Leon de Mattis, Reflexiones Sobre Llamamiento

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Reflexiones sobre Llamamiento - Léon de Mattis (trad. F. Corriente) La necesidad de comunismo atraviesa la totalidad de la sociedad del capital. El mérito de Llamamiento consiste en haber tomado nota de ello, y en tratar de diseñar estrategias que están a la altura de esta conciencia 1 . Su debilidad radica en la tentación (que renace sin cesar) de pensar que basta con desear establecer relaciones diferentes para empezar a producirlas. Primo Como su nombre indica, Llamamiento no es un texto de análisis o de debate. No tiene como objetivo convencer ni denunciar, sino afirmar y exponer, y sobre esta base, anunciar una estrategia para la revolución. ¿Debemos por lo tanto, concluir, como Gilles Dauvé, que «Un “llamamiento” no se refuta: o se escucha o no se tiene en cuenta en absoluto 2 »? En su negativa a discutir la «evidencia sensible» (p. 46), Llamamiento invita a esta reacción desde las primeras líneas de su primer escolio: «Esto es un llamamiento. No haremos el esfuerzo de demostrar, de argumentar, de convencer. Iremos a la evidencia» (p. 31) No obstante, Llamamiento es al mismo tiempo el típico producto de un debate inherente a la existencia misma del «área que se plantea la cuestión de la comunización». Y llevar este debate a su conclusión es un requisito previo para que surja un «movimiento comunizador» consciente en el seno de este área 3 . Entiéndase que el objetivo de 1 Llamamiento fue publicado por el Comité Invisible en 2004; las referencias en el texto corresponden a la traducción castellana disponible aquí: https://n- 1.cc/pg/file/read/1220760/tiqqun-llamamiento-y-otros-fogonazos . 2 Gilles Dauvé y Karl Nesic: «Comunización: una “Llamada” y una “Invitación”», Troploin 4 (septiembre 2004), http://troploin0.free.fr/ii/index.php/textes/19communisation-un-appel-et- une-invite . (versión en castellano disponible aquí: http://www.hommodolars.org/web/spip.php?article3982 ) Dauvé concluye su texto escribiendo: «Si la situación es como la que describen los artífices de Meeting y los autores de Appel, la simple coincidencia de ambos proyectos debería suscitar como mínimo un interés recíproco en sus respectivos animadores. Hasta donde sabemos, no es el caso.» Además, añade, en relación con la Llamamiento: «Cualesquiera que sean las aprehensiones que pueda suscitar, este libro expresa una existencia, una experiencia, en particular en las acciones antiglobalización de los últimos años, y a su manera pone el dedo sobre esta época.» Es preciso señalar aquí que la «concomitancia» de estos proyectos no tiene nada de fortuita, y que la «experiencia» que representa Llamamiento también se puede encontrar en Meeting. Algunos artículos de Meeting 1 y de Llamamiento se ocupan estrictamente de los mismos temas. 3 Las expresiones «área que se plantea la cuestión de la comunización», «movimiento comunizador» y «corriente comunizadora» se utilizan en el sentido que les di respectivamente en Meeting 1 («Tres Tesis sobre la comunización»). «Corriente comunizadora» designa a los grupos teóricos que emplean explícitamente el concepto de comunización como un polo importante de su reflexión (y de momento se trata sin duda de una corriente restringida). «El área que se plantea la cuestión de la comunización» agrupa a una parte mucho mayor del movimiento proletario presente y pasado. Caracteriza a esos momentos de la lucha de clases en los que la problemática central se aproximó a lo que en la actualidad entendemos por comunización: en resumen, ¿cómo hacer realidad la inmediatez de las relaciones sociales? Lo que indica la existencia de esta área es la cristalización en torno a la cuestión de la comunización en una lucha determinada en un momento dado, sin pensar que esta parte del proletariado podría existir de forma separada o perpetuarse más allá de la lucha de clases en general. Por último, el «movimiento comunizador» es algo que está por crearse. Los debates deben ser

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Crítica de Leon de Mattis (miembro del grupo Krisis) sobre "Llamamiento y otros fogonazos" de Tiqqun. Traducción de Federico Corriente.

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Reflexiones sobre Llamamiento - Léon de Mattis

(trad. F. Corriente)

La necesidad de comunismo atraviesa la totalidad de la sociedad del capital. El mérito de Llamamiento consiste en haber tomado nota de ello, y entratar de diseñar estrategias que están a la altura de esta conciencia1. Su debilidad radica en la tentación (que renace sin cesar) de pensar que basta con desear establecer relaciones diferentes para empezar a producirlas.

Primo

Como su nombre indica, Llamamiento no es un texto de análisis o de debate. No tiene como objetivo convencer ni denunciar, sino afirmar y exponer,y sobre esta base, anunciar una estrategia para la revolución. ¿Debemos por lo tanto, concluir, como Gilles Dauvé, que «Un “llamamiento” no se refuta: o se escucha o no se tiene en cuenta en absoluto2»?

