LIBROS CRITICAS - RESEÑAS

ESPERANZA MACARENA Sevilla, Ediciones Guadalquivir, S.L. 1989, 637 páginas, 600 fotos en negro y color.

Textos, de Hilario Arenas González, Aurelio Gómez Millán Ma­ría del Valle Gómez de Terreros, José Hernández Díaz, Francisco Arquillo Torres, José Bernales Ballesteros, Juan Rodríguez Ojeda, José Carrasquilla Perea, Cayetano González Gómez, Manuel Seco Velasco, Fernando Marmolejo, Manuel Rodríguez, Antonio Kier­nam, Antonio Morilla, Antonio Hermosilla Medina, Ignacio Otero Nieto, Antonio Reina Gómez, Juan Martínez Alcalde, Juan Marín Vizcaíno , Miguel Murube Pérez, Antonio Burgos Belichón.

Esta obra se debe a la iniciativa de la Junta de Gobierno de la Hermandad y a los constantes desvelos de José Sánchez Dubé el cual, probando una vez más su empeño mariano y macareno, así como el honroso encargo recibido del Hermano Mayor, escribió en su «Nota del Editor»: «A Ella humildemente ofrecemos tanto es­fuerzo que a la mayor gloria de su divino Hijo nos ocupó durante los últimos meses, impetrandole con fervor que su intercesión y su luz sigan guiando la andadura de su fiel y probada Hermandad y Cofradía», la labor de la Empresa editorial Sanchez Dubé está so­bradamente acreditada.

La «Presentación de la Obra» la realiza nuestro Arzobispo, Fray Carlos Amigo Vallejo, con unas palabras hermosas y llenas de espi­ritualidad. Como así mismo el Hermano Mayor de la Hermandad José Luis de Pablo Romero escribe unas bellas líneas que son como él mismo titula, «Mensaje de Esperanza».

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La amplia nómina de colaboradores que participan en la elabora­ción de este bellísimo libro, son sobradamente conocidos, no sólo en el campo literario andaluz, sino en el nacional, por sus cualida­des de profesores universitarios, investigadores y profesionales den­tro de su ramo.

Constituye este libro una obra fundamental en su género y nos atreveriamos a decir, que exhaustiva, en su proposito , por la exten­sión del estudio que realiza y por la muy abundante y expresiva re­producciones gráficas.

La distribución de las materias abarcadas, han sido hechas con un correcto criterio científico, no en balde figura como director del trabajo el prestigioso profesor Don José Hernández Díaz.

Es un libro digno de la Esperanza Macarena, que no se limita a la exaltación de la Señora, sino que profundiza en las de Jesús de la Sentencia que constituye el paso del Señor, en la Virgen del Ro­sario que se venera en el mismo templo, así como la construcción de la Basilica y artes suntuarias que conserva la Hermandad.

El libro, como ya hemos indicado de gran formato, recoge en pri­mer lugar en quince capítulos, el mas amplio abanico de noticias de la propia historia de la Hermandad , desde su creación a finales del siglo XVI , con la llegada a Sevilla de los monjes basilios, hasta la Coronación Canónica de la Virgen en 1964 y finalmente el acon­tecer jubilar de la Hermandad en 1989 con lo que se ha ganado en extensión. Lo desarrolla con su habitual galanura don Hilario Are­nas González, haciendo una exhaustiva investigación, plena de inte­res, con numerosas noticias ro sólo relativas a la Hermandad, sino a la propia Sevilla. ·

El aspecto arquitectónico de la Basílica, es analizado por el arqui­tecto sevillano de fina sensibilidad don Aurelio Gómez Millán, au­tor de la arquitectura del templo , con el encargo de que el estilo fuese de traza «barroca y andaluza; y por su nieta María del Valle, licenciada en Arte, y gran conocedora de la evolución constructiva, y del estilo y arte desarrollado, que son ampliado con curiosas anéc­dotas por el cofrade Juan Marín Vizcaino.

La Iconografía y el Arte de las imágenes titulares, es objeto de estudio por un máximo especialista en la materia y gran conocedor de la imaginería sevillana como tiene constrastado en numerosos trabajos; nos referimos al Profesor y Presidente de la Real Acade-

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mia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, don José Hernán­dez Díaz.

