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Mi vida, mi revolución Editor: Lenin Fisher La vida de un obrero llamado Luis Fisher

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Mi vida,mi revolución

Editor: Lenin Fisher

La vida de un obrero llamado Luis Fisher

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© Lenin Fisher© Editorial Universitaria, UNAN - León. 2010

ISBN: 978-99924-56-95-8

Diseño y Diagramación: Editorial Universitaria, UNAN - León

Derechos reservados conforme a la leyes de la República de Nicaragua

Editorial Universitaria, UNAN-León Dir. Iglesia La Recolección 85 vrs. al Oeste.PBX: +505 311 5013 ext. 1061 - 1062 - 1063 Fax 311 - 5013 ext. 1051e-mail: [email protected]

N 923.2F533m Mi vida, mi revolución: la vida de un obrero llamado Luis

Fisher/Luis Fisher; editor: Lenin Fisher. - - León, Nic.: Editorial Universitaria, UNAN-León, 2010. 111 p. ISBN: 978-99924-56-95-8 1. FISHER, LUIS-VIDA Y OBRA 2. OBREROS NICARAGÜENSES-TESTIMONIOS HISTÓRICOS 3. NICARAGUA-HISTORIA-FSLN-1961-1979 I. Fisher, Lenin, ed.

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“…un pueblo ´olvida` cuando la generación poseedora del pasado

no lo transmite a la siguiente,o cuando ésta rechaza lo que recibió

o cesa de transmitirlo a su vez, lo que viene a ser lo mismo.”

Yosef Hayim YerushalmiReflexiones sobre el olvido

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Agradecimiento a:

Jilma Romero Arrechavala, por todas las sugerencias hechas.

Edgar Tijerino Mantilla, por obsequiarme el libro “La epopeya de la

insurrección”.

Jesús Inocente Cerda, por regalarme el libro “La saga de los Somoza”.

Rodolfo Mairena Baca, por su apoyo incondicional.

El editor.

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Índice

Introducción .................................................. 7

Testimonio: Mi vida, mi revolución ....... 11

Epílogo ....................................................... 103

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Introducción

“Mi vida, mi revolución. La vida de un obrero llamado Luis Fisher”, es la experiencia vital de un obrero nicaragüense, un ciudadano común y corriente, alejado de las esferas del poder, que participó en la lucha contra la dictadura somocista, formando parte de la guerrilla que antecedió y originó al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

Luis Fisher nació en Bonanza, el 10 de abril de 1936. Su padre: Malcolm Fisher. Su madre: Juana Pérez. El origen inglés de su apellido se remonta a la migración relacionada con la fiebre del oro en California. Su bisabuelo no hizo el viaje completo, desde la zona fronteriza con Canadá -a través de “La ruta del tránsito”-, sino que se radicó en la Costa Atlántica, en ese tiempo llamada La Mosquitia.

La principal motivación para escribir este testimonio autobiográfico de Luis Fisher, fue el interés de transmitir y registrar su importante vivencia, contribuyendo así, con la memoria histórica del pueblo de Nicaragua. Porque, en definitiva, su testimonio no sólo pertenece a su familia, sino que es patrimonio de todo el pueblo nicaragüense y en consecuencia de la humanidad. Y es que este testimonio refleja la

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historia real, de carne y hueso; y no necesariamente la historia de estatuas de bronce, académica.

De acuerdo a Romero Arrechavala, la transmisión de la historia oral “…implica inquirir a las personas acerca de su pasado, sus experiencias y su participación en la gestación de un hecho histórico.” 1 Eso es lo que revela este testimonio: la vida de un obrero dentro de una revolución armada. Contemporáneos de Luis Fisher que pueden respaldar o negar cualquier cosa escrita en este testimonio son: Tomás Borge Martínez, Edén Pastora Gómez, Bayardo Altamirano, Francisco Jarquín y José Reyes Monterrey.

La metodología empleada fue la siguiente: primero, en los meses de marzo y abril de 2007, le hice una entrevista de tipo abierta a Luis Fisher que permitió grabar en siete cassettes el relato espontáneo. Segundo, transcribí la entrevista en los meses de noviembre y diciembre del año 2009. Tercero, imprimí un borrador en enero de 2010, el cual fue revisado por ambos durante ese mismo mes. Cuarto, se incorporaron todas las correcciones. Quinto, el entrevistado hizo una última revisión en el mes de mayo de 2010. Sexto, se hicieron las últimas correcciones.

El lenguaje grabado en la cinta magnetofónica es espontáneo. La transcripción, si bien respetó la esencia del relato, incluyó algunas modificaciones

1 Jilma Romero Arrechavala. Historia oral: un proyecto inconcluso en Nicaragua en la década de los ochenta. Voces Recobradas. Buenos Aires, Argentina. Año 12; No. 26. 16-25

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leves, de estilo, sobre todo para facilitar la redacción y la lectura. Algunos hechos son contrastados con fuentes escritas.

Con su testimonio, Luis Fisher aporta elementos históricos sobre la forma en que sucedieron algunos hechos, tales como: la rendición del Frente Revolucionario Sandino (FRS) ante el ejército hondureño; el origen del primer himno del FSLN; la primera fusión, en Cuba, del FRS con el Movimiento Nueva Nicaragua – Frente de Liberación Nacional (MNN-FLN); la primera escuela político-militar del MNN dentro de Nicaragua; el entrenamiento de guerrilleros nicaragüenses en Cuba persiguiendo a los contrarrevolucionarios en las montañas del Escambray; las torturas y las condiciones de las cárceles de la dictadura somocista; y el destierro en San Juan del Norte.

El testimonio de este obrero, escrito a partir de una historia oral, confirma, contrasta y a veces refuta algunos aspectos enunciados en fuentes escritas (casi oficiales), lo cual lo vuelve más interesante. “Desde el comienzo de la historia de la humanidad –según Laura Benadiba-, la transmisión oral ha sido la forma de conservar la memoria colectiva.”2 Testimonio e historia oral individual y a la vez colectiva, social, porque el hombre es un ser social, la sociedad está formada por individuos y por lo tanto, hablar de un

2 Laura Benadiba. ¿Qué es la historia oral?Historia oral, relatos y memorias. Maipue.Buenos Aires. 2007: 17

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individuo es en cierta manera hablar de la sociedad. Eso es el presente testimonio, que no fue transcrito por un historiador profesional o académico, sino por un espontáneo aficionado que experimentó la indagación de omisiones y olvidos, y el encuentro con detalles dispersos e incompletos en lo ya escrito.

Agradezco, al personaje viviente de este valioso testimonio, el esfuerzo hecho y las horas dedicadas a la entrevista, a la lectura y a la revisión del texto. Y me disculpo públicamente por haber dejado pasar tanto tiempo entre la grabación de la entrevista y la transcripción.

Satisfecho por haber concluido la publicación de este testimonio, estoy seguro de que será útil y que estimulará a otros a recopilar y publicar su historia oral, que es la memoria histórica de todos.

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Mi vida, mi revolución(La vida de un obrero llamado Luis Fisher)

Antecedentes familiares

Los antecedentes del apellido Fisher, del autor de este testimonio, así como su lugar de nacimiento en la zona minera de Bonanza, están relacionados con la migración desde el norte del continente hacia el sur, a su vez vinculada a fenómenos económicos y sociales.

En la segunda mitad del siglo XIX el capitalismo mundial alcanzó la etapa industrial liberal. Potencias europeas, Inglaterra en primer lugar, encabezaron este desarrollo para lo cual necesitaron, además de mercados para sus productos, fuentes de materias primas para la industria mecanizada. En América, los estados del norte de Estados Unidos, alcanzaron este desarrollo capitalista burgués, que se extendió por todo el país, en la década de 1860, después de la Guerra de Secesión.3

3 Jilma Romero Arrechavala. Consideraciones socioeconómicas acerca del desarrollo regional de Nicaragua (siglo XVI-1893). Universidad Central de Las Villas. Cuba. 1988: 79. Tesis de Maestría en Historia de Nicaragua.

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El desarrollo capitalista acelerado, sobre todo, en la costa Este de los Estados Unidos, demandó la existencia de una infraestructura para abaratar los costos, así como agilizar y facilitar todas las operaciones mercantiles. Por ello, Estados Unidos e Inglaterra concretaron sus aspiraciones de unir la ruta Atlántico – Pacífico mediante una ruta interoceánica a través de Nicaragua. Poco después de descubiertas las minas de oro californianas, esta necesidad fue mayor para Estados Unidos que, en 1949, firmó con Nicaragua un tratado de paz y amistad, y una convención para la ejecución del canal.4

El descubrimiento de minas de oro en California, desató en 1848, la fiebre del oro. Estados Unidos ya le había robado a México la mitad de su territorio. Los gringos viajaban desde la costa este hacia la costa oeste; para evadir el ataque de los indios y las dificultades de atravesar a todo lo ancho la América del Norte, pasaban del océano Atlántico al Pacífico por medio del río San Juan y el lago Cocibolca de Nicaragua, utilizando “La ruta del tránsito” (New York, Océano Atlántico, San Juan del Norte, Río San Juan, Lago Cocibolca, puerto La Virgen, recorrido por tierra en carruajes tirados por caballos a través del istmo de Rivas, San Juan del Sur, Océano Pacífico y California), según Reyes Monterrey. 5

4 J. Romero Arrechavala. op., cit.

5 José Reyes Monterrey. Apuntamientos básicos para el estudio de la historia general de Nicaragua. Universitaria. León, Nicaragua. 1989: 117

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En 1850, Inglaterra y Estados Unidos firmaron el tratado Clayton-Bulwer con el cual, ambas potencias decidieron unirse para construir un canal por Nicaragua, sobre el que ninguna de las dos ejercería control exclusivo.6

Los conquistadores españoles llamaron “el desaguadero” al río San Juan, desagüe del Cocibolca. El descubrimiento, conquista y colonización de Nicaragua, en 1524, estuvieron determinados por la búsqueda de una ruta interoceánica, que comunicara el océano Pacífico con el Atlántico; el mítico “estrecho dudoso”, es decir, el paso marítimo desconocido que buscó Cristóbal Colón para alcanzar las costas de China y Japón, una vez que supo que no estaba en las Indias Orientales.7

Los ingleses desde el siglo XVIII promovieron una mo-narquía indígena con la cual establecieron una amañada base local para extender su frontera colonialista sobre la costa oriental de Nicaragua, lo que ellos llamaban La Mosquitia. En 1894, el gobierno nacionalista, de corte liberal, del general José Santos Zelaya reincorporó La Mosquitia al territorio nacional, aunque sólo fuera de manera formal. En 1895, la denominada reserva de La Mosquitia, una inmensa franja territorial, fue incorpo-rada a Nicaragua con el nombre de Zelaya, en honor al presidente de ese momento.8

6,7 J. R. Monterrey. op., cit., 117

8 Sandra Centeno Rojas. Propuesta para un estudio regional de Nicaragua a partir del análisis general de sus estructuras económicas y sociales contemporáneas (1893-1979). Universidad Central de Las Villas. Cuba. 1980; 30. Tesis de Maestría en Historia de Nicaragua.

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9 J. R. Monterrey. op., cit., 117 10 J. Romero Arrechavala. op., cit., 80.

El transporte de los aventureros era el rentable negocio de “La Compañía Accesoria del Tránsito” propiedad del magnate yanqui, el comodoro Cornelius Vanderbilt, quien nunca pagó impuestos a Nicaragua, empresa que después fue un objetivo de William Walker. Los buscadores de oro tenían dos opciones más: el estrecho de Magallanes -en el cono sur-, y el ferrocarril transoceánico de Panamá. Sin embargo, la ruta más corta, era evidentemente, la de Nicaragua. 9

La empresa de Vanderbilt monopolizó el transporte de mercancías y pasajeros, transportaba 200 mil viajeros mensualmente, y se comprometió con el gobierno nicaragüense a pagar 10 mil pesos anualmente más el 10% de las ganancias líquidas, compromiso que cumplió únicamente el primer año.10

“La fiebre del oro, llamada gold rush en inglés, trajo a mi bisabuelo desde la frontera de Estados Unidos-Canadá hasta Nicaragua, donde terminó estableciéndose. Mi bisabuelo, Roberto Fisher, fue un buscador de oro. Luego, mi abuelo también llamado Roberto Fisher descubrió la mina de oro La Primavera, cerca de Monte Carmelo, en la zona que hoy se conoce como el triángulo minero.”

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“En La Primavera, posteriormente, también trabajó mi papá. Nací en Bonanza, Zelaya, Nicaragua, el 10 de abril de 1936, como resultado de la unión de Malcolm Fisher y Juana Pérez; mis padres me llamaron Luis Fisher Pérez.” El apellido Fisher llegó, entonces, como una casualidad histórica relacionada con la ruta del tránsito, la fiebre del oro y la migración del norte hacia el sur.”

“Mi abuelo Roberto y mi abuela Jenny Gómez tuvieron ocho hijos en total, dos varones y seis mujeres: Malcolm, Félix, Guadalupe, Paulina, Magdalena, Amalia, Matilde e Irma. Félix peleó contra Sandino porque era soldado, traductor de los marines yanquis; él murió en un combate contra los guerrilleros de Sandino. Félix tuvo un hijo que se llamaba Sebastián. Pero casi 30 años después, yo, un sobrino de Félix, dentro del Movimiento Revolucionario Sandino seguí la bandera del Héroe Nacional, fui cofundador del Frente Sandinista de Liberación Nacional y todavía enarbolo la bandera roja y negra como militante del FSLN.”

Mi infancia y adolescencia

“Fui el primer nieto que tuvo mi abuelo. Según me dijo mi tía Lupe, yo fui el primero, único y último nieto que mi abuelo Roberto había chineado; yo tuve ese privilegio. Cuando mi papá se separó de mi mamá, se casó con otra mujer (María Lidia Sotomayor), quien me crió como a un hijo, desde la edad de siete años. Mi primera hermana fue Evelyn, luego nacieron mis otros hermanos: Jenny, Gina, Malcolm, Roberto,

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Manuel y María. Era el hijo mayor de mi papá. Ayudé a criar a los niños, a cuidarlos, a chinearlos. Yo quería mucho a mi madrastra. Mi papá y doña María Lidia vivieron sus últimos años en Estados Unidos, donde murieron. Ellos se fueron de Nicaragua durante la Revolución. También tengo una hermana, por parte de padre, llamada María Elsa. Roberto, mi hermano, fue el último que estuvo trabajando en la explotación de la mina La Primavera hasta 1979.”

“Mi papá estudió cursos de electricidad por correspondencia en el American School, desde donde le enviaron los libros necesarios y su respectivo diploma. Con mi papá, mi mamá y mis hermanos, cuando yo era hijo de dominio, vivimos en diferentes departamentos. Primero, cuando tenía como siete años vivimos en la recién descubierta Mina El Limón. Luego, vivimos en Estelí, de donde salí de 15 años; después, en Managua donde, me separé de la familia al irme a Matagalpa -a rodar fortuna decía uno- de manera escondida; ellos supieron al ver que no llegaba a la casa ni a dormir ni a comer. En Matagalpa busqué a un primo de mi mamá María Lidia, él se alegró al verme y le expliqué que andaba huyendo de mis padres, quienes no me habían hecho nada malo.”

“El primo de mi mamá María Lidia me dijo que no me afligiera. Me consiguió trabajo en la casa distribuidora de los cigarros de la Tabacalera Nicaragüense, donde laboré casi un año. Estaba haciendo y entregando un paquete de cigarros para un cliente de origen chino, cuando de repente sentí una mano en la espalda, volteé a ver y miré la cara de mi papá; él me

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vio la cara de asustado. Pensé que iba a reaccionar violentamente porque su carácter era fuerte. Mi papá me dijo: no te pongás nervioso, concentrate en lo que estás haciendo, después vamos a platicar. Eso me tranquilizó. Guardé el dinero en el maletín y nos fuimos a la agencia distribuidora que manejaba un señor apellido Mansel en su propia casa. La familia Mansel me estimaba y decían que yo era responsable con mi trabajo a pesar de ser un adolescente.”

El tuno

“Por la tarde platiqué con mi papá en un parque. Me dijo que me buscaba porque me necesitaba, ya que tenía una concesión para explotar la madera llamada tuno (que produce una savia lechosa para hacer chiclet o goma de mascar). Ya se había agotado la fuente anterior que eran los árboles de níspero. Era el turno del tuno. La región donde se trabajaría era la parte norte del departamento de Zelaya (hoy Región Autónoma del Atlántico Norte, R.A.A.N.).”

“Hablamos con el señor Mansel y su esposa; les presenté a mi papá. Ellos le dijeron que confiaban mucho en mí; yo manejaba mucho dinero cuando cobraba durante la distribución de cigarros El Gallito y Montecarlo (que los fumaban los más pobres), Valencia (que lo compraba más que todo la clase media) y Esfinge (el más refinado y caro); todos eran cigarros que no tenían filtro. A veces andaba hasta cinco mil pesos en el maletín, lo que en esos tiempos era mucho dinero.”

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“Una semana después regresó mi papá y nos fuimos a Managua. En una semana salimos para Bonanza mi papá, mi mamá, mis hermanas Evelyn y Jeny. Allá encontramos a mi tía Matilde porque su marido ahí trabajaba. Tomamos un avión que iba a Monte Carmelo donde se cargaba de cal para la mina de Bonanza. Yo tenía entre 15 y 16 años. Monte Carmelo era una pista de aterrizaje rústica, ocho casitas, una quebrada y lluvias tremendas; le habían hecho a mi papá una casa de bambú para que ahí funcionara un comisariato. Para mí fue un cambio brusco.”

