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Libros REEDICION ESPAÑOLA DEL LIBRO DE DURAND (*) Carlos Sambricio : EJL'4Pl0 DE LOS FUNESTOS EFtCTO$ - m..luad. lal.,...._io•ditl .._¡- de ... _......._"'""'°""" clirlo -•toV<• Después de que la discusión de los años sesenta se ce nt rará so bre el valor y alcance de las vangua rdias a rquitectónicas, cua ndo los estudios sobre los man ifies to s y textos teór i cos a mpa raban una obra en la que a menudo el ca lificativo utili- z ado para definirla era el de "poética", ho y resulta eviden- te que el tema ha va riado y que la discusión sobre el clasicis- mo, sobre su alcance y signifi- cación, se ha conve rtido en la preoc upación de los últimos momentos. Así, el que a la pu: blicación de l os estudios de Li - nazasoro y Grassi -entre otros- se añada que indi vidu os de evi dente peso cu lt ura l en. el pa ís como so n Rafael Mon eo y Ori ol Bohigas abandonan las polémicas sobre el postmoder- no para dirigir su atención ha- cia el tema del clasicismo en conferenci as sobre la Mezq uita de Córdo ba - en el caso Mo - neo- Asp lund - en el caso de ambos- o so bre la i dea gen e- ral de la arquitect ura d ejan do de l ado de manera definitiva el tema de la vanguardia, debería servir de llamada de atención al espectador at ento, in sinu án- dol e cual puede ser el punto de partida de un a importa nte dis- cusión en los próximos años. R es ultará evidente al lector avisado -o al flaneur que visi- te l as librerías- que las nove- dades editoria l es q ue tra tan de arq uitec tura han modificado su tema de atención. Nada más lejos de nuestra inten ción que pre tender orientar modas o descubrir posibles corrientes, como tampoco es nuestro de- seo dar noticias del esto rnudo de un maestro. Pero que, de entre los cada vez más numero- sos facsímiles que afortunada- men te se reedita n en nuestro país, uno de ellos, el tex to de Dura nd so bre la arquitectura, se aco mpañe de una importan- te introducción de Moneo debe -en mi opinión- ser punto de refl ex ión sobre la discusión actua l de la arquitectura. Es de todos sabido que Du- ra nd fue discípul o, en aq uella escuela privada que desde 1780 se instalara en Parí s, de Enúenne- Loui s Boullée. Primero discí- pulo y despu és colaborador en su estudi o para much os y a nte el recuerdo de los dibujos del ma es tro, res ult ará ev id ent e que las en señanzas de aquél tuvieron escasas repercusiones en la idea de a rquitectura que p udo desarrollar Durand. Esto, que a primera vista res ulta evi- dente , y que podría incluso lle- gar a co ntraponer la l ógi ca y la di sciplina del a lumn o frente a la fantasía del ma estro, se con- / firma cua ndo ve mos las ideas de cada uno. Frente a un con- cepto d_~ ar<¡!:' itectura d<; mde se rechaza el idea l vitruviano que identi fi ca ésta con el arte de construir' y se reivindi ca, por el contra rio, el a n e de con - cebir como p un to de partida de la arq uitectura ; cuando se plantea como la idea, la volun- tad de s inteti zar en imágen es un conoci miento, es en reali- d ad la intención de re fl ejar lo que pertenece a un saber in- t empora l del h om bre, y fuera por tanto de la no rma clásica, es evidente que la arquitectura de Boullée parece distinta de aquella otra, e nunciada si em- pre desde los criterios de eco- nomía simplicidad y necesidad evocado s por J. F. Blondel, y que ah ora se reviste de u na nueva capacidad teórica al es- t ablecer la disposición de l edi- fi cio como el único tema rea l- mente afecta al arq uitecto, el cual debe abandonar la inten- ción de ag rand ar puesto que la decoración no puede ser cons i- derada bella ni producir placer en qui en la vea. Para Durand la idea de la imagen arquitec- tónica se reduce a nto nces - aparentemente- a la idea de planta y sección, destandose como el alzado n o es si no con- . secuencia de un a simple pro- yección. Si todo lo an ter i or fuese cie r- to y no existiesen diferenc i as de ta l importancia que nomo- . d ificasen radica lmente lo di- · cho, podría creerse que Durand es, en reali dad, discípulo de J. F. Bond el, produ ciéndose en el tiempo un vacío de casi esos cuarenta años que co rrespo n- den al momento de Boull ~e. Sin embargo, si bien es cierto que existen diferencias entre a mbos, es preciso destacar de que f orma Dura nd desarrolla una teoría que le aprox ima a las enseñanzas de su maestro. En primer lu gar debemos des- hacer el equívoco que pud iera produ cirse al encontrar la refe- rencia al hecho económ ico y creer que debe ser entendido en los términ os del primer te rcio del siglo XVIII. Para Durand econo a no significa un aho- rro en el aspecto constructivo sin o que enti ende que es eco- no a en la proyección, en el tiem po de proyec t ació n, lo que debe gu iar al arq u itecto. Retoma ndo as í los estudios de Boullée so bre los cuerpos pu - ros, Durand dirige su aná lisis a los in genieros que deberán ocuparse del conju nto de los prob lemas de la na ción. Plan- teando una idea de a rquitectu- ARQU ITECTU RA raque excluye cualqu ier deco- ración superpuesta y donde el elemento compositivo recupe- ra el va l or del símbo lo que se establece en el proyecto, resul- ta evidente que la di ferencia con Boullée no se centra en lo que cada uno debe rep resentar sino en el o ri gen de l os ele- mentos. Para el primero, para el maestro, los elem entos ar- quitectónicos eran los signos de un conocimie nto que se en- co ntraba en el origen del h om- bre y , por ello, su búsqueda en la Natu raleza le llevaba a esta- blecer una propuesta arquitec- tónica do nde la nueva forma, el tratamie nto de la lu z y el tema de la escala definía u na intenci ón: su arqu itectura era entonces parlante porque lo- gr eba producir en cua l quier hombre una sensación que era precisamen te el que reinvidi- caba puesto que " ... no sabe- mos sino porque sentimos". Intuyendo la idea de Nietzche cua ndo apunta como "nos - otros necesitamos de la histo- ria, pero la neces_ itamos no como el holgaz4n mal criado en los jardines del saber", Bou- llée reconoce que ha buscado maestros en la hi storia pero que, a menudo , su búsqueda ha sido vana t eniendo que cen- trarse en el estudio de la natu - ra leza. "He desdeñado, lo confieso, limitarme al estudio de nuestros viejos maestros y he intentado ensanchar, con el estudio de la naturaleza, mis ideas sobre un arte que, tras profundas m,:ditaciones, me parece encontrarse aún en su _ aurora". Pero si Bou llée in te nta defi- ni r el conocimien to a través de las sensaciones, Durand, por el contrario, tiene un comprom i- so de natura leza disti nta. Pa r- tiendo en 1 801 de un R ecueil en paralele des edifices de tout g enre, anciens et moderns, considera que de l as ideas de decoración, dis tribu ció n y construcción sólo se ajusta a todos los edificios, y q ue és ta es la de construcci ón. Olvidando la invest igación sobre la Na turaleza, sobre los prob lemas del se ns o riali smo de Con dill ac, Durand bus ca un elemento de composició n que sirva de enl ace en tre la econoa en la investigación sobre la aru itectura y no en la construcción que res1,1e lva el 73

