Levanta La Cabeza y Escucha

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    Jorge Hernn Osorio

    Snchez, naci en la ciudad

    de Manizales en el ao de

    1981. Realiz sus estudios

    como Ingeniero Electricista

    en la Universidad Nacional

    de Colombia. Es titulado

    como Mster en Coaching,

    miembro del ISC de Europa.

    En el momento de finalizar

    este libro, estaba

    terminando sus estudios de

    MBA en Gerencia Global

    con la Universidad

    Regiomontana de Mxico.

    Ejerci su profesin

    durante casi 9 aos, carrera

    que comenz aun siendo

    estudiante. Decidi

    retirarse de la Ingeniera

    para dedicarse a otras

    pasiones: Coaching empresarial, ejecutivo y

    personal, la consultora, las

    charlas y las conferencias,

    la fotografa, la msica y

    por su puesto la escritura.

    Pasiones que ha ejercido

    con xito y que en sus

    propias palabras, son su

    real pasin, su ingeniera

    de vida.

    www.ingenieriadevida.com

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    Levanta la Cabeza

    y

    Escucha

    Ser bueno en algo, no es suficiente para dedicarse a ello toda la vida

    Jorge Hernn Osorio Snchez

    Villamara, Caldas Colombia www.ingenieriadevida.com

    ISBN: 978-958-46-5093-1

    http://www.ingenieriadevida.com

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    Levanta la Cabeza y Escucha, Edicin N1

    Copyright 2014 por Jorge Hernn Osorio Snchez Editado: Jorge Hernn Osorio Snchez Calle 6 #9A-09 Villamara, Caldas - Colombia www.ingenieriadevida.com www.jhosorios.com

    ISBN: 978-958-46-5093-1

    Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorizacin del titular del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluida la reprografa y el tratamiento informtico, as como la distribucin de ejemplares mediante alquiler o prstamo pblico. Este libro es digital, pero se prohbe toda reproduccin fsica o digital, total o parcial sin permiso escrito por parte del autor.

    Este libro se termin de editar en el mes de agosto de 2014, en el municipio de Villamara, Caldas - Colombia.

    http://www.ingenieriadevida.com

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    Agradecimientos

    Cuando comenc a escribir esta corta historia, tena muchas dudas de lo

    que podra llegar a hacer, ni siquiera tena la idea clara, slo saba que

    quera escribir. Pero una vez que me sent, naci Juan en mi

    imaginacin y la historia fluy sin inconvenientes. Todo aquello que

    quera compartir en un inicio y como siempre me ha sucedido a la hora

    de escribir, las letras fluyeron por mi cuerpo hacia mis brazos y mis

    dedos desde una fuente desconocida.

    Por eso agradezco a ti lector y a los tuyos, quienes de alguna forma

    hicieron que llegaras hasta estas palabras.

    A todos aquellos que me acompaaron en mi vida de Ingeniero y me

    mostraron que siempre hay un lado bueno.

    A mis amigos Max, Pablo, Giovanny y Jos Orlando, quienes me

    ensearon mucho de la vida y con quienes he vivido momentos

    espectaculares, aun cuando nos desconectamos por largos periodos y

    luego parece que hubiera pasado slo un da.

    A Betty Cristina Londoo y Jorge Benitez, por mostrarme que las piezas

    del rompecabezas estn all para ser unidas.

    A mi familia Materna y Paterna, quienes siendo muy numerosas, me han

    dado muchos puntos de vista de la vida. En especial de aquellos que me

    han influenciado en formas tan especficas. Todos han sido un gran

    ejemplo y apoyo para mi intelecto.

    A mis primos, quienes siempre tienen alguna tontera divertida para

    compartir.

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    A mi hermosa esposa, quien me ha apoyado en absolutamente todo, sin

    importar que tan desquiciado pueda parecer. Por su compaa

    incondicional y por recordarme siempre que de mis decisiones depende

    mi vida y no de las decisiones del resto, aun cuando fui yo quien se lo

    ense.

    A mi hermano, por siempre estar all para escuchar y ser escuchado.

    A mi pap, por su apoyo incondicional y por siempre sentirse orgulloso

    de los hijos que tiene, y por siempre tener una ancdota para cada

    situacin con la intencin de ensearnos algo cada vez.

    A mi mam, por ser la mejor del planeta y siempre creer en nosotros

    aun cuando todo parezca estar en nuestra contra, por tener esa

    paciencia infinita ante las situaciones incmodas y por transmitirme esa

    enorme sabidura.

    A todos aquellos que olvido sin querer, por dejarme ser quien soy y por

    poner obstculos que no fueron ms que lecciones que necesitaba

    aprender.

    A ese nio que llevo adentro que sigue tomando control de mi propio

    ser y que espero lo siga haciendo para que mi vida sea cada vez mejor.

    Jorge Hernn Osorio Snchez Email: [email protected]

    www.ingenieriadevida.com

    http://www.ingenieriadevida.com

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    Contenido

    Agradecimientos ....................................................................................... 6

    Prlogo .............................................................................................. 9

    Cap 1 ETERNIDAD?............................................................................................ 10

    Cap 2 LA MADRUGADA ....................................................................................... 18

    Cap 3 UN DA MS .............................................................................................. 31

    Cap 4 CASI EL PRIMER DA .................................................................................. 48

    Cap 5 EL PRIMER DA .......................................................................................... 57

    Cap 6 LAS COSAS LLEGAN CUANDO DEBEN LLEGAR .......................................... 72

    Cap 7 UN CARGO ES SOLO UNA ETIQUETA, LO DEMS EST EN EL ALMA ........ 89

    Cap 8 UNA COMPETENCIA SIN PREMIO Y SIN SENTIDO ................................... 103

    Cap 9 UNA VIDA COMIENZA ............................................................................. 109

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    Prlogo

    Vern, hace ya varios aos que senta eso. Hace mucho tiempo que no

    pienso en ello, pero caminando, encontr en las miradas de quienes se

    cruzaban conmigo, eso que me consuma hace tanto tiempo. Observ

    en la mirada de una mujer que cruzaba la calle, el deseo de encontrar

    una razn, una vida. Observ en la mirada de un hombre que conduca,

    la necesidad de tranquilidad, de energa vital.

    En ambos record aquellas ganas de vivir, ms all de lo que me decan

    que poda hacer, ms all de lo que la sociedad me limit a ser como

    persona y no tener la ms mnima idea de cmo hacerlo, ni siquiera de

    poder pensar que ms all de mi nariz, ms all de mi irreflexivo estado

    de derrota, o ms bien, justo ah y en todas partes, haba cosas

    extraordinarias por escuchar, y aunque era bueno en lo que haca,

    faltaba una pieza clave en mi vida.

  • 10

    Captulo 1

    ETERNIDAD?

    Un domingo ms en la noche lleno de programas de TV sin contenido,

    pero con la capacidad hipnotizante de que las horas pasen y se mezclen

    con imgenes fugaces insertadas en los pensamientos de las

    obligaciones de la semana que comienza. Un suspiro por cada

    pensamiento y una delicada tristeza que se oculta en el afn de no

    pensar en ello.

    Sin sorpresa la noche se hace corta y sin descanso.

    Los relojes estn en contra del buen dormir, su insistencia recuerdan

    que la cama ya es un lujo y que el tiempo es el lenguaje que todos

    asumen para, al menos, tratar de entenderse. Todo movimiento

    nocturno, parece hacerse como si las coyunturas fueran reemplazadas

    por concreto, al igual que el pegamento industrial que parece unir mis

    prpados justo a la hora necesaria de abrirlos.

    Las obligaciones llenan la totalidad de los pensamientos durante el aseo

    personal. La ducha se abre y se cierra constantemente, los jabones van y

    vienen, el agua corre mientras la mirada se queda fija en un punto, el

    tiempo hace una pausa en la mente mientras los relojes siguen su

    camino y el ambiente se torna extrao. La toalla es el primer, y al

    parecer, el nico masaje relajante de los pocos minutos que lleva el da.

    La variedad de vestiduras, colores y texturas pensados y escogidos desde

    la noche anterior, ya no parecen cumplir las expectativas para la

    jornada. El repensar cada vestido luciendo algo que, tal vez, nadie note.

  • 11

    Los relojes continan.

    La ltima prenda va acompaada de un suspiro de lo que se espera. Los

    zapatos dejan notar la necesidad de estar en la realidad de la agenda del

    da. Las limitaciones surgen de la nada, aparentemente con algo que ni

    siquiera ha sucedido.

    El peridico matutino contiene los mismos temas, los mismos ttulos

    con distintas letras, con fotografas iguales y personajes distintos.

    Mientras tanto los recuerdos de las primeras horas despus de abrir los

    ojos, son archivados en lo ms profundo de la mente consciente.

    La primera bebida de la maana pasa desapercibida en medio de los

    pensamientos difusos del futuro inmediato e incierto. Minutos despus,

    ya nada bueno hay en la mente, las obligaciones han reemplazado

    cualquier intento de vivir.

    No es extrao que el clima sea algo fro, pero pareciera que en aquella

    calle principal, aunque pequea, el fro complementa la belleza de la

    ciudad que alguna vez contempl. Los vehculos van a altas velocidades,

    las personas caminan saludando con la amabilidad automtica que

    caracteriza la zona, pero nadie parece deleitarse, e incluso, nadie parece

    notarlo.

    Las noticias radiales en los vehculos, hacen eco y se amplifican en los

    semforos cuando todos parecen escuchar la misma emisora, las

    mismas noticias, las mismas con los mismos de una semana atrs.

    Parece que el tiempo no avanza, el conductor que siempre est

    retrasado pasa por un costado de forma imprudente, una vez ms.

    Todos en el semforo que recin cambia de color, hacen sus

    comentarios mentales y en voz alta, aunque nadie los escuche. Los

    transentes, que son los mismos de la misma hora de hace una semana,

  • 12

    participan acusando con sus mentes y palabras tal como lo fue hace

    una semana.

    Es una maana de un sol algo tmido pero lleno de alegra, as como lo

    senta hace varios aos. Las cafeteras abren sus puertas mientras

    algunos clientes fieles a su maravilloso caf, esperan impacientemente a

    que su bebida mgica les sea otorgada. Los abrigos de las personas son

    caractersticos de colores tierra, algunos rojos y amarillos, pero con el

    estilo conservador que parece nunca desaparecer.

    Corren ejercitando sus cuerpos, aquellos que sonren sin que los dems

    sepamos la razn. Todos pensamos en hacer lo mismo, pero no pasa de

    ser slo un pensamiento, un deseo difuso de ejercitarnos, de alimentar

    nuestros cuerpos de algo desconocido. Sus mascotas, fieles, parecen

    divertirse con sus amos, mientras los dems pensamos en algo

    desconocido no soportaramos horas ms tempranas, ni el fro, lo

    creemos firmemente, convencidos de ser mejores as como estamos, de

    no necesitar nada de eso, de que alguna fuerza superior simplemente

    nos hizo as y nos puso all para simplemente no hacer nada ms.

