LIBROS CRITICAS -RESEÑAS -...

12
LIBROS CRITICAS - RESEÑAS Aguilar Piffa/, Francisco: CANDIDO MARIA TRIGUEROS: UN ESCRITOR ILUSTRADO Madrid, C.S.I. C., Instituto de Ftlo!ogiá , 1987, 370 páginas Un nuevo estudio sobre la Ilustración en España se viene a sumar a la constante y fructífera labor del profesor Aguilar Piñal por ab r ir a la inves- . tigación y dar a conocer una época insuficiente nte apreciada de la litera- tura y del pensamiento español. Paralelamente a la edición de la mon u mental Bibliogra{iá del siglo XVIII nos ofrece ahora una monografía llena de auténticas novedades sobre una figura qu e, cuando no marginada, fu e injustamente tratada por la crítica. En ella reivindica la humanidad y la altura intelectual de Trigueros, tan denigradas por Juan Pablo Forner, sin caer en tonos panegíricos y manteniendo siempre la fidelidad a los datos documentables. De hecho, el es tudio une al entusiasmo del historiador ante un material inexplorado, la ecuanimidad del crítico literario que enjuicia la calidad de la producción de un autor. El libro consta de dos partes y un apéndice doc umental. En la primera, a lo largo de H8 páginas, se desarrolla una detallada reconstrucción de la vida del clérigo ilustrado Cándido María Tr igueros (1736-1798). El hilo conductor de esta parte lo constituyen las huellas dejadas por Trigueros en las actividades de instituciones tan características del Siglo de las Lllcces como la Academia de Buenas Letras, la Sociedad Económica, ambas radi- cadas en Sevilla, y el Jardín Botánico, los Real es Estudios y la Academia de Historia, en la capital de España. Es tamos, pues , ante algo más que una biografía, porque nos descubre la vida inte rna de esas instituciones con sus preocupaciones intelectuales y con sus rencillas y polémicas. El pr esente estudio transmite una imagen muy exacta del poliface- tismo de un hombre de letras durante el r einado de Carlos III y Carlos IV. Las tertulias, los concursos literarios y las re uniones académicas cob ran una co ncreción singular en el mar co de la vida de este personaje, que fue una auténtica caja de resonancia de las más variadas tendencias estéticas e, incluso, filosóficas que cursaban en aquellos años. Trigueros se nos presenta como una perso nalidad esencialme nte abierta, curiosa, experimentadora y poco dogmática a pesar de que tuvo

Transcript of LIBROS CRITICAS -RESEÑAS -...

LIBROS CRITICAS - RESEÑAS

Aguilar Piffa/, Francisco: CANDIDO MARIA TRIGUEROS: UN ESCRITOR ILUSTRADO Madrid, C.S.I. C., Instituto de Ftlo!ogiá, 1987, 370 páginas

Un nuevo estudio sobre la Ilustración en España se viene a sumar a la constante y fructífera labor del profesor Aguilar Piñal por abrir a la in ves- . tigación y dar a conocer una época insuficiente nte apreciada de la litera­tura y del pensamiento español. Paralelamente a la edición de la monumental Bibliogra{iá del siglo XVIII nos ofrece ahora una monografía llena de auténticas novedades sobre una figura que, cuando no marginada, fue injustamente tratada por la crítica. En ella reivindica la humanidad y la altura intelectual de Trigueros, tan denigradas por Juan Pablo Forner, sin caer en tonos panegíricos y manteniendo siempre la fidelidad a los datos documentables. De hecho, el estudio une al entusiasmo del historiador ante un material inexplorado, la ecuanimidad del crítico literario que enjuicia la calidad de la producción de un autor.

El libro consta de dos partes y un apéndice documental. En la primera, a lo largo de H8 páginas, se desarrolla una detallada reconstrucción de la vida del clérigo ilustrado Cándido María Trigueros (1736-1798). El hilo conductor de esta parte lo constituyen las huellas dejadas por Trigueros en las actividades de instituciones tan caracter ísticas del Siglo de las Lllcces como la Academia de Buenas Letras, la Sociedad Económica, ambas radi­cadas en Sevilla, y el Jardín Botánico, los Reales Estudios y la Academia de Historia, en la capital de España. Estamos, pues, ante algo más que una biografía, porque nos descubre la vida interna de esas instituciones con sus preocupaciones intelectuales y con sus rencillas y polémicas.