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Libros REEDICION ESPAÑOLA DEL LIBRO DE DURAND (*) Carlos Sambricio:

EJL'4Pl0 DE LOS FUNESTOS EFtCTO$ - m..luad. lal.,...._io•ditl .._¡-de ... _......._"'""'°""" clirlo -•toV<•

Después de que la discusión de los años sesenta se centrará sobre el valor y alcan ce de las vanguardias arquitectónicas, cuando los estudios sobre los man ifiestos y textos teóricos amparaban una obra en la que a menudo el calificativo utili­zado para definirla era el de "poética", hoy resulta eviden­te que el tema ha variado y que la discusión sobre el clasicis­mo, sobre su alcance y signifi­cación, se ha convertido en la preocupación de los últimos momentos. Así, el que a la pu: blicación de los estudios de Li­nazasoro y Grassi -entre otros­se añada que indi viduos de evidente peso cultura l en . el país como son Rafael Moneo y Oriol Bohigas abandonan las polémicas sobre el postmoder­no para dirigir su atención ha­cia el tema del clasicismo en conferencias sobre la Mezquita de Córdoba - en el caso Mo­neo- Asplund - en el caso de ambos- o sobre la idea gen e­ra l de la arquitectura dejando de lado de manera definitiva el tema de la vanguardia, debería servir de llamada de atención al espectador a tento, insinuán­dole cua l puede ser el punto de partida de una importante dis­cusión en los próximos años.