“Cuando llegamos, realmente había mucha madera. Trabajamos en esa zona durante dos años y medio. Mi papá dirigía a 300 trabajadores y tenía como 12 mulas. Nos metíamos a la montaña a sacar la materia prima obtenida de la leche de tuno para hacer chiclet. Le sacábamos la savia al árbol de tuno, le hacíamos un corte como collar o un corte en forma de “V” para que saliera la leche del árbol. Cada 60 cm., se hacía un collar en el tronco del árbol, dependiendo de su altura y grosor, se hacía un canalito en la misma corteza; abajo se ponía un saco bañado con leche de hule para que no se saliera la leche del árbol que el hombre iba picando de abajo para arriba. Al saco le decían el chulero; con cada saco se recogían 60, 80 ó 90 libras de leche de hule. Cuajaban la savia lechosa y nosotros llegábamos a recogerla. Yo hacía la orden de pago y me encargaba de la otra etapa que consistía en cocinar la materia prima. Siempre los campamentos se hacían a la orilla de un río, quebrada o caño y buscábamos una poza donde el agua nos llegara a la rodilla porque cocíamos cuatro veces el producto y

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lo lavábamos varias veces para después meterlo, en forma de trenza, en una caja hasta llenarla y dejarlo así durante tres días para que se escurriera el agua. Trabajábamos día y noche en eso. Durante un mes recogíamos el producto y lo trasladábamos a Monte Carmelo en mulas y bueyes.”

“Mi papá alquilaba cada mes un avión, en vuelo tipo charter, desde Monte Carmelo hasta Managua, para enviar tres mil o cuatro mil libras de hule a la empresa norteamericana que le compraba, la Really Company. Ahí, lo pesaban y medían el grado de humedad porque entre más seco estuviera el producto era mejor.”

“Sólo una vez se le sacaba la savia al tuno. Dependía mucho de la habilidad del cortador para que sólo cortara la corteza del árbol y no llegar a la profundidad o cuerpo del árbol. Algunos árboles morían. Los árboles que no morían podían volver a dar la savia después de dos años, mientras se curaban los collares que se le hacían. Nunca reforestamos con tuno.”

“Después de dos años y medio de trabajo, se comenzó a agotar el tuno. Cada vez teníamos que internarnos mucho más en la montaña para conseguir más árboles de tuno. En esos tiempos, 1951, eran unas montañas espesas y había muchos animales: culebras, tigres, lagartos, leones, dantos, venados y chanchos de monte. Estos últimos nos servían de alimento, pero eran realmente peligrosísimos cuando encontrábamos a la manada. Los dantos pasaban cerca de los campamentos nuestros. Mirábamos huellas de todo tipo de animales y por supuesto

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a los animales. Los tigres llegaban a acechar a los campamentos por la noche.”

“En la noche nos iluminábamos con seis lámparas de carburo. Mientras estábamos trabajando en la poza, lavando el producto, mirábamos pasar repentinamente en el río, nadando, a culebras que iban velozmente a morder a las lámparas; la luz las atraía; al sentir que no podían hacerle nada a la lámpara se alejaban. Así nos asustaban las culebras. Si uno se movía y se le atravesaba en el camino a la culebra, seguro que la culebra le picaba. Eran culebras venenosas; era un riesgo como otros: las plagas, la lluvia, el lodazal, el ején. Cuando estábamos dormidos en el campamento, dejábamos seis o siete mulas amarradas, y de repente oíamos el relincho de las mulas y simultáneamente oíamos el rugido del tigre. Era un alboroto. Disparábamos. Nos levantábamos para calmar a las mulas. Cuando el tigre pasaba cerca, se sentía un tufo como a sarna.”

“Cuando se desataba un temporal se desbordaban los ríos y los caños; los ríos crecidos no te permitían volver ni podías hacer nada; te tenías que quedar en el campamento y esperar a que los ríos bajaran. El temporal nos podía echar a perder la provisión de alimentos que llevábamos para una semana y nos podíamos quedar comiendo sólo pinol. Durante un temporal era difícil hasta cazar, tirar animales. Al finalizar las lluvias, entonces sí, podías buscar un pavón o un venado; eran unas grandes comilonas las que armábamos. Un pavón es un chompipe del monte. Cuando los alimentos escaseaban, cazábamos monos;

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cocíamos la carne de mono con sal y la comíamos con guineo cocido.”

“En esos tiempos eran verdaderas montañas boscosas, espesas, montañas de verdad. Había toda clase de pájaros, reptiles, pavones. Era tal el bosque, la abundancia de árboles, que a veces a las 3 ó 4 de la tarde ya no mirabas a corta distancia, sobre todo cuando se desataba el invierno infernal, lluvioso.”

“Al pasar del tiempo, la producción bajó, se tenía que entrar mucho más montaña adentro; se le tenía que pagar más a la gente. Un día que llegó de Bonanza mi papá, le dijo a mi mamá, que le habían ofrecido un trabajo en la mina de Bonanza, pero que necesitaba tres meses para dejar en orden todo lo relacionado con la concesión del tuno. Mi papá puso como condición vivir en el staff.”

Bonanza y el staff

“El staff era una zona donde vivían los jefes que normalmente eran extranjeros, gringos casi todos; aunque había algunos chilenos, rusos y canadienses. El staff era un lugar donde había todo tipo de comodidades: muebles, electrodomésticos, lavadora, refrigeradora, agua fría y caliente en el baño, etc. En el staff había un club-hotel, piscina grande, billares para chavalos y para adultos, diversiones. Yo tenía derecho de ir al club y a la piscina. Mis hermanas, Evelyn y Jenny, como estaban pequeñas, iban a piñatas y yo las acompañaba. En el staff se celebraba

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la navidad el 4 de julio; en esos días eran unas grandes bebederas y bailes, y llevaban conjuntos musicales de Managua. A estos fiestones sólo asistía la gente que vivía en el staff. Hacían fiestas por el cumpleaños del gerente, por cualquier cosa hacían fiestas.”

“Todo, todo lo que se consumía en el staff era importado, venía desde Estados Unidos. En ese tiempo, 1951, en el norte se endulzaban los refrescos con atado de dulce, dulce de caña, producido en los trapiches; en Bonanza no conocían el azúcar refinada. Todos esos productos entraban por los ríos de cierto caudal que eran navegables en lanchas pequeñas de motor, las cuales los recibían de barcos más grandes. Después, en la pista de macadán de Bonanza aterrizaban aviones que venían de Estados Unidos.”

“El staff era cercado con malla ciclón y tenía vigilantes civiles en los portones; ahí sólo entraban las empleadas domésticas, el tren de aseo y el camión del comisariato que llevaba la provisión a todos los extranjeros los días miércoles (provisión para 15 días). Un empleado del comisariato recogía la lista de necesidades de cada casa con anticipación. Nosotros vivíamos en el staff; yo viví en el staff durante dos años. Era una vida tranquila, de abundancia; mi papá trabajaba ahí y ganaba bien; pero el pueblo no vivía así, los trabajadores no vivían de esa manera.”

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“Mi papá era el segundo jefe del departamento eléctrico. El tenía que atender la transmisión y distribución de la energía eléctrica; había una planta eléctrica en la presa El Salto, desde donde traían la corriente eléctrica y tenían que poner transformadores. También mi papá tenía que atender la parte industrial del taller; cuando el gerente de dicha área viajaba a Estados Unidos, mi papá quedaba de responsable. Entonces, mi papá tenía mucho trabajo, ganaba bien y era reconocido como un gringo más en el staff. Mi papá hablaba bien el inglés, lo traducía y lo leía. Además, su biotipo físico era de un típico anglosajón. Después de haber vivido en medio de las dificultades de trabajar buscando tuno, pasé a vivir con muchas comodidades en el staff.”

“Había un comando de la Guardia Nacional (G.N.) en Bonanza, que velaba por la seguridad de los intereses de los gringos, o sea, vigilaba el staff y el comisariato. La guardia siempre estaba cerca del staff, como a una cuadra de distancia. El jefe del cuartel era un teniente y mantenían un posta vigilando afuera. Yo iba mucho al pueblo porque a mí me gustaba ir. Iba a dejar a mi hermanita a su casa, en el pueblo, y regresaba. Tenía muchas amistades y novias en Bonanza. Iba al pueblo muy frecuentemente por la tarde, regresaba al staff a las 9 ó 10 de la noche. Los sábados y domingos iba después del almuerzo. Una tarde, como a las cinco, pasaba por el cuartel de la G.N.; regresaba del pueblo. Un gringo pasaba por el cuartel, venía del comisariato, ebrio. Cerca del cuartel, estaba un campesino de los que trabajaban en la mina, ebrio también y como todo bolo, necio,

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le habló al gringo, queriéndole saludar. El gringo se apartaba del campesino bolito. El yanqui se enojó, le dio un golpe en la cabeza al campesino. Este cayó al suelo y el gringo agarró a patadas al campesino.”

“Todo eso ocurrió como a 50 metros de distancia del cuartel de la G.N. Los guardias estaban de frente a los hechos, vieron, se rieron y no actuaron porque era un gringo el que golpeaba a un trabajador nicaragüense. El gringo se fue y los guardias no hicieron nada. A mí me dio mucho pesar la situación del trabajador nica, independientemente de que estaba ebrio (“bolito” como decimos en Nicaragua). Sentí mucho malestar y empecé a sentir algo diferente; se me quedó grabada aquella imagen en la mente. Para mí ya no había tranquilidad en el staff. Entonces, más salía para el pueblo, para Bonanza.”

“Mi papá me reclamaba que yo ya no iba a la piscina, que no iba al club; yo le respondía que no me interesaba. El me reclamaba que mucho iba al pueblo. Eso fue parte de mi proceso de transformación de un joven rebelde en contra de la injusticia. Además, de que mi papá trabajaba como un obrero, como obrero calificado, yo trabajaba en el taller eléctrico bajo el mando de otra persona que a su vez era subordinada de mi papá. Porque a la semana de haber llegado al staff, le dije a mi papá que yo quería trabajar. Así que, yo recibía un sueldo por mi trabajo. Eso me permitía ir al pueblo con mis reales sin molestar a mi papá.”

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“Decidí irme a Managua; le dije a mi padre que no me sentía tranquilo. Le conté lo que había sucedido con el campesino golpeado y pateado por el gringo y le dije que pensaba que eso no era correcto. No estaba bien que golpearan a un trabajador nicaragüense. El campesino, aunque estaba bolo, no estaba peleando;más bien, quería saludar y platicar con el gringo. Este era más alto, más fuerte y mejor alimentado. Me fui a Managua. Mi papá y mi mamá se quedaron viviendo en el staff. Vivía en casa de mi tía Matilde. Comencé a trabajar en la empresa Luz y Fuerza. Tuve posiciones políticas diferentes al gobierno de Somoza porque había desempleo, falta de libertad de expresión y de prensa, y porque ya se habían adueñado de toda Nicaragua. La G.N., causaba inquietud porque había asesinado a muchos jóvenes o políticos. Eso me motivó a una reflexión.”

Mokorón

“En aquellos tiempos, los años 50 del siglo XX, los Somoza buscaban como hacer algo para que el pueblo olvidara los problemas políticos y sociales existentes; inventaban cualquier cosa para distraer al pueblo, por ejemplo, el caso de Mokorón, en la frontera con Honduras, diciendo que los hondureños atacarían.” El conflicto fronterizo por el territorio en litigio estalló el 1 de mayo de 1957, el mismo día que asumió la presidencia Luis Somoza Debayle.11

11 Humberto Ortega Saavedra. La epopeya de la insurrección.Lea. Tibás, Costa Rica. 2004: 99

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“Después de la jornada de trabajo, cuando llegamos a descansar, encontramos a la guardia que nos dijo que los jóvenes nos montáramos al camión; ahí me llevaron; tenía como 18 años; no nos preguntaron si queríamos ir o no; y nos llevaron al Estadio Nacional; ahí nos encerraron, nos dieron instrucción militar durante 22 días; y nos decían que íbamos a defender a la patria; pero no hubo nada, no hubo guerra, porque era un show propagandístico del gobierno.”

1959

Este fue el año del triunfo de la Revolución Cubana, el 1 de enero, hecho que estimuló mucho más las acciones rebeldes contra la dictadura de la familia Somoza.

El 31 de mayo, se produjo el desembarco aéreo en Mollejones, Chontales; el 1 de junio ocurrió otro desembarco en Olama, Boaco; ambos procedentes desde Costa Rica y encabezados por Pedro Joaquín Chamorro Cardenal. El 24 de junio de 1959, en El Chaparral, en territorio que hoy pertenece a Honduras, sucedió el combate, cerco y masacre del movimiento guerrillero conocido como El Chaparral, donde fue herido en su pulmón derecho Carlos Fonseca Amador, quien formó parte de la columna “Rigoberto López Pérez”, dirigida por Rafael Somarriba. En junio, la columna dirigida por Julio Alonso Leclaire, no pudo actuar por fallas de comunicación y coordinación con la guerrilla de El Chaparral. 12

12 H. Ortega Saavedra. op., cit., 104-117

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Desde junio hasta noviembre, en las montañas de Matagalpa (Las Bayas, Pancasán, El Bijao), surgió espontáneamente la conocida guerrilla de Carlos “Chale” Haslam. Entre el 24 de julio y el 7 de agosto incursionó desde Honduras la columna “Augusto C. Sandino” al mando de Manuel Díaz y Sotelo. En octubre de 1959, la “Columna 15 de Septiembre”, al mando del capitán Julio Alonso Leclaire, se coordinó con el Frente Revolucionario Sandino y atacaron Susucayán y Quilalí. Sucedieron algunos movimientos armados en el sur del país, escaramuzas aisladas, como el ataque a Los Sábalos, donde participó Róger Deshon Argüello. 13

La decisión.23 de julio de 1959: masacre estudiantil.

“Lo que a mí me consolidó el antisomocismo que tenía por dentro, fue la masacre de los estudiantes en León, el 23 de julio de 1959, lo cual me causó un impacto tremendo. Yo era un obrero, nunca había estado en la universidad; pero los masacrados eran jóvenes como yo. Eso me hacía sentir un rechazo rotundo; algo estaba explotando o aclarándose dentro de mí.”

“Fue entonces, cuando decidí hacer algo para combatir a la dictadura. 14 Renuncié al trabajo en Luz y Fuerza, y me fui a Estelí. Yo había vivido en Estelí

13 H. Ortega Saavedra. op., cit., 104-11714 Lenin Fisher. Fernando Gordillo: a 50 años de la masacredel 23 de julio. La revolución antineoliberal. Editronic. 2009: 147

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cuando tenía siete años; ahí me crié, ahí pasé de la niñez a la adolescencia hasta los 16 años.”

Hacia Honduras

“En Estelí tuve muchas amistades, estudié en la escuela pública de varones; en el tiempo en que sólo había dos escuelas en Estelí, que era un pueblo pequeño. En ese tiempo, mi papá era el encargado de manejar todo el sistema eléctrico de Estelí. Me contacté con unos amigos. Los movimientos insurreccionales eran fronterizos, en el norte o en el sur. Me dieron la respuesta positiva dos semanas después. El enlace con el movimiento guerrillero situado en la frontera con Honduras, era un señor, del cual no recuerdo el nombre, perteneciente al Partido Conservador, que era antisomocista y tenía una camioneta de pasajeros con la que viajaba diariamente a Ocotal. Preparé una maleta pequeña y me fui.”

“Ese señor me llevó, me dio las instrucciones. Pasamos por Ocotal, luego de cumplir su rutina de transportista, nos dirigimos por la carretera a Dipilto y Las Manos. En el trayecto nos detuvimos en una hacienda cafetalera y ahí me dieron un guía.”

“El terreno fronterizo, formado por serranías, es-taba sembrado de café, tanto en el lado de Nicara-gua como en Honduras. El guía iba adelante y subía y subía; cuando llegamos al filo de la montaña, me dijo: bueno, aquí lo dejo. Allá a lo lejos, se miraba una carretera de macadán o tierra, ya en territorio hon-

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dureño. Mientras iba en busca de la carretera, debía tomar medidas de seguridad como parte del clandes-tinaje. Al comenzar a bajar la montaña, todo corría por mi cuenta. Caminé como una hora bajando, ba-jando.”

El Movimiento o Frente Revolucionario Sandino (FRS)

“Aunque estaba en la montaña, no debía confiar en nadie; tenía que evitar encontrarme con personas nicaragüenses u hondureñas; los pasos que tenía que dar debían ser en solitario. Escuché que venía un camión cargado de cortadores de café y me escondí para que no me vieran. Tenía que tomar la carretera a El Paraíso y llegué a este pueblo, como a las seis y media de la tarde. En una casa esquinera, de barro, donde había un pozo, yo debía entrar en contacto con los compañeros del movimiento guerrillero. Fui a pedir agua y pregunté si vendían comida. Cerca del pozo estaban dos muchachos jóvenes que me quedaron viendo. Les di la contraseña. Ellos eran los compañeros del Movimiento o Frente Revolucionario Sandino (FRS). Uno de ellos era Pedro Pablo Ruiz, “El Negro”. El otro era Faustino Ruiz, “El Cuje”. Nos saludamos, nos abrazamos. Me dijeron que tenían dos semanas de estar esperando.”

El FRS fue fundado en 1959, por los hermanos Ale-jandro y Harold Martínez sobrevivientes del movi-miento guerrillero comandado por los coroneles Ra-món Raudales y Heriberto Reyes (1958), así como de

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El Chaparral (1959), bajo el mando de Rafael Soma-rriba (ex–teniente de la G.N.). Estando en Honduras, Alejandro Martínez, Héctor Zelaya, el argentino Che Basante y otros nicaragüenses, que sumaban 12 en to-tal, combaten defendiendo al gobierno constitucional del presidente hondureño Ramón Villeda y Morales (1957-1963), que sufrió un intento de golpe de esta-do. Con las mismas armas antigolpistas se introdu-jeron en Nicaragua, en la región de El Capire, en los márgenes del río Poteca. En el sector de Las Trojes formaron el campamento que llamaron La Culebra, a 10 Km., de la frontera con Honduras, donde, junto a los coroneles de Sandino, Lázaro Salinas, Heriberto Reyes y Santos López, así como el capitán Chavarría de la caballería de Sandino, fundaron el Frente Re-volucionario Sandino (FRS). En la asamblea de fun-dación se acordó que el FRS sacaría del anonimato al General Sandino. A inicios de 1960 atacaron Las Tro-jes y tras un combate de cuatro horas (desde las 10 p.m., hasta las 2 a.m.,) capturaron al gringo Thomas DeCapt, asesor del gobierno. Al campamento de La Culebra llegó un primer grupo de estudiantes desde México (Bayardo Altamirano, Héctor Zelaya y Carlos Medina); en un segundo grupo llegaron Edén Pasto-ra y Pedro José Martínez. El primer destacamento de combate del FRS se llamó Ramón Raudales. 15 El FRS operó entre noviembre de 1959 y marzo de 1960 en la zona de El Dorado y Las Trojes, en el antiguo territo-rio en litigio con Honduras. 16

15 Jesús Miguel Blandón. Entre Sandino y Fonseca.2da. ed., Segovia, Managua, Nicaragua. 2008: 495-49916 H. Ortega Saavedra. op. cit. 117

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“Un jeep llegó a medianoche; teníamos que irnos; el mensajero habló con el contacto de la casa; y salimos en el jeep como una hora después. Viajamos como tres o cuatro horas. Llegamos a la orilla de un río, se bajó el conductor, observó; hizo señas con las luces. Al rato llegaron dos muchachos campesinos, como a las cinco de la mañana; nos cruzamos el río y entramos a su fin-ca. Nos dieron café. Como a las 11 de la mañana, ba-jaron unos guerrilleros; éstos sacaron provisiones que tenían guardadas en la finca. Así que nosotros entra-mos cargados; fue la primera experiencia en la lucha guerrillera. Llegamos a un campamento intermedio como a las seis de la tarde y muy de mañana salimos para llegar como a las 12 del día al campamento cen-tral, montaña adentro, en la región llamada territorio en litigio, en disputa entre Honduras y Nicaragua. Los Somoza cedieron el territorio en litigio para qui-tarle zonas de entrenamiento y vías de acceso a los movimientos guerrilleros invasionistas que acampa-ban en Honduras.”

