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Langston Hughes (Joplin, 1902-Nueva York, 1967), versiones de Jorge Luis Borges, revista Sur, Otoño 1931, Año I, Buenos Aires Yo también Yo también canto América. Soy el hermano oscuro. Me hacen comer en la cocina Cuando llegan visitas. Pero me río, Y como bien, Y me pongo fuerte. Mañana Me sentaré a la mesa Cuando lleguen visitas. Nadie se animará A decirme "Vente a la cocina" Entonces. Además, verán lo hermoso que soy Y tendrán vergüenza,- Yo, también, soy América. El negro habla de ríos He conocido ríos... He conocido ríos antiguos como el mundo y más antiguos que la fluencia de sangre humana por las venas humanas. Mi espíritu se ha ahondado como los ríos. Me he bañado en el Eufrates cuando las albas eran jóvenes, 1

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Langston Hughes (Joplin, 1902-Nueva York, 1967), versiones de Jorge Luis Borges, revista Sur, Otoo 1931, Ao I, Buenos Aires

Yo tambin

Yo tambin canto Amrica.

Soy el hermano oscuro.Me hacen comer en la cocinaCuando llegan visitas.Pero me ro,Y como bien,Y me pongo fuerte.

MaanaMe sentar a la mesaCuando lleguen visitas.Nadie se animarA decirme"Vente a la cocina"Entonces.

Adems, vern lo hermoso que soyY tendrn vergenza,-

Yo, tambin, soy Amrica.

El negro habla de ros

He conocido ros...He conocido ros antiguos como el mundo y ms antiguos que lafluencia de sangre humana por las venas humanas.Mi espritu se ha ahondado como los ros.

Me he baado en el Eufrates cuando las albas eran jvenes,He armado mi cabaa cerca del Congo y me ha arrullado el sueo,He tendido la vista sobre el Nilo y he levantado pirmides en lo alto.

He escuchado el cantar del Mississippi cuando Lincoln baj a New Orleans,Y he visto su barroso pecho dorarse todo con la puesta del sol.

He conocido ros:Ros envejecidos, morenos.Mi espritu se ha ahondado como los ros.James Arthur BaldwinLos blues de SonnyLo le en el peridico, en el metro, de camino al trabajo. Lo le y no pude creerlo, as que lo le de nuevo. Entonces tal vez simplemente estuve mirndolo con fijeza, mientras las letras impresas deletreaban su nombre, detallaban la historia. Lo mir fijamente en las luces oscilantes del vagn del metro, y en las caras y los cuerpos de la gente, y en mi propio rostro, atrapados en la oscuridad que ruga all afuera.

No era de creerse y estuve dicindomelo mientras caminaba desde la estacin de metro hasta la preparatoria. Y al mismo tiempo no poda dudarlo. Tena miedo, miedo por Sonny, quien volvi a ser real para m. Un gran bloque de hielo se aposent en mi vientre y all estuvo disolvindose con lentitud a lo largo del da, mientras yo enseaba lgebra a mis grupos. Era un tipo especial de hielo. Segua derritindose, enviando hilillos de agua helada hacia arriba y hacia abajo por mis venas, sin jams disminuir. A veces se endureca y pareca expandirse hasta sentir yo que las tripas iban a salrseme o que estaba por ahogarme o por gritar. Esto ocurra siempre en el momento de recordar alguna cosa especfica que Sonny hubiera dicho o hecho alguna vez.

Cuando andaba por la misma edad que los muchachos de mis clases, su rostro fue luminoso y franco, con mucho cobre en su color; y tena los ojos castaos maravillosamente directos, y una gran gentileza y reserva. Me pregunt qu aspecto tendra ahora. Lo haban detenido, la noche anterior, en una redada hecha en un departamento del centro, por vender y usar herona.

No poda creerlo. Pero con ello quiero decir que no hallaba espacio en mi interior para aceptar aquello. Por mucho tiempo lo haba mantenido en el exterior. No quise saber, tuve sospechas, pero no las expres, y segu alejndolas de m. Me dije que Sonny era impetuoso, pero que no estaba loco. Y siempre haba sido un buen muchacho, no cayendo jams en la dureza, el mal o la falta de respeto, como sucede con los chicos tan, pero tan rpidamente, sobre todo en Harlem. No quise creer que alguna vez vera a mi hermano hundirse, llegar a ser nada, perdida toda aquella luz de su rostro, en esa condicin en la que ya haba visto a tantos. Y sin embargo haba ocurrido y aqu estaba yo, hablando de lgebra a un montn de muchachos que, todos y cada uno de ellos, sin que yo lo supiera, podran estarse enterrando agujas cada vez que iban al bao. Tal vez les daba mucho ms que el lgebra.

Estaba seguro de que la primera vez que Sonny le entr al polvo, no era de mucha ms edad que estos muchachos ahora. Estos muchachos, ahora, vivan como vivimos entonces, y crecan con prisa, golpendose abruptamente la cabeza contra el bajo cielo de sus posibilidades. Los llenaba la rabia. En realidad slo conocan dos oscuridades: aquella de sus vidas, que comenzaba a asfixiarlos, y la oscuridad de los cines, que los haba cegado a la otra oscuridad y en la que ahora, vengativamente, soaban, al mismo tiempo ms juntos que en cualquier otro momento y ms solitarios.

Cuando son el ltimo timbre y termin la ltima clase, dej salir el aliento. Pareca que lo hubiera estado conteniendo todo aquel tiempo. Tena la ropa hmeda; pudiera pensarse que haba estado sentado en un bao de vapor, todo vestido, durante toda la tarde. Permanec sentado en la clase por un largo rato. Escuch a los muchachos all afuera, en el piso de abajo, gritando y jurando y rindose. Quiz por primera vez, su risa me sorprendi. No era la risa jubilosa que Dios sabr por qu asociamos con los nios. Era burlona e insular, y su intencin el denigrar. Sonaba desencantada y en esto, igualmente, apareca la autoridad de sus maldiciones. Tal vez los oa porque estaba pensando en mi hermano y en ellos lo escuchaba. Y me escuchaba.

Un muchacho silbaba una tonada, al mismo tiempo muy complicada y muy sencilla, que pareca brotar de l como de un pjaro, y sonaba muy fresca y conmovedora en todo aquel aire duro y brillante, apenas sosteniendo su ser en medio de todos los dems sonidos.

Me puse de pie y me acerqu a la ventana y mir hacia el patio. Era el comienzo de la primavera y la savia creca en los muchachos. Algn maestro pasaba entre ellos cada poco tiempo, con rapidez, como si le urgiera abandonar el patio, para quitarse aquellos muchachos de la vista y de la mente. Comenc a recoger mis cosas. Pens que lo mejor era irme a casa y hablar con Isabel.

Cuando llegu a la planta baja, el patio estaba casi desierto. Vi a este muchacho de pie en la sombra de una puerta, igualito a Sonny. Casi lo llam con ese nombre. Entonces vi que no era Sonny y s alguien que alguna vez tratamos, un chico que viva a la vuelta de la esquina. Haba sido amigo de Sonny. Jams lo fue mo, por ser demasiado joven y porque, de cualquier manera, nunca me cay bien. Y ahora, aunque un hombre hecho y derecho, segua holgazaneando por aquella manzana, dedicando horas a quedarse en las esquinas, siempre drogado y andrajoso. Sola tropezarme con l de vez en cuando y se las arreglaba a menudo para irse acercando a pedirme veinticinco o cincuenta centavos. Adems, siempre tena alguna excusa decente y siempre le di el dinero, no s por qu.

Pero ahora, de pronto, lo odi. No poda soportar el modo en que miraba, en parte como un perro, en parte como un nio astuto. Quise preguntarle qu diablos haca en el patio de la escuela.

Pareci deslizarse hacia m y dijo: Veo que tiene el peridico, as que ya lo sabe.

Te refieres a Sonny? S, ya lo s. Cmo es que no te pescaron?

Sonri con una mueca, que lo volvi repulsivo y me trajo a la mente cul haba sido su apariencia de nio. No estaba all. Me alejo de esa gente.

Haces bien le ofrec un cigarrillo y lo observ a travs del humo. Viniste hasta aqu slo para contarme lo de Sonny?

As es pareca sacudir la cabeza y tena los ojos extraos, como si estuvieran por bizquear. El sol brillante le empalideca la hmeda piel caf oscuro, volvindole amarillos los ojos y haciendo resaltar la mugre de su cabello crespo. Apestaba. Me separ un tanto de l y dije: Bueno, gracias. Pero ya me enter y debo llegar a casa.

Lo acompaar un rato dijo. Comenzamos a caminar. An haba un par de chicos remoloneando en el patio, y uno de ellos me dijo buenas noches y mir con extraeza al muchacho que me acompaaba.

Qu piensa hacer? pregunt. Quiero decir, acerca de Sonny.

Mira, no he visto a Sonny en ms de un ao, y no estoy seguro de que vaya a hacer algo. Adems qu diablos puedo hacer?

Es cierto dijo con rapidez, nada puede hacer. No hay mucha ayuda que darle al bueno de Sonny, imagino.

Era lo que yo pensaba y, por tanto, me pareci que l no tena derecho a decirlo.

Pero, de cualquier modo, lo de Sonny me sorprendecontinu. Tena una manera curiosa de hablar: mirando al frente, como si hablara consigo mismo. Cre que Sonny era listo, cre que era demasiado listo para que lo engancharan.

Supongo que pens lo mismo dije con acritud, y por eso lo pescaron. Y qu contigo? Apuesto que eres de lo ms inteligente.

Entonces me mir directamente, como por un minuto: No soy listo, dijo. Si fuera listo, hace tiempo que habra buscado una pistola.

Mira, no me cuentes tu triste historia. Si en m estuviera, te dara una y entonces me sent culpable. Culpable, probablemente, por no haber supuesto nunca que el pobre diablo tuviera una historia y, mucho menos, que sta fuera triste. Y pregunt con prisa. Y ahora qu va a ocurrirle?

No respondi a esto. Andaba perdido en algn otro lugar. Lo chistoso, dijo y, por su tono, podramos haber estado discutiendo el modo ms rpido de llegar a Brooklyn, es que al ver los peridicos esta maana, lo primero que me pregunt es si tena yo algo que ver con eso. Me sent un tanto responsable.

Comenc a escuchar con mayor cuidado. La estacin del metro estaba en la esquina, justo frente a nosotros, y me detuve. l tambin se detuvo. Nos encontrbamos frente a un bar y se inclin ligeramente, mirando hacia dentro; pero quien fuera el que buscara, no pareca estar all. La sinfonola golpeaba con algo negro y rtmico y a medias observ a la cantinera mientras danzando iba de la sinfonola a su lugar tras el bar. Y le observ el rostro mientras riendo responda a lo que alguien le haba dicho, sin perder el comps de la msica. Cuando sonrea, poda verse a la nia, bajo el maltratado rostro de la semiprostituta se perciba a la mujer condenada pero an en lucha.

Jams di a Sonny nada dijo el muchacho finalmente, pero hace mucho tiempo llegu a la escuela drogado y Sonny me pregunt cmo se senta hizo una pausa. Era doloroso verlo. Mir a la cantinera y escuch la msica, que pareca sacudir el pavimento. Le dije que se senta magnfico la msica ces, la cantinera hizo una pausa y observ la sinfonola hasta que la msica comenz de nuevo. Y as era.

Todo esto me llevaba hacia un lugar al que no quera ir. Desde luego, no quera saber cmo se senta. Lo llenaba todo la gente, las casas, la msica, la oscuridad, la cantinera vivaz de amenaza, y esa amenaza era su realidad.

Y ahora qu va a sucederle? volv a preguntar.

Lo enviarn a algn sitio e intentarn curarlo sacudi la cabeza. Tal vez incluso piense que venci el hbito. Entonces lo dejarn ir... hizo un gesto, lanzando el cigarrillo al desage. Eso es todo.

