Libro no 1055 casa desolada tomo i dickens, charles colección e o septiembre 6 de 2014

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¡Por una Cultura Nacional, Científica y Popular! 1 Colección Emancipación Obrera IBAGUÉ-TOLIMA 2014 GMM

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Casa Desolada. Tomo I. Dickens, Charles. Colección E.O. Septiembre 6 de 2014. Biblioteca Emancipación Obrera. Guillermo Molina Miranda.

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    Coleccin Emancipacin Obrera IBAGU-TOLIMA 2014

    GMM

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    Libro No. 1055. Casa Desolada. Tomo I. Dickens, Charles. Coleccin E.O. Septiembre 6 de 2014.

    Ttulo original: Casa Desolada. Tomo I. Charles Dickens Versin Original: Casa Desolada. Tomo I. Charles Dickens

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    Casa Desolada Tomo I

    Charles Dickens

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    Comentario

    Nabokov, en sus admirables clases de Wellesley y Cornell University, dedicadas a

    analizar figuras tan dispares como Austen, Flaubert, Joyce, Kafka, Proust o Stevenson,

    dice al hablar de esta novela: Con Dickens nos ensanchamos. Me parece que la obra de

    Austen es una encantadora readaptacin de valores anticuados En el caso de Dickens,

    los valores son nuevos. Los autores modernos todava se embriagan con su cosecha...

    Sencillamente hemos de rendirnos ante la voz de Dickens: eso es todo. Si fuese posible,

    me gustara dedicar los cincuenta minutos de cada clase a la muda meditacin,

    concentracin y admiracin de Dickens. Sin embargo mi misin es dirigir y explicar

    esas meditaciones, esa admiracin. Todo lo que tenis que hacer al leer Casa Desolada

    es relajaros y dejar que sea vuestra espina dorsal la que domine. Aunque leais con la

    mente, el centro de la fruicin artstica se encuentra en vuestros omplatos. Ese pequeo

    estremecimiento es con toda seguridad la forma ms elevada de emocin que la

    humanidad experimenta cuando alcanza el arte puro y la ciencia pura. Rindamos culto a

    la mdula espinal y a su hormigueo. Enorgullezcmonos de ser vertebrados, pues somos

    unos vertebrados en cuya cabeza se posa llama divina. El cerebro no es ms que una

    prolongacin de la mdula; pero el pbilo recorre toda la vela de arriba a abajo. Si no

    somos capaces de experimentar ese estremecimiento, si no podemos gozar de la

    literatura, entonces dejemos todo eso y limitmonos a los tebeos, a la televisin, a la

    novela de la semana. Pero creo que Dickens demostrar ser ms fuerte.

    Despus de or tantas veces criticar el realismo decimonnico como un

    empobrecimiento reduccionista de la realidad, al encontrarnos con un Tolstoi, un Balzac,

    un Galds o un Dickens, analizados bajo una luz ms exigente, menos epidrmica, nos

    damos cuenta de que su grandeza no se basa tan slo en la reconstruccin ms o menos

    minuciosa y rigurosa de los procesos sociales e individuales. Detrs del gran realismo

    hay otro mundo, espectral y visionario, un mundo que pertenece exclusivamente a ese

    misterio constante que llamamos Arte; sa es una de las claves por las, cuales cada vez

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    nos volvemos con inters hacia ese siglo XIX que durante una poca estuvo tan de moda

    denostar.

    Casa Desolada es un libro emblemtico de ese realismo que es ms que realismo, que

    ofrece al lector avezado algo ms que crnicas de lo que sucede. El genio de Dickens,

    en su vertiente ms sombra y potica, hizo aqu de explorador de unos abismos, de unas

    labernticas situaciones que nos fascinan a medida que nos vamos adentrando en este

    libro magistral. Casa Desolada no es una stira ni es simplemente un cuadro social: es

    una reflexin novelada sobre la condicin humana, sobre la locura y el fracaso, el dolor

    y la justicia, la compasin y el placer. Ninguna novela nos ha revelado ms sobre la

    Inglaterra victoriana, sobre el trasfondo de su Historia. Es un libro apasionante pero que

    no se agota en una primera lectura, como todos los libros sobre los cuales el tiempo no

    ha pasado. Mltiple, complejo, abigarrado nos trae al Dickens macerado por las

    experiencias de una vida difcil, de la cual extrajo una suprema sabidura. Hay aqu un

    hombre excepcionalmente inteligente y compasivo, a la vez que genial escritor, mirando

    con agudeza impar el espectculo de los desvaros humanos.

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    ndice

    Prefacio a la primera edicin

    Captulo 1 En Cancillera

    Captulo 2 El gran mundo

    Captulo 3 Un recorrido

    Captulo 4. Una filantropa telescpica

    Captulo 5. Una aventura matutina

    Captulo 6. En casa

    Captulo 7. El paseo del fantasma

    Captulo 8. Que abarca una multitud de pecados.

    Captulo 9. Signos y smbolos

    Captulo 10 El copista

    Captulo 11. Nuestro querido hermano

    Captulo 12. En guardia

    Captulo 13. La narracin de Esther

    Captulo 14 El buen Porte

    Captulo 15. Bell Jard

    Captulo 16. Tomsolo

    Capitulo 17. La narracin de Esther

    Captulo 18. Lady Dedlock

    Captulo 19. Hay que circular

    Captulo 20. Un mero inquilino

    Captulo 21. La familia Smallweed

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    Captulo 22. El seor Bucket

    Captulo 23. La narracin de Esther

    Captulo 24. Un caso en recurso

    Captulo 25. La seora Snagsby lo comprende todo

    Captulo 26. Tiradores de primera

    Captulo 27. Ms que un ex soldado

    Captulo 28. El metalrgico

    Captulo 29. El joven

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    Dedicado, en recuerdo de nuestra

    Amistad y cooperacin A mis amigos

    DE LA LIGA DE LA LITERATURA Y LAS ARTES

    (Dedicatoria de la edicin de 1853)

    Prefacio a la primera edicin

    Hace unos meses, en una ceremonia pblica, un magistrado de la Cancillera tuvo la

    amabilidad de comunicarme, como miembro de un grupo de 150 hombres y mujeres

    sospechosos de demencia, que el Tribunal de Cancillera, pese a ser objeto de tantsimos

    prejuicios del pblico (en cuyo momento me pareci que el magistrado me echaba una

    mirada de reojo), era algo casi inmaculado. Reconoci que haba habido alguna cosilla

    que criticar en el ritmo de sus actuaciones, tambin se haba exagerado mucho, y todo

    se haba debido a la parsimonia del pblico, cuyo culpable pblico, segn pareca,

    haba estado empeado hasta haca poco y con la mayor terquedad en no aumentar en

    absoluto el nmero de magistrados de Cancillera establecido por... creo que por Ricardo

    II, pero da igual cualquier rey.

    Aquel chiste me pareci demasiado bueno para insertarlo en el cuerpo de este libro, pues

    si no se lo hubiera atribuido a Conversation Kenge o al seor Vholes, uno de los cuales

    creo que debi ser su creador. En boca de uno de ellos lo podra haber apareado con una

    cita idnea de uno de los sonetos de Shakespeare:

    Mi naturaleza est sometida

    Al material que trabaja, como la mano del tintorero:

    Apiadaos, pues, de m, y deseadme renovado!

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    Pero como es bueno que el parsimonioso pblico sepa lo que ha estado pasando, y sigue

    pasando, a este respecto, menciono aqu que todo lo narrado en estas pginas acerca del

    Tribunal de Cancillera es fundamentalmente cierto, y se ajusta a la verdad. El caso de

    Gridley se ha tomado en todo lo esencial de un caso real, hecho pblico por una persona

    desinteresada familiarizada por motivos profesionales con toda aquella monstruosidad

    desde el principio hasta el final. Actualmente1 hay un caso ante ese Tribunal que se

    inici hace casi veinte aos, en el cual se sabe que han llegado a comparecer de 30 a 40

    abogados al mismo tiempo, en el cual se han acumulado costas de 70.000 libras, que no

    es sino un pleito que resolver amigablemente, y que (segn me aseguran) no se halla

    ahora ms cerca de su fin que cuando se inici. Hay en Cancillera otro famoso pleito,

    todava sin fallar, que se inici antes de fines del siglo pasado, y en el cual las costas ya

    han engullido ms del doble de 70.000 libras. Si quisiera buscar ms bases para

    JARNDYCE Y JARNDYCE podra llenar pginas enteras al respecto, para gran

    vergenza de... un pblico parsimonioso.

    No deseo hacer sino otra observacin ms. La posibilidad de la llamada Combustin

    Espontnea se viene negando desde que muri el seor Krook, y mi buen amigo el seor

    LEWES2 (quien en seguida averigu que se haba equivocado, al suponer que las

    autoridades haban abandonado la cuestin) public algunas cartas ingeniosas (dirigidas

    a m) cuando se public el relato de aquel acontecimiento, en las cuales aduca la total

    imposibilidad de que existiera la Combustin Espontnea. Huelga observar que no

    pretendo inducir a error a mis lectores por accin ni por omisin, y que antes de escribir

    lo que digo me preocup de investigar el asunto. Hay constancia de unos 30 casos, el

    ms famoso de los cuales, el de la Condesa Cornelia de Bandi Cesenate, lo investig y

    describi con gran minuciosidad Giuseppe Bianchini, prebendario de Verona, persona

    distinguida en el mundo de las letras, que public un relato al respecto en 1731 en

    Verona y despus lo reedit en Roma. Las apariencias observadas en aquel caso fuera

    1 En agosto de 1853 (N. del A.).

    2 George Henry Lewes (18171878), publicista y periodista britnico muy influido por el positivismo de Conte, acerca del cual

    escribi varios libros. Trabaj en 1848 en la compaa de teatro aficionado de Dickens. Se opona por razones cientficas a la

    teora de la combustin espontnea

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    de toda duda racional son las mismas observadas en el caso del seor Krook. El caso

    ms famoso despus de aqul ocurri en Rheims seis aos antes, y en aquella ocasin el

    cronista fue LE CAT, uno de los mdicos cirujanos de ms renombre de Francia. El

    sujeto fue una mujer, a cuyo marido la ignorancia lo conden por asesinato, pero tras un

    recurso solemne a una instancia ms alta, sali absuelto, pues se demostr en la prueba

    que la esposa haba fallecido de la muerte a la que se da el nombre de Combustin

    Espontnea. No creo necesario aadir ms de estos notables datos ni a la referencia

    general a las autoridades que se hallar en la pgina 78 del segundo volumen, las opinio-

    nes y las experiencias escritas de distinguidos catedrticos de Medicina, franceses,

    ingleses y escoceses, de tiempos ms modernos, y me contento con observar que no

    rechazar esos datos hasta que se haya producido una Combustin Espontnea de los

    testimonios que habitualmente sirven para demostrar los acontecimientos humanos.