En su negativa a discutir la «evidencia sensible» (p. 46), Llamamientoinvita a esta reacción desde las primeras líneas de su primer escolio: «Esto es unllamamiento. No haremos el esfuerzo de demostrar, de argumentar, de convencer. Iremos a la evidencia» (p. 31) No obstante, Llamamiento es al mismo tiempo el típico producto de un debate inherente a la existencia misma del «área que se plantea la cuestión de la comunización». Y llevar este debate a su conclusión es un requisito previo para que surja un «movimiento comunizador» consciente en el seno de este área3. Entiéndase que el objetivo de

1 Llamamiento fue publicado por el Comité Invisible en 2004; las referencias en el texto corresponden a la traducción castellana disponible aquí: https://n-1.cc/pg/file/read/1220760/tiqqun-llamamiento-y-otros-fogonazos.2 Gilles Dauvé y Karl Nesic: «Comunización: una “Llamada” y una “Invitación”», Troploin 4 (septiembre 2004), http://troploin0.free.fr/ii/index.php/textes/19communisation-un-appel-et-une-invite. (versión en castellano disponible aquí: http://www.hommodolars.org/web/spip.php?article3982) Dauvé concluye su texto escribiendo: «Si la situación es como la que describen los artífices de Meeting y los autores de Appel, la simple coincidencia de ambos proyectos debería suscitar como mínimo un interés recíproco en sus respectivos animadores. Hasta donde sabemos, no es el caso.» Además, añade, en relación con la Llamamiento: «Cualesquiera que sean las aprehensiones que pueda suscitar, este libro expresa una existencia, una experiencia, en particular en las acciones antiglobalización de los últimos años, y a su manera pone el dedo sobre esta época.» Es preciso señalar aquí que la «concomitancia» de estos proyectos no tiene nada de fortuita, y que la «experiencia» que representa Llamamiento también se puede encontrar en Meeting. Algunos artículos de Meeting1 y de Llamamiento se ocupan estrictamente de los mismos temas.3 Las expresiones «área que se plantea la cuestión de la comunización», «movimiento comunizador» y «corriente comunizadora» se utilizan en el sentido que les di respectivamente en Meeting 1 («Tres Tesis sobre la comunización»). «Corriente comunizadora» designa a los grupos teóricos que emplean explícitamente el concepto de comunización como un polo importante de su reflexión (y de momento se trata sin duda de una corriente restringida). «El área que se plantea la cuestión de la comunización» agrupa a una parte mucho mayor del movimiento proletario presente y pasado. Caracteriza a esos momentos de la lucha de clases en los que la problemática central se aproximó a lo que en la actualidad entendemos por comunización: en resumen, ¿cómo hacer realidad la inmediatez de las relaciones sociales? Lo que indica la existencia de esta área es la cristalización en torno a la cuestión de la comunización en una lucha determinada en un momento dado, sin pensar que esta parte del proletariado podría existir de forma separada o perpetuarse más allá de la lucha de clases en general. Por último, el «movimiento comunizador» es algo que está por crearse. Los debates deben ser

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estas reflexiones no es hacer un comentario textual sobre Llamamiento, serexhaustivos, o interpretar el pensamiento o las intenciones de sus autores de forma académica. A pesar de ser una de sus expresiones, Llamamiento está lejos de presuponer una unanimidad en las luchas que, de una forma u otra, planteela cuestión de la comunización: por el contrario, ha ocasionado numerosos debates. Como Llamamiento ilustra bastante bien cierta proclividad a la que, sobre la base de su propia problemática, tiende todo «el área que se plantea la cuestión de la comunicación», poner estas críticas por escrito es una oportunidad para alimentar el debate.

Secundo

Lo que caracteriza a la corriente comunizadora no es tanto una interpretación común del comunismo como la atención que otorga al proceso de su producción, es decir, lo que denominamos comunización. Llamamiento se sitúa explícitamente en esta perspectiva: «Tal como lo aprehendemos, el proceso de instauración del comunismo solo puede tomar la forma de un conjunto de actos de comunización… La misma insurrección no es más que un acelerador, un momento decisivo en este proceso» (p. 82). Pero, a diferencia de Meeting, cuya problemática consiste en interrogar el concepto de comunización, Llamamiento da a la comunización un contenido determinado…

En Llamamiento, la comunización se entiende de forma sistemática como una «puesta en común». La cita anterior, por ejemplo, describe los «actos de comunización» como la «puesta en común de tal o cual espacio, de tal o cual artefacto, de tal o cual saber». Aquello que se pone en común es su uso, en el mismo sentido en que se dice que comunizar un espacio es liberar su uso. Estesentido resulta aún más visible en otras partes del texto. Por ejemplo:

En Europa, la integración de las formas de organización obrera en el aparato de gestión estatal —fundamento de la socialdemocracia— se pagó con la renuncia a asumir la más mínima posibilidad de ataque. Pero también aquí la emergencia del movimiento obrero fue producto de solidaridades materiales, de una urgente necesidad del comunismo. Las «casas del pueblo»fueron los últimos refugios de esta indistinción entre necesidad de comunización inmediata y necesidades estratégicas ligadas a la puesta en marcha del proceso revolucionario. (p. 72)

Incluso cuando la comunización se concibe como comunización de relaciones es ante todo sobre la base de un uso común: «Poner en común un lugar quiere decir: liberar su uso y, sobre la base de esta liberación, experimentar relaciones delicadas, intensificadas, complejizadas.» (p. 84)

De acuerdo con la misma lógica, si la comunización consiste en «poner en común», entonces el comunismo se asimila sistemáticamente a «compartir»,tema omnipresente en Llamamiento y que aparece desarrollado en detalle en el escolio de la Proposición V en los siguientes términos:

Lo más singular en nosotros apela a un compartir. Ahora bien, constatamos la siguienteevidencia: lo que tenemos para compartir no solamente no es compatible con el orden dominante, sino que este persigue encarnizadamente toda forma de compartir de la que no dicte las reglas. (p. 69)

provocados en esta última área —en las luchas y los momentos en que la problemática comunizadora haga acto de presencia— para formar un movimiento que haga explícita esta demanda en el corazón de estas luchas.