El presente estudio transmite una imagen muy exacta del poliface­tismo de un hombre de letras durante el reinado de Carlos III y Carlos IV. Las tertulias, los concursos literarios y las reuniones académicas cobran una concreción singular en el marco de la v ida de este personaje, que fue una auténtica caja de resonancia de las más variadas tendencias estéticas e, incluso, filosóficas que cursaban en aquellos años.

Trigueros se nos presenta como una personalidad esencialmente abierta, curiosa, experimentadora y poco dogmática a pesar de que tuvo

194 LIBROS - CRITICAS • RESEÑAS

como maestro en sus primeros estudios al famoso debelador de la «falsa filosofía» Fernando de Zeballos. Para él, sin embargo, las autoridades en el saber no son los escolásticos, sino Leibniz, Newton, Buffon y otros modernos. Aunque consciente de sus limitaciones, sólo tuvo dos pasiones en su vida: la de ampliar sus conocimientos y la de la creación literaria. Y, sin llegar a la genialidad, sobresale en un contexto no excesivamente rico en grandes sabios y literatos.

Durante el período sevillano de su existencia forma parte de la tertulia que se reúne en torno a Pablo de Olavide. Sus primeras inquietudes inte­lectuales están de acuerdo con una formación humanística y se ocupa de cuestiones filológicas y arqueológicas. Pero pronto, dentro del marco de la Sociedad Económica, comienza a tratar temas de utilidad pública. Escribe entonces sobre educación, industria y agricultura. Sus estudios sobre la «Flora Carmonense» le llevan a ser colaborador del recién fun­dado Jardín Botánico de Madrid. Sin embargo, el puesto que desempeñó definitivamente fue el de bibliotecario y profesor de historia literaria en los Reales Estudios de San Isidro. El nombramiento de académico de la de Historia fue debido, sobre todo , a los conocimientos que poseía de numismática.

· En la segunda parte, Aguilar Piñal hace una exposición y una primera valoración crítica de la extensa, pero hasta ahora en gran parte inédita o inasequible, obra literaria de Trigueros. En lugar de seguir un esquema cronológico la ordena por géneros y subgéneros, por lo que significa una contribución a la sistemática de la historiografía literaria de los últimos ties· decenios del siglo xvm.

La producción poética de Trigueros, contemporánea a la de Cadalso, recoge los motivos típicos en que lo rococó es sustituido inmediatamente por lo ilustrado y lo prerromántico. Aparte de las acostumbradas poesías de circunstancias, nos encontramos con temas como la clemencia del Monarca, el recuerdo del amigo y las sátiras moralizan tes contra los vicios de la sociedad. Pero también junto a imitaciones de los clásicos (anticipán­dose a Meléndez en su preferencia por los temas pastoriles) se inclina por la nueva poesía filosófica, que se inspira en Pope, Milton, Tompson, Vol­taire y Klopstock , y por otra de tono más popular que recuerda a la de Nicolás Fernández de Moratín.

Como dramaturgo, Trigueros escribió tragedias y comedias al gusto neoclásico, además de piezas breves, o ratorios y refundiciones de los clási­cos del Siglo de Oro. Significa, quizá, la parte más amplia e importante de su obra como literato, si tenemos en cuenta que Trigueros suele acompa­ñar cada obra de una advertencia con interesantes datos acerca de las fuen­tes, de sus pretensiones estilísticas y del eco que obtuvo. Aguilar Piñal subraya la contribución de Trigueros a los inicios en España del género lla­mado «comedia lastimosa», que puede con-;iderarse el nexo entre el neo· clasicismo y el gusto romántico.

LIBROS • CRITICAS • RESE~AS 195

Asimismo, Trigueros tiene también algunas obras narrativas en prosa y otras de crítica literaria, las cuales ayudan a completar la imagen de la cultura en esos años y a precisar el conjunto de juicios estéticos y morales que entonces predominaban.