    Algunos porteros y vigilantes apresurados por su arduo trabajo en la

    hora pico, hacen hasta lo imposible. All donde son parte importante de

    la entrada, son los jefes, son los dueos. Sus frases se convierten en

    palabras de tanto repetirlas, buenos das, buenos das, bnos das,

    bnsds en la mayora se pierde el sentimiento de amabilidad, pero

    nadie lo nota, lo importante es escucharlo, para devolverlo sin sentirlo,

    en automtico.

    En la puerta principal, los trajes, los vestidos, los maletines, los

    vehculos, todo limpio, pulcro y para muchos agradable visualmente,

    como debe ser cada lunes en la maana segn nadie lo sabe.

  • 13

    El mismo buenos das de cada da, a la misma hora, en el mismo sitio

    con las mismas personas. Parece que las palabras han perdido sentido y

    que el deseo de su significado se perdi hace mucho tiempo ya. No es

    ms que un protocolo, lo que la sociedad ha solicitado como supuesto

    smbolo de respeto. Nadie recuerda para qu, pero el protocolo debe

    seguirse.

    Un caf ms, las conversaciones nacen de las noticias de hace un rato, se

    suman las ancdotas del fin de semana, las risas de formalidad no se

    hacen esperar mientras se comparten algunas cortesas ms. Los saludos

    con noticias mezcladas comienzan a invadir el da mientras el ltimo

    sorbo de caf pierde su magia.

    Preguntas sin respuestas llenan los espacios sin tan siquiera llegar al

    puesto de trabajo, el camino se ha llenado de limitaciones y el da an

    no comienza.

    La iluminacin se ha vuelto tenue aun sin variar, la silla est fra y a pesar

    de tener ya la forma de tanto tiempo de uso, es un instrumento de

    incomodidad y tortura.

    Cada papel sobre el escritorio es un sinnimo de suspiros mentales y

    desasosiegos corporales. El paisaje rido de documentos sin resolver, de

    correos por atender, de tantas ganas de salir corriendo.

    Los pensamientos van a toda velocidad, descifrando y creando excusas

    que puedan mitigar o evitar las tareas que suman en cola a cada minuto,

    con cada llamada y cada saludo.

    La experticia para oponerse a la realidad aumenta con cada tecla,

    mientras el reloj parece moverse al ritmo de un caracol. Las soluciones

    desaparecen de las mentes y los vocabularios, la tranquilidad es solo una

    palabra ms del diccionario que nadie usa. La armona hace parte de un

  • 14 cuadro titulado misin que nadie entiende y nadie mira. La pasin es

    slo algo que evoca alguna pelcula de romance y que de ninguna forma

    pasa por la mente de cualquiera presente.

    Las reuniones de temas interminables en las que cada uno participa

    alargando la respuesta a una solucin que habra tomado menos de

    cinco minutos. El cruce de miradas y de frases delegando

    responsabilidades que se venan ignorando desde semanas atrs. Las

    expresiones de sorpresa frente a temas que todos conocen de

    antemano, todos fingiendo mientras asumen el papel de ignorantes ante

    la situacin que se pudo resolver antes, pero que nadie quera afrontar,

    solo no saber, dejarla pasar hasta que alguien ms tuviera al menos la

    intencin de hacer algo. Ese algo que todos saban que no pasara, hasta

    que en medio de la nebulosa del grupo, se asumiera como novedad y la

    mgica solucin a algo supuestamente desconocido hasta el momento.

    Las conversaciones vacas, redundan todo el da por los pasillos y los

    cubculos, los problemas parecen aumentar, pero la culminacin

    prxima del da deja que todo se traslade al otro da, la delegacin de

    pendientes se usa una y otra vez.

    Una celebracin ms de aquel compaero que comparte los suspiros

    diarios, o de aquellos cuyo cargo es lo mximo que conocemos en

    nuestras cuatro paredes, sin el esfuerzo de ver o escuchar ms all. No

    parece haber motivo para ello. Un felicitaciones de protocolo, el botn

    de apagado y la jornada laboral termina.al fin.

    Las invitaciones nocturnas rechazadas, van acompaadas de ojos

    cansados y de pensamientos de retroceso que amplifican la aparente

    necesidad de buscar refugio, de llegar a casa, de escapar de todo.

    Nuestra mente se dedica a decirnos que las reservas de energa estn

  • 15 casi agotadas, que en otra ocasin, que nunca llegar, aceptars

    compartir un rato, que lo mejor para hacer ahora es descansar.

    El agotamiento invade cada centmetro del cuerpo, como si la sangre

    fuera cambiada por algn reductor de movimiento, de pensamientos, de

    actitudes, de sonrisas, de palabras, de amabilidad y de luz.

    El regreso a casa es el mismo camino, con las mismas personas y caras

    diferentes, con las mismas palabras de un sonido distinto.

    La velocidad de todo ha cambiado, todo es ms rpido pero con menos

    fluidez, todos desean pasar al mismo tiempo por el espacio imposible.

    Los pensamientos son ms pesados que el maletn, las vas han perdido

    su amabilidad, todos parecen asumir la actitud del imprudente de la

    maana.

    Una batalla sin oponentes, parece haber sido superada, parece haber

    terminado con el avistamiento de una puerta familiar y el sonido de

    unas llaves conocidas.

    Las fallas recurrentes de la puerta se hacen ms presentes y ms

    molestas, la apertura del refugio se hace eterna. La oscuridad

    desaparece con el interruptor, con la liberacin de la carga en manos

    que se va repartiendo por el camino a la cocina.

    Aun sin calor todo luce acogedor, solo un par de molestias de aquellos

    muebles y adornos que ya se consideran pasados de moda y que

    deberan ser cambiados. Pensamientos fugaces vuelven a la mente de

    las tareas delegadas al siguiente da y de lo que se pudo hacer pero se

    decidi dejarlo para despus. Un esfuerzo titnico se asoma por dejar

    todo a un lado y respirar el aire viciado del refugio.

  • 16 En el refrigerador hay de todo y de nada, hay todo aquello no deseable

    para el momento y nada de lo que se quiere pero no se necesita. No hay

    tranquilidad, los pensamientos angustiantes salen de cada cajn, de

    cada puerta, de cada cucharada, de cada sorbo, de cada respiro. Los

    sabores no existen ms que para una simple aprobacin sin deleite.

    Miradas fijas y perdidas en un mar de pensamientos tormentosos que

    no van para ningn sitio.

    La idea de ahogar esos sentimientos negativos nace del hipnotismo en

    pantallas con contenidos vacos pero efectivos para que las horas pasen

    sin sentirlas, para que esa noche se convierta en lo mismo de la anterior.

    El tiempo pasa bajo las imgenes cambiantes, ejercitando los pulgares y

    el tacto con la inmensidad de botones que conducen de un contenido a

    otro, de un sonido a otro, de una idea a otra. Cada botn conduce hacia

    la eliminacin de la individualidad de pensamiento, a la imposibilidad de

    generar paz interior.

    Convencidos del descanso de la noche, vemos que la tranquilidad

    superficial es casi suficiente para tomar vuelo y escape al sueo

    profundo que no se lograr.

    Las obligaciones hacen su papel intenso de no dejar que otros

    pensamientos lleguen a la imaginacin. Las obligaciones han

    conquistado lo ms profundo del ser, persuadidos por la experiencia

    ajena de que la vida es as.

    La cama no tiene la forma correcta, las almohadas la altura no indicada,

    la temperatura no alcanzada, el espacio insuficiente, la textura

    inapropiada. El peso de los parpados se invierte y el descanso o la ilusin

    de ello se ha perdido por completo.

  • 17 El poder de los pensamientos recurrentes de lo que se debi hacer y el

    cmo remediarlo, es ms fuerte que la intencin de lograr una noche de

    alivio. Se pide tregua a la consciencia para llegar a la siguiente maana.

    Nuevamente un suspiro por cada pensamiento y una delicada tristeza

    que se oculta en el afn de no pensar en ello. Sin sorpresa la noche se

    hace corta y sin descanso.

    y s, as fueron mis lunes, mis martes, mis mircoles, mis jueves mis

    das, mis horas, mis minutos, mis segundos mi eternidad.

  • 18

    Captulo 2

    LA MADRUGADA

    As describa mis das, esa fue mi historia por muchos aos hasta que

    una noche de insomnio decid buscar respuestas. Era una madrugada

    con la cabeza embotada y llena de pensamientos intiles que me

    dejaban sin energa a cada momento.

    Record mis enseanzas de fsica bsica en la que me explicaron

    claramente que la energa se va transformando como cuando la batera

    de un juguete pasa de ser una reaccin qumica a energa mecnica para

    la diversin, tal como cuando comemos para obtener energa y la

    gastamos en nuestras actividades. Pero slo hasta ese momento, me di

    cuenta que los pensamientos tambin hacan parte de ese consumo, y

    mucho.

    No s por qu no se me haba ocurrido antes, nadie me ense que los

    pensamientos tambin son energa. Siempre me dijeron que eran solo

    eso, pensamientos, y que de alguna forma eran inofensivos, que lo

    importante es lo que hacemos, que los pensamientos deban ser

    positivos solo porque s, cuando todos hacan lo contrario. Pero me

    ensearon muy bien, me ensearon a ignorar y lo aprend de maravilla,

    a ignorar que lo que pasaba por mi mente me consuma poco a poco.

    Esa noche trat de darme una respuesta bsica, trat de inferir en mi

    vida y entenderla al mismo tiempo. Por supuesto, las horas pasaron y la

    energa que tena se fue acabando por la falta de sueo. Esa madrugada

    di vueltas en mi cama como tal vez nunca lo haba hecho. Termin con

    las sbanas y las cobijas enredadas, con dolores musculares por todos

  • 19 lados, pero en especial con la cabeza hecha un desastre por la aparente

    e infructfera bsqueda de respuestas.

    Esa madrugada me sent vencido, me senta completamente agotado,

    desesperado y no poda dejar de pensar que el da iba a ser aun peor.

    Saba que no iba a poder dormir y que no me quedaba mucho tiempo

    tampoco.

    Me levant a dar una vuelta por mi apartamento, mi pequeo

    apartamento. Realmente no era muy grande, pero era lo suficiente para

    m. Me lo repeta constantemente aun sabiendo que no era cierto. - Es

    suficiente, para qu algo ms grande? - Tena una respuesta sencilla

    para ello, pero no me gustaba repasarla, era mucho ms fcil ignorar, y

    pensar en estar convencido de ello, olvidando, o tratando de olvidar que

    el dinero no me alcanzaba para algo mejor.

    Aun en ropa de dormir, y aun en medio de la oscuridad total que rodea

    todo antes del amanecer, me ubiqu en la ventana que daba a la calle y

    comenc a observar la total quietud y silencio que invadan cada rincn.

