Lecturas Complicadas

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LECTURAS COMPLICADAS

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EL FALSO YO por Adyashanti

El falso yo crece por ser inconscientes. Es una amalgama de muchos yoes fragmentados y tenuemente ligados por una fachada de normalidad. Es una casa dividida, construida sobre unos cimientos imaginarios; un pájaro con las alas rotas que no puede volar.

El falso yo es la mayor barrera (todas las barreras son imaginarias, por supuesto) a la realización de nuestra verdadera identidad: ser universal. En esencia, el falso yo es un proceso psicológico que ocurre en la mente que organiza, traduce y da sentido ―o en muchos casos falta de sentido― a todos los datos procedentes de los sentidos. Cuando este proceso psicológico se mezcla con el movimiento auto-reflexivo de la conciencia, produce un sentido del yo. A continuación, este sentido del yo impregna la conciencia como una especie de perfume que lleva a la mente a confundir lo que en realidad es un proceso psicológico con una entidad separada llamada yo. Esta conclusión equivocada ―que eres un yo distinto y separado― sucede muy temprano en la vida y de manera más o menos automática e inconsciente.

Al identificarse con un nombre particular, asociado a un cuerpo y a una mente particulares, el yo comienza el proceso de crear una identidad separada. Añade a lo anterior una compleja combinación de ideas, creencias y opiniones, junto con algunos recuerdos selectivos y a menudo dolorosos que crean un pasado con el que identificarse, y añade también la cruda energía emocional que se necesita para mantenerlo todo de una pieza, y antes de que puedas darte cuenta ya tienes un yo muy convincente, aunque dividido.

Esto no implica que en el desarrollo de un ser humano el falso yo no tenga uso ni propósito; simplemente estamos diciendo que fuera de la mente no tiene ninguna existencia en absoluto. El yo se desarrolla para que puedas adquirir una saludable sensación de individuación y autonomía que te ayude a navegar por la vida de un modo que conduzca a tu supervivencia y bienestar. El problema es que son pocos los que llegan a desarrollar una verdadera autonomía psicológica; e incluso a quienes lo consiguen, el falso yo les mantiene tan en trance que nunca imaginan su naturaleza ilusoria ni lo que está más allá. Pero una vez que se desarrolla la verdadera autonomía, ya no se necesita el yo, del mismo modo que cuando se alcanza la edad adulta ya no se necesita la infancia. No obstante, tal vez sea más preciso decir que lo verdaderamente importante es la autonomía, y que, en esencia, el falso yo es un subproducto imaginario del mecanismo auto-reflexivo de la conciencia identificándose con el incesante movimiento del pensamiento condicionado.

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El problema es que el yo del que estabas convencido que era tu verdadero yo es un fantasma que solo existe como una abstracción en tu mente, animada por la conflictiva energía emocional de la separación. Tiene aproximadamente el mismo grado de realidad que el sueño de anoche. Y cuando dejas de traerlo a la existencia con tu pensamiento, no tiene ninguna existencia en absoluto. Por eso es falso, lo que nos remite a la pregunta: ¿quién o qué es real en ti?

En el núcleo del falso yo hay un vacío, derivado de un alejamiento esencial de la propia divinidad, bien por desarrollo natural, por desesperación o simplemente por sucumbir al trance del mundo con todas sus máscaras de engaño y la dura exigencia de adaptarse a su locura. El falso yo orbita en torno al abismo vacuo de su núcleo, en un silencio aterrorizado ante la amenaza de caer en un olvido sin nombre ni rostro.

El falso yo es al mismo tiempo un obstáculo y una puerta que debes atravesar para despertar a la dimensión de ser. A medida que atraviesas el vacío del yo, la identificación con él muere, temporal o permanentemente, y te revelas (renaces) como presencia. La presencia no es un yo en el sentido convencional. No tiene contorno ni forma, no tiene edad ni sexo. Es una expresión del ser universal, la sustancia informe de la existencia. La presencia no está sujeta al nacimiento o a la muerte; no pertenece al mundo de las "cosas". Es la luz y la irradiación de la conciencia en la que surgen y desaparecen mundos enteros.

Del mismo modo que la presencia es una expresión de ser, ser también es una expresión del Infinito. El Infinito es la Realidad última, más allá de todas las conceptualizaciones y experiencias. Es el fundamento último de todo ser, de toda existencia, de todas las dimensiones y percepciones. Trasciende todas las categorías, todas las descripciones, todas las imaginaciones. Está más allá del ego, del yo, de la presencia, de ser ―y de no ser― y de la unicidad, pero tampoco es diferente de los anteriores. Ni concebible ni experimentable, el Infinito se conoce a sí mismo a través del simple aprecio intuitivo que tiene por sí mismo en cada aspecto de sí. Por tanto, lo único que realiza el Infinito es el Infinito. Y solo tal realización pone fin a nuestra inquieta búsqueda mental de Dios, de la Verdad, de significado.

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ILUMINACIÓN por Adyashanti

El tiempo que me he pasado dando conferencias y hablando con la gente sobre la libertad, la iluminación y la liberación me ha hecho ver que la mayoría de las personas que buscan la iluminación o la liberación no tienen ni idea de qué es lo que están buscando. Resulta irónico que alguien que invierte una enorme cantidad de energía, llegando incluso a sacrificarse (en algunos casos), retirándose a un monasterio o asistiendo al satsang cada vez que acude a la ciudad algún maestro, y que gasta todo su dinero extra en libros, en seminarios de fin de semana y en veladas como ésta en las que se reflexiona intensamente sobre asuntos espirituales, en realidad no tenga ni idea de qué está intentando conseguir.

Cuando hablamos de la búsqueda de la iluminación, que es prácticamente la palabra más gastada del diccionario espiritual, en realidad estamos buscando la respuesta a la pregunta "¿cuál es la Verdad?". Esta pregunta es completamente distinta de esa otra que dice "¿cómo puedo obtener esta experiencia?" o "¿cómo puedo mantenerla?". Preguntar "¿cuál es la Verdad?" es un proyecto demoledor. La espiritualidad, en gran medida, es un proyecto constructor. Ascendemos y ascendemos: las ideas ascienden, la energía kundalini asciende, la conciencia asciende. Crece y crece y nosotros sentimos que cada vez somos mejores personas.

Pero la iluminación es un proyecto demoledor. Te enseña, simplemente, que nada de lo que creías es verdad. Todo lo que crees ser, con independencia de la imagen que tengas de ti (buena, mala o indiferente), es mentira. Independientemente de lo que pienses sobre Dios, nada es verdad. No puedes tener ningún pensamiento verdadero sobre Dios, así que todos tus pensamientos al respecto te muestran, precisamente, lo que lo divino no es. Tus ideas sobre el mundo te muestran, precisamente, lo que el mundo no es. Lo que piensas de la iluminación te muestra, precisa y exactamente, lo que no es.

¿Lo ves? Se trata de eliminar. ¿Qué es lo que se elimina? Todo. Si no lo eliminas todo, no será realmente liberador. Si queda una sola cosa o un solo punto de vista sin eliminar, aún no estarás liberado.

Casi todos los seres humanos basan su vida en evitar la verdad. La verdad que evitamos es la Verdad del vacío. No queremos ver que no somos nada. No queremos ver que todo lo que creemos está equivocado. No queremos ver que lo que todo el mundo piensa es erróneo. No queremos ver que nuestro punto de vista es incorrecto y que no existe ningún punto de vista correcto. No queremos ver que todo lo que creemos de Dios es lo

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que Dios no es. No queremos ver lo que quiso decir el Buda con aquello de que no existía ningún yo.

Preferiríamos añadir una afirmación positiva. Así que en vez de ver que no existe ningún yo y que todo lo que la mente considera verdad, en último término, no es más que vacío, nuestra mente enseguida añade algo positivo, como "yo soy consciente" o "todo es dicha" o "Dios es amor". No queremos ver que el núcleo de nuestra existencia contiene un espacio vacío.

A lo largo de la historia, cuando la palabra hablada se ha acercado a la Verdad todo lo posible, enseguida se ha hecho cualquier cosa para taparla. Incluso el zen (que, en mi opinión, es una de las formas más puras de perseguir la experiencia de iluminación del Buda), a menudo evita la enseñanza central (que dice que no existe ningún yo). Por eso cuando abrimos una revista, aunque sea budista, no nos encontramos con el principio básico de la enseñanza. No está ahí. En cambio, la mayoría de los textos espirituales nos hablan de cómo ser más compasivo y amoroso, cómo meditar mejor, cómo contar las respiraciones, cómo recitar el mantra, cómo visualizar tu deidad, etc. Incluso el budismo suele esconder este principio, aunque esconder el principio central del fundador (no existe ningún yo) sea un poco difícil. Aunque no se oculte, apenas se habla de dicho principio, aparece disfrazado. Las verdaderas enseñanzas sobre la iluminación son como el filo de una espada: te cortan en cualquier sentido, por dondequiera que te muevas.

Hace mucho tiempo nos dijeron que la verdad nos haría libres, y lo más compasivo que podemos hacer para cualquier persona, nosotros incluidos, es decir la verdad. Si decimos lo que los demás quieren oír o lo que nosotros queremos oír, así no nos liberaremos. Eso no es compasivo. Es una crueldad oculta, pues nos hace esclavos del eterno ciclo de seguir persiguiendo algo inexistente. La Verdad puede hacer que nuestra mente se sienta un poco indefensa, [pero en eso consiste! Eso es, precisamente, lo que va implícito en la entrega. No consiste en decir: "Voy a abandonarlo todo para alcanzar lo divino: mi vida, mi corazón y mi todo. Lo dejo todo para conseguir el supremo bien espiritual". Muchas de las personas que realizan miles de postraciones en el Himalaya lo hacen sólo porque creen que eso les hará alcanzar el bien supremo. ¿Te has parado a pensarlo alguna vez? Si no creyese que eso iba a llevarme al bien supremo, no lo haría, ¡por el amor de Dios! Cien mil postraciones llevan implícito un auténtico dolor de trasero.

La entrega es esa misma postración, interna o externa, pero sin esperar nada a cambio. Lo demás es un juego. Es el ego. "Voy a fingir que soy espiritual para conseguir algo". Una persona que sea auténticamente espiritual diría: "Lo único que deseo es la Verdad. Estoy dispuesto a abandonar cualquier cosa que no sea Verdad. Me guste o no. Aunque sacuda los cimientos de mi ser. Y no es que desee la verdad como si fuese una adquisición, para

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poseerla y conservarla. Lo que deseo es la Verdad, y su naturaleza no implica ninguna adquisición". Se producirá una liberación absoluta, una relajación total, pero sin esperar nada a cambio. Para relajarnos por completo debemos liberarnos de aquello que se está relajando. En la iluminación, el yo no tiene sitio.

Por una parte, la iluminación consiste en darse cuenta de que no existe ningún yo separado. Podremos oírlo cien mil veces: "No existe ningún yo separado". ¿Pero qué sucedería si lo asimilásemos y nos tomásemos sus implicaciones en serio? Descubriríamos que todo lo que es verdad para mi yo separado, deja de serlo.

El sabor del yo no separado es absolutamente liberador. El "yo no separado" no equivale a una experiencia espiritual del tipo "me he extendido infinitamente por todas partes y me he fundido con todo". Eso es una experiencia maravillosa para el yo, pero no es la Unicidad. La Unicidad no es fusión. La fusión sucede entre dos y, como sólo hay uno, cualquier experiencia de fusión es una ilusión que se funde con otra, por muy maravillosa y hermosa que sea la experiencia. Incluso cuando experimento la fusión con lo absoluto, con Dios, la verdad es que mi yo ficticio está fundiéndose con otra ficción. Las experiencias místicas y la iluminación no son lo mismo.

En la Unicidad no existe nada más. La Unicidad es, esto es lo único que existe. Ahí no hay ningún eso, sólo existe esto. Y es todo lo que hay. Sólo existe esto, y en cuanto digas qué es, habrás definido lo que no es. Esto sólo se puede comprender cuando acabamos con todo lo que no es. Entonces, esa iluminación implica despertarse de todo lo que aparece y desaparece. Es un despertar fuera del tiempo.

Este despertar es como cuando nos despertamos de un sueño nocturno: de ahí que se haya usado esa metáfora desde hace siglos. Si el sueño te hace creer que tu vida está en riesgo, tendrás el mismo miedo que tendrías ahora mismo si sintieras que tu vida está en riesgo. Pero al despertar a la mañana siguiente lo que piensas es "Dios mío, no era real". Era real mientras soñabas. Existía, pues los sueños existen, pero no les concedemos la misma realidad que tenían mientras soñábamos.

Los seres humanos no ven la importancia de despertarse de un sueño a mitad de la noche. Literalmente, te despiertas de una dimensión que creías tan real como ésta. Es un cambio radical de conciencia. Todo lo que creías real en el sueño, al final resulta que no es cierto.

En un auténtico despertar espiritual el impacto es exactamente el mismo. No quiero entrar a discutir si este mundo es un sueño o no, definirlo no tiene ningún sentido. Lo que estoy diciendo es que la experiencia de la iluminación es igual. Es la experiencia que te hace decir: "Dios mío, creía que era un ser humano llamado fulanito, etc., y no lo soy. Y no

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es que sea mejor, ni más grande, más expansivo, ni más santo o divino. Significa que no soy. Punto".

Eso no significa que el cuerpo no exista. Obviamente, el cuerpo existe. No significa que la mente no exista. Obviamente, la mente existe. No significa que la personalidad no exista. Obviamente, la personalidad existe. La sensación del yo también existe. Con o sin iluminación, seguirás teniendo una sensación del yo. Si no, la conciencia no podría funcionar en un cuerpo. Si te llamaran, no responderías nunca. Por mucho que retroceda en el tiempo me encuentro con que los sabios de todas las épocas han sido capaces de responder.

En realidad, Ramana le dio la vuelta. Él decía que "el Ser es lo único que existe", que equivale a decir que "el yo no existe". Es lo mismo. ¿Qué queda cuando no existe yo alguno? ¿Qué nombre le damos? Ramana decidió llamarlo el Ser. Pero, en realidad, el Ser es lo que queda cuando el yo deja de existir.

Puedo garantizarte que después de la iluminación seguirás sintiendo el yo. Tu cuerpo no podría funcionar sin esta sensación. La creencia de que dejamos de sentir el yo al iluminarnos no es más que un mito. Cuando meditas puedes perder la sensación del yo puntualmente, de modo que si alguien te nombra tal vez no reacciones. He visto casos de personas que ni siquiera eran capaces de levantarse cuando estaban en meditación. En India esto recibe el nombre de nirvikalpa samadhi. Es una experiencia agradable. Podría proporcionarte alguna visión. Tal vez tengas una experiencia de cese temporal del yo, pero te garantizo que será una experiencia temporal, pues tu cuerpo no puede funcionar sin la sensación del yo.

Si te relajas de verdad en el no yo, como está fuera del tiempo no dura ni mucho ni poco. Es una realización que va más allá del tiempo y, si no es así, aún no te habrás realizado. Como mucho, tu experiencia te permitirá decir: "Perdí la sensación de mi yo puntualmente", pero el "no yo" implica otra cosa. Con o sin sensación del yo, el no yo significa que sabes de un modo directo que no existe ningún yo, y esto implica que tampoco existe ningún otro yo. Sólo existe una cosa. Podrás llamarlo Dios, el divino, conciencia, naturaleza de Buda, vacío, plenitud, izquierdista o derechista, da lo mismo. Pero cuando sólo existe una cosa, sólo existe una. Lo único que existe es el vacío y su infinita manifestación.

La libertad es el proyecto más demoledor, pues te deja sin nada. Por eso es liberador. Elimina la lucha que tienes contigo mismo, pues no existe ninguna. Te libera de las discusiones con los demás, porque no existe ninguna. Te libera de tus luchas con el mundo, pues Eso es lo único que existe. Sólo sucede una cosa y no está nunca en lucha

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consigo misma. Nunca. Jamás. Por eso es tan liberador, porque te liberas de esta interminable dualidad.

Cuando tu verdadera naturaleza se despierta, la mente deja de mirar hacia el vacío, pues ya no podemos seguir viendo algo como si estuviese separado. Nos damos cuenta de que la única cosa que ha mirado alguna vez al vacío ha sido el propio vacío. Por eso, entre otras cosas, no soy el primero en decir que no existen individuos iluminados, sino sólo iluminación. Lo que se despierta es la iluminación. Ni tú ni yo. Tú y yo nos volvemos insignificantes e inexistentes. La iluminación se despierta. Por eso se dice que todo el mundo está innatamente iluminado. Pero esa afirmación produce confusión, pues implica que todo el mundo es un pequeño ser separado, especial y único, iluminado de forma innata, y no se trata de eso. Una ilusión no puede estar iluminada. Así que en realidad no podemos decir que todo el mundo está iluminado. La única verdad es que la iluminación está iluminada.

Esto también implica que la iluminación te deja sin nada. Así es como podrás diferenciarla: deja completamente desnudo a cualquier cuerpo por el que pasa y el cuerpo lo sabe, aunque no le importa nada. Está contento de quedarse completamente desnudo, de no tener esos puntos de vista, de no creer las opiniones de la mente (que seguirá teniendo algunas, pues seguirá habiendo un cuerpo, una mente y una personalidad con ideas, aunque éstas dejarán de tener sentido). Así sabrás si está aconteciendo algo auténtico o no.

Esta tarde no me he centrado en los muchos aspectos positivos de la iluminación, pero es imposible que vieras la verdad y dejaras de reírte durante el resto de tu vida. Aunque supieses que este mundo no es ni la mitad de real de lo que creías, no podrías dejar de amarlo hasta la muerte. Aunque supieses que las personas no son lo que creías, no podrías dejar de amarlas cien veces más. Pero no quiero hablar de eso demasiado, pues la mente cree que le estamos dando un dulce, cuando la verdad es muy distinta: estamos dándole una espada.

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LA RAÍZ DEL SUFRIMIENTO por Adyashanti

El gran maestro espiritual Krishnamurti dijo: "Cuando a un niño le enseñas que un pajaro se llama 'pájaro', el niño no volverá a ver el pájaro nunca más". Lo que verá será la palabra "pájaro". Eso es lo que verá y sentirá; y cuando alce los ojos al cielo y vea que ese ser extraño y alado echa a volar, ya no se acordará de que lo que hay allí es, verdaderamente, un gran misterio. Ya no se acordará de que en realidad no sabe lo que es. Ya no se acordará de que esa cosa que vuela por el cielo está por encima de todas las palabras, de que es una expresión de la inmensidad de la vida. Es, en realidad, una cosa extraordinaria y maravillosa que vuela por el cielo. Pero en cuanto le asignamos un nombre, ya nos creemos que sabemos lo que es. Vemos "pájaro", y casi lo damos por descontado. Un "pájaro", un "gato", un "perro", una "persona", una "taza", una "silla", una "casa", un "bosque"... A todas estas cosas se les han atribuido nombres, y todas ellas pierden una parte de su vida natural en cuanto las nombramos. Está claro que debemos aprender estos nombres y debemos asociarlos a determinados conceptos; pero si empezamos a creer que los nombres y que todos los conceptos que les asociamos son reales, entonces habremos emprendido ya el viaje que nos conducirá a quedarnos sumidos en un trance por el mundo de las ideas.