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Tal y como lo ve Llamamiento, compartir es el fundamento de la acción colectiva: «Decimos que okupar no volverá a tener un sentido para nosotros más que bajo la condición de entenderse a partir de este compartir al que nos hemos comprometido.» (p. 71)

Tertio

No se trata de que «compartir» y comunismo no tengan nada que ver, peronos cuesta entender cómo pueden ser sinónimos. Bajo el capitalismo ya se comparte: instituciones sociales tan importantes como la familia funcionan a base de compartir, e incluso en los países en los que el capitalismo es más antiguo y la relación familiar está reducida a su mínima expresión (la relación progenitor/hijo), el capital, incluso económicamente, no podría sobrevivir sin esta forma de «compartir» social.

Llamamiento reconoce, en un sentido negativo, que compartir también es algo que forma parte del orden capitalista cuando afirma que «el orden dominante… persigue encarnizadamente toda forma del compartir de la que no dicte las reglas.» Pero, ¿debemos entender entonces que cualquier forma del compartir no controlada por el «orden dominante» es un compartir comunista? Cabe imaginar que sí, dado que el comunismo se asimila pura y simplemente a compartir sin control: «La cuestión del comunismo pasa, pues, de un lado por la supresión de la policía, y de otro, por la elaboración entre los que viven juntos de modos de compartir, de usos.» (p. 81)

Es cierto que la cuestión sigue consistiendo en «elaborar modos de compartir». También encontramos más adelante: «Corresponde a la exigencia comunista explicarnos a nosotros mismos, formular los principios de nuestrocompartir.» (p. 83) Por tanto el compartir comunista no viene dado, sino que se elabora. Pero, ¿cómo? Aquí el texto se muerde la cola. Un cierto modo de compartir conduce al comunismo. De acuerdo, pero ¿cuál? La respuesta, en esencia, es: el que conduce al comunismo… No se dice nada más sobre lo que puede diferenciarlo del compartir admitido en el mundo del capital salvo que este compartir particular ha de desembocar en una redefinición de las relaciones:

El comunismo parte, por tanto, de la experiencia del compartir. Y en primer lugar decompartir nuestras necesidades. La necesidad no es aquello a lo que nos han acostumbrado los dispositivos capitalistas. La necesidad no es nunca necesidad de una cosa sin ser al mismo tiempo necesidad de mundo. (p. 81)

A partir de entonces las definiciones del comunismo se multiplican: «Por comunismo entendemos una cierta disciplina de la atención.» (p. 65) O también: «La cuestión comunista apunta a la elaboración de nuestra relación con el mundo, con los seres, con nosotros mismos.» (p. 63)

Entre todas estas definiciones hay una que brilla por su ausencia: el comunismo como supresión de la sociedad de clases. Es cierto queLlamamiento afirma que «el comunismo no consiste en la elaboración de nuevas relaciones de producción, consiste más bien en su abolición.» (p. 83) Sin embargo, nunca se trata de «abolir las relaciones de clase», que sin embargo es un corolario clásico de la «abolición de las relaciones de producción».

Los términos «lucha de clases» y «proletariado» no se emplean jamás. En cuanto al adjetivo «obrero», solo sirve para calificar al viejo «movimiento», algo que en otro tiempo encarnó la aspiración comunista, pero ya no… en otras

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palabras, Llamamiento no dice que la división de la sociedad en clases antagónicas no exista, o que existió en otro tiempo pero ahora está tan superadacomo el uso del vapor en el ferrocarril. Simplemente no habla de eso. Sin duda,el capitalismo está presente en el texto, pero está lejos de ser considerado comoel sistema que engloba la totalidad de la realidad social: es descrito esencialmente a través de sus mecanismos de control, hasta el punto en quetanto daría que lo llamáramos «imperio» como «capitalismo» o «civilización»:

Hay un contexto general —el capitalismo, la civilización, el imperio, lo que se quiera—, un contexto general que no solo pretende controlar cada situación sino que, peor aún, intenta que por lo general no haya situación. SE han ordenado calles y casas, el lenguaje y los afectos, y aún el tempo mundial que todo eso implica, con ese único fin. (pp. 35-36)

Es precisamente porque considera el capitalismo como un ensamblaje y no como un sistema por lo que Llamamiento supone que existe un posible «más allá» del mundo del capital.

Quarto

Volvamos por un momento a la cita del Escolio de la Proposición VI: «El comunismo no consiste en la elaboración de nuevas relaciones de producción, consiste más bien en su abolición» (p. 68) El texto que sigue contiene una afirmación sorprendente: estas «relaciones de producción» pueden ser abolidasde inmediato «entre nosotros»:

Que no tengamos con respecto a nuestro medio o entre nosotros relaciones de producción, significa no dejar que la búsqueda del resultado prime sobre la atención al proceso, significadesbaratar entre nosotros cualquier forma de valorización, cuidarnos de no separar afecto y cooperación. (pp. 83-84).