    Me di cuenta de algo, me di cuenta de que aquella calle de alto trnsito

    en el da, de tanto ruido, poda ser tan pacfica como un jardn silencioso

    y agradable. Precisamente lo que deseaba con ansia en ese momento,

    tranquilidad.

    Y a pesar de que all afuera estaba tan tranquilo, mi interior pareca una

    zona de guerra, el cansancio me agobiaba y el ruido de mis propios

    pensamientos, estaban muy lejos de algn tipo de calma. Hasta el

    silencio en mi apartamento me era extrao, estaba demasiado tranquilo,

    reinaba una enrarecida calma. Era como si el tiempo se hubiera

    detenido, pero los relojes seguan en movimiento. Haba una soledad

    infinita que me fue invadiendo poco a poco hasta sentir una tristeza

    profunda.

  • 20 No tena a quien contarle todo aquello, mis amigos no soportaban ese

    tipo de conversaciones, decan que eran muy filosficas, que no me

    entendan. No tena pareja y creo que tampoco era un buen momento

    para tenerla, yo era un completo desastre. Tampoco era considerado

    como una persona muy paciente o amigable, ms bien conflictivo y nada

    pareca satisfacerme. Al menos eso si lo tena claro.

    Mientras todos mis pensamientos seguan su rumbo hacia ningn lado,

    detect algo de movimiento en la calle. Era un hombre que iba trotando,

    pasaba con su perro que lo segua como si ese fuera su nico

    propsito... Esa palabra qued retumbando en mi cabeza, mientras

    todo se nublaba a mi alrededor y caa en una silla completamente

    dormido.

    No s cunto tiempo pas exactamente, pero mi reloj despertador ya

    iba en la etapa de ltimo intento, deba sonar cada 20 minutos y ya

    tena la potencia suficiente para despertar a todo el edificio. Por

    supuesto, estaba muy retrasado para llegar a trabajar. Realmente solo

    me moj un poco la cara y me cambi rpidamente de ropa, ni siquiera

    tom o com algo.

    Mientras buscaba las llaves, pude sentir el cansancio fsico de una noche

    pesada, era obvio que no estaba en condiciones para conducir. La visin

    pareca engaarme por momentos, no tena la claridad de siempre. El

    cansancio me agobiaba con cada intencin de accin, incluso con cada

    pensamiento. Por supuesto vino a mi mente la necesidad de reportarme

    enfermo, pero las obligaciones pendientes estaban a flor de piel

    resumidas en alguna importante palabra que no poda recordar. No

    estaba librando una batalla fcil, es ms, estaba seguro que ya la haba

    perdido.

  • 21 Tom un taxi en la esquina ms cercana con trfico suficiente y en la

    direccin correcta para ahorrarme algunos minutos de retraso. Era obvio

    que mis jefes no estaran contentos. Quise hacer una llamada desde mi

    celular para avisar de mi contratiempo, pero con sorpresa me di cuenta

    que mientras buscaba las llaves minutos antes, dej el telfono en una

    de las mesas de la cocina.

    Comenc a sentir un peso enorme en mi nuca. Tena todos los

    pensamientos de aquella larga noche acumulados en un slo punto y se

    sentan como un enorme nudo que evitaba cualquier movimiento.

    Un pensamiento duro y fro se cruz rpidamente en forma de pregunta:

    qu haces?... lo siguiente que recuerdo es al conductor del taxi

    tratando de despertarme dicindome que ya haba llegado a mi destino.

    Nuevamente haba cado dormido en la silla trasera del taxi, vencido por

    el cansancio en un da que apenas comenzaba.

    No recuerdo cuanto le pagu al taxista, me pudo haber cobrado lo que

    quiso y la verdad no me import, pero s recuerdo muy bien que al

    bajarme me dijo con insistencia: Procure descansar, de igual forma no

    va a hacer nada bien de esa forma.

    Creo que lo dijo pensando que tena alguna clase de resaca, despus de

    una noche de ocio excesivo. Pero bueno, mi rostro, mi mirada y mi

    forma de moverme no me favorecan mucho para tratar de decir lo

    contrario. La verdad, lo que senta era muy similar a una intoxicacin, y

    as era realmente, haba tenido una especie de intoxicacin mental.

    Tena malestar estomacal, el cuerpo me pesaba, las manos me

    temblaban, tena la visin borrosa, en fin, no era precisamente la mejor

    representacin de mi persona.

  • 22 Creo que nunca haba ingresado al edificio de oficinas minutos despus

    de la hora de entrada. Por supuesto lo haba hecho en varias ocasiones

    despus de reuniones y otras cosas. Pero esta vez era un ambiente

    enrarecido.

    - Buenos das Seor Juan, creo que llega usted un poco tarde. Me

    dijo el vigilante de la entrada.

    - Buenos das. Respond de forma automtica sin mayor

    protocolo.

    Tom el ascensor vaco, las puertas se cerraron y esperando el

    acostumbrado vaco de subida, me percat varios segundos despus de

    que no haba oprimido el botn del piso al cual me diriga. Record que

    nunca lo haba hecho, curiosamente era mi primera vez en el ascensor

    completamente solo. Mir los nmeros tratando de enfocar, estir mi

    temblorosa mano y oprim el nmero 32. El esperado vaco lleg, pero

    esta vez me sent aplastado por una fuerza invisible que resalt el nudo

    en la nuca y el malestar general que se acrecentaba con cada

    movimiento.

    La msica suave del ascensor me molestaba por primera vez. Por

    primera vez le pona atencin. Era una cancin de unos 10 aos atrs

    que me recordaba mis primeras materias de universidad, y un desamor

    que habra preferido olvidar. Pero solo fueron recuerdos fugaces.

    Rpidamente volv a mi lamentable estado fsico.

    Las puertas se abrieron en un piso intermedio, no tena claridad para

    recordarlo pero entr al ascensor una mujer que haba visto en

    ocasiones anteriores cuyo nombre no conoca. Su saludo fue respondido

    de forma automtica nuevamente. Me pregunt cmo estaba el da de

    hoy, a lo cual respond de forma despectiva, bien Su mirada me indic

    su incomodidad frente a una pregunta que tal vez no debi haber hecho.

  • 23 Me sent realmente mal, pero nuevamente el vaco del ascensor me

    record la noche eterna y sin sueo.

    El ascensor se detuvo nuevamente antes del piso 32 y aquella mujer

    sali desendome un buen da con una sonrisa espectacular, a pesar de

    mi poca caballerosidad. Realmente fue como tomar aire fresco, me sac

    de mi abismo por un segundo. Le agradec mentalmente, ya que cuando

    reaccion, las puertas del ascensor estaban casi cerradas.

    Finalmente llegu al piso 32 despus de otro vaci incmodo. Las luces

    de la oficina eran las mismas, pero mi visin no, me molestaba un poco,

    me senta cegado y no poda ver muy bien, y la verdad, no quera ver a

    nadie. Saba que lo siguiente eran los fuertes sermones por haber

    llegado tarde, por supuesto al que menos quera ver era a mi jefe,

    aunque no era una novedad sus sermones, tampoco tena el nimo para

    soportarlo por otro motivo ms. Prefer caminar con toda la vergenza,

    sin contacto visual alguno, quera simplemente llegar a mi puesto de

    trabajo sin ser notado, quera ser invisible.

    Pero mi jefe no era tan malo como suena, realmente haca un buen

    trabajo aunque todos, incluyndolo a l, sabamos que lo poda hacer

    mejor. Simplemente era usual que hiciera y dijera cosas que seguro

    poda hacerlas y decirlas de una manera ms amable. Tal vez era su

    intento de excesiva seriedad, no lo s, en fin.

    Los saludos no se hicieron esperar, pero no hice contacto visual. Me

    limit a responder de forma discreta y sin ahondar en preguntas, no

    quera protocolo.

    - Juan, veo que la pasaste bien anoche! Verdad?- Era Pedro,

    quien decidi darme uno de esos saludos con burla.

  • 24 No puedo negar que me molest bastante, as que apresur el paso sin

    percatarme que una de mis compaeras estaba en frente con un caf en

    su mano y que por supuesto qued esparcido en su ropa, en la ma y en

    el piso.

    Vergenza infinita fue lo que sent. - Deba reportarme enfermo, soy un

    tonto.- Me dije y me repet. Despert por un minuto, seguramente

    debido a la adrenalina del momento provocada por la temperatura del

    caf, que seguro a mi compaera no le hizo mucha gracia. A m

    tampoco, pero era obvio que haba sido mi error.

    Despus de las disculpas y dems, me dirig al bao para limpiarme un

    poco y para mojarme la cara buscando alcanzar la realidad que no haba

    podido encontrar desde la noche anterior. Despus de secarme la cara,

    mir al espejo y vi a alguien que estaba detrs de m y mientras mi vista

    lograba enfocar, este me salud con un tono algo fuerte:

    - Buenos das Juan. Era mi jefe, all vindome en ese estado

    deplorable, casi juzgndome con su mirada.

    Aos antes de ser mi jefe, Santiago sola ser un gran amigo, o al menos

    as lo consideraba. Fue una historia tpica, nos conocimos en la empresa,

    congeniamos rpidamente y nos volvimos cmplices de trabajo. Un

    tiempo despus, conocimos a la misma mujer y bueno, ya mencion que

    era una historia tpica. Ella decidi quedarse con migo y a Santiago, en

    palabras de l, lo traicion y lo traicion.

    Santiago dej de dirigirme la palabra como amigo y nunca me dej

    explicarle que ella no era mujer para ninguno de los dos. Era una mujer

    que solo buscaba una cama con buena economa y que segn ella yo

    tena mejor expectativa econmica de vida y por eso se haba decidido

    por m.

  • 25 En ese entonces yo soaba con ser independiente, viajar, tener una gran

    casa, tener una gran familia, estar sin ataduras a ningn empleo, nunca

    quise ser un dedicado al salario, lo consideraba algo vano y sin

    esperanza, algo rutinario y ms de lo mismo. Cuando ella supo mi real

    forma de pensar, desapareci sin dejar rastro, a slo dos das despus

    del incidente con Santiago. Trat de explicarle en varias ocasiones, pero

    nunca me escuch. Meses despus hubo una vacante en la compaa,

    nuestro jefe de ese entonces haba abandonado la empresa y los

    mejores opcionados ramos Santiago y yo.

    Eso fue hace varios aos ya y por ese entonces yo an pensaba en esa

    libertad de vida que todos hemos soado en alguna ocasin. Fue as

    como decid no participar en el proceso de seleccin para el cargo y por

    su puesto Santiago lo obtuvo. Y aunque deb habrmelo esperado,

    Santiago tom mi decisin como sentimiento de culpa y me dijo que eso

    no significaba nada para l, que las cosas seguiran su curso y que no

    olvidara que ahora era mi jefe. La relacin de amistad se perdi por

    completo, ahora ramos solo dos empleados ms de la empresa con

    jerarquas distintas, en otras palabras unos completos desconocidos.