La capacidad de pensar y de utilizar el lenguaje tiene un lado oscuro que, si se descuida y se emplea de manera imprudente, puede hacernos sufrir y tener conflictos innecesarios unos con otros. Porque al fin y al cabo eso es lo que hace el pensamiento. Separa. Clasifica. Nombra. Divide. Explica. Es verdad que el pensamiento y el lenguaje tienen aspectos muy útiles y que, por tanto, es muy necesario desarrollarlos. La evolución se ha esforzado mucho para que tengamos la capacidad de pensar de manera coherente y racional, o, dicho de otro modo, de desarrollar un pensamiento que nos permita sobrevivir. Pero cuando observamos el mundo vemos que esto mismo que ha evolucionado para ayudarnos a sobrevivir se ha convertido también en una especie de prisión para nosotros. Nos hemos quedado atrapados en un mundo de sueños, en un mundo en el que vivimos principalmente en nuestras mentes.

Este es el mundo de los sueños del que hablan muchas enseñanzas espirituales antiguas. Cuando muchos sabios y santos antiguos dicen: "Tu mundo es un sueño; estás viviendo en una ilusión", se refieren a este mundo de la mente y al modo en que nos creemos nuestros pensamientos acerca de la realidad. Cuando vemos el mundo a través de nuestros pensamientos, dejamos de conocer la vida tal como es y de conocer a los demás tal como son. Cuando yo tengo un pensamiento acerca de ti, es una cosa que he creado. Te he convertido en una idea. Si tengo una idea acerca de ti y me la creo, te he degradado

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en cierto modo. Te he convertido en una cosa muy pequeña. Así nos comportamos los seres humanos; esto es lo que nos hacemos los unos a los otros.

Para entender de verdad la causa del sufrimiento y nuestra posibilidad de dejarlo y quedar libres de él, tenemos que observar muy de cerca esta raíz del sufrimiento humano: cuando nos creemos lo que pensamos, cuando tomamos nuestros pensamientos por la realidad, sufrimos. Esto no resulta evidente hasta que no nos lo planteamos; pero el caso es que cuando nos creemos nuestros pensamientos, en ese instante mismo empezamos a vivir en el mundo de los sueños, donde la mente conceptualiza un mundo entero que en realidad no existe en ninguna parte más que en la mente misma. En ese momento empezamos a conocer una sensación de aislamiento, dejamos de sentirnos conectados unos con otros de manera humana, y, por el contrario, nos retraemos cada vez más en el mundo de nuestras mentes, en ese mundo creado por nosotros mismos.

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MANUAL ADVAITA por Benigno Morilla

El advaita (o vedanta advaita) es una doctrina no dualista del hinduismo. Se atribuye su origen a Sankara, su gran sistematizador y difusor, si bien este cuerpo de enseñanzas hunde sus raíces en tiempos remotos. Para el advaita, entre la consciencia individual y la Conciencia Cósmica no hay separación, conforman una Unidad. Esta enseñanza invita a la toma de conciencia de que todo ser es, finalmente, el Ser Supremo, de modo que la separación entre criatura y creador no es más que una ilusión dualista. Esta separación ilusoria se sustenta, como veremos, en la identificación del sentido puro de Ser con ciertos atributos (cuerpo, mente, etc.). Para obtener la realización, el estudiante tiene que descansar en su sentido puro de Ser, así como discriminar entre aquello que es transitorio y no tiene sustancialidad y lo que siempre Es.

El advaita se encuentra presente asimismo, de forma más o menos solapada, en corrientes místicas de todos los lugares y tiempos, ya que compete a los últimos discernimientos, al Auto-conocimiento que revela nuestra verdadera naturaleza.

La filosofía advaita no es un cuerpo de creencias, por más que disponga de un marco teórico definido. Nos invita a efectuar un cambio radical en nuestros parámetros mentales desde un inicio. Generalmente, el maestro comienza por declarar al discípulo que él no es quien cree ser. Así, por ejemplo, Ashtavakra, al inicio de su enseñanza, anuncia al discípulo:

"Tú no eres tierra, tú no eres agua ni fuego, aire ni éter. Sabe que eres el Yo supremo y que la naturaleza de tu emancipación es el Yo y el testigo. Si puedes reposar en la conciencia habiéndote separado del cuerpo, en ese mismo momento alcanzarás la felicidad, en el contento de la paz y la libertad de las cadenas." (El Cantar de Ashtavakra, 1: 3-4)

"Separarse del cuerpo", en este contexto, nada tiene que ver con desdoblamientos, viajes astrales u otros fenómenos de esta índole; significa, simplemente, separarse de la creencia de que somos el cuerpo. Naturalmente, al principio el discípulo se siente desconcertado pues, creyéndose una persona limitada, ¿cómo tomarse en serio que él es el "Yo supremo"? Para comprobar que el maestro no le engaña tendrá que meditar concienzudamente sobre sus palabras, para lo cual puede ser útil partir de analogías.

Por cierto, el diccionario define el término "analogía", en sus dos primeras entradas, como "relación de semejanza entre cosas distintas" y como "razonamiento basado en la existencia de atributos semejantes en seres o cosas diferentes". Pero considero que cabe dar una definición más profunda del término basada en su propia etimología. Analogía significa "palabra", "discurso" (Logos en griego), en correspondencia con lo alto

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(del griego ana). Es decir, el lenguaje, aunque difiere en grado del Logos cósmico, es de su misma naturaleza. No se trata de una relación de semejanza ni de simpatía, sino de un único y mismo fluir. En un caso se expresa como discurso hablado, en otro, como curso del devenir. Dicho de otro modo, la conciencia no es una propiedad particular de cada persona. Como la luz del Sol, que es una para todos, la Conciencia es única. Admitir este hecho, tras ser correctamente discernido, supone el primer paso en dirección a un cambio de paradigma semejante al paso del geocentrismo al heliocentrismo. Este punto es crucial y es uno de los pilares del advaita.

"¿Cuál es la fuente de la consciencia?", pregunta a Nisargadatta un oyente. Nisargadatta le responde: "La Conciencia misma es la fuente de todo". El Vedanta advaita asegura que la Conciencia, al igual que el espacio, lo abarca todo. Sólo hay un espacio, y los diferentes espacios que creemos ver no son más que parcelaciones de ese único espacio creadas por la mano y/o la mente del hombre. En un edificio dotado de varias plantas, formadas por distintos pisos y habitaciones, distinguimos distintos espacios, pero sólo hay un único espacio, si bien separado por suelos y tabiques. Si el edificio se derrumba, el espacio que ocupaba seguirá intacto y se advertirá que los distintos espacios eran sólo uno. Lo mismo cabe decir de la Conciencia. Es una e inmutable. Es anterior a todo y es por ella que todo es susceptible de ser percibido.

"Me inclino ante ese Omnisciente, que es Conciencia Pura, Omnipenetrante, Todo, que reside en los corazones de todos los seres y más allá de todos los objetos de conocimiento."

(Sankara: Upadisa Sahasri, 2:1)

Nada más lejos de nuestra generalizada visión de la realidad, según la cual cada persona es un ente separado del cual emerge su conciencia particular a modo de nubecilla.

La Biblia apunta hacia una conexión por semejanza del ser humano con lo Absoluto: "Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza", pero el advaita, como hemos indicado, no admite tal semejanza (entre dos entidades distintas), sino que afirma que el Fondo de todo lo existente es la Conciencia única y que, por tanto, no hay semejanza sino Unidad en esencia (ser) entre el ser humano y lo Absoluto, es decir, que todo, en su última realidad, es advaita: no-dual o no-dos. El ser humano cree poseer una conciencia separada de las conciencias de los demás seres humanos; todos ellos poseerían conciencias particulares, si bien "semejantes". El maestro advaita sostiene, en cambio, que no tenemos conciencia, sino, más bien, que somos y habitamos un único "campo" de conciencia. Por eso el advaita afirma que no somos lo que creemos ser. En último término, no somos un cuerpo, ni una mente, sino Conciencia pura, universal, eterna, imperecedera y nunca cambiante, en suma, el "Yo supremo" con el que Ashtavakra identificaba a su discípulo.

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A algo similar apunta la cita evangélica:

"Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: 'Yo dije, dioses sois'?"

(Juan, 10:34)

Nuestro error perceptivo más básico se encuentra en el nivel de las creencias relativas a nuestra identidad. Ahora bien, nadie puede considerarse el Ser supremo o "Yo supremo" en tanto que persona, sino en la medida que va tomando conciencia de su identidad última (que, como veremos, equivale al sentido de Ser sin atributos), presente en él al igual que en todos los demás seres.

La mayoría de las personas piensan que la Conciencia es un producto del cerebro. Los sabios advaitines han afirmado, contrariamente, que el cerebro es algo así como el instrumento de la Conciencia. Dicho de otro modo: el cerebro no es un generador sino un transformador. Los neurocientíficos han descubierto las zonas del cerebro asociadas al habla, a las emociones y a otras cualidades y respuestas específicas. Desde el punto de vista advaita, tales afirmaciones equivalen a descubrir, por ejemplo, qué zona del teclado de un piano produce sonidos agudos, qué otra graves, etc. Pero para que suene el piano y se escuche la música hace falta un pianista. No se puede comprender el origen de la música analizando el objeto "piano" por muy exhaustiva que sea nuestra investigación. Tampoco un otorrinolaringólogo llegará a averiguar dónde se origina un poema escudriñando las cuerdas vocales de un poeta, por más que el poema se manifieste en el mundo a través del aparato fonador. Del mismo modo, entendemos que la Conciencia se hace manifiesta en el mundo como auto-conciencia gracias al cerebro, pero no es éste el que crea la conciencia. Tampoco las cuerdas vocales crean la canción o el poema, por más que posibiliten su expresión.

Las escrituras advaita comparan la Conciencia con un océano infinito dentro del cual estamos inmersos."Nuestra Conciencia" es la "Conciencia universal", que parece separarse de sí misma cuando, proyectada a través de nuestros sentidos, ilumina nuestro mundo y la identificamos con nuestro cuerpo y nuestra mente.

"Igual que el océano no es sino agua, el mundo entero de las cosas no es sino conciencia que llena todos los puntos cardinales como el espacio infinito."

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LA PLENITUD DE LA VIDA por Consuelo Martín

La observación silenciosa

La vida está creándose en cada instante, y si no nos entretenemos con los argumentos imaginarios de nuestro pensamiento egocentrado, descubriremos esa vida creadora. Darnos cuenta de esto es extraordinariamente transformador. Observando en esta dirección empezamos a ver todas las cosas a través de esa verdad, y ella nos va haciendo desde dentro, nos va creando de nuevo. Es como volver a nacer. Por eso la filosofía perenne ha llamado a esta transformación un nuevo nacimiento.

Vivir la vida de acuerdo a las normas de una sociedad, a una tradición religiosa, a una filosofía, ¿qué sentido tiene? Si todos los cambios que han ocurrido en mi mente tenían este origen condicionado, si eran para amoldarme a unas experiencias de la época, a un estilo de persona, a un ideal religioso o social ¿he vivido mí propia vida? Para encontrarme con mi propia vida, con algo auténtico, de primera mano, tengo que vaciarme de todas estas ambiciones o deseos. Hasta que desaparezca el bullicio de tantas ideas adquiridas y pueda percibirse el silencio que abre las puertas a mi auténtica vida.

Cuando empiezo a escuchar serena y cuidadosamente el silencio que está detrás de todas las voces conocidas, dejo de entretenerme en cambiar las situaciones de mi vida y las de los demás. Descubro el valor, hasta entonces desconocido para mí, de la observación silenciosa. Compruebo así lo sencillo que es vivir en un estado de meditación, porque la mente meditativa es el estado natural de la mente creativa.

Meditar es ser consciente, vivir vigilante, mirar de una manera nueva. Mientras sólo veo a través de apariencias, sean ideas, estados de ánimo o hábitos pisco-físicos, todo se mueve por el mismo carril acostumbrado, todo es mecánico y aburrido. Para ver más allá de lo que vemos, para que nuestra mirada sea verdadera, creadora, hay que soltar lo que veníamos viendo, hay que abandonar esquemas viejos, hay que colocarse en otro lugar desde donde nuestra vista abarque un espacio más amplio. Es aprender a ver lo invisible en todo lo que aparece ante mi vista. Es como dirigir nuestra mirada allí donde normalmente no veíamos nada. Es como estrenar nuevos ojos para una nueva manera de ver que creará una nueva vida. En el espacio ilimitado de nuestra mente, escuchando el silencio interior, surge la meditación, la contemplación gozosa de "lo que es" de instante en instante. El vaciar la mente de actitudes fijas, de recuerdos, de creencias, la deja en un estado inocente en el que el silencio aparece y comienza su actitud creativa. En cada situación, en cada momento de la existencia en el que irrumpe el silencio en mi mente, allí distingo lo real de lo irreal, allí me siento libre y en comunión con todo. Comprendo entonces que la vida es algo que se está inventando a cada latido de mi corazón.}

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EL SILENCIO CREADOR por Consuelo Martín

1. Aproximación al silencio

Esta obra ha sido realizada con el material de un curso sobre una investigación acerca del silencio de la conciencia. El valor que tengan estas clases separadas del ámbito en el que nacieron, se nos escapa. Lo que sí sabemos es que será de mayor utilidad para los lectores que conozcan el sentido de la investigación que en ellas se hace, y la dimensión operativa que puede tener su estudio realizado con la actitud adecuada. Por eso advertiremos que no se trata de pensar sobre el silencio; con ello solamente pondríamos en actividad una zona superficial de nuestra mente, aquella donde se analizan y clasifican mecánicamente conceptos, y esto no tendría repercusión en otros lugares del psiquismo, ni afectaría a la conducta. No sería por tanto operativo.

Es obvio que al pensar en conceptos referidos al silencio, no vivencio lo que el silencio es, y desconoceré su acción si me limito a eso. Mientras que si hago una investigación con la intención de abrirme a la verdad desconocida que pueda aparecer, observando y contemplando lo que voy descubriendo, haré un trabajo práctico, vivencial. Con él provocaré un movimiento de profundización en la mente que abrirá distintos espacios lúcidos en el ámbito total de la conciencia. Este inquirir y avanzar hacia nuevos territorios de comprensión, alternará con silencios que surjan espontáneamente, en los que se asimilará lo que se ha visto en ese momento y se irá integrando a mi conciencia.

Tratamos de realidades no mensurables, no objetivables, realidades que no pueden ser estudiadas con métodos científicos objetivos. Para adentrarse en esta aventura de la conciencia, es necesario estar dispuesto a transcender la dualidad sujeto-objeto. Hay que comprender la posibilidad de que se unifique, en un instante sin tiempo, la realidad en la contemplación creativa. Desaparecerá entonces la separación entre el experimentador y la realidad experimentada. Sólo a partir de esta intuición participaré de los descubrimientos que aquí se evocan. En una investigación vivencial, mi conciencia es el investigador y lo investigado y es también el camino por recorrer.

El lugar de nuestra mente desde el que habitualmente leemos o estudiamos un tema, es inadecuado en este caso, por lo limitado de la simple especulación intelectual. Pero podríamos inventar ahora mismo una actitud diferente que nos situara en un lugar nuevo, podríamos hacer un espacio en nuestro interior donde el silencio no fuera extraño.

Tratemos de ver por encima del discurso racional. Atravesemos esas zonas de nuestra mente donde incansables barajamos lo conocido y aventurémonos a penetrar en aquella región silenciosa que está detrás. La memoria del pasado no nos servirá en esta

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investigación. Sólo abrirá camino la sinceridad de nuestra búsqueda y la sencilla lucidez que acompaña la visión de la verdad.

2. ¿Por qué el silencio es creador?

¿Puede crearse lo positivo de algo negativo? Con la palabra silencio evocamos una negación, un vacío, pero no nos referimos al obvio vacío de sonidos o al dejar de hablar sino al vacío del ruido de los pensamientos y los hábitos condicionados que impiden oír lo que está detrás. Es silencio de lo mecánico y repetitivo, de la memoria del pasado y de todo aquello que sin cesar está tapando la sinfonía aún no escuchada de la Vida total.

Cuando nos abrimos a esa música, ¿qué es lo que sucede en nosotros? Tener unos minutos de silencio es un privilegio, una gracia, que nos devuelve misteriosamente a nosotros mismos. Y cuando somos tocados por esa mano providencial nos quedamos respetuosamente callados y amorosamente vigilantes para escuchar y sentir esa Presencia silenciosa en el interior de la Conciencia.

Podemos vivir muchos niveles de silencio. Desde los tres modos básicos de experiencia, por las sensaciones, por las emociones, por los pensamientos, podemos descubrir los tres niveles básicos del silencio. Y los tres están interrelacionados, ya que cada zona que se silencia facilita el profundizar en otras.

El silencio es sobre todo, silencio del pensamiento. Cuando el pensamiento se ha silenciado, ya no se opone, no juzga, no calcula con astucia la acción, no es protagonista en suma, sino callado y sereno transmisor de lo que la Inteligencia dicta. Lo real está fuera del pensamiento y del tiempo, por eso decimos que está en el silencio. La palabra silencio evoca un estado que no niega nada de lo real. Sólo niega el ruido que impide percibir directamente aquella realidad desconocida.

No significa desde luego que la realidad sea inmóvil y callada ni tampoco que para vivenciar un estado de conciencia verdadero tengamos que quedarnos mudos y paralizados. En la quietud y el movimiento, en el silencio y la palabra se expresa igualmente lo real. Se debe observar sin embargo con atención y discernimiento que hay un movimiento verdadero, expresión de lo que es, como una bella danza es el libre bailar de la Vida inteligente. Mientras que hay un movimiento que surge del conflicto de una mente obstruida por la visión parcial e ilusoria. Este último produce una acción mecánica, desordenada y confusa porque no es creativo.

También podemos encontrarnos con la Palabra Verdadera, creación directa de la Inteligencia en el silencio del pensamiento, la Palabra que evoca la lucidez de donde ha

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nacido y trae consigo la fuerza creadora de la verdad. Es la palabra unificadora de realidades. Y cuando alguien la pronuncia es porque él mismo es esa Palabra creativa. Se distingue muy bien de aquella otra palabra, expresión del pensamiento egocentrado, que nacida de lo limitado y lo confuso, produce efectos similares en la superficie de la conciencia. Conforme vamos avanzando en esta dirección, va siendo una evidencia para nosotros lo inesperado. Donde parecía no haber más que negación de realidades aparece una dimensión diferente de realidad. El vacío de lo limitado está lleno de lo ilimitado. Y como lo que tiene límites es siempre expresión de lo que es sin límites, el silencio de la conciencia abierta al infinito es plenitud y potencia creativos.