“El Negro y El Cuje encontraron a amigos o conocidos de Ocotal. Yo encontré a ex-compañeros de primaria en Estelí, entre ellos a Bayardo Altamirano, quien fungía como secretario del jefe del grupo guerrillero, Alejandro Martínez. Nos entrenaron. Nos dieron uniformes. Todo era escaso. No había abundancia ni de armas, ni de municiones, ni de alimentos. Era poco lo que llegaba y la columna guerrillera iba creciendo. Ese era el campamento del Movimiento Revolucionario Sandino. Eramos los tres nuevos y doce compañeros más; éramos como quince. Luego llegaron otros grupos.”

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“Como a los 4 ó 5 meses de estar en ese campamento, llegó Edén Pastora. El venía de México, donde estudiaba segundo año de Medicina, pero decidió dejar sus estudios y combatir a la dictadura. Llegó con el doctor Hugo Cuadra. La experiencia de trabajar en las montañas del norte de la Costa Atlántica recolectando la materia prima del chiclet, a partir del tuno, me sirvió para adaptarme y sobrevivir en la guerrilla; y entre otras cosas, para cazar monos y comer carne de mono.”

“Al cabo de siete meses, la columna creció hasta 36 compañeros, la alimentación era más difícil, teníamos que cazar animales con mucho cuidado. Bajábamos a combatir a la guardia en Nueva Segovia. Atacamos el cuartel de Las Trojes dos veces y otro comando en Teotecacinte. Bajábamos hasta el río Patuca. Eran ataques en la madrugada y en la mañana llegaba la aviación de Somoza a bombardearnos para luego entrar las patrullas de refuerzo. En una ocasión, les quitamos el comando de Las Trojes a los guardias, nos tomamos ese comando, como a la una o dos de la mañana. Los guardias dejaron radios de comunicación, huyeron, dejaron rastros de sangre. Hablamos con los campesinos de alrededor, los estuvimos concientizando; les explicamos el motivo de la lucha. Alrededor de las tres y media, empezamos a retirarnos porque sabíamos que vendría la aviación.”

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“En Las Trojes fue mi bautizo de fuego guerrillero; ahí comencé a sentir la satisfacción de poder combatir a la dictadura somocista. Esos fueron mis primeros granitos de arena para la posterior formación de lo que se llamaría Frente Sandinista de Liberación Nacional. En el campamento teníamos la bandera roja y negra del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua (EDSNN) de Sandino. Fuimos el primer grupo guerrillero, de todos los grupos que ingresaron por el norte y el sur, que levantó la bandera del General de los Hombres Libres.” De acuerdo a las memorias de Alejandro Martínez Sáenz, citadas por Chuno Blandón, en Las Trojes fue el bautizo de fuego de Edén Pastora Gómez. 17

En el libro “Entre Sandino y Fonseca” capítulo XXII titulado El Frente Revolucionario Sandino (1958-1961), se encuentra una fotografía de guerrilleros del Frente Revolucionario Sandino, donde aparece Luis Fisher, sentado a la derecha; así como Edén Pastora, Alejandro Martínez, Modesto Duarte, Bayardo Altamirano, Leónidas Rodríguez, el internacionalista cubano Renán Montero y otros. 18 Esa misma foto fue publicada en el libro “Un pueblo alumbra su historia” editado durante la Revolución Popular Sandinista; pero con el apellido Fisher mal escrito (decía Chischer).19

17, 18 J. M. Blandón. op. cit. 499 y 50519 Departamento de Propaganda y Educación Política del FSLN.Un pueblo alumbra su historia. Managua. 1981: 10

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Según Edén Pastora, para el combate en el cerro El Capire, en 1960, ya eran 70 guerrilleros, entre los cuales estaban: Heriberto Rodríguez, el coronel Lázaro Salinas (que habían sido del ejército de Sandino), Faustino Ruiz, Bayardo Altamirano, Luis Fisher, Chico Toribio, Luciano Vílchez, Pedro Joaquín Ríos y Pepe Martínez.20

“Cuando estuvimos durante un año en el campamento guerrillero, causábamos preocupación a la Guardia Nacional, porque nosotros permanecíamos en Nicaragua y no salíamos del territorio nacional.”

“Pedro José Martínez (El Chino Zapador) era un compañero muy hábil manejando los explosivos y minas. Era nuestro zapador. Un día, cuando preparaba el minado defensivo del campamento guerrillero, ya casi finalizando dicha tarea, resultó gravemente herido al explotarle una carga de dinamita. Cuando oímos la explosión, todos pensamos en “El Chino Zapador” y lo encontramos vivo y muy ensangrentado. Lo cargamos hasta Danlí, hasta donde llegaba la carretera; lo llevamos a la casa de los colaboradores, cerca del río, los siguientes compañeros: “El Cuje”, Edén Pastora, Pedro Pablo Ruiz, Daniel García (Wiwilí), Santiago Mateo Jirón y yo.”

20 J. M. Blandón. op., cit., 506

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“Luego, la Cruz Roja se lo llevó y cinco días después las tropas del Condeca estaban rodeando nuestro campamento. Seguramente la red de contrainteligencia hondureña recabó información a partir de que la Cruz Roja trasladó a un herido que necesitaba atención médica urgente y que fue posteriormente hospitalizado.”

“Decidieron atacarnos con el Condeca, la alianza de ejércitos centroamericanos, porque nos habíamos vuelto un dolor de cabeza para la G.N. Así fue como en febrero-marzo de 1960, tuvimos momentos críticos hasta enfrentarnos con el ejército hondureño con el cual negociamos cuando nos rodearon y un fuerte contingente de soldados catrachos, incluyendo a su jefe, cayó en la trampa que nosotros habíamos preparado en el campamento central: un campo minado. Les advertimos que si atacaban se morirían porque estaban en un campo minado, lo cual se lo demostramos. Así pudimos negociar. Esto sucedió 15 días después que atacamos por segunda vez al comando de Las Trojes, a las dos de la madrugada; ahí desalojamos a los guardias, pero no pudimos capturar a ningún guardia”.

“En este segundo combate de Las Trojes, Edén Pastora y yo avanzamos para atacar por sorpresa a la guardia. Pastora llevaba un fusil Garand y yo un Springfield; además, yo llevaba una bomba de mecha (dinamita en una lata envuelta en papel). Era una madrugada oscura, oscura; con una brisa persistente.”

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“Avanzábamos con dificultad hacia el cuartel de la G.N., cuando de repente nos dimos cuenta de que estábamos dentro de un chiquero, entre los chanchos que los guardias criaban. Los cerdos comenzaron a gruñir y nos delataron; perdimos así, el factor sorpresa. Los guardias comenzaron a dispararnos y yo no tuve tiempo de encender la mecha de la bomba. Corrimos, bajamos y se entabló el combate. Después, nos causaba mucha risa recordar ese episodio.”

“Pues entonces, cuando el ejército hondureño nos atacó y nosotros hicimos que su exploración, conformada por al menos 12 soldados, cayera en el campo minado, obligamos a los mandos catrachos a negociar. Nuestro plan ante la embestida del Condeca era dirigirnos al Kilambé; pero el accidente del Chino Zapador nos obligó a decidirnos quedarnos ahí, en el campamento central y no ir al Kilambé. Mientras negociábamos con los catrachos, en medio de mucha tensión, Edén Pastora Gómez tuvo el valor de pasar una parte del campo minado, lenta y cautelosamente, para demostrarles a los exploradores del ejército hondureño que era totalmente cierto que habían caído en una trampa, el campo minado.”

“Pastora Gómez fue hasta donde estaba la caja con 10 candelas de dinamita y se las mostró. Yo tenía en mis manos dos cables con sus extremos pelados para hacer contacto con una batería de carro y hacer explotar esa caja con las candelas de dinamita cuando me dieran la señal o los hondureños dispararan.”

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Prisioneros en Honduras

“Se pidió, entonces, que llamaran a la Cruz Roja, la cual nos llevó a Tegucigalpa, al primer batallón de infantería del ejército hondureño, cerca de Toncontín, donde estuvimos como un mes. De esa manera fuimos capturados, no evacuando heridos como se señala en el libro “La epopeya de la insurrección”.21 Luego el ejército nos entregó a la policía porque comenzaban las protestas de los estudiantes. Nos llevaron a la comisaría San Francisco, donde estuvimos como mes y medio. En ambos sitios estuvimos incomunicados. Hicimos huelga de hambre. Los estudiantes universitarios hondureños continuaron haciendo presión. Logramos que entrara una delegación de los estudiantes con un periodista y conversamos con ellos. Los estudiantes decían que nuestra causa era una causa noble. El gobierno hondureño nos ofrecía mandarnos al exilio a otros países como El Salvador o Guatemala, lo que era similar a ser enviados a Nicaragua.”

Estudiantes hondureños: salvavidas

“En esos días, hubo un congreso de estudiantes en Cuba donde asistieron estudiantes centroamericanos. El caso nuestro había llegado a conocimiento del canciller hondureño. Los estudiantes centroamericanos regresarían de Cuba. En Costa Rica, se dio una reunión de cancilleres, donde acudieron

21 H. Ortega Saavedra. op., cit.

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los cancilleres de Cuba y Honduras. El canciller hondureño le planteó el caso nuestro al canciller cubano Roa (llamado el “Canciller de la Dignidad” por los cubanos).”

“El canciller hondureño le propuso que se podía aprovechar el avión en que se regresaban de Cuba los estudiantes centroamericanos. Todo revolucionario era bienvenido en Cuba, fue la respuesta del canciller Roa. Ellos acordaron la salida nuestra desde Honduras hacia Cuba. Entonces, en el mismo avión en que regresaron los estudiantes centroamericanos desde Cuba, nosotros viajamos a la isla de Cuba. No todos los guerrilleros viajamos a Cuba; algunos se quedaron en Honduras.”

Hacia Cuba

“Viajamos a Cuba, a inicios de 1960, los siguientes compañeros: Daniel García (Wiwilí), Bayardo Altamirano, Francisco Toribio, Alejandro Martínez, Leopoldo Rodríguez Membreño, Leónidas Rodríguez, Faustino Ruiz (El Cuje), Pedro Pablo Ruiz, Heriberto Rodríguez, Leonel Montoya, Tomás Palacios, Antonio López, Modesto Duarte, Gustavo Vílchez y yo. Eramos como veinte.”

“El Frente Revolucionario Sandino estaba formado por más combatientes; pero algunos no quisieron viajar a Cuba y se quedaron en Honduras, entre ellos: Hugo Cuadra, el sobrino de Alejandro Martínez, los norteamericanos Jack Nordin y John Rigsbee,

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el dominicano Antonio Reu, Edén Pastora, Héctor Zelaya (hondureño), José (Chepe) Matey y otro puertorriqueño, Fanor Rodríguez (ex-GN, quien era nuestro radio-operador y que había sobrevivido, herido, en la jornada de El Chaparral), así como Luciano Vílchez (El León del Dorado) y su hijo Victorino (Toyanito) Vílchez. Asimismo, viajó a Cuba, Pedro J. Martínez (El Chino Zapador) cuya condición era de prisionero hospitalizado –y quien perdió una mano-, por lo cual nosotros exigimos que se fuera con todo el grupo. Es importante aclarar que en esta etapa no estuvo con nosotros Harold Martínez Sáenz, hermano de Alejandro Martínez Sáenz, ya que él había sido herido en El Chaparral y se estaba recuperando en Costa Rica.”

Edén Pastora Gómez

“Edén Pastora era un compañero muy valiente, temerario en el combate; muy sincero, que daba todo lo que podía, muy solidario para compartir. El era del Partido Conservador. Tenía mucho odio a la Guardia Nacional porque le habían asesinado a su padre para robarle tierras, una propiedad. Provenía de una familia cómoda, con buen estatus económico, el cual se deterioró por el asesinato del papá.”

“Parece que en aquél momento influyó en su decisión de no viajar a Cuba, la propaganda negativa hecha por el imperio que calificaba de comunista a la Revolución; a pesar de que la Revolución Cubana no se había declarado socialista, pero sí estaba

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impulsando la reforma agraria, la nacionalización de empresas y de los ingenios azucareros, etc. A Edén Pastora y al doctor Cuadra yo les enseñé a comer mono en la montaña. Al inicio, Pastora se resistía a comer mono. Conocí a Edén Pastora en Estelí, cuando teníamos como 18 años porque una hermana de él vivía enfrente de la casa de mi familia y fue madrina de mi hermano Malcolm.”

Sobrevivientes del FRS en 2006

“En el año 2006, Bayardo Altamirano, Edén Pastora, Chico Toribio y yo escribimos una lista de los compañeros que estuvimos en ese movimiento guerrillero, la cual es como sigue: Modesto Duarte, Faustino Ruiz (El Cuje), Alejandro Martínez Sáenz, Bayardo Altamirano, Edén Pastora Gómez, Daniel García (Wiwilí), Dr. Hugo Cuadra, Francisco (Chico) Toribio, coronel Lázaro Fajardo Salinas (ex-combatiente de Sandino), Rurfilio (de Wiwilí), Jimmy Rodríguez, Leopoldo Rodríguez Membreño, Leonidas Rodríguez (combatiente de la guerrilla del coronel Ramón Raudales), Antonio Reu, Pedro Pablo Ruiz, Heriberto Rodríguez (que anduvo en la guerrilla de Raudales), Leo, Joaquín Basanta (argentino, el Che Basanta), Fanor Rodríguez (radioperador), el sobrino de Alejandro Martínez, Manuel Montoya, Héctor Zelaya, Tomás Palacios, Antonio López, José (Chepe) Matey, Luciano Vílchez, “El Puertorriqueño”, Victorino Vílchez, Jack Nordin (gringo), John Rigsbee (otro gringo), Gustavo Vílchez, Manuel Pastrana, Manuel Gamero, Víctor Urbina, Santiago Mateo Jirón

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(salvadoreño), Eduardo Medina, Pedro José Martínez (El Chino Zapador) y Luis Fisher Pérez. En total, logramos reconstruir una lista de 38 combatientes guerrilleros del Movimiento o Frente Revolucionario Sandino (FRS).”

“El Che Basanta, nosotros teníamos nuestro che argentino, estaba encargado de apoyo logístico (dinero, provisión, contactos políticos, armas, municiones, etc). Parte del avituallamiento que él nos llevaba incluía: arroz, azúcar y leche condensada. Con estos tres elementos, Leónidas Rodríguez hacía arroz con leche que resultaba un plato exquisito para todos nosotros.”

En Cuba

“Estuvimos en Cuba como año y medio, hasta mediados de 1961, cuando regresé clandestinamente a Nicaragua. El gobierno cubano nos acogió; nos dieron asistencia médica porque todo movimiento guerrillero de lo que más padece es de desnutrición; el primer hotel donde nos alojaron fue en el Habana Milton, que pocos días después fue nacionalizado pasando a llamarse Habana Libre, aunque cuando esto ocurrió ya estábamos alojados en el Hotel Nacional, donde ocupamos varias habitaciones durante mes y medio.”

“En el Hotel Nacional durante la dictadura de Batista se practicaba el racismo. Todo el personal era blanco; nadie podía ser negro. En ese hotel se hospedó

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Winston Churchill y durante la Revolución todavía se conservaba ese lobby donde había estado el primer ministro inglés fumando puros cubanos; con eso promovían el turismo, a pesar de que Churchill era uno de los líderes imperialistas del mundo.”

“Pasamos un período de recuperación como de tres meses. Después, nos encontramos con otros grupos de nicaragüenses revolucionarios. Ahí conocí a Tomás Borge, Silvio Mayorga, Noel Guerrero y por último a Carlos Fonseca Amador.”

“Meses después, llegó el coronel Santos López, quien sobrevivió al asesinato de Sandino, Francisco Estrada, Juan Pablo Umanzor y Sócrates Sandino el 21 de febrero de 1934 en Managua, y que según él mismo nos relató fue ayudado por un grupo de cuatreros que lo encontraron herido y armado en la periferia de la capital. Para ese entonces, se empezó a hablar de la unidad. Nos unimos. Estábamos en unos apartamentos del barrio llamado Miramar. En esos días, Carlos Fonseca Amador llevó a ese hotel a Blanca Segovia Sandino, la hija de Sandino, con sus familiares; ahí los conocimos.”

“Nos trasladamos a una quinta muy grande, de dos manzanas de extensión, con árboles frutales, propiedad de un terrateniente. En ese lugar estábamos todos los grupos. Nuestro grupo, el del FRS era el mayor. Fuimos el primer contingente guerrillero del Movimiento Nueva Nicaragua (MNN) que después formó el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Recibíamos preparación política, académica, militar.

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Nos formábamos con escobas, palos, haciendo ejercicios. Luego nos dieron unas pocas armas. Nos asistía un joven campesino cubano, de raza negra, con grado de capitán, que había sido de la columna guerrillera del Che Guevara.”