    En Casa desolada me he detenido adrede en el lado romntico de las cosas corrientes.

    Creo que nunca he tenido tantos lectores como en este libro. Ojal volvamos a

    encontrarnos!

    Londres, agosto 1853

    CAPTULO 1

    En Cancillera 3

    3 La Cancillera, en la que Dickens haba trabajado como taqugrafo en su juventud, era el Tribunal presidido por el Lord

    Canciller de Inglaterra. Hasta 1873 fue el ms alto tribunal de Inglaterra, despus de la Cmara de los Comunes. Por su origen en

    la capellana (cancillera) del rey, se supona que sus veredictos se inspiraban en principios de conciencia, ms que de derecho,

    de ah el nombre de Tribunal de Equidad (equity). Pero, de hecho, a partir del siglo XVI se dedic sobre todo a asuntos civiles

    en materia econmica (hipotecas, herencias, fideicomisos...) y equity pas a significar que la Cancillera no utilizaba como

    norma ms que su propia jurisprudencia. A partir de 1875 las leyes sobre la Judicatura unificaron derecho y equity, y la

    Cancillera pas a formar parte, como Sala, del Alto Tribunal de Justicia.

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    Londres. Hace poco que ha terminado la temporada de San Miguel, y el Lord Canciller

    en su sala de Lincoln's Inns4. Un tiempo implacable de noviembre. Tanto barro en las

    calles como si las aguas acabaran de retirarse de la faz de la Tierra y no fuera nada

    extrao encontrarse con un megalosaurio de unos 40 pies chapaleando como un lagarto

    gigantesco Colina de Holborn arriba. Humo que baja de los sombreretes de las

    chimeneas creando una llovizna negra y blanda con copos de holln del tamao de

    verdaderos copos de nieve, que cabra imaginar de luto por la muerte del sol. Perros,

    invisibles en el fango. Caballos, poco menos; enfangados hasta las anteojeras. Peatones

    que entrechocan sus paraguas, en una infeccin general de mal humor, que se resbalan

    en las esquinas, donde decenas de miles de otros peatones llevan resbalando y cayndose

    desde que amaneci (si cupiera decir que ha amanecido) y aaden nuevos sedimentos a

    las costras superpuestas de barro, que en esos puntos se pega tenazmente al pavimento

    y se acumula a inters compuesto.

    Niebla por todas partes. Niebla ro arriba, por donde corre sucia entre las filas de barcos

    y las contaminaciones acuticas de una ciudad enorme (y sucia). Niebla en los pantanos

    de Essex, niebla en los cerros de Kent. Niebla que se mete en las cabinas de los

    bergantines carboneros; niebla que cae sobre los astilleros y que se cierne sobre el

    aparejo de los grandes buques; niebla que cae sobre las bordas de las gabarras y los

    botes. Niebla en los ojos y las gargantas de ancianos retirados de Greenwich, que

    carraspean junto a las chimeneas en las salas de los hospitales; niebla en la boquilla y en

    la cazoleta de la pipa que se fuma por la tarde el patrn malhumorado, metido en su

    diminuto camarote; niebla que enfra cruelmente los dedos de los pies y de las manos

    del aprendiz que tirita en cubierta. Gentes que pasan por los puentes y miran por encima

    del parapeto el cielo bajo la niebla, todas rodeadas de niebla, como si estuvieran metidas

    en un globo, colgadas en medio de las nubes neblinosas.

    4 A lo largo de esta novela irn apareciendo varios de estos Inns en relacin con asuntos de derecho y de los tribunales. Su

    nombre (salvo dos que tambin se llaman Temples) se derivan de los cuatro Inns iniciales fundados en el siglo XIV como

    posadas o albergues en los que se serva de comer a los estudiantes de derecho. Gradualmente fueron evolucionando hacia una

    mezcla de bufetes y escuelas de abogados y salas de tribunales, y hoy da son bsicamente clubs y despachos de abogados,

    aunque todava controlan la admisin a los colegios competentes.

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    Los faroles de gas crean confusas aureolas en medio de la niebla en diversas partes de. las

    calles, como las que parecera crear el sol, visto desde los campos esponjosos, a ojos del

    pastor y el labrador. Casi todas las tiendas han encendido el alumbrado dos horas antes de

    lo normal, y el gas parece darse cuenta de ello, pues tiene un aspecto sombro y renuente.

    Donde ms hosca est la tarde, y donde ms densa est la niebla, y donde ms embarradas

    estn las calles, es junto a esa mole antigua y pesada, ornamento idneo del umbral de

    una corporacin antigua y pesada: Temple Bar. Y junto a Temple Bar, en Lincoln's Inn

    Hall, en el centro mismo de la niebla, est sentado el Lord Gran Canciller, en su Alto

    Tribunal de Cancillera.

    Jams podr haber una niebla demasiado densa, jams podr haber un barro y un cieno

    tan espesos, como para concordar con la condicin titubeante y dubitativa que ostenta hoy

    da este Alto Tribunal de Cancillera, el ms pestilente de los pecadores empelucados que

    jams hayan visto el Cielo y la Tierra.

    Si hay una tarde adecuada para ello, esta es la tarde en que el Lord Gran Canciller debera

    estar en su sala como lo est ahora con un halo de niebla en torno a la cabeza,

    blandamente enmarcada en paos y cortinas escarlatas, mientras escucha a un abogado

    corpulento de grandes patillas, escasa voz y un expediente interminable, y l dirige la

    mirada a la lmpara del techo, donde no ve nada ms que niebla. Si hay una tarde adecuada

    para ello, esta tarde debera haber una veintena de miembros del Alto Tribunal de

    Cancillera y los hay ocupados neblinosamente en una de las 10.000 fases de una

    causa interminable, echndose zancadillas los unos a los otros con precedentes

    escurridizos, hundidos hasta las rodillas en tecnicismos, dndose de cabezazos

    empelucados de pelo de cabra y crin de caballo contra muros de palabras, y presumiendo

    de equidad con gestos muy serios, como si fueran actores. En una tarde as, los diversos

    procuradores de la causa, dos o tres de los cuales la han heredado de sus padres, que

    hicieron una fortuna con ella, deberan estar en fila no lo estn? en un foso alargado

    y afelpado (en el fondo del cual, sin embargo, sera vano buscar la Verdad), entre la mesa

    roja del escribano y las togas de seda, con peticiones, demandas, rplicas, dplicas,

    citaciones, declaraciones juradas, preguntas, consultas a procuradores, informes de

    procuradores, montaas de necedades carsimas, todo amontonado ante ellos. Es lgico

    que el tribunal est oscuro, con unas velas moribundas ac y acull; es lgico que sobre

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    l se cierna una niebla densa, como si nunca fuera a desvanecerse; es lgico que las ven-

    tanas de vidrieras coloreadas pierdan el color y no dejen entrar ninguna luz; es lgico que

    los no iniciados, que atisban por los panales de vidrio de la puerta, se vean disuadidos de

    entrar por el ambiente solemne y por los lentos discursos que retumban lnguidos en el

    techo, procedentes del estrado donde el Lord Gran Canciller contempla la lmpara que no

    alumbra y donde estn colgadas las pelucas de todos sus ayudantes en medio de un banco

    de niebla! Es el Alto Tribunal de Cancillera, que tiene sus casas en ruinas y sus tierras

    abandonadas en todos los condados; que tiene sus lunticos esquelticos en todos los

    manicomios, y sus muertos en todos los cementerios; que tiene a sus litigantes, con sus

    tacones gastados y sus ropas gastadas, que viven de los prstamos y las limosnas de sus

    conocidos; que da a los poderosos y adinerados abundantes medios para desalentar a

    quienes tienen la razn; que agota hasta tal punto la hacienda, la paciencia, el valor, la

    esperanza; que hasta tal punto agota las cabezas y destroza los corazones que entre todos

    sus profesionales no existe un hombre honorable que no est dispuesto a dar que no d

    con frecuencia la advertencia: Ms vale soportar todas las injusticias antes que venir

    aqu!

    Y quin est en la Sala del Lord Canciller esta tarde sombra, adems del Lord

    Canciller, el abogado de la causa, dos o tres abogados que nunca tienen una causa y el

    foso de abogados antes mencionado? Est el escribano, sentado ms abajo del

    magistrado, con su peluca y su toga, y hay dos o tres maceros, o bolseros, o saqueros,

    o lo que sean, con los uniformes de su oficio5. Todos ellos bostezan, porque ya no es

    posible divertirse con JARNDYCE Y JARNDYCE6 (que es la causa de la que se trata),

    que qued exprimida hasta el tutano hace aos. Los taqugrafos, los secretarios de tri-

    bunales y los periodistas de tribunales se marchan siempre que reaparece Jarndyce y

    Jarndyce. Sus sitios se quedan vacos. Subida en una silla a un lado de la sala, con objeto

    de ver mejor el santuario encortinado, hay una ancianita loca tocada con un gorro

    5 Alusin a los funcionarios de la Cancillera por los elementos simblicos de sus oficios respectivos, que todava portaban en

    1853.

    6 Aqu empiezan los juegos de palabras con apellidos que seguirn apareciendo a lo largo de la novela. En este caso, Jarndyce

    (apellido) suena muy parecido a jaundice (ictericia), con sus connotaciones en ingls de prejuicio, envidia, resentimiento

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    fruncido, que siempre est en el tribunal, desde que empieza la sesin hasta que se

    levanta, y que siempre espera que se pronuncie algn fallo incomprensible en su favor.

    Hay quien dice que efectivamente es, o fue alguna vez, parte en un pleito, pero nadie

    est seguro, porque a nadie le importa. Lleva en su ridculo cachivaches a los que califica

    de documentos; se trata fundamentalmente de fsforos, de papel y de lavanda seca.

    Aparece un preso cetrino, detenido por sexta vez, a fin de presentar una instancia

    personal para purgar su desacato, pero como se trata del nico superviviente de una

    familia de albaceas, y ha cado en un estado de confusin de cuentas, de. las cuales nadie

    le acusa de haber sabido nada, no es en absoluto probable que lo vaya a lograr. Entre

    tanto, no tiene ningn futuro en la vida. Otro pleiteante arruinado, que llega

    peridicamente desde Shropshire, y se esfuerza por hablar con el Canciller a ltima hora

    del da, y al que no hay medio de hacer comprender que el Canciller ignora legalmente

    su existencia despus de habrsela destrozado durante un cuarto de siglo, se planta en

    un buen sitio y mira atentamente al Magistrado, dispuesto a exclamar Seora! con

    sonora voz de queja en el momento en que Su Seora se levante. Unos cuantos pasantes

    de abogados y otros que conocen de vista al pleiteante deambulan por all, por si hace

    algo divertido, y anima un poco este da tan triste.