3. La Inteligencia creadora

La comprensión más allá del pensamiento y la desidentificación del pensar que esta comprensión posibilita, es la raíz del silencio que despierta la Inteligencia creadora. A su vez la contemplación de esta inteligencia que es pura lucidez, a través de una investigación sincera de la Verdad y una observación cuidadosa del proceso del pensar, produce la comprensión y crea en el silencio. Saliendo del estrecho recinto de nuestro yo psicológico, nos encontramos en el espacio abierto de la inteligencia. La inteligencia incansablemente está creando lo manifestado, sin que se agote jamás la fuerza de su creatividad y sin que lo creado salga nunca de su unitotalidad. En el silencio de la mente se libera esta fuerza potencial que puede crear lo nuevo en mi vida.

Al desbloquearnos con ejercicios físicos como asanas y pranayamas de hatha-yoga, liberamos la energía única que se expresa a través de nosotros. Y esta energía sana el cuerpo, lo equilibra y armoniza. Purificando las emociones egocentradas con las prácticas religiosas o de bhaktl-yoga, liberamos el amor y vivimos un sentimiento de unidad que nos abre el corazón a todo y a todos. Pero pocos son los que han descubierto que es posible dejar en libertad la inteligencia creadora, para que nos ilumine y cree a través de nuestra mente. El camino es el amor a la verdad. Y la lucidez creciente que aparece en el silencio, es la guía.

La lucidez es la vivencia no-dual de la conciencia pura. Cuando la mente racional calla, porque ha comprendido, aquello que es real, se vivencia directamente sin pasar por los moldes del pensamiento. La división entre sujeto y objeto se acaba ahí. Y la vida aparece como una creación constante que se expresa en todas direcciones.

4. Escuchar el silencio

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Es necesario aprender a escuchar de una manera nueva. Es así como la atención crece y varnos haciéndonos uno con ella. El escuchar verdadero no es pasivo, es enormemente activo, es acción y oración, es atención creativa.

Escuchando se descubre esta atención y desde ella se comprende y atiende a todo. En el silencio del escuchar en contemplación amorosa, se deshacen los deseos y las ambiciones, los miedos y las inquietudes.

La mente silenciosa encuentra la armonía de todas las cosas. Esa armonía siempre anhelada que se busca en vano en las imágenes sensoriales. Es la belleza perfecta, la que nunca hemos visto pero adivinamos que existe a través de los signos, las formas y los movimientos de todas las cosas. Esa belleza está ahí y la encontramos por primera vez en el silencio. El equilibrio que da sentido a todos los contrastes y las contradicciones, a todos los cambios, es el estado natural del silencio. Como si el universo en infinitos trozos separado y esparcido en todas direcciones, se reencontrara en la belleza gozosa de la Unidad. Como si aquello tan valioso que estaba perdido entre el caos incontable de múltiples realidades revelara de pronto la clave secreta de mi existencia única. Así es el silencio creador. Aprender a escucharlo es aprender a descubrir la Vida como creación constante.

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INVESTIGAR EN LIBERTAD por Consuelo Martín

Todos los seres humanos tenemos sincero interés por descubrir la posibilidad de amar y ser libres. Y si alguna vez imaginamos separados el amor y la libertad, lo cierto es que siempre anhelamos vivirlos inseparables.

Investiguemos sobre ello. Empecemos a indagar sobre la libertad desde una actitud mental libre de lo establecido en el pasado. Porque nadie puede saber lo que la libertad es, si en el mismo acto de saberlo no es ya libre. Y así el camino hacia la libertad quedará trazado sobre la libertad misma y no sobre conjeturas condicionantes. Krishnamurti hablaba de esta manera de la verdadera libertad: No es un ideal, una cosa que pueda suceder eventualmente. En la libertad el primer paso es el último. Y porque tenemos en cuenta esta verdad, intentaremos en esta breve introducción, adentrarnos en la lucidez liberadora para poder participar de estas investigaciones sobre la libertad con la misma actitud libre en que se crearon.

Cuando inquirimos sobre la verdad movilizamos la mente entera, si el impulso que nos mueve es sincero. También el pensamiento se mueve. No interfiramos en él. Dejemos que encuentre cauce natural a disposición de la intuición, de la inteligencia total. No nos desviemos a otro lugar para no pensar, ni nos concentremos en las sensaciones o los sentimientos. Así el ámbito mental quedará libre, dispuesto para ser iluminado por la verdad. Lo que se descubra entonces no habrá nacido del pensamiento. El pensamiento se moviliza sólo para permitir la apertura a un espacio libre donde la luz pueda penetrar. Así se produce la claridad, la evidencia nítida e impersonal. Y es el descubrimiento de esa lucidez lo que importa al investigar y no la manera en que el pensamiento lo formula. Si creyéramos que hacemos algo valioso barajando conceptos, caeríamos en el mismo error de quien definiera a una persona por las ropas que lleva puestas.

Aventurémonos a descubrir la claridad de la luz, un descubrimiento que nadie puede hacer por otro. No es un conocimiento individual. Ninguno ingresa en el ámbito de la verdad sino que ella misma se abre camino en unidad de conciencia.

Investiguemos por tanto juntos y transcendamos, si cabe, la contradicción de la lógica lineal, hacia una lógica expandida a la totalidad. Y así, en cada conciencia individual surgirá libremente la luz de la conciencia total que las incluye.

¿Cómo se investiga a partir de la unidad de conciencia? No consiste este inquirir en el traspaso de ideas de una mente limitada a otra limitada también. En la visión directa de la verdadera investigación se rompen los límites de ese espacio mental personal, aquello que consideraba hasta entonces mi mente, lo que sin tregua piensa mi cerebro. Las verdades no pasan de un cerebro a otro. No cambian de lugar. Los conceptos, quizás sí.

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La verdad, en el sentido vivencial de estado de conciencia al que apuntamos aquí, no transmigra de mente a mente porque no está encerrada en pensamientos. Estos se movilizan dejando un espacio abierto. En libertad, la lucidez que ya somos descubre la verdad siempre una y esa unidad se expande en amor. Así es como vivimos lo impensable, el amor incondicionado.

Hemos de abandonar la creencia de ser este estrecho lugar circunscrito al cuerpo físico, las emociones y las ideas. Hemos de salir de ahí, si anhelamos ser libres, porque no hay otro camino hacia la libertad. Todo lo que creo ser me separa, me encierra en los límites que mi creencia construye y, acorralado así por inadvertencia, me muevo fuera del amor.

Al ser destruidas las falsas creencias en una investigación inteligente descubro la libertad y el amor. Y brota alegría, la alegría de encontrarme sin límites, la libertad siempre anhelada que acompaña la plenitud del amor. El acto creativo de investigar es liberador. ¿Podremos aceptar esta verdad mientras investigamos? Observemos pacientes los movimientos de nuestra mente para ir dejando caer todas las ideas limitadoras en una apertura total. Quizá surja así algo inesperado.

Seré libre si aprendo a investigar y aunque esa libertad se exprese de mil modos, quedaré libre, incluso de la condición en que se muestre. Porque no habrá compulsión para hacer las cosas de una u otra manera.

De cualquier forma, nada ni nadie puede arrebatarme la plenitud que soy, pues soy lo infinito que no tiene mengua. Mientras investigo aprendo a darme cuenta de esa infinitud que se expresa en sucesión, proyectada sobre la pantalla de la temporalidad. Si ya he descubierto la libertad, puedo aceptar serena y amorosamente cualquier secuencia limitada que aparezca sobre el lienzo del pensamiento-tiempo.

Investigar así no es tratar de asuntos particulares que impiden ver las interconexiones en la unidad. Es remontarse por amor a la verdad a esas alturas donde la luz armoniza las formas, mientras ilumina lo particular.

La unidad es el estado real donde la verdad es. Y en la diversidad, las distorsiones de los opuestos han de ser armonizadas por la visión totalizadora de la lucidez. Así es la mirada verdadera en la que todo el vivir puede incluirse. No se encontrará ahí el investigador con fórmulas ni métodos ni sistemas de ideas. No hallará saberes específicos sobre cosas y situaciones, ni los sentimientos siempre confusos que la búsqueda de los amores crea. La auténtica investigación puede conducirle, sin embargo, a un estado verdadero de ser donde la libertad y el amor surjan sin ser buscados.

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INCREÍBLEMENTE SIMPLE Por David Carse

Por favor, entiende que solo hay una cosa

que comprender, y es que tú eres

el no-nato sin forma ni tiempo.

- Nisargadatta Maharaj

Aquí solo hay vacío. No hay

un quitar mi ego de en medio y todo ese rollo.

Solo hay un ver

resplandeciendo con gran brillo y claridad.

- Douglas Harding

Perfecta Brillante Quietud

Mira, todo es increíblemente simple. No hay nadie aquí. Esta afirmación no es una figura retórica. Estoy diciéndote de veras que no hay nadie aquí, que no hay ninguna persona hablándote, no hay ningún individuo. Me miras y piensas que hay una persona aquí hablándote, intentando decirte algo. Te aseguro que no es así. Mírame. Si no fuera por la Conciencia que fluye por este cuerpo, ¿qué es lo que habría aquí? ¿Qué es lo que sería este cuerpo si no habitara en él la Conciencia? ¡Sería un cadáver, por supuesto!

Materia muerta. No hay nada más aquí. Solo hay la apariencia de un cuerpo y la Conciencia que lo anima. Tú, al igual que el resto del mundo, habéis asumido que hay una persona aquí, una individualidad discreta; que la Conciencia, que es la fuerza vital aquí existente, es una consciencia individual que es propia únicamente de este cuerpo y que está separada de la consciencia que habita en otros cuerpos.

Todo eso está basado en apariencias: parece que hay cuerpos separados, de modo que se asume que hay consciencias separadas. La creencia en esta asunción te impide ver Lo Que Es, y es también causa de que esta vida te parezca inquietante, confusa, infeliz y, en general, de que experimentes temor y sufrimiento. Pero no es el caso. No hay aquí, en modo alguno, un individuo sentado hablándote. Este cuerpo no es nada, no es más que una apariencia en el sueño. Todo lo que hay es Conciencia, y es Conciencia lo que fluye a través de esta apariencia.

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No hay nada aquí que exista en y por sí mismo. Lo que denominamos ser humano no es un ser independiente, ni un mecanismo originario o un aparato emisor. Es una estación repetidora, es un mecanismo de paso o transmisor de la Conciencia, que es la Conciencia Única, Todo Lo Que Es. Esto es lo que soy yo hablándote a ti. Y es esa misma Conciencia única lo que está escuchando esto, lo que me mira desde esos ojos que llamas tuyos. Lo que yo soy cuando digo "Yo Soy" es exactamente lo mismo que eres tú cuando dices "Yo Soy".

Una vez visto esto, la ironía de la situación resulta pasmosa. Mira: eso que consideras "tú mismo", lo que percibes como una persona individual, esta idea de ser una entidad separada, un cuerpo-mente-personalidad-alma-intelecto, eso es un subproducto posterior, un artefacto, un efecto colateral casi accidental de esta corriente, de este flujo de Conciencia. Lo que el organismo percibe erróneamente como una "mente" que él cree suya, no es sino el fluir de la Conciencia en ese organismo; es precisamente la Conciencia que fluye en el organismo lo que hace posible que el organismo crea que es diferente de esa Conciencia única. Es un sencillo e inocente error de percepción. Y muy tonto, en verdad, ya que el mismo Uno que parece estar pensando esto, que parece que no ve, que aparentemente no comprende que no existe como individuo separado y que solo existe en cuanto que Todo Lo Que Es, es Él Mismo la Yo-idad misma que es la única Es-idad de todo ver, de toda comprensión.

Busca lo que hay tras esta percepción. Investiga lo que tú consideras como "tú mismo". Este es el propósito, el sentido de toda espiritualidad, de toda búsqueda, de tu propia existencia: comprender este asombroso e intrincado juego de la Conciencia, viendo qué es esta ilusión, qué es esta percepción errónea y cuál es su fuente, Eso que la hace posible. Lo que eres, ya lo eres siempre. Es ver lo que no eres lo que te permite alejarte de la equivocación, lo que te permite salir del rol erróneo de ser un temeroso individuo separado.

Cuando abandonas lo que no eres, lo que queda no es algo que debas llegar a ser, sino lo que ya eres desde siempre. Por eso no hay nada que debas hacer o que tengas que llegar a ser o que aprender o que trabajar o que purificar. Estar en tu estado natural no requiere de ningún esfuerzo en absoluto. Lo que resulta dificultoso y requiere de continuo esfuerzo es mantener esta idea falsa e innatural de ser alguien, de ser un individuo, de ser un algo separado. ¡Tú eres una no-entidad! ¡Abandona esa idea! Cuando abandonas esa idea descansas en el sin esfuerzo de Todo Lo Que Es, de lo que podría denominarse tu estado natural.

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No puede alcanzarse el sin esfuerzo a base de esfuerzo. No puede lograrse la no-mente mediante la mente. No puede lograrse la paz luchando. Intentar ser consciente de "estar simplemente en el momento presente" entraña una contradicción en sus términos; ser "auto-conscientemente" consciente de ello te saca de allí. Intentar ser consciente de "Yo Soy" supone una contradicción similar, y precisamente por la misma razón. No puedes intentar ser feliz por lo mismo que no puedes intentar dormirte o intentar actuar con naturalidad. Solo actúas con naturalidad cuando no lo intentas, cuando lo haces sin pensar y simplemente te dejas llevar por la vida. Venía gente de toda la India y de todo el mundo para ver a Ramana Maharshi y pedirle consejo sobre la senda espiritual. ¿Su consejo? "Simplemente sé tú mismo".

Esto es lo que decía Nisargadatta Maharaj de tu estado natural, de lo que eres de forma natural, espontáneamente, sin esfuerzo:

Este estado es anterior a la aparición de la seidad.

Es previo o está más allá de la seidad y de la no-seidad.

Yo Soy en ese estado que existía antes de la llegada de la seidad y la no-seidad.

Con la llegada del estado vigílico, todo el mundo deviene manifiesto;

debido a mi seidad, mi mundo se manifiesta.

Eso también es observado por ese estado que es previo a la seidad,

¡y tú eres Eso!

La Verdad, Quién Eres, lo que "realmente" Es, está siempre aquí; siempre ha estado aquí. No es algo nuevo que tengas que aprender. Es algo que nos resulta verdadera, completa y totalmente familiar, aun cuando no seamos conscientes de que nos damos cuenta de su realidad. Este es el impacto que produce el reconocimiento cuando este ocurre: una completa familiaridad. Y claro, ¡así ha sido desde siempre! Es incluso más que familiar, esta verdad te resulta de lo más íntimo que puede existir; es más familiar y más íntima a ti que ninguna cosa que puedas pensar o creer o "saber" de ti mismo. Porque esas cosas que crees que "sabes" de ti son a la postre meras construcciones mentales, creencias, capas añadidas que se hallan fuera de la verdad más íntima de ti mismo, una verdad que estás persuadido de que ignoras. Y sin embargo, sí que la conoces. Regresa. Es tu propio Ser.

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LA DIFERENCIA por David Carse

A veces desnudos, a veces locos,

ora como eruditos, ora como estúpidos;

¡así aparecen sobre la Tierra los liberados!

SHANKARA

De acuerdo, pero ¿cuál es la diferencia entre una persona corriente y un sabio?

Al nivel más profundo, las distinciones entre el sabio y el que no lo es carecen esencialmente de importancia. Ni siquiera existen como tales. Esas distinciones existen sólo en apariencia.

Por parte del denominado sabio, esto es sabido. Ambos son organismos cuerpo-mente dotados de un condicionamiento, a cuyo través afloran emociones y suceden acciones. La única "diferencia" es que el sabio ve que no hay "alguien" ahí, que sólo se trata del funcionamiento impersonal de la Presencia a través de esos instrumentos llamados organismos cuerpo-mente, mientras que la persona ordinaria reivindica la emoción o la acción, y piensa que es responsable de ellas y las llama suyas.

¿Pero diferirán en algo las emociones o acciones que afloren en uno y otro?

No necesariamente. Sólo dependen del condicionamiento de los respectivos organismos cuerpo-mente.

Así pues, si una persona se enfadaba mucho antes de que le ocurriera el despertar...

... es muy posiblemente que siga aflorando la ira en ese organismo cuerpo-mente después, dependiendo de su condicionamiento. La diferencia es que el sabio no se sentirá concernido por la ira cuando esta aflore: la ira aparecerá y desaparecerá de manera natural, y punto. El sabio no se apropiará de ella, ni se sentirá culpable por ella, ni intentará explicarla o justificarla, ni se excusará por ella, y tampoco pensará que tiene el deber de intentar superarse para evitar que vuelva a ocurrir. ¿Qué es lo que hay que superar? La ira aflora como parte del funcionamiento impersonal que acaece en la Consciencia, nada más. Que ella aflore en ese organismo cuerpo-mente en particular no es algo que concierna al sabio.

Bien, ¿podría un sabio matar a alguien?

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El sabio sabe que no hay nada que "él" o "ella" pueda "hacer".

Bien, de acuerdo, ¿podría ser el sabio el instrumento a través del cual sucediera un asesinato? ¿Por qué no? Si es parte del perfecto e infinito despliegue que tiene lugar en la Consciencia que ocurra una cosa, o que ocurran varias o que suceda cualquier combinación de ellas, ¿cómo podría eso no ocurrir? Expresándolo en términos tradicionales, si el "destino" de un organismo cuerpo-mente, en concordancia con la voluntad divina, es ser asesinado, y el "destino" de otro organismo es llevar a cabo el asesinato, eso sucederá. Y además, el sabio entenderá que la sociedad le "castigue" por ello, y el castigo de ese organismo cuerpo-mente se aceptará igualmente por ser esa la "voluntad divina", como parte del perfecto funcionamiento de la totalidad.

Pero ¿por qué habría de ser la voluntad divina que el sabio...?

¿Y por qué no? ¿Me estás diciendo que conoces los fundamentos o las razones de la voluntad divina?

Bueno, supongo que no parece probable que alguien que tenga el condicionamiento de asesinar llegue a ser nunca un sabio...

¡Ahora estás saliéndote por la tangente! Ya has oído muchas veces decir que la Comprensión ocurre sin prerrequisitos de ningún tipo. Para ser honestos, es cierto que el ejemplo del asesino es un caso extremo. En el caso de un sabio no habría motivación alguna para asesinar a nadie, de modo que sí, en efecto, parece improbable que un sabio llegue a cometer un asesinato. Pero los personajes del sueño, los organismos cuerpo-mente, difícilmente se hallan en posición de predecir esa clase de cosas. Podría haber un montón de razones, algunas comprensibles, otras completamente incomprensibles desde el punto de vista de los instrumentos cuerpo-mente, por las que podría ser necesaria tal cosa dentro del perfecto despliegue en la Consciencia. Si formara parte del infinito despliegue que algo así hubiera de suceder, sin duda sucedería. No sé si te has dado cuenta, pero parece que, antes o después, la Consciencia tiende a provocar que sucedan cualesquiera posibles combinaciones de sucesos.