Qu quieres decir con eso es todo?

Pero saba lo que quera decir.

Quiero decir que eso es todo volvi la cabeza para mirarme, apretando las comisuras de los labios. No sabe lo que quiero decir? pregunt suavemente.

Cmo diablos sabra lo que quieres decir? susurr casi, no s por qu.

Cierto dijo al aire, cmo sabra l lo que quiero decir? se volvi en mi direccin otra vez, paciente y calmo y, sin embargo, de algn modo lo sent temblar, temblar como si fuera a deshacerse en pedazos. Volv a sentir aquel hielo en las tripas, el miedo sentido toda la tarde. Y otra vez mir a la cantinera movindose por el bar, lavando vasos, cantando. Atienda. Lo dejarn ir y todo comenzar de nuevo. Eso quiero decir.

Es decir... lo dejarn ir. Y entonces simplemente comenzar a buscar el camino de regreso.

Quieres decir que nunca abandonar el vicio. Es eso lo que quieres decir?

Justamente dijo con alegra. Usted s entiende lo que quiero decir.

Dime dije por fin, por qu desea morir? Seguro desea morir, se est matando. Por qu desea morir?

Me mir sorprendido. Se humedeci los labios. No quiere morir. Quiere vivir. Nadie quiere morir. Nunca.

Entonces quise preguntarle... demasiadas cosas. No podra haberlas contestado. O, de poder, yo no habra soportado las respuestas. Comenc a caminar. Bueno, supongo que no son mi asuntos.

Va a ser duro para el bueno de Sonny dijo. Llegamos a la estacin del metro. Es su estacin? pregunt. Asent. Baj un peldao. Maldita sea! dijo de pronto. Lo mir. Volvi a hacer una mueca. Que me cuelguen si no olvid el dinero en casa. No tendr por ah un dlar verdad? Que me dure un par de das, eso es todo.

De pronto algo en mi interior se venci, amenazando con salir a borbotones. Ya no lo odiaba. Sent que en el siguiente momento comenzara a llorar como un nio.

Seguro dije, no sufras mir en la cartera y no tena un billete de dlar, slo uno de a cinco. Toma le dije. Te bastar?

No lo mir; no quiso mirarlo. Una terrible reserva le vino al rostro, como si estuviera manteniendo en secreto para l y para m el nmero del billete. Gracias, dijo, y ahora se mora por verme ir. No se preocupe por Sonny. Tal vez le escriba o haga algo.

Claro dije. Hazlo. Hasta la vista.

Nos vemos dijo. Baj la escalera.

Y no escrib a Sonny o le envi algo por un largo tiempo. Cuando finalmente me decid, fue poco despus de morir mi hijita, me respondi con una carta que me hizo sentir como un desgraciado.

He aqu lo que deca:

Querido hermano:

No sabes cunto necesitaba or de ti. Quise escribirte muchas veces, pero imaginaba lo mucho que debo haberte herido y entonces no lo hice. Pero ahora me siento como un hombre que ha tratado de salir de algn agujero profundo, realmente profundo y podrido y que all afuera vea el sol. Necesito salir.

No puedo contarte mucho de cmo llegu aqu. Es decir, no s cmo contrtelo. Pienso que senta miedo de algo o intentaba escapar de algo y sabes que nunca he tenido la cabeza muy slida (sonrisa). Me alegra que mam y pap hayan muerto y no puedan ver lo que sucedi con su hijo y juro que de saber lo que estaba haciendo jams te habra lastimado as, a ti y a tanta gente admirable que fue amable conmigo y crey en m.

No pienses que tuvo algo que ver con que fuera msico. Es ms que eso. O quizs menos que eso. Aqu, no puedo poner en orden las cosas en la cabeza, y procuro no pensar qu ocurrir conmigo cuando salga. A veces pienso que voy a palmarla y nunca saldr de aqu y otras que de inmediato volver. Sin embargo, algo te digo: mejor me vuelo los sesos que pasar por lo mismo otra vez. Pero eso lo dicen todos, segn me informan. Si te aviso cuando llego a Nueva York y me recibes, lo apreciara mucho. Dale mi cario a Isabel y a los cros, y sent mucho enterarme de lo de Gracie. Quisiera ser como mam y decir hgase la voluntad del Seor, pero no s, me parece que los problemas son lo nico que jams se termina y no s qu se gana echndole la culpa al Seor. Pero tal vez haga su poquito de bien si crees en eso.Tu hermanoSonnyEntonces me mantuve en contacto con l y le envi lo que poda y fui a recibirlo cuando regres a Nueva York. Al verlo, muchas cosas que crea olvidadas volvieron de sopetn a m. Esto fue porque, finalmente, comenc a interesarme en Sonny, en la vida que Sonny viva dentro de s. Esa vida, no importa cul fuera, lo haba envejecido y adelgazado, ahondndole la pasividad distante con que siempre se movi. En poco se pareca a mi hermano menor. Pero, cuando sonri, cuando nos estrechamos la mano, el hermanito que nunca conoc se asom desde las profundidades de esa vida ntima, como un animal que esperara ser convencido de salir a la luz.

Cmo has estado? me pregunt.

Bien. Y t?

Muy bien sonrea con todo el rostro. Me alegra volver a verte.

Me alegra volver a verte.

Los siete aos de diferencia en nuestras edades yacan entre nosotros como un abismo: me pregunt si aquellos aos funcionaran alguna vez como un puente. Recordaba, y me dificult el respirar, que yo haba estado all cuando l naci; y haba escuchado las primeras palabras que habl. Cuando comenz a caminar, camin de nuestra madre hacia m. Lo as justo antes de que cayera, cuando dio los primeros pasos que diera en este mundo.

Cmo est Isabel?

Muy bien. Se muere por verte.

Y los chicos?

Tambin muy bien. Estn ansiosos de ver a su to.

Ah, vamos. Ya sabes que no me recuerdan.

Bromeas? Claro que te recuerdan.

Sonri de nuevo. Tomamos un taxi. Tenamos mucho que contarnos, demasiado como para saber dnde comenzar.

Cuando el taxi comenzaba a moverse pregunt: Sigues deseando ir a la India?

Ri. Todava lo recuerdas. Caramba, no. Este lugar es suficientemente indio para m.

Sola pertenecerles dije.

Y ri de nuevo. Ni duda que saban en lo que estaban cuando se deshicieron de l.

Aos atrs, cuando tena catorce, Sonny estuvo empeado en la idea de ir a la India. Ley libros sobre personas que, sentadas en rocas, desnudas en cualquier tipo de clima, aunque generalmente malo, desde luego, caminaban descalzas sobre carbones ardientes y llegaban a la sabidura. Sola decir yo que me sonaba como si estuvieran alejndose de la sabidura lo ms rpido posible. Pienso que me miraba con lstima a causa de esto.

Te importa pregunt si pedimos al conductor que nos lleve por un costado del parque? El lado oeste. Hace tanto que no veo la ciudad.

Claro que no dije. Tem sonar como si lo estuviera consecuentando; pero esperaba que no se lo tomara as.

Por tanto avanzamos, entre el verde del parque y la elegancia ptrea e inerte de los hoteles y los edificios de apartamentos, hacia las calles vividas y agresivas de nuestra infancia. Esas calles no haban cambiado, aunque proyectos de vivienda surgan en ellas como rocas en medio de un mar hirviente. La mayora de las casas donde crecimos haban desaparecido, as como las tiendas en que robramos, los stanos en que por primera vez intentamos el sexo, los tejados desde los cuales lanzbamos latas vacas y ladrillos. Pero seguan dominando el paisaje casas exactamente iguales a las casas de nuestro pasado; muchachos exactamente como los muchachos que alguna vez fuimos se asfixiaban en esas casas, salan a las calles buscando luz y aire y se vean rodeados por el desastre. Algunos escapaban de la trampa; la mayora no. Los que se iban siempre dejaban atrs algo de s mismos, tal como algunos animales se amputan una pata y la dejan en la trampa. Tal vez podra decirse que yo haba escapado; despus de todo, era maestro de escuela; o que Sonny lo haba conseguido, pues por aos no haba vivido en Harlem. Sin embargo, mientras el taxi avanzaba ciudad arriba, a travs de calles que parecan ennegrecer, de prisa, con gente negra, y mientras encubiertamente estudiaba el rostro de Sonny, me vino a la mente que ambos buscbamos a travs de cada una de nuestras ventanillas del taxi aquella parte de nosotros quedada atrs. Es siempre en el momento de los problemas y las confrontaciones que duele el miembro desaparecido.

Llegamos a la calle 110 y comenzamos a movernos por la avenida Lenox. Conoca esta avenida de toda mi vida, pero volvi a parecerme, como ocurri el da en que por primera vez supe de los problemas de Sonny, llena de una amenaza oculta que era el aliento mismo de su existencia.

Casi llegamos dijo Sonny.

Casi estbamos demasiado nerviosos para decir ms.

Vivimos en un conjunto habitacional. No hace mucho que lo levantaron. A pocos das de levantado pareca inhabitablemente nuevo y ahora, desde luego, ya deteriorado. Es como una parodia de la vida buena, limpia y neutra; Dios sabe que quienes lo habitan hacen lo imposible por convertirlo en parodia. El csped aporreado que lo rodea no basta para volverles la vida verde; los setos jams detendrn fuera a las calles, y ellos lo saben. Las grandes ventanas a nadie engaan; no son lo bastante grandes para crear espacio de la falta de espacio. No se interesan en las ventanas; en lugar de eso, ven la pantalla de televisin. El patio de juegos es muy popular con los nios que no juegan avin, ni a la cuerda, ni con patines, ni en los columpios y se los encuentra all ya oscurecido. Nos mudamos en parte porque no est muy lejos de donde enseo, y en parte por los chicos; pero en realidad es igual a las casas donde crecimos Sonny y yo. Suceden las mismas cosas; tendrn las mismas cosas por recordar. En el momento de entrar a la casa Sonny y yo, tuve la sensacin de que simplemente lo estaba regresando al peligro del que casi muere al tratar de huir.

Sonny nunca fue comunicativo. Entonces, no s por qu estaba seguro de que se mora por hablarme en cuanto termin la cena aquella primera noche. Todo sali bien. El chico mayor lo recordaba, al menor le cay bien y Sonny haba recordado traer algo para cada uno de ellos. E Isabel, que en verdad es mucho ms agradable que yo, ms abierta y generosa, se haba tomado muchas molestias con la cena y estaba genuinamente contenta de ver a Sonny. Y siempre ha sido capaz de embromarlo de un modo que yo no puedo. Fue agradable ver su rostro vivo otra vez, y escucharla rer y observarla hacer rer a Sonny. No estaba o, al menos, no pareca estar incmoda o turbada. Charlaba como si no hubiera tema que debiera evitarse e hizo que Sonny superara su suave envaramiento inicial. Y gracias a Dios que estaba all, pues a m me llenaba de nuevo aquel miedo fro. Todo lo que haca me pareca torpe, y todo lo que deca sonaba cargado de sentidos ocultos. Intentaba recordar todo lo escuchado acerca de la adiccin a las drogas, y no poda evitar el buscar los signos en Sonny. No lo haca por malicia. Estaba intentando descubrir algo acerca de mi hermano. Me mora por escucharlo decir que estaba a salvo.

Seguro! grua mi padre cuando mam sugera intentar mudarse a otro vecindario, que fuera ms seguro para los nios. Qu idiotez! No hay lugar seguro para los chicos.

