Libertad y regulación en una sociedad de mercado: los parecidos de familia en Durkheim y Polanyi -...

8/3/2019 Libertad y regulacin en una sociedad de mercado: los parecidos de familia en Durkheim y Polanyi - Osvaldo Iazzetta

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11POSTData14,Agosto/2009, ISSN 1515-209X, (pgs. 11-37)

LIBERTAD Y REGULACIN EN UNA SOCIEDAD DE MERCADO:LOS PARECIDOS DE FAMILIA EN DURKHEIM Y POLANYI

por Osvaldo Iazzetta*

El propsito de este trabajo es revisar crticamente las obras de mileDurkheim y Karl Polanyi centrndonos en las convergencias que ambos mani-fiestan al advertir y, en cierto modo anticipar, los lmites del mercado para sus-tentar un orden social. Aunque situados en diferentes contextos histricos yexpresando tradiciones tericas divergentes, ambos comparten una postura cr-tica frente a la presunta autosuficiencia de los mercados autorregulados, desnu-dando los dilemas de una sociedad de mercado.

Con matices, coinciden al sugerir que libertad no equivale a desregulaciny que la afirmacin de la individualidad no debe confundirse con ausencia de

regulacin. Sus obras pueden leerse como intentos por fundamentar la necesi-dad de una instancia de coordinacin, proponiendo una conexin entre indivi-duo, mercado y Estado que an resulta fecunda para considerar este complejovnculo. Cada uno a su manera articul respuestas alternativas frente a los ries-gos de un mercado desregulado, apelando a la proteccin de la sociedad comoun recurso para contrarrestar los efectos de un mercado desbordado. Amboscontienen a su vez una dimensin moral probablemente ms acentuada enDurkheim, movido por su afn de crear una ciencia de la moral1 y unadimensin propositiva que confa a la sociedad la tarea de contener los efectos

desorganizadores del mercado. Este ltimo aspecto es relevante pues amboscontribuyeron a fundamentar la idea del Estado de Bienestar, con la particula-ridad que en Polanyi su gestacin es presentada como una forma de autodefensade la sociedad frente al avance de la economa de mercado. Con sus matices,ambos advierten la necesidad de nuevas formas de proteccin social que ofrez-

* Doctor en Ciencias Sociales (FLACSO-Brasil y Universidad de Brasilia), docente de laFacultad de Ciencia Poltica y Relaciones Internacionales de la UNRosario e Investigador de

Carrera en el Consejo de Investigaciones de dicha universidad. E-mail: [email protected] Vase Renato Ortiz (2004: 98).


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can respuesta a la inseguridad que instala una poca que ya no es slo unasociedad de individuos librados a su suerte, sino tambin, una sociedad demercado que identifica la idea de libertad con desregulacin.

Los anlisis de Durkheim sobre la inequidad que encierran los contratosentre particulares, anticipan los argumentos que algunas dcadas despus, sus-tentarn al Estado Providencia como un poder moderador que al proveer dere-chos sociales, repara las asimetras no reconocidas por aqullos. La expansin delindividualismo en el marco de una sociedad de mercado representa un fen-meno novedoso e inquietante que, segn Durkheim, an no dispone de unainstitucionalidad capaz de procesarlo y contenerlo.

Si en ste an subsiste cierta ambigedad respecto al papel integradordel mercado2, en Polanyi en cambio, la idea de un mercado autorregulado esuna utopa insostenible que ha empujado a la humanidad a un cataclismo so-cial. Como sugiere Dumont (1987: 31), Polanyi debe considerarse como unpostliberal contemporneo, una caracterizacin que tambin resulta vlidapara Durkheim, slo que en este ltimo, esa posicin no se limita a su interpre-tacin sobre el vnculo entre mercado y regulacin sino tambin se traduce enun original diseo institucional que combina la representacin poltica del libe-ralismo clsico con una nueva forma de intermediacin basada en las asociacio-nes profesionales. La postura sustentada por Durkheim no lo sita dentro del

pensamiento anti-liberal sino ms bien postliberal y como un impulsor de losarreglos institucionales que son propios del neocorporatismo contemporneo3.Ambos alertaron tempranamente sobre las derivaciones de una sociedad

de mercado: en Durkheim, esa advertencia se refleja en la desorganizacin mo-ral que conlleva la anomia, y en el constante estado de insatisfaccin y desen-canto que promueve la sociedad moderna (el mal del infinito); en Polanyi secondensa en la aleccionadora experiencia del fascismo, entendida como unadesesperada bsqueda de equilibrio que enfrenta los efectos desestabilizadoresdesatados por el mercado sacrificando las libertades democrticas. Esta interpre-

tacin de Polanyi, representa un giro copernicano en la interpretacin de lagnesis del fascismo as como una nueva valoracin de los efectos sociales provo-

2 Vase al respecto la hiptesis sugerida por Hirschman (1989).3 El tipo de conexin que Durkheim sugiere entre el Estado y las asociaciones profesionales

lo convertira en defensor de una concepcin que hoy llamaramos corporatista de lademocracia (de pola 1998: 7), de modo que abrir el camino a un desarrollo muy actualde la teora poltica: el que marca el pasaje desde el contractualismo clsico, individualista, al

neocorporativismo basado en el pacto entre Estado y organizaciones sociales (vase Portantieroy de pola 1987).


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cados por el reinado del liberalismo econmico4. El fascismo (al igual que lasexperiencias socialistas y el New Deal), fueron procesos de autoproteccin queirrumpen en la sociedad de mercado para mantener la integracin social. En

suma, se trata de una autodefensa de la sociedad frente a la amenaza expresadapor la accin del mercado autorregulado.

I. Los parecidos de familia

No somos originales al interesarnos por los parecidos de familia que am-bos mantienen. Diversos autores ya han destacado los puntos de contacto queexisten entre sus obras, y es comn considerar a muchas de las formulacionesexpuestas por Polanyi en los aos cuarenta, como tributarias de la sociologapoltica durkheimiana5.

Por cierto, ambos autores expresan contextos histricos diferentes.Durkheim (1858-1917) muere durante el transcurso de la Primera Guerra demodo que cont con menos evidencias histricas que Polanyi (1886-1964) paraadvertir los lmites e implicancias del liberalismo de mercado. Si los textos deci-sivos de Durkheim provienen de la ltima dcada del siglo XIX (La divisin deltrabajo socialde 1893 yEl suicidio de 1897), Polanyi en cambio, publica su

libro ms consagrado medio siglo despus (La gran transformacin, de 1944)cuando la Segunda Guerra est llegando a su fin6. Durkheim muere en noviem-bre de 1917 poco despus de registrarse la revolucin rusa y por consi-guiente no lleg a ser testigo de la gran crisis econmica del 30, del fascismo que

4 Vase al respecto el Prlogo de Fernando Alvarez-Ura y Julia Varela (1997:11) a una delas ediciones en espaol de La gran transformacin.

5 Louis Dumont (1987) y Elisa Reis (1999), slo por citar a algunos. Esta ltima (1999: 66-

67) ha sealado que ellos tienen puntos de contacto bastante obvios. Ya en los aoscuarenta, las formulaciones que aparecen en el libro La gran transformacin y enTrade andMarket in Early Empiresque [Polanyi] co-edit, abren espacio para un encuadramiento depreocupaciones caractersticas de una sociologa poltica, cuestiones que confluyen en granparte con lo que podra constituir una sociologa poltica durkheimiana.

6 Vale aclarar no obstante, que el redescubrimiento de Polanyi se registr varias dcadasdespus de la aparicin del libro en ingls. Louis Dumont (1987: 18) menciona su edicinen francs en el ao 1983 que cuenta con un prefacio suyo (La Grande Transformation,Pars, Gallimard). En tanto Marramao (2006:156) destaca el retraso de la primera traduc-cin al italiano (en 1974), tres dcadas despus de su aparicin y apenas una dcada antes

que la edicin francesa. Marramao a su vez recuerda que su recuperacin coincidi en Italiacon el debate en torno al neocorporativismo y el pluralismo corporativo.