De acuerdo. Así pues, el sabio es, en realidad, exactamente igual que una persona ordinaria. ¿ Y qué es lo que gana? ¿Cuál es el beneficio de la iluminación?

Son los organismos cuerpo-mente y su funcionamiento los que son similares. El sabio sabe que él no es un cuerpo-mente, que ni siquiera es una persona. ¡No hay nadie ahí que pueda ganar nada!

Así que el beneficio es para quienes están a su alrededor, como quizá los amigos del tío, o sus estudiantes, si es que los tiene...

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¡Ja! ¡Lo más probable es que "los amigos del tío" (suponiendo que sea un "tío" y suponiendo que tenga amigos) encuentren que el trato con él es ahora más difícil que antes! Pero sí, desde luego, existe la potencialidad de aportar un gran beneficio a los demás. Que tal potencialidad se substancie o no dependerá del condicionamiento, y también de lo que vaya a desplegarse en la Consciencia, es decir, de lo que las tradiciones orientales denominan "destino". ¿Del condicionamiento de los estudiantes? ¿Quién dice que tenga estudiantes? ¿No enseñan acaso los sabios?

¿Por qué habrían de hacerlo? Una vez más, eso solamente ocurrirá si está en el guión del sueño que un personaje "sabio" enseñe. Ocurrirá solamente en el caso de que, de acuerdo con el despliegue cósmico dentro del funcionamiento de la Consciencia, el "destino" de ese organismo cuerpo-mente "sabio" sea hablar sobre el tema.

Bien, pues si no enseña y sigue teniendo todas esas emociones y además aún puede cometer todas esas malas acciones...

¡Qué! Pues que entonces, ¿en qué se diferencia una persona corriente de un sabio?

Sólo en la Comprensión, amigo mío. Sólo en el ver, en el saber; eso es todo. Sencillamente, en la Paz que sobrepasa todo entendimiento. ¿Y qué hay de bueno en eso? Podría decirse que nada en absoluto. Buda dijo: "En verdad, no he obtenido nada de la iluminación". Y Huang Po escribió: "Sólo hay una misteriosa comprensión tácita, y nada más". El sabio no es un superhombre, no es una persona corriente con algo añadido. El sabio es una persona corriente con algo menos; ha desaparecido el sentido de ser un yo separado, de ser un individuo separado. No hay nadie en casa.

He oído que en el sabio todo sucede espontáneamente.

Sí. ¿Y quieres saber algo más? En todas las personas siempre ocurre todo espontáneamente. En ti todo ocurre espontáneamente.

Yo no lo experimento así

Exactamente. Esa es la diferencia.

¿Crees que la Comprensión puede sucederle a cualquiera?

Yo no creo nada.

¿Cómo? No hay creencias aquí. Esa es una afirmación extraordinaria.

En absoluto. Es realmente muy simple. O sabes algo o no lo sabes. Si sabes algo, no necesitas creer que es verdad ni tener fe en que es verdad; lo sabes más allá de toda

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duda, simplemente es, y no hay ninguna creencia involucrada. Por otra parte, si no sabes algo, lo honesto es afirmar que no lo sabes. Pero claro, hay muchas razones psicológicas y políticas y sociales por las que la gente no puede admitir, ni siquiera para sí misma, que no sabe algo, así que origina una creencia; la cual esencialmente consiste en que no sabes si algo es realmente verdad, pero finges que sí lo sabes. Esa es la actividad del sueño. Lo cierto es que sólo hay una cosa que no es del sueño, una sola cosa que puede saberse, y eso es la conciencia básica "Yo Soy". Todo lo demás son sólo conceptos, constructos de la mente en el sueño, algo que "yo no sé". Todo.

Bien, pero ¿puede ocurrirle esta Comprensión a cualquiera, a cualquier cuerpo-mente?

Por supuesto. ¿Podría ocurrirme a mí?

No, claro que no. Esa es la diferencia. Pero podría ocurrir en el caso del organismo cuerpo-mente que en este momento piensas que tú eres, y entonces sobrevendría la comprensión de que jamás hubo un "tú", es decir, un "mí" a quien pudiera ocurrirle algo, y la realización de que lo que Tú eres es la Consciencia en la que todo esto parece suceder. La Comprensión y la creencia en un "mí" son mutuamente excluyentes: si hay lo uno, no hay lo otro.

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EL VERDADERO VER por Douglas Harding

El mejor día de mi Vida —el de mi renacimiento, por decirlo así— fue cuando descubrí que no tenía cabeza. Esto no es un juego literario ni un dicho ingenioso para suscitar el interés a toda costa. Lo digo en serio. Yo no tengo cabeza.

Tenía treinta y tres años cuando hice el descubrimiento. Y aunque en verdad vino de repente, fue el resultado de una indagación apremiante; durante Varios meses había estado absorbido en la pregunta: ¿qué soy? El hecho de que me encontrara de marcha en el Himalaya en aquel momento probablemente tuvo poco que ver con ello, aunque se dice que en ese lugar vienen con más facilidad estados de mente inusuales. Sea como fuere, era un día muy claro y sereno, y el panorama desde la cumbre donde me hallaba, por encima de los brumosos valles azules hasta la montaña mas alta del mundo, constituían una escena digna de la visión más sublime.

No tener cabeza

Lo que de hecho sucedió fue algo absurdo, simple y poco espectacular: por un momento dejé de pensar. Un silencio peculiar, un extraño tipo de flojedad alerta o entumecimiento se apoderó de mí. La razón y la imaginación y todo el parloteo mental se extinguieron. Por una vez, me faltaron en realidad las palabras. Olvide mi nombre, mi humanidad, mi realidad objetiva, todo lo que podía llamarse yo, o mío. El pasado y el futuro se esfumaron. Fue como si hubiera nacido en aquel instante, nuevo en absoluto, sin mente, inocente de todos los recuerdos. Sólo existía el Ahora, ese momento presente y cuanto claramente se daba en él. Ver era suficiente. Y lo que encontré fue unas perneras de color caqui que terminaban hacia abajo en un par de zapatos marrones, unas mangas caqui que terminaban a ambos lados en un par de manos rosadas, y una pechera caqui que terminaba hacia arriba en ... ¡absolutamente nada de nada!. Con toda certeza no en una cabeza.

No necesité mucho tiempo para darme cuenta que esta nada, este hueco donde debería haber una cabeza, no era un vacío ordinario ni una mera nada. Al contrario, estaba muy ocupado. Era un inmenso vacío muy lleno, una nada que encontraba sitio para todo, para la hierba, los árboles, las distantes colinas umbrías, y allá a lo lejos, por encima de ellas, las cumbres nevadas, como una hilera de nubes anguladas cabalgando en el cielo azul. Había perdido una cabeza y ganado un mundo.

Todo era literalmente sobrecogedor. Pareció que dejaba totalmente de respirar, absorto en lo dado. Hela aquí, esta escena soberbia, brillando rutilante en el aire limpio, sola y sin soporte, misteriosamente suspendida en el vacío, y (y este era el verdadero milagro, lo asombroso y fascinante) por completo libre de «mi», intocado por ningún observador. Su

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total presencia era mi total ausencia, cuerpo y alma. Más ligero que el aire, más claro que el cristal, por entero libre de mí mismo, yo no estaba allí en ninguna parte.

Sin embargo, a pesar de la mágica y extraña cualidad de esta visión, no era ningún sueño, ni revelación esotérica. Todo lo contrario: se sentía como un despertar súbito del sueño de la vida ordinaria, y el final de la ensoñación. Era realidad auto-luminosa por una vez limpia de toda mente oscurecedora. Era la revelación, por fin, de lo perfectamente obvio. Era un momento lúcido en una historia vital confusa. Era dejar de ignorar algo que (desde la más temprana infancia) yo siempre había estado demasiado ocupado, o asustado, o había sido demasiado listo para verlo. Era una atención desnuda y sin critica, a lo que desde siempre había sido por entero evidente —mi total carencia de rostro. En pocas palabras, todo era perfectamente claro y sencillo y evidente, más allá de cualquier discusión, pensamiento o palabra. No surgían preguntas, ninguna referencia más allá de la experiencia misma, sino sólo paz y una serena alegría, y la sensación de haber soltado un fardo insoportable.

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HACIA UNA NUEVA CONCIENCIA por Enrique Martínez Lozano

Ante un mundo injusto y fracturado, ante realidades cotidianas que afectan a millones de seres humanos, víctimas de la avaricia y la prepotencia de otros, podríamos empezar por una primera toma de conciencia: ¿cuál es nuestra "sensibilidad humana" frente a la injusticia y al sufrimiento? Ante los hechos recientes de la avalancha de inmigrantes subsaharianos a la valla de Ceuta y Melilla, escuchaba dos respuestas diametralmente opuestas. Una de ellas argüía: "Nos van a invadir; ¿por qué no acaban con eso?"; la otra: "Cuánto dolor habrá dejado atrás esta gente para poner toda su esperanza en una valla en la que pueden dejarse la vida".

Pero no es suficiente con despertar la propia sensibilidad; necesitamos desarrollar un espíritu crítico frente a nuestro propio sistema, desde una comprensión lúcida del ser humano. Sin la sabiduría de la auto-limitación, no quedaremos satisfechos ni siquiera cuando todos los recursos de la biosfera se hayan agotado. Debemos reconocer que el capitalismo (el neoliberalismo) no es ni natural ni inevitable. La comprensión económica neoliberal de lo que es la felicidad y cómo lograrla no es más que una visión entre muchas. ¿No es una forma de imperialismo cultural presuponer que el mundo "desarrollado", que asume la cultura del dinero, sabe más acerca del bienestar humano que las sociedades "no-desarrolladas"? ¿Quién tiene necesidad de convertirse en "consumidor compulsivo" antes de que nadie le despierte esa "necesidad" por imperativos del mercado y con los engaños de la publicidad, que sabe "enganchar" con la sed sin fondo que todo ser humano es? Si las sociedades tradicionales tienen sus propios criterios de carencia y bien-estar, imponer criterios ajenos es una forma de imperialismo intelectual.

No hace mucho, un amigo chileno me contaba que, cuando fue a visitar a algunos parientes aymaras, de los pocos indios que quedan en el norte de Chile, se apresuraron a decirle: "Por favor, no nos impongas tu idea europea de felicidad". Frente a una sociedad tan desigual, fruto y origen de injusticia; frente a una sociedad consumista, que genera toda una mentalidad de "usar y tirar", y que tiende a reducir a las personas a meros consumidores, vemos la urgencia de avanzar hacia una nueva conciencia. No es suficiente, aunque sea necesaria, la insistencia ética en vivir una austeridad solidaria.

Tampoco es suficiente, aunque sea también igualmente necesaria, la toma de conciencia del engaño psicológico que supone la identificación de la posesión con la seguridad afectiva o el intento de compensar el vacío afectivo con la acumulación de bienes materiales. Sin esa lucidez, convertimos nuestro vacío en voracidad, pulsión de apropiación, y quedamos estancados en la fase oral, como una inmensa boca que percibe toda la realidad como objeto de succión. Pero, como digo, no es suficiente. Necesitamos pasar de vivir —en el mejor de los casos— la solidaridad, discreta y momentánea, a vivir

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en solidaridad. Necesitamos ir más allá, favorecer el paso hacia una nueva conciencia (transpersonal, transegoica, integral), gracias a la cual nos aproximemos a nuestra verdad radical, aquella verdad que siempre han percibido los que se han adentrado en aquel estado de conciencia. En él se descubre, como escribía en el siglo IV, el monje pseudo Basilio, que "todos somos órganos de un mismo cuerpo".

Incluso desde el ángulo de la ciencia, se afirma que "estamos inventando una nueva forma de vida: un macroorganismo planetario que engloba el mundo viviente y los productos humanos, que también evoluciona y cuyas células seríamos nosotros.

En ese nuevo estado de conciencia, al que accedemos por la meditación, el Todo predomina sobre las partes y el otro, cualquier otro, es percibido como lo que es en realidad: no-diferente de mí. Sólo esta nueva conciencia hará posible una nueva ética. Nuestro problema básico no es técnico ni económico, sino espiritual.

Porque la solidaridad no es, en primer lugar, un imperativo moral que haya de conseguirse a golpe de puños. Requiere, ciertamente, voluntad, esfuerzo y capacidad de renuncia. Pero requiere, sobre todo, crecer en una nueva conciencia, la conciencia de la Unidad, en la que la fraternidad se experimenta espontáneamente. Ni el niño, ni el adolescente, ni el adulto que permanece anclado en una conciencia mágica, mítica o racional, pueden vivir la solidaridad. Como mucho, reducirán el amor y la fraternidad a un "mandamiento" que cumplir, en lugar de descubrirlo como la realidad que es. Pues, tal como ha escrito Ana Mª González Garza, el amor no es un sentimiento, sino un atributo en sí de la conciencia, que solamente puede ser experimentado con madurez y esencia cuando se ha despertado a la unidad. Volvamos a la imagen del organismo: los dedos pueden verse a sí mismos como dedos o pueden verse como cuerpo. Del mismo modo, la persona puede percibirse como un ser separado —con las secuelas de egocentrismo, soledad, miedo, ansiedad— o como Conciencia unitaria, en una percepción no-dual de Lo Que Es.

Tiene toda la razón Jesús cuando dice que cualquier cosa que hagamos a los demás se la hacemos a él (Mt 25, 40). Y se la hacemos a Dios y nos la hacemos a nosotros mismos. Jesús hablaba desde esa nueva conciencia donde "El Padre y yo somos uno" (Jn 10, 30). Porque cuando no hay "yo", se es la realidad entera. Sin duda, Jesús vio a todas las personas como a sí mismo, a todos los seres humanos como parte de él. Y de este mismo modo lo han vivido y lo han visto los místicos de todos los tiempos. Es esta nueva conciencia la que nos desvela la fraternidad fundamental, la que no tenemos que construir, sino la que ya es. Nos queda poner los medios para avanzar en esa nueva conciencia, en nuestra "otra" Identidad y, desde ella, consentir a vivir, de un modo sostenido, en la fraternidad que somos.

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LA VERDAD DE QUIÉN ERES por Gangaji

extraído de la Introducción a El Diamante en tu Bolsillo

Esta enseñanza no tiene nada que ver con Oriente u Occidente. No establece distinciones entre hindúes, cristianos, judíos, musulmanes, budistas, paganos, hombres, mujeres, tú o yo. Es un reconocimiento de la omnipresencia del ser en la que todo aparece: tú, yo, el mar, la montaña y el cielo, toda dicha y todo horror. Este campo de pura presencia está vivo, es inteligente, y es capaz de reconocerse conscientemente en ti.

La verdad de quien eres es conciencia: no eres ni tu nombre, ni tu cuerpo, ni tus emociones ni tus pensamientos. Esto sólo son envolturas que vienen y van. Nacen, tienen una existencia en el tiempo y mueren. La conciencia no viene ni va. Está aquí ahora. No conoce ningún otro tiempo.

La conciencia es libre. No está ligada por ningún nombre o concepto. No está limitada por las nociones de tiempo o espacio. No le afectan las emociones o la enfermedad. Tú eres pura conciencia. Siempre has sido libre, porque siempre has sido consciente. Te has experimentado a ti mismo como un punto de conciencia, y desde ahí has imaginado que estás limitado a ser un cuerpo.

Este reconocimiento, aunque sólo dure un instante, es el comienzo de una auto-indagación que va profundizando hasta el infinito. Supone el final de la preocupación por los ciclos de autodefinición, y el principio de la verdadera auto-exploración, que no conoce límites.

Este "detenerse" es dejar de buscarse en los pensamientos, emociones, circunstancias o imágenes corporales. Es así de simple. La búsqueda acaba cuando te das cuenta de que la realización verdadera y duradera que has estado buscando está exactamente donde tú estás. Está aquí. Está en ti, está en mí, está en toda vida, tanto consciente como inconsciente. Está por todas partes. Mientras la busques, no podrás encontrarla, porque aceptas, de forma implícita, que está en alguna otra parte. Estás persiguiendo continuamente una mentira.

La verdad de quien eres es absolutamente simple. Está más cerca de ti que tus pensamientos, más cerca que los latidos del corazón, más cerca que la respiración. Si crees que tus pensamientos son verdad, si consideras que los pensamientos son la base de tu realidad, siempre pasarás por alto lo que está más cerca, lo que ha estado llamándote a lo largo del tiempo, diciéndote: "¡Estás aquí! ¡Estás en casa! Entra. Quédate en casa". Estar en casa es simplemente estar aquí. Posponer este simple "estar aquí" es involucrarse en las infinitas complejidades de la autodefinición y la identificación errónea.

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Ahora mismo tienes la oportunidad de detenerte y de decir la verdad sobre la llama de conciencia que es la esencia de tu ser. Elegir negarla es sufrir. Elegir rendirse a ella es el fin de todo sufrimiento estéril. Cuando te encuentras contigo mismo, cuando te amas a ti mismo, cuando reconoces que esta llama de verdad que amas eres tú mismo, no necesitas buscar el amor, ni tratar de extraerlo. Te sientes pleno.

El Diamante en tu Bolsillo

En este punto de nuestra historia humana, lo que antes estuvo reservado para los seres más especiales está ahora al alcance de la gente común. Como nos hemos considerado personas normales, hay cierta puerta de nuestro cerebro y de nuestro corazón que hemos mantenido cerrada a la verdad que está en el centro de todo. Pero en este momento se ha producido una grieta en nuestro condicionamiento. Si estás leyendo esto, es porque, en alguna medida, estás preparado para ser consciente de ello; de otro modo no habrías elegido este libro. Éste es el tiempo en el que el despertar se vuelve normal. El despertar tiene que ver contigo: no sólo con los nacidos bajo las estrellas más brillantes; también con la gente común.

Entiendo que si estás leyendo estas páginas, es porque tienes una profunda intención de ser libre, cierta intención de despertar. Esa intención es la que te llama a volver a casa. La intención de este libro es apoyar la vuelta de tu conciencia individual a su fuente, el océano de conciencia. En realidad, una nunca está separada del otro.

No tengo intención de enseñar ni de arreglar nada. No hay nada que aprender en cuanto a la verdad simple y absoluta de quien eres. La verdad de quien eres está más cerca de lo que puede llegar a aprenderse. ¿Qué pasaría si, en este momento, simplemente como un experimento y con espíritu de auto-indagación, dejaras a un lado todo lo que has aprendido respecto a quien eres ―incluidas todas tus esperanzas y miedos― y abrieras la mente a descubrir la verdad de tu ser? Es muy simple. La verdad siempre está aquí. Te invito a que detengas todo movimiento mental que te aleja de la verdad para que puedas descubrir directamente, por ti mismo, esta joya que vive dentro de ti.

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LA ELECCIÓN ES TUYA por Gangaji

Después de siglos de contar la historia de la separación de Dios, parece que esa narración no ha sido elegida por nadie. Aparenta eso, pero no es así. Simplemente has seguido escogiendo el relato trasmitido por tus antepasados, por tus vidas pasadas, por tus errores y deseos anteriores. Pero lo que tú eres es aquello que está más allá de cualquier elección.