    Ese da en el bao solo se limit a saludar, como era costumbre, pero no

    hizo ningn comentario a lo sucedido ni a mi lamentable aspecto. Creo

    que lo consider muy amable de su parte ya que su reputacin en la

    oficina no era la de los comentarios ms diplomticos posibles. Siempre

    esper de l alguna jugarreta para sacarme de la empresa, pero a pesar

    de slo ser duro y fro, creo que nunca intent nada malo. Es lamentable

    recordar cmo se perdi una bonita amistad por algo sin importancia.

    Pero ninguno de los dos supo manejar la situacin realmente, el cerr

    sus puertas y yo dej de buscar ventanas.

    La maana con el fuerte olor a caf proveniente de mi ropa, me

    mantuvo un poco despierto y por un momento record que antes de

  • 26 todo el incidente, haba llegado tarde y al parecer nadie lo not o nadie

    quiso decir algo, con excepcin de Pedro. Incluso Santiago, en medio de

    su extrema seriedad, y siendo mi jefe, la persona acorde para llamar mi

    atencin, no lo hizo.

    Los papeles que tena en mi escritorio parecan de meses, incluso no

    tenan ningn orden aparente, era un desorden total y la verdad no

    pretenda componer aquello. Ese da solo dej que el reloj pasara lo ms

    rpido posible, pero el segundero del reloj estuvo haciendo el doble del

    tiempo. Fue un da largo y sin mucho sentido, tampoco estaba en mis

    cabales por completo as que no hice mucho, prcticamente nada.

    La hora del almuerzo fue toda una tortura. En la cafetera no haba nada

    provocativo, los olores eran fuertes y sin agrado. Decid almorzar un

    emparedado sencillo y un jugo sin mucha fruta. La cabeza me segua

    dando vueltas por falta de descanso y no poda concentrarme en nada.

    Bueno, no en mucho, en realidad mis pensamientos se iban a lo ms

    oscuro, se dedicaban a llevarme a mis peores opiniones de los dems y

    de m. Todo lo que vea y escuchaba era simplemente desagradable, a

    todo le vea algn defecto, creo que hasta me los inventaba.

    En la cafetera estaba slo, no me senta con el nimo para compartir un

    rato o una simple conversacin con alguien. Ese da no me senta la

    persona ms amable del mundo, de hecho estaba ms que sensible a

    cualquier tipo de opinin.

    Consciente de mi estado, termin rpidamente mi emparedado con la

    intencin de aprovechar el resto de mi tiempo en caminar un poco para

    despejarme, para aclarar mi mente. Sal del edificio un rato y debido al

    cansancio fsico que sent, me sent en un banquillo a observar la gente

    que pasaba. Realmente estaba con unas ganas profundas de dormir,

    pero haca mi mejor esfuerzo para mantenerme despierto.

  • 27 Pasaron varios ejecutivos hablando por celular, algunas preciosas

    ejecutivas charlando, un cartero, un mensajero en bicicleta, un mimo

    haciendo travesuras y sbitamente un vendedor de helados con su

    pequeo carrito de dos ruedas que se sent a mi lado en el banquillo y

    me salud amablemente.

    - Buenas tardes seor! Me dijo.

    - Buenas tardes! Le dije.

    - Es una maravilloso da, espectacular dira yo. Me expres con

    profundo sentimiento mientras yo pensaba que estaba

    completamente equivocado, dada mi situacin.

    - Desea usted un helado? Me pregunt con una sonrisa, y con un

    completo antojo impulsivo le dije que s.

    - De mora tiene? Le pregunt con inters.

    - Est usted con suerte, no tengo de mora, pero tengo uno de

    fresa que seguro le va a encantar! Me sac un sonrisa con su

    audaz comentario y le dije que estaba bien el de fresa, le di el

    dinero y me qued all sentado mientras el heladero se tomaba

    su tiempo.

    - Sabe?, es mi primera venta del da, creo que ya es justo

    almorzar, le molesta si lo hago ac? Le dije que no se

    preocupara, despus de todo estbamos en un lugar pblico. De

    inmediato sac de entre sus cosas un pequeo contenedor. All

    tena su almuerzo, que al destaparlo, dej escapar un aroma

    indescriptible. Me llev aos atrs a mi infancia, pero no a un

    momento especfico, slo a mi infancia, fue genial.

    Despus de un rato de silencio, me percat de que el heladero miraba a

    la gente con amabilidad y a pesar de que algunos lo vean con un poco

    de desprecio por estar all sentado almorzando, l los miraba casi como

  • 28 saludndolos con la mirada y en ocasiones pareca salirle una sonrisa

    mientras se deleitaba con su maravilloso almuerzo.

    Unos pocos minutos despus se dio cuenta de que yo lo observaba con

    detenimiento y me ofreci de su almuerzo, a lo que por supuesto le

    agradec y le dije que ya haba almorzado.

    Me sonri y me pregunt si me haba gustado el helado de fresa.

    - Desde luego! Le dije.

    - Excelente, me respondi. Es uno de mis favoritos, hay algunos

    sectores de la ciudad que cuando los visito, me qued

    rpidamente sin un slo helado de fresa, son un xito y una de

    mis mejores creaciones. Me cont mirando al infinito. Su actitud

    positiva me inquietaba bastante, de hecho me agradaba y casi

    que me contagiaba de su buena energa.

    Los dos estbamos en el banquillo observando pasar la gente, pero a

    diferencia ma, l pareca disfrutar cada segundo.

    - Puedo hacerle una pregunta algo personal? Le dije intentando

    ser amable.

    - Por supuesto, me respondi.

    - Hace un rato me dijo usted que era un da maravilloso pero

    hasta ese momento no haba vendido un slo helado y aun as

    estaba muy sonriente.

    - Bueno amigo, eso no es una pregunta, es una afirmacin. Me

    sorprendi su lgica en el momento. Vers, no slo porque las

    cosas no han salido como nos gustara que salieran, significa que

    tenga que estar mal. Es nuestra decisin tomar cada cosa como

    nos plazca, pero all radica la clave para que lo dems nos saque

    una sonrisa. Te imaginas si al llegar te hubiera mirado con

  • 29

    desespero y te hubiera dicho buenos das con rudeza, para

    despus venderte un helado. Y que adems, al pedirme el

    helado de mora te hubiera dicho un simple no con una actitud

    de enfado por pedirme algo que no tengo. Creo que el resultado

    de ese panorama es claro, ambos habramos resultado algo

    molestos. Y aun peor, sin ninguna razn aparente.

    Me qued algo sorprendido y pensativo, pero estaba tan perdido en mi

    propia mente que lo siguiente que recuerdo es estar nuevamente en mi

    escritorio. Divagu tanto en mi mente que el tiempo pas sin darme

    cuenta.

    Esa tarde la oficina, estuvo algo extraa. Muchas cosas pasaron pero

    todo dentro de la rutina diaria. Lo extrao de la tarde vena de un

    pensamiento que me recorra la cabeza despus del encuentro con el

    heladero. Haba despertado algo en m con su ltima respuesta, pero no

    tena actitud para descifrarlo.

    Finalmente lleg la hora de salida y como todos los das, me encontr

    mirando el reloj para que marcara la hora exacta y poder salir

    rpidamente.

    Mientras bajaba el ascensor, record que no haba llevado mi vehculo,

    que deba tomar el transporte pblico o un taxi para llegar a mi

    apartamento. Estaba tan deseoso de llegar a dormir que algo naca en

    mi interior, una especie de molestia por no estar ms cerca a tan

    deseado descanso. Era la hora pico y tomar un taxi pareca una tarea

    imposible y ms molesta con cada minuto que pasaba. Finalmente tome

    un autobs que me dejaba unas cuantas calles cerca de mi domicilio.

    Recuerdo esa noche en el autobs por varios motivos. Estaba de pie en

    una especie de batalla con el resto de los ocupantes por mantener mi

  • 30 espacio. Y mi cabeza segua dando vueltas con aquel encuentro con el

    heladero, pero decid dejar atrs ese pensamiento. Comenc a pensar en

    que quera llegar directo hasta mi cama, que quera simplemente

    descansar. Todos en el autobs parecan pensar lo mismo, slo haba

    caras tristes, suspiros y mucho silencio, era como si todos estuviramos

    dispuestos a estallar si alguien nos hablara. Cada uno luca un profundo

    resentimiento hacia lo que haba pasado en el da, cada uno pareca

    reprocharse por la vida que nos haba tocado vivir. Era como estar en

    el autobs de los condenados a muerte en vida, solo se perciba

    resignacin y enfado.

  • 31

    Captulo 3

    UN DA MS

    Fue una noche muy placentera, recuerdo que llegu a mi apartamento,

    me puse ropa de dormir y sin ms prembulos, me sumerg en mi cama.

    Unas ocho horas pasaron hasta que a las cuatro de la maana, algo en

    mi interior me dijo que me despertara. Y as lo hice, estaba oscuro, tal

    como la noche anterior. Pero no tena una sola gota de sueo, y me

    senta plenamente descansado. Mir el techo y vi una pequea luz

    proveniente de las luces de la calle, que se colaba por una de las

    cortinas.

    Me estir y me qued pensando si poda dormir un poco ms. Por

    supuesto que s, me dije a mi mismo. Pero una voz ms fuerte con algo

    de instinto, me dijo que me levantara. Sin pensarlo mucho, me sent en

    la cama, pase mis manos por mi rostro, me estir nuevamente, bostec

    y me puse de pie. El piso estaba un poco fro pero siempre me haba

    gustado sentirlo de esa forma. No me gustaban mucho las alfombras o

    los zapatos para estar en casa. Simplemente me encantaba sentir el piso

    directamente en la planta de mis pies. Era algo remanente que an me

    quedaba del deseo de libertad que tenemos cuando somos nios.

    Camin hacia la cortina, la corr y me sent a observar a travs de la

    ventana, exactamente como la madrugada anterior. Era la misma calma,

    la misma quietud. Esa tranquilidad absorbente que pareca tener mi

  • 32 nombre. Haba algo en el ambiente que me encantaba, me fascinaba esa

    tranquilidad. Era como bajarle volumen al mundo para escuchar mis

    propios pensamientos.

    Y all estaba nuevamente el encuentro con el heladero. Hice un recorrido

    mental por toda la situacin. Fue un encuentro de esos que slo se ven

    en las pelculas o en los libros. Record que la noche anterior, en el

    autobs, haba querido dejar atrs aquello. Me pregunt por qu

    quera olvidarlo? De alguna forma me senta incmodo con lo que haba

    aprendido. Despus de reflexionarlo un rato, lo consideraba imposible.

    Si las cosas no salen como uno quiere, por qu habra motivo para

    sonrer? Simplemente no entenda.

    Unos minutos despus, la quietud se vio interrumpida por un perro que

    corra alegremente y a solo unos metros de su amo, quien pasaba

    trotando con energa. Era como repetir la madrugada anterior, pero esta

    vez tena la mente clara y creo que lo disfrutaba.

