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Libro: Caminos Reales de Colombia, Directores del proyecto: Pilar Moreno de Án-gel, Jorge Orlando Melo González. Editor Académico: Mariano IUseche Losada

ISBN 958-9129-34-X, OP Gráficas Ltda .. pg. 276, Puente de bejucos. Grabado deRiou. Tomado de America Pintoresca tomo 3, 1884. Edición facsimilar de Carvajaly Cía. 1980-1982. Biblioteca particular de Pilar Moreno de Ángel).

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CAPíTULO 3

Civilización como domesticación del paisaje:Cundinamarca y Valle del Cauca

lA HISTORIA DEL ÉXITO: DE lA SABANA DE BOGOTÁ AlRío MAGDALENA

A pesar del discurso liberal progresista y de los intentos civilizadoMres de los proyectos dominantes de la segunda parte del siglo XIX, latransformación del paisaje nacional fue más simbólica que material. Elarquetipo por excelencia de tal situación es precisamente la regiónamazónica colombiana, esas "dilatadas soledades" del Caquetá. Esto noquiere decir que en la época no ocurrió ninguna transformación materialdel paisaje. El ejemplo más conocidoy divulgado de tal cambio fue la famo-sa colonización antioqueña. Menos celebrada en la literatura, aunque nomenos importante, es la transformación de la vertiente de Cundinamarcaque se vuelca hacia el río Magdalena. Mientras que la colonizaciónantioqueña, con la expansión de la economía cafetera, domesticó la franjalocalizada entre los dos mil y los mil metros de altura en la CordilleraCentral de los Andes colombianos, la transformación de la tierra calientecundinamarquesa incluye la zona templada así como la zona caliente ensentido estricto (por debajo de los mil metros de altura) de la CordilleraOriental. La articulación al mercado mundial durante la segunda parte delsigloXIXimplicó una integración y organización de la verticalidad andinabajo la hegemonía de los intereses dominantes de los pobladores de la tie-rra fría.

A diferencia de la región amazónica, las guerras de independencia noprodujeron una desconexión drástica entre la tierra fría de la sabana deBogotá con las tierras calientes de la vertiente que conduce al río Magdale-na. Esta conexión era fuerte desde tiempos coloniales, de un lado, debido aque era el paso obligado por el que debía transitar la administración impe-rial española para arribar a la capital del virreinato; de otro, era también el

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tránsito entre Santa Fe, Popayán y Quito cruzando las regiones ganaderasde la tierra caliente del Tolima Grande que abastecía el mercado de Bogotáy otros pueblos de la populosa sabana (Yepes,2001, p. 141).

La pendiente que conduce de la sabana hacia el río Magdalena es muyinclinada. Medardo Rivas la describe comoun "descenso tan vertical que alpie mismo de la entrada se ve el camino que hay que recorrer, y a lo lejosse divisa, dominándolo, un vasto y hermoso horizonte iluminado por el solde la tierra caliente (sic)" (Rivas, 1893, p. 7). Desde tiempos precolombinoslos intercambios comerciales eran frecuentes. La sal fue un producto quela fría sabana intercambió por algodón con los habitantes de tierra calien-te. Pero el oro también lo traían de tierra caliente y los orfebres de lasabana lo trabajaban exquisitamente. Con la llegada de los europeos, elintercambio de sal y miel de caña de azúcar fue permanente entre la tierrafría y la caliente. Contamos con la memoria de Medardo Rivas quien nosnarra cómo desde la segunda parte del siglo XIX, los intercambios comer-ciales regionales se intensificaron. La verdad es que también el flujo deproductos de importación y exportación se acrecentó transformando, debi-do a este doble movimiento, el paisaje de la vertiente cundinamarquesa.Ello fue un logro, según Rivas, de "los titanes que abatieron las selvasprimitivas que cubrían esas regiones hasta hace pocos años; los que lleva-ron allí el cultivo, la riqueza y la civilización" (p. 8). Pero antes de detener-nos en detalles de esta domesticación del paisaje, vale la pena recordar quedentro de la empresa de reconocimiento y observación corográfica, estaregión fue también descrita a mediados del siglo, en sus primeros periplos,por el coronel Codazzi.

En su viaje por el estado de Cundinamarca Codazzi nos describe el paísde las "comarcas sometidas ya al dominio de la civilización, y la otra parteque aún se mantiene en el estado de salvajismo de los tiempos primitivos"(Codazzi, s.f., folio 39). La parte civilizada comprende tanto la sabana deBogotá y la vertiente que desciende al Magdalena, comoel Tolima Grandeque incluye los actuales departamentos de Tolima y Huila. La parte "salva-je" cubre los llanos orientales, en particular lo que hoy conocemos comolos departamentos de Meta y de Vichada. Comoen el resto de su narrativacorográfica, Codazzi describe tanto la geografía física como la humana.

No se trata de describir aquí la sabana de Bogotá, intensamente trans-formada por la agricultura precolombina, sino la zona de selva altoandina yde bosque húmedo tropical que desde los tres mil metros cae hasta el ríoMagdalena en los 458 metros sobre el nivel del mar (Codazzi, s.f., folio 16).Los viajeros del siglo XIX encontraban a la sabana de Bogotá como unhermoso paisaje que semejaba algunas regiones de Europa. Desde la se-gunda parte de este siglo esta semejanza se incrementó debido a la intro-ducción del pasto de origen africano kikuyo para acondicionar razas de

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ganado europeo tales como el normando, hereford, durham y posterior-mente holstein desde 1859 a 1875 (Yepes,2001, p. 148). También se intro-dujeron pinos y los australianos eucaliptos -que acompañaron y luegosustituyeron a robles, cedros y nogales-, de rápido crecimiento en el trópi-co y que a la vez sirvieron para despejar los humedales que se convertíanen gigantescos lodazales en épocas de invierno y hacían casi intransitablebuena parte de la sabana. Esa es la apariencia que tomó esta tierra hastacasi la década de los setenta, y que todavía conservan en su memoria loshabitantes del altiplano, época en que fue significativamente modificadapor una acelerada urbanización de las zonas rurales de Bogotá y los muni-cipios sabaneros.