Resultará evidente al lector avisado -o a l flaneur q ue visi­te las librerías- que las nove­dades editoriales q ue tra tan de arquitectura han modificado

su tema de atención. Nada más lejos de nuestra intención que pre tender orientar modas o descubrir p osibles corrientes, como tampoco es nuestro de­seo dar noticias del es tornudo de un maestro. Pero que, de entre los cada vez más numero­sos facsímiles que afortunada­mente se reeditan en nuestro pa ís, uno de ellos, el texto de Durand sobre la arquitectura , se acompañe de una importan­te introducción de Moneo debe -en mi opinión- ser punto de reflexión sobre la discusión actual de la arquitectura.

Es de todos sabido q ue Du­rand fue discípulo, en aquella escuela privada que desde 1780 se instalara en París, de Enúenne­Louis Boullée. Primero discí­pulo y después colaborador en su estudio para muchos y ante el recuerdo de los dibujos del maes tro, res ulta rá ev idente que las en señ anzas de aquél tuvieron escasas repercusiones en la idea de arquitectura que pudo desarrollar Durand. Esto, que a primera vista resulta evi­dente, y que podría incluso lle­gar a contraponer la lógica y la disciplina del alumno frente a la fantasía del maestro, se con - / firma cuando vemos las ideas de cada uno. Frente a un con ­cepto d_~ ar<¡!:'itectura d<;mde se rechaza el ideal vitruviano que identi fica ésta con el arte de construir' y se reivindica, por el contra rio, el an e de con-

cebir como p unto de partida de la arquitectura; cuando se plantea como la idea, la volun­tad de sintetizar en imágenes un conocimiento, es en reali­dad la intención de reflejar lo que pertenece a un saber in­temporal del hombre, y fuera p or tanto de la norma clásica, es evidente que la arquitectura de Boullée parece distinta de aquella o tra, enunciada s iem­pre desde los criterios de eco­nomía simplicidad y necesidad evocados por J. F. Blondel, y que ahora se reviste de una nueva capacidad teórica al es­tablecer la disposición del edi­ficio como el único tema real­mente a fecta a l arquitecto, el cual debe abandonar la inten­ción de agrandar puesto que la decoración no p uede ser consi­derada bella ni producir placer en q uien la vea. Para Durand la idea de la imagen arquitec­tó nica se reduce anto nces -aparentemente- a la idea de planta y sección, destacándose como el a lzado no es sino con- . secuencia de una simple pro­yección.

Si todo lo an terior fuese cier­to y no existiesen diferencias de ta l importancia que nomo- . d ificasen radicalmente lo d i- · cho, podría creerse que Durand es, en realidad, discípulo de J. F. Bondel, produciéndose en el tiempo un vacío de casi esos cuarenta añ os que correspon­den al momento de Boull ~e. Sin embargo, si bien es cierto que existen diferencias entre ambos, es p reciso destacar de que forma Durand desarrolla una teoría que le aproxima a las enseñanzas de su maestro. En primer lugar debemos des­hacer el equívoco que pudiera producirse al encontrar la refe­rencia al hecho económico y creer que debe ser entendido en los términos del primer tercio del siglo XVIII. Pa ra Durand economía no significa un aho­rro en el aspecto constructivo sino que entiende que es eco­nomía en la proyección, en el tiem po de proyectación , lo que debe guiar a l arqu itecto.

Retomando así los estudios de Boullée sobre los cuerpos pu­ros, Durand dirige su análisis a los ingenieros q ue deberán ocuparse del conjunto de los problemas de la nación . P lan­teando una idea de arquitectu-

ARQUITECTURA

raque excluye cualquier deco­ración superpuesta y donde el elemento compositivo recupe­ra el valor del símbolo que se establece en el proyecto, resul­ta evidente que la diferencia con Boullée no se centra en lo que cada uno debe representar sino en el o rigen de los ele­mentos. Para el primero, para el maestro, los elementos ar­quitectónicos eran los signos de un conocimiento que se en­contraba en el origen del hom­bre y , por ello, su búsqueda en la Naturaleza le llevaba a esta­blecer una propuesta arquitec­tónica donde la nueva forma, el tratamiento de la luz y el tema de la escala definía una intención: su arquitectura era entonces parlante porque lo­greba producir en cua lquier hombre una sensació n que era precisamen te el que reinvidi­caba puesto que " ... no sabe­mos sino porque sentimos". Intuyendo la idea de Nietzche cuando apunta como "nos­otros necesitamos de la histo­ria, pero la neces_itamos no como el holgaz4n mal criado en los jardines del saber", Bou­llée reconoce que ha buscado maestros en la historia pero q ue, a menudo, su búsqueda ha sido vana teniendo que cen­trarse en el estudio de la natu­ra leza. " H e desdeñado, lo confieso, limitarme al estudio de nuestros viejos maestros y he intentado ensanchar, con el estudio de la naturaleza, mis ideas sobre un arte que, tras profundas m,:ditaciones, me parece encontrarse aún en su _ aurora".