Siempre se lanzaba diciendo cosas as, pero en realidad no fue, nunca, tan malo como sonaba, ni siquiera los fines de semana, cuando se emborrachaba. A decir verdad, siempre estaba alerta por si sala algo un poco mejor, pero muri antes de encontrarlo. Muri de pronto, durante un fin de semana de borrachera, en medio de la guerra, cuando Sonny tena quince aos. l y Sonny nunca se llevaron del todo bien. Y esto en parte se debi a que Sonny era la nia de los ojos para el padre. Fue porque amaba a Sonny tanto y tema por l, que siempre estaban peleando. A nada lleva el pelear con Sonny. Sonny simplemente retrocede, dentro de s mismo, adonde no lo alcancen. Pero la razn principal de que no se llevaran nunca es que eran tan parecidos. Pap era grande y tosco y vociferante, lo opuesto de Sonny, pero ambos tenan... esa misma reserva.

Mam intent decirme algo de esto justo tras morir pap. Yo estaba en casa, con licencia del ejrcito.

Fue la ltima vez que vi a mam viva. De cualquier manera, esta imagen se confunde toda, en mi mente, con imgenes que de mam tena cuando era ms joven. El modo en que siempre la veo es como sola estar un domingo por la tarde cuando, digamos, los mayores hablaban tras la gran comida dominical. Siempre la veo vestida de azul claro. Sentada en el sof. Y mi padre en la poltrona, no muy lejos de mam. Y la sala llena de gente de la iglesia y parientes. All estaban sentados, en sillas alrededor de la sala, y la noche avanzando all afuera, aunque nadie se da cuenta an. Se puede ver la oscuridad creciendo en los vidrios de las ventanas y se escuchan de cuando en cuando los ruidos de la calle, o tal vez el golpeo discordante de un pandero en una de las iglesias cercanas, pero en la habitacin todo es silencio. Por un momento nadie habla, pero cada rostro se va oscureciendo, como el cielo afuera. Y mi madre se mece un poco de la cintura hacia arriba, y mi padre tiene los ojos cerrados. Todos miran algo que un nio no alcanza a ver. Por un minuto se han olvidado de los nios. Tal vez un muchachillo yace en la alfombra, medio dormido. Tal vez alguien tiene a un chico en el regazo y sin darse cuenta le acaricia la cabeza. Tal vez hay un chico, tranquilo y de ojos grandes acurrucado en una silla grande en la esquina. El silencio, la negrura en aumento y la negrura en los rostros asusta al nio oscuramente. Confa en que nunca se detendr, nunca morir, la mano que le acaricia la cabeza. Espera que nunca llegue el tiempo cuando los viejos no estn sentados por la sala, hablando de dnde han venido, qu han visto y qu sucedi con ellos y con sus familiares.

Pero algo profundo y vigilante que hay en el nio sabe que esto habr de terminar, est ya terminando. En un momento alguien se pondr de pie y encender la luz. Entonces los mayores recordarn a los nios y ya no hablarn ese da. Y cuando la luz llene el cuarto, el nio estar lleno de oscuridad. Sabe que cada momento en que esto sucede, l se ha acercado un poco ms a esa oscuridad del exterior. Esa oscuridad del exterior es de lo que han estado hablando los mayores. Es de donde han venido. Es lo que soportan. El nio sabe que ya no hablarn porque si l sabe demasiado sobre lo que ocurri con ellos, sabr demasiado y demasiado pronto lo que suceder con l.

La ltima vez que habl con mi madre, recuerdo que estaba inquieto. Deseaba salir y ver a Isabel. No estbamos casados entonces y tenamos mucho que resolver entre nosotros.

All estaba mam, de negro, sentada a la ventana. Tarareaba una vieja cancin religiosa, Lord, you brought me from a long way off. Sonny andaba fuera en algn lado. Mam segua observando las calles.

No s dijo si volver a verte, una vez que te vayas. Pero espero que recuerdes las cosas que intent ensearte.

No hables as dije, y sonre. Estars aqu por un largo rato todava.

Tambin sonri, pero nada dijo. Estuvo callada por un largo rato. Y dije: Mam, no te preocupes de nada. Escribir todo el tiempo, y t recibirs los cheques...

Quiero hablarte de tu hermano dijo de pronto. Si algo me sucede, no tendr nadie que lo cuide.

Mam dije, nada va a pasar contigo o con Sonny. Sonny est bien. Es un buen muchacho y tiene sentido comn.

No se trata de que sea un buen muchacho dijo mam, ni de que tenga sentido comn. No slo los malos y ni siquiera los tontos son los que se hunden dej de mirarme. Tu pap tuvo un hermano dijo, y sonri de modo que me hizo pensar que algo le dola. Nunca lo supiste verdad?

No dije, nunca lo supe y le observ el rostro.

Ah s dijo, tu pap tuvo un hermano volvi a mirar ventana afuera. S que nunca viste llorar a tu pap. Pero yo s... muchas veces, en todos estos aos.

Le pregunt: Qu pas con su hermano? Por qu nadie habl de l nunca?

Fue la primera vez que mi madre se vio avejentada.

A su hermano lo mataron dijo, cuando era un poco ms joven que t ahora. Lo conoc. Era un buen muchacho. Tal vez un poquito endiablado, pero sin que quisiera hacerle dao a nadie.

Entonces call y el cuarto qued en silencio, exactamente como ocurra en ocasiones, en aquellas tardes de domingo. Mam segua mirando hacia las calles.

Sola trabajar en una fbrica dijo, y, como a todos los jvenes, le gustaba actuar los sbados por la noche. Los sbados por la noche, junto con tu padre, andaban por lugares diferentes, yendo a bailar y cosas parecidas o, simplemente, reunindose con gente que conocan, y el hermano de tu padre cantaba, pues tena una bella voz y se acompaaba con la guitarra. Pues bien, ese sbado por la noche vena con tu padre de algn sitio, y estaban los dos un poco tomados y haba luna llena aquella noche, brillante como si fuera de da. El hermano de tu padre se senta a gusto y silbaba para s y llevaba la guitarra colgando del hombro. Descendan una colina y a sus pies haba un camino que se desprenda de la autopista. Pues bien, el hermano de tu padre, que siempre fue un tanto retozn, decidi correr colina abajo; y lo hizo, la guitarra golpeando y sonando a su espalda, y cruz el camino corriendo y se puso a orinar detrs de un rbol. Y tu padre estaba como divertido de aquello y segua bajando la colina, un tanto lento. Entonces oy un motor de coche y en ese mismo instante su hermano sali de detrs del rbol, entr al camino, a la luz de la luna. Y comenz a cruzar el camino. Y tu padre comenz a correr colina abajo, y dijo que no saba por qu. El auto iba lleno de blancos. Todos borrachos y, cuando vieron al hermano de tu padre, dejaron ir un gran grito y aullidos y apuntaron el auto directo contra l. Se estaban divirtiendo y slo queran asustarlo, como a veces hacen, ya lo sabes. Pero estaban borrachos. Y pienso que el muchacho, por estar borracho tambin y asustado, perdi la cabeza. Cuando salt ya era tarde. Tu padre dice que escuch el grito de su hermano cuando el auto le pas por encima, y escuch cmo se venca la madera de la guitarra, y escuch el estallido de las cuerdas y escuch a los blancos gritar, y el auto sigui adelante y hasta el da de hoy no se ha detenido. Y, cuando tu padre lleg al pie de la colina, su hermano slo era sangre y una masa informe.

En la cara de mi madre brillaban lgrimas. Nada haba que pudiera decir yo.

Nunca lo mencion dijo porque nunca lo dej mencionarlo frente a ustedes. Tu pap pareci un loco aquella noche y muchas noches despus. Dice que nunca vio algo tan oscuro como ese camino tras desaparecer las luces del auto. Nada haba, nadie haba en aquel camino, slo tu pap y su hermano y la guitarra deshecha. Ah s, tu pap ya nunca qued realmente bien. Hasta el da de su muerte slo estuvo seguro de que todo blanco al que vea era el hombre que haba matado a su hermano.

Se detuvo y sac el pauelo y se sec los ojos y me mir.

No te cuento esto dijo para asustarte o amargarte o hacerte odiar a alguien. Te lo digo porque tienes un hermano. Y el mundo no ha cambiado.

Supongo que no quise creerlo. Supongo que lo ley en mi rostro. Me dio la espalda, volvindose hacia la ventana, para explorar aquellas calles.

Doy gracias a mi Redentor dijo por ltimo que haya llamado a tu pap antes que a m. No lo digo para echarme flores, pero, claro, me impide sentirme demasiado abatida el saber que ayud a tu padre a pasar sin peligros por este mundo. Tu padre siempre actu como si fuera el hombre ms rudo y fuerte de esta tierra. Y todos lo crean as. Pero si no me hubiera tenido a m... para verlo llorar!

Lloraba de nuevo. Sin embargo, no pude moverme. Dije: Por Dios, mam, no saba que las cosas fueran as.

Oh, querido dijo, hay mucho que no sabes. Pero lo descubrirs se levant de junto a la ventana para acercrseme. Tienes que agarrar a tu hermano dijo y no dejarlo caer, no importa qu parezca estarle sucediendo y no importa cunto te molestes con l. Vas a ser malo con l muchas veces. Pero nunca olvides lo que te dije entiendes?

No lo olvidar dije. No te preocupes, no lo olvidar. No dejar que nada le ocurra a Sonny.

Mi madre sonri como si la divirtiera algo visto en mi cara. Entonces: Quizs no puedas impedir que algo suceda. Pero debes hacerle saber que ests all".

Dos das ms tarde me cas, y entonces me fui. Y tena muchas cosas metidas en la cabeza y me olvid bastante de la promesa a mam hasta que me enviaron a casa con permiso especial, para su funeral.

Y tras el funeral, Sonny y yo solos en la cocina vaca, intent descubrir algo acerca de l.

Qu quieres hacer? le pregunt.

Voy a ser msico dijo.

Porque en el periodo en que estuve fuera, se haba graduado de bailar al son de la sinfonola a saber quin tocaba qu, qu hacan con eso, y se haba comprado un juego de tambores.

Me ests diciendo que quieres ser baterista? por alguna razn pensaba que ser baterista pudiera estar bien para otras personas, pero no para mi hermano Sonny.

No creo dijo, mirndome con gravedad que llegue a ser un buen baterista. Pero s que pueda llegar a tocar el piano.

Frunc el ceo. Nunca antes haba interpretado tan seriamente el papel de hermano mayor; de hecho, casi nunca haba preguntado a Sonny cosa alguna. Sent estar en presencia de algo que no saba en realidad cmo manejar, que no comprenda. As que ahond el ceo mientras le preguntaba: Qu tipo de msico quieres ser?

Sonri burln: Cuntas clases crees que hay?

Habla con seriedad dije.

Ri, echando hacia atrs la cabeza y, entonces, me mir: Estoy hablando en serio.

Pues entonces, por el amor de Dios, deja de bromear y responde a una pregunta seria. Quiero decir piensas ser concertista, piensas tocar msica clsica y todo eso o... qu? mucho antes de que yo terminara estaba riendo otra vez. Por el amor de Dios, Sonny!

Se contuvo, pero con dificultades. Lo siento. Pero sonabas tan... asustado, y volvi a empezar.

Bueno, puedo parecerte chistoso ahora, pequeo, pero no ser tan chistoso cuando tengas que ganarte la vida as, djame decrtelo estaba furioso porque saba que se rea de m y no saba por qu.

No dijo, muy sereno ya y temeroso, tal vez, de haberme herido, no quiero ser pianista de msica clsica. Eso no me interesa. Quiero decir hizo una pausa, mirndome con dureza, como si sus ojos fueran a ayudarme a entender, y entonces tuvo un gesto de impotencia, tal vez como si su mano fuera a ayudar, quiero decir, tendr que estudiar mucho, y tengo que estudiarlo todo, pero lo que quiero decir es que deseo tocar con... msicos de jazz se detuvo. Quiero tocar jazz dijo.