La elección reside en nuestra capacidad mental de negar esta verdad o aceptar. Esta elección es el libre albedrío: la libertad de elegir. No tienes libre albedrío con respecto a quien eres. Eres eso plena y completamente. Pero tienes libre albedrío con relación a los poderes de la mente y de la imaginación. Puedes actuar como si no fueras quien eres. Puedes actuar como si casi lo fueras, pero no del todo. Puedes llevar a cabo todo tipo de variaciones y permutaciones al elegir o negar quien eres. Has jugado a esto durante siglos y, por fin, acabas cansándote de jugar, porque este juego es limitado. A pesar de todo su despliegue, a pesar de toda su belleza, a pesar de todo su dolor, el juego es limitado porque se basa en la suposición de que, de algún modo, estás separado de la Verdad, de la comprensión, del amor, de Dios. Todo el juego se basa en la suposición de la separación, y esta presunción raras veces se investiga. Se cree que esta hipótesis es real, y a partir de ese momento el juego se complica mucho.

De manera natural, tú eres conciencia. Lo que llamamos "Dios" es conciencia suprema. Eres uno con Dios de manera natural. Eres la Verdad de manera natural. Todo el resto no natural. Es posible que sea normal, pero no natural. Puede que sea habitual, pero no es natural. Incluso el juego tiene su propósito, porque al creer en el juego y en la normalidad no natural que lo caracteriza, cabe la oportunidad de que te imagines perdido, de que experimentes el dolor y el sufrimiento de estar extraviado, de estar expulsado, de estar separado de Dios. Entonces, esa imaginación, ese juego con todo su dolor, puede generar el anhelo de reunirse con la Verdad en toda su gloria.

Si descubres que das por sentada la verdad de que eres conciencia, de que eres uno con Dios, de que eres la Verdad, ese dar por sentado es una especie de trance o estado de sueño en el que un día imaginarás que estás separado, que estás perdido, y la búsqueda comenzará de nuevo. En la invitación que extiende Ramana, la llamada a la auto-indagación directa, tienes la oportunidad de averiguar quién está perdido, quien se siente separado. No encontrarás a nadie. Nadie está perdido. La persona perdida fue fabricada en la mente para que comenzara el juego. Si has tomado la resolución de investigar intensamente de manera fresca y completa, en lugar de seguir durmiendo y creyendo en la supuesta separación, entonces te encontrarás a ti mismo como esa misma conciencia en la que jugador, buscador, unión y separación aparecen y desaparecen.

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LA LUZ DEL SER por Gilber Schultz

En dos palabras, el mensaje de la No-Dualidad es, a un tiempo, simple y elegante: "La Realidad es No-Dual, es decir, carece de toda división". No existen líneas divisorias en lo Real. Toda división o separación es únicamente conceptual. La línea del ecuador no "corta" efectivamente a la Tierra en dos hemisferios. El ser humano no está efectivamente separado de su entorno mediante una bolsa de piel. La Tierra no está efectivamente separada del Sol, ni éste de la Vía Láctea, ni ésta de otras galaxias, ni éstas de... ad infinitum. Como puede apreciarse, la No-Dualidad puede ser definida o resumida de una manera muy breve. Pero ¿significa esto que si entendemos las palabras hemos entendido el "mensaje" de la No- Dualidad? Porque si es así, entonces saldría sobrando, en primer lugar, este libro, y con él todos los demás libros escritos o por escribir sobre la No-Dualidad. ¿Por qué habríamos de necesitarlo entonces, cuando es tan desconcertantemente fácil comprender "intelectualmente" lo que la No-Dualidad es?... ¡Pues porque "comprenderlo" intelectualmente equivale a no comprenderlo en absoluto! Para ilustrar esto, imagínese que usted, por un motivo u otro, jamás condujo una bicicleta. Entonces viene alguien y le describe cómo se conduce una bicicleta. Y esa descripción puede o no ser exhaustiva. En cualquier caso, concluido el recuento de posibles instrucciones o descripciones, usted no se habrá acercado ni un ápice a la experiencia real de conducir una bicicleta. Todo lo que usted tendrá será un montón de instrucciones y descripciones inútiles.

La dificultad típica del estudiante de No-Dualidad es que éste puede en todo momento darse cuenta que el maestro tiene algo que él desea, pero sólo puede comprender muy poco de lo que el maestro está enseñando. Y ese poco que el estudiante puede comprender llena de miedo su corazón. Las palabras del maestro serán eficaces si y sólo si logran atravesar esa espesa malla de resistencias al "mensaje" por parte del estudiante. Es decir, si esas palabras "resuenan" en su corazón. El intelecto es impotente para "comprender" de verdad. La pericia de un verdadero maestro estriba precisamente en su talento para atravesar la espesa malla de creencias y resistencias (incluido ese "miedo en el corazón") por parte del estudiante. Dice Mark Callahan a propósito del libro que el lector tiene entre manos: "El libro de Gilbert es como una flecha que atraviesa todas las creencias que tienes sobre ti, dejándote sin ningún lugar adonde ir, salvo de vuelta a eso que nunca dejaste: consciencia presente."

El "lugar" desde donde se emite el mensaje es el mismo que el lugar donde éste se recibe: consciencia presente. El milagro de la "resonancia en el corazón" se produce si y sólo si el estudiante está sinceramente dispuesto a dejarse atravesar por las palabras del maestro. ¿Está usted dispuesto?

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LA MEDITACIÓN por Ilie Cioara

No se puede encasillar en patrones ni modelos.Desde el primer instante, es simplicidad, más allá de la imaginación.

El pensamiento no la puede concebir, ni definirlavaliéndose de métodos y sistemas, practicados con

un determinado propósito u objetivo.

La meditación es la fusión de nuestro ser en la integridad de la vida,una con el ritmo del universo y su vibración natural.Es vivir en el presente, unidos a lo que es "ahora",

cuando el pasado está ausente y la memoriase ha convertido en cenizas.

Cuando nos observamos a nosotros mismosAtentamente, el ser entero se relaja.Igual que el agua de un río que fluye,

en total armonía, lo abrazamos todo con naturalidady la alegría nos abre a la verdadera experiencia de la comprensión.

Integrados en lo Infinito, somos amor espontáneo,no estamos separados de la cualidad santificadora de lo Sublime.

En la práctica, la meditación es posible entodas las circunstancias de la vida,

no está condicionada por una expectativa determinada.

En ciertos sistemas, la meditación es un método que, desde el primer momento, nos aprisiona en un determinado patrón y nos tranquiliza asegurándonos que obtendremos cierto resultado, proyectado de antemano en una imagen seductora. Promete avances y realización en un nivel espiritual. Este tipo de meditación depende de un determinado ambiente o atmósfera. El practicante ha de aislarse del mundo, sentarse en cierta postura, realizar unos ejercicios respiratorios y de relajación programados, etc.

Lo que describo en este poema no tiene nada en común con una experiencia de ese tipo, que está y estará siempre confinada dentro de los límites de lo conocido. Todo lo que ocurre en ese espacio es implícitamente creación de la ignorancia y los engaños del ego.

La meditación a la que me refiero brota de la necesidad inmediata ―que nos impone nuestra existencia misma― de ver directamente lo que somos y nuestra manera errónea de funcionar, y de abrazar la vida en su devenir. Para comprender lo que es la meditación ―eso que aparece como un destello―, es imprescindible que nos liberemos completamente de toda la escoria del pasado, pues sólo una mente inocente puede abrazar y comprender la novedad absoluta que el flujo de la vitalidad pone en nuestro camino.

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Ante esta necesidad inexorable, sobreviene una pregunta natural: ¿cómo hallar ese maravilloso silencio cuando, en realidad, estamos dominados por un proceso automático de pensamiento que irrumpe en el presente con sus juicios y evaluaciones egocéntricos?

El propio estado de meditación puede responder a esta pregunta. Consiste en escuchar y observar ―con plena atención― toda reacción del pensar, que se manifiesta como reacción al presente. En la sencillez de este encuentro, no tenemos ningún propósito, ningún deseo de obtener un resultado o de alcanzar un ideal, ninguna expectativa..., y la mente se queda en silencio absoluto.

En este estado de silencio, gozamos de una Conciencia Pura, lúcida y clara que nos une a la Gran Energía Cósmica. De hecho, el silencio permite que lo Sagrado que existe en cada uno de nosotros se manifieste en todo su esplendor e infinitud divina.

Gracias a estos encuentros, la vasija de la conciencia, repleta de los residuos que las energías egocéntricas han ido dejando, empieza a vaciarse. La simple presencia de lo divino que mora en nosotros aniquila su existencia, sin que sea precisa la menor intervención del practicante.

El estado de meditación que aquí menciono puede realizarse en cualquier circunstancia. No es necesario retirarse a una habitación aislada, ni escapar del mundo, ni buscar un ambiente y un entorno apropiados. Al contrario, si se practica de la manera correcta, cualquier entorno es favorable para la meditación. El contacto con nosotros mismos es real y efectivo sólo si es espontáneo. Apegarnos y desapegarnos de nuestras reacciones es un acto que sucede espontánea y súbitamente, por sí mismo, sin intervención alguna de la voluntad o la fuerza. Hacemos uso constante de la atención global en cada encuentro con "lo que es" en ese momento dado, y esa atención garantiza la autenticidad de la experiencia.

Este es el único modo de vencer la condición humana: integrándonos en la universalidad, donde encontramos el manantial de la dicha libre de motivaciones, del Amor Absoluto y la creación, que operan transformaciones radicales en la estructura del ser humano contemporáneo, el llamado Homo sapiens.

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EL MISTERIO DEL SILENCIO por Ilie Cioara

La vida es como un río cuyas aguas se renuevan a cada momento en su fluir constante, determinado por la Ley Universal del movimiento. Se origina en la eternidad, y hacia la eternidad fluye en un proceso de cambio perpetuo.

Nada ni nadie puede detenerlo ni cambiar su curso natural, que su propia realidad determina.

Si lo que acabo de decir está en consonancia con la verdad innegable, me pregunto: ¿qué relación tenemos con la vida? ¿La consideramos algo separado de nosotros, simplemente tumbados en la orilla, meros espectadores, viendo correr el río? ¿O nos zambullimos en sus aguas y fluimos con él?

Cuando estamos integrados en la vida, cuando somos uno con ella, contemplamos todos los sucesos tal como llegan, sin oponer resistencia. No queremos nada salvo "lo que es", de hecho, en cada momento.

En la quietud que sigue de modo natural al silencio de la mente, recibimos de la vida impulsos intuitivos sobre lo que tenemos que hacer para abrazar como corresponde el momento que llega.

Así, nuestro encuentro con el presente vivo y activo es un movimiento sin causa, del que el "yo", con todo su condicionamiento, está ausente. Este sencillo y espontáneo encuentro directo es el único modo de entrar en contacto con la Verdad.

En esta circunstancia, la movilidad y la originalidad de la vida nos guía con sabiduría. El ego ha desaparecido por completo; no hay ni deseo, ni aspiración, ni ideal.

La persona sabia vive solo en el presente, contenta con todo lo que la vida crea y manifiesta sin aspirar a nada distinto de lo que tiene en cada momento. La riqueza y el encanto de la existencia consisten en esa completa y pura felicidad que emana de la quietud de la mente y que, con cada impulso de Amor transformativo, inunda todo nuestro ser.

Si el ser humano descubriera la realidad de su propio ser, todos los problemas se resolverían de la manera más feliz posible, y las relaciones interhumanas crearían un auténtico paraíso en este planeta. Cuando soy perfectamente consciente, veo con claridad la vacuidad de este mundo y mi mente se queda en silencio. No tengo elección, ni siquiera en el nivel de entendimiento de esta mente limitada. En el silencio que sigue, el misterio nos revela por sí solo sus secretos.

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El ser entero se expande hasta lo Infinito, y una luz como nunca antes habíamos experimentado nos envuelve y nos sana. Fuera del tiempo y el espacio, tenemos una Conciencia Pura, en perfecta unión con el Ser Supremo. Todo esto demuestra que la Vida que hay en nosotros es, por su esencia, inmortal. No tiene principio ni fin, y nunca duerme, lo cual significa que está siempre despierta.

Este es el resultado final de la práctica correcta del "conocerse a sí mismo" ¿Cómo podría esta pequeña concha que es la mente humana abrazar y comprender la inmensidad del océano de Energía Cósmica? Sin embargo, el ego tiene el atrevimiento de asegurar insistentemente que sabe lo que es Dios, lo que es el Amor creativo, la inmortalidad, etc.

Y no sólo eso, sino que además formula e incluso ofrece soluciones para abordar y resolver los grandes problemas que acechan a la humanidad. Este ego no quiere darse cuenta de que es su propia presencia la causante de toda la tragedia y el sufrimiento que asolan la faz de la Tierra. Él es el principal y único enemigo del ser humano, pues su movimiento ficticio, caótico y engañoso genera y perpetúa la desdicha y el dolor humanos.

Pero cuando un rayo de luz, que emana de la Conciencia Pura, atraviesa el limitado caparazón de la mente y pone en evidencia su gran farsa, con humildad esa mente se queda en silencio. He pasado muchos años perdido, vagando, buscando a tientas, probando distintas prácticas, acumulando información... Me he aventurado también por caminos que no conducían a ninguna parte, auténticas estupideces.

Por eso a ti, amigo mío y compañero de viaje, te ofrezco esta posibilidad de, mediante la experiencia directa, descubrir desde el principio la manera directa de encontrarte con la Verdad. Depende sólo de ti conocer esta Realidad, que excluye categóricamente la dualidad egotista. Y los medios que has de utilizar para conocerla son una atención omnímoda, observar y escuchar.

Observa todo lo que aparezca en la pantalla de la conciencia superficial: pensamientos, imágenes, deseos, miedos... La sencillez del encuentro los disipa espontáneamente, y disipa asimismo la estructura del ego en su totalidad. Al instante, olvidamos el éxito de ese momento y, limpios y vacíos de nuevo, nos abrimos al momento siguiente. Así eliminamos, uno a uno, todos los traumas psicológicos que nos ha causado la existencia.

Sólo así eres, de verdad, dueño y señor de tu vida, al tiempo que perece la ficción del ego.

Como también yo estuve en un tiempo dominado por distintos patrones de pensamiento, entiendo perfectamente a mis semejantes, condicionados por la conciencia social del entorno en el que nacieron y la educación que han recibido. El fanatismo de los fieles

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religiosos, la arrogancia del filósofo y el ego del metodista son tan sólo algunos de los patrones de pensamiento que es difícil abandonar, pero no imposible.

¡No generalicemos estas dificultades aparentes! En los diálogos con distintas personas interesadas en "conocerse a sí mismas", muchas veces he oído decir: "¡No puedo conseguir ese sencillo encuentro conmigo mismo!". Ese "no puedo", mera reacción del ego, nunca debe pronunciarse, pues el simple hecho de aceptar que es así nos hace impotentes. ¿Puede la mente pensante estar en silencio, como una flor de par en par abierta que se deja envolver por los rayos del sol y, a la vez, cuando es necesario algún tipo de comunicación, responder de modo natural con la totalidad del ser?

De hecho, esto es lo que la vida exige de nosotros sin cesar, que respondamos sólo cuando la respuesta es necesaria; el resto del tiempo, el ser debería estar en silencio y observar con absoluta serenidad. La iluminación es un fenómeno sorpresa, que abre en el ser humano la puerta a la grandeza divina y que viene acompañado de dos cambios sustanciales: el desmoronamiento del ego y la trascendencia del ser, del mundo finito a lo Infinito.

Este afortunado acontecimiento no es producto ni de los conocimientos que la mente atesora, ni de la imaginación, ni del esfuerzo o la voluntad empleados para cumplir un propósito o alcanzar un ideal. Nadie puede ofrecernos la iluminación. Ningún santo, maestro ni profesor puede dárnosla de ninguna manera ni bajo ninguna forma o aspecto.

La iluminación es el premio a tu trabajo contigo mismo, y el vacío psicológico representa tanto el punto de partida como la compleción de cada acción. Una vez que has descubierto la vida verdadera, te transforma y, con ello, transforma a la humanidad entera, ya que en el Gran Todo —esencia real por sí y a través de sí mismo—, todo cuanto existe forma una única masa compacta, homogénea; por consiguiente, la transformación de una parte influye en la totalidad.

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NADIE EN CASA por Jan Kersschot

Introducción al libro Nadie en Casa,

Si estás buscando la llave de la Liberación,

tengo una buena y una mala noticia que darte.

La mala noticia es que no hay llave para la Liberación.

La buena noticia es que han dejado la puerta abierta.

Jan Kersschot

Puedes usar este libro como una iniciación a un nuevo modo de ver, al reconocimiento de que hay otra posibilidad que lo transforma todo. Cuando dejamos de lado toda creencia y rumor, y averiguamos por nosotros mismos, podemos saborear esta esencia que no precisa ni de lo religioso ni de lo filosófico. No tenemos que hacernos especiales ni espirituales para revelar este secreto abierto: todo el mundo está invitado a venir a Casa. Y escribo Casa con "C" mayúscula para resaltar su cualidad infinita e impersonal, no para sugerir que es algo sagrado o exclusivo. La liberación hacia la que apunto en este libro no es únicamente para los santos y los afortunados: está al alcance de todos nosotros. El lector descubrirá que nadie está excluido: la esencia del mensaje está aquí mismo, a tu disposición y también a la mía. Y aunque nunca he tenido una experiencia mística hay una visión que quiero compartir contigo en este libro. Algo completamente simple y al mismo tiempo capaz de poner fin a tu búsqueda espiritual.

Si piensas que eres un buscador espiritual que trata de encontrar la verdad omniabarcante, te invito a examinar más de cerca tu búsqueda espiritual. Te preguntaré dónde crees que vas. También te invitaré a comprobar si verdaderamente hay un buscador leyendo estas palabras. Y la aclaración de todo este asunto, por ejemplo la desaparición definitiva de tus conceptos sobre una iluminación proyectada en el futuro, puede hacer estallar tu mente.

Nadie en Casa

No obstante, no puedo garantizarte que la lectura de este libro vaya a aportarte nuevas comprensiones espirituales ni que vaya a resolver tus problemas. No te prometo experiencias místicas ni logros personales en el camino espiritual. Si recibes la gracia de tener experiencias trascendentales en tu vida, disfrútalas mientras parecen ocurrir, pero olvídalas en cuanto puedas. En estos asuntos, reivindicar sucesos trascendentales para

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uno mismo es una trampa sutil. Cuando se reduce lo Impersonal a algo personal, la Gracia se convierte en maldición. Y lo mismo ocurre cuando lees acerca de las experiencias místicas de algunos maestros espirituales. Si te comparas con ellos, vuelves a estar atrapado. Déjame que te diga que todas esas aventuras personales a las que se refieren los "héroes espirituales" no son relevantes: son alimento para la mente pensante, y un modo muy inteligente que tiene el ego de posponer su propio desenmascaramiento. Cuando haces eso, sólo te estás engañando a ti mismo. Lo que somos no puede ser personalizado; "Ello" no puede ponerse en un futuro estado proyectado. Sin embargo, si verdaderamente se abandona el hábito de "personalizarlo", de proyectarlo en el futuro, es posible reconocer la Conciencia que está siendo testigo de todo esto. Entonces, tu búsqueda espiritual puede llegar a su fin. No puedes reivindicar nada, nada has conseguido. Todo ocurre más allá de tu control. En cualquier caso, hay Libertad, porque ahora la simple vida diaria es suficiente. Y no hay ninguna necesidad de potenciarla con "material" religioso o espiritual. De algún modo vuelves al punto de partida.