De destacar algún capítulo, habría que señalar los apartados que tratan de la poesía filosófica, de la tragedia neoclásica y de la comedia ilustrada. Pero también los restantes están llenos de detalles históricos que ilumi­nan la historia de los géneros literarios y satisfacen la curiosidad del lector más exigente. Con este libro sobre Trigueros no solamente se da a cono­cer al público erudito un•material hasta ahora desconocido, sino que se delimita un marco interesantísimo dentro del cual continuar la inves­tigación.

Sólo queda esperar que la edición de las obras de Trigueros se haga pronto realidad para que las cuestiones tratadas en el estudio de Aguilar Piñal puedan ser ampliadas y discutidas.

Francisco Stfnchez Bllmco

BIBUOTECA MONARDES: Nicolás Monartle.r HISTORIA MEDICINAL DE LAS COSAS QUE SE TRAEN DE NUESTRAS INDIAS OCCIDENTALES QUE SIRVEN EN MEDICINA-. 206 folios numerados sólo por el recto

Javier La.r!O de la Vega y Cortezo: BIOGRAFIA Y ESTUDIO CRITICO DE LAS OBRAS DEL MEDICO NICOLAS MONARDES 45 páginas Francisco Roáríg11ez Marín LA VERDADERÁ BIOGRAFIA DE NICOLAS MONARDES 102 páginas, Sevilla. Padilla Libros, 1988

Al cumplirse este año de 1988 el cuatricentenario de la muerte del médico sevillano de ascendencia genovesa Nicolás Bautista de Monardes Alfaro, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía ha patrocinado, con muy buen tino, la reedición de estos tres títulos, incluidos en elegante estuche. Detrás de esta iniciativa, arropada con un ciclo de conferencias y la colocación de una lápida en la calle Sierpes, ha estado la Real Academia de Medicina, cuyo Presidente, el Dr.Jiménez Castellano, prologa la ver­sión facsimilar del libro de Monardes esbozando la personalidad de éste y justificando el merecido homenaje que se le rinde.

Sobre Monardes han escrito Javier Lasso de la Vega, Francisco Rodrí­guez Marin, Francisco Guerra, Gabriel Sánchez de la Cuesta y Joaquín Hazañas y la Rúa, quien en el tomo II de su libro La imprensa en Sevilla

196 LIBROS - CRITICAS - RESl>&AS

(1969) facilita un cúmulo de noticias que, claro, ni Lasso de la Vega ni Rodríguez Marín aprovecharon, aunque este último frecuentó el mismo repositorio que Hazañas: el Archivo de Protocolos. Gracias a Hazañas, el estudioso puede inclinarse por el año de 1508 para fijar el nacimiento de Monardes, y puede asegurar que éste se licenció y doctoró enMedicina en Sevilla y no en Alcalá de Henares.

Nada vamos a decir sobre el texto de Monardes; pero sí sobre los dos títulos anejos, el de Lasso de la Vega y el de Rodríguez Marín. El primero ha quedado muy superado y su valor es más bibliográfico que científico. No así el de Rodríguez Marín, sólidamente documentado. El llamado Bachiller de Osuna dedicaba su trabajo a la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, de la que era Numerario y cuyas sesiones evoca, al igual que rememora sus jornadas de investigación al lado de Gestoso. Hoy, con lo que Rodríguez Marín aportó en su momento, y con lo que Hazañas nos dice, estamos en condiciones de trazar una biografía más completa de esta extraordinaria figura sevillana que no sólo fue médico, profesor y botá­nico, sino mercader aquejado de la fiebre mercantil que afectaba a muchos para bien o para mal. En su caso para mal, pues se arruinó. Intere­sado por la naturaleza americana, luchando contra las endemias de la época, escribiendo libros rápidamente traducidos a diversos idiomas europeos, aclimatando plantas americanas, describiéndoselas y experi­mentando sus efectos, haciendo farmacología experimental, enviando esclavos a Indias con la M de Monardes en la mejilla, relacionándose con heterodoxos de entonces (Dr. Egidio), Monardes es \ma extraordinaria figura que vive una extraordinaria Sevilla: la de Las Casas, Tomás de Mer­cado, Santa Teresa, Peraza, Margado ... , y todos los grandes literatos y artistas que llenan los años del Quinientos. Sigue pendiente la «verda­dera» biografía de Monardes.