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recorri Europa desde los aos 20 y de la Segunda Guerra que sacudi al mun-do. Estos acontecimientos cruciales del siglo XX que Durkheim no alcanz apresenciar, marcaron con fuerza la interpretacin de Polanyi sobre el papel

del mercado y sus lmites en una sociedad compleja7

.Esta distancia temporal tambin explica algunas diferencias conceptua-les entre sus obras, pues cada una de ellas refleja inevitablemente los lmites desu tiempo. Durkheim concibe a las sociedades contenidas territorialmente den-tro del Estado nacional y su enfoque carece de una perspectiva internacional queen cambio est muy presente en los temas abordados por Polanyi. En su princi-pal libro, La gran transformacin (1944) escrito en los albores de la Guerra Fra,desarrolla una de las crticas ms agudas al liberalismo de mercado y a la creen-cia de que tanto las sociedades nacionales como la economa global pueden ydeben organizarse mediante mercados autorregulados. Esa crtica explica superdurabilidad, convirtindolo en un libro indispensable para comprender losdilemas que enfrenta la sociedad global a principios del siglo XXI8. Esta mismaimpresin es compartida hoy por autores que han hallado en su obra una anti-cipacin del actual despliegue del capitalismo a escala global. Como bien inte-rroga Marramao (2006: 178): estamos seguros de que la era global en la quevivimos no representa un nuevo, dramtico pero fascinante captulo de lagran transformacin anunciada por Polanyi?

Aunque expresan climas de poca diferentes, sus obras estuvieron anima-das por un constante dilogo crtico con exponentes del liberalismo econmicode su tiempo: Durkheim tendr como principal interlocutor a Herbert Spencer9,en tanto Polanyi, mantendr un permanente contrapunto con Ludwig von Misesy Friedrich Hayek, dos connotados promotores del liberalismo de mercado quede manera directa inspiraron a seguidores tan influyentes de esa corriente comoMilton Friedman10.

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Como recuerda Fred Block (2006:23), Polanyi trabaj como jefe de redaccin de unsemanario econmico y financiero de Europa central (Der sterreichische Volkswirt) desde elcual registraba el derrumbe del mercado accionario estadounidense de 1929, el fracaso dela Kreditanstal de Viena en 1931, que precipit la Gran Depresin de 1931, y el ascensodel nazismo.

8 Vase Block (2006: 21).9 En su anlisis sobre la divisin del trabajo, Durkheim discutir con Spencer y los economis-

tas marginalistas, su visin de una sociedad organizada en base al contrato mercantil (Raud-Mattedi 2005).

10 Como recuerda Block (2006: 23), ya desde los aos veinte Polanyi desafiaba directa-

mente los argumentos de Mises, y la crtica a los liberales de mercado sigui siendo supreocupacin terica central.


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Durkheim es, en cierto modo, expresin de un crculo intelectualcomprometido con el afianzamiento de los ideales laicistas y democrticosde la Tercera Repblica francesa, pero experimenta fuerte nostalgia y melan-

cola por el pasado11

. Este sentimiento se traduce en una sobrevaloracin dela dimensin moral (en clave saintsimoniana), y en la creencia que la cues-tin social es primordialmente una cuestin moral. La reconstruccin moralde la sociedad moderna es necesaria y al mismo tiempo dificultosa por laexistencia de dos factores que se potencian mutuamente: de un lado, lairremediable naturaleza egosta del hombre, por el otro, la sociedad demercado como un mbito singular que exacerba los impulsos egocntricosde aqul (el mal de la aspiracin infinita o el conocido mal del infinitoinspirado en Goethe)12. Sin dudas ocupa un lugar destacado entre los pa-dres fundadores de la sociologa y su obra sigue representando una referen-cia insoslayable para esta disciplina, como as tambin para la antropologay la sociologa de la educacin.

Por su parte, Polanyi creci en Budapest (Hungra) y desarroll estudiosy tareas de difusin de sus ideas en Viena (Austria). La gran transformacin sepublic por primera vez en Nueva York en 1944 y un ao despus se edit enLondres. Sus trabajos son representativos de lo que se ha dado en llamar laescuela sustantivista en antropologa econmica, de la que fue fundador13. Tam-

bin se lo presenta como exponente junto a Weber y Durkheim de unnuevo campo de conocimiento, la sociologa econmica, un antecedente de lanueva sociologa econmica que hoy procura integrar las teoras sociolgicas yeconmicas basndose en la idea de que economa y sociedad estn mutuamen-te enraizadas14.

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Sobre el contexto histrico que rode a Durkheim puede consultarse Lacroix (1984),Giddens (1997), Rodrguez Ziga (1978) y Nisbet (1977), entre otros autores.12 Esta asociacin con el Fausto de Goethe es sugerida por Nisbet (1977). Al hablar del

suicidio anmico Durkheim (2004: 284) destaca el mal del infinito que la anomiaporta consigo por todas partes.

13 Vase el Prlogo de Fernando Alvarez-Ura y Julia Varela (1997) a la edicin espaola deLa gran transformacin. Por tal razn es comn asociar este libro con los trabajos pioneros deMarcel Mauss en torno al intercambio de dones en las sociedades tribales (vase Dumont1987, Marramao 2006, Bourdieu 2001).

14 Segn esta interpretacin la llamada nueva sociologa econmica tributaria de Durkheim

y especialmente de Weber rescat y refin los conceptos centrales de la teora de Polanyi(da Vinha 2001).



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II. Variaciones sobre temas comunes

Ambos autores ofrecen respuestas sugerentes y originales al abordar la

compleja relacin entre mercado, individuos y regulacin estatal en una socie-dad moderna. A tal fin nos centraremos en dos ejes que ambos autores compar-ten y que nos permitirn cotejar sus obras. Ellos son: libertad y regulacin, enprimer trmino; y mercado y sociedad, en segundo lugar.

II. 1. Libertad y regulacin

Frente a una concepcin liberal extrema que sacraliza la libertad comoproducto de la desregulacin social, Durkheim y Polanyi contraponen la ideade que ella slo es posible a partir de la regulacin: la libertad es hija de unpoder regulador.

Para Durkheim es falso que toda reglamentacin sea sinnimo de coac-cin, por el contrario, la libertad misma es producto de la reglamenta-cin (Durkheim 1994, t. II: 189). Esta interpretacin reaparece algunasdcadas despus en Polanyi cuando las implicancias de la sociedad de merca-do ya resultan ms notorias. An resuenan actuales aquellos prrafos en los

que Polanyi advierte sobre la ilusin de fundar un orden social libre y justonicamente en los deseos de los individuos sin contar con instituciones quelos regulen. Tal expectativa, ya no resulta posible en una sociedad complejapues la reglamentacin es el nico modo de extender y reforzar la libertad,ella restringe y extiende al mismo tiempo la libertad (Polanyi 1997: 401)15.Como antes Durkheim, Polanyi tampoco acepta que la libertad irrestricta,slo guiada por nuestros deseos, pueda sustentar un orden y en todo caso, sialguna libertad an es posible, ella slo podr obtenerse a partir de la regula-cin16.

En su discusin con Spencer, Durkheim no advierte conflicto algunoentre la expansin de la libertad y la regulacin colectiva: el desarrollo de esta

15 De manera contundente remata esa idea sealando que Si la reglamentacin es el nicomodo de extender y reforzar la libertad en una sociedad compleja, y hacer uso de ese medioes consiguientemente contrario a la libertad, entonces esa sociedad no puede ser libre(Polanyi 1997: 401).

16 No resulta extrao que en los aos 90 cuando ya despertaban alarma las polticas neoliberalesimplementadas desde los 70 en Europa y Estados Unidos, Giddens (1999: 174) sostuvie-

ra una postura intermedia que retomaba aquella advertencia compartida mucho antes porDurkheim y Polanyi: ...desregulacin dir Giddens no es igual a libertad....