Pues bien, esa palabra nunca antes haba sonado tan pesada, tan real como son aquella tarde en boca de Sonny. Me qued mirndolo y es probable que en ese momento estuviera frunciendo el ceo de verdad. Simplemente no entenda por qu demonios Sonny deseaba perder el tiempo en clubes nocturnos, payaseando en podios de bandas, mientras la gente se empujaba entre s en la pista de baile. Por alguna razn, pareca estar... por debajo de l. Nunca antes lo haba pensado, me haban forzado a pensarlo, pero supongo que siempre coloqu a los msicos de jazz en esa clase que mi padre llamaba los que la pasan bien.

Hablas en serio?

Carajo, s, hablo en serio.

Pareca ms vulnerable que nunca, y a la vez molesto y profundamente herido.

Suger, por ayudar: Quieres decir... como Louis Armstrong?

Su rostro se apret como si lo hubiera abofeteado: No. No estoy hablando de ninguna de esa basura anticuada y pedestre.

Bueno, Sonny, lo siento, no te enojes. Es que no lo entiendo del todo. Nmbrame alguno... ya sabes, un msico de jazz que admires.

Bird.

Quin?

Bird! Charlie Parker! No te ensearon nada en el maldito ejrcito?

Encend un cigarrillo. Primero me sorprendi y luego me divirti un poco descubrir que estaba temblando: No me he mantenido en contacto con eso, dije. Debes tenerme paciencia. Ahora, quin es este fulano, Parker?

Simplemente uno de los msicos de jazz vivos ms grandes dijo Sonny, adustamente, las manos en los bolsillos, dndome la espalda. Tal vez el ms grande agreg con amargura, y es probable que por eso t nunca hayas odo hablar de l.

Est bien dije, soy un ignorante. Lo siento. Voy a salir y me compro de inmediato todos esos discos est bien?

Para m dijo Sonny, con dignidad no tiene ninguna importancia. No me interesa qu escuches. No me hagas favores.

Comenc a darme cuenta de que nunca antes lo haba visto tan descompuesto. Con otra parte del cerebro pensaba que, probablemente, esto resultara ser una de esas cosas por las que pasan los chicos, y que no debiera hacerla ver como importante insistiendo demasiado en ella. Aun as, no cre que hiciera dao preguntar: Pero eso se lleva mucho tiempo no? Puedes vivir de ello?

Se volvi hacia m, a medias apoyado, a medias sentado en la mesa de la cocina. Todo toma su tiempo dijo, pues s, seguro, puedo vivir de ello. Pero lo que no logro hacerte comprender es que no deseo hacer ninguna otra cosa.

Bueno, Sonny dije con suavidad, t sabes que la gente no puede siempre hacer justo lo que desea...

No, no lo s dijo Sonny, sorprendindome. Pienso que la gente debe hacer lo que desea hacer, si no para qu vivir?

Ests por volverte un muchacho grande ya dije con desesperacin, es hora de que comiences a pensar en tu futuro.

Estoy pensando en mi futuro dijo Sonny oscuramente. Pienso en l todo el tiempo.

Me rend. Decid que, si no cambiaba de idea, siempre podramos discutirlo ms tarde. Mientras, dije, tienes que terminar la escuela. Ya habamos decidido que se mudara con Isabel y su gente. Saba yo que no era el arreglo ideal, pues la gente de Isabel tiende a los sermones y no les gust mayormente que Isabel se casara conmigo. Pero no encontraba qu otra cosa hacer. Y tenemos que acomodarte donde Isabel.

Hubo un silencio largo. Se movi de la mesa de la cocina a la ventana. Es una idea terrible. T mismo lo sabes.

Tienes una idea mejor?

Por un minuto anduvo de aqu para all por la cocina. Era tan alto como yo. Haba comenzado a rasurarse. De pronto tuve la sensacin de que no lo conoca en absoluto.

Se detuvo ante la mesa de la cocina y tom mis cigarrillos. Mirndome con una especie de burla, de reto divertido, se puso uno entre los labios. Te importa?

Ya fumas?

Encendi el cigarrillo y asinti, observndome a travs del humo. Quise ver si tena el valor de fumar frente a ti. Sonriendo, envi una gran nube de humo hacia el cielo raso. Fue fcil. Me mir a la cara. Vamos, di la verdad: apuesto que a mi edad ya fumabas.

Nada dije, pero la verdad estaba en mi cara y l ri. Pero ahora haba algo muy forzado en su risa. Seguro. Y apuesto que no era lo nico que hacas.

Me estaba atemorizando un poco. Djate de idioteces, dije. Ya decidimos que vas a vivir con Isabel. Qu te ha dado, as de pronto?

T lo decidiste subray. Yo nada decid se detuvo frente a m, apoyndose en la estufa, los brazos entrelazados sin fuerza. Mira, hermano, no quiero quedarme en Harlem ya, en serio se mostraba muy grave. Me mir y luego mir hacia la ventana de la cocina. Haba en sus ojos algo que yo no haba visto antes, algo meditabundo, alguna preocupacin propia. Se masaje el msculo de un brazo. Es hora de que me vaya de aqu.

Adonde quieres ir, Sonny?

Quiero enrolarme. En el ejrcito o en la marina, no me importa. Si digo que ya tengo la edad, me creern.

Entonces me enoj. Porque estaba muy asustado. Ests loco. Maldito idiota, para qu demonios quieres meterte al ejrcito?

Ya te lo dije, para irme de Harlem.

Sonny, ni siquiera has terminado la escuela. Y si en serio quieres ser msico, cmo vas a estudiar estando en el ejrcito!

Me mir, atrapado y lleno de angustia. Hay modos. Tal vez pueda hacer algn tipo de trato. De cualquier manera, tendr mi estipendio de soldado cuando salga.

Si sales nos miramos fijamente. Sonny, por favor, s razonable. S que las condiciones estn lejos de ser perfectas. Pero tenemos que arreglrnoslas del mejor modo posible.

No estoy aprendiendo nada en la escuela dijo. Incluso cuando voy me dio la espalda y abri la ventana y lanz por ella el cigarrillo, hacia el callejn estrecho. Mir su espalda. Es decir, nada estoy aprendiendo de lo que t quisieras que aprendiera cerr con tal fuerza la ventana, que pens que el vidrio saltara, y se volvi hacia m. Y estoy cansado de la peste de esas latas de basura!

Sonny dije, s cmo te sientes. Pero si no terminas la escuela ahora, ms tarde sentirs no haberlo hecho lo tom de los hombros. Y slo te queda otro ao. No est tan mal. Y regresar y juro que te ayudar en cualquier cosa que desees hacer. Simplemente aguanta hasta que regrese. Por favor hars eso? Por m?

No respondi y no quiso mirarme.

Sonny me oste?

Se alej. Te o. Pero t nunca escuchas lo que yo digo.

No supe qu contestar a eso. Mir ventana afuera y luego hacia m. Muy bien, dijo, suspirando, lo intentar.

Entonces dije, tratando de alegrarlo un poco: Donde Isabel tienen un piano. Puedes practicar en l.

Y de hecho, s lo alegr por un minuto. Cierto, se dijo, lo haba olvidado. Su rostro se relaj un poco. Pero la preocupacin, los pensamientos, seguan presentes en l, tal y como las sombras juegan en el rostro de quien mira al fuego.

Pero termin creyendo que jams dejara de or sobre aquel piano. Al principio, Isabel me escriba dicindome cun agradable era que Sonny se mostrara tan serio respecto de la msica y cmo, nada ms llegar de la escuela, o de donde estuviera cuando se supona que estaba en la escuela, se iba derecho al piano y all se quedaba hasta la cena. Y, despus de la cena, regresaba al piano y all se quedaba hasta que todos se haban ido a la cama. Estaba al piano todo el da sbado y todo el da domingo. Luego se compr un tocadiscos y comenz a tocar discos. Tocaba un disco una y otra vez, a veces durante todo el da, e improvisaba al piano siguindolo. O tocaba una seccin del disco, un acorde, un cambio, una progresin y entonces lo interpretaba al piano. Y de vuelta al disco. Y de vuelta al piano.

Bueno, en verdad que no s cmo lo aguantaron. Isabel confes finalmente que no era como vivir con una persona, era como vivir con un sonido. Y el sonido no tena sentido para ella, no tena sentido para ninguno de ellos, naturalmente. De cierta manera, comenzaron a sentirse afligidos por aquella presencia que viva en su hogar. Pareca que Sonny fuera alguna especie de dios o de monstruo. Se mova en una atmsfera que en nada se pareca a la de ellos. Lo alimentaban y coma, se aseaba, entraba y sala por la puerta. Desde luego, no era ofensivo o desagradable o rudo; Sonny no es de esa manera. Pero se dira que estaba envuelto en alguna nube, algn fuego, alguna visin propia. Y no haba modo de llegar a l.

Al mismo tiempo, todava no era un hombre y s un chico, y tenan que cuidarlo en todo tipo de maneras. Desde luego, no podan correrlo. Tampoco se atrevan a hacerle una escena respecto al piano porque incluso ellos sentan de un modo opaco, igual que yo, a tantos miles de kilmetros de distancia, que Sonny al piano tocaba por salvar la vida.

Pero no estaba yendo a la escuela. Un da lleg carta de la junta escolar y la recibi la madre de Isabel; al parecer, hubo otras cartas, pero Sonny las rompi. Aquel da, al llegar Sonny, la madre de Isabel le ense la carta y le pregunt dnde haba estado malgastando su tiempo. Y finalmente le extrajo que haba estado en Greenwich Village, con msicos y otros personajes, en el departamento de una chica blanca. Y esto la asust y comenz a gritarle y el resultado fue, una vez lanzada y aunque lo niegue hasta hoy da, el expresar los sacrificios que hacan para darle a Sonny un hogar decente y lo poco que l lo apreciaba.

Sonny no toc el piano aquel da. Al anochecer la madre de Isabel se haba calmado, pero entonces quedaba lidiar con el viejo y con la propia Isabel. Isabel dice que hizo lo imposible por mantenerse calmada, pero perdi el control y comenz a llorar. Dice que simplemente estuvo mirando la cara de Sonny. Pudo decir, con slo mirarlo, lo que le suceda. Y lo que le suceda era que haban penetrado en su nube, lo haban alcanzado. Incluso si sus dedos hubieran sido mil veces ms gentiles de lo que son los dedos humanos, l no habra podido sino sentir que lo haban desnudado y estaban escupiendo en su desnudez. Porque tambin hubo de ver que su presencia, la msica que para l significaba la vida o la muerte, haba sido una tortura para esa gente y que la haban soportado no por l, sino por m. Y Sonny no pudo aceptar eso. Hoy puede aceptarlo un poco mejor que entonces, pero sigue sin dominarlo bien y, francamente, no s quin podra conseguirlo.

El silencio de los siguientes das debe haber sido ms sonoro que el sonido de toda la msica tocada desde los principios de los tiempos. Una maana, antes de irse a trabajar, Isabel entr al cuarto de Sonny buscando algo y de pronto se dio cuenta de que todos los discos haban desaparecido. Y supo con toda certeza que l se haba ido. Y as era. Se fue tan lejos como lo llev la marina. Finalmente me envi una postal desde algn lugar en Grecia y fue mi primera seguridad de que Sonny segua vivo. No volv a verlo hasta que ambos estuvimos en Nueva York y la guerra llevaba mucho de terminada.

Para entonces ya era un hombre, desde luego, pero yo no estaba dispuesto a aceptarlo. Vena por la casa de vez en cuando, pero nos pelebamos en casi todas las ocasiones que nos veamos. No me gustaba el modo en que se conduca, perdido y como en sueos todo el tiempo; y no me gustaban sus amigos, y su msica me pareca una mera excusa para la vida que llevaba. As de raro y desordenado pareca.