Este texto se concentra en la sección del texto de Codazzi que enlaza ala sabana con la vertiente que cae al río Magdalena, es decir, aquella parteque expresa la integración vertical de ecosistemas andinos, dejando de ladola zona "salvaje". ¿Cómo nos describe Codazzi esa relación fundamentalentre tierra fría y caliente? Como la influencia desde "el centro de la civili-zación (que) reside en esas mismas alturas y de ellas recibe el valle delMagdalena su impulso industrial" (Codazzi, s.f., folio2). Ese impulso estabaorientado a la exportación que es el tema en el que se ha concentrado lahistoriografía económica. Pero la relación es de doble vuelta. La tierracaliente recibe productos de la tierra fría, sobre todo hortalizas, pero latierra fría recibe también muchos productos de tierra caliente. Quizás laexpresión condensada de tal integración vertical de doble sentido se obser-va en el abigarrado y multicolor mercado principal de Bogotá. Dice Codazzi:"En el mercado se encuentra todo lo que la tierra fría, templada y calientepuede producir en clase de granos, verduras y frutas" (folio89). Por ejem-plo, en materia de frutas dice:

Así es que junto a las fresas que fructifican silvestres en los cerrosaltos, se hallan los guineos y el plátano de tierra caliente, las cere-zas, duraznos y manzanas, al lado de las piñas, mangos y melones,los pepinos de tierra fría y caliente, la parcha badea, las granadas ygranadillas con la treja de chila, moras y curubas, los higos de tierrafría y caliente, las ciruelas, guavitas y tunas, nísperos, mameyes,zapotes y anones; las uchuvas, las uvas caimaronas, y de anís, con lapomarrosa, uva de parra y papayas; la nuez, arrayanes y mortiño conel coco, guanábanas y chirimoyas; las naranjas, cidras, limones ylimas con dátiles, granates, caimito y aguacates, pan de palo,cachipai, higos, higuillos, madroño, y tomate arbóreo; mararay, gua-yabos, hícaro, sandías, pitahaya, mamones, tamarindo y guamas devarias clases (Codazzi, s.f., folio 89).

La zona tropical es definida astronómicamente como esa franja com-prendida entre las líneas que demarcan los trópicos de Cáncer y de Capri-cornio. También, con una percepción más directa, el trópico es

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superficialmente identificado por sus altas temperaturas. En realidad eltrópico andino no se puede reducir a ser descrito como un lugar de altastemperaturas y sin invierno (Hallé, 1999). Más bien, en particular en elestado de Cundinamarca y varios de los demás estados de la república, setrata de un "territorio tan accidentado, que en él se notan todas las presio-nes atmosféricas desde los hielos eternos hasta los calores del senegal",como afirma Codazzi (s.f., folio 2). Aunque la relación entre presiones at-mosféricas y climas variados sea inadecuadamente expresada por el coro-nel-geógrafo, la idea es esa: el trópico andino se caracteriza por unaimpresionante variación climática en un territorio pequeño. En el descen-so de la Boca del Monte, en las afueras de la sabana pasando por Tena -laprimera zona en la que se percibía la tierra caliente-, transitando por unsendero trazado por indígenas, le sorprendían "al viajero del interior lasmatas de plátano, los árboles de guayaba y los naranjos cubiertos de azaha-res y de frutas", nos dice Rivas (1946, p. 13). Para quienes vivieron suinfancia en Bogotá, quizás no haya recuerdo más vívidoque -además de uncambio de temperatura a un pocomás de media hora de Bogotá- cuando sedesciendede la sabana, la tierra caliente, antes que medirse en losaltímetros,se siente en el cuerpo y se percibe por los aromas de las flores.

Los "titanes" que llevaron la civilización no se contentaron con esesendero indígena. Por ejemplo, para abrir el camino hacia La Mesa, alseñor Lino Mesa se le concedió la utilización de presidiarios quienes bajosu dirección no sólo abatieron los grandes árboles bajo "los golpes del ha-cha civilizadora" (Rivas, 1946, p. 10), sino que ayudaron a reventar conpólvora enormes piedras que se interponían en el camino. "Cuanto existíadesde el principio del mundo: la montaña abrupta, la selva sombría, losárboles gigantescos", todo fue despejado (p. 11).

La tumba de la montaña era sólo el comienzo de un proceso de trans-formación del paisaje. Rivas nos describe el caso de unos antioqueños habi-lidosos en el desmonte que vinieron a esta vertiente cundinamarquesa.Ellos "empezaron la tala y devoraban la montaña como por encanto. Losgigantescos cumulaes, los guayacanes y hobos se doblaban a su paso y caíandejando una amplia huella y un ancho vacío de un lado al otro de la monta-ña. A los tres meses el bosque íntegro había desaparecido, a los seis mesesse recogían mil cargas de maíz, al año estaba formado el potrero de Lurápara cebar quinientas reses" (Rivas, 1946,p. 11).Esa es la descripción resu-mida del proceso de potrerización del paisaje colombianoque en lo sustan-cial no ha cambiado hasta el día de hoy. El dinamismo comercial volvió eldesmonte mismo un verdadero negocio.Rivas nos describe el caso de Anto-nio Toledoy Cuervo, natural de tierra caliente de Tocaima, quien "abatiómás montaña que todos los otros plantadores juntos; y apenas abría unaparte del bosque, provocaba compradores, vendía y se iba a otra" (p. 19).

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Parte esencial de este proceso de praderización implicó la introducción depastos tropicales traídos de otros confines, en particular el pasto guinea ypará, que acompañaron y sustituyeron al gramalote nativo (p. 32-36).

La historiografía económica colombiana ha mostrado hasta la saciedadel proceso de auge y caída de ciertos productos de exportación que, sinduda, fueron un motor de la transformación que se describe en este texto.Con la abolición del monopolio del tabaco, los bogotanos se dieron a latarea de sembrarlo y exportarlo. Otros productos alternativos se exporta-ron con mayor o menor éxito cuando el tabaco decayó a mediados de 1870.Se ensayó entonces con añil, caña de azúcar y finalmente con café, que fueel arbusto responsable de la estabilización de la economía exportadora delpaís que consolidó el mercado interno nacional.

La apropiación material de la tierra caliente desde la segunda parte delsigloXIXfue precedida y acompañada por el proceso de división de resguar-dos y las composiciones de tierras que tuvieron lugar tempranamente des-de fines del siglo XVIII; también por la expulsión de jesuitas con laconsiguiente pérdida de sus haciendas en la segunda parte del mismo siglo;posteriormente, después de la Independencia, por la abolición de los mayo-razgos, y desde las reformas liberales de mediados de siglo XIX por la mo-vilidad de la tierra generada en las reformas de bienes de manos muertas,y la abolición de los resguardos. Rivas dice: "los resguardos de indígenaseran tan extensos, que su división dio trabajo por muchos años a los agri-mensores" (Rivas, 1946, p. 34). Es así como se debe entender la norma demediados de 1870 que reconoce derechos sobre las tierras a los poseedoresque las explotan. Catherine Legrand (1988, 1980) la presenta como unanorma a favor del campesinado que ya a mediados de los años veinte seenfrentó a los que ella llama empresarios territoriales. En cambio, se po-dría pensar comouna norma que dio lugar a la conformación de empresa-rios territoriales de tierra caliente, en parte, a costa de las propiedadescolectivas indígenas. El libro de Rivas citado profusamente en este texto sellama Trabajadores de tierra caliente, pero la gran sorpresa de su lecturaes que en realidad no habla de campesinos o trabajadores rasos, como aprimera vista se pudiera pensar sino, en primer lugar, de esos empresariosque descendieron de las tierras frías a domesticar la tierra caliente y aponerla al servicio de la civilización.