Francisco Morales Padrón

C1111rtero y H 11ert11, Balttlillr HISTORIA DE LA CAR1UJA DE SANTA MARIA DE LAS CUEVAS, DE SEVILLA, Y DE SU FILIAL DE CAZALLA DE LA SIERRA Edición patrocinada pon la Sociedad Estatal para la Exposición Universal de Sevilla 92. Madrid, Tumer Libreros, S. A., 1988, 2 tomos, 714 y 895 págs.

La fecha de 1992 ha debido servir, entre otras cosas no realizadas, pa­ra programar una colección de reediciones de obras fundamentales ya agotadas y cuyo contenido sigue siendo básico en la historiografía espa­ñola relacionada con América y Andalucía. Esta es una de esas obras a incluir en tal colección nonata. La obra de Cuartero, limitada en su pri-

LIBROS - CRITICAS - RESE?itAS 197

mera salida de 1950 a sólo 500 ejemplares, se había convertido ya en una rara avis. Estamos de enhorabuena con esta segunda salida y felicitamos a quienes la decidieron, aunque siempre nos quedamos sin saber con este tipo de ediciones, lujosas y ricas, hasta dónde alcanza su distribución y hasta dónde se reducen a ser un regalo circunstancial hecho a quienes no sabrán valorarla.

El libro de Cuartero es un extraordinario y valioso mamotreto, no exento de fárrago, estructurado como si de unos anales se tratase (1399-1849). Año por año se nos van dando todos los avatares del cenobio covi­tano hasta fecha extrema del siglo XIX. En el tomo II se inserta una parte segunda (págs. 5 51-774) que le sirve al autor para hacer una amplia des­cripción del edificio en todas sus partes, siguiendo luego y hasta la última página un completísimo y muy útil Indice onomástico, toponímico y materia.

La obra fue Premio Cervantes de la Real Academia de la Historia, lo que es ya una garantía. Conocer la historia de Santa María de las Cuevas equivale a conocer un capítulo o varios capítulos claves de la historia de la ciudad y del río Guadalquivir (arriadas). Cuartero proporciona un resu­men histórico en las páginas 38-40 de esas vinculaciones Sevilla-Cartuja, junto con una serie de curiosas o anecdóticas noticias. Interesante, en este sentido de historias dentro de la Historia de la Cartuja, resulta todo lo con­cerniente a la familia Colón y que, con acierto, nuestra Academia da a conocer en este mismo Boletín. Igualmente lleno de novedad aparece lo referido a las cartujas deJ erez y de Cazalla de la Sierra, siempre dependien­tes de la sevillana. Notable, asimismo, y es parte fundamental del trabajo, las biografías de una serie de frailes que en el monasterio vivieron.

El autor apuntaló sus noticias a base de una amplia bibliografía que relaciona documentación inédita y los denominados Protocolos de la Car­tuja que Giménez Fernández califica de «Indigesta, farragosa y amañada compilación de noticias ... , llevada a cabo a fines del siglo XVIII».

Francisco Morales Padrón

López Bueno, Begoña LA POETICA CULTISTA DE HERRERA A GONGORA Edicione.r Alfar, Sevilla, 1987

La prestigiosa colección Alfar/Universidad, en la que ya han apare­cido, entre otros, títulos como España, de José María Blanco White, o El léxico andaluz en las coplas flamencas, de Miguel Ropero, acaba de publicar La poética cultista de Herrera a Góngora, de Begoña López Bueno, profesora en la Facultad de Filología de Sevilla.

198 LIBROS • CRITICAS • RESENAS

Se trata de un excelente estudio en el que se afronta y se esclarece la verdadera dimensión cualitativa del cultismo, ese período de nuestra literatura compartido en sus cotas más álgidas por dos andaluces: Fer­nando de Herrera y Luis de Góngora, frente a la tendencia, vigente ya en sus respectivos momentos cronológicos y defendida, incluso, por algunos en épocas posteriores, que veía en ello una poesía sólo artifi­ciosa y verbalista.

La razón por la que este fenómeno tuvo en su momento tan nutrida nómina de detractores se debe, antes que nada, a la confusión entre cul­tismo y oscuridad, y habría de ser Juan deJáuregui, tan poco sospechoso de culteranismo, quien, con base en cierta tradición aristotélica y hora­ciana, rompiera una primera lanza por desfacer semejante confusión, sus­tentando la teoría -acertada teoría- de que aquellas maneras estilísti­cas eran más, mucho más, que meras acrobacias formales.