Entonces, ¿qué sentido tiene todo esto? En realidad no tiene ningún sentido, excepto que abandones la tensión de perseguir un ideal. Comprendes el sinsentido de intentar mejorarte a ti mismo, porque "tal como eres" eres la expresión divina. No hay necesidad de ceremonias religiosas ni de ejercicios espirituales. Quemar incienso es tan divino como esperar el autobús o pasear por el parque. Ahora entiendes que no es necesario estar continuamente en un estado sin ego expresando el amor divino. Te das cuenta de que no hay necesidad de conseguir poderes superiores ni de abrir el tercer ojo. Y es una liberación comprender que nada puede ser excluido: ahora los momentos normales son iguales a los momentos de dicha. La esperanza de "iluminarse algún día" desaparece completamente porque la vida —tal como se te presenta ahora mismo— es "Ello". Sentarte aquí y leer esto es tu manera de expresar el Infinito. ¡No tienes que hacerte sagrado!

Y así vuelves al juego de la vida cotidiana, dándote cuenta de que no puedes ir a ninguna parte para encontrarlo. Todos tus antiguos esfuerzos por alcanzar la libertad espiritual parecen ahora un gran chiste. ¿Cómo puede otra persona enseñarte a ser lo que eres? ¿Quién puede enseñarte el camino de vuelta a casa si ya estás en Casa? Y si estás buscando lo omniabarcante, ¿dónde vas a ir si ya está por todas partes? Simplemente no hay escape. Si el infinito es intemporal, ¿por qué sigues buscando? Y si finalmente se reconoce que no hay buscador, ¿quién hará la búsqueda? ¿Quién sigue estando ahí? ¿Ves?, no es que tú tengas que ir a Casa, sino que es la Conciencia la que se redescubre a Sí misma. De modo que no hay nadie yendo a Casa: la Conciencia ya está en Casa.

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SER por Jan Kersschot

Mientras lees las palabras de esta página, eres consciente de que aparecen en tu conciencia presente, ¿no es así? Tal vez seas consciente también de ciertas partes de tu cuerpo. Todas estas imágenes confirman que tú eres. No puedes decir: "No soy". La experimentación de este sentido de ser es posiblemente uno de los reconocimientos más básicos que existen. Simplemente estar aquí, simplemente ser. Dondequiera que vayas, está presente esta misma sensación de ser. Independientemente de lo que sientas o pienses, este "sentido de ser" está a tu disposición y a disposición de todos.

Si quieres mirar más de cerca este ser, esta "cualidad-de-ser", es posible que sientas cierta incomodidad porque tu mente no es capaz de aprehender la "cualidad de ser". La persona que crees ser intentará reclamarla, pero no tiene nada que ver contigo como persona. No tiene nada que ver con estar en un estado de conciencia especial. En cuanto piensas que la tienes, se escapa (aparentemente). Es como intentar agarrar una pastilla de jabón en el agua: cuanto más lo intentes, más fracasas. Al mismo tiempo, es evidente que "ello" está aquí mismo. La "Seidad" no puede escapar, y sin embargo nunca puedes practicar "cómo simplemente ser". ¡Es imposible porque ya lo estás haciendo! Es evidente que este sentido de ser nunca está lejos, pues es testigo de tus pensamientos y emociones. De modo que debe estar "aquí" mismo. Ser es lo más que te puedes acercar, y aun así la mente no puede atraparlo. Ésta es la paradoja. ¿Cómo puede algo estar tan presente y disponible, y sin embargo ser incomprensible para la mente?

Tal vez verás que este ser no es algo personal, sino algo sin fronteras. ¿Dónde acaba? Nadie puede decirte dónde acaba. Si no tiene fronteras, si es ilimitado, no puede haber dos; es omniabarcante. Podríamos llamarlo unicidad porque sólo hay uno, y no puede ser dividido. Y ponemos el término Unicidad, con mayúscula, para destacar su naturaleza ilimitada: abarca todas las cosas de las que se es testigo. Aunque es indescriptible, puedes darle cualquier nombre que desees, como Conciencia, Seidad, lo Desconocido, la Fuente, Luz o Presencia. Éste es el Testigo del Advaita, el Rostro original del Zen, el Padre de la cristiandad, la Mente de Buda del Ch'an chino. Algunos lo llaman Shiva, Brahman, Nirvana, Dios o Espíritu. En este libro usamos la palabra Ser (o Seidad) porque suena neutra. Otros términos usados aquí son Unidad, Vida, Unicidad, Silencio, Espacio y Ello. Finalmente, los nombres o las descripciones que se usen no importan mucho. Sin embargo, algunos términos —especialmente los religiosos— pueden ser muy confusos, porque la mente cree que puede ponerlo en un marco específico y de ese modo asirlo. O puedes creer que sabes de qué estás hablando porque entiendes el significado de las palabras. Sin embargo, tu cerebro y tus sentidos no pueden observar esta Conciencia, más bien es Conciencia viendo Conciencia. Luz reconociendo Luz. Vida reflejando Vida. Seidad viendo Seidad. Y

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Seidad es todo lo que hay. No hay nada fuera de ella. Cuando reconoces que eres inherentemente este Ser interminable, que tú eres este Espacio sin fronteras, la lucha por encontrar, o incluso por sentir el Ser, cesa automáticamente. ¿Dónde tendrías que ir a buscarlo si está por todas partes? Y tomando conciencia de eso, ya no tienes sensación de tener que ser diferente de lo que eres en el momento actual. También inviertes menos en culpabilidad y lamentos, y dependes menos de la esperanza o del propósito. Es el fin de la relación sujeto-objeto. Es el final de la creencia de que eres un buscador que tiene que alcanzar un estado superior.

La pérdida del condicionamiento y de las creencias permite que la vida fluya de manera natural. El sentido de actuación individual se cae. Sin embargo, las cosas (aparentemente) siguen haciéndose. Como en un río de montaña, el agua simplemente fluye. Cuando encuentra una piedra en su camino, el agua la circunda y sigue adelante. Permites que todo siga su curso, aunque no se produce ningún proceso de permitir. Podrías decir que, a nivel espiritual, ya no importa nada, y sin embargo no hay sensación de desapego o indiferencia. Simplemente queda claro que no hay nada religioso o espiritual que uno tenga que hacer para expresar el Ser, y al mismo tiempo todo es posible. Nada queda excluido. Todas las cosas (y las personas) pueden ser como son. Esto puede sonar como una libertad infinita, pero no hay persona alguna que pueda reivindicar esa libertad. Ya no hay apego a las expectativas espirituales o a los códigos morales religiosos. Cuando se ve la Unidad, todos los juegos de la mente buscadora se contemplan como asuntos marginales. Se permite que todo siga su camino, y se reconoce que esto es lo que ha venido ocurriendo en todo momento. Todas las cosas ya están siguiendo su curso.

Buscar la Unidad no es como un rompecabezas que tengas que resolver, en el que tomas todas las diferentes piezas y tratas de resolverlo. Es justo lo contrario. La comprensión básica es que el "tú" que necesita resolver el rompecabezas es un fantasma. Cuando se abandona la posición central del "tú", queda un "estar de acuerdo" suave, una observación líquida de lo que se presenta en la vida. Cuando reconoces tu verdadera naturaleza como Ser, cuando la Unidad es todo lo que hay, puede haber una adaptabilidad fluida porque la inversión en un plan personal se vuelve menos Importante. Cuanto más se reconoce este Ser por lo que es, más te das cuenta de lo normal que es simplemente ser. No es que tú reconozcas el Ser, no es un logro personal, no es un proceso gradual que tengas que seguir, simplemente el Ser reconoce al Ser. Para el "yo" que generalmente crees ser es imposible imaginárselo. Simplemente se trata de ser sin ningún sentido de que las cosas podrían haber sido diferentes de lo que son. Es tan simple como eso. Para eso no tienes que aquietar la mente, pues eres la quietud misma. Y esta quietud permite que surjan en ella todo tipo de ruidos, del mismo modo que el espacio permite que surjan en él todo tipo de objetos.

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MÁS ALLÁ DE LA MENTE por Jan Kersschot

Cuando despertamos por la mañana, hay un momento mágico en el cual estamos despiertos pero aún no hemos tomado conciencia de quién o qué somos. En ese momento, observamos de manera relajada nuestro entorno, dejando que el mundo llegue hasta nosotros, sin ir a buscarlo con nuestros ojos, sin focalizar ningún objeto de nuestro campo visual. Podemos decir que nuestros ojos no están focalizados en nada en particular. Dejamos simplemente que la totalidad del campo visual llene nuestra conciencia sin darle a ninguna parte de este campo más importancia que a otra. Antes de que la mente comience a interferir en este proceso estamos unidos de manera inseparable a nuestro entorno, ya se trate de las paredes del dormitorio o del rostro de nuestra pareja.

Hay momentos en la vida en que nos damos cuenta de que algunos conceptos que dábamos por sentados no son tan obvios en absoluto. Ha habido muchos momentos, especialmente en nuestra infancia, en los que estábamos totalmente absortos en lo que estábamos haciendo. Por ejemplo, momentos en los que nos encontrábamos simplemente sentados al sol, despreocupados, sin pensar en nada, absortos en la contemplación de lo que nos rodeaba: la hierba, los árboles, el viento, nuestros brazos y piernas. Todo estaba unido, todo era un único campo de conciencia. Éstas son experiencias que se producen en el límite de nuestras capacidades mentales.

Incluso siendo adultos podemos vivir momentos similares de absorción, de entrega total al movimiento de la vida, cuando, por ejemplo, contemplamos las llamas de una fogata o nos quedamos hipnotizados ante el color y el rumor de las olas en una playa, cuando admiramos una puesta de sol, o cuando nos ponemos a tocar un instrumento musical. Todas éstas son ocasiones en las que realmente podemos trascender nuestra identidad. Después, cuando reflexionamos sobre lo que nos ha ocurrido, decimos que no estaba prestando atención o estaba en otro lugar. No nos damos cuenta de que, en esos momentos, habíamos entrado en un espacio infinito en el que todo ocurre sin esfuerzo alguno. Nuestro pensamiento se había detenido y nos limitábamos a ser meros observadores, a contemplar sin juzgar.

El hecho más importante que debemos resaltar aquí es justamente esa falta de pensamientos durante todos estos momentos en los que hemos sido realmente felices. Lo único que existía era aquello que está presente. El pensamiento sólo aparece después. Cuando no hay movimiento mental, cuando no hay pensamientos, no hay miedo ni esperanza, no hay quejas ni deseos, no hay culpa. En otras palabras, no existe yo. Por lo tanto, en los momentos de verdadera felicidad no hay, de hecho, nadie. ¿No es esto increíble? No hay nadie, no hay separación, no hay ninguna imagen sobre uno mismo, sólo

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alegría. Se puede decir que lo que hay es puro Ser, sin la interrupción de pensamientos o conceptos sobre nuestro pequeño yo.

Cuando veamos lo importante que es ir más allá de nuestro movimiento mental, cuando redescubramos la Conciencia en la que este mundo aparece, entonces podremos encarar la vida de una manera más consciente y directa. Basta dejar que nuestro tren mental aminore su velocidad para entrar a una nueva dimensión. Podemos, por ejemplo, poner en perspectiva esas ansias de nuevas experiencias y sensaciones. En esos momentos sin yo la vida fluye por sí sola. En esos momentos, no tenemos expectativas, no le ponemos etiquetas a las cosas, y, dentro de uno, reina la paz.

Todo esto nos debe dar una idea de cómo debe ser ese contacto con nuestra Esencia, cómo debe ser Volver a Sí Mismo. Las preocupaciones de cada dia pasan a segundo plano. Y ese segundo plano, ese Trasfondo, pasa a primer plano. Cuando vamos más allá del bullicio de nuestro monólogo interno, cuando dejamos de identificarnos con nuestra personalidad, podemos entrar en contacto con el Infinito. A menudo este contacto trae consigo una pureza y una apertura que no sentíamos desde nuestra tierna infancia.

Una súbita percepción

de la unidad de Sujeto y objeto

lo llevará a una comprensión

misteriosa y sin palabras.

Y usted despertará a la verdad del zen.

Huang-po

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LA LIBERACIÓN NO ES UN PREMIO por Jan Kersschot

No hay una multiplicidad de existencias;sólo aquello que Es tiene existencia propia.

- Bernadette Roberts

En la sociedad occidental, la mayoría de las definiciones sobre la felicidad se basan en la obtención de riqueza, respeto y amigos. Sin embargo, éstos no parecen proporcionar una felicidad duradera; como dijimos en el capítulo uno, la mayor parte de los buscadores se dan cuenta de que algo fundamental está faltando en sus vidas. El hábito de poseer más y más forma parte de esa creencia en la existencia de una entidad separada a la que hay que satisfacer todo el tiempo. Al convertirnos en esclavos de nuestra personalidad buscamos una confirmación por parte del entorno en el que creemos vivir. En otras palabras, somos gobernados por un ego que necesita la aprobación del llamado mundo material. Pero ni siquiera la llamada vida religiosa puede garantizarnos la satisfacción definitiva, ni tampoco la filosofía puede responder a todas nuestras preguntas. Para satisfacer nuestras necesidades más elevadas creemos necesitar algo más. Como afirmamos antes, aún sentimos que falta algo: sabemos que existe una cualidad infinita en la vida y que nos la estamos perdiendo.

Muchos buscadores descubren que en la meditación hay momentos en los que nuestra personalidad parece haber desaparecido y sólo existe una inmensa y abierta vacuidad que nos hace sentir llenos de paz y rebosantes de vida. Pero una vez que acaba la meditación y se vuelve a la vida normal, ese espacio de paz interior parece no estar disponible ya. Los buscadores creen "haberlo encontrado", a través de la meditación pero al mismo tiempo están frustrados por "haberlo perdido" al acabar ésta. Como hemos señalado antes, esto lleva al dualismo de los dos mundos, de los dos aspectos de la vida: el espiritual y el mundano. Este dualismo continuará mientras el buscador no vea que el infinito está disponible en todo lugar y circunstancia, incluso cuando no hay meditación. Esta presencia está disponible en cualquier situación, pero cuando es reconocida por primera vez puede dar lugar a una experiencia muy intensa, extática o de gran paz: hay un impacto inicial que es muy reconocible. El peligro radica en que ahora el buscador empiece a perseguir este éxtasis del primer impacto. Nathan Gill escribe:

Aquello que es, ahora mismo, es perfecto. En cada momento el contenido de la conciencia es absolutamente perfecto y es justo como debería ser.

Cuando vemos que nuestra naturaleza intrínseca no se limita a nuestra vida personal, sino que abarca todas las cosas, descubrimos una plenitud que no depende de unas determinadas circunstancias ni de un particular estado mental. Al ver que somos Una Conciencia Transparente, redescubrimos la forma más permanente de felicidad. Una felicidad inocente, como infantil, que no depende de nuestras circunstancias personales ni de nuestros sentimientos y pensamientos. Y nos quedamos inmersos en el asombro sin que haya ninguna referencia a cualquier tipo de persona como protagonista de la experiencia o de algún estado mental. Llegados a ese punto, no hay razón para el miedo o para la esperanza. Sólo existe la experiencia natural de ser sin ningún tipo de límite. Y no hace falta conseguir nada para descubrir Esto, no hace falta ir a ninguna parte; sólo hace falta eliminar algunas creencias que oscurecen la presencia radiante de nuestra vida. Tony Parsons escribe: Ni siquiera tengo que esperar a que descienda la gracia. Porque yo ya soy, tú ya eres, él ya es la gracia permanente.

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LA ÚLTIMA BARRERA PARA LA REALIZACIÓN por Jean Klein

He oído decir a menudo que sin la ayuda del yoga, la realización metafísica puede ser muy difícil. ¿Qué piensa al respecto?

En primer lugar el yoga es una armonización del cuerpo, para evitar que sea un impedimento en la investigación espiritual. También es un conjunto de técnicas que tienden a la eliminación de toda actividad mental. Es un método de esfuerzo voluntario y purificación sistemática, lo que lleva a un estado de quietud mental (Samadhi).

El Samadhi puede ser experimentado como dicha o vacuidad. En el caso de la dicha, permanece en el mundo de la dualidad. En el caso de la vacuidad, es la última etapa de la dualidad, pero no se libera de ella. La vacuidad del Samadhi tiene lugar cuando el objeto ha alcanzado su máxima simplificación. Se podría decir que es un objeto puro, sin ningún tipo de cualificación alguna, un objeto que es un objeto y nada más. Es por esto que es una barrera, la última barrera, para la realización. Tarde o temprano, el Samadhi experimentado como vacuidad, revelará su dualidad y aparecerá el anhelo de la unidad.

Este encuentro con la vacuidad es algo absolutamente nuevo y puede ser fácilmente confundido con la realización. Entonces se produce una tendencia a establecerse en esta vacuidad que uno ha aprendido a producir. Es reconfortante para apaciguar el ego y para saborear esta vacuidad. Pero no hay que confundir el sabor de una mente silenciosa con la experiencia de la que estoy hablando. Este sabor es todavía un objeto, tiene que ser abandonado, tiene que darse el último paso, porque el Yogui que no ha despertado a la Experiencia, se encuentra en una situación que, desde cierto punto de vista, puede considerarse peor que la del hombre común. Efectivamente, cuando regresa del estado de Samadhi para encontrar esos objetos usuales que habían sido eliminados temporalmente por una técnica voluntaria, corre el riesgo de volver a descubrirlos con una mayor virulencia.

El Samadhi que se experimenta como alegría es, de hecho, un estado en el que se entra y del que se sale. Tarde o temprano su insuficiencia se hace sentir. El hombre que sale de esta dicha, vuelve a caer en el mundo de los objetos. Él no tiene ningún recuerdo preciso de su experiencia que, puesto que pertenece a una realidad supra-mental, no puede dejar ningún rastro mental (memoria), pero sin embargo, permanece en un estado de shock, de exaltación, de anhelo, que es una fuente de confusión. Tal es el resultado del sendero del Yoga.

En la vía directa nosotros, mediante la discriminación, llegamos a la convicción de que la realidad última está más allá de cualquier marco físico o mental. Como actividad suplementaria, hacemos uso del Yoga para aflojar ciertos nudos o deshacernos de ciertos trastornos. Pero nunca perdemos de vista el trasfondo no-dual.

La liberación no se alcanza mediante la sumisión a ciertas reglas más o menos estrictas, sino por el conocimiento que aniquila el tiempo, el espacio, la causa-y-efecto. Un retorno a la ignorancia ahora está excluido.