El proceso de domesticación de las zonas calientes implicó, por lo regu-lar, una lucha a muerte contra las enfermedades tropicales. Buena partede las riberas del Magdalena se consideraban malsanas, siendo zonas sel-váticas y llenas de enfermedades tropicales comomalaria o paludismo, fie-bre amarilla, dengue, entre otras. En este sentido, el prejuicio eurocentristacoincide con la percepción del habitante de tierra fría sobre que el trópicoes malsano, fuente de enfermedades y obstáculo a la civilización. Pero las

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visiones criollas son, en realidad, más complejas cuando se revisa el pano-rama de la tierra caliente tal comose desprende del texto de Rivas. Muchasde las regiones descritas son zonas reconocidas como lugares en donde los"paramunos" de las tierras altas pueden ir a recuperar la salud. Anapoima,por ejemplo, con una temperatura promedio de 25 grados centígrados en elaño es "un lugar admirable para temperar; y allí ocurren en busca de saludo de alivio los enfermos de la capital y de otros lugares fríos; así es comolasociedad se está constantemente renovando, y puede asegurarse que mu-chos deben a este temperamento la vida y la salud de que disfrutan" (Rivas,1946, p. 50, 51). Los paramunos van a "veranear", que es una palabrarecurrente mente utilizada por ellos. No hay que creer que la salud sólo seencuentra en la zona entre los mil y dos mil metros en la que está ubicadaAnapoima. Rivas también cuenta de aquellos que van hasta Tocaima, rela-tivamente cerca del río Magdalena, por debajo de los mil metros, a recupe-rar la salud (p. 121).

Aunque la relación entre la tierra fría y la tierra caliente es de doblevía, se percibe un dejo de superioridad de los bogotanos sobre la gentecalentana, que Rivas nos describe como el proceso a través del cual losbogotanos llevan las industrias al río Magdalena. Desde aquella época exis-te el dicho de "descrestar calentanos", que es algo así como impresionar ala gente de tierra caliente que no conoce los avances de la civilización queestaría supuestamente afincada en tierra fría. Literalmente Rivas dice: "ami juicio, la raza existente a orillas del Magdalena tiende a desaparecerporque es muy débil, porque sin tener los hábitos de los salvajes que losvigorizan y les dan fuerza para luchar contra los elementos de la naturale-za, son, como ellos, abandonados e indolentes" (Rivas, 1946, p. 213).

Aunque hoy en día vemos el bosque húmedo tropical amazónico comoun espacio privilegiado por la biodiversidad, es probable que la biodiversidadproveniente de la verticalidad que une a las tierras altas andinas con losvalles de los ríos Cauca y Magdalena haya sido comparable y, en ocasiones,superior. Ésta es otra razón para no simplificar el trópico comoun espaciosin invierno y con altas temperaturas. La mencionada verticalidad es unasucesión de ecosistemas variados. Eso lo sabían los colombianos y por ellose enorgullecían y lo enseñaban desde la primaria en las clases de geogra-fía. No pasó en vano la Expedición Botánica de fines del siglo XVIII o laestrecha relación epistolar de nuestros próceres, el mismo Simón Bolívarcon el barón Alexander van Humboldt. Rivas describe esta biodiversidadsin saber que un siglo después sería llamada universalmente de esa mane-ra. En su lenguaje cuasiliterario la designa como una "infinita confusión"en donde en "un extremo de la casa está la huerta, y uno se pasea debajo delos inmensos mangos cuyas frutas tapizan el suelo; o se sienta al pie de laspalmas de cuescos y de cocoque airosas se levantan. Allí en infinita confu-

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sión hay naranjos, chirimoyos, papayos, pamplemusas y todos los árbolesfrutales que se producen en tierra caliente y todos cargados o llenos deflores" (Rivas, 1946, p. 58).

El proceso de domesticación del paisaje por parte de los habitantes detierras frías fue descrito en algunos casos con metáforas análogas para laregión amazónica del Caquetá, tales como soledades y desiertos. Una con-clusión provisional a que se puede llegar es que estas metáforas tienden apresentar el sentimiento de viajeros y aventureros, así como cultivadoresque han tomado la decisión de apartarse, así sea transitoriamente, de lospoblados fundados por españoles en la Colonia para hacer sus fincas, yexpresan el alejamiento de esos lugares de socialización de donde prove-nían. Por ello, Los trabajadores de tierra caliente también está plagado deestas expresiones. En la descripción de las zonas aledañas del río Magdale-na Rivas, en tono romántico, habla de la "majestad, la belleza imponente yla admiración que despierta este templo suntuoso del desierto selvático"(Rivas, 1946, p. 205). En un rodeo de su descripción de la domesticación dela tierra caliente, y contra toda evidencia, rememorando la conquista espa-ñola habla de la fundación por Gonzalo Jiménez de Quesada "de un reinocivilizado en medio de los desiertos y de las soledades" (p. 230). Tan contra-dictorio es este tipo de afirmaciones que es capaz de sentenciar sin pudorque el proceso de fundación de Bogotá implicó una "ceremonia imponente,en medio de las soledades del Nuevo Mundo y en presencia de un millón deindios" (p. 251).

La articulación al mercado mundial generó una movilización demográ-fica y social. Aparecieron nuevas formas de acumular capital y los bogota-nos que quisieron montar empresa y tuvieron éxito prosperaronaventurando por fuera de la sociedad burocrática bogotana. La civilizaciónen esta vertiente cundinamarquesa fue una verdadera domesticación delpaisaje. Ello implicó construir caminos que tuvieron un gran impulso des-de 1850. Los ferrocarriles, en cambio, tardaron más en llegar. El de lasabana primero conectó a Bogotá con Facatativa, pero sólo se terminó en1889. En 1884 se empezó a construir el de Girardot, en las orillas del ríoMagdalena, pero sólo hasta 1925 se logró terminar el que conectó aFacatativá conPuerto Salgar (Carrizosa, 2001, p. 200), que a su vez aligera-ría el transporte de mercancías y personas desde Bogotá hasta el río Mag-dalena, ruta que sirvió de conexiónconel puerto exportador de Barranquillacerca del mar Caribe. Por ello, el movimiento exportador de las industriasde la tierra caliente dominadas por Bogotá se hizo durante este periodo através de la construcción de caminos y, poco a poco, el ferrocarril comple-mentaría esta ruta de comunicación que no sólo implicaba el avance haciala tierra caliente, sino la exportación de productos tropicales. La domesti-cación de la tierra caliente cundinamarquesa es un ejemplo específico de

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transformación material del paisaje, aunque muy localizado en una región.El caso del Valle del Cauca es diferente.