Siguen otros importantes capítulos sobre: Restauraciones, Artes suntuarias, aspecto literario, Ja música, la saeta, los «armaos», el desfile procesional de Ja Hermandad que son desarrollados por des­tacados profesionales, que con su proverbial competencia y buen es­tilo analizan todos estos aspectos. Basta señalar una vez más sus nombres Arquillo, Bemales, Hermosilla, Palomero, Cayetano , Seco, Marmolejo, Otero, Reina, Martínez Alcalde, Murube, Bur­gos y un largo etcetera.

Sólo nos resta dar la enhorabuena a los promotores y colaborado­res de tan importante trabajo y felicitar a los que tengan el buen gusto de poseer obra tan bella y valiosa, que como antes decíamos, constituye un libro excepcional de la imaginería sevillana y del co­nocimiento de una de las Hermandades mas populares, no sólo en Sevilla, sino en España y en el mundo.

Para el director de la obra y colaboradores, nuestros mas fervien­tes y cariñosos aplausos, recordando la estrofa que canta el libro de Laudes del oficio de Santa María: «Gentes redimidas, aplaudid».

Enrique de la Vega Viguera

ICONOGRAFIA DE SEVILLA. 1650-1790 Textos de JUAN MIGUEL SERRERA, ALBERTO OLIVER. Se­lección y catálogo JAVIER PORTUS. FOCUS, Madrid , 1989, 292 págs., 18 + 47 + 281 figuras .

Este es el tercer volumen publicado sobre la «Iconografía de Se­villa». El primer fue obra de Antonio Sancho Corbacho, a quien los autores dedican el actual. Los dos siguientes, en los cuales se ha establecido una delimitación cronológica, han aparecido, en 1988 el que comprende el período entre 1400 y 1650 (vid. el vol. 17, págs. 226-236 de este Boletín), y este que reseñamos, comprensivo de los años 1650 a 1790.

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El Capítulo I , de ALBERTO OLIVER, titulado «Sevilla: el ob­jeto de la imagen», es un estudio de la ciudad desde la época roma­na, y reproduce vistas, grabados, fotografías, etc. de la ciudad des­de la antigüedad. Aparecen también en él unos planos de interés como son, entre otros, el del Fuerte de Buenavista, levantado con motivo de la visita de la Familia Real a Sevilla en 1729; el de las defensas contra las inundaciones del río en el Patín de las Damas (1739); el de Ja antigua Fábrica de Tabacos de San Pedro , por Se­bastián Van der Borcht, en 1765; y el de los cuarteles de caballería de la Puerta de Jerez, levantado por el ingeniero militar Antonio Hurtado en 1786.

El Capítulo II es de JUAN MIGUEL SERRERA, y lleva por título «Sevilla: imágenes de una ciudad». Esta dividido en tres par­tes: «La ciudad ideal»; «La ciudad real», y «La ciudad efímera».

Se inicia con la reproducción de distintas alegorías de la ciudad, a las que siguen, entre otras interesantes vistas de esta (grabados, dibujos, relieves, pinturas, etc.) , la del cuadro del «Terremoto de­tenido por San Francisco de Paula», de Lucas Valdés (c. 1700); y el del plano del río Guadalquivir, con las vistas de Sevilla y Triana, por Diego de Cuelvis (1599-1600).

Son también dignas de mención las vistas de ciudades en un biom­bo japonés y en un bargueño napolitano, ambas del siglo XVII; la planta del Hospital de la Sangre del siglo XVIII ; y las procesiones del Corpus Christi en 1780.

La parte III, debida a JAVIER PORTUS contiene la reproduc­ción de 281 láminas, la mayoría a gran tamaño, muchas de las cua­les han sido lógicamente utilizadas en los estudios anteriores. Van acompañadas de los datos referentes al tema, autor, clase de obra , localización y bibliografía; y en su caso la transcripción de la corres­pondiente leyenda.

Aquí, y en el apartado correspondiente a «La ciudad ideal» se insertan las alegorías y símbolos de la ciudad; sus santos patronos: San Fernando, San Leandro, San Isidoro y las Santas Justa y Ruti­na, de todos los cuales se recoge una rica y variada iconografía. Luego la Giralda como símbolo del cabildo y de la ciudad . Y final­mente la Torre del Oro, en su doble simbología sagrada y profana.