Sucedía, empero, que poseía difícil, porque venía a romper la rela­ción de consecuencia entre contenido y expresión verbal al introducir en esa relación como elemento de distorsión conceptual la imagen poé­tica y la metáfora, no podía ser deglutida, asimilada, de una sola vez por sus contemporáneos.

Así se explica que Herrera, el más petrarquista de nuestros líricos, que supo aplicar la riqueza formal y la técnica depurada a una proyec­ción poética como la suya compleja e intimista, tuviera en su tiempo problemas de comprensión, y que Góngora, el más genial de los poetas cultos, no sólo tuviera problemas de comprensión, sino que fuera, incluso, exacerbadamente combatido. Claro está que no todos los detractores de Góngora lo fueron por motivos de comprensión: Lope, verbigracia, lo fue por un subyacente componente de envidia; Quevedo, por el sarcasmo propio de una natural beligerancia frente a todo lo acu­mulativo. Conocida es, entre otras más feroces, aquella diatriba queve­desca que dice: «Yo te untaré mis versos con tocino porque no me los muerdas, Gongorilla>>.

Mas esto no es sino la anécdota del texto, lo que da al mismo densi­dad ensayística, visión compendiadora, aportando una buena dosis de valentía interpretativa es la recreación del período que la autora disec­ciona con emoción estética. Frente a tantos textos al uso que creen cumplir su cometido ensayístico aportando sólo -o poco más- una referencia documental, pero sin riesgos hermenéuticos, este libro com­porta el rango de ensayo en su más valiosa acepción, porque hace, como quería Ortega que supusiera todo ensayo, un afrontamiento entre didáctico y metodológico con pariguales proporciones de indagación y de interpretación.

De esta manera, el período cultista que va de Herrera -o poesía y humanidad en la segunda mitad del XVI- hasta la culminación del barroco en el cordobés Luis de Góngora, pasando por el grupo sevillano

LIBROS - CRITICAS - RESE~AS 199

de transición del XVII -Arguijo, Medrano, Rioja, Rodrigo Caro, la Epls­tola Moral- y con la ineludible incursión a los poetas antequerano­granadinos como Barahona de Soto y Pedro de Espinosa, encuentra este libro uno de sus ensayos más completos y profundos.

Destacado por la autora, como por otra parte resulta natural, la con­dición esencialmente andaluza de estas dos grandes figuras -lo que en Barrera fue, dice la autora, «enérgica defensa de su andalucismo», en Góngora era «señoril poderío»- no advertimos, sin embargo, circuns­crito el empeño, por un equivocado sentido de lo autóctono -que aquí no se da- al estricto ámbito de lo regional; todo lo contrario, por sus propias coordenadas el estudio trasciende del reducto de una determi­nada geografía, aunque esa geografía tenga la ancha dimensión cultural que tiene la andaluza.

Morales PaJrón, Francisco GUIA SENTIMENTAL DE SEVILLA Publicaciones de la Universidad de Sevilla.

]114n Je Dios Ruiz Copete

Colección Je boln1lo, 187 páginas de texto, 6 páginas de gráficos con fotografías de la Sevilla de princi/Jio de siglo.

La obra que comentamos es un recorrido por los ámbitos históricos, urbanos, artísticos, etc., de nuestra ciudad que tanto seducen al profesor Morales Padrón, que una vez más nos sorprende con esa Sevilla que él sabe encontrar.

América y Sevilla, enlazadas con su naturaleza canaria, son como un trípode sobre el que se asientan los amores y los estudios del autor.