    Jarndyce y Jarndyce se arrastra. Este pleito de espantapjaros se ha ido complicando

    tanto con el tiempo que ya nadie recuerda de qu se trata. Quienes menos lo comprenden

    son las partes en l, pero se ha observado que es imposible que dos abogados de la

    Cancillera lo comenten durante cinco minutos sin llegar a un total desacuerdo acerca de

    todas las premisas. Durante la causa han nacido innumerables nios; innumerables

    jvenes se han casado; innumerables ancianos han muerto. Docenas de personas se han

    encontrado delirantemente convertidas en partes en Jarndyce y Jarndyce, sin saber cmo

    ni por qu; familias enteras han heredado odios legendarios junto con el pleito. El

    pequeo demandante, o demandado, al que prometieron un caballito de madera cuando

    se fallara el pleito, ha crecido, ha posedo un caballo de verdad y se ha ido al trote al otro

    mundo. Las jovencitas pupilas del tribunal han ido marchitndose al hacerse madres y

    abuelas; se ha ido sucediendo una larga procesin de Cancilleres que han ido

    desapareciendo a su vez; la legin de certificados para el pleito se ha transformado en

    meros certificados de defuncin; quiz ya no queden en el mundo ms de tres Jarndyce

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    desde que el viejo Tom Jarndyce, desesperado, se vol la tapa de los sesos en un caf de

    Chancery Lane, pero Jarndyce y Jarndyce sigue arrastrndose montono ante el

    Tribunal, eternamente un caso desesperado.

    Jarndyce y Jarndyce se ha convertido en un tema de broma. Es lo nico bueno que ha

    producido. Ha acarreado la muerte a mucha gente, pero en la profesin es motivo de

    risa. Todos los procuradores en Cancillera tienen algo que contar a su respecto. Todos

    los Cancilleres han estado en l en nombre de unos o de otros, cuando eran meros

    abogados. Han hablado bien del caso viejos magistrados de narices rojas y gruesos

    zapatos en comits selectos mientras tomaban su oporto despus de cenar en sus

    oficinas. Los abogadillos que estn haciendo sus pasantas han profundizado en l sus

    conocimientos jurdicos. El ltimo Lord Canciller lo manej muy bien cuando, al

    corregir al seor Blowers, el eminente Abogado de la Corona, que haba dicho de algo

    que no pasara hasta que las ranas criaran pelo, le seal: O hasta que hayamos

    terminado con Jarndyce y Jarndyce, seor Blowers, broma que hizo particular gracia a

    los maceros los bolseros y los saqueros

    Sera muy difcil saber a cuntas de las personas implicadas en el pleito ha tocado

    Jarndyce y Jarndyce con su mano enferma para deformarlas y corromperlas. Desde el

    procurador, en cuyos archivos las resmas polvorientas de atestado para Jarndyce y

    Jarndyce han ido arrugndose en sombras y mltiples formas, hasta el copista de la

    Oficina de los Seis Secretarios7, que ha copiado docenas de miles de pginas de folios

    oficiales de la Cancillera bajo ese epgrafe eterno, nadie ha llegado a ser una persona

    mejor gracias al pleito. El engao, la evasin, los aplazamientos, el saqueo, el

    hostigamiento, las falsedades de todo tipo, no contienen influencia alguna que pueda

    jams llevar a nada bueno. Es posible que hasta los meritorios de los procuradores, que

    han mantenido a distancia a los sufridos pleiteantes, con sus permanentes protestas de

    que el seor Chizzle, Mizzle8, o lo que fuera, estaba muy ocupado y tena visitas hasta

    7 La llamada Oficina de los Seis Secretarios se ocupaba hasta 1843 de inscribir los procesos en el calendario de los tribunales, a

    cambio de unos honorarios.

    8 Siguen los juegos de palabras con apellidos, en este caso por homofona. La serie termina unos das ms abajo con Drizzle, es

    decir, llovizna. La idea general es que dan igual unos que otros, que se trata de los mismos perros con (no muy) distintos

    collares.

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    la hora de cenar, se hayan visto moralmente influidos por Jarndyce y Jarndyce. El

    administrador judicial de la causa ha adquirido una buena suma de dinero gracias a ella,

    pero tambin ha llegado a desconfiar hasta de su propia madre y a despreciar a sus

    propios colegas. Chizzle, Mizzle, o quienes sean, han cado en el hbito de prometerse

    a s mismos que van a estudiar ese asuntillo pendiente y ver lo que se puede hacer por

    Drizzle al que no se le ha tratado demasiado bien cuando el bufete pueda terminar con Jarndyce y Jarndyce. La malhadada causa ha esparcido por todas partes la pereza y

    la codicia, en todas sus mltiples formas, e incluso quienes han contemplado su historia

    desde el crculo ms remoto de tanta perversin se han visto insensiblemente tentados a

    dejar que la maldad siguiera su mal camino y a opinar vagamente que si el mundo va

    mal era porque, quiz por distraccin, nadie pretendi nunca que fuera bien.

    As, en medio del barro y en el centro de la niebla est el Lord Gran Canciller sentado

    en su Alto Tribunal de Cancillera.

    Seor Tangle9 dice el Lord Gran Canciller, que ltimamente se est cansando un

    tanto de la elocuencia del erudito jurista.

    Seora dice el seor Tangle. El seor Tangle sabe ms que nadie del caso Jarndyce

    y Jarndyce. Esa fama tiene; se dice que desde que sali de la Facultad no se ha ocupado

    ms que de l.

    Le queda mucho por exponer?

    No, seora..., varios aspectos..., me siento obligado a sealar.... seora es la respuesta que susurra el seor Tangle.

    Creo que todava han de intervenir varios letrados, no? dice el Canciller con una

    leve sonrisa. Dieciocho distinguidos colegas del seor Tangle, cada uno de ellos

    armados con un breve resumen de 1.800 folios, asienten subiendo y bajando las cabezas

    como 18 teclas de un piano, hacen 18 reverencias y vuelven a ocupar sus 18 asientos

    annimos.

    Continuaremos la audiencia del mircoles en quince das anuncia el Canciller. Pues

    el tema en estudio no es ms que una cuestin de costas, una mera gota en el ocano del

    pleito principal, y sta s que se va a resolver en cuestin de das.

    9 Otro juego. Tangle equivale a confusin, embrollo, lo

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    18

    El Canciller se pone en pie; llevan al preso a toda prisa al frente; el hombre de Shropshire

    exclama:: Seora! Maceros, bolseros y saqueros exigen silencio, indignados, y

    miran ceudos al hombre de Shropshire.

    Por lo que hace contina el Canciller, que sigue refirindose a Jarndyce y Jarndyce a la jovencita... Con la venia de Su Seora..., el joven dice el seor Tangle prematuramente.

    Por lo que hace contina el Canciller, vocalizando exageradamente a la jovencita

    y al joven, los dos menores el seor Tangle queda aplastado, que orden estuvieran

    presentes hoy, y que se hallan en estos momentos en mi despacho, voy a verlos para ver

    si procede que ordene que pasen a residir con su to.

    El seor Tangle vuelve a ponerse en pie:

    Con la venia de Su Seora..., fallecido.

    Con su... y el Canciller contempla los papeles que tiene en la mesa a travs de los

    anteojos, su abuelo.

    Con la venia de Su Seora..., vctima de acto temerario..., tapa de los sesos.

    De pronto, un abogado muy bajito, con tremenda voz tonante, se levanta, todo inflado,

    en medio de los bancos traseros de niebla, y dice:

    Permite Su Seora? Acto yo en su nombre. Se trata de un primo lejano. De

    momento no puedo informar al Tribunal de cul es el grado de parentesco, pero es su

    primo.

    Tras dejar que este discurso (pronunciado como un mensaje de ultratumba) resuene hasta

    las vigas del techo, el abogado bajito se deja caer en el asiento y desaparece en la niebla.

    Todo el mundo lo busca. Nadie lo ve.

    Voy a hablar con los dos jvenes vuelve a hablar el Canciller para ver si procede

    que pasen a residir con su primo. Hablar del asunto cuando vuelva a la Sala, maana

    por la maana.

    El Canciller est a punto de hacer una inclinacin a los abogados cuando comparece el

    preso. Imposible hacer nada respecto del confuso estado de sus asuntos, salvo volverlo

    a enviar a la crcel, y eso es lo que se hace inmediata mente. El hombre de Shropshire

    aventura otro Seora! de reproche, pero el Canciller ya ha advertido su presencia y

    ha desaparecido hbilmente. Todo el mundo desaparece a gran velocidad. Se llena una

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    19

    batera de sacas azules10 y con grandes cargas de papeles que se llevan los secretarios;

    la viejecita loca se marcha con sus documentos; la sala vaca se cierra con siete llaves.

    Si todas las injusticias que se han cometido en ella y todos los pesares que ella ha

    causado pudieran encerrarse con ella y quemarlo todo en una enorme pira funeraria,

    tanto mejor para otras partes, adems de las partes en Jarndyce y Jarndyce!

    10 Los abogados corrientes solan hacer que sus documentos se transportaran en sacas azules. Los Consejeros (abogados) de la

    Corona, en sacas rojas

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    20

    CAPTULO 2

    El gran mundo

    Lo nico que queremos en esta tarde neblinosa es echar un vistazo al gran mundo. No

    es tan diferente del Tribunal de Cancillera como para que no podamos pasar de una

    escena directamente a la otra. Tanto en el gran mundo como en el Tribunal de Cancillera

    imperan los precedentes y las costumbres; son Rip Van Winkles que han dormido de-

    masiado, que se dedican a extraos juegos en medio de las mayores tormentas; bellas

    durmientes a las que algn da despertar el Prncipe, cuando todos los asadores

    inmviles en la cocina se pongan a girar a velocidad prodigiosa.

    No es un mundo muy grande. En comparacin incluso con este mundo nuestro, que

    tambin tiene sus lmites (como averiguar Vuestra Alteza cuando lo haya recorrido y

    hayamos llegado al borde del Ms All), es como una mota de polvo. Tiene muchos

    aspectos buenos; mucha de la gente que pertenece a l es buena y leal; tiene un papel

    que desempear. Pero lo malo que tiene es que es un mundo envuelto en tanto algodn

    y lana fina de joyero, y es incapaz de escuchar el tumulto de mundos ms anchurosos, y

    es incapaz de ver cmo giran stos alrededor del Sol. Es un mundo amortiguado, y su

    vegetacin se marchita a veces por falta de aire.

    Milady Dedlock11 ha vuelto a su casa de Londres a pasar unos das antes de irse a Pars,

    donde Milady se propone pasar unas semanas; despus de lo cual no se sabe adnde ir.