Una promesa del futuro: el Valle del Cauca y la salida aBuenaventura

La fiebre de la tierra caliente dio lugar a la colonización antioqueña; alproceso de domesticación de la vertiente cundinamarquesa que baja alMagdalena desde la sabana de Bogotá; a los intentos de conquista y civiliza-ción fracasada de la región amazónica de los ríos Putumayo y Caquetá, asícomo de otras regiones del país. Distinto fue el caso del Valle del Cauca ensu conexión con el mercado internacional. Y es diferente dado que el Valledel Cauca es una región ubicada en los mil metros de altura, y en esesentido es "tierra caliente". También diverge porque, a diferencia de latierra fría del altiplano cundiboyacense (donde queda ubicada la sabana deBogotá), fue poblado por esclavos africanos traídos durante el siglo XVII yXVIII (Mosquera et aL, 2002). Por esta razón no sería certero hablar de unproceso de civilización de los pobladores de tierra fría a la tierra calientecomo en la vertiente de Cundinamarca.

Además, el Valle es distinto a la región de Cundinamarca ya que suubicación geográfica, entre otros factores, limitó o suspendió por un tiem-po su transformación y prosperidad económica. Mientras no se construye-ron los caminos, las carreteras y el tren hacia la costa pacífica; mientras laeconomía cafetera afincada en la Cordillera Central no se consolidó, y si-multáneamente no se estableció la conexión entre el Valle y Bogotá por elpaso del Quindío, el Valle del Cauca fue sólo un lugar de los más bellos yfértiles de Colombia, casi encerrado en sí mismo. Siendo Cali la ciudad másimportante de esta región "es no sólo una de las ciudades mejor situadas ymás pintorescas de la Nueva Granada, sino también una de las más anti-guas, excepto a las de Panamá, Santa Marta y Cartagena", dijo Codazzi ensu reporte sobre la provincia de Buenaventura que hacía parte del estadodel Cauca al que pertenecía Cali (Codazzi, 2002, p. 135).Con una tempera-tura media de 22,6 grados, con máximas de 30 y mínimas de 18 (p. 151),prometía un futuro próspero.

El Valle del Cauca! está separado del valle del Magdalena por la formi-dable Cordillera Central, con alturas de más de cinco mil metros y, porello, también está desconectado de la sabana de Bogotá. A su vez, aunquerelativamente cercano a la costa pacífica -hoy en día el viaje de Cali alpuerto de Buenaventura toma dos horas-, está separado del mar por laCordillera Occidental y por las magníficas selvas del Chocóbiogeográfico.

Aquí usamos Valle del Cauca para referirnos a la región que se convirtió en departamento en1908, y usamos valle del (auca, en sentido genérico, para el valle del río (auca

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El recorrido de Cali a Buenaventura se hacía, según un viajero en 1823, enseis días, tres a lomo de mula en ascenso y otros tres descendiendo por elrío Dagua en canoa (Mollien, 1824, p. 294). Por su parte, en la época, el ríoCauca no conectaba el conjunto del estado sino que en cierta forma lo sepa-raba (Barona, en Codazzi, 2002, p. 46).

Por ejemplo, Cali y Palmira -que son ciudades vecinas y hoy en díaestán unidas por una carretera de sólo treinta minutos- pertenecían a pro-vincias distintas, la primera a la de Buenaventura y la segunda a la dePopayán, por la sencilla razón de que estaban localizadas en las dos bandasdel río. La banda occidental no se inundaba extensa o frecuentemente,pero la otra banda sí (Barona, en Codazzi,2002,p. 46).Codazzinos cuenta que

de la provinciadeBuenaventura originalmentehacían parte loscan-tones de Cali, Raposoy Roldanillo.No obstante que para 1855estaprovinciacontaba en su parte llana conlas mejoreshaciendas y unrelativoactivocomercio,se encontraba aislada de Panamá, delValledel Tolimay del centro de la República,porque la calidad de suscaminos,en todas las direccionesen que la mirada se podía desple-gar, era despreciable,principalmenteen losperiodosde lluvias. (...)

La mayor parte de los ríos debían ser vadeados, a pie o a caballo, o secruzaban por puentes de troncos o de guadua, muchos de los cuales sóloeran cruzados por el jinete mientras las bestias nadaban a través de lacorriente (Barona et al., en Codazzi, 2002, p. 36, 46).

Isaac Holton describe el paso entre Cali y Palmira en 1853 diciendo que"Entre este lugar y el río se encuentra el peor de los caminos del mundo,en cuanto a barro se refiere. La distancia entre Palmira y Cali es de diecio-cho o diecinueve millas, pero es difícil que haya un caballo capaz derecorrerla en un día" (Holton, 1981, p. 136).Algunos analistas se sorpren-dían de que no hubiera vías carreteables entre Cali y Buenaventura, queera la salida de la región al océano Pacífico, o entre Cartago y el río Magda-lena, que era la salida exportadora al mar Caribe, misma que usaban loscundinamarqueses, tolimenses, antioqueños o santandereanos. El "trans-porte se realizaba a espalda de cargueros humanos y en peligrosas canoas"(Barona, en Codazzi, 2002, p. 47). "Sólohasta 1866 hubo posibilidad de tran-sitar por el camino de herradura entre Cali y el bajo río Dagua", de tránsitoa Buenaventura (Eder, 1981, p. 136). El trazo de Codazzi para conectar aCali con Buenaventura a través de La Cumbre y el Dagua fue usado para laconstrucción del ferrocarril que se terminó en 1915 (Barona, en Codazzi,2002, p. 47). Había un tráfico relativamente restringido por el río Caucadado el costo de los fletes, ya que había que cruzar hasta Buenaventura porel Dagua que es el segundo río del departamento en importancia (Codazzi,2002, p. 138). "En el Dagua se navega por canoas largas y estrechas que losnegros conducen con mucha destreza, salvando los peligros de la impetuo-sa corriente que se precipita por entre rocas y remolinos" (p. 138).