“En esta etapa de entrenamiento conocí a Germán Pomares Ordóñez, cuando todavía no lo llamaban El Danto”, sobrenombre que posteriormente le pusieron el coronel Santos López y Víctor Tirado López, en el transcurso de la guerrilla de Bocay, en 1963, de acuerdo a Ortega Saavedra.22

El Himno “Luchar y Vencer”(I)

“En esa quinta estábamos unidos los miembros del FRS y del MNN y pasamos a ser MNN; en esta misma quinta fue donde el FRS entregó el disco de vinilo con la grabación del himno “Luchar y vencer”. En esta misma fase conocí al compañero Francisco Jarquín (Camilo), de quien soy vecino en Sutiaba y a quien veo con alguna frecuencia en León.”

22 H. Ortega Saavedra. op., cit., 131

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Unión MNN-FRS: dos momentos

Así que, la primera unión MNN-FRS ocurrió en Cuba, en 1960. A mediados de 1962, en la montaña, sucedió lo que podría llamarse la segunda fusión MNN-FRS, es decir, el proceso de fusión MNN-Frente de Liberación Nacional (FLN)-FRS. Esta fracción del FRS, formada por sobrevivientes de la columna “Ramón Raudales”, fue la reorganizada por Edén Pastora y Harold Martínez apoyados por el general del EDSNN Simeón González, su hijo Remigio González, Luciano Vílchez, Jaime Alfaro, el mexicano Doradoña y el baquiano Cipriano. Proceso que comenzó con las conversaciones en Piedra Chata (desembocadura del río Guineo, afluente del río Patuca). Carlos Fonseca Amador, el coronel Santos López y un tercero por el MNN-FLN iniciaron las pláticas con Edén Pastora Gómez, Luciano Vílchez y Doradoña, en representación del FRS para formar lo que después se llamaría FSLN, según Ortega Saavedra.22 El segundo acompañante de Fonseca Amador fue Víctor Tirado López, de acuerdo a J. M. Blandón, quien cita a Edén Pastora Gómez.23

Para esos días, Luis Fisher estaba preso en Managua. Pastora Gómez ha señalado que el FRS asumió el nombre de Sandino para su movimiento y retomó la bandera roja y negra del EDSNN, fundado y dirigido por Sandino, en tiempos en que hasta los coroneles Santos López y Ramón Raudales dudaban retomar

23 H. Ortega Saavedra. op., cit., 127

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la bandera roja y negra. Probablemente los coroneles del EDSNN no querían atemorizar ni alejar a los posibles colaboradores y resto de la población ya que la campaña de desprestigio y desinformación promovida por la dictadura somocista en contra de todo símbolo sandinista, desde el asesinato de Sandino y su Estado Mayor, había sido continua, venenosa. Como se sabe, Fonseca Amador aceptó incorporar el apellido de Sandino a las siglas del FLN para formar, después de un proceso de discusiones y contradicciones internas, el FSLN.24

Defensa de La Habana

“Ya se sentían los aires de una invasión yanqui. El gobierno cubano advertía de la amenaza. Una madrugada, se oyeron explosiones poderosas. Nos levantamos todos. Nosotros no sabíamos nada. Alguien nos explicó que los mercenarios estaban atacando los aeropuertos cubanos. Por la tarde nos enviaron a una base militar donde nos uniformaron y armaron. Nuestra misión era formar parte del cordón defensivo de La Habana. Ahí estuvimos durante toda la invasión y pasamos mes y medio en esa misión. Los mercenarios no aguantaron ni la arrancada. A lo largo de dos o tres meses el plan de alerta se mantuvo, a pesar de la victoria de las fuerzas armadas cubanas y de que ya había una gran cantidad de mercenarios presos.”

24 J. M. Blandón. op., cit., 509

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El Escambray

“Nos sacaron del cordón defensivo de La Habana y nos encomendaron la misión de incorporarnos a la persecución de los contrarrevolucionarios en las montañas de El Escambray. Teníamos que buscarlos; capturamos a algunos; la derrota de la invasión de Playa Girón los había desmoralizado. Nos ordenaron subir hasta la cima de El Escambray para luego venir arriando, de arriba hacia abajo, a los contrarrevolucionarios. Pasamos tres meses combatiendo a “los contras” cubanos en El Escambray, zona que es fría por su altura. Hacíamos emboscadas donde pasábamos dos o tres días esperando a los contras.”

El Himno “Luchar y Vencer” (II)

“Cuando estábamos en Miramar, nos asistía un muchacho cubano, blanco, pelo crespo, amarillento, cuyo aspecto era de clase media, que probablemente había sido del frente interno del Movimiento 26 de Julio. Los grupos todavía no nos habíamos unido; pero nos reuníamos a platicar. Alguien dijo, no recuerdo si fue Modesto Duarte, que nosotros necesitábamos un himno. Como Modesto era medio poeta, entonces Bayardo Altamirano le dijo: vos que sos medio pueta hacé la letra. Todos tomamos en serio el tema del himno.”

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“Esperamos la llegada del cubano que nos asistía y visitaba dos o tres veces a la semana; ese joven cubano llegaba en un carro Oldsmobile, colores rosado y blanco. En ese carro nos sacaba a pasear y a comer sandwichs en algunos kioscos. A él le planteamos la idea del himno, le gustó; se llevó algunas estrofas escritas por Modesto Duarte; dijo que platicaría con gente que podía ayudar.”

“Un día, el cubano nos visitó, llevó una grabadora con un cassette, y nos reunió para escuchar el primer himno del FSLN; aquél titulado “Luchar y vencer” que dice: “Luchar, luchar, luchar/es nuestro grito de guerra/vencer, vencer, vencer/es nuestro ideal…” Años después, Radio Sandino lo ponía en sus transmisiones clandestinas. Esa es la historia del primer himno del FSLN. El Movimiento o Frente Revolucionario Sandino (FRS) tuvo la idea y el compañero cubano le puso mucho dinamismo porque consiguió coro y orquesta para grabarlo.”

“Cuando el FRS se unió al grupo del Movimiento Nueva Nicaragua (MNN), donde estaban Carlos Fonseca Amador, Tomás Borge Martínez, Silvio Mayorga Delgado y Noel Guerrero, el FRS llevó grabado el himno “Luchar y vencer” en un disco de vinilo de 33 revoluciones por minuto, es decir, en un long play. Dicho himno se convirtió en el primer himno del Ejército Popular Sandinista (EPS). El segundo himno del FSLN ya fue escrito y musicalizado por Carlos Mejía Godoy en 1979.”

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“De tal manera que, no es cierto que el himno “Luchar y vencer” surgió de las guerrillas del valiente Julio Alonso Leclaire y que después el FRS adoptó como propio, como señala el general Ortega Saavedra.25 El himno “Luchar y vencer” fue escrito, musicalizado y grabado en Cuba cuando el MNN y el FRS se unieron allá, en 1961.”

Alejandro Martínez Sáenz y Bayardo Altamirano

“Bayardo Altamirano a veces hacía de nuestro jefe, sustituyendo a Alejandro Martínez Sáenz, quien era nuestro jefe en la montaña. Alejandro tuvo problemas en Cuba porque violó algunas normas; no se podía acumular armas, municiones o pertrechos para no dar pretextos a la CIA. Alejandro era el único que dormía sólo en un cuarto. El tenía un paracaídas con la marca de la Unión Soviética. Cayó preso en Cuba. Lo juzgaron y lo condenaron. Entonces, Bayardo asumió la jefatura del grupo e hizo las negociaciones con el grupo de Carlos Fonseca y Tomás Borge.” Años después, las autoridades cubanas liberaron a Alejandro Martínez considerándolo inocente, según documentación presentada en “Entre Sandino y Fonseca” por Jesús Miguel Blandón, quien además, describe que Martínez Sáenz se integró al Frente Sur del FSLN para la Ofensiva Final de 1979. 26

25 H. Ortega Saavedra. op., cit., 13326 J. M. Blandón. op., cit., 507, 508, 510

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Entrenamiento militar

“Iniciaron en serio las prácticas militares: con disciplina, horario, táctica militar, tiro y triangulación con morteros. A los dos meses, le pedíamos al capitán cubano tener prácticas de tiro. En un camión militar nos llevaron a un polígono. En el grupo habían compañeros con alto nivel académico: Modesto Duarte, era bachiller; Tomás Borge y Silvio Mayorga, estudiantes de leyes. Ellos captaban las enseñanzas teóricas para hacer los cálculos. Estuvimos una semana disparando morteros de 82mm. Luego, continuamos con el entrenamiento de armas de infantería: Garand, Thompson, carabina M-1, fusiles Fal, ametralladoras 30 y 50. Pasábamos al terreno; nos arrastrábamos debajo de una alambrada de púas mientras nos disparaba una ametralladora calibre 30mm.; llevábamos mochila y no podíamos dejar que el cañón del fusil se llenara de lodo. Disparábamos a los blancos.”

“Tomás Borge me llamaba El Gato porque con frecuencia lo sorprendía o lo capturaba, durante los entrenamientos, sin hacer mucho ruido (Tomás siempre tuvo una gran facilidad de palabra, lo que le permitía enamorar sin dificultad a las mujeres; y con esa labia conquistaba mujeres muy hermosas). Después, nos dividieron en grupos. Hacíamos ejercicios en la madrugada, corríamos. Entre las clases teóricas recibimos clases de clandestinaje (el tiempo prudencial que puede pasarse en una casa de seguridad, como viajar de un lugar a otro con pasaporte falsificado, como trabajar en células de 3 a

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5 personas, conservar la seguridad de la célula, como resistir las torturas).”

En el clandestinaje, el tiempo de vida promedio del guerrillero sandinista era de sólo seis meses.

Regreso clandestino a Nicaragua

“El regreso a Nicaragua se caracterizó por la desaparición repentina de compañeros. De repente no veíamos a alguien y nos preguntábamos entre nosotros mismos. Después que desaparecieron los primeros dos, nos convencimos de que nuestro turno tenía que llegar. Carlos Fonseca Amador fue el primero que desapareció.”

“Un día, me llegó el turno a mí; me dijo Noel Guerrero: Fisher te quedás conmigo en la tarde. Ya había desaparecido “Wiwilí”, que era muy amigo mío, yo le preguntaba muchas cosas. Entonces, me llevaron a una casa en La Habana, me sacaron a pasear. Al día siguiente tenía que salir para Honduras con un pasaporte de un estudiante universitario hondureño. Pasé practicando la firma del estudiante durante 3 ó 4 días; sólo interrumpía la práctica para comer y bañarme. Memoricé la edad, dirección y todos los datos del estudiante. A los diez días de estar ahí, salí.”

“La ruta que me dieron los compañeros era: Cuba, México, Honduras; el viaje era por avión; salí de Cuba un poco después de la una de la tarde; iba de traje, llevaba una valija, varios pantalones y una cobija en

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la valija. Yo traía el libro de Gregorio Selser llamado “Sandino, General de Hombres Libres”, envuelto en una sábana. A partir de ese momento todo estaba bajo mi responsabilidad. Llegué al aeropuerto de México como a las cinco de la tarde, había mucha neblina. Todos los aviones que aterrizaban ahí iban a una zona común donde había por lo menos dos aviones; pero el de Cubana de Aviación no iba a esa zona. Cuando comenzamos a bajar en el andén ancho y de concreto que te llevaba desde el avión hasta migración, nos recibió una batería de fotógrafos gringos, que te retrataban desde todos los ángulos mientras recorrías el andén hasta que entrabas al edificio.”

“No podía demostrar nerviosismo, tenía que demostrar una actitud normal. Estaba advertido de que esos fotógrafos eran de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Mostré el pasaporte; abrieron la valija; salió el libro de Selser; no podían cerrar la valija; pregunté por el libro y me respondieron que lo tenía que reclamar en una procuraduría; por supuesto que no fui a reclamarlo. Pasé la prueba.”

“Mientras estaba en el salón de espera, caminaba para que me vieran; de repente apareció una muchacha; ella me dijo la contraseña y yo respondí; me preguntó sobre el viaje y dijo que me guiaría; me llevó en un carrito a un hotelito, me llevó a comer y me dijo que no saliera del hotelito para nada, ni que abriera la puerta, que no hablara con nadie porque era peligroso por los ladrones. Dos días después, llegó una persona a traerme; yo tenía que estar siempre listo. Me llevó al aeropuerto con el boleto para Honduras. En la aduana

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de Honduras logré pasar; ahí fue lo más crítico, porque los mismos guardias que nos chequearon cuando íbamos para Cuba estaban ahí otra vez. Nada más que yo regresaba rasurado, sin bigotes.”

“En la sala de espera, del aeropuerto hondureño, cuando yo estaba viendo una vitrina, apareció un muchacho, al que le di la contraseña y me llevó en un microbús a una casa de seguridad donde encontré a “Wiwilí”y Tomás Borge; en esa casa estuvimos cinco días.”

“Una tarde, Tomás Borge nos dijo que ingresaríamos a Nicaragua en pareja, “Wiwilí” y yo; que nos iríamos con un baquiano nicaragüense. Salimos en un jeep Land Rover como a las 8 de la noche, viajamos a través de un camino difícil, hasta que llegamos a las 12 de la noche a la casa de un campesino, donde dormimos dos horas. A las dos de la madrugada, iniciamos a caminar hacia Nicaragua. Como a las cinco de la mañana caminamos a través de una serranía con muchos pinos. Al rato, el campesino nos dijo: aquí estamos en Nicaragua. Sólo van a subir y bajar este cerro, ¡pero qué cerro!; allá abajo, está una hacienda; hablen con el señor de esa hacienda. Así fue, el señor nos recibió, nos dio unas alforjas y un sombrero de palma. Nos dijo: aquélla es la carretera vieja que va para Ocotal; a 50 metros está la pavimentada; a las seis pasa un microbús para Managua. Al ratito pasó el microbús y nos montamos.”

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Clandestino, miré a mi papá

“A las 7:30 – 8:00 a.m., pasamos por Estelí porque en ese tiempo no había by-pass, desvío o carretera de circunvalación; así que, pasamos por el centro de la ciudad. Cuando pasamos por el parque central, el microbús iba lento buscando pasajeros. “Wiwilí” iba sentado adelante y yo atrás, con algunos asientos de distancia. Yo ví a mi papá caminar en la acera del Parque Central en el mismo sentido en que íbamos nosotros. Yo no sabía cuánto quería a mi papá; me di cuenta hasta ese momento; yo estuve a punto, a un pelito de violar las medidas de seguridad del clandestinaje; casi me bajo; quería bajarme del bus y darle un abrazo a mi papá, sentirlo cerca de mí; pero no lo hice; me bajé el sombrero para cubrirme la cara y evitar que mi papá me viera cuando pasáramos enfrente de él; y me fui con esa congoja durante todo el viaje hasta llegar a Managua. Sólo recordaba a mis hermanitas, a mi mamá. Se me chorrearon las lágrimas. Lloré, claro que lloré, pero en silencio.”

“Llegamos a Managua y nos bajamos en la carretera norte. Pagamos un taxi para ir por Campo Bruce por donde era la tercera compañía de la Guardia Nacional; yo me orientaba porque ya conocía Managua; era la Managua antes del terremoto de 1972. “Wiwilí” no se orientaba porque era campesino de verdad. Esa acera de la tercera compañía era como la cárcel “La 21” o de la Aviación en Managua. Fui a la casa esquinera que me habían indicado, eran como las diez de la mañana, toqué la puerta y quien me abrió fue, una señora que después supe que era la mamá de Silvio Mayorga,

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quien se parecía mucho a Silvio; me preguntó qué desean, le dije que tenía que esperar a un compañero y le di la contraseña (que era la mitad de un billete de un córdoba). Nos dijo que pasáramos, nos atendió. Ella fue a traer la contraseña, la otra mitad del billete. Ahí estuvimos todo ese día.”

“La orden era que “Wiwilí” tenía que quedarse ahí y que a mí me llegarían a traer en la tarde. Así fue. Como a las cinco y media, se apareció Germán Gaitán, a quien yo no conocía. Me preguntó si yo era Fisher. Vos te venís conmigo. Me fui con Germán Gaitán. El iba platicando con el conductor del taxi, que para mí era un colaborador. Pasamos por el centro de Managua, luego pasamos por Altagracia; ya como a las seis de la tarde llegamos a una quinta. Se bajó Germán, habló con la gente de la casa y me dijo que entrara. Ahí en esa casa, que era de una familia apellido Baltodano, encontré a Carlos Fonseca Amador con quien estuve durante una semana compartiendo el mismo cuarto. Carlos leía mucho; fumábamos los dos; cuando no platicaba, Carlos estaba leyendo.”

Carlos Fonseca Amador

“¿Cómo era Carlos?...Desde que yo lo conocí en Cuba, cuando ocurrió la unión y lo mirábamos varios días a la semana por el trabajo que tenía que hacer, entre otras cosas, conseguir logística, era de hablar pausado. Nosotros cometíamos errores, discutíamos y él nos aconsejaba. Cuando nos daban pase en la noche y llegábamos muy tarde, nos anotaban esas

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faltas. El leía las faltas y te llamaba. A mí me llamó como tres veces. El no te insultaba. Con una mirada te castigaba. Una mirada de Carlos decía mucho. Cuando te quedaba viendo firmemente con sus ojos azules, ese era el más fuerte llamado de atención. Era miope, nunca le faltaban sus anteojos. Su hablar era pausado. Siempre estaba hablando de la lucha, de la moral, del comportamiento del revolucionario.”

“Una vez, Carlos Fonseca Amador dijo que a pesar de todos los sacrificios que hacíamos y que haríamos en el futuro, ningún revolucionario tenía excusa para olvidarse de su familia, su mujer e hijos. Algunos compañeros toman esa actitud, pero estar en la lucha revolucionaria no es pretexto para no querer a sus familiares, decía.”

Casa Colorada: primera escuela militar del MNN

“En abril de 1962, Carlos Fonseca me dijo que yo estaría en el clandestinaje y que trabajaría con él directamente; que él sería mi responsable. Mi tarea sería formar la primera escuela político-militar del movimiento, del MNN, que posteriormente sería el Frente Sandinista. Le dije que sí, que no había problema y que estaba entrenado para eso. Nueve días después, llegó a traerme Germán Gaitán, quien me llevó a Casa Colorada, El Crucero, Managua, sobre la carretera sur, a una casa abandonada de su papá.”