En cuanto a «La ciudad real», se inicia insertando una serie de planos de Sevilla y su río; la proyección de la imagen de la ciudad

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desde comienzos del siglo XV hasta las que recogen los libros de los viajeros, haciendo especial hincapié en la obra de Pedro Torto­lero, célebre grabador del siglo XVIII. Y finalmente los principales espacios urbanos (el arenal, la Alameda de Hércules) ; los restos de Itálica; la Catedral, con la Giralda, la Capilla Real, y el Sagrario; otros edificios religiosos, los retablos, etc. Termina este apartado con reproducciones referentes a la arquitectura civil, hospitalaria, comercial, industrial y militar.

El apartado «La ciudad efímera» se inicia con la iconografía co­rrespondiente a Ja celebración de festejos con motivo de las procla­maciones y entradas de los monarcas en la ciudad; consagraciones de prelados; túmulos funerarios; el Corpus Christi; las fiestas en ho­nor de la Inmaculada y de San Fernando que, junto al Corpus y la Semana Santa tuvieron siempre especial relieve en Sevilla. Termina este apartado con unos cuadros correspondientes a Autos de Fe; un plano del Corral de la Montería para representaciones teatrales; y unas reproducciones de plazas de toros en la ciudad.

Este rápido recorrido de la obra que reseñamos creo que permite ver el interés, variedad y enjundia de su temática. Se tratan en ella los más diversos asuntos con el mayor rigor científico, y la utiliza­ción de adecuada y selecta biabliografía. Los autores han hecho en este libro un verdadero alarde de conocimientos, competencia pro­fesional y erudición.

Es probable que el trabajo que reseñamos ahora tenga una con­tinuación para el conocimiento de la iconografía sevillana de los si­glos XIX y XX.

Constituye pues, este volumen, una aportación de incalculable valor, no sólo para los investigadores y estudiosos del arte y de las distintas manifestaciones históricas de la ciudad, sino un modelo atractivo para el lector culto que sepa apreciar los valores de una escogida bibliografía.

La «Fundación Fondo de Cultura de Sevilla» (FOCUS) , contribu­ye nuevamente, de forma decisiva, al conocimiento de lo que ha sido nuestra ciudad en las anteriores centurias.

José Antonio Calderón Quijano

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HISTORIA DE LA CARTUJA DE SEVILLA ... DE RIBERA DEL GUADALQUIVIR A RECINTO DE LA EXPOSICION UNIVERSAL Madrid, 1989, 366 págs., láminas, planos, croquis.

Con motivo del interés despertado, y la actualidad que hoy día tiene el Monasterio de la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla, al convertirse en núcleo central y originario de la Exposi­ción Universal de Sevilla de 1992, la Sociedad Estatal para dicha Exposición ha publicado un libro patrocinado por la Caja de Aho­rros San Fernando de Sevilla, encomendado a varios especialistas , en el que se abordan una serie de interesantes aspectos del empla­zamiento, entorno, características y evolución histórica de este mo­numento único.

Con ello se ha puesto un eslabón más a la ya larga cadena de monografías, sobre todo históricas y artísticas de nuestra ciudad. Y a decir verdad, este nuevo libro despierta el interés y la curiosidad por el conocimiento de este cenobio que, desgraciadamente, ha pa­sado desapercibido para muchas generaciones de sevillanos.

Ahora, y con motivo de haber sido elegido como «leit motiv» de la EXPO 92, que tanto se quiere vincular al proceso de los descu­brimientos geográficos, se ha puesto de relieve su importancia y sig­nificación , por lo mucho que representó en su momento, para los protagonistas del Descubrimiento del Nuevo Mundo.

La obra, dividida en 18 apartados, trata de distintos aspectos que conviene mencionar brevemente.

FERNANDO DIAZ DEL OLMO, FRANCISCO BORJA BA­RRERA y LOIC MENANTEAU se ocupan del emplazamiento de la Cartuja en su estudio «La Cartuja en la llanura aluvial del Gua­dalquivir» al hacer el estudio geomorfológico de la ribera del Bajo Guadalquivir, dando a conocer los sedimentos y composición de su suelo, los cambios hidrográficos de su lecho, inundaciones, y restos geologicos que en ella existen.