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Un obstáculo importante para la domesticación paisaje fueron los asíllamados climas malsanos. Los climas tropicales gozaron de esa mala repu-tación en parte por el prejuicio europeo difundido por todo el siglo XIX, ypoco controvertido hasta que no fue inaugurado el canal de Panamá en1915. Hasta que los estadounidenses no terminaron el Canal de Panamáno fue tan claro que se podía sortear el obstáculo del clima tropical. Es deesperar que el clima cálido pueda ser malsano para los habitantes de losclimas templados o fríos del planeta o para los habitantes de clima fríoandino, así como el clima frío puede ser terriblemente malsano para loshabitantes de climas tropicales calientes. Los climas fríos, comoen el casode la sabana de Bogotá, tenían la reputación de ser sanos en contraste conlos cálidos considerados malsanos. En cierta forma, el Valle era una regiónsimilar a las calientes de vertiente ya descritas para el casocundinamarqués,de clima más bien sano. Tanto en el caso de Cundinamarca comoen el delValle, la figura es más compleja y lo era para Codazzi quien dividía a laprovincia de Buenaventura2 en dos secciones: "La de la parte sana y habita-da y la de la enfermiza casi desierta. En aquella abundan las gramíneaspara pasto de ganados, en éstas las selvas para el abrigo de las fieras"(Codazzi, 2002, p. 140). La primera es la de los pastos y el cultivo que esdonde queda Cali, y en la segunda queda Buenaventura. La humedad esta-ba asociada al supuesto carácter enfermizo del clima, y "en Buenaventurallueve, al menos, trescientos días al año" (Crist, 1952, 58).

El coronel geógrafo italiano compartía la teoría ambiental higienistaque predominaba en el siglo XIX para explicar el carácter malsano del cli-ma que era, según ellos, la fuente de las enfermedades. Por ello añade quela parte sana del Valle, en las riberas del río Cauca en donde se formancuerpos de agua y ciénagas, también es una zona malsana. Dice: "Las plan-tas que se encuentran en estas aguas estancadas, contribuyen a descompo-nerlas despidiendo estas materias miasmas insalubres que se alzan a laatmósfera y producen las calenturas tercianas de que se ven atacadas cons-tantemente las gentes de aquellos lugares cenagosos o las que están bajola influencia de los vientos que pasan por los puntos infectados" (Codazzi,2002, p. 143). Esas "miasmas insalubres" serían las culpables del paludis-mo, y no el mosquito anofeles, ya que en aquella época no distinguíanentre el medio y el vector.

En aquella época el Valle dependía administrativamente del Cauca,quizás el estado más importante de la república durante el sigloXIX.Dete-nerse en la relación entre Cali y Palmira de un lado, y Cali y Buenaventurade otro, sirve para descifrar algunos elementos importantes de 10 que llegó

Hay que distinguir entre la provincia de Buenaventura, que en el siglo XIX pertenecía al Cauca,de la ciudad de Buenaventura. Tanto Buenaventura como Cali correspondían a la provincia deBuenaventura, no asi Palmira que pertenecía a Popayán.

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CIVILIZACiÓN COMO DOMESTICACiÓN DEL PAISAJE CUNDINAMARCA y VALLE DEL CAUCA 75

El recorrido de Cali a Buenaventura se hacía, según un viajero en 1823, enseis días, tres a lomo de mula en ascenso y otros tres descendiendo por elrío Dagua en canoa (Mollien, 1824, p. 294). Por su parte, en la época, el ríoCauca no conectaba el conjunto del estado sino que en cierta forma lo sepa-raba (Barona, en Codazzi, 2002, p. 46).

Por ejemplo, Cali y Palmira -que son ciudades vecinas y hoy en díaestán unidas por una carretera de sólo treinta minutos- pertenecían a pro-vincias distintas, la primera a la de Buenaventura y la segunda a la dePopayán, por la sencilla razón de que estaban localizadas en las dos bandasdel río. La banda occidental no se inundaba extensa o frecuentemente,pero la otra banda sí (Harona, en Codazzi,2002,p. 46).Codazzinos cuenta que

de la provinciadeBuenaventura originalmentehacían parte loscan-tones de Cali, Raposoy Roldanillo.No obstante que para 1855estaprovinciacontaba en su parte llana con las mejoreshaciendas y unrelativoactivocomercio,se encontrabaaislada de Panamá, delValledel Tolimay del centro de la República,porque la calidad de suscaminos,en todas las direccionesen que la mirada se podía desple-gar, era despreciable,principalmenteen los periodosde lluvias. (...)

La mayor parte de los ríos debían ser vadeados, a pie o a caballo, o secruzaban por puentes de troncos o de guadua, muchos de los cuales sóloeran cruzados por el jinete mientras las bestias nadaban a través de lacorriente (Barona et aL, en Codazzi, 2002, p. 36,46).

Isaac Holton describe el paso entre Cali y Palmira en 1853 diciendo que"Entre este lugar y el río se encuentra el peor de los caminos del mundo,en cuanto a barro se refiere. La distancia entre Palmira y Cali es de diecio-cho o diecinueve millas, pero es difícil que haya un caballo capaz derecorrerla en un día" (Holton, 1981, p. 136). Algunos analistas se sorpren-dían de que no hubiera vías carreteables entre Cali y Buenaventura, queera la salida de la región al océano Pacífico, o entre Cartago y el río Magda-lena, que era la salida exportadora al mar Caribe, misma que usaban loscundinamarqueses, tolimenses, antioqueños o santandereanos. El "trans-porte se realizaba a espalda de cargueros humanos y en peligrosas canoas"(Barona, en Codazzi, 2002, p. 47). "Sólohasta 1866hubo posibilidad de tran-sitar por el camino de herradura entre Cali y el bajo río Dagua", de tránsitoa Buenaventura CEder,1981, p. 136). El trazo de Codazzi para conectar aCali con Buenaventura a través de La Cumbre y el Dagua fue usado para laconstrucción del ferrocarril que se terminó en 1915 (Barona, en Codazzi,2002, p. 47). Había un tráfico relativamente restringido por el río Caucadado el costo de los fletes, ya que había que cruzar hasta Buenaventura porel Dagua que es el segundo río del departamento en importancia (Codazzi,2002, p. 138). "En el Dagua se navega por canoas largas y estrechas que losnegros conducen con mucha destreza, salvando los peligros de la impetuo-sa corriente que se precipita por entre rocas y remolinos" (p. 138).