    Es lo que dicen los rumores del gran mundo, para gran tranquilidad de los parisinos, y se

    trata de gente bien informada sobre todo lo que ocurre en el gran mundo. El enterarse de

    las cosas por otros conductos no sera de buen tono. Milady Dedlock ha estado pasando

    algn tiempo en lo que, cuando habla en confianza, califica ella de su residencia de

    Lincolnshire. En Lincolnshire no para de llover. Las aguas se han llevado un arco del puente

    del parque y lo han arrastrado con ellas. Las tierras bajas adyacentes se han convertido, en

    una anchura de media milla, en un ro estancado, en el cual hay rboles en lugar de islas, y

    cuya superficie est puntuada en todas partes por la lluvia que cae sin cesar. La residencia

    11 Otro juego: Dedlock fonticamente es igual a callejn sin salida, tiempo muerto, imposibilidad.

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    21

    de Milady Dedlock ha estado de lo ms lgubre. Desde hace muchos das y muchas noches,

    hace un tiempo tan hmedo que los rboles parecen estar saturados y que las ramas cortadas

    blandamente por el hacha del leador no hacen el menor ruido al caer. Cuando saltan los

    ciervos, empapados, hacen saltar el agua a su paso. El disparo de una escopeta pierde su

    mordiente en el aire saturado de agua, y su humo asciende en una nubecilla perezosa hacia

    la pendiente verde, coronada por un bosquecillo, que constituye el teln de fondo de la

    lluvia. La vista desde las ventanas de Milady Dedlock es, segn los momentos, un panorama

    de plomo o de tinta china. Los jarrones de la terraza empedrada en primer plano atrapan la

    lluvia a lo largo del da, y las pesadas gotas siguen cayendo, plas, plas, plas, en el gran

    acern de losas de piedra conocido como el Paseo del Fantasma. Los domingos, la iglesita

    del parque est toda hmeda; el plpito de roble rompe en un sudor fro; y todo exhala un

    olor y sugiere un sabor general como de los antiguos Dedlock en sus tumbas. Milady

    Dedlock (que no tiene hijos) ha mirado al principio del atardecer hacia el pabelln de uno

    de los guardas, desde la ventana de su tocador, y ha visto a un nio, perseguido por una

    mujer, salir corriendo en medio de la lluvia a abrazar la figura brillante de un hombre

    abrigado que entraba por la puerta del parque, y se ha puesto de muy mal humor. Milady

    Dedlock dice que se ha estado muriendo de aburrimiento.

    Por eso se ha ido Milady Dedlock de su residencia de Lincolnshire y la ha dejado

    abandonada a la lluvia, y a los cuervos, y a los conejos, y a los ciervos, y a las perdices, y

    a los faisanes. Los cuadros de los Dedlock del pasado parecen haberse hundido en las

    paredes hmedas de puro desaliento, cuando pasa la anciana ama de llaves por los viejos

    salones y va cerrando las persianas. Y los rumores del gran mundo que al igual que el

    Enemigo son omniscientes en cuanto al pasado, y al presente, pero no en cuanto al futuro

    no se comprometen todava a decir cundo volvern a salir de las paredes.

    Sir Leicester Dedlock no es ms que un baronet, pero no hay baronet ms poderoso que l.

    Su familia es tan antigua como Matusaln, e infinitamente ms respetable que l. l opina,

    en general, que el mundo podra privarse muy bien de los matusalenes, pero que se acabara

    sin los Dedlock. Estara dispuesto, en general, a reconocer que la Naturaleza es una buena

    idea (quiz un poco vulgar cuando no est encerrada por la verja de un parque), pero una

    idea cuya ejecucin depende de las grandes familias de cada condado. Es un caballero de

    conciencia estricta, que desdea todo lo que sea pequeo y mezquino y que estara dispuesto

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    22

    a morir, inmediatamente, como fuera, antes que dar ocasin a cualquier crtica a su

    integridad. Se trata de un hombre honorable, obstinado, veraz, de altos ideales, intensos

    prejuicios, de un hombre perfectamente irracional.

    Sir Leicester tiene por lo menos veinte aos ms que Milady. Ya no cumplir los sesenta y

    cinco, ni quiz los sesenta y seis, ni los sesenta y siete. De vez en cuando tiene un ataque

    de gota, y anda un poco tieso. Tiene una magnfica presencia, con su pelo y sus patillas de

    color gris claro, sus finas camisas de encaje, su chaleco de un blanco inmaculado y su levita

    azul, cuyos botones brillantes siempre estn abotonados. Es ceremonioso, solemne, muy

    corts con Milady en todo momento, y tiene la mayor estima por todos los atractivos

    personales de Milady. Su galantera para con Milady, que no ha variado desde que la

    cortejaba, es el nico detalle romntico de su persona.

    De hecho, se cas con ella por amor. Todava se rumorea que ella no tena ni familia; pero

    Sir Leicester tena tanta familia que quiz le bastara con la suya y pudiera renunciar a

    adquirir ms. Pero ella tena belleza, orgullo, ambicin, una determinacin insolente y

    suficiente buen sentido como para dotar a una legin de damas finsimas. Cuando a todo

    eso se aadieron riqueza y posesin social, ascendi rpidamente, y desde hace aos

    Milady Dedlock est en el centro del gran mundo, en la cspide de la pirmide del gran

    mundo.

    Todo el mundo sabe que Alejandro llor cuando ya no le quedaron ms mundos que

    conquistar, o ms bien debera saberlo, pues es un asunto del que ya se ha hablado

    mucho. Cuando Milady Dedlock conquist su mundo, no cay en un estado de afliccin,

    sino de gelidez. Los trofeos de su victoria son un gesto de cansancio, una placidez gas-

    tada, una ecuanimidad fatigada que no pueden agitar el inters ni la satisfaccin. Tiene

    unos modales perfectos. Si maana la asumieran, al Cielo, es de prever que ascendera

    sin el menor gesto de deliquio.

    Todava conserva su belleza, y aunque ya no est en su apogeo, tampoco se halla en el

    otoo. Tiene una hermosa faz, inicialmente de un tipo al que se hubiera calificado de

    guapa, ms que de hermosa, pero que ha ido mejorando hasta convertirse en clsica

    gracias a la expresin que le ha ido dando su elevada condicin. Tiene una figura

    elegante, y da la impresin de ser alta. No es que lo sea, sino que, como ha afirmado en

    varias ocasiones el Honorable Bob Stables, aprovecha al mximo todas sus ventajas.

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    23

    La misma autoridad afirma que se atava perfectamente, y observa, al elogiar en especial

    sus cabellos, que es la mujer mejor peinada de toda la cuadra.

    Revestida de todas sus perfecciones, Milady Dedlock ha llegado de su residencia de

    Lincolnshire (perseguida en todo momento por los rumores del gran mundo) a pasar

    unos das en su casa de Londres antes de irse a Pars, donde Su Seora se propone pasar

    unas semanas, y despus no sabe adnde ir. Y en su casa de Londres se presenta, en esta

    tarde sombra, un caballero anticuado y viejo, que es abogado y adems consejero del

    Alto Tribunal de Cancillera, que tiene el honor de ser el asesor jurdico de los Dedlock

    y tiene en su despacho tantas cajas de hierro con el nombre de stos escrito en el exterior

    como si el baronet actual fuera la moneda del truco del prestidigitador y alguien lo

    estuviera pasando constantemente de un lado a otro del escenario. Un Mercurio

    empolvado lo conduce por el vestbulo, las escaleras, los pasillos y las salas, que brillan

    durante la temporada y se entenebrecen despus de ella (como un pas de las hadas para

    el visitante, pero un desierto para quien all habita) hasta llegar a la presencia de Milady.

    El viejo caballero tiene un aspecto oxidado, pero tambin fama de haber obtenido

    bastantes beneficios con contratos de matrimonios aristocrticos y aristocrticos

    testamentos, y de ser muy rico. Est rodeado de un aura misteriosa de confidencias

    familiares, de las que se sabe que es depositario silencioso. Hay nobles mausoleos,

    iniciados hace siglos en claros retirados de muchos parques, que quiz contengan menos

    secretos de la nobleza que los que en el mundo de los hombres encierra el pecho de

    Tulkinghorn12. Pertenece a eso que se llama la vieja escuela (trmino que, por lo general,

    significa toda escuela que jams parece haber sido joven) y lleva calzones hasta la rodilla

    atados con lazos, as como polainas o medias. Una peculiaridad de su ropa negra, y de

    sus negras medias, sean de seda o de estambre, es que nunca brillan. Su atavo, mudo,

    apretado, insensible a cualquier luz que incide sobre l, es igual que l mismo. Nunca

    conversa, salvo que se le haga una consulta profesional. A veces se le ve, sin decir una

    palabra, pero perfectamente a sus anchas, sentado al extremo de una mesa durante un

    banquete en una de las grandes casas, o junto a las puertas de un saln, en

    12 Un juego ms. Inicialmente Dickens haba escrito Talkinghorn, o sea, cuerno parlante. El cambio de la a por la u no

    altera mucho la fontica y sigue sugiriendo algo rechoncho y hablador slo a ratos.

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    24

    acontecimientos de los que los rumores del gran mundo siempre tienen mucho que decir;

    todo el mundo lo conoce, y la mitad de la Alta Nobleza se detiene a decir: Cmo est

    usted, seor Tulkinghorn? l recibe estos saludos gravemente y los entierra junto con

    el resto de las cosas que sabe.

    Sir Leicester Dedlock est con Milady y celebra ver al seor Tulkinghorn. ste tiene un

    aire de prescripcin legal que siempre agrada a Sir Leicester; lo recibe como una especie

    de homenaje. Le agrada cmo viste el seor Tulkinghorn; tambin eso es como un

    homenaje. Es eminentemente respetable y, al mismo tiempo, como una especie de

    uniforme de servicio distinguido. Expresa, por as decirlo, la administracin de los

    servicios jurdicos, la mayordoma de la bodega jurdica, de los Dedlock.