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ltima contrariamente a lo que sugiere el primero, no significa que la esferade actividad individual devenga ms pequea: es preciso no olvidar, en efecto,que, si hay ms vida reglamentada, hay tambin ms vida en general, concluye

el socilogo francs (Durkheim 1994, t. I: 252).La compatibilidad entre estos impulsos es congruente con el marcado pe-simismo antropolgico que subyace en su obra y que no resulta ajeno al clsicoproblema del orden planteado por Hobbes al promediar el siglo XVII. Algunashuellas de esa concepcin pueden reconocerse en diversos pasajes, en especialaquellos en los que sostiene un dilogo crtico con Spencer. Si para este ltimo lasolidaridad social no sera otra cosa que el acuerdo espontneo de los interesesindividuales expresados en los contratos, Durkheim advierte en esa postura unareduccin de las relaciones sociales a simples relaciones econmicas desembara-zadas de toda reglamentacin y libradas enteramente a la iniciativa de las partes:all donde el inters reina slo seala Durkheim, como nada existe querefrene los egosmos en presencia, cada yo se encuentra frente al otro en pie deguerra y toda tregua en este eterno antagonismo no deber ser de muy largaduracin. El inters, en efecto, es lo que hay de menos constante en el mundo.Hoy me es til unirme a usted; maana, un motivo idntico har de m vuestroenemigo. Una causa semejante no puede, pues, dar origen ms que a aproxima-ciones pasajeras y a asociaciones de un da (Durkheim 1994, t. I: 251).

Aunque ms atenuada que en Hobbes esta imagen nos recuerda la impo-sibilidad de edificar un orden a partir del inters individual, empujndonos auna autodestructiva y desgastante contienda de todos contra todos. Al igual queaqul, Durkheim entiende que la naturaleza egosta del hombre exige un podersuperior que acte como un freno externo frente a sus ambiciones ilimitadas17.

Ambos reconocen un punto de partida comn esto es, el pesimismo sobre la

17 El problema del orden hobbesiano reaparece ntidamente en el Prefacio a la segunda

edicin de La divisin del trabajo social(Durkheim 1994, t. I: 13-14), cuando seala: laspasiones humanas no se contienen sino ante un poder moral que respeten. Si falta todaautoridad de este gnero, la ley del ms fuerte es la que reina y, latente o agudo, el estado deguerra se hace necesariamente crnico () Que una tal anarqua constituye un fenmenomorboso es de toda evidencia, puesto que va contra el fin mismo de toda sociedad, que esel de suprimir, o cuando menos moderar, la guerra entre los hombres, subordinando la leyfsica del ms fuerte a una ley ms elevada. En vano, para justificar este estado deirreglamentacin, se hace valer que favorece la expansin de la libertad individual. Nadams falso que este antagonismo que con mucha frecuencia se ha querido establecer entre laautoridad de la regla y la libertad del individuo. Por el contrario, la libertad (nos referimos

a la libertad justa, a la que tiene la sociedad el deber de hacer respetar) es ella misma elproducto de una reglamentacin.



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naturaleza humana, sin embargo, la resolucin del problema difiere en cadacaso: si en el clsico de la teora poltica inglesa este mismo diagnstico desem-boca en la necesidad de una coaccin fsica corporizada en el monopolio de la

violencia del Estado absoluto, en Durkheim, esa coaccin adopta un carctermoral encarnado en el poder modelador que la sociedad ejerce sobre los indivi-duos, no para oprimirlos o empequeecerlos sino para humanizarlos yengrandecerlos18.

Cabe aclarar finalmente, que el tiempo que transcurre entre la propuestade Hobbes y la de Durkheim no resulta indistinto. Este ltimo est situado enun escenario social que no haba madurado plenamente en los tiempos delprimero. Si Hobbes se esfuerza por dar respuesta al dilema generado por unasociedad de individuoslibrados a su suerte y despojados de las protecciones deproximidad existentes en el pasado19, Durkheim se ve forzado a actualizar esediagnstico, pues esos individuos ahora se mueven en una sociedad de merca-do que excita su naturaleza egosta y que celebra como un signo de progresola ausencia de toda regulacin que ponga lmite a sus ambiciones.

II. 2. Mercado y sociedad

Con sus matices, ambos autores coinciden al entender que la sociedadmodernaes primordialmente unasociedad de mercado. Durkheim es consi-derado junto a Weber uno de los primeros pensadores en iniciar el estudiosociolgico del mercado concibindolo como una construccin social20. SiDurkheim contribuye a resaltar el carcter social de la relacin mercantil, Polanyiindaga los cambios del mercado segn su arraigo o desarraigo dentro de latrama social. En ambos pensadores, el mercado es mucho ms que una simple

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Durkheim (1976: 142) confiaba en contrarrestar esa naturaleza egosta del hombre a travsde la educacin eso explica la relevancia que le asigna en sus investigaciones y propues-tas procurando convertir al ser humano (egosta) en un ser social (moral). No sorprendeque presente esta conversin como un segundo nacimiento y un trnsito desde laanimalidad que distingue al ser biolgico al momento de nacer, a la humanidad del sersocial, una vez moldeado por las instituciones de la sociedad. Durkheim exalt los efectosemancipadores de la modernidad pero no dej de manifestar inquietud frente a la destruc-cin de los vnculos sociales que traa aparejada la afirmacin de la individualidad, razn porla que consider necesario recrear, por medio de la educacin, la integracin moral de lasociedad (vase Touraine 1979: 302).

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Vase al respecto la sugerente interpretacin que desarrolla Castel (2004).20 Vase Raud-Mattedi (2005).


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categora que delimita las relaciones econmicas, concibindolo dentro del con-junto de las prcticas sociales. En Polanyi de manera ms explcita que enDurkheim la tensin central no est expresada en la pareja Estado-mercado

tal como aparece en el debate de las ltimas dcadas sino en el complejo einestable equilibrio de fuerzas representado por la ecuacin sociedad-mercado.

La crtica de Durkheim

Pese a que reserva un lugar destacado al mercado al que consideracomo una de las instituciones clave de la vida moderna, Durkheim no lograprecisar qu entiende realmente por mercado21. No obstante, sus escritos ofre-cen amplias evidencias acerca de los lmites de los mercados para fundar unorden y dichas crticas estn estrechamente relacionadas con sus consideracionesacerca de las relaciones contractuales en el marco de una sociedad de mercado.

En sus escritos conviven dos posturas en conflicto: por un lado es posiblereconocer al crtico de los economistas manchesterianos que denuncia la anomiagenerada por el mercado; por el otro, al autor esperanzado en la latente integra-cin que puede emerger de los intercambios realizados en ese espacio22.

En este trabajo nos centraremos en la vertiente crtica de su pensamien-to distinguiendo su postura frente a la concepcin contractualista del vnculo

social tal como aparece en la versin individualista y utilitarista de Spencer;su inquietud frente a la anomia econmica originada en la desregulacin delmercado a la que considera como principal fuente de malestar de la socie-dad moderna y, por ltimo, sus propuestas para recrear los lazos sociales enun mundo complejo que no encuentra felicidad en el trabajo y que exigeprotecciones para quienes se hallan en desventaja en las relaciones contrac-tuales.

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Vase al respecto Raud-Mattedi (2005).22 Albert Hirschman (1989) advierte en Durkheim una actitud ambivalente similar a laque caracteriz a su contemporneo alemn Georg Simmel pues entendi que los inter-cambios de mercado no slo pueden disolver los vnculos morales premodernos, segn suconocida tesis de la anomia, sino que tambin puede crear y producir sutiles formas deintegracin social. De modo tal que qued atrapado entre la antigua opinin de que lasactividades hacia el inters ofrecen una base hacia la integracin social, y la crtica, mscontempornea que se hace a la sociedad de mercado de ser atomstica y corroer la cohesinsocial. Hirschman advierte una considerable virtud en esta actitud de Durkheim puesreconoce que en la sociedad pueden convivir procesos contradictorios. Aunque nos resulta

difcil reconocer que ambas tendencias puedan ser correctas, va en inters de las cienciassociales captar la complejidad que encierran los fenmenos que explican.