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Un obstáculo importante para la domesticación paisaje fueron los asíllamados climas malsanos. Los climas tropicales gozaron de esa mala repu-tación en parte por el prejuicio europeo difundido por todo el siglo XIX,ypoco controvertido hasta que no fue inaugurado el canal de Panamá en1915. Hasta que los estadounidenses no terminaron el Canal de Panamáno fue tan claro que se podía sortear el obstáculo del clima tropical. Es deesperar que el clima cálido pueda ser malsano para los habitantes de losclimas templados o fríos del planeta o para los habitantes de clima fríoandino, así como el clima frío puede ser terriblemente malsano para loshabitantes de climas tropicales calientes. Los climas fríos, comoen el casode la sabana de Bogotá, tenían la reputación de ser sanos en contraste conlos cálidos considerados malsanos. En cierta forma, el Valle era una regiónsimilar a las calientes de vertiente ya descritas para el casocundinamarqués,de clima más bien sano. Tanto en el caso de Cundinamarca comoen el delValle, la figura es más compleja y lo era para Codazzi quien dividía a laprovincia de Buenaventura2 en dos secciones:"La de la parte sana y habita-da y la de la enfermiza casi desierta. En aquella abundan las gramíneaspara pasto de ganados, en éstas las selvas para el abrigo de las fieras"(Codazzi, 2002, p. 140). La primera es la de los pastos y el cultivo que esdonde queda Cali, yen la segunda queda Buenaventura. La humedad esta-ba asociada al supuesto carácter enfermizo del clima, y "en Buenaventurallueve, al menos, trescientos días al año" (Crist, 1952, 58).

El coronel geógrafo italiano compartía la teoría ambiental higienistaque predominaba en el siglo XIXpara explicar el carácter malsano del cli-ma que era, según ellos, la fuente de las enfermedades. Por ello añade quela parte sana del Valle, en las riberas del río Cauca en donde se formancuerpos de agua y ciénagas, también es una zona malsana. Dice:"Las plan-tas que se encuentran en estas aguas estancadas, contribuyen a descompo-nerlas despidiendo estas materias miasmas insalubres que se alzan a laatmósfera y producen las calenturas tercianas de que se ven atacadas cons-tantemente las gentes de aquellos lugares cenagosos o las que están bajola influencia de los vientos que pasan por los puntos infectados" (Codazzi,2002, p. 143).Esas "miasmas insalubres" serían las culpables del paludis-mo, y no el mosquito anofeles, ya que en aquella época no distinguíanentre el medio y el vector.

En aquella época el Valle dependía administrativamente del Cauca,quizás el estado más importante de la república durante el sigloXIX.Dete-nerse en la relación entre Cali y Palmira de un lado, y Cali y Buenaventurade otro, sirve para descifrar algunos elementos importantes de lo que llegó

Hay que distinguir entre la provincia de Buenaventura, que en el siglo XIX pertenecía al Cauca,de la ciudad de Buenaventura. Tanto Buenaventura como Cali correspondían a la provincia deBuenaventura, no así Palmira que pertenecía a Popayán.

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a convertirse, a comienzos del siglo XX, en el departamento del Valle delCauca. Cali tenía una posición estratégica en el valle pero también era lapuerta hacia Buenaventura. Codazzi cuenta que "en 1826, el puerto de laBuenaventura ha sido declarado puerto franco. Por él afluyen actualmentelas abundantes y excelentes quinas de las cordilleras de Popayán, y poreste punto llegan las mercancías europeas que anteriormente venían porel Magdalena y por la vía de Neiva y Guanacas a Popayán" (Codazzi, 2002,p.136).

Codazzi contrastaba el Valle del Cauca con la región de bosque húmedotropical que descendía de la Cordillera Occidental hacia el océano Pacíficoy llegaba al puerto de Buenaventura. En el Valle "predomina la razacaucásica y la negra", pero no la aborigen que está en esta zona casi desti-nada a desaparecer (Codazzi, 2002, p. 140).En cambio, la negra es predomi-nante en la zona de selva donde "el clima de todo el cantón en la partehabitada es cálido, húmedo y malsano", dice Codazzi (p. 156).

La dificultad para civilizar el paisaje no dependía solamente de las en-fermedades o del clima malsano. La verdad es que los obstáculos geográfi-cos también eran formidables, y los analistas han señalado los factores queexplican el retraso en la construcción de vías mostrando la pobreza de losfiscos regionales y la oposición de fuerzas sociales asociadas al transporte,comerciantes, cargueros y bogas, dueños de mulas y embarcaciones (Baronaet al., citado en Codazzi, 2002, p. 47).Aunque había resistencias al mejora-miento de las vías de comunicación, también había fuerzas sociales y algu-nas inversiones que intentaron remontar las dificultades, así comoimportantes empresarios tales comoSantiago (James) Eder, el cubano Fran-cisco Javier Cisneros (Horna, 1970), Jesús Sarmiento (Rojas, 1983, p. 83),Julián Trujillo, Carlos Simmonds (p. 93) o Hernando Caicedo (p. 99) queintentaron cambiar el rumbo económico del Valle.

Santiago Eder, por ejemplo, nació en la frontera entre Rusia y Alema-nia pero antes de los veinte años migró a Estados Unidos y se enroló en elprograma de derecho en Harvard. Rápidamente obtuvo su título y despuésde hacer unos negociosen California decidió acompañar a su hermano quientenía una empresa de importaciones y exportaciones en Panamá. Al cabode un breve lapso obtuvo las credenciales como cónsul de Estados Unidosen Buenaventura, y desde 1856 desempeñó este cargo al que sumó poste-riormente el de cónsul de Chile en la misma ciudad y más tarde en Palmira.A comienzos de la década de los sesenta del siglo XIX, en un viaje rápido alValle, se hizo amigo del lugareño y hacendado Pío Rengifo con quien com-pró al padre de Jorge Isaacs las haciendas La Manuelita y El Paraíso enPalmira, que era una ciudad de fundación reciente. Codazzi dice sobrePalmira que "en 1794 no se mencionaba ni como aldea en la Guía delVirreinato de Santa Fe de Bogotá. Debe su incremento a la fertilidad de sus

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tierras para la cría y para la agricultura, y sobre todo a las plantaciones detabaco"(Codazzi,2002, p. 188).Estas alianzas entre colombianosy migrantesextranjeros eran relativamente frecuentes debido a que las guerras civilesentre liberales y conservadores fácilmente podían conducir a procesos deconfiscación del bando derrotado en las guerras. La sociedad con un ex-tranjero de una nación poderosa era una especie de seguro para los bienesde propietarios colombianos.