El problema es que una «relación de producción» no es una relación particular entre dos personas, y ni siquiera entre cien o mil. Es una relación social generalizada que no puede abolirse de forma local, porque incluso allídonde las personas no «vivieran» relaciones de producción entre sí, no por ello dejarían de estar incorporadas a relaciones de producción que estructuran la sociedad capitalista en conjunto.

Una «relación de producción» no es una relación entre individuos, o por lomenos no puede ser solo eso: dos personas no mantienen entre sí una relación de producción privada que de alguna manera podrían negar de común acuerdo. Se podría objetar que Llamamiento tampoco ve las relaciones de produccióncomo relaciones interindividuales por el simple hecho de que su filosofía destierra el concepto de individuo. Y no cabe duda de que en el texto de Llamamiento las «formas de vida» y otras «relaciones con el mundo» atraviesan los cuerpos. Ahora bien, las «relaciones de producción» no son más relaciones entre formas de vida o mundos de lo que son relaciones entre personas. Las entidades unidas entre sí por «relaciones de producción» son precisamente aquellas que definen esas mismas relaciones: es su posición en la relación de producción lo que determina las entidades, y no al revés. Las relaciones de producción son relaciones entre clases.

Es cierto que la división de la sociedad en clases sería infinitamente más visible si las relaciones interindividuales fueran la plasmación bruta y sin reservas de las relaciones de producción. El proletario se quitaría el sombrero al

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cruzarse con el capitalista con su sombrero de copa y su cigarro y no habría nada más que decir. Pero por desgracia las cosas son un poco más complicadas, y el «liberalismo existencial» no es la única plasmación de los efectos de las relaciones de producción en la vida cotidiana…

Llamamiento no se equivoca cuando dice: «El capitalismo ha consistido en la reducción en última instancia de todas las relaciones a relaciones de producción.» (p. 83) Sin embargo, esta reducción «en última instancia» no es un colapso. Es evidente que existe un vínculo, frágil y complejo, pero sin embargo palpable, entre, por un lado, la sociabilidad en la oficina, la postura de los cuerpos en las grandes metrópolis, o incluso lo que Llamamiento calificacomo «liberalismo existencial», y, por otro, las «relaciones de producción». Pero se trata de un vínculo, no de una identidad.

El «marxismo» diría que «las relaciones de producción determinan las relaciones que podemos mantener entre nosotros», pero «determinar» implica la necesidad de la forma misma del vínculo justo allí donde cabe observar una gran diversidad. Podríamos decir que «las relaciones de producción contienen las relaciones que podemos mantener entre nosotros mismos». Las conforman y las limitan sin agotarlas. Existe a la vez un cierto margen de maniobra (que es con lo que cuenta Llamamiento) y a la vez un límite no menos seguro (que es lo que Llamamiento no ve).

Quito

Cualquier cooperativa de trabajadores podría abolir las «relaciones de producción» entre sus miembros en el sentido entendido por Llamamiento. ¿Seliberaría por tanto de la valorización capitalista? Los circuitos financieros, la comercialización, las normas de productividad… todo está allí para que los trabajadores de la cooperativa se autoexploten con tanta certeza como si el jefe siguiera físicamente presente. Del mismo modo, ¿una comunidad cuyos miembros trabajaran en común y no mantuviesen relaciones monetarias entre síeludiría las «relaciones de producción»? A condición de transformar el comunismo en una serie de principios a respetar tal vez podríamos mantener esa ilusión durante algún tiempo. Pero eso equivaldría a olvidar que cada contacto entre la comunidad y el exterior sería la ocasión para que las «relaciones de producción» reafirmaran sus derechos y reintrodujeran a toda la comunidad en las relaciones de clase: los estatutos jurídicos de los edificios ocupados y de la tierra, el suministro de víveres, la energía, la comercializaciónde los excedentes…

Sexto

Llamamiento es un texto «alternativo4» porque considera posible la existencia del comunismo mientras continúa dominando el capitalismo.

Por supuesto, no lo considera como el comunismo en su fase final, ya quecomo paso previo a la revolución este debe constituirse en fuerza y «profundizar» en sí mismo, y porque el comunismo solo se constituye como 4 Nota del traductor: en los círculos radicales franceses los términos alternatif y alternativismedesignan la actividad de quienes consideran posible realizar su deseo de cambio en el seno de la sociedad capitalista, al lado de la sociedad oficial, en un universo alternativo o contracultural, una especie de tercera opción, de «automarginación», entre la reforma y la revolución. En el texto los dos términos se traducen en todo momento por «alternativa».

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relación social universal después de la insurrección, del momento de aceleración del proceso.

No obstante, el significado del texto es claro: aunque solo sea en forma de fragmentos, de instantes a explorar y reproducir o de la «gracia» a investigar, ya podemos disfrutar de momentos de comunismo. De lo que se trata es dereconocerlos y de organizarse sobre esa base.

Septimo

No estoy de acuerdo con Dauvé, para quien Llamamiento está exento de toda traza de alternativismo, porque

La comunización se define aquí como antagónica a este mundo, en conflicto irreconciliable y violento (hasta la ilegalidad) con él. Difiere pues de la alternativa que pretende (y consigue a menudo) hacerse aceptar al margen, y coexistir duraderamente con el Estado y el trabajo asalariado5.

El pacifismo no desempeña ningún papel en la definición necesaria de la alternativa: en este tipo de movimiento, lo que podrían llamarse «alternativas de confrontación» están lejos de ser marginales.

