poder de la vocación en sus estudiantes, provocándoles una sensación grupal de destino, en el cual sus acciones, según sus capacidades, siempre son significativas e importantes en la consecución de un mismo propósito.

Un verdadero líder educativo es el que perturba nuestra seguridad, nos desafía, incitándonos a la exploración y animando el esfuerzo. El maestro transformante percibe cuándo el aprendiz está dispuesto a cambiar y ayuda a su discípulo a responder a necesidades más complejas, trascendiendo los antiguos moldes una y otra vez. El auténtico maestro es también un aprendiz, y es transformado por la relación de liderazgo que ejerce.

El líder educativo democrático es un maestro abierto, que establece con sus alumnos una relación de resonancia, capaz de sentir sus necesidades, conflictos, esperanzas y miedos inconfesados. Este tipo de maestro respeta siempre la autonomía del aprendiz, empleando más tiempo en tratar de ayudarle a formular y resolver sus preguntas más urgentes, que en exigirle respuestas "correctas".

Por consiguiente, el auténtico maestro–líder es un timonel, un catalizador, un facilitador –un agente del aprendizaje–, pero no su causa primera. El énfasis de la enseñanza está puesto en suscitar la pregunta, la paradoja y la ambigüedad, y no en dar respuestas petrificadas. En la mayoría de las ocasiones la educación primaria y secundaria no incentivan la curiosidad y la habilidad para formular preguntas, más bien premia la disposición a producir "respuestas correctas", en lugar de considerar diversas aristas y posibilidades para enfrentar un mismo problema. Para obtener éxito en la solución de problemas es necesario replantear las preguntas desde diversos ángulos.

El auténtico líder docente debe estar muy dispuesto a reconocer sus equivocaciones y a permitir que sus alumnos tengan otra realidad distinta a la suya. Animar al aprendiz para que escuche su propia voz interior, es fomentar el que adquiera sus propios puntos de vista. La sumisión a la autoridad externa es siempre provisional y transitoria.

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Un liderazgo educativo consiste en la visión de ayudar a las y los docentes a reconocer sus más profundos sentimientos y motivaciones, para que miren en su interior en busca de su propia auto-conciencia. Ello hace surgir un profesor/a líder, que con amor y preparación hace que el proceso educativo se convierta en una actividad dinámica, expresiva y transformante. Es imposible construir un mundo más humano y amoroso, a menos que uno mismo haya conseguido previamente convertirse en alguien sumamente humano y amoroso. De la misma manera, la educación puede transformar la cultura, pero sólo en la medida en que se hayan transformado sus educadores. La educación no puede cambiar si los docentes no cambian. Por ello surge la necesidad de líderes capaces de concienciar a los profesores de la conducta y las actitudes, frente a sí mismos y frente a sus alumnos, que observan cuando están en clases. Ya sea que se utilice la auto-observación, la grabación fílmica o la evaluación de los estudiantes, se pueden detectar actitudes positivas y negativas.

Hay que recordar que la pobre calidad de la enseñanza actual no se debe tanto a la ineptitud de los docentes, sino sobre todo a sus conflictos inconscientes, motivaciones y necesidades no satisfechas. La violencia, el sarcasmo, el autoritarismo, la permisividad, las bajas expectativas sobre el rendimiento de los alumnos, contribuyen al fracaso de la educación. Factores externos como los presupuestos, la infraestructura educativa y las técnicas didácticas tienen una importancia secundaria. En Conclusión, podemos afirmar que se requiere, por tanto, de un liderazgo que haga despertar una multitud de fantasías, de sueños, de imágenes de mañanas posibles, de santuarios para la imaginación, por encima del frío y práctico "realismo" –tener los pies sobre la tierra–. Un sistema educativo basado en "dar las respuestas correctas" es psicológicamente insano. Ello promueve el conformismo de conducta o de criterio, y ahoga las innovaciones. Debemos darnos cuenta de que necesitamos educar para una libertad por encima de todas las limitaciones. La capacidad para hacer cambiar de perspectiva constituye la estrategia fundamental del liderazgo educativo.