Entonces tuvimos una pelea, una pelea bastante desagradable, y no lo vi por meses. Con el tiempo lo busqu, all donde viva, en un cuarto amueblado del Village, e intent la reconciliacin. Pero haba montones de gente en la habitacin y Sonny simplemente yaca en la cama, sin querer venir abajo conmigo, y trataba a esa otra gente como si fuera su familia y yo no. De modo que me enoj y l se enoj, y entonces le dije que igual podra estar muerto, viendo su manera de vivir. Entonces se puso de pie y me dijo que no me preocupara por l el resto de mi vida, pues en lo que a m concerna estaba muerto. Entonces me empuj hasta la puerta y los dems miraban como si nada pasara, y de un golpe cerr la puerta tras de m. Me qued en el pasillo, mirando fijamente la puerta. O que alguien rea en la habitacin y entonces me vinieron lgrimas a los ojos. Comenc a bajar la escalera, silbando para impedirme llorar, silbando para m Vas a necesitarme, nena, uno de estos das fros y lluviosos.

Le sobre los problemas de Sonny en la primavera. La pequea Gracie muri en el verano. Era una chiquilla preciosa. Pero slo vivi un poco ms de dos aos. Muri de polio y sufri. Tuvo una fiebre ligera un par de das, pero no pareca gran cosa y simplemente la metimos en cama. Y desde luego que habramos llamado al doctor, pero la fiebre baj y ella pareci estar bien. As que lo supusimos un mero resfriado. Entonces un da, ya de pie, jugando, Isabel en la cocina preparando el almuerzo para los dos muchachos, cuando llegaran de la escuela, oy que Grace se caa en la sala. Cuando tenemos un montn de nios no siempre comenzamos a correr en cuanto uno de ellos se cae, a menos que comience a llorar o algo parecido. Y, esta vez, Grace qued en silencio. Sin embargo, Isabel dice que cuando escuch aquel golpe y despus aquel silencio, algo sucedi en ella que le produjo miedo. Y corri hasta la sala y all estaba la pequea Grace en el piso, toda retorcida, y la razn de que no gritara era que no poda respirar. Y cuando al fin grit, fue el peor sonido, dice Isabel, que haya escuchado en su vida, y a veces todava lo escucha en sueos. A veces Isabel me despierta con un sonido bajo, lamentoso, estrangulado y debo apresurarme en despertarla y estrecharla en mis brazos y cuando Isabel llora apoyndose en m parece una herida mortal.

Pienso que escrib a Sonny el da mismo que enterramos a Grace. Estaba sentado en la sala, en la oscuridad, solo, y de pronto pens en Sonny. Mi problema hizo real el suyo.

Un sbado por la tarde, cuando Sonny haba estado viviendo con nosotros o, de cualquier manera, en nuestra casa por casi dos semanas, me sorprend movindome sin propsito por la sala, bebiendo una lata de cerveza y tratando de reunir valor suficiente para esculcar la habitacin de Sonny. Haba salido por lo comn sala cuando yo estaba en casa e Isabel haba llevado a los chicos de visita con los abuelos. De pronto segua frente a la ventana de la sala, observando la Sptima Avenida. La idea de hurgar en la habitacin de Sonny me tena inmvil. Apenas me atreva a admitir lo que estara buscando. No sabra qu hacer de encontrarlo. O de no encontrarlo.

En la acera de enfrente, prximas a la entrada de un restauransucho de barbacoa, algunas personas sostenan una reunin religiosa a la antigua. El cocinero del restaurancillo, con un sucio mandil blanco, el pelo flcido rojizo y metlico al sol plido, un cigarrillo entre los labios, estaba a la entrada, observndolos. Muchachillos y gente mayor se detenan en sus mandados y all quedaban, junto a algunos ancianos y una pareja de mujeres con aspecto rudo que vigilaban todo lo que ocurra en la avenida, como si la poseyeran o ella las poseyera. Bueno, pues tambin observaban aquello. El mitin lo llevaban a cabo tres hermanas de negro y un hermano. Slo tenan sus voces y sus biblias y un pandero. El hermano predicaba y mientras predicaba dos de las hermanas estaban juntas, pareciendo decir amn, y la tercera se mova con el pandero extendido y un par de personas dejaron caer monedas en l. Entonces termin la prdica del hermano y la hermana que haba estado pidiendo dinero puso las monedas en su mano y luego las llev al bolsillo de su largo vestido negro. Luego levant ambas manos, sacudiendo el pandero en el aire y enseguida contra una mano y comenz a cantar. Y se le unieron las otras dos hermanas y el hermano.

De pronto, fue extrao observar aquello, aunque toda mi vida vi reuniones de stas en la calle. Como, desde luego, todos los del rumbo. Sin embargo, se detenan y observaban y escuchaban y yo me mantuve inmvil a la ventana. Tis the old ship of Zion cantaban, y la hermana del pandero mantena un ritmo firme y sonoro, it has rescued many a thousand! Ni una de aquellas almas sujetas al sonido de las voces escuchaba esta cancin por primera vez, y ninguna de ellas haba sido rescatada. Tampoco haban visto mucho trabajo de rescate cumplido a su alrededor. Y no crean especialmente en la santidad de las tres hermanas y el hermano; saban demasiado sobre ellos, saban dnde vivan y cmo. La mujer del pandero, cuya voz dominaba el aire, cuyo rostro brillaba de gozo, estaba apartada por muy poco de la mujer que la observaba, un cigarrillo entre los labios gruesos y agrietados, el pelo un nido de cuclillo, el rostro marcado e hinchado de tanta paliza y los ojos negros brillando como carbones. Tal vez ambas saban esto, por lo que, cuando, raramente, se dirigan la una a la otra, lo hacan llamndose Hermana. Mientras el canto iba llenando el aire, los rostros vigilantes y atentos sufrieron un cambio, los ojos enfocados en un algo interior. La msica pareca aliviarlas de algn veneno; y el tiempo pareca, casi, desprenderse de aquellos rostros agrios, beligerantes, como si volvieran a su condicin prstina, mientras soaban con su fin. El cocinero sacudi un tanto la cabeza, sonri, dej caer el cigarrillo y desapareci en su hoyo. Un hombre busc cambio en su bolsillo y estuvo sujetndolo impaciente en su mano, como si de pronto hubiera recordado una cita urgente avenida arriba. Pareca furioso. Y entonces vi a Sonny, a orillas de la multitud. Llevaba un cuaderno ancho y delgado, de pasta verde, que lo haca parecer, desde donde yo estaba, como un escolar. El sol cobrizo haca resaltar el cobre de aquel rostro y Sonny sonrea ligeramente, muy inmvil. Entonces ces el canto, el pandero volvi a convertirse en un platillo de limosnas. El hombre furioso dej caer sus monedas y desapareci, al igual que dos de las mujeres; Sonny dej caer algo de cambio en el plato, mientras miraba directamente a la mujer con una sonrisilla. Comenz a cruzar la avenida, camino de casa. Tena un paso lento y amplio, un tanto como el andar de los elegantes de Harlem, aunque l le haba impuesto su ritmo propio. Nunca antes, en realidad, lo haba notado.

Qued a la ventana, a la vez aliviado y aprensivo. Al desaparecer Sonny de mi vista, los otros comenzaron a cantar de nuevo. Y seguan cantando cuando l hizo girar la llave en la cerradura.

Hola dijo.

Hola. Quieres una cerveza?

No. Bueno, s pero vino hasta la ventana y se detuvo a mi lado, mirando. Qu voz tan clida dijo.

Cantaban If I could only hear my mother pray again!

S dije, y vaya que sabe tocar el pandero.

Pero la cancin es horrible dijo, y ri. Dej caer el cuaderno en el sof y desapareci en la cocina. Dnde estn Isabel y los chicos?

Creo que fueron a ver a los abuelos. Tienes hambre?

No volvi a la sala con su lata de cerveza. Quieres acompaarme a un sitio esta noche?

Sent, ignoro por qu, que no poda negarme. Seguro. Dnde?

Sentado en el sof, recogi el cuaderno y comenz a pasar las hojas. Voy a estar con un grupo esta noche, en un local del Village.

Me ests diciendo que vas a tocar esta noche?

Justamente ech un trago a la cerveza y regres a la ventana. Me mir de soslayo. Si puedes aguantarlo.

Lo intentar dije.

Sonri para s mismo y ambos observamos mientras la reunin se dispersaba all enfrente. Las tres hermanas y el hermano, las cabezas inclinadas, cantaban God be with you till we meet again. A su alrededor, los rostros estaban muy tranquilos. Entonces la cancin termin. El pequeo grupo se dispers. Miramos a las tres mujeres y al hombre solitario caminar avenida arriba.

Cuando cant antes dijo Sonny abruptamente, su voz me record, por un minuto, lo que a veces hace sentir la herona... cuando la tienes en las venas. Te hace sentir algo as como caliente y fro al mismo tiempo. Y distante. Y... seguro bebi de su cerveza, no mirndome de modo muy deliberado. Le observ el rostro. Te hace sentir... dueo del control. A veces es necesario tener esa sensacin.

En serio? y me sent lentamente en la poltrona.

A veces fue al sof y recogi su cuaderno. Algunas personas lo necesitan.

Para poder tocar? pregunt, y tena la voz muy desagradable, llena de desprecio y enojo.

Bueno me mir con enormes ojos preocupados, como si, de hecho, esperara decirme con ellos cosas que de otra manera jams podra decirme... as lo piensan. Y si lo piensan...

Y qu piensas t? pregunt.

Tras sentarse en el sof, puso la lata de cerveza en el piso.

No lo s, dijo, y no estuve seguro de si responda a mi pregunta o segua la lnea de sus pensamientos. No se trata tanto de tocar. Es para soportarlo, para conseguir hacerlo. En cualquier nivel. Frunci el ceo y sonri: Para evitar deshacernos en pedazos.

Pero estos amigos tuyos dije parecen deshacerse en pedacitos con demasiada rapidez.

Tal vez jugaba con el cuaderno. Y algo me dijo que debera controlar mi lengua, que Sonny haca todo lo posible por hablar y que yo debera escuchar. Pero claro, t slo conoces a los que se deshicieron. A algunos no les pasa... o al menos todava no y es ms de lo que cualquiera de nosotros puede decir hizo una pausa. Y luego estn algunos que viven, realmente, en el infierno, y lo saben y ven lo que est sucediendo y siguen adelante. No lo s suspir, dej caer el cuaderno, cruz los brazos. Algunos tipos, puedes sentirlo en el modo como tocan, toman algo todo el tiempo. Y puedes ver que, bueno, les da algo real. Pero claro tom la cerveza del piso, ech un trago y asent la lata, lo quieren, y tienes que entenderlo. Incluso algunos que lo niegan... algunos, no todos.

Y qu contigo? pregunt, y no pude evitarlo. Qu contigo? Lo quieres?

Ponindose de pie se encamin a la ventana, y permaneci en silencio por un largo tiempo. Yo, dijo. Luego: Hace rato, estando abajo, de camino aqu, escuchando a esa mujer cantar, me golpe de pronto la idea de cunto sufrimiento debe haber pasado para lograrlo... para cantar as. Es repulsivo pensar que debes sufrir tanto.

Dije: Pero no hay modo de no sufrir, o lo hay, Sonny?

Creo que no dijo y sonri. Pero eso nunca detuvo a nadie de intentarlo me mir. O s? me di cuenta, con aquella mirada burlona, de que all quedaba entre nosotros, para siempre, ms all del poder del tiempo y del perdn, el hecho de que hubiera permanecido en silencio, por tanto tiempo!, cuando l necesit de una voz humana que lo ayudara. Se volvi hacia la ventana. No, no hay modo de no sufrir. Pero intentas de muchas maneras no ahogarte en eso, mantenerte a flote y que parezca... bueno, como t. Como si hubieras hecho algo, lo aceptaras y ahora sufrieras por ello. Entiendes? nada dije. Y entonces dijo, impaciente por qu sufre la gente? Quiz lo mejor sea hacer algo que le d una razn, cualquier razn.

Pero acabamos de coincidir dije en que no hay manera de no sufrir. No es mejor, entonces, simplemente... aceptarlo?