    En el momento que observ pasar al perro con su amo, vino

    nuevamente una palabra a mi mente: propsito. Esta palabra me

    haba dejado dormido la madrugada anterior, pero ahora estaba

    descansado.

    El perro corra feliz, con la lengua afuera y su cara de loco. As los

    denominaba cuando era pequeo. Siempre los admir por tener tanta

    dedicacin a sus amos. Nunca tuve uno, mis padres no lo permitan,

    pensaban que era una crueldad tener un animalito encerrado en una

    pequea casa sin jardines ni espacios para una mascota. Creo que tenan

    razn y fui abandonando mi intencin de tener un perro con el

    transcurrir de los aos.

  • 33 Las mascotas parecen tener un nico propsito, en especial los canes.

    Acompaar a sus amos en las buenas y en las malas. Suena sencillo, pero

    llegu a esa conclusin esa maana. Me qued reflexionando en el

    propsito de esa situacin. El perro, su amo, etc. Sonre al darme cuenta

    de que no tena ni idea de lo que estaba pensando. Tena una gran

    cantidad de pensamientos al mismo tiempo, pero no fue difcil llegar a

    aquella conclusin.

    Minutos ms tarde pas uno de los primeros vehculos. Era un camin

    que vena a descargar algunos insumos a una pequea panadera que

    quedaba en la esquina. Se estacion de forma tal que su descarga fuera

    ms cmoda y se bajaron dos hombres que parecan hablar de algo

    bastante cmico. Se rean con una energa que podra despertar a

    cualquier persona del vecindario. Era obvio que no les importaba. Pero

    no creo que hubiera sido as. No vi a ms personas en alguna de las

    ventanas buscando el origen de las risas. Todos seguan durmiendo

    aparentemente.

    En la panadera, las persianas metlicas estaban cerradas, as que no se

    poda observar si haba alguien en su interior. Los hombres del camin

    tocaron la puerta con la seguridad de ser atendidos. Por un segundo

    pens que nadie les abrira, no pareca haber gente.

    La puerta se abri desde el interior y sali alguien que se limpi las

    manos en su delantal blanco, los salud con amabilidad, les estrech la

    mano y les dej la puerta abierta para que ingresaran su mercanca.

    Deduje que era harina por las grandes bolsas blancas y por la pequea

    nube de polvo blanco que quedaba cuando salan del camin. No

    tardaron mucho, no s cuntas bolsas descargaron, pero seguan con

    una actitud de amabilidad. Parecan disfrutar lo que hacan.

  • 34 Su propsito era sencillo desde mi punto de vista: llegar, saludar,

    entregar y continuar su camino. Me pregunt si el panadero viva all o

    haba llegado ms temprano de lo que yo me haba sentado a observar.

    Un rato despus ya haba ms movimiento en la calle, ya pasaban ms

    vehculos, la panadera estaba abierta y algunas personas que

    caminaban por all rumbo a sus trabajos, se detenan para comprar algo

    para su primer bocado de la maana. Eso me record que llevaba ms

    de 12 horas sin comer nada. Creo que lo ltimo que com, fue el helado

    de fresa despus de un almuerzo que no disfrut y en la noche llegu

    tan cansado que la cocina ni la mir. Mi estmago se manifest

    recordndome que necesitaba algo.

    Me levant de la silla en la que estaba y me dirig hasta la alacena y el

    refrigerador en busca de mi desayuno. Normalmente no desayunaba en

    mi casa, solo me tomaba un jugo o un poco de cereal y ya en el trabajo,

    el caf acompaaba alguna cosa que se me atravesara. No era muy

    saludable, pero as era mi vida en ese entonces.

    La bsqueda en la alacena y el refrigerador no fue fructfera y como an

    era temprano, me puse una sudadera y sal del apartamento rumbo a la

    panadera. El camino era extrao, nunca antes haba ido a ese sitio,

    nunca antes me haba interesado, pero las circunstancias del momento,

    el hambre y que no tena ms opciones a la mano, fueron suficientes

    para hacerlo.

    El portero del edificio se asombr al verme y me salud preguntndome

    si iba a hacer algo de ejercicio. Me sorprendi la pregunta, aunque era

    de esperarse por la ropa que llevaba puesta, pero le respond que no,

    que solo iba a la panadera de la esquina a buscar algo para el desayuno.

    El portero me sonri y me dijo que era muy buena eleccin, que todo lo

  • 35 que all vendan era fresco. El comentario me dej pensando un

    momento, pero continu mi camino.

    Unos metros antes de llegar, el aroma a pan fresco me invadi, me llen

    de sentimientos que haba olvidado. Fue genial, se me estremeci todo

    el cuerpo y el hambre se me amplific. Me sent como en las caricaturas

    cuando un aroma pona a flotar al personaje siguiendo una estela del

    olor hasta su origen. Fue muy parecido, llegu sin sentir el camino,

    atrado como un insecto hacia una luz nocturna.

    No haba ms clientes en ese momento, las vitrinas estaban siendo

    llenadas con algunos de los productos del lugar. El aroma a pan me

    empuj a preguntar si tenan pan recin hecho. El panadero levant la

    cabeza, me mir, se limpi las manos en su delantal y me dijo, - buenos

    das. Me di cuenta que no haba saludado y me sent un poco mal. Antes

    de intentar corregir mi falta de amabilidad, el panadero me sonri y me

    dijo que siempre tena todo fresco. Le sonre como gesto de disculpa y le

    ped que me diera el mejor pan que tuviera. Me respondi con una corta

    risa mientras me deca que todos eran lo mejor que tena, pero si tuviera

    que escoger me dara el de maz. Le pregunt si haba alguna razn para

    ello y me respondi que con el pan de maz se diverta ms cuando lo

    haca, no por que tuviera algo muy diferente, simplemente le recordaba

    a sus padres. Todo me lo cont mientras me entregaba lo que le haba

    pedido. Le di las gracias y regres a mi apartamento.

    Haca mucho tiempo que no me tomaba un delicioso caf con un pedazo

    de pan como desayuno. Record con un poco de amargura las maanas

    de desayuno en familia con mis padres y mis hermanos. Los extra

    mucho en ese momento, pero me reincorpor rpidamente y segu

    disfrutando del momento. Tena una sonrisa que sala de unos bonitos

    recuerdos, el momento me llev a mi feliz niez.

  • 36 Lo ms increble de todo es que la hora de comenzar a organizarme para

    ir al trabajo aun no llegaba. Busqu el peridico matutino y comenc a

    leer los titulares. Despus de un rato y de que mi caf se terminara, ya

    haba ledo algunas noticias. De alguna manera me senta informado,

    casi como preparado para el da.

    Dej la lectura y me dispuse a darle orden a mi pequea cocina, que

    aunque poco la usaba, no me tomaba muy en serio la limpieza. Este

    abandono tambin era resultado de que nunca reciba visitas.

    Cuando mir la mesa de la cocina, vi mi celular. Le quedaban tan solo

    unos minutos de carga. El da anterior, en medio de mi afn por llegar al

    trabajo lo dej mientras buscaba las llaves. Con un poco de tristeza

    observ que no tena ninguna llamada, ningn correo que no tuviera que

    ver con la oficina, ningn mensaje nada. Qued triste por mi hallazgo,

    me sent muy solo.

    Mientras tomaba una ducha, mis pensamientos me llevaron a muchos

    temas y a cosas pendientes. En mi trabajo tena tantas cosas irresueltas

    que no saba por dnde comenzar. Me dio algo de ansiedad y no

    encontr respuesta.

    Mientras terminaba de organizarme segu pensando en los pendientes,

    se me convirti en algo inevitable y la ansiedad sigui creciendo. Entr

    en modo automtico y lo ltimo que recuerdo es que estaba entrando al

    estacionamiento de mi trabajo.

    Los saludos fueron los de siempre, la entrada, todo. Ya sentado en mi

    escritorio. Pedro se acerc y me salud, preguntndome si haba visto la

    posible venta de una de las empresas a las cuales le manejbamos

    algunas cuentas. Le dije que s, que estaba pensando en ello para poder

    pasar el informe de proyeccin que me haban solicitado das atrs y que

  • 37 no saba exactamente como incluir esa informacin. De hecho ni

    siquiera estbamos seguros de que fuera cierto.

    Esa fue una de las noticias que haba ledo y que me haba dejado un

    poco preocupado. Finalmente hice mi informe y segu el protocolo

    respectivo. Luego segu con otra de las tantas tareas que tena

    pendientes. Busqu un buen rato hasta que encontr un documento que

    necesitaba. La bsqueda no fue tarea fcil en medio de las montaas de

    papeles que tena en mi escritorio, producto de la acumulacin de tareas

    que nadie pareca recordar solo hasta el ltimo minuto.

    Toda la maana estuve dedicado a las cosas que consideraba urgentes.

    La verdad no estaba haciendo nada distinto de lo que siempre haca. Me

    senta que mientras terminaba una cosa, llegaban dos, nada que no se

    diera todos los das. La hora del almuerzo lleg rpidamente sin que los

    pendientes me hubieran rendido como quera.

    En la cafetera todos hablaban de la noticia que mencion Pedro. Pareca

    que era el nico tema de conversacin. Era un poco entendible ya que

    de ser realidad esto podra tener serias repercusiones en la empresa. Era

    una cuenta lo suficientemente grande como para realizar ciertas

    modificaciones. Todos estaban ansiosos y cada comentario de la

    posibilidad de que ello ocurriera y sus posteriores consecuencias,

    simplemente no eran nada agradables.

    Todos en las mesas tenan un peridico en la mano mientras coman con

    la otra. Todos queran estar ms informados de aquel suceso que hasta

    el momento solo era un rumor. Cada uno tena su opinin, ninguna

    buena.

    El estrs me estaba invadiendo, as que decid no almorzar

    acompaado, no me estaba sintiendo bien con un ambiente tan tenso.

  • 38 Buscando una mesa vaca, observ a una mujer que sostena un libro y

    que estaba sentada sola. Pareca que no tena ms opciones. Me

    acerqu y ofreciendo disculpas por la interrupcin de su libro le

    pregunt si poda sentarme en esa mesa, que no la iba a interrumpir

    ms. Me mir sonri y mientras pasaba una pgina, me dijo con

    amabilidad que por supuesto, que no haba ningn problema.

    Mientras coma mi almuerzo me qued pensando en la sonrisa de

    aquella mujer. Despus de unos minutos record que era la mujer del

    ascensor, la del da anterior. Me atragant, tos hacia un lado y dije

    perdn. Ella hizo caso omiso de mi comentario. Me sent aliviado por no

    haberla interrumpido, pero quera saber su nombre. Tena una intencin

    de redencin por mi falta de amabilidad en aquella ocasin en el

    ascensor. Me preguntaba si ella me recordaba. Tal vez no,

    probablemente era mejor as. Pero me surgi otra inquietud mientras la

    observaba: Todos estaban sumergidos en la noticia, en una conversacin

    de lo mismo, pero ella no, pareca ser la nica persona calmada en la

    cafetera. Se vea muy serena con su libro, no recuerdo el ttulo de lo que

    lea pero seguro era muy entretenido y divertido porque pareca sonrer

    con algunos renglones. No saba cmo abordarla, estaba en blanco.