    Tiene alguna idea de todo esto el seor Tulkinghorn? Quiz s y quiz no, pero existe

    una notable circunstancia que observar en todo lo relacionado con Milady Dedlock

    como parte de una clase, como parte de los lderes y representantes de su pequeo

    mundo. Ella se considera un Ser inescrutable, totalmente fuera del alcance y la

    comprensin de los ordinarios mortales, cuando se contempla ante el espejo, y

    entonces efectivamente parece serlo. Pero todas las estrellas menores que giran a su

    alrededor, desde su doncella hasta el director de la pera Italiana, conocen sus

    debilidades, sus prejuicios, sus locuras y sus caprichos, y viven con un clculo y una

    medida tan exactos de su carcter moral como los que toma su modista de sus

    proporciones fsicas. Hay que preparar un nuevo vestido, un nuevo atavo, un nuevo

    cantante, un nuevo bailarn, un nuevo enano o un gigante, una nueva capilla, un nuevo

    lo que sea? Existe una serie de personas diferentes, en una docena de oficios, de

    quienes Lady Dedlock no sospecha que hagan otra cosa que postrarse ante ella, que

    pueden deciros cmo manejarla como si fuera un beb, que la guan a todo lo largo

    de su vida, que afectan humildemente seguirla con total sumisin, y que en realidad

    la guan a ella y a todo su grupo; que al enganchar a una, enganchan a todos ellos,

    igual que Lemuel Gulliver arrastr tras de s a la solemne flota del majestuoso

    Lilliput. Si quiere usted tratar con nuestro personal, seor mo, dicen los joyeros

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    25

    Blaze y Sparkle13 (que al decir personal se refieren a Milady Dedlock y el resto),

    ha de recordar que no est tratando con el pblico en general; hay que dar a esa

    gente en su punto flaco, y se es su punto flaco. Seores, para hacer que este

    artculo se venda, dicen Sheen y Gloss, los paeros, a sus amigos los fabricantes,

    tienen que venir a nosotros, porque nosotros sabemos adnde llevar al gran mundo,

    y hacer que algo se ponga de moda. Si quiere usted hacer que esta litografa llegue

    a los salones de mis altas relaciones, seor mo, dice el seor Sladdery, el librero,

    o si quiere usted llevar a tal gigante o a cual enano a las casas de mis altas relaciones,

    seor mo, o si quiere usted conseguir para esta compaa el patrocinio de mis altas

    relaciones, seor mo, tenga usted la bondad de dejarlo en mis manos, pues estoy

    acostumbrado a estudiar a las principales de mis altas relaciones, seor mo, y puedo

    decirle sin vanidad que hacen lo que yo les digo, en lo cual el seor Sladdery, que

    es hombre honrado, no exagera en absoluto.

    Por ende, si bien es posible que el seor Tulkinghorn no sepa lo que pasa ahora por

    las cabezas de los Dedlock, tambin es muy posible que s lo sepa.

    Ha vuelto a verse hoy la causa de Milady ante el Canciller, seor Tulkinghorn?

    pregunta Sir Leicester al darle la mano.

    S. Hoy se ha vuelto a ver replica el seor Tulkinghorn con una de sus leves

    reverencias a Milady, la cual est sentada en un sof frente a la chimenea, protegin-

    dose el rostro con una pantalla de mano.

    Supongo que es intil preguntar dice Milady, presa todava de la monotona de

    la residencia de Lincolnshire si se ha hecho algo.

    Hoy no se ha hecho nada que pudiera usted calificar de algo contesta el seor

    Tulkinghorn.

    Y nunca se har observa Milady.

    Sir Leicester no tiene ninguna objecin a un pleito interminable en Cancillera. Es un

    trmite lento, caro, britnico, constitucional. Claro que a l en ese pleito no le va nada

    13 Blaze y Sparkle, es decir, brillo y luminosidad son joyeros: Ms adelante Sheen y Glss, es decir, apresto,

    suavidad y lustre, son paeros.

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    26

    vital, pues lo nico que aport Milady a su matrimonio fue su participacin en ese

    pleito, y tiene una vaga impresin de que el que su nombre el nombre de Dedlock

    figure en esa causa y no sea el ttulo de esa misma causa constituye el ms ridculo

    de los accidentes. Pero considera que el Tribunal de Cancillera, pese a entraar algn

    que otro retraso en la justicia, y un cierto volumen de confusin, es algo ideado, junto

    con muchas otras cosas, por la perfeccin de la sabidura humana y para la solucin

    eterna (en trminos humanos) de todas las cosas. Y opina, en general, decididamente

    que el dar la sancin de su aprobacin a cualquier crtica respecto de ese Tribunal

    equivaldra a alentar a alguien de las clases inferiores a que se rebelara en alguna

    parte, a alguien como Weat Tyler14.

    Como se han inscrito unas cuantas declaraciones juradas nuevas, y como son

    breves, y como parto del incmodo principio de solicitar a mis clientes que me

    permitan informarles de todas las novedades de una causa dice el seor

    Tulkinghorn, que cautelosamente no acepta ms responsabilidades que las

    necesarias, y adems como se va usted a Pars, los he trado en el bolsillo.

    (Sir Leicester tambin iba a Pars, pero lo que interesaba al rumor del gran mundo

    era que fuese Milady.)

    El seor Tulkinghorn saca sus documentos, pide permiso para depositarlos en una

    mesa que es un talismn dorado puesto al lado de Milady, y empieza a leer a la luz

    de una lmpara de mesa.

    En Cancillera. Entre John Jarndyce.. .

    Milady interrumpe y le pide que prescinda de todas las pesadeces formales que sea

    posible.

    El seor Tulkinghorn mira por encima de sus impertinentes y vuelve a empezar ms

    abajo. Milady, distrada y despectivamente, va desviando su atencin. Sir Leicester,

    sentado en un butacn, contempla la chimenea, y parece sentir un agrado

    ceremonioso por las reiteraciones y las prolijidades jurdicas, como si formaran parte

    14 Wat Tyler fue el dirigente de las revueltas campesinas de 1381 contra los impuestos: Captur Londres, quem las crceles y

    logr de Ricardo II la abolicin de la servidumbre, del servicio feudal, de los monopolios y de las restricciones a las ventas,

    adems del indulto para sus seguidores y para l (14 de junio de 1381). Al da siguiente, el Lord Mayor (o Alcalde) de Londres

    logr matarlo, y el rey aboli todas las concesiones hechas y procedi a una feroz represin

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    27

    de los bastiones de la nacin. Da la casualidad de que donde est sentada Milady el

    fuego de la chimenea calienta mucho, y de que la pantalla de mano es ms bonita que

    til, y es inapreciable, pero pequea. Milady cambia de postura y ve los papeles que

    hay en la mesa, los contempla ms de cerca, cada vez ms de cerca, y pregunta

    impulsivamente:

    Quin hizo esas copias?

    El seor Tulkinghorn se interrumpe, sorprendido ante la agitacin de Milady y su

    tono desusado.

    Es eso lo que llaman ustedes letra cancilleresca? pregunta ella, que lo mira a

    los ojos, una vez ms con gesto inexpresivo y jugando con la pantalla.

    No exactamente. Probablemente y el seor Tulkinghorn examina el documento

    mientras habla, ese aspecto jurdico que tiene se adquiriese despus de que se fuera

    formando la letra del copista. Por qu me lo pregunta?

    Cualquier cosa con tal de variar esta detestable monotona. Pero siga, siga!

    El seor Tulkinghorn vuelve a leer. El calor va en aumento y Milady vuelve a

    protegerse el rostro con la pantalla. Sir Leicester da una cabezada, se despierta de

    repente y exclama:

    Eh? Qu deca?

    Deca que me temo contesta el seor Tulkinghorn, que se ha levantado

    apresuradamente que Milady Dedlock se siente mal.

    Un vahdo murmura Milady, a quien se le han puesto blancos los labios; nada

    ms, pero me siento muy dbil. No me digan nada. Llamen para que me lleve a mis

    aposentos!

    El seor Tulkinghorn se retira a otra sala; suenan timbres, ruidos de pasos, primero

    lentos y despus a la carrera; despus, silencio. Por fin, Mercurio ruega al seor

    Tulkinghorn que vuelva.

    Ya est mejor dice Sir Leicester, con un gesto al abogado para que se siente y

    siga leyendo ante l slo. Me he asustado mucho. Nunca haba visto desmayarse a

    Milady. Pero hace un tiempo terrible, y la verdad es que se ha muerto de aburrimiento

    en nuestra residencia de Lincolnshire.

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    28

    CAPTULO 3

    Un recorrido

    Me resulta muy difcil empezar a escribir mi parte de estas pginas, pues s que no soy

    lista. Siempre lo he sabido. Recuerdo que cuando era muy pequea sola decirle a mi

    muequita, cuando nos quedbamos a solas:

    Vamos, Muequita, sabes perfectamente que no soy muy lista, y tienes que ser buena

    y tener paciencia conmigo! Y ella se quedaba sentadita en una gran butaca, con la tez

    tan bonita y los labios sonrosados, contemplndome, o ms bien contemplando la nada,

    mientras yo me ocupaba en mis labores y le contaba cada uno de mis secretos.

    Cunto quera yo a aquella mueca! Entonces era yo tan tmida que apenas me atreva

    a abrir la boca, y jams me atreva a revelar mis pensamientos ante nadie, ms que ella.

    Casi me echo a llorar cuando recuerdo cmo me tranquilizaba, al volver de la escuela,

    el subir corriendo las escaleras hasta mi habitacin y exclamar: Ay, muequita fiel; ya

    saba yo que me estaras esperando!, y luego me sentaba en el suelo, apoyada en el

    brazo de su butacn, y le deca todo lo que haba visto desde que nos separamos. Yo

    siempre haba sido muy observadora aunque no muy viva, eso no!, una

    observadora silenciosa de lo que pasaba ante m, y sola pensar que me gustara

    comprenderlo todo mejor. No es que sea de comprensin muy rpida. Cuando quiero

    muchsimo a alguien, parece que comprendo mejor. Pero tambin es posible que eso sea

    una vanidad ma.

    Desde mis primeros recuerdos, quien me cri fue mi madrina, igual que a algunas de las

    princesas de los cuentos de hadas, slo que yo no era nada encantadora. Mi madrina era

    una mujer buensima! Iba a la iglesia tres veces todos los domingos, y a las oraciones de

    la maana los mircoles y los viernes, y a los sermones cuando los haba, y no fallaba

    nunca. Era hermosa, y si alguna vez hubiera sonredo (pensaba yo entonces), hubiera

    sido como un ngel, pero nunca sonrea. Siempre estaba muy seria, y era muy estricta.

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    29

    A m me pareca que como ella era tan buena, la maldad de los otros le haca pasarse la

    vida con el ceo fruncido. Me senta tan diferente de ella, incluso si se tienen en cuenta

    todas las diferencias que hay entre una nia y una mujer; me senta tan pobre, tan

    insignificante, que nunca poda actuar con naturalidad ante ella; no, ni siquiera poda

    quererla como yo hubiera deseado. Me senta muy triste al pensar lo buena que era ella

    y lo indigna de ella que era yo, y sola confiar ardientemente en que ms adelante tendra

    yo mejor corazn, y hablaba mucho de eso con mi querida Muequita, pero nunca quise

    a mi madrina como hubiera debido quererla, y como crea que deba quererla si yo

    hubiera sido una nia ms buena.

    Yo dira que aquello me haca ser ms tmida y retrada de lo que ya era por naturaleza,

    y haca que mi Muequita fuera la nica amiga con la que me senta a gusto. Pero cuando

    todava era yo muy pequea, pas algo que me sirvi de mucho.

    Nunca haba odo hablar de mi mam. Tampoco haba odo hablar de mi pap, pero mi

    mam me interesaba ms. .Que yo pudiera recordar, nunca me haban vestido de negro.