Pero nadie lo acepta simplemente grit Sonny. Es eso lo que te estoy diciendo! Todos procuran no sufrir. T simplemente te afianzas al modo en que algunas personas lo intentan... pero no es tu modo!

La barba en el rostro comenz a picarme y el rostro pareca hmedo. No es cierto, dije, eso no es cierto. Me importa un demonio lo que hagan otros; ni siquiera me importa cmo sufren. Me preocupa cmo sufres t. Y me mir. Por favor, cremelo, dije, no quiero verte... morir... tratando de no sufrir.

No morir dijo, sin entonacin tratando de no morir. Al menos, no con mayor prisa que cualquiera de los otros.

Pero no hay necesidad dije, intentando rer, o s la hay?, de matarse.

Quise decir ms, pero no pude. Deseaba hablar del poder de la voluntad y de cmo la vida poda ser... pues hermosa. Quise decir que todo estaba dentro. Pero lo estaba? O ms bien no consista en eso el problema? Y quise prometerle que nunca ms le fallara. Pero todo habra sonado como... palabras vacas y como mentiras.

De modo que me hice la promesa y rogu por conseguir mantenerla.

A veces es terrible, all dentro dijo. se es el problema. Caminar por estas calles negro y descuidado y fro, y en realidad no hay un maldito idiota a quien hablarle, y nada se sacude, y no hay modo de sacarla... esa tormenta interior. No puedes hablar de ella, no puedes hacer el amor con ella, y cuando finalmente tratas de llevarla con ella e interpretarla, te das cuenta de que nadie escucha, as que t mismo debes escuchar. Debes hallar un modo de escuchar.

Entonces se alej de la ventana y volvi a sentarse en el sof, como si de pronto le hubieran sacado todo el aire. A veces haces cualquier cosa por tocar, incluso cortarle el cuello a tu madre. Se ech a rer, lanzndome una mirada. O a tu hermano. Y entonces se puso serio. O el tuyo. Y entonces: No te preocupes. Ya estoy bien y creo que estar bien. Pero no puedo olvidar... donde estuve. No quiero decir tan slo el lugar fsico donde estuve, sino donde estuve. Y lo que fui.

Qu fuiste, Sonny? pregunt.

Sonri, pero se acomod al sesgo en el sof, el codo descansando en el respaldo, los dedos jugueteando con la boca y la barbilla, sin mirarme. Fui algo que no reconoc, que no saba que poda ser. No saba que nadie pudiera serlo. Call, mirando en su interior, con apariencia desvalidamente joven, pero viejo. No hablo de ello ahora porque me sienta culpable o algo parecido... tal vez fuera mejor sentirse as, no lo s. De cualquier manera, en realidad no puedo hablar de eso, ni contigo ni con nadie, y ahora se volvi para enfrentarme. A veces, sabes, y sucedi cuando ms fuera del mundo me encontraba, senta que estaba metido en ello, que estaba con ello, realmente, y poda tocarlo o no tena por qu tocarlo, simplemente sala de m, all estaba. Y no s cmo toqu, ahora que lo pienso, pero s que hice cosas terribles, en esas ocasiones, a la gente. O no fue que les hiciera algo... es que no eran reales. Tom la lata de cerveza; estaba vaca; la puso a girar entre las palmas: Y otras veces... pues necesitaba una dosis, necesitaba encontrar un lugar donde apoyarme, necesitaba limpiar un lugar donde escuchar... y no poda encontrarlo y... enloquec. Me hice cosas terribles, fui terrible conmigo. Comenz a presionar sobre la lata que tena entre las manos; observ que el metal comenzaba a ceder. Brillaba, mientras jugaban con l, como un cuchillo, y tem que Sonny se cortara. Pero nada dije. Oh, qu caray, nunca podr contrtelo. Estaba solo conmigo en el fondo de algo, apestando y sudando y gritando y temblando. Y la ola sabes? Mi peste. Y pens que morira de no poder escapar de ella y sin embargo, a la vez, saba que todo lo que estaba haciendo era simplemente encerrarme con aquello. Y no supe call, todava aplastando la lata de cerveza, no supe y todava no s, pero algo segua dicindome que tal vez era bueno oler mi peste, pero no cre que aquello fuera lo que haba intentado hacer y adems... quin puede soportarlo? Y de pronto dej caer la arruinada lata de cerveza, mirndome con una sonrisa pequea e inmvil, y luego se levant y fue hasta la ventana como si se tratara de un magneto. Le observaba el rostro y l observaba la avenida. No pude decrtelo cuando muri mam... pero la razn por la cual deseaba dejar Harlem tanto era para alejarme de las drogas. Y luego, cuando hu, en realidad estaba huyendo de eso. A mi regreso nada haba cambiado, yo no haba cambiado, simplemente... haba envejecido. Y call, tamborileando con los dedos en el marco de la ventana. El sol se haba desvanecido y pronto caera la oscuridad. Observ su rostro. Puede volver, dijo, casi como hablando consigo mismo. Luego se volvi hacia m. Puede volver, repiti. Quiero que lo sepas.

Muy bien dije, por fin. De modo que puede volver. Est bien.

Sonri, pero la sonrisa era triste. Tena que intentar decrtelo, dijo.

Sdije, lo entiendo.

Eres mi hermano dijo, mirndome fijamente, sin sonrer en absoluto.

Srepet, s, lo entiendo.

Se volvi hacia la ventana y mir fuera. Todo ese odio all abajo, dijo, todo ese odio y esa miseria y ese amor. Es un milagro que no haga explotar en pedazos la avenida.

Fuimos al nico club en una calle pequea y oscura del centro. Nos abrimos paso por el bar estrecho, charlante y atiborrado hasta la entrada al gran saln, donde estaba el podio.

Y all nos quedamos por un momento, pues las luces eran tenues en el lugar y no podamos ver. Entonces Hola, chico, dijo una voz y un negro enorme, mucho ms viejo que Sonny o yo, brot de toda aquella luz atmosfrica y rode los hombros de Sonny con un brazo. Aqu estuve sentado dijo esperndote.

Tena, adems, una voz sonora y en la oscuridad cabezas se volvieron hacia nosotros.

Sonny sonri y se apart un poco. Dijo: Criollo, ste es mi hermano. Ya te habl de l.

Criollo me estrech la mano. Me alegra conocerte, hijo, y quedaba claro que le alegraba encontrarme all, por el bien de Sonny. Sonri: Tienes en la familia un verdadero msico y retirando el brazo del hombro de Sonny, lo palme ligeramente, con afecto, con el dorso de la mano.

Caray, ahora ya lo escuch todo dijo una voz a nuestras espaldas. Era otro msico, un amigo de Sonny, un hombre negro como el carbn y de apariencia risuea, de estatura muy cercana al piso. De inmediato comenz a confesarme, a pleno pulmn, las cosas ms terribles sobre Sonny, los dientes bollndole como un faro y la risa brotndole como si fuera el inicio de un terremoto. Y result que todos en el bar conocan a Sonny, o casi todos. Algunos eran msicos que trabajaban all o cerca de all o no trabajaban; otros eran simplemente clientes habituales y algunos estaban all para escuchar a Sonny. Fui presentado a todos ellos y todos fueron muy corteses conmigo. Sin embargo, quedaba claro que, para ellos, era simplemente el hermano de Sonny. Aqu, estaba en el mundo de Sonny. O, ms bien, en su reino. Aqu, nadie dudaba en lo ms mnimo que Sonny llevaba sangre real en las venas.

Iban a tocar pronto y Criollo me sent, solo, a una mesa en un rincn oscuro. Y entonces los observ, a Criollo y al hombrecito negro y Sonny y los otros mientras payaseaban, de pie justo bajo el podio. La luz del podio terminaba un poco antes de ellos y, al observarlos rer y gesticular y moverse, tuve la sensacin de que, no obstante, eran de lo ms cuidadosos en no introducirse demasiado aprisa en el crculo de luz: que si pasaran a la luz demasiado de sbito, sin pensarlo, pareceran en llamas. Entonces, mientras observaba, uno de ellos, el hombrecito negro, pas a la luz y cruz el podio y comenz a juguetear con sus tambores. Entonces muy cmico y tambin sumamente ceremonioso, Criollo tom a Sonny del brazo y lo condujo al piano. Una voz de mujer grit el nombre de Sonny y algunas manos comenzaron a aplaudir. Y Sonny, tambin cmico y ceremonioso, y tan conmovido, creo, que habra podido llorar, pero sin ocultarlo ni mostrarlo, conducindose como un hombre, sonri, se llev ambas manos al corazn e hizo una reverencia doblando la cintura.

Entonces Criollo se acerc al contrabajo y un hombre delgado, de piel morena muy clara salt al podio y tom su trompeta. As que all estaban y en el podio y en el saln la atmsfera comenz a cambiar y a atirantarse. Alguien fue hasta el micrfono y los anunci. Entonces hubo todo tipo de murmullos. En el bar, algunas personas callaron a otras. La mesera se mova frenticamente, tomando las ltimas rdenes; chicos y chicas se aproximaron an ms entre s y las luces del podio, centradas en el cuarteto, se volvieron una especie de ndigo. Entonces todos parecieron distintos. Criollo mir en rededor por ltima vez, como asegurndose de que todos sus pollos estuvieran en el corral, y entonces... con un movimiento toc el contrabajo. Y all comenzaron.

Todo lo que s acerca de la msica es que no muchos la escuchan realmente. E incluso entonces, en las raras ocasiones en que algo se abre all dentro y la msica penetra, lo que mayormente escuchamos, u omos corroborado, son evocaciones personales, ntimas y evanescentes. Pero el hombre que crea la msica escucha algo ms: se enfrenta al rugido que surge del vaco y le impone un orden cuando brota al aire. Lo que evoca en l, entonces, es de otro orden, ms terrible porque no tiene palabras; y triunfante, adems, por esa misma razn. Y su triunfo, cuando triunfa, es nuestro. Me limit a observar el rostro de Sonny. Era un rostro preocupado, pues Sonny se esforzaba pero no consegua entrar en contacto. Y tuve la sensacin de que, en cierto sentido, cada uno all en el podio lo estaba esperando, esperando y a la vez impulsndolo. Pero cuando empec a observar a Criollo, me di cuenta de que era l quien los mantena a raya. Los tena como sujetos por riendas. All arriba, llevando el ritmo con todo el cuerpo, un lamento en el contrabajo, los ojos semicerrados, lo escuchaba todo, pero escuchaba en especial a Sonny. Mantena un dilogo con l. Quera que Sonny abandonara la playa y se dirigiera a las aguas profundas. Era para Sonny el testigo de que las aguas profundas y el ahogarse no eran la misma cosa, pues haba estado all y lo saba. Y deseaba que Sonny lo supiera. Esperaba que Sonny hiciera con las teclas cosas que permitieran a Criollo saber que Sonny estaba en esas aguas.

Y mientras Criollo escuchaba, Sonny se mova, muy dentro de s, exactamente como alguien atormentado. Nunca antes imagin lo terrible que debe ser la relacin entre el msico y su instrumento. Tiene que llenar ese instrumento, con su aliento vital, su aliento propio. Tiene que forzarlo a hacer lo que l quiere que haga. Y un piano es simplemente un piano. Est hecho de madera y alambres y macillos pequeos y otros grandes y marfil. Aunque hay un lmite a lo que puede hacerse con l, el nico modo de averiguarlo es intentndolo y que lo haga todo.

Y Sonny no se haba acercado a un piano en ms de un ao. Y no estaba en mejores trminos con su vida, no con la vida que se tenda frente a l ahora. l y el piano tartamudeaban, comenzaban de un modo, se asustaban, se detenan; comenzaban de otra manera, caan en el pnico, marcaban el ritmo, comenzaban de nuevo; entonces parecan haber encontrado una direccin, volvan al pnico, se atoraban. Y el rostro que vi en Sonny nunca antes lo haba visto. Todo lo haba borrado un incendio y, al mismo tiempo, cosas por lo comn ocultas aparecan con ese incendio, mediante el fuego y la furia de la batalla que ocurra en l all arriba.