Después de la muerte de Rengifo, Eder fue incrementando sus propie-dades; se desempeñó como interventor de la carretera y del ferrocarril aBuenaventura y, en asocio con otros inversionistas del Valle y de Bogotá,invirtió con Cisneros en una compañía de navegación de vapor por el ríoCauca que, en no mucho tiempo, fracasó. Eder no participó en política perosí se rodeó de algunos políticos importantes, quizás el más amigo y queridofue el mismo general Reyes que desde su regreso del Caquetá en 1885participó en primera fila en la política partidista. Aunque Palmira fue fa-mosa por su producción tabacalera de exportación durante el siglo XIX,Eder ensayó otros productos como café, caña de azúcar y cacao (Rojas,1983, p. 19). No obstante, a principios del sigloXXse decidió por la produc-ción azucarera, invirtiendo un importante capital en maquinaria que fueimportada de Estados Unidos y traída a través del río Dagua por bogasnegros y subida por los despeñaderos de la Cordillera Occidental, episodiosobre el cual se conserva material fotográfico. La tecnificación le permitiórefundar el más exitoso y duradero emporio azucarero conocido como elIngenio Manuelita. Desde entonces cambió la hacienda tradicional que, sibien regularmente contó con varios cultivos, siempre los combinó con ga-nado (p. 52-53; Crist, 1952, p. 12), y paulatinamente trasformó el paisajedel Valle en un monocultivo de caña de azúcar.

Nos detenemos en Eder sólo como un ejemplo de empresarios destaca-dos que en cierta forma controvierten la tesis de Paul MacGreevy sobreque el fracaso económico de Colombia durante el siglo XIX se debió a lafalta de cultura e iniciativa empresarial. La explicación del fracaso econó-mico de los abanderados de la Nueva Historia:) fue más bien el argumentomarxista que propone que las atrasadas relaciones sociales que dominaronel campo colombiano fueron las responsables del exigüo desarrollo capita-lista. Otros escritores y ensayistas colombianos argumentaron que las difi-cultades geográficas, en parte, y las guerras civiles fueron los obstáculosmás grandes para el débil desarrollo económicocolombiano.Así, Eder atri-buía a las guerras civiles y los conflictos internos los fracasos para arraigarel progreso en el país y por ello elogiaba a Rafael Reyes como presidente

Corriente historiográfica que introdujo explicaciones económicas y sociales en la historia deColombia dominada por los análisis políticos tradicionales, y que rechazó también el determinismogeográfico y ambiental de importantes pensadores y políticos colombianos.

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(Eder, 1981, p. 170). Frank Safford reforzó el planteamiento geográfico,pero como su texto fue presentado en el contexto del surgimiento de laNueva Historia de los años sesenta, su posición fue desestimada (Tirado,1971,p. 21). Hoy en día el argumento de las dificultades geográficas encajabien en las explicaciones ambientales, evitando los determinismos y sindesestimar otras hipótesis complementarias como las anteriores, bajo lacondición de que estas dificultades ambientales sean colocadas en un con-texto doble del desarrollo tecnológicoy otros factores como el insuficientedesarrollo de los medios de comunicación y transporte. La geografía por sísola no explica nada, sino en su relación con las empresas humanas que seadaptan, la transforman o se inventan mecanismos para sortear las dificul-tades. A su vez, la explicación ambiental se complementa con la reflexióndel profesor Raimond Crist sobre el Valle del Cauca, quien ya en la era deldesarrollo, en 1952, decía: "Los países tropicales, a pesar de las creenciasde los deterministas ambientales, están probando cada día que el éxitoagrícola depende ampliamente del acceso a los mercados" (Crist, 1952, p.58).

Codazzi vislumbraba el esplendor futuro de Cali:

Por su situación casi central en los valles del Cauca y Patía, así comopor estar en la puerta que la naturaleza ha formado rebajando lacordillera para facilitar la ruta al Pacífico; parece destinada estaciudad a ser la escala del comercio de las provincias del Cauca yPopayán. Cuando se abra una ruta carretera, fácil de hacerse, la cualtendría 25 leguas para llegar al mejor puerto de la costa del Pacífico,la riqueza agrícola se desarrollará con vigor en todo el fértil valle delCauca, produciendo para el consumo exterior en grande escala, en-tonces Cali será el emporio del comercio en el sur de la república,cambiando totalmente la faz del valle ... (Codazzi, 2002, p. 141).

Para Cali, Palmira y el resto del Valle la conexión con Buenaventurafue la clave para romper su aislamiento y proyectarse como región másallá de sus propios confines. No obstante, los habitantes del Valle no estu-vieron interesados en la domesticación del territorio que desde la divisoriade aguas de la Cordillera Occidental conducía a Buenaventura. Las dosregiones diferenciadas por Codazzi, la malsana y deshabitada, de un lado, yla sana y cultivada, del otro, son el espacio en que se desarrolla el dramaromántico de la novela María de Jorge Isaacs, publicada en 1867, que tienecomo escenario principal la hacienda El Paraíso, la misma que junto conManuelita son las que acabaría adquiriendo Eder del padre de Jorge Isaacs.Siendo María un lacrimoso romance con final trágico, no por ello deja deser la más importante novela romántica colombiana del siglo XIXy una delas mayores de América Latina. Como romance, el amor de una parejaconstituye su tema central pero el escenario es destacado hasta tal puntoque es reiterativo en la descripción del paisaje, sobre todo de la zona rural

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de Palmira y sus alrededores. Se trata de un paisaje domesticado, de unjardín, en contraste con la selva del Pacífico. Por ejemplo, a su regreso deBogotá donde había sido enviado a estudiar en su infancia Efraín describesu nativo valle: "cruzaba planicies de verdes gramales, regadas por riachueloscuyo paso me obstruían hermosas vacadas" (lsaacs, 1989, p. 10). Y luegoempieza a describir la hacienda: "En mi ausencia, mi padre había mejoradosus propiedades notablemente: una costosa y bella fábrica de azúcar, mu-chas fanegadas de caña para abastecerla, extensas dehesas con ganado va-cunoy caballar, buenos cebaderosy una lujosa casa dehabitación, constituíanlo más notable de sus haciendas de tierra caliente" (p. 17). Y la casa tenía"un huertecillo donde el perejil, la manzanilla, el poleo y las albahacasmezclaban sus aromas" (p. 28).

En vez del infierno verde de Rivera en la Amazonia, Isaacs nos habladel valle, conmovidopor el triste destino de una María enferma y condena-da a morir joven, como"una naturaleza sollozante" (lsaacs, 1989, p. 40). 0,en un momento de ensoñación por el amor de María nos dice: "La natura-leza es la más amorosa de las madres cuando el dolor se ha adueñado denuestra alma; y si la felicidad nos acaricia, ella nos sonríe" (p. 86).Recurrentemente María colocahermosas flores en la habitación de Efraín,entre ellas rosas, lirios, azucenas, claveles y campanillas moradas recogi-das en los campos de los alrededores. Y Efraín despertaba con el sonido de"las aves (que) cantaban revoloteando en los follajes de los naranjos,pomarrosas y azahares" que llenaban de aromas su habitación (p. 14).