El liderazgo educativo supone romper con el esquema de las verdades "petrificadas". Para ello se pondría a los estudiantes en situación de tener que enfrentarse con paradojas, con posiciones filosóficas antagónicas y con las repercusiones que se derivan de sus propias creencias y comportamientos. Deben tener claro que siempre existe una gama de posibilidades. Se les debe permitir innovar, inventar, cuestionar, valorar, soñar, repensar e imaginar. Que comprendan, en fin, que la educación es una tarea para toda la vida. Estamos convencidos de que son, los educadores líderes, los que a través de su vocación y con una nueva mentalidad, pueden cambiar la sociedad. Los cambios significativos de un liderazgo transformador pueden operarse a nivel personal y de pequeños grupos. Asumiendo con dedicación y disciplina este compromiso, a la postre podemos resultar transformados. El mejor modo de propagar las ideas de cambio es viviéndolas. Antes de iniciar un nuevo cambio de paradigma y abandonar los hábitos que han impedido nuestro crecimiento. En otras palabras, tenemos que estar dispuestos a olvidarnos de la

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vida que hemos planeado, para poder tener la vida que nos espera. Debemos despojarnos de nuestra vieja piel para poder tener una nueva.

*El autor es Psicólogo Integral

LIDERAZGO EDUCATIVO

3. LIDERAZGO EDUCATIVOGrinberg nos dice que el liderazgo educativo es la capacidad de articular, conceptualizar, crear y promover espacios y posibilidades para un cambio crítico y efectivo de las condiciones que inhiben el mejoramiento de todos y para todos.

4. EL DIRECTIVO COMO LÍDER EDUCATIVO

5. DIRECTIVO

6. DIRECTIVO

7. LIDERAZGO EDUCATIVO

8. LIDERAZGO EDUCATIVO

9. LIDERAZGO PARTICIPATIVO* Enfoque: en la tarea y las personas, estimula la cooperación, solidaridad y creatividad, emplea como recursos didácticos los medios masivos de información. Busca ir más allá de los procesos de enseñanzayaprendizaje, entra en la dinámica familiar.* El maestro es un líder con autoridad, crea, innova u origina desde sí mismo la obra educativa que trasciende a otro.* Su autoridad proviene siempre del reconocimiento de los estudiantes con quienes interactúa y comparte su posición, normas y valores: es una autoridad lograda.

10. Dimensiones para que un líder educativo sea eficaz y tenga éxito Construir una nueva visión de la escuelaEstablecer metas objetivas y concretasProveer estímulosOfrecer apoyos individualizados y gestionarlos con la comunidadProporcionar modelos de mejoras prácticas, acordesa valores de la organización y retos del mundo actualInducir altas expectativas de realización Construir cultura escolar productiva y participativaDesarrollar estructuras para mayor participación

11. Habilidades líder educativo: Audaz e inteligenteAutoridad ganada Entusiasta y motivador Consciente de posibilidades de alumnos Agente de cambioDemocrático CompetenteServidor de todos InnovadorCon culturaCrítico y reflexivoEficaz en el uso del tiempo y creativo.

12. LIDERAZGO EDUCATIVO

13. LIDERAZGO Y PERSONAEl Liderazgo consiste en reconocerse como ser autónomo con capacidad para crear, innovar, transformar y permitir a otros ser actores de su propio proceso en desarrollo de su personalidad.

14. LIDERAZGO Y PERSONA

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15. Características de la persona que un líder debe conocer* Discernimiento o juicio racional sobre la realidad* Autoconciencia o capacidad de dar razón de sí* Creación e innovación para transformarse y transformar el entorno.Aspectos: * Estructura corporal* Comunicación y dialogo* Lenguaje* Interacción* Apertura* Asociación * Posibilidad de crear vínculos

16. LIDERAZGO Y PERSONA

17. Inteligencia emocional y liderazgoLa inteligencia emocional es un tipo de inteligencia social, implica capacidad de dar seguimiento a emociones, propias o ajenas, discriminarlas y utilizar esta información para guiar nuestros actos y pensamientos. El maestro ha de desarrollar estas habilidades personales y promover entre alumnos y padres de familia la educación de los sentimientos y las emociones, para obtener resultados más efectivos en el proceso de enseñanza-aprendizaje.La inteligencia emocional sugiere un contraste entre las esferas racional y afectiva, entre cerebro y el corazón.

18. Inteligencia emocional y liderazgoÁreas de conocimiento (inteligencia emocional):Interpersonal: grado de autoconocimiento que la persona tiene de sí misma Interpersonal-analiza la capacidad de lograr relaciones efectivas.