    Nunca me haban enseado la tumba de mi mam. Nunca me haban dicho dnde estaba.

    Pero tampoco me haban dicho que rezara por nadie ms que por mi madrina. Ms de

    una vez le haba planteado estas ideas a la seora Rachael, nuestra nica sirvienta, que

    era la que se me llevaba la luz cuando me acostaba (tambin ella era muy buena, pero

    austera conmigo), y no me haba dicho ms que: Buenas noches, Esther! , y se iba y

    me dejaba sola.

    Aunque en la escuela local a la que iba yo haba siete nias, y aunque me llamaban la

    pequea Esther Summerson, yo nunca iba a sus casas. Claro que todas ellas eran

    mayores que yo (yo era la ms pequea, con mucho), pero pareca como si entre nosotras

    hubiera alguna diferencia aparte de sa, y adems de eso todas eran mucho ms listas

    que yo y saban mucho ms que yo. Me acuerdo muy bien de que una de ellas, la primera

    semana que fui a la escuela, me invit a que fuera a una fiesta a su casa, y me alegr

    mucho. Pero mi madrina escribi una carta muy tiesa diciendo que no poda ir, y no fui.

    Yo no sala nunca.

    Era mi cumpleaos. Cuando eran los cumpleaos de otras, siempre haba fiesta en la

    escuela, pero cuando era el mo, no. En otros cumpleaos se haca fiesta en las casas, y

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    30

    yo lo saba porque oa lo que se contaban las otras nias, pero en la ma nunca se haca

    nada. En mi casa, mi cumpleaos era el da ms melanclico de todo el ao.

    Ya he mencionado que, salvo que me engaara mi vanidad (cosa que es posible, pues es

    posible que sea muy vanidosa sin sospecharlo, aunque la verdad es que no lo creo), mi

    comprensin se aviva cuando se anima mi afecto. Soy muy afectuosa, y quiz todava

    pudiera volver a sentirme herida, si fuera posible recibir una herida ms de una vez, de

    forma tan aguda como aquel cumpleaos.

    Haba terminado la cena, y mi madrina y yo estbamos sentadas a la mesa ante la

    chimenea. El reloj tictaqueaba, el fuego crepitaba, y ni en aquella habitacin ni en toda

    la casa se oa otro ruido desde haca no recuerdo cunto tiempo. Por casualidad mir

    tmidamente por encima de mi costura hacia mi madrina, y el gesto que le vi en la cara,

    mientras me miraba sombra, deca: Cunto mejor hubiera sido, pobrecita Esther, que

    no hubiera sido tu cumpleaos, que nunca hubieras nacido!

    Romp, en llanto y sollozos, y dije:

    Ay, madrina querida, dime, por favor, dime, s muri mam cuando nac yo?

    No respondi. Y no preguntes ms cosas, nia!

    Por favor, cuntame algo de ella. Dime algo por fin, madrina querida! Qu le hice

    yo? Cmo la perd? Por qu soy tan distinta de las dems nias, y por qu es culpa

    ma, madrina? No, no, no, no te vayas. Dime algo!

    Yo tena ms miedo que pena, y la agarr del vestido y me dej caer de rodillas. Ella

    no haba parado de decir: Suelta! Pero ahora se qued inmvil y en silencio.

    Su gesto adusto tena tal poder sobre m que me interrumpi en medio de mi

    vehemencia. Alc una manita temblorosa para tomar la suya, o para pedirle perdn

    con todo el fervor posible, pero la retir cuando me mir y me la llev al corazn

    tembloroso. Me levant del suelo, se sent en su silla y ponindome en pie ante ella

    me dijo lentamente, en voz baja y fra, con el ceo fruncido y apuntndome con el

    dedo:

    Tu madre, Esther, es tu vergenza, igual que t fuiste la suya. Ya llegar el

    momento (y muy pronto) en que lo comprenders mejor, y tambin en que lo

    comprenders, como slo puede comprenderlo una mujer. Yo la he perdonado pero

    no abland el gesto por el dao que me hizo, aunque fue mayor de lo que jams

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    31

    puedas t llegar a comprender, y no dir nada ms al respecto, aunque fue algo mayor

    de lo que jams llegars t a saber, de lo que jams llegar nadie a saber, ms que .

    yo, que fui quien lo sufri. Y t, pobrecita, hurfana y envilecida desde el primero de

    estos horribles cumpleaos, reza todos los das para que no caigan sobre tu cabeza

    los pecados de los otros, segn est escrito. Olvdate de tu madre y deja que todos los

    dems que quieran tener esa bondad para su pobre hija tambin la olviden. Y ahora,

    vete!

    Sin embargo, cuando estaba a punto de separarme de ella hasta tal punto me senta

    petrificada!, me detuvo y aadi estas palabras:

    La obediencia, la renuncia y el trabajo diligente son los preparativos para una vida

    que se ha iniciado con una sombra as sobre ella. Eres diferente de otras nias, Esther,

    porque no naciste como ellas como fruto del mismo pecado y de la misma ira que

    todas. T eres distinta.

    Sub a mi habitacin, me met en la cama y acerqu la mejilla llena de lgrimas junto

    a la de mi Mueca, y con aquella nica amiga apretada contra mi pecho me qued

    llorando hasta dormirme. Por imperfecta que fuera mi comprensin de mi pena, lo

    que s saba era que yo no haba dado ninguna alegra, en ningn momento, a un solo

    corazn, y que lo que mi Muequita era para m yo no lo era para nadie en el mundo.

    Dios mo, la cantidad de tiempo que pasamos solas desde entonces, y la cantidad de

    veces que repet a mi Muequita la historia de mi cumpleaos, y que le confi que

    intentara, con todas mis fuerzas, reparar el pecado con el que haba nacido (del que

    me confesaba culpable y al mismo tiempo inocente), y que segn fuera creciendo

    hara todo lo posible por ser industriosa, alegre y amable, y por hacer algo de bien a

    alguien, y lograr que alguien me quisiera, si poda. Espero que no sea egosta al

    derramar estas lgrimas cuando pienso en ello. Me siento muy agradecida y estoy

    muy animada, pero no logro impedir que me vengan a los ojos.

    Bien! Ya me las he secado, y ahora puedo seguir adelante como es debido.

    Despus del cumpleaos, advert tanto ms la distancia entre mi madrina y yo, y

    advert con tal claridad que yo ocupaba un lugar en su casa que debera haber estado

    vaco, que me resultaba ms difcil dirigirme a ella, aunque en mi corazn me senta

    ms fervientemente agradecida a ella que nunca. Lo mismo senta respecto de mis

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    32

    compaeras de escuela. Lo mismo senta respecto de la seora Rachael, que era viuda,

    y desde luego respecto de su hija, que vena a verla cada dos semanas. Yo era muy

    retrada y silenciosa, y trataba de ser muy diligente.

    Una tarde de sol, cuando acababa de volver a casa con mis libros y mi cartera,

    mientras observaba mi larga sombra que caminaba a mi lado, y mientras suba las

    escaleras en silencio hacia mi habitacin, como de costumbre, mi madrina mir por

    la puerta del saln y me llam. Sentado a su lado vi a un desconocido, lo que era de

    lo ms desusado. Un caballero regordete de aspecto importante, todo vestido de

    negro, con un corbatn, blanco, grandes sellos de oro en el reloj, unas gafas de oro y

    un gran anillo de sello en el meique.

    sta dijo mi madrina a media voz es la nia. Despus, con su tono natural

    de voz, aadi: sta es Esther, seor mo.

    El caballero se puso las gafas para mirarme y dijo:

    Ven aqu, guapa. Me dio la mano y me pidi que me quitara el sombrero, todo

    ello sin dejar de mirarme. Cuando obedec dijo: Ah! y despus: S! Y

    luego se quit las gafas y tras meterlas en un estuche rojo se reclin en el silln dando

    vueltas al estuche entre las manos, e hizo un gesto de asentimiento a mi madrina.

    Entonces sta me dijo:

    Ya puedes ir arriba, Esther! de manera que le hice una reverencia y me fui.

    Debe de haber sido dos aos despus, y yo tena casi catorce, cuando una noche

    terrible estbamos mi madrina y yo sentadas junto a la chimenea. Yo lea en voz alta

    y ella escuchaba. Haba bajado a las nueve, como era mi costumbre, para leerle la

    Biblia, y ahora estaba leyendo en San Juan cmo Nuestro Seor se haba inclinado a

    escribir con la mano en el polvo, cuando le llevaron a la pecadora:

    Y como insistieran en preguntarle, se enderez y les dijo: "El que de vosotros est

    sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella".

    Me interrump cuando mi madrina se levant, se llev la mano a la cabeza y exclam

    con una voz horrible, citando de otra parte del Libro:

    Velad, pues! Para que cuando venga de repente no os halle durmiendo. Y lo que a

    vosotros digo, a todos lo digo: Velad!

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    33

    Y de pronto, mientras estaba ante m repitiendo aquellas palabras, cay al suelo. No

    tuve que gritar; su voz haba resonado por toda la casa, y se haba odo en la calle.

    La llevaron a la cama. All estuvo ms de una semana, sin grandes cambios de

    aspecto, con su ceo decidido de siempre, que tan bien conoca yo, como esculpido

    en su hermoso rostro. Fueron muchsimas las veces en que, de da y de noche, con la

    cabeza puesta junto a la suya en la almohada para que oyera mejor mis susurros, le

    di besos, le dije mi agradecimiento, rec por ella, ped su bendicin y su perdn, le

    rogu que me diera el menor indicio de que me conoca o me oa. No, no, no. Tena

    un gesto inmutable. Hasta el final, e incluso despus, mantuvo el ceo inalterable.

    El da despus del entierro de mi pobre madrina reapareci el seor de negro con el

    corbatn blanco. La seora Rachael me mand llamar, y lo encontr en el mismo sitio,

    como si nunca se hubiera ido de all.

    Me llamo Kenge dijo; quiz me recuerdes, hija; Kenge y Carboy, Lincoln's

    Inn.

    Respond que recordaba haberlo visto una vez antes.

    Sintate, por favor... aqu, a mi lado. No temas; no debes temerme. Seora Rachael,

    no necesito comunicarle a usted, que estaba familiarizada con los asuntos de la finada

    seorita Barbary, que con ella desaparecen sus medios de vida, y que esta seorita,

    ahora que ha fallecido su ta...

    Mi ta, seor!

    De nada vale mantener un engao cuando nada se puede ganar con ello dijo el

    seor Kenge sin alterarse. Ta de hecho, aunque no ante el derecho. No te

    preocupes! No llores! No tiembles! Seora Rachael, sin duda nuestra joven amiga

    sabe... que... ah... Jarndyce y Jarndyce.

    Jams dijo la seora Rachael.

    Es posible continu el seor Kenge ponindose las gafas que nuestra joven

    amiga (te lo ruego, no te inquietes!) no haya odo hablar nunca de Jarndyce y

    Jarndyce?