    Un par de minutos despus, solo quedaba algo de jugo en mi almuerzo.

    Sent un poco de fatiga, supongo que por no estar acostumbrado a

    levantarme tan temprano, pero lo ignor. Ella segua con su libro de

    forma inmutable y yo, segua pensando cmo abordarla.

    Comenc a mirar a mi alrededor observando que la cafetera tena una

    tonalidad azul, siempre era algo agradable, tranquila. En ocasiones

    pensaba que pareca una cafetera de hospital con mucho ms espacio.

    Realmente ramos muchos empleados y la administracin se empeaba

    en dar un buen servicio.

  • 39 En una de las esquinas, casi al terminar la lnea de comida, haba una

    planta grande. No lo haba pensado antes pero sus tonalidades de verde

    me gustaban bastante. Sus hojas grandes y brillantes pasaban de un

    verde claro en el centro a uno ms oscuro en los bordes. Sus hojas

    ovaladas me daban una sensacin de sencillez y hermosura. Por un

    momento me di cuenta que los detalles, hacan ver todo ms

    interesante, incluso ms agradable, como si all hubiera magia.

    Mientras observaba, alguien habl en voz alta pidiendo algo de volumen

    en uno de los televisores que tena la cafetera pero que pareca que

    nadie miraba realmente. Me sac de mi pequeo trance.

    Ella, interrumpi su libro, alzando la mirada hacia donde todos estaban

    expectantes. Se confirm la noticia y las voces de todos comenzaron a

    pronunciar y repetir palabras de tragedia. Se miraban unos a otros

    presos del pnico, algunos ponan sus manos en la cabeza mientras se

    preguntaban qu iban a hacer.

    Yo estaba algo confuso, no saba cmo sentirme, no tena muy claro lo

    que pasara, es ms, creo que no quera saber nada, no quera

    estresarme ms. Pedro pas por mi lado, puso su mano en mi hombro,

    me mir y me dijo, - cerrarn la divisin eso es seguro!

    En ese momento miles de pensamientos me invadieron, entre ellos el de

    abandonar la empresa. Las cuentas por pagar, el apartamento, hojas de

    vida para entregar, tantas cosas que me llenaron de una incomodidad

    insoportable.

    - En qu divisin trabajas?, me dijo ella. Me sac del aparente

    trance en el que me encontraba.

    - En la divisin de cuentas corporativas, le dije.

  • 40

    - Ya veo, me respondi e hizo una pausa esperando mi reaccin.

    Yo me qued sin habla en ese incmodo silencio, estaba

    preocupado.

    - Veo que te preocupa, ser mejor que lo tomes con calma si no

    quieres entrar en el mismo pnico que ya estn los dems. Puse

    la mano derecha en mi barbilla, baj la mirada, pens algo por

    un segundo y la volv a mirar.

    - Creo que tienes razn. Le dije mientras respiraba profundo.

    - Soy ngela, me dijo. Trabajo en el departamento de marketing.

    - Soy Juan, y creo que ya sabes en qu trabajo.

    Hice una pausa y le pregunt si no se encontraba preocupada por lo que

    estaba sucediendo, ya que probablemente saldra afectada. Me

    respondi que seguramente estara involucrada en los cambios pero que

    no le afectara. No le entend muy bien, as que supuse que tena un

    cargo ms importante del que yo me imaginaba. Me sonri por un

    momento y me dijo que no era lo que estaba pensando, que lo que

    quera decirme era que seguira su camino pasara lo que pasara. Su

    manera de decirlo ante la situacin me dio un poco de alivio, no le haba

    entendido muy bien, pero admir su actitud.

    Un llanto ahogado que provena de una mesa cercana nos interrumpi.

    Ambos miramos con la intencin de saber lo que pasaba. Era una de mis

    compaeras de trabajo a la que intentaban consolar por la amarga

    noticia.

    - Juan, es claro para ti lo que sucede?, me dijo mirndome

    nuevamente.

    - No ngela, la verdad creo que tengo mi mente hecha un caos en

    este momento, preferira no pensar en ello.

  • 41 La fatiga de un rato atrs se acrecent y me incomod, trat de estrame

    en mi silla pero la incomodidad segua.

    - Juan, te he visto algo tenso desde ayer. Me sac de mi

    incomodidad fsica y me llev a una especie de vergenza con

    migo mismo.

    No poda creer que realmente se acordara de m en el ascensor. Le dije

    que no haba sido mi intencin ser algo rudo con mi respuesta en el

    ascensor, que le ofreca disculpas por ello. Creo que me sonroj como si

    fuera un adolescente. Ella ri y me dijo que no se refera a ello, que me

    haba visto a la hora del almuerzo fuera de la oficina sentado en una

    banca con cierta cara de meditabundo, que pareca perdido en mis

    pensamientos, y que mis ojeras no me ayudaban mucho.

    Me sent aliviado, pero al mismo tiempo avergonzado. Le comenc a

    contar mi noche y por lo cual estaba en ese deplorable estado, pero me

    interrumpi dicindome que ya debamos volver a nuestros puestos de

    trabajo.

    - Oh, tienes razn!, hice una pausa y le pregunt si le gustara

    tomarse un caf al salir del trabajo.

    - Me encantara pero no me es posible hoy Podras mantener tu

    invitacin para maana.

    - Claro, la mantendr. Dije torpemente.

    - Nos veremos maana entonces.

    Mientras caminaba al bao para asearme un poco antes de regresar a mi

    oficina, me sent como un adolescente explorando nuevas cosas. La

    verdad es que la sensacin, a pesar de la incomodidad, me gustaba, me

    haca sentir ms joven de lo que recordaba. Tal vez ese era el secreto de

    la adolescencia, esa incertidumbre algo incmoda en la que todo es

  • 42 nuevo y divertido, incluso, las cosas que ya se han hecho. Algo

    paradjico, pero seguro con mucha verdad.

    Una vez que regres a mi oficina, Santiago me esperaba sentado. Me

    sorprend un poco, tena en su rostro cierta expresin de preocupacin.

    - Qu piensas de todo lo que est pasando? Me pregunt sin

    ningn tipo de prembulo.

    Santiago tena una mirada que haba aprendido a identificar aos atrs

    cuando ramos amigos. Era notable su ansiedad, demostraba la

    impotencia ante los acontecimientos. Reflexion su pregunta por un

    momento mientras llegaba a mi silla, me sent, respir profundo, me

    puse la mano izquierda en la barbilla, lo mir fijamente y le dije que no

    poda emitir juicio alguno.

    - Por supuesto que puedes. Entiendo tu posicin neutral, pero

    realmente eres la nica persona que puede opinar y la nica en

    la que debo confiar.

    Me llam la atencin su forma de decirlo, ms an cuando nuestra

    relacin era complicada.

    Su aseveracin frente a la confianza en m, me sac del presente por un

    segundo. Trat de organizar mis pensamientos y de pronto comprend la

    diferencia entre lo que poda ser y lo que deba ser. Santiago me haba

    dicho que yo poda opinar pero slo en m deba confiar.

    - Por qu slo debes confiar en m?

    - Juan, te considero la nica persona sensata en la oficina en este

    momento. S que soy tu jefe, pero creo que ni yo mismo me

    siento con la claridad para saber que pensar. Por eso te

    pregunto a ti, deseo saber tu opinin.

  • 43

    - Seguro habr recorte de personal. Le respond mientras me

    miraba fijamente. Luego se levant de su silla, acomod su

    corbata y me dijo:

    - Tenemos una semana para quedar en el bote o fuera de l.

    Me qued algunos minutos pensando en lo que me haba dicho

    Santiago, me perd en mis propios pensamientos. Por supuesto que

    estaba confundido con la actitud de Santiago. Despus de tantos aos al

    margen y ahora me sale con algo que de verdad consideraba amable. Lo

    conoca lo suficiente para saber que lo que me quera decir era para, de

    alguna forma, salvar nuestro pellejo. Y con lo que me haba dicho, senta

    un voto de confianza en m, en mi trabajo. Me senta aliviado y

    confundido al mismo tiempo, los pensamientos se empezaron a sumar y

    sin darme cuenta, comenzaba a tener dolor de cabeza por el estrs que

    me estaba generando todo esto.

    En ese momento, un aroma fugaz, proveniente de ninguna parte y sin

    sentido me hizo recordar las palabras de mi madre cuando me vea algo

    ofuscado estando pequeo:

    Para calmarte, mira ms all, no solo con tus ojos, si no con tu mente

    tambin. Observa que el mundo es mucho ms grande de lo que sientes

    en este momento, observa que tras esa pared o lo que puedas estar

    viendo, hay gente sonriendo, hay jardines y campos preciosos, as como

    animales en las selvas y peces en el ocano. Date cuenta que el mundo

    es tan grande como t lo quieres ver, ahora respira profundo, suelta el

    aire con fuerza y reljate.

    Esto siempre me calmaba, pero haba dejado de hacerlo porque a veces

    me senta inmaduro con ello, pero mi instinto me llev a practicarlo en

    ese momento y para cuando estaba terminando de respirar, ya tena mi

    mente clara.

  • 44 Santiago me haba dicho que era hora de actuar, as que sbitamente,

    mi mente me trajo miles de ideas para hacerlo, pero de hacerlo muy

    bien. Fue un momento de epifana, de alegra, me sent satisfecho por lo

    que estaba sucediendo. Haba entendido perfectamente la intencin de

    Santiago con el poder ser y el deber ser. Ahora estaba haciendo

    precisamente lo que deba.

    Comenc a escribir como loco las ideas que venan a mi mente, incluso

    las ms excntricas, saba que de todo ello iba a sacar cosas muy

    valiosas, no importaba. Comenc a llenar mi agenda de notas, de ideas,

    me puse de pie y comenc a llenar pequeos papeles de colores y

    pegarlos en lugares estratgicos de mi oficina. Tena tanta euforia que

    saba que si no paraba, me poda dar algo extrao.

    De pronto alguien toc la puerta de mi oficina, era Pedro, quera

    preguntarme algo. Lo vi bastante preocupado, incluso esa intencin de

    hacer un chiste con cada cosa pareca haber desaparecido por completo

    de sus ser. Lo entend, pero me sent algo incmodo. Le dije que se

    sentara, aunque lo que me haba preguntado slo contaba con una

    respuesta sencilla. Aprovech mi momento de euforia.

    - Es momento de hacer muchos cambios.

    - A qu te refieres? No creo que sea momento para tonteras.