Por tomar un ejemplo que no tiene nada que ver con Llamamiento, pero que resulta significativo por caricaturesco, cabría recordar que en el campamento No Border de Estrasburgo de 2002, esta tendencia era muy pronunciada. Este campamento organizado contra el sistema de información Shengen (SIS) reunió a entre mil y dos mil personas y motivó que, al mismo tiempo, algunos de sus miembros vivieran una efímera «aldea autoorganizada»como una verdadera Zona Autónoma Temporal (con todo el folklore que quepaimaginar) y una semana de acciones perturbadoras en la ciudad de Estrasburgo. Ciertamente, las acciones y manifestaciones no se caracterizaron por una violencia extrema6, pero en cualquier caso fueron todas explícitamente antilegalistas y trataron de desafiar al Estado en su terreno. Sin duda hubo tensiones entre una tendencia más «activista» y quienes por encima de todoquerían defender la maravillosa experiencia de este campamento autogestionado, pero muchas personas persiguieron ambos objetivos al mismo tiempo y los consideraron perfectamente complementarios.

Ser «alternativo» consiste en creer que en el mundo del capital podemosestablecer relaciones que ya prefigurarían el comunismo (incluso si uno no utiliza ese término) con un número limitado de personas. La posición contraria sostiene que mientras el capital no haya sido abolido como relación social, no se puede vivir nada parecido al comunismo.

Así, quienes suelen autocalificarse como alternativos imaginan que en sitios como el campamento No Border de Estrasburgo o en el campamento de Vaag que le siguió, en okupaciones, o en cualquier otro lugar, pueden vivirsemomentos que se aproximen a una sociedad liberada del capital, del dinero, y de la «dominación». Y que todo esto puede salir del esfuerzo de los individuos porliberarse de las malas «ideas» que les ha inculcado la sociedad, por ejemplo, 5 Dauvé, op. cit.6 Se produjo un intercambio de golpes con la poli, se rompieron algunas ventanas y algunas cámaras, se destrozaron algunos vestíbulos de hotel y muchos burdeles en el centro de la ciudad, y también hubo un montón de detenciones, algunos juicios (entre ellos el de un manifestante condenado a cuatro meses de prisión) y una orden de la Prefectura del Rin prohibió cualquiermanifestación en el centro de la ciudad.

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dejar de ser machistas o patriarcales a través de una serie de medidas relativas al comportamiento, el lenguaje, etc.

Algunas de estas alternativas son pacifistas. Otras piensan que sus deseos no son compatibles con el mantenimiento de la sociedad del capital y están perfectamente dispuestas a la lucha ilegal o violenta.

También están aquellos que piensan que hoy solo la lucha ofrece la posibilidad de vivir momentos de comunismo: para ellos la alternativa es indisociable del activismo anticapitalista. Estos últimos suelen rechazar ladenominación de «alternativos» precisamente por temor a ser asimilados al pacifismo. Es en esta última categoría donde podría situarse a quienes escriben: «Ninguna experiencia de comunismo en la actualidad puede sobrevivir sin organizarse, sin vincularse a otras, sin ponerse en crisis, sin librar la guerra» (p. 82)

En el otro extremo, podemos encontrar una posición rigurosamente anti-alternativa, por ejemplo, en Théorie Communiste (TC), cuyo concepto de la «autotransformación de los proletarios» llama la atención sobre el hiato que puede existir entre lo que se vive en la sociedad del capital y lo que se vivirádespués de que el comunismo haya sido producido. Esto conduce a los miembros del TC, y a quienes se adhieren a sus tesis, a ver en todo intento práctico de plantear la cuestión comunista una prueba del carácter inevitablemente «alternativo» de cada maniobra de este tipo.

También está la posición que yo he desarrollado en «Tres tesis sobre comunización7». De lo que se trata es de tener en cuenta la crítica esencial dirigida contra la «alternativa» (no hay posibilidad de desarrollar el comunismo en el mundo del capital), pero de reconocer que también existe necesariamente una relación entre lo que los proletarios son en la actualidad y lo que algún día les permitirá producir el comunismo; en otras palabras, que a pesar de que hoy no se pueda vivir nada que «tienda hacia» el comunismo o lo prefigure, es posible ocuparse prácticamente de problemáticas relacionadas con el comunismo. He argumentado, por tanto, que el movimiento comunizador se caracteriza por el hecho de que ya se plantea en la lucha cuestiones de la misma naturaleza que aquellas que desembocarán en la producción del comunismo en el momento de la revolución, pero que en sí mismas las respuestas que aporta,mezcladas improvisadamente con lo que el capital hace posible hoy en día, no son comunistas.

Octavo

Lo que sí encontramos en Llamamiento es una crítica explícita de la «alternativa»:

A fuerza de ver al enemigo como un sujeto que nos hace frente –en vez de experimentarlo como una relación que nos sostiene–, uno se encierra en la lucha contra el encierro. Se reproduce, bajo el pretexto de «alternativa», la peor de las relaciones dominantes. La lucha contra la mercancía se convierte en un producto. Nacen las autoridades de la lucha anti-autoritaria, el feminismo con cojones y las cacerías antifascistas. (p. 35)

O también:

7 Leon de Mattis, ‘Trois thèses sur la communisation’, Meeting 1 (2004), http://meeting.communisation.net/archives/meeting-no-1/les-textes-publies/ article/trois-theses-sur-la-communisation.