    Negu con la cabeza, preguntndome de qu se trataba.

    Que no sepa nada de Jarndyce y Jarndyce? pregunt el seor Kenge,

    mirndome por encima de las gafas, y dndole lentamente vueltas al estuche entre las

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    34

    manos, como si estuviera acaricindolo. Que no haya odo hablar de uno de los

    mayores pleitos jams planteados en Cancillera? Que no haya odo hablar de

    Jarndyce y Jarndyce, que es, ah, por s solo un monumento a la prctica de

    Cancillera? En el cual (dira yo) se presentan una vez tras otra todas las dificultades,

    todos los imponderables, todos los inventos magistrales, todas las formas de

    procedimiento que conocen los tribunales? Es una causa que no podra existir ms

    que en este pas libre y grande. Yo dira que las costas agregadas de Jarndyce y

    Jarndyce, seora Rachael me temo que le diriga la palabra a ella, porque yo pareca

    no enterarme, ascienden ahora mismo a entre SESENTA y SETENTA MIL

    LIBRAS! dijo el seor Kenge, echndose atrs en la silla.

    Yo me senta muy ignorante, pero, qu iba a hacerle? Era tal mi desconocimiento del

    tema que incluso entonces no me enter de nada.

    Y es cierto que jams ha odo hablar de la causa! dijo el seor Kenge.

    Sorprendente!

    La seorita Barbary, seor mo contest la seora Rachael, que se encuentra ya

    entre los Serafines...

    (As confo, con toda seguridad dijo el seor Kenge, cortsmente.)

    ... no deseaba que Esther supiera ms que lo que le fuera til. Y en esta casa no se le han

    enseado ms que cosas de ese gnero.

    Bueno! exclam el seor Kenge. En general, cabe decir que eso es lo correcto.

    Pero vamos al grano y se dirigi a m. La seorita Barbary, que era tu nica pariente

    (es decir, de hecho, pues ante el derecho no tenas ningn pariente), ha muerto, y como

    naturalmente no es de esperar que la seora Rachael...

    Ah, no, Dios mo! dijo la seora Rachael inmediatamente.

    Exacto asinti el seor Kenge..., que la seora Rachael se haga cargo de tu sustento

    y mantenimiento (te ruego que no te inquietes), te hallas en posicin de recibir la

    reiteracin de un ofrecimiento que recib orden de hacer a la seorita Barbary hace dos

    aos y que, si bien se vio entonces rechazado, quedaba entendido que era reiterable en las

    lamentables circunstancias que se han producido ulteriormente. Y ahora, si confieso que

    represento, en Jarndyce y Jarndyce y en otros respectos, a una persona muy humanitaria,

    pero al mismo tiempo singular, cabra decir que me excedo en algo de mi discrecin

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    35

    profesional? pregunt el seor Kenge, volviendo a arrellanarse en la silla y mirndonos

    calmosamente a ambas.

    Pareca que lo que ms le gustara del mundo fuera el sonido de su propia voz. No me

    extraaba, pues era rica y sonora, e imprima gran importancia a cada una de las palabras

    que pronunciaba. Se escuchaba a s mismo con evidente satisfaccin, y a veces llevaba

    suavemente el ritmo de su propia msica con la cabeza, o redondeaba una frase con la

    mano. Me sent muy impresionada con l, incluso entonces, antes de enterarme de que

    haba copiado el modelo de un gran lord que era cliente suyo, y de que la gente lo llamaba

    Kenge el Conversador.

    El seor Jarndyce continu, consciente de la situacin... dira yo que lamentable...

    de nuestra joven amiga, ofrece colocarla en un establecimiento de primera clase, en el

    cual se terminar su educacin, se asegurar su comodidad, se contemplarn todas sus

    necesidades razonables y quedar eminentemente cualificada para desempear sus

    funciones en el puesto que (diramos la Providencia?) se ha servido asignarle en este

    mundo.

    Mi corazn se senta tan henchido, tanto por lo que acababa de decir l como por la forma

    en que lo haba dicho, que no logr decir nada, aunque lo intent.

    El seor Jarndyce prosigui no establece condicin alguna, salvo la de expresar

    su esperanza de que nuestra joven amiga no se vaya en ningn momento del estable-

    cimiento al que nos referimos sin el consentimiento y el conocimiento de l. Que se

    aplicar fielmente a la adquisicin de los conocimientos de cuyo ejercicio acabar por

    depender. Que caminar siempre por la va de la virtud y la honra y... que..., ah ..., etctera.

    Me sent todava menos capaz de decir palabra que antes.

    Bueno, y qu dice nuestra joven amiga? continu el seor Kenge. Tmate tu

    tiempo! Tmate tu tiempo! Har una pausa para que repliques. Pero tmate tu tiempo!

    Huelga repetir lo que intent decir el pobre objeto de aquel ofrecimiento. Podra contar

    con ms facilidad lo que s dijo, si mereciera la pena contarlo. Lo que sinti y seguir

    sintiendo hasta la hora de su muerte es algo que jams podra relatar.

    Aquella entrevista se celebr en Windsor, donde (que yo supiera) haba transcurrido toda

    mi vida. Ocho das despus, bien provista de todo lo necesario, me fui de all a Reading,

    en la diligencia.

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    36

    La seora Rachael era demasiado buena para sentir emocin alguna ante nuestra

    separacin, pero yo no era tan buena y llor muchsimo. Pensaba que al cabo de tantos

    aos debera haberla conocido mejor, y debera haberle inspirado suficiente cario

    como para hacer que entonces tambin ella sintiera pena. Cuando me dio un fro beso

    de despedida en la frente, como una gota de hielo que cae del porche de piedra era

    un da muy fro, me sent tan desgraciada y tan culpable que me as a ella y le dije

    que era culpa ma, ya lo saba yo, que me pudiera decir adis con tanta tranquilidad.

    No, Esther! replic. Es tu desgracia!

    La diligencia estaba ante la portezuela del jardn (porque no habamos salido hasta

    que omos las ruedas), y all la dej, llena de pena. Volvi a entrar en casa antes de

    que hubieran terminado de poner mis maletas en la baca, y cerr la puerta. Entre

    lgrimas, segu mirando la casa por la ventanilla hasta que dej de verse. Mi madrina

    haba legado a la seora Rachael lo poco que posea, y se iba a realizar una subasta,

    y afuera, en medio del hielo y de la nieve, colgaba una vieja alfombrilla bordada de

    rosas, que a m me haba parecido siempre que era el ms antiguo de mis recuerdos.

    Haca un da o dos que haba yo envuelto a mi vieja y querida Mueca en su viejo

    chal y la haba enterrado en silencio casi me da vergenza el decirlo en el jardn,

    bajo el rbol que le daba sombra a mi antigua ventana. Ya no me quedaba ms

    compaa que mi pjaro, y vena conmigo en su jaula.

    Cuando se perdi de vista la casa, me qued sentada con la jaula de mi pjaro

    depositada sobre la paja que haba a mis pies, y desde la barqueta de la diligencia iba

    contemplando los rboles helados, que eran como pedazos maravillosos de espato, y

    los campos, todos blandos y blancos con la nieve de la noche pasada, y el sol, tan

    rojo, pero que daba tan poco calor, y el hielo, oscuro como el metal, donde los

    patinadores y los deslizadores haban ido apartando la nieve. En la diligencia haba

    un seor sentado justo frente a m, que pareca enorme de tanta ropa como llevaba,

    pero iba mirando por la otra ventanilla y no pareca darse cuenta de mi existencia.

    Pens en mi madrina muerta, en la noche en que le haba estado leyendo, en aquel

    ceo tan fruncido y tan serio cuando estaba en la cama, en aquel lugar desconocido

    al que me diriga, en la gente a la que iba a conocer all y cmo sera y qu me dira,

    cuando una voz que son en la diligencia me asust terriblemente:

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    37

    Por qu diablo ests lloriqueando? me pregunt .

    Me dio tanto miedo que me qued sin voz y no pude sino responder con un susurro:

    Me dice a m, seor? Pues, naturalmente, comprend que haba debido de ser

    aquel seor con tanta ropa, aunque segua mirando por su ventanilla.

    Si, a ti dijo, volvindose hacia m.

    No me haba dado cuenta de que estaba llorando, seor tartamude.

    Pues s que lo ests! exclam aquel seor. Mira!

    Se acerc a m desde la otra punta del coche, me pas por los ojos uno de sus grandes

    puos de piel (pero sin hacerme dao) y me mostr que haba quedado mojado.

    Bien! Ahora ya ves que estabas llorando dijo. No?

    S, seor! contest.

    Y por qu lloras? pregunt aquel seor. No quieres ir all?

    Adnde, seor?

    Adnde? Pues a donde vas a ir respondi el seor.

    Estoy muy contenta de ir, seor contest.

    Pues entonces! Pon cara de estar contenta! exclam el seor.

    Me pareci una persona muy rara, o por lo menos lo que se vea de l era muy raro,

    pues estaba envuelto en ropajes hasta la barbilla, y llevaba la cara casi tapada por una

    gorra de piel, con orejeras muy anchas que llevaba atadas bajo la barbilla, pero yo

    me haba recuperado y ya no le tena miedo. As que le dije que crea que deba de

    haber estado llorando por la muerte de mi madrina y porque a la seora Rachael no

    le daba pena separarse de m.

    Al diablo con la seora Rachael! exclam aquel seor. Que se vaya en una

    tormenta, montada en su escoba!

    Entonces me empez a dar miedo de verdad, y lo mir muy asombrada. Pero me

    pareci que tena una mirada agradable, aunque no haca ms que murmurar cosas en

    tono enfadado, y llamando de todo a la seora Rachael.

    Al cabo de un rato se abri el abrigo, que a m me pareca lo bastante grande como para

    envolver toda la diligencia, y se meti la mano en un bolsillo muy hondo que tena

    dentro.

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    38

    Vamos, mira aqu! dijo. En este papel que estaba muy bien doblado hay un

    trozo de la mejor tarta de ciruelas que hay en el mercado; tiene por fuera por lo menos

    una pulgada de azcar, tanto como grasa tienen las chuletas de cordero. Y ste es un

    pastelito (una joyita, tanto de tamao como de calidad) hecho en Francia. Y de qu te

    crees que est hecho? De hgados de gansos bien gordos. Vaya un pastel! A ver cmo

    te lo comes todo.

    Gracias, seor repliqu. Se lo agradezco mucho, de verdad, pero espero que no

    se ofenda si le digo que son demasiado llenantes para m.

    Me ha vuelto a dejar K.O.! dijo aquel seor, cosa que no comprend en absoluto,

    y tir las dos cosas por la ventanilla.