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“En esa casa no había luz. El agua la sacábamos de un pozo. Una señora con dos chavalitos vivían ahí. Gaitán me enseñó los diagramas de las armas; me insistió mucho en que debía enseñar sobre el Garand. Me dejó ahí y se fue. Al día siguiente, comencé a arreglar todo.”

“Dos días después, llegó Germán con un muchacho, a quien no debía preguntarle nombre ni nada; pasaron entrenándose conmigo como 20 muchachos durante dos días cada uno –entre ellos Oscar Benavides Lanuza, que caería en combate en Nueva Guinea, en mayo de 1979 junto a otros 129 guerrilleros-, ellos fortalecerían la guerrilla de los ríos Patuca y Coco. Les enseñé arme y desarme; a triangular; arrastre; consejos para la montaña; explicaciones sobre cómo operaba la G.N.”

“Pasaron los días. Pasó más de un mes. Una norma del clandestinaje decía que no podíamos pasar más de un mes en un mismo lugar; talvez un mes y una semana más. Le dije preocupado a Gaitán: estamos violando las normas de seguridad; mirá, a la izquierda, a 150 metros, tengo el cuartel de la Guardia Nacional; a la derecha, tengo la mansión de Luis Somoza con toda su seguridad y el Batallón Somoza. A Gaitán le dije que yo necesitaba bajar para hablar con Carlos Fonseca. Me autorizó para bajar y así fue. Le expliqué a Carlos la situación, un día domingo. Carlos me dijo que dentro de una semana conseguirían una casa para pasarnos ahí porque estaríamos con mejores condiciones. El martes a las siete de la noche llegó la G.N., a la casa; llegaron los guardias cercanos. Yo

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tenía un Garand, pero con sólo dos tiros; y tenía un rifle Springfield; la pistola 45 sólo tenía dos balas para el entrenamiento.”

Mi captura

“Ellos sospechaban porque miraban esa casa sola, dijeron. A mí me capturan, me “enchachan”, es decir, me esposan y me tienen ahí; llamaron a la Seguridad. A las ocho de la noche llegó la Seguridad y me aventaron a la parte posterior del jeep. Me llevaron a la Loma de Tiscapa, la Presidencia de la República, debajo de la cual estaban las oficinas de tortura de la Seguridad. Gaitán es capturado posteriormente, porque llegó a la casa, al igual que otro muchacho que trabajaba con él. Miembros de la Oficina de Seguridad Nacional (OSN), habían quedado emboscados en la casa para capturar a más guerrilleros.” La captura fue aproximadamente en junio de 1962.

Prisionero en La Loma de Tiscapa

“Estuve en las cárceles de la Loma de Tiscapa durante 25 días, sufriendo torturas, día y noche; luego, sólo era de noche y de madrugada. Al inicio yo creía que era el único preso en Nicaragua y el mundo; después supe que otros compañeros habían sido capturados. Ahí me torturaron Gonzalo Lacayo y uno que le decían “El Coto”. Cuando te decían que ibas a la sala de investigación, era en realidad la sala de tortura.”

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“A mí me tenían en la zona de la planta eléctrica, donde había una escalera debajo de la cual habían hecho la cárcel llamada “La chiquita” que tenía el ancho de una escalera. Arriba, tenían unos leones africanos y una pantera negra; te obligaban a pasar pegadito a la jaula, corriendo el riesgo de un arañazo.”

“El carcelero llegaba a la una de la mañana a sonarte las llaves y se iba. Te hacían esperar para torturarte sicológicamente. Te encapuchaban, te golpeaban en el estómago, espalda y costillas. Te levantaban. Te ponían un palo detrás de las rodillas y te sentaban en cuclillas; cuando tenías 15 minutos de estar sentado en esa forma, no aguantabas y te ibas para atrás y te caías. Luego te levantaban a patadas. Mojaban el piso con agua y te ponían descargas eléctricas con cables pelados colocados en los testículos.”

“Te metían la cabeza en un tanque con agua salada hasta casi ahogarte. Y el maltrato verbal, insultos, vulgaridades, hijo de tal por cual, etc. No sé como se me zafó la palabra compañero al responder: “yo no conozco a ese compañero”…estábamos acostumbrados a tratarnos de compañeros en los campamentos en Cuba; entonces, un guardia dijo al oír la palabra compañero: ¡eh!...es comunista, este es comunista, dale más duro a este hijo de tal… que no quiere decir nada.”

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Prisionero en el Campo Marte

“A los 25 días me sacaron de ahí para enviarme al Campo Marte. Ahí, la misión militar de los Estados Unidos en Nicaragua, como parte de su lucha anticomunista asesorando a la Guardia Nacional, en ese tiempo, construyó una cárcel con ocho celdas en fila con una puerta cada una. La primera puerta tenía la ventanilla arriba, la segunda la tenía abajo, y así se alternaban. Una sola tubería de aguas negras para las ocho celdas. Todo era de puro concreto, arriba, abajo y a los lados. Arriba, había una bujía empotrada, de 500 watts, encendida toda la noche y todo el día; entonces sentías un calor sofocante y si te mojabas era peor con el vapor. Para respirar sacabas la nariz por la ventanilla de la puerta. Yo fui el primero que llegué a esas celdas, las estrené.”

“Cinco días después, metieron a otro; llevaron después a 6 ó 7 compañeros. Nunca platiqué con ellos, no nos sacaban al sol. Se hablaban entre ellos. Para mí eran extraños. A las cinco de la tarde, los guardias taqueaban la tubería de las aguas negras para que se inundaran todas las celdas con heces, orina, etc. Un mes estuve en el Campo de Marte.”

Prisionero en La Aviación

“Una madrugada, nos montaron en un bus y nos llevaron a La Aviación. Me metieron en la cárcel donde habían estado, años atrás, Edwin Castro, Cornelio Silva y Ausberto Narváez -asesinados, el 18 de mayo de 1960, el día del 65 aniversario del nacimiento de

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Sandino-, por estar vinculados a Rigoberto López Pérez, el ajusticiador del dictador Anastasio Somoza García, el 21 de septiembre de 1956.”

“El mismo sargentón nos llevó, nos dijo que entráramos; que íbamos a estar mucho tiempo ahí; que no intentáramos fugarnos porque el que intentaba eso se moría; y para que creyéramos, nos mencionó los nombres de los tres héroes y mártires; quisieron hacer eso y miren donde están, dijo.”

“En La Aviación vi a Gaitán, a quien ya conocía. También miré al joven Constantino Baltodano, de la casa de seguridad de Carlos Fonseca. A los demás, no los conocía. Ya en la celda de La Aviación conocí a René Pérez Sandoval, Julio Corrales, Denis Barquero y un joven farmacéutico de Masaya de quien no recuerdo el nombre.” El Comandante de la Revolución Tomás Borge Martínez lo describió así: “El MNN realizó una primera escuela político-militar en Casa Colorada, en abril de 1962. Al ser localizada por el enemigo, fueron a la prisión de San Juan del Norte Germán Gaitán, Julio Corrales, Luis Fisher, Constantino Baltodano, Denis Barquero y René Pérez Sandoval.” En julio de 1961, Carlos Fonseca fundó el Movimiento Nueva Nicaragua (MNN), antecedente fundamental del FSLN, señaló Borge Martínez.27

27 Tomás Borge Martínez. La paciente impaciencia.Vanguardia. Managua. 4ta. ed., 1990. p. 172

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Antecedente inmediato de lo que inicialmente se conocerá como Frente de Liberación Nacional (FLN) y que posteriormente pasará a ser conocido como FSLN, según Ortega Saavedra.28

La descripción de Borge Martínez es citada por el también Comandante de la Revolución, General Humberto Ortega Saavedra, quien agrega lo siguiente: “…Los miembros y colaboradores del MNN realizaron jornadas agotadoras para transportar a los primeros cuadros clandestinos que ingresaron a las ciudades del Pacífico de Nicaragua, tanto desde Honduras como de Costa Rica.” Y continúa Ortega Saavedra: “…En las Sierras de Managua, en abril de 1962, se monta la primera escuela de instrucción militar como parte de los esfuerzos para la implementación de la guerrilla del Patuca-Río Coco,…”29

“Sin embargo, debe aclararse que los capturados en Casa Colorada no fuimos detenidos juntos o simultáneamente, sino que uno por uno, en diferentes momentos. El primero de los capturados fui yo, luego Germán Gaitán; después los demás compañeros, porque los agentes de la OSN los estaban esperando, escondidos, en la casa realmente “colorada”, ubicada en Casa Colorada.”

28 H. Ortega Saavedra. op., cit., 124, 12529 Idem. 126

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“Estuvimos presos en La Aviación durante un mes. Estábamos aislados, sin ver a nadie. Las cárceles eran seguidas. Nuestra cárcel era muy especial. Siempre teníamos un posta, a diferencia de la cárcel de los presos comunes; es que nosotros éramos comunistas, guerrilleros.”

“Comíamos gallopinto y un banano en el almuerzo y la cena; en la mañana, comíamos un pedazo de pan y una taza de café. Nos hablábamos entre nosotros, cuando el posta se alejaba, lo cual nos relajaba un poco. La orden era que no podíamos hablarnos entre nosotros.”

Confinados en San Juan del Norte

“A las tres de la mañana llegó el sargentón y nos despertó; nos formó y nos dijo: ya ustedes están juzgados y condenados; van confinados a San Juan del Norte. Aunque en realidad, no habíamos sido ni juzgados ni condenados por ningún tribunal de justicia civil o militar. La condena era de siete años de confinamiento.”

“Yo le agradezco al locutor deportivo Evelio Areas Mendoza porque con su carro, un lanchón, se apare-ció con tres madres de presos, entre ellas venía mi tía Lupe. Por lo menos, la vi. Nos montaron en un bus, nos dijeron que agacháramos la cabeza y la levanta-mos hasta llegar a la carretera. Un pelotón de guar-dias del Batallón Somoza, con un teniente de jefe nos vigilaban, porque nosotros éramos peligrosísimos.”

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“Los guardias iban con nosotros hasta San Juan del Norte. Llegamos a Granada como a las seis de la mañana. Era una carretera de macadán hasta cierto punto. En el muelle del lago Cocibolca había una lancha esperándonos. Al ratito, llegó el carro de Evelio Areas Mendoza. Mi tía llevaba pinolillo, pan. Comí pan y bebí pinolillo. Tenía mucho tiempo de no tomar ningún tipo de fresco.”

“Nos fuimos en la lancha. Fuimos condenados a confinamiento en San Juan del Norte por siete años; pero estuvimos seis meses. Llegamos a El Castillo. Los guardias nos dijeron que siempre andaban bala en boca, que cuidado. Nos montaron en otro lanchón. A un lado, nosotros; enfrente, al otro lado, todos los guardias encañonándonos con los Garand. Nos disparaban sobre la cabeza. ¡Vamos a ver qué nervios tienen ustedes! dijo el teniente. Así fue todo el viaje en ese lanchón de puro hierro, que navegaba lentamente.”

“Un día después llegamos a San Juan del Norte temprano, como a las tres de la tarde. El pueblo lo formaban pocas casitas habitadas. En una de ellas vivía un hermano del jugador de béisbol Mundo Robert, quien era lanzador del equipo Cinco Estrellas (novena patrocinada por la G.N., y cuyo nombre era en honor de las cinco estrellas del grado militar de general, es decir de Somoza). A los pocos habitantes del lugar les habían dicho que nosotros éramos violadores, asesinos, ladrones, los peores criminales. Viviríamos en una casa de tambo de dos pisos, de las casas antiguas, de las ruinas del viejo San Juan del

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Norte, con el zinc del techo sarroso, tan deteriorado que parecía pascón. Nos pusieron en fila.”

“El teniente puso a cuatro guardias en los puntos cardinales y nos dijo: si ustedes dan un paso más allá de donde está cada guardia, se mueren. Pasamos el resto del día sin comer. Al día siguiente fuimos al pueblito, pero todas las casas estaban cerradas; o nos cerraban las puertas cuando nos miraban. Durante quince días no nos dejaron salir de la casa en ruinas.”

“Un día, miramos a un pescador y nos acercamos a él, que resultó ser el hermano de Mundo Robert, el cual estaba dándole de comer carne de tortuga carey a los perros y nos preguntó si habíamos comido. Nosotros le preguntamos si esa carne la podíamos comer los seres humanos. Nos dijo que sí; que ellos estaban aburridos de comerla; y que a él sólo le interesaba el carey. Nos regaló la carne, toda la tortuga. Así, pasamos tres meses continuos comiendo carne de tortuga.”

“A los tres meses, los guardias sintieron el rigor de las condiciones porque ellos estaban sufriendo, a su manera, el confinamiento: no miraban a sus familiares, no se escribían, se terminaba la provisión, no sabían cuándo los relevarían, no salían de pase, etc. Todo eso hizo que la tropa empezara a ablandarse con nosotros.”

“Decía el teniente: cada quien tiene sus ideas. Y nos preguntaban los guardias: ¿y es cierto que ustedes son asesinos, violadores?...No, no es cierto, les

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respondíamos, y les explicábamos las razones por las cuales nos habían capturado. Se desarrolló una camaradería con la tropa de guardias; íbamos a bañarnos juntos al mar; los guardias hasta dejaban los fusiles en la arena sin nadie que los cuidara.”

“En San Juan del Norte me encontré a una señora que había trabajado para mis tías en Bonanza, cuando era joven, y al oír el apellido Fisher se acercó y platicamos; ella vivía con el guardia encargado del telégrafo del lugar y me regalaba pescado para llevarle a mis compañeros. Ya la gente nos abría las puertas, nos daba una tacita de café o carne de tortuga cocinada por una mujer.”

Amnistía: fin del confinamiento

“Se dieron elecciones y el candidato de Somoza era René Schick Gutiérrrez, abogado y alcohólico anónimo; que en su campaña electoral prometió una amnistía para los presos políticos. Schick ganó y cumplió su palabra. Eso nos benefició a nosotros los confinados y a los guardias mismos. Estábamos en el confín del mundo, sin ley, ni nada. Pasamos dos meses más allá, a pesar de que ya habían dado la orden de regresarnos, según nos dijeron los mismos guardias. Estos pasaban enojados e insultando a los coroneles que no se preocupaban por ellos porque sólo pasaban en los casinos militares. En el viaje de regreso por el lago Cocibolca, los fusiles de los guardias venían amontonados. Ya no nos apuntaban, ni nos disparaban, ni traían bala en boca.”

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“A la mitad del recorrido del río San Juan encontramos otra lancha donde iba mi mamá y mi hermana Evelyn con familiares de otros compañeros. Se detuvieron las dos lanchas. Nos encontramos. Iban preocupadas porque no sabían si nos habían matado después de dos meses del decreto de amnistía política. Todo era alegría, comimos, batimos pinol y compartimos con los guardias. Llegamos a San Carlos donde estuvimos otro día más. Salimos para Granada en una lancha que traía ganado. Llegamos a Granada.”

“Los guardias decían que se tomarían sus cervecitas bien frías en el Casino Militar (pero en el de clases y soldados, no en el de la alta oficialidad). Y de ahí nos llevaron otra vez a Campo Marte en Managua. Los guardias se despidieron de nosotros. El teniente nos dijo: hablé con el oficial de día y parece que a ustedes no los van a soltar tan fácil; nosotros ya nos vamos; lo sentimos mucho; es una lástima porque sabemos cuánto han sufrido. Pero ya los familiares estaban con nosotros.”

“Llegaron reporteros, periodistas de La Prensa. Al siguiente día en la tarde, nos sacaron; pero primero, otros guardias nos sentenciaron: por esta vez, se salvaron; en la segunda, no salen vivos. Me fui con mi mamá, María Lidia, y Evelyn a Estelí al día siguiente. En Estelí estuve recuperándome porque había comido muy mal en San Juan del Norte y había muchas plagas en ese lugar.”

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Oscar Benavides Lanuza: contacto en Estelí

“Un día salí a dar una vuelta en Estelí y me encontré en el parque central a Oscar Benavides Lanuza, uno de los que yo había entrenado en la primera escuela político-militar del FSLN, situada en Casa Colorada, El Crucero, Managua. Me dijo que él tenía un contacto para apoyar a la guerrilla en la montaña, dentro de una semana, para dirigirnos a Matagalpa. Yo sabía que esa era la columna a la que yo pertenecía, desde que estaba en Cuba, y que venía entrando por Jinotega. El me preguntó si quería participar y le respondí que estaba dispuesto.”

En el cerro Kilambé: Raití-Bocay 1963

“Una mañana salí con el compañero Oscar Benavides Lanuza y fuimos a Matagalpa, en la casa de seguridad había ocho jóvenes; el dueño de la casa era un zapatero colaborador. A la tercera noche, nos llevaron montaña adentro. Llegamos hasta el cerro Kilambé; viajamos en un jeep largo, de doble transmisión, hasta cierto punto. Pasamos todo un día enmontañados. Continuamos en las faldas del Kilambé; subimos durante dos horas para ubicarnos. El muchacho líder, apellido Navarro, pelo liso, bajo, tenía mucha conciencia revolucionaria. Llevábamos provisión y esperamos 20 días en el Kilambé a los compañeros de la columna. Eramos 11 jóvenes, la comida se había agotado dos días antes, el invierno era intenso, llovía mucho y hacía mucho frío. Navarro tuvo que ir a Matagalpa.”

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“Esperamos. A los 10 días, Navarro regresó desde Matagalpa y nos dijo la verdad: la guardia detectó a los compañeros y les causó muchas bajas; tendremos que salir poco a poco para que ustedes estén listos para un siguiente llamado. Salimos de cuatro en cuatro; yo me quedé de último. Me fui a Managua desde donde hablé a mi casa en Estelí. Eso correspondió al fracaso del movimiento guerrillero en Raití-Bocay en 1963, donde murió Faustino Ruiz, “El Cuje”, que era un gran amigo mío. Ellos no pudieron llegar hasta el Kilambé a traernos a nosotros.”

“Yo siempre estuve dispuesto a engrosar las filas guerrilleras. Ya tenía mucha conciencia revolucionaria. No era sólo el odio contra la dictadura como cuando me incorporé al Movimiento Revolucionario Sandino. Ya tenía conciencia de clase, de obrero, tenía un norte bien definido para luchar.”