Y en íntima relación con este aspecto está el trabajo de FER­NANDO AMORES CARREDANO, «Arqueología y asentamien­tos: La Cartuja y su entorno», en el que se da a conocer por los

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restos arqueológico encontrados los asentamientos de los primitivos pueblos de que allí hay noticia, empezando por el paleolitico, al que siguen las etapas correspondientes a las edades del cobre y del bron­ce, las civilizaciones tartesicas, turdetana y fenicia, y finalmente la romana. Ello permite al autor señalar la tradición de los tejares que hasta hace poco podían verse en la vega de Triana.

Aunque no se siga el orden del libro, creemos debe darse a cono­cer ahora la significación del río por FRANCISCO MORALES PADRON que estudia «La Cartuja y el río», y pone de relieve en un análisis pormenorizado, la serie de vicisitudes que aquel determi­nó en la vida del monasterio con sus inundaciones y avenidas, deter­minantes de epidemias, hambres, carestías, etc., así como los seis­mos que tuvieron lugar en ella. Es muy interesante la iconografía recogida sobre el Guadalquivir y una serie de monumentos sevilla­nos, así como la noticia de una serie de monarcas españoles que visitaron la Cartuja.

En íntima relación con el anterior FERNANDO SANCHO ROYO, en «Los paisajes de Santa María de las Cuevas» , hace el estudio del entorno del monasterio, las variaciones del cauce fluvial, presentando al propio tiempo planos y vistas aereas que informan cumplidamente sobre la zona cartujana.

La razón de la erección del monasterio está, como sabemos, en una fundación de cartujos, y ello lleva a JEAN PIERRE ANIEL a hacer un estudio sobre «La Orden Cartuja y su implantación en la Península Ibérica», en el que, remontándose a la creación de esta orden monastica y sus primeros centros, iniciados por la fundación de la «Grande Chartreuse» de Grenoble (1084), hace una sintesis de las reglas establecidas por su fundador San Bruno, y el itinerario seguido por él en las primeras fundaciones desde Colonia al sur de Italia. Estudia también la organización y vida de los cartujos, planta de sus edificios e iglesias, mencionando los mas importantes que tuvo la Orden en España.

En íntima relación con lo anterior, ANTONIO COLLANTES DE TERAN SANCHEZ, estudia «Los comienzos de la Cartuja y la Sevilla del Cuatrocientos», dando noticias sobre la vida sevillana en esa centuria, en la que mas repercusión tuvo en el monasterio, insertando una serie de representaciones iconográficas que son muy útiles para ambientar esta etapa.

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Dentro del estudio histórico del monasterio, son de sumo interés, por su rigor científico y las novedades sobre bases documentales que aportan, los estudios de JUAN GIL, «Cara y cruz de la Cartuja en la época del Descubrimiento», y «El archivo colombino de la Car­tuja. El inventario de 1544 y un problema anejo».

En el primero aborda la historia documental de la Cartuja y sus religiosos , con las propiedades, donativos, recursos que tenía, las transacciones llevadas a cabo, así como la nómina de sus priores en este momento. El segundo analiza Jos problemas historiográficos planteados por la identificación de los inventarios de documentos que hacen referencia a los bienes, derechos, etc. del Almirante y de algunos miembros de su familia .

CONSUELO VARELA, en el apartado «Fr. Gaspar Gorricio, monje cartujo al servicio de la familia Colón», se refiere a la amistad que este prior tuvo con el Descubridor y sus hermanos, y con Ame­rice Vespuccio, etc.

Abundan sobre estas noticias, las del enterramiento de Colón, y la vinculación del monasterio con su familia , ANUNCIADA CO­LON DE CARVAJAL y GUADALUPE CHOCANO en «La Car­tuja y los Colón».

El estudio artístico de la Cartuja se lleva a cabo en dos apartados, El primero de ALFREDO J. MORALES, «Proceso histórico y de­sarrollo arquitectónico de la Cartuja de Santa María de las Cuevas», analiza las etapas de la edificación de la Cartuja, presentando tam­bién una interesante iconografía de las fortificaciones francesas en el monasterio durante la guerra de la independencia.