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No todo es contractual en el contrato

Ese tono crtico adquiere mayor intensidad al abordar las derivaciones

que asumen los contratos entre individuos desiguales que el liberalismo econ-mico y los utilitaristas de su tiempo celebran como la panacea y defienden comouna conquista frente a las interferencias del Estado. Son esas condiciones con-tractuales las que lo llevan a suponer que la divisin del trabajo y el mercadomoderno no promueven autnomamente solidaridad y forman parte de losdesajustes que subsisten en la sociedad industrial (divisin forzada del trabajo,anomia aguda, entre los ms importantes) impidindole recrear los lazos socia-les en un contexto de mayor diferenciacin.

Durkheim admite que en la sociedad moderna la mayor parte de lasrelaciones que mantenemos con otros, son de naturaleza contractual. Sin em-bargo su interpretacin acerca de estas relaciones adquiere notas originales aldestacar los aspectos no contractuales del contrato, esto es, ciertos elementosculturales y normativos que provienen de la sociedad y son anteriores y exterio-res a los acuerdos que contraen las partes intervinientes. Consecuente con supremisa del hecho social que organiza el conjunto de su obra, para Durkheimexiste una reglamentacin social ajena a los individuos que es un resumen deexperiencias numerosas y variadas que se nos impone, aunque no sea obra

nuestra, sino obra de la sociedad y de la tradicin y nos somete a obligacionesque no hemos contratado porque no hemos pensado en ellas, ni a vecessiquiera conocido por adelantado (Durkheim 1994, t. I: 263).

Esa regulacin social externa al contrato mismo no slo se nos imponesino que es de naturaleza eminentemente positiva. En su discusin con Spencer23,Durkheim reprocha a ste sostener una concepcin del contrato libre limitada a la

23 Durkheim ha denunciado expresamente el utilitarismo estrecho de Spencer y en algunos

de sus textos ha dicho que la filosofa de Spencer es de tal miseria moral que ya no cuentaprcticamente con partidarios (vase el texto El individualismo y los intelectuales, enDurkheim 2003: 287). Vale recordar que una dcada antes de la aparicin de La divisindel trabajo social, Herbert Spencer haba publicado un polmico texto (1884),El individuocontra el Estado (1984) que constituye una defensa furiosa de la libertad extrema y unalegato crtico frente a la oleada de regulaciones pblicas impulsadas en Inglaterra entre lasdcadas de 1860 y 1880. Se comprende mejor el sentido de la crtica durkheimiana aSpencer. En ese libro Spencer (1984: 32) distingue entre la sociedad militar y la sociedadindustrial. La primera (que defienden los conservadores) se caracteriz por un rgimen delEstado que impuso la cooperacin obligatoria que acompaa a la desigualdad legal de las

clases; el segundo es un rgimen del contratoen el que rige una cooperacin voluntariaque acompaa a su igualdad legal.


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idea de un simple cambio entre las partes que considera negativa la accinreguladora de la sociedad, reservndole la tarea de hacer ejecutar pasivamente loscontratos: el contrato, dice Spencer, tiene por objeto asegurar al trabajador la

equivalencia al gasto que le ha causado su trabajo. Si tal es verdaderamente lafuncin del contrato responde Durkheim, no podr jams satisfacerla, sino acondicin de hallarse reglamentado con mucha mayor minucia que hoy da loest; sera un verdadero milagro que se bastara por s solo a producir con exactituddicha equivalencia. Por consiguiente, la intervencin de la sociedad, bajo susdiferentes formas, es de naturaleza eminentemente positiva, puesto que tiene porefecto determinar la manera como debemos cooperar (...) el cambio, segn hemosvisto, no es todo el contrato; hay tambin la buena armona de las funcionesconcurrentes. La naturaleza de las funciones econmicas no admite que puedanestar libres de toda influencia reguladora... (Durkheim 1994, t. I: 265-267).

A Durkheim le inquieta que los contratos librados a las desiguales opor-tunidades y recursos con que arriban las partes al acuerdo, se conviertan en unafuente de frustracin e infelicidad para al individuo moderno. La necesidad deuna intervencin social queda claramente reflejada en algunos pasajes de sulibro pstumo Lecciones de sociologa (2003: 272):

reprobamos todo contrato leonino, es decir, todo contrato

que favorezca indebidamente a una parte a expensas de la otra; porconsiguiente, juzgamos que la sociedad no est obligada a hacerlorespetar, o al menos no debe hacerlo respetar en el mismo grado enque lo hara en el caso de un contrato equitativo, por la sencillarazn de que no es respetable en la misma medida () por diversasrazones, que es intil investigar, esta forma especial de explotacinabusiva ha indignado ms rpidamente y ms fuertemente la con-ciencia moral () Pero, fuera del contrato de usura, todas las reglasque tienden a introducirse en el derecho industrial y que tienen por

objeto impedir que el patrn abuse de su situacin para obtener eltrabajo del obrero en condiciones demasiados desventajosas paraeste ltimo, es decir, demasiado inferiores a su verdadero valor, tes-timonian la misma necesidad. De all las propuestas, fundadas ono, de fijar un ingreso mnimo para los asalariados. Ellas atestiguanque no todo contrato consentido, incluso cuando no ha existidoviolencia efectiva, es un contrato vlido y justo.

Es evidente el contraste que esta postura mantiene con el crudocontractualismo de Spencer, tan poco dispuesto a reconocer las asimetras que



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preceden y se ocultan tras la aparente paridad contractual. La irritacin deDurkheim se refleja en este prrafo en el que refuta a Spencer: Cada vez ms,creemos que los verdaderos precios de las cosas intercambiadas estn fijados

antes de los contratos, lejos de resultar de ellos (). En esta explotacin de unhombre por otro, incluso si es consentida por quien la sufre es decir, si no hasido impuesta por una coercin propiamente dicha, hay algo que nos ofendey nos indigna (Durkheim 2003: 271-272).

No est sugiriendo como aclara Portantiero (1997) que el contratodesaparezca en la sociedad moderna, sino que deben indagarse los aspectos nocontractuales del contrato, es decir, los elementos culturales y normativos queson previos a l y lo regulan socialmente. Al centrarse en las asimetras del con-trato y recordar las condiciones sociales que lo rodean, Durkheim est denun-ciando cierta forma particular de anomia asociada al estado de indetermina-cin jurdica que an rega a las relaciones entre capital y trabajo24.

Como destaca Castel (2004: 53-54), Durkheim nos recuerda que unasociedad no puede fundarse exclusivamente en un conjunto de relaciones contrac-tuales entre individuos libres e iguales, pues entonces excluye a todos aquelloscuyas condiciones de existencia no pueden asegurar la independencia social nece-saria para entrar en paridad en un orden contractual, y en primer lugar a lostrabajadores. No todo es contractual en el contrato, como lo vio tan bien

Durkheim, testigo particularmente lcido de fines del siglo XIX de la quiebra dela modernidad liberal, y que fund la sociologa precisamente para dar respuesta aesa situacin: la sociologa, o la toma de conciencia de la fuerza de los colectivos.

La anomia econmica como fuentede malestar en la sociedad moderna

Al centrar su diagnstico en la anomia, Durkheim percibi bien el riesgode disociacin en el momento en que se instalaba la sociedad industrial, advir-

tiendo el peligro de desafiliacin generado por las disfunciones de la organiza-cin del trabajo. La anomia hacia el fin del siglo XIX significaba segn Castel(Castel y Haroche 2003) que los individuos no estuvieran inscriptos en regu-laciones colectivas, desprovistos de soportes y sin hallar reparo a sus carencias.