Pero si Boullée in tenta defi­nir el conocimiento a través de las sensaciones, Durand, por el contrario, tiene un compromi­so de naturaleza distinta. Par­tiendo en 1801 de un R ecueil en paralele des edifices de tout genre, anciens et moderns, considera q ue de las ideas de decoración, dis tribució n y cons trucción sólo se aj usta a todos los edificios, y q ue és ta es la de construcción.

Olvidando la investigación sobre la Naturaleza, sobre los problemas del sensoriali smo de Condillac, Durand busca un elemento de composición que sirva de enlace entre la economía en la investigación sobre la aru itectura y no en la construcción q ue res1,1elva el

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tema, para él fundamen ta l, de la distribución.

Para definir esta síntesis en cua ndo recurre a un mecanis­mo idénti co a l de Boullée, de­mostrando que la lección del maestro ha sido comprendida: rechazada la invención y re­ivindica la imitación como elementos base de la arquitec­tura . Niega los juegos de Per­cier y Fontaine de estos años y reclama, por el contrario, lo que entiende como base del clasicismo: la disciplina, la norma, la voluntad de supedi­ta r una aventura formal a es­quemas no académicos o rígidos sino, por el contrario, capaces de ofrecer soluciones brillan­tes desde la p lanta y la sección y donde, frente a la idea gene­ra l del edificio, p lantea una es­tructuració n en partes y como a su vez cada una de es tas es capaz de ana lizarse desde las necesidades.

Es entonces cuando ana liza los elementos básicos - Boullée había compuesto en términos de un único elemento puro­que sirvan para definir su ar­qu itectura que, y es ta es su a portación más notable, en-

tiende como elementos suscep­tib les de ser co mbi n ados a partir de reglas elementales. De esta manera la investiga­ció n sobre la disposic ión se en­tiende desd e la economía, puesto que a l de fini rse un autén tico rpertorio de parte "bellas" -puras, hubiese di­cho Boullée- la disposición de la q ue ames hablábamos es en realidad una combinación de elementos básicos.

Se resuelve así uno d~ los problemas que Boullée había p lanteado en su arquitectura: como establecer una poética o una grmática para aquellos p ueblos que nunca tuviero n u na importante poesía o lite­ratura (como de hecho ocurría con los tártaros, de quien Con­di llac cuen ta lo a bsurdo que hubiese sido establecer duchas artes para quienes nunca tu­vieron grandes litera tos). Con el sistema Durand se intenta lo contrario: faci li tar a p ueblos que nunca tuvieron una ar­quitectura desarrollada la po­sibilidad de inicia rse en e l estudio, gracia a la extrema fa­ci lidad y ejecución de los ejem­plos que presentan . Pero tam-

bién la opción de Durand será de interés para la nueva Fran­cia Napoleónica - es decir, burocrática- por cuanto que en ella se encuentra el origen de una arquitectura que se des­arro lla rá en los equipamien­tos que en esos años esta blezca el Poder.

La úl tima reílexión sobre Durand es evidente'que equi­vale a argumentar sobre el al­cance de la opción clasicis ta. Frnte a la búsqueda en el va­cío, la disciplina; frente a la opción ecléctica, la a rquitec­tura antihistórica pero clásica. Resul ta evidente que los órde­nes clásicos no representan en absolu to la esencia de la arqui­tectura , de la misma manera que la decoración que se utili­za no es sino locura o quimera, apu nta rá Durand. Por e llo, frente a la idea de que econo­mía signi fica, en arquitectura, un obstáculo para la belleza, a lgunos creyeron, y entre e llos Durand, que ésta era su fuente más fecunda.

Lección entendida por los últimos raciona listas del siglo XX que, frente a las lecciones del MM, volvieron sus ojos a la

h is toria para ap render, no como los holgazanes malcria­dos en los jardines del saber.

Carlos Sambricio (• ) J .N.L. Durand: " COMPEN­DIO DE LECCIONES DE AR­QUITECTURA. PARTE GRAFI­CA DE LOS CURSOS DE AR­QUITECTURA" . Prólogo de Rafael Moneo. Ed. Pronaos. Madrid, 1981.

Paul Frankl: " PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA HISTORIA DE LA ARQUITECTURA". (El desarrollo de la arquitectura europea: 1420-1900). Gustavo Gili . Barcelona, 1981. 280 págs.