Sin embargo, al ver el rostro de Criollo cuando se acercaban al final de la primera serie, tuve la sensacin de que algo haba sucedido, algo que yo no haba escuchado. Entonces terminaron, hubo aplausos dispersos y entonces, sin la menor advertencia, Criollo comenz con algo ms, ca sardnico: se trataba de Am I Blue. Y, como si mandara, Sonny comenz a tocar. Algo empez a suceder. Y Criollo dej ir las riendas. El hombrecito seco, pequeo y negro dijo algo terrible con los tambores, Criollo respondi y los tambores replicaron. Entonces la trompeta insisti, dulce y aguda, tal vez un tanto distanciada, y Criollo escuch, haciendo comentarios de vez en vez, seco, rector, hermoso, calmado y viejo. Entonces todos se unieron de nuevo y Sonny era parte de la familia otra vez. Lo deduje por su rostro. Pareca haber encontrado, justo all bajo sus dedos, un piano nuevo. Pareca que no poda asimilarlo. Entonces, por un rato, simplemente de estar felices con Sonny, parecieron coincidir con l en que un piano recin hecho era ciertamente nico.

Entonces Criollo adelant un paso para recordarles que estaban tocando blues. Golpe en algo que todos tenan, golpe en algo que yo tena, y la msica se atirant y profundiz; el aire se llen de aprensiones. Criollo comenz a decirnos de qu se trataba el blues. No era nada demasiado nuevo. l y sus muchachos, all arriba, lo mantenan nuevo, arriesgando la ruina, la destruccin, la locura y la muerte, para encontrar nuevas maneras de hacernos or. Pues aunque el cuento de cmo sufrimos, y cmo nos deleitamos, y cmo tal vez triunfamos nunca es nuevo, siempre hemos de escucharlo. No hay ningn otro cuento por contar, es la nica luz que tenemos en toda esta oscuridad.

Y ese cuento, de acuerdo con aquel rostro, aquel cuerpo, aquellas manos fuertes sobre las cuerdas, tiene otro aspecto en cada pas, y una nueva profundidad en cada generacin. Escuchen, pareca decir Criollo, escuchen. Estos son los blues de Sonny. Hizo que el hombrecito de los tambores lo supiera, as como el hombre brillante y moreno de la trompeta. Criollo ya no intentaba hacer que Sonny llegara al agua. Le deseaba el seguir adelante con Dios. Entonces retrocedi, muy lentamente, llenando el aire con la sugestin inmensa de que Sonny hablara por s mismo.

Entonces todos se reunieron alrededor de Sonny y Sonny toc. De cuando en cuando uno de ellos pareca decir amn. Los dedos de Sonny llenaban el aire con vida, su vida. Pero una vida que contena muchas otras. Y Sonny retrocedi todo el camino, y en realidad comenz con el enunciado breve y neutro de la frase inicial de la cancin. Luego comenz a hacerla suya. Fue muy hermoso porque no haba prisa y ya no era un lamento. Parec escuchar con cualquier quemadura que l hubiera hecho suya, con cualquier quemadura que tuviramos an por hacer nuestra, cmo dejar de lamentarnos. La libertad acechaba a nuestro alrededor y comprend, por fin, que l poda ayudarnos a ser libres si escuchbamos, que nunca sera libre mientras no lo hiciramos. Y sin embargo, ahora no haba en su rostro ninguna batalla. Escuch todo por lo que l haba pasado y continuara pasando hasta ir a descansar en la tierra. La haba hecho suya: esa larga lnea, de la cual slo conocamos a mam y a pap. Y nos la devolva, como ha de regresarse todo, de modo que, pasando por la muerte, pueda vivir para siempre. Volva a ver el rostro de mi madre y sent, por primera vez, cmo las piedras del camino por el que ella anduvo le haban herido los pies. Vi el camino iluminado de luna donde muri el hermano de mi padre. Y me traje de regreso algo ms y me hizo dejarlo atrs. Volv a ver a mi pequea y sent las lgrimas de Isabel otra vez. Y sent que las mas propias comenzaban a brotar. Y pese a ello estaba consciente de que esto era slo un momento, de que el mundo aguardaba afuera, tan hambriento como un tigre, y que por sobre nosotros se extendan los problemas, ms anchos que el cielo.

Y entonces termin. Criollo y Sonny dejaron ir un suspiro, ambos mojados de sudor y sonrientes. Hubo muchos aplausos y una parte era real. En la oscuridad la chica vino, y le ped que llevara tragos al podio. Hubo una pausa larga mientras ellos hablaban all, en la luz ndigo, y al cabo de un rato vi a la chica poner un escocs con leche sobre el piano, para Sonny. No pareci darse cuenta. Pero justo antes de empezar a tocar de nuevo, tom un trago, mir en mi direccin e hizo un gesto con la cabeza. Luego lo puso de nuevo sobre el piano. Para m, entonces, cuando comenzaron a tocar de nuevo, brillaba y se sacuda sobre la cabeza de mi hermano como la copa misma del estremecimiento.

Buscando los jardines de nuestras madresAlice Walker (1974)

tomado de http://www.mujerpalabra.net/

Traduccin comentada, de la serie Traducciones Libres. Para uso personal de artistas y activistas, de michelle (verano 2010)Versin en ingls publicada en la primavera del 2002 en Ms. Magazine: In Search of Our Mothers' Gardens: The Creativity of Black Women in the South (1974), by Alice Walker, (pp. 231-243, Phoenix/Orion Books, 2005)

Introduccin de la traductora

En este artculo Alice Walker hace un homenaje a las creadoras negras, quienes, por sus circunstancias de vida, no pudieron desarrollarse como artistas, ni siquiera saber que lo eran, y/o quienes, sabindolo o sin saberlo, fueron desarrollando su creatividad en los espacios cotidianos aprovechando toda oportunidad porque la creatividad hay que sacarla afuera, y sale, de hecho, en muchas de las cosas que se hacen.Esta prosa es tambin una especie de respuesta a Virginia Woolf, o ms bien, superado un primer momento de constatacin sobre que la explicacin de Woolf no le sirviera a las esclavas negras,* esta prosa puede servir para combinarse con la de Woolf en A Room of Ones Own (Una habitacin propia) para ir comprendiendo ms profundamente este tema tan complejo que es el impacto del patriarcado en las mujeres.He traducido casi todo, omitiendo y/o resumiendo lo que no me interesa: el inicio sobre el poeta sensible a la prostituta (porque me entristece y desespera), y un tema que presenta: el desarrollo de la idea de que la base del arte es la espiritualidad, y la atribucin de una profunda espiritualidad a las mujeres artistas.**

Aclarado este punto, el potico anlisis de Alice Walker me sirve para buscar maneras de entender los crmenes contra las mujeres, en este caso, contra las creadoras, por eso recomiendo esta pieza y con esta traduccin espero que pueda serle de inters a alguien ms.

Texto: Buscando los jardines de nuestras madres, de Alice Walker (1974)

El artculo empieza con una cita del poeta Jean Toomer ("Avey"), en la que le est hablando a una prostituta que se ha quedado dormida escuchndole. l le habla a ella de quin es ella [nota: Otro tema doloroso y delicado: el del hombre mejor conocedor y retratista de la "fmina" que la mujer misma de su propia persona. Cuntas veces su visin no habr estado totalmente marcada por no comprender en absoluto a quien se est usando para hacer "arte", y/o por no ocurrrsele siquiera que quiz si le pregunta, si habla con ella, aprenda algo ms sobre ella], pues Toomer, en su viaje por el sur de Estados Unidos en los aos veinte "descubri algo extrao: a mujeres negras cuya espiritualidad era tan intensa, tan profunda, tan inconsciente, que ellas mismas eran inconscientes de toda la riqueza que contenan" (pp. 231-2), y (le?) escribe un poema para darle esperanza.El poema le sirve de arranque a Alice Walker para plantear algunas reflexiones sobre las mujeres negras del sur de Estados Unidos en los aos veinte: esas "santas," "locas", "mujeres que dan pena", "la mula del mundo.

Hicieron que sus mentes abandonaran sus cuerpos y sus espritus, para alejarse, flotando como frgiles remolinos sin rumbo definido, de la dura tierra sangre. Y cuando esos frgiles remolinos se posaban, en partculas que se iban dispersando por el suelo, nadie las lloraba. () Nuestras madres y abuelas, algunas movindose al son de msica que an no haba sido escrita. (p. 232)

Para Toomer, yacan ah, con la mirada vaca y estril de los campos de otoo donde no se anuncia nunca una cosecha: las vio entrar sin alegra en matrimonios sin amor; entrar sin resistirse en la prostitucin; aceptar parir hijos sin poder sentirse madres.

Pues estas abuelas y madres nuestras no eran santas, sino artistas; llevadas a una locura sorda y sangrante porque no se las permita dejar brotar las fuentes de creatividad que llevaban dentro. Eran creadoras, condenadas a vivir en un vertedero de espiritualidad tan rica era su espiritualidad, base de todo arte porque el esfuerzo de tener que soportar el no poder usar ese talento no buscado las haca perder la cordura. Deshacerse de esta espiritualidad era su conmovedora forma de aligerar el peso de sus almas para que sus cuerpos gastados por el trabajo y objeto de violaciones pudiera soportar aquella carga.Qu significado tena para una mujer negra ser artista en los tiempos de nuestras abuelas? Y de nuestras bisabuelas? Esta cuestin tiene una respuesta lo bastante cruel como para dejar helada a cualquier persona.

Tuviste una trisabuela genia, muerta a latigazos a manos de un capataz blanco, ignorante y depravado? O forzada a hacer galletas para un vago, en algn lugar perdido, cuando lo que ella necesita desesperadamente era pintar acuarelas de las puestas de sol o de la lluvia cayendo sobre los pastos verdes y callados? O forzada a destrozarse fsicamente pariendo hijas e hijos, ocho, 10, 15, 20 (que le quitaran casi siempre para venderlos o llevrselos lejos), cuando lo que a ella le daba la vida era pensar en esculpir heroicas figuras de rebelin, en piedra o barro?

Cmo se pudo mantener viva la creatividad de las mujeres negras, ao tras ao y siglo tras siglo, cuando la mayor parte del tiempo que lleva la poblacin negra en Amrica [Estados Unidos] ha sido un crimen que una persona negra leyera o escribiera? Cuando la libertad de pintar, de esculpir, de expandir la mente con accin no exista...? Considerad, si lo podis soportar, lo que podra haber pasado si se hubieran prohibido las canciones por ley tambin. Escuchad las voces de Bessie Smith, Billie Holiday, Nina Simone, Roberta Flack, y Aretha Franklin, entre otras, e imaginad que se las hubieran sofocado de por vida. Quiz entonces empecis a comprender las vidas de esas madres y abuelas nuestras, las "locas", las "santas". La agona de las vidas de mujeres que podran haber sido poetas, novelistas, pensadoras, escritoras de historias cortas, todo a lo largo de siglos, que murieron con esos talentos estrangulados en su interior. (p. 233-234)

Pero ste no es el final de la historia ()

Hay un ejemplo, quiz el ms conmovedor, el peor comprendido, que podra dar una idea del trabajo de nuestras madres: Phillis Wheatley, una esclava en el siglo XVIII.Virginia Woolf, en su libro A Room of Ones Own, escribi que para que una mujer escriba ficcin necesita, claramente, dos cosas: una habitacin propia (con llave y cerradura) y dinero para poder mantenerse.