Si el mercado funcionase como dicen los liberales seala Durkheim,slo promovera una solidaridad precaria, basada en una relacin social

24 Este aspecto es sugerido por Nora Rabotnikof (2005: 131). Para un tratamiento ms

exhaustivo de los diferentes sentidos con que Durkheim emplea el concepto de anomiapuede consultarse Besnard (1998) y Girola (2005).


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mercantil superficial, conflictiva e inestable. En Lecciones de sociologa(Durkheim 2003: 73-76) seala los lmites del mercado autorregulado parasustentar un orden:

el economicismo sostiene que el juego de las fuerzas econ-micas se regulara a s mismo y tendera automticamente al equi-librio sin que fuera necesario ni posible someterlo a un podermoderador (73-74) () Es imposible que una funcin social existasin disciplina moral. Porque de otro modo, no hay ms que apeti-tos individuales que son naturalmente infinitos, insaciablesy, si nada los regula, no podran regularse a s mismos. Y de allproviene, precisamente, la crisis que sufren las sociedades euro-peas. La vida econmica ha adquirido, desde hace siglos, un desa-rrollo que no haba tenido jams; de funcin secundaria que era,despreciada, abandonada a las clases inferiores, ha pasado al pri-mer lugar () Una forma de actividad que ha pasado a ocupar tallugar en el conjunto de la sociedad no puede estar desprovista detoda reglamentacin moral especial, sin que de ello resulte unaverdadera anarqua. Las fuerzas que han sido desatadas ya no sa-ben cul es su desarrollo normal, dado que nada les indica dnde

deben detenerse (74) () Es de la mayor importancia entonces,que la vida econmica sea regulada, que se moralice para que losconflictos que la perturban desaparezcan y para que los individuosdejen de vivir en el seno de un vaco moral en el que su propiamoralidad individual se debilita (76).

En suma, Durkheim considera al mbito econmico como el ms afecta-do por el fenmeno de anomia y por la falta de instituciones capaces de regu-larlo. Esa idea condensada en El suicidio (1897) y retomada en el Prefacio a la

segunda edicin de La divisin del trabajo social destaca la situacin paradojalque atraviesa a la sociedad moderna pues, al mismo tiempo que las funcionesindustriales se han apoderado de un lugar central y absorben las energas de lamayora de los ciudadanos, carecen de instituciones que las regulen. En dichostextos Durkheim resalta el triste espectculo que ofrece el mundo econmicopor la falta de regulacin jurdica y moral en la que se encuentra (Durkheim1994, t. I: 13). Seala al mbito econmico (el mundo del comercio y laindustria) como aqul especialmente afectado por la ausencia de regulacin:

desde hace un siglo, en efecto, el progreso econmico ha consistido principal-mente, en liberar las relaciones industriales de toda reglamentacin, en parte



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por el declive de la religin y la familia como poderes morales con capacidadpara disciplinarlos. Durkheim lamenta que el papel cubierto en el pasado porambas instituciones tampoco pueda ser ocupado en la sociedad moderna por el

Estado pues, en lugar de ser el regulador de la vida econmica, se ha convertidoen su instrumento y su servidor, y las ms contrarias corrientes, desde loseconomistas ortodoxos a los socialistas extremos abogan para reducirlo a unsimple intermediario, ms o menos pasivo, entre las diferentes funciones socia-les. Los primeros quieren simplemente convertirlo en guardin de los contra-tos individuales, en tanto los segundos le asignan la tarea de llevar la contabi-lidad colectiva, pero en definitiva, ambos le niegan capacidad para subordinaral resto de los rganos sociales y hacerlos converger hacia un fin que los domine(Durkheim 2004: 267-268).

Recrear el lazo social medianteprotecciones sociales

El tema de Durkheim es la reconstruccin de los lazos de solidaridad enlas condiciones de una sociedad crecientemente compleja. Como recuerda Castel(Castel y Haroche 2003: 48), Durkheim participa de una generacin de inte-lectuales que promova la intervencin del Estado para nivelar las asimetras que

atravesaban a la sociedad industrial a fines del siglo XIX. Esta ideologa de laTercera Repblica que hoy puede parecernos tmida logr imponer la ideade que el Estado ... tena un derecho de intervencin en el dominio socialcontra los principios del liberalismo que defenda la idea de una sociedad regidapor contratos establecidos entre individuos. No es casual agrega Castel queDurkheim y la sociologa tuvieran un lugar preponderante en ese debate. Afir-mar la preeminencia de la sociedad es plantear que el individuo slo puedeexistir en un colectivo, y que l posee derechos y deberes hacia el colectivorepresentado en las sociedades modernas por el Estado. Aqu se encuentra el

fundamento de la nocin de un derecho social, es decir que un individuo tienederecho a solicitar a la colectividad algo que se le debe. Lo que l demanda no esuna limosna, una caridad facultativa, sino la contrapartida efectiva de su impli-cacin en el trabajo colectivo a travs del cual la sociedad se constituye y setransforma.

En sus Lecciones de sociologa (2003: 272), al denunciar la explotacinabusiva y los contratos leoninos que hieren la conciencia moral de la sociedadmoderna, reclama reglas en el derecho industrial que impidan que el patrn

abuse de su situacin para obtener el trabajo del obrero en condiciones demasia-dos desventajosas para este ltimo, es decir, demasiado inferiores a su verdadero


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valor. De all, la razonabilidad que Durkheim advierte en las propuestas queapuntan a fijar un ingreso mnimo para los asalariados.

En suma, plantea el riesgo de disociacin social que ocasiona la ausencia

de proteccin en la sociedad moderna y la impotencia de los principios delliberalismo para fundar una sociedad estable e integrada. Esa respuesta, sealaCastel (2004: 54) pasa por la constitucin de los derechos sociales y por laimplicacin creciente del Estado en un rol social, en la que el derecho y elEstado representan la instancia del colectivo por excelencia. La inscripcin oreinscripcin de los individuos en el seno de sistemas de organizacin colectivaes la respuesta a los riesgos de disociacin social que conlleva la modernidad.

Su optimismo respecto a la funcin integradora de la divisin del trabajoen la sociedad moderna, convive con un marcado pesimismo originado en lasdisfuncionalidades que subsisten en la economa de mercado. En sus escritosanida un profundo desencanto que se refleja en el tono crtico de algunos prra-fos de La divisin del trabajo social: el trabajo seala no es todava, parala mayor parte de los hombres, ms que un castigo y una carga y sontodava relativamente escasos los que encuentran su placer en un trabajo regulary persistente. Para la mayor parte de los hombres, es esta todava una virtudinsoportable; la ociosidad de los tiempos primitivos no ha perdido para ellos susantiguos atractivos (Durkheim 1994, t. II: 16-17). Aunque sin llegar a los

trminos del joven Marx que en susManuscritos econmicos y filosficos(1844)hablaba de la enajenacin originada en la propiedad privada (el hombre lehuye al trabajo como a la peste), Durkheim coincide con ste en reconocer queel hombre ya no se realiza como tal en su trabajo. No resulta indistinto que,luego de presentar un modelo normativo sobre la funcin integradora de ladivisin del trabajo en la sociedad moderna, se vuelque luego al problema de lafelicidad, ofreciendo una interpretacin desencantada sobre las posibilidadesde alcanzarla bajo estas condiciones contractuales. En sus reflexiones sobre Losprogresos de la divisin del trabajo y los de la felicidad, Durkheim constata

decepcionado, que el progreso no nos conduce necesariamente a una mayorfelicidad, anticipando en esas pginas algunas de sus hiptesis relativas al suici-dio triste que se propaga en estado endmico en los pueblos civilizados(Durkheim 1994, t. II: 23)25.

25 Parsons (1968: 409), ha sealado que algunas de las hiptesis que Durkheim intentaprobar en El suicidio ya haban sido insinuadas en La divisin del trabajo socialal ocuparse

del tema de la felicidad. En sus aspectos centrales, aquel libro debe considerarse segnParsons una continuacin de la lnea de pensamiento iniciada en este ltimo.