“Conocí el quetzal en el cerro Kilambé; ahí vi volar a varios quetzales, verdes; en esa época se miraba el quetzal ahí; el quetzal es de tierra helada, fría; en ese tiempo en el Kilambé se formaba una neblina impenetrable, todo se mantenía húmedo. En el Kilambé también oí cantar al jilguero, que es un pájaro chiquito, que se para en la punta del árbol más alto y comienza a cantar con su tremendo trinar; está tan alto y es tan pequeño que vos no lo ves, sólo oís su canto.”

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Agente OSN intentó asesinarme

“Regresé a Estelí, donde mi papá era el jefe de la planta eléctrica y el sistema eléctrico de la ciudad. El me consiguió trabajo como operador. A los tres meses, salí con un amigo, hermano del dueño de la planta eléctrica de Estelí, a beber cervezas. En el bar, un informante u oreja de la G.N., que yo conocía y que era un tipo flaquito, se dirigió a la mesa donde yo estaba, pero no de frente sino a mi espalda, golpeándome la cara con su pistola 45. Yo quedé aturdido por el golpe; me fracturó un diente, me aflojó otro; yo sangraba del rostro, me disparó 3 ó 4 veces sin pegarme ninguno, pero hirió gravemente a mi amigo, quien se levantó de la mesa, caminó como veinte pasos, salió por la puerta y cayó al suelo.”

“Luego, todo el alboroto: un muerto, un muerto. La gente me lavó la cara. Se cerró el bar. La dueña de la casa le dijo a una muchacha que me sacaran por lo ribera del río Estelí. Uno de los disparos pegó cerca del dedo gordo de mi pie derecho y la onda expansiva me provocó hinchazón y dolor por varios días. El soplón de la G.N., quería matarme a mí; pero no tuvo el valor, salió huyendo.”

“La gente me conocía. No querían pasarme por el centro del pueblo porque yo vivía en dirección de la carretera a Ocotal. Y ellos asumiendo el riesgo, me llevaron por la ribera del río. Hasta que llegué a la casa de mi papá a quien le platiqué lo sucedido; ahí estuve encerrado y esperé que la guardia llegara; pero talvez como había un muerto de por medio, no

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llegaron. Días después, Ulises González Hernández, odontólogo, me trató el diente fracturado (el incisivo derecho), pero a escondidas por el peligro. El doctor González Hernández había sido compañero mío en la escuela primaria; él llegaría a ser alcalde y diputado del FSLN en la década de los noventa.”

Hacia León

“Cuando mi papá estuvo trabajando en Mina La India, antes de casarse con mi mamá María Lidia, tuvo una relación amorosa con una muchacha muy hermosa, hermana de Antonio “Toño” Alvarado. Esa muchacha le pidió a mi papá que le enseñara algo a su hermano, Toño.”

“Mi papá entonces, le enseñó a su cuñado Toño, el oficio de electricista. Toño inició como ayudante de mi papá; pero él continuó aprendiendo más, se superó. Por eso es que Toño Alvarado le agradecía mucho a mi papá; decía que le agradecía como un hijo. Toño Alvarado después llegó a ser un gran electricista, tuvo su taller de embobinado de motores, durante la década de los años 70, en el centro histórico de León, en la Calle Real, frente al costado sur de la iglesia San Francisco, cuando los campos fértiles leoneses eran algodonales para la exportación. Cuando Toño se fue a El Salvador, después del triunfo de la Revolución Sandinista, se fue donde su hermana que vivía allá. Al final, mi papá se enamoró de María Lidia y se casó con ella. Mi papá me mandó a traer para vivir con ellos en Mina El Limón.”

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“Después que el oreja intentó asesinarme en Estelí, me fui a León; llevaba una carta de recomendación del dueño de la planta eléctrica de Estelí y la dirección de Toño Alvarado. Fui donde Toño quien me recibió muy bien, expresando agradecimiento a mi papá y me dijo que su casa era mi casa. Me sugirió que descansara algunos días, que no trabajara. Yo necesitaba hacer algo para distraerme y dejar de pensar en mi situación política. Quería estar en un lugar más seguro, por eso escogí León; deseaba preservar mi vida porque yo tenía la idea de continuar en la lucha dentro del Frente Sandinista.”

Trabajando en León

“Tres días después, un jueves, fui a la empresa eléctrica de León, Celsa, con mi carta de recomendación. Me recibió un ingeniero, le entregué la carta y le expliqué en qué me podía desempeñar. Me aceptó, me dijo que regresara el lunes siguiente para comenzar la semana. No había un área de trabajo definida; un día podías trabajar en la colocación de medidores o traslado de los mismos y otro día, en construcción y línea. Como a los dos meses, me pasaron al área de traslado de medidores o instalación de medidores nuevos.”

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Miriam Esperanza Chavarría, mis hijos: mi familia.

“Un día, hice el traslado del medidor de la casa donde vivía Miriam Esperanza Chavarría, que después sería mi compañera y esposa. Ella se trasladó, dentro del mismo barrio San Luis que limita con San Felipe, a dos cuadras de distancia. Ella vivía en el barrio San Luis y yo me llamaba Luis; pura coincidencia. En esa ocasión, hice el traslado y me quedé platicando un rato con ella, quizá una media hora; la camioneta pasó por mí al poco tiempo y me fui.”

“Tres meses después hice otro traslado de medidor de Miriam E. Chavarría; siempre dentro del mismo barrio, pero más cerca de San Felipe. En tres meses se cambió de casa dos veces. Yo trasladaba el medidor, valoraba la instalación eléctrica, probaba la corriente eléctrica, instalaba el medidor en su nuevo sitio y me aseguraba de que las luces de la casa encendieran. Hice mi trabajo y esperé que la camioneta pasara trayéndome. La camioneta se dilató, se tardó bastante. Ya éramos conocidos, habíamos platicado. Ella me ofreció una silla y empezamos a platicar otra vez. Ella me dijo que tenía hijos, pero que no tenía marido. Estaban ahí Harold (de 6 ó 7 años) y Yader (de 4 ó 5 años). Entonces yo la enamoré. Ella fue a traer fresco de naranja, muy sabroso, y me regaló. Yo seguí esperando la camioneta, aunque yo quería que se atrasara más tiempo. Quedamos en que la visitaría el fin de semana. Ella me aceptó. Llegué el fin de semana siguiente. Era el año 1964.”

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“El siguiente traslado de casa lo asumí yo; ese traslado fue a Sutiaba, yo hice el traslado, yo lo pagué; ella iba embarazada. Nos trasladamos de la gasolinera Texaco Guido, 20 varas al sur, a mano izquierda, yendo al sur. Era una casa de dos habitaciones. Ahí fue donde nació mi hijo Luis. La dueña era una señora de apellido Centeno. Viviendo en esa casa, un día me llegó a buscar Edén Pastora, como en 1964, y me dejó razón con Miriam: que me quería ver, que no bebiera guaro, que la lucha venía; se despidió de ella y siguió adentrándose en Sutiaba. Vivimos ahí hasta que nació Luis; la casa resultaba pequeña. Yo continuaba trabajando en Celsa. Nos trasladamos al barrio El Coyolar. Ella buscó la casa, tenía mucha habilidad para buscar casa. Vivimos entonces de la esquina donde actualmente es la oficina de Western Union, tres y media cuadras hacia al este (arriba), a mano izquierda. En esa otra casa nació mi hijo Malcolm. En el punto donde vivíamos, hasta ahí llegaba la calle en esa época, era la ronda de la calle y después seguían patios, solares.”

El afiche de Sandino

“Luego nos trasladamos, siempre en El Coyolar, una cuadra y media hacia al oeste (abajo), a mano derecha, frente a la quinta Dunia. Esta era una mejor casa, en una mejor posición. Ahí nació mi hijo Vladimir. En esta casa, yo pegaba en la pared de la cocina el afiche de Sandino; afiche que publicaba cada año, cada 21 de febrero, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal en La Prensa; ese día, la foto de Sandino ocupaba toda una

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página entera y Pedro Joaquín escribía un editorial. Esa vez, yo recorté la página30 y le dije a Miriam: este retrato es peligroso, pero lo vamos a poner al fondo, en la cocina. Yo me acuerdo cuando le dije a Harold quién era el hombre del retrato; le dije que era Augusto César Sandino, el General de Hombres Libres; que a ese hombre por haber luchado contra los yanquis, Anastasio Somoza García lo asesinó y que por él, el FSLN llevaba su nombre. Y clavé el retrato que estuvo varios años ahí.31 Con el paso del tiempo el retrato se puso pálido, le afectaba el humo de la cocina. Pero el retrato de Sandino siguió pegado en la pared. Nos fuimos de esa casa y yo lo dejé pegado en el mismo lugar.”

Sócrates Flores

“Yo después le expliqué a Miriam cosas de la historia de Nicaragua. Miriam fue tomando conciencia. Claro, al hablar de política hablábamos bajito para que no oyeran los vecinos. En esos días yo estaba desconectado de la organización del FSLN. Miriam tenía un radio pequeño con el que oía frecuentemente Radio Circuito, situada en la esquina opuesta a la esquina norte de la Universidad de León.”

30 Lenin Fisher. Sandino. Antisistémico.Universitaria. 2006: 20231 Idem.

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“Un día anunciaron a Sócrates Flores, en un programa de noticias y música transmitido entre 11 a.m., y 12 meridiano. Entonces, yo le dije a Miriam que ese compañero había estado conmigo en Cuba. Sócrates nos daba clases, era el encargado de la formación académica. Sócrates llegó a Cuba como delegado estudiantil y estuvo con nuestro grupo durante dos meses.”

“Fui a buscar a Sócrates Flores al día siguiente. Solicité una entrevista con él; llegué un poco antes de las 12 del día. Esperé porque él estaba en la cabina de transmisión. Sócrates se acordó de mí; yo le recordé que en Cuba nos daba clases; me preguntó si vivía en León y le dije que sí. Le expliqué que estaba desorientado, desconectado del FSLN y que quería restablecer los contactos.”

“Le conté que había estado preso, que fui sometido a torturas, que me habían confinado y que intenté incorporarme a la guerrilla en el cerro Kilambé. El me dijo que sí tenía contactos, pero que desde hacía un tiempo no tenía conversaciones con nadie. Dijo que me avisaría y le di mi dirección.”

“Yo continué trabajando. A los dos meses, cuando llegué a almorzar a la casa, me dijo Miriam que Sócrates Flores me había llegado a buscar. El quería que llegara a la radio a las 6 de la tarde. Sócrates estudiaba Medicina y era líder estudiantil. Yo fui esa tarde. Sócrates se había recontactado con los compañeros. Me dijo que me cuidara porque venía trabajo que hacer y que de un momento a otro me

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podían llamar para cumplir alguna tarea. Seguí trabajando. Acordamos que nos veríamos cada dos semanas, ocasiones en que platicábamos de política.”

“Después de un año de contactarme con Sócrates, un día me dijo que había un compañero que deseaba verme; me dijo que lo buscara por la iglesia de El Laborío, a las 7 de la noche. Esperá ahí, él te va a reconocer. En ese tiempo no había alumbrado público en ese lugar. Nos encontramos, nos sentamos en la grama de la plaza. Ese compañero sabía mi nombre, pero yo no sabía su nombre ni su pseudónimo. Me dijo que el Frente se estaba fortaleciendo, que se estaban organizando movimientos guerrilleros, que él sabía que yo había sido bien entrenado en Cuba y que me mantuviera dispuesto. Sólo esa vez vi a ese compañero en persona. Creo que ese compañero era José Benito Escobar porque cuando triunfó la Revolución en 1979 empecé a ver las fotos de él.”

“Recuerdo que en 1967, Sócrates me comentó cuando se tenía el plan de organizar un movimiento guerrillero en la montaña; después supe que se trataba de la acción militar de Pancasán, en las montañas de Matagalpa. Sócrates, quien era Jefe del Frente Interno en León, estuvo apoyando la organización de dicha guerrilla, como efectivamente lo describe Chuno Blandón.32 Sócrates me preguntó si yo estaba dispuesto a irme; le dije que sí, pero le aclaré mi situación de padre de familia de varios niños y sostén económico

32 J. M. Blandón. op., cit.

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único. Yo nunca he pensado en abandonar la lucha, le dije. A Sócrates le pedí que planteara a los cuadros superiores del FSLN que me sacaran a Cuba con toda mi familia para no tener obstáculos en Nicaragua. Yo lo solicité así porque si yo caía, yo sabía que mis hijos tendrían asegurada educación y salud. Sócrates me respondió que haría mi planteamiento.”

“Mientras tanto, yo inicié el convencimiento de mi esposa sobre esa posibilidad: viajar toda la familia a Cuba, poco a poco, por la vía clandestina, para vivir allá. A lo largo de ocho meses yo traté de convencer a Miriam para irnos a Cuba, hasta que un día me dijo que estaba dispuesta a viajar a la isla.”

“Le expliqué que conseguir el viaje a Cuba era difícil para los compañeros del Frente, que viajar a Cuba era casi un delito y que no sería tan fácil como agarrar un boleto para montarnos en el primer avión que saliera. Además, el que viajaba a Cuba era calificado de comunista. Ella estaba acostumbrada a oír sólo las mentiras que aquí decían de Cuba; pero yo le explicaba la verdad. Hasta me compró un radio más grande para poder escuchar Radio Habana Cuba, ambos, por la noche. Pues, Miriam estaba preparada para ir a Cuba y me dijo que ella no quería que en el futuro yo dijera que por ella no había continuado participando en la lucha.”

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El antisomocismo de Miriam

“A mi esposa Miriam yo le explicaba qué era el FSLN, en qué consistía la dictadura somocista. Ella tenía un sentimiento antisomocista porque después que Rigoberto López Pérez ajustició a Tacho Somoza García, el 21 de septiembre de 1956, en la Casa del Obrero de la ciudad de León, la guardia echó preso a dos familiares suyos: el tío, Alfonso “Ponchín” Chavarría, y el papá, Herminio Larios.”

De acuerdo a una charla de Tomás Borge Martínez, en la Facultad de Derecho de la U.N.A.N.-León, impartida en el año 2005, Herminio Larios fue de los tres reos más torturados por la G.N., en León, en 1956, después del ajusticiamiento del tirano. Chuno Blandón incluyó dentro de la lista de colaboradores de Rigoberto López Pérez a Herminio Larios,33 quien era un fabricante y comerciante de ladrillos, y uno de los antisomocistas leoneses connotados. Herminio Larios Silva y Mercedes Chavarría Padilla fueron los padres de Miriam Esperanza Chavarría.

Asimismo, Torres Lazo menciona varias veces y en diferentes páginas a Herminio Larios Silva, quien colaboró con Edwin Castro Rodríguez, endosándole un cheque de 200 córdobas; aunque Castro no le contó a Larios que López Pérez ya estaba en León para una sola cosa: ajusticiar a Somoza García.34

33 J. M. Blandón. op., cit.34 Agustín Torres Lazo. La saga de los Somoza.Historia de un magnicidio. Hispamer. 2da. ed., 2002: 385

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“Miriam era la única que le llevaba comida a su tío “Ponchín” preso; y miraba todas las injusticias que los guardias hacían a los presos. A veces, la devolvían con la comida. Miriam lo único que necesitó fue una explicación política para entender el régimen de entonces porque el antisomocismo ya lo tenía.”

“Luego vivimos en el barrio San Juan, enfrente del cine Nica, mientras yo trabajaba en Celnicsa. De esa casa salió Miriam cuando nació mi hijo Lenín en 1969; el único hijo nacido bajo la cobertura de la seguridad social, en el Hospital del Instituto de Seguridad Social, que 10 años después, con la Revolución, se llamaría Hospital Escuela “Dr. Oscar Danilo Rosales Argüello”, en honor a uno de los héroes de la guerrilla de Pancasán.”

“Cuando mi papá se fue a trabajar a la mina de Bo-nanza, yo era subcontratista y pagaba mi cuota de se-guridad social como empleador y empleado. Yo fui de los primeros trabajadores que pagaron seguridad social; en ese tiempo hasta miedo tenían los trabaja-dores de pagar su cuota mensual porque pensaban que les robarían el dinero, que era dinero perdido. Después que nació mi hijo Lenín, nos cambiamos de casa, otra vez. Nos pasamos a vivir en el barrio El Sa-grario, un vecindario más céntrico, a cuadra y media hacia el este (hacia arriba; a mano izquierda), de la entrada principal del Hospital del Seguro Social, en la calle donde está la panadería “El León Dorado”. En esa misma casa fue donde Miriam, cuatro años y medio después, murió de un infarto cardíaco, al estar dormida, en la madrugada del 10 de agosto de 1973.”

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“Miriam tenía una inteligencia natural, era muy sagaz, tenía mucha capacidad. Una tarde al regresar del trabajo me dijo que haría las gestiones para que nuestro penúltimo hijo, Vladimir, fuera cubierto por la seguridad social. El menor, Lenín, estaba totalmente cubierto de acuerdo a la ley; pero ella se preocupó por el penúltimo y lo logró. Ella era muy inteligente y usaba su inteligencia para cosas buenas. Después de su muerte, nos trasladamos a vivir al barrio San Juan, de la esquina de las fajas William, media cuadra al norte, a mano derecha. Alquilé una casa de la familia Ayestas. Tuvimos que salir de la casa donde Miriam murió por razones sentimentales y psicológicas que podían afectar a todos mis hijos.”

La muerte de Miriam

“Cuando Miriam falleció, a los 36 años, yo trabajaba con Celnicsa en La Paz Centro, en Momotombo, en el montaje de unos transformadores de pozos; yo venía a dormir a la casa en León, día de por medio. Ponchín me llevó el mensaje hasta La Paz Centro el mismo 10 de agosto; ese día yo tenía que viajar a León para dormir allá. Me dio la mala noticia claramente. Yo no creía la mala noticia que Ponchín me había dado porque hacía menos de 40 horas que yo la había dejado, viva, con vida, alegre. Delegué en el trabajador más capacitado, pedí que alguien avisara a los jefes en la oficina y salí para León.”

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“Ponchín me dijo que Miriam había estado en su casa hasta las diez de la noche; estuvimos chileando, bromeando, alegres; ella le dio una Coca-Cola a cada uno de sus hijos, de sus muchachos, porque andaban con sed y se fue tranquila para su casa.”