Francisco Morales Padrón ha realizado a través de los años numerosos trabajos y estudios, sobradamente conocidos en el ámbito literario y cul­tural de nuestra ciudad. Pero hoy vuelve a recrearnos con este trabajo, que como él mismo dice en su prólogo, más que unaguía es «unos paseos por la Sevilla de siempre resaltando el protagonismo que tuvo o tiene un deter­minado lugar, un edificio, una obra de arte, al tiempo que evocamos sus vinculaciones con sucesos y personajes»- El texto de Morales Padrón es fluido, ameno, a veces nostálgico, con la impronta de la labor de un inves­tigador. A través de los cuarenta y dos epígrafes de que consta el libro, nos relata en sugestivas evocaciones, sus emociones, unas veces amorosas, otras sorpresivas, sobre la historia, la leyenda y el arte de Sevilla, desgra­nando los orígenes de la ciudad, el recuerdo de sus santas patronas, apasio­nantes leyendas y populares mitos, Santa Teresa, Mañara y la Caridad, y un

200 LIBROS - CRITICAS - RESEÑAS

itinerario lleno de pasión entre rejas y patios para perderse por Sevilla. Durante la lectura crece el interés de este deambular por la «ciudad de la gracia», que nos sirve para comprender ese misterioso atractivo que Sevi­lla posee y que el profesor Morales Padrón sabe no sólo captar, sino que sabe comunicar a los propios sevillanos, incluyendo a aquellos que se con­sideran doctos en la materia.

Con este trabajo, Francisco Morales Padrón, celoso investigador de rica y lírica pluma, aporta un nuevo y valioso material sobre la Sevilla eterna, en unos bellos estudios llenos de interés y galanura, que unas veces nos hacen revivir recuerdos casi olvidados y otras nos descubre matices que nos eran desconocidos.

Mqreno ]1m11lo, jos( Airtmrio ANTOLOGIA POETICA Publicaciones del C.E.l., Sevilla, 1987

José Antonio Moreno Jurado es un excelente poeta sevillano cuya obra, ya en los principios de la madurez -siete libros, tres premios importantes- no está correspondida ni con la estimación crítica ni con su inclusión en las antologías. daro es que ninguna de ambas constataciones constituye infalible baremo. Mas no deja de chocar que exista este divor­cio cuando es lo cierto que semejante sincronía debía constituir un primer dato para su fijación valorativa. iQue a qué puede deberse esta evidente proscripción?

Puede que a varias causas, no siendo desde luego las menores su condi­ción de sevillano, su adscripción a esta tierra y su deliberado alejamiento de la turbamulta literaria. Bien entendidas las dos primeras circunstancias que no se ejercen al histórico modo, sino desde una flagrante heterodoxia. Respecto de la última, sabido es que eso se paga caro.

Al margen de esto, otro dato se está haciendo notorio: la inclinación de los poetas jóvenes actuales a turbar la barrera del tiempo, adelantándose al futuro: siempre fue norma que las antologías personales, las autoanto­logías, llegaban cuando una vida estaba a punto de clausurar un ciclo largo ya de esa vida. Hoy se au toantologa un escritor en la primera edad, cuando apenas no ha hecho sino iniciarse en el oficio y queda un largo trecho por hacer. Es el caso, entre muchos, de este poeta sevillano al publicar su pro­pia antología, un libro que incorpora el tramo de su obra comprendido entre el 73, fecha de la publicación de su primer poemario -«Ditirambos para mi propia burla», con el que obtuvo el codiciado premio Adonais- y

LIBROS ·CRITICAS · RESE.~AS 201

el 8 7, fecha de «Variaciones». Entre ambas fechas, una acertada selección de «Razón de la presencia>>, «Fedro: Poemas», «Dairoón de la niebla», «Para un dios de invierno», «Bajar a la memoria» y «Mitología personal».

Hay que sentar, como primera providencia, que Moreno Jurado no es un poeta fácil; no se penetra con facilidad en el núcleo de su esquema lírico. Y no por la deliberada afirmación hermética de un espíritu que aspire a ser confuso, sino por la intrínseca complejidad de un mundo íntimo. En este mundo íntimo un elemento se deduce hegemónico: el ele­mento trágico. Lo trágico.

Lo trágico, y no por cierto en su versión disminuida, sino en su acep­ción helénica, es su grandeza clásica. A través de lo trágico como hecho agresivo vendrá el poeta al punto culminante de su obra que no es, por cierto, un punto, sino todo un proceso de purificación por la palabra.