Cmo comprender entonces el caso de Phillis Wheatley, una esclava, que ni siquiera era duea de s misma? Esta chica negra, frgil, que necesita a veces una sirviente ella misma (por la precariedad de su salud), si hubiera sido blanca, habra sido fcilmente considerada superior intelectualmente a todas las mujeres y a la mayor parte de los hombres en la sociedad de su poca.Virgina Woolf contina escribiendo, sin duda sin referirse a nuestra Phillis, que "cualquier mujer con algn gran talento nacida en el siglo XVI (insertemos "XVIII", "mujer negra", "nacida esclava o esclavizada despus"), sin lugar a dudas se habra vuelto loca, se habra pegado un tiro o habra terminado sus das en alguna cabaa perdida, considerada medio bruja, medio hechicera (insertemos "santa"), objeto de burlas, temida por todos y todas. Pues no requiere mucha agudeza o psicologa saber a ciencia cierta que una muchacha con talento que hubiera intentado escribir poesa se habra visto tan acosada y atrapada por instintos contrapuestos (aadamos "cadenas, pistolas, el ltigo, el que tu cuerpo pertenezca a otra persona, subordinacin a una religin que no es la tuya"), que con toda seguridad habra perdido la salud y la cordura.

Las palabras clave, si las relacionamos con Phillis, son "instintos contrapuestos". Pues cuando leemos la poesa de Phillis Wheatley como cuando leemos las novelas de Nella Larsen o esa autobiografa que suena tan extraamente falsa de la escritora negra ms libre de todas, Zora Hurston las pruebas de esos "instintos contrapuestos" se encuentran en todos los sitios. Sus lealtades estaban completamente divididas, como lo estaba, sin duda alguna, su mente. Y cmo iba a ser de otro modo? Capturada a los siete aos, esclava de unos blancos ricos y aburridos, que la inculcaron que el frica de donde la haban "rescatado" era un lugar de "salvajes", () una se pregunta si pudo siquiera retener el recuerdo de su tierra natal tal y como la conoci, o tal y como era en realidad.

Con todo, como intent usar su don para la poesa en un mundo que la haba hecho esclava, estaba "tan acosada y atrapada por () instintos contrapuestos, que () perdi la salud." En los ltimos aos de su breve vida, soportando la pesada carga no slo de la necesidad de expresar su talento, sino tambin de una "libertad" sin un cntimo, sin nadie en quien confiar, y teniendo que alimentar a varios ni@s, lo que implicaba trabajar hasta la extenuacin, perdi la salud, ciertamente. Phillis Wheatly muri padeciendo malnutricin y abandono, y quin sabe qu sufrimientos mentales.

Tan destrozada por "instintos contrapuestos" estaba Phillis mujer negra, secuestrada, hecha esclava que su descripcin de "la diosa" (como llamaba ella la Libertad que no tena) es irnicamente cruelmente humorstica. De hecho, es lo que ha tenido a Phillis en el puesto de lo ridculo durante ms de un siglo: se lea como ejemplo, antes de colgar su recuerdo en la rama de las locas. [Nota: sta es una de las cosas que ms rechazo me produce de las personas dogmticas de la izquierda: juzgando de acuerdo a listas de lo que se debe o no hacer, ser o aparentar, pierden toda sensibilidad, toda capacidad de imaginar y analizar la realidad.] Phillis escribi:

La diosa llega, se mueve con una belleza divina,Aceituna y laurel recogen sus cabellos de oro.All donde esta nativa de los cielos brilla,Brotan innumerables encantos y tiernas gracias. [Cursiva ma]

Es evidente que Phillis, la esclava, peinaba a "la diosa" por las maanas; antes, quiz, de ir a por la leche, o de preparar la comida de su seora. Tom las imgenes de lo que vea elevado respecto a lo dems.

Aprovechndonos de la distancia en el tiempo, nos preguntamos: cmo pudo?!Pero al fin, Phillis, lo entendemos. Ya no habr ms risas ridiculizantes cuando nos enfrentemos a tus versos rgidos, en lucha, ambivalentes. Ya sabemos que no eras ni idiota ni una traidora; tan slo una nia negra y enferma, arrancada de su hogar y de su pas, convertida en esclava; una mujer que continu intentando luchar por cantar su cancin, pues tenas ese talento, aunque en un territorio de brbaros que te alababan por tu voz desorientada. No es tanto lo que cantaste como que mantuviste con vida, en tantas de nuestras ancestras, la nocin de cancin.

A las mujeres negras se nos llama "la mula del mundo" pues nos han pasado las cargas que el resto del mundo del mundo entero no quiere llevar. Tambin se nos ha llamado "matriarcas", "supermujeres", y "perras malas y diablicas", por no mencionar "castradoras" y "Mama Zafiro". Cuando hemos suplicado un poco de comprensin, han distorsionado nuestro carcter; cuando hemos pedido un poco en consideracin, nos han respondido con vacas palabras de nimo y despus nos han abandonado en el rincn ms polvoriento. Cuando hemos pedido amor, nos han llenado de hijos. En pocas palabras, nos han embutido por la garganta incluso nuestros talentos ms sencillos, nuestros trabajos de fidelidad y de amor. Incluso hoy en da, ser artista y negra rebaja nuestro estatus en muchos aspectos en lugar de elevarlo, y con todo, seguimos siendo artistas.

As pues, tenemos la obligacin de sacar de nosotras mismas, sin miedo, la creatividad viva que algunas de nuestras bisabuelas no tuvieron oportunidad de saber que contenan; y tenemos que mirarla de frente, identificarla como parte de nuestras vidas. Sealo "algunas" porque es bien conocido que la mayora de nuestras bisabuelas conocan, incluso sin "saberlo", su realidad espiritual, aunque slo la identificaran cuando cantaban en misa; sabemos, adems, que nunca tuvieron intencin de abandonarla.

La cuestin de cmo lo hicieron esos millones de mujeres negras que no eran Phillis Wheatley, o Lucy Terry o Frances Harper o Zora Hurston o Nella Larsen o Bessie Smith; o Elizabeth Catlett, o Katherine Dunham me conduce al ttulo de este ensayo, "Buscando los jardines de nuestras madres", una narracin personal aunque compartida por todas nosotras por su tema y significado. He descubierto, al pensar en el mundo inmenso de la creadora negra, que la respuesta ms verdadera a una pregunta que importa mucho a menudo se encuentra muy cerca.

A finales de los aos veinte, mi madre se fug de su casa para casarse con mi padre. Casarse (que no huir de casa) era lo que se esperaba de las chicas de 17 aos. Para cuando cumpli los 20, tena ya dos hijos y estaba embarazada del tercero. Cinco nios despus, nac yo. Y as fue cmo llegu a conocer a mi madre: pareca una mujer grande, suave, con la mirada llena de amor, que rara vez perda la paciencia en casa. Slo notbamos su carcter fuerte un par de veces al ao, cuando discuta con el casero, blanco, que se meta en el lo de decirle que no haca falta que enviara a sus hijos a la escuela.

Mi madre haca la ropa que llevbamos, hasta los monos de trabajo de mis hermanos. Haca todas las toallas y sbanas que usbamos. Se pasaba el verano enlatando verduras y frutas, y las tardes del invierno, haciendo colchas para todas las camas.

Durante la jornada "de trabajo", trabajaba junto a mi padre en el campo (nunca detrs de l). Su da empezaba al salir el sol, y no terminaba hasta bien entrada la noche. Nunca tena un momento para sentarse y ensimismarse en sus cosas. No haba ningn momento del da en que pudiera no ser molestada por el trabajo o por los ruidosos requerimientos de sus muchas hijas e hijos. Y sin embargo, gracias a mi madre (y a todas nuestras madres que nunca fueron famosas) fui en busca del secreto de lo que ha alimentado ese espritu creativo, sofocado y las ms de las veces mutilado, y con todo, vibrante, que la mujer negra ha heredado, y que, hasta la fecha, surge en sitios salvajes e improbables.

Y os preguntaris: cundo pudo sacar tiempo tu madre, con tanto trabajo, para averiguar nada sobre el espritu creativo, o poder alimentarlo?

La respuesta es tan sencilla que muchas de nosotras nos hemos pasado aos buscndola. Mirbamos hacia arriba, cuando deberamos haber mirado hacia arriba y tambin hacia abajo.Por ejemplo: en el Smithsonian de Washington DC, hay una colcha colgada que no es como ninguna otra en el mundo. Con figuras fantsticas, inspiradas, y al tiempo sencillas e identificables, retrata la historia de la Crucifixin. Se la considera nica, por lo que no se la puede poner precio. Aunque no sigue ningn patrn en lo que respecta al mundo de las colchas hechas a mano, y aunque est hecha con trocitos de telas sin valor, la colcha es, sin duda, obra de una persona con una poderosa imaginacin y una profunda espiritualidad. Bajo esta colcha, un cartel dice que fue hecha por "una mujer negra, annima, en Alabama, hace 100 aos.

Si pudiramos localizar a esta mujer negra "annima" de Alabama, seguro que sera una de nuestras abuelas: una artista que dej su estela en los nicos materiales que se pudo permitir, y usando el nico medio que su posicin en la sociedad le permiti usar.Como Virginia Woolf escribe ms adelante, en A Room of Ones Own: "Sin embargo, una genialidad como sta debe haberse dado tambin entre las mujeres, y en la clase trabajadora. [Cmbiese por "esclavas y esclavos" y "esposas e hijas de los agricultores arrendados."] De vez en cuando brilla una Emily Bront o un Robert Burns [cambiemos esto por "una Zora Hurston o un Richard Wright"], probando que existieron. Pero esto no lleg al papel. No obstante, cuando leemos que una bruja que fue sumergida [nota: mtodo de tortura en pozos], que haba una mujer poseda por los demonios [o la "santidad"], de una mujer sabia que venda yerbas [nuestras doctoras de las races], o incluso de un hombre notable que tena una madre, entonces, yo pienso que estamos ante una pista de una novelista perdida, de una poeta eliminada, de una Jane Austen muda y annima. () Me atrevera a decir sin dudarlo que "Ann.", quien escribi tantos poemas sin firmarlos, fue a menudo una mujer. ()

Y as es cmo nuestras madres y abuelas, en casi todos los casos de manera annima, han ido pasando el fuego de la creatividad, la semilla de la flor que ellas mismas no pudieron ni plantearse ver crecer; como una carta cerrada que no pudieron ni abrir.

Y as ocurri, sin duda, con mi propia madre. A diferencia de las canciones de Ma Rainey, que retuvieron el nombre de su creadora al menos al cantarlas la poderosa voz de Bessie Smith, no existir nunca ningn poema o cancin que lleve el nombre de mi madre. Y sin embargo, muchas de las historias que escribo, que escribimos todas y todos, son historias de mi madre. Hace muy poco consegu darme verdadera cuenta de esto: que al escuchar, ao tras ao, las historias que mi madre contaba de su vida, he ido absorbiendo no slo esas historias sino tambin algo en su manera de hablar, algo de la urgencia que supone el saber que sus historias (y su vida) deben quedar registradas. Esto explica, probablemente, por qu escribo tanto sobre personajes cuyos iguales en la vida real seran mucho mayores que yo.

Contar estas historias, algo que mi madre haca con la misma naturalidad que respirar, no fue la nica forma en que mi madre se revel como artista. Las historias podan ser interrumpidas, podan quedarse sin final: haba que hacer la cena, haba que salir a por el algodn antes de que empezaran las lluvias. La artista que fue y es mi madre se me revel despus de muchos aos, y esto es lo que al fin descubr:

Mi madre adornaba con flores todas las viejas casas que nos vimos obligados a habitar, como Mem, un personaje de The Third Life of Grange Copeland. Y no hablo de que plantara la clsica franja de zinias que luego crecera desordenadamente. Plantaba (y planta) ambiciosos jardines, con ms de 50 variedades distintas de plantas que iran floreciendo entre marzo y fines de noviembre. Antes de marcharse a trabajar los campos, regaba sus flores, recortaba la hierba, plantaba nuevos cuadros. Cuando volva de la faena, a veces cortaba los bulbos en dos, o cavaba una zanja para combatir el fro, arrancaba y replantaba rosas, o podaba ra