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Polanyi, el desarraigo del mercado y el doble movimiento

Cuando en los debates de las ltimas tres dcadas resurgi la idea de que

la economa es una esfera autnoma, separada del resto de la sociedad y provistade una dinmica propia, result inevitable no volver nuestra mirada hacia losescritos que Polanyi elabor al promediar el siglo XX. En ellos describi conlucidez impar los inquietantes efectos que desat en el siglo XIX el desplieguede una civilizacin sustentada en el mecanismo del mercado autorregulador.

Aunque segn Polanyi, el mercado ya exista en las sociedades desde el final dela Edad de Piedra, su papel siempre haba sido secundario, constituyendo unasimple funcin de la organizacin social. Las relaciones sociales englobaban a sueconoma, y los mercados no eran ms que una dimensin accesoria dentro deun marco institucional que la autoridad social controlaba y reglamentaba. Elsiglo XIX dio paso a un tipo completamente nuevo de economa caracterizadopor una injerencia creciente y dominante de los mercados sobre la sociedadhumana. De ello no slo deriv una economa de mercado sino una sociedadde mercado puesto que aquella nicamente puede funcionar sometiendo a lasociedad a sus exigencias. Esta innovacin provoc, segn Polanyi, dos rupturasdecisivas: por un lado, estableci una separacin institucional de la sociedad enuna esfera econmica y una esfera poltica; por el otro, subordin el trabajo y la

tierra esto es, los seres humanos y su medio natural a las leyes del mercado,provocando una avalancha de dislocaciones sociales (Polanyi 1997: 79)26.Por consiguiente, para Polanyi una sociedad de mercado es mucho ms

que una simple economa de mercado pues designa a una sociedad histricasingular que impone una forma de sociabilidad regulada por el mercado. Ellaresulta de un proceso histrico por el cual este ltimo, antes parte inseparablede las relaciones sociales, se escinde de stas imponiendo su lgica al conjuntode la trama social. De este modo Polanyi destaca la excepcionalidad histricaque este predominio del mercado representa en la sociedad moderna, desmin-

tiendo que se trate de un simple fenmeno natural, tal como ha intentadopresentarlo el pensamiento liberal. Se trata de una construccin promovida de-liberadamente en el siglo XIX bajo el imperio de las ideas liberales, cargada deuna artificialidad que amenaza la integracin social. La pretensin de econo-mizar a la sociedad gener sin embargo, contra-movimientos defensivos porparte de sta que se reflejan en las diferentes respuestas que irrumpen en laprimera mitad del siglo XX para restablecer el equilibrio social roto por la hege-mona del mercado (las experiencias socialistas, el New Dealy el fascismo). Si el

26 Ver Polanyi (1997: 87-128).


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desarraigo del mercado esto es su autonomizacin de las relaciones socia-les representa el primer movimiento al que asiste la sociedad moderna, elsegundo movimiento que advierte Polanyi puede reconocerse en estas respuestas

defensivas gestadas por la sociedad para evitar el cataclismo social al que condu-ce el mercado autorregulador.

Arraigo y desarraigo

Como expresa Block (2006), el concepto de arraigo es la principal con-tribucin de Polanyi al pensamiento social. Este concepto nos recuerda que laeconoma no es autnoma, sino que est subordinada a la poltica, la religin ylas relaciones sociales. De ese modo destaca que antes del siglo XIX, la economahumana se arraigaba siempre en la sociedad. Sin embargo, este patrn histricoque subordinaba a la economa a la sociedad, se invierte con la instauracin delsistema de mercados autorregulados sometiendo a la sociedad a su lgica.

En lugar de que la economa se vea enmarcada por las relaciones sociales,son stas las que se ven encasilladas en el interior del sistema econmico. Es

justamente en este sentido seala Polanyi (1997:105) que debe ser enten-dida la conocida afirmacin de que una economa de mercado nicamente pue-de funcionar en una sociedad de mercado (...) El paso de los mercados aislados

a una economa de mercado, y el de los mercados regulados a un mercadoautorregulador, son realmente de una importancia capital. El siglo XIX quesalud este hecho como si se hubiese alcanzado la cumbre de la civilizacin o lovituper considerndolo una excrecencia cancerosa imagin ingenuamenteque esta evolucin era el resultado natural de la expansin de los mercados, sindarse cuenta de que la transformacin de los mercados en un sistemaautorregulador, dotado de un poder inimaginable, no resultaba de una tenden-cia a proliferar por parte de los mercados, sino que era ms bien el efecto de laadministracin en el interior del cuerpo social de estimulantes enormemente

artificiales a fin de responder a una situacin creada por el fenmeno no menosartificial del maquinismo.

De este proceso derivan dos importantes consecuencias: en primer lugar,el mercado que, hasta entonces slo representaba una parte de la sociedad, con-virti a sta en una de sus partes; en segundo lugar y contrariamente a lo quesostiene el liberalismo econmico este proceso no tuvo nada de natural yespontneo, por el contrario, fue la consecuencia de una intervencin concientey muchas veces violenta del Estado (Polanyi (1997: 391), quebrantando un

orden social que reservaba al mercado un lugar subordinado dentro de la socie-dad. El sistema econmico seala Polanyi (1997:119) estaba entonces



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sumergido en las relaciones sociales generales. Los mercados no eran ms queuna dimensin accesoria de un marco institucional que la autoridad social con-trolaba y reglamentaba ms que nunca.

Louis Dumont (1999: 17) ha destacado la contribucin de Polanyi alfundamentar el carcter excepcional de la era moderna en la historia de la huma-nidad: El liberalismo que ha dominado el siglo XIX y las primeras dcadas del

XX, es decir esencialmente la doctrina del papel sacrosanto del mercado y susconcomitantes, reposa sobre una innovacin sin precedentes: la separacin radi-cal de los aspectos econmicos del tejido social y su construccin en un dominioautnomo. Polanyi al igual que antes lo haba hecho Marcel Mauss cons-tat que la civilizacin moderna difiere radicalmente de las dems civilizacionesy culturas pues en stas los aspectos econmicos se encuentran mezclados oinsertos (embedded) en el tejido social. nicamente nosotros, los modernos, loshemos extrado de ste al erigirlos en un sistema distinto. En suma, para Polanyi,la modernidad, bajo la forma de liberalismo econmico, se sita en las antpo-das de todas las sociedades anteriores (Dumont 1987).

Sus estudios le permitieron advertir que en las comunidades anteriores alas sociedades de mercado las pasiones humanas buenas o malas, estabansimplemente orientadas hacia fines no econmicos. En ellas observ que el ni-co mvil del inters no es el lucro y que no exista el principio del trabajo

remunerado ni una institucin separada y diferente fundada sobre mviles eco-nmicos. En dichas sociedades el sistema econmico es una simple funcin dela organizacin social y no entra en juego ninguna necesidad de mvil econmi-co individual. En el caso de una sociedad tribal, por ejemplo, el inters econ-mico del individuo triunfa raramente, pues la comunidad evita a todos susmiembros morir de hambre. Si el individuo no observa el cdigo establecido delhonor o de la generosidad, se separa de la comunidad y se convierte en un paria.Esta situacin ejerce sin duda una continua presin sobre cada individuo paraque elimine de su conciencia el inters econmico personal27.

Polanyi (1997: 83) admite que ninguna sociedad podra sobrevivir, in-cluso por poco tiempo, sin poseer una economa, sea sta de un tipo o de otro.Pero hasta nuestra poca, ninguna economa de las que han existido estuvo, nisiquiera por asomo, bajo la dependencia del mercado.

Pierre Bourdieu ha retomado este aporte de Polanyi para refutar la natu-ralizacin que ha hecho el discurso econmico predominante sobre el mvil

27 La verdadera crtica que se puede formular a la sociedad de mercado seala Polanyi

(1997: 389-390) no es que se funde en lo econmico en cierto sentido, toda socie-dad, cualquier sociedad, lo hace sino que su economa descanse en el inters personal.