“Como Ponchín era su tío que la quería mucho, su esposa, doña Coco, tenía buena amistad con Miriam, y además éramos vecinos, por lo que se visitaban con alguna frecuencia. Ella me platicaba esas cosas. Entonces ella se iba con sus seis hijos varones (Harold, Yader, Luis, Malcolm, Vladimir y Lenin), a la casa de su tío Ponchín –que quedaba a casi dos cuadras de distancia, en la calle frente al costado este del hospital-, en la noche, a platicar.”

“Yo creí hasta que la miré a ella fallecida, tendida. A mí se me unió el cielo y la tierra en aquel momento. No sabía qué hacer, no sabía qué pensar ni cómo actuar. Nada. Fue un golpe duro. Yo tenía 36 años y seis hijos a mi cargo, sin madre. A la vela durante la noche llegó una cuadrilla de trabajadores con los jefes a acompañarme. Eso me dio un poco de fuerzas. Miriam era una mujer muy especial. Era dedicada a sus hijos, a sus labores como ama de casa. Tenía buenos deseos para sus hijos, como toda madre, para que fueran algo en la vida. Después de la muerte de Miriam, la compañía Celnicsa me autorizó dos meses de vacaciones con goce de sueldo para que yo me estabilizara y que mis hijos pasaran una fase de transición junto conmigo.”

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“Ya viviendo en el barrio San Juan tuve que trabajar en el proyecto de electrificación de Jalapa, Nueva Segovia. Tenía que dejar a mis hijos solos durante un mes para poder trabajar. Cada fin de mes yo miraba a mis hijos. Esos días fueron tristes. En 1976, Celnicsa me planteó un proyecto de electrificación en Matagalpa, donde laboré durante un año como segundo responsable.”

Dinamita

“En el medio donde me desenvolvía, con los trabajadores, yo siempre traté de formar conciencia en los trabajadores, tomando todas las medidas de seguridad. Luego, en 1977, me enviaron a La Gateada, Chontales, donde también era el segundo al mando. En el proyecto de La Gateada, había un supervisor de una compañía española, de apellido Calero, con el cual trabajábamos juntos en determinadas condiciones. Hicimos una buena amistad y el tema de la política siempre salía a relucir.”

“Nosotros muchas veces usábamos dinamita y un compresor para hacer las excavaciones; era un trabajo que no se podía hacer con barras de hierro. El capataz Paulino Castilla, llamado “El Guapote”, llevaba el compresor, a quien le preguntaba cuánta dinamita necesitaba para después pedirle al ingeniero (que había sido comunicador de línea de la Guardia Nacional). Se tenía que presentar un programa detallado del uso de la dinamita (ya el ambiente político del país era casi insurreccional) para que un

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guardia estuviera presente hasta el momento en que se hacía explotar la dinamita.”

“Un día estaba Calero supervisando mientras se intentaba hacer explotar una carga de dinamita. Pero Calero estaba muy nervioso y fumando demasiado. Le pregunté por qué se miraba nervioso y fumando mucho. Entonces me respondió que le tenía preocupado el guardia que no se separaba del sitio. Pero ese es su trabajo, espiarnos, le dije. Sí hombre, me dijo Calero, es que vos no sabés, cuando estemos más separados del guardia te voy a explicar. Para empezar, le señalé, yo soy sandinista, simpatizo con la lucha del Frente. ¿De verdad? me preguntó. Luego, en su jeep me explicó que necesitaban llevar dinamita con sus fulminantes eléctricos para usarla en la insurrección. El me aseguró que la preparación de los explosivos se haría en otro lugar. ¿Desde cuándo están haciendo esto? le pregunté. Es la primera vez, me replicó.”

“Por esa razón es que Calero estaba muy preocupado con la presencia del guardia. Le dije que no se preocupara que desde ese momento íbamos a trabajar los tres. ¿Pero cómo vamos a sacar la dinamita? preguntó Calero. Cuando yo salga, las veces que yo salga, yo me la llevo, le aseguré yo. El destino de la dinamita era Masaya. Posteriormente, planificamos con Paulino. A éste le dije que al terreno más frágil le tenía que poner sólo la mitad de dinamita. Así, en cada tirada economizábamos una candela.”

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“En cada viaje, Calero se llevaba en su jeep Toyota, color blanco, por lo menos 12 candelas de dinamita, cada 20 días. Hizo como cuatro viajes y esa dinamita sirvió para hacer bombas de contacto en Monimbó, Masaya. Después, sucedió el ataque guerrillero a San Carlos, Río San Juan, en octubre de 1977. La situación se puso muy delicada.”

“Mataron a Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, el 10 de enero de 1978; el Comando “Rigoberto López Pérez” del FSLN, encabezado por Edén Pastora Gómez, asaltó y tomó el Palacio Nacional, el 22 de agosto del mismo año; luego, estalló la Insurrección de Septiembre de 1978. En León estaba crítica la situación y por eso yo me llevé a mis hijos a La Gateada, Chontales, lugar donde estaba el plantel, yo estaba trabajando y había menos peligro. Pedí permiso al jefe y éste comprendió mi caso. El plantel de Celnicsa le daba pujanza económica a La Gateada, a pesar de que era un pueblo de ganaderos y agricultores.”

Pintas del FSLN en el plantel

“El plantel de Celnicsa estaba a un kilómetro antes de llegar a La Gateada. Una mañana, después de estar durante una semana con mis hijos en La Gateada, me mostraron que habían aparecido pintas de las siglas del FSLN en las garruchas o cubiertas de los grandes rollos de cables del plantel.”

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“Y cada día aparecían más pintas. El jefe me llamó la atención y me dijo: mirá Fisher, esos tus chavalos me van a comprometer a mí; mirá, mirá como me tienen todo el plantel con pintas. Sólo así llegaron las pintas del FSLN a ese lugar, al plantel. Mis hijos, unos niños, las llevaron. Los trabajadores miraban las pintas porque en el plantel se reunían todos los trabajadores. Antes de eso no hubo pintas porque el somocismo controlaba toda esa zona.”

Huelga en Celnicsa. El poeta celador

“Después ocurrió una huelga de los trabajadores del plantel de Celnicsa en La Gateada, en la que mi hijo menor, Lenín, fue correo de los trabajadores y junto con Amado Caballero, llamado el poeta celador, se fue caminando hasta el propio pueblo de La Gateada, para poner telegramas a las radios y periódicos sobre la huelga.”

“Amado Caballero le dictó el contenido del telegrama a mi hijo Lenín para que este se lo leyera al telegrafista. Amado Caballero no sabía leer ni escribir y le dictaba poemas a Lenín para que mi hijo los escribiera. Mi hijo, con el primer semestre de tercer grado de primaria aprobado, era su secretario. El poeta celador fue asesinado por la G.N.”

“Yo nunca estuve inactivo. De esas otras formas participé en la lucha contra la dictadura somocista. Un día tuve que traer a mis hijos de regreso al Pacífico; primero a Managua, luego a León. Me vine con

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mis hijos en el jeep de Calero; traíamos además, 16 candelas de dinamita. Los fulminantes y la dinamita iban separados y cubiertos por las mochilas. Había muchos puestos de la G.N., revisando los vehículos en los diferentes municipios. Calero tenía buena labia y le daba cigarros o cinco pesos a los guardias. Pero lo más crítico fue la entrada a Managua.”

“El objetivo era que no nos obligaran a bajarnos; les enseñábamos el carnet de la empresa donde trabajábamos; les explicábamos que traíamos a varios chavalos (mis hijos). ¡Cuántos sustos pasamos ese día! Debíamos tener bien puestos los pies sobre la tierra para no caer desmayados. Logramos pasar la dinamita.”

“Calero nos dejó por La Subasta, en la carretera norte, porque el quería regresarse, evitar Managua e irse por la carretera de Tipitapa hacia Masaya. Tomé un taxi para ir a la parada de buses de León. Esa fue de las últimas colaboraciones que hice para la causa del FSLN antes del triunfo revolucionario. Aunque yo siempre que tenía oportunidad de aclararle a alguien por qué y para qué era esa lucha, lo hacía.”

Ultima vez capturado

“En abril de 1979 la guardia me capturó por última vez; estuve preso durante 10 días en la terriblemente célebre cárcel “La 21” de León. Un oreja de la G.N., me acusó de tener armas. Llegaron como a las tres de la tarde a la casa donde vivíamos, en El Pochote, San

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Felipe. Entraron violentamente, registraron, catearon todo. Me llevaron en un jeep Toyota, color azul. A mis hijos Malcolm, Vladimir y Lenin los pusieron de espalda a la pared frontal de la casa, los interrogaron y un guardia le preguntó varias veces a su jefe que si les daban agua a los chavalos. El oficial le respondió que no. En esa ocasión, en honor a la verdad, los guardias no me torturaron. Yo deduzco que no estaba fichado por la G.N., en León. Si hubieran sabido mis antecedentes, ¡quién sabe!”

Ofensiva final

“Yo estaba trabajando todavía en La Gateada, cuando estalló la Ofensiva Final de junio-julio de 1979. Me costó llegar a Managua. En La Gateada, tuvimos que cerrar el plantel, asegurar bodegas, arreglar detalles. Muchos retenes había en la carretera. Llegamos en la noche a Managua.”

“En el plantel de Celnicsa en Managua ya no había nadie. Los dueños ya se habían ido. Era un ambiente de guerra. Estuve dos días en Managua y no hallaba qué hacer. Se oían los combates en Managua. Empecé a pensar como salir de Managua hacia León. Hice dos intentos. Por los rieles del ferrocarril, porque las carreteras estaban ocupadas por la G.N., pude llegar hasta Mateare; tuve que dormir en unos charrales porque nadie me conocía. La G.N., patrullaba y esperé un momento adecuado para salir.”

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“Nadie buscaba como ir a León. Pasé una semana más en el plantel de Celnicsa. Un amigo me sugirió que me fuera por la Mina La India; me dijo que esa ruta era peligrosa porque me encontraría con los sandinistas y la guardia. Le dije: con los sandinistas no hay ningún problema, la cuestión es lograr pasar a la guardia.”

“Un comerciante de Sébaco pensaba viajar a su lugar; le pedí raid y le expliqué que quería viajar a León a ver a mis hijos. Me respondió que al amanecer intentaría. Veamos hasta donde llegamos, todo va por nuestra cuenta y riesgo. No importa, le dije. La guardia anda nerviosa, dijo. Pasamos los puestos de Tipitapa y San Francisco del Carnicero. En Puertas Viejas, el pelotón de la G.N., no quería dejarnos pasar y nos tuvimos que regresar a Managua donde llegamos casi sin gasolina. Así que, pasé toda la Ofensiva Final en el plantel de Celnicsa en el barrio La Primavera. Comía donde una señora que siempre nos cuidó a los trabajadores.”

“En La Primavera la gente se organizó para apoyar a los guerrilleros sandinistas con café, azúcar, etc.; además de zanjear las calles para evitar el paso de los vehículos de la G.N. Se escuchaban los disparos, los combates, a cierta distancia. De pronto ya no se escuchaban, me imagino que eso coincidió con El Repliegue.”

“Esa acción táctica a nosotros no nos involucró porque estábamos al norte y la gente del Repliegue vivía en los barrios orientales. Yo regresé a León hasta

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una semana después del triunfo de la Revolución, el 19 de julio de 1979. En ese momento ya estaban saliendo algunos vehículos hacia León. Pedí raid a una camioneta y me fui a León.”

La Revolución triunfante

“Después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, Germán Gaitán, compañero ya fallecido, que en ese momento trabajaba en el Ministerio del Interior con el Comandante de la Revolución Tomás Borge Martínez, me dijo que la revisión de los expedientes y declaraciones tomadas por los agentes de la seguridad somocista a los presos políticos, revelaba que yo había declarado bien, es decir, sin delatar a nadie.”

Defendiendo la Revolución.Reservista voluntario: Batallón 40-14

“Me integré voluntariamente al Batallón de Reserva 40-14 de la ciudad de León. Después de unos pocos días de entrenamiento nos mandaron a Ocotal, Nueva Segovia, donde estuvimos en una base militar durante una semana, entrenando más. Posteriormente, nos enviaron a Mozonte a pocos kilómetros de Ocotal. El resto del batallón fue dispersado por San Fernando, Ciudad Antigua, etc. De esos municipios salíamos a operar.”

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“Yo era del primer pelotón de la primera compañía. Esta compañía estuvo operando en el sector de Ocotal, Río Coco abajo, donde existe un bolsón de montañas que te permiten salir hacia Ciudad Antigua, Santa Clara, Jalapa, Susucayán, Palacagüina, Telpaneca y San Juan de Río Coco, que eran sectores donde la contrarrevolución, “la contra”, se desplazaba. En ese sector combatimos por varios días; estuvimos un mes metidos ahí, combatiendo a la contra. El terreno era difícil porque son serranías, nada es parejo; subís y subís. Desalojamos a la contra de ese sector. Nos ayudó la artillería.” “Nos desmovilizaron del norte y regresamos a nuestras casas. Al poco tiempo me movilicé otra vez hacia Las Segovias, en el Batallón 40-14. Estuvimos en Santa Clara y Jalapa. La ofensiva de la contra se había neutralizado y nuestra actividad era sobre todo patrullaje para no dejar penetrar a la contra. Cumplimos la misión y nos regresamos.”

“En 1983-1984, movilizado voluntariamente en el Batallón de Reserva 40-14, yo conocí a Carlos Fonseca Terán, quien era un joven de 17 años, el hijo de Carlos Fonseca Amador. De tal forma que tuve la oportunidad de luchar junto al Comandante en Jefe de la Revolución Sandinista y luego a la par de su hijo, Carlitos. Cuando me tocó fundar la primera escuela político-militar dentro de Nicaragua localizada en Casa Colorada, El Crucero, impulsada por el Movimiento Nueva Nicaragua (antecesor inmediato del FSLN), yo estaba bajo las órdenes de Carlos Fonseca Amador.”

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“Platiqué varias veces con Carlitos en el Batallón de Reserva 40-14; yo le platiqué algunas cosas del Frente. Luego él pudo confirmarlas con Tomás Borge, José “Che” Reyes Monterrey y otras personas. Yo le tengo un gran aprecio a Carlitos y él siente lo mismo hacia mí. Es una amistad sincera, sin precio, que no necesita palabras para ser descrita. Es como una amistad de padre e hijo. Una amistad que comenzó con su papá, siempre dentro de la misma lucha, en etapas diferentes de la lucha; pero siempre dentro del mismo Frente Sandinista. El se parece bastante a su padre.”

Reservista voluntario: Batallón “Paz Cubas”

“Trabajé en INE (Instituto Nicaragüense de Energía). En 1985, en esa institución se formó un batallón que llevaba el nombre de un compañero caído cuyos apellidos eran Paz Cubas. Una compañía de trabajadores de cada una de las instituciones siguientes: INE, Telcor, Seguro Social y Ministerio de Salud, conformaron el batallón. Desde Managua salimos para Bluefields.”

“En la base militar de Bluefields, cercana a la pista aérea nos dieron un entrenamiento intensivo, de lucha irregular, durante 45 días. Resguardábamos a la base militar y salíamos a operar al río Escondido y sus afluentes (Caño Negro, Kukra Hill, entre otros). Participamos en el operativo para liberar al diputado Ray Hooker y una compañera militante sandinista. En este batallón también me tocó pertenecer al primer

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pelotón de la primera compañía. Nos mandaron a los del primer pelotón en helicóptero y al resto de la tropa la enviaron en barco. Fuimos a Bilwaskarma, cerca de la desembocadura del río Grande de Matagalpa. Hicimos un desembarco aéreo-transportado, saltamos desde el helicóptero en el aire, con todos nuestros equipos y dotaciones de tiros. Así aseguramos el lugar que era habitado por indígenas antes conocidos como Sumos, ahora llamados Mayangnas. Cerca de ahí está la barra de La Cruz de Río Grande. Cuando estaba toda la compañía, bajamos en bote y fuimos hasta donde estaba un barco.”

“A las cinco de la tarde nos embarcamos para salir del río Grande de Matagalpa a la barra de la Cruz de Río Grande. Este sector es violento, el barco se estremecía. Luego el barco giró hacia la derecha, hacia Tasbaponi; el barco nos dejó a 200 metros de la playa. Nos tiramos al agua, desembarcamos, nadamos, había algunas zonas profundas y peligrosas, pero teníamos que asegurar la playa. Cuando llegamos a ésta, nos sentíamos cansados. En algunos lugares se puede ver a la vez el mar y la Laguna de Perlas, que es una laguna grandísima. Por estos lugares acostumbraba pasar la contra. Era territorio enemigo. Aseguramos la defensa. Descansamos una hora porque estábamos agotados. A las seis de la tarde, comenzamos a caminar; caminamos como cinco horas sobre la playa, buscando Tasbaponi. Dormimos cerca de una quebrada que venía de la laguna.”

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“Nadie pudo dormir tranquilo por el zancudero. A las cinco de la mañana comenzamos a caminar otra vez. Había cocales que daba gusto, cocos de color verde o amarillo. Unas palmeras eran bajas y tenían cocos verdes que los cortábamos fácilmente con nuestras manos; el agua de coco era el agua que tomábamos. Llegamos a Tasbaponi a las cinco de la tarde, era un caserío miskito. Un maestro nos recibió. Pero la mayoría de la gente nos miraba con desprecio. Desde ahí salíamos a operar en lancha sobre la Laguna de Perlas y sobre la playa. No encontramos nada. Hicimos trabajo político con la gente del poblado; después, todos eran amigos nuestros; pero no podíamos confiarnos porque sabíamos que los hombres de las mujeres del poblado eran de la contra. Como a los dos meses, nos trasladaron a la base militar. Una semana después, la contra soltó a Ray Hooker.”

“Los miskitos conservan sus tradiciones comunitarias; viven de la pesca; los hombres salen a poner las mallas o redes y duermen allá donde están pescando; a las 6 ó 7 de la mañana regresan y empieza a sonar la campana de la iglesia morava. Todo el pueblo sale a recibir a los pescadores. Y la comunidad se reparte el producto de la pesca, independientemente de la calidad buena o mala de la pesca.”

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Combatiendo a la contra de ARDE (dirigida por Edén Pastora G.)