Este entorno de jardín y de estancia con agricultura y ganadería noexcluía momentos de cacería en las montañas con jinetes diestros sobrecaballos, acompañados de perros que se abalanzaban diligentes y lealessobre ciervos, venados y aves en las zonas que rodeaban el valle que ascen-día por la Cordillera Occidental (lsaacs, 1989, p. 45, 46). Se trataba de unentorno silvestre, pero relativamente apacible, más un pasatiempo queuna actividad de subsistencia, nada que ver con la cacería de los pueblosindígenas de las selvas. De vez en cuando se hablaba de la eventual posibi-lidad de cazar osos y de otros riesgos del cruce de riachuelos y cañadas queteñían este pasatiempo con una dosis de riesgo.

El valle era descrito comoun lugar apacible para vivir, engrandecer lahacienda, tener hijos, amar. En cambio, el trayecto a Buenaventura, des-pués de sortear la cresta de la cordillera, era una zona de peligrosos despe-ñaderos que conducían a una selva que sólo era concebida como lugar depaso. Por allí cruzó Efraín después de regresar de Londres donde estabaestudiando al enterarse que el estado de salud de María ya no daba esperay estaba en trance de morir. Después de desembarcar en Buenaventurainició su recorrido de regreso en búsqueda de las tumultuosas aguas del ríoDagua para penetrar en la selva y ascender por la cordillera occidental.

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"Los bosques iban teniendo a medida que nos alejábamos de la costa, todaaquella majestad, galanura, diversidad de tintas y abundancia de aromasque hacen de las selvas del interior un conjunto indescriptible. Mas el rei-no vegetal imperaba casi solo" (Isaacs, 1989, p. 302). "Casi solo" ya quehabría que tener en cuenta rocas, aguaceros torrenciales, víboras, mosqui-tos y zancudos, alacranes y hormigas, además de los bogas negros quetransportaban a los ocasionales viajeros y comerciantes. Pero aún así, laselva no es descrita en Isaacs comoun infierno verde, sino más bien comouna expresión majestuosa y relativamente armonizada del poder de la na-turaleza.

Pues bien, el Valle que llegamos a conocer desde las transformacionesde los ingenios azucareros en la segunda década del sigloXXy hasta casi lade los años setenta, está marcado por dos características básicas: primero,el desarrollo de las grandes plantaciones de la caña azúcar y sus ingeniosprocesadores; y segundo, el intenso tráfico que cruza Cali trayendo y lle-vando productos desde la sabana de Bogotá y el eje Cafetero hasta el puertode Buenaventura, incluyendo los productos del complejo industrial centra-do en Cali y sus alrededores. A diferencia del territorio del Caquetá, serealizó así en el Valle la visión de Codazzi. Él dijo: "Lo poco que se cultivaes para el consumo del país, no para llevar a los mercados europeos. Perocuando esta provincia tenga una vía al Pacífico y carreteras o ferrocarrilespor todo el extenso valle, y aproveche la navegación por el río Cauca" lasuerte de la región será distinta (Codazzi, 2002, p. 143).

En 1935 Barranquilla, el puerto fluvial sobre el río Magdalena, situadoa media hora del mar Caribe, era una ciudad más populosa que Cali. Hoyen día Cali puede llegar a ser la segunda ciudad del país cuando, después de1950 ya ocupaba el tercer lugar detrás de Bogotá y Medellín. Pero ello sólofue posible porque el camino de Cali a Buenaventura, al igual que el ferro-carril, fue terminado en 1915, fecha de otra feliz coincidencia: ese mismoaño fue abierto al comercio el Canal de Panamá. Sin esas vías de comuni-cación y, por tanto, sin haber roto ese aislamiento geográfico que permitióa su vez proyectar el desarrollo económicoy tecnológico, el Valle seguiríasiendo solamente una promesa para el futuro.

Tanto los cundinamarqueses del altiplano comolos habitantes del Valledel Cauca, debido a que encontraron dos planicies con un paisaje transfor-mado y, en buena medida, domesticado, se enfrentaron a situaciones simi-lares. Sin embargo, los primeros tuvieron que bajar al río Magdalena aorganizar empresas con productos tropicales y, simultáneamente, debie-ron encontrar o construir las vías de comunicación que los llevarían a ex-portar sus productos y que los forzarían a domesticar el paisaje de tierratemplada y caliente que encontraron en su paso hacia el Magdalena. Loshabitantes del Valle, en cambio, debieron sortear la trepada de la Cordille-

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ra Occidental y luego descender atravesando las selvas entre la cordillera yel océano Pacífico en ruta hacia Buenaventura. Esta salida al mar tardómucho tiempo en convertirse en una realidad económicamente eficiente.Los vallunos, en contraste con los bogotanos, no transformaron ese paisajeque encontraron. Su esfuerzo se centró en buscar y construir la ruta desalida. Hasta que no lo lograron, el fértil valle del Cauca permaneció ence-rrado en sí mismo con una economía estancada.

Ni en el Valle ni en el Amazonas el paisaje selvático fue domesticado,pero entre ambos casos hay importantes diferencias. Los vallunos no bus-caron domar el paisaje y no transformaron las selvas que encontraron a supaso. Ellos sólo aprovecharon las potencialidades de su ventajoso entornocuando lograron conectarse con el Pacífico, y con Bogotá y el eje cafetero,pero nunca domesticaron el paisaje selvático que se interponía entre ellosy el mar. En el Amazonas, a pesar de los intentos, ni las misiones, ni loscaucheros lograron transformar significativamente el paisaje. El que lacivilización de la tierra caliente fuera un éxito en las laderascundinamarquesa o antioqueña no permite afirmar que durante el sigloXIX se domesticó el paisaje en el país, a pesar de la lógica y el discursoprogresista y civilizador de la época. En cambio, los extensos territorios dela Amazonia, de la Orinoquia, del Chocóbiogeográficoy de otros ecosistemasregionales del archipiélago ecológico del país permanecieron, por reglageneral, durante el periodo que nos ocupa, inmodificados o transformadossomeramente por unos pobladores sobreviviendo en economías de subsis-tencia. Por ello, el capítulo del Caquetá que sustenta el argumento princi-pal de este trabajo se llama la "historia del fracaso"; el caso cundinamarqués,la "historia del éxito", y el caso del Valle, la "promesa del futuro".