Y este mismo autor, con JUAN MIGUEL SERRERA estudian en «El Patrimonio Artístico de la Cartuja de Sevilla» las capillas, re­tablos, enterramientos, pinturas, sillería de coro, azulejería, y el Cristo de la Clemencia de Montañés, actualmente en la Sacristía de los Calices de la Catedral, que avaloran este monumento.

Los temas económico e industrial son también objeto de su co­rrespondiente análisis. En primer lugar ANTONIO LUIS LOPEZ MARTINEZ, en el «Patrimonio económico de la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla», da cuenta de las propiedades rús­ticas y urbanas del monasterio; así como de los juros, censos, rentas diezmales, etc. que tenía; sus ingresos; y la liquidación de su patri­monio en el siglo XIX.

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ANTONIO MIGUEL BERNAL, en «Sevilla en los inicios de la modernización industrial: La Catuja como excepción», hace un estu­dio socio-económico de la Sevilla industrial del siglo XIX, señalan­do el predominio de la economía de corte agrario, el comercio, y el proceso de industrialización de la ciudad con sus fábricas, gre­mios, la aparición de las máquinas de vapor, y la decadencia de la industria sevillana en la segunda mitad del siglo , con la excepción de la fábrica de la Cartuja.

Y a esta dedica su atención BEATRIZ MAESTRE LEON, en su trabajo «Fábrica de Cerámica. La Cartuja de Sevilla», al estudiar la compra y adaptación de la Cartuja, por la familia Pickman, des­pués de la desamortización; y la historia de la fábrica de loza, su tecnología, la construcción de los hornos de botella , el funciona­miento de la fábrica, las técnicas empleadas y la creación y decora­ción de modelos que han dado lugar a piezas de carácter unico .

Finalmente IGNACIO VAZQUEZ PARLADE en su estudio «Gambogaz: cuna de la burguesía y de la mecanización agraria», hace historia de la finca de este nombre que perteneció a la Cartuja, adquirida por un antepasado suyo tras la desamortización, y el em­pleo por este en ella de neuvas técnicas de mecanización agrícola.

Los dos últimos estudios hacen referencia al momento actual de la Cartuja. ANTONIO BARRIONUEVO FERRER, en su «Reco­nocimiento de la forma de la ciudad y la dimensión urbana de la obra hidraulica de la cota de la Cartuja», estudia las características de la situación y emplazamiento de Sevilla, las obras hidraulicas lle­vadas a cabo , las cortas, el puerto, el esquema ferroviario , la Plaza de Armas, la ronda de Torneo, el puente de Triana, el muelle de las Delicias , la corta de Tablada, y el crecimiento urbano de la ciu­dad.

Termina con el trabajo de ALFREDO VALENZUELA, «El re­cinto de la Cartuja», hecho como anuncio de la Expo 92, en el que se analizan las perspectivas de futuro que ofrece el Jugar donde esta situado el monasterio , dando cuenta de sus actuales y futuras trans­formaciones, nuevos puentes, comunicaciones, redes viaria y de fe­rrocarril, el recinto de la Exposición , la vegetación, los transportes,

etc. Este es en síntesis el contenido de esta obra de indudable interés,

porque da a conocer el pasado, el presente , e incluso las perspecti­vas de futuro de la Cartuja de Santa Maria de las Cuevas de Sevilla.

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Hecha con rigor científico, presenta la necesaria unidad en los trabajos que la integran, no obstante el número y variedad profesio­nal de los colaboradores que en ella han intervenido. El aparato crí­tico y una selecta bibliografía son garantía de este libro, imprescin­dible para todo el que pretenda conocer la historia de Sevilla.

José Antonio Calderón Quijano

ANDALUCIA DESDE EL CIELO MORALES PADRON, FRANCISCO. Publica Dirección de Plani­ficación y Estudios del Banco de Santander. Libro de formato 24 x 30. Páginas 293, de las cuales 250 son fotografías con pié de texto .