“Descansamos un mes en la base militar de Bluefields. Entre el Rama y Bluefields operaba ARDE (Alianza Revolucionaria Democrática), que era el frente sur de la contrarrevolución, dirigida por Edén Pastora Gómez. Unos años atrás, Tomás Borge Martínez le había preguntado a Pastora, en un acto público en Masaya, ¿por cuánto venderías tu carnet Edén? Los contrarrevolucionarios acostumbraban atacar a los barcos y lanchas desde la ribera de los ríos, sin importar que sólo civiles fueran transportados en dichos barcos. Hacían así, ataques terroristas a los pasajeros de la navegación fluvial. Eso era terrorismo. Entonces, a la primera compañía nos mandaron a operar en esa zona.”

“Llegamos a El Rama. En el sitio de El Banco, río abajo de El Rama, estaba posicionada la contra (ARDE) y nosotros teníamos que tomar ese lugar y volverlo nuestra base para operar hacia el río Kama (afluente del río Escondido). Combatimos contra ARDE durante una hora y los desalojamos. Tomamos el lugar, había como cinco casas, establecimos la base y desde ahí salíamos a operar. Se calmaron los ataques a las embarcaciones civiles, incluyendo al barco expreso de Bluefields, porque nosotros sacamos de esa zona a ARDE.”

“En esos lugares caminábamos en swampos, pantanales o humedales. El agua y el lodo te llegaba a las rodillas o a la cintura. Además, que vive

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lloviendo. No dormís con tu ropa seca, no te podías secar los pies y untarte talco; a veces no te lavabas los dientes por tres días al andar operando. Estabas en territorio enemigo, dominado por los contras. Nos desmovilizaron a Managua tras seis meses de andar persiguiendo a la contra. Esa fue mi última movilización en la defensa armada de la Revolución.”

Levantando la producción de café

“Meses después, en 1986, participé en otra movilización, esta vez, para levantar la producción, cortando café en el norte del país. Los sindicatos de la Unión Nacional de Empleados (UNE) conformaron el batallón de la producción. Se formaron dos pelotones de INE. Fuimos al departamento de Jinotega, armados, a la hacienda Castillo Negro, cerca de San José de Bocay, que era territorio de nadie.”

“Cortamos café en una cooperativa formada por familiares de contras; nos recibieron como enemigos. Nuestro trabajo era político y militar. El primer día del viaje dormimos en Jinotega y el segundo día llegamos al lugar a las cuatro de la tarde. De Asturias para adentro era más peligroso, había mayor peligro de emboscadas.”

“Castillo Negro era una finca grande. Se dividió el batallón para establecer la defensa, ocupamos algunas casas desocupadas. Al día siguiente, fuimos a cortar café. Nos mandaban a los lugares más lejos y sucios, llenos de monte, varios kilómetros de distancia de

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la hacienda que lucía casi abandonada. Cortábamos desde las siete de la mañana, nos llevaban el almuerzo y salíamos a las cinco de la tarde. Se registraba el café cortado y te pagaban lo cortado. Llevábamos personal sanitario, la atención en salud brindada a los campesinos permitió que nos acercáramos un poco más a ellos.”

“A los campesinos los dejaban cerca de la hacienda, en los mejores cafetales. Estos campesinos eran familiares entre ellos y tenían familiares en la contra que se habían ido voluntariamente o secuestrados. En esta hacienda estuvimos tres meses durante la temporada cafetalera de los años 1986-1987. Durante la Revolución, a pesar de la guerra, nunca se dejó de sacar la producción de café.”

“Al mes y medio, los campesinos iban junto con nosotros a cortar en el mismo cafetal. Así comenzaron las pláticas, el trabajo político. Cuando los campesinos vieron que éramos gente tranquila, alegre, que ni siquiera les hablábamos o preguntábamos sobre la contrarrevolución, empezaron a tener confianza. También les ayudábamos en el beneficio del café donde se trabajaba de noche.”

Benjamín Linder

“En una ocasión hasta se hizo una fiestecita. Ahí conocimos a Benjamín Linder, el cooperante estadounidense que ayudaba en la construcción de pequeñas represas hidroeléctricas y que la contra

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asesinó. Linder durmió en Castillo Negro por la noche y al día siguiente presentó algunos números de payasos a los niños, con una bicicleta pequeña, haciendo malabares; los niños pasaron alegres esa mañana. Y nosotros entramos a los cafetales bastante tarde, como a las 10 de la mañana.”

“Ya para la repela de café en Castillo Negro los campesinos de la cooperativa, familiares de la contra, eran muy buenos con nosotros. Cuando nos desmovilizaron, los campesinos de la cooperativa nos ofrecieron una fiesta; mataron una res y varias gallinas; compraron guaro. Todos nos reunimos, bailaron con los muchachos del batallón. Sin embargo, nosotros siempre manteníamos la vigilancia.”

“Los campesinos nos contaron algunas cosas. La contra les exigía demasiado a ellos cuando llegaba a esos caseríos y se llevaban a la fuerza a los jóvenes. A las familias que quedaban los amenazaban o sentenciaban. Los contrarrevolucionarios les hablaban mal de nosotros los sandinistas y del gobierno; les decían que éramos comunistas, que no creíamos en Dios; que si andaban escapularios los sandinistas los matarían; que si tenían niños, Daniel se los quitaría para almacenarlos porque los tenía que enviar a Cuba donde Fidel vivía de la sangre de los chavalos; en Cuba mataban a los chavalos, les sacaban la sangre y se la daban a Fidel, les decían los contrarrevolucionarios a los campesinos. La contra les infundía miedo a los campesinos; obligaba a la gente a ser contra. Les decían que no había iglesias abiertas en Nicaragua.”

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“El último día en Castillo Negro, a las ocho de la mañana llegaron los camiones a traernos. Nos despedimos. Las viejitas y algunas muchachas lloraron.”

“El presidente y el secretario de la cooperativa se despidieron de los miembros del batallón de producción con abrazos. El presidente de la cooperativa con palabras sencillas dijo a manera de despedida que él, la cooperativa y los miembros de la directiva de la cooperativa irían donde Daniel Ortega a pedirle que al año siguiente mandaran otra vez a ese mismo batallón de producción. Entonces, la respuesta de los trabajadores que estábamos en los camiones fue: ¡volveremos! ¡regresaremos! Los campesinos estaban encantados con nosotros.”

Mi dolor de padre y madre

“En cuanto a los sentimientos y el sufrimiento de las madres y padres por sus hijos puedo decir que yo comprendía a las madres que tenían sus hijos en el Servicio Militar Patriótico; pero éste era una forma de defendernos de la agresión gringa representada por la contrarrevolución. Como padre con hijos defendiendo la Revolución, de diferentes formas y en distintos momentos, sufría el miedo de que uno o varios de mis hijos muriera, que no regresara, que resultara herido o lisiado.”

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“Tuve muchas noches de insomnio, de preocupación. Yo entendía el dolor de las madres. Yo era padre y madre a la vez. La guerra lo exigía así; no podíamos echar pie atrás. Pero uno también es humano. Vos podés ser revolucionario, pero sos humano. Tenés familiares, hijos; sufrís, aunque quizás sufrís menos que alguien que es políticamente más débil.”

“En un fin de año llegué a la casa desmovilizado y no estaba ninguno de mis hijos; todos estaban movilizados. Yo pasé solo, desmovilizado en la casa. Así era en esa época de defensa de la Revolución, si no era el papá, eran los hijos los movilizados. Siempre había un desajuste, siempre alguien faltaba. Estábamos movilizados en la defensa militar, o en cortes de café o algodón.”

Mis hijos: un héroe; presos, torturados, heridos

“Nuestra familia, mis hijos, sintieron en carne propia el sufrimiento de la guerra. Harold, el mayor, fue herido en la nariz, durante un combate con la G.N., en el barrio La Providencia, el 10 de septiembre, durante la insurrección de 1978, en León. Después, trabajó muy de cerca con Carlos Manuel Jarquín, uno de los Héroes de Veracruz, en la organización de la guerrilla urbana. El 21 de enero de 1979 fue capturado en El Pochote y torturado en “La 21”; luego, tuvo que irse al exilio, a Costa Rica, para regresar combatiendo en las filas del Frente Sur, donde perteneció a la columna “Comandante Julio Buitrago Urroz”, cuyo jefe era Harold Martínez, el antiguo miembro del FRS.”

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“Durante la Ofensiva Final, en el Frente Sur, una noche en que Harold sufría de fiebre intensa, causada por la herida de un clavo sarroso al descargar un furgón de armas, antes de dormirse, un señor bastante mayor le dijo que probablemente al día siguiente llegaría el Comandante “Cero”, Edén Pastora. Harold le respondió que le gustaría conocer al Comandante Cero porque su papá le había hablado mucho de él ya que eran amigos.”

“Entonces, el señor bastante mayor se levantó de su hamaca, encendió la lámpara de kerosene y le iluminó la cara en el mismo momento en que le preguntaba: ¿Y quién es tu papá, muchacho?...Harold le respondió: Luis Fisher. Entonces, el señor bastante mayor, se tiró una carcajada de alegría y sus ojos se pusieron llorosos al decirle que él conocía a Luis Fisher porque habían sido compañeros de lucha en el FRS en los años 60 y habían estado en Cuba, después de lo cual le dijo su nombre: Leónidas Rodríguez.”

“La muerte de Yader, el segundo en el orden, el 14 de enero de 1979, fue otro golpe duro; murió un día después de haber sido herido en la región occipital, al cubrir la retirada de sus compañeros, ejecutando una acción de recuperación económica, en el barrio San Juan, en León. Yader había combatido en la Insurrección de Septiembre de 1978; fue miembro de la escuadra de guerrilleros urbanos de El Pochote, San Felipe, con la que participó en varios hostigamientos a la G.N.”

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“Luis, el tercero, fue capturado tres veces por la G.N., y torturado en dos ocasiones, cuando era un adolescente, en 1978 y 1979; él fue testigo del asesinato de su amigo, Ramón Larios, joven de 15 años, combatiente guerrillero, el 20 de abril de 1979, en el barrio El Pochote, de León. Después de eso, tuvo que exiliarse en Costa Rica donde apoyó la lucha dentro del comité de solidaridad.”

“Malcolm, el cuarto, fue herido por una granada de M-79 en un combate con la contrarrevolución, en Kiawe, cerca del río Prinzapolka, Región Autónoma del Atlántico Norte, en septiembre de 1984; múltiples charneles le hirieron el tórax, abdomen y extremidades superiores. Cuando supe que Malcolm estaba herido me imaginaba que estaba muerto.”

1990: neoliberalismo

“Después vinieron las elecciones de febrero de 1990 que ganó la derecha pro-yanqui. El FSLN perdió el poder, pasó a la oposición. Iniciaron los gobierno neo-liberales privatizadores y corruptos a desmantelar la Revolución en todo sentido. Tuve la oportunidad de dirigir en el terreno la construcción de la torre de transmisión del canal 4 de televisión, que era propiedad del Frente Sandinista. Me jubilé. He votado por el FSLN en las elecciones presidenciales de 1984, 1990, 1996, 2001 y 2006; también he votado por el Frente en las diferentes elecciones municipales. Me he mantenido dentro del voto duro del sandinismo; el voto ideológico; voto de convicción.”

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“La muerte de mi papá, viviendo él en Estados Unidos, fue algo desagradable, doloroso. No lo miré. Lloré por mi papá. Luego, la muerte de mi hermana Jenny (mi chinita, como yo le decía), que tanto la quería yo. Después, la muerte de mi mamá, María Lidia. Cuando murieron mi papá y mi mamá yo no tomé ni un trago de licor.”

“El alcoholismo es una etapa superada por mí. Actualmente tengo 12 años de sobriedad. El grupo de alcohólicos anónimos me ha ayudado mucho. El daño que en diferentes momentos me causó el licor a mi vida, a mi familia, a mis hijos, en mi trabajo, etc., ha sido totalmente superado.”

“Al repasar toda esa historia de esfuerzo y lucha de mi familia y de mi país, todos podemos sentir una recompensa; Yader puede estar tranquilo: el FSLN volvió al poder otra vez, desde el 10 de enero de 2007, por la vía electoral. Ahora falta mantener el poder y mantenerlo bien para lograr transformar el país, poco a poco, como parte del avance de la izquierda latinoamericana antineoliberal y anticapitalista, que desde América del Sur ha alcanzado a Centroamérica.”

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Epílogo

La mañana del día viernes 23 de julio de 2010, en el Paraninfo de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (U.N.A.N.), de León –la más antigua universidad de Nicaragua-, el Comandante de la Revolución Tomás Borge Martínez recibió personalmente un más que merecido reconocimiento: el Doctorado Honoris Causa del Alma Mater de la ciudad metropolitana.

Borge Martínez, fundador sobreviviente del Frente Sandinista de Liberación Nacional, en su discurso de agradecimiento preguntó por el compañero Luis Fisher y después de comprobar su presencia en el aula magna universitaria, se refirió a él por varios minutos y le hizo un reconocimiento público como co-fundador del F.S.L.N., algo no acostumbrado y que causó cierto asombro.

El comandante Borge, actual embajador de Nicaragua en Perú, criticó el hecho de que Luis Fisher estaba desatendido, con una baja pensión por jubilación. Además, Borge Martínez señaló que Fisher conocía la historia de fundación del Frente Sandinista y que era necesario comenzar a rescatar la verdadera historia de tal hecho.

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Por la tarde del Día Nacional de los Estudiantes, en el Teatro Municipal “José de la Cruz Mena” el mismo Borge Martínez, Vice-Secretario del F.S.L.N., ante cuadros políticos partidarios y gubernamentales, y destacados militantes sandinistas, acotó que, León además de tener buenos, muy buenos y exageradamente buenos poetas, tenía también a personajes importantes en la historia del F.S.L.N., entre ellos, Luis Fisher, uno de sus co-fundadores, quien no se encontraba presente en dicha actividad.

Y describió, el autor de “La paciente impaciencia”, que Luis Fisher fue testigo de la formación del F.S.L.N., que había estado enmontañado antes de su fundación, que había estado con Carlos Fonseca Amador y con él durante momentos difíciles, que era un hombre sin pretensiones de poder, que combatió a la contrarrevolución formando parte de los batallones de reserva de León a la par de Carlos Fonseca Terán y que ha permanecido fiel al F.S.L.N.

Borge Martínez -dueño de una amena y metafórica prosa y quizá el mejor orador de los últimos 35 años en Nicaragua-, sugirió a las autoridades municipales y partidarias de León rescatar el testimonio con información histórica que Luis Fisher podía brindar.

51 años después de la masacre estudiantil del 23 de julio de 1959, hecho que lo llevó a integrarse a la guerrilla revolucionaria, Luis Fisher, recibió públicamente un reconocimiento moral, durante la entrega de un Doctorado Honoris Causa a un Comandante de la Revolución Sandinista y en dos de los lugares más emblemáticos en la historia de la ciencia y la cultura de Nicaragua.

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Bibliografía y referencias

1. BENADIBA, Laura. Historia oral, relatos y memorias. Maipue. Buenos Aires. 2007: 143

2. BLANDON, Jesús Miguel. Entre Sandino y Fonseca. 2da. ed., Segovia. Managua, Nicaragua. 2008. 710

3. BORGE MARTINEZ, Tomás. La paciente impaciencia. 4ta. ed., Vanguardia. Managua, Nicaragua. 1990. 589

4. CENTENO ROJAS, Sandra. Propuesta para un estudio regional de Nicaragua a partir del análisis general de sus estructuras económicas y sociales contemporáneas (1893-1979). Universidad Central de Las Villas. Cuba. 1988. Tesis de Maestría en Historia de Nicaragua.

5. DEPEP, FSLN. Un pueblo alumbra su historia. Managua, Nicaragua. 1981

6. FISHER, Lenin. La revolución antineoliberal. Editronic. Managua, Nicaragua. 2009. 287

7. FISHER, Lenin. Antisistémico. Universitaria. León, Nicaragua. 2006. 202

8. ORTEGA SAAVEDRA, Humberto. La epopeya de la insurrección. Lea. Tibás, Costa Rica. 2004. 510

9. REYES MONTERREY, José. Apuntamientos básicos para el estudio de la historia general de Nicaragua. Universitaria. León, Nicaragua. 1989. 218

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10. ROMERO ARRECHAVALA, Jilma. Consideraciones socioeconómicas acerca del desarrollo regional de Nicaragua (Siglo XVI-1893). Universidad Central de Las Villas. Cuba. 1988. Tesis de Maestría en Historia de Nicaragua.

11. TORREZ LAZO, Agustín. La saga de los Somoza: historia de un magnicidio. 2da. ed., Hispamer. 2002. 471

12. Voces recobradas. Gobierno de Buenos Aires, Argentina. Dic. 2008. Año 12; No. 26

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Otras publicaciones del editor

1. Diagnóstico de trauma craneoencefálico por tomografía y resonancia. Unipres. Guatemala. 1999

2. Antisistémico. Universitaria. León, Nicaragua. 2006

3. La revolución antineoliberal. Editronic. Managua, Nicaragua. 2009

4. Historia de la radiología en Nicaragua: la senda de la luz invisible. Universitaria. Managua, Nicaragua. 2010

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Luis Fisher Pérez en 1956, a los 20 años de edad, cuando vivía y trabajaba en la capital Managua.

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Miembros del Frente Revolucionario Sandino (FRS) prisioneros en una base militar del ejército hondureño, bajo resguardo del primer batallón de infantería, en el aeropuerto de Toncontín, Tegucigalpa, Honduras; después de ser capturados en El Capire. De pie y en el orden acostumbrado, de izquierda a derecha: Luciano Vílchez, Bayardo Altamirano, Victoriano Vílchez, Pedro Pablo Ríos, Edén Pastora Gómez, Modesto Duarte, John Rigsbee (periodista de EE.UU.), Alejandro Martínez Sáenz y Francisco Castillo Martínez. Sentados, de izquierda a derecha: Luis Fisher, un familiar visitante, Daniel García (“Wiwilí”), Francisco “Chico” Toribio, dos familiares visitantes, Leónidas Rodríguez, Renán Montero (internacionalista cubano) y Ramón Altamirano (padre de Bayardo Altamirano).

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Luis Fisher en su casa de habitación (León, 23-5-2010).

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Luis Fisher a los 74 años de edad, jubilado, en su casa, donde se realizó la entrevista, y su hijo Lenin

(10-4-2010).

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