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econmico y el afn de lucro28. Esa visin ahistrica de la ciencia econmicauna amnesia de la gnesis ignora que ... slo muy progresivamente lastransacciones econmicas dejaron de concebirse segn el modelo de los inter-

cambios domsticos, gobernadas por lo tanto por las obligaciones familiares (enlos negocios no hay sentimientos) o sociales; y slo muy progresivamente elclculo de las ganancias individuales, y por ende del inters econmico, se im-puso como principio de visin dominante, si no exclusivo, contra la represincolectivamente aplicada y controlada de las inclinaciones calculadoras que seasociaba a la economa domstica (Bourdieu 2001: 15-19).

El doble movimiento

En el pensamiento de Polanyi su escepticismo acerca del desarraigo de laeconoma es tambin la fuente de su idea en torno al doble movimiento. Dadala resistencia que despiertan los intentos por desarraigar la economa de la socie-dad, Polanyi distingue dos movimientos opuestos: primero, el movimiento delaissez-faireque permiti el ascenso del mercado, y luego el contra-movimientoprotector para frenar su expansin. En otros trminos, el movimiento hacia unaeconoma de laissez-fairegenera su opuesto, el contra-movimiento, para crearestabilidad29.

Segn Cohen y Arato (2000: 155-156) Polanyi advirti que el mercadoautorregulado produce una economizacin de la sociedad contra la cual surge,a fines del siglo XIX, un programa de autodefensa de la sociedad para evitar sustendencias destructivas. Esas respuestas que continuaron durante el siglo XXfueron manifestaciones de autodefensa de la sociedad contra la economa30. Elavance del mercado autorregulado choc tan violentamente con la sociedadque, casi de inmediato y sin que se viesen precedidas por el menor cambio en laopinin pblica, surgieron tambin poderosas reacciones de proteccin (1997:343). Esos contra-movimientos se desarrollaron durante el medio siglo que va

desde 1879 a 1929 hasta restaurar la primaca de la sociedad sobre ese sistema

28 Vale recordar que en este punto, Polanyi (1997: 87) considera a Weber como el primero que protest por el olvido de la economa primitiva, realizado con el pretexto de que stano tena relacin con la cuestin de los mviles y de los mecanismos de las sociedadescivilizadas.

29 Vase Block (2006: 31).30 Como el funcionamiento de esos mercados [se refiere al trabajo, la tierra y el dinero]

amenaza con destruir a la sociedad, la comunidad, una accin de autodefensa ha pretendi-

do justamente impedir que se estableciesen o, una vez establecidos, intervenir en su librefuncionamiento (Polanyi 1997: 321-322).



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[econmico]. Esta evolucin puede producirse adoptando diferentes formas,democrticas y aristocrticas, constitucionales y autoritarias, puede incluso sur-gir una forma totalmente imprevista (Polanyi 1997: 392).

Las diferentes respuestas elaboradas tras la crisis del 30 son intentos porregular la expansin de los mercados y limitar su dominio. El fascismo primero yla Segunda Guerra Mundial despus, terminaron de convencer a las sociedadeseuropeas de que el capitalismo del laissez-fairehaba fracasado como experimento.Para Polanyi (1997: 389), la desintegracin de la civilizacin del siglo XIX, es el... resultado de un conjunto de causas muy diferentes: las medidas adoptadas porla sociedad para no verse aniquilada por la accin del mercado autorregulador.

La artificialidad de la sociedad de mercado constitua al mismo tiemposu principal fuente de vulnerabilidad de modo que la disolucin de este sistemadurante el transcurso del siglo XX no hizo ms que poner en evidencia susirremediables lmites internos: la debilidad congnita de la sociedad del siglo XIXseala Polanyi no radica en que sta fuese industrial, sino en que era unasociedad de mercado. La civilizacin industrial continuar existiendo cuando laexperiencia utpica de un mercado autorregulador ya no sea ms que un recuer-do (1997: 391). En la misma direccin seala que la civilizacin del siglo XIXno fue destruida por un ataque exterior o interior de los brbaros; su vitalidadno se vio minada ni por las devastaciones de la Primera Guerra mundial, ni por

la rebelin de un proletariado socialista o de una pequea burguesa fascista. Sufracaso no fue consecuencia de supuestas leyes de la economa, tales como la bajatendencial de la tasa de ganancias, la del subconsumo o la de la super-produc-cin. Su desintegracin fue ms bien el resultado de un conjunto de causas muydiferentes: las medidas adoptadas por la sociedad para no verse aniquilada por laaccin del mercado autorregulador (Polanyi 1997: 389).

Por ltimo, resulta conveniente destacar que cuando Polanyi describe eldoble movimiento, las tensiones registradas en ese juego giran en torno al ejesociedad-mercado. Tanto al retratar el pasaje desde el arraigo al desarraigo de la

economa de mercado como al describir los movimientos de oposicin al mercadoque demandan la proteccin de la sociedad, lo singular es que los trminos polaresque se desplazan en estos movimientos no son el mercado y el Estado tal comolo plantear el debate instalado en los aos 70 sino que es la sociedad la que secontrapone al mercado, como bien lo advierten diferentes autores31.

31 Esta ecuacin es resaltada por Antonio Calafati (2004) quien seala que esta distincin entresociedad y mercado llev a Polanyi a mostrarse partidario de polticas pblicas basadas en aqulla.

Esa misma apreciacin es compartida por Cohen y Arato (2000) para quienes al analizar losmovimientos del mercado, Polanyi se centr en el eje comunidad societal-economa.


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III. Breves conclusiones

Si bien los escritos de Durkheim y Polanyi nos ilustran sobre un pensa-

miento que en la primera mitad del siglo XX puso en duda las ilusiones depo-sitadas por el liberalismo econmico en el mercado autorregulado, ellos hanrecobrado especial vigencia tras los intentos recientes del neoliberalismo porreflotar esta idea. Frente a sus pretensiones de apartar del medio toda regulaciny reubicar al mercado en el centro de nuestras sociedades (con la novedad de queahora se trata de mercados globales32), las dudas y prevenciones que nos lega-ron estos clsicos an resuenan actuales. El llamado a domesticar al mercadoque Castel (2007) lanza en nuestros das invocando a Polanyi, o la revalorizacinque este mismo autor (Castel y Haroche 2003) hace de Durkheim como uno delos precursores del Estado Providencia hoy jaqueado por la retirada del Esta-do y los efectos de la globalizacin, revelan la actualidad de sus pensamientosy sus potencialidades para orientar nuestras respuestas a los principales proble-mas de este tiempo.

Ambos son expresin del postliberalismo contemporneo pues coinci-den en postular un vnculo entre libertad y regulacin que concilia la defensa delas libertades democrticas y la regulacin estatal. Esta idea los conduce a acep-tar que no hay individualidad posible en una sociedad de mercado, sin soportes

institucionales que le den sustento. Ello los convierte en fuente de inspiracinde las ideas que tomarn cuerpo con el Estado Providencia y se condensarn enuna teora de la ciudadana que incluye a los derechos sociales junto a los civilesy polticos.

Para Durkheim, la actividad estatal es esencialmente liberadora del indi-viduo, concibiendo a ste como un producto mismo del Estado33. En susescritos hallamos una novedosa interpretacin sobre el tenso vnculo que man-tienen estos elementos, aceptando que es posible combinar fines colectivos, unEstado fuerte y mayor libertad individual. De este modo, Durkheim rompe

con una imagen de suma cero entre intereses privados e inters general queresulta superadora de los enfoques antagnicos predominantes en su tiempo34.

Esta frmula combina la defensa de la individualidad y la necesidad deun poder arbitral que subsane las asimetras que la libre contratacin impone enuna sociedad de mercado. Durkheim, no es por lo tanto anti-liberal, reivindica

32 Vase al respecto el sugerente Prlogo que Joseph Stiglitz (2006) ha realizado a unareciente edicin de La gran transformacin.