    - Pedro, s que es un momento incmodo para todos, pero fjate

    que no hay nada seguro, lo que nos facilita cualquier cambio, en

    especial en nuestra forma de ver las cosas. Debemos aprovechar

    esta coyuntura, justo ahora.

    Pedro no deca nada, estaba completamente callado, creo que hasta

    lleg a creer que se me haba aflojado un tornillo despus de aquella

    noticia.

  • 45

    - Juan, Te sientes bien?

    - Me siento excelente, estoy en un momento de inspiracin

    increble. Nada me puede quitar esta sonrisa.

    - Yo no me siente bien Juan. Creo que me siento ms afuera que

    adentro de la empresa. Ha sido una noticia inesperada. No

    quiero hacer nada, es ms, creo que ni me importa. No

    encuentro motivos para realizar mis tareas. No hay nada seguro,

    es cierto, pero me hace sentir que no hay nada que perder, as

    que para qu hacer algo? Y creo que as estamos todos Juan.

    - Menos yo Pedro. Le dije con entusiasmo.

    Pedro sonri, as que aprovech ese valioso momento para pedirle algo.

    - Pedro, probablemente sea momento para sentirnos abatidos, se

    perfectamente que las cosas no apuntan al mejor norte, pero

    pinsalo por un momento, estamos en la cuerda floja por algo

    que tal vez sea ajeno a nosotros, y finalmente es algo que no nos

    debera afectar. Tienes razn al decir que probablemente no hay

    nada que perder, y si es as, pues mejor aun si intentamos lo

    contrario. Debemos dar lo mejor de nosotros y seguro que eso

    tendr un resultado favorable.

    - De verdad crees que no estbamos dando lo mejor?

    - Estoy completamente seguro que ninguno de nosotros est

    dando lo mejor. Slo damos lo suficiente para seguir recibiendo

    el mismo cheque en cada pago, slo hacemos lo que nos piden

    pero que no vamos ms all. Somos buenos en lo que hacemos,

    eso es innegable, pero lo podemos hacer mejor. Pinsalo

    nuevamente, si furamos al menos un poco ms all, ante la

    situacin incmoda que estbamos pasando, al menos

    tendramos la satisfaccin de haber hecho lo mejor y sabes que

    esa satisfaccin no tiene precio. Pedro, si as fuera, no

  • 46

    estaramos cuestionndonos en nuestras mentes

    preguntndonos que habra sido si hubiera hecho esto o

    aquello.

    - Me sorprendes Juan, eso es lo que he estado pensando desde lo

    de la noticia.

    - Lo s, eso precisamente haba llegado yo a pensar, pero un grato

    recuerdo me sac de ese estado deplorable y ahora estoy

    dispuesto a dar lo mejor.

    - Qu te ha hecho pasar a semejante estado de positivismo?

    Con algo de vergenza, le cont el ejercicio de mi madre, me escuch

    con mucha atencin, cerr los ojos por un momento y sonri. Me dijo

    que su madre le contaba algo muy parecido, que no lo haba recordado

    hasta ese momento, que recordaba a su madre con orgullo y que

    deseara tenerla all en ese instante. Hicimos una pausa por algunos

    segundos, creo que ambos reflexionamos ante todo lo que estaba

    sucediendo. Pedro me mir, sonri y me dijo que contara con l, que

    estaba dispuesto a dar todo lo mejor. Me sorprendi agradecindome

    con un abrazo, que iba a tratar de mantener ese sentimiento de triunfo y

    dejar el derrotismo a un lado y que finalmente an no haba pasado

    nada como para sacar conclusiones a la ligera como lo venamos

    haciendo. Antes de salir de la oficina me dijo, Juan, cuenta conmigo. Yo

    me sent, sonre para m mismo mientras me deca mentalmente, esto

    est excelente.

    La jornada de trabajo termin llena de caras largas y algunos ojos

    hinchados por las lgrimas de la incertidumbre.

    Mi regreso al apartamento fue algo interesante, a pesar de no

    recordarlo muy bien, se que conduje con una sonrisa. Me sent

    satisfecho por un trabajo bien hecho durante el da. Llegu con ganas de

    hacer cosas, com algo y encend el televisor. Pensaba descansar un rato

  • 47 y luego emprender algo, lo que fuera con la energa mental con la que

    haba llegado.

    Estaban en el noticiario nocturno, unos minutos despus me qued

    dormido.

  • 48

    CAPTULO 4

    CASI EL PRIMER DA

    Despert poco despus de medianoche. El ruido del televisor encendido

    me alert de mi mal sueo. Me levant, me cepill los dientes con la

    poca fuerza que tena, me puse la ropa de dormir y me dispuse a la

    cama.

    El despertador son muy temprano. Me despert apresurado, ya que le

    haba cambiado de lugar y le haba aumentado el volumen,

    precisamente con la intencin de sacudir mi cuerpo y no simplemente

    retrasar la alarma 5 minutos ms unas 7 veces.

    Fue divertido haberlo hecho as, realmente funcion. No hubo lugar a

    que mi cuerpo, pero en especial mi mente tuviera la intencin de seguir

    durmiendo.

    Encend una luz para irme acostumbrando a la madrugada, me sent al

    lado de la ventana, tal como las noches anteriores. Como ya era usual,

    mis pensamientos me agradecan aquella calma y tranquilidad que

    observaba, era como tomarme unas micro vacaciones. Comenc a

    recordar el da anterior, hice un repaso del extrao pero buen da. Aun

    con aquella noticia, las cosas se haban tornado personalmente

    interesantes para m.

    Record la incomodidad del momento del almuerzo en la que todos

    estaban concentrados en lo que de alguna forma consideraba negativo.

    Tanto as que no quise involucrarme en lo mismo y por ello decid

    sentarme a parte. Cosa que result bastante bien ya que all haba

  • 49 conocido formalmente a ngela. Una sonrisa sali en ese momento, me

    qued algo perdido en mis pensamientos hasta que a travs de la

    ventana vi pasar al perro de todas las maanas y a su amo detrs en su

    ejercicio diario. Me reincorpor en mi revisin del da anterior con la

    extraeza de haber aprendido algo sumamente valioso de parte de

    Santiago, a quien crea una persona muy alejada y que de alguna forma

    me dio a entender que crea en m. Esa diferencia entre poder ser y

    deber ser me llev a recordar a mi madre y su encantadora manera de

    calmarme y traerme a mi presente. Creo que Pedro lo comprendi tan

    fcil como yo cuando de alguna forma evoqu a su madre con el

    ejemplo de la ma. Hubo algo de magia, una magia que poda venir de

    cualquier persona, de cualquier maestro de nuestra historia personal.

    Poder ser y deber ser, estuve un buen rato pensando en ello. Poda ser

    cualquier cosa, me dije. Deba ser La respuesta se me escapaba en ese

    momento. Qu deba ser? Me segu preguntando por un largo rato. El

    tiempo se me fue bastante rpido entre un pensamiento y otro, me

    estaba quedando dormido. De pronto sent mi propia voz en mi mente

    dicindome: Levanta la cabeza y escucha, reaccion con algo de

    sobresalto, mir el reloj y ya era hora de organizarme para salir al

    trabajo.

    El trayecto al trabajo fue casi como todos los das, pero haba una gran

    diferencia: No me senta disgustado.

    Ese sentimiento me sacudi, no lo esperaba. Me re con fuerza mientras

    conduca, era como descubrir que el agua moja, pero aun as era mi auto

    descubrimiento. Sin saberlo, o ms bien, sin aceptarlo durante tantos

    aos, todos los das me iba para el trabajo con disgusto. Justo en el

    momento que me diverta con mi fabuloso descubrimiento, estaba

    esperando que el semforo cambiara a verde. Las bocinas no se hicieron

    esperar y aunque me molest el ruido, ya no tena el disgusto por la

  • 50 insistencia de los vehculos de atrs, como si pudieran empujarme con

    ello. Me sent bastante bien en ese momento.

    Unos minutos antes de llegar al trabajo, los pensamientos de los

    pendientes y del reto que haba surgido despus de la conversacin con

    Santiago, comenzaron a invadirme. Eso trajo mi disgusto diario por un

    momento, pero en el momento que me di cuenta de que estaba tan

    invadido de cosas en la cabeza que no saba siquiera que estaba

    manejando, estaba en automtico. Respir profundo, levant mi cabeza

    y record las palabras de mi madre que haba usado el da anterior y

    volv a mi ser.

    Decid llegar a mi oficina primero antes de tratar de pensar en todo lo

    pendiente. No fue fcil, pero lo logr. Us mis pensamientos para

    recordar otro tipo de cosas, incluso, casi como un loco que habla slo,

    result dicindome en voz alta, levanta la cabeza y escucha. Y por

    supuesto que lo hice, me acord de ngela y de su encantadora sonrisa

    y que nos veramos ese da al salir del trabajo.

    Que distrado estaba, haba olvidado por completo que era ese mismo

    da. Tena la intencin de ponerme mi mejor traje y mi mejor colonia.

    Creo que no haba hecho nada por el estilo. Estaba en la forma ms

    casual que poda estar.

    Al entrar al edificio, iba con un sonrisa pcara, no se realmente porque la

    tena, pero s que tuvo un interesante efecto al entrar. El vigilante me

    saludo muy amable y de alguna forma me devolvi la sonrisa. De la

    misma manera me sucedi con varias personas que iba saludando en el

    camino por el edificio hasta mi oficina. Incluso Pedro, me saludo con un

    fuerte apretn de manos, me sigui hasta mi escritorio y me dijo que

    como me haba expresado el da anterior, que estaba dispuesto a

    apoyarme en todo. Me cont que tuvo una noche interesante con su

  • 51 esposa. Le cont lo sucedido y ella le dijo que pasara lo que pasara,

    estara a su lado.

    - Juan, lo que me contaste de tu madre me ha dado una confianza

    que no tena hace mucho tiempo. Mientras se lo contaba a mi

    esposa y como me haba llevado a recordar a mi madre, se me

    vinieron las lgrimas, pero fue un momento hermoso. Record

    como mi madre siempre haba sido una gran maestra.

    Las palabras de Pedro me quedaron retumbando, haba dado en el clavo

    con ello. Sin darme cuenta esa inspiracin haba nacido de mi maestra

    personal, aquella que haba tenido toda mi vida y que por creerme un

    adulto, haba decidido dejar de escuchar.

    Me sent abatido, triste por un segundo. Pedro, me mir, creo que se dio

    cuenta de mi pensamiento y me dijo, nimo amigo, tenemos muchas

    cosas por hacer, mira a tu alrededor. Me reincorpor, levant la cabeza

    y observ una cantidad enorme de pequeos papeles de colores con

    todas las ideas que haba plasmado el da anterior. Me sent lleno de

    energa, me puse de pie y comenc a leer todo aquello. Estaba

    abrumado, no saba por dnde empezar, as que me tom un momento

    y me pregunt qu poda hacer. Record una capacitacin que nos

    haban dado haca ya varios meses. El empleo del tiempo se llamaba, en

    la que el primer paso era preguntarse qu necesitaba de atencin

    inmediata? Y luego, lo que era urgente pero con menor prioridad. Tom

    mi agenda y comenc a organizar las prioridades. Me tom solo 10

    minutos, as que a los 11 minutos ya estaba manos a la obra. Pareca un

    hombre nuevo, comenc a sacar cosas con una rapidez increble. En la

    oficina estaban algo sorprendidos con mi actitud, con excepcin de

    Pedro quien estaba conectado conmigo y dndome una mano en todo lo

    que estbamos haciendo.