Tal como el autor confesó el día de la presentación en el Palacio de Yanduri, sede actual principal del Banco de Santander en Sevi­lla, la realización de la obra constituyó para él una novedad histo­riográfica no exenta de satisfacciones y de problemas. Se trataba de señalar un número concreto de lugares, edificios, etc. del mapa an­daluz para ser fotografiados desde el aire. A estas fotografías habría que ponerle posteriormente unos «pies» adecuados extraídos de no­velistas, poetas, viajeros y estudiosos.

Una segunda parte consistiría en explicar o describir tales paisa­jes y redactar una pequeña biografía de cada autor utilizado.

Resultó placentero, confiesa Morales Padrón, pasear por el mapa de Andalucía, imaginando desde el suelo panorámicas aéreas bellas y originales. No Je faltó para esta tarea la colaboración de colegas académicos de Córdoba, Cádiz, Málaga y Granada. Mas difícil fue seleccionar. Porque si en un principio se pensó en 40 fotos para cada provincia, luego esta cifra fue necesario reducirla a una mitad. Hubo que sacrificar vistas espléndidas y escamotear edificios, paisa­jes, escenas, tan singulares como las que se escogieron definitiva­mente. Otro problema lo constituyó hallar el pié adecuado. Cierto que habían edificios, zonas urbanas y escenas que contaban con múltiples testimonios literarios, pero otros estaban totalmente pri-

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vados de ellos. Hubo que investigar mucho y examinar un amplio repertorio de títulos cuya totalidad no se mencionan. Y al igual que llegado el momento de seleccionar las fotografías, aconteció llegado el momento de seleccionar los pies para aquéllas fotos que dispo­nían de múltiples referencias, fue también preciso prescindir de múltiples textos, aunque muchos de los desechados, confesaba el autor en la presentación, los utilizó en las descripciones finales in­cluidas entre las páginas 265-293.

Hasta aquí, hemos reducido la reseña a dar testimonio de lo que en su momento confesó el autor en cuanto al trabajo que hubo de realizar. Pero lo que no dijo el Profesor Morales Padrón , se lo prohibía su natural idiosincracia de no valorar el trabajo realizado, es, que la obra que comentamos no sólo resulta un recreo para la vista, al contemplar las bellas y sugestivas fotografías tomadas des­de el cielo andaluz, sino un nostálgico y poético paseo literario , por los escritos seleccionados por el Sr. Morales Padrón de numerosos y geniales autores.

Si en alguna ocasión dijimos que el Profesor Morales Padrón era un celoso y puntual investigador de la America Hispana, en este libro, nos hace revivir la belleza, en ocasiones desconocida de los mas hermosos rincones de Andalucía, adornados con unas pincela­das históricas y poéticas del mas bello de los recuerdos.

Sin duda, estamos ante un magnífico libro, bien construido y me­jor meditado, para tenerlo siempre a mano.

Enrique de la Vega Viguera

NOTAS BIOGRAFICAS DE DON FRANCISCO ARMERO, PRIMER MARQUES DEL NERVION YBARRA HIDALGO, Eduardo. Sevilla, 1990, 148 págs.

De entre las naciones que deben al mar su gloria y su grandeza, tal vez sea España, que tanta gloria y tanta grandeza le debe, la que menos gratitud y más desdén haya manifestado hacia el mar.

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Lo que la insular Inglaterra comprendió muy pronto, la peninsular España no quiso comprenderlo nunca, y así nos fue. En «Baza de espadas» Valle-lnclán dedica a la Marina un sarcasmo hiriente cuando dice que sus gloriosas derrotas le han conferido un prestigio de casta sufrida. Valle-Inclán no puntualiza sin embargo que las peores derrotas que esa sufrida casta ha padecido nada tienen de gloriosas, pues no han ocurrido en el mar, sino en las covachuelas y las antesalas, en Jos despachos y las alcobas de la capital de las Españas. La decadencia española empieza cuando Felipe III no se decide a trasladar a Lisboa la capital de sus reinos. De ese modo se perdería, no ya Portugal, sino el dominio del mar. Los que más sufrieron ese desvío de los gobernantess fueron justamente los ma­rinos, esa «casta sufrida» que a lo largo del oprobioso siglo XIX no hizo más que lamentarse de los barcos, del armamento, del atraso en las pagas, de la mala calidad del rancho, de los métodos de re­clutamiento, de los criterios de ascenso, etc., etc., etc. Dicen por ahí que la guerra es una cosa muy seria como para dejársela a los militares; habría que responder que también la política es una cosa demasiado seria como para dejársela a los políticos . ¡Y qué políti­cos los de nuestro siglo XIX! Aun en el XVIII , el propio conde de Floridablanca no dio curso a los planes del conde de Aranda para una nueva ordenación de los territorios americanos por considerar­los «ventajosos pero irrealizables».