Junto alo trágico, como decoración antes que como impulso, otro ele­mento: el mito. Dentro de la actual tendencia al helenismo -más que ten­dencia, empacho-, Moreno Jurado tiene la singularidad de acudir a los mitos no para vertebrar un sentimiento, sino para reconstruir un proceso de vida. Esta estructura mítica empero no se agota en la reconstrucción vital a la que aspira, sino que busca ser el excipiente metafórico de su pro­pio proceso creativo. Un simple dato paisajístico o alguna referencia a la naturaleza ostentarán en el poema más que una significación decorativa un valor vivencia!, existencial incluso.

Sin posibilidad de entrar en el análisis de cada uno de los libros que integran esta antología, sí es conveniente proclamar los rasgos más visi­bles del poeta. Estos rasgos, en esforzada síntesis, lo constituyen: el com­promiso ético -en el fondo una indagación del ser, un acercamiento del hombre que es conducido, poemáticamente, desde su propia interioridad hasta la cúspide de los héroes y los dioses- , la afirmación estética, que busca traducirse en expresión simbólica, y el excipiente ineludible de la cultura clásica, que si en muchos poetas actuales es consecuencia de una moda, en Moreno Jurado es el fruto de una experiencia formativa.

Hondo y serio, maduro y preocupado ,José Antonio Moreno Jurado es un poeta cuyo esquema se rige por un propósito evidente de esencialidad con base en una significación estética, culturalista incluso, que rompe un tanto la tradición poética andaluza para incrustar en ella un elemento ten­sional. Ello no quita para que simultáneo al proyecto versal aporte un inti­mismo, en su acepción de verdadero sentimiento, con una cierta construcción romántica.

]1111n Je Dws RNiz Copete

202 LIBROS • CRITICAS • RESElll'AS

Rojas y Solís, Ricar@ de ANALES DE LA PLAZA DE TOROS DE SEVILLA Edición facsimilar. Sevilla, Guadalquivir, Sevi((a, 1988, 298 págs.

Al hilo de la polémica surgida en Sevilla en torno a la edificación de una segunda plaza de toros en la segunda decena de este siglo, uno de los adversarios de esa iniciativa, el marqués de Tablantes, caballero maes­trante e individuo de número de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, haciéndose eco de las sugerencias de uno de sus compañeros en esta última corporación, concibió y llevó a cabo en breves términos la idea de publicar unos Anales de la Plaza de Toros de Sevilla. Don Ricardo de Rojas y Solís, marqués de Tablantes y conde del Sacro Imperio, llegó a ser Secretario y Teniente de Hermano Mayor de la Real Maestranza de Caba­llería de Sevilla, institución propietaria de la plaza, única en el mundo de los toros, frente a la que se pretendía levantar una plaza rival. Tablan tes creía ver ya -corría el año de 1917- un principio de decadencia en la fiesta nacional, decadencia que atribuía, entre otras cosas, a la prolifera­ción de festejos a lo largo y a lo ancho de la nación. Lo mucho es enemigo de lo bueno y como en Sevilla había de sobra con una plaza, cuyas rentas destinaba la Maestianza a fines de interés público, por lo mismo sobraban en España toreros y ganaderías. La cría de reses bravas siempre tuvo más de lujo que de negocio y, por plantearse como negocio, acaparaba en detrimento de la agricultura unas tierras de labor de las que andaba muy menesterosa, en aquella España conflictiva de 191 7, una población traba­jadora hambrienta, si no de tierra, al menos de jornales. También el torero, a partir concretamente del Guerra, enfocaba su profesión no sólo como un arte, sino como un negocio. Tablantes, para salvar la fiesta, era partidario de una limitación de las corridas, como en los tiempos en que se celebraban por Real Privilegio y, así, al haber menos corridas, las ganade­rías serían menos y más selectas y los toreros, al tener más competencia, no tomarían la alternativa sino después de un aprendizaje de varios años como novilleros. Sobraba, pues, para Tablantes, una segunda plaza en Sevilla, y no le faltaba la razón, porque la plaza Monumental tuvo corta vida. Sevilla tenía bastante con su Maestranza.

Tablantes no sólo estaba atento a la explosiva realidad social de su tiempo,sino que era un estudioso de la historia, y es difícil que un historia­dor vea con optimismo el presente y el porvenir. La edificación del segundo coso sevillano le infundió a Tablantes un vago temor de que lle­gara a desaparecer la antigua plaza sevillana, por lo que resolvió dejar constancia escrita de lo que había sido esa plaza de toros en la vida de la ciudad.