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Y luego, esas preguntas conllevan esta mistificación: que, atrapados en el curso de un mundo que nos desagrada, habría propuestas que hacer, alternativas a encontrar. Que uno podría, dicho de otro modo, sustraerse a la situación en la que se ve inmerso para evaluarla de modo desapasionado, entre gente razonable.

No hay espacio fuera de la situación. No hay afuera de la guerra civil mundial. Formamos irremediablemente parte de ella. Estamos irremediablemente atrapados en ella. (p.74)

Hay que decir que la segunda crítica se dirige más contra la alternativa pacifista que contra la alternativa a secas. Sin embargo, sigue siendo cuestión de comprender por qué Llamamiento, al mismo tiempo que plantea una crítica de la alternativa, sigue inclinándose irresistiblemente hacia ella.

Quizá la respuesta esté en la Proposición VI: «En general, no vemos cómo algo distinto a una fuerza, una realidad apta para sobrevivir a la dislocación total del capitalismo, puede verdaderamente atacarlo hasta lograr, precisamente, esta dislocación» (p. 85). Toda la dificultad de la teoría revolucionaria se halla oculta bajo esta frase: de lo que se trata es de entender el derrocamiento del capitalismo como un proceso que en sí mismo no es capitalista —ya que en última instancia es capaz de destruir el capitalismo—pero que sin embargo nace dentro la relación social capitalista.

En este sentido Llamamiento es representativo de un debate que atraviesa el área que plantea la cuestión de la comunización. Puesto que su práctica manifiestamente no es comunista, y no puede serlo, a esta área le tienta situar la única razón de la inexistencia de respuestas a las preguntas comunizadoras que plantea en la debilidad de su fuerza o de su actividad.

Nono

Es fácil comprender que el Partido del que habla Llamamiento no tiene nada que ver con una vanguardia. En efecto, mientras que el partido leninista prepara la revolución, o mejor dicho el golpe de Estado, el partido del que se trata en Llamamiento produce el comunismo directamente, por lo menos el comunismo de la época prerrevolucionaria. Es más: es dicho comunismo: «A la práctica del comunismo, tal y como la vivimos, la llamamos “el Partido”. Cuando logramos superar juntos un obstáculo o cuando alcanzamos un nivel superior del compartir, nos decimos que “construimos el Partido”.» (p. 82) El Partido no es la vanguardia, es todo el campo revolucionario. Abarca incluso a aquellos que no han tenido todavía ninguna asociación con el: «Ciertamente, otros que no conocemos aún, construyen también el partido en otro lugar. Este llamamientoestá dirigido a ellos.» (p. 82)

Los tics del lenguaje que más ponen de manifiesto la tentación alternativa que progresivamente sale a la luz en Llamamiento se encuentran sistemáticamente asociados a la evocación del partido:

Visto más de cerca, el Partido podría no ser más que lo siguiente: la constitución en fuerza de una sensibilidad. El despliegue de un archipiélago de mundos. ¿Qué sería, bajo el imperio, una fuerza política que careciese de sus granjas, sus escuelas, sus armas, sus medicinas, sus casas colectivas, sus mesas de montaje, sus imprentas, sus camionetas y sus cabezas de puente en las metrópolis? Nos parece cada vez más absurdo que algunos de entre nosotros se vean todavía obligados a trabajar para el Capital –fuera de las diversas tareas de infiltración, por supuesto. (p. 83)

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Pero, ¿puede uno realmente creer que si ya no estamos empleados por tal o cual empresa o gobierno dejamos de «trabajar para el capital»? Y que por tantohemos efectuado una «secesión en relación al proceso de valorización capitalista» (p. 36)? Lo que distingue a la subsunción real, es decir, al período en que el capital ha absorbido en cierto modo la totalidad de la realidad social en lugar de circunscribirse al proceso de producción, es que cualquier actividad es susceptible de convertirse en parte del proceso de valorización.

Decimo

Llamamiento desemboca, en términos estratégicos, en un impasse. Lo reconoce en el último párrafo, que concluye con una «apuesta», es decir, algo que no es susceptible de argumentación:

SE nos dirá: estáis atrapados en una alternativa que, de un modo u otro, os condena: o bien lográis convertiros en una amenaza para el imperio y, en ese caso, seréis rápidamente eliminados; o bien no lográis constituir tal amenaza y, una vez más, os destruiréis a vosotros mismos.

Queda apostar por la existencia de otra posibilidad, un delgado filo, pero suficiente para que podamos caminar por él, suficiente para que todos aquellos que escuchen puedan caminar y vivir en él. (p. 99)

¿Cómo va a esquivar concretamente la represión el poder material en formación, es decir, el partido? ¿Dónde van a esconderse «sus granjas, sus escuelas, sus brazos, sus armas, sus medicinas, sus casas colectivas, sus mesas de montaje, sus imprentas, sus camionetas y sus cabezas de puente en lasmetrópolis»? Estas actividades no tienen por qué ser subversivas para ser reprimidos. Al final, todo es ilegal: sin siquiera hablar de las armas, sin los correspondientes diplomas, contratos o licencias, está prohibido ejercer la medicina, trabajar o conducir. Incluso los LETS, los sistemas de cambio local, estuvieron una vez en el punto de mira de los reguladores financieros.