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LA FUENTE DE TODO DESEO por Jean Klein

Vamos a volver a examinar juntos algunos puntos que tal vez no hayan sido suficientemente esclarecidos.

Primero, ¿han comprendido bien lo que queremos decir con "liberación"? La liberación no concierne, claro está, a la persona, consiste en ser libre de la persona. En realidad, el aspirante no difiere del instructor: los dos son el eje intemporal de toda acción, de toda percepción. La única diferencia es que uno sabe, mientras el otro no sabe lo que es.

La personalidad desempeña un papel importante en la vida de un hombre, todo gira a su alrededor. ¿Qué opina Ud.? La personalidad es fabricada por la memoria y alimentada por el deseo. Pregúntese "¿Quién soy?" y experimente claramente, en vivo, que no es esta persona que piensa, actúa, sufre; todas estas percepciones surgen y se disuelven en el saber del "soy", un trasfondo vivenciado.

Lo que llamamos una persona nace de una confusión. El pensamiento, el sentimiento, lo mismo que la acción, aparecen o desaparecen indefinidamente, creando la ilusión de una continuidad. El sentido de ser un yo no es más que una imagen del testigo, del vigilante, reflejada en la mente y con la cual se identifica, porque el confundirse con su creación es inherente a su naturaleza creativa. El mundo y sus objetos, como la misma persona, no son más que un producto de su imaginación. El instructor, por su presencia y con sus dotes de pedagogo, le hace comprender que usted no es una persona. Sólo el "yo", pensamiento sin objeto, presenta el lazo perfecto entre la mente yel testigo porque su aroma le viene directamente de este último; "soy esto", es parte de su imaginación, es una alucinación. El verdadero pensamiento "yo" apunta directamente hacia su fuente y se pierde en la vivencia no mental.

¿Cómo liberarse de la confusión mental? Sea el testigo de sus actividades sin parar, la vigilancia clarifica la mente y le colocará tarde o temprano conscientemente más allá de él.

Los altos y bajos de su proceso espiritual son debidos al hecho de que la perspectiva no ha sido cogida todavía en su totalidad. Estas fluctuaciones ocurrirán mientras no se haya liberado de la noción: soy el cuerpo; su movimiento natural no ha sido percibido todavía y la mente le extravía. La base para establecerse en la verdad es la escucha vacía de lo que dice el instructor y los recuerdos que de esto resultan, lo no-formulado, soporte de lo formulado, permite que la verdad se vuelva experiencia.

Sea lúcido y renuncie a lo que no es. El universo cuya fuente es usted obedece a su propia ley, según su propia disposición. No busque las causas de lo que, cree ser; es un desgaste de energías totalmente vano. Lo que usted es genuinamente está más allá de toda causa y de todo perfeccionamiento. El creerse el autor de sus actos tiene su raíz en la ilusión de un yo y de sus propiedades.

Frecuentemente y tan a menudo como se presente la ocasión, debe usted considerar lo que está en el trasfondo. Su atención se pierde constantemente en los objetos y en las ideas, y el sentido de ser se le escapa totalmente. Se vuelve usted espectador de la corriente de su vida, de sus motivos, de sus acciones y de sus resultados. Considere las paredes que ha construido alrededor suyo. Al tomar conciencia de su terreno, llegará a conocerse a sí mismo. La eliminación de lo que usted imagina ser, de lo que no es, le hará lúcido acerca de lo que es realmente: cualquier otra cosa es un producto mental. Esta realidad se obtiene por eliminación. Toda definición positiva es memoria

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y está al margen de la experiencia de lo real. Llegará a sentirse cada vez menos implicado en lo que se presente a usted y se descubrirá como el que percibe. Cuando se haya liberado de la opinión: soy este cuerpo, y de sus consecuencias, se despertará espontáneamente a su estado natural. Entréguese totalmente a este descubrimiento.

Ya sabe que el verdadero conocimiento no se puede obtener por algo conocido, conceptualizado o perceptivo, que lo que es usted realmente, no se deja explicar y se obtiene por la extinción de lo que no es.

Un yo volitivo hace imposible la realización de lo vivenciado. La conciencia testigo debe intervenir y el "ego" debe convertirse en un objeto de discriminación. Es la puerta abierta hacia el perfecto equilibrio. El yo no se conoce, está identificado con lo que piensa, lo que siente, lo que experimenta. El instructor aparta al discípulo de lo que él cree ser para que se vaya conociendo a sí mismo y esté despierto a todas sus percepciones. El "ego" no es más que resistencia, defensa y agitación, la conciencia-testigo es la que, al principio, lo ilumina y lo desenmascara.

Después, el estado meditativo nos lleva a descubrir lo que somos últimamente. Tomamos una conciencia justa de nuestros esquemas corporales, de nuestros pensamientos, de nuestras motivaciones, que conocemos mal. Si dejamos que se articulen, que se expresen sin intervenir, este estado se vuelve purificación, desnudez, sin que nadie purifique o desnude. Es un puesto de observación no implicado. Un mundo de energías totalmente insospechadas se libera, se desbloquea; la mente pierde su agitación, se vuelve movimiento natural, lo que nos permite descubrirnos como testigo, como vigilante. El reflejo, "soy esto o aquello" nos abandona totalmente; el vigilante trasciende la experiencia y el experimentador. Por fin, comprendemos que el testigo está dentro del Ser, fluye del Ser, pura lucidez, bienaventuranza suprema, luz del observador.

El individuo no tiene existencia fuera del último conocedor, no es más que una sombra, un reflejo de éste en la pantalla de la mente, un compuesto de la memoria y de los hábitos. Siempre agitado, espera y reivindica, buscando la confirmación, la seguridad y la acumulación. En el fondo está atemorizado y teme interrogarse en profundidad.

Toda percepción, toda experiencia está unida al tiempo, pero la verdad trasciende. Es una visión inexacta la que nos empuja a identificarnos con lo impermanente. Todo lo que piensa, siente, hace, es pasajero; la sensación de ser es su base, es permanente. Déjese invitar lo más posible por el presentimiento, el recuerdo de esta sensación y húndase en él cada vez más hasta que la realidad le arrastre. Me dijo Ud. un día: sólo existe lo verdadero y lo falso es una superposición

Lo falso es imaginario, lo verdadero es Ser. Una visión justa de lo falso es iluminación. La renuncia se produce sin que alguien renuncie. El silencio lúcido contiene el todo y lo armoniza, lo purifica. Vía directa, vía sin elección, hay entonces traslado de energías e instalación espontánea en el ser verdadero. El mundo existe porque usted existe, pero usted no es el mundo. Los objetos de la conciencia, nombres y formas, representan el universo; la realidad, que es todo silencio, está más allá. Usted recalca el nombre y la forma y así la verdad se escapa.

Fuera de la conciencia no somos nada: el universo, usted y yo aparecemos en ella. Separados en imaginación de esta lucidez, nos hemos encerrado en miedos, conceptos, imágenes. Los estados de vigilia y de sueño son superposiciones a esta conciencia-silencio que todos tenemos en común.

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Para terminar, no olvide sobre todo que lo que hace no tiene ninguna importancia, lo que importa es el modo de hacerlo, su actitud interior. Su papel en el escenario del mundo toma todo su sentido en la lucidez con la cual lo representa usted. Mantenga su conciencia de ser y se despertará en la alegría. La elección se basa en la memoria y se vuelve fácilmente esclavitud, la acción desinteresada no le ata a nada, le deja libre; sea sólo entrega. No se ahogue en el personaje que hay que interpretar ya que perturba la visión de su origen profundo. Trate de vivir espontáneamente, simplemente; sólo cuenta el momento presente. Así es el estado meditativo, la alegría sin objeto.

Viva en profundidad y deje que la repentina aparición del deseo se deslice y se disuelva en el origen de todo deseo.

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LA RESOLUCIÓN A TODAS LAS PREGUNTAS por Jean Klein

Una pregunta planteada encuentra su respuesta total cuando está plenamente disuelta en la lucidez silenciosa. Si la respuesta se limita a un pensamiento, contiene los gérmenes de un nuevo problema. Una cosa es realmente conocida cuando es usted "uno" con ella, cuando está totalmente disuelta en la conciencia unitiva; entonces, pierde su carácter distinto, deja de estar separada de usted. Nunca la podemos captar en una relación sujeto-objeto; se consume cuando hay identidad con ella y sólo subsiste su esencia con la cual usted es uno.

El conocedor último conoce al conocedor relativo, al yo empírico que reflexiona, capta, habla. Se le puede comparar con la luz que permite hacer visibles los objetos. La lucidez, la conciencia son necesarias antes de que haya conocimiento de un objeto que es continuamente cambiante y como último conocedor, estoy necesariamente fuera de este cambio. Si se deja impregnar por esta verdad, si deja que se presente a usted, se despertará a lo que realmente es, lo que siempre ha sido y lo que será eternamente: toda presencia.

La realidad trasciende la triada: conocedor, conocimiento, conocido. El absoluto está más allá del sujeto-objeto, es su origen.

El Testigo

La identificación con su cuerpo, con sus pensamientos, le encadena aparentemente. Es una constatación vivida, resulta que es usted el testigo, verdaderamente distanciado de su cuerpo. Si esto se vuelve realidad en su interior, tarde o temprano, la cosa atestiguada se disolverá igual que el testigo y sólo quedará la esencia, última felicidad, la conciencia unitiva.

Esta posición de testigo permite superar la identificación; él es quien observa la corriente de la experiencia y la memoria es quien la refleja. No haga esfuerzos para llegar a serlo, ya que lo es constantemente. Se liberará de los últimos rastros que le colocan en la posición de el que actúa.

No puede tener dos pensamiento al mismo tiempo, sólo puede dirigir su atención hacía un sólo objeto, pero más adelante, comprenderá que éste estaba delante de usted, lo que justifica el testigo. El ego no ha estado presente, aunque lo pretende. Esta posición de testigo está considerada como una muleta para salir de la noción "soy el que actúa, el que sufre" pero por el hecho de que ha podido acordarse de un acto, se deduce que es usted la conciencia-testigo. Si esto penetra en usted profundamente, la energía que fija el hábito se vacía y el traslado se hace hacia el Ser.

El Pensamiento

Si nos sentimos como una personalidad independiente cosechamos el fruto de nuestras acciones, y nuestros pensamientos vacilan entre el bien y el mal, la felicidad y la desgracia. Los actos que surgen de la lucidez siempre son espontáneos, sin resultado esperado y libres de todo apego. La "Bhagavad-Gita" declara: "No soy el autor de mis actos y sin embargo las actividades se desarrollan". La pura conciencia es absolutamente impersonal; si está proyectada se vuelve personal, objeto, y estamos aparentemente atados, unidos a un mundo. Tomar conciencia de esto trae espontáneamente consigo la disolución del ego en la lucidez, el "veedor", nuestra verdadera naturaleza, lo que somos fundamentalmente.

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La dualidad es una ficción; cuando actúa, cuando piensa, usted es uno, no hay ni dualidad, ni ego; sólo después de actuar es cuando el ego se apropia el acto o el pensamiento; en el mismo momento estamos sin ego.

Los pensamientos, los sentimientos van, como las olas, en un continuo vaivén con el cual usted se identifica y dice: mis pensamientos, mis sentimientos. El cuerpo es un conjunto de sensaciones más o menos estabilizadas, sólidas. La mente es un conjunto de pensamientos, pero todo esto funciona con relación a la realidad, porque usted está en ella, usted es pura conciencia. De todas maneras, usted está en estado de alerta y consciente de lo que se le presenta, pero tiene que estarlo conscientemente, saberlo, usted es el último conocedor de todas las cosas. Por una percepción directa es como se despertará a este vivenciado; este estado no se logra con una sucesión de análisis llevados lógicamente. Su "sí mismo" verdadero es el Ser. Dejar que esto venga es una meditación en la vida de cada día, hasta la plenitud. Se pueden observar diferencias entre los hombres, pero no separación; contrastes pero no oposición.

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LO QUE REALMENTE, REALMENTE QUEREMOS Por Jeff Foster

Extracto de "The Wonder of Being"

Tú no puedes tener lo que quieres, nunca.

Es el mismo querer lo que destruye la posibilidad de tener lo que quieres, porque el querer es la propia carencia que estás tratando de vencer. Querer es carencia. Intentas utilizar el mecanismo del querer para poner fin a la carencia, pero cualquier alivio es sólo temporal, y la carencia vuelve pronto, porque se alimenta del querer, del deseo. Es un círculo vicioso.

Querer implica que algo puede ser capturado y ser la propiedad de alguien. Pero, ¿quién podría nunca capturar, y quién podría poseer?

Sólo hay esto, sólo lo que está sucediendo, sólo la actual presencia de todo. Y esto nunca puede ser capturado, ya que no es una cosa entre otras cosas, sino la abierta y espaciosa posibilidad de todas las posibilidades que en primer lugar origina todas las cosas. Ello no puede ser capturado porque no es un "ello".

Si somos honestos, realmente no queremos lo que deseamos. Lo que realmente queremos es terminar con nuestro deseo.

Pero aquí está el problema: querer terminar con el deseo es otro deseo, tal vez el mayor deseo de todos.

Quizás el querer oculta lo evidente: que ya tenemos todo lo que podríamos alguna vez querer, porque en este preciso momento, el final de todos nuestros deseos, de toda nuestra búsqueda, de todos nuestros problemas ya está con nosotros, y este final es tan simple: estos deseos, problemas, carencias, dificultades, molestias realmente no existen, ya que son simplemente pensamientos que surgen ahora. Eso es todo lo que son todos los problemas del mundo: pensamientos.

Así que ¿no es el fin del pensamiento lo que realmente, realmente queremos? ¿Pero eso no sería más que otro pensamiento?

No es realmente necesario terminar con el pensamiento. El pensamiento sucede, el pensamiento aparece, y no hay nadie ahí haciéndolo. ¿No es esto evidente? El pensamiento simplemente aparece y, por lo tanto, el pensamiento ya no es "mío", no es personal, sólo sucede en esta conciencia infinita, en este espacio abierto, que no está separado de su contenido.

Al igual que las nubes flotan en el cielo, las gotas de lluvia resbalan por el cristal de la ventana, los pensamientos realmente no son un problema en absoluto.

Los pensamientos sólo son un problema cuando un individuo quiere librarse de ellos. Pero, ¿cómo podría un individuo librarse del pensamiento? ¡Un individuo es el propio pensamiento que trata de librarse de sí mismo! Es un tiovivo, y no hay manera de que un individuo trate de escapar.

Así que un individuo nunca puede, nunca tiene lo que quiere, porque el individuo en realidad no es más que esas carencias, esos deseos, esos problemas. Liberarse de los deseos sería morir, y

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¿por qué un individuo querría tal cosa? Para liberarte de los deseos tienes que liberarte de aquel que quiere liberarse de los deseos — y ¿quién podría hacer que eso suceda?

No, no hay manera de escapar, la vida es como es, y cualquier resistencia crea realmente al mismo individuo que piensa que necesita liberarse de la vida y de todos sus problemas. El buscador es la resistencia, y la resistencia no puede terminar con la resistencia, ni en un millón de años.

Sin embargo, la resistencia puede ser vista — en la claridad. Y en ese ver, hay libertad. Y en esa libertad, no quieres nada, no deseas nada, y por lo tanto no careces de nada. Y entonces, cuando nada es tuyo, descubres que todo es tuyo, y siempre lo ha sido.

Y entonces puedes todavía jugar al juego del querer. Pero ya sea que "consigas o no consigas lo que quieres", la intimidad permanece, siempre

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DIOS EN TODAS LAS COSAS por Jeff Foster

Y esperando, he conseguido parat ti un final:la presencia de Dios en todas las cosas.

— Goethe

Existe una poderosa quietud de la que brotan todas las cosas. Es una quietud que está más allá de las palabras. Sin embargo, a lo largo del tiempo, las personas han intentado nombrar lo innombrable. A esta quietud la han llamado Dios, el Tao, la Mente búdica, pero la quietud no es nada de todo eso. Desde siempre, las palabras no son más que meras indicaciones que apuntan hacia aquello de lo que es imposible hablar.

Por alguna razón, nos aterroriza esta quietud y nos pasamos buena parte de nuestra vida andando de puntillas para evitarla. La quietud es la vacuidad que lo devora todo: toda identidad, el pasado y el futuro, la esperanza, el miedo, el placer y el dolor. Sencillamente nos aterroriza perder nuestra humanidad y hundirnos en esta divinidad, aunque, ahí adentro, se encuentra nuestra salvación: morir, literalmente, en Dios —que es morir en todas las cosas porque todas las cosas son Dios.

Los árboles, los pájaros, las carreteras, los coches, la polución, la gente haciendo sus cosas todos los días, todo eso es Dios. El sufrimiento en los rostros de la gente, eso también es Dios. La sonrisa de la gente cuando se encuentra, las lágrimas cuando los seres queridos se separan, la rabia, la violencia, el miedo o el anhelo de deshacerse de todo eso, todo eso también es Dios. No existe nada —literalmente— que no sea Dios.

Por tanto, dividir a Dios con religiones, doctrinas e ideologías, y condensarlo en trozos del tamaño de las creencias sólo es idolatría. En cambio, esa división nunca es considerada idolatría sino «el camino hacia Dios». Todo camino hacia Dios implica que Dios no está ya aquí, ahora, y eso es negar al Dios que te está mirando directamente a los ojos en este preciso instante.

Mira a tu alrededor: ¿acaso no es esto Dios? Si no lo es, ¿dónde se Le puede encontrar? ¿Cuándo Lo vas a encontrar? En vano buscas a Dios porque Lo tienes delante de ti, dentro de y siendo las cosas de este mundo. Alarga tu mano: ahí está la mano de Dios. Mira tus piernas: son las piernas de la divinidad. Ese pájaro que se acaba de posar en esa rama, ¿de verdad crees que eso no es una manifestación de Dios?

¡Mira! ¡Mira a tu alrededor! ¡Dios está en todo! Un Dios que no esté en todo es un Dios pequeño, un Dios de la mente, un Dios de creencias, religiones, pensamientos. ¿Acaso eso no se llama idolatría? ¿Acaso no se trata de un mero ídolo fabricado por la mente, fabricado por el hombre?

¡Deshazte de todo eso! Deshazte de todas las religiones, regresa a este momento y contempla al Dios que llevas buscando toda tu vida. Regresar al Ahora constituye la verdadera adoración, la verdadera oración, la verdadera meditación, la verdadera fe, porque sólo a Dios se Le puede ver, sentir, oír y experimentar ahora. ¿Sientes cómo respiras? ¿No es Dios el que respira a través de ti? ¿Sientes cómo te palpita el corazón dentro del pecho? ¿No es eso obra de Dios? ¿De verdad necesitas un futuro para poder encontrarlo? ¿No está contigo ahora mismo? ¿No te está mirando directamente a los ojos?