Dentro de la colección de G.G. Arte, se p ublica ah ora en castellano la antigua y magní­fica obra del profesor Frankl publicada e n Alemania en 1914. Prologa este edición Ja­mes S. Ackerman.

GG

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Libros de Arquitectura El modo intemporal de construir

Christopher Alexander Colección «Arquitectura y Perspectivas»

Diccionario de arquitectos De la antigüedad a nuestros días

AA.VV. Colección « Estudio/Paperback»

Transformaciones en la Arquitectura Moderna A. Drexler

Croquis de Arquitectura A. Laprade

Manierismo y arquitectura moderna y otros ensayos

Colin Rowe Colección «Arquitectura y Crítica»

La ilustración arquitectónica La delineación de valores

Paul Stevenson Oles

Leonardo Benevolo Historia de la arquitectura del Renacimiento La arquitectura clásica (Del siglo XV al siglo XVIII)

Colección »Biblioteca de Arquitectura»

A.E.J. Morris El hormigón premoldeado en la arquitectura

Colección «Arquitectura/Perspectivas» (Serie Construcción industrializada)

Aldo Rossi La arquitectura de la ciudad

Colección «Punto y Línea»

Editorial Gustavo Gili, S.A. Rosellón, 87-89 Barcelona-29

Ignacio Gómez de Liaño. "ARCADIA". Edit. Alfaguara.

Ha llegado a nueslra redac­ción el libro recientemente pu­blicado por nueslro colaborador Ignacio Gómez de Liaño (Ar­quitecLura número 223, Paleo­frón y Neolerpe) . .

Se LraLa de un libro de múili­ples viajes q ue el prolagonisla -Aurelio- realiza simulLá­neamente por varios mundos; Grecia, su hisLOria, su miwlo­gía, oLros viajeros y su propio cuerpo e incluso enfermedad.

Aurelio se mueve entre per­sonas y cosas - para él LOdas reales- de la vida y de la me­moria, y aunque esLas ú ltimas le resulLen de más confianza, también le dejan en la soledad de la que panió y q ue parecen ser su esencia y su fuerza creadora.

El libro que sin ser específi­camente de Arquitectura, tiene a esta entre sus personajes bien conocidos y descritos, arrasLra con éxito al lecLOr a los mun­dos que describe.

Paolo Portoghesi: " DESPUES DE LA ARQUITECTURA MODERNA" Gustavo Gilí. Barcelona, 1981. 311 págs.

Antología y ensayo sobre la ar­quitectura post-moderna, pu­bli cada origina lm en te por Lalerza, y en la q ue se englo­ban LOdas las arquitecLUras que han supuesto a lguna revi­sión de la modernidad; esLO es; desde los Five architecls, Ven­Luri y Rossi hasla Qui lan Terry, SLern y los posL-modern propiamente dichos. Es, pues, una antología de los años se­tenta en lo que las vanguar­dias de ésLos Luvieron de in Lento de liquidación de ia moderni­dad y supone un n uevo empu­je y apoyo ciado a estas tenden­c ias por parte del profesor Ponoghesi, organizador de la "Strada Nuova" de la úllima bienal de Venecia.

Renato de Fusco: HISTORIA DE LA ARQUITECTURA CONTEMPORANEA H. Blume Ediciones. Barcelona, 1981. 567 págs.

Versión casLellana del libro publicado por Laterza en 1975. Se trata de un compendio o manual, de carácler didáclico, y producto de la actividad aca­démica de su autor. Su inten­ción, como dice el prólogo de esta edición, es la de "haber escrito la historia más fácil de la arquitectura contemporá­nea", aludiendo así a la senci­llez y al carácter pedagógico que lo anima. Además de con esLas características, la obra se inscribe en los métodos ensa­yíslicos propios del conocido profesor italiano y en el interés que le ha ofrecido siempre el análisis semióLico de las for­mas. A deslacar, como nola Lriste para nosoLros, que los únicos españoles que figuran en el libro son Gaudí y Torroja.

ARQUITECTURA

Helio Piñón: REFLEXION HISTORICA DE LA ARQUITECTURA MODERNA Ed. Península. Barcelona, 1981 . 179 págs.

El conocido ensayisLa y ar­quitecLO, profesor de la Escue­la de Barcelona, reune· una colección de densos ensayos en los que ana liza " los presu­puestos básicos de la cultura arquitectónica contemporá­nt>;i".

Gerald Allen: "CHARLES MOORE" Gustavo Gilí. · Barcelona, 1981. 126 págs.

Edición castellana de lamo­nografía sobre la obra de Moo­re p ublicada por Wanson y GupLill en Nueva York, en 1980.

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