19. Liderazgo e inteligencia emocionalHabilidades prácticas: Autoconocimiento AutorregulaciónAutomotivación Empatía y habilidades sociales. El desarrollo de estas habilidades no es un proceso sencillo y el maestro ha de empeñarse en ello para mejorar sus labores docentes.

20. Inteligencia emocional y liderazgo

21. INTELIGENCIA EMOCIONALPara alcanzar mejores niveles de participación: es preciso identificarse con el grupo y objetivos y tareas: tomar decisiones acertadas y llevar a cabo una buena evaluación.El líder educativo debe mejorar su habilidad para diagnosticar una situación y su flexibilidad personal para desempeñar cualquier función de liderazgo que se necesite en un momento determinado, requiere de estabilidad emocional.

22. Inteligencia emocional y asertividad

23. INTELIGENCIA EMOCIONALCaracterísticas persona asertiva: *Facilidad de comunicación, libertad expresión, comunicación, directa, adecuada y abierta, comportamiento respetable, capacidad de escucha a los demás, protagonista de su vida, capacidad de prever hechos.*Las conductas asertivas se pueden lograr desarrollando la conciencia social, autoestima y conciencia de limitaciones personales.

24. EL COACHING EDUCATIVO

25. EL COACHING EDUCATIVOLa meta del maestro-líder-coach es favorecer el conocimiento, la responsabilidad y confianza de alumnos en sì mismos. Su labor como coaching es impulsar el desarrollo de la conciencia y responsabilidad de las personas.Metodología: es un acróstico de la

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palabra en inglés GROW; Goal-meta, Reality- realidad, Options-opciones, What, when, whom, Hill- qué, cuándo, quién, voluntad de hacerlo.

26. EL COACHING EDUCATIVOCaracterísticas del coach:GuíaAconsejaEnseñaTiene conocimientoHabilidadesTiene valoresSabe confronta.El coaching ayuda a fomentar el liderazgo transformador el cual es un proceso de permanente adecuación a la vida, busca potenciar el desarrollo de educandos, capacidades, motivaciones, principios y valores, no sólo el desempeño.

27. COACHING

28. BIBLIOGRAFÍACovey, Stephen. El liderazgo centrado en principios, pág.300.Goleman, Daniel. La Inteligencia Emocional y Goleman, Daniel. Mejore su cociente emocional.Decaer, Bert. El Arte de la Comunicación.Lussier, Roberto N. Christopher F Achua. Liderazgo: teoría, aplicación y desarrollo de habilidades, pág. UNESCO (1996). La educación encierra un tesoro. México: Correo de la UNESCO. Whetten David, Cameron Kim. Desarrollo de Habilidades Directivas. Parte III, tema 10.FUENTES ELECTRÓNICAS www.infoteca.com.uy/marketing/ime/paraserlider.html. http://psicoeducacion.bligoo.com/content/view/477475/Liderazgo-en-el-aula.html

29. "Un profesor trabaja para la eternidad: nadie puede decir dónde acaba su influencia.“Henry Brooks Adams

El liderazgo empresarial se basa en saber dirigir ya sea la propia empresa o dirigir dentro de la propia empresa. Está más que demostrado que el liderazgo empresarial o autoritario basado en la superioridad o infundir miedo no funciona, al contrario; crea recelo.

Si tú infundes miedo a tus empleados quizás consigas que rindan más pero no tendrán ningún respeto ni por ti ni por tu empresa y no es bueno tener desempleados descontentos pues están dentro de nuestra empresa y saben mucho de nosotros y de la empresa. En la era de la información no conviene mantener un liderazgo autoritario basado en el miedo, además estamos en pleno siglo 21, somos más inteligentes, humanos y hoy en día ya no tienen cabida este tipo de prácticas.

El liderazgo empresarial de hoy en día se basa en el liderazgo carismático, el liderazgo cooperativo y en todo aquél liderazgo que no solo dirige la empresa hacia un fin positivo sino también un liderazgo que se preocupa realmente por sus empleados y/o equipo.

Bibliografía

http://www.wobi.com/es/articles/el-arco-del-liderazgo

http://www.wobi.com/es/articles/tecnolog%C3%AD-sociales-y-liderazgo

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http://revista-digital.verdadera-seduccion.com/liderazgo-empresarial/http://es.wikipedia.org/wiki/Liderazgo