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Esta postura est especialmente desarrollada enLecciones de Sociologa (2003: 121-122).34 Vase al respecto la sugerente interpretacin que ofrece Luhmann (1995).



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la individualidad y la conjuga con la necesaria intervencin de un poder regula-dor que equilibre esas desventajas. Su postura en favor del individualismo mo-ral que distingue del utilitarismo egosta y del papel del Estado como

productor de individualidad, anticipa segn Sidicaro (2003) las modernasteoras de la ciudadana que madurarn al promediar el siglo XX.Esta lectura es reforzada por las reflexiones de Castel (1997, 2003) que lo

asocian a la generacin de intelectuales franceses que, a fines del siglo XIX,contribuy a forjar la idea de propiedad social concibiendo a sta como unaproteccin social bajo la forma de derechos garantizados estatalmente quecontribuyera a reducir los riesgos en una sociedad que no aseguraba el accesoigualitario a la propiedad privada. Durkheim junto a otros pensadores de sugeneracin como Fouille y Bourgeois, entre otros aportaron las bases de unnuevo sistema de protecciones que constituye el armazn de lo que luego sera elEstado Providencia. Esta va reformista que ensaya un camino intermedio en-tre la propiedad privada y la propiedad colectiva responde a esta ideologasolidarista que imagina una nueva forma de obtener seguridad sin ser propie-tario. La propiedad social aclara Castel no es la propiedad privada perocumple la misma funcin de soporte para los no-propietarios.

Tanto los aportes de Durkheim avanzando hacia nuevas formas deproteccin social que proporcionen un soporte al individuo por carencia,

como la idea de un contramovimiento protector de la sociedad, resaltado porPolanyi como resistencia al desarraigo de la economa, contribuyeron a disearalternativas frente al dislocamiento provocado por la economa de mercado.Como sugiere Calafati (2004), Polanyi fue un extraordinario intrprete del pro-ceso que condujo a la afirmacin del Estado de Bienestar, como una respuesta aldeseo de reducir y compensar los costos sociales de la expansin del mercado35.

Polanyi contiene una interesante interpretacin sobre la necesidad de ge-nerar soportes institucionales para garantizar los derechos ciudadanos, y seala lanecesidad de avanzar en una lnea muy similar a la que de manera ms refinada

ofrecer Marshall hacia una nueva generacin de derechos sociales: es necesarioque la ley haga efectivos y aplicables los derechos ciudadanos (1997: 398) ()Una simple declaracin de derechos no basta, se necesitan instituciones que per-mitan que los derechos se hagan realidad. El habeas corpusno debe ser el ltimo delos dispositivos constitucionales en virtud de los cuales la libertad personal quedeanclada en el derecho. Otros derechos ciudadanos, que hasta ahora no haban sidoreconocidos, deben ser aadidos al Bill of Rights(1997: 399) (...) De este modo a

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Lahera Snchez (1999) advierte en Polanyi una visin poltica y un programa de accinpoltica, esto es, un enfoque centrado en la elaboracin de un pensamiento para la accin.


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las antiguas libertades y los antiguos derechos cvicos se aadirn nuevas libertadespara todos y engendradas por el ocio y la seguridad. La sociedad industrial puedepermitirse ser a la vez libre y justa (1997: 400).

Es inevitable no parangonar estas reflexiones con las ideas de Marshall(1998) respecto a la expansin de la ciudadana social, y a la necesidad degarantizar proteccin social a todos los ciudadanos por simple hecho de partici-par en una comunidad de semejantes.

Polanyi no ignora que esta asignacin de nuevos derechos implica unaredistribucin de poder que no puede lograrse sin la intervencin de poderespblicos que regulen las cargas. Esa tarea difcilmente pueda confiarse a la es-pontaneidad de los ms favorecidos quienes viven esta regulacin estatal comouna intromisin destinada a esclavizarlos: Las clases acomodadas expresaPolanyi (1997: 396-397) gozan de la libertad que les proporciona el ocio enseguridad y, en consecuencia, se interesan lgicamente menos por extender lalibertad en la sociedad que aquellas otras clases, que, por carecer de medios,deben contentarse con un mnimo de libertad. Esto se manifiesta claramentedesde el momento en que surge la idea segn la cual, mediante imposiciones,podran estar ms equitativamente repartidas las rentas, las distracciones y laseguridad. Aunque las restricciones se apliquen a todos, los privilegiados tienenla tendencia a recibirlas peor, como si nicamente fuesen dirigidas contra ellos.

Hablan de esclavitud cuando en realidad de lo que se trata es de extender a todala poblacin la libertad adquirida de la que slo ellos disfrutan.En suma, se interroga sobre lo que significa la libertad en una sociedad

compleja insistiendo en que sta ya no puede ser entendida sin esta inevitableregulacin. Lo que pone en evidencia es la enorme dificultad para combinarindividualismo y autoridad en nuestro tiempo. La breve historia de la sociedadde mercado ensea que esas relaciones nunca han sido lineales ni armoniosas yque si bien el individuo es por una parte todopoderoso el nuevo sagrado alque aluda Durkheim, est irremediablemente amenazado por su contrario.

El despliegue de los valores individualistas ha desencadenado una dialctica queha dado lugar a combinaciones en las que aquella tendencia se mezcla sutilmen-te con sus opuestos. Como seala Dumont (1987)36, este asunto ha quedadobastante ms claro gracias a Polanyi, quien advirti que la aplicacin del princi-pio individualista el liberalismo, oblig a adoptar medidas de salvaguardiasocial y desemboc finalmente en lo que podramos denominar postliberalismocontemporneo.

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Este autor retoma en este texto las reflexiones que desarroll en su prlogo para la versinfrancesa de La gran transformacin en 1983.



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Pese a la inevitable prdida de actualidad en sus detalles en especialpor el cambio de escala provocado por la globalizacin y la revolucin en lastecnologas informacionales y comunicacionales, ambos autores retrataron

con lucidez las principales tensiones desatadas por la sociedad de mercado, den-tro de la que nos seguimos moviendo. Tal vez ello represente un mrito suficien-te para asegurar su perdurabilidad y vigencia en nuestros das.

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Resumen

Palabras clave

libertad-regulacin-mercado-Durkheim-Polanyi

El propsito de este trabajo es revisar crticamentelas obras de mile Durkheim y Karl Polanyicentrndonos en las convergencias que ambosmanifiestan al advertir y, en cierto modo antici-par, los lmites del mercado para sustentar unorden social. Aunque situados en diferentes con-textos histricos y expresando tradiciones teri-

cas divergentes, ambos comparten una posturacrtica frente a la presunta autosuficiencia de losmercados autorregulados, desnudando los dile-

mas de una sociedad de mercado. Con matices,coinciden al sugerir que libertad no equivale adesregulacin y que la afirmacin de la indivi-dualidad no debe confundirse con ausencia deregulacin. Sus obras pueden leerse como inten-tos por fundamentar la necesidad de una ins-tancia de coordinacin, proponiendo una co-

nexin entre individuo, mercado y Estado quean resulta fecunda para considerar este com-plejo vnculo en el presente.


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Abstract

The purpose of this article is to make a criticalrevision of mile Durkheim and Karl Polanyisworks focusing in the convergencies that bothof them express when they notice and, in partanticipate, the limits of the market to maintaina social order. Though they are set in differenthistorical contexts and they express divergingtheoretical traditions, both of them share acritical opinion against the supposed self-

sufficiency of the self-regulated markets,

showing the dilemmas of a market society. Withsome differences, they agree to suggest thatfreedom does not equal desregulation and thatthe statement regarding individuality must notbe confused with absence of regulation. Their

works can be read as attempts to base the needfor an instance of coordination, suggesting aconnection between the individuals, the marketand the state which still seems valuable in order

to consider this complex link in the present.


Key words

freedom-regulation-market-Durkheim-Polanyi

Libertad y regulación en una sociedad de mercado: los parecidos de familia en Durkheim y Polanyi -...

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