Todas las comunidades alternativas que han existido durante algún tiempo resolvieron la cuestión de la misma forma, y de hecho solo hay dos. Una experiencia semejante solo puede subsistir mientras respete la legalidad delcapital. No hay nada que impida crear hospitales, escuelas o granjas colectivasprivadas a quienes tengan los medios para hacerlo. Sin embargo, ¿en base a qué podemos decir que son experiencias «comunizadoras»?

La condición de la confrontación con la legalidad del capital es no ligarse a un lugar, a una estructura, o a un movimiento duradero, lo que supondría la derrota. Llamamiento otorga, con razón, gran importancia a los espacios: «Para eso necesitamos lugares. Lugares donde organizarnos, donde compartir y desarrollar las técnicas requeridas. Donde ejercitarnos en el manejo de todo lo que pueda revelarse necesario. Donde cooperar.» (p. 74). El espacio como punto de reunión en la lucha es un modo de organización que ha demostrado su validez. Sin embargo, la necesidad de borrarse a sí mismos ante la represión que atraen sobre sí es algo inherente a estos espacios: cuando se eternizan es simplemente el signo de que han dejado de estar activos.

Uno décimo

Una de las consecuencias lamentables de la manera en que Llamamientocontempla, bajo el capitalismo, el crecimiento de un campo comunista que se

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refuerza y profundiza a través de la autoorganización es que el camino así trazado acaba excluyendo a todos los demás. El comunismo, en lugar de ser producido colectivamente y universalmente por el proletariado mediante la destrucción del capital de formas que no podemos determinar de antemano, está definido de antemano por las configuraciones que podamos darle hoy, en el corazón mismo del mundo del capital.

Sin embargo, en sí misma la concepción que podemos tener hoy en día del comunismo está por historizar, ya que forma parte de una etapa de desarrollo del capitalismo. A Llamamiento este tipo de cosas se le escapan por completo. Por mesiánicas que puedan ser las concepciones del comunismo que contieneLlamamiento, siempre seguirán siendo el producto de la época actual, y carecen invariablemente de la posible riqueza de definiciones del comunismo en tantorelación social universal.

Sin embargo, suponiendo que llegue a existir algún día, este comunismo como relación social universal se producirá en circunstancias (la crisis general de las relaciones sociales, la insurrección, la destrucción total del capitalismo), cuyo desarrollo real sigue siendo desconocido para nosotros en su mayor parte. ¿Qué medidas comunizadoras concretas permitirán la producción del comunismo? Sin duda se pueden tener opiniones acerca de esta pregunta, pero ¿cómo podemos saber si esta opinión es capaz de captar en la actualidad lo que la comunización será o no? Incluso la reflexión sobre los ejemplos históricos más interesantes existentes sobre este tema —España en la década de 1930 o Italia en la década de 1970— jamás nos permitirá vaticinar el futuro hasta ese punto.

Al pedir la constitución de un campo comunista sobre la base de lo que lo define en la actualidad como comunismo, Llamamiento congela su visión del comunismo. Según su lógica, solo aquellas fuerzas comunizadoras capaces de autoorganizarse bajo el capital serán capaces de llevar a cabo una insurrecciónmañana, y solo son comunistas aquellas formas capaces de autoorganizarse en el Partido. Suponiendo que se formara según las directrices esbozadas en Llamamiento, ¿cómo iba el Partido a juzgar la caótica evolución de las luchas de clases futuras? Solo juzgará que son comunistas en la medida en que se sumen a el, ya que el comunismo será el mismo.

Al partido se le escapará todo lo que se desarrolle en formas, momentos y circunstancias que el no haya sido capaz de prever, y actuará como censor. El mismo tono de Llamamiento, con frecuencia muy severo, insinúa una separación entre «buenos» comunistas, los que han sabido llevar a cabo la «secesión», y «malos» proletarios que no han hecho más que someterse al capital. Como si todos los que no hubiesen llevado ya a cabo la secesión ya nunca más podrían intervenir en la comunización. Más aún, Llamamientoafirma que todos aquellos que quieren el comunismo tienen que dejar de trabajar para el capital. ¿Cómo podemos imaginar que podemos crear el comunismo al mismo tiempo que proponemos una estrategia revolucionaria cuya primera medida es romper con todos aquellos que «trabajan para el capital»? Con mayor motivo aún si tenemos en cuenta que una buena razón para producir algún día el comunismo sería tal vez precisamente haber «trabajado para el capital» hasta entonces.

Duo Decimo

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Llamamiento cae en una trampa común entre quienes intentan plantear la cuestión de la comunización de forma al menos un poco práctica: las respuestas que tratamos de proponer hoy en día parecen definir un espacio que solo podrían ser habitado por verdaderos insurgentes, mientras que los demás, los que se mantienen al margen de esta insurgencia, siguen sin ser otra cosa que proletarios integrados en el capital.

Un diario publicado en Toulouse es muy representativo de esta manera de pensar. Se titula NOUS [«Nosotros»], y en la portada de la séptima edición del fanzine aparece de un dibujo de una persona caminando sobre una cuerda floja sobre un cañón que nos separa a NOSOTROS [NOUS] del mundo del capital, representado por fábricas, centrales nucleares, casas, jefes, policías, perotambién por trabajadores impotentes y espectadores de televisión anestesiados.