Con las consecuencias de esa pusilanimidad ministerial tuvieron que pechar nuestros marinos y uno de los primeros fue don Francis­co Armero y Fernández de Peñaranda, primer marqués del Ner­vión, cuya vida y obras nos cuenta el benemérito erudito sevillano don Eduardo Ybarra Hidalgo. En sus «Notas biográficas de don Francisco Armero, primer marqués del Nervión», don Eduardo Ybarra no sólo responde cumplidamente a lo que anuncia el título, sino que nos cuenta ce por be toda la historia política del siglo XIX en la que el general Armero intervino en papeles subalternos o a la que asistió desde la primera fila de barreras y a veces desde el propio palco regio. Hay que decir que estas notas se leen como una novela y de hecho, yo he tenido presente de continuo un par de novelas contemporáneas cuyo contenido es también la Marina y Ultramar. Una es «El mayorazgo navegante» , de J.E. Casariego; la otra «Sotavento», de Luis Berenguer. Berenguer, como Ybarra,

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venía de familia ilustre y tampoco tuvo que salir del archivo familiar para montar su fábula. Ybarra no monta ninguna fábula, pero lo que cuenta lo vale. Una familia hidalga oriunda de la Rioja que se asienta a fines del XVIII en Fuentes de Andalucía y un «mayorazgo navegante» que recibe su bautismo de fuego como guardiamarina a bordo del navío «Asia» en la defensa de Cádiz, sitiada esta vez por los Cien Mil Hijos de San Luis y bombardeada desde el Troca­dero. Interviene luego en aguas del Pacífico contra los insurrectos americanos y en la primera guerra carlista coadyuva con su flotilla a la victoria de Espartero en Luchana. Comandante General de las fuerzas navales en el Cantábrico primero, luego en Valencia y Le­vante, se enfrentaría al duque de la Victoria cuando éste bombar­deó Sevilla en unión de Van Halen y llegó a ser Capitán General de Andalucía. Sus percances más graves no los sufrió frente al fuego enemigo ni bajo el rigor de los temporales, que arrostró siempre con denuedo, sino frente a las intrigas políticas, ya que sufrió un duro arresto por sospechas de connivencia en la intentona del gene­ral Diego de León y volvió a ser molestado en relación con la Vical­varada. Comandante General del apostadero de La Habana, pasó allá tres años en los que hizo todo lo posible por rehacer la flota, trabajos en los que insistió las cinco veces que ocupó el Ministerio de Marina . Al llegar a La Habana recibió unos informes que reve­lan por cierto el maquiavelismo demográfico de las autoridades es­pañolas. En el calvario que va desde Trafalgar hasta Santiago de Cuba y Cavite a Armero le tocó llevar una de las cruces más pesa­das, cual fue la de ver cómo sus esfuerzos sólo se realizaban a me­dias mientras la potencia naval de Estados Unidos, insignificante para políticos y periodistas, pero no para él , iba en constante au­mento . No sé si de esa cruz lo consolaron otras cruces que recibió, más el marquesado con grandeza de España, por sus proezas nava­les en la ría de Bilbao. Murió en la misma casa sevillana que hoy es sede de la Asamblea provincial de la Cruz Roja española, enti­dad editoria de este libro. Dispuso ser enterrado por la Caridad, pero no se le hizo caso y se le tributaron honores de Capitán Ge­neral.

Abundan las noticias curiosas, lo mismo sobre las dependencias de una casa principal que sobre las maderas cubanas para carpinte­ría blanca y de ribera. La correspondencia de Armero con el gene-

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ral Martínez Viñalet, buen conocedor de Estados Unidos, permite conjeturar que, de haber vivido hasta el 98, nada de lo que pasó le habría pillado de sorpresa.

Aquilino Duque