Dios me es más íntimo que yo mismo.— San Agustín

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UN SOLO SABOR por Ken Wilber

Son muchas las cosas de las que puedo dudar, pero de lo único que no puedo dudar es de mi propia conciencia presente. Mi conciencia ES y, aunque la cuestionase, no dejaría de ser mi conciencia dubitante. Puedo creer que mis sentidos se enfrentan a una realidad falsa, una realidad exclusivamente virtual o digital compuesta de imágenes que parecen reales pero, aun en tal caso, no puedo dudar de la conciencia que está observando…

La contundencia de mi conciencia presente me proporciona la certeza inmediata de que, en este momento, existo, de que, en este momento, soy. Es imposible cuestionar la conciencia y el Ser de este instante, porque es el fundamento mismo de todo conocimiento, de toda percepción y de toda existencia...

¿Quién soy yo? Formúlate esta pregunta una y otra vez, profundamente. ¿Quién soy yo? ¿Qué hay en mí que sea consciente de todo?

Tanto si crees conocer al Espíritu como si crees desconocerlo, el Espíritu no deja de ser el que está pensando todas esas cosas. Puedes dudar de los objetos de conciencia, pero jamás podrás poner en cuestión al que duda, jamás podrás dudar realmente del Testigo que se da cuenta de todo ese despliegue. Descansa, por lo tanto, en el Testigo, independientemente de que creas conocer o ignorar a Dios, porque ese Testigo, la innegable inmediatez de la conciencia es, en sí misma, Dios, el Espíritu, la mente de Buda. La certeza no descansa en los objetos, sino en la pura Conciencia sentida en la que aparecen los objetos. Jamás podrás ver a Dios, porque Dios es El Que Ve y no un objeto finito, mortal y definido que pueda verse...

El estado puro de Ser no es difícil de alcanzar, sino imposible de eludir, porque siempre está presente y, en realidad, jamás puede ser cuestionado. Nunca podrás escapar del Espíritu, porque el Espíritu mismo es precisamente el que está escapando. Por decirlo en pocas palabras, el Espíritu no es difícil de encontrar, sino imposible de evitar, porque es lo que ahora mismo está leyendo esta página. ¿Puedes sentir Ese Uno? ¿Por qué sigues buscando a Dios cuando, de hecho, Dios es El que lee? Basta con que te preguntes: ¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo?

Soy consciente de mis sentimientos, de modo que no soy mis sentimientos. ¿Quién soy yo? Me doy cuenta de mis pensamientos, de modo que no soy mis pensamientos. ¿Quién soy yo? Las

nubes flotan en el cielo, los pensamientos flotan en la mente, los sentimientos flotan en el cuerpo y yo no soy nada de eso, porque puedo contemplarlo todo.

Puedo, además, dudar de la existencia de las nubes, puedo dudar de la existencia de los sentimientos y puedo poner en cuestión la existencia de los objetos de pensamiento, pero no puedo cuestionar la existencia, en este instante, del Testigo porque, aun en tal caso, sería el Testigo el que se diese cuenta de mi duda.Yo no soy ninguno de los objetos de la naturaleza, de los sentimientos del cuerpo ni de los pensamientos de la mente, porque puedo darme cuenta de todos ellos. Yo soy el Testigo, la Apertura inmensa, espaciosa, vacía, pura y transparente que registra de forma imparcial todo cuanto aparece, como el espejo que refleja naturalmente todos los objetos que desfilan ante él...

Ahora mismo puedes sentir esa Gran Liberación porque, en el mismo instante en que descansas en la simple presencia de este momento, te liberas de la sofocante constricción de los meros objetos, de los meros sentimientos y de los meros pensamientos; todos ellos vienen y van, pero tú eres el inmenso, libre, vacío y abierto Testigo que los contempla sin verse afectado por sus tormentos y

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torturas. Éste es, de hecho, el descubrimiento... del yo divino puro, del Testigo sin forma, de la nada causal, de la inmensa Vacuidad en la que emerge la totalidad del mundo, permanece durante un tiempo y acaba desapareciendo. Y tú eres Eso. Tú no eres el cuerpo, el ego, la naturaleza, los pensamientos, esto o aquello, sino la inmensa Vacuidad, Libertad y Liberación.

Y ese descubrimiento... te lleva a mitad del camino de vuelta a casa. Después de haberte desidentificado de todos y cada uno de los objetos finitos, descansas como Conciencia infinita. Eres libre, abierto, vacío, cristalino, radiante, suelto, liberado, exaltado e impregnado de una vacuidad beatífica que existe antes del espacio, antes del tiempo, antes de las lágrimas, antes del terror, antes del dolor, de la mortalidad, del sufrimiento y de la muerte. Has descubierto el gran No Nacido, el inmenso Abismo, el Fundamento incalificable de todo lo que es, de todo lo que fue y de todo lo que será. Pero ¿por qué digo que sólo has llegado a la mitad del camino? Porque cuando descansas en la amplitud infinita de la conciencia, espontáneamente consciente de todo cuanto aparece, no tardará en llegar la gran catástrofe de la Libertad y la Plenitud final en la que el Testigo mismo acaba desvaneciéndose y, en lugar de ver el cielo, eres el cielo, en lugar de palpar la tierra, eres la tierra y, en lugar de oír el trueno, eres el trueno. Y cuando Tú y el Kosmos entero os fundís en Un Solo Sabor, puedes beberte el océano Pacífico de un trago y sostener el Everest en la palma de la mano, mientras las supernovas se arremolinan en torno a tu corazón y tu cabeza se ve reemplazada por el sistema solar...

Tú eres Un Solo Sabor, el espejo vacío que es uno con todos y cada uno de los objetos que aparecen en su abrazo, una amplitud descuidadamente vasta y translúcida, infinita, eterna y resplandeciente más allá de la liberación. Y tú... eres... Eso. Así es como el dualismo cartesiano primario ―que no es más que el dualismo entre... aquí dentro y ahí afuera, entre sujeto y objeto, entre el Testigo vacío y todas las cosas registradas― desaparece y se ve trascendido por Un Solo Sabor no dual. Cuando realmente conectas con el Testigo y vas más allá de él, entonces ―y sólo entonces― puedes trascenderlo en la No dualidad radical y, en lugar de hallarte a mitad de camino, habrás vuelto completamente a casa, aquí, en la maravilla omnipresente de lo que es...

¿Y cómo sabes que realmente has superado el dualismo cartesiano? De un modo muy sencillo, porque entonces ya no sientes que estás de este lado de tu rostro contemplando un mundo que se halla frente a ti. Sólo existe el mundo, tú eres él y sientes que eres uno con todo lo que emerge instante tras instante. No estás simplemente de este lado de tu rostro contemplando lo que ocurre fuera de aquí, porque "aquí" y "ahí" se funden entonces en Un Solo Sabor con una evidencia y una certeza tan rotundas como si sobre tu cabeza hubiese caído una roca de cinco toneladas, una sensación, cómo decirlo, imposible de olvidar.

En ese mismo instante que, en realidad, es tu estado omnipresente, desaparece la identificación exclusiva con este organismo concreto, desaparece la contracción de la conciencia en el interior de tu cabeza, una contracción que te lleva a sentir que "tú" estás de este lado de tu rostro contemplando el mundo "exterior". Entonces la atención no está atrapada en el cuerpo-mente personal porque, en su lugar, la conciencia es una con todo lo que aparece, una expansión inmensa, abierta, transparente, radiante, infinitamente Libre y Plena que abarca la totalidad del Kosmos y en la que todos y cada uno de los objetos se funden eróticamente en el Gran Abrazo de Un Solo Sabor. Entonces es cuando dejas de estar exclusivamente detrás de los ojos, te conviertes en la Totalidad y experimentas de manera directa e inmediata que tu identidad básica es todo lo que emerge instante tras instante (como antes te sentías identificado con esa espira finita, parcial, separada y mortal de carne a la que llamas cuerpo). Entonces es cuando dentro y fuera se convierten en Un Solo Sabor. ¡Así es como ocurre!

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EGO Y DEMENCIA por Melvyn Wartella

Todos creemos saber lo que es el ego, pero en realidad muy pocos lo saben. No es en absoluto lo que pensamos que es. Decimos que una persona tiene un ego muy grande, o pequeño. Decimos que está bajo los efectos del ego. A veces pensamos en nosotros mismos como "mi ego"; como nuestra identidad. Todas éstas son sólo ideas sobre algo que muy pocos entienden realmente. Ese proceso al que llamamos "ego" es una ilusión. No tenemos ningún ego, porque no hay nadie que lo pueda tener.

Si no logramos ver claramente la causa y el proceso del ego, estamos condenados como especie. Quizá pienses que esto es un poco exagerado, pero si sigues lo que estoy diciendo y llegas a comprenderlo entonces estarás de acuerdo conmigo. La causa original de prácticamente todos los problemas a los que nos enfrentamos los seres humanos es el ego. Para entender esto hay que ir más allá de las palabras. Un problema importante en todo lo que nos tratamos de comunicar los unos a los otros es el siguiente: vemos palabras y hemos aprendido a creer que comprendemos su significado, pero lo único que entendemos es la descripción, no la realidad hacia la que pueden apuntar. De modo que, por favor, intenta ver de una forma directa lo que está escrito aquí, sin dejar que se interponga tu conocimiento. Más adelante tendrás mucho tiempo para pensar sobre tu anterior comprensión de esto. Por ahora, simplemente lee e intenta entender lo que estoy expresando.

Hagamos un viaje en el tiempo, regresando a la época anterior a que los humanos fueran humanos. Probablemente éramos unos simios bastante inteligentes y vivíamos en un mundo en el que comías o te comían. No éramos tan grandes ni tan fuertes como muchas de las otras criaturas de nuestro entorno. Éramos cazadores Y recolectores. Además, no éramos los únicos animales bípedos y teníamos que competir con otros que intentaban sobrevivir al igual que nosotros. Con un poco de suerte y un cerebro ligeramente más grande, nos mantuvimos con vida mientras los otros "casi humanos" morían, o nosotros los matábamos.

Como cazadores-recolectores, tuvimos que desarrollar una buena memoria. ¿Cómo, si no, hubiésemos podido encontrar nuestras fuentes de alimento y regresar a ellas? La memoria era una herramienta muy necesaria para todos los animales, pero los prehumanos iban más allá que cualquier animal que conozcamos. La memoria desarrolló la capacidad de crear en la mente imágenes abstractas de nuestro entorno. Con esto llegó la habilidad para objetivar y poner nombre a las cosas. Este proceso llevó tanto tiempo para desarrollarse que no nos dimos cuenta de que los objetos a los que pusimos nombre eran meras ideas en nuestra memoria. Tenemos poco conocimiento acerca de la duración del período que esta habilidad necesitó para desarrollarse. Debe de haber sido un proceso enormemente lento, pues nunca nos dimos cuenta de que estaba teniendo lugar.

Independientemente de los problemas que un día causaría, ésta fue una evolución maravillosa. Podíamos mirar a un objeto, a un animal, a un amigo, o a nuestra pareja, y ponerles un nombre, e incluso dibujarlos. Podíamos crear un símbolo mental abstracto de cualquier objeto, ya fuera una persona, un lugar, una cosa o un hecho. Ahora todo esto parece bastante normal, parece que no es gran cosa; no hace falta ser un erudito para considerar cómo se produjo todo esto. Sólo necesitamos pensar un poco en ello. Pero ¿qué tiene esto que ver con el ego?

Antes de ese desarrollo evolutivo, el ego no existía. Cuando éramos simples animales, el ego no era una parte de la mente pensante. Luego, a medida que comenzamos a ver y a ponerle nombre

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a todo, durante un largo período de tiempo, empezamos a ver las imágenes mentales como algo real, no sólo como ideas en los bancos de memoria de nuestros cerebros. No sólo veíamos a los otros seres, comenzamos también a identificarnos con ellos. Ten en cuenta que esta identificación era puramente un proceso mental. Este proceso se convirtió en una especie de sistema de retroalimentación de imágenes que acabó siendo un sistema de retroalimentación de identidad. Yo te llamo Grog, y tú respondes con mi nombre, Grope, o el que fuere, y así cada uno refuerza el sentido de identidad del otro. De esto emergió un sentido de la propiedad, de la identidad tribal, que con el tiempo llegó a incluir a mi país por encima del tuyo, mi iglesia, mi dios, mi poder, mis deseos, mis posesiones y así sucesivamente, hasta llegar al mundo que conocemos hoy.

Del mismo modo que el feto humano pasa por todas las etapas de nuestra evolución física, nosotros condicionamos a nuestros hijos desde el nacimiento para que desarrollen el ego. Continuamente reforzamos este proceso en ellos y en nosotros mismos. He conocido gente que tenía una comprensión deficiente del ego, gente que intentaba romper el ciclo de su desarrollo en sus hijos y, por supuesto, fallaba. Si hubiese funcionado, podrían haber acabado teniendo unos hijos sumamente neuróticos. Vivimos en una sociedad que se basa en el ego y todo nuestro lenguaje es dualista. Nuestros hijos tienen que vivir en un mundo así y necesitan saber cómo relacionarse con él. Esto no significa que no haya nada que podamos hacer para ayudar a los niños, no sólo a estar más libres del ego, sino también a desarrollar mentes que puedan cuestionar con profundidad, sin miedo, todo lo que hay en sus vidas. Y si nosotros lo comprendemos verdaderamente, podemos ayudarlos a despertar cuando sus mentes estén maduras y preparadas para hacerlo. Podemos enseñarles a no seguir a nadie, a ninguna creencia, a ninguna autoridad, sin antes examinarla profundamente y llegar a algún nivel de comprensión respecto a qué deben creer. Si no entendemos esto, no podemos ayudarlos. Simplemente, el ego seguirá existiendo como lo ha hecho a lo largo de la historia. El ego es el proceso más destructivo que existe sobre la Tierra. La seguridad del cuerpo es una función natural que todos los animales necesitan para poder sobrevivir. Nosotros la necesitamos por razones obvias. No obstante, cuando el cerebro se desarrolló y empezó a considerarse un individuo separado, la necesidad de una seguridad física se trasladó a la persona imaginaria que vive en forma de imágenes en el cerebro. Empezamos a sentir la necesidad de proteger aquello que no puede ser protegido jamás y ése fue el inicio de todos los problemas que vemos hoy. Todo, desde la violencia doméstica hasta el racismo, los celos y el odio, se origina en un ego inseguro. Cualquier cosa con la que nos identificamos pasa a ser parte del ego, y llegaríamos hasta la muerte para proteger aquello que consideramos nuestro. Decimos que amamos a alguien, pero si esa persona se convierte en una amenaza para nuestro sentido de identidad, estamos preparados para matar. Recurrimos a la religión buscando una sensación de seguridad y luego defendemos las creencias de dicha religión, sin importar cuán insensatas sean. Mira cuántas guerras han sido provocadas por ese tipo de creencias. Somos capaces de ser absolutamente crueles y sádicos con cualquiera al que consideremos una amenaza para nuestras creencias. Sabemos, subconscientemente, que estamos viviendo una mentira, pero no podemos verla por temor a que pueda significar la muerte de quien creemos ser. De modo que vamos de mentira en mentira, siempre buscando algún descanso de la pesadilla de nuestra inseguridad. Pero nunca lo hallaremos. Si el ego es la inseguridad misma, ¿cómo podría liberarse de la inseguridad? Observa tus propios pensamientos y los de quienes te rodean, y con el tiempo verás claramente que esto es cierto.

La codicia es otra de las maneras que tiene el ego de encontrar seguridad, y no hay límite a la cantidad de dinero que alguna gente cree que debe poseer. Vemos cómo grandes empresas nos están matando con tabaco, productos químicos y todas las demás sustancias que están

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amenazando al medio ambiente sin que les preocupe lo más mínimo. El dinero es más importante que cualquier otra cosa. Pero, por lo general, nos sentamos y permitimos que esto ocurra, porque si no lo aceptáramos podría acostarnos el empleo. Nuestro propio gobierno es tan culpable como cualquier empresa. El gobierno, junto con el ejército, es simplemente una rama de los grandes negocios. Nosotros tenemos muy poca importancia para cualquiera de ellos. Sólo somos consumidores que permiten que la máquina de hacer negocios siga destruyendo el mundo. Si no empezamos a despertar, hay muy pocas esperanzas de supervivencia para cualquiera de nosotros. Y todo esto nos trae de vuelta al ego, el asesino principal de este maravilloso planeta.

La vida está cambiando constantemente y para enfrentarnos a estos cambios debemos ser tan flexibles como el resto de la vida. Sin embargo, como ego no somos nada flexibles. Nos hemos identificado con acontecimientos, sufrimientos, deseos, y con una parte tan grande de nuestra aparente historia que vemos todo eso como puntos de referencia, como señales dentro de la mente que nos mantienen en el pasado. Tememos el cambio. Para estar abiertos al cambio debemos estar abiertos a desprendernos de nuestra identidad, pero la inseguridad nos impide hacerlo. No lo sabemos de forma consciente; es simplemente una sensación visceral. Ni siquiera nos desprendemos de aquello que nos ha herido profundamente.

El ego se identifica con cualquier cosa, incluso con el sufrimiento. Ésta es una de las razones por las que las personas rara vez se recuperan totalmente del sufrimiento emocional. Si pudieran identificarse con un nuevo estado, idea o símbolo, podrían desprenderse de esa parte de su pasado. Sin embargo, bajo las condiciones adecuadas, todo ese pasado doloroso emergerá otra vez para volver a obsesionarlas. No podremos estar completamente libres de este sufrimiento hasta que despertemos del sueño del ego. No importa lo que hagamos para liberarnos, será inútil. Podemos recurrir a la religión, pero también será inútil, pues está basada en el ego y en la inseguridad. Nada con lo que te identifiques puede liberarte y este proceso continuara hasta el día de tu muerte, a menos que seas capaz de descubrirlo y afrontarlo en ti mismo, y lo veas con tanta claridad que llegue a su fin. Únicamente entonces comprenderás qué es la vida en realidad.

Tú eres ese mismo proceso: el ego ilusorio. Si lo ves claramente, será una conmoción. Si no sientes esa conmoción es porque, o no lo estás viendo con claridad, o estás ya iluminado.

Cuando seas consciente de la verdad de lo que he dicho, verás que nos encontramos en un estado de demencia. Hemos estado matándonos unos a otros y destruyendo el medio ambiente durante siglos, y no nos queda mucho tiempo para dar un giro importante a nuestra forma de relacionarnos con la vida; de lo contrario, seremos destruidos. Podemos seguir negando la realidad, podemos continuar siguiendo a líderes que no tienen ni idea de dónde está el verdadero problema y podemos mantener nuestra ceguera mientras nos entretienen hasta el final, un final que no está en un futuro tan lejano. La mayoría de nosotros no tiene ni idea de lo que es el amor, o la verdadera compasión. La única manera de ver realmente con el corazón es liberándonos del ego. Es el corazón el que salvará a este maravilloso planeta, y no los líderes religiosos, ni los salvadores, ni los políticos que nos han estado mintiendo desde el principio. La clave para lograr la verdadera felicidad y totalidad está dentro de ti. De ti depende que despiertes y dejes atrás la pesadilla del ego.