  • 52 Todos tenan un semblante poco amable despus de la noticia del da

    anterior y ese da el ambiente en general era algo tenso. Aun as, haba

    pasado un poco ms de una hora y media y ya haba generado el trabajo

    que yo realizaba en un da entero. Realmente no lo poda creer, revis lo

    hecho para asegurarme de que todo estaba en orden y as fue. Le

    pregunt a Pedro que como iba su da, a lo que me respondi, que

    increblemente rendidor, que se senta muy motivado y que su trabajo

    iba muy bien. Entonces vamos muy bien, le dije.

    Era curioso, cada vez que miraba a alguien ms en la oficina, las caras

    largas se hacan notar, mientras tanto Pedro y yo, sonreamos, sin razn

    aparente para los dems.

    Por supuesto esta actitud positiva comenz caer mal en el resto del

    personal, no era para menos, todos estaban concentrados en el

    problema, mientras Pedro y yo estbamos concentrados en las

    soluciones. En algn punto nos desconectamos de la necesidad de sufrir

    por lo que estaba ocurriendo. No tenamos idea de lo que podra

    suceder realmente, pero Pedro y yo estbamos en lo que comenc a

    denominar estado de productividad. Hasta me llegu a preguntar: y si

    esto mismo hiciera en cada cosa de mi vida, y si los dems hicieran lo

    mismo en sus vidas y en sus trabajos? Todo era una simple decisin.

    En el transcurso del da sucedieron algunas cosas incmodas, nuestras

    sintonas de trabajo estaban completamente desfasadas, estbamos

    haciendo corto circuito, nuestras ganas de hacer chocaban con las ganas

    de salir corriendo del resto de las personas. Tanto Pedro como yo

    tuvimos momentos de duda.

    A eso de las 3 pm, Pedro fue a mi oficina algo desmotivado por la

    cantidad de obstculos que estaba encontrando con los dems. Hicimos

    una vez ms, el mismo ejercicio que me haba enseado mi madre, era

  • 53 como desintoxicarse, como limpiar las dudas y los miedos. Pedro sonri

    y me dijo que realmente funcionaba con l. A m me funcion tambin,

    la verdad no era fcil mantener el nimo para que las cosas siguieran

    saliendo de esa forma, la cantidad de altibajos era tremenda, me senta

    en una montaa rusa extrema y por supuesto el vrtigo no se haca

    esperar.

    En el almuerzo me haba encontrado con ngela, habamos quedado de

    vernos en la salida del edificio cuando terminara la jornada. En medio de

    los altibajos del da, creo que me emocionaba tener una especie de cita.

    La verdad ni siquiera saba si era una cita o simplemente una cortesa

    por parte de ella. De igual forma llevaba mucho tiempo sin salir de esa

    forma y me llenaba de expectativa. Cuando pensaba en ello, el reloj

    pareca ir ms lento, era una buena seal en medio del ansia que senta.

    Antes de finalizar la jornada, Santiago fue a mi oficina. Nuevamente

    estaba un poco sorprendido, pero l quera saber si necesitaba algo. Me

    dijo que haba escuchado ciertas quejas de mi actitud, pero por lo que

    decan y conoca de m, saba exactamente lo que suceda. Por supuesto

    que mi rostro reflej inquietud, l sonri y me dijo: Parece que eres el

    mismo que conoc cuando llegamos a esta empresa. Luego

    simplemente se retir, ni siquiera tuve oportunidad de decirle si

    necesitaba algo o no.

    Me qued en una especie de parlisis mental, divagando en mis

    pensamientos mientras buscaba respuestas a lo que me dijo Santiago,

    pero no lo pude entender.

    La entrada al edificio estaba llena de gente camino hacia sus hogares. No

    definimos un punto exacto para nuestro encuentro, pero tampoco era

  • 54 tan grande como para no encontrarnos. Esper durante unos 2 minutos

    y ngela me tom por sorpresa mientras me saludaba desde detrs. No

    s qu se hizo en la tarde despus del almuerzo, pero estaba

    simplemente espectacular. Su sonrisa llenaba de alegra cualquier lugar

    en el que estuviera.

    Fuimos a un sitio cerca de la oficina, pedimos una bebida mientras nos

    ponamos al da con nuestras vidas laborales. De alguna manera

    llegamos al punto donde le cont lo sucedido con Pedro y como estaban

    evolucionando las cosas. Pas un buen rato, me escuch con mucha

    atencin y por las preguntas que me haca pareca muy interesada con lo

    que le estaba diciendo. Al final de esa parte de la conversacin le dije

    que necesitaba encontrar una forma para que el ambiente no

    desmejorara en medio de tanta tensin. ngela me mir como si

    conociera la respuesta, y as fue.

    - Juan, ya los has hecho. Lo que hiciste con Pedro es exactamente

    lo que deberas hacer con el resto del personal. Si llegas a

    transmitir esa sensacin de querer hacer an ms, seguro

    logrars lo que quieres.

    Qued impactado con lo que me estaba diciendo. Cmo no se me haba

    ocurrido?, era tan obvio que simplemente lo tena en frente, estaba tan

    cerca la respuesta que no la vi. ngela sonrea.

    - Tranquilo, no voy a copiar tu idea, aunque no niego que me

    siento tentada a hacerlo, creo que a mis compaeros y a mi no

    nos vendra mal algo como eso. Me parece genial, es como si lo

    ms simple, lo pudiramos usar con ms potencia.

    Me expres sus pensamientos de una forma muy amable, por

    momentos me perda en su sonrisa, pero en mi cabeza rondaba la

  • 55 necesidad, el reto, de transmitir la informacin, la manera de hacerlo.

    No me senta muy cmodo contando la historia a todos de lo que me

    deca mi madre cuando era pequeo. Pero era una idea que planeaba

    desarrollar ms tarde, en ese momento deba disfrutar el tiempo con

    ngela.

    Nos contamos nuestras historias de vida, incluso le cont mi historia con

    Santiago, mi viejo ex amigo. Le habl de mis padres, de mi hermano y mi

    hermana. ngela era hija nica, adoptada de hecho, sus padres haban

    muerto haca algunos aos casi al mismo tiempo, pero despus de una

    vida hermosa con mucha sabidura y en una vejez placentera. All

    entend porqu pareca ser una persona tan serena y porqu, mi rudeza

    aquel da en el ascensor pas casi desapercibida, haba tenido dos

    maestros excepcionales, sus padres.

    Con ngela estuve compartiendo mi auto aprendizaje de los ltimos

    das. Me cont que muchas de las cosas que yo deca, se las haban

    enseado sus padres.

    - Mira Juan, lo que me dices es muy lgico. Por ejemplo, si en la

    maana lo primero que haces es llenarte de las noticias de la

    prensa, pues tu da ser de la misma forma. Con mis padres

    aprend a ver noticias, pero no a baarme con ellas, a no quedar

    impregnada de la energa que transmiten, que como ya sabrs

    son negativas en un 99% y por lo tanto as ser el resto de tu da.

    No es fcil evitar sentir molestia por ese montn de injusticias

    que vemos, as que de entrada, quedamos cargados de

    negatividad. Observar sabiendo que no hay que vivir lo que

    vemos, no dejarnos contaminar por ello, esa es la clave.

    - Tienes razn ngela, los pocos das que he estado madrugando

    sin baarme en noticias, algo en mi mente funciona de mejor

    manera, de alguna forma me siento despejado y sin presiones

  • 56

    invisibles. Aunque la situacin actual de la empresa me invade y

    por momentos, me agobia.

    - Creo Juan que la mejor manera de aprender, es experimentando

    nosotros mismos, que la vida muchas veces nos muestra las

    puertas y nuestra nica labor es cruzarlas.

    Le entenda perfectamente a ngela, yo mismo lo estaba viviendo, pero

    tambin saba que tena muchas puertas por descubrir y por supuesto

    por cruzar. La noche con ngela fue encantadora, tuvimos una

    conversacin muy agradable, nos divertimos mucho.

    Despus de acompaar a ngela, camino a mi apartamento, estuve

    pensando en lo que deba hacer para solucionar el ambiente en mi

    oficina. No me quedaba mucho tiempo, tan solo unos das. Me comenz

    a invadir un temor de lo que podra suceder, estaba volviendo a mi

    estado anterior, pero esta vez estaba preparado. Us mi auto

    desintoxicacin mental y como siempre me funcion perfectamente.

    Ya en el apartamento, me qued pensando en lo que deba hacer para

    poder conectar a mis compaeros en la oficina. Era un poco tarde y me

    senta cansado, as que decid dormir y aprovechar el tiempo en la

    maana para idear una forma.

  • 57

    CAPTULO 5

    EL PRIMER DA

    Tal como en los ltimos das, me levant muy temprano, renovado, pero

    esta vez tena un propsito simple. Nuevamente la palabra propsito

    sala a flote. El caso es que me levant y me sent a pensar en mi

    estrategia a seguir. ngela me haba aclarado el panorama, pero

    nuevamente pensaba que compartir con todos las palabras de mi madre

    podra ser algo incmodo. Tom papel y lpiz y comenc a poner las

    palabras de mi madre, pero mientras lo haca comenc a modificarlas,

    comenc a generar la misma idea, pero buscando que fueran ms

    fuertes, que llegaran con ms facilidad, que fueran algo mgico, que tal

    como con Pedro pudieran tener el efecto deseado. As que repasando

    una a una aquellas palabras, finalmente obtuve algo para compartir:

    Detente, observa a travs de las ventanas y paredes, observa las

    personas que van all caminando, conduciendo o simplemente van a

    algn lado. Piensa lo que puede estar pasando por sus mentes y lo que

    les produce la expresin en sus rostros. Date cuenta que el estar ac en

    estas cuatro paredes no te deja ver todas las oportunidades que te

    brinda la vida, que solo hace falta tomar un poco de aire para saber que

    aun est todo por hacer, pero que lo ms importante es que lo que hagas

    en este momento definir la calidad de tu futuro.

    Me sent inspirado, me sent animado por esto, creo que me gustaron

    las palabras que haba escrito, ahora slo faltaba esperar que a ellos

    tambin les llegara como me estaba llegando en ese preciso

    momento. Viv ese momento de inspiracin con la suficiente emocin

    como para aprenderla y usarla en el momento de transmitirla. Hace

  • 58 aos haba aprendido en una de las clases de ven