Los Anales de la Plaza de Toros de Sevt1/a, que la Junta de Gobierno de la Real Maestranza tiene el buen acuerdo de republicar en edición facsímil, en cumplimiento de los fines consignados en sus Ordenanzas, aparecie-

LIBROS - CRITICAS - RESENAS 203

ron en Sevilla en 1917, destinándose el producto de su venta al sosteni­miento de la Cocina Económica de Nuestra Señora del Rosario, de Triana, dirigida por las monjas de San Vicente de Paúl. El autor limita su trabajo a los años que van de 1730 a 1836; es decir, desde el primer año en que hay documentación sobre las fiestas de la Maestranza en su primitiva plaza cuadrilonga de madera el monte Baratillo hasta el año en que, por disposi­ción regia, el Teniente de Hermano Mayor deja de presidir las corridas. Año tras año, tenemos noticia puntual de las funciones de toros o de cañas, de los agasajos de la corporación, de las modalidades de arrenda­miento, de las ganaderías que participan y de lo que cobran los lidiadores. En 1733 la plaza cuadrilonga se hace redonda, y en 1747, el 12 de junio, pierde en ella la vida el varilarguero Marcos Sáenz, primera víctima mortal de su historia. Esta plaza ya redonda, aunque aún de madera, sufre su pri­mer eclipse entre 1 754, fecha de la supresión de las corridas por Fernando VI, y 1759, año de la muerte de este rey. Carlos III, que las autoriza al subir al trono este año, sigue el ejemplo de su hermanastro y antecesor y la Maestranza, ya de material en gran parte, vuelve a eclipsarse para los toros entre 1785 y 1793.Enestemismoaño,eldiestro CostillarespidealaMaes­tranza que los toreros de a pie puedan vestir con galón de plata, como los picadores. Esta petición de Costillares demuestra la importancia artística y económica que los toreros de a pie van adquiriendo a lo largo de esos años frente a los picadores de vara larga, cabezas de cartel durante todo el xvm. La importancia profesional de Costillares y de Pepe Illo se mani­fiesta en los contratos con que la Maestranza los ajusta en exclusiva. Ya en 1833, el 26 de julio, se anuncia en los carteles que «se soltará un eral para que lo mate el joven diestro Francisco Arjona (a) Cúchares de edad de 15 años» .

Se cierra el libro de Tablantes con unas «Consideraciones» en las que se destaca que el picar con vara larga se reputó siempre como la primera suerte del toreo. Esa suerte tiene muy poco que ver con la suerte de varas que conocemos y que en 1917, antes por tanto de la introducción de los petos y del acortamiento de las puyas, resultaba tan desagradable que al propio Tablantes le hacía temer que pretextara una prohibición definitiva de las corridas. Las tres variantes de la suerte de picar con vara larga, que describe Tablantes con todo detalle, nos hacen ver que el varilarguero tuvo el mismo rango ecuestre en la fiesta que hoy tiene el rejoneador. Por eso propone que «todos los buenos aficionados y los mismos públicos deben poner de su parte cuanto.puedan para reformar, mejor dicho, res­taurar, la verdadera suerte de picar; aquella en que un diestro jinete mon­tando un caballo fuerte, ágil y bien embocado, sortea la acometida del toro y, después de picarlo, saca ileso a su caballo» .

También sobre el toreo de a pie hace Tablantes unas interesantes con­sideraciones por lo que respecta a lo que los públicos esperan de toreros largos como Guerrita o Joselito y de toreros cortos como Gordito, Cara-

204 UBROS • CRITICAS • RESEÑAS

ancha, el Espartero, Frascuelo, Fernando el Gallo y su hijo Rafael, y Belmonte.

Lo que dite de la repercusión del abusivo número de corridas en el esmero de la cría de reses ya queda reseñado más arriba.

La obra lleva como apéndice una relación de la documentación y la bibliografía manejadas por el autor, y no sería mala cosa que la Real Maes­tranza, de cuya biblioteca procede gran parte del material, desempolvara más obras como la de Tablantes, reeditándolas con cierta periodicidad para recreo y provecho de eruditos y curiosos. · ·

Aquilino D111J11e