En este sentido, la manera en que Llamamiento emplea la primera persona del plural no es completamente inocente8. Es cierto que Llamamiento se cuida de no oponer un NOSOTROS a un ELLOS, pero parafraseando a Heidegger, opone un NOUS a un ON9. El NOSOTROS de Llamamiento (como el de Toulouse) es abierto: «El NOSOTROS que se expresa aquí no es un NOSOTROS delimitable, aislado, el NOSOTROS de un grupo. Es el NOSOTROS de una posición» (p. 36). Pero esta posición es la que afirma en la contraportada que «HEMOS EMPEZADO». Los que han empezado ya han avanzado en el camino que conduce a la revolución, lo que se hace explícito en la fórmula siguiente: «El derrocamiento del capitalismo vendrá de aquellos que consigan crear las condiciones para otros tipos de relaciones» (p. 83). Llamamiento solo imagina como camino hacia el comunismo aquel que han optado por seguir sus autores: ese es el sentido de un «nosotros» que finalmente tiene menos de posición quede trayectoria. De hecho, algunos de quienes se encuentran en «el área que plantea la cuestión de la comunización» han sido capaces de vivir una forma de «secesión»: pero esa ruptura se inscribe en la lógica de una época en la que la comunización es una cuestión marginal. Se puede pensar alegremente que una crisis generalizada de las relaciones sociales engendrará muchos otras formas de adhesión a la idea comunista. ¡La revolución no será simplemente obra de los okupas o ex okupas! Pensar lo contrario es creer que la revolución solo se producirá a condición de que la subjetividad revolucionaria haya conquistado a las masas; no obstante, la revolución será a la vez el momento de la desobjetivación de la relación social capitalista y de la desubjetivación de la cuestión de la comunización.

Terco decimo

Evitamos la trampa anterior si reconocemos que, en nuestra época, todas las respuestas que se pueden dar a la cuestión de comunización son las respuestas de nuestra época: es decir, que están destinadas a volverse obsoletasdesde el momento en que la situación se modifique lo suficiente para que una cuestión hasta entonces minoritaria esté en boca de todo el mundo. La

8 Nota del traductor: Llamamiento aprovecha las dos versiones en francés de «nosotros», nous y on, con el fin de poner de relieve la distinción entre el «nosotros» del partido (NOUS) del «nosotros» más abstracto e impersonal representado por la sociedad/el ciudadano (ON).9 Nota del traductor: el término de Heidegger para designar el ser inauténtico, «Das Man», suele traducirse al castellano como «el Uno». El uso común de «Uno» en el sentido de «nosotros» (un poco como el «nos mayestático», pero aplicado al común), permite una distinción heideggeriana que no es traducible al alemán o al inglés.

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problemática comunizadora, al igual que la concepción que podamos tener del comunismo, es en sí misma histórica. Si el punto de continuidad entre las luchas actuales y la revolución es realmente la cuestión de la comunización, esta cuestión, ya diversa en la actualidad, solo puede enriquecerse a partir de nuevas significaciones y de una evolución imprevista en el seno de una situación dinámica que va a presenciar la caída de la relación social capitalista. Por tanto,no son solo las respuestas a la problemática comunizadora, es decir, lasprácticas, las que se verán modificados con la llegada de un período revolucionario, sino también las preguntas planteadas. Todas las prácticascontemporáneas que quisieran ser comunizadoras tienen que reconocer, por tanto, que responden inadecuadamente a una pregunta mal planteada, lo que al mismo tiempo no les resta nada de su valor. Pues la pregunta y su respuesta son inadecuadas para servir como medida de lo que podría ser el futuro del comunismo como relación social universal, pero completamente adecuadas para dar a las luchas contemporáneas un significado que no poseerían, sin ellas, y que puede revelarse posteriormente como determinante para la posibilidad de producir el comunismo.

Querer librar una lucha al mismo tiempo que uno se libera de todas las mediaciones establecidas por el capital (los sindicatos, la política, los medios de comunicación, la ley, etc.) es un ejemplo evidente de una manera de plantearpreguntas que giran en torno a la comunización10. En efecto —¿por qué no?— la búsqueda de una vida colectiva y de relaciones «diferentes», a condición de que sea en el contexto de la lucha, también puede ser un ejemplo.

Es evidente que no todas las prácticas experimentales son comunistas por sí solas, y que hasta pueden ser adoptadas de un modo totalmente desprovisto de significado comunizador, como formas meramente rehabilitadas en un marco puramente capitalista. Este es exactamente el caso de las okupaciones, que en determinado momento fueron una respuesta en términos de organización y de vida cotidiana a una serie de cuestiones similares, pero que pueden fácilmente convertirse en un lugar de promoción artística más. Lo mismo cabe decir de las asambleas generales, los consejos obreros, las ocupaciones de fábricas, etc. Todas estas formas de lucha pueden ser, en un momento dado, una respuesta a la problemática comunizadora, del mismo modo que pueden ser todo lo contrario. La hipóstasis de una de estas formassolo puede convertirse en una ideología.

Quarto decimo

A la fórmula de Llamamiento que dice: «el derrocamiento del capitalismo vendrá de aquellos que consigan crear las condiciones para otros tipos de relaciones», hay que responder con: «las condiciones para otro tipo de relaciones serán creadas por aquellos que sean capaces de derrocar el capitalismo.»

Presentado en Meeting 2 (2005). El texto original en francés está disponible aquí:http://meeting.communisation.net/archives/meeting-no-2/les-textes-publies-

6/article/reflexions-autour-de-l-appel

10 Hablo de «preguntas» porque en esta forma de lucha cada práctica es un intento de responder a un problema particular.