    No me volvi a decir nada hasta que se ape del coche, poco antes de llegar a Reading,

    y entonces me aconsej que fuera una nia buena, y que fuera estudiosa, y me dio la

    mano. He de decir que me sent aliviada cuando se ape. Lo dejamos junto a una piedra

    miliar. Muchas veces volv a pasar por all, y durante mucho tiempo ninguna de ellas

    dej de recordarlo, de pensar en l, y de medio esperar que me lo iba a encontrar. Pero

    nunca fue as, de manera que a medida que fue pasando el tiempo, me fui olvidando de

    l.

    Cuando par la diligencia, una seora muy bien arreglada mir por la ventanilla y dijo:

    La seorita Donny.

    No, seora; soy Esther Summerson.

    Exactamente dijo la seora. La seorita Donny.

    Comprend entonces que se estaba presentando ella, ped perdn a la seorita Donny por

    mi error y le seal mis maletas cuando me lo pidi. Conforme a las instrucciones de

    una doncella muy bien arreglada, las pusieron en un cochecito verde muy pequeo, y

    despus la seorita Donny, la doncella y yo montamos en l y nos fuimos.

    Ya lo tienes todo preparado, Esther dijo la seorita Donny, y tu plan de

    actividades est todo organizado exactamente conforme a los deseos de tu tutor, el seor

    Jarndyce.

    De..., cmo ha dicho, seorita?

    De tu tutor, el seor Jarndyce dijo la seorita Donny.

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    39

    Me sent tan confusa, que la seorita Donny pens que el fro del viaje haba sido

    excesivo para m, y me pas su frasco de sales.

    Conoce usted a mi... tutor, seorita? pregunt, tras dudarlo mucho.

    No personalmente, Esther respondi la seorita Donny; slo por conducto de sus

    abogados, los seores Kenge y Carboy, de Londres. El seor Kenge es persona de gran

    dignidad. Y muy elocuente. Habla en unos perodos verdaderamente majestuosos!

    Yo estaba totalmente de acuerdo, pero me senta demasiado confusa para hacerle caso.

    Nuestra rpida llegada al punto de destino, antes de que tuviera tiempo para recu-

    perarme, no hizo sino aumentar mi confusin, y jams olvidar el aspecto incierto e

    irreal que tena todo, aquella tarde, en Greenleaf (la casa de la seorita Donny).

    Pero en seguida me acostumbr. Tard tan poco tiempo en acostumbrarme a la rutina de

    Greenleaf que era como si llevara mucho tiempo all, y casi como si hubiera soado, en

    lugar de vivido, mi vida anterior en casa de mi madrina. No poda haber nada ms

    preciso, ms exacto ni ms ordenado que Greenleaf. Para cada hora del da haba algo

    que hacer, y todo se haca a su hora exacta.

    ramos doce pensionistas, y haba dos seoritas Donny, que eran gemelas. Estaba

    entendido que con el tiempo yo tendra que ganarme la vida como institutriz, y no slo

    se me instruy en todo lo que se enseaba en Greenleaf, sino que en seguida me

    dedicaron a ensear a otras. Aunque en todos los dems respectos se me trataba igual

    que al resto de las alumnas, en mi caso se estableci esta diferencia desde el principio.

    A medida que iba aprendiendo ms, iba enseando ms, de forma que con el tiempo

    llegu a tener mucho que hacer, y me gustaba hacerlo, porque haca que las niitas se

    encariasen conmigo. Por ltimo, cada vez que llegaba una nueva pupila que estaba un

    poco triste y melanclica, se haca inmediatamente no s muy bien por qu tan

    amiga ma que con el tiempo todas las recin llegadas quedaban confiadas a mi

    cuidado. Decan que yo era muy amable, pero estoy segura de que eran ellas las

    amables. Pens muchas veces en la resolucin que haba hecho el da de mi

    cumpleaos, de tratar de ser industriosa, alegre y amable, y de hacer algn bien a

    alguien, y de conseguir que alguien me quisiera si poda, y de verdad, de verdad, casi

    me daba vergenza haber hecho tan poco y conseguido tanto.

  • Por una Cultura Nacional, Cientfica y Popular!

    40

    Pas en Greenleaf seis aos felices y tranquilos. Gracias a Dios, mientras estuve all

    jams vi reflejada la idea en ningn rostro de que mejor hubiera sido que yo no hubiera

    nacido nunca. Cuando llegaba aquella fecha, me traa tantos smbolos de recuerdo

    afectuoso que mi habitacin estaba adornado con ellos desde Ao Nuevo hasta

    Navidad.

    En aquellos seis aos nunca sal de all, salvo para hacer visitas a los vecinos durante

    las fiestas. Al cabo de unos seis meses segu el consejo de la seorita Donny en el

    sentido de que lo correcto sera escribir al seor Kenge para decirle que estaba contenta

    y agradecida, y con la aprobacin de la seorita escrib una carta en esos trminos.

    Recib una respuesta formal en la que se acusaba recibo de la ma y deca: Tomamos

    nota de su contenido, que se comunicar como procede a nuestro cliente. Despus de

    eso, alguna vez o comentar a la seorita Donny y su hermana la puntualidad con la

    que se pagaban mis cuentas, y unas dos veces al ao me aventuraba a escribir otra carta

    parecida. Siempre reciba a vuelta de correo exactamente la misma respuesta, escrita

    con la misma letra redondilla, con la firma de Kenge y Carboy escrita con otra letra,

    que yo supona era la del seor Kenge.

    Me resulta tan curioso estar obligada a escribir todo esto acerca de m misma! Como

    si esta narracin fuera la narracin de mi vida! Pero falta poco para que mi personilla

    se funda en un contexto ms general.

    Haba pasado yo seis aos tranquilos (veo que lo digo por segunda vez) en Greenleaf,

    viendo en todas las que me rodeaban, como en un espejo, todas las fases de mi propio

    desarrollo y cambio en aquella casa, cuando, una maana de noviembre, recib la

    siguiente carta, cuya fecha omito:

    Old Square, Lincoln's Inn

    Seorita:

    Jarndyce y Jarndyce

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    Habida cta. de q. nuestro clte. el Sr. Jarndyce recibir en breve en su casa, por

    orden del Tbl. de Canc. a una pupila del Tbl. en esta causa, para quien desea una

    Ca. adecuada, dicho clte. nos encarga informemos a Vd. de que celebrara mcho.

    contar con sus scios. en tal calidad.

    Hemos encargado el tpte. de Vd. a ttulo gratuito en la dgcia. de las 0800 de

    Reading el lunes a.m. prximo, destino a White Horse Cellar, Piccadilly,

    Londres, donde la esperar uno de nuestros ptes. para guiarla a Vd. a nuestra Ofna.

    mencionada. Quedamos a sus pies sus ss. SS.,

    Kenge y Carboy

    Srta. Esther Summerson

    Jams, jams, jams olvidar la emocin que aquella carta caus en la casa! Eran tan

    cariosas al ocuparse tanto de m, era tan generoso por parte de aquel Padre, que no me

    haba olvidado, el hacer que mi vida de hurfana fuera tan fcil y agradable, y el haber

    inclinado a tantos espritus infantiles hacia m, que yo apenas si poda soportarlo. No es

    que hubiera preferido que lo sintieran menos; me temo que no, pero el placer que me

    dieron, y al mismo tiempo el dolor, y el orgullo y la alegra, y el humilde pesar que todo

    aquello me provoc eran cosas tan mezcladas que casi pareca que se me parta el

    corazn al mismo tiempo que se me llenaba de gozo.

    La carta slo me daba cinco das de aviso antes de mi marcha. Cuando cada minuto me

    traa nuevas pruebas del amor y la amabilidad que se me demostraron aquellos das, y

    cuando por fin lleg la maana, y cuando me hicieron recorrer toda la casa para que la

    viera por ltima vez, y cuando alguien me grit: Esther, querida ma, ven a decirme

    adis junto a mi cama, donde por primera vez me dijiste cosas tan bonitas!, y cuando

    otras slo me pidieron que escribiera sus nombres y las palabras Con todo el cario de

    Esther, y cuando todas me rodearon con sus regalos de despedida, y se agarraron a m

    llorando y exclamando: Qu vamos a hacer cuando ya no est nuestra querida

    Esther?, y cuando trat de decirles lo buenas y lo pacientes qu haban sido todas

    conmigo, y cunto las bendeca y les daba las gracias a todas, cmo se me parta el

    corazn!

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    Y cuando las dos seoritas Donny, tan tristes al separarse de m como las que ms, y

    cuando las doncellas dijeron: Que Dios la bendiga, seorita, dondequiera que vaya!,

    y cuando el jardinero, viejo, feo y cojo, que yo crea que ni se haba dado cuenta de mi

    existencia en todos aquellos aos, corri jadeando tras la diligencia para darme un

    ramillete de geranios, y me dijo que yo era como las nias de sus ojos de verdad que

    eso fue lo que me dijo aquel anciano!, cmo se me parta el corazn!

    Y cmo poda yo impedir que con todo aquello, y con la llegada a la escuelita, y la

    visin inesperada de los nios pobres que estaban al lado de sta dicindome adis con

    los sombreros y las gorras, y la de un caballero de pelo canoso y su seora, de cuya hija

    haba sido yo profesora particular, y a cuya casa haba ido de visita (aunque decan que

    era la familia ms orgullosa del condado), que sin ningn rebozo exclamaban: Adis,

    Esther. Que seas muy feliz!..., cmo poda yo evitar inclinar la cabeza mientras iba en

    el coche y decirme: Ay, qu agradecida estoy, qu agradecida estoy! , una vez tras

    otra?

    Pero, naturalmente, pronto consider que no deba llegar llorosa a mi destino, despus

    de todo lo que se haba hecho por m. Por lo tanto, claro, me forc a sollozar menos y

    me persuad a m misma de que deba mantenerme en silencio, dicindome una vez tras

    otra: Vamos, Esther, es tu obligacin! Esto no puede ser! Por fin logr sentirme

    bastante animada, si bien me temo que tard bastante ms de lo que hubiera debido, y

    cuando me refresqu los ojos con agua de lavanda, era la hora de ir llegando a Londres.

    Estaba persuadida de que ya habamos llegado cuando todava nos faltaban diez millas,

    y cuando de verdad llegamos, de que nunca bamos a llegar. Pero cuando empezamos a

    dar botes sobre un pavimento de piedra, y especialmente cuando pareci que otro

    vehculo iba a chocar con el nuestro, empec a creer que de verdad se acercaba el final

    de nuestro viaje. Muy poco despus nos detuvimos.

    Un joven caballero lleno de manchas de tinta me dirigi la palabra desde la acera y dijo:

    Seorita, vengo de parte de Kenge y Carboy, de Lincoln's Inn.

    Hgame usted el favor, caballero respond.

    Fue muy amable, y cuando me ayud a subir a un coche, tras vigilar el transbordo de

    mis maletas, le pr